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davidurbanoperez
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La Independencia de México fue la consecuencia de un proceso político y social
resuelto por la vía de las armas, que puso fin al dominio español en los territorios
de Nueva España. La guerra por la independencia mexicana se extendió desde el Grito
de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a
la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821.
El movimiento independentista mexicano tiene como marco la Ilustración y las
revoluciones liberales de la última parte del siglo XVIII. Por esa época la élite ilustrada
comenzaba a reflexionar acerca de las relaciones de España con sus colonias. Los
cambios en la estructura social y política derivados de las reformas borbónicas, a los que
se sumó una profunda crisis económica en Nueva España, también generaron un
malestar entre algunos segmentos de la población.
La ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva España
una política que desembocó en el movimiento armado. En ese año, el rey Carlos
IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que dejó la
corona de España a su hermano José Bonaparte. Como respuesta, el ayuntamiento de
México —con apoyo del virrey José de Iturriaga— reclamó la soberanía en ausencia del
rey legítimo; la reacción condujo a un golpe de Estado contra el virrey y llevó a la cárcel a
los cabecillas del movimiento.
Esta etapa comienza a principios de la década entre 1800 y 1810,
cuando los colonos de la Nueva España, incluyendo a los ricos,
criollos, indígenas y latifundistas, ya no deseaban compartir la
riqueza del nuevo pueblo con los españoles a quienes también se
llamaba "gachupines", además que dentro de la Nueva España había
mucha desigualdad social, éste era el pretexto principal para pensar
en la Independencia.
En 1808, Napoleón ocupa España, por lo tanto los españoles estaban
muy ocupados defendiendo su país. El pueblo de México al enterarse
de la invasión francesa en España, aprovecha para promover el
movimiento de la Independencia, por medio de carteles en todo el
país.
Finalizaba el tercer siglo de la dominación española y en esta Nueva España todo parecía quieto, rutinario, tranquilo. Sin embargo, las ideas de Libertad, Independencia, Igualdad y Justicia agitaban las mentes y los corazones. Paladines de estas ideas, los licenciados Primo de Verdad y Azcarate y Fray Melchor de Talamates habían ya entrado a la historia por la puerta del martirio. No obstante, parecía que la paz reinaba en el vasto territorio de la Nueva España.
Allá en Guanajuato, el Capitán Ignacio Allende encabezaba un grupo de conspiradores que intentaban promover la independencia del país. Este grupo estaba integrado por los Capitanes Aldama y Arévalo, los presbíteros Castelbraque, Casas del Cerro, Zamarripa y otros. Después, el centro de la conspiración se trasladó a Querétaro, en donde se precipitaron los acontecimientos que dieron origen a la insurrección.