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Piezas póntico/danuvianas de la Colección Martí Esteve R. Barroso Cabrera y J. Morín de Pablos

Piezas póntico/danubianas de la Colección Martí Esteve ¿Un ajuar de enterramiento principesco?

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Piezas póntico/danuvianas de la Colección Martí Esteve

R. Barroso Cabrera y J. Morín de Pablos

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Piezas póntico/danubianas de la Colección Martí Esteve ¿Un Ajuar De Enterramiento Principesco?

R. Barroso Cabrera y J. Morín de Pablos1

Introducción

La colección de Miguel Martí Esteve presenta un lote de piezas fabricadas en oro de adscripción cultural póntico-danubiana, con una cronología que puede fecharse en torno a los siglos V-VI d.C., aunque alguno de los objetos, como los broches de cintu-rón, podría alcanzar incluso la séptima centuria2. Esta perduración con respecto a la fecha de fabricación no es extraño, dado el valor intrínseco de las piezas fabricadas en oro, y se documenta también en otras necrópolis de la época3. Por otra parte, el con-junto presenta unos rasgos tipológicos, decorativos y funcionales muy homogéneos que permiten pensar que las piezas proceden de un único conjunto. En este sentido, la hipótesis que nos parece más probable es que estamos ante parte del ajuar de un personaje de alto rango enterrado en costume princier.

El uso de apliques dorados para vestimenta es una costumbre bien documentada en ambientes godos orientales y entre los pueblos nómadas de las estepas como sár-matas y escitas, de donde parece ser originaria esta moda. Entre la aristocracia de los pueblos nómadas del sur de Rusia la tradición de utilizar apliques de lámina de oro para recubrir vestimentas y arreos de caballo está atestiguada desde época de los kurganes4. Para el periodo de las grandes migraciones populares la costumbre está también atestiguada tanto arqueológicamente, en ambientes funerarios de los prin-cipados de Crimea y el Bósforo, bien a través de la excavación de necrópolis o bien a partir de hallazgos aislados, como a través de descripciones literarias en relación con indumentarias oficiales y festivas. A partir del estudio de las tumbas excavadas con

1 Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de AUDEMA. Calle Santor-caz, 4. Madrid, 28002. www.audema.com; [email protected]

2 Queremos agradecer a Albert Vicent Ribera, Josep Vicent Lerma e Isabel Barceló la posibilidad de estudiar este conjunto.

3 Por ejemplo, una fíbula tipo Silberblechfibel (2ª mitad s. V d.C.) encontrada en la sepultura 63 de la necrópolis visigoda de Tinto Juan de la Cruz (Pinto, Madrid) asociada a un broche de cinturón de tipo I (inicios siglo VI): Barroso Cabrera, R. et al. “Los yacimientos de Tinto Juan de la Cruz. Pinto, Madrid (ss. I al VI d.C.)”, en Estudios de Prehistoria y Arqueología Madrileñas, núm. 12, 2002, pp. 137 ss. El fenómeno es relativamente usual y se documenta también en la necrópolis de La Dehesa de la Casa (Fuentes, Cuenca), donde apareció una pareja de pendientes con apli-ques poliédricos, característicos de las sepulturas germánicas del siglo VI, entre materiales del siglo VII de inspiración bizantina: López Requena, M. – Barroso Cabrera, R. La necrópolis de La Dehesa de la Casa-Los Balconcillos. Una aproximación al estudio de la época visigoda en la provincia de Cuenca. Arqueología Conquense XII. Madrid, 1994, p. 50, lám. 28.

4 Representativo de la cultura protohistórica de Pazyryk son los arneses o máscaras de cuero (cha-mfrones) recubiertos de láminas doradas para caballos sacrificiales: Baumer, Ch. The History of Central Asia. The Age of the Steppe Warriors, vol. 1, Londres, 2012, p. 187.

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criterios arqueológicos, donde estas piezas han aparecido in situ sobre el cadáver, es posible certificar el hecho de que iban cosidas sobre las vestiduras del sujeto5.

Como se ha dicho, aunque la costumbre tiene su origen en los pueblos nómadas de las estepas caucásicas, fue pronto adoptada por las poblaciones godas de la costa de Crimea e incluso se ha llegado a documentar en algunos yacimientos germano-orien-tales de Europa central y occidental del siglo V como Regöly, Bakodpuszta y Papieski (Hungría), Hochfelden y Airan (Francia), Untersiebenbrunn (Austria), etc6.

La técnica

Por otra parte, no contamos hasta el momento con un análisis metalográfico de las piezas en cuestión, aunque sí es posible afirmar que la técnica de fabricación es muy parecida para todos los ejemplares. Se trata de hecho de una técnica muy sencilla que parece sugerir que fueron obra de un taller local. El primer paso sería la preparación por el orfebre de una bellota de metal que laminaría posteriormente con ayuda de un martillo o rodillo. Dicha lámina fue recortada después con una tijera hasta conseguir la forma requerida. Una vez las piezas se hubieron recortado y adquirido la forma desea-da, se pasó a ejecutar el último paso: la decoración de cada pieza mediante el empleo de troqueles y punzones. La presencia de una misma técnica de fabricación para to-das las piezas del conjunto es el primer indicio que sugiere que nos hallamos ante un conjunto de piezas unitario tanto en cuanto a su fabricación como al depósito al que pertenecieron.

3. La colección Martí Esteve

La colección exhibe dos hebillas de cinturón realizadas en lámina de oro recorta-da. La de mayor tamaño reproduce un modelo de hebilla de cinturón de tipo danu-biano, con hebilla ovalada y placa rectangular. Hay que subrayar que la pieza de la colección Martí Esteve presenta una decoración que imita un prototipo real fabricado en bronce dorado, con decoración de cabujones en las esquinas y centro, en los que iban insertadas las piedras preciosas. En nuestro ejemplar, además, la pieza va deco-rada con un marco sogueado que corre alrededor de la placa. Este tipo de broches de cinturón de placa es característico de los cementerios visigodos del centro peninsular caracterizados por la presencia de ajuares de tipo danubiano y que, en el caso de la península, vienen a fecharse en torno al periodo 480/90-525 d.C.7

5 Por ejemplo, en un enterramiento femenino del yacimiento de Koktepe VI, del periodo Kangju (s. I d.C.): Rapin, C. Nomads and the Shaping of Central Asia: from the Early Iron Age to the Kushan period, en: After Alexander: Central Asia before Islam, Londres, 2007, p. 53s, fig. 9e.

6 Gürçay Damm, I. Huns and Goths: Jewelry from the Ukraine and Southern Russia, en: K. Reynolds Brown et al. (eds.) From Attila to Charlemagne. Arts of the Early Medieval Period in the Metropolitan Museum of Art. Nueva York, 2000, pp. 102-119; Kazanski, M. – Mastykova, A. Les Elements Ger-maniques Dans la Civilisation de la Population du Caucase du Nord à l’époque des grandes Migra-tions, en: von Carnap-Bornheim, C. (Her.) Kontakt-Kooperation-Konflikt. Germanen und Sarmaten zwischen dem 1. und 4. Jahrhundert nach Christus. Neumünster, 2003, pp. 135-176.

7 Barroso Cabrera, R. - López Quiroga, J. - Morín de Pablos, J. Mundo funerario y presencia “ger-mánica”, en `Hispania` (ss. V-VI), en Gallia e Hispania en el contexto de la presencia `germánia`(ss. V-VIII). Balance y perspectivas. BAR Internacional Series 1534. Oxford, 2006, pp. 213-224; Barroso Cabrera, R. y Morín de Pablos, J. Mundo funerario y presencia `germánica`en Hispania (ss. VII-

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El otro ejemplar de hebilla es de menor tamaño que el anterior y presenta una de-coración esquematizada a base de rehundido que ocupa la parte central de la placa. A diferencia del ejemplar anterior, esta pieza presenta hebilla rectangular. Sin embargo, al igual que en el primer ejemplar, encontramos también cuatro pequeños rehundidos situados en las esquinas que sugieren una inspiración en los broches de niveles pre-cedentes, donde los cabujones esquinados servían para ocultar los puntos de unión entre placas. A diferencia de lo que sucedía con la pieza anterior, no es fácil adivinar un prototipo real en broches de cinturón de la época que sirviera como modelo para esta pieza, aunque pueden citarse dos broches de cinturón con hebilla y placa rectan-gulares hallados en la necrópolis de Tsibilium (República de Abjasia), en el Cáucaso, pertenecientes a la fase III de la civilización de Tsebelda (1ª mitad s. V)8. Sin embargo, como tendremos ocasión de ver más adelante, sí encontramos perfectos paralelos de tales piezas en sendas hebillas recortadas en lámina de oro descubiertas en una tum-ba en Kertsch (Ucrania) conservados en el Museo del Ermitage de San Petersburgo.

Aparte de estas dos piezas en forma de hebillas de placa, la colección Martí Esteve cuenta también con otro elemento característico de la costumbre funeraria póntico-danubiana. Nos referimos a los apliques metálicos que se cosían a diferentes prendas textiles. Es ésta una costumbre típicamente oriental que en la península ibérica se halla documentada también en el yacimiento de Granja de Turuñuelo (Medellín).

En el caso de las piezas de la colección Martí Esteve se documentan dos tipos dife-rentes, cada uno de ellos representados por dos ejemplares: un tipo rectangular con apéndices en forma de lúnula y otro escutiforme con extremo oval.

Un grupo aparte muy interesante de esta colección es el formado por el conjunto de cinco apliques rectangulares decorados con escenas de lucha, uno de mayor tama-ño que el resto. Es éste un conjunto muy interesante por cuanto presenta decoración figurada, algo que, si bien suele ser extraño en la orfebrería bárbara, no es ni mucho menos único. Parece obvio que estas piezas formaban parte de un único conjunto de apliques, tal como se observa claramente al estudiar el diseño de los troqueles: la escena del individuo que mantiene los brazos levantados es idéntica en ambos con-juntos de piezas, lo que demuestra que se utilizó el mismo troquel para la fabricación de todos los apliques. Este hecho vendría a confirmar de nuevo la sospecha antes adelantada de que nos encontramos ante un conjunto de procedencia unitaria, po-siblemente perteneciente al ajuar funerario de un personaje de prestigio. El grupo, en efecto, presenta cierta similitud con una corona funeraria descubierta en 1910 en Kertsch custodiada en el Ermitage decorada con escena de triunfo a caballo9.

De funcionalidad desconocida, pero probablemente semejante a las piezas arriba

VIII), en Gallia e Hispania. op. cit., pp. 225-236; Barroso Cabrera, R.- Morín de Pablos, J. - López Quiroga, J. La presencia “bárbara” en Hispania en las necrópolis del siglo V, en El tiempo de los bár-baros. Pervivencia y transformación en Galia e Hispania (ss. V-VI d.C.). Zona Arqueológica, 11Madrid, 2002, pp. 134-147; Morín de Pablos, J. y Barroso Cabrera, R. El mundo funerario peninsular. De las necrópolis tardorromanas a los cementerios hispanovisigodos en el oeste peninsular, en El tiempo de los bárbaros, op. cit. , pp. 148-181; Barroso Cabrera, R. y Morín de Pablos, J. El mundo funerario en Hispania en el siglo VI, en El tiempo de los bárbaros, op. cit. , pp. 392-409.

8 Kazanski, M. – Mastykova, A. 2007, p. 124, lám. 23/25; p. 136, lám. 35/8.9 Shchukin, M. – Kazanski, M. – Sharov, O. 2006, p. 294, fig. 9.

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descritas, es otra placa rectangular decorada con tema geométrico. En este caso la pieza presenta dos celdas u hojas acorazonadas en relieve, enmarcadas por un recuadro for-mado por aspas y círculos emparejados. Este tipo de decoración geométrica hace pensar en una relación estética con la primera de las hebillas aquí estudiadas, argumento que redunda de nuevo en nuestra propuesta de que se trata de piezas procedentes de un mismo depósito.

La última de las piezas relacionadas es un aplique de chapa de oro de forma ovoi-de que presenta la misma técnica de fabricación que los ejemplares anteriores y una decoración grafilada que enmarca un motivo central no identificado, quizá una hoja lanceolada. No es posible determinar con exactitud su funcionalidad, si bien es pre-sumible que sirviera como aplique de una corona funeraria.

El contexto hispano: de las joyas bárbaras de estilo danubiano a la orfebrería bizantina

Al igual que sucede prácticamente con toda la toréutica, los objetos de orfebrería de la tardía antigüedad hallados en la península ibérica muestran la enorme influencia de los estilos creados en el Mediterráneo oriental sobre los talleres hispanos. Sin embargo, aunque hacia el siglo VII todas estas influencias confluyeron en una especie de koiné es-tilística de tipo orientalizante, pueden establecerse diversos focos de irradiación de di-cha influencia oriental. En primer lugar hay que mencionar la propia tradición artística tardorromana, especialmente arraigada en ciertas zonas como la Bética o la ciudad de Emerita, tradición que constituye la base sobre la que actuará el resto de las influencias.

Junto a esta base común bajoimperial hay que citar después la tradición artística sármato-oriental adoptada por los godos durante su estadía en las llanuras del sur de Rusia. El asentamiento de las poblaciones nómadas y godas en la costa norte del Mar Negro y la península de Crimea permitió que entraran en contacto con el Impe-rio oriental, dándose un mutuo influjo entre las artes nómadas y las bizantinas. En la península ibérica, la influencia de las tradiciones artísticas nómadas se advierte sobre todo en una serie de piezas de orfebrería que hay que relacionar con la llegada y establecimiento de los primeros contingentes de población bárbara, bien formando parte de la propia administración imperial (en concreto, como foederati o miembros del ejército imperial) o bien derivados del colapso del Imperio. Este tipo de piezas se corresponden, pues, con enterramientos de tipo principesco, característicos de ele-mentos aristocráticos bárbaros al servicio de Roma, y vienen a fecharse en los pri-meros momentos de disgregación del poder imperial, es decir, en torno a finales del siglo IV y la centuria siguiente. Entre los conjuntos más destacados de esta orfebrería bárbara destaca el ajuar de una tumba aristocrática femenina hallado en Mérida, con un collar de cuentas de oro y granates, asociado a una pareja de alfileres de oro de cabeza poliédrica, así como algunos ajuares descubiertos en la necrópolis portuguesa de Beiral, correspondientes al denominado horizonte Untersiebenbrunn o Smolin/Kosino10. De confirmarse el origen hispano de las piezas de la colección Martí Esteve

10 Barroso, R. – López, J. – Morín, J. Mundo funerario y presencia germánica en Hispania (ss. V-VI d. C.), en: López, J. et al.(eds.) Gallia et Hispania en el contexto de la presencia ‘germánica’ (ss. V-VIII): Balance y perspectivas.BAR International Series 1534, Oxford, 2006, pp. 213-224. Vid. Nothnagel,

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aquí estudiadas, nos encontraríamos ante un nuevo ejemplo de este tipo de hallazgos contemporáneos o poco posteriores al colapso del Imperio. En tal caso habría que ponerlos en relación con algún tipo de enterramiento principesco de un miembro de las élites bárbaras proto-danubianas al servicio del Imperio.

A las dos tradiciones artísticas precedentes, tardorromana y bárbara, se superpuso después la creciente influencia del Mediterráneo oriental, fruto del decidido empuje de Justiniano I por la restauración imperial, que tendrá su eclosión en Hispania a partir de finales del siglo VI y, sobre todo, en pleno siglo VII con el establecimiento del reino visi-godo y la creación de una verdadera corte real en Toledo. Precisamente a esta fase corres-ponde la mayor parte de los objetos de orfebrería y sobre todo los conjuntos más impor-tantes: los tesoros de Guarrazar (Toledo), Torredonjimeno (Jaén) y Villafáfila (Zamora).

Sin duda, el más importante de todos ellos, tanto por su extrema calidad como por el simbolismo que desprenden, es el conjunto de coronas halladas en las Huertas de Guarrazar, junto a Gadamur, a unos 8 km al sur de Toledo. En agosto de 1858 fueron descubiertas de forma fortuita en Guarrazar diversas coronas y cruces de oro y gemas así como otras muchas piezas de valor incalculable de época visigoda que en la actua-lidad. Después de una azarosa historia repleta de múltiples peripecias, finalmente el conjunto acabó repartido entre tres instituciones de España y Francia: el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el Palacio Real de Madrid y el Museo de Cluny en París. Las piezas del tesoro pertenecieron a las donaciones que diversos reyes y otros magnates visigodos habrían realizado a alguna de las principales iglesias de la ciudad de Toledo. Dadas la naturaleza del hallazgo y la cronología de las piezas, posteriores al primer tercio del siglo VII, la mayoría de los autores se inclina por explicar la ocul-tación como resultado de la caída del reino a manos de los árabes en 711.

Por otro lado, la práctica de donar cruces y coronas a las iglesias se halla documen-tada en el Imperio oriental (en Rávena, Constantinopla y en la Anastasis rotunda de Jerusalén), desde donde la costumbre se habría introducido en la España visigoda en época bastante temprana. La Historia Wambae, escrita por Julián de Toledo hacia el último tercio del siglo VII, narra que Recaredo (586-601) había donado una cruz de este tipo a la iglesia de San Félix de Gerona con la que el usurpador Paulo se habría

2008, lám. 1.

Tesoro de Guarrázar. Detalle de litografía de la colección Martí Esteve.

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hecho coronar durante la insurrección de la nobleza en la Septimania contra Wam-ba (HWR 26). La costumbre era relativamente frecuente, hasta el punto que el Liber Ordinum conserva una oración de bendición de las coronas ofrecidas a las iglesias11.

En la actualidad, el grueso de las piezas descubiertas en Guarrazar se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid tras su devolución en 1941 como con-secuencia de las negociaciones establecidas por los gobiernos de Francia y España. Entre las joyas custodiadas por el M.A.N. se encuentran varias piezas de orfebrería, entre las que se incluyen seis coronas (entre ellas la cruz donada por el rey Recesvinto, sin duda la obra maestra de la colección); cuatro cruces pendientes y los restos de una gran cruz-relicario procesional. Además, en el Palacio Real de Madrid se custodian la corona del abad Teodosio, la cruz del obispo Lucecio y otros pequeños restos. La co-rona ofrecida por Suintila desapareció en un robo cometido en 1921 y sólo se conoce por grabados antiguos. De nuevo en octubre de 1936 se sustrajeron otras alhajas de la colección. Ya fuera de nuestras fronteras el Museo de Cluny alberga otras tres coro-nas, entre las que cabe destacar un ejemplar donado por un tal Sonnica12.

La opinión mayoritaria entre los investigadores es que las joyas de Guarrazar fue-ron obra de un taller vinculado a la corte visigoda de Toledo muy influido por las corrientes artísticas bizantinas13. Para Schlunk, al menos una de las piezas –la cruz colgante que pende de la corona de Recesvinto– sería obra original de un taller bizan-

11 L. O. LIX col. 165s. BENEDICTIO CORONAE. Iesu Domine, qui es corona sanctorum, hanc coronam benedi-cendo sanctifica: ut pro decore domus tuæ et tui honore ac ornamento altaris, accepta hæc munera feras, et de manibus offe-rentium respectu hilari et pia benignitate suscipias. Amen. (Férotin, M. Le Liber Ordinum en usage dans l’Église wisigothique et mozarabe d’Espagne du cinquième au onzième siècle. Reimpr. Ward, A. – Johnson, C. Bibliotheca & Ephemerides Liturgicae. Subsidia. Instrumenta Liturgica Quarreriensia. CLV, París 1904/Roma 1996).

12 Balmaseda Muncharaz, L.J. “El tesoro perdido de Guarrazar”, AEArq, 68, 1995, pp. 149-164.13 Los estudios de referencia son: Ríos, J. A. de los, El arte latino-bizantino en España y las coronas

visigodas de Guarrazar: Ensayo histórico-crítico. Madrid, 1861; Ferrandis, J. “Artes decorati-vas”, en HEMPidal, vol. III. Madrid, 1940, p. 625 ss. y Camps Cazorla, E. “Coronas y cruces del tesoro de Guarrazar”, en AMAN (1940-1945). Madrid, 1945, p. 132-141. Sobre las vicisitudes que rodearon el descubrimiento del tesoro: Balmaseda Muncharaz, L.J. “Las versiones del hallazgo del tesoro de Guarrazar”, BolMAN, t. XIV, 1996, pp. 95-110, que reivindica el trabajo de P. de Ma-drazo, a quien debemos el relato más fidedigno de las circunstancias en las que se produjo el ha-llazgo: “Orfebrería de época visigoda. Coronas y cruces del Tesoro de Guarrazar”, en Monumentos Arquitectónicos de España, 1879, p. 8ss. Vid. además: Schlunk, H. – Hauschild, Th. Die Denkmäler der frühchristlichen und westgotischen Zeit. Hispania Antiqua, Maguncia, 1978; Balmaseda, L. J. “Orfebrería epigrafiada de época visigoda en el Museo Arqueológico Nacional”, en: Ávila, N. et al. (eds.) VIII Jornadas Científicas sobre Documentación de la Hispania altomedieval (Siglos VI-X). Ma-drid, 2009, pp. 11-42; Perea, A. (ed.) El tesoro visigodo de Guarrazar. Madrid, 2001; Molina Gómez, J. A. “Las coronas de donación regia del tesoro de Guarrazar: La religiosidad en la monarquía visigoda y el uso de modelos bizantinos”, Antigüedad y Cristianismo XXI, Murcia, 2004, pp. 459-472; Eger, Ch. “Krone und Kreuz König Svinthilas. Westgotische Hofkunst und Plate-inlaying im 6. und 7. Jh.” MM 45, 2004, pp. 449-506; Id. Estudios arqueológicos de Guarrazar. Instituto Visigótico-Mozárabe, Toledo 2005; Id. “Guarrazar”, Zona Arqueológica 11, Alcalá de H. 2010, pp. 563-565; Velázquez Soriano, I. “El acto epigráfico en la Hispania visigoda. (Del rey abajo, todos)”, en: Hispania Gothorum. San Ildefonso y el reino visigodo de Toledo, Toledo, 2007, pp. 87-106; Ager, B. “Byzantine Influences on Visigothic Jewellery”, en: Entwistle, C. – Adams, N. (eds), ‘In-telligible Beauty’: Recent Research on Byzantine Jewellery, British Museum Research Publication 178, 2010, pp. 72-82

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tino, sirviendo primero como cruz pectoral y más tarde colocada como colgante en la corona, mientras que el resto sería resultado del trabajo de un taller áulico influido por las corrientes bizantinas. Recientemente, A. Perea ha propuesto un origen bizan-tino para los restos de la cruz procesional, cuya técnica y estilo están directamente emparentados con el arte de la corona de Recesvinto. En cualquier caso, el estilo de las coronas evidencia los influjos de los modelos tardoantiguos, tales como los ejem-plares de Monte Barro (Italia) o la perdida corona de Agilulfo (a. 600), y sobre todo la influencia de la orfebrería romano-oriental de la séptima centuria.

El tesoro de Torredonjimeno (Jaén) fue descubierto en el año 1926 y sufrió una suerte aún peor que el de Guarrazar. A diferencia del tesoro de Guarrazar, el tesoro de Torredonjimeno no conserva ejemplares completos sino fragmentos de lo que un día fueron coronas y cruces votivas. La distribución del tesoro de Torredonjimeno en tres instituciones museísticas diferentes (Museo Arqueológico de Cataluña, Museo Arqueológico Nacional y Museo Arqueológico de Córdoba) ha contribuido a que las publicaciones sobre el tesoro se realizasen de forma parcial y en diferentes momen-tos, dificultando aún más la investigación14.

Entre los numerosos fragmentos diseminados por distintas instituciones (Museo Arqueológico Nacional, Museo Provincial de Córdoba y Museo Arqueológico de Barce-lona) destacan los restos de una corona votiva, de la que se conservan algunas letras colgantes en las que algún autor ha querido ver una dedicatoria a las santas Justa y Rufina. Es más probable, sin embargo, tal como ha propuesto I. Velázquez, que dichas letras fueran parte de una dedicatoria en la que constara el nombre de un monarca o personaje importante del reino15. Las letras colgantes subrayaban el carácter propa-gandístico de la ofrenda frente a las inscripciones grabadas en otras piezas. Además de estas letras, se conservan también una serie de cruces, entre las que se distinguen tres grupos diferentes: creces adornados con pedrerías engastadas en cabujones, cru-ces con los bordes doblados hacia arriba y grupo de cruces de lámina de oro. Estas últimas son de características muy similares a las encontradas en Villafáfila y las que, desde el punto de vista técnico, tienen una mayor relación con las piezas de la colección Martí Esteve16.

14 Almagro Basch, M. “Los fragmentos del Tesoro de Torredonjimeno conservados en el Museo Ar-queológico de Barcelona”, MMAP, 7, 1946, pp. 64-75; Id. “Nuevos fragmentos del tesoro de Torredon-jimeno (Jaén)”, MMAP, 8, 1947, pp. 200-203; Perea, A. (ed.) El tesoro visigodo de Torredonjimeno. Madrid, 2009; Gutiérrez P. C. et al. “Estudio PIXE y PIGE de gemas en el tesoro de Torredonjimeno”, VII Congreso Ibérico de Arqueometría, Madrid, 2007 (2008) pp. 390-396; AA.VV. “La restitució de les corones visigòtiques del Tresor de Torredonjimeno (Jaén)”, Rescat 7, 1999, pp. 8-10; AA.VV. Torredonjimeno. Tresor, monarquia i litúrgia. Barcelona, 2003; García de Castro, C. (ed.). Signum Salutis. Cruces de orfebrería de los siglos V al XII. Oviedo, 2008.

15 La interpretación fue adelantada por S. de los Santos en correspondencia con Álvarez-Ossorio, por entonces director del M.A.N.: Balmaseda, L. J. “Hallazgo y dispersión del conjunto de Torre-donjimeno según la documentación del Archivo del M.A.N.”, en: Perea, A. (ed.) 2009, pp. 35s; Vives Gatell, J. Inscripciones de la España romana y visigoda. Barcelona, 1943, p. 133, núm. 383-388. Esta lectura e interpretación del conjunto han sido negadas con buenos argumentos por Velázquez Soriano, 2007, pp. 92s.

16 Hübener, W. “Las cruces de lámina de oro de la temprana Edad Media”, Ampurias, 43, 1981, p. 260ss.

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Otros hallazgos importantes en relación con el trabajo del oro en época hispano-visigoda pueden rastrearse en la península, contándose entre los más importantes el broche hallado en Turuñuelo (Medellín, Badajoz) y las joyas de Huete (Cuenca), Museo de Córdoba17, La Guardia (Jaén)18 y Elche19.

Dejando a un lado el anillo relicario del Museo de Córdoba, por tratarse de un ejemplar claramente de importación, el conjunto más destacado de este grupo y el que mayor relación tiene con las piezas de la colección Martí Esteve es el encontrado en la Granja del Turuñelo. En esta localidad cercana a Medellín fue excavada hace algunos años una tumba femenina en sarcófago con importantes piezas de orfebrería oriental, todas ellas realizadas en oro, lo que da una idea de la relevancia social del personaje. El ajuar de la sepultura, fechado hacia el último tercio del siglo VI, estaba formado por una tela funeraria con hilos de oro, una contera de un instrumento de tocador, dos pendientes, un anillo, un grupo de brácteas y un broche con la escena de la Adoración de los Magos e inscripción en lengua griega (Santa María ayuda al que lo lleva, Amén)20. Las brácteas están fabricadas en láminas finísimas de oro y van decoradas con un motivo heráldico esquematizado de prótomos de animales alrededor de un motivo cuadrangular relleno de rombos y triángulos rayados. El colgante, por su parte, tiene un paralelo muy cercano en un broche conservado en el British Museum, de factura más perfecta que el ejemplar extremeño, y en otro de la Ariadne Galleries21.

Procedentes de la localidad conquense de Huete se conservan en el M.A.N. una sortija de oro, pedrería y perlas y un zarcillo de oro y granates del tipo llamado kor-benform o “de cestilla”. En realidad, como puede apreciarse en el mismo ejemplar de Huete, que es el más elaborado, la cestilla no es otra cosa que una flor esquematizada.

Dadas las características comunes entre pendiente y anillo resulta altamente pro-bable que el conjunto formara parte de un mismo juego de adorno personal de algún importante personaje. Por su riqueza, técnica de realización y diseño –con claras re-miniscencias del trabajo de la corona de Recesvinto– es muy posible además que las piezas conquenses fueran fabricadas por el mismo taller áulico del tesoro de Guarra-zar. En concreto, destaca el uso de almandines y filigrana del anillo y el calado y mar-co en zigzag decorado con granates del pendiente, un diseño que recuerda el relleno de las letras colgantes de las coronas.

Cuestión aparte constituye la aparición de unas piezas de enorme valor y de tanta calidad artística en este aparentemente recóndito lugar de la geografía peninsular. A nuestro juicio, la aparición de estas piezas en Huete y de otra pareja de zarcillos del mismo tipo, aunque más simple en cuanto a técnica y riqueza, en la cercana localidad de Albendea, actualmente custodiados en el Museo Provincial de Cuenca, debe poner-se en relación con la importancia que alcanzó este territorio de la Meseta sur durante

17 Santos Gener, S. de los, “Anillo relicario bizantino”, MMAP 5, 1944, pp. 89-92, quien lo ads-cribió, con dudas, al Tesoro de Torredonjimeno, si bien dicha adscripción presenta problemas: Balmaseda, 2009, p. 52.

18 Martínez Romero, J. Una necrópolis visigoda en La Guardia (Jaén). Jaén, 1955; Palol Salellas, P. de, “Hallazgos hispanovisigodos en la provincia de Jaén”, Ampurias, XVII-XVIII, 1955-1956, p. 286ss.

19 Ramos Folqués, A. “Adquisiciones del Museo Municipal de Elche (Alicante)”, MMAP 9, 1948, p. 174. 20 Pérez Martín, Mª J. Una tumba hispano-visigoda excepcional hallada en El Turuñuelo, Medellín

(Badajoz), TPreh, 4, 1961. 21 Ager, 2010, p. 74s.

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la primera mitad de la séptima centuria, y sobre todo por la relación que cabe intuir con la cercana Recópolis, ciudad fundada por Leovigildo en la provincia Celtiberia22.

No podemos terminar este repaso a las principales piezas de orfebrería peninsular sin mencionar el tesorillo de cruces encontrado en 1921 en la villa de Villafáfila. Aun-que este conjunto constituye uno de los ejemplos más interesantes de la orfebrería hispanovisigoda, no fue objeto de un estudio completo hasta el año 1990. Hasta esa fecha las referencias, a pesar de ser ciertamente abundantes, se encontraban única-mente en obras generales de arte hispano de época visigoda23.

El hallazgo del tesoro se produjo en el llamado “pago de Santa Marta”, un terreno situado al SO de la localidad, como consecuencia de la construcción de tres norias para el riego. En realidad, parece ser que la ocultación se descubrió en el año 1921 durante las obras de construcción del primer pozo, no encontrándose otros restos ar-queológicos ni estructuras asociados al mismo24. A pesar de la ausencia de referentes arqueológicos algunos autores se han decantado por la existencia de algún templo o centro religioso dedicado a Santa Marta, relacionado con una posible necrópolis, puesto que en las inmediaciones del pago se descubrió una fosa con cubierta de lajas25.

El conjunto descubierto en Villafáfila fue adquirido por el Patronato del Museo Provincial de Zamora el 28 de diciembre de 1923 después de un intento de compra previo que no llegó a fructificar26. De este modo casi todo el hallazgo pasó a engrosar las colecciones del Museo: tres cruces de lámina de oro, un incensario de bronce y un

22    Barroso Cabrera, R. “Dos joyas de orfebrería hispanovisigoda procedentes de Huete (Cuenca), en el M.A.N.”, BolMAN, VIII, 1990, p. 83-90. La noticia de la fundación de Recópolis la transcriben Juan de Biclara, Chron. 578.4 e Isidoro de Sevilla, HG 51 casi en idénticos términos.

23 Gómez-Moreno y Martínez, M. Catálogo Monumental de la provincia de Zamora. Madrid, 1927, p. 76, lám. 25; Zeiss, H. Die Grabfunde aus dem Spanischem westgotenreich. Berlín-Leipzig, 1934, p. 73 y 187, Tf. 21, 1-3; Ferrandis Torres, J. Artes decorativas, op. cit., p. 692; Velasco Rodríguez, V. Catálogo-inventario del Museo Provincial de Bellas Artes de Zamora. Zamora, 1968, p. 71, lám. 28; Delibes de Castro, G. – Martín Valls, R. “Hallazgos arqueológicos en la provincia de Zamora (IV)”, en BSAA, XLIII, 1977, p. 311; Palol Salellas, P. de, “Demografía y arqueología hispánicas de los siglos IV-VIII”, BSAA, XXXII, 1966, p. 53 y La cultura y las artes, op. cit., p. 416; Sevillano Carbajal, V. Testimonio arqueológico de la iglesia visigoda. Zamora, 1986, p. 35, fot. 11; Alonso Ávila, A. “Suevos y visigodos en el territorio de la actual provincia de Zamora”, SZHistórica, VI, 1985, p. 54-55; Corzo Sánchez, R. San Pedro de la Nave. Estudio histórico y arqueológico de la iglesia visigoda. Zamora, 1986, p. 35, fot. 11; Hübener, W. “Las cruces de lámina de oro de la temprana Edad Media”, Ampurias, 43, 1981, p. 272; Caballero Zoreda, L. Arte prerrománico visigodo, en Historia del Arte de Castilla y León. Prehistoria, Edad Antigua y Arte Prerrománico. Valladolid, 1994, p. 166; Id. Zamora en el tránsito de la Edad Antigua a la Edad Media, siglos V-X, en Historia de Zamora. De los origenes al Medievo. Zamora, 1996, p. 374. Las circunstancias del hallazgo y el estudio de las piezas se realizó recientemente, concretamente en el año 1990, además se efectuó un análisis metalográfico de la totalidad de los ejemplares localizados: Fernández González, J. J. “El tesorillo visigodo de Villafá-fila (Zamora)”, Numantia, III, 1990, p. 195-208; Rovira, S., Consuegra, S. y Montero, I. “Estudio arqueometalúrgico del tesorillo de Villafáfila”, Numantia, III, 1990, p. 209-216.

24 Esta información se pudo comprobar arqueológicamente ya que J. J. Fernández González realizó dos sondeos en el lugar del hallazgo que resultaron estériles: 1990, n. 15.

25 Ibidem, p. 198; Caballero Zoreda, L. 1994, p. 166 y 1996, p. 374. En el primero de los trabajos citados Caballero opina que el tesoro de Villafáfila sería el resto del ajuar litúrgico de una iglesia rural no excesivamente rica, mientras que en el segundo se decanta por un templo de relativa im-portancia, quizá una iglesia monástica.

26 Fernández González, 1990, p. 196-197.

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vástago de latón (quizá un mango de patena o de incensario). Sin embargo, un brazo de una cruz que apareció al cerrar el hueco del pozo fue vendido a un chamarilero27.

Las morfología de las cruces es prácticamente idéntica, correspondiendo al tipo de cruz patada, es decir, con los extremos ensanchados. La única diferencia entre ellas es que una ejemplar presenta los extremos rematados en ángulo obtuso, mientras que los dos restantes los tienen ligeramente convexos. Las mayores diferencias se en-cuentran, sin embargo, en el tipo de enganche: dos de ellas presenta un taladro en el que se encuentra engarzado una cadenilla de cuatro eslabones en forma de S o con un gancho cerrado con una doble vuelta; la tercera, sin embargo, cuenta con una anilla de sujeción formada por un alambre unido a la cruz mediante martilleado.

Los análisis metalográficos indican que las piezas fueron fabricadas con una alea-ción de Au-Ag-Cu muy parecida para todos los ejemplares. El origen del mineral pare-ce estar en el oro nativo de los placeres leoneses o asturianos, aleado con plata y cobre, siempre con proporciones menores a los 21 kilates que daría oro de buena calidad. La técnica empleada es muy sencilla lo que parece indicar que fueron fabricadas en un taller local28.

No obstante, sigue sin estar del todo claro el origen de las piezas, ya que las cruces parecen haber sido fabricadas por un taller local y otro tanto podría suponerse para el incensario, aunque el latón con el que se ha realizado el vástago se asocia generalmente a piezas importadas. J. J. Fernández se inclina por un origen local de los ejemplares de Villafáfila, siguiendo la vieja hipótesis de Palol de la existencia de un taller en el no-roeste peninsular para justificar la abundancia de bronces en la zona29. En este sentido puede resultar pertinente la observación realizada por Hübener quien afirma que este tipo de piezas serían realizadas más por “artesanos” que por “orfebres” especializados, y que no habría que descartar que estos artesanos se dedicasen a otro tipo de actividades, ya que los materiales utilizados en la fabricación de las cruces podrían emplearse para realizar otros útiles de la vida cotidiana (objetos de cuero, piezas de metal, etc.)30.

Las cruces de lámina de oro constituyen un hallazgo relativamente frecuente fue-ra de nuestro país31, especialmente al Norte (área alamano-bajuwárica) y al Sur (zona longobarda) de los Alpes32, si bien estos ejemplares presentan algunas características, tanto formales como funcionales, que los diferencian claramente de los peninsulares. Las cruces europeas han sido elaboradas mediante martilleado de la bellota, recortando con posterioridad las cruces. La gran mayoría de los ejemplares conservados se encuen-tran decorados. Sin embargo, en la zona alamana del Nécker y el Rin se han documen-tado algunas piezas lisas con taladros en los extremos destinados a ir cosidas a la ropa.

En cuanto a la funcionalidad, la mayoría de las cruces alpinas se han hallado en el

27 Ibidem, nt. 13.28    Rovira, S. et al., 1990, p. 213.29    Fernández González, J. J. “El tesorillo”, art. cit., p. 205; Palol Salellas, P. de, Bronces hispanovisigo-

dos de origen mediterráneo. I. Jarritos y patenas litúrgicos. Barcelona, 1950, p. 136.30    Hübener, 1981, p. 255.31    Hübener, W. (ed.), Die Goldblattkreuze des frühen Mittelalters. Bühl-Baden, 1976; Hübener, 1981,

p. 253-276.32    Hübener, 1981, p. 254.

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interior de enterramientos, constituyendo ofrendas funerarias del difunto. Hübener justifica está costumbre por el arraigo del culto al más allá en los territorios baju-wáricos, longobardos y alamanes, ausente entre los visigodos. La cronología de este conjunto de materiales arqueológicos oscila entre el 580 y el 650 d.C. 33

Los paralelos más cercanos al conjunto de Villafáfila, sin embargo, se encuentran en el tesoro de Torredonjimeno (Jaén)34. Las semejanzas de las cruces zamoranas con algunas de las jienenses son claras, aunque se aprecia una tendencia a la cruz latina en vez de la cruz griega de los ejemplares de Villafáfila, si bien una cruz presenta los brazos iguales. Los elementos de suspensión son también similares (orificios, anillas, cadenillas, ganchos, etc.) en ambos casos y proporcionan cierta información acerca de la finalidad de estas cruces que parecen sugerir que serían ofrendas votivas para ser colocadas sobre el altar o altares de algún templo de la zona, al estilo de lo visto para las coronas de Guarrazar35. Se trataría, pues, de ofrendas a las iglesias como acción de gracias o relacionadas con las ceremonias de consagración de los templos.

La datación de estos dos conjuntos hispanos suele llevarse a la séptima centuria36 e, incluso, para Palol, a partir de la segunda mitad del siglo37. En el caso de Villafáfila, el incensario y el mango de patena (?) o incensario abogan por una cronología en tor-no a la segunda mitad del siglo VII.

5. Conclusiones

La ausencia de contexto arqueológico determinado para las piezas de la colec-ción Martí Esteve aquí estudiadas dificulta enormemente su estudio. No se conoce siquiera la procedencia de las piezas y si todas ellas corresponden a un único conjunto o a varios. A pesar de ello, gracias al estudio del estilo y los paralelos de las piezas es posible acercarnos a la comprensión de este magnífico conjunto arqueológico.

Desde el punto de vista estilístico, el conjunto presenta claros paralelos con otros semejantes hallados en el área del Bósforo y la península de Crimea, especialmen-te con objetos pertenecientes a ajuares funerarios de las poblaciones nómadas que habitaban la orilla norte del Mar Negro y que pueden datarse en el periodo de las migraciones y, más concretamente, hacia la primera mitad del siglo V d.C.38. Dada la homogeneidad de las piezas aquí estudiadas, muy semejantes entre sí todas ellas en cuanto a características de estilo, formales y técnicas, es muy probable que todo el

33    Ibidem, p. 257 ss. y 275, nt 21.34    Almagro Basch, 1946, láms. XIII y XVIII y 1947, láms. LXVI; Hübener, 1981, fig. 4.35    Hübener propone que algunos ejemplares podrían lucirse por personajes de elevado rango en

las celebraciones importantes, aunque la endeblez de las cruces conservadas permite descartar esta hipótesis como señaló J. J. Fernández: Hübener, W. “Las cruces”, art. cit., p. 276 y Fernández González, J. J. “El tesorillo”, art. cit., p. 203.

36    Schlunk, H. – Hauschild, Th. Die Denkmäler der frühchristlichen und westgotischen Zeit. Mainz am Rheim, 1978, p. 110-111 y 201; López Serrano, M. Artes decorativas de la época visigoda, en HEM-Pidal, op. cit., p. 773.

37    Palol Salellas, P. de, Arte Hispánico de época visigoda. Barcelona, 1976, p. 158, 168-173.38 Shchukin, M. – Kazanski, M. – Sharov, O. Des Goths aux Huns: Le Nord de la mer Noire au Bas-

Empire et à l’epoque des Grandes Migrations. BAR International Series 1535. Oxford, 2006, figs. 9-10 (Kertch); Kazanski, M. – Mastykova, A. Tsibilium II. La nécropole apsile de Tsibilium L’étude du site. BAR International Series 1721-II, Oxford, 2007, p. 119, lám. 18 (Kldeedi).

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lote hubiera pertenecido a un mismo conjunto, muy probablemente formando parte del ajuar funerario perteneciente al enterramiento de un noble bárbaro.

Dado que, como se ha visto anteriormente, el uso de brácteas apenas se encuentra documentado en la arqueología peninsular más allá del ajuar descubierto en Turu-ñuelo, es posible que el conjunto tenga una procedencia no hispana. No obstante, y a pesar de esta ausencia de paralelos peninsulares, un ajuar de este tipo podría incluirse dentro de un grupo algo más amplio de enterramientos en costume princier correspondientes a personajes de alto rango de origen bárbaro para los que sí se cono-cen algunos ejemplos destacados en la península. Este tipo de enterramientos esta-rían relacionados con la llegada de elementos bárbaros que se habrían establecido en Hispania como consecuencia bien de la entrada en servicio dentro de los cuadros de la administración imperial, sobre todo formando parte del ejército, o bien a través de la arribada de las primeras oleadas bárbaras a la península. De confirmarse la proce-dencia hispana de las piezas de la colección Martí Esteve, habría que sumar entonces un conjunto más a los ejemplos ya conocidos de Beiral, Mérida o Beja.

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Broche de cinturón 59 x 27 mm.

MC/AM/019

Ejemplar fabricado en oro y decorado mediante troquelado. La placa presenta un cuerpo rectangu-lar enmarcado por un recuadro decorado por motivo sogueado y círculos perlados en las esquinas imitando los cabujones de los broches auténticos. El centro está ocupado también por un cabujón rectangular, en forma de piedra tallada, que a su vez está enmarcado por un marco sogueado. Por su parte, la aguja del hebijón presenta una decoración en su base que imita un cabujón y el aro de la hebilla va decorado con una línea paralela al contorno.La pieza no está articulada sino simplemente recortada en una única lámina delgada de oro. La funcionalidad de la misma, por tanto, es claramente ornamental y muy posiblemente funeraria, sirviendo como sustituto de un broche auténtico de tipología visigoda, en concreto de algún ejem-plar del tipo I de Santa-Olalla o Nivel II de la clasificación de Ripoll (ca. 480/90-525)1. No hemos encontrado un paralelo exacto de esta pieza, aunque en la Península Ibérica contamos con algunos broches de cinturón con una tipología similar a la pieza que nos ocupa y que permiten dar una cronología aproximada para el mismo. Uno de ellos es un ejemplar encontrado de la tumba 32 de la necrópolis de Duratón, dentro de un depósito de ajuar que contaba también con dos fíbulas trilami-nares de plata. El broche segoviano se fecha en el siglo V d.C. y conserva una decoración de ovas y perlas semejante a las de nuestro ejemplar, aunque la placa está fabricada en bronce. Otro ejemplar con cierta similitud, aunque con los engastes esquinados en forma cuadrangular, se documentó en la necrópolis de Cacera de las Ranas (Aranjuez)2.

1 Véase nota número 7.2 Molinero, A. Aportaciones de las excavaciones y hallazgos casuales (1941-1959) al Museo Arqueológico de

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Broche de cinturón

53 x 21 mm.

MC/AM/021

Ejemplar fabricado en lámina de oro con decoración troquelada. En este caso, y a diferencia del ejemplar anterior, la hebilla se encuentra articulada a la placa, unida a ella mediante un pasador también de oro. La placa presenta cuerpo rectangular decorado por un motivo troquelado en forma de rectángulo rematado por semicírculo en la parte distal y enmarcado por cuatro círculos en las esquinas. El recuadro va decorado con una imagen central que representa un motivo muy esquematizado y difícil de reconocer, quizás un animal en actitud rampante. La esquematización de los motivos hasta hacer la decoración irreconocible es un fenómeno habitual en la Tierornamen-tik germana de la época de las grandes migraciones. La decoración de tipo animalístico es frecuen-te en las hebillas ponto-danubianas, destacando los motivos del león y el grifo como símbolos heráldicos3. Nuestro ejemplar tiene su perfecto correlato en sendas placas de cinturón halladas en 1910 en Kerstch a las que antes hemos hecho alusión y que presentan idéntica morfología y técnica decorativa4.

Segovia, EAE, 72. , 1971; Pinar, J. Ponto-Danubian traditions of dress, en The pontic-danubian realm in the period of the great migration (V. Ivanisèvic y M. Kazanski Eds.). Paris, Beograd, 2012, pp. 269-270, fig. 3.2; Ar-danaz Arranz, F. La necrópolis visigoda de Cacera de las Ranas (Aranjuez, Madrid), en Zona Arqueológica. La investigación arqueológica de la época visigoda en la Comunidad de Madrid. Vol. II, La ciudad y el campo (J. Morín de Pablos Eds.). Zona Arqueológica, 8. Madrid, 2006, p. 619. fot. 8.

3 Cfr. la hebilla de cinturón de la tumba 196 de la necrópolis de de Suuk-Su en Crimea: Furasiev, A. Byzance et la Crimée du sud-ouest au VIe siècle: relations culturelles et particularités du costume féminin, en: Ivanisèvic, V. – Kazanski, M. (eds.). The pontic-danubian realm in the period of the great migration París/Belgrado, 2012, pp. 370, fig. 5.4.

4 Shchukin, M. – Kazanski, M. – Sharov, O. Des les Goths aux Huns: Le Nord de la mer Noire au Bas-Empire et à l’epoque des Grandes Migrations. BAR International Series 1535. Oxford, 2006, p. 295 fig. 10.

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Conteras de cinturón

50 x 18 mm.

MC/AM/167

Conteras de cinturón de forma rectangular con apéndice distal en forma de disco o lúnula. Como el resto del conjunto aquí estudiado, ambas piezas están fabricadas en lámina de oro. La placa rectan-gular presenta una decoración metopada realizada a base de líneas y rombos alternados hecha con troquel. Dicha placa presenta también una ranura a modo de pasador para fijar la pieza a la correa. El apéndice distal no presenta decoración alguna.La presencia de pequeñas conteras en los depósitos funerarios de las necrópolis de tipo danubia-no es relativamente frecuente. En ocasiones llegan a formar parte de correas de cinturón com-puestas o de tipo heráldico, un tipo de correaje que se relaciona con la indumentaria militar. A diferencia de estos dos ejemplares, la mayoría de las conteras halladas en la península presentan una morfología simple de tipo escutiforme. No conocemos paralelos exactos para las piezas de la colección Martí Esteve. Apliques algo similares a éstos se encuentran en algunos yacimientos del horizonte Untersiebenbrunn o Smolin/Kosino asociados a arreos de caballo5. No obstante esa ausencia de paralelos claros, quizá haya que pensar en una reproducción esquemática y a menor tamaño a partir de un tipo de broche de placa con apéndice en forma de águila característico de los depósitos funerarios gépidos y que es relativamente frecuente en la orfebrería gótico-oriental de Crimea del siglo VI6.

5 Nothnagel, M. Die völkerwanderungszeitlichen Bestattungen von Untersiebenbrunn, Niederösterreich, Diplomar-beit Univ. Viena, 2008, lám. 28.A.

6 Gürçay Damm, 2000, p. 111-114.

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Conteras.

47/45 x 16/15 mm.

MC/AM/163.

Conteras para el extremo de un cinturón fabricadas en oro. Ambos ejemplares están decorados con un motivo sogueado que recorre el perímetro de la pieza realizado mediante troquelado. Pre-sentan un diseño escutiforme, con uno de los extremos rectos y el otro en forma curva. Ninguna de las piezas está articulada y ambas se les ha realizado una ranura que actuaría a modo de pasador. Todavía se puede apreciar la huella del punzón de punta redondeada. Fueron necesarios seis golpes para realizar la hendidura y no se limó la misma, seguramente para dejar un perfil en forma de dientes de sierra para que quedara sujeta mejor a la correa. Dos conteras similares a las aquí estudiadas se hallaron en la necrópolis de Nový Saldorf, al norte del Danubio, fechada entre los años finales del siglo V y principios del VI d.C.7

7 Tejral, J. Cultural or ethnic changes? Continuity and discontinuity on the midle Danube CA A.D. 500, en: Ivanisèvic, V. – Kazanski, M. (eds.) The pontic-danubian realm in the period of the great migration. París/Bel-grado, 2012, pp. 130-131, nt. 91, fig. 15. 6 y 7.

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Aplique con escena de combate.

34 x 24 mm.

MC/AM/166

Placa fabricada en oro y decorada mediante troquelado. El ejemplar no está articulado y cuenta con una lengüeta que serviría para insertarla en algún tipo de vestimenta o correaje. La placa está decorada con una escena de combate en relieve. En el centro de la composición aparece un guerrero vencido, con el escudo en alto en el brazo izquierdo en ademán de parar el golpe que ejecuta una segunda figura situada a la derecha. Esta figura presenta el brazo derecho levantado en actitud de golpear y sujeta con su brazo izquierdo otro escudo. A la izquierda de la placa aparece una figura desarmada que asiste como espectador al combate. Esta tercera figura se muestra con los brazos alzados, en expresión de asombro ante el golpe de gracia que ejecuta el segundo personaje. Por el tema decorativo y la técnica empleada para su realización es obvio que esta pieza estaría relacionada con los otros cuatro apliques de menor tamaño y decoración idéntica que se incluyen dentro de la colección. En cuanto a su funcionalidad, nos remitimos al estudio de los otros cuatro apliques semejantes a éste.

Aplique.

51 x 19 mm

MC/AM/168

Descripción y estudio: Aplique fabricado en lámina de oro decorado mediante un diseño troquelado. Al igual que los apliques anteriores, la pieza no está articulada y cuenta con una lengüeta doblada en uno de sus extremos para facilitar su inserción en una correa o pieza textil. La decoración presenta una orla de aspas realizadas mediante punzón, con dos celdas acorazonadas en el centro realizadas en relieve, encuadradas por sendos marcos de ovas y círculos emparejados. Este aplique parece estar en relación con la hebilla de cinturón de mayor tamaño, que lleva una decoración similar.No hemos encontrado paralelos exactos de esta pieza, pero, como en las anteriores, parece clara su funcionalidad como aplique destinado a la decoración de alguna prenda textil según la moda bárbara del Bósforo durante el siglo V d.C.

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Cuatro apliques con escena de combate

30 x 17 mm.

MC/AM/165

Conjunto de cuatro apliques realizados en chapa de oro decorados mediante técnica de troquel. Los apliques no están articulados pero cuentan con una lengüeta doblada para facilitar su inser-ción en una correa o vestido. En el extremo proximal a la lengüeta se aprecia mejor el sogueado que enmarca la composición, que no existen en el extremo distal. Esto hace pensar que las piezas habrían sido recortadas por esta parte. En cuanto a la decoración, la escena principal se desarrolla en el extremo proximal a la lengüeta y parece representar una escena de lucha cuerpo a cuerpo, con un individuo que sostiene a otro sobre sus espaldas. Ajeno a esta escena aparece un tercer individuo con los brazos levantados de diseño semejante al del aplique anterior.El uso de apliques de oro en los ropajes, tocados o calzado, fue una moda común a los pueblos godos y nómadas del Bósforo en el tiempo de las grandes migraciones. Esta moda tiene una gran tradición entre los pueblos escitas de las estepas del sur de Rusia, donde se documenta en época tan temprana como el siglo V a.C. Una descripción del rey Rheskuporis III lo presenta vestido con vestiduras decoradas con apliques de láminas de oro. La costumbre, por lo demás, era común a hombres y mujeres8.La funcionalidad de las placas de la colección Martí Esteve es, sin embargo, oscura. Se podría pensar en que formaban parte de una corona funeraria como las que se documentan en varios enterramientos de costume princier de la época de las grandes migraciones. Los paralelos de esta pieza podrían entonces rastrearse en algunos depósitos de ajuar de las poblaciones bárbaras del norte del mar Negro como la corona hallada junto con una pareja de hebillas rectangulares en 1910 en Kersch (península de Crimea, Ucrania). En este caso la corona va decorada con una escena de triunfo de un personaje a caballo seguido por una victoria alada que sujeta una corona triunfal9. La presencia de coronas de oro, generalmente decoradas con escenas de triunfo o bélicas, posee una antigua tradición funeraria bien documentada entre los pueblos del Bósforo10. Tampoco hay que descartar que las piezas fueran directamente cosidas sobre un vestido, recubriéndolo a modo de loriga squamata, o simplemente sobre una correa, como refuerzo decorativo. Nótese que en todos los casos faltaría una lengüeta en uno de los extremos, lo que implica que los apliques irían fijados sólo por uno de ellos, con el otro extremo libre, o bien que se recortó la otra lengüeta, tal como parece indicar la falta de marco decorativo. En cualquier caso, la iconografía de estas piezas sugiere un carácter guerrero, propio de un ajuar masculino de tipo aristocrático.

8 Gürçay Damm, 2000, p. 105.9 Shchukin, M. – Kazanski, M. – Sharov, O. 2006, p. 294, fig. 9.10 Ibid. p. 365, fig. 80; p. 377, fig. 92 p.e.

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98

Aplique

93 x 29 mm.

MC/AM/164

Pieza fabricada en lámina de oro y decorada mediante troquel y punzón. La lámina de oro se ha martilleado y recortado en forma de hoja de laurel. En el centro presenta un motivo en forma de hoja vegetal troquelado que va rodeado de una gráfila de puntos.Posiblemente se trate del aplique destinado a una diadema. Un ejemplar con una técnica de trabajo similar, aunque con un modelo decorativo más complejo, lo encontramos formando parte del adorno personal de una tumba femenina de la necrópolis de Dzurga-Oba, que se fecha a finales del siglo V y comienzos del VI d.C. El ajuar de esta tumba femenina proporcionó, además de la diadema, pendientes, collares y pulseras de oro, así como tres fíbulas trilaminares de plata11.

4.9.- Aplique

11 Ermolin, A. Dzurga-oba a cementery of the Great Migration period in the Cimmerian Bosporus, en: Ivanisè-vic, V. – Kazanski, M. (eds.) The Pontic-Danubian realm in the period of the Great Migration, Paris/Beograd, 2012, p. 342, fig. 3.1.

99

Aplique

48 x 21 mm.

MC/AM/162

Descripción y estudio: Aplique fabricado en lámina de oro y decorado mediante técnica de troquel y punteado. Presenta forma rectangular con uno de los lados menores curvo. La decoración muestra un motivo central metopado de tres círculos realizados mediante troquel y puntillado encerrados en casetones con decoración de zigzag. Todo el borde de la pieza presenta una decoración idéntica a base de un marco de zigzag remarcado por una línea fina de puntillado. La técnica empleada en cuanto a fabricación de la pieza y de la decoración, así como la semejanza decorativa con la pieza 168, sugieren una vez más que dicha pieza formaba parte de un mismo conjunto, obra probablemente de un mismo taller artesano.Es muy posible, dada la morfología y dimensiones de la pieza, que se trate de una contera o refuerzo de extremo de un cinturón. El uso de este tipo de elementos que servían de refuerzo del extremo del cinturón está generalizado en todas las culturas, si bien la decoración y forma de esta pieza acercan a esta contera a ejemplares pertenecientes a la cultura de las estepas de la época de las migraciones populares, en concreto a piezas halladas en los cementerios ávaros del periodo temprano cuya cronología puede fijarse en torno a la sexta centuria. Los ávaros eran un pueblo nómada de origen asiático que se asentó en Pannonia, en la zona de los Cárpatos, y que tuvo importantes nexos culturales con el mundo germánico oriental (gépidos) y bizantino. En concreto, este ejemplar, así como en general gran parte del lote de piezas de la colección Martí Esteve, pre-senta una gran similitud con unos apliques de cinturón hallados en un ajuar femenino del yacimiento ávaro de Budakalász12 .

12 Vida, T. The Early and Middle Avar Period (568-turn of the 7th-8th Centuries), en: Hungarian Archaeology at the turn of the Millennium. Budapest, 2003, p. 304, fig. 44. Id. Conflict and Coexistence: The local population of the Carpathian Basin under Avar Rule Sixth To Seventh Century, en: F. Kurta – R. Kovalev (eds.), The Other Europe in the Middle Ages. Avars, Bulgars, Khazars and Cumans. Vol. 2: East Central and Eastern Europe in the Middle Age 450-1450. Leiden-Boston, 2008, p. 20 fig. 1. nº 2 y 3.