Download pdf - Puntualizaciones sobre los “pebeteros en forma de cabeza femenina” tardopúnicos. A propósito de un hallazgo reciente (2014)

Transcurridos seis años desde la aparición de un primer libro (M.C. Marín y F. Horn (eds.), Imagen y culto en la Iberia prerromana. Los pebeteros en forma de cabeza femenina, Spal Monografías IX. Sevilla 2007) sobre estas terracotas que hemos dado en llamar “pebeteros en forma de cabeza femenina”, los problemas y dudas en torno a estas piezas distan mucho de estar resueltos. Por el contrario, aquella obra contribuyó a despertar el interés y la curiosidad sobre los pebeteros, de modo que se ha continuado investigando en esa línea. En esta nueva publicación se han recogido trabajos de diversos especialistas que, desde diferentes ópticas, abordan el estudio de piezas inéditas, profundizan en el conocimiento de algunos conjuntos significativos o relacionan diferentes ámbitos culturales.


ÚLTIMOS LIBROS EDITADOS DE LA COLECCIÓN SPAL MONOGRAFÍAS

I. La Traviesa: Ritual funerario y jerarquización social en una comunidad de la Edad del Bronce de Sierra Morena Occidental

Leonardo García Sanjuán, ed.

II. Ex Oriente Lux: Las religiones orientales antiguas en la Península Ibérica

eduardo Ferrer aLbeLda, ed.

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Mª cruz Marín cebaLLoS y Fréderique horn, edS.

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XI. De dioses y bestias. Animales y religión en el Mundo Antiguo eduardo Ferrer aLbeLda, joSé MazueLoS Pérez y joSe LuiS eScacena

carraSco, coordS.

XII. Ofrendas, banquetes y libaciones. El ritual funerario en la necrópolis púnica de Cádiz

ana María niveau de viLLedary y MariñaS

XIII. Piedras con alma. El betilismo en el Mundo Antiguo y sus manifestaciones en la Península Ibérica

irene Seco Serrano

XIV. Salvación, Infierno, Olvido. Escatología en el mundo antiguo eduardo Ferrer aLbeLda, Fernando Lozano GóMez

y joSé MazueLoS Pérez

XV. Grecia ante los imperios. V Reunión de historiadores del mundo griego

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Xvi. La religión del mar. Dioses y ritos de navegación en el Mediterráneo Antiguo

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carraSco, coordS.




irene Seco Serrano







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SPAL MONOGRAFÍASXVIII


IMAGeN y cuLtO eN LA IbeRIA PReRROMANA II: Nuevas lecturas sobre los pebeteros

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IMAGEN Y CULTO EN LA IBERIA PRERROMANA II: NUEVAS LECTURAS SOBRE LOS PEBETEROS

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Imagen y culto en la IberIa prerromana II: nuevas lecturas sobre los pebeteros

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m. cruz marín ceballos ana m. JIménez flores

(coordInadoras)

SPAL MONOGRAFÍAS

Nº XVIII

Sevilla 2014

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o trasmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación mag-nética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Secretariado de Publicacio-nes de la Universidad de Sevilla.

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© DE LOS TEXTOS, LOS AUTORES 2014

© M. CRUZ MARÍN CEBALLOS, ANA M. JIMÉNEZ FLORES (COORDS.) 2014

Impreso en España-Printed in Spain

Impreso en papel ecológico

ISBN: 978-84-472-1546-1

Depósito Legal: SE 1072-2014

Impresión: Kadmos

Cofinanciado por el Proyecto HAR2011-27257 del Ministerio de Economía y Competitividad.

Motivo de cubierta: Pebetero en forma de cabeza femenina procedente de Guadalhorce-San Julián (Churriana, Málaga)

Colección: Spal MonografíasNúm.: XVIII

comIté edItorIal:Antonio Caballos Rufino (Director del Secretariado de Publicaciones) Eduardo Ferrer Albelda(Subdirector)

Manuel Espejo y Lerdo de Tejada Juan José Iglesias Rodríguez Juan Jiménez-Castellanos BallesterosIsabel López Calderón Juan Montero Delgado Lourdes Munduate Jaca Jaime Navarro Casas Mª. del Pópulo Pablo-Romero Gil-DelgadoAdoración Rueda Rueda Rosario Villegas Sánchez

A María José Pena

ÍNDICE

IntroducciónM. Cruz Marín Ceballos ..................................................................................... 11

Pebeteros en forma de cabeza femenina en la Contestania. Estado de la cuestión y perspectivas de estudioFeliciana Sala Sellés y Enrique Verdú Parra ...................................................... 19

Pebeteros en forma de cabeza femenina procedentes de los territorios malacitanosBartolomé Mora Serrano y Ana Arancibia Román ............................................ 35

El yacimiento de es Rafal (puig d’en Valls, Eivissa) y dos pebeteros en forma de cabeza femeninaJosep M. López Garí, Ricard Marlasca Martín y M. José Escandell Torres ...... 61

Los pebeteros en forma de cabeza femenina de la cueva-santuario de es Culleram (Ibiza)M. Cruz Marín Ceballos, María Belén Deamos, Ana M. Jiménez Flores, Jorge H. Fernández Gómez, Ana M. Mezquida Ortí y Frédérique Horn ..................... 85

Les brûle-parfums carthaginois et leur originalitéZohra Chérif ....................................................................................................... 115

La question de l’influence sarde sur les brûle-parfums à figure féminine découverts en péninsule IbériqueFrédérique Horn ................................................................................................. 127

Puntualizaciones sobre los “pebeteros en forma de cabeza femenina” tardopúnicos. A propósito de un hallazgo recienteAna M. Niveau de Villedary y Mariñas y Marcos A. Martelo Fernández ........ 155

Acerca de un pebetero indígena del cortijo de La Negra (El Puerto de Santa María, Cádiz)Ester López Rosendo y Ana M. Niveau de Villedary y Mariñas ....................... 173

Apéndice: El posible epígrafe neopúnico del pebetero del cortijo de La NegraJosé Ángel Zamora López ............................................................................ 195

Un pebetero en forma de cabeza femenina inédito del Museo Arqueológico de SevillaAna M. Jiménez Flores y Manuel Camacho Moreno ......................................... 197

Estudio arqueométrico de algunos pebeteros con forma de cabeza femenina del Mediterráneo occidentalCarlos P. Odriozola ............................................................................................. 215

Bibliografía .............................................................................................................. 229

Puntualizaciones sobre los “pebeteros en forma de cabeza femenina” tardopúnicos.

A propósito de un hallazgo reciente*1

Ana M. Niveau de Villedary y Mariñas**2 y Marcos A. Martelo Fernández***3

Universidad de Cádiz

1. introducción

En la última década, la nómina de “pebeteros en forma de cabeza femenina” proce-dentes de contextos púnicos se ha incrementado de forma espectacular, como queda refle-jado en los sucesivos mapas publicados sobre la distribución de los hallazgos (Muñoz Amilibia 1963: 28, fig. 1; Marín Ceballos 1987: 56, mapa 2; Pena 1991: 1110, fig. 1; Marín Ceballos 2004: 320, mapa 1 y 321, mapa 2; Ferrer y Prados 2007: 136, cuadro 1). El hecho de que los primeros ejemplares publicados se limitaran a los procedentes de ambientes ibéricos –con la única excepción de los de Ibiza, Villaricos y Mallorca– favo-reció que en un momento inicial de la investigación estas terracotas se relacionaran con el culto exclusivo a las diosas eleusinas, aunque ya por entonces se reconocía el papel de los cartagineses en la creación y, sobre todo, en la difusión posterior del tipo; pues si bien se propuso, aun sin evidencias claras, que el origen debía rastrearse en la isla de Sicilia, lugar clásico de encuentro entre las culturas griega y púnica, existió un cierto consenso en considerar que hubo de ser a través de la metrópolis norteafricana desde donde se difundieron en diversas oleadas al resto del Mediterráneo occidental tanto la iconografía como los cultos asociados.

* Este trabajo se inscribe en el marco de actuación del Grupo de Investigación “Phoenix Mediterranea” (HUM-509) del P.A.I., cuyo responsable es el Dr. D. Ruiz Mata, y del Proyecto “Religio Phoenicia Occidentalis: cultos fenicio-púnicos en el Extremo Occidente” (HAR2011-27257) dirigido por la Dra. M. Cruz Marín Ceballos.

** Profesora Titular. Departamento de Historia, Geografía y Filosofía. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Cádiz. Avenida Dr. Gómez Ulla s/n. 11003 – Cádiz (España). E-mail: [email protected]

*** Director de la intervención. Miembro del Grupo de Investigación HUM-509. Departamento de His-toria, Geografía y Filosofía. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Cádiz. Avenida Dr. Gómez Ulla s/n. 11003 – Cádiz (España). E-mail: [email protected]

156 AnA M. niVeAu de VilledAry y MAriñAs y MArcos A. MArtelo Fernández

Hasta hace unos años, en el entorno de la bahía de Cádiz, el tipo estaba represen-tado casi en exclusiva por unos pocos ejemplares, algunos de dudosa procedencia; sin embargo, la revisión de antiguos contextos y el estudio de los materiales procedentes de las excavaciones más recientes propiciaron que salieran a la luz un nada desdeñable número de piezas de esta iconografía, que aparecen tanto aisladas como formando parte de conjuntos más numerosos en muy diversos contextos (necrópolis, lugares de culto, centros productivos, lugares de habitación, etc.) (Niveau de Villedary y Córdoba 2003; Niveau de Villedary 2007 y 2009a).

La variedad tipológica y cronológica de repertorio disponible nos permitió propo-ner la existencia de distintas fases en la introducción y uso del modelo en el ámbito de influencia más directa de Gadir y las líneas generales de la evolución formal y funcional de estos, de manera que hoy, con la información disponible, se puede afirmar que se trata de un elemento ritual no solo conocido sino de uso frecuente y prolongado en ambien-tes cultuales y funerarios, así como constatar la amplitud del fenómeno, distinguiendo varias fases de uso y fabricación (Niveau de Villedary 2007). Desde la publicación de este primer trabajo de síntesis la nómina no ha dejado de incrementarse. A los primeros ejemplares publicados se sumó poco después el conjunto procedente de las excavaciones de la “Ciudad de la Justicia” (Niveau de Villedary 2009a), que permitió afinar algunos aspectos que no habían quedado lo suficientemente claros en el trabajo anterior, sobre todo en relación con la funcionalidad ritual/funeraria del tipo y su más que probable conexión con expresiones religiosas y rituales ajenas en principio a la tradición local, fruto de la influencia directa de cultos cartagineses que debieron introducir las tropas norteafricanas destacadas en la ciudad, convertida en base de operaciones de la potencia centromediterránea en Occidente, tras el desembarco de Amílcar en el puerto de Cádiz en el año 237 a.C.

Ahora, la aparición de un nuevo ejemplar nos permite incidir sobre esta tipología ritual en sus últimos momentos. Formalmente se corresponde a la Serie 2 de los docu-mentados en el horno de Troilo, lo que ratifica la producción local de esta iconografía en un momento tardío. Se trata de un modelo estilísticamente desvirtuado pero que conoce un relativo éxito, puesto que al menos se han recuperado tres ejemplares de similares características: dos hallados en el vertedero del horno donde posiblemente se fabricasen (Niveau de Villedary y Blanco 2007; Niveau de Villedary 2010a y 2010b) y este nuevo ejemplo, amortizado tras su probable uso votivo en la necrópolis. Su hallazgo en un con-texto ritual-funerario autoriza, asimismo, a volver sobre los posibles usos y funciones de esta tipología y los cultos relacionados.

2. contExto dEl hallazgo

El nuevo ejemplar de quemaperfumes procede de las excavaciones llevadas a cabo por uno de nosotros (M.A.M.F.) en el solar n.º 4 de la calle Santa María de la Soledad de Cádiz, con motivo de la construcción de un bloque de viviendas y de plazas de garaje de nueva planta en la finca. Al tratarse de una zona de alto riesgo arqueológico según la normativa urbanística vigente, se procedió a la excavación extensiva de la parcela una vez realizado su control perimetral.

157Puntualizaciones sobre los “pebeteros en forma de cabeza femenina” tardopúnicos…

La finca se localiza en el casco moderno de Cádiz, en una zona extramuros, en el límite donde se extienden las defensas de la época moderna de la ciudad (Fig. 1). El terreno decrece en dirección Suroeste hasta alcanzar la cota del mar en la playa, lo que provoca que la zona Noreste del solar, adyacente a la calle Santa María de la Soledad, quede sobreele-vada respecto a la zona Suroeste, paralela a la avenida Fernández Ladreda que linda con la playa de Santa María del Mar. La geología es la habitual en la zona y está formada por niveles de arenas bajo las que se hallan arcillas rojas que llegan hasta la roca ostionera.

Se trata de un área donde los terrenos, que no están alterados por estas enormes defensas, contienen un registro arqueológico muy rico1, relacionado tanto con las necró-polis de épocas fenicia2, púnica3 y romana4 y con el ritual funerario secundario asociado a ellas, como con diversas actividades industriales5.

Centrándonos ya en el tema que nos ocupa, en el solar de la calle Santa María Soledad se documentan, como resultado de los trabajos arqueológicos realizados entre los años 2011 y 2012, dos fases arqueológicas diferenciadas, una tardopúnica y otra romana altoimperial.

1. Se trata, en la mayoría de los ejemplos citados de excavaciones preventivas inéditas, cuyos resultados, no obstante, quedan recogidos en los informes y memorias preceptivas depositadas en la Delegación Provincial de Cultura de Cádiz, donde se han consultado los correspondientes expedientes.

2. Se han constatado hallazgos de necrópolis de cronología fenicia en el solar del “Edificio de Telefónica” y en el cruce entre las calles García Merchán y Santa María Soledad, donde se documentó una necrópolis fenicia del siglo VI a.C.

3. Materiales fechables en el siglo V a.C. se han localizado en la avenida de Andalucía n..º 21 a 27 (Niveau de Villedary 2009b: 54), en una zona de posible funcionalidad ritual en época púnica si tenemos en cuenta los hallazgos de terracotas realizados en un solar cercano en 1992 (Sibón 1993), el posible altar de ofrendas donde apa-reció otro conjunto de pebeteros en la parcela colindante con la anterior (Niveau de Villedary y Córdoba 2003) y el pozo del siglo III a.C. del n.º 19 de la misma avenida (Niveau de Villedary 2001: 217). Se trataría de una zona ritual de naturaleza funeraria, que forma parte del paisaje de la necrópolis. Restos del cementerio del s. III a.C. aparecen en el vecino “Chalet Varela”, y se ha excavado un sector de la necrópolis tardo-púnica entre la calle Santa María del Mar y la calle Santa Cruz de Tenerife. Además, hay que citar las intervenciones arqueológicas de los años 80 vin-culadas a la instalación del alcantarillado en extramuros, donde se evidencian restos funerarios púnicos y romanos.

4. De esta época tenemos documentada en la calle General Ricardos una necrópolis con 5 columbarios y otras tumbas con cronologías que van desde el periodo republicano (siglos II-I a.C.) hasta el periodo bajo imperial (siglo IV d.C.). Otras estructuras similares se han excavado en la avenida de Andalucía, con 2 columbarios del siglo I d.C. en el solar del n.º 31; y 3 columbarios en los n.os 15-17. También se localizó un columbario en la calle Juan Ramón Jiménez n.º 5 relacionado con una necrópolis altoimperial, junto a inhumaciones en cistas bajoimperiales, y otro en el citado “Chalet Varela”, junto a una necrópolis tardopúnico-romana de los siglos III a.C. al II d.C. Otras huellas de los cementerios tardopúnicos y romanos aparecen en solares cercanos como el situado en la intercesión entre la calle García Merchán y la avenida de Andalucía, donde se excavaron 5 fosas con inhumaciones e incineraciones del siglo II a.C.; o en la calle Acacias esquina Santa Cruz de Tenerife, solar en el que se descubrieron 48 fosas con inhumaciones e incineraciones del s. I d.C. En las obras de alcantarillado en el cruce entre la calle Santa Cruz de Tenerife y la avenida de Andalucía, se documentan también 13 tumbas de inhumación e incineración del siglo I d.C. Más restos de la necrópolis romana han sido localizados en los solares del “Colegio de Ingenieros” en la calle Acacias, con 5 incineraciones y una inhumación de cronologías en torno a los siglos I-II d.C., en el de la avenida de Andalucía n.os 21 a 27, donde se sitúan 235 tumbas, en el de la avenida de Andalucía n.º 19, donde se descubrieron 45 tumbas con cronologías que van del siglo I a.C. al II d.C. y en el solar ubicado entre las calles Santa María del Mar y Santa Cruz de Tenerife, con tumbas romanas que aparecen junto a un pozo y un horno.

5. La existencia de otras estructuras no funerarias de época romana se constata a partir del alfar documen-tado en 1989 en la avenida de Andalucía n.os 8 y 10. Asimismo, en la calle Juan Ramón Jiménez n.º 5 apare-cieron restos relacionados con actividades industriales pesqueras del siglo I d.C. Además, se han identificado algunas estructuras como piletas de salazón en las obras del “Edificio de Telefónica” y en el alcantarillado de extramuros, aunque esta interpretación está hoy en revisión, pues posiblemente se trate de piletas rituales rela-cionadas con la necrópolis (Niveau de Villedary y Gómez 2010).


La fase tardopúnica, encuadrada en el siglo II a.C., está constatada en toda la extensión de la finca, aunque es posible diferenciar la esquina oeste del solar, donde se localizan cinco inhumaciones, del resto de la parcela, en la que siguiendo la estructuración habitual de la necrópolis gaditana no aparecen enterramientos y, por el contrario, se documentan hasta 13 fosas rellenas con materiales de este momento. Se comprueba, una vez más, la diferencia-ción espacio-funcional que venimos defendiendo para la necrópolis gaditana desde hace más de una década (Niveau de Villedary 2001; por último: Niveau de Villedary e.p.).

La tipología de las inhumaciones oscila entre las fosas simples excavadas en la arena y en las arcillas rojas (como las Inhumaciones 2, 3 y 5) a las fosas simples con cubiertas de tégula (como la Inhumación 4), pasando por las fosas simples que se cubren de lajas de piedra ostionera (Inhumación 1). El ajuar que contienen estas inhumaciones es escaso, resaltando el de la Inhumación 2, que presenta cuentas de cornalina roja y un anillo de bronce del tipo “chatón”. La tipología de las tumbas, así como su orientación oeste-este y los ajuares, junto a la presencia de cerámicas barnizadas “tipo Kuass”, denotan el carácter púnico de esta necrópolis, aunque la aparición de ánforas T-9.1.1.1. y de vasos de barniz negro de campaniense A apunta ya al siglo II a.C. De esta forma, se atestigua la perviven-cia y continuidad de materiales y rituales púnicos en momentos romanos republicanos, algo ya constatado en algunos alfares de la Bahía de Cádiz (Montero et al. 2004) y en la propia necrópolis gaditana (Niveau de Villedary y Blanco 2007).

Las fosas de esta fase muestran distintos tamaños y morfologías, siendo más frecuen-tes las de planta de tendencia oval, aunque los materiales que contienen presentan cierta homegeneidad, predominando los cerámicos que aparecen junto a restos óseos faunís-ticos y malacofauna y algunos fragmentos metálicos. Entre las cerámicas destacan las de barniz negro campaniense junto a otras barnizadas “tipo Kuass” de fabricación local, así como ánforas de tipología púnica y cerámica común. Entre los metales predominan los clavos de hierro y bronce, aunque también ha aparecido algún anzuelo de bronce y monedas de la ceca de Gades de fines del siglo III a.C. La funcionalidad de estas fosas se ha relacionado con la amortización de materiales utilizados en rituales propios de la

Fig. 1. Situación del hallazgo.


necrópolis gaditana, barajándose con la posibilidad de la celebración en la misma de grandes festines con carácter periódico (Niveau de Villedary 2009b).

La fase romana altoimperial comenzaría en los momentos iniciales del siglo I d.C. A esta etapa correspondería una inhumación en fosa simple situada en la esquina sur del solar. El enterramiento, excavado en la arena, se orienta de oeste a este y presenta un rico ajuar, que incluye un anillo de oro con sello, un espejo de bronce, una aguja de hueso, 11 ungüentarios de vidrio, una lucerna, 4 vasos de paredes finas y una moneda de bronce datada en el cambio de era. A escasa distancia, hallamos otra inhumación en fosa simple y con la misma orientación pero sin apenas ajuar. Las primeras estructuras de esta fase romana que se localizan en la mitad noreste del solar corresponden a restos de un suelo de opus signinum, algunas canalizaciones y una pileta de planta rectangular con dos escalones en su extremo sur (Fig. 2). Este tipo de estructuras se ha localizado en otras excavaciones de la necrópolis de la ciudad de Cádiz y podrían relacionarse con el uso del agua en rituales funerarios (Niveau de Villedary y Gómez 2010).

Fig. 2. 1. Plano del solar con indicación de las fosas y estructuras de época altoimperial. 2. Detalle de las mismas.


En momentos más avanzados del siglo I d.C. se situarían las 14 fosas romanas documentadas. Se trata de estructuras que contienen abundantes materiales cerámicos y óseos. Entre las cerámicas, junto a fragmentos de cerámica común y de ánforas, sobre todo de Dressel 7/11, destaca la presencia de copas y cuencos de terra sigillata itálica y sudgálica, vasos “de paredes finas” y vasos con forma de ave o askoi. Las características formales de estas de estructuras y su posición estratigráfica, que corta niveles más anti-guos, así como los elementos que las rellenan: huesos de fauna, askoi, opérculos o tapa-deras, clavos de hierro y bronce, restos de ungüentarios de vidrio y algunos fragmentos de lápidas funerarias en mármol, nos permiten identificarlas como vertederos relacio-nados con limpiezas periódicas del espacio funerario, un hecho que debió ser habitual en la necrópolis considerando los ejemplos conocidos (Niveau de Villedary 2009b: 72). Entre el relleno también es frecuente la presencia de restos de opus signinum de mediano y gran tamaño y de revocos decorados que pertenecerían a estructuras anteriores des-manteladas. Para la fase romana resulta de especial interés la documentación de un pozo que alcanza una profundidad de al menos 14 m, y que presenta la particularidad de la reutilización de envases anfóricos en su sistema constructivo. La estructura se encuentra colmatada con materiales similares a los que rellenan las fosas. Cortando algunas de las fosas y estructuras anteriores, como una de las canalizaciones, se documentan una serie de cimentaciones realizadas principalmente con cantos, que corresponderían a una fase constructiva posterior arrasada de la que no tenemos apenas más vestigios, y que aparece cubierta por un nivel de abandono donde entre otros materiales se halló una moneda del siglo IV d.C. que lo fecha.

En una de las fosas romanas (UE94) se localizó el fragmento de pebetero de cabeza femenina objeto de estudio de este trabajo. La fosa presenta una planta de tendencia oval, con unas dimensiones de 5 x 4 m (Fig. 3, 1) y una potencia máxima de 1’3 m, diferenciándose en su interior hasta seis niveles de relleno (Fig. 3, 2). El estrato superior (UE95), de donde proviene el pebetero, está formado por arenas oscuras mezcladas con cenizas y contiene diversos materiales romanos altoimperiales –fragmentos de vidrio, hierro, bronce, agujas de hueso, lucernas, opérculos, cerámicas de paredes finas, “sigi-llatas”, ánforas y cerámicas comunes– revueltos con restos tardopúnicos anteriores como un Gades de bronce, fragmentos de askoi, ungüentarios, ánforas de tipologías púnicas y cerámicas “tipo Kuass”.

3. El nuEvo EJEmplar dE “pEbEtEro En forma dE cabEza fEmEnina”

La pieza en cuestión apareció entre el relleno de una fosa romana, amortizada una vez finalizada su vida útil. El fragmento conservado presenta unas dimensiones de 7’3 cm de longitud máxima por 4’4 cm de anchura y se corresponde con el rostro, cuello y arranque del pelo de la figura (Fig. 4). Por el lado derecho se encuentra fragmentada a la altura del rostro mientras que por el izquierdo se prolonga hasta el cabello. Las facciones se hallan muy desdibujadas, posiblemente por el desgaste del molde que, en origen, tampoco hubo de representar pormenorizadamente los detalles de la figura, de hecho no se advierten ni los ojos, ni el cabello, que aparecen respectivamente como simples rehundimientos o


Fig. 3. 1. Vista general de la fosa donde se halló el ejemplar de “Pebetero en forma de cabeza feme-nina”. 2. Sección de la misma con indicación de los diferentes niveles de relleno.

abultamientos. Tampoco se señala la boca de la figura. Los rasgos más significativos son la nariz y el mentón, muy desarrollados, desproporcionados y poco armónicos, sobre todo este último lo que le otorga al rostro un aspecto envejecido, no acorde en principio con el modelo de mujer joven que reproduce el tipo clásico.

Al no conservarse más que el rostro, desconocemos el resto de los detalles iconográ-ficos, aunque por los paralelos conocidos y la cronología de la pieza podemos presuponer que se correspondería con el Tipo IV de Pena / Tipo V de Cherif, el modelo más evolu-cionado caracterizado por no presentar decoración en el kalathos, por el velo desplegado formando aletas laterales, la cazoleta superior cerrada, etc.


Fig. 4. 1. Vistas frontal, posterior y laterales del fragmento de “pebetero en forma de cabeza feme-nina”. 2. Dibujo frontal y lateral de la pieza (Autoría: E. López Rosendo).


Fig. 5. 1. Vista frontal de los pebeteros de la “Serie 2” del horno de la c/ Troilo. 2. Vista posterior (Niveau de Villedary 2007. Lám. VI).


El análisis visual de la pasta parece indicar una procedencia local. La figura se modela con arcillas rojizas, finas aunque con numerosos desgrasantes de granulometría muy fina: cuarcitas, mica plateada y pequeños nódulos calizos que afloran a la superficie formando pequeñas vacuolas, destacando algún núcleo ferruginoso de mayores dimensiones. La superficie exterior se recubre de un ligero engobe de la misma pasta, bastante perdido por el desgaste de la pieza que presenta también algunas concreciones postdeposicionales. La cara interna, no visible, aparece simplemente alisada y rehundida en su parte central, seguramente mediante un instrumento romo o incluso por el dedo del alfarero, para ayu-dar a que la arcilla penetre en el molde en el lugar donde se encuentran los elementos más preeminentes del rostro: nariz y mentón.

La fisionomía de esta terracota remite a dos de los ejemplares hallados en la fosa de vertidos del horno de Troilo (Niveau de Villedary y Blanco 2007: 205; Niveau de Villedary 2010b: 464, fig. 7), concretamente a los que incluimos en el Grupo 2 (Fig. 5), caracterizados precisamente por tratarse de un modelo estilístico desvirtuado, en el que se ha perdido la armonía clásica y no se representan los detalles secundarios (Niveau de Villedary 2007: 173). Recordamos que los dos ejemplares de Troilo, aunque fabricados en arcillas diferentes –si bien locales– procedían de un mismo molde; en cambio, aunque en principio nos pareció por los rasgos generales que esta nueva terracota pudiera haberse fabricado con la misma matriz que las dos que ya conocíamos, tras el estudio minucioso de la pieza queda descartada esta posibilidad. Las dimensiones generales son muy simi-lares pero algunos detalles, en concreto el cabello de la imagen, en este caso apenas perceptible mientras que en los ejemplares de Troilo se asemeja a una abultada “peluca”, y el diferente perfil de la frente de las figuras (Fig. 6), nos llevan a plantear la existencia de al menos dos moldes o matrices que reproducen el mismo modelo iconográfico tardío, y nos permite matizar algunas de las conclusiones a las que habíamos llegado en trabajos anteriores acerca de la perdurabilidad y uso del tipo en sus momentos finales.

4. la fabricación tardía dE “pEbEtEros En forma dE cabEza fEmEnina”

Si bien para etapas anteriores contamos con posibles indicios de la fabricación de pebeteros en el ámbito de la bahía de Cádiz (Niveau de Villedary 2007: 177), ésta solo queda plenamente constatada en momentos tardíos gracias a la aparición de cuatro ejem-plares bastante completos y un importante número de fragmentos en un pequeño alfar excavado en el año 1998 en la calle Troilo en la capital gaditana (Niveau de Villedary y Blanco 2007; Niveau de Villedary 2010a y 2010b).

El horno se sitúa en el cinturón periurbano de la ciudad y su producción debió estar destinada a surtir de elementos cerámicos, vasculares y cultuales a la vecina necrópo-lis. Entre las formas recogidas en el interior de la estructura, muy numerosas ya que el horno se hundió cuando aún estaba cargado, predominan los típicos cuencos-tapaderas que usualmente cubren las urnas cinerarias en la necrópolis tardo-púnica y republicana de Gades y una suerte de recipientes troncocónicos, de los que desconocemos su funciona-lidad y que hemos denominado “cubiletes”. Otra acumulación importante de materiales, entremezclados con cenizas, se documenta en la fosa que se abre en el praefurnium del


Fig. 6. Troilo. 1. Pebetero n.º 1 (Niveau de Villedary 2007. Fig. 8). 2. Pebetero n.º 2 (Niveau de Villedary 2007. Fig. 9).


horno, una especie de vertedero donde se acumularían los residuos procedentes de las limpiezas de la cámara. Este conjunto es sensiblemente inferior desde el punto de vista cuantitativo pero, sin embargo, presenta una mayor diversidad formal, destacando los restos de dos tipos de vasijas con una clara funcionalidad cultual: askoi zoomorfos y “pebeteros en forma de cabeza femenina”.

Además de alrededor de una docena de fragmentos menores pertenecientes a la parte posterior, el kalathos y la base de las figuras, se han recuperado cuatro piezas, con diferente grado de conservación, pertenecientes a otros tantos ejemplares de thymiateria antropomorfos.

En la publicación monográfica del conjunto apostábamos por la fabricación local de estos elementos, basándonos en la procedencia contextual de las mismas (ya que aparecen en una fosa con restos de pellas de arcilla, cenizas y otros materiales fragmentados que interpretábamos como los restos de las limpiezas de la cámara del horno), en el análisis visual de las pastas, en la existencia de un defecto de cocción en una de las cazoletas, pero, sobre todo, en la constatación de que los ejemplares documentados se realizaron con dos únicos moldes, estilística y tipológicamente divergentes (Niveau de Villeday y Blanco 2007: 205). Aunque ambos se corresponden, en líneas generales, con el modelo evolucionado (Tipo IV de Pena y Tipo V de Cherif), el que denominamos “Grupo 1” pre-sentaba un estilo muy cuidado, caracterizado por las facciones y las proporciones armo-niosas de la figura y por la representación minuciosa de los detalles secundarios: peinado, cinta sobre el cabello y pendientes; que contrastaba a primera vista con el estilo burdo y poco armónico de los dos ejemplares del “Grupo 2”, en los que se eliminan por completo los detalles secundarios.

Esta dualidad nos llevó a plantear la “re-introducción” del modelo en la bahía de Cádiz hacia mediados del siglo II a.C., redefinido desde el punto de vista iconográfico y regenerado, si atendemos a criterios estilísticos (Niveau de Villedary 2007: 187). La pre-sencia de los ejemplares del “Grupo 1”, con características que recuerdan a algunas de las terracotas originarias de Cartago, se puso en relación con la entrada directa de modelos procedentes de la metrópolis centromediterránea, sin descartar la llegada de los propios artesanos, una vez que la ciudad norteafricana es definitivamente arrasada a mediados del siglo II a.C. Las piezas del “Grupo I” se fabricarían a partir de moldes realizados con pro-totipos originales llegados de la propia Cartago, si nos atenemos a la apariencia del ejem-plar mejor conservado (Fig. 7), en el que a pesar del cuidado con el que se representan los detalles presenta una apariencia gastada, compatible con un supuesto sobremoldeado (Horn 2007: 282). Este impulso creativo, potenciado por la entrada de nuevos tipos, mol-des y artesanos, traerá como consecuencia la prolongación de la producción y el uso del modelo a lo largo de todo el siglo II a.C.

Es en este contexto en el que debemos entender la creación de un tipo local novedoso, el representado por el “Grupo 2” de Troilo, al que también pertenece la nueva terracota hallada. Estos ejemplares serían el resultado de manos menos expertas y de moldes ya por completo locales, que han perdido los detalles y las proporciones de los prototipos importados directamente de Cartago o de los primeros ejemplares sobremoldeados a partir de estos. Se trata de piezas que estilística y artísticamente se encuentran bastante alejadas de los últimos modelos cartagineses pero que, sin embargo, y en contra de lo que defendimos en un primer momento (Niveau de Villedary 2007: 186), conservan aún


todo el significado cultual y religioso encarnado por esta iconografía desde sus orígenes.

A nuestro juicio, tanto la introduc-ción de este último tipo cartaginés como la consiguiente reinterpretación tardía gaditana del modelo deben contextua-lizarse en el “renacer cultural púnico” al que se asiste a mediados del siglo II a.C. El fenómeno, que se manifiesta en numerosos aspectos cotidianos, cultura-les, productivos e ideológicos, supone la reactivación de la iconografía, en lo que lejos de ser un hecho puntual y ais-lado, representa la creación de un nuevo modelo, cronológicamente tardío, con una difusión local, pero más amplia de lo que en principio habíamos supuesto, seguramente con el mismo significado ritual y religioso. Si los ejemplares anteriores, los de Troilo, probaban la producción local gaditana del tipo, el ejemplar hallado ahora nos permite ase-gurar que se siguen utilizando con las mismas funciones religiosas y cultua-les que tradicionalmente, con mucha probabilidad con connotaciones funerarias por su hallazgo en la necrópolis. Apostamos entonces por la continuidad no solo formal e icono-gráfica, sino también simbólica de esta iconografía a lo largo de toda su evolución inclu-yendo sus etapas finales; fabricada y utilizada por una población esencialmente púnica desde el punto de vista cultural, ideológico y religioso. Esta idea se ve reforzada por la existencia de otra pieza, hasta ahora ignorada a pesar de llevar expuesta más de 30 años. Hablamos del pebetero de imitación conservado en el Museo de El Puerto de Santa María, también tratado en este volumen, y que permite asegurar la extensión, continuidad y uso tradicional del tipo en momentos cronológicos avanzados.

5. uso Y función dEl modElo. los “pEbEtEros En forma dE cabEza fEmEnina” procEdEntEs dE contExtos funErarios

El propio nombre por el que desde los inicios de la investigación se denomina a estas terracotas, “pebeteros en forma de cabeza femenina” (Muñoz Amilibia 1963: 9 y 37), está indicando ya la principal función que se les atribuye, que no es otra que la de quemar perfumes y otras sustancias aromáticas (Pena 2007: 28), y que en principio viene avalada tanto por la existencia de orificios en la cazoleta superior que serviría de parrilla, como por la presencia de restos de carboncillos o trazas de combustión en ellas. No obstante, la

Fig. 7. Pebeteros de la “Serie 1” del horno de la c/ Troilo.


ausencia de orificios en muchos de los ejemplares documentados, sobre todo en los tipos más tardíos, ha llevado a poner en duda dicho uso o, al menos, la continuidad del mismo en el tiempo; la opinión más generalizada ha pasado a ser que, aunque posiblemente la forma se cree en un principio para servir de incensario, esta va cediendo terreno a su uso como exvoto (Pena 2007: 18), por lo que pronto los rasgos funcionales característicos (sobre todo la cazoleta horadada) se pierden y su finalidad principal, frente a la original, termine siendo la votiva. La interpretación de estas terracotas como kernoi para la ofrenda de las primicias agrícolas, planteada en origen por Cintas y retomada por Ruiz de Arbulo (1994: 164), no ha encontrado eco en la investigación, siendo, por el contrario, objeto de fuertes críticas (Pena 1996: 49-50). La realidad es sin embargo más compleja, pudiéndose dar el caso de ejemplares sin orificios en los que se quemaran sustancias aromáticas, lo que técnicamente es posible, y en el caso contrario piezas con la cazoleta horadada de uso exclusivamente votivo. Tampoco la variable cronológica es condicionante, ejempla-res tempranos pueden haberse utilizado como exvotos y piezas tardías como thymiate-ria. Conocemos el caso concreto de una imitación procedente de un contexto indígena republicano6 con trazas de combustión en su interior, lo que nos invita a reconsiderar la interpretación general y a admitir la perduración, al menos en algunos casos, de la función original para la que fue creada la iconografía. Y por último, conviene subrayar que ambos usos no tienen por que ser –ni son– excluyentes.

Por su parte, los contextos en los que las piezas han sido halladas, fundamental-mente depósitos votivos relacionados con ambientes sacros o funerarios, contribuyen a reforzar estas interpretaciones y tanto como thymiateria o como ofrendas votivas, las imágenes remiten a cultos a divinidades femeninas con connotaciones fertilísticas, mater-nales y ctónicas, protectoras de la vida y del Más Allá. Para los ejemplares hallados en áreas indígenas, donde la iconografía penetra con gran éxito, se ha propuesto una triple funcionalidad: ofrendas votivas en los santuarios, objetos de culto en probables capillas domésticas y piezas pertenecientes a ajuares funerarios (Marín Ceballos y Horn 2007: 9). A éstas habría que añadir su uso en el desarrollo de cultos funerarios (Niveau de Ville-dary y Córdoba 2003; Niveau de Villedary 2009a). De hecho, muchos de los conjuntos conocidos se han recuperado en contextos cercanos a los cementerios donde, al menos en ambientes púnicos, parecen cumplir una función ritual, ya sea votiva o como pebeteros. Es el caso de las terracotas procedentes del interior de una cisterna votiva del santuario rural de Villaricos (López Castro 2004), situado a 250 m de la necrópolis, del depósito de figuritas del puig des Molins, o de la propia “cachette Delattre” de Cartago, junto a la necrópolis des Rabs (Horn 2007: 259).

En el caso concreto que nos ocupa la pieza aparece en un depósito secundario empla-zado en la necrópolis, amortizada una vez finaliza su vida útil, aunque se puede intentar adivinar la función para la que fue creada y el uso concreto que se le dio. En principio, el fragmento conservado –recordemos que tan solo ha llegado a nosotros el rostro y parte del cabello de la figura– no permite llegar a conclusiones definitivas sobre su utilización. Si nos atenemos a los paralelos más cercanos, debió pertenecer a un pebetero del Tipo evolucionado (Pena IV/Chérif V), que debemos presuponer desprovisto, como los ejem-plares del horno de Troilo, de orificios en la cazoleta del kalathos. Su procedencia de

6. Ver López Rosendo y Niveau de Villedary en este mismo volumen.


contextos funerarios/rituales tardopúni-cos (finales siglo II/primera mitad del I a.C.?) nos remiten a un posible uso como exvoto, sin que se excluyan otras posibilidades.

De hecho, la aparición de estas iconografías en ambientes funerarios se ha explicado por la simbología escato-lógica del objeto en su concepción de thymiaterion (es decir de incensario), con connotaciones psicopompas, al menos en los primeros momentos (Clúa 1988: 36). Lo cierto es que alguno de los conjuntos recuperados en la ciudad de Cádiz, en concreto los ejemplares amortizados en la fosa de la pequeña área sacra de avenida de Andalucía, situada a cielo abierto en plena necró-polis, proceden de contextos en los que se han llevado a cabos diferentes rituales, entre ellos la combustión de sustancias aromáticas, como demuestra la presencia de carboncillos y cenizas y algunas de las tipologías vasculares que acompañan a las terracotas: botellitas y ungüentarios, quemaperfumes de doble plato, etc. (Niveau de Villedary y Córdoba 2003: 134-136, figs. 9 y 11). En el caso de los tres ejemplares hallados en una de las fosas de la “Ciudad de la Justicia” (Niveau de Villedary 2010c), la situación es similar a la descrita. Desconocemos su función ori-ginal y el uso que se les dio, puesto que proceden de contextos secundarios y no están completos (Niveau de Villedary 2009a), aunque presuponemos una utilización cúltico/ritual con connotaciones ctónicas. Algo más de información nos ofrece un cuarto ejem-plar proveniente de la excavación del mismo solar, ya que en este caso apareció algo más completo y en las cercanías de un grupo de tumbas formado por ocho cremaciones in situ tipo bustum cubiertas por una estructura realizada a base de mampuestos irregulares que se recubren con un mortero de cal como enlucido (Sibón et al. 2010). El hecho de que los enterramientos presenten una tipología particular, alejada de las tumbas características de la necrópolis púnico-gaditana del momento (finales siglo III a.C.), nos ha llevado a interpretarlas como las sepulturas de individuos foráneos, no gaditanos, que se entierran siguiendo sus propias costumbres (Niveau de Villedary 2007: 194). Por el contexto histó-rico estamos hablando del periodo de ocupación de Cádiz por las tropas cartaginesas, por lo que podría tratarse de parte de los contingentes norteafricanos –cartagineses o no– que se encuentren en esos momentos en la ciudad. De acuerdo a esta explicación, el pebetero hallado en las inmediaciones, que responde al tipo clásico (Tipo I de Pena y Cherif) (Fig. 8), muy probablemente fuera introducido en la capital gaditana por estas poblaciones y

Fig. 8. Ejemplar de “pebetero en forma de cabeza femenina” hallado en el solar de la “Ciudad de la Justicia” (Niveau de Villedary 2009a. Lám. 4, 3).


junto a la iconografía posiblemente también se importen los cultos y ritos asociados a ella, que en este caso serían de carácter funerario.

Cabe entonces preguntarse si estos ritos serían ofrecidos a divinidades concretas. Posiblemente si la iconografía es importada y si estas piezas son utilizadas por individuos foráneos en sus propios ritos, las divinidades de referencia serían también las de origen fuera cual fuera este. Si fieles, imágenes y cultos provienen de Cartago podemos pensar en Tanit o en Deméter, pues sabemos que en la metrópolis norteafricana conviven los dos cultos y ambos se relacionan con estas terracotas. Ahora bien, creemos que la cuestión de a qué divinidades se representa y se ofrece culto con estas imágenes no tiene tanta tras-cendencia como se le ha querido otorgar, pues aun asumiendo que el tipo se creara para el culto a una deidad determinada, el indudable éxito con que se propagó propició que se adoptara y adaptara según las circunstancias, el momento cronológico y el lugar a los cultos locales sin más requisitos que el compartir una serie de características universales: en principio se trata de divinidades femeninas, con rasgos fertilísticos, maternales, pro-tectores de la vida y del Más Allá (¿también psicopompos?). Como algunos autores han resumido la divinidad representaría la idea primaria de fecundidad y vida comportando también una vertiente ctónica (Bobillo y García Morillo 2007: 149-149). Mientras que en las zonas agrícolas predominaría la visión de la diosa como garante de la fertilidad de las cosechas, en las zonas marinas posiblemente haya que relacionarla con la productividad en la pesca y con la protección a la navegación, y en contextos funerarios, como el que nos ocupa, prevalecerían los rasgos ctónicos. En conclusión y en palabras de Arteaga, Blech y Roos: “la gran difusión y los contextos tan diferentes hacen imposible que se trate de un objeto propio del culto a una diosa concreta, más bien parece que se trata de una forma “abierta” a diversas interpretaciones de su función y a diferentes identificaciones según las zonas” (2007: 250).

6. rEcapitulación Y conclusionEs

En las páginas precedentes hemos presentado un nuevo ejemplar de “pebetero en forma de cabeza femenina” procedente de la necrópolis gaditana. Este hallazgo no hace sino atestiguar el éxito de la iconografía en la bahía de Cádiz y se suma al ya impor-tante número de ejemplares que conocíamos. El espectacular incremento de piezas en los últimos años gracias a las intervenciones arqueológicas más recientes, nos lleva a considerar que el uso funerario de estas terracotas debió ser mayor del que en principio pudiera parecer y que la revisión de los materiales procedentes de las antiguas excavacio-nes posiblemente arroje más de un hallazgo que hasta ahora haya pasado desapercibido. No cabe duda, con los nuevos datos sobre la mesa, que Gadir hubo de ser uno de los principales centros de difusión y de fabricación del tipo en el extremo-occidente, si no el más importante.

A pesar de su carácter fragmentario, los rasgos estilísticos de la figura nos han permi-tido incluirla dentro de la producción tardía local que habíamos documentado en el horno de Troilo y, por tanto, constatar el vigor de la iconografía aun en sus momentos finales.

Por su parte, su aparición en la necrópolis, aunque se haya localizado en un con-texto secundario, confirma el uso de estos pebeteros en cultos funerarios, puede que como


exvotos pero creemos que muy probablemente con su función primigenia de quemar perfumes, o, al menos, por el simbolismo implícito que conlleva su propia presencia. Por tanto, frente a lo defendido en anteriores trabajos, pensamos que la iconografía continúa teniendo un significado para el fiel. El uso de pebeteros debe explicarse en un contexto histórico-cultural más general que se enmarca en toda una tradición de cultos de raigam-bre semita que perviven en la ciudad durante el periodo tardopúnico y que se revigorizan por el renacimiento cultural “púnico” al que se asiste a mediados del siglo II a.C.

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