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Amílcar Romero ¡La hora, referí! La realidad en la Rosada y tarjeta roja a la prensa Ediciones de la Abeja Africana

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Amílcar Romero

¡La hora, referí! La realidad en la Rosada y tarjeta roja a la prensa

Ediciones de la Abeja Africana

Amílcar Romero

¡La hora, referí! La realidad en la Rosada, tarjeta roja a la prensa

Ediciones de la Abeja AfricanaEdiciones de la Abeja AfricanaEdiciones de la Abeja AfricanaEdiciones de la Abeja Africana

Santa María de los Buenos Aires, Provincias Unidas del Sud, 2010

Queda rigurosamente prohibida, sin expresa autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por la legisla-ción vigente, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y los procedimientos informáticos. R.N.P.I. e ISBN, registrados legalmente.

A Joaquincito Hinostroza Belmont, in memorian.

El árbitro es la viva combustión del fútbol. […] Sin el árbitro puede regir sin restricciones el principio del placer [y]

con el árbitro el fútbol entrega en placer lo que cobra

en confirmación de realidad. […] Por su misma textura religiosa y judicial el árbitro

es litúrgicamente inaplaudible.

VICENTE VERDU

Lo primero que aprende un jugador extranjero en cualquier

país es a llamar hijo de puta al árbitro en el idioma del país.

MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN

Si yo fuera gobierno, lo primero que haría sería meterme preso.

GUSTAVO El Cuchi LEGUIZAMON, circa abril 2 de 1982, al pasar frente a la Casa Rosada iluminada a giorno.

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CASI UN Mundial exacto bajo el actual calendario vigente, el miér-

coles 2 de agosto del 2006, más o menos a media mañana, para dar cumplimiento a las inflexibles informalidades oficiales, se re-gistró en el país un hecho tan inédito como histórico. Y no debi-

damente destacado. Incluso hasta totalmente inadvertido, a pesar de su condensación y ramificaciones: la realidad, sobre todo en sus mani-festaciones del espacio sagrado de la cancha y el tiempo hechicero

de la competencia, según clásicos de las ciencias sociales y literarios que se volverán a citar casi hasta el aburrimiento, irrumpía por prime-

ra vez en la sede física de la historia nacional como es la Casa Rosa-

da, edificio donde para el vulgo tiene domicilio fijo y desde donde se de-bería administrar el Poder. Desde el punto de vista sociocultural no era moco de pavo. Y no iba a tardar de demostrarlo con creces. Calificar que se desató una re-tahíla de catástrofes es caer sin más en los delirios sobreactuados que caracterizan a los argentinos, pero el kirtchnerismo va a pisar una cáscara de banana y entrar a dar costalazo tras costalazo, rutina que tendrá su primera escala en las elecciones de fines del 2008, cuando un multimillonario nacido en Colombia, inflado a televisión, lo acostó con ropa y todo nada menos que en la provincia de Buenos Aires, un ba-luarte donde el El Pingüino se había atrincherado tras no precisamente lo mejorcito del caudillaje peronista sino también con la insólita presen-cia de la actriz y cantante Nacha Guevara, una ex izquierdosa estriden-te de Café Concert de los ‘70 que estaba haciendo roncha con el rutilan-te éxito de una nueva puesta de la ópera Evita. La continuación fue cuando otra vez descreyendo de lo científico, obnubilados por un vienti-to circunstancial de cola, dando por descontado que de Sudáfrica se traían la tercer copa y con ella la reelección en el 2011, fletaron por iz-quierda unos 300 barrabravas con el fin de irlos iniciando en el difícil

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oficio del liderazgo social y en el momento de estarse escribiendo estos bytes el cuerpo de un perteneciente al destacamento Lomas de La 12 sigue en el refrigerador de una clínica de Ciudad del Cabo, literalmente macabro sin que nadie cargue con el muerto de las cuentas en efectivo por los servicios de reanimación que se le prestaron y el traslado aéreo en bodega, luego de un quítame de allí estas pajas después del indigesto 4 a 0 con que tuvieron a bien obsequiarnos los alemanes y despertarnos de la temulencia delirante que nos lleva no a confundir, sino a mimeti-zar lo imponderable que puede llegar a suceder en una cancha de fútbol durante 90’ con la historia. Luis Forlenza, que llevaba a cuestas 57 encima de ser argentino e hin-cha de Boca, tuvo su heroica segunda muerte en el mutis por el foro oficial y mediático. Para colmo, justo que la única que lo quería tanto, cajera en un supermercado por Villa Ballester, tocaba cuanto timbre tenía a mano para repatriarlo envasado en la bodega de un avión o, de últimas, incinerarlo en aquel extremo sur africano que suena a Drake o Moby Dick porque las autoridades le habían puesto plazo para los ser-vicios sociales gratis y el único que tenían era mandarlo al montón poco recomendable de una tumba NN. El embrión de este trabajo surgió cuando me llegó el pedido de elaborar un panorama lo más amplio posible sobre el arbitraje en gene-ral, muy particularmente el poco saludable destino de cuanta discon-formidad ande suelta por un estadio. De pronto, colectado más o menos el suficiente material, a la hora de darle un orden y pretender darle una coherencia que no cayera en un fixture de lo zafio, aparece no sólo el episodio de Horacio Elizondo ingresando a la Casa Rosada sino que se empiezan a alinear, tras él, una serie sugestiva de hechos de toda índole que porfiaban en pintar otro itinerario para el relato. El tamiz cultural de los hechos, con el significado que tuvo desde siempre la intervención del árbitro, comenzó a mostrar los alcances maravillosos del juego y pa-ra colmo el jocoso presidente de la república sacándole tarjeta roja a la prensa no había manera de sacarle un sesgo entre lo burlesco y lo gro-tesco. En esta primera parte por lo menos se va a hacer el intento de ver el suceso desde el marco teórico de toda la riqueza infinita que tiene lo lúdico, la presencia ineludible de lo legal para que pase al estadio de la competencia organizada, de lo deportivo, los inevitables entrecruces y

confusiones con lo real, porque a partir de allí, en la segunda y tercera parte, se va a hilvanar un mixing donde quizá el único elemento común y aglutinador sea el banderín solferino en algo de que seguimos y segui-remos con el alma en orsai, che, bandoneón, sean eternos los laureles

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y también un urbi et orbi ya que estamos y es el mismo precio. La ve-nida a pique de lo que por fin parecía la salida definitiva del pozo, así repasada, no deja de causar cierto repelús, cuando no terror liso y lla-no. La atomización sigue siendo la característica dominante. El grado

de agresión en las relaciones interpersonales, un considerable por cier-to aumento en los delitos de todo tipo, pero por sobre todo un franco terrorismo informativo a cargo de los medios masivos de comunica-ción, sobre todo en los adversos a la actual administración, los récords en el autoexterminio argentino nuestro de cada día en calles, rutas y autopistas, plantea una patología colectiva que lejos de preocupar provoca hasta cierto solazamiento. Otra originalidad argentina, no se puede negar. Con el gobierno por momentos a punto de huir o que se lo lleve el viento, con las mismas faltas de explicaciones y velocidad, tuvo un repunte que tiene lo suyo: se basa más en el desperdigamiento y desorientación de los opositores que en los aciertos oficiales. Una buena recaudación fiscal, aumento en el consumo, rachas de otro viento de cola como en el 2003 acompañado por un desmedido gasto público, sobre todo en una asquerosa publicidad masiva oficial, con la macha-cona presencia casi a diario de las alocuciones presidenciales y el estre-no de tics producto de la creatividad de los asesores de imagen, se contrapone al aumento de la mortalidad infantil, sectores debajo de la línea de la pobreza y en este mismo rubro, a pesar de que se lo festeje con perversidad, en el primer semestre del 2010 el patentamiento de 600 mil flamantes 0km. Todo acompañado por unos meteoritos de todo tipo, inéditos, arrasadores. Sin contar con el meritorio e inédito touche de que el Jefe de Gabinete que cumple la función de batidore líbero de salirle con los tapones de punta a cuanta idea intrusa intente acer-carse a la Primera Dama fue elegido vicepresidente de un club de primera división, el decano sobreviviente, de manera de encarnar de to-das maneras la fusión Estado/Fútbol con vistas a hacer baza para lo-grar de todas formas afianzarse en las elecciones del 2011, habida cuenta que además se juega la Copa América, una oportunidad a la que pintan calva para recuperarse en algo del trastazo a nivel mundial sufrido en Sudáfrica y donde para nada casualmente como sede central fue nominado el Estadio Unico de La Plata, distrito de donde es oriun-da la doctora Cristina Elizabet Fernández. Detenerse en los entreme-ses de la afición por el Twitter o la desvergüenza de dibujar los núme-ros de la inflación y su correlato de compatriotas que se hunden en la pobreza y la indigencia excede con comodidad cualquier límite de la desfachatez y la impudicia. Ahora acaba de pasar otro Mundial, decíamos recién, un poco más arriba. En el ínterin, el Estado benefactor compró el fútbol, superó

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varios de sus límites anteriores al fletar todavía con algunos rubores barrabravas trasatlánticas y también hacerlas propias, cosa de tenerlas a mano para algún mandado u otras tareas domésticas que puedan di-simularse en el proclamado envase de la inclusión, en un mundo cada vez más excluyente por definición y que los tiene como vergonzante mascarón de proa con variantes maquilladas de asistencialismo neoli-beral. Y, sobre todo, un poco más blanqueadas. Porque no se las puede blanquear del todo en algo que no está analizado y menos estudiado, quizá develado sea el término más exacto, y que parece depender más de la milenaria naturaleza del fútbol que de estos personajes de com-

parsa. Para colmo, en un fenómeno que más allá de lo grotesco y risue-ño se le debería prestar un poco de mayor atención, con tal de salir en la foto de dirigentes sociales que tenía como objetivo la ONG armada desde arriba, idéntico a 1958, cuando los peronistas ya devenidos a li-berales de entonces, Alberto Jacinto Armando, Antonio Vespucio Li-

berti y Valentín Suárez, instrumentaron a las barras bravas originales como modelo social a seguir, en un hecho inédito en el mundo, ahora proponen camuflar un clon de inserción como acomodadores del públi-co y de esa forma mostrar la sociabilidad de sus almas y del rol social que pueden llegar a cumplir, claro que siempre en los márgenes y cerca de la cocina, cosa de tener a mano rebañar las sobras.

Cuatro años han transcurrido. La urdimbre de hechos, la acelera-ción de los tiempos y la fragilidad estructural del país, dejan toda la sensación de que han sido cuatro siglos. En realidad, no sería nada raro constatar que fueron quizá no cuatro siglos, una magnificencia típica de argentinos, pero nunca jamás la bicoca de cuatro años a la vieja usanza de doce meses cada uno. El suceso del puntapié inicial tuvo a bien ocurrir cuando el rutilante árbitro internacional Horacio Elizondo, que acababa de consagrarse in eternum en el de Alemania 2006, fue reci-bido en audiencia especial por el entonces presidente monoplaza Néstor Kirchner, algo que ya se anunció va a ser tomado aquí como ar-bitrario punto de arranque, para decirlo de alguna manera. Como es más que obvio, todo lo pasajero y rutinario de semejante ritual aparen-temente repetido y aburrido hasta el hartazgo resultó eternizado tec-nológicamente por cámaras fotográficas digitales y la infaltable tevé co-mo es debido. Aunque está bien asentada esa “homología estructural

entre la arena política y el terreno de juego deportivo”, al decir de Jean Marie Brohm1, con mucha más razón con los tiempos que corren

1 Citado por Verdú, Vicente, en El fútbol, mito, rito y símbolos, Alianza Editorial, Madrid, 1980, 206

págs.

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bajo la hiperfutbolización de todo lo real2, hoy más que nunca la glo-

ria deportiva ostenta ese halo de eternidad de que careció siempre jus-tamente el Poder y la brecha entre la masa de representados y los que pretenden representarla es cada día mayor, en sinfónico acorde con la indiferencia por lo público, una jibarización de la conciencia social que se rellena con consumo de alta gama sobre cuatro ruedas o paco, según lo que los ingresos pongan más a mano. En aquel entonces ya no fue necesario que transcurriera mucho para que los remezones de semejante temeridad y osadía, camuflada tras el envase de un huero acto oficial de segunda más, se entraran a hacer sentir. Ese Horacio Elizondo, oriundo de Quilmes, 43 años enton-ces, poeta en sus ratos libres, con unos 5,5 miles de dólares mensuales promedio de ingreso, a la altura de un ministro de la Corte Suprema de la Nación, más los 40 mil que se acababa de embolsar por su actuación en Alemania, ingresó al santuario presuntamente republicano muy lejos de los madrugones infantiles cuando era canillita o la marcando los movimientos de la gimnasia sueca como profesor de Educación Física. En suma, se lo dejó compartir por un ratitito el más alto peldaño social. Cuatro años atrás, para el realizado en Corea y Japón, lo habían dejado con la ñata contra el vidrio. Pero a poco de tanto ditirambo reparador y cuando todavía no se había disipado la humareda de los fuegos de arti-ficio, se desataría una retahíla de sucesos dignos por lo menos de con-signarse. El del domingo 12 de noviembre, siempre en el 2006, si se quiere, fue apenitas anecdótico, consumista. Le tocó en suerte dirigir el traqueteado clásico de Avellaneda e inaugurar el nuevo modelo de las remeras Kappa, en la espalda estampada la fecha y el partido, un quiosquito más para la angurria marketinera y tratar de hacer creer que el mundo no se ha vuelto tan efímero e intrascendente. Eso sí, no al-canzó a traspirarla los 90 minutos reglamentarios porque a los ’19 ST tuvo que suspenderlo, a tanto llegó la rosca que se armó. Y no habían pasado dos años que los precios internacionales y el rendimiento de la nueva diva para paliarle el hambre a buena parte de la humanidad hizo que al entonces Poder Ejecutivo, ya en plenas funciones su revolucio-nario formato de dos plazas, se le ocurriera, amén del 35% que ya le re-tenía a los productores de todo pelaje de la soja, auparse a las oscila-ciones que parecían haber entrado en alza como un cohete de la NASA para que quedara al descubierto que el endeble andamiaje social argen-tino sigue atado con alambre y flamea hasta con un estornudo de libé-lula. En medio de continuos movimientos de réplica, algunos insistieron en que tuvo que intervenir hasta el presidente brasileño Lula da Silva, 2 BROMBERGER, Christian. Significación de la pasión popular por los clubes de fútbol. Libros del

Rojas, Deporte y Sociedad, Buenos Aires, noviembre 2001, 57 págs.

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otro futbolero irredento, teléfono directo de por medio, para que el ma-trimonio Kirchner no pegara un portazo y se volviera para sus propie-dades hoteleras de El Calafate a enfriarse un poco y seguir bebiéndose los vientos, amén de no perder para nada la saludable costumbre de multiplicar los panes casi de manera milagrosa, matizado, al decir de una señora paqueta que supo alternar la guerrilla montonera, que en un momento voló un trompazo en el más ortodoxo exilo matrimonial de alguien que en ejercicio de la primera magistratura no encuentra obstá-culos en perseguir colaboradores caídos en desgracia a patadas en el culo, alrededor de una mesa. Nada si se lo compara con la audacia des-enfrenada del año siguiente, cuando todavía enredado con las Babas

del Diablo que hay entre las plantas del parque de la residencia de Oli-vos, adelantaron seis meses las elecciones legislativas nacionales por los reveses sufridos en sendos comicios de Misiones y Catamarca, y las convirtieron en un plebiscito de alcance nacional entre dos modelos

de vidrio, y hasta el mismo Kirchner tuvo que salir a la cancha como candidato a diputado y sin ningún escrúpulo, al mejor estilo del Osval-do Zubeldía con el reglamento bajo el brazo, sacar de la galera unos pomposamente bautizados candidatos testimoniales, ya sean gober-nadores o intendentes del GBA en ejercicio, con tal que la divinidad de la Diosa de las Encuestas los volviera potables con la más que peligro-sa alternativa de proceder a una estafa política sin precedentes, ya que los candidatos elegidos en ningún momento se comprometieron a asu-mir si resultaban elegidos y encima se creaba un impasse de casi seis meses hasta el 10 de diciembre, fecha de la asunción oficial y los jura-mentos/promesas formales de los nuevos legisladores. Como ya era ob-vio entonces presumirlo y ahora recordarlo, ninguno cumplió con lo que públicamente había prometido y todo siguió como si nada, Dios prove-erá. El de agosto del 2006 del cual parte este trabajo, esto es, Elizondo entrando por Balcarce 50, amén de inédito, fue un hecho que por lo menos lució tan inusitado como rodeado por un extraño halo, sin mos-trar todavía para nada lo que constitución genética se traía bajo el pon-cho. Cuesta creer que algo que luce tan trivial y anodino pueda conte-ner semejante maraña. Para zafar con alguna elegancia de nuestras clásica desmesuras y tropicalismos, se trató de la primera vez que a un árbitro de fútbol -execrable demiurgo3 que es el único capaz en un es-tadio de tener menos hinchada que la policía- se le franqueaba el acceso a semejantes instancias de la pirámide social en un país donde desde

3 Para la Real Academia, en su versión electrónica, el término proviene del griego y significa creador. En

su acepción filosófica platónica y alejandrina, Dios creador, y para los gnósticos, también en el mismo

ámbito del pensamiento humano, remite al alma universal, al principio activo del mundo.

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siempre, aunque muy particularmente a partir de 1930, el fútbol es una cuestión de Estado. Para colmo, justamente en ese momento en que los estrategas de entrecasa se devanaban los sesos para quedarse in

eternum como una monarquía casera pero manteniendo ciertos atuen-dos republicanos. Con la infalible ligereza y liviandad del periodismo ac-tual, aunque pertenecientes al mismo multimedio y confeccionados en el mismo edificio, cuando todavía no habían entrado en desgracia y ser-ían declarados Enemigos Públicos Nº 1, es de esperar que no con la cobertura del mismo cronista, el acontecimiento duró sólo “algunos

minutos” para Clarín y “casi una hora” para el deportivo Olé, dando así pruebas contundentes de la vigencia total de la libertad de expresión de que se disfruta y el apego a normativas sólidas y respetadas en cual-quier terreno con respecto a la exactitud de los datos en la información pública.

Si no se toman reparos en los disparates y dislates del mismo te-nor vigentes para desinformar en cualquier materia, en todo momento, con total alevosía e impunidad, se podría decir que lo recién expuesto no pasa de la categoría de acotación frívola o desdeñosa, porque el mo-tivo aparentemente de fondo fue que las cucardas del insólito e inédito visitante solamente consistían en haber dirigido no sólo cinco partidos en el Mundial Alemania 2006, entre los que se encontraban nada me-nos que el de apertura y la final, una distinción por cierto nunca dada, sino haberse dado el lujo de ni siquiera haber tenido una vacilación al expulsar a una gloria en su despedida del césped, con los cortos, siem-pre acariciando sensual y eróticamente a la pelota, como Zinedine Zida-ne, el Gran Zizou, de origen argelino y oriundo nada menos que del ba-rrio Le Castelet de Marsella, al lado del cual Ciudad Oculta o Fuerte

Apache son monasterios trapenses, vistiendo la casaca de una de las ocho potencias que regentean el mundo y cuando restaban solamente diez minutos para sus tres pitazos finales y la eternidad inigualable de los estadios no sólo lo estaría aguardando para acogerlo en su seno pa-ra siempre sino, como bien evitó hacer mención la mezcla rara de secta y pandemia que constituyen los periodistas deportivos, con el tremendo y preciso cabezazo en el medio del plexo a su marcador, el italiano Mar-co Materazzi, planchándolo de espaldas a todo lo largo, Zizou le dio in-greso oficial a la Guerra Santa al fútbol y de ahí ya no la mueve más nadie porque entre otras cosas es una arena y un proscenio que le ca-en como anillo al dedo desde donde se lo mire.

Es decir, de movida la cosa no tendría que haber lucido tan sim-

plota y formal como había querido ser presentada. Hay que entender de una vez que las ramificaciones, arboladuras, deltas y alcances del fútbol

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se hunden en el fondo de la historia. Además, la cultura tiene su autar-quía y entre nos, rebalsando el vaso y siempre dando la nota, las lectu-ras sobre esta performance y la internita que tienen los árbitros loca-les, más los consabidos e interminables enmarañamientos de lo contin-gente nacional y popular aportan su no poco, y Amílcar Sandanella, por ese entonces secretario adjunto de la Asociación Argentina de Arbitros (AAA, de aquí en adelante), es un cordobés que carga munición gruesa, ya conoce lo que es quedar colgado de la brocha por hablar en un país donde siempre el silencio es salud, no sólo en épocas de López Rega, y tuvo a bien rememorar con el humor que caracteriza a los de La Docta lo sucedido a la hora de ver a quién le tocaba este billete premiado:

-Cuando lo designaron a Horacio Elizondo para dirigir la final del

Mundial, [el presidente de la AFA Julio Humberto] Grondona y [el del Colegio de Arbitros Jorge] Romo sacaban la cabeza para que también les colgaran la medalla, cuando ellos siempre combatieron a los árbi-tros, no hicieron otra cosa que joderles la vida y perjudicarlos –rememoró, achairando la de pasar a degüello-. Y después resultó que pusieron la cabecita. El viejo Alejandro Busca todavía estará cagándose de risa en el Cielo porque el verdadero hacedor de Elizondo fue él.4

Sobre otras instancias decisivas en torno a este acontecimiento

cada cuatro años que hace crujir la croqueta a varios millones de seres en todo el planeta y moviliza varios miles de millones de dólares, sin contar las verdaderas implicancias culturales de fondo, también tenía un recordatorio bien surtido en torno a lo sucedido con motivo de los anteriores:

-En una oportunidad, cuando Juan Carlos Biscay estaba por ser

internacional, subieron por la escalera al Comité Ejecutivo su nombre a propuesta de la Escuela de Arbitros, pero por el ascensor bajó una nota del mismo Comité para que la designación le fuera otorgada a Juan Carlos Crespi –ilustró Sandanella sobre Francia 98-. Para el siguiente, todo el mundo sabía que iba a ir Horacio Elizondo, pero no fue a Corea-Japón y la designación terminó siendo política.

El designado fue Angel Sánchez. El cordobés le puso de este modo

los tres pitazos finales a un tema si se quiere de cotillón:

4 Salvo expresa indicación en contrario, todas las entrevistas fueron realizadas por Marcelo Massarino con

vistas a otra edición de este trabajo y acá se van a utilizar sólo las partes que se entienden más acordes.

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-Y así es con todo –concluyó, matándose de risa y recordando que cuando estaba en actividad “una vez me cagaron por abrir la boca,

así que ahora no me importa nada, dale nomás.” Como en estos casos se ha hecho ritual que algo hay que hacer y la eliminación de la representación argentina propiamente futbolera en ese magnánimo certamen estuvo envuelta por alguno de los raros tufi-llos de costumbre, ya no conmueve a nadie lo de campeones morales o perseguidos por conjuras celestiales que incluyen, en primer término, a árbitros corruptos, como sucedió con la fantochada patriotera de 1966 y ha quedado instalada, abulonada, pero necesitaba urgente de un centro de atención, sea el que sea. Y el petit acontecimiento nacional del pres-tigiado hombre de negro en el cenit de la fama y las miras mediáticas también estuvo comprendido, más que ningún otro motivo, dentro de esa comezón clásica que no deja de acometer a los hombres del Poder precisamente porque lo son y cada vez quieren más y más, como en el bolero, siempre un poquito más, impulso incontrolable que los lleva a saber como nadie lo efímero que es, lo lejos que queda de la realidad concreta, y que siempre han exhibido una inocultable envidia por la po-tencial posteridad que parece albergar desde el fondo de la historia humana la gloria deportiva en cualquier disciplina y en cualquier épo-ca. Por otro lado, la hiperfutbolización de la vida actual en todos sus rubros es una urticaria no exclusivamente argentina5, aunque nos due-la y aquí se la ponga en práctica hasta la saturación, llegando a im-pregnar el habla cotidiana con tropos para todos los gustos como la metáfora tanguera que desde 1947 nos fotografió que estamos empeci-nados en vivir con el alma en orsai6, banderín solferino siempre en al-to. Ahora, la cereza de este postre es la institucionalización vigente que los que pasan a tener renombre, prestigio, ser referentes de algo, fi-guras destacadas de cualquier actividad, no ser unos NN estadísticos, como si se tratara de algo infecto contagioso, tienen que amucharse de cualquier modo, en cualquier parte, sobre todo para exhibirse como la casta de los excepcionales ante los masificados y mantener la relevan-cia a toda costa, preferiblemente ante las lucecitas rojas de las cámaras de tevé, así que vayamos con lo que tenemos, es lo que hay. A falta de otro 10 imparable bien vale un soplapitos insólitamente incuestionado:

5 Bromberger, Ch. Obra ya citada.

6 Romero, Amílcar. Fútbol SA – Juego, Industria del Espectáculo y Cultura de Masas. Ediciones de la

Abeja Africana, Buenos Aires, noviembre 2005, 182 págs. El trabajo sobre el tema en particular, también

con el titulo El Alma en Orsai – Deportivización y lenguaje de la vida cotidiana, apareció en Informes

del Sur N° 52, de las Ediciones BP, Buenos Aires, mayo del 2005, 24 págs. Ir a la bitácora con el trabajo

completo .

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-Hablamos del mundial, recibí las felicitaciones del caso y comen-tamos la marcha del país –respondió Horacio Elizondo cuando en la punzante requisitoria posterior le hicieron la zancadilla de práctica, le-vemente corruptita, si no se llevaba por lo menos un sondeo para un puestito electoral con vistas al 2007, dada la vigorosa transversaliza-

ción que a todo trance se pretendía llevar a cabo hasta que el viento cambiara, barajar y dar de nuevo-. Fue una reunión amena y agradable. Una satisfacción para mí ser recibido por el presidente. Por supuesto, dentro de la liturgia imperante en estos casos, no constituyó novedad que el invitado dejara como ofrendas sagradas su vestimenta negra y las tarjetas amarilla y roja que supuesta y necesa-riamente fueron las mismas que usó en el último partido, estas últimas firmadas de puño y letra, cosa de darles una autenticidad inmaculada y más que eso, sacra. Para redondear el fetichismo, Olé dejó testimonia-do que el hincha del Racing Club de Avellaneda –a pesar de haber naci-do en Río Gallegos- que ocupa el sillón de Rivadavia “atesorará desde

hoy la tarjeta roja que expulsó al astro francés Zinedine Zidane en

la final del Mundial, con el autógrafo de Horacio Elizondo incluido.” Completando las monigotadas de práctica, en una de esas con la inten-ción de darle algo de contenido a estos insulsos y repetidos ritos cere-

moniales, el doctor Kirchner, con esa cintura de que hace gala para las sutilezas y las tormentosas relaciones que tiene sobre todo con la pren-sa nacional, no encontró nada mejor que posar para las fotografías que mostrándoles la roja a los cronistas presentes, con las correspondientes y siempre espontáneas sonrisas de acrílico de los funcionarios adictos full time presentes. Está documentado. Se utilizó como ilustración obligada y obvia para la tapa de este trabajo. Si es que después no se dio cuenta solo o se lo soplaron, todavía se debe estar lamentando. Y lo va a lamentar siempre. Con lo viejo, venerable e instaurado en la historia no se jo-de. El desatino, desconocimiento y sobre todo el desprecio cultural que contuvo ese acto aparentemente intrascendente le iban a pasar la factu-ra por triplicado más una indexación al borde de la usura que él maneja al dedillo por ancestros heredados. A todo esto, a nadie se le ocurrió preguntarle si lo de la graciosa tarjetita fue por tratarse del recurso del

último hombre. Ahí sí la parodia se podría haber venido estrepitosa-mente al suelo. Por otro lado, el hecho quiso aparecer como que al me-nos por el momento esa presencia podía llegar a constituir el techo máximo del inusitado protagonismo público logrado en los últimos tiempos por estos personajes siempre desdeñados, despreciados, despo-tricados, hasta exóticos o extraños, puteables hasta la vergüenza ajena,

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metidos presos cuando no ajusticiados sumariamente por asuntos del negocio de las apuestas, como ha sucedido en Colombia. En una pala-bra, que por hache o por be históricamente han despertado cualquier cosa menos las simpatías populares. Ahora, por la vastedad, implicancias, relaciones, equívocos y mu-chas facetas más se trata de un tema casi que orilla lo tabú, al borde mismo de lo mufa si es que ya no tiene una adentro para más de uno, cuyo tratamiento con cierto rigor y seriedad exige por lo menos una aproximación lenta, lo más metódica y desprejuiciada posible, primero que nada desbrozando y desmalezando lo superfluo y aparentemente intrascendente con que está camuflado, tratando de que ninguna de sus implicancias quede fuera de foco y menos de cuadro:

-Un árbitro es la ley, el reglamento en movimiento, los límites –precisó la psicóloga y deportóloga Liliana Grabin, titular de la cátedra respectiva en la Facultad de Psicología la UBA, al autor de este trabajo, en el primer piso de una confitería de Villa Crespo, en medio de la furia ensordecedora del televisor puesto con el partido en vivo y en directo en alguna parte del planeta a pesar de ser el atardecer de un día laborable-. Es la frustración, el aguafiestas definido por Johan Huizinga. Por eso nunca ha podido ni va a poder arrancar manifestaciones de afecto.

El ex referí internacional Juan Carlos Biscay no se anduvo con

remilgos para explicar la regla de oro que aplicó durante toda su carre-ra:

-Que el balde de mierda propio estuviera vacío a la hora de jugar

y que el que el hincha lleva a la tribuna no me salpicara. Más gráfico y sintético no se podía ser. Para colmo, no faltó el que aportó el sesgo de lo perentorio que a

diario nos acosa sin clemencia, amenazando, como cada vez que una pelota se pone en movimiento, que el quilombo7 puede ser inminente en cualquier instante:

7 Para la Real Academia Española, a la cual por suerte, en los últimos años también le llegó su perestroi-

ka, se trata de un vocablo de origen africano, un venezolanismo que originalmente nominaba a chozas y

cabañas campestres y que en Chile y a ambas orillas del Mar Dulce, ya en el siglo XIX, se lo adjudicaron

a prostíbulos y lupanares por funcionar en lugares de similar construcción. De allí que prejuiciosamente le

haya quedado el mote de mala palabra y/o vulgaridad de muy mal gusto. Pero en una tercera acepción,

que es la más difundida popularmente y con la que se lo usa en las canchas de fútbol, es lío, barullo, gres-

ca, desorden. En la edición impresa, la RAE agrega que se lo utiliza normalmente para referirse a aquellos

lugares donde se alteran los valores morales.

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-El árbitro, en alguna medida, en un país donde no hay justicia,

representa el poder –sacudió a quemarropa el peronista Ricardo Cala-bria.

¡Eeepa! ¡La impertinencia que faltaba! Sin embargo, no fue el único. Cada uno a su momento, con la

mesura y discreción que dan los años de circo y de saber con los bueyes con que se ara, que ese rol social y escenificado puede llegar a estar imbuido de un rol justiciero a ultranza brota instintivamente, casi por acto reflejo, rebalsando incluso las líneas de cal donde ejercen una mo-narquía casi omnímoda:

-Llevar la falta de justicia en un país al marco deportivo o que

una sanción técnica signifique un acto de justicia es una ridiculez –salió con los tapones de punta Angel Sánchez, poniendo la antinomia esen-cial e infaltable en la controversia insalvable que es uno de los atracti-vos medulares del cosmos futbolero-. Algunos lo utilizaron y ese es el tema. Es más, lo llevó a [Javier] Castrilli a ocupar un cargo en la segu-ridad del fútbol producto de su imagen8.

Después agregó para redondear la idea: -Yo nunca impartí justicia. Simplemente apliqué las reglas de un

deporte que en sí mismas a veces son injustas, porque castiga de la misma manera a un futbolista que pega una patada que a uno que fes-teja un gol y se levanta la camiseta, cosa que me parece una idiotez. Entonces no se puede hablar de justicia sino de aplicación de reglas muchas veces discutibles más que por ellas mismas, por la falta de li-bertad de los árbitros.

Juan Carlos Biscay, en cambio, otra vez mostró que lo suyo no

son las metáforas abstrusas o subterfugios, retornando a sus épocas de futbolista, antes de ser árbitro, y donde le pegaba a todo lo que se mov-ía, incluso a los que se convertirían en ex colegas:

8 Justamente al principio de la administración de Néstor Kirchner, a pesar de sus simpatías derechosas ne-

oliberales y de venir de colaborar con la gestión bonaerense de Carlos Ruckauft, (a) Rucucu, en su mo-

mento ladero de López Rega y el que embajador llevó en Italia 90, acompándolos en pesona y pagando

con fondos públicos, a todos los barras compatriotas que no habían podido entrar y que vieran la final

con Alemania, la del famoso penal inventado por el mexicano y donde después, festejando el título, el

gran Franz Beckenbauer, DT teutón, con toda la euforia del mundo vivó por un IVº Reich…

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-En un país donde la justicia no es independiente, ¿cómo le va a la Justicia en este país? No le va muy bien.

Ricardo Calabria también machacó en caliente sobre el mismo

clavo: -Si hay algo que falta en este país es justicia –reafirmó. Roberto Ruscio puso una viñeta de su coleto que es como un friso

con filigranas y arabescos de la Argentina misma: -Una vez fui a dirigir a Entre Ríos y el policía a cargo de la seguri-

dad me dijo: “¿Vos hacés quilombo en la cancha y ahora te tenemos

que sacar nosotros?”

Toda una situación repetida, habitué, manida, que no sale en los

diarios ni figura en siempre la almidonada textura de los comunicados oficiales. Ruscio completó así su particular visión del Camino al Gólgota de los que tienen como única arma y herramienta un silbato:

-Después quedás en manos de la Seguridad, que te digan cuándo

salir y que tengan la buena intención de cuidarte y que no te manden al matadero.

Textual. A continuación tuvo la gentileza de abrochar todo con

una breve e intensa cátedra de sociología e historia nacional práctica: -En el interior, cuando iba a dirigir el Regional, como la policía

comparte todos los días con la gente que en una de esas tienen que re-primir, ahí tenés menos seguridad.

Angel Sánchez, otro día, en otro lugar, coincidía casi milimétrica-

mente en meter la pelota junto al mismo palo: -Los arbitrajes en el fútbol del interior fueron muy importantes

para mí. Los policías que eran del pueblo no tocaban a nadie porque al otro día se encontraban con los hinchas en el banco, en el supermerca-do o en la calle.

De la despersonalización de las megalópolis a la sobrevivencia en

aglutinamientos urbanos pequeños que todavía mantienen a rajatabla características semifolk, digamos, una vida medio en chancletas, ma-teada en la vereda con la silla petisa, la tarjeta de crédito virtual desde

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siempre a cargo del almacenero que a su vez es hijo del que surtió a tus viejos durante toda la vida, ¿cómo se le va a ir a pegar o encanar, en-cima por un partido de fútbol de mierda donde el que tiene razón es el vecino porque abajo del uniforme tienen puesta la camiseta localista por más que juren y rejuren un profesionalismo impoluto a cal y canto, aca-tamiento a la ley hasta que las velas no ardan y la mar en coche?

El ex árbitro mantuvo el relato como si se tratara de un trámite: -Un partido que se suspendió y después lo fui a completar, al

terminar y salir de la cancha, no había un solo policía, ni uno, y yo con el coche en la comisaría…

Si alguno quiere experimentar lo que es la soledad en vivo y en di-

recto, no guitarreos existenciales y literarios, puede convencerse haciendo un trabajo práctico como ése. Ruscio no cortó el hilo de su re-lato casi monocorde:

-Me tuvo que llevar un dirigente –explicó-. Después me enteré que

la policía me lo hizo porque yo había informado sobre algunas anomal-ías cometidas en el operativo del anterior para mantener la seguridad.

Sin exagerar, el remate tuvo su cuota de sincera ferocidad y esca-

lofriante impacto, más que nada por la sencillez y contundencia: -Lo que sucede es que en la conducción de la Seguridad tenés a

tipos que piensan así. Aquí es donde surge claro que cuando sucede algo tan impensado

y grave, por la parafernalia con que suele explayarse la violencia nues-tra de cada día, lo de los políticos y gobernantes no son explicaciones, sino gárgaras, pelotazos a la tribuna, cualquier cosa en un país no sólo con una cultura futbolizada al mango, sino con un pueblo que vive de

fútbol (no del fútbol, que no es lo mismo, tal como sentenciara El 109), y como si fuera poco 180 mil millones de dólares de deuda externa, mi-les de desaparecidos sin explicación valedera a la vista y que para rema-tarla está condenado al éxito10.

9 Durante el reportaje concedido al matemático y periodista deportivo Adrián Paenza para Canal 13, por

el que estaba contratado con exclusividad por más de 300 mil dólares, luego de comprobarse el uso de un

cóctel de efedrina en el partido contra Nigeria, Mundial 94 en EE.UU. Los responsables del suministro

fueron exhumados y lo acompañaron como cuerpo técnico en su perfomance como entrenador en el Mun-

dial 2010 de Sudáfrica. 10

La afirmación fue hecha en marzo del 2002, cuando ya transitoriamente en el sillón de Rivadavia, el

doctor Eduardo Duhalde, hincha de Banfield, la institución oficialmente más sancionada por corrupción

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¿No será un poquito mucho? Vivimos en un burgo salvaje donde la realidad es tan tirana como

implacable y abrasiva, porque ya han pasado páginas y páginas sin sa-lir de un episodio tomado como baladí y todavía ni señales de poder si-quiera intentar abordar lo importante de fondo en un país que, como apuntara Mafalda, “lo urgente siempre mata a lo importante”. Por-que no se habían apagado los ecos del petit acontecimiento aparente-mente rutinario e intrascendente en Balcarce 50, dejando ingresar a la realidad por primera vez en la historia como si formara parte del per-sonal de maestranza, ni siquiera con rango de granadero raso y tieso, todos creían que no daba para más que para algún comentario cholulo e insípido, a lo sumo algún chiste del nunca bien ponderado y repentis-ta ingenio popular, cuando a la tele se le ocurrió meter el hocico y pun-guearle también algo de celebridad y carisma en formato video, la vida por el raiting, de paso sondearle la llegada en la masa que podía llegar a tener un árbitro ya a esa altura requerido desde México, Italia y Al Qatar, mosca del color y la cantidad que quisiera, cuando en uno de esos programas contagiados de realitis producidos con unas pocas mo-nedas de costo, tipo propina en semáforo por lavada de parabrisas o exhibición de malabarismo, la publicidad con la promesa cierta de amenazar en los adelantos de una develación nunca vista, conmovedo-ra, un testimonio jamás mostrado por sus protagonistas reales en vivo y en directo, cuando en realidad siempre se trata de una cotidianeidad que hace ratos vive mucho más que en pelotas y al aire libre, pero con lo cual igual tentaron y convencieron al bueno de Horacio Elizondo para lo que podía llegar a ser una presunta obra de bien, nacional y popular, como iba a ser dirigir la final de Fútbol Villero -en realidad Papy

Fútbol, porque eran 7 contra 7-, entre los representativos Fuerte Apa-

che y Ciudad Oculta, en el mundialista de los primeros, una urbani-zación que lleva el pomposo nombre oficial de Ejército de los Andes, cuna de héroes nacionales como Carlitos Tevez, cuidada directamente por la Gendarmería Nacional con armamento de guerra a la vista sin es-taciones intermedias, aislada como ghetto y tratada peor, para colmo de noche, y como tuvieron suerte llovió tal cual se hubieran roto varios

en toda la historia del fútbol argentino, salió al cruce de un dictamen de la infausta Corte Suprema am-

pliada, de mayoría automática, en torno al dichoso corralito. El momento flameante que vivía el país y

las característica de lo aseverado tuvieron la repercusión suficiente como para que fuera recogido hasta

por la edición castellana online del Diario del Pueblo, que no es otro que el Remín Ribao de Pekín,

donde el cronista chino acota por su cuenta que se trata de la adaptación de lo expresado por un famoso

filósofo brasileño (¡!) al que no identifica y del que nadie tiene idea, salvo los chinos...

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caños en todo ese sector del cielo. Así que en las plateas bajas le tuvie-ron que dar al aliento y a la birra de parado, una nube densa y fragante que parecía Chernobyl y era producto de puros porros con yerba de la buena que se disipaba algo por la cortina de agua, por lo que los únicos privilegiados fueron los que lo vieron desde los monoblocks, a resguardo de toda inclemencia, salvo los de los pisos más altos porque por la dis-tancia y la iluminación berreta tuvieron que enterarse a través de las múltiples trasmisiones espontáneas vía celular y nada de entrar en de-talle por el origen de un chiche electrónico policlasista que se ha vuelto tan vital como el calzado o la leche en polvo para los más chiqui-tos y quién paga las cuentas que por encima de todo en una democracia lo que hay que respetar es la privacidad, máxime en un aspecto tan sensible como es justamente la propiedad privada11.

En un lugar así, sin menospreciar ni encarnizarse con algunos en

particular, entre Dios y el célebre árbitro argentino la única diferencia era que el primero no usaba ropa deportiva ni lo esponsoreaba nadie.

Hasta ahora, por lo menos. El evento, con perdón de la expresión, en vivo y en directo, tuvo

lugar el viernes 1º de setiembre a las 21:30, y se lo retransmitió en di-ferido y pésimamente editado, por momentos pareció que tarasconeado, total era villero, la semana siguiente en el programa Blog que conducía Daniel Tognetti en el Canal 9, todo bullente en el caldo de cultivo de lo que Bromberger en el trabajo ya citado llamó macdonalización de la cultura, y que entre nosotros, para variar, tiene dos corrientes alterna-tivas como son la tinelización y la pergolinización, ambas hijas de un mismo padre, la sofovichización, todos hijos putativos del Proceso y reflotamiento triunfal con el menemismo.

Al término del encuentro, con solamente apenas tres amarillas,

ninguna irregularidad digna de mención, justo y ajustado triunfo local por 2 a 1, las cámaras encendidas dieron mayor motivación y rienda suelta para exteriorizarle todo el afecto a semejante figura transnacio-nal, un verdadero orgullo para todo aquel que se sienta argentino has-

11

En una población estimada en los 38 millones de ciudadanos, ya próximos a cumplir la primera década

en el siglo XXI y el segundo centenario de la independencia formal, información dada a conocer -y que

hay que tomar con pinzas- estima en 39 millones la cantidad de aparatejos de todos los colores, precios y

tamaños que andan circulando en manos, oídos y bocas sin ningún tipo de discriminación, y donde buena

parte de los cuales son reciclados y forma parte de una bastante suculenta rama del Delito Organizado,

con las autoridades respectivas siempre mirando prudentemente para otro lado u ocupadas en menesteres

más importantes, sobrecargadas en tareas vitales como acarrear papeles de un lado a otro, sin destino. En

momentos de corregir este trabajo, en el último año se han vendido 500 mil celulares más.

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ta la muerte, así que se mandaron en lo que tan discutido durante un partido como es un tumulto, una figura reglamentaria que no todos los árbitros aceptan, y como la cabra al monte tira, en el remolino y soba-jeo, la clásica media vuelta con el pulgar y el índice en media luna, mo-vimiento perfectamente calibrado y practicado, al internacional e inma-culado Elizondo le hicieron nada menos el cronómetro con que había dirigido la final en Berlín.

En una sociedad como la neoliberal, en que nada tiene desperdi-

cio porque ya es un desperdicio en sí, las cámaras al hombro no se lo perdieron a un Horacio Elizondo alejándose por un pasillo interno de la renombrada urbanización, un laberinto digno de H. P. Lovercraft, to-talmente chivo, y protestando en un tono como para que lo escucharan hasta del edificio central de la Gendarmería, en Puerto Nuevo:

-¡Hijos de puta! Les vengo a hacer un favor y me pagan así. –A pa-

so vivo, el bolso colgándole de la mano derecha, sin cambiarse, con las pilchas traspiradas y mojadas por la lluvia con que había dirigido. -¡Váyanse a la mierda!

Lo que pasó seguido no salió en cámara: los de la producción que

lo corrieron y convencieron que con la Traffic los esperara en la prime-ra YPF afuera de Fuerte Apache, a unas dos cuadras de ahí, que ellos iban a tratar de arreglar el desaguisado de algún modo. Hablando la gente siempre se entiende, sobre todo en la Argentina. Allí cada uno co-noce las especialidades, una cosa así no pasa desapercibida para na-die, había que devolverlo, estaba en juego el verdadero prestigio de un barrio martirizado por todos lados, las cámaras de tevé encendidas y encima a quién le habían hecho el bobo, a una figura así no se la cho-rea, están vacunadas, justamente por ese motivo perdía todo valor, era una merca que quemaba los dedos y no se la podían mostrar ni a la novia, menos que menos pensar meterla en el reduche.

Las negociaciones no fueron fáciles. Llevaron su tiempo. Nada de

argumentos moralistas y otras pelotudeces. Por supuesto, aparte de que si no echaban pie atrás no sería raro que intercediera hasta el mismí-simo gobierno dada su angurria de protagonismo al estilo Llanero Soli-

tario, seguro que con el periodismo sacrosanto a la cabeza, y había que dar por descontado que se armaría un despelote de padre y señor mío por el afano de un reloj cuyo único valor, por encima del de la mercanc-ía en sí, residía en haber estado en la muñeca izquierda del árbitro que dirigió una final entre un equipo al que le echaron el mejor porque le recordaron que tiene una hermana acusada por lo menos de estar cerca

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de todo el mambo islámico y todas las connotaciones que eso tiene, más lo que supimos que todo eso significa en los Años Negros, cualquier sa-lida de la norma estandarizada ya es terrorismo, subversión o por ahí cerca, y en la vereda de enfrente, los bambinos de teta que se llevaron el título mundial gracias al dudoso regalito del referí gallego en forma de penal casi sobre la hora en el partido contra Australia, pero cuando arribaron al Leonardo Da Vinci de vuelta con el preciado trofeo los esta-ban esperando los carabinieri para portarlos en galera al estar varios de ellos metidos hasta la testa en el arreglo de partidos bajo cuerda y hacerse unos millones de euros con el totocalcio, sin contar los diri-gentes y clubes enteros recubiertos de gloria y a partir de ese momento de merda de la más fragante, más algún que otro árbitro, claro, para completar el álbum de figuritas.

¿Por qué les iban a decir rochos? ¿Por ser pobres, marginales, de

una casta inferior? ¿Cuándo Carlitos Tevez, cuyo tío había estado pre-sente y todo durante el partido, crédito del barrio, vocalista del conjunto de cumbia villera que dirige un hermano, jamás ha ido a menos ni por un kilo de guita y dejenlón y van a ver que del Zizou ése, un tiempito más y no se acuerda ni la madre, primero al paulista Corintias del pre-sidente Lula y después a los Manchester ingleses, todo de la mano de la Mafia Rusa?

Bueno, la cosa fue que al final, con esfuerzo, algún empujón, va-

rias puteadas, hasta alguna mano para espantar una mosca a pesar de la lluvia y lo que sea, lo que primó fue la racionalidad aunque a muchas les pueda parecer mentira si no toma en cuenta que el reinado de lo ra-cional era el motivo por el cual estaba lloviendo a lo loco. Así que con la misma velocidad y cualidad NN con que había desaparecido, reapareció de la nada a donde se había mudado. Y mucho antes de los tres días que le llevó a Dios hacerlo con su Hijo. Algunos del canal le alcanzaron a la estrella Horacio Elizondo en el lugar convenido un objeto tan pre-ciado no tanto por su valor en sí, que lo tiene, por cierto, como por el otro, indudablemente mayor y que no cotiza en Bolsa, ahora sí todo convenientemente grabado en video para que quedara constancia que en el país, por más que después rezonguen plañideramente los Blum-

berg & Co., hay de lo que se quiera y necesita, pero tienen corazón y sentimientos y obran siempre de buena fe, no con mala leche.

-El episodio del reloj podría haber sucedido en cualquier lado –

dijo formalmente el hombre súbitamente encumbrado a nivel global, merced al fútbol justamente, en su momento activista sindical entre sus pares y hasta presidente de la AAA, ya calmado, a la gente de Olé que

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había ido a hacer la cobertura y que se publicó recién el martes 5, cua-tro días después, apagados los ecos de la fecha correspondiente del ful-

bo de en serio, es decir, del que da guita y maman-. Y también de eso saco una conclusión muy positiva. Porque, reconozco, me dio mucha bronca cuando me lo quitaron, pero rescato el hecho de que me lo de-volvieron enseguida. A la gente le dio mucha vergüenza y su reacción fue de una enorme dignidad y honestidad.

Para completar una tele bazofia a tutti faltó el apretón de ma-

nos y hasta el abrazo conciliador entre el victimario y la víctima, pero ya hubiera sido como mucho. Y en cuanto a Horacio Elizondo, no será un estadista, pero el hombre demostró que su cintura tiene para enviar un balsámico discurso público y no incendiarse con una potencial clientela como es la marginalidad creciente en forma cariocinética e inevitable-mente rumbeando para el fútbol, sobre todo vía cable, porque no hay peor ocupación estresante y alienante que la desocupación plena ni elemento más pernicioso y disolvente que el aburrimiento12.

La cantidad y calidad de lo metafórico que pueda tener que el doc-

tor Néstor Kirchner, al invitar al árbitro internacional Horacio Elizondo, dejó entrar por primera vez a la realidad a la Rosada por lo que arrastra y condensa simbólicamente este tipo de personaje social, más el mo-mento que vivía el país, un cumpa que ya colgó el pito encima le sacu-dió de sobrepique que donde no hay justicia los de negro son el poder, bueno, puede correr por el paladar de cada uno semejante evaluación y mejor atenerse y constatar los hechos. Ahora, si es que se puede, tratar de dejar las minucias y abordar de una vez la sustancial para tratar de ver la dimensión que tuvo latente lo sucedido el 2 de agosto del 2006 en la Casa Rosada. Pero no: se le había roto el cuerito al grifo y no había manera de parar el chorro. Más en un país que vive de fútbol (no del

fútbol, sino de fútbol, como le dijo El 10 al matemático Adrián Paenza cuando le “cortaron las piernas” en el Mundial 94 por el cóctel de

efedrina que para algunos fue nada más que una conjura en la que in-tervino hasta la CIA), esa realidad simbólica, virtual o como se la quiera apedillar, a poco más de un mes de haber sido introducida, como si fue-ra poco se aprestaba además a ponerle un pelotazo en el poste que le

12

Verdú, V. Ob. Cit. Con respecto a la vieja controversia, sobre todo a principios del siglo XX y a cargo

de todos los matices de la izquierda, en cuanto a que el mayor peligro que representaba el fútbol era entre-

tener y desviar a la clase obrera de su función liberadora universal, este autor español apunta certeramente

en la relación poder/deporte que “la temida realidad es que las masas serían más peligrosas no por su

actividad, que podría cambiar de rumbo, sino por su capacidad de indiferencia y su oquedad devas-

tadora.”

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quitó el aliento a varios, incluso a los dos granaderos que como esta-tuas estaban de guardia en la entrada principal de Balcarce 50.

Fue el domingo 10 de setiembre, en el entretiempo de un partido

televisado que pudo ver todo el país. El escenario fue el Estadio Unico de La Plata para 40 mil espectadores, que mandó a hacer el mismísimo Eduardo Duhalde cuando era gobernador y así tratar de recuperar los espacios verdes donde levantaron en su momento de prestado sus can-chas Estudiantes y Gimnasia y Esgrima, en un país con un Estado en toda época siempre pródigo, benéfico y dadivoso, en primer lugar si se trata de tirar manteca al techo en cuanto potlach13 haya, y ni qué hablar si es futbolero. Los despelotes fueron magnánimos. Se entraron a levantar tribunas de hormigón y de prepo, hubo piquetes de gente pa-queta por la prepotencia oficial de quererlos despojar de la historia (sic) y al final salomónicamente a la argentina acordaron jugar ahí solamen-te los partidos contra los grandes por una obvia razón de borderó. Bien. Como en esa magna fecha los triperos de Gimnasia y Esgrima se la tenían que ver nada menos que con Boca Juniors, iban ganando 1 a 0 en el primer tiempo, se podían trenzar en la punta y el sargento de Ejército Daniel Giménez, a cargo del arbitraje, dale con sacarle amari-llas a los locales por cada patadón cariñoso a un contrario, llegando el colmo de echarle al DT por protestar, con lo que eso podía significar pa-ra el padre, atravesando un momento muy serio de salud, por lo que antes que terminaran los primeros 45 minutos, el presidente de los lo-cales, señor Juan José Muñoz, (a) El Tuerto, a pesar de que cuenta con los dos globos oculares aunque parapetados atrás de gruesos lentes de aumento, acompañado de tres miembros de la comisión, lo esperaron en el vestuario al militar en actividad, que vive en el Chaco y viajaba to-dos los fines de semana en avión para dirigir, cosa de proceder en esos 15 minutos reglamentariamente dedicados al descanso a lo que el vul-gar lenguaje callejero denomina apretada y que en la Argentina es tan o más común que los buenos días, sobre todo en el fútbol, donde forma parte de los elementos indispensables y habituales, tipo canilleras, me-dias o las vendas para los tobillos, y le dijo como si se le preguntara si la gaseosa la quería con o sin pajita:

13

El término es muy poco usado, reproducido incluso con diferentes grafías, y alude a una costumbre ri-

tual de los aborígenes de América del Norte para agasajar a sus huéspedes de manera tan exuberante co-

mo fanfarrona y exhibicionista. El primero en tratarlo e incorporarlo a las ciencias sociales fue Johan

Huizinga en su clásico Homo ludens y luego de manera impecable por Mario Vargas Llosa en El hooli-gan civilizado, en La Nación, 25/6/98, pág. 19. El significado que ha quedado entre nosotros, los suda-

cas, le apunta de manera generalizada a los nuevos ricos y más que nada a los gobernantes que hacen

rimbombantes gastos en obras públicas tan caras como inútiles para perpetuarse en el poder mientras las

necesidades mínimas del pueblo en general, cuyos efectos no se ven, como la salud pública o la educa-

ción, quedan a la deriva. En este sentido, todo el fútbol, el argentino en particular, es un potlach desde

donde se lo mire, empezando por los estadios y siguiendo por los contratos de jugadores y DTs.

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-Cuando salgas a la calle te vamos a matar. Una versión. Y seguramente antojadiza. No sería nada raro. Pero el partido efectivamente fue suspendido y el sargento Gimé-

nez, custodiado más o menos como Bush en una visita de cortesía a Bagdad, procedió a formalizar la correspondiente denuncia policial. A partir de allí comenzó el surtidor de pronunciamientos de todo tipo. En su mayoría, si era correcto o no proceder a la suspensión, sobre todo sin avisarle a la gente, porque los de Boca se fueron sin el anuncio ofi-cial por los parlantes, sólo alertados por las radios portátiles.

-Esto depende de cada uno –respondió Ricardo Calabria consul-

tado sobre el particular-. Tengo algunas historias en las que intercam-bié golpes antes y después de un partido. Y después lo dirigí como si es-tuviera en el patio de mi casa. Pero no es lo correcto porque tiene que haber una legislación. Por ejemplo, tomando lo que hizo [el sargento Daniel] Giménez, yo hace veinte años ni loco suspendo el juego. Aparte, lo hubiera corrido del vestuario al presidente de Gimnasia como lo hice con más de uno. Pero hoy, en esta situación, no podés decir que estuvo mal porque no sé si él está preparado para enfrentar esa situación y se-guir con normalidad.

Aunque no del todo porque todavía el asunto tuvo una vuelta más

de tuerca: -Igual a [el sargento Daniel] Giménez lo tomo con pinzas, porque

cuando tuvo que hacer el minuto de silencio mintió –agregó Calabria, ya en tiempo de descuento, recordando un episodio entonces también re-ciente y no cicatrizado-. Dijo que no sabía nada y lo tenía escrito en el nombramiento14.

Como la pelota que es un esfera perfecta y está impregnada de

algún elemento demoníaco15 para que gire ad infinitum sin dejarse de-tener o dominar, la currícula de los protagonistas era por demás sucu-lenta y como sucede siempre en la Argentina, cualquier hecho entra a echar guías como planta de zapallo y a los diez minutos se está a varios

14

Es un trámite burocrático que sucede el martes anterior al partido. 15

La entrada del demonio a la cancha no es una licencia o un recurso poco feliz. Está registrado históri-

camente en la Enciclopedia Británica que era tal la atracción, la fascinación del balón no tan perfecto

cuando ya la industrialización daba sus primeros vagidos, amén de los golpes, heridas y muertes para

hacerse de él y retenerlo, que popularmente y no tan popularmente en las islas se daba como un hecho

que estaba poseído por el Demonio.

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kilómetros luz del hecho y su posible significado, ni hablar de motivos ni razones. En suma, el sargento Giménez, a pesar de haber sido anoti-ciado formalmente, fue el único árbitro que el domingo 25 de marzo del 1996, por cumplirse el 20º aniversario del hasta ahora último golpe de estado, en el Chateu Carreras de Córdoba no procedió a efectuar el minuto de silencio establecido en homenaje a los compatriotas des-

aparecidos, torturados, aniquilados, por la última dictadura militar. Pero a los pocos días se retractó y lo más hombre y los más pan-

cho dijo que no se había olvidado nada. Le había dado bronca que el minuto de silencio fuera nada más que por los subversivos y no por los nobles uniformados caídos en el sacrosanto combate de cobrar en boti-nes de guerra, llevarse chicos, tirar prisioneros dopados sobre el mar desde los aviones, torturar, enterrar masivamente en tumbas NN y habilitar una veintena de campos de concentración. En la vida hay que ser equitativos y el que tenía el pito era él, qué joder.

Ni lo apercibieron. Menos que menos en el cuartel donde presta

servicio. Del lado de los platenses agresores, dejando de lado que el mismí-

simo eternizado presidente de la AFA y su hermano menor tienen récords en materia de sanciones disciplinarias por cosas por el estilo, el que llevó lo que se puede decir la voz cantante, como no podía ser de otro modo, fue el presidente tripero, Juan José El Tuerto Muñoz, quizá el hecho más explicable públicamente de su existencia aunque y al-guien quiera ver en eso alguna contradicción, desfasaje o anomalía. Lo de la tortedad viene a ser como una licencia poética o porque directa-mente a alguien se le ocurrió enchufárselo y después a nadie se le ocu-rrió enmendarlo, algo bastante frecuente en un país condenado al éxi-

to. El resto de su currícula, en cambio, sí entra en los rascaderos de cabeza varios como sucede siempre con la milagrería peronista, muy por encima de las casualidades recurrentes y otras pavadas por el esti-lo.

Para ponerse a tono con la globalización imperante se puede co-

menzar diciendo que Jota Jota o El Loco, como también le dicen en los corrillos platenses, es un self made man, una clara muestra de las ventajas sin igual que tiene la movilidad social en el sistema capitalis-ta, para utilizar lo más socorrido y rancio de la jerga imperante en las ciencias sociales. Claro que todo eso en la Argentina, obviamente nacio-nal y popular. Y más precisamente en La Plata. Cincuentón, algo calvo y gruesos anteojos, sus comienzos fueron de verdulero, de allí pasó a ser

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un trabajador del lápiz, como se autodenominan los levantadores de

quiniela, también capitalista de juego y la llegada de los cumpa, en 1986, a la gobernación del primer estado argentino, de la mano del re-

novador Antonio Cafiero, (a) Cafierito, como lo llamaba el General, lo encontraron tan bien plantado, estaba tan en estado que podía correr varios Dardo Rocha con la colita parada. Tanto fue así que cuando un trienio después dio comienzo la Segunda Década Infame en el terreno político él empezó a ocupar un puesto no muy fácil de definir, más bien resbaloso, que en fútbol se lo podría llamar batidore líbero por la mul-tifunción, pero el caso es que para no meterse en Honduras y salir por Guatepeor, desde el vamos se trató de un ámbito no muy específico del rubro existente en el laberinto que se forma por entre mutuales, gre-mios y esas cosas, y donde por lo común hay montañas de guita inver-samente proporcionales a las preguntas y explicaciones y dispuestas a irse con el primero que las manotee. Resumamos: en el slang imperan-te en la política criolla de pura cepa se les llama cajas, así, a secas. En el camino queda una asesoría para Aníbal Fernández cuando era jefe de gabinete e integración de cúpulas empresariales varias. Resumen: luce y lo presentan como empresario millonario. ¿Queda claro ahora?

Las vueltas que tiene la vida y esas cosas lo llevaron a conocer,

desde mucho antes, en la capital bonaerense, a una familia Fernández, pero nada que ver con el recién nombrado porque en la guía también forman legión. Agregado al apellido suyo no dice mucho en cuanto a prosapias y linajes rancios, pero hizo buenas migas con Ofelia Wilhelm de Fernández, la dueña de casa, y una de las hijas era una flaquita muy linda, inteligente la piba, más brava que una gata recién parida, es cier-to, y que en los años de plomo andaba merodeando por donde frecuen-taban los montos, la Jotapé, la Tendencia y esas cosas tan típicas de los pibes de entonces, todos medios zurditos que querían hacer la revo-lución y entraron a hacer cagadas, el Viejo los rajó de la Plaza, la roja sí, pero no la bandera sino la tarjeta, la misma que el marido le sacaría a la prensa el aciago día de agosto del 2006, los expulsó per secula secu-

lorum, y todos saben la que se vino porque todos supieron todo desde siempre y miraron para otro lado al mejor estilo selección argentina por primera vez campeona del mundo. La política la ganó a tal punto que hasta se puso de novia con un muchachito flaco y alto como el mapa de Chile, del sur, de donde casi se acaba el mapa, que también estudiaba Derecho y que justamente tenía madre chilena. Al final habían termina-do casándose y yéndose a vivir para allá, en el medio de esos desiertos que lo único que tienen no está a la vista o despeina: petróleo y viento, pero por las diagonales y terrenos aledaños estaba empezando la dego-

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llatina y el sur prometía como una California de entrecasa.

Por supuesto, los Fernández, todos triperos de ley, la señora Ofe-

lia Wilhelm muchos años con un puesto de chorizos a la genovesa deba-jo de los tablones sobre los que se paraba la brava según algunos, fun-cionaria del Ministerio de Economía bonaerense si se sigue versiones familiares o gremialista de un sector de los empleados públicos provin-ciales al tenor de otros, vaya uno a saber ahora, lo único cierto que hay en el país en el fútbol, así que lo que inte-resa es que cuando el club en la mitad de la primera década del siglo XXI se empezó a venir seriamen-te en falsa escuadra, varias veces a doña Ofelia le habían ofrecido me-terse de lleno para que hiciera pesar sus nuevas relaciones pero por sus obligaciones no podía, le daba no sé qué, hasta que la cosa se puso tan negra que a las mujeres -no importa si madres, esposas o novias- se las puede podrá dejar en banda y sin un mango, que se vayan con el sode-ro, si quieren, pero jamás a Gimnasia, eso nunca, El Lobo es un sen-

timiento, más grande que la vieja es, así que la fue a ver a la Ofelia y decidieron encarar una lista interna y tirarse a agarrar la manija del club. Ella aceptó chocha porque por algo era sindicalista del más rancio cuño peronista y madre de la flaquita que había salido política hasta para pintarse los labios, nada menos que la revista Forbes la registraba entre las quince mujeres más poderosas del mundo, pero cuando ésta se enteró puso el grito en el cielo, cómo no podía entender con los años que llevaba vividos que el que había sido novio ahora no sólo era el es-poso y el padre de sus nietos si no el presidente de la República, ella aspiraba a ser la Primera Ciudadana, más que la Primera Dama que ya era como lo habían sido tantas que de damas no tuvieron nada, y en una de esas las obligaciones la llevaban también a calzarse por un tiempito la banda y agarrar el bastón, como ya estaban barajando el naipe y sucedería, quedarse con la banda nada menos que dieciséis años, haciendo los relevos de las reelecciones como los líberos en el fútbol, algo que le hace cosquillear el alma a cualquiera, y ella, la auto-ra de sus días, a esos años, queriéndose meter en el fútbol y encima como segundona del Tuerto, más peligroso que piraña en bidé y peor que buscapié en misa, ni loca, vieja, ni loca, estás mal medicada, mami, seguimos Fernández, claro, por supuesto, pero de otra manera, a ver si nos entendemos, y él está más Muñoz que nunca.

La advertencia no llegó a tiempo. El domingo 10 de diciembre

del 2007, bien de mañanita, día en que su marido le iba a hacer entre-ga en patriótica ceremonia de los símbolos del poder, como son la ban-da y el bastón, y ya le habían tirado un muerto en la base de la Prefec-

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tura Naval Argentina en el Delta, un condenado a cadena perpetua de la fuerza bastante sui géneris por las franquicias que gozaba, envene-nado por voluntad propia, inducido o disimulada la pócima en la para nada metafórica Ultima Cena, la cosa es que no iba a llegar a declarar nunca, en una de esas se quebraba en uno de los tantos juicios que quedan pendientes por violación de los derechos humanos, tarea be-nemérita en la que él había participado con ahínco en su momento.

A todo esto, tripero a muerte, el notorio desaire no lo arredró. A

un ser formado en la Universidad de la Calle, con varios doctorados en albañales y barriales, no lo asustan sombras ni bultos que se menean. El señor Muñoz no tuvo más remedio que entrar a buscar otro compa-ñero de fórmula para que le hiciera de copiloto o kamikaze, según se quisiera mirar. La gente cambia con el tiempo. Lo único que no cambia

en la vida es el amor por la divisa futbolera. No es un tipo de andarse con chiquitas. A fines del 2004, cuando asumió la conducción del club que era hincha nada menos que René Favaloro, lo primero que hizo fue echar a catorce jugadores del plantel, entre los que estaba el melli Gus-tavo Barros Schelotto. Santo remedio. Tres años después lo iban a ir a él, pero la cosa es así, la vida da y quita.

Ahora, cuando se le enfrió un poco la pensadora y más o menos

alcanzó a vislumbrar que había hecho una cagada más grande que el Museo de Ciencias Naturales Florencio Ameghino que con su tropilla de dinosaurios originales es orgullo de la ciudad y el país, ya como que también era un poco tarde. Razón tenía el General cuando decía…

¿Qué había dicho el General? Lo que sea, pero lo habían dejado solo, Felipe Solá y León Arsla-

nián habían gastado los celulares llamando a canas y jueces, apoyándo-lo al milico con la cabeza con menos pelo que bola de billar y el imperio de la Ley, hay que erradicar a la violencia de los inadaptados y que vuelvan las familias con los biberones a las canchas cuando nunca han ido ni equivocados, pero a la gente común les encanta los lugares co-munes, viven de ellos, despegándose porque iba a haber elecciones y es-taba todos los días el ingeniero Blumberg con la cantinela de la insegu-ridad que los tiene locos, como si fuera el único padre huérfano de este país, aunque sí sea el único ingeniero sin título, hasta en la boleta del cuarto oscuro decía ingeniero Juan Carlos Blumberg en el país farses-co, pero sea como sea lo dejaron solo al Tuerto.

Bueno, es una manera de decir.

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Lo que pasa es que los que no conocen a fondo a la Argentina se

dejan llevar por el surtidor de boludeces que siempre se dicen en calien-te. En su reunión del martes 3 de octubre, presidido por el propio Julio Humberto Grondona, el organismo le aplicó al señor Muñoz seis meses de suspensión durante los cuales no podía integrarlo. Sanata para la gi-lada. Un día antes, después de presentar el descargo, el aparentemente condenado sin remedio a la silla eléctrica, con suerte y viento a favor a una suave perpetua con accesorias, se despachó tranquilo con los pe-riodistas acreditados en el Ministerio de la Pelota:

-La sanción no me quita el sueño –alardeó recobrando su real es-

tilo, lo más pancho, adelantando que el colorín, colorado ya estaba terminado.

Una bicoca por donde se lo enfoque. Y todavía faltaba la reculada, el empate, el único resultado posible en un país condenado al éxito. En diciembre de 1969, cuando todavía le faltaba una década para eter-nizarse en el cargo, Julio Humberto Grondona era apenas presidente del Arsenal Fútbol Club, al que fundó en 1956 y del que también fue su primer jefe de las barras fuertes de entonces, ya listas para embrave-cerse, profesionalizarse y comer de la mano, siempre caliente como mo-no con tricota, agredió al árbitro José Filacchione. En ese entonces le dieron un año y medio no conmutable. Ya cambiado de caballo, en la presidencia de Independiente y con la mira telescópica puesta en Via-monte al 1300 como próxima escala técnica, el 11 de marzo de 1977 el árbitro Aldo Ottone suspendió el partido que Los Diablos Rojos iguala-ban 1 a 1 con All Boys porque un proyectil impactó a uno de sus líneas. Grondona, siempre ígneo y pacifista a ultranza, lo fue a prepotear al so-plapitos al vestuario y le bajaron un año por la nuca.

Alcanzado ya el virreynato del Ministerio de la Pelota tampoco iba a ser un inconveniente para dejar bien en claro cuál es la metodo-logía y la escala de valores vigentes a todo trance. La participación ar-gentina en la Copa América 1995 tuvo un inesperado traspié cuando su par norteamericana la goleó sin piedad en Paysandú y después, a pesar del triunfo contra Chile, la nota estuvo puesta cuando barras ar-gentinas de Primera B que tenían cuentas pendientes no encontraron nada mejor que dirimirlas en un lugar donde la policía tenía los brazos laxos, hacía más de un cuarto de siglo que no había un homicidio y el último, para colmo, había sido pasional, un marido cornudo que había tenido a bien enterarse de lo que nunca se había querido enterar, así que el campo fue orégano para apuñalarse a gusto y tener todo el tiem-po del mundo para cruzar el puente, la provincia de Entre Ríos, el Zára-

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te-Brazo Largo, Panamericana, General Paz y llegar lo más chotos de vuelta a casa. Semejante desaguisado hizo que a Argentina, entre otras restricciones más bien vergonzosas y poco estimulantes para la dichosa imagen, fuera prácticamente deportada a jugar un partido decisivo, na-da menos que contra Brasil, al norte uruguayo, en Rivera, cerca de la frontera con ese país, de manera que tuvieran más acceso los macacos (“en el buen sentido de la palabra”, como aclaró enterrándose un mo-vilero de ATC) para meter público de ellos. Fue en la noche del 17 de junio, en el estadio Atilio Paiva Olivera. El gol del empate en dos de los verdeamarilho, logrado por el delantero Tulio, fue de una asquerosa nulidad que vio todo el mundo menos el árbitro peruano Alberto Tejada Noriega, 38 años, un médico urólogo especializado en reproducción y fertilidad, encima con una especialización en Tokio, que terminaba de despuntar su vocación al respecto por los pitos humanos de esa mane-ra, más la no escasa colaboración del línea boliviano Humberto Ciriaco Aliaga Acuña. La tevé fue implacable para mostrar que ahí no se trataba de chovinismos ni de nada por el estilo: no sólo la bajó alevosamente con el brazo, sino que la posición en orsai anterior era casi de una cuadra, todo groseramente obvio y sublevante por el descarado saqueo. Eso fue lo que permitió ir a los penales, los otros patearon con más puntería y nos, los argies o más modernamente argentos, a armar las valijas para volver anticipado a casita, tal cual había pasado con los ba-rras asesinos. Pero si algo debe caracterizar a un dirigente es estar siempre al frente de sus dirigidos, dar el presente con el ejemplo, que fue lo que hizo don Julio: irlo a buscar al propio vestuario al que se había escudado en la muletilla “y a mí qué me importa que me haya

equivocado, si yo soy doctor”, tal cual, para colmo en boca de un du-cho y experimentado pitólogo, tanto en el de plástico con el garbanzo como en el otro, el natural de fábrica, y punta descapotable. A todo es-to, ya había habido quilombos varios en el rancio palco oficial, donde los pulcros y triunfalistas brasileños, sobre todo un dirigente que era el yerno del todopoderoso Joao Havelange, encima protector de Grondona y socios en negocios varios que derivan de la cúpula de la FIFA, a grito pelado les recordaba a sus pares argentinos qué tanto quejarse en ese momento, por qué se habían callado cuando el 6 a 0 a Perú en Rosario, Mundial 78, o de la Mano de Dios contra los ingleses en México 86. Las respuestas argentinas no se reproducen por lo obvias, en qué parte del cuerpo se ponían las dos manos para menear bien el bulto y todo el sentimiento estrictamente fraternal que dejaron para reafirmar una vez más que si algo tiene el deporte de bueno es cómo une a los pueblos.

Pero no va que don Julio se encuentra con que el doctor soplapi-tos y sus colaboradores estaban bajo siete llaves en los camarines y según testimonió El Gráfico, el hombre de Sarandí y zonas de influen-

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cia estaba “poseído por el demoníaco sentimiento de la ira”, sic. Camino a su objetivo, para colmo, ya se había cruzado con Roberto Goi-cochea, un ex árbitro internacional argentino, integrante en ese mo-mento del Comité Arbitral de la Confederación Sudamericana de

Fútbol, junto al paraguayo Carlos Alarcón y al brasileño Abilio D’Almeida, un tipo sereno correcto y sereno que hasta intentó poner paños fríos porque conocía de sobra a ese torbellino enfurecido que avanzaba con un solo objetivo muy claro.

-¡Salí de acá! –escucharon todos los que quisieron escuchar-. Us-tedes manejan el referato como patrones de estancia. ¡Hacen lo que se les canta!

¿Patrones de estancia, dijo? ¿Hacer lo que se les canta? ¿De quién estaba hablando? Le pasó por arriba y le entró a dar a la puerta con puntinazos de su brilloso y finísimo calzado a medida:

-¡Abrí, hijo de puta!–. La abolló toda como para dejar en claro qué le iba a hacer y cómo lo iba a dejar si lo podía agarrar personalmente de chanfle, con tres dedos, a dos manos, como fuera. -¡Sos un ladrón igual que tu padre, la puta que te parió!

La cariñosa alusión era para don Alberto Tejada Burga, por en-tonces ya septuagenario, que también en su momento había sido árbi-tro internacional. El paraguayo Carlos Alarcón, ante el cariz que habían tomado los acontecimientos, como acostumbra a decir la más suculenta crónica policial, puso una prudente distancia del terreno de los hechos, y una vez bien acantonado en el palco oficial de vuelta, ante cámaras y grabadores engoló la voz de la formalidad y el deber ser:

-La actitud de Grondona fue lamentable –dijo de lo más compues-to-. Los gritos que profirió mientras pateaba la puerta, eran increíbles. No actuó como le corresponde a un dirigente. Además, él sabe bien que el que pierde siempre le echa la culpa al árbitro porque es el camino más corto y fácil. Nosotros a Tejada lo seguimos teniendo en el mejor concepto, como juez y como hombre. No lo vamos a crucificar por un error, si es que existió.

Tantas precauciones fueron pocas porque el guaraní, al día si-guiente, se encontró con el patrón de estancia argentino en el aeropuer-to y quedó demudado, tanto él como su señora esposa nunca habían escuchado tanta cantidad de puteadas juntas en tan poco tiempo, más una mirada furibunda, con los ojos y el rostro inyectados en sangre. Efectivamente comprobó que tenía un insistente comportamiento que en lo formal no se correspondía con un dirigente y que también se pue-de ser un guaraní de ley y mejor quedarse en el mazo para volver al hogar lo más enterito y lo menos machucado posible. Además, tantos

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fruncimientos iban a ser en vano porque pasado el partido el otro línea, el que marcaba el ataque argentino, le dijo al eficaz urólogo y fertilizador Tejada que él había visto todo y al ser interrogado de por qué no levantó el banderín y avisó, la respuesta fue que no lo consideró conveniente por no ser su campo, ya que por aquel entonces no regía el concepto ac-tual de equipo o terna arbitral como explicó Carlos Coradina en una charla para este trabajo, conectados por la dichosa cucaracha con audífonos y micrófonos.

El operativo uruguayo para sacar a Tejada, tanto del estadio como de Rivera y del país, no se sabe si fue supervisado por la CIA, pero por las características que exhibió se lo hubiera tenido merecido. Hasta lo cambiaron de hotel en Montevideo y en el que durmió lo hizo con nom-bre falso. Las gambetas primeras fueron para conseguir una combina-ción que ni escala técnica hiciera en el aeropuerto Ministro Pistarini de Ezeiza porque todos coincidían en que si eso llegaba a suceder había que pensar por lo menos en un destino de terapia intensiva y con resul-tado final no tanto dudoso como penoso y letal.

Una vez a salvo en el aeropuerto Chavez, en la ciudad de los Vi-rreyes, unos días después el perfeccionado en Tokio por cuestiones uri-narias había amainado y aceptó a tener una entrevista con el corres-ponsal de El Gráfico, recién el viernes 21 de julio, en la que estuvo casi contrito y muy dispuesto a aceptar todo dentro del concepto de la soco-rrida, vapuleada y tan industrializada falibilidad humana, cuando llegó el momento de apestillarlo para que detallara cuándo se había dado cuenta de semejante cagadón:

-Al regresar al hotel, vi las imágenes y me quise morir. Tuve ganas

de darme la cabeza contra la pared. Pero frente a lo sucedido, lo irreme-diable, opté por dar vuelta la hoja y mantener mi vista al frente. ¡Esos son machos! Sobre todo si por ahí tienen alguna boletita impaga y que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, no jodan tanto:

-No le pido a la agente que olvide, porque el gol de Maradona del

’86 sigue siendo cosa presente y sé que estoy casi en la misma situación –sacó a relucir la Mano de Dios, pero ni una palabra de la media doce-na en Rosario, en 1978, a un costo de 250 mil dólares y un cargamento

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de trigo puesto FOB en El Callao-. Sólo pido que me comprendan. Yo no tengo dolor alguno porque simplemente no tuve mala fe. Fue un error por omisión, y nada más.

Una simple apostilla. El mencionado corresponsal no era otro que el uruguayo que ya había pasado por Argentina y había sido también enviado especial por la misma publicación en 1964, cuando otro su-puesto error de un árbitro compatriota suyo dio lugar a la que es más que probablemente la mayor masacre en un estadio de fútbol de todo el mundo, y cuyo recuerdo, atracción fatal o alternativas profesionales mucho mejores, no se sabe, lo llevaron después a radicarse definitiva-mente en la capital de los 500 balcones.16

No pasó nada. La gremial de los dueños de estancias con ganado de dos pies se entienden como tales. No hay por qué andar mezclando la hacienda. A la final en el Centenario de Montevideo llegó Brasil frente a los dueños de casa, Maracanazo siempre mediante, y estaba estipula-do que el referí fuera nada que menos que Javier Alberto Castrilli, un verdadero buscapié en misa que podía entrar a revolear tarjetas rojas para cualquier lado, y en una de esas todas para los de la verdeama-

rilho, por lo que dada su condición de por lo menos patrón de ferretería en Sarandí dio la orden directamente de cortarle el pito y evitar todo ti-po de suspicacias y que no siguieran creyendo que, como en el ‘78, con los peruanos en Rosario, podían quedarse con la ñata contra el vidrio por una vendeta argentina, nada más lejos de nuestro espíritu amplio y generoso. La explicación amistosa que se dio, a media voz, porque to-davía andaban bien las relaciones entre ellos, fue que “a Javier hay

que cuidarlo para que llegue bien al Mundial de Francia ‘98”, como efectivamente se dio. La astucia de las grandes jugadas en combinación con los grandes negocios, un poco de política menuda y hasta el próxi-mo quilombo que ya veremos cómo sigue.

Además, el mismo Tulio, con todo el arco para él, tiró afuera un gol hecho. Ganaron los botijas dueños de casa y todos contentos.

Los efectos de la entrada de la realidad a la Casa Rosada, para colmo encarnada en otro semejante personaje armado de un silbato se entraban a hacer sentir. Y todavía faltaba lo mejor, en escalada. Ya se advirtió que es un tema embrollado y un anecdotario tan surtido como frondoso donde la normalidad, si es que la hay en alguna instancia, constituye una excepción. En cualquier descuido se muerde la banqui-na y se va a parar a cualquier lado. Se lo había dejado totalmente solo hasta el entonces presidente de los triperos, José Luis Muñoz, (a) El

16

Los principales datos sobre los incidentes fueron sacados de El Gráfico, Nº 3955, 25 de julio de 1995.

Y el corresponsal mencionado era el que firmaba con el seudónimo de El Veco.

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Tuerto con dos ojos, y que podrá ser medio loco, como dicen varios en La Plata, pero no masca lauchas. Por algo, como se verá después, a los pichones de árbitros en la AFA les recomiendan desde chiquititos que hay que mirar la camiseta antes de tocar pito, nene, no te lo olvides nunca, ¿eh? Si no, como botón de muestra, no habían pasado venticua-tro horas con el sancionado arrastrando su pesada cruz que Olé se hac-ía eco de las sentidas declaraciones del secretario del club, Carlos Giménez, hombre del riñón de Muñoz, a radio La Redonda:

-Este es un hecho habitual que pasa en todas las canchas –caracterizó para poner las cosas en su justo orden, omitiendo, como es lógico la de Arsenal, All Boys y Rivera en la ROU-. Pero yo tengo muy buena memoria y me acuerdo de petardos en los vestuarios o del técni-co campeón del fútbol argentino haciéndole una cruz al árbitro. Si se sancionara como se ha pedido por los medios, algunos deberían jugar en la C.

Ahora, a la hora de dar explicaciones científicas sobre el meollo de la sanción y la ceguera, sordera y mudez de la Diosa Temis de uso ofi-cial y exclusivo en la AFA, tampoco se anduvo con remilgos:

-A Muñoz se lo apunta por su personalidad –puntualizó, sin en-trar en detalles conventilleros como que es carne y uña con la suegra del presidente de la República-. Pero se dio la casualidad que estaba negociando contratos muy importantes de la AFA con la tevé.

¿Y por qué no lo dijeron desde el vamos? ¿Saben la cantidad de pavadas que nos hubiéramos ahorrado? Encima el martes 7 de noviem-bre de aquel año el Poder Judicial bonaerense, de frondosa reputación en todos los fueros, limpiaba de polvo y paja al Tuerto, más impoluto que bebé de probeta, que pasó enseguida del mote familiar medio des-valorizante al trato de Señor Presidente, asegurando que encima nunca hubo intimidación ni cosa que se le pareciera, justo 48 horas antes de tener que jugar el ST pendiente y las cosas tan cambiadas en la tabla que los zeneizes casi podían empezar a dar la vuelta olímpica por anti-cipado. Daniel Pasarella desde la dirección técnica de River ya .había anunciado que eso no era un campeonato serio ni nada que se parecie-ra, pero creer o reventar, los pinchas estaban todos con las velas pren-didas para que ganaran los odiados triperos y así también mordisquear algo ellos por las alturas.

Boca tuvo la recuperación por fin tan anunciada al día siguiente, miércoles 8, plin, caja, 4 a 1 y a cobrar. Hubo momentos, en los dos tiempos, de 22’ y 23’, en que no se sabían cuántos y cuáles eran los bosteros porque los mejores centros al área tripera los tiraban los pro-pios jugadores mens sana.

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¿Qué ¿Entonces fueron a menos en serio? De eso ni se habla. En todo caso, no motivados lo conveniente-

mente que exigen las circunstancias, con todo el quilombo que arman los MCM (Medios de Confusión Masiva) con tal de tenerla más larga que el de al lado, y encima carecieron de la mentalización suficiente. Lo de quedar judicialmente limpio de polvo y paja por la denuncia del pelado Giménez justo el mismo día es una lamentable coincidencia. Como también que al legendario Loco Fierro, dado de baja con dieci-nueve (19) tiros por la espalda, en Rosario, donde el último jefe de polic-ía del Lole Reuteman era integrante de la barra canalla, y al acribillado lo despidiera oficialmente un juez federal “como gimnasista, no como

hombre”, en la Capital Nacional del Capitán Capucha, y el comisario Miguel Etchecolatz, uno de cuyos testigos de cargos, el anciano militan-te Julio López (76) se fuera de paseo y se ha olvidado de volver, unos cuarenta días después de haber dejado entrar a la realidad a la Casa Rosada por primera vez en la historia, es todo mera casualidad o, si se quiere, tomémoslo como la forma caprichosa que a veces tiene lo co-tidiano de manifestarse y divertirnos un poco la vida podría ser así. Pero nada más. Las fuentes bien informadas de siempre, a través de Radio Pasillo, afirmaron en posición de firme que el apriete existió en los términos establecidos hasta que en medio de la discusión salió a relucir que no les convenía hacer eso porque River les había prometido 1,5 mil dólares a cada uno de los jugadores por empatar y el doble si le ganaban a Boca. Ante tal insospechado giro, las pasiones serán las pa-siones y el fulbo es un sentimiento que no pueden parar, pero hay que ser realista con los tiempos que vivimos, en que no hay principios ni para ir al baño, semejante impensada fuente de ingresos servida en bandeja les hizo ahí nomás contraofertar que retiraban la amenaza a cambio de 2 lucas verdes por barba por el resultado en el alargue y el resultado fue que se pudrió todo, porque a los Millonarios de tales ya les queda solamente la etiqueta percudida, así que todo otra vez a Fojas

0, que ganaran los bosteros y encima que todo el mundo se diera cuen-ta que eso no era juego, ni fútbol ni nada serio que se le parezca. Por otro lado, está la perra casualidad, y el señor Muñoz no tuvo empacho en aceptarle cara a cara a un cronista de Clarín que sí, que uno de los más notorios capitostes de la barra tripera había sido em-pleado suyo en una constructora, “como correo [sic], y ahora recibe

ingresos [sic el plural] por el alquiler de una pizzería.” Punto seguido.

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Un respiro, un poquito de agua mineral por la boca reseca y siempre a quemarropa lo que sigue, sin solución de continuidad:

-En mi empresa presentó su renuncia hace sesenta días y ahora no sé a qué se dedica.

Más claro, el agua mineral. Un segundo antes lo dejaba con más

de un ingreso como rentista de un comercio que se dedica a la manu-factura, cocción y entrega de pizzas, en una de esas hasta con delibery y todo, pero en un santiamén no sabe a qué se dedica, salvo que pre-sentó casualmente la renuncia el día que se armó el resonante qui-

lombo de la presunta apretada al zumbo que también es referí. Otra vez vigente y arrasador el Reino de las Casualidades Recu-

rrentes en un país condenado al éxito. Lo de barrabravas conchaba-dos como supuestos empleados de los dirigentes, aunque figuren legal-mente en plantilla, les hagan aportes jubilatorios y demás, pero para que trabajen de barra, de parapoliciales en el club que durante la se-mana es un SA como cualquiera, en el fútbol argentino es más viejo que doblar esquinas. Porque también a punto seguido de la renuncia justa para pasar una décima de segundo antes que caiga la guillotina, el re-mate consabido: -En Gimnasia no tenemos barras –dijo, contento, El Tuerto con dos ojos, después de haber festejado su ocurrencia casi con infantil alegría y agregar tras cartón:

-¿Viste qué lindo cirquito me armaron frente a la fiscalía? –en alusión a cuando tuvo que ir a declarar por la denuncia presentada por el Bicho Verde con residencia en el Chaco-. Vi algo que no podía creer: un muchacho con una cámara que se hacía pasar por fotógrafo [y] en medio del caso me gritaba Muñoz, andate. Había gente rara allí.”17 Menos fútbol, fue un partido en que sucedió de todo y se dijo to-davía más. Como siempre, de nunca acabar. Bien a la Argentina. Por-que ya era el 14 de noviembre y otra vez el secretario Carlos Giménez, haciendo de vocero oficioso, que claro que Los Muchachos habían ido la noche anterior, como fueron a apoyarlos después de la goleada que se tuvieron que comer a mano de los pinchas, con bombos y qué sé yo, por ahí nunca falta el buey corneta que les pueda haber dicho “Mañana

no hay que ganar”, pero nada más, sin ninguna intención retorcida,

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Clarín Deportes, edición del sábado 11 de noviembre del 2006, pág. 71 y ss.

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extorsión organizada, apriete a gran nivel u otros sobredimensiona-mientos a los que son tan afectos los hombres de prensa para saciar el apetito creciente de su clientela. Nada de eso: había sido dicho al pasar, hasta se podría decir que en tren de joda. -La barra de Gimnasia, al lado de las otras, son carmelitas des-calzas –dijo con absoluta seriedad para Clarín.com. ¿No era que según su presidente el club no tenía de esos “delin-

cuentes disfrazados de hinchas”. A veces causa más que extrañeza que en la Argentina nadie perciba toda la inmensa y diáfana sencillez que encubren estos hechos.

A esta altura esto ya lucía como un derrame de petróleo en el oc-éano. Pero el bochinche Gobierno/Clarín aún no había estallado y la obediencia debida de los periodistas deportivos los hizo olvidar casi in-mediatamente de los viejos lazos de amistad entre las suegra del presi-dente de la república y madre de una senadora nacional con un perso-naje que calificarlo de peculiar no da una idea acabada, pero ayuda. Sin embargo, no se puede hacer pie del todo y comenzar con un ordena-miento del tema que aspira a vertebrar este trabajo, como es la entrada de la realidad en la casa gobierno, con todo lo que eso va a conllevar a la rastra y cuyo croquis se intentó en las primeras líneas. Pero las se-cuelas fueron una atrás de otra, como cachetadas de loco. A comienzos de octubre, siempre en el 2006, unos duritos andaban jodiendo con una huelga en el Hospital Francés, revolviendo caca con vaya a saber-se qué cosas de sueldos atrasados y aumentos, mejor atención a los so-cios y el nosocomio para la comunidad, al grito de

Y ya lo ve, y ya lo ve,

es la gloriosa Jotapé, así que el martes 10 de octubre hicieron su triunfal reaparición, sin im-portarles un catzo las cámaras de tevé y otras almóndigas, meta piña y palo, qué sindicalismo, reivindicaciones populares ni qué carajo, como si EE.UU. llegó a ser lo que es por los zurditos, si justamente los barrió a todos y los tiró para que flotaran en el Hudson, para adornar la Esta-tua de la Libertad, gracias a The Syndicate, como les decían a los mo-

nitos de Capone, Scarface & Co., algún que otro fierro de los pesados en la cintura, dejándolo ver para que no se les ocurriera hacerse los lo-quitos, nada menos que un funcionario oficial de la talla de Sergio Muhamad, (a) La Tuta, de la comisión de Chacarita Juniors y en los ra-tos libres dándole apoyo logístico a los chicos de la barra, otros de la de

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Nueva Chicago (léase: UOM y 62 Organizaciones de Villa Lugano), co-mo chanchos con la cana, incluso desde su gordura monumental, amis-toso, chacotero, con un solo dedo la mole de La Tuta, que es más o me-nos del tamaño de una de las torres de Lugano I o tal vez Lugano II, le voló a la mierda la gorra a un suboficial de la Federica y el chabón has-ta se asustó, si era todo joda, papi, somos extraoficiales o paraoficia-

les en serio, entendé. ¿Somos o no somos la misma cosa? ¿Eh? Lo im-pensado e incontrolable es que este hecho iba a tener inusitadas reper-cusiones en el 2008, en el llamado Triple Asesinato de General Rodrí-

guez, y el súbito descubrimiento que el país tenía efedrina hasta abajo de las alfombras, cuando de La Mano del Diez y especial cuerpo técni-co que lo secundaba para recauchutarlo de alguna manera arguyeron el discepoleano atropello a la razón que como no eran muy duchos en ma-teria del inglés, en el display de la farmacia habían cogido el frasco equivocado. Una década después la importancia de la efedrina, una droga de origen vegetal normalmente usada en la industria farmacéuti-ca en la elaboración de algunos antitusígenos derivó hacia aplicaciones más provechosas, sobre todo exportándola a México, con todo lo que eso significa para el nada amateur y deportivo aparato del Estado. Y la situación se puso más que incómoda apenas por unos momentos cuan-do la principal figura de las víctimas, todos con el status de empresa-

rios, apareció con varios centenares de cheques voladores, entre otras lindezas, pero justamente los únicos con fondos más que considerables habían sido para la campaña electoral del Frente para la Victoria y la candidatura de Cristina Elizabet Fernández de Kirchner, amén de ser proveedor del Hospital Francés de medicamentos oncológicos y contra el SIDA en plena intervención. El cajero oficial resultó un funcionario nada menos que del Ministerio de Salud Pública cuando más que la es-tridencia informativa acerca del narcotráfico y los dichosos carteles mexicanos apuntaban hacia un negocio tan o más sucio, integrante del trío del Delito Organizado, como es la venta de medicación vencida, adulteración de troqueles y otras maniobras con los medicamentos, to-do con el beneplácito de las obras sociales correspondientes. Después, como coletazo, tres cadáveres de jóvenes acribillados con un periplo fi-nal que empieza en Quilmes y termina en General Rodríguez.

Fue una catarata. Parecía una gala especialmente programada. Los móviles de la tevé no daban abasto. El traslado de los restos muti-lados del General al mausoleo especialmente levantado en San Vicente, el martes 17 de octubre del 2006, el Día de la Lealtad, para colmo, tu-vo de todo y para todos. Nadie se puede quejar. Tomó nota el mundo entero. Gastaron el video del muñeco, chofer y guardaespaldas de Mo-yano Jr., haciendo sus primeras armas en el fútbol, el chico, en la sede

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de Villa Dominico del Independiente de Julio Comparada, y a Madona, un gordito que oficialmente la iba de chofer y que se le sale la cadena y entra a tirar al montón con la 9mm. Si al papito, secretario general de la CGT, y a Julio Piumatto de judiciales, les atajaba los ladrillazos El

Polaco, uno de los capos de la barra conocida como Los Camioneros, del club de fútbol que tiene en primera D el actual secretario de la CGT, Hugo Moyano, en la interna del Independiente de los Grondona y Julio Comparada tallan otros personajes del círculo aúlico. Al vástago here-dero del trono, porque la CGT también se ha vuelto dinástica, que por linaje y derechos de sangre al frente del gremio de los camineros, al que él lo cuidaba como un paje posmoderno resultó ser ese tal Emilio Ma-

dona Quiroz, también de la misma barra, que fue el que sacó una Ber-

sa 9mm. y los cagó de susto a los negros del Pata Juan Carlos Medina, de la UOCRA, una rencilla que sigue y que no pierde ocasión en reavi-varse en cuanto acto público les toque compartir. El peso de la UOCRA, entre otros factores, proviene de que en La Plata y un cártel, una mafia, una barra o lo que se quiera que permite a todo aquel que quiere cons-truir en la ciudad de los diagonales fundada por el masón Dardo Rocha, contar con excelentes precios gracias a la compañías de construcción que maneja el compañero secretario general como CEO en el asunto, nada de quejas gremiales con el asunto de la seguridad. Que se vinieran nomás en banda los paraguayos, trámites municipales de celeridad ga-rantizada, tirando piedras los hijos de puta para no dejarlos entrar al mausoleo especialmente levantado cuando cualquier cristiano bien na-cido sabe que para un peronista no hay nada pior que otro, de la barra de Defensores de Cambaceres tenían que ser, también algunos pincha-

rratas, dejá que tengan que venir por Avellaneda y ahí van a tener go-

ma a discreción.

Las fotos dieron la vuelta al mundo y pusieron al país en primer plano, un lugar destacado en el que debería estar siempre, fuer es aco-tarlo, porque se trata de un país condenado al éxito. Jamás ninguna oficina de prensa o formadores de imagen logran semejante éxito y con tamaña contundencia. La del de camperita con la Bersa la barrió de to-dos los titulares a su parienta parónima, la cantante que cada tanto se manda despelotes de aquellos. El cada vez más todopoderoso gremio de los camioneros, con el gigantesco físico de Hugo Moyano a la cabeza, que acababa de estrenar una quintita en Parque Leloir que es una be-lleza, estimada en nada más que medio millón de dólares, le puso in-mediatamente asistencia legal al cumpa en desgracia, siempre tan fiel y solícito con su chico, para lo cual recurrió a su abogado de cabecera, el doctor Daniel Llermanos, el ex juez ecológico, el de los promocionados y malolientes procedimientos de la muzzarella podrida por los sures del

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GBA, a principio de los ´90, cuando la Segunda Década Infame deste-llaba como hotel de Las Vegas en una noche de gala con festival boxísti-co. En su juzgado fue que decidió entregrarse en 1994 el ya desapareci-do José Barritta, (a) El Abuelo, dejándolo de una pieza y convertido de hecho en el portavoz oficioso del casi barrabrava por excelencia nacido en la Calabria.

No importa. Banalidades. Pero los sucesos, quizá avalados por la dichosa visita del célebre

árbitro, al mejor estilo de oferta en los colectivos y otros transportes públicos de pasajeros, directamente del importador al estimado público, por remate de Aduana, la transversalidad hizo ponerle hasta la última ficha a la eternidad reeleccionista del misionero Carlos Rovira, apoyado por la UCR y la Casa Rosada a la que ya había entrado la realidad. Fue el 30 de octubre; no hacía ni tres meses de lo Elizondo y la tarjeta roja a la prensa. Se enfrentaron con un rejuntamiento de lo más surtido e im-provisado que incluyó hasta los tucanes del Parque Nacional Iguazú, encabezados justamente por el obispo emérito del lugar, Joaquín Piña, rodeado por monjas en ciclomotor como único aparato activista, y les dieron una paliza demoledora en las urnas. Un verdadero descalabro. Si Dios existe, no es una buena perso-na. O por lo menos no es peronista como Dios manda. Ahora si algo faltaba para corroborar una vez más que los fan-tasmas no existen, pero que los hay, los hay, el domingo 29 de octubre, en Rosario, dirigiendo el clásico local a mundialista lleno, el mismísimo Horacio Elizondo no vio un patadón de esos que no son ni para expul-sión, directamente para prisión perpetua con accesorias, y cuando des-pués quiso echar a uno se equivocó de chabón como un novato, le tuvo que pedir perdón y casi llamar a licitación para ver a quién echaba por-que ya a esa altura o rajaba a alguno o se expulsaba a sí mismo. Toda la mufa junta. Y para colmo no monopolizada. El, a los 43 años, en la plenitud de la carrera y de la fama, para colmo después declarando que esto así no puede seguir más: “Este

presente nos tira abajo”, le zampó textual a Clarín, el manejo del refe-rato los tiene locos y su empinado anfitrión de apenas unas pocas se-manas atrás, que había puesto todos los porotos y algunas decenas de

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miles de DNI truchos al misionero Carlos Rovira para que se quedara con toda la transversalidad y de paso con el cargo vitalicio de goberna-dor como prueba piloto y después seguir con la monarquización, la vaca se le volvió toro, la lista del obispo de Iguazú como punta de lanza les pasó por arriba y silbando bajito, entonces en el Tango 01 se fue a to-mar un poco de aire a su Río Gallegos natal en medio del más impre-sionante silencio de radio oficial de los últimos tiempos en torno al trastazo sufrido con el intento de eternización en un país donde hasta los administradores de consorcios profesionales no necesitan reelección sino que se los nombra vitalicios y para sacarlos requieren más trabajo que mancha de humedad, en la AFA se va a caer de viejo el edificio de Viamonte al 1300 y el califato del ferretero de Sarandí seguirá lo más choto si no se le cruza algún otro proyecto hegemónico, por lo que ante una seguidilla de hechos violentos en varias canchas de varias divisio-nales el CoProSeDe (acrónimo de Comité Provincial de Seguridad De-portiva) decidió aplicar por fin el derecho de admisión en territorio pro-vincial, no en Capital Federal, donde rige distinta normativa y el país pudo enterarse de boca de Julio Comparada que Independiente aplicó siempre tal medida. Cuando le pidieron el listado propio de los indesea-bles procedió a borrar a algunos a último momento, sobre todo a uno que llaman El Peruano. ¿Para qué están los amigos, si no? Por supuesto, como siempre se debe tirar buenas ondas, la pren-sa festejó las bondades del nuevo método más viejo que doblar esqui-nas, sólo que no aplicado nunca, salvo el hallazgo verbal de Julio Com-parada ante las cámaras de tevé en la puerta de la AFA, cuando el do-mingo 12 de noviembre, dispuestos a repetir el exitazo no dejando en-trar a los réprobos ya fichados que les marcaba en nanosegundos la ba-se de datos computarizada, apareció de nuevo el Lobo Feroz, incluso en su variante carmelitas descalzas, y más que nada en Independiente-Racing, el clásico de Avellaneda, y nada menos que el mismísimo Hora-cio Elizondo, como ya se apuntó en un comienzo, tuvo que suspender el partido en la mitad del ST por la batahola, aumentando así la cotización de la primorosa camiseta de colección que estrenaba el árbitro en boga, ahora más cotizable como pieza de colección, dadas las características excepcionales en que fue usada, y en la cabina del panel de pantallas de televisores del circuito cerrado de tevé, con todo el quilmobo multiplica-do por los diferentes enfoques, el ex comisario, ex árbitro y abogado Ma-rio Gallina, titular del CoProSeDe, un nombre que suena más a coope-rativa y usina lechera que a un caza barrabravas, sintió que se le salta-ban todos los tornillos, que ya estaba a punto de babear y totalmente obnubilado decidió que la única solución era dejar esos aparatitos de mierda y bajar a la tribuna y entrar a cagarse a trompadas como uno

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más. Menos mal que se serenó. En una audición radial de las miles que pululan, vía telefónica directo al aire, confesó su total desazón e impo-tencia. Eso ya no iba más. El martes 14 a la noche, en reunión especial, el Comité de la AFA también empezaba a tirar la chancleta: por lo me-nos de ahí en adelante, en un campeonato que se descojonó del todo principalmente a partir de su reanudación, después del último Mun-

dial, todos los partidos del campeonato oficial se iban a jugar sin la

presencia de la hinchada visitante. Otra vez la muñeca inflable de

goma puesta ya en práctica en dos superclásicos. En suma, el proyecto de Raúl Gamez, (a) Pistola, jefe de la barra de Velez en las épocas románticas de principios de los ’60, dos veces presidente del club con exitosas gestiones, después dirigente profesional, por último disfrutan-do el agotamiento de la impotencia, pero por lo menos enemigo frontal de Grondona y con aspiraciones en una de esas a sucederlo en el cargo de Viamonte al 1300 antes que la naturaleza lo dé de baja, y que cuan-do lo presentó la primera vez se le cagaron de risa en la cara. Asediado por los movileros televisivos al término de la reunión, el jeque de Sarandí volvió a una demostración práctica de su ductilidad y propensión al diálogo, cuando un jovenzuelo se atrevió a preguntarle cómo era posible que en otras concentraciones multitudinarias como había habido el fin de semana, entre ellas una maratón que congregó a no menos de 20 mil personas por toda la ciudad, no hubo siquiera una queja por un tarambana que de distraído se llevó por delante a otro y le metió un codazo o le pisó un callo, y en cambio cada partido de fútbol no es como la guerra, por son la guerra, a lo que el inobjetable saltó como leche hervida y se indignó por lo que para él era una comparación desatinada, como lo era cotejar a gente que va los más chota, “a quince

por hora, corriendo por correr, y sin intereses”, cuando del fondo del inconsciente no va que le salta la liebre: -Señor, no puede haber fútbol sin intereses, entiéndanlo –remató al borde de tascar el freno en cualquier momento y que a esta altura le venga a objetar, un mocoso de mierda, la irrespetuosidad de poner si-quiera en duda la existencia irrefutable del Dios Pagano, redondito, que encima es la gallina de los huevos de oro-. El fútbol no es una diver-

sión; tiene intereses. El resaltado, claro, no es del original. Ocurre que es original y se lo hace por la cantidad de marmotas que siguen hablando de senti-

mientos.

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¿Los derechos humanos y constitucionales? Para la cuantitati-va gran mayoría que no es barra brava activa y militante de ninguno de los clubes, ¿se le niega sin más el ingreso a un lugar donde hay es-pectáculos públicos, accesibles teóricamente para cualquier ciudadano común y silvestre, sin restricción ni de edad, si antes se pasa por ven-tanilla y paga la entrada correspondiente, y todo porque no es hincha de los dueños de casa? Seriamente, ¿qué se pretende? ¿Qué ante una nueva Santa Inquisición lumpen hagan un acto de constricción y ni si-quiera se atrevan a murmurar que eppur si muove? Torquemada se debe estar dando una panzada de risa, bailando tregua y bailando cata-la, como le gustaba jaranear a Julio Cortázar, de la mano de Joseph Blatter. Un día después, en la página de Deportes de Clarín, aparecía la otra variante eterna de la madre del borrego como es la siempre presen-te conspiración de la Mano Negra, la serruchada de piso, los palos en la rueda y el enjabonamiento de piso: -A veces tengo que pelear al estilo Monzón y otras como lo hacía Nicolino -proclamó el hombre de Sarandí/Zurich con escala técnica en Avellaneda y aledaños-. Ahora me toca pelear como Locche, esquivando los golpes. Pero peleo siempre y éste no es mi peor momento. Se estaba nublando feo. El mensaje había sido mandado a los destinatarios correctos y el reto estaba echado. Para colmo, dentro del mismo recuadro, acompañado de la fotito respectiva, el ingeniero Mau-ricio Macri, hijo dilecto del menemismo, todavía presidente de Boca por ser en su momento aconsejado como rampa de lanzamiento para aspi-raciones presidenciales a nivel nacional, delfín de unos de los principa-les holdings y uno de los referentes líberos más potables de la derecha neoliberal, anunciaba pragmáticamente que si bien nunca había sido grondonista, tampoco es cuestión de olvidar que al comienzo de la Se-

gunda Década Infame, porque a pesar de su radicalismo público, se había alineado en el carro de los triunfadores, como buen representante del ministerio sin cartera y que se estaba frente al Nº 2 del fútbol mundial. El otro motivo se caía por su peso, quedaba tácita en un país de neta esencia clánica: "Con tal que acá los Muchachos K no metan

las manitos, no hay diferencias menudas ni chiquitajes que valgan,

vamos a estar todos juntos también con un grito de corazón."

A la par, casi sin darle tiempo de nada a los supuestos destinata-rios de la res pública, el gobernador bonaerense Felipé Sola, con su lar-

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ga trayectoria menemista nada menos que en la secretaría de estado encargada de los asuntos agropecuarios, que viene cargando sobre la cruz todos los retobes y salidas de madre de La Maldita indomable, le salió al cruce al actual presidente de Independiente por la manera cu-riosamente selectiva en que había pasado la lista de indeseables a ser filtrados por el CoProSeDe y amenazó que si en un tiempo perentorio la AFA no solucionaba el problema con las barras bravas, “se dispondrá

que la policía no brinde más seguridad en los partidos”, lo que según él “obligará así a la suspensión de éstos.”

¡Epa! ¿No era que don Juan Manuel, Barceló y Rugerito habían muerto? El ex ministro de Agricultura y Ganadería del Chango de Ani-

llaco parece no estar enterado que la policía en funciones tutoriales de ese tipo tiene tantos o más asesinatos que las barras bravas. Además es hora que alguien se dé cuenta que el fiolo y vividor Isidorito Cañones ya está grandecito como para darle la llave y que salga de noche solo. Si lo cagan a trompadas, es problema de él. ¿Hasta cuándo el Estado, más en el caso de la provincia de Buenos Aires, se echa responsabilidades encima cuando no puede controlar a la propia policía que además de corrompida, es autora de cantidad de delitos y no justamente de los comunes, sino del mundialmente conocido como organizado? Mientras se venden las reservas naturales del país a destajo, con las reservas de oro y agua de los Andes a la cabeza, al primer ricachón yanqui y/o canadiense que le sobren unas chirolas, la nueva superstar del fútbol, el árbitro Horacio Elizondo concede entrevistas exclusivas a niños que juegan a ser periodistas, y lanza apogtemas como éste: -Es obvio que el fútbol es un gran negocio, una empresa fantásti-ca, pero puede ser una empresa fantástica que respete el juego. Debe-mos cuidar el fair play, esta es la bandera que hay que tener bien alta. Si pierde la imagen de juego limpio, la empresa del fútbol tiene los días contados.18 Minuto, referí: ¿en qué quedamos? Primero que nada que todavía tiene la imagen de juego limpio es algo que corre por cuenta de quien es indudablemente un buen árbitro pero que no lo autoriza a hablar de física nuclear ni de la cría de canarios flautas. ¿Por qué no va y le pre-gunta a Bill Gates cómo hace Windows para sobrevivir con juego lim-pio? A ver, despacito, donde usted va, pita y le pagan, ¿qué son? ¿Aso-ciaciones jurídicas sin fines de lucro o “sociedades anónimas que

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Compinches – Un revista para padres e hijos. Edición ya citada.

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apañan el accionar de asociaciones ilícitas”, como le tiró un ex juez y catedrático de Derecho en la UBA?19 ¿Nunca lo escuchò al trompa Don Julio decir que el fútbol no es juego porque lo que tiene son inter-

eses en juego, algo que suena parecido pero que es exactamente su contrario? Aparte de ya haber tenido que recomprar bastante de lo re-matado durante la Segunda Década Infame, debe quedar solamente llamar a licitación para el yeso de la Quebrada de Humahuaca y todavía se cuenta con un Estado que sigue demostrando airosamente su inepti-tud, aparte de otras viejas virtudes para solucionar el problema de los gobernantes a costas de profundizar los de la mayoritaria gente común, y encima quieren hacer gala que puede custodiar y financiar el fútbol. Y a ellos, ¿quién los custodia? Y a la policía, ¿quién la vigila? Obscena-mente fanfarrones están dispuestos al suicidio en masa de seguir pa-gando el costo político de los desaguisados uniformados en las can-chas de fútbol. Justo el lugar donde el máximo y primer formador de cultura, el juego20, hace de las suyas tirando mensajes para todos los sectores de la sociedad, sean o no futboleros. Justo donde tiene lugar la formación de la identidad social21, punto crucial si los hay en el capi-talismo desde su esplendor y más todavía hoy, en pleno desbarranque.

Desde la AFA, a todo esto, con chantajes de mujer histérica, le si-guen tirando la pelota a la Casa Rosada y ahí la siguen recogiendo a tal punto que las angurrias electorales de permanencia en el sillón sí o sí los llevó a fletar barras a Sudáfrica 2010 y comprarles la difusión por tevé a costos de cocote francesa. Nunca se les ocurrió que los exitosos dirigentes que se llenan de plata con esa empresa fantástica que es el fútbol, al decir del más exitoso árbitro local y mundial, cargue con las cuentas de pagarse su propia policía, cuidar vidas propias y ajenas con-tratando sus propios cuidadores como los nuevos ricos cuentan con un miniejército para custodiar sus barrios privados y sus countries.22 En una palabra, privatizar la violencia futbolera y que le saquen la care-ta de entidades jurídicas sin fines de lucro cuando hay cantidad de jugadores, para dar un ejemplo, que no tienen idea quiénes son sus dueños y en los dichosos Dormis, verdaderos criadores de cracks don-de se imparte una ética más que dudosa con respecto al fair play y el

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Romero, Amílcar. El chico de la sombrilla. Ob. cit. La afirmación pertenece al doctor Jorge Moras

Mom, titular en ese entonces de Derecho Penal I en la Facultad de Derecho y de Delincuencia Infanto-

juvenil en Psicología, ambas de la UBA, y fue hecha durante 1984 en una entrevista con el autor y tam-

bién en forma pública para el programa Yo fui testigo que difundía Canal 13. Para comprar edición en pa-

pel o bajar gratis en PDF, click aquí. 20

Huizinga, Johan. Ob.cit. 21

Ruitembeek, Hendrik M. El individuo y la muchedumbre. Identidad y sociedad de masas. Paidós,

Buenos Aires, 1967, 220 págs. 22

Romero, Amílcar. ¿Por qué no privatizan la violencia? En Río Negro, Sección de Opinión, General

Roca, febrero 23 de 1990, pág. 11

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respeto al otro, aparte de que se violan descaradamente los Derechos

del Niño que Argentina fue uno de los países signantes, sólo para sacar cuantitativamente unos pocos valores de primera línea y la gran mayor-ía quedar fuera del circuito colectivo, al garete, sin oficio y sin educa-ción, listos para empezar con el pegamento, algún porrito, birra o di-rectamente falopa de la berreta que quema los pulmones. A todo esto, como siempre hay touche para que siga vigente aquella vieja fórmula radial de la Revista Dislocada de los años ’50, en cuando a se diche pero no lo vamo a haché, no habían pasado 24 horas de la decisión de no dejar entrar a los partidos más que a los so-cios y abonados a plateas del club local en todo el país, cuando el Con-sejo Federal de la AFA, que está bien, que hagan lo que quieran, si total esto pasa nomás que en la capital de la República de la Pampa Húme-

da23, así que en los Torneos Argentinos A y B, como así también en to-das las Ligas del Interior, el Fútbol Chacarero, como se le dice, el que se juega en el país que queda atrás, en el fondo, dando para el lado del gallinero y las rayas con nuestros hermanos limítrofes, nones: pueden entrar todos, locales y visitantes, total si se matan ni siquiera se ente-ran, como al policía tucumano que bajaron en un boliche y lo publicó El

Liberal de Santiago del Estero porque parece que en La Gaceta local no tuvieron tiempo o no tenían corresponsal en el lugar. Nadie se dio por enterado, por supuesto, que como se verá después, fue en uno de esos apacibles nichos de bucólica paz donde se reeditó la leyenda britá-nica de patearle la cabeza al danés y dieron de baja a un árbitro entre varios con esa mecánica, hecho inédito en el mundo y como siempre, para la prensa del momento, porque se estaba dando justo un brote de violencia futbolera en esos lugares tan lejos de Dios como de Buenos Aires. En síntesis, ni en las AAA, menos en el SADRA, lo tienen regis-trado como a un compañero inmolado mientras cumplía su gestión. Por otro lado, como viene ocurriendo desde la desdichada Ley de

la Rúa, cuya soberbia inutilidad, de haberla sabido entender a fondo, de enterarse que tuvo la osadía de ponerle su nombre a algo de lo que no había ni garabateado los borradores, nos hubiera evitado males mu-cho mayores, entre otros, que treinta compatriotas siguieran respiran-do, que jamás tuvo vigencia en la provincia de Buenos Aires, entre otros feudos federales del país unitario, y con la que quisieron reemplazarla, emparcharla o no se sabe qué, fue para que sirviera solamente en la

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Archetti, Eduardo. Ob. cit.

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Capital Federal y le devolviera inadmisibles atributos represivos a la po-licía. No hay que desesperar: Duhalde como gobernador bonaerense dejó una en vigencia exclusiva para el primer estado del país que prevee hasta la construcción de cárceles especiales para Los Muchachos, a lo que en las comunes, que ya tienen un sobrepeso mayor a un barco fili-pino, cuando cae uno lo violan y hasta pueden matarlo porque la delin-cuencia común los considera buchones24 sin más, cosa juzgada; Gus-tavo Beliz dejó el Ministerio de Justicia del Gobierno K sin poder con-cretar su propio proyecto al respecto; Daniel Scioli tiene otra en su es-critorio de la presidencia del Senado de la Nación, lista para desenfun-dar; y en la Casa Rosada también anunciaron que anda dando vueltas un engendro que con suerte y viento a favor todavía puede ser mucho peor que todas las demás juntas y de paso seguir galvanizando la frag-mentación pendiente y jamás afrontada, como también la etiología co-

lectiva, no individual de ese tipo de delitos, y se terminan metiendo presos a ellos mismos. Completando la lista, el multifunción Aníbal Fernández también tiene en espera un proyecto propio, algo que no le impidió que un tropa propia como el quilmeño Arturo Mallo craneara el proyecto político de las Hinchadas Unidas Argentinas como escuelita de líderes sociales (sic), fletaran casi 300 a Sudáfrica 2010 y uno se quedara allá, en el depósito de cadáveres de un hospital privado, infar-tado en medio de una mocha después del generoso 4 a 0 de los alema-nes y nadie se quiso hacer cargo de los gastos de repatriar el cadáver, qué más da pudrirse en los arrables sudafricanos que en el GBA. Siempre entre la realidad y la solución de sus problemas nos falta justo una ley, malévolamente coincidente que es justo la necesaria y esencial sin la cual no se puede hacer nada. ¿Será por eso que el Presi lo invitó a Horacio Elizondo a la Casa Rosada y que por lo menos im-ponga las 17 reglas famosas y después no tardó en precipitarse toda la que se vino? En el fondo, lo mejor de todo, es que nunca pasa nada. Nada en el sentido de lo anunciado con tanta formalidad y pompa. Por ejemplo, de la famosa apretada del martes 7 de noviembre en Estancia Chica a los jugadores de Gimnasia y Esgrima para que fueran a menos con Boca, se ventiló una semana después, además del ya señalado que justo re-nunció cuando se estaba empezando a nublar y que en el plantel se venía la degollatina: -Muchachos, me cansé –reveló Clarín que les dijo ese mismo día, 24

Incluso en la jerga de uso diario, delator, alcagüete. Pero aquí está usado en su sentido original como

es en la jerga delincuencial llamado el confidente policial.

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después del episodio, el cordobés Marcelo Goux, (a) El Indio, a sus compañeros-. Me voy por cuestiones personales y anímicas. No juego más en Gimnasia. Antes de que comenzara iba a tener arreglado todo lo de la resci-sión de su contrato y para ese entonces prometió hablar. Otros seis, por otras cuestiones personales e igualmente tan o más anímicas, seguirán el camino de tomar por 60, derechito hasta la 13, giro a estribor hasta el rulo de entrada sobre la 32, Camino Centenario, su ruta. Desde 1697, en que Charles Perrault escribió Le petit chaperon rouge se tendría que saber, ser de dominio público que no hay que señalizar los bosques con miguitas de pan y que con El Lobo no se jode.

Pero no hay caso; la gente no termina de aprender. La medida tampoco fue tan a la bartola. En sus consideraciones el Comité Ejecutivo que preside Julio H. Grondona pidió las correspon-dientes disculpas a lo que calificó de “público leal” y anunció que va a haber muchos más partidos por tevé, anticipando que iban a liberar a los cables que tienen restringida la emisión en vivo y en directo en las zonas influenciables por el lugar donde se juega y que también se ini-ciaban apuradas tratativas con los que tienen el contrato para que sean más de seis, como regía hasta el momento de la prohibición, los que de ahí en más comiencen a llegar en forma directa con un aumento de cos-tos que no se especificó quién los va a solventar pero que a nadie va a sorprender porque son siempre los convidados de piedra los que pagan los platos rotos. En este caso específico, entre los damnificados se en-cuentran los árbitros porque, como se verá sobre todo en entrevistas con aquellos que tuvieron una larga y destacada carrera, la irrupción de las camaritas fue el verdadero cuco que alteró casi sustancialmente su función y en algunos casos puede llegar a ser una molestia difícil de so-portar y, sobre todo, de superar.

Ahora la reacción no se hizo esperar porque a todas luces era pe-or el remedio que la enfermedad. Mientras por un lado, las barras ama-gan sindicalizarse, con lo cual, en la Argentina, eso es un claro indicio de que piensan organizar la desorganización, el caos y los enfrenta-mientos, el domingo 19 de noviembre dos piquetes de hinchas quisie-ron impedir que los jugadores de Racing y San Lorenzo viajaran hasta el Estadio Unico de La Plata, donde deberían haber jugado a puertas ce-rradas, justamente por los incidentes protagonizados por simpatizantes de la Academia en el último clásico de Avellaneda, que terminó desqui-ciando al ex árbitro, ex comisario y abogado Mario Gallina, funcionario

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provincial encargado de diagramar los respectivos operativos y luego controlarlos por el circuito cerrado de tevé.

El viernes 17, en adelantado para tevé abierta, hasta poco rato

antes, los jugadores de Argentinos Juniors e Independiente no sabían si salían o no a la cancha. Las medidas adoptadas por los dirigentes raleó considerablemente al público, como es obvio, y los grotescos folclóricos dieron rienda suelta como la prohibición de entrar a una nena de ocho años por no tener carné de socia, los jugadores visitantes saludando a una popular vacía mientras que tras la vigencia del aparente hecha la

ley hecha la trampa, que en la Argentina es todo lo contrario, como que cada trampa tenga su ley y se mantengan las formas a toda costa, los contingentes de turistas extranjeros disfrazados de periodistas para eludir los controles y no afectar una de las franjas más prósperas del negocio donde por un poco más de dinero esos especímenes exóticos, ávidos siempre de lo no habitual, se ven un partido de fútbol con un aliño que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo.

El virrey de la AFA estuvo al borde de un ataque de nervios por la

manera cómo evidentemente le están cascoteando el rancho. En una semana intentó dos veces comunicarse vía celular con el todavía jefe de gabinete todoterreno Alberto Fernández, bichito colorado de la primera hora, pero no pudo ser. Desde el atento matutino La Nación se argu-mentó que es un hecho a gritos que en Balcarce 50 patrocinan un cam-bio de gabinete en el Ministerio de la Pelota y que los candidatos más firmes son el ex comunista Carlos Heller, la cabeza visible del cooperati-vismo bancario y del Fondo Movilizador de Fondos Cooperativos, un viejo nicho de la alianza en sordina entre radichetas y peshetos, sobre todo en la pampa bonaerense, y el alfonsinista Raúl Gamez, (a) Pistola, ex jefe de la barra brava velezana y dos veces eficaz presidente del club, en los últimos tiempos abiertamente enfrentado con Grondona bajo la acusación de no defender los intereses de los clubes y uno de los pocos que no aceptó las regalías de pasarse Alemania 2006 a cuerpo de rey y a costas de la AFA, a casi 15 mil euros por barba junto a los 250 que integraron la comitiva. Incluso Julio Humberto los amenazó pública-mente con la quita de puntos a los que no fueran a jugar, que al final quedaron los de Racing y San Lorenzo, aunque por supuesto fueron ca-si milagrosamente exceptuados de la medida general, que tendrían que haberlo hecho en el Estadio Unico de La Plata, que ya no saben qué hacer para usarlo para lo que sea, pero sin público de ningún tipo, ya sean socios o no, en contra o a favor, y que tenía que haber sido dirigido por el sargento Daniel Giménez, ya convertido allí el escenario de sus más grandes éxitos porque en esta nueva instancia ni siquiera pudo sa-

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carse la ropa de civil con que había llegado nuevamente desde el Chaco. Dos piquetes se plantaron frente a sendas concentraciones en el centro de la capital y sendos contingentes de la Guardia de Infantería, pertre-chada como para una guerra química, puso en claro que la no presen-tación no fue debido a los que fueron fotografiados y agregados a la lista de indeseables. La amenaza más fuerte residía en que les habían avisa-do que si salían los micros iban a ser baleados en el trayecto de la ruta a la capital bonaerense. A todo esto, hubo a varios jugadores que hicie-ron punta para el paro y los dejaron solos a último momento, en las canchas los pocos civil y políticamente aptos para ingresar a criterio de las autoridades dieron vuelta banderas y no escatimaron medios para protestar al unísono contra la medida, y ya que estaban, contra los diri-gentes, la prensa, los jugadores, el gobierno y todo lo demás, demos-trando nuevamente que solamente están de acuerdo con ellos mismos, si es que no los apuran. “Es el ejemplo más claro de que el campo de

la irracionalidad se ha extendido”, pronosticaba un agorero análisis del matutino de los Mitre el lunes 20, desde su edición online para toda la red. “Un caos generalizado se apoderó de nuestro fútbol.” ¡Vaya con la primicia! Como cereza del postre le agregaban otro de los fetiches de la época, como son las supuestas encuestas de opinión que nadie puede comprobar y si lo hacen sirven tanto para un fregado como para un barrido, pero en ésta se asegura que el 90% de los casi 10 mil con-sultados habían respondido que el vierreynato del hombre que mayores logros deportivos y cantidad de muertes logró durante los 27 años de mandato que llevaba hasta el momento tenía que colgar la corona y, a lo sumo, instalarse en Zurich a disfrutar del sillón de la tesorería de la FIFA, un quiosquito por cierto nada desdeñable. “Por ahora la sensa-

ción es que el fútbol es tierra de nadie”, cerraba enfáticamente el in-forme firmado por Martín Castillo. Desde que la tucumana Florencia Romano no le había tirado los perros con todo y obligado a sentarse en la comisión respectiva del Congreso, reclamando sus derechos de poder pitar un partido sin que importara el sexo, que El Hombre de Sarandí no recibía tan tupido y a dos manos.

La edición única del dominguero Perfil, de la familia Fontevechia,

largamente ligada a San Lorenzo de Almagro, a punto que iniciaron sus aventuras editoriales en los ’70 con El Ciclón, casualmente el otro equipo exceptuado de la quita de puntos, junto con la Academia de la que es hincha el santacruceño presidente de la república, titulaba a to-do lo ancho de su primera plana:

EL GOBIERNO QUIERE DERROCAR A GRONDONA

Y HABLA EL PRIMER “ARREPENTIDO” DEL FUTBOL

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El copete de bajada no es menos lapidario:

La Casa Rosada se mete de lleno en la interna de la AFA y

para conducirla puso en marcha el denominado “plan anillo de

oro”, que es monitoreado por Alberto Fernández y apuntaría a ubi-

car amigos del poder en la conducción del fútbol. Por su parte,

Andrés Ducatenzeiler, ex presidente de Independiente, rompe el

código de silencio y habla de la relación dirigentes-barrabravas,

partidos arreglados y el negocio de la tevé.

Di Zeo, a un paso de la cárcel.

Espectacular, muy oportuno, comercial y típico de la editorial de la familia Fontevechia, pero piaba tarde la paloma. Al manejo de los árbitros y a Jorge Romo ya los había puesto en la picota Javier Castrilli en 1998, por más que la personalidad de El Sheriff despierte polémicas y polvaredas. Y el único que trató de hacerle frente, entre la quijotada y la ingenuidad, fue Teodoro Nitti, fallecido en setiembre del 2004, con una trayectoria de 30 años en el referato, al único que se le hizo una cena de despedida y se le entregó una plaqueta recordatoria, capaz de cogotear a un jugador adentro de la cancha como hizo con un brasileño en la cancha de Estudiantes porque lo trató de ladrón y si no se lo sa-can de entre las manos lo deshacía, el que también se quedó esperando a un DT de Banfield en el bar al lado de la AFA con un 38 a la vista en la cintura porque éste le había anunciado que lo iba a matar si le pasa-ba el informe de lo sucedido en el partido y Nitti contestado que lo pa-saba el martes y que después lo esperaba allí, que fuera armado, por favor.

Aparte de lo peculiar y excepcional de la personalidad de Nitti,

también fue implacable para la autocrítica de cómo lo embalaron dos dirigentes y lo enfrentaron a Grondona para intentar suplantarlo en la AFA. Fue en 1991 y sacó solamente un voto. Por una rara casualidad la sesión fue televisada y los cuatro votos que aparentemente tenía en un principio se redujeron como por arte de magia de las cámaras encendi-das.

Quedó en la lona. Se había tragado el anzuelo hasta tal punto que

a los 60 años había hipotecado la casa y vendido el auto para pagarse la campaña. Quedó peor que Tarzán porque encima no lo acompañaba ni la mona Chita. Ya Julio Humberto Grondona no había tenido empacho en tildarlo públicamente de hijo de puta, cosa que practica con frecuen-cia, pero Nitti tenía que sobrevivir, enrolló el orgullo y todo lo demás:

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-A esa edad, ¿quién te da laburo? -contaba abiertamente, sin ta-

pujos. Y claro, si siempre todos los caminos condujeron a Roma, acá no

había más remedio rumbear para Sarandí, a la ferretería que tiene ado-sado un corralón de venta de materiales de la construcción que los hermanos heredaron de Grondona padre, un inmigrante como tantos otros.

Fue al pie y sin corbata: -No te preocupés –le dijo el magnate del fútbol que atiende en un

sucuchito de oficina de la ferretería familiar o en la administración de la estación de servicio que tiene su hijo Humbertito por ahí cerca-. Algo vamos a hacer.

Al poco tiempo, apenas unos días, tenía un puestito en el Colegio

de Arbitros para pucherear. A unos periodistas deportivos el imprevis-tamente beneficiado les regaló la mejor definición que se haya escucha-do nunca:

-Es el Rey de los Caciques –redondeó para siempre.25

¿Se necesitaba algo más? En la presunta entente golpista, en de esas serruchante de piso o por lo menos desgastante, también apuestan a la fórmula Heller-Gamez y de la que Clarín y TyC forman parte del entente a través de la manija del Poder Ejecutivo que es el Jefe de Ga-binete, un fanático de Argentinos Jrs. que casualmente, como ya se se-ñaló más de una vez a la pasada, empezó a arrimar el bochín a las altas esferas en una lista sábana confeccionada con el más increíbles surtido de retazos de todos los colores, que iban desde Domingo Felipe Cavallo y Gustavo Beliz a la cabeza hasta Borocotó como cereza del postre26, culminando por el que era joven Borracho del Tablón, el delfín macris-ta Diego Santilli cuando su padre, el menemista Luis Santilli, era presi-dente de River, y también Silvia María Eva Gottardi viuda de Barritta, con el remate ácido de la actriz Elena Cruz, presidenta del fans club de Jorge Rafael Videla, cuya asunción provocó el clásico escándalo de pro-porciones justamente cuando Alberto Fernández abandonó el sitial para ir a ocupar el puesto que le había dispuesto Kirchner en su primer ga-

25

Matutino deportivo Olé, edición del 30 de noviembre del 2003. El subrayado no es del original. 26

En la red hay una página con la fotito de la boleta y el detalle completo del staff. Clic en el subrayado.

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binete. Viceversa también vale y el resultado siempre es el intolerable, antipático e insostenible empate.27

De amplio espectro la listita. El Mingo de la Fundación Medi-

terránea se las siguió arreglando para fracasar brillantemente al lado de las vergonzosas gestiones del ecuatoriano Abdalá Bucaram, también con berretines futboleros y cuyo hijo jugaba en primera porque era hijo de como única habilitad, el fino y delicado Botis Yeltsin de la Rusia pos perestroika, volver por sus fueros al gobierno triste del Chupete De la Rúa y obedeciendo a su condición de muñeco con pies redondos, siem-pre tener cámara para intentar seguir demostrando que lo que fue de una manera, en realidad fue exactamente al revés. El ex cronista depor-tivo de El Gráfico, Gustavo Beliz, que salvó su vida milagrosamente en la cancha de Racing cuando La Guardia Imperial lo identificó y tenía sentencia de muerte sobre toda la gente de la Editorial Atlántida, sindi-cado siempre como Soldadito de Dios, es decir, hombre del Opus Dei, también llegó a la primera administración kirchnerista y como jefe de Castrilli en el rubro Justicia, el inefable Luis Barrionuevo lo descalificó porque dijo que usaba zapatitos blancos con respecto a la inmaculada corrupción reinante, y al tener que irse con cajas destempladas también dejó en el escritorio como herencia otro proyecto de ley contra la vio-

lencia futbolera. Sin espacio en la política local o mejor porvenir en el exterior estaba pasando los días en un bastante encumbrado puesto de un organismo internacional con sede en Estados Unidos, como no pue-de ser de otra manera.

Desde un semanario de actualidad no muy agraciado por las pre-

ferencias masivas, perteneciente a los publicistas ligados por décadas a El Gráfico, desde una tapa con un gran close up de su cara, el monar-ca indiscutido de los indios del fútbol argentino proclamaba lo más cho-to cuando todavía no se habían aquietado las aguas en su contra del todo:

-Si Clarín no está de acuerdo conmigo es porque todavía estoy

haciendo bien las cosas. ¿Qué tal? Cuando antes jugaba en Deportivo Laferrere y con cada gol se

trepaba al alambrado, cosa de no jugar un partido de cada cuatro, has-ta ese momento uno de los popes de Futbolistas Argentinos Agremia-

27

JEU, Bernard. Análisis del deporte. Barcelona, 1989, 210 págs.

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dos, el único sindicato de cuentapropistas manejado por jubilados, pa-ra colmo últimamente acantonados en el lujo híbrido cinco estrellas del Hilton que fuera cuartel electoral ibarrista, Jorge Domínguez, (a) El Po-

tro, celular en ristre, como está de moda, el domingo 19 al atardecer posó para las cámaras y anunció su renuncia indeclinable hasta que la declinación correspondiente no indicara lo contrario. Su compañero de fórmula no lo acompañaba en el pronunciamiento porque al parecer es-taba en otra reunión, buscando ya un líbero para el relevo definitivo y darle el pase en blanco. Es que ya habían logrado capear un temporal encabezado por el repatriado Juan Sebastián Verón, (a) La Brujita, para parar la fecha, para los analistas sutiles amparado por el Paraguas K desde que consiguió que el presidente de la Nación le deje a Estudiantes de La Plata seguir con la cancha en esa aberración urbanística que es un predio fiscal con pulmón verde en plena ciudad, rodeado de institu-ciones educacionales medias y universitarias, y de pronto les pega un piñazo un obispo misionero que de política comiteril no sabía ni cómo se ponía una boleta en las urnas y encima les entró a desbordar al último hombre nada menos que las barras bravas por los laterales. Y si faltaba algo fue la reaparición (telefónica) en TyC de El Diez, con una lengua bastante traposa, en nombre de sus hijas, como es su costum-bre, y tirándose de frente contra los que están en la cancha de espal-

das y no ven los túneles, las jugadas y hay que contarles quién hizo

los goles, es decir, las barras bravas, pero cuidándose de nombrarlas con nombre y apellido, ya que en su momento las sostuvo con generosi-dad monetaria y afectuosa no sólo para que fueran a México ‘86 sino pagándoles banderones a La 12 con su nombre y alentando desde el palco especial junto a ella, batiendo el bracito tatuado con la imagen del Che Guevara al compás, para repetir la perfomance, con perfil más bajo y en sociedad con Bilardo, en Sudáfrica 2010 y el flete de una veintena, uno de los cuales se quedó para siempre porque en una diferencia in-

testina lo dieron de baja y los viáticos cubrían sólo el regreso con vida, de los fiambres que se hiciera cargo la familia que para eso está. Todo esto en medio del fallecimiento de Saúl Eldolver Ubaldini, bautizado así por su madre en homenaje a un héroe radioteatral de la época y Chichín como sobrenombre familiar, más popularmente conocido por el mote de El Triste o Saúl querido, como lo inmortalizara en una novela homónima una muy audaz periodista que consiguió reportearlo en un hotel alojamiento y develar su afición por los gases bajo las sábanas pa-ra luego aspirarlos con fruición haciendo fuelle, en su juventud oficial de la Policía Federal egresado de la escuela Ramón L. Falcón, un que-

mero fanático que tuvo su apogeo con campera de cuero negra y trece (13) huelgas generales al gobierno de Raúl Alfonsín al frente de la CGT bajo la férrea acusación de enfrentar sin concesiones, como trabajador,

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a un agente de la Coca Cola y el FMI, quien lo tildó públicamente de “mantequita y llorón”, por su facilidad para la oratoria con lacrimales incluidos cuando largaba sus catilinarias tan monótonas como senti-mentales, también que el salario de los trabajadores como variable

de ajuste no se podía aceptar, y terminó sus días opacado, deslucido, casi doblado por la Segunda Década Infame que le pasó por arriba co-mo alambre caído, silenciosamente alineado de hecho tras el Síganme,

no los voy a defraudar, después de haber tripulado airosamente el menemóvil, blandamente gratificado como premio consuelo con una banca de diputado nacional, traje y corbata al tono con el ingreso al Primer Mundo, a pesar de algunos arrestos revoltosos que lo dejaron en tal soledad que a la hora de elegir el lugar del velatorio discretamente sus propios cumpas le cerraron las puertas del templo de la CGT y lo mandaron a que le armen una capilla ardiente en el Salón de los Pasos

Perdidos del Congreso, ya que en los últimos tiempos sólo le quedaba una asesoría en un ministerio kirchnerista. Los tres atados de cigarri-llos diarios lo llevaron al cáncer que lo postró en una clínica privada y a conducirlo a último momento a fallecer en el domicilio de su segundo matrimonio. Su velorio y su entierro congregó a una multitud de ausen-tes. Unos pocos lo acompañaron a la Chacarita y ayudaron a acomodar-lo en un nicho cualquiera de un pabellón cualquiera. El viejo Globo de Huracán, aunque no con gran despliegue, con una maquete en telgopor, por lo menos se acordó a última hora de estar presente con el que había solido ser un prestigioso hincha y ahora le quedaba el supremo dirigen-te bancario que cuando agarró la presidencia se desfondaron todas las cajas y a fines del 2009 fue a dar en chirona, sin agua caliente para ba-ñarse y 75 años en el pelo blanco, acusado de ser una de las cabezas de la Mafia de los Medicamentos, una de las actividades que con el nar-cotráfico y los alimentos para la ONU forman el tríptico del Delito Or-

ganizado. Además de secretario general casi vitalicio de los bancarios, Juan José Zanola supo ser presidente de Huracán, pero tras su gestión al castigado globito de Parque de los Patricios no le dejaron ni el aire…

Un viejo tango ya lo dejó cantado para todos los tiempos: “Cuan-

do la gola se va, la fama es puro cuento.”

Asimismo, siempre concurriendo puntuales a la cita y en medio

del aquelarre aparentemente futbolero en un país donde siempre lo

que empieza deportivo no tarda en devenir político, el cumplimiento de dos meses de la desaparición del septuagenario Julio López los pescó sin ninguna noticia, como iba y va a seguir sucediendo, y en cambio la más que obvia aparición del Ministro del Interior ante las respectivas cámaras de tevé, el cervecero Aníbal Fernández anuncian-

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do que la seguridad estaba garantizada para todos y que si los jugado-res no querían jugar era por un problema de ellos, no por falta de ga-rantías. También, como si el tiempo no hubiera pasado desde el asesi-nato que sigue impune de Adrián Scaserra, en 1985, y el aciago Fer-nando de la Rúa se enancara en el supuesto vacío legal que también impedía toda acción civilizadora, anunció que se tiene en barbecho otra ley que permita actuar, que viene a ser la sexta, si se toma en cuenta las tres ya dictadas en dos décadas y las dos que están stand by. Con qué background se va a legislar o se seguirá chapuceando a la bartola, cómo va a ser y sobre todo, quién las va a hacer cumplir, ya se verá, no es cuestión de andarle buscando siempre pelos al huevo. Además de haber sido miembro de la comisión del club, intendente de Quilmes con algunas alternativas de thriller policial berreta y haber intervenido en la compra-venta de jugadores, este Fernández forma parte de la troika indestructible con su cumpa José Luis Meizner, mano derecha de Grondona, y el ahora camarista en lo Civil Julio Casanello, uno de los intendentes del Proceso, radical balbinista de García Puente que se tu-vo que mudar al duhaldismo porque los alfonsinistas no querían pianta votos después de su publicitada entente con la barra del club a raíz de los hechos en la Vuelta de Rocha en la Noche de Reyes de 1983 y ter-minó en el Comité Olímpico de la mano de uno de los abogados de Carlos Monzón, donde siempre con su tendencia ascendente en el 2005 llegó a la presidencia y tres años después lo tumbaron en medio del escándalo mediático correspondiente y a cargo de las buenas concien-cias tardías.

El afianzamiento de la Quilmes Connection tendrá sus picos con

el ascenso de Aníbal a la Jefatura de Gabinete del gobierno de Cristina Fernández, pero siempre bajo su control el miniejército de la Policía Fe-deral que se trajo del rubro de Interior, los derechos humanos y el con-trol de las armas por parte de los civiles al también supervisar el RE-NAR, donde por esas cosas de la civilidad está al frente el hijo mayor de Meizner y en otro puesto clave para las autorizaciones el vástago de otro puntero anibalista, ligado directamente al macabro affaire del bolita adentro del freezer, y por último todos juntos en el monopolio estatal de la tevé futbolera a unos costos siderales y un aparato burocrático co-rrespondiente, que también supervisa la imagen presidencial y donde se cuenta por docenas los que mojan el pancito con avidez, dejando de lado las exhumaciones de los menemistas más empedernidos y un pro-selitismo con vistas al 2011 que pasa por los tablones reales y los vir-tuales, algo de un muy dudoso resultado, que lo pueden pagar caro en lo político pero que en moneda contante y sonante es plata del tesoro

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público, como no podía ser de otra manera, más tratándose de peronis-tas de pura cepa.

Así, sigue dando la sensación de que cada vez hay menos cuerpo

que aguante, a pesar de la amenaza de disolución latente que conlleva el fenómeno desde siempre, aunque la respuesta refleja siga siendo pa-tear la pelota cada vez a la tribuna más alta y lejana.28 Lo ratificaba en-tonces al otro día el mismísimo Julio Grondona, al salir de una reunión por fin de media hora con el todavía jefe de gabinete, al que frente a los periodistas lo trató simplemente de Alberto, según la edición online de Clarín del martes 21, cuando anunció que volvía todo a Fojas 0, ahí no había pasado nada, se volvía a jugar con público, pero para guardar las formas el miércoles 22 lo iba a decidir el Comité Ejecutivo. Léase: él, to-do el resto SíDonJulio. Aseguró que nadie lo quería sacar y que del go-bierno le habían ratificado que, obviamente, garantizaban la total segu-ridad. Claro que la remató con una estocada del mejor cuño nacional, de la más rancia estirpe represiva, como cuando en 1986, en Chapad-malal, en el Primer Congreso sobre la Seguridad en el Deporte29 pidió que se bajara la edad de la imputabilidad, mucho antes que el ingeniero Blumberg y otros empezaran a agitar la peregrina idea. En este caso sa-cudió sin anestesia:

-¿Qué es lo que puede hacer la policía? –se interrogó retóricamen-

te- Si tocan a alguien, los meten presos a ellos. La polisemia del verbo tocar, en un hombre nacido en Crucesita,

formado en la escuelita de Herminio Sande, perteneciente siempre al cuño más reaccionario de la UCR, que vivió desde siempre de la forma-ción de jóvenes jugadores para venderlos, en la Argentina se puede tra-ducir de muchos modos, pero en su boca es que el fútbol siempre ha si-do y será como la Copa: se mira y no se toca…Pero siempre para se-guir manteniendo las apariencias de que todo está en marcha mientras no se mueve un centímetro, don Julio y Alberto quedaron en seguirse encontrando “para ver si le encuentran una salida”, lo de la quita de puntos queda para otra vuelta, aunque el entonces gobernador Felipe Solá se mostró de acuerdo aclarando que no puede intervenir porque es

28

Romero, Amílcar. Fútbol, muerte y desintegración social. En Violencia, delito y deporte, volumen

colectivo con los trabajos presentados al seminario de Violencia e Inflación realizado en junio de 1986

por la Universidad Argentina John F. Kennedy. Recopilación y prólogo de Ricardo Levene h., Editorial

Depalma, colección Temas Penales, julio de 1987, 119 págs. 29

Radical, hay que inevitablemente acotar. Porque después, con el menemismo hicieron otro primero

que tendría que haber sido segundo, pero lo que pasa que era peronista y lo presidió Ricardo Levene h.,

al frente de la Corte Suprema de la mayoría automática y tuvo como sede el aula magna de la Facultad de

Derecho de la UBA, con una amplia presencia y anuencia policial de la Federal.

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terreno de la AFA, esto es, que volviera a quedar claro que la AFA es un ministerio sin cartera y nada de andar haciéndose los loquitos sin pa-sar por caja y pedirle permiso a papá. Una vez más se meneaba sobre la Casa Rosada donde el actual presidente había dejado entrar la realidad bajo el formato del consagrado mundialmente Horacio Elizondo, el fan-tasma del socialista Dante Panzeri, cuando citaba a aquel experimenta-do comandante de Aerolíneas Argentinas, cuando ésta era una aerolí-nea y era efectivamente de bandera: “A los irlandeses se los conocen

en los pubs; a los argentinos, en las canchas de fútbol.” A todo esto, el culebrón tuvo su otro escenario en la reunión de

Futbolistas Argentinos Agremiados donde al terminar, con la ausen-cia del renunciado Potro Domínguez y la bullanguera presencia de va-rios centenares de barras que así concretaron a la vista cómo está com-puesto el fútbol de verdad, Sergio Marchi, secretario adjunto, comunicó una decisión de tres puntos exigiendo garantías para los profesionales, el retorno del público sin restricciones a las canchas y que los dirigen-tes asumieran todas las responsabilidades. Todo esto sin mayores re-milgos, ya que dada la folclórica dislexia imperante, a nadie le importó un pomo que el sábado 18, en General Rodríguez, cerca de Luján, muy lejos del epicentro de todos los acontecimientos que merecen seriamente el tratamiento de tal, la barra de Leandro N. Alem fajó gustosamente a su goleador, Federico Quintana, asimismo como a familiares y amigos por querer irse del club para jugar en otro donde le ofrecen mejores condiciones, pero al igual que cuando asesinaron a un árbitro a pata-das en la cabeza, la violencia también tiene categorías, está jerarqui-

zada y no es lo mismo la integridad física de una gran figura que la de un muchacho que por más goles que haga pertenece a un club de mo-rondanga que milita en la Primera D. La intervención de los custodios del orden tampoco se caracterizó por alterar las tradiciones: fue bastan-te brutal y al bulto, sin distinguir agresores y agredidos, menos que menos a la hora de alguna detención porque todos se fueron tras su destino, como fue el caso del padre del jugador, pateado en el suelo, hacia el hospital local y los otros a su casa o algún boliche, a refrescar-se con una birra después del ciudadano esfuerzo hecho para que el sentimiento siga en su lugar y la neocivilización bárbara que está vi-gente se afiance definitivamente.30 De hecho, no se trata de ninguna mordacidad barata: hay dos concepciones sindicales diferentes y tam-bién Códigos Penales diferentes, del mismo modo que a los pichones de árbitros les enseñan que antes de pitar se fijen el color de la camiseta a la que van a afectar con un reglamento supuestamente igualitario sobre

30

Vargas Llosa, Mario. El hooligan civilizado. En La Nación, jueves 25 de junio de 1998, pág. 19.

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el que el fútbol, en particular, el deporte en general, basan su fascinan-

te atracción. Por el contrario, en este sentido se cumple sin cortapisas la premisa que el deporte en general, muy en particular el fútbol, tien-den a abulonar sin vueltas de hoja el orden natural en que están inser-tos.31

A tal punto la vigencia de ese orden natural inamovible que exac-

tamente una semana después, en la noche del martes 21 de noviembre del 2006, el Comité Ejecutivo de la AFA daba otra vuelta campana como si nada: “El fútbol vuelve a estar como hace quince días”, anunció casi triunfal Pedro Pompilio, vice de Boca Juniors y todoterreno de la gestión del ingeniero Mauricio Macri. Otro públicamente resurrecto, como el abogado justicialista José Luis Meizner, ex titular del Quilmes Atlético Club, con el virrey de Sarandí un solo corazón, a punto tal que las versiones en medio del despiporre lo dieron como una posibilidad del continuismo o la transición, reformuló una vieja fórmula: “Vamos a

hacer todo lo que esté a nuestro alcance con tal que no haya otra

muerte”, aseguró, algo que estará firmemente vigente hasta que se produzca otra muerte. Recurriendo a las bases de datos aparece que es este mismo personaje, en una cena show en la sede del club de 1984, en homenaje al entonces jefe de la barra brava cervecera aparentemente inocente del homicidio que se le imputaba desde la Noche de Reyes de 1983, el que leyó con emoción la sincera carta de don Julio, ya man-damás del Ministerio de la Pelota, adhiriendo sin retaceos y lamen-tando que sus múltiples compromisos no lo dejaran estar presente en semejante acontecimiento. Los ferreteros de la zona sur del GBA vienen dotados de un gran olfato. El tiroteo de la Vuelta de Rocha, con un salto mortal de dos víctimas segura y una tercera más que segura, tapada por las puertas giratorias de los juzgados de La Plata, había tenido su componente de interna peronista entre la UOM de Villa Lugano que representaba entonces El Abuelo y la ultraderecha también peronista a cargo del cervecero, que supo ser guardaespaldas del intendente de los 70, un luzfuercista aliado a Herminio Iglesias. El ahora camarista Ca-sanello, desde la intendencia, lo contrato con su asistente de campo como chofer oficial y Meizner al frente del club cedió las instalaciones para que se llevara a cabo la segunda sesión del Congreso de los Ba-

rras Bravas, la primera había sido en el Deportivo Morón de Machado Ramos, otro peronista de fuste, y ahora se necesitaba recibir la respues-ta oficial de La Bonaerense de pactar no ir con fierros ninguna de las dos partes en litigio, civiles y uniformados, se entiende, y las barras de-volverse los trapos afanados en tantas lides guerreras. Pero la policía 31

Hargreaves, Jennifer. Promesa y problemas en el ocio y los deportes femeninos. En Materiales de So-

ciología del Deporte, Las Ediciones de la Piqueta, Madrid, 1993, 202 págs.

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del Titán Armendariz como gobernador no aceptó la pacifista propuesta y la guerra, claro, prosiguió por sus cauces normales. Un poco antes, a los postres del merecido banquete, luego de la enjundiosa y huera misi-va de don Julio, que había transitado todos los lugares comunes acor-des al momento, entonados por las de tres cuartos canilla libre con bas-tante ácido tartárico, no pudieron con su genio y se largaron triunfantes con La Marchita a toda garganta. Los radichetas y otros gorilones

presentes se sintieron tocados porque habían mordido demasiado can-dorosamente el anzuelo de que se trataba de un ágape cervecero, todo por el glorioso y viejo Quilmes Athletic Club que había castellanizado Perón en su ataque hispanófilo de 1950, pero nada más, así que se le-vantaron y se fueron, no sin antes recibir una rociada de puteadas, mi-gas de pan, pancitos enteros y hasta algún cubierto usado. Justo para esa época fue cuando casi a coro el mencionado personaje y el titular de la AFA coincidían en la tapa de La Nación en que “si en este país no

hay un muerto, no pasa nada.”32 En realidad, lo macabro de los números dice que pasaron muchos más de 150, lejos se está también del doble, y tampoco pasó gran cosa, salvo periódicos espasmos histéri-cos. Sobre la quita de puntos, a pesar de ser una medida que data de hace mucho tiempo, como el ya fósil derecho de admisión que tiene todo lugar público, El Hombre o El Jefe, como le dicen, volvió a chairar el cuchillo contra el piso: en cualquier momento se aplica, ya verán, es la Lügger por debajo de la mesa, apuntando a las tripas y amartillada.

El lunes 26, sin embargo, a pesar de la presencia de representan-

tes de ambas hinchadas y de la bandera verde para que el miércoles 28 se jugara en el Estadio Unico de La Plata el dichoso Racing-San Loren-zo postergado por la prohibición para la entrada de público, la rebelión popular y de los jugadores, el CoProSeDe que dirige el ex árbitro, ex comisario y abogado Mario Gallina, en funciones parecidas o semejan-

32

Romero, Amílcar. La muerte en el fútbol. Serie de 24 notas en el vespertino La Razón desde el 7 de

noviembre al 12 de diciembre de 1985. El que apeló el fallo y consiguió revertirlo en la instancia supe-

rior, con una condena efectiva por homicidio, fue el entonces fiscal de Cámara, doctor Norberto Quintín.

La Policía Federal, durante cuatro años, jamás recibió la orden de hacer efectivo el cumplimiento y el

condenado la pasó en la condición virtual de prófugo con un comercio en pleno centro de Quilmes, pinta-

dos con los colores del club, y a sólo tres cuadras de la comisaría 1ª. Todos los viernes a la noche cenaba

con su familia en la sede social e incluso iba a la cancha cuando jugaba de local, cuidándose sólo de ser

individualizado por alguna barra contraria que en venganza lo delatara. La más que grosera anomalía fue

detectada porque alguien de su círculo íntimo lo comentó en la redacción de Crónica y la noticia tuvo es-

tado público. No hubo más remedio, entonces, que hacerle cumplir al entonces jefe Pirker que lo fuera a

buscar con un patrullero. Toda la cúpula del viejo club, uno de los fundadores del fútbol argentino, se

arracimaron en su momento tras gestión de Eduardo Duhalde en la provincia y en el Comité Olímpico.

Con las finanzas tambaleando, se la dieron en gerenciación al grupo Essex del Corcho Jorge Rodríguez y

Rodolfo Galimberti, con jefes de seguridad que eran jóvenes oficialitos del Ejército Argentino muy bien

pagos, tentados por los honorarios, algunos de los cuales, cuando todavía usaban las charreteras, eran se-

gundos de a bordo del Abuelo Barritta en la correspondiente bandeja y paraavalancha que ocupa La 12.

La gestión cuadriplicó la deuda y se mandó a mudar.

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tes desde la gestión de Eduardo Duhalde, volvió a negarse terminante-mente, pero en la pulseada los políticos bonaerenses no aceptaron y quedó en veremos, total no están en la discusión del título. A pesar de sus preocupaciones puristas al respecto, en lo que hace a la autarquía del fútbol con las instancias del mundo de los comunes y de las amena-zas que supo haber de FIFA al respecto, el virrey de Sarandí lo volvía a suspender “hasta nueva decisión”, pateando una pelota para adelante en un campeonato donde el casi seguro título obtenido por Boca, an-helado cumplir el dichoso y mediático sueño del Tri al hilo, ha sumido al fútbol argentino en eterna crisis en una primera división de tedio y hastío, como hasta nunca ahora se había dado. La otra sorpresa fue que el clásico de Avellaneda entre Independiente y Racing, faltando ju-gar 23’, cuando ha habido partidos con sólo 8’ restantes que los obliga-ron a jugar, se daba por terminado y la remera Kappa de Horacio Eli-zondo veía crecer su cotización en la bolsa de los coleccionistas.

Todo esto coincidente con el anuncio en Zurich que la FIFA co-

menzaba a ceder suavemente al avance de la tecnología anunciando que iba a poner desde el año siguiente, en arcos y pelotas, sensores electró-nicos que ayudaran de testificar de manera indubitable si un gol lo fue o no, tanto en su formato AAA -que siguen aguardando un veredicto fi-nal de la Cámara laboral ya favorable para terminar con los contratos

basura heredados del menemismo por el acuerdo Grondona-Marconi- y lo que podría ser otro avance de los Proyectos K sobre Viamonte si lo hay, pero sí la ratificación constante de la AFA como Ministerio de la

Pelota, como con el envase paralelo del SAADRA, los hombres de ne-

gro, el presunto Tercer Equipo en una cancha porque sin ellos no pue-de haber fútbol, volvieron a ser los convidados de piedra del gran ne-gocio que señala Carlos Mastrángelo en la charla mantenida para este trabajo. No los llamaron ni para preguntarles la hora. Menos que menos para tocar pito, levantar algún banderín solferino y cobrar algo que no sea un cascotazo. O aunque sea una puteada de práctica, cosa de que no se desacostumbren. Ni hablar de preguntarles cuánto falta y que den de una vez por todas los tres pitazos finales en un partido que es eterno porque en tanto deporte no puede serlo si no se perpetúa el conflicto. Pero el lunes 26 de noviembre también salieron a la palestra con un durísimo comunicado firmado por su secretario general Jorge Ferro donde la extensa catilinaria lo que no se termina de entender bien si son reclamos o acusaciones. V.gr.: “Existe un trato discriminatorio,

ya que mientras el Colegio de Arbitros comienza a sesionar los

martes a las 17, el representante de la AAA es citado por el presi-

dente de ese cuerpos a las 18:45, cuando los hechos están consu-

mados y resulta imposible cualquier control sobre la designación de

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350 árbitros y asistentes en un período no mayor de diez minutos.” Encima el mencionado gremialista protesta porque quiere volver al viejo bolillero y no a las designaciones a piaccere, a medida, personalizadas, como el software que se manda a desarrollar y que fue el método con que lo reemplazaron. Quiere volver al azar y no al Dedo de Dios. ¿Des-de cuándo democracia en la que siempre fue una estancia más del Res-

taurador de las Leyes y tiene vigentes normas como el fichaje de meno-res al que alguna vez un ex juez y catedrático de Derecho Penal lo miró de manera torva y creyó ver que ahí atrás hay resabios de reducción a

la servidumbre?

De alguna manera, más en un terreno donde lo que todo llega de cualquier forma se queda, ya oficialmente el 14 de noviembre del 2006, bajo el formato de medida siempre eternamente provisoria hasta por lo menos terminar el Semicampeonato IIº 2006 como sea, porque el agua amenazó por enésima vez estar llegando a la cumbrera del rancho, el fútbol argentino parece haber iniciado la marcha sin retorno cada vez más decidida hacia algún cybercafé bien cheto, tipo Locos X El Fútbol, apenas sobrevivientes bares mistongos de barrio y livings con DirecTV o quién puede vaticinarlo, directamente abonados al circuito cerrado más que exclusivo que no faltará, como tribunas virtuales y el reacondicio-namiento de los estadios, todos tabicados con apart bulin’s que a falta de avalanchas, escupitajos, meadas desde la bandeja superior, algún cascotazo, sinfín de cantitos hirientes improvisados sobre la marcha, aguantarse la lluvia, el frío, el viento y el solazo a todo trance, jamás de los jamases ni un paso atrás por los colores queridos, disfrutarán como locos de todo el confort posmodernista de la microelectrónica como por ejemplo ante un orsai mal cobrado, ratificado tecnológicamente por el replay del TeleBeam, un pena que no fue ni equivocado, se pesca el aparatejo de telefonía móvil o la palmbook de ultimísima generación, con reconocimiento de voz, nada de andar tipeando con un palito como si se le estuviera haciendo acupuntura o pinchando a un muñequito vudú, y se le manda el siguiente mensaje de TXT al receptor inalámbri-co y remoto del susodicho: “Intimo plazo dos minutos eche pata

atrás con medida desatinada bajo apercibimiento de enviarle en vi-

vo y en directo mi custodia particular y aplicarle métodos primiti-

vos tipo colgarlo del gañote, como intentóse fallidamente con el

Ñato Cossio en Parque Independencia, circa octubre 1946. También

tomarle lo que tiene arriba de los hombros para seguir el partido,

efectividad que fue probada en el sur de Córdoba, circa febrero

1972 y que data de los orígenes en las Islas Británicas. Ruégase

asimismo tener muy en cuenta el color de las camisetas si quiere

seguir pitando con sus propios fueyes y no ser reducido a cenizas

68

como hicieron Los Muchachos de Perivia o tener que arrojarle la

pelota-misil que desde entonces cuentan los de Panagura, circa

1958. Queda avisado para que no pueda argumentar el socorrido

atenuante de la ignorancia. Colaciónese, dése a la publicidad y

archívese con BCK en el HD”.33 Los entrecruces fútbol/realidad y las a veces alocadas líneas de fuga que salen de estos chispoteos tuvo una clara manifestación en Quilmes, el viernes 24 de noviembre de aquel 2006, cuando el dirigente gremial Pablo Donato Molina, de 45, fue apuñalado a pasos de la sede gremial de la UOCRA de ese distrito del conurbano, donde se estaba lle-vando a cabo una reunión con una treintena de delegados. En tanto hecho policial, el autor material fue identificado y detenido. El conflicto disparador fue una dichosa internita consecuencia de unas recientes elecciones en el gremio, el muerto estaba en la facción ganadora, los otros en los perdedores disconformes y hasta aquí el hecho no reviste mayores novedades. Si no fuera porque en el Peugeot 504 en que llelos atacantes se encontraba presente Osvaldo Becerra, (a) El Dedo, jefe de la barra brava cervecera y hombre del riñón de Aníbal Fernández en el distrito para lo que guste mandar. El nombre de Becerra, aparte de ser dueño de tres parrilladas llamadas La Posada de los Cerveceros I, II y

III, se va a empezar a disparar, por razones de relaciones sociales, de aquí en más, como un elemento repetido con diferentes distancias del núcleo, a veces en los nichos de conflictos de la UOCRA sola y también de la contienda novísima de Los Albañiles vs Los Camioneros, o con personajes como Arturo Mallo, los barras en Sudáfrica, el RENAR, el

bolita en el freezer, los tres cadáveres previamente frizados en General Rodríguez, droga y mafia de medicamentos, en una maraña que por momentos se vuelve agotadora y que empieza a dibujar a Quilmes y La Plata como nuevos epicentros de la política de la mano con el delito y

la violencia organizada.34 Se insiste: los fantasmas no existen, algunos puede haber y an-dan sueltos, pero la cultura sí y ocurre que resulta tan fácilmente cons-tatarla y tomarla seriamente en cuenta como ignorarla y tratar de pa-sarle por arriba o agarrarla a patadas en la cabeza, como si fuera un bandolero danés o un árbitro cordobés, como se insiste en repetir a pe-

33

Clarke, Arthur C. Un ligero caso de insolación. Una verdadera joya de la ciencia ficción aplicada al

fútbol que data de 1958. Bajar de la red. 34

De manera más organizada y sistemática, con otro enfoque más general, sobre este versátil personaje

del fútbol violento, la política peronista y el sindicalismo del mismo palo se pueden encontrar detalles,

además de sus otras relaciones, en un informe hecho por la bancada del ARI en torno al triple crimen de

General Rodríguez y cuyo TXT completo, sostenido en formato PDF, se encuentra en el sitio

www.slideshare.net.

69

sar de los escasos resultados satisfactorios que se obtienen. Ahora, lo anterior, engorroso, pegoteante como mancha de caramelo, es apenas una pálida muestra de la realidad que tan alegremente se dejó ingresar a la Casa Rosada en agosto del 2006. No contentos con eso, exactamen-te tres años después, a más de 600 millones de pesos anuales a cargo del Estado, la primera magistrada le estampaba la firma al contrato con la AFA para subvencionar con dineros públicos desaguisados, negocios turbios, lavaderos, violencia y demás. Como retribución, eso sí, se pue-den ver gratis, por aire y cable, todos los partidos. La spectatoritis de la mano de la Hi Tech, más irreversible que nunca35. Vamos para casa, chicos, que llueve.

35

NASH, Jay B. Tal el título del libro editado en Nueva York en 1932 y citado por Luigi Volpicelli en

Industrialismo y Deporte, una obra en la que se insiste de manera reiterada en este trabajo. El vocablo

alude a los que se considera como la principal renguera del sistema capitalista.

70

2

RIMERO QUE nada, quizá sólo producto de esta sociedad de

consumo que no va a dejar nada sin reciclar y envasar para vender co-mo si estuviera recién salido del horno, cuando ya parecía que se ago-taba todo lo extradeportivo del fútbol para mercachiflear, los árbitros comenzaron a cobrar a partir de los ’60, con un sostenido in crescendo que se ha vuelto galopante, un tan imprevisto como hasta sorprendente primo cartello mediático que llegó nada menos que a la publicidad masiva a través de todas sus bocas de expendio, desde la tevé al empa-pelamiento callejero de ciudades. Asimismo, también otros protagonismos, mucho más decisivos y que se verán en su momento y en detalle. A tal punto que los venteado-res de la Cultura Delivery encontraron que podía ser tema con perfiles y miga propios, tuvieron conversaciones, contratos, adelantos, el trato humanista de costumbre y con lo colectado, vuelto a leer, de pronto se vio una pequeña punta extraña que guardaba coherencia y que ahora pretende ser el motivo de este trabajo. Increíble la parábola en tan sólo un Mundial. Retomando, si se rebobina en particular desde el aterrizaje del árbitro internacional quilmeño y poeta Horacio Elizondo en la Casa de Gobierno, luego asesor de capangas posmodernos de lujo de las corpo-raciones para la toma de decisiones eficaces basadas en el modelo de-

portivo, más allá de los atrevimientos en algunas lecturas que se le puedan entrecruzar, no se puede dejar pasar desapercibido que se pro-dujo en el momento en que la personificación del demiurgo rechazada por todas las tribunas del mundo -pero en este caso con un prestigio bien ganado e intacto- hizo semejante irrupción en un momento históri-co de un país en que a los miembros del Poder Judicial que se salvan del jury llenos de pelotazos los palos, son temidos hasta el terror, pero no respetados y sí sospechados de cualquier trapisonda en contra de los intereses populares. La vigencia al respecto del Martín Fierro (el poema

71

de José Hernández, no el premio televisivo, por las dudas) es apabullan-te y hasta obscena. También en un período en que no hay día en que justo a la horas de los telenoticieros de aire de mayor audiencia no apa-rece una o varias Marchas del Silencio en reclamo por asesinatos, so-bre todo de menores, sin esclarecer o que esclarecidos nadie puede ex-plicar por qué no apresan y encarcelan a los sospechosos, en la mayoría de los casos policías en actividad o sujetos pertenecientes al staff del delito institucionalizado que están bajo el amparo del llamado aparato administrador de justicia que integran policías y guardiacárceles por el lado de los uniformados y magistrados, fiscales y empleados adminis-trativos de los tribunales por el bando de los vestidos de civil. En el primario mensaje en borrador, de primera mano, enviado por la escena montada en el escalón más alto de la tribuna política nacional, con des-tinatario deseado de la sociedad toda, por lo menos aunque sea en fútbol en un país con una cultura netamente futbolizada36, hay jueces respetables por lo menos en algún rubro, tanto en el orden interno co-mo en el mundial, aunque tengan de radio de acción sólo en alrededor de 6000 m² de césped. Sobre este particular tampoco puede dejarse pasar que en los últimos tiempos el protagonismo adquirido de los genéricamente rotu-lados hombres de negro ha sido algo más que notable. Y que la impor-tancia decisiva del rol arbitral, del Jugador Nº 23 del que hablará Angel Sánchez o del Tercer Equipo en la cancha que mencionará Carlos Co-radina, en el resultado final, por encima de lo hasta ahora decisivo a cargo de jugadores y técnicos, aunque por el momento instalado indus-

36

Lever, Janet. La locura del fútbol. Fondo de Cultura Económica, México, 1985, 358 págs. Esta soció-

loga norteamericana, luego de un trabajo de campo de cinco años en Brasil, enuncia la efectiva existencia

de culturas dominadas por el deporte. Luego se produjo la ya señalada hiperfutbolización, pero en

Argentina este sesgo particular tiene más antigua data y características muy particulares justamente a par-

tir de los ‘80. Con el menemismo la irrupción de ex deportistas como Carlos Lole Reuteman, gobernador

de una de las principales provincias, senador y hasta con aspiraciones presidenciales para el inagotable

conservadorismo populachero, pasando por intendentes bonaerenses ex jugadores de fútbol y funcionarios

de primera línea y también las de más abajo con el mismo origen, ex árbitros de fútbol, se coronó con la

vicepresidencia de un dudoso campeonísimo motonauta off shore que ha instituido la orden Senador

Domingo Faustino Sarmiento que reparte a famosos de todo tipo y actividad, sin distingos, pero particu-

larmente a deportistas en general y futbolistas en especial. En este terreno, con el sambenito de Ciudada-no Distinguido, no se puede olvidar la cucarda que el municipio le cargó a Carlos Bianchi como DT de

Boca Juniors a raíz de una seguidilla triunfalista de los zeneizes. Acá no se puede soslayar que la autora

de la iniciativa fue una boquense muy peculiar, la entonces legisladora Silvia María Eva Gottardi, que fi-

gura en los confusos amontonamientos como peronista pero que llegó al escaño por los votos que tuvo la

lista que encabezaban Cavallo-Beliz y por debajo de Alberto Fernández, en su momento todopoderoso

jefe de gabinete hasta que la 125 y soja decidieron lo contrario, un minestrún ya comentado antes en deta-

lle, hay que acotarle que El Abuelo, mentado capo di tutti capi de La 12, unión de la cual quedó una

hija, fue en vida acusado por el Departamento de Estado, según sacara a relucir La Nueva Provincia de

los Massuh de Bahía Blanca, el 13 de mayo de 1994, que los servicios de inteligencia de ese país no veían

con agrado su posible ingreso al mundial de ese año debido a sus relaciones con el narcotráfico y la te-

nencia de armas de guerra, algo que no tuvo la pública divulgación merecida y no por casualidad.

72

trialmente fuera del país, queda demostrado por el soborno sistemático en el Viejo Mundo, con Italia a la cabeza, y Colombia, incluso con sica-rios asesinando a la vista de todos, para ese nuevo rubro que ha abierto el Delito Organizado como son las apuestas por afuera, una especie de rentable PRODE por cuenta propia. Aquí, entre nosotros, aquí, si se quiere el motivo más doméstico es que mientras a los que tienen fueros, jerarquías y bastante soberbia, amén de sueldos que bordean lo insul-tante y no pagan impuestos a las ganancias y se jubilan con el 82% móvil, cagándose en la igual ante la ley del resto de la ciudadanía, así fallen en el amplio sentido polisémico del término cualquier barrabasa-da, hay que agachar la cabeza, a estos otros, en cambio, aunque tam-bién con la misma impotencia porque encima son más inapelables que los otros, dado el origen netamente feudal del fútbol, por lo menos se los puede putear a destajo con atronadores coros masivos y están a tiro de piedra y proyectiles de los más exóticos, como ya se verá, y ni qué decir de apretadas de todo calibre así estén abiertas las cámaras de la CNN y ni hablar del Fútbol Chacarero37, donde decir que impera la Ley

de la Selva es una falta de respeto al armónico orden que rige en el mundo de lo natural mientras no lo depreden con alevosía como lo vie-nen haciendo. En otras palabras, algo es algo: más vale Horacio Elizondo en mano que estado de Derecho volando, ¿no? Sobre este particular, hay una general aceptación que el ingreso a las canchas del mundo de la tevé produjo trastocamientos y alteracio-nes varias. Entre ellas, para los propios protagonistas, poner en el foco de la atención pública y a destacar en el imaginario colectivo el papel fundamental de los árbitros, aunque sea como objetivos puteables en toda ocasión y bajo cualquier circunstancia. “Antes el árbitro llegaba

con un bolsito y la gente no lo conocía”, describió Angel Sánchez bien gráficamente. “Ahora es un tipo mediático que aparece en las

revistas y es una figura. Todo por la incursión de los medios que lo

llevó a un grado de protagonismo que no tenía.” 38

Si vamos mínimamente a detallar este terreno de la inesperada irrupción de este tipo de personajes, aunque jamás una golondrina haya hecho verano, nadie le puede negar el papel pionero al histriónico

37

Esta nominación se aplica a las ligas del interior, desde pocos kilómetros de la General Paz para allá.

A todo esto, la Legislatura porteña del flamante engendro que es el nuevo estado federal, sin policía ni

poder judicial propio, para no ser menos, también instauró su propia distinción sobre el particular. 38

Ver TXT completo de esta entrevista en pág. …

73

y payasesco Guillermo Nimo39. Si ya dirigiendo no ahorraba en gesticu-laciones y teatralizaciones varias y muy poco habituales para la época, gracias al penal que solamente él no vio en la final del Nacional 1968 entre River y Velez, que los dejó sin el título a los de La Banda, donde un defensor del club que presidía el mítico don Pepe Amalfini literal-mente voló de palo a palo, superado ya totalmente su arquero, para sa-carla con la mano, su institucionalización a nivel imagen pública con ribetes propios no pasó para nada desapercibida, menos para un sa-bueso de fino olfato para estos casos como Héctor Ricardo García, (a) El

Gallego, fundador de Crónica, desde siempre firme junto al pueblo, quien a partir de 1974 lo tuvo dos años como autor de la columna El

silbato de Nimo para comentar el principal partido de la semana. Pero cuando compró el viejo Canal 11, apenas al mes de haber sido dado de baja como referí, lo puso bajo las luces del set en el ciclo diario bautiza-do Tangolerías, donde comenzó sólo los lunes comentando la fecha del día anterior. Sin medidores de raiting como ahora, menos minuto a mi-nuto, no tardó en ir también los viernes y así anticipar con sus novedo-sas informalidades el panorama futbolero de la fecha inminente.

-Pero eso ocurrió la primera semana -recordó el propio Nimo diez

años después ante Humo® cuando todavía era mensuario, en octubre de 1979. -A la segunda semana el productor pensó que dos días eran poco, y que lo hiciera los lunes, miércoles y viernes.

Que la minicarrera fue tan rutilante y ascendente como un cuete

de la NASA nadie lo puede negar: -Al mes lo hacía todos los días -se regodeó el nuevo personaje

público.

Esto es lo que se llama un ascenso rutilante. Sin embargo, todav-ía le faltaba un escalón más:

-Al segundo mes hacía dos micros todos los días -remató con toda la modestia natural que lo caracterizó siempre.

Indudablemente allí el personaje intuitivamente compuesto le ganó por goleada al ciudadano y empezó a ocupar su lugarcito en esa

39

A pesar de todos los esfuerzos realizados fue imposible conseguir una entrevista con semejante figura.

El único avance fue que pasara las tratativas a su secretario de prensa (sic), el que luego de algunas

balsámicas frases de circunstancias derivó todo a la sistemática y exacta respuesta de los contestadores

automáticos. Una verdadera lástima. Hasta podría haber sido divertido y no se le iba a preguntar el penal

de Gallo que vio el país, menos él.

74

frágil conjunción estelar, sí, ya se sabe, pero bóveda celeste al fin. En 1979, cuando el despilfarro de ATC Color, en pleno reinado de la Plata

Dulce después de la obtención del primer campeonato mundial, allí es-taba otra vez en primera línea Guillermo Nimo, con la tecnología brindándole todo su esplendor a los colorinches con cierta tendencia al Narco Look que dos décadas después harían suyo bailanteros y tropi-calistas provenientes de lo más granado de la cultura villera y comen-zara a imponer su presencia irreversible la inocultable presencia del mundo de la marginalidad. Pero su etapa más duradera e imperecedera fue sin duda como columnista, comentarista y más que nada arrojador de rompeportones en misa, premeditadamente arbitrario, transgresor y hasta agresivo, en Polémica en el fútbol, un programa televisivo que desde 1961, acompañando la instauración de Fútbol SA y la corres-pondiente industrialización del espectáculo deportivo, con distintos elencos, puso lo suyo para propalar a destajo la irracionalidad del dis-curso vigente en la materia y la consiguiente violencia futbolera40, co-mo también, a la vez, que el fútbol tiene méritos sobradamente propios para ser considerado un drama filosófico sin más41. A tal punto el hit

estelar que no tardaría en alcanzar ese otro estamento destacable de la cultura popular de gran consumo como es el cine nacional y obviamen-te protagonizándose a sí mismo en Gran valor (Enrique Cahen Salabe-rry, 1980), como corolario de su oficialización como referente popular otorgado por el canal del Estado que llega a todos los rincones del país, y Esa maldita costilla (Juan José Jusid, 1999). Antes de esta segunda incursión por el séptimo arte, conducido por Antonio Carrizo, participó del staff de Tribuna caliente, un pálido clon de Polémica en el

fútbol. Luciendo en toda ocasión un look estrepitoso, manos articula-das con aparatosos arabescos al aire y grandes anillos, cigarrillo eterno muy lejos, en la punta de una larga boquilla, su leit motiv entre lo despectivo, desdeñoso y grotesco encontró su cómodo y apetecible lu-garcito en el imaginario colectivo:

-Por lo menosss, así lo veo sssshhhooo -remataba cualquier tipo

de chafalonía.

40

Domenach, Jean-Marie. Ubicuidad de la violencia. En Revista Internacional de Ciencias Sociales,

UNESCO, París, vol. XXX, N° 4, 1978, pág. 777 y ss. También se editó un libro con este trabajo y todos

los del volumen, igualmente a cargo de la UNESCO, con el título general ¿Qué es la violencia? Para el

pensador francés, al igual que para Sócrates, de donde toma la idea, toda violencia es inicialmente un

abuso de poder y de lenguaje. 41

Bromberger, Christian. Ob. cit. El reinado de lo azaroso y lo injusto, al igual que en la sociedad capi-

talista con la que lo parangona, como veremos después, torna igualmente cíclicas y eternas a las discusio-

nes sobre si fue o no orsai, si el penal existió o no, lo inventaron o se trató de una interpretación capciosa,

etc.

75

Lo estrafalario, a cada rato mordiendo la banquina de lo es-perpéntico, le permitía al receptor burlarse, alardear de un pretendido rechazo de lo expresado y deslizado, pero la aceptación de su discurso era tan evidente como su permanencia en un medio donde el encendido de aparatos es la fuente de toda razón y justicia. Además, la velada re-surrección de la parcialización, de un verdadero loteo del conocimiento expresada en la vieja fórmula todo es según el color del cristal con

que se mira, permitió la infiltración, pero ya a nivel de ideología, de lo subjetivo como sinónimo de lo ultrapersonal permitido, arbitrario, opi-

nionología al paso y de taquito, cuando su origen en el latín antiguo aludía al sujeto, a la persona, pero la nueva reinstalación permitió co-mo nunca la vigencia del dividir para reinar y la verdad misma, desde el punto de vista cognitivo, se fragmentó como cristal contra el piso, en tantos pedacitos irregulares como les sea necesario a los sectores domi-nantes.

Un detalle no tan insólito como poco frecuente fue la aparición, en

1977, de La tía Julia y el escribidor, otra novela del ya consagrado Mario Vargas Llosa, con más de un elemento extraliterario porque re-sultaba imposible disimular lo autobiográfico de los ígneos amores del joven escritor de la clase alta limeña con una tía suya unos cuantos años mayor que terminó en matrimonio después de no pocos escánda-los. A esto se agregaba la presencia molesta en las aspiraciones artísti-cas de Varguitas, el protagonista, del folletinero Pedro Camacho, un bo-liviano de pura cepa, fóbico antiargentino, para más datos, y donde con filoso sentido del humor el perfecto escudamiento detrás de la ficción le viene como anillo al dedo para sacar a relucir entripados varios con los nativos de Buenos Aires y sus veleidades, unas inquinas vecinales en Sudamérica que ya habían sido advertidas por Domingo Faustino Sar-miento en Facundo (Civilización i Barbarie), que data de 1845, por las pocas simpatías que despertaba en esas gentes la magnificencia de que siempre hicimos gala los nacidos sobre la Pampa Húmeda42.

La cita del autor de Conversaciones en la catedral y otras obras

señeras en la literatura hispanoamericana parece traída de los pelos en este lugar si en el capítulo 16 al Vargas Llosa/Camacho no se les hubiera ocurrido meter nada menos que en el ruedo, con una bolsa vie-ja como capote y una aguja de tejer como espadín, amén del correspon-diente pito, a Joaquín Hinostroza Bellmont, “quien habría de estreme-

cer los estadios, no metiendo goles ni atajando penales sino arbi-

42

De las muchas que ha tenido, la edición usada para este trabajo es la del Círculo de Lectores SA, Bar-

celona, 1977, 384 págs.

76

trando partidos de fútbol, y cuya sed de alcohol dejaría huella y de-

udas en los bares de Lima.” Textual. Y esto de arranque, de vermú, todavía sin los ingredien-

tes. Y para un trabajo como este, no justamente dedicado a la crítica li-teraria, para posar de cultura ya con tener más de un libro leído alcan-zaría y sobraría con la mera cita bibliográfica y una línea de comentario, de las que hay a rolete en Internet. Lo que sucede es que Vargas Llosa, como siempre ha tenido la costumbre, incursiona en lugares tan poco iluminados de la condición humana como poco recomendables, y aquí, aprovechando el tono delirante del relato y hasta alguna botella (en rea-lidad, no sólo varias, sino bares enteros) de más, aprovecha la supuesta imaginación delirante del hijo de la Puna para contrabandear con toda la elegancia de la estética golpes bajos a rolete como también patadones en espinillas y garrones que le pasan muy dudosamente desapercibidos a su héroe. “¿Fue por rebeldía, en insubordinación contra este des-

tino de gloria crematística y brillo social que el niño resultó, o más

bien por insuficiencia de psicología?”, se interroga con un pensa-miento en que cualquier colega del oligarquita limeño le hubiera sacado por lo menos la amarilla cuando ya estaba para la anaranjada por lo menos. La respuesta al metafísico interrogante es rotunda y se abraza casi de manera sorprendente con las ciencias sociales: “No, fue por

genuina vocación” 43. La minibiografía o trayectoria de vida condensada que da de este

personaje y su entorno no escatima en recursos de todo tipo. Tampoco se anda con chiquitas. Al seriamente sospechado de oligo por más de un motivo, como de pronto se le iluminaba la mirada por la pelota de 18 gajos, casualmente uno más que la cantidad de reglas que rigen el bello e imponderable mundo del fútbol, como los padres tenían efectivo como para haberle levantado una réplica del de Wembley en el patio de la ca-sa, para no contar plata delante de los pobres ni hacer alardes de nue-vos ricos, compraron el potrero de al lado, montaron una canchita con todo lo necesario y de pronto, una tarde, casi quedan plancha en el sue-lo en un patatús de dos plazas cuando ven cómo, mientras los demás de divertían y se pateaban hasta las encías con toda algarabía, regocijo y se podría decir que hasta poseídos, cuando encima después, para que recuperaran energías, les ofrecían verdaderos banquetes de tortas, dul-ces, confites, chocolate humeante y demás, el retoño preciado, sobre-protegido y medio zoquete como había salido por default, silbato en bo-ca y gorrita para el sol, corría tras ellos como un pánfilo marcando las 43

Ver páginas más adelante lo que afirma casi al pie de la letra la licenciada en psicología y deportóloga

(UBA) Liliana Grabin sobre este particular.

77

faltas reglamentarias a pitazos limpios. “¿Tenían la desfachatez de re-

legar a Joaquín a la mediocre función de árbitro?”, se preguntan los todopoderosos Patilludos sudacas44, con sobrada y más que compren-sible angustia biológica.

Si ya habían recorrido toda la medicina tradicional sin importar-

les los honorarios para llevar en carretilla y también la otra, la de alter-nativa, como dicen ahora, la de la borra de café, la quiromancia y canti-dad de prácticas para tratar de por lo menos achicar el buco que se nos ha abierto a tirios y troyanos en el rubro Futuro, aunque no se pueda decir para esos pobres padres para no generar más confusión, ellos sólo no escatimaban en gastos para tratar de determinar qué tenía esa pobre criatura en la croqueta –si es que tenía algo…- que les había salido tan rarito, y es así que jugados el todo por el todo se mandan a lo del horos-copero más reputado de la capital de los 500 balcones repujados (e im-portados) para que trate de ver si por lo menos los astros aportaban al-go.

La respuesta fue tan impecable como la conjunción estelar: -El niño se sabe celularmente un aristócrata, y, fiel a su origen,

no tolera la idea de ser igual a los demás -les pronostica el profesor Lu-cio Acémila, quien según Vargas Llosa no usaba turbante ni nada pare-cido, sino que se quitó las gafas, al parecer dudando su no poco, por que lo pone entre signos de pregunta, “para que no fuera más notoria

la lucecita de inteligencia que aparecía en sus pupilas el emitir un

pronóstico.” Mejor no meterse en camisetas XL y no entrar a buscar la canti-

dad cercana a la industrial de soplapitos aborígenes en la margen dere-cha del Mar Dulce que se creen mucho más de lo que tiró a la marchan-ta el profesor Acémila y otros colegas. Sobre todo en un TXT donde el cholito, como el que supuestamente habla es un vecino del otro lado del lago Titicaca, con las multiplicadas connotaciones que tienen las pa-

labras, tal como seguramente le hubiera recordado Borges al pasar, tocándosela al otro palo, no pierde ocasión para darnos tupido con la chalala, no importa si izquierda o derecha. En otros términos, deporti-vamente nos enmierda desde el alto cetro de la gran literatura en una

44

La alusión es al muy difundido tío rico del Pato Donald de Walt Disney. Se ruega evitar obvias confu-

siones, ni siquiera espontáneas o de buena fe, con algunos escarnios nacionales y populares por el lado de

la pilosidad y que serán padecidos un poco injustamente, hay que decir, por toda la eternidad. No somos

santitos pero tantas cagadas no nos habíamos mandado para merecernos semejante azote del Cielo y en-

cima con veleidades de N° 10…

78

de esas tomándose una lógica y premonitoria revancha del ignominioso 6 a 0 que se les vendría al año siguiente del libro, en Rosario.

Pero ahí no se acabó el diagnóstico por el que cobró honorarios fi-

jados de antemano y una propina como para seguir lo que le restara de existencia, blandamente acamalado en un coy, abanicado con plumas por meneantes aborígenes de ébano, tal como no escatimaría la cursi-lería y el lugar común que es todo folletín que se precie de tal: “Prefiere

ser réferi (sic) a jugador porque el que arbitra un partido es el que

manda. ¿Creían ustedes que en ese rectángulo verde Joaquincito

hace deportes? Error, error. Ejercita un ancestral apetito de domi-

nación, de singularidad y jerarquía, que, sin duda, le corre por las

venas.” Lo bueno del caso es que no erra una. Y dejando de lado las cartas y conjunciones astrales, como narrador, adoptando la mirada pa-terna, todavía goza aristocráticamente “viendo a Joaquín enfundado

en el lindo uniforme que le había regalado, danto pitazos detrás de

esa bastarda confusión (¿los jugadores?).” Los signos de interroga-ción son una piadosa concesión del ex alumno del Liceo Militar limeño que le sirvió de rampa para devolverles a sus compatriotas que eligieron ceñir por vida su pensamiento a los límites de una gorra en La ciudad

y los perros (1963), novela primera que lo catapultaría a los primeros planos no sólo del habla hispana y que a la luz de unos sucesos espe-luznantes, justamente en su Lima natal, alcanzará mayores dimensio-nes y que será un acontecimiento que ocupará su debido lugar llegado el momento.

El brochazo siguiente sobre el singular personaje recomendaría

que a Vargas Llosa lo distinguieran y también lo contrataran en la FIFA, habida cuenta la cantidad de potrillos con cajas registradoras con que cuentan en el staff, porque le pega justo el palazo al gato en el medio del lomo: “Su imparcialidad teratológica (¿en el espacio sagrado de

la cancha y el tiempo hechicero de la competencia?)”, donde las re-

saltados itálicos pertenecen con perfección meridiana al original, sin contar con que deja sentado que “con él ingresaron a las canchas la

justicia inflexible y la inspiración artística”. Ahora, claro, como la ficción permite ciertas licencias, aunque

cuando apareció el libro todavía faltaba casi un año para ese martirio mutuo como fue el 6-0 en Rosario, durante el Mundial 78, que le permi-tió a la Argentina, al almirante Carlos Lacoste y un carguero lleno de trigo mediante, pasar de ronda y que los brasileños se quedaran rojos de ira, la ñata contra el vidrio, Vargas Llosa en toda la novela se hace un verdadero picnic de gastes, túneles y sombreros con la soberbia y

79

fanfarronada porteña. La meteórica carrera del amorosamente desdi-chado oligarcón Joaquín Hinostroza Bellmont, a la que la Marimacho Sarita Huanta Salverría, algo así como la Raulito -pero aquí con prosa-pia linajuda legítima-, no le da ni la hora si no es casi como mortaja, a un punto tal el ascenso en que “hubo un partido en que la Selección

Nacional [N. del A.: peruana, obviamente] se enfrentó a una pandilla

de homicidas, de un país de escaso renombre -¿Argentina o algo

así?-”, pero a aguantar si se presume de virilidad porque lo que viene es más duro y no tan metafóricamente cierto de pe a pa, ya que los de la banda de forajidos de marras “se presentaron a jugar con los za-

patos acorazados de clavos y rodilleras y coderas que, en verdad,

eran instrumentos para malherir al adversario.” (No seas chovinista como la prensa deportiva de tu país, Marito.

Estás exagerando. La banda del Estudiantes de La Plata de Zubeldía, Bilardo & Co. ya estaba haciendo flor y nata, está bien, pero de usar al-fileres de gancho y salir con el ex campeón mediopesado Jose Menno a la cancha, como auxiliar, para meter cortitos como un Carlos Mastrán-gelo cualquiera en los costillares de los contrarios y así separar y tran-quilizar los tumultos que a razón de tres por quince minutos armaban los gloriosos pincharratas para enfriar adversarios, también un pisotón en la cabeza a un arquero italiano –pero para la tevé- y un codazo en un ojo de un marcador inglés precursor en lo que hace a salir a la cancha con lentes de contacto de una tecnología que usaba culo de botellas como materia trasparente, de ahí nunca pasaron, hay que reconocerlo. Los fanáticos primates de los contrarios siempre los quisieron colgar de los pulgares, es cierto, pero de acomplejados solamente. ¿Qué hicieron aparte de inventar el ful táctico y confundirse a la hora de los relevos porque no había carteles y menos que menos electrónicos luminosos como ahora? Así, cualquiera acierta. Además, fueron precursores: ahora hacen tiempo hasta los vendedores de panchos. Aparte, y no es para andarse recriminando como matrimonio mal llevado, en épocas de la Libertadores bravas, a comienzos de los ’60, los equipos argentinos no podían pegar un ojo en ningún hotel de Lima por el fervor fraternal que les agarraba en masa a todos los que tenían autos y se pasaban la no-che dando vueltas olímpicas a la manzana tocando bocina y llamándo-los por teléfono para expresarles vivamente su emoción a puteada lim-pia. ¡Vaaamos!)

Retornando a la tenida internacional de marras entre caballeros

de prosapia no justamente británica, el Vargas Llosa/Camacho narra-dor acepta que hubo cuestionamientos y que los injustamente agredi-dos con semejantes tropicalismos se defendieron con racionalidad, pero

80

“sin atender a sus argumentos (por lo demás ciertos) de que en su

país era costumbre jugar al fútbol así -¿cabeceando con la tortura y

el crimen?-”, posiblemente mucho intelectual de clase alta, mucho via-je por el mundo, en un tiempo mucha Cuba y más Casa de las Améri-

cas con Haydée Santamaría, pero ya a esa altura, 1977 cuando la nove-la sale impresa, por lo menos 1974 cuando empezó a elaborar los pri-meros borradores de la estructura y el diagrama del entrecruce de his-torias de los personajes por lo menos con los principales, más en un obsesivo como él, de rigurosas ocho horas diarias frente a la máquina de escribir porque no había computadoras ni cosas que se parecieran, porque desde siempre confesó que había tomado conciencia que su falta de talento sólo se podía suplir con trabajo sistemático, las Tres A y el Proceso estaban en el apogeo de hacer de las suyas, y el cholito o el bo-liviano delirante ése que utiliza como alter ego en una de esas se hab-ían hasta dejado influir por las campañas antiargentinas de la diáspo-ra que se había empezado a atrincherar en Europa.

Quién sabe, como se desgañitaron Videla & Co., en aquel enton-

ces pisaban la baldosa floja cantidades de gentes de buena fe, con bue-nas intenciones, tan candorosas que parecían hasta medios bolus. Por muchos libros leídos y/o escritos que se tengan en la currícula, eso no significa ni es garantía de que nadie esté vacunado contra la pavada, ¿no?

El caso es que este caso literario, donde el héroe con plata como

para vivir y reencarnarse en varias vidas más, todas en el dolce far

niente, a lo que la Marimacho no le tiraba ni un centro pasado como una masita, o sea, que no le veía la cara a Dios ni equivocado, fue que se le dio por tomarse hasta la temperatura y el agua de los floreros en cuanto bar o despacho de bebidas encontrara a su paso. Como si fuera poco, se hizo Testigo de Jehová, en otro contrabando ideológico que permite el uso de la ficción, cosa de dejar sentado, como quien no quie-re la cosa, la naturaleza indiscutiblemente religiosa del fútbol, y pa-ra colmo, según los dichos que Vargas Llosa dice recoger, con un Joa-quincito que ni dirigía ni pitaba, sino que “los partidos los interpreta-

ba (los cronistas comparaban sus arbitrajes al manejo de una sin-

fonía)”, y de paso completamos el friso del Templo de Zeus, donde las tenidas deportivas, aparte de la porfía de lo agonístico, deben contener necesariamente justicia y ser estéticamente armoniosas45.

45

Jeu, Bernard. Análisis del deporte. Ob. cit.

81

Como todo tiene su final, algo similar ocurre también en la fic-ción, y el prestigio del bueno de Joaquín es tal que ya al borde la cirro-sis y arbitrando incluso con unas mamúas que lo hacían zigzaguear en verdaderos slaloms pero no por eso dejar de dirigir cada día mejor, co-mo un Carlitos Gardel cualquiera pero del referato, según él llegan a la final del Campeonato Sudamericano (¿Copa América, por un casual, imitando burdamente las triquiñuelas del estilo vargasllosiano en este capítulo?) entre Perú y Bolivia (algo que indudablemente no puede per-tenecer más que a la ficción porque jamás arrimaron ni siquiera el bochín), y ambas partes, sobre todo resaltando el espíritu inca y aymara como si fueran dos cosas distintas, quieren sí o sí que Hinostroza Bell-mont sea el que sople el pito a pesar de la reglamentada neutralidad nacional que debe hacer gala el que controle el cumplimiento de las re-glas en estas tenidas internacionales. Lo que viene a continuación no puede ser puesto bajo la simple órbita de la visión de lo literario en un hombre como Vargas Llosa que hace mucho rompió la barrera del sonido y no sólo por el Premio Cer-

vantes en nuestra lengua. Es revulsivo y a los futboleros de ley, fun-

damentalistas terminales, como iglesias abandonadas (sin cura, se quiere decir), les entra el fierro hasta la cruz. De pronto, un tribal per-sonaje moreno, apenas cubierto por un taparrabos y con el cuerpo todo lleno de incisiones, un “caníbal espontáneo” (¡sic!) ingresa al campo de juego y es claro el objetivo de dar cuenta para siempre con la vida Hinostroza Bellmont. El sargento Jaime Concha, siempre bajo la obe-diencia debida, le vació el cargador de la automática y lo cribó con una docena de proyectiles encamisados en acero. A todo esto, contrariando toda aparente lógica y entregándosela al Lewis Munford citado por Martínez Estrada, en cuanto a que en los estadios se da un sentido in-

verso de la vida46, anticipándose a lo que va a ser la Sociedad del Es-

pectáculo47 y regir el mismo contrasentido, la muchedumbre, lejos de aplaudir la matanza de quien iba a asesinar a su indiscutido ídolo del silbato, toma partido por el ajusticiado y se arma, como se arma en to-das las tribunas y estadios del mundo. Para colmo, ni a Vargas Llosa ni a Camacho les importa un pomo transitar los lugares comunes y dejan constancia de lo que no por recontrasabido sigue siendo practicado por los gobernantes con todo entusiasmo: la entrada en acción de la Guar-dia Civil agrupa a la gente en un solo bando, como es lógico, el de en-frente, y se les van encima con nada más que el pecho. El capitán Litu-na, a cargo del que acá ahora se denominan Operativos de Seguridad,

46

Martínez Estrada, Ezequiel. Ob. cit. 47

Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Edición crítica y prólogo: Christian Ferrer. Biblioteca de la

Mirada, Editorial La Marca, Buenos Aires, agosto 1995, 206 págs.

82

ordena darle duro y parejo a las granadas de gases lacrimógenos, lo que desató una lluvia de cojines sobre los uniformados y el desatado (y ma-mado) Hinostroza Bellmont que seguía danzando en torno al cadáver del acribillado. En la minuciosidad del relato de este episodio queda muy claro que la intención policial es justamente la de evitar un derra-me de sangre, sin detenerse a puntualizar si lo que había salido del cuerpo del frustrado homicida había sido Coca-Cola u otra cosa oscura pero espesa La omisión estuvo en que el dichoso jefe policial, por la con-fusión reinante en ese momento, se olvidó que para que no entrara la masa de colados en potencia que se habían quedado sin entradas, hab-ía ordenado cerrar los portones, así que cuando sus hombres regalaron (sic, ése el verbo usado por el supuesto delirante boliviano de Pedro Camacho) la primera lluvia de gases, la gente intentó huir pero rebotó contra el infranqueable cerrojo: “Atropelladamente, saltando, empu-

jando, mientras se cubrían la boca con un pañuelo y comenzaban a

llorar, corrieron hacia las salidas. Las correntadas humanas se vie-

ron frenadas por las cortinas y rejas metálicas que las clausura-

ban.” Unas líneas más abajo viene una síntesis escalofriante: “Los ve-

cinos del Rimac que, por azar, transitaban ese domingo alrededor

de la Plaza de Toros a las cuatro y treinta minutos de la tarde, pu-

dieron apreciar un espectáculo bárbaramente original: de pronto,

en medio de un crepitar agónico, las puertas de Acho volaban en

pedazos y comenzaban a escupir cadáveres apachurrados.”

La Marimacho quiso saltar a la cancha y darle un beso a ese amor sofocado pérfidamente pero no alcanzó a llegar porque tres bala-zos impecables la pusieron para siempre sobre el césped y el corazón del pobre, del muy pobrecito oligarcón limeño no lo pudo soportar y le fue a hacer compañía de un solo infartazo. El uniformado autor de tan-to infortunio tiene un raro rapto de humanidad y se autoelimina con el arma reglamentaria. Hasta el cielo de Lima volvió a nublarse, lo cual no constituye ninguna novedad, menos una noticia digna de atención, pero el delirante del folletinero boliviano no se había andado con chiquitas y hasta había hecho salir el sol en esa eterna pátina grisácea para seme-jante partido. El mentado dúo peruano/boliviano la remata con un in-terrogante artero, bien clarito que se traen el cuchillo bajo el poncho: “¿Terminaría así, en dantesca carnicería, esta historia? ¿O, como

la Paloma Fénix (¿la Gallina?), renacería de sus cenizas con nuevos

episodios y personajes recalcitrantes?” La historia novelesca, lo desopilante de los folletines radiales del boliviano antiargentino hasta la médula Camacho, sus relaciones con Varguitas, el tono utilizado en el lenguaje, no muy frecuente en Vargas

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Llosa, tornan semejante ordalía casi en una parte más del grotesco y del sarcasmo que planea por toda la obra, donde exorcisa una parte de su vida personal que no fue justamente la más placentera ni la más jodo-na. Además, y bajo ningún punto de vista se puede pensar que se le deslizó sin querer, todo parece indicar que hace muy poco, más todo lo contrario, para disimular la tragedia del Estadio Nacional de Lima, el 24 de mayo de 1964, en una ocasión de una final por el Preolímpico entre los locales y Argentina, cuando faltando pocos minutos el árbitro uru-guayo anuló el empate peruano y desató una catástrofe cuyo número total de víctimas ingresa en lo más oscuro de los acertijos, ya que el go-bierno ordenó parar la cuenta al llegar al muerto 350º y marxistas como Luis de la Puente Uceda, en trabajos publicados en la red y que fueron traducidos en su versión gráfica al inglés, no trepida en afirmar que fueron más de un millar48. Lo sucedido en ese nefasto día se va a tratar más atrás con detalles junto a otras calamidades producidas por fallos arbitrales que fueron erróneos o tomados como tales, pero la traída a colación acá de una novela como la mencionada, bastante fuera de la tónica en la temática de Vargas Llosa, no sólo incorpora a un árbitro como protagonista de una ficción, sino que sin escatimar nada ni aho-rrar horrores lo zambulle directamente en un mar de sangre y lo mime-tiza con La Muerte de su uniforme negro, una simbología que otros au-tores también dan como un hecho49 o cuya presencia, simbólica o real, no se puede evitar, ya que la derrota significa y es la muerte50. Fuera de la ficción, el mismo autor va a volver sobre el fútbol en 1998 y afir-mar, sin vuelta de hoja, que hay una violencia que es propia del

fútbol y que estamos en presencia de una civilización bárbara en su hartazgo en plena Sociedad de Consumo, no como protesta por la mise-ria de la explotación y la marginalidad51. La segunda irrupción pública de los referís como personajes públicos, ahora ayudados de manera definitiva por el Imperio de la Mi-

croelectrónica y la entronización de la Sociedad del Espectáculo que

48

Uno de los links es www.marxists.org/espanol/delapuente/1964/rev-peru.htm. Otro es barrioperu.terra.com.pe/CasaSur/dls/Jos%E9LuisR%E9nique.doc y también lahaine.org/b2-img/mirperu.pdf. 49

Verdú, Vicente. Ob. cit. En este caso el español también recuerda al uso del rojo, en obvia paridad con

la sangre, utilizado en varias épocas y países por los árbitros como atuendo. El pretexto sesudamente ra-

cional siempre fue usar un color que no se confundiera bajo ningún punto de vista con el usado por algu-

nos de los bandos enfrentados. Lo fashion de la Sociedad de Consumo y la Industria del Espectáculo tira-

ron todo esto por la borda. 50

Jeu, Bernard. Análisis del deporte. Ob. cit. Este autor considera como inaceptable al empate en el de-

porte, lo aparea directamente a un interruptus o a una postergación innecesaria para dirimir ritualmente el

conflicto. 51

Vargas Llosa, M. Ob. cit.

84

ya vislumbrara un maldito como Guy Debord a principios de los ‘6052, de manera abrupta pero exclusivamente futbolera, tuvo lugar el domin-go 10 de mayo de 1992, en el Monumental, cuando Javier Castrilli le expulsa cuatro jugadores a los todopoderosos y aparentemente intoca-bles locales, y el visitante, Newell’s Old Boys, aprovecha para hacerle cinco goles y los de la casa se quedan sin otro campeonato. A partir de allí el árbitro se gana el curioso mote de El Sheriff, algo que se tratará de analizar más adelante porque tiene más de una línea de fuga. Una aparición singular, una trayectoria posterior algo más que singular, con militancia y aspiraciones políticas incluidas junto al ya caído Domingo Felipe Cavallo del 1 x 1, y un presente de secretario de Estado kirchne-rista en el rubro Seguridad en los Estadios de Fútbol que podría tra-ducirse cómo evitar el aquelarre y muertos en grandes cantidades sin tocar la gallina de los huevos de oro o tener que poner cataplasmas re-presivas todos los fines de semana a un fenómeno sociocultural y polí-tico que en Argentina hizo su presentación en sociedad a fines de los ’50 con la implantación del llamado Fútbol Empresa primero y luego Fútbol Espectáculo, a cargo de tres precursores peronistas ya tempra-namente reciclados a los primeros vagidos del neoliberalismo en las metrópolis centrales, como fueron Alberto J. Armando, Antonio V. Li-berti y Valentín Suárez53, y cuyo adalid fuera el capitán (RE) ingeniero Alvaro Alsogaray con el rótulo de economía de mercado y otro peronis-ta de pura cepa como Bernardo Neudstad, en tevé y un semanario man-tenido con la publicidad con que indirectamente se abonaban las apari-ciones en cámara del elenco estable, que también integraba entre un surtido variado el industrial ítalo-argentino de electrodomésticos San-tiago Saccol, por entonces mandamás indiscutible del Racing Club, co-mo bocas mediáticas de expendio54.

52

Debord, Guy. Ob. cit. 53

En su momento, Valentín Suárez fue secretario personal de Eva Perón, como después interventor y presidente de la AFA, psicólogo labo-

ral sin título habilitante, más funcionario en el Ministerio de Trabajo de alguna que otra dictadura militar. Con un rol protagónico en primera

línea del bochorno patriotero del Mundial 66 en el partido contra los dueños de casa, la dichosa Revolución Argentina lo puso en 1966 al

frente otra vez de la AFA y realizó la mayor transformación del fútbol argentino, terminando con el famoso campeonato en dos ruedas y so

pretexto de la federalización, meter equipos provincianos por la ventana para buscar nuevos recursos para los grandes clubes porteños, todos

ya vaciados y quebrados. Lo motejaron El Hombre Esperado o El Zorro. Antes de fallecer, junto al coronel Premolí fue el primer dirigente

profesional en administrarle las aspiraciones futboleras de la señora de Fortabat con el equipo de Loma Negra y luego volvió al club de sus amores, Banfield, para ponerlo de vuelta en primera división cuando era gobernador otro fanático de El Taladro, el entonces gobernador

Eduardo Duhalde, para quien el país está irremisiblemente condenado al éxito. 54

Romero, Amílcar. Deporte, violencia y política ( crónica negra 1958-1983). Colección Biblioteca

Política Nº 118. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, setiembre 1985, 136 págs. En este traba-

jo fue donde primero se llamó la atención de la perversa curiosidad de instaurar semejante modelo prime-

ro en lo deportivo, normalmente recipientario tardío de lo que ocurre en la macrosociedad, como se dio

con el monetarismo de los Chicago Boys en Chile gracias al pinochetazo y el surgimiento de barras bra-

vas recién cinco años después. Una primera consecuencia, fácilmente constatable, fue que lo que también

se invertiría en la Argentina fue la vieja fórmula de la sociología general de la Teoría del Reflejo y las

canchas argentinas empezaron a ser la avant premiere de la que se venía en la sociedad toda, Proceso in-

cluido. Por este tema, del mismo autor, ver Muerte en la cancha en Todo es Historia, noviembre 1984,

y El Chico de la sombrilla (El Caso Souto) en edición electrónica, formato PDF, con bajada gratis.

85

El capítulo siguiente de este florecimiento pito en ristre adquirió otros ribetes cuando durante cuatro años, entre silbatos y flautas, la tucumana Florencia Raquel Romano se las ingenió para ser noticia y lo-grar titulares a todo lo ancho, cabeza de página. Pero esto va a ir deta-llado con la temática más amplia que surge en cuanto a las aptitudes o no de las mujeres arbitrando fútbol y qué pasa en Sudamérica y Europa con el asunto de un aparente irredento machismo que se niega a morir frente a un feminismo que no termina de dar pie con bola, sobre todo en el fútbol, unas páginas más adelante. El copamiento de las primeras planas por los que en otros tiem-pos, antes de la llegada de lo fashion, eran los Hombres de Negro, también tuvo su veranito de San Juan mediático allá por el otoño de 1995 cuando una seguidilla de pésimos arbitrajes llevó a lo que ya era el alma en pena de El Gráfico, convertido del súmmun y última pala-bra en la materia en casi un pasquín del corazón del fútbol, a denomi-nar el escandalete con el pomposo titular de

LA GUERRA DE LOS ARBITROS

Entre los casi 400 referís que tiene registrados la AFA para dirigir unos 15 mil partidos anuales, el individualismo narcisista y poco soli-dario que reina entre ellos, encima, se había partido de hecho en dos grandes bloques: los hard, liderados –aunque quisiera disimularlo- por Javier Castrilli, con el reglamento en una mano, la tarjeta roja en la otra y el pito siempre en la boca, y el de Francisco Lamolina, (a) Pancho, ca-beza indiscutible del famoso siga-siga, aunque quedara en el trayecto un reguero de caídos, camiseteos y codazos a toda altura y algún que otro planchazo. Un fraccionamiento bien a la argentina, tipo unitarios y federales, peronistas y gorilas, donde la facilidad del envase y de con-signas como slogans publicitarios mutila los contenidos si es que los hay y si existen, los deforma y parcela falsamente. En setiembre de 1998 la renuncia de Javier Castrilli al referato fue un verdadero portazo en el hocico a Julio Humberto Grondona, quien ya llevaba casi dos décadas de reinado incuestionable. En el muy feudal y demasiado autoritario fútbol argentino no había espacio para un intransigente y un califa aunque no tuvieran que compartir el mis-mo camello. Públicamente El Sheriff no se anduvo con chiquitas y alu-dió directamente a “cómplices y monigotes de Torneos y Competen-

cias.” Desde Sarandí, Viamonte al 1300, Zurich o el chalet de La Brava,

86

al lado de la mansión de Emir Yoma, con quien son socios en grandes

emprendimientos inmobiliarios, en Punta del Este, no le devolvieron flores:

-Debe estar buscando algo –comentó como al pasar el fundador del Arsenal Fútbol Club, después presidente de Independiente, el club de sus primeros amores al que volvió porque habían desaparecido del medio la sombra de los grandes caudillos tradicionales y el trono de la AFA desde 1979, con la venia del entonces todopoderoso almirante Car-los Lacoste, al frente de la entidad madre sin faltar un día, como un re-divivo Sarmiento del fútbol, más una vicepresidencia de la FIFA, con la yapita del manejo de la tesorería de varios miles millones de dólares anuales de la multinacional más grande del entretenimiento y pasa-tiempo por antonomasia del capitalismo.

Evidentemente, con unas dotes innatas que mejor hubiera sido

que las aplicara en otros rubros efectivamente más útiles para las ma-yorías, le apuntaba a varios destinatarios a la vez con semejante meta-mensaje.

-Está desequilibrado -intentó rematarlo, repitiendo un recurso in-

cuestionablemente injurioso que resulta apetecible para la tropa propia y que sobre todo es sedante masivo en materia intelectual para la masa alienada que puebla tablones y plateas. En la Argentina un loco jamás puede decir algo parecido a la verdad cuando por lo común, nuestros abuelos, que desembarcaron con lo puesto para orearse un poco y ver para dónde rumbeaban en semejante desierto verde, decían exactamen-te lo contrario: que los colifas y los pibes eran los únicos que la zampa-ban de una, sin anestesia, y por lo común en el lugar y momento más inoportuno posible.

Al desenfundar de nuevo, al mejor estilo de los miles y miles de duelos en las películas del Far West, Castrilli no apuntó al corazón sino a la mano derecha, para hacerle saltar al revólver, dejarlo desarmado y a merced de su piedad: dijo que en el Colegio de Arbitros, un feudo del mandamás de la casa desde siempre, regenteado por el fiel Jorge Romo, por reglamento interno, a los pichones de árbitros se les enseñaba que antes que cobrar una falta había que mirar a la camiseta que iba a re-

sultar perjudicada.

A pesar de que en la Argentina siempre todo es tan obvio como que el sol sale todas las mañanas, temprano, por el este, pero suficiente que se diga en voz alta para que comiencen las rasgadas de vestiduras,

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lo siempre inapropiado del momento en un país donde constantemente lo urgente sigue matando a lo importante, al decir de Mafalda, las di-chosas segundas intenciones, las infaltables manos negras que traman desde las sombras, etc., más las conspiraciones de neto corte sinárqui-co y ecuménico que no se sabe con qué fines pero que el tiempo ya mos-trará qué se traían bajo la manga y esos despueses jamás llegan y las heces que no son biodegradables, no se reciclan en el olvido sino que se siguen amontonando, echando cada vez más olor, no cambiando cuali-tativamente la composición química del suelo por tener justamente esa característica, sino formando uno nuevo, tipo embaldosado impermea-ble... Sobre todo en los ’40, cierto o no cierto, hormigoneado en el ima-

ginario colectivo del tablón, el bombeo a favor de Los Cinco Grandes (River, Boca, Racing, Independiente y San Lorenzo) era tan incuestiona-ble como que llueve para abajo. Juan Carlos Biscay se encargó de de-mostrar que los fantasmas efectivamente no existen, pero que los hay, los hay: -Es muy fácil tratar bien a uno de Boca –deslizó durante la entre-vista-. Lo que no es fácil es hacerlo con uno de un equipo chico.

Cinco años después, por otro quítame de aquí esas pajas, se armó otro tole tole por una inquina insuperable, un supuesto y viejo odio en-tre los árbitros que viven en el norte del GBA y los del sur, en algo así como una Guerra de Secesión a la Sudaca. Pero las medidas concretas terminaron en octubre del 2003 con la baja de Javier Madorrán, que ya venía en el punto de mira desde hacía un tiempo, cuando se dio el lujo de opinar que dentro de la AFA todo tipo que tuviera un criterio propio, al estilo Castrilli, tenía los días contados y no le daban River para dirigir porque los de La Banda lo tenían entre otros, todo lo contrario de Angel Sánchez, a criterio de la información off the record circulante en la siempre eficaz Radio Pasillo. Para colmo, tenía recargada la mochila con varias suspensiones por arbitrajes poco felices y las galas de un pa-ra nada necesario autoritarismo. Y al plazo inexorable lo tenía y no tar-daron en sacudírselo por la cabeza. Pero no sólo por pretender seguir la huella de El Sheriff. Como también contaba en su haber con tejado de vidrio por cierto exhibicionismo en la llamada noche porteña, sobre to-do en lugares de cierta reputación entre ambivalente y dudosa, donde Guillermo Coppola en sus buenos tiempos dejaba un billete de 100 dólares de propina después de la botella de champán como aperitivo, y otros personajes, muy jóvenes y atildadamente apuestos, no tan re-nombrados pero que zumban y revolotean como ciertos insectos en tor-

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no a las lamparitas, a la caza de alguna presa que los saque de pobres sin lo que el vulgo llama comúnmente trabajar, algo saludable sólo para los enfermos. Madorrán terminó pegándose un tiro en la boca con una Beretta 9mm. de su propiedad, el 30 de julio del 2004, a plena luz del día, en un hueco de entrada a una dependencia subterránea del Parque Sarmiento de Córdoba capital, cerca de la terminal de ómnibus de don-de acababa de llegar de Buenos Aires. Tenía 39 años y la versión oficial dijo que había ido hasta allí presuntamente para abrir un cyber café como nueva actividad pero que lo habían robado y encontró que el futu-ro se le había cerrado, ahí sí, de una buena vez, definitivamente. Antes había tenido tiempo de garabatear unas líneas como carta de despedida para el amigo con el que compartía el departamento para tratar de dar una explicación a lo que iba a hacer y entre los argumentos estaba la imposibilidad total de seguir con su más que pesado grupo familiar a cuestas.

-Le destrozaron la vida con un telegrama de dos líneas -fue la

contundente síntesis que utilizó su abogado Juan Spirópulos, hijo del presidente del Racing cordobés ante Página/12, en referencia a la col-gada de pito sufrida en setiembre del año anterior. La palabra homofo-

bia había circulado en todos los tonos desde un primer momento, cuando empezaron sus cuestionamientos a nivel arbitral, e incluso se llegó a publicar tal cual.

Como sucede siempre, ritualmente, en estas ocasiones, el estam-

pido tuvo su retumbo multiplicado en los pasillos de la AAA, justo en-frente de la AFA, parodiando a lo que se dice de México, tan cerca del Ministerio de la Pelota y tan lejos de Dios. El runrún de Radio Pasillo empezó a lanzar flashes informativos en cada cruce de soplapitos y más de cariños y broncas hacia el que había tomado semejante determina-ción, empezaron las quejosas letanías argentinas de marras, siempre dentro de ampulosos interrogantes, del tipo como si nunca nadie se habían dado cuenta hacia dónde las preferencias del objeto sexual del ex colega ahora muerto, que era un empedernido jugador compulsivo, si en vez de la versión del robo no era que había pasado por un garito cordobés y había puesto todo, la plata y la vida, a una ficha, un pase de dados o una carta y la taba había vuelto a caer culo, o ahora iban a pre-tender en AFA y periodistas siempre orbitando en torno al Poder que jamás nadie se había enterado de la pesada carga familiar que arrastra-ba por su círculo más íntimamente directo estragado por motivos neu-rológicos y psiquiátricos, todas las cuentas en efectivo y mochilas psi-cológicas a su cargo. Quedó picando como nunca, al cuete, sin que na-die la empujara con apenas un toque adentro del arco, lo afirmado hac-

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ía mucho por uno de los padres de las ciencias sociales modernas en cuanto a que el suicidio es un acto individual, claro, pero con cau-

sas sociales.55 -Lo dejaron solo –fue la conclusión más socorrida-, lo tiraron a los

perros. Otro en la picota fue Luis Olivetto, que ya venía haciendo agua y

lo tenían en la nevera, según algunos por su apego al cigarrillo y el co-ñac y a sus apariciones como tribunero en un programa intrascendente que supo tener América TV por el 2001 y algún que otro programa en canales de cables varios, de raiting casi negativo, como también co-mentarios no siempre procedentes en no pocas radios de poco alcance:

-Grondona no me deja trabajar porque no acepto presiones –le di-

jo de una al cronista del semanario Noticias-. Yo no me fijo en el color de la camiseta. El árbitro de personalidad fuerte no le sirve a la AFA; ellos prefieren a los agacha cabeza. El estilo FIFA es el not problem.

Llega un momento que si se los mira con cierta misericordia a los

pobres árbitros les falta poco para que lleguen a la casa, los fajen sus mujeres con la chancleta o el repasador, el mayorcito les haga una zan-cadilla cuando van camino al baño y el cachorro de raza, la alegría de la casa, se les prenda de las botamangas y se las haga añicos cuando es-trenan pantalones nuevos.

Es una atrás de otra, como cachetadas de loco. Desde el plácido lugar del ciudadano común, que sufre igual o

más, pero con otra metodología, medios y estilo, hay un interrogante que carcome las almas sencillas: ¿qué es lo que lleva a un bípedo cris-tiano a joderse la vida de esa forma? ¿Complejo mesiánico irreversible? ¿Neurosis de destino de haber nacido para sufrir? ¿Masoquismo crónico de la más rancia estirpe? ¿Jugadores de fútbol frustrados o que se que-daron a medio camino? -Siempre, en todos los congresos, aparece este mismo tema como recurrente –se rió la deportóloga Liliana Grabin-. Desde nuestro punto de vista la vocación es lo fundamental. Una vocación que en la mayoría de los casos aparece desde muy chiquitito56. Y no vale el argumento si

55

Durkheim, Emile. El suicidio, Ediciones Libertador, Buenos Aires, 2004, 414 págs. 56

Antes ya se apuntó la más que sugestiva coincidencia en este punto preciso de esta profesional porteña

con alguien que aparentemente no tiene nada que ver con el asunto, como el novelista limeño Mario Var-

90

está resentido porque se frustró como jugador de fútbol, como también otros argumentos del mismo tenor. Desde la otra cara de la moneda yo hablaría de gratificación, qué puede hacer de reparadora la gratificación para esa frustración. Y si tiene vocación, como también una gran tole-rancia constante hacia la frustración, puede ser un gran árbitro. En las orientaciones vocacionales aquellas actividades elegidas como repara-ción dan muy buenos resultados. Ahora, también sucede que hay poco o nada escrito en psicología sobre estos personajes porque son muy po-cos, casi ninguno, los que recurren al apoyo psicológico.

Se tomó su tiempo para acotar: -Tal vez porque no lo necesiten. No sé. La licencia Graciela Casarico, que viene a ser algo así como la

flamante presencia oficial de Sigmund Freud en el Ministerio de la Pe-

lota, con un posgrado en la UBA sobre Psicología del Deporte, un paso algo rasante por el Banfield que dirigió Julio César Falcioni, a pesar de entonces llevar flamantes seis meses en la función, no le esquivó entrar en los últimos metros decisivos y donde se pone gamba fuerte, y con al-go más que el fantasma del padre patrone rondando constantemente, omnipresente como un Dios:

-Esto tiene que ver con el profesional –contestó tajante, segura,

sin signos de alarmas a la vista, mucho menos por supuestos y para-noicos micrófonos camuflados-. Entiendo que ellos me ven como la cara de la institución, pero cuando van teniendo las entrevistas todos se abren.

A confesión de parte, relevo de pruebas, se reza algo lejos de la

psicología, pero ella continuó en lo que la casuística le viene marcando: -En este sentido, la confianza se gana con tiempo y profesionalis-

mo –se esforzó cuanto le fue posible para alisar la cancha-. Estoy para darles una mano y contemplar los aspectos psicológicos y las cuestio-nes personales, todo siempre amparado por el secreto profesional. Aho-ra bajo ningún punto de vista en las entrevistas se pueden abordar los problemas institucionales.

Clarito, ¿no?, por dónde vienen desconfianzas, superposiciones y confusiones. gas Llosa en la que gracias a una ecuménica ignorancia se considera que muy probablemente sea la única

obra literaria con un soplapitos como protagonista.

91

En el 2003, en medio de los remezones del corralito pesificado, después de los cinco presidentes en una semana y a punto de investir a uno con sólo el 22% de los votos por walk over, ya que su rival y apa-rentemente cumpa partidario de siempre decidió irse al mazo, Canal 13 puso en el aire una comedia que no sólo iba a adueñarse de los rai-

tings en la preciada franja horaria de las familias mustias, cenando, con los ojos extraviados en la caja boba, sino que el dichoso argentino

medio tenía otras apetencias: Son amores, con libro de Ernesto Ko-rovsky y Jorge Maestro, dirigida por Daniel Barone, producida por la Pol-ka de Adrián Suar, (a) El Chueco, el nuevo zar de la tevé nacional, entronizado gracias al éxito de Poli-ladrón, un título que no merece comentarios obvios a la luz de la siempre creciente corrupción nacional a todos los niveles, pero ahora con los jóvenes Mariano Martínez, Ni-colás Cabré y Florencia Bertotti en los papeles estelares y que a partir de ahí irrumpieron en este terreno cada uno con colores propios, junto a la aparición protagónica de Miguel Angel Rodríguez, despegado de Clan Sofovich. Los Marquesi, que era el apellido de la familia protagó-nica, eje del culebrón con tono chacotero, no sólo sacó inmediatamente carta de ciudadanía, sino que los dos muchachos pasaron de sex sim-

bols y uno llegar a convertirse en estrellas de la onda tropical, como fue el caso de Mariano Martínez, quien llegó hasta grabar un CD y hacer presentaciones públicas en bailantas con hacinamientos masivos:

Yo sé que soy pesado, celoso,

maníaco del pelo... meneaba la pelvis como para no llamar a confusiones y los ratones, de-licias y otras fantasías de las adolescentes y las no tan adolescentes en su papel del Rey Sol. Durante 463 episodios se impusieron de tal forma que al año siguiente el canal decidió repetirla, aunque replegada al horario más de las amas de casa aburridas y haciendo tiempo en su exilio doméstico de las 17, practicando ese deporte al que sarcástica-mente alude una feminista como la inglesa Jennifer Hargreaves, exclu-sivamente dedicado a ellas y todavía sin rango olímpico, como es sim-plemente mirar la tele. La referencia, como es obvio, en un trabajo como este, con la temática elegida, obedece a que el fútbol ocupaba un lugar más que preponderante no sólo por la aparente aspiraciones a cracks de los muchachitos facheros para gran consumo y de una jovencita promisoria de la saldría una como producto ideal para el gran consumo como fue

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Floricienta, algo ya bastante socorrido en todos los formatos, sino que el tío madurito que encarnaba Miguel Angel Rodríguez era justamente árbitro de fútbol y su personaje no estaba poéticamente inspirado en el sentido clásico que se le da a esta referencia rebuscada, sino que su apellido para ejercer en la ficción era justamente Sánchez porque estaba directamente sacada de la vida del entonces colega internacional, real, de carne y hueso y en el candelero. Sería ocioso repasar las circunstan-cias y avatares en un tipo de programa que le puso figuritas en movi-miento a lo que había hecho la radio por décadas, y donde siempre todo es casi igual, salchichero, sin mayores variantes, pero no se puede dejar pasar por algo justamente en este tipo de género, donde hasta los boto-nes del vestuario están pensados en función de complacer a esa espesa franja de lo que Richard Nixon bautizó para siempre mayoría silencio-

sa, cuál era la actividad ejercida por uno de los protagónicos en torno al cual giraban las nuevos rostros a imponer. Como también que es la misma Jennifer Hargreaves antes citada, en el mismo trabajo, donde encuadra a los deportes como parte de la gramsciana Teoría de la

Hegemonía, esto es, estructuras culturales no palpables, abstractas pero persistentes que genera el orden natural, la ideología imperante, para mantener y consolidar su dominio hegemónico sobre la macroso-ciedad como un todo. A ese mismo ámbito pertenecen el periodismo en general y ni qué decir la tevé, máxime en teleteatros, unitarios y ya de manera desembozada en los shows periodísticos o también denomina-dos programas de opinión, como también los deportes todos, en espe-cial el fútbol, aunque la cientista social inglesa no haga específica men-ción. Del otro lado del canal de la Mancha, en el continente, ya de algún modo, aunque desde otra óptica, por supuesto, se le habían adelantado: “Analizado según sus propio términos, el espectáculo es la afirma-

ción de la apariencia y la afirmación de toda la vida humana, es de-

cir, social, como simple apariencia […], la negación visible de la vi-

da: una negación de la vida que ha llegado a ser visible.”57

Si hay algo que históricamente habrá que reconocerle al neolibe-ralismo es que con tal de venderle algo a cualquiera no le hace asco a nada ni se detiene en pudores o escrúpulos. Ese invento realmente fue-ra de serie, muy por encima de la Teoría de la Relatividad, como es encontrar que la previsión social puede ser un más que suculento nego-cio privado, llevó a rumbear a Consolidar, una de las tantas AFJP, a tratar por lo menos de sacar alguna ventaja en una franja tan sensible

57

Debord, Guy. Ob. cit. Los subrayados son del original. Ahora vale la pena recordar aquí que el Lewis

Munford citado por Martínez Estrada en La cabeza de Goliat también machaca sobre la inversión de la

vida que tiene lugar en los estadios metropolitanos donde se escenifica a la proeza y la muerte como los

máximos valores.

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como la de los futbolistas, que trabajan bien, poco, mucho o mal a una edad en que otros se divierten, y los tiran al canasto de la ropa sucia cuando todos los que los disfrutaron en la cancha están en la plenitud de su capacidad laboral. La campaña fue por el 2000, a punto de entrar en tirabuzón, rumbo al duro asfalto de las calles, en lo conocido como suicidio de los cóndores, sin más remedio, y tuvo su pívot en la emi-sión de Fútbol de Primera de los domingos a las 22:00 por Canal 13. El desfile de no tan antiguas estrellas, pero sobre toco la mayoría mos-trando la redondez lograda gracias a la falta de exigencias militaristas de entrenar cinco veces por semana, mañana y tarde, incluyó también la de una figura con fulgores propios como el ex árbitro Arturo Iturral-de. El impacto y los beneficios de apuntar a un segmento tan específico como minoritario no es para nada materia de este trabajo, pero sí tomar en cuenta y resaltar las repercusiones contantes y sonantes que pudo haber tenido, máxime tratándose de una clientela cuantitativamente tan esmirriada en una época donde todas estas aventuras son megas, apuntan masivamente, pero precisamente por eso se la rescata al haber intercalado una figura arbitral, prima facie considerada pianta votos y aparentemente rechazada sin más por el imaginario popular. A comienzos del 2002, a páginas enteras en diversos semanarios, como Noticias en febrero, un fotomontaje trampeado con el PhotoShop u otro software semejante mostraba el torso y el gesto inexorable del índice del dedo derecho marcando algo, la cara todavía algo inflada por el aire que exhalaba a través del silbato, y un TXT que no dejaba dudas:

USE COLGATE TOTAL.

SIGUE ACTUANDOMIENTRAS

USTED HACE CUALQUIER OTRA COSA. Santiago Montoya, un marcador implacable perseguidor de moro-sos hasta el baño en nombre de Rentas de la provincia de Buenos Aires no se iba a perder ni loco la volada del Mundial y apelar al fútbol, cuando a estas alturas no le debe haber quedado recurso sin usar. Por mayo del 2006, a través de páginas enteras de semanarios de interés general como el ya mencinado Noticias, a todo color, una foto delibera-damente flow de un árbitro pitaba y exhibía inexorable una tarjeta roja que tenía calado en blanco la leyenda:

EL ROJO

ES DEUDA

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Más abajo, también a todo lo ancho, como pie de la ilustración, se

sacaba la camiseta sin pudores, yendo al grano:

SE VIENE EL MUNDIAL. SI NO PAGAS ANTES DEL 19 DE MAYO, TE SACAMOS LA ROJA.

Faltaba todavía terminar de asentarse solos, sin competencia mo-

lesta cerca, en ese fugaz y generosamente remunerativo parnaso publi-citario, como una revancha y en cierto modo una compensación por tantos agravios y agresiones, el que recién también les va a llegar con el nuevo siglo y no sería nada extraño que consecuencia directa a la zaga y sombra del boom que fue la tira Son amores. Después, ya en setiem-bre del 2004, con bastante anticipación, rompió el fuego Angel Sánchez promoviendo la propagación a pasto verdadera esa pandemia argentina para cada día comunicarse menos que es la telefonía celular, plano un poquito más amplio que el americano, fijo mirando a cámara, esgri-miendo el mínimo aparatejo en su mano izquierda alzada, repetía como en una letanía:

-De la mía se acuerdan todos los domingos. El próximo 15 de oc-tubre, Día de la Madre, acuérdense de la suya y regálenle un –y venía la marca comercial del adminículo.

Fue un exitazo aplanador desde donde se lo mire. Si algo le falta-ba a esa verdadera plaga nacional que ha sabido barrer con todas las diferencias sociales de poder adquisitivo, sexo, edad y coeficiente inte-lectual, estupidizante hasta el borde de lo terminal como es la telefonía móvil, era nada menos que zamparle al argentino común y corriente un puntinazo a la hipersensible zona de lo edípico, franja francamente más que hipersensible si las hay de lo nacional, popular, tanguero y para colmo futbolero. Por lo demás, la asociación árbitro/madre, más allá de lo injurioso fácil, lo gracioso y hasta lo ingenioso, pasando últimamente ahora por lo fenicio de una sociedad que ha puesto todo en venta, es indisoluble y tampoco se le ha prestado nunca una merecida atención a una dupla que no por recurrida ha caído en la saturación. El otro pro-tagonista usado por su popularidad y adaptabilidad a este tan particu-lar género fue el carilindo y mucho más joven Héctor Baldassi, que es-taba esperando su turno para saltar a primer plano después de Elizon-do. El boom producido por el aviso y las bolsas de ganancias que re-cogieron los vendedores de celulares fueron claras señales del otro fenómeno que ya se venía advirtiendo y que no había pasado desaperci-

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bido, mucho menos para aquellos que pueden sacar un rédito de estos cambios en las costumbres y conductas colectivas: -Quizás un lustro atrás hubiese sido imposible hacer este comer-cial –aceptó Guillermo Vega, director general creativo de Young & Ru-

bicam, la agencia de publicidad responsable del aviso, ante el matutino Olé, con ese olfato fino que tienen los de su oficio para rastrear por dónde anda y qué le apetece al imaginario colectivo en las últimas dos horas-. Pero hoy nos parece que los árbitros tienen otra imagen en la sociedad, y si bien un hincha lo puede insultar por una jugada deter-minada en un partido, sus caras y sus nombres forman parte del mun-do del fútbol y tienen buena aceptación. El ex internacional Roberto Ruscio, no apuntando precisamente a este tema específico, fue rotundo y más abarcativo: -La tevé es la única verdad –afirmó de manera indubitable y sin recurrir a socioanalistas franceses, lectura de cabecera de cuanto inte-lectual progre ande por ahí suelto y quiera quedar bien en reuniones sociales de café aledaños a las facultades de ciencias sociales. Las declaraciones del publicista tienen mucha más miga que las hechas por circunstancia, para salir del paso y hacer un poco de centi-mil para la casa, que tampoco nunca viene mal. Si mientras dura la li-turgia futbolera se los quieren comer crudo, una franja de espa-cio/tiempo que abarca los prolegómenos del partido, durante el trans-curso alcanza el máximo de atmósfera de presión y comienza a decaer bruscamente luego de finalizado, para casi desaparecer, salvo excepcio-nes, durante la semana, una aparente curiosidad es que los árbitros en la vida cotidiana no son objeto de ataques, a lo sumo su relevancia pública provoca comentarios, pullas por el último arbitraje o algún cuestionamiento verbal como resultado de un superclásico u otra parti-do trascendental muy meneado, pero no otra cosa, y todo dentro en el círculo familiar, barrial o social donde se mueve cotidianamente y nada más. El fenómeno publicidad distó de ser algo aislado por la notoriedad transitoria de un personaje. El mundo de la publicidad tiene más de lo-gia que de grupo con peculiaridades demasiado específicas. ¿Por qué no se les ocurrió poner a un plomero, a un bombero o a un sereno? O de última a un barrabrava, cuya aceptación como modelo social sorpren-dería a más de uno por más que la cursilería moralista podría resultar perjudicial. Los análisis, discusiones y no pocos disparates para llegar a

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semejante conclusión deben contener elementos culturales de singular contextura y vigencia, desgraciadamente no hechos públicos para cono-cimiento y usos comunes. Los incidentes en este terreno, aunque no por aislados dejan de tener una irritante relevancia, y hasta cierto punto podrían ser de ma-nera larvada una forma más de la estigmatización como cualquier otra para determinados personajes que por algún motivo se vuelven noto-rios. Uno de los que aceptó mantener una entrevista para este trabajo contó una anécdota al respecto muy trasparente y aleccionadora, que le había ocurrido en un bar, antes del partido que tenía que dirigir:

-Un parroquiano me grita “¡Biscay, ladrón!”. No le di mayor im-portancia. Pero el tipo insistió y a la tercera vez el comisario de la cus-todia lo fue a buscar. Ahí fue que yo me adelanté y lo agarré a trompa-das. Hice un desastre. El tipo ni se defendió. Había algo más allá del in-sulto por parte de ese fulano, es cierto, pero también que yo no estaba bien anímicamente. El árbitro tiene que ser libre y estar al margen de las decisiones políticas de los dirigentes en AFA.

Para tomar un miserable café, discurrir en soledades y disfrutar

un poquito las dichosas nubes de Ubeda, ¿tener que cargar con guar-daespaldas o custodias oficiales? La notoriedad y la relevancia social, no ser un NN, se cobra en efectivo una considerable cantidad de la pri-vacidad, si no toda.

Roberto Ruscio aceptó frontalmente estas flaquezas:

-La realidad es otra –surgió en el transcurso de la charla concedi-

da-. Yo después de dirigir veía Fútbol de Primera, descubría que me había equivocado y no podía dormir.

Los que creen que un árbitro dirige solamente para los jugadores

o a lo sumo para que desde las tribunas y plateas no lo rocíen genero-samente a puteadas se pueden llevar un gran chasco:

-Cuando yo llegué al Nacional B era una carga el saber que el par-

tido era televisado –agregó Rucio en otra parte, casi como un obsesión-. Era un día especial, una presión más. Y les decía en mi casa: “Grábenme, mírenme cómo corro”. Después fueron todos televisados y hasta podía estar más suelto. Era un elemento más como la hinchada.

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Alguna vez Jean-Paul Sastre dijo que los espejos y la mirada de los otros constituyen el verdadero infierno:

-Siempre tuve en cuenta la importancia del periodismo –confesó

Ruscio sin miramientos-. El que dice que no le interesa, miente, porque cuando dirigía en partidos que tenían notoriedad para el periodismo y eran televisados, yo sabía que estaba dirigiendo ese partido y también para el próximo, porque sabía que me estaban mirando jugadores, diri-gentes e hinchas de los otros equipos. Entonces de lo que transmitía yo ese día, más lo que decía el periodista, era lo que iba a encontrar el próximo partido. Si el periodista comentaba “qué bien que está diri-

giendo Ruscio, siempre cerca de la jugada”, me volvía un tipo creíble, iba a arrancar bien el otro partido porque sabían que iba un árbitro creíble. Ahora si decían “este es el peor árbitro de la categoría, un

desastre, cómo deja pegar”, el técnico en la semana les decía a los ju-gadores: “Este te deja pegar, aprétenlo de movida porque tiene una

personalidad floja”.

No fue el único en aceptar en los mano a mano pactados espe-cialmente para este trabajo el peso de la mirada virtual multitudinaria:

-Ese clic que hizo la tele y los medios en general fue, en algún as-pecto, beneficioso, pero si el árbitro no lo sabía absorber, fue perjudicial –explicó Angel Sánchez con una claridad meridiana-. Había tipos que se amargaban muchísimo, que terminaban el primer tiempo y llamaban a la mujer para preguntarle qué vio en la tele.

Y todavía le agregó otra velita a la torta:

-Existe una carga sobre el árbitro mucho más importante que

trasciende a los medios. Resulta que terminaste el partido, te fuiste contento y a la noche aparece una jugada que vos no tenías ni idea que había ocurrido y te dicen: “Fue penal”. Y te decís: “Uy, soy boleta”. Los martes te llaman del Colegio de Arbitros para hacer el descargo porque se vio por la tele cuando en la cancha se fue todo el mundo y nadie se enteró porque fue un agarrón como tantos. Es complicado para el que dirige.

Pero aparte de estos dilemas compartidos con los colegas, a Angel Sánchez también se le estaba viniendo la noche junto con la súbita y rentable notoriedad como modelo publicitario. Ya hasta le habían elegi-do nicho y broma, broma viene, cuando desde el Congreso de Viena de 1939, con Sigmund Freud a la cabeza, el humor es agresión desplaza-

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da, sus pares, jugadores y los inefables periodistas especializados en-contraron que aparte de unos kilitos de más que le ralentaban los des-plazamientos, supuestamente había sacado a relucir unas inéditas con-diciones actorales que en una de esas debía explotar más intensamente. Parece que su comportamiento y desenvoltura los días de la grabación, el relajamiento total para enfrentar la cámara, habían mostrado súbi-tamente –a tenor de los graciosos- una veta tan insospechada como atractiva. Otra vez Liliana Grabin, haciendo un paneo sobre una temática en la que está ya hace un cuarto de siglo, puso lo suyo:

-Ahora, te digo, para todos los que estamos en el deporte, no en la deportología, cada día que pasa encontrás que son lo más parecido que hay a la personalidad del actor –bajó la voz y no pudo evitar la sonrisa-. Mos-trar-se. Hay coincidencias notables entre la personalidad del actor y los deportivos.

Sobre esta aparentemente súbita aparición del histrionismo y de

jugadores y árbitro escenificando un drama, nuestros vecinos brasile-ños ya lo observaron de manera contundente58 y en 1930, en un con-greso del norte italiano, la más rancia aristocracia del teatro europeo, en las resoluciones finales, aceptaron con toda hidalguía que habían si-do desplazados por otro espectáculo que le ofrecía al espectador algo fascinante, como es la ilusión de poder incidir en la resolución de lo que se está desarrollando ante sus ojos59.

Acá, entre nosotros, sin hacer mención específica al asunto, el

tema brotó solo en la impronta de la charla y Angel Sánchez no le es-quivó al bulto:

-Siempre sostuve que el árbitro es un actor –dijo de manera ro-

tunda-. Porque actúa y en muchos casos hace cosas que no siente pero trata de generarle al entorno que lo que está haciendo es un hecho real.

58

DaMatta, Roberto, y otros. Universo do futebol. Esporte e sociedade brasileira. Ediciones Pinakot-

heke. Rio de Janeiro, 1982, 123 págs. Para estos integrantes de la Facultad de Antropología de la Univer-

sidad de San Pablo, que durante décadas realizaron sistemáticas investigaciones de campo sobre el carna-

val y el fútbol, tanto en forma separada como cruzada, este último constituye “la arena más adecuada para representar el drama del hombre moderno”.

59

Volpicelli, Luigi. Industrialismo y Deporte. Editorial Paidós, Colección Mundo Moderno, Buenos Ai-

res, 1967, 140 págs. La referencia aparece en este clásico en la materia, el que rescata como ninguno una

idea central como la spectatoritis (Jay B. Nash, 1932), un flagelo que no sólo va azotar y caracterizar al

deporte, sino a la sociedad capilista toda, y la reunión mencionada tuvo lugar en el Alto Volta.

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Les parece bien. ¡Yo llegué hasta cantar con Piñón Fijo en festivales de la UNICEF!

Otros se acercaron desde otro sector de la gran cancha de fútbol

que es la realidad cotidiana:

-Todos somos diferentes y vamos formando una personalidad al-rededor de nuestra vida y la adaptamos a las necesidades –discurrió Juan Carlos Biscay en torno al tópico en cuestión-. Incluso hubo árbi-tros que ante la necesidad de la sociedad futbolística formaron una es-tructura para cubrir ese vacío.

Esta variante es una verdadera caja de Pandora. La liebre sigue

saltando por donde menos se piensa: -Ahora estoy haciendo teatro –se soltó Carlos Mastrángelo en el

medio del reportaje, lo más pancho-. Hace dos años que sufrí un robo muy violento en mi casa que me puso irascible en extremo. A partir de ahí la psiquiatra me recomendó hacer teatro como parte de la terapia. Porque en el fondo el árbitro es un actor dentro del terreno de juego, con la cara, con los gestos. Cuando termina el partido el referí gesticula porque sabe que la cámara está ahí, que ese segundo es de él aunque pocos lo admitan.

Para la óptica del español Vicente Verdú, sin embargo, más que

de un actor, se está en presencia de un actante, término originalmente creado por el lingüista francés Lucien Tesnière y usado posteriormente por la semiótica para designar al participante (persona, animal o cosa) en un programa narrativo60. Ahora, según el ruso Algierdas Ju-lian Greimas, el actante es quien realiza o el que realiza el acto, inde-pendientemente de cualquier otra determinación, esto es, una suerte de actor funcional que puede definirse sin recurrir al concepto psicologis-ta de personaje.61 Las diferencias entre uno y otro concepto son algo más que de terminologías. Del mismo modo hay ciertos roles que han sido fijados, abulonados, inamovibles, estereotipados, y seguí durmiendo que ya te hiciste la fama por más hits televisivos que se hagan. Y al respecto hay más que una prueba al canto. Si Angel Sánchez llegó o no ser un blanco móvil puede entrar en el terreno de las interpretaciones de todo tipo en

60

Verdú, Vicente. Ob. cit. 61

WILKIPEDIA, la enciclopedia libre, dirección htpp://es.wikipedia.org/wiki/Actante. Hay varias otras acepciones y desarrollos.

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un país que ve conspiraciones hasta para tomar el colectivo. Por lo pronto, la Sociedad de Arbitros de la República Argentina (SADRA), fundada casual y justamente en enero de 1988 por el abogado demo-cristiano menemista Guillermo Marconi, referí, también gremialista del personal no docente de la enseñanza privada, sindicato del que también fue fundador, aparte de columnista político en programas televisivos no caracterizados por lo progresistas y populares, les enchufó en la AFA a los publicitados Sánchez y Baldassi una denuncia por uso indebido de

la investidura arbitral (sic) a la que, para usar una expresión acorde a la materia de este trabajo, el Tribunal de Disciplina no le pasó pelota. Las relaciones con la AAA, fundada en junio de 1965, de movida fueron un parto que vino de culo porque no había otra forma posible:

-Don Julio [Humberto Grondona], cansado, como dice él, de nues-tro poder, fundó el SADRA –relató el cordobés Amílcar Sandanella, Se-cretario Adjunto del gremio que tiene su sede también en la calle Via-monte al 1300, pero geográficamente en la vereda de enfrente, nada de metáforas cursis o baratas, justo a tiro de cascote de la AFA-. Una cosa de locos: la primera vez que una empresa funda su propio sindicato y su primera acción importante fue romper un paro que estábamos haciendo con nuestra organización. En esto los muchachos del SADRA no tienen la culpa, sino el dirigente que se junta con Grondona para hacer ese tipo de cosas tiene nombre y apellido: Guillermo Marconi.

El Dios Cronos, que todo lo cura, según las viejas, ha hecho lo

suyo aquí también: -Con el paso del tiempo nos llevamos cada vez peor –aceptó San-

danella con toda humildad-. En alguna oportunidad Grondona dijo que quería vernos desaparecer. Y mi respuesta siempre fue: “Voy a mandar

coronas a muchos velorios antes que desaparezca la Asociación”. Las brasas siguen encendidas y de vez en cuando alguien las so-

pla:

-El SADRA viene a ser una herramienta de lo que en algún mo-mento pergeñó Grondona: quitarle poder a la AAA –redondeó su Secre-tario Adjunto sin recurrir a subterfugios o humoradas-. El debe ser uno de los pocos dirigentes suspendidos más de una vez por intentar agredir a un árbitro, así que debe ser por eso que hace tanto que no nos quiere. Desde 1998, la AFA instrumenta lo que denominan Contratos de Lo-

caciones Arbitrales, algo que la Cámara Sexta de lo Laboral encontró

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que eran fraudulentos. Porque AFA hace uso de su potestad como em-pleador y es por eso que los firmás o te quedás sin trabajo. Un tema urticante, que sale sí o sí en todas las charlas y en el momento menos pensado, es el retiro. La hora de colgar el pito y enso-brar las tarjetas. No todas son iguales y ninguna es agradable. Hubo una que por pública, además de final y definitiva, fue para coronarle to-da una carrera como si fuera el primer día y no fuera cosa que todavía se retirara con una sonrisa complaciente:

-Sánchez, andate a la concha de tu madre.

El vehemente Sebastián Saja, arquero titular de San Lorenzo, no se bancó el error cometido y perder en el último minuto con ese despojo de la gloria futbolística que queda de un Racing Club que supo ser La

Academia creadora del fútbol criollo y arremetió contra el lugar común para pato de la boda que paga todos los cafés y aperitivos en los bares, esto es, el soplapitos.

El aludido, en ese entonces 49 años, 26 como árbitro, que había sacado a relucir según no pocos unas inusitadas dotes actorales a la hora de plantarse frente a una cámara para interpretar, más que para decir un aviso publicitario que tuvo una extraordinaria resonancia, con su figura quizá un poco más redondeada que lo aconsejable, se desped-ía justo esa noche de céspedes, tribunas y vestuarios, más cascotazos, petardos y cordones policiales. Es más: como extravagancia luce en su casa un museo propio con todo lo que a lo largo de su carrera le han re-voleado con la noble intención de hacerle blanco en alguna parte de su humanidad, porque ya era sabido que por otros incidentes internos no le iban a renovar más el contrato, y lo bendita o malditamente azaroso que compone como ingrediente como último acto, después de los tantos tres pitazos finales, como decisión realmente final había tenido que sa-car la tarjeta roja de la expulsión posmortem.

Con las cámaras de TyC prácticamente encima, que por segundos no registraron el incidente repetido hasta el hartazgo, sí pudo dejar do-cumentado el profundamente sentido desagrado de tener que irse, pero para siempre y de ese modo, emulando malamente a Sísifo:

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-Tenía que terminar así –dijo Sánchez, entre resignado, pragmáti-co y amargado, con todo el peso del cuarto de siglo largo en el metié-. No podía ser de otra manera.

Fue el martes 28 de marzo del 2006, en partido nocturno. Ya ven-ía a los tumbos, fuertemente enredado en la feroz interna que vertebró siempre al gremio que luce como un componente tan indispensable el silbato y a lo sumo una libretita para ir anotando a los répobros, para lo cual miraron hasta la balanza y le observaron el rendimiento físico con microscopio. La bajada de pulgar definitiva vino cuando el domingo 19 del mismo mes, en el Monumental, River-Olimpo, dice que no se dio cuenta que estaban las cámaras en el aire e interrumpió el reportaje al jugador Jorge Martínez de los bahienses para increparlo por criticar públicamente a los referatos y los rotuló de buchones. Por supuesto, pasto para las fieras, y para colmo, en vivo y en directo, fue un bocado de cardenal para el escandalete nuestro de cada día.

Siempre inagotable la fuente de excusas y la socorrida falibilidad

humana, con muchos años de cintura y circo, trató de zafar diciendo que no había advertido las cámaras, que nunca lo había insultado, que se lo debía calificar por cómo había dirigido, pero que la hora del ajusti-ciamiento se le venía encima y no tardó en salir el pajarito con el cucú.

Ahora, la recuperación ingeniosa, hasta simpática, de los árbitros

y sus mamás en esas tandas publicitarias, sin protagonistas directos en los roles principales, ante el éxito obtenido retomó la línea tradicional y trillada. En un canal tan deportivamente exclusivo como ESPN la petro-lera Texaco arma la escena de un tumulto padre, árbitro con sus asis-tentes en situación insostenible que no tienen más remedio que poner pies en polvorosa pero cuando en plena carrera al aire libre los están por alcanzar, aparece un vehículo que los salva gracias a que usa el producto justo de la multinacional nacida en el sur de EE.UU. En otro, el jabón en polvo para máquinas automáticas marca Ariel, procurando destacar su inigualable cualidad para sacar manchas de grasa de todo tipo, no encontró nada mejor que montar el esqueleto anecdótico sobre un árbitro que tarjeta roja al aire trata de sobrevivir al tumulto de los compañeros del sancionado, todos luciendo una casaca de barras azul grana, muy similar sino igual a la San Lorenzo de Almagro. A partir de ahí las pequeñas secuencias de la vida posterior muestran sádicas ven-ganzas de los hinchas supuestamente perjudicados por el arbitraje y perversamente un mecánico, para felicitarlo por la perfomance, la zam-pa la mano engrasada en la impecable camisa blanca, un sádico de los que abundan, en auto, lo descubre y le pasa por los inagotables charcos

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de agua junto al cordón de la vereda para literalmente bañarlo en barri-to pringoso, llegando al colmo cuando un amable y fachero bull dog, vestido mononamente con un pulóver con los colores mancillados no tiene ningún escrúpulo en aprovechar que el pobre está detenido, él también lo hace, levanta la patita y lo mea a discreción como si fuera el mejor de los arbolitos. El centro de lo propagandístico está en la total indiferencia de la señora esposa del victimizado porque ella usa Ariel y de esos vejámenes cotidianos no quedan ni rastros, máxime en un pue-blo que al decir de Diego Maradona jamás se debe olvidar que vive de

fútbol, no del fútbol. La publicidad se ha enseñorado en una tevé que es un góndola de

supermercado como un formato expresivo más. Y este aluvión arbitral como inusitadamente vendedor tuvo uno de sus picos máximos también en el 2004, cuando Unilever de Argentina SA, dentro de su campaña para el desodorante Rexona Sensitive For Men largó uno titulado Re-

ferí, idea del creativo Pablo Colonnese, director de la J. Walter Thomp-

son, y que con una excelente producción y dramatización centraba el impacto del mensaje en el conflicto del protagonista, obviamente un so-plapitos, que en el momento en que tiene que sancionar una falta no puede levantar el brazo por la toma de conciencia de la baranda a se-

gundo tiempo, como se suele decir en la jerga futbolera, al no haberse puesto el deschivante impuesto años ha como el que no te abandona

durante todo el día. Por los andariveles en que anda este rubro expre-sivo fue uno de los ganadores del Lápiz de Oro y compitió por el Lápiz

de Platino como el mejor comercial de ese mismo año. También de manera tan inusitada como espontánea, más o me-nos por la misma época, en la sala Pablo Neruda del complejo teatral La Plaza con entrada por Corrientes al 1660, en el pulmón de manzana que también tiene entrada por Sarmiento y está en medio de un me-

gashoping, se puso en escena Ella en mi cabeza de Osvaldo Martínez, un actor fundamentalmente de teatro aunque también incursionara por el cine y la tevé, que ya se decidió definitivamente por la escritura del viejo género y que fue todo un éxito de taquilla. A tal punto que con al-gunos cambios en el elenco fue a la temporada veraniega 2006-2007 de Mar del Plata, debutando nada menos que el 28 de diciembre del 2006, día de los Santos Inocentes. En una de las escenas, el tercero en dis-cordia es un psicoanalista bautizado en la ficción como Klimovisky, en un ahorro de imaginación que puede llevar a innecesarios equívocos. En Buenos Aires un psicoanalista de apellido judío es tan poco habitual como encontrar un gallego atrás del mostrador de un almacén.

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Ubicar a alguien con múltiples ocupaciones como Oscar Martínez no fue fácil y cuando por fin se lo logró, no sin largas pérdidas de tiem-po y contactos fallidos, no sólo estaba más ocupado que nunca sino que encontró que conversar sobre el por qué de una elección de tal investi-dura para uno de los protagonistas de su debut como autor de una obra de teatro, hecho por demás original y con multiplicadas connotaciones, como le hubiera gustado decir a Borges por su extensión de las pala-bras, podía servir para ampliar y de su visión futbolera comparar a un partido con una puesta en escena y en ese caso qué rol dramático juega en esos trances un referí. La negativa tan drástica. Habría que haberle pedido disculpas por escrito ante tamaña osadía. Lo que pasa que se hizo al haber leído una bibliografía equivocada donde Bertold Brecht y Jean-Paul Sartre eran más accesibles. Sobre el escenario el cambio de luces distrae la atención de una Laura por dormirse y Adrián, su marido ya con una década de antigüe-dad en el metié, insomne y pastillero, pero justamente bajo el efecto de luces es por donde hace su aparición escénica el soplapitos Klimovsky que, como el autor remarca en el TXT, “habla enérgicamente” para de-cir lo que sigue, amén de mantener una pelota reglamentaria bajo el brazo:

-El objeto de deseo es la pelota. Todos corren detrás de ella,

todos quieren alcanzarla, todos quieren tenerIa, todo el tiempo.

Ella es la suma de todos los anhelos. La dadora de sentido. La pri-

mera y la última razón de todas las cosas. Por ella sufren, por ella

luchan, por ella se esfuerzan, por ella se desviven. Por ella lloran y

ríen. Por ella son capaces de implorar al cielo con gratitud o con

remordimiento. Ella los mueve. Ella, el objeto de deseo, los incita.

Hasta ahora un correr casi a la par del psicoanálisis más puro y ortodoxo. Sin contar que un actor que incursiona en la dramaturgia y encara nada menos que poner arriba de un escenario real a alguien que nunca había pisado un suelo así, por más que sea ficción, como un árbitro, no tiene la obligación ni está en falta por desconocer que el his-toriador inglés Edward Montague, en la Encyclopædia Britannica im-presa deja expresa constancia de la posesión verdaderamente demon-

íaca que atrapaba a los espíritus de los futbollers o players por hacer-se de ella y ni qué hablar si que la conseguían, se arrancaban brazos, partían mandíbulas y tibias, algún que otro ojo reventado, así que con el impávido, ascético y filoso humor que los caracteriza deja constancia de la impresión causada a un diplomático francés especialmente invita-

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do a presenciar una tenida de la originalidad de la que se creían creado-res en la versión de lo que se jugaba por el siglo XVIII.

La conclusión suena todavía más bien a lapidaria: -Si los ingleses llaman a esto juego, a qué le llamarán guerra –

alcanzó a descerrajar el hijo del tríptico masón Liberté, Igualité et

Fraternité, entre asombrado, asqueado y estupefacto, para colmo sin nada de rapé para un nariguetazo recuperador y algún otro estornudo catártico.

Acá no parece haber demasiadas metonimias o algún tipo de tro-

pos para devanarse los sesos por la oscuridad del lenguaje. El monólogo que en la sala Pablo Neruda del Complejo La Plaza interpretaba Juan Leyrado con vestuario de árbitro oficial de la AFA continúa a punto se-guido, ya más entrando en la materia sobre el que gira este trabajo:

-Mi función no es ésa –le hace decir Martínez a su Klimovs-

ky/referí de fútbol-. Mi función no es correr detrás de la pelota que

todos se disputan. Yo no pido la pelota para mí. Yo no participo del

juego. Yo estoy en el partido, pero no tomo partido. Yo soy un ob-

servador neutral; debo ser invisible62. Yo estoy para señalar lo que

entorpece el juego; lo que lo traba; lo que lo desnaturaliza. Yo debo

mantenerme ajeno a la pasión. Debo seguir la jugada de cerca pero

no meterme en ella. Para eso hace falta estar atento. ¡Y conocer las

reglas! Porque hay reglas. Hay un estatuto, hay un reglamento. Yo

no inventé el reglamento, pero ese reglamento existe, y en función

de la existencia de ese reglamento, hay normas, hay un campo de

juego delimitado, hay acciones lícitas y acciones ilícitas. Hay áreas

de peligro. Hay posiciones fuera de juego. Hay roles. De manera que

62

Escartín, Pedro. Reglamento de fútbol comentado. Pedro Pueyo, Madrid, 1977, 30ª edición. Para este

también clásico de clásico en la materia, “el árbitro a efectos reglamentarios es aire y se deberán de

aceptar las consecuencias que de esto se derive”, a tanto lleva su incorporeidad y pretendida ausencia

real del campo de juego. Por otro lado, el justo tratamiento como seres humanos que reclaman como una

letanía cada vez que se mandan una metida de pata de aquellas se lleva realmente a las patadas con la co-

sificación, con la reducción a objetos sin más, tipo poste o banderín del corner que les otorga el regla-

mento por si la pelota da en ellos, un accidente que por supuesto desata las pasiones más encontradas,

según corte un avance y de qué bando esté el vociferante, o directamente la emboque adentro del arco,

como ha sucedido más de un vez con interpretaciones algo más que encontradas y que se relatan en este

trabajo. Por otro lado, en otro trabajo clásico como es del también varias veces ya citado español Vicente

Verdú, el machante reclamo de lo que debería ser una humanidad cuestionada muy inteligentemente es

releída desde del punto de vista exactamente no lo son, en una paradoja por demás urticante, desde el

momento en que si los árbitros, los sacerdotes o los jueces ordinarios fueran realmente tan cosa no alcan-

zarían a dar realidad, al fútbol, al cielo y a la ley. “El mundo está escenificado de tal modo”, sacraliza

el autor de Fútbol: mitos, ritos y símbolos, “que los personajes ‘seres humanos’ son presididos, en la

ceremonia ritual correspondiente (creadora del sentido), por otros personajes-signo que no son se-

res humanos.”

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dentro de ese territorio, dentro de ese terreno de juego, dentro de

ese campo, hay también un campo de significación. No todo vale en

la prosecución de la obtención del objeto. No se trata del puro y li-

bre albedrío. Se trata de preservar la dinámica colectiva del juego,

lo que le da su sentido de conjunto. La pulsión que desata la nece-

sidad de satisfacer el deseo, la captura del objeto, su posesión, des-

ata también la pasión, que muchas veces nos extralimita, nos con-

funde, nos nubla, hasta el punto de no discernir el daño que infe-

rimos. O que podemos inferimos a nosotros mismos. Impedir ese

daño -o hacer que su costo sea mínimo- es mi función. Proteger lo

lúdico: el placer y la alegría del juego por el juego, la sublimación

del deseo. He dicho.

El TXT original en el libro remarca que aquí viene “otro tono” en el decir del actor y que éste continúa “siempre mirando hacia delan-

te”, todo antes del remate de la sentencia final: -Y otra cosa, Adrián: usted siga ridiculizándome, que así le va

a ir. No es por nada pero la amenaza, con un cierto inevitable tufillo a

anatema urbi et orbi, parece apuntar y alcanzar a discreción no sólo a los puteadores consuetudinarios de las tribunas sino también a algún audaz que se meta a escribir trabajos sobre el asunto o a “autores

(tardíamente) noveles”, como se autodefine Martínez con una sonrisa sobre sí mismo en el impreso, no oralmente, porque entrevistas con Dones Nadies no quiere saber nada.

De todas maneras, este tan impensado como saludable puntapié

inicial desde el teatro, de irrelevante importancia si no respeta los su-puestos cánones u ortodoxias tabloneras, la obra del actor/dramaturgo se atrevió a agregarle a su preocupación central fragmentada en prota-gonistas/fuerzas una indumentaria que se las trae y reclama, más que cárnea humanidad, ese peso muerto de la historia que ya avizorara Carlos Marx como los malestares culturales de los que no pudo zafar ni Sigmund Freud siendo médico, y la realidad, nada menos que su faz de tirana del tiempo y el espacio, se le filtró sobre lo etéreo representati-vo de un escenario lo mismo que al santacruceño por abrirle la puerta de la Casa Rosada, domicilio del poder político en cómodas cuotas, al quilmeño Horacio Elizondo. Trazando un primer balance, aunque sea de nuevo precario, el no tan tomado en cuenta ingreso del internacional y poeta Horacio Elizon-

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do a la Casa Rosada, inmediatamente después con ofertas para dirigir un semestre en México, también en Italia y Al Qatar, uno de los epicen-tros donde el revulsivo excéntrico potlach de no escatimar en millones de dólares para entremeter con lo mejorcito del mundo en la materia, con estadios techados y aire acondicionado en medio de los desiertos, mientras sus pueblos languidecen de hambre y pandemias en condicio-nes infrahumanas, y terminar quizá como asesor en la materia en la sede que la FIFA tiene en Zurich, estas inesperadas y aceptadas apari-ciones marcan sin duda una nueva tónica en el fenómeno más impor-tante de la cultura de masas generada por el capitalismo industrial y la actual sociedad de consumo como es el fútbol, se merecen por lo menos una reflexión, sobre todo en el país que cuenta en su haber con el único asesinato de un árbitro a patadas en la cabeza, durante un cuadrangu-lar amistoso de verano, hecho inédito que reedita una vieja leyenda de las islas británicas (el primer partido se jugó usando como pelota un cráneo humano, tal como está documentado en la Encyclopædia Bri-

tannica ya citada) y que desde siempre, entre nosotros, para variar fue invisibilizado no sólo por el periodismo deportivo, algo que no será jamás noticia bajo ningún punto de vista, sino en el momento hasta por la mismísima Asociación Argentina de Arbitros (AAA), hecho por de-más revulsivo que con mucha menor publicitación volvió a repetirse y se lo consideró casi como un asalto a un supermercado chino. Pero co-mo no hay primera sin segunda, ya terminada la primera versión de es-te trabajo, a fines del 2008, en Itatí, Corrientes, en otro partido amis-

toso, Héctor Gómez (46) cobró una falta que no fue del agrado de uno de los bandos y recibió una trompada que lo puso KO definitivamente. La obra de Oscar Martínez, Ella en mi cabeza, subió a escena a fines del 2006 y también fue acogida en la temporada veraniega de Mar del Plata, una plaza a la que prejuiciosamente no se la ve tan apta para este tipo de preocupaciones. Pero el tipo de personaje siguió teniendo receptividad, a tal punto que dos años después, en agosto del 2008, en el Tabarís, un poco antes del homicidio recién apuntado, alguien al que no se le puede endilgar falta de olfato comercial como Gerardo Sofovich, escribió y subió a escena El referí cornudo. En el elenco reaparecía un triunfal e idéntico a sí mismo Guillermo Nimo. Mientras tanto, para llegar hasta aquí, el fútbol recorrió a pie, co-rriendo junto a la línea de cal, picando al vacío, cayéndose solo o fau-leado, saltando todo tipo de obstáculos, soportando tanto largas prohi-biciones como panegíricos demagogos, no se sabe a cuál peor, venticin-co siglos del transcurrir humano y sobre la gramilla, bajo el sol, queda-ron hinchándose muchos miles y miles de cadáveres. De árbitros, por

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cuestiones propiamente del juego, salvo en la Argentina, S.E. u O., so-lamente dos y otro que zafó raspando, con lo justo, a la ferocidad de un linchamiento con todas las de la ley y no terminar pataleando en el aire, ahorcado, como en la más genuina película del Far West. Pero la histo-ria del juego nacido como simbolización ritual del peregrinar humano

tras la esperanza de encontrar un pago algo mejor o el retorno a la

tierra natal en el sendero de la Mégara, al borde del mar, y donde los desgraciados, a pesar de humillarse ante Escirón que se hacía lavar las patas como derecho a peaje, arbitrariamente, de tanto en tanto, eran lo mismo arrojados de un patadón en el tugets para que se los engulleran las tortugas gigantes, según versa la leyenda respectiva que ha sobrevi-vido, la que también da cuenta que al aburrido héroe del pago no tan mentado como otros lo asesinó un joven y todavía no monarca Teseo, y que como la tierra no admitió esos huesos ahí brotaron las Rocas Es-cirónicas y las gentes, como ya desde entonces no metabolizaban los criminales atropellos de los poderosos, empezó a desarrollar un juego con una pelota inflada que golpeaban con los pies y que sin ninguna imaginación bautizaron Sobre Escirón o, si se quiere, en el idioma ori-ginal, episkyros, y que lo empezaron a jugar públicamente en las mis-mas barbas de Teseo, ya monarca de Atenas, en los dichosos Juegos Itsmícos en honor de Sísifo63.

Por esa génesis y otros méritos propios llegará a constituirse en el paradigma emblemático de todo el capitalismo industrial, el mo-

dernismo y el posmodernismo, como también puede aportar su no poco al origen, significado y verdadero rol cultural de ese personaje odiado de manera inclemente por unanimidad, estigmatizado, y que pa-ra colmo, como los policías y sus pares, los jueces de la justicia ordina-ria, si llevan a cabo la faena como Dios manda nadie habla de ellos por-que en última instancia no hacen más que cumplir con su deber. El reinado de la tecnología tiene su poco que ver. Si ya en los ’60 la aparición de las Spika alemanas alteró sustancialmente la relación espectador/juego, modificando de manera más que significativa el dis-curso de los relatores deportivos que empezaron a ser controlados y su-frir pressing implacable sobre sus delirios verborrágicos, viéndose obli-gados a abandonar para siempre en el ropero a la guitarra de vuelos líricos cursis y un pasionismo exultante, siempre al borde del éxtasis o

63

Jeu, Bernard. Análisis del deporte. Barcelona, 1989, 210 pàgs. Para este autor, no sólo en este trabajo,

acá ya estaban los deportes casi totalmente desarrollados que va a conocer la modernidad capitalista e in-

dustrial. Oficialmente, en la cátedras de sociología del deporte, el dogma impartida es que los ingleses

crearon y dieron forma definitiva a éstos, sobre durante el siglo XIX, con el auge expansionista de su co-

lonialismo. Que las actuales formas del deporte tienen ese origen es indudable, ahora que los súbditos de

Her Majesty hayan inventado algo…

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la catástrofe universal, la tevé ByN primero, la cromática y satelital des-pués, a partir del Mundial 86 de México, para ser más precisos, tras llo-vido mojado, apareció la globalización sin fronteras y puso definitiva-mente en la picota a todos y los ya históricamente castigados hombres

de negro se han llevado sin duda la peor parte. No hay que dar muchas vueltas: ahora es científicamente certificable cuántas veces y de qué manera meten la pata, la mano y otras cosas. Claro que con doce cáma-ras a la vez y sin poder incidir en los actores en forma directa. A tal punto que para los más exaltados sus días estarían conta-dos. Los circuitos internos de tevé, si bien más caros, serían infalibles y cuentan con la ventaja que no se los puede putear hasta el hartazgo y menos que menos erigirlos en blancos móviles de lo primero que se ten-ga a mano. Aunque tal vez un misil tierra-tierra, para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, como rezan los vendedores de los transportes públicos, pueda llegar a convertirse en el canal adecuado para dejar sentado una protesta como se debe. Y no es una exabrupto: a mediados de 1984, en la Bombonera, de cabecera a cabecera, una bengala marina de auxilio se convirtió en un Exocet de entrecasa para troncharle la vi-da a un joven estudiante que a la vez era empleado bancario para so-brevivir y poder llegar alguna vez al ansiado diploma, ilusión que en es-te caso fue segado con toda la incandescencia enceguecedora de la luz usada para pedir auxilio en medio del mar. Ni hablar de un delirante autor de ciencia ficción inglesa que pergeña un reprocesamiento de los espejitos para refractar el sol y con una tribuna actuando militarmente al unísono reducir al referí bombero a un modesto montoncito de ceni-zas. Para botón de muestra, lo craneado por un clásico de la ciencia

ficción ya en 1958, tomando como escenario una república banane-

ra que puede ser invadida por la vecina a raíz del arbitraje de un

partido de fútbol por una final regional. Todo esto puede ser perfec-tamente factible si se toma seriamente en cuenta todo lo que está en juego detrás de la aparente trivialidad de un partido de fútbol, por más que se sea o no adicto, hincha o simpatizante. No llegó en poco más del último siglo a ser el deporte más desarrollado y con mayores adeptos en la historia de la humanidad por casualidad. En el colmo todavía de no todos los colmos, porque en un país como Argentina no se sabe realmente qué es la administración de justi-cia, a uno de estos personajes, que le ocurrió tomarse el rol en serio y pitar sin mirar de quién era la camiseta, por demostrar que justamente

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en la contrasociedad deportiva64 los intocables pueden ser tocables como cualquier hijo de vecino, le pusieron de mote El Sheriff con más de una lectura y de una intención. Sin embargo, la virtualización de la imagen de los árbitros a nivel masivo es un fenómeno más que significa-tivo. Sobre todo cuando por cholulismo o lo que sea a uno de ellos, por lo notable de su perfomance a nivel mundial, hasta le abrieron la puerta de la Casa de Gobierno a la realidad y poco más se empezó a venir toda la estantería abajo. La cronología más o menos detallada viene ahora, después de un pequeño corte comercial. Siga en nuestra compañía, por favor.

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Jeu, Bernard. La contrasocieté sportive et ses contradictions. En Espirit, dirigida por Jean-Marie

Domenach, Nº 10, setiembre 1973, París, págs. 391 y ss. La hipótesis del brillante sociólogo francés del

deporte, fallecido en la última década del siglo pasado, es que las sociedades capitalistas generan, sin una

decisión deliberada, de manera muy similar a lo que Antonio Gramsci teorizaba en torno a las estructu-

ras hegemónicas, una suerte de negativo ideológico de la sociedad donde solamente allí se vuelve sopor-

table la sociedad real porque prima la libertad y la igualdad ante la ley, por sobre todo, y lo prohibido se

vuelve permitido. En cuanto al deporte, sin especificar para nada al fútbol, aseguraba que se trata de una

antitragedia, ya que a la inversa de lo que sucede con una puesta en escena de cualquier clásico, aunque

sea de manera ilusoria la participación del espectador puede incidir en la resolución final del conflicto.

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3 ABERLE DADO DEPORTIVO ingreso a la realidad, sobre todo en

su manifestación del espacio sagrado de la cancha y el tiempo hechi-

cero de la competencia, como ya se delimitó, concretado en la persona de un árbitro recién consagrado internacionalmente en un Mundial de fútbol, puede ser mirado de maneras varias. La más simple y tentadora es que la irrupción de semejante personaje, detestado y vituperado a más no poder, podía ser indicativo del más que evidente vacío justiciero que se percibía en la macrosociedad y la necesidad de suplantarlo aun-que sea de manera simbólica. Pero el simplismo no resiste, sobre todo en esa macrosociedad donde la confusión entre realidad y fútbol no es tal sino que el segundo de los términos tiende a reemplazar al prime-ro. Si ya en 1965 un semanario de actualidad advertía acerca de que el fútbol era uno de “los mayores equívocos que padece el país”65, casi medio siglo después ha dejado de ser un equívoco para directamente ser por lo menos un modelo a seguir cuando no un remedo de la Ar-gentina misma. Además, semejante personaje en lugar de la Diosa Te-

mis permite el autoengaño de la vigencia justiciera, sí, pero que ínsi-tamente también es puteable a destajo, corrupta, cascoteable, maneja-ble desde la cúpula y, sobre todo, despreciable66. Encima, el plus del gesto presidencial de sacarle la tarjeta roja a la prensa carece de virtu-des propias a la vista, y la jocosidad no está ni siquiera implícita por ningún lado. Para los que gustan de reformulaciones y reconstrucciones desde el lenguaje de lo espectacular67 vigente, a lo que intentó expul-sar del espacio sagrado fue a los que estaban en condiciones de regis-trar lo sucedido y prolongarlo en el tiempo, que no queden rastros para atestiguar la etiología de lo que tenía in pectore alguien para quien no existe más que el Poder, la política, la acumulación de riquezas a cual-quier costo y, si le queda algo de tiempo, el fútbol, una desesperada e

65

ROMERO, Amílcar. Las barras bravas y la contrasociedad deportiva. Biblioteca Política Argentina

Nº 458, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1994, 127 págs. 66

En momentos de estarse corridiendo la edición, fines setiembre 2010, Hebe de Bonafini le soltó todos

los perros a la Corte Suprema y subordinados, asistida, entre otros, por el secretario general de los em-

pleados judiciales. 67

DEBORD, Guy. La sociedad del espectáculo. Edición crítica y prólogo de Christian Ferrer. Biblioteca

de la Mirada, Editorial La Marea, Buenos Aires, agosto 1995, 211 págs.

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insaciable ansia de revancha perpetua con más angurria y sensibilidad que el PacMan. En medio de un tiempo invertebrado como un magma, con índices estadísticos manejados a destajo, sin referentes concretos a los que agarrarse, menos que menos a modelos sociales, la Administra-ción de Justicia, la tercer pata de la mesa que imaginara Locke y de algún modo completara Montesquieu pasa por el momento de mayor desprestigio y también por el de los sueldos más altos, exención de im-puestos a las ganancias y al jubilarse el 82% móvil, igual que los milita-res y los otros uniformados, de espaldas al resto de un país que langui-dece no sólo en la materia. Su dependencia del poder político es tan evidente como su omnipotencia y la cháchara de un respeto meramente formal en el que no cree nadie, ni ellos. Para colmo, con una infraes-tructura colapsada, en un país caótico y con más que un doble discur-

so desde el gobierno peronista de turno, al amparo de un garantismo aborrecido por la reacción y que en la realidad, pervertido, no existe como conquista social, se ha convertido en una puerta giratoria para la delincuencia de todo tipo, bajo rubros rotulados excarcelaciones, pri-siones domiciliarias y otros leguleyismos por el estilo. Ahora, siempre tomando de manera arbitraria el comienzo como aquel día de agosto del 2006, un apretado y parcial resumen cronológi-co de los sucesos poco auspiciosos que tuvieron a bien sucederse de inmediato, sin señalar para nada al mencionado personaje como res-ponsable, sino sólo para reseñar lo que iba a venir detrás y ratificar de algún modo lo ya constatado por la cultura: estas interferencias signifi-can ni más ni menos la irrupción de la realidad y el acabóse de la ilu-

sión y lo mágico. Lo de la final de fútbol villero en Fuerte Apache, que ya fue reseñado, puede pasar a engrosar lo cuasi folclórico sin mo-lestar a nadie. Eso sí, para darle crédito a la especie que circuló enton-ces por la Casa Rosada, en mayo del 2007 se certificaba la designación por el presidente Kirchner de Horacio Elizondo como Coordinador de

Programas Deportivos Jurisdiccionales en la órbita de la Secretaría

de Deportes de la Presidencia de la Nación a cargo del ex jugador Claudio Morresi. Era otra vez lo obvio. Después, ya como director de la Dirección de Formación Arbitral (DFA), Elizondo presentaría en el San Luis de los Rodríguez Saá el Programa de Capacitación de Arbitros

(PRODAR), para terminar recalando, en mayo del 2009, como integrante del Departamento de Desarrollo Arbitral de la FIFA, en la función de Formador de Formadores, como también dedicarse a dar charlas em-

presariales sobre toma de decisiones, dado el ya señalado paralelismo que para el neoliberalismo rige en corporaciones y trajines deportivos de alta competitividad. No estaba tan errado cuando a fines de ese mismo 2006 decidió apartarse del arbitraje a pesar de reglamentariamente te-ner dos años más para mantenerse en funciones. Por algo lo habrá con-

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siderado sobradamente suficiente para coronar una carrera que sigue bordeando la perfección. Por su parte, la denuncia del sargento Daniel Giménez contra El

Tuerto Muñoz en los Tribunales de La Plata por amenazas corrió la misma suerte que tienen ese tipo de gestiones en los Tribunales platen-ses. En cambio, su condición de árbitro internacional empezó a dar tumbos cada vez más aparatosos. Al año siguiente lo suspendieron tres meses del Colegio de Arbitros por razones disciplinarias y anunció que se iba, no sin antes calificar a alguno de chupapija y señalar con pitos y cadenas a los que se equivocan con todos los equipos, “menos con

Arsenal y River”. Por supuesto, tuvo a buen recaudo calificar a Julio Humberto Grondona como “todo un caballero”, lo que no le resultó obstáculo para enmierdar con generosidad a Jorge Enrique Romo, pre-sidente del Colegio de Arbitros, cuando era por todos sabido que no iba ni hacer pipí si no era con la venia del jeque. Como si fuera poco y abrochar todo en un mismo paquete, en agosto del 2008, en la entrada de los Tribunales de Resistencia, a metros de la casa de gobierno y don-de tiene una heladería, le propinó una feroz trompeadura al fotógrafo de un diario local que pretendió registrarlo cuando iba a declarar en una causa en que estaba involucrado su hijo Renzo y por la cual le habían allanado el domicilio y secuestrado una computadora. -¿Qué te pasa, negro? –le gritaba fuera de sí, mientras lo tenía agarrado de los pelos y le daba para que tuviera con semejante cor-pachón-. ¿Qué te pasa? Giménez Jr. estaba involucrado, junto con otros de su edad y del medio pelo de la capital chaqueña, como integrante de una patotita que en las noches de los fines de semana salían de pajuerano safari para fa-jar a los negritos pobretones que tenían la tupé de pretender ir a bai-lar o buscar otro tipo de distracciones, proezas que grababan en videos que después subían a YouTube para que virtualmente la especie humana se solazara sin retaceos. La promesa pública de que le iba a hacer pedir disculpas de la misma forma quedó solamente en eso, es decir, tal cual su denuncia contra El Tuerto Muñoz. Y se retiró con el baldón de aquel domingo 24

de marzo de 1996, cuando la AFA había ordenado un minuto de si-

lencio en el momento de comenzar todos los encuentros oficiales en memoria del aniversario del golpe y él no lo hizo porque argumentó que no le habían avisado, según se excusó de movida, aunque a la primera oportunidad que tuvo de hablar puso bien en claro que lo esgunfiaba en grado sumo que se homenajeara a los caídos “de un solo lado” y no a todos, un argumento que no necesita comentario alguno porque pinta de cuerpo entero tanto a su ideología como a sus valores morales.

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Pero indudablemente el golpe más fuerte recibido por la adminis-tración de los Kirchner fue lo sucedido el viernes 22 de setiembre de ese 2006 en el que habían dejado irrumpir la realidad en la Casa Rosada por primera vez en la historia, cuando el anciano albañil Jorge Julio

López, ex militante de una Unidad Básica que estuvo desaparecido en-tre octubre de 1976 y junio de 1979, quien a partir de 1983 se afilió al Partido Socialista, literalmente se esfumó. Más: se ha volatilizado. Los vecinos de ese barrio aledaño de La Plata que lo vieron ocasional-mente esa mañana no advirtieron nada raro. Había declarado en el jui-cio seguido contra el comisario Miguel Etchecolatz, Director de Inves-tigaciones de la Bonaerense por entonces bajo el mando del coronel Ramón Camps, y se consideró a su declaración como de vital impor-tancia para el sustento de la causa que remacharía la cadena perpetua que había sabido conseguir en otra sentencia. No quedó rastro ninguno. Las versiones y acusaciones cruzadas arreciaron. La falta de protección oficial para los testigos claves fue puesta bajo la mira. El entonces ministro del Interior Aníbal Fernández terminó cifrando todas sus esperanzas en “la intervención de Dios y

la Virgen” (sic), pero a cuatro años ha no se sabe nada ni de los terre-nal ni de lo divino, y sí en cambio una amenaza, en los pasillos de la casa de gobierno, del que se haría fanático de Twitter y volvería a su viejo vicio de dirigente de fútbol, contra un cronista del matutino La

Nación que si seguía escribiendo ese tipo de notas “vas a terminar en

algún camino con las piernas rotas”, tascada de cadena por la que tuvo que pedir disculpas que jamás pueden alcanzar a borrar lo dicho y menos las motivaciones íntimas que lo llevaron a vomitar semejante sentimiento y deseo. El nivel intelectual y cultural del funcionario, que encima aspira a la gobernación bonaerense, también conspiran en su contra y hacen pensar en lágrimas de cocodrilos, más que una ocasio-nal salida de madre y un resfalón en los terrenos de los lapsus lin-

guae. Además, con los cuadros políticos que forman su clan peronista en Quilmes, todavía le restan más credibilidad a la sinceridad y arrojan líneas de fuga para nada saludables o aplaudibles. La pena de muerte sumarísima, a cargo de armas generalmente policiales, sigue existiendo en la Argentina. Ni por asomo, claro, en el grado en que supo estarlo años ha, pero sigue lejos de desaparecer, lo mismo que las torturas y tormentos, sobre todo con el paso de co-

rriente eléctrica y pago del gasto a costas del erario público, como también algún que otro submarino seco, ni hablar de trompadas, pata-das y cachetazos a destajo. Si con obvios objetivos políticos, como se apuntó en un principio, en la mañana de la asunción de Cristina

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Fernández como presidenta electa del país, le tiraron un prefecto mayor muerto en el Delta, no sólo el gatillo fácil sigue imperando. Lo sucedido con la amaicheña Esperanza Nieva, de 81 años, activista de los ´70 por los derechos conculcados a su pueblo y otros hermanos de los Valles Calchaquíes, excede varios límites y pone una vez más en la picota la administración del latifundista Jorge Alperovich, un radical converso con mantas y todo al kitchnerismo transversalista. La anciana fue en-contrada muerta el domingo 6 de junio en su casa de Los Zazos, una población ubicada unos 7 kilómetros arriba de Amaicha del Valle, y el personal policial interviniente se esmeró en caratular todo muy rápido como muerte natural cuando desde el vamos la médica del Centro Asistencial del lugar detectó marcas de golpes que en revisaciones pos-teriores y autopsia realizada a los tirones por los reclamos y quejas ai-radas de la gente revelaron hasta que había existido violación. La movi-lización de sus hermanos amaicheños y de otras comunidades aboríge-nes de la región hicieron que el juzgado interviniente por lo menos cam-biara la carátula a homicidio. Doña Esperanza seguía en la lucha ac-tual por el reclamo de tierras al que la administración Alperovich mira para otro lado y el sistema judicial de turno, luego de larguísimos y en-gorrosas causas, siempre conformado con elementos reclutados en el mismo sector social, vuelve a adjudicar a la añosa oligarquía terrate-

niente bajo la perversa fórmula que la reforma constitucional de 1994 habla de pueblos originarios y los quilmes, amaicheños y tantos otros terminaron recalando en los valles calchaquíes, perseguidos por los in-cas o por luchas intestinas, con lo cual la pureza química de la origina-

lidad, para Sus Señorías & Co., quedaría desvirtuada y a seis siglos años de esos sucesos, cuando mínimo, no se hayan fundamentado otros derechos a tener en cuenta, aunque más no sea por usos y cos-tumbres. El 12 de octubre del 2009, en un episodio que incluso está regis-trado en un video de YouTube, junto a otros testimonios en el mismo formato, fue asesinado el cacique chuschagasta Javier Chocobar, a manos de un terrateniente sojero y sus renovados Guardias Blancos del neoliberalismo peronista, algunos integrantes del ex Comando Pa-

rapolicial Atila. La pareja presidencial, a horas de emprender viaje a la República Popular China para vender más aceite de soja y ratificar el irrestricto respeto a los derechos humanos que debería imperar en el país más grande y poblado del mundo, estuvo en el multitudinario fes-tejo de un aniversario más del 9 de julio justamente en el centro de San Miguel de Tucumán. Los Valles Calchaquíes no están lejos y podrían haber tenido una impresión directa también de los murales en que los acusan de estar mutilando la naturaleza y contaminando el agua por la luz verde que le han puesto a la minería multinacional a cielo abierto

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que además de extraer las riquezas con franquicias que llegan a lo ver-gonzoso, alteran, mutilan el paisaje. Todo eso sin contar las muertes ya apuntadas. En pleno apogeo del comienzo del Mundial de Sudáfrica, en la noche del viernes 17 de junio, en los altos de Bariloche donde habita el pobrerío, so pretexto de una identificación que luego quiso ser presen-tada como resistencia a la autoridad, trabada en lucha y disparo oca-sional del arma reglamentaria, el adolescente Diego Bonefoi, de 15 años, fue alcanzado en la nuca por un proyectil 9mm. disparado por un suboficial desde una distancia de 4 o 5 metros, perteneciente a la dota-ción de la comisaría distante ahí nomás del domicilio del mocoso y con la que la víctima fatal y otros jóvenes solían tener periódicos roces. Un asesinato vil, sin otras vueltas. La pueblada no se hizo esperar y así fue como a su turno cayeron Sergio Cárdenas, 28, y por último, Nicolás Carrasco, de 16, también a consecuencia de sendos balazos certeros. Hubo otros heridos de bala, ya sea por los dichosos perdigones de las Itakas y/o garrotazos. La muy exclusiva clientela turística, más la po-blación bañada del Bariloche a orillas del Nahuel Huapi, al igual que sus compatriotas de General Villegas en favor de los violadores, salieron a manifestar en masa su apoyo a las fuerzas policiales actuantes y a de-jar que las lentes de las cámaras de video, sobre todo porteñas, testi-monien por dónde están pasando las resquebrajaduras del andamiaje nacional. A todo esto, en el país del eterno replay, sigue sin haber noticias de Luciano Arruga, de 16 años, que fue visto por última vez el 31 de enero del 2010, no sólo en Lomas del Mirador si no en las cercanías de una dependencia policial que tiene penosos antecedentes en la materia. Los testimonios dicen que el chico fue sometido a una paliza para que tuviera, también aparentemente por motivos de tirrias vecinales y/o la omnipotencia delirante que dan los uniformes y el armamento de guerra portante. Los reclamos y actuaciones hasta el momento no han llevado a ninguna parte, salvo a seguir amontonando rumas de sospechas para el mismo lado: La Maldita o que el ahora Jefe de Gabinete, convertido en un infoadicto del Twitter, sea escuchado por Dios y la Virgen porque por el lado terrenal siempre se termina en el mismo lado, es decir, en ninguna parte. Rebobinando gracias al tiempo hechicero de la competencia que reina, el domingo 8 de octubre del 2006, en la fatídica ruta del Mercosur, alrededor de las 22:30, se encontraron de frente un micro

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que venía del Chaco cargado de colegiales con rumbo a Buenos Aires y un camión semirremolque con cueros que tendrían que haber tenido el mismo destino, pero que venía zigzagueando y con dirección contraria. El saldo sería de 12 muertos y, claro, heridos varios. Los dos ocupantes del vehículo de carga, una docente y 9 menores del colegio Ecos de Villa Crespo. Como al fútbol hay que tratar de amnistiarlo como sea, en un principio todo quedó en la más que probada peligrosidad de una vía internacional como la dichosa ruta 11, que no tiene infraestructura ni mantenimiento ni para calle periférica de pueblo, y por el grado de al-

coholemia del conductor del camión, a lo que se agregó cierta impru-dencia en el que manejaba el micro, quien hizo caso omiso a los guiños desesperados de los dos lados que trataron de advertir lo que a todas luces era el topetazo inevitable entre las dos moles cargadas. La madre del borrego empezó a surgir cuando se trajo a colación que a esa hora del siniestro el camión tendría que haber arribado al puerto de Buenos Aires y que la demora se debía a que a poco de salir de Reconquista, provincia de Santa Fe, como jugaban River y Boca, trasmitido por ca-

ble en vivo y en directo, decidieron parar participar aunque sea desde la silla de un bar del acontecimiento, y luego festejar como se debe el triunfo de los suyos con cerveza en ese local adosado a una estación de servicio68. Cuando quisieron reanudar la marcha, no anduvieron mucho para tomar conciencia que no estaban en condiciones y en una rotonda a la entrada del pueblo próximo retomaron, no sin antes que el acom-pañante avisara por teléfono a la familia en Reconsquista que su com-pañero no se sentía bien. Alcanzaron a andar bastante poco y el fútbol

virtual y las muertes remotas, que tuvieron comienzo en nuestro país con el Mundial 86 de México, vieron incrementados sus respectivos lis-tados y dejar muy en claro que ya andan cerca del 20% del total de las víctimas fatales de la violencia futbolera. Por supuesto, el 17 de octubre fue elegido el día para trasladar los restos de Perón que habían sido mutilados en la Chacarita hasta su morada definitiva, un panteón erigido en la Quinta de San Vicente. El peronismo no tiene metro patrón ni ADN. La cuestión es copar la para-

da con pancartas, percusión de todo calibre, bombas de estruendo tira-das a mano o con morteros portátiles, lo que sea, como sucedió en el di-choso Puente 12. También, llegado el caso, sacar a relucir la ferretería

de en serio y darle a la máquina. De pronto, con la gente ingresando si

68

La spectadoritis fue señalada por los críticos del industrialismo desde un principio del capitalismo que

se venía como una de las características esenciales y una contradicción alarmante. Un libro con ese título

data de 1932, se debe a NASH, Jay B., y es citado por VOLPICELLI, L., Industrialismo y deporte,

Paidós, 1967, 170 págs.

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se quiere con cierta normalidad, otra vez un roce en el fixture sindica-

lista entre los albañiles de Gerardo Martínez y los camioneros de Hugo Moyano hizo que Emilio Quiroz, (a) Madona, chofer de Pablo Moyano, hijo del anterior y sucesor hereditario, sacara a relucir la Bersa 9mm. que llevaba en la cintura y vaciara el cargador contra la puerta de en-trada. “Lo hice para evitar una masacre”, alcanzaría a declarar en un mensaje críptico por la guerra no formalmente declarada que hay en-tre esos dos gremios, la que ya ha terminado a tiros en más de una oportunidad. El mencionado patriota cumplía el trabajo de manejar y otras co-sas el vehículo de un Moyano Jr. que se desempeñaba en el Departa-

mento Fútbol que el club Independiente tiene en Villa Dominico, presi-dido por Julio Comparada. Apenas unas semanas antes del ingreso de Elizondo a la Casa Rosada y se rompiera la sentina, el matutino sensa-cionalista alemán Bild del 11 de mayo publicó un reportaje al ex crack de la selección teutona, Karls-Heinze Rummenigge, a cargo de la geren-cia nada menos que del Bayer Munich. En un pasaje, como aquí repro-dujo Clarín, aparecía lo siguiente: "¿Qué pasa con el talento argenti-

no [Sergio Kum] Agüero?" Rummenigge contestó: "Aquello llegó a va-

ler 20 millones de euros. Pero un porcentaje debía ir directamente

al presidente. Y el Bayern no participa de este tipo de negocios."

Estalló el escándalo, claro, alemán de mierdal, mirá con lo que se des-cuelga. Rasgadas de vestiduras, ruedas de prensa, desmentidos, faxes, amenazas de acciones judiciales y qué pasó después no se sabrá nunca porque o no pasó nada, que es lo más común, o tampoco pasó nada en el formato de no ser materia noticiosa. Y la única verdad no es la

realidad sino lo mediático o, si se quiere y ya ha sido dicho, la única

realidad que existe es la mediática. Unos días después, el domingo 29 de octubre, el Frente Unido

Dignidad, liderado por el obispo de Puerto Iguazú Joaquín Piña acosta-ba con más del 56% de los votos al kirchnerista Carlos Rovira que aspi-raba a otra reelección, reformar la constitución y quedarse a vivir en el puesto hasta que la muerte los separara. Para terminar de ganarse las simpatías populares el caudillo lugareño llegó a la escuela donde le to-caba votar rodeado de una patota de guardaespaldas, patovicas, mato-nes sindicales y otras variantes de esta fauna posmoderna cada vez más variada, los que ante la avalancha de fotógrafos, camarógrafos y periodistas de todo calibre que se le vino encima, la batahola marcó un hito cívico. Salvo la misionera Opinión Autenticada, que había sido contratada por el frente opositor que resultaría ampliamente triunfante, todas las otras encuestadoras de opinión, importadas de Buenos Aires,

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lo dieron ganador al oficialismo por una diferencia que iba desde los 5 a los 15 puntos. Artemio López, que fue el más entusiasta, y dados los 13 puntos que sacó finalmente de ventaja el cura, le erró por 28. El trasta-zo se sintió duro en Buenos Aires y hasta hubo un clásico repliegue pa-ra refrescarse con los vientos patagónicos. El domingo 10 de diciembre Horacio Elizondo dirigió su último partido en la Bombonera, donde los locales jugaron contra Lanús. La semana anterior había tenido problemas en el clásico de Avellaneda y siempre más vale retirarse a tiempo. Además, el nuevo año iba a arran-car con problemas serios. La intervención del INDEC, a cargo del Secre-tario de Comercio Interior Guillermo Moreno, va a devernir en una cicu-ta mensual y convertir al funcionario en un centro exclusivo de atención como si operara por cuenta propia y no de la Presidencia de la Repúbli-ca. Para ser equitativos, hay que reconocer que terminó de cuajo con dos problemas: la inflación y la credibilidad pública. Luego de un año de acoso también liquidará de un plumazo la carrera de la técnica de mayor currícula y gracias a Clarín, que lo dio a conocer, pasará a for-mar parte de la filosofía existencial de café la fórmula universal que to-

do reside en quién la tiene más larga. No escatimaría en balandrona-das: “No entiendo cómo puedo andar por la calle sin que me caguen

a trompadas. ¡Con las cosas que yo hago! ¿Sabés qué? Eso demues-

tra que son todos unos cagones”. Las acusaciones de patoterismo con los formadores de precio, atender a miembros de cámaras con un revól-ver encima del escritorio y otras delicadezas motivos de corrillos se vol-verían tan de consumo diario que se tornaron graciosamente habituales o directamente increíbles, llegando a un punto en que casi invisibiliza-ron la gravedad de las consecuencias irreversibles del accionar de este ferretero, casualmente colega de Julio Grondona. Aparte se lo demo-

nizó a tal punto que sobre todo cuando el Poder Ejecutivo se volvió de dos plazas el nuevo Jefe de Gabinete, en el Congreso, tuvo que poner las cosas en el lugar de donde nunca tendrían que haber salido, y en una aparente defensa recordó que se trataba de un funcionario subal-terno que cumplía “órdenes superiores”. Más claro, agua. Por supues-to, sin que antes no la hubiera utilizado la Barrick Gold para sus en-juagues… Un intento de aclaración, a esta altura del campeonato, vale la pena. El sesgamiento de los hechos en este tipo de racontos conlleva el peligro de confundir que no ha sucedido más que lo apuntado. Néstor Kirchner asumió la presidencia con el 22% de los votos en el 2003 y el

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país ni siquiera estaba en llamas. Lisa y llanamente es discutible si di-rectamente estaba. La situación de default, la devaluación del 300% desde el dichoso 1 x 1, la desocupación y el 54% de la población hun-dida en la pobreza son apenas trazos de lo que llevó al New York Times a vaticinar en un editorial que ya había varias provincias aprontándose para la secesión. Cierto viento de cola para los negocios internaciona-les, la suba de los precios de las exportaciones y un rígido reacomoda-miento de la recaudación fiscal permitieron zafar la varadura y entrar en un período de crecimiento anual de entre el 8 y el 9%. La encuesto-

logía, el nuevo culto neoliberal, no tardó en certificar otra vez el es-

pasmódico triunfalismo argentino y otorgarle entre un 75 y un 80% de imagen positiva a ese presidente que la mayoría alguna vez había visto en alguna foto como gobernador de Santa Cruz y en sonrientes compañías poco agradables como patilludos mesiánicos a los que ala-baba al borde del lameculismo. El país todo, incluso los grupos de po-der, se volvieron súbitamente kirchnerista de las primera hora. Sin em-bargo, para algunos ciertas características personales que lo pondrían más cerca de Clark Kent que de Lisandro de la Torre, lo llevaron prime-ro a echar del Ministerio de Economía al pulcro tecnócrata Roberto La-vagna al que había acudido Eduardo Duhalde de última y tomar bajo su mando todos los resortes económicos a partir de fines del 2005, y de una vez que puso allí a Felisa Miceli, hasta entonces al frente del Banco Central. Para no pocos analistas políticos la aventura de dibujar los números de la economía nacional a través del INDEC, si bien traería una aparente buenaventura inmediata en cuanto al monto de los inter-eses de la deuda externa en el corto plazo, a futuro tiene un resultado más que incierto. Los cabeza fría lo califican de terrorífico. En realidad, cierto: el desastre si no se logran corregir otras fallas estructurales que parecen insalvables, como es el caso del crónico déficit energético pa-ra un crecimiento real con desarrollo resulta cada vez más perentorio y es una asignatura pendiente que tiene por lo menos medio siglo de añejamiento. Dicho de otra forma, con el ingreso de Guillermo Moreno en el papel de malo y de alfil a sacrificar en el medio juego, comenzó el segundo tiempo de una gestión peronista sin la iconografía tan cara a los seguidores ortodoxos de Perón, con un culto a Evita sin demasiadas exaltaciones, pivoteando sobre el avance con la cuestión de los derechos humanos y logrando al menos una incondicional adhesión de las Ma-

dres y Abuelas de Plaza de Mayo. Pero acaeció el episodio de permitir el ingreso del árbitro Horacio Elizondo, con la simbólicamente entrada por primera vez la realidad a la Casa Rosada, la tarjeta roja a la pren-sa en una sociedad que está mediatizada y el comienzo de una serie por lo menos curiosa de sucesos que son materia de este racconto par-

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cial, seguramente lleno de baches, y que tiende a revisar la importancia y vigencia decisivas de la cultura en su sentido antropológico. A fines del 2006 los presagios no eran nada buenos en un país que al decir de Dante Panzeri “se rehace cada quince días”69. Al ano-checer del miércoles 27 de diciembre, cuando salía de su casa de Esco-bar para comprar un asado, el albañil Luis Angel Gerez, que con su testimonio de torturas en 1972 había impedido el acceso del subcomi-sario (R) Luis Abelardo Patti a su escaño del Congreso conquistado con el apoyo del voto popular, desaparece otra vez como por arte de magia, salta la versión de otro secuestro y el repelús de una sociedad tocada por lo sucedido con el anciano Julio López fue instantáneo. Cuesta creer, por más que se lo relea, el papel que jugó Clarín a favor del en-tonces presidente que quedó como El Llanero Solitario. El caso es que dos días después, en Garín, el torso desnudo, luciendo algunas quema-duras de cigarrillo y no poca turbación, cuarenta minutos después de una cadena nacional con un presidente planteando la draconiana alter-nativa entre él y los Falcon Verde, apareció Gerez, vivito y coleando. Coronaba el espléndido y siempre vidrioso episodio algo que se instala en lo insólito por mérito propio: el único medio masivo de comunicación para trasmitir alguna vez una primicia fue ATC, el hijo de la pavota por antonomasia. La mayoría no pudo más que menear la cabeza para darle salida por lo menos a un mínimo de duda cartesiana. Es el día de hoy que con los personajes en danza y su poco, escaso apego a los escrúpu-los, podría llegar a ser hasta deseable que Gerez haya estado realmente en un apuro serio porque autosecuestro es lo más cariñoso que se le achaca a la operación que mantuvo en vilo casi al país entero. Para colmo que el capricho de lo real se presentó tan oportuno y encastrado que Néstor Kirchner tuvo hasta tiempo de ir a pasar el fin de semana a Río Gallegos. Algunos comentarios aparecidos en la red fueron incle-

mentes y llegaron incluso a sugerir que el anciano López podría estarse bronceando en alguna playa cubana, pasando primero por la tétrica hipótesis de un secuestro a cargo de elementos kirchneristas, muerte súbita no deseada, cremación del cuerpo y desaparición de los restos.70 Justamente un lugar tan distante como la ciudad natal del hasta ahora único presidente de origen patagónico, con el otoño del encarni-zado 2007, para no pocos el año que va a ser el punto de inflexión

69

PANZERI, Dante. Burguesía y gangsterismo en el deporte. Ediciones Líbera, Buenos Aires, 1974,

414 págs. 70

La batuta siempre ha estado bajo un solo portal. Ver. Y también.

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donde ayudado por la inflación el globo súbitamente ascendente sin explicaciones comenzó su camino inverso de la misma forma, que se le volvería un escenario por cierto indeseable para los retruécanos y la-berínticos andares de semejante político austral. Ni qué decir la aspira-ción veinteañera en la ya capotaron varios, militantes todopoderosos in-cluidos. Súbitamente de la ignorancia más supina en torno a su trayec-toria política y performance administrativa en la gestión provincial, casi por arte de magia, salió a relucir una Caja de Pandora de donde brota-ban todo tipo de irregularidades, exabruptos, negociados, atropellos y cuanto desmán quedara a mano. En otros términos, de providencial e iluminado a maldito e incapaz sin estaciones intermedias. Por lo pronto, el sábado 28 de abril, sin que medien aparentemente otras circunstan-cias, un agente de seguridad local se robó un camión, encaró hacia la casa de los Kirchner, hizo bosta una docena de vehículos y se lo volcó en la puerta de la residencia particular en Río Gallegos. El presidente no tuvo empacho en calificar a lo verdaderamente extraño como un atentado contra su vida y no se había movido de Buenos Aires. Para colmo, el clima poco oficialista que reinaba en la zona hizo que el mar-tes 8 de mayo un grupo de disconformes docentes rodearan la casa de su madre, la chilena doña María Juana Ostoik Dragnic, de 86 años, tumbaran varias vallas y arrojaran objetos varios. El jefe de gabinete Alberto Fernández calificó al hecho de canallesco y tres días después hizo público que las dichosas encuestas de opinión le daban un 63% de los favores positivos a la ministra y hermana Alicia Kirchner si real-mente hacía efectiva su pretensión de ser gobernadora de la provincia natal. Al día siguiente, la agraciada fue detectada a la noche en un res-torán céntrico de Río Gallegos, corre la voz y un grupo de airados ciu-dadanos, que no precisamente habían sido consultados y opinado en favor, en su mayoría docentes, se hizo presente en el lugar con el ánimo lo suficientemente belicoso como para ponerla en retirada no sin antes mechonearla, tirarle panes y paquetitos de grisines, varios huevazos e insultos del más variado tenor y buen gusto. El grupo que la persiguió por la calle céntrica hasta que pudiera subir a un auto que la sacó del epicentro del ataque fue creciendo entre curiosos y algunos que la ro-dearon no quedó demasiado claro si para protegerla o soplar las brasas, especialmente contratados para dar un marco más adecuado y dramá-tico al asunto. Horas después, con el video en todas las pantallas, muy lejos de allí, azorados quilmeños veían en primera línea, estirando las manos incluso hacia la atacada, a varios conocidos personajes de la zo-na, por lo pronto ninguno con los fondos suficientes propios como lle-garse hasta Santa Cruz y menos para algo así. El más fácilmente identi-ficable fue un hasta entonces ignoto fuera de Quilmes como Marcelo Mallo, puntero del Compromiso K en San Francisco Solano para algu-

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nos, para otros puntal firme del ex canillita chileno/argentino Rudy Ulloa, un integrante del círculo aúlico de los flamantes capitalistas que rodean a El Pingüino. Mallo quiso cobrar cierta notoriedad a partir de la primavera del 2009 y luego para el Mundial Sudáfrica 2010, con la creación del proyecto político de la ONG que intituló Hinchadas Uni-

das Argentinas, para la formación de un nuevo tipo de líderes socia-

les, fletando casi 300 barrabravas con todos los gastos pagos, pero que el celo de la policía africana le devolvió por indeseables a una cin-cuentena y otro, un casi sexagenario herrero del destacamento Lomas

de La 12, enfrentado a la conducción oficial heredada por Mauro Marín, le falló el corazón justo en una agarrada con los de Independiente por la tenencia de un trapo bostero la noche de la derrota con Alemania y la hora de emprender el regreso para festejar el fracaso71. Los esfuerzos de la diplomacia oficial, máxime con el cambio de cúpula dado por el abrupto portazo del ex montonero Jorge Taiana el 18 de junio y el en-cumbramiento como instantáneo reemplazo del ex panegirista de los militares genocidas, Héctor Timerman, rebautizado Héctor Twitterman por su compulsiva infoadicción al chiche telemático de moda, y tratar de cubrir todo como un casual disgusto consecuencia de la falta de se-guridad que hay en todos lados, alcanzó ya conocidos contornos lasti-meros en los funcionarios oficiales capaces de cualquier dislate y soste-ner que llueve para arriba con tal de salir en la foto de los oficialistas a ultranza de la primera hora. Pero en el otoño del 2007 la figura de Mallo junto a la ministra hermana del presidente, casi en la orilla del estrecho de Magallanes, cuando era un fiel cuadro del alineamiento del aniba-

lismo a la altura del kilómetro 25 de la ruta 2 a Mar del Plata, llenó en un principio de perplejidad y después empezó a tener otros reprocesa-mientos informativos y perspectivas dentro de los mutantes alineamien-tos y realineamientos de ese caleidoscopio constante que es el peronis-mo en ebullición. Sin ir muy lejos, directamente incurso como chusmer-ío de barrio, su condición de viejo cliente en la imprenta quilmeña, dada su condición de vecino en la aledaña San Francisco Solano, donde en colores le habían coloreado la condición de boludo al compañero Das Neves… Los ingleses tienen por costumbre aludir a la cruel obstinación que suelen tener los hechos para presentarse. En el atardecer del jueves 17 de mayo del 2006 no ardió Troya: casi le prenden fuego a la estación

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El semanario Noticias, de la Editorial Perfil, de su edición del 12 de julio, con una tapa de fotomontaje

que muestra a un gardeliano, canchero y sonriente DT, fue el único que salió al cruce de la insólita reac-

ción popular, más allá del cariño y lo solidario, identificable con el masoquismo como resulta festejar

siempre las muertes o los aniversarios de las derrotas como efemérides. Ver síntesis en la red.

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Constitución, una magnífica mole edilicia de los esplendores de otros tiempos. No ocurrió nada excepcional. Nada como no fuere que la pa-ciencia colectiva no llama a licitación para explotar. Y una formación que salía a la hora pico con el pasaje hasta agarrado de los dientes en las plataformas tuvo a bien decir otra vez no va más a poco de andar unos metros de su partida. Los que se vieron obligados a descender y abandonar, caminando entre rieles y piedras, lo que de manera in-humana los iba a llevar de vuelta de un trabajo inhumano ya lo hicieron con los ánimos encendidos. Los tropezones y peligros por el movimiento constante que alimenta más de una docena de accesos también puso lo suyo. Y contagiaron al gentío al que le esperaba un destino igual o pa-recido en andenes y el hermoso hall. Considerada una de las mayores terminales ferroviarias del mundo, fue inaugurada el 1º de enero de 1887 entre la algarabía sobre todo de los inmigrantes genoveses de la Boca que ilusamente creyeron que se concretaba por fin el sueño del gran puerto. Pero el ramal Quilmes murió en La Plata y el desvío a la Ensenada de Barragán, punto crucial del proyecto visionario del inge-niero Luis A. Huergo para los intereses nacionales, nunca se llevaría a cabo. Ahora, el que le dio mecha al primer encendedor desechable o fósforo ni sabía ni le interesaba la historia. Como tampoco les interesó un pito que esta segunda versión edilicia, apurada ampliación de la primera, había sido concebida por tres arquitectos ingleses y fue un remedo del castillo de Maisons-Laffitte (Francia) y su estilo está carac-terizado como "ecléctico neorrenacentista victoriano", por combinar diversos elementos tomados de la arquitectura renacentista en estilo imperante del período victoriano. Pero esta era la Versión II y se tardó tres años en levantarla. Todavía faltaban dos más, donde se acentuaron las líneas afrancesadas, aunque ya se estaba en el siglo XX y por ahí pasaban diariamente tres millones de pasajeros72. Ahora se estaba en el siglo XXI y se podían meter en el culo los esplendores de cuando tira-ban manteca al techo en los cabarets de París; en un principio tendie-ron los rieles para poder ir cómodos a las rumbosas quintas a la que le pusieron una estación al lado a cada una para que no tuvieran que ca-minar mucho y embarrarse las patitas y ahora ellos tenían que viajar peor que los chanchos, si se les daba por andar, para ir a barriadas de mierda, el 65% edificadas bajo la cota de agua gracias al negociado oportunamente correspondiente, no tenían cloacas, se inundaban, las flotillas de camaños podían ser embalsamadas y llevadas de regalo al Louvre o alguna Bienal de Venecia, el martirio diario les quitaba no sólo las ganas de vivir sino hasta el brillo de los ojos.

72

Datos tomados de la Wikipedia.

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El fuego y la batalla palo y piedra con la policía duró más de tres horas. El espectáculo fue televisado en directo y sin mucha imaginación se prestaba dócilmente para sopesar lo que debe haber sido la Roma de Nerón. Los 21 heridos y 16 detenidos fueron un saldo a todas luces de las llamas más que auspicioso. Pero la repercusión política era tanto más dañina como indiferente. Por enésima vez dejaba a la vista los re-sultados de las dichosas privatizaciones, la indiferencia perversa de los nuevos dueños, cebados en embolsar ganancias sin invertir un solo pe-so en mantenimiento, ni qué hablar de renovación del material, y cuan-do se revisan los listados de los beneficiados por el simple generoso Es-tado argentino ahora se encontraban a los amigo del Poder de turno, los del Capitalismo Bisagra, haciendo fondos contrarreloj para entroni-zarse y que no vengan otros y les ganen de mano. Los estallidos se van a suceder sin solución de continuidad en to-dos los ramales ferroviarios, como el incendio de la estación Haedo, que la estrechez mental de las versiones oficiales pretendió hacer aparecer como un atentado cuidadosamente planificado por un grupo terro-

rista con objetivos desestabilizantes. La paranoia peronista siempre tiene un trostkista a mano, a la altura de la nuca, para adjudicarle to-dos los moles. En un alto de una reunión con pares, celebrada en Venezuela, un todavía triunfal Néstor Kirchner vaticinó una plácida y amistosa reu-nión con Clarín en los próximos años73. Pero al mes, el matutino que siempre fue y será un toque de atención para todos los argentinos, es el que hace punta en destapar con detalles el caso con la sueca Skanska, tomado como líder de la corrupción imperante y creciente, una denuncia fogoneada por los jóvenes diputados de la Coalición

Cívica que lidera la ex radical Elisa Carrió. Y ahí nomás, a principios de setiembre, las elecciones a gobernador en Córdoba alcanzan contornos funambulescos. El 1,17% de ventaja para la fórmula oficial del ex revo-lucionario peronista, luego menemista y siempre cavallista Juan Schia-retti, acompañado por el ex basquebolista Héctor Campana, (a) Pichi, sobre la que encabezaba el ex intendente de La Docta, el folclórico Luis Juez, sino el primero uno de los primeros kirchneristas desengañado y renegado, no sólo lo catapultó a éste a nivel nacional, a tal punto que va a lograr una senaduría nacional en una consulta posterior sino que va a dejar para la chicana cotidiana analogías de antología como que los ofi-cialistas son tan ligeros para afanar que juegan a la mancha con los aviones...

73

MAJUL, L. Ob. Cit.

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Como si fuera poco, encima del escándalo saltó la deuda que en la repartija interna tenía el Estado nacional con la provincia, que de esa manera estaba acogotada financieramente y obligada de hecho a seguir las directivas de la Casa Rosada/Olivos (táchese lo que no correspon-da). Nada de esto fue obstáculo para que al comenzar el último mes del año Kirchner firmara la autorización de la fusión de Multicanal y Ca-

blevisión, aparentemente para calmar las iras informativas, pero en los hechos reforzando el poderío del temido multimedio, como realmente sucedió y prácticamente lo obligó a tirarse a la pileta de la Ley de Me-

dios, una trajinada controversia política que terminaría recién en octu-bre del 2009 y que un año después seguía teniendo repercusiones como el acto frente al Palacio de Tribunales con una ya imparable Hebe de Bonafini calificando de turros que reciben sobres con dinero a los miembros de la Corte Suprema y llamando a tomar lisa y llanamente el edificio. Los más de 400 mil juicios de jubilados atascados de exprofeso por el ANSES, ya que en caso contrario para el aluvión siguiente habría que construir edificios propios y asentaría al 82% móvil vigente sólo pa-ra minorías selectas, como esos jueces calificados de turros y corrup-

tos, más todos los uniformados, ni pío. En otras palabras, depende del interlocutor, una noción como que lo justo sigue siendo otra variante del River-Boca, federales-unitarios, peronistas-gorilas. La tarea desce-rebrante y evisceradora del INDEC todavía no se ha medido en su ver-dadera dimensión ni se tiene una idea aproximada de la herencia que dejará. El objetivo es llegar como sea a las próximas elecciones y tratar de ganarlas. Un año, el 2007, que va a ser el punto de inflexión de una sin-gular pareja que ya iría por la mitad del 3000% del aumento de su pa-

trimonio personal, siempre al tenor declaraciones juradas provenien-tes de una provincia donde no se puede ni certificar el ADN y donde, a pesar del odio pregonado contra Los ‘90, gracias a la infidencia del bueno de Domingo Felipe Cavallo, un brillante discípulo de Harvard, no de Caleta Olivia, se habían llevado a pasear 500 millones de dólares de las regalías petroleras, duplicarlas en la respectiva bicicleta del Pri-

mer Mundo y nunca rendir cuentas lo que se dicen exhaustivas. Un año clave, fue. Y desde el vamos. En Luján, por el torneo regional, el San Loren-

zo local enfrentaba al Club Atlético Camioneros y en el segundo tiem-po un incidente de juego terminó con la agresión de uno de los jugado-res del conocido en la jerga como Moyano Fóbal Clú al árbitro. Así ad-quirió en la segunda semana de febrero del 2007 cierta notoriedad lo inscripto el año anterior con 3 mil afiliados, presidido por Pablo Moya-

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no, hijo del Secretario General de la CGT, quien a su vez es presidente

honorario de la institución y que sueña con llevarla nada menos que a primera, aunque públicamente no ha quedado claro si no se trata en el fondo de una actividad más de la mutual74. Mientras tanto, cuenta con la colaboración de Lalo Maradona para que recorra el interior y entre-saque pichones de cracks para irlos comerciando en una actividad que para muchos es flagrantemente violatoria de los Derechos del Niño, un tratado de la que Argentina es país signatario, y repatrió del North York

Astros de Canadá a Diego Maradona, de 21, hijo del Lalo y sobrino del astro, para sumarlo a un plantel que tiene a segundas líneas de otras divisiones superiores y nadie quiere explicarse en voz alta de dónde sale todo ese dinero para mantener semejante presupuesto. Sobre todo cuando ofertó 60 millones de dólares para quedarse con el predio y la canchita de Comunicaciones, 60 hectáreas que tienen su entrada prin-cipal por la avenida San Martín, en el barrio Agronomía, que está en convocatoria de acreedores, y que en otras épocas era el campo deporti-vo de los empleados del viejo correo argentino y donde el equipo de fútbol llegó a militar en la Primera C. Mientras tanto, ya comenzaron los trajines para levantar un miniestadio para 20 mil personas en Esteban Echeverría. Fondos no son los que le faltan al encumbrado y creciente hombre fuerte de la CGT, al que nadie hubiera imaginado semejante iti-nerario en su juventud marplatense cuando andaba del brazo también con los verdes de la Juventud Sindical y firmaba solicitadas de las Tres A. Una aventura bastante similar en lo futbolero intentó Amalia Lacroze de Fortabat durante el Proceso y el club Loma Negra, de la lo-calidad pegada a Olavarría donde está la cementera homónima, que llegó incluso a jugar en primera división. El drenaje a rolete de efectivo la trajo de nuevo a la realidad, a pesar de haber contratado al coronel Luis Prémoli y a Valentín Suárez para regentearlo, y hoy ya vendió has-ta la fábrica de portland y del club nadie sintió más hablar. El fenóme-no de aspirar a montar una identidad deportiva sobre una institución sindical, por más poderosa que ésta sea, no deja de tener sus visos cu-riosos, inéditos más que nada, también un delirio típicamente argentino o la cobertura para otro tipo de negocios. Sobre todo en algo tan, tan peculiar como el fútbol, que desde hace más de dos mil años tiene que ver con la tierra, con el pago natal. Pero Argentina también ha conocido otros devaneos capitalistas neoliberales en la materia, incluso que se cobraron que se quemara vi-

vo a un dirigente contrario a la operación, como cuando el dúo Macri-Menotti, a mediados de los ’90, quiso adquirir al Deportivo Español y llevárselo casualmente a Mar del Plata para sacarle alguna utilidad al 74

Una singularidad más en los nombres. Como el caso del mendocino Sportivo Pedal de San Rafael y el

Sportivo Desamparados de la vecina San Juan.

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estadio que construyeron los militares para el Mundial 78. Algo pareci-do intentó después Torneos y Competencias durante un año, con la exportación de Argentinos Juniors, barra brava incluida, y aprovechar el Malvinas Argentinas que está cerca del Cerro de la Gloria. Aparte de la indiferencia casi total de la gente, un escándalo en un vuelo de Austral por la cantidad de marihuana flotando en el habitáculo y el to-queteo a las azafatas puso fin al contra natura del nuevo intento de in-jertar fenómenos sociales con formato deportivo como si se tratara de la gira exitosa de una compañía de revistas. A mediados de año, entre el novísimo desbarajuste de los índices del INDEC, comparado con los de consultoras privadas y con los de al-gunas provincias, como la Mendoza manejada por la UCR de donde surgirá el vicepresidente frentista Julio César Cloto Cobos, el panorama político se enrareció, se empezó a dar por descartada la posibilidad de una reelección de Néstor Kirchner y que en su lugar iba a ir su mujer, la senadora santacruceña nacida en los alrededores de La Plata, la también abogada Cristina Elizabet Fernández. El lema, en miles de afi-ches celestiblancos, resultaría escupir contra el ventilador con espoleta retardataria:

CRISTINA, COBOS Y VOSCRISTINA, COBOS Y VOSCRISTINA, COBOS Y VOSCRISTINA, COBOS Y VOS

En la vereda de enfrente, para la consulta popular del domingo 28 de octubre del 2007, se alinearon Elisa Carrió, Roberto Lavagna y Alber-to Rodríguez Saá, el efímero y huidizo que protagonizara otro escándalo durante la presidencia del Chango de Anillaco, vibrador incluido, y que resultaría apoyado otra vez justamente por el riojano en una alianza que más pareció un rejunte de desesperados por una ventolina fuerte. El frente Fernández-Cobos, con el 45%, virtualmente duplicaría las as-piraciones de la abogada chaqueña que se había criado en todo sentido en las rodillas de Raúl Alfonsín para terminar rompiendo con esos orí-genes durante la catástrofe de la Alianza que lideraron los aciagos Fer-nando de la Rúa y Chacho Alvarez. Hubo acusaciones de fraude nunca efectivamente comprobado, pero no fueron lo que se dice un ejemplo de trasparencia. Empezaron tarde por falta de jefes de mesa y la falta de-masiado ordenada de boletas hizo que terminaron más tarde y las ca-racterizó una sugestiva falta de las mismas boletas en mesas de zonas ríspidas. El parto venía de culo. Después se sabría que el 27 de setiembre, con vigencia hasta el 10 de octubre, el RENAR encabezado por el hijo de Juan José Meiszner, ex socio de Aníbal Fernández en un buffet de abo-gados en Quilmes, ambos dirigentes del club y el mencionado Meiszner mano derecha de Julio Humberto Grondona, autorizaba por menos de

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un mes la portación de un arma de puño, calibre de guerra, hasta ese momento a un ignoto joven llamado Sebastián Forza, quien no tardaría en cobrar notoriedad por la cantidad de causas en su contra tanto de causas por fraudes con cheques sin fondo como de balazos con que fue profesionalmente ejecutado no se sabe dónde, un activo miembro de la mafia de los medicamentos con ligazón en las obras sociales como proveedor que quizá también su cadáver fue freezado en un último pe-riplo que empezó en un megashopping de la ciudad cervecera y ter-minó en General Rodríguez, no sin antes haber aportado generosamente dos cheques para la campaña de la senadora bonaerense por Santa Cruz que iba raudamente camino a la Casa Rosada. Todo mal. En la madrugada del sábado 4 de agosto, con algunas horas de retraso, aterrizó en el aeroparque un jet-lear de la Royal Class con el pasaje completo de funcionarios venezolanos de PDVSA y algunos argentinos, como el caso de Claudio Uberti, hombre de Julio De Vido en materia de transportes viales, que nunca se supo ni nadie explicó qué tenía que hacer en la Venezuela bolivariana de Chávez. La soledad por la hora hizo que los trámites aduaneros se volvieran rutinarios y rápi-dos. Más veloz fue el catapultarse a la notoriedad que lograría la joven-cita María del Luján Telpuk, último escalón de la Policía de Seguridad

Aeroportuaria, que al pasar el maletín por el escáner del último de la cola le pareció advertir algo raro y le avisó a su superior inmediato. Allí le pidieron al portador, un venezolano cuarentón, lustroso y gordito, que informara sobre el contenido, éste contestó libros y entonces le pi-dieron que abriera. Unos flamantes y fajados billetes de 100 dólares, por un total de cerca de 800 mil, constituían la literatura en cuestión. Guido Antonini Wilson, como tuvo a bien identificarse, que había as-cendido al jet lear piloteado por uno de los dueños de los lujosos remi-ses aéreos, hijo de Alfredo Yabrán, prácticamente haciendo avión stop, cobró una notoriedad que nunca había soñado en su millonario refugio de Miami donde no se sabía refugiado de qué estaba, para qué servicio de inteligencia trabajaba, la cuestión que completaron los trámites y también lo insólito de las característica bananeras de un país sin pláta-nos como la Argentina: le secuestraron el maletín y lo dejaron ir. Faltó poco para que le pidieran disculpas por las molestias ocasionadas. Al día siguiente se dio una vueltita por la Casa Rosada, con el geniecito y desprecio que lo caracteriza Aníbal Fernández denostó a los que habían tirado semejante especie alucinada y como respuesta le sacaron a relu-cir públicamente un video que lo mostraba al gordito brilloso en acción por donde también había pasado el árbitro Horacio Elizondo y después evaporarse hacia el hemisferio norte, previa escala en Montevideo, una perla debida al ejército de productores que monopolizan las imágenes de video de Los K. Uberti terminó renunciado no sin antes haber pro-

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clamado aquella noche del maletín, mambeado por la falsa sensación de invulnerable que da la impunidad, que “le chupen la pija de De Vido”, y la agraciada funcionaria terminaría renunciando ante tanta exposi-ción mediática a que se vio sometida porque hizo un verdadero tour por la efímera eternidad de la tevé con vistas a algún nuevo conchabo, hartándose de repetir lo normal y rutinario que la había llevado a poner a la luz semejante perro muerto. Fue un baldón desde donde se lo mire y que sólo la cara de póker de la desvergüenza oficial de los políticos y funcionarios puede querer minimizar. Que era dinero del chavismo para la campaña electoral ofi-cialista y que eran solamente 800 mil dólares porque los otros maletines y valijas no se revisaron fue lo más suave y cariñoso que se supuso y se sacó a relucir. La credibilidad en cualquiera de sus polaridades an-tagónicas se seguía hundiendo, pero la inexistencia de una oposición coherente y el fuego granado de una prensa cada vez más agresiva, so-lamente titulera, petardista, por momentos zafadamente irrespetuosa, fue el cortejo que acompañó a los Kirchner a la asunción del nuevo per-íodo y la inauguración de un Poder Ejecutivo de dos plazas porque no tardó en ser más que evidente: lo único que hacía Néstor era no sentar-se en el sillón de Rivadavia. Los malos humores de todos lados reempla-zaron al raciocinio y ya dejó de sobrevolar lo que majaderamente se sue-le llamar un clima enrarecido. Otra vez se enseñoreó, pero para que-darse, la sombra de tirios y troyanos. Resucitados prácticamente de la muerte, zafados del default, recuperado en índices loables la ocupación, los otro vez llenos supermercados, restoranes y playas, venta inédita de 0 kms. y todo el mundo con una cara de orto y un mal trato que no se soportaba. ¿De dónde surgía esa falsa conciencia? Lo que aparecía co-mo la nueva recomposición de fuerzas para Sudamérica, con un futuro promisorio, cada vez más desligado de la tutela yanqui, empezó a hacer agua y las relaciones con Venezuela, oleoducto gigante incluido, aparte de los shows del histriónico comandante bolivariano, entraron en un cono de sospechas que terminará en Buenos Aires con una denuncia de corrupción sistemática binacional. Para colmo, en la mañana que en la Quinta Presidencial de Olivos sacaba los pies de la cama para poner-se de pie como última vez en su condición de senadora santacruceña, en el Delta le habían puesto un curioso presente: el cadáver del prefecto mayor (R) Héctor Febrés, envenenado con cianuro presumiblemente con la cena de la noche anterior en su reclusión de prisión preventiva con futuro de perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos durante la Noche Negra de la Argentina y que gracias a la labilidad de sus ca-maradas aliviaba con salidas varias que incluían viajes a Europa, pase

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libre para andar por el país como un ciudadano más y otras regalías, dada su posterior ventilada condición de bisexual. La celda de castigo en esa base de la PNA en el Delta era el departamento de dos ambientes con baño en suite que correspondía al jefe de la unidad. ¿Homicidio o suicidio? Otro de los inflamados e inflamatorios interrogantes que en el país quedan para nunca. Y todo coronado a la luz de que la semana an-terior, como uno de los actos fundamentales de un mandato que hasta entonces por aspirar a lucir como intachablemente exitoso, El líder que

vino del frío, parafraseando la obra de John Le Carré, firmó el decreto con una generosa extensión del permiso para operar a los casinos, amarrados al viejo puerto que nació gracias a los negociados con los terrenos de las Catalinas entre el español Eduardo Madero y el general Bartolomé Mitre; la timba, una denostada y desgraciada fábrica de mi-

seria económica, pero sobre todo humana, que vive del sangrado del vicio compulsivo, caja diaria y suculenta para la avidez de los Estados vampiros, necesitados constantemente de efectivo para diseminar la co-

rrupción y que están graciosamente exentos de las retenciones e im-puestos que tienen que pagar los que trabajan productivamente. En otros términos, el sueño del demonizado Herminio Iglesias, (a) Exter-

minio, instrumentado por El Chango de Anillaco durante la Segunda

Década Infame, se va a convertir en paisaje habitual en todo el país pa-ra fortuna y afianzamiento de los amigos del poder en el Capitalismo

Bisagra de los herederos de La Gloriosa Jotapé. A pesar de disposicio-nes formalmente recatadas, el Bingo, en Quilmes, está calle de por me-dio con la catedral edificada sobre los cadáveres de los indios extradita-dos en 1665, entre ellos el de la cacica Isabel Pallamay, la única en su género del sur del Río Bravo para aquí, y de la Escuela Nº 1, al lado de la entonces municipalidad, donde a un acto especial concurriera Eva Perón poco antes de su muerte. La distancia entre el azar del juego y los palotes es ridícula y vergonzante frente a lo que fijan las disposiciones vigentes por los mismos que después las violan. El tema de los derechos humanos tuvo otro serio traspié también en Quilmes, feudo de la cara más visible del kirchnerismo y con motivos de los festejos del Día del Periodista del 2007. En la céntrica parrilla La Fatiga fueron citados todos los hombres de la prensa local para em-buchar canilla libre, paga el Estado benefactor, invitados por el inten-dente Sergio Omar Villordo, ex chofer de Aníbal Fernández y por ese sólo motivo, aparentemente, sucesor natural a cargo del puesto. A los postres, su esposa, la doctora Karina Lombardi, secretaria de un juzga-do federal de los tribunales de localidad, tuvo a su cargo repartir los números para el sorteo de un regalo sorpresa para los hombres del Cuarto Poder. A esa hora bastante pipones y ensopados, no fue obstá-

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culo para la sorpresa cuando el ganador, un movilero del canal de ca-ble, se encontrara con que el premio era un freezer mediano, comer-cial, tipo quiosco polirrubro, idéntico al que las denuncias y versiones indicaban que había sido el improvisado féretro del compatriota de Evo Morales. Hubo algunas carcajadas, sobre todo cuando el propio Villordo exhibió la factura que demostraba que lo había pagado de su propio bolsillo, pero también algunas digestiones trancadas. La Nación se

haría un modoso picnic con la crónica del hecho.

En ese pueblo grande de 750 mil almas, con una densa y trágica historia desde sus orígenes y los motivos que llevaron a Juan de Garay a comprarle al abuelo de Cornelio Saavedra esos campos para instalar una nueva Reducción para cristianizar con la esclavitud a los idóla-

tras, a la que se suma contar con la única cacica del Río Bravo hacia el sur, como recién se apuntó, no era secreto para nadie lo que aludía el electrodoméstico. La Radio Pasillo que ahora llaman más paqueta y académicamente fábula urbana aseguraba que el 31 de diciembre del 2003, con ingestas varias encima, al manejo de su auto particular y con otros cumpas, ya bien cerca del año nuevo, el entonces intendente, en la esquina de las avenidas Florencio Varela y La Plata, se llevó puesto a un bolita en bicicleta, que iba rumbo a su trabajo, el Mercado Fru-tihortícola de Ezpeleta. El desgraciado quedó sobre el asfalto, sangran-do, y envuelto en algunos diarios fue cargado en el baúl del auto, con el que partieron más rápido todavía hacia lo de un tal Rubio, puntero to-do terreno y todo servicio de lo que en la zona se conoce el anibalismo. Allí, llamadas o no a la casa quinta del quilmeño que supo ser inten-dente en pleno menemismo y también supo de tener que andar prófugo por la consabida confusión, pero ya ministro del Interior, se pusieron en contacto con el titular de la DDI de la zona, siempre al tenor de la versión circulante y que propalaron varios medios de comunicación lo-cales con lujo de detalles y nombres completos, el uniformado fue el que tuvo la peregrina idea de meterlo en el freezer del comercio aledaño del puntero y luego, transportado en la camioneta policial, enterrarlo en alguna parte de la pampa húmeda, no muy lejos de allí, siempre en te-rritorio del distrito. El dueño de casa era un cincuentón separado, vuelto a casar con una mujer mucho más joven que se llevaba lo correspondientemente mal con los mocitos de su primer matrimonio. Al tiempo se vio afectado por un cáncer fulminante. Pidió morir en su hogar, a la antigua, contra la opinión de los hijos mayores que dada la situación imperante por la que atravesaban y que no se debe desperdiciar con los tiempos que co-rren contemplaban como más fashion una clínica privada. Más: entre las muchas reyertas con la nueva mujer, un día aprovecharon la ausen-cia temporaria de ésta, y lo trasladaron a la más cara, donde efectiva-

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mente falleció, hubo varios encontronazos más, golpes y la gota que re-balsó el vaso se produjo en el 2005, cuando la maltratada jovencita de-cidió acudir a los servicios de una conocida abogada que tiene el estu-dio en la peatonal quilmeña y proceder a la denuncia respectiva de todo lo que sabía sobre el imprevisto cadáver del bolita porque lo había pre-senciado. Iniciadas las actuaciones, merced a las declaraciones obran-tes en autos, se procedió a hacer algunas excavaciones por terrenos, sobre todo basureros ilegales de San Francisco Solano, feudo de otros de los punteros del anibalismo, Marcelo Mallo, que va a lograr su noto-riedad con el proyecto de Hinchadas Unidas Argentinas y el charteo de casi 300 barrabravas al Mundial de Sudáfrica 2010, la edición de una revista, el alquiler de un petit hotel en Balvanera a 3 mil dólares por mes para sede de la flamante ONG y el plan político de ir formando con esas huestes los futuros líderes sociales del kirchnerismo. Como es obvio, salvo tierra, no encontraron nada y la causa terminó con el con-siguiente sobreseimiento para el acusado y una flor de querella por ca-lumnias para la otra parte75. Pero el dichoso asado en La Fatiga, el sor-teo y el premio, en su momento, merecieron casi media página en el matutino La Nación que ya fue citada y en la edición electrónica de Perfil, el domingo 11 de julio del 2010, final del Mundial en Sudáfrica, el periodista Edi Zunino respondía al ataque de Aníbal Fernández desde Twitter con la mejor defensa, como es otro ataque, y sin empachos lo ponía a la cabeza del despropósito de Fútbol para Todos, el charteo transoceánico de los barrabravas con la muerte de uno de ellos luego de una reyerta intestina, el ascenso político de las huestes cerveceras y coronaba el listado con un refresco del tema del freezer.76 A todo esto, las relaciones entre el anibalismo y Villordo, de tan carnales y amoro-sas que las pintaron en su momento, ahora andan por andariveles dis-tintos. A pesar a haber sido desplazado del cargo electoralmente por Francisco El Barba Gutiérrrez, un dirigente sindical al que se le adjudi-ca la autoría intelectual de los parlamentarios testimoniales, y haber sido obsequiado con la carga de no menos de veinte (20) causas penales al retirarse del cargo, el autor de la broma del freezer, como él mismo la caratuló, se alió a Francisco De Narváez y momentáneamente hace sla-

lom por el Peronismo Federal, a pesar de que frente a las cámaras de televisión al pulcro Francisco de Narváez le resulte un sapo difícil de trasegar. Gutiérrez parece haber pisado el corcho del Poder y aparte de catapultarse como candidato a gobernador bonaerense para el 2011, aprovechó el puesto, cargó a la familia y rumbeó para Sudáfrica 2010 a

75

La tardía denuncia tuvo algo de repercusión mediática, incluso en el Canal 2 América, y sobre todo en

la prensa local, particularmente en el diario Perspectiva Sur, que tiene edición online y a donde se puede

acudir a un informe bastante completo en http://www.perspectivasur.com/noticias/2709.htm 76

Ir a la edición electrónica con las opiniones de Zunino en su nota completa.

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disfrutar de algún Mundial en su vida. Lo hizo por la suya. Pero orgáni-

co a muerte, junto al cumpa Mallo y su comparsa marchó el Krencho, sobrenombre familiar de Jorge Trejo, de la barra brava local y en los ra-tos libres Director de Higiene Urbana de la Municipalidad de Quil-

mes, lo que en el argentino antiguo, común y corriente se conoció siem-pre como basureros. Para que nadie diga que allí las cosas se hacen en-tre gallos y medias noches, el viejo matutino El Sol, desde siempre un bien conservador house organ de la intendencia de turno, publicó al susodicho en la escuela de Pretoria donde se albergaron los paraoficia-

les y después en una mesa al lado del intendente, con motivo de feste-jar el triunfo de la tradicional lista Azul y Blanca en las elecciones in-ternas del club el pasado 1º de agosto y que consagró con el 67% al bi-nomio José Luis Meiszner-Aníbal Fernández al frente de los cerveceros. Algún deportista ad honorem de las denuncias públicas creyó ver algún asomo de incompatibilidad entre ambos roles sociales y presentó un escrito en Tribunales. Pero no: en la Republiqueta de Impunolandia todo es posible y Mauricio Macri podría ser presidente de Boca y ocupar el Sillón de Rivadavia, Dios no lo quiera, siempre y cuando vaya a la cancha y no largue improperios. Otra vez, en la guerra palo y palo, el matutino de los Mitre, Escribano, Grondona (Mariano) y Morales Solá, en su momento con dos páginas domingueras en Clarín eminencia gris de la brevedad de Roberto Viola y del reinado de Oscar Camilión junto a la viuda, ahora aggiornados al fútbol nuestro de cada día hasta con un suplemento especial, no se iban a perder semejante bocato di cardina-

le y los tiraron alegremente a los perros de la Opinión Pública como muestra de los nuevos valores y orden social que a los reempujones se ha implantado en el país77. Meiszner ha sido denunciado públicamente por fajar periodistas disidentes y en las vísperas de su nuevo período tuvo un altercado con al mendocino Daniel Vila, codueño de un emporio del interior en materia de multimedios de todo tamaño y sostén, y socio del Chupete Manzano, aparte de aspirar seriamente a sucederlo al ferre-tero de Sarandí en la AFA, donde si alguien quiere entender algo de qué pasó, quién agredió a quién a fines de setiembre después del partido nocturno entre Quilmes e Independiente Rivadavia de Mendoza puede querer volver a la escuela a aprender a leer porque de los TXTs lo único más o menos racional que parece haber sucedido fue en dos países di-

ferentes, entre personas diferentes que viven en las antípodas del len-guaje y la axiología, o los dos fueron al frente de sus respectivas pato-tas, se tiraron los autos encima, salió a relucir alguna arma de fuego y, de paso, ya que estamos, también dirimimos la Ley de Medios. Eso sí,

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El link es http://www.canchallena.com/1291228-

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menos mal que intervino la fuerza pública presente y entonces las cosas no pasaron a mayores… La desfachatez contiene algo de sinceridad, pero no es lo mismo porque si no jamás serían dos palabras. El Teorema de Thomas, casi un lugar común en la sociología general, establece que carece de impor-tancia que una cosa sea cierta o no: la gente la toma tal y actúa en con-secuencia. El Bolita del Freezer forma parte del imaginario colectivo quilmeño en cualquiera de sus versiones y no deja de ser un rumbo en una materia nada menos como los derechos humanos, franja de la rea-lidad en la que alardea tanto el gobierno. Y las líneas de fuga se multi-plican no hasta el infinito porque lo hacen hasta General Rodríguez co-mo primera escala técnica, con tres cadáveres, y ya tendría que ser más que suficiente. El hijastro del puntero anibalista antes señalado y ya fallecido por el cáncer de páncreas se hizo cargo del hecho con alguna variante en la versión. El 31 de diciembre del 2003, a las 21:30, no tan cerca del fin de año, en la esquina mencionada, él venía con su auto, nada que ver Sergio Villordo, y un hombre en bicicleta giró bruscamen-te, chocándolo el ciclista, no él. A pesar de que no mostraba lesiones de consideración se lo llevó a un hospital público, se radicó la denuncia, al machucado le dieron de alta, en el nosocomio a alguien luego se le dio por arrancar justo la hoja y a la que era mujer de su padre se le dio por fabular lo del boliviano y el freezer, como final y obviamente quedó ju-dicialmente asentado y ella de querellante en querellada por falsa de-

nuncia. Este ciudadano probo es Alejandro Giancristóforo, el hijo del puntero fallecido, también del grupo del anibalismo y funcionario del RENAR que regentea el hijo de José Luis Meiszner cuando le dieron vía libre a Sebastián Forza para portar una 9mm. por unos días, amén de otras presencias que hacen rumbear la historia de este culebrón hacia el dichoso negocio de la mafia de los medicamentos, como de manera pertinaz insisten los legisladores de la Coalición Cívica. La imposibilidad real de por lo menos enumerar todos los inciden-tes hace caminar por el filo de la cornisa como es la arbitrariedad in-

soslayable de las síntesis. Amén de las fallas y limitaciones en la escri-tura que se deben dar por descontadas, la elaboración del discurso

normal, de uso corriente, sobre lugares y valores del trajín común, asentado durante siglos, dificulta por uso y costumbre la aproximación con el reprocesamiento de otros elementos, el sesgamiento de la visión partiendo de la más que ponderable franja de la realidad nacional don-de la tríada peronismo-hampa-fútbol vuelve a veces imposible separar

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la paja del trigo, sobre todo en los últimos años y más si cuando los más osados denuncian pomposamente la estrecha relación que habría entre barras bravas y poder, se amplía la categoría peronismo a Poder en general y las cuentas como que empiezan a dar más redondas, pero se derrapa inevitablemente en lo faccioso, un berenjenal más que peli-groso y que asoma si no como el meollo del asunto, como una parte im-portante de él78. De todos modos, aunque a los trompicones y el atur-dimiento de los bombos y la vocinglería, el 2007 asoma con méritos propios y claros como el comienzo de los cimbronazos que se vendrían después y que incluso llevarían a correr la especie de la tan meneada y temida desestabilización. El viernes 16 de julio un guardia del Banco

Nación fue a revisar el mueble del baño del despacho de la entonces to-davía ministra Felisa Miceli y se encontró con que se había olvidado un bolso con 241 mil dólares. El escándalo alcanzó varios grados en la es-

cala Richter. Aparecieron familiares, una casa de cambios de San Martín, una operación inmobiliaria particular, pero sobre todo la poca permeabilidad pública para trasegar semejante acto fallido en nada me-nos que la superior jerárquica de alguien como Guillermo Moreno, en-cargado todos los meses de meterle a la credibilidad pública un Exocet debajo de la línea de flotación. Terminó con denuncias en Tribunales, su alejamiento y nombramiento con un cargo junto a las Madres de

Plaza de Mayo. Su procesamiento va a terminar en el inevitable juicio oral y a inaugurar esa ruta por parte de los funcionarios oficiales. A todo esto, los barrabravas, ya un lugar común, daban que hablar. El todavía libre Rafael Di Zeo tenía un incidente con un herma-no y aparecían heridas, amén de un departamento en otro lugar común del arribismo en boga como es Puerto Madero y un boliche en Mar del Plata cuando su promocionado lugar de veraneo es Pinamar, el balnea-rio de los hombres del poder. Su mujer, funcionaria de la gobernación bonaerense a cargo de Felipe Solá, al decir de Clarín era propietaria de otro, tasado en 250 mil dólares, y los enfrentamientos intestinos en Los

Borrachos del Tablón de River hacían cumbre y en la emboscada a la salida del gimnasio donde practicaba boxeo de uno de los líderes del fraccionamiento, lo asesinaron con armas de fuego. En la madrugada del 19 de octubre, a días nada menos que de una elección nacional donde prácticamente se plesbicitaba el kirchne-rismo, un puesto policial de los alrededores de La Plata, solitario en medio del campo y a cargo de tres efectivos, es atacado y dos son muer-

78

DURANTEZ, Conrado. Existeria violencia nos jogos olímpicos da antiguidade? Ministerio de Edu-

caçao e Culturade Portugal, Direcçao-Geral dos Desportos. Antologia de Textos Nº 68, Lisboa, octubre

1987, 19 págs. Para este sociólogo portugués la famosa masacre ocurrida en el Coliseo tuvo lugar por la

intromisión en los deportes de entonces, fundamentalmente, del profesionalismo y de la política facciosa

reinante en el imperio.

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tos mientras dormían. El tercero, más maduro en edad, intentó a esca-par en calzoncillos, pero fue alcanzado a los pocos metros y bajado a ti-ros. Los otros no se despertaron nunca y fueron despenados a puñala-das mientras dormían en el suelo, sobre mantas. Sus nombres eran Alejandro Vatalaro, Pedro Díaz y Ricardo Torres Barboza. Una noticia por cierto paralogizante, más allá de la barbarie puesta de manifiesto y de algunos detalles muy difíciles de trasegar, como que cerca a los cadáveres habían quedado los restos del pan lactal y salchichón prima-vera con que habían tratado de sobrellevar la última cena. Y sobre todo cuando a los pocos minutos en el celular de una mujer policía afectada al Ministerio de Desarrollo Social de la provincia una voz conocida feste-jaba la muerte de la más joven de las víctimas, que prácticamente hacía días nomás que había efectivizado su condición de tal y ése había sido su primer destino oficial de policía en ejercicio de la función. La acusa-ción era que tenía relaciones amorosas con la destinataria y el autor de la llamada era su antiguo novio hasta hacía poco, despechado, pero también funcionario de la misma dependencia provincial, integrante de la barra brava de Estudiantes y que como entretenimiento acostumbra-ba a patotear a los uniformados asignados a la dependencia, ame-nazándolos con que si se retobaban llamaba a Los Muchachos y les hacía comer hasta la gorra. En la currícula el ejemplar lucía algunas li-cencias y atenciones en el rubro psiquiatría, como es obvio, pero la re-acción oficial del dúo Solá-Arslanián fue meterlo en chirona con otro pe-rejil, una masa de 150 kilos que revistaba como guardaespaldas oficial (sic) en la municipalidad de La Matanza, que también era de la barra brava de Estudiantes y que según dejaron trascender como prueba irre-futable había recibido un balazo en la mano derecha, proveniente del suboficial que había intentado escapar y resistido con su arma regla-mentaria. Al temporal informativo/electoral se lo capeó, pero lo que quedó fue más hediondo. La dependencia gubernamental bordeaba casi la condición de aguantadero de la barra brava pincharrata y el gordito se exhibió ante todas las cámaras que quisieron mostrando el buraco amo-ratado del balazo en la palma de la mano derecha, sí, pero producto de un calibre 22 y según él disparado por un taxista en el momento que iba a entrar a la cancha de 1 y 57. Se burló casi despiadadamente de las autoridades cuando hasta un chico es capaz de discernir entre un impacto de un arma calibre 9mm., de guerra, y una 22. No fue su única performance pública porque al tiempo, haciendo gala de una curiosa jerga entre tumbera y policíaca, mostró el rozón de otra bala en la parte superior de la redondez del abultado abdomen tipo embarazo de 8 me-ses que lo precede varios centímetros para llegar él, propiamente dicho. Ambos lugares suelen ser preferidos por los detenidos para autoinferir-

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se heridas que le permitan luego denuncias por malos tratos o traslado a alguna dependencia sanitaria para pasarla mejor o directamente fu-garse. El caso es que la falta total de méritos para seguir teniéndolos guardados hizo que tuvieran que soltarlos, que el hecho siga siendo un misterio, salvo que en la mencionada dependencia del Poder Ejecutivo bonaerense ya revistaba la esposa de Rafael Di Zeo, una medida que había tomado el gobernador Solá para tomar distancia cuando el lazo se hizo público y la tenía como secretaria en la casa de gobierno. Lo insólito del lugar y la alevosía del ataque siempre hizo girar la cuestión en los motivos. Algunos de los maníes tirados al aire hablaron de sofisticados equipos de comunicación, todavía no utilizados que se guardaban en el lugar. Las investigaciones oficiales que se hicieron lue-go indicaron que la banda compuesta por casi una decena de funciona-rios policiales, tarotistas y barrabravas, pero de Gimnasia y Esgrima de La Plata, eran los llamados Los Patuta, de reconocida trayectoria, y que equivocadamente habían ido a buscar cerca de una tonelada de cocaína que les dijeron que estaba allí almacenada. La edición online de Perfil publicó un informe bastante detallado aunque con casi dos años de atraso79. De todas maneras, el trágico hecho deja a la luz casi con per-fección este nuevo dibujo en la estructura social actual. Primero que nada, otra vez detallar que cuando se habla de relaciones entre el poder

y el barra se debe reemplazar el primer término por peronismo, a se-cas, casi sin excepción, y después aparece el delito desde sus formas más sofisticadas hasta las más rantifusas, cerrando el círculo el fútbol como fenómeno sociocultural del más amplio espectro en todo el capita-lismo y donde se destaca que más de uno se saque los ojos por clubes miserables en estado de quiebra eterna y la explicación está en lo que en el lenguaje común se denomina lavado de dinero y cuando en reali-dad, aunque haya el mentado lavado en su forma ortodoxa, técnica-mente se trata de reinserción del dinero lavado en el circuito financie-ro legal, un negocio tan o más rentable que la venta al menudeo de la droga. El tramado humano que deja este fenómeno es policlasista y genera una cantidad de actividades de lo más insólitas, a los que desde el punto de vista productivo se las llama humorísticamente Fábricas de

Humo y tienen oficinas en lugares públicos como bares y confiterías del más diverso cuño, últimamente tanto en hoteles internacionales como los que han instalado supermercados y megashoppings. Estos perso-najes no son difíciles de distinguir: tienen una cara de aburrimiento contagiante, son desocupados existenciales y encaran de manera ma-niática, fóbica, constante, el discado automático de sus celulares y si resultan llamados por los ringtones más exóticos y estridentes lo ma-

79

El link es http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0384/articulo.php?art=15728&ed=0384

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notean casi con desesperación: puede ser que ocurra algo. Algo que puede estar entre el negoción de fangotes de plata dulce o la muerte. La infelicidad del momento elegido por el doctor León Arslanián, presidente del Tribunal que condenó a las juntas militares durante la gestión de Raúl Alfonsín y luego ministro de Seguridad provincial sola-mente por vocación de servicio o alguna otra motivación porque es un puesto para bailar con la más fea y para colmo exhalando una halitosis insoportable, fétida, tipo aliento de tigre de Bengala, para hacer pública como propia la máxima aceptada por las ciencias sociales que la inse-

guridad social no existe porque se estaría entonces frente a una socie-dad acéfala, a la deriva, y se trata más de una sensación psicológica producida por los medios masivos de comunicación, fue exactamente como escupir contra el techo o contra un ventilador de pie, sin contar los conocidos efectos de hacer pis contra el viento. Le dieron como quien lava, y si con cada nueva víctima cualquiera aprovechaba para re-fregársela a cualquier funcionario oficial en desmedro de un mínimo de racionalidad, la asunción de Cristina Fernández tuvo lo suyo y la sen-

sación térmica alcanzó su pico el domingo 19 de noviembre. Fue un festival noticioso de asaltos, homicidios, secuestros exprés y otras prácticas sobre el mismo asunto. Su marido se había tenido que aguan-tar desde el 2004 toda la ofensiva Blumberg, a partir del asesinato de su hijo en otro hecho donde aparte del secuestro, la intervención de la SIDE se puede calificar de cualquier cosa, menos de feliz, y que la I de la sigla no apunta a Informaciones o Inteligencia sino que tienen por lo menos el arco cambiado y casualmente casi siempre patean en con-

tra, algo que lo transformó al ingeniero con el mismo título de psicólogo laboralista de Valentín Suárez, con su carpetita bajo el brazo, en refe-rente insoslayable de una clase media para variar asustada, convocato-rias multitudinarias con por lo menos 100 mil personas, y justamente a días de haber dejado entrar la realidad por primera vez en la casa de gobierno, en la persona del árbitro Horacio Elizondo, ese 31 de agosto el industrial textil se despachó con la quinta marcha, concurrida aunque con un poco menos, pero en la mismísima Plaza de Mayo. Para contra-rrestar, el piquetero oficial Luis D’Elía y el Premio Nobel de la Paz, de la organización Paz y Justicia, arquitecto Adolfo Pérez Esquivel, trata-ron de hacer lo suyo y poner las cosas más o menos en su justo térmi-no, pero estamos en la Argentina y este último terminó acusando al otro de querer usar la parada en beneficio político propio. En otros términos, aquí también lo faccioso en medio de una causa que tendría que ser común y sin fisuras. Un mes después, como ya se había vaticinado, Blumberg anunciaba su candidatura a gobernador de Buenos Aires pa-

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ra las elecciones presidenciales de octubre con un sellito bautizado Frente Vamos y el apoyo nacional al neuquino Jorge Sobisch que arrastraba la responsabilidad política del asesinato policial del docente Carlos Fuentealba, el 5 de abril del nunca bien ponderado y fatídico 2007. Juan Carlos Blumberg ya tenía puesta desde junio la mochila de ser un ingeniero trucho. La ventilada había estado a cargo del matuti-no Ambito Financiero, vocero de la más rancia derecha liberal abori-gen y con un toque local hacer gala del más acérrimo y rechazante fana-tismo por Boca Juniors. A la novedad digamos que académica la puso sobre el tapete cuatro meses antes de los comicios, y es difícil discernir si fue más efímera la vida política del desolado e incansable Blumberg o la cantidad de votos que consiguió en el primer estado del país. Como las boletas ya estaban impresas y no hubo tiempo para correcciones y reimpresiones, el 0,8% del electorado no tuvo más remedio que votar al Ingeniero Juan Carlos Blumberg como posible gobernador. El 25 de octubre, a tres días de las elecciones, el tribunal había dado a conocer las condenas de la docena de intervinientes en el secuestro y asesinato de Axel: perpetua para los dos cabecillas principales y los 9 restantes con penas de entre 3 y 20 años. En el terreno político, su acercamiento al Congreso y a la Corte Suprema con proposiciones de mejoras había encontrado acogida y algunas medidas se instrumentaron. Lo que no se vio de tanto empeño y buena voluntad, militancia y plata gastada fue-ron los resultados y los orígenes reales de los fondos, para algunos de organizaciones republicanas muy cercanas a George W. Bush. Una de las secuelas de la catástrofe electoral del 28 de junio, donde el PJ perdió hasta en Santa Cruz, fue la renuncia de la licenciada en Ciencias Políticas Graciela Ocaña, (a) La Hormiguita, no tanto a consecuencia de las secuelas del dengue y la gripe porcina que todavía disfrutaba el país. Para más de un analista político fue el final exitoso de la movida de bote sistemática que la había venido realizando Hugo Moyano, jefe indiscutido de las Obras Sociales y todo lo que eso signifi-ca Al viernes 17 de agosto el matrimonio decidió pasarlo donde Néstor fue intendente y después gobernador. Le organizaron un acto. Pero el horno no estaba para bollos y la oposición también decidió salir a recibirlo, aunque con otras consignas. De pronto, en medio del gentío una flamante 4x4 salió arando, revoleando y llevándose puesto todo lo que encontraba a su paso, obstáculos que generalmente tenían la forma de ciudadanos argentinos. “Me querían linchar y me querían volcar

la camioneta”, explicó después el ex ministro de Gobierno kirchnerista

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Daniel Varizat al corresponsal de La Nación. “Yo puse primera y

arranqué.” El mencionado, aparte de haber sido compañero de univer-sidad y de militancia en La Plata, ya había tenido que renunciar en ma-yo con otros miembros del gobierno provincial por haber ordenado una represión policial contra otra protesta popular. Los heridos graves fue-ron sólo cuatro y hubo otros con lesiones de diferente consideración. El consiguiente video tuvo su buen raiting en todos los canales, menos el oficial, y su lugarcito correspondiente en YouTube. Lo detuvieron y pa-saron a proceso, pero sacó una pena leve, pour la galerie. Los Kirchner, en aquel entonces, tuvieron que pasar el fin de se-mana atrincherados en su residencia, rodeados de custodia uniformada y fuertemente armada. Para colmo, el 10 de diciembre, en las elecciones para Jefe de la Ciudad, el otro bebé de probeta del menemismo, pasa-do por el fútbol, el (ahora sí) ingeniero Mauricio Macri hizo tabla rasa con casi el 50% y daría comienzo a un patético tire y afloje para no de-jarlo gobernar y que muestre todo el talento que tiene para equivocarse solo, sin ayudas o justificativos de ninguna especie. El tironeo como pe-lea de perros sigue dejando en el medio, como rehenes, a la población fi-ja de Buenos Aires y los millones transitorios diarios que recibe. Políti-camente es un hijo putativo del menemismo, consecuencia de su sepa-ración de la cúspide de los negocios de su padre bajo el cargo de inca-

pacidad, según las versiones que estuvieron en boga. Y su gestión al frente de Boca Juniors, durante más de una década, primer escalón hacia la presidencia de la república, según lo determinado por el Chan-

go de Anillaco, hubo por cierto tres campeonatos de la mano de Carlos Bianchi, nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad gracias a la mo-ción de Silvia María Eva Gottardi, viuda del legendario Abuelo Barritta, a la sazón legisladora y en pareja con el sindicalista y director del Banco Provincia de Buenos Aires, el sindicalista de neto cuño peronista Rober-to Digón, un macrista de la primera hora convertido en enemigo a muerte a la hora siguiente, pero no son pocos que argumentan que to-davía no está dicha la última palabra sobre todo lo sucedido en club. El 24 de agosto de 1991, el ingeniero Macri, sin ningún tipo de custodia, fue secuestrado de la puerta de su casa a la madrugada y recuperó su libertad, previo pago de entre 4 y 6 millones de dólares, según la ver-sión, doce días después. Habría sido el último golpe de la llamada Ban-

da de los Comisarios y la aparición a último momento en las fotos del entonces ministro del Interior, José Luis Manzano, (a) Chupete, con las pocas simpatías que siempre arrastró, aumentó más las especies y ru-mores en todo sentido. Por lo pronto, jugando todavía para el club y no pasando en lo personal su mejor momento, Diego Armando Maradona proclamó que se había tratado de un autosecuestro y nunca le fue con-

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testada la grave imputación, tal vez por la intangibilidad e impunidad del astro. Más allá de lo realmente sucedido o no, a El Pibe, como le dicen, lo rodean varios episodios ambiguos. A poco de asumir la jefatura de la ciudad, agotada hasta el hartazgo la imposibilidad de contar con una policía propia, una verdadera aberración para un estado federal que se precie de tal, encara la formación de una y tiene la peregrina idea de poner a su frente al comisario Jorge El Fino Palacios, para todos los sectores, particularmente la colectividad judía, algo así como darle al gato el cuidado del canario flauta. No hubo tono en que escuchara ni manera de hacérselo entender. Hasta que la cabeza del cuestionado po-licía, la de Macri y dos ministros, más algunos funcionarios, sobre todo los espías de entrecasa que El Fino había importado directamente de la Federal, rodaron sin siquiera hacer ruido: les desmontaron una central

de escuchas clandestinas con epicentro en el Ministerio de Educación de la ciudad y ramificaciones con jueces misioneros del llamado pero-

nismo disidente y del riñón del también presidente de transición, el te-rrateniente yerbatero Raúl Puerta. Algo así como el sueño de una CIA

de barrio. Un juez federal no de lo mejorcito, para cualquier ciudadano por lo menos enrolado con patas y todo en el kirchnerismo para sobre-vivir en el cargo, lo procesó por asociación ilícita y varios articulejos más. No le puso el de bostero porque parece que no figura en el Código Penal. Ratificado el propósito por el voto unánime de la Cámara Federal, salvo la adhesión incondicional de los suyos, quedó con su futuro polí-tico en un horizonte algo borrascoso, para acudir a los lugares comunes y lo cursi. Pero si no fuera amargo y desagradable, lo más pesado de la cruz le viene de la costilla familiar. Un cuñado testimonió que fue víctima de la escuchas por orden del octogenario Franco Macri, el padre, adepto a ese tipo de prácticas incluso en la familia, temeroso, al parecer, de los intereses del escuchado con la dote correspondiente, dada su naturale-za de cazafortunas, sin desdeñar para nada también la participación de su cuñado. Pero cuando en Buenos Aires, con todas las estridencias, se daba a conocer el veredicto de la Cámara Federal, desde la República Popular China, donde estaba de visita oficial la presidenta Cristina Fernández y forma parte inexcusable de la comitiva Franco Macri, por haber sido nombrado por el gobierno de Beiyín como encargado de to-das las relaciones comerciales con Argentina y países de la zona, el simpático italiano nativo y educado entonces en lo mejor de las escuelas de Il Duce le puso el salvavidas de plomo al vástago proclamando que él votaría a Néstor Kirchner. Además, para rematarla, lo acusó de querer quedarse con la herencia de SOCMAC, el holding familia. ¡Lo único que

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le falta es que al Pibe lo desherede o diga que no es natural, que es adoptado o hijo de desaparecidos! Un tanto cercado por las circunstancias El Pibe, listo para casar-se en terceras nupcias, optó por una alternativa por cierto inédita: en la Legislatura sus representantes rechazaban la Comisión Investigadora que quería la oposición y al día siguiente, en conferencia de prensa con cámaras mediante, pedía su propio juicio político lo antes posible para aclarar todo. Que, como es lógico, se empezó a enturbiar mucho más desde el vamos. Casi enardecido negó conocer al Fino Palacios desde su secuestro, en 1991, y que recién comenzó a tratarlo después del 2000, en ocasión de contratarlo cuando era presidente de Boca y había pro-blemas con la barra brava, sic, no aclarando el conflicto se debía a que querían más de las 700 entradas semanales gratis que siempre le fue-ron otorgadas durante su gestión o algún otro trato de privilegio, dada la tarea cultural de ofrecer servicios cuatro estrellas al turismo extran-

jero, particularmente japonés, que gusta de una jornada con adrenalina en la segunda bandeja o en equilibrio inestable arriba de los paravalan-chas, colgados de algún trapo, según lo pactado y abonado en la agen-cia respectiva. Primero que nada que si para tratar un quítame de allí

esas pajas con La 12 se necesita un personaje de la calaña de El Fino ni imaginar lo que hay adentro de Boca, amén del mal aliento del Ria-chuelo. Y segundo, que en generosa devolución de gentilezas, desde un programa de aire le devolvieron el tape de una entrevista a Palacios, an-tes que terminara en la cárcel de Marcos Paz, donde asegura que como miembro regular de la Policía Federal, dado que revistaba en el cuerpo correspondiente, en 1991 le tocó actuar en el secuestro del ingeniero Mauricio Macri. No se gana para sustos. Y no importa el pelo político. Es una de cal y una de arena, besos y patadas en los dientes, anuncios de todo ti-po de obras que no van a durar más que lo que dure el anuncio y pues-tas al sol de trapitos sucios en una maratón abrasiva donde se llega al colmo que funcionarios nacionales y bonaerenses no se ponen de acuerdo ni en la cantidad de delitos en las estadísticas oficiales que lle-van sobre planillas que van a parar al organismo correspondiente de la ONU y que distorsionan más todavía la imagen del país como si una simple foto digital no fuera suficiente.

El 2007 por lo menos se va a ir mostrando un nuevo look y la ductilidad familiar para multiplicar los panes sin importar pavadas co-mo las formalidades o limitaciones éticas con la información, la mer-cancía más preciada en la nueva etapa capitalista en pleno derrrape. El 9 de diciembre inauguró sus oficinas de jefe justicialista en el no muy

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proletario (y menos descamisado) Puerto Madero, un enclave que cuando lo visitó el titular de la CGT le arrancó una sonrisa con una pi-cardía que sólo entre compinches se da y el comentario de “che, la

verdá que está lindo”, pero no iba a durar mucho porque lo abandonó en abril del año siguiente. El 21 de ese mismo diciembre, en las víspe-ras de las fiestas, se hizo el anuncio de algo totalmente legal, por cierto, pero muy difícil de trasegar, sobre todo en los sectores menos favoreci-dos y los jubilados por cierto hedor que desprende con toda naturali-dad: la salida a la cancha de El Chapel SA, formada por el matrimonio y Máximo, el hijo mayor y cabeza visible de La Camporita, una agrupa-ción de la renovada JP. Según la información oficial dada a conocer se trata de una corporación que “podrá asesorar empresas en los aspec-

tos técnicos constitucionales, contables, administrativos, financie-

ros, presupuestarios; la capacitación de personal y la puesta en

marcha de programas o recomendaciones, comprendiendo la prepa-

ración de documentos, análisis de ofertas, elaboración de presenta-

ciones ante organismos financieros”. El acta constitutiva de la em-presa también aclara que “podrá realizar actividades financieras,

mediante el otorgamiento de préstamos y/o aportes e inversiones

de capital a particulares o sociedades; realizar financiaciones y

operaciones de crédito en general, negociación de títulos, acciones,

papeles de negocios, y otros valores mobiliarios y la constitución

de fideicomisos y de derechos reales”. Del mismo modo, “en materia

de inversión, El Chapel SA en el futuro podrá realizar aportes de

capital para operaciones realizadas o por realizarse, financiamien-

tos, préstamos hipotecarios o créditos en general; la participación

de empresas de cualquier naturaleza [léase: de cualquier naturaleza], mediante la constitución de uniones transitorias de empresas,

agrupaciones de colaboración, joint ventures, consorcios y en gene-

ral la compra, y podrá desarrollar la negociación de títulos y de ac-

ciones”. La sede estaba fijada en Río Gallegos. Pero por cierto es si re-sulta muy discutible y cuestionable a todas luces la salud republicana del emprendimiento con el negocito de los terrenos de El Calafate, el co-sto de 50 millones de dólares para un paseo costanero en el Lago Argen-tino, de unos 6 kms. de extensión, justo a la altura donde la familia tie-ne una mansión justamente no caracterizada por la modestia y ahorros en lo rumboso, ya todo resulta por lo menos atragantable, indigesto en grado extremo80. El emprendimiento íntimo y familiar recibió la consa-bida salva de denuncias provenientes de la FADAP (Federación Argenti-na de Denuncias al Pedo, fundada y fundida en los albores de la nacio-nalidad) y ante la irrespetuosa acogida del patriótico emprendimiento,

80

MAJUL, Luis. El dueño. Espejo de la Argentina, Planeta, Buenos Aires, 519 págs.

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respetuosos de la democracia como nadie, decidieron dar marcha atrás y volver a meter el violín en la bolsa, ya vendrán ideas mejores, más re-dituables y no tan estridentes.

En Ezeiza, tras la apariencia de las formalidades rituales, donde se ha mudado hace un año y medio al exclusivo barrio privado El

Trébol, el Concejo Deliberante de la localidad lo nombra a Diego Ar-mando Maradona “deportista meritorio y vecino ilustre”, distinción que en el acto correspondiente le entrega el entonces intendente Alejan-dro Granados, dueño de la parrilla El Mangrullo, epicentro de otros acontecimientos durante la Segunda Década Infame. Era el 18 de di-ciembre. Entre varios notables que asisten al acto se encuentra nada menos que Néstor Kirchner, quien en las palabras correspondientes le dice: "Cristina me pidió que venga y te acompañe. Ella te espera

cuando quieras en la casa de todos los argentinos". La componenda va más allá de lo vecinal. Gastón Alejandro Granados, hijo del ex pa-triarca menemista de la zona y luego virado en el momento justo a las huestes del santacruceño, como corresponde a la coherencia de todo peronista de ley, será nombrado vicepresidente del Organismo Regula-dor del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA) por tres años y des-pués seguirá escalando en el rubro aviación civil, pero a nivel nacional. Por su parte, su hermano Martín heredó la presidencia del club Tristán

Suárez, en Primera B, y también aparecerá en escena cuando sea su momento. El grupo familiar se completa con la ahora diputada kirchne-rista Dulce Liberal, pseudónimo de Isabel Beatriz Visconti, íntima ami-ga de la nueva pareja del astro futbolero y mediático, Verónica Ojeda, de 32 años, profesora de educación física y que tiene un negocio de ropa en el sur del GBA, y que es oriunda de Villa Fiorito, el barrio que lo vio nacer al Pelusa.

La amalgama política/poder/deporte no tiene partida de naci-miento argentina. Pero merecería tenerla. A las culturas dominadas

por el deporte81 ya delineadas hace mucho, Argentina impone una di-rectamente deportivizada, más precisamente hiperfutbolizada82. Aho-ra, llegado el caso, con tal de jetonear, así como no le hicieron asco al árbitro Horacio Elizondo, a la hora de posar ante las lentes son capaces de hacerlo hasta en una final de sapo doble KO. En el US Open del

81

LEVER, Janet. La locura en el fútbol. Fondo de Cultura Económica, México, 1985, 358 págs.. 82

ROMERO, A. Contrasociedad deportiva… Ob. Cit.

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2009 se alzó con el triunfo el borrego tandilense Martín del Potro, para estupefacción de muchos. El antiguo deporte blanco y rancia estirpe

oligarca se ha democratizado y corren containers de dólares. El joven-cito Martín, con una edad para nada proporcional a su talla gigantesca, tipo álamo Carolina, ha embolsado tanto que se tuvo hasta que comprar una calle (sic) de su ciudad natal para que los curiosos no molestaran a su familia fisgoneando la mansión construida a tono con el nuevo sta-tus. Semejante lauro hizo que de la Casa Rosada se lo llamara inmedia-tamente para la recepción, las fotos y los lugares comunes de costum-bre. Pero sorpresivamente, de movida, sin mayores preámbulos, el vein-teañero le hizo un corte de mangas a la primera magistrada y su cohor-te en el rubro Promociones Cholulas & Otros Jetoneos, algo que no dejaba de ser una afrenta que por casualidad, un tiempito después, tu-vo una casual visita de cortesía por parte de una cuadrilla de inspecto-res de la AFIP en los campos que la capitalizada familia Del Potro tiene en la zona, buscando las consabidas trampitas de las evasiones imposi-tivas, trabajo negro y otras minucias que son de rigor, aun en las mejo-res familias, en un método extorsivo de antigua data pero remozado al mejor estilo kirschnerista y usado en todos los rubros, no sólo deporti-vos, sino convertido en un cuasi deporte político de la época.

“En la realidad, todo son círculos”, gustaba decir Jorge Luis Borges, no precisamente simpatizante del peronismo en cualquiera de sus variantes. Sobre todo con la que se venía, desatino político es una apreciación cauta que permite cierta aproximación a tanto desenfado

exhibicionista. Ya en febrero de ese año The Wall St. Journal había advertido sobre la inminencia de una crisis financiera de envergadura y a la altura de la fundación y entrada en acción de El Chapel SA en EE.UU. nada menos que George Bush había ordenado que se venía una ajustada de cinturones y a ponerse los salvavidas entre los dueños in-discutidos del mundo. El horizonte pintaba poco claro, sobre todo para los más débiles, para variar. Y que rezaran los muy creyentes porque la cantidad de agnósticos se había empezado a reproducir de manera ca-riocinética. Las economías neoliberales, parecidas, envasadas bajo el rubro economías emergentes o engendros de cualquier especie, eran tigres de papel. La presidenta argentina, incluso, lo más suelta de cuerpo, se iba a dar el lujo en una reunión internacional de poner a nuestro país como ejemplo de contar con una economía a prueba de ba-las. Por modestia y mantener un perfil, ya que la joroban tanto con los botox (vulgata: clostridium botulinum) hasta en los párpados, la marro-quinería de aristócratas del Primer Mundo, los modelitos diarios no re-petidos, aros, relojes y otras joyas exclusivas, que para algunos, a ojo de buen cubero, no la hacen pasando unos 20 mil dólares por vez, no les

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ofreció en calidad de préstamo (sin opción de compra, por supuesto) a funcionarios milagrosos como Guillermo Moreno…

Encima, como tras llovido, mojado, el 2008 debuta en materia de corruptelas con la ventilación de una masiva importación de autos de alta gama, como se ha dado en denominar a los que a mediados del si-glo pasado, obviamente Made in USA, se llamaba chafalonamente bo-

tes, exceptuados de impuestos por las franquicias diplomáticas. Con-trabando de guante blanco, obviamente. Y tenía que estar obviamente implicado un alto funcionario de la cancillería. Pero la disputa de com-petencias entre el fuero penal económico y el federal pateó la pelota a la tribuna. Y el 11 de marzo, con el anuncio de la tristemente famosa Re-

solución 125, que fijaba las retenciones a la producción agropecuaria de manera fluctuante, especialmente para la soja mientras el tarascón estatal crecía a la cotización diaria, es decir que el productor siempre iba a seguir recibiendo lo mismo, se pudrió todo. El campo, por primera vez, partido en cuatro asociaciones con la clásica Sociedad Rural y la Federación Agraria a la cabeza, se hicieron una con una Mesa de En-

lace que las aglutinó y salieron por primera vez de las tranqueras a las rutas. El enardecimiento fue tan total como peligroso. Y cuando el 31 de marzo, en medio de una de sus diarias alocuciones que le han dado el sesgo a su gestión, la presidenta calificó a la soja de yuyito que no da prácticamente trabajo sembrar ni cultivar y sí, en cambio, ganancias cada vez mayores en un mundo cada vez con más hambre que antes saciábamos con corneed beef y trigo, ardió Troya. Menos mal que primó el tino de no reprimir. Aunque con el país otra vez artificialmente quebrado en dos, esta vez Campo vs. Ciudad, el gremio de camioneros mandó un grupo de choque a Entre Ríos, que fue el foco mayor de resis-tencia, sobre todo con el surgimiento espontáneo de líderes naturales de gran convocatoria como Los Melli De Angeli, sobre todo Alfredo, y el mayor nivel político en el discurso de otro de la FA, como el santafesino Eduardo Bussi, fueron los catalizadores de un fenómeno cuya contun-dencia sólo lo da la espontaneidad de la eclosión y la justeza natural de las causas que la originan. Más en un país como la Argentina. El 22 de mayo llamaron a una concentración en Rosario, alrededor del Monu-

mento a la Bandera, y metieron 100 mil personas. Al poco tiempo se le animaron a Buenos Aires y el 15 de julio juntaron el doble en la avenida del Libertador, cerca del Monumento a los Españoles.

Nadie se podrá jamás quejar que la Argentina no es un país con un amplio surtido de lo que se quiera. Porque a todo esto, sin pedir

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permiso, El Tribuno de Salta publicó el 10 de marzo que en Güemes, la ciudad sobre la Panamericana que supo tener los grandes talleres fe-rroviarios del tren que iba a La Paz vía La Quiaca, unos changos ociosos no encontraban nada mejor que ir a hablar de sus cosas sentados en la vereda del cementerio local. Como un argentino que se precie de tal no lo es completamente si no tiene una 4x4 o un teléfono celular con video, a uno de los contertulios se le dio por grabar, aparentemente con toda inocencia, la cantidad de huevadas al por mayor sobre las que estaban platicando cuando le llama la atención unos ruidos raros y la camarita capta a un enano saltarín, una figura triangular borrosa que les estaba tirando piedras, y el The End fue un tanto abrupto después del grito:

-¡El Duende!

¡Para qué! Salieron a los repedos, se corrió la bola, del matutino salteño llegó a Buenos Aires, Bolivia, México, España, su ruta. Se rom-pió un caño de duendes o de contrahechos exhibicionistas, vaya ahora a saberse o pedirles que se identifiquen, y como no podía ser de otra manera entraron a subir versiones a YouTube a rolete, como para tener una videoteca propia que, si se quiere, está a mano para cualquier y en cualquier momento.83

A todo esto, en medio de los tires y aflojes, mojadas de oreja, tan-teos y demás, sin importarle los escalofriantes y extraños fenómenos esotéricos en tierras chalchaleras, Guillermo Moreno no quería ni hablar de bajar el 35% sino que, como se supo no demasiado luego, siempre había sido partidario de quedarse con el 100% de una caja ofi-

cial sin fondo. En un acto por Malvinas, en el último tablón de una tri-buna levantada de espaldas a la Casa Rosada, la tevé oficial le mostró al país entero una agarrada entre el joven ministro Martín Losteau y su look bien fashion frente a un subordinado totalmente sacado como Moreno, que gesticulaba como un energúmeno y en un momento se pasó transversalmente el canto de mano derecha sobre la garganta, en el universal gesto de pasar a degüello. Veinte días después, quien era cabeza de un grupo de jóvenes economistas bien al estilo Primer Mun-

do y en su momento presidente del Banco Provincia en la gestión de Eduardo Duhalde, presentaba la renuncia. Aunque de manera recatada en el tour de entrevistas por tevé que aceptó de no muy mala gana no tuvo empacho en mantener su tono calmo y firme, educado casi hasta la represión, para dejar bien en claro la dictadura evidente, de hecho, que regía en el país y quién era el que manejaba todo, a despecho de cargos, jerarquías, la patria potestad compartida y otras minucias por el

83

Link: http://blogs.clarin.com/sarrasani/2010/08/09/al-duende-chalchalero-le-gusta-la-camara/

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estilo. En cuanto a la web con las nuevas jerarquías oficiales, no están ocultas las relaciones del demonizado secretario de Comercio Interior con barrabravas que coparon la presentación de un libro poco favorable al INDEC, que tienen su espacio en Facebook en favor del susodicho como también un sitio de apoyo. La cachiporra y la manopla no son pa-ra nada incompatibles con el mouse. El desgarrón sin duda más importante en lo interno que significó el enfrentamiento con el campo y las pérdidas siderales por una porfía en muchos momentos de novios adolescentes no fue inconveniente para que en medio de los momentos más álgidos, aprovechando su visita ofi-cial a París aprovechara para adherirse a la marcha en pedido de la li-beración de la ex candidata colombiana a la presidencia, Ingrid Betan-court, en manos de las FARC colombianas y en un delicado estado de salud. Fue el domingo 6 de abril, se juntaron alrededor de 15 mil mani-festantes que fueron de la Asamblea a la Opera, por la ribera derecha, como no podía ser de otra manera, estuvo entre los oradores y como no podía ser de otra manera sus vestidores le eligieron un look tan resal-tadamente luctuoso como apropiado para un acontecimiento de esas características en la Ciudad Luz donde no podía falta la pomposa boina al tono y un echarpe generoso y abultado en sus vueltas, de manera que encajara estéticamente nada menos que en la printemps parisina, estación de alta gama a orillas del Sena si las hay, para colmo bajo un cielo plomizo que se limitó a amenazar con una poética lluvia. Su corta arenga fue con traducción simultánea y sobriamente aplaudida, bien a la europea: "Quiero darles el compromiso de mi corazón de acompa-

ñarlos siempre en esta lucha, porque estoy convencida de que la

única batalla que se puede perder es la que no se da", zafó del inevi-table compromiso con el moscardoneo periodístico. A las obvias presen-cias de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo el contingente argenti-no que la secundaba era acorde tanto para engrosar la manifestación como para completar el Jumbo de Aerolíneas Argentinas charteado a tal efecto. La causa Betancourt también era una caja de doble fondo, típica de la política, e implicaba a veces un desembozado cascoteo a la política del entonces presidente, el belicista y pronorteamericano Alvaro Uribe. Por eso uno de los paladines fue el venezolano Hugo Chávez, que aprovechó sus contactos con las FARC y negoció una entrega en plena selva que requirió la presencia de testigos de peso. Uno de ellos fue el ex presidente Néstor Kirchner. El grueso contingente y el alboroto de las medidas que se tomaron para que se pudiera llevar a cabo la delicada operación no dejó tener su chasco cuando el 1º de diciembre de ese mismo año los combatientes que seguían en lo que había fundado Ma-

nuel Marulanda Vélez o Tirofijo, dos de los alias de Pedro Antonio

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Marín, abatido hacía poco, los dejaron con los ruleros puestos, en una posición no muy cómoda, sobre todo ante el despliegue de lentes y obje-tivos de todos los tamaños. Para el martes 6 de febrero a las 18:30, a todo esto, había estado anunciada oficialmente la ceremonia en el despacho oficial de la presi-denta en la Casa Rosada. Con suerte debe haber empezado una hora después. Los Kirchner no se andan con chiquitas a la hora de la pun-tualidad. Les da lo mismo un almidonado representante de las vetustas monarquías europeas, la médica Michelle Bachelet en el mismísimo Chile que un sodero. Se trataba de lo que iba a ser el primer avance pa-ra fagocitarse el fútbol a tanto el minuto y tanto el gol. Estuvieron pre-sentes la directora ejecutiva de Canal 7, Rosario Lufrano, ex locutora del informativo de Canal 11 y ex mujer del juez ecológico Daniel Ller-manos, separado del cargo en medio de un escándalo típico donde siempre todo queda en la nada, más sus aspiraciones políticas a una diputación, y actual abogado del Clan Moyano en Camioneros y el club Independiente, con spots publicitarios de su estudio particular por lo menos en el Canal 26 del ex presidente de la Cámara de Diputados del menemismo, el papelero Alberto Pierri; el presidente de TyC Sports, Marcelo Bombau, y el secretario de la presidencia de la AFA, José Luis Meiszner, todavía no nuevamente presidente electo del Quilmes Atlético Club, carne y uña con Aníbal Fernández y en el distrito sureño inte-grante de un fuerte grupo dirigente asentado en la cúpula del poder lo-cal en dos tiempos de 45’, una troika que completó siempre el ahora camarista en lo civil Julio Casanello, quien supo ser presidente del club cuando en 1978 salió por única vez campeón metropolitano, después intendente civilizador de la milicada, empleador con contratos basura de la Municipalidad de la cúpula de la barra brava cervecera, cosa que tuvieran una suma fija mensual para los gastos de bolsillo, y cuando soplaron otros aires políticos y los alfonsinistas le cerraron el paso por pianta votos y otras diferencias, sin mayores trámites se mudó al duhaldismo y al Comité Olímpico Argentino, que llegó a presidir y com-partir honores con uno de los abogados de Carlos Monzón en el asunto del homicidio de la vedete uruguaya Alicia Muñiz. Estas largas relacio-nes personales, en el fondo pueblerinas, por más que Quilmes siempre aspiró a más, llevó al que entonces era todavía ministro de Justicia, el varias veces mencionado Aníbal Fernández, como ya se consignó, a nombrar a un hijo de Meiszner a cargo del RENAR, organismo que tiene a su cargo nada menos que el control de las armas en manos de civiles. En medio del desmembramiento y oquedad que brilla en la sociedad ac-tual, ¿se necesita algo más para detentar el poder virtual desde las al-

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turas que componentes con densidad propia como tevé, fútbol, policía, Tribunales, droga y armas? En la audiencia también estuvieron presentes el entonces todavía Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el secretario de Medios, Enrique Albistur, quien también sería dado de baja en medio de ronroneos va-rios, dado que desde ese mangrullo manejaba a destajo los fondos pu-blicitarios estatales y las acusaciones de su falta de imparcialidad llega-ron a ser abrumadoras. Este Fernández, hincha de Argentinos Juniors, viene de un pasado juvenil nacionalista y accedió a los primeros planos de la política con una boleta que debe contar el récord del mayor surti-do del espectro, como ya se dejó apuntado más atrás84. No ha vuelto a haber, por lo menos hasta ahora, un collage semejante cubriendo to-dos los gustos y colores en materia ideológica, política, ética y estética, unos rubros que son separables solamente a los efectos de un análisis fino pero que tendrían que ser indisolubles, aunque en la Argentina ca-da uno anda por su vía, si es que hasta no tiene partido propio. La reunión de aquel día tuvo como fin formalizar el convenio por el cual se empezaba a televisar en directo un partido por cada fecha del torneo de 1ª División, el correspondiente a los viernes. El comunicado previo tomaba el recaudo de recordar que hasta entonces el único canal

de aire que emitía ese encuentro era el 2, América TV, del multimedios que presidía Eduardo Eurnekián que había tenido a El Cronista Co-

mercial a la cabeza, quien luego despegaría hacia el rubro aeropuertos y la señal pasaría a manos de los mendocinos Raúl Monetta, uno de los ascensos milagrosos para los que creen en milagros por el menemismo, y José Luis Manzano, (a) Chupete, quien fuera Ministro del Interior y adquiriera cierta dudosa celebridad, sobre todo gracias al semanario Humo®, de haberse hecho unos implantes en los glúteos y así poder lu-cir los pantalones de seda a medida Made in Italy que se mandaba a hacer a Milán, para que no le chingaran lastimosamente, y el papel que cumplió en el desenlace del secuestro del ingeniero Mauricio Macri, tal como se apuntara antes, hecho que habría estado a cargo de La Banda

de los Comisarios a un costo de 8 millones de dólares. Después de una gestión que quedó medio entre brumas, como el pasaporte argenti-no por residencia permanente en el país para el terrorista internacional y traficante de armas Monzer Al Kazhar, íntimo de la familia entonces gobernante, Manzano tuvo un largo retiro espiritual en los EE.UU. y re-tornado con un perfil muy silencioso y casi nulamente mediático. Era el primer paso del viejo fútbol como cuestión de Estado des-de los ’30, con la fachistonada de Uriburu, el Ministerio de la Pelota, a la cooptación total gracias a la total dependencia económica bajo el

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imperio de las tecnologías de punta. Algo parecido a lo que en economía llaman Empresa Cautiva. Después, no mucho después, el avance sería sobre los diez partidos y el espectro horario de viernes a domingo a la noche. Una fusión a un costo arriba de los 6 millones de pesos para sa-nearle las finanzas al Califa de Sarandí & Co. y llevar los derechos

humanos a inflar las redes, según un costalazo de la presidenta que hizo época y que veremos en su momento. Porque ahora viene más y con munición gruesa, perdonando el alto en la huella que ya en la pri-mavera del 2010 se sabía que los gastos totales iban a sumar todavía un 50% más y que la magia de Guillermo Moreno, el Leonardo de las

estadísticas económicas, no llegaba a tanto. Arte, sí; magia negra, no. Sin embargo, la retahíla de trompicones, el verdadero zafarrancho de costalazos tendría su momento cúlmine sin bengalas, clarines ni al-fombras rojas. Varios se quedaron sin aliento. Fue bastante parecido a ver subir otra vez a María Antonieta al cénit del invento del doctor Jo-seph-Ignace Guillotin. A las 02:16 del 17 de julio el vicepresidente de la Nación, a cargo del Senado, el radical de origen, después transversali-zado para acompañar a Cristina y vos, como rezaron los carteles de la campaña, el maratonista Julio César Cleto Cobos se quedó con la bra-sa ardiendo de tener que desempatar el tema de las retenciones. Hasta último momento había intentado transar con los kirchneristas un cuar-

to intermedio pero la línea directa instalada con Olivos ordenaba ahí y ahora. Fue cuando Cobos inauguró para la historia el “voto no positi-

vo” y los oficialistas lo tomaron como una traición y una derrota, los de enfrente como un triunfo, pero bien mirado resultó lo peor de todo: otro empate en un país que cada vez se muestra más incapaz de salir de su propio pantano. Habían transcurrido cuatro meses desde el dictado de la dichosa resolución y los chicaneos de Moreno, trabando las diferentes exportaciones, sobre todo las carnes y los productos lácteos, le habían acarreado al país pérdidas millonarias, casi desabastecimiento a la ca-pital, el arrojar a la tierra millones de metros cúbicos de leche en medio de una obscena cantidad de chicos desnutridos, no cumplir con com-promisos internacionales y otras chiquilinadas incapaces de concebir hasta por infradotados pero absolutamente comprensibles en seres por-fiados en detentar el poder per se, algo así como darse órdenes frente al espejo y desobedecerse. Una semana después renuncia el jefe de gabinete Alberto Fernán-dez, a quien se lo había considerado un conciliador en la puja, con su pasado nacionalista y su ingreso a la Legislatura de la Ciudad en una lista tras Domingo Felipe Cavallo, el pediatra y también periodista como su padre, el legendario uruguayo Borocotó, seudónimo que obedecía la

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onotomapopeyización de los parches de las murgas de su Montevideo natal, el doctor Ricardo Lorenzo lo volvió sinónimo de panquequismo, de dársele vuelta el paraguas en la tormenta, como a la viuda del Abue-

lo Barritta y Elena Cruz, banca a la que tuvo que renunciar para inte-grar el primer gabinete kirchnerista. Lo reemplazó un tocayo, Aníbal, pero ni siquiera hincha de Los Bichitos Colorados de La Paternal y concentrando el manejo de la Policía Federal, la seguridad y la adminis-tración de justicia, amén el papel de en lo táctico salir con los tapones de punta ante cualquier intento verbal que amenazara sobrevolar la celda de la abeja reina. Otra que tendría que emprender la retirada, pe-ro unas semanas después, sería la muy buena moza y ensortijada Ro-mina Picolotti que ocupaba la plaza dejada vacante en Medio Ambiente por la ingeniera María Julia Alsogaray, en ese momento disfrutando de prisión en nombre de todos los desaguisados menemistas. La cordobe-sa por cierto que había contratado familiares, cosa de aumentarle el drenaje a los fondos fiscales, y para volver los fines de semana a su ca-sa en La Docta contrataba taxis aéreos a 30 mil dólares la bajada de bandera, pero para los entendidos en política seria la presidenta le sacó la tarjeta roja fundamentalmente para minarle las bases de sustenta-ción al poder que había detentado Alberto Fernández en el picado de entrecasa que están jugando siempre en el gobierno como objetivo es-tratégico y 40 millones de privilegiados espectadores. Algunos entremeses son hasta casi divertidos. Como cuando un descendiente de Francisco Lomuto, quien tiene registrada en SADAIC la versión oficial de Marcha Peronista y consideró que el kirchnerismo no se ajustaba a la ortodoxia que había marcado el General (todavía nadie sabe dónde), prohibió su entonación sin su expreso consentimiento y en su papel de mastín atento el Jefe de Gabinete le recomendó que se me-tiera la marchita en el culo… Pero el 13 de agosto del 2008, con un calendario que se niega a avanzar, encontraron en un camino lateral a la autopista oeste los cadáveres de tres jóvenes prolijamente baleados por profesionales, al parecer con una técnica usada por el Mossad y que consiste en gatillar de tal modo la automática que si un proyectil ingresa por el tórax el otro va seguro al cráneo. Además de endilgarles inmediatamente el rol de empresarios cuando uno era apenas empleado de una farmacia y el otro traqueteaba una publicación en la Aduana, primero los dieron como ajusticiados en el lugar, algo totalmente inexacto a simple vista hasta para no avisados, y la autopsia fue tan minuciosa que pasó por alto que habían estado varios días en un refrigerador. Las autoridades mu-nicipales se encargaron, con la maquinaria y el personal correspondien-te, de alterar totalmente el escenario de los hechos a las pocas horas. Lo

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que sí quedó claro hasta el hartazgo que atrás, por lo menos, estaba la Mafia de los Medicamentos, uno de los tres rubros que para la ONU integra el tríptico por excelencia del Delito Organizado, y la efedrina, un producto del cual se había hablado mucho a consecuencia del Mun-

dial 94 en EE.UU. y del error argentino de no saber inglés, ir a una farmacia y elegir el frasco equivocado porque los encargados de rastrear el doping en la FIFA, si la encuentran en la orina, la consideran un es-

timulante prohibido. Lo que aparece como una mácula es que hasta el estrépito que levantó este hecho, un hecho por el momento impune a medias, es que el bondadoso corazón de las autoridades de control y gobierno argentino no se habían dado cuenta de la revalorización mun-dial de la efedrina como precursor químico para elaborar las llamadas drogas de fantasía y se la importaba de la India y otros países a un precio bicoca para reubicarla en México y aledaños con por lo menos el 500% de ganancia neta. Jamás ningún efectivo cobrasueldo de ningún estamento estatal, sea directamente ligado con la actividad o no, había advertido la multiplicación cariocinética del ingreso de semejantes volúmenes, año tras año. En suma, lo que otrora se denominaba un pingüe negocio, justo a la medida del imaginario colectivo argentino en la materia: nada de sangre ni tiros, todo con papeles en regla y a la luz del día. Ahora lo que no dejó de ser un mal trago para el gobierno fue que la cabeza visible de los asesinados, Sebastián Forza, metido con patas y todo en el asunto, como también en las turbiedades del Hospi-

tal Francés que se apuntaron antes, y otras variantes de las trucheda-des medicinales entre emprendedores privados y funcionarios del Esta-do no menos emprendedores, un joven que había repartido en vida cheques voladores como si fueran papel picado, tres de ellos pero con

fondos, por unos 200 mil pesos en total, habían sido destinados a la campaña presidencial del Frente para la Victoria cuyo recaudador, oh casualidad, ya estaba entre ojos de la chiquitita Graciela Ocaña y se trataba de Héctor Capaccioli, muy vinculado a La Bancaria de Juan José Zanola y todo lo que se ventilará después. Otro punto que llamó la atención y sacó a relucir nombres fue la afición de Forza por las armas y que el RENAR regenteado por el hijo de un amigo quilmeño del Jefe de Gabinete y mano derecha del Zar de la AFA le hubiera autorizado una 9mm. por quince días cuando en la casa tenía un arsenal como pa-ra abrir un tiro al blanco público propio. El gobierno se refugia en los no pocos logros, mucho más notorios al haberse hecho cargo de un país prácticamente en el suelo. Lo que pa-ra muchos resulta hasta exótico es cómo fue que consiguió convertir la racha exitosa hasta prácticamente caminar en tan poco tiempo por el

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borde del desastre sin mayor ayuda que la propia vocación, la soberbia y el amor por los precipicios. Una de las causas que le ha minado la ba-se es, sin duda, la corrupción. Una corrupción abierta y fúndamen-talmente obscena. En lo político, de arrancar bajo la acusación de ser montoneros terminar aliados a Moyano, Barrionuevo y Aldo Rico, más todos los barones de las intendencias del conurbano, celebrando en los actos toda la liturgia peronista ortodoxa cuando en los primeros años ni siquiera nombraban al líder. Que la pareja presidencial haya incremen-tado sus bienes, según las respectivas declaraciones juradas, en por lo menos un 700% es, por lo bajo, para llamar la atención o si no hay un error en las cuentas que divulguen dónde están esas mesas de dinero tan generosas. Sobre todo con explicaciones por el éxito en el bicicleteo

de plazos fijos en pesos y dólares, compraventas de lotes y hoteles en el sur, la renta por los alquileres de casitas y fincas también en la Patago-nia, sobre todo en El Calafate, un emplazamiento que se ha convertido prácticamente en un coto de caza privado y donde a la economía clásica no le dan las cuentas para semejante inversión hotelera en camas vac-ías hasta dándole alojamiento gratis al personal. La formación de un verdadero holding compuesto por ex choferes y auxiliares en la gestión de gobierno de Santa Cruz en fuertes capitalistas de la noche a la ma-ñana también es una píldora difícil de tragar. Y de El Chapel SA mejor ni mencionarlo porque está muerto con ese formato y con ese nombre, nada más. Golpes de mano como pasar todos los fondos jubilatorios al Es-tado, amparándose en la estafa abierta que fue en su momento la priva-tización que apoyaron, intentar hincarle el diente a la reserva del Banco Central, más las dichosas retenciones a la producción por la confesa impotencia de aplicar el impuesto a las ganancias por la corrupción reinante en el aparato del Estado, hablan de una economía de base no muy sólida y que algunos no han vacilado en calificar públicamente de “almacenera”. Justamente la condición desfavorable que dio una vuel-ta campana cuando la gran crisis capitalista que no ha pasado por la metrópoli prácticamente no rozó a la Argentina porque le pasó por arri-ba. En todo caso, los atisbos de la formación de un grupo como Capita-

lismo de Gestión, asentado de una organización política con fines elec-torales, ávidos de Poder por el Poder mismo, con una Ideología de Bi-

sagra entre los tradicionales grupos dominantes y el asistencialismo a los necesitados últimos orejones del tarro, dan un croquis burdo por demás pero no desacertado. La improvisación y el bartoleo, más la búsqueda de golpes de

efecto aconsejados por grupos de tecnócratas acantonados sobre todo en la comunicación, dan que pensar entre el candor, el cinismo o hasta la perversidad misma. Un botón de muestra es la firma del convenio pa-

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ra la construcción de un tren bala Buenos Aires-Rosario con parada en Pilar. Encima en medio de los chispoteos más gruesos del conflicto con el campo. Si ya todo el proyecto es una tropelía, hacerle una estación a 40 kms de la salida a una masa que marcha a más de 300 km/h es como comprarse un Fórmula 1 para ir de Plaza de Mayo a Plaza Once respetando los semáforos. Un año después firmar el contrato con la AFA intitulado Fútbol para Todos vuelve a mostrar la riqueza cultural de un fenómeno que desde el desastre del Mundial de Suecia, en 1958, viene marcándole el paso a una macrosociedad que no contenta con los desaguisados quieren formalmente nombrarlo deporte nacional, des-plazando al pato, con el que tiene más de un parentesco aunque parez-ca una formulación ridícula, y pone sobre la mesa la ideología vigente de los que dirigen: una res pública esquilmada para el enriquecimiento de unas cúpulas que carecen de una perspectiva de futuro y viven de potlash en potlash, buscando en el entretenimiento que pase el tiempo y la muerte natural los salve de ser espectadores privilegiados del de-rrumbe. ¿O alguien conoce a un club que sea un negoción como tal o a dirigentes quebrados económicamente? En el primer año de vigencia tuvo la virtud de mostrar en números que tenía un costo 188% mayor que el de Torneos & Competencias, corporación capitalista y rentable si las hay. El lunes 11 de agosto del bendito 2008 se produjo la renuncia de Javier Castrilli al cargo de Subsecretario de Seguridad en Espectáculos de Fútbol (Subsef). Los motivos fueron diferencias con el Jefe del Gabi-nete, Aníbal Fernández, en torno a la obligación de los clubes de poner butacas para que todos vieran el partido sentados, medida sin la cual no iba a comenzar el torneo Apertura. Una reunión del ex intendente de Quilmes y dirigente del club, como también en su momento incursión en negocio de jugadores, con dirigentes de media docena de los más en-cumbrados hombres de la AFA, postergándoles la obligación de querer parecerse a los estadios europeos y tener que mear en los pasillos, fue el pretexto para colmar el vaso e irse. Con una acotación: cuando a fi-nes de los ‘50 y principios de los ‘60 peronistas precursoramente mu-

dados al neoliberalismo instrumentaron el fenómeno de las barras bravas las explosiones violentitas en las canchas se remediaban con machetazos, cargas de la caballería, gases lacrimógenos y excepcional el disparo de algún arma reglamentaria. Después de Malvinas, cuando de las tribunas y alrededores empezaron a rodar cadáveres, El Tigre Ar-mendariz en Buenos Aires primero y el radical Pirker después en la Fe-deral habilitaron divisiones especiales para lo que ya era considerado un nuevo delito, es decir, algo irreversible con lo que había que con-

vivir y que no tenía remedio, como las estafas, los homicidios y demás. Sin solución de continuidad empezaron a aparecer las Leyes Especia-

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les, a cual más inútil e incongruente. En la década siguiente un ex in-tegrante de la Tendencia en su versión Descamisados, devenido a fun-cionario menemista, llevó en audiencia a El Abuelo hasta la Casa Ro-sada y el fenómeno alcanzó el rango de secretaría de Estado, para na-da curiosamente de la mano y en la puerta de al lado del narcotráfico. El parangón puede resultar ilustrativo y Castrilli se iba del Mito de

Sísifo oficial de tener que solucionar todas las semanas algo que de an-temano estaba decidido que no tiene solución, sino, cuando mucho, pa-liativos. Y en cuanto al ex Descamisado, como personalmente le consta al autor de este trabajo, durante los años negros, muy negros, del Pro-ceso la sangre azul reprimida que tiene todo peronista en el fondo de su corazoncito le hacía tener una óptica sensiblemente opuesta a la que le develó después el Poder y que un hampón sumamente lúcido como El

Abuelo Barritta resumió en una entrevista a la publicación de los pe-riodistas acreitados en AFA: -No sé, no entiendo –dijo nuestra versión de don Corleone-. Antes éramos la rabia, la protesta social, y ahora resulta que somos simple-mente delincuentes. Impecable el travestismo de estos Borocotó a los que no les di-cen Borocotó y suman legión en las vuelta campana que hay en todos los órdenes. Como cuando mirando la pantalla de la tele no podía creer que el tipo que estaba allí era el mismo que había sido mi compañero de trabajo y justificara en los desmanes de la dictadura el rechazo violento en las tribunas de muchachones, en su mayoría de origen pobretón, sin educación, y ahora, como habían matado a un hincha de Boca y él también es un bostero irredento, pedía a gritos la pena de muerte que fue titular a toda tapa en la edición del día siguiente de Crónica. Duhalde lo premió dejando que sea de su autoría la ley vigente en la provincia de Buenos Aires donde se prevé la erección de cárceles espe-

ciales para los barras, un delirio que francamente puede tener la marca en el orillo en el peronismo ni yanqui ni marxista, el mutante contrario de sí mismo en un mismo acto, porque el fundamento más serio con-sistía que en los penales comunes corre el riesgo su vida porque los de-lincuentes consideran a los barras buchones policiales y les dan para que tengan, incluso llegando hasta matarlos. La búsqueda por momentos casi desesperada de sustento social a cualquier precio para un gobierno no que se cae sino que está obsti-nado en seguir y conseguir clientela de cualquier lado terminó llevándo-lo para el lado del fútbol, esto es, aferrarse al salvavidas de plomo en medio de la tormenta. La jugada del año anterior fue consumada en agosto del 2008. Quilmes fue el epicentro de las operaciones. El des-pués otra vez presidente del viejo club, Meiszner padre, secretario ejecu-tivo de la AFA y mano derecha del Eterno en el trono, operó de media-

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dor. Su pata Aníbal Fernández hizo otro tanto en la Casa Rosada. Los nexos directos con las barras bravas prestaron el marco nacional y

popular. La creencia legitimadora en los ideológico fue el monopolio de hecho que el propio Grondona había firmado hasta el 2014 con T&C

Sports, la aparición del fútbol codificado y la prohibición contractual, capitalista, de no poderse emitir los goles, el producto preciado, si an-tes no los difundía Fútbol de 1ª por el Canal 13, casualmente del Gru-

po Clarín. La consigna quiso tener hasta ridículos tintes socializantes con consignas como fútbol gratis para todos, etc., cuando en realidad lo que está sucediendo es que hay que encontrar urgente cómo entre-

tener a la masa en un mundo que se está vaciando. El 20 de agosto, en otra ceremonia bastante parecida a la anterior, pero con el equipo titu-lar reforzado por el mismísimo Grondona y El Diez de Villa Fiorito, pro-cedieron a la firma de los papeles. El Estado pasaba a ser el socio capi-

talista del negocio/entretenimiento que alguna vez fue deporte y to-davía quiere mantener algún resto lúdico. La presidenta, hincha de los triperos de La Plata, mordió la banquina y no hubo cómo detenerla pa-ra que no fuera a parar a un cómodo revolcón entre los cardos del cam-po. Se le soltó la cadena a la flaca progre de la JP universitaria de los ‘70 y no tuvo mejor idea que hablar de “el secuestro de los goles”. Se chispoteó. Pateó el pasto cuando creía que tenía el gol hecho. Pasa en las mejores familias y también a los mejores jugadores. Pero fue para la vergüenza ajena, más allá o más acá de las simpatías política que despierte. "Dimos un paso en la democratización de la socie-

dad”, se despachó. “¿Saben por qué? Porque no es posible que so-

lamente el que pueda pagar mire un partido de fútbol. Que además

le secuestren los goles hasta el domingo, aunque pagues igual, co-

mo te secuestran la palabra o te secuestran las imágenes, como an-

tes secuestraron y desaparecieron a treinta mil argentinos”. El re-mate fue peor: “Yo no quiero más secuestros”. La libertad y el aire li-bre. El tocino y la alta velocidad. Seriedad con solemnidad. Todo es lo mismo con tal que sea parecido. Hasta los oligos se daban cuenta que venían cuesta abajo en la rodada, como en el tango, y la inercia tiene eso de inevitable: el charco y lo pringoso del fango. Como las reacciones que produjo. Dos mujeres platenses, con dis-tinta metodología, por cierto, trataron de sacarle infructuosamente las papas del fuego: Estela Carlotto y Hebe de Bonafini. Al apoyo irrestricto de la primera, que sin embargo no pudo ocultar el desagrado que le producía que la consultaran sobre este tipo de temas, se compadeció con el silencio agresivo de la otra, últimamente con el ánimo bastante exaltado por cualquier cosa. Pero estuvieron los que se despacharon a gusto y no justamente de la vereda de enfrente. El Premio Nobel de la

Paz, arquitecto Adolfo Pérez Esquivel, hizo una evaluación diametral-

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mente opuesta: "Estoy indignado”, le dijo a la agencia DyN. “Me pare-

ce una barbaridad lo que dijo la Presidenta. Es no tener conceptos

claros de lo que es la desaparición de personas." Y menos mal que no se metió con la claridad de conceptos en materia futbolística porque machista hubiera sido el adjetivo de menor calibre con que le hubieran tirado. "Cristina Kirchner tendría que hablar menos y hacer más", añadió, netamente en el terreno político. Como siempre el Estado es dadivoso y en el viejo Canal 7 sobra gente hasta en la portería, ni qué decir la experiencia en transmitir par-tidos, era un platito nuevo para mojar el pancito y para eso están los amigos. Y éstos también tienen amigos. A la nueva torta se la repartie-ron entre varios sellitos creados sobre la marcha y vamos embolsando, los que se la habían pasado trasmitiendo desfiles y cambios de guardia en Granaderos que siguieran en lo mismo. Al primer año un balance precario daba que las pérdidas superaban en un 50% lo calculado. La jugada desesperada para recuperar terreno después de lo del campo con la dichosa 125 y las elecciones era de una pobreza franciscana. ¿Todo para qué? La frialdad de los números señalan que la satisfacción gratuita del país en pleno tiene apenas un raiting promedio del 13%, el que trepa un 10% más con los dichosos superclásicos. En buen ro-mance, de un millón y medio a tres millones de personas cada tanto en un país de 40 millones de habitantes y con déficits básicos crónicos. Pe-ro no todo estaba perdido: la oposición, con la comodidad que en cual-quier régimen tiene esta posición, no sabe ni oponerse y es la mejor pu-

blicidad oficial que tiene el gobierno. Además, justamente por razones culturales, nadie se anima a tirarse contra el fútbol porque es como la copa: se mira y no se toca. A tal punto que hasta los organismos de

derechos humanos, que se las han visto negras tantas veces y ya si, si no las pasaron todas, les debe faltar solamente alguna, agachan la ca-beza y meten la cola entre las patas para no echarse odios y antipatías gratuitas en un terreno donde priman la irracionalidad y el primiti-

vismo.

No contentos con tantos logros, en setiembre del 2009, cuando el viejo Racing Club de Avellaneda, que ya había ido a la quiebra, andaba otra vez a los tumbos y con vistas a descender, recibe la visita de un hincha lustroso como Néstor Kirchner en el entrenamiento. Luego de los saludos les prometió dos televisores plasma si le ganaban a Boca y como le ganaron en serio les regaló cuatro en vez que dos y confesó que había quedado ronco de gritar los goles. De dónde salieron los fondos para tanta generosidad partidaria, cuando son de sobra conocidos los

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criaderos de cocodrilos que tiene en los bolsillos, al igual que el Gene-ral, son detalles que afectan al buen gusto y no se ventilan. A todo esto, en medio de un clima de exabruptos de todo calibre, El Melli De Angelli lo había tratado públicamente de pelotudo, la Mesa

de Enlace se le cruzó y lo obligó a pedir disculpas, cosa que disciplina-damente hizo, pero Hebe de Bonafini, que no se anda con chiquitas, también públicamente, le dijo al ofensor “sos una mierda, eso es lo

que sos”, y no hubo pata atrás ni nada que se parezca. Ni en esto ni en el surtido de descalificaciones e insultos de todo tipo que se iba a ve-nir, sea el terreno, la actividad o la jerarquía que sea, como tratarlos de turros a los integrantes de la Corte Suprema y que reciben sobres con

dinero. Las nociones de tiempo y espacio, más las noticias estruen-

dosas o esperpénticas, se empezaron a perder y volverse costumbre. Una masa informativa netamente terrorista, so pretexto del aumento en algo de la cantidad de hechos delictivos, pero cualitativamente con índices alarmantes en cuanto a como es lo cualitativo, como es la gra-tuidad, ensañamiento y sadismo en la violencia puesta de manifiesto, v.gr., llegar a amputarle un dedo a un colectivero después de arrebatar-le la recaudación en una línea periférica de barrio pobre, está haciendo estragos. Difícil que hasta el más polilla de los ciudadanos, con mone-das apenas para ese colectivo u otro similar, no se sienta blanco posible de la supuesta ola imparable de delincuentes y en su desolación poste-rior, porque su desgracia se redondea con el maltrato policial y judicial de por lo menos desconsideración, héroe televisivo por tres minutos donde se inmola en virtud de ofrecer convertirse en el último eslabón de la cadena y así salvar al resto del país de semejante azote. El ex subco-misario, torturador y matador de los dos últimos guerrilleros, Luis Abe-lardo Patti, en chirona en Marcos Paz por alguna otra violación de los derechos humanos, se proclamó candidato a gobernador por el pero-

nismo disidente y le habló a sus huestes, especialmente llevadas hasta el lugar, desde lo alto del muro del penal. Un hecho tan inédito como patético, no se puede negar, cosa que la señora de Bonafini, por mu-chos años La Madre por excelencia, no se sienta tan sola cuando se manda alguna patinada oral. El 2008 quiso cerrar con una noticia que tuvo toda la apariencia ser auspiciosa. El juez federal que entiende en la causa ordenó los arrestos de Juan José Zanola, un vitalicio dirigente de los bancarios, de 75 años, y de su esposa, Paula Avallay, a cargo de la obra social de La

Bancaria, bajo el cargo de adulteración de medicamentos. El off the

record dejó conocer los típicos datos en voz baja y a destiempo. Por ejemplo, que a los cancerosos les daban como placebo agua destilada y

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que a los que advirtieron el engaño les respondieron con enojo y desdén: “Pero si te vas a morir lo mismo, ¿qué te da tomar cual-

quier cosa?” Las conexiones con una droguería vinculada a Capaccioli y a una de las víctimas del Triple Crimen de General Rodríguez se multiplicaron y las líneas tiradas terminaron todas en vías muertas. Pe-ro la coincidencia generalizada fue que el ex presidente de Huracán que llevó al Globo hasta perder el aire era sólo justamente un globo para distraer el asunto del verdadero responsable en lo que sucede en la vie-ja, antiquísima dupla Sindicatos-Obras Sociales, un entente turbio pa-ra decir lo menos que empezaron a denunciar los colegios de farmacéu-ticos desde los ’70, en pleno Proceso. Con una epidemia de dengue bastante seria y otra de gripe por-

cina que se va a venir, la presidenta anunció lo mismo el adelanto de

las elecciones en seis meses. Era un paso con doble fondo. Por un lado evitar un deterioro político que ya era evidente para poder tornarse des-astroso en cuestión de segundos y por el otro dejar un vacío, una tierra

de nadie, entre fines de junio y diciembre, que era cuando se debía formalizar la asunción de los elegidos, que les dejaba las manos libres para tomar varias medidas de fondo en los planes que tenían entre ma-nos, como sucedió, dadas las mayorías plenas en ambas cámaras. Pero a fines de setiembre de ese mismo 2008 todo el centro de Buenos Aires se vio engalanado con un gran afiche a todo color, gentilmente dedicado al gobernador chubutense Mario Das Neves, que había ganado en su provincia en forma arrasadora y encima le pegaron una oblea como pa-ra que pareciera más espontáneo, y decir por qué me miran, yo no ten-go nada que ver:

80% ABOGADO – 20% PELOTUDO

Una finura. Ocurrió que había partido en punta para candidate-arse a presidente para el 2011 por el justicialismo y en un acto protoco-lar que lo caracteriza Néstor Kirchner se mandó de ala a la provincia sin siquiera llamarlo por teléfono para participar en un acto proselitista de los enemigos del gobernador en la internita cerca de las ballenas. El mismo destinatario, en cuanto programa de interés general se lo quisie-ron preguntar, abundó en detalles cómo se había retobado en una nor-ma tan tan sagrada para los peronistas como es la inviolabilidad de los territorios, y que su gente había averiguado que los afiches se habían impreso, oh casualidad, en una imprenta de Quilmes donde Aníbal Fernández y los suyos mandan a hacer todos los trabajos. ¿Los pagarán de sus bolsillos o sale del dichoso rubro que no tiene control?

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No había que desesperarse. El 1º de marzo del 2009, la kinesiólo-ga Sandra Mendoza de Capitanich, que iba a ser candidata a diputada por el Chaco, discute ardorosamente con su marido en dependencias oficiales y sin importarle que es uno de los vices del PJ y un delfín en el que tienen varios puestos los ojos, justamente con vistas a alguna al-ternativa presidencialista de apuro, baja, va hasta la playa de estacio-namiento, se sube a su vehículo y entra a chocar a todos los que anda-ban por ahí hasta que pudieron controlarla. El video correspondiente fue subido a YouTube como también es obviamente de marras en estos casos. A guisa de despedida del año, aunque el conocimiento público tarde exactamente otro en saberse, el presidente Kirschner paga 142

millones de dólares como anticipo para la construcción de una central eléctrica en Río Turbio. La denuncia por asociación ilícita y sobrepre-

cio, amén de la no realización de estudios ambientales previos como aconsejan las buenas costumbres, no se hizo esperar. Una de las ONGs más activas del país es la FADAP (Federación Argentina de Denuncias al Pedo), ya que nadie pueda decir después que hubo silencio cómplice y jamás tampoco anunciar que se investigó, se aclaró algo y ni hablar de hacer lo que el común de las gentes llaman hacer justicia, un con-cepto que ya ha sido está tan vaciado de sentido como el discurso

político de cualquier pelaje. Pero se cumplió con las formalidades, que es lo importante. Lo único importante. Como palmariamente lo demues-tran las conclusiones a que se arribó con la muerte de más de una do-cena de mineros, el lunes 14 de junio del 2004, cuando se desató un incendio en ese mismo lugar y entre cosas se ventiló la evaporación an-terior de varios millones de dólares que habían sido destinados al man-

tenimiento y seguridad del antiguo y tradicional yacimiento, emblema y sinónimo mismo de carbón en la Argentina. Lo que tampoco se supo fue dónde fueron efectivamente a parar los 20 millones de dólares del crédito, en época de la gestión Kirchner gobernador, justamente para apuntalar el rubro seguridad en el ya emblemático lugar85. No se gana para sustos. Con el misterio insondable de por qué de-terminados hechos se encaraman en la agenda de todos los medios ma-sivos de comunicación y por qué algunos se hacen carne en eso que se llama Opinión Pública y que nadie sabe lo que es, metidita de cuchara de los servicios aparte, las repercusiones del asesinato del ingeniero Ricardo Barrenechea, en San Isidro, en las puertas de su casa, trami-tando estacionar el vehículo, el 23 de octubre del 2008, alcanzaron un 85

Un informe más panorámico en http://www.taringa.net/posts/noticias/2736791/Prohibido-Olvidar---A-

5-anos-del-desastre-en-Rio-Turbio.html

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inusitado e inexplicable voltaje, sobre todo por lo nada fuera de lo común de un hecho trágico de los que suceden decenas a diario. Como quien no quiere la cosa, en una alocución de las acostumbradas en su gestión presidencial discursiva, la presidenta Cristina Fernández, que es abogada recibida, una profesión que le ha dado sus buenos réditos, ya que subió al poder con un patrimonio personal declarado bajo ju-ramento de poco más de 2 millones de dólares y se le ha multiplicado de manera ponencial, hizo alusión a que en el Poder Judicial había puer-

tas giratorias. Hubo hasta estupefacción. Se aliaba incondicionalmente a cascotear al vapuleado garantismo impuesto justamente en la presi-dencia anterior, ejercida por su consorte. El remache estuvo pocos días después, el 26 de octubre, cuando el ministro Ricardo Lorenzatti, jus-tamente presidente de la Corte Suprema de la Nación, recogió el guan-te y advirtió sobre el peligro de las puertas giratorias por la no aplica-ción correcta del garantismo. Un viejo precepto en Derecho señala que a confesión de partes… El arresto domiciliario por cualquier tipo de delito y sin importar la edad del imputado se ha vuelto una institución a la que sólo le falta un buen servicio delibery. Las pulseras magnéti-

cas, salvo el consabido bombo mediático para presentarlas como el pa-nacea, quedó demostrado en los hechos que además de contar con un parque que no alcanza ni para el 10% de los que deberían calzarlas, desactivar las pocas que hay cando vueltas y burlar los controles

electrónicos que prácticamente no existen fue apenas un buen negoci-

to para los que en su momento las introdujeron. La meteorología también supo aportar lo suyo. Un temporal atroz en la zona selvática del NOA arrasa Tartagal, en Salta, en febrero, luego que el mes anterior el Paraná registrara la bajante más grande de su historia y de padre río quedara casi a la altura del chorro de pis de un padrillo. Cristina Fernández sobrevuela la zona salteña también rica en petróleo y gas y descubre que entre los más pequeños hay “desnutri-

ción estructural”. Algo parecido le había pasado casi una década antes a la ahora senadora Hilda González de Duhalde cuando su marido fue presidente/pontón a comienzos del siglo y el hambre sacudió Tucumán: también había desnutrición. Documentos de la FAO de la primera parte de los ’60, cuando comenzaban su accionar las barras bravas ins-titucionales, con todos los gastos pagos, incluidos los viajes al exterior, y regía la ideología de la Argentina Potencia permitieron que se entera-ra el que quisiera que toda esa zona estaba marcada en los mapas de Sudamérica como un bolsón de hambre. Asombrarse que varias déca-das después sin hacer nada aquellas hambrunas iban a devenir en desnutrición endémica es como asombrarse que cae agua cuando llue-ve. Además, ni presidenta ni las autoridades de Salta dijeron ni pío acerca de las causas por las que se habían desmoronado cerros enteros,

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llevándose todo lo que encontraban a su paso, sin importarle si eran chanchos, ranchos, gente o árboles: la tala a destajo para la soja y los buracos de las explosiones para la minería a cielo abierto habían criba-do la geografía y convertido a los arbolados cerros en castillos de nai-pes. En abril, Gustavo Posse, tercera generación, heredero y continua-dor de un clan político radical corrido hacia el oficialismo no encuen-tra nada mejor que levantar una especie de clon enano del Muro de

Berlín, pero esta vez sobre una vereda de San Isidro, de modo tal que los pobres, desharrapados, chorros para decirlo de una vez, del otro

lado, no pudieran pasar por el barrio residencial de este lado. Las ex-plicaciones prácticas que buenamente quiso dar no fueron suficientes. Es más: fueron peores. Apenas si se revolcaron en lo penoso. Y era tan revulsivamente aparheid, aunque parezca paradojal, porque al mejor estilo argentino, tenía tantos recovecos e idas y vueltas que era más apartheid porque justamente tenía algunos detalles para tratar de di-simularlo. A los gastos públicos por la obra, con rejas y todo, tuvo que agregarle los de la demolición y que las cosas siguieran alegremente, lo más campantes, la apariencia físicamente igual pero la cicatriz social quedó como un costurón imborrable aun ante la más fina cirugía plástica. Muy simple: las causas de fondo por las cuales los del otro

lado eran de ahí y no de este otro lado jamás habían estado en ningún plan superarlas, menos eliminarlas, y siempre tratar de disimularlas con un parche, en el mejor estilo nacional y popular. En el Chaco, a todo esto, la enérgica kinesióloga Sandra Mendoza de Capitanich, ministra de Salud Pública de la provincia, fue interpela-da por la legislatura provincial para que explicara qué pasaba con la preocupante y creciente epidemia de dengue. Ya había más mosquitos que chaqueños y para colmo les faltaba poco para empezar a organizar-se en piquetes. Las cámaras de tevé ya habían mostrado que los fumi-gadores pasaban por un lado de la calle y si los molestos y universales culícidos voladores se cruzaban era problema de ellos porque con los humeantes equipos los funcionarios no lo hacían, no lo tenían ordenado o seguían con lo que le habían pautado en la cuadrícula. Cumplían órdenes, en otras palabras. Eran funcionarios estatales obedientes que respondían a sus mandos naturales. Las explicaciones de la profesio-nal, esposa del gobernador, fueron tan minuciosas como detalladas. Llevaba doce (12) horas explicando lo que sucedía y lo que se había hecho cuando pidió permiso al cuerpo que es uno de los tres poderes heredados de la democracia francesa para ir al baño por urgencias del otro cuerpo, todos entendieron que había hecho alusión al de ella, al de uso oficial y exclusivo. A cualquiera le puede suceder. Varios aprove-charon para hacer lo mismo y el resto para desentumecer un poco las

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piernas. Como empezó a tardar mucho en regresar se empezó a mani-festar cierta preocupación por alguna súbita descompostura o descom-pensación. Si es que no le había dado otro patatús y había agarrado a patadas a inodoros, lavabos y canillas. Se ordenó buscarla y se en-contró con que simplemente tanto tremendismo siempre es patrimonio exclusivo de los timoratos porque había decidido irse sin anunciar el fin del informe o si el segundo tiempo quedaba pendiente para otra fecha. Fue un año agitado y habría que ver hasta qué punto aciago. El 22 de setiembre, por unanimidad, el Congreso Nacional vota la ley de los glaciares. Una semana después, la presidenta, que ha sido senadora por una provincia que tiene varios, quizá los mayores y principales, veta la ley. Con el ex montonero Miguel Bonasso a la cabeza, aliado del go-bierno, estalla un verdadero escándalo. No solamente porque para él, atrás de la medida, para nada entre bambalinas, está la Barrick Gold

Co. canadiense, multinacional montada con capitales provenientes del negocio de las armas y el lavado de dinero de Gaith Pharaon y su célebre Bank of Credit & Commerce International (BCCI), para la ex-plotación a destajo de la minería a cielo abierto en la cordillera de los Andes y lugares aledaños, sino que es el mayor emprendimiento aurí-

fero que tiene el planeta y de Europa ya los sacaron carpiendo. La me-todología empleada, aparte de alterar el paisaje, lo cual no es poco, hace lo que una jerga asquerosa llaman La Sopa: utiliza cantidades siderales de agua en el lavado del pedrerío que deja la explosión de lo que era un cerro, le agrega cianuro en cantidad industriales para que el oro se se-para de la roca, contaminando las napas que son una de las reservas más grandes que tiene la humanidad para la sed del futuro, después de haberle dado de comer al hemisferio norte durante siglos. No sólo eso. Al año siguiente, el 13 de agosto, en la Casa Rosada la presidenta Fernández recibe, junto al ministro Julio De Vido, a la cúpula de la Ba-

rrick para tratar el asunto de la mina Pascua Lama, un emplazamiento en territorio sanjuanino, casi justo sobre la raya de la divisoria de

aguas que hace de frontera con Chile y donde, del lado correspondiente, la médica socialista hija de un general de la aviación que murió tortu-rado por defender a Salvador Allende, ella misma cautiva en campos de concentración después del golpe del 11 de setiembre y torturada a con-ciencia, la pediatra Michelle Bachelet, sin embargo, ya había firmado la concesión correspondiente, lo más parecido a un revival de la con-quista española y los manidos espejitos. Según ha hecho saber Bonas-so, el total de lo que van a extraer en oro del lado argentino alcanza los 180 mil millones de dólares, o sea, casi la deuda externa nacional, a cambio de mano de obra para unos tres mil mineros argentinos por

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unos cinco años, un porcentaje vergonzoso en las ganancias y unos tri-butos fiscales dignos de un carrito de garrapiñadas. Aunque, a decir verdad, no es todo. Lo pactado en forma tripartita conforma un corredor de 100 kms. de ancho, soberanía de la multinacional con epicentro en Canadá, donde no hay aduanas ni vigilancia de carabineros trasandinos o gendarmes argentinos. Tampoco flamean las banderas respectivas, como no sea la de la Barrick como Nuevo Estado Neoliberal y Multi-

nacional. Cuando poco después, en una reunión internacional celebra-da justamente en Canadá, la presidente argentina se sacó una foto con el CEO de la más que cuestionada y de fondo las enseñas patrias del país anfitrión, Argentina y la Barrick curiosamente se escucharon los gritos de los progres y de lo que queda y se pueda llamar izquierda. El nac(z)ionalismo vernáculo, tan proclive a las declamaciones y pompa, curiosamente guardó un patriótico silencio. “Caballero poderoso Don Dinero”, ya proclamó un poeta castizo. La Ley de Medios, tan necesaria como polémica, fue lanzada en forma oficial y en otra no tanto, como fueron los mononos cartelitos ex-hibidos por las barras en el superclásico del 19 de abril, a un costo de 33 mil dólares de honorarios cada una por apoyar un Fútbol Gratis por tevé para todos. La especie fue desmentida, como es de práctica, que se ha vuelto la cínica manera de apoyar pero en disconformidad. “Acato

pero desobedezco”, había dicho El Padre de la Patria. Sin embargo, Los muchachos lo hicieron de corazón, por La Causa. La irritante falta de monedas, que desquicia a no pocos de los 14,5 millones de usuarios de colectivos en el doble trajín diario del GBA a la capital para trabajar o hacer algún trámite jamás fue explicado, salvo que en las terminales de los micros venden bolsitas con un centenar de monedas de un peso a 104 o 105, un margen de interés considerable, depende la zona y la presión barométrica, casi el 60% anual. ¿No será allí que ponen los pla-zos fijos los Kirchner? El 19 de setiembre, a poco de las elecciones, en menos de dos decenas de lugares de la Capital Federal, comienza el re-parto de la tarjeta magnética SUBE para unificar el pago de los viajes en colectivos y el subte gracias a la tecnología de punta. Fueron apenas 50 mil, para lo cual había que llenar a mano un formulario y después encontrar que salvo por bajo tierra, en superficie no alcanzaban a me-dia docena las líneas de micros que habían instalado el postner corres-pondiente, algo que sigue sin cumplirse y por supuesto también lo hace la consiguiente falta de monedas.

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La publicidad oficial en los medios masivos de comunicación cre-ció más de ocho veces desde el 2003. Uno de los más beneficiados fue el ex progre Página/12, fundado en 1986 por un industrial maderero de origen judío, de Avellaneda, integrante de una organización de derechos humanos de la colectividad por el destino sufrido por un familiar direc-to, que no tardó en rodearse en los que vieron que el mayor negocio en un país como la Argentina era ser corruptos de la anticorrupción y me-nemistas del antimenemismo y se asoció con el marido de María Julia en un emprendimiento televisivo/ecológico. En el 2007, el matutino por donde Clarín saca por izquierda sus complejos de culpa mostraba que el 81% de su publicidad era gubernamental. Las muertes del fútbol, que incluye la transoceánica de un barra sexagenario fletado por Hin-

chadas Unidas Argentinas, superó la treintena, a un promedio de más de cuatro anuales. Organizaciones civiles denuncian que el Gatillo

Fácil se cobra 8 víctimas fatales diarias en el 2008, en que también se batió el récord del Autoexterminio Argentino de los accidentes de tránsito, sobrepasando las 25 muertes diarios, con igual o mayor gua-rismo los inutilizados de por vida por heridas graves y más de un cen-tenar y medio de heridos de toda consideración. Con una política que en el mejor de los casos por momentos parece un remedo del viejo juego de romper la piñata con los ojos vendados porque justamente cuando arrasaban los achicharramientos de hierros y chapas en calles y rutas, fundándose en la necesidad de reactivar la economía, la presidenta anunció el 6 de diciembre del 2008 planes de créditos blandos para la adquisición de 100 mil autos 0 km., una medida que no justamente que apuntaba a favorecer la justicia social entre los crecientes sectores que volvían a empobrecerse y sí a los que en su desesperado ascenso social quieren hacerse de un tutú nuevo y en una de esas pasarle por encima a un conciudadano que se lo tiene merecido por pobre o que no respeta nuestro constitucional derecho a ir de contramano o pasar siempre con luz roja. ¿Lo harán a propósito o les sale espontáneamente del alma? La puesta en el ruedo del matrimonio para personas del mismo sexo como también su habilitación para la adopción armó un despiporre por mo-mentos tan magro como de mal gusto. Sin distinción de los consabidos bandos irreconciliables. A la atinada observación de sacar la palabra matrimonio, por la connotación sobre todo católica que tiene, y reem-plazarla por la de unión civil se alió la presentación de un proyecto so-bre el particular de una senadora formoseña por el oficialista FJV que en el artículo 24, en nombre de las libertades a todo trance, facultaba por ejemplo a un empleado de un registro civil que se plantara y diga “ah, no, yo a dos putos no los caso ni loco”, criterio que tendría que universalizarse y valer lo mismo con uno de otra etnia, o religión, como

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un judío, etc., y listo, que se vayan a otra dependencia o a otro país. No contenta con eso, la legisladora y sus asesores en materia legal, todos pagos con sueldos siderales, consideraron dos variantes del dichoso contrato: la nueva unión civil, que les permite a normales y “desviadi-

tos” gozar de todos los derechos, como si fueran humanos, y dejar el rótulo de matrimonio para los heterosexuales, religiosos o no. Es decir, exactamente la vuelta campana de la discriminación. Más que un acontecer cotidiano, un eterno telenoticiero con móvi-les hasta en la Pampa de Achala. En los primeros días de setiembre del 2008 un entrerriano licenciado en Ciencias Políticas, asesor de la canci-llería en el Vaticano y periodista de dos conocidos matutinos, más co-rresponsal de una agencia europea en San Pablo cuando surgió Lula, presenta oficialmente un cuidadoso trabajo con más pretensiones que el dichoso periodismo de investigación, en torno al atentado donde 15 años atrás resultara acribillado José Ignacio Rucci, por entonces secre-tario general de la CGT y desde la famosa foto teniéndole el paraguas en Ezeiza, cuando regresó al país, un hombre de máxima confianza del General86. Si bien desde el primer momento, a horas del hecho, era un secreto a voces la autoría de los Montoneros, las novedades que aporta el minucioso trabajo son los detalles completos, nombres, algunas omi-siones premeditadas que encubren necesariamente a las fuentes privi-legiadas y la confirmación que más de uno de los integrantes tenía puestos relevantes en la administración kirchnerista. Las varias ediciones fueron todo un éxito por lo menos moneta-riamente. En más de un sentido. Y tuvo sus espoletas retardatarias. Va-rios meses después, con la corrosividad que lo caracteriza, el doctor Aníbal Fernández le sacudió a la actriz devenida en activista sindical, Cristina Rucci, hija de la víctima, que el padre debía estar en la tumba, tirándose de los pelos al ver en qué compañías andaba ella. No era nin-guna sutileza: estaba alistada en la cabeza de lista a legisladores bonae-renses con el llamado peronismo federal o disidente de la Alianza

Unión-PRO opositora, un menjunje entre el multimillonario colombiano Francisco de Narváez, el ex gobernador Felipe Solá y el jefe de la ciudad Mauricio Macri, pasando por los Rodríguez Saá y el Chango de Anilla-

co ya en categoría como para pelar por el título de todos los pesos en el Jurasik Park. La réplica no se hizo esperar desde cuanto micrófono o

86

REATO, Ceferino. Operación Traviata. ¿Quién mató a Rucci? La verdadera historia. Editorial Su-

damericana, Buenos Aires, setiembre del 2008, 314 págs. Como lo aclara en la introducción y se pre-

ocupó en aclararlo en todas las entrevistas promocionales de los programas de interés general de la tevé

que lo invitaron, el objetivo del autor es mucho más ambicioso, tal como cambiar el paradigma instala-

do para encasillar a este período de la historia y que la guerrilla pierda el rol protagónico que le dio la an-

gurria asesina de los uniformados y la prolífica literatura posterior sobre el tema.

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cámara le pusieran al alcance, sobre todo desde algún canal de aire propiedad del afortunado nacido en Colombia y devenido en político, y lo más cariñoso de la tocada en su fibra íntima fue tratarlo al ministro, presuntamente cumpa de ella y del finado su padre, asesinado por otros presuntos cumpas, de miserable. Además: “Te voy a contestar a

vos, Aníbal Fernández. No digas que admirabas a mi padre porque

es mentira. Tus compañeros, con los que te sentás a tomar café,

fueron quienes lo mataron”. ¡Epa! ¡La puta! Son compañeros; mirá si fueran enemigos. Rotos todos los límites, aunque no sucedía en Dinamarca, el olor nauseabundo no tardó en impregnarlo todo. Desde la no muy feliz ca-rrera como actriz, su divorcio en primeras nupcias y la nueva unión con un ex miembro del ERP, como vermú, de las alcagüeterías de alcoba se saltó a algo mucho más serio y rechazante: el 1º de noviembre de 1999, día de Todos los Santos, por decreto firmado por el entonces ministro Carlos Vladimiro Corach, la mencionada, sus hermanos y la viuda co-braron 224 mil dólares en concepto de indemnización de haber sido el ex secretario general de la CGT víctima del terrorismo del Estado, es decir, que lo todo públicamente sabido desde el primer momento y des-menuzado concienzudamente por Ceferino Rearto en el trabajo ya men-cionado, simplemente no era verdad, una fábula o una operación me-diática, y que el atentado había estado a cargo de alguna Fuerza Arma-

da o de la Triple A. Debe aceptarse que todo el episodio, sin contar la currícula de varios o casi todos los participantes, resulta por lo menos indigesto87. Una de las características de la controversia, amén de disparata-da, es lo recalcitrante y la estrechez de miras. Para muchos no se puede hablar de ortodoxamente de libertad de prensa, pero no se puede negar que por lo menos existe chipe libre para ladrar y el objetivo es ese rioga-lleguense por cierto no cerca del ideal espartano o de la armonía famosa de Leonardo, pero al que han llegado viviseccionar con verdadero odio y con total falta de pudor, fijándolo como un verdadero blanco móvil a bo-rrar. Si bien es cierto que esto, de movida, da la pauta de un estado de beligerancia sin contornos ideológicos claros en los bandos, justamente la peligrosidad reside en que la rabia evidente resida sólo en el objetivo de destrozar al otro a tarascones. Desde el desvarío siempre a mano del Chango de Anillaco, un verdadero inimputable desde siempre, que lo llegó a calificar con la impudicia que lo caracteriza de marxista leninis-

ta (¿¡!?), en un terreno un poco más serio no se puede echar al saco roto del olvido que no había terminado de agarrar bien el bastón de mando 87

Como es de práctica en estos casos, se hizo la pertinente denuncia penal, pero ya con la acusada elegida

y jurada como parlamentaria bonaerense. Ver el TXT completo.

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por los nervios en la ceremonia de asunción, calzarse la banda y entrar a darse cabezazos con las cámaras de los fotógrafos, que ya desde un editorial de La Nación, firmado nada menos que por Claudio Escriba-

no, le extendían un certificado de defunción a la gestión para mucho antes de que venciera el plazo legal. Hay una egodistonía evidente en una sociedad cada vez más empecinada en mostrarse como un espejo roto. Zafado a los ponchazos, seguramente hasta con un hojita de ruda macho, el tétrico trienio 2007-2009, otra vez un vientito de cola y signos de recuperación por lo menos en los niveles de consumo, en vez de po-ner paños fríos ha desatado de manera colectiva una verdadera ma-

tanza con el autoexterminio a la cabeza y un verdadero derrame de hechos delictivos, no tan alarmantes por la cantidad en un país que ha perdido hasta la noción de lo matemático, como en los niveles de sa-ña y lo sanguinario para con las víctimas. Todo esto, claro, sazonado a gusto por el terrorismo informativo de los medios masivos de comuni-cación que multiplican con el efecto espejo y el morbo no tiene inhibi-ciones. Sin contar con los baldazos de solvente al incendio como la Ley

de Medios, el resucitado affaire de Papel Prensa exhumando nada menos que la relación Graiver-Montoneros como una escupida contra el ventilador más la erección de Héctor Magnetto, el CEO de Clarín con una enfermedad terminal, en la contrapartida de Kirchner como prenda de otra cacería del zorro y la liquidación de un plumazo de Fibertel, una proveedora de Internet que desde siempre tuvo tejado de vidrio co-mo toda corporaciones neoliberal en el trato y respeto a sus clientes, para pasar a convertirse en la Juana de Arco de libertades varias. En suma, una disoluta controversia social donde la patología guberna-

mental dispara y agiganta conflictos para mantener el pegamento

clánico que los mantenga unidos y de la vereda de enfrente un verda-dero gallinero. El resultado, de primera mano, ha devenido en una ver-dadera deportivización del despelote porque lo que varía es el formato no la materia de fondo y donde ambos bandos han llegado a conformar equipos más o menos estables para la controversia y figuras de alterna-tiva que son siempre las mismas y que han arrojado al debate, de tan repetido y cascotearse con los mismos argumentos, sobreescribiéndose en debates donde hablan todos a la vez y se reprochan como matrimo-nio mal avenido, en la peligrosa alternativa repetida de la trivialización del fondo de las cuestiones aparentemente en pugna88. Ahora, en materia de darse los gustos en vida, desde el 20 de oc-tubre del 2008, en su estancia de Coronel Brandsen, el Califa de Sa-

88

La evidente deportivización de los conflictos es su no resolución, la eterna revancha para la semana

que viene, el caliseteo. Por otra parte, en el deporte los bandos no son esencialmente distintos, si no va-

riantes diferentes de lo mismo que compiten entre sí inútilmente, nada más que por lo compulsivo del

espíritu agonístico, porque si aniquilan a la otra parte se termina la porfía.

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randí y familia decidieron quién era el próximo DT de la selección. Ya estaba; número puesto. Como era de esperarse los bochinches no tar-daron en comenzar. Y siguieron. Hasta en el cielo. El miércoles 14 de octubre de ese 2009, en el Centenario de Montevideo, la representación albiceleste se las tenía que ver nada menos que con los dueños de casa por las eliminatorias. Estos encontronazos siempre prometen ser de hacha y tiza. No es cuestión de mirarlos por tevé. Menos que menos cuando se es joven y hace cuatro meses a uno se lo ha nombrado nada menos que presidente de una Aerolíneas Argentinas recuperada como compañía de bandera, sacada de las garras del Grupo Marsans que la había fundido y hasta hundido por más que algunas de las unidades todavía volaran. Una tremenda responsabilidad semejante tarea, que casi no deja tiempo para nada y a veces hay que improvisar. Fue lo que le pasó al doctor Mariano Recalde, justamente el presidente a que se hizo mención, hijo del vitalicio abogado laboralista de la CGT y diputa-do, integrante de fierro del grupo kirchnerista, que se hizo el día, se vi-no la hora y decidió poner a prueba qué era lo que presidía: una aero-nave de línea. Para que no pareciera charter y la oposición en una de esas entrara a joder, total con los que saben y siempre responden, siempre son fieles, le puso número de vuelo regular, y empezó llamar cumpas amigos para que le hicieran pata en la escapada e hicieran un poco de bulto. Fueron de la partida, entre los más conocidos, Facundo Moyano, uno de los hijos del líder de la CGT; Eduardo de Pedro, director de la renacionalizada AA y amigo de Mariano; Andrés Larroque, secreta-rio general de la agrupación juvenil La Cámpora, que fundó y encabeza Máximo Kirchner, el primogénito de los presidenciables; también el di-putado ultra K Juan Cabandié, José Domínguez, Gerónimo Usterroz, Franco Vitali, que es otro de la mencionada fracción que lidera Máximo K., Julián Álvarez, al que familiarmente le dicen Patucho, y Diego Lasa-lla, más algunos otros, menos notorios, que conformaron un paquete de 41 pasajeros. Pero el avioncito no era de Aero Club de pueblo: tenía una capacidad total de 146 pasajeros, estaba casi 0 km. y al hueco tra-taron de rellenarlo más o menos con familiares de jugadores. A la vuel-ta, justamente, cuando decolaron de Carrasco a las 2 de la mañana del jueves 15, no tuvieron problemas porque cargaron gente que hablaron directamente en el estadio, con la euforia de haber ganado 1 a 0 y La

Mano de Dios que se había despachado revoleando abono natural con-tra periodistas y todo lo que se moviera, recomendando el famoso y académico de salón que me la chupen. Pero nunca falta un buey corneta y el asunto se destapó. Trataron de amortiguar con buena cintura y muy seriamente argumentaron que no viajaron de garrón. Habían pagado el precio del pasaje como buenos hijos de vecino, cosa que era cierto, pero una aerolínea no vive sólo de

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los pasajes, menos que menos con un pasaje de ni casi el 30% y lo más caro, aunque parezca una paradoja, es la máquina en tierra, pagando derecho de pista, cosa que había hecho como durante diez horas, des-de que llegaron el miércoles a la nochecita a la madrugada del jueves, y los papeles formales que presentaron apenas si alcanzaban a justificar unos 100 mil pesos de recaudación, el resto a cargo de Dios o del Esta-do argentino, que llegado el caso es más o menos lo mismo. Además, lo que quedó instalado fue el “que me la sigan chupan-

do” del DT soliviantado por la clasificación casi milagrosa bajo la lluvia, cuando todos lo daban por cadáver deportivo, y la remató con el perio-dista destacado por América TV, al que le revoleó un “Toti, vos tam-

bién la tenés adentro”, garrotazo que gracias al compañerismo, bue-nas costumbres reinantes, solidaridad y demás que campea en el gre-mio lo tuvo que incorporar como una corbata porque se convirtió en un lugar común del coloquio diario y el imaginario colectivo. A tal punto que al año siguiente, después de un verano en que lo carcomió el bichi-to de semejante estigma que iba a tener que por vaya a saberse cuánto tiempo, si es que no era por vida, la Sociedad de Consumo siempre da salidas gananciosas y el generoso 4 a 0 con que los alemanes obsequia-ron a la selección argentina en Sudáfrica lo hicieron sentarse al proce-sador de TXT contrarreloj y pergeñar un volumen con el para nada no-vedoso reprocesamiento crudo de La tenés adentro, más el polisémico subtítulo de su coleto que es Todo lo que duele saber del fútbol (Edi-

ciones Pluma & Papel, 200 págs., uno de los tantos sellos para co-mercializar formas nuevas de autoedición y donde comparte el fondo editorial con plumas de la jerarquía de Jacobo Winograd), volumen que fue lanzado al ruedo al 10 de agosto con la generosa difusión como sea, elogiosa, híbrida, mierdosa, pero difusión al fin, de casi todos los cole-gas televisivos y no televisivos. Listo: todo lo que se sepa dónde ponerlo se lo mete adentro de dos tapas, se dice que es un libro y va. Como lo que tienen ahora en pantalla, si quieren un ejemplo concreto y nada de circunloquios. Sin siquiera conocerse un adelanto de diez líneas el au-tor consiguió un asiento en los más que devaluados Almorzando con

Mirtha Legrand, que también va por América TV, y explicó por enési-ma vez que la principal línea argumental arranca de lo sabido por boca de Alfito Basile, el hijo de Alfio, el DT anterior a Maradona y que renun-ció de pronto por un motín a bordo de los grumetes y la marinería se-leccionada para vestir la celestiblanca, donde se señala con el dedo al prodigio de Villa Fiorito como el benefactor que le serruchó las patas de la silla y le tiró detergente concentrado en el piso cerámico, para lo cual habría contado con la generosa ayuda de su yerno, Sergio El Kun Agüero y otros. Vueltas carnero que tiene la vida: en la lectura del co-municado donde respondió a la decisión de la AFA (leáse: don Julio

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Humberto) de no renovarle el contrato, la estrella lo trató de mentiroso, al doctor Carlos Salvador Bilardo de traidor y pronosticó que el que ocupara su lugar se iba a tener que acostumbrar a encontrar una cons-piración a la vuelta de cada esquina. En la anunciada arremetida de Bi-lardo para contestarle desde otro lugar público, súbitamente el Califa

de Sarandí anunció que se desconectaban los micrófonos, textualmente dijo que no valía la pena por que cuanto menos se habla, menos posi-

bilidades hay de equivocarse, sic, y lo que prometía ser un revoleo es-candaloso de alcagüeterías y fragante abono natural se quedó en los amagues. La gente no es desagradecida. Ni siquiera se olvidaron cuando en medio del Mundial 2010 de Sudáfrica el compañero Cabandié puso en la Mesa de Entradas del Congreso un proyecto de ley para levantarle un monumento a La Mano de Dios, al más grande entre los grandes, decí que nació después que San Martín porque si no… Las polvaredas del principio del nombramiento, más terrenales, como toda polvareda, estuvieron bajo el rubro Ayudantes de Campo porque a uno de los propuestos fue al único que bancó el doctor Carlos Salvador Bilardo, manager de todas las selecciones, menos de la mayor, porque no lo dejaron ni entrar a los entrenamientos y tuvo que ver los partidos desde la platea. Pero a Osvaldo Ruggieri, (a) El Cabezón, Grondona no lo puede ver ni en la sopa y no quiso saber nada. Así y to-do se llegó a Sudáfrica con el consiguiente auspicio y publicidad, des-pués de alguna incursión anterior, local e informal, en el predio de Ezeiza, pero el día de la práctica previa a la tenida con Alemania le fue-ron abiertas las puertas y entró a la cancha con buzo y todo, blanque-ando las incursiones anteriores, clandestinas a medias, como es de esti-lo en estos casos. Además, nadie podrá negar que fue la primera selec-ción nacional con tres DTs por lo menos. Y que consiguió instalar el verso del ‘86, la selección de El Narigón que el mejor auspicio que tuvo fue el pésame, una guerra a muerte desde Clarín, donde estaba el bun-

ker menotista, y gracias a La mano de Dios se trajeron la copa y hasta la tiraron unas miguitas a un merecido reconocimiento postergado para Ricardo Bochini, haciéndolo jugar aunque sea unos minutos en el final contra Bélgica, cuando ya estaba todo decidido. Sin embargo, desde el 1º de abril, en la altura de La Paz, por las eliminatorias, el seleccionado local le obsequió un 6 a 1 irrespetuoso, marcador en contra que no se lograba desde Suecia 1958. Encima el único que se plantó y dijo que mientras “ese señor dirija la selección” él no se volvía a poner la ca-miseta argentina, fue el siempre displicente Juan Román Riquelme. Y lo mantuvo, a pesar de todas las conversaciones y presiones en sordina que se sucedieron. El resto, con la presidenta a la cabeza, que se quedó con los ruleros puestos las veces que de manera inopinada se salió de

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libreto, lo alentó como una tribunera más y le reiteró la invitación a la Casa de Gobierno, de esa manera también formó parte del cortejo de la religiosa idolatría maradoniana que padece el país y que va mucho más allá de una persona que fue excepcional en lo suyo, sobre el césped y de pantalones cortos, sino en un país que sigue creyendo en los Reyes Ma-gos y en la entraña misma del tango El sueño del pibe (Juan Puey y Reinaldo Yiso, 1945). Con una curiosa historia y connotaciones más que argentinas. Porque la letra original hace mención a Baldonedo, Martino y Boyé, las figuras de la época, pero vale la pena exhumar, máxime ahora, que Carlos Gardel dejó dos versiones, la segunda muy difícil de encontrar y por motivos para nada misteriosos. Una, la men-cionada como original, sin alteraciones, y otra cuando vino el Barcelona con el Divino Zamora en el arco de visita y El Zorzal se volvió a Europa con ellos. Necesitado de efectivo en la Madre Patria, que justamente se acaba de consagrar campeón mundial por primera vez en su historia futbolera en Sudáfrica 2010 con un equipo formado sobre la base del Barza, grabó otra pero donde los nombres de los argentinos fueron re-emplazados por las celebridades futboleras del Barza89. Ahora, dejando atrás este conocido atavismo de sentarse con el mismo culo en dos sillas, el meollo del asunto estriba en la ideología de la letra, que está en el remate final, entrañablemente ligada al imagina-

rio colectivo nacional como única posibilidad cierta de salvación:

Dormía el muchacho y tuvo esa noche

el sueño más lindo que pudo tener;

el estadio lleno, glorioso domingo

por fin en primera lo iban a ver.

Faltando un minuto están cero a cero;

tomó la pelota, sereno en su acción,

gambeteando a todos se enfrentó al arquero

y con fuerte tiro quebró el marcador.

El pibe sigue soñando gambetearse solito a todos y ganar 1 a 0 sobre la hora. Si no nos despertamos más que rápido, el cartelito electrónico va a anunciar el tiempo adicionado y nos podemos llegar a comer el tercer 6 a 1 en cualquier momento. Pero, en una de esas, contra Zambia, Singapore o Yemén del Nor-te. ¡La hora, referí!

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Prácticamente los únicos que mantuvieron una actitud ácidamente crítica contra esta genuflexión fueron

los del semanario Noticias, de Perfil, que incluso le dieron la tapa posterior al fracaso. Ver.

Este trabajo se terminó de maquetear el jueves 30 de setiembre del 2010, en la

Santa María de los Buenos Ayres, Provincias Unidas del Sud.

La alternativa es creer o reventar, pero fue cuestión que en agosto del

2006 el recién mundialmente consagrado árbitro Angel Elizondo ingresara

a la Casa Rosada, el entonces presidente Kirchner le mostrara la tarjeta

roja a la prensa, y fue como si alguien le hubiera aflojado un bulón a la

estantería.

Se entró a venir todo abajo.

Algún clásico en la materia dice que el silbato del referí es la irrupción de

la realidad en la magia del juego. Si fuera así, aquel día, entonces fue la

primera vez que dejaron entrar a la realidad en la Casa Rosada y se armó

el quilombo, como no podía ser de otra manera. El presente trabajo

pretende ordenar los hechos lo más armoniosamente posible. Ahora, no

debe olvidarse que la Argentina no es justamente armoniosa que

digamos y encima lo único que le queda es el fútbol.