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Hacia un índice de economía creativa sostenible Los sistemas de información cultural y las políticas para el desarrollo de las
industrias culturales
Javier J. Hernández Acosta
Ponencia presentada en el panel Políticas culturales, derechos y ciudadanía: precariedades y emergencias
Conferencia LASA 2015
27 de mayo de 2015, San Juan, Puerto Rico
Resumen
Las industrias culturales presentan el reto de un nuevo campo de acción dentro de las políticas culturales. Sin embargo, existe la problemática de que estos nuevos indicadores y análisis no sustituyan los objetivos tradicionales de política cultural. De igual forma, existe la necesidad de desarrollar políticas para el desarrollo económico de este sector a partir de una realidad muy distinta a la economía tradicional. Como parte de estos esfuerzos, resulta de vital importancia el desarrollar sistemas de información que apoyen la toma de decisiones de política pública. En muchos países se han creado sistemas de información cultural que permitan elaborar un perfil de la creación y participación cultural. El desarrollo de Cuentas Satélites de Cultura, encuestas de consumo y participación cultural, observatorios culturales y la elaboración de indicadores económicos, se proyectan como herramientas complementarias al análisis y evaluación de las políticas culturales contemporáneas. La Comisión para el Desarrollo Cultural asumió la encomienda de diseñar y construir las primeras bases de datos de estos indicadores para Puerto Rico. De igual forma, el desarrollo de estos sistemas de información presenta un reto sobre cómo analizar la información en función de objetivos como la libertad de creación, diversidad, acceso y participación cultural y emprendimiento cultural y creativo. El objetivo de esta ponencia consiste en analizar este proceso y discutir los retos y alternativas para su implementación, basado en la importancia de alinear los indicadores con la realidad del sector cultural en Puerto Rico.
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1. Introducción
Las políticas culturales enfrentan el reto de una constante evolución. Mas aun,
todavía enfrentamos el reto de entender las políticas culturales como un conjunto de
acciones encaminadas por distintos agentes del panorama cultural, incluyendo artistas,
gestores, empresa privada, academia, individuos y organizaciones. Por lo general, en
muchas ocasiones, el campo de acción todavía se reduce a la intervención
gubernamental. No importa los avances en los modelos de gobernanza, las
instituciones públicas siempre se moverán a un ritmo mucho más lento que el campo
cultural, por lo que es necesario crear infraestructuras alternas para promover su
desarrollo.
En el caso de Puerto Rico, la Comisión para el Desarrollo Cultural, creada por
el Gobernador mediante Orden Ejecutiva, tuvo la encomienda de hacer un
diagnóstico de ese campo cultural y promover modelos de gestión e institucionalidad
que se adaptaran lo mejor posible a ese ritmo, realidades y contexto puertorriqueño.
Los países enfrentan grandes retos de diseñar políticas culturales a partir de procesos
fundamentados en la participación ciudadana. A su vez, esos procesos deben estar
conectados con sistemas de información que apoyen la toma de decisiones y que
sirvan como base para la evaluación de desempeño de estas políticas.
El trabajo de la Comisión para el Desarrollo Cultural representa una
experiencia reciente de estos procesos. El proceso permitió establecer las bases de un
sistema de información cultural a partir del levantamiento y organización de
estadísticas de las cuentas nacionales, una encuesta de consumo y participación
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cultural y una encuesta a agentes culturales. Más allá de analizar la condición de la
producción, trabajo y consumo cultural a partir de este levantamiento de datos, nos
interesa discutir cómo estos sistemas de información pueden contribuir a diseñar
nuevas políticas culturales, entre otras cosas, para el segmento de las industrias
culturales y creativas.
La economía creativa es uno de esos nuevos campos de acción de las políticas
culturales. Existen grandes debates en torno a cual debe ser el enfoque principal para
el desarrollo de la dimensión económica de la actividad cultural. En muchas ocasiones
se plantea que su desarrollo debe responder únicamente a las lógicas económicas de
empleo, producción y exportación. Sin embargo, nuestra postura es que esas
dinámicas también deben responder a las políticas culturales, puesto que la
producción de contenidos simbólicos sigue siendo su característica principal, y esto
tiene grandes implicaciones más allá de lo económico. Ya existen ejemplos de la
magnitud de este debate. Probablemente, el caso de la “excepción cultural”,
promovida principalmente por Francia en las negociaciones de la Organización
Mundial de Comercio (OMC), sea el caso de mayor reconocimiento.
¿Cómo podemos desarrollar estrategias para las industrias culturales y creativas
que permitan maximizar su potencial económico al mismo tiempo que garantizamos y
adelantamos objetivos de política cultural? Un premisa importante es que un
segmento clave de la gestión creativa se genera fuera de las dinámicas del mercado. Es
precisamente esta característica lo que la hace innovadora y atractiva a múltiples
mercados. Entonces, garantizar esa libertad de creación, la diversidad, el acceso y la
participación representan objetivos necesarios para lograr un ecosistema cultural y
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creativo de interés para las audiencias. El objetivo principal de esta ponencia es
discutir cómo los sistemas de información cultural pueden ayudar a elaborar estas
estrategias, haciendo énfasis en una economía creativa sostenible. En ese sentido, ya
no es suficiente con limitarnos a una mayor producción creativa, sino el desarrollo de
prácticas de gestión que también sean creativas y presenten alternativas a los modelos
de gestión tradicional.
2. Los sistemas de información cultural
Los sistemas de información cultural se han convertido en una herramienta
importante para apoyar la toma de decisiones de política cultural. En los últimos años,
países como Brasil, Argentina, España, Colombia y México, entre muchos otros, han
puesto énfasis en estos procesos. En muchos casos, se trata de esfuerzos coordinados
entre el gobierno, la academia, el sector privado y el sector cultural. Por lo general, los
gobiernos son responsables de la recopilación de información y de mantener al día las
estadísticas sobre las cuentas nacionales. De igual forma, la academia aporta
mayormente en las etapas de diseño y análisis de la información.
Los sistemas de información cultural no pueden limitarse únicamente a la
institucionalidad pública cultural. Requieren de entendimiento y apoyo de los
componentes de planificación, desarrollo económico, bienestar social, educación y de
los gobiernos municipales. De igual forma, requieren establecer definiciones
conceptuales y operacionales, que a su vez evolucionen con los cambios en el campo
cultural y creativo.
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En el caso de Puerto Rico, la Comisión comenzó con la tarea de establecer
una visión amplia del campo de acción de las industrias culturales y creativas. Esto
suponía incorporar áreas que hasta el momento no han estado alcance de la
institucionalidad cultural pública. Por ejemplo, se pone énfasis en el patrimonio
cultural inmaterial, incluyendo sectores de gran importancia como la gastronomía. De
igual forma, se incorporan otros sectores como el diseño, los nuevos medios y los
servicios creativos. Para facilitar el análisis, los distintos campos se agrupan en
sectores para viabilizar la implementación de políticas públicas para su desarrollo.
Definición para políticas públicas
Más allá de la definición para propósitos de la implementación de políticas
públicas, se elaboró una definición operacional para la medición de impacto
económico directo. En este caso, la tendencia a nivel internacional es la de utilizar
códigos industriales. Para los Estados Unidos y Norteamérica, se utilizan los códigos
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NAICS (North American Industry Codes System). La disponibilidad de información
para estos códigos es una gran limitación por varias razones. Por un lado, no es
posible encontrar códigos para todos las actividades culturales y creativas. Además, la
disponibilidad depende de la auto-clasificación por parte de las empresas y
organizaciones culturales y creativas. Sin embargo, estas son limitaciones que
enfrentan todos los países, por lo cual no afectan grandemente los ejercicios de
comparación.
Definición para medición de impacto económico
Bajo este modelo, se establece que la aportación directa de las industrias
culturales y creativas a la economía de Puerto Rico asciende a $1,306 millones, lo que
representa aproximadamente un 1.90% del PIB. De igual forma, estos sectores
representan un 1.38% del empleo total, estimado en 21,039. Un detalle importante de
la dinámica laboral del sector creativo es que aproximadamente un 29% trabaja por
cuenta propia. Esto es casi tres veces más que en el resto del mercado laboral. De
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igual forma, las industrias culturales y creativas contribuyen aproximadamente $155
millones anuales al gobierno (2010-2012) a través de contribuciones de individuos,
corporaciones e impuesto de ventas y uso. Este cantidad es comparable con una
asignación promedio de $79 millones a las agencias e instituciones culturales para el
mismo periodo.
Ahora, es precisamente la necesidad de trascender los indicadores económicos
tradicionales lo que justifica un sistema de información cultural. Por ejemplo, en el
caso de la definición operacional para Puerto Rico se utilizó un modelo distinto a lo
que se presenta a nivel internacional. Más allá de agrupar el impacto económico por
sector, se utilizó la cadena de valor como referencia. Es decir, en vez de analizar la
industria editorial o cinematográfica en su totalidad, se dividió entre las etapas de
creación, producción y difusión. La razón principal es que existen grandes diferencias
entre los perfiles de las empresas en cada segmento (microempresas vs
multinacionales), por lo que agruparlas presenta problemas de sobrestimación en
algunas industrias. Analizarlos de manera separada permite mejores políticas e
incentivos para su desarrollo.
En el caso de la encuesta de agentes culturales, la investigación permite
profundizar en las dinámicas de producción cultural más allá de lo que proveen las
cuentas nacionales. Algunos indicadores importantes para estos sectores, recogidos
mediante la encuesta incluyen el perfil de voluntariado en estas empresas y
organizaciones, una estimación del trabajo no remunerado como ejemplo de
producción de riqueza que no se recoge en las cuentas nacionales, estructura de
ingresos y gastos, un perfil de la propiedad intelectual que se genera y que no
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necesariamente se registra en las entidades de gobierno, los retos a la producción
cultural y prácticas gerenciales, entre otros indicadores.
Finalmente, una encuesta de consumo y participación cultural, realizada por
primera vez en Puerto Rico, permite establecer perfiles de consumo para 20
actividades culturales que van desde la televisión y el internet, hasta la asistencia a
museos y conciertos de música clásica, pasando por los videojuegos, artesanías,
lectura y festivales, entre otros. Estos perfiles no solo son de utilidad para las
empresas culturales y creativas, como investigación de mercados, sino que permite
identificar barreras de acceso y participación cultural en determinados sectores de la
población. De igual forma, se incorporan aspectos sobre imaginarios culturales que
tienen grandes implicaciones sobre el rol de la cultura en la vida cotidiana de los
puertorriqueños.
El trabajo de la Comisión para el Desarrollo Cultural representa un proyecto
piloto para un sistema de información cultural en Puerto Rico. Ahora, corresponde
continuar los esfuerzos para crear las estructuras de apoyo y coordinación. Este
sistema debe incluir la creación de una Cuenta Satélite de Cultura, un Observatorio
Cultural que integre al gobierno, academia y sector cultural, una promoción de la
investigación académica en las universidades y plataformas que faciliten el que la
información y análisis llegue a los sectores culturales.
3. Hacia un índice de economía creativa
Todavía nos resta establecer puentes entre los sistemas de información cultural
y un nuevo discurso sobre el desarrollo de las industrias culturales y creativas. Un
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propuesta es la creación de un Índice de Economía Creativa Sostenible. Estos índices
siempre presentan el reto de simplificar dinámicas complejas que rodean aspectos
sociales, económicos y culturales. Sin embargo, nos atrevemos a proponer
indicadores existentes que por el contrario, ayudarían a establecer precisamente la
complejidad del campo cultural y creativo, aun en términos económicos. Por el
momento, los indicadores de empleo, producción y exportación dirigen la discusión.
Como establecimos al principio, al entrar bajo el campo de acción de las políticas
culturales, otros objetivos e indicadores entran a la discusión.
El Índice propuesto parte de cuatro componentes principales: el impacto
económico, el ecosistema creativo, la educación y el consumo cultural. Cabe señalar,
que la gran mayoría de los indicadores propuestos para este índice están disponibles
en el sistema de información diseño por CODECU, complementándose con otros
indicadores existentes.
El primer componente es precisamente el que siempre se ha planteado de los
indicadores macroeconómicos de producción, empleo y balanza comercial. Esto de
por sí puede ser un subíndice, el cual debe ser analizado tomando en consideración
las diferencias entre sectores, así como los niveles de importación de bienes y
servicios culturales.
El segundo componente, el ecosistema creativo, plantea la necesidad de una
producción diversificada. Es decir, más allá del impacto directo a nivel macro, es
necesario garantizar la diversificación en términos de sectores y geografía. Esto podría
parecer contradictorio con las teorías de clústers que plantean la aglomeración de
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actividad y geográfica como elemento de competitividad. Sin embargo, los
eslabonamientos existentes entre los distintos sectores creativos tiene mayor
pertinencia para las industrias culturales. Por lo tanto, una economía creativa
sostenible requiere un balance entre la producción artística, los medios, el diseño, los
servicios creativos y el patrimonio. De igual forma, el exceso de aglomeración
geográfica de la actividad cultural podría representar barreras para el consumo
cultural, algo que surgió de manera recurrente en el proceso de consulta de la
Comisión, en relación directa a la alta concentración de la producción y difusión
cultural en el área metropolitana. Por lo tanto, crear indicadores como índices de
concentración geográfica y sectorial para las industrias culturales, algo que es posible a
partir de la información del Censo y Departamento de Estado, debe ser parte de una
medición hacia un economía creativa sostenible.
El tercer componente normalmente queda fuera del campo de acción de la
economía creativa, sin embargo, es clave para lograr un balance entre producción y
consumo. La realidad es que en muchas ocasiones los países tienen una basta
producción artística y cultural. Sin embargo, casi todos los sectores enfrentan una
limitación en la demanda. En la Encuesta de Consumo y Participación Cultural se evidenció
la relación directa entre la formación artística durante la niñez y adultez y un mayor
nivel de consumo cultural. Por esta razón, proponemos indicadores como la cantidad
de maestros de artes por estudiantes en la escuela primaria y secundaria, así como el
ofrecimiento de cursos en esta área. De igual forma, la formación de capital humano
es otro indicador de importancia, por lo que el total de graduados anualmente en las
distintas profesiones creativas resulta otro indicador clave.
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Finalmente, proponemos un indicador de consumo cultural. Este subíndice
debe incluir elementos como la diversidad en el consumo cultural (cantidad de
actividades realizadas) por parte de los individuos, el perfil demográfico de los
consumidores, siempre desde un punto de vista de diversidad, y las barreras de acceso
al consumo cultural, incluyendo variables como geografía, género, ingresos y nivel
educativo.
Índice de economía creativa sostenible
4. Comentarios finales
Más allá de una simple medición y cuantificación de estos elementos, los
índices se convierten en instrumentos de política pública. En ese sentido, la propuesta
busca ampliar un discurso sobre la economía creativa muy limitado, que no considera
plenamente la sostenibilidad como parte de su finalidad. El sector cultural, a pesar de
la complejidad en sus dinámicas de formación, creación, producción, difusión,
consumo y conservación, no está exento de utilizar indicadores cuantitativos y
Indicadores+económicos+ Producción+ Empleo+ Exportación+
Ecosistema+crea5vo+
Concentración+por+región+
Concentración+por+sector+
Educación+Maestros+de+arte+(pér+cápita)+
Graduados+de+programas+crea5vos+
Consumo+cultural+
Diversidad+del+cosumo+
Perfil+demográfico+
Barreras+de+acceso+
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cualitativos para su diseño, implementación y evaluación. Queda un largo camino de
proponer modelos alternos de medición y evaluación. Sin embargo, ya tenemos al
alcance indicadores que promueven políticas culturales fundamentadas en la libertad
de creación, diversidad, acceso y participación en la vida cultural. Los sistemas de
información cultural representan una oportunidad para adelantar en esa dirección.