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One Novellas series # 4 One Chance

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Sinopsis Una noche. Eso es todo lo que se supone que es. Una noche de sexo increíble con un extraño al que nunca volvería a ver. Sin ataduras. Eso es lo que pensó Olivia Harris cuando se metió en la cama de William Connor. Pero William Connor no es el tipo de hombre con quien duermes y después olvidas. Es el tipo de hombre que se mete debajo de la piel. Olivia no puede olvidar sus ojos ardientes y su sonrisa seductora. No puede olvidar el tacto de sus manos sobre su cuerpo. Definitivamente no se puede olvidar del sexo increíble. Pero sobre todo, no puede olvidar la conexión que tenían. En otras circunstancias, podría haber tenido la tentación de responder a sus llamadas o responder a sus textos. Pero Olivia se había hecho una promesa a sí misma: que sólo sería una aventura. Al día siguiente, comienza su nuevo trabajo que marca el inicio oficial de su nueva vida. Pero su antigua vida no va a desaparecer tan fácilmente. A pesar de querer pretender que una noche con William nunca ha sucedido, ella parece no poder olvidar. Y William no la dejará. La quiere y es un hombre que está acostumbrado a conseguir lo que quiere. Olivia debe decidir si está dispuesta a arriesgarlo todo por un hombre al que apenas conoce, pero que parece que no puede vivir sin él.

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Staff de traducción

Moderadora kristel98

Traductoras EtziadeIngle

ley94 val_mar jhuli_eli

Gaz

Staff de corrección

Moderadora Carolyn ♥

Correctoras Gaz

Ale_GE Amalfii

Joss

Revisión final Viqijb

Diseño Nati bell

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Índice

Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5

Sobre el autor

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Sinopsis

na noche. Eso es todo lo que se supone que es. Una noche de sexo increíble con un extraño que nunca volvería a ver. Sin ataduras. Eso es lo que pensó Olivia Harris cuando se metió en

la cama de William Connor. Una noche, un error, un lamento-Olivia y William finalmente pusieron

todo eso en el pasado y comenzar a planificar un futuro juntos. Pero su relación ya no es un secreto, y Olivia tiene una decisión importante que tomar. Ella sólo tiene una oportunidad de hacerlo bien, o correr el riesgo de arruinar su futuro con William.

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Capítulo 1 Traducido por EtziadeIngle

Corregido por Gaz

n un mundo normal, cuando tu novio te deja, maldices un poco, lloras mucho, comes una tonelada de helado. Luego, sigues con tu vida y jamás vuelves a verlo. A partir del día que William

terminó nuestra relación, pasamos nuestros días evitando mirarnos el uno al otro durante las mesas de conferencias y nos comunicábamos a través de terceros siempre que era posible. Después de cuatro semanas de no tener contacto visual y evitar estar a solas, estaba a punto de gritar o renunciar. O tal vez ambas cosas.

Estaba en un humor particularmente amargado durante una reunión que pasó a ser el día de San Valentín. Nuestro director financiero, Steve, estaba repasando algunas preocupaciones financieras, pero apenas lo escuchaba. Mantuve mis ojos fijos en los papeles frente a mí. William estaba recostado en la silla en la mesa, hojeando un informe financiero.

—¿Son estos números exactos? —le preguntó a Steve, apuñalando con un largo dedo el papel.

Mi cara se puso caliente mientras pensaba demasiado tiempo sobre aquel dedo y todos los lugares en los que había estado, dentro y en mi cuerpo. Cuando finalmente me permití mirar hacia arriba, vi a William mirándome. Apartó la mirada de inmediato, pero el daño ya estaba hecho.

—Esas cifras serían mucho mayores si dejaras girar a clientes potenciales, Connor. —Steve todavía estaba enojado de que William se hubiera negado a representar a un abusador de mujeres que pasó a ser senador.

—Bueno, Steve, estarás contento con el prospecto que viene mañana. —William enrolló sus papeles y golpeó la mesa con ellos—. Tenemos a un jugador de Béisbol de las grandes ligas que está siendo acusado de dopaje. Podría ser un golpe de suerte para nosotros.

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—Bien, eso espero, que todos sean culpables. —Steve no estaba tratando de ser un imbécil. Todos sabíamos que los culpables estaban dispuestos a pagar más.

—Olivia, ¿tienes el archivo Henderson listo? —La voz de William era claramente más reservada cuando se dirigió a mí.

—Está listo. Voy a dejarlo en tu oficina después. —Realmente no quería pasar por la oficina de William, pero no tenía otra opción.

—Pronto sería preferible a después —espetó.

Puse mis ojos.

—Lo que Sea, William.

Escuché que todos en la habitación tomar una bocanada de aire. Nadie le hablaba a William Connor así. Francamente, nadie en Gravity incluso le llamaba William. Supe que me estaba observando, pero me negué a mirarlo.

—Hemos terminado. —William se levantó sin problemas en sus pies.

Me quedé en mi asiento, mucho después de que se hubiera ido. Al salir de la habitación, Dan se volvió hacia mí.

—Connor solamente esta de mal humor por la demanda. Trata de no dejar que te afecte.

—¿Demanda? —Mi cabeza se levantó.

Dan me miró sorprendido.

—Supuse que lo sabías. Pensé que tú y Tara eran amigas.

—Lo éramos, hasta que fue despedida. Ella como que me culpó por ello. —Habían pasado un par de meses desde que William la había dejado ir. Ella se había enterado de nuestra relación y me acusó de ser la responsable de su partida.

—Bueno, ahora lo está demandando por despido injustificado. Afirma que Connor se acostaba con alguien de Gravity y que ella se enteró de ello por lo que la despidió. —Dan se encogió de hombros—. Suena como una loca telenovela, si me preguntas.

Algo hizo clic en el fondo de mi cerebro:

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—¿Cuándo se presentó la demanda?

—Hace aproximadamente un mes, creo. —Dan notó que me había puesto pálida—. No te preocupes, Harris. Estoy seguro de que no llegará a nada. Nuestros trabajos son seguros.

Mi trabajo era la última cosa en mi mente. Todo tenía sentido ahora. Me apresuré a regresar a mi despacho y tomar el montón de papeles del caso de Henderson. William lo había pedido, así que iba a entregarlo.

Estaba sentado en su escritorio cuando irrumpí en la habitación y cerré la puerta de la oficina. Dejé los papeles encima de la mesa con un ruido sordo.

—Aquí está el maldito archivo —le dije, con una mano en la cadera.

William empezó hojeando los papeles que acababa de depositar:

—No puedes hablarme así, Olivia. Puedes estar enojada conmigo personalmente, pero hay que ser profesionales en la oficina.

—Joder por favor, William. —Estaba tratando muy duro de obtener una reacción de él, cualquier reacción. Pero William había dominado el arte de permanecer fresco.

—Es decir, si solamente vas a hacer berrinches, regresa a casa. —William comenzó a tomar notas en uno de los documentos de la corte.

Arrebate la pluma de sus manos y dije:

—¿Por qué no me dijiste que Tara te había demandando?

Él alcanzó otra pluma y continuó tomando notas.

—Mi abogado dijo que no discutiera este tema con nadie que trabajara en Gravity.

Había conocido a William por mucho tiempo y lo había visto muy de cerca, como para saber cuándo estaba a punto de perder el control. Estaba a pocos segundos.

—Mírame William, por favor

Al principio no pensé que funcionaría. Mantuvo la mirada baja durante mucho tiempo. Pero luego, lentamente dejó la pluma en el escritorio y levantó la vista. Sus hermosos ojos azules se veían tan cansados y tristes.

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—¿Por qué no me dijiste, William? —Me moría por tenerlo, o al menos por tocarlo.

—Estaba tratando de protegerte. —Se quedó sin aliento—. Quería mantenerte fuera de este desastre.

—Eso es por lo que terminaste conmigo. —Me recordé de pie en esa misma oficina cuando William dijo que había terminado.

William se levantó y se acercó a la ventana. Su oficina tenía una vista increíble de la ciudad y el lago Michigan. Era el edificio más grande alrededor, así que la vista estaba despejada.

—Lo intenté. Te mandé lejos, pensando que sería el final. Pero no pude soportar la idea de que te había herido. Y ni siquiera podía empezar a imaginar mi vida sin ti.

—Por eso fuiste a mi apartamento aquella noche. —Mi voz sonaba muy pequeña. Después de que William rompiera conmigo, había vuelto con un viejo amigo para apoyo y después más. Aunque lo habíamos dejado justo antes de cruzar la línea, William había aparecido justo en el momento equivocado.

—Te quería de vuelta. Acababa de enviarte lejos, pero ya te quería de vuelta.

William inclinó su cabeza hacia el cristal.

—Necesitaba que fueras mía otra vez, Livy...

—Nunca me perdiste. Siempre fui tuya. —Aún era suya—. Lo que viste aquella noche no era lo que parecía. No me acosté con Thomas.

—No tienes que explicarlo. Lo había terminado. Tenías todo el derecho que superarlo. —Se enderezó cuando me sintió moviéndome hacia él.

—Pero no lo superé, William. Todavía no lo he superado. —Estaba tan cerca que podía tocarlo, pero me frené—. Estás siempre pensando en eso. Todo el día, todos los días. —William se dio la vuelta, luciendo torturado e irresistible al mismo tiempo.

—Te está llamando en el traje de la ley, Livy. Todo el mundo se enterará de nosotros.

—No me importa. —Las palabras me sorprendieron tanto como a

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William. El mayor miedo desde que empezó mi relación con William fue que nuestra relación se volviera pública. Estaba asustada del juzgamiento y los chismes. Las mujeres que duermen con sus jefes tienden a tener carreras muy cortas. Pero eligiendo entre William y una carrera exitosa, elegiría a William todo el tiempo.

—Déjalos hablar.

—Olivia. —William trataba de no lucir esperanzado. Yo había dicho la cosa que se moría por escuchar, pero no estaba dispuesto a escucharme—. Se podría poner feo. No quiero que tu carrera entera se arruine por esto.

—Si eso pasa, simplemente encontraré otra carrera. —Le sonreí—. Soy una mujer con muchas habilidades, ¿recuerdas?

William se permitió sonreír.

—Lo recuerdo. Lo recuerdo todo, Livy.

—No tiene que ser sólo un recuerdo —dije. Moví mi mano muy lento, así William tendría tiempo de detenerme si realmente quería hacerlo. Cuando me recosté suavemente contra su pecho, él suspiró.

—No estás jugando limpio —dijo, avanzando poco a poco. Sentí su mano en mi cadera mientras su cabeza bajaba hacia la mía.

—No estoy jugando en absoluto. —Podía sentir el corazón de William latir rápido contra mi mano. Y mientras el presionaba su frente contra la mía y miraba sus ojos, mi pulso se aceleró también.

Estaba segura de que no iba a ser capaz de contenerse por mucho tiempo. Pero luego me empujó lejos y regresó a su escritorio. Golpeó su mano y se inclinó hacia adelante, su cuerpo agitado él tomaba profundas respiraciones.

—No podemos. —Su voz se quebró—. No debemos.

No podía obligarme a verlo, así que me moví más cerca de la ventana, poniendo mi mano en el vidrio frio. Era un día sorprendentemente soleado, considerando el frio que hacía afuera.

Un movimiento relampagueante en el vidrio me llevó de vuelta a la ventana. William estaba detrás de mí ahora.

—¿Por qué es tan difícil mantenerme alejado de ti? —murmuró.

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Encontré su reflejo y nuestros ojos chocaron. Se colocó a mi lado, una caricia suave. No me atreví a moverme. Encontró el dobladillo de mi blusa y deslizó su mano dentro. Su piel estaba suave mientras pasaba sobre mi estomago. Pude sentir su respiración tibia en mi nuca.

Aspiré una bocanada de aire mientras su mano se movía por abajo de la cintura de la falda y ropa interior. Pasó más abajo rápidamente, girando sus dedos en mi cabello antes de seguir moviéndose. Mi cuerpo había empezado a latir con anticipación. Mi respiración se detuvo mientras sus dedos se deslizaban entre mis labios. Esperó a que me relajara contra su mano antes de empujarse adentro. Mordí mi labio fuerte para contenerme de gemir.

—William. —Su pulgar hacía círculos en mi clítoris y esta vez no pude contener el gemido de placer. Lo intenté otra vez—: William, dijiste que no podíamos hacer esto.

—¿Qué demonios sé yo? —gruñó en mi oído. Mientras su mano derecha continuaba su asalto a mi cuerpo, su brazo izquierdo se envolvió alrededor de mi cintura y me empujó contra él. Sus labios rozaron mi oreja y luego atraparon el lóbulo entre sus dientes mientras simultáneamente metía otro dedo dentro de mí.

Podía sentir su erección presionando contra mi espalda baja y lo quería dentro de mí. Pero dadas las circunstancias, podía arreglármelas con sus dedos. Trabajaban con su propia magia especial, un frenesí de apresurada actividad dentro de mí. Dentro. Fuera. Alrededor. Rápido y más rápido. Me tenía al borde el orgasmo cuando fuimos interrumpidos por un fuerte golpe en la puerta de su oficina.

Sacudió su mano fuera de mí y yo jadeé por la repentina salida. Tome respiraciones rápidas y me alisé la ropa con manos temblorosas. William ya se había retirado a su escritorio y había tomado un archivo con la misma mano que acababa de estar dentro de mí.

—Adelante —llamó con una leve voz. Se sentó rápido en su silla y puso el archivo estratégicamente en su regazo. Colapsé en una silla frente a su escritorio justo cuando la puerta se abría.

—Lamento interrumpir. —Pensé que había escuchado la voz de Dan. Asintió hacia mí y le dio a William una pila de papeles—. Querías que te dejara saber cuando tuviéramos el reporte médico.

—Sí, gracias. —William le echó un vistazo al reporte—. ¿Dice

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exactamente lo que creo que dice?

—Lo hace. Buenas noticias para nosotros. —Dan sonrió—. Tal vez ahora Steve deje de ser tan irritable.

William le dio una apretada sonrisa.

—Steve nunca deja de ser irritable. Es por eso que le pago un dineral.

—Bueno, los dejare volver a lo que estaban.

Me estremecí y miré nerviosa a William. Él mantuvo sus ojos en el reporte médico, pero pude notar que sus manos aun temblaban ligeramente.

—Gracias, Dan. Tengamos una reunión mañana sobre los libros para solucionar esto al detalle.

Dan exageró un saludo.

—Seguro, Connor.

Mientras la puerta se cerraba tras Dan, el silencio en la oficina era abrumador. Podía sentir a William mirándome pero no estaba lista para mirarlo, estaba teniendo un tiempo difícil evitando tirarme sobre su escritorio.

—Debería irme —dije, preguntándome si mis piernas serian capaces de sostenerme.

—Sí. —No sonó convincente. Finalmente hice contacto visual, estaba claro que estaban en conflicto—. O tal vez…

No llegó a terminar su pensamiento porque su móvil eligió ese momento para sonar. Después de una larga vacilación, asintió.

—Connor.

Podía decir de inmediato que iba a ser una larga llamada, así que use la oportunidad para hacer mi retirada antes de que fuera muy tarde. Sabía por experiencia que una vez que William Connor me tenía en sus garras, no había escape.

Se suponía que mi oficina era un lugar seguro, un lugar donde esconderme hasta que la tormenta parara. Necesitaba un tiempo para pensar y asegurarme de que estaba lista para lo que me deparara el futuro.

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Escoger a William significaría aceptar que estoy diciendo adiós a mi carrera actual. Así que cuando Mark Deston me llamó e invitó a un almuerzo, mi cabeza no estaba exactamente en buen estado.

Mark era el CEO de Palmroil, uno de nuestros grandes clientes. Unos meses antes, le habíamos ayudado a salvar las apariencias después de un derrame desagradable. Trabajé de cerca con Mark y él había sido muy elogioso. Sugirió un almuerzo como una forma de agradecérmelo y yo era lo suficientemente ingenua para pensar que era un gesto inocente.

—Olivia, lo hiciste bien y salvaste nuestro trasero —dijo Mark después de haber intercambiado nuestros cumplidos y pedido nuestra orden del almuerzo—. Te lo debemos.

—Tonterías. Es mi trabajo, Mark. —Sonreí cuando pensé en lo que William había dicho más temprano—. Es por eso que me pagan mucho dinero.

Mark me devolvió la sonrisa fácilmente. Tenía una sonrisa muy bonita.

—Hablando de mucho dinero. Te queremos. Yo te quiero.

—¿Disculpa? —Me ahogué con el agua y rompí en un ataque de tos.

—Queremos contratarte. —Mark golpeó la mesa con su dedo—. No digas nada aún. Solo escúchame.

No podría haber interrumpido ni aunque mi cerebro hubiera sido capaz de crear un pensamiento coherente. Mi boca literalmente no podía formar palabras. Asentí para que continuara.

—Lo que sea que Connor esté pagándote iremos un 50% arriba. El trabajo significaría que tendrías que mudarte a D.C. pero con el bono por firmar que te pagaremos, deberías de poder hacer más que solo cubrir los gastos relacionados con eso.

Mark se estiró por su vaso de agua y noté la banda de plata de su anillo por primera vez. Tenía que admitir que sería bueno tener un jefe que estuviera 100% fuera de límites.

—¿Qué tendría que hacer exactamente en Palmroil? —Me sorprendí a mi misma con la pregunta. ¿Estaba en serio considerando tomar este trabajo?

—Consultoría. Asesoría legal. Podemos determinar el titulo más tarde

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pero esencialmente trabajaras de tiempo completo salvando nuestro trasero. Sabemos que serías buena en eso, así que solamente tienes que decidir si estas lista para hacer el salto.

La mesera trajo nuestro almuerzo y la plática de negocios fue sofocada por el momento. No muchas negociaciones podían pasar entre mordidas de comida pero después de que la cuenta fuera pagada, Mark volvió al tema.

—No necesito un sí de inmediato, pero tampoco tomaré un no. Tómate un tiempo para pensar acerca de eso. Esto es una posición de prestigio y tú eres una mujer joven. Esto podría de verdad alzar tu carrera. —Mark y yo estrechamos manos—. Tengo que decir que esperaba que ni siquiera me dejaras terminar mi oferta.

—¿Por qué? —De hecho también estaba sorprendida.

Mark pensó por un segundo.

—No estoy seguro. Solo sentí un poco de lealtad fuerte entre tú y Connor. —Rió—. Sé que es un gran fan tuyo. Estará muy molesto si sabe de esta conversación.

—Lo que no sabe no le dolerá —dije con un gusto fingido. En realidad, mi plática con Mark se sentía como la ultima traición. No porque él me ofreciera un trabajo, sino porque estaba considerándola en serio.

Cuando regresé a la oficina, el ramo de flores en mi escritorio lo hizo todo mucho peor. Sabía, por echarles un vistazo, que eran trabajo de William Connor, observé las lilias blancas y alcancé la tarjeta con la mano temblando. El sobre era simple, decía Olivia y la tarjeta dentro era simple y directa al grano.

Por favor di sí a la cena conmigo mañana a la noche. Todo mi amor,

William.

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Capítulo 2 Traducido por ley94

Corregido por Ale_GE

uando conocí a William, trate de luchar contra eso. Trataba de pretender que era una mujer independiente que podía hacer lo que le plazca. Pero rápidamente aprendí que me habría salvado

de muchos problemas si sólo aceptaba la verdad: no le podía decir no a William Connor.

Era viernes después de San Valentín y el restaurante estaba lleno. Pero William sabía cómo ejercer su influencia así que no estaba sorprendida cuando la anfitriona me condujo hacia la mejor mesa del lugar. William ya estaba allí, de pie con gracia mientras me acercaba. Se veía elegante con su traje oscuro. Era fanática de un hombre en traje. Tacha eso. Yo era fanática de este hombre.

—Livy. —La sonrisa de William sacaba el aliento—. Luces asombrosa.

—Sí, sí. —Despedí su gesto de adulación. No era que no lo apreciara, sólo tenía un mal tiempo aceptando cumplidos. Alisé unas cuantas arrugas de mi ceñido vestido rojo y le guiñe un ojo—. Te ves muy caliente.

William rio y beso mi mejilla

—Gracias por aceptar reunirte conmigo para la cena.

—Sabes que no me puedo resistir a ti. —No se puede negar lo obvio—. Además sabes lo mucho que me gusta una comida gratis.

—Es lo menos que puedo hacer. —William tiro de mi silla—. Esta es técnicamente nuestra primera cita.

Miré con sorpresa. Ahora que lo mencionaba, esta era la primera salida de nosotros dos como pareja.

—Wow, creo que tienes razón. Por lo menos, no importa si nos liamos

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en la primera cita.

William rio de nuevo. Su risa era uno de mis sonidos favoritos.

—No tienes ni idea de lo mucho que te he extrañado.

Si estaba cerca de lo mucho que lo había extrañado yo a él, entonces había estado atravesando el infierno. Hubiera sido fácil sólo olvidar el pasado y concentrarse en estar con William en el presente. Quería estar con él, y estábamos juntos. Pero no todo podía quedar sin hablar.

—Sobre lo que paso en mi oficina —dijo. El alcanzó el vaso de whisky enfrente de él y ahí fue cuando note que había ordenado uno para mí también—. Crucé la línea. Nunca debería haber hecho eso.

—¿Por qué estabas tratando de mantenerte alejado de mí, o por lo que sucedió en la oficina? —Odiaba no saber lo que William estaba pensando. ¿Él quería estar conmigo también? ¿Estaba yo imaginando nuestro reavivado romance? Tal vez William sólo había estado buscando una solución rápida en su oficina y ahora lamentaba su desliz.

—Ambas, en realidad. —Hizo girar su whisky y tomo un trago. Cuando se quito el vaso de sus labios, me di cuenta de su sonrisa burlona—. No me malinterpretes. No estoy diciendo que me arrepienta. En realidad todo lo contrario. Pero no debería haberlo hecho.

—No quiero jugar más este juego William. —Esperé a que me mirara a los ojos—. Quiero estar contigo. Simple y llanamente, eso es lo que quiero. Si no estás dispuesto a comprometerte con eso, entonces necesitamos seguir adelante.

William se inclino sobre la mesa y tomo mi mano. Enlazó nuestros dedos y dijo:

—Eso es todo lo que quiero Livy. Tú eres todo lo que quiero, todo lo que siempre he querido.

El mesero llego para tomar nuestros pedidos y el ánimo estaba efectivamente arruinado. William lo despidió cortésmente.

—¿En qué estás pensando? —preguntó nerviosamente.

No era muy frecuente que William Connor buscara la aprobación de otra persona.

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Aparentemente, yo no era la única completamente desconcertada por nuestra relación.

—Creo que no estoy más hambrienta. —Eche la cabeza y sonreí con picardía—. No de comida de todas formas.

—Entonces... —William empezó a devolver la sonrisa.

—Entonces luce como que no me compraras la cena de nuevo. —Me tragué el último sorbo de mi whisky—. Vamos a casa.

—Casa —aceptó, y estaba sobre sus pies al instante. Tiro de mi silla y lanzo algo de dinero en la mesa antes de ayudarme con mi saco. Sus manos se posaron en mis hombros y luego me corrió el pelo a un lado y beso mi cuello—. Tu casa está más cerca —dijo.

—¿Quieres ir a mi casa? —Nunca había invitado a William a pasar más allá de mi puerta. Su casa era mucho más agradable que mi casa de una sola habitación—. Pensé que querías ir a tu casa.

—No quiero ir a mi casa. Mi hogar es donde tú estés. —Hubiera sido un momento muy dulce si el celular de William no hubiera empezado a vibrar. Él lo miro y frunció el ceño—. Perdón, amor, pero necesito contestar.

Estaba sorprendida por lo bien que dejo de ser William y se metió en el papel de Connor, el CEO de Gravity.

—Oye, es bueno saber de ti. Si, pase un par de tiempo en los archivos hoy y mi equipo tiene algunas ideas sobre cómo podemos hacer que esto desaparezca. ¿Estás disponible para encontrarnos el lunes? —William frunció el ceño y me apretó el hombro—. En realidad estoy en una cena en este momento.

Vi su cara oscurecerse a lo que sea que le estaban diciendo.

—Sí, bien. Pasaré. Nos vemos pronto.

—¿Discúlpame? —Le di un codazo en el estómago—. ¿A quién vas a ver? Pensé que teníamos un arreglo sobre desnudarnos muy pronto.

—Lo haremos. Lo prometo. —William beso la punta de mi nariz—. Ese fue nuestro jugador de beisbol. Esta en un bar cercano con sus amigos y nos quiere presentar. Nos vendrían bien estos clientes, Liv.

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—Bien. Me mantendré en mis pantalones. Por ahora.

Si no hubiera estado tan distraída por mi lujuria por William, tal vez podría haber pensando un poco más en la situación. Y si hubiera hecho eso, tal vez podría haber predicho lo que estaba por pasar. Pero nunca lo vi venir.

Seguí a William dentro del pub McClary pensando solo en una cosa: irnos tan rápido como sea posible. William se dirigió directamente al bar mientras yo me excusaba para ir al baño de mujeres. El whisky del restaurante había viajado directamente a través de mí. En el momento que encontré a William, el estaba totalmente metido en una conversación. Sus ojos estaban enfocados y su mandíbula se abría y cerraba mientras escuchaba a sus compañeros. Reconocí esa mirada y supe que estaba enojado por lo que estaban diciendo.

No quería que William se moleste, pero tenía que admitir que se veía aun más caliente cuando estaba meditando. Estaba tan ocupada pensando en lo caliente que era William que no le presté atención a los tipos de alrededor suyo. Fue solo cuando llegue a unos metros que finalmente me fijé en ellos y me detuve en seco.

Uno de ellos me vio y se estremeció violentamente. William noto su reacción y se volteo.

—Livy —empezó a sonreír pero luego se dio cuenta de mi evidente malestar—. ¿Que está mal?

La habitación empezó a dar vueltas. Abrí mi boca un par de veces, pero no salió ningún sonido. Mi piel empezó a quemar como si estuviese en llamas y pensé que capaz podría vomitar. William me agarro del brazo y preguntó de nuevo que iba mal. Vi sus labios moverse, pero su voz sonaba muy lejana. Mi pecho se encogió y no podía respirar. Negué con la cabeza y tiré mi brazo. Mis piernas temblaban mientras corría hacia la puerta y justo alcance el exterior antes de colapsar.

—Olivia. —William se arrodillo junto a mí en el piso, su mano en mi espalda—. ¿Qué está pasando contigo?

Ahora que estaba afuera finalmente era capaz de respirar de nuevo. Todavía me sentía débil y no estaba enteramente segura si no iba a vomitar, pero al menos podía hablar. El rostro de William estaba lleno de preocupación cuando levanté la cabeza.

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—Paul. —Era sólo una palabra, pero era todo lo que tenía que decir. Él lo entendió instantáneamente.

—¿P.J. Jackson es Paul? —Su rostro se endureció y sus ojos se nublaron—. ¿Tu ex novio que casi te mata?

Sentí nauseas de nuevo y apoye la cabeza sobre mis rodillas. No sé como nunca se me ocurrió que Paul podía ser uno de esos atletas involucrados en el escándalo de drogas. Era una coincidencia enorme, seguro, pero mi vida estaba llena de feas coincidencias.

—Olivia, necesito que te concentres.

Levante la cabeza y William se inclino más cerca.

—Sé muy clara conmigo, Olivia. Estoy a punto de ir allí y golpear la mierda fuera de ese hombre, así que necesito saber si te entendí correctamente. ¿Estás diciendo que P.J. Jackson es realmente el Paul que te puso en el hospital?

—Sí, es él.

Sus ojos brillaron y sus manos se cerraron en puños.

—Mierda —dijo. Podría decir que él estaba a segundos de precipitarse hacia el interior y conectar sus puños con el rostro de Paul.

—No. —Agarré una de sus manos y esperé que se aflojara. No se rindió con facilidad.

—Él merece pagar por lo que te hizo, Liv. —Finalmente tomó mi mano—. Quiero decir, mírate. Mira lo que todavía te sigue haciendo.

—Estoy bien, William. —Traté de mantener mi voz fuerte y estable. Cuidadosamente, me ayudó a pararme—. Sólo fue chocante verlo. Pero de verdad estoy bien.

William uso una mano para correr mi cabello fuera de mi cara, mientras que su otra mano seguía aferrada a la mía. Ira quemaba sus ojos, pero fue atenuada por una suavidad que sólo reservaba para mí.

—No creo que solo pueda irme.

—Puedes. Yo se que tu puedes. —Me incliné hacia él antes de que me rodeara con sus brazos. Su corazón todavía latía violentamente pero su respiración se había vuelto regular—. Vamos a casa William.

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—Liv. —La voz de Paul tenía el mismo impacto que una bala siendo expulsada de un revolver. Los brazos de William se apretaron a mi alrededor y su respiración se intensifico.

—Liv, ¿estás bien? Sólo quiero hablar.

—Vete Paul. —Me giré lo suficiente en los brazos de William como para mirar a los ojos de Paul. Si William no hubiese estado allí, no hubiese sido tan audaz—. No quiero hablar contigo.

—Liv, por favor. —Paul tuvo el coraje de sonreírme—. Soy yo. Tú me conoces. No voy a lastimarte.

William me soltó y se puso entre él y yo.

—Te sugiero que te marches mientras puedas.

—Tranquilo, Connor. Esto no tiene nada que ver contigo. Esto es entre Liv y yo. —Paul me miro por sobre el hombro de William—. Pensé que no te gustaba del tipo celoso.

—Tampoco me gusta del tipo abusivo, Paul. —Di un paso de detrás de William.

Aunque me gustó que me proteja, era hora de enfrentarse a Paul.

—Vete. No tengo nada que decirte.

—No te creo. —Reconocí esa mirada en la cara de Paul que hacía que mi pecho se cerrara—. Estuvimos juntos por cuatro años, Liv. Cometí un error. Uno. ¿Qué paso con las segundas oportunidades?

—No le doy segundas oportunidades a gente que trata de matarme. —Por el rabillo de mi ojo vi que William se había quedado completamente inmóvil.

—Eso es una exageración —se mofó Paul—. Siempre has sido una reina del drama.

—Bueno, supongo que me diste una lección y me la veía venir. —De hecho, rodé los ojos. Paul ya no me asustaba. De hecho, le tenía lastima—. Eres patético, Paul.

—Buena suerte, Connor. —Se volteó hacia William—. Tal vez tengas mejor suerte con la perra.

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Los siguientes diez segundos se movieron en cámara lenta. Vi a William retroceder y saltar hacia adelante sin un segundo de vacilación. Su puño aterrizo sólidamente contra la mandibula de Paul, y su cabeza hizo un sonido brusco. El crujido señalo que su mandíbula se había roto. Paul se cogió la cara con las dos manos y dejo escapar un grito torturado. William agarró la parte delante de la camisa de Paul y la retorció, trayéndolo hacia adelante. Muy calmado, le dijo:

—Te estoy dando un pase esta vez. La próxima vez que te veo, te mato. Considera esta tu segunda oportunidad.

William empujó lejos a Paul y se volvió hacia mí.

—Vamos a casa, Livy.

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Capítulo 3 Traducido por val_mar

Corregido por Amalfii

reinta minutos después. William y yo estábamos en mi departamento, intentando olvidar a Paul. Miré a William nerviosamente mientras merodeaba alrededor de mi lugar,

viendo las fotografías y sacando los libros de sus repisas. Mientras William curioseaba nos serví una bebida y agarré algo de hielo en una toalla.

—Ven aquí. —Cuando lo vi ir por mi anuario de la escuela secundaria. William debatió su siguiente paso pero al final me encontró en la cocina. Alcanzó una copa con su mano y dio un sorbo agradecidamente—. Dame tu mano, Rocky1.

Los nudillos en su mano derecha estaban magullados y en carne viva. Besé cada uno y puse el hielo encima de ellos.

—Valió la pena —dijo William cuando vio mi expresión de dolor. No me gustaba la idea de William lastimándose por mí. Besó mi frente—. Me encanta tu lugar.

Miré alrededor de mi pequeño, pero acogedor, departamento.

—No es la mansión Connor o la casa de la montaña, pero es un hogar.

—Lo es —coincidió William—. Gracias por dejarme entrar.

Me pregunté si William había entendido el doble significado detrás de sus palabras. No solo lo había dejado entrar en mi apartamento, también lo

1"Rocky" Balboa es un personaje de ficción creado e interpretado por Sylvester

Stallone. Es un boxeador ítaloamericano estelar en la película Rocky de 1976 y en sus

siguientes cinco secuelas.

T

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había dejado entrar en mi vida. No tenía nada que ocultar.

—No podría muy bien dejarte afuera en el frío después de que defendiste mi honor de una manera tan varonil. —El whisky quemó en su camino hacia abajo pero también me calentó. Tomé otro sorbo—. Este no era exactamente como veía el final de la noche.

—¿Quieres hablar de ello? —Podía decir que William estaba haciendo lo posible por no parecer incomodo. Había dejado claro lo que pensaba de Paul, y ahora estaba intentando ser simpático con mis sentimientos. Era perfecto de esa forma.

—Preferiría no hablar en absoluto, realmente. —Sonreí—. Creo que podemos usar nuestras bocas en formas más productivas.

William chasqueó.

—Bastante aceptable. Estoy abierto a sugerencias.

Miré la copa de William y coloqué la mía al lado. Luego arrojé el hielo hacia abajo también y tome su mano buena, tirando de él detrás de mí mientras lo dirigí camino a la habitación. Me detuve a un pie de la cama, y las manos de William descansaron en mis hombros. Deslizó abajo los tirantes de mi vestido y besó la piel recientemente expuesta, enviando un fuerte cosquilleo a través de mi cuerpo. Dejé salir una larga respiración y sentí mi cuerpo relajarse bajo su toque.

Su toque era grandioso, la perfecta combinación de ternura y fuerza. Nunca quise a alguien tanto como quería a William Connor en ese momento. Sus manos se movieron a mi espalda donde desabrocharon mi vestido. Me encogí de hombros y lo deje caer al piso en un montón a mis pies, exponiendo nada más que piel desnuda. Escuche a William tomar un respiro.

Mientras me daba la vuelta, me había forzado a no poner mis brazos alrededor de mí. No importaba cuantas veces había estado desnuda en frente de un hombre, siempre me sentía ridícula, pero la manera en que William estaba mirándome ahuyentó mis inseguridades.

—Eres tan perfecta —dijo, sus labios pastorearon ligeramente los míos, y después cruzaron mi mejilla y bajaron a mi cuello. Sus manos se movieron de mis caderas, a mis lados hasta que sus pulgares hacían círculos sobre mis pechos. Entonces sus labios estaban de vuelta en mi cara y comenzó a besarme de nuevo y lo sentí como la cosa más erótica

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imaginable. Sus labios, su lengua, sus manos, eran lo que necesitaba. Él era lo que necesitaba.

Se alejó de mi sólo lo suficiente para quitarse la ropa de prisa. Froté mis manos sobre su pecho, amansando los duros músculos detrás de suaves besos a través de su piel. De repente, había mucho espacio entre nosotros y empujé mi cuerpo contra él urgentemente. Él respondió, poniendo ambos brazos alrededor de mí, y levante mi cabeza por otro beso. Podía sentir cada pulgada suya, caliente contra mi piel. Su pene presiono contra mi vientre, aun dócil por el momento. Lo acaricié con la punta de mis dedos y William gruñó contra mis labios.

Lo rodeé con mi mano y lo acaricié con un ritmo firme mientras mis labios se movían sobre de su cuerpo. William me levantó repentinamente, sosteniéndome contra él mientras se movía hacia la cama. Me bajó, manteniendo su cuerpo contra el mío. Sus labios empezaron en mi cuello y trazaron un camino tranquilamente sobre mis pechos y abajo hacia mi estomago. Luego estaba besándome ahí abajo, su lengua expertamente acariciando mi clítoris. Dejé salir un jadeo y mis manos apretaron la almohada detrás de mi cabeza.

Podía sentir el familiar rubor invadiendo mi cuerpo y el latido se hacía cada vez más fuerte. Tan malamente como mi cuerpo quería desplegarse, estaba incluso más desesperada por venirnos juntos. Alcance el rostro de William y alcé su cabeza.

—Juntos —gemí, sin ser capaz de formar un pensamiento completo. William entendió y se movió más. En mi propio estado frenético, apenas lo noté poniéndose el condón. Estaba apenas consiente de algo hasta que su erección presionó contra el área sensible que su lengua había dejado.

Usé mi mano para guiarlo dentro lentamente. Una vez que él estaba hasta la empuñadura, se situó encima de mí, mirando profundamente dentro de mis ojos. Cuando me besó, pude probar mis fluidos en sus labios. Su rostro se alejó del mío, pero el resto de él estaba profundamente dentro de mí.

—Te amo, Olivia —dijo, su voz tan suave como el azul en sus ojos—. Más de lo que nunca sabrás.

Acaricié la línea de su mandíbula con mis dedos y trace sus labios.

—También te amo, William.

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No podía saber cuan imposible me sentía. No sabía que era capaz de amar más hasta que conocí a William. Pero nunca había estado más segura de algo en mi vida.

Él se movió lentamente, dentro y fuera. Mientras su cuerpo se movía sobre el mío, giré mis caderas debajo de él, levantándome a su encuentro cada vez que él regresaba. Habíamos estado juntos tantas veces, pero nunca había sucedido nada como esto antes. Nunca había sentido esto lento, o gentil, o amoroso. Nunca había pensado que hacer el amor fuera tan apasionado, y aun así tierno. Hasta este momento, nadie había acariciado mi rostro mientras miraba profundo dentro de mis ojos y susurraba cuan asombrosa era mientras se movía dentro de mí.

Nos movíamos el uno para el otro, urgiendo nuestros cuerpos a trabajar como uno. Podía sentir mi cuerpo vibrando mientras las ondas de placer venían más y más rápido. El ritmo de William se apresuró y sabía que él estaba cerca. Lo agarré y lo jalé aun más, apretándolo dentro de mí como si estuviera bebiendo de él. Su frente se presionó contra la mía, nuestros ojos a sólo una pulgada de distancia. Las ondas golpearon dentro de mí y alrededor de él, instando a William hasta que no pudo resistir por más tiempo. Nuestros cuerpos se estremecieron y sacudieron juntos, justo de la manera que quería.

Mientras las replicas ondulaban a través de nuestros cuerpos, William me besó tan dulcemente como nunca había sido besada y lo saqué de mí gentilmente. Rodó sobre su espalda junto a mí y me tiré a su lado. Me recosté encima de él, mi cabello se arrastraba sobre su rostro mientras lo besé suavemente en los labios, lentamente aferrando la idea de que este maravilloso hombre era mío.

—¿Qué pasa? —preguntó William mientras cepillaba mi cabello fuera de mis ojos.

—Nada. —Pero esa no era la verdad completamente—. Lo siento. He sido tan imposible.

William acarició mi cabello todo el camino hacia mi espalda.

—¿Qué quieres decir? No habías sido imposible.

—Sí, lo he sido. Te empujé lejos tantas veces —suspiré y presioné mi pecho en el suyo, calmada por el estable latido de su corazón—. Sólo que no estaba lista todavía.

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—¿Lista para qué? —La voz de William sonaba hueca con mi oído presionado en su pecho.

—Para ti, supongo. —Alcé mi cabeza y pensé acerca de cómo explicarlo para que pudiera entender—. Antes de haber conocido a Paul, creía en el amor. Incluso después de perder a mis padres, aun creía en que encontraría el amor algún día. No sé incluso si amé a Paul, pero después de lo que pasó con él, empecé a dudar de todo. Me detuve de creer en la posibilidad del amor, y lo odié por eso. Quería ser capaz de creer de nuevo, pero no pensé que pasaría. Y luego tú llegaste...

—¿Y sacudí tu mundo? —Sus labios se curvaron en una brillante sonrisa y asentí. Eso fue decir poco, en realidad—. Bienvenida al club, chica.

—¿Has estado enamorado? —Tanto como me disgustaba la idea de William estando enamorado de alguien, también me disgustaba la idea de él estando sólo. Merecía ser feliz.

—¿Además de justo ahora? No. —William enroscó mi cabello entre sus dedos—. Después de lo que le pasó a Chris, tuve un momento difícil dejando entrar a alguien en mi vida. Sé cuánto puede lastimar el perder a alguien que amas, y no quería sentir eso de ninguna forma otra vez.

—¿Así que cómo explicas esto? —pregunté, rozando mis dedos a través de su fino bello en el pecho.

—Creí que te lo dije antes. —Inclinó mi barbilla hacia arriba así podía ver mi rostro—. Tú lo vales. Todo el dolor del mundo, no podría alejarme de ti. Tengo los nudillos para probarlo.

Besé esos nudillos y me apoyé en su mano cuando la ahuecó en mi mejilla.

—¿Eres realmente mío? —susurré, aún incrédula.

—Siempre y por siempre —dijo, absolutamente—. Eres mi casa, Olivia. El único lugar donde quiero estar.

William era mi hogar, también. Era mi familia, mi mejor amigo, mi todo. Ahora que tenía a William, nada más en el mundo importaba. Sólo quería estar con él, siempre y por siempre.

Nos tomó varias horas y otra ronda de orgasmos antes de que fuéramos a dormir. Cuando me levanté la mañana siguiente, las sabanas al lado mío

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estaban vacías. Rodé encima, aun media dormida, y encontré a William sentado en el borde de la cama. Había estado mirándome dormir y no parecía avergonzado por haber sido descubierto. Me bebí su vista, maravillándome del hecho de que incluso en su arrugada camiseta y calzoncillos bóxer, se veía positivamente delicioso. Se apoyó encima para darme un beso de buenos días y noté que su cabello estaba húmedo.

—¿Te bañaste sin mí? —Hice un puchero y saqué mi labio inferior. William lo atrapo entre sus labios y lo mordisqueó suavemente.

—Necesito ir a la oficina. Ambos sabemos que cuando nos bañamos juntos, no hay mucha limpieza hecha. —William golpeó ligeramente mi nariz con su dedo.

Suspiré. Él tenía razón.

—La pura verdad. ¿Will, estarás trabajando todo el día?

—Espero que no.

—¿Supongo que te gustaría tu camisa de vuelta? —Comencé a quitarme su camisa de vestir, la que me había puesto en la mitad de la noche cuando tenía frío.

William me detuvo.

—Déjalo. De hecho, quédate justo aquí. No cambies nada. Volveré tan pronto como sea posible.

—Mantendré las sabanas calientes para ti. —Me estiré perezosamente y los ojos de William viajaron de los dedos de mis pies hasta el borde de su camisa y gruñó. Guiñe un ojo y dije muy dulcemente—. Vuelve pronto querido.

Tomó otros diez minutos para que dijéramos adiós y una vez que William se había ido finalmente, me puse inquieta. Conociendo a William, él podría estar en la oficina más de lo que dijo. Era un hombre que no podría dejar una tarea inconclusa. No quería pasar mi día entero sola en la cama, así que tomé un baño y me vestí. Luego puse dos cargas de ropa para lavar, fregué los pisos e hice el almuerzo. William envió un mensaje alrededor de la 1:00 para decir que estaría en casa pronto. Dos horas después de eso, abrí la puerta para él.

William me recogió en sus brazos y enterró su cara en mi cuello, tomando una profunda respiración.

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—Lo siento por haberme ido tanto.

—No te preocupes por eso. Ahora sólo tendremos que hacerlo por el tiempo perdido. —Lo besé largo y profundo, fundiéndome en sus brazos. Cuando me alejó, se veía desgarrado.

—Mientras estaba en el trabajo, recibí una llamada de Bob.

Incliné mi cabeza.

—¿Tu hermano? ¿Todo está bien?

Sabía que la familia de William no era exactamente cercana. Habían estado juntos para las vacaciones grandes, pero de otra manera William permanecía lejos de ellos tanto como fuera posible. Había visto a su hermano un par de veces y parecía lo suficientemente decente.

Aparentemente, tenía una esposa excéntrica que se negó a venir con la familia Connor. No estaba segura si eso la hacía loca o inteligente, especialmente considerando cuan mal me había tratado la mamá de William.

—Su esposa se fue un par de días atrás. Tuvieron una pelea como de costumbre y ella se fue, sólo que esta vez no ha vuelto a casa. Supongo que nunca se había ido tanto y Bob está comenzando a preocuparse. Los niños están teniendo un momento difícil y él está entrando en pánico. —William pasó una mano a través de su cabello y noté cuan cansado se veía. Además de los problemas del trabajo, se había preocupado acerca de la familia de su hermano ahora.

—¿Qué podemos hacer para ayudar?

—Le dije a Bob que iría y vería a los niños mientras él intentaba localizar a Courtney —dijo William—. Deberías quedarte aquí. No necesitas estar envuelta en este problema.

—Es tu familia —dije simplemente—. La familia se supone que es un problema. Esos es todo el punto de las familias. Eres mi familia ahora, William. Por supuesto que iré contigo.

Los ojos de William se suavizaban y arrugaban cuando sonreía.

—Sólo cuando pienso que no es posible, me enamoro incluso más de ti.

—Soy muy sorprendente —coincidí, besando la punta de su nariz—.

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Vamos a rescatar a Bob. Puedes probarme tus cualidades mas tarde.

La mejor cosa acerca de William era que era asombroso en tantas formas. Asombroso en la cama, sí, pero incluso más asombroso haciendo algo simple como lavar los platos en la casa de su hermano.

Cuando llegamos a la casa de Bob, estaba en un estado de desorden. Los sobrinos de William, Callie y Carter, estaban brincando en el sillón de la sala y el piso se encontraba lleno de juguetes.

Una mira de cerca en la sala revelaba que la camisa de Carter tenía manchas por doquier y los pantalones de Callie estaban al revés. Bob se encontraba en la cocina, limpiando un charco de ponche de fruta. Nos miró sin comprender.

—No puedo hacer más esto —dijo, sacudiendo su cabeza. Sus ojos estaban inyectados de sangre y la cantidad de rastrojo en su cara sugería que no se había rasurado en días—. Amo a mis niños. Realmente lo hago. Pero justo ahora no puedo estar con ellos.

—Estamos aquí para ayudar Bob. Lo que sea que necesites. —William se detuvo junto a su hermano y tomó la pila de toallas de papel manchada de rojo de su mano—. Puedo con esto. Ve a tomar un baño.

—No puedo. Necesito hacerles a los niños la cena. —Bob miró alrededor de la cocina impotentemente—. Ni siquiera sé si tenemos algo de comida en el refrigerador.

—Tengo esto. —Finalmente, vi la manera que podía ayudar—. Ve a bañarte, William reprenderá a los niños y me encargaré de la cena.

Bob abrió la boca para protestar de nuevo pero cambió de opinión.

—Un baño podría estar bien. ¿Estás segura?

—Absolutamente. —Ya estaba hurgando en el refrigerador.

—Los niños... pueden ser un verdadero problema. —Bob no estaba convencido de que William estuviera listo para el reto de entretener a unos gemelos de tres años.

William empujó a Bob hacia las escaleras.

—Por favor. Soy más grande que ellos. Y además, si se portan muy mal los ataré.

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Bob rió pero luego su cara se tornó seria.

—Estas bromeando, ¿verdad?

William le dio una palmada en la espalda.

—Ve a bañarte.

La cocina de Bob Connor estaba casi tan desolada que podría bloquear un apocalipsis. Encontré algunos vegetales congelados en la parte de atrás del congelador y una caja de macarrones con queso. Era más que una cena improvisada, pero Carter y Callie limpiaron sus platos así que lo consideré un éxito. Después de la cena William encendió la televisión para ellos y me ayudó a limpiar la cocina. Bob está usando el raro momento de calma para contactar a alguno de los amigos de Courtney.

—No entiendo como ella pudo sólo irse como así. ¿Qué acerca de los niños? —Tomé el plato que William me tendió y empecé secándolos con el único trapo de cocina que había podido encontrar.

—Courtney no es una típica mamá. No es muy buena poniendo a sus hijos primero. —William pegó sus manos en el lavaplatos y vino con un cuenco sucio. Se había enrollado las mangas de su camisa de vestir y frunció el ceño mientras fregaba el queso seco. Tomo todo mi fuerza de voluntad no arremeter contra él.

—Bueno, todavía no lo entiendo. —Los chicos no habían hecho nada malo. Era horriblemente irresponsable castigarlos de una manera tan egoísta.

—Voy a seguir adelante y le diré, Will. —Bob había reingresado al cuarto. Estaba llevando ropa limpia y su cara estaba recientemente afeitada, pero aun lucía cansado y perdido—. Esta siendo amable, pero no es necesario. Courtney es una perra egoísta. Siempre lo ha sido, siempre lo será.

No sabía que decir así que mire a William pero estaba concentrado limpiando un tenedor. Bob continuó.

—Ella nunca quiso a los niños. Fueron un accidente. Supongo que no era justo esperar que ella cambiara mágicamente y se convirtiera en una madre durante la noche una vez que nacieron.

—¿Por qué es eso injusto? Lo que hiciste. —William estrelló una taza de café en el mostrador un poco duro y todos brincamos—. Lo siento.

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—No lo es. —Bob suspiró—. Estoy loco por ella también, Will. Enojado incluso. Pero aun es mi esposa y la madre de mis hijos. Así que tengo que hacer lo que sea que pueda para que ella vuelva.

—Sólo déjanos saber cómo ayudar. —Ahora que no tenía una tarea oficial para terminar, volví a sentirme impotente.

—Will, ¿puedes ayudarme a ver afuera un par de lugares donde podría haber ido? Ella tomó el auto cuando se fue, así que podría requerir un conductor. —Bob parecía un poco avergonzado por preguntar.

—Seguro. —William se secó las manos en la toalla y se giró a mí—. ¿Estás bien con vigilar a los niños mientras estamos fuera?

Asentí.

—Estaremos bien. Vayan.

William dejó un beso en mi frente en su camino hacia afuera de la habitación. Escuché a Bob decir adiós a los niños mientras terminaba de poner los trastes fuera. Con la cocina limpia, me moví por otros cuartos de la casa, recogiendo la ropa sucia de los pisos y guardando lo juguetes.

Los niños estaban más que felices viendo televisión, así que lavé unas cuantas cargas de ropa antes de unirme a ellos en la sala. Callie inmediatamente se unió a mí en el sillón, acurrucándose en mi regazo.

—¿Dónde está mi mamá? —preguntó.

Bob no había mencionado que les había dicho a los niños. No estaba segura de sí debería decir la verdad, o ir con una mentira así que hice una combinación.

—Ella está afuera en este momento.

—¿Cuándo va a volver? —Los grandes ojos azules de Callie me torturaron. Eran del mismo color que los de William. Un par más de preguntas mientras me miraba de esa manera y me gustaría contarlo todo.

—¿Qué estamos viendo? —pregunté, intentando cambiar de tema.

Carter se giró lejos de la televisión y dijo:

—Mi mamá es malvada. Ella grita todo el tiempo. Espero que no vuelva nunca.

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Callie comenzó a llorar y la abracé apretadamente, susurrando que todo estaría bien. No me encontraba siquiera segura de si le estaba mintiendo. Perder a un padre es la cosa más difícil que se puede imaginar. Lo sabía, perdí a ambos padres cuando tenía catorce. Pero mis padres habían sido arrancados de mí. No querían irse. Courtney había dejado a sus hijos voluntariamente, y ellos podrían crecer nunca sabiendo por qué. Nunca conocí a Courtney, pero justo entonces la odiaba.

Conseguí distraer a los niños forzándolos a tomar un baño. Después de mucho gritar y una bañera desbordada, estaban limpios, secos y con los pijamas puestos. Intentar meterlos en la cama era otra completa batalla y no estaba a la altura del desafío.

En su lugar, los tres nos abrazamos en el sillón mientras veíamos Bob Esponja. Había sido un largo día para todos nosotros y no tomó mucho tiempo para que los niños se durmieran. Debí haber caído dormida también, porque lo siguiente que supe, era que William estaba acariciando mi mejilla, pinchándome suavemente para que me levantara.

—Hola —dije, una sonrisa adormilada sobre mi rostro—. ¿Cómo fue?

William sacudió su cabeza, haciendo un gesto a los niños dormidos tendidos arriba de mí.

—Hablamos después de poner a los chicos en la cama.

Recogió a Callie de mi regazo y ella se despertó sólo el tiempo suficiente para poner sus pequeños brazos alrededor de su cuello. Bob entró a la habitación luciendo incluso más cansado de lo que había estado más temprano y no dijo nada mientras el recogía a Carter. La mirada en sus ojos era inquietante.

Me levanté y doblé la manta rosa de Callie, abrasándola contra mi pecho mientras miraba alrededor del cuarto. Las fotografías de una familia feliz cubrían los muros, mentiras descaradas en un lugar tan problemático.

Mientras William envolvió sus brazos alrededor de mí desde atrás, me apoyé y cerré mis ojos.

Sus labios eran un susurro contra mi cuello.

—¿Encontraste a Courtney?

—No, ella no quería ser encontrada. —William sonaba muy agotado—. Le hablamos a su hermana y ella creía que Courtney volvería en algún

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momento cercano.

—¿Qué va a hacer Bob? —Lo habíamos ayudado a pasar el día de hoy, ¿pero qué sobre mañana, y el día siguiente? ¿Qué si Bob no estaba a la altura del reto de ser padre soltero?

William me apretó y se alejó.

—Lo averiguará. No tiene opción. —Dejé la manta de Callie en el sillón.

—¿Ahora qué?

—Ahora vamos a casa. —Extendió su mano y mientras deslicé la mía dentro, me sentí con mucha suerte de tener a William Connor en mi vida. No sólo me trató mejor de lo que merecía, también me hizo querer ser mejor.

Bob nos encontró en la puerta principal y me abrazó fervientemente mientras dijo gracias. Lo abracé de vuelta deseando poder aliviar algo del peso que estaba sobre sus hombros.

—Toma estas. —William le tendió las llaves de su auto a Bob, quien dudó—. Lo digo enserio, Bob. Tienes dos hijos, necesitas un auto.

—¿Qué hay de ti? —Bob nos miró a ambos.

William señaló fuera.

—Ya llamé un taxi. Tengo otro auto en casa. Este es tuyo. Indefinidamente.

—Will... —Bob comenzó a resistirse pero William lo cortó con una palmada en el brazo.

—Déjame hacer esto por ti. Por los niños. —William puso su brazo alrededor de mis hombros—. Voy a registrarlo mañana.

—Gracias otra vez hermano —dijo Bob mientras dimos un paso fuera—. No puedo agradecerte lo suficiente.

—Apuesto a que estas lamentando realmente todas esas veces que me golpeaste hasta cuando éramos niños —William se burló.

—No. Estaba formando al hombre que eres hoy. —Bob tintineó las llaves del auto y asintió a mí—. ¿Cuida de él, si?

—Siempre. —Me despedí de Bob mientras William tiró de mi hacia el

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taxi esperando. Mantuvo la puerta abierta para mí y mire hacia atrás a la casa—. ¿Verdaderamente crees que estarán bien?

—Seguro. Son Connors. Encontramos una manera de sobrevivir. —William me besó en los labios—. Ahora entremos al taxi. Estoy listo para ir a casa.

—¿Mi casa o la tuya? —pregunté cuando se había subido al lado de mí.

—Nuestra —respondió, entonces más específico—. Mi lugar. Más camas.

Le sonreí.

—Me gusta tu forma de pensar, Connor.

Mientras William se inclinó para besarme, no pensé que íbamos a hacerlo en una cama en absoluto. La parte trasera del taxi estaría bien.

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Capítulo 4 Traducido por jhuli_eli

Corregido por Joss

l igual que siempre, ahora mi vida personal finalmente estaba

encaminada, todas las demás cosas se fueron al carajo. Mi lunes

comenzó con completa normalidad, William y yo pasamos el

domingo completo en su cama, alternándolo entre hacer el amor y dormir.

Regresé a mi casa en la noche, esperando poder dormir un poco y así

poder estar un poco presentable para trabajar al día siguiente.

Tuvimos una reunión temprano en la mañana para discutir sobre el

escándalo de las drogas. Después de debatir muchísimo, logré convencer a

William de tomar el caso. No quería tener que tratar con Paúl, y no quería

que William lo matara, pero Gravity podía usar el pago y el prestigio que

conllevaba el poder representar a un grupo de famosos jugadores de

béisbol. Puso a Dan a cargo de todas las cosas, vendiéndolo como una gran

oportunidad de aprendizaje pero la verdad es que sabía que no quería a

Paúl por ninguna parte.

Me mantuve apartada al final de la reunión para hablar con William

sobre Bob, y cuando finalmente dejé el cuarto de conferencias unos

minutos después, corrí directamente a la reunión y encontré a Dan

rezagado en el patio.

—Así que, ¿es verdad lo que dicen? —me preguntó con una sonrisa

burlona.

—No sé de qué me hablas, Dan, infórmame más por favor—seguí

caminando porque tenía otra reunión en cinco minutos. Dan me siguió.

—Connor y tú, hacen cositas. —Dan golpeó en mi interior, así que lo

encaré.

A

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—¿Qué dijiste? —escupí.

Lo repitió muy lentamente.

—Estás tirándote al jefe. Todos lo saben.

Mi boca cayó abierta. Sabía que Tara había sabido la verdad antes de

que la despidieran, y sabía que si ella no cumplía su demanda habría una

buena posibilidad de que la verdad salga. Pero no había estado esperando

que ocurriera tan pronto. No estaba preparada para enfrentar la música.

—Estoy retrasada —dije, y rápidamente agregué—: para la reunión.

Estoy retrasada para la reunión.

Sabía que mi cara estaba brillante y en varias tonalidades de rojo cuando

entré en la sala de reuniones. Varios de mis colegas ya estaban reunidos

alrededor de la mesa y todos ellos dejaron de hablar abruptamente cuando

entré. Sólo necesitaba aproximarme para saber que era la protagonista de

lo que habían hablado. Después de la reunión, uno de las abogadas del

equipo jurídico me arrinconó en el baño de damas.

—Buen trabajo —dijo ella, guiñándome.

—¿Disculpa? —Mantuve mi cabeza baja, con el jabón en mis manos,

con la esperanza de que tomaría una pista y desaparecería.

—Connor. Él es malditamente bueno y rico. Jugaste bien. —Me sonrió

cuando miré hacia arriba, al el espejo—. La gente siempre habla, pero no

los escuches. Sólo están celosos.

Recibí miradas severas y prejuiciosas de camino a mi oficina y alcancé a

escuchar que algunos murmuraron zorra.

El momento que había estado temiendo oficialmente había llegado.

Tenía dos opciones: podía quedarme en mi oficina todo el día y evitar mi

teléfono y correos, o podía mandar al diablo todo y actuar como si no me

importara. Recordé que William me había dicho de su familia, que ellos

eran sobrevivientes y yo decidí no querer ser una víctima. Yo había hecho

mi propia cama, por así decirlo y ahora tenía que acostarme en ella.

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El día solamente empeoró. A cada lugar que iba, interrumpía

conversaciones en susurros que ponían fin abruptamente cada vez que

aparecía. Me fui a mi casa sin ni siquiera comprobar lo que William quería

hacer en la noche.

Esconderme en mi apartamento por algunos años parecía la mejor idea.

Él apareció después de algunas horas. Me había metido dentro de su

camiseta de la Universidad de Chicago y un par de pantalones de pijama.

Ciertamente no era mi mejor apariencia, pero estaba cómoda.

—¿Qué esté mal? —preguntó al segundo que vio mi cara. Fui reacia al

admitir que había estado llorando por las últimas horas, pero mis ojos

irritados me delataron.

—El gato se salió de la bolsa —dije, retrocediendo, tenía una botella de

vino abierta esperándome en la sala y me dirigí allí sin saludarlo

apropiadamente—. Soy la zorra de la oficina. Como lo predije.

—¿Qué quieres decir? ¿Quién se enteró? —Aflojó su corbata y tomó

asiento.

Descansé en el sofá y tomé un gran trago de vino.

—Dan, él es amigo de Tara y tiene una gran boca.

—Mierda, Livy. —Se acercó a mí y me dio una larga mirada—. ¿Ha sido

terrible para ti?

Me encogí de hombros y tomé otro trago.

—Sobreviviré.

—¿Qué puedo hacer? —Me miraba desesperado por ayudarme, pero no

había nada que él pudiera hacer. Este era el camino que nosotros habíamos

elegido, el camino que yo había escogido.

Bajé la botella de vino ahora que estaba vacía y pensé por un segundo.

Sólo sacudí la cabeza.

—Sostenme. —Fue la única cosa que pude pensar que podría hacerme

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sentir mejor.

William se deslizó sobre él hasta que pudo poner sus brazos a mí

alrededor. Como si pudiera esconderme en él y ocultarme en sus brazos,

pude olvidarme de todo por un minuto, sobre los nombres que me

llamaban y las miradas de odio. Todo lo que importaba era que todavía

tenía a William y yo sabía que encontraríamos la manera de hacer que

funcione.

Él me permitió sentir pena por mí misma por quince minutos

exactamente. Luego empezó a hablar sobre un asunto de uno de sus

clientes del trabajo. Sabía que estaba tratando de despejar mi mente y

estaba muy agradecida por la distracción. Tenía mis pies en su regazo,

acariciando suavemente los músculos doloridos en mis arcos.

—Así que nuestro cliente, ¿es parte de la realeza italiana? Eso suena

que lo hicimos. —Nunca supe que en Italia aún había una familia real.

—La antigua realeza son antepasados distantes del Papa, o Cardinales,

algo por el estilo, honestamente, yo no los conozco realmente, pero el hijo

mayor fue encontrado con la sirvienta. —Sus manos se movieron de mis

pies a mis caderas—. Una sirvienta muy vieja, mayor a él con veinte años.

—No puede ser. —Reí. ¿Quién diría que éste día terminaría con William

chismeando sobre señoras mayores?—. ¿Cuándo irás a Italia?

—En dos días.

—¿Dos días? —Eso era muy pronto como para que me gustara.

Se encogió de hombros.

—Es un caso urgente. Puedes venir conmigo, si quieres.

—No pasará. —La gente del trabajo está comenzando a odiarme.

Usando el trabajo como una excusa para seguir a William a Italia podría

hacer las cosas un millón de veces peor—. Sólo no te enamores de una

princesa italiana con la que huirías.

—Está bien. —Ahora sus manos están sobre mis piernas y comienzan a

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dirigirse más al norte—. Podríamos ir a Roma pronto. Te gustará, es más

romántico que Florencia, si me preguntas.

—Estoy segura que me encantaría. —Estaba segura que amaría

cualquier lugar si voy con William. Estaba muy segura, sabía a dónde

William iba con sus manos pero él me lanzó una bola curva cuando sus

manos se alejaron de mi cuerpo y dijo muy tranquilamente—: Escuché que

te reuniste con Mark en el restaurante Palmroil.

Sentí como si me abofeteara a mí misma. ¿Cómo pude olvidarme acerca

de la reunión?. Claro que William nos encontraría y ahora, porque él no

confiaba en mí, siempre asumía solamente lo peor.

—Sí, nos hemos reunido para almorzar. Quería darme las gracias por el

trabajo que hice en el caso del derrame de petróleo. —Vi que William de

alguna manera ya conocía la historia completa, así que tome impulso—:

Me ofreció un trabajo.

Asintió lentamente.

—Sospecho como mucho que fue una buena oferta.

—Lo era. —No tenía sentido mentir ahora—. Pero no la acepté.

—No dijiste nada más, ¿verdad? —Sonó resignado.

—En verdad. —Empujé mis piernas lejos de su regazo y me puse

derecha—. Tengo que considerarlo, William. Gravity no tiene futuro para

mí. No ahora que todos saben sobre nosotros.

—Podemos hacer que funcione —dijo, pero no puso mucho corazón en

eso.

—No estoy diciendo que definitivamente la tome, solamente digo que

no he dicho nada aún. —Tomé sus manos—. Lo iba a discutir contigo, lo

juro. Sólo que esto honestamente se adormiló en mi mente con cada cosa

que ha pasado en este día.

—¿El trabajo es en D.C.? —Sus ojos estaban indescifrables. No tuve

forma de saber lo que él realmente pensaba.

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—Sí, me tendría que mudar. —Si yo tenía que ser completamente

honesta, la mudanza, era la razón número uno por la cual no dije que sí,

me encanta vivir en Chicago, y no quiero una relación a larga distancia.

Retrocedió y cerró los ojos.

—No voy a decirte que es lo que debes hacer, Livy, eres una mujer

adulta que puede tomar sus propias decisiones. Necesitas hacer lo que es

mejor para ti.

—¿Estarías realmente bien conmigo mudándome a D.C.? —Esperaba

que él por lo menos peleara un poco o me diga lo mucho que me

extrañaría.

—Si eso te hace feliz, entonces encontraría la forma de lidiar con ello.

—Abrió los ojos y sonrió—. Aunque no podrás librarte de mí tan

fácilmente.

Mi corazón literalmente salto de mi pecho, él tiene la más increíble

sonrisa del mundo y yo no podía ayudarme a mí misma. Subí a su regazo y

nos besamos como dos adolescentes. Pienso que nunca podré cansarme de

besar a William Connor, pero también quería más de él. Me moví hacia

donde estaba su pantalón y trabajé en su botón y cremallera, me ayudó a

deslizar el pantalón lo suficiente, y su pene ya estaba rígido. Aprecié su

avidez, y como hábilmente me fue posible, me deslicé fuera de mi sudadera

y ropa interior.

Sentándome a horcadas sobre William, saqué una caja de condones de

sus pantalones y me tomé mi tiempo para ponerlo sobre su erección,

moviéndome extremadamente lento, rozándome con él, mirando

profundamente sus ojos. Cuando me sonrió, me volví a enamorar de él,

hice que mis piernas descendieran, esperando sentirlo dentro de mí. Las

manos de William se movieron dentro de mi camiseta, sosteniéndome

firmemente a los lados, estaba sobre él, mi cabello cayó sobre mi cara y él

lo tomó y lo puso detrás de mí oreja.

—Quiero verte —explicó. Quería verme, él ha visto en mí más que

nadie, por primera vez no me asustaba.

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Permití que él tomara el control, moviéndome arriba y abajo con sus

fuertes manos. Lo hizo suavemente la primera vez, permitiéndome sentir

su longitud completa en mi interior, luego aceleró los movimientos, hasta

que se guiaba por la fuerza de mi cuerpo, él lo dejó ir y sus manos se

aferraron al sofá cuando lo monté duro y rápido, mi aliento salía con

pequeños gruñidos. Me aseguré de que él se viniera primero, cuando él

estaba terminando, fue seguido por mi propio orgasmo. Al sentirlo tan

dentro de mí y en torno a él, nos sujetamos entre nosotros y luchábamos

por recuperar el aliento.

—Si te vas a D.C., no podríamos hacerlo tan a menudo —dijo, cuando él

salía de mí.

—Tal vez no juntos —dije, feliz de saber que él finalmente trataba de

convencerme que me quede.

—Graciosa, tú mantén eso arriba y yo tomaré de regreso mi camisa —

dijo mientras tiraba de la camiseta y me contemplaba

—Si tú tomas esa camisa de regreso, yo me llevaré mi vagina y mis

senos también. —William se rió tan fuerte que reímos los dos juntos. No

pude evitarlo pero reí con él.

—Definitivamente deberías mantener la camisa —decidió.

Cuando se quedó dormido un par de horas más tarde, yo seguía

vistiendo su camisa.

El trabajo no fue nada fácil los siguientes días y comenzaba a considerar

seriamente la oferta de Mark. Mantuve contacto por correo electrónico

haciendo algunas preguntas. William pasó por mi oficina antes de ir al

aeropuerto. Tenía que ir a Italia por lo menos una semana y yo realmente

lo iba a extrañar.

—Livy —dijo, cerrando la puerta detrás de él—, tengo algo que

necesito realmente decirte.

—No estarás rompiendo conmigo de nuevo, ¿verdad? —Estaba

solamente medio mintiendo—, porque eso podría ser un poco excesivo

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—¿Podrías por favor para de predecir nuestra muerte? —Frotó sus

manos en sus bolsillos y miró al piso—. Vine a hacer exactamente lo

opuesto.

Mis ojos se estrecharon.

—¿Qué significa eso?

—Digo que no puedo decirte que hacer con tus decisiones laborales,

pero he estado pensando acerca de eso y realmente no quiero que vayas. —

Me miró con ojos salvajes—. Nosotros nos acabamos de encontrar, Livy,

no estoy seguro que pueda dejarte ir.

—¿Estás diciéndome que no tome el empleo? —Si lo hace, no estaría

segura de poder hacerlo, no era el tipo de mujer que toma órdenes de un

hombre, pero nosotros éramos una pareja ahora y él merecía decir hacia

donde deberíamos encaminar nuestra relación.

—No. Sí. No lo sé. —Se encogió de hombros con dificultad—. He

venido a hacerte una propuesta diferente.

—¿Algo indecente? —digo, moviendo las cejas.

Suspiró con fastidio.

—¿Podrías ser seria por un minuto?

—Bien. —Hago una gran mueca, chequeando el tiempo—. Un minuto

de seriedad. ¡Comienza ya!

—Sal —dice—, deja tu trabajo, pero no tomes el otro.

Deje salir un suspiro.

—Bueno, no sabía que fuera tan fácil, sería una gran idea, William. ¿Por

qué no había pensado en eso? Oh, por supuesto. No soy increíblemente

adinerada, tampoco soy una prostituta, así que por favor no ofrezcas

pagarme por no trabajar y sólo acostarnos todo el tiempo.

—Esa no es lo que estoy ofreciéndote. —Miró a lo lejos y tuve una muy

buena idea de lo que exactamente trataba de ofrecerme—. Puedes mudarte

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conmigo, sólo trata de buscar otro empleo en Chicago, o para bien, lo que

sea que tú quieras.

Sentí como mi cara iba poco a poco iba enrojeciéndose y empezaría a

gritar pero William me cortó.

—Livy, tengo muchísimo dinero, no estoy intentando implicar nada con

eso, solamente estoy contrastando un hecho, déjame cuidar de ti, yo soy la

razón por la que tú no puedas seguir en este trabajo, y estoy pidiéndote

que no te vayas a D.C. hasta que me dejes ofrecerte una alternativa.

Cuando la ira inicial pasó, fue reemplazada por un sentimiento de

gratitud.

Sí, la oferta de William fue un poco condescendiente, pero esto va por

buen camino. Él no quiere que me vaya y está tomando un gran salto al

pedirme que me quede.

Di la vuelta a mi escritorio hasta quedar parada frente a él.

—Gracias, pero no. —Suavicé el cuello de su traje y lo besé—. Esta

decisión necesita ser lo mejor para nosotros dos, no sólo para ti.

—Lo sé. —Sonrió tímidamente—. No puedes culpar al chico por

intentarlo, ¿verdad?

—Ciertamente no. —Lo besé nuevamente—. Pero no necesito que me

salves, William. Puedo cuidar de mi misma.

—Créeme, lo sé, pero no voy sólo a pararme a ver. —Me besó en la

mejilla—. Prométeme que por lo menos considerarás mi oferta. Nosotros

podremos hablar mucho más sobre esto cuando regrese de Roma.

—La respuesta seguirá siendo no —dije, confidencialmente

Me tomó muy cariñosamente.

—Tengo el horrible presentimiento de que si tú vas a D.C., te perderé.

—Eso nunca sucederá. —Sonaba más confiada de lo que realmente me

sentía. Al igual que William, estaba preocupada sobre qué pasaría con

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nosotros si yo tomo ese trabajo—. Ten un buen viaje. Estaré extrañándote

como una loca.

—Yo igual. —Después de diez minutos de besos y caricias y nosotros

finalmente completamos nuestra despedida.

Dos días después me encontraba a mí misma extrañando terriblemente

a William. Si así estaba ahora, como sería cuando me mudara a D.C., creo

que no seré capaz de hacerlo.

Me mantuve ocupada chequeando a Bob y a los niños. La casa estaba

actualmente en buen estado, como también me enteré de que William

había pagado por una ama de llaves la cuál venía tres veces a la semana, al

igual que cazó una terrorífica niñera que mantuvo a los niños bien

alimentados, y propiamente vestidos. Ella los había llevado a un paseo

para que Bob y yo pudiéramos hablar abiertamente.

—¿Continúas sin señales de Courtney? —pregunté, tomando una

cerveza fría.

—Nah, ella limpió nuestra cuenta bancaria también, se fue —dijo Bob—

. No pienso que regrese nunca.

—¿Entonces, cuál es tu plan?

—No tengo uno. —Sonrió y sonaba mucho como su hermano—. Un día

a la vez. Mantenerme respirando. Me preocuparé del mañana cuando

llegue.

—¿Piensas trabajar? —Me encantaría que lo haga, lo mantendría

enfocado solamente en el presente.

—Debo hacerlo, es la única cosa que sé hacer. —Me miró seriamente—.

William mencionó que tú estabas considerando tomar un trabajo en D.C.

—¿Eso te dijo? —Me sorprendió que hablara sobre mí con Bob. Ellos ni

siquiera tenían ese tipo relación, pero supongo que las cosas han cambiado

mucho en la última semana.

—¿Lo harás?

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—No tengo idea. —Estaba sorprendida de lo fácil que era hablar con

Bob. Él me daba una especie de tranquilidad, eso me hacía recordar a

William—. No quiero irme, pero es un gran trabajo.

—Estoy sorprendido de que no te haya propuesto que te quedaras. —

Bob tomó un largo trago de su cerveza.

Suspiré.

—Lo hizo, solamente que él quiere que deje mi trabajo pero que me

quede en Chicago, dijo que él se podía encargar de las cosas mientras yo

consigo algo más... dije que no.

—Suena como una linda y dulce propuesta. —Rió burlonamente y

terminó su cerveza—. Desearía que alguien me hubiese ofrecido eso. ¿Por

qué lo rechazaste?

—Porque necesito solucionar esto por mí misma, no puedo explicarlo.

—No lo había entendido completamente ni yo misma.

Bob se inclinó y me rozó con sus rodillas.

—Lo entiendo, realmente lo hago. Tú necesitas levantarte sobre tus dos

propios pies, pero si tu no lo piensas, me gustaría darte un consejo.

Asentí.

—¿Alejarme?

—Es bueno levantarte por ti misma, pero algunas veces eso es sólo tan

importante como saber cuándo necesitas a alguien más. William es un

buen chico. Él se preocupa por ti más que por cualquier otra persona que

haya visto. No temas confiar en él. —Encogió sus hombros—. Desde

luego, ¿qué se yo? Mi esposa me acaba de abandonar.

—Bob, yo no conocía a Courtney, pero pienso que comienzo a conocerte

mejor y basándome en eso, y lo hago, tengo que decir que ella es una

lunática y que tú y los niños estarán mejor al no tenerla cerca. —Me

levante rápidamente—. Ahora si me disculpas, necesito ir a comprar un

boleto a Italia.

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Capítulo 5 Traducido por Gaz

Corregido por Joss

l vuelo a Roma tomó aproximadamente nueve horas.

Normalmente estaría durmiendo como un bebé en un viaje

largo, pero la adrenalina corría por mis venas manteniéndome

muy despierta. No podía dejar de imaginar cómo William podía manejar el

vuelo, considerando que sufría de una intensa fobia a volar.

Intentaba pensar en la manera en que su quijada se apretaba y la forma

en la que presionaba sus labios en una delgada línea cuando él intentaba no

mostrar su ansiedad. Pensaba solo en él, con una sonrisa sobre mi cara y

no podía esperar para verlo. Intenté ver si tomaba el tren hacia la ciudad

pero sólo podía perderme una y no estaba de humor para esperar alrededor

de treinta minutos para que el siguiente llegue, entonces tomaría un taxi

inmediatamente. El conductor hablaba español muy bien y me llevo en un

tour privado de la ciudad hasta al hotel de William

Admiraba el Coliseo y la impresionante Ciudad del Vaticano a la

distancia. Había pasado una semana en Florencia cuando estaba en la

universidad pero no pude conocer Roma. Florencia tenía abundante arte

en increíbles museos, Roma tenía la más increíble arquitectura que he visto

en todo el mundo.

—Roma es una ciudad muy romántica —dijo el taxista, cuando vio que

miraba por la ventana a una pareja apasionada—. ¿Usted tiene esposo?

—No, esposo no. —Pensé en William de nuevo y agregué—: Tengo

novio.

—¡Mejor aún! —Sonrió y llevó el carro hacia abajo, a una calle

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adoquinada—. Roma es una ciudad para amantes, las personas casadas

solamente pelean.

—¿Estamos cerca del hotel? —Todas las construcciones que veía era

idénticas para mí, viejas e italianas.

—El hotel Roma está enfrente.

William se había registrado en el mejor hotel en Roma. Uno de los

botones vino a ayudarme con mis maletas, tomé vista del gran exterior del

hotel. Las columnas de mármol, adornos de oro y la alfombra roja vibrante

que estaba en el interior.

Este era mucho más glamuroso y estuve muchísimo tiempo

disfrutándolo porque cuando encontrara a William, estaría fuera de juego.

Le envié un mensaje de texto para ver qué pasaba, y si se mantenía en

sorpresa mi viaje secreto. Él respondió que se encontraba en una cena con

el nuevo cliente y que podría probablemente terminar tarde. Traté de no

imaginármelo teniendo una cena con alguna princesa italiana.

El personal del hotel me hizo sentir bienvenida. Particularmente un

joven muy amigable, me sirvió un vaso de vino y se mantuvo pendiente.

Después de la que fue mi tercera copa de vino, él muy políticamente me

pregunto si quería que me acompañara a mi habitación. Estaba algo ebria,

me tomó un minuto entender lo que me estaba diciendo.

—Oh, Gracias, pero no gracias. No grazi. —Esperaba que mi rechazo

no cortara mi suministro de vino.

Cuando William caminó por la puerta principal, lo sentí mucho antes de

verlo. El salón comenzó a electrificarse y cada nervio de mi cuerpo salto

atentamente. Me volteé hacia la puerta y lo vi antes de que él me viera a

mí. Estaba vestido con un traje gris, camisa blanca y corbata roja. Como

siempre él estaba al teléfono, ignorando completamente mi presencia. Mi

teléfono comenzó a vibrar sobre la mesa y eso me gustó.

Era un mensaje de William, me hacía saber que había regresado a su

hotel y que me extrañaba. Sonreía mientras escribía mi respuesta:

También te extrañé. Mira a tu derecha

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Cuando él vio que respondí, sonrió pero su sonrisa cambió cuando él

leyó el mensaje. Muy lentamente, giró su cabeza y observó a la derecha

hasta pasar en mí, no era necesario que me levantara y mostrara que él

realmente me estaba viendo.

—Olivia. ¿Qué haces aquí? —William sonaba como si no pudiese creer

que era realmente yo.

—¡Sorpresa! —dije, quedamente frente a su oscura expresión, no estaba

segura de ser una buena o mala sorpresa.

En un segundo él comenzó a alejar la confusión y seguidamente fue

corriendo hacia mí. Puse mi mano en su pecho y lo alejé un poco.

—¡Espera!

—¿Espera? —De nuevo se confundió completamente, me gustaría

nunca volver a verlo así de desconcertado—. Acabas de hacer todo el

camino hacia Roma y después ¿no puedo abrazarte? ¿Qué sucede, Livy?

—Primero, tengo un asunto de negocios que deseo terminarlo de una

vez. —Busqué en mi bolso y extraje una carpeta con un documento —. Mi

renuncia, Sr. Connor.

William estaba reacio al aceptar la carpeta. Sacó el documento, comenzó

a leer el contenido y sonrió.

Renuncio a mi trabajo, eso es todo, no a nuestra relación.

Tengo miedo de apegarte a mí. Te amo

William sacudió su cabeza.

—Eres una tonta.

—Eso es cierto. —Afortunadamente, él tenía algo con las tontas.

—¿Aceptarás el trabajo en D.C.? —preguntó, mientras guardaba mi

carta de renuncia y la ponía en el bolsillo interior de su traje.

—Nop. —Tuve que tomar una respiración profunda para poder

continuar—: Estoy renunciando, y no tengo ningún proyecto laboral. No

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puedo permanecer en Gravity porque perdí mi credibilidad y no puedo

tomar el trabajo en D.C. porque no es lo que quiero.

—¿Qué es lo que quieres, Olivia? —Sus ojos azules me perforaban.

No podía forzarme a mí misma a no mirarlo, así que respondí. Siendo

honesta conmigo misma esto era muy duro, pero honestamente con

William era demasiado sencillo.

—Tú. Te quiero a ti. Siempre a ti.

—Soy tuyo, Livy. Siempre. —En ese momento cuando William vino a

mí, no lo alejé, lo acerqué más. Tal vez fue el efecto intoxicante que tiene

sobre mí. O quizás es el seductor encanto de estar en Italia, pero

cualquiera que sea el caso, lancé a los vientos la inhibición. No me

importaba si alguien en el hotel nos veía cuando lancé mis brazos a su

alrededor.

William tenía buenos sentidos y sabía que teníamos que llegar lo más

pronto posible a su habitación. Me llevaba sobre el piso y cuando abrió la

puerta. Yo me transportaba en el tiempo.

—Déjà vu2 —murmuré cuando me acerqué a las ventanas que revelaban

la increíble vista de la noche en Roma. William y yo pasamos nuestra

primera noche juntos bajo circunstancias no muy diferentes a ésta, la

excepción marcaba en que podía ver casi todo Roma a la distancia en lugar

del océano.

—En ese entonces todo era muy diferente que ahora —dijo él, abrió las

cortinas un poco más, eso no me ayudó a dejar de estar abrumada por la

vista.

—¿Qué es eso? —dije, mientras envolvía sus brazos a mi alrededor a

mis espaldas y acariciaba mi cuello con su nariz en el proceso.

—Ahora no hay manera de que te deje ir en la mañana.

2Revivir algo muy similar a un evento ya experimentado en el pasado.

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Me volví en sus brazos y lo besé como lo hice en nuestra primera noche.

Recordaba como él había sabido a champaña y como mi cuerpo respondía a

su tacto, de la misma forma que aún lo hacía, tantas noches habían ido y

venido desde la primera noche, pero mi deseo por William no desaparecía

ni en lo más mínimo. De hecho, había crecido exponencialmente.

William había hecho el primer movimiento cuando vino a mis espaldas

así que ahora era mi turno. Lo llevé hacia la cama y lo empujé hacia abajo

en el borde de la misma. Él trató de ponerme en su regazo pero me resistí.

Primero apagué las luces y luego tomé algunos pasos hacia la ventana,

permitiendo que la luz de afuera me guiara. Parándome frente a la ventana

mientras mantenía contacto visual, lentamente tiré de mi camisa, apenas

podía dejar de mirar su rosto y la sonrisa juguetona en sus labios.

Mis pantalones vaqueros fueron los siguientes en sacármelos, muy

deliberadamente. Lo que había comenzado como un strip-tease 3

eróticamente rápidamente se convirtió más en desnudarse y menos en

seducir. Me moría de ganas por sentir las manos de William en mi cuerpo.

Mi sostén y mis bragas fueron sacados sin mucha seducción. Permanecí

frente a la ventana por un momento, sintiéndome atrevida y desinhibida.

Estar desnuda frente al mundo, o al menos ante cualquiera que pueda

verme en ese momento, no me importaba. No tenía nada que esconder.

William entendió rápidamente, saco lo más apurado que pudo su ropa.

No hizo mucho drama, pero siempre él era un espectáculo para ver. Una

vez que las capas de tejido salieron de nuestro camino, nada más nos podía

detener de actuar sobre sus deseos. Él me rodeó con un brazo y me

presionó a su cuerpo. Su piel era deliciosamente cálida, sus labios estaban

perfectamente húmedos cuando tocaron mi cuello y descendieron hasta mi

pecho.

Cuando él levantó su cabeza, lo besé con urgencia y envolví una pierna

alrededor suyo. Me levantó y yo envolví la otra pierna mientras me llevaba

a la cama. William me cargó en ese momento y yo estaba más que feliz de

3 Baile lento donde se sacan la ropa muy sensualmente hasta quedar

completamente desnudos.

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dejarlo hacer su magia. Me desplazó por la cama y luego subió sobre mí.

Sus manos eran la perfecta combinación entre firmeza y gentileza sobre mi

cuerpo.

En este punto de nuestra relación, tenía que saber que yo siempre estaba

lista para él pero eso no lo detuvo de deslizar su mano sobre mi cuerpo

hasta llegar entre mis piernas. Anticipándome a lo que iba a pasar, levanté

mis caderas hasta conectar con su mano para que encontrara su destino.

No se deslizó en mi interior, como siempre lo hacía, instantáneamente él

acarició su dedo suavemente, frotando brevemente sobre mi clítoris.

—Maldición, Connor —dije jadeando—. Entra en mí, o voy a tener que

tomar el control.

Los labios de William iban rozando por encima de mi clavícula y sentí

su cálido aliento, mientras se reía.

—Eso sería terrible —dijo con fingida exageración—. Imagino que

Willy y yo debemos cooperar.

—¿Realmente? ¿Irás allí? —Sacó su brazo, pensando como el mismo

bendito juego me había mortificado en el pasado. Agarré su pene, Willy, y

lo apreté suavemente—. ¿Tendré que tomar a Willy como rehén hasta que

cumplas?

William se rió de nuevo, pero entonces se puso a trabajar. Puso un dedo

en mi interior, tomándome con la guardia completamente baja. Haciendo

movimientos circulares y rápidos hasta que mi cuerpo comenzó a

responder y a presionarse nuevamente contra él. A continuación movió su

mano, trasladando sus dedos húmedos hacia arriba a través de mi cuerpo,

hasta que ahuecó mi pecho, con su pulgar hizo círculos apresuradamente

sobre mi duro pezón.

—¿Estás jodiéndome ahora, Connor? —demandé, mi cuerpo estaba

despierto y cerca del clímax con todo esta actividad estimulándome.

William estaba alistándose abriendo un condón y poniéndolo en su

lugar.

—Eso es exactamente lo que quiero hacerte —dijo.

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Suspiré audiblemente cuando él finalmente entró en mí, moviéndose

nuevamente por todos los lugares correctos. Rasguñé con mis uñas su

espalda y él esperó hasta que me ajustara.

—¿Lista, amor? —preguntó, mirándome penetrantemente con hambre

y languidez. Habíamos estado bromeando hasta ahora, haciendo payasadas,

pero ese momento terminó, ahora estábamos enfocados y recargados.

—Para ti, siempre. —Lo besé en los labios, y mientras nos besábamos,

comenzó a moverse en mi interior.

Cada movimiento era urgente pero no desagradable. Era una suave

persuasión que mi cuerpo no podía ignorar. Estuve alrededor de sus labios

repetidamente y separé mis piernas lo más lejos que pude, para ayudarle

en el proceso. Sus movimientos fueron los perfectamente ajustados y ahora

el calor familiar comenzaba a quemarme. William había cogido su ritmo y

ambos estábamos jadeando, nuestro aliento salía en ráfagas cortas con los

labios aun ligeramente pegados.

Nuestro cuerpos temblaban y latían juntos con William sosteniéndome

esperó hasta que terminé de estremecerme y me relaje a su alrededor. Él

dio una última estocada y luego sentí un tirón cuando logró su liberación.

Después de nuestros orgasmos, usualmente colapsábamos junto al otro,

con nuestros agotados. Pero ahora, William se inclinó sobre mí y tomó mi

barbilla de tal manera que yo estaba viendo directo a sus ojos

—Gracias —dijo él, besándome con pasión

—¿De nada? —dije. Sabía que él tomaría mi chiste y sonreiría pero noté

que estaba serio—. ¿Por qué me agradeces?

—Por estar aquí. —Me besó otra vez—. Por elegirme.

—No tenía opción. —Pellizqué su mejilla—. Cuando se trata de ti no

tengo opción. Siempre he sido tuya, desde la primera noche.

—Ídem. —Sonrió antes de poner su cabeza en mi pecho. Yo lancé mi

mano hacia su cabello y me sentí perfectamente feliz por primera vez en mi

vida. Aquí es donde se supone que debo estar, en los brazos de William,

completamente enamorada.

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Eso no quería decir que no podríamos tener problemas en nuestra

relación. Yo regresaría a Chicago sin trabajo y no tenía ni idea de que

sucedería después. William seguiría enfrentando a Tara con la demanda,

por lo que habría que hacerle frente a los restantes asuntos de nuestra

relación. Ambos teníamos un pasado lleno de dolor y pérdidas. En muchas

ocasiones, era cierto que nosotros no tendríamos un perfecto final feliz,

pero nos teníamos el uno al otro. Y por eso, teníamos todo lo que

necesitábamos. El amor, nos convertía en los dos seres más afortunados

que hay, y todo pasó sólo por aquella noche.

Fin

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Sobre el autor

mma J. King es autora de la serie The One que incluye

cuatro novelas-One Night, One Mistake, One Regret y

One Chance.

Estos libros son de romance picante y están destinados a

público adulto solamente. Su siguiente obra, una historia de dos

partes, se estrenará en la primavera de 2013.

E