Ésta tarea final del primer cuatrimestre es un compendio de actividades en donde los alumnos han tenido que, en un solo trabajo práctico, demostrar los conocimientos adquiridos.
Éstas tareas comprenden:
Selección de textos – copiado y pegado en un documento independiente manejo de características básicas del procesador de texto: tamaño y tipo de fuente, negrita, cursiva, subrayado; separado de párrafos, color y resaltado; contar palabras; resumen con palabras propias; corrector ortográfico e inserción de imágenes utilizando la función de “FORMATO” para colocarlas de diferentes maneras entre los diferentes párrafos.
Uso de graficador Paint con líneas, formas, rellenos y dibujo a mano alzada, modificación de imágenes copiadas y pegadas y guardado de los mismos con diferentes extensiones gráficas (.jpg y .bmp) conociendo las características de las mismas.
Uso de motores de búsqueda (Internet) para la búsqueda de diferentes imágenes para aplicar a la tarea en cuestión, las cuales almacenaron para luego insertar.
Archivo de todos los trabajos en carpetas individuales con su respectivo nombre para reconocer a que pertenecen.
El correo electrónico (los alumnos tienen cada uno su cuenta) se utilizó durante todo el cuatrimestre para el envío y corrección de diferentes tareas y, por supuesto el de esta tarea final.
A continuación la consigna dada a los alumnos para realizar la tarea (con los cuentos para elegir) y luego las elecciones y producciones de cada uno de ellos.
Diana Socolovsky
Profesora de Computación y Tecnologías digitales
Escuela Delfín Gallo
01 DE 16
Julio de 2013
TAREA FINAL DE PRIMER CUATRIMESTRE ‐ COMPUTACION II
Nombre y Apellido:
Fecha:
Cuento seleccionado:
Cantidad de palabras:
1. Seleccionar uno (1) de los cuatro cuentos que figuran en las hojas subsiguientes
2. Copiar y pegar el mismo en un documento aparte.
3. En ese mismo documento copiar en la primera hoja los datos del recuadro de arriba
4. Leer el cuento y seleccionar al menos diez (10) situaciones, elementos que puedan
dibujar en Paint o tomar de Internet a través de un buscador. (No pueden ser todos tomados de Internet. Como máximo 5). Guardarlos para el momento de insertarlos.
5. Contar las palabras antes de empezar a trabajar en el cuento
6. Si bien el cuento no tiene errores, no tiene separados los párrafos: SEPARARLOS
7. Cambiar la letra entre párrafos utilizando los tamaños 12‐14 o 16 e insertar los dibujos realizados y/o guardados donde corresponda.
8. Utilizar negrita, cursiva y subrayado en diversas palabras y coloreado de fuente y resaltado a discreción en todo el contexto del cuento.
9. Resumir el cuento con SUS PROPIAS PALABRAS al final del mismo colocando como
subtítulo: RESUMEN en letra Comic Sans tamaño 14. Y guardarlo con el nombre: Trabajo Final de Computación II de ________‐(su nombre)
10. Enviar por mail el trabajo “SOLO” (es decir sin este documento), adjuntándolo con las imágenes (las 10) que insertaron entre el texto como adjuntos.
Tienen dos semanas de tiempo, el trabajo deberá entregarse el jueves 11 sin falta. Es requisito para aprobar el curso.
¡Suerte a todos! Diana
CUENTO SOBRE EL INVIERNO
Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr. Invierno recién llegado a la ciudad. Buenos días, le dije. Buenos días tenga usted, él me respondió.
Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar. El Sr. Invierno es alto y delgado. Afilado, casi puntiagudo y muy atildado. Es muy friolero por eso viste siempre, como mínimo, con quince abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si se pone más, anda como un pato. El Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto… Vamos, que es muy callado. Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio. Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar, que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor… Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad. Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, un cabeza loca sin un gramo de formalidad. Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y… otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad. Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar. Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior. Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él. Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el Invierno, no lo puedo evitar.
FUENTE: http://www.encuentos.com/cuentos-cortos/invierno/ EL CRÁTER DE LOS CUENTOS
Le dije esta mañana a mi queridísima Luna que no me gustan los cuentos.
-Espera un momento – me interrumpió ella. – No sigas, ve hacia allí y, guiándote por los vientos, llegarás al cráter de los cuentos. Pero antes, dime, ¿Por qué no te gustan los cuentos?
-Porque en ellos solo ocurren desgracias. Caperucita se encuentra con el lobo y éste se come a la abuela. Los tres cerditos, están muertitos de miedo y otro lobo que sopla y sopla para poder
comérselos después de la sopa. Blancanieves, perseguida y escondida, aquí no tenemos hada que la salve y termina envenenada.
De los hijos de los dálmatas no sabemos nada y la pobre de Cenicienta es cruelmente maltratada. A Bambi le matan a la madre y en la historia del Rey León, al padre.
-¿Quieres que siga, Luna, lunita?
-Tienes razón Anais, lo cierto es que solo yo tengo las escenas de los cuentos que no conocéis. Entra en este cráter despacio y cuenta tres, y verás lo que ocurre si juntas también los pies.
Entré despacio como me dijo Luna y allí estaba nuestra amiga Tranquila, la tortuga. De pie sobre su dos patas traseras le daba vueltas a una manivela que hacía mover una cinta transportadora.
Con la pata que le queda libre va sacando de una caja sin fondo de color plata a todos los personajes e ingredientes necesarios para crear los cuentos: Un gato, una alfombra voladora, muchas hadas, brujas o un mar con sirenas llenas de burbujas. Una malvada codiciosa y un pez payaso que pudiera ser Nemo, un monstruo de un solo ojo que cuenta chistes y una pantera sobre patines que no se le ocurre otra cosa que ser de color rosa.
Tranquila echa polvitos de envidias, héroes, pesadillas, triunfadores y príncipes. Hechizos, enamoramientos y venganzas, animales que se escapan y serpientes que echan la lengua antes de llenar la panza. Le dije a Tranquila que no meta en los cuentos tantas tristezas, ni madres malas ni bichos sin cabezas.
-Puedes decirme, Tranquila, ¿A qué se dedica ahora Pinocho o si al final Peter Pan creció, si Mulán estudió bellas artes o si Garfield sigue haciendo el gamberro por todas partes?
De la cinta transportadora he visto que todo pasa a una cabina que gira, que Luna también se mete y que un ratito allí se queda, sale pronto y en un momento, entre las manos ya tiene un nuevo cuento.
-Toma Anaïs, aquí tienes, te cuento lo que no sabes, lo que le pasa a la sirenita o cuantos nietos tiene el Príncipe Quieto. Puedes ya leerlo pero sal del cráter primero. Con el cuento bajo el brazo salí y me fui, no pude aguantar mi curiosidad y antes de llegar a casa lo abrí. Se titula “Las partes escondidas de los cuentos“.
Como suponéis, no puedo contaros todo pero, deciros que me he enterado que nuestro querido Pinocho tiene una madre muy buena que entre plin y plan se desmelena y resulta que acabó convertida en ballena. Que el rey león nunca murió pero fue la ley de la selva quién lo escondió.
Que el lobo de Caperucita es el mismo que el de los tres cerditos y que no es ni más ni menos que un bonito duende que se llama Lobo, que se disfraza entre los vientos para asustar un poco a los personajes de los cuentos.
También me he dado cuenta que todos los finales de los cuentos son finales felices porque, un cuento no es más que una historia inventada escrita para nosotros, los niños, y que no tiene otra finalidad que llevarnos a otros mundos, a veces a ritmo de canción, con la única misión de alimentar nuestra imaginación.
Fuente: http://www.encuentos.com/cuentos-infantiles/el-crater-de-los-cuentos/
EL FANTASMA DE VERNA
En la antigua ciudad de Verna, ahora abandonada habitaba un fantasma, aquel fantasma para luchar contra la soledad, atraía a la gente que se acercaba a esta misteriosa ciudad.
Verna, siempre fue una tierra cálida, abrazada por el sol, de ahí que se le llegara a conocer, como, el lugar olvidado por Dios. Las personas de este lugar, por más que intentaban escapar de este infierno, siempre terminaban regresando a donde habían partido.
Los habitantes de este lugar, un día, cansados del infierno en que vivían, comenzaron a cavar y cavar la tierra. Y otros más hicieron escaleras tan altas que atravesaban las nubes, querían escapar de este infierno sea como sea, todos sus habitantes fueron consumidos por la angustia y desesperanza, cavaron y cavaron sin descanso, hasta que un día…
Encontraron algo que cambiaria sus vidas. Lo que encontraron fueron los restos de estrellas caídas del cielo, habían leyendas que decían que ellas podían dar vida a lo que estaba muerto, y con el fin de huir de sus tan angustiadas vidas, crearon marionetas, marionetas con forma humana, cuya figura parecían ángeles, ángeles que habían bajado del cielo, para, salvarlos de sus vidas.
Muy pronto estas marionetas cobraron vida, la gente de este lugar se dio un instante de alegría y felicidad, estas marionetas eran capaces de cantar y bailar, con esto los habitantes de Verna, olvidaran el infierno en que vivían, pero, con el tiempo los habitantes murieron y la ciudad quedo vacía.
Las únicas que quedaron, fueron las marionetas, solo ellas quedaron en ese lugar. A pesar de todo, aquellas marionetas quedaron activas, pero, ya no había nadie que las viera bailar, y escuchara sus canciones, su destino era muy triste, habían sido crearas para dar felicidad, pero ahora, no había nadie, no había nadie que les escuchara.
Pasaron cientos de años, y las marionetas comenzaron a apagarse, las personas que pasaban por aquel lugar, pensaron que la ciudad estaba maldita, y un día la incendiaron, de todas ella, solo una queda. Ella espero y espero mucho tiempo, espero que alguien un día escuchara su canción, cierto día, llego a la ciudad, un niño, era un huérfano perdido, que buscaba refugio y algo para calmar su hambre, aquel niño, estaba casi muerto.
- Señor humano, ¿le canto una canción? – Le dijo la marioneta, Señor humano, ¿le canto una canción?
Anteriormente habían llegado algunas personas, y todas al escuchar esta pregunta, huyeron aterrorizadas, y la marioneta les tuvo que quitar la vida, ella pensó que tendría que hacer lo mismo con el niño.
Ella pensaba, que aquel pobre niño, no la aceptaría, y tendría que quitarle la vida.
- Señora marioneta, ¿de verdad me cantaría una canción? – Le respondió el niño ante su asombro – desde que nací, nadie ha hecho eso por mí, siempre he estado solo, por favor no me mienta ¿de verdad me cantaría una canción?
Desde aquel entonces el se quedo con ella, después de todo ella había sido creara para actuar para los humanos, él le puso un nombre le llamo Nana, pasaron los años, y el niño se hizo hombre y muy pronto, ambos se enamoraron. Juntos hicieron que aquel invierno se volviera su paraíso.
Tenían la esperanza, de que un día las personas regresarían a aquella ciudad, y la alegría volvería. Pero ella era inmortal, los años jamás pasaban por ella, en cambio el envejecía más y más, el amor que ambos se tenían parecía tan imposible.
Un día aquel hombre, murió… Y ella se quedo a su lado, nunca pensó que esto pasaría, lo único que pudo hacer es, estrecharlo entre sus brazos y cantar y cantar, hasta que ella dejara de funcionar.
Pasaron tres días y algunas personas que estaban perdidas en el desierto, fueron guiadas por aquella triste canción, cuando llegaron ahí, no podían creer lo que sus ojos veían, la ciudad de Verna, hogar del Fantasma de Verna, había sido reconstruida. Aquellas personas, estaban tan maravilladas, que decidieron quedarse a vivir ahí.
Al día siguiente la canción se detuvo, y la marioneta estaba en silencio, cuando la gente acudió a verle, ella estaba tendida junto a su amado… la gente que había llegado, quedaron muy conmovidos y decidieron enterrar juntos a estos dos amantes.
Nana, tú te pareces a mí, llegas a casa y abres la puerta, y por más que llames no hay nadie para recibirte, solo desde que te conocí supe para que había nacido, mi vida sin ti no ha sido vida.
Gracias por darme felicidad. Te amo Nana…
Fuente: http://www.encuentos.com/cuentos-fantasticos/el-fantasma-de-verna/ EL REY Y EL HALCÓN
Genghis Khan fue un gran rey y un gran guerrero. Condujo a su ejército hasta China y Persia y conquistó numerosas tierras.
En todos los países la gente hablaba de sus grandes hazañas y decían que, desde Alejandro el Grande, no había habido otro rey como él. Una mañana en la que se encontraba en su casa después de volver de la batalla, cabalgó hasta el bosque para cazar.
Le acompañaban muchos de sus amigos. Cabalgaron alegremente con sus arcos y flechas. Les seguían los sirvientes con los perros. Formaban una partida de caza tan alegre que el bosque se llenó de sus gritos y sus risas. Y esperaban continuar con sus bromas al llegar a su casa al anochecer.
Posado en su muñeca el rey transportaba a su halcón favorito, ya que en esos tiempos los halcones eran entrenados para cazar. Cuando su dueño se lo ordenaba, alzaban el vuelo y oteaban a su alrededor en busca de una presa. Si tenían la suerte de ver un ciervo o un conejo, se precipitaban sobre ellos, veloces como una flecha.
Genghis Khan y sus cazadores cabalgaron por el bosque todo el día, pero no encontraron tantas presas como habían esperado. Al caer la larde, se dirigieron a su casa. El rey había cabalgado a menudo por el bosque y conocía todos sus senderos. Así que, mientras los demás cazadores volvían a casa por el camino más corto, el se internó por una senda que atravesaba un valle entre dos montañas. Había sido un día caluroso y el rey estaba sediento.
Su halcón amaestrado había abandonado su muñeca y alzado el vuelo. El ave sabía con certeza que encontraría el camino de regreso. El rey cabalgó pausadamente.
Recordaba haber visto un riachuelo cerca de ese camino. ¡Si pudiera encontrarlo! Pero el calor del verano había secado todos los arroyos de las montañas. Por fin, para su contento, vio un hilillo de agua que se deslizaba por la hendidura de una roca y dedujo que un poco más arriba habría un manantial.
Siempre, en la estación húmeda, un potente chorro de agua brotaba de aquella fuente, pero ahora el fresco líquido sólo caía gota a gota. El rey echó pie a tierra, cogió un pequeño vaso de plata que llevaba en su zurrón de cazador y lo acercó a la roca para recoger las gotas de agua.
Tardó mucho tiempo en llenar el vaso. Tenía tanta sed que apenas podía esperar. Cuando el vaso estuvo casi lleno, el rey se lo llevó a los labios y se dispuso a beber.
De repente, un zumbido cruzó el aire y el vaso cayó de sus manos. El agua se derramó por el suelo. El rey levantó la vista para ver quién había provocado el accidente y descubrió que había sido su halcón. El pájaro pasó volando unas cuantas veces y finalmente se quedó posado en las rocas cerca del manantial.
El rey recogió el vaso y volvió a llenarlo. Esta vez no esperó tanto. Cuando el vaso estaba a la mitad, se lo llevó a los labios. Pero antes de que pudiera beber, el halcón se lanzó hacia él e hizo caer de nuevo el recipiente.
El rey se puso furioso. Volvió a repetir la operación, pero, por tercera vez, el halcón le impidió beber. Ahora el rey estaba verdaderamente enfadado.
—¿Cómo te atreves a comportarte así? —gritó—. Si te tuviera en mis manos, te rompería el cuello.
Y volvió a llenar el vaso. Pero antes de beber desenfundó su espada.
—Ahora, señor halcón —dijo—, no volverás a jugármela. Apenas había pronunciado estas palabras, cuando el halcón se dejó caer en picado y derramó el agua otra vez. Pero el rey le estaba esperando. Con un rápido mandoble, alcanzó al halcón. El pobre animal cayó mortalmente herido a los pies de su amo.
—Esto es lo que has conseguido con tus bromas —dijo Genghis Khan. Al buscar el vaso, vio que éste había rodado entre dos rocas donde no podría cogerlo.
—Tendré que beber directamente de la fuente murmuró. Entonces se encaramó al lugar de donde procedía el agua. No era fácil, y cuanto más subía, más sediento estaba.
Por fin alcanzó el lugar. Encontró, en efecto, un charco de agua. Pero allí, justo en medio, yacía muerta una enorme serpiente de las más venenosas. El rey se paró en seco y olvidó la sed. Sólo podía pensar en el pobre halcón muerto tendido en el suelo.
—El halcón me ha salvado la vida —exclamó—, ¿y cómo se lo he pagado? Era mi mejor amigo y le he dado muerte. Descendió del talud, cogió al pájaro con suavidad y lo puso en su zurrón de cazador.
Entonces montó en su corcel y cabalgó velozmente hacia su casa. Y se dijo a sí mismo:
—Hoy he aprendido una triste lección: nunca hagas nada cuando estés furioso.
Fuente: http://www.encuentos.com/cuentos-educativos/el-rey-y-el-halcon/
TAREA FINAL DE PRIMER CUATRIMESTRE ‐ COMPUTACION II
Nombre y Apellido: Juana Pititto
Fecha: 10/07/2013
Cuento seleccionado: Cuento sobre el invierno
Cantidad de palabras: 548
CUENTO SOBRE EL INVIERNO
Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr. Invierno recién llegado a la ciudad. Buenos días, le dije. Buenos días tenga usted, él me respondió Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar.
El Sr. Invierno es alto y delgado. Afilado, casi
puntiagudo y muy atildado. Es muy friolero por eso viste siempre, como mínimo, con quince abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si se pone más, anda como un pato.
El Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto… Vamos, que es muy callado. Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio. Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar, que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor… Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar.
Y me cuenta que todo el mundo le
pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!-
y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad. Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, un cabeza loca sin un gramo de formalidad.
Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y… otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad
. Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar.
Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar. Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y
guarda silencio.
No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior.
Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al
fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él.
Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el invierno, no lo puedo evitar. FUENTE: http://www.encuentos.com/cuentos-cortos/invierno/
Resumen:
Esta mañana abrí la puerta y me encontré con el sr invierno, alto, delgado y vestido con varios abrigos, bufandas, gorros y un par de botas, ya que es muy friolento. El señor invierno es callado, seco, adusto y muy quejoso. El, me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera, por el verano y hasta por su hermano más cercano, el otoño. Y, mientras se lamenta sin parar, seguimos paseando, charlando y volvemos a casa. Allí, le sirvo una taza de chocolate bien caliente. El suspira con aire tristón, no se saca sus abrigos, se acomoda cerca del radiador y me pide una manta. Finalmente al llegar la noche, nos despedimos y le pido que vuelva para navidad. Y, al verlo marchar, admito que me gusta el invierno y no lo puedo evitar.
TAREA FINAL DE PRIMER CUATRIMESTRE ‐ COMPUTACION II
Nombre y Apellido: Gloria Ponce
Fecha: 10/07/2013
Cuento seleccionado: Cuento sobre en invierno
Cantidad de palabras: 548
CUENTO SOBRE EL INVIERNO
Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr. Invierno recién llegado a la ciudad. Buenos días, le dije. Buenos días tenga usted, él me respondió.
Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar. El Sr. Invierno es alto y delgado. Afilado, casi puntiagudo y muy atildado. Es muy friolero por eso viste siempre, como mínimo, con quince abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si se pone más, anda como un pato.
El Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto… Vamos, que es muy callado. Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio. Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar, que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor…
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar.
Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad.
Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, un cabeza loca sin un gramo de formalidad.
Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y… otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad.
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar.
Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar.
Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior. Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él.
Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el invierno, no lo puedo evitar. FUENTE: http://www.encuentos.com/cuentos-cortos/invierno/
RESUMEN El cuento se refiere al invierno crudo y helado. Donde habla o dialoga el Sr invierno y el mismo se lamenta de que todos tienen una preferencia por las otras estaciones. Al final ese alguien lo invita a tomar un rico chocolate caliente.
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blar. Y lo dejo
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o lo comprimave.
que si el sodura! Y el p un cabeza
más cerc a él. Pso, y noo lo comue él, eavedad.
ne con qun quien ch
o sin parar. Eregresamos c
o y bastadie paestar, q
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uien habharlar.
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es su modo n parar.
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e de e
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Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero.
Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior. Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él.
Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar.
Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me
gusta el invierno , no lo puedo evitar. FUENTE: http://www.encuentos.com/cuentos-cortos/invierno/
RESUMEN: El cuento se refiere a un ciudadano, que recibe como todos los años, en forma puntual la llegada del invierno, hace una descripción detallada de su personalidad, de manera literaria por supuesto. Comenta en forma amena y simpática las ventajas y desventajas del mismo, como algunos lo aprecian y otros lo odian. Aquellos que añoran y extrañan la primavera y el verano son también plasmados en el cuento. Por fin después de convidarlo con un chocolate caliente y al amparo de un poderoso radiador, más una manta, ambos contemplan a través del ventanal, el viento, la lluvia, la niebla y la nieve que se abaten sobre la ciudad.
Levantándose el dueño de casa, procede a la apertura de la puerta, y recordándole que regrese para la próxima navidad lo despide hasta el año venidero, a lo que el señor invierno le responde que no faltará. Mientras observa cómo se aleja, con cierta melancolía, en su ser interior, reconoce que le gusta el invierno. Trabajo final de computación II de Alberto López.-
TAREA FINAL DE PRIMER CUATRIMESTRE - COMPUTACION II
Nombre y Apellido: Beatriz Rizzo
Fecha: 9/07/2013
Cuento seleccionado: El Fantasma de Verna
Cantidad de palabras: 762
EL FANTASMA DE VERNA
En la antigua ciudad de Verna, ahora abandonada habitaba un fantasma, aquel fantasma para luchar contra la soledad, atraía a la gente que se acercaba a esta misteriosa ciudad.
Verna, siempre fue una tierra cálida, abrazada por el sol , de ahí que se le llegara a conocer, como, el lugar olvidado por Dios. Las personas de este lugar, por más que intentaban escapar de este infierno, siempre terminaban regresando a donde habían partido.
Los habitantes de este lugar, un día, cansados del infierno en que vivían,
comenzaron a cavar y cavar la tierra. Y otros más hicieron escaleras tan
altas que atravesaban las nubes , querían
escapar de este infierno sea como sea, todos sus habitantes fueron
consumidos por la angustia y desesperanza, cavaron y cavaron sin descanso,
hasta que un día…
Encontraron algo que cambiaria sus vidas. Lo que
encontraron fueron los restos de estrellas caídas
del cielo, habían leyendas que decían que ellas podían dar vida a lo que estaba
muerto, y con el fin de huir de sus tan angustiadas vidas, crearon marionetas,
marionetas con forma humana, cuya figura parecían ángeles , ángeles que habían
bajado del cielo, para, salvarlos de sus vidas.
Muy pronto estas marionetas cobraron vida, la gente de este lugar se dio un instante de alegría y felicidad, estas marionetas eran capaces de cantar y bailar, con esto los habitantes de Verna, olvidaran el infierno en que vivían, pero, con el tiempo los habitantes murieron y la ciudad quedo vacía.
Las únicas que quedaron, fueron las marionetas, solo ellas quedaron en ese lugar. A pesar de todo, aquellas marionetas quedaron activas, pero, ya no había nadie que las viera bailar, y escuchara sus canciones, su destino era muy triste, habían sido crearas para dar felicidad, pero ahora, no había nadie, no había nadie que les escuchara.
Pasaron cientos de años, y las marionetas comenzaron a apagarse, las personas que pasaban por aquel lugar, pensaron que la ciudad estaba maldita, y un día la incendiaron, de todas ella, solo una queda. Ella espero y espero mucho tiempo, espero que alguien un día escuchara su canción, cierto día, llego a la ciudad, un niño, era un huérfano perdido, que buscaba refugio y algo para calmar su hambre, aquel niño, estaba casi muerto.
- Señor humano, ¿le canto una canción? – Le dijo la marioneta, Señor humano, ¿le canto una canción?
Anteriormente habían llegado algunas personas, y todas al escuchar esta pregunta,
huyeron aterrorizadas, y la marioneta les tuvo que quitar la vida, ella pensó que tendría
que hacer lo mismo con el niño.
Ella pensaba, que aquel pobre niño, no la aceptaría, y tendría que quitarle la vida.
- Señora marioneta, ¿de verdad me cantaría una canción? – Le respondió el niño ante su
asombro – desde que nací, nadie ha hecho eso por mí, siempre he estado solo, por favor
no me mienta ¿de verdad me cantaría una canción?
Desde aquel entonces el se quedo con ella, después de todo ella había sido creara para actuar para los
humanos, él le puso un nombre le llamo Nana, pasaron los años, y el niño se hizo hombre y muy pronto,
ambos se enamoraron. Juntos hicieron que aquel invierno
se volviera su paraíso.
Tenían la esperanza, de que un día las personas regresarían a aquella ciudad, y la alegría volvería. Pero ella era inmortal, los años jamás pasaban por ella, en cambio el envejecía más y más, el amor que ambos se tenían parecía tan imposible.
Un día aquel hombre, murió… Y ella se quedo a su lado, nunca pensó que esto
pasaría, lo único que pudo hacer es, estrecharlo entre sus brazos y cantar y cantar, hasta que ella dejara de funcionar.
Pasaron tres días y algunas personas que estaban perdidas en el desierto, fueron guiadas por
aquella triste canción, cuando llegaron ahí, no podían creer lo que sus ojos veían, la ciudad de
Verna, hogar del Fantasma de Verna, había sido reconstruida. Aquellas personas, estaban tan maravilladas, que decidieron quedarse a vivir ahí.
Nana, tú te pareces a mí, llegas a casa y abres la puerta
, y por más que llames no hay nadie para recibirte, solo desde que te conocí supe para que había nacido, mi vida sin ti no ha sido vida.
Al día siguiente la canción se detuvo, y la marioneta estaba en silencio, cuando la gente acudió a verle, ella estaba tendida junto a su amado… la gente que había llegado, quedaron muy conmovidos y decidieron enterrar juntos a estos dos amantes.
Gracias por darme felicidad. Te amo Nana…
Fuente: http://www.encuentos.com/cuentos-fantasticos/el-fantasma-de-verna/
Resumen:
El cuento "El fantasma de Verna" trata de la historia de un
fantasma que vive en la ciudad y atrae a la gente, para que viva
ahí y nunca mas puedan irse. Luego de muchos años la ciudad
comienza a perder su encanto, por la que atraía a los visitantes,
ya que la gente que vivía ahí comenzó a revelarse en contra de el
fantasma por su infeliz vida que estaban llevando ahí. Luego de
intentar varios escapes, encuentran restos de estrellas caídas,
que las leyendas contaban que estas daban vida. Los habitantes de
Verna decidieron crear marionetas y con estos restos de estrella
darles vida, esto le sirvió a los habitantes de Verna para lograr
sobrellevar su estadía allí y distraerse de este ambiente de
infierno que estaba viviendo. Las marionetas eran inmortales y la
gente no, por lo que en un momento los habitantes creadores de
ellas, murieron, mientras que ellas sobrevivieron por años solas en
la ciudad. Un niño fue a la ciudad después de tantos años de
soledad y una marioneta sobreviviente acogió al niño, y le canto.
Con el paso del tiempo estos se enamoraron y la ciudad comenzó a
cobrar vida nuevamente junto al amor y al canto de estos dos; y
los visitantes volvieron a concurrir a este lugar renovado. El niño
muere a causa de su alta edad y la marioneta queda tendida en la
cama junto con el cantándole durante tres días, al cuarto día la
marioneta se apago y los visitantes enterraron juntos a los
enamorados junto con una carta escrita por aquel niño.
TAREA FINAL DE PRIMER CUATRIMESTRE - COMPUTACIÓN
Nombre y Apellido: Gervasio Luis Medina
Fecha: 11/7/2013
Cuento seleccionado: EL INVIERNO
Cantidad de palabras: 548 PALABRAS
CUENTO SOBRE EL INVIERNO
Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr. Invierno recién llegado a la
ciudad. Buenos días, le dije
. Buenos días tenga usted, él me respondió.
Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar.
El Sr. Invierno es alto y delgad0
. Afilado, casi puntiagudo y muy atildado.
Es muy friolero por eso viste siempre, como mínimo, con quince
abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de
guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si
se pone más, anda como un pato.
El Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto… Vamos, que es muy
callado.
Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio
. Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le
vienen a protestar, que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol,
que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor…
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar . Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad. Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, un cabeza loca sin un gramo de formalidad. Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y… otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad. Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar. Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior.
Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él. Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el Invierno, no lo puedo evitar. RESUMEN
El cuento que elegí fue al azar pero después me dí cuenta que coincidía con la estación que estamos, invierno. Cuenta un poco lo que en realidad nos pasa, muchas veces abrimos la puerta y el frio llegó de golpe y decimos comenzó el invierno.
Hablando con la gente escucho decir que no les gusta porque los días se acortan, hay que abrigarse mucho, evitar los paseos al aire libre, etc., etc. Pero a medida que pasan los días nos damos cuenta que no es tan malo como parece al contrario, podemos disfrutar de una buena comida, del calor del hogar, muchas veces sentados junto a la estufa mirando por la ventana la gente pasar y cuando llega la noche nos acobijamos en casa. Pero cuando empezamos a acostumbrarnos se termina y nos damos cuenta que estuvo bueno, tan bueno que le decimos hasta el año que viene, como esperando que vuelva. Trabajo final de computación ll de Gervacio Luis Medina
TAREA FINAL DE PRIMER CUATRIMESTRE ‐ COMPUTACION II
Nombre y Apellido: Liliana Inés Colombo
Fecha: 8/07/2013
Cuento seleccionado: CUENTO SOBRE EL INVIERNO
Cantidad de palabras: 548
CUENTO SOBRE EL INVIERNO
Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr. Invierno recién llegado a la ciudad. Buenos días, le dije. Buenos días tenga usted, él me respondió.
Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar.
El Sr. Invierno es alto y delgado. Afilado, casi puntiagudo y muy atildado. Es muy friolero por eso viste siempre, como mínimo, con quince abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si se pone más, anda como un pato.
El Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto… Vamos, que es muy callado. Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio. Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar, que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor…
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar.
Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad.
Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, un cabeza loca sin un gramo de formalidad.
Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y… otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad.
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar.
Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar. Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno,
da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior.
Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él.
Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el Invierno, no lo puedo evitar.
FUENTE: http://www.encuentos.com/cuentos-cortos/invierno/
RESUMEN Una cierta mañana cuando abrí la puerta, con sorpresa me encontré con la llegada del Sr. Invierno como todos los años, venia de visita a
la ciudad; es muy friolento, siempre vestido con muchos abrigos y guantes, es reservado y taciturno, porque nadie lo quiere. Hace mucho frio, hay nieve, lluvia, hay viento y no se puede ver el sol; por eso las personas recuerdan la primavera porque hay sol, flores, etc. Como también el verano por la playa, el mar, el calor, etc. Cuando llega el otoño las personas lo prefieren porque es más romántico. ¿ por ese motivo el Sr. Invierno no entiende a la gente?, si cuando se sienta frente a un leño o estufa saben que lo disfrutan, también acompañado de un buen chocolate caliente, mirando tras las ventanas la nieve, lluvia, frio, etc. Al fin de su siclo cierro la puerta y seguro que lo voy a extrañar.
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Le acompañaban muchos de sus amigos. Cabalgaron alegremente con sus arcos y flechas. Les seguían los sirvientes con los perros. Formaban una partida de caza tan alegre que el bosque se llenó de sus gritos y sus risas. Y esperaban continuar con sus bromas al llegar a su casa al anochecer.
Posado en su muñeca el rey transportaba a su halcón favorito, ya que en esos tiempos los halcones eran entrenados para cazar. Cuando su dueño se lo ordenaba, alzaban el vuelo y oteaban a su alrededor en busca de una presa. Si tenían la suerte de ver un ciervo o un conejo, se precipitaban sobre ellos, veloces como una flecha.
Genghis Khan y sus cazadores cabalgaron por el bosque todo el día, pero no encontraron tantas presas como habían esperado. Al caer la larde, se dirigieron a
su casa. El rey había cabalgado a menudo por el bosque y conocía todos sus senderos. Así que, mientras los demás cazadores volvían a casa por el camino más corto, el se internó por una senda que atravesaba un valle entre dos montañas. Había sido un día caluroso y el rey estaba sediento
Su halcón amaestrado había abandonado su muñeca y alzado el vuelo. El ave sabía con certeza que encontraría el camino de regreso. El rey cabalgó pausadamente.
Recordaba haber visto un riachuelo cerca de ese camino. ¡Si pudiera encontrarlo! Pero el calor del verano había secado todos los arroyos de las montañas. Por fin, para su contento, vio un hilillo de agua que se deslizaba por la hendidura de una roca y dedujo que un poco más arriba habría un manantial.
Siempre, en la estación húmeda, un potente chorro de agua brotaba de aquella fuente, pero ahora el fresco líquido sólo caía gota a gota. El rey echó pie a tierra, cogió un pequeño vaso de plata que llevaba en su zurrón de cazador y lo acercó a la roca para recoger las gotas de agua.
Tardó mucho tiempo en llenar el vaso. Tenía tanta sed que apenas podía esperar. Cuando el vaso estuvo casi lleno, el rey se lo llevó a los labios y se dispuso a beber.
De repente, un zumbido cruzó el aire y el vaso cayó de sus manos. El agua se derramó por el suelo. El rey levantó la vista para ver quién había provocado el accidente y descubrió que había sido su halcón. El pájaro pasó volando unas cuantas veces y finalmente se quedó posado en las rocas cerca del manantial.
El rey recogió el vaso y volvió a llenarlo. Esta vez no esperó tanto. Cuando el vaso estaba a la mitad, se lo llevó a los labios. Pero antes de que pudiera beber, el halcón se lanzó hacia él e hizo caer de nuevo el recipiente.
El rey se puso furioso. Volvió a repetir la operación, pero, por tercera vez, el halcón le impidió beber. Ahora el rey estaba verdaderamente enfadado.
—¿Cómo te atreves a comportarte así? —gritó—. Si te tuviera en mis manos, te rompería el cuello.
Y volvió a llenar el vaso. Pero antes de beber desenfundó su espada.
—Ahora, señor halcón —dijo—, no volverás a jugármela. Apenas había pronunciado estas palabras, cuando el halcón se dejó caer en picado y derramó el agua otra vez. Pero el rey le estaba esperando. Con un rápido mandoble, alcanzó al halcón. El pobre animal cayó mortalmente herido a los pies de su amo.
—Esto es lo que has conseguido con tus bromas —dijo Genghis Khan. Al buscar el vaso, vio que éste había rodado entre dos rocas donde no podría cogerlo.
—Tendré que beber directamente de la fuente murmuró. Entonces se encaramó al lugar de donde procedía el agua. No era fácil, y cuanto más subía, más sediento estaba.
Por fin alcanzó el lugar. Encontró, en efecto, un charco de agua. Pero allí, justo en medio, yacía muerta una enorme serpiente de las más venenosas. El rey se paró en seco y olvidó la sed. Sólo podía pensar en el pobre halcón muerto tendido en el suelo.
—El halcón me ha salvado la vida —exclamó—, ¿y cómo se lo he pagado? Era mi mejor amigo y le he dado muerte. Descendió del talud, cogió al pájaro con suavidad y lo puso en su zurrón de cazador.
Entonces montó en su corcel y cabalgó velozmente hacia su casa. Y se dijo a sí mismo:
—Hoy he aprendido una triste lección: nunca hagas nada cuando estés furioso. Fuente: http://www.encuentos.com/cuentos-educativos/el-rey-y-el-halcon/
RESUMEN: Genghis Khan que había sido un gran rey y guerrero conquistador de numerosas tierras, un día cabalgo hasta el bosque para cazar. Iba acompañado de amigos y sirvientes. Todos estaban contentos. En su muñeca el rey llevaba su halcón favorito que estaba entrenado para
cazar. El halcón siempre estaba atento a sus presas que quería atrapar. Cabalgaron todo el día por el bosque sin cazar nada. Al caer el día volvieron a sus casas. En el camino el halcón voló de la muñeca del rey, sabia el camino de regreso. Como el día era muy caluroso y el rey tenia sed tomo un vaso y se acordó que en la estación húmeda un chorro potente de agua brotaba de una fuente. El rey lleno el vaso y al querer beber el halcón se impedía que este lo haga. Así reiteradas veces. El furioso lo recrimino, desenfundo su espada y mato al halcón. El halcón cayó entre dos rocas y no lo pudo levantar. Acercó el vaso para tomar agua y en el lugar había una serpiente venenosa. El halcón le salvo la visa. En agradecimiento el rey llevo al halcón a su casa y arrepentido de matar a su mejor amigo monto en su caballo y se dijo: Hoy he aprendido una triste lección: nunca hagas nada cuando estés furioso.
TAREA FINAL DE PRIMER CUATRIMESTRE ‐ COMPUTACION II
Nombre y Apellido: Viviana Duarte
Fecha: 11 de julio2013
Cuento seleccionado: cuento del invierno
Cantidad de palabras: 548
CUENTO SOBRE EL INVIERNO
Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr. Invierno recién llegado a la ciudad. Buenos días, le dije. Buenos días tenga usted, él me respondió. Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar. El Sr. Invierno es alto y delgado
. Afilado, casi puntiagudo y muy atildado. Es muy friolero por eso viste siempre, como
mínimo, con quince abrigos, diez bufanda s, cinco gorras, varios pares de guantes,
ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si se pone más, anda como un pato.
E l Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto… Vamos, que es muy callado. Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio.
Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar, que si
hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor… Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar.
Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la
primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad.
Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él,
el invierno, le parece él, el verano, un cabeza loca sin un gramo de formalidad.
Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y… otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad.
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar.
Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior.
Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él. Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas
tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el Invierno, no lo puedo evitar.
FUENTE: http://www.encuentos.com/cuentos-cortos/invierno/ Viviana Duarte
Faltó el resumen.
TAREA FINAL DE PRIMER CUATRIMESTRE ‐ COMPUTACION II
Nombre y Apellido: Sara Salotti
Fecha: 11 de julio 2013
Cuento seleccionado: El Cuento del Invierno
Cantidad de palabras: 548
CUENTO SOBRE EL INVIERNO
Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr Invierno recién llegado a la ciudad. Buenos días, le dije. Buenos días tenga usted, él me respondió.
Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar.
El Sr. Invierno es alto y delgado. Afilado, casi puntiagudo y muy atildado. Es muy friolero por eso viste
siempre, como mínimo, con quince abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de
guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si se pone más, anda como un pato.
El Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto… Vamos, que es muy callado. Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio. Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar, que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor… Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar.
Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad.
Con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol , que si la
playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura!
Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, una cabeza loca sin un gramo de formalidad. Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y… otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el
invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad.
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar.
Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar.
Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero.
Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior. Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al
fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él.
Cuando cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo,
vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar.
Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el Invierno, no lo puedo evitar.
FUENTE: http://www.encuentos.com/cuentos-cortos/invierno/
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seguir que estagrada.
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MESTRE
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len a paafilado, o y bass. e la genaros, qu
helados
o aprec
con quiénde le sse sacaa nieve
lo conoo, la lluv
su camtará sin
ti
E –
el prota
asear y puntiatante a
nte espue para
s, alegr
ian más
én charsirve una ningúne que ca
oce y svia, el
mino. Sen fallar.
agonista
charlaragudo, agrio. V
pera quea él no
ría, es
s que a
rlar. n chocon abrigoae, con
se termfrío, lle
e salud.
a: El
r. muy
Viste
e se son
una
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olate o, le aire
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TAREA FINAL DE PRIMER CUATRIMESTRE ‐ COMPUTACION II
Nombre y Apellido: MARCELO ADRIAN MALDONADO
Fecha: 3/06/2013
Cuento seleccionado: Cuento sobre el invierno
Cantidad de palabras con espacios: 548
CUENTO SOBRE EL INVIERNO
Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr. Invierno recién llegado a la ciudad. Buenos días, le dije. Buenos días tenga usted, él me respondió. Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar.
El Sr. Invierno es alto y delgado. Afilado, casi puntiagudo y muy atildado. Es muy friolero por eso viste siempre, como mínimo, con quince abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si se pone más, anda como un pato.
El Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto… Vamos, que es muy callado. Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio. Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar, que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor…Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se
queje porque no tiene con quien charlar.
Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a
él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad.
Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, una cabeza loca sin un gramo de formalidad.
Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad.
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se
queje porque no tiene con quien charlar. Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar.
Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior.
Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él.
Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el invierno, no lo puedo evitar.
RESUMEN: Como cada año recibimos las distintas estaciones: invierno, verano, otoño y primavera. En el invierno se puede pasear y charlar, pero siempre estando bien
abrigados con bufanda, guantes, gorro, etc porque es una estación muy muy fría, por eso a la mayoría de las personas no les gusta el invierno y prefieren que llegue pronto el verano. Al invierno, le parece, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad, también, le parece, el verano una cabeza loca sin un gramo de formalidad, y por ultimo al invierno, le parece que el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad. En realidad con todas las estaciones podemos pasear, charlar y disfrutar de distintas formas. Lo lindo del invierno es que llegando a la casa, uno puede compartir una taza de chocolate bien caliente, sentado cerca del radiador, abrigándonos también con una manta, y así poder dialogar y mirar por la ventana como llega la nieve, la lluvia, la niebla y el viento, acompañando el invierno. Al término de esta estación, uno despide al invierno que vuelve para la navidad y así continuar con otras estaciones, sabiendo que no puede evitar que le guste el invierno, como la primavera, el verano y el otoño.