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1 Ferdinand de Saussure frente a la posición naturalista Marco Antonio Young Rabines UNMSM Lima, 2011 Introducción En 1996, en Ginebra, se descubren en un altillo de la mansión de la familia de Ferdinand de Saussure textos inéditos del destacado lingüista. El hallazgo consta de un manuscrito de 70 páginas rotulado «De la doble esencia del lenguaje». Los apuntes corresponden a diversas notas escritas a lo largo de un extenso período, antes y después de la preparación del célebre curso dado a la luz por algunos de sus más importantes alumnos. El año 2002, un equipo liderado por el lingüista francés François Rastier llega a publicar este manuscrito junto con otros inéditos en la editorial Gallimard. Los textos saussureanos (esta vez de puño propio) nos dan una imagen más compleja del maestro ginebrino que la que nos hicimos con el magnífico curso editado por sus alumnos. Casi todo lo que sabíamos sobre De Saussure nos había provenido hasta entonces del famoso Curso. La impronta innegable de este texto en el desarrollo del posterior estructuralismo lingüístico y sus clásicas dicotomías ayudaron a forjar toda una visión del lenguaje y un paradigma, visión con la cual se ha contrastado otras propuestas de estudio del lenguaje, como la chomskiana, por ejemplo. En el presente artículo, a la luz de los escritos del lingüista ginebrino reunidos en el texto publicado en el año 2002, presentaremos el punto de vista de Ferdinand de Saussure frente a la posición naturalista con respecto al lenguaje. Veremos los cambios de su perspectiva en diversas épocas de su vida académica y finalmente demostraremos que su posición frente al naturalismo que tuvo en mente no debe ser extrapolada a otro naturalismo en particular, el chomskiano, enfoque con el cual, más bien, presenta mayores afinidades de las que usualmente se han admitido. La opción universalista de Ferdinand de Saussure En noviembre de 1891, Ferdinand de Saussure inaugura una cátedra en la Universidad de Ginebra, para lo cual ofrece una conferencia magistral. El contenido completo de la conferencia se encuentra en la edición Engler (1968-1974) y la transcripción final del manuscrito original se puede ver, en una presentación de Kazuhiro Matsuzawa 1 . En dicha conferencia trata temas fundamentales en torno al lenguaje y la Lingüística y deja muy claramente expuesta su posición universalista, tradición en la que se alinean, si bien con algunas diferencias entre ellos, pensadores y lingüistas de otras épocas, como Descartes, Humboldt y Chomsky. Aquí empleamos la traducción de la edición castellana 2 (De Saussure: 131): Querer estudiar el lenguaje sin tomarse la molestia de estudiar sus diversas manifestaciones, que son evidentemente, las lenguas, es una empresa absolutamente vaga y quimérica; pero querer estudiar las lenguas olvidando que esas lenguas están regidas primordialmente por determinados principios que se resumen en la idea de lenguaje, es un trabajo todavía más desprovisto de significación seria, de cualquier auténtica base científica. [...] Ahora bien, [...], el estudio de esas lenguas existentes se vería condenado a permanecer casi estéril, a permanecer en todo caso desprovisto a la vez de método y del menor principio rector, si no tendiese constantemente a ir a ilustrar el 1 Véase: http://www.revue-texto.net/1996- 2007/Saussure/De_Saussure/Conferences/Matsuzawa_CG1.pdf 2 De Saussure, Ferdinand (2004) Escritos sobre lingüística general. Barcelona, Gedisa.

De Saussure frente al naturalismo

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Ferdinand de Saussure frente a la posición naturalista Marco Antonio Young Rabines

UNMSM Lima, 2011

Introducción En 1996, en Ginebra, se descubren en un altillo de la mansión de la familia de Ferdinand de Saussure textos inéditos del destacado lingüista. El hallazgo consta de un manuscrito de 70 páginas rotulado «De la doble esencia del lenguaje». Los apuntes corresponden a diversas notas escritas a lo largo de un extenso período, antes y después de la preparación del célebre curso dado a la luz por algunos de sus más importantes alumnos. El año 2002, un equipo liderado por el lingüista francés François Rastier llega a publicar este manuscrito junto con otros inéditos en la editorial Gallimard. Los textos saussureanos (esta vez de puño propio) nos dan una imagen más compleja del maestro ginebrino que la que nos hicimos con el magnífico curso editado por sus alumnos. Casi todo lo que sabíamos sobre De Saussure nos había provenido hasta entonces del famoso Curso. La impronta innegable de este texto en el desarrollo del posterior estructuralismo lingüístico y sus clásicas dicotomías ayudaron a forjar toda una visión del lenguaje y un paradigma, visión con la cual se ha contrastado otras propuestas de estudio del lenguaje, como la chomskiana, por ejemplo. En el presente artículo, a la luz de los escritos del lingüista ginebrino reunidos en el texto publicado en el año 2002, presentaremos el punto de vista de Ferdinand de Saussure frente a la posición naturalista con respecto al lenguaje. Veremos los cambios de su perspectiva en diversas épocas de su vida académica y finalmente demostraremos que su posición frente al naturalismo que tuvo en mente no debe ser extrapolada a otro naturalismo en particular, el chomskiano, enfoque con el cual, más bien, presenta mayores afinidades de las que usualmente se han admitido. La opción universalista de Ferdinand de Saussure En noviembre de 1891, Ferdinand de Saussure inaugura una cátedra en la Universidad de Ginebra, para lo cual ofrece una conferencia magistral. El contenido completo de la conferencia se encuentra en la edición Engler (1968-1974) y la transcripción final del manuscrito original se puede ver, en una presentación de Kazuhiro Matsuzawa1. En dicha conferencia trata temas fundamentales en torno al lenguaje y la Lingüística y deja muy claramente expuesta su posición universalista, tradición en la que se alinean, si bien con algunas diferencias entre ellos, pensadores y lingüistas de otras épocas, como Descartes, Humboldt y Chomsky. Aquí empleamos la traducción de la edición castellana2 (De Saussure: 131):

Querer estudiar el lenguaje sin tomarse la molestia de estudiar sus diversas manifestaciones, que son evidentemente, las lenguas, es una empresa absolutamente vaga y quimérica; pero querer estudiar las lenguas olvidando que esas lenguas están regidas primordialmente por determinados principios que se resumen en la idea de lenguaje, es un trabajo todavía más desprovisto de significación seria, de cualquier auténtica base científica. [...]

Ahora bien, [...], el estudio de esas lenguas existentes se vería condenado a permanecer casi estéril, a permanecer en todo caso desprovisto a la vez de método y del menor principio rector, si no tendiese constantemente a ir a ilustrar el

1 Véase: http://www.revue-texto.net/1996-

2007/Saussure/De_Saussure/Conferences/Matsuzawa_CG1.pdf

2 De Saussure, Ferdinand (2004) Escritos sobre lingüística general. Barcelona, Gedisa.

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problema general del lenguaje, si no buscase sacar de cada hecho particular que observa el sentido y el provecho neto que de él resulta para nuestro conocimiento de las operaciones posibles del instinto humano aplicado a la lengua. [...]

El punto de vista al que hemos llegado, señores, y que es simplemente el punto de vista en que se inspiran sin excepción los estudios de las lenguas en todas sus ramas, permite comprender claramente que no hay separación entre el estudio del lenguaje y el estudio de las lenguas; pero, por otra parte, que cada división o subdivisión de lengua representa un documento nuevo, y que interesa con la misma legitimidad que cualquier otro para el hecho universal del lenguaje.

En notas de años posteriores, en el archivo (3344), vemos ratificado este mismo punto de vista (De Saussure: 240):

Cuanto mejor se conocen los fenómenos universales del lenguaje que deben reproducirse en todas partes, mejor se sabe por qué vía enfrentarse a un idioma dado [...]

¿Universalismo ‘no naturalista’ el del maestro ginebrino? Es cierto que cada vez que se menciona una propuesta cognitiva que apuesta por la existencia de universales, no pocos asocian tal universalismo con innatismo; pero tal asociación no es necesaria. El modelo de Piaget, por ejemplo, es de carácter universalista, a saber, pretende, entre otras cosas, describir la génesis del conocimiento en términos universales; pero no pretende postular universales innatos o, como llamaría el maestro suizo, ‘preformados’. Incluso una teoría como el conductismo skinnereano define principios universales de contingencias de refuerzo como la base a partir de la cual se expresa la conducta. Nada, sin embargo, más lejano de una posición innatista. El conductismo, así como todo sistema de conocimiento que pretenda ser científico, no puede renunciar a algún tipo de universalismo metodológico.

Otra cuestión que algunos asocian al universalismo (y al innatismo) es el ‘naturalismo’. Aquí también yerra la asociación. Una posición naturalista en el estudio de algún fenómeno pretende ubicar su objeto de estudio simplemente como parte del mundo natural (sea cual sea la concepción de ‘mundo natural’ que tenga un programa de investigación o una teoría). Una posición innatista es, por fuerza, naturalista; mas no toda posición naturalista es innatista. En ese sentido, visiones tan diametralmente dispares como el conductismo (o ciertos tipos de conexionismo) y la propuesta chomskiana son igualmente naturalistas.

¿Cuál es, pues, el universalismo de Ferdinand de Saussure? Quizá debamos tomar las mismas previsiones que el maestro aconsejaba con respecto a la perspectiva de estudio que uno asuma. ¿De qué Ferdinand de Saussure hablamos? ¿El de Bally y Sechehaye, la ‘vulgata’ del último De Saussure?, ¿el del alumno formado por los principios de la ‘naturalista’ Neogramática?, ¿el del joven profesor que ha roto con la Junggrammatik y dicta su cátedra inaugural en Ginebra el año 1891?, ¿el de los apuntes hallados en 1996? Bueno, pues, no es muy fácil trazar en De Saussure una misma línea en el tiempo en relación con este asunto. Empecemos con un año crucial en la evolución saussureana: 1891.

De Saussure 1891 Refirámonos a De Saussure a partir de su memorable conferencia inaugural de 1891, a expresiones suyas como las que nos hemos referido y a otras que aquí presentaremos, así como a expresiones posteriores. Seguimos refiriéndonos a la siguiente edición:

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De Saussure, Ferdinand (2004) Escritos sobre lingüística general. Barcelona, Gedisa.

Una primera aproximación a la segunda cita del posteo anterior la haré invocando el fragmento siguiente, a propósito de lo que dice De Saussure sobre lo estéril que resulta estudiar las lenguas sin un principio unificador (De Saussure: 131):

[...] el provecho neto que de él resulta para nuestro conocimiento de las operaciones posibles del instinto humano aplicado a la lengua. [...]

La postura es claramente naturalista (y hasta cierto grado innatista), como podemos colegir de la mención a las “operaciones del instinto humano aplicado a la lengua”.

Sin embargo, en la misma conferencia de 1891 señala (De Saussure: 131):

[...] suponiendo que el ejercicio del habla constituyera en el hombre una función natural, punto de vista eminentemente incorrecto [...]

Y más adelante agrega (De Saussure: 133):

Si el estudio lingüístico de varias lenguas o de una sola reconoce como objeto final y principal la comprobación y la búsqueda de las leyes y procedimientos universales del lenguaje, se podría preguntar hasta qué punto estos estudios tienen su lugar en una Facultad de Letras, o si no tendrían un lugar igualmente conveniente en una Facultad de Ciencias. Eso sería replantear la muy conocida cuestión que agitaron hace un tiempo Max Müller y Schleicher; señores, ustedes lo saben, hubo un tiempo en que la ciencia del lenguaje se había persuadido a sí misma de que era una ciencia natural, casi una ciencia física; no pienso demostrar que se trataba de un espejismo, sino que, por el contrario, he de constatar que ese debate está cerrado y bien cerrado. A medida que se ha ido comprendiendo mejor la auténtica naturaleza de los hechos del lenguaje, tan cercanos y por eso mismo más difíciles de captar en su esencia, se ha hecho más evidente que la ciencia del lenguaje es una ciencia histórica y nada más que una ciencia histórica.

[...] cuanto más se estudia la lengua, más claramente se comprende que todo en la lengua es historia, es decir, que se trata de un objeto de análisis histórico y no de análisis abstracto, que se compone de hechos y no de leyes, que todo lo que parece orgánico en el lenguaje es en realidad contingente y completamente accidental.

¡Vaya! Nos encontramos aquí a un De Saussure historicista y antinaturalista…¡en el mismo texto de 1891 donde había expresado, si bien marginalmente, otro punto de vista! A este respecto, al menos en lo relacionado con su historicismo, debemos reconocer aquí las huellas de su antigua filiación neogramática.

De Saussure ‘post Whitney’ Años más tarde, y a propósito del carácter histórico del lenguaje, en unas notas para un artículo sobre Whitney (del archivo 3297) posteriores a 1893, De Saussure se desmarca de la posición historicista de la conferencia de 1891 y sostiene, ya bajo el influjo del maestro norteamericano, lo siguiente (De Saussure: 187):

La situación exacta del lenguaje entre las cosas humanas es tal que es extremadamente dudoso y delicado decir si se trata más bien de un objeto histórico o más bien de otra cosa, pero en el estado actual de las tendencias no hay ningún peligro en insistir especialmente en su vertiente no histórica.

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Que en cada momento de su existencia el lenguaje es un producto histórico es lo que es evidente. Pero que en ningún momento del lenguaje ese producto histórico represente otra cosa que el último compromiso que acepta la mente con ciertos símbolos, esa es una verdad más absoluta todavía, pues sin este último hecho no habría lenguaje. Pero el modo en que la mente puede utilizar un símbolo (dado, en primer lugar, que el símbolo no cambia) es toda una ciencia que no tiene nada que ver con las consideraciones históricas. Además, si el símbolo cambia, se produce inmediatamente después un nuevo estado, que exige una aplicación nueva de las leyes universales.

Destaquemos algo novedoso: “el último compromiso que acepta la mente con ciertos símbolos”. Y de nuevo: “las leyes universales”, y esta vez aludidas a propósito del cambio. No es, entonces, que haya ‘leyes’ del cambio lingüístico o algo así, como en la época de la Gramática Comparativa o como en los neogramáticos, sino simplemente hay una “aplicación nueva de las leyes universales”. Interesante, como si de un estado de lengua a otro hubiera algo así como un nuevo ‘tiro de dados’ cuyo resultado fijase las opciones de una gramática universal.

El último De Saussure ¿Mantendrá De Saussure esta concepción hasta su última etapa, la de los cursos dictados en Ginebra en 1910-1911? La respuesta es no, si bien no regresa a la concepción historicista de quienes fueron sus maestros. Veamos un fragmento de la edición Engler (1968-1974) (De Saussure: 293-294):

[...] cuando interviene el Tiempo combinado con el hecho de la psicología social, entonces nos damos cuenta de que la lengua no es libre [...]

Definición: Cuando se elimina del lenguaje todo lo que es solo Habla, lo que queda puede llamarse la Lengua con propiedad y sólo comprende términos psíquicos, el nudo psíquico entre idea y signo, lo que no puede decirse del habla.

Pero eso sería solamente la lengua tomada fuera de su realidad social y eso sería irreal puesto que es necesaria una masa hablante que use la lengua para que haya Lengua. La lengua reside en el alma colectiva [...].

[...] Como el signo lingüístico es arbitrario por naturaleza, parece a primera vista que nada impida [ ] un sistema libre que sólo dependa de sus propios principios lógicos, y como una ciencia pura de relaciones abstractas.

[...]

La lengua no es libre, por el principio de continuidad o de solidaridad indefinida con las edades precedentes.

2ª La continuidad encierra el hecho de la alteración que es un desplazamiento de valores.

Estamos en un punto nuevo, aunque en parcial retorno a las conferencias inaugurales de Ginebra de 1891. En aquella ocasión, De Saussure trató acerca de dos principios que caracterizan a la lengua: el principio de continudad en el tiempo y el principio de transformación en el tiempo (De Saussure: 133, 134, 135, 136, 137, 138, 141). Este cambio, este desplazamiento de su idea de la “aplicación nueva de las leyes universales” a una concepción que piensa el cambio, no determinado por puros principios ‘diacrónicos’, pero sí como regulado por las presiones del principio de continuidad es algo interesante y que, por lo demás, constituye uno de los estados pendulares en los que se mueven hasta hoy en día las hipótesis en Lingüística

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Histórica (y también en otros campos aparentemente muy disímiles como en la Adquisición de segunda lengua).

La idea más común entre los neogramáticos (idea que sigue reformulándose en teorías modernas del cambio lingüístico) era que existen leyes o principios del cambio lingüístico ‘con peso propio’ y que ellas son las únicas que determinan el cambio, digamos, ’sin ningún otro filtro’ y ’sin excepciones’. Otra idea del cambio es que existen principios propios del cambio, pero estos no actúan solos pues no pueden hacer caso omiso de los principios universales de las lenguas. Una tercera idea es la del ‘tiro de dados’: los distintos estados de lenguas son como meras y directas variaciones entre los ‘parámetros’ de una gramática universal, sin ningún filtro especial de presiones impuestas por los propios estados de lengua (o gramáticas particulares, para hablar en términos chomskianos). El último De Saussure, si bien no con toda claridad y sentido categórico, toma partido por la segunda idea.

Pero regresemos al tema central del universalismo saussureano. De Saussure no rechaza los universales del lenguaje; lo que es más, los admite abiertamente, incluso desde una posición innatista, como lo vemos en unas notas de la última década del siglo XIX (De Saussure: 159):

El lenguaje, propiedad de la comunidad, como los ‘usos’, responde en el individuo a un órgano especial preparado por la naturaleza.

E incluso en apuntes muy posteriores (De Saussure: 238):

Es maravilloso ver cómo, cualquiera que sea el modo de perturbación que aporten los elementos diacrónicos, el instinto lingüístico se las arregla para obtener lo mejor [...] quiero decir que la tendencia al sistema o al orden no se cansará nunca: por más que se le ampute a una lengua lo mejor que tenía de su organización el día anterior, se verá al día siguiente que los materiales que se han mantenido habrán experimentado una reorganización lógica en algún sentido, y esta reorganización puede funcionar en lugar de lo perdido, aunque algunas veces en un plano general diferente.

El hecho es que, a pesar de este universalismo de filiación innatista, De Saussure toma una posición ‘antinaturalista’.

Como hemos visto, De Saussure exhibe una posición contraria a asumir el lenguaje como un objeto "del mundo natural". En otras palabras, su posición es "no naturalista". Pero, ¿en qué consiste su postura? y ¿a qué se deben sus reparos a la posición "naturalista"? A continuación, trataremos de responder las interrogantes.

De Saussure cambia en el tiempo Para empezar, es importante señalar que De Saussure no mantiene una misma posición frente al 'naturalismo' durante toda su vida académica: hay una evolución del maestro de las conferencias inaugurales de Ginebra (1891) al último De Saussure. Veamos dos muestras de este desplazamiento y empecemos por recordar cómo arremete contra dos eximios representantes, naturalistas, de la Gramática Comparativa.

Ginebra 1891 (De Saussure: 133):

Si el estudio lingüístico de varias lenguas o de una sola reconoce como objeto final y principal la comprobación y la búsqueda de las leyes y procedimientos

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universales del lenguaje, se podría preguntar hasta qué punto estos estudios tienen su lugar en una Facultad de Letras, o si no tendrían un lugar igualmente conveniente en una Facultad de Ciencias. Eso sería replantear la muy conocida cuestión que agitaron hace un tiempo Max Müller y Schleicher [...] hubo un tiempo en que la ciencia del lenguaje se había persuadido a sí misma de que era una ciencia natural [...] no pienso demostrar que se trataba de un espejismo, sino que, por el contrario, he de constatar que ese debate está cerrado y bien cerrado. A medida que se ha ido comprendiendo mejor la auténtica naturaleza de los hechos del lenguaje, [...] se ha hecho más evidente que la ciencia del lenguaje es una ciencia histórica [...].

Ahora veamos cómo gira su posición hacia el periodo (1907-1911) de los tres últimos cursos de Lingüística General (De Saussure: 234):

Ha habido discusiones para saber si la lingüística pertenecía al orden de las ciencias naturales o al de las ciencias históricas. No pertenece a ninguno de los dos, sino a un compartimiento de las ciencias que, si no existe, debería existir con el nombre de semiología, es decir, ciencia de los signos [...].

Renuncia al historicismo, mas no al antinaturalismo, es lo que podemos colegir de lo anterior.

¿En qué consiste el antinaturalismo saussureano? Pues bien, tratemos esta vez de hacernos una imagen más clara del antinaturalismo saussureano. Avancemos nuestra tesis: De Saussure apunta a impugnar el naturalismo “en dos frentes”: un frente es el que está dado en el escenario de su época: su objetivo es el naturalismo del paradigma comparatista, específicamente el de la Gramática Comparativa representada, entre otros, por maestros como Müller y Schleicher. Sus objetivos específicos son tres metáforas importantes en este paradigma: el lenguaje como organismo, el lenguaje como familia de lenguas, el lenguaje como órgano. El otro “frente” es la teoría de la arbitrariedad del signo y lo que ello implica para lo que De Saussure entiende como concepción “naturalista” del lenguaje. De Saussure frente a las metáforas “naturalistas” El lenguaje como organismo De Saussure ve en los comparatistas (en especial en Müller y Schleicher) una concepción del lenguaje como un organismo que se desarrolla por sí mismo y esta es una metáfora que él rechaza. Veamos, para empezar, este fragmento de una carta de 1863 de August Schleicher al biólogo alemán Ernst Häckel (importante difusor del darwinismo en la Europa continental), que resume claramente el naturalismo que De Saussure pretende impugnar:

Die Sprachen sind Naturorganismen, die ohne vom Willen des Menschen bestimmbar zu sein, entstunden, nach bestimmten Gesetzen wuchsen und sich entwickelten und wiederum altern und absterben; auch ihnen ist jene Reihe von Erscheinungen eigen, die man unter dem Namen „Leben“ zu verstehen pflegt. Die Glottik, die Wissenschaft der Sprache, ist demnach eine Naturwissenschaft; ihre Methode ist im Ganzen und Allgemeinen dieselbe, wie die der übrigen Naturwissenschaften.

Las lenguas son organismos naturales que se originaron sin determinación de la voluntad humana, crecieron y se desarrollaron de acuerdo con leyes determinadas, y envejecieron y murieron; de ellas también es característica aquella serie de fenómenos que solemos entender bajo el nombre de ‘vida’. La

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Glótica, la ciencia del lenguaje, es, por lo tanto, una ciencia natural; su método es en general el mismo que aquel de las otras ciencias naturales. (La traducción es nuestra)

En cuanto a la ausencia de la voluntad humana como condicionante de las lenguas, De Saussure, en la fase historicista de su antinaturalismo (la época de las conferencias inaugurales de Ginebra), dice lo siguiente (De Saussure: 135):

¿Cuál es entonces la segunda condición que implica la palabra ciencia histórica? Es que el objeto que constituye la materia de la historia —por ejemplo, el arte, la religión, el vestido, etcétera— representa en algún sentido actos humanos regidos por la voluntad y la inteligencia humanas […].

¿Se puede considerar que los hechos lingüísticos son el resultado de actos de nuestra voluntad? Esa es pues la pregunta. La ciencia del lenguaje actual responde afirmativamente a esta pregunta. Pero es preciso añadir inmediatamente que hay muchos grados conocidos en la voluntad consciente e inconsciente, como sabemos; ahora bien, de todos los actos que podrían compararse, el acto lingüístico, si puedo llamarlo así, tiene la característica [de ser] el menos reflexionado, el menos premeditado y, al mismo tiempo, el más impersonal de todos.

Sobre la metáfora de la lengua como un organismo que nace, crece y muere, De Saussure nos dice lo siguiente (De Saussure: 137-138):

Según lo que se acaba de plantear, ¿qué podemos decir del nacimiento y la muerte de las lenguas […]? Comencemos por la muerte. Una lengua no puede tener una muerte natural y en la cama. Solo puede perecer por muerte violenta. El único modo en que puede cesar es que sea suprimida por la fuerza, por una causa totalmente exterior a los hechos del lenguaje. Por ejemplo, por el exterminio total de los pueblos que la hablan […] O bien por la imposición de un nuevo idioma […]. […] En sí misma una lengua es imperecedera, esto es, no hay ninguna razón para que su transmisión se detenga por una causa debida a la organización de dicha lengua. Se puede leer en la primera página de una obra de Hovelacque sobre la lingüística: La lengua nace, crece, decae y muere como todo ser organizado. Esta frase es absolutamente típica de la concepción tan extendida, incluso entre los lingüistas, que nos esforzamos en combatir y que ha llevado directamente a hacer de la lingüística una ciencia natural. No, la lengua no es un organismo, no es una vegetación que exista independientemente del hombre, no tiene una vida propia que implique un nacimiento y una muerte. Todo es falso en la frase que he leído: la lengua no es un ser organizado, no muere por sí misma, no decae, no crece […]. […] Todas las lenguas que se hablan en la misma época tienen la misma edad, pues se remontan a un pasado igual. No es necesario determinar la duración de ese pasado. Se puede decir que es el origen del lenguaje, pero sin remontarse a períodos inaccesibles. Si nos detenemos en el período accesible, está claro que cada lengua indoeuropea hablada actualmente tiene exactamente la misma edad en relación con el tiempo en que se hablaba el indoeuropeo primitivo.

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El lenguaje como familia de lenguas Y hay otra metáfora, también propia de la Gramática Comparativa, de la que se ocupa De Saussure: la imagen de la lengua como miembro de una “familia” cuya representación “metodológica” es el “árbol genealógico”, el “Stammbaum’ de Schleicher (De Saussure: 140):

Hay transformación, y siempre más transformación, pero en ningún lugar hay reproducción o producción de un ente lingüístico nuevo que tenga existencia separada de lo que le ha precedido o de los que le seguirá. No hay lenguas madres, no hay lenguas hijas sino una lengua, una vez dada, que circulará y se desarrollará indefinidamente en el tiempo, sin ningún término prefijado para su existencia, sin que ni siquiera haya posibilidad interior de que termine, si no hay accidente y violencia, si no se da fuerza mayor, superior y exterior, que venga a abolirla.

Y, aunque nos apartemos un poco del tema central, comentario aparte merece la frase “no hay lenguas madres, no hay lenguas hijas sino una lengua, una vez dada, que circulará y se desarrollará indefinidamente en el tiempo”. Estas palabras del maestro ginebrino son de una complejidad e, intuyo, de una importancia que no deben pasar desapercibidas. Una primera interpretación se me antoja, si no superficial, al menos sí controvertible: el maestro nos sugiere con estas palabras que toda la diversidad lingüística humana que ha existido y está por existir proviene de una misma lengua (¿ecos en “flash back” de las hipótesis euroasiática y nostrática?). Una segunda interpretación, quizá menos “alucinante” es la siguiente: De Saussure sugiere la idea del “lenguaje humano”, la “lengua terrícola”, esa misma lengua de la que hablan Chomsky y seguidores (de ser así, su “antinaturalismo”, definido en función del paradigma comparatista, no tiene necesariamente que contraponerse a otro tipo de naturalismo, el chomskiano). El asunto da para mucho más, pero aquí tomamos el camino de retorno a lo que nos ocupaba. Volvamos a las metáforas “naturalistas” del siglo XIX que De Saussure tiene en la mira. Ocupémonos ahora de la metáfora “metodológica” que diseñan los comparatistas para entendérselas con su metáfora “objeto”: el árbol genealógico. Veamos qué dice el maestro al respecto (De Saussure: 147):

[…] se persiste testarudamente en la idea de que existen previamente dos términos unidos, es verdad que mediante una transición insensible, pero que siguen siendo dos términos, dos lenguas, dos seres, dos entidades, dos organismos, dos principios, dos nociones, dos términos diferentes. Se sigue imaginando el latín y el francés como dos follajes que aparecen sucesivamente en el mismo árbol desde la caída de las hojas en otoño hasta la aparición de los nuevos brotes […].

El lenguaje como órgano (o como dependiente del órgano vocal) Aquí la crítica saussureana apunta no a desestimar la posibilidad de que el lenguaje presuponga un órgano especial. Recordemos a propósito de ello (De Saussure: 159):

El lenguaje, propiedad de la comunidad, como los ‘usos’, responde en el individuo a un órgano especial preparado por la naturaleza.

Lo que critica De Saussure es comparar la lengua con cualquier órgano que ejecuta comportamiento lingüístico (De Saussure: 108):

En la palabra no existe nada de anatómico, es decir, ninguna diferencia de piezas que se base en una relación de la función y de la pieza que la realizaba […]

(De Saussure: 109):

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Comparación con la anatomía y la fisiología. Ambas son una única cosa en la lengua; el error consiste precisamente en creer que la gramática es la fisiología (que estudia la función) mientras que la fonética —¿o la fonología?— sería la anatomía. Muy útil ver por dónde peca la comparación. El ojo no se parece a la mano, ni el pulmón a la espina dorsal; y de este modo, aun haciendo abstracción de la función, el anatomista tiene ante él un objeto diferente en cada órgano. Pero no hay ninguna diferencia […] Es la función de la que está investido un fonismo la que hace que atribuyamos de modo pasajero el título de órgano a dicho fonismo, que, en sí mismo, se parece a todos los demás fonismos, y es susceptible de adoptar (tal como es) absolutamente cualquier función.

Desde un punto de vista fisiologista-anatomicista, la función (fisiología) presupone un órgano (anatomía); la gramática es a la fisiología lo que la fonética/fonología (entendidas por De Saussure ‘al revés’ de lo que entendemos hoy en día) es a la anatomía. Pero la función, la única función pertinente que reconoce De Saussure en las “entidades del lenguaje” (los “fonismos” en el pasaje anterior) es asignada por un sistema de diferencias o valores; más allá de ello, tenemos solo la materia prima, la “sustancia”, que por sí misma no tiene ninguna pertinencia lingüística. En suma, aquí se está criticando la visión fisiologista-anatomicista del lenguaje. Ese modo de ver las cosas forma parte del “naturalismo” lingüístico en boga del entorno saussureano. Es ese “fisiologismo anatomicista”, curiosamente desdeñoso del papel de la mente como rectora de los fenómenos lingüísticos, lo que De Saussure no admite. Leamos este pasaje de 1897, extraído de unas notas sobre fonología, en el que el maestro deja muy clara su posición mentalista, en contraposición al fisiologismo, digamos “de-mente”, al que nos hemos referido (De Saussure: 221):

[…] nuestra mente […] es la única soberana para decidir sobre lo que ejecutamos. Ella lo dirige todo […].

(De Saussure: 252):

La lengua no está en lo que nos llama la atención como indispensable para producirla, juego de los órganos vocales o convención de tipo voluntario.

En otro pasaje, y nuevamente a propósito de la idea de Schleicher, vemos una sentencia aún más categórica (De Saussure: 193):

[…] la pretensión de Schleicher de hacer de la lengua algo orgánico independiente de la mente humana era un absurdo […].

En suma, es el fisiologismo anatomicista sin mente el modelo de lenguaje que forma parte del “naturalismo” de la época que De Saussure no admite. A este naturalismo se opone vivamente el maestro de Ginebra, a esta concepción contrapone De Saussure su visión según la cual lo esencialmente lingüístico es un sistema de diferencias o valores que dispone la mente a través de los órganos del habla, meros ejecutores de las órdenes mentales.

El otro frente saussureano: naturaleza y arbitrariedad del signo El otro espacio en el que De Saussure toma posición frente al naturalismo, si bien en este caso no hay nada en lo dicho por el maestro sobre este tema que se use explícitamente ‘para’ impugnar una visión naturalista del lenguaje (como la de los comparatistas), es su teoría del signo. Como sabemos, el maestro ginebrino asume la teoría según la cual no hay nada en la naturaleza que nos lleve a designar una idea de un modo particular. En otras palabras, el signo es arbitrario. Veamos (De Saussure: 191):

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[…] la institución de cualquier signo […], por ejemplo […] cow o vacca para designar la idea de vaca se basa sobre la sinrazón misma; es decir, que no hay ninguna razón basada en la naturaleza de las cosas […]

Ahora bien, hay elementos en el corpus saussureano, si bien no abundantes en sus propios escritos, que nos han llevado a entender la arbitrariedad del signo en dos aspectos: arbitrariedad en la relación entre el signo y la ‘cosa’ designada, y arbitrariedad entre el significante y el significado. Sobre esta última (que algunos lingüistas estructuralistas mismos no suscriben, como Benveniste) se han dado por lo general ejemplos que relacionan una idea y significantes ‘fonológicos’. Yo creo que incluso el hecho de que una misma idea pueda recibir cualquier tipo de expresión significante (las ideas, en tanto segmentaciones en la capa de conceptos realizadas por los significantes no les preexisten a estos) respalda también esta última clase de arbitrariedad. Esto, además, relaciona la teoría de la arbitrariedad con la idea saussureana de que lo esencial en el lenguaje no son los órganos empleados en la comunicación, idea que está en la misma base de esta otra idea de raigambre whitneyana según la cual las lenguas no son sino una clase particular de sistema de signos. De Saussure, justamente en unas notas para un artículo sobre Withney, nos dice lo siguiente (De Saussure: 192):

En uno de los últimos capítulos de Life and Growth of Language, Whitney dice que los hombres han utilizado la voz para dar signos a sus ideas, como hubieran podido utilizar el gesto u otra cosa, y porque les pareció más cómodo servirse de la voz. Consideramos que estas líneas, que parecen de una gran paradoja, [ ] aportan la idea filosófica más exacta que jamás se haya dado sobre el lenguaje; y además que nuestra práctica cotidiana de los objetos que sometemos a análisis tendría mucho que ganar si partiese de esta constatación. Pues establece que el lenguaje no es más que un caso particular del signo […].

A modo de conclusión: el antinaturalismo saussureano frente al naturalismo de Chomsky El antinaturalismo saussureano En este artículo, hemos tratado de responder a las preguntas que nos formulamos: ¿en qué consiste el antinaturalismo saussureano? y ¿a qué se deben sus reparos a la posición "naturalista"?

En primer lugar, De Saussure toma posición frente a cierta posición naturalista de su época básicamente representada por el paradigma de la Gramática Comparativa, en especial por Müller y Schleicher.

De Saussure toma posición frente a asumir el lenguaje como un objeto "del mundo natural" desde su crítica a las metáforas naturalistas de los comparatistas y desde las consecuencias de su teoría de la arbitrariedad del signo.

Las metáforas de los comparatistas que el maestro ginebrino pretende impugnar son la metáfora del lenguaje como organismo, la del lenguaje como familia de lenguas, y la del lenguaje como órgano (o como dependiente de un órgano). En este artículo, no hemos indagado tanto si la crítica de Ferdinand de Saussure es ciento por ciento justa (quizá caricaturice un poco a quienes critica): nos hemos concentrado en la intención del discurso saussureano. De Saussure y el naturalismo de Chomsky Otra cuestión que no debemos pasar por alto es que la crítica saussureana al naturalismo de ciertas teorías lingüísticas del siglo XIX no tiene por qué hacerse

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extensiva a otras teorías de corte naturalista, como la chomskiana, por ejemplo. No al menos si nos limitamos a su impugnación del naturalismo comparatista. En efecto, ninguna de las críticas a las metáforas presentadas afecta al naturalismo chomskiano por la sencilla razón de que las ideas de la Gramática Comparativa no son ideas rectoras del programa ideado por el lingüista norteamericano. Ni siquiera la crítica saussureana a la metáfora del lenguaje como órgano se aplica a esa metáfora similar del programa chomskiano pues lo que critica de Saussure en esa comparación es la idea de que el lenguaje se puede entender o bien como un órgano de la comunicación o como dependiente de un órgano de la comunicación. Nada más alejado de la metáfora chomskiana del “órgano del lenguaje”, en la que se postula un mecanismo computacional de la mente-cerebro como rector de la facultad lingüística. Este mecanismo, si bien perfectamente ‘amoldado’ a los sistemas de interface, no depende de ellos; simplemente da órdenes que estos sistemas pueden perfectamente interpretar. En este mecanismo, según Chomsky, residiría lo “esencial” del lenguaje humano. En este sentido podemos interpretar la conocida Tesis Minimista más Estricta de Chomsky (The Strongest Minimalist Thesis): no como un postulado que adjudica a lo esencial del lenguaje un origen en los sistemas de interface sino como el ajuste de este mecanismo a lo que los sistemas de interface pueden interpretar. (Chomsky, MI: 96)

El lenguaje es una solución óptima a condiciones de legibilidad.

Regresando a De Saussure, lo más valioso del pensamiento del maestro ginebrino es

la idea del ‘Principio Fundamental de la Semiología’ (‘Mecanismo de la Lengua’ o

‘Valor Lingüístico’) que reproducimos a continuación (De Saussure: 72):

En la lengua no hay signos ni significaciones sino DIFERENCIAS de signos y

DIFERENCIAS de significaciones, las cuales 1º no existen más que unas en

gracias a otras (en los dos sentidos) y por lo tanto son inseparables y solidarias;

pero que nunca llegan a corresponderse directamente.

De ello se puede concluir inmediatamente: que todo, y en ambos ámbitos (por lo

demás, inseparables) es NEGATIVO en la lengua, que descansa en una oposición

complicada, pero únicamente en una oposición, sin que sea necesaria la

intervención de ninguna clase de estado positivo.

El sistema computacional en Chomsky se limita a la sintaxis, el ‘Principio Fundamental de la Semiología’ en De Saussure abarca paradigmas y sintagmas. Hay algo, sin embargo, que es común a las operaciones que producen paradigmas y sintagmas: ambas se caracterizan por su binarismo y ambas operaciones producen categorías uniformes (discretas) y ninguna forma parte de los órganos del habla o sistemas de interface.

Lo que es más, aunque hay diferencias importantes, tanto De Saussure como Chomsky son mentalistas. En efecto, como ya hemos visto, Chomsky también considera secundario el papel que para el lenguaje desempeñan los órganos involucrados en la comunicación (en términos modernos, los sistemas de interface: el perceptual-articulatorio y el conceptual-intencional). Ambos lingüistas consideran que lo esencial está fuera o por encima de los órganos del habla: se encuentra en un mecanismo mental de orden superior. De Saussure pensaba que ese espacio mental era el “mecanismo de la lengua”: este juego de diferencias que no es otra cosa que el sistema de relaciones asociativas y sintagmáticas, y Chomsky apuesta por un sistema computacional que en los últimos tiempos pretende reducir a una operación sintagmática de “valuación de rasgos”, de carácter binario y recursivo. Otra coincidencia entre ambos lingüistas es considerar que los juegos de diferencias en los

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signos lingüísticos tienen un carácter discreto, es decir, binario. Es cierto que De Saussure no emplea directamente la palabra “binario”, pero es claro en expresar esa idea en más de una ocasión. Veamos un ejemplo (De Saussure: 73):

[…] persistimos en decir que la lengua es su esencia no se alimenta más que de oposiciones, de un conjunto de valores completamente negativos y que solamente existen por mutuo contraste.

Finalmente, si bien el concepto de la arbitrariedad del signo parece no tener mucho de especial como “puente” entre ambos pensadores (y ambos la comparten), lo que Ferdinand de Saussure consideraba más importante era no la arbitrariedad “absoluta”, sino la arbitrariedad “relativa”, que no es otra cosa que la reducción de la arbitrariedad misma, es decir, la reducción de la inmotivación de los signos lingüísticos. A saber, un signo lingüístico, solo tomado aisladamente, como un ente simple, es arbitrario. Desde el momento en que se combina con otros signos lingüísticos, los nuevos signos lingüísticos resultan motivados por el “mecanismo de la lengua”. Una idea cercana en términos chomskianos que me atreveré a interpretar de un modo quizá distinto de cómo la formuló su creador (y agradezco al lingüista Miguel Rodríguez Mondoñedo haberla expresado en un comentario personal) es entender que la tarea de la sintaxis es neutralizar la diferencia entre los lexicones; saussureanamente, podríamos decir que este mecanismo de la lengua reduce (y finalmente cancela) la arbitrariedad cuyo “almacén” es el lexicón.

Asimismo, si bien es cierto que, como dice Guilermo Lorenzo (Lorenzo 2006: 581-582),

[...] la lingüística tal cual la concebimos hoy nació fundamentalmente del empeño de Ferdinand de Saussure en los primeros años del siglo xx por emanciparla y convertirla en una disciplina autónoma, lo que para él significaba fundamentalmente liberarla de la psicología individual, de la fisiología y de la física, condición inexcusable en su opinión para centrarla en los aspectos más específicos o quintaesenciales del lenguaje,

no menos cierto es que ese afán por distanciarla de una perspectiva naturalista respondía no tanto al anatema de todo naturalismo en sí mismo, sino, como hemos dicho, a la crítica de un naturalismo ingenuo, anatomicista, externalista (y de apresuradas y rudimentarias metáforas darwinistas) y, lo más importante, desligado de la mente. Esta actitud era, pues, comprensible, tanto si tenemos en cuenta el incipiente desarrollo de la Lingüística científica en el siglo XIX, pero también a la luz del aún precario avance de las neurociencias (recordemos, por ejemplo, que esa gran revolución que representó Ramón y Cajal nace con el siglo XX, y es probable que de Saussure no estuviera al tanto de todo ello). Un examen más acucioso de los textos del maestro ginebrino no nos muestra un De Saussure tan "culturalista" como siempre se ha pretendido, ni repelente a otra idea de naturalismo.

Ciertamente, hay diferencias y quizá buenas razones para, a partir del pensamiento saussureano, emprender una crítica al naturalismo chomskiano, así como hay buenas razones desde el otro lado para emprender una crítica a la concepción saussureana; pero sin duda alguna una posición saussureana frente al naturalismo chomskiano no se desprende de las discrepancias que De Saussure expresó en relación con cierta lingüística ‘naturalista’ del siglo XIX.

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Referencias Chomsky, Noam (2005) Three Factors in Language Design. Linguistic Inquiry, Vol 36, Nº 1, 1-22. De Saussure (2002) Écrits de linguistique général. Éditions Gallimard. De Saussure (2004) Escritos sobre lingüística general. Gedisa, Barcelona. Fitch, Tecumseh; Marc D. Hauser; Noam Chomsky (2005) The Evolution of the Language Faculty: Clarifications and Implications. Cognition 97, 179–210. Hamma, Badreddine (2007) La place de la «pensée» dans l’étude de la langue: confrontation

des thèses mentalistes avec celles de Ferdinand de Saussure.

Hinzen, Wolfram. (2006). Mind Design and Minimal Syntax. Oxford: Oxford University Press.

Koerner, E.F.K. (1971) Ferdinand de Saussure: Origin and Development of his Linguistic

Theory in Western Studies of Language. PhD dissertation. Simon Fraser University.

Koerner, E.F.K. (2008) Hermann Paul and General Linguistic Theory. Language Sciences 30,

102–132.

Kyheng, Rossitza (2006) Le langage : faculté, ou géneralisation des langues?

Lorenzo, Guilermo (2006) El giro biolingüístico. Revista Española de Lingüística, 35,2, págs.

581-593.

Müller, Max (1861) Lectures on the science of language. Longman, Green, Longman and

Roberts, London.

Schleicher, August (1871) Introduction to a compendium of the comparative grammar of the Indo-European, Sanskrit, Greek and Latin languages. En: A Reader in Nineteenth Century Historical Indo-European Linguistics, Winfred P. Lehmann ed., 1967, Indiana University Press, chap. 8.