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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES DIVISIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y HUMANOS DEPARTAMENTO DE HISTORIA NOCHES TAPATÍAS. DESARROLLO, AUGE Y DECADENCIA DE LA PRÁCTICA CULTURAL CABARETERA EN GUADALAJARA. 1940-1987. TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADO EN HISTORIA PRESENTA JOSÉ GUILLERMO CELIS ROMERO DIRECTORA DE TESIS DRA. ROSA ALICIA DE LA TORRE RUIZ GUADALAJARA, JALISCO, MAYO DE 2014

Noches tapatías: Desarrollo, auge y decadencia de la práctica cultural cabaretera en Guadalajara, 1942-1987

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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

DIVISIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y HUMANOS

DEPARTAMENTO DE HISTORIA

NOCHES TAPATÍAS. DESARROLLO, AUGE Y DECADENCIA DE LA PRÁCTICA CULTURAL CABARETERA EN GUADALAJARA.

1940-1987.

TESIS

QUE PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADO EN HISTORIA

PRESENTA

JOSÉ GUILLERMO CELIS ROMERO

DIRECTORA DE TESIS DRA. ROSA ALICIA DE LA TORRE RUIZ

GUADALAJARA, JALISCO, MAYO DE 2014

Agradecimientos.

Los nombres que aquí aparecen corresponden a todas las personas que en menor o mayor

medida colaboraron a lo largo del proceso de creación del presente trabajo. Su participación

fue desde ámbitos lúdicos, sentimentales, académicos y profesionales, y su influencia en mi

desarrollo como licenciado en Historia y como persona ha resultado trascendental.

En primer lugar, doy gracias a mi familia –dispar, complicada como casi todas–

donde aprendí y desarrollé las bases de lo que soy. A mi madre, un punto de apoyo

inagotable para mí y mis hermanos, que sigue buscando la forma de echarnos la mano cada

que puede. A mi padre, quien nos dio sustento desde que llegamos al mundo y nos enseñó

principios prácticos de autogestión para valernos por nuestros propios medios. A mis cuatro

hermanos y hermana, por todo lo que pude aprender de ellos y las memorias que me han

dejado.

A mis amigos, desde los más cercanos hasta los que ocasionalmente veo, gracias. A

Juan Fernando, Adriana “Nani”, Gerardo, César, Jazmín, Daniel “Vince”, Emmanuel y

Danny “Barbón”, por una amistad sincera y por horas, días, meses y años de ser parte de mi

camino y dejarme ser parte del suyo. También a quienes por motivos personales,

profesionales y académicos ya no frecuento, pero aún tengo un lugar especial en mis

andanzas y recuerdos: Memo, David, Luis Ángel, Alfonso, Belén, Elia, Adrián, Camacho,

José Luis, Aurora, Arturo “Chino”, Rafael, Yuliana, Zapata, Liliana (†), Jair, Ángelo, Raúl,

Marcos, Sergio y varios más que escapan ahora de mi recuerdo. Una particular mención

para Ángel Junco(†), que además de su amistad me brindó sus experiencias, recuerdos y

discos de vinil; la muerte quiso que él no pudiera ver terminado este trabajo.

También agradezco a mis colegas foráneos, que en congresos y juntas

delegacionales me permitieron aprender de ellos y ellos de mí. A Ureña, Rulo, Escamilla,

Irán, Rafael, Cecilia, Nayeli, Xavier, Víctor, Isela, Luis Alberto y varios más, gracias por

esos viajes y experiencias en que pude conocerlos.

Gracias a mis profesores –los “buenos”, los “regulares” y hasta los “malos” que

cerrándome puertas me enseñaron a abrirme otras por mis propios medios– de quienes pude

desarrollar mis habilidades y conocimientos para ser un historiador. Especial mención

merecen la Mtra. Romina Martínez (†), Dr. José Luis Rangel, Dra. Ana María de la O, Dra.

Celina Becerra, Mtro. Alejandro Solís, Mtro. Alfredo Barragán, Dra. Gladys Lizama, Mtro.

Rafael Sánchez Villegas, Mtro. Raúl Romero, Dra. Leticia Ruano, Dr. Refugio de la Torre,

Dra. Claudia Gamiño, Dr. Robert Curley y Dr. Aristarco Regalado; ellos influyeron en gran

medida para mi formación.

Un agradecimiento que no logra abarcar la inmensidad de lo debido corresponde a

la Dra. Rosa Alicia de la Torre, directora de esta tesis, por su paciencia, apoyo,

comprensión y por las meticulosas e incisivas lecturas que hizo a las páginas presentes.

Incluso en las horas más aciagas de esta investigación ella tuvo las palabras para animarme

a seguir escribiendo y ver terminado este esfuerzo.

La realización de este trabajo hubiera resultado imposible sin el apoyo de las

autoridades del Departamento de Historia y la Coordinación de la Licenciatura en Historia,

que brindaron las facilidades para acceder a los acervos necesarios. Asimismo, muestro mi

infinito aprecio a las atenciones prestadas por el personal y autoridades del Archivo

Municipal de Guadalajara, el Archivo del Congreso del Estado de Jalisco, el Archivo

Histórico del Estado de Jalisco y la Hemeroteca del edificio de Fondos Históricos en la

Biblioteca Pública del Estado de Jalisco durante el proceso de investigación y recopilación

de fuentes.

Un agradecimiento enorme al señor Adolfo Torres “Barú” y a Mike “El Italiano”,

que me abrieron sus memorias para dar testimonios sobre la vida cabaretera en la ciudad. A

“Barú” también le agradezco haber desempolvado sus fotografías y documentos personales

para ofrecerlos a esta investigación, nutriendo los espacios gráficos con evidencias

invaluables.

Finalmente, gracias a Maritza Gómez –amiga, colega, confidente y pareja

sentimental– quien llegó a mi vida para darme un motivo –además de alguno que otro golpe

despabilador– para seguir caminando.

Índice.

Introducción. ....................................................................................................................... 10

¿Por qué estudiar los cabarets? .................................................................................................. 11 La cuestión cabaretera. ................................................................................................................ 13 Hipótesis de trabajo y objetivos. ................................................................................................. 18 El danzón de la teoría. .................................................................................................................. 20 La metodología rumbera, el camino de la información y la estructura de la tesis. ................ 30

Capítulo I.

La ciudad y el cabaret. Desarrollo de la práctica cabaretera en Guadalajara. ............ 37

1.1- El crecimiento urbano: Nuevas zonas de habitación popular. ......................................... 42 1.2- Formas de diversión en Guadalajara desde 1940. ............................................................. 52 1.3- El crecimiento del vicio en la ciudad. .................................................................................. 57 1.4- Las reglas del vicio. ............................................................................................................... 63 1.5- El ocaso de la primera etapa cabaretera. ............................................................................ 67

Capítulo II.

La práctica cabaretera en crecimiento. ............................................................................ 71

2.1- Decreto 5941: las nuevas reglas del juego. .......................................................................... 82 2.2- Las reacciones: Operadores del vicio versus Decreto 5941. .............................................. 87 2.3 La publicidad del cabaret en la prensa: síntoma de una transición. ................................. 91 2.4- La antesala a la época cabaretera. ..................................................................................... 107

Capítulo III.

Las prácticas y representaciones del cabaret tapatío. ................................................... 110

3.1- El cine de rumberas: representación de la vida del cabaret. .......................................... 115 3.2 La imagen del cabaret popular. .......................................................................................... 121 3.3- El auge de los cabarets populares. ..................................................................................... 131 3.4- La distinción de la práctica cabaretera. ............................................................................ 138 3.5 – La música y el espectáculo: Exotismo y regionalismo conjugados. .............................. 145 3.6 – La otra vida en el cabaret: Las ficheras. ......................................................................... 159 3.7 – A manera de recuento antes de la mayor etapa cabaretera. ......................................... 168

Capítulo IV.

Una década de debut y despedida. El clímax y la decadencia de la práctica cultural

cabaretera tapatía. ............................................................................................................ 172

4.1- La nueva representación cabaretera: el cine de ficheras. ............................................... 178 4.2- Semilleros del cabaret: Los teatros ANDA y Blanquita. ................................................. 186 4.3 - La hora de la vedette: Establecimientos y variedades. .................................................... 197 4.4 - El centro desarticulado y la desaparición cabaretera popular. ..................................... 212 4.5 - La decadencia de la práctica cultural cabaretera. .......................................................... 218

Conclusiones ...................................................................................................................... 230

Evaluando los resultados. .......................................................................................................... 236 Las ausencias y cabos sueltos .................................................................................................... 237

Anexo documental. ........................................................................................................... 240

Archivos y hemerotecas. ................................................................................................... 246

Entrevistas. ........................................................................................................................ 246

Filmografía. ....................................................................................................................... 246

Bibliografía. ....................................................................................................................... 247

Índice de mapas.

Mapa 1. Guadalajara en 1941. .......................................................................................... 50

Mapa 2. Guadalajara en 1950. Nuevos desarrollos habitacionales. ............................... 51

Mapa 3. Comparativa de Guadalajara en 1941 y 1963. El área central oscura es la mancha urbana en 1941. .................................................................................................... 78

Mapa 4. Registro vecinal de centros de vicio en la zona San Juan de Dios, 1947. ...... 127

Mapa 5. Centros de vicio en la zona de San Juan de Dios hacia 1959. ........................ 134

Mapa 6. Plano comparativo de Guadalajara en 1971 y 1940 ....................................... 213

Índice de cuadros.

Cuadro 1. Cantinas, salones de baile y cabarets registrados en la ciudad en 1940 (Por sector) ................................................................................................................................... 58

Cuadro 2. Registro vecinal de centros de vicio en la zona de San Juan de Dios, 1947. ............................................................................................................................................ 126

Cuadro 3. Centros de vicio en la zona de San Juan de Dios en 1959. .......................... 135

Índice de imágenes.

Imagen 1. Publicidad Ritz.

Imagen 2. Anuncio Mi Ranchito. ...................................................................................... 55

Imagen 3. Publicidad del Klondike y Atlántida. .............................................................. 61

Imagen 4. Por nuestros centros nocturnos. ...................................................................... 74

Imagen 5. Publicidad Los Pinos. ....................................................................................... 76

Imagen 6. Boletín de la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material de Guadalajara. ....................................................................................................................... 80

Imagen 7. Anuncio Raffles.

Imagen 8. Publicidad Cabaret Marsella. .......................................................................... 93

Imagen 9. Por nuestros centros nocturnos. ...................................................................... 94

Imagen 10. Página de publicidad junto a las noticias. .................................................... 95

Imagen 11. Página de publicidad variada. ....................................................................... 97

Imagen 12. Publicidad Casbah. ......................................................................................... 99

Imagen 13. Publicidad Caravana Corona en Afro Casino. .......................................... 100

Imagen 14. Página de publicidad y noticias. .................................................................. 101

Imagen 15. Publicidad Navy Club.

Imagen 16. Publicidad Bremen. ............................................................................. 102

Imagen 17. Anuncios Honolulu y Costa Azul.

Imagen 18. Publicidad Las Fuentes. ............................................................................... 103

Imagen 19. Publicidad Copacabana. ............................................................................... 104

Imagen 20. Cartelera del Teatro Lírico

Imagen 21. Anuncios Morocco y El Sombrero .............................................................. 106

Imagen 22. Ninón Sevilla en Aventurera. ....................................................................... 117

Imagen 23. Escena festiva en Salón México. .................................................................. 118

Imagen 24. Número musical en La Reina del Trópico. ................................................. 119

Imagen 25. Publicidad Los Pinos. .................................................................................. 139

Imagen 26. Bambi.

Imagen 27. Colonial.

Imagen 28. Colonial.

Imagen 29. Bambi. ........................................................................................................ 140

Imagen 30. Cartel Los Pinos. ........................................................................................... 142

Imagen 31. Baile de año nuevo en El Rhin. .................................................................... 143

Imagen 32. Publicidad Atlántida Club. .......................................................................... 144

Imagen 33. Publicidad Navy Club. .................................................................................. 146

Imagen 34. Publicidad Casbah. ....................................................................................... 147

Imagen 35. Publicidad Casbah.

Imagen 36. Anuncio Ciro’s Club.

Imagen 37. Cartel Las Vegas.

Imagen 38. Publicidad Montparnasse ............................................................................ 150

Imagen 39. Mike Laure en Afro Casino. ........................................................................ 151

Imagen 40. Variedades completas en Afro Casino. ....................................................... 152

Imagen 41. Cartelera del Ciro’s Club. ............................................................................ 154

Imagen 42. Publicidad Tongolele en Afro Casino. ........................................................ 155

Imagen 43. Variedades de muchos géneros en Afro Casino. ........................................ 156

Imagen 44. El joven Vicente Fernández en El Sarape ................................................. 158

Imagen 45. Mesa de ficheras en Bellas de Noche. .......................................................... 182

Imagen 46. Lyn May haciendo Striptease. ..................................................................... 184

Imagen 47. Publicidad del teatro ANDA en sus inicios.

Imagen 48. La Sonora Santanera el en teatro ANDA. .................................................. 188

Imagen 49. Cartel inaugural del teatro ANDA. ............................................................. 189

Imagen 50. “Palillo” como número central en el teatro ANDA. .................................. 191

Imagen 51. Publicidad del ANDA hacia 1975.

Imagen 52. Publicidad adaptación en el teatro ANDA de Bellas de Noche.. .............. 192

Imagen 53. Batman y Robin.

Imagen 54. Guerra de las galaxias.

Imagen 55. Fiebre de sóbalo en la noche. ....................................................................... 193

Imagen 56. Publicidad teatro Blanquita. ........................................................................ 194

Imagen 57. Ballet Chelo La Rue en el teatro ANDA. .................................................... 196

Imagen 58. Cartel callejero de Tongolele en el Afro Casino.

Imagen 59. Volante Mabel Luna en el Afro

Imagen 60. Volante Rossy Mendoza en el Afro ............................................................. 201

Imagen 61. Volante La Princesa Lea en Afro. ............................................................... 202

Imagen 62. Tarjetón para reservar mesas en Afro Casino, evento de Isela Vega. ..... 203

Imagen 63. Publicidad Ana Luisa Peluffo en Afro Casino.

Imagen 64. Publicidad Verónica Castro en Afro Casino. ............................................. 204

Imagen 65. Volante “Palillo” en Afro.

Imagen 66. Publicidad Enrique “Polivoz” en Afro Casino. .......................................... 204

Imagen 67. Anuncio Gina Montes en Sarape.

Imagen 68. Anuncio Lyn May en Sarape.

Imagen 69. Publicidad Casino Royal.

Imagen 70. Publicidad Dandy Club. ............................................................................... 206

Imagen 71. Publicidad Zombie Club. ............................................................................. 206

Imagen 72. Publicidades Capri y El Dorado. ................................................................. 208

Imagen 73. Anuncio Los Colomos

Imagen 74. Publicidad Pink Wagon.

Imagen 75. Publicidad Casino Las Vegas. ...................................................................... 209

Imagen 76. Show Travesti en Manhattan. ...................................................................... 210

Imagen 77. Publicidad Barbarella .................................................................................. 211

Imagen 78. Página de publicidad en El Occidental

Imagen 79. Anuncio Disco Studio Charles .................................................. 220

Imagen 80. Publicidad Afro Casino.

Imagen 81. Anuncio Las Vegas ....................................................................................... 221

Imagen 82. Anuncio El Jarocho

Imagen 83. Publicidad El Moroko.

Imagen 84. Publicidad El Tenampa.

Imagen 85. Publicidad El Bagdad. .................................................................................. 222

Imagen 86. Publicidad Galeón Night Club. .................................................................... 223

Imagen 87. Anuncio Sasha Montenegro en La Cueva de Ali Baba. ............................ 224

Imagen 88. Anuncio Sajhara.

Imagen 89. Publicidad Broadway. .................................................................................. 225

Imagen 90. Publicidad de la última etapa del Afro Casino.

Imagen 91. Publicidad Afro Casino. ............................................................................... 226

Imagen 92. Publicidad Zombie.

Imagen 93. Publicidad Las Vegas. .................................................................................. 227

Imagen 94. Pocas publicidades sobre práctica cabaretera en 1987. ............................ 228

Introducción.

La tesis que está ahora en sus manos es el fruto de los años de licenciatura, muchos llenos

de esfuerzo –unos pocos no tanto– que el día de hoy concluyen satisfactoriamente para

abrir camino a los siguientes pasos académicos y profesionales.

La elaboración del proyecto, ejecución de la investigación y redacción de este

documento pasó por varias etapas a lo largo de los últimos años: primero, con pasos

inseguros y mucha maraña teórica buscamos una forma de acercarnos al objeto de estudio a

través de caminos encandilados por diversos focos conceptuales y metodológicos que

surgían en el camino. Entre varios conceptos que causaban algunas confusiones y

contradicciones, desechamos las herramientas teóricas que no eran aplicables o que no

ayudaban a esta investigación.

Posteriormente, con algunas ideas previas y conceptos centrales en la cabeza,

arrancó la búsqueda de archivo, en la cual durante horas diarias tuvimos que navegar las

aguas de la Hemeroteca de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco y del Archivo

Municipal de Guadalajara con el fin de hallar los vestigios de la vida cabaretera en la

ciudad; esta parte fue la más pesada pero la más satisfactoria.

Finalmente resultó menester encontrar informantes que dieran cuenta del tema de

interés a través de su experiencia personal, vivencias y recuerdos, parte que aconteció con

varias pausas, a veces por desidia, otras por situaciones personales que impidieron

continuar.

Empleos vinieron y se fueron junto con sus ingresos, y así se consumió mucho del

tiempo que debió ser invertido para este trabajo, pero nunca se olvidó que aún estaba

pendiente un reencuentro con la hoja en blanco y el cursor parpadeante en la pantalla del

ordenador.

Algunos descansos obligados tuvieron que suceder para retomar el romance con el

texto y las fuentes. Los meses de letargo debilitaron algunos de los argumentos con que se

inició este proyecto, pero a su vez estas pausas dieron mayor experiencia y ojo avizor para

reconocer dónde se había estado pisando más débil tanto teórica y metodológicamente

como en redacción; aún así es necesario reconocer que las faltas que incurra este trabajo

son responsabilidad del autor y de esa incesable necesidad característica de las ciencias

sociales y las humanidades –de la que soy partidario– que consiste en aprender día con día

algo nuevo reformulando, reinterpretando y cuestionando siempre todo lo que ya está hecho

el día de hoy.

¿Por qué estudiar los cabarets?

La decisión de escribir sobre estos establecimientos surgió de la curiosidad que despertaron

algunos expedientes en el Archivo Municipal de Guadalajara hace algunos años, donde

descubrimos que los vecinos de varios barrios populares tapatíos se quejaban, hacia la

década de 1940, sobre las cosas cotidianas que sucedían y se observaban en un cabaret: las

prostitutas y “ficheras”, el baile, las orquestas, “dieceras” (máquinas musicales que

operaban con monedas de diez centavos) y el ruido en general, así como las bebidas

alcohólicas y sus “borrachos” consumidores que hacían mella en la tranquilidad de los

inquilinos de las casas colindantes.

Revisando los índices del repositorio, encontramos que año con año el

Ayuntamiento recibía cartas donde la gente exponía sus molestias ante lo que pasaba en

cantinas, burdeles, casas de citas y demás lugares, donde los vecinos mencionaban los

desmanes, escándalos y actividades que sucedían al interior de algunos lugares que ellos

llamaba cabarets; continuando con algunas fuentes pudimos percatarnos que esos negocios

no contaban con licencia o permiso para operar como cabaret, pero parecía que los quejosos

encontraban algunos elementos que los hacía llamarlos como tales. A pesar de existir para

esos años lugares específicos en la ciudad con el nombre de cabaret, las cosas que

supuestamente debían suceder sólo dentro de los cabarets acontecían fuera de ellos, y la

situación se repitió por varios años en las quejas y documentaciones relativas.

La idea de que lo asuntos cabareteros salieran de sus muros orilló a buscar una

forma de explicarlo académicamente y, por ende, a la elaboración de un proyecto de tesis

con todas sus formalidades. Así, las principales preguntas que orientaron las pesquisas

documentales fueron ¿Qué factores intervinieron en el desarrollo y consolidación de los

cabarets en Guadalajara?, ¿Cómo recibieron los habitantes tapatíos el auge de los cabarets y

qué representaciones hacían de estos lugares al interior y el exterior?, ¿De qué manera se

daba a conocer lo que sucedía dentro de los cabarets?, ¿Por qué la práctica cabaretera junto

con sus actividades se llevaba a cabo en otros lugares que no necesariamente eran llamados

cabarets?, ¿Qué diferencias existían entre diversos tipos de cabaret, y cuáles eran las

razones de dichas distinciones?, ¿Qué personajes fueron los de mayor importancia al

interior de los cabarets y cómo lograron consolidarse? y ¿Qué acontecimientos ocasionaron

el declive de la práctica cabaretera?

Estas preguntas fueron los ejes que hicieron girar las ruedas de la investigación de

manera inicial, donde uno de los primeros pasos para continuar trabajando el tema nos

obligó a realizar una búsqueda exhaustiva de trabajos que versaran sobre al respecto, con la

finalidad de conocer de qué manera se había tratado el tema cabaretero y qué aportes podía

ofrecer la presente investigación a través de la búsqueda de respuestas a las preguntas

iniciales.

La cuestión cabaretera.

La primera impresión sobre la bibliografía en torno a la historia o el análisis de los cabarets

fue que aparentemente había cierta escasez de estudios académicos sobre el tema; sin

embargo, en el desarrollo de la investigación hallamos textos que poco a poco abrieron

ventanas hacia las formas empleadas por otros escritores para abordar los cabarets y centros

nocturnos. Los artículos y libros que localizamos son de publicación posterior a la década

de 1980 y evidencian que el estudio de los cabarets es relativamente reciente.

Lugares de gozo, retozo, ahogo y desahogo en la ciudad de México de Armando

Jiménez, uno de los cronistas de la ciudad de México de mayor renombre y ensayista

constante del argot popular mexicano es el primer referente en torno al tema que nos atañe.1

En este texto el autor identifica cinco tipos de lugares de entretenimiento nocturno en el

Distrito Federal: Pulquerías, cantinas, sitios de prostitución, hoteles de rato y cárceles. La

finalidad del texto es informativa y la mayoría de las narraciones que hace Jiménez están

relacionadas con la nota roja y con eventos poco comunes que le dieron fama a éstos

lugares. Sin embargo esto no puede tomarse como elemento de crítica, ya que el autor

cumple con sus intenciones a lo largo del libro, destinado a entretener e informar. Si bien

no indica las fuentes en las que basó su investigación, este trabajo nos muestra las ideas que

había en torno a estos lugares, extraídas de periódicos y revistas del Distrito Federal.

1Armando Jiménez, Lugares de gozo, retozo ahogo y desahogo en la ciudad de México (México: Océano, 2000).

Otro de los trabajos consultados es el de Sergio González Rodríguez, Los bajos

fondos. El antro, la bohemia y el café. 2 El autor es literato, periodista y ensayista. De

manera concisa, González plantea la tesis de que estos tres lugares fueron transformándose

hasta quedar dentro de la cultura dominante del estado mexicano y de los medios. Para ello,

hace una revisión de la literatura modernista mexicana y la relaciona con “los bajos fondos”

ya que varios autores de este período (finales del siglo XIX y principios del XX) eran

asiduos asistentes de éstos lugares y representaban para los intelectuales del gobierno

porfirista un aspecto negativo en la sociedad.

Su investigación logra apoyarse con trabajos creados desde la antropología y la

sociología; pero los conceptos que utiliza (significado, cultura, creación de identidades) son

aplicados a las evidencias que las obras literarias le ofrecen, y no hace referencia a los

actores comunes de la sociedad, sino que parece que los letrados de aquellas épocas

constituían el total de las opiniones que surgieron.

El texto establece un antecedente de los cabarets del siglo XX al explicar “las

bohemias” como teatralizaciones originadas en Francia y que en México se adaptaron a las

formas socioculturales del país en años posteriores en las carpas y revistas.3

Indudablemente explica al cabaret como parte de la otredad de lo diurno, es decir,

dentro de los otros aspecto de la vida cotidiana que no eran parte de lo establecido a la luz

del sol. Las horas diurnas representaban, según González, lo que era aceptado en la

sociedad de la ciudad de México de principios del siglo XX.4

2 Sergio González. Los bajos fondos. El antro, la bohemia y el café (México: Cal y Arena, 1988 ),47-48. 3 González, Los bajos fondos, 38. 4 González, Los bajos fondos, 20.

El ensayo de Víctor Manuel Ramos Willchis versa sobre los cabarets de la ciudad

de Guadalajara entre los años 1930 y 1978 aproximadamente.5 Siendo el texto más cercano

a lo que pretende lograr esta tesis, ofrece pistas para iniciar las pesquisas. Las fuentes que

utiliza son libros de generalidades históricas de la ciudad y especializados en el tema de la

prostitución, una entrevista y reglamentaciones sanitarias y penales.

El autor reconoce al cabaret como un espacio de esparcimiento popular, en el que

participaban personas de bajos ingresos, y en muchos casos provenientes de otras entidades.

Para él, el contexto sociopolítico de Guadalajara transformó la vida de las clases populares

hacia una forma industrial, cuestión que produjo importantes cambios en la vida cotidiana y

por ende en las formas de divertirse.6

Cuando aborda el papel de las bailarinas, el autor llega a un punto en el que no se

encuentran las líneas divisorias entre las vedettes y artistas del lugar con las prostitutas que

trabajaban en los burdeles de la ciudad. Tal parece que los cabarets y las casas de

asignación funcionaban de la misma forma y Ramos termina su estudio sin resolver este

asunto. El fenómeno de la prostitución dentro del cabaret es tratado por el autor como una

idea asimilada, ya que no ofrece al lector las posibilidades de comprender cómo sucedía

dentro de los establecimientos, o si había algunas reglas que debían acatarse para poder

obtener la compañía de una dama.

Por último, este ensayo explica el origen y la función de los espectáculos en el

cabaret indicando que estas formas de vida cabaretera crecieron cuando los cabarets

quedaron establecidos como un centro de esparcimiento popular reglamentado. La

5 Víctor Manuel Ramos Willchis. “Los cabarets de Guadalajara” en Encuentros sociales y diversiones, Luis Antonio González Rubio (comp.) (Guadalajara: Secretaría de Cultura/Gobierno del Estado de Jalisco, 2005), 125-160 6 Ramos Willchis, “Los cabarets”, 128.

diversidad de presentaciones en los shows del cabaret ayuda a configurar una serie de

elementos en los que el autor reconoce una cultura traducida en formas del lenguaje,

maneras de vestir, actitudes ante la vida, modos de beber, expresiones artísticas arreglo

femenino, estilos de baile, ritos de cortejo y relación sexual tanto de los trabajadores del

lugar como de los clientes que lo frecuentaban.7

El cabaret aparece así ante nosotros como un espacio donde pueden interpretarse

códigos y significados mediante prácticas particulares y representaciones generadas de

ellas, que permiten ubicarlo como un centro nocturno de relevancia para la historia cultural

del entretenimiento tapatío.

Otro trabajo relevante para el estudio en cuestión es el de Amparo Sevilla acerca de

los salones de baile en la ciudad de México. La autora hace esta investigación a través de

periódicos y revistas, así como de entrevistas.8 En este trabajo reconoce la complejidad de

“lo urbano”, y lo relaciona con el contexto de la ciudad de México de 1950 a 1970.

Partiendo de la idea de una “privatización de la vida pública” y la creación de un nuevo

consumo cultural, las ofertas culturales de las clases populares van siendo restringidas.9

Para la autora, el baile como práctica urbana representa una secularización de los

espacios. Los grupos populares generan sus propios espacios y códigos que son expresados

a través de las danzas, en los que “el encuentro rítmico de los cuerpos […] constituye una

especie de ritual”.10

Dos dimensiones importantes de análisis que propone Sevilla en su artículo son las

que van relacionadas con el consumo y con las relaciones sociales que se entablaron en los

7 Ramos Willchis, “Los cabarets”, 145. 8 Amparo Sevilla. “Los salones de baile popular en la ciudad de México” en Ciudades. Análisis de la coyuntura y teoría e historia urbana Vol. 27 (1995), 35-39 9 Sevilla, “Los salones de baile”, 35-36 10 Sevilla, “Los salones de baile”, 37

bailes. La primera sería relevante para este estudio reconociendo las prácticas culturales

específicas que se relacionaban al cabaret, principalmente la música y el baile; en segundo

lugar, indica que las relaciones sociales expresan una separación de la vida cotidiana de los

hombres y mujeres que asistieron a los salones, ya que la autora reconoce cierto carácter de

anonimato en los salones, en el que el estatus dentro del salón se adquiere a través de la

habilidad para bailar.11 En el caso cabaretero, la habilidad para bailar podría significar

estatus para las bailarinas, ficheras y vedettes que con sus cuerpos hacían más atractiva la

vida cabaretera.

El último texto revisado es nuevamente de Armando Jiménez, en un esfuerzo muy

cercano a las intenciones de este trabajo. En Cabarets de antes y de ahora en la ciudad de

México, el autor hace recuento de algunos de los cabarets más famosos para la época en que

fue escrito (inicios de la década de 1990). En este libro, el autor se dedicó a la búsqueda en

hemerotecas y entrevistando a parroquianos y a veces a músicos y propietarios de los

lugares. En sus páginas se hace recuento de artistas famosos, deportistas y personajes

peculiares de cada lugar, así como descripciones breves para cada lugar mencionado. 12

En veinticuatro análisis el autor deja constancia de la existencia en la ciudad de

México de muchos lugares que funcionaban como cabaret, donde no todos tenían licencia o

publicitaban sus servicios como tal. También queda clara la tendencia que tenían los

propietarios, cuestión reconocible en muchos cabarets de Guadalajara, de buscar nombres y

decoraciones del tipo “exótico”, con paisajes arabescos, orientales o tropicales.

El texto no cuenta con rigor documental ni con referencias citadas para considerarlo

un texto académico, y la redacción hace evidente que la intención del autor era divulgar su

11 Sevilla, “Los salones de baile”, 39 12 Armando Jiménez, Cabarets de antes y de ahora en la ciudad de México (México: Plaza y Valdés, 1992).

trabajo en círculos de lectores masivos; a pesar de ello, me parece que es un texto muy rico

en lenguaje y términos para la vida cabaretera, y ofrece muchas pautas desde las cuales

comenzar a abordar el tema de la práctica cabaretera en Guadalajara.

Los trabajos hasta ahora revisados muestran qué caminos han trazado otros autores

en torno al tema o alguna cuestión relacionada a los cabarets. La diversidad de propuestas

ofrece varias luces para iluminar el camino hacia la búsqueda de los cabarets tapatíos. En

este sentido, las ideas propuestas para este trabajo comenzaron a consolidarse después de la

revisión bibliográfica donde observamos que desde la antropología, la sociología y también

desde la crónica histórica desenfadada y con finalidad de divulgación más general, el tema

cabaretero ha sido desde hace algunos años uno de los más fecundos para explicar una

forma de entretenimiento que sucedió en el país desde la segunda mitad del siglo XX.

Hipótesis de trabajo y objetivos.

La hipótesis general que da pauta a esta investigación es que los cabarets en Guadalajara no

eran definidos como un tipo establecimiento o licencia comercial únicamente, sino también

como una práctica cultural que integraba varios elementos, internos y externos, que a lo

largo de los años interactuaron, y se transformaron de acuerdo al contexto social, cultural,

político y económico de cada etapa cabaretera en la ciudad de Guadalajara. Estos elementos

internos y externos generaron prácticas particulares y representaciones en todos los niveles

de la sociedad tapatía durante más de cuarenta años en que prevaleció la práctica cabaretera

como una opción de diversión.

Particularmente, una de las hipótesis secundarias es que el crecimiento urbano y

demográfico de la ciudad originó las condiciones socioculturales para que la vida

cabaretera floreciera en la ciudad durante la década de 1940, y a su vez el crecimiento

operó directamente, junto con los esfuerzos de las autoridades gubernamentales por

controlar los vicios y la prostitución, en la decadencia de la vida cabaretera en el centro de

la ciudad.

Siguiendo con las ideas secundarias, consideramos que a través de la práctica del

consumo cultural se pudo lograr la distinción de los cabarets, que se dio en dos niveles

gracias a las condiciones económicas y sociales que intervenían en su interior. Las

instalaciones materiales, los productos y servicios ofrecidos, las ofertas culturales de

diversión y las características de sus clientes estaban estrechamente ligadas al nivel

socioeconómico con el que estaba diseñado el establecimiento.

La siguiente hipótesis secundaria gira en torno a los aspectos socioculturales que

influyeron en el auge de la práctica cabaretera, donde consideramos que la práctica cultural

cabaretera logró consolidarse gracias a las tendencias culturales y artísticas que se

conjugaron al interior de estos lugares y también intervinieron dentro del consumo cultural

al interior. De esta forma, los cabarets operaron como un nicho que muchos artistas locales

y nacionales utilizaron para exponerse a las audiencias en los medios del espectáculo y en

los medios de comunicación (periódicos, cine, radio y televisión) se hizo evidente esta

situación.

Como última hipótesis que complementa la decadencia de la práctica cabaretera

considero que además del crecimiento urbano y las políticas en torno al vicio de las

autoridades locales, las franquicias culturales de entretenimiento que llegaron a México en

el marco de la inserción del país a la globalización económica también influyeron

directamente en la desaparición de los cabarets, pues modificaron los elementos de la

práctica cultural cabaretera ofreciendo nuevas maneras de divertirse a los tapatíos.

Los objetivos de esta tesis parten de explicar y describir el desarrollo, auge y declive

de los cabarets en Guadalajara, así como conocer las perspectivas e interpretaciones que

había de ellos. También está buscar las formas semánticas del cabaret, al pensar que el

significado del concepto varía de acuerdo a un abanico de factores, tales como la clase

social, consumo, publicidad y contexto sociocultural temporal.

También consideramos como objetivos particulares explicar las características

generales de los cabarets y buscar diferencias entre distintos tipos de establecimientos,

reconocer las zonas y lugares donde se establecieron los diferentes cabarets de la ciudad,

observar la influencia de los géneros musicales caribeños y afroamericanos en los cabarets

y reconocer las impresiones que causaron en la sociedad tapatía, como fueron recibidos,

procesados y asimilados; y por último reconocer y explicar los elementos simbólicos que

interactuaban para la socialización y la comunicación dentro de los cabarets.

El danzón de la teoría.

El presente texto puede inscribirse en la Historia Cultural ya que tiene como uno de sus

principales intereses acercarse a comprender el panorama cultural tapatío expresado a

través del entretenimiento. Aprovechando la laxitud de la definición misma de la Historia

Cultural hemos tomado ciertas libertades de analizar, discutir y proponer algunas nociones

teóricas que conforman el aparato conceptual con el que se construyó esta tesis.

El primer concepto que debemos explicar es el de cabaret. La acepción más simple

nos hace referencia a un lugar nocturno donde se puede beber, comer, bailar y que además

ofrece espectáculos de variedades. 13 La presencia de variedades fue uno de los elementos

de mayor fuerza de los cabarets en todos los países donde existieron, pues significaban una

de las atracciones más relevantes que podían ofrecer a sus clientes. Entre las variedades

podían encontrarse músicos, cantantes, actores, puestas en escena de obras breves

(revistas), magos, cómicos, enanos, bailarinas y vedettes.

Según esta visión, si un establecimiento contaba con algunas de estas variedades

además del consumo de bebidas alcohólicas, alimentos y la posibilidad de bailar se

consideraba como un cabaret, pero en la práctica tapatía la situación tenía puntos que

rebasaban esta definición simplista. Las fuentes obligaron a repensar la noción de cabaret

más allá de lo que estaba establecido y para ello fue menester echar mano de distintas

vertientes para consolidar una idea que diera pauta al resto de la tesis.

El principal concepto propuesto es el de práctica cultural cabaretera que llevó

muchas horas de reflexión y discusiones para poder explicarlo. La idea de práctica cultural

cabaretera pretende ser una matriz que conjugue los elementos internos y externos de los

cabarets en la ciudad de Guadalajara. El contexto cultural en donde pretendemos acomodar

esta idea está influenciado por, y a su vez influencia a, las esferas política, económica y

social de la ciudad durante la temporalidad de la tesis. Para delimitar con precisión la idea

13 “Definición de cabaret en diccionario de la RAE” consultado Noviembre 25, 2013, http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=cabar%E9; “A brief history of cabaret” consultado Noviembre 25, 2013, http://www.hartnell.cc.ca.us/westernstage/press_releases/CABARET/Cab_suppplement.htm. El cabaret tiene una historia de siglo y medio aproximadamente desde sus orígenes en Francia. A finales del siglo XIX se expandió esta forma de espectáculo y entretenimiento hacia Alemania y Estados Unidos. En México, gracias a la influencia cultural francesa, llegan durante el porfiriato las revistas y obras de género chico, los vaudevilles, y las variedades. Estos espectáculos formaron los teatros de carpa que son la base o el antecedente inmediato de los cabarets a lo largo del país en el siglo XX. Carlos Monsiváis “La carpa, el teatro, la imagen, la risa, la consagración” en Escenas de pudor y liviandad (México: Debolsillo, 1988). El trabajo de Romina Martínez es una de las bases para hablar sobre el espectáculo de variedades y los teatros de revista en la ciudad como antecedentes directos del cabaret tapatío. Las carpas en Guadalajara, 1920 – 1940. Tesis para obtener el grado de Maestro en Estudios sobre la región. (Guadalajara: Colegio de Jalisco/Universidad de Guadalajara, 2003).

de práctica cultural cabaretera debemos explicar entonces los conceptos secundarios que la

conforman.

El concepto de cultura ha sido uno de los más debatidos en la historiografía a lo

largo y ancho del planeta y en muchas otras disciplinas.14 Naciendo de la antropología, su

adopción en la escritura de la Historia en los últimos años ha dejado en claro que la cultura

no era –como se creyó por mucho tiempo– una propiedad exclusiva de las clases altas y las

élites relacionadas con las bellas artes, en tanto conocedoras y posibles consumidoras de

bienes artísticos que los podrían localizar como sectores ‘cultos’ de la sociedad. Entre los

sectores sociales inferiores –subalternos, clases populares– también existieron quienes

tuvieron acceso, de formas particulares, a la llamada alta cultura, que durante largo tiempo

se consideró una de las formas más únicas o puras de cultura. 15

Los descubrimientos en torno al tema cultural en sociedades del pasado revelaron

también que los individuos y colectividades de los sectores bajos leían los “textos”

(escritos, pinturas, piezas musicales, puestas en escena) de las altas culturas, los

reinterpretaban, generaban nuevos significados y ellos mismos producían sus propios

“textos” relativos a sus condiciones sociales, culturales y políticas; los grupos subalternos o

populares leían y creaban significados desde sus formas cotidianas y junto a lo que tenían

más próximo en sus vidas cotidianas.

A partir de esto, se comenzaron a formar nociones más complejas sobre la cultura

en la historiografía, donde los teóricos nos indican que el concepto está directamente ligado

a las formas en que los sujetos de cualquier sector social reconocen, interpretan y dan

sentido a su entorno. Podemos considerar entonces que la cultura no tiene propiedad o

14 Principalmente en Antropología, que fue la disciplina que trajo a la mesa de discusión este concepto desde hace varias décadas. 15 Peter Burke, La cultura popular en la Europa moderna (España: Alianza editorial, 1978), 29

etiqueta de clase, sino que constituye un entorno de significados en el que todos los

individuos se desenvuelven; las personas expresan esos significados de manera distinta

mediante discursos y acciones.16 Para esta idea académica de cultura resulta interesante

analizar cómo interactúan los individuos de un sector social con los de otros grupos, ya

sean dominantes o de condición subalterna, en torno a sus prácticas y representaciones

sobre cualquier asunto cultural.17

Autores más recientes han considerado una nueva forma de entender el concepto de

cultura desde otras disciplinas, y a partir de ellos podemos pensar a la cultura como un

catálogo de comportamientos, valores, actitudes, símbolos y significados que se expresan

en prácticas específicas de los individuos y grupos humanos. Éstas acciones sólo pueden ser

interpretadas y descritas dentro de su propia complejidad, aislando a la cultura de cada

grupo para interpretarla sólo dentro de sí misma.18 En esta definición parecería que analizar

la cultura de los cabarets tapatíos resultaría en complejizarla y describirla densamente a tal

grado de hacerla ver como “urdimbre” de significados y símbolos alejada de un contexto

16 Peter Burke, La cultura popular, 29. Al respecto de esta definición de la cultura pueden revisarse los textos de Antoine Prost, “Social y cultural, indisociablemente” y Georges Duby ”La historia cultural” en Para una historia cultural. Ed. Jean-Pierre Riuox y Jean-Francois Sirinelli (México: Taurus, 2003). Ambos artículos plantean la idea de que la cultura no es cuestión de clase social, sino condición humana de vivir en sociedad; para Carlo Ginzburg, discutiendo entre la definición y los usos académicos de la cultura popular, la cultura sigue siendo un marco de referencia para las acciones humanas en las épocas del pasado pues reconoce que “de la cultura de su época y de su propia clase nadie escapa”. El queso y los gusanos (Barcelona: Muchnik Editores, 1986) 10. 17 Los casos de Roger Chartier, El mundo como representación (Barcelona: Gedisa, 1995) y Robert Darnton, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa (México: FCE, 1987) que pese a ser diferentes y polémicos entre sí, han propuesto dos formas de interpretar la lectura como práctica cultural por parte de clases altas y subordinadas, y así comprender dos formas distintas del concepto de cultura. La representación social en Chartier surge como una herramienta teórica que nos permite comprender la cultura de sociedades del pasado –de antiguo régimen principalmente– a través de las prácticas de lectura y los textos. En este sentido, los textos del tema cabaretero (imágenes, filmes, publicidad, productos culturales) nos permitirían también analizar las formas en que los habitantes de la ciudad. 18 Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Gedisa, 1975), 29-32. Para Geertz la cultura es un fenómeno interpretable, y para ello propone su metodología a través de lo que llama “descripción densa”. Esta descripción se aboca a encontrar el mundo de significados en la cultura y las normas sociales que derivan de ellos, pero se olvida del papel de los individuos y los grupos/clases sociales en la transformación y diferenciación que existen materialmente junto a esos significados. Giovanni Levi “Los peligros del geertzismo” en Luis Gerardo Morales (Comp.) Historia de la historiografía contemporánea (de 1968 a nuestros días) (México: Instituto Mora, 2005) 333-343.

más amplio dentro del panorama sociocultural tapatío, lo cual es una idea que me parece

digna de rechazar en esta tesis.

A pesar de no estar de acuerdo con lo anterior, consideramos una propuesta útil para

tratar de reconocer los símbolos y significados internos de la cultura cabaretera tapatía y

hallar cómo se relacionaban con el contexto cultural más amplio en la ciudad de

Guadalajara.

Desde el nicho de la sociología ha cobrado fuerza en los últimos años también una

perspectiva que abona nuevos elementos para la discusión sobre la cultura. Pierre Bourdieu

ha sido uno de los autores que más han abonado desde esta área al debate complementando

el universo de significados que la noción de cultura de la antropología simbólica ha

propuesto. Para él, los valores, símbolos y significados tienen más relevancia si se analizan

en torno a los productos, bienes y prácticas que generan y analizando las relaciones que

producen dentro de los campos en que se producen. De hecho él no se preocupa por definir

el concepto de cultura, más bien centra su atención en los modos de producción de bienes

culturales y las características de los públicos que los consumen.19

Retomando varias de las nociones entre las distintas vertientes, en esta tesis se

correrá el riesgo de elaborar una noción particular. El concepto de cultura que proponemos

para este caso se refiere al conjunto de normas, valores, símbolos y significados sobre los

cabarets que se traducen en prácticas concretas dentro de una temporalidad y espacio

19 En torno al tema cultural Bourdieu prefiere analizar, a través de otros conceptos (Habitus, campo, reproducción), las formas en que los individuos se relacionan al campo cultural y las condiciones que generan la elección de ciertos productos culturales por encima de otros. Para él los productos culturales parecen ser reflejo de una condición de clase definida por el origen social y el grado académico. Algunos círculos académicos latinoamericanos han reinterpretado las propuestas de Bourdieu y han formulado nuevas maneras de acercarse al fenómeno cultural en estudios sobre sociedades recientes. Pierre Bourdieu, El sentido práctico. (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007); El sentido social del gusto (Buenos Aires: Siglo XXI, 2010); La distinción, criterios y bases sociales del gusto (México, Taurus: 2012); Néstor García Canclili “La sociología de la cultura de Pierre Bourdieu” consultado Octubre 13, 2013, http://recursos.udgvirtual.udg.mx/biblioteca/bitstream/20050101/713/1/La+sociolog%C3%ADa+de+la+cultura+de+Pierre+Bourdieu++Canclini.htm.

específico. Este lugar espacio-temporal representa el contexto donde lo social, político y

económico interactúa con la cultura cabaretera y permite transformarla. El contexto

espacial y temporal tiene, parafraseando a Bourdieu, fuerzas que le confieren estructura y

se imponen a los individuos, pero ellos oponen a estas fuerzas su propia inercia mediante

sus prácticas.

Los significados, normas, valores y símbolos son todas las ideas que se formaron

sobre los cabarets tapatíos, sus personajes y sus acciones; funcionaban como un marco de

referencia o “percepciones fundamentales” sobre la vida cabaretera y contenían

información acerca de lo que pensaban los tapatíos sobre los cabarets en general.20 A partir

de estas concepciones se realizaban las prácticas internas y externas de la vida cabaretera en

la ciudad en todos los establecimientos donde se desarrollaba.

La cultura cabaretera tapatía –significados y acciones– no estaba delimitada por un

espacio físico, sino por los individuos que se movían al interior de ella; a su vez esta cultura

estaba enclavada dentro de un mayor esquema cultural de entretenimiento en el que se

desenvolvían todos los tapatíos. Esta situación es la que provoca que la vida cabaretera se

encontrara al interior de una variedad amplia de establecimientos en la ciudad como

cantinas, loncherías y salones de baile, pues los individuos que participaban de esta forma

de entretenimiento la llevaban a otros lugares, se apropiaban de los espacios y con base en

la cultura cabaretera realizaban las actividades del cabaret en otros centros nocturnos donde

supuestamente no estaban permitidas. En palabras de Michel de Certau, estas acciones en la

20 Bourdieu nos indica que estas percepciones fundamentales permiten “clasificar y calificar a las personas o los objetos en los campos más diferentes de la práctica”. La distinción, 551-552.

cultura cabaretera “constituyen las mil prácticas a través de las cuales los usuarios se re-

apropian del espacio organizado por los técnicos de la producción sociocultural”.21

Dentro de la cultura cabaretera me parece relevante anexar a la discusión el

concepto de consumo cultural como una de las principales acciones internas que se

desprendían de ella. Alejando este concepto de su significado tradicional en una escala

económica, el consumo cultural en el cabaret –para este caso la música, los espectáculos,

las formas de entretenimiento y la publicidad– representa una forma diferente de acercarse

al tema identificando el valor simbólico de los objetos además de su valor monetario.

El valor de un bien cultural del cabaret se daba primero en el plano económico pues

los lugares más caros tenían mejor calidad en sus ofertas, pero la posibilidad de presenciar

un espectáculo artístico de alto nivel adquiría un valor que no podía contabilizarse y que

sólo podía explicarse a través de las experiencias, recepciones y expresiones de las

audiencias presente. En esta forma de dar un valor simbólico a un bien o servicio cultural

resultaba que –en palabras de Néstor García Canclini– “consumir es, por tanto,

intercambiar significados.”22

Resulta complicado explicar los significados y las formas en que los espectadores

de sociedades del pasado recibían, interpretaban y se apropiaban de los productos

culturales, sin embargo por medio de algunas fuentes –quejas, publicidades y artículos de

opinión– podemos tener indicios de cómo sucedían estas situaciones.

21 Michel de Certau, La invención de lo cotidiano 1 : Artes de hacer (México: UIA/ITESO, 2001), XLIV 22 Néstor García Canclini “El consumo cultural, una propuesta teórica” en Guillermo Sunkel (Coord). El consumo cultural en América Latina (Buenos Aires: Andrés Bello, 2006) 84. García Canclini nos inidica que el consumo cultural es “conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre el valor de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica”. Para entender el consumo propone seis modelos teóricos a través de los cuales acercarse que van desde las cuestiones relativas a la fuerza de trabajo en los productos, la competencia de clases por el producto social, la distinción social que genera consumir, el consumo como integración y comunicación, como objetivación de los deseos y como un ritual.

Para la vida cabaretera tapatía podemos utilizar cuatro de los seis modelos

propuestos por García Canclini para acercarnos al fenómeno del consumo cultural:

• La práctica cultural cabaretera en Guadalajara muestra que existía

competencia entre grupos sociales por la apropiación de productos, en la

música y los espectáculos particularmente.

• El cabaret también era un espacio donde se conjugaban distinciones

simbólicas y diferenciaciones sociales entre grupos sociales de acuerdo a

posibilidades económicas y a las ofertas culturales.23

• El consumo cultural en los cabarets operaba como un puente de

comunicación y sociabilidad entre las clases sociales, pues géneros

musicales y espectáculos comunes podían resultar atractivos para todos los

sectores sociales y los anuncios en periódicos hacen evidente esta situación.

• También reconocemos que mediante el consumo cultural se objetivaban

deseos particulares en torno al entretenimiento, pues en la publicidad o en

los filmes de temática cabaretera se planteaba a los cabarets como espacios

atractivos para la diversión de las audiencias.

Las mismas fuentes mencionadas permiten acercarnos a las representaciones

sociales que se hacían sobre los distintos tipos de cabaret y sus personajes, pues nos

permite reconocer cierta producción de sentido en torno a la práctica cabaretera.24 Los

23 Para Pierre Bourdieu el consumo de bienes culturales en las sociedades contemporáneas está asociado a las selecciones que se originan a través del gusto, que determina la propensión y la actitud de los grupos sociales para apropiarse de algunos productos o bienes por encima de otros. Nos indica que las prácticas sociales –para nuestro caso las consumo cultural, son “enclasadas y enclasantes”. Es decir que a través de estas prácticas se puede buscar la pertenencia a un grupo o clase social. 24 Chartier nos habla de la representación como una “imagen presente y un objeto ausente”, pero sobre el caso de la producción de sentido nos dice que “en el espacio así trazado se inscribe cualquier trabajo situado en medio de una historia de prácticas, social e históricamente diferenciadas, y de una historia de representaciones, inscritas en los textos o producidas por los individuos”, ofreciendonos la posibilidad de

tapatíos, mediante el consumo y la participación en medios de comunicación, expresaban

las representaciones del cabaret en publicidad, quejas, opiniones y preferencia por algún

tipo de actividades cabareteras por encima de otras.

La publicidad es uno de los conceptos secundarios que nos permitirán explicar

muchos de los temas relativos al consumo cultural en el cabaret, pues en ella no sólo se

conjugaban los deseos y necesidades elaboradas por parte de los empresarios, sino también

las ofertas culturales y los elementos que permitían establecer las distinciones tanto

económicas como culturales de los establecimientos.25

Otro concepto secundario pertinente es el de entretenimiento, pues la vida

cabaretera formaba parte del catálogo de opciones de diversión que tuvieron los tapatíos

durante varias décadas. Es importante reconocer que esta idea parte de una necesidad

humana de liberar tensiones generadas por las jornadas de trabajo. Comúnmente está

asociado al uso del tiempo libre o del ocio.26

Tener tiempo libre no implica necesariamente divertirse o entretenerse, según lo

plantean Elias y Dunning. El ocio, considerado como el tiempo “no activo” para una

actividad laboral institucionalizada, también puede significar otros aspectos. Las

definiciones de estos conceptos varían en la práctica pues con la creación de industrias y

tomar distintos tipos de “textos” como fuentes para analizar en esta tesis. Chartier, El mundo como representación, 34 y 52. En el caso de la práctica cabaretera el objeto ausente nos hace relación a todos los personajes desde el exterior, sin asistir a un desveladero, formaban opiniones y las expresaban en los filmes, quejas y opiniones. Para los que sí participaban activamente la representación tenía una imagen y objeto presente, pues su propia experiencia colaboraba en la formación de esa representación particular. 25 Jean Baudrillard, La sociedad de consumo (Madrid: Siglo XXI, 2009) 145. Baudrillard menciona que la publicidad en sí misma es un medio de masas, y en el siglo XX operó “haciendo del objeto un seudoacontecimiento que llegará a ser el acontecimiento real de la vida cotidiana gracias a la adhesión del consumidor a su discurso”. 153; A mediados del siglo XX Gailbraith indicó que para el período, en sociedades modernas “se reconoce que la producción crea las necesidades que procura satisfacer no de una forma pasiva, a través de la competencia, sino de una forma activa, mediante la publicidad y las demás actividades relacionadas con éstas”. La producción de bienes y servicios culturales también cumplía con esta forma activa donde la publicidad, como medio de masas y como estrategia para el consumo, operó en varios niveles de la sociedad tapatía. John Kenneth Gailbraith, La sociedad opulenta (Madrid: Ariel, 2004) 153. 26 Norbert Elias y Eric Dunning, Deporte y ocio en el proceso de civilización (México: FCE, 1988), 123-125

productos del entretenimiento, estos tiempos libres de algunos representaron las horas

laborales de otros. La creación de espacios para uso del tiempo libre en sociedades

modernas e industriales –como las tabernas– significó crear lugares donde también muchos

individuos pudieran encontrar un empleo. 27 El desarrollo de tecnologías para la

comunicación en el siglo XX implicó también la creación de empresas e industrias del

entretenimiento –radio, televisión y cine– donde divertir y acaparar el tiempo libre de la

población se convirtió en el trabajo de muchas personas.

El concepto de entretenimiento está íntimamente ligado al consumo cultural en esta

tesis, pues queda comprendido como el espacio temporal cotidiano donde los tapatíos

cabareteros, divirtiéndose o trabajando, generaban las prácticas internas que permitían

representaciones del cabaret, cumpliendo la función de liberar tensiones laborales y

objetivar deseos de consumo, apropiándose e intercambiando significados.

La última noción secundaria que consideramos operante dentro del marco de la

práctica cultural cabaretera en Guadalajara tiene que ver con una situación contextual que

consideramos fue trascendente para el desarrollo y decadencia de los cabarets tapatíos.

El crecimiento urbano, que tiene fuertes influencias de la situación política,

económica y social de la ciudad durante las décadas de la temporalidad de esta tesis,

permite comprender la serie de reajustes y reestructuraciones de la vida cotidiana de los

tapatíos del siglo XX. Manuel Castells indica que el desarrollo urbano es resultado de un

proceso de relaciones internas de los actores y de la transformación de las dinámicas

sociales en una ciudad, donde el crecimiento de población y la construcción de espacios de

habitación juegan un papel trascendental. 28 De esta forma, el crecimiento urbano

27 Henri Lefebvre, De lo rural a lo urbano. (Barcelona: Península, 1978) 135-137. 28 Manuel Castells, La cuestión urbana (México: Siglo XXI, 1997), 141.

transformó la práctica cultural cabaretera a lo largo del tiempo y será necesario hallar las

formas en que operó y los resultados que arrojó en el crecimiento y final de la vida

cabaretera tapatía.

En resumen, proponemos que la práctica cultural cabaretera estaba conformada por

la cultura del cabaret, las acciones que se desprendían de ella y las representaciones que

generaban, además de las influencias que ejerció el contexto social, político y económico

que permitieron el crecimiento y la decadencia de la vida cabaretera en Guadalajara.

La noción de práctica cultural cabaretera permite acercarnos al análisis del contexto

material y simbólico de donde comenzó a desarrollarse la vida cabaretera en Guadalajara,

así como reconocer y comprender el papel de los elementos internos y externos de los

cabarets en Guadalajara mediante el análisis de las fuentes y con métodos y técnicas

particulares.

La metodología rumbera, el camino de la información y la estructura de la tesis.

La recopilación, organización y análisis de las fuentes representó una de las etapas de

mayor ocupación para este trabajo. Las finalidades de este texto son descriptivas, analíticas

y explicativas, y a lo largo de la tesis el lector podrá encontrar momentos distintos donde

cada uno forma parte de cada una de estas intenciones.

La parte descriptiva intentará dar a conocer los elementos contextuales de la vida

tapatía a lo largo de la temporalidad de esta tesis, así como describir los parámetros

culturales y las prácticas particulares de la vida cabaretera en la ciudad. Posteriormente se

analizarán todos los elementos que interactuaron en torno a la práctica cultural cabaretera y

finalmente se explicarán las causas y consecuencias del desarrollo, auge y decadencia de la

práctica cultural cabaretera en Guadalajara.

La elaboración de esta tesis implicó la búsqueda, captura, lectura, análisis y

evaluación de varias fuentes documentales, audiovisuales y presenciales. Con la finalidad

de ofrecer varios nichos desde los cuales observar el fenómeno cabaretero, la búsqueda

documental siguió los principios planteados desde los objetivos generales de este trabajo.

Las fuentes de archivo fueron el resultado de un gran número de horas invertidas en

los índices anuales de correspondencia del Archivo Municipal de Guadalajara. Dentro de

estos volúmenes empastados –mares de un océano de temas variadísimos– pronto

desarrollamos la sensibilidad de reconocer la información relevante al tema entre todos los

papeles que entraron y salieron y que funcionaron como el medio de comunicación que

tuvo el Ayuntamiento con todos los sectores de la sociedad durante el período comprendido

entre 1945 y 1972, período que nos fue permitido revisar.

En este acervo se logró la revisión de 251 expedientes entre los cuales había

permisos, licencias, clausuras, quejas, solicitudes, informes de inspección, reglamentos y

una excepción en la temporalidad que corresponde al acta de sesión de cabildo en torno a la

decisión de remozar la zona de San Juan de Dios en 1978. Todos estos documentos nos

permitieron observar la existencia de establecimientos –cantinas, cabarets, salones, centros

turísticos, tendajones, restaurantes- que operaban la práctica cabaretera en su interior, así

como su relación con autoridades, vecinos y organismos civiles como sindicatos, juntas de

padres de familia en la ciudad.

En el Archivo del Congreso del Estado de Jalisco se localizaron las legislaciones

correspondientes al expendio y consumo de bebidas alcohólicas promulgadas en los años

1943 y 1959. Estos documentos, en teoría, regulaban la existencia de los centros nocturnos

o “centros de vicio”, y abrieron una ventana para analizar el discurso de las autoridades

frente a los problemas del alcoholismo y la prostitución en cabarets. Particularmente, la

Ley de 1959 fue uno de los documentos que más datos ofreció para comprender la relación

entre autoridades y empresarios del vicio, como se explicará en el segundo capítulo.

Posterior al período empleado en la búsqueda documental, la hemeroteca de la

Biblioteca Pública del Estado de Jalisco (BPEJ) fue durante varios meses como mi segundo

hogar. A pesar de que este trabajo de investigación comenzó a desarrollarse en el período

que este acervo cambió radicalmente de domicilio –complicando así la frecuencia de mis

visitas– en este fondo se capturaron 478 fotografías de noticias, opiniones y –

principalmente– anuncios sobre cabarets que nutren los espacios gráficos de esta

investigación. A la par de las visitas diarias al edificio de la nueva BPEJ, se realizó la

consulta de la Hemeroteca Digital de El Informador, albergada en la página de internet del

periódico.

La información de las páginas de El Occidental fueron la principal fuente de datos.

Desde la fundación del diario en 1942, este diario, a comparación de El Informador fue el

que mayores aportes pudo dar para el tema en cuestión. El Occidental, como un diario que

surgió con la expectativa de competir en el mercado con el tradicional y ya bien establecido

Informador, intentaba ser “más ‘serio’, igualmente conservador y vehículo publicitario por

excelencia”. 29 De esta forma, tratando de captar mayores ingresos mediante la publicidad,

El Informador y El Occidental permitían la inserción de anuncios sobre múltiples formas de

entretenimiento como salas de cine, cafés, restaurantes y centros de espectáculos en hoteles.

29 Gilberto Fregoso Peralta y Enrique Ruiz Sánchez, Prensa y poder en Guadalajara. (Guadalajara: UdeG, 1993), 61

En las primeras dos décadas de la temporalidad de esta tesis ambos periódicos

permitieron la inserción de anuncios sobre centros turísticos, clubes y cabarets, lo cual hizo

de sus páginas un rico campo para obtener información mediante el análisis de la

publicidad. Entre ambos periódicos pudimos utilizar una metodología comparativa para

describir y analizar las ofertas cabareteras, pues no eran siempre los mismos negocios los

que se publicitaban en uno y en otro diario.

Hacia la década de 1960 El Informador permitió cada vez menos anuncios sobre

negocios con práctica cultural cabaretera, y sus anuncios se enfocaron más hacia las

carteleras de cine y las propuestas de diversión de grandes hoteles, restaurantes y clubes

sociales, que no contenían elementos de la vida cabaretera. A partir de esta etapa este diario

ya no ofreció posibilidades para el análisis, así que fue abandonada la consulta en línea de

su hemeroteca digital en esta investigación. Las técnicas utilizadas para consultar este

diario fueron los muestreos de ocho meses entre 1940 hasta 1965, donde pronto se

identificó que los anuncios cabareteros sólo aparecían los fines de semana.

El Occidental se consolidó como el vehículo publicitario de la vida cabaretera desde

sus primeros años, y además contenía una cantidad relevante de noticias en torno a los

temas del vicio, la prostitución y los centros nocturnos. Por el carácter inicial del diario,

cercano a grupos de la jerarquía católica local y partidos de derecha, las primeras décadas

del diario presentaron una cantidad alta de noticias relativas al control del consumo de

bebidas alcohólicas, al crecimiento del vicio en la ciudad y, en la nota roja, a las actividades

delictivas que sucedían dentro de cantinas y cabarets, muchas veces mencionados como

lugares de entretenimiento popular.

La búsqueda de información en El Occidental fue a través de muestreos, revisando

entre siete y nueve meses de cada año del diario, desde 1942 hasta 1987. Por medio de esta

revisión encontré variaciones, similitudes, continuidades y prácticas comunes a lo largo de

casi 45 años del desarrollo de la práctica cabaretera, donde los fines de semana eran

también las fechas relevantes al tema, pero a partir de mediados de la década de 1960

también surgían anuncios y carteleras con artistas importantes desde los días jueves de

algunas semanas.

Otro apartado de fuentes que fue menester revisar para este trabajo correspondió a la

cinematografía. Este sector audiovisual de información obligó a confrontar dos tipos de

cine nacional muy dispares, pero que en el fondo compartían una trama general y un

espacio común del desarrollo de sus historias. Las películas de rumberas y de ficheras

operaron como un escape lúdico a las horas de investigación a pesar de que fueran vistas no

con ojos de espectador, sino con mirada investigativa.

Finalmente, las entrevistas realizadas dieron la pauta para hallar los elementos

característicos de los cabarets. Se entrevistó a dos personajes, aunque uno de ellos sólo

pudo asistir a una sesión. Ambos participaron de la vida cabaretera en Guadalajara así

como en otras partes del país dentro del ambiente del espectáculo y el entretenimiento.

Adolfo Torres “Barú” y Mickey “El Italiano” ofrecieron sus experiencias sobre la vida

cabaretera en charlas que estaban orientadas por cuestionarios, enfocados hacia el tema de

los cabarets en Guadalajara.

La principal función que cumplieron estas sesiones de entrevista fue ofrecer datos y

descripciones de la vida cabaretera en la ciudad que nos permiten reforzar o rechazar

algunas de las ideas que las fuentes documentales fueron creando, sobre todo en el caso de

los reglamentos y legislaciones.

La suma de las fuentes, la metodología, las propuestas teóricas, los objetivos y las

hipótesis nos permitieron desarrollar esta tesis, que está diseñada de acuerdo a tres etapas

históricas precisas y que cada una corresponde a un capítulo particular:

• La primera es la de reconocimiento y desarrollo inicial de la vida cabaretera,

que abarca desde 1943 hasta 1954. Ambas fronteras están delimitadas por la

aparición del primer reglamento de espectáculos públicos hasta la creación

del decreto 5941, que fue la primera ley formal para regular el vicio en

Jalisco.

• La segunda inicia con la creación del decreto 5941 en 1954 y termina en la

etapa donde se nota la transformación de la publicidad en torno a los

cabarets, en una frontera difusa de algunos cuantos años entre 1968 y 1970.

• La tercera inicia con la oleada cultural que empapó todas las formas en que

se desarrollaban los medios de comunicación y las industrias del

entretenimiento en el país a partir de 1968 y termina con los últimos años de

existencia cabaretera en la ciudad a mediados de la década de 1980.

Entre la segunda y la tercera etapa fue necesario integrar un capítulo extra que

permitiera describir, analizar y explicar las cuestiones relativas a las prácticas y

representaciones que se generaron sobre los cabarets en los primeros dos episodios, con la

finalidad de dar continuidad al discurso y abrir paso al último capítulo de esta tesis.

Al final, con la aplicación de las metodologías, la orientación de las propuestas

teóricas y las hipótesis y objetivos particulares de cada capítulo, esperamos ofrecer al lector

una visión general sobre la vida cabaretera en la ciudad en los cuatro capítulos así como un

análisis puntual sobre los elementos que conformaron, dieron auge y lograron hacer decaer

a la práctica cultural cabaretera en la ciudad de Guadalajara.

Capítulo I.

La ciudad y el cabaret. Desarrollo de la práctica cabaretera en Guadalajara.

En esas noches de frio

de duro cierzo invernal llegan hasta el cuarto mío

las penas del arrabal.30

Como parte esencial de la vida, las diversiones y el entretenimiento han acompañado al

hombre y a las sociedades a lo largo de la Historia junto con los grandes acontecimientos

políticos y culturales. Pese a las guerras, las crisis económicas y naturales, y otros factores

de impacto en una comunidad, las formas elementales de la vida cotidiana han operado

continuamente y van transformándose lentamente, partiendo de principios de apropiación

de lo que el entorno ofrece a los hombres y mujeres comunes de determinado tiempo y

espacio, en lo que “el aquí y el ahora” presentan como posibilidades.31

Divertirse puede cumplir varias funciones dentro de una sociedad, siendo desde una

distracción hasta una forma de obtener ingresos económicos en prácticas de consumo.

Particularmente, me parece que analizar las formas en que una sociedad se divierte puede

revelarnos algunas de las partes implícitas del sistema cultural en que se desenvuelven los

individuos que la conforman.

Una de las cosas que pretende este capítulo es tratar de comprender el desarrollo

inicial de una práctica de esparcimiento que, además de operar como una manera de

desahogo y entretenimiento, era una forma de expresión del panorama sociocultural tapatío

de mediados de siglo XX. El objetivo de estas páginas es establecer la relación entre

30 Agustín Lara, “Arráncame la vida”. Publicado en Febrero 14, 2000 en The Originals: Agustin Lara Sings His Songs (Remastered), YOYO USA, Inc., Compact Disc. 31 Thomas Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad (Buenos Aires: Amorrortu editores, 1968), 39.

habitantes, política, economía, cultura y espacio urbano, que propició la existencia de una

forma de diversión particular entre 1940 y 1954: los cabarets.

Históricamente, la conformación urbana de Guadalajara fue el resultado de un

proceso de segregación social y distribución demográfica orientada cardinalmente.32 Hacia

el centro y poniente, los miembros de las clases dominantes –clero, autoridades y

comerciantes– que conformaron años atrás la oligarquía tapatía asentaron sus hogares y

comercios. Colonias como la Francesa, Moderna y Americana construidas a finales del

siglo XIX y principios del XX, son resultado de este proceso donde las clases de mayor

nivel en la escala socioeconómica fueron migrando cada vez más hacia el oeste formando

nuevas colonias y fraccionamientos.33

Como parte de esta dinámica urbana, a partir de la década de 1930 la ciudad fue

escenario de la aplicación de diversas políticas de urbanización y fomento a la manufactura

que respondieron a las necesidades del contexto general, donde la creciente

industrialización generada por la Segunda Guerra Mundial, así como el proceso de

inversión económica en los espacios urbanos por parte de los gobiernos federal y estatal,

contribuyeron a transformar la dinámica social tapatía. 34

Éstas políticas favorecieron ciertas actividades productivas, dentro de las cuales la

manufactura de bienes de consumo y el comercio fueron las de mayor importancia en la

ciudad. Como consecuencia de esto la agricultura, importante en zonas cercanas a la capital

32 Irma Beatriz García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos. Políticas urbanas para Guadalajara (Guadalajara: U de G., 2002), 11. 33 Águeda Jiménez Pelayo, Jaime Olveda y Beatriz Miranda, El crecimiento urbano de Guadalajara. (Zapopan: El Colegio de Jalisco/H. Ayuntamiento de Guadalajara/INAH,1995), 255-257. 34 Gustavo Garza, La urbanización en México (México: El Colegio de México, 2005), 43-46.

jalisciense, fue debilitándose y orillando a campesinos y jornaleros de las regiones aledañas

a migrar hacia los centros urbanos en busca de mejores oportunidades de subsistencia.35

Con la llegada de nuevos habitantes rurales a Guadalajara, los hábitos, usos y

costumbres que trajeron consigo convivieron con las formas consolidadas de

comportamiento arraigadas en la ciudad por parte de las élites y las clases subalternas

establecidas. Las formas de dar significado al entorno material y simbólico de los tapatíos

viejos y nuevos se conocieron en este proceso y comenzaron a interactuar.

En los barrios populares,36 edificados en su mayoría hacia el oriente de la ciudad,

los migrantes que allí se asentaron buscaron las formas de subsistencia que el espacio

urbano les ofrecía, satisfaciendo sus necesidades de empleo y esparcimiento con lo que

tenían más cercano a sus posibilidades. Los nuevos habitantes establecidos fueron

empleados en pequeños comercios, trabajos artesanales y de servicios menores, o en las

industrias como obreros, con lo cual obtenían las ganancias para pagar a crédito los lotes

ofertados en la periferia de la ciudad, especialmente en el lado oriente donde podían asentar

sus hogares a precios accesibles.

Así, podemos pensar que ciertas prácticas de entretenimiento en estas zonas, tan

necesarias en todas las sociedades, se fueron transformando gracias a la llegada e

integración de un sector amplio de inmigrantes dentro de las clases subalternas tapatías,

especialmente en los nuevos barrios populares durante 1940 y 1950, período en que

centramos este capítulo.

35 Daniel Vázquez, Guadalajara, ensayos de interpretación (Zapopan: El Colegio de Jalisco ,1989), 74. 36 Entendiendo por “popular” al sector de habitantes ya establecido, que junto con muchos de los nuevos tapatíos pertenecieron a la clase media-baja económicamente hablando, y que vivían en cierta subalternidad tanto política, como cultural y económica. James Scott, Los dominados y el arte de la resistencia (México: Era, 2000), 65.

Con lo anterior podemos considerar que las diversiones y formas de entretenimiento

en la ciudad, lejos de ser prácticas culturales determinadas impositivamente por parte de las

autoridades o los grupos dominantes, fueron el resultado de diversos factores en los que las

clases populares intervinieron de manera directa junto con el resto de los sectores de la

sociedad tapatía.

El primer desarrollo de los cabarets en Guadalajara, tema que nos compete en este

trabajo, fue propiciado por el proceso de crecimiento urbano local, donde operaron las

políticas de desarrollo social aplicadas en la ciudad, la llegada de nuevos habitantes de

origen rural con usos y hábitos comunes, la dinámica económica local que estas

migraciones generaron y la creación de espacios urbanos como lugares de interacción entre

los migrantes recién llegados con otros sectores populares de la población tapatía, los

grupos de clase media y las clases más adineradas de la ciudad.

Como resultado de la situación urbana local, a lo largo de la ciudad comenzaron a

desarrollarse diversas actividades productivas y de esparcimiento que variaban en sus

características de acuerdo al lugar donde estaban ubicadas en la orbe; tanto un trabajo como

una diversión se realizaban de manera diferente en los lugares que frecuentaban los tapatíos

adinerados en las colonias y fraccionamientos del poniente, contrastando esto con los

barrios y colonias populares, donde las prácticas comunes adquirían cierto tipo de rasgos,

como es el caso de los centros nocturnos y específicamente los cabarets.

Para comprender el funcionamiento de estos establecimientos y prácticas en el

marco de las actividades de entretenimiento tapatías, en este capítulo se ofrece una visión

general del desarrollo de las formas de diversión en la ciudad para la década de 1940, al

considerar que será relevante observarlas primero como resultado del crecimiento urbano y

demográfico del período, para posteriormente analizarlas en conjunto y establecer las bases

del desarrollo de un primer episodio de vida cabaretera activa en la ciudad. Con ello

pretendo esbozar cómo los tapatíos comenzaron a asimilar una práctica que ya existía y que

no era aceptada moralmente por las autoridades civiles y morales de la ciudad, para abrir

paso a la etapa de aceptación y asimilación de la práctica cabaretera.

En el ámbito de las formas de vida cabaretera del período inicial, podemos

distinguir dos tipos de establecimientos: los populares –representados en cantinas, salones y

cabarets declarados– y los cabarets de clase alta o de frac entre los que se enlistaban centros

turísticos y sociales, restaurantes y cafés. A lo largo de estas páginas está trazada también la

intención de comprender en qué consistían las diferencias en cuanto a establecimientos y

prácticas entre cada una de las formas del cabaret mencionadas arriba, tales como los

espectáculos, la relación con la autoridades, el consumo y la interacción entre elementos

como clientes y empleados, por mencionar un ejemplo particular.

En este capítulo se busca esbozar de manera general la caracterización de la vida

nocturna en Guadalajara durante el período en el que creció la existencia de lugares donde

se podían realizar las prácticas cabareteras, y a su vez propongo que el cabaret no se define

únicamente como un lugar con un tipo de licencia comercial, sino como una práctica

cultural de entretenimiento que sucedía tanto en lugares específicos llamados cabarets, así

como en cantinas y otros centros nocturnos como salones de baile y centros turísticos.

También es importante plantear que en esta etapa –década de 1940 y parte de 1950– los

cabarets, junto con otras actividades del llamado vicio, cobraron importancia para las

autoridades que por primera vez intentaron regularlas con mayor rigor.

Establecidas las primeras pautas a considerar, procedemos a la explicación del auge

y desarrollo de los cabarets tapatíos hacia el período en que existe cierta primera

asimilación y desarrollo de esta forma de esparcimiento y de vida.

1.1- El crecimiento urbano: Nuevas zonas de habitación popular.

El desarrollo urbano de Guadalajara para los años cercanos a la mitad del siglo XX fue

resultado de un proceso vertiginoso en el que la cantidad de habitantes de la zona urbana

aumentó de forma acelerada. Como parte de una tendencia mundial –la creciente demanda

industrial ocasionada por la Segunda Guerra Mundial– conjuntamente con las políticas

económicas nacionales y locales, la sociedad tapatía sufrió transformaciones en su

composición a lo largo de varias décadas. La nueva urbe tapatía con sus áreas generadas,

dependiente dentro del sistema económico nacional y de la dinámica global monetaria,

provocó la reestructuración del espacio urbano y las actividades cotidianas acorde a las

demandas industriales globales.37

A pesar de que en esta etapa fue posible ver incrementada considerablemente la

población por la llegada de forasteros, Guadalajara estaba integrada en una dinámica de

inmigración desde años anteriores. Durante la Revolución Mexicana, una cantidad

importante de fuereños se avecindaron en la perla tapatía y hallaron lugares de vivienda en

la zona centro de la ciudad, así como trabajo en algunos de los comercios cercanos a esta

área.38 En este período comenzó también cierta segregación en las viviendas para sectores

populares que se incorporaban dentro de la ciudad, juntándolos con los grupos que ya

existían bajo esta condición, pues la dinámica del siglo anterior donde la clase media-alta

local buscaba separar sus zonas de actividad cotidiana de los sectores populares se mantuvo

hasta bien entrado el siglo XX. A pesar de que esta situación delimitaba algunas fronteras

en torno a las zonas habitacionales, en el ámbito de las prácticas cotidianas estos límites

37 Castells, La cuestión urbana, 55-56. 38 García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 63.

podían ser transgredidos con cierta facilidad y la interacción entre clases sociales en lugares

y puntos comunes resultaba inevitable.

Años después de la Revolución, la ciudad de Guadalajara –al igual que muchas

otras urbes del país– comenzó a recibir más habitantes provenientes de zonas rurales a

partir de la ejecución de la Reforma Agraria emprendida por el entonces presidente Lázaro

Cárdenas, y gracias también al auge industrial que representó la antesala de la Segunda

Guerra Mundial.39 El proceso agrario cardenista, que había iniciado años atrás durante el

período revolucionario, irónicamente operó para que varios de los nuevos propietarios de

parcelas –campesinos que ahora tenían derechos sobre tierras ejidales o privadas

repartidas– tuvieran que migrar a zonas urbanas en busca de mejores oportunidades. Con la

adquisición de tierras el gobierno federal no aseguró la prevalencia de una forma de

producción y consumo de bienes básicos con base en el campo, sino la integración del

campesinado –amplio grupo social en todas las latitudes mexicanas– a la dinámica política-

electoral del momento.40

El abandono nacional del agrarismo, representado por la transición presidencial

entre Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho, encarnó las intenciones políticas

populistas del partido dominante sobre la Reforma Agraria donde una gran cantidad de

campesinos quedaron abandonados con sus tierras recién adquiridas, pero con muy pocas

probabilidades de competir en un mercado industrial donde los grandes empresarios y

antiguos propietarios del campo estaban ya establecidos y les llevaban mucha ventaja. La

39 Patricia Arias, “La vida económica tapatía en el siglo XX” en Capítulos de Historia de Guadalajara, tomo II (Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1992) 72. 40Lorenzo Meyer, “La institucionalización del nuevo régimen” en Historia General de México (México: Colmex, 2000) 867.

migración de masas de habitantes rurales hacia las ciudades que comenzaban a abrir

fábricas y solicitaban mano de obra se tornó casi inevitable.

Esta etapa de migraciones se conjugó algunos años después con ciertas políticas

modernizadoras a nivel nacional, donde los centros urbanos del país comenzaron a recibir

más habitantes que provenían de tierras cercanas y lejanas, en busca de vivienda y

subsistencia en las incipientes fábricas o empresas manufactureras, sobre todo en el período

de progreso material de los presidentes Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán.41

En el ámbito local, la llegada de migrantes de zonas rurales jaliscienses –así como

de los estados de Zacatecas y Michoacán– representó un incremento de población

importante a la ciudad, aunque menor comparado con otras áreas como el Distrito

Federal.42 El crecimiento de la población en Guadalajara, que pese a tener cierta relevancia

en la época aún no era uno de los principales centros económicos y demográficos del país,

se puede observar considerando que para 1930 la ciudad contaba con 101,000 habitantes y

se incrementó a 380,000 habitantes en 1950;43 en veinte años la población casi se había

cuadruplicado.

A lo largo de esta etapa las autoridades tuvieron que buscar lugares para poder

ofrecer habitaciones a los nuevos tapatíos, y es en este sentido que se inicia el proceso de

urbanización y creación de viviendas populares, sobre todo hacia el oriente de la ciudad en

un gran espacio que presentaba características idóneas para la edificación de colonias de

uso habitacional. De esta manera, durante los períodos de Marcelino García Barragán y

41 Lorenzo Meyer, “De la estabilidad al cambio”, en Historia General de México (México: Colmex, 2000) 885. 42 Jesús Arroyo Alejandre, Migración a centros urbanos en una región de fuerte emigración. El caso del occidente de México, (Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1986), 33-42. 43 Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Censos poblacionales de la República Mexicana 1930, 1940 y 1950.

Jesús González Gallo al frente del Gobierno del Estado de Jalisco (1943 a 1953), la ciudad

vivió un lapso de transformación urbana mayoritariamente hacia el oriente.

En este proceso fueron creados los reglamentos del Consejo de Colaboración y de

Creación de Fraccionamientos, que regulaban las dinámicas de uso del suelo y construcción

de nuevos núcleos habitacionales, y se promulgaron algunas leyes como la Ley General de

Planeación Urbana de 1933, la Ley General de Cooperación, Planeación y Obras públicas

del Estado en 1936, y finalmente la Ley sobre Urbanización en 1940 –que integraba en sus

páginas una justificación en torno a la existencia del vicio– con las que se buscaba regular

el crecimiento de la ciudad en un sentido moderno.44

En términos de Castells podemos entender que este crecimiento no resultó gratuito,

sino que respondió a un impulso industrial y económico dentro de la sociedad,45 en este

caso la tapatía, donde la no correspondencia entre el número de oferta laboral (menor) con

la cantidad de nuevos habitantes (mayor), había obligado la multiplicación de la actividad

industrial, generando así las posibilidades de empleo como mano de obra para los nuevos

actores urbanos y nuevos grupos sociales ubicados dentro de zonas particulares de la

ciudad. Esta transformación urbana produjo también cambios en las formas y actividades

cotidianas tapatías.

Con la creación en 1943 del Consejo de Colaboración Municipal se abre un capítulo

nuevo en la historia del desarrollo económico tapatío donde gobierno, empresarios y

ciudadanía firmaron un pacto tácito de cooperación para la modernización de la ciudad y su

entrada a la competencia nacional en tanto industria y desarrollo social.46

44 García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 172-181. En el apartado llamado “Los primeros intentos” la autora hace una relación breve acerca de las legislaciones locales sobre tema urbano durante los veinte años comprendidos entre 1930 y 1950 en Guadalajara. 45 Castells, La cuestión urbana, 141. 46 Vázquez, Guadalajara, 83.

La configuración de las relaciones comerciales para los nuevos tapatíos, en las que

se distinguen tres personajes mencionados por Harvey47 –inquilinos, instituciones de

gobierno mediadoras y agentes inmobiliarios– resultó en la edificación de varias colonias

populares que significaron la aparición para muchos tapatíos del llamado “milagro

mexicano” en el que la bonanza económica parecía traducirse en beneficios para toda la

población del país, y en el que los sectores populares eran dependientes de un gobierno casi

paternalista que les proveía de políticas provechosas para satisfacer sus necesidades

básicas, como la adquisición de una vivienda.48

Estas políticas urbanizadoras tuvieron impacto no sólo en los grupos populares

tapatíos, pues el uso de los edificios en el centro de la ciudad comenzó a cambiar después

de que sus inquilinos, pertenecientes a clases medias y altas, comenzaron a buscar nuevas

viviendas en el poniente de la ciudad. De esta forma, el crecimiento sucedió hacia dos

puntos opuestos de Guadalajara: las clases populares se dirigieron hacia el lado oriente de

la calzada Independencia en busca de casas de menor precio, y quienes pudieron adquirir

algún terreno o finca de mayor costo se mudaron hacia el oeste de la urbe. 49 Los predios en

el centro pasaron a manos de comerciantes que abrieron negocios para la población

ofreciendo así empleos para los tapatíos de clase media-baja, y otros edificios continuaron

para el oficio religioso, los servicios educativos y las oficinas burocráticas-

gubernamentales.

Si bien el desarrollo urbano había comenzado algunos años antes, durante el

gobierno del General Marcelino García Barragán en el estado, Guadalajara vivió el proceso

de estabilización de las colonias ya creadas durante la década de 1930. No hubo mayor

47 David Harvey, Urbanismo y desigualdad social (Madrid. Siglo XXI, 1992) 170-172. 48 Garza, La urbanización, 54. 49 Jiménez Pelayo, El crecimiento urbano, 229.

aprobación para el desarrollo de nuevos sectores inmobiliarios sino hasta el siguiente

período donde la llegada del Lic. Jesús González Gallo no sólo significó una nueva oleada

para el mercado inmobiliario y la multiplicación de los tapatíos, ya que en aras de un

cambio “moderno”, el corazón de la ciudad sufrió modificaciones importantes en tanto a

vialidad, diseño y uso del suelo.

En doce años aproximadamente los esfuerzos de los motores urbanizadores

lograron la construcción y desarrollo de varios núcleos habitacionales, entre los cuales

estaban:

las colonias Alcaraz, al norte del parque Morelos, Los Romos, Ferrocarril en el sur, las Huertas, la Loma y después de 1945 a 1952 otras 17 colonias: Federacha, Talpita, Postes Cuates, La Huerta, Ciudad Perdida, Penal, Mariano Escobedo, San Martín, el Tepopote, Medrano, Huerta Vieja, Colonia del Sur, Unidad Modelo, la Habitación Popular, San Rafael, Barranquitas e Independencia.50

Además de la creación de nuevos barrios, colonias y fraccionamientos, los

encargados del desarrollo material de la ciudad tuvieron que contemplar el crecimiento del

uso del automóvil en esta década, pues poco a poco los automotores comenzaban a ocupar

un espacio primordial en la vida de los tapatíos. En diez años creció también

vertiginosamente el uso de automóviles y vehículos, pues se estima que “de diez mil

quinientos autos, camiones y autobuses registrados en 1940, aumentaron a veinticinco mil

en 1950”.51

El ensanchamiento de avenidas como 16 de Septiembre y Juárez mostró la intención

de las autoridades para hacer del centro de la ciudad un espacio destinado a las actividades

administrativas y comerciales con vías de tránsito automotriz fuerte, obligando poco a poco

50 Victor Hugo Lomelí Suárez, Guadalajara, sus barrios (Guadalajara: 1982, Ayuntamiento de Guadalajara), 33-34. 51 Fernando Martínez Reding, Los tapatíos, un modo de vivir. (Guadalajara: 1987, Ayuntamiento de Guadalajara), 317.

a los propietarios de fincas habitacionales a migrar hacia las colonias y fraccionamientos de

la periferia.

Esta nueva dinámica la podemos comprender como resultado del proceso

urbanizador que se dio de la mano con la tendencia comercial e industrial nacional, y

debido a esto los habitantes de las nuevas colonias se vieron en la necesidad de apropiarse

culturalmente de los nuevos lugares de residencia y de realizar sus actividades laborales o

de esparcimiento, con aquello que los nuevos lugares ofrecieron como posibilidades. De

esta manera, en el centro de la ciudad se configuraron nuevas prácticas, donde en torno a lo

comercial surgieron varias industrias del ocio y el entretenimiento.

A pesar del surgimiento de lugares destinados a la diversión, el centro de

Guadalajara no fue el único espacio donde se podían ofrecer los servicios de ocio, pues en

palabras de Castells “el centro no era, pues, la ‘zona de ocio’, sino el marco espacial de

acción de un ocio posible, a estructurar por los actores siguiendo los determinantes

sociales generales”. 52 También en los barrios, las colonias o los fraccionamientos,

existieron nuevos lugares donde lo que estaba al alcance de “ir a pie” podía cumplir el

objetivo de entretener a los tapatíos de los barrios y las colonias de las nuevas periferias.

Con esto podemos comenzar a explicar que las prácticas de diversión y

entretenimiento en Guadalajara se diferenciaron inicialmente gracias al espacio urbano

donde se encontraban, haciendo que los negocios y servicios para el ocio y el esparcimiento

fueran diferentes entre una colonia popular del oriente de la ciudad, como el caso de

Oblatos, y un fraccionamiento o colonia destinado para clases medias y altas, como la

colonia Chapalita construida hacia el poniente alrededor de 1950.

52 Castells, La cuestión urbana, 276.

Consecuentemente, comprendemos que en el proceso de ampliación urbana hacia

dos polos –oriente y poniente– se configuraron relaciones sociales y prácticas

diferenciadas. En el desarrollo de la vida nocturna, las actividades prohibidas y las formas

de entretenimiento existieron de manera diferente en sus características en ambos lados de

la ciudad, pero con similitudes en los tipos de espectáculos ofrecidos y en las intenciones de

esparcimiento para los habitantes. Los tapatíos que participaban de las diversiones

noctámbulas algunas ocasiones podían asistir a cabarets y centros de esparcimiento que

transgredieran los límites supuestos de clase social y lugar de residencia, y así estos actores

dotaron de mayor complejidad a las prácticas culturales de entretenimiento en la época.

Los dos mapas que a continuación se muestran (mapas 1 y 2) ofrecen una visión

general acerca del estado de la ciudad de Guadalajara en 1940 y el crecimiento de zonas

habitacionales en la mancha urbana durante a década siguiente. En ellos se trazan los

espacios físicos que se fueron llenando con viviendas, industrias y comercios que durante

los siguientes años consolidaron el crecimiento urbano tapatío, junto a sus formas de

entretenimiento desde mediados del siglo XX.

Mapa 1. Guadalajara en 1941.53

53 Mapoteca del Archivo Histórico del Estado de Jalisco (ACEJ).

Mapa 2. Guadalajara en 1950. Nuevos desarrollos habitacionales.54

54 Mapoteca ACEJ.

1.2- Formas de diversión en Guadalajara desde 1940.

Para los habitantes de la Guadalajara de 1940 el entretenimiento era un apartado de la vida

social con múltiples posibilidades de participación. Pudiendo ser desde espectador simple

hasta parte activa de las diversiones para pasar un rato, corto o prolongado, alejado de las

obligaciones cotidianas, los tapatíos podían elegir entre varias opciones que se ajustaban a

su tiempo y a la cantidad de dinero en sus bolsillos.

En un territorio de 2,620 hectáreas habitado por aproximadamente 230,000 tapatíos,

el consumidor de servicios y bienes de entretenimiento podía caminar por las calles del

centro de la ciudad para contemplar el espectro variado que le ofrecían. Entrar al cine para

ver los estrenos de Hollywood o de la industria fílmica mexicana, detenerse en algún

restaurant a consumir el plato del día o la especialidad, ingresar a una carpa para ver las

marionetas, cómicos y demás espectáculos de variedades, pagar una localidad en la plaza

de toros El Progreso para una corrida o en el estadio municipal para un partido de fútbol o

darse un chapuzón en algún estanque cercano, eran oportunidades para quien buscaba

esparcimiento. 55

Como una posible pista de la existencia de diversiones tapatías y su relevancia en la

vida social, está el Reglamento sobre espectáculos públicos en la edición de 1943 donde las

autoridades municipales señalan por espectáculos:

las representaciones teatrales, las audiciones musicales, las exhibiciones cinematográficas, las funciones de ”Variedades”, las carreras de caballos, perros, automóviles, bicicletas, etc., las exhibiciones aeronáuticas, los circos, los frontones,

55 El Occidental, 2ª sección, 14 de octubre, 1943. Consultado en la Hemeroteca de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco (En adelante BPEJ). Publicidad general sobre espectáculos, como cine, futbol, lucha libre, bailes, cafés, cantinas. Era frecuente encontrar en las páginas de este diario información acerca de espectáculos y diversiones variados para diversos sectores sociales que tuvieran acceso a este diario. Para estudios específicos sobre diversiones en el siglo XX en Guadalajara ver el trabajo de Luis Antonio González Rubio, comp., Encuentros sociales y diversiones. (Guadalajara: Secretaría de Cultura/Gobierno del Estado de Jalisco, 2005).

los juegos de pelota, las luchas, los ejercicios deportivos en general, los bailes públicos, los cabarets y en suma todos aquellos en los que el público se reúne con el objeto de divertirse.56

Desde la entrada en vigor de este reglamento, el ayuntamiento mostró la intención

de regular todas las actividades mencionadas con el afán de vigilar su funcionamiento y

cobrar los impuestos pertinentes que correspondan a permisos y licencias. Asimismo, en

este reglamento hay una diferenciación de las actividades de acuerdo a clases en el que el

criterio de equipamiento y condiciones de los establecimientos era la condición distintiva.

La necesidad de reglamentar las diversiones, aunque sea de forma parcial, lleva a

preguntarnos en qué medida los giros de diversión nocturna en general, y los cabarets

particularmente, iban convirtiéndose en parte relevante de la vida nocturna tapatía.

En la oferta de espacios de diversión es aparente que los gustos y la proximidad de

los lugares podían ser factores que influyesen en la toma de decisiones para asistir a un tipo

de establecimiento en lugar de otros. De esta forma, podríamos comprender que en torno a

los gustos y los criterios que empleaban los tapatíos para su diversión, estaban involucradas

cuestiones relativas a la comodidad, cercanía y apropiación de un ambiente que le fuera

familiar al parroquiano o consumidor ocasional de los servicios de esparcimiento.

Para los habitantes de la ciudad no era lo mismo divertirse dentro de una zona que

en otra, particularmente haciendo la diferenciación entre barrios y colonias populares con

las colonias y fraccionamientos de estatus alto. La oferta de distracciones variaba de

acuerdo a las condiciones económicas, sociales y culturales de cada parte de la ciudad,

atendiendo a un sentido funcional. Una cantina con todos los equipamientos necesarios

según el reglamento y, por ende, con precios mayores, hubiese sido un negocio poco

56 Reglamento para espectáculos públicos, Guadalajara, 1943, Archivo Municipal de Guadalajara (en adelante AMG), Reglamentos: EP 0119, RM/1943, sin páginas.

fructífero en los barrios del oriente de la capital jalisciense habitados por obreros y

empleados de menores ingresos. Prácticas populares como la lucha libre, algunas carpas de

variedades y los bailes quintapatieros contrastaban con las partidas de tenis, las reuniones

sociales por un bautizo o alianza matrimonial y las fiestas en los clubes de renombre de la

alta sociedad tapatía.57

Partiendo entonces de la división por clase social y por zona de las actividades,

añadimos la cuestión del horario de su realización. Lo diurno y lo nocturno se presentaban

antagónicamente como lugares comunes de ciertas prácticas y de ciertos sectores sociales.

Por la mañana se realizaban las tareas aceptadas moralmente, las que no representaban daño

alguno ante la sociedad permitiendo la interacción entre grupos sociales, mientras que por

la noche salir a divertirse podía convertirse en una tragedia, dependiendo de la zona y de las

personas que acudían al lugar de esparcimiento. En el horario nocturno operaban algunos

teatros –incluidos los de “revista”–, restaurantes y –mayoritariamente– los llamados centros

de vicio.58

Dentro de ésta última categoría estaban encasilladas las cantinas, piqueras, salones

de baile, cabarets, cervecerías, tabernas y expendios de alcohol que, a su vez, estaban

diferenciados también por la zona en que estaban establecidas y por la concurrencia que

llenaba sus interiores. Así, con una oferta nocturna amplia, quien pretendía divertirse podía

elegir entre varias actividades para lograr su cometido.

Con la oferta de entretenimiento también podemos reconocer la distinción de clases

y gustos entre los tapatíos, incluso en los nombres de los establecimientos. Para el Sector

57 A lo largo de las páginas de El Occidental podemos hallar estas diferencias. Casi como una frontera de información, la división de la primera sección (donde además de las noticias de guerra y política nacional se hallaba lo que concernía a la “alta sociedad tapatía) con la segunda sección (información de política local, nota roja, deportes y espectáculos) hace notoria la intención del diario de establecer los límites entre dos grandes sectores de población tapatío: la clase adinerada y las clases populares. 58 El Occidental, “Una solución al problema del vicio”, 2ª Sección, 12 de septiembre, 1942, BPEJ.

Juárez –habitado por clase media-alta– la presencia de lugares como el Salón Cué, el

Colonial Club o el Ritz entre otros, 59 contrastaba con las cantinas del Sector Libertad La

nalgada y Mi ranchito,60 de nombres más procaces o con reminiscencias de lo rural, como

se puede observar en las imágenes 1 y 2.

Imagen 1. Publicidad Ritz.61 Imagen 2. Anuncio Mi Ranchito.62

Para los primeros años de la década de 1940 la publicidad en torno a centros de

recreación nocturna adquirió mayor variedad. En este contexto comenzamos a tener

noticias de cafés como El Colonial o restaurantes como Rhin que ofrecen a sus clientes thés

danzantes o espectáculos de variedades con cómicos, orquestas locales y baile. 63 Estos

lugares, considerados algunas veces restaurantes, otras veces cafés y en algunos casos como

59 El Occidental, 2ª Sección, 7 de abril, 1944, BPEJ. 60 El Occidental, “Zafarrancho en un cabaretucho”, 2ª Sección. 11 de enero, 1943. BPEJ. 61 El Occidental, 2ª Sección ,4 de Septiembre, 1942, BPEJ. 62 El Informador, Sección 2, 20 de Junio, 1946, consultado en la Hemeroteca Digital de El Informador (En adelante HDI). 63 Los thés danzantes consistían en una especie de tardeada donde se servía té de distintos tipos a los clientes y se contaba con el servicio de alguna orquesta que ambientara musicalmente ofreciendo la posibilidad de bailar en una pista del salón a quien quisiera.

cantinas,64 empiezan a ofrecer cierto tipo de actividades en el interior que comienzan a

reconocer la existencia de prácticas que no eran tan nuevas pero no se mencionaban como

tales en los medios, en el caso de las clases altas.65 Dentro de las cantinas de barriada

también surgieron nuevos elementos que permiten comprender prácticas similares a las de

establecimientos de alto estatus, pero con características particulares.

Las nuevas formas de espectáculo como la música de orquesta, los nuevos géneros

sonoros afrocaribeños, los bailes programados y la presencia de esculturales rumberas

dentro de un ambiente que se presenta como alegre y atractivo al consumidor, permite

pensar que hay cierto gusto por las prácticas cabareteras en los giros de esparcimiento para

las clases media y alta, pues algunas de las actividades que ofrecían eran características del

cabaret. De manera paralela, pero tal vez en menor medida, la presencia de elementos

similares en los centros de vicio de las zonas populares señalan que la tendencia existía en

la zona urbana en general.

Otro de los elementos comunes, tanto en lugares de clases altas como populares y

quizá el de mayor fuerza, es la presencia de mujeres en estos establecimientos. Las damas

fueron parte esencial de las formas de vida cabaretera en general, y fueron objeto central de

la atención de las autoridades y de los medios para regular la existencia de cabarets y

cantinas.66 El rol de las mujeres en los centros nocturnos, ya sea como meseras, ficheras,

bailarinas o hasta como espectadoras, era considerado nocivo para la salud social tapatía,

posteriormente explicaremos la importancia de la mujer y las interpretaciones que hubo en

torno a ellas en cuanto a las diversas manifestaciones de la vida cabaretera.

64 El Occidental, 2ª Sección, 5 de septiembre, 1943, BPEJ; El Occidental, 2ª sección, 11 de septiembre, 1943, BPEJ. 65 Tal es el caso de la presencia de actores de cine, como Jorge Negrete, y personajes del mundo de la canción que comienzan a ser empleados como atracción para posibles clientes en las páginas de El Occidental. 66 El Occidental, “No se permitirá la presencia de mujeres ni menores en las cantinas”, 2ª sección, 23 de marzo, 1943, BPEJ.

En este proceso de reconocimiento de la presencia de establecimientos de diversión

nocturna en la escena local, podemos comenzar a trazar las pistas del desarrollo de los

cabarets en Guadalajara, ya que a lo largo de éste período de crecimiento económico y

urbano fueron estableciéndose en diversas zonas de la ciudad consolidando una práctica

que prevaleció por varias décadas.

La apertura de cabarets, cantinas, salones y centros de diversión que ofrecían las

variedades cabareteras estuvo estrechamente unida a la multiplicación de la población

tapatía y al desarrollo de nuevas zonas residenciales. Este proceso dio origen a los distintos

tipos de cabaret y a la distribución de la gente que los visitaba, por lo tanto es relevante

mencionar este proceso para comprender cómo se fueron estableciendo en la ciudad y qué

derrotero siguieron para su consolidación como lugares de importancia para la diversión

tapatía.

1.3- El crecimiento del vicio en la ciudad.

La creación de la Ley sobre urbanización de 1940 parece marcar el inicio de una nueva

etapa en el desarrollo de la mancha urbana, pero también guarda fuerte relevancia para con

el auge de la vida nocturna tapatía. En este documento se enunció que tanto la prostitución

como el vicio eran males necesarios para una ciudad y sus barrios populares,67 pero dejaba

claro que estas actividades debían mantenerse al margen de las zonas residenciales

67 La Ley de Urbanización contemplaba en el capítulo III sobre Zonificación, que esta acción “se efectuará de acuerdo con la conveniencia social y las necesidades urbanísticas legales”, y acerca de esto desprende en el apartado V la intención de “Fijar radios para lenocinio y expendios de bebidas embriagantes” dentro del marco de la legalidad estatal. Congreso del Estado de Jalisco. Biblioteca Virtual “Ley de urbanización 1940”, 3. http://congresoweb.congresojal.gob.mx/BibliotecaVirtual/LeyesAntiguas/DesarrolloUrbano/DeUrbanizacion.zip (Fecha de consulta: 20 de septiembre de 2013).

nacientes destinadas a clases medias y altas en el marco de la expansión urbana.68 Con la

aplicación de esta ordenanza, la ampliación del espacio urbano tapatío originó la aparición

de nuevos establecimientos de entretenimiento dentro de las nuevas zonas populares y –a

pesar de que hubo esfuerzos para evitarlo– también sucedió en menor medida cerca de las

colonias y fraccionamientos hacia el poniente.

Una de las primeras aproximaciones para entender la presencia de las zonas de vicio

y los establecimientos en los que éste se practicaba, parte de la publicidad y de los registros

comerciales que indican los domicilios y horarios en los que operaban los centros

nocturnos.

Con la información contenida en el directorio comercial de 1940 podemos

establecer una relación de la existencia de los centros de vicio en la ciudad de Guadalajara,

específicamente dentro de algunas zonas, ya que nos proporciona la siguiente información:

Cuadro 1. Cantinas, salones de baile y cabarets registrados en la ciudad en 1940 (Por sector)69

Sector Juárez (Poniente) 56 establecimientos

Sector Hidalgo (Poniente) 63 establecimientos

Sector Reforma (Oriente) 36 establecimientos

Sector Libertad (Oriente) 61 establecimientos

Además, en el directorio existen dieciocho cantinas más que se localizan sobre la

calzada Independencia y la calle Gigantes, que funcionan como ejes divisores de los

sectores y que no permiten decir con exactitud a que zona de la ciudad pertenecían.

Particularmente, los establecimientos de la calle Gigantes tienen gran relevancia por estar

68 García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 179. 69A partir de lo consultado en la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco en el volumen: Guadalajara y sus actividades. Directorio general de la ciudad de Guadalajara,(Guadalajara, CANACO, 1943).

dentro del área de San Juan de Dios (Mercado Libertad) que tuvo influencia cabaretera para

clases populares entre los sectores Libertad y Reforma hasta el final de le etapa cabaretera

tapatía en la década de 1980.

Este directorio representaba los intereses de la Cámara de Comercio ofreciendo una

referencia a los ciudadanos sobre cualquier actividad comercial en la ciudad, así como

mostrando y publicitando los negocios y actividades que resultaban convenientes y

correctos para el gremio. Confrontando con la información existente en El Occidental y con

la documentación del Archivo Municipal de Guadalajara (AMG), reconocemos que existían

cantinas y cabarets en los sectores Libertad y Reforma que no estaban registrados en el

directorio y que representaban focos rojos de criminalidad, según los editores del diario y

los vecinos de la zona. Tal es el caso del cabaret Mil Cumbres del cual se presumen algunos

años de existencia en algunas notas rojas de El Occidental. 70 Este establecimiento era

constantemente denunciado por los delitos que se cometieron en su interior, pero no hay

registro de su existencia como cantina, salón o cabaret en el directorio mencionado.

A partir de este tipo de situaciones, trazar la vida cabaretera en los barrios populares

durante esta primera etapa se vuelve una tarea compleja, ya que mediante la información

comercial se han localizado lagunas que no pueden ser cubiertas con los datos que ofrecen

El Occidental o El Informador, ni las quejas vecinales y multas por parte del Ayuntamiento.

No obstante estos espacios vacíos, la nota roja permite reconocer zonas de fuerte relevancia

para la actividad delictiva en la época y para lo que era considerado como prohibido, como

las actividades de vicio. Desde este momento, los datos revelan que para la década de 1940

la zona de San Juan de Dios era el principal escenario de la vida cabaretera popular, junto

70 El Occidental, “Un crimen en Mil cumbres”, 2ª Sección, 17 de octubre, 1942, BPEJ; El Occidental, “Clausura de un cabaret”, 2ª Sección, 26 de enero, 1945, BPEJ.

con algunas áreas aledañas a la estación del ferrocarril, donde existían lugares como El

California (Ferrocarril 121), así como cantinas que contaban con mujeres que además de

meseras participaban como ficheras.71

Sobre los cabarets para clase media-alta, las zonas de influencia en la ciudad podían

variar. Existían cabarets en áreas alejadas del centro para ese momento, como el caso del

Navy Club que se ubicaba en los primeros kilómetros de la Carretera a Chapala, no muy

lejos del parque Agua Azul. Otros centros como el Rhin (Av. Juárez esq. Av. Corona) y Ritz

(Av. Libertad 266) tenían domicilios registrados hacia la parte poniente de la ciudad.

Si bien existían varios centros nocturnos ubicados en el Sector Juárez, muchos de

ellos no ostentaban el nombre de cabaret, sino que bajo licencia de restaurante, club o

centro social tenían en sus carteles publicitarios la presencia de revistas musicales y artistas

del cine y los medios nacionales con trayectoria reconocida; ejemplos de esto eran el

Atlántida (Calle Vidrio) y Klondike Club (Av. Corona 425). Lugares como estos pueden ser

considerados como el camino inicial de los cabarets de clase media-alta que en una

siguiente etapa comenzaron a establecerse como lugares centrales de la diversión local (Ver

imagen 3).

71 Carta del C. Paulo Peña al Presidente Municipal sobre salón California, Guadalajara, 4 de mayo de 1945, AMG, Correspondencia: 3-29-13, 2. Informe sobre la clausura de dos centros de vicio retirados por las quejas vecinales, Guadalajara, FECHA 14 de octubre de 1947, AMG, Correspondencia: 3-29-129, 1. A pesar de haber sido clausurados, muchos centros, incluyendo el cabaret California ubicado en el 121 de la calle Ferrocarril, aún continuaron trabajando años después. Lista de centros de vicio junto a la estación del Ferrocarril, Guadalajara, 18 de diciembre de 1950, AMG, Correspondencia: 3-29-24, 1.

Imagen 3. Publicidad del Klondike y Atlántida.72

Para comenzar a trazar las características de los cabarets locales será necesario

establecer dos categorías que en la opinión pública vertida en las páginas de los diarios y

las quejas vecinales estaban declaradas tácitamente. Los cabarets de barrio, los populares,

portaban un estandarte donde crimen y prostitución representaban asuntos esenciales, por

encima de la música, la diversión y las posibilidades de empleo. Para los cabarets de más

recursos la distinción, elegancia, diversión y la presencia de grandes artistas fue la

característica que más pareció ser digna de mostrar, sobre todo en los espacios publicitarios

que contrataban en El Occidental.

El aumento en los lugares que ofrecían las formas de diversión cabareteras en la

época, que incluían bailes con música en vivo y espectáculos, repercutió en la vida

cotidiana de quienes habitaban las colonias y los barrios donde estos se instalaron. Los

72 El Informador, Sección 2, 29 de Septiembre, 1945, HDI.

vecinos comenzaron a emitir quejas constantes sobre escándalos, delitos y malos

comportamientos tanto de clientes como empleados de los lugares. Así, los centros

ubicados en zonas habitadas por personas de recursos más limitados fueron los que

recibieron mayores reprimendas.

Los cabarets y centros de vicio populares parecían guardar estrecha relación con el

desarrollo de actividades delictivas. Esto se tradujo en acciones concretas que tanto medios

impresos como autoridades emplearon contra ciertas prácticas de los habitantes de las zonas

de habitación popular, que en su mayoría estaban en los sectores Libertad y Reforma.73 La

ebriedad y la prostitución eran aparentemente los males emanados de estas zonas que más

aquejaban a la sociedad tapatía, a tal grado que la mayoría de remitidos a las oficinas de la

policía en las redadas que se organizaban en estos barrios eran referidos como

“malvivientes, ladrones, ebrios tirados, ebrios escandalosos y prostitutas”.74

Según las autoridades y los medios, siendo los cabarets de las zonas populares los

lugares donde comenzaban a conjugarse estas actividades negativas, merecieron especial

atención por parte de los sectores religiosos y moralizantes del período. Según su punto de

vista, estos centros de diversión representaban un serio prejuicio a la sociedad tapatía y

debían ser combatidos con fuerza, aunque fueran la fuente de ingresos para aquellas

personas que laboraban en su interior en algo que resultaba incorrecto para las buenas

costumbres tapatías.

Dentro de la correspondencia que recibía el ayuntamiento, encontramos quejas por

parte de vecinos de cabarets, así como de cantinas en las cuales había actividades similares

a las del cabaret, como las meseras-bailarinas que fichaban; a partir de ellas podemos

73 El Occidental, “Que haya una nueva redada de truhanes”, 2ª Sección, 10 de febrero, 1948, BPEJ. 74 El Occidental, “Profilaxis hacia mujeres malas en el portal de Leona Vicario, en San Juan de Dios”, 2ª Sección, 10 de febrero, 1948, BPEJ.

comenzar a trazar ciertos elementos que la sociedad tapatía relacionaba con lo prohibido de

la conducta cabaretera.

Para el período comprendido entre 1940 y 1954 se encontraron 39 quejas relativas a

la instalación, funcionamiento y desmanes al interior de varios locales y negocios que

practicaban la vida cabaretera. Existe una cantidad similar sobre cantinas en particular

durante el período, y otras más sobre expendios de alcohol y tiendas que permitían el

consumo de bebidas alcohólicas en su interior, pero que por motivo de no ser relevantes

para el tema cabaretero fueron omitidas.

Para la mayoría de las quejas existió una respuesta por parte de la comuna, ya fuera

del Secretario del Ayuntamiento o de la oficina de Inspección y Vigilancia. También en

esos expedientes es posible encontrar los reportes, infracciones y clausuras temporales que

los inspectores municipales realizaban a los lugares, sin embargo es de destacar que en este

período es nula la existencia de cierres definitivos por faltas a los reglamentos existentes.

Todas estas situaciones representaban un indicio de lo que estaba cocinándose al

interior de las instituciones de gobierno tanto de nivel municipal como estatal, donde los

políticos empezaron a notar la relevancia del tema del vicio para la vida pública tapatía,

siendo obligados a tomar cartas en el asunto, aunque fuera de manera superficial, para

responder al crecimiento de las actividades de los centros nocturnos en Guadalajara.

1.4- Las reglas del vicio.

El paulatino crecimiento de los centros de vicio en diversas zonas de la ciudad aconteció a

la par del surgimiento de nuevas áreas habitacionales, lo cual llamó la atención de las

autoridades locales y estatales. Así, los gobernantes y sus gabinetes se vieron obligados a

modificar los reglamentos a través de los cuales regular los nuevos establecimientos de

diversión, teniendo como principal objetivo limitarlos en términos comerciales así como en

las normas de conducta moral a las cuales deberían estar apegados.

Para este primer período es necesario comprender la aparición de tres mecanismos

que las autoridades crearon para intentar moderar el crecimiento y las actividades tanto de

la vida cabaretera así como de los centros de vicio, la embriaguez y el juego, entre otras

actividades consideradas como dañinas para la sociedad tapatía. El primero de ellos fue la

Ley sobre expendio de bebidas embriagantes en el Estado, propuesta en 1943 por el

gobernador García Barragán, que en términos generales contemplaba asuntos para la

apertura, concesión de licencias, multas y funcionamiento administrativo de todos los

centros de vicio, incluidos los cabarets.

Sobre los desveladeros, la Ley indica en el artículo 8 que el “CABARET(sic.) es un

centro nocturno en que la reunión de los concurrentes tiene como finalidades principales

el baile y el consumo de bebidas alcohólicas, sobre bases de decencia y moralidad;

quedando en consecuencia prohibido el acceso de mujeres públicas a dichos

establecimientos”.75 A lo largo del texto no hay otra referencia sobre cabarets ni de las

actividades al interior de éstos; los artículos se centran más sobre cantinas y expendios de

bebidas, tratando de regular los horarios y las cuotas de licencias y permisos de horas

extras referentes a estos negocios. Para los cabarets, la presencia de mujeres al interior de

los locales parecía ser el tema de mayor escándalo tanto para autoridades como para los

medios impresos.

75 Decreto 4888 o Ley sobre el expendio de bebidas alcohólicas en el Estado de Jalisco presentado en el Congreso del Estado el día 23 de Junio de 1943, Guadalajara, 1943, Archivo del Congreso del Estado de Jalisco (En adelante ACEJ), 2.

En segundo lugar, el reglamento de cabarets de 1946 ofrece una primera definición

concreta de la actividad cabaretera, contrastando con el reglamento de espectáculos

públicos de 1943 donde se mencionaba referencialmente a estos lugares como una más de

las formas de diversión sin ofrecer una definición precisa. La delimitación legal que ofrece

el reglamento de 1946 indica que “se entiende por cabaret todo centro de reunión y

esparcimiento social que tenga orquesta permanente, espacio amplio para bailar, servicio

de restaurant y en donde se organicen manifestaciones artísticas”.76 No existe dentro de

este texto una definición concisa del tipo de espectáculos permitidos, ni de las

posibilidades de emplear mujeres como meseras, ni del sistema de ficheo que para el

momento existía en la práctica.

Posterior a esta regulación, el Reglamento de Espectáculos Públicos de 1949,77

propuesto por el Ayuntamiento de Guadalajara, agrega una novedad dentro de las normas a

la vida cabaretera, pues señala en el capítulo VIII sobre las formas de comportamiento que

debe acatar un espectador, y en el capítulo X ofrece una serie de artículos referentes a

cabarets y salones de baile, donde retoma el Reglamento de 1946 y añade algunas medidas

para la regulación y la ejecución de inspecciones tanto del personal del área de inspección

y vigilancia, así como de policías municipales sólo en casos especiales.78

En términos administrativos, el Reglamento de 1949 tiene la misma definición de

cabaret que el anterior –de 1946– y expone los lineamientos que un propietario debe seguir

para solicitar permiso y, en su caso, obtener la venia municipal para abrir un

76 Periódico oficial El Estado de Jalisco, Número 1, Sección Ayto. de Guadalajara, Tomo CLXV, 1946. ACEJ. 77 Reglamento de Espectáculos Públicos, Guadalajara, 1949, AMG, RM/1949 EP 0120. Aprobado por el H Ayuntamiento Constitucional en sesión de fecha de 19 de Agosto de 1949. 78 “Artículo 151. Cuando en alguno de los establecimientos a que se refiere este capítulo se produjere algún desorden o escándalo, el dueño o encargado del mismo, juntamento con el Inspector o el Interventor que estén en servicio, harán desalojar a las personas que lo haya promovido entregándolas a la policía, cuando la falta fuere grave”. Reglamento de Espectáculos Públicos, Guadalajara, 1949, AMG, S/P.

establecimiento de este tipo. Este reglamento continúa sin ofrecer reglas específicas sobre

los espectáculos dentro del cabaret, pero por primera vez se comienza a tomar en cuenta el

papel de las mujeres como trabajadoras de dichos lugares. Consideramos que ambos

reglamentos respondieron más a las presiones que sectores civiles hicieron al ayuntamiento

para acabar con el auge del vicio que a una intención clara de dar una respuesta eficaz por

parte de las autoridades de la comuna para atacar el problema.

En lo general, los Reglamentos de 1946 y 1949 sólo hacen referencia a los asuntos

de locales, cuotas, horarios, infracciones, sanciones y consumo de bebidas embriagantes,

sin embargo, es de considerar que a partir de ellos las autoridades municipales comenzaron

a proponer cierta regulación al comportamiento de parroquianos, clientes, trabajadores y

propietarios, por ejemplo el artículo 136 señala sobre las variedades “deberán contribuir al

esparcimiento y al buen gusto artístico, evitándose palabras obscenas o actos inmorales;

quedando prohibido usarlas para ataques a la paz pública, a la vida privada de las

personas o para denigrar a las Instituciones”.79 De la misma forma, el artículo 144

prohibió a los propietarios permitir la entrada o permanencia de mujeres solas y que a su

vez percibieran una cuota o comisión por incentivar el consumo de los clientes bajo el

método conocido como sistema de ficheo.80

Los únicos mecanismos legales con los que inspectores, policías, y encargados de

áreas del ayuntamiento pudieron combatir el crecimiento de la práctica cabaretera de

Guadalajara durante esta primera etapa fueron la Ley de 1943 y los dos reglamentos que en

la práctica resultaron poco claros para su aplicación. Hasta 1954, a pocos meses de haber

iniciado el gobierno de Agustín Yáñez, inició en todo el Estado de Jalisco un combate más

79 “Artículo 136”, Reglamento de Espectáculos Públicos, Guadalajara, 1949, AMG, S/P. 80 “Artículo 144”, Reglamento de Espectáculos Públicos, Guadalajara, 1949, AMG, S/P.

fuerte, dirigido y reglamentado desde varios frentes contra el expendio y consumo de

bebidas alcohólicas, con un nuevo recurso legal para toda la jurisdicción del gobierno

estatal para detener el avance del vicio.

1.5- El ocaso de la primera etapa cabaretera.

Una de las ideas constantes para comprender el fenómeno de los cabarets en Guadalajara a

lo largo del presente capítulo fue que estos lugares se desarrollaron y consolidaron a partir

del proceso de crecimiento urbano y de la política urbanizadora, industrial, migratoria y

laboral que imperó en el estado de Jalisco. Con el crecimiento de la capital del Estado tanto

en espacio físico, así como con la llegada de nuevos habitantes, la dinámica social y

cultural sufrió cambios, entre los cuales podemos hallar la proliferación de cabarets y

desarrollo de zonas específicas para estos establecimientos en la ciudad.

Como recurso para comprender el desarrollo de la vida cabaretera local junto al

crecimiento urbano en esta etapa, comparamos la actividad cabaretera en el Distrito

Federal, que inició su etapa de auge poco más de una década antes que la ciudad de

Guadalajara. Para los años de 1940 y 1950 existían en la capital del país una gran cantidad

de centros de vicio tal como señalamos con el texto de Armando Jiménez mencionado en

la introducción de esta tesis.81

La ciudad de México también había vivido oleadas de crecimiento demográfico en

años anteriores. La cantidad de habitantes, mucho mayor que en Guadalajara, requirió aún

más amplitud en las ofertas de entretenimiento y los espacios populares, entre los cuales se

encontraban algunos cabarets, comenzaron a adquirir características que influenciaron las

81 Armando Jiménez, Cabarets de antes, 9.

ideas de productores de películas que durante algunos años crearon filmes de rumberas

ambientados en centros nocturnos y desveladeros. Estas representaciones en cine llegaron a

tener eco en Guadalajara brindándonos información valiosa sobre la vida cabaretera, lo

cual será abordado en otro capítulo de la presente investigación.

Desde la década de 1930, los nuevos habitantes provenientes de áreas rurales

trajeron consigo usos y costumbres propias de sus zonas de origen y las mezclaron con las

ya existentes en la perla tapatía. Asimismo cargaron con las formas con que daban sentido

a su entorno y las maneras de dispersar las tensiones que sus trabajos les generaban

cotidianamente. Consumir uno o varios tragos ofrecidos en cantinas y cabarets, convivir

con personas con quienes compartían experiencias comunes, escuchar música de su agrado

y pasar un buen rato bailando con una dama de compañía fugaz, fueron algunas de las

opciones para entretenimiento de estos habitantes. De esta forma, tanto la política social

del período, como la urbanización, las migraciones, y las prácticas culturales se

combinaron para dar paso a la amplia vida nocturna de los barrios populares de la ciudad.

Como conclusión de esta primera etapa, observamos que el desarrollo de los

distintos tipos de cabarets en este período fue resultado de la combinación de varios

factores, donde los tapatíos que habitaban los barrios populares ocuparon y habitaron

nuevos lugares que el crecimiento urbano y las autoridades les ofrecieron, pero con sus

propias prácticas generaron lugares y características de la convivencia cotidiana y de los

establecimientos de diversión. De la misma forma, los tapatíos de clases más privilegiadas

aprovecharon las nuevas tendencias en espectáculos y se apropiaron de una nueva forma de

entretenimiento donde el baile, la música tropical y el consumo de bebidas alcohólicas eran

parte importante.

Éstos tapatíos hicieron de los cabarets una práctica compleja de explicar y difícil de

seguir, ya que gracias al contexto sociocultural en el que se movían, las normas morales y

conductuales hacían del cabaret una actividad casi prohibida, oculta y negativa. Pese a

todo, a varios sectores de la población les gustaba participar de la vida del cabaret a tal

grado que en este período estudiado se inicia una etapa de consolidación de la práctica

cultural cabaretera. Ejemplos de esta consolidación en un ambiente de prohibición moral

son las cantinas, salones, cafés y demás establecimientos que presentaban rumberas,

bailarinas, orquestas y demás elementos característicos de los cabarets. Aunque fuera con

otro nombre, la práctica permite reconocer que tenía una importante existencia para la

década de 1940 y principios de la siguiente década.

La práctica cabaretera como una forma de diversión, una forma de vida cotidiana

tanto para clientes como para quienes se ganaban la vida en él, y como referencia del

panorama sociocultural tapatío comenzaba a cobrar más fuerza en la escena local. De esta

forma podemos reconocer que, tanto como práctica y giro comercial, la vida cabaretera se

daba de manera diferenciada dependiendo de la zona de la ciudad, de su concurrencia y de

lo que sucedía en su interior, en espectáculos y en la conducta de sus clientes.

Esta primera etapa responde a un primer momento en que los cabarets, pese a su

previa existencia, son reconocidos como una situación latente en la ciudad y los habitantes

de la ciudad de Guadalajara, tanto de barrios y colonias populares, como de

fraccionamientos de clase media o alta, comenzaban a participar de ellos, y en muchos

casos, a disfrutar su presencia y favorecerla con su asistencia y consumo.

Es importante mencionar que la vida cabaretera en la ciudad fue durante un período

de 15 años una actividad reconocida, y que aunque ya tenía años de ser practicada, no

existía la necesidad de generar mecanismos de control para su funcionamiento.

Desde este momento histórico, los cabarets comenzaron a trazar las líneas

definitorias del estilo que profesaban, tanto en lo administrativo como en las formas

culturales mediante las cuales expresaban sus prácticas en la música, el consumo de bebidas

alcohólicas y los personajes que eran parte esencial de su operatividad, cuestiones que

favorecieron su auge y establecimiento en la sociedad tapatía, pero esto es materia a tratar

en los siguientes capítulos.

Capítulo II.

La práctica cabaretera en crecimiento.

Amor de cabaret que no es sincero

amor de cabaret que se paga con dinero

amor de cabaret que poco a poco me mata,

sin embargo yo quiero amor de cabaret…82

Como uno de los elementos visuales de mayor presencia en las ciudades, la publicidad ha

tenido un papel preponderante dentro de las sociedades occidentales, generando nuevas

formas de relaciones entre clientes y comerciantes. Por medio de ella productos y servicios

son presentados, ofrecidos y consumidos por el público en los medios y soportes que les es

permitido. Los anuncios son en muchas ocasiones la base de la subsistencia de algunos

medios de comunicación como la prensa, y en Guadalajara esta cuestión fue perceptible

mediante la revisión hemerográfica de sus diarios más importantes durante varias décadas

del siglo XX.

Para algunos teóricos la publicidad ha sido, incluso, un medio mismo de

comunicación para las masas, generando dentro de los individuos no la percepción de una

realidad, sino una posibilidad dentro de los objetos. La publicidad no cumple la función de

mostrar las cosas –productos o servicios– tal y como son, sino como quisieran que fueran

los usuarios en un objeto ideal. 83 Si bien estas propuestas van en torno a una

conceptualización de la publicidad en el marco capitalista de producción de mercancías, la

idea no parece descabellada si pensamos en las imágenes de la publicidad cabaretera de

algunas etapas en Guadalajara.

82 Sonora Santanera, “Amor de Cabaret” de Alberto Vídez Barbosa. Publicado Agosto 20, 1992 en 16 éxitos, Sony Music Entertainment México, Compact Disc. 83 Antonio Caro, “Jean Baudrillard y la publicidad” en Pensar la publicidad, Vol. 1 Num. 2 (2007) 131-146; John Kenneth Gailbraith, La sociedad opulenta, 153.

Las propuestas gráficas en las páginas de El Informador y El Occidental la mayoría

de las veces, comunicaban algunos lugares ideales, ambientados aparentemente de manera

onírica en playas, parajes arabescos o africanos, con bailarinas y músicos que transportaban

al espectador a un lugar feliz, tranquilo y muchas veces distinguido.84 En realidad los

lugares distaban de ser los paraísos festivos que prometían en sus anuncios y terminaban

siendo locales decorados con elementos a veces contradictorios de sus propuestas en los

nombres de los giros y la publicidad.85

La publicidad de los desveladeros locales operaba como un vehículo de transporte

de la cultura cabaretera tapatía, y permitía reconocer algunos elementos de la práctica en

sus imágenes, anuncios y leyendas. Los recuadros publicitarios en El Occidental y El

Informador pueden leerse como textos que posibilitan acercarse a reconocer e interpretar

las líneas de la vida cabaretera tapatía en tanto a normas, valores, símbolos, significados y

acciones dentro de un esquema de consumo de bienes culturales, traducidos en imágenes

específicas y orientadas a distintos tipos de públicos.86

En este capítulo, la publicidad representa un síntoma en la sociedad tapatía, donde

existe un crecimiento en el desarrollo de las actividades cabareteras. Este incremento fue

recibido de diversas maneras en los distintos sectores de la sociedad tapatía de la época y

84 El cuerpo femenino comenzaba a erigirse como el lugar donde convergían los deseos cabareteros, y los empresarios y encargados de la publicidad no tardaron en notar. Baudrillard ya nos indicó sobre la emergencia del cuerpo humano [femenino, predominantemente] como uno de los objetivos del consumo y la publicidad, estableciendo nuevos estándares funcionales de belleza y delgadez en los cuerpos humanos. Jean Baudrillard, La sociedad de consumo, 155-177. 85 Un personaje que vivió diversas etapas cabareteras en la ciudad fue Adolfo Torres “Barú”, quien fuera bailarín y coreógrafo en varios centros nocturnos a nivel nacional. Él indica que a pesar del nombre, los dueños de algunos optaban en decorar sus interiores con cosas diferentes. A veces los nombres indicaban algún tipo de lugar, como el caso de Casbah que suena arabesco, pero al interior sus muros, escenario, barra y mesas eran muy sobrios. Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. 86 Nos resulta pertinente retomar los textos de Chartier, Bourdieu, García Canclini y De Certau mencionados en la introducción para recordar el papel que juega la objetivación de deseos y los puentes de sociabilidad que se trazan en la publicidad cabaretera y en las acciones derivadas donde se asignan valores, se reorganizan ciertos espacios sociales y se logra el consumo de bienes culturales, cuestión que nos permite analizar la vida cabaretera como parte de una cultura particular en el entretenimiento tapatío.

nos permite poner en práctica el concepto de práctica cultural cabaretera que desde la

introducción del trabajo planteamos.

La práctica cabaretera corresponde al conjunto de actividades, normas, significados

y valores que interactuaron y permitieron que desde diversos lugares se pudieran crear

representaciones de las actividades relacionadas a los centros nocturnos que la ejercían.

Entre cantinas, salones, centros turísticos y cabarets, los tapatíos de las décadas de 1950 y

1960 experimentaron las variadas formas de expresión cultural que la vida del cabaret les

ofreció.

En un contexto de crecimiento urbano y de masificación del uso de medios de

comunicación, los cabarets como espacio y forma de diversión fueron ganando terreno en la

agenda tapatía de entretenimiento y en el gusto de algunos sectores de la población de la

ciudad, y la publicidad en los periódicos nos permite reconocer esta tendencia.

En el ámbito de los anuncios para el esparcimiento de los habitantes de Guadalajara,

la oferta impresa en las páginas de El Occidental, desde 1942 y hasta finales de la década

1960, había multiplicado sus espacios y se consolidaba como una de las fuentes principales

de ingresos para el diario, recién adquirido por la cadena García Valseca en 1948.87 Cabe

señalar que El Occidental fue el primer diario local que dedicó una sección a la información

local y regional, siendo en la segunda sección donde estaban las carteleras de los

principales cines de la ciudad, junto con los restaurantes, centros turísticos, salones,

cabarets y bailes de temporada.

87 Gilberto Fregoso, Prensa y poder, 57. La cadena García Valseca fue propietaria de casi cuarenta diarios y periódicos a nivel nacional; además era promotora del deporte en muchas localidades, como en Guadalajara que organizaba con frecuencia una carrera ciclista y otorgaba premios a los concursantes. En la década de 1970 vivió una crisis financiera que culminó con su estatización y posterior conversión en la Organización Editorial Mexicana presidida por Mario Vázquez Raña.

Para 1954 existía un apartado llamado “Por nuestros centros nocturnos” (ver imagen

4) de tamaño mínimo pero con información suficiente, que durante dos años detalló las

variedades, los artistas y las principales atracciones de la semana en salones de baile y los

llamados “centros turísticos” que fungían como cabarets. De esta forma, podemos entender

que para El Occidental la práctica cultural cabaretera era un aspecto importante en la oferta

de esparcimiento local, y por ello comenzaron a dedicarle apartados en sus páginas, gracias

a la relevancia nacional de muchos artistas que se presentaban en ellos.

Imagen 4. Por nuestros centros nocturnos.88

Por su parte, El Informador, rotativo que dominaba la escena informativa tapatía

desde su fundación en 1917, también albergaba dentro de sus páginas alguna publicidad en

88 El Occidental, “Por nuestros centros nocturnos”, 2ª Sección, 23 de Febrero, 1954, BPEJ.

torno a la vida nocturna local. Sin embargo, sus formas de presentar los anuncios, así como

la selección de lugares que tenían cabida en sus páginas sucedía de manera distinta a El

Occidental.

Tal vez por su tradición y la búsqueda de seriedad, evitando polémicas en el ámbito

de la información política y social, así como a la herencia familiar de sus fundadores y

propietarios –miembros de sectores acomodados de la sociedad tapatía–89 El Informador

contenía en sus páginas carteles sobre cines, bailes y teatros, siendo la cartelera del Teatro

Degollado la más recurrente, centros nocturnos destinados a la clase media y alta durante

los fines de semana, careciendo de anuncios sobre lugares en barrios populares o destinados

a un público de menor capacidad económica. Por ejemplo, está la publicidad de Los Pinos,

que contaba con artistas conocidos de los medios de comunicación a nivel nacional como

Tin-Tan y su carnal Marcelo, ofreciendo un espectáculo de alta calidad aparentemente con

“precios increíblemente bajos al alcance de todos los bolsillos”, como puede observarse en

la imagen 5.

89 Gilberto Fregoso, Prensa y poder, 25-32.

Imagen 5. Publicidad Los Pinos.90

En el contexto local, los tapatíos siguieron multiplicándose desde 1940 y durante las

dos décadas posteriores, aunque el ritmo de crecimiento demográfico había bajado a causa

de la llegada moderada de grupos humanos provenientes de zonas rurales desde inicios de

la década de 1950; ahora los desarrollos inmobiliarios comenzaron a mirar hacia el

poniente de la ciudad, un poco más lejos de los barrios y colonias nuevas, pensando en

zonas de habitación para personas de recursos medianos o altos.91 La ciudad comenzó a

90 El Informador, “Tin-tan y Marcelo en Los Pinos”, Sección 2, 6 de Diciembre, 1947, HDI. 91 Jimenez, El crecimiento urbano, 263.

abrir sus límites y con ello inició una primer etapa de distanciamiento del centro urbano,

que fue paliado con el uso de medios de transporte públicos y el automóvil.

Nuevas colonias y fraccionamientos se crearon para los que llegaban y para los que

ya existían y se multiplicaban. El uso de las calles del centro de la ciudad comenzó a tender

hacia lo comercial y los que otrora vivían en las fincas de la zona más antigua de

Guadalajara poco a poco comenzaron a buscar nuevas residencias entre las áreas urbanas

que la ciudad tenía.

Entre 1960 y 1970 se establecieron los desarrollos inmobiliarios de Oblatos,

Agustín Yáñez, Cuauhtémoc, la Aurora, Lagos de Oriente, Circunvalación Belisario, Santa

Elena Estadio, Monumental, Jardines de la Cruz, las Higuerillas, Hermosa Provincia, por

citar los casos más importantes (véase mapa 3).92 Además de esto, la población alcanzó en

1964 la cantidad de un millón, haciendo evidentes los resultados del vertiginoso índice de

crecimiento que años atrás había comenzado.93 Todos estos cambios eran un síntoma de

que la ciudad estaba cambiando tanto en fisonomía como en sus prácticas culturales.

92 Victor Hugo Lomelí Suárez, Guadalajara, sus barrios (Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1982), 34 93 Javier Hernández Larrañaga, Guadalajara, identidad perdida (Guadalajara: Editorial Agata/El Informador/Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, 2001), 339. Cabría recordar que en la década de 1940 la población tapatía se calculaba alrededor de 230,000 habitantes. En un período entre 20 y 25 años la población fue cuadruplicada.

Mapa 3. Comparativa de Guadalajara en 1941 y 1963. El área central oscura corresponde a la mancha urbana

tapatía en 1941.94

94 Mapoteca ACEJ.

En materia del vicio, hacia la mitad de la década de 1950, las autoridades entrantes

tanto en el Ayuntamiento de Guadalajara como en el Gobierno del Estado enfrentaron la

realidad que varios años de reglamentación poco clara y aplicación ineficaz de las mismas

regulaciones les habían heredado.95 Vecinos y organismos civiles, como la Junta de

Mejoramiento Moral, Cívico y Material de Guadalajara –asociaciones que surgieron a lo

largo de muchos municipios del Estado de Jalisco– fueron los encargados de presionar de

nueva cuenta a las autoridades para que tomaran cartas en el asunto sobre el desarrollo del

vicio y la expedición de licencias para cabarets y cantinas.

Las Juntas se organizaban en barrios o colonias y por medio de ellas se buscaba

enlazar a los ciudadanos y las autoridades municipales, tratando de “lograr el desarrollo

moral y de las buenas costumbres”.96 Lo cierto es que estos organismos funcionaron más a

la preservación de ciertas normas de conducta, haciendo de su papel algo más “político e

ideológico”,97 ya que muchos de los preceptos que defendían formaban parte de esas

maneras conservadoras sobre las cuales supuestamente se desenvolvían los grupos de élite

local, defendiendo la religión y la familia como bases del bienestar social.

La Junta de Mejoramiento Moral de Guadalajara operó repartiendo panfletos en los

que se advertía a la sociedad sobre los males que la Junta consideraba prioritarios (ver

imagen 6). Primero se dedicó a velar por la aplicación de los reglamentos y las leyes sobre

el vicio; algunos años después centraron sus críticas y observaciones a cuestiones como las

95 El Occidental, “Mas de 90 cantinas se encuentran al margen de la ley “, 2ª. Sección, 13 de enero, 1954, BPEJ. 96 García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 349. Con el Decreto 5865 se creó en 1953 la Ley de las Juntas de Mejoramiento Moral, Cívico y Material para todos los municipios del Estado. Las Juntas de Mejoramiento eran “un organismo de carácter social que estaba preocupado por la pérdida de valores en la comunidad, la aparición de la ‘zona roja’ y por la clase de películas degradantes que exhibían algunos cine. Tenía desde luego el apoyo del Arzobispo de Guadalajara.” Guillermo Gómez Sustaita. Los decenios de Guadalajara (Guadalajara: Instituto Cultural Ignacio Dávila Garibi, A.C., 2002) 115. 97 García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos. 95.

publicaciones –revistas y periódicos– que consideraban pornográficas, así como las

películas extranjeras que llegaban a la ciudad con desnudos y temas fuertes que, según sus

términos, podían dañar la moralidad de la sociedad tapatía. En este sentido, cerca de la

década de 1960 dejaron trabajar a los centros de vicio con cierta libertad ante sus juicios

enfocando sus esfuerzos hacia otro tipo de actividades.

Imagen 6. Boletín de la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material de Guadalajara.98

Gracias a estas organizaciones y a la creciente y evidente relación del alcoholismo

con otros problemas sociales,99 el gobernador Agustín Yáñez propuso en el mes de marzo

98 Boletín informativo de la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material, Guadalajara, 1956. BPEJ

de 1954 una ley para el Estado de Jalisco que regulase todas las cuestiones relativas al

expendio de bebidas alcohólicas y los asuntos respectivos de los lugares de entretenimiento

y centros nocturnos donde se consumieran.

En este capítulo se hace la revisión de la legislación propuesta y aprobada, así como

sus repercusiones en la práctica cabaretera y las reacciones de sus empresarios, donde las

fuentes permiten observar que en realidad no fueron tan negativas como parecían en la

propuesta y discurso legal; a pesar de ser un intento fuerte por regular la actividad

cabaretera y el vicio en general, los personajes del cabaret y sus prácticas se impusieron en

la dinámica local por factores variados que trataremos de analizar. Si en teoría los cabarets

debían estar regulados por la ley y las autoridades ¿por qué, entonces, consolidaron su

existencia durante el período de 1954 a 1970? Este capítulo pretende dar respuesta a este

cuestionamiento, analizando las medidas que las autoridades aplicaron y su eficacia, así

como las respuestas de los empresarios y sectores afectados ante esta regulación.

La propuesta central de este capítulo es que la práctica cultural cabaretera, en el

período desde la publicación del decreto 5941 hasta finales de la década de 1960, consolidó

su existencia, a pesar de la promulgación de la Ley sobre la venta y consumo de bebidas

alcohólicas en el Estado de Jalisco, aprovechando el contexto cultural y artístico nacional,

donde los cabarets y sus actores internos quedaron ligados con muchas de las formas

artísticas nacionales de éxito, involucrando a músicos, escritores, actores, bailarinas y

vedettes que participaban en los medios nacionales, especialmente radio y televisión.

99 El Occidental, “Alcoholismo y criminalidad”, 2ª Sección, 28 de Marzo, 1954, BPEJ. A lo largo de esta etapa, de 1954 a 1970, en las últimas páginas de la sección local o de la deportiva del El Occidental es posible observar que en torno a los accidentes viales y a los casos de violencia en la ciudad uno de los elementos constantes fue la presencia del alcoholismo.

Como segunda propuesta consideramos que en el período comprendido entre 1954 y

1970 comenzaron a ser más visibles las líneas definitorias de algunos elementos que nos

permiten explicar la consolidación de la práctica cultural cabaretera: las ficheras, las

vedettes, la música y los espectáculos de variedades. Todos estos elementos se hicieron

presentes en una forma específica de comunicación: la publicidad. Analizaremos, por ende,

los elementos que conformaron los carteles y anuncios dentro de El Occidental y El

Informador a lo largo de poco más de dos décadas para trazar los puntos relevantes, y

entender los símbolos centrales de la publicidad sobre la práctica cultural cabaretera.

Este capítulo termina en el momento en que surge una nueva dinámica cabaretera a

nivel nacional auspiciada por medios de comunicación como el cine y la televisión, y donde

los elementos de la práctica cultural cabaretera sufrieron algunas modificaciones. El

objetivo general de estas páginas es comenzar a caracterizar la práctica cabaretera en el

período de auge de los centros nocturnos de diversión y observar en qué medida los

cabarets tapatíos fueron parte de la dinámica local de entretenimiento, junto con las formas

que operaron como incipientes semilleros para artistas que buscaban audiencias mayores

dentro del medio tapatío y nacional.

2.1- Decreto 5941: las nuevas reglas del juego.

Posterior a la primer etapa de reglamentación municipal de la práctica cabaretera, y gracias

a las continuas quejas vecinales, así como las infracciones y delitos que cometían algunos

asistentes y propietarios de los cabarets y centros de vicio, el gobernador Agustín Yáñez

presentó en 1954 al Congreso del Estado de Jalisco el proyecto de Ley sobre la venta y

consumo de bebidas alcohólicas en el Estado, conocido como el decreto 5941, en donde

el Ejecutivo del Estado manifiesta su preocupación por la forma en que han venido funcionando hasta la fecha los centros de vicio, tanto en los núcleos de población rurales como en los urbanos, con perjuicio evidente para la economía de las clases laborantes, en detrimento de la moral pública y de la tranquilidad social, aduciendo que el incremento del vicio de la embriaguez constituye uno de los factores principales de la miseria en los hogares con escasos recursos económicos y que si bien es cierto que no sería posible ni conveniente suprimir de raíz los centros de vicio, es necesario que cuando menos se impongan severas restricciones al funcionamiento de dichos centros, cuando se ofenden o lesionan gravemente los derechos o los intereses de la sociedad.100

Después de la entrega de dicho documento en el mes de febrero, el Congreso aprobó

en lo general los diversos artículos que el Ejecutivo del Estado proponía, ordenando su

publicación el 31 de marzo de ese mismo año.

La creación de esta ley a nivel estatal respondió –o al menos intentó hacerlo– al

crecimiento de las actividades relacionadas con el consumo de bebidas alcohólicas entre las

cuales se inscribieron las formas de esparcimiento nocturno a lo largo de la jurisdicción del

Estado de Jalisco, pero también formó parte de las políticas que el gobernador Yáñez trató

de aplicar para evitar el crecimiento de los “vicios y del relajamiento moral que a la larga

hundirán en el caos a las familias de escasos recursos”.101

En lo general, los artículos del decreto 5941 versaban sobre los lugares y las formas

en que los comerciantes y propietarios deben expender las bebidas embriagantes a lo largo

del estado de Jalisco, y su texto ofrece las características básicas para diferenciar los tipos de

giros. De esta forma, se reconoció a las cantinas como establecimientos que sólo podían

abrir a las 8 horas y cerrar a las 20 horas de lunes a viernes, y los sábados cerrarían a las 13

horas, pudiendo solicitar extensión hasta las 22 horas los días hábiles.102

100 Proyecto de Ley presentado al congreso del Estado el día 23 de marzo (en adelante Proyecto de Ley), Guadalajara, 1954, Archivo del Congreso del Estado de Jalisco (ACEJ), 1. 101 Proyecto de Ley, 2. 102 Decreto 5941: Ley sobre la venta y consumo de bebidas alcohólicas en el Estado de Jalisco (en adelante Decreto 5941), Guadalajara, 1954, ACEJ, 1.

Sobre la definición legal de los cabarets encontramos cierta variación con respecto a

los reglamentos municipales de 1946 y 1949, pues la Ley de bebidas alcohólicas reconoce

en el artículo 8º que

Cabaret es el establecimiento que por reunir excepcionales condiciones de comodidad, a juicio de la autoridad municipal, constituye un centro de reunión y esparcimiento sanos, con espacio especial para bailar, servicio completo de restaurant y orquesta permanente. Este establecimiento podrá vender al público toda clase de bebidas alcohólicas y sólo podrá estar abierto de las 20 a las 4 horas del día siguiente, con excepción de los domingos, en que podrá efectuar matinés o tés danzantes.103

En el texto del decreto también se reconoció el papel de las variedades y

espectáculos, siendo éstos una parte medular de la práctica cabaretera durante el período:

“Artículo 9º.- Cuando en un cabaret se ofrezca variedad, en la misma se evitarán palabras

obscenas o actos inmorales, quedando prohibido utilizarla como instrumento de ataque a

las instituciones, a la paz pública o a la vida privada”.104

Como adelanto del siguiente capítulo, ya bien entrada la época cabaretera de la

década en 1970, este artículo pareció quedar olvidado a pesar de seguir vigente, pues

muchas de las variedades contenían críticas duras a las crisis económicas nacionales así

como a miembros de la clase política. Empero, para este tiempo el decreto 5941, como

mecanismo legal de las autoridades, intentó controlar cualquier tipo de actividad dentro de

los cabarets que resultara contraproducente para los gobernantes, al menos en el papel.

El reglamento continuaba con las indicaciones sobre el vicio, y muestra que para ese

momento ya existía pleno conocimiento de las problemáticas definitorias de los reglamentos

anteriores, pues respecto a los llamados centros turísticos estableció, al igual que el

reglamento anterior, que son lugares que por sus condiciones estéticas, arquitectónicas o de

103 Decreto 5941, 2. 104 Decreto 5941, 2.

tradición “representan sitios de descanso y atracción para los turistas”, 105 pero

complementa indicando que dichos centros podrán tener anexos de cantina, restaurant o

cabaret en su interior, tal y como venían haciendo muchos centros turísticos en la década de

1940, y que de igual forma quedaron regulados por los artículos correspondientes a cada

apartado de cabaret o cantina en la legislación de 1954, novedad que parece resaltable pues

en los reglamentos anteriores nunca se mencionó la presencia de cabarets o cantinas en estos

lugares.

En otros artículos la Ley contempla reglas para el desarrollo de las actividades al

interior del cabaret, particularmente sobre la posibilidad de que mujeres ejercieran como

encargadas o propietarias de dichos lugares, restringiéndoles también la posibilidad de

obtener ingresos económicos en cantinas y salones como empleadas, y recomendando su

inasistencia como clientes solitarias, pues su presencia estaba prohibida. Sobre este tema se

indica que en esos lugares “podrán prestar servicio mujeres, tratándose únicamente de

labores de oficina, de guardarropa o de aseo, y en este último caso fuera de las horas en

que funcionen estos centros”.106 Otro artículo explicaba la condición de la permanencia de

mujeres y mostraba los intentos de contrarrestar la práctica de fichar dentro de los centros de

vicio, pues era ya de común conocimiento que mujeres ofrecieran compañía a los clientes de

algunos establecimientos a cambio de una comisión que el encargado o propietario del lugar

les otorgaba por la venta de fichas que compraban los parroquianos o clientes.

Sobre lo anterior, el texto del decreto menciona que “por ningún motivo se permitirá

en las cantinas, cervecerías o cabarets, la entrada o permanencia de mujeres solas o que

estén acompañadas de vagos o malvivientes o que perciban comisión por el consumo que

105 Decreto 5941, 1. 106 Decreto 5941, 6.

hagan los clientes o que bailen con estos, por el sistema de ‘ficheo’ u otro semejante”.107 La

mujer debía ser –según el discurso de la ley– un elemento circunstancial del cabaret,

quedando relegada su participación como asistente y empleada, aunque las fuentes nos

indican que esta situación quedó rebasada a lo largo de los años revisados en esta tesis.

La publicación de esta Ley en el mes de abril, discutida y aprobada en la sede del

Congreso local el 31 de marzo de 1954, inició una nueva etapa dentro del desarrollo de la

vida cabaretera en la ciudad, ya que desde este momento existió un mecanismo legal que

regulaba su funcionamiento de forma más directa. La Ley representó un punto de transición

para las autoridades, propietarios y sociedad en general, ya que su existencia era el reflejo de

que los tapatíos comenzaban a tomar en serio la fuerza que adquirieron las actividades

relacionadas con la venta de bebidas alcohólicas durante la época, y los efectos que tenían

dentro del ámbito local y la vida pública.

A pesar de la existencia de la Ley sobre bebidas embriagantes, que pasó varias

décadas vigente y sin ser modificada, el consumo de bebidas alcohólicas y la embriaguez

continuaron como unos de los principales problemas para la seguridad de los tapatíos, pues

conforme creció el uso del automóvil como medio de transporte para particulares, los

accidentes viales de gravedad se unieron a las peleas en la calle y pleitos familiares, muchos

de estos asuntos causados por el alcohol; cotidianamente acciones como éstas llenaron la

última página de la segunda sección de El Occidental, destinada a la nota roja.108

Junto al crecimiento del consumo de bebidas alcohólicas, los cabarets locales

vivieron una etapa de auge en su instalación y en el desarrollo de la práctica, pues a pesar de

107 Decreto 5941, 6. 108 Las noticias sobre crímenes y accidentes dentro de cabarets son pocas en esta sección durante los meses de los 40 años revisados. En general, el tema del alcoholismo fue de los más recurrentes en la nota roja durante toda la temporalidad consultada.

las continuas quejas y presencia de inspectores que se dedicaban a infraccionar y clausurar

negocios de este tipo en barrios populares –y en algunas ocasiones centros nocturnos de

clase alta– los propietarios de establecimientos hallaron formas de subsistir al embate

gubernamental y aprovecharon las corrientes culturales de las décadas de 1950 y 1960 que

favorecieron la existencia de los cabarets a nivel nacional.

La vida cabaretera local había pasado de una etapa de crecimiento y reconocimiento

en la sociedad –en la década de 1940– a una nueva fase donde su existencia era legal,

teóricamente regulada y a la vez con una fuerte tendencia a convertirse en una de las

actividades de entretenimiento de gran asistencia, situación que en la ciudad de México ya

estaba sucediendo gracias a las múltiples opciones de diversión que ofrecía este tipo de

negocio.109

2.2- Las reacciones: Operadores del vicio versus Decreto 5941.

La promulgación de la Ley para la venta y consumo de bebidas embriagantes en el Estado

fue notificada por los medios de comunicación a los habitantes de Guadalajara durante el

mes de abril de 1954. Miembros de la sociedad civil así como de organizaciones que

pugnaban por el control del vicio en la ciudad se congratularon de esta medida, mientras

que los comerciantes, propietarios y empleados de los centros nocturnos pensaban cómo

contrarrestar sus posibles efectos.

El propietario de la Quinta de las Rosas –un conocido salón en el que se celebraban

festivales y bailes variados– comunicó sus inquietudes al edil indicando que dicha Ley “ha

sido un impacto directo a las ‘piqueras’ y a múltiples centros de vicio ayunos de moral o

109 Jiménez, Cabarets de antes, 16.

de explotación de la mujer inclusive y que han sido una vergüenza para la ciudad”.110 Pero

a la vez resalta que dicha Ley carecía de claridad en las distinciones de los tipos de

establecimientos, y defiende sus intereses comentando que su aplicación “no puede tener el

mismo alcance para otros establecimientos que no sólo son indispensables como un

complemento de una ciudad civilizada, sino que son necesarios para que de Guadalajara

se hagan elogios de su adelanto”.111

De la misma forma, los propietarios de negocios más modestos no dejaron pasar la

oportunidad de presentar quejas ante las autoridades, pues las constantes infracciones y

clausuras a sus negocios mermaban sus ingresos y les complicaban continuar con sus

labores; tal es el caso de un grupo de cantineros y cabareteros que interpusieron quejas y

solicitudes de revisión a la Ley ante Tribunales Colegiados a un par de meses de

promulgada. La mayoría de estos negocios se encontraban en el sector Libertad, zona de

habitación popular, entre las calles Obregón, José Antonio Torres y Gigantes.112

Consecuentemente, muchos propietarios de establecimientos lograron obtener

amparos contra la aplicación de las sanciones de la Ley, comenzando un proceso

conflictivo contra el Gobierno del Estado que se mantendría casi hasta finales de 1954.113

Hasta los fabricantes de cerveza se vieron involucrados en los pleitos, pues resultó que el

decreto 5941 sólo contemplaba el expendio y consumo de bebidas embriagantes en tanto a

destilados o licores, y las autoridades, que se percataron pronto de la omisión, intentaron

también controlar sin apoyo de la Ley la fabricación de este producto. Así, surgieron varias

110 Propietario de la Quinta de las Rosas al Presidente Muncipal, Guadalajara, 18 de mayo de 1954. AMG, Correspondencia 3-29-22, 1. 111 Quinta de las rosas, 1. 112 El Ocidental “Los cantineros pedirán revisión”, 2ª Sección, 15 de Mayo, 1954, BPEJ. 113 El Ocidental, “Contesta Yáñez a todos los amparos”, 2ª Sección, 19 de junio, 1954, BPEJ; El Ocidental, “Más amparos por la Ley embudo”, 2ª Sección, 9 de junio, 1954, BPEJ. El Ocidental, “Las cervecerías acuden al amparo”, 2ª Sección, 2 de junio, 1954, BPEJ.

discusiones interesantes sobre el consumo de la cerveza donde, hasta con argumentos

científicos, se defendieron los fabricantes y expendedores diciendo que “dietistas,

higienistas y sociólogos, en contacto con la realidad, se han encargado de advertir sobre

las cualidades alimenticias de la cerveza y sobre las posibilidades de ésta para combatir

con eficacia el alcoholismo”.114 La fabricación de cerveza continuó con cierta libertad

durante el período, después de todas las discusiones.

No obstante a los esfuerzos por meter en cintura a los centros nocturnos, el paso del

tiempo y la obstinación de los propietarios y empleados de los cabarets, así como las

preferencias que sus clientes manifestaban, terminaron imponiéndose frente a la presión

gubernamental. Algunos cabarets reincidieron varias veces en sus faltas y otros, a pesar de

conocer la Ley, parecía que no daban importancia a sus artículos, pues la presencia de

mujeres como meseras o bailarinas, y constantemente fichando, se mantuvo sin parar desde

la década anterior, mostrando que la Ley podía ordenar, pero acatar sus lineamientos o no

era decisión de los miembros de la vida cabaretera.115

A la par de los combates administrativos contra los propietarios de centros de vicio,

que en teoría debían acotar su proliferación y funcionamiento, en las páginas de El

Occidental y El Informador podemos percatarnos que la existencia de lugares con variedad

más destacada crecía gradualmente, presentando artistas, actrices y músicos de talla

nacional. La aplicación de la Ley pasaba, año con año, por nuevas etapas en las que los

gobiernos estatal y municipal prometían que terminarían con el problema del vicio de una

vez por todas, pero parecía haber algo en el proceso que no les permitía lograrlo.

114 El Occidental, “Grandes posibilidades para la cerveza”, 2ª Sección, 7 de Octubre, 1954, BPEJ. 115 Como ejemplo de la importancia de esto, en 1960, a seis años de la publicación del decreto 5941, una inspección realizada en varios centros de vicio resultó que en un solo lugar existían 18 mujeres fichando en la calle José Ma. Mercado. Informe sobre inspecciones sugeridas por la Junta de Mejoramiento Moral, Guadalajara, 18 de agosto de 1960, AMG, Correspondencia: 1-08-22, 2.

Después de 1955, cuando la marejada de infracciones y clausuras a causa de la

nueva Ley comenzó a cesar, los empresarios del vicio vivieron algunas etapas de

tranquilidad que en El Occidental eran perceptibles, pues pocas notas había en torno a

cierre de cantinas y cabarets durante algunos meses, a comparación con los primeros días

de la aplicación del decreto 5941.116 No obstante, ni las autoridades, ni los medios ni los

organismos civiles como la Junta de Mejoramiento Moral olvidaron la existencia de la Ley.

Paulatinamente, la lucha contra el consumo de bebidas alcohólicas y los centros

nocturnos se convirtió en un elemento común del entretenimiento tapatío, pues las

autoridades se mantuvieron durante varios años indicando nuevas medidas por aplicar en

torno al combate del alcoholismo, pero quedaba claro, al menos seis años después de la

promulgación del decreto 5941, que casi nadie hizo caso de ellas.117

Podemos comprender que las primeras reacciones de los comerciantes y

propietarios de cabarets contra la Ley para la venta y consumo de bebidas embriagantes en

el Estado fueron en un principio enérgicas y enfocadas a defender sus intereses, pero poco a

poco fueron tomando con menor seriedad el problema, y aprovecharon una marejada

cultural nacional que favoreció el establecimiento de los centros nocturnos así como la

práctica cabaretera en la sociedad tapatía.

En los cabarets populares, las prácticas cotidianas que involucraban la música

estridente, los tambores, las bebidas alcohólicas y a la mujer como una de sus mayores

atracciones, se mantuvieron a pesar del discurso de la Ley y las autoridades.

116 Cabe recordar que El Occidental fue el diario que abanderó desde 1942 una enconada lucha contra el vicio. El Informador se mantuvo al margen de temas como éste a lo largo de la temporalidad, presentando notas esporádicas de accidentes graves ocasionados por el alcohol. 117 El Occidental, “Nadie acata la cruzada contra el vicio”, 2ª Sección, 14 de octubre, 1960, BPEJ.

Uno de los elementos que nos permite reconocer que la Ley aplicada estaba siendo

acatada de manera parcial es la publicidad de los centros nocturnos. A la par de noticias

sobre clausuras y movilizaciones policiales en torno a los centros de vicio, en las páginas de

El Occidental podemos encontrar los carteles y anuncios de múltiples lugares de diversión

noctámbula. Si bien en 1954 se redujo un poco la cantidad de anuncios tanto en El

Informador como El Occidental durante algunos meses, la publicidad alusiva a cabarets no

dejó de existir. Incluso conforme la población fue asimilando la existencia de la ley, la

cantidad de cabarets y anuncios relativos fue aumentando considerablemente, y dentro de

sus elementos simbólicos podemos comenzar a trazar las características visuales de la

práctica cultural cabaretera y la manera en que los propietarios trataban de emitir un

mensaje atractivo a los posibles clientes tapatíos de intereses cabareteros.

2.3 La publicidad del cabaret en la prensa: síntoma de una transición.

Para comprender el crecimiento y establecimiento de los cabarets como una de las formas

de entretenimiento más comunes en Guadalajara, a mediados del siglo XX, debemos

reparar en los lugares donde se hacía más visible la presencia de los elementos de la

práctica cultural del cabaret. Opuestamente a las quejas vecinales que nos muestran la

actitud de muchos ciudadanos ante el problema del vicio y la existencia de cabarets,

podemos inferir que los negocios de diversión nocturna se desarrollaron y consolidaron

como opciones de consumo en la ciudad a pesar de las solicitudes civiles para acabar con

estos lugares.

En las páginas de los dos diarios tapatíos de mayor circulación durante las décadas

de 1940 hasta finales de la década de 1960 era posible encontrar ofertas visuales, sobre todo

hacia el final de los ejemplares. Cerca de las notas deportivas, las carteleras de cine y los

avisos de ocasión, los anuncios y carteles de cabarets, restaurantes, clubes y centros

sociales adornaban y daban cierto atractivo visual a los contenidos de El Informador y El

Occidental.

Entre estas dos empresas editoriales existían diferencias que dotaron de ciertas

características sus contenidos, diseño y el manejo de la información. Igualmente, la

propuesta de publicidad de ambos diarios tenía variaciones que permiten reconocer que los

mismos lugares anunciados en un diario no tenían cabida en otro, a pesar de que existían

algunos puntos menores en común.

Desde su fundación en 1942, El Occidental jugó una postura ambivalente en torno

al tema del vicio. En esa época abanderó una enérgica campaña en contra del alcoholismo y

la existencia de cantinas y centros de vicio, al mismo tiempo otorgó espacio publicitario a

salones, restaurants, cabarets y centros sociales, lugares que combatía en sus notas. En

medio de esta dinámica, El Occidental comenzó ofreciendo pocos datos sobre cabarets.

Los anuncios sobre centros de vicio en este diario durante la década de 1940

aparecieron de forma dispersa y casi siempre cercanos a las carteleras de cine. Los anuncios

eran sencillos, con muy pocas imágenes y con la intención de invitar al público a presenciar

espectáculos de calidad si el lugar era alguno de mayor capital y reconocimiento. Si el lugar

era modesto, el cartel sólo contenía letras informando el menú, los artistas y espectáculos

por presentar y, algunas veces, los precios, tal como se puede apreciar en las imágenes 7 y

8.

Imagen 7. Anuncio Raffles.118 Imagen 8. Publicidad Cabaret Marsella.119

En el caso del Marsella, situado en Av. Ramón Corona, en pleno centro de la

ciudad, podemos notar que se hace llamar cabaret y centro turista a la vez, evidenciando las

confusiones que la reglamentación no preveía y que tardó algunos años en reformular. En

ambos lugares se muestra lo que ofrecen al público, siendo en el Raffles (Álvaro Obregón,

cerca de San Juan de Dios) los alimentos lo más importante y del otro lugar la variedad,

incluyendo música tropical y baile, ofreciendo ambiente y –aún más importante– distinción.

Los nichos publicitarios de El Occidental no eran solamente apartados pagados por

los propietarios de los negocios, también contaba con un espacio que por algunos años se

encargó de resumir la vida nocturna de los fines de semana, y a la vez hacer publicidad

tanto a establecimientos como productos en particular (ver imagen 9).

118 El Occidental, 2ª Sección, 25 de Mayo, 1943. BPEJ. 119 El Informador, 2ª Sección, Septiembre 27, 1947. HDI.

Imagen 9. Por nuestros centros nocturnos.120

En la imagen anterior de la sección “Por nuestros centros nocturnos” podemos notar

que desde el encabezado –con un logotipo de Pepsicola– existe publicidad constante. En

sus líneas se podía revisar el qué, quiénes y dónde de la diversión nocturna local. Se

mencionaban las variedades de mejor calidad y los artistas de mayor renombre, así como

todos los personajes famosos del ámbito político, empresarial y del medio artístico local

que asistían a los lugares de la ciudad que, según el autor de esta sección, se caracterizaban

por tener los mejores espectáculos durante la década de 1950: Casbah, Navy Club,

Atlántida y el Centro Social Cinematografista.

Con el paso de los años, la oferta de entretenimiento de la ciudad fue creciendo y

con ello también la vida cabaretera. El Occidental y su filial El Sol de Guadalajara fueron

las dos publicaciones que permitieron mayor difusión de los centros nocturnos en sus

120 El Occidental, 2ª Sección, 6 de Mayo, 1954, BPEJ.

interiores. Si bien al principio la cartelera contaba con pocos recuadros, para mediados de la

década de 1950 ya tenían mayor presencia, como podemos notar en la imagen 9.

Imagen 10. Página de publicidad junto a las noticias.121

Los anuncios mantenían el diseño de la etapa anterior, con pocos adornos y

mayoritariamente conformados por letras, exponiendo las carteleras, los horarios, el menú y

la dirección del lugar y rematando al final con alguna leyenda atractiva, como en el Casbah

que presumía “diariamente la mejor variedad” como se observa en el anuncio.

El uso de nuevas tecnologías en la prensa permitió que en pocos años la calidad de

las imágenes en el diario pudiera mejorar, abriendo así la posibilidad al uso de más

ilustraciones y fotografías que acompañaron tanto a las noticias como a la publicidad.

121 El Occidental, 2ª Sección, 30 de Enero, 1954. BPEJ.

Incluso puede notarse que en la década de 1960 ya había cierta laxitud en torno a las

imágenes mostradas, permitiendo exhibir cierta sensualidad en los anuncios con las

vedettes que engalanaban los carteles.

Dentro de esta nueva etapa publicitaria la figura femenina se convirtió en un

elemento visual central para los anuncios, y los negocios, cada vez más, buscaron integrar

nuevas mujeres involucradas en el espectáculo a sus carteleras en shows “no aptos para

menores”, como reza el anuncio del Savoy Club, ubicado en Insurgentes 1, en la zona San

Juan de Dios (ver imagen 10). Según fuera el lugar, las vedettes más jóvenes, de mejores

habilidades y figuras esbeltas, acompañaban con sus nombres las publicaciones de cada fin

de semana en El Occidental, siendo a veces teloneras de alguna bailarina o vedette

reconocida, o de algún grupo o artista musical importante.

También podemos percibir la presencia constante de la música tropical que añadía

cadencia y sensualidad a la cartelera dominada por mujeres; y a su vez es notoria una nueva

dinámica en el espectáculo cabaretero: las revistas.

Imagen 11. Página de publicidad variada.122

La revista alcanzó un nivel de popularidad mayor a partir de la década de 1960 en

varios centros nocturnos de la ciudad. Para su realización comúnmente era necesaria la

122 El Occidental, 2ª Sección, 10 de agosto, 1963. BPEJ.

presencia de un coordinador de la escena o coreógrafo.123 Esta nueva manera de ofrecer

shows permite comprender que poco a poco se asimiló la existencia de los cabarets para las

clases media y alta, y sus empleados alcanzaron cierto nivel de reconocimiento profesional,

cercano a la industria del espectáculo que la radio y la televisión fomentaban.

Lugares como Afro Casino, instalado en la Av. Libertad esquina con Calzada

Independencia, contaban con ballets reconocidos como el Antar’s –de Ricardo Antar– para

el montaje de números específicos que abrieran el camino hacia el show central de alguna

vedette, actriz o cantante. Algunos otros como el Ciro’s club (Gómez Farías 34) se

especializaron en la puesta en escena de revistas musicales a la usanza de los cabarets

decimonónicos franceses retratados por Henri de Toulouse-Lautrec, pero con esencia

totalmente mexicana y tapatía. Estos dos nuevos elementos de la práctica cabaretera (la

revista y los ballets) se consolidaron hacia la siguiente década junto con las vedettes que

dominaron el espectáculo en todos los cabarets –para ricos y pobres– a lo largo del país.

A través de la publicidad en El Occidental y El Informador podemos definir los

negocios que marcaban tendencias en la vida nocturna de Guadalajara entre 1950 y 1970,

donde definitivamente consideramos a Casbah (Catalán y 20 de Noviembre) y Afro Casino

los principales. El primero dominó la publicidad por medio de innovadores carteles desde

mediados de la década de 1950. En su escenario y pista se podía presenciar comúnmente

espectáculos de artistas de la radio y televisión nacional, así como variedades con cómicos

y vedettes de gran calidad, como el caso de los jóvenes y talentosos Sergio Corona y Sergio

Arau en el anuncio de la imagen 12.

123 Uno de los personajes que conoció la escena local del espectáculo fue Adolfo Torres Bermúdez “Barú” que participó como coreógrafo y bailarín de diversos grupos y ballets que tuvieron cabida en teatros de revista y cabarets a nivel nacional. Su currículum puede consultarse en la sección de Anexos de la presente tesis.

Imagen 12. Publicidad Casbah.124

El caso del Afro resulta particular por todos los elementos que este lugar conjugó

durante su existencia. Desde finales de la década de 1960, por más de diez años se mantuvo

como el centro principal de las atracciones cabareteras en Guadalajara, teniendo en sus filas

a una cantidad importante de artistas de talla nacional. Desde sus inicios mostró la

habilidad de su propietario y encargados para negociar con los agentes de los mejores

espectáculos del país, logrando ser durante algún tiempo el lugar donde los participantes de

la “Caravana Corona” alternaban sus números por las noches de fines de semana125 (ver

imagen 13).

124 El Informador, 14 de agosto, 1954, HDI. 125 La Caravana Corona, organizada por la cervecería del mismo nombre, era uno de los escaparates de mayor relevancia para los artistas a nivel nacional. Montaba espectáculos en las principales ciudades del país con los grupos, cantantes, bailarines y actores de mayor renombre en el momento.

Imagen 13. Publicidad Caravana Corona en Afro Casino.126

El desarrollo de la publicidad en El Informador sucedió de manera inversa a la

dinámica de El Occidental. En la década de 1940 constantemente tuvo anuncios sobre

negocios de la vida nocturna local (ver imagen 14), incluyendo salones, cabarets, clubes y

centros sociales y turísticos. Gradualmente, mientras la vida cabaretera cobraba auge, las

inserciones se fueron reduciendo a tal grado que para los siguientes veinte años sólo se

podían observar dos o tres recuadros publicitarios con información de cabarets y en páginas

dispersas junto a las carteleras de cine y deportes.

Con esto podemos percatarnos que desde los inicios de la etapa cabaretera que cubre

esta tesis el espectáculo de variedades ya era relevante en el entretenimiento nocturno, e

126 El Occidental, 2ª Sección, 3 de agosto, 1961, BPEJ.

incluía música en vivo de orquestas y crooners, así como vedettes, bailarines, cancioneros y

mucho baile para los asistentes.

Imagen 14. Página de publicidad y noticias.127

Los negocios expuestos en El Informador intentaban atraer clientela a los locales

destinados a las clases media y alta, ofreciendo servicios de mayor calidad. Pocos preferían

adornar sus inserciones con diseños llamativos e ilustraciones que hicieran alusión a los

lugares, las actividades y el ambiente que en ellos existía. El baile, la música, alimentos y

bebidas de calidad, así como la alegría y un ambiente tranquilo y exclusivo eran los factores

a mostrar con la finalidad de atraer clientela.

127 El Informador, Sección 2, 29 de junio, 1943, HDI.

Imagen 15. Publicidad Navy Club.128 Imagen 16. Publicidad Bremen.129

Las imágenes 15 y 16 son ejemplos de los anuncios difundidos en El Informador. El

Oasis (km. 4 de la Carretera a Chapala, actualmente R. Michel), del cual sabemos gracias a

El Informador, fue uno de los lugares más alejados de la ciudad que ofrecían variedades. Al

igual que el Navy Club (km. 1 de la Carretera a Chapala) era de los centros sociales que

optaban por una publicidad con más atractivos gráficos. Éste último además hacía gala de

su diseño arquitectónico, que consistía en la recreación de un buque, teniendo el servicio de

restaurante, cantina, escenario y pista de baile al interior, e incluso ofrecía una piscina para

pasar las tardes de fin de semana o para competencias y exhibiciones de natación.130

Bremen (Álvaro Obregón 421) fue uno de los pocos lugares ubicados cerca de la

zona de San Juan de Dios que ofrecía una variedad más completa, con orquesta en vivo,

pues la mayoría de cabarets y centros de vicio de esa área eran conocidos por ser negocios

orientados a clases populares.131 En su publicidad podemos notar que se menciona como

“casino de atracciones” ofreciendo variedad musical y dancística, con un anuncio

128 El Informador, Sección 2, 10 de junio, 1947, HDI. 129 El Informador, Sección 2, 13 de noviembre, 1948, HDI. 130 El Informador, Sección 2, 13 de septiembre, 1947, HDI. 131 Barú indica que en los lugares de la zona de San Juan de Dios, muchos de la calle Obregón, contaban con música de mariachis y conjuntos pequeños, sin fama ni renombre. Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.

encabezado por un trompetista de tez morena, intérprete de música caribeña tal vez (ver

imagen 16).

Gracias a El Informador tenemos datos de varios lugares que durante la década de

1940 existieron, pero que no se anunciaban en las páginas de El Occidental. Lugares como

Copacabana, Costa Azul, Las Fuentes y Honolulu aparecieron en las páginas del diario

cerca de la cartelera de cines y teatros, y a pesar de no contar con anuncios de gran diseño,

su presencia permite reconocer la importancia de la vida nocturna en la ciudad para ésta

etapa.

Imagen 17. Anuncios Honolulu y Costa Azul.132

Imagen 18. Publicidad Las Fuentes.133

132 El Informador, Sección 2, 6 de agosto, 1949, HDI. 133 El Informador, Sección 2, 20 de julio, 1946, HDI.

Los lugares más modestos anunciaban sus variedades o su menú con inserciones

más simples, sin diseños elaborados. Al igual que en El Occidental, preferían enfocar sus

esfuerzos en palabras que atrajeran a posibles consumidores hacia un “colosal debut” o una

“playa de la alegría”. Incluso existían negocios cuyos dueños y encargados trataron de

mostrar que su giro no era ni de cantina ni cabaret, como Las Fuentes, pero las prácticas

culturales del cabaret no conocían fronteras de licencias o giros comerciales gracias a las

personas que las llevaban a cabo en su interior.

El número de anuncios en El Informador sobre centros de vicio, restaurants, salones,

cantinas, clubes, centros sociales y cabarets decayó hacia la década de 1950 y se mantuvo

de esta manera hasta el final de la vida cabaretera tapatía. Los pocos espacios publicitarios

que encontramos correspondían en su mayoría a Casbah, Ciro’s, Afro Casino y

Montparnasse, que eran lugares que cotidianamente aparecían los fines de semana en El

Occidental. A pesar de esto, existen anuncios aislados de lugares de los cuales hay pocos

datos, pero brindan suficiente información para ubicarlos en el mapa cabaretero local.

Imagen 19. Publicidad Copacabana.134

134 El Informador, Sección 2, 13 de diciembre, 1949. HDI.

Del Copacabana tenemos pocos datos de su existencia, pero con esta publicidad de

1949 acerca de “Yumina, la Diosa blanca de los ritmos negros” podemos reconocer que fue

de los pioneros en anunciar a sus artistas femeninas con mayor laxitud en la vestimenta.

Hasta finales de la década de 1950 es cuando la mayoría de lugares promocionaban a sus

vedettes y artistas con fotos donde sus cuerpos fueran el atractivo central.

También el Teatro Lírico encontró lugar en las páginas de El Informador,

presentando un antecedente al teatro que la Asociación Nacional de Actores (A.N.D.A.)

edificaría algunos años después (Ver imagen 20). Desde mediados de la década de 1950 ya

contaba con una cartelera de variedades donde integraba músicos, bailarines, cantantes, y

hasta una bibelot, que eran enanos a los que se les asignaba un número para cantar o hacer

sketches.135

135 Presentar enanos y personas pequeñas fue una práctica común en los espectáculos de variedades a nivel mundial desde muchos años atrás. Uno de estos ejemplos es el caso de Espiridiona Cenda, una pequeñísima mujer cubana de 65 centímetros de altura que logró conquistar escenarios en América Latina, Estados Unidos y Europa. La novela Chiquita de Antonio Orlando Rodríguez publicada por Alfaguara en 2008 narra su vida de manera detallada. En el anuncio de la imagen 20 aparece en la cartelera una bibelot con el mismo seudónimo, pero es mera coincidencia.

Imagen 20. Cartelera del Teatro Lírico136 Imagen 21. Anuncios Morocco y El Sombrero137

El Sombrero (imagen 21) ubicado en la Nueva carretera a Zapopan, actual av. Ávila

Camacho, 405, y Morocco (imagen 22) en Pedro Moreno 385, fueron lugares con

variedades, productos y servicios más modestos, pero con los pocos anuncios que pagaron

en El Informador podemos ver su existencia; el primero procuraba en sus carteleras artistas

más cercanos a la canción ranchera y romántica, mientras que en el segundo las orquestas y

conjuntos tropicales tenían mayor frecuencia en sus escenarios.

136 El Informador, Sección 2, 29 de mayo, 1954, HDI. 137 El Informador, Sección 2, 20 de octubre, 1956, HDI.

La década de 1960 marcó el inicio de una nueva dinámica en la vida cabaretera

local, donde los medios de comunicación –televisión y radio particularmente– influyeron en

la creación de un star system, una lista de nombres de élite y de espectáculos particulares

que constituyeron gran parte de las ofertas y prácticas de moda para divertirse. Estas

actividades y personajes fueron el objetivo de los empresarios de cabarets a nivel nacional,

y en Guadalajara esta situación fue evidente con las carteleras presentadas.

La publicidad poco a poco comenzó a mostrar este nuevo síntoma en la vida

cabaretera, donde artistas de nivel nacional se integraron a la práctica cultural cabaretera, y

dentro de este grupo de personas cobró fuerza, para la década siguiente, la figura esbelta de

cintura y ancha de caderas que portaban las vedettes.

2.4- La antesala a la época cabaretera.

Las décadas de 1950 y 1960 fueron tiempos de asimilación y crecimiento de los cabarets y

su práctica cultural en Guadalajara. La actividad nocturna había pasado una primera etapa

donde para muchos su existencia no representaba mucho, y ahora las autoridades tenían

plena conciencia de ella y de las cuestiones que acarreaba consigo. A pesar de esto, la

reacción legal y administrativa en contra de los centros de vicio llegó en un momento

donde las tendencias culturales conjugadas en el cine, la música y el entretenimiento

contravenían a las intenciones de detenerlos.

En el cine, las películas sobre rumberas, y años después las de ficheras, ayudaron a

que los cabarets entraran en el catálogo mental de entretenimiento para el público tapatío; a

través de los él, las personas que asistieron a ver los filmes, donde éstos lugares y sus

personajes eran elementos centrales de la trama, comprendieron que los centros nocturnos

de este tipo estaban teniendo auge en la ciudad de México, y grandes artistas participaban

en ellos. Las audiencias también atestiguaron los asuntos negativos y positivos que

acontecían en el interior de los lugares representados en las pantallas. Si bien los cabarets

podían ser negocios donde ocurrían crímenes, prostitución y relaciones tormentosas entre

ficheras, clientes y tarzanes (proxenetas), cualquier persona que no se involucrase en esos

asuntos podía pasar un buen rato bebiendo, bailando y contemplando las variedades de

espectáculos exóticos que se presentaban dentro de ellos, o al menos eso dejaban ver las

películas.

La creciente actividad artística con los músicos y géneros que triunfaban en la

Ciudad de México –capital política donde también convergían las expresiones culturales de

las corrientes dominantes– así como los que iniciaban carrera en Guadalajara, también

requerían lugares donde pudieran ser vistos y escuchados. La apertura de más cabarets en la

ciudad respondió también a la necesidad de dotar de lugares de entretenimiento a los

tapatíos. Así, los cabarets como lugares de exhibición de formas culturales como la música,

los bailes exóticos y las variedades y revistas, operaron como espacios donde artistas

emergentes intentaron darse a conocer, y algunos de ellos lograron sus objetivos triunfando

en la escena nacional e internacional.

La vida artística de los cabarets tapatíos ocurría con mayor éxito en los

establecimientos que ofrecían sus servicios para la clase media y alta, mientras que para los

lugares destinados a las clases populares la situación era distinta. Desde la década de 1940

hasta 1970 estos lugares vivieron varias etapas difíciles para su existencia, pero

cotidianamente hallaban las formas de continuar con sus labores.

Los centros nocturnos populares lograron crear una imagen peculiar donde trazaron

las líneas divisorias para distinguirse de los lugares para la clase alta. A pesar de coincidir

en la esencia de la práctica cabaretera, ofreciendo diversión por medio de la música, el baile

y el consumo de alimentos y bebidas alcohólicas, la participación de ciertos personajes al

interior los hacía distintos entre sí. En este sentido, las prácticas y representaciones que se

efectuaban al interior y exterior de los diversos cabarets colaboraron en la distinción de las

formas culturales cabareteras en Guadalajara, y esta será la tarea por analizar en el siguiente

capítulo.

Capítulo III.

Las prácticas y representaciones del cabaret tapatío.

A mí me gusta lo que te disgusta

A mí me gusta lo que a ti te asusta Y aunque te quiero, te quiero, te quiero

Me gusta ser para ti lo primero138

La ciudad de Guadalajara comenzaba a encarnar una serie de vicisitudes en los ámbitos

público y privado para los tapatíos de mediados del siglo XX. Entre transformaciones

urbanas, el uso cada vez más generalizado de transportes motorizados y la existencia

consolidada de medios de comunicación como la radio, televisión y periódicos, la vida

cotidiana de los tapatíos encontró cambios y nuevas prácticas a las cuales familiarizarse.

Las diversiones diurnas y nocturnas en la ciudad vivieron cambios en su praxis, y

particularmente la vida cabaretera experimentó una nueva etapa que influyó directamente

en su existencia. Con una sociedad que podía acceder cada vez más rápido a la información

en los medios de comunicación, donde la publicidad jugaba un papel preponderante, los

empresarios del entretenimiento nocturno comprendieron que los tapatíos ahora contaban

con muchas herramientas para participar de sus actividades.

Por una parte, los desveladeros de mayor renombre y con las propuestas de

diversión más caras gozaron de cierto prestigio ante la opinión pública, mientras que los

lugares más modestos continuamente fueron juzgados de manera negativa por casi todos los

sectores de la sociedad tapatía.

A la par del desarrollo de los cabarets tapatíos, una nueva forma de representarlos

surgió en uno de los medios de mayor auge en el siglo XX: el cine. Los esfuerzos fílmicos

138 “Lo que a mí me gusta” interpretada por Lyn May en el filme Burlesque, DVD, dir. René Cardona (1980; México: Distrimax, 2006).

nacionales invertidos en el llamado cine de rumberas también contribuyeron a la formación

de una serie de conceptos en torno a la vida cabaretera en general por parte de la sociedad

tapatía.

Dentro de esta dinámica se conformaron una serie de representaciones colectivas e

individuales sobre las prácticas particulares de los cabarets locales, y gracias a todos los

elementos que intervenían dentro y fuera de ellos, los habitantes de la ciudad lograron

reconocer la consolidación de una forma de diversión específica, pero con distinciones

concisas de acuerdo a varios parámetros.

La propuesta central de este capítulo es que la práctica cultural cabaretera en

Guadalajara aconteció de manera distinta dentro y fuera de dos tipos de cabarets: los

populares y los de clase media y alta. En la definición de cada tipo de lugar intervinieron

prácticas y factores específicos que interactuaron y que permitieron a los habitantes hacer

una representación de estos establecimientos. Éstos elementos eran los actores sociales que

participaban al interior de los negocios, los productos y servicios que se ofrecían y, en

algunos casos, la ubicación espacial en la ciudad.

Estas primeras representaciones partieron de todas las prácticas al interior y exterior

de los cabarets por los personajes que intervenían, que fueron leídas por los miembros de la

sociedad tapatía y lograron conformar –primero de manera individual en opiniones

personales y posteriormente de manera colectiva en quejas, cartas y opiniones dirigidas al

ayuntamiento y los periódicos, así como en organizaciones– representaciones colectivas

sobre la práctica cultural cabaretera en la ciudad.

El cine es, entonces, una manera de representar “prácticas y usos sociales externos

al film” que pueden ser leídos por los espectadores casi como un texto, utilizando la idea de

Chartier sobre las representaciones.139

Esta forma de idear, conceptualizar, y comunicar al cabaret por parte de algunas

colectividades en Guadalajara operó por varias décadas, conformando representaciones

distintas según fuera el tipo de cabaret al que se refirieran, tanto en la vida cotidiana como

en prácticas particulares como la creación y proyección de películas sobre cabarets en salas

de cine, usando a los actores sociales que se desenvolvían fuera de las pantallas en los

cabarets de verdad.140

Sobre los personajes que participaban en los cabarets –clientes, artistas, empleados

y autoridades involucradas– es importante reconocer que jugaban diferentes roles y eran

interpretados de distintas maneras de acuerdo al tipo de establecimiento en que se

encontraran. Los servicios de diversión y los productos que se consumían al interior

también variaban, y la interacción entre las acciones de los personajes y los servicios

ofrecidos desembocaban en representaciones específicas en torno a los cabarets locales por

parte de todos los sectores de la sociedad tapatía.

Hablando particularmente sobre los artistas al interior de la vida cabaretera, el

consumo creciente de productos culturales por medio de radio, televisión y cine comenzó a

influir con las ofertas de espectáculo de los cabarets locales. Cada vez se hacía más

139 Jose Carlos Rueda y Mª del Mar Chicharro, “La representación cinematográfica: una aproximación al análisis sociohistórico” en Ámbitos. Nº 11-12 (2004), 429. Los autores incluso mencionan el concepto de “representación” que utiliza Chartier y lo explican como una herramienta para el uso dentro de la cinematografía. Cabe recordar la idea de Chartier planteada desde la introducción donde reconoce que “en el espacio así trazado se inscribe cualquier trabajo situado en medio de una historia de prácticas, social e históricamente diferenciadas, y de una historia de representaciones, inscritas en los textos o producidas por los individuos”, explicando que en la producción de sentido de un grupo social caben no sólo los textos escritos en papel, sino textos de diversos soportes y caracteres. Chartier, El mundo como representación, 52. 140 Patricia Torres San Martín, Cine y género. La representación social de lo femenino y masculino en el cine mexicano y venezolano. (Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2001) 19.

necesario contar con números de baile y nombres de calidad reconocida por parte de los

empresarios que podían pagarlo, mientras que los cabarets de menores posibilidades

mantenían su existencia a través de otras prácticas como el ficheo.

En la práctica cabaretera local encontramos la competencia de grupos sociales por la

apropiación de los productos culturales que intervenían en la música, el espectáculo y la

diversión, y también notamos las distinciones entre estos mismos grupos de acuerdo a

criterios económicos y culturales dependiendo del establecimiento al que acudían a

divertirse.141

La ubicación del lugar cumplía un papel relevante para la representación de la vida

cabaretera, ya que en un giro de la calle Obregón (zona San Juan de Dios) frecuentado por

habitantes de zonas populares, con bebidas alcohólicas baratas, sin música de orquesta y

presencia de ficheras, contrastaba con un centro social o casino como el Afro, con

productos más caros y variedades en vivo de talla nacional, y con clientes de nivel

socioeconómico más alto. Además de estos elementos, las acciones específicas de algunos

parroquianos y trabajadores de cabarets populares que eran delitos o actividades prohibidas,

generando opiniones distintas entre un lugar y otro para miembros de la sociedad quienes

utilizaban las quejas y las noticias como un medio para hacer notar su inconformidad o su

aprobación para lo que ocurría en los diferentes lugares.

Gracias a este tipo de acciones, muchos de los cabarets, salones, cantinas y centros

de vicio ubicados en barrios y colonias populares, o frecuentados por miembros de las

clases bajas de la sociedad tapatía, fueron conocidos por ser lugares conflictivos y

peligrosos para cualquier tapatío que gustara de practicar las buenas maneras y costumbres

en la ciudad.

141

También es de considerar el papel de la cinematografía en la elaboración de juicios

de la vida cabaretera local, pues en las pantallas, los melodramas mostraban las alegrías de

la danza y las actividades nocturnas junto con la complicada existencia que llevaban los

personajes femeninos del cabaret, haciendo de la mujer –la rumbera– un tema central en las

opiniones sobre el entretenimiento y la diversión nocturna.

La interacción de todos estos elementos al interior, así como la opinión vertida en

periódicos y quejas, y los conceptos formulados por las películas del cabaret comenzaron a

formar representaciones sobre la práctica cultural cabaretera en sectores populares; dicha

imagen llegó hasta el final de la vida cabaretera como un estigma para muchos negocios y

locales de zonas céntricas de la ciudad.

El objetivo general de este capítulo es caracterizar las dos formas de vida cabaretera

en la ciudad, y explicar las diferencias que existieron entre ellas. Posteriormente,

analizaremos cuales fueron los elementos distintivos que se consolidaron como partes

centrales de la práctica cultural cabaretera y que abrieron paso a la siguiente década donde

los cabarets ya eran parte de los lugares importantes para el entretenimiento en la ciudad.

Este capítulo termina analizando la existencia de una práctica particular de los

cabarets en general, pero mayormente relacionada con los lugares populares: la presencia

de ficheras. La acción de fichar nos permite abrir paso al tercer capítulo, donde la otredad

de las mujeres del cabaret se expresó con todo su esplendor en los medios de comunicación,

escenarios y pistas de los centros nocturnos locales a través de las vedettes. La última

sección de estas páginas abre camino a esta nueva etapa llena de espectáculos y luces que

se apagarían casi de manera repentina para la mayoría de los establecimientos en la ciudad

que participaban de la práctica cultural cabaretera.

3.1- El cine de rumberas: representación de la vida del cabaret.

Mientras corrían los últimos años de la década de 1940, la actividad fílmica nacional

mantuvo el ritmo que había iniciado desde el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En

esta etapa, como resultado de la dinámica nacional modernizadora donde una mayoría de

población rural comenzó a migrar a las ciudades, la formación de una nueva clase media

urbana requirió, además de empleos, nuevas formas de entretenimiento de acuerdo a sus

gustos y posibilidades, cuestión que pronto comenzó a ser uno de los objetivos de las

empresas culturales, como las compañías cinematográficas.142

Las salas de cine en Guadalajara fueron uno de los espacios más importantes para el

entretenimiento de los tapatíos de todas las clases que pudieron acceder a comprar una

entrada. Películas nacionales, estadounidenses y europeas fueron proyectadas en las

pantallas a lo largo de las décadas de 1940 y 1950, mostrando a los espectadores historias

con diversos contextos dentro y fuera de los rincones mexicanos. En estos filmes se

presentaban ficciones que hacían fantasear con otros mundos, pero también se proyectaban

realidades que poco a poco permitían establecerse ideas específicas sobre varios temas

cotidianos.

La época de oro del cine mexicano que vivió sus años durante esta fase construyó

sus tramas en torno a historias diversas –cómicas o dramáticas– donde la mujer era el

personaje central. Como resultado de este eje femenino de los filmes, nombres importantes

surgieron en boca del público; casos como el de María Félix –mujer fuerte del cine

ranchero– que quedó grabada por generaciones en las mente de los espectadores son un

142 Emilio García Riera, Breve historia del cine mexicano, primer siglo 1897-1997. (México: IMCINE, 1998), 153. Nestor García Canclini y Ernesto Piedras Feria, Las industrias culturales y el desarrollo de México. (México: Siglo XXI/FLACSO, 2006), 12.

ejemplo de la relevancia femenina en las películas. Pero para el caso rumbero, actrices

como Ninón Sevilla, Rosa Carmina, Marga López, María Antonieta Pons y Mercedes

Barba representaron el papel de la cabaretera en diversos largometrajes, y también se

ganaron un lugar especial en la historia del cine nacional y en la memoria de las audiencias.

Durante esta época, y con las actrices mencionadas, una serie de películas

introdujeron un espacio social urbano en las mentes del público: el cabaret. En las llamadas

películas de rumberas, historias de amor y desamor que se desarrollaban al interior y al

exterior de cabarets, lugares donde los personajes entablaron sus relaciones tormentosas al

ritmo de tambores y música tropical, casi siempre terminando en tragedias, pero siempre

mostrando la alegría de la vida nocturna de esos lugares.

Las tramas de las películas de rumberas narraban las complicaciones que generaba

una vida alejada de los estándares morales de la sociedad, donde una mujer que trabajaba

de noche en un salón o cabaret terminaba sufriendo las desventuras de esa forma de ganarse

la vida.

La rumbera ó cabaretera representa, en estos filmes, una especie de dualidad

contradictoria, donde el papel de una especie de prostituta no confesional se combina con

muchas de las características femeninas históricamente reconocidas: la maternidad, el

cuidado de su familia, las labores domésticas, entre otras.

Por un lado, la rumbera era en palabras de Ninón Sevilla “siempre sufrida,

explotada y golpeada por su padrote”.143 Por el otro, era una mujer caída que buscaba la

redención, y la única forma de lograrlo era a través del baile, pues la rumbera era “un ídolo,

pero literalmente con pies de barro, aunque estos pies, sobre todo sus piernas, son su

143 Cristina Pacheco, Los dueños de la noche (México: Plaza y Janés, 2001), 19.

fortuna y su salvación”.144 Así, la rumbera conjugaba la alegría de la vida nocturna

citadina, con sus bailes y ritmos musicales nuevos, pero también evidenciaba las

dificultades y tristezas que acarreaba una vida alejada de los estándares femeninos

aceptados, donde al final a estas damas, como a las rumberas, sólo un hombre bueno

lograría salvarla, y no encontrarlo podía llevarla a la total degradación.145

Imagen 22. Ninón Sevilla en Aventurera.146

A pesar de ser el personaje principal, la rumbera no era el único elemento digno de

mostrar en estas películas; si bien la mujer del cabaret y sus problemas eran parte central de

las tramas, en estos filmes podemos observar secuencias largas de bailes exóticos con

músicos alegres, así como varias personas, en pareja o solitarios bailando al ritmo de las

canciones románticas mexicanas, caribeñas o africanas. Otro de los objetivos del cine de

rumberas era enseñar que en los cabarets existían grandes opciones para la diversión de los

asistentes, sobre todo si se mantenían alejados de los personajes que podían complicar las

situaciones, como las ficheras y los cinturitas (proxenetas).

144 David Ramón, Sensualidad. Las películas de Ninón Sevilla (México: UNAM, 1989), 22 145 David Ramón, Sensualidad. Las películas de Ninón, 23. 146 Ninón Sevilla bailando en Aventurera, DVD, dir. Alberto Gout (1949; México: Cinemateca, 2009).

Imagen 23. Escena festiva en Salón México.147

Otra de las intenciones de estas películas –en palabras de Rosa Carmina, actriz

icónica del cine de rumberas– era poner en práctica el encanto y el secreto de las buenas

rumberas, que consistía en “hacer sentir al público su baile y todas las cosas que hay en él:

ritmo, sensualidad, cadencia, dulzura”, 148 cuestión que sin lugar a dudas ayudó a

popularizar este género cinematográfico y a las vedettes, junto con todas las opciones de

consumo musical que contenía, y en consecuencia también, colaboró a posicionar al cabaret

como una opción de entretenimiento nocturno para muchas en Guadalajara y en todo el

país.

El cine de rumberas también auxilió a la creación de un star system, donde no sólo

las actrices protagónicas sobresalían; junto a ellas, músicos e intérpretes lograron

posicionarse en los gustos generales del público por medio de los números que presentaban

en los filmes. Agustín Lara –voz eminentemente relacionada al desamor de las cabareteras–

Toña la Negra, Dámaso Pérez Prado, Lobo y Melón, entre otros, lograron formar cierto

147 Salón México, DVD, dir. Emilio Fernández (1949; México: AlterFilms, 2003). 148 Cristina Pacheco, Los dueños, 69. En el caso de Rosa Carmina, descubierta por el cineasta Juan Orol, sus pasos y movimientos rítmicos la llevaron del cine a los teatros de revista y cabarets en la ciudad de México, haciendo de ella un gran éxito en el espectáculo y considerándola “La diosa de fuego hecha mujer”.

prestigio a partir de sus apariciones en películas de rumberas, donde se mostraba al cabaret

como un lugar con presencia musical importante. Gracias a estos artistas, el bolero y los

nuevos sonidos afrocubanos se levantaron como los primeros géneros cabareteros de la

época de 1940 en México.149

Entre películas como La reina del trópico, Aventurera, Sensualidad, Salón México,

Sandra, la Mujer de fuego y otras más, los espectadores tapatíos comenzaron a formarse

ideas en torno a los cabarets, sus asistentes, sus bailarinas rumberas y sobre la práctica

cultural en general hacia la década de 1940. Para muchos que aún no asistían a alguno de

los desveladeros tapatíos, esta idea del cabaret pudo parecerles interesante sobre todo con

las atracciones que presentaban sus anuncios ofreciendo la presencia de artistas

consagrados, esos que salían en las películas.

Imagen 24. Número musical en La Reina del Trópico.150

149 David Ramón, Sensualidad. Las películas de Ninón Sevilla (México: UNAM, 1989) 16. Carlos Monsiváis, Escenas de pudor y liviandad (México: Debolsillo, 2004), 51. Monsiváis reconoce incluso al danzón como uno de los primeros ritmos de los lugares nocturnos desde años anteriores a 1940: “es la música de los prostíbulos, acoplamiento vertical, vuelo erótico fijado al piso”. 150 Escena de María Antonieta Pons en La reina del trópico, DVD, dir. Raúl de Anda (1946; México: Séptimo Arte Distribución, 2005).

Los lugares donde parece desarrollarse las historias del cine de rumberas

corresponden a una descripción más cercana a los cabarets de clases medias y altas en

Guadalajara. En los filmes es común observar espectáculos con música de orquesta,

consumo de alimentos y bebidas, y los códigos de vestimenta de los clientes –con traje los

caballeros y vestido las damas– que nos permiten reconocer que los lugares representados

no eran los cabarets populares.

Como contraste a las realidades en el cine de rumberas, la práctica cabaretera

cotidiana local contaba con pocos lugares donde la realidad podía parecerse a lo proyectado

en las pantallas, pues los establecimientos populares de la ciudad pocas veces pudieron

tener presencia de músicos famosos y mucho menos a bailarinas, vedettes o actrices

reconocidas.

A pesar de no corresponder con las descripciones físicas de los lugares ni con la

cartelera de espectáculos, la presencia de mujeres laborando en los establecimientos de

bajos recursos constantemente asociaba a la mujer sufrida de la pantalla con la posible

víctima de explotación sexual que representaban las meseras y ficheras en las cantinas,

salones y cabarets populares de la ciudad.

La presencia de estas mujeres junto con actividades delictivas y embriaguez

efectuadas por sus parroquianos y empleados, fue conformando una serie de conceptos en

torno a los centros de vicio de zonas populares que se mantuvo hasta la desaparición de la

vida cabaretera tapatía.

3.2 La imagen del cabaret popular.

Los desveladeros de las zonas populares adquirieron fama de ser lugares conflictivos a lo

largo de muchos años gracias a sus parroquianos, propietarios, trabajadores, autoridades y

las acciones que estos cuatro sectores realizaban al interior. Los parroquianos de los centros

de vicio populares de la ciudad eran casi en su mayoría habitantes o vecinos de las zonas,

colonias y barrios de habitación popular. Para ellos, asuntos como la cercanía, los precios y

la oferta de un ambiente y un lenguaje simbólico común podrían ser tomados como

elementos determinantes del gusto de los tapatíos de barrios populares.

De orígenes diversos, como tapatíos añejos, incorporados de zonas rurales, o siendo

parte de familias migrantes como las primeras generaciones de hijos nacidos en

Guadalajara, los habitantes de estos barrios asistían a los cabarets y cantinas cubriendo sus

necesidades de distracción y esparcimiento después de las jornadas de trabajo. En un

ambiente cercano a su realidad desahogaban las tensiones del día a través de una cerveza,

un vaso de licor, alguna bebida preparada como el changuirongo o bailando al ritmo de la

música que tocaban los conjuntos o que emitían las dieceras.151

Quienes concurrían a trabajar en estos centros, así como los propietarios de los

cabarets, también podían ser vecinos de dichos barrios y compartían códigos comunes con

los clientes. Las mujeres que trabajaron en estos establecimientos como meseras, ficheras y

hasta en labores de limpieza, pudieron cubrir sus necesidades económicas por medio del

151 El changuirongo era una mezcla de Coca-Cola con tequila. Ramos Willchis, “Los cabarets…”, 130. Las dieceras eran aparatos eléctricos musicales, muy comúnes en los cabarets y cantinas que no presentaban orquesta por ser un servicio muy costoso y, sobre todo, de cabarets de primera. Además, uno de los personajes que participó de la vida cabaretera activamente, “Barú”, nos indica que en todos los cabarets había orquesta o conjunto musical, así fuese una pequeña y el cabaret fuere uno de los populares de la zona de San Juan de Dios. Adolfo Torres Bermúdez (Bailarín y coreógrafo) entrevista realizada por el autor, Septiembre 2013 (En adelante se menciona como Barú).

trabajo en cabarets de barriada; sin embargo, por el hecho de estar laborando en dichos

lugares tuvieron que ser objeto de serias críticas por parte de la sociedad tapatía.

La percepción del cabaret popular como una práctica nociva en la sociedad tapatía

integraba siempre mujeres y embriaguez, y ambos elementos combinados ocasionalmente

podían desembocar en disturbios menores o crímenes. La mujer como fichera y/o mesera

fue un elemento central en la dinámica de los cabarets tapatíos por décadas, y representaba

un estilo de vida que no debían llevar las mujeres decentes, que mejor tendrían que optar

por ser madres de familia y educadas de acuerdo a los cánones tradicionales, evitando

convertirse en “mariposillas de arrabal”.152

La presencia femenina fue eje de constantes quejas durante las décadas de 1940

hasta 1970, a tal grado que se intentó prohibir su participación en todos los

establecimientos nocturnos y centros de vicio. A pesar de los esfuerzos de las autoridades,

la práctica cabaretera se impuso ante las exigencias administrativas, ya que sin la presencia

de damas, la existencia de cabarets hubiera carecido de una de sus principales atracciones

mediante el baile y el sistema de ficheo.

Muchas mujeres de los cabarets populares tapatíos participaron de otra dinámica,

explotando el interés por lo prohibido y el apetito carnal de algunos de los visitantes del

cabaret a través de la prostitución, llegando más allá de lo permitido por la ficha que

pagaban sus clientes. Con esta nueva forma de ver al cabaret como un lugar donde algunas

mujeres se prostituían se creó la imagen de la cabaretera como algo dañino para la sociedad

y las familias tapatías. Así, se incluyeron nuevos elementos al cabaret que operaron dentro

del proceso de la prostitución y que para las autoridades y la sociedad civil resultaron

alarmantes.

152 El Occidental, “Juventud y porvenir”, 1ª Sección, 6 de septiembre, 1943, BPEJ.

Hacia la década de 1940 en la ciudad se comenzó a notar la presencia de un nuevo

elemento que se integraría a la vida nocturna y sus centros de vicio: los pachucos.153 Estos

personajes fueron asociados como “personas viciosas, sin ocupación” 154 y además su

vestimenta dio lugar a muchas críticas de la moda tapatía establecida.155 Los pachucos en

los barrios populares, dentro de sus cabarets, cantinas, billares, piqueras y salones, sirvieron

de abono para reforzar la imagen negativa que ya de por sí ostentaban todos estos

establecimientos para la sociedad y los gobernantes.

Varios de estos pachucos –aunque no solo eran ellos los que participaban de esto–

operaron como cinturitas o tarzanes, definidos como hombres que viven a expensas de

prostitutas y cabareteras, brindándoles protección y obteniendo ganancias en este

proceso.156 Las prostitutas y sus tarzanes, conjuntamente con tahúres, ladrones, y demás

personajes del crimen, ayudaron a que el espacio físico del cabaret quedara establecido

como un refugio pasajero para ellos, al menos en las representaciones que se hacía de estos

lugares por parte de la clase alta, gobernantes y medios de comunicación.157

Como consecuencia de estas actividades, el Ayuntamiento ordenó con frecuencia la

presencia de personal del área de Inspección y Vigilancia en los locales de cantinas,

cabarets y salones, pero sus atribuciones eran reducidas. Las inspecciones fueron una

situación recurrente hasta el final de la vida cabaretera, y muchas veces fueron causadas por

presiones externas de los medios de comunicación o los vecinos.

153 El Occidental, “Alarma con la presencia de los llamados pachucos”, 1ª Sección, 18 de junio, 1943, BPEJ; El Occidental, “Lo robaron al estar en un cabaret”, 2ª Sección, 17 de febrero, 1948, BPEJ. 154 Sobre la llegada de los pachucos al occidente véase el recuento histórico migratorio en: José Manuel Valenzuela, Chicanos, identidad y racismo (México: El Colegio de la Frontera Norte/Plaza y Valdes, 1998) y Rogelio Marcial Vázquez “Juventud y expresiones juveniles: Un acercamiento al fenómeno juvenil en México” en Relaciones núm. 50 (1992), 121-126. 155 A pesar de ser juzgados negativamente, los pachucos fueron elemento característico de los bailes (como el danzón) y del espectáculo de los cabarets a nivel nacional, sobre todo en la década siguiente. 156 El Occidental, “Una batida a los cinturitas”, 2ª Sección, 3 de febrero, 1944, BPEJ. 157 El Occidental, “Campaña contra los tarzanes”, 2ª Sección, 8 de mayo, 1943, BPEJ.

A causa de no formar parte del cuerpo de policía y por ende no tener autoridad para

reprenderlos en sus actividades ilícitas, los inspectores les permitían cierto grado de libertad

a todos los personajes que actuaban negativamente al interior de los desveladeros. Fuera de

los establecimientos, o en casos de escándalos mayores, los policías podían tomar parte en

el lugar y hacer valer el peso de la ley y los reglamentos sobre estos individuos.

La presencia de personajes del crimen y hampa creó normas no escritas para el

comportamiento al interior de los cabarets. El parroquiano que acudía a divertirse y liberar

las tensiones de un día de trabajo sabía que debía guardar cierta distancia para con éstos

miembros del lugar y que de involucrarse podía correr peligro.158

Aún con la información en El Occidental donde es evidente la existencia de los

personajes del crimen, prostitución y hampa dentro de los cabarets, en el Archivo

Municipal de Guadalajara las principales causas de multas o clausuras de establecimientos

estaban enfocadas hacia la presencia de mujeres sin detallar en sus funciones. Como causa

de estas reprimendas debemos tomar en cuenta que en 1943 el gobernador Marcelino

García Barragán ordenó el cabal cumplimiento de la Ley Federal del Trabajo en tanto a la

negativa de contar con mujeres y menores de edad dentro de los centros de vicio y además

propuso una Ley que regulaba esta actividad en todo el Estado de Jalisco, la cual fue

aprobada con muchas modificaciones y no logró ningún impacto trascendental.159

El ayuntamiento castigó cotidianamente la asistencia de mujeres a los cabarets y

cantinas populares con multas económicas y hasta algunas veces con la clausura temporal

de los establecimientos. Hacia 1950 esto fue evidente con la clausura de varias cantinas

donde los inspectores se percataron que las meseras bailaban con los parroquianos, como el

158 Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. 159 El Occidental,”Ni menores de edad ni mujeres en las cantinas”, 1ª Sección, 17 de marzo, 1943, BPEJ; Decreto 4888, Guadalajara, 1943, ACEJ.

caso de la cantina La terminal (Manzano 52, cerca del FFCC).160 Esto sucedía también en

lugares que no poseían permiso para operar como cabarets y que ofrecían servicio de

restaurant y baile con música en su interior, como el caso del Salón Modelo (calle 28 de

enero 368) que pasó varios meses sin contar con la documentación necesaria para

funcionar, evidenciando que la práctica cultural cabaretera no ocurría solo al interior de los

negocios con licencia de cabaret.161

Pese a que uno de los temas comunes en las quejas sobre centros de vicio era el

comportamiento y la falta de moralidad de los asistentes, quienes estaban encargados desde

el Ayuntamiento de regular el funcionamiento de los cabarets no tuvieron injerencia, al

menos reglamentariamente, en procurar las buenas maneras al interior de los lugares. En el

período revisado, las pruebas existentes nos permiten comprender que las causas por las

que los cabarets eran clausurados o sancionados iban más dentro del orden administrativo,

en cuanto a permisos para su funcionamiento, para el uso de las dieceras o para permanecer

abiertos después de las 00:30 horas.

La mayoría de cabarets clausurados durante esta etapa inicial de crecimiento fueron

objeto de las quejas y solicitudes vecinales sobre el mal comportamiento de su concurrencia

y sus empleados. Las autoridades casi siempre respondían a estas peticiones con la clausura

de los locales, aunque comúnmente esto respondía a que los propietarios carecían de la

documentación requerida por los inspectores y no a una declaratoria de crímenes o faltas a

la moral cometidos en su interior. Esto puede interpretarse como uno de los mecanismos

160 Memorándum enviado a J. Asención Andrade, porpietario, de parte del Secretario del Ayuntamiento, Guadalajara, 4 de enero de 1950, AMG, Correspondencia: 3-29-2, 12. 161Memorándum enviado a Luis Villareal, propietario, de parte del Secretario del Ayuntamiento, Guadalajara, 2 de junio de 1950, AMG, Correspondencia: 3-29-2, 8.

que el Ayuntamiento tapatío utilizó en busca de formas institucionales, casi pretextos, para

lograr la regulación y sanción de la operación inconveniente de estos centros.

El caso de mayor relevancia para entender el crecimiento del vicio en ciertas zonas

populares es una queja, acompañada de varios oficios y propuestas, que vecinos de la zona

de San Juan de Dios ofrecieron a las autoridades municipales con la finalidad de darles una

pista sobre los giros comerciales que consideraban dañinos. Los vecinos adjuntaron un

mapa a este documento, realizado a mano, donde reconocieron cifras que reflejan la

importancia de la actividad del vicio en un área menor a veinte manzanas (Ver cuadro 2).

Cuadro 2. Registro vecinal de centros de vicio en la zona de San Juan de Dios, 1947.162

Giro Cantidad de negocios Mujeres en el interior

Casa de asignación (burdel) 83 384

Cantina 29 184

Cabaret 5 No indica

Hotel 6 No indica

Totales 123 568

162 Quejas, solicitudes y estudios en torno a los centros de vicio de la zona de San Juan de Dios, Guadalajara, 31 de enero de 1947, AMG, Correspondencia: 3-29-1 bis, 11 expedientes.

Mapa 4. Registro vecinal de centros de vicio en la zona San Juan de Dios, 1947.163

163AMG, 31 de enero de 1947. AMG, Correspondencia 3-29-1.

En una zona reducida, los vecinos reconocieron la presencia del vicio en el área

aledaña de San Juan de Dios, ubicada entre el templo del mismo nombre y la calle de

Medrano, que décadas después se convertiría en uno de los focos de atención más

importantes en la vida cabaretera popular .

Este documento sirve para reconocer una primera llamada de atención a las

autoridades, donde diversas organizaciones como la Asociación Protectora del Hogar, la

Campaña Moralizadora de los Barrios de Analco y San Juan de Dios, y el Consejo Popular

de Economía Contra la Carestía de la Vida enviaron quejas junto con los vecinos para tratar

de establecer una zona de tolerancia alejada de la ciudad con la finalidad de que los centros

de vicio y la prostitución tuvieran cabida, pero lejos de los domicilios de las familias

tapatías.

Después de revisar las cartas y quejas del expediente, en el Ayuntamiento la

información quedó sólo para darnos cuenta de la importancia que ya tenían los barrios de

San Juan de Dios y Analco en estas actividades prohibidas moralmente, pues el Consejo de

Colaboración Municipal, con base en estudios que realizaron expertos como el Doctor Luis

Alcaraz, desechó la propuesta de crear la zona roja legalizada con el argumento de que “la

zona de tolerancia es quizás el punto mas peligroso del reglamentarismo”,164 pues con

toda permisividad se dejaría que mujeres cayeran en redes de prostitución y que los

hombres buscasen los servicios de esta práctica. No conforme con esto, la resolución

concluyó que “la caterva de gente de mal vivir que gravita alrededor de la pobre mujer

entregada al comercio carnal, empresarios, proxenetas, tratantes de blancas, rufianes,

sostenidos, lenones, etc. allí se agrupan y para sus fines, fomentan la explotación sórdida

164 Expediente 2 de Quejas, solicitudes y estudios en torno a los centros de vicio de la zona de San Juan de Dios, Guadalajara, 19 de junio de 1947, AMG, Correspondencia: 3-29-1 bis, 1.

de mujeres y hasta homosexuales”,165 dejando en claro que el ayuntamiento no estaría de

acuerdo en fomentar todo esto. Este expediente representa la primera ocasión en que las

autoridades se involucraron profundamente, hasta con estudios e investigaciones, con el

crecimiento del vicio en la ciudad.

El área cercana a San Juan de Dios se inició durante esta etapa como la zona con

mayor cantidad de centros de vicio en la ciudad, siendo muchos de éstos giros objeto de las

diversas quejas que enviaron los vecinos al ayuntamiento con la finalidad de alzar la voz en

torno a varios temas que les molestaban.

Dentro de las situaciones cotidianas que generaron quejas sobre los desveladeros

populares estaban la música y los ruidos al interior de ellos, muchas veces mencionados

como escándalos que causaban molestias a los vecinos de los negocios aledaños. Para

explicar este fenómeno podemos mencionar la carta que envió la Unión Nacional de Padres

de Familia, conjuntamente con el Sindicato Único de Médicos Cirujanos y Profesionales

Conexos del Estado de Jalisco, el Centro Bancario de Guadalajara, la Cámara Nacional de

Comercio, el Centro Patronal de Jalisco, y la Dirección Federal de Educación. En este

documento se revela la postura de estas instituciones en torno al problema del ruido y las

dieceras o magnavoces que no sólo aquejaban a los vecinos cercanos, sino también en las

calles aledañas, según los remitentes. Así,

también es de llamar la atención la serie de cabarets y centros de vicio que hay en el primer cuadro de la población, y que sus ruidos estridentes hasta el amanecer, originan trastornos a los vecinos que durante el día se han consagrado todos sus esfuerzos al trabajo, y que por ende, tienen derecho a recuperar sus fuerzas con el descanso de la noche.166

165 Expediente 2 de quejas, AMG, 1. 166Queja que remite la Union nacional de padres de familia, el Sindicato único de médicos cirujanos y profesionales conexos, Guadalajara, 25 de mayo de 1945, AMG, Correspondencia: 1-08-48, 1.

La vida en el cabaret, según esta carta, no era considerada una forma de trabajo

aceptable para algunos miembros de la sociedad tapatía. A través de la idea de que el vicio

debería ser una actividad prohibida, el hecho de ser moralmente dañino aparentemente lo

convertía en una forma incorrecta de labor, reconociendo que afectan a los trabajadores

que laboraban en aspectos aceptados por el resto de la sociedad.

Los ruidos y escándalos eran problemas que devenían no sólo de los ebrios o de las

discusiones que podían surgir al interior de los cabarets, cantinas y salones. La música que

se reproducía y tocaba en sus interiores, ya sea por orquestas o por las dieceras, resultaba

molesta para muchos sectores de la población tapatía, pues los ritmos que comenzaban a

llegar al país y a la ciudad, provenientes muchos de las islas del mar Caribe, con géneros

como el mambo, el chachachá, la rumba, entre otros, causaban revuelo por lo que

implicaban: baile, relajo y cierta sensualidad desbordada que se percibía en el ambiente.167

Estos nuevos ritmos, estridentes para muchos, comenzaron a tener auge hacia la

década de 1940 y en varios cabarets cada vez era más frecuente la presencia de rumberas,

orquestas y espectáculos relacionados con estos géneros, sobre todo dentro de los cabarets

para clase media y alta de la ciudad conforme fue iniciando la década de 1950.

En este período, la actividad cabaretera popular vivió una etapa de crecimiento a

pesar de los embates que la ley anti-vicio del gobernador Yáñez le propició. Los

empresarios de cantinas, salones, cabarets y centros nocturnos lograron mantener y

fortalecer sus prácticas y comercios, consolidando una serie de elementos culturales que

hasta la década de 1970 ayudaron a la creación de conceptos sobre la práctica cultural

167 Antonio García de León, El mar de los deseos. El Caribe Hispano musical. Historia y contrapunto. (México: Siglo XXI editores/Gobierno del Estado de Quintana Roo/Universidad de Quintana Roo/UNESCO, 2002), 54

cabaretera que las autoridades se encargaron de combatir en el final de la etapa cabaretera

popular en Guadalajara.

3.3- El auge de los cabarets populares.

Como resultado de las nuevas políticas regulatorias para centros nocturnos emanadas del

decreto 5941, el gobierno municipal de Guadalajara comenzó a aplicar sanciones en contra

de quienes contravinieran su aplicación. Como primera medida, la comuna comenzó a

registrar censos de negocios para tener listas de control sobre estos establecimientos. En

1954 indican que existían veintiún lugares registrados como cabaret,168 con nombre de

propietario y dirección completa; para 1955 existían registrados 32 cabarets que sumaban,

por concepto de licencias anuales, 55,450.00 pesos a los ingresos municipales, y sólo dos

centros turísticos que ingresaban 4,500.00 pesos.169

Las licencias, infracciones, clausuras y pagos de horas extras generaban ingresos

originados de estos cobros y representaban una fuente constante de recursos para el

Ayuntamiento. La recaudación de estos cargos (exceptuando la expedición de licencias)

parecía obedecer a criterios relacionados con el tipo de giro, pues estaba enfocada

principalmente hacia la zona de San Juan de Dios cercana al Mercado Libertad, con

negocios modestos y de corte popular, aunque también hay que reconocer que los cabarets

de clase alta no se salvaron de ver sellos de clausura en sus puertas algunas ocasiones.

168Lista de cabarets que solicita la Cámara de Comercio al ayuntamiento, Guadalajara, 2 de Julio de 1954, AMG, Correspondencia: 4-30-339, 2. 169 Lista completa de giros de cantinas, casas de citas, cabarets y centros turísticos, Guadalajara, 18 de Agosto de 1955, AMG, Correspondencia: 3-29-28, 4-5.

Entre 1955 y 1960 las infracciones y clausuras, resguardadas en el Archivo

Municipal, correspondieron a locales y establecimientos ubicados en el área mencionada,

principalmente a causa de quejas que los vecinos enviaban al Presidente Municipal con la

esperanza de que fueran atendidas. En la mayoría de los casos, el Secretario de la comuna

ordenaba al personal de Inspección y a la Policía que mantuviera vigilancia en los negocios

mencionados, y casi siempre eran aplicadas infracciones y algunas veces hasta clausuras.

En las quejas vecinales existe cierto patrón de elementos reconocibles sobre los

cabarets populares: ruido y música estridente hasta altas horas de la noche, ebrios saliendo

de los locales haciendo escándalos, robos, hechos de sangre, presencia de mujeres como

ficheras y prostitutas y, finalmente, la importancia de que estuvieran instalados cerca de

escuelas, templos o centros de trabajo, ya que uno de los asuntos que más reprobaban los

vecinos era que sus familias, especialmente sus hijos, presenciaran inmoralidades

cometidas por los parroquianos.

Otro de los elementos comunes en las quejas era que las actividades cabareteras no

eran exclusivas de los lugares registrados como cabaret. Ficheras, música y consumo de

alcohol bien podían ser localizados en loncherías y cantinas, donde en teoría nada tenían

que hacer ahí, pero los parroquianos se las arreglaban para llevar consigo la práctica

cabaretera a otros establecimientos de las zonas populares.

El caso del cabaret La Rumbera ubicado en Álvaro Obregón es ejemplo de los

enojos por ruidos y ebrios escandalosos, donde los vecinos pedían que se “retire a ese

cabaretucho la licencia” y con ello poder solucionar sus problemas de inseguridad y robos

en la cuadra donde estaba ubicado.170 El cabaret representaba, para algunos vecinos de

170 Queja de vecinos contra el cabaret La rumbera, Guadalajara, 17 de Agosto de 1955, AMG, Correspondencia: 1-08-17, 1.

barrios de bajos recursos, un lugar de refugio para criminales y viciosos que hacían daño a

su comunidad. De la misma forma, en la zona de San Juan de Dios otro lugar causó que

vecinos levantaran la voz sobre las actividades del Café Mary, que no contaba con licencia

de cabaret y causaba problemas con “sus grandes puertas abiertas de par en par permiten

ver espectáculos inmorales, pues mujerzuelas de la peor especie se acarician con los

clientes en estado de ebriedad”.171

Para los propietarios de cabarets de caché la situación también podía ponerse

adversa, pues en el papel la ley no hacía distinción de clase social para su aplicación.

Incluso podían ser objeto de quejas de sus vecinos, sólo que las exigencias vecinales

variaban, pues mientras a los cabarets de barriada preferían verlos clausurados por

completo, en éstos centros las solicitudes eran diferentes. En el caso del Savoy –cabaret en

Gigantes e Insurgentes, de cierta trayectoria y de ingresos mayores a pesar de estar ubicado

plena zona popular– los vecinos no pedían el cierre del lugar, sino más bien que las

autoridades ordenaran el cierre de “la ventana por donde mujeres y hombres hacen poses

deshonestas y escapan las leperadas y los estridentes ruidos de su música con el continuo

‘tun-tun’ de un tambor”.172

Como consecuencia de los encuentros cotidianos con las escenas de la práctica

cabaretera, así como con muchas otras imágenes del vicio en cantinas, loncherías,

tendajones y otros establecimientos, 131 vecinos del barrio de San Juan de Dios decidieron

en 1959 realizar una lista de los centros de vicio con los que cotidianamente tenían que

convivir, misma que fue enviada al Ayuntamiento con sus firmas y confirmada por agentes

171 Correogramas remitidos a la presidencia municipal sobre el Café Mary, Guadalajara, 14 de Marzo de 1958, AMG, Correspondencia: 1-08-3, 1. Cabaret La Rumbera, Guadalajara, 17 de Agosto de 1955, AMG, Correspondencia: 1-08-17, 1 172 Queja de vecinos de la calle Gigantes sobre el Savoy, Guadalajara, 12 de Agosto de 1957, AMG, Correspondencia: 1-08-22, 1-2

de la oficina de Inspección y Vigilancia, quienes anotaron al lado de cada lugar sus

observaciones. La información sobre las calles de Gigantes, Gómez Farías, Cabañas, José

Antonio Torres, Insurgentes, José Ma. Mercado, y Álvaro Obregón nos indica que, usando

como punto central la intersección de las calles Gómez Farías e Insurgentes y trazando un

radio de 250 a 300 metros a la redonda, dentro de esa área existían 52 centros de vicio

confirmados, entre los cuales había 21 cabarets que operaban continuamente y con la

presencia de mujeres como ficheras.173 En el mapa 5 se puede observar la distribución de

cabarets o lugares con presencia de la práctica cultural cabaretera por cuadra, los números

blancos al interior de los círculos oscuros indican la cantidad de establecimientos por

manzana.

Mapa 5. Centros de vicio en la zona de San Juan de Dios hacia 1959.174

173 Quejas por centros de vicio en calle Gigantes, Guadalajara, 27 de Junio de 1959, AMG, Correspondencia: 1-08-6, 1-3. 174 Cabarets de la zona de San Juan de Dios según los vecinos. 27 de Junio de 1959, AMG, Correspondencia: 1-08-6, 1-3.

La lista de 1959 representa la continuidad de la actividad del vicio en la zona desde

la década anterior a pesar de los intentos regulatorios, recordando el mapa 4 que los vecinos

de la zona ya habían remitido en 1947 a las autoridades municipales. En aquellos años, los

vecinos reconocieron la presencia de cinco cabarets en la zona, mientras que en 1959 eran

reconocidos dieciséis cabarets o salones y centros turísticos, más cinco locales con

presencia de ficheras (Ver cuadro 3).175 Esto confirma a la zona de San Juan de Dios como

la mayor área popular de la práctica cabaretera tapatía, que se realizaba dentro y fuera de

los establecimientos nombrados como cabaret de segunda clase, como se expone en el

siguiente cuadro:

Cuadro 3. Centros de vicio en la zona de San Juan de Dios en 1959.176

Calle No. Giro Observaciones de inspección Vicente Guerrero 34 Restaurant Con venta de vinos y licores 37 Bar Con venta de vinos y licores Gigantes 250 Club (camelia) Centro turístico con venta de vinos y

mujeres fichando. 200 Lonchería-Cantina Vinos y mujeres fichando 190 Restaurant-Cantina Vinos y mujeres fichando 149 Lonchería-Cantina Vinos y mujeres fichando 173 Bar (Casa de citas) 167 Mesón-prostíbulo 160 Pulquería 156 Lonchería Sin vinos 154 Depósito de vinos Vende copeado 128 Mesón Prostíbulo 120 Club-Centro

turístico

178 Hotel Prostíbulo 49 Depósito de vinos 50 Bar-Restaurant Con venta de vinos y licores 1 Cantina

175 Guillermo Gómez Sustaita. Los decenios, 113. Durante este período fue presidente municipal Juan I. Menchaca; algunos consideran que a él “se debe la apertura, legal o no, aunque sí tolerada, para que toda clase de tugurios se asentaran en San Juan de Dios, que dio inicio a la ‘zona roja’ de Guadalajara.” 176 Lista de centros de vicio reconocida por los vecinos de San Juan de Dios en 1959. 27 de Junio de 1959, AMG, Correspondencia: 1-08-6. Se muestran 56 establecimientos en un área que involucra 11 manzanas. Los lugares en gris participan de la práctica cultural cabaretera.

42 Restaurant-Cantina 8 Casa de asignación Clausurada Gómez Farías 92 Tienda-aguaje Cerrada por cambio de domicilio Cabañas 100 Cabaret José Antonio Torres

1 Centro turístico En construcción

55 Cabaret Con todo y mujeres fichando 63 Club 66 Cabaret Con todo y mujeres fichando 71 Cabaret Con todo y mujeres fichando 70 Cabaret Con todo y mujeres fichando 73 Restaurant-cantina Con licencia de vinos, y mujeres 79 Restaurant Con vinos 86 Mesón-prostíbulo Vecindad 90 Cabaret-Cantina Con todo y mujeres fichando Insurgentes 1 Cabaret Con todo y mujeres fichando 4 Bar-cantina No existe 7 Club No existe 8 Lonchería-cantina Con todo y mujeres fichando 11 Centro turístico No existe 17 Cantina Lonchería con venta de vinos 23 Restaurant-cantina Lonchería con venta de vinos 28 Cantina No existe 34 Club-cabaret También es lonchería con venta de vinos 39 Pulquería

(lonchería) También es cervecería

50 Cabaret Lonchería con todo y mujeres fichando 51 Cabaret Con todo y mujeres fichando José Ma. Mercado 2 Merendero-aguaje Fonda 15 Depósito de vinos Vende copeado 35 Club-cabaret Con todo y mujeres fichando 40 Cabaret (cantina) Con todo y mujeres fichando 57 Cabaret (lonchería-

cantina) Los cocos, Con todo y mujeres fichando

60 Tendajón 63 Bar Birriería 73 Tendajón (Cabaret) Tienda de abarrotes con venta de vinos Álvaro Obregón 23 Restaurant-cantina 49 Lonchería

(cervecería) Sin licencia para venta de vinos

155 Lonchería (cantina) Sin vinos 168 Lonchería (cantina) Sin vinos 207 Lonchería

(cervecería) Sin licencia para venta de vinos, tiene mujeres fichando

Con estas evidencias, podemos reconocer que la actividad cabaretera en

Guadalajara, y específicamente la enfocada en zonas de habitación popular, creció a pesar

de los intentos de regulación municipales y de las constantes quejas de los vecinos acerca

de lo que se hacía en la mayoría de los locales cercanos a sus áreas de habitación. No

obstante, las fronteras de la zona cabaretera popular de San Juan de Dios no eran del todo

rígidas, pues existían lugares que podían estar más alejados de ahí, ya sea por varias

cuadras o a solo algunas calles, y que también tenían presencia de elementos de la práctica

cultural cabaretera de tipo popular.177

Durante este período de transición entre las décadas de 1950 y 1960, muchos de los

cabarets de Guadalajara comenzaron a sentir una brisa favorable para su crecimiento,

logrando el impulso de muchos centros de vicio, tanto en zonas populares como fuera de

ellas. El surgimiento de géneros musicales de moda, su difusión en la radio y televisión, así

como la presencia constante de cabarets en el cine hacían de la práctica cabaretera, que

conjugaba estos elementos, un lugar que resultaba tentador para los consumidores.

Algunos establecimientos ubicados en zonas populares lograron ser reconocidos

como cabarets de mayor nivel y en algunos momentos las variedades que se presentaron

contaron con nombres de artistas que comenzaban a ser conocidos dentro del ámbito

nacional. Los casos de el Sarape y el Nopal, ubicados en los números 74 y 82 la calle de

Gigantes, dentro de la zona de San Juan de Dios, son ejemplos precisos de esta situación.

En la década de 1960 eran establecimientos que tenían una cartelera rotativa y que podían

pagar un espacio publicitario dentro de El Occidental, mostrando los artistas, vedettes y

variedades que presentaban, dentro de una mezcla con ingredientes que parecían

177 Existen casos como los de Centro Turístico Tropical, ubicado en el barrio de Talpita y El Íntimo en Revolución y la Calzada Olímpica, que también eran objeto de quejas ocasionales por parte de sus vecinos. Centros turísticos, Guadalajara, 29 de Agosto de 1961, AMG, Correspondencia: 1-06-51, 1-2.

incongruentes, pero que dotaron de características peculiares a la práctica cabaretera en

Guadalajara durante este período y el siguiente.

El tipo de variedades que presentaba permite reconocer el tipo de lugar del que se

habla, pues conforme se acercaba la década de 1970 cada vez más artistas buscaban tener

cabida en cabarets locales para darse a conocer. En esta dinámica la Asociación Nacional

de Actores (ANDA) y su sede en Guadalajara jugaron un papel importante, pues

promovieron que cada vez más artistas jóvenes entraran a los escenarios de los

desveladeros en variedades artísticas.178

La dinámica cabaretera enfocada a clases media y alta en la ciudad aprovechó esta

oleada artística apoyada por la organización de actores, y durante esta etapa intermedia del

siglo XX consolidaron su existencia muchos lugares de renombre, junto con sus productos,

servicios y personajes, estableciendo las diferencias entre un tipo de lugar y otro en el

ámbito cabaretero tapatío.

3.4- La distinción de la práctica cabaretera.

Además de las nuevas formas musicales de mediados de la centuria, algunos negocios de

mayor nivel económico de la ciudad comenzaron a integrar nuevos elementos y

espectáculos que definieron la vida de los centros nocturnos que participaban de la práctica

cabaretera. En estos lugares, que ofrecían entretenimiento para los tapatíos con

posibilidades económicas mayores, los shows consistían en números de orquestas o

musicales atractivos, seguidos o precedidos por bailarinas exóticas, acróbatas, cómicos –

como el caso de “Palillo”– y, finalmente, la parte medular del espectáculo: orquestas a la

178 Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.

usanza del modelo norteamericano –especies de Big Band– o artistas que comenzaban a

tener éxito a nivel nacional y que a través de la radio, la televisión y el cine se difundieron

a las audiencias.

Para la primera etapa cabaretera en las décadas de 1940 y 1950, casos como la

presentación de Pedro Infante en Los Pinos (ver imagen 26), María Luisa Landín y Jorge

Negrete son evidencia de esta situación. Este tipo de espectáculos fueron característicos de

establecimientos de clase alta, ya que los de corte popular en esta época, a pesar de contar

con conjuntos musicales, no tenían la posibilidad de tener estos personajes gracias a su

fama de lugares conflictivos y con pocos recursos para contratarlos.179

Imagen 25. Publicidad Los Pinos. 180

En primer lugar, resulta necesario comprender que la forma de referirse a los

cabarets populares en este período, en su mayoría cercanos al centro de la ciudad y hacia el

oriente, era como cabaretuchos, cantinuchos o salones de barriada. Los giros comerciales

que existían además de estos eran las acepciones de centro social, centro turístico, club, y

179 El Occidental, “Un cabaret insoportable”, 2ª Sección, 3 de febrero, 1944, BPEJ. 180 El Occidental, 2ª Sección, 15 de noviembre, 1943, BPEJ.

en ciertos casos café y restaurant, que contaban con concurrencia de nivel socioeconómico

medio-alto. La adopción de estos nombres posiblemente respondía a la distinción que les

daba para con los cabarets de la zonas populares de la ciudad, reconocidos como tales y

que ostentaban el título de centros de vicio.

La necesidad de guardar ciertas apariencias obligaba a los propietarios de los

cabarets a utilizar otros nombres para sus establecimientos, pero las actividades de la

práctica cultural cabaretera permanecían en su interior: música, baile, rumba y espectáculo.

Algunos lugares tenían publicidad en ciertas ocasiones como cabaret, otras como

restaurante, café danzante, centro social y club de media noche, como podemos ver en las

imágenes siguientes.

Imagen 26. Bambi181 Imagen 27. Colonial.182 Imagen 28. Colonial.183 Imagen 29. Bambi.184

Algunas de las cosas que sucedían en los centros sociales, turísticos y demás

lugares de mayor nivel socioeconómico, como la presencia de música, ritmos tropicales y

mujeres como parte de la oferta de entretenimiento, correspondían con lo que pasaba

181 El Occidental, 2ª Sección, 17 de octubre, 1945, BPEJ. 182 El Occidental, 2ª Sección, 11 de diciembre, 1945, BPEJ. 183 El Occidental, 2ª Sección, 9 de octubre, 1943, BPEJ. 184 El Occidental, 2ª Sección, 9 de octubre, 1943, BPEJ.

dentro de los cabarets populares, con diferencia notoria en los precios, en la concurrencia

(que se traducía en vestido, consumo, así como en cierta diferenciación de gustos para con

los tapatíos de clases más bajas), el espectáculo, las acrobacias, la presencia de orquestas

como la de Manuel Gil, comida y bebida de alta calidad y –más importante– la ausencia, al

menos supuesta, de crimen y de prostitución en sus interiores.

En estos lugares, representados por negocios como el Café Colonial, Los Pinos,

Ritz y Atlántida era importante hacer ver a su clientela que “aquí ni se ficha ni se roba”,185

y se ofrecen espectáculos de calidad y cuentan con la seguridad suficiente al cliente para

divertirse de una forma socialmente aceptada y sin complicaciones.

A este tipo de establecimientos acudían comerciantes de altas ganancias,

empresarios, miembros de la clase política, y personas que tuvieran un nivel

socioeconómico medio-alto. La ubicación no representaba un problema para todos los que

asistieran, ya que quienes poseían automóviles para transportarse podían hacer el recorrido

desde los nuevos fraccionamientos que se construyeron en las afueras del poniente de la

ciudad. Estos lugares gozaron de cierto prestigio artístico, pues en sus carteles presentaban

grandes nombres del espectáculo que en cada evento prometían sesiones de calidad para

los clientes que pudieran pagar.

Para esta etapa de la vida cabaretera, Atlántida y Los Pinos eran los lugares que

presentaban carteleras con mayor cantidad de artistas y por ende con mayores números de

variedades (Ver imagen 31). Es importante reconocer que Los Pinos, además de ser un

lugar de moda con una oferta de artistas del momento, también es el antecedente inmediato

del Casbah, lugar de gran importancia en la vida cabaretera local que años después ocupó

185 Diálogo con el que el encargado del Salón México presenta a sus clientes. Salón México, DVD, dir. Emilio Fernández (1949; México: AlterFilms, 2003).

el edificio con la misma dirección que este centro, en Catalán y 20 de Noviembre, cerca de

la intersección de las actuales calzadas Independencia y Revolución.

Imagen 30. Cartel Los Pinos.186

La interacción que tenían estos artistas con los asistentes de los cabarets de clase

alta era con cierta distancia y en un ambiente de supuesto respeto. Al contar con

celebridades de la época y guardando compostura ante ciertas normas de conducta, los

límites de distancia entre los clientes y artistas del cabaret pocas veces quedaron

transgredidos en esta etapa de la vida cabaretera, pues aún el espectáculo no contaba con

muchas exhibiciones de vedettes ni shows frívolos ni llenos de sensualidad que

desbordaran la pasión de algún consumidor ya entrado en copas. Quienes asistían pagaban

por ver un show de calidad y debían divertirse, durante el espectáculo o posteriormente,

desde sus mesas o en la pista de baile con la música.

Cada fin de año los cabarets de clase alta ofrecían cenas y bailes temáticos que, con

la finalidad de atraer a un público específico, contaban con la presencia de grandes artistas

186 El Occidental, 2ª Sección, 16 de octubre, 1943, BPEJ.

para cerrar de forma satisfactoria el ciclo anual, tanto en diversión como en ganancias,

como podemos observar en la publicidad que El Rhin mantuvo algunos días en 1945.

Imagen 31. Baile de año nuevo en El Rhin.187

Los códigos conductuales y las reglas al interior de los cabarets de primera exigían

ciertos criterios de vestimenta y apariencia, y a la vez algunas formas de interacción al

interior. Las normas no explícitas contrastaban con las que imperaban en los cabarets

populares, pues en estos centros la interacción entre clientes podía llegar a cuestiones

violentas, prostitución y consumo de servicio bajo el sistema de ficheo.

La vida cabaretera de la ciudad fue objeto de regulaciones específicas por parte de

la autoridad municipal desde esta etapa, como ya lo vimos en el primer capítulo. Para los

cabarets de clase alta la ausencia de infracciones dificulta explicar en qué tipo de faltas

incurrían estos lugares, pero aún así podemos pensar que gozaban de mejores tratos por

parte de quienes estaban a cargo de la administración civil.

187 El Occidental, 2ª Sección, 25 de diciembre, 1945, BPEJ.

El caso del Atlántida Club (Vidrio 553) brinda una pista sobre lo anterior, pues era

un giro que existía desde 1943 y del cual no habíamos hallado documentación relativa en

los años siguientes. Sin embargo, en los expedientes de 1950 encontramos el único

memorándum de la comuna relativo a este establecimiento donde el oficial mayor del

Ayuntamiento informó sobre el pago de la licencia anual al C. Francisco Silva Romero,

propietario de este lugar, 188 personaje que fuera uno de los principales partícipes y

defensores de la lucha obrera y de la dinámica política del Estado de Jalisco por varias

décadas durante el siglo XX.189

Imagen 32. Publicidad Atlántida Club.190

Podríamos comprender que tanto autoridades como los sectores económicamente

privilegiados de la ciudad de Guadalajara observaban con buenos ojos las formas de vida

cabaretera para la clase media-alta, opuestamente a lo que pensaban de los cabarets de las

zonas populares. Pese a no ser reconocidos en su mayoría como tales, los desveladeros de

frac poco a poco vivieron un proceso de asimilación entre los habitantes de la Guadalajara

188 Memorándum enviado al C. Francisco Silva Romero, propietario para informar sobre las fechas para realizar el pago de su licencia anual, Guadalajara, 1 de abril de 1950, AMG, Correspondencia: 3-29-10, 1. 189 Barú nos confirma este dato, comentando que Silva Romero había invertido en el establecimiento Atlántida Club como uno de los centros nocturnos de mayor fama para los años cincuentas (1950). Barú, entrevista realizada el 1 de octubre de 2013. 190 El Occidental, 2ª Sección, 18 de diciembre, 1943, BPEJ.

de la década de 1950, que se tradujo en la declaración formal de estos giros y en cierta

homogenización de elementos al interior de los cabarets, tanto populares como de primera

clase, que nos dan la pauta para hablar de una primera aceptación por parte de los tapatíos

hacia la práctica cultural cabaretera en la ciudad.

3.5 – La música y el espectáculo: Exotismo y regionalismo conjugados.

Una de las ideas principales de este capítulo es que el cabaret, visto como establecimiento

con atracciones artísticas para la comunidad, funcionó como escaparate para que artistas

incipientes –y también muchos ya consolidados– tuvieran contacto más cercano con las

audiencias, fuera de las ondas de radio o televisión. Esta cuestión es relevante para

comprender la distinción que existía entre los dos tipos de cabarets en la ciudad.

Los negocios tapatíos participaban de la práctica cultural cabaretera –principalmente

los de primera clase– conjugaban las decoraciones, danzas y ritmos foráneos con elementos

de proximidad cultural para los tapatíos, como el tequila, botanas tradicionales, música

ranchera y baladas de amor en espectáculos de mayor valor cultural y artístico. Los lugares

de recursos más limitados también desahogaban las tensiones de sus asistentes con

productos regionales y exóticos a precios más accesibles.

En este apartado se busca explicar lo anterior, revisando las carteleras en cabarets de

clase media y alta, los cuales reunían condiciones materiales para ser considerados “de

primera”, y que son los únicos que están disponibles en las páginas de El Occidental.

También se revisaron los nombres de los establecimientos, que reflejaban las tendencias de

los propietarios de mostrar lugares exóticos y lejanos, traduciéndolo muchas veces hasta en

la decoración de los locales.

En los nombres de los lugares podemos comenzar a percibir que los empresarios

cabareteros intentaban crear ambientes dentro de sus negocios que sacaran a los clientes de

la realidad citadina cotidiana y los transportaran a paisajes tropicales, arabescos, orientales

y algunas veces a terrenos campiranos. Entre la variedad de lugares de la segunda mitad de

la década de 1950 estaban el Casbah –ubicado en donde anteriormente estaba el centro Los

Pinos–, Casablanca (calle 9c 1077 Sector Libertad), Navy Club –que tenía forma de barco

en su construcción como se observa en la imagen 34–, Savoy, Atlántida, Ciro’s Club, Club

Palacio (Calzada del Ejército 628), el Sombrero, el Sarape y el Nopal.

Imagen 33. Publicidad Navy Club.191

Posteriormente, hacia 1960 se unieron a la agenda de entretenimiento cabaretero los

lugares como Zombie Club (Calzada Independencia Norte 83), el Dandy (Insurgentes 32),

el Carrusel (Chapultepec 198) y –con una gran trascendencia para la escena local

cabaretera de los años siguientes– el Afro Casino.

Además de los nombres de los cabarets, los artistas, músicos y espectáculos en sus

escenarios también buscaban presentar atracciones que resultaran exóticas para los

concurrentes, ya sea con orquestas y grupos de ritmos afrocaribeños como el mambo, cha-

191 El Occidental, 2ª Sección, 28 de junio, 1958, BPEJ.

cha-chá, merengue, guaracha y danzón; a estos géneros trataron de mezclarlos exitosamente

en variedades con intérpretes de otros estilos, como boleros y artistas de la canción

romántica y ranchera de los medios mexicanos, así como con otros géneros que recién

llegaban al mercado mexicano como el rock n’ roll y el swing, tal como se puede apreciar

en la imagen siguiente.

Imagen 34. Publicidad Casbah.192

Esta apertura de géneros en Guadalajara y la creciente actividad cabaretera en la

década pueden ser entendidas desde la óptica de que “hacia la década de los cincuenta, la

sociedad urbana […] daba muestra de un florecimiento artístico en la pintura, la

literatura, el cine y el teatro de revista o cabaret, es decir, emergía lo que podemos llamar

una ‘nueva’ sociedad del espectáculo”.193

En este consumo musical comienzan a trazarse ciertas líneas definitorias de los

gustos, pues para el caso del mambo tuvo una mala recepción en sectores de edad mayor en

192 El Occidental, 2ª Sección, 7 de julio, 1956, BPEJ. 193 Gloria Briceño Alcaraz “De una tradición del medio oriente al oficio: la inserción de la danza del vientre en el campo de la producción cultural en México” en Revista de Estudios de Género La Ventana, núm. 24, (2006), 351.

el país, mientras que para los jóvenes, sobre todo de clase media y baja, resultó un ritmo

interesante. Para Dámaso Pérez Prado, fundador de este género, el uso del órgano –

instrumento casi sagrado por su historia ligada al catolicismo– dentro de piezas de mambo

lo hacía equiparable al mismo demonio.194 El gusto por los géneros nuevos difuminó sus

fronteras poco a poco, pues grupos jóvenes que pronto serían adultos y cabezas de familias

encontraban agradables sus ritmos y bailes, como en el mambo. El mismo Pérez Prado

menciona cómo sucedió esta situación, donde los gustos se transformaron en torno al

mambo:

En principio las criaditas iban a oírme tocar. Llegaban a las casas donde trabajaban y les decían a sus patrones: “Fíjese que oí el mambo. Es bien chévere. Bien divertido”. Entonces la patrona, llena de curiosidad iba al mismo salón. No era raro que en un domingo se encontraran allí patrona y sirvienta, Alternaban, se borraban las diferencias porque las dos estaban gozando de mi música.195

La oferta de variedades y shows en los cabarets podía iniciar con una vedette en

ciernes de su carrera, pasando por algún mariachi o cantante ranchero, algún trío con

boleros y canciones románticas, y cerrar con la atracción principal: una vedette conocida

internacionalmente, un conjunto musical reconocido o algún artista de la televisión. De esta

manera, comenzó la creación de una agenda de artistas, algunos locales, y otros que

llegaron y se avecindaron en Guadalajara en busca de éxito, intentando darse a conocer y, si

había suerte, hacer contacto con algún consagrado del escenario cabaretero en busca de esas

luces de Nueva York de las que hablaba la Sonora Santanera.

La creciente cantidad de artistas en la ciudad durante las décadas de 1950 y1960

pareció dar mayor amplitud y variedad a las carteleras de los cabarets, pues una vedette, por

ejemplo, que pasaba semanas en la cartelera del Casbah podía después probar éxito en el

194 Cristina Pacheco, Los dueños, 183. 195 Cristina Pacheco, Los dueños, 181.

Navy o en el Sarape, y de ahí llegar a otro lugar. Sin embargo, poco a poco los lugares de

mayor tamaño y recursos acapararon la atención y preferencias de un importante número de

clientes logrando integrar a grandes artistas del momento, haciendo que los lugares de

menos recursos vieran estancada su ambición de tener más y mejores atracciones.

En un primer momento, durante la segunda mitad de la década de 1950, el Navy

Club –ubicado en el primer kilómetro de la carretera a Chapala todavía en las afueras de la

ciudad– junto con Casbah, que terminó adueñándose del negocio de variedades tras la

clausura del primero, eran los lugares que ofrecían variedades con artistas más consagrados

como Pedro Infante, Kippy Casado, la canadiense Lolita de Carlo, y una banda llamada Los

Cometas de la cual algunos años después se desprendería Mike Laure –famoso compositor

y cantante que de manera peculiar empleaba ritmos de rock en cumbias– que sería uno de

los cantantes en los cabarets de moda en la década siguiente.

Entre 1956 y 1959, los negocios Casbah, Ciro’s, Don Quijote, Montparnasse (que

funcionaba como restaurant con variedades) y Las Vegas acapararon la atención de los

consumidores, pues eran los que más artistas integraban a su catálogo. Personajes de

múltiples facetas y habilidades desfilaron en estos establecimientos, desde ballets que

participaban en filmes como las Dolly Sisters (Imagen 35) hasta grandes cantantes como

José Alfredo Jiménez, alternaban números con cómicos, imitadores y actores jóvenes como

Roberto Cobo “Calambres” (Imagen 36) y Carmen Salinas (Imagen 39).

Cada semana se agregaban nombres a las agendas de los desveladeros tapatíos

teniendo conjuntos musicales tradicionales tanto locales como extranjeros, entre los cuales

podemos citar a Los Tres Caballeros (Imagen 39) y los Churumbeles de España (Imagen

37).

Imagen 35. Publicidad Casbah.196 Imagen 36. Anuncio Ciro’s Club.197

Imagen 37. Cartel Las Vegas.198 Imagen 38. Publicidad Montparnasse199

196 El Occidental, 2ª Sección, 9 de Junio, 1956, BPEJ. 197 El Occidental, 2ª Sección, 20 de Julio, 1957, BPEJ. 198 El Occidental, 2ª Sección, 7 de Junio, 1958, BPEJ. 199 El Occidental, 2ª Sección, 20 de Junio, 1959, BPEJ.

La historia de la práctica cabaretera en Guadalajara comenzó a gestar una nueva

etapa en 1961, con la llegada del Afro Casino, instalado en el cruce de la calle Libertad con

la Calzada Independencia, por la otra banda del antiguo río San Juan de Dios que iniciaba

el camino al poniente tapatío, el lado urbano de los ricos.

Éste lugar fue durante casi dos décadas el centro nocturno con la variedad más

completa del momento en Guadalajara, y desde sus inicios mostró la capacidad de José

Cruz, su administrador, para ofrecer un escaparate de calidad a los artistas consagrados y a

los que mostraban potencial para crecer desde el cabaret en el mundo de la farándula.200

Imagen 39. Mike Laure en Afro Casino.201

Uno de los personajes más relevantes del lugar, que se mantenía tras bambalinas o

participando como bailarín en los ballets y compañías que armonizaban a los grandes

artistas, es el coreógrafo Adolfo Torres “Barú”, quien se desempeñó durante varios años

como encargado de diseñar y organizar las rutinas de baile para los artistas principales y de

reparto en el Afro.

200 “Noches de provincia” en Revista Show de Estrellas de Cinelandia, núm. 71, (1963), 24-25. 201 El Occidental, 2ª Sección, 8 de abril, 1961, BPEJ.

Nacido en Guadalajara, mudado al Distrito Federal en busca de éxito artístico, y

después de haber triunfado como bailarín incluso en películas de rumberas, Barú regresó a

Guadalajara para laborar en los años que rememora con cariño dentro del establecimiento.

Recuerda que para sus inicios el lugar presentaba una gran cantidad de variedades, pero

todo con intenciones familiares, dando a entender que la tendencia no era mostrar desnudos

ni shows con contenidos vulgares, sino espectáculos de calidad y distinción con tríos de

boleros, magos, cómicos, imitadores y personalidades de la televisión, como se puede

apreciar en la imagen 40.202

Imagen 40. Variedades completas en Afro Casino.203

Entre los principales cabarets de la época –Afro, Ciro’s, Savoy, Sarape y Zombie–

podemos trazar las líneas del espectáculo cabaretero local que comenzó a llenar las

202 Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013. 203 El Occidental, 2ª Sección, 3 de agosto, 1961, BPEJ.

carteleras del Occidental de la década de 1960 y se consolidó después de 1970. Este show

estaba conformado por números de variedades, organizados con músicos, cantantes,

cómicos, bailarinas y vedettes, que con un equipo de técnicos del espectáculo, entre los

cuales había coreógrafos, montaban un número que podría ser considerado profesional

dentro de la práctica cabaretera. El show adquiría cierto grado de tecnicidad, generando una

nueva forma de espectáculo que, junto con el renacimiento del teatro de revista y los

vaudevilles en el país, formó parte importante de la vida cabaretera tapatía desde esta

década.

Las revistas, vaudevilles, obras de género chico y teatro frívolo –que eran obras

teatrales breves que combinaban música, baile y actuación enfocadas a grupos populares–

eran expresiones artísticas que se presentaban en las carpas de entretenimiento de las

primeras décadas del siglo XX y que fueron revitalizadas poco antes de la década de 1960,

funcionando como lugares previos al cabaret, donde muchos de sus artistas convergían para

presentar números. Algunos de esos shows comenzaban a entrar a cabarets donde además

de las puestas en escena, también se realizaban sketches, que son escenas cómicas que

entretenían a los espectadores. Durante la década de 1970 los sketches tomaron parte

importante de la vida del cabaret como una ventana para la burla y choteo de la situación

nacional y local.

En Guadalajara el principal lugar que participaba del teatro de revista para finales de

la década de 1950 y durante la siguiente fue el Ciro’s, un establecimiento ubicado en el

área popular de San Juan de Dios donde se podía asistir a observar las obras, bailar y

consumir bebidas y alimentos, combinando el espectáculo teatral de género chico con las

ofertas generales de un cabaret (Ver imagen 41).

Imagen 41. Cartelera del Ciro’s Club.204

Estas formas artísticas abrieron posibilidades de trabajo para actrices, cómicos,

bailarines, vedettes, músicos y demás miembros del gremio del espectáculo. A través de

estas muestras obtenían ingresos y se daban a conocer poco a poco dentro del público

tapatío.

Sumando las nuevas modas y tendencias culturales que llegaban a México, donde

la mujer encontraba ciertos caminos para la liberación femenina y su vez las prendas para

las jóvenes se hacían más pequeñas, la desnudez más explícita lentamente comenzaba a

introducirse a la práctica cabaretera tapatía. Haciendo uso de espectáculos con danzas

extranjeras –africanas, caribeñas y en general de raíces negras– las vedettes llenaban de

atracción corporal al cabaret.

Uno de los ejemplos que más perduran sobre la figura femenina y su sensualidad

desbordada en las pistas de los salones, casinos y cabarets de todo el país es Yolanda

Montes “Tongolele”. En sus caderas, contoneos y contorsiones encarnó los intereses del

espectáculo cabaretero en torno al cuerpo de la mujer, y en la publicidad del Afro Casino es

perceptible cómo sus atributos eran explotados visualmente para atraer a los clientes a un

show lleno de sensualidad (ver imagen 42).

204 El Occidental, 2ª Sección, 30 de mayo, 1964, BPEJ.

Imagen 42. Publicidad Tongolele en Afro Casino.205

En cuanto a la música, dentro de las paredes decoradas acorde a los nombres de los

cabarets, existía una mezcla donde los géneros tropicales –cumbia, salsa, mambo, guaracha

danzón y cha-cha-chá– que estaban ligados a movimientos eróticos de pareja y pasiones

carnales traducidas en baile, convivían cordialmente con tríos que tocaban boleros, donde

este genero también tenía una fuerte carga erótica y sensual, pues “sublimaba los

sentimientos amorosos o los desprecios, hablaba velada o abiertamente de las relaciones

sexuales y destinaba sus estados de ánimo a la persona amada”.206Junto a ellos se

integraban también los mariachis y cantautores de lo “ranchero”, que justificaban esa

presencia cabaretera de lo rural como “prácticamente una fusión natural”,207como producto

de la realidad sociocultural tapatía –y mexicana en general– donde los espacios urbanos

fueron poblados gradualmente por habitantes otrora de los lugares en el campo, durante la

época modernizadora de la década de 1940.

Además de los géneros musicales mencionados, la ola rockera nacional que hizo

crecer a varios artistas a partir de covers a canciones de rock and roll en inglés también

tuvo influencia en cabarets. Como los intérpretes de este peculiar rock eran transmitidos y

205 El Occidental, 2ª Sección, 19 de mayo, 1968, BPEJ. 206 Ricardo Pérez Montfotrt. Expresiones populares y estereotipos culturales en México (México: CIESAS, 2007), 109. 207 Ricardo Pérez Montfort, Expresiones populares, 112.

auspiciados por las cadenas radiofónicas y televisivas principales, para el público

consumidor joven de los medios radioeléctricos resultaba interesante poder participar de un

espectáculo rockero en alguno de los centros nocturnos, que junto con los teatros y la plaza

de toros El Progreso, eran los únicos foros donde podían llegar a verlos.

La mezcla de géneros artísticos al interior del cabaret, que en un principio podría

parecer contradictoria, era una de las características principales de la práctica cultural

cabaretera durante la década de 1960 en Guadalajara. Artistas de boleros o canciones

románticas podían tener números junto a vedettes de bailes exóticos o a grupos juveniles y

cantantes de rock and roll. De la misma forma podía estar en el programa del día una

muestra de teatro de revista y terminar con un mariachi.

Imagen 43. Variedades de muchos géneros en Afro Casino.208

208 El Occidental, 2ª Sección, 10 de agosto, 1961, BPEJ.

Esta amplitud en el criterio de los carteles era también una amplitud en los gustos,

de la sociedad tapatía. Las posibilidades de entretenimiento y consumo cultural abrieron

cada vez más sus fronteras conforme fue creciendo el uso de los aparatos receptores de

televisión y radio. Las programaciones que enseñaban muchas de las actuales tendencias en

música y cine hacían que las personas aprendieran sobre nuevos géneros y definieran sus

gustos con más amplitud. Los empresarios de los centros nocturnos tuvieron que adaptarse

a esta cuestión, haciendo de esta combinación múltiple de géneros una parte esencial del

cabaret: para todos los gustos hay variedades.

Dentro del marco de esta variedad –muy variada–, los escenarios y pistas de los

cabarets de clase media y alta eran lugares donde músicos y artistas que comenzaban su

carrera podían darse a conocer y aumentar sus posibilidades de éxito. El cabaret tapatío

podía ser el lugar donde sembraran la semilla de su carrera profesional, y probablemente

pudiera resultar muy fructífera. En 1966, uno de estos artistas emergentes ya era parte de la

cartelera del Sarape, uno de los cabarets que más presencia ranchera tenía y cuyo nombre

alude a una prenda masculina de uso común en el campo mexicano.

El caso de Vicente Fernández es un ejemplo claro para entender las intenciones que

muchos persiguieron haciendo presentaciones dentro del cabaret, buscando mayor

presencia dentro de las programaciones radiofónicas o los programas de televisión nacional

para abrir sus posibilidades en el medio; sin embargo, para muchos resultó complicada esta

situación, pues no pudieron llegar a crecer más de lo que el espectáculo local ofrecía. Este

fenómeno fue muy común en la década siguiente, donde los cabarets rotaban

continuamente sus carteleras, y dentro de ellas era habitual ver que algunas vedettes y

cantantes repetían cada cierto tiempo en los escenarios de los desveladeros sin abrirse más

posibilidades en el medio, así como en los nacientes teatros de revista.

Imagen 44. El joven Vicente Fernández en El Sarape 209

La música y el espectáculo, como parte esencial de la práctica cabaretera, fueron

dos elementos que colaboraron a la consolidación de los cabarets de clase media y alta en

Guadalajara durante este período. De la misma forma, estos dos elementos son la

traducción de los gustos de los tapatíos en una forma de entretenimiento particular.

Los espectáculos de mayor calidad tuvieron cabida en los centros de mayor nivel

económico, y por ende sólo los espectadores que podían ingresar a estos lugares eran los

que gozaban de estos servicios. Para los cabarets de corte popular el entretenimiento tenía

otras posibilidades entre las que se contaba el disfrutar música en vivo de pequeños

conjuntos y orquestas, así como mariachis.210 Algunas veces en una pista de baile, o en

medio de las mesas, los parroquianos aprovechaban la presencia de meseras o ficheras al

interior de los lugares para hacerse compañía con la compra de una ficha al encargado de

este sistema.

Con esto comprendemos que dentro de la vida nocturna existieron otros elementos

que configuraron la práctica cultural cabaretera. Asuntos considerados como dañinos para

209 El Occidental, 2ª Sección, 6 de mayo, 1966, BPEJ. 210 Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.

la vida social también tenían presencia en estos lugares, lo cual ya se ha mencionado a

partir de las quejas vecinales. La otra parte del cabaret, la que muchos quisieron regular y

detener pero no pudieron, es también una de las partes esenciales para comprender el

desarrollo de la vida cabaretera tapatía.

3.6 – La otra vida en el cabaret: Las ficheras.

La cotidianidad en los cabarets, sobre todo en los de corte popular, no fue siempre luces

sobre el escenario, fiesta y erotismo. Ahí también podían ocurrir otros fenómenos

relacionados con aspectos considerados criminales o negativos para la sociedad tapatía. Las

fuentes hacen borrosas las líneas definitorias de las variedades y espectáculos que ofrecían

los centros populares, y privilegian otros aspectos problemáticos que sucedían al interior de

ellos. En estos lugares se conjugaba con mayor fuerza la otra realidad cotidiana de todos los

cabarets, donde las ficheras –esas mariposas equivocadas que menciona la Sonora

Santanera– sufrían las consecuencias de la explotación sexual y laboral.

El uso del sistema de ficheo, por encima de las leyes y reglamentos, fue una

constante en la historia de los cabarets tapatíos. No podemos pensar la práctica cultural

cabaretera sin considerar la importancia que tenía este sistema, pues en palabras de José

Cruz, administrador del Afro, “en todos los cabarets había ficha, desde veinte pesos hasta

carro nuevo”.211 Sin embargo, a pesar de que fuera del conocimiento general que había

ficheras en cabarets de clases altas, medias y bajas, tenemos más posibilidades de saber de

211 Ramos Willchis, “Los cabaretes de Guadalajara” (incluye entrevista a José Cruz, empresario de cabarets), 151.

este asunto dentro de los cabarets populares, pues son los que ofrecen evidencias en el

ayuntamiento.

La acción de fichar consistía en otorgar compañía a un cliente a cambio de una

recompensa económica. El cliente podía acceder a ese servicio comprando una ficha con

los meseros y encargados del lugar, o invitando una bebida de precio mayor a alguna de las

mujeres presentes del catálogo visual del lugar. Las ficheras, que a veces eran meseras del

lugar y otras veces sólo estaban acordadas con los propietarios para estar dentro del local en

caso de ser requeridas, cobraban al final de la jornada comisiones a los dueños por fichas

recolectadas o por bebidas consumidas. Durante el período de existencia de los cabarets en

Guadalajara, muchas mujeres –jóvenes y mayores– vieron en este sistema una forma de

ingresos que requería exponerse al deseo de los parroquianos traducido en comercio, y

aplicado en bailes, compañía y posiblemente en algún contacto mayor entre los cuerpos.

Un asunto que se debe entender durante esta época es la distinción que existía entre

las ficheras y las artistas –bailarinas y vedettes–, donde éstas últimas no participaba de la

acción de fichar, pero sí podían aceptar una bebida de algún cliente del lugar siempre y

cuando fuera enviada al camerino. Esta separación de la práctica permite entender que para

la empresa cabaretera, sobre todo en los negocios de clase media o alta, la artista tenía un

nivel superior respecto la fichera, que era contratada para el fin particular de obtener

ingresos por su compañía. Durante esta etapa y parte de la siguiente vedettes y ficheras no

compartieron mesas dentro de estos cabarets como parte de esta distinción particular.212

En torno a las ficheras surgieron personajes que operaron como intermediarios,

haciendo de esto su manera de ganarse la vida. Los propietarios y encargados de centros

nocturnos obtenían ingresos dividiendo los consumos que las ficheras les otorgaban con su

212 Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.

trabajo; intermediarios, proxenetas y protectores, mejor conocidos como cinturitas o

tarzanes ofrecían trabajo y protección a las ficheras de posibles agresores, pues el deseo

carnal y la sensualidad visual junto al consumo de bebidas alcohólicas formaban un

compuesto inflamable para los cabarets, y para las trabajadoras que no aceptaban su

protección. En ocasiones, las ficheras que trabajaban de manera independiente podían ser

lastimadas por clientes bajo el influjo del alcohol y quedar heridas seriamente.213

Analizar el perfil de las ficheras puede darnos respuestas sobre la situación en la que

se encontraban y las decisiones o condiciones que las llevaron a involucrarse en esta

actividad. Si bien era del conocimiento común que en los cabarets existían las ficheras a

pesar de estar prohibidas por el Decreto 5941, las autoridades municipales poco hicieron

concretamente durante el período de 1940 a 1980 para combatir su práctica, pues hay

escasas evidencias de que así fuera desde la publicación del decreto. En el Archivo

Municipal existen sólo algunos casos que muestran esta situación y dan cierta luz para

caracterizar al sistema de ficheo y a sus trabajadoras; de la misma forma, la nota roja y

noticias locales de El Occidental, a pesar de ser parcas en el asunto, ofrecen un poco de

información sobre el tema.

La década de 1960 muestra un esfuerzo tanto de la sociedad civil como de las

autoridades por acotar el problema que representaban las ficheras en los centros nocturnos,

aunque parecía haber una línea definitoria sobre las acciones legales y administrativas en

torno al sistema de ficheo de acuerdo a la edad de las mujeres. Los documentos hallados en

el período de 1960 a 1970 revelan que en este período se emitieron 25 quejas al

213 El Occidental, “A la ‘peni’ un sujeto por golpeara una fichadora”, 2ª Sección, 15 de Septiembre, 1961, BPEJ. Hasta para las trabajadoras de cabarets de clase alta resultaba difícil esta situación, pues incluso Lyn May, una de las vedettes más famosas, relata que siempre debió conducirse con mucha cautela en su trabajo, pues “los señores están bebiendo, apostando, eufóricos, digamos, así que no hay que hacer nada que parezca una provocación”. Cristina Pacheco, Los dueños, 39.

ayuntamiento sobre el tema del ficheo y son escasas las clausuras por presencia de mujeres

mayores de 18 años como ficheras, prostitutas o meseras. En caso de que un negocio

tuviera menores de edad laborando en alguna de estas tres acepciones el asunto cambiaba

radicalmente.

Los expedientes encontrados en el archivo (AMG) relativos a cabarets y centros de

vicio con mujeres menores de edad laborando evidencian que para estos negocios se

imponían fuertes multas y clausuras temporales, y que después de realizar investigaciones

podían proceder con carácter definitivo, catalogando negativamente al propietario, al giro y

al domicilio para evitar su posible reapertura. Por ejemplo, en 1962 el propietario del

Molino Rojo enfrentó un proceso legal por haberse encontrado menores de edad fichando

en su interior.214

Desde los primeros meses de 1960 vecinos de varias zonas de Guadalajara ya

mostraban inconformidad sobre los centros de vicio que contaban con ficheras, como el

caso de un tapatío avecindado en las calles aledañas a San Juan de Dios y el Hospicio

Cabañas, que denunció al Intimo, un negocio para clases populares que conocemos sólo por

esta queja donde “se pervierte menores de edad explotándose y embustiéndose vilmente,

pues chamacas que deberían estar en la escuela se ven allí ingiriendo bebidas

embriagantes con el sistema de ‘ficheo’ una cantidad de mujeres que jamás las examina

salubridad entre las cuales hay muchas muy enfermas y son un foco de infección”.215

214 Infracción al Molino Rojo por emplear una menor, Guadalajara, 22 de Mayo 1962, AMG, Correspondencia: 4-30-147, 1. El expediente no ofrece datos detallados sobre el proceso legal, sólo se notifica con inspecciones la situación y se le avisa al propietario de las faltas que incurre y el procedimiento al que se le someterá. 215 Queja contra el centro de vicio El Intimo por parte de J. Andrade González. 3 de Marzo 1960, AMG, Correspondencia: 1-08-21, 1.

El autor de esta carta añadió que también “allí se fuma y se trafica mariguana [y] se

reúnen los rateros piñeros golpeadores e individuos de la peor calaña”,216 rematando

contra los empleados del área de Inspección y Vigilancia y la policía a quienes el ciudadano

indica que el propietario del lugar dice tener comprados.

Las quejas existentes durante un período de 10 años aproximadamente (1960-1970)

contienen el tema de la presencia femenina y la acción de fichar como una constante,

cuestión que el ayuntamiento aprovechó para tomar las diligencias necesarias, pues las

labores de vigilancia no hubiesen sido eficaces sin el apoyo de los vecinos de los

desveladeros, que delataban a los establecimientos que incumplían las reglas.

Incluso algunos propietarios de cabarets que trataban de apegarse lo más posible a

las reglas llegaron a denunciar a otros lugares que no contaban con licencia perteneciente al

giro y tenían ficheras trabajando. Fue así que los propietarios de El Tropical denunciaron

que en un negocio manifestado como restaurant en la colonia Talpita “se expenden toda

clase de bebidas embriagantes, trabajando toda la noche y en ocasiones hasta con veinte

mujeres como fichadoras”,217 quedando extrañados y considerando injusta esta situación

por la cantidad de impuestos que pagaban por su giro de cabaret, que eran mayores a los de

una licencia de restaurant como la de sus competidores.

Entre 1965 y 1966 el número de trabajadoras en centros de vicio aumentó

considerablemente, haciendo del sistema de ficheo un mercado activo para las mujeres

advenedizas a la ciudad que tenían complicaciones en su economía. Según El Occidental,

con base en datos del ayuntamiento, la comuna expedía carnets de residencia a mujeres

mayores de 18 años que trabajaban en lugares como éstos, con el afán de evitar la presencia

216 Queja contra El Íntimo, AMG, 3 de Marzo 1960, 1. 217 Queja contra centro de vicio El Tropical, Guadalajara, 22 de Febrero de1963, AMG, Correspondencia: 3-29-18, 1.

de menores en ellos. Para 1965 se expidieron cerca de 3,000 credenciales, y para el mes de

mayo de 1966 ya iban cerca de 4,000 carnets expedidos en sólo cinco meses.218

La creciente cantidad de mujeres laborando en centros nocturnos era directamente

proporcional al aumento de ficheras en ellos, pues a pesar de declarar que trabajaban como

empleadas de aseo o meseras nada más, la mayoría participaron de las comisiones

económicas de fichar con los parroquianos en contubernio con los propietarios.

Junto a estos datos quedan las evidencias de las inspecciones e informes de policía,

donde las pocas veces que intervinieron en el tema del ficheo y la presencia de mujeres para

trabajar en cabarets lograron recabar datos de las mismas y les hicieron confesar la forma

en que comenzaron a laborar en dichos lugares.

En 1966 cuatro jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 22 y 18 años fueron

detenidas en el cabaret Siete Leguas por estar fichando. Una de ellas era tapatía de origen,

las otras tres provenían de Tepatitlán, Colima y Tecalitlán. Tres indicaron haber sido

contratadas por un intermediario que no es el encargado del lugar, y sólo una aclaró que

llegó por su propio pie, sin algún “cinturita” que le ofreciera el trabajo y se instaló dentro

del cabaret llegando a un acuerdo tácito con el cajero del lugar. Éstas recibían 10.00 pesos

por noche trabajada, más 3.00 pesos de comisión por cada cerveza o ficha que consumieran

clientes a su nombre.219 El mismo día fue aprehendida en El Tropicana una joven de 16

años proveniente del Distrito Federal, quien declaró que laboraba en El Maracaibo como

fichera y que ahí sólo fue por invitación de unas amigas, ficheras también.220

218 El Occidental, “Cobra fuerza explotación de mujeres”, 2ª Sección, 22 de Mayo, 1966, BPEJ. 219 Acta sobre casos de ficheras en varios centros de vicio, Guadalajara, 5 de Enero de 1966, AMG, Correspondencia: 1-00-104, 1-2. 220 Acta sobre casos de ficheras en varios centros de vicio, Guadalajara, 5 de Enero de 1966, AMG, Correspondencia: 1-00-104, 3.

El año de 1967 es uno de los más activos en tanto a la captura de ficheras y clausura

de lugares con su presencia. Dentro de una cantina y lonchería, así como en el cabaret Sthec

ubicado en Gigantes 349, fueron encontradas mujeres trabajando bajo el sistema de ficheo;

pero el lugar más azotado por las autoridades fue el Guadalajara de Noche con domicilio

en Álvaro Obregón 350, pues en el mes de marzo de dicho año encontraron ocho casos de

ficheras en su interior, aprehendiendo a todas y tomándoles la respectiva declaración.221

Entre las detenidas de ese año cinco provenían de Michoacán, tres de Colima, una

de Nayarit, otra más de San Gabriel, Jalisco y finalmente tres eran oriundas de Guadalajara;

sus edades van desde los 22 años hasta los 31, siendo las del Guadalajara de Noche las de

mayor edad. El salario para estas ficheras era de 15.00 pesos, y por cada ficha recibían 2.00

pesos de comisión. 222

En el acervo documental vuelven a surgir registros de menores y ficheras en

establecimientos hasta el año de 1970, donde varios lugares incurrieron faltas sobre esta

materia y fueron descubiertos por los inspectores. Los agentes realizaron una lista en mayo

de ese año para informar sobre la detención de treinta y un mujeres a lo largo del año en

varios lugares. Entre estos estaban el Siete Leguas –de nuevo infringiendo–, el cabaret La

Cachucha ubicado en Gigantes 90, un cabaret en la calle de Estadio no. 25 (donde en un

futuro se ubicaría El Galeón), y en dos loncherías por la calle Ferrocarril que funcionaban

como cabaret y tenían menores fichando. Este informe señala que la mayoría de las mujeres

221 Informes del 18 y 20 de marzo sobre Inpección y Vigilancia, Guadalajara, 20 de Marzo de 1967, AMG, Correspodencia: 3-22-1, 1-3. Actas informativas en centros de vicio de parte del Departamento de Inspección y Vigilancia, Guadalajara, 19 de marzo, AMG, Correspondencia: 1-06-8, 1-5. 222 Fichera menor de edad en el Centro de Vicio El Ángel Azul, Guadalajara, 26 de Septiembre de 1967, AMG, Correspondencia: 3-29-19, 1.

mencionan ser mayores de edad, pero quedaron detenidas por ser sorprendidas “bailando y

ejerciendo funciones de la vida galante en forma clandestina”. 223

El Siete Leguas volvió a ser sancionado ese año por tener trece mujeres en su

interior, todas menores de edad, de las cuales no se mencionó si eran ficheras o por qué

estaban ahí.224 En las mismas condiciones, el cabaret Siglo XX ubicado en la calzada 5 de

Febrero tenía doce mujeres en su interior, de las cuales ocho no contaban con documento de

identificación que probara su mayoría de edad y cuatro tenían credenciales pero de

menores. El mismo día en la calle 52 del Sector Reforma se encontraron dos menores de

edad en una casa de asignación bailando con caballeros y ejerciendo la prostitución. No se

dan detalles de las detenidas y se procedió a la clausura de los locales.225

Con los ejemplos de 1966 y 1967 podemos suponer que un número considerable de

ficheras podían provenir de lugares fuera de Guadalajara y con poco tiempo avecindadas en

la ciudad, que en su búsqueda de medios de subsistencia llegaron –la mayoría por

invitación– a trabajar fichando en algún establecimiento. Igualmente, en casi todos los

casos refieren que una persona con cierto apodo o nombre y que no era propietario ni

encargado de los cabarets fue quien las involucró en el negocio, mostrando la importancia

del papel de los intermediarios en el proceso, donde los propietarios aceptaban la existencia

de las ficheras pero no trataban directamente con ellas ni los salarios ni las condiciones de

trabajo.

Los casos de 1970 confirman la continuidad de la acción de fichar dentro de la

práctica cabaretera tapatía. El caso del Siete Leguas, reincidiendo en sus faltas hasta dos

223 Informe de la detención de 31 mujeres en centros de vicio, Guadalajara, 25 de Mayo de 1970, AMG, Correspondencia: 4-32-8, 6-7. 224 Informes El Siete Leguas y La Gardenia, Guadalajara , 28 de Octubre de 1970, AMG, Correspondencia: 3-29-3, 1. 225 Acta de inspección Cabaret Siglo XX y casa de asignación en Calle 52 S.R., Guadalajara, 27 de Julio de 1970, AMG, Correspondencia: 3-29-1, 1.

veces en el mismo año, confirman que un cabaret sin ficheras parecía impensable, a pesar

de todas las posibles sanciones que les pudiera acarrear a los propietarios. La presencia de

mujeres en tales cantidades permite pensar que haber terminado con el sistema de ficheo

probablemente acarrearía más problemas económicos a las mujeres que lo practicaban,

aunque a final de cuentas esta actividad les resultara conflictiva. El cabaret funcionaba con

doble filo para muchas de ellas, dándoles ingresos pero a la vez arriesgándolas físicamente

en sus labores.

Conjuntamente con el crecimiento y establecimiento de los cabarets en la sociedad

tapatía durante este período creció también la práctica de fichar, que se volvió una de las

características principales de la práctica cultural cabaretera en los sitios populares y que fue

reconocida en todos los niveles de la sociedad. La acción de fichar y sus ficheras quedó tan

ligada a la práctica cabaretera que en el cine, la música y el conocimiento popular –ese que

se transmite de boca en boca– resultaba impensable hablar sobre los cabarets sin tener en

cuenta la relevancia que estas mujeres tuvieron en su existencia, buscando maneras de

subsistir a partir de lo que su cuerpo podía ofrecer a los clientes durante una pieza de baile

y unos minutos de compañía en una mesa.

La existencia de ficheras en la sociedad tapatía representaba también una amenaza a

las normas morales que reinaban en la vida cotidiana, pero a su vez se justificaba mediante

esa dualidad moral que muestran las historias en el cine de rumberas, con películas que

fueron accesibles para la mayoría de los tapatíos durante las décadas de 1950 y 1960. En las

cintas, la fichera se veía envuelta siempre en problemas que atentaban contra su vida, pero

su labor estaba totalmente justificada por perseguir los fines de obtener una mejor vida y

superarse, siempre y cuando se tratara –en palabras de la protagónica actriz del cine de

rumberas Ninón Sevilla– de esa “cabaretera buena, víctima inocente de la sociedad y tan

indefensa que muchas veces pagó con su vida una sensualidad desplegada entre palmeras

de lustrina y lentejuelas”.226

Los filmes de rumberas habían dejado en claro a la sociedad que existían pocos

caminos para la redención de una fichera, pero la realidad no correspondía necesariamente

a las historias narradas en las pantallas. Las ficheras locales que trabajaban en lugares de

bajos recursos arriesgaban sus cuerpos en un proceso donde propietarios de lugares e

intermediarios podían ganar más dinero sin desgastar su integridad física como lo hacían

ellas. Para la mayoría de las llamadas “fichadoras” de los centros de vicio populares de

Guadalajara podemos pensar que su situación económica no mejoró mediante su labor, al

contrario de las otras mujeres del espectáculo cabaretero –las vedettes– que tuvieron toda la

aceptación y las luces del escenario sobre sus cuerpos.

3.7 – A manera de recuento antes de la mayor etapa cabaretera.

Los cabarets de Guadalajara –tanto de “ricos” como de “pobres” – iniciaron un camino de

subida a partir de la década de 1940. Con algunas complicaciones, casi todas en el orden

administrativo y reglamentario, el ascenso aconteció con la asimilación cotidiana de la

existencia de los elementos particulares de la práctica cabaretera en la ciudad.

Todos los sectores de la sociedad tapatía conocieron sobre la vida cabaretera local, y

para algunos esta situación los llevó a interactuar de múltiples maneras con esta práctica.

Ya sea a favor, en contra o de manera imparcial, durante poco más de treinta años los

tapatíos convivieron con la instalación de lugares y sus prácticas particulares, y generaron

226 Cristina Pacheco, Los dueños, 12.

interpretaciones a partir de lo que sucedía en su interior, lo que escuchaban que sucedía, lo

que suponían y lo que algunos medios de comunicación les permitían conocer.

El papel de los periódicos fue trascendental para que los tapatíos tuvieran un primer

contacto lejano con la práctica cultural cabaretera. Como mínimo, los habitantes de la

ciudad que hojeaban las páginas de El Occidental y El Informador, junto con otros rotativos

de menor envergadura, pudieron observar los anuncios de todos los establecimientos que

presentaban espectáculos de variedades con baile, cena y bebidas.

La publicidad de los cabarets y centros nocturnos permite reconocer cómo fue

asimilándose la existencia de estos lugares, y entender también la manera en que los

elementos visuales transformaban la práctica cultural cabaretera conforme fueron

avanzando los años. Hacia el final de esta etapa, durante la década de 1960, el atractivo

visual de mujeres con prendas ceñidas y descubiertas fue el elemento central tanto de los

anuncios como de las atracciones en las variedades del cabaret local.

Televisión, radio y cine contribuyeron al fortalecimiento de la vida cabaretera en

muchas latitudes nacionales, conformando una agenda particular de actores, actrices,

cantantes, bailarines y vedettes, cuya presencia era la ambición de muchos propietarios y

encargados de giros de vida nocturna en la ciudad. Las películas de rumberas en los cines

realizaron otra tarea importante, haciendo saber a los espectadores que la vida del cabaret y

sus prácticas internas estaban ya ahí, en las ciudades, y que tenía dos caras: una alegre,

llena de música, baile y diversión, y otra donde había mujeres explotadas y prostitución,

actividades dominadas por hombres malvivientes en situaciones llenas de sufrimiento.

Gracias a representaciones como las proyectadas en las pantallas de cine, los

tapatíos pudieron crear conceptos similares en torno a la vida de los cabarets de segunda,

donde existían mujeres –jóvenes y adultas– que vivían bajo el régimen del ficheo y la

explotación sexual de proxenetas y propietarios de establecimientos. En estos lugares, el

ruido estridente, escándalos, crímenes, prostitución, depravación y pérdida de valores y

embriaguez eran constantes, y las quejas permiten reconocerlo. Aunque no podemos

concluir que estas prácticas ocurrían al interior de todos los cabarets populares, las fuentes

que nos indican su existencia sirven como evidencias para reconocerlas en centros de vicio

de zonas populares mayoritariamente.

Los establecimientos nocturnos populares sobrevivieron exitosamente a pesar de las

representaciones adversas que se hacían de sus prácticas internas, y lograron consolidar

algunos espacios en la ciudad como sus zonas de influencia, principalmente las calles

aledañas hacia el sur del Mercado Libertad. En años posteriores esta zona sería objeto de

severas transformaciones que afectaron el desarrollo de la práctica cultural cabaretera

enfocada hacia sectores populares de la población.

Mientras los “cabaretuchos” y centros de vicio de barriada lograban subsistir con

sus clientes habituales y sus personajes característicos al interior –cantineros, ficheras,

cinturitas– los cabarets, salones, clubes y centros turísticos enfocados a población con

mayores posibilidades económicas también conseguían hacer más sólida su existencia

mediante formas distintas de realizar la práctica cultural cabaretera.

Lugares como Casbah, Afro, Montparnasse y Sarape mostraron las diferencias que

hacían diversos los establecimientos cabareteros, y trazaron las líneas divisorias con lo que

ocurría al interior de cabarets populares. En estos lugares fue donde se presentaron grandes

artistas nacionales y locales, se crearon obras y números de revistas y variedades y se

expusieron nuevos géneros musicales que en la radio y la televisión estaban causando

revuelo entre los espectadores más jóvenes del país y la ciudad.

Entre nuevas canciones con ritmos tropicales y rancheros surgió la figura del cuerpo

femenino como el eje central de la práctica cultural cabaretera en el clímax de su existencia

en la ciudad, condensando en sus bailes los treinta años de las primeras dos etapas de la

vida cabaretera en Guadalajara. El papel protagónico de las mujeres en los cabarets era

doble: para algunos lugares su presencia como ficheras las hacía parte central del negocio y

del comercio sexual al que debían estar expuestas en una dinámica complicada, mientras

que en otros formaban parte de un deseo, de algo inalcanzable en los escenarios donde

podían bailar con sensualidad y desnudarse lentamente para levantar pasiones en los

espectadores ejecutando un número artístico como vedettes.

Hacia el final de la década de 1960 comenzaron a soplar nuevos vientos en el

ámbito de la diversión nocturna tapatía, donde actividades como las revistas, un nuevo tipo

de películas en el país y la creciente cantidad de vedettes que buscaban lugar en los

escenarios cabareteros del país lograron que la década de 1970 fuese considerada como la

etapa de mayor actividad cabaretera a nivel nacional, aunque irónicamente fuera la recta

final de la existencia de la práctica cultural cabaretera en la ciudad de Guadalajara.

Capítulo IV.

Una década de debut y despedida. El clímax y la decadencia de la práctica cultural cabaretera tapatía.

Y con sentimiento noble

yo le brindé como un hombre

mi destino y corazón.

Y pasado ya algún tiempo

pagaste mi noble gesto

con calumnias y traición.227

La década de 1970 representó para la vida nacional una nueva etapa de transformaciones en

casi todos los ámbitos públicos y privados. Entre movimientos sociales y culturales,

muchos encabezados por públicos juveniles, surgieron nuevas prácticas así como maneras

de interpretar el entorno de las ciudades mexicanas.228

Las nuevas condiciones globales en torno a política y economía no sólo pusieron a

prueba las decisiones de los anteriores gobiernos y presidencias del país durante etapas de

crecimiento industrial, sino que ahora cuestionaban la posible inserción de México a las

grandes ligas financieras internacionales. Este proceso desembocó en varias crisis –

menores y mayores– que durante este período afectaron a las familias mexicanas, y entre

las clases media baja y baja se fue consolidando una serie de elementos representativos de

227 Sonora Santanera, “Luces de Nueva York” de Roberto “Tito” Mendoza. Publicado Diciembre 1, 1993 en Luces de Nueva York, Sony Music Entertainment México, Compact Disc. 228 Lorenzo Meyer, “De la estabilidad…”, 903. En el terreno político, a partir de 1968, con todas las situaciones sociales que desembocaron en la matanza de Tlatelolco en octubre de ese año, el régimen presidencialista del PRI que había instaurado cierta estabilidad en el país se resquebrajó, dando posibilidades al surgimiento de nuevas expresiones políticas, sobre todo de jóvenes.

la cultura popular referentes a la escasez, la pobreza y la actitud de los mexicanos ante las

dificultades. 229

Además, para la mayoría de sectores poblacionales de las ciudades mexicanas, los

medios electrónicos de comunicación comenzaron a disolverse entre las horas de vida

cotidiana de los habitantes, participando de nuevas modalidades de consumo de productos

culturales de entretenimiento. Los hogares y sus familias hacían del radio y la televisión

aparatos básicos para los nuevos estilos de vida urbanos, donde el ocio, diversión y tiempo

libre tenían ya una relación muy estrecha con los contenidos y personajes de las empresas

que participaban de estas modalidades comunicativas.

El cine también cobró mayor relevancia para esta nueva etapa, pues los grandes

artistas de radio y TV eran reconocidos en las pantallas fílmicas en todas las localidades.

Esta nueva etapa presenció el surgimiento de un género en particular que revitalizó las

representaciones cabareteras en la cinematografía y fue bautizado como cine de ficheras.

En estas películas se hizo uso de los actores, músicos, cantantes, cómicos,

bailarines, ballets y vedettes que los teatros de revista en la capital del país y en las grandes

ciudades empleaban para sus números. Los shows de revista y las películas “de ficheras”

encontraron en la figura femenina un punto convergente de los deseos sensuales del público

masculino y la posibilidad de obtener grandes ganancias sin tener que hacer gran esfuerzo,

sólo objetivando esta necesidad carnal de enseñar mucha piel mujeril en las escenas de sus

presentaciones y filmes.

En el ámbito tapatío, podemos reconocer la presencia e importancia de las películas

de ficheras en los carteles de los establecimientos locales, que a través de su publicidad

229 Carlos Monsiváis, “Notas sobre el Estado, la cultura nacional y las culturas populares en México” en: Cuadernos Políticos, núm. 30, (Octubre – diciembre 1981), 51.

mostraban que en sus escenarios contaban con las féminas más importantes de este nuevo

género fílmico. Junto a ellas, los artistas locales que se presentaban en el teatro de la

Asociación Nacional de Actores (ANDA) intentaban ganarse un espacio de mayor

reconocimiento frente al público en el escenario del lugar o de los centros nocturnos, clubes

y cabarets de la ciudad.

Durante esta época se revitalizó en Guadalajara una expresión artística que formaba

parte del catálogo local de esparcimiento: el teatro de revista. Algunos años antes el Ciro’s

ofrecía a sus clientes presenciar puestas en escena de obras frívolas, vaudevilles y de género

chico. En esta época existió en la ciudad un lugar auspiciado por la organización que

congregaba a los artistas locales, el teatro ANDA, y cuando éste cerró sus puertas los

actores, bailarinas, vedettes, cómicos y demás participantes encontraron cobijo en el teatro

Blanquita que llenó el espacio vacío que había dejado el primero.

Para los artistas que tenían cabida en los teatros de revista las posibilidades de

trabajar se fueron multiplicando, pues después de sus presentaciones durante las primeras

horas de las noches en fines de semana, eran contratados en los establecimientos de varios

rincones de la ciudad. El crecimiento de la mancha urbana propició que los empresarios de

las diversiones nocturnas tuvieran que abrir nuevos negocios cercanos a colonias y

fraccionamientos que estaban alejados del centro de la ciudad, donde habían convergido la

mayoría de cabarets, cantinas y centros de vicio en las décadas anteriores.

Durante estos años la ciudad estaba creciendo cada vez más y todas las actividades

económicas estaban formando parte de esta transformación en las prácticas cotidianas de

los habitantes de la ciudad de Guadalajara.230 El mismo crecimiento urbano parecía

230 Patricia Arias, “La vida económica tapatía”, 77. Como una muestra del impulso comercial que se vivió en esta época podemos ejemplificar tres cuestiones que nos permiten relacionarlo con el crecimiento urbano.

fomentar aún más la existencia de cantinas, cabarets, salones de baile y demás lugares de

diversión en horas de la noche.

Con todas las cartas aparentemente a favor, la práctica cultural cabaretera tuvo su

mayor actividad en la década de 1970, beneficiada por las realidades que los filmes de

ficheras difundían al público en general, junto con la mayor aceptación de su existencia por

parte de autoridades y sociedad en general. No obstante, y con mucha ironía, este período, a

pesar de ser el más fuerte en la vida cabaretera local, también representa el comienzo del

desenlace de los desveladeros en Guadalajara, pues la llegada de la década de 1980 trajo

consigo nuevas políticas en torno al vicio, así como la inserción de nuevas prácticas

culturales de entretenimiento en el país, algunas importadas del extranjero en el marco de la

búsqueda de estabilidad económica en los mercados globales y neoliberales.

Sobre el espectáculo cabaretero en general, consideramos que existen dos etapas

dentro de esta época, pues la primera, que inició con la creación del Teatro Popular ANDA,

muestra un espectáculo cabaretero con ciertos elementos, donde las variedades tenían un

nivel artístico y se buscaba mostrar shows con habilidad técnica. Posteriormente, cercano a

la década de 1980, el espectáculo del cabaret y de los teatros ANDA y Blanquita quedaron

influidos por las tendencias del cine nacional, convirtiendo el escenario y pista del cabaret

en un lugar con posibilidades de mostrar desnudos, hacer sketches con contenidos más

Primero, el desarrollo del mercado de abastos en 1967, en la zona sur de la ciudad, implicó el desplazamiento de los grandes puntos de abastecimiento en la zona centro de Guadalajara y permitió a productores y comerciantes ocupar un espacio en un punto destinado específicamente para sus actividades. En segundo lugar, la consolidación de las tiendas de autoservicio y supermercados en fraccionamientos y colonias del poniente tapatío también implicó un crecimiento en la actividad comercial abasteciendo a los tapatíos de estos lugares de los bienes básicos para sus subsistencia. Y por último, en las colonias y barrios aledaños al centro y los ubicados hacia el oriente, los comerciantes hallaron lugar para sus productos y servicios en los mercados municipales que se construyeron en varias de estas zonas habitacionales.

fuertes, y ofrecer variedades con características más vulgares, en palabras de algunos

personajes antiguos del negocio.231

En este capítulo, la idea central es que los años de la década de 1970 y parte de la

siguiente fueron el período de mayor actividad para la práctica cultural cabaretera en

Guadalajara gracias al papel que jugaron las tendencias culturales en los medios de

comunicación, principalmente en el cine, así como también a la creciente actividad artística

local impulsada por los teatros de revista de la ANDA y Blanquita. En este proceso jugó un

papel relevante el crecimiento urbano pues el desarrollo de nuevos núcleos habitacionales

en la ciudad obligaba a dotarlos de centros de esparcimiento diurno y nocturno, donde en

este último los cabarets eran una práctica relevante gracias al papel de los personajes

importantes en los medios electrónicos de comunicación.

En segundo lugar, proponemos que este período es también donde la práctica

cultural cabaretera tapatía comienza su declive debido a dos factores: primero, a las

políticas de desarrollo y remozamiento urbano que tendieron a moralizar el entretenimiento

popular –sobre todo en la zona de San Juan de Dios y hacia el oriente de la ciudad– y

segundo, a las nuevas formas de entretenimiento nocturno –los table dance y los clubes

nocturnos/discothèques– que comenzaron a establecerse en México en el marco del proceso

de inserción del país en la globalidad económica, lo que trajo también intercambio en

bienes y servicios culturales.232

231 Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013. 232 Nestor García Canclini y Ernesto Piedras Feria, Las industrias culturales y el desarrollo de México. (México: Siglo XXI/FLACSO, 2006) 9-15. Para este caso el autor indica que existió cierta inserción de México en un marco global a partir de la crisis de 1982, permitiendo que los productos de consumo mexicanos (culturales también) compitieran más libremente en el mercado interno con los extranjeros, específicamente con los norteamericanos y viceversa. Se importaron y exportaron inevitablemente productos y prácticas culturales también en el ámbito del entretenimiento en todas las ciudades del país.

Por otra parte, consideramos que en torno al crecimiento urbano la situación

sucedió de manera distinta para cabarets de primera y de segunda. Los de primera,

destinados a clases medias y altas, aprovecharon el crecimiento de la ciudad y el uso de

transportes particulares, y se ubicaron en zonas fuera del centro urbano donde los clientes

podían seguir acudiendo. Los cabarets populares, a pesar de ver crecer su actividad y sus

posibilidades en la escena, sufrieron daños serios con la aplicación de medidas higienistas y

moralizadoras del remozamiento del centro urbano, especialmente en la zona de San Juan

de Dios, que los orilló a cambiar sus locales o desaparecer definitivamente.

En tercer lugar, sobre las tendencias culturales, consideramos que la herencia del

cine de rumberas de la época de oro junto con las nuevas formas del cine de ficheras

ayudaron a sociabilizar la idea del cabaret como un lugar cotidiano de entretenimiento en

las ciudades mexicanas, así como sus prácticas, especialmente con las vedettes que se

desnudaban, conocidas popularmente como “encueratrices”, que estaban íntimamente

ligadas a los teatros de revista locales, lugares que operaron como semilleros para los

actores, músicos, y artistas de Guadalajara.

Los objetivos de este capítulo son variados, pues parten de comprobar la

continuidad de la práctica cultural cabaretera en Guadalajara y su asimilación en la

sociedad por medio de la publicidad en El Occidental. Sobre estos anuncios se hará un

análisis de los elementos visuales centrales que se mostraban en esta etapa.

Consecuentemente, analizaremos el papel del crecimiento urbano como mecanismo

desarticulador del centro urbano, que a su vez funcionó para amplificar la práctica cultural

cabaretera de clases altas y medias en lugares fuera de él y que tuvo gran relevancia en la

decadencia de los cabarets populares. Por último, trataremos de explicar los motivos de la

decadencia de la práctica cultural cabaretera a partir de la llegada de nuevas formas de

entretenimiento que tuvieron gran impacto en la sociedad –los table dance y las discotecas–

donde la desnudez tradicional del cabaret se desprendió del relajo que lo caracterizaba y se

unió o se sustituyó con nuevos elementos para el entretenimiento.

Con estas líneas trazadas comenzaremos a hablar sobre el cine, que funcionó como

una de las principales formas de asimilación de la vida cabaretera a nivel nacional, y que

dio trabajo a un importante número de artistas que la década anterior comenzaron a forjar

su camino en la escena mexicana del entretenimiento nocturno.

4.1- La nueva representación cabaretera: el cine de ficheras.

El paso de los años y la apertura cultural nacional trajeron nuevas formas de hacer y ver

cine en el país. Jóvenes creadores aprendieron de otras latitudes las nuevas tendencias en el

séptimo arte, y cercano el año de 1970 pareció soplar una brisa impulsora para algunos

directores con más sentido de lo “artístico” en Europa y Estados Unidos.

La llegada de Luis Echeverría a la presidencia del país, quien nombró a su hermano

como director del Banco Nacional Cinematográfico, representó para la industria del cine

dos innovaciones: primero, el uso de recursos públicos para la creación de filmes con

tendencias creativas, y segundo, la apertura cultural para la creación y proyección de

películas, con restricciones y censuras menores ante la desnudez y temas antes

prohibidos.233

Directores como Arturo Ripstein, Alejandro Jodorowsky, Felipe Cazals y el joven

Alfonso Arau encontraron facilidades gubernamentales para financiar sus proyectos, de

233 García Riera, Breve historia del cine, 278 y 279.

géneros tan variados y reconocidos en la historia del cine nacional.234 Esta apertura ante la

censura, junto con el creciente número de filmes financiados por el Estado relegó a la

iniciativa privada –tan exitosa en la etapa del cine de rumberas– a segundo plano, cuestión

que no podía darse el lujo de soportar.

Las producciones privadas, de las cuales habían emanado anteriormente los grandes

artistas del cine, ahora veían mermados sus ingresos contra películas de corte “artístico” y

temas fuertes con crítica social y argumentos incisivos a la situación social y cultural del

país, que además eran financiadas por el Estado. Con menores presupuestos, los estudios

privados decidieron abaratar sus costos y abordar temas más frívolos en comparación de las

películas apoyadas por el gobierno, alcanzándolos en la vanguardia de enseñar mujeres

desnudas.

Para los cineastas privados hubo continuidad de proyectos en dos dimensiones; por

un lado, el cine ranchero aprovechó los artistas emergentes como Antonio Aguilar y

Vicente Fernández, que fueron protagonistas de historias de amor y desamor en especies de

westerns mexicanos. Por otra parte, el cabaret regresó como uno de los ejes centrales de las

tramas, ahora viéndolo desde una perspectiva más cruda, con desnudez, palabras soeces,

sensualidad desbordante y un supuesto retorno a los principios del cine de rumberas, con

cabareteras sufridas que buscaban la redención, creando el llamado cine de ficheras.235

234 La montaña sagrada (1973) y El topo (1970) de Alejandro Jodorowsky, así como El lugar sin límites (1978) y El castillo de la Pureza (1973) de Arturo Ripstein y Canoa (1975) de Felipe Cazals son ejemplos de filmes reconocidos para estos directores durante la época de estatización de la producción cinematográfica independiente. 235 Patricia Torres San Martín, Cine y género. La representación social de lo femenino y masculuno en el cine mexicano y venezolano. (Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2001) 27. Patricia Torres indica que el cine de ficheras representó un cambio en la representación de lo femenino en los filmes dejando de lado la visión paternalista que existía hacia la mujer. Particularmente, parece que la transformación de la representación no sucedió de manera radical, ya que el personaje de la fichera en los otros filmes sigue participando de esa visión patriarcal donde la mujer comprensiva y amorosa cae en la desgracia del mundo cabaretero.

En palabras de García Riera, este nuevo cine del cabaret representó una especie de

“protopornografía”, donde se hallan elementos que suspenden la seriedad de los filmes,

suprimiéndola también en las realidades que reflejaban y en las relaciones de sus personajes

a la manera del relajo mexicano que retrató alguna vez Jorge Portilla.236

La película que puede considerarse como precursora inmediata para el género de

ficheras es Tívoli (1974) de Alberto Isaac en mancuerna con Alfonso Arau. En este filme no

se perseguían los fines “populacheros” del cine de ficheras, 237 pero ya existen desnudos

completos y uso de groserías en el guión, así como constantes referencias a dichos y albures

populares. El objetivo del filme era narrar la historia del Tívoli, uno de los más famosos

teatros de revista vaudeville y show frívolo de la ciudad de México durante las décadas de

1950 y 1960.

Esta película tiene gran relevancia para la vida cabaretera y para las películas de

ficheras pues encarna varios elementos que conformaron la representación de la vida

cabaretera más tardía: baile, desnudez, música afrocaribeña, espectáculo de variedades y

constantes alusiones a la cultura popular urbana mexicana. En su elenco existen actrices,

cómicos y vedettes que alcanzaron la fama en pantallas y cabarets nacionales, tales como

Carmen Salinas, Lyn May y las Dolly Sisters, haciendo bromas, bailes y strips comunes en

todos los teatros de revista de Guadalajara de inicios de la década de 1970. Además, en el

filme rinden homenaje presente a Dámaso Pérez Prado, a su orquesta y a su famoso mambo

que dio vida musical al espectáculo cabaretero de todo el país.

En Tívoli también podemos notar que los artistas de la revista y del cabaret

alternaban funciones en uno y otro espacio. En el Waikiki, lugar que recibía a los actores

236 Jorge Portilla, La fenomenología del relajo (México: FCE, 1986), 18. 237 García Riera, Breve historia del cine, 294.

del teatro Tívoli, sus números no variaban en la presentación, con la diferencia que en el

cabaret era un show más íntimo y con mayor sensualidad. Además, los artistas

sobresalientes podían llegar a ocupar lugares en programas cómicos y de variedades en

televisión nacional, como el caso del “Tiliches” que bien le dijo al propietario del Tívoli

cuando le criticó aparecer en las pantallas de TV “¿qué crees que toda la vida vamos a

estar atenidos al méndigo teatro?”.238

Posterior a Tívoli surge la primer película de ficheras en forma, titulada Bellas de

noche (1975). La historia narra las relaciones personales en el cabaret, especialmente la de

Germán, un exboxeador que trabaja como mesero (Jorge Rivero) y Carmen, una de las

cabareteras más importantes del lugar (Sasha Montenegro). La trama parte de los

problemas que tienen en su relación amorosa, pues él, un simple empleado del lugar, vive

frustrado por no poder sacar a su pareja del mundo del ficheo y darle una mejor vida “como

la que se merece”.239

El argumento es una continuación de las tramas del cine de rumberas donde los

elementos comunes como el baile y los romances tormentosos entre los personajes quedan

relegados ante los objetos de atención principales para los directores: desnudos explícitos,

uso constante de bromas, chistes, albures y groserías, así como un constante “choteo” de

cuestiones como la embriaguez y la homosexualidad; en general, se puede ver cómo se

intentó mostrar cierta vulgaridad de las prácticas populares mexicanas con la intención de

“producir en muchos espectadores la sensación catártica de un acercamiento a lo real”.240

En la imagen 45 podemos observar una escena de Bellas de Noche donde se muestra cómo

238 Diálogo entre “El Tiliches” y “El Quijanito” en Tívoli, DVD, dir. Alberto Isaac (1975; México: Desert Mountain Media, 2006). 239 Diálogo entre German y Carmen en Bellas de noche, DVD, dir. Miguel M. Delgado (1975; México: Laguna Films, 2006). 240 Emilio García Riera, Historia documental del cine mexicano, vol. 17. 1974-1976 (Guadalajara: UdeG/CONACULTA/IMCINE/Gobierno del Estado de Jalisco, 1995), 87.

se representaban a las ficheras de acuerdo a los directores y actrices, sentadas en la mesa

que tenían destinadas en su cabaret, tal y como sucedía en varios de los centros nocturnos

locales.

Imagen 45. Mesa de ficheras en Bellas de Noche.241

Los sketches sobre temas mundanos en estos filmes intentaban reflejar las maneras

en que los parroquianos reales del cabaret desfogaban sus tensiones cotidianas. Los

desnudos explícitos acompañados de bailes, así como la salida posterior de las ficheras y

vedettes para acompañar a sus clientes, ataviadas con prendas muy transparentes, eran

elementos que relegaban las tramas al olvido. Una sensualidad desbordante acompañada de

temas sexuales y bromas eróticas hicieron de estas películas, realizadas con bajos

presupuestos, éxitos taquilleros para un sector popular de clases medias y bajas, población

cada vez más grande en las ciudades mexicanas de la década de 1970.242

El arribo de José López Portillo a la presidencia del país en 1976 significó de nueva

cuenta cambios en la dinámica cinematográfica nacional. En menos de seis años, durante el

241 Sasha Montenegro interpretando a la fichera protagónica en Bellas de noche, DVD, dir. Miguel M. Delgado (1975; México: Laguna Films, 2006). 242 García Riera, Breve Historia, 295. Este gusto por lo sensual, por las bromas sobre sexo de risillas escondidas, quedó reflejado desde años anteriores, según García Riera, en los éxitos en taquilla de filmes como Masajista de señoras y Peluquero de Señoras, donde el actor Mauricio Garcés –una especie de dandy del siglo XX– hizo característico cierto tipo de humor acompañado de mujeres bellas.

sexenio pasado, la inversión pública había fomentado la creatividad de cineastas en el país,

y muchos veían un futuro prometedor para la industria fílmica mexicana. La llegada de

Margarita López Portillo –hermana del Presidente– a la Dirección General de Radio,

Televisión y Cinematografía (RTC) significó el inicio de una nueva etapa donde las

prácticas cinematográficas recientes quedarían olvidadas.

Entre sus primeras medidas, la RTC logró cooptar los recursos del Banco

Cinematográfico reduciendo las posibilidades para la creación fílmica independiente. Con

un equipo de asesores, la directora propuso retornar a las formas de la época de oro del

cine, aprovechando las nuevas tendencias culturales de menor censura donde los

productores privados, especialmente los auspiciados por la cadena de televisión y radio

nacional de Emilio Azcárraga, encontraron facilidad para realizar películas de bajo

presupuesto con temas que pretendían ser cotidianos,243 y que dieron auge al cine de

ficheras hasta la década siguiente.

La situación no tardó en salirse de control, pues la reducción aún mayor de la

censura mostró que los intereses taquilleros privados estaban más ligados al morbo de

enseñar cuerpos desnudos de vedettes y hacer bromas groseras, por encima de realizar

historias con verdadero contenido de realidades populares. Las “encueratrices” eran más

redituables, pues con poco dinero gastado una vedette podía llenar un cine como en el caso

de Las Ficheras (1977) –continuación de Bellas de Noche– donde la combinación de

lenguaje soez, mas desnudos femeninos resultó de nuevo un éxito taquillero, aunque ahora

se agregaba un tono más político con ciertas bromas que reflejaban parte de la realidad

243 García Riera, Breve historia del cine, 307. El autor hace alusión también a un intento de complacencia que los directores proyectaban entre la obscenidad y la supuesta naturaleza corrupta del mexicano que mostraba en las películas de ficheras una actitud desenfadada como diciendo “ni modo, así somos.”

socioeconómica nacional. Aquí se muestra uno de los desnudos explícitos con los que Lyn

May adquirió mayor fama en este film (ver imagen 46).

Imagen 46. Lyn May haciendo Striptease.244

La crisis económica constante durante la presidencia de López Portillo y sus

consecuencias no quedaron fuera de los temas en el cine de ficheras, pues en varios casos, y

con cierta actitud de relajo y desenfado, los personajes hacían bromas o referencias a la

situación nacional de desempleo y bajo poder adquisitivo; en diálogos simples, seguidos

por algún número musical que relajara la tensión, las conversaciones entre los personajes

permitían observar cuestiones que antes no era posible ver en películas mexicanas. En Las

Ficheras, la Corcholata (Carmen Salinas) –fichera vieja y alcohólica pero aún activa– dice

a la propietaria del cabaret El Pirulí (Mabel Luna) lo siguiente:

Quiero felicitarte en mi nombre y en el de todas las trabajadoras del talón, ficheras y similares del primer cuadro, por haberle comprado El Pirulí a “La Matraca”. ¡Cuántos sacrificios y privaciones te habrá costado juntar tu lana! [ironizando mientras observa las joyas de la Muñeca] Y luego, en lugar de cambiarla por dólares y mandarla a Texas o a Suiza, como hacen tantos nuevos ricos, rateros y huevones, tú dijiste “mi lana se queda aquí, en México” y abriste esta hermosa fuente de cultura y de trabajo ¡Salud!

244 Lyn May desnudándose sensualmente en Las Ficheras: Bellas de noche II, DVD, dir. Miguel M. Delgado (1977; México: Laguna Films, 2003).

¡Aquí quisiera ver a esos capitalistas perniciosos y persignados para decirles: cht, fiu, he aquí el ejemplo, eh, el ejemplo que les está poniendo esta pinche puta!245

Con estos filmes se reafirmó la existencia de cabarets en las ciudades mexicanas, y

tanto sectores populares como clases adineradas comprendieron que ya eran lugares

centrales para el entretenimiento nocturno urbano, les gustara o no. Los artistas que tenían

cabida en cine, radio y televisión fueron ejemplo para otros tantos que apenas iniciaban en

las ciudades, y que buscaron maneras de ingresar al negocio de formas variadas. En

Guadalajara, desde la década de 1960, las carteleras de cabarets poco a poco veían ingresar

más y más nombres nuevos de personajes que buscaban el éxito que varios ya tenían y que

iniciaron desde los centros nocturnos.

La década de 1970 inició con una cantidad de artistas muy grande en la ciudad, en la

que casi todos ellos, además de participar en las variedades de cabarets locales, también

tenían cabida en números de teatro de revista local. A pesar de no ser como en las películas

que vieron y que tal vez los inspiraron, muchos de ellos dieron vida y características a los

cabarets de clase media y alta en Guadalajara con sus números y con su esfuerzo.

Heredero de lo que inició el club Ciro’s algunos años atrás, el teatro de la

Asociación Nacional de Actores (ANDA) y algunos años después el teatro Blanquita –

émulo tapatío del recinto del mismo nombre en la ciudad de México– presentaron obras,

espectáculos frívolos, sketches y strips a la usanza de Tívoli, con actores locales que

trataron de trazarse camino hacia el éxito, aunque muy pocos lo lograron.

245 Diálogo entre la Corcholata y la Muñeca en el cabaret Pirulí en Las ficheras: Bellas de noche II. DVD, dir. Miguel M. Delgado (1977; México, Laguna Films, 2003).

4.2- Semilleros del cabaret: Los teatros ANDA y Blanquita.

Desde la década de 1960 las empresas de entretenimiento habían comenzado a ampliar aún

más las ofertas de diversión para los tapatíos de todos los sectores sociales. En el capítulo

anterior incluso se pudo notar la presencia de una práctica que estaba resurgiendo en el país

que había llegado a México en tiempos del porfiriato: los teatros de revista.246

Estos teatros que popularizaron los shows de variedades con payasos, magos,

marionetas, imitadores, vedettes, cantantes, enanos y un sinfín de artistas más,

reaparecieron en Guadalajara dentro de un contexto nacional donde la vida cotidiana tenía

fuertes nexos ya con la radio y la televisión. El teatro frívolo o de género chico fue desde la

época postrevolucionaria una forma de entretenimiento que vitalizó el habla popular, la

presencia del albur, el uso de temas considerados obscenos en relación al público y lo

grotesco como algo artístico, y finalmente abrió un espacio divertido de crítica social

sincrónica relajando la seriedad de las situaciones de las clases populares.247

En este decenio la mayoría de artistas nacionales se encontraban organizados dentro

de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), que condensaba un gran número de

personajes consolidados del teatro, cine, televisión y radio, así como a los nuevos

buscadores de oportunidades en el medio.

La ANDA abrió teatros en algunas ciudades del país con la intención de que los

actores y artistas incipientes “de provincia” encontraran un lugar a donde acercarse para

246 El trabajo de Romina Martínez de Las carpas en Guadalajara, 1920 – 1940. Tesis para obtener el grado de Maestro en Estudios sobre la región. (Guadalajara: Colegio de Jalisco/Universidad de Guadalajara, 2003) es una de las bases para hablar sobre el espectáculo de variedades y los teatros de revista en la ciudad. La autora reconoce la presencia de elementos como las vedettes y los sketches tan característicos de las variedades. 247 Carlos Monsiváis “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX” en Historia General de México (México: Colmex, 2000) 1537.

ingresar a las filas del creciente gremio de trabajadores del espectáculo.248 En Guadalajara

el Teatro de la ANDA comenzó a trabajar con una cantidad importante de personas, de las

cuales la mayoría ya estaban presentando números y shows al interior de cabarets de clase

media y alta en la urbe (La lista de nombres con los que se inauguró el teatro se puede ver

en la imagen 49). El patrocinio del teatro para su apertura fue gracias a la iniciativa privada

y al gobierno municipal, que en 1967 fueron convencidos por “Palillo” para ofrecer a los

artistas locales que no estaban muy activos la oportunidad de tener un ingreso mediante la

presentación de revistas y teatro de género chico.249

Las imágenes publicitarias del Teatro Popular ANDA en Guadalajara durante sus

primeros años conjugaban los artistas ya consagrados de la farándula con algunos que

trataban de despegar hacia el estrellato. Las publicidades en El Occidental muestran cómo

eran presentados los nombres en el ANDA, encabezando el cartel alguna estrella nacional

seguida por artistas que ya eran reconocidos dentro de varios sectores, y dejando en la parte

inferior –en letras chiquitas– a los más desconocidos o principiantes, como se ilustra en la

imagen 47.

248 Barú nos explica que la ANDA era una organización obligatoria para todos los artistas, y que en su interior se cuidaba a los y las jóvenes que iniciaban en el negocio. Se ofrecían cursos de baile, canto y actuación, y ahí mismo se obtenían los papeles para participar en las obras del teatro de la organización. “La que no estuviera en la ANDA no trabajaba, y tenía que cumplir con una audición al coreógrafo para ver si podía bailar” Barú, entrevista realizada el 18 de Septiembre de 2013. 249 Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. Barú nos dice que el terreno donde se instaló el teatro era un estacionamiento, que se compró con dinero del gobierno y de empresas patrocinadoras, y ahí se edificó el Teatro ANDA.

Imagen 47. Publicidad del teatro ANDA en sus inicios.250

Esta dinámica de presentar shows con variedad amplia, dando cabida a todos los

géneros musicales importantes del momento, así como a cómicos, actores, bailarinas y

vedettes pronto comenzó a cambiar conforme fueron entrando en vigor las nuevas reglas de

libertad sobre la censura y contenidos en los espectáculos, y también gracias al desarrollo

del cine de ficheras a mediados de la década.

En el escenario se jugaba con los ritmos de los números presentados, alternando

bailes lentos y sensuales con cómicos y músicos, para subir y bajar los tonos de picardía así

como los ánimos eróticos de los asistentes. La presentación de la Sonora Santanera en 1969

junto a los cómicos y actores de la revista son un claro ejemplo de cómo se llevaba a cabo

el show durante esta etapa del teatro.

Imagen 48. La Sonora Santanera el en teatro ANDA.251

250 El Occidental, Sección C, 30 de agosto, 1968, BPEJ.

Imagen 49. Cartel inaugural del teatro ANDA.252

251 El Occidental, Sección C, 15 de junio, 1969, BPEJ. 252 El Occidental, Sección C, 28 de septiembre, 1967, BPEJ.

Los primeros años del teatro ANDA transcurrieron ofreciendo una variedad

completa, con números de cómicos, marionetas, cantantes, actores, actrices y vedettes. El

tipo de espectáculos que se montaban estaban enfocados para un público de varios rangos

de edad en las primeras horas, terminando con números sólo para adultos ya cercano a la

media noche, hora en que muchos de sus artistas migraban a varios de los cabarets de la

ciudad para seguir laborando.

Uno de los principales personajes de esta etapa inicial en los teatros fue Jesús

Martínez Rentería “Palillo”, quien se especializó en hacer sátira de la situación social y

política mexicana, haciendo burlas directas de personajes de todos los niveles de gobierno

sin temor a represalias.

Barú relata que a “Palillo”, algunas veces cerca de finalizar su número, varias

patrullas de policía lo esperaban fuera del teatro para llevarlo directo a la autoridad

competente para tratar sobre el contenido de sus sketches.253 Esta fama fue bien empleada

por los encargados del teatro, pues cada que “Palillo” presentaba un número se mencionaba

su habilidad para hacer choteo de los políticos, e incluso se menciona que el teatro había

conseguido ya un recurso de amparo “por aquello de las dudas” como reza la leyenda entre

las piernas de la bailarina en el cartel presentado en la imagen 50.

253 Barú, entrevista realizada el 24 de octubre de 2013.

Imagen 50. “Palillo” como número central en el teatro ANDA.254

Este cartel lleno de sensualidad evidencia una serie de medidas que se tomarían en

torno a las variedades y números en el teatro ANDA, donde los cómicos y cantantes

quedarían relegados por la necesidad de mostrar más cuerpos completos.

Para 1975, los carteles publicitarios del teatro habían cambiado sus diseños, ahora

presentando sólo obras cómicas de revista y vaudevilles que se ajustaban más a las

propuestas cinematográficas en una especie de show popular con desnudos constantes. Los

llamados strips se convirtieron desde esta etapa en el elemento de mayor fuerza para la

publicidad, pues con la experiencia cinematográfica, los directores de obras se percataron

de que los desnudos les garantizaban éxitos en las presentaciones.

254 El Occidental, Sección C, 2 de julio, 1970, BPEJ.

Imagen 51. Publicidad del ANDA hacia 1975.255

El strip consistía en que una vedette o bailarina se desnudara poco a poco en el

escenario al ritmo de alguna canción lenta, causando revuelo y pasión desbordada entre los

espectadores. Al final, cuando ya sólo quedaban prendas interiores, la artista terminaba por

quitarse la parte superior quedando cubierta por un par de pezoneras, y cuando retiraba la

parte inferior se apagaban las luces o se cerraba el telón de golpe.256

Los teatros de revista y los cabarets compartían el mismo tipo de espectáculos

fomentados por la ola cultural que había permitido mayor libertad ante la censura. La

publicidad de los establecimientos y de los teatros muestran que la mujer es, para mediados

de la década de 1970, el elemento más atractivo que podían presentar los teatros y cabarets,

y sus cuerpos eran explotados como recursos visuales al máximo posible.

Imagen 52. Publicidad adaptación en el teatro ANDA de Bellas de Noche.257.

255 El Occidental, Sección C, 24 de mayo, 1975, BPEJ. 256 Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. 257 El Occidental, Sección C, 30 de abril, 1977, BPEJ.

La imagen 52 ejemplifica la fuerte influencia del cine en las nuevas maneras de

escenificar al teatro de revista en Guadalajara, en el ANDA se llegaron a realizar

presentaciones adaptadas de “Bellas de Noche”, teniendo inclusive a personajes del elenco

original de la película para hacerlo aún más atractivo para el público.

El teatro de revista –al igual que todas las prácticas culturales de entretenimiento en

el país– tuvo fuertes influencias del contexto en el que se desarrolló. La entrada de filmes

norteamericanos que marcaron la década, y en general la historia del cine, de la música y

del entretenimiento, marcó la pauta en varios asuntos para la creación de obras de revista.

Los casos particulares de algunas revistas como “Fiebre de sóbalo en la noche”, “La

guerra de las galaxias”, “Batman y Robin contra Los ángeles de Charly” son evidencia de

que los programas y filmes norteamericanos habían arraigado ya en los gustos del público

nacional y tapatío, como se observa en las imágenes 53, 54 y 55.

Imagen 53. Batman y Robin.258 Imagen 54. Guerra de las galaxias.259

Imagen 55. Fiebre de sóbalo en la noche.260

258 El Occidental, Sección C, 5 de mayo, 1978, BPEJ. 259 El Occidental, Sección C, 9 de mayo, 1978, BPEJ.

Junto a los nombres de las revistas con alusión a programas y películas extranjeras

podemos encontrar bromas y albures que añaden relajo a las presentaciones. Los nombres

de los cómicos comunicaban el tipo de espectáculo que ofrecían los lugares, siendo

“Palillo” en la primera etapa, y luego Tito Mena, las piedras angulares durante esta

época.261

Algunos años más tarde después de las crisis internas que vivió el teatro ANDA, a

unos metros abrió sus puertas el teatro Blanquita, que continuó con la dinámica de revista y

show frívolo con la que terminó su existencia el ANDA. En palabras de Barú y Micky “el

Italiano”, el ANDA cerró a causa del cambio en las prioridades de los espectáculos

presentados. En una primera etapa, con “Palillo”, las presentaciones estaban destinadas a un

público general, incluso familiar, donde ya más tarde sí había números con tono más

subido. Cuando Tito Mena se hizo cargo de la agenda, comentan que incluso se consideraba

al teatro como más cercano al burlesque.262

Imagen 56. Publicidad teatro Blanquita.263

260 El Occidental, Sección C, 15 de junio, 1979, BPEJ. 261 Barú y Mike “el italiano” entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. 262 Barú y Mike “el italiano” el 24 de septiembre de 2013. 263 El Occidental, Sección C, 15 de abril, 1979, BPEJ.

El caso del teatro Blanquita está en orden con esto último, teniendo nexos con un

cabaret en particular –el Royal– ubicado a unas cuadras en plena zona de influencia de San

Juan de Dios en la calle Gómez Farías 34, lugar donde anteriormente estaba el Ciro’s Club,

antecedente local de los teatros de revista. Sus anuncios en El Occidental mostraban los

nombres de ambos lugares haciendo evidente la relación que existía (Ver imagen 56). Sobre

el Blanquita tenemos evidencias de su funcionamiento todavía hacia el final de la década

siguiente con un cartel más reducido y siendo Tito Mena aún el encargado de la diversión.

En dicha publicidad se indica que el Blanquita logró invitar en 1979 a Lilian

Campos, modelo y vedette que posó desnuda para la revista internacional para caballeros

Playboy (ver imagen 56). Con este tipo de acciones buscaban atraer más clientela mediante

la sensualidad que prometía tener un nombre como este.

Si bien la presencia femenina y la exhibición de sus cuerpos fueron parte esencial

del espectáculo de revista, así como del cabaret, cabe recordar que para ésta época

continuaba vigente el decreto 5941, donde se prohibía la permanencia de mujeres solas al

interior de centros de vicio. Al parecer los creadores de la ley no contemplaron que muchas

mujeres participaban de la vida nocturna no sólo como clientes, meseras o ficheras, sino

también jugando un papel muy importante en los escenarios como bailarinas y vedettes

consideradas artistas.

La posible justificación ante la presencia de mujeres y los desnudos, apoyada en

gran parte por la cinematografía, es que el espectáculo frívolo, la desnudez y los bailes

cadenciosos y sensuales bien podían ser considerados artísticos, y en el decreto 5941 no

existía ningún apartado que regulase la actividad artística y que definiera lo que era

considerado “arte” para el Estado de Jalisco.

Este escape legal les permitió desarrollar sus actividades con ciertas libertades a los

teatros, fomentando que los artistas se presentaran por temporadas en sus escenarios y por

las noches o los fines de semana ambientaran las pistas de los cabarets que los contrataran.

Junto con el desarrollo del teatro de revista local se consolidaron varios cabarets

para las clases medias y altas de la ciudad. En su interior se ejecutaban números más

íntimos similares a los de las revistas, con bailes exóticos y strips, permitiendo al

espectador observar con menor distancia a las vedettes y a todos los artistas.

La atracción principal cabaretera a lo largo de la década fueron las mujeres, ya sea

como vedettes o como cantantes, y en la publicidad de El Occidental se puede observar a

las celebridades que desfilaron en los escenarios locales, así como las tendencias que

dominaron a lo largo de esta etapa en torno al diseño de los anuncios y la presentación de

espectáculos.

Imagen 57. Ballet Chelo La Rue en el teatro ANDA.264

264 Colección particular Barú. Sin fecha.

4.3 - La hora de la vedette: Establecimientos y variedades.

Las vedettes emergieron desde finales de la década de 1960 como el ícono cabaretero por

excelencia en el país. Existiendo desde mucho tiempo atrás, participando en carpas y

teatros de revista con mucha anterioridad, se colocaron a la vanguardia del espectáculo

cabaretero y se mantuvieron firmes hasta el final de esta etapa en los desveladeros tapatíos.

Su rol en el teatro de revista y cabarets mantuvo muchas similitudes con lo que

hacían medio siglo atrás en las carpas, donde debían “poseer atractivo sexual, habilidad

para bailar y cantar e inteligencia para denunciar con picardía irregularidades cometidas

en el ámbito político, saber cuando decir una frase para que el actor o el cómico

completara el diálogo con una palabra de doble sentido”.265 En esta nueva fase de auge

tenían que contar con una gran disposición a exponer sus cuerpos casi desnudos, lo que les

ganó el mote de “encueratrices”.

Los propietarios de cabarets de clase alta y media observaron que podían depositar

la misma confianza en los cuerpos descubiertos de la vedette que los creadores de películas

en el cine de ficheras, pues el morbo y la curiosidad de observar a una hermosa mujer al

descubierto y a unos metros fue uno de los atractivos más fuertes para el florecimiento de

los negocios cabareteros en la época, bajo el principio de “admírenme, codícienme,

idolátrenme, pero jamás me toquen”.266

La inteligencia de la vedette no sólo se ponía en práctica en la comicidad y la

picardía, sino también en su propia seguridad. Al trabajar en un ambiente más íntimo, con

265 Romina Martínez, Las carpas en Guadalajara, 120. 266 Cita textual de Lyn May al describir su labor como vedette en los escenarios de los cabarets nacionales. Cristina Pacheco, Los dueños, 36.

presencia de bebidas alcohólicas y sensualidad constante, podía suceder alguna situación

incómoda con clientes en estado de ebriedad al interior del cabaret.267

Barú narra el episodio que presenció cuando la Princesa Lea, una de las vedettes

más famosas de la década, tuvo que mantener la calma en medio de su presentación en el

Afro Casino. La Princesa era conocida por ejecutar un número donde se bañaba desnuda

con espuma adentro de una copa gigante de vidrio, y en Guadalajara este show causó furor.

Uno de los días de su presentación, uno de los clientes del lugar que ya estaba ebrio, subió

al escenario y llenó su vaso con la espuma de la copa y la bebió, aprovechando la

oportunidad para decirle algunas lindezas. Según el coreógrafo

el borracho le dijo: ‘tú eres hombre ¿por qué te tapas con esto [la espuma]?’ Porque ella siempre usaba aquí [en la entrepierna] como una cinta, en las partes, para que no se le metiera al agua, ella decía que para que no se le metiera el jabón, pero luego se soltó el rumor de que usaba eso porque era hombre, para taparle pues, y el borracho quiso ir a comprobar, y pues no, era mujer cien por ciento. Y al borracho luego luego lo sacaron, pero él iba encantado diciendo ‘pos me van a sacar pero con el gusto que me estoy tragando esta agua de sus…[risas]’. 268

La ventaja que tenían las vedettes fue que su presencia era más requerida en

cabarets de clase media y alta, donde había elementos de seguridad interna, a diferencia de

los cabarets populares donde las mujeres fungían más como ficheras y corrían riesgos

mayores. A las vedettes no se les permitía transgredir la frontera que las separaba de las

ficheras en la práctica interna del cabaret, sobre todo a las estelares, pues a pesar de que

algunos clientes les enviaban regalos y bebidas, eran seriamente reprimidas en su

remuneración por los propietarios del lugar si acompañaban a algún caballero en una mesa.

267Cristina Pacheco, Los dueños, 39. “los señores están bebiendo, apostando, eufóricos, digamos, así que no hay que hacer nada que parezca una provocación” 268 Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013. Fragmento con anotaciones entre corchetes:

Algunas vedettes de menor rango si pudieron permitirse acompañar caballeros en sus mesas

durante algunos años del final de la década de 1970.269

Con la publicidad podemos notar la importancia de las vedettes y su apariencia.

Vestidas con trajes de gala descubiertos o con prendas pequeñas y muy reveladoras, todas

ellas confeccionadas con brillos y lentejuelas, sus cuerpos se convirtieron en el elemento

central cabaretero de la época. Debían empeñarse en mantener una figura atractiva a los

ojos del público y sólo lo podían lograr con horas de trabajo extenuante en los estudios de

danza de la ANDA o en sus casas.270

Sus cuerpos eran la principal herramienta de trabajo, ya que las prendas eran sólo

adorno y duraban poco tiempo puestas mientras se desnudaban lentamente en los

escenarios. La desnudez era el clímax de su labor, y condensaba tanto los deseos de los

espectadores como el placer personal de haber realizado su trabajo completamente. En

palabras de Lyn May, exhibirse desnuda es un privilegio sólo de las bellezas, pues “una

mujer que sea gorda no debe pretender convertirse en vedette”.271

Dos de los enemigos más fuertes para las mujeres de este espectáculo eran la

maternidad y el paso del tiempo. Tener hijos las obligaba a separarse de sus entrenamientos

y labores cotidianas, y envejecer podía transformarles su organismo alejándolas del

estándar de belleza cabaretero de la época. A pesar de estas situaciones, algunas vedettes

evitaban alejarse de los escenarios después de haber sido madres o en edad madura con

269 Barú, entrevista realizada el 1 de octubre de 2013. 270 Barú, entrevista realizada el 1 de octubre de 2013; desde el segundo capítulo mencionamos la emergencia del cuerpo como un elemento de consumo, pero la década de 1970 representa para la vida cabaretera una nueva dinámica en torno al cuerpo femenino publicitado. En este momento era más relevante resaltar el “valor sexual” de la vedette por encima de todas las otras habilidades y valores posibles, diferenciando a la censura moral, relativa a los valores religiosos principalmente, con la censura generalizada regulada por el consumo, donde los límites son más laxos y se puede permitir jugar con las fantasías (eróticas) a nivel simbólico en los anuncios. Jean Baudrillard, La sociedad de consumo, 178-179. 271 Cristina Pacheco, Los dueños, 41; Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.

base en la obstinación y trabajo arduo. “Tongolele” es ejemplo de lo anterior, pues siendo

una bailarina reconocida desde hacía un par de décadas y con más de cuarenta años de

edad, se presentó en el Afro Casino para deleitar a los tapatíos con sus contorsiones.

Las vedettes lograron acaparar los reflectores del espectáculo cabaretero a nivel

nacional durante la época, y los propietarios de negocios sabían que a través de ellas podían

lograr grandes ganancias económicas. El caso de Jesús Zárate es una muestra de la

habilidad para emplear los shows de vedettes como eje de sus establecimientos, pues en los

cabarets que tuvo –Casbah y Afro– era cotidiano observar dentro de sus publicidades el

nombre y la foto de alguna encueratriz importante.

El Afro fue indiscutiblemente el cabaret que dominó la escena en la década de 1970.

La lista de personajes que se presentaron en su pista y escenario tiene una calidad

equiparable a cualquier lugar de la ciudad de México, que fue la capital artística nacional.

Barú menciona que las cualidades de Zárate para negociar con los grandes agentes y artistas

era incomparable, y que gracias a él se logró consolidar este lugar como el mejor centro

nocturno de la ciudad por varios años.272

Gracias a la publicidad en El Occidental se puede reconstruir un listado de las

personalidades que se presentaron en el Afro, de las cuales no sólo se anunciaban ahí,

también se imprimían volantes que se repartían por las calles y en algunos lugares

estratégicos como restaurantes, además de carteles que se pegaban por los muros y postes

de calles muy transitadas, como el que se muestra en la imagen 58.

272 “Noches de provincia”, 25. Barú, entrevista realizada el 1 de octubre de 2013.

Imagen 58. Cartel callejero de Tongolele en el Afro Casino.273

Yolanda Montes “Tongolele” fue una de las bailarinas más constantes en los

escenarios cabareteros del país, pues gracias a la fama adquirida en varios filmes, su

presencia en conjunto con sus contorsiones al ritmo de tambores causaban asombro entre

los espectadores. Por muchos años logró mantenerse como un objeto del deseo de una gran

mayoría de caballeros, claro desde los escenarios del cabaret y las pantallas de cine y

televisión. 274

Imagen 59. Volante Mabel Luna en el Afro275 Imagen 60. Volante Rossy Mendoza en el Afro276

273 Colección personal Barú. Sin fecha. En la parte inferior de este afiche, en una especie de cenefa que rodea a Tongolele podemos encontrar el nombre de Barú, nuestro informante, que fungía ya como coreógrafo en el Afro. 274 Tongolele se llamaba a sí misma una “ombliguista” más que una vedette. Sus bailes son recordados por grandes números y escenas en la industria cinematográfica nacional desde la década de 1940. Uno de los ejemplos más recordados es la escena que realiza junto a Germán Valdez “Tin-tán” en el filme El rey del Barrio (1949) dirigida por Gilberto Martínez Solares. Cristina Pacheco, Los dueños, 27. 275 Volante del Afro Casino con Mabel Luna. Colección personal Barú. Sin fecha.

Imagen 61. Volante La Princesa Lea en Afro.277

En el Afro se presentaron varias artistas conocidas en el ámbito cinematográfico y

cabaretero en general. Mujeres como Mabel Luna, Wanda Seux, Rossy Mendoza, Grace

Renat, Claudia Tate, Thelma Tixou, La Princesa Lea, Meche Carreño, Gloriella y Lyn May

presentaron sus números durante una o varias semanas en sus pistas.

La presentación de Isela Vega en este lugar fue una de las más esperadas y de

mayor éxito. La actriz y vedette era conocida por sus participaciones en televisión y cine

además de sus presentaciones en centros nocturnos donde, si se lo permitía el lugar, se

desnudaba completamente. De hecho Vega fue la única mujer que se despojó totalmente de

sus prendas en los escenarios del Afro Casino, pues la mayoría de las artistas quedaban con

alguna prenda de tamaño mínimo en el área púbica y pezoneras.

Barú cuenta que Isela Vega se desnudó en la calle junto a la puerta trasera del lugar.

La gente que hacía fila para entrar dio el aviso a los demás y se abarrotó el establecimiento

en cuestión de minutos. Vega salió al escenario con una bata, y en poco tiempo la dejó caer

276 Volante del Afro Casino con Rossy Mendoza. Colección personal Barú. Sin fecha. 277 Volante del Afro Casino con La Princesa Lea. Colección personal Barú. Sin fecha.

al piso danzando desnuda, tal como se mostraba en las tarjetas que apartaban las mesas del

lugar durante sus presentaciones (ver imagen 62).278

Imagen 62. Tarjetón para reservar mesas en Afro Casino, evento de Isela Vega.279

Como el lugar de mayor variedad en Guadalajara, Afro también daba cabida a otros

artistas además de vedettes y encueratrices, que aprovechaban este nicho para difundir su

trabajo y tener contacto con los tapatíos cuando ya fueran artistas consolidados. Casos

como el de Ana Luisa Peluffo y Verónica Castro son muestras de que en este

establecimiento existía una mayor variedad de ofertas culturales para el público sin dejar de

lado a la vedette (Ver imágenes 63 y 64).

278 Barú, entrevistas realizadas el 18 de septiembre y 1 de octubre de 2013. Isela Vega era conocida nacionalmente por su actitud y desfachatez para burlarse y fastidiar a los sectores moralistas que juzgaban sus actos. Carlos Monsiváis. Amor perdido (México: Era, 1977) 325. 279 Colección personal Barú. Sin Fecha.

Imagen 63. Publicidad Ana Imagen 64. Publicidad Verónica Castro en Afro Casino280 Luisa Peluffo en Afro Casino.281

También alternaban sus fechas con shows protagonizados por cómicos de talla

nacional entre sus números. Los casos de “Palillo” y Enrique Cuenca –uno de “Los

Polivoces”– ejemplifican de esta situación en las imágenes 65 y 66. Los cómicos eran parte

cotidiana de las carteleras del Afro, pero sólo en contadas ocasiones podemos hallarlos

como atracción principal o parte de gran relevancia en el espectáculo, pues las vedettes eran

quienes dominaban los escenarios.

Imagen 65. Volante “Palillo” en Afro.282 Imagen 66. Publicidad Enrique “Polivoz” en Afro Casino.283

280 El Occidental, Sección C, 9 de abril, 1977, BPEJ. 281 El Occidental, Sección C, 29 de septiembre, 1975, BPEJ.

El estándar de belleza cabaretero obligaba a sus personajes a utilizar recursos

similares en casi todos los establecimientos, tanto en la publicidad como en los

espectáculos. Las mujeres del cabaret tenían que poseer caderas anchas y pechos

voluptuosos, unidos por una cintura pequeña. Tenían que bailar al ritmo de canciones

caribeñas o africanas, para terminar desnudándose lentamente con alguna pieza musical de

bajo ritmo llena de sensualidad mediante el strip.

Los cabarets tapatíos que estaban a la zaga del Afro Casino también tuvieron en sus

carteles algunos nombres prominentes del espectáculo de variedades. El Sarape, que tenía

ya varios años funcionando, fue el que trajo por primera vez a Guadalajara a Lyn May y en

años posteriores a Gina Montes, estrella del programa televisivo “La carabina de

Ambrosio.” Aquí mostramos los anuncios publicados en El Occidental para esos eventos

(ver imágenes 67 y 68).

Imagen 67. Anuncio Gina Montes en Sarape.284 Imagen 68. Anuncio Lyn May en Sarape.285

Un cabaret buscó fugazmente un lugar en la competencia local hacia finales de la

década: Casino Royal –ubicado donde anteriormente estaba Ciro’s club– del cual sabemos

que tuvo nexos con el teatro Blanquita y sus artistas. En este lugar se presentaban las

282 Volante para la presentación de “Palillo” en Afro Casino. Colección personal Barú. Sin Fecha. 283 El Occidental, Sección C, 11 de agosto, 1979, BPEJ. 284 El Occidental, Sección C, 23 de mayo, 1973, BPEJ. 285 El Occidental, Sección C, 15 de septiembre, 1978, BPEJ.

variedades y vedettes que participaban de las obras cómicas y desnudos del teatro cuyos

productores, a diferencia del ANDA, habían apostado por un espectáculo más al estilo del

burlesque, como se nota en las imágenes 69 y 70. La publicidad sobre éste lugar es escasa,

y sólo tenemos evidencia de su existencia en los años 1978 y 1979, etapa donde comenzaba

la lucha administrativa contra los establecimientos de vicio de corte popular en la zona

centro de la ciudad.

Imagen 69. Publicidad Casino Royal.286 Imagen 70. Publicidad Dandy Club.287

Imagen 71. Publicidad Zombie Club.288

Otros establecimientos un poco más modestos como El Dandy y Zombi (Imágenes

70 y 71), consolidados en el ámbito local cabaretero desde la década anterior, mantuvieron

286 El Occidental, Sección C, 3 de noviembre, 1978, BPEJ. 287 El Occidental, Sección C, 29 de septiembre, 1978, BPEJ. 288 El Occidental, Sección C, 31 de mayo, 1975, BPEJ.

sus puertas abiertas continuando con una cartelera de artistas locales, que rotaban a lo largo

de los meses entre éstos lugares, así como El Nopal y El Sarape.289

La rotación de vedettes, bailarinas, actores y cómicos en estos establecimientos era

parte de un convenio que los cabarets y sus empresarios formaron con la ANDA, donde

esta organización se encargaba de la formación de jóvenes artistas y los cabarets

aprovechaban su presencia para la oferta de espectáculos al interior. Los empresarios

ganaban una mayor variedad de números para ofrecer y los jóvenes conseguían

oportunidades de empleo y un nicho para mostrar sus habilidades al público.290

Hacia mediados de la década se unieron nuevos lugares a la agenda de negocios con

práctica cabaretera. Capri (López Mateos Sur 1161), El Dorado (Tolsá 479) y Tekare (av.

16 de septiembre 157) –aparentemente negocios hermanos pues sus anuncios aparecían

juntos– representan la apertura de lugares que pudieran competir con la calidad de las

variedades y vedettes. En 1975 Capri logró integrar a su cartel a la Princesa Lea antes que

el Afro (ver imagen 72).

289 Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. 290 Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.

Imagen 72. Publicidades Capri y El Dorado.291

Capri fue uno de los primeros ejemplos de la salida de cabarets de la zona céntrica.

Los lugares cabareteros más alejados de ésta área eran contados para las décadas anteriores,

siendo entonces Navy Club por la av. R. Michel, Carrusel por Chapultepec y Club Palacio

por la Calzada del Ejército los que podemos mencionar. Al igual que Capri, otros

empresarios abrieron desveladeros en lugares variados de la ciudad, ampliando la oferta

cabaretera tapatía en zonas alejadas del centro, tanto residenciales como de otro tipo de uso.

Las Vegas, Pink Wagon y Los Colomos fueron tres centros nocturnos que se

establecieron en la zona más alejada de la carretera a Chapala (Ver imágenes 73 a 75). Los

Colomos era el lugar de entretenimiento del Hotel El Tapatío que para el momento era uno

de los más grandes de la zona metropolitana, y se encontraba alejado del bullicio urbano.

En su interior no había mucha actividad cabaretera parecida a la de los desveladeros de la

ciudad, ya que no integraba muchas vedettes del espectáculo local o nacional. Por las

características del hotel, enfocado a públicos con más recursos económicos, los

291 El Occidental, Sección C, 20 de julio, 1975, BPEJ.

espectáculos que ofrecían eran variedades internacionales y revistas que contrataban de

otras latitudes como Las Vegas, Nevada, en Estados Unidos.

Frente a Los Colomos se encontraban Pink Wagon y Las Vegas, que diferían en

oferta de entretenimiento con el centro nocturno del hotel. En ambos lugares la variedad

integraba vedettes locales y revistas de burlesque, mostrando en su publicidad más

desnudez y sensualidad con mujeres danzando o posando.

Imagen 73. Anuncio Los Colomos 292 Imagen 74. Publicidad Pink Wagon293

Imagen 75. Publicidad Casino Las Vegas.294

Otro lugar que se abrió en una zona lejana del centro de la ciudad, pero ahora

cercano a una zona residencial, fue Manhattan (López Mateos 3639) ubicado hacia la salida

a Colima, junto al fraccionamiento de Las Águilas. En este lugar también cabían los

292 El Occidental, Sección C, 25 de octubre, 1975, BPEJ. 293 El Occidental, Sección C, 21 de junio, 1975, BPEJ. 294 El Occidental, Sección C, 25 de julio, 1975, BPEJ.

números con músicos, cómicos, animadores y principalmente vedettes; en este lugar se

puso de moda un tipo de espectáculo que, a pesar de su existencia desde varios años atrás,

volvió a tomar fuerza entre los desveladeros locales: el show travesti. El anuncio que se

presenta en la siguiente página es uno de los primeros que corresponden a este tipo de

espectáculos en este centro nocturno (ver imagen 77).

Imagen 76. Show Travesti en Manhattan.295

Los números de travesti en estos lugares consistían en que un hombre se disfrazaba

como alguna mujer famosa –cantante, actriz, bailarina o vedette– y personificaba sus bailes,

números o canciones famosas. Pudiendo ser desde artistas internacionales como Liza

Minelli o Marylin Monroe, hasta personalidades locales como Irma Serrano o María

Victoria, los travesti ganaron espacio en los escenarios cabareteros hacia los últimos años

de la década de 1970, y en la siguiente lograron abrirse negocios que ofrecían únicamente

este tipo de variedades como el caso del Sajhara Night Club, del cual contamos con escasos

295 El Occidental, Sección C, 30 de noviembre, 1978, BPEJ.

anuncios publicitarios, pero sabemos que hasta el día de hoy continúa operando

exitosamente en éste ámbito del espectáculo.

Barbarella fue otro cabaret que ofrecía números de travestis internacionales,

alternando estos números algunos días junto a sus variedades regulares. Este negocio,

mencionado como restaurant-bar, estaba ubicado en la esquina de Corona y Madero en el

centro de la ciudad y ofrecía un ambiente glamuroso y lleno de distinción a sus clientes en

la publicidad. 296

Imagen 77. Publicidad Barbarella297

Hacia el final de la década de 1970 parecía que la práctica cultural cabaretera para

clases medias y altas se había establecido y había llegado a su momento de mayor

aceptación, permitiendo la apertura de varios tipos de negocios que integraban variedades,

espectáculos, comida, bebida y baile en sus agendas de entretenimiento. El Afro Casino,

aún con el crecimiento de opciones para participar de la vida cabaretera, seguía

manteniéndose en la cima de la lista de cabarets tapatíos, presentando la variedad más

completa y no dependiendo únicamente de las vedettes aunque sí teniéndolas todavía como

su eje.

La vida cabaretera de sectores populares siguió existiendo durante esta época, y

fueron varios los negocios que pudieron subsistir en la zona de San Juan de Dios; sin

296 En algunos anuncios de Barbarella rezaba la leyenda “cene y diviértase como en Europa” tratando de atraer a sus clientes a un ambiente distinguido y único. El Occidental, Sección C, 30 de noviembre, 1978, BPEJ. 297 El Occidental, Sección C, 13 de julio, 1979, BPEJ.

embargo, desde el Ayuntamiento se estaban proponiendo una serie de medidas que

contribuyeran a combatir los negocios que estaban relacionados íntimamente con el ficheo,

la prostitución, la embriaguez y la comisión de delitos.

Hacia el año de 1975 comenzó a resonar con fuerza un rumor que después se tradujo

en noticias particulares, donde se hablaba de la necesidad de remodelar las calles del barrio

de San Juan de Dios, y así extraer los males que los centros de vicio habían sembrado desde

años atrás, iniciando así un fuerte ataque a la práctica cultural cabaretera tapatía en los

negocios de recursos más limitados.

4.4 - El centro desarticulado y la desaparición cabaretera popular.

Por años el centro de la ciudad de Guadalajara operó como un espacio de encuentro entre

todos los sectores de la sociedad, sin distinguir nivel socioeconómico. Las calles del

corazón de la ciudad permitían la interacción entre sectores diversos de población y

condensaba en algunas áreas las posibilidades de satisfacer las necesidades de los tapatíos

de todas las calidades económicas.

El crecimiento de la mancha urbana y el desarrollo de nuevas zonas residenciales

alejadas del centro urbano propició que los habitantes de la ciudad encontraran cada vez

más útil el uso de transportes motorizados, tanto particulares como de uso público. Por

ende, las autoridades locales tuvieron que esforzarse en ofrecer caminos y mejores vías para

el uso de autotransportes, convirtiendo muchas calles del centro en lugares transitados por

vehículos que hacían de la zona un lugar con mucho bullicio y contaminación. El centro se

había convertido, hacia la segunda mitad del siglo XX, en un lugar de paso, y ya no era,

como en 1940, un punto obligatorio para la vida tapatía en general (Ver mapa 6).

Mapa 6. Plano comparativo de Guadalajara en 1971-1940298

298 Plano comparativo de Guadalajara 1940-1971. El área más oscura al centro es la mancha urbana de 1941. Edición del autor.

Como pudimos observar anteriormente, la mayoría de los tapatíos que antes residían

en la zona central comenzaron a migrar a los fraccionamientos fuera de este cuadrante, y

con ello, los servicios y comercios ubicados en estas calles empezaron a perder a su

clientela. La ampliación de los límites urbanos obligó también a los comerciantes de bienes

y servicios a buscar la manera de que los habitantes de estos nuevos espacios tuvieran

acceso a sus productos.

Para los fraccionamientos del poniente y sur de la ciudad, grupos de comerciantes se

organizaron y construyeron centros comerciales –plazas– que pudieran tener tiendas de

autoservicio y grandes almacenes como los que había en el centro, para que los tapatíos de

las colonias cercanas pudiera acudir a hacer sus compras. El primero de éstos centros fue

Plaza del Sol que abrió sus primeras tiendas en 1969 en el sur-poniente de la urbe. A esta

plaza le siguieron Plaza Patria en el nor-poniente y Plaza México en la parte occidental

cercano a la colonia Ladrón de Guevara y el Fraccionamiento Monraz.299

Dentro de las colonias y barrios del poniente, el ayuntamiento tapatío promovió la

construcción de mercados administrados por la comuna, ofreciendo a comerciantes de las

zonas la posibilidad de incorporarse a ellos. Con esto los habitantes de la parte oriente de la

ciudad también pudieron dejar de asistir al centro para realizar sus compras de bienes

básicos, permitiendo al corazón de la ciudad ser un lugar de tránsito con comercios grandes,

oficinas y edificios de servicios religiosos y gubernamentales.

El crecimiento de la ciudad obligó también a los empresarios del entretenimiento a

buscar espacios cerca de los nuevos fraccionamientos, como los lugares cabareteros que

mencionamos anteriormente (Capri y Manhattan). Para los empresarios de cabarets de

299 Patricia Arias, “La vida económica”, 80.

clases media y alta no representaba un problema buscar e instalar sus negocios fuera de la

zona centro.

Para los dueños de cantinas, cabarets y centros de vicio en zonas populares, cambiar

de domicilio no era una opción viable por varios motivos, primero, los precios de un lugar

en los nuevos desarrollos urbanos podía ser alto, además de que sus ofertas en productos y

servicios estaban más relacionados con los gustos particulares de sus clientes, habitantes de

las zonas populares. Por ende, cambiarse de lugar hacia el poniente los obligaría a cambiar

sus dinámicas internas totalmente. Si decidían cambiar hacia otro barrio o colonia con

características similares podríamos pensar probablemente no tendría tantas complicaciones.

Con una fuerte influencia todavía en el barrio de San Juan de Dios, hacia la mitad de

la década de 1970 los propietarios de cabarets populares enfrentaron una batalla de la cual

no saldrían victoriosos. En el ayuntamiento y gobierno del Estado estaba cocinándose un

proyecto que tendría como principal enfoque el remozamiento de la zona aledaña a San

Juan de Dios, con lo cual se buscaba –además de un mejoramiento visual y material de las

calles, residencias y lugares– una limpia de la situación “delictógena” que aquejaba el área,

para lo cual primero se vigiló “la perfecta coincidencia entre el tipo de licencia expedida y

el funcionamiento de lugar”.300

Gracias a la fama adquirida por varias décadas de prácticas consideradas nocivas, la

zona de San Juan de Dios –que integraba en su área la tradicional Plaza de los Mariachis–

en esta etapa era considerada como un “foco de infección” o un “lunar” en la ciudad, que a

pesar de ser conocido por su atractivo tradicional estaba destinado al “turismo de los

300 El Occidental, “Remodelarán barrio de San Juan de Dios”, Sección B, 22 de julio, 1975, BPEJ. Aquí se consideraba la zona roja el área comprendida entre las calles Javier Mina, Clavel, Cuitláhuac y la Calzada Independencia.

pobres” según El Occidental, a causa de la gran cantidad de loncherías y restaurantes que

operaban como cantinas y a los “centros turísticos de ínfima categoría”.301

Fue hasta 1978 que regidores del Ayuntamiento decidieron realizar un estudio

particular, que arrojó una serie de propuestas por parte de comisionados para analizar este

tema. Según el dictamen del 18 de abril de 1978, la zona de San Juan de Dios o “zona roja”

comprendía 18 manzanas y tenía los límites “al norte, con la acera sur de la avenida Javier

Mina; al sur, con la acera sur de la calle Gómez Farías, al oriente con la acera oriente de

Abascal y Souza, y al poniente con la acera oriente de la calzada Independencia en sus

tramos norte y sur”.302 Para los funcionarios municipales, ésta área mas que una zona de

tolerancia era una “zona de distracción popular que, por desgracia, se ha venido

degenerando urbanística y funcionalmente “haciendo que el turismo haya desaparecido

casi en su totalidad”.303

El resultado de este dictamen fue un acuerdo mediante el cual se decretó como

problema prioritario la situación de la zona San Juan de Dios, y se propuso aplicar al pie de

la letra los reglamentos existentes. Fueron dos rubros los que debieron acatar los

propietarios de centros de vicio en dicha área:

a) Aspectos estéticos y materiales: Los dueños de negocios tuvieron que

comprometerse a pintar sus fachadas, así como arreglar las condiciones materiales

de sus edificios y tener puertas amplias de buena presentación. El ayuntamiento se

comprometió a reparar banquetas y pavimentación, instalar luminarias, retirar

vendedores ambulantes y propaganda de los muros.

301 El Occidental, “San juan de Dios, síntesis de lo negativo en la urbe”, Sección B, 23 de julio, 1975, BPEJ. 302 Dictamen de comisiones de Gobernación e Inspección y Vigilancia que decretan como problema prioritario el que corresponde a la zona San Juan de Dios (en adelante Dictamen San Juan de Dios), Guadalajara, 28 de abril de 1978, AMG, Gobierno: 4-30-8, 1. 303 Dictamen San Juan de Dios, AMG, 1.

b) Aspectos reglamentarios: Se prohibió la expedición de nuevas licencias para vicio

en la zona, se obligó a regularizar sus prácticas internas de acuerdo al tipo de

licencia con la que contaban o cambiar definitivamente su giro y solicitar que su

funcionamiento fuera desde las 20 horas hasta las 4 horas del día siguiente;

finalmente, a los cabarets se obligó a que contaran con ventilación adecuada y que

presentaran variedad profesional y música de orquesta únicamente.

Quienes no cumplieran con algún asunto de estos dos rubros tendrían que cerrar

definitivamente su negocio, y para vigilar que este acuerdo fuera acatado se instruyó al área

de Inspección y Vigilancia del ayuntamiento para que mantuvieran estrecha atención con

los negocios de la zona, así como para los demás negocios que estuvieran fuera del área

pero que incurrieran en estas faltas.

Evidentemente esto fue un duro golpe para los empresarios de los cabarets

populares, quienes en su mayoría decidieron cerrar sus puertas para no ver sus locales

clausurados indefinidamente con los sellos municipales.

Junto a las medidas municipales sobre el vicio y la zona roja, el sector privado

también contribuyó en asestar un golpe duro a la actividad del vicio en la zona centro de la

ciudad. En acuerdo con todos los niveles de gobierno en la ciudad y el estado, se comenzó a

edificar en los primeros años de la década de 1980 la llamada Plaza Tapatía, que proyectaba

ser un centro cívico y comercial para los tapatíos y los turistas que visitaran la zona, con la

finalidad de reactivar la economía del área norte de San Juan de Dios, demoliendo varias

manzanas que otrora estaban ocupadas por habitantes de sectores populares, donde

desarrollaban sus actividades cotidianas que implicaban vicio y prostitución.

La construcción no se llevó a cabo como los arquitectos habían proyectado, ya que

se anexaron edificios grandes al plano inicial y con esto se elevaron los costos tanto de

producción como de oferta para comerciantes. Sólo grandes cadenas comerciales pudieron

adquirir un lugar para instalar tiendas, dejando este largo corredor comercial en estado de

abandono durante varios años. Lo popular de la zona San Juan de Dios comenzó a ser

sustituido por las grandes firmas comerciales de prestigio en una especie de irrupción de la

parte poniente –de los tapatíos ricos– al rescate de la zona popular de oriente. 304 El

gobernador Flavio Romero de Velasco, a once meses de terminar su período, sometió al

lenocinio, el vicio y otras actividades negativas, prometiendo que no volvería a formarse

una zona roja en el estado.

Naturalmente este ataque fue directo a los establecimientos en áreas populares,

donde se intensificaron las actividades de vigilancia. Pero para los establecimientos de

mayor nivel económico la situación ocurrió de manera distinta. Los que estuvieron

ubicados en la zona centro cercanos a San Juan de Dios, como El sarape, vieron afectadas

sus actividades. Mientras que los demás lograron subsistir algunos años más. Inclusive se

abrieron más lugares que incluían la práctica cultural cabaretera hacia mediados de la

década de 1980, pero comenzaron a debilitarse por el ingreso de nuevas forma de

entretenimiento nocturno –table dance y discotheques– que sustituyeron en varios

establecimientos la vida cabaretera en la ciudad.

4.5 - La decadencia de la práctica cultural cabaretera.

La década de 1980 representó varias transformaciones en la vida cotidiana de muchos

tapatíos que consolidan las hipótesis de éste capítulo. Los límites urbanos se ensancharon,

las actividades comerciales e industriales vivieron una nueva etapa de auge tratando de

304 García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 201-202; Guillermo Gómez Sustaita, Los decenios, 217.

levantar las condiciones económicas del país tras la crisis generada durante la presidencia

de José López Portillo.

La sociedad tuvo mayor acceso a los medios electrónicos de comunicación, y en la

oferta cultural los productores de contenidos mezclaban varios géneros, nacionales y

extranjeros, que permitían a los habitantes conocer sobre música, danza, pintura, literatura,

cine y entretenimiento en general de diversas partes del mundo, particularmente de los

Estados Unidos.

Ante una serie de situaciones económicas y políticas en que México comenzó a

ingresar a una dinámica neoliberal con la firma de tratados comerciales especialmente con

Norteamérica, las franquicias extranjeras poco a poco comenzaron a migrar hacia el

territorio nacional. En esta oleada de empresas que se instalaron en el país no podemos

dejar de lado las industrias de entretenimiento que también echaron raíces en el territorio

nacional.

Prácticas poco difundidas hasta esta década como las discotecas y los table dance

llegaron a las ciudades mexicanas impulsadas por las condiciones económicas de las

relaciones entre México y Estados Unidos, que implicaron el intercambio de prácticas

culturales entre ambos países. Además, con la anterior tendencia cabaretera en las urbes

nacionales y la presencia constante de cabarets en las pantallas cinematográficas, las

prácticas eróticas fueron un tema cotidiano para la sociedad mexicana y tapatía durante los

inicios de la década de 1980.305

305 Gilberto López Villagrán “El trabajo del table dance en México. Del performance a la prostitución subrepticia” en Iberforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana. Año VII, Núm. 14, (2012), 203. Otro trabajo que relata brevemente la llegada de los table dance a Guadalajara es el de Briseida Gwendoline Olvera Maldonado “Bailando noche tras noche alrededor del tubo: Algunas características de las condiciones de trabajo en los table dance de la zona metropolitana de Guadalajara” en Revista La Ventana núm. 24, (2006), 320-342.

Imagen 78. Página de publicidad en El Occidental306 Imagen 79. Anuncio Disco Studio

dcccccccccc Charles307

El inicio de este decenio implicó la gradual desaparición de vedettes y variedades

amplias en los espacios publicitarios en El Occidental (Ver imagen 78). Los lugares

cabareteros poco a poco cedieron sus recuadros a nuevos establecimientos que ofrecían

diversiones que ya no implicaban la práctica cultural cabaretera, tales como los clubes y

“discos” para jóvenes, con música contemporánea internacional y, como en el caso de la

imagen 79, hasta con luchas en aceite.

306 El Occidental, Sección C, 11 de abril, 1982, BPEJ. 307 El Occidental, Sección C, 15 de mayo, 1982, BPEJ.

Las películas de ficheras continuaron produciéndose durante esta etapa, haciendo de

este nuevo decenio su temporalidad más fértil llegando casi hasta el final de la década con

nuevos títulos, mientras que irónicamente en Guadalajara la práctica cabaretera comenzaba

en esta etapa su decadencia gradual a causa de la remodelación de San Juan de Dios y a la

apertura de nuevos centros nocturnos alejados de la vida cabaretera.

A pesar de ser un período de declive de los cabarets más conocidos en Guadalajara,

algunos empresarios decidieron abrir nuevos establecimientos en varios puntos de la ciudad

para la presentación de variedades y vedettes. Lugares como Afro Casino, Sarape, Zombie y

Las Vegas siguieron trabajando de manera tranquila durante los primeros años de la década.

En sus escenarios siguieron presentándose variedades de gran nivel, incluso reconocidas

nacional e internacionalmente, como se expone en las imágenes 80 y 81.

Imagen 80. Publicidad Afro Casino.308 Imagen 81. Anuncio Las Vegas309

Poco antes de la remodelación de la zona de San Juan de Dios algunos lugares se

instalaron en esas calles para ofrecer variedad cabaretera a los clientes de clases medias que

308 El Occidental, Sección C, 13 de noviembre, 1981, BPEJ. 309 El Occidental, Sección C, 20 de mayo, 1983, BPEJ.

gustaban del espectáculo. El Moroko (ubicado donde era Casino Royal), King Kong

(Gigantes 82), El Tenampa (Obregón esquina Cabañas) y Bagdad (Obregón 1307) son

ejemplos de estos nuevos giros que se instalaron fugazmente en la agenda cabaretera

tapatía, antes de que tuvieran que abandonar sus prácticas. Aquí se muestran los anuncios

que pagaron en El Occidental al inicio de esta etapa (ver imágenes 82 a 85).

Imagen 82. Anuncio El Jarocho310 Imagen 83. Publicidad El Moroko311

Imagen 84. Publicidad El Tenampa.312

Imagen 85. Publicidad El Bagdad.313

Durante estos años la práctica cultural cabaretera integraba los mismos elementos

que la década anterior, así las vedettes y mujeres semidesnudas seguían siendo los ejes que

310 El Occidental, Sección C, 26 de abril, 1980, BPEJ. 311 El Occidental, Sección C, 19 de abril, 1980, BPEJ. 312 El Occidental, Sección C, 20 de mayo, 1983, BPEJ. 313 El Occidental, Sección C, 15 de noviembre, 1980, BPEJ.

hacían caminar el espectáculo cabaretero. En la publicidad podemos notar la continuidad

tanto de la música tropical como del cuerpo femenino expuesto con sus partes íntimas

tapadas por estrellas, letreros o prendas pequeñas.

Fuera de los límites de la zona roja –a unas cuantas calles– se instaló en 1982 un

cabaret y centro nocturno llamado Galeón Night Club (Estadio 25 a unos metros de la

antigua central de autobuses) que incorporó en sus carteleras a muchas artistas y vedettes

que desde la década anterior estaban rotando en lugares de clases medias y altas como Afro,

Capri y Sarape (ver imagen 86).

Algunos años después, con la influencia de las tendencias culturales extranjeras que

cobraron fuerza en el ámbito de las diversiones nocturnas, el Galeón cambió sus dinámicas

internas y se convirtió en table dance olvidando las formas de la práctica cultural

cabaretera, y manteniéndose, hasta el día de hoy, como uno de los centros nocturnos más

longevos de la historia tapatía.314

Imagen 86. Publicidad Galeón Night Club.315

En otras zonas de la ciudad alejadas del centro también abrieron nuevos lugares que

participaban del espectáculo cabaretero. El primero de ellos fue La cueva de Ali Baba

(López Mateos y Lapislázuli), ubicado a unos metros de Plaza del Sol, que compitió con el

314 Hoy día este lugar es conocido como Nuevo Galeón y se encuentra instalado en el mismo lugar. 315 El Occidental, Sección C, 29 de mayo, 1982, BPEJ.

Afro Casino –que ya estaba en decadencia– para presentar variedades nacionales e

internacionales de renombre (ver imagen 87).

Imagen 87. Anuncio Sasha Montenegro en La Cueva de Ali Baba.316

Junto a este lugar se instaló también Sajhara Night Club Disco (López Mateos y

Lapislázuli), que ofrecía variedades con imitadores internacionales y danzas exóticas (ver

imagen 88). El Sajhara con frecuencia ofertaba eventos donde la actividad principal era

bailar en su pista a la manera de las discothéques, cambiando poco a poco su dinámica

interior para ofrecer a sus clientes las cuestiones de moda. En la actualidad este lugar sigue

abierto e integra el espectáculo de variedades en su oferta especializada en show travesti.

En el corazón de la colonia Americana, Broadway (López Cotilla 1532) abrió sus

puertas en esta etapa y ofreció números con danzas exóticas y espectáculos al estilo de los

casinos de Las Vegas, con una oferta orientada a sectores de población con mayores

posibilidades económicas (ver imagen 89). Esta zona de la ciudad contaba con restaurantes,

salones de hoteles y otro tipo de giros que algunas veces en décadas anteriores presentaron

variedades cercanas al cabaret. Podemos recordar el caso de Montparnasse que en la

316 El Occidental, Sección C, 8 de mayo, 1981, BPEJ.

década de 1960 invitaba a cómicos para presentarse en sus escenarios, como Carmen

Salinas.

Imagen 88. Anuncio Sajhara.317 Imagen 89. Publicidad Broadway.318

A pesar de no haber sido una zona cabaretera, Broadway representa el ingreso de la

práctica cultural cabaretera en una zona urbana de ocupación por clases medias y altas,

evidenciando que en esta década el espectáculo cabaretero estaba difundido y asimilado por

muchos sectores de la sociedad tapatía.

Mientras estos lugares abrían sus puertas, en Afro Casino empezaban a surgir

cambios obligados por la nueva situación cultural y urbana de la ciudad. En 1985 dejaron

de tener variedades con artistas reconocidos e incluso quitaron el pago del derecho de mesa,

que era uno de los filtros con los cuales podían permitirse tener clientes de cierto nivel

socioeconómico. Las variedades habían decaído y la calidad de la publicidad incluso era

317 El Occidental, Sección C, 11 de abril, 1982, BPEJ. 318 El Occidental, Sección C, 11 de abril, 1982, BPEJ.

inferior. El lugar que había dominado la escena cabaretera en Guadalajara empezaba a dar

sus últimas señales de vida.

Imagen 90. Publicidad de la última etapa del Afro Casino.319

El Afro siguió abierto durante algunos años más, pero su publicidad anunciaba cada

vez más su desaparición cercana (ver imágenes 90 y 91). En Las Vegas también bajó la

calidad de sus variedades y los anuncios también denotaban que la práctica cultural

cabaretera estaba por desaparecer en este negocio (ver imagen 93). Zombie, que no fue un

lugar que compitiera con las grandes empresas pero que se mantuvo con variedades de

menor calidad, todavía siguió presentando espectáculos modestos enfocados en la clase

media, para después convertirse en el table dance hoy conocido como Lipstick (ver imagen

92).

Para 1985 la publicidad de varios negocios como el Galeón, La cueva de Ali Baba,

o Broadway ya no aparecía ni los fines de semana en El Occidental. La práctica cultural

cabaretera de clase alta también estaba desapareciendo y en su lugar comenzaban a

instalarse otros negocios que ocuparon el vacío en la agenda de entretenimiento

Imagen 91. Publicidad Afro Casino.320

319 El Occidental, Sección C, 4 de julio, 1981, BPEJ.

Imagen 92. Publicidad Zombie.321

Imagen 93. Publicidad Las Vegas.322

En las zonas populares algunos empresarios del cabaret resistieron a la desaparición

de la práctica cultural. En 1987 todavía podemos encontrar algunas publicidades sobre

cabarets y centros nocturnos que integraban elementos cabareteros hacia colonias y barrios

del oriente de la ciudad. Alejados de la antigua zona roja, estos negocios mantuvieron

durante algunos años más la presentación de vedettes en sus negocios. Las Cascadas (Calle

58 entre Obregón y Gigantes), Porky’s (Gigantes 1470) y La Cachucha (Obregón 1365) –

junto a su salón anexo La cachuchita– mantuvieron viva la práctica cabaretera en barrios

populares, a pesar de estar condenada por el paso del tiempo y por el auge de nuevas

formas de entretenimiento nocturno en Guadalajara, sobre todo en las zonas del poniente

(ver imagen 94).

320 El Occidental, Sección C, 10 de Julio, 1987, BPEJ. 321 El Occidental, 1987, Sección C, 7 de agosto, BPEJ. 322 El Occidental, 1987, Sección C, 10 de julio, BPEJ.

Imagen 94. Pocas publicidades sobre práctica cabaretera en 1987.323

A la par del declive de los grandes establecimientos cabareteros, y de la resistencia

por parte de algunos negocios a desaparecer o transformarse, las páginas de carteleras de

entretenimiento muestran que las cosas estaban cambiando en materia de la diversión

nocturna y de los gustos de los tapatíos.

En términos generales, este capítulo explica la manera en cómo una década

funcionó en el período de mayor relevancia para la vida cabaretera, pero también representó

el inicio del proceso final en torno a los lugares que la integraban. La década de 1980

encarna el desenlace de una historia que mostró cómo una forma de entretenimiento

consolidó la carrera de varios artistas a nivel nacional, y refleja a su vez un contexto

particular en la ciudad de Guadalajara que permitió el florecimiento de nuevas expresiones

culturales en torno a la diversión y el esparcimiento. Los cabarets tapatíos llegaron a su

desenlace habiendo transitado por varios caminos que permitieron su existencia y que en

este momento ya no respondían a las necesidades, gustos e intenciones de varios sectores

de la sociedad tapatía, y tuvieron que desaparecer lentamente.

323 El Occidental, Sección C, 3 de julio, 1987, BPEJ.

Tanto las políticas de crecimiento urbano como el desarrollo y auge de las nuevas

formas de entretenimiento importadas de Norteamérica, principalmente, lograron desgastar

la práctica cultural cabaretera en la ciudad, provocando que el desarrollo de los elementos

centrales del cabaret en la década anterior pronto quedaran registrados como parte del

pasado de los desveladeros locales.

Conclusiones

La hipótesis central del presente trabajo consideraba que los cabarets en Guadalajara no

eran definidos como un establecimiento o licencia comercial, sino como una práctica

cultural que integraba varios elementos internos y externos en su interior. Para la

construcción del significado de la práctica cultural cabaretera fue necesario analizar varias

etapas en las que se integraron y descartaron elementos particulares que conformaron la

vida cabaretera durante ciertos años, así como las representaciones que los tapatíos

generaron en torno a ellos.

La práctica cultural cabaretera, sus acciones y elementos, fueron leídos por los

habitantes de la ciudad sin tener que participar obligatoriamente como clientes o

trabajadores del lugar, formando cada persona un concepto individual sobre lo que sucedía

al interior de los distintos tipos de cabaret, cantina, centro social, club o centro nocturno. La

suma de estas representaciones conformó dos grandes significados en torno a esta práctica,

donde se distinguían de acuerdo al tipo de establecimiento del que se hablaba y se daban a

conocer por distintos medios.

Las características internas de los cabarets populares o “de barriada” tenían

similitudes con las de cabarets de clases alta y media donde la música (afrocaribeña,

ranchera y romántica), la presencia de mujeres como atracción del lugar, el consumo de

bebidas alcohólicas, el baile y la diversión eran los puentes que unían ambas manera de

vivir el cabaret. Las diferencias sucedían al momento de ver en acción cada uno de estos

ingredientes.

Durante más de cuarenta años comprendimos que el nivel socioeconómico del

establecimiento fue el principal factor interno para determinar a qué tipo de cabaret

pertenecía un lugar. De este tema se desprendieron las demás diferencias en la práctica

cultural.

En cuanto a las condiciones materiales de los establecimientos los reglamentos

municipales ofrecieron la primera pista para establecer una diferenciación. En estos

documentos se señalaba que en la ciudad existían dos tipos de cabarets reconocidos por las

autoridades: de primera y de segunda. Los criterios para distinguir los tipos de categoría

sólo contemplaban las instalaciones y equipamientos del lugar, pero inferimos desde el

primer capítulo que estos aspectos estaban en el orden de las posibilidades económicas de

los propietarios del lugar y de las clientelas a las que estaban enfocados sus

establecimientos.

La ubicación fue un asunto que caminó de la mano con el tipo de clientela que

acudía a cada lugar. En barrios populares no era común observar la presencia de grandes

cabarets, clubes o centros turísticos, mientras que en las calles del poniente de la ciudad

tampoco era cotidiana la presencia de establecimientos pequeños como cantinas, tendajones

o loncherías que participaran de la práctica cultural cabaretera.

La zona de San Juan de Dios fue un asunto peculiar en la vida nocturna de la

ciudad, pues a pesar de ser un barrio popular, en sus calles confluyeron una gran cantidad

de centros de vicio de clases populares así como establecimientos para sectores de mayores

posibilidades y con ofertas más caras. Por esto la llamada “zona roja” se confirmó como la

principal área cabaretera de la ciudad.

Los productos materiales y ofertas culturales al interior de los cabarets representan

otro sector de la distinción entre lugares de la práctica cultural cabaretera, pero son el

ámbito que tiene particularidades más detalladas para analizar.

Los precios y calidades de bebidas y alimentos dentro de cada tipo de cabaret

tuvieron que corresponder a las demandas, gustos y posibilidades de su clientela. En un

pequeño cabaret de la calle Obregón resultaba difícil encontrar las mismas bebidas que en

el Sarape de la calle Gigantes o en el Afro Casino. También las ofertas de diversión

cambiaban entre lugares, pues los más grandes podían contratar variedades artísticas y

musicales profesionales y de mayor reconocimiento, mientras que los más modestos podían

tener mariachis y conjuntos locales que vivían de las propinas y cuotas cobradas a los

clientes.

El último sector de la distinción interna que conformó la práctica cultural en

Guadalajara lo protagonizan las mujeres del cabaret que durante toda esta etapa

participaron en distintos niveles. La presencia femenina como cliente sólo era bien recibida,

tanto por autoridades como medios y población, si las damas estaban acompañadas por un

hombre. Si estaban solas al interior de un cabaret, cantina o centro nocturno, para los

tapatíos de la época sólo podía haber pocas explicaciones aceptables: la primera es que

fueran meseras o empleadas de limpieza del lugar; la segunda, que formaran parte de la

variedad artística como actrices, bailarinas o vedettes, pero esto sólo podía ocurrir en

lugares destinados a las clases media y alta; si no eran parte de las dos explicaciones

anteriores, y el centro nocturno era de tipo popular, la última respuesta que queda es que

fueran ficheras.

Si bien pudieron haber sido clientes en algunos lugares sin tener que participar de

alguna de las tres explicaciones, las disposiciones del decreto 5941 castigaban a los lugares

que atendieran a mujeres solas, y por ello la presencia de mujeres fue leída y representada

por los habitantes de acuerdo a ciertos criterios.

Estos factores interactuaron entre sí a lo largo de la temporalidad revisada en la

tesis, y también convivieron con otros factores externos que influyeron en el desarrollo de

la práctica cultural: el crecimiento urbano y demográfico, así como las tendencias culturales

que imperaron en cada etapa del desarrollo de la vida cabaretera en la ciudad.

Sobre el crecimiento físico y poblacional de la ciudad concluimos que fue uno de

los factores más constantes en el proceso del desarrollo, auge y declive de la práctica

cultural cabaretera. Inicialmente, con la llegada e integración de fuereños así como el

nacimiento de muchos tapatíos de familias ya establecidas, la necesidad de encontrar

formas de diversión variadas para todos los rangos de población fue inminente. El

establecimiento de nuevos tapatíos y desarrollos inmobiliarios dotaron a ciertas zonas de la

ciudad con características demográficas particulares, obligando a los empresarios de

centros nocturnos a pensar en los clientes potenciales al momento de decidir sus precios y

ofertas culturales.

La ampliación de los límites urbanos implicó también el ensanchamiento del área de

influencia para la práctica cultural cabaretera, pues con el abandono del centro urbano

como zona de abastecimiento general, los tapatíos ya no tenían que visitar lo que antes era

el corazón de la ciudad para hacer sus compras, afectando a los empresarios del

entretenimiento que habían asentado ahí sus negocios.

El crecimiento de la mancha urbana y las políticas de recuperación de espacios

urbanos afectaron el desarrollo de la vida cabaretera, sobre todo en los barrios populares. El

remozamiento del tradicional barrio de San Juan de Dios con intereses comerciales y

turísticos terminó por erosionar los cimientos de la práctica cabaretera popular en la zona,

obligando a los empresarios de este tipo de negocios a dejar de operar. Para los

establecimientos que no estaban dentro de esta zona la situación fue diferente.

Las décadas de 1960 y 1970 representaron el establecimiento de nuevos lugares

cabareteros en colonias alejadas del centro de la ciudad, y junto a ellos lograron participar

de las dinámicas culturales en el ámbito del entretenimiento y los medios de comunicación.

Los medios masivos de comunicación –desde el exterior de los desveladeros–

jugaron un papel trascendental en la definición de las ofertas culturales al interior de los

cabarets. En el espacio radioeléctrico así como las pantallas de cine y publicidades en

periódicos, los contenidos consolidaron una agenda de personajes centrales en la música,

filmes, artes y diversión. Contar con alguno de estos nombres durante algunas noches se

volvió una tarea elemental para atraer más y mejores clientes a los negocios.

Las quejas vecinales, cartas y solicitudes enviadas al ayuntamiento, junto a los

artículos de información y opinión en los diarios, forman parte del catálogo más cercano

que tenemos para identificar las representaciones que generaban los tapatíos que estaban en

contra del cabaret, donde expusieron sus inquietudes y puntos de vista sobre la vida

cabaretera a lo largo de la temporalidad. Sin estar dentro de algún establecimiento, viendo

desde fuera, estos tapatíos también participaron de la vida cabaretera contribuyendo a la

formación del concepto de la práctica cabaretera popular desde el exterior.

En torno a la publicidad, desde 1940 podemos percibir que una de los recursos más

cotidianos era invitar actores, músicos y cantantes que participaron en películas famosas o

en programas de radio de gran audiencia. Conforme fue generalizándose el uso de la

televisión y sus contenidos audiovisuales, el contenido gráfico de la publicidad tuvo que

transformarse. Ahora los anuncios nos mostraban las caras y los ambientes exclusivos,

selectos de los grandes cabarets, que ofrecían la posibilidad de tener a las estrellas a unos

metros de la mesa.

El desarrollo de artistas variados convirtió los espacios cabareteros en lugares donde

se podían mezclar géneros muy dispares como el cha-cha-chá y lo ranchero, resultando un

espectáculo exitoso gracias a la variedad de gustos que se podían complacer.

Las tendencias culturales se fueron transformando a lo largo de las etapas

cabareteras en la ciudad e integraron nuevos elementos a la dinámica. La consolidación de

la A.N.D.A. y la apertura de teatros de revista hicieron crecer la cantidad de artistas en

busca de oportunidades; los nuevos géneros cinematográficos dotaron de mayor

sensualidad a lo que las rumberas y bailarinas afro caribeñas habían heredado al

espectáculo cabaretero y la gradual inserción económica del país al neoliberalismo provocó

que llegaran a las ciudades mexicanas nuevas franquicias comerciales e industriales, pero

también culturales.

Mientras la práctica cultural cabaretera vivía su mayor esplendor, y elementos como

las vedettes y las ficheras eran cada vez más reconocidas –no quiere decir que fueran

aceptadas moralmente por todos– en el seno de las prácticas de entretenimiento algo estaba

cambiando y que desde fuera comenzaba a debilitar la vida cabaretera en la ciudad.

La llegada de discotecas y table dance a la ciudad minaron la existencia de centros

nocturnos con práctica cultural cabaretera. Favorecidos por nuevas propuestas musicales,

cinematográficas, televisivas y artísticas, estos nuevos negocios fueron cobrando fuerza

cada vez más conforme avanzaba la década de 1980, donde los antiguos grandes

establecimientos cabareteros tuvieron que decidir entre mantener la dinámica que hacía

unos cuantos años les resultaba exitosa o transformarse en alguno de estos giros.

La interacción de todos los elementos aquí mencionados originó los distintos tipos

de lugares que integraron una práctica cultural cabaretera en la ciudad. En un proceso

complejo, las fuentes nos llevaron algunas veces por caminos sinuosos pero siempre

contribuyeron a responder preguntas de la investigación y generar nuevas perspectivas e

inquisiciones que enriquecieron este trabajo.

Evaluando los resultados.

Consideramos que las ideas expuestas a lo largo de este trabajo cumplieron con los

objetivos planteados inicialmente, pues se logró exponer con varias pruebas las ideas que

fundaron la hipótesis general de la tesis así como las ideas secundarias que se

desprendieron de ella. También se explicó detalladamente el desarrollo, auge y declive de

la práctica cabaretera en la ciudad, así como en cada uno de los capítulos se caracterizó a

los dos grandes tipos de cabaret y a los elementos que fueron participando y añadiéndose

con el paso de los años a esta forma cabaretera. Por último, consideramos que este trabajo

contribuye a un objetivo más general ayudando a entender un sector más de la historia

cultural tapatía en el siglo XX.

Los objetivos particulares de cada capítulo también se cumplieron con el desarrollo

de cada apartado de información en los episodios de la tesis, pues los temas particulares

como el crecimiento urbano, el desarrollo de la vida cabaretera y el análisis de las

tendencias culturales en la ciudad fueron tema constante en todos los capítulos tal y como

se planteó desde las primeras palabras.

Si bien podemos considerar que lo propuesto al inicio de la tesis se logró utilizando

varios enfoques y definiendo algunas metas, el presente trabajo representa sólo una de

tantas posibilidades para explicar el fenómeno cabaretero en la ciudad, pues por motivos

académicos e imposibilidades metodológicas no se pudieron explicar otras áreas que

también son relevantes para entender esta parte de la historia cultural del entretenimiento

tapatío.

Las ausencias y cabos sueltos

Una de las grandes ausentes de este trabajo es sin duda alguna la perspectiva de

género particularmente con las personajes de vedettes y ficheras, que pueden abrirnos una

ventana para comprender con gran amplitud muchos elementos más sobre la práctica

cultural cabaretera; sin embargo, pensamos que para este trabajo las fuentes empleadas no

nos permiten problematizar con la rigurosidad necesaria este apartado.

Otro de los temas que no fueron analizados con profundidad es lo relacionado con

crímenes y violencia al interior de cabarets, pues a pesar de que en el conocimiento popular

–quejas, artículos periodísticos de opinión y entrevistas– eran asuntos mencionados con

frecuencia, la revisión hemerográfica dejó varias lagunas sobre el tema que nos permitió

mencionar estas situaciones de manera colateral, pero con la certeza necesaria para

abordarlo como uno de los asuntos importantes para esta tesis.

Por último, el tema de la prostitución como un problema social y de salud pública

en la sociedad tapatía, asunto que sin lugar a dudas estuvo presente en muchos cabarets de

la ciudad, también quedó dentro de los asuntos relegados medianamente en este trabajo,

pues en algún momento sí se logró hablar al menos de la situación de las ficheras y la

explotación laboral y sexual de la que eran partícipes, al menos en el caso de los

expedientes encontrados donde se explicaba también la trata de mujeres menores de edad.

Todos estos aspectos requerían un esfuerzo más complejo y con caminos distintos al

que se ha realizado trazado en este trabajo, sin embargo, la información utilizada y

analizada en este trabajo puede comenzar a vislumbrar algunos proyectos futuros que

respondan a preguntas distintas y que ayuden a explicar el fenómeno cultural cabaretero en

Guadalajara con mayor amplitud.

Las técnicas y métodos utilizados en esta tesis ayudaron a finalizar la formación

académica adquirida por el autor durante los años de licenciatura y sus experiencias en el

ámbito de la investigación. Mediante un proceso de interpretación y re-interpretación de las

fuentes, la búsqueda de distintas perspectivas para abordar los problemas planteados y la

lectura de herramientas teórico-metodológicas de otras disciplinas, se logró analizar el

desarrollo de la práctica cultural cabaretera en la ciudad de Guadalajara.

Estos acercamientos interdisciplinarios generaron también nuevas preguntas y

cuestionamientos que parecen relevantes para retomar en futuros trabajos. Los primeros

pendientes son en torno al consumo de bebidas alcohólicas en los habitantes de la ciudad,

pues las fuentes nos han mostrado que ha sido una práctica recurrente desde décadas atrás.

También resultó interesante observar el desarrollo de cantinas en la ciudad y un trabajo que

podría partir de las fuentes analizadas en esta tesis podría contribuir a explicar su inserción

como parte de los espacios tradicionales de los habitantes de Guadalajara.

Sobre los medios de comunicación, a pesar de haber tomado la radio y televisión

como factores influyentes en el desarrollo de las actividades cabareteras, quedaron

irresueltas las formas en que estos medios se arraigaron en la sociedad tapatía y analizar

detalladamente cómo lograron difundir a los grandes artistas que participaban en ellos.

Este trabajo también incurre en la falta de no mencionar algunos establecimientos

que según el conocimiento popular existían –como ejemplo está el cabaret 1-2-3 que

algunos informantes nos mencionaron, pero que en las fuentes no pudimos localizar– y

cuya omisión es una veta para seguir trabajando en torno al tema cabaretero en la ciudad de

Guadalajara. A la memoria de todos esos lugares ofrezco una disculpa por no estar en este

trabajo.

Finalmente, uno de los temas que surgieron de las entrevistas y que podrían ofrecer

nuevos caminos para la investigación radica en analizar cómo Guadalajara funcionó como

sucursal obligada para que los artistas de cabaret pudieran acceder a los escenarios y

establecimientos de otros estados como Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California.

Comprender que la ciudad de Guadalajara, en el desarrollo de la vida cabaretera,

operó como un núcleo articulador regional muy amplio para las ofertas culturales de

entretenimiento sería uno de los temas que, sin lugar a dudas, retomaría para futuras

investigaciones en materia de la historia cultural.

Anexo documental.

Anexo 1. Nombre y ubicación de cabarets recopilados con las fuentes. 1940-1987.

Lista de cabarets en Guadalajara elaborada a partir de los nombres mencionados en las fuentes 1940 - 1987.

Nombre Dirección

1 Afro Casino Libertad y Calzada Independencia

2 Atlántida Vidrio 553

3 Bremen Álvaro Obregón 421

4 Bagdad Obregón 1307

5 Barbarella Corona y Madero

6 Broadway López Cotilla 1532

7 Capri Av. López Mateos sur 1611

8 Casablanca Calle 9c 1077 Sector libertad

9 Casbah/Los Pinos/Costa Azul Catalán y 20 de noviembre

10 Cirros/Royal/Moroko Gómez Farías 34

11 Copacabana Obregón 154

12 Dandy Insurgentes 32

13 Dorado Tolsá 479

14 El Tenampa Obregón esquina Cabañas

15 Fausto Colón 374

16 Galeón Estadio 25

17 Guadalajara de Noche Obregón 350

18 Honolulu Gómez Farías y Calzada Independencia

19 King Kong Gigantes 82

20 Klondike Corona 425

21 La Rumbera Obregón 805, casi esquina con la calle 32

22 Las Vegas Nueva Carretera a Chapala km. 6

23 La Cachucha Obregón 1365

24 Las Cascadas Calle 58 entre Obregón y Gigantes

25 Luna de Miel Gigantes 102

26 Manhattan Av. López Mateos 3629

27 Marsella Corona 457

28 Mi Ranchito Obregón 81

29 Montparnasse Vallarta 2525

30 Morocco Pedro moreno 385

31 Navy Carretera a Chapala km. 1

32 Nopal Gigantes 82

33 Oasis Carretera a Chapala km. 4

34 Pink Wagon Nueva Carretera a Chapala km. 6

35 Porky's Gigantes 1470

36 Quijote Juárez y Maestranza

37 Raffles Obregón 89

38 Rhin Juárez esquina Corona

39 Sajhara Night Club/Cueva de Ali Baba López Mateos y Lapislázuli

40 Salón Tepa José Antonio Torres 66

41 Sarape Gigantes 74

42 Savoy Club Insurgentes 1

43 Siete Leguas Gigantes 103

44 Sombrero Nueva Carretera a Zapopan 405

45 Tekare/Zafari Av. 16 de septiembre 157 - piso 10

46 Zombie Calzada Independencia (Eje) norte 83

Anexo 2. Colección fotográfica de Barú.

Letrero luminoso exterior del Casbah.

Letrero luminoso del Afro Casino.

Letrero exterior de Don Quijote.

Vicente Fernández en el teatro ANDA.

Barú con Tongolele y Lyn May en Afro Casino.

En el centro, Barú y Meche Carreño acompañados de músicos, ballet y artistas en Afro

Casino.

Tarjeta para apartar mesas con imagen de Tongolele.

Tarjeta-souvenir con foto anexa en el interior.

Archivos y hemerotecas.

AMG Archivo Municipal de Guadalajara. ACEJ Archivo del Congreso del Estado de Jalisco. BPEJ Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola. HDI Hemeroteca de El Informador, Acervo Histórico Digital.

Entrevistas.

Adolfo Torres Bermúdez “Barú” (4 sesiones:18 y 24 de septiembre de 2013; 1 y 8 de octubre de 2013). Mike “El Italiano” (Sesión única: 24 de septiembre de 2013).

Filmografía.

Aventurera. DVD. Dirigida por Alberto Gout. México: Cinemateca, 2009. Salón México. DVD. Dirigida por Emilio Fernández. México: AlterFilms, 2003. La reina del trópico. DVD. Dirigida por Raúl de Anda. México: Séptimo Arte Distribución, 2005. Tívoli. DVD. Dirigida por Alberto Isaac. México: Desert Mountain Media, 2006. Bellas de noche. DVD. Dirigida por Miguel M. Delgado. México: Laguna Films, 2006. Las ficheras: Bellas de noche II. DVD. Dirigida por Miguel M. Delgado. México: Laguna Films, 2003. Burlesque. DVD. Dirigida por René Cardona. México: Distrimax, 2006.

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