30
¬ Jaime Alejandro Rodríguez Posmodernidad en la novela colombiana. Narrativa colombiana de fin de siglo - Metaficción en la novela colombiana ¬ Luz Mery Giraldo B. Narrativa colombiana: búsqueda de un nuevo canon ¬ Alvaro Pineda Botero Del mito a la posmodernidad - La fábula y el desastre. Estudios críticos sobre la novela colombiana. [1605- 1931] ¬ Raymond L. Williams Novela y poder en Colombia - Posmodernidades latinoamericanas: La novela posmoderna. ¬ Bodgan Piotrowsky La realidad nacional colombiana en su narrativa contemporánea ¬ Carmenza Kline Apuntes sobre literatura colombiana -comp.- ¬ Peter G. Earle Grabriel García Márquez ¬ Angel Rama La narrativa de Gabriel García Márquez. Edificación de un arte nacional y popular ¬ William Rowe García Márquez: La máquina de la Historia ¬ Rubén Jaramillo Vélez La postergación de la experiencia de la modernidad en Colombia - Tolerancia e ilustración ¬ Treinta años después Ponencias del IX Congreso Nacional de Literatura, Linguística y Semiótica ¬ Héctor H. Orjuela El desierto prodigioso y prodigio del desierto" de Pedro Solís y Valenzuela. Primera novela hispanoamericana . ¬ Augusto Escobar La violencia: ¿Generadora de una tradición literaria? ¬ María Elvira Villamil La narrativa colombiana reciente ¬ María Helena Rueda La violencia desde la palabra Raymond L. Williams: Novela y poder en Colombia Introducción <> La ideología y la novela <> La novela moderna y posmoderna La ideología y la novela de los siglos XIX y XX en Colombia En tiempo de guerra toditos batallan, unos con las letras, otros con las armas. Cantar anónimo. Si el arte refleja la vida, lo hace con espejos especiales. Bertolt Brecht, A Short Organum for the Theater. En Colombia la novela siempre ha sido considerada, un género menor. La élite dominante de hombres letrados ha cultivado históricamente la poesía y el ensayo como género ideales. Hasta la década de 1960 no había, virtualmente, ninguna industria para la producción, mercadeo y venta de novelas, como sí ha existido en el Occidente industrializado desde el siglo XIX. El surgimiento sorpresivo de Gabriel García Márquez, la llegada de editoriales extranjeras y el interés internacional por Latinoamérica, entre otros factores, transformaron radicalmente los escenarios literarios urbanos, regionales y de la provincia, que por más de cien años sólo habían producido tres novelas reconocidas nacional e internacionalmente: María (1867) de Isaacs, La vorágine (1924) de Rivera, y Cien años de soledad (1967) de García Márquez. María y La vorágine fueron escritas por novelistas que aspiraban ser poetas y, de hecho, habían cimentado su fama como poetas antes de lograr celebridad como novelistas. Más aún, después de la publicación de sus novelas, cada uno de ellos se dedicó a la política, de acuerdo a la tradición venerable de los hombres de letras colombianos. La herencia cultural vigente en el siglo XIX en Colombia, tiene su origen en la cultura burocrática de las milicias españolas, y en sus valores, herederas a su vez de la Reconquista Ibérica; y no en las tradiciones de otros grupos, como el de los comerciantes 1 El grupo de los letrados, educados en las universidades, fue uno de los pocos que no perteneciendo a la nobleza española, pudo lograr cierto status de

Novela Colombiana

Embed Size (px)

Citation preview

¬Jaime Alejandro RodríguezPosmodernidad en la novelacolombiana. Narrativa colombiana defin de siglo - Metaficción en lanovela colombiana

¬Luz Mery Giraldo B.Narrativa colombiana: búsqueda deun nuevo canon

¬Alvaro Pineda BoteroDel mito a la posmodernidad - Lafábula y el desastre. Estudios críticossobre la novela colombiana. [1605-1931]

¬Raymond L. WilliamsNovela y poder en Colombia -Posmodernidades latinoamericanas:La novela posmoderna.

¬Bodgan Piotrowsky La realidad nacional colombiana ensu narrativa contemporánea

¬Carmenza KlineApuntes sobre literatura colombiana-comp.-

¬Peter G. EarleGrabriel García Márquez

¬Angel RamaLa narrativa de Gabriel GarcíaMárquez. Edificación de un artenacional y popular

¬William RoweGarcía Márquez: La máquina de laHistoria

¬Rubén Jaramillo VélezLa postergación de la experiencia dela modernidad en Colombia -Tolerancia e ilustración

¬Treinta años despuésPonencias del IX Congreso Nacionalde Literatura, Linguística ySemiótica

¬Héctor H. OrjuelaEl desierto prodigioso y prodigio deldesierto" de Pedro Solís yValenzuela. Primera novelahispanoamericana.

¬Augusto EscobarLa violencia: ¿Generadora de unatradición literaria?

¬María Elvira VillamilLa narrativa colombiana reciente

¬María Helena RuedaLa violencia desde la palabra

Raymond L. Williams: Novela y poderen Colombia

Introducción <> La ideología y la novela <> La novela moderna y posmoderna

La ideología y la novela de los siglos XIX y XX enColombiaEn tiempo de guerra toditos batallan,unos con las letras,otros con las armas. Cantar anónimo.

Si el arte refleja la vida,lo hace con espejos especiales. Bertolt Brecht, A Short Organum for the Theater.

En Colombia la novela siempre ha sido considerada, un género menor. La élitedominante de hombres letrados ha cultivado históricamente la poesía y el ensayocomo género ideales. Hasta la década de 1960 no había, virtualmente, ningunaindustria para la producción, mercadeo y venta de novelas, como sí ha existido enel Occidente industrializado desde el siglo XIX. El surgimiento sorpresivo deGabriel García Márquez, la llegada de editoriales extranjeras y el interésinternacional por Latinoamérica, entre otros factores, transformaron radicalmentelos escenarios literarios urbanos, regionales y de la provincia, que por más de cienaños sólo habían producido tres novelas reconocidas nacional einternacionalmente: María (1867) de Isaacs, La vorágine (1924) de Rivera, y Cienaños de soledad (1967) de García Márquez. María y La vorágine fueron escritaspor novelistas que aspiraban ser poetas y, de hecho, habían cimentado su famacomo poetas antes de lograr celebridad como novelistas. Más aún, después de lapublicación de sus novelas, cada uno de ellos se dedicó a la política, de acuerdo ala tradición venerable de los hombres de letras colombianos.

La herencia cultural vigente en el siglo XIX en Colombia, tiene su origen en lacultura burocrática de las milicias españolas, y en sus valores, herederas a su vezde la Reconquista Ibérica; y no en las tradiciones de otros grupos, como el de loscomerciantes1 El grupo de los letrados, educados en las universidades, fue uno delos pocos que no perteneciendo a la nobleza española, pudo lograr cierto status de

aristocracia, y alcanzó posiciones, primero, en la burocracia real, y posteriormente,en la colonial. Así, la clase alta colombiana del siglo XIX adoptó muchos valoresespañoles implantados durante los tres siglos coloniales. La futura oligarquíahabría de ser educada, en forma bastante uniforme, en alguno de los semilleros dela oligarquía -el Colegio del Rosario o el Colegio de San Bartolomé- donde sebuscaba afirmar el honor social, siguiendo la tradición española, a través de lascarreras de letras, derecho, y ciencias políticas2 . Los hombres de letras másbrillantes del país a menudo han cursado dos o tres de tales carreras, desde elprimer novelista Juan José Nieto, hasta el reciente presidente y escritor BelisarioBetancur.

La importancia que históricamente se le ha otorgado a los otros géneros frente a lanovela, podría compararse con actitudes similares de los intelectuales europeos enlos siglos XVIII y XIX. La oligarquía en la Colombia del siglo XIX a vecesaceptaba e imitaba valores culturales extranjeros, dándole preferencia a las modasliterarias predominantes en Francia, España o Gran Bretaña. Las culturas españolae inglesa tuvieron más importancia en la región andina colombiana que en otrasregiones del país, o en otros países de América Latina, que en general, rechazarona España e ignoraron la Gran Bretaña durante el XIX. En este siglo, y en granparte del XX, se publicaron novelas en pequeñas ediciones que pasarondesapercibidas. Podríamos citar casos innumerables de jóvenes de la oligarquíaque publicaron una única novela quizás como pasatiempo o para lograr fama leshan sido los casos del intelectual y estadista Manuel María Madiedo en el siglopasado, y del reciente presidente de la república Alfonso López Michelsen.

Dados los valores de clase relacionados con la creatividad literaria, la pocaimportancia de la novela como género, y el marcado regionalismo, no podríamoshablar de una tradición novelística 'orgánica' en sentido estricto en Colombia. Másbien podríamos hablar de tradiciones regionales (como se plantea en loscapítulossiguientes), a partir de novelas significativas (Aparte de María, LaVorágine y Cien años de soledad), y de novelistas sobresalientes.

Como se podrá observar en el capítulo 7, la novelística contemporánea podríadenominarse novela moderna y posmoderna. En todo caso, y teniendo en cuenta elsentido clasista que tiene la actividad de la escritura en el país, y los prejuicioshistóricos contra la novela, nuestra siguiente inquietud estaría orientada aestablecer quiénes son en realidad los novelistas colombianos. Serían aquellos quehan luchado por establecer su carrera como novelistas, publicando novelasregularmente a través de su vida, en general con poca o ninguna utilidadmonetaria. Casi sin excepción han pertenecido a la clase media y media - alta de lasociedad. Muchos no han participado en las estructuras de poder, por razones declase o de sexo. Si dejamos de lado las figuras intelectuales más famosas (letradoso políticos que no se han dedicado por entero a la novela), y aquellos que hanpublicado sólo una novela (con excepción de Isaacs o Rivera), la lista tentativa delos novelistas colombianos sería la siguiente: Juan José Nieto, Eugenio Díaz,Felipe Pérez, Jorge Isaacs, Soledad Acosta de Samper, Tomás Carrasquilla,Clímaco Soto Borda,José María Vargas Vila, José Eustasio Rivera, José FélixFuenmayor, Ignacio Gómez Sánchez, José Antonio Osorio Lizarazo, César UribePiedrahita, Bernardo Arias Trujillo, Augusto Morales-Pino, Manuel Mejía Vallejo,Eduardo Caballero Calderón, Arnoldo Pálacios, Elisa Mújica, Manuel ZapataOlívella, Héctor Rojas Herazo, Gabriel García Márquez, Fanny Buitrago, GustavoÁlvarez Gardeazábal, Héctor Sánchez, Alba Lucía Ángel, Marco Tulio AguileraGarramuño, Germán Espinosa, Rodrigo Parra Sandoval, Jorge Eliécer Pardo, José

Luis Garcés, Álvaro Pineda-Botero, Roberto Burgos Cantor, Andrés Caicedo, R.H.Moreno-Durán, y algunos otros escritores contemporáneos. Podría discutirse sobrelos nombres incluidos, y suprimir o agregar algunos, de acuerdo a criteriosdiferentes; lo que es irrefutable es que la oligarquía colombiana no producenovelistas.

Por otra parte, la crítica literaria y la academia, han estado estrechamente ligadas ala oligarquía, (la clase alta, la élite universitaria y la iglesia católica) La críticaliteraria ha incluido estudio de los clásicos griegos y romanos y la filología, y haestado dominado por el sexo masculino.- Además ha cumplido una importantefunción legitimadora: a través de un complejo proceso de inclusión y exclusión, ycon el uso de un discurso de alabanza más que de análisis o de indagaciónacadémica, la oligarquía ha institucionalizado valores literarios y sobre todo haconsagrado a sus escritores3. Como en el caso de los letrados emergentes de laburocracia española el escritor de clase media colombiano ha presentado suscredenciales ante la élite que selecciona, pero la aceptación del novelista encontraposición al poeta o ensayista, ha sido más bien excepcional. Cada períodoha estado representado por uno o dos intelectuales prominentes quienes, en efecto,han sido los que seleccionan a los novelistas. Algunos críticos eruditos investidosde poder para desempeñar tal papel han sido José María Vergara y Vergara,Baldomero Sanín Cano, Rafael Maya, Antonio Gómez Restrepo y Gustavo OteroMuñoz. En general, los novelistas han sido liberales y los críticos conservadores.Al reconocer esta situación, podríamos entender la razón de por qué confrecuencia los novelistas se quejan de que la crítica literaria es inexistente en elpaís, y también por qué los críticos se quejan de que Colombia no tiene novelistas.

El período formativo de la nueva nación, de 1810 a 1862, estuvo dominadointelectualmente por dos hombres de letras, Julio Arboleda (1817 1862) y JoséEusebio Caro (1817 - 1853), quienes no escribieron novelas. Los escritores de estaépoca eran típicamente terratenientes jóvenes y aristócratas urbanos. Muchos deellos participaron en la guerra de independencia o fueron hijos de participantes.Arboleda y Caro se distinguieron por su poesía y pertenecían a la claseacomodada. Desde el punto de vista de nuestro presente, podemos afirmar queEugenio Díaz y Juan José Nieto fueron dos novelistas importantes, quienesdurante su existencia, sin embargo, fueron vistos como intelectuales advenedizos,cuya obra literaria era de poca importancia. Se creía que sus novelas y que elgénero novelístico, no contribuían significativamente a la empresa ideológica, a lapolítica de la clase alta o a la élite intelectual. El ensayo político, por el contrario,tenía un impacto mucho más pronunciado; aún hoy, Díaz y Nieto permanecenprácticamente ignorados.

Las dos empresas ideológicas, y las correspondientes Colombias que losintelectuales proyectaron en sus escritos, fueron la Utopía Liberal y la ArcadiaHeleno - Católica. El comienzo del período 1810 -1862 estuvo dominado por loscentralistas, seguidores de Simón Bolívar, es decir, los futuros conservadores de laArcadia Heleno - Católica. Los liberales, bajo el liderazgo de Tomás Cipriano deMosquera, fueron adquiriendo poder al final de este período. En realidad, selograron pocas utopías o arcadias en las décadas de 1840 y 50, a no ser las de lostextos de ensayo idealista o de poesía neoclásica. Más bien, las diferenciasideológicas fueron transladadas al campo de batalla, sobre todo en las guerrasciviles de 1841, 1851 52, 1854 y 1859 - 62.

El salón de clase también fue escenario de enfrentamiento, con los debates entre

liberales y conservadores sobre el tema de la educación pública 4 que determinaron la alfabetización de las clases media y baja y les ofrecieron a estasclases la posibilidad de ingresar al mundo de la escritura y la lectura literaria.Parece lógico afirmar que dadas las diferencias tan marcadas entre las distintasregiones, también las actitudes respecto a la educación diferían de región a región.Por ejemplo, Antioquia la Grande estuvo a la vanguardia de la educación primariaa lo largo del siglo XIX, lo que contribuyó a que se generalizara un espíritu deequidad en aquella región5 (véase capítulo 5). Sin embargo, la clase alta de lasdistintas regiones coincidió en su actitud frente a la educación, y en susapreciaciones sobre la importancia de la educación en las dos empresasideológicas mencionadas. Una inquietud importante de la élite fue la'moralización' de la masa analfabeta, y el papel de la educación para lograr talmoralización6. En el Congreso de Cúcuta se buscaron fórmulas educativas enreligión y moral y se consideraron necesarias las escuelas públicas para que losjóvenes aprendieran 'las obligaciones sagradas impuestas por la religión y la moralcristianas'7 . Los conservadores creían que los hombres de letras de la ArcadiaHeleno- Católica debían prepararse en la escuela pública. En todo caso, ésta debíabuscar por lo menos, que el pueblo aprendiera a respetar los artificios literarios yla posición social de la clase alta. De tal forma, al inculcarle a las clases media ybaja la literatura clásica grecolatina y neoclásica, la poesía patriótica hizo de laliteratura una nueva forma de ideología. Hacia 1850 los conservadores habíanllegado a creer que el pueblo era incorregible , debido al deterioro de los valoressociales tradicionales8 ; y que quizás, la literatura de la Arcadia, tal como eraconcebida por Sergio Arboleda y otros escritores, podía inculcar cierto orden en lasociedad. De nuevo, la literatura era considerada vehículo ideológico. Losconservadores más tarde rechazaron la educación primaria como instrumentoadecuado para su programa ideológico, dándole prioridad a la universidad, endonde el diálogo elitista en política y literatura podía adelantarse con unaaudiencia más receptiva: los miembros de su propia clase.

Al considerar tales controversias sorprende que se hubiese publicado algunanovela durante este período. Sin embargo, entre 1810 y 1862 fueron publicadasunas dos docenas de obras. Juan José Nieto, Eugenio Díaz, José María AngelGaitán y otros fueron los pioneros de lo que hoy podemos denominar las primerasnovelas colombianas. Algunas de ellas, sin embargo, son verdaderas anomalíasestéticas, particularmente si las leemos como novelas: a mediados del siglo XIXen Colombia, lo mismo que cien años antes en Inglaterra, el concepto de literaturano se limitaba, tal como hoy lo limitamos, a escritura 'creativa' o 'imaginativas9.Ninguno de aquellos pioneros se consideraba 'novelista' sino 'escritor', y todosellos incursionaban lo mismo en la novela que en el discurso político, histórico ofilosófico. Muchos de sus trabajos, que hoy clasificamos como 'novelas', contienenelementos de todos estos géneros. Más aún, términos como 'reacción personal' y'lo imaginativo' que hoy son inseparables del concepto de 'lo literario', no habríantenido más significado para Juan José Nieto o José María Samper del que tuvopara Henry Fielding10. La empresa ideológica de aquellos escritores de mediosiglo se orientaba no tanto hacia 'lo imaginativo', sino hacia los objetivosideológicos de sus utopías o arcadias, concebidas racionalmente, y que ellosaspiraban instaurar en Colombia.

En el período 1810 - 63, el primer intento de novela fue el de José Joaquín Ortiz,María Dolores o la historia de mi casamiento (1841). Al leerla hoy, con nuestras

expectativas sobre los géneros literarios, parece más bien un esquema incompletode novela. Ortiz ha sido más conocido por sus poemas patrióticos de corteneoclásico que por este panfleto publicado con el subtítulo de . novela'. Católicodevoto, conservador y amante de la tradición española, escribió el famoso poema'Los colonos', en el que realizó plenamente su misión ideológica: evocar unaArcadia Heleno-Católica en el reino colonial de la Nueva Granada, en cuyoterritorio los españoles 'civilizan' la población nativa. María Dolores encaja a bienen el esquema ideológico desarrollado en su poesía, ya que con una percepciónmínima del contexto social, relata las vacilaciones emocionales del narrador -protagonista en busca de su amada, con quien se casa al final. El lector concluiríaque la Arcadia sí es posible con el concurso adecuado de los hombres de letras.

Si la arcadia conservadora es posible en la ficción de Ortiz, la utopía liberalencuentra sus raíces novelísticas en Ingermina o la hija de Calamar (1844)- delliberal caudillo de la Costa, Juan José Nieto. En esta utopía particular, ambientadaen la época de la conquista española, el español no sólo se desposa con la princesaindígena Ingermina, sino que la instruye en los secretos de la cultura escrita. En lamisma forma que este matrimonio le abre, a ella, las puertas de la aristocraciacartagenera, Nieto el novelista, por cuya sangre circulan las tres etnias de la zona,aspira lograr una aceptación total por parte de la clase alta, combinando en susnovelas las convenciones del romanticismo y la ciencia europea.

Tanto en la utopía de Nieto, como en la arcadia conservadora, el indígena necesitaser 'civilizado' para que pueda funcionar adecuadamente en la sociedad. En todocaso, fue Nieto el primer novelista colombiano en darle voz propia al nativo delNuevo Mundo; Ingermina incluye, además, una larga anécdota sobre aculturación(véase capítulo 4). También incluye en forma consecuente los subtemas de la'victimización" y la liberación. Tal como sucedió con Ingermina, las otras dosnovelas de Nieto, Los moriscos (1854) y Rosina o la prisión del castillo deChagres (1850), fueron totalmente ignoradas por la élite intelectual de la zonaandina. Ingermina y Los moriscos fueron publicadas en Jamaica durante el exiliopolítico del autor, y Rosina, en un periódico en Cartagena. Todas ellas han sidosiempre marginadas de la historia política y literaria del país.

Una figura de mayor resonancia entre los liberales, fue Felipe Pérez hermano deldistinguido político e intelectual liberal, Santiago Pérez (ministro de gobierno1868-1870 y presidente 1874-1876). Felipe ocupó numerosas posiciones políticasen la región andina como la gobernación de Boyacá. Algunos de sus ensayoscontribuyeron al diálogo político: Análisis político, social i económico de laRepública del Ecuadro (1853) y Anales de la revolución de 1860 (1862)n Fueardiente seguidor de los principios de libertad y progreso (pilares de la utopíaliberal): 'sobre la ruina de ese castillo de naipes - alcázar de un día - no selevantará el partido liberal triunfante, irradiando libertad y progreso"11. Aunquemejor recordado por sus ensayos, su ficción no fue tan ignorada como la de Nieto.Pérez fue, de hecho, uno de los más prolíficos novelistas de su siglo, publicandolas novelas históricas Huayna Capac (1855), Atahuallpa (1856), La familia deMatías (1856), Los Pizarros (1857), Jilma, o la continuación de los Pizarros(1858) y El caballero de la barba negra (1858) en el período que nos ocupa.Varias de estas novelas (Huayna Capac, Atahuallpa, Los Pizarros y Jilma) estánambientadas en el Perú del siglo XVI, durante la conquista española, y estánconformadas casi exclusivamente por diálogos, en los cuales aparece un mundodicotomizado: de un lado, los despreciados y antagonizados españoles, de otro, losindígenas idealizados. Estas. novelas ofrecen una crítica liberal a la brutal

conquista de los españoles, en oposición a la arcadia colonial ficcionalizada porlos conservadores, como la de José Joaquín Ortiz. El caballereo de la barba negrase desarrolla en la España del siglo XVI e implica un cuesstionamiento a cieretascostumbres, en especial al arreglo matrimonial hecho por los padres. El narradordescribe su programa de crítica social: 'Triste la suerte de la mujer en estostiempos. Nacida en la lobreguez de los castillos y educada entre la reuca i el rezo,vive lejos del mundo, como flor nacida en la rocas'"12. El narrador tambiéndescribe las normas sociales españolas de aquella época, criticando indirectamentelas condiciones excesivamente conservadoras de la Colombia del XIX: 'Esa es lacondición de la mujer en nuestro siglo y mayormente en nuestro país"13. Sinembargo, Pérez siempre restaura el orden social momentáneamente interrumpidoen sus novelas, atemperando las necesidades reales de un cambio radical,asegurándose la aceptación de la élite liberal dentro de la cual, eventualmente fueaceptado debido a sus logros con la pluma y la espada.

Manuel María Madiedo, autor de la novela la maldición (1859), aunque pertenecíaal partido conservador, fue uno de sus críticos más virulentos. Fue un multatonacido en Cartagena, repudiado por su familia linajuda, quien publicó ensayosabogando por las causas populares, y criticando los prejuicios de clase de ciertasfamilias importantes en Colombia. Un contemporáneo conservador de Madiedodecía que él 'no se conformaba por no haber nacido blanco y rico14 En nada separecía al ideal de hombre de letras pregonado por Arboleda y Caro. Madiedo seopuso a los postulados conservadores clericales y doctrinarios defendidos porArboleda, Caro y José Joaquín Ortiz. La facción del partido a la que pertenecíaMadiedo pregonó una especie de socialismo cristiano e intentó promover lacooperación espiritual entre liberales y conservadores. Su novela, virtualmentedesconocida, La maldición, apareció por entregas en un periódico de Cartagena ynunca se ha publicado en forma de libro. Cuenta la historia de un colombiano queretorna a la Costa después de una estadía en Europa, y su característica mássobresaliente es que representa el primer esfuerzo de un novelista colombiano paraincorporar la cultura oral y popular en la novela. En esta obra, y en varios de susensayos, Madiedo estuvo más cerca ideológicamente del proyecto liberal que delconservador. (Apenas a finales del siglo habría de tener lugar un predeciblematrimonio entre la Utopía Liberal y la Arcadia Heleno - Católica).

La novela más notable de aquel período, emanada de una voz conservadora fueManuela,(1858) de Eugenio Díaz, quien tampoco se ajustó al modelo del hombrede letras conservador, y quien se mantuvo apartado del diario quehacer político. Elautor implícito en Manuela, ridiculiza a su protagonista, un bogotano liberalprogresivo -gólgota- que visita la provincia. La caracterización satírica le da aldiscurso liberal un tono ingenuo. El contraste entre la cultura oral, auténtica yllena de sentido común, y el discurso liberal, venido de una cultura escrita quedesconoce las realidades nacionales, hace de Manuela una verdadera crítica delproyecto liberal, que estaba en vías de fortalecimiento a finales de la década de1850 y principios del 60.

Si juzgáramos estos trabajos como obras de arte desde el punto de vista denuestras expectativas actuales, ninguno podría ser catalogado de novelasobresaliente La tendencia de Nieto hacia el ensayo, la debilidad de losargumentos diálogos y la atención excesiva a nimiedades políticas, entorpecen laexperiencia estética del lector cuando éste está más interesado en la ficciónimaginativa que en lo político. El Doctor Temis (1851) de José María Gaitán y

Viene por mi i carga con usted (1858) de Raimundo Bernal Orjuela, están llenasde los mismos problemas estéticos y las mismas proposiciones ideológicas. ElDoctor Temis ficcionaliza una situación de injusticia social para demostrar que alfinal triunfará la justicia. Viene por mi i carga con usted explica didácticamente ensu conclusión lo que presentó la trama, para enfatizar la idea de que las aparienciaspueden ser engañosas. Hay otras obras que tienen por objeto recrear novelaseuropeas, lo que tampoco les da mayor éxito desde el punto de vista estético. Lainquietud patriótica subyacente en estos intentos era la de afirmar que sí existíanen Colombia costumbres comparables a las de las naciones europeas, dignas de serreflejadas en la novela, y que los lectores burgueses podrían aprobar o desaprobarlos comportamientos en ellas presentados, de acuerdo a ciertos valores que a suvez eran reflejo de los valores españoles y europeos. Juan Francisco Ortiz escribióvarias novelas siguiendo las pautas del romanticismo europeo. Su primer libro, Eloidor Cortés de Mesa (1845), es una mezcolanza de elementos de la época, ycuenta la historia de un protagonista obsesionado con una mujer a quienfinalmente asesina. En Teresa, leyenda americana, (1851) Ortiz utiliza leyendasfolklóricas regionales, en especial un cuento antioquefío sobre una bella joven dequien se enamora un esclavo de la familia. Eladio Vergara publicó bajo elseudónimo 'Un bogotano', la novela El mudo (1848), para describir la vida y lascostumbres bogotanas; especie de versión colombiana de Les Mysteres de Paris deSue.

Durante el período que va de 1863 a 1885 la concepción de una novelísticacolombianá enfrentaba varios problemas de los más penosos es que los modelosque venían operando hasta ese momento dejaron de servir a los propósitosideológicos. Ni la Utopía Liberal ni la Arcadia Heleno - Católica se prestaban confacilidad a una novelización ideológica, en forma como era concebido el género enaquel momento. El ensayo y la poesía, por el contrario, parecían más apropiados.Por ejemplo, Arboleda pudo evocar imágenes de una Arcadia Heleno-Católica ensu poesía épica escenificada en el reino colonial de la Nueva Granada. Entre losmúltiples prototipos de novela de crítica social, -por ejemplo Los miserables deVictor Hugo-, ninguno parecía servir a los propósitos de la Utopía Liberal o de laArcadia Heleno -Católica, pues quizás pensaron que no era conveniente llevar a laficción aquellas masas empobrecidas y analfabetas que los rodeaban. Muchosliberales admiraron las ideas políticas de Hugo, pero no se decidieron a seguir suejemplo al escribir sus ficciones.

Los costumbristas ofrecían una alternativa más aceptable: los cuadros decostumbres jugaron un papel vital para difundir el gusto 'correcto' y el modelocultural comunitario. Respondían a la necesidad de alinear los sectores medios ybajos de la sociedad dentro de las orientaciones de la clase dirigente. El cuadro decostumbres más famoso de Vergara y Vergara, 'Las tres tazas', ridiculiza lascostumbres bogotanas, y al mismo tiempo reafirma las relaciones entre el ritualcorrecto en sociedad y el comportamiento intelectual apropiado. Al ridiculizarobstensiblemente los hábitos de la clase media bogotana, e inclusive de la alta, sedifundían los principios de la cultura común y del buen gusto. Para tal fin seusaron periódicos y revistas. Las distinciones que hoy establecemos entreperiódicos, revistas culturales, publicaciones literarias o científicas, no sonaplicables a la Colombia del siglo XIX. Las noticias, la cultura y la ciencia sedosificaban diaria o semanalmente para fortalecer una 'cultura' ideológicamente'correcta'. Felipe Pérez fundó la Biblioteca de señoritas en 1858; El Mosaicovarias otras publicaciones también circularon por aquella época.

Al ratificar la Constitución de 1863 quedó institucionalizado por Mosquera y suscopartidaros el programa liberal, es decir, la Utopía Liberal, que en su textoaseguraba la libertad absoluta y la justicia humanitaria. En este nuevo estadosecular, la Utopía Liberal implicaba un intento por suplantar la Arcadia Heleno-Católica que había sido hasta el momento la ideología dominante.Aproximadamente durante las siguientes dos décadas, el concepto mismo de'nación' fue un término cuestionable para ser aplicado a las regiones autónomasque constituyeron el sistema federalista de estados independientes. Esta situaciónse revela claramente en el gesto de Jorge Isaacs, quien se declaró 'Presidente' delestado de Antioquia en 1880. Los resultados de las reformas económicasperjudicaron a los terratenientes, y en consecuencia, se puso de moda la novelanostálgico de la aristocracia rural que anhelaba el orden anterior.

A pesar de que se publicaron más de 30 novelas, la novelística nacional no lograbael reconocimiento que gozaban los otros géneros y en especial la venerableliteratura colonial. Cuando osé María Vergara y Vergara publicó su Historia de laliteratura en Nueva Granada en 1867, no incluyó a ningún novelista. Se limitó arevisar panorámicamente los escritos españoles de la colonia en el Nuevo Reinode Granada, y a incluir unos pocos años a partir de la independencia (hasta finalesdel decenio de 1820). Tal fue el primero de una serie de trabajos orientados apropagar la idea de una tradición literaria orgánica y con identidad; esfuerzo típicode la ideología conservadora, que culminaría cien años más tarde con lapublicación de Curcio Altamar, Evolución de la novela en Colombia (1957).

Los intelectuales más renombrados entre 1863 y 1885 fueron José María Samper(1828 - 1888), Rafael Pombo (1833 - 1912), José María Vergara y Vergara (1831 -1872) y José Eusebio Caro. Ninguno sobresalió como novelista, aunque Samperescribió varias novelas, y Vergara y Vergara pro.. dujo alguna ficción. Fue Samperliberal progresista y propagador afiebrado de la Utopía Liberal durante los años de1870. Tomó la vanguardia de las reformas educativas propuestas por su partido,que buscaban la generalización y la secularización de la educación. Por ejemplo,en 1864 propuso una ley para reorganizar la educación superior,institucionalizando una universidad nacional orientada con preferencia hacia latécnica15. Al final de la década del 70 siguiendo las orientaciones de RafaelNúñez, se unió a los conservadores. Sus obras incluyen novela, teatro, variosvolúmenes de poesía y ensayo, y tratados de historia, administración pública,sociología, viajes y biografías. Rafael Pombo, en contraste con el extravagante eimpredecible Samper, se acomodó siempre al modelo del conservador intelectual.Fue un erudito traductor de poesía del griego, latín, francés, portugués e inglés.Muchos lo han proclamado como el más grande poeta colombiano del XIX. Elensayista, historiador literario y escritor de ficción Vergara y Vergara, fue tambiénun activo conservador, fundador del periódico La unión católica en 1811, órganoque tenía por objeto defender la idea de un partido católico.

De 1863 a 1885, José María Vergara y Vergara escogió y consagró a ciertosnovelistas, en el marco de la literatura'nacional' que él propiciaba. En El Mosaico,una especie de club literario esencialmente conservador y masculino, admitiónombres nuevos, sobre todo aquellos que podían reunir las credencialesnecesarias, intelectuales o de clase, como fue el caso de] joven caucano JorgeIsaacs. Después de sus años de aprendizaje en El Mosaico, Isaacs retornó al GranCauca para escribir su única novela, María, publicada en 1867. María, aunqueconsiderada una obra deplorable, se editó porque se necesitaban con urgencianovelas para sustentar el proyecto ideológico conservador, particularmente

aquellas de valor estético comparable a las europeas y a las que las clases media ybaja del país se habían acostumbrado. En María, Isaacs engalana las tierras delGran Cauca con el colorido del paraíso terrenal, y ofrece una variante local deltema de la arcadia, logrando cumplir en forma magnífica los requisitos ideológicosque se exigían, a saber, que fuera una obra romántica, bien escrita, con el uso deun lenguaje 'poético', y que estuviera basada en modelos europeos. Con esteconjunto de elementos se lograba compensar varias deficiencias, como eran que elgénero novelístico no estuviese aún bien definido, y que además, fuese en generalmenospreciado. Finalmente, se trataba de un autor de la aristocracia que habíalogrado describir a Colombia como una verdadera Arcadia Heleno-Católica. Otrasrazones contribuyeron a hacer de María una novela 'nacional', y tal vez no seacoincidencias el hecho de que Vergara y Vergara propusiera ese mismo año, en suHistoria de la Literatura en Nueva Granada, la existencia de una literaturaorgánica nacional. En respuesta a la Utopía Liberal, que concebía Colombia comoun agregado de estados autónomos y libres, la arcadia conservadora propugnabapor un estado unificado y católico. Esta última posición estaba implícita en elsubtexto ideológico de aquellas dos obras 'nacionales': la novela de Isaacs y elensayo de Vergara y Vergara. (Poco después, Isaacs se uniría a los liberales, peroMaría permanecería como una de las bases de la empresa conservadora del sigloXIX). Cuatro años más tarde, en 1871, Vergara y Vergara fundó la AcademiaColombiana de la Lengua, que buscaba establecer un idioma 'nacional' de acuerdoa su proyecto 'nacional'.

María, otros escritos costumbristas de la época, y en general la literaturarelacionada con el ideal arcádico, fueron ejercicios de nostalgia. Por el contrario,los textos de José María Samper, de tono progresita, estuvieron libres de aquelsentimiento. Un celo genuino, que se refleja en sus escritos de ficción, subyace entoda la obra de este reformador. Sus Artículos de costumbres expresan suconfianza en el progreso y en la posibilidad de perfección de las institucioneshumanas"16. Tal visión de la sociedad, sumada a su actitud crítica frente a laspublicaciones plagados de lugares comunes de sus contemporáneos, hicieron deSamper una fuerza renovadora de la ficción en el país. Publicó ocho novelas entre1863 y 1885, todas ellas de gran significación dentro del diálogo político. MartínFlores (1866), de acuerdo a los modelos románticos, promete en el primer capítulohacer llorar al lector. (Promesa similar aparece también en María): 'Martín Floresme contó su historia con los ojos llenos de lágrimas; ¡quiera Dios que el lector sedigne acojerla con simpatía".17 El protagonista, Martín, es un joven intelectual queparticipa en política y en las batallas campales de la Colombia del XIX, pero queun día, al perder el amor de su amada Dolores, decide hacerse sacerdote. Estaconversión ocurre en el marco de la guerra civil. Finalmente Martín se dedica a laeducación y dolores enloquece. Hacia mediados de la década de 1860, Samper sehabía convertido al catolicismo y había comenzado a forjar una idea sinprecedentes: unir el catolicismo con el progreso social; idea que no era aceptablepara liberales ni conservadores. En Martín Flores hay un reflejo de esta situación,por ejemplo cuando se afirma por boca de un cura que 'El Padre Ramírezencontraba una armonía profunda entre la religión y el progreso, entre elcatolicismo desinteresado i la república democrática..."18. Otra novela, Un dramaíntimo (1870), escrita en forma de diario, es llamada por su autor' una verídicahistoria'. En ella Samper defiende la justicia social. En otra, Florencio Conde(1875), se esboza un modelo operativo de corte liberal, o conservador progresista,para la sociedad colombiana. Está protagonizada por Florencio Conde, hijo de unantiguo esclavo y una blanca. El padre, esclavo en las minas de Antioquia, logra

su libertad sacrificando sus horas de descanso en trabajos adicionales, paraposteriormente hacerse rico. El hijo mulato, Florencio, luego de una buenaeducación, quiere casarse con una mujer aristocrática, pero es rechazado por sufamilia. Sin embargo, con esfuerzo y disciplina, obtiene una posición socialdestacada y al final logra su objetivo. En esta obra, Samper cuestiona losprejuicios de la clase alta contra el mulato y contra las otras clases, y demuestra sufe inequívoca en el progreso y en la educación. Clemencia (1879) y Coriolano(1879) son obras de contenido moral que describen los efectos devastadores de lafalta de educación, tanto en el individuo como en la sociedad. En la novela Elpoeta soldado (1880), analiza las circunstancias de muchos intelectuales ypolíticos de la segunda mitad del siglo XIX, cuya participación en el diálogointelectual a menudo se complementaba con su protagonismo en el campo debatalla. Además, en esta novela aparece una característica propia de gran parte dela narrativa de la región del Altiplano, cual es la de la autoconsciencia narrativa(Véase capítulo 3), ya que el protagonista es también escritor. El poeta soldado fuepublicada en el momento en que Samper abrazaba el conservatismo. En la noveladefiende esta ideología, ya que el protagonista, quien pertenece a este partido, esun buen católico que se preocupa por mejorar su status social y quien participaheróicamente en la rebelión de sus copartidarios de 1876 - 77. Esta novela, al igualque el resto de su obra, surge de un impulso realista fundamental, e incluye clichésde carácter romántico en los diálogos y en la trama.

La visión crítica y progresista del liberal Felipe Pérez, tal como se ha notado enrelación con sus primeras obras de ficción, continuó en este período en otrasnovelas históricas: Los jigantes (1875), Estela o los mirajes (1877), El piloto deHuelva (1877), Los pecados sociales (1878), Carlota Corday (1881), Imina(1881), y Sara (1883). Los jigantes está ambientada en Colombia en el períodoanterior a la Independencia. En ella se evidencian sus actitudes hacia el progreso,y el narrador describe los cambios que necesita la ciudad de Bogotá. 'Hoi, al cabode setenta años, Bogotá no es una Turín, pero es al menos una población en vía demejorar"19. Carlota Corday es una novela histórica de tono romántico, que sedesarrolla al final del siglo XVIII en Francia; en ella, Pérez expresa su ideologíapor medio de una crítica implícita al fanatismo político. Colombia es el escenariode Sara y en ella, Pérez denuncia el régimen conservador de la década de 1880. Elreclutamiento forzado de soldados para la guerra civil es una de las prácticas delgobierno, denunciadas en la novela. Aparecen sentencias condenatorias como lasiguiente: 'Los hombres son iguales delante de la ley; sin embargo, la ley no essiempre igual delante de los hombres'20. Tal como explica el narrador, la injusticiase acrecienta porque los ricos fácilmente pueden evadir la obligación militar. Deacuerdo a la ideología implícita en Sara, la Utopía Liberal podría lograrse con laeducación, ya que la humanidad, en esencia, buscaría la armonía. Y para estar atono con el romanticismo, los únicos escollos que se presentan en la novela paralograr tal objetivo son los misterios del alma y sus contradicciones.

En los primeros años del período 1863-1885, el romanticismo europeo ejerció unainfluencia preponderante, y se manifestó en las obras de Temís-tocles AvellaMendoza fue un periodista liberal quien además de varias novelas cortas publicópoesía y ensayos políticos e históricos. Sus dos novelas de este período fueronobras cortas de carácter histórico, ambientadas en la época colonial. Los tresPedros fue publicada por entregas en El Mosaico, y se basa en las anécdotas delcapítulo décimo de El Carnero, de Rodríguez Freile. Los tres Pedros describe elespectáculo de la vida colonial, y relata los horrendos crímenes de pasión

cometidos a instancias de la 'perversa' mujer Inés de Hinojosa 21 . En esta obra, lacolonia se presenta como una sociedad ideal, como un 'siglo dorado', cuyas únicasmanchas fueron las infracciones morales cometidas por algunos individuosdegenerados de la aristocracia. Avella Mendoza condena explícitamente la élitecolonial en Anacaona, esquema de una novela breve, en el que un gobernadorespañol interviene en las relaciones amorosas de una pareja nativa. Lasatrocidades de los españoles terminan cuando los compañeros del amante(protagonista del relato) derrotan en combate al gobernador. La princesa indígenaAnacaona, personaje que aparece en una trama secundaria, le sirve de ideologemapara denunciar la estructura de poder de los españoles, y para enaltecer a losindígenas quienes, de acuerdo al narrador, eran 'más civilizados que losconquistadores" 22.

Desde el punto de vista del diálogo político y la militancia, podrían considerarsemarginales los escritora s José Caicedo Rojas v José David Guarín, bien conocidospor sus cuadros de costumbres. Ambos escribieron piezas memorables del género.A pesar de su marginalidad respecto del proceso político, sus cuadros y novelasparticipan del espíritu conservador de la mayoría de las obras de aquella época.Caicedo Rojas se inscribe en lo tradicional, y de él dijo Rafael Maya que fue'modelo de escritores correctos y castizos"23. Su herencia española es evidentedesde el título de su novela principal, Don Álvaro (1871), que se desarrolla en losaños de la colonia. Es otra descripción del resultado trágico en que generalmenteterminan los matrimonios arreglados por los padres. La sobreprotegida heroína,Constanza, ama en secreto a don Alvaro, y no al pretendiente escogido por suspadres. El padre mata a don Alvaro y va al exilio, y la protagonista se refugia,hasta el final de la obra, en un convento. Tal como sucede con tantas obras deficción sobre la colonia escritas por conservadores, en esta novela se describe concaracteres ideales la estructura social de aquella época, afectada sólo por elcomportamiento excepcional de algunos individuos. Don Álvaro es una piezaaltamente elaborada, que abunda en detalles y alaba la sociedad colonial. Maya ladescribe como 'la mejor novela de reconstrucción que se ha escrito enColombia...'"24 . Las tres semanas (1884) de Guarín, por el contrario, elogia laépoca contemporánea del autor, y describe ciertas festividades patrióticas, comolas de la Virgen del Carmen en Bogotá en 1880, que fue el primer año delgobierno conservador de Núñez. Al referirse a Caicedo Rojas y Guarín, FrankDuffey ha manifestado que muchos escritores costumbristas estaban fascinadospor la posibilidad de publicar en forma rápida piezas casuales, y que veían laescritura como un fin en sí mismo25 . Tal actitud es una constante en la tradiciónde escritura autoconsciente de los letrados de la región andina desde el siglo XIX(véase capítulo 3).

Soledad Acosta de Samper, al igual que Caicedo Rojas Guarín, escribió desde unaposición marginal al proceso político. Inclusive, ella misma afirmó en un ensayoque por ser mujer, se limitaba a prestar su concurso escribiendo novelas, y quedejaba a los hombres la responsabilidad de la política: 'Mientras la parte masculinade la sociedad se ocupa de la política, que rehace las leyes, atiende al progresomaterial de esas repúblicas y ordena la vida social, ¿no sería muy bello que laparte femenina se ocupara en crear una nueva literatura?'26. Tales ideas,publicadas en la década de 1890, al final de su carrera, implican una claudicacióndel protagonismo que como mujer y escritora había tenido en la sociedadcolombiana del siglo XIX. Su obra consta de más de veinte novelas, que han sido

casi totalmente olvidadas por lectores y críticos, a pesar de su volumen, v de que,juzgadas de acuerdo a los modelos de su época, sean de altísima calidad. Dejandode lado las contingencias políticas, y aplicando los criterios tradicionales detécnica narrativa, caracterización sicológica, ete, los lectores fácilmente podríanconcluir que El corazón de la mujer (1869). de Soledad Acosta de Samper, estaríaentre las cuatro "mejores' novelas del siglo XIX. al lado de Acosta de Sampercomenzó su carrera literaria desempeñándose en un papel secundario, tal como seesperaba de la mujer en el siglo XIX, es decir, traduciendo novelas del francés alespañol. Estudió en Nova Scotia y París, y entre 1858 y 1863 viajó en compañíade su esposo, José María Samper, por Europa y Perú. Fue una católica fervorosa, yasumió su función de escritora como una obligación moral de enseñar costumbressanas y catolicismo al pueblo inculto de su país. En un artículo de 1895 sobre lamisión de la mujer escritora en América Latina, Acosta de Samper explica suideología: '¿Cuál es la misión de la mujer en el mundo? Indudablemente que la desuavizar las costumbres, moralizar y cristianizar las sociedades..."27 Creía que lamujer colombiana debía ser educada en estos principios, y que la sociedad debíaconsiderar aquellas mujeres 'correctamente' educadas, en condiciones de igualdadcon los hombres. En 1878 fundó La mujer, el primer periódico en el país bajo losauspicios femeninos, En el contexto de su época, sus conceptos sobre lascostumbres, la moral y la mujer, hicieron de ella una intelectual de excepción, quepodría catalogarse inclusive como de tendencia progresista.

En su novela El corazón de la mujer, interrelaciona seis historias de seis mujeresdiferente, víctimas de las condiciones sociales de tipo colonial que todavía sevivían al principio del siglo XIX. Algunas de las protagonistas están sometidas amatrimonios arreglados por sus padres, lo que era una norma colonial. A pesar delsufrimiento de aquellas mujeres sometidas férreamente al yugo masculino, yugoautorizado por la iglesia, ellas se resisten y se perfilan en ocasiones como figurasde mayor fuerza que los mismos hombres. Sus novelas Dolores (1867) y Teresa lalimeña (1868), ofrecen ideologemas similares, que postulan que el valor de lamujer radica en su capacidad para la crianza de los hombres28. Sus otras novelasson histórico-románticas29. Gil Bayle 81876), la primera de estas, está ambientadaen la España medieval y renacentista.

Las obras de Eugenio Díaz y de Próspero Pereir Gamboa parecerían de pocaimportancia literaria si las comparásemos con la vasta producción de SoledadAcosta de samper, en aquellos años de 1863 a 1885. Sin embargo, estos escritorestambién contribuyeron al diálogo ideológico. Por aquella época, la mayoría de losnovelistas se orientaban hacia la Utopía Liberal.ñ Eugenio Díaz, por el contrario,expresa su nostalgía por la Srcadia Heleno-Católica. El rejo de enlazar (1873)evoca la vida cortesana en dos haciendas rurales, enfatizando las costumbrestranquilas del campo, que de repente se ven brutalmente mancilladas por larevuelta liberal. Un personaje de la novela opina que las constituciones liberalesson verdaderos ataques contra las buenas costumbres,. La revolución de Melo en1854 es el centro del argumento de la nvoela, en la que al final se restablecen lapaz y el orden y pueden celebrarse ciertos matrimonios que habían quedadopendientes por causa de los disturbios. Los aguinaldos en Chapinero (1873)también de Díaz, describe las costumbres navideñas de la clase media bogotana.Amores de estudiante (1865), de Próspero Pereria Gamba, al igual que El rejo deenlazar, ficcionaliza el impacto de la guerra civil sobre las costumbres del país,pero en esta obra, es de mayor importancia el incidente amoroso de losprotagonistas que el conflicto de la política.

Por fin, en el período de 1886 a 1909, confluyeron los proyectos arcádicos yutópicos en una sola respuesta, identificada como la Regeneración en lo político, yla Atenas Suramericana en lo cultural. No es posible determinar con exactitud elorigen del concepto Atenas Suramericana; sin embargo, para principios del sigloXX ya era de aceptación general. Muchos de los conflictos ideológicos que por losaños de 1860 habían aquejado las relaciones entre conservadores y liberales,quedaron superados a finales del siglo. Cuando se inició la Regeneración, algunosliberales adhirieron al conservatismo, como José María Samper y Rafael Nuñez,mientras el conservador Jorge Isaacs se convertía al liberalismo. En todo caso, losvalores ideológicos del catolicismo y del humanismo conservador, simbolizadosen la frase La Atenas Suramericana estaban en ascenso.

De acuerdo a la retórica oficial, la Regeneración buscaba unidad nacional y lugarpreponderante para la Iglesia Católica como institución. El presidente RafaelNúñez expresó la esencia de la regeneración en el tan frecuentemente citadomensaje al Congreso de 1888; " Pero para lo fundamental y permanente, loselementos cardinales serán el cultivo del sentimiento religioso, que regeneramostrando lo infinito, y la instrucción activamente propagada con la savia de esemismo sentimiento'(sic)30 En relación a este período, a menudo se enfatizan losconflictos entre la libertad y la tiranía o entre la razón y la autoridad. En verdad,los liberales sufrieron represión política durante esos años, como se evidencia alestudiar las actividades de La Gruta Simbólica; actividades que fueronficcionalizadas en la obra de Clímaco Soto Borda. Sin embargo, en unainvestigación reciente sobre la época de la Regeneración, se argumenta con buenasbases que no se trataba de un conflicto abstracto, de carácter filosófico, entre dospartidos políticos, sino de una coalición elitista creada por factores económicos,como fueron específicamente las crisis de los sectores del tabaco y la quina en lasegunda mitad del Siglo XIX31.

Esta coalición de grupos de la clase alta se empeñó en civilizar la oligarquía deacuerdo a sus gustos, organizando por primera vez numerosos grupos literarios ydifundiendo activamente la literatura en libros y revistas. Hubo tertulias literariasen Bogotá y Medellín, en los primeros años del nuevo siglo. Los aristócratastenían acceso a los clásicos y a las últimas publicaciones europeas, y durante laRegeneración, la clase dirigente llevó a cabo el primero de una serie de intentospara popularizar institucionalmente la literatura dentro de la clase media. Entre1894 y 1910, Jorge Roa editó la Biblioteca popular, compuesta por 179 títulos, delos cuales 69 fueron de colombianos. En general, los escritores colombianosincluidos fueron hombres de letras del estilo de Pombo y los dos Caro; no seincluían novelistas, aunque sí alguna que otra ficción.

Los principales intelectuales del período de 1886 a 1909 fueron Rafael Núñez(1825 - 1894), Miguel Antonio Caro (1843 - 1909), Rufino José Cuervo (1844 -1911y José Asunción Silva (1865-1896). Nuñez fue presidente y Carovicepresidente. Caro llegó también a la Presidencia. Ambos publicaron32 poesía yfueron considerados los poetas 'oficiales' de la época . Núñez compuso el Himnonacional, que aún hoy continúa vigente. Gilberto Gómez Ocampo ha demostradocómo el texto del himno presenta paralelismos estrechos con la Constitución de1886, la cual, a su vez, fue el instrumento político para legitimar la Regeneración.Estos cuatro líderes e intelectuales de la Regeneración, no fueron conocidos comonovelistas sino más bien como poetas y lingüistas, aunque Silva sí publicó unanovela modernista, De sobremesa (1896).

Eustaquio Palacios, Soledad Acosta de Samper, José Manuel Marroquín, TomasCarrasquilla y José María Vargas Vila fueron los novelistas más renocidos entre1886 y 1909. Palacios, Acosta de Samper y Marroquín estuvieron vinculados a laRegeneración. Palacios fue un oligarca de la región del Gran Cauca, quien, en sunovela El alférez real (1886), evoca el orden aristocrático rural de la colonia enaquella región caucana. El desenlace de la trama reafirma tal ordenamiento: elprotagonista descubre, en la parte final, su origen aristocrático, lo que le permitecasarse con la mujer de alcurnia a quien ama. Acosta de Samper se interesó másen el ensayo y la bibliografía que en publicar las novelas Los piratas en cartagena(1886) y una holandesa en América (1888). Inclusive defendió el género de laficción frente al ensayo como vehículo ideológico: 'En el siglo XVIII todos seocupaban de leer obras filosóficas, y se desdeñaba toda forma de literatura que nofuera esa; hoy se ha puesto de moda la novela, y tanto los viejos como los niños ylas mujeres, los letrados como los ignorantes, no quieren ocuparse sino del géneronovelesco; por lo que, quien quiera hacer popular una idea, tiene que vestirla conese ropaje"33. A pesar de que ella se queja de tener que escribir contra unamentalidad del siglo XVIII, este prólogo es en realidad una defensa de la novelaen un periodo en el cual la poesía conllevaba mayor prestigio social, y el ensayoproducía mejores resultados políticos. Los piratas en Cartagena es una novelahistórica bajo los delineamientos ideológicos de la Regeneración. Las primerasnovelas colombianas, escritas a menudo por liberales, habían condenado diversosaspectos de la conquista y la colonia española. En Los piratas en Cartagena sedefiende a los españoles y se novelan las acciones de los piratas franceses eingleses de aquel período, Acosta de Samper adorna, además, su libro, con unadedicatoria al presidente Núñez: 'como un público testimonio del grande aprecio yverdadera amistad que profeso al regenerador de mi patria y al más ilustre de loshijos de Cartagena34. En su respuesta, Núñez alude a los 'vínculos políticos' quelos une en su 'obra de salvación nacional'. La novela relata varias anécdotas decarácter histórico cuyo centro es Cartagena, entre los siglos XVI y XVIII. Unaholandesa en América, por su parte, contrasta la visión ideal sobre América de loseuropeos, con las violentas realidades sociales y políticas de la Colombia del sigloXIX.

El conservador Marroquín ocupó la Presidencia entre 1898 y 1904. Fuecostumbrista prolífico y autor de cuatro novelas. Descrito por Frank Duffey como'siempre correcto', quizás el 'mejor de los costumbristas colombianos', entre otrasfunciones sirvió de maestro de las buenas maneras del público lector de la clasemedia35. Al final de su vida escribió Blas- Gil (1896), El moro, (1897), Entreprimos (1897), Amores y leyes (1898), novelas a las que también podríaotorgárselas el calificativo de 'correctas' y 'castizas'. En efecto ' su contemporáneoJosé María Rivas Groot, en un comentario sobre Blas Gil, compara a Marroquíncon los escritores españoles del siglo de oro, y con Valera y Pardo Bazán. Lasnovelas de Marroquín responden al impulso realista y a la necesidad patriótica deapoyar la Regeneración. Blas Gil, escrita dentro de la tradición picaresca española,cuestiona algunas prácticas políticas y gubernamentales de Colombia. Sinembargo, las normas implícitas que manifiesta el autor son en esenciaconservadoras, ya que el narrador - protagonista asume un tono cínico al referirseal 'flamante progreso' del país por los años finales del siglo. El protagonista cuentasu vida, desde la niñez -que transcurre en un un seminario-hasta su madurez,cuando se casa y regresa a la casa paterna, con lo que se reestablece el ordeninicial. Al final, se encuentra tan cansado que rehusa continuar con sus 'reflexionesmorales, religiosas, poéticas y hasta políticas" 36. Tal indiferencia intelectual al

final de la obra podría simbolizar las actitudes de la clase alta durante laRegeneración. El moro termina con una anotación parecida. En la segunda páginade la novela, el narrador - protagonista descubre su naturaleza equína, recursotécnico que le permite hacer comentarios ocasionales graciosos o irreverentessobre las sociedad revela la ideología de Marroquín. Al terminar el relato, aparece'El Progreso: empresa colombiana de transportes para dentro de la ciudad' quereemplaza el caballo como medio de transporte. Aquella incipiente modernidadtecnológica deja al narrador - protagonista, al igual que a Marroquín,contemplando con nostalgia la gentil gallardía de la vida del XIX. Entre primostambién ofrece un contraste entre la citadina Bogotá y la antigua vida rural de lasgrandes haciendas. Representa además un excelente ejemplo de la ficción bienelaborada, de corte naturalista - realista propio de aquel período37 En Amores yleyes, Marroquín, en su carácter de ideólogo de la Regeneración, defiende lapráctica del matrimonio por la iglesia en Colombia.

Las primeras obras de ficción de Tomás Carrasquilla y José María Vargas Vila noestuvieron cercanas ideológicamente a la Regeneración. Vargas Vila fue un liberalde voz estridente que escribió en directa oposicion a ella. Carrasquilla, por suparte, en Frutos de mi tierra (1896), al igual que Marroquín, demuestrasensibilidad para percibir la llegada de la modernidad, y expresa cierta nostalgiapor el pasado rural en vías de desaparición. El narrador de esta novela, sinembargo, es mucho más satírico al referirse a la sociedad colombiana, y asumeuna actitud mucho más progresista respecto a la cultura local, a la vez que integradentro del texto la cultura popular y oral. Vargas Vila no sólo se expresa en formairreverente contra la Regeneración, al igual que Carrasquilla en Antioquia y SotoBorda en el Altiplano, sino que ofende continuamente a la clase alta. Si Marroquínes prototipo del intelectual de la Regeneración que escribe bien, es decir, quemanipula los elementos de la ficción para adornar una ideología, Vargas Vilarepresentaría exactamente lo contrario. Las técnicas literarias de Vargas Vila, en sumayoría, consisten en mezclas de lugares comunes del romanticismo con unlenguaje modernista y cosmopolita, de moda en aquella época entre losintelectuales bogotanos. Fue uno de los escritores colombianos más prolíficos y demayor difusión en toda la historia del país; sin embargo, no escribió ningunanovela sobresaliente. Durante este período publicó Aura o las violetas (1889), Florde fango (1895), Ibis (1900), Alba roja (1901), Las rosas de la tarde (1901) y Lasimiente (1905). Tales obras contienen argumentos escandalizadores, adobadoscon ciertas prácticas sexuales consideradas tabú en aquella época, lo cual lascolocó en las listas de lecturas prohibidas para los estudiantes de variasgeneraciones, y las hizo inaceptables como literatura para los intelectuales de laRegeneración y para sus seguidores.

Los años de 1910 a 1929 estuvieron caracterizados no sólo por la dominaciónconservadora, sino también por la Atenas Suramericana, que paradójicamentevivió en este período su mayor fortalecimiento y su canto de cisne. A pesar de losescritos irreverentes de Vargas Vila y Soto Borda, y siguiendo el ejemplo de loshombres de letras de la Regeneración, la literatura continuaba desempeñando supapel respetable de rectora de la ideología y la moral. Quizás fue el presidenteconservador Marco Fidel Suárez, el ejemplo más prominente entre quienesbuscaban efectos socialmente benéficos con la escritura. Sus ensayos estabanademás encaminados a lograr su propia legitimación frente a la clase alta, dadoque su origen no era aristocrático. Fue el último representante en el poder del viejoideal de una Arcadia Heleno-Católica en la Atenas Suramericana. En otraspalabras, como afirmó un historiador, fue el último representante de la nación

pastoril38.

De 1910 a 1929 se vivió un período de paz sin precedentes, nunca antes ni despuésalcanzado en Colombia. En la década de 1920 se vieron cambios vitales en elaspecto socio-económico Después de la guerra de los Mil Días, al comienzo delsiglo, no hubo ningún conflicto de magnitud nacional. Sólo en los años 30aparecieron los primeros síntomas de la Violencia, en sitios rurales, por ejemploen Caldas. Se estableció la Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos(Scadta) en 1919, y las primeras transmisiones de radio en 1925, signos inicialesde modernización. Respecto a la cultura, algunas empresas editoras regionalescomenzaron a publicar novelas y a distribuirlas dentro de sus regiones. Elperiódico El Tiempo, de carácter nacional, inició en 1923 la publicación de unsuplemento cultural los domingos, y El Espectador, otro diario también de carácternacional, hizo su debut con un semanario literario al año siguiente.

Con frecuencia, al referirse a este período, se habla de dos generaciones: la delCentenario y la de Los Nuevos. Siguiendo la idea española del desarrollo orgánicode la literatura nacionall a través de generaciones sucesivas, a partir de lageneración del 98, y de acuerdo a la teoría de las generaciones, tal como fueformulada en 1963 por Juan José Arrom, en su estudio publicado en Bogotá, losintelectuales colombianos le habrían otorgado a las generaciones del Centenario yde Los Nuevos el papel de crear una literatura nacional orgánica39 . Abel NaranjoVillegas, por ejemplo, en su estudio de las generaciones en Colombia, define sieteque supuestamente llevaron el liderazgo y la construcción de la nacionalidad desdela independencia hasta la década de 198040. Ernesto Cortés Ahumada, en unestudio de 1968, describe doce generaciones que habrían controlado el destino delpaís desde 1795 hasta 1990. Cortés Ahumada identifica varios intelectuales enposiciones de poder entre 1900 y 1930, que corresponden básicamente a lageneración del Centenario: 41 políticos incluyendo a Clímaco Soto Borda, 78periodistas, 44 poetas, 23 novelistas y cuentistas, 18 ensayistas, 26 historiadores,12 oradores y 8 eclesiásticos, entre otros. Podría hacerse una lista igualmente largade la generación de Los Nuevos, hacia los años de 1920, encabezada por lospoetas León de Greiff y Rafael Maya.

Hay, sin embargo, penosos cuestionamientos respecto a la conceptualización de lavida intelectual y de la actividad literaria colombiana, como pasos generacionalesy orgánicos hacia la constitución de una literatura nacional. El más espinoso, yamencionado en los capítulos anteriores, es el del regionalismo. La mayoría deaquellos intelectuales, de hecho, tenían poco contacto entre sí. Para recordar talesdicotomías regionales, podría mencionarse que durante la presidencia delhumanista católico Marco Fidel Suárez, Ramón Vinyes publicaba en Barranquillala revista de avanzada Voces, difundiendo en la Costa las ideas de los escritoreseuropeos de moda. La supuesta unidad generacional queda evidentementedesarticulada entre aquellos que leían la poesía futurista europea y los que seguíanen la región Andina la orientación de Suárez. Los Nuevos, por su parte, fueron enrealidad un pequeiío grupo de poetas, no un fenómeno de carácter nacional. Así,algunos escritores que han estudiado aquella época, han cuestionado la idea de laexistencia de Los Nuevos como una verdadera y coherente generación deescritores41.

Ninguna mujer, en el período de 1910 a 1930, alcanzó la dimensión de SoledadAcosta de Samper, aunque varias distinguidas escritoras incursionaron en la

literatura en aquella sociedad patriarcal de los años 20. María Eastman, Fita Uribey María Cano, antioqueñas, comenzaron su labor periodística en aquella década.En 1924, El Tiempo inauguró su 'Página Femenina'. Por aquellos años también fuefundado el Gimnasio Femenino, que ofrecía una educación clásica a unas pocasmujeres de la oligarquía, práctica de exclusividad en la educación quetradicionalmente venía aplicándose con el sexo masculino42. Otras intelectualesactivas fueron Ecco Neli, Luz Stella, Teresita Restrepo Millán y Sofía Ospina deNavarro. Ecco Neli (seudónimo) publicó una novela corta, El tío Gaspar, queapareció en La novela semanal (1923).

Desde la perspectiva política, el novelista más importante del momento, sin duda,fue José Eustasio Rivera. Hacia 1920 la inquietud nacionalista agitaba elpanorama de la cultura, y se hacían intentos por establecer una 'cultura nacional'.El himno patrio se adoptó en 1920, y en 1923 se polemizó alrededor del tema de laexistencia de una música nacional43 . Emilio Murillo, Pedro Morales-Pino,Guillermo Quevedo y Luis A. Calvo participaron en los debates y fomentaron elconcepto de una música genuinamente colombiana. En modo parecido, AntonioAlvarez Lleras, Luis Enrique Osorio y Rafael Burgos, impulsaron el teatro delpaís, y en 1927 se fundó una compañía cinematográfica nacional. La novela, sinembargo, fue el eslabón perdido de aquella 'cultura nacional'. La vorágine deRivera fue la respuesta del momento, y la reacción apabulladora a su favor de todoel país, ha evitado desde entonces el diálogo legítimo sobre su valor auténtico. Lavorágine ha sido la novela nacional de la Atenas Suramericana, tal como la llamóun crítico importante en 1924. Desde su primer momento estuvo predestinada aléxito44 ; era la obra urgentemente esperada, y fueron los mismos lectores losencargados de enaltecerla como el ideal de novela nacional. Luis Eduardo NietoCaballero proclamó en 1924, que era uno de los 'libros defínitivos del trópico', yque todo patriota debería tenerlo en su casa45 . Otra de las primeras reseñasexaltaba su contribución a la cultura del país y al patriotismo46 . Antonio GómezRestrepo, una de las voces de mayor autoridad en el campo de la literatura porvarias décadas, concluía su comentario, escrito a principios de 1925, con elpronóstico de que La vorágine sería 'una de las obras más típicas y originales denuestra literatura nacional47 Rivera, como si se hubiese sentido predestinado a lafama, escribió una de las obras literarias más autoconscientes de la región Andina,tal como se analizará en el capítulo 3.

Rivera utilizó hábilmente la imagen de poeta y esteta que el público se había forjado de él, imagen que le sirvió en su novela para caracterizar a Arturo Cova.Como es lógico, en aquel momento muchos lectores no comprendían lasdistinciones del New Criticism entre autor y narrador. Carrasquilla, por elcontrario, propuso la idea de una novela nacional basada no en la imagen de unapersona, sino en valores nacionales. Opinó que la novela de Rivera era ."una lata'.En este sentido, las actitudes regionalistas de Carrasquilla podrían interpretarsetambién como un rechazo al poder central que ejercían los humanistas de laAtenas Suramericana48

Carrasquilla había proclamado, en 1906, una forma de independencia literaria,basada en la novela moderna, pero liberada de modelos extranjeros49. Sinembargo, a pesar de tales alusiones a la modernidad, la obra de Carrasquilla seinscribe en lo tradicional, y es un canto a la Antioquia rural del siglo XIX, y a sustradicionales valores orales y populares. Su novela Grandeza (1910) describe a los

nuevos ricos de Medellín a finales del siglo, y relata la ruina financiera de laprotagonista, quien está obsesionada por el futuro de sus hijas. Para contradecir elesteticismo de los intelectuales bogotanos, Carrasquilla afirma en el prólogo, queGrandeza no incluye conceptualizaciones estéticas, sino algunas observacionessobre el medio ambiente50. La marquesa de Yolombó (1 928) por su parte, es unasíntesis del proyecto de su autor sobre la novela nacional, basada en valoresregionales, y está ambientada en un pueblo antioqueño del siglo XVIII.

Clímaco Soto Borda, al contrario de Rivera y Carrasquilla, no tuvo intención deescribir la novela nacional, ni se le ocurrió proponer tal idea. En vez de asumir unaactitud conciliadora frente al establecimiento literario y frente a sus oponentespolíticos, Soto Borda, por la época en que escribía Diana cazadora (1915), asumióel discurso de la oposición para luchar contra la Regeneración que detentaba elpoder. Soto Borda y otros liberales se reunían en 'tertulias' principalmente con losdel grupo de La Gruta Simbólica, para hablar y escribir de manera satírica contrael gobierno conservador. Tanto los personajes de Diana cazadora, como losintegrantes de La Gruta Simbólica, se sentían oprimidos por lo que denominaban'la ratonera regeneradora'. Soto Borda también se expresa satíricamente contra lamodernidad incipiente, que describe como si estuviese en crisis, y ridiculiza a laIglesia Católica, institución evidentemente asociada a la Regeneración.

Otros novelistas del período de 19 10 a 1929 fueron los antioqueños Arturo Suárezy Luis López de Mesa; los de la región Andina José María Vargas Vila y DanielSamper Ortega; y Gregorio Sánchez Gómez del Gran Cauca. Suárez y SánchezGómez fueron prolíficos y pertenecieron a la primera generación de escritoresmediocres, que pudieron publicar sus obras por la aparición de nuevas imprentas ypor el crecimiento de una clase media lectora. En algunos aspectos, sus carreras seasemejan a las de ciertos novelistas profesionales modernos, que buscancongraciarse con la clase media. Suárez ambientó sus obras en las zonas rurales deAntioquia y defendió los terratenientes y los valores conservadores de la Iglesia51.Sánchez Gómez fascinó a sus lectores con estereotipos sicológicos en personajesque habían sido víctimas del resquebrajamiento moral de la sociedad. López deMesa llevó su caracterización sicológica a niveles más fundamentales en susnovelas La tragedia de Nilse (1928) y La biografía de Gloria Etzel (1919).

Daniel Samper Ortega y Vargas Vila representan el extremo opuesto en el diálogoideológico de aquel periodo. Samper Ortega se dedicó a difundir los buenosmodales para fomentar la educación del pueblo. Pensaba que la educación de lasmasas impulsaría el cambio social, y en consecuencia, le dió a sus novelas valorpedagógico. Vargas Vila, por el contrario, publicó obras de ficción en las quedifundía las aberraciones que practicaban sus personajes irreverentes y perversos.La literatura buscaba pues varios objetivos a comienzos del siglo XX, y lasnovelas aceptadas oficialmente conllevaban un proyecto ideológico y moral. Poreso, los escritos de Suárez, Sánchez Gómez y Samper Ortega aparecieron confrecuencia en publicaciones oficiales. No los del polémico y ofensivo Vargas Vila.

De 1930 a 1946, los gobiernos liberales impulsaron la modernización, que alcanzósu mayor fuerza con la 'Revolución en marcha" en el gobierno de Alfonso LópezPumarejo. En el campo literario, sin embargo, se continuaba reconociendoprincipalmente la poesía elitista y conservadora. Guillermo Valencia, el poeta másreverenciado en toda la historia del país, hasta los años de 1940, era considerado elpoeta nacional52 . La novela, a menudo escrita por liberales, era tenida por un

género menor. Se pensaba que la literatura era el campo propicio en dondegerminaban los poetas que traerían un mensaje de valores universales einmutables. Pero después de la acogida frenética de La vorágine, muchosquisieron imitarla.

Al seguir paso a paso la historia literaria, tal como se la presenta usualmente, lossiguientes capítulos son los de la generación de 'Piedra y Cielo' y 'Cántico'. Elpoeta Jorge Rojas inició el grupo 'Piedra y Cielo' en 1939, con la publicación deuna colección de poesía en la que se utilizó tal título. Los poetas Rojas, EduardoCarranza, Arturo Camacho Ramírez, Carlos Martín, Tomás Vargas Osorio yGerardo Valencia se catalogan, a menudo, en esta generación, que se nutrió de lapoesía de Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti y Gerardo Diego53. Jaime Ibáñezestableció el grupo 'Cántico', hacia 1944, bautizándolo obviamente en homenaje aJorge Guillén. La discusión sobre 'lo nacional' fue uno de los primeros resultadosde tales generaciones o grupos; discusión en la que se buscaba justificar unaidentidad propia, a través de un proceso de autoinstitucionalización. . Algunaspolémicas adelantadas por los poetas de 'Piedra y Cielo', como la que protagonizóJuan Lozano y Lozano en 1940, sólo contribuyeron a la legitimación del grupocomo representante auténtico de la literatura nacional54. Quienes cuestionaban tallegitimidad, argumentaban que estos poetas estaban obsecados con la poesía yalejados de la verdadera historia nacional. Cualquiera que sea el bando que setome frente a tal enfrentamiento, no debería olvidarse que en realidad se trataba deun pequeño grupo de poetas asentados en la culturalrnente poderosa Bogotá deaquellos años.

Cercano a estos poetas funcionó un grupo de críticos, casi todos conservadores,que defendió la idea de una tradición orgánica de literatura nacional, ignorandoque se trataba de una nación dividida en regiones por múltiples factores. En primerlugar, se publicaron varias obras de historia literaria nacional. Historia de laliteratura colombiana (1938 - 1945) de Antonio Gómez Restrepo, La literaturacolombiana(1940) de Javier Arango Ferrer Letras colombianas (1944) deBaldomero Sanín Cano, Consideraciones críticas sobre la literatura colombiana(1944) de Rafael Maya, Historia de la literatura colombiana (1945) por GustavoOtero Muñoz. De todos ellos, el más tradicional y autorizado ha sido GómezRestrepo, cuya obra trae implícitas las siguientes suposiciones: la literatura escritaen la época colonial es, quizás, la más importante de la historia literaria del país; lanovela es un género menor; la novela contemporánea prácticamente no existe. Laselección Ortega Samper de literatura colombiana publicó cien libros entre 1935y 1937, con la intención de reafirmar la tradición literaria nacional; pero sucontribución a la novela fue mínima, ya que la mayoría de lo publicado fueron losensayos y poemas que habían sido reverenciados por la élite culturalconservadora.

Dada la sombra conservadora de la poesía de Valencia, la preponderancia de lasvarias generaciones de poetas, y la resonancia de La vorágine, es lógico afirmarque la novela colombiana en general no tenía las características adecuadas paraflorecer en el contexto del país. En verdad, Colombia no ofrecía el ambientepropicio para el surgimiento de la novela moderna, de naturaleza innovadora, enconstraste con otros países latinoamericanos, en donde comenzaba a aparecer, porla década de 1940, ficciones modernas como las de Borges, Asturias y Carpentier.En 1941 surgió una polémica cuando Tomás Vargas Osorio propuso unosprincipios nacionales y tradicionales como paradigmas de la ficción en el país,

cerrando cualquier influencia extranjera. La 'extranjeridad' es, por supuesto, unconcepto clave de la modernidad europea. Paradójicamente, la escritura de ficciónde Vargas Osorio fue la más moderna y cosmopolita del período, pero otrosescritores de segunda categoría utilizaron aquellos principios para justificar suproducción anacrónica55. Colombia no llegaría a tener una novela verdaderamentemoderna hasta García Márquez, quien siguiendo las pautas europeas ynorteamericanas de la modernidad, escribió La hojarasca en 1955.

Los novelistas más activos durante la República Liberal fueron César UribePiedrahita, Jorge Zalamea Borda, Bernardo Arias Trujillo y José Antonio OsorioLizarazo. Uribe Piedrahita, Zalamea Borda y Arias Trujillo se basaron en losparadigmas establecidos por Rivera y otros "criollistas" latinoamericanos... Lostres se preocuparon por la identidad nacional y por el conflicto social en las zonasrurales. Sin embargo, a diferencia de Rivera, quien prácticamente ignoró uno delos elementos fundamentales de la cultura popular, es decir, su contenido oral ,Uribe Piedrahita, Zalamea Borda y Arias Trujillo tuvieron una aguda percepciónde la oralidad, y se preocuparon por integrarla al proyecto de configurar unanovela verdaderamente nacional. Rivera, al igual que otros escritores de la regiónAndina, estuvo fascinado con los elementos autoconscientes del acto mismo de laescritura, característica propia de las culturas escritas, lo que le evitó interesarsepor la oralidad predominante que lo rodeaba. Zalamea Borda exhibe también supreocupación por la autoconsciencia narrativa en Cuatro años a bordo de mímismo, pero logra cierta mezcla con la cultura oral costeña.

José Antonio Osorio Lizarazo y Luis Tablanca cuestionaron los fundamentosteóricos de la estructura de poder. Escribieron novelas de protesta social. OsorioLizarazo fue un escritor prolífico; publicó alrededor de veinte libros, entre loscuales hay doce novelas. En las décadas de 1930 y 40, se dedicó a la ficción dedenuncia; en 1938 publicó el ensayo 'La esencia social de la novela', en el quepropone que la única función legítima de la novela es la social; y entonces debelimitarse a denunciar, con el fin exclusivo de hacer más fácil su penetración hastalas facultades imaginativas de la masa... '56. Tales planteamientos se reflejanclaramente en sus novelas La casa de vecindad (1930), La cosecha (1935) yHombres sin presente (1938). En La casa de vecindad el narrador - protagonista,quien ha sido víctima de la sociedad, vive marginado en una pensión deindigentes. Al comienzo del relato está desempleado, y sufre desesperadamente suvida solitaria. Sus relaciones con una mujer fracasan y se encuentra incapacitadopara sostener a su hija adoptada. Termina de mendigo. Nunca puede entender lascausas de su estado y tampoco acepta la revolución socialista como respuesta,porque "el mundo está mal hecho"57.Al igual que otras obras de ficción delAltiplano, La casa de vecindad también es autoconsciente. De otro lado, Hombressin presente, que ocurre en la ciudad, posee un mensaje social más abiertamentedidáctico y programático. Es una defensa de los trabajadores urbanos y delderecho a la huelga. La cosecha denuncia la violencia rural, las manipulaciones deque se valen los terratenientes y el comportamiento de las clases altas en contra delos trabajadores de las fincas cafeteras.

Luis Tablanca también denunció la injusticia social, y su novela Una derrota sinbatalla (1933) fue proclamada porun crítico como una de las mejores novelasescritas en el país por aquellos años58. Cuenta una historia de corrupción política,y por lo tanto participa en el diálogo ideológico en el que participaron tambiénOsorio Lizarazo, Uribe Piedrahita y otros, durante el decenio del 30. Los políticos

inescrupulosos a nivel municipal y regional le causan tal desilusión alprotagonista, que éste se ve obligado a renunciar en forma inmediata a su cargo enel gobierno. Su carrera, al igual que el proceso político del país, es pues, 'unaderrota sin batalla'.

La novela de Tablanca, al igual que otras obras de aquel período, es en realidad unataque a los fundamentos ideológicos de la 'Revolución en marcha" de LópezPumarejo, que supuestamente abogaba por un estado dinámico y moderno. RafaelGómez Picón, Ernesto Camargo Martínez, Jaime Ardila Casamitjana, JaimeIbáñez, y otros, supieron plantearle a la clase media lectora la problemática propiade las gentes de tal clase, ya que en vez de novelar las cuestiones sociales enforma directa, tal como lo hicieron Osorio Lizarazo y Tablanca, reflejaron en susescritos la experiencia sicológica y el sentido emocional de la clase mediacolombiana de aquellos años. Por desgracia, sus ficciones tan bien configuradas nose ajustaron a las necesidades políticas de la derecha cultural (con susgeneraciones de poetas) ni a las de los liberales en el poder. Los 45 relatos de unburócrata con cuatro paréntesis (1941), de Gómez Picón, describen la vida tediosay enloquecedora de un pequeño burócrata. Si consideramos tal sofoco existenciascomo típico de la clase media baja, el efecto de los relatos se perdió en 1948 conel bogotazo y con la violencia que se desencadenó. De la vida de Iván el mayor(1942), de Camargo Martínez, relata la progresiva desintegración sicológica delprotagonista. Babel (1943), de Ardila Casamitjana, es la vida de un intelectualjoven, que continuamente cuestiona su papel en una sociedad aún dominada por laretórica de la Atenas Suramericana.

En 1960, Gabriel García Márquez se quejaba que la literatura nacional era unfraude59. Esta afirmación debe entenderse tal como fue formulada: como unpronunciamiento político acerca del establecimiento literario en el que seapoyaban los poetas mediocres-como Guillermo Valencia- quienes aparecíancomo monumentos nacionales; y también como un ataque a la débil tradicióncrítica que hasta ese momento había sido incapaz, o sin voluntad, de identificarobras literarias de valor. Entre 1947 y 1974 persistió aquella inseguridad frente alstatus de la novela, que ya tenía más de cien años. En su ensayo, (publicado en1960), García Márquez aseguraba que la novela colombiana era inexistente, yaque los últimos años de la década de 1950 no trajeron frutos para la novelística delpaís. El académico extranjero Gerald Wade, en 1947, había asumido la defensa deaquellos novelistas que aún seguían escribiendo: 'enceguecidos por la gran poesíalírica, los críticos colombianos en sus tratados de literatura le han otorgado a lanovela apenas un lugar secundario60

Quizás los hechos más importantes por aquellos años (1947- 1974) en relación conla novela, fueron la publicación de Evolución de la novela en Colombia (1957) deAntonio Curcio Altamar, la aparición de Cien años de soledad (1967) de GarcíaMárquez, y el establecimiento de las primeras editoriales modernas interesadas enla novelística. El ya clásico estudio de Curcio Altamar legitima la existencia deuna tradición orgánica en la novela colombiana, en contraposición justamente alcriterio de fraude de su contemporáneo García Márquez. Evolución de la novela enColombia es el estudio más ambicioso y completo sobre la novela colombianahasta la fecha de su publicación, 1957. Tal como lo sugiere su título, el principiosubyacente del estudio es que la novela colombiana ha sufrido un proceso deevolución o 'desarrollo'. Tal principio teleológico supone un bagaje culturalcuestionable. Implica una novelística colombiana orgánica, en movimiento

progresivo, producida por una cultura nacional; y no toma las ideas deregionalismo, clase social, ni las contingencias políticas de los centros de poder.Curcio Altamar presenta la novela colombiana como un desarrollo a través de losdistintos períodos literarios (realismo, romanticismo, etc.), bajo el presupuesto deque la historia política y literaria del país es una réplica -aunque de importanciamenor- de la historia europea. El uso del concepto 'desarrollo' correspondecronológicamente a la importación de ideas de 'desarrollo' en Colombia,,en lasesferas política y económica, durante los años de 1940 y 195061

El éxito abrumador e inmediato de Cien años de soledad en el mundo hispano apartir de 1967, y luego, en la década siguiente, en la comunidad internacional,sacudió las bases del establecimiento literario colombiano. Los letradosconservadores tradicionalmente habían legitimado (o reprobado) a los novelistascolombianos; función que asumió desde los altos 50 el suplemento literario de ElTiempo. García Márquez, un costeño de clase media desprovisto de credencialesfrente a la eterna élite literaria, fue proclamado por los centros académicosinternacionales, y sobre todo, por un inmenso número de lectores, como uno de losescritores más importantes de Occidente. Aunque Isaacs, Rivera, Carrasquilla yMejía Vallejo habían tenido cierto reconocimiento más allá de las fronteras patrias,nunca antes se le había otorgado tal fervor a un escritor colombiano. Colombiaquedó sorprendida por el fenómeno García Márquez, el novelista de los bestsellers, la celebridad del jet set, el intelectual de izquierda. El 'Boom' llegó aColombia inclusive con mayor vigor que a Estados Unidos y Europa. A principiosde los 70, los novelistas jóvenes se quejaban de 'la sombra' de García Márquez,bajo la cual sólo había dos poibilidades: ser una copia lamentable de las obras deéste, o ser tan pobre que ni siquiera podía compararse con ellas. Escritores comoGustavo Álvarez Gardeazábal, Fanny Buitrago, Germán Espinosa y Marco TulioAguilera Garramuiío, y posteriormente Rafael Humberto Moreno-Durán, RobertoBurgos Cantor y Alba lucía Ángel, respondieron contra tal 'sombra' en formasdiferentes, y hacia 1975, aparecieron alternativas posmodernas que buscabansuperar la influencia de Macondo.

El surgimiento de dos empresas modernas, Tercer Mundo Editores y EditorialPlaza y Janés, permitió a los novelistas colombianos dirigirse a un verdaderomercado nacional, en vez del regional, e inclusive, por primera vez, al públicointernacional. Tercer Mundo comenzó a operar a principios de los 60,especialmente en las áreas de ciencias sociales y literatura. La multinacional Plazay Janés se interesó por la novela colombiana a principios de los 70, y en 1974publicó un best seller de Gustavo Álvarez Gardeazábal, El bazar de los idiotas.

Hubo otros factores que contribuyeron a la desregionalización (o 'nacionalización')y a la modernización de la novela colombiana. La revista cultural Mito, deinspiración moderna y cosmopolita, publicó entre 1955 y 1962 textos de escritoreseuropeos y latinoamericanos modernos, como García Márquez, Álvaro CepedaSamudio, Octavio Paz, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, HenryMiller y Vladimir Nabokov. Se otorgó un premio nacional (el Premio Esso deNovela) a varios escritores, como Alberto Duque López por su obra Mateo elflautista (1968), de carácter experimental y posmoderno. En la década de 1960, ungrupo de poetas desafiantes, conocido como Los Nadaístas, se rebeló contra lasconvenciones literarias y sociales, y auspició un premio para obras novedosas,como la de Germán Pinzón El terremoto (1966), y la de Humberto Navarro, Losdías más felices del año (1966).

La novelística moderna fue inaugurada en Colombia con la publicación de trestrabajos netamente faulknerianos: La hojarasca (1955) de García Márquez; Lacasa grande(1962) de álvaro Cepeda Samudio; Respirando el verano (1962) deHéctor Rojas Herazo. Todos ellos relatan historias de aristocracias decadentes enla Costa, usando muchas de las estrategias narrativas de Faulkner. La hojarasca yLa casa grande se refieren a la presencia de la American Fruit Co. en la Costa. Laprimera narra el impacto de esta entidad extranjera en un pueblo tradicional; lasegunda tiene como centro la matanza de trabajadores en huelga de las bananeras,y está basada en hechos históricos de 1928. Otros aportes significativos a lanovelística moderna del país en este período fueron El día señalado (1964), deManuel Mejía Vallejo; Cien años de soledad (1967), de García Márquez;Respirando el verano (1967), de Rojas Herazo; Cola de zorro (1970), de FannyBuitrago; Dos veces Alicia (1972), de Albalucía Ángel; y Dabeiba (1973), y Elbazar de los idiotas (1974) de Álvarez Gardeazábal; y también las obrasexperimentales Después de la noche (1963) de Eutiquio Leal, El terremoto dePinzón, Los días más felices del Año de Navarro y Mateo el flautista de DuqueLópez.

El diálogo político en este período estuvo impulsado principalmente por lasnovelas de la Violencia. Estas obras constituyeron una forma de novelización tangeneralizada durante las décadas de 1950 y 1960, que antes de la aparición delMacondo garcíamarquiano, en el país, los conceptos de novela contemporáneamoderna y novela de la Violencia eran sinónimos. En tal época se publicaron másde 40 trabajos de este tipo. En general puede afirmarse que aquellos lectores nointeresados en. los procesos políticos colombianos, los encontrarán defectuosos.Sin embargo podrían citarse cuatro excepciones: La calle 10 (1960) de ManuelZapata Olivella; La mala hora (1962) de García Marquez; El día señalado (1963)de Mejía Vallejo, y Cóndores no entierran todos los días (1972) de ÁlvarezGardeazábal. Estas cuatro obras transmiten ciertas vivencias con la participaciónactiva del lector, estrategia que es propia de la novela moderna: en La calle 1 0 yen La mala hora,

Zapata Olivella y García Márquez usan el escenario de la violencia,principalmente a través de alusiones indirectas, no mencionando personas, lugareso hechos concretos. Muchas de las primeras novelas de La Violencia no pudieronescapar al impulso documental, y frecuentemente estaban sobrecargadas de hechoscruentos. Zapata Olivella y García Márquez escribieron con posterioridad alapublicación de -muchas de aquellas obras, y lograron establecer mayor distanciaentre el lector y los hechos históricos narrados. La calle 10 consta de escenasdesarticuladas, y el sentido de totalidad se logra cuando el lector comprende queun personaje marginal en una escena es el protagonista de otra62. Se inicia con ladescripción de las condiciones de la clase pobre de la ciudad, y continúa conciertos acontecimientos similares a 'los que ocurrieron en el asesinato de Gaitán en1943. Al leer La mala hora prácticamente no se observa ningún hecho de violenciafísica, ya que la fuerza expresiva de esta novela radica en el lenguaje. Describe lavida opresiva, durante 17 días, en un pueblo anónimo colombiano. En esta novelarica en heteroglosia, los conflictos lingüisticos reflejan la pungna entre losindividuos y el grupo, representados por el narrador y los personajes63

Mejía Vallejo yt Alvarez Gardeazábal le dan a la violencia un tratamiento másfaulkneriano, ya sea desde la perspectiva de las técnicas literarias o de la mismaviolencia física. En El día señalado, Mejía Vallejo, como Faulkner, logra

involucrar al lector con el uso de la estructura y de cambios en el punto de vista.Es la historia de un pueblo invadido por La Violencia, en el que los soldados delgobierno persiguen la guerrilla rural, y también, la historia violenta del personaje.Al final, Mejía Vallejo desvirtúa el concepto de violencia partidista, dando aentender que el factor determinante no es político sino sicológico, por lo irracionalde ciertos comportamientos del hombre. En igual forma, Cóndores no entierrantodos los días de Álvarez Gardeazábal, cuestiona ciertas interpretaciones de laViolencia, que trataban de explicarla simplemente bajo el prisma delenfrentamiento liberal - conservador. En esta obra, la violencia es más bien partede la tradición familiar que genera actos humanos inexplicables.

Algunos han intentado caracterizar las mencionadas cuatro novelas con son tanideológicas como cualquier otro texto. Contrario a lo que ocurrió con gran parte dela ficción de la época, estas obras transmiten su ideología con el uso de estrategiasque evitan los pronunciamientos explícitos. Invitan al lector a reflexionar, aaceptar o rechazar las interpretaciones existentes de la violencia, ofreciendoactitudes opuestas. La mayoría de los novelistas del período, por el contrario,quizás más involucrados en los hechos, participaron en el diálogo político enforma tan intensa como habían participado décadas antes Eugenio Díaz conManuela, y también Osorio Lizarazo. El deseo documental es demasiado evidenteen obras como El 9 de abril (1951), de Pedro Gómez Corena, que se acerca más alensayo histórico y al documento que a la novela. Describe el asesinato de Gaitán yla violencia que se desencadenó en una región llamada 'Risolandia'. La posicióndel autor respecto a los hechos es evidente desde la nota introductoria, en la quedeclara que la obra se refiere 'al nefasto asesinato del doctor Jorge Eliécer Gaitán'.En contraste con esta novela, Alfonso Hílarión Sánchez defiende a losconservadores en Las balas de la ley (1953), en la que el narrador - protagonistarelata su educación durante los años de violencia liberal en las décadas de 1930 y40. Es la historia de un joven inocente corrompido por la violencia. Viernes 9(1953), de Ignacio Gómez Dávila, comienza narrando las relaciones de losintegrantes de una familia urbana; pero con el asesinato de Gaitán, la narración seconvierte en una brutal carnicería. La ciudad y el viento (1961), de Clemente Airó,es una novela urbana en la que eventualmente aparecen escenas de violencia, perotermina con una nota autoconsciente que insinúa que los eventos fueron, quizás,una pesadilla.

Tal como sugiere René Girard, la violencia, cuando se aplaca, busca siempre unavíctima sustituta. La cultura que generó la furia de la violencia, en forma abrupta,va reemplazando sus víctimas, y las escoge únicamente por su disponibilidad ydebilidad64. En novelas como Vientos seco (1953), de Daniel Caicedo, la violenciaencuentra toda clase de víctimas y de víctimas sustitutas. Esta novela, al igual quela de Álvarez Gardeazábal, Cóndores no entierran todos los días, contiene algunasde las escenas más dramáticas de 'victimización' entre las novelas de La Violencia.¿Quien dijo miedo? (1960) de Jaime Sanín Echeverri, describe las complejasinteracciones ideológicas entre la guerrilla, los criminales comúnes y las víctimassustitutas.

Las tres novelas sobre la violencia de Eduardo Caballero Calderón tienen que vercon individuos, cuyas vidas estuvieron directa o indirectamente afectadas por elfenómeno socioeconómico. Tales individuos fueron víctimas o víctimas sustitutasde la violencia. En El Cristo de espaldas (1952), un hijo liberal es acusado dehaber asesinado a su padre conservador, y e ljoven cura del pueblo se convierte enla víctima sustituta cuando trata de defender la causa justa del hijo. El protagonista

de Siervo sin tierra (1954) es víctima de la violencia, y muere sin siquiera haberintentado recuperar su propia tierra. Manuel Pacho (1962) expresa su tesis en elepígrafe y en el epílogo: cualquier persona, no importa qué tan humilde sea, tienepor lo menos una oportunidad en su vida, de adquirir el estatus del héroe.

Las novelas de La Violencia proporcionan otro ejemplo de por qué la novelacolombiana se ha considerado un género menor. Cualquiera sea el partido políticoo la condición humana descritos en ellas no se trata del tipo de literatura que laoligarquía desearía reconocer o difundir. Muchas de tales obras fueron escritas porliberales, y han pasada, desapercibidas o han sido duramente censuradas por elestablecimiento crítico conservador. Desde 1840, cuando comenzaron a aparecerpequeños panfletos de ficción bajo la categoría de 'novelas', el valor estético haestado supeditado a las contingencias política incluyendo las arcadias o utopíasiniciales - principio éste que no debe olvidar el lector que se acerque a cualquiertrabajo de ficción colombiano, ya sea cuestionar el concepto mayor o menor,conocido o desconocido. Igualmente, uno debería de tradición literaria nacionalorgánica. Desde el evidente y excepcional de la historia de Colombia, hasta la vozacertada de García Márquez acerca del fraude de la literatura colombiana, muchosfactores sugieren que las formulaciones teleológicas sobre la novela colombianason altamente cuestionables.

1. Frank Safford, 77w Ideal of the Practical: Colombia's Struggle to Form aTechnical Elite, Austin and London, University of Texas Press, 1976, pp.6-8. Volver

2. Ibid., p.4 Volver

3. Uso el concepto de institucionalización del valor literario de acuerdo a JaneTomkins, Sensational Designs: The Cultural Work of' American Fiction 1790- 1860, New York and Oxford University Press, 1985. Véase especialmente elcapítulo VII, 'But Is lt Any Good?: The Institutionalization of LiteraryValue'. Volver

4. Bajo el término "conservadores' que utilizo en este lugar, subyace la ideade que los futuros conservadores eran denominados 'moderados' en la décadade 1830. A finales de tal década, y en la siguiente, se denominaron'"ministeriales'; hasta la formación del partido conservador en 1849. Volver

5. Frank Safford, The Ideal of the Practical... op. cit., p. 31. Volver

6. Ibid.,p.49 Volver

7. Safford cita directamente la ley del Congreso de Cúcuta. Véase íbid., p. 50. Volver

8. Ibid., p. 73. Volver

9. Terry Eagleton analiza los diferentes conceptos de literatura en el sigloXVIII en Inglaterra, en Theory of literature, Minneapolis, University ofminnesota Press, 1983. Véase en especial el capítulo 1, 'The Rise of English'. Volver

10. Eagleton afirma que los conceptos de 'respuesta personal' y 'originalidadimaginativa' no habrían tenido ningún significado para Henry Fielding. Volver

11. Felipe Pérez está citado por Luis de Greiff Obregón en Semblanzas ycomentarios, Medellín, ediciones Autores Antioqueños, Vol. 10, 1985, p. 239. Volver

12. Felipe Pérez, El caballero de la barba negra, p. 19. Volver

13. Ibid- Volver

14. James William Párk cita este contemporáneo de Madiedo en RafaelNúñez and the Politics of Colombian Regionalism 1863 - 1886, Baton Rougeand London, Louisiana State University Press, 1985, p. 128. Volver

15. Frank Safford,The Ideal of the Practical... op. cit., p. 193. Volver

16. Frank Duffey, 'The Early Cuadro de Costumbres in Colombia',University of North Carolina Stud,es in Romance Languages and Literatures,No. 26, p. 106,Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1956. Volver

17. José María Samper Matín Flores Bogotá, lmprenta de Gaitán,1866,p.g. Volver

18. Ibid., p. 166. Volver

19. Felipe Pérez, Los jigantes ,Bogotá, Imprenta de Gaitán,1875,p.4. Volver

20. Felipe Pérez, Sara, Bogotá, Imprenta Echavarría Hermanos, 1883, p. 6. Volver

21. Inés de Hinojosa fue novelada de nuevo en la década de 1980 porPróspero Morales Pradilla en la novela Los pecados de Inés de Hinojosa,Véase cap.7

Volver

22. Temístocles Avella Meridoza, Anacaona, Bogotá, lrnprentaConstitucional, 1865,p.5. Volver

23. Rafael Mayo, Obra crítica, tomo 1, Bogotá, Banco de la República, 1982,p. 278.Volver

24. Ibid., p. 285. Volver

25. Frank Duffey, The Early Cuadro de Costumbres...op.cit., p.111 Volver

26. Soledad Acosta de Samper, "Misión de la escritora en Hispanoamerica",en La mujer en la sociedad moderna, paris, Garnier Hermanos, 1895.Reproducido en Revista de estudios colombianos, No.5, 1988, pp. 3-6 Volver

27. Ibid Volver

28. Lucía Guerra Cunningham ha notado cómo las mujeres crían a loshombres en "La modalidad hermética de la subjetividad romántica en lanarrativa de Soledad Acosta de Samper" En Soledad Acosta de Samper, unanueva lectura, Bogotá, Ediciones del Fondo Cultural Cafetero, 1988, pp.353-367 Volver

29. Para un análisis de las otras novelas de Soledad Acosta de Samper verDonald Mc.Grady, La novela histórica en Colombia, Bogotá, Editorial Kelley,s.f. Volver

30. Fernando Guillén Martínez, La regeneración: primer frente nacional,Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1986, p.89 Volver

31. Ibid., p. 34. Volver

32. Gilberto Gómez Ocampo, Entre María y La Vorágine, la literaturacolombiana finisecular (1886 1903), Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1988,cap. 1. Volver

33. Soledad Acosta de Samper, Gil Bayle, Bogotá, Imprenta de la Luz, 1898,p. 3.

Volver

34. Soledad Acosta de Samper, Los piratas en Cartagena, Bogotá, BibliotecaPopular Colombiana, 1946, p. 21. Volver

35. Frank Duffey describe a Marroquín como 'siempre correcto' y 'quizás elmejor de los costumbristas colombianos', The Early Cuadro de Costumbres...op. cit., p. 69 Volver

36. Marroquín, Blas Gil, Bogotá, lnstituto Caro y Cuervo,1973,p.271 Volver

37. Marroquín, "Estudio de Entre primos", Bogotá, Instituto Caro y Cuervo,1978, pp.285-486 Volver

38. Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia: ideología y cultura,Bogotá, Ediciones Aurora, 1985, p.18 Volver

39. Juan osé Arrom, Fsquema generacional de las letras hispanoamericanas,Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1963. Volver

40. Abel Naranjo Villegas, Generaciones colornbianas, Bogotá, Banco de laRepública, S.f. Volver

41. Véase Femando Charry Lara, 'Los poetas de Los Nuevos', RevistaIberoamericana Números 128 -1291 julio-diciembre 1984, pp. 633 -681. Volver

42. Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia... op. cit., p. 37. Volver

43. Ibid., p. 32. Volver

44. Véase Eduardo Castillo, La Vorágine en Montserrat Ordóñez, LaVorágine. textos críticos, Bogotá, Alianza Editorial, 1987, p. 41 Volver

45. Ibid., pp. 29 y 34. Volver

46. Guillermo Manrique Terán, en Ibid., p. 39. Volver

47. Ibid., p. 47. Volver

48. Rafael Gutiérrez Girardot, 'La literatura colombiana en el siglo XX', enManual de Historia de Colombia, Bogotá, Colcultura, pp. 470 - 471. Volver

49. Tomás Carrasquilla, 'Homilía No. 2' en Obras completas, tomo II,Medellín, Bedout, 1964, p.688. Véase nota 6. del cap. 5. Volver

50. Carrasquilla habla de 'nuestro ambiente' en Obras completas, tomo I,Medellín Bedout, 1958,p. 259. Volver

51. Armando Romero, '" novela colombiana de entreguerras', en RevistaIberoamericana 141, oct.-dic. 1987, p. 872. Volver

52. Armando Romero, Las palabras están en situación, Bogotá, Procultura,1985, p.58 Volver

53. Ibid., p. 46. Volver

54. Ibid., p.47 Volver

55. Jacques Gilard, 'Un eco temprano de la aparición de Bestiario,Barranquilla, 1951', en Lo lúdico y lo fantástico en la obra de Cortázar, ed.Saúl Yurkiévich, Caracas, Editorial FundamentosVolver

56. José Antonio Osorio Lizarazo, Novelas y Crónicas, Bogotá, InstitutoColombiano de Cultura, 1978,p.425 Volver

57. Ibid., p. 82. Volver

58. Gerald Wade "An Introduction to the Colombian Novel", Hispania, 30, 4,Noviembre de 1957, p.480 Volver

59. Gabriel García Márquez, "La literatura colombiana, un fraude a lanación", Obra periodística, Vol.4, Recopilación y prólogo de Jacques Gilard,Barcelona, Bruguera, 1983, pp.787-793 Volver

Programa de actividades ¬Reseñas ¬

Foro virtual ¬Talleres virtuales ¬

Ensayo final ¬Manual de novela colombiana ¬

Síntesis de Modelos historiográficos ¬Bibliografía virtual ¬

Bibliografía general ¬Novela Colombiana en la red ¬

Contacto académico ¬

60. Wade, "An Introduction to...op.cit., p.467Volver

61. Arturo Escobar,The 1-Irofessionalization and Institutionalization of'Development' in Colombia en the Early Post World War Il Period'Occasional Papers in Latin American Studies, Staiiford/Berkeley JointCenter for Latin American Studies, No. 14, Spring 1988. Volver

62. Thomas Kooreman,'Two Novelistic Views of the Bogotazo',LatinAmerican Literary Review , 3:5,1974, p. 135. Volver

63. Para un análisis más amplio de la heteroglosia en La mala hora, véase:Raymond I. Williams, Gabriel García Márquez, Bostón, G.H. Hall, 1984,pp.66-68 Volver

64. René Gilard, Violence and the Sacred, Baltimore, Johns HopkinsUniversity Press, 1977, p.2Volver

Introducción <> La ideología y la novela <> La novela moderna y posmoderna

Subir