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Com y Soc 2º texto. Ocultamiento de la verdad en diversos atentados políticos Los 11 principios de la propaganda de Goebbels En pleno siglo XXI, cada vez que vemos las campañas electorales, conviene recordar el decálogo que escribió Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, súbdito número uno de Adolf Hitler, quien llegara por la vía del voto al poder: 1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo. 2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada. 3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. 4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. 5. Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”. 6. Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. 7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones. 8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias. 9. Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

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Recopilación de artículos periodísticos centrados en magnicidios, manipulación, etc.

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Los 11 principios de la propaganda de Goebbels

En pleno siglo XXI, cada vez que vemos las campañas electorales, conviene recordar el decálogo que escribió Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, súbdito número uno de Adolf Hitler, quien llegara por la vía del voto al poder:

1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.

2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos,

respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

5. Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

6. Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

9. Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

10.Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

11.Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.

La matanza de Tlatelolco: su historia Foto histórica: Ernesto Zedillo, quien llegara a ser presidente de México, es detenido durante el 68.

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México, 2 de octubre de 1968. Diez días antes del inicio de los Juegos Olímpicos, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz liquida a sangre y fuego la revuelta estudiantil, entre 300 y 500 jóvenes mueren masacrados por disparos del Ejército en la Plaza de Tlatelolco, también conocida como Plaza de las Tres Culturas. Más de 6.000 son detenidos. La masacre estuvo precedida por meses de intranquilidad política en la capital mexicana, con manifestaciones y protestas estudiantiles para apoyar los eventos que sucedían en el mundo en 1968. El 27 de agosto más de 200.000 estudiantes marcharon por el centro de la ciudad de Ciudad de México y se instalaron en el Zócalo (plaza central del D. F.). Al día siguiente fueron reprimidos por la policía y el ejército mexicano. Los estudiantes buscaban atraer la atención que había sobre la ciudad por los Juegos Olímpicos de 1968. El entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, estaba empeñado en detener las protestas y en septiembre, semanas antes de la masacre, ordenó al ejército ocupar el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El ejército detuvo y golpeó indiscriminada-mente a muchos estudiantes. Como señal de protesta el rector Javier Barros Sierra renunció el 23

de septiembre. A pesar de esto, las protestas estudiantiles no se acallaron. Las manifestaciones crecieron en tamaño hasta que el 2 de octubre, luego de nueve semanas de huelga estudiantil, 15.000 estu-diantes de varias universidades marcharon por las calles de la ciudad, llevando claveles rojos para protestar por la ocupación del campus

universitario. Al caer la noche, 5.000 estudiantes y trabajadores, muchos de ellos con sus esposas e hijos, se congregaron en la céntrica Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Al final del día fuerzas militares y policiales "equipadas con coches blindados y tanques de guerra" rodearon completamente la plaza y abrieron fuego, apuntando a las personas que protestaban y a las que pasaban en ese momento por el lugar. En breve una masa de cuerpos cubría toda la superficie de la plaza. La masacre continuó durante la noche, los soldados allanaron los edificios de apartamentos adyacentes a la plaza. Testigos de los hechos aseguran que los cuerpos fueron sacados en camiones de basura. La explicación oficial del incidente fue que provocadores armados, ubicados en los edificios que rodeaban la plaza, inciaron el tiroteo, y las fuerzas de seguridad respondieron en defensa propia. Los medios de difusión de todo el mundo publicaron la noticia de que se había registrado el choque más sangriento entre los estudiantes y tropas del gobierno. 29 años después de la masacre, en octubre de 1997, el congreso mexicano formó un comité para investigar la masacre de Tlatelolco. El comité tomó testimonio a varios testigos y activistas políticos involucrados, incluyendo al ex presidente de México Luis Echeverría Álvarez (quien en aquella época era Secretario de Gobernación). Echeverría admitió que los estudiantes estaban desarmados y también sugirió que la acción militar fue planificada anticipadamente para destruir o debilitar el movimiento estudiantil.

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En octubre de 2003 (35 años más tarde de la masacre), se conoció la relación del gobierno los Estados Unidos en la masacre cuando el National Security Archive de la Universidad George Washington publicó documentos de la CIA, el Pentágono, el Departamento de Estado, el FBI y la Casa Blanca. Los documentos detallan que:

En respuesta a la preocupación del gobierno mexicano por la seguridad de los Juegos Olímpicos, antes y durante la crisis el Pentágono envió al país más instructores en lucha antisubversiva, armas, municiones, material para control de protestas y equipo sofisticado de comunicación militar.

Entre julio y octubre los numerosos agentes de la CIA que se encontraban en el país reportaban casi diariamente los hechos que ocurrían dentro de la comunidad universitaria y del gobierno. Seis días

antes de la masacre, el Secretario de Gobernación Echeverría y el director de la oficina mexicana de Seguridad Federal dijeron a varios agentes de la CIA que la "situación se controlaría brevemente".

Según la CIA, el gobierno mexicano "arregló" con el líder estudiantil Sócrates Campos Lemus una acusación contra dirigentes políticos disidentes de apoyar económica y logísticamente el movimiento. Entre los líderes acusados se encontraba Carlos Madrazo.

Madrazo: Crimen de Estado por Miguel Ángel Granados ChapaHoy hace cuarenta años que murió Carlos A. Madrazo, en un accidente aéreo que no pocas personas han tenido como un atentado. El político tabasqueño viajaba a Monterrey en compañía de su esposa, Graciela Pintado, de modo que de un sólo golpe mortal quedaron en la orfandad sus hijos Carlos, Sergio, Javier. Roberto y Raúl. Aunque el primogénito dio algunos pasos en la política y la administración, quien recorrió un trayecto más largo en esos caminos fue Roberto, nacido en 1952, que por lo tanto tenía 17 años aquel 4 de junio de 1969.

Valido de su minoría de edad, a lo largo de una carrera que lo hizo gobernador de Tabasco (como lo fue su padre), presidente del PRI (como también lo fue su progenitor) y candidato a la Presidencia de la República, Roberto Madrazo Pintado rehuyó asociar su vida con la de su padre. No le interesó nunca el legado político que le fue deparado, ni detenerse en la conjetura de que el accidente de hace cuarenta años fue provocado. Sólo un año después de su apabullante derrota en la elección de 2006, en su libro La traición, consideró que se trató de un crimen de Estado, pero evitó responsabilizar a nadie de haberlo cometido y ni siquiera esbozó el intento de demandar una averiguación penal o de emprender una investigación por cuenta propia.

Además de la suspicacia que en general rodea la muerte violenta de un dirigente político (como la de Manuel J. Clouthier, de quien el propio Vicente Fox dijo que lo habían matado, no obstante que su familia admitió como cierto el hecho de que pereció en un accidente de carretera), alimentó en el círculo de los allegados a Madrazo Becerra la hipótesis del atentado su conocimiento de la circunstancia política en que actuaba el dirigente tabasqueño.Nombrado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz líder nacional del PRI, Madrazo Becerra no tardó en discrepar del autoritarismo presidencial y fue echado de su partido

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sin siquiera cumplir un año al frente. Se fue al cabo de once meses en que en la renovación de algunos de los 1,119 ayuntamientos que tuvieron elecciones en 1965 pretendió aplicar sus tesis democratizadoras, frenadas por intereses caciquiles a los que Díaz Ordaz prefirió atender. Pero Madrazo Becerra no se retiró de la vida pública en noviembre de ese año.

Al siguiente emprendió un esfuerzo por crear una nueva organización, el Partido de la Patria Nueva, según lo denominó Francisco J. Paoli, militante de ese intento después de haberlo sido del frustrado propósito de generar en México un partido demócrata cristiano. Madrazo Becerra dictó innumerables conferencias, sobre todo en ambientes juveniles, universitarios, pues en esa porción de la sociedad se percibía con claridad el hartazgo que ya entonces provocaba el partido dominante sujeto al control presidencial. Aunque su activismo mostró oscilaciones, como si lo asaltaran dudas de la viabilidad o conveniencia del nuevo partido, Madrazo Becerra era tenido como un enemigo del Estado. Así lo veían, particularmente, Díaz Ordaz mismo y su secretario de Gobernación, quienes urdieron maniobras para involucrarlo en la movilización estudiantil de 1968, pretendiendo hacer creer que la dirigía y la financiaba, ignorantes como fueron de la verdadera naturaleza de ese movimiento.

Por eso el que Madrazo perdiera la vida meses después de liquidada la protesta de 1968 dio pábulo a la creencia de que no murió de modo accidental sino en un atentado. No hubo nunca pruebas de que así hubiera, sino, como dijo Roberto su cuarto hijo, sólo indicios. Cómo podíamos tener pruebas, preguntó, si en ese sistema político tan cerrado no pasaba ni el aire. De haberse intentado entonces una indagación ministerial, habría tenido nulos resultados, pues en octubre siguiente fue ungido candidato presidencial Luis Echeverría, cuya enemistad con Madrazo era ampliamente conocida (y temida) por los madracistas que quedaron en la orfandad política.

Silencio de Estado por José Antonio Crespo12 de Noviembre de 2008 Muchos se preguntan qué ganaría el gobierno no reconociendo que el siniestro aéreo del 4 de noviembre fue resultado de un atentado – si es que lo fue. Pues no poco, porque de ser el caso, se exhibiría una enorme debilidad del Estado mexicano frente a quienes hubieran perpetrado el exitoso boicot. Y a ningún gobierno le conviene exhibir tal vulnerabilidad. Por lo cual no debe extrañar que un buen número de ciudadanos piense que el gobierno intentará ocultar en lo posible las razones del trágico evento, si en efecto se tratara de un acto deliberado. Y si no hay más opción, entonces se anunciará tan tarde como lo permitan las circunstancias (de ahí probablemente el lapso fijado de once meses). Según un sondeo de María de las Heras, la idea de que el gobierno ocultaría el posible atentado la comparte un 48 % frente a sólo un 8 % que considera que el gobierno lo informaría a la ciudadanía sin cortapisas (10/Nov/08).

De hecho, el ocultamiento y la distorsión han sido la norma seguida por diversos gobiernos mexicanos ante crímenes o accidentes sospechosos, aunque por razones diferentes. Las muertes sospechosas o violentas suelen presentarse como consecuencia del acto de un fanático, bien como un mero accidente. Así, el asesinato de Álvaro Obregón oficialmente se manejó como el ataque de un extremista religioso, aconsejado solamente por la Madre Conchita (quien fue a dar a las islas Marías), sin vínculo con ningún político de relieve. Y así se sigue enseñando en las escuelas. Hoy, Francisco Martín Moreno, en su México acribillado, 2008, nos revela que Obregón recibió múltiples disparos con armas de diversos calibres en un crimen donde

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estuvieron involucrados políticos de primer nivel. Eso tiene hoy implicaciones en nuestra comprensión de la historia, pero ninguna de orden político. Pero de haberse divulgado cabalmente en su momento, ¿qué consecuencias políticas hubiera habido? Quizá muy graves. Se ha recordado también en estos días el accidente aéreo en que perdió la vida Carlos Madrazo, quien intentó una apertura democrática dentro del PRI, importunando al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. El hecho quedó oficialmente catalogado como accidente, una versión que nunca terminó por convencer a Roberto Madrazo, su hijo, ni a muchos otros ciudadanos.

Ya más recientemente, está la muerte de Manuel Clouthier, oficialmente víctima de un accidente automovilístico. En este caso llama la atención que la dirigencia del PAN el mismo día aceptó la versión del accidente, cuando no se había realizado aún ningún peritaje. Vicente Fox, pupilo político de Maquío, escribió cuando era candidato presidencial: "Estos cabrones lo mataron… Creo que nunca me quitaré la duda que se trató de un crimen" (A Los Pinos, 1999). En un spot de su campaña se acusaba al PRI

de violencia de Estado, incluyendo imágenes del ’68, del asesinato de Luis Donaldo Colosio y de la muerte de Clouthier. Alguien lo convenció de eliminar esta última escena, pues contravenía la posición oficial del PAN, que seguramente hubiera protestado y aclarado públicamente que el partido sostenía la tesis del accidente. Pero el paso de Fox por la presidencia lo volvió más institucional, por lo cual en el caso Clouthier cambió su punto de vista, sin que hubiera ninguna información nueva: "Muchos creyeron que Manuel había sido asesinado por sus ideas políticas… Los técnicos no encontraron prueba que confirmara la teoría del asesinato" (La Revolución de la esperanza, 2007). Sin embargo, la familia Clouthier no quedó satisfecha con esa explicación y encargó su propia investigación a una firma norteamericana, que concluyó que en absoluto había sido accidente. Pero Fox había comprendido la utilidad política del silencio de Estado.

Y tal vez por eso, el presidente dio tratamiento de tal a la muerte de su Secretario de Seguridad Pública y amigo, Ramón Martín Huerta, también en circunstancias poco claras. Algunos lugareños dijeron haber visto un flamazo antes de que se desplomara el helicóptero en que el secretario viajaba. Con todo, se impuso la versión oficial de un accidente, que pudo haber sido tal, pero en cuyo caso ¿cuál era el sentido de volver confidencial por doce años la información al respecto? Decisión ésta última que no hizo sino alimentar la suspicacia. La gente tiende a olvidar que Fox también declaró una "guerra sin cuartel" al narcotráfico, a partir de lo cual la violencia se intensificó y extendió en el territorio nacional. Había también motivos para atentar contra Martín Huerta. Cosa distinta es que Fox haya tirado la toalla antes de terminar su administración.

El asesinato de Colosio es también otro caso paradigmático de silencio de Estado; hubo muchas circunstancias extrañas durante y después de ese lastimoso evento, pero el gobierno decidió quedarse con la tesis del "asesino solitario", obligando al fiscal Miguel Montes a desdecirse - sin explicación lógica - de sus pesquisas y conjeturas originales, al tiempo que se practicaba un hara-kiri político. El caso es que la tesis del "asesino solitario" la considera válida solamente alrededor de un 5 % de la población, según todas las encuestas. Y probablemente pase mucho tiempo antes de que sepamos lo que en verdad ocurrió. Con semejante historia de desconfianza, opacidad y ocultamiento, ¿extraña de verdad que prevalezca la convicción de que el gobierno intentará mantener la tesis del accidente como causa de la muerte de Mouriño y quienes lo acompañaban, aún en caso de que se confirmara la del atentado? Desde luego, eso no es exclusivo de

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México. Ahí está el asesinato de John Kennedy, cuya explicación oficial también fue la del "asesino solitario" - de la que nunca salió la comisión Warren encargada de investigarlo -, pese a que el presidente estadounidense fue acribillado desde diversos ángulos.

MOURIÑO: ¿AVIONAZO? El sabotaje, ¿posible?Demasiadas preguntas siembran las versiones oficiales sobre la caída del Learjet 45 en el que murieron Juan Camilo Mouriño, varios de sus colaboradores y el ex titular de la SIEDO José Luis Santiago Vasconcelos, además de varias personas en tierraPatricia Dávila y Rodrigo Vera/APRO, 09-11-2008La

posibilidad de que un sabotaje muy sofisticado provocara la caída de la aeronave en la que viajaba el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, permea con fuerza en los círculos de la aeronáutica mexicana. El hecho de que los pilotos del avión no hayan declarado una emergencia y que en sólo 30 segundos los controladores aéreos hayan perdido la señal del Learjet 45 y éste se haya estrellado súbitamente en el suelo, hace pensar a los especialistas que pudo existir tal sabotaje, pues consideran inconcebible que un accidente así fuera provocado por una falla técnica. Sin embargo, las pesquisas iniciadas y difundidas con profusión por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes se encaminan principalmente a sostener que se trató de un accidente, aunque todavía está por analizarse la información contenida en las dos cajas negras de la aeronave, que, según las autoridades, ya fueron enviadas a laboratorios especializados en Estados Unidos. El piloto y controlador aéreo Ángel Iturbe, actual secretario del trabajo del Sindicato Nacional de Controladores Aéreos, afirma: "Existe la posibilidad de un sabotaje. Eso no lo puede negar nadie. Tenemos que sopesar todas las posibilidades, ¡todas! Aunque en estos momentos no podemos afirmar que hubo un sabotaje, tampoco lo podemos descartar".

--Pero se ha desechado esa posibilidad porque, se dice, el avión no estalló en el aire... Mire, para sabotear un avión no necesariamente se requiere de una bomba o de una bazuca que lo haga estallar. Eso no es cierto. La tecnología ha avanzado a pasos tan agigantados que ya nos dejó atrás. Es más, hasta los artefactos que parecen más inofensivos pueden servir para realizar un sabotaje.

¿Cómo pudo haberse realizado? ¿Con qué medios? Le pongo un ejemplo muy común; los sistemas de seguridad de los aeropuertos le prohíben al pasajero llevar a bordo navajas, cortaúñas, cables o aerosoles porque pueden servir para sabotear un vuelo. No se necesita ser un experto para saberlo y son las propias autoridades aeroportuarias de todo el mundo las que hacen pública esta alerta.

En este caso concreto, ¿el sabotaje sólo pudo haberse cometido cuando la nave estuvo en el aeropuerto de San Luis Potosí? Interviene tanta gente en la operación de un vuelo, que es difícil imaginar en dónde y quiénes intervinieron en un posible sabotaje. Aquí intervinieron mecánicos, despachadores, guardias de seguridad y varias gentes más. Esto tienen que determinarlo las investigaciones. Si fue un accidente, deben decir en qué consistió. Y si fue un sabotaje, pues que Dios nos agarre confesados porque quién sabe qué otras cosas puedan suceder en este país.

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Un renombrado especialista en seguridad aeronaval consultado por Proceso, quien pidió omitir su nombre por temor a represalias, asegura que "bastó con atrofiar un microchip del Learjet para impedir el despliegue adecuado de sus alas poco antes del aterrizaje. Esto pudo ocasionar su súbito desplome". Para él, es "inconcebible" que un accidente haya provocado la caída de una aeronave tan segura y que, por ser la que transportaba nada menos que al secretario de Gobernación, seguramente debió estar sujeta a meticulosas inspecciones técnicas antes y después de cada vuelo. "Nunca antes en la historia de la aviación se había dado el caso de que, por una falla técnica, una aeronave se haya desplomado así, como un ladrillo", ilustra. Lo secunda otro especialista, que también pidió el anonimato: "Un sabotaje no necesariamente es provocado por un estallido. Con cortar las líneas de combustible se pueden parar los motores. En tierra se pudo provocar un debilitamiento de estas líneas".

¿Este corte en el suministro de combustible no da tiempo a los pilotos para pedir ayuda? No, porque se paran las turbinas y se traban los controles del avión. Es una emergencia tan grave que ni siquiera da tiempo al piloto y al copiloto de notificar. En mi opinión, hay un 70 por ciento de probabilidades de que se trató de un sabotaje, aunque las autoridades se inclinen por la hipótesis del accidente.

La falla increíble El siniestro ocurrió poco antes de las 19:00 horas del martes 4, muy cerca del cruce entre Periférico y Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México. Álvaro Sánchez y Martín de Jesús Oliva piloteaban el Learjet 45, matrícula XC-VMC. Además de Juan Camilo Mouriño, en la nave viajaba José Luis Santiago Vasconcelos, exsubprocurador de la Procuraduría General de la República que estaba amenazado de muerte por los cárteles de la droga. Los otros tripulantes eran la sobrecargo Giselle Carrillo y varios funcionarios de la secretaría de Gobernación: Julio César Ramírez, jefe de escoltas de Mouriño; Miguel Monterrubio, coordinador de Comunicación Social; Norma Díaz, directora de Información; y Arcadio Echeverría, coordinador de eventos y administración. Los nueve murieron. El vuelo provenía de la ciudad de San Luis Potosí, donde Mouriño y Vasconcelos participaron en la firma de un acuerdo por la legalidad y la justicia. La misma noche del martes 4, Luis Téllez, Secretario de Comunicaciones y Transportes, adelantó que el Learjet realizaba un "vuelo normal", puesto que no reportó "ninguna anomalía" a los controladores del aeropuerto de la Ciudad de México. quienes luego perdieron la comunicación con los tripulantes del aparato. El miércoles 5, en conferencia de prensa, Téllez trató de sustentar la versión de que la tragedia fue provocada por un accidente: "No se han detectado indicios que permitan formular hipótesis distintas a las de un accidente, hasta el momento". El titular de la SCT mostró a los medios las imágenes captadas por el radar en las que se muestra la trayectoria de la aeronave. También difundió la grabación del diálogo entre los pilotos y los controladores aéreos, quienes les daban las especificaciones técnicas para realizar el aterrizaje. Las voces se escuchaban serenas. Pero de pronto la comunicación se cortó y la aeronave dejó de ser detectada en el radar, sin que los pilotos reportaran una emergencia. Acompañaba a Téllez en la conferencia de prensa el ingeniero Agustín Arellano, director de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, quien explicó que el avión "cumplió con los reportes de posición autorizados" y que sus "altitudes y velocidades" se encontraban "dentro de las normas establecidas", por lo que, reiteró, en ningún momento la aeronave hizo "una llamada de auxilio que permitiera suponer que se encontraba en problemas".

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Aún se maneja la versión de que el avión de alto tonelaje que precedía al minijet de Mouriño, la aeronave de Mexicana de Aviación 1692, que venía de Buenos Aires, pudo provocar una turbulencia, un vórtice, que lo desestabilizó y lo hizo caer. Sin embargo, las autoridades aéreas descartan esa posibilidad, argumentando que la distancia entre una y otra aeronave era la adecuada, de entre cuatro y cinco millas. Lo cierto es que el Learjet perdió súbitamente altura y cayó en picada a 330 kilómetros por hora. Su fuselaje voló en pedazos, destruyó cables eléctricos, ocasionó un incendio y destruyó una veintena de automóviles.

'Estaba en perfectas condiciones' Manuel Estrada Valdez, el anterior piloto de Mouriño y quien operó el Learjet de enero a junio de este año, dice sorprendido: "El avión estaba en perfectas condiciones durante el tiempo que lo operé. Su mantenimiento era el adecuado. Siempre teníamos mecánicos a disposición. Cuando yo llegaba al hangar, siempre se checaba la nave antes de volar y le hacíamos toda clase de pruebas". Agrega Estrada que el mantenimiento del Learjet 45 se hacía solamente en Houston, Texas, con técnicos muy especializados. Él tiene conocimiento de que todavía hace unos 15 días se le hizo allá el último servicio, siempre con el aval de la Secretaría de Gobernación.

?El piloto de la nave hizo lo correcto? Supongo que sí, porque en los entrenamientos nos preparan para todo: fuego en un motor, paro de una turbina, etcétera. En un simulador idéntico al Laerjet 45 nos adiestran para enfrentar cualquier falla que se nos pueda presentar en un vuelo real. El entrevistado señala que el capitán Álvaro Sánchez, quien fue el último piloto del avión, desde los años ochenta volaba Learjets y "tenía alrededor de 10 mil horas de vuelo". Y Martín de Jesús Olivo, el copiloto, tenía registradas unas 4 mil 500 horas de vuelo.

¿Entonces cómo explica lo que pasó? No lo sé, pues era un avión muy estable y de la más avanzada tecnología. Incluso podía volar con una sola turbina. Lo podíamos operar a un techo de hasta 51 mil pies, aunque nunca lo subimos a esa altura. Cuando íbamos a San Luis Potosí lo volábamos a unos 31 mil pies. Estrada supone que cuando el avión caía en picada, segundos antes de estrellarse, los pilotos se concentraron sólo en "jalarlo" y no en pedir auxilio.

¿Qué posibilidades ve de un sabotaje? Ninguna, porque en el hangar siempre hay guardias de seguridad, gente de Gobernación y un mecánico permanente que daba servicio al avión. Cuando salíamos de gira, al aeropuerto al que llegáramos, a la aeronave siempre la custodiaban elementos del Ejército y se quedaba siempre cerrada. El suministro de gas y aceite tenía una llave especial que solo llevábamos los pilotos.

"En menos de un minuto" Con la experiencia que le dan 30 años de piloto y 32 años de controlador aéreo, Ángel Iturbe comenta: "Si en realidad fue un accidente provocado por alguna falla, tuvo que ser algo muy catastrófico, muy grave, que ni siquiera les dio tiempo a los pilotos de reportar una emergencia. No tuvieron tiempo de nada".

Se dice que fue cuestión de un minuto¡Menos, menos! Entre la pérdida del control y la caída a tierra pasarían unos 30 segundos, no más. Todo fue rapidísimo.

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¿Son comunes esas caídas súbitas? Hasta donde tengo conocimiento, no hay accidentes así de drásticos, y mucho menos en ese tipo de aviones, que son muy seguros, con un bajo porcentaje de accidentes. ¿Que tuvo una falla en una turbina? ¡Hombre!, esos aviones pueden volar horas con un solo motor.

¿Y si de plano le hubieran fallado sus dos turbinas? Aun en ese remoto caso, el avión hubiera podido sostenerse en el aire durante unos minutos y buscar una zona donde caer. Los pilotos hubieran podido reportar una emergencia. Es como si a un camión le fallan los frenos: el conductor todavía sigue teniendo la dirección y puede llegar a una rampa de arena que lo detenga, o bien puede toparse con un barranco y caer en él.

"Con esto quiero decirle que un evento, por sí solo, es difícil que provoque un accidente. Tienen que conjugarse otros eventos adversos. Pero en el caso del Learjet, si realmente se cayó por accidente, tuvo que ser por algo muy grave que está fuera de mis conocimientos técnicos. "Todos estaríamos más tranquilos si los pilotos hubieran reportado una emergencia, puesto que entonces sabríamos lo que pasó. Pero no sucedió así. No reportaron nada. Lo más intrigante es que, en la grabación que se hizo del último reporte de los pilotos, sus voces se escuchan muy calmadas y serenas, sin ningún indicio de que atravesaran por una emergencia. Esto abre toda una gama de posibilidades, entre las que se puede incluir el sabotaje".

Ya se habla de que los pilotos pudieron haber cometido un error. No, en esto quiero ser muy claro: los pilotos y los controladores se ajustaron a las velocidades, altitudes, rumbos y trayectorias señaladas. Lo constatan las imágenes de radar que presentó el secretario Luis Téllez. Además, los pilotos de Gobernación tienen mucha experiencia. En fin, mientras no tengamos una información concreta, no sabremos lo que realmente pasó. 

UN TESTIMONIO QUE FALTA De acuerdo con la información que proporcionó el ingeniero Agustín Arellano, director del Servicios a la Navegación e el Espacio Aéreo Mexicano, el radar detectó en el perímetro, la presencia de dos helicópteros. Uno de ellos, el marcado en las imágenes con el número 1505, se encontraba, según Arellano a 600 metros de diferencia de altitud con respecto al avión en que viajaba Mouriño. Por ello, dijo el funcionario, no representó "ningún riesgo y ningún peligro". Sin embargo, para algunos controladores aéreos, la tripulación de dicho helicóptero, que despegó del helipuerto de ICA con ruta a Toluca, estaba en posición de, por lo menos, presenciar el momento en que el avión desapareció del radar, momento en que se supone se desplomó. 

El Asesinato de Kennedy, ¿Tirador Solitario o Tenebrosa Conspiración? Por JESUS HERNANDEZ CUELLAR

Histórica foto tomada por Víctor Hugo King, minutos antes del asesinato de John F. Kennedy.

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La limusina presidencial convertible entraba lentamente en la Plaza Dealey de Dallas, Texas, a las 12 horas y 30 minutos del 22 de noviembre de 1963. El agente del Servicio Secreto, Bill Greer, iba al volante. A su lado estaba su compañero Roy Kellerman. Detrás, del lado izquierdo, viajaban el gobernador de Texas, John Connally, y su esposa Nellie, y al final el presidente John F. Kennedy y su esposa Jacqueline. La limusina se desplazaba con una escolta de varias motocicletas policiales y una larga caravana de automóviles oficiales.En cuestión de segundos, la limusina descendió por la calle Elm, dejando atrás el Depósito de Libros Escolares de Dallas, que se convirtió posteriormente en un punto de referencia importante.De inmediato se escucharon varios disparos. Kennedy y Connally se voltearon hacia la derecha. La versión oficial señala que un primer disparo entró por la espalda del presidente, caminó hasta su cuello y salió por la garganta. La misma bala penetró en la espalda del gobernador Connally y recorrió su cuerpo en varias direcciones. "¡Dios mío, nos van a matar a todos!", dijo el gobernador. El último disparo abrió un orificio del tamaño de un puño en la cabeza de Kennedy, y bañó de sangre y de tejidos cerebrales la limusina y a un policía que estaba muy cerca. Con este trágico episodio terminó la vida del trigésimo quinto presidente de Estados Unidos, y se abrió uno de los mayores debates en la historia criminal del país más poderoso del planeta. ¿Quién asesinó a Kennedy? Apenas una hora y 20 minutos después del crimen, el activista Lee Harvey Oswald fue detenido y acusado de haberlo cometido. Las autoridades lo buscaban desde antes por el asesinato de un policía de Dallas. Oswald vivió en la Unión Soviética a partir de octubre de 1959. Allí contrajo matrimonio con Marina Prusakova, con quien tuvo un hijo en febrero de 1962. En junio de ese mismo año regresó a Estados Unidos con su esposa.El día del crimen, Oswald habría efectuado tres disparos en un lapso de entre 4.8 y 7 segundos. Tres casquillos fueron encontrados en el sexto piso del Depósito de Libros Escolares, así como un rifle italiano Carcano, presuntamente utilizado por Oswald.Dos días después, Oswald fue asesinado a balazos por Jack Ruby, mientras lo trasladaban de los cuarteles generales de la Policía a la Cárcel del Condado de Dallas.Los fragmentos de película que se conocen del día del asesinato de Kennedy, corresponden a una filmación silente de 26.6 segundos hecha en 8 milímetros por el aficionado Abraham Zapruder. Había 32 fotógrafos en la Plaza Dealey en aquel momento, pero el filme de Zapruder fue el mejor ya que este aficionado estuvo más cerca de la escena del crimen que ningún otro fotógrafo. Ninguna emisora de radio ni canal de televisión transmitió en vivo el asesinato. Ningún medio consideró importante la entrada de la caravana en la plaza. Todos estaban apostados en el Dallas Trade Mart, en espera de la llegada de Kennedy.Entre 1964 y 1966, la inmensa mayoría de los estadounidenses creyó la versión oficial, establecida por la llamada Comisión Warren. La comisión dejó sentado que fue un crimen cometido por una sola persona. Con el paso de los años, diversas encuestas han indicado que 80 por ciento de la opinión pública norteamericana ha dejado de creer en la versión oficial.

Teorías sobre ConspiracionesUna investigación del Comité Selecto de la Cámara para Asesinatos, realizada entre 1976 y 1979, determinó que Oswald asesinó a Kennedy como resultado de una posible conspiración. Desde entonces han surgido diversas versiones en el sentido de que Kennedy pudo haber sido asesinado por la mafia, por el FBI, por la CIA, por el dictador cubano Fidel Castro o por los archienemigos de este último, exiliados cubanos del ala radical, o por el propio vicepresidente Lyndon B. Johnson, que lo sustituyó en el cargo.El comité criticó la actuación de la Comisión Warren y al FBI por no investigar a fondo si otras personas participaron en el asesinato del mandatario. El comité agregó que las

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fallas de la comisión se debieron a la falta de cooperación de la CIA. También llegó a la conclusión de que Oswald realizó tres disparos, de los cuales los dos últimos hicieron impacto en el cuerpo de Kennedy.En 1992, el Acta de Registros de JFK (John F. Kennedy) dio a conocer 98 por ciento de los documentos de la Comisión Warren. El resto de los documentos se divulgarán en 2017. Algunas pruebas utilizadas en las investigaciones, han desaparecido. El archivo de inteligencia militar de Oswald fue destruido en 1973. El 19 de mayo de 2044, cuando se cumpla medio siglo de la muerte de Jacqueline Kennedy Onassis, si su último hijo ya está muerto, la Biblioteca Kennedy dará a conocer una transcripción de 500 páginas de una historia oral sobre el mandatario, hecha por la propia Jacqueline, antes de su muerte en 1994.Una encuesta realizada por la cadena de televisión ABC en 2003, revela que el 70 por ciento de los encuestados cree que Kennedy fue víctima de una conspiración, pero el mismo sondeo señala que la opinión pública no coincide en cuanto a qué tipo de conspiración pudo ocurrir.

Antecedentes y LazosKennedy llegó a la Casa Blanca en enero de 1961 con 43 años de edad y como el primer presidente católico de Estados Unidos. Ningún otro católico ha sido elegido para el más alto cargo de la nación. Era portador de una agenda progresista traducida en su política de la Nueva Frontera, que finalmente produjo la Alianza para el Progreso, un proyecto de desarrollo para América Latina. Durante sus dos años y 10 meses como presidente, Estados Unidos estuvo sacudido por varios episodios históricos: la invasión de Bahía de Cochinos, Cuba, la construcción del Muro de Berlín, la carrera por la conquista del espacio, la crisis de misiles soviéticos en Cuba y las crecientes demandas internas del movimiento de derechos civiles.La política interna de Kennedy, especialmente su intención de firmar el Acta de Derechos Civiles que finalmente rubricó Johnson, mediante la cual se prohibió la discriminación y la segregación racial, exacerbó los ánimos de los sectores supremacistas de Estados Unidos. Su decisión de no respaldar la invasión de Bahía de Cochinos, heredada del presidente Dwight D. Eisenhower, igualmente produjo reacciones negativas de la derecha y de los militantes anticastristas cubanos. El vuelo al espacio del primer ser humano, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, y el muro construido por los comunistas en la capital alemana, produjeron una imagen de debilidad del joven presidente. En octubre de 1962, la instalación de misiles nucleares soviéticos de mediano alcance en Cuba, generó nuevas críticas hacia Kennedy. Si bien un arreglo con Moscú permitió el regreso de los misiles a la URSS, Castro lo entendió como una humillación tanto de parte del presidente norteamericano como del primer ministro soviético, Nikita Krushov, que llegaron a un acuerdo sin contar con él.A través del llamado Proyecto Cubano, también conocido como la Operación Mongoose, Kennedy autorizó operaciones secretas en contra del régimen de Castro, algo que el líder comunista cubano nunca perdonó. Se dice que este proyecto contemplaba también la posibilidad de asesinar a Castro. Varios testimonios indican que el dictador cubano, poco después del asesinato de Kennedy, preguntó en Cuba a varios ilustres visitantes si creían que Estados Unidos lo culparía del crimen de Dallas.

El 26 de mayo de 1963, Oswald había escrito una carta a la sede neoyorquina del grupo pro-castrista Fair Play for Cuba Committee, para abrir una sucursal del grupo en Nueva Orleans, su ciudad natal, donde trató de penetrar a un grupo anticastrista, que luego lo sorprendió repartiendo panfletos a favor de Castro.El 21 de noviembre de 1963, un día antes del asesinato de Kennedy, circuló en Dallas un panfleto con dos fotos del presidente y un sugestivo titular: "Se Busca por Traidor". En el mismo se enumeraban varias razones por las cuales Kennedy podía ser un traidor, entre

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ellas los episodios mencionados anteriormente, y sus nombramientos de funcionarios supuestamente "anticristianos" en puestos federales, y su apoyo a decisiones presuntamente "anticristianas" de la Corte Suprema de Estados Unidos.Muchos estadounidenses creen que nunca se sabrá exactamente si hubo una conspiración, y en tal caso será muy difícil conocer, piensa gran parte de la sociedad, quiénes pudieron participar en la misma para poner fin a la vida de uno de los presidentes más carismáticos de Estados Unidos.

"Nunca preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país".- John F. Kennedy