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CIRENE E LA CIRENAICA NELL'ANTICHITÁ Atti del Convegno Internazional^ di Studi Roma-Frascati, 18-21 Dicembre 1996 a cura di LIDIO GASPERINI e SILVIA MARÍA MARENGO ESTRATTO MARC MAYER - XAVIER ESPLUGA CIRENE EN LA MEMORIA COLECTIVA ROMANA SEGÚN LAS FUENTES LITERARIAS LATINAS EDIZIONI TOREO - 2007

CYRENE: 294.Cirene en la memoria colectiva romana según las fuentes literarias (con X. Espluga) en Cirene e la Cirenaica nell’Antichità, Tivoli 2007, pp. 433-448

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CIRENE E LA CIRENAICANELL'ANTICHITÁ

Atti del Convegno Internazional^ di Studi

Roma-Frascati, 18-21 Dicembre 1996

a cura diLIDIO GASPERINI e SILVIA MARÍA MARENGO

ESTRATTO

MARC MAYER - XAVIER ESPLUGA

CIRENE EN LA MEMORIA COLECTIVA ROMANASEGÚN LAS FUENTES LITERARIAS LATINAS

EDIZIONI TOREO - 2007

MARC ,\[AYI,R - XAYIKR ESPÍA GA

CIRENE EN LA MEMORIA COLECTIVA ROMANASEGÚN LAS FUENTES LITERARIAS LATINAS

0. Introducción

Puede resultar sorprendente, sobre todo desde una ópticacuantitativa, pero también desde un punto de vista cualitativo, elescaso nivel de conocimientos que sobre Cirene parecen reflejar lostextos conservados de los escritores en lengua latina. Tal sorpresa sehace aún mayor al recordar que ésta era una de las ciudades másfamosas, más venerables y más importantes de Atrica, así como alcomprobar el amplio espacio que se le dedica en diversas fuentesgriegas.

Cuando Apuleyo de Madauros se vio obligado a defenderse, anteel juez Máximo en la ciudad tripolitana de Scilmitha, acusado deseducir a la riquísima viuda Piideiifi/la, la acusación utilizó como prue-ba unas cartas de Sicinio Pudens, el hijo muerto de Pudenti/la, en lasque la madre parece incriminar aparentemente a Apuleyo. Es muysintomático que estas cartas, parte de la vida cotidiana de una familiade notables de Oea, estén escritas en griego, que era la lengua habitualde comunicación entre madre e hijo. Es evidente que Apuleyo, quienprecisamente se detuvo en Ora en su camino entre Cartago y Alejan-dría, conocía también esta lengua. Una vez más, la sombra de lacultura griega, mantenida por la lejana Alejandría pero también por lamás cercana Cirene, deja sentir su peso en esta zona de frontera,donde muy probablemente el griego se mantuvo como lengua decultura y de comunicación especialmente entre los pudientes.

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A pesar del testimonio que proporcionan estos pasajes ligados alas vicisitudes vitales del gran escritor de Madauros, y del peso y de lainfluencia que Cireiie tuvo en todo el arco que va desde Cartago aAlejandría, no deja ele sorprender la presencia tan escasa y monótonaque esta ciudad líbica tiene en la literatura en lengua latina. La mayorparte de sus apariciones o bien son traducciones directas ele obrasgriegas o bien respoiien a unos conocimientos que sin lugar a eludasse podrían definir de escolares; si en lugar de hablar del mundoantiguo, se estuviera hablando del mundo medieval, dichos conoci-mientos se podrían calificar incluso de lexicográficos, pues respondena un nivel de información uniforme y relativamente banal. Ln lamayor parte de casos se puede hablar claramente de tópicos, vincu-lados a aspectos muy concretos de la historia política, social, cultural ynatural así como de la geografía de esta y.ona.

\ Noticias geográficas

Si se empieza, por ejemplo, por las descripciones corográficas, laprimera descripción ele Cirene aparece ya en Salustio. ILn efecto, en elKe/l/tm liigiirthinn»!, este escritor nos recuerda esta ciudad, coloniaTheraeon, al efectuar un breve excurs/ts geográfico para definir loslímites del imperio de los Carthagimnses (1), límite que, por el lado eleCirene, es fijado en las conocidas Philaenon sime, mencionadastambién en otro pasaje de esta misma obra (2). F.n efecto, Salustio seeletiene, siempre con la mirada puesta en Cartago, en recoger laleyenda edológica sobre la disputa entre Cartago y Cirene, que sirviópara fijar las fronteras entre ambas ciudades. Sin embargo sedesconoce cuál pudo haber sido el autor de quien deriva Salustio. Loúnico que puede afirmarse es que esta leyenda será recogida tambiénpor Mela y por Valerio Máximo (3).

Precisamente son los geógrafos de la primera época imperial(Mela y Plinio) quienes establecen la extensión geográfica y los límitesde la regiera. Por lo que respecta al sector oriental, la localidad de

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Catabathmon, que según Salustio, A.egyptum ab África diridit (4), señala el

principio de la Cirenaica (5). Por lo que respecta al sector occidental,

el límite tradicional se situaba en la antes mencionada localidad de

Plji/nenoii Arae, frontera entre Cirene y el ui/pvrinw Carthaginensium (6).

Los límites meridional y septentrional resultaban más claros y

sencillos de definir: a septentrión? u/are ]j.bycum, también llamado

C/r//f/////, calificado por Solino de saeriim et inportuosum (7), mientras

que por el sur, confinaba con barbarorum rariae natiunes, una expresión

que escondía una ignorancia casi total sobre la geografía de esta

frontera meridional, y finalmente con el mare Aethiopicum (8). Defini-

dos los límites de la región, diversos autores recuerdan la Pentapolis

(9), es decir, las cinco ciudades e¡ue formaba la provincia, aunque muy

pocos precisan los nombres de las cinco ciudades, aspecto en que

tampoco las tuentes son concordes (10). Todas las demás referencias,

(4) SALÍ . . , I u». 19,3.(5) M l ' l . A 1, 39-40; Pl.IX., iitif. 5, 38. La condición limítrofe de C.atabalhmon es

recordada también por Orosio (OROS., b'tst. 1, 2, 87) y por dos obras geográficas

menores, como una Uimensiiralio provinciaruní (Dimens. provine. 27) del siglo IV \a

Cosmographia anónima (C()SM< ) C , R . 2, 43) probablemente del siglo Yl, que utilixa

ampliamente la obra de Orosio. Otros autores son más genéricos señalando sólo que

¡ib Orienli' la región limitaba con Kgipto (o con la Tebaida): Sol.. 27, 1-3; Lil i . , gemal.

p. 168, 164; ISID., nrig. 14, 5, 3-5.

(6) SAI.I., ///<;. 19, 3 v 79, 2-7; MHl.A 1, 38-40; OROS., bis!. 1, 2, 8^; COSMOGR.

2, 43. También Plinio (Pi . iN. mil. 5, 31-33) y jul io Honorato (Ivi . . I Io\., fi/si/iuíj'. A

44) recuerdan esta localidad, aunque no digan nada sobre su condición de puesto

fronterizo. Otros autores sitúan la frontera, de manera más vaga, en las Sirtes;

Da/mis, prni'iuc. 27; 1SIO. ring. 14, 5, 3-5. Aún más genéricamente Solino dice que

(¡ymiis ab liicm.•\fríca es/1/ di'X/cra Aeg\f>t//s (SOL. 27, 50).

(7) SOL. 27, 50.(8) Del testimonio de Solino (Sol.. 27, 50) parecen derivar el de la Din/cus.

pniviih'. 2~, el de Orosio (OROS., bist. 1, 2, 87), el de la C.osmogmphia anónima

(Q)SMOGR. 2, 43) y finalmente el de Isidoro (IsID., ori«. 14, 3-5). J'.nrre estas

barbawrum rarínt anfiones ocupan un lugar primordial los (.infamantes.

(9) Ailimt. l.j/ain. 9 cirn. 4; A.\1M. 22, 16, 4; Ave;., sena. 46, 41; Expos. minitli 62;ISID., 0/70. 14, 5, 3-5; lVL. I-IoN., ciisimar. A 44; Lili, ^ww/.p. 168, 164; Lili., yen. I I a.334, p. 102, 83; MART. CAP. 6, 212; OROS., bist. 1, 2, 8"; PI.IN., mil. 5, 31-33; Rvi .FF=ST. 13,2.

(10) Para Mela ( M l - I . A 1, 38-40, aunque no explícitamente) y para Pimío (Pl. lN.,

nal. 5, 31-33) las cinco ciudades eran V>emi'tce, Aniíioe, Ptolemais, Apollotna\ lista

que se conser\ también en Marciano Capclla (MAR'f. ("Al1 . 6, 212). l-.n cambio, en

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generalmente tardías y presentes en obras de carácter recopilatorio,no proporcionan más que menciones genéri-cas, por lo general frutodel saqueo de Mela y de Plinio ( y tal ve?, derivadas de la ¡orina queAgrippa hizo colocar en la. partí cus í 'ipsaiiiá).

2. Noticias históricas

2.1. Por lo que respecta a la historia política de la ciudad, Cirene,considerada va correctamente como colonia de Thera (11), ya porextensión como colonia espartana (12), sólo aparece ocasional-mente (13).

Las menciones relativas a la época anterior al dominio romanoaparecen por lo general en obras que son traducciones directas oindirectas de obras griegas. Así por ejemplo en la vida de Alejandrode Q. Curcio Ruto, los legati Cyrenensium dona att/ilen, pace/// et ¡it adirelurbes suaspetentes (14) mientras que en la vida de Agesilao de Nepoteaparece marginalmente Mentíais un puerto entre Cirene y Egipto (15).Los resúmenes que |ustmo hizo de la obra de Pompeyo Trogo nos

Ammiano Marcellino (A\l\l. 22, 16, 4) ha desaparecido .•{pt/l/oiiia, ocupando su lugarDuráis, mientras que Isidoro de Sevilla recuerda que el lugar de Amiiüe ha sidoocupado por (.enfria (ISID., orí^. 14, _T, 3o).

(11) Solo Salustio (SAI.I. . , ///í'. 19, 3) recuerda la correera procedencia de losfundadores de la colonia.

(12) Así parece deducirse del testimonio de Solino, para quien Vmttns eraÍMcedemonius (Sol.. 2~, 44), y del de Amiano, donde el personaje es declaradoespartano (,VMM. 22, 16, 4). Curiosamente el beronn de fíattiis es recordado por ( f a tu loen el lamoso poema de los besos: qniurís quot mibi basiationes / tune, \ sil// sa/isstiperque / qiuuu muffi/is mulleras íjbyssae barenae / lasarpiájeris iacet (..\rciiis / oraculum]oris Ínter et fía/ti i'eteris sacrum sepukrum (C.\T. 7, 4). Siho Itálico recuerda Pélopc comoascendiente de los cirenaicos: Sil.. 3, 252 y 4, 628, presumiblemente en alusión a suremoto origen lacónico.

(13) La única excepción son naturalmente los fragmentos de Pompeyo Trogo,resumidos por Just ino, los cuales discuten ampliamente sobre el episodio de lafundación de (arene: IVST. 13, 7, 1-2. En algunos autores, aparece una C.ireiie quesería una reina que dio su nombre a la ciudad: SHRY. ituct. , Ir//. 4, 42 y I S I I X , ong.15, 1,77.

(14) CuRT. 4, 7, 9.1 5 N r p . , y l . f . 8, 6.

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proporcionan mucha más información sobre el periodo helenístico deCirene, hecho que es perfectamente normal dado el carácter, laintención y las fuentes utilizadas por Pompeyo Trogo (16). Serecuerdan pues las ambiciones del rey Opheltas (17), los proyectos deampliación de Cirene impulsados por Tolomeo Soter (18), lapropuesta de boda entre Berenice, hija del rey Magas, y DemetrioPoliorcetes (19) y otros episodios menores (20). Lamentablemente lapérdida de gran parte ele las décadas de Livio no permite comprobarel interés de Livio por esta época histórica, siendo imposiblecompararlo con el de Pompeyo Trogo. No obstante, por los escasosfragmentos conservados de las perwchav se puede afirmar sin lugar aduelas que también Livio fue sensible a las vicisitudes de la Cireneclásica y helenística (21); precisamente es la pérdida en época poste-rior de ese interés por estos períodos históricos es muy probable-mente la responsable de la escasa conservación de los libros en que senarraban tales acontecimientos.

Siempre por lo que respecta al periodo helenístico, se conservantoda una serie de referencias, más o menos casuales, que se insertanen el marco de los reiterados eiifrentamientos entre Roma y Cartago.Así por ejemplo es protagonista de una fuga/; visita de Aníbal (22), deun conflicto en el año 192 a.C. (23) y cíe un episodio de pirateríaanterior a la tercera guerra púnica (24). Entre los hechos memorables,entre las catástrofes y prodigios naturales recordadas puntualmenteentre los anales de los pontífices romanos debió de incluirse unaenorme plaga de langostas del 125 a.C. (25).

(16) 1 'd. por ejemplo PoMP. TROCÍ.,/)/»/. 13, 9.(17) IYST. 22, 7, 4. Cfr. también POMP. TROG.,/>W. 22, 5.(18) IVST. 13,6,20.(19) TVST. 26, 3, 3. Cfr. también PoMP. TROG.,/TO/. 26.(20) lYST. 38, 8, 2. Probablemente de Pompeyo Trogo, a través de |ustino, deri-

van los episodios recordados por Orosio, referentes a las guerras etv:re Pérdlcas y Tolo-meo 1 (OROS., l.iist. 3, 23, 20) y el epidosio de Afellas y Agatocles (OROS., bisl. 4, 6, 29).

(21) Este interés se puede comprobar en I . IY. perioch 47 (acuerdo entre loslágiclas de Egipto para repartirse el gobierno entre (Pirene y Egipto) y 52.

(22) LlV. 23, 10, 11; Nt.P., liaiw. 8, 1.(23) LlV. 34, 62, 10.(24) FLOR., epit. 3, 6, 3(25) OBSKQ. 3o.

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2.2. Pero el episodio que merece más espacio de la historia deCirene, y el más recordado, orgullosamente, por las fuentes, es laincorporación de Cirene al dominio de los romanos. Curiosamenteson muchos, partiendo de Pompeyo Trogo y Livio, quienes recuerdancómo Cirene fue a parar a manos romanas. La visión patriótica yorgullosa se refleja en un fragmento de las Historíete de Salustio: ea\sdhcet la nueva provincia de Cyrenaica\ regís Apioins testamentonobis (luía prudentiore qiiam illas per «enfes et mitins g/oriae aridi //uperíocontinencia fi/it (26), donde el dativo de primera persona del plural esindicativo de toda una ideología del expansionismo romano. Elepisodio del legado testamentario, que inmediatamente hace recordarla donación al pueblo romano del remo de Pérgamo por decisión deÁtalo III en el 133 a.C., da lugar a ampliaciones retóricas de marcadosabor patriótico, como la presente en las periochae de Livio -Ptolemaeus, Cyrenarum rex. cni cognoii/en Apiñáis /////, ninrtiins herede/apopuli/m Romanum rehqnit et eins regni civitates senatiis liberas esse inssit -(27), recogida por Julio Obsequente — Ptolemae/is rex Aegypti Cyrenismortuus senatum populumque Romannm beredem institnit — (28), por RufoFesto -Carenas emú ceferís civitatibns \ Pentapolis Ptolemaei antiquorisliberalitate suscepimiis — (29), por Amiano Marcelino -aridiorem iJbyiunsupremo Apiernas regís consec/iti snmiis arbitrio, Carenas cuín residías civitatibnsiJbyüe Pentapoleos, Ptolomaei ¡iberalitae siiscepimus — (30) así como porEutropio — IJbya quoqiie Romano imperio per ¡estaii/entiuu Apionis qiá rexeins fnerat accessít (31). Ahora bien, todas estas visiones patrióticascontrastan con la óptica de Pompeyo Trogo, recogida nuevamentepor Justino, ciertamente crítico con la expansión romana: diin/ baecaguntur, frafer eins ex pe/lice susceptus, cni pater Cyrenarum regnitm fes til mentóreliquerat, herede populo Romano instituto decedit. lam einni fortuna Romanaporrigere se ad orientaba regna, non contenta Italiae terminis, coeperat ¡taque et ea

(26) SAI.i.. , b/st. 2,43.(27) LiY.,/y/réf/>. 70.(28) OBSIXV). 49.(29) R \ ' i . FIÍST. 13,2.(30) A.MM. 22, 16, 24. MI paralelismo entre los pasajes de Amiano y de Ruto

l'esro hace pensar en una fuente común para ambos aurores.(31)MYTR. 6, 11.2.

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pars Ubyes provincia facía esf (32). Sea como tuere, esta cesión, donacióno legado, de la cual ahora se discute la efectividad inmediata (33),tuvo también una aplicación práctica, ya que desde Cicerón (34), losgromatiá recuerdan perfectamente los agrí regí/...qnos Ptolemaeus rexpopulo Ron/ano reliq/i/f (35) o la chora basiliké.

2.3. La mayor parte de menciones de Cirene durante épocarepublicana son meramente casuales, apareciendo al hilo de la narra-ción. Por un lado se recuerda en la discusión sobre una causa fierepetundis en época de Cicerón (36); Cirene fue fuente de aprovisio-namiento de grano para los ejércitos durante la guerra civil (37) y enel curso cíe estas hostilidades fue asediada por Catón (38). Sorpren-dentemente Orosio cuenta que cuatro legiones de Marco Antoniodestacadas en esta ciudad se pasaron a Cornelio Galo, siendodecesivas en el desenlace final de la guerra civil (39). Nuestra sorpresaproviene del hecho cjue un autor tan tardío recuerde las hazañas cíeun personaje tan controvertido como Galo, objeto de una feroxíprotodamnatio' memunae.

2.4. En época imperial el mismo Augusto la recuerda en sus resoestae (40), y en Tácito aparecen los habitantes de Cirene como

(32) IYST. 39, 5, 2.(33) Parece ser que tras la muerte de Tolomeo Apión, la Cirenaiea quedo bajo

la protección de Tolomeo IX Soter II. lista hipótesis, avan/ada por Y. AR \\G1O--R l ' l X , í 'na iniorii iícríy'f/i/e sul protettorato dei luloniei in (..'mímica, «Riv. l ' i l . I s f r . class.»n.s. XV (1937), pp. 2~6 ss. |= Studi epigrafía e papirolosici, Napoli 1974, pp. 157 ss. tueampliamente desarrollada por R. S. B u;\ALL, S tolos I be - Admiral, in «Phoenix» XXYI(1972), pp. 358-368. Para las últimas aportaciones vd. G. F. PACÍ, Per la stnría deldominio tolemaico in CJmia/cn: inioro basamento ¡u ouore fie/ dinasti alessandnni dall'agora didrene, in hfff/o e florín alinea dall'elleiiismo all'eta iirubu. fíiliiinio di un confronto, .-lili delC.olloqiüo intertia^ionale, Bologna )t agosto - 2 setiembre 1987 (a cura di L. (ÍRISCIOi.o eG. CÍERACI), Bologna 1989, pp. 583-593, part. p. 590.

(34) ClC., ¿gr. 2,51.(35) HVG., íi-om. p. 122, 15.(36) ClC, Plañe. 13 y 63.(37) CALS., r/r.3, 5, 1.(38) LVC. 9, 29^ y 8^4; if. también Adnot. I MÍ. 9 uro. 4 \ 9, 874.(39) OROS., bist. 6, 19, 15.(40) Ave;., moii. 5, 32.

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impulsores de tres procesos de repetundis contra los gobernadores de laprovincia (41), en la que Vespasiano ejerció como pmqitaestor, tal co-mo recuerda Suetonio en la vida de este emperador (42). El episodiode la revuelta judía del 115-116 cl.C. merece mucho mayor trata-miento. En etecto, el tumultus ludaicus de las inscripciones aparece enel Chronüon de Jerónimo, que no es más que la versión latina abre-viada de la Crónica de Eusebio de Cesárea (43). Precisamente esJerónimo uno de los autores cristianos que proporciona más informa-ciones sobre Cirene y también más variadas, ya que pudo tomarlasdirectamente de las Fuentes griegas. Además del testimonio de larevuelta judía, nos informa sobre el origen de la colonia judía deCirene. Precisamente en su comentario al libro de Daniel, transmiteuna noticia que deriva sin lugar a dudas de las Antiquitates Indaicav deFlavio josefo (44), que sitúa el origen de la diáspora en el siglo II a.C.N!o se olvida que el peso de la colonia judía fue tan importante queEstrabón se atrevió a decir, partiendo de la experiencia cirenaica, que«no es fácil encontrar un lugar en el mundo habitado que no hayarecibido a este pueblo y que no haya sido dominado por él» (45).

3. Noticias socio-culturales

Por lo que respecta a los tópicos de naturaleza socio-cultural, sedebe decir que las referencias son muy esasas.

3.1. En primer lugar son ampliamente mencionados los filósofosde la escuela cirenaica (46), entre ellos Teodoro (47), Aristipo (48),

(41) TAC., mili. 3, (I (proceso contra Ciwsiiis Cnnlits), 31, 18 (contra Pi'iliiisfí/cicsiis) y bisl. 4, 4o (contra .-lnltiiii/is \liin/niiij.

(42) SvHT., I 'es/). 2.(43) Hl l ' .R . , cljifui. a. \l>r. 2130. De |crónimo derivan los testimonios de Orosio

(OROS., bisl. 7, 12, T) y de Próspero de ,\quilania (PROSK, cbrou. 1, p. 421, 577).(44) H l l - R . , /// /></// . 11, 13-14, p. 708. Cf. lambién los. Antiquil. liid. 13, 3, 1-3.(43) hstrabón nfinrl !• la vio (osero.(46) ClC. acc. 2, ~6; I ix , de orat. 3, 62; Irx, fines 1, 23 y 39; 2, 39; l i x , Tuse. 3, 28,

52 y 76; I.ACT., inst. 3, 8, 9; PORPH., I luí: episl. 1, 1, 18 y 1, 17, 1; SHN., ipist. 89, 12.Tai general una buena aproximación a la doctrina de los cirenaicos se encuentra en(¡. (¡I \NNA\TOM, / Cinnaici. \\iiccnltu (Míe foiitiaiiticbe, l ' irenxe 1958.

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Hegesias, recordado sólo por Valerio Máximo (49), y Carneadas,recordado también solamente por Símaco (50). La secta de los (prendíaes ampliamente criticada en la antigüedad por su ateísmo (oí) y porque siiiiiii/iini bonum censtiif coipons voluptatem (52). A propósito de losmiembros de la escuela cirenaica, las fuentes recuerdan diversasanécdotas al objeto de desacreditar su doctrina o evidenciar susexcentridades. Así, por ejemplo, Cicerón — y después de él ValerioMáximo, Minucio Félix y Lactancio — recuerdan el enfrentamientoentre Teodoro y Lisímaco (53), una anécdota que parece haber reci-bido mucha atención. En cambio de Aristipo, Lactancio recuerda suenfermizo enamoramiento de la cortesana I^ais (54), mientras que enun escolio a Horacio se recuerda que Aristippo ordenó a sus esclavostirar el oro que le había regalado el rey qintsi impedimentum (55).

3.2. Por el contrario Cirene es muy poco recordada por suescuela ele geometría y por sus poetas. De la primera, a parte de unavaga mención en Apuleyo en relación con la vida de Teodoro (56),solamente Vitruvio manifiesta que Eratóstenes era originario de laciudad (57). De los segundos, brilla especialmente la figura deCalimaco, recordada por los poetas, en particular Propercio y en laAppendix \ (58), pero también en obras de carácter más

(47) APVl.., ^lal. 1,3;(48) APVL., Socr.prol. 2, p. 106.(49) VAL. MAX. 8,9 ,-v/. 3.(50) SYMM., reí. 5, 2.(51) Cíe, nat. i/í-or. 1, 2; L,\CT. ira 9, 7; MlN. I ;L.L. 8, 2.(52) I . A C i . , fp/st. 28, 3. I ~il. también ClC., acc. 2, 20; 2, 131; 142; ID., fines 2, 114;

In., «/7.'3, 116.(53) La anécdota es sumariamente narrada por Cicerón en un pasaje de las

Ttuculanae disputationes (C,l(;., '¡'use. 1, 102) y de este autor pasó a Valerio Máximo (VAL.M VX. 6, 2, r.v/. 3) a Minucio l ;élix (Ml\ l ;i ;.L. 8, 2) y a Lactancio (L\CT., mi 9, 7).

(54) LACT., fpis/. 34, 7 v ///.,-/. 3, 15, 15.(55) SCHOI.., Hr,r. sat. 2,3, 100.(56) APVL., P¿//. 1,3.(57) VlTR. 1, 1, 16; 1, 6, 9 y 9 praef. 13.(58) PKOP. 4, 6, 4; \ ' I - :RC; . , cutnl. 9, 61. También a Calimaco o a las escuelas de

geometría o de filosofía parece referirse la alusión a la clac/ti ('}'rci/c de Hstacio: S'l'.Vl1.,silr. 5,3, 198.

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general como en Yitruvio (59), en Solino (60) y en el siempre sor-prendente Jerónimo (61).

3.3. Finalmente entre los cirenaicos más notorios y con mayortortuna literaria figura el famoso Simón que según el evangelio deLucas, Marcos y Mateo fue quien ayudó a cargar el lignurn de ]esús(62), y al que recordarán numerosos autores cristianos (63). Tambiénaparece en el contexto de una diatriba de Agustín de Hipona contralos donatistas, quienes sostenían que la iglesia de Cirene estaba de suparte (64).

3.4. En otros autores tardíos o cristianos, las referencias sonmeramente marginales, inseridas en un contexto geográfico más am-plio (65). La aportación más original es un breve pasaje de los Dialogíde Sulpicio Severo en que Postumiano, el interlocutor de Sulpicio, decamino hacia Alejandría dispuesto a llevar una vida ascética, se detie-ne en Cirene y encuentra un presbítero que vive según el ideal ascé-tico deseado por él (66).

4. Noticias de historia natural

También en el capítulo de las particularidades de la historianatural merece hgurar Cymie con nombres propios, aunque la mayorparte de los testimonios sean deudores de autores griegos, principal-mente Teofrasto.

(59) YlTR. 8, 3, 13;(60) SOL. 27,44.(61) I I l l . K . , in 'Vil. l ,p . 707.(62) VULG., \MC. 23, 26; Man: 15, 1\\Matth. 21, 31.(63) FTLOSTR. 32, 6; H I H R . , epist. 121, 3; ID., /// Muttb. 27, 32, p. 209; IVVF.NC

4, 654.(64) Ave;.,..'<-/•///. 46,41.(65) Así en Arnobio el |oven los Cyrenaei aparecen junto a los partos, medos,

elamitas, cretenses, sirios, árabes \s ( , \R\() I i . I\'\., /// psiilm. 64, 413D)mientras que en Casiodoro, aparecen junto a parios, medos, elamitas, los habitantestic Mesopotamia, |udea, Capadocia, Pomo, Asia, I ngia, Pamhlia, I Egipto y Libia(C\SSK)D., hist. 2, 1).

(66) SVI.P. Si:v., iliül. 1, 3, 6; 1, 4, 7; 1, 5, 2; 1, 23, 5.

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4.1. De Cirene se recuerda principalmente el si/phion, ese extrañoy exótico tubérculo que tenía múltiples usos terapéuticos. El laser-picio tiene su primera aparición poética en Catulo (67), y reaparecesobretodo en los autores médicos y veterinarios, quienes traducen porseipidtiin los términos griegos o/ken o silphion (68). Lo más curioso esque el adjetivo Cyrenaicus no era mas que una genérica denominaciónde origen que servía para diferenciarlo del laserpicio pártico, médico ysirio y que aludía a la región de donde era originario. Sin embargo,Estrabón y Plinio observan que en su época se había extingido enCirenaica, siendo cultivado principalmente en Siria: mullís iam anuísin ea térra scihcet Cyrenaica\ inrenitiir qiioiiiain publicani, qm pascuaconducunt, n/ains lia lucntm sen//en fes depopnlantitr pecorina pabulum. Un/iso/ii niño can lis nostra lile/llorín repert/is A eroni pnncipi wissus esf (69). Soli-no, en cambio, atribuía la desaparición del tubérculo a la elevaciónde los derechos de aduana que impulsaron algunos gobernadoresromanos (70), mientras Estrabón culpaba a la irrupción de tribusbárbaras.

Por lo general el peso de las fuentes griegas, y en particular deTeofrasto, es notorio en tóelas las demás menciones de historia na-tural referidas a Cirene, que han llegado sobre todo gracias a Plinio.Por Plinio conocemos diversas especies de arbores C.yreiiíieac, las rocassagradas de la región, las ratas, las serpientes, las cigalas, las langostas,las ranas, los dátiles secos, el loto, otros arbustos, las rosas, el azafrán,un tipo de cucurbitácea, la sal hammonica. En definitiva, todo un «pot-pourri» de curiosidades físico-ecológicas derivadas de Teofrasto y deAristóteles.

(67) CATVLL. 7, 4.(68) Así se encuentra en Apicio (Al'ic. 1, 31 y 7, 258), en la mulomedicina

Chinnis ( C l l l K O X . 421 y 429), en Columela (O)l.v\i., <//-/;.23, 1), en Pclagonio(PHl .ACON. 20(1 y 268), en J ;.scribonio Largo (SCRIB. ] . \ R ( ¡ . 67, 175 y 1~7), enVegecio (Yl:.C,. iiinlii/ii. 2, 1 I 1, 8 y 2, 124), en Yjtruvio (YlTR. 8, 3, 13) y naturalmenteen Pimío (Pi.ix. n,it. 19, 38; 22, 100)

(69) P l . IX. , iint. 19, 38. Hn otro pasa|e Plinio, recuerda otra variedad de silphion,

llamado magydaris, de origen sino: P I . I N . luí/. 19, 46.(70) Sol,. 2~, 48. 1.a discusión sobre la importancia del laserpicio así como las

cansas sobre su desaparición han sido objeto de numerosos análisis. Ycasc, porejemplo, M.l. RoSTOVT/Kl t, ll/stoire économique et sacíale de l'cmfíirc ni/i/niii, Paris 1988(traducción francesa de la segunda edición del original inglés), pp. 22^-226.

444

5. Noticias diversas

Mención separada merecen tóelo un conjunto de noticias dediversa índole. Así se sabe, gracias a Jerónimo, que en lengua hebreaCyrin/is quería decir heredes (71). Por lo que se refiere a la vida deCirene se sabe por Macrobio de que Saturno era coronado con ficisrecentibus (72). Por Manilio conocemos que Egipto, Libia y Cireneestaban bajo el signo del escorpión (73). Meras menciones geográficasaparecen en un pasaje de Escévola recogido entre los digesta (74) yotras citas ele Silio Itálico (75) y ele Estado (76). Por último, gracias aPlinio sabemos que los cirenaicos fueron los inventarios de un tipo debarco especial, llamado kmbum (77).

6. Cirene en la literatura. Perspectiva cronológica

En definitiva, la presencia ele Cirene en los autores de lengualatina tiene un origen relativamente antiguo. En efecto, la escena delRj/dens, obra que deriva de una pieza ele Dífilo, tiene lugar en Cirenepor lo que hay diversas referencias a los habitantes de Cirene, a susjueces y a su senado, ele manera que que generalmente se ha pensadocon razón e]ue Plauto haya copiado de alguna rúente griega. Apareceluego en numerosos historiadores de época tardo-republicana eimperial, siendo éstos los únicos que incorporan informaciones, másallá de los tópicos, tal vez por el hecho de que en la tormaciónhistórica romana (e incluso clásica nos atreveríamos a decir) tienenmucha importancia las historias sobre las e\/eni(ie gentes. Más generosaresulta la obra de Pompeyo Trogo, gracias a la cual conocemos algomás cíe la historia de época helenística, la verdadera cenicienta de laantigüedad. A pesar de ello, el interés por Cirene debió desaparecertempranamente, ya que en el compendio ele Ampelio, que sorpren-

(71) H l l - R . , 111,111. /.H'br. p. 64, 9; p. 67, 29; p. 68, 1; p. 111, 6.("2) M\CR. , s,it. 1, 7,25.(73) MANIL. 4, T80.(74) SCAKY., din. !9>2, 61, 1.(") Sil . . 4, 628 v 8, 158.(76) ST vi . , sil,: 2, 6, 67.(77) PI.IN., mil. 7,208.

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dentemente cita los Garamantes entre las dañssimae gentes de la Libia, nomenciona para nada la ciudad cíe Cirene. Es bien evidente que elsilencio en los estudios antiguos no es un elemento probatorio denada, sino sencillamente indica una laguna en nuestra información,por lo que no se puede extrapolar una ausencia voluntaria. Resultatambién evidente que si se hiciera un estudio de otras ciudades lainformación podría ser incluso menor que la de la misma Cirene. Detodas maneras, parece claro que a partir de un cierto momento Cirenepara las fuentes latinas ejuecla al margen de la historia de forma quesólo aparecerá en razón de episodios concretos, por lo general enobras que son parcial o completamente traducciones de obras griegas.li.ii este sentido, las informaciones que proporciona Jerónimo se salende la monotonía que caracteriza las producciones tardo-impe-riales, acausa de su acceso directo y sin intermediarios a las fuentes griegas.

Nos tendríamos que preguntar entonces por que tiene pocoactualidad a partir del siglo I d.C., la ciudad, y por que se mantiene surecuerdo a nivel tópico para productos exóticos, algunos de los cualeseran ya inexistentes. La fascinación cíe los romanos por el exotismo oincluso por los heteroxodos, como en el caso de los filósofos, no fuemás allá. Nadie se interrogó por la actualidad de cada momento de laciudad referida ni se actualizó la información. Simplemente se siguie-ron repitiendo los tópicos. También se repiten constantemente lasmismas coordenadas geográficas, como si la organización augusteahubiera quedado fosilizada en la imagen colectiva romana: su con-cepción del man ínterin//// y por tanto de su imperio se mantuvotambién inmutable sin aumento de conocimientos ni adición de mo-dificaciones. La secuencia cronológica cíe las menciones, que pode-mos llamar corográfícas, es bien evidente en este sentido.

446 M A R C MAYHR - X A Y I H R ESPLUGA

APÉNDICE

Se recogen a continuación todas las menciones sobre Cirene (incluidoslos étnicos) que aparecen en los textos literarios latinos. Las abreviacionesutilizadas son las propuestas por el 'l'hesaurus LJnguae \Mtinae eclilus iiissn t'f(Utclontate consi/ii ¡ib academiis soáetatibusque dirersamn/ nutioniiiii elec/i. Index librorumscríptomm inscriptionum ex f/i/ibi/s exempla afferuntur. \:ditio altera, Leipzig 1990.

Adnot. ] JIM u 9 argum. 4Acliint. ] j/Cíiii 9, 874AJMMIANVS MARCELLINVS 22, 16,4; 22, 16,24APIC. 1,31; 7, 258APYL. P/af. 1, 3; ID. Socr. pnl. 2, p. 106ARNOB. Iv\ ¡n psalm. 64, 413DA\'G. sena. 46, 41AVIEN. orl>. h'ir. 318C.M-S. cir. 3, 5, 1;CASSIOD. bist. 2, 1; ID. los. c. Ap. 2, 44; 2, 51CATVLL. 7, 4Oro». 421; 429; 808Citrón. A/ex, cbroii. 1 p. 102, 115CLirun. A/ex. cbnn. I p. 198, 176ClC. ac. 2, 20; 2, 76; 2, 131; 142; ID. leg. agr. 2, 51; T l X de Orat. 3, 62; In.

Fines 1, 23; 1, 39; 2, 39; 2, 1 14; ID. nat. deor. 1, 2,- ID. o#' 3, 116; ID P/W. 13;63; ID. I'//JY. 1, 102; 3, 28; 3, 52; 3, 76

COLVM. arb. 23, 1COSMOCÍR. 2, 43CVRT. 4, 7, 9Dimens. provine. 27DIOSC 1,26; 3, 88; 4, 143EVTR. 6, 1 1 , 2¡ixfios. uiiindi 62I ;II.OSTR. 32, 6FLOR. epit. 3, 6, 3GELL. n, 21,41GviD. p. 522, 19; p. 549, 15HI-:(;I'.S. 2,9HU-:R. cbnn. u. Abr. 686; 1255; 1386; 1450; 1922; 2130; ID. epist. 121, 3;

ID. /// Dan. 11, 13-14, p. "08; ID. /// Tu. 1, p. 707; ID. /// Mattb. 27, 32, p. 209;ID. noi/i. bebí: p. 64, 9; p. 67, 29; p. 68, 1; p.l 11, 6;

CIRENF. I - N I,A M K M O R I A COUiCTIYA ROMANA 447

///>/. Apull. rec. A 11; Hist. Apoll. nc. B U ; Hist. Apoil. nc. B 12; Hist./. /•«-. B 29; Hist. Apoll. rec. A-B 48; / //>/. .-1/W/. /w. A 51HYG.^/W//. p. 122, 15ISID. orig. 14, 5, 3-5; 14, 5, 13; 15, 1, 77lYL. H()i\ cos/mgr. A 44IVST. 13, 6, 20; 13, 7, 1-2; . 22, 7, 4;. 26, 3, 3; 38, 8, 2; 39, 5, 2IvviiNC. 4, 654LACT. f/>¿Y. 28, 3; 34, 7; lo. //«Y. 3, 8, 9; 3, 15, 15; ID. ira 9, 7LlB.¿e». l ,p . 102, 143lAV.gen. I, p. 108,205, 8\.\ft.ffiieiil. p. 168, 164LiB.£«/. II a. 334, p. 102, 83Liv. 23, 10, 11\.\\. 34,62, 10Lw.pmoch.47;52;70LVCAN. 9, 29~; 9, 874MACR. .w/. 1, 7, 25MANIL. 4, 780MART. CAP. 6, 212; 6, 672; 6, 703; 8, 876MI:LA 1 22; 1,3-40MIN. FKL. 8, 2Alón. Alicer. 5, 32N i - ) 3 . Ages. 8, 6; ID. Utinii. 8, 1Nof. 'Yti:()BSI-:Q. 30; 49GRIBAS. j>'«. 4,22ORK;. hiMatth. 18, 126OROS. hist. 1, 2, 87; 3, 23, 20; 4, 6, 29; 6, 19, 15; 7, 12, 7PHLAGON. 200; 268PLAVT. RW. 33; 41; 615; 713; T40; 1338Pl.IX. ™/. 1, 5, 5; 1, 13, 33; 2, 115; 4, 58; 4, 60; 5, 28; 5, 31-33; 5, 38; 6,

209; 6, 212; 7, 208; 8, 221; 8, 227; 8, 78; 10, 79; 11, 95; 11, 105; 11, 108; 13,49; 13, 102; 13, 111; 15, 105; 16, 143; 17, 133; 18, 186; 18,328; 19,36; 19,38;19, 46; 20, 7; 21, 19; 21, 31-33; 22, 100; 31, 79; 35, 36

POMP. TROG. pro/. 13, 9; 22, 5; 26PRIS< ..pi-nheg. 197PORPH. Hor. epJst. 1, 1,18; 1, 1", 1

PROP. 4, 6, 4

PROSP. chmti.l p.421, 577RAvr-NN. p. 6, 16RAVF.NN. p. 137, 9

448 MARC \L\YLR - \ \ Y I L R LSPLIGA

RAVENN. p. 140,2RAVF.NN. p. 166,14RAVFNN. p. 354, 4RYL. FKST. 13,2RYI I N . hist. 1, p. 392 A; 4, 2, 2-3SAÚL /w/. 2, 43; ID. % 19, 3; 79, 2-7;SCAiiV. ¿/i;. 19,2, 61, 1 O-SCHOL Hor.Ml. 2, 3, 100SCRIB. LARG. 67, 1"5, 177

SEN. ipist. 89, 12SERY. unct. Aun. 4, 42 ; 4, 196; lo. SERY.^ÍWT;. 1, 14SIL. 3, 252; 4, 628; 8, 158; 12, 369SOL. 11, 4 (72); 27, 1-3 (115-116); 27, 44 (125); 27, 48-49 (126); 27, 50-

54 (126); 2"?, 54; 38, 6STAT. ,f//r. 2, 6, 67; 5, 3, 198SVET. 1 'esp. 2

SVLP. SEV. dial. 1, 3, 6; 1, 4, 7; 1, 5, 2; 1, 23, 5SVMM. reí. 5, 2

'/;//;. PÍV//. 8, 2; 8, 5TAC. mili. 3, 70; 31, 18; lo. hist. 4, 45VAL. MAX. 5, 6 ext. 4; 6, 2, í-.v/. 3; 8, 9, ext. 3VEO. w»W. 2, 111,8; 2, 124\i ;,R(;. ft//rf/. 9, 61 (YLKG.^WÍ;. 4, 321, 354, 376, 530VlTR. 1, 1,16; 1,6, 9; 8, 3, 13; 9 praef. 13VVLG. I Mace. 15,23YYI.G. 11 Mace. 2,24VVLG. act. 2, 10; 6, 9; 11, 20; 13, 10VVLG. ]jic. 23,26VVLG. Man. 15,21