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El mérito escolar como medio de dominación: la reproducción social y la distribución de los bienes educativos. Prof. Lic. Alberto Horacio Rodríguez [email protected] Resumen Samuel Bowles y Herbert Gintis, economistas estadounidenses, realizan en La instrucción escolar en la América capitalista (1985) una contribución muy interesantes a la sociología de la educación. Parten del estudio del fracaso de las reformas de la educación secundaria estadounidense, inspiradas por una matriz liberal, teniendo como objetivo, establecer una educación con fuerte énfasis en valores democráticos y liberadora de la personalidad individual. La desigualdad económica y los niveles educativos de desarrollo alcanzados por los estudiantes van a venir marcados en primera instancia por el mercado, la propiedad y las relaciones de poder que definen el sistema capitalista. Lo que hacen las instituciones de enseñanza es estructurarse de acuerdo a unas modalidades curriculares y a unas estrategias organizativas destinadas a jerarquizar y a distribuir meritocráticamente a cada persona en el interior de la red de ocupación, que también está diseñado jerárquicamente. Se analizará críticamente, pues, la teoría de la correspondencia de Bowles y Gintis, centrándome en el planteamiento de Michael Walzer, en especial a sus conceptos de bien social, igualdad compleja y tiranía para demostrar que la escuela no tiene como propósito reproducir a los grupos sociales con fines jerárquicos, pues no tendría sentido intentar analizar los principios distributivos internos del bien social educación. Introducción

El mérito escolar como medio de dominación

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El mérito escolar como medio de dominación: la reproducción social y la

distribución de los bienes educativos.

Prof. Lic. Alberto Horacio Rodríguez

[email protected]

Resumen Samuel Bowles y Herbert Gintis, economistas estadounidenses, realizan

en La instrucción escolar en la América capitalista (1985) una

contribución muy interesantes a la sociología de la educación. Parten

del estudio del fracaso de las reformas de la educación secundaria

estadounidense, inspiradas por una matriz liberal, teniendo como

objetivo, establecer una educación con fuerte énfasis en valores

democráticos y liberadora de la personalidad individual. La desigualdad

económica y los niveles educativos de desarrollo alcanzados por los

estudiantes van a venir marcados en primera instancia por el mercado,

la propiedad y las relaciones de poder que definen el sistema

capitalista. Lo que hacen las instituciones de enseñanza es

estructurarse de acuerdo a unas modalidades curriculares y a unas

estrategias organizativas destinadas a jerarquizar y a distribuir

meritocráticamente a cada persona en el interior de la red de

ocupación, que también está diseñado jerárquicamente.

Se analizará críticamente, pues, la teoría de la correspondencia de

Bowles y Gintis, centrándome en el planteamiento de Michael Walzer, en

especial a sus conceptos de bien social, igualdad compleja y tiranía

para demostrar que la escuela no tiene como propósito reproducir a los

grupos sociales con fines jerárquicos, pues no tendría sentido intentar

analizar los principios distributivos internos del bien social

educación.

Introducción

La Teoría de la Correspondencia En el año 1976, se edita por primera vez La instrucción escolar

en la América capitalista, obra correspondida a los economistas Samuel

Bowles (EE.UU. 1939) y Herbert Gintis (EE.UU. 1939). Este libro, con

una anchurosa revisión histórica y con abundantes estadísticas,

desarrolla la teoría de la correspondencia. Ésta teoría explica que,

hay una correspondencia entre la disposición de la escuela y el

universo del trabajo en la economía capitalista. Dicha correspondencia,

se caracteriza por la subordinación y la dominación.

Como antecedente a La instrucción escolar en la América

capitalista, la investigación de F. W. Jackson, La vida en las aulas de

1968, muestra la cotidianidad de las instituciones educativa. La

escuela se organiza de acuerdo a códigos con características de

desigualdad de poder entre docentes y estudiantes. Dichos códigos tiene

como propósito, transformar a los educandos en los modelos que los

adultos les imponen. A pesar de la existencia de profesores y

profesoras con valores democráticos, que respetan el contexto y cultura

de los niños, niñas y adolescentes, según Jackson, sus competencias son

un símil con los guarda cárceles (Jackson, 1992:48) Los premios y

castigos suelen estar anudados al éxito y conectados muy estrechamente

con lo que él denomina curriculum oculto. Lo oculto en el curriculum,

es esa composición de potencia del elogio y el poder para moldear

características específicas en la vida colectiva del aula. Cada

estudiante, debe dominar y practicar de forma eficaz este currículum

oculto de la escuela, en oposición al curriculum oficial, que hace

hincapié en las instancias académicas.

Bowles y Gintis, aprovecharán el concepto de curriculum oculto,

como recurso para explicar la reproducción, cohesión y estabilidad de

las relaciones sociales de producción y distribución.

En la Teoría de la Correspondencia, para hacer segura la reproducción

del sistema económico, no interesan demasiado los contenidos formales

de la enseñanza, es decir, los contenidos que divulgan los textos,

apuntes, libros… Adquieren una exclusiva importancia, las experiencias

cotidianas, a través de las estrategias de enseñanza y aprendizaje que

se viven dentro de las aulas, en lenguaje de Jackson, el currículum

oculto.

El sistema educativo ayuda a integrar a la juventud al sistema

económico, creemos, a través de la correspondencia estructural

entre sus relaciones y las de la producción. La estructura de las

relaciones sociales de la educación no sólo acostumbra al

estudiante a la disciplina en su puesto de trabajo, sino que

desarrolla los tipos de comportamiento personal, formas de

presentación propias, imagen de sí mismo, e identificaciones de

clase social que son ingredientes cruciales para la idoneidad para

el puesto. Concretamente, las relaciones sociales de la educación.

las relaciones entre administradores y maestros, maestros y

estudiantes, estudiantes y estudiantes, y estudiantes y su trabajo,

son una réplica de la división jerárquica del trabajo (Bowles y

Gintis, 1985: 175-176)

Las facultades cognitivas y afectivas desarrolladas, como las

destrezas técnicas, auxilian a la construcción de una subjetividad, que

expresamente van a cooperar para legitimar y naturalizar, la existencia

de desigualdades sociales y económicas.

Las formas de premios y castigos, de incentivar y de reprobar del

sistema escolar van instaurando, la huella de características

personales que requiere el mundo económico (Bowles y Gintis, 1985: 177)

Los empresarios y otras elites sociales, han usado a las escuelas para

la legitimación de la desigualdad, a través de un dispositivo

claramente meritocrático y racional, para la ubicación de individuos en

funciones económicas. Las escuelas fueron abusadas, para la fecundación

de tipos rentables de conciencia y conducta de los trabajadores,

mediante una correspondencia entre las relaciones sociales de la

educación y las de la vida económica. Además, los padres o adultos

referentes, los/las estudiantes, los sindicatos y gremios de

trabajadores, los afroamericanos, las minorías étnicas, las mujeres y

otros grupos, han procurado utilizar a las escuelas, para alcanzar sus

propios objetivos: seguridad material, cultura, una distribución más

justa de las recompensas económicas y una ruta para el desarrollo

personal que no conduce a las ganancias, sino a una vida más plena

(Bowles y Gintis, 1985:136)

Igualdad vs mérito: el proceso de reproducción El diseño de Bowles y Gintis, tiene su ancla, en la desigualdad

dentro del capitalismo. Ésta, no reside en insuficiencias de tipo

individual, como supone la visión liberal de la educación, sino en la

estructura de la producción y en las relaciones de propiedad. Por ello,

su categorización de la educación como reproductora de la desigualdad,

a través de la legitimación de la asignación de individuos a posiciones

económicas, a partir de méritos visiblemente objetivos, como forma

simbólica en el proceso de legitimación en la educación.

En este proceso de legitimación de la tendencia meritocrática, la

apología de la desigualdad, debe supeditarse cada vez más de las

desigualdades educativas y diferencias de clase social. Aún cuando

los/as trabajadores/as, las minorías sociales y otros grupos han

luchado, muchas veces con éxito, para atenuar la desigualdad educativa,

tuvieron pocos logros con la desigualdad económica misma. Esto ha

llevado a un aumento de los conflictos en la educación, y ha impulsado

más dudas sobre la justicia del proceso de distribución de ingresos,

socavando, al mismo tiempo, la filosofía educativa tradicional (Bowles

y Gintis, 1985: 168)

Entonces, Bowles y Gintis intitulan proceso de reproducción, a

los mecanismos explícitos constituidos para mantener y ampliar los

patrones dominantes de poder y privilegio (Bowles y Gintis, 1985: 170).

Las relaciones sociales necesarias, para avalar las ganancias del

capital y el encasillado de la mano de obra, son correspondencias de

interés para su análisis sobre educación. Estas relaciones, pues,

comprenden los patrones de dominación y subordinación del proceso de

producción, la distribución de la propiedad de los recursos

productivos, y los grados de distancia social y solidaridad entre los

distintos segmentos que componen la población trabajadora. El sostén de

esta persistencia, se consigue por la ley y por el poder coercitivo.

Pero además, junto a ello, la conciencia de los trabajadores es crucial

para la perpetuación, validación y buen funcionamiento de las

instituciones económicas. La reproducción de las relaciones sociales de

la producción depende de la reproducción de la conciencia (Bowles y

Gintis, 1985: 146).

Cada individuo, se percibirá armónico con el sistema económico,

cuando sus necesidades advertidas sean conformes con la pautas de

satisfacción que dicho sistema pueda proporcionar objetivamente.

Las relaciones sociales de la producción son reproducidas, en

parte, mediante la armonía entre las necesidades que genera el

sistema social y los medios que tiene a su disposición para

satisfacer dichas necesidades (Bowles y Gintis, 1985: 171)

Según Bowles y Gintis, las instituciones educativas auxilian de

cuatro maneras a la consecución de los objetivos de la clase dominante

en la política educativa:

1. produciendo muchas de las capacidades cognoscitivas y técnicas

requeridas para un rendimiento laboral adecuado;

2. legitimando la desigualdad económica;

3. produciendo, recompensando y etiquetando las características

personales que son relevantes para la distribución de puestos en

la jerarquía; y

4. reforzando la conciencia estratificada en la que se funda la

fragmentación de las clases económicamente subordinadas.

Con miras a reproducir las relaciones sociales de la producción, el

sistema educativo debe intentar enseñarle a la gente a ser

convenientemente subordinada y a rendirle una conciencia lo

suficientemente fragmentada como para excluir la posibilidad de que

se una para conformar su propia existencia material. Las formas de

conciencia y conducta alentadas por el sistema educativo han de ser

enajenadas en sí mismas (Bowles y Gintis, 1985: 175)

Concluyen, Bowles y Gintis manifestando que los modelos

diferenciales de socialización de las escuelas, a las que concurren

estudiantes de clases sociales diferentes, no surgen por accidente.

Esto es una repercusión, de los objetivos y las certidumbres

educativas de los administradores, profesores/as y padres o adultos

referentes. Las respuestas de los/las estudiantes a variados esquemas

de enseñanza y control, difieren para estudiantes de diferentes clases

sociales (Bowles y Gintis, 1985: 177). Esta conciencia de las

diferentes franjas de ocupación, que proceden del entorno cultural y de

la experiencia laboral, es primordial para el sostén de la

correspondencia que venimos describiendo. Además, la desigualdad de

recursos financieros destinados a las distintas escuelas, fortifica las

diferencias de las relaciones sociales de la escolaridad.

Por último, una cita de Bowles y Gintis que demuestra la relación

dialéctica entre educación y sociedad capitalista,

(…) el carácter cambiante del conflicto social, enraizado en los

cambios de la estructura de clase y en otras relaciones de poder y

privilegios, ha dado por resultado la reorganización periódica de

las instituciones educativas. Al mismo tiempo, el sistema educativo

ha evolucionado en formas que intensifican y politizan las

contradicciones y conflictos básicos de la sociedad capitalista

(Bowles y Gintis, 1985: 198)

La teoría de justicia de Michael Walzer Michael Walzer (EE.UU. 1935 - 2002), calificado dentro de la

corriente de pensamiento comunitarista, publicó su obra cumbre Las

Esferas de la Justicia (1983).

Como rasgo fundamental, los comunitaristas afirman que los liberales

admiten erradamente la capacidad del individuo para la

autodeterminación, descuidando las realidades sociales o grupo de

pertenencia dónde dicha capacidad puede practicarse de un modo

significativo (Kymlicka, 1995: 219)

Sobre el bien común, los comunitaristas sostienen que la forma de vida

de la comunidad compone el asiento para una valoración social de lo

ético, y la cuantía que se confiere a las preferencias de un individuo

estriba en la medida en que dicha persona se adecue o contribuya a este

bien común, de los objetivos sociales, de las prácticas tradicionales y

de las virtudes como la solidaridad y la cooperación (Kymlicka, 1995:

228).

Los bienes sociales

Para tener, como marco teórico, una teoría de la justicia de

Walzer y analizar la teoría de correspondencia de Bowles y Gintis,

debemos como primer paso, comprender los bienes que una teoría de la

justicia distribuye en virtud de sus propios principios

(…) bienes sociales distintos deberían ser distribuidos por razones

distintas, en arreglo a diferentes procedimientos y por distintos

agentes; y que todas estas diferencias derivan de la comprensión de

los bienes sociales mismos, lo cual es producto inevitable del

particularismo histórico y cultural (Walzer, 1993: 19)

El requerir de un conjunto independiente de procesos

distributivos, tiene su prioridad en el pensamiento de Walzer. En

principio, reconociendo que los principios distributivos son

diferentes para cada tipo de bien social, y luego; reconociendo que

aquellos principios distributivos correspondientes a un bien social

determinado, son expresiones de significados sociales de una comunidad

específica.

Cada bien social debiera gozar de un criterio distributivo

autónomo, de modo que la jerarquía alcanzada en una esfera de la

sociedad, por ejemplo, la obtenida por un médico en el área de salud,

después de haber pasado por todo el sistema educativo en su formación

profesional, no podría traducirse en ventajas relativas a otra, por

ejemplo, poder o riquezas.

Ningún bien social X ha de ser ditribuido entre hombre y mujeres

que posean algún otro bien Y, simplemente porque poseen Y, sin

tomar en cuenta el significado de X (Walzer, 1993:33)

Ningún bien social, pues, resulta preponderante sobre los demás.

La justicia, acorde a Walzer, requiere la consideración de la

diferencia, concluyendo que bienes diferentes, distibuidos por

diferentes razones, en diferentes grupos sociales, contribuyen a

desarrollar una sociedad justa. La distribución igualitaria para todos

y todas, en toda circunstancia histórica y coyuntural, habilita un

desenlace de situaciones injustas.

Tiranía e igualdad compleja

Toda idea de justicia parte de una forma específica de pensar la

igualdad. Walzer piensa la igualdad como una igualdad compleja, en

oposición al concepto de igualdad que él califica como simple. Para

vislumbrar esta diferencia es ineludible considerar que para este

autor, el valor de la igualdad no puede desligarse del pluralismo,

tanto de bienes como de criterios de distribución. La igualdad simple,

presume la presencia de un único criterio universal de distribución

aplicable indistintamente a todo tipo de bienes. En oposición, la

igualdad compleja, considera la diversidad de bienes sociales que se

intercambian dentro de una sociedad, cada uno de los cuales constituye

de por sí una esfera independiente dentro de la cual se establecen los

criterios normativos de distribución.

Los múltiples bienes colectivos que se intercambian, producen y

consumen dentro de una sociedad y a los que el valor de la justicia

intenta ordenar, están asociados a una diversidad de procesos, agentes

y criterios de distribución.

Walzer, para lograr una idea adecuada de la justicia distributiva,

toma, como ya hemos señalado, como punto de partida el carácter

particular, histórico y la pertenencia a una comunidad concreta de

quienes buscan criterios de justicia adecuados a determinados bienes.

El asunto coyuntural, en relación con la justicia, alude a la elección

que harían personas que, dentro de su contexto societal y/o cultural,

se han propuesto compartir sus bienes.

El principio que Walzer intenta sustentar, es que en su misma

organización, los principios de justicia son plurales, y por lo tanto,

la distribución de los bienes sociales ha de obedecer a diversas

lógicas. Todas estas diferencias proceden de una comprensión distinta

de los bienes sociales mismos, resultado inevitable del proceso

particular, histórico y cultural en que están insertos los sujetos,

vinculados a sus respectivas comunidades. Entonces, cada bien social,

se administra en una esfera que maniobra bajo principios distributivos

internos, manifestación de los significados sociales de una comunidad.

V.G., que todos los niños y niñas, futuros ciudadanos/as, necesiten

educarse sin distinción de clases (esfera de la educación).

Walzer explica que la generalidad de sociedades, a lo largo de la

historia, se organiza alrededor de un conjunto de bienes sociales

dominantes. Éstos intervienen en la designación de valor de todas las

restantes esferas de distribución.

Un bien social dominante, sería pues, aquel bien que sólo por su

posesión, faculta obtener de una amplia serie de bienes distintos,

cuyos principios de distribución internos son diferentes y ajenos al

criterio de éste. V.G., el conocimiento técnico, dónde cada uno de

ellos en períodos históricos diferentes, ha sido dominante; y cada uno

ha sido acaparado por algún grupo social dominante. Por lo tanto, todo

lo virtuoso es obtenido por aquellos que dominan el bien supremo. Al

poseer este bien supremo, todos los demás de obtiene por añadidura

(Walzer, 1993: 24)

Los principios distributivos internos de cada bien social, opina

Walzer, deberían actuar de manera autónoma, conforme a los

significados y valores sociales correspondientes a cada uno de ellos.

Opuestamente, permaneceríamos ante una tiranía, es decir, el proceso

de validación producido por la posesión monopólica de bienes

predominantes.

El liberalismo, se ha centrado en la práctica de potenciar el

proceso de diferenciación, proporcionando un mínimo de seguridad a las

personas a través de los derechos. No ha sabido detectar teóricamente

que se generaban paralelamente nuevas relaciones de dependencia que

impedían adoptar una lógica de acción autónoma adecuada para la nueva

esfera. Estas dependencias son propiamente las tiranías. La

diferenciación liberal se convierte, pues, en la práctica de una forma

tiránica invisible. La teoría liberal deja a la persona una autonomía

de actuación para la elección, pero sin proporcionarle un marco

contextual adecuado para su práctica. V.G., las dos formas visibles de

tiranía son las causada por el mercado y por el uso del poder

político.

La lógica de acción del mercado ha penetrado, invadido,

colonizado, todas las esferas y ha creado espacios autoritarios de

acción, como lo ilustra la existencia de gobiernos privados o

corporaciones económicas. Estas formas de gobierno ha generado y

continúan ocasionando, nuevas formas de coerción y de dominación. La

lógica del mercado ignora los límites políticos creados en un

principio por el liberalismo y, por lo tanto, actúa como consecuencia

negativa frente a los dos principios para satisfacer la libertad, es

decir, la protección y la seguridad.

Estas formas de tiranía explican que, en teoría, el liberalismo

ha privilegiado la división entre las personas frente a su unión, la

creación de mundos privados en lugar de colectivos. Por lo tanto, la

explicación causal de la presencia de estas formas de tiranía se

encuentra en su misma base teórica. El principio de la separación de

las personas debe ser reorientado. La propuesta normativa republicana

no será negar la tradición, proponiendo una alternativa comunitaria

que niegue la individualidad de la persona, sino insistir en que la

teoría liberal debe incorporar correctivos comunitaristas.

La Educación como bien social Como hemos ya explicado, el génesis del análisis de Walzer es el

pluralismo en la concepción de los bienes. La educación no es un bien

cuyo significado sea completamente relativo. Tampoco podemos derivar

de esta esfera las razones necesarias, para determinar la función que

debería desempeñar dentro de una sociedad. La función social de la

educación es muy versátil. No se puede afirmar, v.g., que la función

de las escuelas se rebaje a reproducir el status quo de una sociedad:

sus jerarquías, su ideología dominante, su división de trabajo, etc.

Por ello, privaría de sentido esbozar el asunto de la justa

distribución de los bienes educativos: escuelas, profesores/as,

contenidos, recurso. Lo importante es que estos bienes se caracterizan

por ser distribuidos en correspondencia con un acervo de procesos

distributivos de otros bienes sociales, los cuales desarrollan sus

propias esferas de equidad.

Según Walzer, la educación es un bien social que distribuye a

los/las estudiantes, no sólo un porvenir, sino además una cotidianidad

presente, en el marco del conjunto de condiciones históricas y

culturales que inciden en los procesos distributivos de todos los

bienes. El proceso educativo, pues, patrocina una estructura normativa

distintiva. Walzer se interesa en la dependencia del modo en que cada

uno de los bienes educativos se tenga que distribuir, con lo que la

comunidad vaya decidiendo durante el proceso histórico en el que se

crean los significados sociales (Walzer, 1993:198). Sobre este

cimiento de unanimidades es posible acordar, v.g., qué niños, niñas y

adolescentes se han de admitir en la escuela, qué tipo de escuela

habrán de visitar, qué criterios de admisión se habrán de aplicar, qué

tipo de estudios o alternativas se les van a ofrecer, la duración del

período escolar, etc.

Opina Walzer que las escuelas no pueden ser excluyentes o

restringentes. Si esto ocurre, es porque son apropiadas por una élite

social.

Igualdad educativa Walzer entiende la igualdad educativa como un modo de prestación,

dónde los/las estudiantes son considerados como futuros ciudadanos con

las mismas necesidades de conocimiento. El ideal de participación se

alcanza, cuando todos y todas pueden acceder a los mismos saberes y

contenidos. No admite que la calidad educativa que recibe un niño o

una niña, dependa de la posición social o de la capacidad económica de

sus padres o adultos referentes.

A diferencia de ya explicada descripción de la igualdad compleja,

la igualdad simple, reconoce la necesidad como único criterio de

distribución. Sobre esta cuestión, la necesidad de los/las estudiantes

como futuros ciudadanos, es recibir una educación. Como variación, si

se considera a la educación desde el interior de la escuela, además de

la verosimilitud de la necesidad, es importante considerar otras

razones en la distribución del conocimiento. La vocación, la

aplicación o el talento de los/las escolares son ponderaciones

relevantes como el de la necesidad.

La justicia compleja no tiene por objetivo, abolir todas las

diferencias sociales que genera la organización de una sociedad

plural. Walzer plantea postergar las desigualdades, de modo que, los

niños y las niñas aprendan a ser ciudadanos y, además, a desempeñar

algún oficio, incluyendo servicios profesionales. Hay materias

troncales, que todos los niños y las niñas deben aprender para poder

ser ciudadanos y ciudadanas. Con estas consideraciones, la escuela

abandona los rasgos elitistas, reemplazándose por un dispositivo que

decide el lugar social y el oficio que han de aprender los futuros

ciudadanos. Se desarticulan caminos privilegiados de acceso a la

ciudadanía. La tarea principal de la escuela es ofrecer el equipaje de

conocimientos comunes que sustenta la vida política y social de la

comunidad. Lo importante es la necesidad que tiene cada estudiante, de

crecer dentro de una comunidad democrática y de ocupar su lugar dentro

de ella como un ciudadano competente. Éste es, para Walzer, el

objetivo general de toda escuela.

Contenidos básicos comunes o pluralidad de saberes

El relativismo cultural de Walzer fluctúa entre la afirmación de

un fin educativo esencial, dónde todos los demás bienes deben ubicarse

a su servicio, i.e., la formación de ciudadanos y ciudadanas, y el

acento en la pluralidad de significados que éstos adquieren dentro de

cada cultura.

La prolongación de la escolaridad de un/una estudiante,

constituye un avance de gran importancia en la búsqueda de la

igualdad. Sin embargo, Walzer considera que, en muchos casos no se

ajusta a la verdad, pues no es posible que un mismo estilo de vida sea

el adecuado para todos y todas los/las estudiantes. En una sociedad

democrática, la cobertura de la esfera de educación es la oferta de

oportunidades en una igualdad real y de legítima libertad de

pensamiento para todos y todas los niños y niñas. En esta cuestión,

Walzer encorseta al relativismo cultural. El valor de la igualdad

democrática, es preferencial sobre todos los valores. El desarrollo de

ciudadanos constituye la garantía de bienestar social.

El anhelo de posición, poder o riqueza, asociados a ciertas

profesiones, provocan graves consecuencias morales y éticas dentro de

una sociedad. Para aspirar a dichos beneficios, los/las estudiantes no

deben esforzarse en asimilar contenidos sobre ciudadanía. La educación

como bien social, tiene la particularidad de posibilitar el acceso a

otros bienes, desplazando los valores básicos de la enseñanza: la

democracia, la igualdad y el bienestar social (Walzer 1993:211)

Es decisivo, pues, que las escuelas sean autónomas, para que

impidan la irrupción de criterios válidos generados desde otras

esferas de distribución.

Esferas de reproducción vs esferas de ciudadanía De acuerdo a Bowles y Gintis, la escuela, en el sistema

capitalista, ha transmutado hacia una forma de educación burocrática,

que imposibilita la igualdad y el desarrollo personal, justamente

porque está organizada para producir la conciencia y las relaciones

sociales adecuadas para forma al futuro trabajador.

La tesis de Bowles y Gintis consiste en que para comprender la

organización del sistema de enseñanza deben analizarse las necesidades

del capital para la producción. La reproducción de relaciones sociales

de producción, asentadas en una división del trabajo jerárquica, tiene

expresión en última instancia en el mismo lugar de trabajo, pero con

el avance del capitalismo la escuela logra un protagonismo ascendente

como institución de control social de la fuerza de trabajo.

Para Walzer esta descripción de Bowles y Gintis corresponde a una

jerarquía simple y elemental de la importancia u orden de la

distribución de bienes sociales educativos, i.e, el orden de las

características del trabajo dentro del capitalismo. Esto es una puerta

hacia para la dominación y la negación de la misma libertad.

Siguiendo con la tesis de Bowles y Gintis, la escuela desarrolla

unas relaciones sociales que se corresponden simétricamente con las

relaciones sociales de producción. Tanto la escuela, como el mundo del

trabajo, se estructuran de igual forma, e.i., a partir de un sistema

jerárquico de autoridad, disciplinado, separando a el/la trabajador/a

del control sobre lo que produce y a el/la estudiante sobre lo que

debe aprender.

Cada uno de los diversos bienes sociales, opina Walzer, que en

algún momento histórico puede haber determinado la superioridad

jerárquica de grupos sociales, en el momento de la distribución, puede

cumplir una función importante en la etapa distributiva propia de la

igualdad compleja. Lo sustancial, es que uno solo de ellos no debe

poder dominar todo el proceso distributivo, quebrantando la situación

de igualdad. Es comprensible que un sistema educativo tenga como bien

educativo preponderante, i.e, contenidos tecnológicos o perfiles

profesionales específicos porque el desarrollo industrial de una

nación así lo requiere o que en una universidad el bien preponderante

fuese el grado de desarrollo de contenidos para la reproducción del

capital. El problema es cuando uno de esos bienes adquiere condición

de bien dominante, generando una sociedad unidimensional.

La escuela, según el diagnóstico de Bowles y Gintis, incita a

los/las estudiantes, a través de un sistema de premios en forma de

cualificaciones, como un símil del empresario capitalista recompensa

al trabajador en función de su productividad. A través de esta

inculcación ideológica, el sistema educativo desarrolla en los

individuos un sentido de identidad de clase y unas formas de

comportamiento que se adecuan a los diferentes perfiles laborales.

Califica Walzer a la descripción anterior como meritocrática,

siendo una forma de distribución de bienes educativos en la cual el

valor y la importancia de cualificaciones para el trabajo, prevalece

sobre la de los demás. Es la victoria de un tipo de bien sobre los

demás en el proceso distributivo. En el desarrollo de Walzer, no hay

una justicia sino esferas de justicia. La igualdad compleja no

pretende distribuir igualmente un bien o todos los bienes, sino

preservar la autonomía de las diferentes esferas y de sus principios

de distribución propios. Walzer, describiría como una intrusión o

invasión ilegítima al bien propio del mundo empresarial cuando se sale

de sus fronteras generando un acto de agresión distributiva dentro de

la esfera educativa.

A través de un curriculum oculto, describen Bowles y Gintis, la

escuela produce individuos con la docilidad y sumisión suficientes

para aceptar la integración en una organización que le proporciona

remuneración económica a su trabajo, aunque no satisfacción y le

somete a una jerarquía inflexible a lo largo de toda su vida laboral.

La idea de igualdad compleja y de diversas esferas de justicia sí

permite una alternativa al problema del currículum oculto. Esto

posibilita tener que defender diferentes criterios distributivos para

distintos bienes sociales y distintos grupos sociales, evitando la

dominación de las prácticas y perfiles laborales sobre las prácticas y

organización educativa.

La significación, el bien que define una práctica social dada,

implica una justicia según la virtud y no según las necesidades de

capital ni según las relaciones de producción. Los criterios y las

disposiciones de distribución son interiores a los bienes sociales y

no al bien en sí. La distribución del bien educativo será justa o

injusta relativamente a la significación social de los bienes

considerados y no a lo que dicte el capital.

Cabe aclarar que Walzer desarrolla una articulación entre la

opinión de que la desigualdad económica, i.e, la acumulación de

capital, no es injusta en sí sino sólo en cuanto perturba la

distribución de otros bienes.

En la escuela de Bowles y Gintis, hay una contradicción entre el

desfasaje temporal entre el sistema de enseñanza y las necesidades de

desarrollo tecnocrático. Esto genera una contradicción entre

acumulación y reproducción que se expresa en conflicto de clases, en

la lucha por participar en la producción y en las diversas

instituciones sociales.

Walzer advierte que ningún bien social resulta preponderante

sobre los demás. Lo que hacen Bowles y Gintis es desviar el conflicto

de la fábrica a espacios institucionales del sector público como el

sistema educativo. Las contradicciones entre las esferas de

acumulación y reproducción se resuelven sin excesivos problemas para

el capitalista, que dispone de capacidad para influir sobre las

modificaciones en la estructura y contenidos educativos. Para Walzer,

esto es un problema, pues, el bien educativo adquiere una

potencialidad suficiente para comprar o adquirir bienes sociales de

esferas distributivas ajenas a la de la educación en sentido estricto.

Una sociedad se convierte en tiránica cuando los bienes sociales de

esferas que deberían quedar por fuera de la esfera educativa ingresan

a la misma.

Para Bowles y Gintis, el único cambio viable, se circunscribe

entonces al cambio estructural de las relaciones materiales de

producción. Para Wazler, esta perspectiva igualitaria deforma y/o

excluye la emergencia de nuevas posibilidades y la expresión de nuevas

reivindicaciones. La sociedad como un conjunto de esferas de práctica

social, poseen un conjunto específico de relaciones. Las prácticas de

los agentes en cada una de las esferas pueden ser tanto

estabilizadoras como transformadoras. La contradicción se evidencia

cuando estas prácticas políticas y distributivas pueden trasladarse de

una esfera a otra.

En la Teoría de correspondencia, las escuelas son únicamente

vistas como parte del aparato ideológico del Estado cuyo rol es

asegurar el control hegemónico de la burguesía y la perpetuación del

modo de producción capitalista.

La escuela de Walzer, es un espacio institucional en el que se

producen discursos y prácticas que subrayan la contradicción

fundamental entre la esfera de producción y la esfera del Estado, que

se deriva de que la primera articula sus relaciones a partir de los

derechos de propiedad, la posesión y no la propiedad que permite a los

individuos participar en esta esfera y la segunda se basa en los

derechos de la persona, derechos como ciudadanos de participar, aunque

indirectamente en la decisiones estatales. La carga ideológica del

currículum oculto, que empuja a sustituir la igualdad por el mérito

como criterio de justicia, Walzer aceptará que la distribución justa

del bien educativo, quede afectada por determinaciones extrínsecas y

exteriores a la justicia, al tomar como referente axiológico la

comunidad política. Así, el sistema educativo deja de ser un mundo

poblado de individuos abstractos, para ser un mundo dividido en

comunidades políticas que, a su vez, están constituidas por individuos

entre los que existen poderosos vínculos de identidad etnoculturales e

históricos. La ciudadanía queda como un bien a distribuir dentro de la

esfera educativa entre los individuos, pero por la mediación de la

comunidad política, que gestiona su contenido, usos y límites.

Conclusión La visión de Micahel Walzer de igualdad compleja, enfrentada a la

igualde simple del liberalismo, contribuye a construir una sociedad

más justa, al interior de la cual la distribución de bienes sociales

se ajuste realmente a los significado sociales de dichos bienes, de

tal forma que la repartición resulte equitativa y se evite el

predominio o monopolio de un grupo social dominante, evitando el paso

a la tiranía.

La integración del valor del pluralismo dentro de una sociedad

compleja, invadida por procesos globales económicos y elitistas, es

una tarea primordial. En este sentido, tanto el diagnóstico de la

Teoría de la Correspondencia, como la teoría de la justicia de Walzer,

sean capaces de ofrecer criterios claros que respondan a estas

exigencias.

Los procesos de distribución y redistribución que efectivamente estén

acorde a estas exigencias, deben dar respuestas a las dinámicas de

integración social. Afianzar los significados sociales de los bienes

y, especialmente, la presencia de un conjunto de significados

compartidos por todos los/las miembros de un colectivo o comunidad,

para que las políticas distributivas sean accesibles a todos y todas.

Para la desarticulación de la descripción de la Teoría de

Correspondencia, es necesaria la atención de las esferas existentes

dentro de la comunidad, ámbitos cuyo marco de sentido está construido

por el conjunto de bienes, que la misma comunidad ha determinado

significados específicos. El intercambio de bienes educativos entre

distintos grupos, comunidades, sectores y la diversidad académica es

el principio para desterrar la lógica meritocrática.

La compleja imposición de esfera en el sistema educativo, hace muy

difícil la aplicación del principio de igualdad compleja y el

cumplimiento de los requerimientos que acarrea el reconocimiento del

pluralismo.

A mi entender, Walzer no ofrece una solución adecuada al problema

planteado por la Teoría de la Correspondencia. En los contextos

descriptos, Walzer no ofrece una aceptación y articulación justa y

eficaz de criterios armónicos en los procesos distributivos del

conjunto de los bienes sociales.

Sin embargo, tanto la Teoría de la Correspondencia, como la Teoría de

Walzer es una advertencia sobre el peligro permanente de que unas

esferas ejerzan predominio y tiranía sobre las otras, en especial

sobre la esfera educativa.

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