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Sexto mandamiento: no cometerás actos impuros 6

Mandamiento 6.7.8 y 9

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Sexto mandamiento: no cometerás actos impuros

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Compendio del Catecismo

¿Qué es la castidad? 2337-2338 La castidad es la positiva integración de la

sexualidad en la persona. La sexualidad es verdaderamente humana cuando está integrada de manera justa en la relación de persona a persona. La castidad es una virtud moral, un don de Dios, una gracia y un fruto del Espíritu.

¿Qué supone la virtud de la castidad? 2339-2341 La virtud de la castidad supone la

adquisición del dominio de sí mismo, como expresión de libertad humana destinada al don de uno mismo. Para este fin, es necesaria una integral y permanente educación, que se realiza en etapas graduales de crecimiento.

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Introducción San Pablo escribe a los de Corinto:

"¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?... ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, que lo habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? ¡Habéis sido comprados a gran precio! Glorificad por tanto a Dios en vuestro cuerpo" (1 Corintios 6,15;19-20).

No sólo el cristiano, sino el hombre como tal, debe respetar su cuerpo -y el de los demás- cuidando con esmero la castidad en pensamientos, palabras, obras y deseos, si quiere vivir conforme a la razón.

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1. La sexualidad es don de Dios

La Sagrada Escritura enseña que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, y los creó hombre y mujer (cfr. Génesis 1,27). Por tanto, la sexualidad no es mala, ni es contraria a la ley de Dios; es buena puesto que viene de Dios. Es otro don de Dios.

Dios ha establecido un orden en el uso de la sexualidad: el placer sexual -sea de pensamiento, palabra u obra- sólo es lícito buscarlo dentro del matrimonio y encaminado al fin señalado por el Creador: la transmisión de la vida humana, junto con la ayuda mutua de los esposos.

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2. La virtud de la castidad La castidad es la virtud que regula y

controla la sexualidad, imponiendo el respeto al cuerpo en pensamientos, deseos, palabras y acciones.

Esta virtud expresa la integración de la sexualidad en la persona y, por consiguiente, la sumisión de la pasión sexual a la razón humana y a la fe.

La virtud de la castidad es, como toda virtud, una conquista propia de valientes; es algo positivo que libera de la esclavitud del pecado.

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3. La impureza destruye muchas cosas en el hombre

El pecado de impureza destruye en el hombre y en la mujer tesoros que Dios les ha dado, no sólo por cuanto le ofendemos y perdemos su amistad, sino porque daña de modo particular virtudes de verdad excelentes.

El impuro está triste, porque es esclavo del pecado; no es generoso, porque sólo piensa en sí mismo y en el placer; se debilita su fe, porque se le va cegando el corazón. Pierde esa sensibilidad fina del alma, que le capacita para amar a Dios y a los demás.

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4. La castidad es para todos Condición del cristiano es vivir

una vida casta: cada uno en su estado y según la vocación que ha recibido, pues a unos Dios les pide vivir en virginidad o en celibato, y a otros, en el matrimonio o solteros.

Los casados han de vivir la castidad conyugal, fieles a sus deberes matrimoniales; los solteros practican la castidad en la continencia.

El acto matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida, y nunca está permitido el recurso a la anticoncepción o a la esterilización para evitar la procreación.

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5. Pecados contra la castidad

Pecan contra la castidad los que -consigo o con otros- cometen acciones impuras; miran cosas impuras; consienten pensamientos o

deseos impuros; mantienen conversaciones o

cuentan chistes sobre cosas impuras;

se ponen a sí mismos o a otros en peligro de cometerlos.

Son pecados notorios contra la castidad: la masturbación, la fornicación, las

actividades pornográficas y las prácticas homosexuales;

contra la dignidad del matrimonio podemos destacar el adulterio, la poligamia y el amor libre.

Estos pecados contra la castidad son siempre graves, si hay pleno conocimiento y consentimiento; en tal caso no hay materia leve.

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6. La lucha por la castidad Para ganar la batalla de la castidad

es necesario huir de las ocasiones; en esta materia huir no significa cobardía sino prudencia. Y la prudencia dicta evitar amistades, lecturas, espectáculos, conversaciones, etc., que empujen al pecado.

Otro paso es estar ocupados en un trabajo serio, que salva de ensimismarse en el egoísmo.

Pero lo más importante es poner medios sobrenaturales: confesión y comunión frecuentes; pedir la castidad con humildad y perseverancia; acudir a la Virgen Purísima y Madre nuestra, etc.

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Un propósito para avanzar

Acude a la Virgen al sentir tentaciones contra la castidad:

Pon esmero en ser y mostrarte siempre limpio en palabras, conversaciones, chistes, etc.

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Compendio del Catecismo

503. ¿Qué declara el séptimo mandamiento?

2401-2402 El séptimo mandamiento declara el

destino y distribución universal de los bienes; el derecho a la propiedad privada; el respeto a las personas, a sus bienes y a la integridad de la creación. La Iglesia encuentra también en este mandamiento el fundamento de su doctrina social, que comprende la recta gestión en la actividad económica y en la vida social y política; el derecho y el deber del trabajo humano; la justicia y la solidaridad entre las naciones y el amor a los pobres.

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1. El plan de Dios sobre los bienes de la tierra

El hombre está rodeado de cosas que necesita, bienes que hacen posible el desarrollo de sus capacidades naturales, recibidos de Dios Creador.

Los bienes creados tienen un destino universal; son de todos y para todos, y se consiguen principalmente mediante el trabajo.

El derecho a la propiedad privada es un derecho natural, querido por Dios, aunque el hombre es mero administrador: debe estar abierto a los demás.

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2. El respeto de las personas y de sus bienes

El séptimo mandamiento prohíbe actuaciones que atentan contra el derecho del prójimo: El robo La usura El fraude Retener objetos perdidos Pagar injustamente Ignorar la necesidad ajena El trabajo mal hecho El despilfarro

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3. El respeto de la integridad de la creación

Dios ha concedido al hombre un dominio relativo sobre la naturaleza, regulado por el respeto y la calidad de vida del prójimo.

Es legítimo servirse de los animales como alimento y vestido; pero no hacerlos sufrir inútilmente, sacrificarlos sin necesidad, o invertir en ellos sumas que podrían remediar necesidades de los hombres.

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4. Obligación de reparar el daño

Cuando se roba o estropea algo, produciendo un daño importante en los bienes de los demás, se comete un pecado grave. Se puede perdonar en confesión si se acompaña de la intención de devolver lo robado o de reparar el daño.

Si ya no se tiene lo robado, se devuelve de los bienes propios, o se compra y devuelve algo igual a lo robado.

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5. Actitud ante los bienes de la tierra

Respecto a nosotros mismos: Las cosas de la tierra están a nuestro servicio y las necesitamos, pero debemos aspirar a bienes mucho más importantes, amor a Dios y al prójimo, demostrado con obras.

Respecto a los demás: El cristiano ha de compartir

con los que tienen necesidad, para ser fieles al Evangelio.

Tenemos obligación de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, cada uno en la medida de sus posibilidades.

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Un propósito para avanzar

Vive la generosidad para dejar tus cosas a tus hermanos, amigos, compañeros, etc.

No robes nunca nada, aunque sea poco y en casa; si lo has hecho, devuélvelo cuanto antes.

Da limosna a los más pobres y necesitados.

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Compendio del Catecismo 523.¿Qué prohíbe el octavo

mandamiento? 2475-2487

2507-2509 El octavo mandamiento prohíbe: 1) El falso testimonio, el perjurio y la

mentira, cuya gravedad se mide según la naturaleza de la verdad que deforma, de las circunstancias, de las intenciones del mentiroso y de los daños ocasionados a las víctimas.2) El juicio temerario, la maledicencia, la difamación y la calumnia, que perjudican o destruyen la buena reputación y el honor, a los que tiene derecho toda persona.3) El halago, la adulación o la complacencia, sobre todo si están orientados a pecar gravemente o para lograr ventajas ilícitas.

Una culpa cometida contra la verdad debe ser reparada, si ha causado daño a otro.

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Introducción

El octavo mandamiento es muy necesario: las relaciones entre los hombres se encuentran enturbiadas por tanta mentira. Hemos de oponer el amor a la Verdad.

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1. Jesús enseña a decir la verdad

La verdad, según Santo Tomás, es algo divino: hay que respetarla y amarla.

A veces cuesta y exige esfuerzo, pero hay que ser valientes para decirla siempre.

Jesús dijo: “Sea vuestro modo de

hablar: sí, sí, o no, no. Lo que excede de esto, viene del Maligno” (Mt 5, 37)

Es un buen lema para ayudarnos a ser sinceros y leales con Dios, con nosotros y con los demás.

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2. El daño de la mentira

La mentira, algo tan pequeño, puede destruir grandes cosas, como la amistad de un amigo o la confianza de unos padres.

Para vivir en sociedad, ser sinceros y decir la verdad es indispensable.

Aun cuando no se debe mentir, en ocasiones se debe callar para guardar secretos o para no perjudicar a otra persona.

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3. Motivos por los que se miente

Con frecuencia se miente por miedo o vergüenza de ser descubiertos, para salir de un apuro o para gastar una broma.

Un cristiano debe decir siempre la verdad, si el bien común o particular no exige que callemos.

Se miente a sí mismo

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4. El octavo mandamiento ordena respetar la honra de los demás La honra es más importante

que los bienes materiales. A) Destruye la honra de los

demás: La calumnia La maledicencia o difamación. El falso testimonio El juicio temerario Violación de secretos

B) Actuación del cristiano: No escuchar lo que se habla mal de los demás y defender con valentía y/o disculpar.

C) Restituir la honra: Estamos obligados a reparar el mal hecho para que se pueda perdonar el pecado.

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5. Podemos ayudar a los demás con la corrección fraterna

La caridad nos llevará a decir la verdad con nobleza, de frente, nunca de espaldas.

Decir las cosas con verdad y caridad es ayudar con la corrección fraterna.

Recordamos lo que dijo Jesús: “La verdad os hará libres”

(Jn 8, 32)

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¿Se puede ocultar la Verdad?

a) Virtud de la discreción: consiste en no revelar lo que no es necesario o lo que puede ser malentendido. Ejemplo de Jesús en su vida pública que no revela su identidad de auténtico Mesías. (Lc. 4, 41; 5, 14)

b) Ocultar la verdad no es mentir: de acuerdo a las situaciones que la virtud de la prudencia aconseja, por ejemplo no hacer público la enfermedad o la adicción de una persona, por no dañar el buen nombre de su familia o el prestigio de él mismo. Todo hombre tiene derecho a mantener reservados aquellos aspectos de su vida que no servirían al bien común y que sin embargo haciéndose públicos pueden acarrear graves consecuencias.

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El criterio de la Caridad.

El secreto: hay realidades que en sí mismas son materia de secreto como los defectos del prójimo, la correspondencia epistolar y todos los medios de comunicación privados. Pueden ser secretos por promesas, por el secreto profesional que afecta por ejemplo a abogados, psicólogos, doctores, orientadores espirituales, que no pueden revelar ningún dato escuchado en privado. Hay siempre obligación moral de guardar el secreto.

Nunca es lícito poner los medios para conocer secretos ajenos ni meterse en la vida privada de los demás.

La obligación de guardar un secreto desaparece cuando se dan estas condiciones:

Cuando lo conocido llegue s ser público por otro medio.

Cuando se pueda legítimamente suponer la autorización a revelar del que se nos confío.

Cuando desvelándolo se evite un mal grave a la sociedad.

Cualquier secreto conocido accidentalmente o por algún tipo de investigación personal sigue siendo secreto y si no hay una razón más fuerte, no debe ser comunicado, aunque no se haya hecho promesa de guardarlo.

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Un propósito para avanzar

No hables mal de los demás ni permite que lo hagan los otros; si has faltado, repara enseguida los daños causados.

Reconoce las propias faltas, sin disculparte.

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ANGELICO, FraAnunciación

c. 1430S. Maria delle Grazie, S. Giovanni Valdarno

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Compendio del Catecismo 527. ¿Qué exige el noveno

mandamiento? 2514-2516

2528-2530 El noveno mandamiento exige

vencer la concupiscencia carnal en los pensamientos y en los deseos. La lucha contra esta concupiscencia supone la purificación del corazón y la práctica de la virtud de la templanza.

528. ¿Qué prohíbe el noveno mandamiento?

2517-25192531-2532

El noveno mandamiento prohíbe consentir pensamientos y deseos relativos a acciones prohibidas por el sexto mandamiento.

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Introducción

Compuesto de alma y cuerpo, el hombre debe soportar el tirón de la carne que reclama el placer de la sexualidad.

Para ser limpios de corazón es necesario rechazar con firmeza pensamientos y deseos impuros. Sin embargo, vale la pena, como dice Jesús: “Bienaventurados los limpios

de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8)

La pureza puede costar, pero es un don magnífico que el mismo Dios ayudará a conseguir.

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1. La concupiscencia: el deseo que el alma siente por lo que produce satisfacción.

Al desobedecer a Dios, Adán y Eva abrieron una fuente de pecado: la concupiscencia, que permanece incluso en el bautizado.

San Juan habla de una triple concupiscencia: De la carne De los ojos Soberbia de la vida

(Cf 1 Juan 2, 16)

En sí misma no es pecado, pero inclina al pecado.

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2. Luchar contra la tentación

Las tentaciones contra la castidad no son pecado, son inclinaciones. Sería pecado si la voluntad se complaciera en ellas.

No deben sorprendernos, pero hay que rezar para ser fuertes y rechazarlas con prontitud.

No hay que perder la paz y la alegría si podemos decir sinceramente que hemos hecho todo lo posible por quitarnos la tentación de encima.

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3. El pudor y la modestia

La pureza está defendida por el pudor, virtud que es parte potencial de la templanza.

El pudor rechaza mostrar lo que debe permanecer velado, lleva a la modestia que regula gestos corporales, y mantiene la reserva.

El pudor custodia la intimidad de la persona y enseña, sobre todo, delicadeza.

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4. Campaña por la pureza

La pureza cristiana exige sanear el clima de la sociedad actual, luchando contra la permisividad de las costumbres.

El cristiano ha de trabajar para que los espectáculos sean limpios y no ofendan a Dios.

El esfuerzo en favor de la castidad contribuye a purificar y elevar las costumbres de los pueblos.

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5. Medios para vivir y crecer en pureza

Se puede alcanzar y mejorar la pureza interior mediante la oración, junto con la pureza de intención, que busca cumplir en todo la voluntad de Dios.

Se debe cuidar la imaginación y la vista, para rechazar cualquier complacencia en los pensamientos impuros.

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Un propósito para avanzar

Rechaza enseguida los malos pensamientos, poniendo los medios naturales y sobrenaturales adecuados.

Piensa qué puedes hacer en la propia familia y en el ambiente que te rodea para crear un clima de pureza.

Vive el pudor y la modestia.