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Lección 8 para el 22 de febrero de 2014
1. Consejos bíblicos sobre las riquezas.
2. Consejos de Jesús sobre las riquezas.
3. Jesús y los ricos: Nicodemo. Los publicanos. El joven rico.
“Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría” (1ª de Reyes 10:23)
Siendo que la “raíz de todos los males es el amor al dinero” (1Ti. 6:10), ¿puede ser una persona rica y, a la vez, un verdadero cristiano?
Esta semana estudiaremos…
“Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites… y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque
, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día” (Deuteronomio 8:11-12, 17-18)
“, y tú dominas sobre todo; en tu
mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues
” (1ª de Crónicas 29:12-14)
La Biblia nos enseña que las riquezas proceden de Dios y Él las da a quien cree conveniente.
En el Antiguo Testamento vemos muchos ejemplos de personas que fueron ricas tanto en bienes materiales como espirituales: Job, Abraham, Lot, Isaac, Jacob, José, Salomón, Daniel, Nehemías, …
Por otro lado, vemos en el ejemplo de Nabucodonosor las consecuencias de pensar que aquello que tenemos ha sido obtenido “con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad” (Daniel 4:30) y no por la gracia de Dios.
Somos mayordomos que administramos las bendiciones que Dios nos da.
“pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto” (Marcos 4:19 NVI)
“Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo” (Lucas 6:24)
“Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lucas 16:13)
“Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Marcos 10:25)
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26)
E.G.W. (Testimonios, tomo 3, pg. 441)
Se extralimitó en los negocios, obtuvo
ganancias ilícitas y no practicó la
misericordia ni el amor de Dios. Robó a los
huérfanos y a las viudas, o defraudó a sus
semejantes para aumentar su creciente
reserva de bienes mundanales. Podía
haberse hecho tesoros en los cielos en
bolsas que no envejecen, pero por su
avaricia perdió ambos mundos. Los que
humildemente usan para gloria de Dios los
recursos que él les ha confiado, recibirán
antes de mucho su tesoro de la mano del
Maestro con la bendición: “Bien, buen
siervo y fiel;... entra en el gozo de tu señor”.
Mateo 25:21”
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14-15)
Nicodemo se rebeló ante la sugerencia de que los israelitas educados como él necesitaran conversión. Sin embargo, Jesús persistió, y le presentó a Nicodemo la opción eterna entre la condenación y la salvación. Temiendo el ridículo, Nicodemo rehusó aceptar la invitación de Cristo. Al parecer, la entrevista había fracasado. Pero, esa semilla espiritual quedó enterrada y germinó lentamente.
Ante la cruz, al recordar las palabras de Jesús, Nicodemo entregó su corazón, su posición y sus riquezas al Salvador.
A partir de ese momento, dedicó su influencia y su riqueza a sostener a la iglesia de Jerusalén en los momentos de dificultad. Finalmente, murió pobre en las riquezas del mundo y rico en tesoros celestiales.
“Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:9-10)
Los publicanos, cobradores de impuestos para Roma, eran considerados pecadores. Generalmente, cobraban más de lo permitido para lucrarse personalmente.
Zaqueo, jefe de los publicanos en Jericó, respondió también al llamado de Jesús. Sin necesidad de dejar su oficio, enmendó sus errores y se convirtió en un publicano “legal”.
Por la gracia de Dios, pudo ser rico en este mundo y tener también los tesoros celestiales.
El ejemplo de Zaqueo nos enseña que no es la posesión de riquezas o la falta de ellas lo que nos capacita para el Cielo, sino la aceptación de la justicia de Cristo.
Mateo dejó este oficio para convertirse en uno de los 12 apóstoles.
“Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Mateo 19:21-22)
“Son muy pocos los que comprenden el
poder de su amor por el dinero hasta que
se los pone a prueba. Entonces es cuando
muchos que profesan ser seguidores de
Cristo muestran que no están preparados
para el cielo. Sus obras testifican que
aman más el dinero que a su prójimo o a
Dios. Tal como el joven rico, preguntan
por el camino de la vida, pero cuando éste
les es señalado y cuando calculan el costo,
y ven que se exige de ellos el sacrificio de
las riquezas mundanales, deciden que el
cielo cuesta demasiado. Cuanto mayores
son los tesoros hechos en la tierra, tanto
más difícil resulta para sus poseedores
comprender que éstos no les pertenecen
sino que les han sido prestados para que
los utilizasen para gloria de Dios”
E.G.W. (Consejos sobre mayordomía cristiana, cp. 30, pg. 156)
“Los ricos a quienes se deja solos, sin ningún esfuerzo
para salvarlos, llegan a aferrarse más y más a sus propias
ideas. El propio curso de sus pensamientos y asociaciones
elimina la eternidad de sus cálculos. Se hacen más
orgullosos y egoístas, duros de corazón e imposibles de
impresionar, sospechando que todos quieren obtener
dinero; entretanto, los pobres envidian a los ricos, los
cuales necesitan que se tenga misericordia de ellos y no
E.G.W. (El evangelismo, cp. 17, pg. 405)
que se los envidie.
Colocad a todas
estas personas
bajo el poder de la
verdad
salvadora, y la
obra de edificar el
reino de Dios
avanzará con un
éxito mucho
mayor”