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T extos Año 1 Número 1 septiembre-diciembre 2010 LA PERSPECTIVA NIETZSCHEANA DE LA CIENCIA PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA MAESTRO DE AMÉRICA Importancia, peculiaridades y perspectivas de la investigación en psicología

La crónica de la insurrección de Santo Domingo en las páginas de "La América" (1863)

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TextosAño 1 Número 1 septiembre-diciembre 2010

LA PERSPECTIVANIETZSCHEANADE LA CIENCIA

PPEEDDRROO HHEENNRRÍÍQQUUEEZZ UURREEÑÑAAMAESTRO DE AMÉRICA

Importancia, peculiaridades y perspectivas de la investigación

en psicología

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ContenidoDirector/editorGerardo Castillo Javier

Diseño gráficoEdmundo Castillo Javier

IlustracionesEdmundo Castillo Javier

Colaboradores

Carmen CotLuis Fco. Lizardo LasocéJosé Elías MuñozYonni Muñoz PinedaOrlando MuñozPablo ReyesRamón Antonio JiménezJosé G. GuerreroRafael Peralta RomeroLeonardo DíazBasilio BelliardPlinio ChahínJulio CuevasCarlos B. Ruiz-MatukJuan de la CruzRamón PérezCarolina FamiliaMaría R. de la CruzNoris de la CruzAlejandro PegueroJuan A. Rosario MenaVictor SaldañaLuis Alfonso Escolano GiménezMiguel Antonio JiménezDantes Ortiz Núñez

Editorial

La moral no se funda más que en el reconocimientodel deber por la razón; y la virtud no es más ni menos que el cumplimiento de un deber en cada uno de los conflictos que sobrevienen de continuo entre la razón y los instintos.

Eugenio María de Hostos

Ante todo, mi mayor expresión de gratitud a los maestros y a las maestras que permitieronla configuración de este primer número. Y a mi hermano Edmundo Castillo, quien realizóel diseño y la diagramación de manera gratuita. Hace aproximadamente seis años, el profesor José Guerrero me pidió que le ayudase conla revista que debía publicar la Facultad de Humanidades. Para entonces, él era Vicedecanode la Facultad y había asumido la responsabilidad de que la revista saliese a la luz con ciertaperiodicidad. Desde hace aproximadamente tres años el maestro José Guerrero tiene otrasresponsabilidades, más afines a su espíritu de investigador. Y desde entonces, la otrora re-vista de la Facultad dejó de circular. Si miramos a nuestro alrededor constataremos que elproceso de entropía que parece nos arropara no se limita a la desaparición de una revista.En dirección opuesta al referido proceso de entropía aparece la revista Textos, primera re-vista virtual que se publica desde la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con el finde convertirse en un espacio plural y horizontal en el que los docentes puedan publicar sustrabajos de investigación y sus opiniones.Y circulará de manera gratuita por lo que pretende ser para lectores y escritores, porque sicomo plantea el profesor Plinio Chahín en su breve ensayo «La lectura, un acto de creación»,leer es uno de los pocos espacios que nos quedan para el ejercicio de la libertad en una cul-tura que subvierte de forma permanente la posibilidad del pleno desarrollo del espíritu, es-cribir entonces se constituye en acto heroico, puesto que quien escribe ofrece a quien lee lainalienable posibilidad de realizarse, de constatarse en ese otro yo en que deviene el sujetode la escritura. El enfoque que hace Chahín en su trabajo posibilita la reedición desde otro ángulo del por-qué se fortalece la cultura de lo intrascendente, lo chabacano y lo meramente accesorio. Yrecuerda, cómo olvidarlo, la dolorosa insistencia con que Andrés L. Mateo denuncia que ennuestro país, el ejercicio del poder no necesita legitimarse a través de la cultura, aunquepretende convencernos, con los gestos grandilocuentes de lo que quienes lo ostentan llamanmodernidad, de que el parecer posee una ineluctable primacía sobre el ser. En el discurso que pronunció ante la primera promoción de la Escuela Normal, con la sin-gular lucidez que le caracterizó, Eugenio María de Hostos redujo la aureola de divinidad quepende sobre las personas virtuosas y dejó claro que moral y virtud son el resultado de una

determinación racional por cumplir con lo que sabemos que es nuestro deber. Y agregó:Estamos para ser hombres propios, dueños de nosotros mismos, y no hombres prestados;hombres útiles en todas las actividades de nuestro ser (…). Estamos para pensar, no para ex-presar; para velar, no para soñar; para conocer, no para cantar; para observar, no para ima-ginar; para experimentar, no para inducir por condiciones subjetivas la realidad objetiva delmundo.La actualidad de las ideas del gran maestro antillano debe dejar en nosotros la impronta desu apostolado y explica, en cierta medida, la naturaleza de la revista que hoy ve la luz, por-que como señala Chahín, nuestro más grande imperativo es liberarnos de todo cuanto impidanuestra realización espiritual.

Gerardo Castillo JavierOctubre de 2010

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«Tuve la impresión de que él había leídotodo, que sabía todo…era un museo deliteraturas» Jorge Luis Borges.

Pedro Henríquez Ureña fue el más grandehumanista de la República Dominicana.

Nació en Santo Domingoel 29 de junio del1884 y murió enArgentina el11 de mayode 1946: Sumuerte fueconsideradahistórica, sen-tida en todaA m é r i c a( T r o n c o s o

1946:17). Sus res-tos reposan desde1981 en el PanteónNacional al lado

de su madreS a l o m éUreña.

Fue crítico, literato, filósofo, lingüista y,sobre todo, maestro de América. Participó enla creación de instituciones culturales y edu-cativas, incluyendo la Facultad de Filosofíay Letras, antecedente de la actual Facultadde Humanidades de la Universidad Autó-noma de Santo Domingo, cuyo edificio llevasu nombre desde 1946. Sus libros tienen elreposado acento de la cátedra, aunque susagotadoras obligaciones editoriales y docen-tes no le permitieron producir la obra litera-ria ansiada (Rodríguez Demorizi 1984:14,Troncoso 1946:20). El contexto en que nació no está separado desu destino intelectual. Era hijo de FranciscoHenríquez y Carvajal y de Salomé Ureña;hermano de Max y Camila y sobrino de Fe-derico Henríquez y Carvajal, colaboradoresactivos de la Escuela Normal, la primera es-cuela moderna fundada por Eugenio Maríade Hostos, padre de la educación domini-cana. Nació en la segunda casa que ocupó elInstituto de Señoritas de Salomé Ureña, enla calle Duarte esquina Luperón. En aquelentonces se vislumbraba como Presidente dela República el político y literato FranciscoGregorio Billini, quien poco tiempo despuésde asumir el cargo renunció por presiones deUlises Heureaux. La política como instru-mento de interés particular clientelista y node la sociedad constituye un factor del sub-desarrollo cultural diagnosticado por

José G. GuerreroEscuela de Historia y Antropología

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Pedro Henríquez Ureña en 1928. A los tresaños de edad preguntó a su madre sobre elsignificado de la palabra Patria, y a los seisaquella intuyó que su hijo no sería militar nipolítico, sino pensador o escritor. Menéndezy Pelayo advirtió una educación intelectualdesde la infancia y, para Chacón y Calvo, fueen su hogar de intelectuales donde adquiriósu tradición literaria. No fue un aborto inte-lectual ni un fenómeno cultural inexplicable.Para Andrés L. Mateo (2002), Santo Do-mingo y su ambiente familiar constituyen laclave de su desarrollo cultural sin parangón. Henríquez Ureña realizó estudios secunda-rios durante el gobierno de Heureaux y tenía15 años cuando éste fue ajusticiado en 1899.En 1901 recibió el grado de bachiller enCiencias y Letras en el Instituto Profesionalde Santo Domingo y en ese mismo año saliócon su padre hacia Nueva York donde per-feccionó el inglés. En 1905 publicó en Cubasu primer libro titulado Ensayos críticos.Para Américo Lugo, este libro lo convirtió,con apenas 21 años, en el más notable críticodominicano (Rodríguez Demorizi 1984: 9).Vivió en México desde 1906, donde en 1914se licenció en Derecho. En 1918-1919 ob-tuvo una maestría en Artes y un doctoradoen Literatura en la Universidad de Minne-sota, en Estados Unidos.

Vida y obraEn Pedro Henríquez Ureña no se sabe quétuvo mayor peso si la vida o la obra. Cultivósu obra al precio de vivir en una especie deexilio -1905-1931 y 1933 hasta su muerte-,que lo convirtió en «materiaerrante”»(Krause 2000:31, Mateo 2002:22).Los viajes son madre del conocimiento y es-cuela del desarrollo intelectual. AméricoLugo comparaba al autor con nuestra cate-dral: único, local y universal. En su últimaestancia en el país fue Superintendente deEnseñanza y miembro de la Academia Do-minicana de la Historia. En 1932 dictó una

conferencia en la Universidad de Santo Do-mingo, en la ciudad colonial, que constituyóel primer paso para el restablecimiento de laFacultad de Filosofía y Letras. En 1913había elaborado su programa con asignaturasy profesores. Los ejes transversales eran lahistoria universal y dominicana, historia dela lengua y de las literaturas antiguas y mo-dernas; filología, geografía, filosofía, esté-tica, ciencia y educación. Los profesoreseran la crema y nata de la cosecha hosto-siana: Manuel Machado, Tulio Certero, Fe-derico Henríquez Carvajal, AndrésMontolío, Casimiro de Moya, Arturo Gru-llón, Arístides Fiallo Cabral, José Lamarchey Félix Evaristo Mejía. También en Méxicofue precursor de facultades humanísticas yestudios científicos. Según Vicente Lom-bardo Toledano, a él se le debe la idea de lacreación de la Escuela de Altos Estudios en1910 que más tarde se convirtió en la Facul-tad de Filosofía y Letras de la UniversidadNacional, hoy UNAM (Henríquez, S.1993:47). En la biografía del maestro escrita por SoniaHenríquez, la menor de sus hijas, se muestracómo la vitalidad de su vida y de su obra esla clave de su originalidad y universalidad(1993). El impacto causado por su personano era menor que el de su obra. ¿No afirmóBorges, uno de los autores más versado enla literatura universal, que Pedro HenríquezUreña era la persona más cultivada, maestrode América, un museo de literaturas, que de-trás y en torno a las ideas había un hombre ysu realidad, el inmediato magisterio de unapresencia? (1959, en Henríquez 2001:IX-X). Pero, no todo era estudio e intelecto. Com-partió su vida con los afanes de la sobrevi-vencia, el trabajo, los viajes y hasta labohemia. La identidad intelectual la alcanzó,según Laura Febres, en México en 1907,cuando él mismo afirma: «es cierto que enel último año me he sentido definir interior-

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mente y que este proceso se ha aceleradograndemente desde la entrada del nuevoaño» (2003:1). En carta a Leonor Feltz dijo:«Mi vida es otra. La adolescencia exclusivaen el culto de lo intelectual desapareció paradejar paso a la juventud trabajosa. Antes,todas las horas de estudio, ahora sólo los díasalcióneos» (2001:51). Algo o mucho quedóen su obra de aquella bohemia feroz quesegún Alfonso Reyes padecía desde 1907.En el otoño de 1940, Pedro Henríquez Ureñafue invitado por la Universidad de Harvard adictar varias conferencias tituladas Plenitudde España, recogidas luego en el volumenLiterary currents in Hispanic America en1945. Fue la primera persona de habla no in-glesa en ocupar la cátedra Charles Eliot Nor-ton en esa universidad (Krause 2000:60).Allí se encontró con el entonces estudiantecubano José Rodríguez Feo, quien en 1973hizo el prólogo y la selección de textos de laedición cubana de los ensayos del maestro.Después de conversar con algunos estudian-tes y amigos, don Pedro le tomó del brazo yle pidió ir a un lugar tranquilo para conver-sar. Fueron a una taberna donde estudiantes

cantaban alegremente: «A Pedro no le pare-ció un lugar tranquilo, pero dijo sonriendoque le agradaba estar entre gente joven»(1990:VII-VIII). Pedro Henríquez Ureña estudió temas yobras de grandes pensadores del arte, la lite-ratura, la ciencia y la filosofía. Era un cu-rioso observador de todo lo humano por máshumilde que fuese. Según Pedro TroncosoSánchez, cualquier situación de la vida diariale arrancaba meditaciones filosóficas, psico-lógicas, antropológicas y sociológicas; comoinvestigador inquieto buscaba la explicaciónúltima de las cosas (1946:20). Teoría y método¿Cuál es el secreto de la permanente actua-lidad de su obra? La variedad temática, perosobre todo, el rigor del método y la teoría desu crítica. Su método implica una síntesis de investiga-ción y exposición. Según Andrés Avelino, elautor mostró capacidad de síntesis, dominiodel mundo de los valores, intuición filosóficay conocimiento de las corrientes filosóficas(1946:89-90). Para Rodríguez Feo, el rigor

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de su método enseñaba el arte y la ciencia dela lectura: «Me hizo comprender que la lec-tura es un arte que requiere paciencia y dedi-cación, el único vicio justificado en elhombre» (1990: X). Era tan riguroso que nodaba una línea a la imprenta sin estar abso-lutamente seguro de la exactitud de susdatos. Así su obra crítica mereció respetodesde el inicio. Para Borges, con su métodoindirecto, abreviado y ejemplar enseñabauna manera de tratar las cosas, un estilo ge-nérico para enfrentar el incesante y variadouniverso. Su erudición ilimitada era unmedio, no un fin (en Henríquez 2001:VII;Henríquez, S. 1993:113). Según Flérida deNolasco, decía mucho en pocas palabras,condensaba el pensamiento sin hacerse os-curo y evitaba el vocablo presuntuoso y el

adjetivo ocioso (1946:132). A la críticale otorgó dos funciones: objetividad yoriginalidad. El ensayo, género híbridoentre la ciencia y la literatura, fue sumedio de expresión y su caldo de cultivointelectual. En cuanto a la teoría, en realidad, notenía una específica. Se nutría del ampliocampo de las humanidades y no descar-taba literatura, filosofía, música, mate-máticas, metafísica ni religión. Bien lodice Luis Abellán: «no adhirió a ningunaescuela en particular y permaneció siem-pre abierto al fluir del pensamiento quese interrogaba al compás de los tiemposnuevos» (1998:546). Era un pensador deencrucijadas que trazaba puentes entreabismos conceptuales: lo singular y louniversal, ciencia y literatura, positi-vismo y pragmatismo, hostosianismo yantipositivismo, cultura elitista y culturapopular. Avelino advirtió en su crítica li-teraria una actitud filosófica permanente.Pero tampoco era un filósofo propia-mente dicho o tradicional, sino más bienun investigador de lo problemático quese confecciona su propia indumentaria

teórica (1946). He aquí otra clave de su per-manente actualidad. Más que desarrollarcontenidos o temas, buscaba probar un mé-todo y crear nuevas perspectivas. La impre-sionante diversidad temática de su obraprodujo en Juan Isidro Jimenes Grullón lasensación de dispersión y anarquía. No obs-tante, este autor le reconoció que «una nota-ble organización lo llevó a sistematizarcuanto tocaba» (1969:11). La obra no es te-mática, sino metódica. Por eso era capaz dede crear síntesis de conceptos antinómicoscomo, por ejemplo, positivismo e idealismo,cultura nacional y cultura universal. Positivismo e idealismoPedro Henríquez Ureña publicó en Méxicosu segunda obra titulada Horas de Estudio

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(1910) en la que trató temas de filosofía y li-teratura con un sentido crítico. Este libro im-pactó la vida intelectual en tres direcciones:introdujo nuevas corrientes filosóficasopuestas al positivismo, renovó el gusto lite-rario y reintrodujo las humanidades en el cu-rrículo académico (Krause 2000:16). Colocóen la balanza de su crítica objetiva e impla-cable –la crítica crítica- siete conferenciasdictadas por Alfonso Caso en la rancia es-cuela positivista, tres dedicadas a AugustoComte y cuatro a John Stuart Mill, HerbertSpencer y otros autores. Quebró ligadurasdonde se percibían caminos evidentes. Es uncínico-escéptico al estilo de Diógenes de Si-nope y de Pirrón de Elis o un cartesiano ra-dical de la duda metódica que cuestiona loque la gente considera obvio. En la relaciónentre positivismo, pragmatismo y pluralismoexaminó sus contradicciones y coinciden-cias, sus límites y alcances. Juzgó la época ylas ideas dominantes en las instituciones es-colares, pero también su propio pensamientoy subjetividad. Tomó distancia y se contem-pló en su propio espejo. ¿No llama a AlfonsoCaso «joven», de 25 años, cuando él tenía en1909 exactamente esa misma edad? ¿No erasu propio dilema cuando le advirtió estar enuna situación de cambio, seguir nuevos mé-todos y rumbos o detenerse y dejarse vencerpor la inercia? (2001:71). Hacia las dos primeras décadas del siglo XX,el positivismo era doctrina de escaso interésen Europa, pero no en América. A pesar detodos sus aportes educativos, en México seasociaba al pensamiento conservador y a ladictadura de Porfirio Díaz. Antonio Caso ex-puso un juicio superior al de los sectarios po-sitivistas y sus enemigos católicos, pero sucrítica fue parcial y sin novedad. Don Pedrole criticó cierto afán contemporizador por-que, aún conociendo las limitaciones deComte, prefirió obviarlas y ceñirse a la ru-tina de ver al positivismo como «monu-

mento dogmático difícil de tocar» y la cul-minación de la filosofía moderna. Así, la po-sición de Comte en la historia de la filosofíaresultó invertida: lo que es simple derivacióny ramificación, apareció como punto má-ximo de un desarrollo y como renovacióncrítica (2001:53,63, 64). El problema no era la defensa de Comte.Pedro Henríquez Ureña le reconoció a éstecomo genial vulgarizador, demócrata de larazón y precursor de los métodos científicosy de la reforma curricular de la educaciónmoderna. Sin embargo, no era un filósofoque ameritara adhesiones ciegas. Fue mássociólogo que filósofo y le interesaba más laorganización de la sociedad que la filosofía.Comte fue crítico de la metafísica, pero sólode su versión escolástica; no la descartó porcompleto o, por lo menos, la colocó frente adoctrinas adversas de manera ambigua. Sin-tetizó lo práctico, lo concreto, lo particular,lo múltiple y lo plural. Utilidad y realidadson dos conceptos que resumen el positi-vismo. Comte postula con el criticismo la li-mitación del espíritu humano, incapaz deconocer las causas primeras y finales. Lebasta, según Hoffiding, que el conocimientosirva para orientar la práctica. No aporta cri-terio de la verdad y el método no se aprendesino en la práctica. Sin embargo, desdeña elsujeto, suprime la psicología y la concienciano ocupa lugar alguno en su sistema. He aquíel meollo de la crítica de Henríquez Ureña aAlfonso Caso: el positivismo de Comte esdogmatismo sin crítica y un dogmatismocientífico que tolera la libertad de la fe tanescasamente como la toleraba la teología enla Edad Media (2001:58-59). Peor aún: elpositivismo a ultranza se fundamenta en lametafísica idealista que tanto critica.Descartado el positivismo comtiano por sudogmatismo unilateral, Pedro HenríquezUreña señaló aciertos a Antonio Casocuando trató el positivismo independiente.

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Lo que había construido quedó socavado ensus cimientos. Si el positivismo tiene algo devitalidad es gracias a los aportes de JohnStuart Mill, un autor al parecer en las antí-podas del positivismo por su idealismo kan-tiano. El criterio del positivismo es elexperiencialismo, con el cual Mill estudia elproblema del conocimiento desde el puntode vista lógico (2001:64).Mientras el positivismo realista de Comte sehacía menos crítico y lo sustentaba una mul-titud intolerante ávida de filosofía práctica,el positivismo idealista de Mill y Kant se ex-tendía sin cesar. El positivismo científico seancló definitivamente en el criterio idealistao conceptual. Partiendo de que «todo lo queconocemos de los objetos son las sensacio-nes que nos dan y el orden en que ocurren»,Mill se aferró a la indemostrabilidad delmundo exterior o a la única demostración

efectiva de la existencia que es la intuicióndirecta o interna. Si bien Comte era máspragmático que Mill, no fue de aquel queWilliam James tomó el pragmatismo. Millcolocó el conocimiento en el contexto del es-cepticismo y suscitó en James la necesidadde justificar el conocimiento dándole valorde acción y no de realidad. La conclusión pa-radójica de Henríquez Ureña es que el prag-matismo es hijo del idealismo crítico, no delpositivismo (2001:66-68). Es preciso recor-dar que la obra de James, publicada en 1907,la dedicó a John Stuart Mill. Ahora bien: se puede mal que bien aceptarla vinculación entre pragmatismo e idea-lismo, pero ¿Qué relación tiene el pragma-tismo con Federico Nietzsche si WilliamJames, el gran educador norteamericano, nofue seguidor de éste? Ninguna. Lo que losune es la forma aforística como Nietzscheescribió su filosofía que permite múltiples yambiguas interpretaciones, así como elmundo en crisis de los siglos XIX y comien-zos del XX. Para don Pedro, la filosofía de lacontingencia de Mill posibilita nuevos co-mienzos y procesos. La concepción del uni-verso como esencia irracional, discordante ocontingente en su manifestación, insinuadapor Kant, Nietzsche y Boutroux, descubrióen la realidad elementos de discontinuidad,inexplicable para la razón y rebelde al rígidodogma de la ley. Cada hecho irreductible su-pone una contingencia. Aunque es una tesisopuesta al positivismo, Pedro HenríquezUreña consideró que esta concepción teníaparentesco, aunque con contradicciones, conla idea de las discontinuidades de Comte(2001:69). Don Pedro desdeñó el positivismo, pero noel pragmatismo. Este surgió como respuestaante el complejo y confuso panorama filosó-fico de su época. El pragmatismo, conside-rado despectivamente como una escuelanorteamericana anti-intelectualista, pero alPedro Henríquez Ureña

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mismo tiempo humanista y pluralista, cons-tituye una nueva forma de plantear los pro-blemas filosóficos. Aunque, según James,existía en muchas filosofías anteriores, tocóa Nietzsche agitar el nuevo movimiento alcriticar el intelectualismo y el positivismo ydeclarar la guerra a los clásicos valores inte-lectuales y morales (2001:73). La posibilidad de múltiples interpretacionesde la realidad es el principio pragmático ynietzscheano que sedujo a Pedro HenríquezUreña. El método pragmático evita disputasmetafísicas e interpreta conceptos y nocionesseñalando sus consecuencias prácticas.Charles S. Pierce, precursor de la semiótica,había planteado desde 1878 que las creen-cias son reglas de acción y que una idea seconoce por la conducta que produce. Dichométodo reemplaza los viejos métodos inte-lectualistas, escolásticos o bizantinos. El serhumano vive una condición pragmáticacomo lo planteó el sofista Protágoras: elhombre es la medida de todo. Las teorías soninstrumentos, no respuestas a enigmas. Laciencia es una lengua bien hecha, un métodoque busca control y consecuencias(2001:74). A pesar de la aversión del pragmatismo porla teoría, Pedro Henríquez Ureña advirtióque no es sólo un método, sino también unateoría alternativa de la verdad. Para un inte-lectualista o un dogmático, la verdad es unarelación estática inerte. El pragmático al pre-guntarse si una idea es verdadera la con-fronta con la realidad. No es un valorabsoluto, fijo e invariable, sino que implicaverificación. No es un fin, sino un medio quelleva a otros fines. En torno a la realidad seenuncian explicaciones y cada una contieneelementos de verdad. El pluralismo del co-nocimiento, según Nietzsche, no excluye elerror o la falsedad. Para W. James la verdadpuede ser ambigua, y para Nietzsche la ló-gica es ilógica al considerar que cosas pare-

cidas son iguales,sin que exista unacosa igual a otra. Laconclusión nietzs-cheana de que elmundo es suscepti-ble de infinitas in-t e r p r e t a c i o n e s ,ubicada en unaperspectiva prag-mática y en las an-típodas delpositivismo, consti-tuye un criterio bá-sico con el cualPedro Henríquez Ureña construye su obracrítica (2001:75-78). El análisis de las conferencias de Caso lepermitieron a don Pedro definir su conceptode crítica: homenaje que no corta las alas allibre examen (2001:63). Le reconoció alautor –quizás refiriéndose a sí mismo- la vir-tud de afrontar los problemas con criterio in-dependiente al declararse intelectualista,metafísico e idealista en cuanto al problemadel conocimiento ante la inminente invasióndel pragmatismo y tendencias afines. Fue va-liente al defender los derechos de la metafí-sica –y de la libertad filosófica y elpluralismo de las ideas- en los muros de lavieja escuela positivista (2001:71-72). Pedro Henríquez Ureña, según Andrés Ave-lino se opuso al positivismo y a todo movi-miento que pretendía reducir la filosofía a laciencia y limitar el conocimiento a los datossensibles. De esta manera se adelantó a laépoca armado de las mejores dialécticas. In-cluso, no tuvo reparos en reivindicar a la me-tafísica como antídoto ante el cientificismoque atenta contra la creatividad y la ontolo-gía pluralista. Para Avelino, fue platónico entres formas: en el rechazo del positivismo, ladevoción profunda de la cultura griega y enlos valores que incluye religión, estética, así

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como en reconocer que lo verdadero y lofalso es parte en todo conocimiento(1946:91-111). Al defender valores susten-tados consciente y subjetivamente, criticó lapretensión de la cultura moderna de erradicarlas humanidades. Desechó todo pensamientoformado por una sola corriente filosófica ytoda filosofía autosuficiente. Eso sí, sabíaque no puede ser crítico sin filosofar o sinuna cultura filosófica. De ahí la profundidady justeza de sus admirables ensayos críticos.Analizó la literatura en el marco conceptualde la filosofía y la historia (Avelino1946:94,110). En carta dirigida a FedericoGarcía Godoy a propósito de Rufinito, no-vela histórica publicada en 1908, sustentóuna tesis fundamental sobre la complejidadde la historia dominicana. Autores que ana-lizan nuestra historia en una perspectiva es-tática consideran que la dominicanidadsurgió a partir del siglo XVII. Pedro Henrí-quez Ureña propuso un proceso tripartitoque se inicia en 1821 con la IndependenciaEfímera, se consolida el 27 de Febrero de1844 y se completa después del 1873 cuandose realiza el “proceso de intelección de laidea nacional”. Esta sola tesis permite repen-sar críticamente la historia dominicana desdesus inicios hasta la actualidad. Aunque fue el positivista Eugenio María deHostos (1839-1903) el pensador que más in-fluyó en la obra de Pedro Henríquez Ureña,éste no dejó de criticar su cientificismo ex-tremo y la erradicación de la poesía del cu-rrículo educativa, tal como lo hizo Platón enLa República. Consideró a Hostos como unode los espíritus originales y profundos de sutiempo, siendo el primer autor en colocarloen un pedestal universal como ejemplo delsuperhombre de Nietzsche. De él tomo supasión por la verdad y la justicia, por la cien-cia, la filosofía, el arte y la literatura. Hostosluchó por la independencia de Cuba y PuertoRico y creó el sistema normal de enseñanza

en Santo Domingo con el objetivo de educara los maestros y al pueblo. Su sistema encon-tró oposición en los representantes de la an-tigua cultura, pero sobre todo, del poderpolítico y social, entre el que se incluye laIglesia. En 1955, el dictador Trujillo enterrólos ideales y cimientos del sistema educativohostosiano, mientras en 1985 los restos delmaestro fueron depositados en el PanteónNacional sin la presencia de ningún dignata-rio de la Iglesia Católica (De la Rosa2006:19; Guerrero 2007:47). Pedro Henríquez Ureña y Eugenio MaríaHostos recorren caminos convergentes. Hos-tos se marchó a Chile (1889-1898) donde fuedeclarado hijo adoptivo por sus aportes a la

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reforma educativa con la modernización delos planes de estudio y métodos de ense-ñanza. En el Perú protegió a los inmigranteschinos y en Chile el derecho de las mujeresa la educación universitaria. En Argentinaapoyó el ferrocarril Trasandino por lo que laprimera locomotora que cruzó los Andes se

llamó Hostos. Volvió aSanto Domingo en 1900y en 1903, en medio dela anarquía política y susdiscípulos enfrentados,murió de una extraña en-fermedad diagnosticadapor Henríquez Ureñacomo asfixia moral. ¿Nofue por la misma causapor la que don Pedroabandonó el país parasiempre en 1933, acusóal ambiente intelectualdominicano de infe-cundo y murió fuera desu patria prácticamenteolvidado? (Avelino1946:96). Fue por éticay práctica académica, nopor filosofía, que Henrí-quez Ureña era hosto-siano sin ser positivista.

Cultura nacional y cultura universalLa cultura, en su vertiente singular, nacionaly universal, fue otra preocupación perma-nente de Pedro Henríquez Ureña. Se propusobuscar la expresión literaria y cultural deAmérica definiendo las relaciones entre laidentidad europea y la americana. El pro-grama a desarrollar era complejo, sin fórmu-las simples ni recetas. Ya en su primera obrade 1905 recomendó a la poesía cubana aban-donar los modelos españoles, cultivar el mo-dernismo americano, desechar la tradiciónespañola exótica, acoger sin temor todabuena enseñanza de donde quiera que vi-niese y marchar acorde con el progreso ar-tístico del mundo (en Rodríguez F. 1990: 4,12). Propuso vincular lo universal y lo local,lo que en los actuales términos se llama glo-cal, una mezcla de global y local. La ocupa-ción militar norteamericana del país(1916-1924) ocurrió mientras realizaba sudoctorado en la Universidad de Minnesota yante una frase insidiosa de un periódico deque prefería vivir en los Estados Unidos envez de su país intervenido, expresó un juicioque combina universalidad y singularidad:«soy bastante cosmopolita para gustar detodos los países, pero el mío, pobre e infor-tunado como es, es el mío» (Rodríguez De-morizi 1984:17). La cultura nacional no puede excluir la cul-tura universal. Don Pedro observó en los pa-íses latinoamericanos respuestas cíclicasexcluyentes de uno de los dos aspectos. Antela cultura singular que demanda la indepen-dencia política, cada generación renueva eldescontento y la promesa del cambio. Se cri-tica a los europeizantes, imitadores de lofrancés o de lo hispánico. El problema de laexpresión genuina de cada pueblo está en laesencia de la revolución romántica. Cadapueblo aguza teorías nacionalistas justa-mente en la medida en que la ciencia y lamáquina multiplican las uniformidades del

Pedro Henríquez Ureña y Emilio Rodríguez Demorizi en Harvard, 1941.

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mundo. A cada concesión práctica, una rebe-lión ideal. La expresión genuina descarta unasolución dicotómica. Según Pedro Henrí-quez Ureña: «No hemos renunciado a escri-bir en español, y nuestro problema de laexpresión original y propia comienza ahí.Cada idioma es una cristalización de modosde pensar y de sentir y cuanto en él se escribese baña en el color de su cristal. Nuestra ex-presión necesitará doble vigor para imponersu tonalidad sobre el rojo y el gualda» (2001:136-139).El maestro rechazó de manera radical –en elsentido etimológico de ir a la raíz- toda fór-mula exclusivista de indigenismo, criollismoy europeísmo. Todo aislamiento es ilusorio.De hecho América está en la tradición de laRomania, una unidad colectiva de culturaque no afecta la originalidad, sino a la forma,mientras que el carácter original de los pue-blos viene de su fondo espiritual, de su ener-gía nativa. No importa la envoltura exterior,el contenido lo define la energía interna.Puso el ejemplo de Japón donde las máqui-nas y el progreso material no ahogaron laidentidad cultural. Cada pueblo se expresacon plenitud dentro de la comunidad univer-sal. El idioma obliga a acendrar la nota ex-presiva, a buscar el acento inconfundible. Elúnico camino posible, el hilo conductor, esque no hay secreto para lograr la expresiónsino el trabajo constante, el esfuerzo en ha-cerla pura, bajando hasta la raíz de las cosasque queremos decir. Buscar la perfección esla única norma. Por este concepto hay queentender la renovación y revisión constantes.Como decía Borges, no existe el estilo, sinola corrección. Cada obra de arte crea mediospropios de expresión aprovechando expre-siones anteriores, pero las rehace, porque noes una suma, sino una síntesis, una inven-ción. Una frase del maestro que aún sirve deorientación para el desarrollo social, econó-mico, educativo y cultural de país es que si

las artes y las letras no se apagan, tenemosderecho a considerar seguro el porvenir. Loimportante es trabajar para ser universalescon carácter propio (2001:148-151; Nolasco1946:134).Don Pedro consideró que cada generacióndebe crear sus propios criterios y valorespara enjuiciar la cultura o la literatura. Losnorteamericanos y latinoamericanos escri-ben mal porque los lectores no les exigenque escriban bien. Gustaba de W. Whitmancuando decía que «para que hayan grandespoetas ha de haber grandes auditorios». ParaJunot Díaz, actual escritor dominicano conreconocimiento internacional, el problemade la educación y la cultura no reside en losautores o actores ni en las instituciones, sinoen la necesidad imperiosa de crear el públicoo el auditorio. De todas maneras, no existenpensadores sin auditorios públicos críticos.El requisito previo para la expresión genuinaes el dominio del lenguaje escrito; profesoresy academias no pueden ser policías delidioma, sino investigadores objetivos delhabla (Avelino 1946:116). Si bien no se hapodido desmontar el «supuesto andalucismode América» como él quería, se mantiene vi-gente considerar las influencias de las Espa-ñas, no la exclusivamente andaluza, asícomo la particularidad del español de Amé-rica, muy especialmente el de Santo Do-mingo, el primer centro de americanizaciónde dicha lengua. Según Flérida de Nolasco,escuchaba con agrado, sin la repugnanciacongénita de los puristas, el lenguaje colo-quial con sus modismos y atrevimientos.Aconsejaba: «si así se dice aquí, lo puedesescribir». Con el lenguaje popular llamadoimpropio, escribió el Arcipreste su Libro delBuen Amor. Le gustaba la expresión sencillay desaliñada del pueblo (1946:127-129).Para Henríquez Ureña el ideal de cultura yeducación es importante, pero no más que elde justicia. Esto es lo que distingue a Pedro

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Henríquez Ureña como humanista de otroseducadores y pensadores de América Latina.La justicia social es la antesala del desarrollosocial y cultural. Según José Rodríguez Feo,para don Pedro la cultura no es mera abstrac-ción: está íntimamente ligada a nuestras an-sias de una sociedad más justa y libre. Elideal de justicia está antes que el ideal decultura. Prefería un hombre apasionado porla justicia a otro interesado en su propia per-fección intelectual. Su trabajo junto a Vas-concelos lo convirtió en precursor de loscambios educativos en el México revolucio-nario. Decía que mientras en nuestros paísessólo se desarrollara la explotación del hom-bre por el hombre, jamás podrían florecer elarte y la cultura. Tenía animadversión por laliteratura que no contribuyera a la educaciónética. Ante la influencia de Borges, a quienreconoció genialidad literaria sin igual, re-comendó parsimonia y cuidado: «!Es tan ca-prichoso, tan arbitrario en sus juicios! Coneso ha hecho mucho daño en su generación,a la cual autorizó a ser ignorante, siendo éltodo lo contrario. El resultado es que su ge-neración se inutilizó...Borges tiene aberra-ciones terribles: detesta a Francia y aEspaña; todo lo inglés le parece bien; muchode lo yanqui; no le gusta Grecia...En litera-tura, a Borges sólo le interesa el meca-nismo…el contenido humano le esindiferente...En resumen: nada humano leatrae. Como idioma…es estupendo; no seequivoca nunca…como estilo, es muy per-sonal; pero es un modelo muy peligroso,porque sólo tiene un tono y no una serie detonos» (Rodríguez F. 1990:XVIII-XXIII). Una idea matriz de Pedro Henríquez Ureñaes la unidad de la cultura indo-hispano-americana. ¿Rechazaba el aporte afro-ameri-cano? Si bien no lo afirma, tampoco parecenegarlo al hablar de la relación entre músicay cultura: «el hombre de países donde pre-

valece el espíritu criollo es dueño de precio-sos materiales, aunque no estrictamente au-tóctonos; música traída de Europa o deÁfrica, pero impregnada del sabor de lasnuevas tierras, y de la nueva vida, que se fil-tra en el ritmo y dibujo melódico» (en Ro-dríguez F. 1990:137-138). Esta tesis lareafirmó en su ensayo de 1929 sobre MúsicaPopular de América: «creación autóctona,combinaciones variables de influencias indí-genas, España, África» (1979:150). Difícilque en aquella época el maestro pudieraidentificar con métodos etnomusicológicoscélulas rítmicas africanas o afroamericanasen la música dominicana. Por eso afirma que«de los ritmos africanos que viven en Cubaque se extienden a Yucatán y Veracruz, sólocon un “tal vez” pueden encontrarse enSanto Domingo» (Nolasco 1946:131).Cuando era Superintendente de Enseñanzaentre 1931-1933 realizó una presentación demúsica folklórica en el Parque Colón comoprueba de la riqueza cultural del país. El an-tihaitianismo no es un prejuicio presente enla obra de Pedro Henríquez Ureña, a diferen-cia de lo que ocurre en la intelectualidad quese desarrolló bajo la dictadura de Trujillo,quizá por vivir fuera del país y por haber co-nocido en varias ocasiones a Cabo Haitiano,Haití, junto con su padre. De todas maneras,en el momento en que se discutía el origendel merengue dominicano, recordó en 1929que el meringue era la danza nacional enHaití. Pedro Henríquez Ureña es el pensador hu-manista más dominicano e universal delpaís. Como bien afirmó doña Flérida de No-lasco, estudiar su vasta y generosa labor,comprenderlo, estimarlo y continuar sus ide-ales es el tributo más digno de su memoria:un tributo superior a las lágrimas, a las ala-banzas y a los monumentos.

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RR EE FF EE RR EE NN CC II AA SS BB II BB LL II OO GG RR ÁÁ FF II CC AA SS

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Algunos estudiosos de la literaturainfantil justifican emplear esterecurso para inculcar en los

niños y jóvenes el buen gusto, el sentidode la nobleza y de la justicia, la concien-cia del deber ante el pueblo y el amor altrabajo.Alga Marina Elizagaray, especialista

cubana en literatura infantil, en su im-portante libro Niños, Autores y Libros,al pronunciarse decididamente contra elmoralismo y el pedagogicismo, justificala posibilidad de que la literatura infan-til se ocupe de ese rol, pero lo condicionaa que la misma sea «verdadero arte yhable con el lenguaje de las imágenes ylos sentimientos».De modo que al hablar de educación en

valores, ejes transversales, metas curri-culares no se piensa en la literatura in-fantil, o sí puede pensarse en ella, perosabiendo que esta es un acto de recrea-ción estética, que lo primero para ella esconseguir que el niño encuentre en laspalabras un instrumento de juego.Esto de que el niño encuentre placer en

la lectura, que la disfrute como un ju-guete, es una concepción ampliamentedifundida y aceptada. Al respecto mepermito traer una cita muy certera delespecialista español Daniel Cassany:

«La lectura por placer significa, en pri-mer lugar, buscar textos que interesena los alumnos y que hablen de sus pro-blemas. Significa fomentar la literaturainfantil y juvenil. Significa también no

Literatura infantil:arte y creación

Rafael Peralta RomeroEscuela de Comunicación Social

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obligar a los niños a leer este libro o elotro, sino dejar que ellos elijan. Y permi-tir, que si no les gusta, lo dejen y vayana otro libro. Es decir, actuar de la mismaforma en la que actuamos los adultos».

Lo dicho por Cassany, que no es lite-rato, sino educador, es parte de un re-clamo universal en el sentido de que lasobras literarias se oferten a los niñoscomo parte del recreo, del momentoameno. La lectura debe constituir paralos niños un ejercicio de libertad y disfrute.El estado natural del niño es la liber-

tad, no tiene por qué padecer un minutode opresión. El juego es una auténticaexpresión de esa libertad, la lectura de-bería complementarla. Cuando padres ymaestros olvidan que la principal ocupa-ción de un niño es el juego las cosasandan mal y por ahí entran las restric-ciones y prohibiciones, que a menudodejan en el niño una secuela fatal.

Nada menos que Sigmund Freud, aprincipios del siglo XX, se refería a esteasunto señalando que: “Cuando el niñoaprende el vocabulario de su lengua ma-terna, se complace en experimentar conese patrimonio de una manera lúdica.Acopla las palabras sin preocuparse porsu sentido, para gozar del placer delritmo y de la rima”.

Aserrín, aserrán Los maderos de San JuanComen queso, comen pan.Los de Juan comen pan.Los de Pedro majan hierro,Los de Enrique, alfeñique.Y los otros triqui, triqui.

Esta cancioncilla da la razón al sabioaustríaco. ¿Qué es lo que predomina enella? La igualdad de sonidos, pues si lavemos desde el punto de vista del conte-nido, poco encontraremos en ella… y demoraleja, nada. La intención ideológica varía de

acuerdo a muy diferentes circunstan-cias. En muchos casos, la obra infantilestá impregnada de intención morali-zante porque el autor lo ha querido así,eso es lo que él o ella ha sentido, sin quenadie se lo haya exigido. Ahora, una ver-dad incuestionable está en el medio deesto: la creación literaria resultará dis-minuida si se le somete a un plan estra-tégico para divulgar determinadaideología.Me luce que en los mediadores entre

el niño y el libro hay mucho miedo a pre-sentar un texto sólo como instrumentopara jugar. Todos entendemos, al pare-cer, que si el libro no educa o no ayuda al

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niño a ser mejor, el libro no tiene razónde ser. De ahí tal vez el miedo que seaprecia entre maestros y editores paramotivar a los otros grandes mediadores,padres y madres, al momento de ofre-cerle un libro destinado a los menores.

El requisito indispensable para labuena literatura infantil es la fantasía, elpoder de acompañar a los niños en suocupación por excelencia, que es eljuego. La imaginación es parte integraldel ser humano equilibrado... «nadapuede el hombre sin la imaginación», hadicho Aristóteles.El pedagogicismo en la literatura in-

fantil ha sido definido, con toda lógica,como una patología de la educación, yconduce a ¿o se origina? en un manejotorpe de la pedagogía. Debemos suponerque quienes insisten en esto ignoran quecon ello echan a perder la posibilidad desacar utilidades del libro para lograr losobjetivos de la educación. Jamás el di-dactismo debe figurar como ingredienteclave en la creación literaria paraniños.Gianni Rodari, autor de obras para

niños y del excelente libro Gramática dela fantasía, defiende hasta lo último elderecho del niño a disfrutar de los libros.Veamos sus palabras:

«La literatura infantil, en sus iniciossierva de la pedagogía y de la didáctica,se dirigía al niño escolar que es un niñoartificial, de uniforme, mensurable,según criterios meramente escolaresbasados en el rendimiento, en la con-ducta, en la capacidad de adecuarse almodelo escolar …El niño que juega sedefiende como puede de esa literaturaedificante. Se encarama al estante deladulto y le roba las obras maestras de laimaginación…»Que la literatura infantil se estudie en

maestrías, licenciaturas y diplomados,que sea parte de los estudios pedágogi-cos, nos ha de parecer bien a todos, a finde cuentas los maestros resultan media-dores de primera importancia entre la li-teratura infantil y su público, que sonlos niños y jóvenes. Ponderar, promover,recomendar, justificar el libro infantilsiempre será válido.El maestro hace muy bien con ayudar aque niños y jóvenes amen y disfruten laliteratura, y eso se logra presentándolacomo un escape más que como unatarea. No sé dónde aprendí una magní-fica sentencia de Jorge Luis Borgessobre este asunto: «No se puede hablarde lectura obligatoria, sería como hablarde felicidad obligatoria».

El objetivo de este artículo es mostrarlos supuestos de la perspectiva nietz-cheana de la ciencia y cómo estos su-

puestos constituyen un precedenteintelectual de la denominada epistemolo-gía naturalizada. Tanto por sus planteamien-tos como por el enfoque de los mismos,Nietzsche se contrapone a la teoría del cono-cimineto tradicional caracterizada, funda-mentalmente, por un enfoque trascendental.Mostraré, a partir del siguiente apartado, losvínculos entre la obra de Nietzsche y la epis-temología evolutiva.

Friedrich Nietzsche y la epistemologíanaturalizada.En la historia de la filosofía occidental hasido predominantemente la reflexión sobreel problema del conocimiento. Durante el úl-timo siglo, esta reflexión experimentó unasignificativa modificación. Las viejas pre-guntas de la epistemología tradicional sobrelos fundamentos básicos de nuestras creen-cias ontológicas y sobre los criterios me-diante los cuales las creencias se justificanfueron abandonados 1 y a la epistemología

tradicional se le presentó, como nueva alter-nativa, la epistemología naturalizada . El programa de la epistemología naturali-zada 2 rechaza los antiguos problemas de laepistemología tradicional por no compartirsus supuestos básicos. (Existencia de funda-mentos últimos o criterios absolutos de jus-tificación, concepción ontológica y teoría dela verdad) 3. Concibe el proceso del conoci-miento como un fenómeno natural que nodebe estudiarse a partir de una metodologíatrascendental, sino, a partir de los resultadosde las ciencias naturales. Una de las vertientes más importantes enel ámbito de la epistemología naturalizada esla epistemología evolucionista. Fundamen-tada en la teoría de la evolución, la episte-mología evolucionista entiende el fenómenodel conocimiento como el producto de unproceso evolutivo en el que la adaptación alentorno desarrolló no solo las habilidadescognitivas sino también los órganos senso-riales que posibilitan experimentar el mundoy las estructuras innatas que posibilitanpensarlo.4

LLaa ppeerrssppeeccttiivvaaNNiieettzzsscchheeaannaa ddee llaa cciieenncciiaaLeonardo DíazEscuela de Filosofía

1 Sergio F. Martínez y León Olivé (Comps.) Epistemología evolucionista, México, Editorial Paidós México, 1997, p. 12.2 W. V. Quine: «Naturalización de la epistemología» en: La relatividad ontológica y otros ensayos, Madrid, Ed. Tecnos, 1974, pp. 93-119.3Martínez y Olivé (Comps.): Op. Cit. p. 12.4 Cf. Karl Popper: «Hacia una teoría evolutiva del conocimiento», en: Un mundo de propensiones, Madrid, Ed. Tecnos, 1992., pp. 69-70.

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Entendido en estos términos el proceso delconocimiento debe ser entendido no sólo ensu contexto de justificación, sino también, ensu contexto de generación o descubri-miento.5 De este modo, se desdibuja la líneademarcatoria entre ambos contextos, tan caraal Empirismo Lógico. La epistemología sevincula a la psicología, de la que se convierteen un capítulo.6Muchos de los supuestos básicos de laepistemología naturalizada y evolucionistase encuentran en la obra de Friedrich Nietzs-che. Esto no significa que la epistemologíanaturalizada conforme un continuo con laperspectiva nietzscheana del conocimiento,pero ésta constituye un importante prece-dente de la misma.Nietzsche se opone a los supuestos básicosde la epistemología tradicional. Rechaza deplano la existencia de fundamentos últimos ode criterios absolutos, y por tanto, no condi-cionados históricamente:«El sentido histórico: Platón y toda la filo-sofía no tienen ninguna idea de ello (…) Loque nos separa más radicalmente del plato-nismo y del leibnicianismo es que ya no cre-emos en conceptos eternos, en valoreseternos, en formas eternas, en almas eternas;y la filosofía, en la medida en que es cientí-fica y no dogmática, no es para nosotros másque la extensión más amplia de la noción de“historia”. La etimología y la historia dellenguaje nos han enseñado al considerartodos los conceptos como frutos del devenir,muchos de ellos como todavía en devenir».7Los conceptos son cambiantes, la realidades puro devenir. Nietzsche confronta el mo-delo platónico que hace del devenir y el cam-bio una ilusión, mientras concibe lo realcomo imperecedero, incambiante y eterno.8

Desde la perspectiva nietzcheana:«Platón se formó las convicciones siguien-tes: 1. El devenir y el cambio no pueden con-venir a la verdadera esencia de las cosas, sies que tal esencia existe. Porque el ente debeser siempre idéntico a sí mismo y no puedeestar en contradicción consigo mismo. 2. Elerror y la apariencia no pertenecen a la esen-cia de las cosas. Algo acerca de lo cual seanposibles opiniones muy diferentes, por ejem-plo la naturaleza, en su totalidad, no puedeser la esencia de las cosas. O el conoci-miento pertenece al ser y entonces sólopuede ser verdadero o pertenece al deveniry al aparecer y entonces sólo puede ser cam-biante y falso. El verdadero saber tendría quereferirse a lo permanente y tendría que ser élmismo permanente y estable».9En Crepúsculo de los ídolos, Nietzsche cri-tica la falta de sentido histórico, el «egipti-cismo de los filósofos».10 La falta deperspectiva histórica estimula la creencia enfundamentos, en criterios o valores absolutosque deben reflejar «la esencia de la reali-dad». Desde la perspectiva nietzscheana,esta concepción debe ser desmitificada a par-tir de un análisis sobre el origen de estas no-ciones, de una investigación que, adiferencia de la reflexión filosófica tradicio-nal, esté vinculada a las ciencias naturales.11Como la epistemología naturalizada, Nietzs-che considera el fenómeno del conocimientocomo un fenómeno de la naturaleza. Portanto, la realidad no debe ser derivada de lafacultad humana de conocer, sino que, vin-culadas, ambas son el producto de la evolu-ción.12Se rompe de este modo la dicotomía cre-ada por la epistemología y la tradición me-tafísica occidental entre ser humano y

5Martínez y Olivé (Comps.): Op. Cit., p. 14.6Quine: Op. Cit.7Friedrich Nietzsche, citado en: José Luis Galparsoro: «El joven profesor Nietzsche y Platón», en Enrahonar, n. 24, 1995, pp. 47-72.8Cf. Platón: Timeo, 27-28.9Nietzsche, en Galparsoro: Op. Cit. 10Friedrich Nietzsche: Crepúsculo de los ídolos, Madrid, Alianza Editorial, 1986, p. 45.11Friedrich Nietzsche: Humano demasiado humano, I, § 1.12Nietzsche: Humano demasiado humano, I § 2.

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realidad, o naturaleza y ser humano. Este nogoza ya de un lugar privilegiado, es un pro-ducto más de la naturaleza, un producto deldevenir.13No es posible seguir partiendo, como en laepistemología tradicional, de una razón quese constituye en fundamento absoluto e in-mutable desde donde se constituye el pro-ceso del conocimiento. La razón misma debeser analizada como un fenómeno natural,como un producto de la evolución biológica.La razón queda así naturalizada.14 No cons-tituye un criterio a partir del cual se funda-menta el conocimiento y la vida. Por elcontrario, la razón es el resultado del des-arrollo de la vida y como todos los demáscriterios, encuentran su fuente en esta.15De ahí que el criterio mismo de evaluacióndel conocimiento y de la verdad sea el de suposibilidad de favorecer o rechazar la vida.Opuesto al ideal de que todo conocimiento

es deseable por sí mismo, Nietzsche entiendeque hay conocimientos contrarios a la super-vivencia misma y en este sentido, noson deseables.16 Del mismo modo, loscriterios de verdad y falsedad dependentambién de su relación con la vida, de«cómo le favorezcan».17El pensamiento lógico moderno dependetambién de esta relación. Es el producto delproceso evolutivo y de la adaptación: «(…)Ahora bien, perecieron muchos e incontablesseres que hacían inferencias de una maneradistinta a como nosotros lo hacemos hoy:¡esto puede haber sido muy verdadero una yotra vez! Por ejemplo, quien no sabía encon-trar suficientemente a menudo lo «igual» apropósito de los alimentos o de los animalesque le eran hostiles; por consiguiente, quieninducía muy lentamente, quien era muy cui-dadoso en la inducción, tenía muchas menosprobabilidades de seguir viviendo, compa-

13José Ignacio Galparsoro Ruiz: «Nietzsche y la teoría evolucionista del conocimiento», Apéndice a la obra de Nicanor Ursúa: Cerebro y co-nocimiento: un enfoque evolucionista, Barcelona, Editorial Ánthropos, 1993, p. 310.14Galparsoro: «Nietzsche y la teoría evolucionista del conocimiento», pp. 311-312.15Bryan Magee: «Nietzsche. Diálogo con J. P. Stern», en Bryan Magee: Los grandes filósofos, Madrid, Ed. Cátedra, 1990, p. 263.16Magee: Op. Cit. p. 260.17«Pensamos que el hecho de que un juicio sea falso no constituye, en nuestra opinión, una objeción contra ese juicio.(…) La cuestión es saberen qué medida este juicio nos sirve para conservar la especie, para acelerar, enriquecer y mantener la vida. (…) » Nietzsche: Más allá delbien y del mal, § 4. De ahí la necesidad de modificar la pregunta kantiana sobre la posibilidad de los juicios sintéticos a priori por la preguntasobre la necesidad de la creencia en tales juicios, es decir el hecho de que la creencia en la verdad de tales juicios responde a la necesidadde sobrevivencia de la especie. Cf. Nietzsche: Más allá del bien y del mal, § 11. Ver también al respecto: Friedrich Nietzsche:La gaya ciencia, §110.

Dibujo, Edmundo Castillo.

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rado con aquel que ante cualquier semejanzaconjeturaba inmediatamente la igualdad.Pero la tendencia predominante a manejar losemejante como lo igual –una tendencia iló-gica, pues en sí mismo no existe nada igual,creó inicialmente todo el fundamento de lalógica (…)».18Del mismo modo, la conciencia, que cons-tituye el fundamento desde donde se erige elparadigma de la filosofía moderna queda“degradado” por Nietzsche a un productomás del proceso de la evolución biológica.A diferencia de los fundamentadores del pa-radigma de la subjetividad (Descartes, Kant,etc.) Nietzsche no concibe la conciencia entérminos de la existencia subjetiva, sino entérminos de una «red de conexiones», o derelaciones entre los seres humanos, productode la necesidad biológica de comunicarsepara la existencia comunitaria.19Nietzsche anula de esta manera la clásicacontraposición de la filosofía moderna entresujeto y objeto de conocimiento. Puesto queno existe una “conciencia” en los términosdel paradigma de la subjetividad ni tampocoun objeto «en sí» contrapuesto a dicha con-ciencia, el proceso del conocimiento noconstituye un proceso de aprehensión, sinomás bien un medio de adaptación.

La p e r s p e c t i v a n i e t z s c h e ana d e la c i e n c i aEn la medida en que Nietzsche rechaza

cualquier concepción esencialista de la rea-lidad, rechaza también la posibilidad de unsaber que refleje algún tipo de referente es-tático, inmutable o incambiante. Por esto, nove a la ciencia natural como el sistema ex-plicativo de un mundo “que yace ahí”. Lasciencias, como todo conocimiento, constitu-yen un acto interpretativo.21Las leyes naturales mismas son vistas porNietzsche como interpretaciones y no comoel reflejo conceptual de una regularidad in-herente a la naturaleza.22 Responden a la ne-cesidad humana de organizar y simplificar,de cuantificar el mundo por razones instru-mentales que garantizen la supervivencia dela especie.23De este modo, contrario al ideal modernode las leyes de la naturaleza como represen-tación matemática de la realidad y de la ob-jetividad, Nietzsche percibe en las leyesnaturales una muestra del carácter perspecti-vista y relacional del conocimiento.24La crítica de Nietzsche contra el ideal mo-derno o mecanicista de la ciencia se dirige alo que considera el supuesto subyacente adicho ideal. Desde la perspectiva nietzche-ana, detrás de la búsqueda de la regularidado estabilidad de una realidad verdadera ma-temáticamente expresable, se encuentra elviejo sentimiento que estimulaba a la meta-física occidental, el de la certeza, el senti-miento de seguridad que hace confortable unmundo angustiante por su constante devenir.

18Nietzsche: La gaya ciencia, § 111. 19Nietzsche: La gaya ciencia, § 354. Sobre la crítica al paradigma moderno de la conciencia, cf. José Ignacio Galparsoro: «El problema de laconciencia y sus implicaciones antropológicas en la crítica nietzscheana a Descartes», en Revista de filosofía, n. 26, 2001, pp. 187-211.20 Ibid.21Nietzsche citado en Galparsoro, José Ignacio: «La concepción nietzcheana de la física. Análisis comparativo de las posiciones de Nietzschecon las de Heisenberg y Prigogine», en: Iñigo Galzacorta y Julián Pacho (Eds.): Imagen del mundo y filosofía, San Sebastián, Publicacionesdel Departamento de Filosofía de la Universidad del País Vasco, 2003, p. 116.22cf. Más allá del bien y del mal § 22.23Cf. José Ignacio Galparsoro: «La concepción nietzscheana de la física. Análisis comparativo de las posiciones de Nietzsche con las de Hei-senberg y Prigogine», p.119-120. Es destacable lo señalado por Babette Babich en torno a la concepción nietzscheana de las leyes naturales. Para Nietzsche, la existencia delas leyes naturales no son la evidencia de la necesidad, sino por el contrario, consecuencia de su ausencia. De este modo Nietzsche rechazacomo «creencia metafísica» la convicción de un orden racional regulado y universal. «Lo que acontece acontece, y cada evento determina susúltimas consecuencias». Babette Babich: Nietzsche’s Philosophy of Science. Reflecting Science on the Ground of Art and Life, N.Y., State Uni-versity of New York Press, 1994. p. 44.24 Galparsoro: «La concepción nietzcheana de la física. Análisis comparativo de las posiciones de Nietzsche con las de Heisenberg y Prigogine»,pp. 120-121. Según Babette Babich, la perspectiva nietzscheana de la ciencia concibe las leyes naturales como una expresión de la tendenciasociopolítica nihilista del espíritu moderno de reducir todo a un nivel común o promedio. Cf. Babich: Op. Cit., p. 41.

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Por consiguiente, la ciencia, entendida deeste modo, refuerza los instintos anti-vitales,porque intenta negar la diversidad y la mul-tiplicidad en beneficio de quienes, inconfor-mes con dicha diversidad, le oponen unasupuesta realidad, unitaria e incambiante.25Este ideal de la ciencia debe ser abando-nado, en la medida en que pretende ocupar elpuesto de la vieja metafísica y sus supuestosde absolutez o incondicionamiento. En lamedida que es concebida de este modo, laciencia, al igual que la metafísica tradicional,constituye una interpretación que empobrecela vida, pues hace al mundo carente designificado.26De ahí que la perspectiva nietzscheana dela ciencia resalte el carácter relacional y con-dicionado del conocimiento. El mismo,

como se ha señalado, no constituye una re-producción o aprehensión de las cualidades«esenciales» de un objeto, sino, un conjuntode perspectivas o de horizontes interpretati-vos que expresan necesidades e intereses vi-tales . Construimos un mundo de símbolos,de ficciones sobre la realidad.28Este conjunto de perspectivas configuranimágenes del mundo.29Esta concepción perspectivista puede sercriticada de relativista. Sin embargo, Nietzs-che no es un defensor del relativismo episte-mológico. El relativismo puede presuponerun fundamento (incognoscible) desde el cualtodas las perspectivas son iguales: un idealapodíctico, un principio metafísico, etc.Nietzsche rechaza la existencia de cualquierade estos «principios axiomáticos».30

25Galparsoro: «La concepción nietzscheana de la física. Análisis comparativo de las posiciones de Nietzsche con las de Heisenberg y Prigo-gine», pp. 121-122.26Nietzsche: La gaya ciencia, § 373.27Babich: Op. Cit. p. 48.28Nietzsche: Más allá del bien y del mal, § 21. Usualmente, el empleo del término ficción tiene una connotación despectiva, como opuesto a«lo verdadero». En términos nietzscheanos, el concepto de ficción no tiene implicaciones despectivas. Más bien remite aquí a elaboración,creación, simbolización.29Nietzsche: La gaya ciencia, §112.30Para una distinción entre el relativismo epistemológico y el perspectivismo nietzscheano sobre la base de la asunción o no de un ideal apo-díctico, véase: Babich: Op. Cit. pp.46-57.

S/t, oleo/tela, Edmundo Castillo

Además, el relativismo implica que todaslas perspectivas, concepciones, valoreso teorías poseen el mismo status. Todas po-seen la misma validez, porque no es posiblebasarnos en una evidencia que sirva de tri-bunal independiente en el debate entre lossujetos. Por el contrario, Nietzsche no de-fiende la idea que todas las perspectivas po-sean el mismo rango. Existe una jerarquíaentre las perspectivas del mismo modo enque existe una jerarquía entre los seres hu-manos. Dicha jerarquía existe en la natura-leza. «No es que todas las verdades seaniguales, sino que los seres humanos son radi-calmente desiguales en su capacidad para lasmás altas verdades y su derecho a ellas».31Además de tener un carácter perpectivista,para Nietzsche, la ciencia constituye unmodo de «metaforizar» el mundo.32 Nuestrarelación cognoscitiva con el mundo se en-cuentra siempre mediatizada por las metáfo-ras. Los estímulos provenientes del entornose conforman en imágenes y sobre ellas seelaboran las metáforas. Estas, a su vez, sonfijadas como conceptos por la práctica, porlos hábitos.La ciencia constituye un modo de irrumpiren el mundo, de reconstruirlo metafórica-mente. El empleo de las metáforas implicauna nueva reconceptualización de los térmi-

nos envueltos en el proceso metafórico y portanto, no consiste en un mero proceso de re-producir conceptualmente un determinadoreferente.Las metáforas conforman redes de signifi-cado a la vez que establecen relaciones desemejanza y desemejanza conceptuales. Conello estructura y redescribe la realidad.33En este sentido, la perspectiva nietzsche-ana de la ciencia puede servir de fundamentoa una hermenéutica de las ciencias naturales,en la medida en que implica los siguientessupuestos: 1-La ciencia es básicamente constructorade significados.2-La ciencia es un sistema de prácticas.3-Existe una prioridad de la situación sobrela formalización.34Desde una perspectiva hermenéutica, laciencia constituye una construcción de signi-ficados35 que hunde sus raíces en el “mundode la vida” (Lebenswelt).36 Desde este con-texto de comprensión compartida, los inte-grantes de las distintas comunidadesespecializadas interactúan e intercambian ar-gumentaciones, valores y fines en el hábitatdel lenguaje.37Al mismo tiempo, y contrario a la filosofíade la ciencia pre-kuhniana, la filosofía de laciencia de las últimas décadas visualiza laciencia como un sistema de prácticas.38 La

31 Peter Berkowitz: Nietzsche. La Etica de un inmoralista, Madrid, Ed. Cátedra, 2000, p. 296.32 «Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que me-táforas de las cosas que no corresponden en absoluto a las esencias primitivas». Friedrich Nietzsche: Sobre verdad y mentira en sentido ex-tamoral, § 1.33 Cf. Thomas Kuhn: «La metáforas en la ciencia», en El camino desde la estructura, Barcelona, Ed. Paidós, 2002, pp. 233-245. Para el con-cepto de «redescripción», cf. Mary Hesse en: Paul Ricoeur: La metáfora viva, Madrid, Ed.Trotta/Cristiandad, 2001, pp. 319ss.34 Robert Crease (Ed.): Hermeneutics and the Natural Sciences, Netherlands, Kluwer Academia Publishers, 1997, pp. 262-263.35 Respecto al término significado, procede la siguiente aclaración de Patrick Heeland: «Meaning is nothing physical; it is not a text, a behavior,a neural network, a computation, not even a sign or a medium, nor any relationship among things, though all of these may be generated byand productive of meaning. Nor is it a private 'domain' where people share the products of human understanding first by common habits ofaction (in which diverse networks are recognized) and then through the use of language –like media. (…) is the 'domain' in which people un-derstand one another, argue with one another, give reasons, establish goals, set up norms, define kinds, etc. –more or less effectively accordingto the purpose, intelligence, language skills, and education of the parties involved». Ver: Patrick Heeland: After Post-Modernism: The Scopeof Hermeneutics in Natural Science, http://www.focusing.org/apm_papers/heelan.html36 «La palabra vida no tiene aquí sentido fisiológico, significa vida que actúa conforme a fines, que crea formas espirituales: vida creadora decultura, en el sentido más amplio, en una unidad histórica». Edmund Husserl: «La filosofía en la crisis de la humanidad europea», en Invitacióna la fenomenología, Barcelona, Ed. Paidós, 1992, p. 76.37 Heeland: Op. Cit. p 5. Preferimos hablar del significado como un contexto compartido en el lenguaje a la visión de Heeland sobre el sig-nificado como transmitido «a través del medio del lenguaje». Con Gadamer consideramos el lenguaje no como un medio de transmisión delsignificado, sino la estructura en la que es posible el significado y cualquier experiencia del mundo. Ver Gadamer: Verdad y método II, Sala-manca, Ed. Sígueme, 1996, pp. 145-152.38 Cf. Andrew Pickering: Science as Practice and Culture, Chicago, The University of Chicago Press, 1992; Joseph Rouse: «Kuhn' Philosophyof Scientific Practice», en Thomas Nickles (Ed.) Thomas Kuhn, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 101-121, 2003 y Sergio Martínez:Geografía de las prácticas científicas, México, UNAM, 2003.

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perspectiva hermenéutica asume tambiénesta concepción de la ciencia entendidacomo un proceso de involucramiento con si-tuaciones a partir de las cuales los conceptos,teorías y formalizaciones se desarrollan y ad-quieren sentido.39

ConclusionesPor consiguiente, es viable visualizar en laperspectiva nietzcheana de la ciencia, el pre-cedente para una perspectiva de epistemolo-gía hermenéutica. Nietzsche concibe laciencia y el conocimiento en general comoconstrucción de símbolos,40 percibe el cono-cimiento en términos no meramente intelec-tivos, como el resultado del desarrollo dehábitos, de prácticas, de aplicaciones para lavida.41 Al mismo tiempo, Nietzsche priorizalos horizontes interpretativos por encima delas intenciones de reproducir la realidad ex-presadas en formalizaciones.42Desde esta lectura hermenéutica, la comu-nidad científica se encuentra ante la natura-leza como el lector o el intérprete ante unaobra de arte o un mito, ante un texto impreg-nado de significado y por tanto, recreable.43Este carácter recreativo de la actividadcientífica posibilita concebirla como un«performance».44 Se trata de una “acciónprogramada, producida y ejecutada parahacer algo perceptible”.El fenómeno no solo es «producido» porel ejercicio mismo de la investigación, sinotambién, por los elementos de su comunica-ción. Entre estos elementos señalados ya an-

teriormente45 se destacan:a) Metáforas y símiles: Estas «imágeneslinguísticas» implican un proceso de recrea-ción de la realidad con determinados presu-puestos sobre sus características yfuncionamientos. b) Cambios de jerarquización por trans-

mutación de sentido: Con ellos, los signifi-cados de los términos que conforman laconcepción de la realidad de un individuo setransforman al modificarse la jerarquizaciónde las entidades que conforman su perspec-tiva u horizonte interpretativo. c) La estructuración del estilo: La mismaimplica un uso de las fuentes o las autorida-des, una determinada organización de los ar-gumentos en función de unos determinadospresupuestos, el empleo de metáforas queimplican el compromiso con una determi-nada ontología, etc.Y en estos últimos aspectos, Nietzscheconstituye también un precedente. No es ca-sual el estilo en que redactaba sus escritos.Sabía de la intricada relación existente entreel modo de redactar y pensar, entre el modode estructurar las metáforas y el modo de or-ganizar conceptualmente el mundo.46Así, concibiendo la ciencia como un «ins-trumento para interpretar»,47 Nietzsche per-cibió en ella un mecanismo más dentro de lanaturaleza que sirve a la sobrevivencia de laespecie humana. Hermenéutica y epistemo-logía evolutiva terminan pues, en su obra, fusionándose.

39 Ver al respecto: Thomas Kuhn: Epílogo a La estructura de las revoluciones científicas, México, FCE, 2004. (Traducción de Carlos Solís).40 Ver nota 27.41 Nietzsche: La gaya ciencia, § 11042 Nietzsche: La gaya ciencia, § 111 y 112.43 En este sentido, la perspectiva hermenéutica de la ciencia, a diferencia de la perspectiva realista, privilegia el significado sobre la verdad.No existe «adecuación a la cosa», y nuestra relación con la realidad es mucho más una multiplicidad de relaciones o, en términos nietzsche-anos, perspectivas.44 Se emplea en este contexto la noción de performance de Robert Crease: «I understand performance here as an action that has been pro-grammed, produced, executed, and witnessed in order to make something perceptible». Cf. Robert Crease: «Productive Objetivity: The Her-meneutics of Performance in Experimental Inquiry», en Mártha Fehér, Olga Kiss and László Ropolyi (Eds.): Hermeneutics and Science,Dordrecht, Kluwer Academic Publishers, 1999, pp. 25-34.45 Leonardo Díaz: «Paradigma y matriz disciplinaria: El sendero hermenéutico de Thomas Kuhn», en Paradigmas. Revista de crítica filosóficae investigación en Humanidades, Año III, no. 5, Enero-Junio, 2004, p.26.46 Nietzsche: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, § 1: Más allá del bien y del mal, § 22.47 Nietzsche: Más allá del bien y del mal, § 14.

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Fehér, Mártha, Kiss, Olga and Ropolyi, László (Eds.): Hermeneutics and Science, Dordrecht, Kluwer Acade-mic Publishers, 1999.

Gadamer, Hans: Verdad y Método (2 vols.), Salamanca, Ed. Sígueme, 1996.

Galparsoro Ruiz, José Ignacio: «Nietzsche y la teoría evolucionista del conocimiento», Apéndice a la obra deNicanor Ursúa: Cerebro y conocimiento: un enfoque evolucionista, Barcelona, Editorial Ánthropos, 1993, p.305-335.«La concepción nietzscheana de la física. Análisis comparativo de las posiciones de Nietzsche con las deHeisenberg y Prigogine», en Iñigo Galzacorta y Julián Pacho (Eds.) Imagen del mundo y filosofía, San Se-bastián, Publicaciones de la Universidad del País Vasco, 2003, pp. 113-138.«El joven profesor Nietzsche y Platón», en Enrahonar, n. 24, 1995, pp. 47-72.«El problema de la conciencia y sus implicaciones antropológicas en la crítica nietzscheana a Descartes», enRevista de filosofía, n. 26, 2001, pp. 187-211.Galzacorta, Iñigo, Pacho, Julián Pacho (Eds.) Imagen del mundo y filosofía, San Sebastián, Publicacionesdel Departamento de Filosofía de la Universidad del País Vasco, 2003. Heeland, Patrick: After Post-Modernism: The Scope of Hermeneutics in Natural Science, http://www.focu-sing.org/apm_papers/heelan.html

Husserl, Edmund: «La filosofía en la crisis de la humanidad europea», en Invitación a la fenomenología, Bar-celona, Ed. Paidós, 1992, pp. 75-128.

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Nietzsche, Friedrich: Crepúsculo de los ídolos,Madrid, Alianza Editorial, 1986, p. 45.Humano demasiado humano, Madrid, Edaf, 1988.Más allá del bien y del mal, México, Editores Mexicanos Unidos, 1983.La ciencia jovial. «La Gaya Scienza», Caracas, Monte Avila Editores, 1985.Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Madrid, Ed. Tecnos, 1998.

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Ricoeur, Paul: La metáfora viva, Madrid, Ed.Trotta/Cristiandad, 2001.

Rouse, Joseph: “Kuhn' Philosophy of Scientific Practice”, en Thomas Nickles (Ed.) Thomas Kuhn, Cambridge,Cambridge University Press, 2003, pp.101-121Ursúa, Nicanor: Cerebro y conocimiento: un enfoque evolucionista, Barcelona, Editorial Ánthropos, 1993.

RR EE FF EE RR EE NN CC II AA SS BB II BB LL II OO GG RR ÁÁ FF II CC AA SS

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EL POSTMODERNISMO DECONSTRUCCIONISTAY SUS POSIBLES TRAMPAS

Sin duda, el postmodernismo havenido a sacudir las bases sobrelas que han descansado la filoso-

fía y la cultura occidentales desde su fun-dación en la antigua Grecia hastanuestros días. Los epígonos o seguido-res de los filósofos modernos han tenidoque redefinir constantemente el discursode sus manes tutelares. Es como si derepente todo el terreno sobre el que pisa-ban, se hubiera venido abajo.

El postmodernismo despacha la fi-losofía moderna por ser logocéntricay dualista. Favorece el principio de lapluralidad, la libertad de etnias, de equi-dad de género, de clases, de religión, deorientación o condición sexual, los dis-cursos de minorías, y demás; ve las con-tradicciones en todos los órdenes comoun proceso normal en la evolución delpensamiento. Nada de síntesis ni uni-dad de contrarios. No pretende supri-mirlos ni satanizarlos; más bien, celebrael principio de las diferencias, en el en-tendido de que el que busca la esencia delas cosas se cierra a lo plural, a lo contra-dictorio. De ahí el porqué se burla detodo lo que tenga visos de eje, lógica, sis-tema, orden, razón, identidad. Intentapulverizar el esquema hegeliano de laUnidad - Verdad - Totalidad. Su plato

fuerte es atacar el canon filosófico clá-sico, como bastión de poder y privilegioque ha p e rmane c i do por t iempo inmemorial.

Ciertamente, todo gira en torno a laidea del centro en el discurso occidental,y dentro de ese centro, el esquema delprincipio, del desarrollo y del final, enfin, todos los productos de la cultura: lafilosofía, las universidades, las artes, laliteratura, la religión, la sociedad, laconstrucción de ciudades, edificios, vi-viendas, el poder, todo.

En lo que a nosotros respecta, no nosimaginamos cómo se puede sosteneruna cultura sin un eje, sin un centro.Gracias a la Iglesia - no importan las re-servas que podamos tener con ella, pornuestra orientación humanista - se hamantenido en pie toda nuestra civiliza-ción por más de dos milenios, al puntode que se ha ganado el adjetivo de cris-tiana, además del de occidental. Sólo aesa institución le ha tocado unificarla.Con todos los defectos que se le puedanatribuir a nuestra civilización - con susrazones-, máxime tras las dos guerrasmundiales, estimamos que la modernaes preferible a hacer trucos, experimen-talismos, acrobacias en el ejercicio delpensamiento. No creemos que haya sido

Alex FerrerasEscuela de Lenguas Modernas

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muy agraciado el experimentalismo enlas artes y en la literatura. Ahora, no im-plicamos con esto que es justo esa prác-tica que se esté llevando a efecto en elterreno filosófico; sin embargo, la ideade pretender hacer tabla rasa de todoslos pilares que han servido de sostén a loque en verdad somos como seres huma-nos en nuestro hemisferio, pensamos,no deja de tener presupuestos similaresa los de las artes y la literatura.

Nada ni nadie puede reclamar tener laverdad absoluta, so pena de pecar de unescolasticismo dogmático, por la sencillarazón de que todo se sitúa. Es justa-mente lo que ha hecho el deconstruccio-nismo, pero que no entendemos cómono acaba de aplicárselo a sus doctrinasantes de meter el escalpelo al sistema fi-losófico moderno. De la misma formacomo el postmodernismo deconstruccio-nista se ha erigido al derribar las premi-sas filosóficas de la era moderna, de esamisma suerte no puede reclamar comoamo y señor nada tampoco, puesto quees obvio que guarda en sus entrañas lospresupuestos de la escuela filosófica queinevitablemente lo enfrentará. Es unahistoria vieja, por atenerse a una ley dela dialéctica. Se ha echado ver a lo largode la evolución del pensamiento entodos los sentidos. Una escuela filosóficanace al atacar la escuela anterior. Es unadinámica constante, el mismo principiode las aguas del río de Heráclito quefluye a lo largo del tiempo. Por tanto,fue terrible, la agudeza de ingenio de-mostrada por Heidegger, cuando afirmóque sólo los filósofos presocráticos te-nían conocimiento del Ser, de la esenciade las cosas, algo que al parecer sus su-cesores no acaban de ver, probable-mente por tener un sinnúmero dehachas ideológicas que afilar, de muchasvetas del pensamiento que decantar.

Esta es su era, como también la tuvieronlas otras doctrinas filosóficas que lestocó ser parricidas en su época. Sólo losfilósofos presocráticos fueron verdade-ramente sabios, en todo el sentido deltérmino. Los demás, incluyendo obvia-mente los de este país, son -digamos-profesionales de la filosofía, no asífilósofos (creadores de sistemas), en elsentido estricto de la palabra.

En el fondo, el Amo (detrás del cualpueden perfectamente esconderse Lyo-tard, Deleuze, Vattimo, Derrida, Haber-mas, Lacan, y otros filósofospostmodernos), no da nada gratis, apartir de las presuntas concesiones quehace a través de la nueva doctrina filosó-fica del postmodernismo deconstruccio-nista. No es casual que a lo largo de lahistoria se hayan mantenido niveles devida óptimos y dignos en cada de uno delos estadios culturales de sus países.Tampoco creemos que el Amo sea sin-cero, si partimos de la idea que está enla misma esencia de la filosofía etnocén-trica europea, el ser tributaria de la zo-rruna astucia del Ulises de Homero.Podría ser sólo una variación de estrate-gia en los esquemas de poder de los paí-ses del llamado primer mundo, por loque aconseja escudarse en el escepti-cismo en contra de una nueva proeza en que filósofos clásicos, modernos y postmodernos, entrarían en una nuevacruzada del espíritu, desde un diseñoimpalpable, habida cuenta que los pen-sadores de las culturas marginadas, aligual que la gente común de ellas, tienencomo rasgo notable, la urgencia, la nece-sidad de hablar, de expresarse, tomandocomo punto de partida su identidad dis-locada y distorsionada. Ya lo había sen-tenciado Hegel antes, refiriéndose a larealidad latinoamericana, que «Lo queahora acontece allí no es más que el eco

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del viejo mundo y el reflejo de ajenavida».1

Por tal razón, no es para nada inteli-gente tomar el juicio de Hegel a la ligera.No nos parece que sea por amor al arteel despliegue de tanta generosidad de losfilósofos postmodernos frente al pensa-miento de los países latinoamericanos, ypor extensión, ante el de los demás deltercer mundo. Si por piedad o mea culpafuese, es preferible el antídoto de Nietzs-che contra semejantes sentimientos alrespecto. Como af irmamos en otrolugar, por lo visto las minorías esta vezno somos, zumbonamente, el loro quehabla. En otras palabras, deberíamos

preferir no meter el dedo de nuestropensamiento ahí; esa enorme cotorrajamás ha dejado de estar ni va a dejar deestar ahí. Al contrario, vive continua-mente reciclándose en su espíritu y en sualma. Es simplemente asuntos de poderque el Amo tiene que mantener en unverdadero tours de force del pensa-miento a lo largo de las edades. Y ahoraes peor, con una jaula tendida en el airey sin barrotes, muy diferente a la delpoeta afroamericano, Paul LaurenceDunbar, en su poema «I Know Why theCaged Bird Sings» (Sé por qué canta elpájaro enjaulado).

Olvido, oleo/tela, Edmundo Castillo

1Alfonseca, Iván. «Inquietudes filosóficas en SantoDomingo», en Cuadernos de filosofía. Ediciones de laUNPHU, 1981.

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El cuento se parece al poema por subrevedad, concisión y aliento. Por lomismo, muchos aseveran que es más

difícil de escribir que la novela, donde todose vale. Un novelista tiene un cajón de sastredonde va tirando los deshechos, en tanto queel cuentista ha de manejar, con economía, lasanécdotas, los personajes, los detalles, loshechos y las situaciones que no debe contar.Es decir, el silencio cuenta mucho en elcuento. La intensidad ha de ser la estrategiapresente en el cuento, y el final siempre debepermanecer como «dato escondido» en lacircularidad de la acción narrativa ycomo recurso técnico. En ese dominioreside el arte del cuento y la maestríadel buen cuentista. El cuento en la República Dominicana,como en toda América Latina, se inicia du-rante el mediodía del Romanticismo y confactura costumbrista. Su evolución es tardía.Solo la poesía patriótica, el periodismo y laoratoria acusan un notable cultivo durante elsiglo XIX y las dos primeras décadas del XX.No es sino hasta los años veinte cuando elcuento empieza su periplo evolutivo, a pesarde que en 1908, Fabio Fiallo publica su libroCuentos frágiles y en 1934, Las manzanasde Mefisto, de atmósfera modernista. Pero enellos sobresale el poeta romántico, pues Fia-llo, gran amigo de Darío, fue romántico en el

verso y modernista en la prosa. CuandoDarío y los modernistas le daban impulsoexpresivo al género, en nuestro país, nues-tros cuentistas seguían atados a las mancuer-nas del costumbrismo folklórico y telúrico.Aun en pleno año de 1940, Sócrates Nolascopublica su libro Cuentos del sur, profun-dizando mucho más en la temática fol-klórica y en el pintoresquismo de suregión de origen.La impronta impuesta por Juan Bosch consus Cuentos escritos antes del exilio, de te-mática socio-realista y vertiente didáctica,entra en conflicto con la filosófica de Ma-nuel del Cabral con su texto Cuentos cortoscon pantalones largos, la psicológica queintroduce Virgilio Diaz Grullón con Un díacualquiera o el tono onírico de Tomás Her-nández Franco con su libro Cibao. La mo-dernidad en nuestra tradición cuentística hayque situarla pues en la década del sesenta,con la aparición del contexto urbano y el dis-tanciamiento del criollismo y el pintores-quismo rural, en cultores del género comoRené del Risco y Bermúdez, Carlos EstebanDeive, Miguel Alfonseca, Armando Almán-zar, Ramón Francisco, Rubén Echavarría,Efraim Castillo, Enriquillo Sánchez, IvánGarcía. Sin embargo, ya no como genera-ción, sino como representantes individuales,hay que remontarse a la década de los cua-

País inverosímil Antología del cuento dominicano

Basilio BelliardEscuela de Letras

renta y los cincuenta para encontrar vocesnarrativas innovadoras como las de J.M.Sanz Lajara, Ramón Lacay Polaco, HilmaContreras y Virgilio Díaz Grullón. En la dé-cada del cincuenta se rompe la tradición degeneraciones de poetas para dar paso a unageneración que cultiva, a un tiempo, la no-vela, el cuento y el teatro.En su enjundioso estudio para la antología

La narrativa yugulada, Pedro Peix sostieneque «la nuestra es una narrativa yugulada noporque haya carecido de una adecuada pro-moción continental o porque haya sido víc-tima de una reclusión publicitaria, sino (...)porque se estancó por espacio de treinta añosen el caudal de una producción que casisiempre fue anacrónica y retardataria...»La primera antología de cuentos que se re-gistra fue publicada en 1957 por SócratesNolasco, aunque Max Henríquez Ureña hizouna selección de cuentistas dominicanos en1938, pero nunca la publicó, sino que apare-ció póstumamente en 1995, después de ha-berla dejado en archivos cubanos. Aun así,este hecho es muy tardío, desde el punto devista antológico, pues la Lira de Quisqueyade Juan de Castellanos, la primera antologíade poesía que se publica en el país, se re-monta a 1874. Este dato habla por sí solo depor qué la poesía ha tenido más proyeccióny mayor atención de la crítica que cualquierotro género y acaso mejor suerte. Nuestra tradición narrativa y casi nadie seha percatado, tiene como antecedentes unasólida tradición poética y voces canónicascomo Vigil Díaz, Moreno Jimenes, Manueldel Cabral, Hernández Franco, Pedro Mir,Incháustegui Cabral, Franklin Mieses Bur-gos y todos los poetas sorprendidos. Este fe-nómeno tiene una significación similar a laque descubrió Carlos Fuentes, quien diceque el Boom de la narrativa hispanoameri-cana no hubiese existido sin los poetas que leantecedieron como Rubén Darío, Pablo Ne-

ruda, Jorge Luis Borges, César Vallejo, Vi-cente Huidobro, Gabriela Mistral y OctavioPaz.La historia de las antologías del cuento do-minicano a partir de los años sesenta se hadinamizado. Son dignas de citarse las deAída Cartagena Portalatín, Narradores do-minicanos, publicada por Monte Avila Edito-res, en Caracas en 1978; la de Pedro Peix, Lanarrativa yugulada, en 1982; Cuentos de po-lítica criolla, de Emilio Rodríguez Demo-rizi, en 1977; La cuentística dominicana, deJenny Montero, de 1986; la de Lipe Collado,La nueva narrativa dominicana, de 1978, ya partir de los años noventa, hay toda unaavalancha con las antologías de Pedro Anto-nio Valdez, Última flor del naufragio. Anto-logía de novísimos cuentistas dominicanos,de 1995, Puente de palabras. Cuentistas do-minicanos y costarricenses de Avelino Stan-ley de 2006, y tres antologías editadas porLetra negra de Guatemala, de cuentistas do-minicanos y guatemaltecos, en co-edicióncon la editorial Ferilibro, con selección dePedro Valdez, Eulogio Javier y EsmeldaRamos, respectivamente, Los nuevos caní-bales. Cuentistas del Caribe Hispano, tam-bién con selección de la parte dominicana dePedro Valdez y la editada por Marino Beri-guete, Avelino Stanley y Angel Lockwardpara la editorial Norma, Señales de voces, asícomo la coeditada por José Rafael Lantigua:Islas en el sol. Antología del cuento cubanoy dominicano, entre otras.El cuento en nuestras letras ha tenido cul-tores que, o vienen de la novela o van delcuento a la novela y, en algunos casos, vie-nen de los poetas, a los que Pedro Peixllama, los poetas-cuentistas. Esta antología,País inverosímil. Casi dos docenas de histo-rias que nos cuentan (2008), cuya seleccióny prólogo es de René Rodríguez Soriano,abarca un puñado de cuentistas que va desdeTomás Hernández Franco y Juan Bosch

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hasta novísimos como Máximo Vega y ReyAndújar. Con Bosch, la cuentística nacionalinaugura una época, cuyo estilo, dominio deloficio y del idioma, funda una tradición, ocu-pando un lugar señero en la cuentística his-panoamericana. Del imperio de la novelasobre el cuento, de la estética costumbrista alos vericuetos urbanos, de un regionalismochato a un universalismo cosmopolita, elcuento dominicano, que se nutrió de los ali-mentos telúricos, ha alcanzado cuotas van-guardistas con Pedro Peix, en la década delos 80 y 90, y con Aurora Arias y Rey Andú-jar, adopta visos de posmodernidad a partirdel 2000, como se puede apreciar en estaantología. «La mujer» de Bosch, un cuento que se-meja un mural socio-realista, un guión cine-matográfico, donde la figura de la carreteraconstituye un símbolo protagónico, es untexto que depara en poesía del paisaje, enque su autor revela un dominio absoluto delarte del cuento. «La mujer» es un cuentobreve, cargado de lirismo y con un contra-punto dramático. Con el cuento «La ven-tana», Hilma Contreras, en apenas dospáginas, nos muestra personajes sin identi-dades visibles, bajo un velo de enigmas, enun texto de temática urbana, de tono visual,donde nos revela fertilidad descriptiva y eco-nomía narrativa; Contreras entra en oposi-ción técnica y formal con Aída CartagenaPortalatín en su cuento «La llamaban Au-rora, pasión por Donna Summer», un cuentoescrito a través de la técnica del monólogointerior y el fluir de la conciencia, recursojoyciano que también empleó en su novelaEscalera para Electra. En tanto que en «Losmuchachos del Memphis», Pedro Peix nospresenta un cuento con una estrategia textualnovedosa en nuestra tradición, y es la delline up de un juego de béisbol para recrear-nos el ambiente epocal del naufragio delbarco «El Memphis», frente al malecón, du-

rante la primera intervención militar nortea-mericana de 1916. En cambio, Pastor deMoya, en su texto «Más allá de la línea», nosmuestra el decorado de un ambiente carce-lario, valiéndose de su acostumbrada estéticadel horror y de una poética de la sordidezdescarnada, hasta cerrar el ciclo de esta an-tología, Rey Andújar, con su laureado cuento«La sangre de Philippe», en el que nos re-trata la bohemia nocturna de la Ciudad Co-lonial, en un texto de tono autobiográfico,aliento humorístico, escrito en una prosadesenfadada, en un lenguaje crudo, ya no tanpoético, como en cuentistas maestros del gé-nero como Bosch o Hernández Franco. La cuentística local acusa ribetes que hanmarcado su evolución técnica y temática,desde la vertiente existencialista de EfraimCastillo hasta la fantástica de Pedro Peix, ydesde la psicológica de Virgilio Díaz Grullónhasta la policiaca de Roberto MarcalléAbreu. O desde ambiente cosmopolita y deldesarraigo de la nostalgia como en Sanz La-jara hasta cuentos enraizados en la tierracomo los de Néstor Caro, Sócrates Nolasco,Angel Hernández Acosta o Ramón MarreroAristy. A partir de los años ochenta, cuentistascomo René Rodríguez Soriano, Ramón Te-jada Holguín, Rafael García Romero, Pastorde Moya, Manuel García Cartagena o Án-gela Hernández orillan vertientes citadinas,incorporando el tono lírico, la atmósfera fan-tástica y lo lúdico; ponen en crisis una tradi-ción social, entronizada en un realismofantástico que tiene sus deudas con Cortázar,Borges y García Márquez. Con los cuentistasde los sesenta se rompe con el costumbrismocriollizante, coloquial e insulso, y se adoptauna conciencia renovadora en el arte de con-tar cuentos, presentándonos meandros expre-sivos de aliento cotidiano y códigosnarrativos insertos en una tradición alejadade la temática telúrica y apelando a referen-

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tes cinematográficos o de la cultura popularcomo el bolero o el jazz. O, cuando no, pro-ducen una transformación poética, mágica,y hasta cierto punto, mítica, de la anécdota yde la historia narrada. En la década de losaños treinta, el cuento dominicano cierta-mente se estanca, cae en una tradición vacía,se hunde en una gran arritmia, se empantanaen un criollismo anacrónico, pero a partir delos años sesenta, toma aire de modernidad yse renueva a partir del Concurso La Máscaray luego en los años setenta con los Concur-sos de Casa de Teatro, experimenta un es-pléndido dinamismo que ha dado sus frutosepocales. Se gesta una segunda oleada decuentistas que le imprimen impulso al gé-nero, fortalecen sus cimientos formales y suarquitectura expresiva. Los cuentistas de laactualidad, hay que decirlo, se alejan ya deldidactismo, o del estilo diáfano y conciso deBosch. Asumen un concierto de técnicas, depuntos de vista, juegos intertextuales, vocespolifónicas, sintaxis poética y prosodia lú-dica que los distancia del maestro indiscuti-ble del género en las letras nacionales para

beber en fuentes foráneas universales. En la década del setenta se siente la ausen-cia de dos figuras que fueron icónicas en lossesenta: René del Risco y Miguel Alfonseca.El primero, muerto a destiempo en plenaebullición creadora y el segundo, abdica deloficio y reniega de su vocación de escritor. Aotros los ahogó el hastío cotidiano, trun-cando su impulso creativo; otros abrazaronla publicidad como un oficio espurio al arteliterario y otros, los menos, renegaron de laescritura o solo se asoman en los concursosde cuentos de Casa de Teatro. En la décadade los ochenta, nace la generación poética delos ochenta, prohijada por el taller literarioCésar Vallejo, de la UASD, taller que siem-pre ha tenido la línea estética y creativa delectura, estudio y práctica de la poesía, no asíde la narrativa. De ahí que de las entrañas deese taller hayan salido los poetas más repre-sentativos de dicha generación, en tanto quelos cuentistas de la misma se formaron demanera individual, no gregaria, es decir, almargen de los talleres literarios.

Paisaje, oleo/tela, Edmundo Castillo

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T odo acto de lectura es una interro-gación profunda y libre. El ejerci-cio de esa libertad consiste en dar

un sentido integral al texto, siempre, y,en todas partes, no meramente en darlessentidos parciales y superficiales que secontradicen y que no concuerdan entresí. Puesto que los sentidos que los lecto-res querrían otorgar a sus vidas no losencuentran o se les escapan, los lectoresbuscan y ven en el libro una promesa deejercer gozosamente su imaginación y sulibertad por medio de la lectura.

La experiencia del lector, cuando esprofunda y libre, puede verse como unaespecie de proceso de meditación o decontemplación. La conciencia concep-tual siempre procede a «diferir» todo.Precisamente, el diferir es la raíz estruc-tural del tiempo. La representación ra-dical de la cultura moderna es larepresión de los elementos humanosmístico-religiosos. Todo sistema socio-cultural, así como político y económico,está orientado, de forma más o menoseficaz, a impedir una experiencia di-recta, incondicionada. Por lo tanto, elmás importante imperativo de nuestraépoca es liberarse de esa represión o ne-gación de esta dimensión esencial delhombre. Hay que asumir este impera-tivo sin complejos ni medias tintas. De-

bemos empezar por transparentar todaesa gran mascarada cultural y espiritualde Occidente, en la que estamos sumidosy sumisos. Por supuesto, no todos losconceptos son esclavizantes; sólo los queinducen al escamoteo y a la reificación.

Los conceptos que inducen a la liber-tad y a la transparencia son convenien-tes, y, a veces, desquiciantes. De ahí que,la «lectura usual» es una lectura institu-cionalizada que escamotea el gusto dellector. Para llegar a ser «lector conven-cional» se debe pasar por un proceso deamaestramiento, de domesticación cul-tural, que condiciona para ver las cosasde cierta manera, a partir de ciertos há-bitos estereotipados. La lectura institucionalizada, en cierto

sentido, puede considerarse un espaciode fuga hacia un universo superficial yfrívolo. Este tipo de lectura es una formade manipular al lector, pues el acto delectura deviene así en un acto de mala fe;entonces, decodificar un texto se trans-forma en un acto contra-cultural. Podrí-amos llamar, pues, «contra-lectura» alacto de transparentar la falsedad propiade toda lectura hecha desde un espacioinstitucional. La contra-lectura es unaforma de liberar al lector de la lecturainstitucionalizada. No se trata tanto dereconstruir sino de transparentar; se

LLaa lleeccttuurraaUUNN AACCTTOO DDEE CCRREEAACCIIÓÓNN

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trata de una «metalectura» que, encierto sentido, es una nueva escritura,consciente de su instantaneidad y sufuga.

La función que cumple la «metalec-tura» respecto de la escritura podría darun mayor peso a la idea de que existeuna relación directa entre el quererdecir del enunciado y la escrituramisma. En efecto, la escritura apela a lalectura conforme a una relación que, deinmediato, nos permitirá introducir elconcepto de «interpretación». Por el momento, digamos que no hay

lector sin texto, al igual que no hay textosin lector. En efecto, la relación «escri-bir-leer» no es un acto de percepción te-leológico-poético. No basta con decirque la lectura es un diálogo con el autora través de su obra, hay que señalar quela relación del lector con el libro es deuna naturaleza completamente distinta.El diálogo que se produce es un inter-cambio de preguntas y de respuestas, yno existe un intercambio de este tipoentre el escritor y el lector. El escritor noresponde al lector. Más bien, el libro se-para las vertientes del acto de escribir ydel acto de leer, que no se comunicanentre sí. El lector se encuentra ausenteen la escritura, y, el escritor, en la lec-tura. El texto produce, por tanto, unadoble ocultación del lector y del escritor.De este modo, se sustituye la relacióndialógica que vincula al escritor y al lec-tor de forma inmediata: la voz de uno aloído del otro.Esta sustitución del diálogo por la lec-

tura, allí donde el primero no ha tenidolugar, es tan evidente que, cuando nosencontramos con un autor y hablamoscon él (de su libro, por ejemplo), tene-mos la sensación de que se ha producidouna profunda transformación en la rela-ción tan particular que veníamos enta-

blando con él en su obra, mediante ella.A veces, me gusta decir que leer un libroresulta completa, y, en cierto modo in-tacta, cuando muere el autor. Dado queeste ya no puede respondernos, sólo nosqueda leer su obra.

Esta diferencia entre el acto de leer yde escribir confirma nuestra hipótesis deque la lectura es una realización compa-rable a la creación: una efectuación quela sustituye y que, en cierto modo, im-pide o posibilita su desarrollo. Por ello,creo que la escritura fija el discursocomo intento de decir, pues la escrituraconsiste en una inscripción directa dedicho intento, aunque, histórica o psico-lógicamente, el escritor empieza trans-cribiendo de forma gráfica los signos delhabla. Esta liberación de la escritura quesustituye al habla conlleva el surgi-miento del texto.

Ahora bien, ¿qué le sucede al textocuando se escribe directamente en lugarde percibirlo a través de la lectura?Siempre se insiste en el rasgo más evi-dente: todo texto conserva un imagina-rio discursivo que lo convierte en unarchivo disponible para la percepción in-dividual y colectiva. También suele aña-dirse que el contenido simbólicoposibilita una lectura analítica y distin-tiva de los todos los rasgos sucesivos dellenguaje , aumentado de este modo supropia ambigüedad. La liberación deltexto frente al lector entraña un verda-dero cambio, tanto en las relaciones delmundo y el lenguaje, como en la relaciónque existe entre éste y las distintas sub-jetividades implicadas, como la del autory el lector. Hemos apreciado esta diná-mica de cambios al distinguir la escri-tura del acto de lectura. Aún habrá que irmás lejos, pero partiendo del cambioque atañe a la relación referencial dellenguaje con el mundo cuando el texto

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sustituye al mundo.

¿Qué entendemos por relación o fun-ción referencial? Esto: al dirigirse a unsupuesto lector, el sujeto de la escrituradice algo sobre algo. Aquello sobre loque escribe es el referente de su imagi-nario. Esta referencia es asumida por elescritor como inicio y fuga de su crea-ción. Mediante la función referencial, ellenguaje devuelve al mundo los signosque la función simbólica en un principiosustrae a las cosas. Ya no sucede lomismo cuando el texto sustituye almundo. En cierta medida, el lector y elautor se encuentran vinculados almundo de este modo; pues , ¿de qué ha-blaríamos si no hablásemos del mundo?

Esta relación íntertextual, junto a laocultación del mundo sobre lo que se es-cribe, da lugar a otro mundo llamado li-terario. Éste es el cambio que afecta alpropio escritor cuando el movimiento de

la referencia produce, en el acto mismode lectura, un cambio en la percepciónestética. Las palabras dejan de esfu-marse ante el lector. Las palabras escri-tas se convierten, para sí mismas, enpalabras.

Esta ocultación de la realidad inme-diata, por el mundo de los textos, indujoa Paul Ricoeur a expresar que los textospueden llegar a ser tan complejos que elpropio mundo dejaría de ser el texto, yse reduciría a una especie de «aura», quepone de manifiesto una dimensión mis-teriosa. Por ello mismo, podemos hablardel mundo griego o del mundo bizan-tino. Este mundo, que podemos conside-rar imaginario es «presentificado» porla escritura en el proceso de lectura. Peroeste mundo imaginario es, en sí mismo,una creación de la literatura, un imagi-nario literario.

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MMiittooss yy rriittmmiicciiddaadd en la literatura de habla hispana del Caribe

Para este estudio he seleccionado atres poetas del Caribe de hablahispana: a Luís Palés Matos, de

Puerto Rico; a Nicolás Guillén, de Cuba,y a Tomás Hernández Franco, de la Re-pública Dominicana. El criterio utilizadopara la selección estuvo basado en mipreferencia particular en relación al en-foque temático de este estudio y al trata-miento de la lengua en los autores yacitados. No me he ceñido a la falsa cata-logación de que sean poetas mayores opoetas menores. Eso no me interesa.

Desarrollo del temaDe entrada, planteo que el Caribe no

puede seguir viviendo de espaldas a símismo. El Caribe tiene que desenterrarsus propios espejos y mirar su rostro, re-confirmar su mismidad y levantar los es-tandartes de sus otredades. Elimaginario caribeño está poblado de una

simbología fundamentada en la diversi-dad, donde la utopía es lo que le da sen-tido y razón de ser al discursofundacional de una literatura que se le-vanta cimarrona, procurando sus raíces,su trópico candente, su música, sus cre-encias y tambores. Debo aclarar que eneste trabajo es imposible agotar el am-plio universo poético de la literatura ca-ribeña de habla hispana, por lo que es untrabajo para su aproximación.

No tengo otra manera que no sea estaque he sostenido, para situarme en lapoética afroantillana expuesta en elpoema «Majestad Negra», de Luis PalésMatos (1858- 1959), ya que en el dis-curso poético desplegado por este autor,el mito se nos plantea como una trans-realidad que desborda la simple enun-ciación discursiva, para recrear laimagen de sensualidad, coqueteo y se-

Abordar cualquier tema en relación a la realidad caribeña, amerita de un des-linde conceptual, porque asumir el Caribe como algo único y homogéneo es,de entrada, un absurdo dentro del análisis de su historia, y esto se hace más ca-tegórico en los planos de su literatura. ¿El Caribe? ¿A cuál Caribe nos referimos?¿Al anglófono, al francófono o al Caribe de habla hispana? Si no definimos estosparámetros que traspasan los linderos de lo netamente geográfico, perdemos devista aquella diversidad lingüística, socio-política, educativa, económica y culturalque representa hoy en día al variopinto, convulso y complejo contexto caribeño

Julio CuevasEscuela de Letras

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xualidad de un sujeto actuante (mujer)nombrado o nombrada Tembandumbade la Quimbamba, a quien el poeta dra-matiza dentro de un escenario mentalpatético, eufónico y rítmico. Veamos:

«Por la encendida calle antillanava Tembandumba de la Quimbamba.Rumba, macumba, candombe, bámbula,Entre dos filas de negras caras.Ante ella un congo- gongo y maraca,ritma una conga bomba que bamba».

El rejuego fónico entre vocales /a/,/o/, a inicio o final de palabras que nosremiten a nombres de imaginados per-sonajes, tipos de bailes, géneros e instru-mentos musicales de presumidaprocedencia africana, son manejados demanera estratégica por el autor en sudiscurso poético. Lo mismo hace con eluso de conceptos o términos, donde lasconsonantes /m/ y /n/, tanto al inicio,en medio, como al final de palabras, sontambién convertidos en un ritmo o enuna ritmicidad que le otorga sentido yarmonía al texto poético de Luis PalésMatos.

Es una dramaturgia poética la quefluye de esta Majestad negra, en una es-cenografía que hace linderos con elhumor, con el sexo, la sátira y la ironía,desde un discurso de cadencias expresi-vas, dondeeluniverso de lo semántico noes lo primordial, sino lo imaginario, larecreación, y la proyección de un mitoetnorracial y cultural que apuntala hacianuestra negritud, por no decir hacianuestro mulataje caribeño:

«Culipandeando la Reina avanza,y de su inmensa grupa resbalanmeneos cachondos que el gongo cuajaen ríos de azúcar y de melaza.Prieto trapiche de sensual zafra,

El caderamen, masa con masa,exprime ritmos, suda que sangra,y la molienda culmina en danza».

Al concluir esta estrofa, hay un versoque dice: «y al final la molienda culminaen danza». Aquí el concepto molienda,nos remite a la caña, al ingenio, al azú-car, a las plantaciones, a la esclavitud, ala contratación negrera (a la trata de ne-gros) y al cimarronaje.

¿Quién es esta Tembandumba de laQuimbamba, sino un mito, un logo, unasimbología recreada por el poeta? Así es.Es el mito-sentido que representa a lamulata antillana, aquella que es Flor detórtola y rosa de Uganda. Temban-dumba de la Quimbamba, es un mitohecho historia, narración poetizada yexaltación de los valores de una diversi-dad cultural que, aunque negada, se re-siste al olvido. De ahí que:

«Por la encendida calle antillanava Tembandumba de la Quimbamba.Flor de tórtola, rosa de Uganda,por ti crepitan bombas y bámbulas;Por ti en calendas desenfrenadasquema la Antilla su sangre ñáñiga.

Haití te ofrece sus calabazas;fogones rones te da Jamaica;Cuba te dice: ¡dale, mulata!Y Puerto Rico: ¡melao, melamba!

¡Sus, mis cocolos de negras caras!Tronad, tambores; vibrad, maracas.Por la encendida calle antillana.Rumba, macumba, candombre, bámbula, va Tembandumba de laQuimbamba».

Al pronunciar estos versos, parece queun tambor o el sonar de un balsié estárepicando en nuestra lengua, porque eneste discurso poético lo mitológico es unreinventar lo que somos, en oposición a

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lo que queremos ser. Es el enfrenta-miento conceptual e ideológico de undiscurso cimarrón, ante los códigos deun poder neocolonial, of icialmenteinstaurado.

En la República Dominicana tenemosalgunos poetas que, de manera circuns-tancial han trabajado el tema afroanti-llano, pero cabe destacar aquí que suinserción en esa área de la literatura ca-ribeña no ha sido asumida con la plenaconciencia de darle continuidad, comoun hecho vital, histórico- social y cultu-ral que convive con nosotros, y cuandose ha realizado con cierta consistencia,se he abordado el problema desde la óp-tica del observador-condolido que cantalo que pasó o lo que pasa… sin asumir elcompromiso del sujeto testigo o prota-gonista de la historia.

Esto que ocurre en nuestro país res-pecto a la literatura afroantillana, res-ponde a una posición ideológica de

sectores que, de manera consciente o no,aun mantienen su visión hispanófilaante una realidad material y espiritualque es parte intima del Ser dominicano.

En el caso de Yelidá, del poeta domini-cano Tomás Hernández Franco (Edicio-nes Sargazo, El Salvador, 1942), hay unaestrategia narrativa que representa, nosimplemente la estructuración del textopoético, sino una reconstrucción de lapluralidad de sentidos del poema, a par-tir de su enfoque mítico.

El universo imaginario del poeta,desde «Un Antes», se enuncia a partir dedos mitos aparentemente antagónicos,como son Erick y madam Suquí. :

«Erick el muchacho noruego que teníaalma de fiord y corazón de nieblaapenas sospechaba en su larga vagancia de horizontesla boreal estirpe de la sangre que cantaba caminos en las sienes».

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Erick, más que un nombre es la simbo-logía etnocentrista realzada por el poeta.Es la contra-historia, porque en «OtroAntes».

Esta no es la historia de Erick al fin y al cabo/ que a los treinta años ya no era marinero/ y vendía arenques noruegos en su tienda de Fort Liberté/ mientras la esposa de Erick madam Suquí/ rezaba a la Legbá y a Ogún por su hombre blanco/rezaba en la catedral por su hombre rubio.

El sincretismo cultural de esta partedel caribe queda patentizado desde unpoetizar narrativo, donde el autor dejatraslucir su exaltación del sujeto mascu-lino europeo, frente a la feminidad y elapego de madam Suquí, como represen-tación de la cultura haitiana, visualizadaen el texto poético a partir de un mari-daje teogónico, compartido en los rezosa las deidades del vudú, junto a la sante-ría de la catedral propia de la religión ca-tólica, aflorando entonces el mito de lahechicería o los guanguanes.

El mito etnoracial que representa a Eu-ropa (Noruega) en estas tierras, encar-nado en Erick, es supervalorado porHernández Franco, en contraposición almito etnoracial de las Antillas o del Ca-ribe, específicamente de Haití, represen-tado por madam Suquí, quien procuratener o amarrar su hombre blanco, ape-gada a sus creencias mítico-teológicas,supersticiosas, proyectadas desde laventa de su sexo o desde la venta de sucuerpo:

«Madam Suqui había sido antes mamuasel Suquietevirgen suelta por el muelle del pueblohecha de medianoche a toda horacon hielo y filo de menguante turbio

grumete hembra del burdel ancladocalcinada cerámica con alma de fuenteHimen preservado por el amuleto de mamaluá Clarise eficaz por años a la sombra del ombligo profundo Erick amó a Suquiete entre accesos de fiebre escalofríos y palideces y tomaba quinina en grandes tragos de tafiá para sacarse de la carne a la muchacha negra para ahuyentarla de su cabeza rubia para que de los brazos y el cuerpo se le fuera aquel pulido y agrio olor de bronce vivo y de jungla borrachapara poder pensar en su playa noruega con las barcas volteadascomo ballenas muertas».

Madam Suqui es entonces el mito de laramera negra africana de los burdeles enla aventura sexual, en la desnudez sal-vaje, en medio de las miserias tropicales.Madam Suqui es el mito de la subordi-nación asumido por una ideología euro-peizada y europeizante que es asumidapor el sujeto de la escritura en el poema,desde una realidad mítico-pluriteogó-nica, en la representación del encuentrode dos culturas, la europea y la afroanti-llana. Entonces, es Yelidá el mulataje, elsincretismo y el mito teogónico pen-diente de desentrañar por los discursosde las utopías.Aquí, lo musical en el discurso no

queda estructurado desde el empleo or-ganizado de términos que de por sí ge-neran eufonía, no hay aquí un manejointencional de la onomatopeya, o el usoestratégico de las palabras polifónicas,como suele suceder en Pales Matos y enGuillén.

Nicolás Guillén (1902-1989) puede serconsiderado como la más auténticas ex-presión del discurso poético afroanti-llano y una muestra de esto queda

patente en su poema «Sensemayá(Canto para matar a una culebra)»,donde la música abarca los sentidos deldiscurso poético y donde el sujeto-autoracude a los ritos, al decir musical de supueblo, acude a sus ritmos, a sus leyen-das y a sus mitos, para estructurar sudiscurso poético de manera intencional.Veamos:

«¡ Mayombe - bombe- mayombé!Mayombe - bombe- mayombé!Mayombe - bombe- mayombé!

La culebra tiene los ojos de vidrio;la culebra viene y se enreda en un palo;con sus ojos de vidrio, en un palo,con sus ojos de vidrio.La culebra camina sin patas;la culebra se esconde en la yerba;caminando se esconde en la yerba,caminando sin patas».

Aquí la culebra no puede ser vistacomo un reptil, es una imagen, es partede una expresión metafórica que, alcompás de un coro expresado en la repe-tición de un estribillo, nos remite al ini-cio de un ritual para celebrar con cantosla persecución y muerte del mal, del ne-

ocolonialismo, del llanto y la agonía quese arrastra como un reptil por el suelo y«caminando se esconde en la yerba/ ca-minando sin patas//».

La música del poema es trocada enpluralidad y sentidos del d i s cu r s opoético.

La culebra, como enunciación mítico-discursiva, es ideología del sujeto de laescritura y toma de conciencia en suquehacer creativo. No simplemente por-que fue hijo y nieto de mulatos, tenemosque considerar a Nicolás Cristóbal Gui-llén Batista como la más autentica ex-presión de la literatura afrocubana yafroantillana, sino porque hay una sin-fonía musical y un concierto de tambo-res en su poesía:

«Tú le das con el hacha, y se muere:¡dale ya!¡No le des con el pie, que te muerde,no le des con el pie, que se va!»

«Sensemayá, la culebra,Sensemayá.Sensemayá, con sus ojos,Sensemayá.Sensemayá, con su lengua,

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S/t, oleo / tela, Edmundo Castillo

S/t, oleo / tela, Edmundo Castillo

Sensemayá.Sensemayá, con su boca,Sensemayá...»

Es como si se tratase de un baile, en elcual el poeta nos envuelve con la magiade sus tonos plurifónicos. Es el recorrercimarrón de unos tambores que van másallá de los signos y sus significantes.

En este poema hay una política deldecir poético, por lo que no es simple-mente ritmicidad y armonía, sino des-ahogo y rechazo, es furia, es rebeldía ycimarronaje:

«¡La culebra muerta no puede comer,la culebra muerta no puede silbar;no puede caminar,no puede correr!La culebra muerta no puede mirar;la culebra muerta no puede beber;no puede respirar,no puede morder!»

En este “Canto para Matar a una Cule-bra», el sujeto-autor es también sujeto

escena, dramaturgia de la poesía, es re-presentación simbólica y es lengua de untrópico en movimiento que procura rein-ventarse en su trajinar. La palabra esasumida por el autor desde su valor mí-tico-semantico, a partir de sus tonalida-des y sus pausas musicales:

«¡Mayombe - bombe- mayombé!sensemayá, la culebra…¡Mayombe - bombe- mayombe!sensemayá, no se mueve…¡Mayombe - bombe- mayombé!sensemayá, la culebra….¡Mayombe - bombe- mayombé!Sensemaya, se murió!»

La muerte de la culebra en este poemaes muerte de la esclavitud, es muerte dela exclusión, es muerte de la coloniza-ción y es continuidad de los cantos afro-antillanos, desde el código de undiscurso poético rítmico y musical, y esexpresión figurativa que alude al renaci-miento del mito de la emancipación.

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Escuela de Psicología

La relevancia de la investigación enpsicología no solo se circunscribe alos impactos que de manera extrín-

seca podría proporcionar a la humanidad,sino a la necesidad que de manera in-trínseca es generada por su heterogenei-dad temática y su tendencia a cambiosvertiginosos en los enfoques. En otraspalabras, la investigación es necesaria tantopor sus beneficios externos como internos ala ciencia de la psicología.Es posible enumerar miles de ejemplos delos beneficios a la humanidad que han po-dido ser identificados como producto de lainvestigación en el área psicológica. Algu-nas muestras podrían ir desde los combatesen contra del prejuicio sobre las personas an-cianas (Dittmann, 2003b), hasta la participa-ción de psicólogos en las expedicionescientíficas en la Antártica (Dittmann, 2003a),por citar algunos. Un incesante surgimiento de nuevas herra-mientas, técnicas y procedimientos relacio-nados a la práctica psicológica, lo que haconstituido un obstáculo para el entrena-miento actualizado en las mismas, así comouna gran heterogeneidad conceptual (Rodrí-guez, 2003), representan las problemáticasque hacen a la investigación científica unaestrategia indispensable para la psicología.Ésta no solo debe ser consumida y evaluadaen términos de la fuerza o debilidad del di-

seño (Rodríguez, Op. Cit.), sino que tambiénsu práctica debe ser fomentada como instru-mento necesario en nuestras instituciones deeducación superior como el principal sis-tema de producción de conocimiento. Esa misma heterogeneidad podría identifi-carse como el factor principal directamenteresponsable de la gran variedad de aproxi-maciones metodológicas que dominan a lainvestigación psicológica. Estas aproxima-ciones pueden oscilar desde una metodolo-gía observacional y enfoques cualitativos(González-Rey, 2000, Harré, 2004), con elobjetivo de describir el comportamiento ysus dimensiones, pasando por metodologíasde encuestas donde la descripción se amplíaa partir del conocimiento, la medición deestas dimensiones y variables, y de sus rela-ciones hipotéticas, hasta llegar a la experi-mentación donde se trata de conocer lasfunciones explicativas de las variables en laque se manifiestan ampliamente los progre-sos en las técnicas de diseño y análisis esta-dísticos de datos (Balluerka & Vergara,2002).De esta forma, los debates sobre la posibi-lidad de unificación conceptual en la psico-logía se han traspasado a las aproximacionesmetodológicas. Un debate reciente es el re-lacionado a la investigación cualitativa ver-sus cuantitativa. Se han dirigido numerosascríticas a la visión positivista de la psicología

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experimental, en contra de los presupuestosuniversales propios de las investigacionesempíricas, en contra de la medición de losfenómenos que son definidos por sus signi-ficados, y en contra del uso de conceptoscausales en la descripción y explicación deprocesos normativos, eliminando al sujetohumano (Harré, 2004). En este sentido, Sampson (1991, citado enKerlinger & Lee, 2002) analiza dos puntosde vista opuestos a la luz de la psicología so-cial. Existe una perspectiva convencional otradicional y una perspectiva socio-histórica.La convencional percibe a la ciencia comoun espejo de la naturaleza o como una vitrinade cristal transparente que presenta la natu-raleza sin sesgo ni distorsión. El objetivo eneste caso es describir con el máximo gradode exactitud cómo es el mundo en realidad.Sampson establece que en esta perspectivala ciencia constituye un «arbitro objetivo».El tiempo es el único limitante para conocerla verdad.La visión socio histórica percibe al cientí-fico como narrador. No hay árbitro neutral.Como resultado, no hay historia verdaderaúnica.Si consideramos la definición de Kerlingery Lee (Op. cit.) de la investigación científicacomo una investigación sistemática, contro-lada, empírica, amoral, pública y crítica defenómenos naturales, que es guiada por la te-oría y las hipótesis sobre las relaciones entreesos fenómenos, es posible enmarcar las ten-dencias de la investigación actual en psicolo-gía. Esto debido a que indudablemente estadefinición se coloca dentro de una perspec-tiva tradicionalista o convencional y, tam-bién atendiendo a la relevancia del textocitado, manifestada por lo menos en las refe-rencias de otros textos de metodología de in-vestigación.Ahora bien, es sin duda interesante que

justamente en el año 2004 se comience a edi-tar en Estados Unidos, una revista dedicadaespecialmente al tratamiento de los temas dela investigación cualitativa en psicología.Esta revista se titula Qualitative Research inPsychology y contempla temas relacionadosal debate antes mencionado. Este primer vo-lumen «marca la primera vez» que una re-vista especializada (o Journal) ha sidopublicada cuyo principal propósito es pro-mover la investigación cualitativa buena enpsicología (Giles, Gough & Packer, 2004).Según Giles Gough y Packer, otras discipli-nas y enfoques interdisciplinarios –talescomo educación y salud- están por encimade la psicología en este respecto.

Una propuesta hecha en un artículo de estarevista ha sido la de Harré (2004), quiénasume que los fenómenos de las ciencias hu-manas son significativos y los de las cienciasnaturales son de propiedades materiales.Contemplando la proposición de Wittgens-tein, este autor propone que el significado decualquier cosa en el dominio de la concien-cia humana se revela al preguntar cuál roljuega en algunas prácticas humanas.

Este autor argumenta que desechar las re-presentaciones cuantitativas excluye los fe-nómenos materiales de la psicología. Sinembargo, las representaciones geométricas/estructurales son de gran valor, aunque lasaritméticas sean de poca utilidad. Por úl-timo, este autor propone que una gramática(en el sentido puesto por Wittgenstein) puedeser una matriz disciplinaria para representarlos intentos de la gente de explicar qué estápasando en sus vidas, al mismo tiempo queson formas bajo las cuales la gente vive susvidas y administra las tareas cognitivas decada día.

Una instancia de este debate en psicologíase vislumbra claramente en la pregunta quedesde hace más de treinta años se ha formu-

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lado el psicólogo Walter Michel (2004):¿Cómo podremos conciliar nuestras intuicio-nes y teorías acerca de la invariabilidad y es-tabilidad de la personalidad con lasevidencias igualmente estimulantes prove-nientes de la investigación que señalan la va-riabilidad de las conductas de las personas através de situaciones diversas?La respuesta a este debate en estos mo-mentos sería precipitada por dos razones.Primero, porque como se ha señalado, noson muchas las aproximaciones en psicolo-gía cualitativa aunque otras disciplinas rela-cionadas ya han desarrollado numerosaspropuestas, por ejemplo en antropología,educación, o en ciencias de la salud. Y se-gundo, la misma heterogeneidad conceptualde la psicología que se ha señalado en esteartículo no permitiría una unificación sino seconverge a través de una unidad multimeto-dológica, multiparadigmática y multidisci-

plinaria (Sternberg & Grigorenco, 2001).En términos metodológicos, puede seña-larse ciertas tendencias o perspectivas de lainvestigación en psicología a la diversidad ya cambios relacionados a los producidos enla misma sociedad. Por ejemplo, con res-pecto a la investigación de encuesta, Touran-geau (2004), propone que la encuesta estáreflejando desarrollos en la sociedad. Esteautor señala tres cambios que han transfor-mado las encuestas. Un primer cambio es laadopción de nuevos métodos para el mues-treo por teléfono. Esto ha sido posible de-bido a la creación de enormes base de datoscon los números telefónicos de poblacionesenteras. Un segundo desarrollo ha sido ladisminución de la proporción de respondien-tes en toda clase de encuesta. Esto ha produ-cido a su vez el desarrollo de teorías depersuasión en la psicología. Y por último,las encuestas han adoptado numero-

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sos métodos nuevos de recolecciónde datos. Estas modalidades reflejandesarrollos tecnológicos en computa-ción y la emergencia del Internet.

Este último cambio, sin embargo, hay queobservarlo con precaución como nos ad-vierte Birnbaum (2004). Vía Internet, nosólo es más fácil seleccionar muestras gran-des, heterogéneas y especializadas (personascon características extrañas), sino que tam-bién permite la tipificación de los procedi-mientos, haciendo los estudios fáciles dereplicar. Sin embargo, este mismo autor se-ñala que existen problemas metodológicos.

Por ejemplo, existen más altas probabilida-des de mortalidad de sujetos y la posible re-petición de participantes.

En resumen, la importancia de la investi-gación debe asumirse a partir de las necesi-dades tanto intrínsecas como extrínsecas dela ciencia psicológica. Las peculiaridades dela psicología se manifiestan en una hetero-geneidad conceptual que se traduce luego enuna metodológica. Y las perspectivas dedesarrollos o cambios en la investigaciónpsicológica se vislumbran apoyadas princi-palmente en los avances tecnológicos de lacomputación y la Internet.

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RR EE FF EE RR EE NN CC II AA SS BB II BB LL II OO GG RR ÁÁ FF II CC AA SS

La figura de Pedro Henríquez Ureña seagiganta en Hispanoamérica y elmundo, conforme se realizan nuevos

estudios que dan cuenta de aspectos nodalesde su pensamiento y su práctica humanística.Una arista de su pensamiento, que ha sidodescuidada por la casi totalidad de sus estu-diosos, pero constituye el nudo gordiano desu práctica teórica, está relacionada consu labor en el ámbito de la filosofía dela cultura.Desde sus primeros escritos, HenríquezUreña mostró una clara predilección por lacultura clásica grecolatina, por la reflexiónfilosófica de profundidad, por el conoci-miento de las características de los procesosculturales y literarios de la América Hispá-nica (sin descuidar lo que él mismo deno-minó «la Otra América», al referirse a losEstados Unidos), por la búsqueda de las raí-ces e identidades culturales que nos vinculana la población aborigen, a los colonizadoresespañoles y a la población de origen afri-cano, al tiempo que mostró una especial pre-ocupación por desmadejar los hilos de lacultura clásica, moderna y contemporánea dela «madre patria», España.Los textos del gran humanista dominicano

Ensayos Críticos (1905), Cuestiones Métri-cas (1909), Horas de Estudio (1912), LaCultura de las Humanidades (1914), Estu-dios de Versificación Española (1920), LaCultura y Peligros de la especialidad (1920),

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En la Orilla, España (1922), Seis Ensayosen Busca de Nuestra Expresión (1928), LaCultura y las Letras Coloniales en SantoDomingo (1936), El Español en Santo Do-mingo (1940), Las Corrientes Literarias enla América Hispánica (1945) y Plenitud deEspaña (1945), así como un conjunto de es-critos especializados, conferencias y artícu-los diseminados por toda América y España,nos muestran a un filósofo de la cultura decuerpo entero. La Filosofía de la CulturaLa producción intelectual de Pedro Henrí-quez Ureña está signada por una peculiar fi-losofía de la cultura que tiene comohorizonte fundamental la creación de unaPatria Grande basada en el reconocimientode la multiculturalidad subyacente en todoslos pueblos que constituimos la AméricaHispánica.Henríquez Ureña parte de la premisa de

que somos capaces de crear una expresiónespiritual propia que nos distinga de lasdemás naciones del mundo, pero sin desco-nocer los inmensos aportes culturales quehemos recibido de las diferentes fuentes clá-sicas, modernas y contemporáneas de quehemos bebido, como la oriental, la grecola-tina, la hispánica, la aborigen y la africana.El pensador dominicano hace un esfuerzoserio por aportar a la definición de una visiónintegral sobre la identidad hispanoameri-cana, la cual se torna tangible en la búsquedade una expresión original y genuina del espí-ritu, donde el «ansia de perfección», queaprende y recupera de los griegos, se consti-tuye en el buque insignia de su peculiar filo-sofía de la cultura. En el texto «La Utopía de América», Hen-ríquez Ureña nos dice que, en mayor o enmenor grado, toda la América Hispánicatiene rasgos que le permiten definir una iden-tidad propia. En ese sentido señala:

«La unidad de su historia, la unidad depropósitos en la vida política y en la intelec-tual, hacen de nuestra América una entidad,una magna patria, una agrupación de pue-blos destinados a unirse cada día más y más.Si conserváramos aquella infantil audaciacon que nuestros antepasados llamaban Ate-nas a cualquier ciudad de América, no vaci-laría yo en compararnos con los pueblos,políticamente disgregados pero espiritual-mente unidos, de la Grecia clásica y la Italiadel Renacimiento. Pero sí me atreveré acompararnos con ellos para que aprenda-mos, de su ejemplo, que la desunión es el de-sastre…Nuestra América debe afirmar la feen su destino en el porvenir de la civiliza-ción» (Henríquez Ureña, 2003, tomo V,pp.467-468). Pero consciente de que la cultura y susmúltiples manifestaciones no pueden seruniformizadas para ahogar la expresión cre-ativa que hay en cada ser humano, pueblo oregión, sino que es necesario conservar losrasgos peculiares que les distinguen, Henrí-quez Ureña nos perfila a un ser universalpero con arraigo en lo nativo. Ese tipo de su-jeto social es hoy día más importante quenunca, por cuanto vivimos en un mundo glo-bal en que se pretenden borrar todas las iden-tidades y tradiciones de los pueblos en víade desarrollo para obligarnos a asumir la cul-tura de consumo y pasividad que las grandescadenas comerciales y los medios de co-municación t ransnacionales preten-den imponernos.Henríquez Ureña (2003, tomo V, p.470) nos define así el hombre nuevoque es necesario construir de cara a lasociedad del futuro: «El hombre universal con que soñamos, a

que aspira nuestra América, no será descas-tado: sabrá gustar de todo, apreciar todoslos matices, pero será de su tierra; su tierra,y no la ajena, le dará el gusto intenso de los

sabores nativos, y esa será su mejor prepa-ración para gustar de todo lo que tengasabor genuino, carácter propio. La univer-salidad no es el descastamiento: en elmundo de la utopía no deberán desaparecerlas diferencias de carácter que nacen delclima, de la lengua, de las tradiciones, perotodas estas diferencias, en vez de significardivisión y discordancia, deberán combinarsecomo matices diversos de la unidad humana.Nunca la uniformidad, ideal de imperialis-mos estériles; sí la unidad, como armonía delas multánimes voces de los pueblos». Como parte de su visión filosófica sobre la

cultura, el Quijote de la Identidad Hispano-americana nos asegura que:«Si el espíritu ha triunfado, en nuestra

América, sobre la barbarie interior, no cabetemer que lo rinda la barbarie de afuera. Nonos deslumbre el poder ajeno: el poder essiempre efímero. Ensanchemos el campo es-piritual: demos el alfabeto a todos los hom-bres; demos a cada uno los instrumentosmejores para trabajar en bien de todos; es-forcémonos por acercarnos a la justicia so-cial y la libertad verdadera; avancemos, enfin, hacia nuestra utopía» (Henríquez Ureña,2003, tomo V, P. 469).

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SI/t, oleo/tela, Edmundo Castillo

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El más grande filósofo dominicano, An-drés Avelino, sobre este peculiar tipo de filo-sofía nos dice: «La filosofía de la cultura es, en su más

recto sentido, filosofía de la expresión, filo-sofía de los modos de expresión del espíritu.Tal filosofía no podía sino ser filosofía debase fenomenológica, descriptiva de los va-lores objetivos de la cultura» (Universidadde Santo Domingo, Volumen 50, p.101). Sin embargo, cuando Avelino analiza la fi-losofía de la cultura del gran humanista deHispanoamérica, dice: «En Henríquez Ureña aparece de cuando

en cuando salpicada de dialéctica, cosa im-propia de los modos fenomenológicos, su fe-nomenología de nuestra expresión.Excelencia debida, sin duda, a la honda in-fluencia del divino Platón que en él había».(Universidad de Santo Domingo, Volumen50, p.101). La influencia del gran Platón en nuestro

Henríquez Ureña es tan cierta que él mismocuenta una anécdota que le ocurrió en Mé-xico junto a Alfonso Reyes, Antonio Caso,Jesús Acevedo, Rubén Valenti, Alfonso Cra-vioto y Ricardo Gómez Robelo, cuando se dedicaban a estudiar los aportes delos grandes filósofos de la antigua Grecia a la humanidad: «Una vez nos citamos para releer en

común El Banquete de Platón. Éramos cincoo seis esa noche; nos turnábamos en la lec-tura, cambiándose el lector para el discursode cada convidado diferente; y cada quienla seguía ansioso, no con el deseo de apre-surar la llegada de Alcibíades, como los es-tudiantes de que habla Aulo Gelio, sino conla esperanza de que le tocaran en suerte lasmilagrosas palabras de Diótima de Manti-nea… La lectura acaso duró tres horas;nunca hubo mayor olvido del ´mundo de lacalle´, por más que esto ocurría en un tallerde arquitecto, inmediato a la más populosa

avenida de la ciudad» (Henríquez Ureña,1998, pp. 21-22). Avelino pondera los aportes de este gran

pensador dominicano a la definición de unametafísica de la expresión hispanoamericana:

«Henríquez Ureña ha contribuido como elque más, aunque de modo espontáneo comolos otros, a esa metafísica de la expresión, aesa filosofía de lo expresivo, que aunquedesdeñada en Ortega y Gasset y en Keisser-ling con el mote impropio de filosofía de lointrascendente, es, por el contrario, filosofíade superlativa trascendencia. En Ortega yGasset, es ciertamente una admirable feno-menología de la expresión, sin unidad siste-mática; en cambio en Henríquez Ureña eltema unitario y central le imprime categoríade filosofía sistemática de la expresión»(Universidad de Santo Domingo, Volumen50, p.101).

Avelino nos muestra con claridad que lapreocupación fundamental de HenríquezUreña estaba orientada a la creación de unametafísica de la expresión del espíritu hispa-noamericano, que nos identifique como con-junto de pueblos que conformamos unaunidad cultural y política en el NuevoMundo.

Independencia espiritualEn su obra Seis Ensayos en Busca deNuestra Expresión (2003, tomo V, pp. 403-404), Henríquez Ureña nos revela que antesde completarse la independencia política,hacia el año 1823, Andrés Bello proclamabala independencia espiritual a través de susSilvas Americanas, donde instaba a los poe-tas y a la poesía a dejar como fuente de ins-piración a Europa y a tomar las tierrasvírgenes bañadas por el Océano Atlánticocomo su musa inspiradora, lo cual, a su en-tender, constituyó en ese momento una in-tención revolucionaria, a pesar de estarexpresada en un estilo clásico.

Asimismo destaca el aporte que hicieronJuan María Gutiérrez y José María Heredia auna poética tocada por el espíritu proféticoy de rebeldía. En el ámbito de las novelas,así como en las campañas humanitarias y de-mocráticas, destaca la ingente labor de JoséJoaquín Fernández de Lizardi, BartoloméHidalgo, Esteban Echavarría, DomingoFaustino Sarmiento, Rubén Darío, JoséMartí y José Enrique Rodó, entre otros, dequienes dice bebieron “ávidamente agua detodos los ríos nativos” con el propósito decontribuir a la búsqueda de una verdaderaexpresión del espíritu americano. Henríquez Ureña (2003, tomo V, pp.250-251) considera que si bien es una necesidadavanzar hacia la independencia espiritual, nomenos importante es no perder de vista quetodo intento de aislamiento es ilusorio, yaque hasta nuestros grandes orientadores pri-

migenios estuvieron aguijoneados por unafán europeizante y sería absurdo no apro-vechar todos los beneficios que nos ofrece lacultura occidental. En ese orden sostiene queen el ámbito literario Europa estará presente,cuando menos, en el arrastre histórico delidioma. No obstante, es del parecer que elidioma compartido no nos obliga a perder-nos en un coro de voces uniformes, cuya di-rección no esté bajo nuestro control, sinoque, por el contrario, nos obliga a acentuarnuestra nota expresiva, a buscar el acentooriginal e inconfundible.

El acento original al idioma españollo han puesto nuestros grandes poetas, nove-listas, cuentistas y ensayistas durante todo elsiglo XX y lo que va del siglo XXI, el cualse expresa de forma avasalladora en la pro-lífica y trascendente producción de figurashispanoamericanas como Pedro Henríquez

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Dibujo, Edmundo Castillo

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Ureña, José Vasconcelos, Alfonso Reyes,Pablo Neruda, Gabriela Mistral, César Va-llejo, Manuel del Cabral, Pedro Mir, Do-mingo Moreno Jiménez, Andrés Avelino,Nicolás Guillén, Franklin Mieses Burgos,Rómulo Gallegos, Horacio Quiroga, JuanBosch, Mariano Azuela, Juan Rulfo, GabrielGarcía Márquez, Octavio Paz, Miguel AngelAsturias, Carlos Fuentes, Juan Isidro Jime-nes-Grullón, Roberto Fernández Retamar,José Lezama Lima, Mario Vargas Llosa,Julio Cortázar, José Donoso, Juan CarlosOnetti, Eduardo Galeano, Mario Benedetti,Arturo Urla Pietri, Virgilio Díaz Grullón,Marcio Veloz Maggiolo, Jorge Luís Borges,César Boy Casares, Augusto Roa Bastos yErnesto Sábato, entre otros, pasando a cons-tituirse muchos de ellos en el referente másimportante de la Lengua Castellana, inclusopor encima de una parte considerable de laintelectualidad española del mismo período. Nuestro gran humanista sostiene que elgran secreto para el logro de una auténticaexpresión del espíritu hispanoamericano estrabajar honda y tesoneramente por una:«Expresión original y genuina; esforzarse

por hacerla pura, bajando hasta la raíz delas cosas que queremos decir; afinar, definir,con ansia de perfección» (Henríquez Ureña,2003, tomo V, pp. 251-253).

La convicción profunda de HenríquezUreña de que sólo es posible obtener una ex-presión original y auténtica cuando se buscacon amor y denuedo en el suelo nativo, es loque nos permite comprender por qué élhurgó tanto en las raíces históricas y cultura-les de su propio país, República Domini-cana, que en muchos de sus escritosdenomina Santo Domingo -por ser más co-nocido de esa manera en América y Europa,a pesar de estar tanto tiempo fuera delmismo. Ese interés por lo que ocurría en su país sepone de manifiesto en textos como Reflores-

cencia (1904), José Joaquín Pérez (1905),Gastón Fernando Deligne (1908), Vida In-telectual en Santo Domingo (1910), CulturaAntigua en Santo Domingo (La Española)(1910), La República Dominicana (1917),Literatura Dominicana (1917), La Lenguaen Santo Domingo (1919), Salomé Ureña deHenríquez (1920), García Godoy (1925), LaCultura y las Letras Coloniales en SantoDomingo (1936), La Emancipación y PrimerPeríodo de la Vida Independiente en la Islade Santo Domingo (1940), La República Do-minicana desde 1873 hasta Nuestros Días(1940), El Español en Santo Domingo(1940) y La Literatura en Santo Domingo(1941), entre otros. La patria de la justiciaLa patria anhelada por Henríquez Ureña noes aquella que se funda sobre la base deldeseo de uno, dos o tres iluminados, al mar-gen del esfuerzo colectivo, sino fruto del es-fuerzo mancomunado de múltiplesvoluntades, de manera que la justicia ocupeen ella el lugar privilegiado y se constituyaen el fundamento del ideal de cultura. Al respecto el gran humanista hispanoame-ricano plantea: «El ideal de justicia estáantes que el ideal de cultura: es superior elhombre apasionado de justicia al que sóloaspira a su propia perfección intelectual»(Henríquez Ureña, 2003, tomo V, p. 462). Enese mismo orden expresa: «Nuestro ideal no será la obra de uno, dos

o tres hombres de genio, sino de la coopera-ción sostenida, llena de fe, de muchos, innu-merables hombres modestos; de entre ellossurgirán, cuando los tiempos estén madurospara la acción decisiva, los espíritus direc-tores; si la fortuna nos es propicia, sabremosdescubrir en ellos los capitanes y timoneles,y echaremos al mar las naves». (HenríquezUreña, 2003, tomo V, pp. 462-463). No obstante, Henríquez Ureña advierte quesi bien debemos llegar a la unidad de la

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magna patria, esto no debe constituirse en unlímite en sí mismo. Por eso entiende que lameta final es alcanzar un ideal superior dejusticia y desarrollo cultural, porque si ocu-rriese lo contrario, ese proyecto se constitui-ría en uno más para acumular poder con elsolo propósito de tener poder, lo que podríaimplicar que la nueva nación se convierta enuna potencia internacional fuerte y temible,destinada a sembrar nuevos terrores en elseno de la humanidad atribulada. Henríquez Ureña define con claridad elperfil de la nueva patria que aspira se cons-truya en América: «Si la magna patria ha de unirse, deberá

unirse para la justicia, para asentar la or-ganización de la sociedad sobre bases nue-vas, que alejen del hombre la continuazozobra del hambre a que lo condena su su-puesta libertad y la estéril impotencia de sunueva esclavitud, angustiosa como nunca lofue la antigua, porque abarca a muchos másseres y a todos los envuelven la sombra delporvenir irremediable». (Henríquez Ureña,2003, tomo V, p. 462).Al mismo tiempo deplora el que nuestro

continente se constituya en una réplica o pro-longación de Europa o cualquier otra poten-cia imperialista de la tierra. Por eso, altiempo de trazar las coordenadas de su idealutópico, advierte contra los peligros que nosasechan: «Si nuestra América no ha de ser sino una

prolongación de Europa, si lo único que ha-cemos es ofrecer suelo nuevo a la explota-ción del hombre por el hombre (y pordesgracia, esa es hasta ahora nuestra únicarealidad), si no nos decidimos a que esta seala tierra de promisión para la humanidadcansada de buscarla en todos los climas, notenemos justificación: sería preferible dejardesiertas nuestras altiplanicies y nuestraspampas si sólo hubieran de servir para que

en ellas se multiplicaran los dolores huma-nos, no los dolores que nada alcanzará aevitar nunca, los que son hijos del amor y dela muerte, sino los que la codicia y la sober-bia inflingen al débil y la hambriento».(Henríquez Ureña, 2003, tomo V, p. 462). Para prevenir a los constructores de laMagna Patria, soñada por Simón Bolívar,José de San Martín, Juan Pablo Duarte,Francisco Morazán, Eugenio María de Hos-tos, Gregorio Luperón, Emeterio Betances,José Martí, Máximo Gómez, Federico Hen-ríquez y Carvajal, Pedro Albizu Campos,César Augusto Sandino, Gregorio UrbanoGilbert, Farabundo Martí, Ernesto -Che-Guevara, Francisco Alberto Caamaño, JoséEnrique Rodó y el propio Pedro HenríquezUreña, éste nos traza con claridad el caminoa seguir: «Nuestra América se justificará ante la hu-

manidad del futuro cuando, constituida enmagna patria, fuerte y próspera por losdones de su naturaleza y por el trabajo desus hijos, dé el ejemplo de la sociedad dondese cumple ‘la emancipación del brazo y lainteligencia’… En nuestro suelo nacerá en-tonces el hombre libre, el que, hallando fáci-les y justos los deberes, florecerá engenerosidad y en creación». (HenríquezUreña, 2003, tomo V, p. 462). Sin embargo, el forjador del ideal político-filosófico de la magna patria nos recuerdaque la utopía no es ilusión, sino el creer quelos ideales se concretizan sobre la faz de latierra sin esfuerzo y sin sacrificio, razón porla cual nos insta a todos a trabajar día a díade forma incansable, con fe y con esperanzaen el porvenir para convertir en una realidadbienhechora la creación de la patria de la jus-ticia y de la cultura.

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Hans- Gadamer nació en el año de1900, en Alemania, un cuarto de mi-lenio después de la muerte de René

Descartes, considerado el fundador del pen-samiento moderno. Con el tiempo se con-viertió en un crítico de la noción de métodopredominante en la época. En la mismafecha muere también F. Nietzsche.

Gadamer estudió en Marburgo con PaúlNatorp y Heidegger, fue profesor en Leipzis,Frankfurt y Heidelberg. Se reclaman sus dis-cípulos filósofos de renombre como J. Ha-bermas, K.O.Apel, Volkman-Schluck, entreotros. La repercusión del pensamiento deGadamer puede calibrarse a través de los au-tores que en algún momento de su obra lo

RRaammóónn PPéérreezz.. (1)Escuela de F i losof ía

LLa hermenéutica actual, es la hermenéutica de Hans-Gadamer, la que cono-cemos con la publicación de su obra fundamental Verdad y método, en el añode 1960. En el ensayo abordamos el concepto del humanismo desde la pers-pectiva de Gadamer, donde nos damos cuenta que éste se aleja de su maestroHeidegger en su modo de concebir el humanismo, y se va a inclinar por la tradi-ción del humanismo renacentista representada por GB. Vico. Este sólo ele-mento no es su5ciente para suponer una ruptura con el pensamiento deHeidegger. Aquí citamos con frecuencia el texto de Damiani, a Hegel entre otros.

LLAA NNOOCCIIÓÓNN DDEELL HHUUMMAANNIISSMMOO

EN HANS-GEORG GADAMER

(1) El autor del ensayo es catedrático de la UniversidadAutónoma de Santo Domingo en la Escuela de Filosofía;con estudios de doctorado por la Universidad del PaísVasco. Se especializa en la tradición hermenéutica.

han tomado punto de referencia, entre ellosel filosofo italiano G. Vattimo, el francés P.Ricoeur, y el filósofo español Emilio Lledó.La obra principal de Gadamer, Verdad y

método, inicia con una reflexión sobre elconcepto de humanismo, marcando así, deentrada, la distancia con la concepción me-tódica y cientificista predominante del sigloXVIII. En esta visión del humanismo poneen evidencia la ruptura con su maestro Mar-tín Heidegger. Gadamer va a seguir la tradi-ción renacentista principalmente deGiambattista Vico, y no la tradición clásicade la paideia griega. Esta manera de abordar el humanismo lepermite al autor de Verdad y método, en pri-mer lugar, superar a Dilthey en el intento defundamentar a las ciencias del espíritu. Ensegundo lugar, situar el problema hermenéu-tico más allá de la concepción racionalista,

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es decir, la posibilidad de alojar la herme-néutica en el ámbito del lenguaje, dondetiene lugar el diálogo, la intersubjetividad ocon Heidegger donde habita el Ser.

Gadamer encuentra en los conceptos bási-cos del humanismo la concepción del huma-nismo predominante a partir del siglo XVIII.La formación va a cambiar la visión tradi-cionalista de este concepto como formaciónde la disposiciones corporales, o naturales,que era el uso corriente en el siglo XVIII,para pasar a asumir una dimensión más afíncon las aspiraciones de querer fundamentar alas ciencias humanísticas o del espíritu en elconcepto de formación (Bildung).Si bien es evidente la ruptura con Heideg-ger, quien parte de la paideia como eje fun-damental frente a las humanitas, no podemosafirmar que su discípulo Gadamer asume entodas sus partes la tradición viquiana res-pecto al humanismo. En el concepto de Sen-sus Communis formulado por Vico, lascríticas a Gadamer no se hacen esperar. Da-miani afirma que:«La hermenéutica de Gadamer no puede

asimilar siquiera el desarrollo de la nociónde sentido común dentro de la obra de Vicoque culmina atribuyendo al sentido comúnun carácter universal» (Damiáni. 2003).

La postura del autor de Verdad y método escomprensible, quien conoce su obra sabe queéste hace descansar la condición de universa-lidad de la hermenéutica en el carácter dialo-gal que establecemos con todo texto. Ellenguaje esta mediado por la tradición y losprejuicios. La diferencia con Vico es que lacondición humana puede trascender esos límites.El punto crucial, de acuerdo Damiáni, estáreferido al problema de la fundametación delas ciencias del espíritu, que es la crítica deGadamer a Dilthey. Vico parte de la homo-geneidad sujeto-objeto, o sea, desde el punto

de vista gnoseológico y no antropológicoque es la postura de Gadamer.

Damiáni insiste en que la verdadera dife-rencia entre Vico y Gadamer está en el modode concebir la finitud de la existencia hu-mana, que Hegel la ubica en relación con elotro, o sea en la intersubjetividad, pasandopor un proceso de formación en el cual elhombre pasa de la «conciencia del en sí», ala conciencia del «para sí».

La idea de formación está íntimamentevinculada al concepto moderno del huma-nismo. Además, la formación a partir de sureconceptualizacion moderna, está relacio-nada a las nuevas corrientes filosóficas con-temporáneas, como son el humanismo, elexistencialismo, el psicoanálisis, la herme-néutica, etc.

El nuevo giro del concepto de formaciónestará vinculado a la cultura, alcanzando talgrado de espiritualidad que dicho concepto,ahora, estará emparentado con la idea ale-mana de Bildung, como formación del carác-ter de la persona, o (Bild) imagen de Diosconservada en el alma.

Lo más importante es que este nuevo enfo-que tiene más que ver con las capacidadesespirituales, de carácter, de la inteligencia dela persona, y no como una mera extensiónutilitaria, técnica de esa misma capacidad delhombre, o de «dar forma», o «formación na-tural». Esto va a permitir a Gadamer funda-mentar su hermenéutica filosófica sobre unabase más acorde con los principios humanis-tas del renacimiento, frente a la hegemoníacientifista y metódica característica del sigloXIX. De acuerdo a Damiáni:

«Gadamer se reconoce heredero del análi-sis ontológico del Dasein formulado porMartín Heidegger en Ser y Tiempo. Por elotro, cree encontrar en la tradición huma-nista una serie de conceptos imprescindibles

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para justificar la necesidad de una herme-néutica filosófica».(Damiáni. Pág. 32).

Entre esos conceptos está en primer lugarel de formación, que como señalara Heideg-ger el humanismo renacentista consistiríacentralmente en una rehabilitación del con-cepto grecolatino de formación (Op. Cit.Pág.32). Y en segundo lugar, el concepto deformación, a partir de la conceptualizacionteórica de Hegel, que Gadamer desarrollacon amplitud en Verdad y método, reviste uncarácter histórico, adquiere un sentido deconservación, vinculado al lenguaje. Deacuerdo a Gadamer:

«En este sentido ya una primera ojeada ala historia etimológica de “formación” noslleva al ámbito de los conceptos históricos,tal como Hegel los hizo familiares al princi-pio en el ámbito de la “primera filosofía. Dehecho es Hegel el que con más agudeza hadesarrollado lo que es la formación, y a elseguiremos ahora». (Gadamer. Pág. 40).

Es Hegel, entre los pensadores alemanes,quien le da el giro al concepto de formación.

A partir de ese momento podemos decir deuna persona que es culta, de buenos moda-les, que tiene formación. Sin embargo, Ga-damer no pasa por alto el señalamiento deW. von Humboldt quien establece una dife-rencia de significado entre cultura y forma-ción. Veamos:«pero cuando en nuestra lengua decimos

“formación” nos referimos a algo mas ele-vado y más interior, al modo de percibir queprocede del conocimiento y del sentimientode toda la vida espiritual y ética y se de-rrama armoniosamente sobre la sensibilidady el carácter». (Gadamer .Pág.39).

Humboldt apunta a llevar el concepto deformación más allá de donde lo deja Hegel,introduce por primera vez los conceptos de«ética», «conocimiento», «sentimiento»,«sensibilidad» esto último sugiere la vida ar-tística. Para Humboldt la cultura es exterioral sujeto. Y se adelanta no solamente aHegel, sino también a Manuel Kant. Gada-mer advierte que:

«Kant no emplea todavía la palabra for-

Dibujo, Edmundo Castillo

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mación en este tipo de contexto. Habla de la“cultura” de la capacidad (o de la “dispo-sición natural”), que como tal es un acto dela libertad del sujeto que actúa. Así entre lasobligaciones para con uno mismo, mencionala de no dejar oxidar los propios talentos, yno emplea aquí la palabra formación». (Ga-damer. Pág.39).

La vía kantiana del concepto de formaciónno parece ser posible para la fundamentaciónde una hermenéutica filosófica, que es lo quepersigue Gadamer. El filósofo de Kognim-berg se queda en la pura forma. En cambio,la concepción hegeliana de la formación,permite a Gadamer conectar con el carácterde historicidad del problema, entendiendo lacultura, el lenguaje, etc., como pro-ducto histórico.

Hegel desarrolla con amplitud el conceptode la formación más que cualquier otroautor. Se refiere a la formación en general, ala que está subordinado lo particular y me-diato, también hace la distinción entre la for-mación práctica, y la formación teórica.Veamos:

«La formación práctica sedemuestra entonces en el hechode que se desempeña la profe-sión en todas las direcciones. Yesto incluye que se supere aque-llo que resulta extraño a la pro-pia particularidad que unoencarna, volviéndolo completa-mente propio». (Gadamer. Pág.42).

En la Fenomenologia del es-píritu Hegel se refiere a la ideade la formación cultural y acómo el concepto de trabajo,por ejemplo, es fundamental enla formación de la concienciapara sí, como idea positiva. Loplantea de la siguiente manera:

«La relación negativa con el objeto se con-vierte en forma de este y en algo perma-nente, precisamente porque ante eltrabajador el objeto tiene independencia.Este término medio negativo o la acción for-mativa es, al mismo tiempo, la singularidado el puro ser para sí de la conciencia, queahora se manifiesta en el trabajo fuera de síy pasa al elemento de la permanencia; laconciencia que trabaja llega, pues, de estemodo a la intuición del ser independientecomo de sí misma». (Hegel, 1999. Pág. 120).

El Sensus Communis es otro de los concep-tos fundamentales del humanismo. Damiánipone de manifiesto cómo la elaboración teó-rica que hace Vico del concepto de sensuscommunis sirve a los propósitos de Gadamer.En primer lugar, para reivindicar la indepen-dencia de las llamadas ciencias del espíritudel ideal metódico de la ciencia moderna. Yen segundo lugar, para fundamentar su pro-pio proyecto de una hermenéutica filosófica.

Damiáni pone de manifiesto las coinciden-cias de Gadamer y Vico, debido a que ambos

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SI/t, oleo/tela, Edmundo Castillo

autores recurren a la tradición para hacervaler sus argumentos frente al ideal metó-dico de la ciencia moderna. En el caso deVico, señala:

«En su reivindicación del sensus commu-nis, Vico rehabilita contra el ideal carte-siano de ciencia metódica un conjunto deargumentos que la tradición retórica habíadirigido contra la pretensión estoica de ex-pandir el arte de juzgar (crítica) hacia ám-bitos que serían ajenos a su competencia».(Damiáni, Pág. 35).

Lo que destaca Damiáni es que Gadamerhace suyo los argumentos de Vico, conteni-dos en De ratione las nociones de sensuscommunis, verosimilitud, y prudencia parahacer valer la existencia moral de la persona.Damiáni lo plantea como una crítica a Ga-damer, en el sentido de que este no asumepor completo el programa de Vico, dice:

«En la Scienza nuova, Vico había definidoal sentido común como “un juicio sin refle-xión alguna, comúnmente sentido por todoun orden, por todo un pueblo, por toda unanación o por todo el género humano”. Sinhacer referencia a esta definición viquianadel sentido común, Gadamer la fraccionapara definir por un lado al sentido del gustocomo un “juicio sin reflexión compartido”,estableciendo una analogía con el juicioético, y por el otro al sentido común comouna “generalidad concreta”. Mediantedicha operación conceptual Gadamer omitía

el hecho de que para Vico el sentido comúncontiene criterios utilizados por la facultadde juzgar» (Pág. 37).

Tanto Vico como Gadamer se separan pre-cisamente en el modo de fundamentar ambosprogramas. Gadamer no puede seguir a Vico,pues el modo de fundamentacion de su filo-sofía hermenéutica, su universalidad, se basaen la noción de lingüísticidad.A partir de la página cuarenta y ocho de

Verdad y método, el autor trata ampliamenteel concepto de sensus communis, lo queayuda a entender la elaboración teórica deVico en su remisión a la tradición clásica dedicho concepto. Dice Gadamer:

«La defensa del humanismo emprendidapor Vico esta mediada, como se ve ya por eltítulo, por la pedagogía jesuítica, y se dirigetanto contra Descartes como contra el jan-senismo. Este manifiesto pedagógico deVico, igual que su esbozo de una “nuevaciencia”, tiene su fundamento en viejas ver-dades; se remite por ello al sensus commu-nis, al sentido comunitario, y al idealhumanístico de la eloquentia, momentos queaparecen ya en el concepto clásico delsabio». (Pág. 49).

Este concepto de la capacidad de juicio in-dudablemente tiene resonancia ilustrada ykantiana. La capacidad de juicio ocupa unlugar especial en su elaboración teórica, aso-ciada a la capacidad de diferenciar el gustoestético.

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La filosofía presocrática se caracterizapor ser una reflexión sobre el origen yfundamento del ser, esto es, tenía una

visión cosmogónica del mundo. Ello lo evi-dencia la primera escuela filosófica de la an-tigüedad de la cual nos han llegado noticias.Esta escuela suele denominarse escuela Jó-nica, la cual estaba conformada por los filó-sofos: Anaximandro, Anaximenes, y porsupuesto Tales de Mileto, quien la lideraba,y se le denominó como uno de los siete sa-bios de Grecia.Los filósofos de esta escuela y la mayoría

de los presocráticos buscaron el principiofundador de todo cuanto existe en un un ele-mento de tipo natural, para Tales, ese primerelemento o principio fundador del que seforma toda la realidad existencial le parecióencontrarlo en lo húmedo, es decir, en elagua. En lo que se refiere a Anaximandro,este encuentra su Arjé en una sustancia infi-nita llamada Apéiron. Este ultimo pensadordifiere de su maestro, ya que el Arjé que élentiende que constituye el principio de todala realidad, no es un principio natural, sinomás bien, una especie de elemento racional,en donde los sentidos no logran penetrar.En lo tocante a Anaxímenes, con este pen-

sador se regresa a un principio de tipo natu-ral el fundamento de todo el mundo real,marcando un retroceso en relación con Ana-ximandro, que había superando a su maestroTales. Anaxímenes plantea que esta sustan-cia única y elemental la representa el aire, y

no el Apeirón, y mucho menos el agua comohabía planteado su otrora maestro.Otras escuelas como la Pitagórica, los me-canicistas y demás, también evidenciarongran preocupación por solucionar tan impor-tante problema, aunque todo desde una pers-pectiva natural o física, no se puede negarque en sus conclusiones mostraban algunasnotas diferenciadoras.Con la presencia de Heráclito y Parméni-des la explicación sobre el «principio» detoda la realidad existente adquiere maticesque lo hacen totalmente diferente.

En el caso de Heráclito, trata de estableceruna teoría del ser que difiere de sus antece-sores contemporáneos y en algunos casosposteriores a él. Para Heráclito el ser es elmovimiento interno-absoluto de los cuerposnaturales, es decir, de la realidad en todas susmanifestaciones. No el fuego, sustancia ma-terial perceptible por los sentidos, comohasta ahora se había entendido; sino que estaconstituye su modelo simbólico de exposi-ción explicatoria de su teoría del ser. Su seral igual que el de Parménides es de tipo ló-gico, se accesa a éste vía racional, peropuede ser observable en los diferentes esta-dos de el ser.

Los sentidos no captan el movimiento-ser,en su desplazamiento cuantitativo, sino quepercibe las etapas cualitativas al final deldesarrollo del movimiento cuantitativo quese observa en un salto de cualidad, así hasta

Mutabilidad e inmutabilidaddel ser presocrático

Carolina FamiliaEscuela de Filosofía

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el infinito, pero jamás se repetirá la mismaetapa en ningun cuerpo real, ya que sudesarrollo es de forma progresiva y ascen-dente, nunca vuelve a su estado inicial por-que el mismo tiempo no regresa. El ser deHeráclito es absoluto como el de Parméni-des, lo que cambia en él es la cubierta que loenvuelve, eso que Kant llama fenómeno dela realidad, lo captable por los sentidos.Para Heráclito, el movimiento, el devenires el fundamento único y universal de todoslos fenómenos de la realidad su doble pre-sentación: Objetiva y subjetiva.El principio de la realidad y la sucesiónuniversal de los fenómenos del mundo, He-ráclito lo explica por medio del movimiento.Este movimiento constituye la fuerza diná-mica que genera el desarrollo cuantitativohasta llegar al cualitativo, que es el mo-mento cuando se produce el cambio radicalen el objeto y puede ser perceptivo por lossentidos. El fuego en Heráclito adquiere un sentidodistinto al que tiene por naturaleza. No loconcibe como una sustancia corpórea al-guna, sino más bien como símbolo de laeterna inquietud del devenir presente entoda la realidad natural. En definitiva, repre-senta la verdadera razón cósmica del mundo.

Heráclito no se preocupa por el origen dela realidad, sino en determinar su esencia, suser, aquello que permanece en todos losseres, aquello que lo hace ser lo que son, yno otra cosa. El creador del principio de lamutabilidad del ser, sin proponérselo en-cuentra en el devenir la explicación del ori-gen de la realidad. Esta categoría seconvierte en el principio fundamento deltodo cuanto existe; ya que la misma se pre-senta como cierta tensión entre contrarios.Dicha tensión es la que pone en curso elmovimiento.

El devenir con su tensión obligada es para

Heráclito, la fuerza creadora que congregay despresa el ser en un acto de creación de ladiversa realidad y formas de la materia.La filosofía heraclitiana puede ser sinteti-zada en dos principios que a nuestro juicioconstituyen la esencia de su pensamiento; elprincipio del devenir que con su tensionali-dad representa la fuerza creadora o razón delmundo, no cabe duda, el principio del fluirque sostiene que nada es permanente, que noexiste ser fijo, esto es que nada dura parasiempre que pueda ser soporte eterno decualquier cimiento o realidad.

En suma, del pensamiento de Heráclito po-demos colegir, que no hay nada con existen-cia que pueda resistirse a la ley delmovimiento. Todo está en constante movi-miento. Todo fluye, todo cambia, nada per-manece igual en tiempo y en espacio, noexiste todavía algún ser que pueda conside-rarse estático, ya que ser significa, diná-mico, porque la existencia es breve, se es yse deja de ser al otro instante.Para el pensador oscuro de la antigua Gre-cia existir es un perpetuo cambio, es un estarconstantemente siendo y no siendo; un de-venir perfecto, un constante fluir.En lo tocante a Parménides, podemos des-tacar que su ser tiene sentido, a partir de lanegación del ser de Heráclito. Su pensa-miento filosófico solo tiene sentido en su re-lación antagónica con el pensamiento delautor de la frase «nadie se baña dos veces enun mismo río». Ante la mutabilidad, el mo-vimiento y el devenir. Parménides enarbolala idea de un Ser: único, eterno, inmutable,inmóvil e ilimitado; en franca posición anta-gónica con el ser heraclitiano. Es de justiciadestacar que parmenides no que frente a lossentidos hay un realidad de tipo cambiante.Este fenómeno él lo acepta, de echo, pero loconsidera del todo falso. Por ello, él pro-mueve otra realidad, otro mundo que es elque sostiene la realidad fenoménica, y que

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dicha realidad es inmutable y eterna, y porconsiguiente la realidad-ser.El pensamiento filosófico de Parméni-des puede ser sintetizado en tres princi-pios básicos que constituyen la esenciade su filosofía.El primer principio se expresa de la si-guiente manera: «solo el ser es porque es;en cambio la nada no es». Este principio pro-cura develar y dar respuesta al devenir deHeráclito, desarrollado en el movimientoque produce la tensión de los contrarios. Delo anterior, deducimos que Parménides niegaradicalmente la posibilidad de un devenir, loque existe según él, es un ser, lo demás esilusión sensible.El segundo principio Parménidio se ex-presa de la siguiente manera: «lo mismo esel pensamiento que aquello que pensamos».Esa idea evidencia que existe una identidadentre el pensar y el ser o entre el ser y el pen-sar. Con esta tesis se deduce que el pensar esla representación genuina del mundo de losobjetos, en tal sentido, pensamiento y ser sonla misma cosa e idénticos entre sí.El tercer y último principio del filósofo deElea, lo que procura es poner en evidencia laimposibilidad del devenir, al asegurar que:«el ser es algo compacto que es uno y todo».El eleata no concibe que el ser perezca yluego empiece ha ser; porque si comenzó aser, no es, ya que el ser es único y eterno,porque sino lo fuera, tuviera principio y fin.Si tiene principio, es que antes del principiodel ser, habían el no ser; algo que es absurdo.El ser y el no ser no es. El no ser no tieneprincipio, de igual manera no tiene fin; por-que si tiene fin es que llega un momento enque el ser deja de ser. Después de que el Serdeja de ser lo que hay es no ser. Lo cual Par-ménides considera totalmente absurdo.

En definitiva el ser de Parménides es un serde carácter lógico que subyace en la interio-

ridad de la razón, y que jamás podrá tenercomo referente la esfera de lo sensible de-bido a que la misma lo ubica en el mundo dela ilusión heraclitiana planteada en un fluirperpetuo en un cambio permanente y en unmovimiento eterno.Es indudable que el ser de Heráclito evi-dencia un alto grado de profundidad, mos-trando que sus reflexiones que élrepresentaba la mente más preclara de los fi-lósofos presocráticos. Pero, contemporáneoa él, y en posición adversa, tenemos otra lu-minaria del quehacer filosófico primigenio.Nos referimos a ese gigante de Elea que seconoce como Parménides. Al igual que He-ráclito Parménides marca el rumbo de unafilosofía que alcanzara su máxima expre-sión en la modernidad, justamente, a partirdel siglo XII, siglo del despertar humano.Su idea de ser, ha traspasado los linderosde su época; de tal forma, en efecto, quesirve de base a la identidad de los pueblos enmateria de cultura. Gracias a esta idea, lasciencias biológicas, y por consiguiente lasciencias médicas, encuentran su soporte, supunto de partida en la inmutabilidad del ser,y no en su cambio, como sostiene Heráclito.Además de las ciencias antes mencionadas,hallan su soporte en el ser de Parménides,podemos mencionar las matemáticas yla lógica.Según Vicens Cepeda, en Parménides«todo lo existente es considerado como algoinmutable que no es percibido por nuestrossentidos y que nada tiene que ver con la per-cepción exterior. Es el “ser” o ente que, quesolo puede concebir la inteligencia» (1974,p.10). Pero ha esta inteligencia a la queaduce Parménides no es una inteligencia di-vina ni de tipo laica es decir, hablamos de lafuerte y poderosa mente humana. Pues, solola inteligencia o nous puede captar y conce-bir el ser inmutable, continuo e indivisible,ya que no existe otra instancia que sea capaz

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de tan ingente Proesa. Únicamente por víade la inteligencia racional podemos descu-brir la esencia, lo permanente, lo increíble ylo indestructible de la realidad en sentido ge-neral y, por supuesto, de los objetos, en sen-tido particular.El ser de Parménides, afirma Chávez Cal-derón, «…es único; de no serlo, existiríaalgo que no fuera ser y, como ya quedoasuntado, el no-ser no existe. El es increado;de lo contrario, tendría que proceder del no-Ser, lo cual es imposible» (2004, p.26).Podemos terminar afirmando que el Serdel gran Parménides es perfecto, puro e in-agotable. Carece de temporalidad: es inacep-table por los sentidos. Pertenece al ámbitode la inteligencia, gracias a su condición deproducto del pensamiento, el cual está regidopor leyes o por principios de tipo lógicos.Prueba fehaciente de que su ser no es de ori-gen físico, como el de Tales y Anaxímenes;sino, más bien, de procedencia metafísicacomo el de Pitágoras, Anaximandro y Zenónde Elea.Heráclito, al igual que Parménides, planteaun ser inagotable y eterno; pero se diferenciade ser este último; el suyo se halla en movi-miento, en el cambio, no en la inmutabilidadcomo sostiene el filósofo eleático. Esto seevidencia cuando Leonor y Hugo MartinezEcheverri, en su Diccionario de filosofíailustrado, señalan que el oscuro de efeso:«atribuye el origen del mundo a la discordia,a la contrariedad y hace de la identidad delos contrarios el principio mismo». (1997,p.253). Este principio que aduce MartínezEcheverri en su diccionario, es el del sermismo, que no es posible en Heráclito, sinla contrariedad, sin la lucha. Esta discordiapresente en el ser de Heráclito, él lo simbo-liza como el fuego, como llama siempreviva, dueña de una fuerza vital interna queproduce de manera permanente la emana-ción o, mejor dicho, la transformación del

mundo. «Este fuego es el mismo dios; poreso todas las transformaciones que se danson de carácter racional. Siendo el alma hu-mana como una partícula de ese fuego». (Ál-varez, Diez y Povedano, 1987, p.62).Es harto sabido que en Heráclito todo esmovimiento y dinamismo. Nada esta en re-poso, como cree Parménides. Por el contra-rio, todo tiende a desvanecerse, a desaparecer, gracias a la disinamidad interna de la re-alidad universal.

En el viejo Heráclito se identifica el sercon lo cambiante. Es un ser que se mueve deser a no-ser y viceversa. Este movimiento,solo es posible en el mundo sensible, ob-viado por los eleáticos.

La realidad en él es un devenir constanteque recibe su impulso motriz del fuego; estoes el calor que llena de vida todo.

S/t, acrílico, tela Edmundo Castillo

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En suma, el problema del arje o principiode la naturaleza, tanto en Parmenides comoen Heráclito, encontraron respuestas o solu-ciones de carácter metafísico, no en elemen-tos físicos como sucedió en Tales,Anaxímenes, y otros presocráticos; sino,más bien, en principios de tipo lógico, lo queconstituyó un gran salto en el pensamientogriego, no obstante, el gran avance alcanza-dos por estos preclaros del que hacer meta-físico de la Grecia antigua, sus aportes enmaterias gnoseológicas, antológicas, lógicasy mas; no pasan de ser un esbozo de las di-ferentes áreas del saber humano, abordadaspor estos pioneros de la reflexión filosóficascaería sobre los hombros de los filósofosposteriores desarrollar los diversos tópicos,objeto de estudio del quehacer filosófico pre-socrático.En la misma antigüedad, con Platón y Aris-tóteles, estos temas fueron trabajados de ma-nera más profunda, debido, claro está, algrado de madurez a que había llegado el

pensamiento filosófico griego. En esta etapa,se depuraron y desarrollaron los temas queocuparon la atención de los presocráticos yse asumieron otros.Con la filosofía clásica, nacieron nuevasperspectivas que enriquecieron el pensa-miento griego, y con ello, por su puesto, nue-vas temáticas en su horizonte filosófico. Apartir de ese instante se pasa, plenamente, deuna visión cosmogónica, a una antropoló-gica. Su interés cognoscitivo no es el princi-pio de lo que esta formado el mundo, deahora en adelante la ocupación de la filoso-fía, versará sobre los problemas del hombrey su relación con el mundo, la sociedad yconsigo mismo, así como su fin y ubicaciónen el cosmos. A partir de este instante, el dis-currir filosófico se centrará de manera exclu-siva en el ser que Protágoras denominocomo «la medida de todo», y su relación conlos demás seres reales y ficticios que confor-man el resto del universo.

• Álvarez, José; Diez, Miguel y Povedano, Santiago. (1987). Introducción a la filosofía.Santo Domingo: Rex, S. A.

• Chávez, Pedro. (2004). Historia de las doctrinas filosóficas. México: Pearson educa-ción.

• Martínez Echeverri, Leonor y Hugo. (1997). Diccionario de filosofía ilustrado. SantaFe de Bogota: editorial panamericano.

• Vincent cepeda, rosa. (1974). Manual de introducción a la filosofía. Santo Domingo,Republica Dominicana: Programa oficial, plan de reforma.

RR EE FF EE RR EE NN CC II AA SS BB II BB LL II OO GG RR ÁÁ FF II CC AA SS

Esta reflexión va dirigida a destacarla exaltación de los antivalores deltrujillato, cuyo fantasma, muy por

encima de lo que sea nuestra intenciona-lidad, vive en nosotros y se eterniza día adía en nuestra praxis sociopolítica yética.

No es casual escuchar en conversa-ciones términos como: «hace falta unTrujillo», «eso no se veía en tiempos deljefe» y otras muchas barbaridades queobedecen a la ignorancia de quienes porfalta de instrucción y de conciencia so-cial no pueden ver el trasfondo de ciertasacciones aparentemente favorables parael pueblo dominicano.

El trujillato, como modelo «ético-moral», mutiló la dignidad del pueblodominicano durante este largo período,con la permanente exaltación de antiva-lores, legitimados mediante un códigoque más bien era la negación de losprincipios de la ética, de la moral socialy política; el cual fue favorecido, no sólopor las circunstancias históricas que letocó vivir al pueblo dominicano, sinotambién, por la realidad política y so-cioeconómica del contexto externo.

Cabe preguntar ¿Quién fue Rafael L.Trujillo? ¿Cómo alcanzó tanto poder?¿Era suficiente su idiosincrasia familiarpara imponer sus acciones inmorales

como válidas? ¿Hasta dónde podemosinducir a nuestros jóvenes, futuros diri-gentes de los destinos del pueblo domi-nicano, a posibles imitacionesdelincuenciales e inmorales, con la pre-sentación del personaje como un sujetoaislado de un proceso histórico, y nocomo parte de nuestro proceso supera-ble, siempre y cuando los responsablesde la enseñanza se planteen como metaun análisis reflexivo de esos hechos paracrear espacios pertinentes, eslabones deun proceso de concienciación real desdelos centros educativos y culturales delpaís?

Trujillo usó, desvalorizó y humilló a lamujer dominicana, no solo por compla-cer su vicio sexual, tratando de demos-trar su grandeza y virilidad de macho,sino también al tomarla como trampolínpara alcanzar posiciones sociales y polí-ticas como un medio para afianzar supoder.

Un ejemplo palpable de esto fue sumatrimonio con una joven de sociedad,de abolengo, Bienvenida Ricardo, usaday luego traicionada legalmente mediantearreglos constitucionales como fue laLey 842 de febrero 19 de 1935, con loque justificó un divorcio a vapor en au-sencia de su legítima esposa.

Para esta hazaña y muchas otras no

Anti-valores del Trujillato

María R. De la Cruz Escuela de Historia y Antropología

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tuvo ningún tipo de contemplación niescrúpulo en el uso de las peores cruel-dades a través de sus instituciones ser-viles y sus pagados alcahuetes, lo que lepermitió someter a su voluntad al pue-blo dominicano, marcando con ello cica-trices que siguen siendo castigo para elpueblo.

¿Acaso no está sometido el pueblo do-minicano a la voluntad de un grupo po-lítico? ¿Acaso no somos un paquete quecada cuatrienio es colocado en una si-tuación política acorde con las volunta-des del grupo político de turno?

Ante esta realidad considero que laenseñanza de la historia debe ir más alládel simple análisis que en realidad esta-mos cansados de escuchar, para trascen-der a lo que es el planteamiento desoluciones a las debilidades de nuestrasociedad cuyos paradigmas, heredadoso no, están contribuyendo con la aliena-ción de los sujetos que serán en un fu-turo los que dirijan los destinos del país.

No basta con ofrecer testimonios nirestregarnos en la frente, muchas vecescon orgullo, las hazañas de un perso-naje, producto de un contexto social queno sólo se materializó en nuestro paíssino en toda América Latina, cuyo domi-nio era y es hoy día disputa entre lasgrandes potencias, por lo que gran partede nuestro devenir histórico viene em-pacado desde ese contexto externo.

Esos paquetes, repletos de proyectosideológicos, políticos y económicos, sonacogidos por los grupos dominantes yaplicados en nuestro contexto como sal-vaguarda de unos intereses mezquinosque perfilan las “acciones progresistas”limitando cualquier aporte con visióndesarrollista que por lo menos empañeesa supremacía de un grupo sobre unagran mayoría.

Como podemos ver, la historia se nosrepite sin remodelación y no es justo, te-nemos el caso del Dr. Joaquín Balaguery otros muchos que desde sus posicionesde poder han seguido esclavizando a estepueblo con dádivas y prebendas de mi-seria que callan la voz de un pueblo, ig-norante aún de sus derechos comociudadanos, y esto por la falta de un ade-cuado programa de instrucción queforme un nivel de conciencia en toda lapoblación de lo que debe ser una verda-dera participación ciudadana.

De manera que, la ciudadanía lejosde basarse en simples aspectos jurídicoscomo el derecho al voto y haber cum-plido 18 años de edad para ejercerlo,debe enseñarse desde la perspectiva deque se es ciudadano por derecho desdeque se nace y tan pronto se tiene uso derazón hay que demandar de esos dere-chos y responder como tal ante los pro-cesos históricos de nuestra nación, nocomo simples espectadores sino comoactores responsables donde nuestras ac-ciones cuentan y serán las que haránnuestra historia.

Retomando el eje central de esta re-flexión, la mujer fue un instrumentopara todo tipo de voluntad del tirano,quien con un poder forjado sobre la basede la casualidad, suerte, astucia, cruel-dad, deslealtad ¿y por que no? la dege-neración moral congénita, pero sobretodo la necesidad de imposición de unrégimen fuerte que doblegara todos losímpetus de rebeldía que desviaran ellibre tránsito de los designios de la polí-tica externa de los EEUU; en su afán deestructurar una ideología que sirviera debase para el desarrollo de sus planes he-gemónicos para toda América Latina.

A todo esto le acompañó la necesidadde realización material de un minúsculo

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grupo de intelectuales y políticos domi-nicanos, representantes del pensa-miento político de liberales yconservadores de ese tiempo, que brin-daron su apoyo.

La mujer, pues, durante la dicta-dura trujillista, fue «objeto y fue sím-bolo». Fue objeto para escalarposiciones sociales, militares, políticasy de poder, como habíamos expresadoanteriormente, pero también fue sím-bolo sexual, fue un instrumento parasatisfacción de lo que al parecer, era unmal de familia.

Es bueno destacar que con el dete-rioro moral de la mujer, el hombre do-minicano se vio arrastrado a las másbajas acciones de un macho, cualidadque caracteriza innegablemente a lamayoría de nuestros varones, como fuela acción de entregar a sus esposas ensu propio lecho para que el jefe dur-miera la siesta, así como la acción deun padre de darle a sus hijas comosimples cosas para el uso personalde un maniático sexual.

Naturalmente, no vamos a dejar dereconocer a aquellas valerosas mujeresnuestras que como: Amada Nivar de Pit-taluga, Marta María Lamarche, CarmenMendoza, Carolina Mainardi Reyna, Au-relia Juliao, Marianela Jiménez, MaríaMontez, Aida Cartagena Portalatín, To-masina Cabral, Violeta Stephen, AbigailAltagracia Coiscou, Flérida de Nolasco,Florencia Pierre, Mary Siragusa, AidaMargarita Vallejo, Evangelina Rodrí-guez, Minerva, Patria y María Teresa

Mirabal, entre otras, [tuvieron la valen-tía de enfrentar a Trujillo].

Estas mujeres a pesar de estar some-tidas al resentimiento, ignorancia y bes-tialidad de un ser, que por tener lascaracterísticas físicas propias de la espe-cie humana es considerado como tal, su-pieron exaltar los valores éticos quesirvieron de contrapeso a las atrocidadesde una época y que hoy día engrandecenlos valores morales, sociales, artísticos,intelectuales, políticos y profesionales dela mujer dominicana.

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S/t, acrílico, tela Edmundo Castillo

La psicología de la comunicación esparte de nuestra vida, no hay modo deseparar la comunicación de la psicolo-

gía, «porque todas nuestras acciones, mani-festaciones emotivas, y todo lo que nosadorna, comunica».El estudio de la comunicación humana esuna danza armoniosa y colorida entre la psi-cología, la comunicación y la psicologíasocial.Exhiben una unidad perfecta, sin se-paración. Es así porque al referirnos a laciencia de la conducta humana, automáti-camente estamos hablando de comunica-ción y en consecuencia, involucrando lapsicología social como soporte de la cienciade la comunicación.La belleza y creatividad de la psicología dela comunicación, despierta nuestro interés encomprender su importancia y utilidad y pro-fundizar en su conocimiento.Desde el punto de vista de diferentes auto-res, la psicología es el «estudio científico dela conducta y los procesos mentales (delhombre y los animales)», teniendo claro quelos procesos mentales solo se darán en elhombre. Esto es acción y conjunto de accio-nes (comportamiento) que al ponerse de ma-nifiesto entra en juego la comunicacióncomo «proceso interpretativo mediante el

cual nosotros como personas respondemos ycreamos mensajes para adaptarnos a nuestroentorno y a las personas que nos rodean»,dicho así por el Dr. Carlos F. Collado, con elque comparto este punto de vista.A esto le agregamos el concepto de DavidMyers sobre Psicología Social, explicándolacomo el «estudio científico de la forma enque las personas pensamos, influimos en losdemás y nos relacionamos entre sí». (D.Myers-2005).

Esta especial combinación dará como re-sultado la «Psicología de la Comunicación»,la cual he definido como una rama de la Psi-cología Social que estudia los elementoscognitivos que intervienen en el proceso co-municativo de manera individual y colectiva,tomando en cuenta los factores sociales queafectan a la persona en la comprensión delmensaje. Aquí entran en acción la motiva-ción, el conocimiento, el aprendizaje, las ac-titudes, las sensaciones y percepciones, laaptitud, la personalidad, la lengua, el len-guaje y la cultura, entre otros aspectos.

En la Internet encontrarás que la Psicologíade la Comunicación es «aquella que com-prende las influencias culturales, ambienta-les y sociales en las que interactúa lapersona, la cual va dándole el color del en-tendimiento a los conocimientos para organi-

Psicología de la comunicación

LLaa ccoommuunniiccaacciióónn hhuummaannaaNNoorriiss ddee llaa CCrruuzzEEssccuueellaa ddee PPssiiccoollooggííaa

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zarlos y crear mensajes». Esto es concep-tualizar y configurar las informaciones querecibimos a través de los órganos sensoria-les, de modo que la percepción se ponga demanifiesto.Para su mejor comprensión la Psicologíade la Comunicación inicia haciendo un breverecorrido histórico sobre la comunicación,vista y estudiada como una ciencia. Estepaseo identifica los patrones de pensamientoque como columna sostienen la ciencia de lacomunicación (igual ocurre con la psicolo-gía) involucra, además, una serie de aspectosque le dan forma y sentido; así como a per-sonajes de la estatura de Noam Chomsky,George Herbert Mead, Wilbur Schramm,Lasswell, Shannon, Walter Fisher, GeorgeCampell y otros investigadores, basados enlos planteamientos teóricos de Platón, Aris-tóteles, San Agustín, Francis Bacon, KurtLewin y otros.En el desarrollo de esta rama de la Psico-logía Social se discute sobre la comunica-ción interpersonal e intercultural, el estudiode los grupos y su dinámica, tomando encuenta como aspecto importante el papel de

los procesos de cognición, el conocimientosociocultural y los procesos lingüísticos enla comprensión del mensaje como elementode comunicación y en estos, el desarrollo delas habilidades comunicativas del ser hu-mano; su capacidad persuasiva y cómo ha-blar en público. Además del estudio delcomportamiento no verbal conocido tambiéncomo «comunicación no verbal».A través de la Psicología de la Comunica-ción podemos explicar los procesos de cam-bio y avances que se dan en la estructura deun sistema social. En términos organizacio-nales esta rama de la Psicología Social plan-tea y explica las teorías de la comunicaciónorganizacional que son el fundamento de lacomunicación corporativa.En síntesis, la Psicología de la Comunica-ción es parte de nuestra vida, no hay formade separar la comunicación de la psicología.«Porque todas nuestras acciones, manifesta-ciones emotivas, y todo lo que nos adorna,comunica», muy acertadamente el Dr. KeithDavis afirma que «no existe la no comuni-cación» y es que nosotros los seres humanoscomunicamos con todo.

oleo ,tela Edmundo Castillo

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LLaa AAnnttrrooppoollooggííaa fifilloossóófificcaa:: reflexiones sobre la bidimencionalidad

en la naturaleza del hombre.AAlleejjaannddrroo PPeegguueerroo

Escuela de Historia y Antropología

Cuando inicio mis cursos de antro-pología general, casi siempre lohago ofreciendo una definición del

término antropología, auxiliándome, lógi-camente, del etimo de ese vocablo. Al ha-cerlo, llamo la atención acerca del hechoque ésta ciencia, como «estudio del hom-bre», responde a dos dimensiones funda-mentales en las que su objeto de estudiose expresa: Una dimensión natural, bioló-gica, orgánica. Otra, cultural, espiritual,abstracta en principio, la cual termina fi-nalmente en manifestarse de forma mate-rial, concreta, instrumental y objetiva;unas veces como mediadora entre el ser yla realidad, otras, construyendo esa reali-dad más allá de la naturaleza misma.

Sin quererlo, introduzco la perspectivaque ha movido el pensamiento antropo-fi-losófico desde mucho antes que nacieraesta disciplina como tal. Aquella época enla cual hablar del hombre era filosofar te-ológicamente. Para algunos la antropolo-gía filosófica adquiere su perfil científicojunto con el desprendimiento de la filoso-

fía, de la teología y el planteamiento de lapregunta fundamental: «¿Qué es el hom-bre?».

La respuesta a ese enunciado proyectauna inequívoca dualidad. Dualidad queexpresa la naturaleza misma del objeto es-tudiado y la manifestación concreta de suexistencia. Sin embargo, a lo largo del des-arrollo de esta disciplina han surgido otrastantas preguntas. Muchas de esas pregun-tas apuntan hacia el discernimiento, la de-finición y ubicación de su naturalezaintrínseca como ciencia o filosofía. Tal esla pregunta de Odo Marquard al sugerir:«¿Tiene la antropología filosófica comodisciplina, especialmente la actual, el es-tatus de una ciencia empírica o el estatusde una filosofía pura como la metafísica?»1

Su respuesta más que «irritante» comoél mismo la define, es inquietante y se or-ganiza sobre el principio de la «compren-sión» que analizaré más adelante, por elmomento retornaré a la reflexión sobre elcontenido de esta disciplina, sus antece-dentes y enfoques.

1 Marquard, Odo. Filosofía de la Comprensión: Escritos sobre antropología filosófica. Barcelona. Paidos.2001. P. 15.-

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Dar una respuesta definitoria al hombrecomo tal ha sido una tarea de la filosofía yla antropología filosófica francesa y, sobretodo, alemana. Desde muy antiguo los fi-lósofos occidentales han reflexionadosobre el hombre, promoviendo diversasideas y teorías acerca de él. Muchas deesas explicaciones se han concentrado ensu esencia divina, como he dicho, desdeuna perspectiva teológica. El adveni-miento de los enfoques humanísticos, delpensamiento renacentista, del iluminismoy la ilustración, permitieron colocar alhombre como objeto central de la refle-xión, desplazándolo de su enfoque teoló-gico.

Todo parece indicar que la declinaciónde la escolástica y la teología permitieronsuperar el dogma cristiano y su visión dela naturaleza del hombre. Será necesariorevisar la transición vinculada a este pro-ceso de ruptura entre la filosofía y la teolo-gía a fin comprender la visión empírica dela antropología filosófica. Como protago-nista crucial de esta transición tenemos aRené Descartes.

Descartes describió al hombre según sunaturaleza biológica, corporal, anatómica,separándose de su reflexión desde unaperspectiva teológica, pero sin negar la di-vina existencia de Dios. Construyó un dua-lismo donde coexisten el alma, el espíritueterno, dimanado de lo divino y la condi-ción objetiva, natural, biológica, corporaldel hombre. Según Arnold Gehlen:«…la filosofía se emancipó de su ata-

dura teológica en siglo XVII, con Descar-tes, sin volverse atea, tanto es así que esteno impugnó el tema de la creación, no loplanteó ni lo trató expresamente, deján-

dolo como si dijéramos entre paréntesis, einterpretó el cuerpo humano en el sentidode las ciencias naturales recién descu-biertas, como un cuerpo entre otros».2

Descartes, como nosotros, se percató dela dualidad de la naturaleza humana, aun-que él no reflexionó sobre cómo se efectúaesta dualidad. En su defecto, propuso unadiferenciación radical entre el alma y elcuerpo.

«Los cartesianos acentuaron el carác-ter absoluto –Escribe Russell– de la dis-tinción al negar toda interacción entremente y materia; pero su dualismo fuesucedido por la monadología de Leibniz,según la cual todas las sustancias sonalmas». 3

A este juicio se habrá de agregar el pen-samiento del propio Descartes, quien des-cribe la naturaleza concreta de la dualidadque, a su juicio, diferencia la mente y elcuerpo cuando expresa:

«Aunque tengo yo un cuerpo al queestoy estrechamente unido, sin embargo,puesto que, por una parte, tengo una ideaclarea y distinta de mí mismo, según lacual soy algo que piensa y no extenso y,por otra parte, tengo una idea distinta delcuerpo, según la cual este es una cosa ex-tensa, que no piensa, resulta cierto queyo, es decir, mi alma por la cual soy yo loque soy, es entera y verdaderamente dis-tinta de mi cuerpo, pudiendo ser existirsin el cuerpo».4

La distinción teológica de Descartesentre el alma y el cuerpo fue secundadapor muchos otros de sus seguidores entrelos que se pueden citar a Baruch (Bene-dicto) Spinoza y Nicolás Malebranche,5

2 Gehlen, Arnold. Antropología Filosófica: Del Encuentro y Descubrimiento del Hombre por si mismo. Barce-lona. Paidos 1993. P. 29.-3 Rossell, Bertrand. «El conocimiento humano». En: Abad Pascual, Juan J.; Carlos Díaz. Historia de la Filo-sofía. Madrid. Mc Graw Hill. 1996. P. 201. Russell se refiere a otro racionalista como el propio Descartes: G.W. Leibniz según el cual, todos los seres se constituyen por mónadas que son el reflejo de la totalidad deluniverso.-4Abad y Díaz. Ídem

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teniendo que esperar a J. O. De La Met-trie quien describe al ser humano como unanimal cuyo cuerpo es equiparable al deuna maquina.

La relevancia que se atribuye, merecida-mente, a René Descartes radica en habercontribuido con su pensamiento a la sepa-ración de la filosofía y la teología. Premisanecesaria para que la primera se constitu-yera en ciencia y con ella la antropologíafilosófica. Sin embargo, será necesario es-perar la maduración de la filosofía mo-derna y el agotamiento de múltiplesteorías y modelos filosóficos para que sealcanzara el enfoque metafísico introdu-cido por la obra de Max Scheler: El puestodel hombre en el cosmos.

Publicada en 1928, la obra de Schelerdistingue al hombre de los demás anima-les y no de Dios. Su concepción, dualistametafísica, introduce una nueva perspec-tiva a las reflexiones acerca de la preguntafundamental sobre el hombre. La distin-ción se efectúa sobre la cualidad esencialdel hombre frente a los demás animales deposeer inteligencia y todo lo que ello im-plica. En otras palabras, el hombre sinte-tiza en sí mismo la dualidad antagónica ycomplementaria, si se quiere, del alma y elcuerpo.

Sin embargo, según Gehlen, Scheler des-plazó el dualismo que se manifiesta en elracionalismo y otras formas de reflexiónfilosófica, desde la dicotomía entre cuerpoy alma hacia «espíritu» y «cuerpo ani-mado».

«En Scheler –escribe Gehlen- el espírituno era solamente algo distinto de la vida,sino algo distinto del mundo, algo quepodía estar relacionado con el cuerpo y el

alma humanos simplemente en un másallá sobre el cual no hizo declaraciones».6

Otra categoría que se ha identificadocomo relevante en la antropología filosó-fica es la noción de acción, equiparable alpragmatismo. La acción es la noción queatribuye al hombre la capacidad de modi-ficar la realidad natural y objetiva.-

Esa capacidad se expresa culturalmentecomo relevante y la reflexión filosófica dela antropología, parece no haber ponde-rado con la suficiencia y eficiencia necesa-ria la respuesta a la pregunta fundamentalsobre el hombre en los términos de su di-ferenciación biológica frente a los demásanimales, en tanto que estos no producen«cultura» como una forma de adaptacióna su medio ambiente.

En la mayor parte de los casos, la culturadesarrolla un medio artificial creado comoun entorno adaptado al hombre y de allíotra diferenciación de mayor y más pro-fundo alcance como respuesta a la cues-tión: ¿Qué es el hombre?

La transformación de la naturaleza al-canzada por la cultura toca hasta la ma-nera en que el hombre se aparea, pues,contrapone lo «animal» y lo «civilizado»a su forma de buscar la satisfacción, nosólo en el sexo, sino en muchas otras di-mensiones del placer en la existencia.

Entre homo y la satisfacción de sus nece-sidades biológicas y fisiológicas mediasiempre un artificio, una creación, un ins-trumento, que hace de esa satisfacción unacto cultural, artificial y no simplemente,biológico.7 Por extensión, podría ponderarla conducta trófica del hombre, en tantoque este casi siempre transforma las fuen-tes alimenticias disponibles de forma na-

5Pretendió una fusión entre cartesianismo y agustinismo, desarrollando una tesis personal que se conocecomo “ocasionalismo”. 6Gehlen. Op. Cit. P.131.-7Sobre el carácter particular de la sexualidad humana podemos consultar a Desmon Morris, El Mono des-nudo que ya he mencionado en otro lugar así como la obra de H. Schelsky, Sociología de la Sexualidad quepueden ser muy ilustrativos sobre el origen y evolución dela sexualidad del Homo Sapiens.

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Dibujo, Edmundo Castillo

tural en productos alimenticios reelabora-dos culturalmente, sin contar por su-puesto, con que este es un productor defuentes alimenticias naturales las cua-les poseen la artificialidad como valor agregado.

Esas mediaciones son, en muchas oca-siones, las instituciones constructivas, cre-adas y diseñadas por la humanidad paraorganizar, infinidad de veces, la satisfac-ción de múltiples necesidades, ya seanestas necesidades un imperativo biológicoo un imperativo cultural, generado por lapropia artificialidad creativa humana. Esehecho determina que el enfoque atropo–filosófico actual ponga atención a la cul-tura y a las instituciones que forman partede ella.

Las instituciones son las creaciones cul-turales del hombre que imponen unanorma, un orden a la expresión caótica delobrar humano en términos de su natura-leza biológica. En este sentido ha llamadopoderosamente mi atención la reflexión deGehlen sobre los dioses y la mitología.

Según éste, los mitos antiguos cuentansimplemente la imposición del orden (lacultura y las instituciones culturales y susvalores normativos) frente a la naturalezacaótica del hombre y la búsqueda de su sa-tisfacción siempre marcada por el impera-tivo de sus deseos más atávicos, lo quemuchos llaman «primitivos».

«Los mitos antiguos, que siempre men-cionan a los dioses imponiendo al caos unorden universal se representan a la pre-disposición humana a lo caótico». 8

Sin embargo los mitos no reflejan estacondición irreflexiva, instintiva e irracio-nal del hombre. También nos cuentansobre su ignorancia y su incapacidad in-nata para alcanzar las conquistas del co-nocimiento por sí solo. Es de esto de lo

que habla el mito legendario del titán Pro-meteo.Prometeo, héroe y benefactor de la hu-

manidad, ha recibido diversas interpreta-ciones desde la más remota antigüedad.Para los sofistas, el Titán, es un héroe pro-digioso que enseña las artes del fuego alhombre. Para Homero, no es más que unrebelde que contraviene los designios delos dioses y recibe un justo castigo, talcomo describe la poética de Esquilo: Pro-meteo encadenado.

Lo relevante para la antropología filosó-fica, según mi parecer, es cómo Prometeorepresenta el vínculo del hombre con lotrascendente, lo humano en su ignorancianecesitara siempre un Prometeo que loinstruya. Parece ser que la humanidad sepercibe como naturalmente incapaz y des-provista de capacidades innatas para tras-cender su propia naturaleza y lainteligencia, cultura y razón, como un re-galo divino, y ese pensamiento es recu-rrente en las más diversas sociedadespasadas y presentes. Es por ello que laIlustración exalta un Prometeo que rom-perá las cadenas del hombre con lo divinoa través del conocimiento. Sin embargo,no pondera que ese conocimiento pro-viene, según su propio juicio, de la esenciadivina, lo cual a mi juicio expresa una pa-radoja filosófica que se torna en ironía.

El prometeismo ilustrado se expresa enuna dualidad intelectual y moral querompe con la concepción moderna de lamaldad humana concebida por Maquia-velo y otros filósofos de la modernidad.Sin embargo, Prometeo representa la vi-sión del hombre sobre sí mismo como in-capaz del alcanzar sus propias conquistassin la intervención de un semi dios. Ni si-quiera el Materialismo Dialéctico, en suexpresión ideológico política y su emula-ción del proletariado con Prometeo. Den-

8 Gehlen. Op. Cit. P. 38

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tro de ese contexto ideológico, las masasproletarias equiparan sus aspiraciones deromper las cadenas que los atan con elsaber consecuencia del regalo divino. Enesencia, escapan a la analogía mítica delser humano y la sociedad desde el puntode vista filosófico.

De igual modo, creo necesario reconocertambién que este mito ofrece la posibili-dad de observar cómo el hombre, antiguoy moderno, sostiene una visión de símismo y de sus obras como el resultado deuna dualidad entre su condición natural ysu intelecto. Sin embargo será necesarioconvenir que, el dualismo, como modelofilosófico idealista y metafísico para apro-ximarse al fenómeno humano, ha sido su-perado.

Coincido por ello con Gehlen al señalarque todas las visiones del hombre, todaslas concepciones sobre él, responden auna época.

«Es preciso –señala- ver cada teoría delhombre situada en su época. Todos sabe-mos que el optimismo racionalista deKant correspondió al ímpetu de la socie-dad burguesa en auge. Naturalmente, laantropología actual no se puede conside-rar históricamente, pero debe enunciarsus asertos acerca del hombre con la con-ciencia de que está extrayéndolos deaquellos hombres que viven en las condi-ciones únicas del presente».9

Esta visión otorga una gran plasticidada la antropología filosófica, pues, abre laposibilidad de reflexionar sobre el hom-bre, manteniendo sus mismos principiosy enfoques del fenómeno humano, en lacerteza de que será removido por el matizque le otorgue cada época. En esa aven-tura histórica de concebir y reflexionarsobre su propia existencia.

Sin embargo, será necesario ponderartambién lo recurrente de la visión dualista

del hombre con respecto a sí mismo y a loque le rodea. No es de dudar que su en-foque se deba a esa dualidad que de-fine su existencia en tanto quefenómeno objetivo.

Una mirada retrospectiva a las te-orías filosóficas sobre la naturalezahumana: Una visión antropológicasegún las épocas.

No existe una época en la historia hu-mana en que el hombre no haya reflexio-nado acerca de sí mismo. Concepcionessobre el hombre y su naturaleza la encon-tramos –como he dicho- desde épocas tanantiguas como las que resultan ser escena-rio intelectual idóneo a los pensadorespresocráticos como es el caso de los sofis-tas.

Los filósofos de la antigüedadfrente al fenómeno humano.

El pensamiento filosófico de la antigüe-dad suele dividirse en dos grandes perío-dos: Socráticos y Presocráticos. Entre lospresocráticos, se destacan los milesios,donde se destacan los nombres de Tales,Anaximandro y Anaxímedes. Junto a suvisión materialista del mundo, inscritadentro del principio o noción del Arje seadvierte la preocupación por las facultadescognoscitivas del hombre y su expresiónen la razón.

Los eléatas fueron los filósofos presocrá-ticos provenientes de Elea, en la Greciacontinental hacia el seiscientos antes deCristo. Sus principales representantes fue-ron Parménides y Zenón. La concepciónde aquellos alcanza al hombre en tantoque este es el único capaz de pensar. Lapreocupación de los eléatas era establecerla vía adecuada y auténtica para alcanzarla verdad. Señalan, que el ser es y es im-posible que no sea en tanto que uno, impe-recedero, perfecto, inmóvil, indivisible ein engendrado.

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9 Gehlen. Op. Cit. P. 74

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En resumen, a este período pertene-cen Heráclito, el filósofo del devenir;los pluralistas, como Anaxágoras; Em-pédocles y Demócrito, así como los pi-tagóricos, cuyo mayor representantefue Pitágoras de Samos, quien sepreocupó, junto a los miembros dela escuela fundada por su pensa-miento, de las matemáticas, lamúsica y la anatomía.

Finalmente, entre los filósofos pre-socráticos se encuentran los sofistas,cuyas reflexiones sobre el hombre y lanaturaleza humana marcan un puntode partida para las fuentes de la antro-pología filosófica y la tarea de discer-nir cuál es la condición delpensamiento sobre la naturaleza delhombre en las diferentes épocas.

Para los sofistas, «El hombre es lamedida de todas las cosas». Este juiciolos presenta con una definida y clarapreocupación por el hombre y la natu-raleza humana a la que desembaraza-damente exaltan. Con esto se alejaronde la cosmología y la teología comopreocupación central de la filosofía,ocupando su lugar el hombre mismo.Se enfocaron en temas más pragmáti-cos como las costumbres, las creen-cias, la justicia, las clases sociales y elEstado. A estas se han de agregar, lascuestiones morales y políticas desde unaperspectiva relativista y escéptica. Promo-vieron, desde una plataforma agnosticista,la democratización y secularización de la«cultura» a través de la enseñanza. Entrelos sofistas más destacados se encuentranProtágoras de Abdeza, Geolgia de Sicilia eHippias de Elis, reconocidos como los dela «Primera Generación». Trasímalo, Cali-cles y Antiponte son los representantes dela denominada como «Segunda Genera-ción» de los llamados sofistas.

El pensamiento antropológico enlos filósofos después de Sócrates.

Para una buena parte de nuestros con-temporáneos, Sócrates es el protagonistade la filosofía del mundo antiguo. No envano la historia de este período se divideen antes y después de él. Sin embargo, conel método socrático (Mayéutica), la ética yel conocimiento, entre otros aspectos, quesi bien adornan o forman parte de la viday el accionar del hombre, no fueron trata-dos a partir de este, más bien, se les enfocacomo su manifestación.

No es posible decir lo mismo de Platón.

10 La paráfrasis es nuestra. Sobre ese juicio de Vasconcelos se puede consultar la primera edición mexicanade su historia de la filosofía.

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Caminito, O

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Para este filósofo, discípulo de Sócrates ymaestro de Aristóteles, al que José de Vas-concelos llamo: «El valle entre dos mon-tañas»,10 el hombre no es más que un almaque se precipitó a la materia. Platón poseevarias concepciones sobre el hombre lascuales expresa a través del «Mito del carroalado». En ese mito se ofrecen versionessobre el origen del hombre representadopor un carro tirado por dos caballos(Ánimo y Apetito) que representan la con-dición material y profana de la humani-dad. El carro se encuentra dirigido por unauriga que representa a lo bueno, a la inte-ligencia, como cualidades del alma eterna,emulación de lo divino.

Así, la relación entre el alma y el cuerpono es más que un hecho fortuito, un acci-dente. La relación entre ambos es mas unarelación de contrarios que adquiere unvalor dialéctico. Asegura, que la sociedad yel Estado no son más que el reflejo del in-dividuo, por ello, representa la sociedaden una triada parecida a la descrita para elhombre. Una estructura de la sociedadque se describe como tres principios aní-micos para regir su comportamientodonde los gobernantes representan al«alma racional». Los campesinos y pro-ductores son equiparados al «alma irasci-ble». Finalmente, la tercera se comparacon el «alma concupiscible» que repre-senta a la clase de los comerciantes.

Como vemos, Platón hace una contribu-ción a la antropología filosófica en lamisma medida en que ha emitido juiciosacerca de la concepción, que en su época,existió sobre él. Estos juicios permitenrastrear desde la antigüedad hasta el pre-sente, las diferentes reflexiones que se hanproducido en torno al hombre. ¿Cuáles deesos juicios resultan inamovibles y cuálesperecederos?

De igual modo, Platón, concibe al hom-

bre como un ser sentado en una cavernade espaldas a la luz, cuyo único conoci-miento es la interpretación de las sombrasreflejadas en la pared que le queda enfrente y que el individuo interpreta comola realidad. 11

En el mito de la «Transmigración de lasalmas» ya se esboza el concepto del librealbedrío y la naturaleza libre del alma hu-mana. Su concepción antropológica delalma afirmaba que el ser humano estabacompuesto de sustancias radicalmente di-ferentes: el cuerpo y el alma. Para Platónel cuerpo era material, engendrado bioló-gicamente y perecedero, imperfecto. Elhecho de ser dotado de vida le venía dadopor la presencia del alma en su interior.Por el contrario, el alma, principio de vidapara el cuerpo, era espiritual, eterna, y denaturaleza afín a los habitantes del mundointeligible, el mundo de lo divino y tras-cendente.

La otra gran montaña de la filosofía esAristóteles. La antropología aristotélicadefine la naturaleza del hombre a travésde la Psyche. Una trilogía compuesta porel alma, la mente y el espíritu. Aristótelesformula una interpretación ontológica delhombre y una biológica. De allí se des-prenden todos los demás estudios acercadel hombre.

Así, la interpretación biológica ofrece laposibilidad de dividir la sustancia en orgá-nica e inorgánica. El hombre es miembrode la primera sustancia pues esta se en-cuentra dotada de vida y, en consecuencia,de movimiento espontáneo. Todo cuerponatural tiene vida como resultado de serdepositario de un alma, esto hace de lavida una expresión tripartita de la existen-cia: Sensible, vegetativa y racional. Elhombre representa esta última forma deexpresión de la vida como manifestacióndel alma.

11Platón, «El Mito de la Caverna». En: Johannes Hirschberger. Breve Historia de la Filosofía (20va Ed.)

La explicación ontológica del alma y enconsecuencia de la vida, se expresa enAristóteles de acuerdo a dos juicios, asaber: El monismo y el dualismo psíquico.La primera establece que la conjunciónentre el alma y cuerpo es la misma reali-dad y que unidas representan una solasustan cómo el alma humana se componeo forma a partir de dos principios una ac-tivo y otro pasivo.

Sobre el pensamiento social aristotélicotendremos que concluir que también re-sulta ser tripartito pues en este convivenlas agrupaciones humanas como expresa-das en tres formas naturales de sociedad:El Estado, la aldea y la familia. Esta últimaes la comunión consensual de dos indivi-duos para perpetuar la especie, la reuniónde las diferentes familias para la satisfac-ción de sus necesidades inmediatas formala aldea y el Estado sirve a la satisfacciónde una vida plena y feliz en función de unacomunidad de familias.

Finalmente, es necesario significar queAristóteles genera una ruptura con el dua-lismo de su maestro, Platón pues su expli-cación sobre la forma y la naturaleza(hilomorfismo) no otorga al hombre unlugar especial: la trascendencia humanano radica en su inmortalidad, más bien lohace de acuerdo a su posición predomi-nante en la escala de la vida. Será necesa-rio agregar a estos juicios el delmaterialismo epicúreo, donde se señalaque el alma se encuentra formada por áto-mos lo que la hace material y perecedera,incapaz de sobrevivir a la muerte corporal.

Las concepcionesa ntropológicasen la filosofía medieval.

La filosofía medieval se encuentra mar-cada por la fe y el pensamiento religioso.La victoria del cristianismo frente a las

demás formas religiosas en occidente apartir del siglo IV de nuestra era, o lo quees lo mismo, en los dominios del ImperioRomano de oriente y occidente.12

El cristianismo adoptó muchos de losprincipios religiosos tanto platónicoscomo aristotélicos. En San Agustín y LaCiudad de Dios podemos descubrir unareedición de la contraposición platónicaentre el mundo empírico y el mundo ce-leste. La filosófica aristotélica alcanza suadhesión al cristianismo a través de otrogran maestro de la filosofía cristiana:Santo Tomás de Aquino.

Es evidente que la filosofía religiosa me-dieval se encuentra dominada por el pen-samiento de San Agustín, Santo Tomás deAquino y Guillermo de Ockham.

El cristianismo platónico dominó el pen-samiento religioso durante la mayor partede la alta edad media. Será necesario es-perar el nacimiento de Tomas de Aquino,en el 1224, en medio de la conocida comola Baja Edad Media, para atestiguar acercade un nuevo enfoque. Con Tomás DeAquino, más tarde, Santo Tomás deAquino; se produce una transformaciónen el enfoque filosófico cristiano. Se susti-tuye la filosofía platónica por la de su másaventajado discípulo: Aristóteles. Sobre élHirschberger escribe:

«Es cierto que no resultó un autenticoAristóteles, sino un Aristóteles entendidoen sentido averroísta, pues entretantoAverroes se había convertido en `El Co-mentador` por antonomasia».13

Los comentarios averroístas produjerongran influencia en la atalaya académica desu época y entre muchos de los más des-tacados intelectuales de la Universidad deParis como lo fueron Boeccio de Dacia, Si-

12 El imperio romano adoptó el cristianismo como religión oficial a partir del Edicto de Milano, promulgadoen el 313 D.C. por Constantino.13 Hirschberger. Op. Cit. P.138.-14Asin Palacios, En. Abad y Díaz. Op. Cit. P.126

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gerio de Brabante y otros como Masilio dePadua. Acerca de Averroes se ha comen-tado que fue transcrito extensamente porel propio Santo Tomás de Aquino en suscomentarios Aristotélicos.14 A pesar deello, Santo Tomás rechazó los postuladosaverroístas acerca de la «Eternidad delmundo»; el «Carácter corruptible y pere-cedero del alma individual» y «La teoríade la doble verdad».

En Santo Tomás, el hilemorfismo aristo-télico adquiere una nueva interpretacióna la luz del pensamiento cristiano. La in-fluencia del pensamiento de Aristótelesejercerá una profunda influencia en estepensamiento, el cual, alcanzara la épocacontemporánea.

La apertura filosófica de la Baja EdadMedia, que terminaría preparando laépoca para el advenimiento de la EdadModerna y un cambio en la concepcionesfilosóficas sobre el hombre, posee dosnombres sobresalientes: Guillermo de Oc-kham y Nicolás de Cusa.

El hombre de finales de la Edad Mediase encontró ocupado en la discusión sobreel predominio de la razón o la sensacióncomo causa eficiente. Fue precisamenteOckham quien llamó la atención al hom-bre del siglo XIV, sobre la influencia delmundo exterior sobre los juicios de larazón. Se le reconoce como uno los hom-bres más influyentes en términos intelec-tuales de su época atribuyéndole lafundación de una escuela de pensamientoentre cuyos seguidores se pueden contar aGabriel Biel, Francisco Suárez y Gregoriode Rímini: Por ello Hirschberger habla del“Ockhamismo”.15 La figura de Guillermode Ockham avisa sobre el advenimiento dela modernidad que se avecina.

Otra figura que Hirschberger presenta,en su breve historia de la filosofía, comoprecursor medieval de la modernidad es:Nicolás de Cusa. Físico, matemático y as-

trónomo nacido en Kues (Cusa) en las pro-ximidades de Tréverisa (Alemania) se lereconoce como el filosofo mas destacadodel siglo XV.

A Nicolás de Cusa se debe el haber pro-movido y difundido en Italia la otrora olvi-dada lengua griega, así como elconocimiento de sus clásicos antiguos. Esél quien inaugura el desarrollo del huma-nismo italiano. Entre sus obras represen-tativas se encuentra, La DoctaIgnorancia; Las Conjeturas y El Juego dela Pelota, entre otros.

La doctrina de Cusa o de la “Docta Igno-rancia” resulta de la combinación de lastesis socráticas sobre el reconocimiento dela propia ignorancia como punto de par-tida para alcanzar el conocimiento y elmisticismo medieval. Este último es el re-sultado del retorno de Dionisio a las tesisneoplatónicas de Plotino y su filosofía pa-gana. Dionisio funda el Misticismo Cris-tiano del medioevo basado en el principiode la negación de Dios, o lo que puede serlo mismo: hablar de Dios determinandoaquello que este no es.

Su doctrina representa al hombre comoun ser incapaz de reconocer a Dios en surealidad positiva, debido a que la mismarespondía a una idea de perfección inma-nejable por el conocimiento humano.Cusa sostenía que el reconocimiento de laignorancia en toda su extensión hará máscapaz y docto al hombre. Tanto el pensa-miento de Guillermo de Ockham como elde Nicolás de Cusa son considerados comode transición entre Medioevo y el Moder-nismo Renacentista.

La modernidad renacentista y lavisión antropofilosófica del hom-bre: Humanismo, Racionalismo yEmpirismo.

Cuando hablamos de humanismo, hace-mos referencia a la aspiración propia delhombre del renacimiento (s. XVI) quien

15 Hirschberger. Op. Cit. Pp. 148 y Sgts.

pretendía cultivar las facultades del inte-lecto sin la búsqueda de la perfección. Elhumanismo se encuentra asociado en elrenacimiento puesto que este último ex-presa el retorno a los valores de la antigüe-dad clásica grecolatina y el humanismo,en términos pragmáticos, enseña esosmismos valores, conocimientos yprincipios.

Algunos tratadistas señalan que el hu-manismo se ha matizado de acuerdo a di-ferentes enfoques filosóficos dondepueden incluirse el humanismo: Natura-lista Dialéctico, Existencialista, Liberal,Científico Integral y de la Tensión.16

El humanismo parece caracterizar a laedad moderna en cuanto que el hombre se

realizó como «iconoclasta» y revoluciona-rio. El hombre occidental, por lo menos,se caracterizó por el enfrentamiento alorden establecido, al poder político ysobre todo a la iglesia.

Su visión sobre el orden social se trans-forma y concibe mundos utópicos como elde Tomás Moro. Sin la Dora de Galileo,Campanella, Bruno o Vives, es posible queno pudiésemos tratar acerca de lo que lla-mamos «Renacimiento». Sin embargo, lamisma modernidad implica una visión fi-losófica que ha encarado la transforma-ción de los sistemas y los subsistemaspolíticos económicos y sociales que alcan-zan al hombre de su época.

Es imposible hablar de modernidad, de

16 Arndu, H. (St. All.) Temas y Textos de filosofía. (2da Ed.) Pearson Educación. 2001. Pp.122 y Sgts.

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humanismo y renacimiento sin hablar deNicolás Maquiavelo y su concepción filo-sófica sobre la naturaleza malvada delhombre y su descarnada visión sobre él.Sin embargo, también será necesario citara Galileo Galilei quien heredó una cienciabalbuceante para fundar los paradigmascientíficos de la física y la mecánica ce-leste.

Como he citado en la primera parte deese capítulo, el pensamiento racionalistaforma parte de los dominios de la moder-nidad y la obra de Leibniz y Descartes sonfundamentales para emprender la visiónfilosófica del hombre en ese período.Luego asistiremos al enfrentamiento de lafilosofía racionalista y la empirista.

Así, será necesario revisar la obra deLocke. Ahora bien, la oposición entre ra-cionalismo y empirismo resultan que, este

último, rechaza que el hombre nazca do-tado de ideas innatas y que todo nuestroconocimiento proviene de la experiencia.Con el empirismo veremos el nacimientode la filosofía crítica, negando la simplifi-cación cartesiana del alcance ilimitado delas capacidades cognoscitivas humanas.

En definitiva, si hablamos de antropolo-gía filosófica, será necesaria la revisión in-tensiva y extensiva de los principales hitosfilosóficos construidos por el hombre, ensu largo camino de reflexión sobre su pro-pia existencia, su pensamiento, la relacióncon el mundo que lo rodea, su sentido derealidad y el de fantasía, con el único pro-pósito de responder a la pregunta mássimple y más compleja que nos hemos for-mulado: ¿Qué es el hombre?

Oleo,tela, Edmundo Castillo

POSICIÓN FILOSÓFICA DEL LENGUAJE:

Los griegos identificaron en ciertaforma lenguaje y razón por cuanto,para ellos, ser racional es el ser que es

capaz de hablar; es decir, de reflejar el uni-verso por medio del lenguaje, que era la re-alidad del hablante. Se discutió en aquellaépoca sobre si el lenguaje presentaba un ca-rácter convencional o natural, es decir, si loselementos poéticos estaban ligados natural-mente a sus significados, o el lenguaje, comootras instituciones humanas eran simple-mente una convención, un contrato entre loshombres, de carácter tradicional, discusiónque quedó registrada en el Crátilo, de Pla-tón.Aristóteles y los estoicos analizaron luegolas relaciones entre expresión lingüística yconcepto mental, expresión lingüística yconcepto formal y cada uno de estos concep-tos en tanto que lingüísticamente expresados

y la realidad, pasando así a ser los problemasdel lenguaje de estrictamente gramaticales aproblemas lógicos. En la edad moderna apa-reció la filosofía del lenguaje, en especial losempiristas. El tema del lenguaje tuvo gran-des estudios, por ser considerado un instru-mento muy importante del pensamiento. Fuesometido a crítica por Hobbes, Locke, Humey Berkeley. Para los escritores Vico y Herderel estudio del lenguaje debe rebasar los pro-blemas de la gramática, la lógica y la semió-tica, para analizarlo desde una perspectivasocio-histórica.En el siglo XX tomó impulso su estudio conlas investigaciones de Saussure, Mikiel, Wis-seman y por medio de sus experimentos re-lacionados con el sonido de algunas palabrasy su significación. W. Köhler (1947) trató deencontrar una relación entre las formas fóni-cas establecidas y unas formas gráficas.André Martinet, lingüista francés, estudió ellenguaje tomando como parámetro el princi-pio de que el “el lenguaje refleja no tanto el

LLEENNGGUUAA Y PPOOLLÍÍTTIICCAA::

UN MURO COMPROMETIDO

Juan A. Rosario MenaEscuela de Letras

comportamiento humano, si no el comporta-miento de la sociedad” y agrega que “las po-sibilidades comunicativas del lenguaje no seadaptan inmediatamente a las nuevas necesi-dades” y que “el lenguaje está representadopor lenguas distintas que corresponden a cul-turas y sociedades diferentes, de manera quelos lenguajes no son códigos”.Para Heiddergger el lenguaje es uno de losmodelos en que se presenta la degradaciónde DASEIN; su carácter ontológico es vistocomo el hablar mismo de ser un modo verbaldel ser.En Wittgenstein, la filosofía se convierte enanálisis del lenguaje como actividad con-creta en conexión con el comportamiento.

La lengua y su origenPunto de vista antropológicoLa facultad básica y esencial del hombre esel uso del lenguaje, capacidad ausente en losdemás animales, incluso en los más próxi-mos al hombre. La posesión del lenguaje dis-tingue al hombre del resto de los demásanimales, aún teniendo en cuenta la posibili-dad del grito significativo de algunas espe-cies animales. Probablemente el lenguaje sedebe al hecho de que sólo el hombre tiene unconjunto de pautas de comportamientos acu-muladas, de las cuales carecen las demás es-pecies animales. El lenguaje presupone undesarrollo muy complejo del sistema ner-vioso, desarrollo que fue relativamente tem-prano.

Probablemente los australopiterianos care-cieron de lenguaje, aunque este podría habersurgido ya en la época del homoerectus.En un determinado momento, los anteceso-res inmediatos del hombre experimentaronuna rápida evolución del sistema nerviosoque dio como resultado un aumento en el ta-maño y complejidad del encéfalo. Los homí-nidos comenzaron a fabricar herramientas y

utensilios, y el sistema rudimentario de co-municación primitiva, que probablementeconsistía en gritos se convirtió en un verda-dero lenguaje. Se plantea el dilema de quéfue antes, si el desarrollo estructural del ce-rebro o su capacidad de funcionamiento, osi, ambos factores le dieron forma simulta-nea. La cuna de la humanidad queda situadaen el cuadrante sureste de África. Desde estazona los homínidos fueron expandiéndosedebido a dos factores: los climáticos y la ca-pacidad del hombre para defenderse de susinclemencias y aprovechar sus ventajas.Hace más de 500.000 años, el “homo erec-tus” se extendía por Asia y Europa. La ex-pansión se debió a la aparición de unlenguaje rudimentario que permitió una máseficaz cooperación entre los miembros delgrupo y la fabricación de herramientas máscomplejas.Para Robert Owens en su obra Desarrollodel Lenguaje: “el conocimiento es el únicoresponsable de la adquisición del lenguaje ydel significado de las palabras”. Para Whorf“es el lenguaje que influye sobre el pensa-miento, llamado determinismo lingüístico”.Short propuso que el lenguaje influye de unamanera explícita e importante sobre el pen-samiento. Para Vygosky “el conocimientoprecede al lenguaje, pero que a su vez resultainfluenciado por las estructuras lingüísticas”.Para Chomsky el pensamiento y el lenguajeson dos elementos relativamente indepen-dientes, donde cada uno de los cuales ejerceuna influencia reducida sobre el otro.Según Piaget el desarrollo cognitivo es elúnico responsable del lenguaje. «El lenguajeno basta para explicar el pensamiento, yaque las estructuras que caracterizan el pensa-miento tienen sus raíces en la acción y en losmecanismos sensoriomotores, que tienen uncarácter más básico que los lingüísticos». Elconocimiento y el lenguaje se considerancomo ámbitos de desarrollo relacionados, el

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primero como elemento dominante. Vigoskyen su libro Pensamiento y Lenguaje proponediferentes vías y cursos distintos de desarro-llo. Expresa: «al principio el pensamiento sehace no verbal y el habla no intelectual;pero, luego ambos se combinan», el pensa-miento se hace verbal y el habla racional. Aesta forma la llamó (de pensamiento y len-guaje) «pensamiento verbal».

Punto de vista lingüísticoSi los sonidos del habla no están vinculadosa un significado, entonces no son más quegruñidos o sonidos sin sentido. Son necesa-rias las reglas del lenguaje para establecer larelación entre todas las formas lingüísticas,ya se trate de sonidos, elementos con signi-ficado o de alguna combinación de elemen-tos.El lenguaje puede definirse como «un có-digo socialmente compartido, o a sistemaconvencional, que sirve para representar

conceptos mediante la utilización de símbo-los arbitrarios y de combinaciones de estos,que están regidos por reglas. Cada uno deellos tiene sus símbolos característicos y susreglas de combinación. Los dialectos sonsubcategorías de la lengua madre que utili-zan reglas similares aunque no identificadas.Las lenguas no son monolíticas ni inmuta-bles. Todas las lenguas pueden dar lugar auna nueva variante, a partir de la combina-ción de esas lenguas».En el mundo existen 6,000 lenguas, la mitadde las cuales no aprenden los niños, por loque morirán junto con los adultos que toda-vía las hablan. Durante este siglo se erradica-rán muchas lenguas. Este proceso es elresultado de medidas políticas gubernativas,de la desaparición de publicaciones indíge-nas, de los medios de comunicación y de laaparición de la internet. La necesidad de unlenguaje común para comunicarse en la redmundial esta generalizada de manera sote-rrada mediante el uso del inglés. Diamond

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decía «cada vez que se extingue una lengua,perdemos una parte esencial de la naturalezahumana. Cada vez que muere una lengua,desaparece una cultura y miles de años decomunicación». Las lenguas evolucionan,crecen y cambian. Cada lenguaje es únicopara transmitir el pensamiento. Las lenguascrecen a medida que cambia la cultura enque se sumerge. El inglés, por ejemplo, esuna de las lenguas con mayor número de pa-labras (700,000) y aumenta seis palabras pordía; científicas, tecnológicas, populares o deotras lenguas.La Asociación Americana del Lenguaje Ha-blado y Oído define al Lenguaje como: «sis-tema complejo y dinámico de símbolosconvencionales que se utiliza de diferentesmaneras para el pensamiento y la comuni-cación; este evoluciona dentro de contextosespecíficos históricos, sociales y culturales;posee una conducta regida por reglas, sedescribe al menos por cinco parámetros: fo-nológico, morfológico, sintáctico, semánticoy pragmático; su aprendizaje está determi-nado por la intervención de factores biológi-cos, cognitivos, psicosociales y ambientalesy su uso en la comunicación requiere unacomprensión amplia de la interacción hu-mana, lo que incluye factores asociadostales como las claves no verbales: la motiva-ción o los aspectos socioculturales».La noción de lengua no se refiere a una rea-lidad palpable que puede ser observada, sinoa un objeto construido que resulta de deci-siones de orden epistemológico. Ferdinandde Saussure, cuyo Curso de Lingüística Ge-neral (1916) propone un sistema de oposi-ciones conceptuales, la más importante es lade la «lengua/habla», que sirve de punto departida a todos los lingüistas. La lengua seconstituye en una estructura o sistema de sig-nos cerrados, a disposición de los pueblos,cuyas unidades se definen por mutua rela-ción, pero exterior al individuo, que por sí

solo no puede modificarla o crearla. El indi-viduo elige en la lengua los elementos lin-güísticos con los que pretende comunicarsey los relaciona ante sí mediante un acto devoluntad e inteligencia (habla), de modo quese transforman en un componente individualdel lenguaje.La lengua surge de un registro pasivo del de-pósito creado por la práctica del habla en lossujetos que pertenecen a una misma comuni-dad. Hay dos enfoques para su estudio: a)sincrónico: Describe y clasifica las unidadesde la lengua en un momento dado de su evo-lución y que permite delimitar una de las ca-racterísticas básicas de la lengua: porrazones de equivalencia, oposición y asocia-ción (signos) y que constituyen una unidadde dos caras (significado o de concepto ysignificante o imagen acústica); b) diacró-nico: Se dedica a describir la lengua en suevolución. Las lenguas, visto así se puedenclasificar de acuerdo a su tipo:• Análogas: El orden de los elementos lin-güísticos es un reflejo del orden de las ideas.• Traspositivas: Su sintaxis no es directa.• Por los rasgos morfológicos: Aislantes,aglutinantes, incorporantes o polisintéticas yflexivas. Las aislantes o lenguas vivas, ha-bladas en la actividad, grupo: español, fran-cés, italiano, ruso, etc.• Lenguas muertas o extinguidas, que enocasiones subsisten en forma escrita: Latín,griego antiguo, hebreo antiguo, iraní anti-guo, etc.• Lenguas corrientes: Responden a las nece-sidades ordinarias de la comunicación.• Lengua vulgar: Es la utilizada por la mayorparte de sujetos hablantes.• Lenguas cultas: Derivan de las necesidadesde comunicación propia de actividades y ofi-cinas especificas; ejemplo: el escritor, laprensa, etc.• De orden histórico parentales: Deriva deuna lengua en común. Ejemplo: el rumano,

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el español, el francés, el catalán, el italiano,el portugués derivan del latín.De las 6,000 lenguas existentes sobreviven3,500; veinticinco de las cuales son impor-tantes tanto por su extensión (Indu, Manda-rin, Inglés, Español, Coreano), como suproducción escrita (Ruso, Alemán, Español,Inglés, etc.).Esaias Tegner en su obra Ur Sprakenvärld I(Pág. 178) expresa que en efecto, «no pode-mos sostener que la lengua hubiese estadounida a los sonidos desde el principio. Losgestos debieron desempeñar entonces unpapel tan importante como los sonidos…».Los científicos se han volcado sobre los pue-blos primitivos esperando descubrir en ellosestadios originarios; desafortunadamente sehan encontrado con sistemas lingüísticosmuy evolucionados, complicados, que cons-tituían el camino extenso desde la prehisto-ria.Otto Jespersen, intentando llegar a una teoríasobre el origen de la lengua comparó un grannúmero de lenguas y encontró que todastienden a evolucionar desde una morfologíay complejidad muy grandes hacia una des-erción crecientemente mayor de sus distintosmiembros en elementos independientes.Ejemplo: Cantaveram (latín): yo había can-tado; J’avais Chantè (francés). Decía que lasprimeras manifestaciones del habla humanadebían imaginarse como complejos de soni-dos no identificados, preferidos en unas si-tuaciones concretas de las que habíantomado su significado. Van Ginnoken, lin-güístico holandés distingue cuáles rasgos delos de hoy existentes en las lenguas son pri-mitivos y cuáles otros son tardíos. Ejemplo:el acento musical de palabras constituye unrasgo primitivo perdido en la mayoría de laslenguas de la cultura occidental. Y cuáleslenguas provistas de vocales reflejarían unestadio avanzado en relación con aquellasotras que sólo tienen consonantes. Considera

que las dos etapas más primitivas de la evo-lución lingüística pertenecen a un estado enque el hombre se expresaba mediante gestoy de escritura pictográfica sin palabrasni sonidos.Los gestos serían el estado originario delhabla. Muchos pueblos primitivos tienen unlenguaje de gestos muy desarrollado, graciasa lo cual se comunican con los miembros deotros pueblos, los vecinos cuyas hablas noentienden. Ejemplo: Ciertas tribus de laIndia. Este lenguaje parece identificar, en susdetalles al que presentan las pinturas prehis-tóricas. En lugares como África central, Ma-dagascar, Asia, y Australia hay regionesdonde se comunican mediante gestos.Joseph Vendryes, francés, autor de la obra LeLangage escribía que la lengua visual es tanantigua como la auditiva. Según Van Ginne-ken, la lengua hablada sólo se retraería hasta3.500 A. de C.; hay una coincidencia entrelos gestos de los pueblos primitivos y los sig-nos pictográficos de que esta pictografía ha-brían desarrollado las letras modernas. Loshombres capaces de desarrollar los primerosjeroglíficos (Egipto), o de dibujar los prime-ros signos chinos (China), no conocían toda-vía la voz articulada.El psicólogo húngaro G. Rèvèsa plantea elproblema, sobre el carácter social de la len-gua:1º. La lengua posibilita los contactos entrelos miembros de un cierto grupo social: unafamilia, una tribu, una unidad política, uncírculo cultural.2º. La necesidad de contacto: instinto primi-tivo presente en todos los seres; es funda-mental en el nacimiento de una lengua.3º. La intención de entrar en contacto con elentorno: la llamada de suscitar atención ode formular un deseo. Es lo que Rèvèsallama la lengua Imperialista (orden lanzadaal contorno para que este actúe. Piensa quela necesidad de impartir órdenes es la pri-

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mera manifestación de la lengua).Ernest Renan dijo: «La lengua no es un donregalado a los hombres, sino un instrumentocreado por ellos». El lenguaje es una con-ducta exclusivamente humana.Las lenguas que solemos llamar «muertas»(griego o latín) estuvieron afectadas porcambios internos o influencias externas con-virtiéndose en otras lenguas; lo que porejemplo ha muerto el latín escrito y literario.En la iglesia católica es una lengua conver-sacional y escrita. El hebreo era una lenguamuerta en tiempos de Cristo con más de2,000 años de instancia; sin embargo, se haconvertido, resucitando, en la lengua oficialdel nuevo Estado de Israel.Existe un lenguaje de signos que se trans-mite utilizando signos manuales, no es unaversión gestual de la lengua hablada, sinouna lengua especifica con sus propias reglasque rigen la combinación de símbolos. Estossignos se transmiten con las manos y con losmovimientos corporales. Existen cincuentalenguas de signos en el mundo. Las matemá-ticas son también un lenguaje; aunque de ca-rácter más preciso que las que hemencionado.Tanto el habla como el lenguaje son parte deun proceso más amplio de comunicación. Lacomunicación es un proceso mediante elcual los interlocutores intercambian informa-ción e ideas, necesidades y deseos. La proba-bilidad de que se produzca una distorsión enel mensaje es muy alto, dada la variedad deformas en que se puede construir un men-saje; así como la diversidad de experienciaspasadas que aporta cada interlocutor. La me-dida en que cada hablante tiene éxito en sucomunicación, lo que se mide a través de laeficiencia del mensaje, se denomina «com-petencia comunicativa». La lengua y el hablason sólo un aspecto de la comunicación. Elresto de la comunicación puede ser de tipoparalingüístico y metalingüístico.

1º. Código paralingüístico:Entonación, énfasis, velocidad y las pausas ovacilaciones se superponen al habla, indi-cando parte de la actividad o la emoción delhablante. La entonación, uso lingüístico deltono, es el más complejo, se usa para indicarel humor o el estilo de la oración, énfasis, pa-réntesis, emoción, importancia, papel y es-tatus del hablante.2º. Elementos no lingüísticos:Gestos, postura corporal, expresión facial,contacto ocular, movimiento de cabeza ycuerpo y la distancia física.3º. Elementos metalingüísticos:El ritmo del habla según el estado de excita-ción del hablante. Gestos aceptables en unacultura pueden ser considerados ofensivosen otras. La sonrisa, por suerte, es una señaluniversal de amistad. Entre los indicadoresmetalingüísticos está el estatus de la comuni-cación.El lenguaje es un código compartido quepermite a sus usuarios transmitir ideas y de-seos. Si bien el lenguaje no es algo esencialpara la comunicación; la comunicación es unelemento esencial y definitorio del lenguaje.Lenguas como el Sánscrito, extinguidas, seestudian con el fin de averiguar informaciónsobre las personas que una vez la utilizaron.El lenguaje refleja el pensamiento colectivoy la cultura e influye sobre ese pensamiento.En la Europa de la actualidad, palabras comodemocracia, reflejan significados y emocio-nes que influyen sobre nuestra concepciónde otras formas de gobierno. Es probable quela noción de democracia de los antiguos grie-gos fuera algo diferente de la nuestra, e influ-yera de forma diferente sobre su forma depensar.El lenguaje que se usa está influido por loque le precede, e influye sobre lo que lesigue. Considerar el lenguaje ausencia de co-municación es eliminar la razón de ser dellenguaje.

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Dibujo, Edmundo Castillo

Psicología y lenguajeDado que el lenguaje y su desarrollo sonasuntos tan complejos, los profesionales sue-len analizarlo según sus vertientes:• Los lingüistas se preocupan por la descrip-ción de los símbolos del lenguaje, y del esta-blecimiento de las reglas que gobiernanestos símbolos hasta llegar a formar estruc-turas lingüísticas.• Los psicolingüistas están interesados en losprocesos psicológicos que subyacen en elproceso de adquisición de una lengua, losmecanismos sicológicos de producción y lacomprensión.• Los sociolingüistas estudian los usos y re-glas del lenguaje como una forma del nivelsocioeconómico o también del contexto lin-güístico y/o cultura: adquieren importancialos dialectos, la interacción social y comuni-cativa.• Los psicólogos conductistas restan impor-tancia a la estructura del lenguaje y destacanel contexto cultural en que se produce. Losconductistas se concentran en la producciónde cierto tipo de respuestas.• Los logopedas: se centran en los problemascomunicativos. Su principal interés radica enlas causas de estos problemas, su evolucióny el tratamiento.Teoría conductistaMowrer, Skinner, Osgood consideran que ellenguaje es simplemente una conducta másque tiene que ser aprendida. El lenguaje esun conjunto de asociaciones entre el signifi-cado y la palabra, la palabra y el fonema, ladeclaración y la respuesta; puede ser apren-dido mediante la asociación entre un estí-mulo y la respuesta que sigue.

Teoría psicolingüísticaNoam Chomsky dice que «el lenguaje tieneestructura y existen procesos mentales sub-yacentes que representan esas estructuras».El hombre creó el lenguaje humano. Los hu-

manos poseen una capacidad innata y espe-cifica para el lenguaje; sus principios son ho-mogéneos: avocación, discriminación,generalización, apropiación.

Cultura y lengua: dos componentes socialesLa cultura se ha definido como «un diseñopara vivir (Kluckholn) y como las compren-siones compartidas que las personas usan alcoordinar sus actividades» (Becker). Losmiembros de una sociedad comparten deter-minadas ideas básicas en torno a cómo fun-ciona el mundo, lo que es la tecnología, lapolítica, los grupos y lo que significan.Mientras que la «estructura social» se refierea los aspectos prácticos instrumentales de lasrelaciones sociales, la cultura se refiere a«los aspectos simbólicos expresivos de lasrelaciones sociales» (Wutinow). La culturaes un patrón de vida que es adquirido me-diante el aprendizaje, teniendo la lenguacomo instrumento y el lenguaje como ar-chivo de informaciones y motivaciones. Nin-gún otro animal necesita aprender tantocomo el hombre. Ningún otro ser es tanadaptable como el ser humano.Donald Brown llamó «Cimientos Universa-les Humanos» a los modelos de pensamien-tos y actividad que pertenece a la lista de louniversal humano regidos por el lenguaje:1. Creencias (explicación compartida de ex-periencias).2. Valores (criterio de juicio moral).3. Normas y sanciones (pautas de comporta-miento).4. Lenguaje (sistema de comunicación sim-bólica).5. Tecnología.El lenguaje se ha llamado «El Almacén de laCultura» (Harroff). Es el medio primario porel cual la comunicación, la discusión y cam-bio de comprensión compartidas, que pasana las nuevas generaciones son capturadas por

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los ciudadanos. El término «pensamiento»es una conversación con nosotros mismos.Aprender un nuevo lenguaje puede obligarlea que piense de manera desacostumbrada.Cada lengua tiene palabras y frases para lasque no hay equivalentes exactos en otrosidiomas. Varios lenguajes africanos empleansonidos de chasquidos de lengua que a losangloparlantes les resulta, casi imposible deproducir. El vietnamita tiene un complejosistema para dirigirse que indica grados derespeto basados en la edad, posición, educa-ción y otros factores. Así existe ANH (her-mano mayor); BAE (hermano más viejo):CHU (hermano menor). Debido a la preocu-pación por la cortesía, el uso deliberado deun término equivocado es un insulto. EdgardSapir y Benjamín Lee Whorf expresan queel lenguaje hace a las personas prestar aten-ción a ciertas cosas e ignorar otras; el len-guaje conforma la realidad en moldesdiferentes; nuestra idea de la realidad es unaversión condensada del mundo que ha sidoeditada por nuestros lenguajes (Plug yBates). Las personas que hablan lenguas di-ferentes no ocupan realmente el mismomundo con etiquetas diferentes, sino queperciben realidades diferentes.En general, el lenguaje se centra en los ras-gos particulares del paisaje físico y socialetiquetando estos rasgos. Afecta lo que nota-mos y cómo entendemos lo que observamos;pero el lenguaje no dicta lo que vemos ypensamos de una manera rígida. Es sólo unelemento de la cultura.

Cultura, lengua y políticaTodas las culturas han desarrollado normasestructurales para solventar los conflictos deuna manera ordenada. Estas normas varíansustancialmente en función del tamaño de lasociedad. De manera general existen cuatroformas de organización social: bandas, tri-bus, jefaturas y estados.

• Bandas: Nivel de integración socioculturalcuya economía es la caja y la recolección.Ej.: los jkung del Sur de África.• Tribus: Nivel sociocultural tribal no apa-rece: de domesticación de animales y cultivode vegetales.• Jefatura: Nivel superior de integración:productividad elevada, centro de coordina-ción económica, política y religiosa.• Estados: Estratificación social, organiza-ción del poder de una sociedad cuyas rela-ciones internas trascienden el parentesco,mediante instituciones y grupos.El desarrollo del lenguaje implica sudesarrollo fonético, morfológico y se-mántico. En el desarrollo semántico dellenguaje desempeña una función esen-cial la transmisión de viejas denomina-ciones, los nuevos fenómenos deacuerdo con la propiedad funcional.En estos nuevos contextos, la palabra puedeadoptar un nuevo contenido semántico, yello en el sentido de edificar por encima desu significado como superestructura un adi-cional contenido semántico vinculado aaquel, pero que trascienda a éste.En la teoría del lenguaje general, que acaba-mos de exponer de modo resumido, debedestacarse especialmente dos tesis, a causade su imperante significado:• El lenguaje, la palabra, no es un signo con-vencional; su significación no está fuera deella misma. Tanto la palabra como el len-guaje poseen un contenido semántico, esdecir, sentido, y con ello, una significación,que representa significativamente el objetodesignado por la misma, es decir, una rela-ción cognoscitiva.• El reflejo significativo del objeto en el sig-nificado de la palabra, como el reflejomismo, no es ningún proceso pasivo. Reco-nocemos la realidad y esta nos deviene cons-ciente, al influir en ella. Reconocemos elsignificado objetivo que obtiene su forma en

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la palabra, el influir en el objeto, haciendodestacar su función en el sistema de la acti-vidad social. La palabra nace en el trato in-terhumano y sirve a este.Los sociólogos llaman cultura al conjunto detécnicas, de instituciones, de comporta-miento, de representación colectiva, de cre-encias y de valores que caracterizan a unasociedad determinada. Si estudiamos cadauno de estos elementos con un criterio decomparación, a través de todas las socieda-des, distinguiremos los países desarrolladosy los subdesarrollados, los sistemas capita-listas y los socialistas, los regímenes autori-tarios y los autocráticos, etc., en la realidad,estos tipos generales se combinan revis-tiendo formas singulares; cada combinaciónconcreta, en una fecha y en un lugar determi-nados, constituye una cultura. Dos nocionesfundamentales se encuentran así en la basede este concepto: La historia y la Nación.Por una parte, cada cultura es el producto dela historia, puesto que aporta en el presenteel peso del pasado. Por otra, las naciones sonhoy los conjuntos culturales mejor definidos,salvo en lo que se refiere a las sociedadessubdesarrolladas.Lenguaje y poder político

Aspectos socio-antropológico: reflexión a laluz del materialismo histórico.Marx y Engels han expuesto una soluciónsobre el problema del lenguaje:1º. El lenguaje es un componente insepara-ble de la cultura material; su génesis y sudesarrollo sólo pueden ser entendidos en re-lación con la evolución histórico-social delhombre, y ello a base de sus condiciones deproducción.2º. El lenguaje no puede explicarse pormedio de un proceso de reflejo instintivo; ellenguaje no es un producto natural, sino unproducto social y se origina sólo en relacióncon la conciencia social.

3º. Por tanto, el lenguaje del hombre nopuede ser investigado exclusivamente dentrodel fisiológico-fonético: se debe tener encuenta el aspecto racional y estudiarlo conrelación al pensamiento. Además, el aspectofonético del lenguaje no consta de sonidosnaturales (gritos), sino de formas, voces ar-ticuladas, que el ser humano ha elaboradopara expresar un significado. Marx defiendela opinión de que en el sentido histórico-evo-lutivo del lenguaje no es el primitivo len-guaje fonético, sino «lenguaje mímico ogesticular». Así se reforzó el pensamiento.Sólo entonces surge el lenguaje fonético consu relación o vinculación abstracta propiaentre la palabra y lo designado.Dado que el trabajo es siempre una actividadorientada a la creación de un determinadoproducto, la actuación del ser humano estáorientada también hacia un determinado re-sultado, puede surgir de ella involuntaria-mente y sin intención; pero, dado que laactividad del hombre, y sobre todo su acti-vidad laboral, es una actividad consciente,algunos de estos resultados son objetivo di-recto y consciente de sujeto actuante. El ca-rácter consciente y orientado a su fincaracteriza la actuación humana.Pero por muy esencial que sea un objetivo,no basta por sí sólo para determinar la actua-ción. Para poder realizar un fin se requierela observación de las condiciones bajo lascuales este debe llevarse a la práctica. De lacorrelación entre finalidad y condicionessurge la tarea que debe ser resultado por laactuación. La acción humana orientada a unfin es, por su carácter, la solución de los pro-blemas. La postura con respecto a las condi-ciones, las cuales a su vez se relacionan conel objetivo, es el contenido psicológico in-terno de la actuación. La tarea que surge dela relación entre el objetivo y las condicionesde su realización es la que también deter-mina su estructura psicológica.

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La motivación concreta de una efectiva ac-tuación, cuyo punto de origen es la relaciónentre el impulso y el fin, sin embargo nopuede ser explicada suficientemente pormedio de esta relación. Esta actuaciónabarca también la postura del individuo conrespecto a las circunstancias efectivas de larespectiva situación vital, en la cual debe lle-varse a cabo la actuación. Con ello se com-plica y modifica el motivo principal. Las amenudo multiformes y muy contradictoriasrelaciones con los caracteres de la actuación,que están vinculadas al objetivo, proporcio-nan a los motivos concreción, riqueza y, tem-poralmente también, contradictoriedad.El objetivo que estimula al ser humano a laactuación y que luego convierte en objetivode su actividad debe tener importancia paraaquel. Especialmente la relación que se rea-liza dentro de la actuación con respecto loque para el sujeto es importante o esencial(y que se convierte en vivencia para este) seconvierte en la fuente u origen de dondesurge la actuación, se convierte en su motivo

por hecho de que proporciona a la actuaciónun sentido para el sujeto. A pesar de ello,para el ser humano, que es un ser social, laimportancia social es su principal objetivo.El problema de la formación y del desarrollode la actuación humana depende, como pro-blema semántico, inseparablemente, de losproblemas de la génesis de la conscienciahumana a base de las prácticas sociales. Asícomo so objetos, que se crean en la práctica,transforman la naturaleza y crean la cultura,así se crea también en la actuación su impor-tancia. Pero con respecto a estos nuevosobjetos surgen a su vez nuevas accio-nes, que tienen un nuevo significado yun nuevo sentido.La formación del mundo objetivo humano yde la consciencia humana en la actuación, yello en la específica actuación humana –esdecir, en el proceso de la creación de objetoshumanos, cuya importancia se determina enel mundo humano por su función-, son dosaspectos de un proceso unitario.

El panorama literario dominicano ac-tual, (a pesar de sus conocidas etapasde producción intrascendente y do-

méstica), tiene la suerte de contar siemprecon el surgimiento de ciertos libros intere-santes, trabajados con paciencia y silenciopor sus autores y publicados en el momentoen el que son más necesarios. Uno de estoslibros sin lugar a dudas es la novela Ciudadde mis ruinas, del poeta, ensayista, acadé-mico y novelista dominicano Nan Chevalier,quien entre otros textos, tiene publicados loslibros: Las formas que retornan (1998), Lasegunda señal (2003) y Ave de mal agüerodel cual dije en un periódico del Cibao decuya edición quisiera acordarme, que era unbuen augurio para la joven poesía en prosadel país.

El autor del libro me obsequió un ejemplaraun antes de estar lista la edición, gesto queagradecí, y que continuo agradeciendo des-pués de haber leído el libro, pues una novelade esta naturaleza (he comentado con al-guien) suele convertirse en una maquinariade provocación y en motivo de celebraciónen este contexto histórico y en un país comola República Dominicana, en donde paradó-jicamente muy pocas obras de este géneroaparecen, a pesar (y es lo extraño) de quetodo el mundo (escritor o no) te dice que estáescribiendo una novela o piensa que su vidamerece ser narrada en las páginas de estetipo de obras.

Por su rigor, por su cuidada factura, por supropuesta, Ciudad de mis ruinas viene a en-riquecer el panorama de la nueva novelísticanacional. Me explico:

En la novela Ciudad de mis ruinas todo estádisfrazado; incluso hasta lo que no lo está.Nada es lo que parece. Bajo la alquimia de laintriga y la ilusión de lo aparente continentey contenido se transfiguran en una enormefiesta de disfraces en donde ronda el culpa-ble de un asesinato. La obra en su totalidades una metáfora múltiple. Los personajes, losacontecimientos, los objetos, funcionancomo lo que son pero al mismo tiempo sonsímbolos, máscaras de otras cosas. En el diá-logo más simple, en la expresión más llana,se esconde algo, se oculta algo; en fin nadamerece nuestra confianza.

Para un lector apresurado la solución podríaser sencilla: Un grupo de amigos se reunecon frecuencia en diferentes lugares de laciudad de Santo Domingo. Comparten comohermanos, como compañeros de sana cama-radería. Con el tiempo se integra al grupo unmédico psiquiatra y su excéntrica hija, el queaun con la resistencia de algún miembro delcírculo amistoso, por sus conocimientos, porsu edad, por su experiencia de la vida se con-vierte en una especie de guía espiritual delgrupo, alterando lo que Derridá en su libroPolíticas de la amistad llamaría “las relacio-nes de poder” en el núcleo de amigos. Todos

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tienen sus diferencias conductuales bastantedefinidas, pero se las toleran. Sin embargolas relaciones pasionales entre los miembrosdel grupo no se hacen esperar y rápidamentedegeneran en una trama de infidelidades,traiciones, envidias, lesbianismo, homose-xualidad, desencadenando una serie de intri-gas y rencores que terminan con el asesinatode uno de los principales y más influyentesmiembros del grupo, el joven Maicol Enma-nuel Vicioso. Todos se convierten en sospe-chosos, en todos puede estar el asesino,todos tienen alguna razón por la cual haberasesinado o querer asesinar a Maicol Enma-nuel.

La policía por su parte, con dos investigado-res tan torpes que rondan con lo ridículo,acusan y apresan a Samuel Jiménez Wilson.Este personaje es quien se encarga de con-tarnos la historia desde el pabellón 21 de laCárcel de la Victoria. Es su voz la que narratodo desde su punto de vista, alternada con ladel narrador omnisciente o con la de algúnotro personaje. De repente una mañana, elpsiquiatra se confiesa culpable pero no lecreen, apresan otro culpable que tampoco es;pero al final otro culpable emerge de lassombras, de las marañas; el menos espe-rado;… de cuya culpabilidad tampoco pode-mos estar seguros.

El lector apresurado al que me refiero prefe-rirá quedarse con este culpable y a dormirtranquilo; pero lamento informar que no esasí. Lo que está detrás es tarea del que Cer-vantes llamo en su obra el Quijote el «lectordesocupado». Frase que según diversos es-tudios analíticos se refiere al lector libre deprejuicios y tradiciones del común, quepresta tiempo a mirar con detenimiento.Como diríamos popularmente a «buscarle laquinta pata al gato».

La embarcación denominada «El Passion»es una metáfora sobre el tiempo, ese que des-

vela todas las verdades y que horriblementenos conduce hacia la nada. En Ciudad de misruinas ese tiempo se revela entrópico, comotránsito hacia el caos, hacia la destrucción nosólo de la vida, sino también de los valoresmorales, de los principios, de las normas quese establecen en las relaciones de la amistady del amor. «El tiempo arruina irremediable-mente todo» nos dice el personaje narradoren la página 25.

También ese tiempo es espacio, es una em-barcación de ensueños (ver página 27) es lavida… Es el pasado, el presente y el futuroavanzando hacia la destrucción del ente.Aristóteles planteó que «pasado, presente yfuturo son imágenes móviles de una mismarealidad que ocurre en el aquí y en el ahora».La física moderna, sobre todo a partir del tra-bajo de Albert Einstein sobre la Teoría gene-ral de la relatividad, comenzó a entender queambas categorías o magnitudes no podíananalizarse por separado. Entonces nace el es-pacio-tiempo. Es este el concepto con el cualse construye «El passion». Allí van los per-sonajes. En ese viaje vamos todos. «Un cru-cero (nos dice el personaje del psiquiatra) escomo la vida». Es la vida.

En los personajes de Ciudad de mis ruinasencontramos al prototipo del chico light denuestra contemporaneidad, al cual le importapoco la ruina del otro, de cualquier otro. Esla ciudad de mis ruinas, no la de la ruina delos otros que también lucen arruinados ni si-quiera la de la ciudad misma, sino las mías,la de mi vida: puerto fantasma, tiempo-espa-cio-crucero en el que emprendemos un viajesin retorno: la muerte.

La estrategia de construcción de Ciudad demis ruinas parte de una especie de economíade la culpa, distribuida a mansalva por elautor. Todos lucen culpables. Pero ademáses economía de la intriga, no a la manera deShakespeare, en cuyo mundo, desde el inicio

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mismo de sus obras, el malvado, el bueno,el mentiroso, el cobarde emergen al sol y elespectador los juzga con la medida exacta desus latidos; no, esta es una intriga sin solu-ción, en donde no hay salida (a pesar de queel autor quiera proporcionárnosla al final),en donde no sabemos «cuál es el límite endonde termina el hermano y comienza elenemigo».

Y no puede ser de otra forma, es el mundoligh, la cultura ligh desenmascarada, la de labúsqueda del placer fácil a toda costa, acosta incluso de la traición y la calumnia, ladel hedonismo y el narcisismo como símbo-los de victoria. Y no es que estas cuestionesno sean tan antiguas como la especie; es queahora aparecen generalizadas y permitidas atal escala, que esa permisividad es compli-cidad sublimizada. El chisme de la traición,de la envidia y de la infidelidad le produceorgasmos deliciosos a la sociedad contem-poránea.

Al final de la novela, el autor describe el ase-sinato y allí, indistinto y gris, aparece el cul-pable. Las razones del asesinato son loscelos, pero algo mueve a la sospecha. El ma-tador sabía de las andanzas de la víctima; co-nocía de su hijo oculto producto de unatraición, de su vida desordenada. Cuando serelacionaron lo único que le pidió a la víc-tima fue discreción, no fidelidad; sin em-bargo, en un arranque de locura lo asesinapor celos. Es como si el autor quisiera dejarla sospecha distribuida en el ambiente.

Ciudad de mis ruinas, en conclusión, es crí-tica ácida a la sociedad ligh contemporánea

y a las formas de socialización que repro-duce. Crítica sarcástica de la justicia y de losmétodos de investigación policíaca vigentes.

Como novela policíaca establece en nuestrocontexto un referente interesante; pues la tra-dición de la narrativa de este género quetiene en Edgar Allan Poe a su principal pre-cursor, no goza en nuestro país de tantos an-tecedentes como los de otras literaturascercanas, a pesar de que este tipo detexto es territorio de inmensas posibili-dades estéticas.

Para finalizar, quiero señalar dos elementosque en la obra acercan al autor a la propuestaestética del movimiento contextualista. En lanovela se desarrollan dos textos concomitan-tes, los cuales tienen su espacio-tiempo in-dependiente, es decir, pueden funcionar porseparado. El uno sirve de contexto al otro yviceversa. Estos son: la narrativa desarro-llada en sucesivos capítulos y una obra tea-tral escrita por uno de los personajes de lanovela, en la cual los personajes de la mismaaparecen trasfigurados formándose una me-cánica alucinante. El lector capta el sentidopor medio del comedio entre los dos textos.La relación Novela- verdad, teatro-mentiraofrece la flor de los significados que el lectordeshoja para la estrategia de su propio en-gaño. En ese terreno movedizo cada cual sa-cará sus propias conclusiones.

Mientras tanto abordemos el Passion y na-veguemos por esta narrativa envolvente ycertera que nos ofrece Nan Chavalier en estaCiudad de mis ruinas, su primera novela.

La anexión del territorio de la anti-gua República Dominicana a Es-paña, que tuvo lugar en marzo de

1861, supuso un acontecimiento excep-cional en la historia de la diplomacia. Setrató de una reincorporación a la antiguametrópoli, solicitada por las propias au-toridades dominicanas, con el pretextode los lazos históricos y culturales queunían a ambos países, y debido a la con-tinua amenaza que representaba Haitípara su independencia. Tras la acepta-ción de los hechos consumados en SantoDomingo, con la proclamación unilate-ral de Isabel II como soberana de aquel

territorio por parte del general Santana,presidente de la República Dominicana,el gobierno español comenzó a adminis-trar la nueva provincia de ultramar demodo semejante a como lo hacía enCuba y Puerto Rico.

El 25 de febrero de 1863, el periódicoquincenal madrileño La América publicóuna carta de su corresponsal en SantoDomingo, en la que ya se lanzaba la pri-mera señal de alarma sobre la complejasituación de la isla. Su autor señalabaque la reincorporación del territorio do-minicano, además de revelar «las sim-

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Mapa parcial de La Española. La líneade puntos en color rojo señala la de-marcación establecida en 1777 por eltratado de Aranjuez entre las coloniasespañola y francesa. (GÁNDARA YNAVARRO, José de la: Anexión yguerra de Santo Domingo. Madrid,1884, vol. II).

patías de sus habitantes con respecto aEspaña», era una prueba de que el paíshabía «agotado todos sus recursos» enlos dieciocho años de guerra «contra loshaitianos, superiores en número y enelementos de poder». De hecho, suscampos estaban abandonados, su co-

mercio era casi nulo, su ilustración es-taba muy atrasada y su pobreza eramucha. En tal estado de decadencia, «labandera española, cubriendo tantas rui-nas», había salvado a Santo Domingo«de la esclavitud», y sus habitantes «vie-ron en su anexión a España la aurora deun brillante día». En efecto, aquéllos yaestaban «cansados de esperar mejoras,siempre prometidas por sus diversos go-biernos, y nunca efectuadas», por lo quecreyeron que al fin había llegado «eltiempo de su regeneración». El corres-ponsal se preguntó acto seguido si seríahumano, o tan siquiera político, «darlesun nuevo desengaño», y respondió quela «moderna España» tenía «una granmisión que cumplir en Santo Domingo».Sin embargo, aquél hubo de reconocerque, «desgraciadamente», nada se habíavisto hasta esos momentos en el go-bierno que indicase «su intención demejorar y engrandecer la nueva provin-cia española». Si bien admitió la posibi-lidad de que «los empleados superiores»tuviesen buenos deseos, señaló que lesfaltaba «el conocimiento perfecto delpaís», así como «un cuerpo consultivo»integrado por dominicanos, con quienes«discutir las medidas» que debían po-nerse en práctica, de modo que no cho-caran con los usos, costumbres e ideasde los gobernados. Por último, según elcorresponsal de La América, a aquellosfuncionarios les hacía falta también«una cualidad muy necesaria» dadas lasdifíciles circunstancias reinantes enSanto Domingo: «osadía» para «acome-ter las mejoras económicas» más urgen-tes (La América, año VII, nº 4, Madrid,25-2-1863: p. 4).En su opinión Santo Domingo necesi-

taba economistas más que militares, yaseguró que el pabellón español era su-ficiente para garantizar «la nueva pro-

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Portada del periódico La América del día 24 de agosto de 1859

Grabado que representa las oficinas e imprenta de La Ilustración Espa-ñola, El Semanario Pintoresco Español, La Biblioteca Universal y Las No-vedades, importantes revistas publicadas a mediados del siglo XIX enMadrid (Biblioteca Nacional, Madrid). Ilustración reproducida en Historiade España, vol. 12: El siglo XIX. De la Guerra de la Independencia a laRevolución de 1868, Madrid, Espasa Calpe, S. A.,2004

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vincia de todo insulto». No obstante,aquél también afirmó que «el pabellónsolo» no la dotaría «con fáciles vías decomunicación», ni atraería a la inmigra-ción, ni habilitaría los puertos, ni canali-zaría sus ríos, ni rebajaría los derechosfiscales, ni fundaría escuelas, ni econo-mizaría «los gastos enormes del clero, elejército, la administración militar», nifavorecería «el engrandecimiento de laindustria». Éstas eran, entre otras mu-chas, las cosas que resultaba más im-prescindible abordar, lo cual según elcorresponsal no quería decir que no fue-sen necesarias las tropas en Santo Do-mingo, sino que la superintendencia

debía «desempeñarla un hombre de cla-ras luces y de mucha y buena doctrinaeconómica», en lugar del gobernador ca-pitán general de la colonia. Aunque sedecía que la nueva provincia costaba a lametrópoli «una suma enorme de pesosanualmente», si se publicara el repartoque se hacía de los caudales se vería queen Santo Domingo tan sólo se empleabauna cantidad muy reducida, mientrasque los funcionarios, el ejército y el cleroabsorbían «muchos miles de pesos». Elcorresponsal añadió que el cabildo ecle-siástico de la capital cobraba 65.000pesos, y que la población de la misma nosuperaba los 12.000 habitantes. A pesar

Fachada principal del cuartelde la Fuerza, Santo Domingo(El Museo Universal, año VI,nº 12, 23-III-1862, p. 96).Ilustración reproducida enUna cuestión de honor. Lapolémica sobre la anexión deSanto Domingo vista desdeEspaña (1861-1865), SantoDomingo, Fundación GarcíaArévalo, 2005

Fachada principal del cuartelde la Fuerza, Santo Domingo(El Museo Universal, año VI,nº 12, 23-III-1862, p. 96).Ilustración reproducida enUna cuestión de honor. Lapolémica sobre la anexión deSanto Domingo vista desdeEspaña (1861-1865), SantoDomingo, Fundación GarcíaArévalo, 2005

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de todos los problemas existentes, elpaís se dormía «en brazos de la paz, sa-boreando un bien que hacía ya diez yocho años que anhelaba» pero tambiéndormía «el espíritu de la industria, y conésta la riqueza y el bienestar» que tantonecesitaba esa provincia. Al final de sucarta mencionó la esperanza que se teníaallí de que el gobierno habilitase enbreve el puerto de Manzanillo, y de quese declarasen, aunque fuera durante diezaños, «puertos libres algunos de la isla»,como los de Manzanillo, Samaná y SantoDomingo (ibídem).Con tales premisas no resulta sorpren-

dente que menos de dos meses despuésde la publicación de la carta anterior, LaAmérica diese la noticia de «una inten-tona de rebelión en la nueva colonia deSanto Domingo», aunque subrayó que laopinión pública había dado «poquísimaimportancia» a ese hecho. El periódicoinformó de que al parecer se había des-cubierto «la instigación secreta de una

potencia extranjera», lo que calificó de«conjetura plausible en vista de la mo-ralidad política del gabinete sospe-chado», que era el de Washington, y delinterés que siempre había tenido en apo-derarse de aquella antilla. El redactormanifestó su esperanza en que «estedesengaño» bastara para «reprimir laspropensiones invasoras» de los EstadosUnidos, a los que aludió en todo mo-mento de forma indirecta, sin mencio-narlos expresamente (ibídem, nº 7,12-4-1863: p. 2).En el mismo número de dicho perió-

dico se facilitaron los detalles más rele-vantes del intento fallido deinsurrección. Según la reseña oficial delos «desagradables» acontecimientosque habían tenido lugar en la isla deSanto Domingo, «el titulado generalPeña, que acaudillaba los insurrectos»,se había dirigido al comandante de la lo-calidad haitiana de Fort-Liberté, «anun-ciándole su levantamiento contra el

Retrato de los reyes Isabel II y Francisco de Asís pa-sando revista a las tropas, 1848. (Obra de CharlesPuçon, reproducida en Historia de España, EdicionesNauta C., S. A., Barcelona, 2004).

General Ramón María Narváez y Campos, duque deValencia y presidente del Consejo de Ministros que de-cretó el abandono de Santo Domingo en 1865. (Obra deVicente López, Museo de Bellas Artes, Valencia).

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gobierno de España, y pidiéndole auxi-lios». En cuanto el gobierno haitiano co-noció la noticia de que el comandante dedicha plaza había contestado a la comu-nicación de Peña lo relevó del mando. Almismo tiempo dio instrucciones termi-nantes a todos los jefes de la línea fron-teriza «para que rechazasen», si fueranecesario por la fuerza, «a los que sepresentasen armados», cortando abso-lutamente todo contacto con los rebel-des, «sin dejar pasar a persona algunaque no fuese provista de pasaporte delcapitán general de Santo Domingo». Lasinstrucciones del gobierno también lesordenaban internar en el territorio deHaití a todos aquellos que, eludiendo suvigilancia, lograsen cruzar la frontera(ibídem: p. 15).Con respecto a los hechos acontecidos,

La América informó de que los rebeldesfueron perseguidos por las tropas espa-ñolas al mando del general Hungría y sehabían visto «obligados a capitular». Porsu parte, «el cabecilla Peña, abando-nando a los suyos, se presentó en las lí-neas haitianas», donde solicitó ver alcomandante de Fort-Liberté, quien or-denó que «se le hiciese comprender queestaba ausente», y reforzó todos lospuestos fronterizos para impedir «la en-trada de los fugitivos». A juicio del re-

dactor, «las disposiciones adoptadas» entales circunstancias por el gobierno deHaití venían a demostrar «una vez más»los deseos que lo animaban de «estre-char las relaciones de amistad y buenainteligencia» existentes entre ambos pa-íses (ibídem).A continuación, el periódico insertó el

relato que hacía otro medio de comuni-cación, El Eco del País, con el cual LaAmérica estaba totalmente de acuerdo.Según aquél, la insurrección había sidosofocada por completo, tal como asegu-raban «los partes oficiales del gobierno»y todas las correspondencias que habíarecibido. El Eco del País añadió que unavez restablecida la tranquilidad, los re-voltosos «hechos prisioneros con lasarmas en la mano» serían sometidos a laacción de la justicia, y que habría «cen-surado a las autoridades que en los mo-mentos críticos no hubiesen desplegadotoda la energía necesaria para reprimirprontamente el movimiento revolucio-nario», pero hizo también al gobiernouna petición de «clemencia para los ven-cidos». El mencionado periódico afirmóque aún estaba «muy reciente» la ane-xión de Santo Domingo a su antigua me-trópoli, y por ello no era de extrañar quehubiera en la isla «algunos partidariosde la independencia, especialmente la

Torre del Homenaje vista desde elsur y batería de la Plataforma, SantoDomingo (El Museo Universal, añoV, nº 36, 8-IX-1861, p. 285). Ilustra-ción reproducida en Una cuestión dehonor. La polémica sobre la anexiónde Santo Domingo vista desde Es-paña (1861-1865), Santo Domingo,Fundación García Arévalo, 2005

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parte más atrasada del pueblo, muy fácilde alucinar por los inquietos ambiciososde esos poderes efímeros de las repúbli-cas americanas». El Eco concluyó asegu-rando que España sólo anhelaba«convencer a los dominicanos» de quelos miraba «como a hijos iguales en de-rechos a los nacionales». Es más, en estaocasión no demostraría «una severidadexagerada que a nada conduciría», por-que la insurrección no había encontradoeco en el país, lo que era una «pruebaevidente de que el espíritu público lacondenaba» (ibídem).La América dio en su siguiente número

más información acerca de lo ocurridoen Santo Domingo, elogiando «la rapi-dez, acierto y valor de las operacionesmilitares», y puesto que la insurrecciónya había sido completamente sofocadaaconsejó «la mayor clemencia para losvencidos». En los primeros momentoséstos apresaron un destacamento decuarenta y cuatro soldados peninsulares,«y no sólo no les causaron daño al-guno», sino que ni tan siquiera los des-armaron, «limitándose a exigirles queno hiciesen uso de las armas hasta quese hubieran reunido con las demás tro-pas del gobierno», y los embarcaronhacia Puerto Plata, quedando allí en li-bertad. Este hecho, que el corresponsaldel periódico en Santo Domingo calificó

de «singular», era una prueba de que elmovimiento confiaba «en que sería se-cundado por toda la isla, y que a la vistade un pronunciamiento general el go-bierno español se abstendría de sostenerla lucha», evitándose así el derrama-miento de sangre. Dicha conducta de-mostraba también, en opinión delredactor de la noticia, que en los insu-rrectos no había «odio, ni encono contralos españoles, y que obraban simple-mente por creer que debían defender laindependencia de su patria» (ibídem, nº8, 27-4-1863: p. 9).Según La América, de todo ello se

podía deducir que la insurrección teníaun carácter puramente político, lo cualatenuaba «mucho la gravedad del de-lito». Por otra parte, como subrayó elmismo corresponsal, los dominicanosestaban «acostumbrados a los fusila-mientos», de modo que con ellos no selos atemorizaba, y sin embargo se crea-ban «odios inextinguibles». Acto se-guido, el periódico pasó a enjuiciar eltrasfondo político del asunto, y señalóademás que la anexión de Santo Do-mingo sólo había podido hacerse «envirtud de la voluntad de una parte que,aun cuando fuera la mayoría, no era todala población de la isla». Por ello, ya quehabía aceptado la anexión, el deber deEspaña era «llevar allí un gobierno tan

Torre del Homenaje vista desde eloeste, Santo Domingo (El MuseoUniversal, año V, nº 37, 15-IX-1861,p. 293). Ilustración reproducida enUna cuestión de honor. La polémicasobre la anexión de Santo Domingovista desde España (1861-1865),Santo Domingo, Fundación GarcíaArévalo, 2005.

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liberal como fuerte», que dejase a los do-minicanos «una autonomía casi com-pleta respecto a su gobierno local», ysólo les hiciera sentir «el peso de la auto-ridad metropolitana» para impedir «eldespotismo de sus antiguos jefes o paramantener el orden», por medio de unajusticia recta y del respeto que impusierasu ejército. De hecho, Santo Domingodebió organizarse con una constituciónsemejante a la que Gran Bretaña habíaconcedido a Canadá, ya que así se ha-brían conciliado todos los intereses, «yla anexión no se convertiría en una cargapesada» para la Hacienda española. LaAmérica consideraba que aún era posi-ble «entrar en esa vía tan conforme conla ciencia moderna como con la justicia yla conveniencia de la metrópoli, y ex-puso que el gobierno debería comenzar«por una amplia amnistía», que abrieselas puertas del país a todos los dominica-nos y sirviera «de base para la gran re-forma política de la isla» (ibídem).El corresponsal de ese periódico diri-

gió a su director una carta fechada enSanto Domingo el 19 de marzo de 1863,en la que hizo una secuencia detalladade los acontecimientos. Aquél señalóque tras conocerse en la capital la noticiade que algunos descontentos habíanarriado la bandera española en el pueblofronterizo de Guayubín, e izado en sulugar la de la antigua República Domini-

cana, se embarcaron inmediatamente«dos compañías del regimiento de Bai-lén y una brigada de artillería de mon-taña». Éstas debían recoger al brigadierBuceta en Samaná, y desde allí dirigirsea la bahía de Manzanillo, pero cuando serecibió aviso de que los insurrectos ame-nazaban Puerto Plata la expedición sedirigió a este punto, donde encontró alos generales Santana y Vargas, que ha-bían salido del Seibo hacia Santiago conseiscientos hombres. Sin embargo, niunos ni otros pudieron «avistarse con elenemigo, desecho (sic) en dos encuen-tros por el general Hungría», que erajefe de las reservas provinciales y gober-nador de Santiago (ibídem: p. 10).En efecto, nada más tener noticia aquél

de lo ocurrido en Guayubín y de que losrebeldes se habían apoderado de MonteCristi y Sabaneta, salió contra ellos condos compañías del regimiento de SanMarcial «y alguna gente del país». Noobstante, al ver que el enemigo era supe-rior en número y que además contabacon artillería, «retrocedió para no expo-ner las tropas y reforzarlas con los soco-rros pedidos». Cuando el generalHungría regresó a Santiago supo queesta población, «con el ayuntamiento ala cabeza y todo el comercio», se habíapronunciado a favor de los rebeldes,pero la intentona ya había sido vencida«y presos gran número de revoltosos por

Jura del gobernador de SantoDomingo (1862). El general Se-rrano, capitán general de Cuba,toma juramento al general San-tana como capitán general y go-bernador de Santo Domingo.(Obra de Francisco Cisneros,Museo de La Rioja, Logroño).

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las autoridades que quedaron allí y unao dos compañías de San Marcial». Hun-gría volvió a salir, y tras conocer que unaparte de las fuerzas rebeldes amenaza-ban Puerto Plata, ordenó marchar en di-rección a Guayubín. De este modo,añadió el mencionado corresponsal, escomo refirió el periódico semioficial LaRazón, que se publicaba en Santo Do-mingo, el primer encuentro que las tro-pas leales al gobierno español tuvieroncon el enemigo (ibídem).Por otra parte, los rebeldes de Saba-

neta intentaron «hacer pronunciarse ensu favor al pueblo de San José de lasMatas», pero el jefe de éste reunió a «losvecinos honrados y a su cabeza sostuvoun reñido combate con los revoltosos,que se retiraron en desorden con gran-des pérdidas». El 5 de marzo por la tardeel general Hungría atacó Sabaneta, úl-timo baluarte de la rebelión, y tras ven-cer a sus defensores y apoderarse delpueblo «persiguió a los derrotados, to-mándoles prisioneros y armas». Enconclusión, podía asegurarse que larebelión había «muerto completa-mente» (ibídem).Por último, el corresponsal de La Amé-

rica mencionó que en la última Gacetade Santo Domingo se había publicadouna disposición del superintendente deHacienda que, «equivocando por com-pleto una petición del comercio», impo-nía a los exportadores un derecho detrescientos reales anuales. Tal medidahizo a aquél preguntarse el porqué de«ese furor con las exportaciones, cuandodebiera librárseles de todo derecho», ycomunicó al director del periódico queen la siguiente oportunidad que tuviesede escribirle le enviaría la exposición quelos comerciantes de la ciudad de SantoDomingo hacían a la reina (ibídem).En su edición del 12 de mayo, el perió-

dico publicó otra carta del mismo co-rresponsal en la que éste denunciabaque los diarios de La Habana habían in-formado «hiperbólicamente» sobre lainsurrección de Guayubín. Tambiénañadió que «entre la correspondenciacogida a los rebeldes» figuraba una cartadel general de división haitiano SimónSam, comandante en jefe de la frontera,en la que éste aplaudía la resolución dePeña y le expresaba sus simpatías. Elpresidente de Haití había relevado de supuesto al general Sam y ordenado a losdestacamentos fronterizos que impidie-ran a los insurrectos la entrada en el te-rritorio haitiano, con lo que a juicio delcorresponsal aquél salvaba «las aparien-cias de complicidad». Con respecto aotros asuntos, indicó que el comisarioregio para la reorganización de la Ha-cienda de Santo Domingo, Joaquín deAlba, acababa de presentar un proyectode aranceles que había sido aprobadocon «regocijo» por los comerciantes dela capital de esa provincia. En dicho pro-yecto se sustituía «el sistema de pesopara cobrar los derechos», se rebajaban«considerablemente los derechos depuerto» y se libraba «de todos ellos laex-portación». Acto seguido, el correspon-sal se refirió a algo menos positivo y esque, si bien aún no había podido conse-guir la lista de los empleados de la ciu-dad de Santo Domingo para probarlo,aseguraba que «ni una centésima partede ellos» eran dominicanos, lo cual noera precisamente «muy político» (ibí-dem, nº 9, 12-5-1863: p. 4).En suma, tras la derrota del levanta-

miento de febrero de 1863 la situaciónde la nueva colonia permaneció casi in-variable, con ciertas perspectivas de des-arrollo pero también con seriasamenazas de cara a su futuro más inme-diato. En efecto, desde ella llegaban al-

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gunas noticias esperanzadoras, como lasde que una compañía inglesa iba a cons-truir un pequeño ferrocarril de tracciónanimal para explotar las salinas deNeyba, mientras que otra iba a instalar«el alumbrado de gas en las principalespoblaciones», y otra más pensaba «de-dicar dos pequeños vapores a la navega-ción» en el río Yuna. Sin embargo,siguieron sin resolverse algunos de losproblemas más graves, y por ejemploaún no se decía nada de promover la in-migración, de modo que pese a «conte-ner inmensos elementos de riqueza», elpaís progresaría poco «sin gente», talcomo subrayó el mencionado correspon-sal. Al final de su carta, éste aludió tam-bién a la próxima salida desde SantoDomingo hacia Madrid de Pedro Ricart,

quien fue uno de los principales artíficesde la anexión junto al general Serrano,por entonces gobernador de Cuba. Tantoél como sus compañeros de gobierno,entre los que citó a Labastida, Castro yDelmonte, no habían «merecido ni lasgracias», a excepción de una gran cruzque se había concedido a Ricart «por in-flujo» de Serrano (ibídem). Otra correspondencia publicada en el

mismo número de La América añadióuna última noticia sobre los sucesos queestaban teniendo lugar en Santo Do-mingo, y según la cual «los rebeldes pró-fugos» habían sido «rigurosamenterechazados de la frontera haitiana», porlo que se habían visto «en una situacióndesesperada». No obstante, los jefes delas tropas españolas, «movidos a lás-tima», les habían mandado emisariosque en nombre del gobierno «les ofrecie-ron el indulto por su rebeldía, excep-tuando a los cabecillas». De acuerdo conesta fuente, «al oír el mensaje aquellosinfelices, estenuados (sic) de hambre yde fatiga», abandonaron Capotillo,donde se habían refugiado, y tras«echarse a los pies de los generales Hun-gría y Buceta», regresaron «tranquilos asus casas» (ibídem). Estas palabras po-drían hacer pensar que sólo se había tra-tado de un intento fallido, pero enrealidad este primer conato extendió to-davía más la semilla de un descontentosembrado por la desafortunada gestiónpolítica de las propias autoridades espa-ñolas. La explosión definitiva fue sólocuestión de algunos meses, pues enagosto de 1863 estalló una nueva insu-rrección general que obligó al abandonode la isla por parte de España en mayode 1865, tras una guerra abierta que su-puso enormes pérdidas humanas y ma-teriales, y en la que llegaron a combatirmás de 30.000 soldados españoles.

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General Pedro Santana, presidente de la Repú-blica Dominicana y principal artífice de la ane-xión de Santo Domingo a España (El MuseoUniversal, año VI, nº 1, 5-I-1862, p. 8). Ilustra-ción reproducida en Una cuestión de honor. Lapolémica sobre la anexión de Santo Domingovista desde España (1861-1865), Santo Do-mingo, Fundación García Arévalo, 2005.

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R eflexiva y sensible la vida marcasu curso en sentido y color. His-tóricas las circunstancias ani-

man el contraste entre fábula y vida. Laproducción sustantiva del pensamientose nutre de la lectura. La lectura nos co-loca en la conexión íntima entre espírituy creación. La comodidad didáctica de lalectura es que nos nutre de la abstrac-ción de las formas y nos lleva a crecer enel conocimiento del hombre y delmundo.

La lectura satisface la coherencia delpensamiento. La lectura nos lleva a es-cudriñar el ser de las cosas y a ahondaren un examen de fondo de la realidad. Yen esa búsqueda la lectura nos conducea un llamamiento a la conciencia. Mo-mentos esenciales en las ideas que auto-rizan la riquísima diversidad deexperiencias. Amplia e intensa la vidanos lleva a un riguroso conocimiento delespíritu.

La lectura define nuestras debilidades,precisa los anhelos de conocimiento,aclara los propósitos de la dedicación ycorrige las metas de nuestra vocación,edificando los mundos posibles de laexistencia, la experiencia vitaliza las nor-mas abstractas de la razón y es perma-nente sustancia de la calidad de laescritura. La lectura nos da la convicciónde un buen uso de la lengua. En su dis-curso nos lleva a la plena realización de

un objetivo y a concretar anhelos traza-dos en nuestra imaginación. La lecturanos inscribe en el mundo soberano delas ideas, nutriendo el alma informantede la vida. La lectura nos condensa en unmundo interior, sustancia densa de unhondo saber, equilibrio y armonía deuna intensidad dramática en la luz de laconciencia. La lectura es convulsa en suiluminación, la luz convierte en actos loscolores. La lectura, como actividad ra-cional, nos lleva a la felicidad en la virtudesencial del conocimiento, llevandonuestra voluntad a sustanciar lo bueno,escuchando en lo sensible la condiciónhumana. Y esa condición descarga la li-bertad del ser, elevando nuestro mundoa la esfera de lo universal humano. Lalectura nos da una producción sustan-tiva de nuestra existencia.

La lectura nos da las formas y la sus-tancia de la realidad. El alcance y la cla-ridad del mundo se definen en la lectura,el poeta, el novelista, el pensador, ara-ñan las posibilidades de la vida y lasplasman en sus textos. El mundo es una«triste cárcel», afirma Freud. La lecturanos libera y nos inscribe en una realidaddiferente. En la lectura nos encontramosel sentido de nuestra propia vida. La lec-tura nos inscribe en una transformaciónde la civilización contemporánea. La lec-tura nos educa y nos estimula a vislum-brar en el futuro las perspectivas de

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en la formación íntegra del educandoMMiigguueell AAnnttoonniioo JJ iimméénneezzEscue l a de Le t r as

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nuestra vida. La lectura determina nues-tro futuro. La lectura nos prepara paravivir. La lectura amplía las condicionesespirituales, materiales y sociales denuestra vida. La lectura es una necesi-dad de nuestro desarrollo. La lectura nosgarantiza una provechosa luz del porve-nir. La lectura nos da la formación de latradición humanística. La lectura nos dala fuente de la esperanza del futuro. Lalectura es la fuente de la creatividad ynovedad en la cultura. La lectura es elpunto clave del educando para un apren-dizaje significativo. La lectura madura elproceso de transformación de la socie-dad moderna, la producción sustantivadel pensamiento se nutre de la lectura.La lectura potencializa las fuerzas crea-doras de la vida. La lectura es una accióneducacional que garantiza la vida.

La lectura marca el proceso de forma-ción de la humanidad. La lectura es elmedio para entrar en las labores cotidia-nas. La lectura nos abre el trigo de la vda. La lectura nos contiene en los plie-gues de su gracia. La lectura es el ojo vio-lento que remueve las sombras hacia laclaridad. La lectura desnuda los conflic-tos y los inscribe en la solución más dia-mantina. La lectura nos pone encontacto con lo más grande de la exis-tencia. La lectura es la afirmación de untiempo nuevo. La lectura es la luz de oroque mueve los pinceles del corazón. Lalectura muda los colores en la claridadde las tabas y los lienzos a la palabrahonda que desnuda el amor hacia lavida. La lectura es el dibujo de una líneaque acentúa el universo hacia la luz. Lalectura ahonda las huellas del mundopara ver el horizonte con otra mirada yotro acento. En el lienzo de la vida la lec-tura incentiva la memoria en el acerbode sus formas desnudas. El silencio es

una idea abstracta que navega entre laslíneas de los libros.

La lectura es una hiriente crítica queclava sus flechas en la voluntad de la ig-norancia. La lectura entra por la puertade la vida, observando las ventanas quearañan la maldad y vigilan las buenas ac-ciones de la palabra que anda sem-brando el porvenir en la conciencia. Lalectura nos estimula a rechazar la vani-dad y a creer en la sangre del ejemplocon la dignidad de las buenas acciones.

La lectura nos libera de los desaciertosde la vida porque la lectura da la salud yla paz del conocimiento. Humana es laverdad que dialogan los libros. La lec-tura despoja las tinieblas en sus nochescerradas y asimila en el ritmo los cantosdel espíritu que enriquecen la vida iman-tando el alma y los sentidos de la reali-dad. Auténtica raíz del humanismo es lalectura. La voz de una llamada que es lalibertad que imanta el mundo. La lecturanos inscribe en la pasión por los estu-dios. El tiempo es el fondo superior delos libros. El tiempo se realiza en el es-píritu de las formas. Las ideas son con-vulsas, la vida las contiene en laspalabras y sangra la página en la luz delpensamiento que es su norte y su osadía.Las hondas razones galopan en su luz.Por las ramas del árbol de los libros as-ciende toda la savia del conocimiento sused de hondura y su expresiva sustanciapoética. La lectura resume el instante deuna visión. La lectura sensibiliza los sen-timientos en una imagen del hogar queequilibra la vida. La lectura nos conducea la corporeidad de la imaginación. Lalectura engendra la imagen de un espí-ritu creador. La lectura encarna unadensidad del tiempo en un espacio tras-cendente. La esencia del tiempo con-densa las posibilidades del mañana. La

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lectura define la vida en su destinomás poético y en su más exacta arit-mética. La lectura es una nostalgiade la sustancia. La lectura es laesencia de la libertad humana.

La lectura pone en circulación las pa-labras de nuestro lenguaje. Nuestra cul-tura, nuestro tiempo y nuestro medio,los estudiantes tenemos que formar loslectores corrientes que imaginó y anhelóVirgia Woolf, nos vamos conociendocada vez más a nosotros mismos a travésde la lectura. El salmo 23 de la Biblia nosconduce por prados de fresca hierba queapacienta. «El señor es mi pastor, nadame faltará».

Furiosa la palabra y al mismo tiempo

tierna y serena pacta con el conoci-miento. La imantación de la lectura esla vida del mundo futuro y la manoescribe la página de aquel que nosllevó los sueños. La lectura es una tra-dición espiritual de los que valoran lavida. La lectura es endógena a la san-gre de la juventud consciente. La lec-tura acusa un diálogo donde la voz esel sueño. La lectura recorre la tierrade nuestras debilidades. La imagen dela especie humana está en el conoci-miento. Dolor y pena de un saber quees conciencia. El pensamiento es suembrión, es lenguaje. Es la forma ver-bal la que nutre la novedad de lasideas. Se redescubren las ideas en laselección natural de las palabras, lasustancia equilibra la densidadtextual.

Es sanguínea la lengua en la apre-hensión de la autenticidad. Es la len-gua un cosmos ilimitado y múltiple.La lengua es una circularidad dialéc-tica. El pensamiento existencial cor-poriza en la lengua la imantaciónemocional de la vida en el borde inte-

rior de la lengua.

La poesía fluye como un todo enigmá-tico de la palabra, vibrando en las esen-cias sensibles del amor que es la magialíquida. Feroz es la expresión del pensa-miento y la creatividad humana vivificael hacer de la lengua en la evolución másdiáfana de las ideas. El ritmo es pensa-miento, asentó Emerson. Abstracta lamúsica, idea el sentir en la plena circula-ción de la magia del ritmo. La lenguaahonda la corriente de pensamiento ennuestro interior. Interioriza la idea, lamagia de las palabras que en su esenciase funde al pensamiento en lo analíticode la imagen. La lectura es una verdadvital en el provecho cognitivo del ser.

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En su libro La Narrativa de JuanBosch (1986), el crítico literario y fi-lólogo, Dr. Bruno Rosario Candelier,

afirma que Juan Bosch es uno de los precur-sores de la corriente del realismo mágico enla literatura hispanoamericana (p, 124-125).Además, confunde el significado de realismomágico con el de lo real maravilloso, puesusa ambas terminologías de forma indistinta:

«Aunque la expresión realismo mágico fueacuñada en 1925, creación que se atribuye aFranz Roh (cf. Seymour Menton, El CuentoHispanoamericano, México, FCE, 1966,2da. ed., p. 115), corresponde a Alejo Car-pentier el conocimiento y la difusión de estacorriente estética, a la que llama realismomaravilloso, en su estudio sobre el tema quepublicara en 1949 al editar El reino de estemundo, y que se halla incluido en su libroTientos y Diferencias (Montevideo, Arca,1967). Carpentier fue tan buen teórico comoexcelente productor de textos de realismomágico» . (Ibid. P. 128).

Es de dominio común en el mundo de lasletras que lo que conocemos como lo realmaravilloso es la particular interpretaciónque de los pueblos latinoamericanos, su his-toria y su cultura hizo el escritor cubanoAlejo Carpentier. La tesis propuesta por Car-pentier aparece por primera vez en El nacio-nal, de Caracas en 1948. Luego pasa a ser elprólogo a El reino de este mundo, novela pu-blicada en 1949, y finalmente, en 1964, rea-parece como parte de su libro de ensayos

Tientos y diferencias, bajo el título «De loreal maravilloso americano».En su exposición, Alejo Carpentier definesu propuesta a partir de colocar la cultura eu-ropea como telón de fondo. Dedica la mayorparte de su ensayo a las maravillas de Europay luego pasa a explicar porqué Américaposee el patrimonio de lo real maravilloso. Según Carpentier, América es una síntesisde elementos insólitos que se conjugan en lahistoria, dando como resultado muestras úni-cas de sincretismo cultural y religioso («Lobarroco y lo real maravilloso», en Ensayos,1984, p. 122). Así, a diferencia de los surre-alistas, que fabricaban misterios y portentos,los americanos vivían –según Carpentier–inmersos en el misterio, en la maravilla, deforma palpable y cotidiana. Ahora bien, ¿cómo se percibe lo real mara-villoso? Al respeto en «De lo real maravi-lloso americano» (Idem), Carpentier dice:«(…) lo maravilloso comienza a serlo demanera inequívoca cuando surge de una in-esperada alteración de la realidad (el mila-gro), de una revelación privilegiada de larealidad, de una iluminación inhabitual osingularmente favorecedora de las inadverti-das riquezas de la realidad, de una amplia-ción de las escalas y categorías de larealidad, percibidas con particular intensidaden virtud de una exaltación del espíritu quelo conduce a un modo de estado límite. Paraempezar, la sensación de lo maravilloso pre-supone una fe». (p. 77).

¿REALISMO MÁGICOEN LA NARRATIVA DE JUAN BOSCH?

A la maestra Altagracia PouGGeerraarrddoo CCaassttiilllloo JJaavviieerrEscuela de Letras

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Y en «Lo barroco y lo real maravilloso»(conferencia dictada en el Ateneo de Cara-cas, el 22 de mayo de 1975 y recogida en En-sayos (1984), Alejo Carpentier explica ladiferencia entre el realismo mágico y lo realmaravilloso. Al referirse a lo real maravi-lloso, Carpentier dice: «Ahora bien yo hablode lo real maravilloso al referirme a ciertoshechos ocurridos en América, a ciertas ca-racterísticas del paisaje, a ciertos elementosque han nutrido mi obra» (p. 120).Las palabras de Carpentier ponen en claroque lo real maravilloso es una percepciónparticular que se alcanza dependiendo delgrado de formación y sensibilidad que poseael sujeto. A mayor grado de conocimientoenciclopédico, libresco, mayor posibilidadde atrapar, de concebir lo que señala Carpen-tier como real maravilloso. En definitiva, lo real maravilloso es la re-sultante de un proceso de oposiciones ysuma de experiencias que permiten percibira latinoamericana como algo extraordinario,insólito, teniendo como marco de referencialos eventos esenciales que han determinadosu desarrollo histórico. En lo que respecta al realismo mágico, elcrédito corresponde a Franz Roh. La mayo-ría de los investigadores coinciden en quefue en 1925 cuando Franz Roh usó la deno-minación por primera vez. Sin embargo,Seymour Menton, en su libro Historia ver-dadera del realismo mágico (1999) sostieneque Franz Roh usó por primera vez el tér-mino realismo mágico en 1923, al referirseal arte de Kart Haider. Seymour Menton en-contró el dato en el libro de Roland Walter,Magical Realism in Contemporary ChicanoFiction (Realismo Mágico en la NarrativaChicana Contemporánea, 1993), publicadoen Frankfurt, Alemania. Franz Roh usó el término para caracterizara ciertos pintores post-expresionistas. Al res-

pecto, Enrique Anderson Imbert, en su libroEl realismo mágico y otros ensayos, (Cara-cas, 1976), señala que «(…) pintores post-expresionistas (Max Bekman, GeorgesGrosz, Otto Dix) estaban pintando otra vezobjetos ordinarios, sólo que lo hacen [sic]con ojos maravilloso porque, más que regre-sar a la realidad, contemplan el mundo comosi acabara de resurgir de la nada, en una má-gica recreación» (p. 7). Por su parte, Alejo Carpentier advierteotros matices que no son tocados por Ander-son Imbert. En su ensayo «El barroco y loreal maravilloso» (1984), nos dice, acercadel realismo mágico, que: «(…) era sencilla-mente una pintura donde se combinaban for-mas reales de una manera no conforme a larealidad cotidiana» (p. 121). Y al hablarsobre el pintor Balthus, Carpentier subrayacaracterísticas importantes del realismo má-gico. De Balthus dice: «(…) pintaba unas calles perfectamente re-alistas, desprovistas de toda poesía, de todointerés, casas sin carácter, tejaditos, paredesblancas, y en medio de esas calles, sin at-mósfera, sin aire, sin nada que recordara lalección impresionista, unos personajes enig-máticos que se cruzaban sin decirse nada, oestaban entregados a quehaceres diversos,sin relación unos con otros; representaciónde una calle llena de gente, pero una calledesierta por la incomunicabilidad entre seres(…) elementos de la realidad pero llevados auna atmósfera de sueño, a una atmósfera oní-rica» (Ibid. P. 121). En su trabajo «Rulfo y el realismo má-gico», Casa de las Américas, 1981 (Mayo –Junio), Mónica Mansour cita las palabras deRulfo que aparecen en el suplemento saba-tino de Uno más uno, de la ciudad de México(1980), en un trabajo bajo la firma de Fer-nando Benitez: «Conversaciones con JuanRulfo», el autor de Pedro Páramo dice:

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«Me redujo a eliminar el ensayo y a limi-tarme a los hechos, y para eso busqué perso-najes muertos que no están dentro del tiemponi el espacio (…). Sí hay en Pedro Páramouna estructura, pero es una estructura cons-truida de silencios, de hilos colgantes, de es-cenas cortadas, pues todo ocurre en untiempo simultáneo que no existe, con unhecho que nunca ocurrió y con gente quenunca existieron». (P. 41). Este comentario de Juan Rulfo nos explicacómo logró lo extraño en su novela: la at-mósfera surge a partir de la oposición de ins-tancias básicas; el tiempo es un no tiempo,pues transcurre sin transcurrir; los muertosestán vivos; etcétera. Al respecto MónicaMansour opina que estas yuxtaposiciones de«valores contrarios» referidos a lo temático,son vías para producir lo extraño, y que, loextraño, también se origina en la forma de laexpresión del texto en los distintos niveleslingüísticos (Ibid. P. 11). Ella sostiene que en

la narrativa de Juan Rulfo es fácil identificarla consecución del realismo mágico a partirdel estupendo manejo de la significación quebrota del uso que este le da a la lengua. Rulfoagota recursos estilísticos más característicos–hasta ese momento– de la poesía. Los tro-pos más frecuentes son el símil y la metáfora(Ibid. P. 12). En su trabajo «Juan Rulfo y la evoluciónde la trama», revista América Latina, No. 6,1982, Andrei Román Antigua explica cómoconsigue Rulfo la atmósfera de sus relatos apartir de una trama armada con múltiples fa-cetas. Andrei Román dice:«Uno de los rasgos del estilo literario deRulfo consiste en el ocultamiento premedi-tado de la fábula, teniendo que inventar ellector muchas partes de la misma. Este mé-todo, ensayado en los relatos de Rulfo seconvierte en el principio fundamental de laconstrucción de la novela. La palabra delautor se reduce al mínimo, los personajes

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suelen introducirse sin exposición, muchosacontecimientos se relatan en orden crono-lógico inverso, algunas partes de la trama sealternan sin ningún motivo exterior, deforma que a primera vista el relato parece uncalidoscopio de retazos desvinculados, ysólo después de releerlo se puede entenderhasta el fin su estructura, clara e interior-mente justificada» (P. 37). Se infiere entonces que lo mágico, lo ex-traño, en la narrativa de Juan Rulfo es el re-sultado del diseño premeditado, inteligente,de una trama que se nos presenta fragmen-tada, de una estructura que se organiza a tra-vés de yuxtaposiciones temáticas oespaciotemporales. El misterio es causadopor unos procedimientos técnicos identifica-bles y precisos, que nada tienen que ver conportentos, augurios, algún tipo de fe o inter-vención de entes sobrenaturales. En su libro Historia Verdadera del Rea-

lismo Mágico, (México, 1999), SeymourMenton propone la siguiente definición:

«El realismo mágico es la visión de la rea-lidad diaria de un modo objetivo y ultrapre-ciso, a veces estereoscópico, con laintroducción poco enfática de algún ele-mento inesperado o improbable que crea unefecto raro o extraño que deja desconcer-tado, aturdido o asombrado al observador enel museo o al lector en su butaca» (P. 20). Luego pasa a citar del libro New Sachlich-

keit and der magischer Realismos in Deuts-hland, 1918-1933, (Alemania, 1969) delcrítico de arte Willand Schmied, las cincocaracterísticas en que se han resumido lasveintidos características que Franz Roh atri-buyó a la pintura post-expresionista o magi-correalista:1.Sobriedad y enfoque preciso; una visióndesprovista de sentimientos y de emociones. 2.Temas insignificantes de la vida coti-diana, ninguna timidez en pintar lo desagra-dable. 3.Una estructura estática de unidad exacta,que a menudo sugiere un espacio totalmente

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sin aire, un espacio parecido al vidrio, queen términos generales da preferencia a lo es-tético por encima de lo dinámico. 4.La eliminación de las indicaciones delproceso de pintar, borrando «la mano», lafactura. 5.Por fin una nueva relación espiritual conel mundo de las cosas. Si nos detenemos a comparar las diferentesaproximaciones al término realismo mágicoque hacen los críticos aquí citados, podemoscomprobar que hay un margen amplio decoincidencia en varios aspectos:1.Se señala el realismo mágico como unaatmósfera extraña, un tiempo nuevo (o un notiempo) Anderson Imbert, Mónica Manssur,Alejo Carpentier. 2.Los personajes están en un espacio sinaire, estático, Alejo Carpentier, WillandSchmied. 3.Personajes enigmáticos, raros, envueltospor el silencio, incomunicados. AndreiRomán Antigua, Alejo Carpentier. 4.Referencia a asuntos comunes cotidia-nos. Anderson Imbert, Alejo Carpentier, Sey-mour Menton, Williand Schmied. Es notable el que sea precisamente AlejoCarpentier quien aparezca en los cuatro as-pectos señalados, pues, a él le atribuyeBruno Rosario Candelier el ser un excelenteproductor de textos del realismo mágico. Después de llegar a este punto, resulta pro-vechoso establecer las diferencias entre loreal maravilloso o y el realismo mágico. Es un artículo publicado en Isla Abierta,suplemento literario del periódico Hoy,Santo Domingo, 22 de Junio, 1985, bajo eltítulo «Lo real maravilloso: modo de apro-ximación a la realidad en la literatura latino-americana» la profesora dominicana MinouTavárez Mirabal explica que tanto el rea-lismo mágico como lo real maravilloso sonprocedimientos distintos de que se puede

valer cualquier artista en un momento deter-minado. Y para señalar la diferencia entreambos, ella cita al crítico y profesor venezo-lano Alexis Márquez, quien afirma que «enel realismo mágico la magia está en el ar-tista. En lo real maravilloso la maravilla re-side en la realidad (…)» (págs. 6-7). De modo que, por lo que se ha consideradohasta la fecha, mientras que lo real maravi-lloso es cotidiano, natural, el realismo má-gico resulta de una estrategia, de un acto deprestidigitación a partir del cual el artistatroca lo habitual en misterio. Enrique Anderson Imbert (op. Cit. P. 19)también planteó que la estrategia del escritordel realismo mágico es sugerir un climasobre natural sin apartarse de la naturaleza.Al referirse tanto a la obra de Jorge LuisBorges como a la de Gabriel García Már-quez, y vincularlas con el realismo mágico,dice: «En uno y otro caso lo mágico, lo ma-ravilloso, no está en la realidad, sino en elarte de fingir». Por su parte, Seymour Menton (op. Cit., p.30) comenta la necesidad que existe en la li-teratura de distinguir entre el realismo má-gico, la literatura fantástica y lo realmaravilloso. Con ese propósito nos dice:«(…) una explicación más sencilla es quecuando los sucesos o los personajes violanlas leyes físicas del universo, como en Aurade Carlos Fuentes, la obra debería clasifi-carse de fantástica. Cuando esos elementosfantásticos tienen una base folclórica aso-ciada con el mundo subdesarrollado con pre-dominio de la cultura indígena o africana,entonces es más apropiado utilizar el tér-mino inventado por Carpentier: lo real mara-villoso. En cambio, el realismo mágico, encualquier parte del mundo, destaca los ele-mentos improbables, inesperados, asombro-sos, pero reales del mundo real». Otro autor que se ocupa en señalar las di-

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ferencias entre el realismo mágico y lo realmaravilloso es Charles Werner Sheel. Sey-mour Menton cita su disertación doctoralMagical, versus Marvelous Raslism as Na-rrative Modes in Franch Fiction (El realismomágico frente al realismo maravilloso comomodalidades narrativas en la novelísticafrancesa) y transcribe los aspectos siguien-tes:1.«En el realismo maravilloso [lo real ma-ravilloso], cada suceso en una novela puedeintegrarse en cierto código de realidad (o irre-alidad) que el lector acepta; a diferencia delrealismo mágico donde un suceso inusitadodentro de un ambiente predominantementerealista provoca asombro en el lector. En elrealismo maravilloso, por lo menos algunosde los personajes creen los sucesos irracio-nales que los autores pueden creer o no». 2.«El realismo maravilloso [lo real maravi-lloso] funde una narración maravillosa y unsolo código del misterio de la naturaleza, una“visión animista del mundo” (136)».

3.«El realismo maravilloso [lo real maravi-lloso] tiende a rechazar la narración detiempo lineal a favor del tiempo cíclico, repe-titivo o hasta retrógrado». 4.«El realismo maravilloso [lo real maravi-lloso] se caracteriza por la exaltación delautor en contraste con la discreción y la mo-deración de los autores mágico – realistas.Estos tienden a ser más cerebrales que efusi-vos. El lenguaje de los realistas maravillosos[lo real maravilloso] tiende a ser muy poéticoy complejo. Se subrayan los cinco sentidoscon una abundancia de símiles y metáforas,patrones rítmicos recurrentes, enumeracioneseruditas y un vocabulario muy específico». Al llegar a este punto resulta harto evi-dente que la narrativa de nuestro más sobre-saliente narrador, el profesor Juan Bosch, nopuede insertase dentro del realismo mágico.Y además, que el realismo mágico y lo realmaravilloso son dos formas distintas de apro-ximarse a la realidad y de tratar el texto lite-rario.

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1.Bavanta, A. (1985). «Juan Rulfo: 30 años después, Pedro Páramo, Mito, Estructura yLenguaje», Mosaicos, II (11-12), p. 5.

2.Carpentier, A. (1984). «Lo barroco y lo real maravilloso», en Ensayos. Cuba. Letras Cu-banas (121-122).

3.Carpentier, A. (1984). «De lo real maravilloso americano» Hem. (77). Dalton, Cristina(1978), «El llano en Llamas; un estudio de la negatividad». Revista de Filología y LingüísticaIV (2) P. 47, Universidad de Costa Rica.

4.Eco, Umberto (…) Cómo se hace una tesis. (S/E).

5.Imbert, E. (1976). El realismo mágico y otros ensayos. Venezuela (S/E).

6.Kefman, A. (1982). «Juan Rulfo y la Evolución de la Trama», Revista América Latina (6).

7.Mansour, M. (1981). «Rulfo y el realismo mágico». Revista Casa de las Américas (MayoJunio) P. 41.8.Menton, S. (1999) Historia Verdadera del realismo mágico. México, Fondo de CulturaEconómica.

9.Padura L. (…) Lo real maravilloso: Creación y realidad. Cuba, Letras Cubanas.

10.Ross, C. (1974) «Carpentier a Cuatro tiempos», en Cuba. Entrevistas, Letras Cubanas.

11.Rosario, B. (1989) «El difunto estaba vivo: Un relato mágico realista», en La Narrativade Juan Bosch.

12.Tavarez, M. (1985) «Lo real maravilloso: Modo de aproximación a la realidad en la li-teratura latinoamericana». Isla Abierta. Suplemento de Hoy. 22 de Junio (P. 6-7).

RR EE FF EE RR EE NN CC II AA SS BB II BB LL II OO GG RR ÁÁ FF II CC AA SS

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Descabezado el régimen de Trujilloel país entró en una crisis de go-bernabilidad, de planificación y

de reproducción entre 1961 y 1965 que,para su solución al interior del sistema,requirió de la segunda Ocupación norte-americana. Tras controlar militar y polí-t i c amen t e el b l o qu e p o p u l a rinsurreccionado, procedieron a diseñarla estrategia para reproducir las clasesdominantes, articular alianzas entreellas, imponer un modelo económico-so-cial, desarrollista-fomentalista y rees-tructurar los aparatos estatales disueltospor la irrupción popular armada en1965.

El rediseño estratégico impuso un con-junto de leyes, reformas y moderniza-ción para reeducar el país a los nuevosobjetivos. Esas tareas se cumplieronbajo las administraciones de HéctorGarcía Godoy y Joaquín Balaguer entre1965-1978. Una vez más nuestra trans-formaciones jurídicas, políticas, admi-nistrativas y logísticas obedecían a losrequerimientos de las fracciones bur-guesa criollas y sus aliados y mentoresextranjeros, no a criterios nacionales.

Al igual que las «modernizaciones» an-teriores ejecutadas por los regímenesdictatoriales de Lilís (1887-1899),

Privatización y presupuesto universitario

DDaanntteess OOrrttiizz NNúúññeezzEscuela de Historia y Antropología

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Ramón Cáceres (1906-1911) y norteame-ricana de 1916-24, la actual, obedece a lalógica de adecuarnos a las exigencias deintereses foráneos.

Los profundos cambios económicos, laagudización de las desigualdades socia-les y culturales entre los países y al inte-rior de ellos, así como las nuevascorrelaciones de fuerzas en el escenariomundial, la caída del bloque soviético, elafianzamiento de la revolución cientí-fico-tecnológica y la constitución de laOrganización Mundial del Comercio,son componentes de lo que algunos lla-man globalización, pero que en esenciano es más que una frase muy especial dela reproducción ampliada del sistemacapitalista.

A tenor con los cambios acaecidos, laspotencias disponen de recursos econó-micos-financieros y técnicos que garan-tizan el constante crecimiento ysobreproducción de bienes y servicios, loque requiere de eliminar las restriccio-nes tarifarías de los países periféricospara la libre colocación de dicha sobre-producción en los mercados de las na-ciones de menor desarrollo, lo quesupone cambios al interior de los países-mercados; conjunto de readecuacionesque se ha dado en llamar Reformas yModernizaciones. Es pues a la luz de esecontexto que se promueven sugerenciasde cambios en el país al margen de nues-tras necesidades nacionales y, en esanada inocente tarea, están inmersos eco-nomistas e intelectuales, así como buró-cratas y empresarios que ignoran estarafilando cuchillo para su propia gar-ganta. Aunque otros saben muy bien queserán socios menores del capital extran-jero, cuando el efecto económico nega-tivo aplaste la economía nacional, comoya empieza a sentirse.

Nadie en uso de sus capacidades negaríaque el país demanda cambios en las esfe-ras económica, política, administrativa,jurídica, comercial, educativa, electoral,internacional, productiva y de servicios,pero los mismos deberían ser el fruto dediagnósticos nacionales, estar promovi-dos por nosotros mismos y obedecer acriterios estratégicos nacionales tenden-tes al logro de metas que conduzcan auna economía y sociedad independien-tes.

La realidad es que tales objetivos, estra-tegia y voluntad nacionales no existen enestos momentos, por la visión estrechade empresarios y burócratas estatalesadscritos al neoliberalismo o carentes devisión-país. Las reformas que se pro-mueven están subordinadas al interésdel capital transnacional. De lograr susmetas el aparato productivo nacional su-cumbiría, aumentarían los niveles dedesempleo entre la población económi-camente activa, se activaría la diásporanacional, se privatizarían los serviciosmédicos, la policía, la educación prima-ria, secundaria y la universitaria, crece-ría la pobreza, tal como acontece hoy enMéxico y en otros países regidos por elConsenso de Washington.

Sobre la privatización de la educaciónpública superior, que es lo mismo que laUASD, ese parece ser el objetivo pró-ximo de la propaganda privatizadorapara repartir los recursos económicosasignados a ella entre instituciones fra-casadas en sus relaciones mínimas parael trabajo, como es la falta de agua, café,baños, doble sueldos, bibliotecas; comoes la falta de seguros médicos, de vida,no pago de vacaciones, falta de seguri-dad laboral (jamás han pagado presta-ciones laborales a menos que se lessometa a juicio).

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Sin educación superior estatal ¿Dóndese formarían los hijos de los pobres?

Es una falacia la afirmación de que coneducación primaria o básica solamentepuede un país de la periferia formar loscuadros técnicos para emprender las ta-reas que requieren los planes de supera-ción de la pobreza cualesquiera que seanlas orientaciones políticas de los mis-mos. Las instituciones de educación su-perior, por lo menos en nuestro país,están formando profesionales para otrassociedades, por eso exigen un conjuntode prerrequisitos para ingresar que solouna minoría puede costear; no obstanteser subvencionadas por el Estado.

Ese tipo de política universitaria repre-senta un gran costo de oportunidad parala nación que tributa al Estado y estesubvenciona a élites que no aportan alcolectivo porque no crean tasas de re-torno al país. A la luz del interés nacionalson un fracaso. Su fracaso es medible,además por la calidad de sus egresados.De veintisiete instituciones privadas nohay una sola donde empleados, estu-diantes o profesores tengan derecho a lapalabra. El autoritarismo les es cónsono,orgánico, e inherente, salvo uno o doscasos; a pesar de sus frecuentes semina-

rios sobre «democracia».

Del costo de sus matrículas astronómi-cas ni hablar, pues la estampida de losestudiantes hacia la UASD habla por sísola, dando cuenta de su fracaso comogestión privada, lo cual ocultan malicio-samente, porque revela la falacia del dis-cursos privatizador sobre eficacia yeficiencia; pretenden que el Estado losampare para seguir con el dispendio quealgunas muestran.

Hasta hace poco la UASD poseía 46.46%de la matrícula estudiantil universitaria(175,954) que atiende con un rector ycuatro vicerrectores, con salarios prome-dio de RD$125,000.00 (Ciento veinti-cinco mil pesos). Las privadas poseenveintisiete rectores y más de cincuentavicerrectores cuyos salarios exceden enmucho a los de la primada de América.La ostentación en oficinas llenas de al-fombras, cuadros de pintores extranje-ros y nacionales, decorados a todo lujo,constituye motivo de preocupación, puestales excesos no son propios de institu-ciones académicas. El confort que mues-tran es digno de las oficinas de la 5ta.Avenida en New York y por tanto suscostos operativos son altísimos.

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Pero, un conocido tecnócrata, pretendeque el Estado, encabezado por el profe-sor de la UASD, Dr. Leonel FernándezReyna, democratice entre las «eficien-tes» universidades, algunas a puntos dequebrar, con el presupuesto de la uni-versidad estatal; justo cuando esta seprepara para una educación de masas ycalidad como recomienda la UNESCOen pro del desarrollo nacional auto sos-tenido e independiente.

La ola modernizante de factura neolibe-ral ha propuesto privatizar las empresasestatales, la economía, la salud y ahorala embiste contra la educación superior,pretendiendo, que además de terrenos,edificaciones, exoneraciones, asignacio-nes mensuales y no pago de impuestossobre la renta, luego de hacer de agentesde retención, el Estado les financie eldespotismo que ejercen contra profeso-res y empleados y les reparta parte delpresupuesto uasdiano. Es como si pro-pusieran que el presupuesto de SaludPública fuera redistribuido entre las clí-

nicas privadas que cobran altos honora-rios por sus servicios para incrementarsus pingües beneficios.El discurso neoliberal sobre la sociedad,la educación superior y la privatizaciónes otra muestra de que nos acuerdan es-casa capacidad y sentido común. A nivelgeneral se observan procesos de demo-cratización, mundialización, regionaliza-ción, polarización, marginación yfragmentación. Pretender ignorar lastendencias actuales de la educación su-perior en cuanto a su contenido, desafíosy pertinencia para el desarrollo de lasnaciones como las ex colonias y las ac-tuales neo colonias, no es solo desfase,sino, descontextualización extrema delos privatizadores. ¿Desde cuándo lospaíses desarrollados han restringido suapoyo económico a la educación supe-rior? Todo lo contrario, cada día se re-fuerza ese sector y se le acuerda carácterestratégico para el futuro.

Los nuevos conceptos, extraídos de la in-geniería administrativa, que se pretende

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sean aplicados al discurso sobre gestiónuniversitaria, tratan de eficiencia efec-tiva, desempeño, análisis de costo, com-petitividad, relaciones con el mercado yrendimiento, también nos remiten a lajerga neoliberal sofisticada. Se pretendeignorar que la universidad está en labúsqueda del saber y que no es tangibley en consecuencia no es posible que seencuentre sujeta a contabilidad y menosal criterio de costo-beneficio. Con ello noestamos prohijando el viejo desordenadministrativo, nada de eso.

El argumento de que las interrupcionespor movilización, huelga o cualquiercontingencia político-social hacen cos-tosa la educación superior pública, es-conde un discurso clasista-elitista, puessi en las casas de altos estudios privadasesos fenómenos no se presentan es porser instituciones verticalistas, entes ex-cluyentes y ajenos al sentir y palpitar na-cional.

Por otro lado, todas las universidades, yno solo la UASD, están en situación decrisis de acuerdo a Philip Altabahc, ex-perto británico, y no están a la altura delos requerimientos de los países desarro-llados para hacer frente a los desafíos dela mundialización. Cabría la pregunta: sitodos estamos en crisis, ¿por qué reducirel presupuesto de la UASD y distribuirloentre universidades privadas que nuncahan mostrado perfiles de servicios alpaís y solo han actuado bajo los criteriosde costo-beneficios? ¿Por qué los priva-tizadores no explican al país el cierre delas Escuelas o departamentos de Educa-ción en la década de los ochenta, y tanpronto llegaron los préstamos del B.I.D.para formación de bachilleres en servi-cios, reabrieron dichas escuelas y, depaso, descubrieron que la educaciónsirve al desarrollo del país? Ahora pre-

tenden formar recursos para el desarro-llo, costeados por el Ministerio de Edu-cación superior, ciencia y Tecnología eInafocam solo porque los costos directospor estudiantes se han incrementado yhacen imposible que sectores de clasemedia y bajos ingresos puedan seguircosteando sus propias formaciones téc-nico-profesionales dadas las tarifas leo-ninas por crédito de las universidadesprivadas.

Qué pasaría si el gobierno encabezadopor el doctor Leonel Fernández aceptarael chantaje privatizador y repartiera elpresupuesto de la educación superiorpública, entre las universidades privadascomo pretende la Fundación siglo XXI?¿Acaso formarían de cara al interés na-cional? Dejarían de ser parte de proyec-tos de los grupos económicosdominantes que históricamente han ac-tuado de espaldas al interés mayoritariode la población?

No solo nos oponemos a cualquier tipode privatización, pues la experiencia la-tinoamericana ilustra el fracaso de lasmismas, sino que advertimos a sus pro-motores de los efectos nefastos de esetipo de políticas. Estamos por el derechoa la vida, a la salud, a la diversión, a laeducación, y no cejaremos en denunciarlas pretensiones de castrar el presu-puesto de la Universidad estatal comoatentado a la nación. Preguntémonos,sin educación superior estatal ¿dóndeirían a formarse los hijos de los pobres?La UASD ha demostrado, a pesar de loque creen los tecnócratas partidarios desometerlo todo al análisis de costo-bene-ficio, que los pobres con talento soloestán a la espera de oportunidades paraprobar sus capacidades.

RECITALANTOLOGÍA POÉTICA Y NARRATIVA

DE LA ESCUELA DE LETRAS

TOMO 1

SANTO DOMINGOREPÚBLICA DOMICANA

2010

PPOOEESSÍÍAA

CCaarrmmeenn CCoott

LLuuiiss FFccoo.. LLiizzaarrddoo LLaassooccéé

JJoosséé EEllííaass MMuuññoozz

YYoonnnnii MMuuññoozz PPiinneeddaa

OOrrllaannddoo MMuuññoozz

PPaabblloo RReeyyeess

NNAARRRRAATTIIVVAA

RRaammóónn AAnnttoonniioo JJiimméénneezz

126

CCaarrmmeenn CCoott

1quien se aleja de su casa ya ha vuelto.

2se libera la mariposasu vuelo es gozososu libertad necesaria

sin mirar por la ventanaconoce el mundosin salir llegó

3se va lo pequeñollega lo grande

¿qué será?

sentarse debajo e un árboly esperar

4una lluvia de estrellasel perfume de una florel vuelo de una mariposaun grano de arenaun velo de lágrimasalgo de viento en las manos

y unas naranjaspara distraer los pensamientos

7del manatial surge el aguaes frágiles débiles lo más poderoso

8lo que no ha nacido no muere

10el viento se detuvo

libres de silencios están las aguassuave su corriente

por la luna son iluminados los pecesnadan, confiados, en el río

es propicio sentarse y oír

12

siempre es vieja una nueva verdad

Carmen CotDoctora en Lenguas y Literatura Extran-jera, Schoelcher, Martinica (Francia).Profesora de la Cátedra de Lengua Espa-ñola, en la Escuela de Letras de la UASD.

Obras publicadas:Letras y hombres, Antología de litera-tura contemporánea (1976) en coauto-ría; Opus l; Las iluminadas crónicas(2006), Manual de Lengua EspañolaBásica ll en coautoría y Un paso a la vez(2006)

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Carmen CotLLuuiiss FFccoo.. LLiizzaarrddoo LLaassooccéé

¡QUÉ BUENO¡

Cuando pienso en tihorizonte desconocidoen la mañana de alegre rocíosiento el constante palpitardel corazón vivientecorriendo como agua con prisaen cascada sin tiempodeseosa de llegar.

Un beso lleno de hambredesnuda mi enflaquecido cuerpopara vestir sus ansias nuevascon el camino de tus labiostan dulces en el andarllenando mis inquietas ganascon el deseo recorrido.

Tu inocente sonrisa aun nacidacomo una rosa de la montañarehúsa la atrevida seddel cansado y alocadomanteniendo su sana timidezcon el amor sencillodel riachuelo solitariocon mariposas campesinas.si sueño contigoniña de noche jovenparida el alba blanca Ilusiones en coloresen el día recién despiertoya esperando la cansada tardecolor canelado de tu cuerpodeseo de vida de mis sueños.Quizá pensando en ti

me sonrío con una florniña tan hermosade fresca brisa invernalfruto bueno de mi tierra tropical.

COMO LLUVIA

Está cayendo la lluviacon olor a fiesta boleradavoy sintiendo tu caderasuave y serpenteada.

Caen gotas las notasmusicando tus labios limpioscomo vino muy antiguoque despierta la dormida mentedel sueño deseado.

Aumenta la lluviatus ojos brillan por doquiery solo mis ojos con tus ojosrompen la músicailuminan el querer.

Luis F. Lizardo Lasocé (Moca 1942).Curso estudios literarios y filosóficos enCuba, Puerto Rico, Colombia, España yRepública Dominicana. Profesor de la Cá-tedra de Lengua Española Básica en la Es-cuela de Letras de la UASD desde 1969.Profesor invitado de la Universidad deSyracuse (New York, USA) para impartirla cátedra de Literatura Caribeña en el2000.

Obras publicadas:Voy soñando amor cuando llevo mis ilu-siones –Poesías-Mis cantos, mis ilusiones –Poesía-Una sonrisa para vivir –Poesía-Cuentos para contar otros cuentos –Cuentos cortos-Palma Sola, la tragedia de un pueblo –Historia novelada-Peña Gómez: el niño de la sierra –Histo-ria novelada-El pirata del Caribe –Historia novelada-

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JJoosséé EEllííaass MMuuññoozz

Altivez

El ruido ensordecedor detus lágrimasresbala velozmentesobre la altivez de tuslabiosy sumerge mi existenciaen el Dédalo infinitode aquel beso robado…y quedó aturdido elsilenciocuando la impacienciadel besodecidió aposentarseen la infinita ruta de laespera… en la infinitaruta de mi voz…

Sombras

Tú aroma me invitaa escucharte en silenciotus ojos de nácaralumbran mis sombrastus labios me hablanme invita, no puedoporque ya tus ojosson solo recuerdos

Quisiera

Quisiera quererteestando contigome fastidio al verte sin

tener tu abrigoquisiera amarte por lavida enteray anhelo besarte en unlugar cualquieraquisiera mirarte ybesarte en los ojosno puedo olvidartepensando en tu enojoa veces sueño que tuserás míay sé que otro dueñotienes todavíasi en un lecho me vez detu amor sedientono me mires tal vez detu amor me arrepientoy si en otro sueño llegoa besarte¿qué harás con tu dueñoSi vuelve a buscarte?

Recuerdos

Cabalgo en silenciosobre tus largas nochescabalgo en silencio sobre tus infinitos díasme duermo despiertoy anhelo no vertenunca más, un día

José Elías Muñoz (Santiago, 1956).Licenciado en Letras.Hizo el postgradoen Lengua y Literatura. Profesor de lacátedra de Lengua Española Básica enla Escuela de Letras de la UASD.

Obra publicada:Depredación y ternura (2006)

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Doble necesidad ante dos bustos

Dos soles metafísicospululando en la imagen de una lenguados sueños metafísicosprotestando los dos bajo diciembreremordiendo los dos la lontananzatraficando los doslos dos temiendo

dos soles metafísicosuno harinando sordootro temiendo ciegolos dosunosuicidándose en mi horcaen mi latidoen mi manera hostil de merendar

dos soles metafísicos y metafísicosen este asqueante edénen este amordos soles metafísicosy dos de todos mis dedos rondando suaureolamientras el otroel sordoadivina en mis íntimas pupilasla bandera de un rito antisocialdos soles metafísicossocios íquicose hipertóxicos.

YYoonnnnii MMuuññoozz PPiinneeddaa

Razón de ser

Cuántas veces la mugre y el silenciocuántas veces la vida y el gusanoy la sangre y el tiempo y el sin fin

los buitres tienen grietas en su sexolos túnelesfaroles en su aval

quién arañó mi sombra con caminosquién tu ala infinita con pudorquién sin mal ni gametostronchó senosquien por ley por templetestrazó mar

los buitres no son duendes rencorososni son dolor ni mal ni frustraciónlos buitres son partículas de sexo.

Yonni Muñoz Pineda. (La Caya, Val-verde, 1964). Se licenció en Letras Purasen la Universidad Autónoma de SantoDomingo (UASD), institución en la quees profesor en la Cátedra de Lingüística.Fue miembro del Taller Literario CésarVallejo.

Obra publicada:Ritual del tiempo

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OOrrllaannddoo MMuuññoozz

Patria, madre y madrasta

HE AQUÍLA TIERRA

REITERADAMENTE VIOLENTADA

He aquíLa república en su año cero permante

FlageladaLa mirada

En una y otrayotra

cachetadade la historia

madremadrastra

y cortesana

princesa y ranala patria

estancadaen el rastrero desengaño cotidiano

cincode tristes libertades agónicas

reinode las ideas rotas

árboltorcido por las manos infestadas

de su sueño.

¿DECIR O NO DECIR?

PRESIENTO QUE LAS PALABRAS

HAN SIDO YA GASTADASPOR EL OTRO

Que todo se dirigea su desesperación

Que ante

mis ojoshay

un cristala punto

de romperse

debajode la cama

una esperanza-polvorienta

y en los labios

un verboque no logra

conjugarme todavía

yun besotambién

yuna maldición

que aúnno doy

que no digo…

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Orlando Muñoz 8ME URGEN

PALABRAS ASESINASY NO TENGO

palabras como piedras

polveredaPara los hórridos espejos

de la nada

Me urgenproyectiles exactos

endiablados vendavales para pájaros aciagos

Apremia convencermede que tengo un nuevo nombre

una gestión personalrecién nacida

un destino que asumircon mi tosca cara dura

sin el pesode las horas

ya vividas

ycon desdén

por esa muerteque me falta…

9AQUÍ VA

MI CABEZAEN LA BANDEJA

mi ser o no serya sido para siempre

mi juicio finalmi papel y mi costilla

Aquí mi caballoen su esqueleto

la sombra titubeantede mis pasos

las agujas que contienenel desierto

Aquí mi pobre dios de pacotilla

sabiendo mi pudory mi pecho descubierto

mi tórrida tierra prometidami sudor y mi retrete

…Hoy vengocon ríspido equipaje

de fantasmasin aliento

sin caminosy regalando

con ternura catastralmis ayes personales

a los lúgubresperros

irredentosde la noche

Orlando MuñozPoeta y ensayista. Profesor de Lengua Es-pañola en el Colegio Jaime Mota y en laEscuela de Letras de la Universidad Autó-noma de Santo Domingo (UASD). Miem-bro del Taller Literario César Vallejo yeditor de la revista del Círculo Literario ElAleph.

Obras publicadas:Entre pétalo y espina (20007) y SantoDomingo, año cero y en curso… (2009).

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Sólo palabras que un día volaron

y al tocar la mariposa

retornaron en su forma ancestral.

Triste tiempo. Tiempo triste.

No importa.

Las lágrimas caen y reviven el mito.

Dentro de la caja reside el ataúd.

El alma: vagón vacío.

Los futuros idos: dioses llorando.

En su inopiedad,

desolada la memoria busca el por qué.

¿Existe efecto capaz de negar su causa?

Volteado abecedario y discurren los

años

nadando hacia atrás.

Oh! Viejo amigo,

esquirla tu figura es desdeñada por el

tiempo.

Veo el ojo, y es un dulce de noche.

Una luz! No.

Es el espejo donde miro mi tristeza.

Oíd, amigos míos, oíd:

El unicornio ha vuelto,

y ahora no con manos clandestinas.

Lo he visto hervir la cabeza de Lasa

El relámpago escarba cráneos

y olvido.

Ecce Homo. Fabuloso brote de

orines la cascada

Surgió de repente y la palabra,

multiplicada elegía,

extravió mi mente.

Arropando sus pensares va la noche,

abrazo pasional del llanto.

El gato maúlla desde el fondo,

y ya innombrado el dolor

viene la brisa.

¿En qué soplo ha venido tu figura?

El unicornio –revuelo de pasado

Que destroza el presente– ha vuelto.

Su presencia se descubre al ingerir

la polifagia.

Reposa en la vida lo que pertenece

a la muerte.

PPaabblloo RReeyyeess

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al cuerpo muerto de mi her-

mano.

Dejadme retornar.

Oh! Ingratitud de la vida.

En reojo mirar he visto lágrimas

que aclaran un cuerpo

ya repleto de noche.

El contorno,

la niebla.

Sólo mi hermano yacía tendido

en la tierra.

Di la espalda de repente

y las lágrimas desaparecieron,

al igual que el triste epitafio

dictado por el cura:

En Paz Descanse.

mientras desnuda la pernoctada risa

de la muerte.

Oídme compañeros:

Tomad de la mano y ataúd y colocadlo

allí,

donde esté más cerca del génesis.

Sembrad una amapola en los altares

y regresad a casa.

Oh, hijos míos,

no miréis la desdicha de la vida.

Dejad vuestra ansiedad de luz.

Dejad que los hombres retornen

en su flauta genital

y no impidáis la inmortalidad de la

noche.

El color de la vista:

Nutrido búho mirando el unicornio.

Pedazos de rostros han emergido

de los cuerpos.

Las lágrimas,

ahogando movimiento todo en su inte-

rior.

Oh! Eternas confusiones,

dejadme llorar mientras aprieto el

puño

e inclino la cabeza al ataúd.

Dejadme observar la desnudez del uni-

cornio.

Dejadme ver en su rostro

Pablo Reyes (Constanza, 1978). Licen-ciado en Letras y Postgrado en Lingüís-tica por la Universidad Autónoma deSanto Domingo (UASD), Maestría en Fi-lología Hispánica por el Centro Superiorde Investigaciones Científicas de Ma-drid, España. Poeta. Para sobrevivirtiene que hablar de literatura en laUASD y hacer de Subdirector de la Edi-tora Nacional. Fue miembro fundadordel Taller Literario Víctor Villegas.

Obras publicadas: Vuelo letal (2000). Espuma de ángel( Premio Nacional de Poesía Joven «Mi-guel Alfonseca», Feria Internacional delLibro en Santo Domingo, 2003) y Reta-zos del otro (2009).

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Arqueología del círculoTe has soñado a ti mismo perdido y des-nudo en medio de la multitud. Entoncesdespiertas ignorando que era cierto. Eldía transcurre, y todo empieza de nuevo:desnudo, la multitud te sueña perdido.Luego despiertas, y te escondes de ti.

El signo del silencio-Sí- respondió el monje-, el pájaro es unametáfora del viento, un ejercicio de an-damios en la sustancia de los días igua-les.

-Y cómo puede el viento ser sosiego, sino está entre sus habitaciones la vigilia?Y más aun- prosiguió el maestro-, en quéórbita del viento se hacen espesor losdías para que el árbol sueñe que el pájaroes posible?

El monje no respondió. Tomó de nuevola escoba y siguió barriendo las hojassobre el empedrado.

El maestro sonrió satisfecho. Y siguió supaseo por el jardín.

Paradoja-Si la serpiente fuera camino, tuvierahuellas para soñar un horizonte. Y si elcamino fuera serpiente, detendría suandar bajo el árbol. Y más aún, si el ho-rizonte no huyera de las huellas, podría-mos plantar un árbol para contenerlo-

RRaammóónn AAnnttoonniioo JJiimméénneezz

dijo como para sí el sabio.

-Pero nosotros podemos soñar que todo

eso es posible, abuelo-respondió el niño.

El anciano no dijo nada. Miró al pe-queño y pudo ver el otro horizonte.

Pérdida de la coronaDespués de una semana de intensas llu-vias, se asomó al balcón de la alta torre yobservó que todo el pueblo estaba bajalas aguas. Comprendió entonces que yano era rey.

Tarde en la nocheLo que más me molesta no es estar aquíen la cárcel, sino que no me hayas dichoantes que ese hombre que huyó por laventana, el cual asesiné al confundirlocon un ladrón, era mi padre.

Ramón Antonio Jiménez (NaranjoDulce, San Francisco de Macorís,1962). Selicenció en Filosofía y Letras, realizó estu-dios de diplomado en Educación ArtísticaIntegral, especialidad en Lingüística Apli-cada y cursó maestría en Lingüística, en laUniversidad Autónoma de Santo Domingo(UASD), institución en la que es profesoren las cátedras de Lengua Española Básicae Historia de la Literatura. Miembro Fun-dador del Ateneo Insular.

Obras publicadas:Melancolía (1984), Crónica circular(1997), Nociones de arte (1998), Apolo-gía del insomnio (2001), La presenciadel miedo (2003), Manual prácticopara la acentuación (2004), La estacióndel viento (2006),Curso teórico y prác-tico de Lengua Española l (2006),Manjú (2007), Tocan a la puerta(2008)

Ramón Antonio Jiménez

TextosEste primer número de la revista Textos resultó de darle seguimiento a unaidea y del apoyo entusiasta de las maestras y maestros de la Facultad deHumanidades que creyeron en la necesidad de una revista que garantizaraun espacio a quien tuviese el deseo de compartir su conocimiento o su arte.

El próximo número aparecerá durante el cuatrimestre enero-abril. Envíe sucolaboración cuanto antes a [email protected].

Gracias.