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Manual de buenas prácticas para la creación de alternativas de intervención dirigidas a la población drogodependiente en situación de exclusión social: un nuevo paradigma de intervención Diocesana de Bilbao Bilboko Elizbarrutikoa Cáritas Diocesana de Bilbao Bilboko Elizbarrutikoa Médicos del Mundo Munduko Medikuak

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Manual de buenas prácticas para la creación de alternativas de intervención dirigidas a la población drogodependiente en situación de exclusión social: un nuevo paradigma de intervención

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Manual de buenas prácticas para la creación de alternativas de intervención

dirigidas a la población drogodependiente en situación de exclusión social:

un nuevo paradigma de intervención

Diocesana de BilbaoBilboko Elizbarrutikoa

Cáritas Diocesana de BilbaoBilboko Elizbarrutikoa

Médicos del MundoMunduko Medikuak

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“Vivir no es sólo existir,sino existir y crear,saber gozar y sufriry no dormir sin soñar”Gregorio Marañón

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La elaboración de este Manual de Buenas prácticas para la creación de alternativas de intervención dirigidas a la población drogodependiente en situación de exclusión social no hubiera sido posible sin la inestimable colaboración de muchas perso-nas, que han aportado desinteresadamente su experiencia, su vivencia y su conocimiento. De todas ellas, este texto es pro-fundamente deudor.

En primer lugar, queremos manifestar nuestro más sincero agradecimiento a todas las personas usuarias de drogas en si-tuación de exclusión social que han participado en la realización de las encuestas. Sería imposible mencionarlas todas de forma individual, pero a todas y cada una de ellas queremos mos-trar nuestro reconocimiento por contarnos su historia, pasada y presente, permitiéndonos identificar desde “el otro lado” claves para la elaboración de un manual de buenas prácticas

Asimismo, queremos expresar nuestra gratitud y reconocimien-to a todos los y las profesionales que han apoyado la elabo-ración de este estudio, participando en grupos de discusión o en entrevistas en profundidad. Siendo conscientes de que el recurso “tiempo” es uno de los más escasos para desarrollo de nuestra actividad profesional, no podemos no valorar lo que ha supuesto su participación y su contribución a este estudio. Sus nombres y a la entidad a la que pertenecen se señalan a continuación:

Ana Fernández de Garayalde Ulacia•  . Directora del Módulo de Asistencia Psicosocial AUZOLAN de Bilbao.

Ander Zugaza.•  Responsable de incorporación social de Fundación ETORKINTZA.

Aurora Elosegui.•  Magistrada-Jueza del Juzgado de primera ins-tancia Nº 6 de San Sebastián.

Bienvenido Presilla Liñero.•  Presidente. FUNDACIÓN ARGIA.

Fabiola Moreno. •  Trabajadora Social Hospital de Basurto.

Igor Santos.•  Coordinador Área Acompañamiento Social de T4.

José Juan Uriarte.•  Jefe de la Unidad de Gestión Clínica de la Red de Salud Mental en Bizkaia.

Kepa Eguskitza.•  Responsable GILTZA-CARITAS.

Mª Cristina Marbella Merino•  . Psicóloga COMISIÓN ANTISIDA BIZKAIA.

María Asunción Garay Arostegui.•  Coordinadora de Estructuras Intermedias de la Comarca de Bilbao en la Red de Salud Mental de Bizkaia.

María Elena Alberdi.•  Bidaguren. PSIQUIATRA OSAKIDETZA.

Mónica Garcia Sirvent.•  Trabajo Social y Responsable de Recur-sos Humanos de la Asociación AGIANTZA Elkartea.

Rafael Cortés Moroy.•  Responsable Área de asistencia. Funda-ción Gizakia Fundazioa.

Tamara Fraiz.•  Educadora-Responsable Centro de Día Onartu. BI-ZITEGI.

Yolanda Pérez.•  Responsable - Centro de Incorporación Social, Itzala. SORTARAZI

Agradecimientos

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Así mismo queremos dar nuestro agradecimiento a los y las profesionales de las entidades promotoras de este estudio que han participado, en diferente manera, en su realización. A todas ellas, gracias por vuestro compromiso y dedicación:

EQUIPO CÁRITAS DIOCESANA DE BILBAO

Sonia Costillas. •  Técnica de Intervención del Centro Hontza. Cari-tas Diocesana de Bilbao (CDB).

Ana Sofi Telletxea.•  Socióloga Departamento de Investigación de CDB.

Matxalen Somoza.•  Responsable del Área de Adicciones (2011-2012) de CDB.

Elena Morcillo.•  Educadora Social.

Iñigo Cortazar.•  Responsable Centro Hontza. Caritas Diocesana de Bilbao (CDB).

Guillermo Ayuso.•  Responsable del Área de Adicciones de CDB partir de 2.012.

Olaia, Mabel, Andrea, Susana, Nerea, Itziar, Jon, Rober, • Mireya. Equipo del centro Hontza de Caritas Diocesana de Bilbao.

EQUIPO MÉDICOS DEL MUNDO - MUNDO MEDIKUAK

Alessandro Bua. •  Coordinador del Área de Inclusión Social. Médi-cos del Mundo / Munduko Medikuak

María Segador. •  Educadora de calle Médicos del Mundo / Munduko Medikuak

Arianne Antolín. •  Educadora de calle de Médicos del Mundo / Mun-duko Medikuak

Sonia, Eider, Arrate, Milena, María, Txema, Pierre, Adrián. • Equipo de la Sala de Consumo Supervisado. Médicos del Mundo

INSTITUTO DEUSTO DE DROGODEPENDENCIAS 01

Elisabete Arostegui. •  Investigadora del Instituto Deusto de Drogo-dependencias. Universidad de Deusto.

Izaskun Sarabia. •  Investigadora del Instituto Deusto de Drogode-pendencias. Universidad de Deusto.

Finalmente, queremos agradecer al Departamento de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco que ha financiado esta investigación. Gracias a esta ayuda y a la aportación de Cáritas Diocesana de Bilbao y Médicos del Mundo / Munduko Medikuak no hubiera sido posible realizar este trabajo.

Mila esker guztioi!

Responsables de la redacción de este Manual de Buenas Prácticas, planteamiento metodológico, diseño de instrumentos, análisis de datos y asesoramiento técnico.

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ÍndicePresentación 09

Estructura del documento 11

Justificación y antecedentes 12

PARTE I: Marco conceptual y legislativo 14

MARCO CONCEPTUAL: CONCEPTOS CLAVE 15

Exclusión social 15Exclusión social y género 16

Capital relacional y su vinculación con los procesos de exclusión e inclusión 17

Importancia de los procesos individualizados. Los itinerarios personalizados de trabajo y la recuperación de los dinamismos vitales. 17

Baja exigencia 18

Reducción de riesgos y daños 19

Consumo crónico y abstinencia inviable coyuntural 19

Drogodependencias y cultura. Estigma en drogodependientes. 20

Patología dual 20

Procesos de incapacitación y tutelaje 21Incapacitación 21La tutela 24

MARCO LEGISLATIVO 25

Las leyes 25

El VI plan de adicciones:ampliar el enfoque para abordar el fenómeno de las adicciones 25

PARTE II: Investigación cuantitativa y cualitativa: análisis de resultados

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Objetivos 27

METODOLOGÍA 28

Tipo de investigación 28

Hipótesis de trabajo 28

Universo, muestra y selección de la muestra 29

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Proceso de selección de la muestra 29

Instrumentos utilizados para la recogida de información 30

Trabajo de campo 31

ANÁLISIS CUANTITATIVO 32

Aspectos sociodemográficos 32

Situación administrativa 33

Consumo actual 34

Situación sanitaria 36

Situación judicial 36

Proceso de normalización 36

ANÁLISIS CUALITATIVO 38

Respecto al perfil 38

Reducción de daños 40

Cronificación y “normalización” 40

Necesidades 41Ámbito laboral 41Vinculación con los y las usuarias 42Acompañamiento - trabajo desde la cronicidad 42

Problemas 42

Situación de crisis 43

Incapacitación 44

PARTE III: Manual de buenas prácticas 46

Principio de atención personalizada 47

Principio de integralidad 47

Principio de protagonismo 48

Principio de intervención comunitaria 48

Principio de calidad 48

Sugerencias a las administraciones públicas 49

PARTE IV: Fichas de recursos 60

Ficha nº1: Centro de incorporación social 62

Ficha nº2: Proyecto residencial de larga estancia dirigido a personas sin hogar con alguna adicción en activo, principalmente drogodependencia

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Ficha nº3: Centro de Atención Integral a mujeres consumidoras de drogas ilegales víctimas de violencia de género

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Bibliografía 69

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Desde la misión de las dos entidades que lideran este estudio, Cáritas Diocesana Bilbao (CDB) y Médicos Del Mundo (MDM), creemos firmemente en la persona como valor y como titular de derechos, y articulamos nuestro trabajo diario en torno a la necesidad de garantizar y hacer efectivos los derechos funda-mentales de aquellas personas o colectivos que se encuentran en riesgo o en situación de exclusión social.

Este estudio parte de la preocupación por la realidad tan com-pleja y cambiante en la que vivimos, trabajando desde la com-prensión de los procesos de marginación y exclusión que afec-tan a las personas vulnerables de nuestra sociedad, en busca de ofrecer unas pautas que mejoren la intervención con este colectivo.

La necesidad de atención a las personas en situación de grave exclusión y con problemas de uso y/o abuso a drogas ha sido, entre otras cuestiones, una de las que hace tiempo detectó y atendió la sociedad civil organizada, o lo que llamamos Tercer Sector, porque lo cierto es que la respuesta a las necesidades sociales la han liderado históricamente las entidades sociales, mucho antes de que lo hicieran los poderes públicos.

El hecho de no perseguir fines de lucro, la flexibilidad y/o capa-cidad de adaptación a la realidad cambiante, su contacto con las personas en exclusión social y el conocimiento directo de su problemática, así como la capacidad de captar recursos y mo-vilizar al voluntariado, han favorecido que el Tercer Sector haya ido participando cada vez más en el desarrollo de un conjunto de prestaciones y servicios que, con el paso del tiempo, han sido parcialmente incorporados en la red pública de servicios sociales. De esta forma, se han configurado nuevos derechos sociales para la ciudadanía y obligaciones para las administra-ciones públicas.

Sin embargo, el desarrollo del sistema de protección social des-tinado a cubrir necesidades sociales y sanitarias de las perso-

nas en situación de exclusión social adolece de diferentes debi-lidades, que terminan desplegando sus efectos negativos sobre los colectivos destinatarios y, en este caso, sobre las perso-nas consumidoras de drogas ilegales en situación de exclusión social. Desde la experiencia directa de Cáritas Diocesana de Bilbao y Médicos del Mundo / Munduko Medikuak con este colectivo, se ha observado una modificación progresiva de sus características sociosanitarias y necesidades asistenciales a lo largo del tiempo, aumentando de forma significativa la super-posición de distintos factores de exclusión social que, a su vez, se han ido cronificando con el tiempo. Entre ellos, asumen gran relevancia las distintas patologías mentales (en muchos casos crónicas y también sin diagnosticar), que son especialmente frecuente entre las personas sin hogar/en exclusión: éstas ge-neran por un lado mayores dificultades a la hora de acceder a los servicios y recursos existentes, y por el otro caracterizan una intervención plena de obstáculos de difícil superación para el equipo profesional.

Frente a estas circunstancias, la red de atención a las adic-ciones se ha adaptado a las necesidades cambiantes de for-ma asimétrica y no siempre con todo el dinamismo que cabría esperar, mostrando en ocasiones la persistencia de una visión victimizadora y pasiva del colectivo drogodependiente. Esta perspectiva deriva de la construcción social de la imagen de la persona consumidora y del correspondiente estigma, que si-túan a las personas con adicciones al margen del sistema social y plantean una serie de medidas asistenciales que no miran al desarrollo de capacidades y habilidades subjetivas orientadas a la incorporación social, sino que terminan fomentando una postura asistencial y de demanda por su parte.

En este sentido, es imprescindible superar determinadas acti-tudes y entender que la adicción constituye una problemática compleja y multidimensional, en la que convergen factores de carácter social y sanitario, a la que se debe atender desde dife-

Presentación

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rentes niveles de intervención, que reúnan tanto al ámbito social como a las mismas administraciones públicas. Sin embargo, las inercias institucionales, algunas leyes y procedimientos, así como la falta de instrumentos adecuados para un trabajo com-partido, apuntan a una distancia significativa entre el discurso político y la realidad cotidiana: a pesar de lo expresado en la norma, no se percibe en el sector un apoyo real y continuo por parte de la administración ni la dotación de medios suficientes para que ese desarrollo legislativo se pueda realizar, de facto, de la manera más adecuada.

Por nuestra parte, como agentes participantes en la aplicación de estas políticas públicas, entendemos la necesidad y la im-portancia de cumplir nuestras funciones, responsabilidades y compromisos sociales: identificar las necesidades de los co-lectivos en exclusión social, atenderlas y visibilizar su situación para exigir a la administración pública que cumpla con sus obli-gaciones sociales, proveyendo los servicios adecuados para su atención dentro de la red sociosanitaria pública. En este marco, somos conscientes de las limitaciones de nuestra intervención, que sólo puede ser concebida como un “puente” entre la nece-sidad social detectada y la asunción de la responsabilidad por parte de las instituciones competentes. Aún así, entendemos que nuestra intervención, mientras siga siendo necesaria, tiene que contemplar mecanismos de mejora continua, adaptando las prestaciones y servicios a las necesidades cambiantes del colectivo destinatario. Cabe esperar que, por nuestras caracte-rísticas, seamos quienes hagamos las propuestas de interven-ción, que realicemos los estudios necesarios desde el análisis de la realidad, dado que somos quienes estamos en continuo contacto con las personas en exclusión, y tenemos la responsa-bilidad social de proveer a la administración de modelos efecti-vos y eficaces de actuación, capaces de adaptarse a los retos y necesidades de salud de la población destinataria.

Este Manual es la concreción de esta idea y el resultado de la asunción de un compromiso contributivo de algunas de las y los responsables de la ejecución de las políticas públicas: Cá-ritas Diocesana de Bilbao y Médicos del Mundo / Munduko Medikuak; un documento de buenas prácticas que supone la aportación de ambas entidades al sistema público de servicios sociales dirigidos a la población en situación de alta exclusión en un momento tan crítico como el que está viviendo la ciuda-danía de nuestro contexto.

Esta propuesta, basada en la experiencia de trabajo con el men-cionado colectivo por parte de las dos entidades, se plantea proponer diferentes estrategias y modelos de atención espe-cíficos destinados a mejorar la calidad de vida de las personas drogodependientes en exclusión social desde unos parámetros de mayor “eficiencia”, entendida como la adecuación y mejo-ra de la oferta asistencial y que oriente realmente los servicios hacia la cobertura de las necesidades globales de las personas que se acercan a los recursos de baja exigencia.

Por otro lado, y también en lo relativo al compromiso que ad-quieren con la Administración Pública y la sociedad en general los servicios del Tercer Sector, este documento persigue ali-mentar la reflexión sobre la necesaria revisión y actualización del modelo de intervención en materia de drogodependencias, concretamente con relación a las políticas y actuaciones en Re-ducción de Daños que se desarrollan en los recursos de baja exigencia. Desde aquí, las entidades promotoras del estudio invitan a todas y todos los profesionales relacionados con el tra-bajo dirigido al colectivo de estudio, así como a las Administra-ciones Públicas, a profundizar en un debate necesario que no puede verse condicionado ni limitado por la coyuntura actual.

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Este Manual de Buenas Prácticas consta de cuatro partes. En la primera se hace referencia a los conceptos básicos sobre los que surge la reflexión inicial y que integran, a la postre, el modelo teórico de referencia o punto de partida. Junto a éste se sitúa la legislación que ampara una búsqueda activa de las vías que permitan desarrollar efectivamente una normativa que resulta, sin duda, más evolucionada en su planteamiento que en su concreción. Tanto el marco teórico como el legislativo constituyen los pilares sobre los que se sustentan las recomen-daciones de mejora.

En un segundo término, y en aras a optimizar la atención que cabe dispensar en los centros de atención a las personas usua-rias de los mismos, resultaba preciso mostrar un diagnóstico del perfil y de las necesidades que resta cubrir. Para ello se presenta el análisis de los datos provenientes de las encues-tas aplicadas a las 111 personas, 89 hombres y 22 mujeres, que voluntariamente quisieron ofrecer su testimonio en torno a determinados aspectos relacionados con su propia situación de exclusión social 02 y sus opiniones en cuanto a los servi-cios. Esta información ha permitido establecer una imagen del perfil de la persona a la que se dirigen las recomendaciones finales de esta guía, tomándolo, en cualquier caso a modo de referencia, por cuanto que partimos de la consideración de que coincidiendo en muchos puntos con aspectos comunes al co-lectivo, la adaptación de la oferta asistencial a cada persona y circunstancia es un principio en la filosofía de las entidades que impulsan la redacción de este Manual.

La valiosa información ofrecida por las personas encuestadas en torno a su situación y sus necesidades se complementa en este apartado con los discursos vertidos por diversas/os profe-

sionales que, a través de entrevistas individuales y/o mediante su aportación en grupos focales, han enriquecido el diagnóstico dotándolo de un carácter técnico y operativo.

Los anexos y apéndices de este Manual muestran de forma más detallada y gráfica los resultados concretos de cada pregunta formulada a las personas usuarias encuestadas, los testimo-nios literales de las y los profesionales, así como las preguntas formuladas a unos y otras y que constituyen las herramientas de acceso a su realidad.

Todo este trabajo ha permitido la elaboración de una serie de recomendaciones que integran el denominado Manual de Bue-nas Prácticas para la creación de alternativas de intervención dirigidas a la población drogodependiente en situación de ex-clusión social: un nuevo paradigma de intervención. Este Ma-nual constituye la tercera parte de este estudio.

Finalmente, la reflexión proveniente de la bibliografía, la teoría, los datos hallados y las aportaciones del conjunto de profesio-nales, unidas a la experiencia de las personas que han impul-sado este trabajo, ha dado lugar a la elaboración de tres fichas técnicas de recursos “ideales” o considerados potencialmente más adaptados a la realidad diagnóstica en términos imagina-rios.

Dada la gran cantidad de tablas y gráficos elaborados a partir de la información obtenida mediante los cuestionarios, se presenta dentro de este informe un resumen de la misma en el apartado del análisis cuantitativo, mientras que el Anexo contiene la elaboración y análisis completo de todas las variables incluidas en el cuestionario.

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Estructura del documento

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Este estudio de investigación surge gracias a la iniciativa conjunta que las entidades Cáritas Diocesana Bilbao y Médicos del Mundo/Munduko Medikuak. Las entida-des que lideran este proyecto desarrollan, entre otros, diversos programas de reduc-ción de daños en el ámbito de las drogodependencias concebidos para dar respuesta a un colectivo de personas usuarias de drogas que suman, además, una serie de carac-terísticas personales, sociales, familiares, etc. que les dificultan en mayor medida que a otras la realización de procesos terapéuticos “al uso” o de corte más tradicional. El motivo de este handicap radica en el sumatorio de elementos o factores de exclusión que estas personas acarrean y que les sitúan en una posición de mayor desventaja y dificultad frente a otras personas usuarias de drogas que, por ende, parten de una posición diferente, más posibilista, respecto al logro del objetivo de la incorporación o normalización social.

Abundando en esta idea, la constatación en las memorias anuales de las altas tasas de recaídas y el notable porcentaje de expulsiones, achacadas a la “inadaptación” de las personas usuarias a la normativa del centro, pone de manifiesto la existencia de un número amplio de personas con trastornos adictivos que no “encajan” en los recursos disponibles.

Con el tiempo se ha comprobado que esta inadecuación mutua que han mostrado usuarios/as y recursos ha fomentado una espiral de intentos, recaídas, expulsiones, fracasos, gran nivel de frustración, ingresos hospitalarios (deshabituación, psiquia-tría,…), y el agravamiento de la situación de exclusión, o dicho de otro modo, factores tales como la concomitancia de otras patologías (mental, sanitaria, etc.), la cronifica-ción del perfil, un mayor deterioro físico-psíquico, el progresivo envejecimiento, así como la falta de apoyo familiar, social y otro gran número de carencias de diverso or-den fomentan, de hecho, la inmersión de la persona en una espiral de grave exclusión, lo que a su vez dificulta, si no imposibilita per se, el cumplimiento de las exigencias de un proceso de tratamiento del abuso de drogas “al uso”.

Sin negar la eficacia de este estilo de atención, ideal para determinados perfiles de usuarios y usuarias de drogas, parece posible afirmar que algunos de estos disposi-tivos no poseen en su estructura, concepción o modo de trabajo los elementos que pudieran favorecer o potenciar la vinculación de las personas más excluidas al proceso de incorporación social.

Justificación y antecedentes

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Por otro lado, y en un sentido positivo, resulta igualmente cierto que esta realidad ha favorecido el replanteamiento de la con-cepción asistencial por parte de muchos recursos y/o profesio-nales de los mismos.

Desde la necesidad de ofrecer una atención a este sector po-blacional que presentaba cada vez más dificultades de adapta-ción a los recursos, más deterioro social, personal, estructural, etc. surgieron entidades como Cáritas Diocesana Bilbao o Mé-dicos del Mundo, que tradicionalmente han asumido el trabajo sobre los denominados objetivos intermedios en el abordaje de la toxicomanía. Desde la consolidación de esta filosofía de tra-bajo y la observación diaria de las personas usuarias de estos recursos, ambas entidades se plantean la necesidad actual de ir más allá, puesto que sigue habiendo un colectivo de perso-nas toxicómanas que acumulan un gran número de factores de riesgo de exclusión y para quienes los programas de objetivos intermedios tampoco resultan eficaces.

El planteamiento de la creación de nuevos modelos de inter-vención, de nuevos recursos o de la adaptación de los mismos a las necesidades de este colectivo consumidor de drogas que se sitúa en el extremo más marginalizado del itinerario de ex-clusión, se realiza desde una perspectiva eminentemente so-cial pero plenamente imbricada en el espacio sanitario, lo cual encaja plenamente en la filosofía, los valores y la misión de las entidades implicadas en la confección de este Manual.

Desde esta perspectiva innovadora, el presente documento se propone contribuir a la generación de conocimiento para la intervención social en la medida en que describe las nuevas

necesidades asistenciales de un sector poblacional caracteri-zado por una grave situación de exclusión social, toda vez que permite observar el nivel de adecuación de la red de recursos destinados a su atención. Así mismo pretende abarcar, no sólo las necesidades de carácter social, sino también las de índole sanitaria en el intento de ir configurando y definiendo el espacio sociosanitario; una respuesta integral a una nueva realidad.

Finalmente, y más allá de los compromisos adquiridos con el ente financiador, las personas participantes en este estudio co-incidimos en asumir gustosamente la “obligación” profesional de acercarnos a la realidad sobre la que deseamos intervenir con la mayor objetividad posible, de forma que orientemos las intervenciones a partir de las evidencias, de las teorías con-trastadas y de las posibilidades reales que nos ofrece nuestro medio, no sin antes dejar constancia de la necesidad del Tercer Sector de continuar implementando políticas de calidad como herramientas de gestión para la mejora de los servicios ofer-tados. De este modo se garantiza la consecución de objetivos tales como la satisfacción e intereses de las personas usuarias, la satisfacción y motivación de los y las profesionales, la estan-darización de procedimientos y procesos eficaces y eficientes y el cumplimiento de un proceso continuo de autoevaluación y mejora de los itinerarios a través de los seguimientos realiza-dos tras su implantación, los cuales forman asimismo parte de la propia calidad, los cual manifestamos en plena coincidencia con el argumento de Calvo, De Lucas, Pozo, y López (2007).

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PARTE IMarco conceptual y legislativo

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01. Exclusión socialSe entiende por exclusión social el “proceso mediante el cual los individuos o grupos son total o parcialmente excluidos de una participación plena en la sociedad en la que viven”. Tal pro-ceso, opuesto al de “integración social”, da lugar a una priva-ción múltiple que se manifiesta en los planos económico, social y político (European Foundation, 1995:4).

La exclusión social exige una concepción que incluya la natu-raleza dinámica, multidimensional y heterogénea del fenómeno que afecta negativamente a los diferentes aspectos del desa-rrollo humano, no sólo a los materiales (Pérez de Armiño e Iza-girre, 2005).

La complejidad y el carácter dinámico de este fenómeno ha favorecido diversas teorías y denominaciones como la de De Haan y Maxwell, 1983; García Roca, 1998; Harwin y Fahth, 1998, o la más actual de FOESSA de 2008, pero en todas ellas existe cierto consenso a la hora de valorar las dimensiones co-munes del mismo, incluyendo necesariamente la existencia de dificultades en el eje económico, estructural o de los recursos (empleo, ingresos, privación), en el eje político de la ciudada-nía, de sus derechos, la afectación de su área contextual o so-cial (derechos políticos, educación, salud y vivienda) y en el eje de las relaciones sociales, una dimensión subjetiva o personal.

En 2011, el Gobierno Vasco elabora un documento en el que destaca la importancia que otorga en la situación de exclusión a la disponibilidad de determinados recursos que mencionare-mos de inmediato. Establece, pues, que están en situación de exclusión social, no en riesgo de, las personas que mantienen unas condiciones de vida y convivencia afectadas por múltiples déficits y carencias que persisten en el tiempo y que al acu-mularse provocan la existencia de una situación directamente relacionada con los:

Recursos personales:Vinculados a las competencias, habilidades sociales, a los dinamismos vitales, los vinculados a la salud-dependencia-discapacidad, a la formación, la información para el acceso a los recursos de protección social y las habilidades para el acceso y mantenimiento del empleo.

Recursos relacionales: Vinculados a la provisión de apoyo social para la vida cotidiana y al desarrollo de la vida social.

Recursos materiales:de alojamiento, económicos, etc.

Marco conceptual: conceptos clave

PARTE I: Marco conceptual y legislativo

Teniendo en cuenta el perfil potencial de las personas interesadas en este Manual, no consideramos necesario iniciarlo con una extensa explicación en torno a la evolución del concepto de Exclusión social, que ha adquirido un papel primor-dial y creciente en los últimos tiempos, ni demorarnos excesivamente en describir las políticas de Reducción de Daños en drogodependencias, dado que se aplican en nuestra comunidad desde hace varios años. Sobre ambos conceptos girará el contenido de este documento.

Desde esta premisa se analizan a continuación los términos y definiciones que CDB y MDM asumen como puntos de partida conceptuales referentes en su actividad y que suponen el punto de partida de este Manual de Buenas Prácticas.

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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Este excelente documento desarrollado en nuestro contexto más cercano permite conocer las dimensiones y grados de la exclusión social e incluye una herramienta operativa con vo-cación de ser común a la hora de determinar y/o realizar un diagnostico social del punto de ese proceso en el que se halla cada persona.

En el caso de que se considere que la persona se encuentra en situación de Exclusión Social, también cabe determinar la intensidad de dicha situación, puesto que la exclusión social se puede dividir en tres zonas:

EXCLUSIÓN SOCIAL LEVE

Las dinámicas de exclusión están comenzando a actuar y en un futuro la capacidad o posibilidad de ejercer los derechos so-ciales se puede ver comprometida. Se constata la merma en la disponibilidad o desarrollo de recursos personales, sociales, relacionales y económicos para hacer frente a situaciones en las que las personas precisamos de los referidos recursos.

EXCLUSIÓN SOCIAL MODERADA

La capacidad o posibilidad de ejercer los derechos sociales se está viendo comprometida. Se sitúan en este nivel de intensi-dad las personas que presentan un deterioro o la desaparición de sus recursos personales, sociales (vínculos y relaciones que permiten dar respuesta a sus necesidades) y económicos.

EXCLUSIÓN SOCIAL GRAVE

En este grado se encuentran las personas imposibilitadas para el ejercicio de los derechos sociales en su condición de ciudadano/a por carecer de los recursos personales, sociales o económicos imprescindibles para ejercer estos derechos.

La integración por el trabajo se ha roto. Se manifiesta a tra-vés de un acoplamiento interpersonal inefectivo, un ajuste in-efectivo entre la capacidad de desenvolvimiento autónomo y el apoyo social disponible; significa no contar para nada, no ser considerado/a útil a la sociedad, ser descartado/a de la partici-pación y sobre todo, sentirse insignificante.

01.1. Exclusión social y género

Una adecuada comprensión de la exclusión social y de las di-námicas que la producen y reproducen no puede prescindir de la incorporación de la perspectiva de género, entendida como una categoría de análisis que permite observar cómo los sis-temas socioculturales construyen desigualdades a partir de la diferencia sexual (Scott, 1996). Este enfoque supone estudiar cómo, en un determinado contexto normativo, social, económi-co, político y cultural, se organizan las relaciones entre mujeres y hombres, cuáles son los roles sociales que desempeñan y cómo se articulan las relaciones de poder entre los sexos.

En el ámbito de la exclusión social, este enfoque adquiere una importancia fundamental en tanto que permite comprender los procesos socioculturales que fundamentan determinadas des-igualdades sociales. Por lo tanto resulta necesario introducir este eje de análisis no sólo en la comprensión de las causas y las manifestaciones de las situaciones diferenciales de exclu-sión social entre mujeres y hombres, sino también en la plani-ficación de la intervención dirigida a colectivos en situación de exclusión social.

Las principales desigualdades que siguen manteniéndose en-tre hombres y mujeres, señalan Fundación Peñascal y Fede-ración Sartu (2010) afectan a cuestiones relacionadas con el acceso al empleo y a condiciones laborales desiguales; al ám-bito educativo, donde sigue habiendo una segregación en los estudios que cursan relacionados con los estereotipos de géne-ro y se encuentran con muchas dificultades por cuestiones de género en el desarrollo de su carrera profesional; a la asunción principal de la mayor parte del trabajo doméstico y el cuidado de la familia, limitando sus posibilidades de acceso a puestos de responsabilidad; las desigualdades en salud. Las mujeres tienen una peor percepción de su salud, tienen más probabili-dades de contagiarse en sus relaciones heterosexuales y más probabilidades de sufrir agresiones y lesiones como víctimas de la violencia de género y, finalmente, se evidencia la inequidad que aún persiste en la toma de decisiones y la participación po-lítica de las mujeres, donde todavía queda mucho por avanzar.

Desde la aceptación de lo expresado en el párrafo antecedente, la llamada feminización de la exclusión no parece manifestarse tanto en su dimensión cuantitativa, sino más bien de manera cualitativa. De este modo, a partir de ciertos estudios de condi-ciones de vida de la población excluida se deriva que algunos tipos de hogar encabezados por mujeres presentan claramente un mayor riesgo de exclusión social que el resto. Por otro lado,

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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las causas que llevan a las mujeres a la exclusión social, el tipo de situaciones vividas y los mecanismos para salir de ellas son altamente diferenciables. Mientras que las causas identifi-cadas en los varones tienen que ver con el empleo, la discapa-cidad o las drogodependencias, en los hogares encabezados por mujeres se identifican como factores desencadenantes las situaciones familiares de riesgo (abandono por parte de los pro-genitores, su muerte durante la infancia, separación, divorcio o muerte del cónyuge, problemas económicos graves en la fami-lia); duras condiciones de salud (enfermedad o discapacidad); situaciones de agresión, violencia sexual, malos tratos (físicos y psíquicos) y, por último, situaciones de conflictividad personal (ingreso en prisión o en instituciones para menores y el abando-no o fuga del hogar de origen), (FOESSA, 2008).

02. Capital relacional y su vinculación con los procesos de exclusión e inclusión“La exclusión social deteriora los vínculos, las comunidades, la constitución del sujeto y sus marcos de sentido”, y desde FOESSA (2008) cada vez son más conscientes de la importan-cia de estos factores de desarrollo social y, en especial, de su papel en los procesos de empoderamiento de las personas en situación de exclusión. Existe un acuerdo masivo entre profe-sionales respecto a que las personas en situación de exclusión pierden relaciones y ven deteriora su capacidad para establecer nuevos vínculos. La experiencia de la exclusión produce expe-riencias extremas de confianza y desconfianza

Esta misma Fundación entiende por capital social el conjunto de relaciones y pertenencias del sujeto que tienen influencia en su capacidad económica porque, como también expresan Subirats y otros (2004), existen claras conexiones entre la posición que los individuos ocupan en el mercado y las redes sociales y fa-miliares disponibles. Esto último se llama a menudo el «capital relacional» entendido como un activo más, junto al económico o el formativo, a la hora de explicar la posición en que se hallan las personas y/o los grupos sociales en la sociedad o en sus distintos campos o espacios de intercambio.

02.1. Importancia de los procesos individualizados. Los itinerarios personalizados de trabajo y la recuperación de los dinamismos vitales

Muy relacionado con el punto anterior - puesto que el capital relacional resulta fuertemente afectado por la exclusión en la vertiente subjetiva - Bell Adel (2002), plantea que si los itinera-rios de exclusión son personales, familiares y a veces grupales, pero su origen es básicamente estructural, será necesaria una intervención que a la par que transforma los aspectos estruc-turales plantee una forma de intervención individual, persona-lizada.

Estos elementos subjetivos afectados aluden a la personalidad, a las situaciones personales relacionadas con la ausencia de afecto y amor, la falta de comunicación, la ausencia de expec-tativas, etc. que debilitan y erosionan los dinamismos vitales: la afectividad, la confianza, identidad, reciprocidad, autoestima, etc. dando lugar a la pérdida de significaciones y sentido de la vida, a una ausencia de expectativas y a una sensación de pér-dida futuro. Todas estas situaciones acentúan las estructuras de impotencia que derivan en anomia, pasividad, abandono de todo intento de superación, y desenganche de los procesos de socialización.

Renés (2005) por su parte, profundiza en la importancia de las intervenciones profesionales que se desarrollan con las perso-nas en exclusión social. El autor afirma que la inserción social no se ha de considerar como una consecuencia resultante de determinados recursos, sino que el propio proceso de inserción exige pensar más en términos de itinerarios, es decir, más en el camino que en la meta. “Por ello resulta imprescindible romper con la fragmentación de la intervención en una concepción que considere, que si bien las problemáticas concretas constituyen ejes posibles de intervención, como por ejemplo el trabajo, la intervención debe actuar sobre el conjunto de causas y factores que operan en el problema”.

En esta nueva visión de la inserción social se enumeran cinco criterios básicos para la ade-cuación a la realidad social de las personas con las que se interviene:

01. Las personas en situación de exclusión social deben de considerarse sujetos activos del proceso: siendo los y las profesionales quienes deben de estar para ayudarles a hacer, no quienes hagan.

02. Se debe trabajar en red desde la com-plementariedad: es decir, que los programas dirigidos a la inclusión social hagan red com-plementaria con otros agentes, pensando y realizando en red los objetivos, los recursos y los roles.

03. Hay que ofrecer recursos de calidad: entendiendo por un servicio de calidad el que está orientado a satisfacer las necesidades de la persona usuaria, el que se encuentra en una mejora continua y en el que la calidad es una parte consustancial a la identidad de la organiza-ción /entidad.

04. Hay que establecer un trabajo basado en el acompañamiento: esta es la tarea principal que ha de estar presen-te durante el conjunto del proceso de inserción social.

05. Se debe construir en el proceso una comunidad acogedora y accesible: es decir, que el trabajo de las entidades dedicadas a la inserción social modifique el entorno donde se pretende insertar a las personas en exclusión social con las que se trabaja.

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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03. Baja exigenciaEl concepto de “baja exigencia”, íntimamente unido al de “reducción de daños”, surge en Europa a finales de la década de los 80 y principios de los 90 unido a los nuevos modelos de intervención en el área de las drogodependencias.

Parte de la consideración de que la persona drogodependiente dispuesta a desintoxi-carse debe disponer de recursos que se lo faciliten, pero quien no quiera o no se vea capaz de aceptar una desintoxicación, también debe contar con los dispositivos nece-sarios para sobrevivir, y para ello es necesario crear recursos de baja exigencia (bajo umbral) que ofrezcan asistencia médica y social de base.

La optimización y adaptación del trabajo a las necesidades de la baja exigencia, su-giere Bascuñan (2011), requiere relacionar entre sí a los/as diferentes agentes de la intervención: el usuario o usuaria, el centro y el o la profesional.

La Baja exigencia no debe suponer, en ningún caso, renunciar a conseguir progresos en la incorporación de estas personas a los centros o servicios que permitan superar su situación, pero tampoco es condición sine qua non para continuar recibiendo los mínimos asistenciales. Debe ser una oportunidad para motivar y, siempre que sea posible, iniciar procesos de mejora en la situación de estas personas que les permitan utilizar recursos más normalizados. Aun cuando en los centros y servicios de Baja Exi-gencia los procesos sean más largos y lentos, no pueden constituir el final de trayecto. A nadie se le debe considerar como una persona usuaria permanente e indefinida, independientemente de sus características y su situación personal al acceder al centro o servicio, ni se puede renunciar nunca a conseguir objetivos de mejora de su situa-ción.

Son perfiles de alta cronicidad que no quieren ayuda del colectivo profesional o que tienen con éste relaciones instrumentales viciadas por cantidad de discursos aprendi-dos, pero no consecuentes ni realistas. La persona que acepta acudir a un centro de baja exigencia da un primer paso en su proceso de cambio, es un punto de inflexión, una decisión que se toma como consecuencia de alguna circunstancia especial, por ejemplo el empeoramiento del estado de salud o el “enganche” con algún/a profesional en calle (Pérez, Nogales, Velázquez, 2012).

Como señala Bascuñan (2011), la atención de estos perfiles implica un gran esfuerzo por la parte profesional, pero también entraña una exigencia a la persona usuaria, pero siempre teniendo en cuenta sus tiempos, sus necesidades y sus deseos, aceptando que han elegido caminos difíciles de los que a veces no se sale, pero sin olvidar nunca que los recursos de baja exigencia no impiden la implementación de planes de traba-jo.

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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04. Reducción de riesgos y dañosLa Reducción de riesgos y Daños surge como concepto y es-trategia de intervención en los años 80 ante los problemas de-rivados del consumo de drogas en personas en situación de exclusión social.

Los Programas de Reducción de Daños (PRDs) basados en el “Mersey Model of Harm Reduction”, que sientan las bases de intervención profesional, establecen como metas las siguientes (Ashton y Seymour, 2010):

A.- Aumentar la calidad de vida de las personas consumidoras de drogas, es decir, mejorar el estado de salud y la situación social del colectivo.

B.- Disminuir la transmisión de la infección por VIH, VHB y VHC desde, entre y hacia las y los usuarios de drogas.

C.- Incrementar la toma de conciencia de estas personas sobre los riesgos y daños asociados a su consumo.

D.- Disminuir o eliminar los riesgos y daños asociados al uso de drogas, así como las conductas sexuales de riesgo entre las personas consumidoras.

E.- Fomentar y favorecer la aparición de conductas exentas de riesgo frente a la infección por VIH, VHB y VHC.

En definitiva, la reducción de daños es un conjunto de interven-ciones preventivas, sanitarias y sociales que tienen por finali-dad minimizar los riesgos por el uso de alcohol, drogas psicoac-tivas y psicofármacos, así como reducir los daños que pueden causar sus consumos abusivos. Estas intervenciones entre las poblaciones vulnerables o sometidas a situaciones de riesgo

debido al uso de alcohol y drogas - sean usuarias eventuales o crónicas de las mismas - se proponen informar sobre las con-ductas inapropiadas, riesgosas y peligrosas en el uso de esas sustancias, así como habilitar y otorgarle competencias a aque-llas personas y a sus entornos familiares, sociales e institucio-nales para recomendar y gestionar las conductas adecuadas a cada situación. Asimismo, estas intervenciones preventivas deben hacer disponibles los recursos necesarios y los entornos apropiados para no inducir conductas inadecuadas y, en cam-bio, promover comportamientos de autocuidado (Mino, 2000).

05. Consumo crónico y abstinencia inviable coyunturalEl concepto de cronicidad se basa en varios criterios. El primero el diagnóstico, ya que algunos diagnósticos tienen precisamen-te como criterio la larga duración. También la propia duración, ya porque sea larga o porque pase por recurrencias frecuentes. El nivel de discapacidad, es decir, la afectación para la actividad personal, social o laboral ha sido otro criterio considerado.

Actualmente el reto de las intervenciones en drogodependen-cias consiste en concretar las variables relacionadas con su efectividad (tanto las relativas a la persona usuaria como al pro-pio tratamiento) y conocer los factores de cronicidad en ellas, entendidos como aquellos que impiden mejorías sustanciales durante los tratamientos y permitirían la completa autonomía personal, determinando así las mejoras en el diseño y aten-ción los programas de tratamiento para disminuirla (Fernández, 2004).

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“El objetivo fundamental de los programas de prescripción diversificada e individualizada de agonistas opioides, es atraer y retener a los drogodependientes gravemente afectados al sistema público de salud, con el fin de reducir los daños derivados del consumo de drogas: abandonar el consumo de heroína ilegal, prevenir las enfermedades transmisibles por vía intravenosa y/o sexual, mejorar la salud física, psíquica y la integración social. En definitiva, mejorar su calidad de vida e integrarles progresivamente, si el caso, en un proceso de cambio no dirigido necesariamente hacia la abstinencia sino hacia la modificación de hábitos y comportamientos ligados al consumo”. (PEPSA, s/f)

En el ámbito del consumo de drogas ilegales de larga duración (especialmente en el caso de las inyectadas), la cronificación en el consumo suele acompañarse de una cro-nificación de la situación de exclusión social, que entendemos como la pérdida de una serie de capacidades y habilidades subjetivas junto con un deterioro significativo de las condiciones de salud que impiden –aunque sea de forma transitoria- la posibilidad de establecer un itinerario de inserción basado en los canales tradicionales de la inclusión social. En estos contextos la abstinencia puede convertirse en un horizonte demasiado alejado de las condiciones personales y sociales de la persona consumidora.

06. Drogodependencias y cultura. Estigma en drogodependientes“El consumo de las drogas sólo puede entenderse si se estudia el contexto social y cultural en el que vive el consumidor, (...) la aceptación de las drogas varía mucho de una cultura a otra”

Torrens 1995: 9

El campo de las drogas es uno de los ámbitos de la vida social que está más sujeta a estigmatizaciones y prejuicios. A lo largo de la historia, las distintas sociedades han ido desarrollando una serie de códigos de valores y actitudes hacia las drogas, en algunos casos aceptando e integrando las que le son propias, (el alcohol y el tabaco) y en otros rechazando las que le son ajenas (opiáceos, cocaína, cannabis, etc.), (Rengel, 2005). Esta distinción no tiene ningún fundamento desde el punto de vista del daño social, de la nocividad o de la dependencia. (Cymerman, Touzé, Rossi, 1996).

Para la gran mayoría de la población, incluidos los propios usuarios y usuarias de drogas, el problema se define y las respuestas se diseñan a partir de una serie de pre-conceptos y estereotipos (Touzé 1996). Además, es importante tener en cuenta que la persona consumidora es considerada como marginal en el imaginario social, por lo que es rechazada. Esto genera un bucle perverso que provoca una desviación de la cohe-sión social, tanto por la propia persona que se excluye como por el resto de la sociedad normalizada, dificultado la rehabilitación y reintegración en la comunidad.

07. Patología dualSe denomina patología dual a la concurrencia en una misma persona de, por lo menos, un trastorno de consumo de sustancias y otro trastorno psiquiátrico. La relación entre el consumo de drogas y los trastornos psiquiátricos es muy estrecha. El 72% de las personas drogodependientes sufren “patología dual”. (Szerman, 2012)

Estos/as pacientes “duales” o con comorbilidad psiquiátrica son frecuentes y presentan mayor gravedad (tanto desde la perspectiva clínica como social) que las personas que sólo presentan un tipo de trastorno, adictivo u otra enfermedad psiquiátrica, (Torrens, 2008).

Para el abordaje de la patología dual son necesarias terapias específicas dirigidas a la /el paciente dual, que deberá ser atendida en un sistema integrado que garantice el abordaje de la adicción y la patología psiquiátrica de manera conjunta, simultánea

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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Este apartado está basado en dos documentos: primero por la abogada Isabel Winkels Arce en su documento Incapacitación Judicial de las personas y segundo por la información ofrecida en la web todoalzheimer.com, sobre temas de incapacitación y tutela.

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y a largo plazo. Esto requiere que el colectivo profesional que atiende a estas personas esté formado para detectar los casos en los que exista una patología dual y poder proporcionar una intervención adecuada.

08. Procesos de incapacitación y tutelajeLos trastornos derivados del consumo de alcohol y drogas son causa de múltiples problemas en diferentes ámbitos del Dere-cho. Además, la frecuencia con la que las conductas adictivas coexisten con otras patologías psiquiátricas es alta, dando lugar en el ámbito civil a que algunos casos el abuso, dependencia u otros trastornos inducidos por sustancias puedan considerarse como enfermedades o deficiencias persistentes que impidan a las personas gobernarse a sí mismas (Serrat y Morales, 1999). Para proteger a estas personas contra posibles situaciones de desamparo o indefensión, cuando ellas mismas o sus familiares no puedan hacerse cargo, existe un método llamado “incapaci-tación”.

La incapacitación es un proceso judicial en el que una sentencia judicial reconoce que las personas no tienen esa capacidad de autogobierno. Esta sentencia es la que determina los límites de esa incapacidad. La incapacitación debe entenderse siem-pre de forma positiva, es decir, para la protección de la propia persona. Además no se trata de un proceso irreversible: puede revisarse si las causas que la motivaron o las condiciones de la persona cambian. De hecho, se considera una medida inter-media, dado que el objetivo último del trabajo con las personas

de este colectivo es el logro de la autonomía de las personas atendidas.

01.8.1. Incapacitación

Por la importancia que tiene estos procesos, queremos explicar más detalladamente en qué consisten: 03

LA INCAPACITACIÓN

LA MODIFICACIÓN DE LA INCAPACITACIÓN O REINTEGRACIÓN DE LA CAPACIDAD

EL INTERNAMIENTO INVOLUNTARIO POR TRASTORNO PSÍQUICO

LA DECLARACIÓN DE PRODIGALIDAD

En todos ellos, es competente el Juez de 1ª Instancia del lugar de residencia del la persona destinataria del procedimiento, sin que quepan sumisiones a otros tribunales. Las partes deberán ser representadas por abogado/a y procurador/a, y el Ministerio Fiscal será parte siempre.

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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LA INCAPACITACIÓN

El art. 200 del Código Civil mantiene que “Son causas de incapacitación las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí misma”.

¿Quién está legitimado para presentar esta demanda? La Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) lo señala en su artículo 757: el propio incapaz, así como su cónyuge o pareja de hecho, descendientes, ascendientes y hermanos. Y amplía esta facultad a cualquier persona, autoridad o funcionario público, que tenga conocimiento de la concurrencia de alguna enfermedad o circunstancia determinante, para ponerla en conocimiento del Ministerio Fiscal a fin de que éste incoe el procedimiento correspondiente.

Obviamente, la legitimación pasiva recae en la persona incapaz, que puede comparecer en el proceso con su abogado/a y procurador/a. Si no lo hace, será defendida por el Fiscal, siempre y cuando no hubiera sido promotora del proceso. Si lo fue, se le nombrará un defensor judicial para que cuente con las máximas garantías.

El procedimiento es simple, y básicamente flexible: la adjudicatura puede decidir que las audiencias se celebren a puerta cerrada, que las actuaciones sean reservadas, la práctica de pruebas se puede acordar en cualquier momento, con independencia del momento en el que se haya propuesto, la audiencia puede indagar sobre aquellos extremos que le parezcan dudosos con plena libertad, oyendo a parientes, al incapaz, y sin vincularse a la conformidad que pudieran manifestar las partes.

La adjudicatura deberá siempre recabar un dictamen pericial médico, sin el cual no puede dictar ninguna resolución. La sentencia deberá fijar los límites de la incapacitación, la necesidad de internamiento en su caso, el régimen de tutela o guarda, y la persona que deba asistir, representar y velar por el incapaz.

Esta sentencia se inscribirá siempre en el Registro Civil, y puede ser inscrita en cualquier otro registro a los efectos pertinentes. Mediante el mismo procedimiento, y con las mismas exigencias legales, puede instarse por las personas interesadas que quieren la reintegración y modificación del alcance de la incapacitación.

LA MODIFICACIÓN DE LA INCAPACITACIÓN O REINTEGRACIÓN DE LA CAPACIDAD

Como hemos señalado, la incapacitación no tiene porque ser definitiva; el artículo 761 de la LEC señala que “La sentencia de incapaci-tación no impedirá que, sobrevenidas nuevas circunstancias, pueda instarse un nuevo proceso que tenga por objeto dejar sin efecto o modificar el alcance de la incapacitación ya establecida”

Es decir, las mismas personas legitimadas para instar la incapacitación, y quienes ejercieren cargo tutelar sobre él, pueden solicitar que ésta se deje totalmente sin efecto, o que se altere el alcance de la incapacitación previamente señalado.

El procedimiento es básicamente igual al de la incapacitación, y la sentencia deberá pronunciarse sobre si procede o no dejar sin efecto la incapacitación, o sobre si deben o no modificarse la extensión y los límites de ésta. Esta nueva sentencia tendrá reflejo en los Registros dónde se inscribió la incapacitación anterior.

EL INTERNAMIENTO INVOLUNTARIO POR TRASTORNO PSÍQUICO

Esta sensible medida está regulada en el artículo 763 de la LEC. Su objetivo es acordar el internamiento de personas con trastornos psíquicos que no están en condiciones de decidirlo por sí mismas. Como regla general, antes de acordar este internamiento deberá requerirse la autorización judicial. Pero si por razones de urgencia esto no fuera posible, deberá informar al Juzgado en las 24 horas siguientes al internamiento.

Antes de acordar el internamiento, o de ratificar el ya efectuado, la Magistratura deberá oír a la Fiscalía, examinar por sí mismo al afectado, a cualquier otra persona cuya comparecencia sea pertinente, y al facultativo designado por él.

Si en la resolución se acuerda el internamiento, debe expresar la obligación de los facultativos que atiendan al internado de informar periódicamente al tribunal sobre la necesidad de mantener la medida. Estos informes se emitirán cada 6 meses, a no ser que el juez señale otro plazo inferior, debido a la naturaleza del trastorno que motivó el internamiento. Una vez estudiados, la adjudicatura decide si mantiene o no el internamiento. Cuando los facultativos decidan que no es necesario mantener el internamiento, darán el alta al enfermo y lo comunicarán inmediatamente al juez competente.

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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LA DECLARACIÓN DE PRODIGALIDAD

El Tribunal Supremo define pródigo como “conducta desarreglada de la persona que por modo habitual malgasta su patrimonio con ligereza, que lo pone en peligro injustificado en perjuicio de su familia”.

El objetivo de la declaración es limitar la capacidad de administración de su patrimonio de la persona supuestamente pródiga. Cuando se detecte que concurre esta enfermedad, se debe plantear la petición de esta declaración cuanto antes, ya que tiene efectos únicamente a partir de la presentación de la demanda, ya que los actos del declarado pródigo anteriores a la demanda de prodigalidad no podrán ser atacados por esta causa. (Artículo 297 del Código Civil).

Pueden instar esta declaración el/la cónyuge, los/las ascendientes y los/las descendientes. El procedimiento es igual de flexible y amplio que el de incapacitación. La sentencia precisará qué actos no puede realizar el declarado pródigo sin el consentimiento de la persona que deba asistirle, y quien es esa persona. Se inscribe asimismo en los Registros pertinentes.

Medidas cautelares de protección

La incapacitación civil intenta velar por los intereses de las personas incapaces y potenciar al máximo las funciones de protección que el Derecho ofrece a todas aquellas personas con las facultades cognoscitivas mermadas, como pueden ser las personas drogodependientes crónicas con patología dual.

Como el proceso de incapacidad puede durar mucho tiempo (6 a 18 meses) y debido a que una persona adicta crónica y con otro tipo de patologías físicas/psíquicas asociadas a su enfermedad, puede dar lugar a gran cantidad de situaciones de riesgo y urgencia en relación a la inmediata protección personal del enfermo, existe la posibilidad de adoptar medidas cautelares.

Para internar a un paciente de estas características, es necesaria una previa autorización judicial. El internamiento, por razón de trastorno psíquico, de una persona que no esté en condiciones de decidirlo por sí misma, aunque esté sometida a la patria potestad o a tutela, requerirá previa autorización judicial.

En caso de que dicho internamiento se tenga que realizar urgentemente, se podrá realizar sin autorización, pero la persona responsable del centro en que se hubiera producido el internamiento deberá dar cuenta dentro del plazo de 24 horas a la adjudicatura competente, a los efectos de que se proceda a la preceptiva ratificación de dicha medida.

Una vez dictada la sentencia de incapacitación, ésta debe determinar su extensión y límites, y establecer el régimen de protección al que queda sometido el incapacitado (tutela, curatela o guarda). Asimismo, esta sentencia nombrará a la persona que haya de asistir o repre-sentar al incapaz y velar por él.

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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01.8.2. La tutela

Nombramiento de tutor/a

Para el nombramiento de tutor/a, la Ley establece un orden de preferencia no vinculante para el Juez/a, ya que éste/a puede alterar el orden en beneficio de la persona incapacitada. Dicho orden es el siguiente:

Cónyuge que conviva con el tutelado/a.•

Padres.•

Personas designadas por éstos mediante la Declaración de • voluntades anticipadas.

El descendiente, ascendiente o hermano/a que designe el • Juez/a.

La tutela se ejercerá siempre por un solo tutor/a, salvo en los casos en que la Ley admite que sean varios (Artículos 236 a 238 del Código Civil) o lo considere conveniente la adjudicatura.

Capacidad para ser tutor/a

Pueden ser tutores las personas que se encuentren en el pleno ejercicio de sus derechos civiles y en quienes no concurran al-guna de las causas de inhabilidad establecidas por la Ley.

Los/as tutores/as están obligados a defender y velar por los in-tereses del incapacitado/a, estando su actuación sometida al control judicial. A este respecto deben hacer un inventario de bienes en los primeros 60 días y presentarlo al magistrado/a, así como, rendir cuentas anualmente al juez/a que conoció de la incapacitación mediante la presentación de un informe anual sobre la situación de su tutelado/a y el estado de su patrimo-nio.

Por último, y en lo que respecta las facultades del Tutor/a debe tenerse en cuenta que existen determinados actos para los cuales será necesario obtener una autorización judicial previa, como sería el caso de la compraventa de bienes inmuebles.

La inhabilidad de la tutela

La persona asignada como tutora puede ser inhabilitada por el Juez/a si la causa es lo suficientemente importante para poner en riesgo al afectado. Las causas pueden ser por inmoralidad, imposibilidad o desconfianza. Así mismo, un/a tutor/a puede ser movida de su cargo después de dejar la tutela cuando incu-rran en causa legal de inhabilidad, cuando se conduzca mal en el desempeño de la tutela, por incumplimiento de los deberes propios del cargo, o cuando surjan problemas de convivencia graves continuados.

También el/a tutor/a puede excusarse del desempeño de su cargo siempre que resulte excesivamente gravoso su ejercicio por razones de edad, enfermedad, ocupaciones personales o profesionales y por falta de vínculos.

Documento de voluntades anticipadas

Cualquier persona con capacidad suficiente y de manera libre puede expresar las instrucciones a tener en cuenta cuando se encuentre en aquella situación en que las circunstancias concu-rrentes no le permitan expresar personalmente la voluntad. En el documento también se puede designar la persona que repre-sente al enfermo, que será el interlocutor válido con el médico.

Mientras que el acta notarial de autotutela goza de diversas ga-rantías, en el documento notarial de voluntades anticipadas no hay este control judicial ni existe hoy ningún registro. Por esta razón y hasta que no se disipen estas cuestiones a través de la Jurisprudencia, lo más adecuado es que quien realice estas voluntades anticipadas haga también la autotutela y designe en los dos casos a la misma persona.

El documento de voluntades anticipadas requiere de unas for-mas para su validez, bien ante notario o ante tres personas mayores de edad y con plena capacidad de obrar, dos de las cuales como mínimo no tienen que tener relación de parentesco hasta el segundo grado, ni estar vinculados en relación patrimo-nial con el otorgante.

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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01. Las leyesLa Ley 18/2008, de 23 de diciembre, para la Garantía de In-gresos y para la Inclusión social recoge en su exposición de motivos el objetivo de la lucha contra la exclusión social que se define (siguiendo a la Ley 12/1998 de 22 de Mayo contra la exclusión social) como «la imposibilidad o la incapacidad de ejercer los derechos sociales, fundamentalmente el derecho al trabajo, pero también el acceso a la educación, a la formación, a la cultura, a la salud, a una vivienda digna, a la protección social».

Desde una interpretación más amplia de las políticas de inclu-sión cabe señalar el posible impacto negativo que a nuestro entender puede tener el enfoque del actual plan de inclusión “activa”, centrado principalmente en los procesos de empleabi-lidad o de logro de empleo como eje básico de la inclusión. Nuestra concepción de la exclusión, tal y como refleja el marco conceptual de esta propuesta, parte de considerarlo un fenó-meno multidimensional que requiere, por eso mismo, enfoques más amplios y diversificados que el centrado únicamente en el aspecto laboral; más si cabe en un colectivo con característi-cas como que se describen en este Manual y que se presentan como difícilmente empleables. Deberán ser tenidas en cuenta otras opciones más ajustadas a la realidad del colectivo y aco-gerlas, en igual medida, como favorecedoras en los procesos de incorporación social.

La Ley de Servicios sociales 12/2008 de 5 de diciembre es-tablece que “el Sistema Vasco de Servicios Sociales constituye una red pública articulada de atención, de responsabilidad pú-blica cuya finalidad es favorecer la integración social, la auto-nomía y el bienestar social de todas las personas, familiar y grupos, desarrollando una función promotora, preventiva, pro-tectora y asistencial, a través de prestaciones y servicios de naturaleza fundamentalmente personal y relacional”.

02. El VI plan de adicciones: Ampliar el enfoque para abordar el fenómeno de las adiccionesSiguiendo el dictado de la Ley 18/1998 Sobre Prevención, Asis-tencia e Inserción en Materia de Drogodependencias y de la Ley 12/2008, de 5 de diciembre, de Servicios Sociales, el VI Plan se propone como principio rector y objetivo estratégico en el ámbito de la exclusión, el avance de las intervenciones so-bre personas altamente vulnerables y en situación de exclusión social, planteando para ello, entre otras, las políticas de Reduc-ción del Daño y otras intervenciones dirigidas a satisfacer sus necesidades básicas y reducir los riesgos para la salud y segu-ridad personal derivados del uso continuado de sustancias.

Sin embargo, coincidiendo con diagnósticos precedentes, el propio Plan anticipa las dificultades que presenta el trabajo con este colectivo, dado que:

Existen diversos problemas en la organización y gestión de • los recursos que requiere el colectivo y que son propios de los servicios sociales y no de drogodependencias

Un grupo importante de actividades se dirige hacia colectivos • amplios de personas en situación de exclusión o alta exclu-sión social y, por lo tanto, no son específicas para personas drogodependientes, aunque éstas pueden utilizarlas.

Ambas dos cuestiones provienen de una dinámica de trabajo • estanca, sin elementos de coordinación. Se produce a menu-do un vacío entre los recursos sanitarios y los recursos socia-les que les pueden proporcionar una cobertura, lo que hace que su situación de exclusión se agrave.

Para ello se propone establecer una intervención en sinergia entre las intervenciones comunitarias en áreas con alto riesgo de exclusión social o marginalidad, con el fin de actuar sobre los determinantes de los trastornos mentales y de las adicciones, que permita un trabajo conjunto con los servicios sanitarios, pero que se prolongue hacia otros recursos comunitarios.

Marco legislativo

Se presentan a continuación los aspectos legislativos más importantes relativos a los procesos de inclusión-exclusión, así como las principales directrices que emanan del último Plan de Adicciones de la CAPV. Ambas normativas hacen referencia directa a la situación de las personas usuarias de drogas en situación de exclusión social.

PARTE I - Marco coneptual y legislativo

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PARTE IIInvestigación cuantitativa y cualitativa: análisis de resultados

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Objetivos generalesElaborar un Manual de Buenas Prácticas que recoja una pro-• puesta de modelo de intervención con la población descrita y en las situaciones estudiadas.

Diseñar al menos tres fichas técnicas de recursos, disposi-• tivos o servicios que respondan a las nuevas necesidades detectadas (de nueva creación o de adaptación de los exis-tentes)

Determinar dentro de qué ámbito se ubican estos recursos en • el marco competencial de la CAV

Objetivos concretosElaborar los diferentes perfiles de la población descrita como • destinataria del estudio

Identificar los nuevos factores de riesgo de dicha población y • valorar su peso en el proceso de inclusión/exclusión.

Proponer factores de protección a los nuevos riesgos identi-• ficados

Identificar necesidades diferenciadas por género y por perfi-• les de población con trastornos adictivos

PARTE II: Investigación cuantitativa y cualitativa: análisis de resultadosObjetivos

PARTE II - Investigación cuantitativa y cualitativa: análisis de resultados

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01. Tipo de investigaciónSe ha realizado un estudio exploratorio utilizando técnicas cuantitativas y cualitativas de recogida y tratamiento de la infor-mación. El presente estudio tiene un diseño no experimental.

02. Hipótesis de trabajoEl trabajo diario con las personas que mantienen consumos abusivos de drogas pone de manifiesto la existencia de un nú-mero amplio de personas con trastornos adictivos que no “en-caja” en los recursos terapéuticos de drogodependencias dis-ponibles en la actualidad.

Son pocos los dispositivos o recursos que admiten a personas que no desean o no están capacitadas para desarrollar un pro-ceso de tratamiento de su adicción. La mayoría de los recursos existentes están en calidad de apoyo al tratamiento; entendien-do como tratamiento solamente aquella intervención que se realiza desde instancias sanitarias.

Estas circunstancias requieren replantearse el orden de priori-dades, entendiendo que sólo después de abordar otros factores de exclusión de índole fundamentalmente social es posible rea-lizar una propuesta realista en torno al consumo de drogas. El abandono del consumo puede constituirse como objetivo final, sin duda. No obstante es necesario aceptar que ése no es el único fin y que es posible y necesario trabajar otros aspectos como la mejora de la calidad de vida de las personas en grave situación de exclusión.

Desde esta perspectiva novedosa, el consumo de drogas se plantea dentro de un continuum de posibilidades que contempla como objetivos asumibles no sólo la abstinencia o los usos oca-

sionales de sustancias ilegales, sino también un consumo cró-nico de drogas dentro de un estilo de vida más normalizado, sin que a esta sintomatología deba acompañarle necesariamente el tradicional elenco de consecuencias negativas asociadas.

En definitiva, se trata de disponer de recursos novedosos de carácter eminentemente social, aunque sin desvincularse de lo sanitario, en los que se refuerce el trabajo sobre estas otras áreas, de tal manera que el consumo de drogas llegue a resul-tar un síntoma crónico sin más connotaciones.

Finalmente, pero no por último menos importante, cabe señalar que en este estudio se parte del absoluto convencimiento de que las mujeres acumulan, por el hecho de ser mujeres, una cantidad de factores de riesgo mayor y de carácter diferencial y específico, lo que las ubica en una situación más extrema de exclusión. Pese a que ellas representan un porcentaje menor en el colectivo drogodependiente en esta situación, no dejan de ser objeto de atención y estudio, puesto que los factores que originan y las mantienen excluidas son, en algunas cuestio-nes, diferenciales respecto a los que afectan a los varones. La perspectiva de género se incluye, pues, tanto en los objetivos propuestos como en las acciones y la metodología planteada, llegando a intuir la necesidad de elaborar herramientas especí-ficas de obtención de datos entre colectivos.

Todos estos aspectos que se han comentado se traducen en un aumento de los casos de personas que presentan mayores dificultades y las imponen a los y las profesionales y recursos que les atienden desde los distintos servicios. Un Manual de Buenas Prácticas que aúne unas líneas básicas de interven-ción destinada a educadores/as, psicólogos/as, trabajadores/as sociales, etc. repercutiría en una mejora del desempeño profe-sional y en la adecuación de la intervención con las personas usuarias de estos servicios.

Metodología

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03. Universo, muestra y selección de la muestra

EL UNIVERSO

El universo de referencia son las personas con problemas de consumo de drogas que se encuentran en situación de alta ex-clusión social y residen actualmente en Bizkaia

No existen datos oficiales que nos permitan cifrar el número exacto de personas que se encuentran en esta situación, ya que su propia condición de exclusión social lo dificulta.

MUESTRA

Se ha hecho especial hincapié, por un lado, en contactar con profesionales que trabajan directamente con este colectivo, mientras que por otro lado se ha mantenido la convicción de que las personas consumidoras en exclusión social serían quie-nes mejor nos mostrarían su visión de los servicios, los disposi-tivos y los recursos donde reciben atención.

En primer lugar, para la muestra de profesionales se contó con la opinión de aquellas personas que pudieran mantener un dis-curso o juicio propio respecto a las actuaciones que se llevaban a cabo hace años, las actuales y las que pudieran ser más de-seables, y desde distintos campos de actuación, para mejorar las intervenciones en reducción de daños. Son profesionales que trabajan directamente con el colectivo que nos ocupa, en los distintos servicios o dispositivos de atención a las drogode-pendencias, de apoyo al tratamiento, recursos específicos de reducción de daños, centros de día, atención jurídica, etc.; per-tenecientes tanto al ámbito público como al privado.

La información con este colectivo se extrajo mediante dos mé-todos. Por un lado se llevaron a cabo tres grupos de discusión

en los que participaron un total de 17 profesionales y se realiza-ron un total de 13 entrevistas en profundidad.

En segundo lugar, se obtuvo una muestra de 111 personas, (89 hombres y 22 mujeres), con problemas de consumo de drogas en diferentes niveles de frecuencia y cantidad y que se encuen-tran en situación de exclusión social grave.

Este número muestral es una cantidad superior a la prevista (se partió de un mínimo necesario de 100 personas). Pese a que la división de muestra por sexo es muy desigual, (el número de mujeres con problemas de consumo y en situación de exclusión social que acude a los servicios es bastante inferior a los hom-bres), se ha pretendido respetar esta proporción atendiendo a la proporcionalidad que viene reflejando año tras año el indica-dor tratamiento del Observatorio Vasco de Drogodependencias en cuanto a la representatividad por sexo, (80%-20% a favor de los varones).

04. Proceso de selección de la muestraSe seleccionaron entidades y profesionales de diferentes ám-bitos (sanitario, social, legal, etc.) que cuentan con varios años de experiencia en el trabajo directo con las personas con pro-blemas de consumo y en situación de vulnerabilidad y/o grave exclusión social.

El total de personas entrevistadas son usuarias de uno, dos o de los tres recursos específicos de baja exigencia que desarro-llan programas de Reducción de Daños en la capital vizcaína. Se trata de los servicios Hontza de Cáritas Diocesana Bilbao, la Sala de Consumo Supervisado de Médicos del Mundo Eus-kadi, en Bilbao, y el Centro de Día de la Comisión Anti-Sida de Bizkaia.

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Los temas abordados en el cuestionario general se refirieron a:

Aspectos sociodemográficos: edad, sexo, • provincia y país de nacimiento, estado civil, hijos/as, nivel académico, cualificación profesional, situación laboral, etc.

Aspectos sanitarios relacionados con la • prevalencia actual y a lo largo de la vida de enfermedades físicas y/o mentales, existencia de diagnósticos, hospitalizaciones, medicación, etc.

Uso de drogas y tratamientos realizados: inicio • del consumo, evolución, droga principal, vía de consumo, tratamientos, recursos de apoyo al tratamiento, recaídas, bajas en el tratamiento, etc.

Aspectos judiciales y penitenciarios.•

Conductas de riesgo: prevalencia y • especificidad.

Itinerarios habituales.•

Apoyos sociales, sanitarios, personales y • relacionales con los que cuentan.

Necesidades ocupacionales y laborales y • capacidad para poder acceder a cubrirlas.

Pensamientos e ideas vitales de esta población.•

Opinión sobre los diferentes recursos de los que • han hecho uso.

Percepción sobre las necesidades actuales en • la intervención sobre la reducción de riesgos y daños.

05. Instrumentos utilizados para la recogida de información

05.1. Grupos de discusión y entrevistas

En un primer momento se invitó a las y los profesionales a participar en un grupo de discusión. El guión del grupo de discusión consta de diez puntos:

Tendencias que se vislumbran en los últimos años (perfiles, necesidades, demandas…)•

Fracasos en reducción de Daños: qué se entiende por fracaso. ¿existen los fracasos en esta • filosofía de intervención?

La cronificación•

Las Expulsiones•

La normalización de la población usuaria•

La participación de los/as usuarios. El sujeto consumidor como sujeto de derecho•

El barrio, la zona y los servicios•

Inserción social e inserción laboral•

Realidades diferenciadas•

Sugerencias en el avance de la RR.DD (en general o en lo relativo a cada servicio)•

A través de la discusión en torno a estos apartados se pretendió recoger unas conclu-siones comunes que asienten unas bases sobre la intervención en reducción de da-ños, que nos permita conocer el perfil del usuario/a con el que se trabaja actualmente, y se conozcan las propuestas de mejora en el trabajo diario.

También se buscó esta información en el colectivo profesional entrevistado, además del añadido de unas preguntas que permitían ahondar en el ámbito en el que están especializados/as.

05.2. Cuestionario

Para recoger la información de las personas con problemas de consumo y en exclusión social, el equipo de investigación del Instituto Deusto de Drogodependencias (IDD) ela-boró un cuestionario que incluye aspectos cuantificables y preguntas abiertas que han sido analizadas de forma cualitativa con el criterio de analizar la existencia de patrones repetitivos de respuesta.

Este cuestionario fue pretestado en 16 usuarios/as de la Sala de Consumo Supervisa-do de Bilbao (MDM) y en el dispositivo de Hontza (CDB), con el fin de conocer si los ítems se entendían, si el instrumento recogía la información que pretendíamos conocer y si las preguntas y el lenguaje estaba adaptado al colectivo. Se eliminaron las pregun-tas que resultaban redundantes o difíciles de contestar para las personas que debían hacerlo (por su estado activo de consumo, situación física o psicológica del momento, etc.) realizando después las mejoras pertinentes que permitieron confeccionar el cues-tionario definitivo.

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Personal de Cáritas Diocesana Bilbao, Médicos del Mundo y el Instituto Deusto de Drogodependencias.

Hontza de Cáritas Bizkaia, la Sala de Consumo Supervisado de Médicos del Mundo Euskadi, en Bilbao, y el Centro de Día de la Comisión Anti-Sida de Bizkaia

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06. Trabajo de campoEl trabajo de campo se llevó a cabo, principalmente, desde el mes de octubre de 2011 hasta diciembre de 2011. Algunas de las entrevistas tuvieron que posponerse algunos meses (enero y febrero de 2012) debido a la apretada agenda de los y las profesionales.

06.1. Grupos de discusión y entrevistas

En un primer momento se envió una carta por correo electróni-co desde Adro (CDB) y Médicos del Mundo a los y las profesio-nales y a las principales entidades que trabajan en este ámbito en Bizkaia, en la que se les informaba del estudio, sus preten-siones y contenido y se les pedía su participación en el mismo. Posteriormente, mediante una llamada telefónica se cerraron las fechas para la realización de los tres grupos focales que finalmente se celebraron el 30 de noviembre, 12 de diciembre y 16 de diciembre de 2011.

Cada grupo de discusión fue dirigido por dos profesionales del Instituto Deusto de Drogodependencias, una profesional de Cá-ritas Adro y un profesional de la entidad de Médicos del Mundo vinculado con la Sala de Consumo Supervisado.

La duración media de cada grupo focal fue de una hora y media aproximadamente. Las sesiones se registraron con una graba-dora para su posterior transcripción y devolución a los y las pro-fesionales participantes, para que en caso de creerlo necesario, completaran los comentarios vertidos en el grupo focal con al-guna otra opinión o aportación.

06.2. Pasación del cuestionario

Fue criterio de inclusión el ser usuario/a regular de uno, dos o de los tres recursos seleccionados 04 y el consumo de sustan-cias adictivas. Se presentó el estudio y sus objetivos y se incidió en la voluntariedad de la participación garantizando el anonima-to y la confidencialidad.

La pasación del cuestionario fue realizada por el mismo equipo investigador 05, asegurando así la eficacia y fiabilidad en cuanto a la consecución del objetivo.

El trabajo de campo se realizó en el interior de los propios ser-vicios de atención, en un ambiente de tranquilidad. No resul-tó difícil obtener representación masculina, pero sí lo fue en el caso de la muestra femenina, que se mostró reticente desde un inicio, deseando saber previamente cuál era el tema y cuáles las cuestiones que incluía la entrevista. Muchas de ellas se ne-garon a participar y otras respondieron teniendo muy presentes físicamente a sus parejas.

La duración de la pasación rondó en torno a los 30 - 45 minu-tos, dependiendo de la disposición, capacidad de comprensión y estado de las personas, así como de la habilidad de la entre-vistadora para poder ir complementando el cuestionario al hilo de la narración.

Se elaboró una base de datos con el programa estadístico SPSS 19 donde se volcaron los datos obtenidos en los cuestio-narios para su posterior análisis.

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01. Aspectos sociodemográficosLa muestra obtenida representa por sexos la distribución que viene recogiendo du-rante años el Observatorio Vasco de Drogodependencias en sus informes anuales. Sólo 2 de cada 10 personas que acuden a algún servicio de apoyo y/o tratamiento son mujeres.

Ciertamente, existen menos mujeres consumidoras de drogas, y por ello son me-nos las que solicitan tratamiento. Aún así, la hipótesis de que las mujeres presentan mayores dificultades para iniciar y mantenerse en el tratamiento ha sido objeto de diversos estudios que han confirmado la necesidad de una atención específica a la mujer drogodependiente.

El estigma asignado al consumo, las dificultades para solicitar ayuda o tratamiento y la falta de apoyo en diversos órdenes de la vida, generan una situación de mayor vulnerabilidad entre las mujeres consumidoras

Los valores etarios medios sitúan al colectivo atendido en una edad de 41,7 años, es decir, en la adultez media, lo que significa que acuden a los recursos de Reducción del Daño después de una larga trayectoria de consumo y de intentos de tratamiento.

La edad media de las mujeres entrevistadas (39 años) es inferior a la de los hombres (42,4). Cuando una mujer lleva un estilo de vida asociado al deterioro y la marginación

Análisis cuantitativo

Análisis de perfiles. Interpretaciones y propuestas a partir del análisis de las entrevistas de las personas en situación de exclusión social usuarias de los recursos de baja exigencia de Bilbao (CDB y MdM) 06

En este apartado se recogen los datos más relevantes resultantes del análisis de los cuestionarios pasados a las per-sonas usuarias de los recursos de baja exigencia. Para facilitar la lectura se presentan las conclusiones más relevantes expuestas en seis apartados diferentes: aspectos sociodemográficos, situación administrativa, consumo actual de sus-tancias, situación sanitaria, situación judicial y el proceso de normalización.

Para ampliar la información que aquí se detalla se invita a ver el Anexo 1.

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se la evalúa en una incomprensión mayor, lo que se traduce en mayor falta de apoyos dentro del entorno social inmediato, con las consecuencias que se derivan para el acceso o buena mar-cha del tratamiento. Este proceso de marginalización y exclu-sión se adelanta en comparación con el de los hombres, lo que indicaría un proceso de marginalización y deterioro anticipado al de los varones (Martínez, 2009).

El 65,8% de las personas atendidas en los recursos son au-tóctonas, y la mayoría de Bizkaia (60,4%). La tasa extranjera representa un 14,6% de la muestra y son todos varones. Es posible pensar que el colectivo extranjero no presenta en la misma medida que el autóctono un problema con las drogas, aunque como sucedía en el caso de las mujeres, parecen existir otras hipótesis que dificultarían el acceso de estos perfiles a los recursos de apoyo: razones como el desconocimiento del re-curso, la desconfianza y/o la desemejanza de hábitos entre las diversas culturas como motivos principales, así como la escasa adaptación de estos dispositivos para atraer y mantener vincu-lados a dichos habitantes. En el colectivo estudiado no figura como usuaria de los recursos ninguna mujer extranjera.

02. Situación administrativaEl DNI, la Tarjeta de identificación Sanitaria (TIS) y el empadro-namiento son documentos indispensables a la hora de solicitar ayudas de carácter social o para acceder a determinados tipos de tratamiento, sobre todo en su modalidad residencial. Afortu-nadamente, más de 9 de cada 10 de las personas nacidas en la CAPV o el Estado Español poseen su documentación en orden, pero no hay que pasar por alto que un 7,5% de la población nacida en Bizkaia que acude a los recursos de Reducción de riesgos está indocumentada.

En cuanto al empadronamiento, un 24,3% de las personas en-trevistadas están inscritas en el padrón social gracias a la labor de algunas entidades.

Existe un 12,6% de personas que utilizan los recursos mencio-nados y carecen de empadronamiento, por lo que difícilmente van a poder optar a otros recursos de atención y/o apoyo de mayor exigencia.

A la hora de preguntar por la residencia, los datos muestran que sólo un 3,6% del colectivo estudiado dispone de una vivien-da propia. La vivienda es otro de los aspectos que determinan, junto a otros pero de forma importante, el grado de exclusión de las personas. El apoyo de la familia, al menos en cuanto a

la disponibilidad del recurso familiar, es menos frecuente entre las mujeres.

La ausencia de actividades y de un soporte que estructure u organice el día a día y el tiempo libre ni favorece ni ayuda en ningún proceso de normalización, ni siquiera en cuanto al cum-plimiento organizado de determinadas actividades básicas, mí-nimas: comida, aseo, depósito de enseres, limpieza de la ropa, etc.

Se comprueba que más de la mitad (55,6%) de las personas que carecen de cualquier tipo de estructura residencial y viven en la calle, llevan en esta situación un período de tiempo largo; un 29,7% oscila entre los 2 y 5 años y una cuarta parte de la población encuestada lleva más de 5 años (25,9%).

Cuando la Persona Sin Hogar (PSH) se adapta a las nuevas condiciones de vida, se resigna, abandona la lucha y empieza a abandonarse físicamente, un inicio de una especie de muerte social que parece ir asociada a un salto cualitativo en el cita-do proceso de de socialización y desafiliación que no deja de agravar este proceso y de instalar a la PSH en una situación ya cercana a la citada cronicidad del sinhogarismo. Al carecer de redes sociales de apoyo, las personas presentan en gene-ral un síndrome de desconfianza, desafiliación, desmotivación y depresión

El consumo de drogas en ambientes marginales y de exclusión se encuentra comúnmente asociado al bajo nivel cultural e in-telectual. A través de las entrevistas se ha conocido que son minoría las personas usuarias de drogas que carecen de estu-dios o que sólo alcanzan a leer y escribir (5,5%). Casi la mitad (45,4%) ha finalizado estudios primarios y otro 41,7% ha llega-do a concluir la etapa secundaria. También son minoría las per-sonas que poseen estudios superiores o universitarios (3,7%). En el perfil femenino, analizado de forma independiente, desta-ca el porcentaje superior al conjunto muestral de mujeres que admiten carecer de estudios (18,2%).

La exclusión social implica factores que van más allá de la po-breza y, por ende, de su situación con el mercado laboral, no deja de ser ésta una cuestión fundamental en el proceso de nor-malización. Sólo un 5,6% de la muestra consultada mantiene en ese momento un empleo a tiempo completo y un 2,8% dispone de él a tiempo parcial. La mayoría de la muestra (48,1%) admite estar en situación de desempleo. Es el caso del 46,5% de los hombres y del 54,5% de las mujeres entrevistadas. Un porcen-taje similar de personas en ambos sexos declara estar buscan-do un trabajo de forma activa (19,8% de varones y 18,2% de mujeres).

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En definitiva, la mayoría de las personas están desempleadas, pese a que algunas estén motivadas para incluirse en el ámbito laboral, pero tampoco sorprende el volumen importante de per-sonas que mantiene otras situaciones que dificultan o impiden de forma permanente desempeñar un trabajo. Hablamos de las situaciones de invalidez, baja y/o jubilación que representa al 23,1% de la muestra y que están relacionadas, muy probable-mente, con las afecciones físicas y psíquicas que han acumula-do a lo largo de su trayectoria vital y pese a la relativa juventud etaria (no están representadas en la muestra personas en edad de jubilación). Es evidente la necesidad de buscar otras vías de normalización, que sea únicamente la laboral, al menos para este grupo de personas que no van a poder insertarse en el ámbito laboral y servirse de él como vía de inclusión social.

La capacidad económica de una persona y la procedencia de los ingresos es concluyente para garantizar una vida norma-lizada en la sociedad. Este hecho hace que residas en una u otra zona, que te relaciones con un tipo u otro de gente, que frecuentes determinados ambientes, etc. En definitiva, que te identifiques con un grupo social concreto.

Entre las personas encuestadas, un 39,6% se encuentran en el momento de realizar la encuesta sin ingresos, sin ningún tipo de entrada económica y sólo un 1,8% cuenta con ingresos eco-nómicos regulares. Sólo un 4,5% de las mujeres entrevistadas recibe la Renta Básica y ninguna de las personas laboralmente activas es mujer.

El porcentaje más cuantioso de hombres (58%) recauda entre 500 a 700€ mensuales, lo equivalente aproximadamente a lo estipulado en la Renta de Garantía de Ingresos (alrededor de 650€). Las mujeres son minoritarias en la percepción de estas ayudas y su mayoría (67%) embolsa de 300 a 500€, una suma irrisoria para subsistir en una sociedad de consumo como la actual.

03. Consumo actualLa totalidad de las personas que han participado en el estu-dio son politoxicómanas (100%), es decir, consumen más de una sustancia. La combinación más elegida es la denominada “speedball” o la “mezcla” de heroína y cocaína. A esto se añade frecuentemente la ingesta de cannabis, alcohol y/o benzodiace-pinas. El uso añadido a la mezcla de drogas como los aluci-nógenos, las anfetaminas o las drogas de síntesis no está tan extendido como el de las tres anteriores. Por sexo se observa que los varones diversifican más que las mujeres las sustancias que definen su politoxicomanía.

Las mujeres dejan de lado las drogas de síntesis, los alucinó-genos y casi las anfetaminas y como patrón de combinación eligen la “mezcla” junto con el cannabis, y en menor medida, incluyen el alcohol. Lo hombres consumen ocasionalmente sus-tancias estimulantes y alteradoras de la conciencia y suman a la mezcla de opiáceos y cocaína el cannabis y el alcohol casi en similares proporciones.

Teniendo en cuenta que la sustancia más consumida por parte de la mayoría de la muestra es la mezcla de heroína y cocaína, se comprueba que existe una diferencia por sexos que deter-mina la labor preventiva en el marco de la reducción de ries-gos, y es que el 70% de las mujeres optan por consumir esta combinación de forma fumada principalmente, mientras que la mayoría de los varones (56,7%) eligen como primera opción la vía inyectada o intravenosa.

El 34% de la muestra admite mantener conductas de riesgo referidas a compartir material de consumo (13,5%), mantener relaciones sexuales sin protección (16,2%), falta de control en los momentos en los que se está bajo los efectos de las drogas (0,9%) y pincharse en zonas de riesgo (1,8%). En el análisis por sexo se descubre que entre las personas que reconocen practi-carlas, un 61,1% son mujeres y un 27,6% son hombres.

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De las personas que comparten material de consumo como conducta de riesgo, el 53,3% son mujeres; y de las personas que mantienen relaciones sexuales sin preservativo el 55,5% son mujeres. Teniendo en cuenta que entre los hombres pare-ce haber calado en mayor medida la sensibilización en torno a estos temas, se propone incorporar en los recursos una pers-pectiva específica de género en la prevención de las conductas de riesgo

El lugar y las condiciones de consumo tienen mucho que ver con la calidad de vida de las personas usuarias de drogas. No sólo estamos hablando del plano higiénico y sanitario, sino tam-bién del psicológico, del sentimiento de exclusión y dignifica-ción. En total existe un importante porcentaje de personas que realizan uno o varios consumos en lugares públicos como la calle (40,5%), bares (9%), baños públicos (4,5%) o indistinta-mente en uno u otro lugar (7,2%), lo que denota una necesidad de seguir profundizando en la educación para la salud y en la preservación de los intereses de la ciudadanía, entre quienes aumenta la alarma social ante los consumos públicos de dro-gas.

La experiencia de éxito o fracaso previo que se posea en re-lación con los programas de desintoxicación- deshabituación- inserción es un hecho muy condicionante en el ciclo vital de las personas y en su percepción en torno a sus propias capacida-des. El problema es, como se ha señalado al principio de este documento, que se constata una inadecuación entre algunos modelos de tratamiento y determinados perfiles de personas usuarias de drogas. El 98,2% de la muestra entrevistada ha estado en algún tratamiento de toxicomanías con una media de 3,98 tratamientos por persona, es decir, casi 4. Sin embargo, en cuanto a las diferencias por sexos, aparece que el género masculino ha accedido a un mayor número de tratamientos. La media de ellos se sitúa en 4,15 y la de ellas en 3,32 ocasiones.

En los últimos años se ha procedido a aumentar y diversificar los modelos de tratamiento, que presentan actualmente una mayor variedad de opciones y procesos: asistencial, inserción, reducción de riesgos y daños, etc. con su correspondiente alta, media o baja exigencia. Por sexos, ellas mencionan haber acu-dido más número de veces a la Sala de Consumo Supervisado

(SCS) (68,2%), luego a los Programas de Mantenimiento de Metadona (PMM) (59,1%) y a los centros de tratamiento ambu-latorio (50%). Los hombres también señalan la SCS (62,9%), posteriormente el recurso más utilizado es el Centro de Salud Mental (CSM) (56,2%), siendo el Tratamiento Ambulatorio el que ocupa el tercer lugar en el monto de menciones (55,1%).

El origen del cese del tratamiento para el mayor número de personas radica en un deseo personal de dejar el tratamiento “abandono voluntario” (33,3%). El segundo motivo más men-cionado es el final del proceso, con el logro del alta terapéutica (20%), lo que hace pensar en la cantidad de personas que han terminado una serie de procesos asistenciales pero que han re-caído y vuelto al consumo añadiendo una importante sensación de frustración en cada ocasión en la que han debido iniciar un nuevo proceso. En tercer lugar se menciona la falta de adecua-ción, o lo que es los mismo, la inadaptación mutua entre pa-ciente/usuario/a y centro/recurso para recorrer ese trayecto vital (18,9%). Algunas personas lo concretan en la mala relación que establecieron con algunos/as profesionales de esas entidades.

Entre las mujeres, la primera causa de cese es el abandono voluntario (44,4%), seguido de la vuelta al consumo o recaída, la falta de adaptación al tratamiento y el haber sido dada de alta o finalizar el tratamiento en idénticos porcentajes (16,7%). Ellos también argumentan en primer lugar la baja voluntaria, pero en menor proporción que ellas (30,6%). La segunda causa para dejar el tratamiento entre los hombres es haberlo finali-zado (20,8%). El porcentaje de recaídas, y con ello el cese del proceso, es ligeramente superior entre las mujeres (+2,8).

El análisis por sexos revela que aún cuando para ellas el princi-pal motivo de recaída es, como para los varones, la incapacidad de manejar sentimientos y emociones relacionadas con la tris-teza, la angustia, etc., son las mujeres quienes sitúan casi en el mismo plano a la hora de justificar la vuelta al consumo la falta de apoyos (36,4%), que es la segunda causa mencionada por ellas. Este motivo sólo es mencionado por parte de un 12,4% del colectivo masculino.

Los recursos de apoyo son imprescindibles para poder lleva a cabo un tratamiento porque, de hecho, ellos forman parte de

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ese proceso. Son dispositivos que garantizan la supervisión y el seguimiento constante de la persona usuaria, toda vez que se coordinan con el centro de tratamiento en sí para ofrecer una atención más individualizada y una mejora en la calidad del servicio. En general, puesto que no existen diferencias en el análisis por sexos, los que se sitúan en primer lugar son los pisos de acogida (31,5%), seguidos por los albergues (27,9%) y el SMUS (25,2%).

04. Situación sanitariaEn los recursos de reducción de riesgos y daños, concienciar sobre el cuidado sanitario es uno de los objetivos prioritarios. Las personas que acuden a estos dispositivos se encuentran en un estado de salud muy delicado por factores como la mala alimentación, la falta de higiene, pernoctar en la calle, consumir sustancias psicoactivas, la cronicidad y demás factores asocia-dos.

En el colectivo que nos ocupa sólo un 19,8% refiere no padecer ninguna enfermedad, o al menos no ser consciente de ello. El mayor número de personas se agrupan en torno al padecimien-to de alguna dificultad física (38,7%), seguidas de las perso-nas que admiten sufrir trastornos o enfermedades tanto físicas como mentales (27,9%). Un 13,5% refiere un trastorno de ca-rácter psíquico o mental. En conjunto, pues, parece que esta-mos ante un colectivo que en su mayoría (80,2%) está afectado por alguna enfermedad o padecimiento.

Tanto hombres (34,8%) como mujeres (50%) señalan princi-palmente el malestar físico; son más los varones (29,2%) que las féminas (22,7%) que admiten estar afectados física y psi-quiátricamente. La prevalencia del diagnóstico psiquiátrico es ligeramente superior (14,6%) entre los hombres (un 13,7% para ellas) y hay menos mujeres (13,6%) que hombres (21,4%) entre quienes se perciben “sanos/as” (o sin enfermedad).

De las 43 personas que dicen tener sólo enfermedad(es) físi-cas, 27 han estado/están algún tratamiento sanitario durante el último año (principalmente metadona y medicación para el VIH). De estas 27 personas, 81,5% son hombres y 18,5% mujeres.

El 59,4% de la población encuestada ha estado ingresada en el hospital por cuestiones sanitarias (enfermedad física). De este porcentaje un 77,3% corresponde a los hombres y un 22,7% a las mujeres. La media de ingresos hospitalarios es de 2,36. (2,55 en el caso de los varones y de 1,73 en el caso de las féminas).

De las 15 personas que tienen sólo enfermedad psiquiátrica (12 hombres y 3 mujeres), el 68,7% está en tratamiento. El 27% de la muestra encuestada ha tenido, al menos, un ingreso psiquiá-trico. Esto supone un 30,3% en el colectivo masculino, redu-ciéndose esta cifra a un 13,6% en el caso de las mujeres.

Esta cifra puede derivar de la mejora en la vinculación de estas personas con las instituciones sanitarias, acudiendo a ellas a tiempo y paliando la posible enfermedad sin que ésta pase a mayores. Sólo cabe observar los datos de mortalidad señalados en diversos informes como el del Observatorio Vasco de Drogo-dependencias que refieren un descenso en este indicador.

El término pacientes crónicos o de “puerta giratoria”, concep-to hoy en día muy extendido entre el colectivo profesional que trabaja con sujetos afectados de patología dual, lo definió hace ya cinco años Vidal (1998) como “los nuevos crónicos que ne-cesitan frecuentes ingresos hospitalarios de los que son más rápidamente devueltos al circuito ambulatorio hasta un nuevo y próximo ingreso”.

05. Situación judicialUn 42% de los hombres y un 55% de las mujeres declaran no haber tenido experiencia alguna con la prisión. En cuanto al conjunto, un 34,3% del total de personas han permanecido más de un año en la cárcel y son principalmente varones.

El hecho de que una proporción mayoritaria de personas nie-guen haber caído presas no significa que no hayan sufrido con-flictos con la justicia. Muchas sentencias referentes a delitos menores concluyen con un cumplimiento alternativo de condena derivado a tratamiento con la finalidad de que el sujeto infractor se rehabilite de su drogodependencia y no vuelva a cometer ac-tos de ese tipo. En este caso se encuentra un 33% de personas de ambos sexos que en el momento de ser encuestados tenían causas pendientes.

06. Procesos de normalizaciónEn orden de prioridad, el colectivo encuestado enumera las ne-cesidades que precisan cubrir para tener una vida normalizada. Las primeras son las relacionadas con el trabajo y la vivienda (69,6% y 43,1%). En el ámbito relacional y ocupacional, priori-zan el formar una familia (26,5%), tener pareja (18,6%) y amis-tades (4,9%) con quienes compartir su vida y poner en práctica sus hobbies son otras de sus necesidades más apremiantes.

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Las personas dependientes a sustancias y con bajos niveles económicos, a menudo, terminan rompiendo todo tipo de re-lación con su entorno más cercano para sumergirse en la ob-tención del artículo adictivo. Esta circunstancia les arrastra a mantener un contacto casi exclusivo con personas con las que comparten el mismo objetivo, sintiéndose en ocasiones solos/as y sin apoyos “normalizados”. Como opción de apoyo princi-pal las personas encuestadas señalan mayoritariamente a “los y las personas profesionales de los recursos que utilizan habi-tualmente” (25,8%). En segundo lugar mencionan a “las amis-tades ajenas al consumo” y a las “amistades en sus mismas circunstancias” (21,0% y 16,9%, respectivamente). En cuarto lugar existe un 17,7% de personas usuarias de los servicios que no cuentan con “ningún apoyo” (17,7%). A pesar de que dentro de esta pregunta existiera como opción el ítem “apoyo de la familia”, nadie lo ha mencionado como fuente de apoyo.

Las concepciones que se tienen sobre la vida de otras personas y de lo que se supone que es normal puede crear un sensación de inferioridad en nuestro colectivo y un sentimiento de frustra-ción enorme al auto-sentenciarse como incapaces de lograrlo. Estas emociones surgen, corrientemente, en la fase de inser-ción de las personas, cuando están concluyendo un tratamiento de rehabilitación y, en ocasiones, es uno de los motivos por los que se producen tantas recaídas en esta etapa.

Una vida normalizada es percibida/considerada como el equiva-lente a tener un trabajo (69,6%), disponer de una casa (43,1%), contar con una familia (26,5%) o con pareja (18,6%) y no con-sumir para no sentirse socialmente discriminados/as (18,6%). El trabajo sigue siendo el principal canal de reinserción (y así lo perciben las personas usuarias), pero este hecho contrasta con el planteamiento de la cronicidad y la inexistencia de canales al-ternativos para personas que tienen las capacidades deteriora-das, dando como resultado mayor exclusión y mayor estigma.

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Análisis cualitativo

Análisis de los grupos de discusión a profesionales que están trabajando con población en exclusión social. A continua-ción, se incluye un mapa conceptual que recoge las principales cuestiones abordadas en los grupos de discusión y que pueden ayudar a la lectura y seguimiento de las conclusiones obtenidas.

Este mapa se ha elaborado con las principales aportaciones obtenidas mediante las entrevistas realizadas a profesionales que trabajan con población en exclusión social y las opiniones compartidas en los tres grupos de discusión. Con la intención de mostrar otras informaciones de interés que por cuestiones metodológicas no se pueden recoger en el mapa conceptual, se han resumido las mismas en varios apartados que se presentan a continuación:

01. Respecto al perfil“Observamos que ha habido cambios y que el consumo de drogas lo estamos identificando cada vez más con per-sonas con patología dual. El 40% - 50% de las personas que padecen una psicosis son consumidores habituales de algún tipo de sustancia. Esa coincidencia nos lleva a trabajar desde un modelo desde el que pretendemos reducir el efecto de ambas patologías, es decir, que los consumos no lleven a ingresos psiquiátricos continuos o de larga estancia y que no lleven a la salida de los recur-sos de patología mental… porque el área de salud mental, querámoslo o no, ofrece una serie de recursos residencia-les, recursos de día o de tiempo libre de la que no dispone el área de las drogodependencias”.

“Nosotros tenemos personas que están en la calle, per-sonas no sólo con VIH o hepatitis, sino también con pa-tología dual”.

“Nosotros tenemos gente histórica que lo que no es enten-dible es que viva todavía y que tiene claro que no consu-me más, quizás algo de alcohol. Y luego también tenemos jóvenes con diagnóstico y sin diagnóstico, con consumos

y bastante tocada también”.

“Las personas traen ahora otras patologías asociadas, otras condiciones de marginación”.

“Las personas a las que no llegamos son las que tienen comportamientos muy agresivos ligados a patologías mentales, con las que no conseguimos trabajar”.

“Tenemos personas muy crónicas, con muchas dificulta-des físicas desde hace muchos años… Yo añadiría a todo eso personas con muchísimas frustración”.

“El tema de hombres y mueres….el tema de una mujer que está en la calle, sobre todo si ha tenido una ruptura familiar, es una situación devastadora. No es lo mismo un tío que deja una familia que una mujer, por lo que sea. Una mujer que tiene hijos: no ha sabido cuidar a la familia, no ha sabido ser una buena madre,…eso es devastador. Al final eso está”.

“Tenemos unas dificultades con las mujeres con trastorno mental grave, cada vez más. Las mujeres acceden a los servicios sanitarios en porcentaje muchísimo menor que los hombres, cuando la patología está repartida. Un 33% accede a los servicios y cuanto más mayores son y peor están se va equiparando el número de hombres y muje-res. Pero llegan peor. Es un problema serio. Si que habría que pensar en pisos con mujeres y en un acompañamien-to que tengamos que presenciar”.

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Perfil heterogéneo

Enfermedad mental y adicciones

Edad

Sexo

Incremento de jóvenes consumidores de 30 años con enfermedad mental.

Mujer

Hombre

Mayor autonomía en la • gestión de su proceso.Mayor apoyo sociofamiliar • durante su proceso.Mayor adhesión a tratamiento • y recursos sociales.

Menor número que de • hombres. Mayor deterioro físico y • psíquico. Diferentes vías y • sustancias de consumo. Peores consecuencias • sociofamiliares y autovaloración. Menor adhesión a • tratamientos.

Desde la autonomía reducida a la plena

incorporación (Vida más “normalizada”)

Crónicas (personas históricas)

Perfiles

Recursos socio-económicos para acompañar la inclusión y la cronicidad.• Concepción no unánime de la reducción de daños.• Ventanilla única: necesidad de analizar la demanda y adaptar los recursos • a las necesidades de forma individual. Falta de una red coordinada que gestione el espacio sociosanitario.• Minusvaloración del ámbito de lo social frente a otros ámbitos.•

Problemas Propuestas

Creación de una red única que facilite la • comunicación entre las entidades, ya sean del mismo ámbito u otro diferente. Garantizar una intervención integral, organizada • y “a tiempo” de los ámbitos socio-sanitario-jurídico, generando equipos transdiciplinares.

Problemática

Necesidades detectadas por el colectivo profesional para

usuarios/as

Recursos de baja exigencia: centros de día abiertos los • fines de semana, viviendas tuteladas, residencias para consumidores/as crónicos/as. Viviendas tuteladas de larga estancia dirigidas a • procesos de abstención de baja intensidad de tutela y alta exigencia. Viviendas tuteladas de larga estancia dirigidas a • procesos de alta intensidad de tutela y baja exigencia que trabajan con personas en consumo activo. Ámbito laboral: incorporación laboral con estructuras • intermedias.

Herramientas profesionales

Incapacitación:• Promover la reforma legislativa para mejorar el procedimiento »e incorporar no solo como informadores sino como promotores del procedimiento a los agentes sociales.

Crear juzgados especializados o dotar de conocimiento »especializado a las/os jueces en casos socio-sanitarios.

Adaptar el modelo, método y recursos de • acompañamiento a las situaciones de cronicidad. Necesidad de un equipo multidisciplinar.• Adecuar los protocolos de coordinación en situaciones • de crisis (urgencias sanitarias, consultas/ingresos urgentes, obligaciones legales, etc.) Planificar las intervenciones de los distintos ámbitos • para evitar desincronizaciones.

Necesidades

Atención a la cronicidad

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02. Reducción de daños“No entendemos igual la Reducción de daños, sobre todo cuando estamos hablando de casos complicados”.

“Entender que a una persona que estaba necesitada de atención médica, psiquiátrica y social no se le podía exigir ni se podía pretender que abandonara inmediata y radical-mente el consumo. Nosotros abordamos la Reducción de Daños desde ahí, desde la mejora de la calidad, de la ca-lidad social y sanitaria de las personas, aunque consuman drogas en distinta medida”.

“Hay que trabajar desde el mantenimiento de la relación, sin que abandone del todo se pueden hacer muchas co-sas frente a la imposibilidad de actuación que plantea un abandono”.

“Esta flexibilidad del modelo y esta disponibilidad de recur-sos nos permite incluir a todas las personas de diferente perfil, cuando antes te parecía implanteable tener juntas en un mismo piso, a personas con patología mental y perso-nas que consumían drogas. En la comprensión de la Re-ducción de daños, el cómo lo hacemos es lo de menos. En estos momentos, la enfermedad mental grave y los consu-mos conviven en las mismas personas y el daño va a poder producirse en cualquiera de los dos platos de la balanza. Hay que evitar que los daños progresen en cualquiera de los dos sentidos y hay que hacerlo de cualquier manera. Para algunas personas pueden resultar útiles o válidos los programas específicos, para otras va a ser poder volver a recursos residenciales de los que estaban excluidos hasta hace muy poquito…yo creo que por ahí se pueden ir dando pasos”.

03. Cronificación y “normalización”“El no acceder a ningún recurso crea un estigma a la per-sona”.

“Nosotros vemos que necesitan un sitio donde estar. Cuan-do hacemos el trabajo de calle y vemos que hay gente ex-pulsada o que no puede acceder a otros recursos por otros motivos, el objetivo es tener un sitio donde estar. Hablar de una vivienda es ya….el objetivo básico nuestro es que tengan una higiene: afeitarse y ducharse…y usar material higiénico. Es muy simple, lo sabemos pero es que mante-ner eso es … Es básico. Luego ya se marcarán objetivos con cada persona, pero el básico es la higiene”.

“Hay varias cosas. Por un lado es el objetivo que la persona se marque porque es verdad que no todo el mundo va a llegar a tener una casa, ya sea propia o tutelada, no todo el mundo va a conseguir salir… Sí que es verdad que hay que tener diferentes raseros con diferentes personas porque luego llega todo el tema de frustración, por parte nuestra también. Creemos que hay que tener diferentes baremos y no vamos a poder hacer grandes salidas con todo el mundo y no todo el mundo tiene por qué quedarse estancado. Pero es un no tener el mismo objetivo para todas las personas”.

“Es fundamental valorar cada caso, valorando el pasado, morbilidad, etc. para ser más objetivos en la valoración y el encaje. Creo que nos faltan servicios, tanto en lo social como en lo sanitario, que encajen a estas personas. Si fue-ra un escalera, faltarían tramos, faltan piezas que encajen, porque hay personas que son bipolares y necesitan una baja exigencia como muy alta, tanto en los servicios socia-les como en los sanitarios”.

“Hay una premisa fundamental que a veces olvidamos y es muy importante para este trabajo es que un centro de baja exigencia es de muy alta exigencia: en cuanto a funciona-miento, en cuanto a coordinación, en cuanto a tolerancia

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a la frustración, en cuanto a un montón de cosas. Y tal vez, posiblemente, sea de alta exigencia para el entorno donde ese centro, para la comunidad y para la sociedad. Tenemos que entender que cuesta mucho aceptar un centro de baja exigencia. No sé si conocéis los albergues que hay en Inglaterra para gente sin hogar, que son de baja exigencia, que el consumo de alcohol está tolerado en el propio albergue, como podrían ser las narcosalas… Y se han conseguido muchas cosas desde ahí”.

“Aunque consuma puede mejorar otros aspectos de su vida, a nivel social, etc.”

“Hay que tener en cuenta que no todo el mundo tiene la capacidad de controlarse. Nosotros tenemos a gente que tiene un consumo controlado y tiene una vida más o menos normalizada. También te puedo decir por qué, porque esta es una perso-na que ha hecho un itinerario larguísimo de pisos y de recursos residenciales y la más mínima normativa no puede. Pero no puede, tiene un problema de sociabili-dad y si se encuentra con mucha gente en el piso termina dejándolo”.

“Yo otra cosita que les oigo que demandan es un nivel intermedio de centro de día. Es que entre quedarme aquí viendo la tele a ir un taller donde les tengo en la nuca o no puedo ir un día porque estoy cansado, ¿dónde está el nivel intermedio?”

04. Necesidades

04.1. Ámbito laboral

“Yo creo que hay un grupo en el que la falta de empleabilidad radica en la no con-tinuidad, es decir, que son personas que tienen competencia de sobra o capacida-des de sobra para desarrollar cualquier o muchos trabajos. Y decimos que como no pueden estar un trabajo de 8 horas de lunes a viernes, les mandamos a una empresa de hacer cajas o macramé… pero es que no, no, pueden hacer cajas, macramé y muchas más cosas…lo que pasa es que si me penalizas tres días de ausencia, pues nada”.

“Pero sí podría haber estructuras intermedias. Un tipo de trabajo protegido, que regule un poco los compromisos de trabajo con la gente, que no penalice”.

“La gente tiene que sentir que entra en un mercado normalizado en el que ellos sean algo, en el que ellos vayan construyendo también su camino vital”

“En inserción hay un nivel de autonomía tal, que aunque haya educadores y tal, es un grado de exigencia…. que necesitan una estructura intermedia, porque hay gente que no va a ser capaz de mantener ese nivel…..o bajamos el nivel de exi-gencia o….y es que van a necesitar un acompañamiento para lo laboral y para tal….para muchos años de su vida. De hecho, en inserción el porcentaje de éxitos es bastante bajo”.

“Nosotros vemos una limitación para las personas que no quieren ir a centros de

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día por no encasillarse. Son muy conscientes de que no pueden optar por un trabajo normalizado, pero por otro lado se les cierran las puertas en muchas ocasiones, a talleres ocupacionales, porque las exigencias que tienen son altas para ellos. Te pueden coger a una persona con alcohol, pero te cogen a una o dos como mucho porque si no el taller tampoco funcionaría”

“Concretamente de recursos es algo que si pensamos que hay un vacío, no sé si se llamaría “ taller ocupacional de baja exigencia de riesgos y daños”, el hecho de que pudie-ran consumir no fuera motivo de expulsión o que el nivel de exigencia fuera acorde con a la persona, las horas de trabajo, ocupación para cada persona fueran unas concre-tas…”

04.2. Vinculación con los y las usuarias

“No somos capaces de sintonizar y ofrecer maneras y es-pacios en los que las personas se sientan atendidas en lo que necesitan. Yo no sé si respondemos adecuadamente a sus necesidades, o a veces, los servicios dan respuesta a nuestras propias necesidades, nuestros conocimientos y nuestros “entenderes”….no los de ellos. Yo creo que no vinculamos a aquellas personas a las que no estamos dan-do respuesta a sus necesidades. La búsqueda de espacio común es el que hace que las personas nos encontremos o no nos encontremos”.

04.3. Acompañamiento. Trabajo desde la cronicidad

“Hablamos de un seguimiento externo de alta intensidad en un piso o de menor intensidad según niveles...pero lo que parece claro es que hay personas que van a necesitar algún tipo de acompañamiento a lo largo de su vida”.“Que quieres estar haciendo un tutelaje de 24 horas se-guidas y el que aguanta, pues bien, y el que no lo aguanta coge las de Villadiego…pero yo creo que hace falta formar a la gente en un tipo de acompañamiento distinto”.“Hay que aclarar que estamos hablando de un acompaña-miento para la cronicidad, hay que acompañar en el tiem-po”.

“Nosotros hemos tenido que asumir que hay gente que vuelve, que vuelve, que vuelve…que no deja de consumir. Yo creo que ese es el cambio más fundamental para los profesionales que en su momento empezamos…asumir y asimilar eso, y admitir a la persona, respetarle como vie-ne admitiendo que no….que tu proceso no acaba y vamos a estar aquí. Yo creo que desde el momento que aceptas eso, tu manera de proceder es diferente también ¿no?..Te frustras mucho menos como profesional”.“Cada tratamiento crea un poso y en la medida en que se queda el poso, daño no se está haciendo, ¿no?”. “La cronicidad es parte del trabajo en reducción de daños. Tal vez la solución no pasa por que se creen nuevos ¿no?, sino por asumir las adaptaciones que hay que ir haciendo hacia esa cronicidad. No es eso de que los recursos que existen no valen para vosotros, sino que hay que adaptar-los al nuevo perfil”.“Partimos de que el consumo de drogas trae problemas asociados y se trata de ver cómo podemos abordar esos asuntos, las rupturas y pérdidas que conlleva y yo creo que asumiendo la cronicidad y la intensidad diferente que pue-da tener, así como la necesidad de acompañamiento, la necesidad de recursos, a medida que va adelante el acom-pañamiento, también son menores las necesidades de re-cursos”.“Para las personas que están deterioradas, muy cronifica-das, con consumos,, un espacio residencial, para nosotros sería un recurso finalista, donde hiciera su vida digna, con respeto. Y que tenga una calidad de vida digna hasta el final de sus días. Nos parece fundamental y no existe a día de hoy. Un recurso de baja exigencia residencial”.

05. Problemas1. “El problema está ahí: que se ha destinado siempre todos los dineros en el tema de tratamiento y acompaña-miento más profundo mientras que en inserción, ahora que estamos viendo el alto nivel de cronicidad, no hay medios económicos para hacer esos apoyos”.2. “Existe un problema de concepción e incluso de inter-disciplinariedad. Que sí que hay muchas entidades…pero que cuando hablamos de que trabajamos coordinadamen-te, pues sí, pero es una coordinación a unos niveles…muy básicos, pero no a nivel de comprensión de los problemas. Yo estoy con una persona haciendo trabajo social, hacien-

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Las propuestas surgidas fueron:“Posibilidad de crear dentro del espacio sanitario un espacio específico para las personas con adicciones donde se viera la parte social de las entidades que están o hubieran estado trabajando con esa persona y poder hacer una revisión de casos”.

“Sería necesario crear un grupo de profesionales que atendieran de forma concreta al colectivo en exclusión, mientras que otros abogaban por normalizar lo que se haga con el colectivo sin darle otras características que a cualquier otro”.

do un acompañamiento desde ese punto de vista, pero difícilmente podré hacer un abordaje idóneo si no alcanzo, o mi grupo alcanza a ver el problema desde un punto de vista médico, un punto de vista educativo, desde el punto de vista de los problemas judiciales que pueda tener esta persona… El espacio sociosanitario no se materializa en los equipos de trabajo”3. “Cuando las drogas se convierte exclusivamente en un asunto sanitario, pues entonces… esto es las drogas, es sanitario y parece que los problemas asocia-dos al consumo van por otra vía. No podemos enfocar bien el problema si noso-tros, cada uno, estamos viendo el problema y actuando cada uno desde nuestro espacio, comunicándote como nos comunicamos…porque está claro que a nivel médico o a nivel psiquiátrico, las únicas entidades que tienen para poder aportar son el colectivo médico y el colectivo sanitario y tal, pero luego, la parte social, los que podemos comunicar las herramientas que tiene la propia persona, cómo se va desenvolviendo en el día a día, seguimientos de 24 horas o de 12 horas o….es la parte social ¿no?. Y eso es lo que hace a la persona…pues de eso no hay. No existen espacios de comunicación”.

06. Situaciones de crisis“Cuando hay conductas de riesgo siempre hay que llamar al 112, siempre para hacer un traslado a un hospital hace falta que venga un médico, tienes que espe-cificar que “necesitas que un médico valore una situación de riesgo”, porque sino la Ertzaintza dice que si no quiere ir ellos no pueden obligarle. Porque es una per-sona que necesita un traslado a un hospital y es probable que no sea voluntario, y siempre es necesario que un médico, no tiene porqué ser psiquiatra, cualquier médico general, escriba una nota diciendo que necesita un traslado involuntario al hospital de Basurto para la valoración. Cuando se llame al 112 que te pongan con el servicio médico donde preguntaran por qué motivo, el teléfono es 94400000, pero como nunca luego recuerdas llamas al 112, urgencias, y comentar que tenemos un paciente, tenemos pocos datos de su historia pero en estos momentos vemos que hay riesgo para sí mismo o para terceros, le vemos muy “rayado” y luego se valora si es efectivamente efecto de la droga, de su trastorno de personalidad o si es de

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la psicosis, siempre hay tiempo, hay unas camas que son de observación de 24 horas y el médico decide si puede dar el alta o si es una descompensación psicótica y necesita un ingreso o… pero lo que es la situación aguda tiene que pasar una supervisión y eso se valora en el hospital.”“Siempre podéis comunicaros con los psiquiatras de calle para cualquier problema que tengáis con vuestros usua-rios, luego también el tema de los ingresos, pedir siempre médico con la ambulancia y facilitar toda la documentación o informes que tengáis de esa persona o de cómo ha sido todo, vuestra valoración y todos vuestros datos para que se puedan en contacto con vosotros”.“Para conocer la evolución del paciente, vosotros os po-néis como contacto y facilitáis y dais antes un número de referencia. Si es un ingreso programado pongo los teléfo-nos de todos los educadores, claro, porque el médico no tiene tiempo de estar buscando números, entonces todo eso hay que facilitarlo, incluso lo registráis, “si ingresa, por favor pónganse en contacto con….” Toda esa información al médico le ayuda mucho”

07. Incapacitación“Normalmente en este ámbito de la incapacitación, habría dos ámbitos en los que nos movemos porque son los dos ámbitos que están legislados con más claridad por así de-cir; uno es el tema de la incapacitación, es decir, aquella situación de una persona que tiene una deficiencia psíquica o física de carácter persistente, grave y permanente que le impide gobernarse a sí misma, eso es lo que dice el código civil. Otro ámbito en el que nos movemos sería el ámbito de internamiento psiquiátrico, es decir, aquellas personas que están aquejadas de una enfermedad mental que en un momento determinado están en crisis o en brote y que requieren un tratamiento médico para su compensación o recuperación que no quieren recibir porque o no su situa-ción o no tienen conciencia de la enfermedad o no ven la gravedad del tema y entonces el juez suple o sustituye la voluntad de la persona y autoriza ese ingreso psiquiátrico o ese tratamiento psiquiátrico.”“Los drogodependientes, sinceramente, son personas que ni vienen mucho por este juzgado, ¿eh?, no vienen mucho por este juzgado por dos razones a ver… en el ámbito de internamiento psiquiátrico, que es lo que he dicho que es uno de los campos por los que nos movemos, pues porque

siempre se nos transmite desde las instancias médicas y de las instancias que tratan a este tipo de personas que si no es voluntario, voluntariamente, tiene muy poco remedio la situación de la drogodependencia, es decir, que un trata-miento involuntario obligatorio pues no favorece, no facilita esa recuperación y, por lo tanto, precisamente lo que hace el juzgado es establecer la involuntariedad y obligatoriedad si eso es así, si eso no facilita la recuperación del paciente, pues entonces tendríamos poco que ver nosotros en esa intervención. Sólo intervenimos en momentos de urgencia, es decir, en momento en el que la persona está en una crisis o pues en un momento en el que está claramente descompensado por los consumos y entonces simplemen-te es llevarla al hospital, que allí se pase su crisis y cuando ya está en condiciones, más o menos, de poder decidir por sí mismos, se le da de alta y se acabó; entonces eso por un lado. En cuanto a la incapacitación pues tampoco, en las in-capacitaciones tenemos a muchas personas que son, bue-no, que su problema fundamental es el consumo de tóxicos y que tengamos que limitar su competencia, salvo en aque-llos casos en el que el consumo de tóxicos haya producido un deterioro cognitivo que ya es, por así decir, permanente, es cuyo caso, pues si realmente vemos que existe ese dé-ficit que exige que podamos adoptar algún tipo de medidas de apoyo, protección, etcétera, pero todo aquellos consu-midores que están en su proceso habitual de consumo y que el deterioro todavía no es suficientemente grave pues la verdad es que por aquí pasan muy poquito.”“La incapacitación es un instrumento para algo, para mejo-rar la situación de una persona, para mejorar su calidad de vida… y, por lo tanto, tiene que ser factible, tiene que ser realista… al fin y al cabo estamos privando a una persona de muchos derechos en aras de que consideramos que va-mos a conseguir un beneficio, que va a ser mejor para él, si eso no lo vamos a conseguir o porque no tenemos recursos o porque no tenemos medios para controlar esa situación o porque no tenemos personas que se hagan responsables de ese paciente pues es que, realmente, pues mejor no incapacitar; más vale que siga teniendo todos sus derechos en principio, aunque, teóricamente no los pueda ejercer pero no se los quitamos y se los limitamos y le trasladamos la responsabilidad a otro que no la pueda ejercer porque no tiene ni medios ni recursos ni nada”.“Una persona determinada que está teniendo un problema, que me lo manifiestan a través de pues de las distintas sec-tores sociales que trabajan con le gente; entonces, primero yo creo que la buena práctica es tener una, siempre una

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relación con todos los estamentos o todas las que traba-jan con personas que tienen estos problemas, es decir, absolutamente con todos, estar muy coordinado con Ser-vicios Sociales, con organizaciones asistenciales de tipo Cáritas, de, de ¡me da igual! Remar, Emaús… todo lo que anda alrededor de las personas que puedan estar estas carencias y estas necesidades, la coordinación y tener una buena relación a través de reuniones periódicas, a través de pues eso de contarnos nuestras dudas, eso me parece que es fundamental; otra cosa que me parece fundamen-tal también siempre es tener en cuenta a la persona, oírle, escucharle, ver lo que dice, ser muy franca con él porque tenemos una cierta costumbre a cuando hablamos con per-sonas no hablar la verdad, a proteger y no decir la verdad y decir siempre pues un poquito de disfrazar las cosas, yo creo que hombre, hay veces que hay que utilizar el tacto pero bueno, hay que tratar de decir la verdad y yo como juez, explicarle cuál es mi función, cuáles son mis faculta-des, qué puedo hacer y que sepa que hay cosas que puedo hacer, que soy una autoridad y le puedo imponer determi-nadas cosas porque eso también, a veces, mucha gente no admite normas, no admite autoridad, no admite nada, pues tienen que saber que la hay y que para esto también la hay y que hay cosas que se pueden obligar, ¿no? eso yo creo que también es muy importante, el trato con él, la colabora-ción muchísimo, la coordinación entre todos muchísimo, si no hay una coordinación no hacemos nada. Luego también a mi me parece que es muy importante la coordinación en-tre los elementos de la calle y los elementos hospitalarios, es decir, la coordinación entre pues por ejemplo el hospital psiquiátrico, los hospitales de media y larga estancia, y los recursos asistenciales de la calle que, generalmente, son dos mundos opuestos, no opuestos pero no se relacionan entre sí porque pues el médico tiene la idea de que todo lo que le dice al paciente es confidencial y que no se lo tiene por qué transmitir a ninguna otra entidad, que tiene razón pero en determinadas casos y, aquí también el juez tiene un función importante porque puede hacer que se pueda autorizar en determinados casos en aras de la apoyo o del seguimiento que puede necesitar ese paciente, pues que se pueda recibir una información médica de un determina-do paciente y muchas veces, me vienen los de, los Servi-cios Sociales no tanto, pero las personas que se dedican a atender a estas personas “es que no sabemos, no sabemos ni siquiera la medicación que tienen que tomar, ni siquiera si tiene un diagnóstico porque el psiquiatra se niega a dar-

nos ese diagnóstico” pues bueno, eso también a través de un pequeño expediente, hablando con uno, con otro y tal podemos hacer que se sepa y de hecho aquí, yo creo que ya tenemos algún protocolo que hemos hecho con centros de estos que se ocupan de atender a las personas más o menos con estas circunstancias, ya hemos hecho algo para que puedan recibir la información, hacemos una especia de autorización para que una persona concreta que es como el asistente puntual de ese… pueda recibir la información médica porque a veces es que es un mundo, no saben, no tienen ni idea”.“Echo de menos unas leyes más claras, por lo menos no más, no muy detalladas porque como digo cada persona es un mundo, pero sí que establecieran con más claridad esta posibilidad de adoptar con medidas pues parciales, medidas temporales, es decir, una mayor gama de posibili-dades dentro de la ley para que nos pudiéramos acomodar porque yo me acomodo pero no soy yo, lo importante es que todos los jueces y jueces si no tienen eso más claro un poquitito en la ley les va a costar mucho hacerlo, enton-ces yo creo haría falta una modificación legislativa en ese sentido, ¿eh? eso me parece importante; luego yo creo que lo de los juzgados especializados es fundamental que los haya en todos los sitios y que sean especializados en esto, no que además tenga que llevar miles de otras historias porque eso distorsiona muchísimo, eso también ayuda mu-cho. Recursos, no tenemos recursos para estas cosas, hay pocos y ahora en momentos de crisis todavía los recursos son menores.”“Cada persona es un mundo y cada persona tenemos que tratarle como cada uno y ver con los recursos que tenemos cómo le podemos echar una mano, eso por un lado; un por un lado también, todo lo que nos propongamos hacer para apoyar a una persona tiene que ser realista y viable, no nos podemos agarrar a cuestiones ideales que no podemos lle-var a la práctica, tenemos que saber lo que podemos hacer, con qué recursos contamos y con qué medios contamos para hacerlo y así después de eso, lo podremos imponer sino mejor no intervenir”.

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PARTE IIIManual de buenas prácticas

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El principal objetivo de este Manual de Buenas Prácticas con-siste en proponer que un conjunto de actuaciones -cuya validez y eficacia ha sido comprobada a través de la experiencia directa y la información recabada a lo largo de la investigación- sean incorporadas como elementos clave de un nuevo modelo de intervención dirigido a las personas usuarias de drogas en si-tuación de exclusión social.

Este objetivo presenta un carácter político a la vez que práctico: en el primer caso, las entidades participantes en el estudio abo-gamos explícitamente por una modificación en el enfoque rela-tivo al abordaje de las drogodependencias, que asuma las limi-taciones del planteamiento actual en cuanto a políticas, visión y recursos destinados a este colectivo. Proponemos la adopción de una perspectiva que reconozca las necesidades específicas de un sector concreto del colectivo drogodependiente, especí-ficamente de aquellas personas que, debido a su cronificación en el consumo o en la exclusión social, o bien a otros factores relacionados con el deterioro de sus habilidades subjetivas, no encuentran una respuesta en los recursos actualmente existen-tes. En este ámbito, observamos también la especificidad de las necesidades de las mujeres consumidoras, que presentan factores de riesgos y vivencias diferenciales derivadas de su condición de mujer así como de las construcciones sociocultu-rales de género.

Con respecto a su dimensión práctica, se pretende aportar de forma constructiva algunas herramientas operativas que forma-rían parte de este nuevo modelo que proponemos. Estas pau-tas de actuación están dirigidas a los y las profesionales de la intervención sociosanitaria, y pretenden constituir el punto de partida de un debate abierto sobre los procesos de intervención con el colectivo mencionado.

Con base en estas consideraciones, las buenas prácticas iden-tificadas giran en torno a unos principios clave que orientan la intervención y que, a su vez, se concretan en un número deter-minado de herramientas operativas. Los principios clave son los siguientes:

PRINCIPIO DE ATENCIÓN PERSONALIZADAAdaptada a las necesidades y capacidades de cada persona. Esto supone que también tenemos en cuenta las necesida-des emocionales y sociales de la persona (estado emocional: necesidad de comprender, expresar y compartir emociones). Además creemos que es importante acompañar a las personas usuarias en potenciar vínculos (redes de apoyo). En este estu-dio hemos dado un significado especial a la necesidad de favo-recer y desarrollar los vínculos: de seguridad, de protección, de afecto, de estima y de apego, específicamente en lo relativo a las relaciones sociales e institucionales (mejora de la relaciones entre sus iguales y participación en la comunidad (sentido de comunidad). En lo relativo a las habilidades sociales y capaci-dades, hemos querido dar un enfoque global, hablamos de los recursos personales, tanto en las competencias sociales como en los dinamismos vitales (autoestima, motivación y responsa-bilidad; lo contrario al Sin Sentido) que presenta la persona. Además queremos exponer nuestra preocupación en cuanto a las situaciones de pérdida de autonomía personal, y es por ello que hemos hecho propuestas concretas para desarrollar protocolos de coordinación entre el sistema social, sanitario y judicial de cara a poder activar mecanismos de protección (in-capacitaciones, tutelas, ingresos involuntarios, etc.), y por últi-mo y no menos importante, hemos remarcado la importancia de acompañar a las personas usuarias en todo su proceso e itine-rario, con especial atención en las situaciones de enfermedad terminal (acompañamiento en el final de la vida).

PRINCIPIO DE INTEGRALIDAD La atención deberá ser integral, es decir tenderá a la conse-cución de un modelo global de bienestar que deberá abarcar –debidamente coordinados entre sí- los aspectos sanitarios, sociales, psicológicos, ambientales, culturales, y análogos.

PARTE III: Manual de buenas prácticas

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PRINCIPIO DE PROTAGONISMO

Acompañar a la persona en sus decisiones vitales, promoviendo su autonomía y en-focando la intervención desde las potencialidades, para facilitar la superación de las carencias y limitaciones.

PRINCIPIO DE INTERVENCIÓN COMUNITARIA

Incorporar en la intervención una serie de elementos de carácter contextual, que pre-tendan incidir en la imagen social de la persona consumidora de drogas en situación de exclusión social y que, a la vez, promuevan la potenciación de su capital social.

PRINCIPIO DE CALIDADIntroducir una serie de criterios de gestión interna que favorezcan la evaluación conti-nua de los recursos desde una perspectiva de adecuación a las necesidades cambian-tes del colectivo destinatario.

Estos principios se desarrollan en las páginas siguientes, y constituyen una propuesta abierta al debate con el tercer sector y las administraciones públicas, a las que, en el apartado final, se dirigen unas sugerencias orientadas a la promoción del nuevo mode-lo de intervención que aquí proponemos.

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1 Principio de atención personalizada

Claves

La posibilidad de realizar acompañamiento a personas con algún tipo de consumo más allá de la reducción de riesgos.•

El desarrollo del capital social de la persona•

Una intervención adaptada a sus características personales (género, enfermedad mental, etc.)•

El acompañamiento en los distintos momentos y tiempos del proceso vital de la persona. Acompañamiento final de la vida•

Visión integral de la persona con sus carencias y limitaciones, pero también (y especialmente) con sus potencialidades y • capacidades.

Recomendaciones

1 Diseñar sistemas de funcionamiento de centro adaptados a las nuevas realidades (incorporar y aplicar de forma efectiva la pers-pectiva de género, atender a nuevas formas de consumo, nuevas sustancias, la concomitancia de la enfermedad mental, procesos de cronicidad….).

Ejemplo nº1: Modificar requisitos, normas y exigencias del centro, adaptándolos a las circunstancias y perfiles de las personas usuarias

Ejemplo nº2: Dar paso preferente de entrada a las mujeres, con independencia de que consigan la plaza a través del SMUS o su orden de llegada al centro, así como a las per-sonas cuya situación sanitaria incremente su situación de vulnerabilidad.

Ejemplo nº3: Apoyar procesos de deshabituación y desin-toxicación en momentos de recaída.

2 Incorporar a las funciones del equipo de centro el acompaña-miento a las personas en actividades/gestiones fuera del espacio físico del servicio e incluso fuera del horario de apertura y cierre del mismo, adaptando el horario laboral del equipo a estas fun-ciones.

Ejemplo nº1: Acompañamientos médicos, judiciales, trami-tación de ayudas, etc. por parte del equipo educativo

Ejemplo nº2: Acompañamiento diurno: médico, empadro-namiento, centro de acogida, centro de tratamiento, etc.

3 Crear un servicio de acompañamiento integral (más allá de la Reducción de Riesgos y Daños) para personas con algún tipo de consumo en activo

Ejemplo nº1: Acompañamiento a módulos psicosociales

Ejemplo nº2: Apoyo en gestiones de la vida cotidiana

4 Incorporar el diagnóstico social de las personas para realizar una intervención adaptada.

Ejemplo nº1: Para la elaboración del diagnóstico hay que basarse en cuestiones sociodemográficas, académicas, laborales, sanitarias, judiciales y relacionales, con indepen-dencia a su adicción o problemas.

5 Establecer medidas que faciliten el acceso de las mujeres a los servicios.

Ejemplo nº1: Discriminación positiva; preferencia de entra-da a los recursos

Ejemplo nº2: Adecuar los servicios del centro para la aten-ción específica de mujeres.

6 Facilitar material accesible, gráfico y adaptado a la capacidad de comprensión de las personas con información básica relaciona-da con el consumo, con recursos, y otras cuestiones vinculadas a la exclusión social.

Ejemplo nº1: Elaboración de folletos, panfletos, carteles…

Ejemplo nº2: Documentación y carteles en los idiomas de las personas a las que se atiende.

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7 Realizar talleres individualizados y/o grupales en RRDD y en otros temas de interés que sean detectados por el equipo de centro o a propuesta de las personas atendidas

Ejemplo nº1: Talleres de inyección segura, prevención de ETS, cómo actuar frente a una atención policial, etc.

Ejemplo nº2: Taller de maquillaje, juegos, etc.

8 Promover la participación de personas voluntarias en el servicio, reforzando la dimensión relacional de las personas atendidas. (Relaciones saludables con conciudadanos/as).

Ejemplo nº1: Que las personas usuarias se relacionen con personas “normalizadas”, no sólo con las que se encuen-tran en su misma situación o el colectivo profesional que les atienden.

Ejemplo nº2: Charlas sobre el centro a población general

Ejemplo nº3: Fomentar la creación de un equipo de perso-nas voluntarias en el servicio.

9 Dotar de mayor grado de autogestión a las personas en el fun-cionamiento del centro

Ejemplo nº1: Autonomía de las personas usuarias en la organización de actividades, desayunos, preparación de la cama y lavandería.

Ejemplo nº2: Promover la participación de la persona usua-ria en el funcionamiento del centro

10 La aplicación de las normas de centro debe tener una finalidad educativa, y debe tener en cuenta las características personales y el momento de la persona: su capacidad de comprensión, gra-do de conocimiento previo de la norma, posibilidad de acceso a otros recursos; garantizando el acceso al PIJ en todo caso.

Ejemplo nº1: Apostar más por intervenciones educativas; en las que la persona usuaria entienda el por qué de la norma.

Ejemplo nº2: Valorar las capacidades de la persona y su si-tuación personal en el momento de la infracción.

Ejemplo nº3: No crear normas sancionadoras inflexibles y realizar una revisión de la normativa existente cada cierto tiempo.

11 Abordar la doble discriminación de las mujeres consumidoras (por su condición de mujer y consumidora): talleres de promoción de la autonomía personal, sobre percepción de género, empatía, autoestima, etc. Dirigido tanto a grupos mixtos (hombres y mujeres) como por grupos diferenciados.

12 Poner en conocimiento el caso de las personas con signos de patologías mentales evidentes sin tratamiento, al equipo de calle correspondiente para que lo notifique al Programa de Asisten-cia Psiquiátrica de Personas Sin Hogar con Enfermedad Mental Grave

Ejemplo nº1: Coordinación con los equipos de calle y res-to de recursos ante la detección de un problema de salud mental que pueda implicar peligro para la propia persona o aquellas que le rodean.

13 Garantizar que el equipo que interviene con el colectivo de per-sonas en exclusión social tenga formación básica en enferme-dad mental y primeros auxilios.

Ejemplo nº1: Facilitar al equipo de profesionales una forma-ción continuada en salud mental y primeros auxilios.

14 Revisión del modelo de los servicios de baja exigencia y de re-ducción de daños, reajustando y la normativa.

Ejemplo nº1: Adaptación de los modelos a las realidades emergentes, mediante la revisión periódica de los requisitos de acceso y permanencia

Ejemplo nº2: Revisión continua de los sistemas de infrac-ción y su aplicación.

15 Disponer en todos los servicios de un protocolo de abordaje de las situaciones de violencia y un protocolo específico para el abordaje de los casos de violencia de género.

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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16 Disponer en todos los servicios de una herramienta donde, con el consentimiento previo de la persona afectada, se recojan los testimonios de vulneración de los derechos humanos que ha-yan podido sufrir las personas atendidas, para desarrollar en su caso, acciones de movilización y denuncia social.

Ejemplo nº1: Recogida de testimonios, campañas de movi-lización y sensibilización, etc.

Ejemplo nº2: Dotar a las personas usuarias de un empa-dronamiento.

17 Garantizar a las personas que se encuentran en un proceso ter-minal (ingreso hospitalario) un acompañamiento continuado (por medio de personas contratadas o personas voluntarias) y dar a conocer* al resto de servicios de RRDD esta situación ter-minal para organizar y asegurar el acompañamiento.

*(En el marco de los convenios de colaboración existentes entre las organizaciones y dentro de lo establecido por la LOPD).

Ejemplo nº1: Presencia continúa en los ingresos hospita-larios.

Ejemplo nº2: Acompañamiento para la muerte.

Ejemplo nº3: En caso de no poder realizar ese acompaña-miento, informar a agentes externos de la situación para que intervengan (Por ejemplo, Pastoral de la Salud.)

18 Garantizar que las personas que realizan acompañamientos al final de la vida están preparadas/formadas para hacerlo y lo que los realizan libremente.

Ejemplo nº1: Formación sobre cuidados paliativos, elabora-ción del duelo, etc.

19 Disponer de un protocolo de intervención en los casos de vio-lencia de género.

Ejemplo nº1: Llamar a la policía, acompañamiento a la vícti-ma, coordinación entre los diversos dispositivos…

Ejemplo nº2: Preferencias en recursos de alojamiento.

20 Incorporar la perspectiva de género en la atención y en las he-rramientas utilizadas.

Ejemplo nº1: Utilización de un lenguaje (oral y escrito) no sexista.

21 Incorporar actividades de corresponsabilidad en las dinámicas de utilización y funcionamiento del centro, basadas en las habi-lidades de cada persona.

Ejemplo nº1: Adaptar y/o facilitar las actividades en los ca-sos de personas usuarias con deficiencias que les impidan la ejecución de dichas actividades.

Ejemplo nº2: Hacer participes a las personas del buen fun-cionamiento del centro.

22 Incorporar en el proceso de atención de cada persona al menos dos propuestas de participación (en cuestiones del centro, en valoración de su situación, etc.) y evaluar el impacto de esta participación en el proceso de la persona.

Ejemplo nº1: Colaboración en actividades; cuidado/mante-nimiento del recurso, etc.

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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2 Principio de integralidad

Claves

Acompañamiento interdisciplinar y creación de espacios de intervención compartidos por distintos sistemas sociales.•

Trabajo conjunto y coordinado entre diferentes sistemas sociales relacionados con la persona: social, sanitario, jurídico, • policial

Intervención integral desplegada por cada servicio/dispositivo•

Recomendaciones

1 Construir un enfoque teórico y conceptual compartido sobre el fenómeno de la exclusión social y adicciones que por lo menos recoja un acuerdo de mínimos y/o un decálogo para la acción.

Ejemplo nº1: Mantener reuniones periódicas con diferentes asociaciones.

Ejemplo nº2: Fomentar una coordinación fluida y directa.

2 Establecer un sistema de coordinación entre los diferentes sis-temas y servicios implicados (judicial, sanitario, social, policial) Esto supone un sistema de transmisión de la información, herra-mientas de comunicación compartidas, un sistema conjunto de evaluación, en la atención de caso.

Ejemplo nº1: Compartir una base de datos, realización de llamadas telefónicas, envío de emails

3 En caso de disponer de información significativa sobre vulnera-ción de derechos humanos, ponerlo en conocimiento y abordar-lo con los sistemas implicados (judicial, policial, sanitario….).

Ejemplo nº1: Coordinación con asociaciones dedicadas a la atención de estos casos.

4 Establecer un protocolo formal en el marco de la Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD) de notificación de ingresos de las personas atendidas por los servicios. (especialmente en los casos de procesos terminales).

Ejemplo nº1: Autorizaciones médicas que permitan recibir información confidencial al colectivo profesional del centro donde se atiende a la persona usuaria.

5 Establecer protocolos consensuados de gestión de las urgencias con los distintos sistemas implicados: sanitarios, judi-ciales, policiales…

6 Establecer un protocolo de atención de las personas con mayor nivel de deterioro, teniendo en cuenta la valoración y diagnóstico de los equipos educativos.

Ejemplo nº1: gestión de ingresos involuntarios, incapacita-ciones, atención de situaciones terminales

7 Construir un abordaje sociosanitariojurídico compartido para al-gunas cuestiones clave de la intervención (enfermedad mental, gran deterioro, amenaza para la vida de la persona, urgencias, etc.).

Ejemplo nº1: establecer protocolos de intervención conjun-ta, organizar los roles de los agentes implicados, compartir la información del caso (base de datos)

8 Garantizar entre los servicios/dispositivos, la atención a aquellas personas que se quedan fuera de todos los dispositivos.

Ejemplo nº1: Coordinación y comunicación entre recursos para evitar que la persona se quede completamente des-atendida.

Ejemplo nº2: Ejercer de trampolín hacia otros recursos o servicios que se adecúen a las necesidades demandadas

9 Establecer un convenio de colaboración entre entidades que atienden a las mismas personas (teniendo en cuenta lo esta-blecido en la LOPD) para la coordinación de caso: servicios y prestaciones compartidos.

Ejemplo nº1: Gestión compartida, papel a desarrollar por cada una de las entidades colocando a la persona y a su proceso en el centro: diagnostico compartido plan de tra-bajo compartido, evaluación y seguimiento del proceso compartido, etc.

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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10 Sistematización de la coordinación de caso que incluya un repar-to de las funciones y roles de los distintos agentes y servicios implicados, y un acuerdo sobre el papel de las diferentes figuras de referencia de cada caso. Incorporar la herramienta de diag-nóstico de la exclusión (servicios sociales) en la atención del caso.

Ejemplo nº1: Coordinar y consensuar las funciones que van a tener cada uno de los agentes intervinientes en el proceso de la persona

11 Elaborar un marco compartido sobre enfoque de riesgos y da-ños: entre asociaciones que trabajan con este colectivo.

Ejemplo nº1: Reuniones con los diferentes agentes que in-tervienen con la misma persona.

Ejemplo nº2: Tener un criterio común de lo que es baja exi-gencia y reducción de riesgos y daños.

12 Elaborar el material básico sobre RRDD de manera conjunta Ejemplo nº1: Elaborar un documento de criterios comunes para garantizar que “hablamos de lo mismo”.

13 Construir y mantener actualizada una base de datos compartida entre diferentes entidades con recursos y material de reflexión.

Ejemplo nº1: Crear una herramienta informática común.

14 Garantizar una concatenación en la atención a las personas entre distintos servicios y prestaciones dedicados a la RRDD, planificando los horarios de atención de los servicios y prestaciones de manera enlazada (por ejemplo entre el cierre de un servicio nocturno y la apertura de otro diurno, o los horarios del PIJ...)

15 Garantizar el Trabajo en equipo: enfoque compartido del pro-blema social en el que se interviene, así como los principios, metodologías y herramientas utilizadas para un abordaje de caso ajustado a la realidad y momento actual de la persona con la que se trabaja.

Ejemplo nº1: Desarrollar una intervención interdisciplinar.

16 Sistematizar el proceso de comunicación de las cuestiones del día a día entre los miembros del equipo

Ejemplo nº1: Crear espacios para el diálogo diario.

17 Dotar a los servicios de equipos multidisciplinares para garanti-zar un abordaje de caso psicosociosanitario.

Ejemplo nº1: Educadores/as, psicológos/as, personal sani-tario, etc.

Ejemplo nº2: En el caso que el propio recurso no pueda garantizar estos perfiles, asegurar que se prestan desde agentes externos.

18 Establecer dinámicas de transmisión de conocimiento entre las y los miembros del equipo que favorezcan habilidades poliva-lentes mínimas.

Ejemplo nº1: Enriquecimiento mutuo entre las distintas dis-ciplinas profesionales

19 Incorporar a los procesos de atención prestaciones instrumen-tales de carácter básico

Ejemplo nº1: creditrans, pago de documentación, etc. .

Ejemplo nº2: Ayudar a hacer el D.N.I. si la persona está en proceso de empadronamiento, así como facilitar el credi-trans para el transporte

20 Establecer para cada persona con la que se interviene una única figura de referencia (profesional referente) sobre la que pivota toda la intervención. Preferentemente, la elección del referente se realizará contando con la opinión de la persona acompañada.

21 Utilizar un lenguaje inclusivo en la intervención que se desarrolla (interna al equipo, con las personas atendidas, en la producción escrita, en la generación de herramientas, etc.)

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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22 Favorecer el sentimiento de pertenencia y la vinculación de la persona con el centro.

Ejemplo nº1: Dar un trato personalizado, poner en valor las capacidades, potencialidades, habilidades y éxitos de la persona

Ejemplo nº2: Cuidar que tenga un espacio, un lugar propio, personalizado, objetos con su nombre.

Ejemplo nº3: Etiquetar las pertenencias de cada persona usuaria, como pueden ser las bolsas de ropa, una taquilla, etc.

Ejemplo nº4: Hacerles participes en las decisiones de cam-bio del funcionamiento de centro que afecten a su actividad diaria y procurar incorporar sus propuestas de mejora.

23 Concienciar de la importancia de concebir y mantener el centro como un espacio seguro, diferenciándolo de la dinámica de la calle.

Ejemplo nº1: Rechazar la tenencia en el centro de objetos susceptibles de ser utilizados como armas.

Ejemplo nº2: Fomentar, cuidar y procurar que el centro sea un espacio tranquilo, sin broncas ni trapicheos.

Ejemplo nº3: Gestionar el uso del centro con horarios y normas.

Ejemplo nº4: Proporcionar un trato cercano y humano para que los y las usuarias del centro no actúen igual que en la calle.

24 Garantizar canales de coordinación entre el personal de seguri-dad y el equipo de centro con el fin de lograr una coherencia en la intervención.

Ejemplo nº1: Buscar espacios de comunicación diarios.

25 Dotar al personal de seguridad de una formación básica en habi-lidades socioeducativas.

Ejemplo nº1: Formación obligatoria ofertada por el propio centro.

26 Establecer espacios y momentos para la participación de la per-sona tanto en su propio proceso de atención, como en el funcio-namiento del centro/servicio.

Ejemplo nº1: Hacer partícipe a la persona usuaria en la ela-boración del diagnóstico, el diseño del plan de acompaña-miento, la evaluación de los pasos dados, la revisión de las dificultades/problemas surgidos, las estrategias a seguir, etc.

Ejemplo nº2: Buzón de sugerencias, encuestas de satisfac-ción, etc.

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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3 Principio de protagonismo

Claves

Normalización de las relaciones y la participación de la persona con su entorno•

Recomendaciones

1 Conectar a la persona con todos aquellos recursos /sistemas dirigidos al conjunto de la población.

Ejemplo nº1: Centros de Salud, Lanbide, etc.

Ejemplo nº2: Empadronar a las personas para que puedan acceder a los recursos sociosanitarios del municipio.

2 Incorporar a la atención dada dinámicas de motivación para la participación en recursos e iniciativas/actividades desligadas del consumo.

Ejemplo nº1: Centros de Tiempo Libre, excursiones, hob-bies…

3 Incorporar en la actividad del servicio al menos una iniciativa de carácter lúdico-cultural.

Ejemplo nº1: Lectura, visita a museos, juegos de mesa, ta-lleres de maquillaje, sesión de cine, etc.

4 Diseñar diferentes alternativas de incorporación social, adapta-dos a las posibilidades y capacidades de cada persona.

Ejemplo nº1: Mercado laboral normalizado, empresas de inserción, talleres prelaborales, centros ocupacionales, centros de día, etc.

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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4 Principio de intervención comunitaria

Claves

Incorporar a la atención individual acciones en el nivel comunitario y estructural en el mismo plano de igualdad.•

Intervención comunitaria: refuerzo del capital social de las personas, su participación desde criterios de normalización en el • entorno, y en definitiva su empoderamiento

Facilitar y motivar las relaciones entre la sociedad civil/comunidad y el servicio, que puedan permitir a las personas afectadas • participar de otros espacios y que pueden permitir al entorno conocer el recurso.

Recomendaciones

1 Incorporar a las líneas estratégicas de los servicios acciones relacionadas con la sensibilización y con la visibilización del co-lectivo a fin de contrarrestar prejuicios y estereotipos que pesan sobre el mismo y que dificultan tanto los procesos de norma-lización social de las personas afectadas como la creación de servicio/dispositivos dirigidos a este colectivo (rechazo social de implantación de servicios de atención en los barrios).

Ejemplo nº1: Campañas de movilización, charlas de sensibi-lización en la comunidad, etc.

2 Visibilizar y sensibilizar sobre la realidad de las mujeres consumidoras.

3 En caso de disponer de información significativa sobre vulneración de derechos humanos, realizar campañas de moviliza-ción y sensibilización social sobre esta cuestión, preferiblemente, desde la acción compartida entre servicios.

4 Incorporar de manera sistematizada a los servicios de atención del colectivo, prácticas ligadas con la investigación social y/o el análisis cuantitativo y cualitativo de la realidad atendida y de los resultados de la intervención desplegada.

5 Incorporar la perspectiva de género a la gestión del conocimien-to y a la propia intervención el análisis cuantitativo y cualitativo de la intervención.

Ejemplo nº1: Diferenciar la realidad femenina de la mascu-lina.

6 Realizar, al menos una vez al año, acciones de “benchmarking” entre servicios que trabajan con personas en exclusión social (del sistema de servicios sociales y/o con servicios de otros sis-temas como el judicial, el sanitario…) para abordar cuestiones técnicas y éticas relacionadas con la atención al colectivo.

Ejemplo nº1: Comparativas entre servicios sobre el funcio-namiento, la accesibilidad, la permanencia, el planteamien-to, etc.

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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5 Principio de calidad

Claves

Planificación y evaluación continúa.•

Incorporación de la innovación y de la mejora continua en la dinámica de los servicios.•

Despliegue de políticas de gestión de personas que incorporen criterios de calidad.•

Recomendaciones

1 Establecer indicadores de resultado y de proceso, estandarizados y medibles, que aporten información del proceso indivi-dual, del comunitario y del estructural y que a su vez incorporen la perspectiva de género.

2 Sistematizar la recogida de información mediante unos indicadores previamente establecidos. Incluir en esta recogida la satisfacción de las personas atendidas.

3 Realizar un análisis en equipo de los resultados obtenidos y pu-blicación periódica de las conclusiones principales

Ejemplo nº1: Elaborar un documento de consulta.

4 Diversificar los instrumentos de recogida de opinión de las per-sonas adaptándolas a las características y capacidades de las personas

Ejemplo nº1: Buzón de sugerencias, asambleas, encuestas, entrevistas personales, herramientas de evaluación visuales (por colores), etc.

5 Incorporar cada año un aspecto de mejora en el servicio (medi-ble objetivamente).

Ejemplo nº1: Revisar la intervención, detectar nuevas nece-sidades y adaptar el servicio a la realidad existente.

6 Adecuar un espacio con taquillas para que las personas usua-rias, puedan dejar/guardar sus objetos personales, incluso aque-llos objetos que puedan poner en riesgo la integralidad del resto de personas.

Ejemplo nº1: Colocar unas taquillas en la entrada para que las personas usuarias desarrollen una sensación de perte-nencia y se conciencien de la seguridad del centro/servicio.

7 Favorecer la eficiencia de la intervención mediante una gestión compartida entre los servicios que trabajan en el ámbito de la ex-clusión social de aspectos como la formación, la adquisición de bienes y servicios, la oferta de prestaciones (acompañamiento, horario de PIJ, etc.) y otras cuestiones relacionadas con el día a día del servicio.

Ejemplo nº1: Análisis y publicaciones compartidas.

8 Prevención del “burn - out” de todas las personas que forman el equipo del servicio: personas contratadas, voluntarias, alumna-do en prácticas y personal de seguridad.

Ejemplo nº1: Supervisión, equipos saludables, control del estrés, prácticas de autorregulación emocional, sistemas de protección ante situaciones conflictivas, sistemas de reconocimiento, rotación de los agentes a otros ámbitos de la organización, espacios en el centro que favorezcan la relación informal, etc.

Ejemplo nº2: Cursos, talleres y propiciar momentos de ocio y desahogo en el equipo para favorecer el buen clima, y poder volcar sentimientos y momentos de estrés

9 Incorporar en la planificación anual del servicio el plan de formación de los agentes en función de los objetivos de trabajo planteados, que incorpore la perspectiva de género de manera transversal. Asimismo incorporar formación específica en género y derechos humanos.

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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10 Organizar formación específica y dar apoyo a las personas que realicen acompañamientos al final de la vida: duelo, elaboración de la muerte, etc.

Ejemplo nº1: Cuidados paliativos.

11 Realizar encuestas de satisfacción a las personas atendidas y publicar los resultados.

Ejemplo nº1: Realizar las encuestas con una periodicidad y volcarlas en un análisis de datos

12 Incorporar a la dinámica ordinaria de trabajo en equipo elemen-tos de formación y reflexión conjunta

Ejemplo nº1: Buscar espacios para la puesta en común

13 Disponer de un protocolo de gestión de personas voluntarias desde estándares de calidad (incorporación, acompañamiento, seguimiento, formación, evaluación, reconocimiento, finaliza-ción de la actividad…).

Ejemplo nº1: Favorecer la creación de un equipo de per-sonas voluntarias que funcionen como tal y no de manera individualizada.

Ejemplo nº2: Proporcionales la información y formación que se considere de interés para el desempeño de sus fun-ciones.

14 Trabajar con los agentes implicados en el servicio (personas contratadas, voluntarias y en prácticas) la cultura organizacio-nal: misión, visión y valores; marco conceptual de la intervención, visión sobre el colectivo, herramientas a utilizar, etc.

15 Disponer de un protocolo de gestión de personas en prácticas en el centro.

Ejemplo nº1: Acogida, designación de un/a tutor/a, segui-miento de prácticas, etc.

Ejemplo nº2: Convenios de colaboración con los distintos centros formativos, públicos y privados.

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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Sugerencias a las administraciones públicas

1 Facilitar la gestión administrativa de iniciativas coparticipadas por diferentes entidades sociales

2 Concretar el mapa de servicios y la financiación de los servicios dirigidos a la grave exclusión recogidos en la cartera de servicios.

3 Clarificar los términos de la relación entre la administración pública y los servicios prestados por entidades del tercer sector: sistemas de coordinación, modelos de contratación (convenio, concer-tación, etc.), duración de estos contratos, modelos de financiación, etc., introduciendo clausulas sociales en la contratación de los mismos.

4 Establecer modelos de planificación y evaluación (indicadores de evaluación de resultado) comunes a los distintos niveles de la Administración - Gobierno Vasco, Diputación y Ayuntamiento.

Ejemplo nº1: Evitar que cada administración tenga los su-yos propios.

5 Asumir un liderazgo efectivo y activo con la implicación de los sistemas implicados (social y sa-nitario) y a nivel interinstitucional en la implementación y seguimiento del espacio sociosanitario. Establecer indicadores de resultado

6 Dotar de estructura y financiación a esta implementación.

7 Incluir el diagnóstico social (Instrumento Técnico de Diagnóstico y Valoración de la Exclusión so-cial) en la atención al colectivo.

8 Que el sistema judicial facilite y de soporte a los procesos de incapacitación demandados por los servicios dirigidos a la grave exclusión, en base al diagnóstico social. Otorgar la misma importancia al diagnóstico social que al sanitario, en las decisiones judiciales.

9 Articular medidas intermedias a la incapacitación que prevean la participación de las entidades sociales (administración económica, gestión de tratamientos médicos, asistencia a determinadas citas obligatorias, etc.

PARTE III - Manual de buenas prácticas

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PARTE IVFichas de recursos

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La reflexión proveniente de la bibliografía, la teoría, los datos hallados y las aportacio-nes del conjunto de profesionales, unidas a la experiencia de las personas que han im-pulsado este trabajo, ha dado lugar a la elaboración de tres fichas técnicas de recursos que responden a las nuevas necesidades detectadas:

FICHA 1. CENTRO DE INCORPORACIÓN SOCIAL

FICHA 2. PROYECTO RESIDENCIAL DE LARGA ESTANCIA DIRIGIDO A PERSONAS SIN HOGAR CON ALGUNA DICCIÓN EN ACTIVO, PRINCIPAL-MENTE DROGODEPENDENCIA

FICHA 3. CENTRO DE ATENCIÓN INTEGRAL A MUJERES CONSUMIDO-RAS DE DROGAS ILEGALES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO

Fichas de recursos

PARTE IV - Fichas de recursos

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1 Def in ic ión Del Recurso: Centro de Incorporac ión Socia l

Centro diurno, enfoque integral y como herramienta principal el acompañamiento personalizado en el itinerario de incorporación (previo diagnóstico de la persona). Conjuga los planteamientos ocupacionales, educativos, terapéuticos y de inserción socio-laboral con el objetivo de dotar a la persona del máximo grado de autonomía, favoreciendo su interacción positiva con la comunidad.

2 Datos De Ident i f icac ión

Ti tu lar idad Pública

Área de Intervención Reducción de riesgos y daños

Horar io De Atención De Lunes a Domingo los 365 díasHorario de 9:00 de la mañana a 20:00 de la tarde.

Id ioma/s de atenc ión Castellano (a valorar otros idiomas que requiera la intervención)

3 F inanciac ión

Recursos económicosGobierno Vasco Departamento Sanidad y consumo

Entidades privadas Aportación personas usuarias

4 Objet ivos Del Recurso

A

Hacer valoración. Realizar un diagnóstico de cada persona de cara a diseñar un itinerario personalizado:

Acogida • Valoración de la demanda y análisis de la situación.• Diagnóstico psicosocial: Aspectos a trabajar: habilidades sociales, relacionales, reestructuración cognitiva y emocio-• nal, normalización administrativa y sanitaria, prestaciones económicas...

B

Intervención con personas con capacidades suficientes para la inserción laboral. Favorecer la reconstrucción psicosocial de la persona preparándola para su ingreso posterior en el mundo laboral (según capacidades de cada persona). Promo-ver actividades que desarrollen habilidades para el desempeño de una tarea laboral, autorganización y disciplina horaria, cumplimiento de compromisos, formación laboral y búsqueda de empleo.

Según las capacidades demostradas por cada persona, el itinerario de incorporación social que se plantee se ajustará a las distintas opciones de:

Talleres prelaborales• Formación ocupacional•

(Trabajo reducidos en horas, trabajo protegido, talleres ocupacionales, etc)

Estimulamos la capacidad para situarse en el mundo laboral y tiene la función de ayudar a construir puentes entre la situación laboral actual y la situación en la que la persona se quiere encontrar en un futuro próximo. Acompañamos en el recorrido de averiguar lo que la persona puede ofrecer al mercado de trabajo y lo que éste le ofrece a la persona.

Ficha nº1: Centro De Incorporación Social

PARTE IV - Fichas de recursos

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C

Intervención con personas con sus capacidades muy mermadas y deterioradas. Desarrollar actividades enfocadas a la recuperación física, manipulativa y cognitiva a través de una tarea productiva, reglada y que permita una ocupación eficaz del tiempo libre en personas muy deterioradas o cronificadas.

La recuperación y desarrollo de la propia persona: trabajar en la recuperación de la autoestima, en la toma de conciencia • de uno mismo, en el autocontrol de comportamientos conflictivos, consumos,…La recuperación y desarrollo de sus relaciones sociales: recuperación de la red apoyo social, relaciones familiares y • afectivas, favorecer una mayor participación social,…La recuperación y acceso a la red de protección social: acceso a los derechos sociales.•

Todo ello lo haremos a través de un acompañamiento personalizado convirtiéndose este último, en el hilo conductor de nuestra intervención.

5 Personas / Poblac ión Dest inatar ia

Personas mayores de 18 años (con adicción en activo o no), que se encuentren en situación y/o riesgo de exclusión social y que estén en procesos de incorporación social

6 Acceso

Acceso a l / los programasValoración del equipo técnico adscrito al centro, priorizando situaciones de emergencia social y facilitando los canales de coordinación con otros recursos / entidades

Cr i ter ios de admis iónSer mayor de 18 años• Persona en situación y/o riesgo de exclusión social• Con adicción en activo o no•

Recursos económicos Ser mayor de 18 años• Persona en situación y/o riesgo de exclusión social• Con adicción en activo o no•

Cr i ter ios de exc lus ión No corresponder con el perfil descrito

Cr i ter ios de expuls ión No cumplimiento de la normativa del centro

Normas

Consumir y/o trapichear en el piso o en sus inmediaciones• Uso de la violencia (física y/o verbal) hacia otras mujeres o el personal del centro. • Se incluye la prohibición de acceder al centro con cualquier objeto que pueda ser utilizado como armaProvocar daños materiales a las instalaciones• No respetar la confidencialidad del resto de usuarias•

Documentac ión necesar ia Algún documento identificativo legal

Tiempo máximo de estancia ---

Número de p lazas 25-50 personas

7 Aspectos Organizat ivos Del Recurso

Estructura Orgánica

Equipo mixto integrado por educadoras sociales, trabajadoras sociales. Capacitadoras sociales .Psicólogas con formación en adicciones, procesos de inclusión/exclusión y temas de formación y orientación laboral.

PARTE IV - Fichas de recursos

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1 Def in ic ión Del Recurso

Proyecto residencial de larga estancia dirigido a personas sin hogar con alguna adicción en activo, principalmente drogodependencia.

2 Datos De Ident i f icac ión

Ti tu lar idad Pública

Área de Intervención Reducción de riesgos y daños

Horar io De Atención 365 días al año, 24 horas al día

Id ioma/s de atenc ión Castellano (a valorar otros idiomas que requiera la intervención)

3 F inanciac ión

Recursos económicosGobierno Vasco Departamento Sanidad y consumo

Entidades privadas Aportación personas usuarias

4 Objet ivos Del Recurso

A

Garantizar las necesidades básicas como la alimentación, higiene personal, ropa, seguridad, descanso y residencia • permanente

Facilitar la percepción de ingresos suficientes para la subsistencia•

Promover hábitos de vida que fomenten la adhesión a tratamientos terapéuticos y autocuidados para la recuperación • física y sanitaria de la persona residente

Capacitar en medidas de reducción de riesgos y daños asociados al consumo de drogas.•

Promoción de la autonomía en la ejecución de las actividades de la vida diaria•

Promover un clima positivo en el piso de modo que favorezca la mejora del autocontrol personal y utilización de • habilidades relacionales positivas.

Promover sesiones grupales de auto-ayuda que favorezca la mejora de autoconcepto y estima.•

Capacitación en el conocimiento de derechos subjetivos de la ciudadanía de la CAV.•

Iniciar procesos de concientización como sujetos con plenos derechos subjetivos.•

Promover procesos de acceso al ejercicio de derechos y deberes de la ciudadanía de la CAV.•

Acompañar hacia recursos y derechos específicos para personas dependientes cuando se diagnostique discapacidad • o limitaciones para el desarrollo de actividades básicas de la vida diaria.

Ofrecer acompañamiento personalizado en el que la persona tome conciencia de su situación y de la posibilidad de • realizar cambios, si así lo desea.

Capacitar en habilidades de autocontrol y toma de decisiones congruentes con las diferentes opciones de vida•

Promover expectativas reales para la incorporación social mientras se mantengan los consumos cuidando en todo • momento la activación desde pequeños logros en procesos de interacción social.

Enriquecer el número y calidad de relaciones sociales evitando el riesgo de aislamiento, exclusión y marginación • social.

Abordar la satisfacción personal con su entorno social, laboral y relacional (si fuere posible) creando un espacio de • contraste periódico donde compartir las experiencias constructivas y deconstructivas.

Ficha nº2: Proyecto Residencial De Larga Estancia Dirigido A Personas Sin Hogar Con Alguna Adicción En Activo, Principalmente Drogodependencia

PARTE IV - Fichas de recursos

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5 Personas / Poblac ión Dest inatar ia

Personas mayores de edad y residentes en la CAPV, que presenten comportamientos adictivos problemáticos y en activo, en situación o riesgo de exclusión grave o moderada, sin alojamiento o con infravivienda y sin apoyos sociales.

6 Acceso

Acceso a l / los programas

El acceso se regulará desde los órganos de valoración de la entidad pública a través de un equipo profesional. Esta entidad difundirá entre los servicios derivantes identificados un número de teléfono y una cuenta de correo electrónico para gestionar las solicitu-des.

La demanda principal se recibirá de las Áreas de Drogodependencias. Así mismo, se recogerán derivaciones de Servicios sociales de base del municipio, Servicios sociales especializados, Servicios del sistema sanitario (hospitales, centros de salud…), Asocia-ciones y Tratamientos de toxicomanías del entorno.

Acceso a l / los programas

Criterios a cumplir:

Cumplir el perfil descrito constar en la lista de espera como solicitante,•

Firma del contrato de admisión,•

Compromiso y motivación para desarrollar un proceso educativo (dentro de la baja • exigencia y basado en objetivos de reducción de riesgos y daños),

Presentar los resultados de la PPD (método utilizado para el diagnóstico de la Tuber-• culosis) realizada en un momento cercano al acceso

Superar las pruebas de acceso que se determinen en la fase de admisión (entrevistas, • etc.) y

Requisitos exigibles en el acceso pero no excluyentes:

Disponer de ingresos o capital suficiente para asumir el coste de todos los gastos per-• sonales (ropa, tabaco, transporte, medicación, neceser, tramitación documentación, ocio, etc., aproximadamente 170 euros/mes).

Copago proporcional a los ingresos de la persona usuaria para el sostenimiento de la • actividad (15%). En principio se fija un mínimo de 50 euros/mes para la renovación del mobiliario, desgaste de enseres y mantenimiento de la vivienda.

Cr i ter ios de exc lus ión El no cumplimiento de los requisitos expuestos anteriormente.

Cr i ter ios de expuls ión Incumplimiento de la normativa del recurso

Normas

Normas básicas para la convivencia son:

No consumir ningún tipo de droga dentro del piso ni en el entorno (incluido alcohol).1.

No utilizar ningún tipo de violencia física o verbal ni dentro del piso ni en el entorno. 2.

No cometer actos delictivos dentro del piso ni en el entorno.3.

No vender ni comprar (“no trapichear”) dentro del piso ni en el entorno.4.

No trasladar al piso ni al entorno consecuencias del consumo que pongan en riesgo 5. la salud física del resto de las personas residentes y/o Equipo Educativo (pe. echar a lavar ropa con agujas dentro, abandonar jeringuillas en los alrededores, …)

Su vulneración será objeto de expulsión inmediata del recurso y el alcance de la misma se someterá en cada caso a valoración por parte del Equipo Profesional.

Documentac ión necesar iaDNI en vigor

Volante de empadronamiento

Tiempo máximo de estancia No existe tiempo máximo de estancia

PARTE IV - Fichas de recursos

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Número de p lazas

El número de plazas disponibles son 6.

La asignación de las plazas se distribuirá de la siguiente manera, sin que ello suponga condicionante alguno si la demanda constatable en un periodo prudencial no responde a dicha clasificación:

4 para personas con problemática de drogodependencias• 2 para personas con problemáticas de drogodependencias junto a otras adicciones • (pe. Persona drogodependiente con problemas añadidos de alcohol, juego, etc.)

7 Aspectos Organizat ivos Del Recurso

Estructura Orgánica

El equipo del recurso está formado por ocho profesionales de las/os cuales siete7 tienen dedicación a tiempo completo y de forma directa en el recurso y, una persona realiza funciones de coordinación del recurso dentro del Área de Drogodependencias de la Entidad con el resto de Proyectos del Área y de la propia Entidad.

De las siete personas, seis cumplen el perfil elaborado para el “equipo profesional” y dedican su jornada principalmente a la intervención directa y una comparte dichas tareas de intervención con la coordinación del proyecto (perfil de “coordinación”).

Perfiles Jornadas

Educador/a - Trabajador/a social – Integración social 6,5

Coordinador/a recurso 0,5

Coordinador/a general Área Drogodependencias CDB 0,2

El recurso dispondrá de un servicio subcontratado de limpieza de ocho horas quincenalmente para garantizar el óptimo estado higiénico del centro (limpieza general del piso, lavadoras y secadora de la ropa del centro, etc.).

En circunstancias que así lo aconsejen, se podrá contar con un servicio de catering que garantice la comida y/o cena de las personas resi-dentes.

8 Exper ienc ia Anter ior Sobre E l Recurso

El recurso residencial de larga estancia dirigido a personas sin hogar con alguna adicción en activo, se ideó y presentó por el Área de Adic-ciones de Caritas Diocesana de Bilbao (CDB) a la Dirección de Drogodependencias del Gobierno Vasco en el año 2009. Tras su aprobación como proyecto piloto, se inició la puesta en marcha por parte de CDB. Tras varios meses de trabajo para la preparación de la apertura de este recurso (búsqueda de inmuebles, reformas, selección de personal, formación, et), la Dirección de drogodependencias del GV, instó a CDB a devolver la subvención concedida debido a la situación de crisis económica existente.

PARTE IV - Fichas de recursos

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1 Def in ic ión Del Recurso

Centro de atención integral a mujeres consumidoras de drogas ilegales víctimas de violencia de género.

2 Datos De Ident i f icac ión

Ti tu lar idad Pública – Privada en convenio con DFB

Área de Intervención Reducción de riesgos y daños

Horar io De Atención 365 días al año, 24 horas

Id ioma/s de atenc ión Castellano (a valorar otros idiomas que requiera la intervención)

3 F inanciac ión

Recursos económicos Diputación Foral de Bizkaia.

4 Objet ivos Del Recurso

A

Mejorar la calidad de vida de las mujeres destinatarias del recurso a través de un abordaje integral de carácter bio-• psico-socialPromover la autonomía personal de las mujeres destinatarias del recurso, garantizando un entorno seguro y facilitando • la cobertura de necesidades básicasPromover la incorporación a recursos de otras características para la atención de necesidades complementarias • Promover la recuperación de la estabilidad emocional a través de un servicio de atención psicológica• Realizar acompañamientos y supervisión en el ámbito sanitario, social, judicial, psicológico, etc. • Fomentar la autonomía y autoestima•

5 Personas / Poblac ión Dest inatar ia

Mujeres consumidoras de drogas en situación de exclusión social que han sido víctimas de violencia de género

6 Acceso

Acceso a l / los programas Valoración del equipo técnico adscrito al centro, priorizando situaciones de emergencia social y facilitando los canales de coordinación con otros recursos / entidades

Cr i ter ios de admis iónSer mujer (transexuales incluidas)• Ser consumidora en activo• Haber sufrido violencia de género (suficiente informe social)•

Cr i ter ios de exc lus ión No cumplir cualquiera de los requisitos anteriores

Cr i ter ios de explus ión

Consumir y/o trapichear en el piso o en sus inmediaciones• Uso de la violencia (física y/o verbal) hacia otras mujeres o el personal del centro. • Se incluye la prohibición de acceder al centro con cualquier objeto que pueda ser utilizado como armaProvocar daños materiales a las instalaciones• No respetar la confidencialidad del resto de usuarias•

Ficha nº3: Centro De Atención Integral A Mujeres Consumidoras De Drogas Ilegales Víctimas De Violencia De Género

PARTE IV - Fichas de recursos

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Normas

No está permitido consumir ni trapichear en el piso•

No está permitido ejercer violencia (física o verbal) hacia otras personas en el centro • o sus inmediaciones, ni tampoco tener conductas que puedan poner en riesgo la seguridad de otros/as

Respetar el espacio y colaborar en su funcionamiento y mantenimiento•

Respetar la confidencialidad del centro con respecto a su ubicación y las personas • que viven en él

Asistir a un mínimo de reuniones, charlas, talleres, grupos•

Documentac ión necesar iaNo se requiere documento de identidad. Solo una valoración que indique que existen indicios fehacientes de haber sido víctima de violencia de género (informe social) e informe de derivación de recurso que indica su estado de consumidora

Tiempo máximo de estancia Se valorará en función de la situación y condiciones en las que se encuentre la persona

Número de p lazas 15

7 Aspectos Organizat ivos Del Recurso

Estructura Orgánica

Equipo mixto integrado por educadoras sociales y psicólogas con formación en drogodependencias y género + coordinación interna del recurso

8 Exper ienc ia Anter ior Sobre E l Recurso

Este recurso está basado en la iniciativa de la Fundación Gizakia, que en el año 2009 puso en marcha el proyecto Hazten, un “centro de recuperación e integración social para mujeres víctimas de maltrato doméstico con adicciones asociadas”, con el apoyo del Dirección de Bienestar Social del Gobierno Vasco. El proyecto finalmente no se materializó, debido a que, a raíz del cambio de Gobierno, no se destinaron fondos para su puesta en marcha. En el recurso que aquí se propone, se amplía la propuesta inicial incluyendo todo tipo de violencia de género.

PARTE IV - Fichas de recursos

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