8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana
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Ao I N 4 Octubre de 2009Serie Historia de Amrica Prehispnica y
ArqueologaIncluye ensayo V.G.Childe, fundador de la Arqueologa Marxista, Declaracin deValparaso y seccin comentarios crticos (2). Escriben: Henry Tantalen, AndrsTroncoso, Valeria Franco Salvi, Pedro Brazo-Elizondo, Francisco Rivera y Ernesto
Contreras.
www. historiamarxista.cl [email protected]
ISSN 0718-6908
Un acercamiento a laArqueologa SocialLatinoamericana
Miguel Fuentes M.Marcelo Soto C.
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Un acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana1
Miguel Fuentes M2Marcelo Soto C3
La Arqueologa Social Latinoamericana (ASL) constituye uno de los pocos casos deelaboracin de un cuerpo terico y metodolgico de la prctica arqueolgica en pases semicoloniales. Influenciada en su gnesis por el importante ascenso revolucionario de los aos 70sy por la enorme influencia que adquirieron durante este periodo las ideas del Marxismo, la ASLse plante desde su nacimiento como una arqueologa crtica de la sociedad capitalista. Desdeaquellos momentos, uno de sus planteamientos centrales fue reivindicar la unidad entreproduccin de conocimiento y actividad poltica. Fue en una situacin histrica marcada por lairrupcin de las masas en la escena poltica, por el establecimiento de numerosos gobiernos deizquierda y por el peso que adquiri el indigenismo, que la ASL dio cuerpo a sus primeroslineamientos terico-interpretativos. Destacaron durante estos aos las elaboraciones deLumbreras (Per), Sanoja (Venezuela), Montan (Chile) y Bate (Chile), entre otros. La
utilizacin del Materialismo histrico y de algunas de sus principales categoras de anlisis:modo de produccin, lucha de clases, modo de vida y totalidad, fueron p arte esencialdel debate en torno a una serie de casos de estudio, permitiendo una importante reinterpretacin(y ampliacin) de los mismos. El libro La Arqueologa como Ciencia Social, de Lumbreras, aligual que la elaboracin del llamado Manifiesto de Teotihuacan y la constitucin del Grupo deOaxtepec, liderado por Bate, son algunos de los frutos ms importantes de la ASL durante esteperiodo. Posteriormente, desde mediados de los 80s, en el contexto de un acusado giro aderecha de la realidad poltica latinoamericana y mundial, la ASL experimenta un acusadodebilitamiento de su influencia y dinamismo interno. En un ambiente agudamente hostil a lasideas del Marxismo, caracterizado por el desprestigio generalizado de su prctica poltica(asimilada, sin ms, a la experiencia de los estados burocrticos de la URSS y de Europa delEste) y por el avance del funcionalismo norteamericano en Arqueologa, tiene lugar un proceso
de crtica generalizada de la ASL como corriente arqueolgica. Paralelamente, se agudiza unproceso de autocrtica interna, la cual hara hincapi en la necesidad de una mayorproblematizacin de los problemas derivados de la aplicacin del Materialismo histrico a laprctica arqueolgica. La presencia de un nfasis mecnico-economicista, sobre todo en el casodel grupo liderado por Lumbreras, al igual que una escasa traduccin del acerbo terico de laASL en el mbito de la metodologa arqueolgica, fueron algunos aspectos de esta autocrtica.Hoy, a tres dcadas de su fundacin, se hace necesario un balance acerca de esta importantetendencia en arqueologa, especialmente en momentos en que la crisis capitalista actual y elrenacer de la lucha de clases y de la perspectiva anti-capitalista vuelven ms actuales muchas delas premisas sobre las cuales la ASL adquiri una importante resonancia en el seno de ladisciplina arqueolgica.
Palabras claves:Arqueologa Social Latinoamericana (ASL), teora, metodologa, prctica arqueolgica,materialismo histrico, modo de produccin, modo de vida, totalidad, lucha de clases,academia, poltica.
1Una primera versin del presente artculo fue elaborado en el marco del curso Teora Arqueolgica I (2007) de la carrera de Antropologa con mencin en Arqueologa, a cargo del Profesor Andrs Troncoso(Universidad de Chile). Se puede revisar este trabajo en la pgina electrnica:http://www.tarqueologica.blogspot.com/.2
Licenciado en Historia (Universidad de Chile). Estudiante de la carrera de Antropologa con mencin enArqueologa (Universidad de Chile, IV ao). Correo electrnico: [email protected] Estudiante de la carrera de Antropologa con mencin en Arqueologa (Universidad de Chile, IV ao).
http://www.tarqueologica.blogspot.com/http://www.tarqueologica.blogspot.com/8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana
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I. Que es la Arqueologa Social
Latinoamericana?
Arqueologa Social Latinoamericana
(de ahora en adelante ASL) es una
designacin que se utiliza para definir a
una corriente del pensamiento y la
prctica arqueolgica de nuestro
continente. Esta se desarroll durante
los aos 70s y 80s, existiendo todava
en algunos pases de Amrica Latina,especialmente en Mxico.
Desde su aparicin hasta hoy, esta
corriente se ha caracterizado, con mayor
o menor xito, por el intento de aplicar
en Arqueologa una teora y una
metodologa basadas en el Materialismo
histrico. La idea fue generar una
propuesta terica y metodolgica acorde
con los planteamientos del anlisis
filosfico e histrico marxista (Lorenzo
[Coord] 1979).
Por otro lado, una de las preocupaciones
fundamentales de la ASL fue buscar una
conexin entre la investigacin
cientfica, la produccin de
conocimiento y la accin poltica
(Tantalen 2004). La ASL se defini as
como una Arqueologa
comprometida, identificando su
accionar con las importantes luchas
sociales y con los procesos
revolucionarios que recorrieron
Latinoamrica durante los aos 60s y
70s. De acuerdo a esto, la Arqueologa
deba buscar contribuir, desde su propio
campo; el de la produccin de
conocimiento cientfico acerca del
pasado, con el avance de los procesos
de lucha protagonizados por las clases
explotadas y por el conjunto de sectores
oprimidos del continente. En definitiva,
la produccin de conocimiento en
Arqueologa no se entenda, en los
marcos de la ASL, como un acto
neutral, sino que como un campo de
batalla ms de la lucha de clases
(Oyuela-Caycedo et al. 1997). De ah
que la crtica de la ASL hacia otras
corrientes arqueolgicas, sobre todo en
el caso de la Nueva Arqueologa,
hiciera hincapi no solo en aspectos
tericos o metodolgicos, sino que
adems en la denuncia del carcter
funcional (pro-capitalista) de dicha
corriente, ligada a una importante
nmero de espacios de poderacadmico-institucionales en Estados
Unidos y Europa (Oyuela-Caycedo et.
al. 1997).
Desde su nacimiento, la evolucin de la
ASL se vio condicionada por el
desarrollo de la ideologa polticamarxista durante los 60s y 70s, la cual
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se fortaleci al calor de la extensin de
una serie de procesos revolucionarios a
nivel internacional. As tambin, el
desarrollo inicial de esta corriente se vio
favorecido en Latinoamrica por la
irrupcin de una serie de gobierno de
izquierda, simpatizantes o cercanos al
rgimen nacido de la Revolucin
Cubana (Oyuela-Caycedo et. al. 1997)4.
Este contexto permiti el nacimiento de
una importante generacin de
arquelogos marxistas, los cuales
pasaron pronto a ocupar una serie de
espacios acadmicos de gran relevancia
en universidades y en centros de
investigacin (Oyuela-Caycedo et. al.
1997)5.
Fue justamente gracias al trabajo de
estos intelectuales, quienes se
4Efectivamente, tanto el desarrollo de la luchade clases en Latinoamrica durante estos aos,como el establecimiento de una serie degobiernos cercanos al rgimen poltico cubano,tuvieron una influencia decisiva en elnacimiento y consolidacin de la ASL (Oyuela-Caycedo et. al. 1997). Entre estos gobiernos,podemos mencionar los de Juan Velasco
Alvarado (Per), simpatizante de un proyecto deSocialismo estatal, Carlos Andrs Prez(Venezuela), de signo populista social-demcrata, y el de Salvador Allende (Chile).5 Como plantea Tantalen: [] dichaarqueologa se desarroll en una situacinhistrica que la condicion. En el caso de laArqueologa Social Peruana (ASP), en susinicios esta dependi material e ideolgicamentedel apoyo de un Gobierno Militar concaractersticas socialistas (Politis 1995). Dehecho, las principales posiciones acadmicas yde investigacin fueron asumidas por
arquelogos simpatizantes de esos gobiernos,entre ellos Lumbreras (Oyuela-Caycedo et. al.1994: 367) (Tantalen 2004: 2).
beneficiaron de estas condiciones, que
la ASL dio sus primeros pasos como
corriente. Esto ltimo, sobre todo
gracias a la labor que desarrollaron los
arquelogos Luis Guillermo Lumbreras
(peruano), Mario Sanoja (venezolano),
Iraida Vargas (venezolana), Luis Felipe
Bate (chileno) y Julio Montan
(chileno), entre otros. Durante este
primero periodo, fue la realizacin del
Congreso Internacional de
Americanistas, que se llevo a cabo en
Lima durante el ao 1970, la
publicacin de Arqueologa como
Ciencia Social (de Lumbreras) y
Antiguas Formaciones y Modos de
produccin Venezolanos (de Mario
Sanoja e Iraida Vergas), as como
tambin la convocatoria a la reunin de
Teotihuacan, en 1975, los principales
hitos fundacionales de esta corriente
arqueolgica (Tantalen 2004).
II. Antecedentes tericos y
primeras reflexiones
Con relacin a los antecedentes tericos
de la ASL, estos pueden encontrarse en
una serie de referentes intelectuales e
ideolgicos de la primera mitad del
siglo XX. Por una parte, en el influjo
que tuvo sobre esta corriente la obra y el
pensamiento del arquelogo marxista
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europeo V.G.Childe6 (Oyuela-Caycedo
et. al. 1997). Igualmente, en el influjo
que tuvo sobre la formacin intelectual
de Lumbreras, Sanoja y el grupo
fundador de la ASL, el movimiento
social y poltico del indigenismo. Esta
corriente de pensamiento, que se
desarroll principalmente en Per y en
Mxico en el contexto de la
consolidacin de discursos polticos
nacionalistas, se caracteriz por
propugnar el rescate (e idealizacin) de
las formas de vida prehispnicas, siendo
traducida en un comienzo a la prctica
arqueolgica por Luis Valcrcel y por el
arquelogo peruano Julio Tello a
comienzos del siglo XX (Tantalen
2004). As tambin, destaca la
influencia del libroIndigenismo andino,
de Jos Carlos Maritegui, de gran
relevancia en los orgenes de la ASL7.
6Ver ensayo temtico en seccin anexos.7 Refirindose a los antecedentes ideolgicos ytericos de la ASL durante las dcadas 50 y 60,Tantalen seala: As pues, entre losantecedentes de los planteamientos de la ASL
estuvieron por un lado, una ideologanacionalista y anticolonialista, como elIndigenismo y, por el otro una ideologaclaramente relacionada al capital internacionalnorteamericano. En ambos casos, dichasideologas fueron producidas, conducidas yasumidas por grupos de la burguesa intelectualnacional (como consecuencia de su privilegiadasituacin econmica), bastante previa alsurgimiento de los arquelogos sociales-. Conese sustrato ideolgico que tuvo comofundamento las contradicciones econmicas ysociales, no transcurri mucho tiempo antes de
que se adoptaran perspectivas materialistas ehistricas en algunos de los gobiernos que as lo posibilitaron (Tantalen, 2004: 3-4). Otro
Otro de los antecedentes del nacimiento
de la ASL lo constituye el trabajo que
una serie de arquelogos, interesados en
las ideas marxistas, venan desarrollado
en distintos puntos de Amrica Latina
durante los aos 60s. Uno de los
ejemplos ms importantes de estos
desarrollos disciplinarios lo constituye
el trabajo del arquelogo cubano
Ernesto Tabo, quin en su libro
Prehistoria de Cuba (publicado en
1966) asume algunos de los postulados
del marco terico de la arqueologa
sovitica y de la obra de Childe
(Tantalen, 2004).
En trminos generales, los
planteamientos tericos y
metodolgicos de la ASL durante los
aos 70s y 80s tomaron cuerpo en el
marco del nacimiento de sus dos
principales tendencias. La primera de
aquellas es la constituida por una
primera generacin en la cual destacan
algunos arquelogos como Lumbreras,
Sanoja, Vargas y Montan (Rolland2005). Con respecto a esta tendencia,
fue el libro La Arqueologa como
Ciencia Social (1974), de Lumbreras,
as como tambin la edicin del llamado
Manifiesto de Teotihuacan (1976), las
tratamiento a este periodo, anterior al
surgimiento de la Arqueologa Social, puedeencontrarse en el libro A Marxist ArchaeologyMcGuire (2002).
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principales publicaciones en las que se
vio reflejada la propuesta de la ASL
durante este periodo.
[] Entre los arquelogos de
Amrica Latina, encontramos, desde
los aos cincuenta y, ms an, desde
los sesenta, la reivindicacin de una
arqueologa social, que rechaza el
positivismo, vive una experiencia
poltica comn latinoamericana y se
ve progresivamente influida por elMaterialismo histrico (Rolland
2005: 12).
Describiendo algunas de las propuestas
tericas y metodolgicas reunidas en la
obra La Arqueologa como Ciencia
Social, Tantalen nos comenta lo
siguiente:
Lumbreras esboz en este libro un
programa y un discurso arqueolgico
que principalmente intentaba
desenmascarar a la -ciencia
arqueolgica burguesa y
explotadora- y, -exiga un cambio derumbo en la disciplina arqueolgica
como arma liberadora de las clases
sociales oprimidas- (Lumbreras
1981: 6). Sin embargo, como el
mismo confiesa (Lumbreras 1973: 9),
este libro esta constituido por una
serie de trabajos experimentales-
por lo cual no representa un textohomogneo sino ms bien un
intento de encontrar un mtodo de
anlisis del proceso andino que
explique las cosas coherentemente y
sirva para ligar el pasado al presente
de manera cientfica y significativa.
(Tantalen 2004: 6).
Tratando en este libro una serie de
importantes reflexiones en torno al
problema del objeto y los mtodos de la
arqueologa, as como tambin algunas
cuestiones acerca de los conceptos decultura, fuerzas productivas y
Arqueologa Social, Lumbreras
explicita en esta obra algunos de los
planteamientos bsicos de la ASL. A la
vez, dichos planteamientos constituyen
un punto de partida para el trabajo y la
elaboracin terica del propioLumbreras, la cual alcanzar un
significativo desarrollo durante los
prximos aos (Tantalen 2004). La
publicacin del Manifiesto de
Teotihuacan (1976) y del primer
nmero de Gaceta Arqueolgica Andina
(GAA) en Per (1982) reflejara, en este
sentido, tanto la evolucin de
Lumbreras como la de un importante
sector de la ASL durante este periodo.
Lumbreras (1984), entiende que los
elementos de la totalidad social [es
decir, el sistema econmico, social y
poltico-cultural en su conjunto]estn vinculados dialcticamente, de
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modo que la base o ser social- y la
superestructura se corresponden e
interactan. La tarea del arquelogo
no consiste nicamente en estudiar
los objetos arqueolgicos (-
arqueografa-), sino en -reconstruir la
cultura [], para enriquecer nuestra
imagen del proceso social y conocer
sus leyes-; esto constituye a la
arqueologa como una ciencia social
(Lumbreras 1984: 26-7). La
representacin del modo de
produccin como objeto de
conocimiento parte del estudio de la
tecnologa como representacin o
reflejo de la resolucin de la
contradiccin entre los instrumentos
y el objeto de trabajo (-dialctica
interna de las fuerzas productivas-),
es decir, de la capacidad de una
sociedad para adaptarse, controlar el
medio y ahorrar energa (Lumbreras
1984: 53-64) (Rolland 2005: 12).
Segn estas definiciones, el estudio de
las formas de propiedad existentes en
las sociedades del pasado, as como el
estudio de la relacin que se dio entreestas y el desarrollo de las fuerzas
productivas en distintos periodos de la
prehistoria, ocupara un lugar central del
anlisis y la investigacin arqueolgica
(Rolland 2005). La investigacin de la
conexin existente entre sociedad y
medios de produccin, al igual que elestudio de las posibles relaciones de
desigualdad social inferibles a partir de
dichas relaciones, debera ser as una de
las preocupaciones centrales de la
reflexin de la ASL. Los arquelogos
sociales deberan concentrarse, desde
este punto de vista, en los contextos y
en las distintas asociaciones presentes
en el registro arqueolgico, discutiendo
desde aqu las diversas caractersticas
de los modos de produccin en estudio
(Rolland 2005). Esto permitira, entre
otras cosas, una mayor comprensin de
las formas de desigualdad social
existentes en el pasado (Rolland 2005).
Paralelamente al avance de estas
primeras reflexiones, y a la
consolidacin de la Arqueologa Social
Peruana (ASP) en cuyo seno tom
fuerza esta primera tendencia, la ASL
tuvo como uno de sus ejes plantearse
como una disciplina cientfica crtica;
esto es, al servicio del cambio social
(Lorenzo [Coord], 1979). Aplicando el
concepto de utilidad social, el grupo
fundacional de la ASL propuso, en elllamado Manifiesto de Teotihuacan8,
una serie de consideraciones en torno a
la necesaria unidadentre produccin de
conocimiento cientfico y actividad
poltica.
8 En el cual se establece adems una primera
sistematizacin del programa de investigacin yde los marcos tericos y metodolgicos de laASL.
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Dada la evidente realidad
fundamental de este planteamiento, la
disyuntiva ante los arquelogos y
los dems cientficos sociales- resulta
muy clara y atae a los criterios que
deben normar el trabajo
arqueolgico, tanto en sus
concepciones tericas como
metodolgicas, para alcanzar fines
muy concretos de utilidad social. A
la Arqueologa como -ciencia para el
conocimiento del pasado- por el
conocimiento mismo, sin tener en
cuenta el para qu- ni el para
quin-, se opone cada vez ms la
conciencia de que suutilidad social-
no debe ser slo para placer de
turistas, negocio de saqueadores,
regodeo de coleccionistas privados,
ni para llenar las bodegas de los
museos nacionales y extranjeros. No
basta afirmar como algunos
pretenden, a la luz del cientificismo
norteamericano- que la Arqueologa
es una tcnica, o un conjunto de
tcnicas, para alcanzar un
conocimiento del pasado y quedarse
en meras descripciones prolijas yprecisas; o bien, si el arquelogo lo
considerase oportuno y conveniente,
aplicarles alguna de las teoras neos
de interpretacin, sin atender, ni poco
ni mucho, al destino y la utilidad
social que puedan depararse a las
conclusiones (Lorenzo [Coord],
1979: 82).
La segunda de las tendencias internas de
la ASL fue la representada por Bate
(exiliado en Mxico) con la fundacin
del llamado Grupo de Oaxtepec
(1983). En sus inicios, participaron
adems de este grupo, que alcanz su
mayor desarrollo al interior de la
llamada Arqueologa Social Mexicana
(ASM), otros arquelogos como
Manual Gndara (Mxico) y Marcio
Veloz (Repblica Dominicana)
(Tantalen 2004)9. La constitucin de
esta tendencia, una de las ms
dinmicas al interior de la ASL hasta
hoy, tiene sus races en el creciente
descontento que durante los aos 80s
expresaron una serie de arquelogos al
interior de la ASL con respecto a su
propio quehacer cientfico (Tantalen
2004).
Esta nueva poca es denominada
por Navarrete (1999: 89) como de
Refinamiento terico-. Como
describe Bate [] con respecto a este
grupo de estudios marxistas: -Su
marco terico fue el materialismo
histrico mientras sus mtodos
fueron derivados del materialismo
dialctico-. Asimismo, este grupo
adopt una posicin crtica frente al
Materialismo estructuralista francs
9 Es importante mencionar, adems, la
participacin inicial de algunos destacadosarquelogos de la generacin anterior: entreotros, Lumbreras, Sanoja y Vargas.
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(de Althusser y Godelier) tan popular
en esos aos, principalmente porque
dicha escuela- planteaba una
divisin de la sociedad objeto de
estudio (-totalidad social-) entre base
econmica y superestructura.
(Tantalen 2004: 5).
A partir de estos momentos, Bate y su
grupo de trabajo en Mxico,
principalmente en el marco de su
participacin en el Boletn de Antropologa Americana
10, se
esforzaron en la tarea de dar una mayor
amplitud y profundidad a la reflexin
epistemolgica al interior de la ASL.
Propusieron para esto avanzar en la
problematizacin de la aplicacin del
Materialismo histrico al estudio e
interpretacin del registro arqueolgico.
El objetivo de lo anterior fue, entre otras
cosas, la crtica y el abandono de un
criterio mecnico-economicista estrecho
al nivel de la reflexin e interpretacin
arqueolgica.
L.F.Bate (1998) representa otra de
las tendencias del grupo [se refiere a
la ASL]. Su elaboracin est marcada
por una crtica radical al positivismo,
que le conduce a defender que los
presupuestos metodolgicos
dependen de los ontolgicos [es
10 utilizando a este ltimo como unimportante medio difusor de sus planteamientos.
decir, que dependen de los criterios
mediante los cuales se define la
naturaleza y el carcter del objeto de
estudio de la arqueologa]. Como
stos son los que establecen el nexo
entre la realidad pretrita aparente
(constatada en los datos) y nuestro
presente, se hace necesaria la
reflexin sobre la cadena gentica
de la informacin arqueolgica-, en
cuanto a la teora sustantiva (teora
de la historia) y a las teoras
mediadoras, que se ocupan de los
procesos de formacin,
transformacin y presentacin de los
contextos arqueolgicos y de la
produccin y presentacin de la
informacin arqueolgica (Bate,
1998: 135-9 y Fig. 3.1) (Rolland,
2005: 12).
Partiendo del concepto de sociedad
concreta, identificando a esta ltima
con el de totalidad social, Bate intenta
as dar cuenta del carcter
eminentemente complejo de la realidad
social (discusin estructuras-sujetos) y
de la interpretacin del registro
arqueolgico (Rolland 2005). El estudio
de una sociedad dada debe ser
entendido as, segn Bate, desde el
punto de vista de la comprensin de tres
dimensiones claves: formacin
econmico-social, modo de vida y
cultura (Rolland 2005). La definicin
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de sociedad concreta alude de esta
manera, en ltima instancia, a una
concepcin dialctica de la realidad
social en la cual ser y conciencia se
presentan como una unidad
diferenciada (totalidad). La mutua (y
compleja) interaccinentre condiciones
materiales de existencia, formacin
social, modo de vida y cultura, adquiere
por tanto una importancia de primer
orden en la interpretacin de los restos
culturales de las sociedades extintas11.
Ser y conciencia social, en tanto esferas
fundamentales de existencia de una
sociedad determinada, constituyen por
tanto mbitos integrados, slo
separables en trminos analticos.
En la primera aparece, por un lado,una existencia objetiva, que es la del
ser social- [es decir, las bases
materiales de existencia de una
sociedad dada] y que describe las
relaciones materiales establecidas
entre los seres humanos para la
reproduccin social, y, por otro, una
conciencia- social e institucional,
que es la de las superestructuras-
11 Ms de fondo, la compleja dialcticaexistente entre ser y conciencia social no solotendra una importancia clave en lainterpretacin de restos arqueolgicos de tipoprehistricos. As tambin, la reflexin en
torno a esta problemtica seria esencial almomento del tratamiento de casos de estudio
recientes. Una reflexin inicial sobre estatemtica en los nmeros 2 y 3 de esta serie deCuadernos de Historia Marxista.
[en otras palabras, el aspecto poltico
e ideacional, simblico, de cada
sistema social]. La formacin social
se ve determinada por la primera en
la medida en que en el seno del modo
de produccin se desarrollan las
contradicciones fundamentales, en
torno a la lucha entre fuerzas
productivas y relaciones de
produccin (Bate 1998: 58, 103). No
obstante, Bate (Bate, 1998: 63, 65)
reconoce que en la prctica del ser
social intervienen complejamente las
superestructuras como la conciencia,
la afectividad y, sobre todo, la
institucionalidad, que es la que dicta
normativamente la reproduccin
social, de modo que puede ser en su
propio terreno (sobre todo en el del
Estado) en el que se opere la lucha
por la transformacin social en las
sociedades clasistas no capitalistas,
en funcin, eso s, de la posicin que
ocupen los agentes en las relaciones
sociales de produccin. (Rolland,
2005: 12-13).
De acuerdo a lo anterior, el estudio deldesarrollo de las fuerzas productivas en
arqueologa debe ligarse, antes que al
establecimiento de supuestas fases o
etapas generales de la evolucin
histrica, a la investigacin de las
caractersticas especficas de cada
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sociedad en particular (sociedad
concreta)12.
[] Bate defiende que los
desarrollos de las fuerzas
productivas, por ejemplo a propsito
de la revolucin tribal, expresados
en una magnitud, deben ser
estudiados y explicados con arreglo a
su correspondencia con las
cualidades fundamentales de la
sociedad implicada (propuestas desde
la teora), lo que supone rechazar un
evolucionismo unilineal que haga del
crecimiento de las fuerzas
productivas un desarrollo inmanente.
Ello nos exige en cada investigacin
histrica, dar cuenta del nivel
fenomnico o de mxima
singularidad (la cultura) y de suconexin con el de mxima
generalidad (la formacin
econmico-social) a travs de la
categora de modo de vida-.
En sntesis, hacia mediados de la dcada
de los 80s, es posible identificar una
serie de nociones generales y
discusiones que definen el cuerpo
terico y metodolgico inicial de la
ASL. Estas ltimas, segn el
12 Siguiendo estos planteamientos, uno de losdesafos de la prctica arqueolgica radicara enel reconocimiento de los indicadores materiales
que permitan la identificacin, en cada casoconcreto, de la formacin econmico-social,modo de vida y cultura de una sociedad dada.
arquelogo norteamericano T.C.
Patterson (Augusto Oyuela-Caycedo et.
al.) pueden resumirse en las siguientes:
1. Una perspectiva terica y
metodolgica anclada en el
Materialismo histrico y en el
Materialismo dialctico.
2. La identificacin de la Arqueologa
como una Ciencia social.
3. La necesidad de una perspectiva
multi-disciplinaria en el estudio del
registro arqueolgico.
4. La utilizacin de ciertas categoras de
anlisis marxista en el mbito de la
interpretacin arqueolgica; entre otras,
como ya mencionamos, las categoras
de modo de produccin, formacin
socio-econmica, sociedad concreta,
lucha de clases y modo de vida.
5. Una perspectiva crtica ante la
Arqueologa tradicional, identificandolos intereses de clase que subyacen a la
misma.
6. El planteamiento de una
Arqueologa crtica, comprometida
con la lucha de clases, la Revolucin
obrera y con los intereses de los
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trabajadores y el movimiento popular de
Amrica Latina.
Con distintos nfasis, cada una de estas
caractersticas se expres con fuerza en
el seno de las principales tendencias de
la ASL, llegando a adquirir el carcter
de un verdadero programa fundacional.
Este programa constituira uno de los
principales sellos de la prctica de esta
corriente, tanto en el caso del grupo
constituido por Lumbreras, Sanoja,
Vargas y Montan a mediados de los
70s, as como en el que represent Bate
durante la dcada siguiente.
III. Modo de produccin,
Formacin Econmico-Social,
Modo de Vida y Cultura
A comienzos de los aos 80s, Sanoja y
Vargas (1983) sealan que uno de los
principales problemas de la arqueologa
social ha sido el escaso desarrollo de las
herramientas tericas y metodolgicasque permitan un exitoso reemplazo de
de la arqueologa histrico-cultural y
funcionalista. Destacando el concepto
de modo de produccin, dichos autores
plantean que la operacionalizacin de
este trmino constituira una de las
claves para el estudio, al nivel de la
interpretacin de los restos materiales
de las sociedades extintas, del desarrollo
histrico particular de estas ltimas.
En primera instancia, la utilizacin del
concepto de Modo de produccin
permitira a la arqueologa, entre otras
cosas, el ordenamiento y caracterizacin
de la conducta social de las sociedades
pasadas en relacin a:
[] un determinado tipo de
propiedad de los medios de
produccin, de una determinada
forma de apropiacin del excedente
econmico, de un determinado grado
de desarrollo de la divisin del
trabajo y de un determinado
desarrollo de las fuerzas productivas
(Sanoja y Vargas 1983:19).
No obstante, tal como afirman estos
arquelogos, el concepto de modo de
produccin constituira mucho ms que
una categora histrica formal13. Lejos
de lo anterior, dicho concepto reflejara
un tipo de praxis en la cual el devenir
histrico de las distintas sociedades en
estudio tendra como premisa
fundamental el proceso de produccin y
13 De manera transversal a las distintasreflexiones en torno a este concepto enArqueologa Latinoamericana, se entiende pormodo de produccin (aos 70s y 80s) a laconjuncin y entrelazamiento de fuerzas
productivas y relaciones de produccin en elmarco de un sistema social determinado(Veloz 1984).
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13
reproduccin de su propia vida material
(Sanoja y Vargas 1983)14. Cada modo
de produccin actuara, por tanto, como
el marco en el cual se entretejera el hilo
de la realidad social en su conjunto,
satisfacindose necesidades y crendose
otras nuevas15.
Fue durante el Congreso de
Americanistas de 1970 en el cual un
grupo de arquelogos latinoamericanos
asumieron el desafo de formular, desde
un marco terico basado en la
utilizacin las categoras de modo de
produccin y formacin econmico-
social16, una propuesta de
periodificacin del desarrollo de las
sociedades aborgenes americanas
14 Las bases tericas de la definicin de modode produccin y su relacin con el conceptomodo de vida, que tendr posteriormente unaimportancia central para las reflexiones de laASL, podemos encontrarlas en uno de losprincipales escritos de Marx, La Ideologa
Alemana. En esta obra, Marx y Engels sealanque los hombres: al producir sus modos devida, producen indirectamente su vida material[] este modo de produccin es undeterminado modo de la actividad de los
individuos y un determinado modo demanifestar su vida, un determinado modo devida de los mismos. Los individuos tal y comomanifiestan su vida. Lo que son coincide, porconsiguiente, con su produccin, tanto con loque producen como con el modo de cmoproducen. Lo que los individuos son depende,por tanto, de las condiciones materiales de su
produccin (Marx y Engels 1988: 12).15 En definitiva, este sera el mbito en el cual sedara el origen y la reproduccin de las
prcticas a partir de los cuales los hombresarticulan los aspectos esenciales de su vida en
sociedad.16 enunciadas originalmente por Marx entre1848 y 1858.
(Sanoja y Vargas 1983: 23). Se intent
con ello realizar un anlisis acerca de la
evolucin histrica de las sociedades
indgenas en nuestro continente,
cuestionando para esto el marco
puramente descriptivo (histrico-
cultural) que haba primado hasta ese
momento en la reflexin arqueolgica.
La idea era pasar a un estudio de fondo
de las formas de organizacin social y
econmica que habran primado en los
distintos estadios del proceso cultural
americano (Sanoja y Vargas 1983). Esto
ltimo, al modo de una secuencia
histrico-cultural de validez pan-
regional, generalizable a los distintos
desarrollos culturales locales en
Andinoamrica, Mesoamrica o en las
dems zonas culturales del continente17.
Ahora bien, an cuando estos esfuerzos
se plantearon una primera aproximacin
a un marco de anlisis materialista
histrico en Arqueologa
Latinoamericana, no se haban
clarificado ni discutido an las
17 Con respecto a la operacionalizacin de estasreflexiones, los arquelogos sociales proponenel concepto de modo de produccin como unelemento clave en sus esfuerzos por incorporarel Materialismo histrico en la interpretacinarqueolgica. Esto puede verse tanto en el libro
La Arqueologa como ciencia social, deLumbreras (1974), as como tambin en la obra
Antiguas Formaciones y Modos de Produccin
Venezolanos, de Sanoja y Vargas (1974).
Igualmente, en los trabajos de Bate Arqueologa y Materialismo Histrico (1977) y Sociedad,Formacin Econmico Social y Cultura (1978).
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14
implicancias metodolgicas que
presentaba este tipo de sistematizacin
terica. Si bien mediante la
identificacin de los diversos modos de
produccin existentes en el pasado se
esper caracterizar tipos de sistemas
sociales ms o menos similares,
teniendo como base la presencia de
modos de produccin equivalentes18, la
definicin de estos ltimos llego a ser
en algunos casos extremadamente
generalista19.
Se hizo entonces necesaria una mayor
reflexin en torno a la forma en que
deba pensarse, desde un marco de
anlisis marxista, el importante grado de
variabilidad y complejidad que se
encuentra en la base del desarrollo
cultural americano. Discutiendo la
relevancia del concepto de Formacin
econmico-social, Sanoja y Vargas
(1983) establecen que:
18 aunque con formas de organizacinproductiva particulares.19
Acerca de este punto, la importanteacumulacin de conocimiento arqueolgicodurante las ltimas dcadas ha venidodemostrando las importantes falencias de losmodelos esquemticos de evolucin histrica(Veloz 1984). En los ms variados campos deestudio de la prehistoria de nuestro continente,dichos modelos, incluyendo aqu algunos de losasumidos por los arquelogos marxistas, hancomenzando a ser crecientemente revisados,criticados, o bien refutados. Uno de estoscampos lo constituye el mbito de lasreflexiones en torno a los inicios de la
domesticacin de vegetales y animales, ascomo el del nacimiento del Estado, las clasessociales y sus respectivas dinmicas.
la relacin entre sociedades y el
medio ambiente se considera un
proceso dialctico que determina el
alejamiento del hombre de las formas
de economa natural, predatoria,
dando nacimiento a diversos modelos
de relaciones de produccin y
relaciones sociales de produccin
cada vez mas complejos y efectivos
[] Cada uno de estos modelos de
relaciones de produccin y relaciones
sociales de produccin
concomitantes, es lo que podramos
llamar Formacin Econmico-
Social (Sanoja y Vargas 1983:26).
De acuerdo a lo anterior, cada una de
las variaciones producidas en la
interaccin entre un sistema de
produccin y el ecosistema, originaraun determinado tipo de modo de
produccin especfico. Esto dara como
resultado, por tanto, una importante
diversidad20 de modos de produccin a
lo largo de la secuencia histrico-
cultural americana.
Una posicin distinta fue la asumida por
Lumbreras, quin polemiza con los
planteamientos de Sanoja y Vargas al
afirmar que un modo de produccin no
podra reducirse a un tipo de
produccin especfico: por ejemplo,
cazador, agrcola o pescador, sino que
20afn a la evidencia arqueolgica disponible.
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15
aquel (el modo de produccin) deba
concebirse como la base o
infraestructura de una determinada
formacin econmica social.
Desarrollando estas posiciones,
Lumbreras define al modo de
produccin como las leyes que rigen
una determinada forma de articulacin
de la vida de los pueblos (Lumbreras
1981).
[] No es como algunos piensan
una forma o tipo de produccin. A
partir de esa errnea comprensin de
la categora [refirindose al concepto
de modo de produccin], hay
propuestas sobre modo de
produccin pescador, agrcola,
tropical, etc. Partiendo de una forma
de acceder a las fuentes de
subsistencia, que lgicamente tiene a
su vez formas especificas de modo de
produccin con una forma de trabajo
y formas de organizacin de la
familia o la comunidad con
relaciones sociales de produccin
[] En general, la fuente deconfusin se origina en la difusin de
las ideas de Luis Althuser y su
discpula Martha Harnecker, quienes
tienen una muy particular lectura de
los conceptos marxistas fuertemente
impregnada de una posicin critica
estructuralista. (Lumbreras 1981:26-
27) (Alcina 1989:105).
Fue en el marco de la reunin de
Oaxtepec (Mxico) en donde esta
discusin alcanz un mayor grado de
sistematizacin, logrndose una primera
sntesis de las diversas posiciones. Se
plante que la manera a partir de la cual
Sanoja y Vargas (1983) haban
intentado caracterizar la presencia de
distintos modos de produccin, tendra
en su base una errnea lectura en torno
a la articulacin entre este concepto y el
registro arqueolgico. La identificacin
de distintos modos de produccin
planteada por dichos arquelogos no
estara aludiendo, por tanto, sino a
expresiones particulares de un mismo
tipo de modo de produccin. De este
modo:
[] lo que ellos llamaban modo de
produccin en base al dato
arqueolgico ya interpretado, era en
verdad un parte operativa del mismo,
una praxisdel modo de produccin
(Veloz 1984:8).
Al calor de estas reflexiones, Vargas y
Sanoja rectifican su posicin inicial
trayendo a colacin una nueva
categora, la de modo de vida21. Esta
ltima tendra como objetivo servir de
21ocupada inicialmente por estos arquelogos
para sealar ciertos modelos de adaptacinhumana a partir de las formulaciones de Marx yChilde.
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16
marco conceptual para la integracin
metodolgica de los conceptos de modo
de produccin y formacin econmico-
social, en la perspectiva de su
utilizacin en la interpretacin
arqueolgica.
Segn Vargas y Sanoja, la categora de
modo de vida reflejara una forma de
operatividad comn a todo modo de
produccin (Veloz 1984:8), variable
respecto de las formas que adoptara la
organizacin de la produccin y la
orientacin social de los medios y
objeto de trabajo al interior de las
relaciones de produccin en cada
sociedad particular (Veloz 1984). El
modo de vida constituira, por tanto:
[] una expresin social de la
organizacin de las fuerzas
productivas en relacin con un medio
especifico, con vistas a la
objetivacin de la produccin, lo que
genera sin lugar a dudas una
respuesta cultural tambin
especifica (Veloz 1981:11).
El objeto de una arqueologa social
encaminada hacia la descripcin de la
forma en que entronca la realidad social
en los modos de vida precapitalista
debera ser, por tanto, una arqueologa
de la vida cotidiana. Es decir, una
arqueologa que haga hincapi en el
problema de caracterizar como los
cambios cualitativos y cuantitativos de
determinadas relaciones de produccin
pueden originar rupturas en las mismas,
generando nuevas formas de
organizacin del trabajo y un nuevo
marco de relaciones sociales22.
Por otra parte, teniendo como referencia
el debate en torno a la articulacin entre
modo de produccin, formacin
econmica-social y cultura, es a
nuestro juicio Bate (1998) quien
consigue la ms adecuada
sistematizacin de dichas categoras en
la reflexin arqueolgica
latinoamericana. Segn este arquelogo,
partiendo desde el concepto de sociedad
concreta, las categoras de modo de
produccin, formacin social, modo de
vida y cultura deben ser entendidas no
como aspectos independientes de la
realidad social sino que, por el
contrario, como una unidad
22 No existira, entonces, una relacin directaentre los trminos modo de produccin y modode vida. Esto ltimo, al modo de un reflejomecnico. Si bien cada modo de vida expresaraaspectos de un modo de produccindeterminado, la articulacin concreta entremodo de produccin y formacin social darapor resultado la existencia de modos de vidaaltamente variables. Dicho nivel de variabilidadcultural sera posible, incluso, en el marco desociedades en los cuales las relaciones de
produccin en las que se sustenta la existenciade aquellas sean las mismas, o bienfundamentalmente semejantes.
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17
diferenciada. Dichos conceptos
aludiran as a:
[] distintos niveles de existencia
de la sociedad, desde el mayor nivel
de esencialidad hasta sus expresiones
fenomnicas y singulares (Bate
1998:56).
Tanto las categoras de formacin social
como las de modo de vida y cultura,
reflejaran entonces aspectosobjetivamente distinguibles, aunque no
necesariamente integrados, en el marco
de una sociedad concreta. El carcter
unitario (dialctico) de la realidad social
no podra entenderse, por tanto, como
una relacin entre partes de la
sociedad, sino de diversas dimensionesde la misma (Bate 1998:67). De esta
manera, Bate plantea una perspectiva
del desarrollo social en la cual la clave
analtica sera la relacin tricategorial
entre formacin social, modo de vida y
cultura, en el marco del anlisis
concreto de una sociedad concreta.
Siguiendo estos planteamientos,
refirindose a los conceptos de modo de
produccin y formacin social, Bate
define al primero como:
el sistema de relaciones generales y
fundamentales de la estructura y
causalidad social, entendido como
totalidad [] La categora de
formacin social refleja el hecho de
que la base material y las
superestructuras integran la
indisoluble unidad real de la
sociedad, permitiendo la explicacin
de su dinmica organicidad en
trminos de una causalidad mltiple,
reciproca y jerarquizada (Bate
1998:57).
El concepto de formacin social dira
relacin, entonces, con un nivel que
integrara tanto al ser social como a
las superestructuras, siendo entendido
as como la totalidad de las relaciones
materiales y objetivas de las prcticas
sociales (Bate 1998). De fondo, los
conceptos de modo de produccin y
formacin social hablaran de la forma
especfica en que los procesos bsicos
de la existencia social son dinamizados,
determinados en su evolucin interna y
particular devenir histrico por el
desarrollo de las fuerzas productivas y
las relaciones de produccin. De
acuerdo a estos planteamientos, la
manifestacin singular de una
formacin social dada constituira la
cultura, entendindola como [] el
conjunto singular de formas
fenomnicas que presenta toda sociedad
real (Bate 1998:68). A su vez, dichas
formas fenomnicas estaran siendo
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multi-determinadas por las condiciones
de existencia de una formacin social
dada (Bate 1998)23. Segn Bate, puede
entenderse as mejor el concepto de
modo de vida:
[] como el sistema particular de
eslabones intermedios que median
entre las regularidades fundamentales
y generales de la formacin
socioeconmica y las singularidades
aparentes de la cultura (Bate 1998).
En conclusin, podemos afirmar que la
aplicacin y operacionalizacin (inicial)
de los planeamientos tericos de Karl
Marx y Gordon Childe constituye, entre
otras cuestiones, uno de los ms
importantes aportes de la ASL alpensamiento arqueolgico
latinoamericano. Esto ltimo, sobre
todo en la medida en que:
confiere a la arqueologa social una
posibilidad de interpretacin capaz
de analizar las movilidades interiores
de un modo de produccin, sus
tendencias, sus procesos de cambio
interno, y posiblemente su paso hacia
otras relaciones de produccin
23 Nuevamente, no existira aqu, por tanto, elplanteamiento de una determinacin mecnicaentre las esferas econmica, social y poltica.Existencia y conciencia social seran entendidascomo dos mbitos interrelacionados de la vida
social, sujetos a un juego de mltiplesdeterminaciones con direcciones variables(complejas).
(Veloz 1984 citado en Alcina
1989:108).
La aplicacin de un sistema
tricategorial de anlisis arqueolgico,
especialmente en el caso de las
elaboraciones de Bate, constituye as
uno de los ms claros aportes de esta
corriente a la reflexin arqueolgica de
nuestro continente.
IV. Aportes y Perspectivas
crticas
Entre los aportes tericos-
interpretativos de la Arqueologa Social,
la utilizacin de las categoras de modo
deproduccin,formacin econmico-
social, modo de vida, sociedad
concreta y totalidad social, han
constituido un significativo impulso
para el avance de la investigacin y
reflexin arqueolgica latinoamericana
(Oyuela-Caycedo et. al. 1997).
Efectivamente, la importancia que lleg
a tener la utilizacin del MaterialismoHistrico en la prctica arqueolgica
latinoamericana estuvo lejos de
remitirse al mero mbito de la reflexin
terica. Contrariamente a la opinin
(interesada) de algunos arquelogos en
la actualidad, durante los aos 70s y
80s los arquelogos sociales tuvieronuna destacada participaron en la
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realizacin de una serie de
significativos logros en el estudio del
proceso cultural americano. Los aportes
de Lumbreras alrededor de una serie de
problemticas asociadas al proceso de
complejizacin social en la zona
andina y al surgimiento del urbanismo y
la civilizacin, realizadas al calor de sus
investigaciones en el rea de Chavn,
Huari y el altiplano peruano-boliviano,
son algunos de dichos logros (Oyuela-
Caycedo et. al. 1997). As tambin, los
trabajos de Vargas y Sanoja en torno a
la evolucin histrica de los modos de
produccin prehispnicos en Venezuela,
discutiendo junto a otros arquelogos
sociales las probables dinmicas del
proceso de neolitizacin asociadas a
las llamadas revolucin agrcola y
revolucin urbana (Oyuela-Caycedo,
et. al., 1997), son otros de los avances
propiciados por las investigacin de los
arquelogos sociales. Igualmente, los
aportes tericos y metodolgicos de
Bate al estudio de la Prehistoria
americana, as como tambin lasreflexiones de Gndara en torno a
ciertas temticas de orden
epistemolgico e investigativo (Rolland
2005), son otra demostracin del papel
jugado por la Arqueologa Social en el
impulso de la investigacin
arqueolgica latinoamericana en las
ltimas dcadas24. En otro plano, como
ya mencionamos, el novedoso (y
contestatario) planteamiento de una
Arqueologa comprometida, crtica de
los modelos positivistas y cientificistas
de produccin de conocimiento,
constituy en su momento una
provocadora invitacin a un profundo
re-planteamiento del sentido social y
poltico de la prctica arqueolgica en
nuestros pases (Lorenzo [Coord],
1979).
Ahora bien, la ASL ha sido tambin
blanco de una serie de importante
crticas. Muchas de ellas, inspiradas
bajo criterios netamente polticos, y con
un marcado signo cientificista,
conservador y anti-marxista. Muchas de
24 En nuestro pas, an despus de variasdcadas, destacan los aportes de Julio Montanen torno a una serie de casos de estudio dePrehistoria regional. Sus investigacin en tornoa las primeras poblaciones paleo-indias enChile; por ejemplo, sus investigacionesrealizadas en Tagua-Tagua, as como tambinsus investigaciones en el Norte chico,
constituyen todava importantes referentes deldesarrollo arqueolgico nacional. Finalmente,aunque ya no como parte de la tradicin de laASL, las investigaciones de otros arquelogosmarxistas como T.C.Patterson, Mark Leone,Randall McGuire y otros investigadoresnorteamericanos, son un potente ments de lasupuesta esterilidadde la prctica arqueolgicamarxista al nivel de casos de estudioespecficos. Acerca de la labor de estosarquelogos estadounidenses, destacan sustrabajos en torno al estudio del surgimiento delas primeras aldeas y de la civilizacin, as
como tambin aquellos que giran alrededor detemticas referentes al desarrollo inicial de lasociedad capitalista.
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aquellas, tambin, en gran medida
justas. Detenindonos en relacin de
estas ultimas (las primeras aqu no nos
interesan), podemos destacar aquellas
que plantean la existencia de una serie
de dificultades al nivel de la
problematizacin terica y
metodolgica de la ASL en el terreno
investigativo (Oyuela-Caycedo et. al.
1997). Estas crticas hacen hincapi en
una relativa incapacidad que ha tenido
esta corriente para trasladar sus
planteamientos desde el mbito terico-
epistemolgico al campo de la
investigacin arqueolgica misma.
Refirindose a las falencias detectadas
en este mbito, ya durante los primeros
momentos de existencia de la ASL,
Tantalen realiza los siguientes
comentarios:
Queda claro, a la luz de este libro
[refirindose a La Arqueologa como
Ciencia Social], que Lumbreras tena
bastante interiorizada la teora y el
mtodo del materialismo histrico.
Tambin tena bastante clara la
perspectiva dialctica de la realidad
social y su representacin. Sin
embargo, la manera de llevarla a la
prctica es un elemento inexistente
en dicho documento, quiz, como
consecuencia de su carcter de
manifiesto primigenio de esta nueva
forma de observar la materialidad
social (Tantalen, 2004: 8).
Ms adelante, refirindose igualmente a
la escasa traduccin metodolgica que
ha existido entre el campo de la teora
arqueolgica marxista y su produccin
cientfica, este autor afirma que esta
corriente:
necesita redefinirse y llegar a
realizarse mediante una praxis quesea coherente con sus ideales y
retrica. Estos ltimos, por el
momento, son ms significativos que
su materializacin en casos concretos
de estudio (Politis, 2003: 251) y,
sobre todo se necesita desplegar una
teora de la observacin arqueolgica
a partir de las lneas fundamentales
del materialismo histrico: una
verdadera epistemologa materialista
histrica (Tantalen, 2004: 10).
Segn Tantalen y otros arquelogos,
existiran en el seno de la ASL una serie
de falencias epistemolgicas ymetodolgicas que, como la
preservacin de aspectos centrales de la
interpretacin histrico-cultural o la
utilizacin contradictoria (eclctica) del
funcionalismo norteamericano, habran
limitado, y en gran medida abortado?,
el desarrollo de la ASL como corriente
arqueolgica desde su nacimiento hasta
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hoy (Tantalen 2004).
A second limiting factor is that the
generation of students who were
influenced by the social
archaeologists of the 1970s and early
1980s became dissatisfied with the
lack of a bridge between the theory
(epistemology) and the practice of
doing archaeological research. The
social archeologists argued for the
use of dialectic materialism as a
theoretical approach to archaeology.
In practice, however, the norm was
the production of archaeological
reports without any particular
theoretical focus. In other words, the
social archaeologists spoke and wrote
about the epistemology of
archaeology in marxists terms butcontinued to produce archaeological
research that did not depart from
culture history (Oyuela-Caycedo et.
al. 1997: 372).
Por otra parte, podemos mencionar
adems aquellas crticas que dicen
relacin con la existencia de un anlisis
mecnico-economicista y esquemtico
en el proceso de interpretacin
arqueolgica. Lo anterior, al nivel de los
principales exponentes de la ASL,
aunque especialmente en la tendencia
representada por el grupo de Lumbreras
(Tantalen, 2004). Estas crticas, como
hemos dicho, se refieren al peso que ha
tenido en la produccin de algunos
arquelogos pertenecientes a la ASL un
enfoque interpretativo influenciado por
el determinismo econmico. Es decir,
un enfoque que establece una relacin
en donde la economa jugara un papel
determinante, sin tomar en cuenta la
importancia de los factores polticos e
ideolgicos en la explicacin de los
sistemas culturales del pasado (Oyuela-
Caycedo et. al. 1997). De acuerdo a
Tantalen, al interior de la ASL sera
posible observar, sobre todo en la obra
de Lumbreras:
[] una perspectiva materialista
histrica bastante esquematizada y
mecnica, producto de la lectura deautores influenciados por el
materialismo histrico como el
australiano Gordon Childe y el
peruano Emilio Choy (por ej. Choy
1960), los mismos que a su vez se
asientan en las ideas originales de
Morgan (1877) y Engels (1884).
Obviamente, existe un fuerte
evolucionismo social producto de
estas fuentes. De hecho, el articulo
ms significativo [refirindose al
trabajo de Lumbreras] por la
presencia de evidencia material
(principalmente fechados
radiocarbnicos) titulado La
Evidencia Etnobotnica en los
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Orgenes de la Civilizacin utiliza el
esquema morganiano de Salvajismo,
Barbarie y Civilizacin (Lumbreras,
1974: 177), el mismo que se aplica
directamente sobre la endeble
evidencia arqueolgica disponible en
aquellos aos (Tantalen, 2004: 7).
Finalmente, podemos traer a colacin
aquellas crticas que, esta vez
provenientes de posiciones neo-
marxistas, dicen relacin con el carctersupuestamente trans-histrico del
mtodo tradicional (clsico) del
Materialismo histrico. De acuerdo a
estas posiciones, seria necesario una
mayor problematizacin de algunas
categoras claves del anlisis marxista:
por ejemplo, las categoras de trabajo y
modo de produccin (Rolland 2005).
Ests habran sido entendidas por los
arquelogos sociales, segn estos
autores, de forma a-histrica, siguiendo
a-problemticamente las definiciones
que hiciera Marx de aquellas en relacin
a las sociedad capitalistas modernas
(Rolland 2005). El resultado de lo
anterior sera dejar de lado una
caracterizacin particular de dichas
categoras, sin tomar en cuenta el
contexto socio-histrico y cultural
particular25 de las sociedades
25
muchas veces diametralmente opuestas alas lgicas culturales imperantes en la sociedadmoderna.
prehistricas en estudio (Rolland 2005).
Segn estas ideas, sera por tanto
imprescindible la elaboracin de una
propuesta arqueolgica basada en una
lectura materialista histrica alternativa,
definiendo a esta ltima como no
esencialista y no determinista (Rolland
2005).
Nosotros defendemos una lectura de
Marx a la luz de un marco terico
concreto []. Como consecuencia de
este marco terico planteamos otra
relacin entre el marxismo y la
arqueologa [] Su consecuencia
principal es que el axioma histrico,
proclamado en nombre de Marx, de
la determinacin econmica de las
formas sociales, en el que el trabajo
juega un papel central en la
estructuracin de cualquier prctica y
representacin social y en el que la
escisin entre produccin y
distribucin tiene una validez
antropolgica para medir,
respectivamente, los elementos
permanentes y esenciales, por un
lado, y los cambiantes o formales,
por otro, se transforma radicalmente.
La implicacin poltica de esta
perspectiva resume en la bsqueda
arqueolgica de los determinantes
histricamente especficos de las
formas sociales y las formas de poder
[]. [En otras palabras, estapropuesta] incorpora una ontologa
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contraria al esencialismo [] Por
otro lado, [esto implica] que una de
las lecturas ms comunes de Marx, la
que convierte al trabajo en el
determinante de la formacin de las
sociedades a lo largo de la historia,
responde a un discurso especfico,
que puede ser estudiado en funcin
de los contextos y motivaciones en
que se cre y desarroll, y que puede
ser rebatido desde otros
planteamientos como el que aqu
defendemos. (Rolland, 2005: 14-
15).
Reafirmando su propia definicin de la
categora de trabajo, en oposicin a la
definicin marxista tradicional (clsica)
de la misma (ocupada por la ASL como
una de sus categoras bases), Rolland(2005) seala que:
En cuanto a la forma de aparecer
que tiene el trabajo, en las sociedades
no capitalistas parece que las
actividades productivas y sus
resultados determinan las relaciones
sociales. Los resultados del trabajo
nunca son meros objetos, sino que
estn infundidos de significados
(simbolismo) y de ese modo se
asume que son ellos los que
determinan la posicin social, la
definicin tnica, etctera, cuando en
realidad son las relaciones sociales
las que constituyen estos resultados
del trabajo de un modo tan
significativo. Esto indica, por tanto,
que el trabajo no constituye la
sociedad en las sociedades no
capitalistas, sino, al revs, se ve
constituido por ellas, pese a las
apariencias [] esto exige entender
que, en el momento en que nos
desplazamos a otros momentos
histricos, el objeto de conocimiento
que perseguimos, por ejemplo la
organizacin del trabajo en torno a la
minera y metalurgia de la Edad del
Bronce en Eurasia, no puede
explicarse en funcin de una esencia
o categora pretendidamente neutral
como la organizacin del trabajo y
de la forma que adquiere. Es preciso
entenderlo histricamente, es decir,
teniendo en cuenta las relaciones
concretas de alteridad que en realidad
dotan de existencia histrica al objeto
de conocimiento al que aludimos con
nuestras categoras, y que existen
independientemente de nosotros
(Rolland, 2005: 18-19)26.
26
Segn creemos, el error de estosplanteamientos corre por va doble. Por un lado,la afirmacin (general-esquemtica) que haceRolland (2005) sobre la existencia de un anlisismecnico determinista del trabajo y el modo deproduccin sobre las relaciones sociales. Esdecir, una perspectiva que, supuestamentecomn al conjunto de la tradicin marxistaclsica, no tomara en cuenta el papeldeterminante de las relaciones sociales sobre lasdiversas formas de trabajo y modos deproduccin existentes a travs de la historia. Sinembargo, basta con remitirnos a algunas ideas
de Childe, hace ms de medio siglo!, respectoal rol de las relaciones sociales en el origen delos modos de produccin para relativizar estos
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Importantes reflexiones que, junto a una
mayor problematizacin de los aportes
y debilidades que han caracterizado el
desarrollo de la ASL en el pasado,
deben ser objeto de un tratamiento ms
profundo del que es posible en los
marcos de este artculo. Esto ltimo,
sobre todo para quines veamos en el
Materialismo histrico una poderosa
herramienta de interpretacin del
pasado, as como tambin, desde ah, la
una gua para la transformacin
revolucionaria del presente.
V. La Arqueologa Marxista en
el Estado Espaol: La teora de
las prcticas sociales. Hacia
una Arqueologa SocialIberoamericana?
Hacia comienzos de los aos 80s,
luego de dcadas de dictadura
franquista, comienza a desarrollarse en
Espaa un importante ncleo de
planteamientos. Por otra parte, el error deRolland (2005) consiste en reemplazar un tipode determinacin mecnica, la econmica, porotra: la de las relaciones sociales sobre la esferaproductiva. Por el contrario, las reflexiones quehan dado los arquelogos socialeslatinoamericanos en torno a los conceptos modode vida y sociedad concreta apuntan,precisamente, a establecer una clara separacincon las diferentes formas de anlisis mecnico:sea este de tipo econmico o cultural, dando
cuenta de la inevitablemente compleja dialcticaentre trabajo, modo de produccin, relacionessociales y cultura.
arquelogos influenciados en su
quehacer cientfico por el Materialismo
histrico (Tantalen 2005). En el marco
de una Arqueologa de marcado carcter
conservador, este grupo es parte de una
reaccin intelectual ms amplia (que
incluy a varios arquelogos de
renombre) en contra del fuerte sesgo
tradicionalista e historicista que
primaba por entonces en la academia
arqueolgica espaola (Tantalen
2005).
Fue en el contexto del desarrollo de las
importantes transformaciones polticas
acaecidas en Espaa una vez terminada
la dictadura de Franco27, que aparece
uno de los primeros trabajos en que se
hizo una defensa explicita del
Materialismo histrico como mtodo de
interpretacin y anlisis arqueolgico
(Vazquez Varela y Risch 1991, citados
en Tantalen 2005). Este trabajo, bajo la
autora de Vicente Lull, constituy28 un
verdadero puntapi inicial para la
conformacin de un nutrido grupo deArqueologa marxista en Barcelona
(Vazquez Varela y Risch 1991, citados
en Tantalen 2005). En pocos aos,
27 Durante este periodo se produce, en el marcode la consolidacin de la llamada transicin
democrtica espaola, la llegada de sectoresdemcrata- burgueses al poder (progresistas),
crticos del rgimen franquista.28 pese a la fuerte critica que suscit en elcampo acadmico tradicional.
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dicho grupo da inicio a sus primeras
investigaciones de campo, impulsando
la elaboracin de un marco terico
anclado en la tradicin del Materialismo
histrico (Chapman et al 1987, Gasull
et al 1984, citados en Tantalen 2005).
Un paso importante en la consolidacin
institucional de este ncleo fue la
creacin del Departament dHistoria de
les Societats Pre-capitalistes i d
Antropologia Social de la Universidad
Autnoma de Barcelona (UAB), en
cuyo seno se llevara a cabo una
destacada labor terica e investigativa
inicial adscrita a los marcos tericos del
Materialismo histrico y a ciertos
postulados neo-marxistas (Rolland
2005). Posteriormente, otro de los hitos
de la consolidacin de este grupo fue la
edicin de la Revista Atlntica
Mediterrnea de Arqueologa Social
(RAMPAS), uno de los principales
rganos de este ncleo.
A partir de la dcada de los 90s, este
grupo de arquelogos realiza una de lasformulaciones mas concretas en torno a
la forma en que conciben la aplicacin
del mtodo marxista en la interpretacin
arqueolgica (Rolland 2005).
Denominada como teora de las
practica sociales (Castro et al 1996),
esta ltima recoge tanto elementos delMaterialismo histrico como de ciertas
teoras sociales neo-marxistas referidas
a los fenmenos de produccin-
reproduccin de la vida social. Sus
autores parten de la base de que el
Marxismo se propone:
identificar y explicar las
condiciones objetivas materiales en
las que se basa la produccin de la
vida social, as como descubrir si las
relaciones sociales que se establecen
en y entre la sociedades, explotan,ocultan y /o alienan al individuo
social (Castro et al 1998:25).
En este sentido, dicha teora plantea que
las sociedades humanas constituyen:
conglomerados de inters
conformados por hombres y mujeres
(agentes sociales) y las condiciones
materiales en las que viven (mundo
de los objetos) [] Los
acontecimientos que ponen en
relacin estas tres categoras
objetivas [agentes, condiciones
materiales y objetos] constituyen las
prcticas sociales, las cuales plasman
en un sentido concreto toda la
combinatoria potencialmente
ilimitada entre las tres condiciones
objetivas de la vida social29. (Castro
et al 1996:35).
29 Por condiciones objetivas de la vida social sehace referencia a las esferas parental,
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De esta forma, mediante la articulacin
de las condiciones materiales de la vida
social en sus distintos niveles, las
prcticas sociales se constituyen como
las gestoras y sostenedoras de las
mismas (Castro et al 1996). En el marco
de este proceso se estableceran as una
serie de reglas del juego social,
caractersticas de cada grupo social en
el mbito de su reproduccin social
inmediata (Castro et al 1996). Al nivel
del registro arqueolgico, las prcticas
sociales tendran entonces una
importancia fundamental en la forma en
que se estara expresando la cultura
material en sus distintas esferas:
parental, econmica o poltica (Castro
et al 1996). El papel de las prcticas
sociales sobre las diversas expresiones
materiales de una sociedad dada,
tericamente visible en el registro
arqueolgico, sera por tanto clave en el
campo de la produccin y reproduccin
de la realidad social en su conjunto
(Castro et al 1996). De acuerdo a estos
planteamientos, este papel de lasprcticas sociales en el mbito de la
cultura material se dara, entre otras
cosas, mediante la generacin y
mantenimiento de los hombres y
mujeres por parte de la esfera parental;
por medio de la produccin de las
econmica y poltica propias a cada grupohumano.
condiciones materiales para la vida
social realizada por la esfera
econmica; y finalmente, por la
creacin de categoras sociales que
trascienden la condicin sexual por
parte de la esfera poltica (Castro et al
1996).
En el campo de la interpretacin
arqueolgica, la teora de las prcticas
sociales permitira acceder, de esta
manera, a las tres condiciones objetivas
bsicas de la vida social ya
mencionadas (parental, econmica y
poltica) (Castro et al 1996). De aqu,
sera posible la reconstruccin, va
registro material, de la forma en que se
habra dado la articulacin de las
prcticas sociales, tal y como aquellas
se combinaron en el pasado (Castro et
al 1996). El presupuesto de esto ltimo
lo constituye la idea arqueolgica bsica
de que las condiciones objetivas de la
vida social poseen una realidad material
que facilita, aunque no sin una debida
problematizacin terica, suidentificacin emprica (Castro et al
1996). Siguiendo estas ideas, la
disposicin de dichas condiciones
objetivas constituira un potente
indicador en el reconocimiento de
espacios sociales, en los cuales las
relaciones entre objetos (materialidades)daran cuenta de reas de actividad
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social o espacios estructurados
socialmente (Castro et al 1996). La
recurrencia o singularizacin de dichas
relaciones (entre objetos) har que
cobren significado ciertas prcticas
socio-parntales y/o socio-polticas,
siendo la generalizacin terica de
dichas recurrencias o singularidades el
eslabn interpretativo necesario para
reconstruir las prcticas sociales de una
sociedad en el pasado (Castro et al
1996).
Por ltimo, es necesario referirnos a la
definicin de objetos arqueolgicos que
proponen los autores de la teora de las
prcticas sociales. Rehuyendo de una
comprensin simplista de los mismos,
esencialmente tipolgica-descriptiva30,
as como tambin ligndola a una
perspectiva materialista, dicha
definicin destaca que dichos objetos
poseen:
[] unas formas de ser y unas
maneras de estar (Castro y otros1996: 42). Las primeras son definidas
por el proceso de trabajo y el
conjunto de movimientos concretos o
tcnicos a l asociado; como
prcticas socioeconmicas, estos
movimientos otorgan a sus resultados
o valores de uso una funcin original
30 comn a una amplia diversidad decorrientes en Arqueologa.
y esencial destinada a satisfacer las
exigencias mnimas de vida (Castro y
otros 1996: 38, 42). Con motivo de
diversas relaciones espaciales entre
estos productos, esta funcin original
es colonizada por otros tipos de
prcticas, que les infunden un
significado ms social y, en
ocasiones, ocultan a quienes han sido
sus autores o han hecho posible su
produccin (Castro y otros 1996: 40,
42-3) (Rolland 2005:14).
Los objetos arqueolgicos no solo nos
hablaran sobre el espacio social y
geogrfico en que aquellos se
desenvolvieron (plano de los
circundatos), sino que a la vez
constituiran importante indicadores
acerca de la gestin social que le
habran dado los hombres al mismo
(plano de los arteusos). As tambin,
estos objetos diran relacin con la
forma particular que tuvo cada sistema
social de implementar dicha gestin del
espacio, teniendo como fin el
cumplimiento de objetivosdeterminados (plano artefactual) (Castro
et al 1996). Los objetos arqueolgicos
informaran por tanto acerca de las
condiciones sociales particulares que
caracterizaron la vida material sobre la
cual se asent un grupo humano en el
pasado (Castro et al 1996). De estaforma, estos ltimos no seran:
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[] meros productos pasivos ni
tampoco instrumentos sumisos en
manos habilidosas que median en la
produccin social, sino sujetos
determinantes que habilitan gestos,
pensamientos y acciones que
marcarn el rumbo y la instruccin
de nuevas manos y pensamientos,
pensamientos que se erigirn en
punto de partida del conocimiento de
una historia que colaboran
activamente a construir. Los objetos
han sido hechos con la misma
intensidad con la que nos hacen
(Lull 2005:8).
Tomando en cuenta lo enunciado hasta
aqu, podemos afirmar que uno de los
aportes ms atrayentes de la produccin
terica del grupo marxista espaol hasido el desarrollo de una teora social
contrastable al nivel del anlisis de los
restos materiales (Tantalen 2005)31.
Conviene mencionar, de igual forma,
que los aportes de este ncleo de
arquelogos marxistas, entre cuyos
investigadores destaca Vicente Lull,Jos Ramos y Pedro Castro, no pueden
ser enunciados exclusivamente en el
31 Este aspecto de la produccin intelectual delos arquelogos marxistas espaoles cobramayor relevancia si se toma en cuenta que,
justamente, aquel ha sido uno de los mbitosms dbiles de la labor de los arquelogossociales latinoamericanos.
plano de la academia32. Esto ltimo,
especialmente en la medida que gran
parte de estos arquelogos, como Lull y
Ramos, han abierto las puertas al
tratamiento de los aspectos poltico-
prcticos de la investigacin en
arqueologa (Rolland 2005). Destacan
en estos esfuerzos la importancia que
han dado dichos arquelogos a la
ciencia histrica o arqueolgica en la
labor de desentraar tericamente las
distintas formas de naturalizaciones del
pasado que realiza la ideologa
capitalista. Igualmente, destaca la
promocin que han hecho estos
intelectuales de una gestin democrtica
y horizontal del patrimonio
arqueolgico (Rolland 2005). Estas
herramientas, entre muchas otras,
constituyen importantes insumos sobre
los cuales como arquelogos podemos
aportar a la transformacin del presente
mediante nuestro propio ejercicio
disciplinario.
En los ltimos aos, el acercamientoentre las nuevas generaciones de
arquelogos sociales latinoamericanos
con los desarrollos de la Arqueologa
Social Espaola, constituye un
importante precedente para la futura
32
an cuando la mayor parte de la actividadde estos se haya desarrollado dentro de lamisma.
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evolucin de la perspectiva marxista en
Arqueologa. Tal y como ya han
planteado algunos arquelogos, esto
podra constituir un antecedente en la
gestacin de una verdaderaArqueologa
Social Iberoamericana, explcitamente
marxista.
VI. Conclusiones
La importancia de la ArqueologaSocial ha sido ampliamente aceptada
por el conjunto de la comunidad
acadmica. A diferencia de otras
corrientes desarrolladas en nuestros
pases, en la gran mayora de los casos
meras subsidiarias de tendencias (o
modas) tericas provenientes del
primer mundo, existe un consenso en
reconocer a la ASL como la primera
escuela de pensamiento arqueolgico
nacida en Amrica Latina. Segn
algunos connotados arquelogos, entre
otros los norteamericanos T.C.
Patterson o R. McGuire, esta ha llegado
a ejercer un profundo y verdadero
impacto en la arqueologa de nuestro
continente (Oyuela-Caycedo et. al.
1997).
En el caso de los arquelogos que
discuten la real dimensin de su
influencia33, estos parten primero por
reconocer el destacado papel que ha
cumplido la Arqueologa Social desde
su nacimiento. Antes que negar o
cuestionar su relevancia, lo que hacen
es debatir la real influencia que esta
ltima habra tenido en la evolucin de
la arqueologa regional, principalmente
en los pases en los cuales adquiri
mayor peso.
En trminos generales, la importancia
de la ASL puede ser evaluada a partir de
una serie de variables. Por un lado, la
difusin y el impacto que han tenido sus
planteamientos tico-valorativos,
entendiendo por estos una serie de
nociones respecto al para qu? de la
produccin de conocimiento. Por otra
parte, el grado de desarrollo de su
produccin terica y reflexin
metodolgica, al calor del impulso de
una serie de casos de estudio
concretos34. Finalmente, la importancia
de la ASL puede ser medida adems en
trminos de la consolidacin
33 entre otros, H. Tantalen, A. Oyuela-Caycedo, A. Anaya, C.G. Elera y L.M. Valdez.34 Para una revisin de estos casos de estudio,que no podemos abordar en los marcos de esteartculo, remitimos al lector al estudio de la obrade los principales exponentes de este corriente.En los prximos meses, revisar la nuevaedicin de esta serie, el libro (compilacin) LuisFelipe Bate, contribuciones al pensamiento
marxista desde la reflexin arqueolgica(prlogos de Francisco Gallardo y DonaldJackson).
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acadmico-institucional que esta lleg a
alcanzar desde su origen.
Con respecto al nivel de difusin que
tuvieron los planteamientos tico-
valorativos de la Arqueologa Social,
estos llegaron a tener,
fundamentalmente durante sus primeros
aos, un fuerte impacto al momento de
la discusin sobre el sentido social de la
prctica arqueolgica. La propuesta de
una Arqueologa comprometida con
el cambio social, crtica de aquellas
corrientes arqueolgicas promotoras de
intereses econmicos y polticos ligados
al colonialismo35, ha llegado as a
influenciar fuertemente la ubicacin
intelectual de una gran cantidad de
arquelogos en las ltimas dcadas
(Benavides 2001). En este mbito, la
ASL tiene como mrito haber sido la
primera corriente arqueolgica en
Latinoamrica que se haya planteado la
discusin en torno al problema de los
intereses sociales y polticos que se
encuentran en la base del quehacerarqueolgico (Lorenzo [Coord], 1979).
Su crtica a las diversas formas de
Arqueologa tradicional;
especialmente la Arqueologa histrico-
35
Uno de los casos paradigmticos de esto hasido, sin duda, la Nueva ArqueologaNorteamericana.
cultural y la Nueva Arqueologa36,
tuvo una importante repercusin a la
hora de la evaluacin de los criterios de
legitimacin de la produccin de
conocimiento en Arqueologa37.
Ahora bien, reconocemos que el
impacto que tuvo la propuesta poltico-
valorativa de la Arqueologa Social no
ha sido homogneo, ni temporal ni
regionalmente. Esta influencia,
desigual, se habra dado con mayor
fuerza durante los 70s y la primera
mitad de los aos 80s, paralelamente al
fortalecimiento de los diversos procesos
de transformacin revolucionaria que
recorrieron el continente. Durante el
periodo siguiente, especialmente desde
los aos 90s, esta influencia
experimentara un agudo reflujo, de la
mano de la derrota del ascenso de masas
y de la instauracin de los planes
neoliberales en la regin (Oyuela-
Caycedo et. al. 1997). De esta manera,
la influencia de los planteamientos
tico-valorativos de la ASL se habra
36 as como tambin su rechazo delneopositivismo y cientificismo acadmico.37 La importancia de la Arqueologa Social eneste punto puede ser medida adems en el hechode que un gran nmero de arquelogos,provenientes de las ms diversas tendenciastericas, han debido dar cuenta (quiranlo o no)de estas discusiones. Esto ltimo, sobre tododesde comienzo de los aos 80s, ya sea
manteniendo algn grado de cercana con losplanteamientos poltico-ideolgicos de la ASL,o bien rechazndolos de plano.
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dado mayormente en los pases en los
cuales se conformaron gobiernos de
izquierda38, siendo mucho menor en
aquellos en los cuales la burguesa logr
mantener en el poder sectores ms
proclives a sus intereses (Oyuela-
Caycedo et. al. 1997).
Sobre el impacto que lleg a tener la
produccin terico-metodolgica de la
Arqueologa Social, as como tambin
acerca de la importancia de su prctica
arqueolgica, podemos afirmar que su
influencia ha sido tambin relevante,
aunque nuevamente desigual y tan solo
en algunos pases (Oyuela-Caycedo et.
al. 1997). Acerca de esto, es evidente
que el intento de esta corriente por
desarrollar una propuesta terica a partir
de las perspectivas del Materialismo
histrico ha tenido, cuando menos, una
amplia difusin continental. Las obras
de los principales exponentes de la ASL
son conocidas, y ledas, en la mayora
de las Universidades en Latinoamrica
(Oyuela-Caycedo et. al. 1997). Lostrabajos de Lumbreras, Bate, Vargas,
Sanoja y Montan, entre otros, han sido
ampliamente conocidos y estudiados (en
mayor o menor medida) por el conjunto
de la comunidad arqueolgica
latinoamericana. Lo anterior,
38 principalmente en Per, Chile, Mxico,Venezuela, adems de Cuba.
independientemente del nivel en que sus
planteamientos hayan sido
progresivamente aceptados, revisados o
refutados (Benavides, 2001). En el
mbito del desarrollo de la prctica
arqueolgica misma (casos de estudio),
puede afirmarse que las principales
propuestas tericas y metodolgicas de
esta corriente, especialmente en el caso
de Lumbreras, Vargas, Sanoja y Bate
(Rolland, 2005) han tenido una difusin
similar. Nuevamente, ms all de si
aquellas propuestas hayan sido
mayormente aceptadas por las distintas
agrupaciones de arquelogos en
nuestros pases. Con relacin a esto
ltimo, cabe resaltar el significativo
aporte de Lumbreras en el campo de sus
investigaciones en torno al proceso
cultural en Andinoamrica, siendo los
resultados de dichas investigaciones
(por muchos aos) una especie de
sntesis de la interpretacin
arqueolgica en este terreno. De la
misma forma, resalta la influencia que
han tenido los trabajos de Vargas ySanoja sobre una serie de casos de
estudio, principalmente en Venezuela,y
la de los planteamientos tericos de
Bate desde su exilio en Mxico39.
39 Como hemos dicho, no es posible realizaraqu una revisin ms particularizada de los
aportes especficos de la ASL en el terrenoinvestigativo. Para un estudio ms acabado entorno al desarrollo de la Arqueologa Social,
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32
En cuanto a la influencia que ha
ejercido el desarrollo terico-
metodolgico de la ASL en la prctica
arqueolgica de Amrica Latina, esta ha
sido, nuevamente, ms bien irregular.
Aparte de los pases que hemos
mencionado: Per, Mxico, Venezuela
y Cuba, la adopcin de teoras y de una
propuesta metodolgica influenciada
por los planteamientos de la ASL ha
sido limitada o nula (Oyuela-Caycedo
et. al. 1997). Incluso en los pases en los
cuales la ASL lleg a tener mayor
presencia (Per y Mxico), el impacto
de la ASL ha tenido importantes
limitantes (Oyuela-Caycedo et. al.
1997). En el caso peruano, la influencia
de esta corriente se ha visto
profundamente debilitada,
principalmente a partir de los aos 90s.
Aquello se ha visto reflejado, entre otras
cosas, en el propio devenir de la
produccin de conocimiento
arqueolgico en dicho pas, con una
creciente tendencia a la preeminencia de
una investigacin e interpretacinarqueolgica de corte histrico-cultural
y procesual (Tantalen, 2004). Estos
enfoques (histrico-culturales y
procesuales) han influenciado de tal
manera la evolucin de la ASP
revisar los trabajos de McGuire 1992,Fernndez 2004, Trigger 2006, Politis 2003,2006.
(Arqueologa Social Peruana), que la
propia Gaceta Arqueolgica Andina
(GAA) ha experimentado una
importante merma de las publicaciones
inspiradas en un marco terico y
metodolgico materialista histrico.
Ms an, en parte debido al curso del
propio desarrollo poltico peruano40, el
mismo grupo de arquelogos seguidores
de Lumbreras se vio fuertemente
disminuido, emigrando la mayora de
aquellos a otras escuelas de
pensamiento arqueolgico (Tantalen
2004). Esto signific, a comienzos de
los aos 90s, una importante crisis en
el seno de la ASL, la cual puso en
entredicho la existencia misma de la