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El conjunto arqueológico de Valdeherrera: pasado, presente, futuro

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Publicación número 135 del

Centro de Estudios BilbilitanosPuerta de Terrer

50300 CALATAYUD (Zaragoza) EspañaTlf.: (34) 976 885 528 - Fax (34) 976 885 630

[email protected]: www.cebilbilitanos.com

y número 3.459 de la Institución «Fernando el Católico»

(Excma. Diputación de Zaragoza)Plaza de España, 2

50071 ZARAGOZA (España)Tlf. (34) 976 288 878/9 - Fax (34) 976 288 869

[email protected]://www.ifc dpz.es

© Los autores© De la presente edición: Centro de Estudios Bilbilitanos de la Institución «Fernando el Católico»

Portada: Fotografía de la Clave: Luis Manuel García Vicén. Fotografías de Antigüedad, Historia, Arte, Etnografía y Ciencias de la Tierra: José Luis Molina Remacha.Contraportada: Fotografía de José Luis Molina Remacha.

I.S.B.N. 978-84-9911-384-5 Depósito Legal: Z-388-2016Maqueta e imprime: Costa Calatayud, S.L. PG La Charluca, calle B, parcela M-7-B · 50300 Calatayud [email protected] www.lamejorimprenta.es

IMPRESO EN ESPAÑA - UNIÓN EUROPEA

Encuentro de Estudios Bilbilitanos (9º, 2015, Calatayud)

IX Encuentro de Estudios Bilbilitanos: celebrado en Calatayud 13, 14 y 15 de noviembre de 2015.- Calatayud: Centro de Estudios Bilbilitanos de la Institución “Fernando el Católico”, 2016.

Tomo I, 544 p; 24 cm.

ISBN: I.S.B.N. 978-84-9911-384-5

1. Calatayud (Zaragoza)-Congresos y asambleas. 1. Centro de Estudios Bilbilitanos, ed.

FICHA CATALOGRÁFICA

IX ENCUENTRO DE ESTUDIOS BILBILITANOS

Centro de Estudios Bilbilitanos

Institución «Fernando el Católico»

Calatayud2015

CALATAYUD13, 14 y 15 de noviembre de 2015

ACTASTomo I

LA ANTIGÜEDAD·

HISTORIA·

ETNOLOGÍA, FOLKLORE Y LITERATURA

541IX ENCUENTRO DE ESTUDIOS BILBILITANOS

TOMO I

Prólogo .......................................................................................................................... 3

LA ANTIGÜEDAD

Ponencia

Manuel Martín Bueno, El patrimonio arqueológico bilbilitano en el 2015. .............. 5

Comunicaciones

Carlos Sáenz Preciado, La transformación del territorio desde el indigenismo a la municipalización en el valle del Jalón .......................................................................... 23

J. Carlos Sáenz Preciado, Manuel Martín-Bueno, Oscar Bonilla Santander, Claudia García Villalba, Diego Prieto González, Ángel Santos Horneros, El conjunto arqueológico de Valdeherrera: pasado, presente, futuro .............................................. 35

Miguel Ángel Solà Martín, A propósito de los topónimos Boterdus, Platea y Vadavero de Marco Valerio Marcial. Argumentos para su reducción geográfica a Valdeherrera, Calatayud y Castillos de Armantes ............................................................................... 49

Ángel Montero Córdoba, La inscripción en la alhaja del santuario de la Virgen de la Sierra. Una hipotética filiación griega (“Villarroya E-1”) .......................................... 63

Joaquín Melendo Pomareta, Platea y las oficinas de armas de Calatayud .................. 73

Lara Íñiguez Berrozpe, La sociedad romana bilbilitana a través de la pintura mural de ámbito doméstico .......................................................................................................... 91

Enrike García Francés, Carlos Sáenz Preciado y Manuel Martín-Bueno, La necrópolis medieval de Bílbilis: un estudio antropológico de la pareja de Bílbilis. ....................... 103

José Luis Cebolla Berlanga, Francisco Javier Ruiz Ruiz y José Ignacio Royo Guillén, A propósito del hallazgo de un mosaico romano en el casco antiguo de Calatayud perteneciente a un nuevo complejo termal ................................................................... 109

HISTORIA

Ponencia

José Luis Corral Lafuente, Calatayud en las encrucijadas de su historia .................... 127

Comunicaciones

Álvaro Cantos Carnicer, Las fortificaciones de Calatayud durante la guerra de los Pedros (1356-1369) ...................................................................................................... 143

542 Índice

Rosa Mª Loscos Pastor y Javier Ibáñez González, El castillo de Maluenda. Estado actual de las investigaciones ........................................................................................ 153

Joaquín Melendo Pomareta, El Monasterio de Piedra y el monopolio señorial de Valdenogueras ............................................................................................................... 169

Joaquín Melendo Pomareta, Cocos, lugar despoblado, granja del Monasterio de Piedra ....................................................................................................................... 187

Juan José Morales Gómez, Extracción de salitre y producción de pólvora en las comarcas de Calatayud y Daroca y en el Reino de Aragón. Algunas consideraciones históricas (siglos XV-XVIII) .......................................................................................... 207

Juan José Morales Gómez, Alera foral y convivencia intercomunitaria. La hermandad de Villalengua y Villarroya de la Sierra y sus ordenanzas a fines de la Edad Media .. 227

Jesús Blasco Sánchez, Análisis de las “Ordinaciones del Concejo de Ateca para sacar los oficios y otras cosas necesarias”. Año 1595 ................................................. 239

Jesús Blasco Sánchez, Dos ordinaciones del concejo de Ateca dictadas en el siglo XVII: de avecinamiento (1606) y de policía rural (1646) ...................................................... 253

Vicente Alejandre Alcalde, Los caminos reales de Madrid a Zaragoza entre los siglos XVI y XIX según las guías de la época y su incidencia en la comarca de Calatayud . 265

Francisco Tobajas Gallego, La Inquisición y los moriscos de Saviñán ........................ 285

FranciscoTobajas Gallego, Juan Antonio de Cuenca (Saviñán, 1653-1710). Auge y caída de un oficial de la inquisición ....................................................................................... 301

Silvia Molina San Juan y Jesús Gil Alejandre, Estudio de una ermita desaparecida en Maluenda. La ermita de santa María Magdalena ........................................................ 317

José Antonio Garrido Miguel, Repercusión en Calatayud de la neutralidad de España en la I guerra mundial ....................................................................................................... 323

Luis Antonio Gil Lorente, La iglesia en Calatayud entre monarquía y república (1927-1936) ................................................................................................................... 333

Nacho Moreno Medina, Los bombardeos en Calatayud durante la Guerra Civil ...... 345

Nacho Moreno Medina, Contra la pared. El sistema concentracionario en Calatayud (1936-1939) ................................................................................................................... 355

Francisco Javier Ruiz Ruiz, José Ignacio Piedrafita Soler, Francisco Javier Ortiz Lejarza y Miguel Ángel Capapé Garro, Golpe de estado y represión en los municipios de Fuentes de Jiloca y Velilla de Jiloca (1936). La exhumación de una fosa común en Velilla de Jiloca ........................................................................................................ 371

543IX ENCUENTRO DE ESTUDIOS BILBILITANOS

ETNOLOGÍA, FOLKLORE Y LITERATURA

Ponencia

María Elisa Sánchez Sanz, La utilidad del agua termal en la comarca de la Comunidad de Calatayud. El largo viaje recorrido desde la enfermedad hacia la estética. ............391

Comunicaciones

Manuel Casado López, La semanería: un oficio al servicio de la sociedad rural en la comarca de Calatayud ..................................................................................................423

Francisco Tobajas Gallego, La familia Carnicer de Saviñán .......................................437

José Juan Hernando Alcaín, Transporte de mineral de Tierga a Calatayud ..................453

Jordi Pérez Muñoz, El Monasterio de Piedra, valles, grutas y cascadas. Una guía turística pionera en Aragón ..........................................................................................463

Jesús-Vicente Bueno Santed, El padre Piquer: el gran desconocido de su estancia en Calatayud ...................................................................................................................... 475

Eduardo Lavilla Francia, Relojes de sol de la comarca de Calatayud ......................... 483

Jesús Gil Alejandre y Silvia Molina San Juan, Incendio y restauración de la iglesia de Santa María de Maluenda (1942-1954) ....................................................................... 491

Jesús Gil Alejandre, Navidad en el convento de carmelitas de Maluenda ................... 499

Jesús Gil Alejandre y Silvia Molina San Juan, La santísima Veracruz de Maluenda . 509

Gonzalo Lázaro Gracia, Caminos con historia: las vías pecuarias de la hoja cartográfica 436 (escala 1/50.000), Alhama de Aragón ................................................................... 519

Índice ............................................................................................................................. 539

EL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE VALDEHERRERA: PASADO, PRESENTE, FUTURO

J. Carlos Sáenz Preciado, Manuel Martín-Bueno, Oscar Bonilla Santander, Claudia García Villalba, Diego Prieto González, Ángel Santos Horneros

1. INTRODUCCIÓN Una de las principales novedades que se ha producido en la última década, en la

arqueología aragonesa en general y de la bilbilitana en particular, ha sido el inicio de los trabajos arqueológicos en el yacimiento de Valdeherrera1.

El Proyecto Valdeherrera nació de la mano de los trabajos realizado en Bilbilis, iniciados en 1971, ante la necesidad de responder a una serie de preguntas surgidas durante el estudio del territorio de valle del Jalón en la antigüedad y la evolución y transformación de la sociedad celtibérica ante los nuevos modos, costumbres y comportamientos traídos por Roma. Del mismo modo nos está permitiendo conocer el proceso de ocupación y explotación de un amplio territorio situado en el valle medio del Jalón, cruce natural de caminos desde la antigüedad y por lo tanto punto estratégico de control en el proceso de conquista del interior peninsular.. (fig.1).

Su reciente declaración como BIC. (Bien de Interés Cultural) (B.O.A. nº202, del 2/12/2008) ha permitido proteger uno de los yacimientos arqueológicos más expoliados en las últimas décadas en Aragón e iniciar un proyecto que está llamado a convertirlo en un referente de la investigación, así como, tras su musealización, en uno de los principales dinamizadores culturales de la región.

Fig.1. Ubicación de Valdeherrera

* La presente comunicación se inscribe dentro de las líneas de investigación del Grupo Consolidado de Investigación VRBS, CONAI+D (Gobierno de Aragón), del Instituto IUCA (Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón) así como del programa HAR2013-48456-C3-1-P.: URBS III: Repertorios ornamentales públicos y privados en el NE de Hispania (MINECO).1 Valdeherrera se sitúa aproximadamente a 4 km al suroeste de Calatayud, en la margen izquierda del río Jiloca, junto a la carretera Comarcal A-202, próximo a su confluencia con el Jalón. Ocupa un promontorio de escasa altura (575-561 m s.n.m.) desde el que se domina a la perfección el entorno geográfico delimitado por la confluencia de ambos ríos, dos de las principales vías naturales de la antigüedad ya que a través de ellas se producía la comunicación entre la meseta, el valle del Ebro y la costa.

36 J. Carlos Sáenz Preciado, Manuel Martín-Bueno, Oscar Bonilla Santander, Claudia García Villalba, Diego Prieto González, Ángel Santos Horneros

En el momento previo a su declaración BIC, se encontraba muy alterado por diversas actuaciones, siendo la más alarmante las explotaciones agropecuarias, algunas ya paralizadas tras la declaración, impidiéndose la ampliación o instalación de otras nuevas, especialmente las explotaciones frutícolas con plantaciones e instalación de sistemas de riego por goteo. Del mismo modo los trabajos agrícolas, al igual que la apertura de caminos y pistas, han desmontado y alterado parte de los restos arqueológicos enterrado (figs. 2-4). No obstante, uno de los principales peligros para Valdeherrera, es la realización de excavaciones ilegales y la presencia de numerosos detectoristas, al tratarse de un yacimiento de sobra conocido con una larga tradición de expolio. El inicio de las campañas arqueológicas, la concienciación de los propietarios y la ya habitual presencia del SEPRONA ha frenado, que no eliminado, estas actuaciones (Sáenz y Martín-Bueno 2015 e.p.): (fig. 5).

Fig.2 Vista aérea del foso. Se aprecia su proximidad al foso, que si bien hasta el momento no lo afectado directamente en un futuro puede ponerlo en peligro. (Foto aérea F. Didierjean)

Fig.3. Destrucción de estructuras arquitectónicas producidas por la apertura de caminos y aterrazamientos

de parcelas (se observa en las dos imágenes superiores han quedado al aire varios muros).

Fig.4. Acopios de materiales constructivos procedentes de las destrucciones de muros situados en las lindes de algunas parcelas.

Fig. 5. Vista aérea de Valdeherrera desde el norte (en rojo los limites del yacimiento y en verde la delimitación del

foso). Señalado con puntos azules las zonas en las que se han identificado recientemente el uso de detectores de metales y con puntos amarillos acopios de cerámica, escorias de

hierro, etc., desechadas tras la selección del material fruto de las actuaciones ilegales (Foto aérea F. Didierjean).

37EL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE VALDEHERRERA:PASADO, PRESENTE, FUTURO

2. HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES2.1. Breve historiografíaEl Renacimiento, más abierto y con nuevas miras hacia el pasado como medio para

interpretar el presente, supuso la búsqueda y valoración de los vestigios y ruinas anti-guas. Evidentemente, Bilbilis no podía ser ajeno a ello y pasó a ser loado constantemen-te, integrándose en la historia de Calatayud. Este redescubrimiento se materializó en una serie de obras y manuscritos en las que encontramos constantes referencias a Bilbilis2

y sus tópicos, sin encontrar mención alguna sobre la existencia de una ciudad, o ruinas, en Valdeherrera3, estando ausente en la descripción que el cosmógrafo portugués Juan Bau-tista Labaña hace de Calatayud y su entorno en el Itinerario del reino de Aragón, en el que llega a desplazarse a Bilbilis el 21 de febrero de 1611, de donde elaboró dos planos muy esquemáticos de su teatro (Labaña 2005: 168, fig.40 y 149, fig.41). Este silencio o desconocimiento se mantiene en otros manuscritos como los de Baltasar Gómez de Cádiz (1650), Jerónima Escuela (1661), Miguel de Monterde (1788), entre otros.

La primera mención de Valdeherrera se debe a Vicente de La Fuente quien en 1880 en su obra Historia de la siempre augusta y fidelísima ciudad de Calatayud se refiere al yacimiento de la siguiente manera (1880: 83): “En el término de Val de Herrera se ha hallado, y aun á veces se descubren vestigios de edificios antiguos que los labradores destruyen como obstáculo a sus labores. Hallándose también monedas celtibéricas y romanas: yo poseo dos de plata, cuño de Kelsitan, halladas en aquel paraje, según dijeron las que las trajeron a vender. Esto hace conjeturar, donde solo por conjeturas se procede, que allí estuvo Platea, en el recodo del Jalón al unirse con el Giloca. Quizá algunos montones de escorias y otros indicios, hicieron llamar Val de Herrera, como quien dice ferrerías, al paraje citado. Como estaba en el llano de la vega y Bilbilis en el cerro, por eso, quizá, la llamaron Platea (Plaza o llano)”.

Tras su publicación, la vinculación entre Valdeherrera y la Platea citada en los epigramas de Marcial parecía incuestionable: (Ep. IV.55.13: Platea, que resuena por su hierro, rodeada por el Jalón que da temple a sus armas; XII.18.11: Boterdo y Platea, estos nombres tan broncos tienen las tierras celtíberas), siendo mantenido por otros historiadores locales, que como en el caso de José María López Landa, la exponen desde un punto de vista romántico (1935: 71-74): “Platea no había de ser una excepción: fue fundada a la orilla del Jiloca muy cerca de su confluencia con el Jalón, en el término que después fue llamado Cifuentes (cien fuentes) por la abundancia de sus manantiales […] Platea por lo contrario, edificada en espaciosa meseta, muy llana, muy plana, no podía pensar en causar depredaciones o molestias a sus vecinos, harto creía si conseguía que otros pueblos más poderosos la dejase tranquila […] Y hoy, cuando no quedan ya ni vestigios de viviendas, cuando el arado removió hasta los cimientos de las construcciones, el único testigo de la ciudad vieja que aun puede verse a flor de tierra, junto al cauce de una acequia, es una bala de piedra muy labrada que debió de servir de proyectil de una balista romana. Al 2 Sobre una aproximación de la historiografía de Bilbilis es recomendable: Sáenz Preciado, C. (2015): “Una revisión historiográfica de la los estudios sobre la ciudad celtibérica de Valdeherrera”, Saldvie 11 (prensa).3 Labaña, tan propenso a la mención de ruinas y restos del pasado, no hubiese dejado pasar por alto la existencia de Valdeherrera si hubiese restos visibles destacables, como parece que ya no ocurría en aquellos tiempos, lo que es lógico si contemplamos o valoramos la monumentalidad de las edificaciones de Bilbilis frente a las de Valdeherrera.

38 J. Carlos Sáenz Preciado, Manuel Martín-Bueno, Oscar Bonilla Santander, Claudia García Villalba, Diego Prieto González, Ángel Santos Horneros

desaparecer todo, aun ha quedado allí para contarnos que hasta en aquel rincón poético y risueño donde parece que debieron triscar alborozados los genios tutelares de la paz, donde la naturaleza es más llana, más suave y más tranquila, los seres humanos, siempre con asperezas, con aristas en el alma, practicaron la violencia y la matanza”.

La identificación Valdeherrera-Platea fue mantenida por José Galiay en La dominación romana en Aragón (1946: 67) descartando otras ubicaciones realizadas, al igual que Mariano Rubio, pero sin demasiados argumentos científicos, quedando afianzada ya en la erudición local y, especialmente, en el imaginario colectivo (1952: 35-36): “No lejos de la confluencia del Jalón y el Jiloca, en el término de Cifuentes, existió la localidad romana de Platea, sonora por el hierro de sus fundiciones, según atestigua Marcial en su epigrama dedicado a Lucio. Este importante barrio de Bílbilis, donde nuestro poeta dice cultivaban los bilbilitanos sus fértiles campos, debió de tener alguna importancia en el arte del comercio, a juzgar por los objetos allí encontrados, algunos de los cuales están en nuestro poder (trozos de mosaico, monedas fenicias y bilbilitanas, pesas romanas de cerámica, etc.”

La publicación por parte de Germán López Sampedro de la Carta Arqueológica del Término Municipal de Calatayud inicia una nueva fase de los estudios al mencionarla contextualizada con otros yacimientos existentes en el municipio y comarca de Calatayud (1968: 147): ”Se han encontrado restos de cerámica, algunas vasijas y ánforas casi enteras, monedas, molinos de mano, escorias de horno de fundición, etc. Sobre el terreno afloran muros de procedencia dudosa, examinados desde la superficie, piedras de yeso de las murallas, y se conoce el emplazamiento exacto de una concavidad subterránea cubierta por dos losas de piedra caliza con un pequeño orificio circular en el centro, cubierto con una esfera caliza. Cuando apareció esta cavidad, hace algo menos de diez años, se notificó a la Comisión de Excavaciones Arqueológicas, que ordenó cerrarlas hasta el momento en que pudiese ser examinada adecuadamente. Se ha supuesto se trata de alguna tumba. Dos vasijas, restos de otras, una moneda acuñada en Bilbilis, abundantes ladrillos rómbicos y otros objetos allí encontrados se hallan depositados en la Colección Arqueológica Bilbilitana”.

Tendremos que esperar hasta los años ochenta cuando Pilar Galindo (1980: 187) y Joaquín Lostal (1980: 198) establezcan una cronología republicana e imperial para el yacimiento que posteriormente serán matizadas a partir de otros trabajos de Almudena Domínguez (1983: 24-25), quien sugirió la posibilidad de localizar en el lugar la ceca de Sekaisa, teoría hoy superada, o la posible existencia de talleres itinerantes que hay que relacionar con las guerras sertorianas (Domínguez y Galindo: 1984: 64).

En esta misma década encontramos las primeras precisiones acerca de la extensión de la ciudad debidas de nuevo a Pilar Galindo y Almudena Domínguez (1985: 585-597), quienes a partir del estudio de materiales superficiales establecieron también una cronología para entre el siglo III a.C. y el siglo II o inicios del III d.C., con el auge de la población principalmente entre los siglos II-I a.C. Posteriormente, tras estudiar de varias colecciones numismáticas privadas, prolongaron la ocupación de la ciudad hasta finales del siglo IV (Domínguez y Galindo 1984: 63-103).

Los trabajos de Francisco Burillo en los años ochenta supusieron un replanteamiento a la hora de ubicar la Bilbilis indígena en Valdeherrera, basándose en la cercanía existente

39EL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE VALDEHERRERA:PASADO, PRESENTE, FUTURO

entre ambas, lo que hacía improbable su coexistencia, ya que ello suponía no solo la competencia por los recursos, sino también por la administración y control del territorio (Burillo y Ostalé 1983-84: 288-303). La principal argumentación era la aplicación de la teoría del lugar central, y la inexistencia de restos celtibéricos significativos en el Cerro Bámbola, siendo mantenido hasta la actualidad en la mayor parte de sus trabajos (Burillo 1988; 2007; etc.)4.

Los trabajos arqueológicos realizados en distintos solares del casco antiguo de Calatayud, han supuesto un nuevo punto de inflexión tras el descubrimiento de un oppidum fechado con anterioridad al siglo III a.C. desarrollado en torno al Castillo de Doña Martina con una fase de expansión urbana que perdurará hasta el siglo II a.C., momento en el que es destruido de forma violenta (Royo y Cebolla 2005: 157-159; Cebolla y Royo 2006: 281-290). Según los autores, tras su destrucción, que es denominado por ellos como Bilbilis I, se trasladará la ciudad a Valdeherrera o Bilbilis II, de donde se desplazará posteriormente al Cerro Bambola o Bilbilis III.

Frente a este planteamiento, del que disentimos, nos encontramos con que en las excavaciones realizadas en Bilbilis se ha producido el hallazgo en los cerros de Bámbola y San Paterno de niveles y estructuras celtibéricas datados ya a inicios del siglo II a.C., lo que nos permiten establecer la existencia de una ciudad previa a la conquista romana y que identificamos con la Bilbilis celtibérica (Martín-Bueno, Sáenz y Uribe 2003: 357-360; Martín-Bueno y Sáenz 2004: 474 ss.).

Estos descubrimientos nos permiten reflexionar sobre la correcta ubicación de la Bilbilis celtibérica de las fuentes. Por todo ello no queda más remedio que hacer un nuevo replanteamiento del problema de la ocupación de territorio en época celtibérica a partir de los restos y contextos arqueológicos, ya que las fuentes escritas poco más pueden aportarnos.

2.2. El Proyecto ValdeherreraEl proyecto de investigación se ha desarrollado en varias fases debiendo destacarse que

entre los años 2005-2009 se trabajó conjuntamente con el Centro Ausonius de la Université Michel de Montaigne Bordeaux 3 con la colaboración del Centre Littoral de Géophysique de La Universidad de La Rochelle, siendo a partir de 2010 coordinado desde la Universidad de Zaragoza por los firmantes de esta comunicación. Los trabajos se han estructurado en tres fases5:

Fase 1: Entre los años 2005-2009 se desarrolló un amplio programa de prospección, que abarcó la totalidad del yacimiento y su entorno. Del mismo modo se efectuaron campañas de estudios geofísicos (2006-2008) que cubrieron el 25% del yacimiento, teniendo previsto su ampliación en un futuro próximo.

4 A estos trabajos hay que añadir una serie de síntesis sobre numismática, o sobre la problemática de la ciudad celtibérica y su territorio, que no hacen más que incidir sobre estos aspectos, sin entrar en discusión en el nombre u origen-vinculación entre las distintas Bilbilis y los yacimientos conocidos en la zona, simplemente se plantea tal problemática y se inciden en otros aspectos de carácter urbano y las peculiaridades de cada uno de ellos, tal es el caso de los trabajos de José Ángel Asensio (1995: 304-310) y Carlos Caballero (2003: 35-36), entre otros.5 Este desarrollo fue presentado, exponiéndose la Fase 3, en el I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés celebrado recientemente en Zaragoza (24-25 de noviembre, 2015)

40 J. Carlos Sáenz Preciado, Manuel Martín-Bueno, Oscar Bonilla Santander, Claudia García Villalba, Diego Prieto González, Ángel Santos Horneros

Fase 2: En esta fase se desarrollan las excavaciones centradas en dos parcelas: la primera, Parcela 300 de propiedad municipal, permitió conocer parte del trazado de la muralla y del acceso sur que ya nos era conocido gracias a los estudios geofísicos; la segunda, Parcela 296 situada en la zona central del promontorio6, concentra actualmente los trabajos de excavación. Actualmente continúan los trabajos geofísicos y los trabajos de fotogrametría con tratamientos digitales de las imágenes obtenidas, etc.

Fase 3: Se iniciará en 2016 con el estudio de la puesta en valor del yacimiento y del diseño de un plan director. Del mismo modo se pretende realizar, dentro de las posibilidades económicas y de los presupuestos disponibles, una primera fase de consolidación de las estructuras descubiertas, especialmente los pavimentos de opera signina encontrados, así como alcanzar acuerdos con propietarios para la cesión o adquisición de nuevas parcelas con el fin de realizar una reserva arqueológica.

3. EL YACIMIENTO DE VALDEHERRERAFruto de las prospecciones realizadas desde el 2005, y a pesar de la destrucción que

sufrió la zona norte durante la construcción de la autovía A-2 en los años ochenta, se ha podido delimitar un asentamiento de 45 ha (con foso) que hacen que sea uno de los mayores de la Celtiberia (fig.5) . No obstante, hay que matizar que estamos hablando del yacimiento en sí, y no de las distintas ciudades que existieron en el promontorio de manera diacrónica.

El yacimiento presenta un recinto amurallado de 3.100 m teóricos adaptados perfectamente a la orografía del terreno, conservándose parte de lienzo exterior en los lados sur y oeste del promontorio (fig. 6). El foso se aprecia perfectamente a través de la fotografía aérea y a simple vista, principalmente en su trazado suroeste y sur, si bien en general está muy colmatado por antiguas labores agrícolas, encontrándose muy alterado en el trazado sureste por la presencia de una explotación frutícola que en su momento efectuó amplios aterrazamientos. La anchura del foso es bastante desigual variando entre los 20/22 m en la zona noroeste, 46 m en la zona occidental, ampliándose hasta los 60 m en la zona sur, siendo su longitud original de 1.800 m incluido el trazado desaparecido (fig.7). Estas dimensiones deben entenderse como la anchura defensiva global de tal manera, que el estudio geofísico realizado en la zona sur nos presenta un doble foso y un posible campo, de piedras hincadas, lógico si pensamos que nos encontramos con la zona más expuesta del promontorio y por lo tanto hubo que dotarla de mayor infraestructura defensiva. La zona oriental carecería de foro por la presencia de un escarpe a cuyo pie se extiende la vega del Jiloca que lo hace innecesario.

El promontorio presenta varias etapas de ocupación, según se desprende de los trabajos arqueológicos realizados. La primera fase corresponde a un pequeño poblado del Bronce Final (Martín-Bueno y Sáenz 2013: 28-30), que, al igual que otros similares del entorno ubicados en pequeños altozanos fácilmente defendibles y próximos a los cauces fluviales que viviría de la explotación de los recursos más próximos siendo un horizonte similar al de otros poblados localizados en la comarca como en Calatayud (Cebolla et alii. 1997: 89-98) y Segeda (Picazo 2006: 189-195).6 La parcela fue donada desinteresadamente por la familia Esteban-Sánchez, descendientes de Manolo Esteban “el Pesete” y Pilar Sánchez “la Blanquilla”.

41EL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE VALDEHERRERA:PASADO, PRESENTE, FUTURO

La ubicación de Valdeherrera en la confluencia de la desembocadura del río Jiloca en el Jalón, dominado los recursos del entorno, lo terminaría por conferirle un importante valor al controlar un estratégico cruce de caminos, que permite entender su posterior desarrollo y la importancia alcanza en época celtibérica, momento en el que se documentan dos periodos de ocupación diacrónica: la primera corresponde con Valdeherrera I situada al norte del promontorio durante los siglos V/IV al II a.C., cuya destrucción, al igual que otras ciudades de su entorno como Segeda I y el oppidum de Calatayud, hay que ponerla en relación con los acontecimientos desencadenados por la campaña de Nobilior que culminó en el 133 a.C. con la conquista y destrucción de Numancia. Vinculado a algún momento de estos acontecimientos, la ciudad es destruida y tras la posterior pacificación del territorio, más que reconstruida, será refundada al sur del promontorio, desplazándose unos centenares de metros, dando origen a Valdeherrera II.

La nueva ciudad se desarrollará a partir de una planificación urbana que seguirá el modelo implantando en el territorio por las fundaciones promovidas por Roma, adoptándose desde un primer momento por las élites locales la formas de vida de sus conquistadores, extendiéndose posteriormente al resto de la población, siendo los conjuntos pictóricos y musivarios de las ínsulas de Valdeherrera un claro ejemplo de ello. Las excavaciones han permitido establecer una planificación ortogonal según lo modelos itálicos impuestos por Roma en los territorios recién conquistados y bajo su administración. Este segunda ciudad presenta una extensión de 25 ha (sin foso) que la convierten en una de las principales ciudades celtibéricas de la región, con una extensión similar a la de Contrebia Belaiska (20 ha), Tiermes (21 ha) y Ocilis (20 ha).

Los trabajos arqueológicos desarrollados hasta la actualidad, especialmente los geofísicos, han permitido documentar dos puertas de carácter monumental, si bien únicamente la ubicad al sur del promontorio ha sido excavada parcialmente (Martín-Bueno et al. 2009: 431, fig.10). Los ya mencionados trabajos geofísicos desvelaron una serie de estructuras precedidas de un complejo sistema de fosos complementados con un posible campos de piedras hincadas. La segunda puerta se localizó en a Puerta Este de Valdeherrera es pues una entrada monumental y constituye seguramente el acceso principal del yacimiento desde el valle del Jiloca, en el que se encontraba el principal eje de comunicación de la zona. La complejidad de las construcciones, descubiertas gracias

Fig. 6. Distintas vistas de la muralla en su trazado occidental.

Fig. 7 Detalle del trazado occidental de foso. Se aprecia como ha sido retallado en los conglomerados naturales (mallacán)

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a la prospección geofísica (Martín-Bueno et al. 2009; Krausz et al. 2012: 44-46 fig.12), permite suponer ha conocido varias fases de edificación, incluso de monumentalización acorde a su ubicación e importancia en el entramado amurallado de la ciudad

Los trabajos de excavación realizados desde 2008 en la Parcela 296, en donde con antelación se habían realizado unos exhaustivos trabajos de prospección geofísica Martín-Bueno et al. 2009: 437, fig.17; Krausz et al. 2012: 44-46 fig.12) han delimitado parte del recinto urbano de la ciudad. Hasta el momento se han identificado 4 ínsulas (fig. 8), con sus correspondientes calles porticadas con anchuras similares de 26 o 28 pies, (7,8 – 8.40 m). Estas calles fueron pavimentadas mediante un compacto firme de guijarros procedentes del triturado del mallacán vuelto a mezclar con cal y arena, lo que le proporcionaba una gran consistencia. Hay que destacar la presencia de pasos elevados en las cuatro esquinas efectuados mediante grandes sillares rectangulares de yeso bandeado de 1,20 m x 0,45 m (4 x 1,5 pies) separados entre sí aproximadamente 0,60 m., colocados a la misma altura de la acera lo que permitía el acceso entre los margines sin pisar la calle, apreciándose en sus esquinas, como en el firme del vial, el desgaste y las rodadas dejadas por los carros que circulaban por ella (fig. 9).

La más completa es la II que se distribuye tres domus de planta itálica ricamente decorada con pavimentos de opera signina (fig. 10) y de mortero blanco, a los que hay que añadir conjuntos pictóricos pertenecientes al segundo estilo, destacando el que cubría uno

de los cubicula de la Domus 1 por su carácter excepcional: un techo decorado con casetones decorados en el centro con rosetas moldeadas fechado en el último cuarto del siglo II a.C., tratándose del ejemplo más antiguo de cuantos se han conservado en la Península. La ínsula presente en su ángulo noroccidental una zona artesanal, cuya función no ha podido ser concretada, pero la presencia de abundantes escorias y cenizas, así como el suelo que se encuentra parcialmente quemado, permite relacionarlo con una fragua, herrería o similar.

Las ínsulas fueron edificadas a finales del siglo II a.C.. Se aprecian numerosas modificaciones estructurales con aperturas y tapiados de puertas y alguna superposición de pavimentos. La construcción de estas domus se efectuó básicamente mediante zócalos de 30 ó 45 cm de anchura de sillares de yeso bandeado recrecidos con abobe y

Fig.8. Vista aérea del sector excavado en la Parcela 296 (Fot. L. Lanteri y C. Vaccarella)

Fig.9. Cruce de la calle norte y oeste. El resultado es un espacio de casi 50 m2 cruzado por pasos elevados en sus esquinas.

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revestidos mediante manteados de barro encalados o pintados principalmente de manera monocromática.

Valdeherrera II sería destruida, al igual que Segeda II, durante las guerras sertorianas, según se desprende del relato de Estrabón que nos narra la encarnizada disputa entre Sertorio y Metelo por el control del territorio (G. III,4.13). Este suceso queda confirmado por el hallazgo de numerosos glandes de honda y algunos proyectiles de escorpiones, etc., No obstante, esta zona de la ciudad parece que no sufrió incendio, como se ha podido documentar en otros sectores, lo que posibilitó la recuperación de los objetos muebles, prácticamente ausentes en la excavación, más allá de los grandes recipientes de almacenajes difíciles de trasladar.

Desaparecidos estos centros urbanos, sus funciones serán absorbidas por la Bilbilis Italica, que se convierte en el único centro político, administrativo y económico del territorio, encumbrada desde un papel secundario durante las guerras celtibéricas y de mayor relevancia durante las sertorianas, siendo poco después, ya en época auguastea, promovida al rango de municipium ciuium romanorum, como nos menciona Plinio (Nat., 3.3.4), pasando ya ser el incuestionable centro político y capital de la comarca, quedando bajo la administración de Caesaraugusta, capital conventual.

Tras la destrucción de Valdeherrera II su continuidad se limitará en época altoimperial a un asentamiento rural menor, tal vez una villa, que ocupará parte del solar perdurando perdurará hasta el siglo V o inicios del siglo VI explotando las tierras más próximas de la rica vega del Jiloca. Finalmente, la zona central de la ciudad, ya en ruinas, será ocupada por una maqbara o cementerio musulmán fechada en la segunda mitad del siglo IX, cuyo descubrimiento ha supuesto un hito en la investigación histórica de la ocupación islámica del territorio y del origen de la Qal’at Ayyub islámica, confirmando lo que las fuentes escritas musulmanas narraban y que apenas había sido valorado (Sáenz y Martín-Bueno 2013: 153-171) (fig. 11).

Tras la finalización de la campaña de 2015 se han localizado hasta el momento 99 tumbas siendo simples fosas de unos 40 ó 50 cm de anchura abiertas en los niveles de destrucción y abandono de las viviendas de la ciudad sertoriana, perforando en algunos casos pavimentos de las estancias y el firme de la calle. La necrópolis está perfectamente organizada en un espacio abierto, como en la mayoría de las maqabir peninsulares, sin cercados o delimitaciones que la circunden, con las sepulturas alineadas dispuestas en

Fig.10. Pavimento decorativo de mortero blanco teselado del Cubiculum 1 de la Casa 1.

Fig.11 Detalle de la maqbara musulmana Se aprecia como las cubiertas de las tumbas han sido realizadas mediante lajas de yeso.

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varias calles paralelas de circulación por las que transitan los cortejos funerarios y los visitantes.

Los enterramientos presentan un esquema sobrio y sencillo según marcan los preceptos religiosos de la doctrina malikí difundida en al-Andalus, presentando la orientación de las cabeceras un arco bastante homogéneo entre 285º-300º, con algunas excepciones. Esta orientación queda condicionada por la disposición urbana de la ciudad indígena, ya que la mayor parte de las tumbas se disponen de forma paralela a los muros perimetrales de la ínsula (ONO–ESE), y por extensión de la calle, lo que condiciona su orientación determinando su disposición que coincide aproximadamente con la orientación marcada por los preceptos coránicos (Sáenz y Martín-Bueno 2013)7.

Las losas de cubrimiento proceden de la partición de los bloques alabastrinos empleados en los zócalos de las viviendas, de ahí que su ausencia en algunas zonas de la ínsula excavada, especialmente en su zona noreste, sea una consecuencia del expolio y reutilización de los sillares para esta función. Posteriormente se cubría la tumba con tierra, quedando visible la cresta de la cubierta.

La datación de la maqbara, al carecer de ajuares y elementos asociado, como marcan los preceptos coránicos, se ha realizado mediante análisis de C14 que una vez calibrado la datan en la segunda mitad del siglo IX.

La ausencia de cualquier otro elemento cultural islámico en el promontorio, nos hace descartar descartado un asentamiento islámico permanente en Valdeherrera o en su entorno más inmediato, vinculando la necrópolis con Qal’at Ayyub y los sucesos derivados del control musulmán de estas tierras y la disputa existente entre sus distintas facciones, relacionándolo con la rebelión de los Banu Qasi contra Muhammad I, la repoblación musulmana de la zona con la creación de varios husun (Somed, Daroca, Furtsh, etc.) y la llegada, y posterior asentamiento, del clan yemení de los tuyibies fieles a los omeyas (Sáenz y Marín-Bueno 2013: 166-169).

5. CONCLUSIONESValdeherrera se ha convertido en uno de los principales elementos y recursos

patrimoniales de Calatayud y su comarca. Es un yacimiento con grandes expectativas de cara al futuro tras su musealización y puesta en valor, llamado a convertirse en uno de los principales referentes arqueológicos del territorio junto a Bilbilis y Segeda.

Su estratégica situación la convierte en pieza básica para conocer como se desarrolló la transformación del territorio tras la llegada de Roma, su conquista y cómo los pueblos celtíberos y sus élites se adaptaron asimilando la nueva cultura, siendo los conjuntos pictóricos y musivarios un claro ejemplo de ello.

La valoración de Valdeherrera, más allá de las descripciones identificaciones y suposiciones realizadas con anterioridad, descartada que sea la Platea de Marcial, nos presenta una ciudad celtibérica cuyas dimensiones hablan por sí mismas. Sus dos fases y sus dos destrucciones violentan refuerzan su importancia y el papel que debió jugar en los siglos II y I a.C. tomado parte, de una manera u otras en las guerras celtibéricas y en 7 Un avance del estudio antropológico realizado por el Dr. Enrique García Francés se ha presentado en estos mismos encuentros, debiendo consultarse como complemento a nuestra comunicación.

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el posterior conflicto sertoriano estando muy vinculada con el bando sertoriano, según se desprende de los conjuntos mentales descubiertos vinculados con la ceca de Bolskan-Osca, capital sertoriana en donde no hay que olvidar instaló su senado.

El desarrollo y progresivo desarrollo estatutario de la cercana Bilbilis, desde la Bilbiliz celtibérica, pasando a la Bilbilis Italica y finalmente al Municipium Augusta Bilbilis, condicionar su desarrollo, muy complicado tras su destrucción durante el conflicto sertoriano del que ya no de recuperó. Únicamente una parte del sureste del promontorio será ocupado en época altoimperial por un pequeño asentamiento rural o villa, hasta el momento de difícil valoración, localizándose recientemente al norte otras dependencias agrícolas, lo que nos permite pensar en una nueva ocupación dispersa que se mantendrá hasta finales del siglo V, según se desprende de los hallazgos monetales realizados.

La ubicación de un maqbara musulmana fechada en la segunda mitad del siglo IX supone el final de la ocupación del promontorio, siendo Qal’at Ayyub la población que a partir de ahora, ya desaparecida también Bilbilis en época bajoimpeirial, actuaría de centro económico y administrativo de la comarca.

No cabe duda que los trabajos en Valdeherrera, así como el descubrimiento de un oppidum en Calatayud, la confirmación de la Bilbilis indígena en el Cerro Bámbola, sin olvidar la proximidad de Segeda, Mundobriga (Munébrega) y Aratikos (Aranda), hace que deba replantearse la ocupación del territorio en época celtibérica, así como la sostenibilidad de todas estas ciudades que llegaron a convivir en un momento dado. Queda claro que la Bilbilis Italica promovida posteriormente a Municipium Augusta Bilbilis sustituyó a todas ellas como centro neurálgico de la comarca.

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