7/27/2019 Shelley Mary-Frankenstein o El Moderno Prometeo
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FRANKENSTEIN
o
El Prometeo Moderno
1818
Mary Shelley
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NDICEVOLUMEN I...............................................................................................5
Prlogo.................................................................................................5
CARTA 1..............................................................................................7
CARTA 2............................................................................................11
CARTA 3............................................................................................14
CARTA 4............................................................................................15
Captulo 1...........................................................................................23
Captulo 2...........................................................................................32
Captulo 3...........................................................................................39
Captulo 4...........................................................................................46Captulo 5...........................................................................................53
Captulo 6...........................................................................................61
Captulo 7...........................................................................................72
VOLUMEN II...........................................................................................81
Captulo 1...........................................................................................81
Captulo 2...........................................................................................87
Captulo 3...........................................................................................94
Captulo 4.........................................................................................102
Captulo 5.........................................................................................108
Captulo 6.........................................................................................114
Captulo 7.........................................................................................120
Captulo 8.........................................................................................130
Captulo 9.........................................................................................139
VOLUMEN III........................................................................................145
Captulo 1.........................................................................................145Captulo 2.........................................................................................154
Captulo 3.........................................................................................162
Captulo 4.........................................................................................172
Captulo 5.........................................................................................183
Captulo 6.........................................................................................193
Captulo 7.........................................................................................201
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VOLUMEN I
Prlogo
El suceso en el cual se fundamenta este relato imaginario ha sido considerado
por el doctor Darwin y otros fisilogos alemanes como no del todo imposible. En modo
alguno quisiera que se suponga que otorgo el mnimo grado de credibilidad a
semejantes fantasas; sin embargo, al tomarlo como base de una obra fruto de la
imaginacin, no considero haberme limitado simplemente a enlazar, unos con otros,
una serie de terrores de ndole sobrenatural. El hecho que hace despertar el inters
por la historia est exento de las desventajas de un simple relato de fantasmas o
encantamientos. Me vino sugerido por la novedad de las situaciones que desarrolla, y,
por muy imposible que parezca como hecho fsico, ofrece para la imaginacin, a la hora
de analizar las pasiones humanas, un punto de vista ms comprensivo y autorizado
que el que puede proporcionar el relato corriente de acontecimientos reales. Aspues,
me he esforzado por mantener la veracidad de los elementales principios de la
naturaleza humana, a la par que no he sentido escrpulos a la hora de hacer
innovaciones en cuanto a su combinacin. La Ilada, el poema trgico de Grecia;
Shakespeare enLa tempestad yEl sueo de una noche de verano; y sobre todo Milton
enEl paraso perdido se ajustan a esta regla. Aspues, el ms humilde novelista que
intente proporcionar o recibir algn deleite con sus esfuerzos puede, sin presuncin,
emplear en su narrativa una licencia, o, mejor dicho, una regla, de cuya adopcin
tantas exquisitas combinaciones de sentimientos humanos han dado como fruto los
mejores ejemplos de poesa.
La circunstancia en la cual se basa mi relato me fue sugerida en una
conversacin trivial. Lo comenc en parte como diversin y en parte como pretexto
para ejercitar cualquier recurso de mi mente que an tuviera intacto. A medida que
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avanzaba la obra, otros motivos se fueron aadiendo a stos. En modo alguno me
siento indiferente ante cmo puedan afectar al lector los principios morales que
existan en los sentimientos o caracteres que contiene la obra. Sin embargo, mi
principal preocupacin en este punto se ha centrado en la eliminacin de los efectos
enervantes de las novelas de hoy en da, y en exponer la bondad del amor familiar, as
como la excelencia de la virtud universal. Las opiniones que lgicamente surgen del
carcter y situacin del hroe en modo alguno deben considerarse siempre como
convicciones mas; ni se debe extraer de las pginas que siguen conclusin alguna que
prejuicie ninguna doctrina filosfica del tipo que fuera.
Es adems de gran inters para la autora el hecho de que esta historia se
comenzara en la majestuosa regin donde se desarrolla la obra principalmente, y
rodeada de personas cuya ausencia no cesa de lamentar. Pasel verano de 1816 en los
alrededores de Ginebra. La temporada era fra y lluviosa, y por las noches nos
agrupbamos en torno a la chimenea. Ocasionalmente nos divertamos con historias
alemanas de fantasmas, que casualmente caan en nuestras manos. Aquellas
narraciones despertaron en nosotros un deseo juguetn de emularlos. Otros dos amigos
(cualquier relato de la pluma de uno de ellos resultara bastante ms grato para el
lector que nada de lo que yo jams pueda aspirar a crear) y o nos comprometimos a
escribir un cuento cada uno, basado en algn acontecimiento sobrenatural.
Sin embargo, el tiempo de repente mejor, y mis dos amigos partieron de viaje
hacia los Alpes donde olvidaron, en aquellos magnficos parajes, cualquier recuerdo de
sus espectrales visiones. El relato que sigue es el nico que se termino.
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CARTA 1
A la seora SAVILLE, Inglaterra
San Petersburgo, 11 de diciembre de 17...
Te alegrars de saber que ningn percance ha acompaado el comienzo de la
empresa que tcontemplabas con tan malos presagios. Lleguaquayer, y mi primera
obligacin es tranquilizar a mi querida hermana sobre mi bienestar y comunicarle mi
creciente confianza en el xito de mi empresa.
Me encuentro ya muy al norte de Londres, y andando por las calles de
Petersburgo noto en las mejillas una fra brisa nortea que azuza mis nervios j me
llena de alegra. Entiendes este sentimiento? Esta brisa, que viene de aquellas regiones
hacia las que yo me dirijo, me anticipa sus climas helados. Animado por este viento
prometedor, mis esperanzas se hacen ms fervientes y reales. Intento en vano
convencerme de que el Polo es la morada del hielo y la desolacin. Sigo
imaginndomelo como la regin de la hermosura y el deleite. All, Margaret, se ve
siempre el sol, su amplio crculo rozando justo el horizonte y difundiendo un perpetuo
resplandor. Allpues con tu permiso, hermana ma, concederun margen de confanza
a anteriores navegantes, all, no existen ni la nieve ni el hieloy navegando por un mar
sereno se puede arribar a una tierra que supera, en maravillas y hermosura, cualquier
regin descubierta hasta el momento en el mundo habitado. Puede que sus productos y
paisaje no tengan precedente, como sin duda sucede con los fenmenos de los cuerpos
celestes de esas soledades inexploradas. Hay algo que pueda sorprender en un pas
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donde la luz es eterna? Puede que allencuentre la maravillosa fuerza que mueve la
brjula; podra incluso llegar a comprobar mil observaciones celestes que requieren slo
este viaje para deshacer para siempre sus aparentes contradicciones. Saciar mi
ardiente curiosidad viendo una parte del mundo jams hasta ahora visitada y pisar
una tierra donde nunca antes ha dejado su huella el hombre. Estos son mis seuelos, y
son suficientes para vencer todo temor al peligro o a la muerte e inducirme a emprender
este laborioso viaje con el placer que siente un nio cuando se embarca en un bote con
sus compaeros de vacaciones para explorar su ro natal. Pero, suponiendo que todas
estas conjeturas fueran falsas, no puedes negar el inestimable bien que podrtransmitir
a toda la humanidad, hasta su ltima generacin, al descubrir, cerca del Polo, una
ruta hacia aquellos pases a los que actualmente se tarda muchos meses en llegar; o al
desvelar el secreto del imn, para lo cual, caso de que esto sea posible, slo se necesita
de una empresa como la ma.
Estos pensamientos han disipado la agitacin con la que empec mi carta y
siento arder mi corazn con un entusiasmo que me transporta; nada hay que
tranquilice tanto la mente como un propsito claro, una meta en la cual el alma pueda
fiar su aliento intelectual. Esta expedicin ha sido el sueo predilecto de mis aos
jvenes. Apasionadamente he ledo los relatos de los diversos viajes que se han hecho
con el propsito de llegar al Ocano Pacfico Norte a travs de los mares que rodean el
Polo. Quizrecuerdes que la totalidad de la biblioteca de nuestro buen to Thomas se
reduca a una historia de todos los viajes realizados con fines exploradores. Mi
educacin estuvo un poco descuidada, pero fuiun lector empedernido. Estudiaba estos
volmenes da y noche y, al familiarizarme con ellos, aumentaba el pesar que sent
cuando, de nio, supe que la ltima voluntad de mi padre en su lecho de muerte
prohiba a mi to que me permitiera seguir la vida de marino.
Aquellas visiones se desvanecieron cuando entren contacto por primera vez con
aquellos poetas cuyos versos llenaron mi alma y la elevaron al cielo. Me converten
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poeta tambin y vivdurante un ao en un paraso de mi propia creacin; me imagin
que yo tambin podra obtener un lugar alldonde se veneran los nombres de Homero y
Shakespeare. Tests bien al corriente de mi fracaso y de cun amargo fue para m
este desengao. Pero justo entonces heredla fortuna de mi primo, y,mis pensamientos
retornaron a su antiguo cauce.
Han pasado seis aosdesde que decidllevar a cabo la presente empresa. Incluso
ahora puedo recordar el momento preciso en el que deciddedicarme a esta gran labor.
Empecpor acostumbrar mi cuerpo a la privacin. Acompaa los balleneros en varias
expediciones al mar del Norte y voluntariamente sufr fro, hambre, sed y sueo. A
menudo trabaj ms durante el da que cualquier marinero, mientras dedicaba las
noches al estudio de las matemticas, la teora de la Medicina y aquellas ramas de las
ciencias fsicas que pens seran de mayor utilidad prctica para un aventurero del
mar. En dos ocasiones me enrol como segundo de a bordo en un ballenero de
Groenlandia y ambas veces sal con xito. Debo reconocer que me sentorgulloso
cuando el capit
n me ofreciel puesto de piloto en el barco y me pidi
reiteradamente
que me quedara ya que tanto apreciaba mis servicios.
Y ahora, querida Margaret, no merezco llevar a cabo alguna gran empresa?
Poda haber pasado mi vida rodeado de lujo y comodidad, pero he preferido la gloria a
cualquiera de los placeres que me pudiera proporcionar la riqueza. Si tan slo una voz,
alentadora me respondiera afirmativamen te! Mi valor y mi resolucin son firmes, pero
mis esperanzas fluctan y mi nimo se deprime con frecuencia. Estoy a punto de
emprender un largo y difcil viaje, cuyas vicisitudes exigirn de mtodo mi valor. Se me
pide no slo que levante el nimo de otros, sino que conserve mi entereza cuando ellos
flaqueen.
Esta es la poca ms favorable para viajar por Rusia. Vuelan sobre la nieve en
sus trineos; el movimiento es agradable y, a mi modo de ver, mucho ms cmodo que el
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de los coches de caballos ingleses. El fro no es extremado, si vas envuelto en pieles,
atuendo que yo ya he adoptado. Hay una gran diferencia entre andar por la cubierta y
permanecer sentado, inmvil durante horas, sin hacer el ejercicio que impedira que la
sangre se te hiele materialmente en las venas. No tengo la intencin de perder la vida
en la ruta entre San Petersburgo y Arkngel.
Partirhacia esta ltima ciudad dentro de dos o tres semanas, y pienso fletar
allun barco, cosa que me serfcil si le pago el seguro al dueo; tambin contratar
cuantos marineros considere precisos de entre los que estn acostumbrados a ir en
balleneros. No pienso navegar hasta el mes de Junio; y en cuanto a mi regreso, querida
hermana, cmo responder a esta pregunta? Si tengo xito, pasarn muchos, muchos
meses, incluso aos, antes de que ty yo nos volvamos a encontrar. Si fracaso, me vers
o muy pronto, o nunca.
Hasta la vista, mi querida y excelente Margaret. Que el cielo te enve todas las
bendiciones y a mme proteja para que pueda atestiguarte una y otra vez mi gratitud
por todo tu amor y tu bondad.
Tu afectuoso hermano,
ROBERT WALTON.
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CARTA 2
A la seora SAVILLE, Inglaterra
Arkngel, 28 de marzo de 17..
Qu despacio pasa aquel tiempo, rodeado como estoy de nieve y hielo! . Sin
embargo, he dado ya un segundo paso hacia la realizacin de mi empresa. He fletado
un barco y estoy ocupado en reunir la tripulacin; los que ya he contratado parecen
hombres en quienes puedo confiar e indudablemente estn dotados de invencible valor.
Tengo, empero, un deseo an por satisfacer y este vaco me acucia ahora de
manera terrible. No tengo amigo alguno, Margaret; cuando arda con el entusiasmo del
xito, no habrnadie que comparta mi alegra; si soy vctima del desaliento, nadie se
esforzarpor disipar mi desnimo. Podrplasmar mis pensamientos en el papel, cierto,
pero es un pobre medio para comunicar los sentimientos. Aoro la compaa de un
hombre que pudiera compenetrarse conmigo, cuya mirada respondiera a la ma. Me
puedes tachar de romntico, querida hermana, pero echo muy en falta a un amigo. No
tengo a nadie cerca que sea tranquilo a la vez que valeroso, culto y capaz, cuyos gustos
se parezcan a los mos, que pueda aprobar o corregir mis proyectos. Qu bien
enmendara un amigo aslos fallos de tu pobre hermano! Soy demasiado impulsivo en
la ejecucin y demasiado impaciente con los obstculos. Pero an me resulta ms
nocivo el hecho de haberme autoeducado. Durante los primeros catorce aos de mi vida
corrpor los campos como un salvaje, y no lenada salvo los libros de viajes de nuestro
to Thomas. A esa edad empec a familiarizarme con los renombrados poetas de
nuestra patria. Pero no vi la necesidad de aprender otras lenguas que la ma hasta que
no estaba en mi poder el sacar los mximos beneficios de esta conviccin. Tengo ahora
veintiocho aos, y en realidad soy ms inculto que muchos colegiales de quince. Es
cierto que he reflexionado ms, y que mis sueos son ms ambiciosos y magnficos, pero
carecen de equilibrio (como dicen los pintores). Me hace mucha falta un amigo que
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tuviera el suficiente sentido comn como para no despreciarme por romntico y que me
estimara lo bastante como para intentar ordenar mi mente.
Bien, son stas lamentaciones vanas; sque no encontraramigo alguno en el
vasto ocano, ni siquiera aqu, en Arkngel, entre mercaderes y hombres de mar. Sin
embargo, incluso en estos rudos corazones laten algunos sentimientos, extraos a la
escoria de la naturaleza humana. Mi lugarteniente, por ejemplo, es un hombre de
enorme valor e iniciativa, empecinado en su afn de gloria. Es ingls, y, aunque lleno
de prejuicios nacionales y profesionales, jams limados por la educacin, retiene
algunas de las ms preciosas cualidades humanas. Lo conoca bordo de un ballenero,
y, al saber que se encontraba en esta ciudad sin trabajo, no tuve ninguna dificultad
para persuadirlo de que me ayudara en mi aventura.
El capitnes una persona de excelente disposicin y muy querido en el barco por
su amabilidad y flexibilidad en la disciplina. Tanta es la bondad de su naturaleza, que
no quiere calar (deporte favorito aqu) casi la nica diversin, porque no soporta
derramar sangre. Es adems de una heroica generosidad. Hace algunos aos se
enamorde una joven rusa de familia relativamente acomodada; tras hacerse con una
considerable fortuna por la captura de navos enemigos, el padre de la joven dio su
consentimiento al matrimonio. l vio a su prometida una vez antes de la ceremonia.
Baada en lgrimas, se le arroja los pies, y le suplicla perdonara, a la vez que le
confesaba su amor por otro hombre con el cual su padre nunca consentira que se
casara, ya que careca de fortuna. Mi desprendido amigo tranquiliza la suplicante
muchacha y, en cuanto supo el nombre de su amado, abandonal instante su galanteo.
Haba ya comprado con su dinero una granja, en la cual pensaba pasar el resto de su
vida, pero se la cedia su rival, junto con el resto de su fortuna, para que pudiera
comprar algunas reses. El mismo solicitdel padre de la joven el consentimiento para
la boda, mas el anciano se negconsiderndose en deuda de honor con mi amigo, el
cual, al ver al padre en actitud tan inflexible, abandonel pa
s para no regresar hasta
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saber que su antigua novia se haba casado con el hombre a quien amaba. Qu
persona tan noble!, exclamars sin duda, y ases, pero desgraciadamente ha pasado
toda su vida a bordo de un barco y apenas tiene idea de algo que no sean las maromas
y los obenques.
Mas no pienses que el que me queje un poco, o crea que quiznunca llegue a
conocer el consuelo para mi tristeza, signifique que titubeo en mi decisin. Esta es tan
firme como el destino mismo, y mi viaje se ve retrasado tan slo porque espero un
tiempo favorable que me permita zarpar. El invierno ha sido tremendamente duro; pero
la primavera promete ser buena e incluso parece que se adelantar, de modo que quiz
pueda hacerme a la mar antes de lo previsto. No actuarcon precipitacin; me conoces
lo suficientemente bien como para fiarte de mi prudencia y moderacin cuando tengo
confiada la seguridad de otros.
No puedo describirte la emocin que tengo ante la proximidad del comienzo de
mi empresa. Es imposible transmitirte una idea de la tremenda emocin, mezcla de
agrado y de temor, con la cual me dispongo a partir. Marcho hacia lugares
inexplorados, hacia la regin de la brumas la nieve, pero no matar a ningn
albatros, asque no temas por mi suerte.
Te encontrarde nuevo, tras cruzar inmensos mares y rodear los cabos de Africa
o Amrica? ,No me atrevo a esperar tal xito, y no obstante no puedo soportar la idea
del fracaso.
Contina aprovechando toda oportunidad de escribirme; puede que reciba tus
cartas (si bien hay pocas esperanzas) cuando ms las necesite para animarme. Te
quiero mucho. Recurdame con afecto si no vuelves a saber de m.
Tu afectuoso hermano,
ROBERT WALTON
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CARTA 3
A la seora SAVILLE, Inglaterra
7 de julio de 17...
Mi querida hermana:
Te escribo con premura unas lneas para decirte que estoy bien y que mi viaje est
muy avanzado. Te llegaresta carta por un buque mercante que regresa a casa desde
Ankngel; es ms afortunado que yo, que puede que no vea mi patria en muchos aos.
Sin embargo, estoy animado; mis hombres son valerosos y parecen tener una firme
voluntad. No les desaniman ni siquiera las capas de hielo que constantemente flotan a
nuestro lado, presagio de los peligros que alberga la regin hacia la cual nos dirigimos.
Ya hemos alcanzado una latitud muy alta, pero estamos en pleno verano, y, aunque la
temperatura es menos alta que en Inglaterra, los vientos del sur, que nos empujan
velozmente hacia las costas que anso ver, traen consigo un alentador grado de calor
que no haba esperado.
Hasta el momento no nos ha acaecido ningn incidente que merezca la pena
contar. Un par de ventiscas fuertes y la ruptura de un mstil son accidentes que
navegantes avezados apenas si recordaran. Yo me encontrarsatisfecho si nada peor
nos acontece durante el viaje.
Adis, querida Margaret. Estte tranquila, pues tanto por mi bien como por el
tuyo no afrontar peligros innecesariamente. Permanecer sereno, perseverante y
prudente.
Mis saludos a mis amigos ingleses.
Tuyo afectsimo, ROBERT WALTON
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CARTA 4
A la seora SAV1LLE, Inglaterra
5 de agosto de 17...
Nos ha ocurrido un accidente tan extrao, que no puedo dejar de anotarlo, si bien
es muy probable que me veas antes de que estos papeles lleguen a tus manos.
El lunes pasado (31 de julio) nos hallbamos rodeados por el hielo, que cercaba
el barco por todos los lados, dejndonos apenas el agua precisa para continuar a flote.
Nuestra situacin era algo peligrosa, sobre todo porque nos envolva una espesa niebla.
Decidimos, por tanto, permanecer alpairo con la esperanza de que adviniera algn
cambio en la atmsfera y el tiempo. Hacia las dos de la tarde, la niebla levant y
observamos, extendindose en todas direcciones, inmensas e irregulares capas de hielo
que parecan no tener fin. Algunas de mis compaeros lanzaron un gemido, y yo mismo
empezaba a intranquilizarme, cuando de pronto una inslita imagen acaparnuestra
atencin y distrajo nuestros pensamientos de la situacin en la que nos encontrbamos.
Como a media milla y en direccin al norte vimos un vehculo de poca altura, sujeto a
un trineo y tirado por perros. Un ser de apariencia humana, pero de gigantesca
estatura, iba sentado en el trineo y diriga los perros. Observamos con el catalejo el
rpido avance del viajero hasta que se perdientre los lejanos montculos de hielo.
Esta visin provoc nuestro total asombro. Nos creamos a muchas millas de
cualquier tierra, pero esta aparicin pareca demostrar que en realidad no nos
encontrbamos tan lejos como suponamos. Pero, cercados como estbamos por el hielo,
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era imposible seguir el rastro de aquel hombre al que habamos observado con la mayor
atencin.
Unas dos horas despus de esto omos el bramido del mar y antes del anochecer
el hielo rompi, liberando nuestro navo. Sin embargo, permaneci mos allhasta la
maana siguiente, temerosos de encontrarnos con esos grandes tmpanos sueltos que
flotan tras haberse roto el hielo. Aprovechese tiempo para descansar unas horas.
Por la maana, en cuanto hubo amanecido, sala cubierta y me encontra toda
la tripulacin hacinada a un lado del navo, aparentemente conversando con alguien
fuera del barco. En efecto, sobre un gran fragmento de hielo, que se nos haba acercado
durante la noche, haba un trineo parecido al que ya habamos divisado.
Unicamente un perro permaneca vivo; pero haba un ser humano en el trineo, al
cual los marineros intentaban persuadir de que subiera al barco. No parec a, como el
viajero de la noche anterior, un habitante salvaje procedente de alguna isla
inexplorada, sino un europeo. Cuando aparecen cubierta, mi segundo oficial grit:
Aquestnuestro capitn, y no permitirque usted muera en mar abierto.
Al verme, el hombre se dirigia men ingls, si bien con acento extranjero.
Antes de subir al navo dijo, tendra la amabilidad de indicarme hacia
dnde se dirige?
Podrs imaginar mi sorpresa al or semejante pregunta de labios de una persona
al borde de la muerte y para la cual yo habra pensado que mi barco ofreca un recurso
que no hubiese cambiado ni por las mayores riquezas del mundo. Le respond, sin
embargo, que nos dirigamos al Polo Norte en viaje de exploracin. Parecisatisfacerle
y consintien subir a bordo. Santo cielo, Margaret! Si hubieras visto al hombre que de
esta forma pona condiciones a su salvaci
n, tu sorpresa hubiera sido ilimitada. Ten
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los miembros casi helados y el cuerpo horriblemente demacrado por la fatiga y el
sufrimiento. Jams vi hombre alguno en condicin tan lastimosa. Intentamos llevarlo
al camarote, pero en cuanto dej de estar al aire libre perdi el conocimiento, de
manera que volvimos a subirlo a cubierta y lo reanimamos frotndolo con coac y
obligndolo a beber una pequea cantidad. En cuanto volvia mostrar sntomas de
vida lo envolvimos en mantas y lo colocamos cerca del fogn de la cocina. Poco a poco se
fue recuperando, y tomun poco de sopa, que le hizo mucho bien.
As pasaron dos das, sin que pudiera hablar, y a menudo tem que los
sufrimientos le hubiesen privado de la razn. Cuando se hubo repuesto un poco, lo llev
a mi propio camarote y lo atendcuanto me lo permitan mis obligaciones. Nunca haba
conocido a nadie ms interesante. Suele tener una expresin exaltada, como de locura,
en la mirada. Pero hay momentos en los que, si alguien le demuestra alguna atencin o
le presta el ms mnimo servicio, se le ilumina la fas con una benevolencia j ternura
que no he visto en otro hombre. Mas por lo general estmelanclico y resignado; a veces
aprieta los dientes, como si se impacientara con el peso de los males que lo afligen.
Cuando mi husped se encontrun poco mejor, me costprotegerlo del acoso de la
tripulacin que quera hacerle mil preguntas. Nopermitque lo atormentaran con su
ociosa curiosidad, ya que an se encontraba en un estado fsico y moral cuyo
restablecimiento dependa por completo del reposo. Sin embargo, en una ocasin el
lugarteniente le preguntque por quhaba llegado tan lejos por el hielo en un vehculo
tan extrao.
Una expresin de dolor le cubriel rostro de inmediato; y respondi:
Voy en busca de alguien que huyde m.
Y el hombre a quien persegua viajaba de manera semejante?
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S.
Entonces pienso que lo hemos visto, pues el da antes de recogerlo a usted vimos
unos perros tirando de un trineo, en el cual iba un hombre. Esto despertla atencin
del extranjero, e hizo mltiples preguntas acerca de la direccin que haba tomado
aquel demonio, como l le llam. Al poco rato, cuando se hallaba solo conmigo, dio:
Sin duda he despertado su curiosidad, as como la de esta buena gente,
aunque es usted demasiado discreto como para hacerme ninguna pregunta.
Sera impertinente e inhumano por mi parte l molestarlo con ellas.
Y no obstante prosigui, me rescat usted de una extraa y peligrosa
situacin. Usted me ha devuelto generosamente la vida.
Poco despus de esto quiso saber si yo crea que el hielo, al resquebrajarse, habra
destruido el otro trineo. Le contestque no poda responderle con ninguna certeza, ya
que el hielo no se haba roto hasta cerca de medianoche, y el viajero poda haber llegada
a algn lugar seguro con anterioridad. Me era imposible aventurar juicio alguno.
A partir de este momento el extranjero demostr gran inters por estar en
cubierta, para vigilar la aparicin del otro trineo. He conseguido persuadirlo de que
permanezca en el camarote, pues est an demasiado dbil para soportar las
inclemencias del tiempo, pero le he prometido que alguien otear en su lugar y lo
avisaren cuanto aparezca cualquier objeto nuevo a la vista.
Por lo que respecta a este extrao incidente, ste es mi diario hasta el momento.
La salud de nuestro husped ha ido mejorando gradualmente, pero apenas habla, y
parece inquietarse cuando alguien que no sea yo entra en su camarote. Sin embargo,
sus modales son tan conciliadores y delicados, que todos los marineros se interesan por
su estado, a pesar de no haber tenido apenas relacin con
l. Por mi parte, empiezo a
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quererlo como a un hermano, y su constante y profundo pesar me llena de piedad y
simpata. Debe haber sido una persona muy noble en otros tiempos, ya que, deshecho
como estahora, sigue siendo tan interesante y amable.
Te deca en una de mis cartas, querida Margaret, que no hallara ningn amigo
en el vasto ocano, pero he encontrado un hombre a quien, antes de que la desgracia
quebrara su espritu, me hubiera gustado tener por hermano.
De tener nuevos incidentes que relatar respecto del extranjero, continuar a
intervalos mi diario.
13 de agosto de 17...
El afecto que siento por mi invitado aumenta cada da. Suscita a la vez mi
piedad y mi admiracin hasta extremos asombrosos. Cmo puedo ver a tan noble
criatura destruida por la miseria sin sentir el dolor ms acuciante? Es tan dulce y a la
vez tan sabio; tiene la mente muy cultivada, y cuando habla, si bien escoge las palabras
cuidadosamente, stas fluyen con una rapidez y elocuencia poco frecuentes.
Estmuy restablecido de su enfermedad, y pasea continuamente por la cubierta,
vigilando la aparicin del trineo que precedial suyo. Sin embargo, aunque apenado,
no esttan sumido en su propia desgracia como para no interesarse profundamente por
los quehaceres de los dems. Me ha hecho muchas preguntas respecto a mis propsitos y
yo le he contado mi pequea historia con toda sinceridad. Pareci alegrarle mi
franqueza, y me sugiri varios cambios en mis planes, que encontrar sumamente
tiles. No hay pedantera en su ademn, sino que ms bien todo lo que hace parece
brotar tan slo del inter
s que instintivamente siente por el bienestar de todos los que lo
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rodean. A menudo le invade la tristeza y entonces se sienta slo e intenta superar todo
lo que de hosco y antisocial hay en su humor. Estos paroxismos pasan, como una nube
por delante del sol, si bien su abatimiento nunca le abandona. Me he esforzado por
granjearme su confianza y espero haber tenido xito. Un da le mencion mi eterno
deseo de encontrar un amigo que pudiera simpatizar conmigo y orientarme con su
consejo. Le dije que no perteneca a la clase de hombres a quienes un consejo puede
ofender.
Soy autodidacta, y quiz no confe demasiado en mi propia capacidad. Por
tanto, deseara que mi amigo fuera ms sabio y avezado que yo, para afianzarme y
apoyarme en l. Tampoco creo que sea imposible encontrar un verdadero amigo.
Estoy de acuerdo con usted contestel extranjero en que la amistad es algo
no slo deseable, sino posible. Tuve una vez un amigo, el ms noble de los seres
humanos, y por tanto estoy capacitado para juzgar con respecto a la amistad. Tiene
usted esperanzas y el mundo ante usted es suyo, y no tiene razn para desesperar. Mas
yo..., yo he perdido todo y no puedo empezar la vida de nuevo.
Al decir esto, su rostro cobruna expresin de sereno y resignado dolor que me
llegal corazn. Pero l permanecien silencio, y al poco se retira su camarote.
Incluso desfondado como est, nadie puede gozar con mayor intensidad que l de
la hermosura de la naturaleza. El cielo estrellado, el mar y todo el paisaje que estas
maravillosas regiones nos proporcionan parecen tener an el poder de despegar su
alma de la tierra. Un hombre astiene una doble existencia:puede padecer desgracias,
y verse arrollado por el desencanto; pero, cuando se encierre en smismo, sercomo un
espritu celeste rodeado de un halo cuyo crculo no ose atravesar ni el pesar ni la locura.
Te res del entusiasmo que demuestro respecto a este divino nmada? Si fuera
as, debes haber perdido esa inocencia que constitua tu encanto caracterstico. Pero, si
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quieres, sonrete ante el calor de mis alabanzas, mientras yo sigo encontrando
mayores razones para ellas de da en da.
19 de agosto de 17...
Ayer el extranjero me dijo:
Fcilmente habrpodido comprobar, capitn Walton, que he padecido grandes
y singulares desventuras. Una vez decid que el recuerdo de estos males morira
conmigo, pero usted me ha inducido a cambiar mis propsitos. Busca usted el
conocimiento y la sabidura, como me sucedia mantao; deseo con fervor que el fruto
de sus ansias no se convierta para usted en una serpiente que le muerda, como me
ocurria m. No creo que el relato de mis desventuras le sea til, pero, si quiere, escuche
mi historia. Pienso que los extraos sucesos a ella vinculados pueden proporcionarle
una visin de la naturaleza humana que ample sus facultades y conocimientos, y le
descubrirpoderes y sucesos que usted ha estado acostumbrado a creer imposibles. Pero
no dudo de que a lo largo de mi relato se pruebe la evidencia interna de la veracidad de
los sucesos que lo componen.
Como te puedes imaginar, me halagmucho la confianza que depositaba en m,
pero me dola que l reavivara sus sufrimientos contndome sus desventuras. Estaba
ansioso por escuchar la narracin prometida, en parte por curiosidad y en parte por un
deseo de aliviar su suerte, caso de que esto estuviera en mi mano, y as se lo expresen
mi respuesta.
Le agradezco su amabilidad me contest, pero es intil; mi sino casi se ha
cumplido. Espero slo un acontecimiento y luego descansaren paz. Comprendo lo que
siente continu al advertir que quera interrumpirlo, pero est confundido, amigo
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mo, si asme permite llamarle. Nada puede alterar mi destino. Escuche mi relato y
vercun irrevocablemente estdeterminado.
Me dio entonces que empezara su narracin al da siguiente, cuando yo estuviera
ms libre. Esta promesa provocmi ms profundo agradecimien to. Me he propuesto
escribir cada noche, cuando no estocupado, lo que me haya contado durante el d a,
empleando en lo posible sus propias palabras. De estarlo, al menos tomar algunas
notas. Sin duda este manuscrito te proporcionar gran placer. Y con qu inters y
simpata lo leeryo algn da en el futuro! Yo, que lo conozco y que lo oigo de sus
propios labios!.
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Captulo 1
Soy ginebrinode nacimiento, y mi familia es una de las ms distinguidas de esa
repblica. Durante muchos aos mis antepa sados haban sido consejeros y jueces, y
mi padre haba ocupado con gran honor y buena reputacin diversos cargos pblicos.
Todos los que lo conocan lo respetaban por su integridad e infatigable dedicacin.
Passu juventud dedicado por completo a los asuntos de su pa s, y slo al final de su
vida pensen el matrimonio y asdar al Estado unos hijos que pudieran perpetuar su
nombre y sus virtudes.
Puesto que las circunstancias de su matrimonio reflejan su personalidad, no
puedo dejar de referirme a ellas. Uno de sus ms ntimos amigos era un comerciante,
que, debido a numerosos contratiempos, cayen la miseria tras gozar de una muy
desahogada situacin. Este hombre, de nombre Beaufort, era de carcter orgulloso y
altivo y se resista a vivir en la pobreza y el olvido en el mismo pasen el que, con
anterioridad, se le distinguiera por su categora y riqueza. Habiendo, pues, saldado
sus deudas en la forma ms honrosa, se retira la ciudad de Lucerna con su hija,
donde vivisumido en el anonimato y la desdicha. Mi padre profesaba a Beaufort una
autntica amistad, y su reclusin en estas desgraciadas circunstancias le afligi
mucho. Tambin senta ntimamente la ausencia de su compaa, y se propuso
encontrarlo y persuadirlo de que, con su crdito y ayuda, empezara de nuevo.
Beaufort haba tomado medidas eficaces para esconderse, y mi padre tarddiez
meses en descubrir su paradero. Entusiasmado con el descubrimiento, mi padre se
apresurhacia su casa situada en una humilde calle cerca del Reuss.Pero al llegar
slo encon trmiseria y desesperacin. Beaufort no haba logrado salvar ms que una
pequea cantidad de dinero de los despojos de su fortuna. Era suficiente para
sustentarlo durante algunos meses y, mientras tanto, esperaba encontrar un trabajo
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respetable con algn comerciante. As pues, pas el intervalo inactivo; y, con tanto
tiempo para reflexionar sobre su dolor, se hizo ms profundo y amargo y, al fin, se
apoderde tal forma de l, que tres meses despus estaba enfermo en cama, incapaz
de realizar cualquier esfuerzo.
Su hija lo cuidaba con el mximo cario, pero vea con desazn que su pequeo
capital disminua con rapidez y que no haba otras perspectivas de sustento. Pero
Caroline Beaufort estaba dotada de una inteligencia poco comn; y su valor vino en su
ayuda en la adversidad. Empeza hacer labores sencillas; trenzaba paja, y de diversas
maneras consiguiganar una miseria que apenas le bastaba para sustentarse.
Aspasaron varios meses. Su padre empeor, y ella cada vez tena que emplear
ms tiempo en atenderlo; sus medios de sustento menguaban. A los diez meses muri
su padre dejndola hurfana e indigente. Este golpe final fue demasiado para ella. Al
entrar en la casa mi padre, la encontr arrodillada junto al atad, llorando
amargamente; lleg como un espritu protector para la pobre criatura, que se
encomenda l. Tras el entierro de su amigo, mi padre la lleva Ginebra, confindola
al cuidado de un pariente; y dos aos despus se cascon ella.
Cuando mi padre se convirtien esposo y padre, las obligaciones de su nueva
situacin le ocupaban tanto tiempo que dejvarios de sus trabajos pblicos y se dedic
por entero a la educacin de sus hijos. Yo era el mayor y el destinado a heredar todos
sus derechos y obligaciones. Nadie puede haber tenido padres ms tiernos que yo. Mi
salud y desarrollo eran su constante ocupacin, ya que fui hijo nico durante varios
aos. Pero, antes de proseguir mi narracin, debo contar un incidente que tuvo lugar
cuando yo tena cuatro aos.
Mi padre tena una hermana a quien amaba tiernamente y que se hab a casado
muy joven con un caballero italiano. Poco despus de su boda, haba acompaado a su
marido a su pas natal, y durante algunos aos mi padre tuvo muy poca relacin con
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ella. Murialrededor de la poca de la que hablo, y pocos meses despus mi padre
recibiuna carta de su cuado hacindole saber que tena la intencin de casarse con
una dama italiana y pidindole que se hiciera cargo de la pequea Elizabeth, la nica
hija de su difunta hermana.
Es mi deseo dijo que la consideres como hija tuya y que como a tal la
eduques. Es la heredera de la fortuna de su madre, y te enviarlos documentos que as
lo demuestran.
Reflexiona sobre esta propuesta y decide si preferiras educar a tu sobrina t
mismo o que lo haga una madrastra.
Mi padre no dudun instante, y de inmediato se puso en camino hacia Italia con
el fin de acompaar a la pequea Elizabeth hasta su futuro hogar. A menudo he odo a
mi madre decir que era la criatura ms preciosa que jams haba visto, e incluso ya
entonces mostraba sntomas de un carcter dulce y afectuoso. Estas caractersticas y el
deseo de afianzar los lazos del amor familiar hicieron que mi madre considerara a
Elizabeth como mi futura esposa, plan del cual nunca encontr razn para
arrepentirse.
A partir de este momento, Elizabeth Lavenza se convirtien mi compaera de
juegos y, a medida que crecamos, en una amiga. Era dcil y de buen carcter, a la vez
que alegre y ju guetona como un insecto de verano. A pesar de que era vivaz y
animada, tena fuertes y profundos sentimientos y era desacos tumbradamenteafectuosa. Nadie poda disfrutar mejor de la libertad ni poda plegarse con ms gracia
que ella a la sumisin o lanzarse al capricho. Su imaginacin era exuberante, pero
tena una gran capacidad para aplicarla. Su persona era el reflejo de su mente, sus
ojos de color avellana, aunque vivos como los de un pjaro, posean una atractiva
dulzura. Su figura era ligera y airosa y, aunque era capaz de soportar gran fatiga,
pareca la criatura ms frgil del mundo. A pesar de que me cautivaba su compren
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sin y fantasa, me deleitaba cuidarla como a un animalillo predilecto. Nunca vi ms
gracia, tanto personal como mental, ligada a mayor modestia.
Todos queran a Elizabeth. Si los criados tenan que pedir algo, siempre lo
hacan a travs de ella. No conocamos ni la desunin ni las peleas, pues aunque
ramos muy diferentes de carcter, incluso en esa diferencia haba armona. Yo era
ms tranquilo y filosfico que mi compaera, pero menos dcil. Mi capacidad de
concentracin era mayor, pero no tan firme. Yo me deleitaba investigando los hechos
relativos al mundo en s, ella prefera las areas creaciones de los poetas. Para mel
mundo era un secreto que anhelaba descubrir, para ella era un vaco que se afanaba
por poblar con imaginaciones personales.
Mis hermanos eran mucho ms jvenes que yo; pero tena un amigo entre mis
compaeros del colegio, que compensaba esta deficiencia. Henry Clerval era hijo de un
comerciante de Ginebra, ntimo amigo de mi padre, y un chico de excepcional talento e
imaginacin. Recuerdo que, cuando tena nueve aos, escribiun cuento que fue la
delicia y el asombro de todos sus compaeros. Su tema de estudio favorito eran los
libros de caballera y romances, y recuerdo que de muy jvenes solamos representar
obras escritas por l, inspiradas en estos sus libros predilectos, siendo los principales
personajes Orlando, Robin Hood, Amads y San Jorge.
Juventud ms feliz que la ma no puede haber existido. Mis padres eran
indulgentes y mis compaeros amables. Para nosotros los estudios nunca fueron una
imposicin; siempre tenamos una meta a la vista que nos espoleaba a proseguirlos.
Esta era el mtodo, y no la emulacin, que nos induca a aplicarnos. Con el fin de que
sus compaeras no la dejaran atrs, a Elizabeth no se la orientaba hacia el dibujo. Sin
embargo, se dedicaba a l motivada por el deseo de agradar a su ta, representando
alguna escena favorita dibujada por ella misma. Aprendimos ingls y latn para poder
leer lo que en esas lenguas se haba escrito. Tan lejos estaba el estudio de resultarnos
odioso a consecuencia de los castigos, que disfrutbamos con l, y nuestros
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entretenimientos constituan lo que para otros nios hubieran sido pesadas tareas.
Quizno lemos tantos libros ni aprendimos lenguas tan rpidamente como aquellos a
quienes se les educaba conforme a los mtodos habituales, pero lo que aprendimos se
nos fijen la memoria con mayor profundidad.
Incluyo a Henry Clerval en esta descripcin de nuestro crculo domstico, pues
estaba con nosotros continuamente. Iba al colegio conmigo, y sola pasar la tarde con
nosotros; pues, siendo hijo nico y encontrndose solo en su casa, a su padre le
complaca que tuviera amigos en la nuestra. Por otro lado nosotros tampoco estbamos
del todo felices cuando Clerval estaba ausente.
Siento placer al evocar mi infancia, antes de que la desgracia me empaara la
mente y cambiara esta alegre visin de utilidad universal por tristes y mezquinas
reflexiones personales. Pero al esbozar el cuadro de mi niez, no debo omitir aquellos
aconte cimientos que me llevaron, con paso inconsciente, a mi ulte rior infortunio.
Cuando quiero explicarme a mmismo el origen de aquella pasin que posteriormente
regira mi destino, veo que arranca, como riachuelo de montaa, de fuentes poco no
bles y casi olvidadas, engrosndose poco a poco hasta que se convierte en el torrente
que ha arrasado todas mis esperanzas y ale gras.
La filosofa natural es lo que ha forjado mi destino. Deseo, pues, en esta
narracin explicar las causas que me llevaron a la predileccin por esa ciencia. Cuando
tena trece aos fui de excursin con mi familia a un balneario que hay cerca de
Thonon. La inclemencia del tiempo nos obliga permanecer todo un da encerrados en
la posada, y all, casualmente, encontrun volumen de las obras de Cornelius Agrippa.
Lo abrcon aburrimiento, pero la teora que intentaba demostrar y los maravillosos
hechos que relataba pronto tornaron mi indiferencia en entusiasmo. Una nueva luz
pareci iluminar mi mente, y lleno de alegra le comuniqu a mi padre el
descubrimiento. No puedo dejar de comentar aqulas mltiples oportunidades de que
disponen los educadores para orientar la atencin de sus alumnos hacia conocimientos
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prcticos, y que desaprovechan lamentablemente. Mi padre oje distradamente la
portada del libro y dijo:
Ah, Cornelius Agrippa! Vctor, hijo mo, no pierdas el tiempo con esto, son
tonteras.
Si en vez de hacer este comentario, mi padre se hubiera molestado en
explicarme que los principios de Agrippa estaban totalmente superados, que exista
una concepcin cientfica moderna con posibilidades mucho mayores que la antigua,
puesto que eran reales y prcticas mientras que las de aqulla eran quimricas, tengo
la seguridad de que hubiera perdido el inters por Agrippa. Probablemente,
sensibilizada como tena la imagina cin, me hubiera dedicado a la qumica, teora
ms racional y pro ducto de descubrimientos modernos. Es incluso posible que mi
pensamiento no hubiera recibido el impulso fatal que me llev a la ruina. Pero la
indiferente ojeada de mi padre al volumen que lea en modo alguno me indicque l
estuviera familia rizado con el contenido del mismo, y prosegumi lectura con mayor
avidez.
Mi primera preocupacin al regresar a casa fue hacerme con la obra completa de
este autor y, despus, con la de Paracelso y Alberto Magno.Ley estudicon gusto las
locas fantasas de estos escritores.Me parecan tesoros que, salvo yo, pocos conocan.
Aunque a menudo hubiera querido comunicarle a mi padre estas secretas reservas de
mi sabidura, me lo impeda su imprecisa desaprobacin de mi querido Agrippa. Por
tanto, y bajo promesa de absoluto secreto, le comuniqu mis descubri mientos a
Elizabeth, pero el tema no le interesy me vi obligado continuar solo.
Puede parecer extrao que en el siglo XVIII surja un discpulo de Alberto
Magno, pero nuestra familia no era cientfica, y yo no haba asistido a ninguna de las
clases que se daban en la universidad de Ginebra. Aspues, mis sueos no se vean
turbados por la realidad, y me lanccon enorme diligencia a la bsqueda de la piedra
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filosofal y el elixir de la vida. Pero era esto ltimo lo que reciba mi ms completa
atencin: la riqueza era un objetivo inferior; pero qufama rodeara al descubrimien
to si yo pudiera eliminar de la humanidad toda enfermedad y hacer invulnerables a los
hombres a todo salvo a la muerte violenta!
No eran stos mis nicos pensamientos. Provocar la aparicin de fantasmas y
demonios era algo que mis autores predilectos prometan que era fcil, cumplimiento
que yo ansiaba fervorosa mente conseguir. Atribua el que mis hechizos jams tuvieran
xito ms a mi inexperiencia y error que a la falta de habilidad o veracidad por parte
de mis instructores.
Los fenmenos naturales que a diario tienen lugar no escapaban a mi
observacin. La destilacin y los maravillosos efectos del vapor, procesos que mis
autores favoritos descono can por completo, provocaban mi asombro. Pero mi mayor
sorpresa la suscitaron unos experimentos con una bomba de aire que empleaba un
caballero al cual solamos visitar.
El desconocimiento de los antiguos filsofos sobre ste y varios otros temas
disminuyeron mi fe en ellos, pero no poda desecharlos por completo sin que algn otro
sistema ocupara su lugar en mi mente.
Tena alrededor de quince aos cuando, habindonos retirado a la casa que
tenamos cerca de Belrive, presenciamos una terri ble y violenta tormenta. Hab a
surgido detrs de las montaas del Jura, y los truenos estallaban al unsono desdevarios puntos del cielo con increble estruendo. Mientras durla tormenta, observel
proceso con curiosidad y deleite. De pronto, desde el dintel de la puerta, vi emanar un
haz de fuego de un precioso y viejo roble que se alzaba a unos quince metros de la casa;
en cuanto se desvaneciel resplandor, el roble haba desaparecido y no quedaba nada
ms que un tocn destrozado. Al acercarnos a la maana siguiente, encontramos el
rbol inslitamente destruido. No estaba astillado por la sacudida; se encontraba
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Tambin recaysobre mla obligacin de instruir a mis hermanos. Ernest, seis
aos menor que yo, era mi principal alumno. Desde la infancia hab a sido enfermizo, y
Elizabeth y yo lo habamos cuidado constantemente; era de disposicin dcil, pero
incapaz de cualquier prolongado esfuerzo mental. William, el benjam n de la familia,
era todava un nio y la criatura ms preciosa del mundo; tena los ojos vivos y azules,
hoyuelos en las mejillas y modales zalameros, e inspiraba la mayor ternura.
Tal era nuestro ambiente familiar, en el cual el dolor y la inquietud no parec an
tener cabida. Mi padre diriga nuestros estudios, y mi madre participaba de nuestros
entretenimientos. Ninguno de nosotros gozaba de ms influencia que el otro; la voz de
la autoridad no se oa en nuestro hogar, pero nuestro mutuo afecto nos obligaba a
obedecer y satisfacer el ms mnimo deseo del otro.
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Captulo 2
Cuando contaba diecisiete aos, mis padres decidieron que fuera a estudiar a la
universidad de Ingolstadt.Hasta entonces haba ido a los colegios de Ginebra, pero mi
padre considerconveniente que, para completar mi educacin, me familiarizara con
las costumbres de otros pases. Se fijmi marcha para una fecha prxima, pero, antes
de que llegara el da acordado, sucedila primera desgracia de mi vida, como si fuera
un presagio de mis futuros sufrimientos.
Elizabeth haba cogido la escarlatina, pero la enfermedad no era grave y se
recupercon rapidez. Muchas haban sido las razones expuestas para convencer a mi
madre de que no la atendiera personalmente, y en un principio hab a accedido a
nuestros ruegos. Pero, cuando supo que su favorita mejoraba, no quiso seguir
privndose de su compaa y comenza frecuentar su dormitorio mucho antes de que
l peligro de infeccin hubiera pasado. Las consecuencias de esta imprudencia fueron
fatales. Mi madre caygravemente enferma al tercer da, y el semblante de los que la
atendan pronosticaba un fatal desenlace. La bondad y grandeza de alma de esta
admirable mujer no la abandonaron en su lecho de muerte. Uniendo mis manos y las
de Elizabeth dijo:
Hijos mos, tena puestas mis mayores esperanzas en la posibilidad de vuestra
futura unin. Esta esperanza ser ahora el consuelo de vuestro padre. Elizabeth,
cario, debes ocupar mi puesto y cuidar de tus primos pequeos. Ay!, siento dejaros.
Qudifcil resulta abandonaros habiendo sido tan feliz y habiendo gozado de tanto
cario! Pero no son stos los pensa mientos que debieran ocuparme. Me esforzarpor
resignarme a la muerte con alegra y abrigarla esperanza de reunirme con vosotros
en el ms all.
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Muridulcemente; y su rostro aun en la muerte reflejaba su cario. No necesito
describir los sentimientos de aquellos cuyos lazos ms queridos se ven rotos por el ms
irreparable de los males, el vaco que inunda el alma y la desesperacin que embarga
el rostro. Pasa tanto tiempo antes de que uno se pueda persuadir de que aquella a
quien veamos cada da, y cuya existencia misma formaba parte de la nuestra, ya no
estcon nosotros; que se ha extinguido la viveza de sus amados ojos y que su voz tan
dulce y familiar se ha apagado para siempre. Estos son los pensamientos de los
primeros das. Pero la amargura del dolor no comienza hasta que el transcurso del
tiempo demuestra la realidad de la prdida. Pero a quin no le ha robado esa
desconsiderada mano algn ser querido? Por qu, pues, haba de describir el dolor
que todos han sentido y debern sentir? Con el tiempo llega el momento en el que el
sufrimiento es ms una costumbre que una necesidad y, aunque parezca un sacrilegio,
y a no se reprime la sonrisa que asoma a los labios. Mi madre hab a muerto, pero
nosotros an tenamos obligaciones que cumplir; debamos continuar nuestro camino
junto a los dems y conside rarnos afortunados mientras quedara a salvo al menos uno
de nosotros.
De nuevo se volvi a hablar sobre mi viaje a Ingolstadt, que se haba visto
aplazado por los acontecimientos. Obtuve de mi padre algunas semanas de reposo,
perodo que transcurritristemente. La muerte de mi madre y mi cercana marcha nos
deprima, pero Elizabeth intentaba reavivar la alegra en nuestro pequeo crculo.
Desde la muerte de su ta haba adquirido una nueva firmeza y vigor. Se propuso
llevar a cabo sus obligaciones con la mayor exactitud, y entendi que su principal
misin consista en hacer felices a su to y primos. A m me consolaba, a su to lo
distraa, a mis hermanos los educaba. Nunca la vi tan encantadora como en estos
momentos, cuando se desviva por lograr la felicidad de los dems, olvidndose por
completo de smisma.
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Lleg por fin el da de mi marcha. Me haba despedido de todos mis amigos
menos Clerval, que pasla ltima velada con nosotros. Lamentaba profundamente no
acompaarme, pero su padre se resistia dejarlo partir. Tena la intencin de que su
hijo lo ayudara en el negocio, y segua su teora favorita de que los estudios resultaban
superfluos en la vida diaria. Henry tena una mente educada; no era su intencin
permanecer ocioso ni le disgustaba ser el socio de su padre, sin embargo crea que se
podra ser muy buen negociante y no obstante ser una persona culta.
Estuvimos hasta muy tarde escuchando sus lamentaciones y haciendo mltiples
peque
os planes para el futuro. Las lgrimas asomaban a los ojos de Elizabeth,
lgrimas ante mi partida y ante el pensamiento de que mi marcha deb a haberse
producido meses antes y acompaada de la bendicin de mi madre.
Me dej caer en la calesa que deba transportarme, y me embargaron los
pensamientos ms tristes. Yo, que siempre haba vivido rodeado de afectuosos
compaeros, prestos todos a proporcionarnos mutuas alegras, me encontraba ahora
solo. En la universidad hacia la que me diriga debera buscarme mis propios amigos y
valerme por mmismo. Hasta aquel momento mi vida haba sido extraordinariamente
hogarea y resguardada, y esto me haba creado una invencible repugnancia hacia los
rostros desconocidos. Adoraba a mis hermanos, a Elizabeth y a Clerval; sus caras eran
viejas conocidas; pero me consideraba totalmen te incapaz de tratar con extraos.
Estos eran mis pensamientos al comenzar el viaje, pero a medida que avanzaba se me
fue levantando el nimo. Deseaba ardientemente adquirir nuevos conocimientos. En
casa, a menudo haba reflexionado sobre lo penoso de permanecer toda la juventud
encerrado en el mismo lugar, y ansiaba descubrir el mundo y ocupar mi puesto entre
los dems seres humanos. Ahora se cumplan mis deseos, y no hubiera sido
consecuente arrepentirme.
Durante el viaje, que fue largo y fatigoso, tuve tiempo suficiente para pensar en
estas y otras muchas cosas. Por fin apareciel alto campanario blanco de la ciudad.
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Bajy me condujeron a mi solitaria habitacin. Dispona del resto de la tarde para
hacer lo que quisiera.
A la maana siguiente entregu mis cartas de presentacin y visit a los
principales profesores, entre otros al seor Krempe, profesor de filosofa natural. Me
recibicon mucha educacin y me hizo diversas preguntas sobre mi conocimiento de
las distintas ramas cientficas, relacionadas con la filosofa natural. Temblando y con
cierto miedo, a decir verdad, citlos nicos autores cu yas obras yo haba ledo al
respecto. El profesor me mirfija mente:
De verdad que ha pasado usted el tiempo estudiando semejantes tonteras?
--me pregunt.
Al responder afirmativamente, el seor Krempe continucon nfasis:
Ha malgastado cada minuto invertido en esos libros. Se ha embotado la
memoria de teoras rebasadas y nombres intiles, Dios mo! En qu desierto ha
vivido usted que no haba nadie lo suficientemente caritativo como para informarle de
que esas fantasas que tan concienzudamente ha absorbido tienen va mil aos y estn
tan caducas como anticuadas? No esperaba encon trarme con un disc pulo de Alberto
Magno y Paracelso en esta poca ilustrada. Mi buen seor, deberempezar de nuevo
sus estudios.
Y diciendo esto, se apart, me hizo una lista de libros sobre filosofa natural, que
me pidi que leyera, y me despidi, comunicndome que a principios de la semana
prxima comenza ra un seminario sobre filosofa natural y sus implicaciones
generales, y queel seor Waldman, un colega suyo, en das alternos a l hablara de
qumica.
Regres a casa no del todo disgustado, pues haca tiempo que yo mismo
consideraba in
tiles a aquellos autores tan desaproba dos por el profesor, si bien no me
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senta demasiado inclinado a leer los libros que consegubajo su recomendacin. El
seor Krempe era un hombrecillo fornido, de voz ruda y desagradable aspecto, y por
tanto me predispona poco en favor de su doctrina. Adems yo senta cierto desprecio
por la aplicacin de la filosofa natural moderna. Era muy distinto cuando los
maestros de la ciencia buscaban la inmortalidad y el poder; tales enfoques, si bien
carentes de valor, tenan grandeza; pero ahora el panorama haba cambiado. El
objetivo del investigador pareca limitarse a la aniquilacin de las expectativas sobre
las cuales se fundaba todo mi inters por la ciencia. Se me peda que trocara quimeras
de infinita grandeza por realidades de escaso valor.
Estos fueron mis pensamientos durante los dos o tres primeros das que pasen
casi completa soledad. Pero al comenzar la semana siguiente record la informacin
que sobre las conferencias me haba dado el seor Krempe, y aunque no pensaba
escuchar al fatuo hombrecillo pronunciando sentencias desde la ctedra, me vino a la
memoria lo que haba dicho sobre el seor Waldman, al cual an no haba conocido por
hallarse fuera de la ciudad. En parte por curiosidad y en parte por ocio, me diriga la
sala de conferencias, donde poco despus hizo su entrada el seor Waldman. Era muy
distinto de su colega. Aparentaba tener unos cincuenta aos, pero su aspecto demostra
ba una gran benevolencia. Sus sienes aparecan levemente encane cidas, pero tena el
resto del pelo casi negro. No era alto pero s erguido, y tena la voz ms dulce que
hasta entonces haba odo. Empez su conferencia con un resumen histrico de la
qumica y los diversos progresos llevados a cabo por los sabios, pronuncian do con gran
respeto el nombre de los investigadores ms relevantes. Pas entonces a hacer una
exposicin rpida del estado actual en el que se encontraba la ciencia, y explicmuchos
trminos elementales. Tras algunos experimentos preparatorios concluy con un
panegrico de la qumica moderna, en trminos que nunca olvidar.
Los antiguos maestros de esta ciencia dijo prometan cosas imposibles, y
no llevaban nada a cabo. Los cientficos modernos prometen muy poco; saben que los
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metales no se pueden transmutar, y que el elixir de la vida es una ilusin. Pero stos
filsofos, cuyas manos parecen hechas slo para hurgar en la suciedad, y cuyos ojos
parecen servir tan slo para escrutar con el microscopio o el crisol, han conseguido
milagros. Conocen hasta las ms recnditas intimidades de la naturaleza y
demuestran cmo funciona en sus escondrijos. Saben del firmamento, de cmo circula
la sangre y de la naturaleza del aire que respiramos. Poseen nuevos y casi ilimitados
poderes; pueden dominar el trueno, imitar terremotos, e incluso parodiar el mundo
invisible con su propia sombra.
Me fui contento con el profesor y su conferencia, y lo visitesa misma tarde. Sus
modales resultaron en privado an ms atractivos y complacientes que en pblico;
pues durante la conferencia su apariencia reflejaba una dignidad, que sustitu a en su
casa por afecto y amabilidad. Escuchcon atencin lo que le contrespecto de mis
estudios, sonriendo, pero sin el desdn del seor Krempe, ante los nombres de
Cornelius Agrippa y Paracel so. Dijo que a la entrega infatigable de estos hombres
deban los filsofos modernos los cimientos de su sabidura. Nos haban legado, como
tarea ms fcil, el dar nuevos nombres y clasificar adecuadamente los datos que en
gran medida ellos haban sacado a la luz. El trabajo de los genios, por muy
desorientados que estn, siempre suele revertir a la larga en slidas ventajas para la
humanidad. Escuchsus palabras, pronunciadas sin alarde ni presuncin, y aad
que su conferencia haba desvanecido los prejuicios que tena hacia los qumicos
modernos, a la vez que solicitsu consejo acerca de nuevas lecturas.
Me alegra haber ganado un discpulo dijo el seor Waldman, y si su
aplicacin va pareja a su capacidad, no dudo de que tendr xito. La qumica es la
parte de la filosofa natural en la cual se han hecho y se harn mayores progresos;
precisa mente por eso la escogcomo dedicacin. Pero no por ello he abandonado las
otras ramas de la ciencia. Mal qumico sera el que se limitara exclusivamente a esa
porcin del conocimiento humano. Si su deseo es ser un autntico hombre de ciencia y
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no un simple experimentadorcillo, le aconsejo encarecidamente que se dedique a todas
las ramas de la filosofa natural, incluidas las matemticas.
Me condujo entonces a su laboratorio y me explic el uso de sus diversas
mquinas, indicndome lo que deba comprarme. Me prometique, cuando hubiera
progresado lo suficiente en mis estudios como para no deteriorarlo, me permitir a
utilizar su propio material. Tambin me dio la lista de libros que le haba pedido y
seguidamente me march.
Asconcluyun da memorable para m, pues haba de decidir mi futuro destino.
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Captulo 3
A partir de este da, la filosofa natural y en especial la qumica, en el ms
amplio sentido de la palabra, se convirtieron en casi mi nica ocupacin. Lecon gran
inters las obras que, llenas de sabidura y erudicin, haban escrito los investigadores
modernos sobre esas materias. Asista las conferencias y cultivla amistad de los
hombres de ciencia de la universidad; incluso encontren el seor Krempe una buena
dosis de sentido comn y slida cultura, no menos valiosos por el hecho de ir parejos a
unos modales y aspecto repulsivo. En el seor Waldman hallun verdadero amigo.
Jams el dogmatismo empa su bondad, e imparta su enseanza con tal aire de
franqueza y amabilidad, que exclua toda idea de pedantera. Quizfuese el carcter
amable de aquel hombre, ms que un inters intrnseco por esta ciencia, lo que me
inclinaba hacia la rama de la filosofa natural a la cual se dedicaba. Pero este estado
de nimo slo se dio en las primeras etapas de mi camino hacia el saber, pues cuanto
ms me adentraba en la ciencia ms se converta en un fin en smisma. Esa entrega,
que en un principio haba sido fruto del deber y la voluntad, se fue haciendo tan
imperiosa y exigente que con frecuencia los albores del da me encontraban trabajando
an en mi laboratorio. No es de extraar, pues, que progresara con rapidez. Mi inters
causaba el asombro de los alumnos, y mis adelantos el de los maestros. A menudo el
profesor Krempe me preguntaba con sonrisa maliciosa por Cornelius Agrippa,
mientras que el seor Waldman expresaba su ms clido elogio ante mis avances. As
pasaron dos aos durante los cuales no volva Ginebra, pues estaba entregado de lleno
al estudio de los descubrimientos que esperaba hacer. Nadie salvo los que lo han
experimentado, puede concebir lo fascinante de la ciencia. En otros terrenos, se puede
avanzar hasta donde han llegado otros antes, y no pasar de ah; pero en la
investigacin cientfica siempre hay materia por descubrir y de la cual asombrarse.
Cualquier inteligencia normalmente dotada que se dedique con inters a una
determinada rea, llega sin duda a dominarla con cierta profundidad. Tambin yo, que
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me afanaba por conseguir una meta, y a cuyo fin me dedicaba por completo, progres
con tal rapidez que tras dos aos consegumejorar algunos instrumentos qumicos, lo
que me valigran, admiracin y respeto en la universidad. Llegado a este punto, y,
habiendo aprendido todo lo que sobre la prctica y la teora de la filosofa natural
podan ensearme los profesores de Ingolstadt, pens en volver con los mos a mi
ciudad, dado que mi permanencia en la universidad ya no conllevara mayor progreso.
Pero se produjo un accidente que detuvo mi marcha.
Uno de los fenmenos que ms me atraan era el de la estructura del cuerpo
humano y la de cualquier ser vivo. A menudo me preguntaba de dnde vendr
a el
principio de la vida. Era una, pregunta osada, ya que siempre se ha considerado un
misterio. Sin embargo, cuntas cosas estamos a punto de descubrir si la cobarda y la
dejadez no entorpecieran nuestra curiosidad! Reflexionaba mucho sobre todo ello, y
haba decidido dedicarme preferentemente a aquellas ramas de la filosofa natural
vinculadas a la fisiologa. De no haberme visto animado por un entusiasmo casi
sobrehumano, esta clase de estudios me hubieran resultado tediosos y casi
intolerables. Para examinar los orgenes de la vida debemos primero conocer la
muerte. Me familiariccon la anatoma, pero esto no era suficiente. Tuve tambin que
observar la descomposicin natural y la corrupcin del cuerpo humano. Al educarme,
mi padre se haba esforzado para que no me atemorizaran los horrores sobrenaturales.
No recuerdo haber temblado ante relatos de supersticiones o temido la aparicin de
espritus. La oscuridad no me afectaba la imaginacin, y los cementerios no eran para
m otra cosa que el lugar donde yacan los cuerpos desprovistos de vida, que tras
poseer fuerza y belleza ahora eran pasto de los gusanos. Ahora me vea obligado a
investigar el curso y el proceso de esta descomposicin y a pasar das y noches en
osarios y panteones. Los objetos que ms repugnan a la delicadeza de los sentimientos
humanos atraan toda mi atencin. Vi cmo se marchitaba y acababa por perderse la
belleza; cmo la corrupcin de la muerte reemplazaba la mejilla encendida; cmo los
prodigios del ojo y del cerebro eran la herencia del gusano. Me detuve a examinar v
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analizar todas las minucias que compo nen el origen, demostradas en la
transformacin de lo vivo en lo muerto y de lo muerto en lo vivo. De pronto, una luz
surgi de entre estas tinieblas; una luz tan brillante y asombrosa, y a la vez tan
sencilla, que, si bien me cegaba con las perspectivas que abra, me sorprendi que
fuera yo, de entre todos los genios que haban dedicado sus esfuerzos a la misma
ciencia, el destinado a descubrir tan extraordinario secreto.
Recuerde que no narro las fantasas de un iluminado; lo que digo es tan cierto
como que el sol brilla en el cielo. Quizalgn milagro hubiera podido producir esto,
mas las etapas de mi investigacin eran claras y veros
miles. Tras noches y d
as de
increble labor y fatiga, consegudescubrir el origen de la generacin y la vida; es ms,
yo mismo estaba capacitado para infundir vida en la materia inerte.
La estupefaccin que en un principio experimentante el descubrimiento pronto
dio paso al entusiasmo y al arrebato. El alcanzar de repente la cima de mis
aspiraciones, tras tanto tiempo de arduo trabajo, era la recompensa ms satisfactoria.
Pero el descubrimiento era tan inmenso y sobrecogedor, que olvidtodos los pasos que
progresivamente me haban ido llevando a l, para ver slo el resultado final. Lo que
desde la creacin del mundo haba sido motivo de afanes y desvelos por parte de los
sabios se hallaba ahora en mis manos. No es que se me revelara todo de golpe, como si
de un juego de magia se tratara. Los datos que haba obtenido no eran la meta final;
ms bien tenan la propiedad de, bien dirigidos, poder encaminar mis esfuerzos hacia
la consecucin de mi objetivo. Me senta como el rabe que enterrado junto a los
muertos encontrun pasadizo por el cual volver al mundo, sin ms ayuda que una luz
mortecina y apenas suficiente.
Amigo mo, veo por su inters, y por el asombro y expectati va que reflejan sus
ojos, que espera que le comunique el secreto que poseo; mas no puede ser: escuche con
paciencia mi historia hasta el final y comprenderentonces mi discrecin al respecto.
No seryo quien, encontrndose usted en el mismo estado de entusiasmo y candidez
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en el que yo estaba entonces, le conduzca a la destruccin y a la desgracia. Aprenda de
m, si no por mis advertencias, sal menos por mi ejemplo, lo peligroso de adquirir
conocimientos; aprenda cunto ms feliz es el hombre que considera su ciudad natal el
centro del universo, que aquel que aspira a una mayor grandeza de la que le permite
su naturaleza.
Cuando me encontrcon este asombroso poder entre mis manos, dudmucho
tiempo en cuanto a la manera de utilizarlo. A pesar de que posea la capacidad de
infundir vida, el preparar un organismo para recibirla, con las complejidades de
nervios, m
sculos y venas que ello entra
a, segua siendo una labor terriblemente
ardua y difcil. En un principio no saba bien si intentar crear un ser semejante a m o
uno de funcionamiento ms simple; pero estaba demasiado embriagado con mi primer
xito como para que la imaginacin me permitiera dudar de mi capacidad para
infundir vida a un animal tan maravilloso y complejo como el hombre. Los materiales
con los que de momento contaba apenas si parecan adecuados para empresa tan
difcil, pero tena la certeza de un xito final. Me prepar para mltiples
contratiempos; mis tentativas podran frustrarse, y mi labor resultar finalmente
imperfecta. Sin embargo, me animaba cuando consideraba los progresos que da a da
se llevan a cabo en las ciencias y la mecnica; pensando que mis experimentos al
menos serviran de base para futuros xitos. Tampoco poda tomar la amplitud y
complejidad de mi proyecto como argumen to para no intentarlo siquiera. Imbuido de
estos sentimientos, comencla creacin de un ser humano. Dado que la pequeez de
los rganos supona un obstculo para la rapidez, decid, en contra de mi primera
decisin, hacer una criatura de dimensiones gigantescas; es decir, de unos ocho pies de
estatura y correcta mente proporcionada. Tras esta decisin, pas algunos meses
recogiendo y preparando los materiales, y empec.
Nadie puede concebir la variedad de sentimientos que, en el primer entusiasmo
por el xito, me espoleaban como un huracn. La vida y la muerte me parecan
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fronteras imaginarias que yo rompera el primero, con el fin de desparramar despus
un torrente de luz por nuestro tenebroso mundo. Una nueva especie me bendecira
como a su creador, muchos seres felices y maravillosos me deberan su existencia.
Ningn padre poda reclamar tan completamente la gratitud de sus hijos como yo
merecera la de stos. Prosiguiendo estas reflexiones, pensque, si poda infundir vida
a la materia inerte, quiz, con el tiempo (aunque ahora lo creyera imposible), pudiese
devolver la vida a aquellos cuerpos que, aparentemente, la muerte hab a entregado a
la corrupcin.
Estos pensamientos me animaban, mientras prosegua mi trabajo con
infatigable entusiasmo. El estudio haba empalidecido mi rostro, y el constante
encierro me haba demacrado. A veces fracasaba al borde mismo del xito, pero segua
aferrado a la es peranza que poda convertirse en realidad al da o a la hora siguiente.
El secreto del cual yo era el nico poseedor era la ilusin a la que haba consagrado mi
vida. La luna iluminaba mis esfuerzos nocturnos mientras yo, con infatigable y
apasionado ardor, persegua a la naturaleza hasta sus ms ntimos arcanos. Quin
puede concebir los horrores de mi encubierta tarea, hurgando en la hmeda oscuridad
de las tumbas o atormentando a algn animal vivo para intentar animar el barro
inerte? Ahora me tiemblan los miembros con slo recordarlo; entonces me espoleaba
un impulso irresistible y casi frentico. Pareca haber perdido el sentimiento y sentido
de todo, salvo de mi objetivo final. No fue ms que un perodo de trnsito, que incluso
agudizmi sensibilidad cuando, al dejar de operar el estmulo innatural, hube vuelto a
mis antiguas costumbres. Recoga huesos de los osarios, y violaba, con dedos
sacrlegos, los tremendos secretos de la naturaleza humana. Haba instalado mi taller
de inmunda creacin en un cuarto solitario, o mejor dicho, en una celda, en la parte
ms alta de la casa, separada de las restantes habitaciones por una galera y un tramo
de escaleras. Los ojos casi se me salan de las rbitas de tanto observar los detalles de
mi labor. La mayor, parte de los materiales me los proporcionaban la sala de diseccin,
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y el matadero. A menudo me senta asqueado con mi trabajo; pero, impelido por una
incitacin que aumentaba constantemente, iba ultimando mi tarea.
Transcurriel verano mientras yo segua entregado a mi objetivo en cuerpo y
alma. Fue un verano hermossimo; jams haban producido los campos cosecha ms
abundante ni las cepas, mayor vendimia; pero yo estaba ciego a los encantos de la
naturaleza. Los mismos sentimientos que me hicieron insensible a lo que me rodeaba
me hicieron olvidar aquellos amigos, a tantas, millas de m, a quienes no haba visto
en mucho tiempo. Saba que mi silencio les inquietaba, y recordaba claramente las
palabras de mi padre: Mientras ests contento de ti mismo, s
que pensar
s en
nosotros con afecto, y sabremos de ti. Me disculpars si tomo cualquier interrupcin en
tu correspondencia como seal de que tambin ests abandonando el resto de tus
obligaciones.
Por tanto, saba muy bien lo que mi padre deba sentir; pero me resultaba
imposible apartar mis pensamientos de la odiosa labor que se haba aferrado tan
irresistiblemente a mi mente. Deseaba, por as decirlo, dejar a un lado todo lo
relacionado con mis sentimientos de cario hasta alcanzar el gran objetivo que haba
anulado todas mis anteriores costumbres.
Entonces pensque mi padre no sera justo si achacaba mi negligencia a vicio o
incorreccin por mi parte; pero ahora sque l estaba en lo cierto al no creerme del
todo inocente. El ser humano perfecto debe conservar siempre la calma y la paz de
espritu y no permitir jams que la pasin o el deseo fugaz turben su tranquilidad. No
creo que la bsqueda del saber sea una excepcin. Si el estudio al que te consagras
tiende a debilitar tu afecto y a destruir esos placeres sencillos en los cuales no debe
intervenir aleacin alguna, entonces ese estudio es inevitablemen te negativo, es decir,
impropio de la mente humana. Si se acatara siempre esta regla, si nadie permitiera
que nada en absoluto empaara su felicidad domstica, Grecia no se habra
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esclavizado, Csar habra protegido a su pas, Amrica se habra descubierto ms
pausadamente y no se hubieran destruido los imperios de Mxico y Per.
Pero olvido que estoy divagando en el punto ms interesante de mi relato, y su
mirada me recuerda que debo continuar.
Mi padre no me reprochaba nada en sus cartas. Su manera de hacerme ver que
reparaba en mi silencio era preguntndome con mayor insistencia por mis
ocupaciones. El invierno, primavera y verano pasaron mientras yo continuaba mis
tareas, pero tan absorto estaba que no vi romper los capullos o crecer las hojas,
escenas que otrora me haban llenado de alegra. Aquel ao las hojas se haban ya
marchitado cuando mi trabajo empezaba a tocar su fin, y cada da traa con mayor
claridad nuevas muestras de mi xito. Pero la ansiedad reprima mi entusiasmo, y ms
que un artista dedicado a su entretenimiento preferido tena el aspecto de un
condenado a trabajos forzados en las minas o cualquier otra ocupacin insana. Cada
noche tena accesos de fiebre y me volvmuy nervioso, lo que me incomodaba, ya que
siempre haba disfrutado de excelente salud y haba alardeado de dominio de m
mismo. Pero pensque el ejercicio y la diversin pronto acabaran con los sntomas, y
me prometdisfrutar de ambos en cuanto hubiera completado mi creacin.
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momentos de olvido. Mas fue en vano; pude dormir, pero tuve horribles pesadillas.
Vea a Elizabeth, rebosante de salud, paseando por las calles de Ingolstadt. Con
sorpresa y alegra la abrazaba, pero en cuanto mis labios rozaron los suyos,
empalidecieron con el tinte de la muerte; sus rasgos parecieron cambiar, y tuve la
sensacin de sostener entre mis brazos el cadver de mi madre; un sudario la envolva,
y vi cmo los gusanos reptaban entre los dobleces de la tela. Me desperthorrorizado;
un sudor fro me baaba la fren te, me castaeteaban los dientes y movimientos
convulsivos me sacudan los miem