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Revolución en “tiempos de solidaridad” El lunes 20 de octubre se celebró el 64 aniversario de la revolución del 44, en la cual se puso fin a diez años de la dictadura de Jorge Ubico. Revisé un periódico y descubrí que las actividades musicales comenzaban a partir de las 14 horas, vi que estarían varios artistas que la verdad no tenia idea de quienes eran y un coro de la colonia Quinta Samayoa, luego leí que tocarían los famosos Guaraguao… “y decían que los había matado el ejército…” pensé. A eso de las tres de la tarde me topé con una fila de vehículos sobre la 7ª avenida y 8ª calle a inmediaciones del parque, me repartieron un suplemento sobre la revolución pero rápidamente me di cuenta que tenía el logo del gobierno, leí tan sólo el primer párrafo y al ver que comparaban a Colom con Arévalo y Arbenz sentí repulsión. Pase alrededor del parque y baje por la 7ª buscando un lugar donde parquearme y entre 7ª y 6ª me topé con una fila de autobuses extraurbanos y recordé que ya es costumbre que los dirigentes de la mayoría de los gobiernos del país contraten multitudes para manifestaciones, celebraciones, o bien cualquier evento organizado por los del palacio, a cambio de un plato de comida y unos cuantos billetes. Me parquee a un costado del parque San Sebastián, bajé del auto y vi que dos indigentes me observaban fijamente e imagine que eran los mismos que fueron testigos del asesinato de Gerardi, una pequeña trampa mental. Cuando me aproximaba al parque comencé a ver bastantes jóvenes con camisetas del Ché, me identifico con él, lo admiro y lo respeto, pero jamás usaría un producto de él pues se me hace bastante incongruente. Sentí un olor a churrasquito, a elote asado, a cigarro, una mezcla muy similar a la de personajes que deambulaban por el lugar. Familias enteras, jóvenes con camisetas de estrella roja, ancianos, indígenas, hippies haciendo malabares, indigentes, hombres orinando en las paredes del palacio justo frente al edificio Lucky, tipos entacuchados con pinta de funcionarios alrededor del palacio con pose altiva, en fin, una serie de peculiares personajes de diversa procedencia que en cierto modo sentí que representaban la cotidianeidad, el día a día, cada rincón de la ciudad, hasta yo, que por desgracia o bien azares de la vida; estudiante de una universidad privada, símbolo inevitable del capitalismo que nos invade pero que para bien de todos parece llegar a su fin. Me pareció una actividad cargada de contradicciones ya que la revolución del 44 es un hecho histórico de gran valor simbólico en el pueblo guatemalteco y me pareció muy desagradable que el gobierno se quiera aprovechar de la imagen de lideres históricos como Jacobo Arbenz Guzmán, Juan José Arévalo, el líder estudiantil Oliverio Castañeda y hasta el mismo Ché Guevara, de quien había una cantidad increíble de

Cronica 20 De Octubre(02)

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Revolución en “tiempos de solidaridad”

El lunes 20 de octubre se celebró el 64 aniversario de la revolución del 44, en la cual se puso fin a diez años de la dictadura de Jorge Ubico.

Revisé un periódico y descubrí que las actividades musicales comenzaban a partir de las 14 horas, vi que estarían varios artistas que la verdad no tenia idea de quienes eran y un coro de la colonia Quinta Samayoa, luego leí que tocarían los famosos Guaraguao… “y decían que los había matado el ejército…” pensé.

A eso de las tres de la tarde me topé con una fila de vehículos sobre la 7ª avenida y 8ª calle a inmediaciones del parque, me repartieron un suplemento sobre la revolución pero rápidamente me di cuenta que tenía el logo del gobierno, leí tan sólo el primer párrafo y al ver que comparaban a Colom con Arévalo y Arbenz sentí repulsión.

Pase alrededor del parque y baje por la 7ª buscando un lugar donde parquearme y entre 7ª y 6ª me topé con una fila de autobuses extraurbanos y recordé que ya es costumbre que los dirigentes de la mayoría de los gobiernos del país contraten multitudes para manifestaciones, celebraciones, o bien cualquier evento organizado por los del palacio, a cambio de un plato de comida y unos cuantos billetes.

Me parquee a un costado del parque San Sebastián, bajé del auto y vi que dos indigentes me observaban fijamente e imagine que eran los mismos que fueron testigos del asesinato de Gerardi, una pequeña trampa mental.

Cuando me aproximaba al parque comencé a ver bastantes jóvenes con camisetas del Ché, me identifico con él, lo admiro y lo respeto, pero jamás usaría un producto de él pues se me hace bastante incongruente. Sentí un olor a churrasquito, a elote asado, a cigarro, una mezcla muy similar a la de personajes que deambulaban por el lugar.

Familias enteras, jóvenes con camisetas de estrella roja, ancianos, indígenas, hippies haciendo malabares, indigentes, hombres orinando en las paredes del palacio justo frente al edificio Lucky, tipos entacuchados con pinta de funcionarios alrededor del palacio con pose altiva, en fin, una serie de peculiares personajes de diversa procedencia que en cierto modo sentí que representaban la cotidianeidad, el día a día, cada rincón de la ciudad, hasta yo, que por desgracia o bien azares de la vida; estudiante de una universidad privada, símbolo inevitable del capitalismo que nos invade pero que para bien de todos parece llegar a su fin.

Me pareció una actividad cargada de contradicciones ya que la revolución del 44 es un hecho histórico de gran valor simbólico en el pueblo guatemalteco y me pareció muy desagradable que el gobierno se quiera aprovechar de la imagen de lideres históricos como Jacobo Arbenz Guzmán, Juan José Arévalo, el líder estudiantil Oliverio Castañeda y hasta el mismo Ché Guevara, de quien había una cantidad increíble de

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venta de playeras y banderas. Así mismo el gobierno colocó grandes mantas aprovechándose de la imagen de los mismos y pantallas con imágenes de la revolución.

Como a eso de las cinco de la tarde decidí que era hora de partir, ya no vi a los Guaraguao ni cuando llegaron los H.I.J.O.S a exigir justicia, lo que si observé era la venta de cerveza en el parque y en los alrededores del escenario colocado en la entrada del palacio.

Cuando caminaba al carro, me topé con una serie de fotografías de los revolucionarios nacionales y de Ernesto el Ché Guevara expuestas dentro de una antigua tienda fotográfica, de las pocas que aun sobreviven a la globalización y al capitalismo.

Me identifico con la revolución, con Arbenz, Arévalo y Castañeda, más no con la pose revolucionaria de un gobierno dependiente de las decisiones de los grandes empresarios que durante doce años financiaron su campaña electoral y ahora con su supuesta cara social, se proclama en “tiempos de solidaridad.”