Los Pirineos y Sus Secretos

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Novela de Ciencia Ficcion

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  • WWaalltteerr DDaanniieell GGeennggaa

    LLOOSS

    PPIIRRIINNEEOOSS YY SSUU

    SSEECCRREETTOO

    DDeesscciiffrraarrlloo lloo eennccaammiinnaarr aall xxiittoo o a la muerte

  • Para Mi mujer y mis hijos

    Copyright 2009 Walter Daniel Genga. Todos los derechos reservados

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  • "La vida, por cada cada, te brinda una nueva oportunidad a la vuelta de toda esquina; cuanto antes te levantes, ms rpido llegars a ella. Por eso, cuando mi corazn llora, mi espritu sonre; porque s que Dios est en cada esquina esperndome con los brazos abiertos."

  • AAGGRRAADDEECCIIMMIIEENNTTOOSS

    Para los empleados y/o directivos de las siguientes instituciones y empresas de Mar del Plata, que colaboraron facilitando informacin oral, grfica y escrita. Permitiendo de esa manera un embellecimiento del relato, sobre un contexto geogrfico e histrico ms rico en sensaciones visuales: * Biblioteca Municipal. * Archivo y Museo Histrico Municipal, Don Roberto T. Barili. * Biblioteca de La Alianza Francesa. * Centro Navarro del Sud. * Polica Federal. * Aerolneas Argentinas. * EMTUR (Ente Municipal de Turismo). * Bolsa de Comercio de Mar del Plata. * Iglesia Catlica Apostlica Romana.

  • NNoottaa ddeell AAuuttoorr

    La presente es una novela de ficcin, que se desarrolla sobre un contexto histrico y geogrfico que en su mayor parte es verdico; salvo algunas modificaciones histricas hechas adrede, para permitir la adaptacin de este relato.

    Por lo tanto, todos los personajes de esta historia y los espacios fsicos que se describen en el desarrollo de las acciones que estn por venir, son de ficcin.

    Cualquier parecido con personas o hechos de la realidad, es slo pura coincidencia.

  • PPRROOLLOOGGOO

    Se senta la brisa del aire clido en la piel, el sol estaba brillante y se mostraba ampliamente a todos, pero slo algunos lo disfrutaban.

    La mayora de las personas caminaban como si el da fuese opaco, sin vida, triste; porque esas mujeres, hombres, adolescentes y adultos, estaban mirando hacia su propio interior, donde no avizoraban el futuro y ni siquiera vivan el presente.

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  • CCAAPPIITTUULLOO II

    Mar del Plata, Argentina

    Julio de 2000

    La recesin se senta con toda su fuerza, casi tocaba fondo, la desocupacin golpeaba con toda su potencia, la desazn y desesperanza aumentaban da a da.

    El Presidente de la Repblica hablaba al pueblo y deca que estaban por venir tiempos mejores, planes de accin social proyectaban lanzarse junto con programas de obras pblicas para todo el pas.

    Mientras tanto, el hombre comn buscaba sobrevivir; el comerciante tratando de vender, el desocupado buscando trabajo.

    Ya no importaba que trabajo se consiguiera, si tena o no relacin con la formacin profesional o laboral, se buscaba lo que fuere, lo importante era trabajar.

    Martn Frontel era una de esas personas. Como todas las maanas se levantaba temprano, casi con el cantar de los pjaros; haba varios en el barrio, pero la calandria era el canto que ms se disfrutaba. Viva en el barrio Caisamar, al norte de la ciudad, donde sus calles eran angostas y sinuosas, las veredas eran de csped que llegaban hasta el borde del asfalto ya que no tenan cordn. Era un barrio de la ciudad pero con la tranquilidad y paz del campo.

    Esa maana sera igual, pero distinta a todas. Se levant, desayun y sali de su casa, camin dos cuadras hasta el kiosco de diarios y compr el ejemplar donde salan los avisos clasificados y en la pgina siete vio este aviso:

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  • SE BUSCA AYUDANTE BIBLIOTECARIO PRESENTARSE HOY DE 9 HS. A 10 HS. UNICAMENTE, EN....

    Martn no lo dud, si bien no tena ttulo bibliotecario, le gustaba leer mucho y haba hecho hasta cuarto ao de programador de PC, tal vez tuviera suerte, la biblioteca era de barrio y por ah no eran tan exigentes como la biblioteca Central. Incluso en una poca cuando estudiaba en el secundario, haba venido seguido a buscar informacin y en algunas ocasiones haba entablado conversacin con su director; tal vez esto podra ayudarlo.

    A las 9 hs. en punto estaba en la cola de la biblioteca, haba ms de 20 personas adelante suyo, pero no se amilan, esper a que le llegara su turno y mientras tanto apreciaba la construccin que albergaba a la biblioteca. Era una "Villa" construida en 1930 en la corriente pintoresquista, con elementos y detalles neocoloniales, ocupando una manzana de terreno. Estaba rodeada de un inmenso parque diseado con gran variedad de plantas y rboles, de distintos tamaos y colores.

    La Villa era un edificio de planta baja, primer piso y en el segundo nivel remataba con un amplio mirador sobre uno de sus ngulos. Haba sido levantada con materiales nobles, con proyecto de un Arquitecto famoso de su poca y construida por artesanos del lugar.

    Su fachada exterior se caracterizaba por un gran muro blanco, socavado por las pequeas aberturas con celosas pintadas de blanco en su nivel superior y con algunos detalles de piedra. Realizndose su acceso a travs de una galera de tres arcos.

    Todo el conjunto era compacto pero a la vez jugaba con distintos volmenes, donde las cubiertas del techo de escasa pendiente y realizadas en tejas espaolas ayudaban a estos efectos cambiantes, caractersticos en la arquitectura pintoresquista.

    La Biblioteca contena historia no slo por los libros depositados en ella, sino por s misma. Entrar en ella era como

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  • pasar a otra dimensin, era transportarse al pasado, la historia no slo se lea, se la vea, palpitaba, se la senta a flor de piel; uno poda pasarse horas dentro de ella.

    De pronto un chirrido de gomas coleando, llama la atencin de todos los que estaban esperando en la cola; en la esquina un Mercedes ltimo modelo todava sin patentar, doblaba a toda velocidad. Lo conduca un adolescente que seguramente viva en una de esas mansiones del barrio, donde los empresarios ms ricos de la ciudad haban construido sus viviendas.

    Viviendas que Martn haba apreciado cuando conduca su Ford modelo `80 por el barrio Los Troncos, en cuya zona central se encontraba la Biblioteca. Las haba americanas, con cubiertas planas y diseos "racionalistas", semejantes al estilo del Arq. Le Corbusier, o chalets similares a los modelos del Arq. Frank Lloyd Wright con arquitectura ms "orgnica" con cubiertas inclinadas y las posmodernas con estilos ms actuales; unas mejores que otras. Se diferenciaban en sus estilos constructivos pero todas tenan algo en comn, eran habitadas por empresarios ricos como el padre de ese adolescente.

    En ese momento Martn se iba hacer para s una pregunta que sin saberlo, le estaba indicando el camino de su futuro: Que haya personas que nazcan ricas lo comprendo, pero )por qu personas que teniendo las mismas capacidades y hasta con los mismos tipos de negocios, algunos lograban triunfar colosalmente, mientras que los otros vegetaban y fracasaban?, )En dnde se encontraba la diferencia ?.

    - Que pase el siguiente, - gritaron de la puerta de acceso a la biblioteca, mientras el muchacho que estaba detrs de Martn le golpeaba el hombro avisndole que lo estaban llamando.

    Martn se sobresalt, porque su vista se haba quedado congelada en el Mercedes rojo que acababa de pasar con sus llantas relucientes y brillantes. Sin ms, sali de su aislamiento mental y se apresur raudamente a ingresar al edificio ante el llamado que le haban hecho.

    - Adelante por favor - le dijo la empleada que lo recibi,

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  • con voz dulce y cabellos largos y negros. Vernica, la empleada, era la que tomaba inicialmente los

    datos de los postulantes: - )Nombre y Apellido?; - Martn Frontel - )Edad?; - 31 aos - )Estado civil?; - Soltero Mientras Vernica le segua haciendo el cuestionario de

    forma en las entrevistas de trabajo, Martn se haba quedado absorto con la imagen de ella; era una mujer sencilla, no llegaba a ser hermosa pero era s bonita, tal vez el vestirse elegantemente influa ms en esa apreciacin. Pero cualquiera fuere la razn, l se encontraba muy a gusto respondiendo sus preguntas.

    Martn era un hombre de estatura media, morocho, que haba hecho bastante deporte, incluso haba integrado durante una temporada la seleccin juvenil de bsquetbol de Mar del Plata.

    Era un buen deportista pero sin tener un cuerpo precisamente atltico; era como ella, un hombre sencillo, con las mismas vivencias y ganas de progresar que el hombre comn.

    Ella no lo demostraba pero l tambin le haba cado bien.

    Cuando Martn se haba centrado en los ojos color miel de Vernica, ella le realiz la ltima pregunta:

    - )Telfono? Y mientras l le contestaba, vio pasar por el saln

    aledao al Director de la biblioteca; era el mismo con quien en otras ocasiones haba conversado.

    En ese instante Vernica le dirige nuevamente la palabra: - En tres das el Director decidir por el empleado y en

    ese momento te comunicaremos por s o por no su decisin. - Fue un gusto conocerte - dijo ella. Y Martn luego de estrecharle la mano y contestarle: - El gusto fue realmente mo.

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  • Se retir como cuando iba a todas las entrevistas, con una nueva esperanza y con la satisfaccin de que durante otro da haba dado un nuevo paso, un paso ms para acercarse a su futuro.

    Luego de poner en marcha su auto, volvi a su casa tomando el camino de la costanera, que si bien era un poco ms largo, siempre disfrutaba ver el inmenso mar azul y espumoso con las gaviotas revoloteando en la orilla.

    Mar del Plata, la ciudad en que naci y vivi toda su vida, es la ms hermosa de la Argentina y segn le decan muchos que haban viajado hacia todos los puntos cardinales, era la ciudad turstica ms bonita del mundo.

    Es una ciudad con kilmetros de anchas playas, tanto en el centro; o las ms alejadas, con modernos complejos de servicios. Con amplia variedad de pubs, restaurantes, confiteras; muchos al borde de la playa y con atencin hasta altas horas de la madrugada.

    Con una variedad impresionante de espectculos teatrales durante la temporada veraniega.

    Es una ciudad moderna y amplia, con largas peatonales y diversidad de centros comerciales, teniendo una capacidad hotelera envidiable desde una a cinco estrellas.

    Es la ciudad que tiene el complejo deportivo ms importante y moderno de Amrica Latina; donde se realizaron los juegos Panamericanos del `95.

    Y un puerto pesquero y deportivo; acompaado de un centro comercial con restaurantes que sirven los mejores y ms variados manjares en mariscos y carnes blancas.

    Rodeada por hermosos espacios naturales; como la Laguna de los Padres, Laguna La Brava, Sierra de los Padres y el Bosque Peralta Ramos.

    Mar del Plata es una ciudad que reluce de da y de noche. Mar del Plata es, simplemente hermosa, como las mujeres

    que caminan sus calles y sus playas.

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  • CCAAPPIITTUULLOO IIII

    Martn estaba ansioso, ya haban pasado los tres das que Vernica le haba dicho que el Director se iba a tomar para decidir a quien le daba el empleo.

    En ese instante suena el telfono, se acerca con paso firme pero con la mano temblndole, la presin era mucha, que se acumulaba en cada entrevista. Pensar que muchas veces nos encontramos en las manos de personas de cuyas decisiones depende nuestra vida, a veces son acertadas, en la mayora de los casos consideramos que se equivocan en beneficio de otros; que seguramente han pasado por lo mismo que nosotros.

    Martn levanta el tubo, la adrenalina le fluye por todo el cuerpo, es un torrente de energa que le hace sentir vivo pero a la vez temeroso, es la oportunidad que esta delante de l, la que haba esperado, la que siempre se espera, latente a la vuelta de cada esquina.

    - Hola, dice Martn; Y del otro lado le contestan: - Buenos das, te habla Vernica, de la biblioteca; Martn se sienta, la tensin lo rebalzaba, era

    impresionante, haba pasado muchas veces por esto, pero esta vez era algo diferente, distinto.

    Y entonces Vernica le dice: - Lamento informarte que el empleo no es tuyo; el

    Director agradece de todas formas el que te hayas preocupado por venir y te desea suerte para el futuro, gracias.

    Martn cuelga el telfono, se queda petrificado, con la mirada vaga, fija hacia delante, pero sin mirar a ninguna parte, la tristeza lo invade, siente que las paredes que lo rodean se le acercan, lo oprimen, le falta el aire, el corazn le empieza a latir

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  • cada vez con ms fuerza, la taticardia se hace ms y ms intensa, y entonces grita: ( NOOOOOOO......!. Y exclama en voz alta, aun estando solo:

    - )Por qu, por qu, por qu?. Cada vez que se repite la pregunta va disminuyendo la

    intensidad, para terminar con mucha suavidad: - )por qu?. Martn se encontraba abatido, casi vencido. En ese momento ve sobre la mesa ratona del living, el

    libro que el da anterior haba estado leyendo: "La vida del General Jos de San Martn".

    Entonces empieza a recordar un tramo donde el Libertador de Amrica debe cruzar la Cordillera de Los Andes, para liberar a Chile de los invasores.

    En el ao 1817 San Martn estaba enfermo, muy enfermo, sin embargo, cruza la gran montaa. Muchos no estaban de acuerdo, decan que no lo podran lograr, pese a todo lo hacen, el General enfermo comanda a su ejercito, siempre hacia delante, sin descanso, sin parar, cruza la Cordillera y vence al enemigo.

    Martn luego de recordar lo que haba ledo se levanta, se para firme, erguido y con un mpetu que nunca antes haba sentido se dice para sus adentros: Yo no estoy enfermo, estoy vivo; si San Martn lo hizo porque yo no.

    No termin de decirlo, que tom la campera, cerr la puerta y fue decidido hacia la biblioteca nuevamente.

    A medida que se acercaba a la biblioteca se senta ms vivo, con ganas de luchar por la vida, pareca que no era slo decisin de l, era como si alguien lo guiara, como si el destino lo hubiese marcado. Contra viento y marea la decisin ya la haba tomado y ahora no se iba a volver atrs.

    Las ltimas cuadras, para llegar, debi subir una loma. Era como subir al cielo, cuanto ms suba, ms hermoso vea todo. Siempre se deca: Si te caes levntate rpido, cuanto ms rpido, ms pronto comenzars a caminar. Siempre se daba esperanzas, siempre hacia delante.

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  • Estacion el coche justo frente al acceso de la biblioteca, debajo de la sombra de un gran ciprs, que dejaba caer algunas hojas ante la fuerza del viento de ese da, hojas que caan sobre el pasto recin cortado, con ese aroma a frescura, que al respirar hacia sentir como que los pulmones se abran a toda su capacidad.

    Camin unos pasos y traspas el portn de madera que permita el ingreso al parque que estaba frente a la biblioteca; el camino era de pedregullo para evitar los barriales. Exteriormente se haba mantenido la construccin tal cual haba sido hecha hace ms de 80 aos. No importaba cuantas veces haba ido, siempre se paraba para admirar esa obra arquitectnica, era hermosa, realmente hermosa. Cada parte haba sido construida pensando en el ms mnimo detalle.

    Entro al hall principal y ah estaba; Vernica que al ver a Martn no pudo contener que una pequea sonrisa se escapara entre sus labios; sus ojos brillaban, pero su timidez no la dejaba ir ms all.

    En ese momento l iba con un slo objetivo, lo dems debera quedar para otra oportunidad. Se acerc al escritorio donde se encontraba sentada ella y exclam:

    - Buenos das, cmo ests? - Bien, no te esperaba por aqu - respondi ella-, - Si es cierto, tal vez no debera haber venido, pero no

    puedo quedarme tranquilo hasta poder hablar unas palabras con el Director, contest siempre con buenos modales.

    Vernica al ver la decisin con que haba venido no lo pens dos veces; fue hasta la Direccin y dijo:

    - Pablo quieren hablar con usted, puede atenderlo?. Pablo era un hombre de unos 57 aos que haba pasado

    los ltimos 14 aos como Director de esa biblioteca, era viudo y si bien tena hijos, estos no vivan en la ciudad, por lo que pasaba mucho tiempo en la biblioteca. Ms que un trabajo era un pasatiempo muy entretenido, ya que le encantaba la historia.

    Ante la pregunta de Vernica, Pablo respondi: - )Quin es?;

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  • - Es Martn Frontel, uno de los postulantes que se haba anotado para el empleo.

    - Esta bien, hazlo pasar. Le dijo. Y Martn entro, lo salud y se sent. - )A ti te conozco, cierto?, pregunt Pablo - S, en algunas ocasiones estuvimos conversando, pero

    fue hace tiempo. - Martn disclpame un momento, voy a guardar estas

    carpetas en el armario y enseguida estoy contigo. Martn aprovecha ese momento, en que el Director se

    levanto para ir al armario que estaba detrs del escritorio, para mirar con ms detenimiento la oficina a la que nunca haba entrado.

    Era chica pero muy clida, no slo por el sol que entraba desde afuera, ya que si bien era un da ventoso, tambin lo era soleado; sino por sus vistas exteriores e interiores.

    Miraba al parque que daba detrs de la casa; el que era ms hermoso que el ubicado al frente. Su vista apaciguaba el alma de tal forma que aliviaba el espritu; mientras que el interior estaba conformado con pequeas bibliotecas, las que si bien haban sido agregadas, mantenan el estilo que acompaaba a toda la casa.

    Su piso era de pinotea y sus muros blancos permitiendo que la luz aumentase su presencia.

    - (Muy bien! - dijo Pablo, mientras se daba vuelta para volver a sentarse.

    - Antes que nada, quiero decirte Martn, adelantndome a lo que supongo viniste; que hubo muchos postulantes y varios de ellos eran bibliotecarios, ttulo del cual t carecas y.....

    - (Lo reconozco! se explayo Martn, no dndole tiempo a continuar hablando al Director y como evitando querer que este se disculpara por la desicin tomada.

    - )Y entonces, el porqu de tu visita? - Es que pens, tal vez pudiera hacer falta otra persona

    para hacer cualquier trabajo; en ese sentido me ofrezco para hacer

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  • trabajos de restauracin, o lo que fuere, me doy maa para realizar cualquier trabajo manual. Cuando vine hace tres das vi muy poco personal para una casa tan grande, con tantas dependencias.

    - Es cierto, le contest Pablo, muy buena tu apreciacin, me hara falta ms empleados, pero lamentablemente el presupuesto que me asignaron es muy exiguo. El empleado que tomamos fue en reemplazo del que se jubil.

    Martn, entonces dijo sin pensarlo y sin ser su objetivo inicial; como si alguien le hubiese puesto esas palabras en su boca:

    - Seor, le propongo lo siguiente: Ya que me gusta mucho leer y lo que tiene que ver con los libros; me ofrezco para venir por lo menos tres veces por semana a la tarde, ad-honorem, para ayudar en lo que fuere posible. De esa forma mientras busco otro trabajo durante las maanas, que es cuando estn los horarios de las entrevistas, utilizo las tardes y mantengo de esa forma la mente ocupada, evitando a la vez de no deprimirme ser til en algo.

    Pablo no se esperaba dicho ofrecimiento y se qued un instante pensativo sin decir palabra alguna. Habrn sido tres segundos, que para Martn le resultaron horas; otra frustracin y de este nivel iba a ser muy pesada de soportar, ira en contra de su propia dignidad y valorizacin personal.

    Entonces Pablo mostr una gran sonrisa mientras se levantaba y extenda su mano derecha y con un fuerte apretn de manos, le deca a Martn:

    - (Trato hecho! Martn al mismo momento que le estrechaba la mano,

    tambin se levantaba con una sonrisa de oreja a oreja. Una hora antes se haba sentido un pollito mojado, ahora

    se senta un len recin liberado de su jaula, hambriento por demostrar lo que era capaz de hacer. La fuerza brotaba por sus poros, estaba listo para comenzar, lo que, sin saberlo iba a ser el inicio de una historia impactante y sorprendente.

    - Martn, dijo Pablo; hoy a la tarde no voy a estar en la

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  • biblioteca, pero maana si te parece podes venir a primera hora de la tarde, as te digo lo que podes hacer.

    - De acuerdo, contest Martn y mientras volva a estrecharle la mano se despeda hasta maana.

    Y se retir saludando al pasar a Vernica, que se encontraba ocupada en ese momento atendiendo a otra persona.

    Sali a la vereda para dirigirse a su auto; mir hacia arriba como queriendo agradecer, mientras miraba que el sol brillaba ms de costumbre y los pjaros cantaban ms fuerte que nunca; como percibiendo la felicidad que Martn estaba sintiendo. Subi a su auto y entonces se march con direccin desconocida.

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  • CCAAPPIITTUULLOO IIIIII

    Como todas las maanas Martn haba salido a buscar trabajo, pero no haba sido fructfero; sin embargo, esa maana estaba sonriente, saludaba a cuantos se le cruzaran, algunos hasta lo miraban sorprendidos y con gracia, no era comn en una ciudad grande, que una persona fuera tan amable con todos; pero era de entender, a la tarde comenzaba su labor en la biblioteca.

    Eran las tres de la tarde y como haba prometido Martn llegaba a la biblioteca.

    Al ingresar al hall encuentra conversando a Vernica y Pablo, ambos lo saludan y Martn dice:

    - Seor, ya estoy listo! Pablo le responde: - Ahora que seremos compaeros de trabajo no hace falta

    que digas seor, simplemente llmame Pablo, como todos lo hacen aqu.

    - De acuerdo seor, dijo Martn; sonrojndose al mismo momento que continuaba:

    - Perdn, quise decir Pablo. En ese momento todos se rieron y Martn tambin se

    sumo a las carcajadas. Mientras Pablo sealndole con la mano lo invitaba a seguirlo por la escalera al primer piso.

    - Martn, expreso Pablo; en este cuarto guardamos las carpetas y libros que nos envan algunas editoriales y donaciones particulares, las cuales faltan codificar por temas y enumerarlos para luego poder ofrecerlos en lectura en la sala principal.

    - Tu trabajo, continu hablando Pablo, ser comenzar por esas cajas apiladas en esa esquina que contienen muchos libros y que ya hacen varias semanas que estn ah.

    Martn no pudo evitar ver lo que le llamaba la atencin y

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  • dijo: - Por el embalaje de las cajas parece que todas esas

    fueron enviadas por la misma empresa; )Fue alguna editorial grande?

    - No, esas cajas fueron donadas por una viuda del barrio. Al marido le gustaba leer mucho y tena una biblioteca grande.

    - Pablo, )puedo usar la computadora que esta ah? - Por supuesto, ya me olvidaba de decrtelo, incluso por

    tus antecedentes sabes usarlas muy bien, y encontrars los programas que te servirn; de todas formas cualquier duda que tengas puedes llamarla a Vernica.

    - Ockey dijo Martn, mientras Pablo se retiraba sonriente. Martn entonces tom la primer caja, la apoy sobre el

    escritorio del cuarto y la abri para comenzar a sacar los libros. Primero les sac el polvo que tenan en las tapas con un trapo hmedo, ya que se vea que haca aos que no se los tocaba de sus estantes y as se haban embalado.

    Luego que hubiera terminado de desembalar todas las cajas y limpiar todos los libros, empez a separarlos por temas, segn la lista que figuraba en la computadora. A medida que lea ms ttulos era como si se fuera introduciendo en la mente de quien haba sido su propietario.

    Los primeros que haba tomado eran de una variedad normal para la poca; historia, poemas, novelas, cuentos de autores conocidos y otros no tanto. Estaban los poemas del chileno Pablo Neruda con "Veinte poemas de amor y una cancin desesperada"; el sueo utpico del mejicano Jos Vasconcelos "raza csmica"; y haba obras de muchos argentinos: la novela de gauchos de Ricardo Giraldes "Don Segundo Sombra"; la novela psicolgica de la vida urbana de Manuel Glvez "Hombres en soledad"; la novela existencial de Ernesto Sbato "El tnel"; los cuentos de Jorge Luis Borges "Ficciones" o la novela de ciencia-ficcin de Bioy Casares "La invencin de Morel", adems de muchas otras obras tanto de autores hispanoamericanos como europeos.

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  • Pero haba otros que luego tomara, que no tenan nada que ver con el otro tipo de literatura que este hombre lea, que empezaron a llamarle la atencin a Martn. Hasta ah haba ledo nicamente los ttulos, pero ese libro que tena en la mano de tapa negra, lo iba a comenzar a leer.

    En ese momento entra al cuarto, que estaba con la puerta abierta, Vernica quien le dice:

    - Martn acabamos de hacer t con leche )quieres bajar a tomarlo.?

    - S por supuesto, dijo, mientras dejaba nuevamente el libro que tena en la mano sobre la pila del escritorio.

    Esa era una tarde fra y nadie poda despreciar una buena taza de t caliente.

    Bajaron y fueron al office donde estaba la pequea cocina.

    Martn podra haberla seguido hasta con los ojos cerrados, an sin saber donde estaba el office; porque Vernica se haba puesto un perfume que dejaba una estela de suave y hermoso aroma al pasar de ella.

    Entraron al office y se sentaron en una pequea mesa, justo en el instante que sala con su taza Marta, la bibliotecaria titular.

    Mientras ella serva las tazas y le alcanzaba una a l, Martn le preguntaba:

    - Vernica, )cunto hace que trabajas aqu?. - Casi tres aos respondi ella, sin perder de vista el

    escritorio de hall, por si entraba alguien. - )Y dime, no te hace doler la espalda el estar la mayor

    parte del da sentada?. Volvi a interrogar Martn. - No porque despus del trabajo voy a hacer natacin. Me

    encanta y hace aos que la practico. - Yo tambin la practicaba, pero desde que me dio otitis,

    por precaucin dej de hacerlo. Siempre recuerdo, cuando empec me cansaba muchsimo....

    - No me digas, interrumpi ella, seguro que respirabas

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  • mal. - S, en vez de largar el aire debajo del agua, lo haca

    cuando sacaba la cabeza, reduciendo de esa forma el tiempo para tomar el aire.

    - Es normal que eso ocurra, asinti ella. Rindose los dos al mismo tiempo.

    Entonces ella volvi con su taza al hall donde alguien acababa de ingresar y l se qued terminando su t, mientras contemplaba como ella se alejaba caminando.

    Martn hizo un suspiro, dej su taza vaca y volvi al trabajo que le esperaba.

    Entr al cuarto, se acord del libro que haba dejado y lo iba a tomar cuando se dijo a s mismo: ya tendr tiempo de leerlo en otra oportunidad, primero debo terminar el trabajo que me encomendaron.

    Sigui separando los libros segn lo vena haciendo y cuando se quiso acordar, el tiempo se le haba pasado volando, era hora de cerrar la biblioteca. Maana sera otro da.

    Y parti con la necesidad interior de que el da pasase rpido, no saba porque, pero era una ansiedad que nunca haba sentido, como si su subconsciente supiera lo que estaba por venir.

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  • CCAAPPIITTUULLOO IIVV

    Martn estaba ansioso por comenzar el trabajo, ya estaba sentado nuevamente frente al escritorio con la pila de libros a inventariar.

    Tema por tema los fue apilando como se le haba dicho, a la vez que los iba numerando e ingresando en la computadora, no slo por el tema, sino tambin por el autor, ttulo y ao de edicin, entre otros tems.

    Los das iban pasando y Martn continuaba realizando muy bien su trabajo y siempre sobre las cajas de esa viuda de la cual todava no conoca su nombre.

    La computadora le iba tomando todos los datos que l le daba y sin saberlo, le estaba colocando las piezas de un rompecabezas que no se imaginaba que comenzara a armar.

    En un momento sin saber porque, ni ser un procedimiento normal, decide, se le ocurre, organizar todos los ttulos ingresados por su fecha de edicin.

    Y al apretar el enter de la computadora dando la orden correspondiente, ve en la pantalla algo que no se imaginaba:

    Durante los primeros aos este hombre lea sobre cuentos y poesas.

    Pero de un momento al otro, este tipo de bibliografa desapareci completamente, para pasar a leer nicamente libros que trataban sobre temas religiosos. Y en todos los casos los autores investigaban el sentido crptico de sus mensajes.

    Martn, entonces, como ya haba concluido mucho ms rpido el trabajo de lo que Pablo le haba dicho, decidi hojear ese libro negro que en un momento haba tomado para leer, adems tambin, de otros que trataban temas similares.

    Y mientras los hojeaba not en la contratapa de uno de

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  • ellos un pequeo relieve, como si hubiesen escondido debajo de ella una hoja. Investig y efectivamente encontr una hoja que result ser una carta.

    Sac la carta, la abri con cuidado, porque se notaba que estaba frgil, amarillenta por el paso del tiempo. Estaba fechada el 3 de abril de 1948 en Lesaca, Espaa. Y estaba dirigida a Antonio. La carta empezaba as:

    Querido Antonio: Me he enterado de la muerte de t

    padre el invierno pasado y si bien yo tena diferencias polticas con l, no quiere decir por eso que me olvid de m familia. Yo no tengo hijos, por lo tanto la nica descendencia eres t. Si bien no me recuerdas como un buen to, espero que en honor de tu padre, sepas perdonar la arrogancia que la juventud nos trae a los hombres y aceptes la pequea cantidad de dinero que te envo por quin te est entregando esta carta.

    Ese dinero no lo tomes como una limosna, es ms, me ofendera que as lo hicieras. Tmalo como un prstamo que devolvers ms adelante

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  • entregndolo a personas necesitadas. Pero atencin y esto que te digo es

    importantsimo y tmalo en ese sentido casi como una orden.

    El dinero que recibes lo debers utilizar para la instalacin de un negocio, del rubro que te consideres ms capaz para explotar y lo inaugurars en la fecha que yo te diga, ni un da antes, ni un da despus. Si no respetas esto al pie de la letra, la opcin ser slo el fracaso o un simple comerciante ms; pero si en cambio respetas lo que te digo, triunfars por encima de toda la competencia que se te ponga por delante, porque tu xito estar atado al destino, que as lo quiere. Y lo ms importante debers donar a partir de la apertura de t negocio el 10 % de todos tus ingresos; si as no lo hicieras, t xito ir mermando ao tras ao.

    Antonio t debes inaugurar tu negocio el da

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  • 5 de agosto de 1948, a las 9,37 hs. en punto. Sobrino mo, yo estar vigilando si cumples

    lo que te digo; si as lo haces, ms adelante te enviar otra carta ms importante que esta. Espero que no me falles, m salud tambin se encuentra frgil.

    Un beso a tu madre y que Dios te bendiga.

    La carta estaba firmada por Felipe y no tena ninguna otra especificacin ms.

    Martn haba quedado impresionado y no poda soportar no averiguar que haba pasado con lo que Felipe le peda a Antonio.

    Por un momento quedo inmvil, pensativo como escarbando dentro de su mente.

    De pronto se levanta, sale al pasillo y entra a otra habitacin dos puertas ms adelante. Martn haba ingresado al archivo de diarios. Tal vez tuviera suerte y encontrara lo que buscaba.

    Esta habitacin era ms grande que en donde l estaba trabajando; con estantes anchos, donde se apilaban por meses y aos, las ediciones de distintos diarios.

    Se acerc donde estaban los diarios de "La Capital" del ao 1948 y busc en los del mes de agosto, a partir del da 5 inclusive.

    Mientras hojeaba, empezaba a rascarse la picazn que le daba en el cuerpo, caracterstica al tomar elementos que se encontraban con polvo, por el tiempo en que no eran abiertos.

    Mientras comenzaba a pasar las hojas, iba viendo los

    25

  • ttulos y noticias de la poca. En el diario del da 8 de agosto de 1948 hubo una noticia

    que le caus simpata; deca: DELFOR CABRERA, CAMPEON OLIMPICO GANO LA MARATON EN 2 HORAS. 34 51" 6 DECIMAS "LONDRES, 7 (UP) -Delfor Cabrera al ganar la maratn olmpica di a la Argentina la mayor satisfaccin en la jornada, seguido por los pgiles que se impusieron en las tres peleas en que intervinieron. En efecto, el destacado atleta de la Argentina logr hoy la importante competencia olmpica, marcando la mejor actuacin atltica de los Juegos........"

    Martn haba empezado a buscar en los diarios del 5 al 8 de agosto; pero se encontr a los pocos minutos, que con slo el nombre de Antonio no era suficiente.

    Al no poder continuar dej nuevamente los diarios en su lugar y maana sin llamar la atencin de los dems, averiguara cual era su apellido y que negocio haba tenido, si es que haba tenido alguno.

    Haba pasado otra tarde ms y Martn se retiraba para su casa con una intriga que no lo dejara dormir esa noche. Se preguntara mientras dorma, si fuese cierto lo que haba dicho Felipe y que haba querido decir con:

    "tu xito estar atado al destino, que as lo quiere."

    A Martn le costaba conciliar el sueo; despus de dar varias vueltas en la cama, lo logr, no sin antes repetirse interiormente una cantidad de veces: "que haba querido decir".

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  • CCAAPPIITTUULLOO VV Mar del Plata, Argentina Viernes 21 de Julio de 2000

    Esa tarde Martn entr a la oficina de Pablo y dijo: - (Buenas tardes! Y Pablo respondi: - Hola como ests; - Bien, ya termin con las cajas que me dijiste, falta que

    le pegues una mirada para decirme si ests de acuerdo. Y mientras continuar con las otras donaciones.

    Martn mientras deca eso, aprovech para conseguir la informacin que el da anterior se haba propuesto, preguntndole a Pablo indirectamente:

    - Se ve que el marido de esta mujer que don los libros lea bastante, )Cmo se llamaba?

    - Antonio....., Antonio Peralte- Respondi Pablo dudando un primer instante del apellido.

    - Debe haber sido un industrial importante de la ciudad - Replic Martn, buscando sin preguntarle directamente, la profesin que haba tenido.

    - No - continu Pablo - Creo si mal no recuerdo que tuvo un almacn de ramos generales.

    Martn ya haba conseguido lo que quera, ahora deba volver al archivo de diarios y continuar con lo que haba dejado inconcluso ayer.

    Termin de intercambiar algunas palabras ms con Pablo, y se retir.

    Ya en el archivo, volvi a tomar el diario de agosto 5 de

    27

  • 1948, busc y no encontr nada. Sigui con los das sucesivos y el da 11 de agosto, ah estaba, no lo poda creer, una nota donde el periodista haca mencin que el da 5 de agosto un vecino de Mar del Plata, llamado Antonio Peralte, haba abierto un nuevo almacn de ramos generales para la ciudad.

    Martn saba que estaba en el camino correcto y fue ms all; salte varios diarios y volvi a buscar en semanas ms adelante y a medida que ms se alejaba, iba encontrando avisos publicitarios del negocio de Antonio que demostraban un continuo crecimiento y xito comercial del mismo.

    Lo que haba ledo en la carta era cierto y se estaba cumpliendo lo que Felipe le haba predicho a Antonio.

    Martn saba que ahora tena que hablar con la viuda de Antonio para conseguir ms informacin. Entonces fue hasta la mesa del telfono, tomo la gua telefnica, busc por Peralte Antonio y encontr la direccin: calle Paunero.....

    Hoy no sera conveniente que pase a visitar a la viuda, se deca Martn, pensando que al momento de salir de la biblioteca, ya estara oscuro y no sera prudente presentarse en ese horario. Lo dejara para maana, pero no sin antes pasar con el coche por delante, para ver como era la casa.

    Ya fuera de la biblioteca se dirigi hasta dicha casa y la desazn lo volva a invadir. Pareca que el "destino" estaba jugando con l, cada vez que se acercaba a su objetivo, este desapareca.

    Martn al llegar frente a la casa haba visto un cartel de venta, con una franja que deca vendido. La casa ya estaba deshabitada y se preguntaba dnde habra ido a vivir. Y sin dejar pasar ms tiempo, se dirigi a la oficina de bienes races que haba vendido la misma.

    Al entrar a la oficina pregunt si saban donde se haba mudado la propietaria del chalet de calle Paunero; y le respondieron que crean que se haba ido a vivir a las Sierras de los Padres, pero no tenan la direccin porque esta mujer le haba comprado directamente a una amiga, a la que visitaba en dichas

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  • Sierras. Martn no perda las esperanzas, a la vez que se le venan

    a la mente las imgenes de las Sierras. Estas estaban a unos 15 kilmetros de la ciudad y se

    llegaba por una autopista nueva. Las Sierras de los Padres estaban conformadas por un

    barrio residencial desarrollado sobre las sierras de 200 metros de altitud sobre el nivel del mar. Siendo la irregularidad de su terreno, con la combinacin de sus vistas y paisajes, uno de sus mejores atractivos.

    En uno de sus puntos ms altos, se encuentra una cancha de golf de 18 hoyos con depresiones totalmente naturales con gran variedad de rboles, como pinos y eucaliptus.

    Es un barrio que naci con chalets de gran categora, para usos de fin de semana, muchos con piletas de natacin y rodeadas de vegetacin colorida.

    As fue que luego de pensar un rato se dijo: Ir el domingo, ya que al haber en las Sierras una sola Capilla con misa una vez por da, sera ms fcil encontrarla ah. -recordando Martn, que Pablo en algn momento le haba comentado que esta seora era muy creyente.

    De alguna forma la tena que ubicar y deba comprobar si esa segunda carta tambin haba existido.

    La intriga le creca da tras da a medida que profundizaba sus interrogantes y pensamientos. )Existira? No dejaba de preguntarse.

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  • CCAAPPIITTUULLOO VVII Mar del Plata, Argentina Domingo 23 de Julio de 2000 10 hs.

    l ya estaba dentro de la Capilla de Sierra de los Padres, estaba colmada. Era pequea pero muy hermosa, con slo dos hileras de bancos, sus paredes blancas y pequeo altar.

    Haba muchas mujeres mayores, como en toda misa, pero quin sera la mujer que buscaba?

    Esper a que el Padre terminara de dar la misa y se apresur a ir a la nica puerta de acceso que tena la Capilla. Y a medida que iban saliendo las mujeres, les iba preguntando si eran la Seora de Peralte. Fueron pasando una tras otra hasta que no qued ninguna, sin resultado positivo. Martn se estaba desanimando nuevamente; pero esper que el Padre estuviera desocupado y se le acerc para consultarle:

    - Padre, buenos das - - Buenos das hijo -. Le respondi. - Quera preguntarle si usted conoce a una seora mayor

    de apellido Peralte, que se haya mudado recientemente a las Sierras.

    - Lo siento hijo, jams o de ella - Martn senta que haba hecho el viaje en vano, su pista

    haba sido equivocada; tal vez, se deca, en la oficina presumieron equivocadamente que ella haba venido a vivir aqu.

    Ya se estaba retirando, cuando vuelve la vista hacia la Capilla. Y mira por ltima vez la misma, hacia arriba, como

    30

  • pidiendo ayuda a Dios; entonces, gira su cabeza hacia el frente dando la espalda a la Capilla, cabizbajo, triste...., cuando de pronto algo le llama la atencin, justo frente de l estaba estacionando una camioneta, que estaba realizando el reparto de sodas. Apresurado se acerca al hombre, que empezaba a bajar un cajn con sifones y le pregunta:

    - Disculpe, )usted podra decirme si atiende a una cliente que se mud hace poco al barrio?; es viuda de Peralte.

    - S - le respondi -, la pobre hace dos semanas que est en cama, porque se pesc una gripe fuerte, pero ya est mejor. Vive cerca de aqu, tres cuadras hacia arriba y una y media hacia la derecha, casi a mitad de cuadra. La va a ubicar fcil, porque tiene en el jardn plantas de muchos colores.

    - Gracias le respondi Martn, no sin antes hacer otra pregunta:

    - )Sabe, me llama la atencin ver a un repartidor trabajar el Domingo?.-

    - Lo que sucede, es que en este barrio hay muchas casas de fin de semana y a muchos de sus propietarios los ubico nicamente hoy; y vio, como est la situacin no hay que desperdiciar a ningn cliente.

    - Comprendo - Dijo Martn y se retiraba dndole las gracias.

    Martn subi al coche, se dirigi hacia donde este hombre le haba sealado y se baj.

    Era una casa de dos plantas. Su frente combinaba el ladrillo a la vista con lajas. Y su techo tena varios cortes, que le daban ms belleza a todo el conjunto.

    Hizo unos pasos, se par frente a la puerta, la mano le transpiraba, la emocin lo estaba embargando, toc el timbre y la puerta se abri. Una anciana de cabellos totalmente blancos, de pequea estatura, simptica pero sufrida lo atendi. Entonces l dirigindose a ella, dijo:

    - Disculpe que la moleste seora y ante todo espero que ya este recuperada de la gripe -

    31

  • - Ya casi, gracias, pero todava me tengo que cuidar porque estos das est haciendo mucho fro -

    -)Pero cmo sabe que estaba engripada, lo conozco? - Es que me cruc con el sodero y l me cont; adems de

    tener la amabilidad de indicarme donde viva- - Usted en realidad no me conoce, yo me llamo Martn y

    trabajo en la biblioteca a la que usted don los libros. - Ah s, donde est ese seor tan culto.....)cmo es que se

    llama? - Pablo- Le record Martn. - S, s, ahora me acuerdo....Pablo. - )Y por qu te mand l? - En realidad vine por mi cuenta; a m me haban

    encargado organizar los libros que usted dej. Y mientras haca el trabajo, me encontr con esta carta en el interior de uno de los libros.

    En ese instante Martn le entrega la carta en sus manos y ni comienza a decirle cual era la razn de su visita, que ella al comenzar a leerla irrumpe en llanto frente a l.

    - Lo siento seora no quise molestarla - Luego de secarse un poco las lgrimas ella le respondi: - No te preocupes hijo, no me molestaste; es que me

    hiciste recordar a mi marido - Entonces la seora le empez a decir, cmo su marido se

    haba puesto obsesivo por el tema que esa carta contena. Y la preocupacin constante que ste haba demostrado, tratando de averiguar ms sobre el mismo. La misma preocupacin que Martn estaba demostrando.

    - Pero mejor pasa -le dijo la seora-, as hablaremos ms tranquilos sentados en el living.-

    Ya sentados, ella exclam: - Martn disclpame; todava no me present, mi nombre

    es Angela, o.....ya lo sabas? - No seora, solo saba el nombre de su marido -. - )Y qu ms sabes? -Angela volvi a preguntar, como

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  • intuyendo que Martn haba estado investigando a su difunto marido-.

    Pero a Angela esto no le molestaba, al contrario, hacia tiempo que los ojos no le brillaban como en esa maana y no ocultaba ese sentimiento de sentirse cmoda con las preguntas que estaban por venir.

    - En realidad -comenz a contestarle Martn- es poco lo que s y son muchos los interrogantes que tengo. Pero si s, que el contenido de la carta que le traje es cierto y que eso me llen de unas ansias por querer entender lo que el to de Antonio haba querido transmitir.

    - Esta bien -dijo interrumpindolo en lo que estaba diciendo- Dime lo que quieres saber. Prosigui ella.

    En ese momento, l respir hondo, como si le hubieran sacado un peso de encima; esa mujer le estaba permitiendo entrar en su vida privada como si fuese alguien ms de la familia.

    - Angela, lo que me gustara saber es, si esa segunda carta que se cita en la que yo le entregu, existi?.

    - S -contest ella- (como me voy a olvidar!, si fue a partir de recibir esa segunda carta, que mi marido se puso ms obsesivo por el tema.

    - )Podra verla, Angela? -pregunt l-. - No s; ya que ignoro si todava existe; incluso tampoco

    saba que segua existiendo la que t encontraste. Mi marido, si bien en su momento me coment de ellas, nunca me las mostr y las tena guardadas secretamente.

    - Es decir, que usted, )no saba su contenido?. - Mi marido era muy reservado para ciertos temas. Y si

    bien algo me cont de la primer carta; de la segunda dijo que era peligroso saber de ella y que tuviera confianza en l. En ese momento me asust un poco por lo que me dijo; pero otra opcin no tena.

    - Lo que s me dijo, es que el to lo invitaba a viajar a Espaa, pero a causa de la poltica de Franco; Antonio tena mucho miedo de ir, por ser opositor al mismo.

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  • - Luego a los pocos meses fallece el to. Y con Antonio sucede lo mismo aos despus, mientras esperaba que cambiara el gobierno espaol, para poder viajar.

    En ese momento Martn se daba cuenta porque, como haba dicho Angela, Antonio se haba obsesionado con el tema: Felipe lo haba invitado a Espaa para comunicarle o darle algo importante, que posiblemente, estuviese ntimamente relacionado con lo que deca la primer carta, y l por la situacin poltica, nunca lo haba podido hacer.

    Sin embargo, Martn estaba muy prximo a averiguar cual haba sido la causa de esa invitacin.

    Martn saba que entre el resto de los libros que Angela haba donado no estaban, porque fue lo primero que verific luego de encontrar la primer carta.

    Entonces pregunt: - )Los libros que don, fueron todos o se qued con

    alguno? -pensando l, que tal vez esa segunda carta, haba quedado escondida en otro libro distinto a los que haba tenido entre manos-

    Pero ella respondi: - No, todos los libros que mi marido tena; parte de l y

    otros que haban pertenecido a su padre, los dej en la biblioteca. Martn se acercaba nuevamente a un callejn sin salida,

    se haba quedado callado, sin saber que preguntar, tratando de hilvanar alguna idea.....cuando ella exclam:

    - Tal vez, te tendras que fijar en una caja donde junt toda la papelera que mi marido tena depositada en la oficina del chalet de Los Troncos. La guard como recuerdo de muchas notas que haba escritas de su puo y letra; pero nunca las revis en detalle, porque al momento de fallecer l, me encontraba muy deprimida, y luego nunca ms la toqu.

    Y continu diciendo: - Espera que la voy a buscar, as la revisas y ves si la

    encuentras-. En ese momento l se fija en la hora y se da cuenta que

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  • ya eran las 11,45 AM y no quera incomodar a la amable abuela en la hora de su almuerzo. Entonces expresa:

    - Angela, ya es tarde y seguramente usted ya debe querer preparar la comida, si quiere puedo pasar en otro momento para ver....

    - )No me digas -interrumpi ella- que no te vas a quedar a almorzar?.

    - Angela, usted ha sido muy amable al responder a mis preguntas y no quiero abusar de su hospitalidad -.

    - Al contrario, yo vivo sola con una empleada y hoy le di franco; sera un gusto que me hicieras compaa. Encima de estar sola, es feo no poder salir por cuidarme del fro.

    As fue como Martn acept la invitacin y se puso a ver la caja que Angela luego trajo; mientras ella se iba para la cocina, a preparar la comida.

    Martn haba puesto la caja sobre la mesa ratona del living y empez a sacar lo que haba dentro.

    Ms investigaba y ms se compenetraba con lo que Antonio era y haba pensado.

    Abrir la caja fue no slo ver muchos papeles, haba tambin fotos viejas. Por un lado Martn no se senta cmodo con invadir la intimidad de Antonio, pero por otro lado la intriga lo carcoma cada vez ms; era algo ms fuerte que l y presenta que lo que haca, Antonio lo hubiese aprobado. l todava no lo saba, pero iba a continuar con lo que el marido de Angela no haba podido terminar.

    Luego de sacar unos papeles ms, ah la encontr, la carta; esa segunda carta enviada por Felipe, de Espaa. Iba a comenzar a leerla, cuando Angela le llam del comedor:

    - Martn, la comida ya est servida-. La ansiedad por leerla lo estaba consumiendo, pero no

    poda ser tan descorts con Angela; dej la carta sobre el silln y fue hacia el comedor. Luego la leera -se deca- despus de todo esperar una hora ms no iba a cambiar nada. Mientras Angela apoyaba sobre la mesa, la fuente de la comida; haba preparado un

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  • delicioso matambre al horno; adobado con una mezcla de sal, pimienta, aceite y vinagre. Estaba relleno con ajo, perejil, morrn, zanahoria, huevo duro, cebolla rehogada y queso de rallar.

    Y Angela lo haba acompaado con una salsa criolla; preparada con cebolla, morrn y tomate picado y sazonado con sal, pimienta; adems del vinagre y aceite.

    Entre bocado y bocado Martn no dejaba de preguntar: - )Antonio hace mucho que falleci? -. - Hace ms de 30 aos. - )Tan joven? -volvi a preguntar Martn. - S, lamentablemente no se pudo curar de una gripe

    fuerte. Antonio haba sido como la mayora de los inmigrantes,

    muy trabajador. Era un hombre no muy alto, que trabajaba de sol a sol,

    an en das muy fros; eso fue lo que lo enferm mortalmente. Haba sido un hombre que por lo que deca la primer

    carta, o por suerte, haba tenido mucho xito comercialmente; incluso mucho ms que cualquier otro comerciante. Y Martn quera averiguar hasta que punto lo que deca esa carta haba influido en ese xito.

    Terminaron de almorzar y mientras ella se iba a lavar los platos, l fue al living a leer la carta. Estaba fechada el 11 de noviembre de 1949 en Lesaca, Espaa. E igual que la anterior estaba dirigida a Antonio. La carta comenzaba as:

    Querido Antonio: Te felicito, vi que cumpliste con lo que te ped; ahora ests preparado para saber toda la verdad. Pero no te lo puedo decir por carta, es peligroso que accidentalmente llegue a conocimiento

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  • de personas extraas. Antonio, lamentablemente cuando recibas

    esta carta, yo habr fallecido, tengo una enfermedad incurable.

    T ya eres un comerciante exitoso, pero para que t familia tenga la oportunidad de seguir sindola, debes venir a Espaa y as llevarte personalmente un escrito donde est el resto de la verdad.

    Este viejo escrito redactado en latn lo recib de un comerciante ambulante que saba de mi inters por coleccionar escritos antiguos. Quien a su vez lo haba recibido en trueque de un campesino que segn sus palabras, lo haba tomado junto a vajillas de oro de un monasterio que se haba incendiado, ubicado cerca del Golfo de Vizcaya, en tierras francesas. No obstante, ni el ladrn ni este vendedor, supieron de su contenido al no hablar el latn.

    37

  • Yo cuando lo le, no lo poda creer, sin embargo, el mundo todava no esta preparado para saber de su contenido.

    Sobrino mo, ten confianza en su contenido, como yo lo tuve. T debes saber lo que s, para transmitirlo a otros que lo merezcan. Probndolos primero, como yo hice contigo. S que t sabrs hacerlo.

    Como te dije, lamentablemente no estar para cuando llegues, para entregrtelo personalmente; por ello y por la seguridad que esto amerita, dicho escrito lo tengo escondido dentro de un pasaje secreto, que t padre y yo utilizbamos para jugar cuando ramos pequeos; t madre sabe donde ste se encuentra.

    Que Dios te bendiga y proteja. Felipe

    Martn todava no lo saba, pero Felipe haba vivido en un

    Castillo de la poca Medieval. Con sus tpicas murallas, protegidas en su parte superior

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  • por las almenas y en su puerta principal donde se encontraban los elementos de defensa ms clsicos: matacanes saledizos con aberturas intermedias para atacar a los posibles invasores, rastrillo que descenda hacia abajo desde el muro.

    Martn al terminar de leer la carta, se haba quedado pensativo; la carta indicaba el camino a seguir, pero no daba las respuestas que l hubiese querido ver. De que serva saber que hacer, si no tena dinero como para averiguarlo; ni siquiera tena un trabajo y los ahorros que tena se le estaban acabando.

    Estaba sentado en el silln de un cuerpo, con las piernas semiestiradas y los brazos que le caan por los costados del silln, con la carta abierta en una de sus manos, con la mirada vaga, decepcionado; como si ese juego en que se haba introducido, de golpe se hubiese terminado. l, conoca sus lmites; y de la misma manera que saba que no poda tomar un avin a Europa, su espritu aventurero bajaba de las alturas para estrellarse con la negra realidad de todos los das.

    El living era todo silencio, slo se escuchaban el cantar de los pjaros que revoloteaban sobre el jardn floreado y colorido de Angela y el soplar agudo del viento.

    Cuando esa monotona se cort, ante la expresin de Angela que se encontraba a sus espaldas:

    - Martn te traje un t y unas masitas que tena hechas, espero que te gusten -

    - (Gracias! -replic Martn- con una pobre sonrisa en sus labios; y tom la taza en sus manos.

    - )Encontraste la carta? -pregunt Angela- - S, aqu la tienes - Pero Angela no la quiso tomar. Ya haban pasado muchos

    aos y estaba muy anciana para querer averiguar los beneficios de esa carta. Para ella los secretos que pudieran contener haban desaparecido con su marido.

    - Qudatela t -dijo ella-, espero que la puedas utilizar. - Tal vez, dentro de algunos aos, pero ahora, imposible -

    le contest l-

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  • Entonces Angela tom asiento frente a l y apoy sobre la mesita ratona la bandeja con la otra taza y el plato de masitas.

    Y sta al ver la cara desanimada de Martn, quiso cambiar la arista de la conversacin preguntando:

    - )Hace mucho qu trabajas en la biblioteca? - - En realidad no trabajo, colaboro ad-honorem; y

    mientras, trato de encontrar algn trabajo- - )No me digas que ests buscando trabajo? - - S, ya hace varias semanas, pero todo est muy duro- - Y dime, )qu sabes hacer? - Trabajo administrativo, programacin de computadoras

    y cualquier tipo de trabajo manual -. Ella al escuchar eso, se compadeci de l, que le haba

    cado muy bien; quien adems de recordarle la tenacidad de su marido, le recordaba la juventud emprendedora de su hijo fallecido en un accidente automovilstico. Entonces le pregunt:

    - Como sabrs, yo hace casi tres semanas que me mude a este chalet que compr. Y tena pensado hacer algunas modificaciones en algunos de sus ambientes. )Quieres tomar el trabajo? -

    - Por supuesto -dijo l, y le volvi nuevamente a la cara esa expresin de plenitud y satisfaccin-

    - )Cundo quiere qu empiece, Angela? - Maana, )te parece? - De acuerdo -dijo Martn, y se levant para darle un beso

    y retirarse, no sin antes tomar otra masita-. Martn mientras regresaba en el coche, le volvan a la

    mente una y otra vez las siguientes palabras:

    .......viejo escrito redactado en latn

    Pero l se deca: Ya no tiene importancia. Sin embargo, desconoca que la aventura no se haba

    acabado, al contrario, recin estaba por comenzar.

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  • CCAAPPIITTUULLOO VVIIII Mar del Plata, Argentina Lunes 24 de Julio de 2000 9 hs.

    Martn esta parado frente a la puerta de Angela, esperando que sta viniera al llamado del timbre. l est listo para comenzar con el trabajo que tanto estuvo buscando.

    - (Buenos das! - le dijo Angela, mientras le abra la puerta para hacerle pasar.

    La anciana le empez a mostrar los ambientes de toda la casa, a la vez que le iba explicando las modificaciones que tena pensado hacer.

    l se haba trado una caja de herramientas, as que esa misma maana empez a desmontar algunas estructuras que ella le haba pedido.

    As fueron pasando los das; y mientras l trabajaba ella le traa cada tanto una taza de t. Y en esos breves momentos entablaban conversacin. Y a Martn sin proponrselo las preguntas le iban viniendo solas:

    - Angela, )Cmo conoci a Antonio?. - Fue hace tanto tiempo....., sin embargo, cada vez que lo

    recuerdo, parece que hubiera sido ayer. - Nuestras familias se conocan y arreglaron casarnos; en

    esa poca se estilaba mucho que la familia decidiera con quien iba a casarse su hijo.

    - )Cunto salieron antes de casarse? - (No! hijo mo; apenas nos presentaron y a la semana

    estbamos casados. - )Entonces no se amaban?

    41

  • - En ese momento no, pero gracias a Dios despus s. Fue un gran hombre y compaero.

    - )Antonio era espaol? - S, igual que su padre Juan, era de Lesaca, muy cerca de

    la frontera con Francia. Viva junto a su to Felipe y sus abuelos en un Castillo que sus bisabuelos haban comprado.

    - )Cmo?, )los castillos se vendan? - Lo que pasa -explicaba Angela-, es que una vez muerto

    el Rey Fernando V de Castilla y Aragn, el cardenal Cisneros a poco de iniciado el ao 1516 y ante el temor de que estos baluartes de defensa pudieran competir con el poder real, decret la destruccin y demolicin de la mayora de los castillos.

    - Por esa razn los abuelos de Felipe, que siempre haban querido vivir en uno, compraron ste a muy bajo precio por estar bastante destruido. Y luego, lo reconstruyeron respetando la mayor parte de su estructura original.

    - )Qu emocionante debe haber sido vivir en un castillo? - dijo Martn, atento a lo que deca Angela.

    - La verdad que nunca estuve en uno de ellos para decrtelo. Y eso que yo soy espaola.

    - )Cmo, t no eres argentina? - A causa del hambre que se pasaba en Espaa, mis

    padres emigraron aqu conmigo. Yo tena 10 aos en ese momento.

    - Por lo menos debi haber sido lindo emigrar con toda la familia.

    En ese momento a Angela se le mojaron los ojos y expres:

    - No, no ramos toda la familia. Yo tena dos hermanos mayores: uno llamado Jos, que falleci siendo joven y una hermana llamada Rosa. Los dos haban quedado al cuidado de mi ta; ya que mis padres no podan venir con todos.

    - )Y nunca ms los vio? - No, no se dio la oportunidad de viajar. Por razones

    polticas primero, por otras despus y as se fueron pasando los

    42

  • aos. Sin embargo, siempre nos escribamos; incluso aun hoy lo sigo haciendo con Rosa.

    -)Razones polticas? -pregunt Martn. - S, por la misma razn que los padres de Antonio se

    fueron de Espaa. - Tiempo antes de casarse Juan, sus padres fallecen y

    Felipe a medida que pasaban los aos empezaba a tener distintas ideas polticas que Juan. Hasta que llega la guerra civil y como Juan era un republicano a ultranza, se pelea con su hermano y ante el peligro que significaba quedarse en Espaa como opositor a Franco, ste junto a su esposa y Antonio, que ya tena diecisis aos, deciden venirse para Argentina y huir de la guerra.

    - Entonces yo, ante el temor de ser recibida como la esposa de un republicano; ya que Antonio tambin lo era, siempre tuve miedo de volver.

    As seguan pasando los das, a veces, la mayora de las

    preguntas las haca Martn, pero otras Angela: - Martn, nunca ms te pregunt, )y la biblioteca? - Desde que comenc aqu dej de ir con tanta frecuencia,

    porque llego cansado despus de trabajar. Y si bien no tengo obligacin, sigo yendo porque me entretiene y lo tom como un hobby. Adems, es una excusa para ver a Vernica.

    - )Dime, quin es? - pregunt Angela intrigada y con una sonrisa cmplice.

    - Una chica que trabaja en la recepcin -contest Martn tambin con una sonrisa de oreja a oreja.

    -)Son novios? - Todava no, hace una semana que recin salimos por

    primera vez a tomar un caf. Espero que cuando se pongan de novios, me la presentes. - Por supuesto -dijo Martn, devolviendo con su respuesta

    el afecto que le dispensaba Angela.

    Cuanto ms das pasaban, la anciana le tomaba ms

    43

  • cario. Y Martn conoca ms de la familia de Angela y Antonio. Tanto que su subconsciente iba hilando las palabras que l escuchaba maana tras maana.

    As fue, que una noche mientras dorma, se acord cuando Angela le haba dicho que su marido de chico viva en un castillo; y entonces le vino a la memoria otra frase de la segunda carta:

    ...dicho escrito lo tengo escondido dentro de un pasaje secreto, que tu padre y yo utilizbamos para jugar cuando ramos pequeos.....

    A Martn, sin quererlo, le estaban regresando las ansias de aventura; estaba listo para....

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  • CCAAPPIITTUULLOO VVIIIIII Mar del Plata, Argentina Martes 15 de Agosto de 2000 10,30 hs.

    Ese da Martn haba ido a trabajar a la casa de Angela con una intencin muy clara.

    Estaba decorando un ambiente, cuando Angela se acerca con una taza de t, acompaada de unos buuelos que acababa de frer, y le dice:

    - )Martn, cmo est quedando? - Bien, pero lo importante es que usted tiene buen gusto

    para decorar -responde l, mientras tomaba el primer sorbo de t y le pegaba un mordisco al buuelo, que esparca un dulce aroma.

    Entonces Martn, comienza a incursionar en los interrogantes que la noche anterior le haban venido a la cabeza:

    - Angela, )Juan le habl de los pasadizos secretos del castillo en donde l y su hermano jugaban cuando eran chicos?.

    - No - exclam ella; mientras dicha respuesta le secaba la garganta a Martn.

    Pero al cabo de unos segundos Angela prosigui: - El padre de Antonio nunca hablaba de cuando era chico,

    pero su madre s. Recuerdo que en una oportunidad, mientras tombamos el t sentadas en el living, me dijo: - "A Felipe y Juan los tenan que castigar seguido, porque se iban al saln de lectura y corran la estatua que habra el paso a un pasaje secreto y se pasaban horas jugando all, preocupando seguido a los abuelos de Antonio, porque no saban donde podan estar".

    - )Y qu ms le deca?, )Qu estatua era la que movan? -pregunt Martn otra vez, con mucha ms intriga y deseos de

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  • saber. - No lo s -contest Angela-, lo nico que recuerdo que

    haya comentado, fue lo que te dije. Si bien Angela no saba la direccin del castillo, a Martn

    no le sera tan complicado averiguarlo; ya que en las regiones espaolas los castillos se identifican por el apellido de sus habitantes, o de la ciudad en cuyas cercanas se levantan. Y en este caso, saba que estaba en la regin de Lesaca.

    Tambin conoca ahora, donde estaba el pasaje. Si bien desconoca cul era la estatua, no crea que hubiese muchas dentro del mismo saln.

    Ahora slo le faltaba volver a la biblioteca y estudiar la distribucin de los castillos, para ver si poda encontrar algn detalle o informacin, que le ayudase a interpretar donde se ubicaban las salas de lectura.

    Martn soaba despierto y ya se vea dentro del castillo.

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  • CCAAPPIITTUULLOO IIXX

    Mar del Plata, Argentina Martes 15 de Agosto de 2000 17 hs.

    Esa misma tarde, luego de regresar de lo de Angela y sin que la emocin le hiciera sentir el cansancio, fue a su casa, se dio una rpida ducha y comi un sndwich que prepar con premura. Y parti hacia la biblioteca media hora antes de lo acostumbrado, a buscar la informacin que precisaba.

    - (Buenas tardes! -dijo Martn, mientras que, ya con ms confianza, le daba un beso en la mejilla a Vernica.

    -(Hola!, -le contestaba ella. Y subi raudamente al primer piso, para ir a la seccin de

    arquitectura medieval a investigar sobre los castillos. Empez a leer y leer, miraba planos, con sus plantas,

    cortes y fachadas e historia; cada vez aprenda ms de ellos. Los Castillos se haban hecho para la defensa de los

    posibles enemigos. Tenan gruesas murallas y estaban rodeados de fosos, baluartes y todo tipo de fortificaciones. La entrada a la fortaleza se realizaba generalmente por un puente levadizo, que salvaba el foso que los rodeaba.

    Se construan en lugares fronterizos o estratgicos para la defensa de una regin o poder seorial.

    Estos tuvieron su origen tanto en construcciones civiles como militares.

    Su apogeo fue entre los siglos XIV y XV. Los seores feudales tenan una torre que se constitua en

    el sector ms defendido y de ah se rodeaba con todo un permetro amurallado, que encerraba un patio de armas a cuyo espacio

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  • convergan las construcciones para los almacenes, cuadras y otros complementarios para la vida del Castillo.

    As estuvo yendo varios das, porque era mucha la informacin para recopilar; parte de la biblioteca y parte la consegua a la noche en su casa por Internet.

    Ms investigaba y ms se emocionaba, no slo porque se estaba acercando a lo que quera, sino por las propias sensaciones que le despertaban el leer sobre estos grandes hitos de la humanidad; que en una poca contenan dentro de sus anchos y pesados muros el poder del mundo.

    Y le venan a la mente las historias de grandes reyes: Como Enrique IV de Francia, que tras las guerras de

    religin del siglo XVI, restaur el orden y estabilidad, constituyndose en el primer Rey Borbn de Francia, como tambin Rey de Navarra, en este caso, llamndose Enrique III.

    O Felipe I el Hermoso, que era rey consorte de Castilla por haberse casado con Juana I, la loca, heredera de los Reyes Catlicos.

    l saba que era imposible viajar a Espaa, pero sin saber porque, algo interior lo motivaba para seguir investigando. Pero l no anulaba esa necesidad de conocer, porque ello lo entretena y haca aprender sobre temas que nunca hubiese ledo con tanto detenimiento.

    l no lo saba, pero el destino era quien lo guiaba.

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  • CCAAPPIITTUULLOO XX Mar del Plata, Argentina Domingo 27 de Agosto de 2000 11,30 hs.

    Martn y Vernica estaban traspasando la arcada del acceso a Sierras de los Padres; e iban a la casa de Angela a almorzar. sta los haba invitado para conocer a Vernica; ya que Martn le haba prometido que se la presentara cuando ya fueran novios.

    Mientras se dirigan a la casa, iban viendo a los costados del camino, los fogones de los restaurantes, con los costillares de carne asndose.

    Eran todas parrillas, las haba tipo campestre y otras construidas con ms nivel. Pero todas tenan, corderito, ternera y lechn; para acompaarlas con los mejores vinos.

    Pasar por ah le abra el apetito hasta los vegetarianos. Haba un aroma tan delicioso, que slo faltaba pasar por

    el aire un pedazo de pan y comrselo empapado en dicho aroma a carne asada.

    Era un da soleado y lindo para recorrer las sierras luego de que almorzaran, se deca Martn; mientras ya divisaban a simple vista la casa de Angela.

    Estaban bajando del coche y sin darles tiempo a tocar el timbre; sale Angela a recibirlos, quien ya los haba visto desde la ventana.

    Ella estaba contenta, como si quien le vena a presentar su novia fuese un nieto.

    Entonces se saludaron y entraron.

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  • - Angela, aqu tiene para poner en la heladera un postre que trajimos, -le dijo Vernica.

    - (Pero hija no se hubiesen molestado!, -replic Angela. Ese fue el primer da que Angela conoci a Vernica y no

    sera el ltimo. Primero se sentaron al living y la dulce anciana trajo un

    aperitivo con una masitas saladas, que ella misma haba cocinado. Charlaron y todos se sentan muy cmodos; incluso

    Vernica, que era el primer da que lo haca con Angela, y dadas las circunstancias no sinti esa incomodidad de estar siendo inspeccionada. La abuela no en vano, tena tantos aos vividos, saba como desenvolverse en cada reunin y hacer que todos se sintieran como en su casa.

    Pasaron unos cuarenta minutos y Angela dijo: - La comida ya debe estar, porque no pasamos mejor al

    comedor. Entonces todos se dirigieron hacia el mismo. Haba decorado la mesa para la ocasin. Tena un mantel

    de tela de color pastel, con sus extremos bordados. Un centro de mesa hecho por ella misma, con flores silvestres de la misma Sierra.

    Los platos eran de porcelana antigua decorados y las copas de cristal. Todo muy bien arreglado y con buen gusto.

    Mientras coman, Vernica y Angela se hacan mutuamente preguntas comunes entre las mujeres. Despus que la novia de Martn le hubiese dicho la edad que tena, ante la pregunta que la abuela le haba realizado. Ella tambin pregunt:

    - )Y usted Angela, qu edad tiene?, porque se la ve muy lcida y jovial.

    - Gracias, por lo jovial -deca Angela- pero tengo varios aos. Exactamente 75 aos.

    - La verdad que los lleva muy bien - sigui diciendo Vernica.

    - )Y se cas joven, Angela? - S, me case a los diecinueve aos. Mi marido tena en

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  • ese momento 21 aos. Casualmente el 10 del mes pasado hubiese cumplido los 77 aos -deca Angela- con un sesgo de aoranza.

    - )Y usted Angela cundo cumple los aos? - Yo los cumplo el 5 de mayo, a las 10 de la maana. - (Oh!, que casualidad, yo tambin nac a esa hora - deca

    Vernica. - Y vos Martn, )a qu hora naciste?, -preguntaba Angela. - Yo, a las 18,30 hs. - A la tarde...., igual que Antonio -deca Angela-, pero l

    en cambio naci a las 21,05 hs. si mal no recuerdo. As charlando sin rumbo fijo fueron pasando los minutos

    y luego de comer el postre y tomar un caf, Martn pregunto: - Angela, )Qu le parece si vamos los tres a dar una

    vuelta por el barrio? - No, te agradezco pero vayan ustedes dos. - Por favor, acompenos Angela -deca Vernica-, sera

    un gran gusto poder seguir charlando con usted. A Angela le gust como Vernica se lo peda, se notaba

    que no era por compromiso, entonces le contest: - De acuerdo vamos, pero esperen a que tome un abrigo

    por si despus refresca. Luego de cerrar la casa, subieron al auto y empezaron a

    pasear; primero por la zona ms residencial, subiendo y bajando lomas, con los chicos jugando en las veredas.

    Luego fueron ms hacia atrs, donde la vegetacin era ms espesa y las construcciones ms dispersas. Por donde vieran haba rboles: aromos, eucaliptus, cedros, pinos, fresnos y olmos; tambin se cruzaban con talas y sauces. Entre unos y otros rboles, a medida que circulaban con el coche, vean como volaban o cantaban las calandrias, palomas, torcazas, chimangos, zorzales y pjaros carpinteros.

    A medida que se acercaban a la parte ms alta de las sierras, las vistas se ampliaban hacia todas partes.

    Vean todas las quintas que rodeaban a la misma; con paisajes naturales, unos ms hermosos que otros.

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  • El subconsciente de Martn, mientras l manejaba, iba recopilando como una computadora, datos que, durante el almuerzo se haban dicho.

    Ms adelante a l le iban a venir a la memoria estas fechas y horas:

    "Mi marido tena en ese momento 21 aos. Casualmente el 10 del mes pasado hubiese cumplido los 77 aos......"

    "....., igual que Antonio. Pero l en cambio naci a las 21,05 hs. si mal no recuerdo."

    Fecha y hora de nacimiento, que ahora no demostraban nada, pero que despus le dara la pista para descifrar este enigma.

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  • CCAAPPIITTUULLOO XXII Mar del Plata, Argentina Domingo 10 de septiembre de 2000 11,40 hs.

    Desde el domingo que se conocieron, Vernica y Angela se cayeron mutuamente muy bien y se siguieron hablando por telfono casi todos los das, a veces llamaba Vernica y otras Angela. Y los Domingos almorzaban juntas con Martn.

    As fue que ese domingo, Vernica y Martn estaban otra vez tocando el timbre de la casa de Angela.

    Al salir sta, la vieron con los ojos rojos, por haber estado llorando toda la noche y esa maana.

    - )Qu pas -dijeron al unsono Vernica y Martn, con caras asustadas- )ests bien?, dinos por favor -volvieron a insistir.

    Y Angela contest, volviendo a salirle algunas lgrimas: Es que ayer a la tarde, recib una carta de mis sobrinas de

    Espaa. Me decan que a mi hermana Rosa la haban internado, porque no estaba bien de salud.

    Martn senta en ese instante un nudo en la garganta. Angela haba perdido a los padres, al marido y al hijo en el pas, y ahora estaba pasando lo mismo con su hermana en Espaa.

    Lo que no saba Martn, era lo que estaba pasando por la cabeza de Angela en ese momento.

    Ella no quera que sucediera como con su hermano, que nunca ms lo pudo ver.

    As fue que, despus de que ellos trataran de calmarla un poco, dijo:

    - Tengo que ir a Espaa a ver a mi hermana.

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  • Antonio, dado su xito comercial, la haba dejado a Angela en una muy buena posicin econmica, por lo cual el viajar a cualquier parte del mundo, no era cuestin de dinero, sino de decisin y motivacin.

    Ahora Angela tena un motivo y la decisin ya estaba tomada.

    Ese da Vernica y Martn se quedaron ms tiempo de lo acostumbrado hacindole compaa, para que el dolor se fuera disipando y menguando en su intensidad.

    Ellos la apoyaban en su decisin, aunque Angela tena mucho temor de viajar sola. Parte por no conocer, parte por su edad.

    Sin embargo, Vernica y Martn le decan: - Angela hoy es muy fcil viajar, las agencias de turismo

    le organizan todo, hasta la pasan a buscar con una combi por su casa y ellos mismos se encargan, si lo solicita, de embarcarla al avin. Y luego en Espaa otra persona de la misma agencia se encarga de recibirla y hacer el transbordo o traslado que fuere necesario realizar. Y la dejan directamente en la casa de su hermana.

    - Le aseguro -insista Martn, que era quien ms hablaba- que no va a tener ningn problema.

    Pero a Angela le daba mucho temor viajar sola, y fue en ese momento que dijo:

    - Realmente me sentira tranquila s ustedes me acompaaran.

    Al escuchar esto, Vernica y Martn sonrieron, por sentirse confortados por el afecto que Angela les estaba dispensando, con la actitud que acababa de tener. Sin embargo, sin ponerse a pensar, se negaron a aceptar dicha invitacin, diciendo:

    - Angela es un gran gusto darnos cuenta del gran afecto que nos tiene, pero no podemos aceptar que usted gaste tanto dinero pagndonos el viaje. Es mucha plata y nos sentiramos muy incmodos s aceptramos; es como s estuviramos abusando de

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  • su confianza. Y volvieron a insistir: - No tenga temor, no hay ningn problema en viajar sola. Sin embargo, ella saba muy bien lo que quera hacer. - Insisto -deca Angela-, si no aceptan van a partir ms m

    corazn. Al escuchar esa afirmacin contundente, Martn y

    Vernica se miraron. Martn haba desechado hasta ese momento la invitacin

    de Angela; an cuando le pasaban por la mente las imgenes de ese castillo imaginario, con su saln de lectura y esa estatua que lo miraba fijo. Porque aunque era de su inters ir, no lo poda hacer aprovechndose de la amistad que haba entablado con Angela.

    Sin embargo, este ltimo pedido, sala de lo ms profundo de su corazn. Y a una gran amiga, como ellos la consideraban, no la podan defraudar. Este sentimiento lo tenan tanto Vernica como Martn, y no era necesario charlarlo, porque se conocan ellos y porque la conocan a Angela; entonces se tomaron de una mano y con la otra mano, al mismo tiempo que le tomaban las manos de Angela, sonriendo le decan:

    - De acuerdo, aceptamos. Esa posibilidad de viajar a Espaa, que en algn

    momento a Martn se le haba cruzado por la cabeza, y que estaba para l a aos luz de concretarse, de tal manera que ya la haba desechado; en ese momento, de un instante a otro comenzaba a hacerse realidad. Realidad que todava pareca un sueo, pero que era el pasaje que haba estado buscando. No slo para ir Espaa, sino el pasaje que le cambiara su vida.

    Martn soaba despierto y estaba ya casi tocando la estatua, que pareca resguardar ese secreto, tan buscado y tan protegido.

    Martn ahora s estaba en el camino correcto, el rompecabezas se estaba armando ante sus ojos, poco a poco, paso a paso. Todo iba encajando lentamente pero con continuidad, muchas de las veces hasta ignorndolo, pero ah estaba.

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  • Pareca como si Felipe y Antonio lo estuviesen guiando, cada vez estaba ms cerca....ms cerca.....

    Pero lo que Martn ignoraba era, que ello, tambin lo acercaba a la muerte.

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  • CCAAPPIITTUULLOO XXIIII

    Mar del Plata, Argentina Mircoles 13 de Septiembre de 2000 9.30 hs.

    Martn haba estado los dos das anteriores, iniciando los trmites correspondientes en el Consulado espaol; y en la Polica Federal gestionando el Pasaporte Argentino, a la vez que haba ido a la agencia de turismo para combinar cuales podran ser las fechas de viaje, de acuerdo a lo que tardaran los pasaportes.

    Con esos primeros datos averiguados, se present en lo de Angela a comunicarle todo lo que hacia falta.

    Luego de entrar y saludarla, dijo: - La noto tensionada, )qu pasa Angela, muchos nervios? - (S!, es la primera vez que voy a salir del pas, y todava

    no me doy a la idea. (Pero por favor!, )no te parece que ya es hora de que me tutees?

    Y Martn con una sonrisa exclam: - No te preocupes a todos nos pasa. - Pues bien -dijo Martn- ya estuve averiguando todo y lo

    primero y primordial, es que vayas sin falta a la Polica Federal a iniciar los trmites para sacar el Pasaporte Argentino. As se atrasa lo menos posible todo.

    - Luego a la tarde charlamos respecto al itinerario en particular, de acuerdo al lugar exacto de Espaa donde quieres ir - continu diciendo Martn.

    - )Y qu tenemos que llevar? - Me dijeron que hace falta:

    * DNI con fotocopias de la pgina 1, 2 y de la de votos.

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  • *Documentacin que acredite estado civil (acta de matrimonio, acta de defuncin, sentencia de divorcio, segn corresponda). * U$S 75 al iniciar el trmite. * Y, adems, el nombre y direccin de dos testigos que acrediten conocer nuestros domicilios; para que sumados a nuestros datos particulares y otras preguntas especficas, llenar una hoja que nos darn en el lugar.

    A su vez me dijeron que una vez concluido el trmite, que se realiza todo el mismo da; hay que esperar unos 20 das hbiles para recibir los pasaportes en regla.

    - De acuerdo -dijo Angela-, espera que voy a buscar el documento y ya salimos.

    Entonces ya en el coche de Martn, se dirigieron al centro de Mar del Plata.

    Cuando hubieran arribado al destacamento de la Polica Federal, vieron que la cola era bastante larga. Ms larga que aos anteriores, no porque se quisieran ir de vacaciones; la mayora se iba para buscar trabajo en el exterior, desanimados por la falta de trabajo imperante en el pas.

    Mientras estaban en la cola, entablaron conversacin con otros que tambin estaban esperando. Y los que se iban por trabajo mostraban una sonrisa vaca, con la esperanza de buscar un porvenir mejor, pero sabindose que perdan el asado del viernes a la noche con los amigos, o el t con pastelitos de los sbados a la tarde de las amigas. En fin, dejaban en el pas las reuniones de las familias, los vecinos, los amigos, todo lo que haban conocido y amado.

    A ellos, a esas personas que se iban con la intencin de agrandar sus bolsillos; tambin se les achicaba el corazn, a cada minuto, a cada metro que se alejaban de su patria.

    Pareca contradictorio y muy pocas veces se da; como en una misma sala se mezclaban, personas con las intenciones de divertirse en sus vacaciones, porque ya tenan su futuro programado y otras en cambio, que se dirigan a los mismos destinos, pero buscando un futuro promisorio que hasta la fecha

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  • les haba sido esquivo. Cuando les lleg el turno, todo ya fue ms rpido.

    Ingresaban de a uno y le sacaban primero la foto digitalizada, de ah pasaban a otro cuarto donde estampaban las huellas digitales. Y cuando Angela y Martn quisieron acordarse ya estaban fuera.

    En cambio Vernica ya tena el pasaporte, porque dos aos atrs haba viajado a Mxico, de vacaciones. Eso s, le faltaba completar el trmite en el consulado de Espaa. Y respecto a la biblioteca, ella aprovech a que le dieran la autorizacin para tomarse las vacaciones acumuladas, que le deban desde el ao pasado.

    Ya de vuelta en lo de Angela, tomaron un t bien caliente, no sin antes volverse a lavar bien las manos, para tratar de sacarse los vestigios que todava quedaban de esa molesta tinta, que usaban para las huellas digitales.

    Mientras tomaban el t Martn pregunt: - Angela, en la agencia de turismo me dijeron que para

    reservar los pasajes no hay problema, porque estamos fuera de las vacaciones de invierno. Con cuatro das de anticipacin es suficiente; pero debo saber exactamente a donde vamos a ir, para poder comparar los valores con otra agencia.

    Y Angela le contest: - Justamente ayer a la noche habl con una de mis

    sobrinas, dicindole que bamos a ir. Si bien ellos viven en el pueblo de Almndoz, donde todos nacimos; a mi hermana la trasladaron a un hospital ubicado en la ciudad de Pamplona, a unos cuarenta kilmetros de mi pueblo.

    - Pero primero iremos a mi pueblo -continuaba hablando Angela, mientras le brillaban sus ojos al hablar de su querido Almndoz-, para hospedarnos en la casa de una de mis sobrinas y luego ya instalados, nos dirigiremos al hospital.

    Lo ms llamativo que tena el pueblo de Angela era su casero, en el que se mezclaban las tpicas casas rectangulares a dos aguas y unas cuantas casonas inmensas a cuatro aguas con grandes balcones y aleros, algunas de ellas verdaderas casas

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  • palacianas del siglo XVII. Entonces Martn le pregunta: - )Sabes a qu distancia se encuentra tu pueblo de

    Lesaca? - No s exactamente, pero segn recuerdo mi marido

    deca que estaba relativamente cerca. Lo que si s, es que era en la misma regin. Por esa razn, nuestras familias no tardaron mucho para ponerse de acuerdo con nuestro matrimonio.

    Martn haba escuchado lo que quera. Se hospedaran cerca de donde el castillo y su secreto esperaban.

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  • CCAAPPIITTUULLOO XXIIIIII

    Buenos Aires, Argentina Jueves 28 de Septiembre de 2000 19 hs.

    Angela, Vernica y Martn, se encontraban ya en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, esperando a embarcarse con destino a Espaa. El vuelo sala a las 20,50 hs. y duraba cerca de doce horas.

    Los aviones despegaban y aterrizaban casi uno tras otro, los haba Boeing, Airbus, uno ms grande que otro.

    Antes de ingresar a la sala de preembarque, dejaron sus valijas para embarcar, al mismo momento que le designaban los asientos. Eligieron y tuvieron suerte que haba disponibles los primeros tres asientos pegados a la ventanilla. Eso s, por consejo de la chica que los haba atendido en la agencia de turismo, pidieron que fueran de la primera fila, a continuacin de la puerta de emergencia; no por miedo, sino por la comodidad de poder extender las piernas; ya que en esos lugares el espacio de separacin es mayor, que el destinado entre filas de asientos.

    Ni bien se hubiese sentado Martn, Vernica le pregunt: - Qu ests tomando - mientras Martn se llevaba una

    pastilla a la boca, con un sorbo de agua. - Es para el estmago, la nica vez que sub a un avin de

    cabotaje me descompuse por la subida y cambios de presin. - (No me digas qu tenes miedo!! - No por favor, es una cuestin fsica, no mental. Y Martn a los 20 minutos de haber tomado la pastilla, se

    durmi profundamente durante ms de cinco horas.

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  • - Al ver esto, Vernica le exclam a Angela: - As cualquiera viaja -Martn se haba tomado una

    pastilla que estabilizaba el estmago, pero daba muchsimo sueo. El avin era muy amplio con varios asientos por fila.

    Todo el pasaje ya haba subido, las puertas estaban cerradas y las azafatas daban las explicaciones de rutina para saber como actuar en caso de accidente.

    Para Angela que era la primera vez que viajaba en avin, le resultaba muy cmico como las azafatas movan las manos en distintas posiciones, para ejemplificar lo que se estaba diciendo por los parlantes en distintos idiomas.

    El avin luego de recibir la orden de la torre de control, toma la pista designada y comienza a carretear para despegar.

    El ruido de las turbinas era colosal, por ms que uno lo viera una y otra vez, no poda creer como esos motores eran capaces de levantar semejante mole de acero.

    El avin primero levantaba la nariz y luego de un momento a otro sus ruedas traseras dejaban el suelo. Esos primeros minutos en que el avin se inclinaba alrededor de los 45 grados, la tensin de los pasajeros se senta ms fuerte que en ningn otro momento.

    La vista al despegar era siempre impresionante, an para aquellos que ya repetan el viaje.

    (Mira, mira -le deca una y otra vez Angela a Vernica, conmocionada por imgenes que jams haba apreciado-, como se ven los autos chiquitos!.

    Desde arriba se vea el Ro de La Plata y las torres de edificios de Bs. As.

    A los 20 minutos de despegar el avin recin llega a la altura y velocidad de crucero.

    En un momento Angela pregunta: - )Para qu son estas bolsitas? -refirindose a las que se

    encontraban frente a los asientos. - No te preocupes, si te hace falta despus te digo le deca

    Vernica -evitando querer decir que era para las descomposturas.

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  • A los pocos minutos, Angela mirando dos asientos ms adelante, exclamaba con cara, al ver a un pasajero que estaba usando la bolsita:

    - Vernica, me parece que hoy no voy a comer mucho. Al escuchar esto Vernica, larga una carcajada; mientras

    Martn segua inmutable con su profundo sueo. As fueron pasando las horas y comiendo las distintas

    comidas y aperitivos que les iban trayendo. Cuando estaban a pocos minutos de aterrizar el

    Comandante de la aeronave, dice por los parlantes: - Estimados pasajeros espero que hayan pasado un

    excelente viaje, les informo que faltan 20 minutos para que aterricemos. La torre de control me inform que la temperatura actual de Madrid es de 141- mientras el capitn iba diciendo esto, muchos miraban por las ventanillas para tratar de ver a lo lejos la ciudad que pronto pisaran.

    Martn para ese momento ya haca unas horas que se haba despertado. Y si bien haba tenido intenciones de tomarse otra pastilla para no correr riesgos, Vernica le haba dicho, que ni se le ocurriera hacerlo de vuelta.

    A medida que se acercaba la hora de aterrizar, Angela se arrepenta de no haber venido antes y empezaba a recordar cuando era pequea y jugaba en las calles de su pueblo con sus amigas. Viva en una casa de dos plantas con techo a dos aguas.

    Era un pueblo chico y todos se queran y estimaban, por eso el emigrar haba sido doloroso, porque se dejaba no slo a la familia, sino tambin a amigos y vecinos.

    Su pueblo tena un molino con muchos prados y ganado y algo de cultivo. Tambin era un pueblo que viva de la explotacin de mrmol en las canteras de la zona.

    Cuando ella se haba ido tena una poblacin cercana a los cuatrocientos habitantes; aunque en los ltimos aos por la emigracin hacia las ciudades ms grandes, en particular Pamplona, la poblacin haba descendido aproximadamente hasta los doscientos habitantes.

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  • Mientras, Martn tambin recordaba; pero, lo que decan las cartas que Felipe haba escrito. Y las frases que ms se le repetan como presagiando lo que estaba por venir, eran:

    "es peligroso que accidentalmente llegue a conocimiento de personas extraas." ".....el mundo todava no esta preparado para saber de su contenido."

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  • CCAAPPIITTUULLOO XXIIVV

    Madrid, Espaa Viernes 29 de Septiembre de 2000 15,13 hs.

    Se sienten los chillidos de los frenos puestos a toda su potencia, el avin finalmente aterriza; los pasajeros aplauden contentos. Algunos espaoles que iban en el pasaje no terminan de sorprenderse; es que ningn otro pueblo es tan efusivo como el argentino hacia los pilotos de las aerolneas, para felicitarlos por su buen aterrizaje. Es el premio que todo comandante siempre desea recibir.

    Todos descienden del avin, cansados por las horas de vuelo y el cambio de hora. Martn es el que est mejor, por la siesta que tuvo; a tal punto, que dijo:

    - No s porque dicen que estos viajes largos son cansadores, yo me siento como nuevo.

    Angela y Vernica se miraron, y sta ltima incluso media molesta todava -porque Martn no le adelant que se iba a tomar la pastilla- contest ante la expresin de Martn:

    - Si te hace falta tomarla esta bien, pero la prxi