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Carlos Marx define el concepto de poder como “el de las clases dominantes sobre las dominadas, que se origina en la esfera económica y se ejecuta, en último término, desde el Estado o sus aparatos represores (estamentos de seguridad) o ideológicos (Meduca/Iglesia), y la distribución desigual del poder existe independientemente de las intenciones o propósitos de las personas”. En cambio, para Max Weber el poder es “la posibilidad de imponer la propia voluntad dentro de una realidad social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad”. Ambas definiciones encajan perfectamente en la actual realidad panameña, en lo social, político, económico y últimamente en lo cultural (veto presidencial a la Ley que crea el Ministerio de Cultura). Si usted sigue las ideas de Marx (materialismo histórico o marxismo) diría que el poder del Gobierno responde a las clases dominantes (burguesía/clase alta/empresarios), y si son las de Weber (funcionalista o estructural funcionalista), el Gobierno impone su voluntad a la sociedad panameña (principalmente a Juan pueblo) aun en contra de su voluntad. Es decir, no importa de qué lado se coloque, como socialistas de izquierda o capitalista de derecha, el poder actual del Gobierno está demostrando que puede hacer a voluntad lo que desee a nivel legislativo, judicial, gubernamental y, sobre todo, que lo aprobado o hecho es “legal”, como lo expresan sus defensores (ministros y voceros oficiales) en los medios de comunicación. Estamos frente a un poder absoluto legalmente establecido. En cuanto a la ideología, la teoría marxista la define como: “el conjunto de creencias falsas de las que se han servido las clases dominantes para mantener su situación privilegiada”. Y para el lenguaje cotidiano o aceptación más corriente: “las ideologías son creencias acerca del modo en que debería organizarse políticamente una sociedad. El socialismo, el neoliberalismo, el racionalismo, son ideologías”. En el caso panameño, en estos últimos 20 años de “democracia” hemos visto varias ideologías gobernar (panameñismo y torrijismo) y a la actual se le denominaría martinelismo, por ser el líder del partido político gobernante. En materia de ideologías se observa claramente en

Panama y sus gobernantes

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Page 1: Panama y sus gobernantes

Carlos Marx define el concepto de poder como “el de las clases dominantes sobre las dominadas, que se origina en la esfera económica y se ejecuta, en último término, desde el Estado o sus aparatos represores (estamentos de seguridad) o ideológicos (Meduca/Iglesia), y la distribución desigual del poder existe independientemente de las intenciones o propósitos de las personas”. En cambio, para Max Weber el poder es “la posibilidad de imponer la propia voluntad dentro de una realidad social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad”.

Ambas definiciones encajan perfectamente en la actual realidad panameña, en lo social, político, económico y últimamente en lo cultural (veto presidencial a la Ley que crea el Ministerio de Cultura).

Si usted sigue las ideas de Marx (materialismo histórico o marxismo) diría que el poder del Gobierno responde a las clases dominantes (burguesía/clase alta/empresarios), y si son las de Weber (funcionalista o estructural funcionalista), el Gobierno impone su voluntad a la sociedad panameña (principalmente a Juan pueblo) aun en contra de su voluntad.

Es decir, no importa de qué lado se coloque, como socialistas de izquierda o capitalista de derecha, el poder actual del Gobierno está demostrando que puede hacer a voluntad lo que desee a nivel legislativo, judicial, gubernamental y, sobre todo, que lo aprobado o hecho es “legal”, como lo expresan sus defensores (ministros y voceros oficiales) en los medios de comunicación.

Estamos frente a un poder absoluto legalmente establecido.

En cuanto a la ideología, la teoría marxista la define como: “el conjunto de creencias falsas de las que se han servido las clases dominantes para mantener su situación privilegiada”. Y para el lenguaje cotidiano o aceptación más corriente: “las ideologías son creencias acerca del modo en que debería organizarse políticamente una sociedad. El socialismo, el neoliberalismo, el racionalismo, son ideologías”.

En el caso panameño, en estos últimos 20 años de “democracia” hemos visto varias ideologías gobernar (panameñismo y torrijismo) y a la actual se le denominaría martinelismo, por ser el líder del partido político gobernante. En materia de ideologías se observa claramente en estas tres que responden a pensamientos de un líder con cierto carisma, que en su momento electoral o por imposición forzosa, hizo creer al pueblo que le resolvería los problemas de pobreza, salud, seguridad, educación, alimentación y trabajo, entre los más importantes.

En el caso de los dos primeros, sus ideologías mostraron elementos importantes como la identidad nacional, el nacionalismo y la soberanía contra la ocupación militar de Estados Unidos en la Zona del Canal; a pesar de que la burguesía siempre les dio la vuelta a estos líderes, obligándolos a mantener los privilegios de esta clase social. Al menos, lograron “rociar” un poco más de las riquezas a más población de la que había antes de 1968.

En el caso del último gobierno, el cambio como ideología, se devela ante la sociedad panameña cada día más, haciendo despertar a los soñadores del dopaje electoral del 4 de mayo de 2009, cuando se inyectó a un 60% de los votantes esa ideología alucinante que, como toda droga que deja de suministrarse, empieza a perder sus efectos. Y lo más sorprendente, es que la droga la tomaron tanto empresarios como trabajadores, pero es evidente que más afectados son los obreros.

El efecto de esta droga cambista de última generación, ya tiene un alto costo (endeudamiento hasta un máximo de 4 mil millones de dólares, con el aumento del déficit fiscal) en la economía panameña, que

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crece tan rápido como producimos riquezas en la lógica de su ideología de un cambio de nuevos dueños de las riquezas.

En conclusión, no se puede negar que el Cambio Democrático, a pesar de ser una partido nuevo en comparación de los otros vigentes, tiene su ideología y poder bien definidos, aunque su membresía no es otra cosa que una mezcla de todos los políticos que se hicieron en los partidos tradicionales, lo que permite pensar que lo único nuevo del partido solo está en el nombre, porque su esencia es igual a los de la oposición.

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