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Silencio y-contemplacion

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SILENCIO

Y

CONTEMPLACIÓN

JOSÉ LUIS VÁZQUEZ BORAU

Nº 2

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“Cuando el Cordero abrió el séptimo sello,

se hizo en el cielo un silencio como de media hora”

(Apocalipsis, 8,1)

© Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld

© José Luis Vázquez Borau

Editor: Bubok S. A.

Primera Edición: Abril 2013

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ................................................................... Pág. 7

PRIMERA PARTE:

EL CAMINO MÍSTICO ................................................................... Pág. 11

I. ANTROPOLOGÍA ESPIRITUAL DE LA MÍSTICA ........................... Pág. 17

1. Vía purgativa ............................................................................... Pág. 17

2. Vía iluminativa ........................................................................ Pág. 18

3. Vía unitiva ................................................................................... Pág. 18

II. SAN BUENAVENTURA ...................................................... Pág. 21

1. Testimonio de vida ........................................................... Pág. 21

2. Su pensamiento místico ................................................... Pág. 23

3. Etapas para conseguir la sabiduría .................................. Pág. 25

III. SAN JUAN DE LA CRUZ ..................................................... Pág. 29

1. Testimonio de vida ............................................................ Pág. 29

2. Su pensamiento místico .................................................... Pág. 31

3. Etapas para conseguir la sabiduría ................................... Pág. 32

SEGUNDA PARTE:

PERLAS DE SILENCIO Y CONTEMPLACIÓN ................................. Pág. 39

I PERLAS DE SILENCIO …......................................................... Pág. 43

II. PERLAS DE CONTEMPLACIÓN ................................................ Pág. 59

CONCLUSIÓN ........................................................................... Pág. 83

BIBLIOGRAFÍA .......................................................................... Pág. 85

ORACIÓN DEL HOREB ...................................................................... Pág. 86

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INTRODUCCIÓN

El camino de descenso a las profundidades de nuestro ser y salida al

encuentro de nuestros hermanos es cíclico y a la vez progresivo, hasta que

veamos a Dios ‘cara a cara’. Por esto no hay auténtica mística sin ética, ni ética

verdadera sin mística, ni verdadera religión sin mística ni ética. Y todo esto lo

vive la persona santa en el aquí y ahora del presente de Dios. Todo comienza

con una decisión, la de salir, la de ponerse en camino para descubrir nuevos

horizontes, abrirse a lo provisional y hacerse peregrino.

Ponerse en camino significa haber recibido una llamada, misteriosa,

desconcertante, desestabilizadora, que imprime un nuevo rumbo a la vida,

amparado y guiado por el Espíritu. Para poder ser nómada y estar en camino,

hay que confiar con todas las fuerzas en Dios que es a la vez Padre, Madre y

Amigo. Desposeerse de todas las cosas y especialmente del propio deseo,

para recibir la vida, con sus dones, como un niño. Sólo quien tiene un corazón

de pobre y de poeta se abre al infinito, pues Dios resiste al soberbio y acoge al

de corazón sencillo.

Todos llevamos dentro un monje. Todos llevamos en las capas más

profundas de nuestro ser una llamada a la soledad, al silencio, a la

contemplación de las criaturas y al trato con el Creador con un corazón

indiviso, es decir, todos llevamos un monje antropológico dentro, aunque

después derive nuestra historia de mil formas distintas; pero incluso en la vida

matrimonial, si se desea la estabilidad de la pareja, se deberá tener en cuenta

esta primera realidad configuradora del ser humano. En el interior de cada

persona hay una alcoba interior. Todos tenemos dentro de nosotros una

intimidad oscura, un cuarto cerrado, un lugar que ha sido creado para el amor,

un paraíso interior. Pero la mayoría de los seres humanos no lo saben. Y por

esto la mayoría tienen el interior vacío, sin amor. El ser humano, con la

creación entera, ha sido creado para el amor. Y todo el tiempo que no emplee

en ese amor, es tiempo perdido. Dios es ese sentimiento íntimo de soledad, y

la conciencia de que existe un compañero, con el que todas las personas

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nacemos. Una presencia que está en lo más interior de nosotros mismos, en el

ápice del alma.

El encuentro místico con Dios es como una cita con su misterio

contemplado en el silencio y en la intimidad del Padre dador de todo bien, de

Cristo hermano, del Espíritu Santo, que es luz y fortaleza. La mística invita a la

interioridad, a escrutar a fondo la propia realidad personal, a descubrir también

en el propio interior la morada de Dios que no nos abandona, a meditar sobre

el significado salvífico del momento actual y por tanto de la crisis en curso.

Vivir en comunión no es vivir el sentimiento romántico de un lazo

afectivo de los unos con los otros, más allá del tiempo y del espacio como una

bonita idea. Es Cristo Resucitado el lazo de unión radical, a través del tiempo,

de todos los seres humanos, pues todos reciben de él Su Vida. No es pues una

sensación vaga, sino un lazo realmente divino entre toda la humanidad.

A la Iglesia se la podría definir como la comunidad de los santos o

comunidad de los fieles, pues no se trata de santos de pedestal, sino de

personas creyentes que, llamadas por Dios a través de Cristo, han dejado el

camino fácil y ancho del egoísmo e intentan modestamente, en la vida

cotidiana, seguir a Cristo. El mismo Dios, al apoderarse, en tanto que Espíritu

Santo, del corazón de las personas, es el fundamento de la comunión de los

santos.

La esencia de la Iglesia es la obra del Espíritu que realiza la comunión

de las personas a imagen de la Trinidad y es también sacramento, signo visible

y medio de esta comunión. Si la Iglesia quiere ser lugar de comunión y de

reconciliación del género humano, si quiere ser fermento de la 'civilización del

amor', ha de poner en el centro de su vida la plegaria contemplativa, la oración

como acogida de la misericordia divina, para dar después testimonio de ella en

los hermanos.

Estar en comunión puede tener dos significados: Por un lado puede

indicar participación en lo santo, es decir, participación en los sacramentos,

refiriéndose entonces sobre todo a la Eucaristía como centro de la vida

litúrgica; por otro puede significar comunión con los santos del cielo, es decir

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con los mártires y los demás justos de todos los tiempos, de los que nos es

dado suponer que han llegado a la plenitud de Dios. Ellos son los garantes de

la futura plenitud de todos los cristianos. Así pues, para un cristiano 'la

comunión de los santos' significa que, a través de Cristo Resucitado, podemos

comunicarnos con todos los seres humanos, desde el primero hasta el último,

el del final de los tiempos, constituyendo la Fraternidad universal, el Cuerpo

Místico de Cristo.

La persona tiene un ritmo binario: salir de sí y volver a sí. Pero también

es su drama existencial. La revelación judeo-cristiana nos aporta una luz

decisiva sobre este enigma: Dios no es un ser solitario sino relacional, una

comunión interpersonal de amor. Y si el ser humano es creado a imagen del

Dios trinitario es, consiguientemente, por naturaleza un ser de relación. No

puede existir, desarrollarse, ser persona sino es a través y en el juego de la

relación: amar y ser amado. La relación es constitutiva de su ser, de su

identidad. La persona es un ser solitario y comunitario que necesita de soledad

y de relación para encontrarse a sí mismo y para encontrar a Dios.

Para ver la realidad como la veía Jesús de Nazaret; para descubrir la

bondad de la creación; para descubrir la beatitud en los pobres, los mansos, los

que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los

limpios de corazón, los pacíficos, los que padecen persecución por la justicia;

para reconocer las maravillas que hace Dios, para agradecer su misericordia,

para saber con certeza que dispersa a los que se engríen con los

pensamientos de su corazón; que derriba a los potentados de sus tronos y

ensalza a los humildes; que a los hambrientos llena de bienes y a los ricos

despide vacíos; hace falta ‘nacer de nuevo’ y que se nos iluminen los ojos del

corazón. Así podremos descubrir la presencia del Amor y cantar sus alabanzas.

Hemos dividido el libro en dos partes. En la primera acudiremos a la

enseñanza de dos maestros del ‘silencio y la contemplación’: San

Buenaventura y San Juan de la Cruz y. En la segunda parte presentamos unas

perlas de silencio y de contemplación que nos ayuden a no perder de vista al

‘silencio y la contemplación’ a lo largo de nuestro peregrinaje hacia la casa del

Padre.

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PRIMERA PARTE:

EL CAMINO MÍSTICO

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Si damos al término 'contemplación' el significado restringido de una cierta

forma de conocimiento, esto no lo encontramos en la Biblia. Los profetas, por

ejemplo, pueden dar a conocer la voluntad de Dios, pero no tienen necesidad

para este fin de un ejercicio metódico; su don profético es de otro orden. Lo que

más se aproxima a la actividad contemplativa es la actitud de los sabios del

Antiguo Testamento. Es indudable que sufrieron el influjo del pensamiento

helenístico, pero lo importante es que lo aceptaron, llegando a pensar que la

sabiduría que alcanzaron era una participación de la sabiduría divina. A través

de la contemplación del universo y de la acción divina en la historia, consiguen

un verdadero conocimiento de Dios y de su providencia.

En el Nuevo Testamento las alusiones más explícitas a una actividad

contemplativa se encuentran en las cartas de san Pablo. Como dice J. Dupont,

el término 'contemplación' no aparece, pero encontramos allí la noción de

'conocimiento espiritual' o gnosis. San Pablo no dice que tal conocimiento sea

fruto de una actividad contemplativa, pero no se excluye esta eventualidad,

pues sabemos que Pablo dedicaba largos ratos a la oración y que, al comienzo

de su vocación cristiana se retiró durante dos años en Arabia. Esta es la

experiencia personal a la que hace referencia san Pablo en el capítulo 12 de la

Segunda Carta a los Corintios: Frente a quienes cuestionaban la legitimidad de

su apostolado, no enumera tanto las comunidades que había fundado, los

kilómetros que había recorrido; no se limita a recordar las dificultades y las

oposiciones que había afrontado para anunciar el Evangelio, sino que indica su

relación con el Señor, una relación tan intensa que se caracteriza también por

momentos de éxtasis, de contemplación profunda; así pues, no se jacta de lo

que ha hecho él, de su fuerza, de su actividad y de sus éxitos, sino que se

gloría de la acción que Dios ha realizado en él y a través de él. De hecho, con

gran pudor narra el momento en que vivió la experiencia particular de ser

arrebatado hasta el cielo de Dios. Recuerda que catorce años antes del envío

de la carta “fue arrebatado hasta el tercer cielo” (v. 2). Con el lenguaje y las

maneras de quien narra lo que no se puede narrar, san Pablo habla de aquel

hecho incluso en tercera persona; afirma que un hombre fue arrebatado al

«jardín» de Dios, al paraíso. La contemplación es tan profunda e intensa que el

Apóstol no recuerda ni siquiera los contenidos de la revelación recibida, pero

tiene muy presentes la fecha y las circunstancias en que el Señor lo aferró de

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una manera tan total, lo atrajo hacia sí, como había hecho en el camino de

Damasco en el momento de su conversión.

San Pablo prosigue diciendo que precisamente para no engreírse por la

grandeza de las revelaciones recibidas, lleva en sí mismo una “espina” (v.7), un

sufrimiento, y suplica con fuerza al Resucitado que lo libre del emisario del

Maligno, de esta espina dolorosa en la carne. Tres veces ha orado con

insistencia al Señor para que aleje de él esta prueba. Y precisamente en esta

situación, en la contemplación profunda de Dios, durante la cual “oyó palabras

inefables, que un hombre no es capaz de repetir” (v. 4), recibe la respuesta a

su súplica. El Resucitado le dirige unas palabras claras y tranquilizadoras: “Te

basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad” (v. 9). Y Pablo exclama:

“Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la

fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los

insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por

Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (vv. 9b-10)

En este momento de intensa oración contemplativa, san Pablo

comprende con claridad cómo afrontar y vivir cada acontecimiento, sobre todo

el sufrimiento, la dificultad, la persecución: en el momento en que se

experimenta la propia debilidad, se manifiesta el poder de Dios, que no nos

abandona, no nos deja solos, sino que se transforma en apoyo y fuerza.

El conocimiento del que habla Pablo es la conciencia de su vida en

Cristo. Esta proviene de una luz interior, fruto de la presencia del Espíritu, que

transforma la vida de Pablo en una vida "en Cristo Jesús". En la contemplación

de san Pablo podemos distinguir también un movimiento que va hacia una

mayor interioridad. Cristo aparece al inicio como juez. Luego como aquel de

cuya vida nosotros participamos. Finalmente, como el que vive en nosotros.

La contemplación es una forma de oración cristiana que no va dirigida a

nada concreto. Es una situación de experiencia que trasciende las potencias

activas de nuestra conciencia cristiana. La meta es mirar dentro de uno mismo,

mirar lo divino en nosotros y en la creación, mediante la percepción o la

experiencia que trasciende nuestras capacidades intelectuales. Se trata de

calmar esas olas de conciencia, para que la mente se vuelva como un agua

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mansa y cristalina. En este tipo de oración el orante no razona, sino que trata

de silenciar su cuerpo y su mente para estarse en silencio con Dios.

La búsqueda en nuestro interior se fundamenta en un dato de fe: Dios

nos inhabita, somos "templos del Espíritu Santo" (cf. 1 Cor 3, 16).“Entra", dice

Santa Teresa, porque tienes"al Emperador del cielo y de la tierra en tu casa ...

no ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle

dentro de sí ... Llámase recogimiento porque recoge el alma todas las

potencias (voluntad, entendimiento, memoria) y se entra dentro de sí con su

Dios".

La oración de silencio es un movimiento de interiorización, en la que el

orante se entrega a Dios que habita en su interior. Ya no razona acerca de

Dios, sino que se queda a solas con Dios en el silencio, y Dios va haciendo en

el alma su trabajo de Alfarero para ir moldeándola de acuerdo a Su Voluntad.

La contemplación consiste en ser atraído por el Señor, quedarse con El y

dejarle que El actúe en el alma. La contemplación, según Santo Tomás, es

una anticipación de la Visión Beatífica. Es vivir de manera incompleta y sólo

por un instante lo que Dios vive eternamente.

Sea la contemplación o sean gracias místicas que pueden darse en este

tipo de oración, son don de Dios. Por ello, no pueden lograrse a base de

técnicas. Ni siquiera son fruto del esfuerzo que se ponga en la oración, sino

que como don de Dios que son, El da a quién quiere, cómo quiere, cuándo

quiere y dónde quiere. Buscar a Dios en la oración de silencio depende del

orante. Recibir el don de la contemplación depende de Dios. Dice Sta.

Teresa: "Es ya cosa sobrenatural ... que no la podemos procurar nosotros por

diligencias que hagamos".

Pero cuando deseamos ahondar un poco más en la adoración el Espíritu

Santo puede darnos un poco de consuelo, haciéndonos sentir su Amor, su

consentimiento, sus gracias. Es muy importante tener en cuenta que las

gracias místicas que puedan derivarse de este tipo de oración no son su

verdadero fruto, ni siquiera son necesarias para obtener ese fruto. En la

contemplación somos instruidos por el Espíritu Santo de manera especial, en

silencio, aún sin ver ni oír nada. Si es Voluntad Divina, el Espíritu

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Santo puede regalarnos gracias especiales de visión o de escucha, hasta de

olfato. Pero las gracias verdaderamente importantes no están en esas

experiencias sensoriales, que son consentimientos del Señor y que no son

indispensables para avanzar en la oración.

El fruto verdadero de la oración (vocal, mental o contemplativa) es:

1. ir descubriendo la Voluntad de Dios para nuestra vida.

2. irnos haciendo dóciles a la Voluntad de Dios.

3. llegar a que sea la Voluntad de Dios y no la propia la que rija nuestra

vida: nuestra voluntad unida a la de Dios, o sea, la“unión de

voluntades” de que habla Santa Teresa.

Un error común es creer que ésta, que es la oración más elevada, está

reservada sólo para unas poquísimas personas escogidas, generalmente

monjas o monjes de claustros y comunidades contemplativas. Ese concepto le

encanta al Enemigo, que no quiere que seamos verdaderos orantes. La oración

de silencio, de recogimiento, de contemplación es para todo aquél que desee

buscarla. Santa Teresa de Jesús dice que la oración contemplativa es

la "Fuente de Agua Viva" que Jesús promete a la samaritana y que la promete

para "todo el que beba de esta agua no volverá a tener sed" (Jn 4, 13). No

dice el Señor que la dará a unos y a otros, no. Asi pues, para tratar del amor

místico o de la contemplación nos vamos ayudar del testimonio y doctrina de

dos doctores de la Iglesia: San Buenaventura y San Juan de la Cruz.

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I. ANTROPOLOGÍA ESPIRITUAL DE LA MÍSTICA

La mística se basa en la idea de las tres potencias del

alma: memoria, entendimiento y voluntad. Esta idea que ya encuentra en

Platón pasa al cristianismo donde es enriquecida relacionándola con las tres

personas de la Trinidad. San Buenaventura en el Itinerario de la mente hacia

Dios considera la memoria como facultad imagen del Padre, el entendimiento

como facultad imagen del Hijo y la voluntad como facultad imagen del Espíritu

Santo.

Misticismo es el conocimiento experimental de la presencia divina, en

que el alma tiene, como una gran realidad, un sentimiento de contacto con

Dios. Pero si la mística es el punto más alto de la vida espiritual y representa

un regalo extraordinario de la Gracia de Dios, el alma puede colaborar por

todos los medios a su alcance para aproximarse a tal estado de perfección y

hacerse digna de él. Esta variada serie de esfuerzos o ejercicios del espíritu se

designa con el nombre de «ascética», que podría definirse como la pedagogía

humana que conduce hacia el misticismo. La ascética depende, pues,

exclusivamente, de la voluntad y actividad humanas; deriva esta palabra del

verbo griego que significa «ejercitarse», pues se trata del período de la vida

espiritual en que, por medio de ejercicios espirituales, mortificaciones y oración,

logra el alma purificarse, purgarse o desprenderse del afecto a los placeres

corporales y a los bienes terrenos. Tradicionalmente, la mística es un camino

de tres vías o etapas: la vía purgativa, la vía iluminativa y la vía unitiva.

1. Vía purgativa

La vía purgativa consiste en la purgación de la memoria, entendida como

potencia del alma, para limpiarla de los apegos sensitivos que provienen del

cuerpo. En palabras de San Juan de la Cruz: “Hay que perder el gusto por el

apetito de las cosas”.

El apetito como tal no tiene por qué ser malo pero sí lo es el apego o

gusto que provoca en la memoria, porque la impide orientarse plenamente

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hacia Dios. La privación corporal y la oración son los principales medios

purgativos. El estado en que se sume la memoria se llama esperanza.

2. Vía iluminativa

La vía iluminativa consiste en la elevación del entendimiento hacia Dios,

entendido como potencia del alma. Una vez limpio el entendimiento de toda

relación con las criaturas queda vacío para entregarse a la sabiduría

oscura o sabiduría secreta que se sabe sin necesidad de entender, experiencia

que en la mística se llama Fe.

3. Vía unitiva

La vía unitiva consiste en la purificación de la voluntad, entendida como

potencia del alma. En ella el alma alcanza el grado más perfecto de la unión

con Dios, ya que ha vaciado su propia voluntad, lo más suyo para entregarla a

Dios. Es el grado más perfecto de la caridad. El “matrimonio espiritual” según

san Juan de la Cruz..

La ascética está, pues, en el camino de la mística, y de los tres

momentos dichos: los dos primeros son comunes a ambas, quedando el último

reservado para la mística. En lo que atañe a su contenido, la ascética se basa

en el ejercicio racional, mientras que la mística es puramente intuitiva. No

puede llegarse a la cima de la perfección espiritual sin pasar por el camino de

la ascética. Para recorrer este itinerario es necesario liberarse de los apetitos

mundanos por medio de la penitencia y la mortificación y desarrollar al

máximo las virtudes cristianas que nos conducen a la imitación de Cristo.

Para lograr ese perfeccionamiento el alma se sirve de la oración, y con

la ayuda de la gracia ordinaria, se eleva hacia Dios por su propio esfuerzo y

voluntad.

Este camino depende directamente de la voluntad, está al alcance

de cualquier persona. El alma debe seguir tres vías para llegar a la unión con

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Dios: la vía purgativa, de purificación en la que el alma se libera de todos los

lazos terrenales y de las pasiones humanas, a través de varios medios:

la penitencia corporal y espiritual, la lectura de obras piadosas que la

alienten, la meditación, la oración, la dirección espiritual…La vía iluminativa:

el alma va aproximándose a Dios y se ilumina el camino. La gracia divina

va penetrando y, con ella, los dones del Espíritu Santo. Los apetitos materiales

han quedado atrás y las virtudes se desarrollan progresivamente. Durante

este periodo el alma avanza en la contemplación que abarca todos los

grados comprendidos entre la meditación y la unión estática. El último

grado es la vía unitiva. La mística parte de la estética pero supone un grado

superior que sólo estaba reservado a algunas almas escogidas a las que

Dios distingue con gracias especiales. En esta vía se consuma la unión con

Dios y se alcanza la perfección. Predomina aquí el amor en su más alto

grado. Frente al carácter activo de la ascética, en la mística es Dios

quien penetra en el alma sin que ésta manifieste otra actividad que la de recibir

este don de Dios.

San Juan de la Cruz, en la Noche oscura del alma (1578), nos dice

que es necesario despojarse de las cosas externas para conseguir que la “casa

esté sosegada”, sustrayéndose a las penas y angustias que traen consigo

los apetitos mundanos. Es el tránsito del alma a la unión con Dios. Para llegar

a Él debe pasar forzosamente por esta etapa de purificación. San Juan

distingue, además, dos tipos distintos de “noche”: una destinada a la

purificación de los sentidos, de suerte que el alma se sumerge en la

negación de sí misma. Este tipo de “noche” corresponde a los principiantes

que son llamados por Dios al estado de contemplación. Cuando se sumerge

en esta noche, el alma pena constantemente porque teme no servir a Dios

como es conveniente. Cumplida esta primera etapa, los elegidos deben

internarse en una segunda noche, mucho más oscura y tenebrosa, que les

llevará a la anhelada unión con Dios. Se trata de la noche del espíritu. En ella

la voluntad y la memoria se someten por completo y el entendimiento se

ve sumido en la más profunda oscuridad y deja de ser humano para

hacerse partícipe de la sabiduría divina, quedando atrás la ignorancia y las

imperfecciones. El mismo San Juan explica por qué utiliza el término noche

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Page 21: Silencio y-contemplacion

para designar este tránsito. Son tres razones: la negación del apetito de todas

las cosas del mundo, que es el punto de partida, viene a ser como una

noche para el alma, en la que carece de todo. El único camino que puede

seguir el alma para lograr la ansiada unión con Dios es la fe, que se

presenta al entendimiento con una oscuridad sólo comparable a la noche más

cerrada. El fin último que persigue el alma, Dios, en la presente

vida se le ofrece como algo sumamente oscuro. Las etapas se corresponden

a las noches. La primera supone el final del día de los apetitos corporales,

la segunda se caracteriza por una oscuridad total y la tercera deja entrever

la luz del verdadero “día” que se acerca ya.

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II. SAN BUENAVENTURA

1. Testimonio de vida

Se llamaba Giovanni da Fidanza (I22I – I274). Nació en Bagnorea, cerca de

Vierbo, en Toscana. Se dice que el sobrenombre de Buenaventura se lo dieron

como consecuencia de una curación milagrosa de una grave enfermedad y ni

siquiera su padre, que era médico, esperaba ya salvarlo de la muerte.

Entonces, su madre recurrió a la intercesión de san Francisco de Asís,

canonizado hacía poco. Y Giovanni se curó.

Cuando se encontraba en París, donde estudiaba. Fascinado por el

testimonio de fervor y radicalidad evangélica de los Frailes Menores, que

habían llegado a París en 1219, Giovanni llamó a las puertas del convento

franciscano de esa ciudad, y pidió ser acogido en la gran familia de los

discípulos de Francisco.

Alrededor del año 1243 Giovanni vistió el hábito franciscano y asumió el

nombre de Buenaventura. Estudió a fondo la Sagrada Escritura, las Sentencias

de Pedro Lombardo, el manual de teología de aquel tiempo, y los autores de

teología más importantes y, en contacto con los maestros y los estudiantes que

afluían a París desde toda Europa, maduró su propia reflexión personal y una

sensibilidad espiritual de gran valor que, a lo largo de los años sucesivos, supo

infundir en sus obras y en sus sermones, convirtiéndose así en uno de los

teólogos más importantes de la historia de la Iglesia.

En aquellos años en París, surgió una violenta polémica contra los

Frailes Menores de san Francisco de Asís y los Frailes Predicadores de santo

Domingo de Guzmán. Se impugnaba su derecho a enseñar en la Universidad,

e incluso se ponía en duda la autenticidad de su vida

consagrada. Buenaventura, aunque rodeado por la oposición de los demás

maestros universitarios, había comenzado a enseñar en la cátedra de teología

de los Franciscanos y, para responder a quien criticaba a las Órdenes

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Page 23: Silencio y-contemplacion

Mendicantes, compuso un escrito titulado La perfección evangélica; en el que

demuestra como las Órdenes Mendicantes, especialmente los Frailes Menores,

practicando los votos de pobreza, de castidad y de obediencia, seguían los

consejos del Evangelio.

El conflicto se apaciguó, por lo menos durante algún tiempo, y, por

intervención personal del Papa Alejandro IV, en 1257, Buenaventura fue

oficialmente reconocido como doctor y maestro de la Universidad parisina. Sin

embargo, tuvo que renunciar a este prestigioso cargo, porque en ese mismo

año el Capítulo general de la Orden lo eligió Ministro general. Desempeñó ese

cargo durante diecisiete años con sabiduría y entrega, visitando las provincias,

escribiendo a los hermanos, interviniendo alguna vez con una cierta severidad

para eliminar abusos. Cuando Buenaventura inició este servicio, la Orden de

los Frailes Menores se había desarrollado de modo prodigioso: los frailes

esparcidos por todo Occidente eran más de 30.000, con presencias misioneras

en el norte de África, en Oriente Medio, e incluso en Pekín. Era necesario

consolidar esta expansión y, sobre todo, conferirle unidad de acción y de

espíritu, guardando plena fidelidad al carisma de Francisco. De hecho, entre los

seguidores del santo de Asís había distintos modos de interpretar el mensaje,

existía realmente el riesgo de una fractura interna. Para evitar este peligro, en

1260, el Capítulo general de la Orden en Narbona aceptó y ratificó un texto

propuesto por Buenaventura, en el que se recogían y se unificaban las normas

que regulaban la vida diaria de los Frailes Menores. Buenaventura intuía, sin

embargo, que las disposiciones legislativas, si bien se inspiraban en la

sabiduría y la moderación, no eran suficientes para asegurar la comunión del

espíritu y de los corazones. Era necesario que se compartieran los mismos

ideales y las mismas motivaciones.

Por esta razón, Buenaventura quiso presentar el auténtico carisma de

Francisco, su vida y su enseñanza. Por eso recogió con gran celo documentos

relativos al Poverello y escuchó con atención los recuerdos de quienes habían

conocido directamente a Francisco. Nació así una biografía del santo de Asís

bien fundada históricamente, titulada Legenda Maior, redactada también de

forma más sucinta, y llamada por eso Legenda minor. ¿Cuál es la imagen de

san Francisco que brota del corazón y de la pluma de su hijo devoto y sucesor,

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Page 24: Silencio y-contemplacion

san Buenaventura? El punto esencial: Francisco es un alter Christus, un

hombre que buscó apasionadamente a Cristo. Un amor que impulsa a la

imitación.

En 1273 la vida de san Buenaventura conoció otro cambio. El papa

Gregorio X lo quiso consagrar obispo y nombrar cardenal. Le pidió también que

preparara un importantísimo acontecimiento eclesial: el II Concilio Ecuménico

de Lyon, que tenía como objetivo restablecer la comunión entre la Iglesia latina

y la griega. Se dedicó a esta tarea con diligencia, pero no logró ver la

conclusión de esa asamblea ecuménica, porque murió durante su celebración.

2. Su pensamiento místico

Su obra maestra es el Itinerarium mentis in Deum, que es un ‘manual’ de

contemplación mística. Lo escribió en el monte de la Verna, donde san

Francisco recibió los estigmas. En la introducción el autor ilustra las

circunstancias que dieron origen a este escrito:

Mientras meditaba sobre las posibilidades del alma de ascender a Dios, se

me presentó, entre otras cosas, el acontecimiento admirable que sucedió en

aquel lugar al bienaventurado Francisco, es decir, la visión del serafín alado

en forma de Crucifijo. Y meditando sobre ello, en seguida me percaté de que

esa visión me ofrecía el éxtasis contemplativo del mismo padre Francisco y a

la vez el camino que lleva hasta él

Las seis alas del serafín se convierten así en el símbolo de seis etapas

que llevan progresivamente al hombre desde el conocimiento de Dios,

mediante la observación del mundo y de las criaturas y mediante la exploración

del alma misma con sus facultades, a la unión íntima con la Trinidad por medio

de Cristo, a imitación de san Francisco de Asís. En todas las obras de san

Buenaventura, incluidas las obras científicas, de escuela, se ve y se encuentra

esta inspiración franciscana; es decir, se nota que piensa partiendo del

encuentro con el Poverello de Asís. Pero para entender la elaboración concreta

del tema de la ‘primacía del amor’ hay que tener en cuenta otra fuente: los

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Page 25: Silencio y-contemplacion

escritos del llamado Pseudo-Dionisio. Mientras que para san Agustín

el intellectus, el ver con la razón y el corazón, es la última categoría del

conocimiento, el Pseudo-Dionisio da otro paso más: en la subida hacia Dios se

puede llegar a un punto en que la razón deja de ver. Pero en la noche del

intelecto el amor sigue viendo, ve lo que es inaccesible a la razón. El amor se

extiende más allá de la razón, ve más, entra más profundamente en el misterio

de Dios. San Buenaventura quedó fascinado por esta visión, que coincidía con

su espiritualidad franciscana. Precisamente en la noche oscura de la cruz se

muestra toda la grandeza del amor divino; donde la razón deja de ver, el amor

ve. Las palabras conclusivas del Itinerario de la mente a Dios, VII, 6 expresan

la espiritualidad franciscana:

Si ahora anhelas saber cómo sucede esto (la subida hacia Dios), pregunta a

la gracia, no a la doctrina; al deseo, no al intelecto; al clamor de la oración, no

al estudio de la letra; no a la luz, sino al fuego que todo lo inflama y transporta

en Dios con las fuertes unciones y los afectos vehementes... Entremos, por

tanto, en la neblina, acallemos los afanes, las pasiones y los fantasmas;

pasemos con Cristo crucificado de este mundo al Padre, para decir con Felipe

después de haberlo visto: esto me basta.

Todo esto no es anti-intelectual y no es anti-racional: supone el camino

de la razón, pero lo trasciende en el amor de Cristo crucificado. San

Buenaventura se sitúa así en los inicios de una gran corriente mística, que

elevó y purificó mucho la mente humana: es una cima en la historia del espíritu.

Esta teología de la cruz no quiere decir que san Buenaventura no comparta

también con san Francisco de Asís el amor a la creación, la alegría por la

belleza de la creación de Dios, como se puede ver en el primer capítulo del

Itinerario:

Quien no ve los innumerables esplendores de las criaturas, está ciego; quien

con tantas voces no se despierta, está sordo; quien no alaba a Dios por todas

estas maravillas, está mudo; quien con tantos signos no se eleva hasta el

primer principio, es necio» (I, 15). Toda la creación habla en voz alta de Dios,

del Dios bueno y bello; de su amor.

Por tanto, para san Buenaventura toda nuestra vida es un «itinerario»,

una peregrinación, una subida hacia Dios. Pero sólo con nuestras fuerzas no

24

Page 26: Silencio y-contemplacion

podemos subir hasta la altura de Dios. Dios mismo debe ayudarnos, debe «tirar

de nosotros» hacia arriba. Por eso es necesaria la oración. La oración es la

madre y el origen de la elevación, sursum actio, acción que nos eleva. Así

concluye san Buenaventura:

En la tierra... podemos contemplar la inmensidad divina mediante el

razonamiento y la admiración; en la patria celestial, en cambio, mediante la

visión, cuando seremos hechos semejantes a Dios, y mediante el éxtasis...

entraremos en el gozo de Dios.

3. Etapas para conseguir la sabiduría

Para san Buenaventura, la sabiduría es el itinerario que recorre la mente hacia

Dios. Se trata de un desprendimiento de las cosas terrenas, de la purificación,

por el ejercicio de la virtud, hasta alcanzar a Dios y gozar de la estática paz. A

la realización de este ideal debe contribuir la filosofía, sabiendo que, si el

conocimiento no nos hace mejores como personas, es inútil. San Buenaventura

refleja el mensaje de San Francisco de Asís señalando la primacía del amor

como clave del universo. El proyecto de Dios es un plan de amor, más que el

conocimiento del mismo. Se trata de vivir en el amor. Por eso su planteamiento

filosófico es vitalista.

1. El mundo como huella de Dios

El mundo, que ha sido creado por Dios, es un inmenso vestigio de éste. La

persona de limpio corazón en cada cosa, persona o acontecimiento, puede

descubrir su presencia: "El esplendor de las cosas nos lo revela si no estamos

ciegos". Así, todas las realidades que nos rodean están llenas de una

trascendencia, que hemos de descubrir desde la percepción de su inmanencia.

Es la fe la que nos hace ver esta realidad trascendente en lo inmanente,

convirtiendo así a la creación entera en una transparencia de la densidad divina

de la que está cargada.

2. El alma como imagen de Dios

25

Page 27: Silencio y-contemplacion

Por el conocimiento de nuestra alma hallamos una verdadera imagen de Dios.

La unidad de nuestra alma reproduce la unidad de Dios; sus tres potencias

(memoria, entendimiento y voluntad) reproducen a Dios. San Buenaventura

recoge aquí el pensamiento de san Agustín, para quien el alma es imagen de la

Trinidad. Así, el alma, en primer lugar es 'mente': ser racional, imagen de Dios

(memoria de la divinidad) y de ella brota el 'conocimiento' (noticia). Y de la

relación mente-conocimiento surge el 'amor'. San Agustín no dice nunca que el

Padre sea la memoria de Dios, pero sí que admite que esta capacidad original

del recuerdo que llamamos memoria es una "imagen imperfecta" del Padre, así

como el concepto de entendimiento es "imagen imperfecta" del Hijo. Dios está

absolutamente presente en nuestra alma, y, por lo mismo, es cognoscible. Tan

presente le está, que es más interior a nosotros que nosotros mismos. La idea

de Dios implica su existencia real.

Tenemos una idea clara y precisa de la existencia de Dios hasta el punto

que no podemos ignorar que Dios es, pero no tenemos un concepto claro y

comprensivo de lo que Dios es. El conocimiento del alma, de Dios, y hasta de

los primeros principios se lleva a cabo gracias a una luz interior. De la verdad

de las cosas tenemos una evidencia relativa; de la verdad de Dios, una

evidencia absoluta.

3. La contemplación como conocimiento y unión con Dios

Corresponde a la vía mística gustar las alegrías de la unión con Dios. Es el

tercer grado de ascensión a Dios, que al mismo tiempo es un mayor

ahondamiento en nosotros mismos, hasta llegar al corazón del alma, al ápice

de la mente, apex mentis, en donde con mayor realidad se halla presente la

Divinidad.

En san Buenaventura la contemplación tiene dos sentidos diversos. El

primero se refiere a la ‘contemplación intelectual o imperfecta’, que es el don

del entendimiento y de la bienaventuranza de los limpios de corazón y que se

caracteriza por la admiración, que se gradúa por la intensidad de luz

iluminadora. Viene a coincidir con la especulación. En la contemplación

imperfecta se suspende el discurso, pero no la actividad intelectual.

26

Page 28: Silencio y-contemplacion

El segundo aspecto se refiere a la ‘contemplación perfecta o afectiva

infusa’, que es la meta de todo conocimiento y de toda actividad: la verdadera

sabiduría, que es la bienaventuranza de los pacíficos. Para san Buenaventura,

pues, la sabiduría es un conocimiento experimental de la suavidad divina que

se adquiere pasivamente, en el silencio de las facultades cognoscitivas en

cuanto a todas sus operaciones naturales, por la unión inmediata y amorosa

del alma con Dios. Un ejemplo que tenía siempre presente San Buenaventura

es el de su maestro Francisco de Asís, que se identificó con Jesús, el

Redentor-Crucificado, de un modo afectivo-cristocéntrico, dando prueba de

esto los estigmas.

San Buenaventura refleja el mensaje de Francisco de dos maneras:

Primero dando la primacía al amor, como clave del universo. El plan de Dios es

un plan de amor, más que verdad y conocimiento del mismo. Por eso su

teología es una guía que conduce por etapas a la visión estática de Dios. El

estudio orientado hacia el amor de Dios. Si el conocimiento no nos hace

mejores como personas, es inútil.

Para san Buenaventura, la perfección evangélica es la caridad, que nos

diviniza. Para él, la caridad es raíz, forma y fin de las virtudes a un tiempo: raíz

en cuanto las impera y las mueve, forma en cuanto las perfecciona y las

decora, y fin en cuanto las termina y consuma, reduciéndolas a Dios y

tomándolas aceptables a sus divinos ojos. Por tano, la perfección cristiana no

consiste en la pobreza, sino en la caridad en la potencia afectiva del alma, que

es voluntad, como hábito infuso o principio inexhausto de operaciones

multiformes. Y como vida del alma que es, se halla sujeta a la ley del

crecimiento. Según va creciendo en grados, se purifica, se simplifica y se

asemeja más con Dios. La caridad es fermento que transforma, fuego que

consume y calor que comunica vida, dirección y movimiento. Todo esto expresa

actividad y dinamismo. La caridad sería pues para san Buenaventura como una

purísima llama encendida por el Espíritu Santo en la potencia afectiva del alma.

Y la perfección evangélica se consigue por la vía del apartamiento del mal, la

práctica del bien y el sufrimiento en las adversidades.

27

Page 29: Silencio y-contemplacion

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Page 30: Silencio y-contemplacion

III. SAN JUAN DE LA CRUZ

1. Testimonio de vida

Juan de Yepes nace el año 1542 en Fontiveros, pequeño pueblo situado entre

Ávila y Salamanca. Es el tercer hijo de Gonzalo de Yepes, de ascendencia

noble, y de Catalina Álvarez, de familia modesta. Gonzalo ha tenido que

romper con su familia para casarse con Catalina. Tejedor de oficio, a duras

penas logra sacar adelante a su mujer y a sus hijos. Cuando muere, la pobreza

de la familia Yepes se convierte en miseria. Catalina lleva entonces a sus hijos

a Medina del Campo, después de una breve estancia de Juan, en el pueblo de

Gálvez (Toledo), en casa de unos familiares.

El pequeño Juan prueba diversos oficios como aprendiz, pero sobre todo

hace grandes progresos en la escuela de los Niños de la doctrina, hasta el

punto de que el director del hospital, Alonso de Toledo, decide encargarse de

su educación. Compaginándolo con sus horas de servicio en el hospicio, Juan

prosigue sus estudios en el colegio de la Compañía de Jesús. Llega el

momento en que Alonso le propone el puesto de capellán del hospital. Ante el

estudiante se abre un camino fácil y confortable. Pero este joven, ávido de

absoluto, no busca precisamente el confort, y rechaza la proposición, para

ingresar en el convento de los carmelitas de la ciudad en 1563. Tiene veintiún

años. Juan acaba de escoger un camino del que nunca se desviará. Va a

buscar a Dios, con un rigor que da vértigo.

Durante su año de noviciado lee los antiguos textos del Carmelo,

haciendo suyo el ideal de soledad y contemplación de los fundadores de la

orden. Ideal que ha sido endulzado por los carmelitas mitigados, en cuyo

convento acaba de ingresar. Luego pasará cuatro años en la Universidad de

Salamanca, en la que adquiere una sólida formación escolástica. Es ordenado

sacerdote en 1567. Pero la vida mediocre y demasiado volcada al exterior del

Carmelo ya no le basta. Decide entonces ingresar en la Cartuja, en la que

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Page 31: Silencio y-contemplacion

encontrará las condiciones de silencio y austeridad que le permitirán ir a Dios,

despojándose totalmente a imagen de Cristo.

Pero surge el encuentro de Juan de la Cruz con Teresa de Ávila durante

el verano de 1567. Teresa, que acaba de reformar varios conventos de

carmelitas, busca la manera de extender su empresa a la rama masculina de la

orden. Impresionada por la calidad de vida espiritual que descubre en Juan, le

suplica que revise su decisión y tome parte en la reforma del Carmelo.

En Octubre de 1568 tenemos ya a Juan de la Cruz, tal es el nombre que

acaba de tomar, en la destartalada casucha de Duruelo, el primer Carmelo

masculino reformado. En compañía de algunos hermanos, lleva allí una vida

tan intensamente austera que Teresa tiene que imponerle moderación.

Mientras la reforma sigue adelante. Juan es enviado a Pastrana como maestro

de novicios, y luego a Alcalá, como rector de la casa de estudios que el

Carmelo abre en la Universidad, y, por último, al convento de la Encarnación,

de Ávila, durante cinco años es confesor de Teresa y de sus hijas. Cinco años

extraordinariamente ricos, durante los cuales los dos santos, tan diferentes

entre sí, persiguen juntos la misma meta y transforman con su presencia a

carmelitas de una u otra rama, contagiándolos con su santidad.

Pero su éxito provocó reacciones. Entre los carmelitas mitigados, que

ven desiertos sus conventos, crece el mal humor, hasta que un día deciden dar

un golpe definitivo a la reforma, pidiendo la excomunión de las hermanas que

acaban de reelegir a Teresa como superiora y secuestrando al que es el alma

de la "rebelión". Durante la noche del 3 al 4 de diciembre de 1577 se apoderan

de Juan de la Cruz y, con los ojos vendados para que no sepa a dónde va, lo

llevan a su convento de Toledo. La soledad y los malos tratos conseguirán,

piensan, vencer su resistencia: es preciso que Juan de la Cruz renuncie a la

reforma.

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Page 32: Silencio y-contemplacion

2. Su pensamiento místico

Juan de la Cruz sólo confía en Dios, avanzando por el camino de la Nada. La

intuición fundamental de Juan de la Cruz es que "todo el ser de las criaturas,

comparado con el infinito de Dios, nada es" (I Subida, 4,4). Es por esto que con

paciencia va soltando todos los hilos que pueden retener su inteligencia, su

voluntad y su memoria lejos de Dios. Y se sumerge en el No-saber. Así, su vida

y su enseñanza mística es una sola cosa. Fruto de su experiencia de soledad y

de abandono en la cárcel, sabe descubrir que, en el proceso espiritual, este

‘horror nocturno’ es positivo, pues es el paso de la acción divina en el alma,

experimentando en unión con Cristo crucificado, el silencio de Dios. Por esto,

cuando más tarde Juan de la Cruz quiso educar y alentar sobre la manera de

llegar a la unión mística, simboliza este camino como una senda empinada y

angosta, lo que exige al caminante desprenderse de todo, asumiendo

generosamente la negación de las criaturas.

Para la mística sanjuanista la unión es meramente "transformación

participante". Juan de la Cruz compara al alma mística como una vidriera "en la

cual siempre está embistiendo o, por mejor decir, en ella está morando esta

divina luz del ser de Dios". La mística sanjuanista es mucho más mística de la

‘noche’ que mística del éxtasis como instante de ‘gran Mediodía’. Dios, para

san Juan de la Cruz está siempre ‘escondido’ y solo en medio del vacío, la

desnudez, la soledad, hay mística. ‘¿A dónde te escondiste?’ es la pregunta

que nunca se acaba de contestar. En san Juan de la Cruz no hay mística de

pura, fácil, carismática ‘iluminación’, como la del iluminismo: su mística es

inseparable de la ascética y esta es ya mística. La relación entre la

contemplación, la fe, que es contrario de visión, y la purgación, es decir el

padecimiento, es para él esencial. La conversión del ‘purgatorio’, purgatorio en

vida, en experiencia mística, es una de las grandes características de la

concepción sanjuanista.

La purificación se realiza a nivel del sentido y de espíritu, a través de tres

instrumentos decisivos: fe, esperanza y caridad. Esto queda reflejado en sus

versos sobre la ‘doctrina de las nadas’:

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Page 33: Silencio y-contemplacion

Para venir a gustarlo todo,

no quieras tener gusto en nada.

Para venir a poseerlo todo,

no quieras poseer algo en nada.

Para venir a serlo todo,

no quieras ser algo en nada.

Para venir a saberlo todo,

no quieras saber algo en nada.

Para venir a lo que no gustas,

has de ir por donde no gustas.

Para venir a lo que no sabes,

has de ir por donde no sabes.

Para venir a lo que no posees,

has de ir por donde no posees.

Para venir a lo que no eres,

has de ir por donde no eres.

Este es el camino, nos dice el santo, de llegar a la desnudez espiritual, a

su quietud y descanso, porque se está en el centro de su humildad.

3. Etapas para conseguir la sabiduría

Poco a poco, la noche se ilumina para convertirse en presencia divina. Si

todavía es "oscura", lo es en la medida en que supone un deslumbramiento, un

exceso de luz, en el que el alma queda cegada por el resplandor del ser divino.

Llega entonces, por puro don de Dios, a la unión mística que la diviniza:

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Page 34: Silencio y-contemplacion

"Amada en el Amado transformada". Gozo indecible y ardiente de quien por fin

encuentra lo que buscaba tan angustiosamente, que vive de la vida misma de

Dios y puede en adelante devolverle amor por amor. Místico es igual a

enamorado.

Es en la cárcel cuando inicia la composición del Cántico espiritual, al oír

a lo lejos cantar a un enamorado. Como no tenía tinta ni papel, al componer los

versos, los repetía insistentemente para no olvidarlos. Sólo a los seis meses de

estar en el calabozo aliviaron su castigo. Pudo salir de la celda algún momento

y el nuevo carcelero le entregó papel y tinta con que, al fin, pudo copiar sus

poemas.

Al cabo de nueve meses, el 16 de agosto de 1578, Juan, aprovechando

que la vigilancia de los guardianes se ha relajado algo, consigue evadirse y

llegar al convento de las carmelitas reformadas. Su estado físico es lamentable,

pero él no se preocupa de ello y, lejos de insistir en el relato de su cautiverio, se

pone a comentar el Cántico espiritual.

Los años siguientes son más tranquilos. Felipe II encarga al nuncio Sega

resolver el conflicto entre mitigados y reformados o descalzos", y a partir de

entonces éstos se ven libres para extender su reforma. Juan de la Cruz es prior

del convento de los Mártires, cerca de Granada, de 1582 a 1588. A petición de

los frailes, monjas y seglares a quienes dirige espiritualmente, redacta los

comentarios de los poemas escritos en el encerramiento toledano, la Subida al

Monte Carmelo, la Noche oscura, fragmentos de una vasta obra de conjunto

sobre el itinerario místico, cuyo final fue destruido o no llegó a ser redactado.

Pero ninguna de estas obras se publicó durante su vida, por prudencia

respecto a la Inquisición, que podía tomarle por ‘iluminado’, como le acusaban

sus enemigos.

Los poemas de San Juan de la Cruz son modos de acercamiento

‘pedagógico’ al misterio místico. Su poesía es ‘poesía de vuelta’, poesía de

retorno. Poesía no antes de la mística, no de camino hacia ella. Es poesía de

después de la mística. Poesía que ve las cosas en Dios y no a Dios en las

cosas.

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Page 35: Silencio y-contemplacion

Para el alma que ha alcanzado la unión con Dios y puede verlo todo

desde Él, todo es ya Dios, paso de Dios, rastro de Dios. Sentir ese paso,

descubrir ese rastro es comenzar ya a hacer poesía mística, poesía en Dios y

desde Dios, poesía de retorno, poesía de vuelta.

Cuando ya se han limpiado los ojos tras largas contemplaciones divinas,

es lícito al alma extasiarse en la visión cósmica, en el cielo estrellado, en el

soto y su donaire, en la fonte que mana y corre y en los valles solitarios

nemorosos.

La poesía de San Juan de la Cruz es una Celebración del mundo, un

Cántico a las criaturas desde su Creador, un grande y poético sí a las cosas.

Esta poesía es oración y es poesía mística. La poesía sirve a la actitud mística

para mover y conmover el alma, evocar lo Inefable aludiéndolo y celebrándolo,

suscitar estados anímicos propicios a la oración sin palabras, puramente

espiritual, al fervor y al ‘cántico’, cantar el amor de Dios. Para lo que no sirve,

sólo como impulso, es para enseñar el camino. El camino, la vía, se nos

enseña por la doctrina o ‘pedagogía mística’. Por extraño que parezca, también

la prosa es lenguaje de la mística. Se descubre así, a través de su dualidad, la

unidad profunda, aunque rota, entre poesía y comentario. Por tanto, las obras

de San Juan de la Cruz no consisten ni en tratados de teología mística ni en

poemas, sino en ese género único que es el poema-con-su-comentario. La

relación entre uno y otro es circular. En su obra, redactada para conducir a

otros hacia Dios, no figura la más mínima confidencia autobiográfica. Aparece

siempre la pureza de quien lo ha querido perder todo hasta llegar a olvidarse

de sí mismo.

Los últimos años de su vida se ven ensombrecidos por las disensiones

en el seno mismo de los descalzos. El provincial, Nicolás Doria, vuelve a poner

en cuestión la reforma acometida por Teresa de Ávila y Juan de la Cruz. Tiene

intención de centralizar fuertemente la orden, orientándola a menesteres

apostólicos. Juan, que se opone a ello, se ve privado de todo cargo. Aunque el

capítulo de 1591 le nombra provincial de Méjico, Doria anula la elección,

relegándolo al lejano convento de la Peñuela. Y, lo que es peor, intenta

desprestigiarlo enviando inspectores encargados de obtener denuncias que le

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Page 36: Silencio y-contemplacion

hagan convicto de faltas contra la moral y de entregar sus libros a la

Inquisición. Se intentará incluso expulsarlo de la orden.

Juan, enfermo, cubierto de úlceras, ha de ser transportado a un

convento en el que se le pueda atender convenientemente. Le proponen el

convento de Baeza, en el que ha sido prior. Juan, que prefiere quedar en el

olvido, escoge Úbeda, donde no se le conoce, y donde el prior, que no lo

quiere, no le escatima injurias ni reproches. Destrozado por el sufrimiento

físico, lo acepta todo como venido de la mano de Dios. La muerte lo libera

pronto.

¡Oh llama de amor viva!

Qué tiernamente hieres

de mi alma en el más profundo centro.

Pues ya no eres esquiva,

acaba ya, si quieres.

¡Rompe la tela de este dulce encuentro!

Había escrito estos versos en 1584. El 13 de diciembre de 1591 llegó

para él la hora del ‘dulce encuentro’.

El proceso de transformación se realiza a través de la ‘noche’. Al inicio

es ‘noche activa’ del sentido y del espíritu, en donde la persona trabaja para

eliminar todo aquello que le impide acercarse a Dios. Después, ‘noche pasiva‘

del sentido y del espíritu, en que Dios mismo hace la obra de purificación. Es

este momento el que Juan de la Cruz considera determinante. Todo el esfuerzo

anterior no es sino una plataforma para que Dios pueda actuar directamente en

el ser humano. Es aquí donde la persona se gana para sí misma y para Dios

bajo la acción transformadora del mismo Dios.

San Juan de la Cruz califica la ‘noche pasiva’ como un abismo de fe. La

oscuridad de la noche del espíritu afecta no solamente ciertos momentos o

parcelas de la vida, sino que se proyecta sobre toda la vida. Es como una crisis

que cuestiona el sentido mismo de la existencia. En esta situación de

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Page 37: Silencio y-contemplacion

purificación radical, donde el sufrimiento espiritual y la oscuridad llegan a

límites insospechados, serán la fe, la esperanza y la caridad los fundamentos

de toda vivencia de la persona.

Sobre la Fe San Juan de la Cruz se expresa de esta manera:

La fe dicen los teólogos que es un hábito del alma cierto y oscuro. Y la razón

de ser hábito oscuro es porque hace creer verdades reveladas por el mismo

Dios, las cuales son sobre toda luz natural y exceden todo humano

entendimiento sin alguna proporción. De aquí es que, para el alma, esta

excesiva luz que se le da de fe le es oscura tiniebla, porque lo más priva (y

vence) lo menos, así como la luz del sol priva otras cualesquieras luces, de

manera que no parezcan luces cuando ella luce, y vence nuestra potencia

visiva, de manera que antes la ciega y priva de la vista que se le da, por

cuanto su luz es muy desproporcionada y excesiva a la potencia visiva. Así, la

luz de la fe, por su grande exceso, oprime y vence la del entendimiento...

Por otro ejemplo... Si a uno que nació ciego, el cual nunca vio color

alguno, le estuviesen diciendo cómo es el color blanco o el amarillo, aunque

más le dijesen, no entendería más así que así, porque nunca vio los tales

colores ni sus semejanzas, para poder juzgar de ellos; solamente se le

quedaría el nombre de ellos, porque aquello púdolo percibir con el oído; mas

la forma y figura no, porque nunca la vio.... De esta manera es la fe para con

el alma, que nos dice cosas que nunca vimos ni entendimos en sí ni en sus

semejanzas, pues no la tienen. Y así, de ella no tenemos luz de ciencia

natural, pues a ningún sentido es proporcionado lo que nos dice; pero

sabémoslo por el oído, creyendo lo que nos enseña, sujetando y cegando

nuestra luz natural. Porque, como dice San Pablo (Rm 10, 17), fides ex

auditu, como si dijera: la fe no es ciencia que entra por ningún sentido, sino

sólo es consentimiento del alma de lo que entra por el oído... Luego claro está

que la fe es noche oscura para el alma, y de esta manera la da luz; y cuanto

más la oscurece más luz la da de sí, porque cegando la (da) luz, según este

dicho de Isaías (7,9)1.

1SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras Completas, Subida del Monte Carmelo, II, 3,BAC, Madrid 1994, 298.

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Page 38: Silencio y-contemplacion

Y, finalmente, después de este desierto de transformación y participación

divina en clave teologal, se comienza a degustar la plenitud de vida y se atisba

la gloria eterna.

En todo este proceso descrito, San Juan de la Cruz destaca la

importancia de la noche sobre lo demás. La primera noche está en clave de

subida a través del esfuerzo y el compromiso de la persona humana. La

segunda, en clave de oscuridad interna, donde la persona es renovada por la

acción de Dios. Y como de la primera noche hay muchas cosas escritas, San

Juan de la Cruz centra la atención en la segunda. Es el rasgo fundamental de

su enseñanza. Es decir el camino contemplativo o la Sabiduría del corazón.

No obstante, el esfuerzo humano y la acción de Dios han de estar

siempre presentes en todo el proceso, si bien, en este camino, hay etapas en

que se pone más de manifiesto un aspecto, sin olvidar que en la relación entre

Dios y el hombre, es el amor la clave de todas las actividades globales y

puntuales que realiza la persona.

Hay que recordar aquí que la contemplación jamás es presentada como

la actividad suprema de la actividad cristiana, ni constituye su fin último, que es

la visión beatífica. El valor absoluto de la vida cristiana es el amor, al que se

subordinan todos los demás carismas. Aunque la visión beatífica pueda

anticiparse en cierto modo en la contemplación, en definitiva es fruto y

recompensa de vivir en el amor. Como decía san Juan de la Cruz: "Al final de

nuestros días seremos juzgados por el amor".

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Page 40: Silencio y-contemplacion

SEGUNDA PARTE:

PERLAS DE SILENCIO

Y CONTEMPLACIÓN

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Page 42: Silencio y-contemplacion

Presentamos ahora, querido lector, 70 perlas escogidas sobre el silencio y 120

perlas de contemplación. No están pensadas para leerlas de un tirón, aunque

también; principalmente están escritas para meditarlas y saborearlas una a una

y así nos puedan llevar así al silencio contemplativo. La meditación de estas

perlas puede ayudar tanto a las personas que se inician en el camino

contemplativo como para aquellas que ya están consolidadas en el mismo

ayudándolas a reafirmarse en el mismo. Esto significa que cada persona, en el

contexto que le ha tocado vivir, encuentre sentido positivo a la soledad, el

silencio, el vacío interior, el sufrimiento y la pobreza. Esto significa, en lenguaje

paradójico, que sepamos vivir en la ausencia del Dios presente, o en la

presencia del Dios ausente, soportando la noche oscura interior.

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I. PERLAS DE SILENCIO

“Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y esta habla siempre en eterno

silencio, y en el silencio ha de ser oída del alma”

(San Juan de la Cruz: Dichos de luz y amor, 21).

5. Si hacemos silencio no es para encontrar al vacío de la nada, sino a la

respiración del espíritu donde se acaba percibiendo el soplo ligero de la

presencia de Dios, la Realidad más real que existe y que se encuentra

más allá de la dimensión sensible.

6. El silencio, el verdadero silencio nos sitúa más allá de las palabras, en el

manantial infinito y silencioso desde donde toma forma toda palabra.

Nos sitúa en el mismo silencio de Dios, desde donde brotó la Palabra

infinita y amorosa de Dios, Jesús, Hijo de Dios, Palabra eterna del

Padre.

7. El silencio y la palabra definen la identidad de una persona más que los

rasgos físicos y su estilo de vida, pues nos muestran a la persona como

un ser orgulloso o humilde, ya que en el silencio interior encontramos

nuestro centro personal y en el hondón de este centro encontramos al

Señor.

8. El silencio cuando se hace presente no pasa inadvertido, te llama la

atención sin pretenderlo, nos habla sin decir nada, nos interroga sin

hacer preguntas, nos sitúa y nos descubre el lugar donde nos

encontramos, sin análisis ni cálculos mentales.

9. Dios se comunica con cada uno de nosotros de una manera propia,

intransferible e incomunicable. Quiere darse, revelar sus más puros

secretos a quien esté más preparado para recibirlo. Y el mayor de los

secretos de Dios es Él mismo. Por eso hay que ir al silencio.

10.La soledad física tiene sus peligros, pero no debemos exagerarlos, pues

la gran tentación del hombre moderno no es la soledad física, sino la

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Page 45: Silencio y-contemplacion

inmersión en la masa humana. No la huida al desierto, sino huir al mar

grande y amorfo de la irresponsabilidad que es la multitud.

11. Es en la soledad, simbolizada por el desierto, donde comienzan las

actividades más profundas. Es aquí donde se descubre la acción sin el

movimiento, la visión en la oscuridad, y, más allá de todo deseo, una

plenitud cuyos límites se extienden al infinito.

12.Experimentamos a Dios en la media en que somos vaciados del apego

egoísta a sus criaturas. Y cuando somos liberados así, gozamos la

perfección de un júbilo incorruptible. Es como despertar a nuestra más

íntima, pura y divina sabiduría. Es la luz divina, el cielo interior, la llave

de todos los tesoros del alma, el centro del pensamiento y de la

conciencia, la sede de la bondad, de la justicia, de la simpatía, de la

medida de todas las cosas. Es la luz espiritual que nos da una misión y

nos hace tomar conciencia de que la vida no es un valle de lágrimas,

sino un templo santo donde podemos gustar las delicias de la

contemplación haciendo silencio.

13.En el hoy que nos toca vivir, el hombre moderno carece de intimidad e

interioridad. Es un hombre deshabitado. ¿Cómo conseguir la visión?

Haciendo silencio. El hombre de hoy tiene soledad pero no silencio.

Necesitamos engendrar en nosotros el hombre interior. Y, ¿cómo

conseguir hacer silencio? Estando quieto y resistiendo. Elevando las

manos y el corazón a Dios. Esta es la más grande actividad que

podemos hacer.

14.Adorar es esto: Callarse de todo lo que no es Dios, hacer silencio,

dejarse penetrar por el misterio. Esto significa, en cierta manera, morir

para volver a la vida con mirada renovada. s un paso de muerte a vida

donde se renuevan todas las cosas. Donde se escucha la Palabra y se

recibe la fuerza para Testimoniarla. Se trata de escuchar en el silencio la

voz de Dios: Palabra creadora y comprometedora, que genera liberación

en el entorno donde se vive.

44

Page 46: Silencio y-contemplacion

15.Para encontrar a Dios en las profundidades de nuestro ser, debemos

comenzar por "volver a nosotros mismos", pararnos, situarnos,

relajarnos, salir de tanta dispersión. Así, se puede decir que, desde un

punto de vista meramente antropológico, hacer silencio es ya un bien

para la persona.

16.Cualquiera que ama, ama la soledad en compañía del ser amado. Quien

ama al Creador, persevera en la dulce y exigente intimidad con El. La

persona contemplativa no es pasiva ya que la adoración es la más

grande actividad. Busca a Dios desde lo más profundo de su ser y se es

útil al prójimo obedeciendo fielmente la Voluntad de Dios allí donde El

nos quiere.

17.Para santa Teresa de Ávila el alma es un castillo, como los castillos de la

meseta castellana. Y nuestro interior, el centro de nuestro ser, en el que

mora Dios, es la cámara nupcial de ese castillo. Pero para la mayoría de

nosotros es la cárcel oscura a donde no vamos nunca. No obstante, es

la habitación secreta y escondida, la cámara nupcial de cada uno. En lo

más profundo de nosotros está el Amor. Y la santidad es nuestra

verdadera personalidad. Cuanto más nos identificamos con Dios, que es

Amor, somos más nosotros mismos. Porque Dios no nos ama en

conjunto, sino individualmente. Cada uno de nosotros es irremplazable y

único y él nos ama a cada uno más que nos amamos a nosotros

mismos.

18.El silencio nos lleva a una experiencia de soledad, sin que nadie nos

proteja y arrope. A esta experiencia tenemos miedo, pues nos sitúa ante

nosotros mismos, sin ropajes ni artificios. Tenemos miedo de

encontrarnos ante nuestra propia realidad. Si tenemos paciencia y

afrontamos este miedo, recuperamos el paraíso perdido, nuestro

auténtico hogar, lleno de vida y de paz. Es la vida y la paz que brota del

silencio, para iluminar nuestra mente y nuestro corazón.

19.Hemos expulsado el silencio de nuestras ciudades y de nuestras vidas.

Hemos de recuperar el silencio, pues es el único que aporta calma, da

paz y hace crecer en sabiduría. Los momentos más grandes de la vida

45

Page 47: Silencio y-contemplacion

humana son siempre momentos de profundo silencio. Los momentos

más grandes del arte, de la ciencia, de la creatividad, son momentos de

absoluto silencio.

20.El silencio es una “música callada” que brota en el corazón cuando se

callan todos los sonidos de alrededor. El silencio es la melodía de Dios,

una presencia amorosa, quieta y luminosa que envuelve a toda la

creación. El silencio siempre habla, pero se escucha en silencio. Así,

silencio y quietud es lo mismo que presencia amorosa.

21.El silencio habla desde la otra orilla, desvelando la presencia silenciosa

y eterna de Dios, que nos da el espíritu de sabiduría para manifestarnos

el verdadero conocimiento y nos ilumina nuestros ojos para conocer a

que esperanza estamos llamados.

22.El silencio es el lenguaje de Dios con el que nos dice todo sin

intermediarios. El silencio es la presencia amorosa de Dios que nos

revela su Espíritu en el corazón. El silencio es la palabra más densa de

Dios, que sin decir nada, nos llena de su propia presencia, que es

amorosa, ablanda el corazón y suaviza el dolor.

23.Si la palabra no quiere ser frívola es preciso que nazca en el silencio. El

silencio no es un repliegue sobre sí mismo, sino la toma de conciencia

de sí mismo.

24.La conciencia es el centro de la vida moral de la persona. Es el lugar

donde se decide la voluntad de Dios. La conciencia es ‘un corazón

palpitante' del que brotan las decisiones, los discernimientos, los juicios,

etc.

25.Todo silencio verdadero es una oración. El momento en que tomo

conciencia de lo que quiero decir, eso no me pertenece, pero si soy

responsable de ello.

26.La palabra no me pertenece. Yo sólo soy o existo en tanto que

participación en una Palabra que no es mía, sino la de Dios. Por tanto, el

momento del silencio es el momento del despojamiento de mis intereses

46

Page 48: Silencio y-contemplacion

personales, deseos y egoísmos, para tratar de expresar una palabra que

es más yo que mi propio yo; una palabra que está en mí sin ser para mí.

27.La oración y la acción son dos momentos indisociables. Todo es diálogo,

todo es soledad. Diálogo porque mi centro no está en mí. Sólo hay

diálogo si desde el principio del intercambio estoy convencido de que

tengo algo que recibir del otro, si no, no vale la pena el diálogo.

28.La palabra ha sido la mejor forma de expresión del espíritu y si

afirmamos que carece de poder transformador caemos en un

materialismo mecanicista y fatalista. La persona santa es una portadora

de la palabra. Una palabra que le supera y que, como en todas las

épocas, lleva al fracaso. Su belleza consiste en no renunciar nunca, a

pesar de los fracasos.

29.La soledad habita en el corazón. La soledad es el sentimiento de la no

realización interior. El que uno viva en una cueva es algo exterior a la

persona. Si vives en plenitud no puedes estar solo. Estarás solo, en el

sentido de que no estarás cerca de otras personas, pero únicamente en

este sentido. La auténtica soledad es la carencia de Dios. San Bernardo

afirma: “Quien tiene a Dios consigo nunca es un solitario, aunque esté

solo”. Si vivimos así, somos 'hermanos universales'.

30.El silencio no es ausencia o rechazo de la palabra, sino, por el contrario,

es acogida de toda palabra interior donde debería enraizarse toda

palabra exterior. El silencio da a cada palabra y a cada nota de música

su densidad y su color propios. No es, pues, una casualidad que, en la

tradición bíblica, el silencio preceda o prolongue la Palabra, iluminando a

su modo el diálogo entre Dios y la persona.

31.El silencio es un pedagogo que nos enseña a escuchar: Escuchar la

naturaleza; escuchar nuestro corazón, nuestra conciencia, para

conocernos mejor y dirigir nuestra vida; escuchar a las personas para

enriquecernos con su diversidad y quererlas más, y, finalmente,

escuchar a Dios, su Palabra interior, su Espíritu que habla en nuestro

corazón para comunicarnos su Vida.

47

Page 49: Silencio y-contemplacion

32.Cando nuestro silencio parece vacío, cuando Dios parece que se nos ha

hecho una realidad inconsistente, ‘el silencio de Dios’, entonces resulta

que el Espíritu nos está conduciendo hacia una actitud más verdadera

delante de Dios. Si es verdad que el aparente silencio de Dios nos hiere,

puede convertirse también en una pregunta verdadera y saludable: ¿En

qué Dios creemos?

33.El Dios revelado por Jesucristo no 'sirve' para nada, en el sentido

estricto de la palabra. No suprime ni los límites ni las pruebas de la

condición humana, pero transfigura nuestro hacer cotidiano y hace

estallar nuestros horizontes. El silencio de Dios es una invitación a

profundizar, a purificar el contenido de nuestros deseos, a ensanchar el

horizonte de nuestras necesidades, a asumir nuestra radical pobreza, a

acoger la gratuidad de su propia Vida.

34.El silencio es indispensable para existir como persona y esencial a toda

ética auténticamente humana, sea o no de inspiración cristiana, pues

ese silencio deja sitio a las decisiones que incumben, en último análisis,

a toda la persona, permitiendo que nos alcemos al nivel de la dignidad

humana. Una ética que suprimiera esta parte última y decisiva de la

autonomía personal, negaría la dimensión más específica de la

responsabilidad humana.

35.Hacer silencio es dejarse penetrar por el misterio. Esto significa, en

cierta manera, morir para volver a la vida con mirada renovada. Es un

paso de muerte a vida donde se renuevan todas las cosas. Donde se

escucha la Palabra y se recibe la fuerza para testimoniarla. Se trata de

escuchar en el silencio la voz de Dios: Palabra creadora y

comprometedora, que genera liberación en el entorno donde se vive.

36.Adoración y profetismo son parte de la misma realidad. El adorador, el

que escucha y capta el mensaje liberador, es un profeta que habla en

nombre de Dios e ilumina la realidad, testificando su palabra con el

testimonio de su vida, llegando incluso hasta el martirio si fuera

necesario. Es por esto que no puede haber auténtica adoración sin

testimonio, ni auténtico testimonio sin adoración.

48

Page 50: Silencio y-contemplacion

37.Mediante el silencio se va adquiriendo sabiduría, que es un saber de

experiencia, es decir que tanto es afectiva como intelectual. Es tanto

hacer como saber. Es una experiencia de totalidad que configura nuestra

vida. La sabiduría, como actitud fundamental, depende de nuestra

transparencia, de nuestro ser, de la autenticidad de nuestra vida. La

sabiduría es armonía personal con la realidad, concordia con el ser. No

conseguimos la sabiduría ‘sabiendo mucho’, sino en tanto que no

sabemos. A la sabiduría no la podemos poseer, manipular, gozar. No es

ningún objeto. No sirve para nada. No es ningún sirviente. Es

completamente superflua. No se puede obtener, conquistar, coger,

utilizar incluso para buenas intenciones. La sabiduría es un don.

38.La fe a un nivel humano significa confiar, tener certeza de que las

promesas serán cumplidas. Sin confianza no hay honestidad. Tener una

actitud de confianza implica adoptar una actitud positiva ante la vida,

ante los demás, verles no como un obstáculo en mi camino sino como

una ocasión para celebrar la fiesta de la vida. Confiar es sumar,

desconfiar es restar. Confiar es ir abriéndose, saber descansar en otro.

Quien confía descansa, pero quien desconfía se agobia y termina por

encerrarse a sí mismo.

39.Tener fe en Dios es creer, es decir, afirmar y tener por verdadero aquello

que no vemos. Es un regalo del cielo. Gracias a la fe vemos toda la

realidad del mundo con una perspectiva más profunda que la simple

mirada natural y mundana. La fe es una decisión responsable de fiarse

de Dios. La fe no es efecto de la luz de nuestra inteligencia, sino una

iluminación, una dilatación, una agudización de nuestro conocimiento

mediante una participación en el conocimiento de Dios. La inteligencia

se doblega por la fe ante la autoridad de Dios. No obstante, la fe es

razonable. La verdad de la fe está, sin duda, por encima de la razón,

más no va contra ella. No se trata de una manipulación de la inteligencia

sino un perfeccionamiento de la misma y una iluminación

insospechadamente maravillosa. El mayor obstáculo para la fe es la

soberbia, pues para abrirse al Todopoderoso es indispensable

entregársele y sometérsele.

49

Page 51: Silencio y-contemplacion

40.En la geografía interior del alma, no se pude recorrer el camino sin

esperanza. La vida de la persona sobre la tierra es como un camino que

se recorre paso a paso, y no podemos definir mejor al ser humano que

diciendo que es un caminante, un peregrino sobre la tierra. En este

caminar la esperanza proyecta más allá del trecho recorrido hacia

etapas aún no cubiertas, hacia metas aún no alcanzadas.

41.El ser humano espera poseer lo que aún no posee, llegar más allá de

donde ha llegado. La virtud de la esperanza consiste en esperar unirse

totalmente con Dios. Llegar hasta Él, unirse a Él y gozar de su amor. Y la

oración es la mejor manifestación y actuación de la esperanza. Quien

espera en Dios y confía obtener de Él lo que le pide, ora siempre sin

desfallecer.

42.Como somos peregrinos tememos no poder alcanzar el fin eterno. Pero

no por eso debemos aspirar a la salud o a la riqueza, al honor o al éxito,

sino tan sólo en cuanto estos bienes favorezcan, o por lo menos no

impidan la consecución de nuestro fin eterno, si es que queremos llevar

una vida conforme a la esperanza divina, ya que esta es rebelión contra

el mal, sueño de justicia y felicidad. La esperanza es confianza, pero no

es seguridad, a causa de las limitaciones humanas y de la libertad, la

esperanza es siempre insegura.

43.El amor no es un sentimiento. El sentimiento es algo adjetivo, adventicio;

el amor en cambio es algo sustantivo. Pero tampoco es un deseo, pues

podemos desear cosas que en sí mismas no impliquen amor. Además el

deseo tiende a absorber al objeto, mientras que el amor impele hacia

fuera y mueve a hacer del otro el verdadero centro de gravedad del

amante. Tampoco se puede identificar con la pasión, que en lugar de

plenificar, está más cerca de un estado obsesivo que lleva al descalabro.

El amor es pulsión unificante, que hace de amado y amante una sola

carne. Este estar el uno en el otro en lo que consiste el amor, implica

estar cada uno fuera de sí, que es la mejor manera de estar en sí. Así, el

amor es un impulso unificante, continuo y desinteresado. El amor va de

dentro a fuera: es un don que necesita ser aceptado, unos ojos que

50

Page 52: Silencio y-contemplacion

buscan otros ojos, una mano al encuentro de otra mano, una pregunta

en demanda de respuesta. Por esto, el amor es dialógico.

44.La aspiración del ser humano al bien, al amor, encuentra en Dios su

propio objeto. La persona halla en Dios un criterio de jerarquización de

su amor a los seres creados y la garantía de que este amor, jerarquizado

según Dios, no es una dilapidación insensata, sino una actividad sólida y

consistente, porque el mismo Dios es amado en los seres creados.

45.La vocación no es algo que tienen algunos, sino que la tenemos todos.

Se trata de un encuentro que proporciona una inspiración básica en la

vida, de la que nace el compromiso, el cometido principal que cada

persona tiene, y que quien es creyente percibe como los planes de Dios

para él. Por eso, saber cuál es nuestra misión en la vida es la cuestión

más importante que debemos plantearnos cada uno, y que podemos

plantear a quienes queremos ayudar a vivir con acierto.

46.Dios busca la felicidad del ser humano y la vocación es el

descubrimiento de ese designio y ese plan que Él ha previsto para que

cada uno alcance la máxima realización personal. La vocación es como

el reto que nos plantea nuestra vida. Es una nueva luz, un

acontecimiento que nos da una nueva visión de la vida, y la llena de

sentido.

47.La vocación es un don y para poder acogerlo es necesario dejarle

espacio en nuestras vidas, hacer silencio en nuestro interior. Debemos

abandonar los ruidos, los mil objetos que distraen nuestra atención en

una multitud de pequeños detalles intrascendentes. El silencio nos

ayuda a concentrar nuestra vida, a profundizar en ella, a vivirla en

plenitud y a descubrir nuestra vocación.

48.La tarea irrenunciable que todo ser humano debe llevar a cabo a lo largo

de su vida es la de conocerse a sí mismo. Se trata de ser uno mismo en

el mundo. Este ser uno mismo resulta imposible si el yo no se refiere a

una realidad que está en él, pero que le trasciende. Cada ser humano

está llamado a ser un yo único e irrepetible, a construir una historia

51

Page 53: Silencio y-contemplacion

particular y diferente, a realizar un proyecto de vida y una misión en el

mundo. Para llegar a comprender el propio destino, es necesario realizar

el silencio, para oír la voz interior del Maestro divino. No se trata de

inventar, de crear imaginativamente, sino de escuchar y de obedecer.

Esta escucha resulta fundamental para aclarar el misterio de uno mismo

y clarificar lo que uno está llamado a ser y a hacer en el mundo.

49.El descubrimiento del sí mismo requiere la apertura al Tú incondicional

de Dios, que ha creado a cada ser humano con una singularidad propia,

pero para percatarse de este don, tenemos que confrontarnos con Dios,

aislarnos de los demás y ahondar en la propia estructura personal. El yo

auténtico no se capta más que en relación con el Absoluto que,

revelándose, le hace conocerse. Existir ante Dios es tener consciencia

de las propias limitaciones y pecados. Ante la presencia del Amor puro,

de la Luz del mundo, tomamos consciencia de nuestra fragilidad moral,

pero, al mismo tiempo, se abre el camino de acceso a la providencia y a

la gracia de la salvación.

50.La tarea de ser uno mismo entraña, necesariamente, padecer un sin fin

de sufrimientos, que están íntimamente vinculados a la empresa de ser

uno mismo. No se llega a ser lo que se está llamado a ser sin sufrir, sin

padecer la incomprensión y el odio de los demás. El temor a ser uno

mismo, a vivir conforme a la voz que llama en el interior de uno mismo

engendra, lógicamente, angustia, puesto que, tal modo de vida, nos

hace diferentes al resto de las demás personas. Reconocerse ante Dios

implica aprender a vivir sin el reconocimiento de los demás. Ser

auténticos implica asumir la propia interioridad.

51.Quien se evade de sí mismo, se evade, en el fondo de Dios, que está en

la raíz del sí mismo. La vocación, que tiene su origen en lo alto,

encuentra en lo profundo del ser humano aspiraciones, estímulos y

condicionamientos para que pueda ser recibida, escuchada, acogida y

vivida. El despuntar y el desarrollo de una vocación es un misterio del

que entrevemos sólo algunos aspectos parciales, en continua e

52

Page 54: Silencio y-contemplacion

imprevisible evolución, indicadores de un proceso cuyos componentes

dinámicos brotan de dos seres libres y en continuo diálogo entre sí.

52.La vida más que un simple hacer es quehacer en el que el ser humano

se proyecta y se realiza hacia nuevas formas de ser real. Nuevas formas

que cada uno, desde su realidad concreta, elige como metas preferibles

y por tanto valiosas. Los humanos necesitamos fijarnos un objetivo,

entregarnos a ese objetivo, e ir avanzando poco a poco sin pararse a

mirar a un lado y a otro. De esta manera, encontramos el sentido de la

vida. El objetivo ha de estar en consonancia con el proyecto humano en

general. Incluso en las adversidades y circunstancias angustiosas

debemos intentar dar con el sentido, bien para salir de ellas, bien para

poder aguantarse equilibradamente en ellas. Solamente cuando se da

ese sentido uno puede justificar la vida y la muerte y soportar el dolor y

las situaciones límites.

53.Cada ser humano tiene dentro de sí una mente y un corazón que nadie

puede tocar, que nadie puede destruir. Es verdad que nos pueden matar,

pero nadie nos puede obligar a pensar lo que no queremos, ni amar lo

que odiamos, ni despreciar aquello que es lo más importante para

nosotros. A lo sumo, podrán enloquecernos, pero no habrán podido

doblegar nuestro espíritu. Cada hombre y mujer, en esta tierra, puede

vivir para algo, puede vivir para alguien. Querer vivir ‘para nada’ sin

ningún proyecto serio, sin ningún amor sincero, es caminar hacia la

propia destrucción de la persona. Por eso hay que descubrir nuestro

quehacer, nuestra misión en esta vida. Se trata de ver como es mi

trayectoria personal y preguntarse qué esperan los demás de mi

existencia. Sentido de la vida y vocación personal en este punto se

encuentran.

54.Hay un designio que nos supera, que nunca es comprendido del todo;

hay un proyecto en el que cada uno tiene un lugar maravilloso. Descubrir

ese proyecto de Dios, pensado para nosotros, para nuestra propia

felicidad y para el bien del mundo, es una tarea que nos pide a todos

abrir el corazón a la esperanza. El dolor no es el fracaso de una vida sin

53

Page 55: Silencio y-contemplacion

sentido. El dolor es una invitación a dar sentido a lo que parece una vida

fracasada, pero no lo es: todo vale en el horizonte del amor de Dios.

55.La realidad del ser humano es primariamente pretensión, proyecto, y en

esto consiste su extraño carácter de ser a la vez real e irreal. El

elemento de irrealidad, de imaginación, de futuro, de proyecto o

pretensión, forma parte de la realidad humana. La sabiduría no se

consigue sabiendo mucho, sino no sabiendo nada. El saber de la

sabiduría no es una actividad puramente racional, sino sobre todo un

contacto con la realidad. Nada más se conoce lo que se ama. Este

conocimiento de la sabiduría crea comunión, pues la sabiduría no es

complicada, no es la suma de muchos conocimientos, ni de experiencias

múltiples. No se la puede acumular. No se puede tener experiencia de la

sabiduría si no se vive el mundo como patria propia.

56.La sabiduría es un don libre, un puro regalo. La persona sabia utiliza su

ojo interior, su oído interior para penetrar las cosas, sin necesidad del

conocimiento intelectual. Podemos conocer la sabiduría gracias a una

experiencia interna que proporciona paz, alegría y libertad. Por eso no

hay que malgastar nuestro tiempo en cosas que no proporcionan

alegría, hay que hacer silencio.

57.La sabiduría no es una meta de la voluntad. Cuando estamos centrados,

todo se coloca en su justo sitio. Llegamos a ese centro gracias al

silencio contemplativo. Estar centrado, significa pues, encontrarse a la

misma distancia de todos los puntos de la circunferencia. Ver no es

reflexionar sobre lo acontecido, sino simplemente mirar, contemplar

dejándose contagiar por lo contemplado.

58.Hay que hacer crecer la vida espiritual en nuestro corazón si no

queremos que las preocupaciones de la vida nos invadan. De esta

manera vamos encontrando el sentido a la vida, que no se debe plantear

en términos generales, sino que ha de ir dirigida al significado concreto

de la vida de cada ser en un momento dado. Todas las situaciones

tienen un sentido aunque nos parezcan incomprensibles. En el horizonte

54

Page 56: Silencio y-contemplacion

de las infinitas situaciones humanas, debemos descubrir la presencia

escondida de Dios.

59.La evolución no termina en la persona humana. Después viene la

comunidad humana. La conciencia es la clave, el hilo conductor, por

donde discurre la evolución general. El ser personal humano, donde la

conciencia encuentra su plenitud a escala individual, se presenta como

el puente de articulación de todas las fibras cósmicas. La explicación del

universo tiene su fundamento en la persona, centro y punto de

armonización del mundo. A partir de la experiencia de la persona

humana, es decir, de la conciencia de nuestros valores espirituales,

todos los demás fenómenos, no sólo los humanos, sino los biológicos y

físicos, adquieren coherencia y explicación en la perspectiva de una

materia que evoluciona hacia el espíritu. Por esta razón el proceso

ascendente de los seres no puede menos de ser concebido que en

función de la personalización.

60.La persona como síntesis recapitula en sí todo lo que le antecede, al

mismo tiempo que se erige como grado específico de unidad lograda. Es

un resumen donde aflora el cosmos entero, ya que por todas las fibras,

tanto materiales como psíquicas, se halla vinculada a todo cuanto la

rodea. Se halla prendida de una red de relaciones de suerte que la

persona es esencialmente cósmica.

61.La persona no es algo realizado, sino un deber ser. La persona es

persona en la medida en que es consciente de la orquestación universal

en que se inserta su papel individual. La etimología nos recuerda que la

persona es ese personaje que representa un papel, cumple una función.

Tener por vocación el desempeñar un papel individual en el drama

universal, constituye el ser mismo de la persona.

62.El universo material y espiritual no son una mera yuxtaposición de

partes, sino una verdadera conexión en la que cada cual ocupa su lugar

y desempeña su función. La persona y el mundo están en devenir. En su

esencia el universo está inconcluso caminando hacia su Centro

55

Page 57: Silencio y-contemplacion

Absoluto. Ser una persona es tener conciencia del drama cósmico y

participar en él desempeñando el papel eficaz al que ha sido llamada.

63.El silencio y la soledad es el medio adecuado para trascender las

ilusiones de la naturaleza y ser capaz de presencia moral o mental.

Mediante el silencio se asocia la persona a los demás seres, siendo esta

presencia aún más profunda. Es necesario apartarse de la exterioridad

para hacer accesible la presencia de los demás en la conciencia. La

soledad se resquebraja por un solo acto de generosidad. La amistad no

consiste en añadir dos aislamientos, sino en liberarse del propio

aislamiento por la percepción activa de la otra persona en la que la otra

persona se encontraba, pues vamos al tú por el descubrimiento de

nuestro yo ideal. El amor sólo aparentemente es unilateral. Si la

generosidad es eficaz para un ser, lo será también para el amante y el

amado, e indirectamente para todo el universo.

64.La generosidad es, además, el único medio que tenemos en influir en las

decisiones temporales de las demás personas. Hay más felicidad en dar

que en recibir, en seguir dando también cuando no se recibe nada o se

recibe ingratitud. Al odiar el crimen y querer al criminal se construye la

historia ideal del mundo y se devuelve a las personas la dignidad que

han perdido, destruyendo las causas de la separación.

65.El fracaso en la generosidad, que suele ser proporcional al amor que se

profesa, nos lleva a amar a Dios que ama y crea unilateralmente. Una

conciencia verdaderamente generosa no rehúsa el riesgo de sufrir por

causa de otra persona, precisamente porque no se puede mostrar

indiferente a ésta. Amar a alguien es también otorgarle el poder de

hacernos desgraciados.

66.El camino hacia el sano sentimiento del propio valor pasa por la

aceptación del lado de sombra, por la integración de los propios valores

y por la admisión de la imagen de Dios que se expresa en el alma

humana por medio de imágenes y de símbolos. Así, nuestra tarea es

llegar a 'sí mismo' o el yo ideal y no llegar a ser 'yo'. El yo es únicamente

consciente. Para llegar hasta el 'sí mismo' he de desasirme del pequeño

56

Page 58: Silencio y-contemplacion

yo. Quien esté en contacto con el 'sí mismo', será independiente de los

demás. Ha encontrado el camino hacia sí mismo, hacia su propia

dignidad. Y será capaz de permanecer en sí mismo, de mantenerse en

sí mismo, y ser independiente del juicio de los demás. El 'sí mismo' es la

imagen de Dios en mí, la imagen singularísima que Dios se ha hecho de

sí a base únicamente de mí.

67.El 'sí mismo' espiritual es la patria interior en la que estamos

enteramente con nosotros mismos y en la que descubrimos que nuestro

verdadero 'sí mismo' ha sido plasmado por Dios. Mientras que no

descubramos esta antiquísima verdad de que nuestra patria está en lo

interior, estamos condenados a andar errantes y buscar consuelo en el

mundo exterior.

68.Los místicos creen que en cada persona existe un espacio de silencio y

quietud. No obstante muchas personas no sienten este espacio debido a

las múltiples preocupaciones y problemas que se interponen entre la

conciencia y el 'sí mismo'.

69.El camino hacia ese lugar de silencio pasa por la oración y la

meditación. Cuando la persona se adentra en el lugar de quietud que

hay en su interior, entonces crece en ella el sentimiento de libertad y

confianza. Crece el sentimiento del propio valor. Crece el sentimiento de

libertad y confianza. Es el sentimiento de que la persona tiene un núcleo

divino, que es el espacio de silencio y quietud en el que sólo Dios habita,

y sobre el que este mundo no tiene poder ninguno.El yo de la persona

no es más que una etapa; el nosotros es un fin y la soledad un medio

para percibir los valores.

70.La ética del amor al prójimo nos pone ante el rostro de la persona en su

peculiaridad irrepetible, en su enigma indescifrable, y nos invita a

ayudarle, siendo ella un fin y nunca un medio. Girar la historia consiste

en crear una sociedad donde la ambición esté desterrada y en lugar de

la rivalidad reine el amor mutuo. Cualquier cambio estructural fracasará

si no va a acompañado del cambio de valores y de conducta.

57

Page 59: Silencio y-contemplacion

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Page 60: Silencio y-contemplacion

II PERLAS DE CONTEMPLACIÓN

“No tenga otro deseo, que el de entrar sólo por amor a Cristo en el desapego,

el vacío y la pobreza de todo lo que existe en la tierra. No tendrá otras

necesidades más que aquellas a las que haya sometido su corazón; el pobre

de espíritu nunca será más feliz que cuando se encuentre en la indigencia;

aquel cuyo corazón no desea nada es siempre generoso. Los pobres en el

Espíritu (Mt 5,3) tienen una gran libertad en todo lo que poseen. Su placer es

pasar necesidad por amor a Dios y al prójimo... No sólo los bienes, las alegrías

y los placeres de este mundo nos estorban y nos retrasan en el camino hacia

Dios, sino también las alegrías y las consolaciones espirituales, son en sí

mismas un obstáculo en nuestra marcha, si los recibimos o las buscamos con

un espíritu de propiedad”

SAN JUAN DE LA CRUZ (1542-1591)

5. A diferencia de la ciencia, que, para analizarla, divide la materia en

partes más pequeñas, y se va fragmentando conforme progresa en

especialidades más y más penetrantes, la sabiduría, hasta cuando

recoge los múltiples conocimientos proporcionados por las ciencias, los

refiere siempre al centro donde ella se encuentra, al nivel del espíritu,

gracias a la inteligencia espiritual, más allá de la mente razonante. En

ese lugar interior es donde la sabiduría se desarrolla mediante un

continuo trabajo de síntesis, comparable a una rumia y a una digestión,

pero desarrollados a la luz del Espíritu.La sabiduría es activa por su

trabajo de reflexión y de asimilación a base de experiencia, y

contemplativa por su atención a la luz superior que la preside tanto a ella

como a las ideas ordenadoras que emergen ante sus ojos. El

crecimiento de la sabiduría no se puede verificar, como en las ciencias,

mediante exámenes, tests, mediciones y cálculos. Progresa por medio

de una maduración que se inserta en la duración vital, diferente al

tiempo mecánico; tiene sus etapas y sus estaciones, como los

59

Page 61: Silencio y-contemplacion

organismos vivos, como crecen también las virtudes en el corazón y en

el espíritu. La sabiduría se manifiesta a través de su fecundidad cuando

llega el tiempo, a través de la excelencia y del sabor de sus frutos para

quien sabe apreciarlos, pues es preciso tener formado el gusto por la

sabiduría.

6. Nuestra mente, habitualmente dispersa en una gran diversidad de

pensamientos y de ideas, debe ser unificada y llevada de la multiplicidad

a la simplicidad, de la diversidad a la sobriedad. Debe ser purificada de

toda imagen mental, de todo concepto intelectual, hasta no ser

consciente de nada, salvo de la presencia amorosa de Dios invisible e

incomprensible. Es así como, entrando en el silencio aprendemos el arte

de la oración, que es un camino espiritual que nos une con Dios y no un

lugar para reflexionar sobre Dios o sobre nosotros mismos.

7. El paso de la oscuridad a la luz es la primera separación de las ideas

falsas y erróneas sobre Dios. La inteligencia espiritual oscurece todo lo

sensible y habitúa al alma a la contemplación de aquello que está

escondido.

8. Contemplamos un Dios que es invisible, pero que nos ofrece un

sentimiento de presencia, un sentir no con los sentidos del cuerpo, sino

con aquellos interiores del corazón.

9. Entrando en la “nube del no saber”, es decir creyendo, la persona

permite a la propia razón ejercer su acto más noble: reconocer que hay

una infinidad de cosas que la sobrepasan.

10.La contemplación divina lejos de humillarnos y privarnos de algo está

hecha para llenar al ser humano de entusiasmo y de alegría. Dios es

infinitamente más grande, más bello, más bueno, de cuanto lograríamos

nunca pensar.

11. Orar es ponerse en comunión con Dios, para estar en su presencia, que

nos penetra y rodea como el aire que respiramos. "Es pensar en Dios

amándolo", como decía Carlos de Foucauld. Es, en definitiva, en

palabras de santa Teresa de Jesús, "un trato de amistad a solas con

quien sabemos que nos ama". Esta relación puede crecer y

60

Page 62: Silencio y-contemplacion

desarrollarse desde las tentativas más incipientes hasta la intimidad más

profunda, vivida en la oración continua del auténtico peregrino.

12.La oración es una historia de amistad entre la persona y Dios. El

Creador es el agente principal y la criatura padece su acción: Donde

Dios más actúa, la persona más se transforma.

13.La oración no se conquista ya que es una realidad viva, un proceso

evolutivo y permanente. Sucede lo mismo con la amistad, que entraña

un dinamismo en continuo crecimiento. Se sabe el punto de partida, pero

no el de llegada. Así, la oración es un proceso que va desde la

exterioridad a la interioridad en búsqueda de Alguien que sabemos que

nos ama.

14.Se necesita tener mucho valor para orar, para perseverar sin ver, para

prolongar la oración y mantenerse en ella, seguros de que Dios vendrá a

nuestro encuentro.

15.El ser contemplativo no es pasivo. La contemplación es la más grande

actividad que el ser humano puede realizar. Es un buscador de Dios

desde lo más profundo del ser y se es útil al prójimo obedeciendo

fielmente a la Voluntad de Dios diseñada en nuestra conciencia y en

favor de nuestros hermanos, allí donde Él nos quiere.

16.Contemplar es un conocer no pensante. Mirar con amor, adorar, es la

forma perfecta de conocer sin más. Contemplar es, por tanto, intuir,

entrar en el "presente absoluto", que es el tiempo verbal de la eternidad.

Cuando se rompen las normas del tiempo, el instante más pequeño se

rasga como un vientre preñado de eternidad. el éxtasis es el gozo de

sentirse engendrado en el infinito de ese instante y nos deja entrever,

más allá del pensamiento humano, un oculto sentido.

17.Contemplar no significa mirar a Dios, sino ser mirados por Dios. Dejarse

penetrar de su Amor y descubrir su Presencia a través de los "signos de

su creación".

18.La contemplación es purificación del interés. Es una oración pura, pero

no deshumana. Más que subir al cielo, es un profundo descender al

61

Page 63: Silencio y-contemplacion

vientre de la tierra donde están las raíces del ser, que son la vida, la

misericordia y la esperanza.

19.Contemplar es anticipar lo que debe ser un día el estado de vida de la

familia humana, el destino de toda persona. Quien tiene un poquito de

esta oración, puede hacer cosas inmensas por la humanidad,

permaneciendo atento a la "oscura presencia de Dios" y cumpliendo su

Voluntad.

20.La oración no es otra cosa que conocer el Amor como experiencia más

profunda. Esta experiencia nos hace tomar conciencia de que somos

hijos de Dios y nos proporciona una paz que nada ni nadie nos puede

dar.

21.La contemplación nos va haciendo realmente mejores, más pacíficos,

más pacientes, más unificados interiormente. El amor de Dios va

poniendo orden en nuestro interior suavemente, sin represión ni

violencia. El contacto con el fuego del amor opera en nosotros una

purificación. No se puede contemplar a Dios sin morir a nuestro

egoísmo.

22.Hay personas que viven para Dios, otras que viven con Dios y otras que

viven en Dios. Las que viven para Dios, su vida es lo que hacen y la

valoran por lo que hacen por Él. Las que viven con Dios también viven

para Él, pero no viven por lo que hacen por Él, sino por lo que son ante

Él. Su vida es reflejo de Dios por su sencillez y pobreza. Las que viven

en Dios, no viven por lo que hacen ni por lo que son, pues Dios hace

todo en ellos. Descansan en el ser de Dios por encima de su propio ser.

23.Cuando el ser humano está dispuesto a estar a solas con Dios, en el

desierto, el bosque o la ciudad, el relámpago ilumina todo el horizonte y

toca donde quiere. Cuando la infinita libertad de Dios brilla en las

profundidades del corazón, el ser humano es iluminado. En este

momento, aunque esté a la mitad de su viaje, ha llegado ya a su fin.

24.La humildad consiste precisamente en ser la persona que se es a los

ojos de Dios. Y como no hay dos personas iguales, si se tiene la

62

Page 64: Silencio y-contemplacion

humildad de ser uno mismo, se será distinto de todos los demás seres

del universo. Por esta razón, el camino de la realidad, el camino de la

santidad, es el camino de la humildad, que nos lleva a rechazar nuestro

ser ilusorio y aceptar nuestra verdadera realidad ante Dios.

25.La entrada más usual a la contemplación es a través de un desierto de

aridez en la cual, aunque no se ve nada, no se siente nada, ni se capta

nada, y sólo se tiene la conciencia de un cierto sufrimiento y angustia

interiores, uno está atraído y mantenido en esta oscuridad y sequedad

porque es el único lugar en que se puede hallar alguna forma de

estabilidad y paz.

26.Al ir avanzando, se aprende a descansar en esta árida quietud, y la

seguridad de una consoladora y fuerte presencia en el corazón de esta

experiencia crece cada vez más, hasta que gradualmente se comprende

que es Dios quien se revela a uno en una luz penosa para nuestra

naturaleza y todas sus facultades, porque está infinitamente por encima

de ellas y porque la pureza está en guerra con nuestro egoísmo,

oscuridad e imperfección.

27.Cuando Dios comienza a infundir su luz de conocimiento y

entendimiento en el espíritu de una persona atraída a la contemplación,

la experiencia suele ser más de derrota que de triunfo.

28.Llegamos a ser "contemplativos" cuando Dios se descubre a sí mismo

en nosotros. La verdadera contemplación significa la destrucción de todo

egoísmo, la pobreza y la limpieza de corazón.

29.Como el fuego, que ilumina y purifica, en la contemplación no vemos a

Dios. Le conocemos mediante el amor. Cuando gustamos la experiencia

de amar a Dios por sí solo, sabemos por experiencia que es puro amor.

30.La verdadera experiencia mística de Dios coincide en el momento que

amamos a Dios y al prójimo "como a nosotros mismos". "Si dices que

amas a Dios y no amas al hermano, eres un mentiroso" (1Jo. 4,20).

63

Page 65: Silencio y-contemplacion

31.Dios nos toca con un toque que es vacío y nos vacía. Nos mueve con

una simplicidad que nos simplifica. Toda variedad, toda complejidad,

toda paradoja, toda multiplicidad cesa. Nuestra mente nada en el aire de

un entendimiento, de una realidad que es oscura y serena e incluye todo

en sí. No se desea nada más. No hace falta nada más. Uno se siente

como si por fin hubiera nacido plenamente en las profundidades del

Amor. La realidad no se ve "de otro modo distinto", sino que "se ve de

otro modo". Es una experiencia de transformación religiosa, una

experiencia mística.

32.El amor de Dios es como un río que surge de lo profundo de la vida

divina y fluye infinitamente a través de su creación llenando todas las

cosas de vida, bondad y fuerza.

33.Todas las cosas, excepto nuestros pecados, vienen a nosotros en las

aguas de esta pura e irresistible corriente. Si las aceptamos con

tranquilidad, sometiéndonos a la presión de las aguas mediante una fe

limpia e incontestable y un amor perfecto y despegado de toda

resistencia, la voluntad de Dios entra en las profundidades de nuestra

libertad llenando nuestras vidas y todos nuestros actos y deseos de la

marea de su propio júbilo.

34.La verdadera paz la hallan solamente las personas que han aprendido a

nadar con la fuerte corriente de este río. Para ellas la vida es sencilla y

fácil. Todo momento es rico en felicidad. Todos los acontecimientos son

inteligibles, pues si no lo son del todo en sus detalles, si vistos en la

totalidad de la vida.

35.Es por esto que la contemplación interior y la actividad exterior son dos

aspectos del mismo amor de Dios. Pero la actividad de una persona

contemplativa debe nacer de su contemplación. Todo cuanto haga,

aparte de la contemplación, debe reflejar la luminosa tranquilidad de su

vida interior, de modo que se sitúe en todo momento en Dios realizando

su voluntad.

64

Page 66: Silencio y-contemplacion

36.Si se vive así, compartiendo la paz desinteresada que se encuentra en

la oración en la sencillez de las cosas que realizamos, nuestros

hermanos podrán reconocer esta paz y dar gloria a Dios.

37.Hace falta una larga preparación para recibir en el presente la visión. Es

una comunión recibida en nosotros que nos permite reconocer la

presencia de Dios en la naturaleza, convirtiéndose así en sacramento

natural, y en las demás personas, que son nuestros hermanos.

38.Esta comunión recibida en nosotros es la experiencia sublime de

reconocerse amado por Dios en lo más profundo de nuestro ser. Nada ni

nadie en el mundo nos puede colmar como nos plenifica y pacifica esta

realidad.

39.Cuando la fuente del Espíritu se libera en nuestro corazón, que en

sentido bíblico equivale a la sede del conocimiento y de los afectos,

embebe toda nuestra vida, como el agua impregna a una esponja, y

termina por transformarnos totalmente. Es como un fuego encendido en

el interior del corazón que irradia sobre todo nuestro ser, llegando a

transformar incluso nuestro mismo cuerpo.

40.Cuando somos pobres y humildes, tenemos la mirada limpia e inocente

de un niño, y somos capaces de trabajar y esperar en un mundo más

humano, los ojos del corazón, como el regalo más importante de la vida,

se nos iluminan y somos entonces capaces de entrar, por pura

misericordia, en el misterio de Dios, que es Amor entrañable.

41.En la adoración, cuando entramos en el Misterio, gustamos

anticipadamente la definitiva victoria de la vida sobre la muerte. Dios se

nos manifiesta como el propio centro de nuestro yo más íntimo. Cuando

irrumpe sobre nosotros la conciencia de que El está presente,

desaparece nuestro yo en El, y pasamos de la separación a la unión,

donde encontramos nuestras verdaderas identidades en El.

42.En la adoración, más allá de lo que se ve y toca, se alcanza la comunión

con la Libertad que es la fuente de toda existencia. Esa Realidad, esa

65

Page 67: Silencio y-contemplacion

Libertad, no es concepto, no es cosa, no es objeto, ni aun objeto de

conocimiento: es el Dios Vivo, el Santo.

43.El mejor modo que tenemos de nombrar al que es la plenitud de la vida

es diciendo que Él Es, en el sentido del ser que no cesa de actuar

liberando. Y el que Es reside en el mismo corazón de nuestro propio ser

y está más cerca de nosotros que nosotros de nosotros mismos.

44.En la adoración nace la contemplación que es esa sabiduría que hace

del hombre el amigo de Dios. La contemplación es un saboreo

anticipado de la definitiva victoria de la vida sobre la muerte. Esto ocurre

cuando nuestro amor a Dios estalla en la llama, oscura pero luminosa,

de la visión interior, siendo capaces, al menos por un instante, de

experimentar algo de la victoria. Pues en tales momentos, "vida",

"realidad" y "Dios" dejan de ser conceptos en que pensamos, y se

convierten en realidades en que participamos conscientemente.

45.Por eso se puede decir que el ser humano se parece a Dios en cuanto

que es un contemplativo. Eso significa que el ser humano no es sólo

preeminentemente un pensador, sino un "vidente", un profeta que mira

en lo profundo de Dios y da expresión a lo que ve. Es un hombre de

oración, un hombre de espíritu.

46.En la adoración se purifica el interés. La adoración es una oración pura,

pero no deshumana. Más que subir al cielo, es un profundo bajar al

vientre de la tierra donde están las raíces del ser que son la vida, la

misericordia y la esperanza.

47.Adorar es anticipar lo que debe ser un día el estado de vida de la familia

humana, el destino de todo hombre. Quien tiene un poquito de esta

oración, puede hacer cosas inmensas por los hombres sus hermanos,

permaneciendo atento a la oscura presencia de Dios y cumpliendo su

Voluntad.

48.La adoración nos va haciendo realmente mejores, más pacíficos, más

unificados interiormente. El amor de Dios va poniendo orden en nuestro

interior suavemente, sin represión ni violencia. El contacto con el fuego

66

Page 68: Silencio y-contemplacion

del Amor opera en nosotros una purificación. No se puede contemplar a

Dios sin morir a nuestro egoísmo. Dios quiere revelar sus más puros

secretos a quien esté preparado para recibirlo. El mayor de los secretos

de Dios es El mismo. Y se comunica con cada uno de nosotros de una

manera propia, intransferible e incomunicable.

49.Cuando Dios nos toca, no se desea nada más. No hace falta nada más.

Uno se siente como si por fin hubiera nacido plenamente en las

profundidades del Amor, desde donde se puede hacer el mayor bien a

los demás. ¿No es pues la adoración la actividad más importante y por

otro lado la actividad más difícil, contando tan solo con nuestras propias

fuerzas, sino fuera que el Espíritu de Dios nos conduce al desierto, al

silencio, para hablarnos al corazón y transformarnos en sus profetas y

testigos, llevando la liberación a nuestros hermanos, en una entrega

martirial definitiva?

50.La verdadera experiencia mística de Dios y la suprema renuncia de todo

aparte de Dios coinciden. Son dos aspectos de la misma cosa. Cuando

nuestra persona está libre de todo apego creado, se llena

inmediatamente con el don de amor de Dios. Es entonces que la paz

llena el alma y aceptamos lo que somos y lo que no somos, siendo

conscientes de que esta gran pobreza es nuestra mayor fortuna.

51.Nuestra realidad, nuestro verdadero ser, está oculto en lo que nos

parece nada y vacío. Lo que no somos nos parece real; lo que somos

nos parece irreal. Podemos elevarnos por encima de esta irrealidad y

recobrar nuestra identidad oculta. Y, por esa razón. el camino de la

realidad es el camino de la humildad, que nos lleva a rechazar el ser

ilusorio y aceptar el ser "vacío" que es "nada" a nuestros propios ojos y a

los ojos de los hombres, pero es nuestra realidad verdadera a los ojos

de Dios: pues esta realidad es "en Dios" y "con Él" y le pertenece

enteramente.

52.En el éxtasis del puro amor llegamos a la realización del Primer

Mandamiento, amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra

mente y con toda nuestra fuerza. Esto es una llamada para todos y

67

Page 69: Silencio y-contemplacion

gracias a los que cumplen este mandato la paz se establece en el

mundo.

53.El camino hacia la comunión es difícil. Pasa por el desposeimiento de

todas las cosas e incluso de sí mismo, la nada, para llegar a poseerlo

todo: Dios mismo.

54.Este viaje hacia la comunión se emprende en la fe y no en la visión:

Viajamos hacia un lugar que no conocemos y hemos de ir por un camino

que no sabemos si podremos comprender intelectualmente. Lo único

que sabemos es que vivimos en comunión siempre que intentamos

caminar por la senda de la verdad, del bien y del amor.

55.El Cristo encontrado y contemplado en la oración se prolonga en el

encuentro con el hermano. Si somos capaces de experimentar a Cristo

en el servicio a los pequeños, a los pobres y marginados, es porque lo

hemos encontrado en la oración contemplativa. La contemplación de

Cristo en el hermano sufriente y oprimido es una llamada al compromiso

y nos hace "contemplativos en la acción".

56.Quien se deja trabajar por el Espíritu de Dios, es decir, a quien le anima

el Espíritu de Jesús, no grita contra nadie, ni quiere reformar

directamente a los demás. Quiere reformarse a sí mismo, y siendo

transforma y vivifica la vida de los demás.

57.Las personas que tienen algo de esta "oración pura" son los

tabernáculos de Dios en el mundo, son la fuerza de vida en éste. Son los

que impiden la destrucción del universo. Son los pequeños, los testigos,

el "resto de Israel", como María de Nazaret. La tierra entera depende de

ellos. Nadie parece comprenderlo. Son las personas para quienes todo

fue creado en primer lugar. Son los herederos de la tierra.

58.Son los únicos que serán capaces de disfrutar totalmente de la vida. Han

renunciado al mundo, han dado su sangre y el mundo les ha sido dado.

Son los únicos de entender el júbilo. Son los limpios de corazón. Ven a

Dios. Dios hace la voluntad de estas personas, porque su voluntad es la

de ellas. Dios hace todo cuanto quieren, porque Él es Quien desea los

68

Page 70: Silencio y-contemplacion

deseos de ellos. Son los únicos que pueden tener todo cuanto desean.

Su libertad es ilimitada. Los testigos, los santos, tienden sus brazos

hacia nosotros para abarcar nuestra miseria y ahogarla en la tremenda

expansión de su inocencia, que lava el mundo con su luz.

59.El testigo, la persona habitada por el Espíritu, ha hecho de Dios su

absoluto, gracias a una experiencia personal y transformadora de su

vida. De ahí que sea una persona abierta, acogedora, clarividente,

reconciliada con las cosas, con los demás y con el mismo, libre de todo

aquello que hace inhumano a nuestro mundo y a nuestra vida.

60.Ver desde la fe, es vivir en una actitud contemplativa. Es buscar siempre

lo esencial de las cosas y no perderse en la superficialidad de los

detalles, sintonizando con el fondo de las situaciones y de las personas.

61.Los que han dejado correr por su interior el Amor lo quieren dejar

expandir a su alrededor como algo recibido, movidos por este mismo

impulso. Un amor en el que cada persona mística imprime la marca de

su personalidad. Un amor que es, en cada una de ellas, una emoción

enteramente nueva capaz de modelar la vida humana con un tono

diferente. Un amor que hace que cada una de éstas personas sea

querida por ella misma y que, a través de estas, otras personas puedan

abrir su alma al amor de la humanidad.

62.Ser una persona mística no es otra cosa que ejercer, vivir, poner en

práctica la capacidad de infinito, la condición de imagen de Dios

presente en toda persona. De aquí que la experiencia mística ponga en

juego las dimensiones más profundas de la persona, libere las energías

más poderosas del ser humano y ensanche de la manera más

inimaginable el horizonte vital de la persona, comenzando por la más

prodigiosa dilatación de su conciencia y de su deseo.

63.Las personas que han hecho experiencia de esta realidad proponen un

ejemplo exultante, pues nadie puede tener una idea más alta del ser

humano que la persona que descubre en ella misma, a copia de

experiencia, la dimensión trascendente que la constituye.

69

Page 71: Silencio y-contemplacion

64.El sentimiento religioso ora, como la mente piensa. Así, hay religión

cuando hay oración. Cuando no hay oración hay razones para pensar

que ha desaparecido la fe. La oración es la primera puesta en ejercicio,

a través de la palabra, el gesto y el silencio, de la adhesión incondicional

a la autodonación de Dios.

65.La oración contemplativa tiene lugar en el corazón, que es el medio

adecuado para alcanzar a Dios, que es Amor. Para esto, nos puede

ayudar "la oración del corazón”. También llamada "oración de Jesús":

Corriente espiritual y tradicional de oriente, practicada especialmente en

Rusia, en la que se acompasa la repetición del "nombre de Jesús" con el

ritmo de la respiración, como método para entrar en el apaciguamiento y

comunicación con Dios; y como método de vivir en todos los momentos

del día en la "presencia de Dios".

66.Para una mirada contemplativa, las cosas, los acontecimientos y las

personas se transforman en signos. Lo insignificante se hace

significativo y lo que estaba silencioso se carga de voces y susurros en

los que Dios nos habla.

67.El espacio exterior y el espacio interior se implican. Su armonización

exige un largo proceso para dilucidar los puntos de encuentro y de

oposición. Cuando una persona está unificada se opera un va y viene

constante a modo de inspiración y expiración. Para que una persona se

pueda introducir en el abismo interior, necesita, además de un guía

experimentado y lúcido, una lenta y difícil preparación, pues si no puede

tener vértigo y perder pie ante la inmensidad de este espacio.

68.Cuando la persona toma conciencia de su profundidad, está iluminada,

consciente de lo que hay en ella y no proviene de ella. Esta profundidad

de la interioridad, este fondo del alma, donde todo es Uno, es el lugar de

la persona mística. El símbolo del “fondo del alma” es un punto, el punto

de la eternidad fuera del tiempo y de la historia. Este punto, “el eterno

presente”, no comporta ni pasado ni futuro.

70

Page 72: Silencio y-contemplacion

69.Cuando se toca el “fondo del alma” y se logra el silencio de los

pensamientos y el vacío de los deseos, aparece la experiencia

fundamental de los místicos. Experiencia de plenitud, de espacio

ilimitado, de amor, de luz y de fuego.

70.Las personas místicas, las que se adentran profundamente en el

“desierto interior”, se encuentran con el mal arquetípico y, con la gracia

de Dios, lo vencen. Algunas se introducen luego en el mundo de la

política, de la economía, del derecho o en otras esferas, y su influencia

en ellas es crucial. Otras comparten la vida de los más pobres, de los

que carecen de privilegios o los más disminuidos. Otras sienten que su

vocación es justamente orar y sufrir por la salvación del mundo. Pero,

hagan lo que hagan, son los verdaderos trabajadores sociales y ellos

cambian el mundo.

71.Con frecuencia las personas místicas que han tenido una experiencia de

Dios extraordinaria, permanecen escondidos en el silencio de Dios y las

manifestaciones de su experiencia aparecen filtradas solamente por

algunos escritos y por la fecundidad de sus obras apostólicas. Solo

cuando terminan su vida se aprecia la experiencia mística que han

vivido. La persona mística es una enviada de Dios que tiene una

experiencia cristiana y eclesial muy cercana a los problemas de la vida

de la Iglesia, con capacidad de abrir nuevos cauces en la comprensión

del mensaje evangélico.

72.En las personas místicas brilla su equilibrio humano y su capacidad de

acción. Por eso, la verdadera experiencia mística mantiene en equilibrio

a la persona humana incluso en fuertes purificaciones pasivas que para

muchos podrían rayar en la locura o en la desesperación. Y sin embargo

se mantienen firmes, profundizando en ellas la humildad, la

mansedumbre, la misericordia, la dulzura y la comprensión de la

fragilidad humana. Hay que recordar que la máxima experiencia mística,

al límite del misterio, es la que vive Jesús en el abandono de la Cruz. Y

con él muchas personas místicas, que como Él, trasforman el dolor en

amor.

71

Page 73: Silencio y-contemplacion

73.Cuando se hace verdadera experiencia de Dios, es Dios mismo quien

lanza a las personas por los caminos de la historia. La persona mística,

amiga de Dios, mira las cosas de este mundo con la misma ternura de

Dios. Y no se queda inactiva. Vive una mística apostólica, traduciendo

en palabras y obras, en sugerencias para la Iglesia, la voluntad de Dios,

el cumplimiento de su voluntad. Así la mística se convierte en política, si

por política se entiende el “hacer de Dios”, la traducción en obras

apostólicas de verdad y de amor, de justicia y de fraternidad de lo que es

el plan de Dios.

74.Pero no todas las personas místicas tienen la misma función. En

algunas prevalece la gracia del conocimiento de Dios y de sus misterios,

para confirmar en la fe. En otras prima la gracia de la renovación

personal y comunitaria. En otros hay también una gracia de profecía y

una misión eclesial política. Hay personas místicas que tienen esta

función profética en la Iglesia y en el mundo: afirmar con fuerza los

derechos de Dios y su santa voluntad contra los abusos de los

poderosos.

75.La misión de la persona mística es afirmar con fuerza que sólo Dios es

Dios. Afirmar con nitidez absoluta que la voluntad de Dios es la paz y la

reconciliación, el perdón y la concordia. Siente la misma ternura de Dios

por todos sus hijos, y los ve como hermanos, miembros de la misma

familia.

76.La persona contemplativa es la que está sumergida y conducida por esta

la sabiduría del corazón, o como dirá San Juan de la Cruz cuando quiere

definir a la contemplación,: "sabiduría de Dios, amorosa", "ciencia de

amor", "sabiduría secreta o escondida, en la cual, sin ruido de palabras,

como en silencio y quietud, a oscuras de todo lo sensitivo, enseña Dios

ocultísima y secretísimamente a la persona sin ella saber cómo"; lo que

algunos llaman "entender no entendiendo".

77.Debemos evitar todos los pensamientos, incluso los que parecen

buenos, para adentrarse hacia las profundidades del corazón, diciendo:

'Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí'. En la antropología bíblica,

72

Page 74: Silencio y-contemplacion

el corazón es el centro de la persona humana, su foco vital más

profundo, donde tanto el cuerpo como el alma entremezclan sus raíces.

El corazón es la fuente vital del ser, lugar donde reside la energía divina

y la persona progresivamente se va unificando.

78.A base de repetir el 'nombre de Jesús' se desciende a las profundidades

del ser y se libera el dinamismo del Espíritu. La Gloria del Resucitado

puede brillar en todo el ser y quienes obtienen esta gracia pueden

descifrar el mundo y el corazón de los hermanos. Se vive en la oración

continua y el mundo entero es el templo de Dios. La persona se

convierte en un verdadero sacerdote de la creación universal y toda la

vida es una oración. Son los 'contemplativos en la acción', los que viven

y encuentran a Dios en todas las cosas, independientemente de la

misión que cada uno recibe.

79.La Trinidad, intangible en su trascendencia, se hace inmanente en el

cosmos, su trasparencia, y en el ser humano, imagen de la Palabra. La

encarnación del Hijo eleva al mundo a la maravillosa vecindad de Dios y

le ofrece su definitivo coronamiento. La aparición de Cristo en este

mundo tiende toda ella al proceso de divinización de la persona. La

divinización alcanza su expresión más radiante en la resurrección. En

Cristo también nosotros hemos resucitado, la vida divina triunfa y el

júbilo pascual llena a las criaturas.

80.La corriente de infinita vida que fluye de la Trinidad desembocando en el

Espíritu santo, consagra la humanidad de Jesús mediante la divinidad.

La vida divina inunda también a los creyentes, que están injertados en

Cristo. Así, el Espíritu Santo, la gracia increada, el aliento viviente de la

divinidad, realiza la filiación divina de las personas. Guiados por el

Espíritu hasta el centro del corazón de Dios, los creyentes reciben ahora

una misteriosa vibración al ritmo de la vida trinitaria, en espera de poder

contemplar la luz divina sin velos.

81.Es el Espíritu santo quien nos da la sabiduría y el gusto de una oración

correcta. Nos hace vigilantes en la espera del Señor y atentos a los

signos de los tiempos, que son los signos de la presencia de Dios. Y así

73

Page 75: Silencio y-contemplacion

se hace posible, gracias al Espíritu, la oración, que es integración entre

fe y vida.

82.La iluminación no es un conocimiento teórico sino experiencial. En la

iluminación se experimenta el yo-mismo, el yo profundo, en

contraposición al yo meramente empírico; y la experiencia del ser

indiviso, absoluto. Se experimenta a Dios en su yo-mismo, sin quedar

fundido con el ser absoluto. Esta experiencia resiste toda

conceptualización. Su resultado es que desaparece todo miedo y te

inunda una gran paz y alegría. Es la experiencia más valiosa que

podemos tener cada uno de nosotros. Es una experiencia de unidad que

supera todo dualismo.

83.La oración no es tanto una conversación como un ponerse a la escucha.

Escuchar significa quedarse en silencio, no para reflexionar sobre sí

mismo, no para lograr un resultado, sino para vivir en profunda apertura.

Se trata de ir más allá de las cosas, sin retener nada, a fin de que el

silencio nos capte plenamente. Y de este silencio brota, al principio muy

tímidamente, un canto de alabanza, un canto de acción de gracias. No

soy yo quien reza, la oración se eleva en mí, es Cristo quien ora en mí.

Es Cristo quien abre en nuestros corazones las puertas de la alabanza:

una fiesta que surge dentro de nosotros mismos.

84.El Espíritu Santo nos trae vida, verdad y libertad, consecuencia de su

personalidad trinitaria, donde las personas divinas se realizan

eternamente en la alteridad. El Padre y el Hijo se entregan a sí mismo

en la libertad del Espíritu, puerta abierta a su amoroso encuentro y sello

amoroso de su unión. En esta plenitud de vida, el Espíritu Santo

comunica amor, puerta de la verdadera libertad, personalizando

conjuntamente su amor espiritual, despojándose de sí mismo, dándose

libremente a la persona, facultando a su vez su libertad, transformando o

santificando a la persona. Y es por esto que los santos pueden cambiar

el destino.

85.Dios nos habla a la conciencia por medio de causas segundas.

Debemos leer con nuestra inteligencia nuestros propios deberes. La

74

Page 76: Silencio y-contemplacion

conciencia nos empuja a descubrir la verdad antes de tomar ninguna

decisión y empuja a la voluntad a conformarse libremente con la verdad

descubierta. La conciencia es como un heraldo de Dios y su mensajero,

y lo que dice no lo manda por sí mismo, sino que lo manda como venido

de Dios, igual que un heraldo cuando proclama el edicto del rey. Y de

ello deriva el hecho de que la conciencia tiene la fuerza de obligar.

86.La conciencia moral no encierra a la persona en una soledad

infranqueable e impenetrable, sino que la abre a la llamada, a la voz de

Dios. En esto y no en otra cosa reside todo el misterio y dignidad de la

conciencia moral, en ser el lugar, el espacio santo donde el Dios habla a

la persona. En lo profundo de su conciencia el ser humano descubre una

ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz

resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándolo

siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita

aquello. Porque el ser humano tiene una ley escrita por Dios en su

corazón, en cuya obediencia está la dignidad humana y según la cual

será juzgado.

87.La felicidad es una adquisición debida a la productividad interior del ser

humano. Felicidad y goce no son la satisfacción de una necesidad o el

alivio de una tensión, sino el fenómeno que acompaña a toda actividad

productiva en el pensar, en el sentir y en el hacer. El gozo y la felicidad

no son diferentes en calidad; difieren solamente en cuanto que el gozo

se refiere a un acto singular, mientras que la felicidad es una experiencia

continua o integrada en el gozo; podemos hablar de gozos en plural,

pero solamente de felicidad en singular. Lo opuesto a la felicidad no es

el dolor, sino la depresión que resulta de la esterilidad interior y de la

improductividad.

88.En la vida no todos son momentos dulces, pues cuando menos se

espera vienen los tragos amargos. Nuestra vida no se colma solamente

creando y gozando, sino también sufriendo, ya que maduramos en el

dolor y crecemos en él. Para el sentido común el llorar lo

irreparablemente perdido es algo tan inútil y tan absurdo como el

75

Page 77: Silencio y-contemplacion

lamentar acciones pasadas que ya no es posible cancelar. Sin embargo

en la historia interior de la persona ambas acciones, las del duelo y la

del arrepentimiento tienen sentido. Esta posibilidad de convertir lo ya

acaecido en algo fecundo para la historia interior de cada uno no se

halla, ni mucho menos, en contradicción con su responsabilidad, sino

que por el contrario forma una unidad dialéctica.

89.La contemplación es un saboreo anticipado de la definitiva victoria de la

vida sobre la muerte. Esto ocurre cuando nuestro amor a lo Divino

estalla en la llama, oscura pero luminosa, de la visión interior, siendo

capaces, al menos por un instante, de experimentar algo de la victoria.

Pues en tales momentos, "vida", "realidad" y "lo Santo" dejan de ser

conceptos en que pensamos, y se convierten en realidades en que

participamos conscientemente. Por eso se puede decir que el ser

humano se parece a Dios en cuanto que es un contemplativo. Eso

significa que el ser humano no es sólo preeminentemente un pensador,

sino un ‘vidente’, un profeta que mira en lo profundo de lo Divino y da

expresión a lo que ve. Es un ser de oración, un ser de espíritu.

90.Cualquiera que ama, ama la soledad en compañía del ser amado. Quien

ama al Creador, persevera en la dulce y exigente intimidad con El. El

contemplativo no es un pasivo, por eso decimos que la adoración es la

más grande actividad. Es un buscador de la Divinidad desde lo más

profundo y se es útil al prójimo obedeciendo fielmente la vVoluntad de

Dios allí donde Él nos quiere.

91.En la adoración se purifica el interés. La adoración es una oración pura,

pero no deshumana. Más que subir al cielo, es un profundo bajar al

vientre de la tierra donde están las raíces del ser que son la vida, la

misericordia y la esperanza. Adorar es anticipar lo que debe ser un día el

estado de vida de la familia humana, el destino de todo hombre. Quien

tiene un poquito de esta oración, puede hacer cosas inmensas por los

hombres sus hermanos, permaneciendo atento a la oscura presencia

deDios y cumpliendo su Voluntad.

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Page 78: Silencio y-contemplacion

92.La adoración nos va haciendo realmente mejores, más pacíficos, más

unificados interiormente. El amor de Dios va poniendo orden en nuestro

interior suavemente, sin represión ni violencia. El contacto con el fuego

del Amor opera en nosotros una purificación. No se puede contemplar a

Dios sin morir a nuestro egoísmo.

93.Dios revela sus más puros secretos a quien esté preparado para

recibirlo. Su mayor secreto es Él mismo. Y se comunica con cada uno de

nosotros de una manera propia, intransferible e incomunicable. Por eso

debo desearlo en silencio, dejando atrásl as demás cosas. Y cuando Él

nos toca, no se desea nada más. No hace falta nada más. Uno se siente

como si por fin hubiera nacido plenamente en las profundidades del

Amor, desde donde se puede hacer el mayor bien a los demás.

94.La contemplación es la más grande actividad que el ser humano puede

realizar. Es un buscador de Dios desde lo más profundo del ser y se es

útil al prójimo obedeciendo fielmente a la Voluntad de Dios diseñada en

nuestra conciencia y en favor de nuestros hermanos, allí donde Él nos

quiere.

95.Contemplar es un conocer no pensante. Mirar con amor, adorar, es la

forma perfecta de conocer sin más. Contemplar es, por tanto, intuir,

entrar en el "presente absoluto", que es el tiempo verbal de la eternidad.

Cuando se rompen las normas del tiempo, el instante más pequeño se

rasga como un vientre preñado de eternidad. El éxtasis es el gozo de

sentirse engendrado en el infinito de ese instante y nos deja entrever,

más allá del pensamiento humano, un oculto sentido.

96.Contemplar no significa mirar a Dios, sino ser mirados por Dios. Dejarse

penetrar de su Amor y descubrir su Presencia a través de los "signos de

su creación".

97.La contemplación es purificación del interés. Es una oración pura, pero

no deshumana. Más que subir al cielo, es un profundo descender al

vientre de la tierra donde están las raíces del ser, que son la vida, la

misericordia y la esperanza.

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Page 79: Silencio y-contemplacion

98.Contemplar es anticipar lo que debe ser un día el estado de vida de la

familia humana, el destino de toda persona. Quien tiene un poquito de

esta oración, puede hacer cosas inmensas por los hombres sus

hermanos, permaneciendo atento a la ‘oscura presencia de Dios’ y

cumpliendo su Voluntad.

99.La contemplación nos va haciendo realmente mejores, más pacíficos,

más pacientes, más unificados interiormente. El amor de Dios va

poniendo orden en nuestro interior suavemente, sin represión ni

violencia. El contacto con el fuego del amor opera en nosotros una

purificación. No se puede contemplar a Dios sin morir a nuestro

egoísmo. Ver con el corazón es amar.

100. Lo más importante de la vida es conectar con el principio que

debe mover nuestras vidas. Éste no es ni el interés ni la justicia, sino el

amor, que denuncia al interés y exige la justicia.

101. Hay personas que viven para Dios, otras que viven con Dios y

otras que viven en Dios. Las que viven para Dios, su vida es lo que

hacen y la valoran por lo que hacen por Él. Las que viven con Dios

también viven para Él, pero no viven por lo que hacen por Él, sino por lo

que son ante Él. Su vida es reflejo de Dios por su sencillez y pobreza.

Las que viven en Dios, no viven por lo que hacen ni por lo que son, pues

Dios hace todo en ellos. Descansan en el ser de Dios por encima de su

propio ser.

102. Cuando una persona está dispuesta a estar a solas con Dios, en

el desierto, el bosque o la ciudad, el relámpago ilumina todo el horizonte

y toca donde quiere. Cuando la infinita libertad de Dios brilla en las

profundidades del corazón, el ser humano es iluminado. En este

momento, aunque esté a la mitad de su viaje, ha llegado ya a su fin.

103. La vida en la tierra, en el amor, es el principio de la vida de la

gloria. El ser iluminado, aunque viajero en el tiempo, ha abierto sus ojos

a la eternidad, por un momento, en el centro de su corazón.

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Page 80: Silencio y-contemplacion

104. Solo puede relacionarse con Dios quien tiene un corazón recto,

noble y puro. Quien tiene un corazón así, ‘contempla a Dios’ y lo

descubre en la naturaleza y sus hermanos.

105. La entrada más usual a la contemplación es a través de un

desierto de aridez en la cual, aunque no se ve nada, no se siente nada,

ni se capta nada, y sólo se tiene la conciencia de un cierto sufrimiento y

angustia interiores, uno está atraído y mantenido en esta oscuridad y

sequedad porque es el único lugar en que se puede hallar alguna forma

de estabilidad y paz.

106. Al ir avanzando, se aprende a descansar en esta árida quietud, y

la seguridad de una consoladora y fuerte presencia en el corazón de

esta experiencia crece cada vez más, hasta que gradualmente se

comprende que es Dios quien se revela a uno en una luz penosa para

nuestra naturaleza y todas sus facultades, porque está infinitamente por

encima de ellas y porque la pureza está en guerra con nuestro egoísmo,

oscuridad e imperfección.

107. Cuando Dios comienza a infundir su luz de conocimiento y

entendimiento en el espíritu de una persona atraída a la contemplación,

la experiencia suele ser más de derrota que de triunfo.

108. Ningún ejercicio natural puede poner a uno en contacto vital con

Dios. Si se logra vaciar la mente de todo pensamiento y de todo deseo,

uno puede realmente retirarse al centro de uno mismo y concentrar todo

cuanto hay dentro de uno en el punto imaginario en que la vida nace de

Dios: pero no encontrará realmente a Dios.

109. Llegamos a ser contemplativos cuando Dios se descubre a sí

mismo en nosotros. La verdadera contemplación significa la destrucción

de todo egoísmo, la pobreza y la limpieza de corazón.

110. Como el fuego, que ilumina y purifica, en la contemplación no

vemos a Dios. Le conocemos mediante el amor. Cuando gustamos la

experiencia de amar a Dios por sí solo, sabemos por experiencia que es

puro amo

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Page 81: Silencio y-contemplacion

111. La verdadera experiencia mística de Dios coincide en el momento

que amamos a Dios y al prójimo ‘como a nosotros mismos’.

112. Experimentamos a Dios en la media en que somos vaciados del

apego egoísta a sus criaturas. Y cuando somos liberados así, gozamos

la perfección de un júbilo incorruptible. Es como despertar a nuestra más

íntima, pura y divina sabiduría. Es la luz divina, el cielo interior, la llave

de todos los tesoros del alma, el centro del pensamiento y de la

conciencia, la sede de la bondad, de la justicia, de la simpatía, de la

medida de todas las cosas. Es la luz espiritual que nos da una misión y

nos hace tomar conciencia de que la vida no es un valle de lágrimas,

sino un templo santo donde podemos gustar las delicias de la

contemplación haciendo silencio. Se nos abre una puerta en el centro de

nuestro ser y nos parece caer por ella en inmensas profundidades que,

aunque son infinitas, todas accesibles a nosotros: gozamos la eternidad

en este contacto intenso y plácido.

113. Dios nos toca con un toque que es vacío y nos vacía. Nos mueve

con una simplicidad que nos simplifica. Toda variedad, toda complejidad,

toda paradoja, toda multiplicidad cesa. Nuestra mente nada en el aire de

un entendimiento, de una realidad que es oscura y serena e incluye todo

en sí. No se desea nada más. No hace falta nada más. Uno se siente

como si por fin hubiera nacido plenamente en las profundidades del

Amor. La realidad no se ve "de otro modo distinto", sino que "se ve de

otro modo". Es una experiencia de transformación religiosa, una

experiencia mística.

114. Es por esto que la contemplación interior y la actividad exterior

son dos aspectos del mismo amor de Dios. Pero la actividad de un

contemplativo debe nacer de su contemplación. Todo cuanto haga,

aparte de la contemplación, debe reflejar la luminosa tranquilidad de su

vida interior, de modo que se sitúe en todo momento en Dios realizando

su voluntad.

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Page 82: Silencio y-contemplacion

115. En la contemplación no vemos a Dios. Le conocemos mediante el

amor. Solamente cuando gustamos la experiencia de amar a Dios por Sí

solo, sabemos por experiencia Quién es y Qué es.

116. La verdadera experiencia mística de Dios y la suprema

renunciación de todo aparte de Dios coinciden. Son dos aspectos de la

misma cosa. Cuando nuestra persona está libre de todo apego creado,

se llena inmediatamente con el don de amor de Dios. Es entonces que la

paz llena el alma y aceptamos lo que somos y lo que no somos, siendo

conscientes de que esta gran pobreza es nuestra mayor fortuna. Nuestra

realidad, nuestro verdadero ser, está oculto en lo que nos parece nada y

vacío. Lo que no somos nos parece real; lo que somos nos parece irreal.

Podemos elevarnos por encima de esta irrealidad y recobrar nuestra

identidad oculta. Y, por esa razón. el camino de la realidad es el camino

de la humildad, que nos lleva a rechazar el ser ilusorio y aceptar el ser

‘vacío’ que es ‘nada’ a nuestros propios ojos y a los ojos de los hombres,

pero es nuestra realidad verdadera a los ojos de Dios: pues esta

realidad es ‘en Dios’ y ‘con Él’ y le pertenece enteramente.

117. En el éxtasis del puro amor llegamos a la realización del Primer

Mandamiento, amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra

mente y con toda nuestra fuerza. Esto es una llamada para todos y

gracias a los que cumplen este mandato la paz se establece en el

mundo.

118. El camino hacia la contemplación es difícil. Pasa por el

desposeimiento de todas las cosas e incluso de sí mismo, la nada, para

llegar a poseerlo todo: Dios mismo.

119. Este viaje hacia la contemplación se emprende en la fe y no en la

visión: Viajamos hacia un lugar que no conocemos y hemos de ir por un

camino que no sabemos si podremos comprender intelectualmente. Lo

único que sabemos es que vivimos en comunión siempre que

intentamos caminar por la senda de la verdad, del bien y del amor. En

este camino interior hacia la contemplación no estamos solos ni somos

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Page 83: Silencio y-contemplacion

nosotros los principales protagonistas. El principal agente es Dios. Dios

hace, el hombre "padece" la acción de Dios.

120. Donde Dios actúa más, la transformación del hombre es mayor.

La oración es una historia de amistad entre Dios y el hombre. Por eso

permanecer en silencio ante Dios, entrar en la nada, morir a todo y a uno

mismo, es la más grande actividad, la más grande acción, la quietud,

que el hombre puede cumplir, y que le conduce a la comunión.

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Page 84: Silencio y-contemplacion

CONCLUSIÓN

Elie Wiesel, premio nobel de la Paz de 1986, decía en una entrevista que "la

sabiduría es la capacidad de discernimiento entre lo fútil y lo esencial", y Julián

Marías, en su libro La felicidad humana señala que:

si la vida humana fuera interminable no sería importante errar, porque el

tiempo perdido sería indiferente, siempre quedaría otro para rectificar o volver

a empezar. Pero no es así, y el tiempo perdido es irrecuperable, es una parte

insustituible de nuestra vida, y de ahí la exigencia de acertar. Cuando nos

jugamos un fragmento de la vida, en cierta manera nos la estamos jugando

entera. La vida es irrevocable. Las cosas dejan su huella, es decir,

permanecen irrevocablemente en sus efectos. La vida humana consiste en un

mecanismo de elección, de preferencia y postergación. Toda elección es a la

vez exclusión".

La realidad de la persona humana es primariamente pretensión, proyecto, y en

esto consiste su extraño carácter de ser a la vez real e irreal. El elemento de

irrealidad, de imaginación, de futuro, de proyecto o pretensión, forma parte de

la realidad humana. Es el propio Julián Marías que en su artículo La ilusión en

San Juan de la Cruz nos indica que:

"Una de las formas supremas de la ilusión, precisamente aquella que tiene

que ver con la ausencia y la presencia, es la 'presencia henchida de futuro',

aquella que pide y promete continuidad, camino o progreso hacia lo mismo, o

hacia sí mismo. La forma plena de la ilusión reclama ir más allá de la

expectativa y llegar a la presencia; pero no cualquiera, sino la 'presencia que

no acaba'. La aprehensión es progresiva, y, en principio, inacabable. Por eso,

la presencia no es el término o acabamiento, sino el comienzo de su plenitud.

Precisamente desde la presencia y partiendo de ella se inicia un interno

crecimiento, una intensificación. Se avanza hacia la realidad ilusionante hasta

llegar a la presencia. Pero ésta no significa, no tiene que significar, una

detención. Al contrario, debe ser comienzo del avance 'dentro' de esa

realidad. La realidad, y desde luego la realidad personal, es inagotable,

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incluso la humana, que es finita y limitada; no digamos si se trata de la

realidad divina2.

En este proceso, en este camino, como guía y luz, está la sabiduría del

corazón, cada vez más creciente y penetrante. San Pablo, en su primera carta

a los Corintios se expresaba así:

Exponemos un saber, pero no un saber del mundo éste ni de los jefes

pasajeros de la historia presente; no, exponemos un saber divino y secreto, el

saber escondido... Eso precisamente exponemos, no con el lenguaje que

enseña el saber humano, sino con el que enseña el Espíritu, explicando

temas espirituales a hombres de espíritu3.

Y en el libro de la Sabiduría se nos dice que:

El ojo pesimista tropieza con un mundo todo opaco. El ojo del sabio lo ve todo

con amor y lo encuentra transparente hacia el amor de Dios. El mismo mal le

remite a la misericordia. El amor de Dios ofrece a lo malogrado la oportunidad

de rehacerse, apuntando a la fuente de la vida y a la fuente del amor4.

2 J. MARÍAS, La ilusión en san Juan de la Cruz, ABC (Madrid, 19 de diciembre de 1991).

31 Cr 2, 7-8.

4Sab 11, 23-12,1.

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BIBLIOGRAFÍA

DEL AUTOR

SOBRE EL MISMO TEMA

5. SILENCIO Y PALABRA (1992)

6. EL LENGUAJE DEL CORAZÓN (1993)

7. SEMILLAS DE ETERNIDAD (1997)

8. INTELIGENCIA ESPIRITUAL O EL SENTIDO DE LO SAGRADO (2010)

9. CONTEMPLACIÓN E INTELIGENCIA ESPIRITUAL (2013)

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