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Charro Requena

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Page 1: Charro Requena

Humberto Requena Oliva

UN CHARRO DE ANTAÑO

Su peculiar bigote no pasa desapercibido cuando recorre en su auto blanco las calles de Catacaos. Su nombre fue reemplazado hace años por el seudónimo del “Charro Requena” y es así como lo conocen hasta el día de hoy. La rutina que solía hacer en sus años mozos ya no es la misma. Ahora los pasos de los años se reflejan en su andar un poco lento pero siempre seguro. Ha sido creador de las peñas en Piura cuando pone el mesón turístico “El Charro”. Con este negocio duro 10 años haciendo que la gente acuda a divertirse y gozar de la música peruana. Se define como una persona al servicio del pueblo. Ama a su familia. Da gracias a Dios por lo que hasta el momento ha podido realizar. Y tiene el anhelo de que Catacaos sea algún día elevada a provincia. Nació en 1927. Desde los 18 trabajó en el campo. Salía a recorrer las tierras con su sombrero como parte de su peculiar vestimenta que hoy lo caracteriza “Lo usaba para protegerme del sol incesante que solía salir al medio día en las parcelas de los gamonales donde trabajaba”. La misma vida en el campo hizo que aprendiera a montar y naciera su amor por los caballos. El carisma y coraje de don Humberto lo llevo a participar en México en un juego donde el caballo tenía que tumbar a un toro. Al enterarse de esto su amigo Francisco Gonzales García fue el primero que lo llamo “Charro”. Hoy en día se le conoce con este sobrenombre en todo el pueblo de Catacaos y los lugares que ha visitado. Desde hace unos 50 años usa bigote largo. Su esposa al ver que sus dedos estaban lastimados por tanto enroscarse los bigotes, le hizo una crema de cera de abeja con goma tragacanto que uso por años y le dio un estilo más firme. Ahora su hija Viviana le manda desde Estados Unidos una crema para mostachos (bigotes). Quiere a Catacaos y por ello que creo en este lugar su casa cuando todo era un arenal. Llego a ser alcalde de Catacaos en el periodo del 70 al 80 donde hizo toda la pavimentación de este pueblo, puso agua y desagüe. Fue el cesar que lucho junto a sus demás compañeros, tocando puertas día y noche pidiendo colaboración para la reconstrucción de la iglesia San Juan Bautista de Catacaos. Gracias a Dios lo logro y hoy esta orgulloso de la labor que desarrollo al ver como este templo es uno de los más bellos en el norte del Perú. Ha pasado 17 años de su vida corriendo pistas con mucha adrenalina. Gracias a esto ha conocido a muchas personalidades del mundo automovilístico, con las que compartió anécdotas, sentimientos de amistad y momentos muy gratos. Viniendo de Chile sufre un accidente que le origino una lesión en la columna y la muerte de su copiloto. La curva de la muerte en Nazca puso fin a esta pasión. La rutina de antaño ya no es la misma. Ahora solo realiza tensión dinámica por que el paso de los años y la lesión que tiene en la columna no le permiten hacer los ejercicios de antes. Suele levantarse cuatro y media de la mañana. Luego se dedica al cien porciento a las gestiones que requiere su colegio. Le regala hermosos días a su esposa Zoila Pasapera Maldonado. Con ella suele compartir recuerdos, anécdotas, tristezas y alegrías en su casa de la avenida Cayetano Heredia. Se siente orgulloso de sus hijos y de su mujer. “Nunca encontrare una dama como ella”. El hecho que marco su vida y la de su esposa fue la muerte de su hijo Cristian. “Lo mato una mototaxi. La muerte de mi hijo fue lo mas duro que me ha pasado y no se lo deseo a nadie”.

DEVOCIÓN El Señor Cautivo de Ayabaca es el santo al cual venera. En un momento de su vida Dios le puso una gran prueba. Su hija Lorena fue desahuciada por los doctores que la atendían. El amor de padre lo llevo a la ciudad de ayabaca donde visito el templo del gran patrón del norte. Con gran devoción

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y aferrándose al milagro del santo moreno, le pidió por la salud de su gran tesoro. “Prometí rendirle un homenaje cuando la vida me ponga una oportunidad en mis manos. A los meses mi hija se recupero satisfactoriamente”. Humberto no pudo olvidar la promesa y al llegar a ser congresista consigue que la sagrada imagen del señor cautivo de ayabaca sea condecorada con la medalla de honor del congreso de la república. Su devoción sigue vigente en lo profundo de su corazón ya que le ha dado la dicha de seguir disfrutando de su heredera. “No cumplí mi promesa por política, lo hice por un agradecimiento profundo a mi Señor Cautivo”

DENTISTA POR UN DÍA Su amigo, el doctor Valverde, lo convirtió en doctor por un día. Hizo que saque muelas a sus pacientes ya que él no podía hacerlo por tener un dolor en la mano. Humberto no se atrevía a realizar esto ya que temía causar un dolor en los pacientes. Además no se dejarían atender por alguien que no era dentista. Sin embrago como no hay paciente que no cierre los ojos cuando le van a sacar un diente. Procedió a cumplir el pedido de su gran amigo y le saco una muele a la viejita que esperaba su turno. “Ella se fue sonriente por que por primera ves el doctor, que era yo, no le había hecho sentir dolor. Moleste a mi amigo Valverde por que sin tener experiencia podía ser mejor dentista que él (risas)”.

CONGRESISTA Esta muy agradecido con su esposa Zoila y a su amigo Fernando Olivera Vega. Ellos lo convencieron para que haga frente a un nuevo reto: llegar al congreso. Al ser muy conocido por el pueblo, no le sorprendió que la gente vote por el. Fue elegido congresista y su vida cambio mucho. Extrañaba la tranquilidad y la rica gastronomía de su Catacaos, por ello cada 15 días venia de visita por este pueblo. Retornaba a lima con los pedidos de la gente y se ponía a trabajar en estos. Solía entrar al congreso a las 7:30 am y salía a las 10:00 pm. Sus días eran más agitados cuando llegaban las reuniones del pleno, ya que salía a la una o dos de la madrugada. Su sombrero de paja toquilla, hecho por manos de mujeres tallánes, siempre lo acompaño en las reuniones del congreso. Al preguntarle por la anécdota que mas recuerda con sus amigos congresistas, lanza una carcajada y comienza su relato “en la ultima sesión se me perdió mi sombrero. Al ver que no me lo devolvían. Pido la palabra al presidente del congreso y le digo que había cleptómanos en la reunión. Para que me lo devolvieran dije que mi sombrero estaba curado por brujos de Huancabamba y el que se lo ponía se volvería cachudo. A los pocos segundos mi sombrero fue lanzado al sitio en que me encontraba y todos mis compañeros se comenzaron a reír”. El charro extraña de esta época el poder ayudar con proyectos a mucha gente que necesita una mejor calidad de vida. Uno de sus logros fue la aprobación del seguro de vida para 54 personas, entre otros proyectos que recuerda con gran satisfacción. En su rostro se reflejan los 81 años de existencia que ha vivido de principio a fin. Aun tiene

muchos sueños por realizar y no descansará hasta cumplirlos. La vida de don Humberto “El

charro Requena” seguirá transcurriendo entre su familia y la ayuda al prójimo por que sabe que

la humildad hace grande a las personas.