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Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Filosofía y Letras
Colegio de Estudios Latinoamericanos
Título
La Escuela de Mecánica de la Armada, un lugar de memoria en Argentina. 1998-2007
Tesis que para obtener el título de Licenciada en Estudios Latinoamericanos
Presenta
Ana Laura Deceano Estrada
Asesora
Dra. Eugenia Allier Montaño
Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM
México, D.F., marzo 2013
1
La Escuela de Mecánica de la Armada, un lugar de memoria en Argentina. 1998-2007
Índice Página
Introducción 2
Capítulo 1. La memoria, algunos conceptos para su teorización 12
El auge de la memoria 12
Entre el presentismo y la vuelta al pasado 14
El auge de la memoria en América Latina 17
Conceptualizar la memoria: memoria individual,
memoria colectiva, memoria pública 18
La otra cara de la recuerdo: el olvido 22
La relación entre memoria e historia 26
Lugares de memoria 28
La memoria en América Latina 30
Capítulo 2. La dictadura militar: 1976-1983 36
La violencia política. 1966-1976 37
El “enemigo” 39
El régimen militar. 1976-1983 46
Represión 48
Centros clandestinos de detención 49
Escuela de Mecánica de la Armada 52
Capítulo 3. Las discusiones públicas sobre el pasado reciente: 1984-1998 58
El fin del régimen militar 58
El inicio del gobierno democrático 63
La “reconciliación nacional” 67
El retorno del pasado 72
Capítulo 4. La consolidación de un lugar de memoria: 1998-2007 79
El decreto de traslado. 1998 79
El traspaso. 2004 86
La apertura del Espacio para la memoria. 2007 95
Un lugar de memoria 99
Conclusiones 101
Anexo 1. Cronología 105
Anexo 2. Visita guiada a la ESMA 110
Anexo 3. Imágenes 118
Fuentes 127
2
Introducción
La presente tesis busca ser un estudio sobre cómo la participación de los organismos de derechos
humanos en la lucha simbólica por el sentido del recuerdo del último régimen militar argentino
(1976-1983), dirimida en el espacio público, favoreció la construcción de un museo, entre 1998 y
2007, en el ex centro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada
durante la dictadura, y la consolidación de un lugar de memoria en dicho emplazamiento.
En América Latina, durante la segunda mitad del siglo XX, las iniciativas para recuperar y conservar
el pasado, enmarcadas en un fenómeno mundial conocido como “irrupción de la memoria”1,
aumentaron en países que habían vivido regímenes autoritarios y se encontraban en transición a la
democracia. Este auge, además de buscar conmemorar el pasado, se encaminó a objetivos
específicos: identificar a los culpables de la violencia experimentada durante los regímenes
militares,2 realizar juicios, castigar a los responsables, mantener y transmitir el recuerdo del pasado
represivo para evitar su repetición.
En el caso de Argentina, algunos sectores de la sociedad desarrollaron proyectos3 para ocupar
simbólicamente los lugares vinculados a la represión (por ejemplo, aquellos que funcionaron como
centros clandestinos de detención [CCD]4 durante el régimen militar), así como para erigir espacios
destinados al homenaje y recuerdo de las víctimas. Muestra de ello es la Escuela de Mecánica de la
1 Este fenómeno se experimentó en países cuyo pasado fue violento, como Alemania, Polonia, España, Rumania,
Filipinas, Sudáfrica y Argenta, ejemplos significativos de cada continente. Para más información, véase Alexandra
Barahona de Brito, Paloma Aguilar Fernández y Carmen González Enríquez (eds.), Las políticas hacia el pasado.
Juicios, depuraciones, perdón y olvido en las nuevas democracias, Madrid, Istmo, 2002. 2 Cabe destacar que en América Latina la recuperación del pasado no es exclusiva de países que tuvieron regímenes
autoritarios (Colombia es un ejemplo claro de ello), ni todas las sociedades que vivieron dictaduras civiles o militares
experimentaron el mismo auge del pasado, como en.el caso de Brasil. 3 Es importante mencionar aquellos que pretenden incluir el pasado dictatorial en los textos escolares y transmitirlo
mediante el sistema educativo y los que proponen designar algunos lugares públicos con nombres de los desaparecidos.
Estos programas se desarrollaron fundamentalmente en Buenos Aires, pero poco a poco se extendieron al resto del país. 4 Hay una lista de los centros clandestinos que funcionaron durante el periodo 1976-1983 en CONADEP, Nunca más.
Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, Buenos Aires, Eudeba, 1984.
3
Armada (ESMA), establecimiento de instrucción militar que alojó —en parte de sus instalaciones—
uno de los CCD más activos del periodo.5 Desde fines de la década de 1990, su rehabilitación formó
parte de los proyectos cuyo propósito era recuperar, resguardar y transmitir el recuerdo y la historia
de los acontecimientos vividos durante el último régimen militar, 1976-1983.
En 1998, el gobierno de Carlos Saúl Menem intentó demoler el edificio; sin embargo, ciertos
sectores de la sociedad se opusieron y pugnaron por su conservación y la creación —en sus
instalaciones— de un lugar destinado a mantener y transmitir el recuerdo del pasado dictatorial, que
desde los primeros años del régimen constitucional se había convertido en símbolo de la represión.
A partir de ese momento, y durante casi diez años, las organizaciones defensoras de los derechos
humanos gestionaron ante distintas autoridades la constitución del museo, situación que reavivó la
discusión pública acerca de los sucesos vividos durante la dictadura, hasta que en octubre de 2007 —
tras la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia argentina— el Espacio Memoria y Derechos
Humanos (ex ESMA), antes Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los
Derechos Humanos, abrió sus puertas al público. En este sitio, los organismos de derechos humanos
lograron mantener vivo un lugar de memoria6 y relanzaron un sentido del pasado.
5 Se tiene conocimiento de que la ESMA funcionaba como centro clandestino desde 1977 a partir de la publicación de la
Carta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh. Esta condición se estableció oficialmente por la investigación que derivó en
el informe Nunca Más de la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (CONADEP); véase CONADEP, Op.
cit. 6 Aunque más adelante regresaremos a esta noción, conviene adelantar que lugar de memoria es una categoría de análisis
surgida en el contexto de la historiografía francesa que designa “aquellos lugares donde se cristaliza y se refugia la memoria”. Acuñada en los años ochenta del siglo XX por el historiador francés Pierre Nora, este concepto ha sido
adaptado a distintos contextos, entre ellos el argentino. Para más información, véase Josefina Cuesta Bustillo (ed.),
Memoria e historia, Madrid, Marcial Pons, 1998.
4
Justificación
Uno de los motivos que detona la realización de este trabajo es el interés de mostrar que los
individuos y las comunidades, a partir de la recuperación del recuerdo de los acontecimientos vividos
por una generación, pueden formarse una conciencia crítica y actuar para transformar la realidad.
El segundo motivo es la intención de señalar un nuevo elemento del debate abierto acerca de los
procesos de memoria y olvido, y las representaciones del pasado en la época de la posdictadura
argentina: el estudio de la dinámica social y política que se desenvuelve durante la constitución de un
espacio para recuperar y rememorar el pasado. La reflexión sobre este elemento es fundamental para
examinar la dinámica de la historia de las disputas por las representaciones del pasado reciente en
Argentina. Profundizar al respecto permite retomar elementos de la discusión teórica acerca de la
naturaleza e importancia de la memoria, así como de sus múltiples manifestaciones en ese país
sudamericano, para después trasladar este conocimiento al análisis de otras memorias y otros pasados
recientes conflictivos como el del caso mexicano, con énfasis en el estudio de las disputas por las
representaciones del pasado reciente en un contexto de conflicto provocado por la lucha contra el
narcotráfico y los lugares de memoria que se han generado a partir de ella.
El tercer motivo es efectuar una investigación basada en dos perspectivas historiográficas poco
trabajadas en México —la historia del tiempo presente y la historia de la memoria— e indagar las
posibilidades de aplicar un concepto proveniente de la realidad europea7: lugar de memoria, al
acontecer de América Latina.
7 En Argentina esa categoría tiene mayor presencia. Es posible encontrarla en diversas investigaciones o iniciativas como el Concurso de Ensayos celebrado en 2005 por la Escuela de Capacitación Docente (CePA) “Argentina: los lugares de
memoria”. Para más información, véase Varios Autores, Concurso de Ensayos. Argentina: los lugares de la memoria,
Buenos Aires, CePA-Ministerio de Educación, 2006.
5
Consideraciones teóricas
Esta investigación se sirve del subgénero historiográfico, la historia del tiempo presente, que
examina los acontecimientos o fenómenos sociales que constituyen recuerdos de al menos una de
tres generaciones que comparten un mismo presente histórico8. Una generación es la sustitución
biológica de unos hombres por otros, percibida como un movimiento recurrente cada cierto tiempo,
en un ritmo semejante a oleadas. Éstas agrupan los nacimientos y decesos de colectivos producidos
casi de manera simultánea en zonas de fechas, más que en fechas exactas.9 Las generaciones se
renuevan en un flujo continuo: las personas que integran una generación conviven durante una parte
de su vida entre sí y con los que nacen de ella —abuelos, padres, hijos, nietos—. En un mismo
presente histórico existen tres generaciones que se entrecruzan: la sucesora (jóvenes en formación),
la activa o central (adultos maduros biológica y socialmente) y la antecesora (los adultos de edad
avanzada). La coincidencia de edad crea afinidades sociales, culturales y de experiencia, las cuales
otorgan la característica de coetaneidad: distintas generaciones conviven en el entrecruzamiento de
su presente. La coexistencia entre ellas en determinado momento da como resultado un presente
histórico.10
El presente histórico no es un periodo determinado por un comienzo y un final. Esto dará
como resultado que los límites temporales del presente al que se refiere este subgénero se encuentren
en constante movimiento.
En esta tesis se habla de historia del tiempo presente pues una de las tres generaciones que
experimentaron el acontecimiento histórico, el proceso de constitución del lugar de memoria,
continúa con vida.11
En este sentido, esta investigación se avoca a un proceso aún abierto, conflictivo
8 Para mayor información, véase María Inés Mudrovcic, Historia, narración y memoria: los debates actuales en filosofía
de la historia, Madrid, Akal, 2005. 9 Julio Aróstegui, La historia vivida, Madrid, Alianza, 2004, p. 112.
10 Julio Aróstegui, Op. cit., p. 127.
11 Para más información, véase Elena Hernández Sandioca, Op. cit.
6
e inconcluso que ha marcado la vida de sus contemporáneos, y que extiende sus efectos hasta el
presente.12
Otro referente teórico que se usará es la historia de la memoria. Dicha corriente historiográfica se
fundamenta, como su nombre lo indica, en el vínculo entre historia y memoria. Su objeto de análisis
son las representaciones del pasado y su propósito es estudiar cómo éstas se desenvuelven en
distintas épocas y ámbitos determinados.13
Asimismo, su innovación consiste en examinar
representaciones del pasado desde ámbitos importantes para esta investigación: las discusiones en el
espacio público, la memoria de distintos grupos y los lugares de memoria.14
La noción lugar de memoria (otro referente teórico que se empleará) se trabajó por primera vez en la
obra dirigida por el francés Pierre Nora, Les lieux de mémoire, publicada entre 1984 y 1992. En ella,
un grupo de historiadores analizó los usos del pasado en la actualidad, así como los cambios y
permanencias de algunos símbolos de la identidad francesa: el 14 de julio, la Marsellesa, los tres
colores de la bandera, etcétera, con el objetivo de conocer las creencias y representaciones alrededor
del pasado, más que la realidad de los hechos. Es decir, la historia de los lugares de memoria no
analizó el desarrollo de los acontecimientos del 14 de julio de 1789, sino sus representaciones a lo
largo del tiempo, su carga y significado actual. Para ello partió de algunas preguntas: ¿Cómo se
construyen las representaciones de esos lugares en el tiempo? ¿Cómo se les considera en la
actualidad? En este caso el concepto ha permitido una historia crítica de la memoria por medio de
sus principales puntos de cristalización:15
espacios, símbolos, representaciones de acontecimientos
12 Elena Hernández Sandioca Op. cit., p.531. 13 Rousso en Eugenia Allier Montaño, “Los Lieux de mémoire: una propuesta historiográfica para el análisis de la
memoria”, en Historia y Grafía, 31, 2008, p. 178. 14
Véase Eugenia Allier Montaño, Op. cit. 15 Pierre Nora, “La aventura de Les lieux de mémoire”, en Josefina Cuesta Bustillo (ed.), Memoria e historia, Madrid,
Marcial Pons, 1998, p. 32.
7
tanto pasados como presentes y actores o conceptos que condensan un cúmulo de significados acerca
del pasado.
Objeto de estudio, hipótesis y propósitos
Esta tesis pretende ser un acercamiento al análisis de la participación de un sector de la sociedad, los
organismos de derechos humanos, en la discusión sobre el sentido de las representaciones del pasado
reciente en el espacio público, y cómo a partir de esta se constituyó un lugar de memoria en un
museo de la memoria.
La hipótesis que se propone es que la disputa de los organismos de derechos humanos por situar su
representación del pasado dictatorial como la hegemónica en el espacio público posibilitó la
consolidación de un lugar de memoria en el museo de memoria de la Escuela de Mecánica de la
Armada. Para comprobarla, se analizarán las discusiones de los actores sociales antes, durante y
después de la creación de un museo de la memoria y cómo estas lo proyectaron en símbolo de la
represión, generando la necesidad de mantener su existencia y dotándolo de un nuevo sentido, el de
lugar de memoria.
Con el fin de guiar la investigación se formuló la siguiente pregunta: ¿Cómo se desenvolvieron las
disputas por el sentido del pasado antes, durante y después del proceso de constitución del museo de
la memoria en la ESMA? Además, se plantearon otras no menos importantes: ¿Qué acontecimientos
se desarrollaron durante el proceso de constitución del espacio para la memoria en el predio de la
ESMA? ¿Qué actores mostraron sus representaciones del pasado? ¿Qué perspectivas del pasado
dictatorial se discutieron?
De esas interrogantes se desprenden otros objetivos: identificar y analizar los hechos significativos
en el proceso de construcción de un espacio para resguardar y transmitir la memoria, la ESMA, y
8
distinguir cómo estos reactivaron las disputas por el sentido del pasado; reconocer las distintas
posturas de los actores inmiscuidos en el debate sobre la transformación de la ESMA (organizaciones
de defensa de los derechos humanos, gobierno, oposición, sectores sociales) y analizar los discursos
sobre el pasado que resultaron tras la apertura del museo.
Metodología y fuentes de la investigación
El presente análisis de corte histórico, cuyo propósito es conocer, analizar y comprender el proceso
de constitución y consolidación de un lugar de memoria en un museo de la memoria en su dimensión
sociopolítica, utilizó la metodología de la investigación cualitativa con enfoque interpretativo16
.
La información del primer capítulo se obtuvo de textos que trataran, desde el punto de vista teórico,
el vínculo entre historia y memoria, y los lugares de memoria. Para ello se consultaron fuentes
bibliográficas, publicaciones académicas y literatura especializada referente al auge de la memoria,
sus componentes, la relación entre historia y memoria, los lugares de memoria y la memoria en
América Latina.
En el segundo capítulo se recopiló, analizó y sistematizó información sobre el periodo previo a la
última dictadura militar, la represión ejercida durante esa época en Argentina y una de sus
manifestaciones, los centros clandestinos de detención (CCD), en particular el localizado en la
Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Para este contexto histórico, se utilizó bibliografía que
se refiere a la historia argentina, específicamente del periodo comprendido entre 1966 y 1983.
16 Según Rodríguez, Gil y García, este método permite estudiar el contexto, interpretar los fenómenos de acuerdo con los significados otorgados por las personas implicadas, entender las complejas interrelaciones de la realidad y construir
conocimiento, centrando la indagación en hechos relevantes. Gregorio Rodríguez Gómez, Javier Gil Flores y Eduardo
García Jiménez, Metodología de la investigación cualitativa, Málaga, Aljibe, 1999.
9
Para desarrollar el tercer capítulo, se elaboró una cronología de los distintos momentos de discusión
pública sobre el pasado dictatorial en Argentina durante el periodo democrático (1984-1998); dicha
cronología se basó en bibliografía y fuentes hemerográficas relativas al tema.
En el análisis central y la reflexión posterior se recopilaron, analizaron e interpretaron noticias
relacionadas con la ESMA en el periodo 1998-2007, las cuales se publicaron en los periódicos
Clarín, La Nación y Página/12 entre el 1° de enero de 1998 y el 31 de diciembre de 2007. Se
seleccionaron estos diarios porque representan opiniones ideológico-políticas distintas (centro e
izquierda), son de circulación nacional y por cuestiones prácticas: sus archivos se pueden revisar en
Internet. Otras fuentes consultadas en este capítulo fueron los documentos resultantes del trámite
legislativo —acuerdos, actas, proyectos y leyes— y las entrevistas semiestructuradas con
representantes del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECUNHI), del Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS), del Ente Interjurisdiccional, del Archivo Nacional de la Memoria (ANM) y del
Instituto Espacio para la Memoria (IEM). Además, se entrevistó a Emilio Crenzel, especialista en el
tema, y se llevó a cabo un recorrido guiado por el Casino de Oficiales, sede del CCD, así como cinco
visitas al Espacio para la Memoria.
Estructura de la tesis
El trabajo se divide en cuatro capítulos: en el primero, cuyo carácter es teórico, se presenta el estudio
de la memoria y de los lugares vinculados a ella desde la perspectiva histórica, mediante el análisis
de su auge, de la relación entre memoria y olvido, y entre historia y memoria, de la caracterización
de los lugares de memoria y de la importancia de los debates sobre la recuperación de la memoria en
el contexto latinoamericano y argentino.
10
En el segundo capítulo se expone la espiral de violencia en que se envolvió la sociedad argentina a
partir de las décadas de 1960 y 1970, y las distintas etapas de la dictadura militar, con el objetivo de
mostrar que el aumento de la conflictividad social y la violencia política son elementos que explican
la fuerza de la represión con que actuó el Estado instaurado después del golpe de 1973 y la existencia
de los centros clandestinos de detención, la manifestación más acabada de la violencia represiva.
Estos elementos permitirán explicar por qué la ESMA se convirtió, para ciertos sectores de la
sociedad argentina, en un símbolo de la violencia ejercida por el Estado.
En el tercer capítulo, titulado “Las discusiones públicas sobre el pasado reciente”, se da cuenta de las
discusiones sobre las distintas representaciones del periodo 1976-1983 en el espacio público entre
1984 y 2007 y de la participación los organismos de derechos humanos en ellas. Su propósito es
mostrar la configuración de los relatos sobre el pasado y cómo estos influyeron en la conformación
de un símbolo de la dictadura en el ex CCD de la ESMA. Este recuento se distribuye en cinco
periodos que se retoman de Lvovich y Bisquert.17
En el último capítulo se trata la participación de los organismos de derechos humanos en las
discusiones públicas entabladas durante la conformación del “Espacio Memoria” en el predio que
ocupaba la ESMA, en el periodo de 1998 a 2007. Su objetivo es analizar que la construcción de la
representación del pasado de los organismos de derechos humanos que se presentó durante la
construcción del museo de la memoria permitió la consolidación del lugar de memoria.
Agradecimientos
Doy gracias al proyecto “Memorias públicas del movimiento estudiantil de 1968” (PAPIIT-
IN307910), dirigido por Eugenia Allier Montaño y financiado por la DGAPA (UNAM), por el apoyo
17 Jaquelina Bisquert y Daniel Lvovich, La cambiante memoria de la dictadura: discursos públicos, movimientos sociales
y legitimidad democrática, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2008.
11
económico brindado para hacer esta tesis. A los integrantes del Seminario Historia y memoria del
posgrado de Ciencias Políticas y al Seminario de Tesis, dirigidos por la misma profesora, cuyos
comentarios y aportaciones para el primer borrador fueron fundamentales.
También agradezco a Emilio Crenzel; a Valeria Barbuto, coordinadora del área de Investigación del
CELS; a Andrés Martínez Canto, encargado de comunicación del ECUNHI; a Daniel Schiavi
encargado del Archivo Nacional de la Memoria; a Federico Lorenz; y a Nenina Boulliet del área de
Relaciones institucionales del Instituto Espacio para la Memoria, quienes me brindaron su apoyo y
compartieron conmigo su conocimiento acerca de la ESMA, la memoria del pasado dictatorial y la
sociedad argentina.
Asimismo, doy gracias a los guías que me acompañaron en los recorridos por la ESMA y el Casino
de Oficiales, y a los miembros de los organismos de derechos humanos que mantuvieron un diálogo
enriquecedor durante mi estancia en Buenos Aires.
Extiendo un agradecimiento especial a Eugenia Allier, quien me brindó su respaldo absoluto, tuvo
gran interés en mi proyecto, se mostró dispuesta a resolver mis dudas y me proporcionó sugerencias
invaluables.
Agradezco a Guadalupe, Francisco, Edgar, María y Teresa por enseñarme que el camino del esfuerzo
no es el más sencillo, pero sí el más gratificante.
12
Capítulo 1. La memoria, algunos conceptos para su teorización
Introducción
En este apartado se hace un recorrido teórico sobre la memoria. Primero, se identificarán las causas
de su auge en distintas sociedades contemporáneas para, en un segundo momento, hablar de él desde
el orden del tiempo. En tercer lugar, se destacarán las características del caso latinoamericano. En un
cuarto momento, se revisarán los atributos de la memoria (individual, colectiva y pública) para más
tarde, en una quinta y sexta secciones, establecer la relación entre dos componentes de la memoria: el
recuerdo y el olvido, y otra forma de representar el pasado: la historia. En séptimo lugar se hablará
de la noción lugar de memoria y se cuestionarán las posibilidades de aplicarla al caso argentino. En
último lugar, se expondrán los debates abiertos por algunos miembros de la academia e
intelectualidad argentina en torno a las representaciones del pasado. Este capítulo permitirá dilucidar
desde una perspectiva teórica la importancia de la memoria, y algunas nociones que se relacionan
con ella, en la disputa simbólica por el pasado entre los organismos de derechos humanos y otros
sectores de la sociedad argentina durante la instalación del museo y la consolidación de un lugar de
memoria en la ESMA.
El auge de la memoria
En la segunda mitad del siglo XX, particularmente a partir de los años setenta, distintas sociedades,
sobre todo las que habían experimentado pasados conflictivos, comenzaron a interesarse por el
pasado. Desde diversos sectores se llevaron a cabo iniciativas que mostraron el surgimiento de una
13
“cultura de la memoria”18
: proliferaron museos y monumentos, se restauraron edificios antiguos, se
lanzaron proyectos para conservar espacios considerados patrimonio mundial —cultural, inmaterial,
natural, turístico—,19
se conmemoraron fiestas patrias, se crearon documentales históricos y sitios de
Internet sobre memoria, se formaron asociaciones para el recuerdo y redes para el intercambio de
investigaciones sobre la memoria y el pasado reciente;20
asimismo, muchos sitios históricos se
convirtieron en museos, y creció el “turismo de la memoria”.21
El crítico cultural Andreas Huyssen22
ha propuesto explicar este auge desde una doble matriz:
cultural y política. Desde la primera, el autor considera que la movilización de la memoria23
se
explica por la velocidad de la época contemporánea. Las transformaciones aceleradas y la
oportunidad de conocerlas al instante, que proporcionaron los medios de comunicación masiva, los
cambios tecnológicos, los altos niveles de consumo y la movilidad global podrían explicar la
creciente necesidad de recuperar y asirse al pasado. De acuerdo con él, la dificultad de aprehender el
acontecimiento24
—pues los medios de comunicación van lanzándolo y rebasándolo
constantemente— desestabilizó a los individuos, porque el tiempo en su dimensión presente se
redujo cada vez más. Esta situación los obligó a voltear al pasado para encontrar un asidero donde
descansar del ajetreado ritmo de la vida moderna.25
18Andreas Huyssen, En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización, Buenos Aires, FCE, 2001. 19 Puede encontrarse una lista de los sitios considerados patrimonio mundial en la página http://whc.unesco.org/en/list
[Consultada el 30 de noviembre de 2009]. 20 Algunos ejemplos para el caso argentino son las páginas de Internet www.memoriaabierta.org.ar,
www.desaparecidos.org y www.comisionporlamemoria.org.ar [Consultadas el 30 de noviembre de 2009]. 21 Enzo Traverso, El pasado, instrucciones de uso. Historia, memoria y política, Madrid, Barcelona, Marcial Pons, 2007. 22 Andreas Huyssen, Op. cit. 23 Ibíd., p. 29. 24 Pierre Nora considera al “acontecimiento monstruo” como un producto y a la vez condicionante de las sociedades
contemporáneas, pues las mantiene en un constante estado de sobreinformación y subinformación, lo cual favorece el
sentimiento de angustia y pánico social, en Jacques Le Goff y Pierre Nora (dirs.), Hacer la historia: nuevos problemas, Barcelona, Laia, 1985, p. 232. 25 La explicación de Huyssen es sólo una entre otras más sobre el auge de la memoria en el mundo contemporáneo. Véase
Traverso, Op. cit.
14
Entre el presentismo y la vuelta al pasado
Para explicar cómo funciona la transformación cultural que derivó en el auge de la memoria a la que
alude Huyssen, es indispensable referirse a las categorías de análisis del orden del tiempo histórico
que propuso Reinhardt Koselleck.26
Para este autor el tiempo histórico es una magnitud que va
cambiando con la historia; las modificaciones se pueden deducir a partir de la coordinación entre dos
categorías metahistóricas a las que denomina espacio de experiencia y horizonte de expectativa. La
primera es el pasado que se infiltra en el presente; gracias a ella, el individuo incorpora
acontecimientos a su experiencia y es capaz de recordarlos. Por otro lado, la expectativa es el futuro
que se manifiesta en el presente; la inquietud y el análisis racional forman parte de ella. Cuando
ambas categorías se relacionan, entrelazan el pasado y el futuro de manera particular, además de
posibilitar y ayudar a constituir la historia. La relación que establecen, así como sus modificaciones y
desplazamientos, permiten la existencia de distintos órdenes del tiempo histórico.
Los órdenes del tiempo han cambiado a lo largo de la historia. En el antiguo régimen de
historicidad27
—que existió hasta mediados del siglo XVIII, en la época cristiana de las
postrimerías— el horizonte de expectativas estaba limitado y cercano al espacio de experiencia; éstas
se colocaban en el “más allá” (la muerte o el fin de los tiempos), por lo que nunca se cumplían. En el
régimen moderno, que tomó forma a partir de 178928
, este horizonte fue sustituido poco a poco por el
progreso: la posibilidad de mejorar la vida terrenal proponía un futuro abierto. La articulación
moderna entre pasado, presente y futuro puso énfasis en este último; el futuro y su principal agente,
26 Reinhardt Kosselleck, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona-México, Paidós, 1993. 27 Un régimen de historicidad es la expresión de un orden dominante del tiempo; tejido a partir de diferentes regímenes
de temporalidad, es un modo de traducir y ordenar las experiencias del tiempo —maneras de articular presente, pasado y futuro— y de darles sentido: François Hartog, Regímenes de historicidad. Presentismo y experiencias del tiempo,
México, Universidad Iberoamericana, 2007, p.132. 28 Reinhardt Kosselleck, Op. cit. y François Hartog, Op. cit.
15
el progreso, se convirtieron en sus símbolos.29
Pero, ¿en qué articulación del presente, pasado y
futuro se encuentra el auge de la memoria? En un intento por responder esta pregunta se encuentran
dos posturas teóricas. Por un lado, Andreas Huyssen plantea que la imagen de progreso y las
expectativas asociadas con el futuro, propias del régimen moderno de historicidad, perdieron
importancia y potencial condensador en la época contemporánea, pues con un presente complejo el
futuro deja de ser el alivio para la angustia humana y no logra apaciguar su desestabilización. De
igual manera, ha perdido su capacidad alentadora, esperanzadora y reparadora, y cada vez se le ve
con más miedo. Debido al agotamiento de los proyectos futuros y la incertidumbre, el poder de
previsión, característico del régimen moderno de historicidad, se resquebraja, lo que vuelve más
importante mirar al pasado —para asirse a él— que escrutar el incierto porvenir, como si el peso de
la experiencia, en lugar de ampliar el horizonte de expectativas, obligara a las sociedades a regresar
una y otra vez sobre ese espacio.30
Según este teórico el auge de la memoria se explicaría por un
viraje al pasado como categoría predominante; recuperar el pasado para asirse a él y enfrentar un
futuro incierto. Por otro lado, François Hartog propone que el “presentismo”31
reemplazó al
futurismo característico del régimen moderno de historicidad; de acuerdo con este teórico el presente
se convirtió en el horizonte, sin futuro ni pasado,32
punto de partida, de vista y de llegada. El autor
supone que, debido al aumento de la imprevisibilidad del futuro, el presente devino la categoría
preponderante y, por ello, la memoria es un instrumento presentista.
Una característica del predominio del presente —como régimen de historicidad— es la preocupación
por conservar, o incluso reconstituir, un pasado ya desaparecido o a punto de perderse para
29 Nora Rabotnikof, "¿Una memoria presentista? (Acerca de una tesis de François Hartog)", en Mariana Aguiluz
Ibargüen y Gilda Waldman (coords.), Memorias (in)cógnitas: contiendas en la historia, México, CEIICH-UNAM, 2007,
p. 66. 30 Nora Rabotnikof, "Política, memoria y melancolía", en Fractal, 29, 2003, p. 83. 31 Referido al tipo de ruptura que instaura, con el pasado y con el futuro, a una especie de impune colonización del pasado por el presente (en general a partir de las necesidades identitarias de ese presente) y la asumida y reivindicada
independencia respecto de la historia, en Nora Rabotnikof, Op. cit., p. 61. 32 François Hartog, Op. cit., p.140.
16
siempre.33
Dado que se pasó de una historia que se construía sobre un espacio de experiencia
ampliado o transmitido generacionalmente a una que se edificaba con fragmentos de ella, trozos
rescatados y rearmados desde el presente,34
el ejercicio de la memoria, propio del presentismo,
partiría de nuevas formas de articulación del espacio de experiencia de las generaciones previas,35
pues los hombres y las mujeres de fin de siglo habrían crecido en un presente permanente sin
relación con el pasado ni con las generaciones precedentes36
.
En esta investigación se considera que el auge de la memoria se explica a partir de la preminencia de
la categoría del presente. Es debido a su condición arrebatadora, en la que el pasado y el futuro
pierden forma y contenido, que las sociedades contemporáneas buscan en el recuerdo su origen,
razón de ser y alguna guía que les muestre el camino.
Ahora, desde la perspectiva política, Huyssen explica que este auge habría surgido, en los años
setenta, con las luchas para liberar y descolonizar a los países africanos y asiáticos. La recuperación
de la visión de los vencidos y las historiografías alternativas, cuya gran preeminencia en esa época se
debe al cuestionamiento del paradigma existente (originado en Europa) que ignoraba a los
marginados, también contribuyó a mirar al pasado. Además, en 1980, los debates en torno al
Holocausto y los aniversarios que recordaban la experiencia traumática de la Segunda Guerra
Mundial —que no se había elaborado— acentuaron los discursos de la memoria en Europa y Estados
Unidos. En la misma época, tanto en Europa —España, Grecia y Portugal— como en América
Latina —Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile—, se inició la transición de gobiernos
autoritarios a gobiernos democráticos; mientras que en los países de Europa del Este, tras la caída del
muro de Berlín en 1989 y el fin de la guerra fría, comenzó el derrumbamiento del comunismo y, con
33 Ibíd., p. 152. 34 Ibíd., p. 68. 35 Mecanismos rotos debido a diversas coyunturas: violencia, migración, exilio, guerras o cambios drásticos en la forma
de vida, propios de las sociedades contemporáneas, en Nora Rabotnikof, Op. cit., 2007, p. 71. 36 Ibíd., p.79.
17
ello, las transiciones a la democracia. Estos hechos pusieron en primer plano la discusión acerca del
pasado.37
Los procesos de descolonización y el surgimiento de las historiografías alternativas modificaron los
paradigmas y mostraron la necesidad de hablar del otro; la historia vista desde abajo hizo aportes
fundamentales a la de arriba38
. El resurgimiento del debate en torno al Holocausto, que se había
mantenido al margen durante las primeras décadas de la posguerra, evidenció la importancia de
elaborar el pasado. En algunos casos, las transiciones a la democracia promovieron que algunas
sociedades se enfrentaran a un pasado violento, para develar la verdad y buscar justicia. Según
Huyssen, estos hechos traumáticos que envolvieron a diversas sociedades durante la segunda mitad
del siglo XX (o antes en el caso español y alemán) en ocasiones provocaron una ruptura en la manera
de entender la realidad, plantearon otras interrogantes sobre cómo afrontar el pasado y configuraron
el auge de la memoria desde la perspectiva política. Debido a ellos, el pasado se volvió un campo de
acción para resolver algunas demandas y un elemento de aprendizaje, más que una simple dimensión
temporal.
El auge de la memoria en América Latina
Si en Europa y otras sociedades occidentales el auge de la memoria se explicó por una cuestión
cultural, como lo menciona Andreas Huyssen, en América Latina, este se ha conformado en países
cuyo pasado reciente (sobre todo en los casos con regímenes militares represores entre 1970 y 1980)
es violento y tiene al testigo (la “víctima”) como centro de la narración. En este lado del Atlántico el
37 En Argentina, ciertos sectores de la sociedad se mantuvieron en actividad constante con el fin de mantener y transmitir
a las nuevas generaciones y a otras sociedades el recuerdo de los acontecimientos vividos. Asimismo, presionaron al
gobierno —y lo siguen haciendo en mayor o menor medida—, para obtener el reconocimiento de los crímenes
perpetrados, así como para juzgar y castigar a los responsables. Para más información sobre otros casos, véase Alexandra Barahona de Brito, Paloma Aguilar Fernández y Carmen González Enríquez (eds.), Las políticas hacia el pasado.
Juicios, depuraciones, perdón y olvido en las nuevas democracias, Madrid, Istmo, 2002. 38 Andreas Huyssen, Op. cit., p. 14.
18
auge de la memoria se manifiesta por una necesidad de encontrar la verdad, ejercer la justicia,
transmitir la experiencia y expandir la naturaleza del debate público39
.
Puesto que el debate en torno a la represión política continúa presente en la lucha entre los actores
que heredaron las banderas de aquella época, la búsqueda para apropiarse del sentido del pasado y
que una sola interpretación sea hegemónica en el espacio público convierte a esta en una memoria
política.40
Los actores involucrados en los acontecimientos del pasado reciente, en este caso los
organismos de derechos humanos, han tratado de nombrar y explicar lo ocurrido, de buscar justicia,
de conservar y transmitir la memoria, de imponer su visión de los hechos, o de promover el olvido,
con el objetivo de que su percepción impere en el debate público contemporáneo para nombrar al
pasado, lograr que esa imagen perdure en la sociedad, continuar con la lucha y “ganarla” en la
actualidad por medio del dominio discursivo.41
Conceptualizar la memoria: memoria individual, memoria colectiva, memoria pública
La memoria es un término multívoco que conviene definirla desde varios puntos. En primer lugar, se
considera que se trata de una facultad mediante la cual se retiene y recuerda el pasado42
. Se compone
de percepciones del exterior —estímulos y acontecimientos—que transforman la realidad de los
individuos. Cada uno elige lo más importante del momento que vive de acuerdo con sus valores,
experiencias previas, expectativas, tradición cultural, etcétera; por lo tanto, no existe el recuerdo total
de un suceso. Es decir, la memoria es una construcción individual o social, subjetiva y selectiva,
39
Eugenia Allier, “Memoria, política, violencia y presente en América Latina”, en Eduardo Rey Tristán y Pilar Caiao
Vila (coords.), Conflicto, memoria y pasados traumáticos: El Salvador contemporáneo, Santiago de Compostela,
Universidad de Santiago de Compostela, 2011, p. 48. 40 Eugenia Allier, Op. cit., p. 51. 41 Ídem. 42 Definición extraída del Diccionario de la Lengua Española en www.rae.es [Consultado el 3 de noviembre de 2012].
19
modificada por conocimientos adquiridos con posteridad, de tal suerte que no se encuentra fijo para
siempre, pues el tiempo y la experiencia lo cambian.43
Los seres humanos tienen una memoria autobiográfica —el recuerdo de un acontecimiento vivido—
y una memoria transmitida. Ambas coexisten en el tiempo y se influyen entre sí, aunque no siempre
coinciden. La memoria colectiva44
de un sector de la sociedad se convierte en patrimonio común y
reside en depósitos sociales —archivos, monumentos, museos— que constituyen una tradición
previa a la existencia de las personas en momentos históricos posteriores. Asimismo, se engarza con
las memorias individuales en las que influye y de las que se retroalimenta. Las memorias colectivas
se reviven intermitentemente mediante ritos públicos y ceremonias que pretenden legitimar un
presente enraizado en la tradición propia y socializar a los nuevos ciudadanos en las tradiciones
comunitarias por medio de la evocación de un pasado común.45
Halbwachs inició la sociología de la memoria al considerar en su libro La memoria colectiva46
que
dicha facultad individual se compone al identificarse con grupos sociales—de los marcos de un
conjunto de ellas—; por ejemplo, se evoca la infancia como parte de una familia, el barrio como
parte de una comunidad, el trabajo como parte del personal de una fábrica u oficina, o de un
sindicato. Estos recuerdos son, en esencia, memorias de grupo; por lo tanto, la memoria individual
existe sólo en cuanto a producto de una intersección particular de grupos.47
La memoria individual
no funciona sin las palabras e ideas que el entorno le proporciona. Por ello, según Halbwachs, para
obtener un recuerdo, el pasado se reconstruye con datos o nociones comunes que se encuentran en
nuestra mente y en la de los demás, las cuales están conectadas de forma constante. Esto sólo es
43 Jean-Pierre Changeux, “Definición de memoria biológica”, en Academia Universal de las Culturas,
¿Por qué recordar?, Buenos Aires, Granica, 2006, p. 15. 44 Jacques Le Goff, El orden de la memoria, Barcelona, Paidós, 1991. 45 Pierre Nora, Op. cit., 1997a, pp. 23-43. 46 Maurice Halbwachs, La memoria colectiva, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2005, [1951],
p. 54. 47 James Fentress y Chris Wickham, Memoria social, Madrid, Cátedra, 2003, p. 13.
20
posible si los individuos han sido parte de un mismo grupo.48
Muchas veces, para revivir su pasado
un hombre necesita recurrir a los recuerdos de los demás; para ello, se remite a puntos de referencia
fijados por la sociedad que existen fuera de él.
La memoria es una construcción filtrada por la reflexión que sigue al suceso, por conocimientos
adquiridos con posterioridad y por otras experiencias que se superponen a la originaria y modifican
el recuerdo. Además, éste se reelabora constantemente por una memoria inscrita en el espacio
público y se somete a los modos de pensar colectivos.49
Dado que el pasado se altera de manera
continua en función de los intereses del presente, éste determina sus modalidades: los
acontecimientos que deben recordarse, así como los testigos por escuchar, su interpretación y sus
lecciones. Resulta crucial la forma en que se muestra el pasado para ver cómo se ha modelado el
modo de percibirse, pues la memoria es a la vez recuerdo e intención por apropiarse de él conforme a
un interés general.
Cuando se habla de memoria pública, debe entenderse desde tres sentidos: lo común y general frente
a lo individual y particular, lo manifiesto frente a lo oculto, y lo abierto frente a lo cerrado. El
espacio público se refiere tanto “a los lugares comunes, compartidos o compartibles (plazas, calles,
foros), como a aquellos donde aparecen, se dramatizan o se ventilan, entre todos y para todos,
cuestiones de interés común. Este podría estudiarse a partir de conocer cómo se constituyen los
temas, se moviliza la atención, se estimula el juicio ciudadano y se manifiesta la pluralidad”.50
De acuerdo con esta definición, la memoria pública conjugaría los ejercicios de memoria en el
espacio abierto —declaraciones, conmemoraciones abiertas, ceremonias—. Considerada desde los
sentidos mencionados, vuelve efectiva la necesidad de que los temas vehiculados por ella salgan a la
48 Maurice Halbwachs, Op. cit., p. 54. 49 Enzo Traverso, El pasado, instrucciones de uso. Historia, memoria y política, Madrid, Barcelona, Marcial Pons, 2007,
p. 23. 50 Allier, Op. cit., 2011, p. 50.
21
luz —pues se construyen sólo al aparecer en público—, generen lazos comunes buscando ir más allá
de los protagonistas y sean accesibles, es decir, que otros grupos o nuevas generaciones puedan
incluirse en ella, lo cual la distingue de las memorias grupales o individuales;51
así, a lo público se
une lo político. De esta manera, evidencia las formas que adquieren el recuerdo y el olvido cuando
atañen a asuntos de interés común que se discuten en el espacio público52
.
Claudia Kloonz delimitó la arena pública como el campo de batalla donde la memoria dominante y la
popular rivalizan por la hegemonía del sentido del pasado. Desde esta perspectiva, el concepto
permite explicar las luchas por reconstruir las representaciones del pasado. No se trata de una, sino
de múltiples memorias; más que la sociedad, son sus grupos los que recuerdan. Eugenia Allier acota
que no es un combate entre memorias oficiales y populares —pues las luchas por la memoria en
ocasiones no funcionan así—, sino entre memorias grupales particulares que pretenden dominar la
arena pública; por consiguiente, el término memoria pública aludiría a marcos generales de sentido,
cuadros temporales que serían comunes, aunque el contenido difiriera53
.
Para los propósitos de esta investigación el concepto memoria pública adquiere especial interés
porque, a partir de su presencia, se cuestiona —en el caso de las luchas por recordar el pasado que se
reactivaron durante la construcción de un museo de la memoria la ESMA— la forma en que la
participación de los organismos de derechos humanos en el debate del espacio público volvieron
hegemónico un sentido del pasado, dirigieron la atención hacia la conformación de un símbolo de la
dictadura, promovieron la creación de un museo de la memoria y causaron la consolidación de un
lugar de memoria.
51 Idem. 52 Ibíd., p. 49. 53 Ibíd., p. 50.
22
La otra cara del recuerdo: el olvido
La memoria se compone de recuerdo y olvido;54
ambas mantienen una relación dialéctica: su
coexistencia es necesaria e incluso benéfica, pues el olvido no es un enemigo de la memoria, sino
una dimensión que la constituye.55
Por lo tanto, para comprenderla, se requiere conocer este segundo
elemento que la integra. El olvido, al igual que la memoria, es un concepto polisémico. Para entender
su relevancia parece conveniente tener en cuenta las reflexiones del etnólogo Marc Augé56
sobre la
necesidad de olvido, el análisis de Paul Ricoeur57
respecto a los tipos de olvido y el estudio sobre los
abusos de la memoria, de Tzvetan Todorov.58
Marc Augé59
considera que el olvido es una selección de recuerdos, por lo que funciona como un
complemento de la memoria60
. Así, la memoria, definida por la relación intrínseca entre recuerdo y
olvido, semeja la labor de jardinería: algunos recuerdos, como sucede con las plantas, deben
eliminarse para ayudar a que el resto florezca.61
El autor desestigmatiza esta faceta,62
pues considera
que permite, a quienes vivieron hechos traumáticos, continuar su vida y albergar nuevos recuerdos.
En este sentido, recuerdo y olvido son mutuamente solidarios y necesarios, evitar el olvido equivale
a perder la memoria, pues sin este no existe selección que la posibilite.63
Por su parte, Paul Ricoeur en La memoria, la historia y el olvido64
desecha la idea del olvido como
una “inquietante amenaza” para la memoria y, en concordancia con Augé, piensa en el olvido y el
recuerdo como una pareja imprescindible. Al mismo tiempo, considera que hay distintos tipos de
54 Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido, Argentina, FCE, 2004, p. 532. 55 Marc Augé, Las formas del olvido, Barcelona, Gedisa, 1998, p. 24. 56 Ídem. 57 Paul Ricoeur, Op. cit. 58 Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria, Barcelona, Paidós Ibérica, 2000. 59 Marc Augé, Op. cit. 60 Ibíd., p. 102. 61 Ibíd., p. 23. 62 Augé les propone a quienes han experimentado acontecimientos traumáticos que “si quieren revivir y no sólo sobrevivir deben darle espacio al olvido”, Ídem. 63 Marc Augé, Op. cit., p. 104. 64 Paul Ricoeur, Op.cit.
23
olvido, según el grado de profundidad y la relación que el individuo —o la colectividad— establece
con él. En el nivel más profundo se encuentra el olvido por destrucción de huellas, el cual consiste
en la eliminación de huellas escritas (documentales, archivos), psíquicas (impresiones-afecciones) o
cerebrales (corticales). También a este nivel pertenece el olvido de reserva, que se basa en la idea65
de que el pasado es indestructible e inolvidable, por lo tanto, los recuerdos se encuentran en estado
de latencia y en cualquier momento pueden “volver”. Su existencia se demuestra cuando
reconocemos imágenes que pensamos haber perdido.66
En un segundo nivel de profundidad —más
superficial— se ubica el olvido manifiesto u olvido ejercido, cuyas manifestaciones se distribuyen a
lo largo de un plano horizontal, entre un polo activo y otro pasivo. Al respecto, Ricoeur analiza los
usos del olvido: el olvido y la memoria impedida, el olvido y la memoria manipulada, y el olvido
impuesto, la amnistía.
Para hablar del primero,67
considera que esta manifestación del olvido es individual y surge sobre
todo, pero no únicamente, después de vivir acontecimientos traumáticos. En este caso, el sujeto
aparta de su conciencia hechos y sucesos que le resultan inaceptables. La memoria impedida es una
“memoria olvidadiza”: el individuo reprime un recuerdo, lo cual le impide concientizar esa
experiencia dolorosa; así, el olvido resulta de los mecanismos de represión que vuelven inconsciente
la sustitución o negación de la imagen o impresión del pasado. No obstante, los recuerdos aún
refrenados siguen activos, lo cual evita que una persona siga su vida. Para controlar los recuerdos, se
precisa identificarlos y anularlos, pues cuando se localizan y trabajan es posible superarlos o dejarlos
de lado, mas no olvidarlos.68
65
Idea planteada por Freud y Bergson que Ricoeur utiliza como argumento. 66 Ibíd., p. 549. 67 En este párrafo sigo la reflexión de Paul Ricoeur, Op. cit., y Tzvetan Todorov, Op. cit. 68 Tzvetan Todorov, Op. cit., p. 24.
24
La segunda manifestación, el olvido y la manipulación de la memoria, proviene de desposeer a los
actores sociales del poder de relatarse a sí mismos; manipular la memoria, sobre todo en el plano
ideológico, es posible gracias a la “fragilidad de las identidades” y a la función mediadora y selectiva
de la narración. Al contar un acontecimiento vivido o un recuerdo se efectúa una selección, lo que
permite omitir o modificar el relato.69
El sujeto o colectivo que olvida a consecuencia de un relato
manipulado tiene un alto grado de responsabilidad que lo vuelve cómplice.70
La tercera manifestación del olvido, la amnistía, se define como un olvido institucional cuya
finalidad es alcanzar la reconciliación de una sociedad dividida por graves desórdenes políticos. La
amnistía intenta ser una terapia de urgencia que interrumpe una ola de violencia y encono, la cual
afecta al tejido social al finalizar los procesos en curso y suspender las diligencias judiciales. Como
olvido jurídico equivale a borrar la memoria en su expresión testificativa y a decir que nada ocurrió.
Aunque su intención es reafirmar la unidad nacional, lo hace omitiendo de la memoria dominante los
ejemplos capaces de proteger el futuro, además de privar a la opinión pública de los efectos
benéficos del desacuerdo. La amnistía se encuentra en la frontera de la amnesia, un límite peligroso
porque es fácilmente franqueable.71
Ricoeur72
plantea que la memoria individual y colectiva
necesitan sufrir una crisis de identidad que les facilite la reapropiación lúcida del pasado y su carga
traumática, lo correspondiente a elaborar los acontecimientos y aprender a vivir con ellos, sin
reprimirlos de manera inconsciente.
En Los abusos de la memoria,73
Tzvetan Todorov pone en perspectiva los usos de la memoria y el
olvido. Como preámbulo, menciona que en la actualidad la memoria se ha ganado prestigio por
considerarse un acto de resistencia antiautoritaria. Sin embargo, está amenazada por la supresión de
69 Ibíd., p. 576. 70 Luis Vergara, Paul Ricoeur para historiadores: un manual de operaciones, México, UIA-Plaza y Valdés, 2006, p. 143. 71 Paul Ricoeur, Op. cit., pp.578-580. 72 Ibíd., p. 581. 73 Tzvetan Todorov, Op. cit.
25
la información y por la sobreabundancia de ella —características de las sociedades modernas—; en
consecuencia, no puede elogiarse incondicionalmente ni el olvido debe condenarse de forma
intransigente.
Resulta primordial distinguir entre la simple recuperación del pasado y el uso que se le confiere. La
elección entre recuerdo y olvido que propicia la existencia de la memoria ocurre bajo ciertos
criterios; la función del pasado en el presente depende de conocerlos. Después de trabajar con la
memoria, como expone Ricoeur, es necesario formularse algunas preguntas: ¿Para qué sirve la
memoria? ¿Con qué fin se utiliza? ¿Cuáles son los objetivos que persigue la evocación del pasado?
De acuerdo con el análisis de Todorov, si bien es indispensable recuperar el pasado, éste no debe
regir el presente, pues no todos los recuerdos son admirables: aquellos que alimenten el espíritu de
venganza suscitarán reservas,74
así como los que ponderen el pasado en el primer plano del debate
para reprimir un presente conflictivo. Su conmemoración obsesiva, al igual que el culto a la memoria
y su sacralización, pueden volverla estéril.75
Asimismo, Todorov76
explica dos formas de reminiscencia: la literal y la ejemplar. En la primera, el
suceso permanece intransitivo y no conduce más allá de sí mismo. El recuerdo literal sirve para
justificar o impulsar las iniciativas de desquite o venganza señaladas. Gracias a él, la persona
afectada que identifica al causante de su sufrimiento —o a sus allegados— y lo acosa en términos
semejantes a los que vivió, establece una continuidad entre pasado y presente, además de extender
las consecuencias del trauma inicial a todos los instantes de la existencia, convirtiendo el pasado en
principio de acción para el presente, e incluso sometiéndolo a él.77
74 Jacques Le Goff plantea que “la conmemoración del pasado conoció su culminación con la Alemania Nazi y la Italia
Fascista”. En ambos casos se usó un pasado cuidadosamente seleccionado, en Tzvetan Todorov, Op. cit., p. 28. 75 Tzvetan Todorov, Op. cit., p. 33. 76 Ibíd., p. 30. 77 Todorov menciona el ejemplo serbio; este país justifica sus agresiones contra otros pueblos de la ex Yugoslavia a partir
del pasado: la violencia desatada es una manera de desquitarse por lo que sufrió en el pasado. En Tzvetan Todorov, Op.
cit., p. 27.
26
Al contrario, la memoria ejemplar utiliza una lección del pasado para actuar en el presente, es decir,
aprovecha la enseñanza de las injusticias sufridas para luchar por las que se producen en la
actualidad. Al comparar acontecimientos, manteniendo su identidad, establece relaciones que
permiten destacar sus semejanzas y diferencias, encontrar nexos y fundar aprendizajes con el fin de
actuar en situaciones nuevas que sean análogas. El objetivo de esta clase de memoria no es reparar el
daño o evocar repetidas veces los sufrimientos sin trabajarlos, sino alertar y preparar para afrontar
situaciones similares que se desarrollen en el presente.78
La relación entre memoria e historia
Resulta indispensable destacar también la relación de la memoria con la historia. Desde principios
del siglo XX, cuando los paradigmas del historicismo clásico entraron en crisis, la memoria se ha
considerado el sustrato subjetivo de la historia.79
Entre sus puntos de convergencia y discordancia se
puede considerar, en primer lugar, que la memoria es la matriz de la historia80
. En segundo lugar,
entre los años sesenta y setenta del siglo XX, la historia oral —el registro y análisis de testimonios
hablados acerca del pasado—, impulsada por la creciente influencia de la nueva historia social o
“historia desde abajo”,81
mostró cómo la memoria se convertía en fuente de la historia. Aunque esta
nueva relación representó un cuestionamiento para la historia tradicional —que privilegiaba a los
actores dominantes—, sus supuestos básicos no se alteraron: el historiador preparaba el material que
le permitía reconstruir el pasado de forma tan objetiva y completa como le fuera posible. El
historiador adicionó la historia oral a su arsenal de técnicas y consideró a la memoria una fuente más.
En tercer lugar, después de analizar sistemáticamente los contenidos de las fuentes orales, el uso de
78 Ibíd., p. 58. 79 Enzo Traverso, Op. cit. 80 Paul Ricoeur, Op. cit., p. 190. 81 Ídem.
27
los recuerdos y la manera de contarlos, los historiadores comenzaron a interesarse menos por su
contenido y más por el proceso de su desarrollo y por el trabajo de la memoria. Cuando tomaron
conciencia de que tanto en una sociedad como en un individuo pueden coexistir diferentes memorias
del mismo acontecimiento —en ocasiones opuestas o que discrepan de la visión dominante— su
tarea consistió en analizar las formas, los mecanismos, las funciones y transformaciones de esos
recuerdos en la vida de los grupos, así como en sus interacciones y conflictos82
a lo largo del tiempo.
En otras palabras, surgió el interés por historizar la memoria,83
por transformarla en objeto de la
historia y efectuar un estudio de las memorias.
Los teóricos referidos en este capítulo tienen un punto de vista particular acerca de la relación entre
memoria e historia. Por un lado, el sociólogo Maurice Halbwachs y el historiador Pierre Nora, entre
otros,84
consideran que ambas mantienen un vínculo de ruptura. Al pensar en la historia positivista
—estudio científico del pasado, sin interferencias con el presente— oponen una memoria subjetiva
basada en la experiencia de grupos e individuos. De ahí la delimitación entre ellas: si la historia es
una práctica científica, su campo de acción comienza cuando se termina la memoria. Esto significa
que el pasado de la historia es lejano y acabado, mientras que el de la memoria es vivo y cambiante.
Por otro lado, entre los autores que defienden la continuidad de ambas representaciones del pasado se
encuentra Paul Ricoeur, quien estima a la memoria como la matriz de la historia, lo cual no significa
una reivindicación de la primera contra la segunda ni que aquella sea un simple objeto de la historia
o viceversa. Ricoeur asume que la historia es capaz de ampliar, completar, corregir, e incluso refutar,
el testimonio de la memoria sin invalidarlo, porque éste es prueba de su existencia.85
Así, aunque
ambas representaciones tengan atributos distintos, mantienen una relación complementaria: la
82 Nathan Wachtel, Op. cit., p. 87. 83 Jacques Le Goff, Op. cit. 84 María Inés Mudrovcic, Op. cit., p. 121. 85 Paul Ricoeur, Op. cit., pp. 152-154.
28
historia nació de la memoria y, tras adoptar una postura autorreflexiva, la convirtió en uno de sus
objetos.86
Por último, es importante mencionar que memoria e historia se afectan mutuamente: no existe la
memoria originaria y no contaminada, los recuerdos se elaboran de manera constante por una
memoria escrita en el espacio público y se someten a los modos de pensar colectivos e influidos por
los paradigmas científicos de representación del pasado.87
Si bien ambas tienen características
opuestas, se complementan y forman parte de una relación dinámica de tensión creadora.
Lugares de memoria
El historiador francés Pierre Nora dirigió la obra Les lieux de mémoire.88
En ella definió los lugares
de memoria como una unidad significativa de orden material o ideal89
que la voluntad de los
hombres o el trabajo del tiempo convirtieron en un elemento simbólico que integraba el patrimonio
memorial de cualquier comunidad. Esta noción se enfoca en entender el presente al examinar las
representaciones del pasado; por ello parte de las siguientes preguntas: ¿Qué representan en la
actualidad la celebración del 14 de julio o los castillos del Loira? ¿Cómo se mira y reconstruye el
pasado en el presente? ¿Cuáles son los elementos del pasado que se conservan en el presente y de
qué manera? No se interesa tanto por los acontecimientos90
, sino por cómo el presente emplea el
pasado91
, por sus usos y su impronta en los presentes sucesivos.
86
Enzo Traverso, Op. cit., p. 21. 87 Ibíd., p. 29. 88 Pierre Nora (ed.), Les lieux de mémoire, 3 vols., 4ª ed., París, Gallimard, 1997. 89 Eugenia Allier, “Lugar de memoria: ¿un concepto para el análisis de las luchas memoriales? El caso de Uruguay y su
pasado reciente”, en Cuadernos del CLAEH (96-97) (Uruguay), “Sesenta años de la declaración universal de los derechos
humanos”, 2ª serie, año 31, 2008b, p. 88. 90 Pierre Nora, Op. cit., 1998, p. 25. 91 Eugenia Allier, “Los Lieux de mémoire: una propuesta historiográfica para el análisis de la memoria”, en Historia y
Grafía, 31, 2008a, p 181.
29
Se podría decir que hay dos tipos de lugares de memoria: aquellos determinados por historiadores,
quienes tras un análisis encuentran que los espacios contienen una memoria con carga simbólica,
conservada, transformada y ampliada a lo largo de su historia; y los que se construyeron por el paso
del tiempo como artefactos de memoria, porque mediante ellos la ciudadanía —grupo, colectivo o
partido— recuerda un acontecimiento específico de la historia nacional reciente.92
En el primer caso
el trabajo del historiador es fundamental para encontrar y dar forma a estos sitios, mientras que en el
segundo el contexto mueve a su creación. Si el espacio proviene de la tradición y se ha consolidado
con el paso del tiempo, o si se crea ex profeso para conmemorar un pasado, sobre todo uno reciente,
puede considerarse un lugar de memoria.
Cuando Nora93
afirma que lo importante para estos últimos es la relación con el pasado y la manera
en que el presente lo utiliza y reconstruye, parece sugerir que el concepto no debe referirse a los
sitios creados recientemente y que suponen el recuerdo de una historia cercana. Para él, los lugares
de memoria existen cuando la memoria se pierde, situación que, según su punto de vista, ocurre en la
memoria nacional francesa —pues la considera en desaparición acelerada—. Sin embargo, y en la
presente investigación se concuerda con esta postura, pueden al mismo tiempo considerarse por los
historiadores puntos de cristalización de la memoria, sea esta nacional o de un colectivo, o pueden
elegirse y configurarse por actores o contemporáneos de la historia que se intenta rescatar.94
En este trabajo se plantea que, en casos con pasados recientes conflictivos y violentos distintos del
francés, los lugares de memoria no designan a la memoria perdida o en vías de desaparición, sino la
que aún está en confrontación,95
de tal modo que participan en las luchas por el recuerdo del pasado
libradas en dichos casos y entre distintos grupos o actores que buscan apropiarse de él para usarlo en
92 Eugenia Allier, Op. cit., 2008b. 93 Pierre Nora, Op. cit., p. 33. 94 Eugenia Allier, Op. cit., 2008b, p. 93. 95 Ibíd., pp. 95-96.
30
el presente.96
Tal es el caso de Argentina, la ESMA y la participación de los organismos de derechos
humanos en la disputa por controlar el sentido del pasado que se estableció durante la constitución
del Espacio Memoria en el ex CCD.
La importancia de ese espacio se explica por un pasado reciente violento que continúa generando
malestar en ciertos sectores de la sociedad. Aunque los acontecimientos traumáticos hayan
terminado, sus huellas no se han borrado; son todavía tema de discusiones que, muchas veces, se
dirimen en escenarios públicos y simbólicos, y explican la necesidad de los distintos grupos por
implantar su punto de vista sobre el pasado.
La memoria en América Latina
Hasta el momento se ha tratado las perspectivas de la memoria y de la recuperación del pasado
propuestas desde la mirada europea. Sin demeritar su valor, también resulta primordial mencionar
algunos planteamientos considerados desde la realidad latinoamericana. De manera sucinta, se
presentarán en este apartado las líneas de investigación que se han abierto con los trabajos de
Sandrine Lefranc,97
Daniel Feierstein98
y Hugo Vezzetti.99
Sandrine Lefranc analiza las políticas del perdón y la reconciliación que se iniciaron como
mecanismos de la justicia transicional. En primer lugar, considera que la política del perdón surgió
en una etapa que requería mantener la estabilidad y la gobernabilidad y establecer consensos entre
los grupos políticos que salían del poder y los nuevos gobiernos democráticos. La autora considera
que esta retórica no surtió el efecto deseado por los gobiernos, pues este discurso pacificador
96 Eugenia Allier, Op. cit., 2008a, p. 106. 97 Sandrine Lefranc, “Las políticas del perdón y de la reconciliación. Los gobiernos democráticos y el ajuste de cuentas
con el legado del autoritarismo”, en Desarrollo económico Revista de Ciencias sociales, Buenos Aires, vol. 45, núm.
178, julio-septiembre, 2005, pp. 163-186. 98 Daniel Feierstein, El genocidio como práctica social: entre el nazismo y la experiencia argentina, Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires, 2008. 99 Hugo Vezzetti, Sobre la violencia revolucionaria, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009.
31
pretendía cancelar la investigación de los conflictos heredados por los regímenes autoritarios, en
lugar de buscar impartir la justicia demandada por las víctimas o sus familiares. Ahora, si bien esta
retórica no favoreció la reconciliación nacional ni sirvió para apaciguar los ánimos, sí permitió que el
tema de la verdad y la justicia se retomara desde las ciencias sociales; pues juristas y científicos
sociales se replantearon los términos del análisis de la justicia transicional a partir de las reflexiones
en torno al perdón.
En un segundo momento, supone que dicha retórica, que originalmente perseguía terminar las
discusiones sobre la violación de los derechos humanos, fue un elemento que reavivó el debate
público, pues motivó la construcción de una verdad histórica común —en el caso argentino detonó la
investigación de la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (CONADEP)— y favoreció
la revalorización del papel de las víctimas, los sobrevivientes, y su testimonio.
Lefranc revisa los análisis acerca de las políticas de reconciliación con el fin de reconsiderar su
función en la apertura y lanzamiento del debate sobre la violencia política ejercida durante los
regímenes dictatoriales, en este caso, el referido a Argentina. Para el estudio del caso que ocupa este
trabajo, la reactivación de la propuesta para crear un museo de la memoria en el predio de la ESMA
respondió a un intento de reconciliación. Contraponerse a la clausura de las demandas de justicia
bajo la retórica del perdón desató la movilización de los actores políticos que devolvió al espacio
público la demanda de reparación y “recuperación”100
del predio. La iniciativa de erigir un museo
relanzó el debate, dio más visibilidad a las causas judiciales abiertas (como la “Megacausa ESMA”)
y promovió que la postura de la víctimas101
dominara en el discurso y se convirtiera en la versión
100 En este trabajo siempre que se mencione el término recuperación, se debe tener en cuenta que no es el más adecuado para referirse a la acción de los organismos de derechos humanos respecto al predio, pues formalmente éste no les
pertenecía antes de que fuera un centro de detención; por lo tanto, no puede decirse que lo hayan recuperado. 101 Lefranc, Op. cit., p. 178.
32
“oficial”.102
Así, la obsesión reconciliadora provocó que los organismos de derechos humanos,
reaccionaran y trataran de cancelarla.
Otro enfoque de los estudios sobre las representaciones del pasado lo plantea Daniel Feierstein,
quien se cuestiona la posibilidad de calificar la experiencia argentina, el “Proceso de Reorganización
Nacional”, como un genocidio. Para tal efecto, establece una tipología de los genocidios en la
historia occidental, centrándose en el siglo XIX y el siglo XX, y compara dos que supone
representativos por su condición reorganizadora: el nazismo y el caso argentino.
El análisis de Feierstein sitúa la experiencia argentina en la lógica de continuidad del genocidio, en
específico de aquel que, mediante su mecanismo más acabado, el dispositivo concentracionario,
reorganiza las prácticas sociales del Estado Nación. Desde esta perspectiva, el “Proceso de
Reorganización Nacional” fungió como un aparato para reestructurar a la sociedad argentina con
toda intencionalidad, desarticular la construcción política de los años sesenta y setenta, así como las
prácticas sociales que en ella se establecieron —caracterizadas por la colectividad y la justicia
social— y aniquilar al grupo político que las defendía. Según el autor, esta reorganización cumplió
su objetivo; prueba de ello es que la sociedad argentina contemporánea es individualista, solipsista y
atomizada. Así, este genocidio, a diferencia del colonial, por ejemplo, significó el aniquilamiento de
un grupo político y el reajuste de las relaciones sociales al interior del Estado Nación preexistente.
Por otro lado, Feierstein establece una periodización de los relatos de los hechos desde sus
aproximaciones política, periodística y académica, pues plantea que los modos de representación del
pasado producen efectos materiales en las maneras de procesarlo simbólicamente. Al analizar las
narraciones de la violencia y sus efectos materiales y simbólicos encuentra representaciones distintas
de los militares, la CONADEP y las reflexiones teóricas. Su interés es caracterizar las categorías
102 Ibíd., p. 179.
33
analíticas y señalar el modo en que se asumen, así como las consecuencias de cada definición en el
desarrollo del debate sobre las representaciones del pasado.103
Feierstein apunta al genocidio como un concepto que puede aportar elementos a la discusión sobre la
caracterización de las víctimas, pues distingue entre víctimas y victimarios: las primeras se
identifican por conformar un conjunto —militantes sociales, sindicales, estudiantiles y militantes de
las organizaciones armadas— bien definido por el perpetrador para su exterminio, aun cuando
existiera o no previamente como fuerza social. Esta diferencia permite analizar la función de la
víctima para reapropiarla en tanto sujeto social. Tal vez esta forma de ver el pasado favorezca el
establecimiento de responsabilidades y reparaciones para el conjunto de la sociedad, además de
nuevos enfoques académicos que esclarezcan el tema.
Por su parte, la lectura de Hugo Vezzetti propicia un cuestionamiento sobre la función que tuvieron
la militancia setentista, los organismos de derechos humanos en la construcción de iniciativas para
recordar el pasado en la posdictadura, y el Estado porteño y nacional en la institucionalización de la
memoria militante. Al igual que Lefranc y Feierstein, este autor reflexiona en torno a la
caracterización de la víctima y además cuestiona en qué punto de la historia argentina se debe situar
el inicio de la violencia, quizá la respuesta permitiría dilucidar quién es el responsable en la vorágine
de la violencia, quién es la víctima y quién el victimario.
Vezzetti reta la idea arraigada en el imaginario peronista que asegura que las organizaciones armadas
tuvieron un origen reactivo a la violencia ejercida desde el Estado, durante la dictadura de Onganía,
—Pilar Calveiro104
y Antonius Robben siguen está misma línea—105
. El autor antepone a dicho
planteamiento la tesis de que las organizaciones armadas se habían radicalizado desde la Revolución
103 Feierstein, Op. cit., p. 303. 104 Pilar Calveiro, Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años setenta. Editorial Norma, Buenos Aires, 2008. 105 Antonius C. G. M. Robben, Pegar donde más duele. Violencia política y trauma social en Argentina, Anthropos
Editorial, Barcelona, 2008.
34
cubana. Es decir, reconsidera a los participantes de la guerrilla desarrollada entre 1973 y 1976 como
entes políticos que detonaron el uso de la violencia como agente movilizador. Además, sostiene que
estos también costaron vidas, las cuales en muchas ocasiones no se tuvieron en cuenta, lo que
significa que la guerrilla setentista también fue responsable en el origen del periodo de violencia
política; de esta manera afirma que “el terrorismo guerrillero ayudó a crear condiciones favorables
para la empresa criminal” y plantea que ningún ejercicio de memoria puede dejar de lado la función
de los grupos radicalizados en el escenario de la violencia indiscriminada.
En cuanto a las iniciativas de conmemoración del pasado reciente y los organismos de derechos
humanos, el investigador sugiere que estas agrupaciones se constituyeron en agentes mayoritarios e
incluso protagonistas de su desarrollo; como ejemplo menciona el Parque de la Memoria y la ESMA.
En su opinión, dichos organismos crearon106
eventos para unos cuantos, sobre todo para la plana
política del gobierno porteño, que en ese entonces les era favorable, lo cual considera un vacío estatal
pues “estas no han sido capaces de promover la deliberación pública, la inclusión de otras voces y
otras constelaciones de ideas, incluyendo la de los especialistas, en la fijación material del
pasado”107
.
Es importante mencionar que las tres lecturas del pasado y presente argentino contribuyen al estudio
de temas que la academia e intelectualidad han trabajado desde hace más de cinco años: el
reposicionamiento de la figura de la víctima, el cuestionamiento sobre la pertinencia de estudiar el
fenómeno desde otra perspectiva —el caso del genocidio—, la repolitización del papel de la
militancia en los años setenta, su responsabilidad en los acontecimientos y el papel de los
organismos de derechos humanos y el Estado en la conmemoración del pasado dictatorial.
106 Vezzetti, Op. cit., p. 246. 107 Ídem
35
Para los fines de esta tesis, la postura de Vezzetti es un detonante que llama a formular una pregunta
que se atraviesa en esta línea de investigación, la cual se procurará responder a lo largo de la misma:
¿qué función tuvieron los organismos de derechos humanos en la conformación de un relato que ha
permitido mantener en el espacio público el recuerdo del pasado, erigir un museo de la memoria y
consolidar un lugar de memoria?
Hasta el momento se ha definido de forma general el término memoria y sus componentes —
memoria colectiva, memoria pública y olvido—, así como las relaciones que establece con otras
disciplinas, como la historia, y los lugares de memoria. Estas nociones serán la base para analizar la
participación de los organismos de derechos humanos en la confrontación de las memorias gestada al
construir un museo y consolidar un lugar de memoria en predio del ex CCD.
En el siguiente capítulo se examinará la génesis y el desenvolvimiento de la violencia política en
Argentina entre 1966 y 1976, además de la ola de represión que incrementó su fuerza a partir del
golpe de Estado de 1976 y una de sus manifestaciones más representativas: el secuestro, la tortura y
la desaparición de opositores al régimen en centros clandestinos de detención.
36
Capítulo 2. La dictadura militar: 1976-1983
Introducción
En este capítulo se examinará el contexto histórico del periodo dictatorial (1976-1983) y de su
antecedente inmediato, la etapa localizada entre 1966 y 1976. En el primer apartado, se revisarán los
acontecimientos ocurridos entre la llegada de Onganía al gobierno argentino y el retorno de Perón al
escenario político, así como su vínculo con la radicalización de la protesta y la violencia política que
derivaron en el golpe de Estado llevado a cabo el 24 de marzo de 1976. En un segundo momento se
presentará la represión, una característica del régimen militar importante para este estudio. Y en el
tercero, se discurrirá acerca de una de las manifestaciones de la represión ejercida por el Estado en
esa época: la captura ilegal de personas y su reclusión en centros clandestinos de detención, en
particular en el de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
El objetivo es conocer una perspectiva de la génesis y el desenvolvimiento de la violencia política en
Argentina entre 1966 y 1983, desde la cual se plantea que la brutalidad del enfrentamiento (1966-
1976) entre algunos grupos ―sectores radicales, los militares y los sectores sociales que los
apoyaban― produjo una espiral de violencia que legitimó el golpe de Estado de 1976 y la respuesta
del gobierno de una fuerza sin precedentes, que resultó en la represión y el exterminio del
“enemigo”. Asimismo, se pretenden mostrar algunas acciones del régimen militar que posibilitarían
dimensionar los alcances de la violencia desplegada en los centros clandestinos de detención, como
el ubicado en la ESMA.
Con este acercamiento se busca dar referencia al accionar de ciertos actores sociopolíticos que
promovieron la apropiación de espacios vinculados al régimen dictatorial y la generación de
iniciativas de recuperación de la memoria.
37
La violencia política. 1966-1976
Tras el golpe de Estado de 1966, la autodenominada “Revolución Argentina”, a cargo del general
Juan Carlos Onganía, se propuso reconfigurar el orden social, además de desmantelar las estructuras
y valores de la partidocracia.108
Desde ese momento, la estrategia del gobierno militar para construir
un nuevo orden social fue reprimir las movilizaciones, censurar a los medios de comunicación,
intensificar la presencia del ejército en las calles, prohibir las agrupaciones estudiantiles, privar a las
universidades públicas de su autonomía y adjudicarle su control al Ministerio del Interior para
“acabar con la infiltración marxista y la agitación estudiantil”. 109
El cierre de los mecanismos jurídicos y extrajurídicos dentro de los cuales se desarrolló el juego
político que vivió la sociedad argentina durante el gobierno de Onganía provocó que los sectores
sociales que buscaban espacios de participación (estudiantes, obreros y clase media) comenzaran a
utilizar cauces más radicales:110
las organizaciones estudiantiles mantuvieron duros enfrentamientos
con las fuerzas del orden, mientras que los líderes sindicales y los obreros reaccionaron con protestas
y movilizaciones. A partir de entonces, los levantamientos populares, las huelgas no autorizadas y la
agitación estudiantil se volvieron comunes;111
asimismo, apareció la guerrilla urbana. El Estado
contestó con episodios de violencia desmedida,112
que fueron una muestra de las escenas posteriores
de rebelión.
108 El deseo de reconstituir la estructura y los valores de la partidocracia y el orden social se puede explicar porque los
distintos sectores tradicionales (terratenientes, burguesía, clase media, conservadores y liberales) que discrepaban del
peronismo y su política no fueron capaces de derrotarlo por la vía constitucional y electoral, por lo que decidieron buscar
otras medios para ocupar el poder. 109 Leslie Bethell (ed.), Historia de América Latina. El Cono sur desde 1930, Barcelona, Crítica, 2002, p.104. 110 Ibíd., p. 109. 111 Leslie Bethell, Op. cit., p. 109. 112 Como la Noche de los bastones largos y el Cordobazo. La Noche de los bastones largos ocurrió el 29 de julio de
1966, cuando, por orden del presidente Onganía, la policía ingresó por la fuerza a la Universidad de Buenos Aires
(UBA), desalojó violentamente a los estudiantes de cinco facultades, disolvió el Consejo Superior Universitario y les
prohibió tanto al alumnado como a los docentes hacer política; en esa ocasión se encarceló a más de cien estudiantes. El Cordobazo fue un movimiento de protesta que tuvo lugar en mayo de 1969 en Córdoba, la segunda ciudad industrial más
importante después de Buenos Aires. Éste culminó una serie de huelgas y asambleas gremiales reprimidas por las
autoridades militares, a las que se unieron organizaciones estudiantiles.
38
El grupo de izquierda radicalizada Montoneros emergió durante esta época.113
En su primera
aparición pública como conjunto estructurado reivindicaron el secuestro y asesinato del expresidente
argentino Pedro Aramburu.114
Según Richard Gillespie,115
su génesis no obedeció a una formación
revolucionaria, sino más bien a la evolución interna del nacionalismo y catolicismo argentinos; muy
pocos hombres y mujeres que tomaron las armas entre 1960 y 1970 se inspiraron en la Revolución
cubana, el guevarismo y la teoría del foco.116
Al contrario, los fundadores del movimiento, Fernando
Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus, habían pertenecido a grupos con ideología de derecha:
Tacuara117
y al Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT). Un factor que
contribuyó a radicalizar y aceptar la lucha armada fueron las ideas católico-radicales expuestas en el
Concilio Vaticano II, las cuales condenaron la pobreza, la injusticia y la explotación.118
En virtud del
compromiso con la justicia social y la causa popular, el catolicismo radical condujo a muchos
jóvenes del movimiento peronista hacia la radicalización guerrillera.119
Otra de las agrupaciones armadas ―no peronistas― que surgieron en esa época fue el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP), que se fundó como ala armada del Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT), de tendencias trostkistas.120
El ERP era comandado por Mario Roberto
113 Se denominaban así en recuerdo de los ejércitos irregulares gauchos que lucharon contra las tropas españolas durante
las guerras de independencia. Bethell, Op. cit., p. 111. 114 Antonious C. G. M. Robben, Pegar donde más duele. Violencia política y trauma social en Argentina, Barcelona,
Anthropos, 2008, pp. 131-132. 115 Richard Gillespie, Soldados de Perón. Los Montoneros, Buenos Aires, Argentina, Grijalbo, 1987, p. 74. 116 Algunos autores proponen un origen distinto al movimiento: Gillespie lo asocia con la evolución del catolicismo y el
nacionalismo argentino de derecha; Robben, con la influencia del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, y
Pilar Calveiro, con la influencia de la Revolución cubana. 117 Este movimiento tuvo sus primeras apariciones con las organizaciones nacionalistas de 1940, la Legión Cívica de los
años 1930 y la Liga Patriótica de 1919. Para más datos de su formación, véase Richard Gillespie, Op. cit., p. 75. 118 El peronismo, más que un partido político, se concibió como un movimiento que encauzaba sectores de derecha y de
izquierda radical, se asentaba en la igualdad de los argentinos y en la dependencia jerárquica del líder mediante disciplina
y lealtad incuestionables. En Antonius Robben, Op. cit., p. 29. 119 Las juventudes peronistas constituían el brazo armado del movimiento, pues intervenían en los conflictos políticos,
incluidos los del propio movimiento peronista. Su propósito era neutralizar toda probabilidad de resolución política de la crisis militar y castigar cualquier muestra de colaboración con los militares, para evidenciar la necesidad de retornar al
juego político democrático. En Leslie Bethell, Op. cit., p. 111. 120 Richard Gillespie, Op. cit., p. 87.
39
Santucho y se proponía mejorar las condiciones de vida de las masas populares a partir de la guerra
de guerrillas. Su estrategia incluyó la coordinación de la insurgencia rural y urbana que, según el
plan trazado, conduciría a una insurrección general. La guerrilla trostkista concibió su acción
militarizada como una extensión de la lucha social. Para 1971 el ERP era la organización guerrillera
urbana más activa.121
Estos grupos crearon con el paso del tiempo organizaciones de masas cuyos miembros participaron
en la violencia armada. Algunos grupos de la juventud de clase media usaron la guerrilla como
medio para conseguir un espacio de participación en el cerrado juego político.122
Así, ante las
condiciones represivas, distintos sectores de la sociedad argentina, principalmente jóvenes
estudiantes y obreros combativos, salieron a las calles a protestar y, en su faceta más radical,
utilizaron la violencia para enfrentar a los militares, desestabilizar al gobierno y conseguir más
adeptos.
El “enemigo”
Entre 1966 y 1976, los choques entre la izquierda revolucionaria y el gobierno se volvieron
constantes, en este escenario la respuesta de cada actor favoreció la conformación de un “enemigo”
simbólico tan amenazador que provocó el endurecimiento de los términos de la relación. En los
siguientes episodios es posible identificar algunos puntos de inflexión en la configuración de este
símbolo.
En 1972, diecinueve presos políticos que intentaban escapar del penal de máxima seguridad de
Rawson fueron ejecutados por la Armada. Respecto a este caso, Antonius Robben123
plantea que los
discursos en torno al acontecimiento evidenciaron las posturas que narraban los hechos violentos
121 Ibíd., p. 138. 122 Leslie Bethell, Op. cit., p. 111. 123 Ibíd., p. 149.
40
ocurridos antes del golpe de Estado de 1976. En dos relatos se manifestaron puntos de vista
particulares: el de los guerrilleros y el de los militares. Ambos incluían la autopercepción de los
involucrados y expresaban cómo empezaron a construir la imagen del “enemigo”. Por una parte, la
versión militar hizo hincapié en la alevosía de los guerrilleros, en su ciega brutalidad y en la falta de
consideración con la sociedad civil; mostró que la insurgencia argentina se enmarcaba en una
estrategia global y que los militares conformaban un cuerpo comprometido con la ley y el orden, con
el trato correcto y el respeto a las garantías.124
Además ubicó a los dos bandos en una posición
irreconciliable y, al mismo tiempo, justificó el uso de la fuerza. Por otro lado, la versión de la
izquierda representó a los guerrilleros como mártires al servicio del futuro de Argentina: entregados,
brillantes, creativos, valientes, profesionales, disciplinados; mientras que caracterizaba a los militares
como individuos brutales, crueles y faltos de honor. Los grupos de izquierda denominaron a este
episodio como la Masacre de Trelew en alusión a la masacre de José León Suárez,125
y la utilizaron
como símbolo de la continuidad y el endurecimiento de la represión durante los distintos gobiernos
militares; esa continuidad revelaba la necesidad de levantarse en armas contra el “enemigo”.
En represalia por este episodio, la guerrilla llevó a cabo una serie de asesinatos, ejecutados meses
después del episodio. En respuesta, los militares persiguieron, capturaron y desaparecieron a los
guerrilleros sobrevivientes. El Estado Mayor de la Armada declaró: “Esta no es una guerra entre las
Fuerzas Armadas y el terrorismo sino entre dos sistemas de vida: el totalitarismo apátrida donde la
muerte es un medio para alcanzar objetivos y la democracia”.126
Por su parte, los guerrilleros
marxistas y peronistas fortalecieron el planteamiento de que, para cambiar las condiciones
124 Antonius Robben, Op. cit., p. 149. 125 El fusilamiento de militantes políticos y civiles ocurrido el 9 de junio de 1956 en los basurales de José León Suárez en el Gran Buenos Aires durante el gobierno militar de la autodenominada Revolución Libertadora; véase Rodolfo Walsh,
Operación masacre, Buenos Aires, Argentina, Ediciones de la Flor, 1972. 126 Robben, Op. cit., p. 151.
41
represivas, la violencia era el único método, por lo que comenzaron a despreciar las huelgas, el
sabotaje y las protestas.
Si para los guerrilleros marxistas la violencia revolucionaria era redentora y justificada porque
exaltaba el heroísmo y el sacrificio, para los guerrilleros peronistas era retributiva y servía para
borrar las heridas del pasado, pues habían perdido la fe en las protestas y las manifestaciones
callejeras no violentas. Estos actores buscaban el poder y lo hacían desde la venganza. Mientras
tanto, las muertes de oficiales y policías traumatizaron a los cuerpos de seguridad, quienes trataron
de acabar con el “enemigo”, la amenaza guerrillera, y actuaron con violencia destinada a neutralizar
a quien pretendiera convertirse en uno.127
Tras la Masacre de Trelew se incrementaron las rivalidades entre guerrilleros y militares. La réplica
de ambos fue el endurecimiento de sus posiciones y el aumento en los niveles de violencia contra el
bando contrario o contra aquellos que pudieran volverse “enemigos”. Los sentimientos de ira,
frustración y trauma, acentuaron la brutalidad de las acciones violentas y reforzaron los sentimientos
de los grupos y la necesidad de acabar con ellos de manera definitiva.
Otro punto de inflexión en la construcción del “enemigo” simbólico sucedió en mayo de 1973: en la
víspera de la toma de protesta de Héctor Cámpora, abanderado del peronismo,128
se amnistió a los
presos que cumplían una condena por motivos políticos en la cárcel de Villa Devoto. Las reacciones
muestran que el clima de tensión social se incrementó: mientras la izquierda revolucionaria celebró
el Devotazo por considerarlo una derrota del gobierno, los militares se manifestaron atemorizados
por la liberación de los elementos subversivos. Esta amnistía contradecía su sentido de justicia, pues
los propios guerrilleros habían asegurado que regresarían a la lucha armada una vez que se les
liberara. Según Antonious Robben, dicho episodio marcó un hito en el modo de pensar de los
127 Ibíd., p. 153. 128 El partido que había estado proscrito durante 18 años.
42
militares acerca de la contrainsurgencia. Ellos, conscientes del carácter impredecible de la política
argentina, replantearon su estrategia contra la insurgencia: convinieron en impedir que su “enemigo”
se dejara de nuevo en libertad para lo cual, en adelante, su objetivo no sería el encarcelamiento sino
el exterminio.129
La polarización de las posturas políticas y el cierre de espacios para la manifestación pacífica
también se aprecian en los sucesos de la tarde cuando, tras la renuncia del presidente Cámpora130
(20
de junio de 1973) Perón volvió a Argentina y fue recibido en el aeropuerto de Ezeiza por casi dos
millones de personas.131
En esa ocasión, una serie de detonaciones finalizaron la recepción
multitudinaria. Un día después del hecho que sería conocido como la Masacre de Ezeiza132
, Perón
dirigió un discurso con tono pacificador; en él mencionó que “había vuelto para poner orden al
movimiento justicialista desquiciado por falsos peronistas o no peronistas que pretendían
controlarlo”.133
Responsabilizó de lo sucedido a la izquierda revolucionaria y dejó clara su postura:
deseaba negociar con los grupos de interés ―los partidos políticos (entre ellos la Unión Cívica
Radical)―, reivindicar la función de los sindicatos, acercarse a las Fuerzas Armadas y dar la espalda
al movimiento que, en buena medida, propició su regreso.
Frente a este nuevo cambio de rumbo en la estrategia de Perón, los movimientos armados que antes
se concebían peronistas y se cobijaban detrás del líder, fueron librados a su suerte. Cuando asumió la
presidencia en octubre de 1973, puso en marcha su propuesta de finalizar la radicalización política
que experimentaba el movimiento y la sociedad. Sin embargo, no pudo superar las diferencias que él
129 Robben, Op. cit., p. 156. 130 Debido a las tensiones entre las diversas corrientes del movimiento (la juventud peronista, el peronismo histórico y el
sindicalismo), que generaron una crisis institucional. 131 Liliana De Riz, “De la movilización popular al aniquilamiento”, en Clara E. Lida, Horacio Crespo y Pablo
Yankelevich (comps.), Argentina, 1976. Estudios en torno al golpe de Estado, México, El Colegio de México, 2008, p. 38. 132 Ídem. 133 Liliana De Riz, La política en suspenso: 1966-1976, Buenos Aires, Paidós, 2000, p. 137.
43
mismo había creado: en la celebración del 1° de mayo134
rompió relaciones con la izquierda
montonera. Cuando ésta lo increpó por la derechización de su gobierno, él transformó su discurso
conciliador en una confrontación directa contra las juventudes peronistas, que abandonaron la plaza y
lo dejaron solo.
La violencia entre ambos actores se mantuvo con los asesinatos vindicativos de los guerrilleros y las
ofensivas de los militares. El acoso era recíproco: se atacaban sedes y unidades básicas con bombas,
se cometían asesinatos, se publicaban editoriales incendiarios e incluso aparecían listas negras en la
prensa. Las represalias se volvieron formas de afirmar el poder, conquistar más espacio político y
medir el grado de respaldo popular.135
En enero de 1974, setenta guerrilleros del ERP atacaron el regimiento Azul para robar armamento y
sin desearlo mataron al teniente coronel Ibarzábal. Perón, indignado por el acontecimiento, se lanzó
con acusaciones contra los guerrilleros y azuzó al ejército para que aniquilara el “terrorismo” y la
guerrilla. Sus alegatos comenzaron a recrudecer la polarización de las fuerzas políticas. También el
asesinato del líder sindicalista Rucci136
incrementó el encono de Perón; se consideró a los homicidas
traidores a la patria. Desde ese momento se desató el llamado “terror blanco”: escuadrones de la
muerte que actuaban con la aprobación de las autoridades iniciaron una campaña clandestina contra
la insurgencia y emprendieron una serie de asesinatos en venganza, comenzando por el de Enrique
Grynberg.137
Tras la muerte de Perón el 1° de julio de 1974, los distintos sectores del movimiento peronista se
autoproclamaron sus herederos. Sin embargo, la vicepresidenta, Isabel Perón, conservó el poder.
134Festejo tradicional del peronismo montonero. 135
Robben, Op. cit., p. 164. 136 José Ignacio Rucci fue un líder sindical de la Confederación General de Trabajadores (CGT) criticado por cambiar su
estilo de vida después de convertirse en dirigente. Según sus críticos de izquierda, él deseaba expulsar a los revolucionarios del Movimiento Peronista y creó tropas de asalto para enfrentarse a ellos en las calles, en Robben , Op.
cit., p. 162. 137 Militante peronista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que fue asesinado el 26 de septiembre de 1973.
44
Durante su mandato la movilización obrera y la creciente militarización de Montoneros avanzaron de
manera incontrolable; asimismo, la violencia política que provenía tanto de la guerrilla peronista
(Montoneros) y marxista (ERP) como de los grupos de derecha (la Triple A)138
y los sindicatos
peronistas ortodoxos se convirtió en un duelo de excesos, brutalidad y horror cuyo objetivo era la
venganza, la afirmación del poder y la propaganda. Los sindicatos ortodoxos de derecha se
especializaron en los saqueos ―atentados contra las sedes de los sindicatos combativos y los locales
de la izquierda peronista―, mientras que los escuadrones de la muerte de la Triple A utilizaron el
secuestro, la tortura y las ejecuciones como método para amedrentar a la oposición. Su propósito era
muy claro: eliminar política e ideológicamente a sus oponentes, así como intimidar a las personas
implicadas en la política para que abandonaran la escena pública; para ello, se centraron en blancos
fáciles (empleados de gobierno, periodistas, artistas, abogados, profesores). En 1974 ordenaron que
los “traidores del peronismo” abandonaran el movimiento y salieran del país, así que publicaron
listas negras: quienes no dejaron Argentina tuvieron serias razones para temer por su vida. Los
conflictos laborales, la acción guerrillera y la de los grupos paramilitares no se detuvieron. El ERP
continuó con su actividad en la provincia de Tucumán en tanto los Montoneros prosiguieron con los
asesinatos vindicativos, atentados contra policías y funcionarios del Ministerio de Bienestar Social,
además de secuestros y asesinatos de gerentes empresariales. Las acciones de la guerrilla peronista y
de los comandos de la Triple A se multiplicaron: el ejército Montonero desplegó tres campañas
militares entre 1975 y 1976, llevó a cabo atentados contra comisarías y la policía federal, y tomó
barrios en distintas ciudades.
En febrero de 1975 se sentaron las bases para el ataque sistemático de la izquierda revolucionaria por
medio de un decreto secreto con el cual se ordenó al ejército aniquilar los campamentos insurgentes
138 La Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) era una fuerza parapolicial independiente compuesta por escuadrones
de la muerte; representó la violencia de la derecha. Perseguía frenar el avance de la izquierda peronista. Entre 1973 y
1976 los muertos que dejó tras sus ataques ascendieron a 1165.
45
marxistas en Tucumán.139
En represalia por las duras medidas implementadas por las fuerzas
gubernamentales contra la insurgencia, el ERP lanzó una campaña de asesinatos. Ambos grupos
vieron con horror las matanzas, lo cual reforzó el espíritu y la identidad grupal. Tanto los atentados
de la guerrilla contra las instalaciones militares como los asaltos a sus miembros crearon un
sentimiento de cólera en los cuadros; éste se tradujo en el deseo de operar contra el “enemigo” y
perseguirlo hasta que la subversión no encontrara en el “suelo de la patria más refugio que las
sombras de la muerte.140
Durante este periodo las Fuerzas Armadas se mantuvieron al margen; sin embargo, los ataques
montoneros abrieron espacio para el avance militar. A partir de noviembre de 1975, desde el Consejo
de Seguridad Interna presidido por Lúder141
, el ejército puso en marcha operaciones antisubversivas.
Las Fuerzas Armadas intervinieron cada vez más para detener los conflictos sociales, pues las
autoridades no pudieron controlar la crisis. En este contexto, el general Videla advirtió que los
rumbos para conducir al país debían modificarse. Con su mensaje el comandante reconoció la
profundidad de la crisis y la incapacidad de los políticos para resolverla.
Los traumas sociales acumulados y las violentas reacciones postraumáticas que acarrearon
recrudecieron la dinámica de venganza. Ese proceso de traumatización social alimentó a esta última
e impulsó la militarización del conflicto.142
El incremento de la violencia y del deseo de aniquilar al
“enemigo” trajo consigo, después del golpe de Estado de 1976, un clima de represión y venganza
cuya manifestación más brutal fue la creación de centros clandestinos de detención, tortura y
exterminio.
139 En 1975, el decreto 261 autorizó a las Fuerzas Armadas para aniquilar a la insurgencia guerrillera rural (ERP) que
operaba en Tucumán por medio del Operativo Independencia. Éstas intensificaron el hostigamiento, la búsqueda y la
captura de los guerrilleros por medio de emboscadas. En enero de 1976 el ejército incrementó la hostilidad contra la
guerrilla rural, y la guerrilla urbana comenzó con ataques frontales contra él (secuestros extorsivos y asesinatos de
oficiales), por lo que el ejército recrudeció la represión. 140 Robben, Op. cit., p. 178. 141 Presidente interino que ocupó la presidencia en ausencia de María Estela Domínguez de Perón en 1975. 142 Robben, Op. cit., p. 171.
46
El régimen militar. 1976-1983
El 24 de marzo de 1976 una junta de comandantes en jefe de las tres Fuerzas Armadas ―integrada
por el general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Orlando
Ramón Agosti― se encargó del golpe de Estado que derrocó a Isabel Perón. Esta Junta Militar sentó
las bases del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. La administración
gubernamental ―el cargo ejecutivo y el manejo de las empresas del Estado y dependencias― se
repartió entre ellas;143
cada encargado dependía de dos instancias: el Estado y su arma.144
La Junta se
planteó tres objetivos para su gobierno: suprimir la corrupción, superar el caos económico y eliminar
la “amenaza subversiva”. Para cumplir este último, implantó un gobierno represor que no aceptaba
cuestionamientos de ningún tipo.145
Toda señal de inconformidad o militancia, así como cualquier
expresión que contraviniera al régimen fue reprimida y castigada. A diferencia de otros golpes de
Estado, en esta ocasión los militares tomaron el poder con la intención de permanecer en él por
tiempo indefinido y de transformar a la sociedad, que, según su perspectiva, se había salido de
control.
Para justificar su acceso al poder, su legitimidad y sus objetivos, el régimen militar usó la metáfora
de la “sociedad enferma”; de esta manera, creó un discurso alrededor de la violencia que le autorizó
actuar y emplear el poder adquirido para señalar, perseguir y castigar a los disidentes, es decir, para
arrancar el “cáncer social” de raíz. Según el gobierno militar, los síntomas ―violencia, inflación,
desorden social― se anclaban en males antiguos y enraizados que urgían una terapia de shock, la
cual de no aplicarse a tiempo con cambios drásticos y profundos llevarían a la sociedad argentina a
143 Para evitar las dificultades de sucesión y personalización del poder, la Junta Militar asignó el control de las distintas
jurisdicciones del aparato estatal con base en un criterio aritmético: 33% para cada arma, en Carlos H. Acuña et.al.,
Juicio, castigos y memorias. Derechos humanos y justicia en la política argentina, Buenos Aires, Nueva visión, 1995. 144Luis Alberto Romero, Breve historia contemporánea de Argentina, México, FCE, 1994, p. 333. 145 Hugo Quiroga y César Tcach (comps.), Argentina 1976-2006: entre la sombra de la dictadura y el futuro de la
democracia, Rosario, Universidad Nacional del Litoral, Homo Sapiens, 2006, p. 33.
47
un colapso mucho más grave.146
De acuerdo con este discurso, la sociedad entera portaba la
enfermedad, por lo que no se podía distinguir entre los enfermos y los sanos pues se consideraba que
“el malestar presente no era mal de uno solo, sino mal del conjunto”.147
Por lo tanto, todos los
ciudadanos eran sospechosos y posibles portadores del “virus”.
Según el discurso militar, la cura a esta enfermedad era un nuevo orden estatal que ellos proveerían.
Por tal motivo, una de las primeras acciones de la Junta fue declarar el fin de la política y los
políticos, pues los responsabilizaba ―a ellos y a ciertos sectores económicos― del caos y la
violencia previa al golpe de Estado. Así, prohibió la actividad política148
con sanciones severas y su
discurso oficial se llenó de alusiones antipolíticas que la asociaban con el mal.
El gobierno militar replanteó el pacto entre el Estado y la sociedad: disolvió el Congreso149
,
destituyó a la Corte Suprema de Justicia, prohibió y reprimió las huelgas, intervino los sindicatos,
disminuyó los privilegios de la industria y los empresarios, limitó las universidades, quemó miles de
libros y revistas considerados peligrosos, censuró a los medios de comunicación, clausuró locales
nocturnos, etcétera. Además del cerco informativo y las restricciones a la libertad de prensa mediante
mecanismos coercitivos ―bombas en periódicos, persecución y desaparición de periodistas,
etcétera―, el silencio militar-estatal aumentó la incertidumbre: los medios no proporcionaban
información sobre asuntos relativos a la gestión estatal.
En marzo de 1976 se dieron a conocer penas de hasta diez años para quien divulgara o difundiera
noticias, comunicados u opiniones con el propósito de perturbar, perjudicar o mermar el prestigio de
146Francisco Delich et. al., La argentina en transición, Buenos Aires, Crítica y Utopía, 1977, p. 11. 147 Ídem. 148 El 24 de marzo de 1976 el decreto número 6 dictado por la Junta Militar dispuso la suspensión de la actividad de los
partidos políticos “mientras se desarrolle el proceso de recuperación del Estado, en todos los niveles y funciones”. En
diciembre de 1977 la ley 21699 estableció que mientras se mantuviera el decreto 6-76, los mandatos de las autoridades
partidarias quedaban prorrogados. 149 Desde el primer día del golpe militar, la Junta concentró las facultades del poder ejecutivo y del Congreso, por lo que
desapareció la división de poderes y la posibilidad de recurrir a la justicia para garantizar límites al ejercicio del poder
arbitrario.
48
las actividades de las Fuerzas Armadas. Cualquiera podía ser apresado e interrogado por tiempo
ilimitado. De la misma manera, el régimen militar recortó el derecho a la libre asociación por medio
del decreto que suspendía la libertad política de los partidos y que prohibía la actividad gremial. En
la Ley 21264 estableció que quienes incitaran a la violencia colectiva o alteraran el orden público
serían juzgados por los tribunales militares, los cuales aplicarían procedimientos sumarios o podrían
negarse a justificar determinadas pruebas.
Represión
Desde septiembre de 1975, el comandante en Jefe del Ejército, Jorge Rafael Videla, Roberto Viola
―Jefe del Estado Mayor― y los Generales del Cuerpo determinaron la estrategia que consistiría en
reprimir, neutralizar y exterminar físicamente a los opositores para evitar que un gobierno civil los
liberara y ellos reiniciaran una ofensiva política. Dicha maniobra se efectuaría de forma clandestina
para evitar protestas y presiones tanto internas como externas, lo cual le dio carta libre al régimen,
pues así eludía la fiscalización y el control del ejercicio del poder militar, y paralizaba a la
ciudadanía por temor a ser blanco de la represión. Además, sirvió como estrategia de intimidación y
control del régimen, ya que si bien mucha gente conocía los abusos de los militares, estos no podían
probarse.
Los grupos de tareas,150
bajo la dirección de las Fuerzas Armadas, llevaron a cabo las detenciones sin
órdenes de arresto; asimismo, se interrogó a los prisioneros para obtener información sobre posibles
“enemigos”. Su captura no se controlaba ni había investigación judicial previa. Dado que cada
jefatura militar actuaba de manera distinta, en ocasiones se liberaba a algunos prisioneros, se les
150 El Grupo de Tareas era un conjunto de oficiales de las Fuerzas Armadas o de los cuerpos de seguridad del Estado que
se encargaba de realizar los operativos clandestinos de secuestro, tortura, asesinato y desaparición. Tales grupos se integraban por alrededor de una docena de oficiales que se dedicaban a planear y ejecutar la captura de los sujetos
previamente seleccionados. El Grupo de Tarea 3.3.2 que operaba en la ESMA ejemplifica la constitución y operación de
estas agrupaciones represoras; se componía de tres sectores: inteligencia, operaciones y logística.
49
transfería a centros de detención legales o se les asesinaba. El secuestro de niños junto con sus padres
o de recién nacidos fue otro modo de amedrentar a la sociedad.
En la “guerra contra la subversión”, según el discurso de los militares, los “enemigos” podían
pertenecer a cualquier sector: sindicalistas, políticos, sacerdotes, monjas, empresarios, profesionales,
periodistas, escritores, estudiantes, niños, parientes o amigos de los detenidos. La mayoría de
ciudadanos eran opositores en potencia. La represión adquirió un carácter sistemático y metódico; al
mismo tiempo, estuvo plagada de acontecimientos arbitrarios e incomprensibles que reforzaban el
terror y controlaban a la población.
Centros clandestinos de detención
Los centros clandestinos de detención, 340151
a lo largo del territorio, se adaptaron para detener a
miles de hombres y mujeres de forma ilegal y recluirlos, temporal o indefinidamente. La estrategia
para diseminar el terror era alternar las acciones represivas entre ocultamiento y visibilidad, se
mostraban los secuestros, pero se ocultaba lo que les sucedería después a las víctimas.152
Estos
lugares estuvieron, en algunos casos, emplazados en locales civiles, dependencias policiales e,
inclusive, asentamientos de las mismas Fuerzas Armadas, los destacamentos y las comisarias. 153
Existían dos tipos de centros: los Lugares Transitorios de Detención (LT), que servían como primera
instancia de interrogatorio donde se decidía si se liberaba al secuestrado o se traslaba al Lugar
Definitivo (LD). La desaparición comenzaba con el secuestro; después, se llevaba a los detenidos al
Pozo del centro, considerado así porque a su ingreso se les mantenía incomunicados y perdían
151 Concentrados en la Provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Tucumán y Jujuy. Véase mapa en el
Anexo 3. 152 Claudia Feld, “ESMA, hora cero: las noticias sobre la Escuela de Mecánica de la Armada en la prensa de la
transición”, en Sociohistórica, Cuadernos del CISH, Primer y segundo semestre, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Editorial de la Universidad Nacional de La Plata, 2008, p. 85. 153 Ejemplos de dependencias militares son la Escuela de Mecánica de la Armada, en Capital Federa1; La Perla en
Córdoba; Liceo Militar de Mendoza y Campo de Mayo.
50
contacto con el exterior. Cabe resaltar que arribaban a estos lugares encapuchados (“tabicados”) y
permanecían así durante toda su estadía; con dicha mecánica los captores pretendían que las víctimas
perdieran la noción del espacio. Para identificarlos, utilizaban números, a veces precedidos por
letras; de esta manera, los despojaban de su identidad y lograban que nadie, ni guardias ni carceleros,
la conocieran con el fin de que no se filtrara su nombre.
Los centros clandestinos fueron concebidos para mantener prisionero a cualquier disidente u opositor
del régimen con el objetivo de “quebrarlo” física y psicológicamente a partir de la tortura. Para ello,
empleaban personal especializado y espacios acondicionados ―denominados quirófanos―. Cuando
llegaban los secuestrados recibían las primeras sesiones de tortura para “ablandarlos”; en este caso,
cualquier empleado efectuaba dicha labor. Con base en la primera exploración, se establecía si los
detenidos podían proporcionar alguna información de interés. Es decir, no había una evaluación
previa al secuestro. Por este motivo, se aprehendió a miembros de grupos armados, sus familiares,
amigos, militantes de partidos políticos, sacerdotes o laicos, activistas estudiantiles, sindicalistas,
dirigentes barriales y personas sin ningún tipo de práctica gremial o política; prácticamente
cualquiera podía ser arrestado.
Los reclusos estaban expuestos a ser torturados por razones ajenas a la simple extracción de
información o “ablande”. Cualquier suceso relativo a la represión fuera del pozo ― muerte de algún
militar, enfrentamiento, hechos de significación política, episodios ocurridos en otras partes del
mundo, como el avance de la Revolución sandinista― era un mero pretexto para intensificar la
violencia hacia ellos.154
El personal destinado a efectuar guardias en tales centros estuvo compuesto por efectivos de la
Gendarmería Nacional, del Sistema Penitenciario Federal o de la policía, siempre al mando de
oficiales de las Fuerzas Armadas. Generalmente los custodios no participaban en la tortura ni en los
154 CONADEP, Op. cit., p. 68.
51
interrogatorios destinados a obtener información. La gran parte de ellos estaban excluidos del
funcionamiento del centro para garantizar la clandestinidad. En la mayoría de los casos, sólo
participaban algunos oficiales seleccionados.
En un elevado número de centros de detención la palabra traslado se asoció a la idea de muerte. Los
cautivos vivían los traslados con horror y esperanza al mismo tiempo; se les notificaba que serían
llevados a otros centros o granjas de recuperación, con la intención de evitar su resistencia. Sin
embargo, ignoraban hacia dónde serían conducidos, lo cual les generaba un miedo continuo.
Al respecto, las autoridades negaron sistemáticamente tener información sobre los centros
clandestinos y el destino de los secuestrados. El general Videla declaró en diciembre de 1977: “yo
niego rotundamente que existan en la Argentina campos de concentración o detenidos en
establecimientos militares más allá del tiempo indispensable para indagar a una persona capturada en
un procedimiento y antes de pasar a un establecimiento carcelario”. Una y otra vez rechazaron su
existencia hasta que la masa de evidencias, producto de las denuncias de familiares y testimonios de
sobrevivientes, fue tan grande que se vieron obligadas a admitir la verdad, aunque sus justificaciones
eran poco convincentes: “...La Perla, ¿existió? Sí, era un lugar de reunión de detenidos, no una cárcel
clandestina... los subversivos estaban ahí más al resguardo de sus pares...”.155
Escuela de Mecánica de la Armada
La ESMA era un emplazamiento militar156
diseñado para albergar instituciones de formación de
suboficiales de marina en aspectos mecánicos y de ingeniería de la navegación. En ella se
impartieron cursos para cerca de cinco mil marineros157
en las especialidades de artillería, mecánica,
155 Luciano Benjamín Menéndez, Revista Gente, 15 de marzo de 1984 en CONADEP, Op. cit., p. 61. 156 Localizada en un predio de 17 hectáreas ubicado en la zona norte de la Capital Federal, en el barrio de Núñez, en el
número 8200 de la Avenida del Libertador. 157 Claudio Martyniuk, ESMA, Fenomenología de la desaparición, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2004, p. 5.
52
radiotelegrafía y electricidad.158
Además de la ESMA, en el predio se encontraban repartidos en 34
edificios el Liceo Naval Almirante Brown, la Escuela de Guerra Naval, la Dirección de Educación
Naval, la Escuela Nacional de Náutica y la Escuela Fluvial.159
Dicho emplazamiento fungió como centro clandestino de detención160
desde marzo de 1976 hasta
noviembre de 1983. Fue, junto con Campo de Mayo y La Perla, uno de los mayores centros de
detención. Se calcula que transitaron por él casi cinco mil detenidos.161
Las funciones principales de
la ESMA se efectuaron en el edificio casino de oficiales, donde se concentró y torturó a los
detenidos,162
a la vez que se usó como dormitorio de los oficiales y espacio de oficinas de
inteligencia, de los rangos superiores de la armada y del grupo de tareas.163
Además, en la mayor
parte de las instalaciones se llevaron a cabo actos represivos: el edificio Cuatro columnas, el casino
de oficiales, el pabellón Coy, la enfermería, el taller de automotores y la imprenta.164
En el casino de oficiales se encontraban las celdas de castigo y tortura, conocidas como capucha y
capuchita, el salón dorado y el pañol. El CCD se distribuyó de la siguiente forma: en la planta baja
se encontraban los despachos que ocupaban algunos oficiales del grupo de tareas ―la zona de Los
Jorges―, además del salón dorado, donde se instaló la sección de inteligencia para coordinar las
actividades del centro. Allí se planificaban las operaciones de secuestros y se concentraban los
efectivos antes de salir. Cuando se reunían los datos para ejecutar un secuestro, se comunicaban al
158 Vera Carnovale, “Memorias, espacio público y Estado: La construcción del Museo de la Memoria”, en Entre historias
y memorias. Los desafíos metodológicos del legado reciente de América Latina, Madrid, AHILA, 2007, p. 113. 159 CONADEP, Op. cit. 160 El Informe de la CONADEP estableció una nomenclatura para referirse a los lugares de reclusión, como la ESMA, al
denominarlos “centros clandestinos de detención” o CCD. En Claudia Feld, Op. cit. p. 92. 161 Claudio Martinyuk, Op. cit., p. 5. 162 Llamado Selenio en la clave de los militares. 163 En la ESMA operaba el Grupo de Tareas de la Marina 3.3.2, encargado de la zona norte del Gran Buenos Aires y de la
Capital Federal. Esta agrupación se fundó en mayo de 1976 y se integraba por una docena de personas que se iban
turnando; funcionaba clandestinamente al mando del capitán Jorge Eduardo Acosta (el Tigre, Santiago, Aníbal), quien era su jefe de inteligencia. En ocasiones se prestaba este espacio a la Fuerza Aérea, al Ejército y al Servicio de
Inteligencia Naval (grupo de tareas 3.3.3) para llevar allí a sus detenidos, en Claudio Martynuk, Op. cit., p. 5. 164 Información de la página del Instituto Espacio para la Memoria: www.institutomemoria.org.ar.
53
jefe de operaciones, quien convocaba a los miembros del grupo o patota designado para operar.
También se ubicaban el comedor de oficiales, el salón de conferencias y la sala de reuniones.
En el primer y segundo piso estaban los dormitorios de los oficiales, lugar al que los detenidos no
tenían acceso. En el sótano se situaban los dormitorios de los guardias, la enfermería, un laboratorio
fotográfico, la armería, una imprenta, un taller de diagramación y la oficina donde se fabricaban
documentos falsos con los que se movían los integrantes de los grupos de tareas: pasaportes, cédulas
de identificación, títulos de propiedad, registros de conductor, credenciales de la Policía Federal,
títulos universitarios, etcétera. Las salas de tortura se encontraban en esa parte del edificio e
irónicamente las precedían dos carteles: “El silencio es salud” y “Avenida de la felicidad”. Allí se
llevaba a los detenidos de recién ingreso.
En el tercer piso y el altillo se alojaban los reclusos que ya habían pasado por los interrogatorios
iniciales. En el ala derecha del piso se ubicaba la capucha, un recinto en forma de “L” sin ventanas y
provisto de pequeñas ventilas que daban a los camarotes. Frente a éstos se alineaban las cuchas,
estrechos cubículos donde se tenían encapuchados, esposados y engrillados a los arrestados. Además,
se localizaba el pañol, donde hasta 1977 se almacenaban los bienes incautados en las viviendas de
los secuestrados. En este sitio había gran cantidad de mobiliario, utensilios, ropa, etcétera. Entre la
capucha y el pañol se hallaban tres habitaciones, una de ellas destinada para las embarazadas, a
quienes se les trasladaba una vez que daban a luz (cuando se apropiaban de sus hijos).
En el altillo, dentro del sitio conocido como capuchita, se adecuaron dos salas de tortura y un espacio
donde se mantenía a los prisioneros de la misma forma que en la capucha, aunque en peores
condiciones. Este lugar también fue utilizado por miembros del Servicio de Inteligencia Naval (SIN)
para torturar y mantener a sus secuestrados separados de los de la ESMA. En 1977 se habilitaron dos
cuartos para interrogatorios; en ocasiones, eran ocupados como anexo por el grupo de trabajo cuando
54
capucha se encontraba abarrotada. En cada sección se encontraban guardias armados que
custodiaban, abrían las puertas y anotaban en un libro los movimientos efectuados.
Esta disposición fue alterada el primero en octubre de 1977, cuando se hizo en el pañol una reforma
para instalar oficinas separadas por acrílicos transparentes y madera aglomerada, conocidas como la
pecera. En ellas algunos prisioneros con los pies engrillados y vigilados por un circuito cerrado de
televisión traducían artículos de prensa proporcionados por el Ministerio de Relaciones Exteriores;
además, preparaban notas para la televisión nacional y el servicio de radiodifusión Argentina al
Exterior. En diciembre de 1978, se reformó el lugar otra vez, pero ahora para ocultar la existencia del
centro de detención a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La importancia que se le ha adjudicado al lugar podría explicarse por la cantidad de detenidos y
sobrevivientes165
que transitaron por allí, además de su ubicación, en plena capital del país. A
diferencia de otros centros clandestinos, en la ESMA sobrevivieron unos doscientos presos: los
seleccionados para participar en el “proyecto de recuperación”.
Este plan, efectuado por el almirante Massera, consistió en convencer a ciertos detenidos que eran
militantes de Montoneros, escogidos por sus capacidades, conocimientos, formación política y
cultural, para que colaboraran con sus aspiraciones políticas. Algunos participaron en actividades de
mantenimiento y administración o en tareas represoras. Los colaboradores ―en ocasiones conocidos
como los Quebrados166
― recibieron, aunque no siempre, un mejor trato que los demás: a veces les
permitían visitar a sus familiares o mantener contacto telefónico con ellos. No obstante, muchos
desaparecieron, es decir, su cooperación no era sinónimo de salvación.
165 Claudia Feld, Op. cit. 166 Ídem.
55
Roberto Omar Ramírez,167
arrestado que estuvo en los centros clandestinos el Banco, el Olimpo y la
ESMA relató los pormenores: el secuestrado, una vez que ingresaba al campo, recibía
inmediatamente la propuesta de colaboración voluntaria. Aquellos que aceptaban constituían el
consejo y se dedicaban a tareas cotidianas: limpieza, fotografía, mecánica, electrónica, etcétera. Con
cada traslado, la composición del consejo variaba; algunos incluso participaban en la inteligencia del
campo; éstos y quienes desempeñaban la labor de médico y falsificador de documentos eran los
únicos estables. Además, mejoraban gradualmente sus condiciones de vida en el centro: comida,
retiro progresivo de la capucha y lugares para dormir. En un primer momento, se les permitía un
periodo de comunicación telefónica con la familia, más tarde se les ponía enfrente, acompañados por
personal del campo, y luego podían reunirse con ella por algún tiempo. En determinado momento,
sin previo aviso, se les liberaba bajo vigilancia. Incluso se autorizó a algunos exsecuestrados, tras
más de un año de esta “libertad”, a radicar en el exterior, en países previamente aprobados por el
mando militar.
Víctor Melchor Basterra participó en este plan: él era obrero gráfico y militante del peronismo de
base; fue secuestrado en la ESMA desde 1979 hasta su cierre. Se encargaba de tomar fotografías de
los detenidos y los represores, las cuales luego se usaron para falsificar documentos, hacer
propaganda, etcétera. Basterra guardó copias de aquellas imágenes y, cuando pudo salir del
inmueble, se llevó los documentos. Después del regreso a la democracia, declaró en el juicio a las
Juntas y aportó todas las pruebas que sacó de la ESMA.
En la primera etapa de transición democrática, dos libros basados en testimonios de exdetenidos de la
ESMA contribuyeron a evidenciar este campo: el relato de Ricardo Bonasso, Recuerdo de la muerte,
167 CONADEP, Op. cit., p. 81.
56
y el libro de Eugenio Méndez, Confesiones de un Montonero.168
De la misma forma, entre 1984 y
1985, el Informe Nunca más y el juicio a las Juntas añadieron detalles sobre los centros clandestinos.
En 1995, las conmemoraciones llevadas a cabo por los organismos de derechos humanos y las
movilizaciones concentradas en esa institución debido a las declaraciones del piloto Adolfo Scilingo,
quien había participado en los vuelos de la muerte, situaron en el espacio público al edificio como
símbolo de la represión.
Los testimonios acerca de la ESMA se expresaron fuera de Argentina y circularon en medios
internacionales durante la dictadura. Estos provenían de sobrevivientes exiliados, quienes
atestiguaron ante organizaciones de derechos humanos.169
Si bien los medios de comunicación
argentinos no publicaron nada al respecto, la presión internacional fue lo suficientemente fuerte
como para que los militares crearan permanentes campañas con el fin de desmentir los rumores. Por
este motivo, mediante información fragmentaria, la sociedad sabía a grandes rasgos que la ESMA
había funcionado como centro clandestino de detención.170
Cabe señalar que éste no fue el campo más grande ni el que inauguró el circuito de la desaparición
como método represivo, pero sí el que —con el paso del tiempo— se volvió más visible por la
complejidad del sistema represivo: la recuperación de detenidos, los sobrevivientes que atestiguaron
y el paso de desaparecidos emblemáticos como Rodolfo Walsh. Aunado a la importancia de las
dimensiones del terreno, la materialidad del edificio y la cantidad de reclusos, su peso en el
imaginario colectivo se fue transformando e incrementando gradualmente. También se convirtió en
un espacio significativo, pues una vez que se inició el periodo constitucional se volvió lugar central
168 Miguel Bonasso, Recuerdo de la muerte, México, Era, 1984 y Eugenio Méndez, Confesiones de un Montonero,
Buenos Aires, Sudamericana-Planeta, 1985. En Claudia Feld, Op. cit., p. 95. 169 Entre los testimonios más importantes se encuentran el de Horacio Domingo Maggio, fugado de la ESMA en marzo
de 1978 y quien testimonió ante la CADHU de Madrid en abril de 1978; el de Jaime Dri, fugado en julio de 1978 y quien
atestiguó en una conferencia de prensa en Francia, en la sede del partido socialista en septiembre de 1978; y el de las prisioneras liberadas Sara Solarz de Osatinsky, Ana María Martí y Alicia Milia de Pirles, quienes testimoniaron ante la
Asamblea Nacional de Francia en octubre de 1979. En Claudia Feld, Op. cit., p. 86. 170 Ibíd., p. 87.
57
de las representaciones sobre la dictadura y la desaparición de personas, además de un sitio donde se
concentraron manifestaciones de denuncia. Por tales razones, ciertos sectores de la sociedad lo
utilizaron para condensar un relato y lo consideraron símbolo de la violencia gubernamental.
58
Capítulo 3. Las discusiones públicas sobre el pasado reciente: 1984-1998
Introducción
Este apartado busca ser un recorrido histórico por las discusiones en el espacio público171
, en el
periodo 1984-1998, sobre el recuerdo de la represión clandestina padecida durante la dictadura con el
fin de describir las representaciones del régimen militar (1976-1983) que se abrieron al debate. El
objetivo es mostrar que las acciones llevadas a cabo por los organismos de derechos humanos
durante las discusiones públicas de los primeros años de la democracia mantuvieron vivo el recuerdo
del pasado dictatorial, pero que la ESMA aún no se había configurado como un símbolo de la
dictadura y no se había considerado un lugar de memoria como en el que se convirtió después de
1998. En este breve recuento se retomarán autores que analizan las estrategias de rememoración, el
uso de la memoria del pasado dictatorial por los medios y partidos, y las políticas desplegadas al
respecto por el Estado.
El fin del régimen militar
En 1982, después de la derrota militar ocurrida en la guerra de las Malvinas, se operó un cambio en
las distintas interpretaciones172
sobre la represión y la violencia ejercida sistemáticamente por el
Estado argentino contra la oposición política; pues antes de esta fecha los intentos por plantear un
171 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, La cambiante memoria de la dictadura: discursos públicos, movimientos
sociales y legitimidad democrática, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, Universidad Nacional de General Sarmiento,
2008, p. 12. 172 Durante el régimen militar (1976-1983) existieron dos relatos en pugna. Por un lado, el discurso del gobierno
castrense que se articulaba en términos de una “guerra contra la subversión”. La Junta Militar justificaba su política
represiva (de miedo, censura e intimidación) por las características del enemigo y la naturaleza de su actuar. Por otro lado, grupos y organismos de derechos humanos movilizados desde momentos muy tempranos de la dictadura
configuraron un relato distinto: ellos consideraban que el Estado ejercía una represión sistemática, clandestina e ilegal
sobre aquellos sectores de la sociedad que contradijeran su sistema de valores y creencias, y desafiaran su autoridad.
59
discuro distinto al relato oficial acerca de la represión ilegal tuvieron escaso impacto en la opinión
pública.173
Para justificar la aventura militar, el régimen argumentó que174
tras el triunfo en la “guerra interna”
que sentó las bases para la pacificación nacional, Malvinas representaba la “guerra contra el enemigo
exterior” y que permitiría al país recuperar un territorio que históricamente le pertenecía. Al apelar a
su defensa frente al enemigo exterior, los militares obtuvieron el consenso social, inclusive de los
sectores que rechazaban al régimen. Eso reanimó la impronta nacionalista de vastos sectores de la
sociedad argentina y generó un apoyo masivo a la empresa militar.
La derrota de las Malvinas significó un resquebrajamiento en la imagen pública e internacional del
régimen y de la estrategia contra la “subversión”. Diversos sectores de la sociedad comenzaron a
cuestionar la función de los militares por la manera de organizar y planear la guerra contra Inglaterra.
Además, empezaban a manifestar que las Fuerzas Armadas ocultaron o falsearon información y
actuaron con irresponsabilidad.175
Esto abrió la posibilidad de que su relato sobre la “guerra contra la
subversión” también se considerara falso. Hugo Vezzetti plantea que “la inversión del humor
colectivo fue un cambio decisivo en la significación de la ‘guerra contra la subversión’ que perdió
consenso entre la sociedad”.176
Tras la guerra de Malvinas, diversos sectores de la sociedad argentina
173 Los ODH se manifestaron al interior y exterior del país durante el periodo 1976-1982 con el fin de denunciar la
represión clandestina, sistemática e ilegal, y de mostrar una visión distinta a la impuesta por el régimen. Pese a ello, la
mayor parte de la opinión pública crítica se canceló por la fuerza del discurso oficial, el miedo a la represión, la
indiferencia, la negación, la justificación o la aprobación abierta de la estrategia estatal. Emilio Crenzel, La historia
política del Nunca Más. La memoria de las desapariciones en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008, p. 53. 174 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit., p. 24. 175 Los anuncios de la Junta en los distintos medios de comunicación hablaban de “una guerra casi ganada”. Cuando los resultados de la guerra salieron a la luz, se cuestionó el régimen dictatorial y se reinterpretó de forma marcada el pasado
inmediato. 176 Ápud Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit., p. 25.
60
se mostraron renuentes a aceptar el discurso militar sin condiciones; en cambio, estaban más
dispuestos a escuchar las voces de los organismos de derechos humanos y de los denunciantes.177
Los militares comenzaron a limpiar su imagen ante el inminente traspaso del poder, tarea que le fue
encargada al general Reynaldo Bignone. En abril de 1983 se transmitió por televisión el Informe
final de la Junta Militar sobre la guerra contra la subversión.178
En este, los militares mantuvieron
la retórica del enfrentamiento bélico para justificar sus actos. De acuerdo con ellos, la naturaleza del
“terrorismo subversivo” —sorpresivo, sistemático y permanente— los obligó a adoptar
procedimientos inéditos. En su favor argumentaban que la lógica de “conflicto bélico” los llevó a
cometer errores que pudieron traspasar los límites de respeto a los derechos humanos fundamentales,
pero que la represión no había sido una práctica recurrente o sistemática. Según este discurso, la
lucha dejó muchas heridas abiertas: “secuelas de una guerra que los argentinos debemos superar sin
espíritu de revancha”.179
Además, negaron la privación ilegítima de la libertad, así como la existencia
de cárceles clandestinas o de desaparecidos: “aquellos desaparecidos que no están en la
clandestinidad o exiliados, están muertos”. 180
Las Fuerzas Armadas tomaron otra medida para proteger la imagen de sus acciones: en septiembre
de 1983, poco antes de las elecciones libres, el gobierno militar decretó la Ley 22.924 de
Pacificación Nacional. Ésta determinaba que las acciones subversivas y antisubversivas desarrolladas
en el país entre el 25 de mayo de 1973 y el 17 de junio de 1982 no podrían juzgarse.181
177 Oscar Landi e Inés González Bombal, “Los derechos en la cultura política”, en Carlos H. Acuña et.al., Juicio, castigos
y memorias. Derechos humanos y justicia en la política argentina, Buenos Aires, Nueva visión, 1995, p. 153. 178 Este informe tiene un correlato escrito: Documento Final de la Junta Militar sobre la guerra contra la subversión y el
terrorismo, del cual se puede revisar la versión electrónica en
http://www.memoriaabierta.org.ar/materiales/documentos_historicos.php (Consultada en junio de 2012). 179 .Documento Final de la Junta Militar sobre la guerra contra la subversión y el terrorismo
http://www.memoriaabierta.org.ar/materiales/documentos_historicos.php (Consultada en junio de 2012) 180 Ídem. 181 Osvaldo Bayer et. al., El Terrorismo de Estado en Argentina: apuntes sobre su historia y consecuencias; El otro en el
discurso político argentino. Selección documental, Buenos Aires, Instituto Espacio para la Memoria, 2010.
61
En este contexto, el resurgimiento y la reconfiguración del espacio público que, dada la crisis del
régimen y la poca credibilidad de los partidos otorgó a los medios de comunicación un papel
fundamental en la nueva relación entre sociedad y política, se manifestó en una ruptura del silencio
público sobre la violencia y la represión ejercida por el Estado. Desde octubre de 1982, y con más
fuerza entre 1983 y 1984, radio y prensa182
comunicaron de manera sensacionalista las exhumaciones
de tumbas sin nombre (conocidas como NN) y presentaron testimonios de sobrevivientes, informes
de organismos de derechos humanos y declaraciones de perpetradores relatando sus crímenes.183
Ni
la ESMA ni otros centros clandestinos de detención se relacionaron con lo hallado en las tumbas o lo
narrado por los sobrevivientes.184
Esta saturación de información sobre la violencia185
fue
denominada show del horror.186
La centralidad de la violencia ejercida por el Estado en la atención pública otorgó una función
importante a los organismos de derechos humanos (ODH) y sus demandas. En este contexto, el
movimiento de defensa de los derechos humanos canalizó buena parte del repudio al régimen y se
erigió como un actor de gran influencia en la escena pública.187
Al final de la dictadura, y frente a las
medidas propuestas por los militares, estas agrupaciones impulsaron y protagonizaron actos de
reclamo y rechazo; sus peticiones principales eran el establecimiento y reconocimiento de la verdad,
así como el juicio y castigo a los responsables por los crímenes cometidos.
182 La credibilidad de la televisión se afectó debido a que fue controlada durante el régimen militar, en Oscar Landi e Inés
González Bombal, Op. cit., p. 156. 183 Emilio Crenzel, Op. cit., p. 53. 184 Claudia Feld, Op. cit., p. 90. 185 Para un estudio sobre el papel de los medios de comunicación durante la Argentina posdictatorial, véase Claudia Feld
y Jessica Stites Mor, Op. cit. 186 Durante esta época, uno de los acontecimientos que evidenció a la ESMA fue el reportaje que la revista La Semana
publicó, entre enero y febrero de 1984, sobre el excabo de marina, Raúl Vilariño. Posteriormente, sus declaraciones se incluyeron en el libro Yo secuestré, maté y vi torturar en la Escuela de Mecánica de la Armada. En Claudia Feld, Op.
cit., p. 95. 187 Emilio Crenzel, Op. cit., p. 54.
62
Durante el régimen, ante la falta de autoridades, instituciones o mecanismos imparciales, los
familiares de los desaparecidos188
se acercaron a los ODH para realizar su búsqueda. Algunos
organismos de vieja raigambre, como la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH), el
Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), el Servicio de Paz y Justicia
(SERPAJ) y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) les proporcionaron ayuda
jurídica, además de brindar información a Amnistía internacional y a los organismos e individuos
interesados en conocer las condiciones que imperaban en Argentina.189
Uno de los organismos que comenzó muy temprano las denuncias de las detenciones y
desapariciones fue Madres de Plaza de Mayo. Este surgió el 30 de abril de 1977 y para 1979 adquirió
una estructura formal.190
Se conformaba por mujeres que se habían conocido en las antesalas de
oficinas públicas mientras buscaban información sobre sus hijos. La mayoría eran amas de casa
provenientes de la clase obrera que no habían participado en la política antes de 1976. En 1977, se
reunieron en la Plaza de Mayo para exponer públicamente la suerte de sus hijos y denunciar las
desapariciones en las instancias correspondientes. A partir de ese año, comenzaron a marchar
alrededor de la plaza para solicitar atención a sus demandas y, sobre todo, para romper el silencio
impuesto. Estas manifestaciones fueron las primeras que transformaron una declaración privada en
un acto público y político. Pronto estas marchas de los jueves se convirtieron en blanco de ataque
constante por parte de la Junta Militar.191
Una vez que se abrió el periodo democrático, la agrupación
continuó trabajando, junto con el resto de los ODH. Su participación fue vital para el flujo de
información, la denuncia y el reconocimiento de los sucesos violentos durante la época represiva.
188 Marysa Navarro, “Lo personal es político” en Poder y protesta popular de Susan Eckstein (Coord.),
p. 280. 189 Marysa Navarro, Op. cit., p. 281. 190 Ese mismo año se conformaron las Abuelas de Plaza de Mayo, grupo fundado por mujeres cuyos nietos desaparecieron, ya sea por ser secuestrados por sus madres o nacer en los centros clandestinos de detención y después ser
adoptados por oficiales del ejército. 191 Marysa Navarro, Op. cit., pp. 285-286.
63
El inicio del gobierno democrático
La trascendencia que adquirió en el debate público el discurso sobre la represión por parte del
régimen militar se hizo patente durante la campaña electoral de octubre de 1983: Raúl Alfonsín,
candidato de la Unión Cívica Radical (UCR) y ganador de las elecciones, empleó como lema la frase
“Somos la vida”. Su principal adversario, el peronista Ítalo Lúder, mantuvo la retórica del peronismo
sin percatarse de que las demandas y necesidades del electorado habían cambiado. La opinión
pública que rechazaba la Ley de Pacificación Nacional porque clausuraba el pasado y garantizaba la
impunidad asoció al candidato peronista con la imposibilidad de juzgar a los responsables y obtener
justicia, pues este aseveró la irreversibilidad de los efectos jurídicos de la autoamnistía, mientras el
candidato radical se pronunció en favor de derogarla por inconstitucional.192
En el nuevo espacio público los derechos humanos se ubicaron como uno de los componentes de la
agenda electoral de la transición, la sociedad colocó en la verdad y la justicia muchas de sus
expectativas respecto al gobierno constitucional.193
Para alcanzar estos objetivos, el nuevo gobierno
delineó estrategias con el propósito de llevar a cabo los procesos judiciales y condenar a los
culpables —los altos oficiales—, manteniendo a los militares subordinados en calma. El jefe del
ejecutivo propuso juzgar a los militares con base en los grados de responsabilidad194
fundados en el
principio de la obediencia debida195
de las Fuerzas Armadas; así, ésta recayó en los superiores. Los
subordinados podían ser acusados sólo en caso de haber incurrido en “excesos” en la ejecución de
192 Emilio Crenzel, Op. cit., p. 56. 193 Oscar Landi e Inés González Bombal, Op. cit., p. 160. 194 En materia de derechos humanos, Alfonsín fue asesorado por un grupo de filósofos del derecho: Carlos Nino, Jaime
Malamud Goti, Eduardo Rabossi y Genaro Carrió, miembros de la sociedad argentina de análisis filosófico, en Emilio Crenzel, Op. cit., p. 56. 195 De acuerdo con la estructura jerárquica de la corporación militar, este criterio diferenciaba a los militares que daban
las órdenes, a los que las cumplían y a los que se excedían en su ejecución.
64
dichas órdenes.196
En contraste con el plan de Alfonsín, los ODH buscaron la justicia retributiva: a
cada responsable de las prácticas ilegales le correspondía un castigo proporcional a su participación,
pero todos debían ser juzgados. La estrategia gubernamental intentó mantener una relación estable
con el sector militar, pues para ciertos sectores de la sociedad y de las Fuerzas Armadas la imagen de
la represión y violencia sufrida en el pasado dictatorial todavía se leía en la clave de los “excesos
cometidos durante la lucha antisubversiva”.
Alfonsín propuso derogar la Ley de Pacificación Nacional y firmó los decretos 157 y 158 que
ordenaban llevar a juicio a siete jefes guerrilleros y a las tres primeras juntas militares de la
dictadura. Estos decretos planteaban una lectura política del pasado reciente conocida como la
“Teoría de los dos demonios”, en la cual se limitaba a las cúpulas de los dos actores la
responsabilidad de la violencia política, se proponía que la sociedad había sido un espectador ajeno,
víctima de ambas, y se justificaba la violencia de Estado ―pero no sus procedimientos― por la
violencia guerrillera.197
Asimismo, el jefe del ejecutivo confió en que la depuración de las Fuerzas Armadas sería suficiente
para castigar a los principales responsables de la violencia clandestina sin enfrentarse al conjunto de
las instituciones militares. A pesar de esto, el movimiento de derechos humanos se manifestó en
contra de la autodepuración; para ellos, sólo una investigación parlamentaria podría imponer una
“condena política” a los culpables de la represión ilegal ejercida. Alfonsín propuso crear una
comisión de personalidades198
que investigara la desaparición de personas. La Comisión Nacional
196 Esta tesis no contemplaba la manifiesta ilegalidad y crueldad de los crímenes perpetrados, la relativa autonomía
operativa de su ejecución y la existencia de casos que desmentían que el disenso de las órdenes supusiera represalias
extremas, en Ibíd., p. 57. 197 Emilio Crenzel, Op. cit., p. 58. 198 Los integrantes eran figuras públicas de gran prestigio en diversas actividades: religiosos representantes de los tres cultos significativos ―católico, protestante y judío― y, personajes reconocidos en el mundo del periodismo, el derecho,
la cultura y la ciencia. La mayoría defendió, en distintos grados, los derechos humanos y otros modificaron su postura a
favor de la dictadura cuando ésta había dado muestras de agotamiento. Ibíd., p. 61.
65
sobre la Desaparición de Personas199
(CONADEP) compuesta por figuras notables ―independientes
del ámbito político― se encargó de recibir y verificar las acusaciones relativas a los secuestros. En
un plazo de seis meses ésta debía entregar un informe200
como resultado de su investigación.201
Al
crearla, el presidente buscaba satisfacer esas demandas y mantener su estrategia mediadora con el
sector castrense.
Los ODH reaccionaron de distintas maneras ante la propuesta de formar la comisión. Por ejemplo,
Madres de Plaza de Mayo la rechazó por su carácter extraparlamentario y por carecer de facultades
coercitivas que obligaran a los militares a declarar. En contraste, la Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos la apoyó, pero advirtió que la limitación de las investigaciones impedía el juicio
político porque no establecía responsables. Otros organismos respaldaron a la comisión
proporcionando datos con el fin de ampliar su alcance en un futuro cercano.202
Si bien cada uno
asumió una posición diferente al respecto, el movimiento en su conjunto colaboró con actividades de
recopilación de información para elaborar el documento. Al mismo tiempo, siguieron
manifestándose en contra de los juicios de las cúpulas dictatoriales desarrollados en tribunales
militares. Esta situación cambió cuando, a finales de 1984, el Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas declaró que refrendaba los procedimientos usados en la lucha contra la subversión. El
Consejo no juzgó a los acusados, sino que legitimó su actuación y sus órdenes. En este contexto, el
22 de abril de 1985, comenzó el juicio a las tres primeras Juntas Militares por un tribunal civil.
199 Según el Decreto 187 del 15 de diciembre de 1983 la investigación de la CONADEP se circunscribía al tema de los
desaparecidos; su límite serían seis meses. Debía recibir las denuncias y pruebas, remitirlas a la Justicia para averiguar el
destino o paradero de las personas desaparecidas y de toda circunstancia relacionada con su localización, ubicar a los
niños sustraídos de la tutela de sus padres, denunciar cualquier intento de ocultamiento, sustracción o destrucción de
pruebas relativas a esos hechos y emitir un informe final a los 180 días a partir de su constitución. Ídem. 200 Nunca más. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Su primera edición constó de 40,000
ejemplares y salió en noviembre de 1984, en Emilio Crenzel, Op. cit., p. 131. 201 La ESMA y otros centros clandestinos formaban parte de su investigación. En este contexto, la CONADEP
inspeccionó el lugar el 9 de marzo de 1984. Al día siguiente los diarios publicaron que se había efectuado el
procedimiento en uno de los “mayores centros operativos de la lucha antisubversiva” para resaltar su importancia, aunque en este momento específico los centros clandestinos no eran el centro de la información, en Claudia Feld, Op.
cit., p. 92. 202 Emilio Crenzel, Op.cit., p. 62.
66
Durante el juicio, las narraciones testimoniales se sumaron al proceso de cambio de los relatos sobre
el pasado dictatorial del que ya formaban parte la reinformación de la sociedad y el registro de las
denuncias de la CONADEP. En el transcurso de largas semanas, el juicio, por su carácter oral y
público, presentó los horrores del terrorismo de Estado en los medios de comunicación y convirtió el
testimonio en prueba jurídica.. Las pruebas demostraron la existencia de un patrón sistemático de
represión ilegal. Los testimonios cobraron fuerza y elocuencia porque se incluyeron en el rigor del
procedimiento jurídico. El juicio a las Juntas Militares surtió un doble efecto: construyó pruebas
jurídicas de los hechos y desactivó o neutralizó los relatos legitimadores sobre las acciones del
pasado imposibilitando la reivindicación de una “guerra contra la subversión”.203
Tras la reapertura del espacio público, la reinformación pública, los testimonios vertidos en la
CONADEP, los datos presentados en el informe Nunca Más y las imágenes del juicio empezaron a
configurarse y reivindicar el discurso de los ODH. De esta manera, se modificaron muchas
definiciones que antes habían sustentado al poder militar. Poco a poco se sustituyó el relato de la
“guerra antisubversiva” por el de la “represión ilegal” basada en el secuestro, la tortura y la
desaparición de personas. Los secuestrados dejaron de ser “delincuentes subversivos” para
convertirse en “víctimas de la violencia estatal” o “víctimas de las violaciones a los derechos
humanos” que, en un principio, carecieron de identidad política. Esa nueva interpretación del pasado
negó la existencia de una guerra interna como explicación de la violencia.204
El juicio propuso una verdad: las Fuerzas Armadas implementaron un plan sistemático para
exterminar a quienes consideraba sus enemigos políticos; no obstante, suprimió del imaginario
colectivo la función de la violencia revolucionaria y despolitizó a sus militantes convirtiéndolos en
víctimas sin más atributos. El juicio configuró la caracterización de víctimas y victimarios, y les dio
203 Oscar Landi e Inés González Bombal, Op. cit., p. 164. 204 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit., p. 34.
67
presencia en el debate público, al igual que el tema de la represión y la violencia ejercida por el
Estado,. Los trabajos de la CONADEP difundieron oficialmente esta verdad y atribuyeron las
responsabilidades correspondientes a los agentes estatales por los abusos cometidos. El
reconocimiento de culpables, la acusación formal en los tribunales y la designación de un castigo la
confirmaron de manera institucional.205
La palabra de los sobrevivientes adquirió fuerza y
legitimidad, cualidades que le permitieron erigirse como la visión incuestionable acerca del pasado
dictatorial.206
La “reconciliación nacional”
Como los tribunales civiles continuaron llamando a los militares para comparecer en los juicios, el
malestar de los cuarteles aumentó. La posibilidad de un golpe de Estado y la tensión política se
intensificaron. Para evitar conflictos con el sector castrense, el 5 de diciembre de 1986, el presidente
Alfonsín presentó ante el Congreso el proyecto de ley Punto Final. Ésta dio un plazo de sesenta días
a partir de su sanción para presentar denuncias contra militares implicados en los hechos cometidos
durante la dictadura. Una vez transcurrido ese tiempo, la posibilidad de iniciar una nueva acción
legal contra ellos sería cerrada. La ley, que entró en vigor en diciembre de ese año, resultó
contraproducente para la estrategia de Alfonsín. Los jueces encargados de estos juicios utilizaron su
periodo vacacional para tratar las causas pendientes antes de que se cumpliera el plazo. El 23 de
febrero de 1987, último día para presentar las denuncias, se habían procesado más de trescientos
oficiales de alta graduación. Esa situación aumentó el descontento entre las filas de militares. El 16
de abril de 1987, un oficial se negó a asistir a la Cámara Federal de Córdoba, generando la primera
205 Juan Suriano, Nueva historia argentina. Tomo X. Dictadura y democracia (1976-2001), Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 2005, p. 554. 206 La figura del sobreviviente y su legitimidad como testigo también cambió con el tiempo. En la primera época de la
democracia, la palabra de los sobrevivientes estaba cubierta por un manto de sospechas que se referían a las causas de la
supervivencia, en Claudia Feld, Op. cit. p. 95.
68
crisis militar del gobierno constitucional recién instalado, conocida como “Rebelión carapintada”. En
la guarnición de Campo de Mayo, el teniente Coronel Aldo Rico y más de cien oficiales se
declararon en rebeldía. Demandaron amnistía para los rebeldes, la destitución del alto mando del
ejército y la participación de los oficiales en rebelión en la selección de un nuevo jefe del ejército. El
objetivo se cumplió y después del diálogo, los oficiales dejaron las armas. El 13 de mayo de 1987,
Alfonsín sustituyó al jefe del Ejército y presentó un proyecto de ley al Congreso. La ley especificaba
el alcance de la obediencia debida para proteger de futuros juicios a oficiales de nivel intermedio de
las Fuerzas Armadas. Ambas leyes delimitaron el alcance de las sentencias a un reducido número de
oficiales de alto rango. Según el presidente, en caso de descontento militar, las insurrecciones
impedirían reconstruir las instituciones democráticas en un clima de estabilidad que favoreciera el
avance en la reconfiguración del país. En cambio, para el movimiento por los derechos humanos su
iniciativa fue interpretada como una claudicación. Si bien las investigaciones de la CONADEP y el
juicio a las juntas y a los oficiales implicaron el reconocimiento del actuar sistemático represivo del
aparato estatal durante el régimen, detener los juicios significó colocar trabas al proceso judicial que
permitiría alcanzar uno de los principales objetivos del movimiento: la justicia.
En 1988, tres alzamientos militares trajeron de vuelta imágenes de la represión y violencia sufridas
en la dictadura, y tensaron el ambiente sociopolítico. En consecuencia, diversos sectores de la
sociedad cuestionaron la validez de la democracia, pues ésta no había desactivado la amenaza militar
ni su injerencia en la política; tampoco había conseguido, de acuerdo con los ODH, satisfacer la
demanda de justicia y, según los sectores que reivindicaban el régimen militar, no había asegurado la
estabilidad económica y social necesaria para mantener el orden. En este contexto, el tema de la
represión perdió fuerza en el espacio público. La desactivación de los juicios, el miedo a las
69
rebeliones militares y una sociedad preocupada por la situación económica207
fueron cruciales para
que este asunto dejara de estar presente en el debate público. A ello se sumó, en enero de ese año, el
ataque al cuartel de La Tablada llevado a cabo por el Movimiento Todos por la Patria, que nucleaba
a sobrevivientes de organizaciones armadas y militantes universitarios de izquierda. Este suceso
contribuyó a deslegitimar su discurso ante la opinión pública, sobre todo porque dos responsables del
ataque formaron parte del movimiento de defensa de los derechos humanos.208
El hecho impactó
sobre las representaciones del pasado: los apologistas de la “tesis del aniquilamiento” se
pronunciaron sin descaro por una “guerra sin cuartel contra los revolucionarios incorregibles”. El
ataque al cuartel de La Tablada abrió un espacio para la reivindicación del régimen militar en los
medios de comunicación y la sociedad. Este acontecimiento quitó credibilidad a la voz de los
derechos humanos y disminuyó su alcance. Por consiguiente, el protagonismo del movimiento en la
esfera pública decreció.
En julio de 1989, una compleja situación socioeconómica obligó a Alfonsín a adelantar el traspaso
del gobierno al recién electo Carlos Menem. El nuevo presidente rápidamente se acercó a la derecha
política, estableció un programa económico neoliberal basado en la inversión extranjera y replanteó
la posición del gobierno respecto al pasado en términos de una “pacificación nacional”. Al poco
tiempo de ejercer el mando —en consonancia con su idea de conciliación—, firmó 277 indultos.209
De este decreto se beneficiaron militares procesados y condenados por intervenir en la guerra de las
Malvinas, y aquellos que participaron en las sublevaciones ocurridas durante el gobierno radical, así
como civiles inculpados por acciones guerrilleras.
207 La hiperinflación, crisis cambiaria y especulación financiera desembocaron en una creciente tensión social, paros y
saqueos de comercios en zonas populares, en Leslie Bethell, Op. cit., p. 154. 208 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit., p. 49. 209 La opinión pública fue mayoritariamente adversa a esta medida. Una encuesta nacional levantada en septiembre de
1989 mostraba que más de 70% de los entrevistados se oponían a la liberación de los detenidos, en Oscar Landi e Inés
González Bombal, Op. cit., p. 158.
70
En diciembre de 1990 se produjo un nuevo levantamiento militar que aceleró la implementación de
un segundo decreto de indultos que favoreció a quienes todavía permanecían en la cárcel.
La política de reconciliación nacional promovida por Menem se dedicó a “cerrar las heridas del
pasado”. El Poder Ejecutivo Nacional pretendió crear las condiciones y el escenario de la
reconciliación, del mutuo perdón y de la unidad nacional al condenar el terrorismo de Estado,
retomar la retórica de la “teoría de los dos demonios” y anteponer el anhelo de “mutuo perdón” al de
justicia.210
El presidente planteó la necesidad de llevar a cabo esta política en pos de la unidad
nacional, cimentada en el supuesto de que las partes que deben conciliarse se oponen por el odio y la
venganza partidaria.211
Es decir, la base del discurso no era la impartición de justicia y su magnitud
ética, sino el dominio de sentimientos negativos que impedían superar el pasado.
Si durante el gobierno de Alfonsín la reconstrucción nacional empezó por recuperar la confianza de
la sociedad a partir del reconocimiento de las violaciones cometidas y su posterior juzgamiento,
durante el gobierno de Menem partió de aceptar que la violencia estatal y la subversiva habían
cometido “aciertos y errores” y que, para superar las viejas heridas y diferencias, era necesario
clausurar el periodo y mirar al futuro. Esta política actuó de dos formas: admitió la represión del
pasado, pero desmanteló los espacios donde éste se podía elaborar, la justicia y la opinión pública.
Con ello, canceló la posibilidad de impartir justicia y honrar la memoria.
En este periodo, a pesar de sus esfuerzos y de los sectores de la sociedad que veían la violencia del
periodo 1976-1983 como el actuar de un Estado represor dedicado al aniquilamiento sistemático del
enemigo, la mirada de lo ODH perdió poco a poco espacio frente a aquellos sectores que se adherían
al postulado de Menem; no obstante, se mantuvieron activos.212
210 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit. 211 Ibíd., p. 52. 212 Por ejemplo, Abuelas de Plaza de Mayo continuó con la búsqueda de los niños apropiados durante la dictadura. En
1992 crearon la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y el Banco de datos genéticos en el Hospital Durand.
71
La política de reconciliación y clausura del pasado promovió la indemnización213
a las víctimas. Así,
en 1991, el presidente emitió el “decreto de necesidad y urgencia número 70 que benefició con
reparaciones económicas a quienes hubieran sido detenidos a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional con anterioridad al 10 de diciembre de 1983 y que hubieran iniciado una acción judicial
antes del 10 de diciembre de 1985 que hubiese sido declarada prescripta”.214
Por medio de la Ley
24.043, sancionada el 27 de noviembre de 1991, se amplió la reparación económica a las “personas
que fueron puestas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional entre el 6 de noviembre de 1974 y el
10 de diciembre de 1983 y para los civiles privados de su libertad por actos emanados de tribunales
militares hubieran tenido o no sentencia condenatoria”. El 28 de diciembre de 1994 se promulgó una
ley que estableció una reparación a los ausentes por desaparición forzada de personas215
y fallecidas
a causa de la acción de las Fuerzas Armadas o cualquier grupo paramilitar antes del 10 de diciembre
de 1983.
El gobierno menemista veía lo acontecido en el periodo 1976-1983 como la “lucha contra la
subversión” que consiguió “pacificar” la nación, aunque se hubieran cometido “excesos”. Su
estrategia consistió en reforzar el discurso pacifista, cancelando la memoria de la represión. Los
pronunciamientos del presidente216
y la participación de exrepresores en algunos puestos
gubernamentales reforzaron el discurso del pasado clausurado. En 1994, Menem solicitó el ascenso
de los capitanes de fragata, Antonio Pernías y Juan Carlos Rolón, partícipes en la represión
213 Esto para evitar ser sancionado por la Convención Americana de Derechos Humanos en su artículo 44. 214 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit., p. 55. 215 En mayo de 1994 la Cámara Federal del Senado sancionó la ley que incorporó al sistema jurídico la figura del ausente
por desaparición forzada separándola del ausente por fallecimiento, en CELS, Informe sobre la situación de los derechos humanos en Argentina. Año 1994, Buenos Aires, Centro de Estudios Legales y Sociales, Facultad de Filosofía y Letras,
UBA, 1995, p. 36. 216 En ellos reivindicaba los indultos y la actuación de las Fuerzas Armadas durante la “guerra sucia”, Ibíd., pp. 9-67.
72
clandestina. Cuando el Senado rechazó su petición, él declaró que ese tema ya estaba superado y que
“hablar del asunto en un país que vive en democracia y paz significa mover el avispero”.217
Entre 1987 y 1995, la memoria de la represión clandestina, sistemática e ilegal ejercida por el Estado
compitió con el relato que glorificaba a las Fuerzas Armadas. En éste, la labor de las tres armas se
justificaba como el acto en un conflicto bélico que, por su naturaleza, había provocado ciertos
“excesos”, pero en el cual se buscaba la reconciliación y el olvido bajo el argumento de la “urgencia
del presente para mirar al futuro haciendo tabla rasa del pasado”.218
El retorno del pasado
En 1995, la memoria de la represión regresó al espacio público cuando el capitán de corbeta Adolfo
Francisco Scilingo, exjefe de automotores de la Escuela de Mecánica de la Armada, denunció que
entre 1500 y 2000 detenidos fueron arrojados al Atlántico con vida, narcotizados y desnudos, desde
aviones de la Marina de guerra y de la prefectura naval durante los años 1976 y 1977. Scilingo219
manifestó esto en una entrevista con el periodista Horacio Verbitsky, quien la publicó en su libro El
vuelo.220
Con esas declaraciones, el asunto de la violencia política durante la dictadura adquirió renovada
importancia, pues fue la primera vez que un responsable de ejecutar la represión clandestina confesó
la manera de actuar del aparato represivo sin negar los hechos ni justificarlos como “excesos dentro
217 Ídem. 218 Juan Suriano, Op. cit., p. 552. 219 CELS, Informe sobre la situación de los derechos humanos en Argentina. Año 1995, Buenos Aires, CELS, 1996, p.
123. 220
El capitán sostuvo que las órdenes se impartieron por medio de la cadena de mando de la fuerza y denunció al Jefe de
la Armada, el almirante Enrique Molina Pico, por encubrimiento; le exigió que informara a la ciudadanía y a los
senadores los métodos que los superiores ordenaron emplear para detener, interrogar y eliminar al enemigo durante la
guerra contra la subversión y que, en caso de existir, mostrara la lista de los, mal llamados, desaparecidos.
73
de un conflicto bélico”. Además, su confesión rompió el “pacto de silencio” impuesto por los
militares, otorgó una renovada trascendencia al tema y dio pie a nuevas confesiones.221
El regreso de la memoria de la represión en el debate público no representó una transformación de
fondo en la política referente al pasado militar ni redundó en la disminución de la presencia de
exrepresores en el espacio público.222
Así, por ejemplo, en julio de ese año un conocido torturador y
secuestrador, el comisario Mussa Azar, asumió el cargo de director de seguridad en Santiago del
Estero. Otro caso es el de Antonio Bussi, militar acusado de violencia represora que gobernó la
provincia de Tucumán en el periodo 1976-1977 y regresó al cargo en octubre de 1995. Sumado a
esto, se registraron una serie de apariciones públicas de militares que participaron en la represión
clandestina.
El exalmirante Emilio Massera se presentó en televisión privada en agosto de ese año. En sus
declaraciones, reivindicó los actos de las Fuerzas Armadas, negó la ejecución de secuestros,
desapariciones y tortura en la ESMA y descalificó la labor de la CONADEP. Asimismo, insistió en
que “se ganó una guerra contra la subversión” y añadió un punto importante al discurso militar: “por
acción u omisión participó toda la sociedad”.223
La aparición de exrepresores y militares en el
espacio público manifestó que las memorias de la dictadura que reivindicaban su trayectoria o parte
de su actuar estaban vigentes.224
Esa actitud fue consecuencia, en parte, de la profunda crisis
económica que un sector de la población asoció con la democracia, por la que reclamaba y, en
ocasiones, autorizaba un Estado autoritario que impusiera el orden con mano dura.
221 Tal fue el caso de la declaración de Víctor Ibáñez, exsargento del Ejército, quien confesó que también esa fuerza
arrojó al mar a detenidos vivos. A diferencia de la Armada, el Ejército salió a contrarrestar la declaración de Ibáñez. El
general Martín Balza, jefe del Ejército, autocriticó sus actos durante el periodo 1976-1983 y asumió la cuota de
responsabilidad de la fuerza. 222 Intendentes, ministros y otros funcionarios ocuparon cargos en la democracia tras haberlo hecho durante la dictadura. 223 CELS, Op. cit, 1996. 224 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit., p. 63.
74
En 1995, apareció un nuevo organismo de derechos humanos: Hijos por la Identidad, la Justicia,
contra el Olvido y el Silencio (HIJOS). Se integraba por jóvenes de poco más de veinte años que
eran hijos de desaparecidos políticos, prisioneros y exiliados, tenía como ejes de trabajo “la
exigencia de justicia, la necesidad de reconstruir la historia personal, rescatar el espíritu de lucha de
sus padres y la búsqueda de sus hermanos robados y privados de su identidad”.225
La agrupación
añadió nuevos elementos a la configuración del relato de la dictadura militar, el tono combativo y la
reivindicación de la lucha llevada a cabo por sus padres y su pasado militante. Además, introdujo una
práctica para denunciar a los represores: el escrache.226
La nueva centralidad de la memoria de la
represión provocó un giro en su cobertura periodística. Los medios de comunicación asumieron
como propia la tarea de encargarse del “deber de memoria”, se comprometieron a difundir el
recuerdo de lo sucedido con el fin de evitar su olvido y comenzaron a construir los acontecimientos
“haciendo hincapié en el carácter emotivo de los testimonios, volviendo el tema del pasado
dictatorial un espectáculo masivo”.227
En esta época, los ODH aumentaron su poder de convocatoria, situación que fue patente en los actos
para conmemorar el golpe de Estado. El acto organizado por Madres de Plaza de Mayo reunió a 20
000 personas, en su mayoría jóvenes. En ese evento las agrupaciones nucleadas en la Comisión
Provincial por la Memoria la Verdad y la Justicia presentaron la Declaración Popular. En ella
establecieron una continuidad de las luchas entre el pasado y el presente, entre las políticas
implementadas por el poder militar y las consecuencias sociopolíticas y económicas de ese periodo.
El golpe de Estado adquirió un nuevo sentido; además de detonar la represión ilegal, también fue
responsable directo de la política económica neoliberal extendida hasta los años noventa.
225 Extracto de la página www.hijos.org.ar (Consultada en octubre de 2010). 226 En éste, los manifestantes marcharon hasta el domicilio de algún represor con el fin de marcar el lugar con un graffitti y tornarlo visible para su entorno. Su objetivo fue mostrar la identidad de los represores para “lograr, a través de la
condena social, una condena legal que diera cárcel a los asesinos responsables del genocidio”, Ídem. 227 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit., p. 65.
75
Durante los años noventa, en el plano de la impartición de justicia, se abrieron dos tipos de juicios
contra los militares: uno por la apropiación de niños y otro por la verdad. 228
Al mismo tiempo, la
justicia internacional abrió causas judiciales que también los involucraron. En 1996, el juez español
Baltasar Garzón comenzó los procedimientos para procesar a los uniformados argentinos que
participaron en la última dictadura. En el año 2000, la justicia francesa e italiana los condenó debido
a las vejaciones sufridas por ciudadanos de dichos países. Tales causas acarrearon conflictos
internacionales entre la justicia europea y el Estado argentino sobre cuestiones de jurisdicción
territorial. Cada vez que un tribunal extranjero solicitaba la extradición de los imputados, este
gobierno se negaba argumentando la pertinencia del principio de territorialidad.
Las políticas respecto al pasado implementadas por el presidente Menem no se modificaron a pesar
del resurgimiento del tema relacionado con el pasado represivo en la esfera pública y de la
transformación de los relatos construidos en torno a la violencia política por las organizaciones
dedicadas a la defensa de los derechos humanos, algunos militares, medios de comunicación y
distintos sectores de la población. El gobierno tampoco cambió su discurso de pacificación nacional
ni dejó de reivindicar los indultos; así se demostró en el mensaje que el jefe del Ejecutivo pronunció
con motivo de la conmemoración del golpe de Estado número veinte, en el cual sostuvo: “no me
228 Desde el retorno de la democracia, la organización Abuelas de Plaza de Mayo se encargó de localizar a los hijos de
desaparecidos nacidos en cautiverio o secuestrados junto con sus padres. La ley de Obediencia Debida no contemplaba el
delito por apropiación de menores entre los que no podían juzgar a los militares, lo cual permitió que se procesara y
encarcelaraa varios de ellos por esta causa. El gobierno argentino firmó el 15 de noviembre de 1999 un acuerdo con la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en la que aceptó y garantizó el derecho a la verdad, que consistía en el
agotamiento de todos los medios para esclarecer lo sucedido a las personas desaparecidas. En tanto no se obtuvieran
resultados, la obligación no prescribe. En el primer caso, los juicios se basaban en el derecho a la identidad de los niños
nacidos en centros clandestinos de detención a quienes dieron en adopción los captores de sus padres. Por otro lado, los
juicios por la verdad se fundamentaron en el derecho de los familiares de desaparecidos a conocer la verdad acerca del
destino final de sus consanguíneos independientemente de que se castigara o no a los culpables, en “Desaparecidos: firmaron un con la CIDH”, Clarín, 16 de noviembre de 1999. http://edant.clarin.com/diario/1999/11/16/t-01001d.htm
(Consultado el 10 de octubre de 2010)
76
arrepiento de nada. Durante la campaña electoral hablaba de la necesidad de pacificar al país para
transformarlo y los hechos me dan la razón: hemos cerrado definitivamente la herida”.229
El 10 de diciembre de 1999 el candidato de la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación
(Alianza), Fernando de la Rúa, asumió la presidencia. La agenda de su partido no puso en marcha un
programa gubernamental en materia de derechos ni para revisar el pasado dictatorial. En cambio,
centró sus recursos en resolver cuestiones que consideraba primordiales: la economía, la estabilidad
monetaria, el desempleo y la corrupción, respondiendo a los problemas que provocó el gobierno
anterior. Para la Alianza, el pasado represivo reciente “cerrado” durante la presidencia de Menem no
representaba una prioridad.
Entre 1995 y 1999 el tema de violencia sistemática durante el régimen militar adquirió mayor
presencia en el espacio público y aumentó el poder de convocatoria de los organismos. Los nuevos
actores, así como las nuevas demandas y causas judiciales —nacionales e internacionales—
promovieron otra lectura renovada del pasado. En algunos casos —como el de HIJOS y Madres de
Plaza de Mayo— abrieron nuevos elementos de discusión sobre la naturaleza de las víctimas,
recolocándolas como sujetos políticos con filiaciones ideológicas y prácticas concretas.
Además, el relato militar experimentó un quiebre: algunos uniformados, como Scilingo, ofrecieron
una relectura de los acontecimientos, y otros, como Massera, reivindicaron su actuación y
mantuvieron la representación del pasado en términos de la “lucha antisubversiva”, aunque aceptaron
la violencia represiva que ejercieron. Por su parte, los medios de comunicación se apropiaron de un
deber de memoria que mediatizó el tema del pasado dictatorial. Si bien esta difusión permitió dar una
mayor presencia del asunto en el espacio y la opinión públicos, éstos priorizaron la emotividad del
tema por encima de la búsqueda de soluciones a las demandas de justicia.
229 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit., p. 67.
77
Desde 1995, aun cuando las iniciativas del gobierno nacional tendieron a la clausura del pasado, la
memoria condenatoria de la represión ganó mayor presencia en el espacio público: los ODH lanzaron
nuevas propuestas para transformar la conmemoración del pasado dictatorial, actores oficiales y no
oficiales se ocuparon en construir monumentos, coordinar archivos y elaborar producciones
culturales y señalamientos simbólicos de espacios vinculados a la represión ilegal.
A principios de 1998, el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aprobó, con la ley 46,
crear el Parque de la Memoria en una franja costera del Río de la Plata. En ella se dispuso la
construcción de un paseo público, un monumento y varias esculturas destinadas a conmemorar y
recordar a las víctimas de la última dictadura militar.230
Durante el acto de colocación de la primera
piedra de la obra, los organismos que se habían negado a participar en la iniciativa —Madres de
Plaza de Mayo, Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, HIJOS— repudiaron a los participantes,
pues consideraron que el gobierno y sus leyes imponían un silencio que pretendía congelar esos
hechos sin responsables ni consecuencias en la actualidad.231
Para acordar qué nombres se inscribirían en el monumento, las organizaciones y distintos sectores de
la sociedad reflexionaron en torno a la definición de la naturaleza de las víctimas; cada uno conforme
a su perspectiva del pasado decidía cuáles se incluirían en él. Esto provocó una fragmentación en el
movimiento en defensa de los derechos humanos, originada por la diversidad de interpretaciones del
pasado. Cada organización compartía una postura, ideología e identidad, así como varios métodos,
objetivos y reivindicaciones políticas que se conjugaron durante la etapa más álgida de la represión
clandestina, pero que, con la llegada de la democracia se dividió y dispersó. En consecuencia,
230 Ibíd., p. 71. 231 Daniel Lvovich y Jaquelina Bisquert, Op. cit., p. 72.
78
disminuyeron su capacidad para atraer a nuevos públicos.232
Algunos, incluso, radicalizaron su
visión respecto al perfil ideológico político de las víctimas del terrorismo de Estado.233
Como se ha visto, entre 1984 y 1998 los organismos de derechos humanos mantuvieron sus
demandas con respecto al pasado dictatorial y se cruzaron con los distintos relatos acerca del
régimen militar que se discutieron en el espacio público. Su participación en la conmemoración del
pasado sirvió para mantener vivo su recuerdo, encontrar la verdad y obtener justicia, posicionarse en
el espacio como garantes de la memoria del pasado y para lanzar iniciativas para rememorarlo.
Así, en los acontecimientos que se retomarán el siguiente capítulo se encontrará que el intento de
imponer la pacificación nacional y la participación de los organismos detonaron una nueva disputa
marcada por la llegada al poder del grupo encabezado por Néstor Kirchner.
232 Para un debate sobre este tema, véase Elizabeth Jelin, “La política de la memoria: el movimiento de derechos
humanos y la construcción democrática en la Argentina”, en Carlos H. Acuña et.al., Juicio, castigos y memorias. Derechos humanos y justicia en la política argentina, Buenos Aires, Nueva visión, 1995, pp. 101-146; y Hugo Vezzetti,
Sobre la violencia revolucionaria: memorias y olvidos, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2009. 233 Tal es el caso de Madres de Plaza de Mayo e HIJOS.
79
Capítulo 4. La consolidación de un lugar de memoria: 1998-2007
Introducción
En este capítulo se analizará la participación de los organismos de derechos humanos en la
configuración de un símbolo del pasado dictatorial en el edificio de la ESMA, en la recuperación del
predio, la conformación del Espacio para la memoria y cómo su disputa para definir los sentidos del
pasado permitió la consolidación de un lugar de memoria.
El decreto de traslado. 1998
A mediados de los noventa, las iniciativas de organismos de derechos humanos para recordar el
pasado represivo y conmemorar a los desaparecidos se manifestaron con especial fuerza, tal es el
caso de la creación del Parque de la Memoria y del Monumento en Homenaje a las Víctimas del
Terrorismo de Estado234
. Al mismo tiempo, las declaraciones del exjefe de automotores de la ESMA,
Adolfo Scilingo, del exalmirante Massera y de los testimonios de sobrevivientes235
–que apenas
llegaban a la televisión en esta etapa– reabrieron el tema de la represión y la violencia del régimen
militar. Frente a esta irrupción de la memoria de la violencia política en distintas dimensiones de la
vida pública, se encontró la posición institucional reivindicada por el gobierno menemista: la política
de reconciliación nacional que justificaba el accionar de las Fuerzas Armadas durante el periodo
dictatorial. Ambos discursos, el de la verdad, el juicio y castigo a los culpables y el de la
reconciliación, se encontraron en disputa durante todo su gobierno.
234 Un estudio sobre la constitución del Parque de la memoria se puede localizar en Vania Barbuto, Inscribir el futuro. Estrategias de patrimonialización y construcción democrática, Tesis de grado, Buenos Aires, Universidad de Buenos
Aires, 2007. 235 Claudia Feld, Op. Cit., 2008.
80
En este escenario, el 6 de enero de 1998, el presidente Carlos Saúl Menem anunció la firma del
decreto 8/98 mediante el cual se solicitaba que las instalaciones de la ESMA se trasladaran a la Base
Naval de Puerto Belgrano en Bahía Blanca en un plazo de año y medio, que se derrumbara el
conjunto edilicio y se creara un área verde de uso público en el que se construiría un símbolo de la
unidad nacional.236
La noticia del traslado no era nueva; meses atrás el gobierno había abierto la
posibilidad de trasladar la escuela argumentando que las instalaciones eran insuficientes para el buen
desempeño de la institución,237
sin embargo, la implementación de este proyecto no tenía una fecha
fija y no se consideraba prioridad en la agenda pública. Pese a la sorpresa, las condenas y críticas que
despertó el anuncio de trasladar la escuela a la base naval en distintos sectores de la oposición y del
gobierno, el gabinete de ministros avaló la propuesta.238
Este anuncio relanzó en el espacio público
la disputa por el sentido del pasado.
La respuesta de las organizaciones de derechos humanos y otros sectores que se oponían al anuncio –
la oposición al gobierno nacional en la legislatura y el gobierno porteño– se movilizaron para
mostrar su desacuerdo: los organismos realizaron tres marchas frente al edificio; el bloque de
diputados del FREPASO –que había presentado el proyecto para dejar sin validez las denominadas
Leyes del Perdón– presentó un proyecto de resolución para rechazar la iniciativa. Por su parte, el
bloque del FREPASO de la legislatura porteña presentó un proyecto para que el gobierno de la
ciudad reclamara la restitución del predio.239
Mientras tanto, los partidarios de la propuesta
presidencial consideraron que el proyecto se encontraba en consonancia con el deseo “mayoritario”
de los argentinos: dejar atrás el recuerdo del pasado violento para alcanzar la “unidad nacional”.240
236 CELS, Informe anual sobre la situación de los derechos humanos en Argentina, Buenos Aires, CELS, 1998, p. 48. 237 “Topadora para barrer la memoria”, Página 12, Buenos Aires, Argentina, 8 de enero de 1998, pp. 2-3. 238 “Ni los marinos están conformes”, Página 12, Buenos Aires, Argentina, 9 de enero de 1998, p. 2. 239“Una campaña contra el olvido”, Página 12, Buenos Aires, Argentina, 9 de enero de 1998, p. 3. 240
El Ministerio de Defensa se pronunció a favor del decreto pues lo consideró “razonable, lícito, dirigido al bien común
y la satisfacción de intereses públicos”, en “La ESMA es del pueblo”, Página 12 en Línea, Buenos Aires, Argentina, 17
81
Entre enero y febrero de 1998, estas posturas abrieron un debate y cada una perfiló una idea del peso
que poseía el pasado en el desarrollo de la vida democrática. Por un lado, para los organismos de
derechos humanos y los grupos que se oponían a la aplicación del decreto era primordial conservar
los símbolos de la represión estatal ejercida en el pasado reciente y preservar la memoria.241
Su
propuesta consistía en trasladar las instalaciones de la ESMA a otra Base Militar sin que se
demolieran los edificios que habían albergado el centro clandestino de detención durante la dictadura
y en solicitar la cesión del espacio para crear un museo de la memoria. Esta posición consideraba que
el edificio era un símbolo de la violencia ejercida por el Estado y una prueba judicial que permitiría
presentar evidencias en los juicios que se encontraban en curso. Del otro lado, para el sector que
consideraba que el proyecto beneficiaría a la reconciliación de los sectores de la sociedad argentina
que se encontraban en pugna242
–siguiendo la consigna menemista de superar el pasado– la prioridad
era dejar atrás las contradicciones que se habían originado durante la dictadura.243
La intención de
esta postura era trasladar la institución y demoler el edificio para construir un monumento a la
reconciliación nacional: un área verde que rodearía un mástil con la bandera argentina. El espacio
sería un paseo público, un monumento y un lugar de recepción para los jefes de Estado que visitaran
el país.244
de octubre de 1998. http://www.pagina12.com.ar/1998/98-10/98-10-17/pag03.htm [Consultado el 10 de enero de
2011] 241 En ese momento el proceso de verdad y justicia se estaban revirtiendo puesto que el principal canal de justicia se
canceló con los indultos; y la verdad que se había consensuado previamente, comenzaba a negarse. 242 “ESMA: el Gobierno salió a rechazar las críticas”, Clarín, 9 de enero de 1998.
http://edant.clarin.com/diario/1998/01/09/t-01601d.htm [Consultado el 22 de octubre de 2010] 243 Según las palabras de Menem: “la sociedad argentina necesitaba dejar a un lado el pasado para reconciliarse y
fortalecer el Estado derecho y el sistema democrático”, en CELS, Op. cit., 1998, p. 28. 244 En palabras de Menem: “ese lugar lo vamos a utilizar para hacer las recepciones a las personalidades que nos visiten,
como las que tienen otros países”, en “Topadora para barrer la memoria”, Página 12, Buenos Aires, Argentina, 8 de
enero de 1998, p. 2-3.
82
Para oponerse a la decisión presidencial los organismos de derechos humanos actuaron desde dos
frentes: se movilizaron con protestas multitudinarias245
y presentaron un recurso de amparo. En el
primer frente, se realizaron tres actos en la misma semana: la organización Madres de Plaza de Mayo
lanzó una campaña internacional para impedir que el lugar se convirtiera en un monumento a la
reconciliación; las juventudes de la Unión Cívica Radical y del FREPASO se manifestaron en contra
de la demolición del edificio colocando una bandera blanca y roja de 30 metros sobre Avenida del
Libertador; y, finalmente, la asociación Abuelas de Plaza de Mayo convocó a un acto en la ESMA
que reunió a 2000 personas. En el segundo frente, el recurso de amparo, presentado por Laura
Beatriz Bonaparte de Bruschtein de la agrupación Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y
Graciela Palacio de Lois de Familiares de Detenidos Desaparecidos por Razones Políticas, el Juez
federal Osvaldo Guglielmino ordenó al poder Ejecutivo que se abstuviera de demoler el edificio de la
ESMA y los ciudadanos firmantes pidieron que el inmueble no fuera demolido y que permaneciera
sin modificaciones porque representaba un símbolo de la violencia estatal.
La oposición a la decisión presidencial se basaba en la importancia que se le había otorgado al
edificio, su impronta de símbolo de la violencia estatal –y patrimonio cultural de la nación246
– y su
calidad de prueba judicial.247
En esos términos, para el movimiento de derechos humanos la
demolición constituía una “imposición de olvido y la sustitución del recuerdo por una reconciliación
sin justicia”.248
A partir de enero de 1998, “recuperar”249
el predio donde se ubicaba la ESMA se
convirtió –en materia de memoria– en el objetivo del movimiento de derechos humanos.
245, en “Sin perder la memoria”, Página 12, 14 de enero de 1998, p. 5. 246 CELS, Informe anual sobre la situación de los derechos humanos en Argentina, Buenos Aires, CELS, 2001, p. 6. 247 El inmueble podría aportar pruebas en las dos causas judiciales abiertas: por el conocimiento de la verdad sobre el
destino de los desaparecidos y por la búsqueda de los niños apropiados durante la dictadura. 248 CELS, Op. cit., 1998, p. 4. 249 No es posible hablar de “recuperación” –término utilizado por el discurso del movimiento de derechos humanos– pues, en sentido estricto, el predio nunca perteneció a dichos organismos. Entrevista a Emilio Crenzel sociólogo, profesor
de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, realizada por Ana Laura Deceano, el 21 de
septiembre de 2010 en Buenos Aires, Argentina.
83
El jefe de gobierno porteño, Fernando de la Rúa –interesado en el predio–, también reaccionó ante el
decreto del presidente e impulsó un juicio contra el gobierno nacional para recuperar el terreno. 250
Por ese camino empezó una demanda judicial entre la ciudad y la nación por la posesión del predio y
entre los organismos y familiares y el Estado nacional para que no se derribaran las edificaciones.251
La legislatura de la ciudad, por su lado, un campo fértil para los temas de memoria, presentó un
proyecto para la construcción del “Instituto de la Memoria Nunca Más” para cuando la ESMA
volviera a la jurisdicción de la ciudad. Esta institución dirigiría un museo e impartiría conferencias y
cursos sobre derechos humanos.252
Por su parte, las Fuerzas Armadas reaccionaron con beneplácito cuando el presidente Menem
anunció el decreto de traslado. Para justificar el traslado a otra base naval, los militares redactaron un
informe técnico sobre la inviabilidad de albergar a las instituciones en el predio de avenida del
Libertador.
El 16 de octubre de 1998, un juez federal declaró inconstitucional el decreto 8/98. El magistrado
consideró que la sede histórica de la ESMA era patrimonio cultural argentino y debía ser
protegido.253
Posteriormente, los gobiernos nacionales descartaron la posibilidad de demoler los
edificios, pero trasladaron nuevas actividades al predio para que el gobierno de la ciudad, la otra
250 En la ordenanza que hacía efectivo el traspaso entre la Municipalidad de Buenos Aires y el Ministerio de Marina se
estableció que “si por cualquier causa se diera otro destino al terreno, éste pasaría inmediatamente al poder de la
Municipalidad con todas las construcciones que se hubieran efectuado, sin derecho a indemnización alguna”. La acción
legal del gobierno local se centró en oponer esta cláusula de la ordenanza para invalidar el primer artículo del decreto
8/98 donde se anunciaba que el predio dejaría de ser usado como escuela militar, en “De infierno a Museo del Nunca
Más”, Página 12 en Línea, 2 de junio de 2000. http://www.pagina12.com.ar/2000/00-06/00-06-02/pag15.htm
[Consultado el 10 de enero de 2011] 251 Entrevista a Valeria Barbuto, coordinadora del área de Investigación del Centro de Estudios Legales y Sociales, el 16
de septiembre de 2010, en Buenos Aires, Argentina. 252 “Una ofensa a la sociedad”, Página 12 en Línea, 26 de mayo de 2000. http://www.pagina12.com.ar/2000/00-05/00-
05-26/pag15.htm [Consultado el 10 de enero de 2011] 253 “A pesar del horror que ese edificio encarna, se trata de expresiones de nuestra cultura y debemos comprender que su
testimonio también forma parte de nuestro patrimonio cultural, por cuyo motivo no puede ser destruido por los
gobernantes de turno y reemplazado por un monumento cualquiera”, en CELS, Op. cit. 1998, p. 49.
84
causa en curso, no se quedara con la propiedad.254
Para ello, la Marina, defendió su pretensión de no
entregar la ESMA255
, reforzó el carácter educativo del predio e instaló nuevas instituciones en él: el
Liceo Naval, la Escuela Náutica, la Escuela Fluvial. 256
Además, en mayo de 2000, el Ministro de
Defensa, Ricardo López Murphy, declaró que se encontraba estudiando la creación de un centro de
capacitación de las escuelas de Guerra de las tres armas que serían unificadas en el predio. También
mencionó que proyectaba centralizar todas las actividades de capacitación y las escuelas conexas de
las Fuerzas Armadas en ese terreno.
El 1º de junio del 2000, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó la Ley 392, mediante la
cual revocó la cesión del predio de la ESMA a la Marina y dispuso que se instalara un museo. Según
esta iniciativa todo el predio de la ESMA debía volver al gobierno de la ciudad de Buenos Aires y
los edificios en los que se alojaron detenidos, se aplicaron torturas y nacieron bebés apropiados
serían destinados al Instituto del Museo de la Memoria Nunca Más. El Ministro de Defensa, López
Murphy, se negó a entregar la ESMA y dejó clara su posición sobre los museos: “No voy a auspiciar
un monumento, museo o algo similar en un entorno militar porque eso actuaría como elemento de
conflicto”.257
Los organismos de derechos humanos reaccionaron al anuncio258
y fueron los primeros
254
“Menem trasladó –de Puerto Belgrano al terreno de la ESMA– las escuelas de Náutica y la Nacional Fluvial”, en “El
fin del velo que cubría la ESMA”, Página 12 en Línea, 8 de octubre de 2004.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-42068-2004-10-08.html [Consultado el 10 de enero de 2011] 255, en CELS, Op. cit., 2001, p. 28; “Defensa se resiste a que la ESMA sea un museo”, Página 12 en Línea, 19 de mayo de
2000. http://www.pagina12.com.ar/2000/00-05/00-05-19/pag04.htm [Consultado el 10 enero de 2011] y “Una ofensa a la sociedad”, Página 12 en Línea, 26 de mayo de 2000. http://www.pagina12.com.ar/2000/00-05/00-05-26/pag15.htm
[Consultado el 10 de enero de 2011] 256 Entrevista a Daniel Schiavi responsable del área de Relaciones Institucionales del Archivo Nacional de la Memoria,
realizada por Ana Laura Deceano, el 23 de septiembre de 2010, en Buenos Aires, Argentina. 257 El mismo día declaró –sobre el juicio que se seguía en México al exrepresor de la ESMA Ricardo Cavallo–: “los
hechos aciagos, los delitos que ocurrieron en la Argentina, los episodios que fueron analizados y resueltos por nuestros
poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo, deben mantenerse y respetarse tal cual son”, en “México concedió la
extradición a Cavallo”, La Nación, 3 de febrero de 2001. http://www.lanacion.com.ar/50895-mexico-concedio-la-
extradicion-de-cavallo [Consultado en 23 de octubre de 2010]; CELS, Op. cit., 2001, p. 28 y “Defensa confirmó que no
quiere un museo en la ESMA”, Página 12, 2 de febrero de 2001. http://www.pagina12.com.ar/2001/01-02/01-02-
02/pag06.htm [Consultado el 10 de enero de 2011] 258 “De infierno a Museo del Nunca Más”, Página 12 en Línea, 2 de junio de 2000.
http://www.pagina12.com.ar/2000/00-06/00-06-02/pag15.htm [Consultado el 10 de enero de 2011]; “Insisten en crear un
museo”, Clarín, 27 de mayo de 2000. http://edant.clarin.com/diario/2000/05/27/p-02503.htm [Consultado el 22 de
85
en interesarse en crear instituciones que promovieran y mantuvieran el recuerdo del pasado
dictatorial. Tal fue el caso de la creación del Instituto Espacio para la Memoria –IEM– en el que
participaron los organismos de derechos humanos, el gobierno porteño y representantes de distintos
bloques de la Legislatura. Este ente autónomo se creó para resguardar y transmitir la memoria e
historia de los hechos ocurridos entre el terrorismo de Estado y la recuperación del Estado de
Derecho. Entre las funciones del organismo se encontraba la recuperación de predios o lugares de la
ciudad de Buenos Aires donde hubieran funcionado centros clandestinos de detención o hubieran
ocurrido otros acontecimientos representativos de la época promoviendo su reinserción en la
memoria urbana. 259
El Archivo Nacional de la Memoria, inaugurado en diciembre de 2003 por el
gobierno nacional, fue otra institución creada para analizar, clasificar, digitalizar y archivar
información, testimonios y documentos sobre el quebrantamiento de los derechos y libertades
fundamentales que comprometieran la responsabilidad del Estado argentino, sobre la respuesta social
e institucional ante esas violaciones y para atender los temas derivados de la conmemoración del
terrorismo de Estado.260
Entre 1998 y 2000, la acción de las instituciones judiciales y legislativas y el apoyo del movimiento
de derechos humanos posibilitaron la declaración de inconstitucionalidad del decreto 8/98 y el
traspaso del predio al gobierno local. Durante esos años se definieron las dos posturas que se
disputaron el espacio público hasta la apertura del museo al público. Cada relato del pasado, –el de
los organismos que hacían alusión a las violaciones a los derechos humanos y al terrorismo de
Estado, el de los militares que habían reconocido su papel en la violencia, pero que aún la
octubre de 2010]; entrevista a Valeria Barbuto, coordinadora del área de Investigación del Centro de Estudios Legales y
Sociales, realizada por Ana Laura Deceano, el 16 de septiembre de 2010, en Buenos Aires, Argentina. 259 Ley 961, Boletín Oficial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, No. 1602, Buenos Aires, 6 de enero de 2003. 260 La presidencia de este organismo se encuentra a cargo del secretario de derechos humanos del Ministerio de Justicia,
Seguridad y Derechos Humanos y cuenta con un secretario ejecutivo designado por el presidente. Decreto 1259 de
creación del Archivo Nacional de la Memoria, sancionado el 16 de diciembre de 2003.
86
justificaban en términos de la “guerra contra la subversión”, y el del gobierno nacional que prefería
cancelar y olvidar el pasado para alcanzar la reconciliación nacional– se abrieron paso en los medios
de comunicación y en el imaginario colectivo. La lógica en la que se presentaron los argumentos por
parte de los familiares y sobrevivientes de la represión dictatorial para dirimir la disputa fue la
significación y la atención que a ella pusieron los medios de comunicación, pues a partir de
establecer la visión de las víctimas y del tono emotivo del testimonio, su perspectiva se convirtió en
la memoria hegemónica.
El traspaso. 2004
Néstor Kirchner llegó al gobierno argentino después del caos económico, político y social que había
experimentado el país en 2001. Su estrategia de campaña, que aludió a la responsabilidad social,
encontró eco en ciertos sectores de la sociedad argentina. Durante su gobierno se operó una
transformación acerca de la política sobre el pasado. En junio de 2003,261
Kirchner se acercó a los
organismos de derechos humanos para restablecer las relaciones entre gobierno y movimiento.
Algunos de ellos se habían mostrado reacios a cualquier acercamiento con los políticos tradicionales,
pero el discurso kirchnerista los convenció de que debían realizar el encuentro. Incluso las Madres de
Plaza de Mayo que habían sido críticas del gobierno justicialista reconocieron, al final de la reunión,
que el nuevo presidente no se comportaba de la misma forma que lo habían hecho el resto de los
políticos que habían pasado por la Casa Rosada desde el inicio del periodo democrático. La voluntad
política que mostró el gobierno kirchnerista desde los primeros meses de gestión incrementaron su
capital político con el conjunto de organismos de derechos humanos quienes comenzaron a apoyarlo
en sus proyectos. Algunas acciones que catapultaron la confianza de los organismos en Kirchner
261 “No todos son lo mismo como habíamos creído”, Página 12 en Línea, 4 de junio de 2003,
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/20994-8026-2003-06-04.html [Consultado en junio de 2012] .
87
fueron el anuncio del relevo de toda la cúpula militar y la nueva designación como Jefe del Ejército
al General Roberto Bendini, el pronunciamiento en favor de la nulidad de las Leyes de Punto Final y
Obediencia Debida y el impulso de su tratamiento en la Corte Suprema de Justicia, su apertura para
discutir la posibilidad de tratar una ley de extradiciones que anulara el decreto firmado por De la Rúa
–que imponía el principio de territorialidad e impedía la acción de la justicia internacional–. La
anulación del decreto que impedía las extradiciones de los militares juzgados en el extranjero, la
anulación de las leyes del perdón decretadas por Alfonsín y la reapertura de las causas ESMA y del
primer cuerpo del ejército también representaron la nueva postura del gobierno en referencia al
pasado.
Esta política de derechos humanos generó malestar entre los sectores militares y en el sector de la
sociedad que los reivindicaba –como algunos grupos de la Iglesia–. Doce altos oficiales retirados
criticaron públicamente las estrategias del gobierno que permitirían las extradiciones de militares. en
reacción a la anulación de las leyes del perdón y a la importancia pública que recobró el tema de la
violencia sistemática ejercida por el Estado en el periodo 1976-1983. Por estas declaraciones, el jefe
de la Armada los sancionó.
Durante la conmemoración de los treinta años del golpe de Estado se organizaron actos que
reunieron a los organismos de derechos humanos y al gobierno. El presidente protagonizó una
actividad en el Colegio Militar durante la cual decretó como día feriado inamovible el 24 de marzo y
autorizó el pleno acceso a los archivos militares de la dictadura. Además, solicitó a la justicia que se
pronunciara sobre los indultos que consideró inconstitucionales. El discurso de Kirchner se
desenvolvió en términos de “reconstrucción del país” a partir del análisis de la memoria, la justicia y
la verdad. Según Kirchner, antes de la reconciliación era necesario realizar una reflexión sistemática
de los acontecimientos. Dicho análisis permitiría establecer responsabilidades entre los sectores de la
88
sociedad civil que habían dado su respaldo total o parcial al régimen pues consideraba que “no sólo
las Fuerzas Armadas tuvieron responsabilidad en el golpe: también ciertos sectores de la sociedad
tuvieron su parte –prensa, iglesia y clase política”.
Desde la llegada de Néstor Kirchner al gobierno argentino, las condiciones para el trabajo de
memoria, verdad y justicia cambiaron diametralmente. Su política de memoria incluyó reconocer la
responsabilidad del Estado en la represión ejercida durante la dictadura, permitir al poder judicial
que llevara a cabo los juzgamientos a los responsables, reivindicar la labor del movimiento de
derechos humanos y apoyarlo en la consecución de sus demandas. Construir un espacio para la
memoria en el terreno que ocupaba la ESMA fue una de las propuestas que apoyó el gobierno de
Kirchner. Su solicitud incluía el desalojo de las 17 hectáreas que constituyen el predio, que el lugar
fuera preservado como prueba en los juicios contra los militares y que se realizara un debate nacional
para definir cuál sería el uso del espacio. Esa intención se confirmó el 8 de marzo de 2004 cuando el
presidente expresó su apoyo a la petición262
de la construcción de un museo de la memoria.263
La decisión de Kirchner de disponer del edificio de la ESMA generó polémica en algunos sectores de
las Fuerzas Armadas y entre los padres y alumnos264
que pidieron que, en una sección del predio,
262 Petición firmada por la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre,
el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, el Comité de Acción Jurídico de la Central de Trabajadores Argentinos, la Correpi –Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional–, la Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos de La Plata y Liberpueblo.
263 Días antes el ministro de defensa, José Pampuro, había mencionado que allí permanecerían las escuelas de la Armada,
en “Kirchner dio su palabra”, Página 12 en Línea, 9 de marzo de 2004. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-
32461-2004-03-09.html [Consultado el 10 de enero de 2011] 264 El 19 de marzo, exdetenidos del centro clandestino que funcionaba en la ESMA junto con el presidente y algunos
funcionarios –la primera dama, Cristina Fernández; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; el secretario de
Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde; el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, y la
subsecretaria de Derechos Humanos de la ciudad, Gabriela Alegre– visitaron por primera vez el edificio del Casino de
Oficiales, la Enfermería y la Imprenta. En dicha visita los sobrevivientes del centro se encontraron con los padres de
alumnos del Liceo Naval que aún funcionaba dentro del predio. Los padres aprovecharon la presencia del presidente para plantearle sus quejas por el traslado del lugar. Intentaron hablar con Kirchner, pero el presidente los esquivó, en “Qué
importante sería que todos puedan ver esto”, Página 12 en Línea, 20 de marzo de 2004.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-33037-2004-03-20.html [Consultado el 10 de enero de 2011]
89
continuaran funcionando las actividades educativas. 265
Sin embargo, el proyecto de constitución de
un Espacio para la memoria ya estaba avanzado y, pese a las manifestaciones de rechazo, siguió
adelante.
El 24 de marzo de 2004, durante la conmemoración del 28 aniversario del golpe de Estado, realizado
en las instalaciones del predio, el presidente y el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires,
Aníbal Ibarra, concretaron el convenio que convirtió el centro clandestino de detención de la Marina
en el “Espacio para la memoria y promoción de los derechos humanos”.266
Al mismo tiempo
acordaron la restitución del predio al ámbito local y la creación de una Comisión Bipartita267
cuya
finalidad sería supervisar las tareas de desocupación y traspaso que se efectuarían antes del 31 de
diciembre de 2004.268
El mismo día, después de la firma del acuerdo, el presidente Néstor Kirchner –
en su discurso final– pidió perdón en nombre del Estado Nacional “por la vergüenza de haber callado
durante veinte años de democracia tantas atrocidades”.269
En el mismo acto, Mabel Gutiérrez–
265 Ese mismo día la administración de Kirchner garantizó la continuidad del aprendizaje de los marinos. El gobierno
anunció que los cursos de la Escuela Nacional Naval que se dictaban en la ESMA, a partir de 2005, serían albergados en
un edificio ubicado en la Avenida Antártida Argentina 1535, en el barrio de Retiro. Entre las escuelas en cuestión figuran
el Liceo Naval Almirante Brown, creado por la fundación civil Centro de Graduados del Liceo Naval en el año 2000, que
brinda instrucción secundaria con orientación en Marina Mercante; la Escuela Nacional Náutica Manuel Belgrano, fundada en 1799, dedicada a la formación de oficiales de cubierta y máquinas de la Marina Mercante; y la Escuela
Nacional Fluvial Comodoro Antonio Somellera, que fue fundada en 1942 y se dedica a la formación técnica profesional
de oficiales de la Marina con orientaciones en navegación por ríos argentinos y cabotaje fluvial y marítimo, en “Con la
escuelita al barrio de Retiro”, Página 12 en Línea, 20 de marzo de 2004.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/33037-11639-2004-03-20.html [Consultado el 10 de enero
de 2011] 266 El 5 de agosto de 2004 los diputados de la legislatura porteña ratificaron la creación del Espacio para la Memoria en el
predio que ocupara la ESMA, en “Legisladores que hicieron memoria”, Página 12 en Línea, 6 de agosto de 2004. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-39244-2004-08-06.html [Consultado el 10 de enero de 2011]
267 Dicha Comisión fue integrada por Eduardo Luis Duhalde, Emilia Judith Said y Carlos Laforgue, por parte del
gobierno nacional y María José Guembe y Margarita Jarque por el gobierno de la ciudad. También participaron en ella
los organismos de derechos humanos, representantes de familiares e hijos de las víctimas y de las personas que habían
sido detenidas en el predio, además de otras organizaciones representativas de la sociedad. 268 La Comisión Bipartita definiría la consulta permanente a los organismos de derechos humanos y a otras entidades; el
espacio del predio de la ex ESMA que se dedicaría al museo, si debía permitirse que funcionaran otros edificios
vinculados con los derechos humanos, definiría si el Espacio para la Memoria coexistiría con las escuelas de la Armada o
si éstas desalojarían el predio por completo. “La ESMA o los dilemas sobre qué estilo debe tener recordar el pasado”,
Clarín, 20 de marzo de 2005. http://edant.clarin.com/diario/2005/03/20/elpais/p-942241.htm [Consultado el 11 de octubre de 2010]; CELS, Op. cit., 2005, p. 36. 269 “La verdad es la libertad absoluta”, Página 12 en Línea, 25 de marzo de 2004.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-33243-2004-03-25.html [Consultado el 10 de enero de 2011]
90
representante del organismo Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas–, leyó
un documento firmado por doce agrupaciones: “La ESMA, a partir de hoy, será patrimonio del
pueblo argentino. La decisión política del presidente de la nación lo ha hecho factible. Esto es el
fruto de que en estos 28 años los organismos de derechos humanos, los familiares, los
sobrevivientes, el pueblo y los exiliados hayamos mantenido nuestras banderas de verdad y justicia y
preservado la memoria.”270
El traspaso del terreno entre el gobierno nacional y la ciudad de Buenos Aires fue un acontecimiento
simbólico en varias direcciones. Primero fue una manifestación del creciente interés del gobierno
nacional por atraer al debate público las discusiones sobre el recuerdo del pasado dictatorial,
situación que los organismos de derechos humanos capitalizaron para aliarse con el jefe del ejecutivo
y así incrementar su participación en la toma de decisiones sobre el predio. Segundo, contribuyó a
incrementar el peso simbólico del inmueble, pues por primera vez entre sus paredes el jefe del poder
ejecutivo reconoció la participación del Estado en la represión militar. Tercero, el discurso de los
organismos de derechos humanos fue legitimado por los gobiernos local y nacional para hablar
acerca del pasado dictatorial. Cuarto, el discurso referente a la “guerra contra la subversión” de las
Fuerzas Armadas fue en franco declive.
A partir de la firma del acuerdo entre el gobierno nacional y el gobierno de la ciudad de Buenos
Aires se inauguró una nueva etapa en el proceso de constitución del Espacio para la memoria. Entre
1998 y 2004 la participación de los organismos de derechos humanos, movilizaciones, demandas,
apariciones en los medios y presiones, permitió la anulación del decreto 8/98, evitó el traslado de las
instituciones, la construcción de un monumento a la unidad nacional en el predio, posibilitó el
traspaso del predio al gobierno local y relanzó el tema del recuerdo del pasado represivo al espacio
público. 270 Ibidem.
91
Después de la llegada de Néstor Kirchner al gobierno, los organismos encontraron un interlocutor
que abrió espacios para el acercamiento, la discusión, así como la solución de algunas demandas.
Una vez que el predio se encontró bajo la tutela del gobierno nacional se operó el traspaso simbólico
hacia los organismos. Al hacerse cargo de la administración del predio y del diseño de los contenidos
del discurso del museo, salvadas las barreras judiciales, con las causas abiertas para juzgar a los
responsables de la represión, y con el apoyo de las instituciones y del gobierno, los organismos
modificaron sus estrategias de intervención.
A partir de marzo de 2004, una vez establecido el destino del predio, se implementaron actividades
que permitieron inaugurar el Espacio para la memoria. El primer punto fue fortalecer las
instituciones del gobierno nacional y del gobierno local que darían continuidad al proyecto de
constitución del Espacio –el Archivo Nacional de la Memoria y el IEM–. El segundo fue promover la
participación de la sociedad en la construcción de la narrativa del predio. Para ello, en junio de 2004,
fue lanzada una convocatoria al público para que presentaran propuestas y ayudaran a definir los
contenidos del Espacio. En 2006, se invitó a algunos grupos de profesionales vinculados a la
museología, el arte, la arquitectura, la reflexión académica para que dieran su opinión al respecto del
contenido del museo.271
El tercer punto consistió en generar espacios para la participación de los
organismos de derechos humanos con iniciativas como la propuesta por el IEM en la que se
reunieron representantes de los organismos, diputados y expertos en el tema para determinar cómo
funcionarían los CCD recuperados en la ciudad de Buenos Aires.272
Esos organismos273
se
coordinaron para realizar encuentros de reflexión acerca de la naturaleza del recuerdo en el futuro
271 CELS, Op. cit., 207, pp. 55-58 272 A partir de ese momento se reunió cada 15 días para definir qué se haría con los predios que funcionaron como
centros clandestinos y que eran recuperados por la ciudad, en “Espacio para la Memoria” Página 12 en Línea, 21 de julio
de 2004. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-38467-2004-07-21.html [Consultado el 11 de enero de 2011] 273 Ocho de los cuales pertenecían a la asociación Memoria Abierta: Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Buena Memoria, Centro de Estudios Legales y Sociales, Madres de Plaza de Mayo-Línea
Fundadora, Familiares de Detenidos Desaparecidos por Razones Políticas, Fundación Memoria Histórica y Social
Argentina y Servicio de Paz y Justicia.
92
museo. El 8 de agosto de 2004 se realizó la primera de tres jornadas. Se reunieron más de cien
personas para discutir el rol del Estado en el futuro Museo de la Memoria: el papel de los organismos
de derechos humanos, el contenido del Espacio y el espacio temporal por abarcar. Llegaron a varios
consensos: primaría la pluralidad, el Espacio se pensaría como un legado intergeneracional y el
Estado debía garantizar el funcionamiento –pero no delinear el contenido– del museo.274
Según su
discurso, la construcción de la memoria que sería transmitida en el museo era responsabilidad del
movimiento de derechos humanos, por lo que, el Estado debía garantizar el funcionamiento del
espacio, pero no diseñaría sus contenidos. Así, muy temprano en el proceso de construcción del
espacio, este contó con la participación continua de los organismos, la distribución y el diseño de su
contenido se mantuvo, y se mantiene, en sus manos, pues se convirtieron en el actor más calificado
para tomar decisiones con respecto al museo y al predio.
El 28 de diciembre de 2004, la Comisión Bipartita recibió una fracción del predio de parte del
Almirante Jorge Omar Godoy, Jefe del Estado Mayor General de la Armada. A partir de ese
momento, las autoridades y las organizaciones de derechos humanos comenzaron a debatir la
ubicación y el contenido del museo de la memoria, el Archivo Nacional y la Biblioteca Nacional de
Derechos Humanos Enrique Angelleli. En este debate se acordó que el museo sería ubicado en la
parte frontal del terreno y que los emprendimientos llevados a cabo en el resto se decidirían
posteriormente. Los nuevos espacios serían públicos y gratuitos y se relacionarían con la memoria y
los derechos humanos. Si bien los funcionarios de la Comisión Bipartita aseguraron que una vez
concretada la primera etapa de desalojo, el Espacio para la memoria estaría en condiciones de
funcionar, algunas organizaciones de derechos humanos y sobrevivientes rechazaron iniciar
operaciones hasta que el predio estuviera desalojado por completo. Este sector planteaba que la
274 En “Debate sobre qué mostrará, y cómo, el Museo de la Memoria en la ESMA” Página 12 en Línea, 9 de agosto de
2004. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/1-13668-2004-08-09.html [Consultado el 12 de enero de 2011]
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Marina debería desalojar el predio antes de ocuparlo, para evitar la convivencia entre “víctimas y
victimarios”. Otros organismos buscaron trabajar en estos espacios desalojados para consolidar la
primera parte del proyecto vinculada al sitio histórico –donde funcionó el centro clandestino– y a la
creación de un museo de la memoria –en los edificios emblemáticos, como el de las cuatro
columnas.275
A comienzos de 2005, se capacitó un equipo de guías con base en la lectura de testimonios y
bibliografía sobre la dictadura y por medio de talleres a cargo de sobrevivientes del centro
clandestino de detención y especialistas en el tema. El edificio del casino de oficiales fue marcado
con carteles que indicarían al público los puntos más importantes del recorrido.276
Los señalamientos
incluyeron planos y textos277
que describían el funcionamiento de la ESMA a partir de testimonios
de los sobrevivientes.278
En ellos se narró qué ocurría desde el ingreso al predio hasta el casino de
oficiales, siguiendo el recorrido al que eran sometidos los detenidos-desaparecidos y en cada una de
las habitaciones del casino: “capuchita” –en el altillo–, el sótano, los dormitorios de los oficiales, la
habitación para las embarazadas. El relato se complementó con testimonios de los sobrevivientes y
constituyó la única intervención programada para realizarse en el casino.279
Debido al tamaño del
terreno y la fragmentación del espacio, el relato, mostrado en los letreros, se integraría a partir de la
narración realizada durante la visita guiada. De ahí la importancia del contenido de los señalamientos
y el relato del guía. Otra intervención fue material gráfico de difusión –una guía y cronograma de
275 CELS, Op. cit., 2005, p. 34. 276 “La ESMA o los dilemas del estilo que debe tener recordar el pasado”, Clarín, 20 de marzo de 2005.
http://edant.clarin.com/diario/2005/03/20/elpais/p-942241.htm [Consultado el 11 de octubre de 2010] 277 El viernes 24 de junio el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, la subsecretaria de Derechos Humanos de la ciudad,
Gabriela Alegre y los representantes de organismos de derechos humanos recorrieron el predio de la ESMA para conocer
los carteles con el recorrido que realizaban los detenidos desaparecidos. Estela Carlotto y Buscarita Roa, de Abuelas de
Plaza de Mayo, y Lita Boitano y Hugo Argente, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, en
“El futuro Museo de la Memoria de la ESMA empieza a tomar forma”, Página 12, 25 de junio de 2005.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-52855-2005-06-25.html [Consultado el 12 de enero de 2011] 278 Ibidem. 279 Comisión Bipartita, Informe del Espacio para la Memoria y para la Promoción y defensa de los Derechos Humanos,
Recurso electrónico, 2007. http://www.derhuman.jus.gov.ar/espacioparalamemoria/ [Consultado en noviembre de 2010].
94
traslados de cada dependencia de la ESMA– y las maquetas que mostraban el funcionamiento del
centro clandestino de detención y los cambios edilicios.280
El 30 de diciembre de 2005, Duhalde se reunió con los representantes de organizaciones de derechos
humanos para informarles que la construcción definitiva del espacio comenzaría a partir del 30 de
septiembre de 2007, cuando el predio se encontrara completamente libre. Les propuso conformar una
"Comisión ad-hoc" de la Comisión Bipartita para consensuar el proyecto definitivo del Espacio de la
memoria que surgiría de las propuestas que habían llegado tras la convocatoria publicada en 2004.281
Esa Comisión tendría facultades para organizar debates y talleres con los interesados en aportar
proyectos que convergieran con el espíritu del museo. Una de sus tareas sería realizar reuniones
especiales para escuchar la opinión de otras organizaciones sociales282
.
En el periodo que comprende la firma del traspaso del predio del gobierno nacional al gobierno local
y la apertura del Espacio memoria (2004-2007) se observan tres fenómenos importantes para esta
investigación. En primer lugar, con la llegada al gobierno nacional de Néstor Kirchner, la postura
estatal acerca del pasado dictatorial se transformó. El presidente reconoció la responsabilidad del
Estado nacional en la violencia política desatada por el régimen dictatorial y apoyó la consecución de
las demandas de los organismos de derechos humanos. En segundo lugar, este reconocimiento validó
al movimiento de derechos humanos y consolidó su visión como la más autorizada para hablar sobre
la violencia política desplegada por el régimen militar (1976-1983). En tercer lugar, con la firma del
convenio del 24 de marzo, el proceso de constitución del Espacio memoria, iniciado en 1998, inició
280 CELS, Op. cit., pp.55-58. 281 “Dos años más para darle forma al Museo de la Memoria en la ESMA”, Página 12 en Línea, 31 de diciembre de
2005. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-61158-2005-12-31.html [Consultado el 12 de enero de 2011] 282 Esta comisión se reunió por primera vez el 8 de febrero de 2006 y se avocó a la lectura y análisis de las distintas
propuestas presentadas, acordó el destino y las características de los principales edificios que integrarían el Espacio para
la Memoria, aprobó la realización de reproducciones digitales y maquetas que facilitarían la comprensión del funcionamiento del campo de detención y avanzó en el diseño de una muestra fotográfica permanente sobre la actividad
represiva del Estado frente a los movimientos sociales emergentes durante el siglo XX, entre otras actividades, en
Comisión Bipartita, Op. cit.
95
una nueva etapa, pues a partir de este momento, las estrategias que se implementaron se dirigieron a
plantear los contenidos del Museo y del Espacio para la memoria que funcionarían en el predio.
Estos contenidos fueron definidos por los organismos de derechos humanos, familiares de
desaparecidos y sobrevivientes, ciñéndose a sus discursos y a sus banderas de lucha. La participación
de otros actores, la sociedad y de investigadores profesionales –historiadores, sociólogos, curadores
de museo– fue mínima. En este periodo la agenda pública aumentó su interés por los temas de
justicia, verdad y memoria del pasado dictatorial. Los organismos de derechos humanos fueron los
encargados de dar seguimiento puntual al tema lo que permitió que recuperaran el espacio y
diseñaran los contenidos del predio. Los organismos utilizaron esta oportunidad para crear un
espacio en el que la visión de las víctimas del nombrado “terrorismo de Estado” obtuviera un lugar
para mantener vivo el recuerdo dictatorial.
La apertura del Espacio para la memoria. 2007
A partir del 1° de octubre de 2007, fecha en la que venció el plazo acordado para el desalojo
completo del predio, el interés de las instituciones encargadas del traspaso fue asegurar que los
organismos de derechos humanos nucleados en el Instituto Espacio para la Memoria mantuvieran el
control del predio.283
Para ello, estos últimos consensuaron con el presidente Néstor Kirchner la
283 Como parte de los trabajos de desalojo del predio y de instalación del Espacio para la memoria, el 9 de mayo de 2007
la Comisión se reunió para adjudicar a distintas instituciones y dependencias de gobierno algunos edificios. El reparto
quedó de la siguiente forma: el pabellón central –el edificio emblemático de cuatro columnas–, el casino de oficiales, la
enfermería, la imprenta, el taller mecánico y el pabellón Coy fueron otorgados al Instituto Espacio para la Memoria. Los
edificios de la Escuela de Guerra Naval y el anexo contiguo, conocido como "La Panadería Vieja" fueron cedidos al
Archivo Nacional de la Memoria. Abuelas de Plaza de Mayo quedó a cargo del edificio que perteneció a la Escuela
Superior de Náutica donde colocaría la Casa por la Identidad; Familiares de Desaparecidos y Madres de Plaza de Mayo –
Línea Fundadora– ocuparían el pabellón “Alfa”, e HIJOS el pabellón “Delta”. Una vez que los edificios fueron
asignados, cada institución definió sus propios tiempos para adecuar el espacio e iniciar operaciones. Los edificios a
cargo del IEM recibieron un trato especial pues ahí funcionaría el Museo de la Memoria, mientras que el casino de
oficiales –sede del centro clandestino de detención–, fue intervenido con carteles, por lo demás continuó tal cual lo entregaron los militares: vacío. El contenido de los carteles y la visita guiada estuvieron a cargo del IEM y de los
organismos de derechos humanos, familiares y sobrevivientes. En marzo de 2007 la Comisión administraba más del 50
del predio donde alguna vez funcionó la ESMA. Las instalaciones que continuaban operando en el terreno eran las
96
administración del predio a partir de la creación de un ente autárquico, autónomo e
interjurisdiccional con representantes de la nación, de la ciudad y de los organismos de derechos
humanos. Así se aprecia en las declaraciones de la directora ejecutiva del IEM, Ana María Careaga:
“Digamos que la pelea de los organismos y de otros actores sociales fue una pelea larga, sostenida en
treinta años para preservar las conquistas. Y si se piensa en un ente autárquico y autónomo para
administrar un predio como éste es para garantizar la recuperación de un predio emblemático ante
cualquier resultado de elecciones y preservar el carácter de esa lucha.” 284
Con la firma del acta
compromiso para realizar el traspaso, el 1º de octubre de 2007, la participación de los organismos de
derechos humanos se fortaleció y se colocó junto con el IEM como el actor que definiría el camino
del proyecto. La directora ejecutiva del IEM, declaró: “[La apertura del museo de la memoria] es un
hecho histórico que tiene que ver con una lucha sostenida por los organismos de derechos humanos
que desde hace treinta años han bregado por la verdad, la memoria y la justicia y es ésta la voluntad
que sentimos que debe guiar sobre este predio”.285
Los organismos de derechos humanos participaron en los actos que abrieron el espacio al público de
manera oficial. Tanto el 3 de octubre, cuando se realizó la ceremonia oficial del traslado del
complejo286
como el 20 de noviembre cuando Cristina Fernández de Kirchner y Néstor Kirchner
(presidente electa y presidente saliente, respectivamente) visitaron el edificio para anunciar la
escuelas de Guerra, de Náutica y Nacional Fluvial, el Liceo Naval Almirante Brown, la Biblioteca de la Armada y el Centro de Estudios Estratégicos. Ese sector militar se encontraba separado del Espacio para la Memoria por un vallado.
La desocupación definitiva del predio fue convenida para el 30 de septiembre de 2007 y su apertura al público en los
primeros días de octubre. Para ello la Comisión Bipartita realizó las tareas de desalojo y traspaso y adecuó los contenidos
del sitio. Para septiembre de 2010, el museo histórico aún no se había instalado. Acuerdo reconocido por la Comisión
Bipartita en el Acta firmada el 19 de junio de 2007. 284 “El Museo de la Memoria, más cerca de su apertura”, Página 12 en Línea, 24 de septiembre de 2007.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/1-29240-2007-09-24.html [Consultado el 12 de enero de 2011] 285 “Nunca más la Armada en la ESMA”, Página 12 en Línea, 2 de octubre de 2007.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-92327-2007-10-02.html [Consultado el 12 de enero de 2011] 286 En la ceremonia también estuvieron presentes el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis
Duhalde, en representación del jefe de gobierno porteño, Jorge Telerman, el ministro de Derechos Humanos de la ciudad, Omar Abboud, los integrantes de la Comisión Bipartita y representantes de los organismos de derechos humanos del
IEM, “Profundizar el rescate de la memoria de los años terribles”, Página 12 en Línea, 4 de octubre de 2007.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-92435-2007-10-04.html [Consultado el 12 de enero de 2011]
97
creación del ente que se encargaría de administrar el predio. Después de la ceremonia de traslado del
complejo el museo de la memoria se abrió a la visita espontánea del público, aunque la mayoría de
los edificios se encontraba en proceso de adjudicación y en labores de mantenimiento. El recorrido
por el museo-sitio de memoria, el “casino de oficiales”, la enfermería y el edificio de las cuatro
columnas, no era –ni lo es en la actualidad— libre.287
En cambio, este se realiza en compañía de un
guía –formado para proporcionar un relato uniforme sobre el lugar.288
La apertura del espacio, tres años después del anuncio de la creación del museo, en 2004, no se
habría logrado sin la participación constante de los organismos de derechos humanos y sin la
voluntad política del grupo que se encontraba en el gobierno nacional; sin embargo, los debates entre
las organizaciones que lo administran también se ha manifestado. Por ejemplo, para Enrique
Fuckman, sobreviviente del centro clandestino y miembro de la Asociación de Ex Detenidos
Desaparecidos, “la ESMA tiene sentido para darse cuenta de la inmensidad del aparato represivo y
con esto lo que se está haciendo [dividir el predio para entregar a cada organismo un edificio] es un
loteo por espacios entre organismos”. La propuesta lanzada por la Asociación de Ex Detenidos
Desaparecidos era mantener prácticamente intactas las 17 hectáreas, señalizarlas con algunos textos
informativos sin dividirla pues consideraban que la ESMA debía tomarse como una unidad represiva
en conjunto y que el proyecto de loteo “desnaturalizaba la dimensión absoluta del terrorismo de
Estado”. Discusiones como esta demostraron que, la simple posesión del predio no era suficiente
para finalizar las discusiones acerca del sentido del pasado. Cierto es que, para ese momento, el
consenso de la mayoría de los organismos de derechos humanos y algunos sobrevivientes de la
ESMA había logrado abrirse lugar en el espacio público y relanzar el debate acerca del contenido del
discurso y la operación del predio.
287 Para visitar el edificio del casino de Oficiales es necesario concertar una cita con representantes del IEM. 288 Para una narración de la visita guiada, véase el Anexo 2 de este trabajo.
98
En el acto realizado para anunciar la creación del ente interjurisdiccional289
que administraría el
predio, el presidente mencionó que “La ESMA había sido recuperada”,290
haciendo clara alusión a la
cesión del poder a los organismos de derechos humanos que se encontraban en el acto. Sin duda, las
figuras que más atrajeron la atención en ese acto fueron las de Estela Carlotto y Hebe de Bonafini,
titulares de Abuelas de Plaza de Mayo y Madres de Plaza de Mayo.291
Esta última, se había
caracterizado por rechazar cualquier relación con otros gobiernos y políticos y por dirigir uno de los
organismos más combativos y militantes que no participaron en las negociaciones durante los tres
años que duró el desalojo del predio, y cuyo acercamiento con el gobierno nacional en últimas
fechas, le permitió obtener un espacio para desarrollar actividades: el edificio que antes ocupaba el
Liceo Naval.
En las ceremonias que se han mencionado en este apartado existe un traspaso tanto material como
simbólico de los sentidos del pasado. A la creación del ente interjurisdiccional por parte del gobierno
nacional y de la entrega de la administración a dicho ente, se le suma el traspaso simbólico a los
organismos de derechos humanos de la toma de decisiones con respecto al destino y al contenido del
predio. Si bien este ya se había operado desde 2004, no fue sino hasta la apertura del predio al
público cuando el presidente declaró “[el predio] está en manos de quien debe estar” 292
que la
transmisión del poder se hizo oficial. Si los organismos tenían la palabra del gobierno empeñada, fue
289 El 20 de noviembre del 2007 fue creado el Ente para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos encargado de coordinar el funcionamiento y mantenimiento del Espacio para la Memoria. Este ente gestiona el
predio como un espacio de interés común, pues aunque todas las instituciones realizan actividades alrededor de la
promoción y defensa de los derechos humanos, éstas no se encuentran integradas. Cada institución funciona de forma
independiente, lo que proporciona autonomía pero también fragmenta el espacio e impide la correcta organización y
ejecución de las actividades. El Ente fue conformado por un miembro del Poder Ejecutivo Nacional, un representante del
gobierno de la ciudad de Buenos Aires – que pertenece al IEM– y un tercero asignado por el Directorio, compuesto por
catorce organismos de derechos humanos y un sobreviviente de la ESMA que no participara en ellos. “Memoria en
construcción”, Página 12 en Línea, 23 de marzo de 2008. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-101176-2008-03-
23.html [Consultado el 12 de enero de 2011] 290 “Gesto de Cristina Kirchner en la ESMA”, La Nación, 21 de noviembre de 2007. http://www.lanacion.com.ar/964116-
gesto-de-cristina-kirchner-en-la-esma [Consultado el 22 de octubre de 2010] 291 Este organismo se había opuesto a todas las iniciativas para construir museos o monumentos de conmemoración del
terrorismo de Estado, incluidos el Parque de la Memoria y el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado. 292 Ibídem [Consultado el 22 de octubre de 2010]
99
en esta operación en la que el gobierno nacional les entregó por completo la responsabilidad que
habían buscado desde fines de los noventa.
Los organismos de derechos humanos se encargaron, a partir de las movilizaciones y las
negociaciones con los distintos niveles de gobierno, de mantener la presencia del pasado dictatorial,
el testimonio de las “víctimas del terrorismo de Estado” y la emotividad de su discurso, presentes en
los medios de comunicación y en el espacio público. Vale decir que sin su participación esta
iniciativa no se habría podido concretar.
Un lugar de memoria
Los organismos de derechos humanos, familiares y sobrevivientes participaron en la “lucha por la
memoria” y en la “resistencia al olvido”293
que implicó, en 1998, evitar la construcción de un
monumento a la “unidad nacional” en un edificio símbolo de la dictadura militar en una época en que
el gobierno había cancelado el tratamiento de los temas de justicia y memoria del espacio público. Su
participación en la constitución de un museo de la memoria permitió que, a partir de la segunda
mitad de la década de 2000 –cuando las demandas fundamentales del movimiento de derechos
humanos, la verdad, justicia y memoria ya se habían echado a andar–, se diera paso a otro objetivo
en esta “lucha por la memoria”: mantener y transmitir el recuerdo del pasado represor.
La disputa de los organismos por situar su representación del pasado dictatorial como hegemónica en
el espacio público permitió el relanzamiento del tema del recuerdo del pasado y las iniciativas de
conmemoración del régimen militar mencionadas más arriba. Además, la legitimidad de sus
demandas y sus métodos para lograrlas los colocó como el interlocutor autorizado para dirimir los
conflictos que se sucitaran alrededor de las discusiones sobre el pasado y como los actores
principales en el proceso de constitución del museo de la memoria en el ex CCD de la ESMA. Por
293 CELS, Op. cit., 2000.
100
último, vale mencionar que fue su presencia, participación y la consecución de sus demandas que un
lugar de memoria que se había creado a sí mismo por la acción de los hombres sobre el espacio,
ahora fuera transformado en un museo de la memoria ex profeso para el resguardo y la recuperación
del pasado dictatorial argentino, circunstancia que lo consolidó como lugar de memoria.
101
Conclusiones
Conviene recapitular el objetivo principal de este trabajo para llegar a conclusiones al respecto:
demostrar que la participación de los organismos de derechos humanos (ODH) fue vital para
construir un museo de la memoria y consolidar un lugar de memoria en el ex centro clandestino de
detención ubicado en la ESMA.
El golpe mediático, provocado por los testimonios de los sobrevivientes, de los familiares de
víctimas y las exhumaciones de los restos, mostrados al término de la dictadura, dio una somera
noción de lo ocurrido en el predio durante el régimen, pero no bastó para dar mayor relevancia en el
espacio público al tema de los centros clandestinos de detención abiertos durante la dictadura. Por
esta razón, la labor de los ODH fue fundamental para que esto ocurriera. Éstos contribuyeron con
investigaciones sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas en los distintos espacios;
Abuelas y Madres de Plaza de Mayo continuaron la búsqueda para que hijos y nietos apropiados
durante la dictadura se identificaran y volvieran con su familia. Asimismo, llevaron a cabo actos en
contra del llamado “terrorismo de Estado” e iniciativas para conmemorar las fechas emblemáticas de
la dictadura; lucharon por la apertura de causas y juicios que demostraban los actos violentos
perpetrados durante la represión y ya en los años noventa, los hijos de los desaparecidos y las
víctimas de la violencia estatal se reunieron para manifestarse en su contra. Cabe mencionar que
también los militares coadyuvaron con sus declaraciones a mantener abierto el tema del pasado
violento y a que el sector castrense, el gobierno y la sociedad civil lo cuestionaran. Desde 1984, los
militares explicaban, en su lógica narrativa, que habían actuado obligados a responder a los excesos
de la violencia revolucionaria con una fuerza desmedida. Por otro lado, algunos sobrevivientes de la
violencia estatal tuvieron la oportunidad de hablar de su experiencia dentro y fuera de Argentina o
publicar textos narrativos a partir de ella.
102
Si bien la captura, el encarcelamiento y el secuestro dotaron por sí mismos de un significado al
conjunto edilicio que albergaba la ESMA, en realidad fueron el testimonio de las víctimas, el
discurso de los ODH e inclusive la declaración de los militares, los sucesos que llevaron a este
espacio a posicionarse en el imaginario colectivo como símbolo de la dictadura.
A partir de 1998, cuando el gobierno de Menem lanzó la iniciativa para demoler el conjunto edilicio
y construir en su lugar un monumento a la reconciliación nacional, los ODH comenzaron a ocupar un
papel protagónico en el escenario. Desde ese momento, se convirtieron en organizaciones garantes
de la supervivencia del símbolo y en el conjunto de voces con mayor autoridad para discutir su
futuro. Tras dos años de movilizaciones y juicios, consiguieron la “recuperación” del predio y, junto
a los dos niveles de gobierno, crearon las instancias necesarias para coordinar y gestionar el lugar.
Desde ese momento la tarea de los ODH consistió en dar forma y contenido al museo que se había
autorizado abrir en el emplazamiento recuperado.
Así pues, en esta etapa, dichas organizaciones se dedicaron a analizar y reconstruir el discurso que se
mostraría en el museo y a capacitar a quienes se encargarían de transmitirlo al público. Para ello,
organizaron investigaciones, mesas de discusión, movilizaciones, colaboración en juicios que
tuvieron eco en una sociedad y un gobierno favorables. Esta presencia más el apoyo sostenido de
algunos medios de comunicación, el debate intelectual y la participación del Estado evitaron que el
edificio se demoliera, permitieron que se donara para establecer el museo de la memoria, relanzaron
la discusión sobre el pasado reciente y dirimieron los contenidos y el futuro del espacio. Este proceso
no estuvo exento de dificultades provocadas por la naturaleza heterogénea de los organismos, pero
siempre se cuidó que las discusiones no rompieran los acuerdos alcanzados.
De acuerdo con lo anterior, es posible afirmar que el Espacio Memoria inaugurado en la ESMA se
considera un lugar de memoria porque condensa diversos significados del pasado (el de los ODH y
103
otros grupos de víctimas, así como el de los militares y sus partidarios) y su peso simbólico en el
imaginario colectivo ha aumentado y se ha resignificado a lo largo del tiempo, pues se volvió el
CCD más visible por su ubicación, por la complejidad que en él alcanzó el sistema represivo, y el de
“recuperación de detenidos”, por la cantidad de sobrevivientes que atestiguaron y el paso de
desaparecidos emblemáticos. Aunado a ello, cuando se inició el periodo constitucional, el predio se
convirtió en lugar central de las representaciones sobre la dictadura y la desaparición de personas,
además de un espacio para la concentración de manifestantes. También, resulta pertinente mencionar
que el Espacio puede ser considerado un lugar de memoria creado ex profeso por la necesidad de un
grupo de ODH y de familiares de víctimas de conmemorar sucesos que repercutieron en el
imaginario colectivo; este sector ha logrado preservarlo y, a partir de él, transmitir a la ciudadanía los
símbolos de la historia reciente. Durante su constitución se reactivaron luchas memoriales y políticas
que se encontraban relegadas en el espacio público a un lugar secundario.
Así pues, se puede concluir que la participación de las organizaciones de derechos humanos, quienes
durante más de treinta años pugnaron por dar a conocer la verdad, obtener justicia y mantener vivo el
recuerdo del pasado, fue fundamental en la configuración de un símbolo del pasado dictatorial en el
edificio de la ESMA, en la “recuperación” del predio y en la consolidación de un lugar de memoria.
Sus movilizaciones aceleraron el proceso de configuración del museo y los relatos que con ellas se
reactivaron impactaron en su presencia pública y en la consolidación del lugar de memoria. Además,
su presencia y reflexión en torno al museo definió el devenir cotidiano del Espacio al decidir y
producir su contenido y configurar los relatos que en él se contarían.
Una vez establecido el museo y el Espacio para la Memoria (ahora Espacio Memoria) surgieron
distintos desafíos y preguntas. Uno de los retos es lograr que la constitución de este tipo de espacios
continúe a largo plazo y forme parte de una política de Estado independiente de gobiernos, partidos o
104
condiciones económicas para funcionar con eficiencia. Los vaivenes que se han vivido en el predio
de la ESMA son consecuencia de la incertidumbre política y económica: en 1998 el proyecto del
gobierno nacional era convertir este terreno en un monumento a la reconciliación nacional, en 2004
el Estado gestionó el traspaso del predio al ámbito local para la creación del Museo de la Memoria y
en 2010 el gobierno local tuvo problemas para financiarlo. Además, crear una política de Estado
permitiría construir, mantener y coordinar una red integral de espacios y museos de memoria para
intercambiar experiencias, mejorar y fortalecer las prácticas que favorecen la preservación de los
derechos humanos.
Es importante considerar que, en esta etapa del museo, se debe hacer hincapié en la configuración del
lenguaje que se utilizará para transmitir el recuerdo del pasado a las nuevas generaciones que no
vivieron directa ni indirectamente el periodo dictatorial, ni reconocen las luchas libradas durante las
décadas de 1970 y 1980 en Argentina y América Latina. Ante esta situación, sería vital plantearse
qué recursos y estrategias utilizar para que se mantenga el interés por este espacio que redunde en la
consolidación y expansión de su influencia y en la discusión sostenida sobre el pasdo reciente.
En 2010, el Espacio para la Memoria inaugurado en la ESMA todavía se encontraba en construcción,
por lo que durante esta investigación se empezaron a plantear varias preguntas sobre los relatos que
se habían constituido en él, las cuales son dignas de responderse en trabajos posteriores. Por ejemplo,
¿cuál es la historia de cada edificio del predio?, ¿qué instituciones los han ocupado?, ¿cuáles son sus
proyectos?, ¿qué relato sobre el pasado transmitirán? En el caso de las narraciones, ¿qué tipo de
relatos se han constituido durante tres años de operación, hasta 2010?, ¿cómo los han resignificado
sus visitantes (docentes, alumnos, extranjeros)?, ¿qué tipo de apropiación del relato ha operado en
función del presente de los asistentes? Estas preguntas no se han podido responder en la tesis
presente, pero quedan abiertas para futuras líneas de investigación.
106
Cronología
El 6 de enero de 1998 el presidente Carlos Menem firmó el decreto mediante el cual
autorizaba la demolición de los edificios que albergaban a la ESMA. Esta institución sería
trasladada a la Base Naval de Puerto Belgrano. El lugar que quedaría libre sería destinado
para construir un área verde y un monumento a la unidad nacional –un mástil con la bandera
argentina. Este espacio se utilizaría para recibir la visita de jefes de Estado o diplomáticos.294
En junio del año 2000 la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por medio de la
ley 392, reconoció que el Ministerio de Marina había incurrido en la clausula 5 del contrato
celebrado con la ciudad de Buenos Aires (esta clausula estipulaba que el predio podía ser
utilizado únicamente como centro de enseñanza, en caso de que éste transformara su uso,
dicho complejo edilicio volvería a las manos del gobierno de la ciudad), por lo que revocó
cesión del predio que ocupaba la ESMA. A partir de esta revocación la legislatura proyectó la
creación de un Museo de la Memoria.295
En diciembre de 2002 por medio de la ley 961, sancionada por la legislatura de la Ciudad de
Buenos Aires, fue creado el Instituto “Espacio para la Memoria”. Esta entidad fue creada para
resguardar y transmitir la memoria e historia de los hechos ocurridos durante el Terrorismo
de Estado de los años setenta e inicios de los ochenta hasta la recuperación del Estado de
Derecho, así como los antecedentes, etapas posteriores y consecuencias con el objetivo de
promover la profundización del sistema democrático, la consolidación de los derechos
humanos y la prevalencia de los valores de la vida, la libertad y la dignidad humana.
Una de las funciones del organismo sería recuperar los predios o lugares de la ciudad donde
hubieran funcionado centros clandestinos de detención o hubieran ocurrido otros
acontecimientos emblemáticos de la época promoviendo su integración a la memoria urbana.
Esta institución estaría integrada por un director, un secretario y un consejo directivo
integrado por un representante de cada organismo no gubernamental de derechos humanos
que participa, cinco miembros del Poder Ejecutivo de la Ciudad designados por el Jefe de
Gobierno, cinco miembros designados por la legislatura de la Ciudad que deberían reflejar la
composición política de los bloques que la componen y seis personalidades con reconocido
prestigio en la defensa de los derechos humanos nombrados por los otros veinte miembros.
El Poder Ejecutivo de la Ciudad proporcionaría un inmueble o instalaciones idóneas para el
funcionamiento del organismo mientras se resolvía el litigio del predio que ocupaba la
ESMA, sede final del Instituto.296
En diciembre de 2003 fue decretada la creación del Archivo Nacional de la Memoria,
organismo desconcentrado en el ámbito de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio
de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos. Sus actividades fundamentales serían obtener,
analizar, clasificar, duplicar, digitalizar y archivar informaciones testimonios y documentos
294 Decreto 8/98 Trasládase la ESMA a la Base Naval de Puerto Belgrano. 9 de enero de 1998. Boletín Oficial. 295 Ley 392 Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sancionada el 1 de junio de 2000. 296 Ley 961 de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Sancionada el 27 de diciembre de 2002.
107
sobre el quebrantamiento de los derechos y libertades fundamentales en que esté
comprometida la responsabilidad del Estado argentino y sobre la respuesta social e
institucional ante esas violaciones. La presidencia de este organismo estaría a cargo del
secretario de derechos humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos y
contaría con un secretario ejecutivo designado por el presidente.297
El 24 de marzo de 2004 en el acto para conmemorar los 28 años del golpe de Estado, el
presidente Néstor Kirchner firmó un acuerdo con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires
(por medio del jefe de gobierno Aníbal Ibarra) de traspaso del predio donde funcionó la
ESMA. Al mismo tiempo se acordó que este terreno se convertiría en el Espacio para la
Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos. Para ello, el Estado
Nacional realizaría los trámites necesarios para restituir el predio a la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. En este acuerdo también se convino crear una Comisión Bipartita cuya
finalidad sería supervisar las tareas de desocupación y traspaso del predio a efectuarse antes
del 31 de diciembre de 2004. Dicha comisión estaría conformada por representantes de la
Nación (provenientes del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos) y de la
Ciudad (de la Subsecretaría de Derechos Humanos) además de que concedería la más amplia
participación a los organismos no gubernamentales de Derechos Humanos, representantes de
los familiares e hijos de las víctimas y personas que hayan sufrido detención-desaparición en
el predio y otras organizaciones representantes de la sociedad civil.298
En junio de 2004 se realizó la convocatoria pública para la presentación de propuestas en
medios gráficos de circulación nacional.299
El 6 de octubre del mismo año se reunió la Comisión Bipartita (compuesta por el Secretario
de Derechos humanos, Eduardo Luis Duhalde y la Subsecretaria de Derechos Humanos de la
Ciudad, Graciela Alegre) para establecer el cronograma de desocupación y traspaso a la
Ciudad de Buenos Aires del predio donde funcionó el ex centro clandestino de detención
ESMA. En dicha reunión acordaron que, durante diciembre de 2004, la Armada desocuparía
el Casino de Oficiales, el pabellón central, la casa de suboficiales 1 y 2, el Quincho, la
enfermería y la Guardia. Durante julio de 2005 se trasladaría la Escuela de Náutica y la
Escuela Nacional Fluvial. En diciembre de 2005 serian trasladados el Liceo Naval Almirante
Brown, la Escuela de Guerra Naval, la Biblioteca Naval y el Centro de Estudios Estratégicos.
En este documento queda estipulado que cualquier otra dependencia naval que se encontrara
funcionando debería ser trasladada a otro inmueble antes del 31 de diciembre de 2005.300
El 28 de diciembre la Comisión Bipartita recibió una fracción del predio ESMA de parte del
Jefe del Estado Mayor General de la Armada. El Almirante Jorge Omar Godoy entregó la
casa de oficiales, el Quincho, Sanidad, Casa de suboficiales 1 y 2, Pabellón central, la
297 Decreto 1259 de la Presidencia de la Nación. 16 de diciembre de 2003. 298 Acuerdo firmado el 24 de marzo de 2004 ¿Son todos los datos que tienes de este acuerdo? 299 Informe de actividades del Instituto Espacio para la Memoria. Julio de 2006. 300 Acta de ejecución del Acuerdo. 6 de octubre de 2004
108
Guardia y el control de acceso y estimó que el resto del predio sería entregado en las fechas
estipuladas en el acuerdo firmado en octubre.301
El 29 de diciembre de 2005 se reunieron Eduardo Luis Duhalde y Gabriela Alegre para
actualizar el cronograma de desocupación y traspaso a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Debido al retraso experimentado en el traspaso, acordaron que antes del 15 de marzo de 2006
la Armada desocuparía los módulos de alojamiento, subestación, sala térmica, departamento
de ingeniería, pañol general, pañol de equipos, depósito de equipos, taller y garaje de
automotores, galpón de auxiliares, galpón de bomberos, edificio de talleres básicos, polígono
de tiro (excepto guardia), taller de marinería, iglesia y panadera. También acordaron que la
Escuela de Náutica, la Escuela Nacional Fluvial, la infraestructura y los espacios circundantes
denominados Enseñanza, Máquinas, taller de reparaciones, Pileta de Natación, lavadero,
enfermería, alojamiento de personal y casino de cadetes serían trasladadas antes del 31 de
diciembre de 2006. El Liceo Almirante Brown, la Escuela de Guerra Naval, la Biblioteca
Central de la Armada y el Centro de Estudios Estratégicos serían trasladados antes del 30 de
septiembre de 2007. De esta forma el predio debería quedar desocupado por completo (de
dependencias navales) antes del 30 de septiembre del 2007302
.
En cumplimiento con el acuerdo anterior, el 15 de marzo de 2006 se traspasó la segunda
fracción del predio con una superficie de 5 hectáreas. Desde ese momento la Comisión
Bipartita administró más del 50% del predio.303
El 1º de octubre de 2007 se abrió formalmente el Espacio para la memoria y para la
promoción y defensa de los derechos humanos.304
El 3 de octubre de 2007 la Armada argentina entregó a la Comisión Bipartita la totalidad del
predio donde funcionaba la ESMA.305
El 20 de noviembre de 2007 se creó el Ente público Espacio para la memoria y para la
promoción y defensa de los derechos humanos. Como ente de derecho público
interjurisdiccional con autarquía administrativa y económico financiera. La finalidad del Ente
sería la promoción y defensa de los derechos humanos y la preservación de la memoria del
Terrorismo de Estado como políticas públicas tendientes a evitar la repetición de crímenes de
lesa humanidad y la impunidad en Argentina. El Ente estaría presidido por un órgano
ejecutivo conformado por un representante del Poder ejecutivo Nacional (por medio del
Archivo Nacional de la Memoria) y uno del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (por
medio del Instituto Espacio para la Memoria). A este lo asistiría un directorio integrado por
15 miembros de los cuales 14 serian organismos de derechos humanos y un representante
301 Acta de ejecución del Acuerdo. 28 de diciembre de 2004. 302 Acta complementaria. 29 de diciembre de 2005. 303 Acta de entrega parcial. 15 de marzo de 2006. 304 Informe de actividades del Espacio para la memoria. Marzo de 2007. 305 Acta de entrega. 3 de octubre de 2007
109
elegido por el consejo asesor (integrado por exdetenidos desaparecidos). En este convenio de
creación del Ente se estipuló la distribución de los edificios para la instalación de los distintos
organismos de derechos humanos, instituciones del gobierno de la ciudad de Buenos Aires,
de la Nación, regionales e internacionales.306
306 Acuerdo para la Creación del Ente Público Espacio para la Memoria y para la promoción y defensa de los derechos
humanos. 20 de noviembre de 2007.
111
Visita al ex centro clandestino de detención
Las instalaciones donde se encontraba la Escuela de Mecánica de la Armada –ESMA– poseen un
terreno de 17 hectáreas en el que hay 34 edificios. El predio está ubicado al norte de la ciudad de
Buenos Aires, en la costa, muy cercano al Río de la Plata.
Ocho de esos edificios se encuentran ocupados por Organizaciones de Derechos Humanos y un
Centro Cultural perteneciente al Archivo Nacional de la Memoria que a su vez depende del gobierno
nacional. Los demás edificios están asignados a organismos nacionales e internacionales de defensa
de los derechos humanos –de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura, UNESCO– y a instituciones de formación reciente. Estos últimos se encuentran
desocupados.
El Casino de Oficiales es un edificio que se encuentra en un sector apartado del terreno, ocupa una
esquina sobre avenida del Libertador y la calle Pico, junto a la Escuela Técnica Raggio. En esta
construcción tuvo lugar uno de los casi 500 centros clandestinos de detención que funcionaron
durante el régimen militar (1976-1983). Por él transitaron casi 5000 personas de las cuales
sobrevivieron 200 aproximadamente. Los demás detenidos aún se encuentran desaparecidos.
La presente es la narración de la visita guiada a dicho edificio que realicé el 24 de septiembre de
2010.
Alrededor de Marina307
nos reunimos cerca de 40 personas. Somos un grupo compuesto, en buena
parte, por jóvenes que fueron al predio como parte de una actividad escolar y están acompañados por
su maestra. También hay un par de turistas argentinos, hombres y mujeres de 50 años
aproximadamente, y otros estudiantes que vienen por su cuenta, toman fotos y graban la visita.
Nuestro grupo es diverso en el también hay un par de visitantes extranjeros. El predio tiene cuatro
entradas, dos de ellas están habilitadas para la incursión peatonal en el sitio, nosotros estamos
reunidos en la entrada principal. Es la una treinta de la tarde y Marina se coloca al lado de un mapa
que muestra la composición del predio mientras funcionaba como escuela de la Armada y centro
clandestino de detención. Ella nos explica brevemente las principales características del periodo
dictatorial. Mientras estamos lejos del edificio que será la sede de nuestra visita, ella nos explica el
307 Marina es un nombre ficticio.
112
contexto para que comprendamos un poco lo que sucedía en Argentina mientras ese lugar se volvía
un centro de detención.
Todos, aunque un poco dispersos, caminamos hacia el casino de oficiales. Vamos con paso lento
pero marcado, haciendo preguntas a Marina sobre los edificios que encontramos en el trayecto.
Parece que el lugar nos provoca la misma sensación: una especie de repulsión e interés. En la
primera parada Marina nos da información sobre el edificio de las cuatro columnas: es la fachada de
la Escuela de Mecánica de la Armada y funciona como emblema de la institución. Nos dirigimos al
Casino. A nuestro paso, un jardinero que se encuentra cortando el pasto, detiene su labor un poco
para vernos pasar, un poco para descansar y otro poco para no perturbar nuestro paso.
Transitamos el mismo camino que un detenido desaparecido mientras Marina nos explica las
particularidades de la edificación. Pasamos el puesto de vigilancia. En el piso hay una marca, es una
canaleta que recorre el ancho de la calle. En ese lugar, durante el régimen militar, se encontraba una
cadena que funcionaba como retén. Gracias a esa marca, algunos sobrevivientes reconocieron la sede
de su cautiverio.308
Marina nos señala la enfermería de la ESMA. En ese lugar se atendía a los detenidos. En ocasiones
eran llevados al dentista para que arreglara sus dentaduras.
–Ustedes, ¿por qué creen que sucedía esto? ¿Por qué creen que un torturador se preocupó por
mantener cierto nivel de salud del detenido, cuando lo más probable es que éste terminaría muerto?,
pregunta Marina.
Una mujer de 50 años y un chico responden a la pregunta. Otra chica da su opinión. Durante toda la
visita establecemos un diálogo. Hay interés de varios visitantes por conocer más acerca del tema y
por dar su opinión.
–Los captores se consideraban dueños de la vida de los detenidos. Ellos decidían quien moriría y en
qué momento. Los detenidos no podían morir cuando sus cuerpos lo pidieran.
Incluso hay quienes realizan aportes al relato de Marina. Un joven menciona: el ambiente de terror
que se vivía dentro del centro clandestino era una reproducción de lo que estaba sucediendo en el
resto del país, en toda la sociedad.
Nos encontramos en la antesala del casino de oficiales y el ambiente se siente tenso. El sentimiento
general del grupo visitante es de repulsión. Varios asistentes comentan exaltados que lo sucedido en
308 Desde los primeros minutos de su secuestro, los detenidos eran “encapuchados”. La mayoría no supo dónde se
encontraba ni mantuvo contacto con el mundo exterior.
113
este lugar es un horror, una locura, un acto de enfermedad mental de un grupo de hombres. Otros
optamos por el desconcierto. En mi cabeza rondan muchas preguntas ¿cómo es posible que alguien
sea capaz de causar sufrimiento a un semejante, a otro ser humano? Aquellos que han torturado
¿cómo llegaron a ese punto? ¿Cómo pueden vivir con el recuerdo de la violencia? Mi pregunta:
¿cómo se configura el pensamiento de alguien que se dedica a violentar a otro ser humano?, ¿cuál es
su justificación?, ¿cuáles son sus objetivos? Busco razones que me convenzan de que esto no es una
locura, porque hablar de una locura es darle carta abierta al horror. Es justificarlo como un todo y
negarse la posibilidad de reflexionarlo y de hacer un análisis. Al responsabilizar a un grupo de
hombres, se exime de responsabilidad a tantos otros. Pese a ello, estoy de acuerdo lo hecho por los
torturadores es una aberración.
Llegamos a la parte trasera del Casino de oficiales. Por esta zona se ingresaba a los detenidos.
–Esta situación reforzó el carácter clandestino de toda la operación, dice Marina. Su comentario
causa cierta confusión. Para aclarar las dudas que surgen ella explica: Los captores levantaban a los
secuestrados a plena luz del día, de ser posible, ante testigos. Pero a veces lo hacían de forma
clandestina. Había algunos cautivos que nunca supieron en qué lugar se encontraban y sólo con la
posterior socialización de la experiencia supieron que estuvieron en la ESMA. Había otros que
caminaban por el espacio sin ningún problema, eran como de casa. Esa situación no significó que
uno u otro hubieran tenido mayores probabilidades de sobrevivir. Ambos tenían la misma
incertidumbre. Yo comento que si, con este ambiente, los militares buscaban crear confusión,
desestabilizar a la sociedad y promover la incertidumbre, 34 años después lo siguen haciendo.
Porque todos estos años después la sociedad argentina se sigue preguntando ¿cómo explicar la lógica
del sistema utilizado por los militares? y ¿cómo explicar la existencia del centro clandestino dentro
de esa lógica? Nunca habrá una explicación total y concluyente.
Marina responde que en el caso de los centros de detención no hay datos suficientes, provenientes de
fuentes diversas que se contrasten. Aquello que conocemos lo sabemos por la suma del testimonio de
los sobrevivientes. La versión de los ejecutores es mucho más difícil de encontrar. Los militares se
encargaron de borrar huellas y de negar lo ocurrido en lugares como la ESMA. Si nos ceñimos a los
hechos no existe una lógica, ni un sistema de funcionamiento. Pero, en un análisis más detallado, la
confusión y la incertidumbre son componentes esenciales de ese sistema.
Surgen más preguntas en el grupo de visita, pero también la duda, la incredulidad y la incapacidad
para aceptar que la tortura, el asesinato y la violencia tuvieron lugar en este espacio. Si para mi estos
114
acontecimientos son lejanos y me conmocionan sobremanera, para los visitantes argentinos –de todas
las edades– son un profundo shock. Sus familias y tal vez ellos mismos estuvieron sumergidos en ese
horror. El lugar y los sentidos que evoca provocan un fuerte impacto en todos nosotros, se nota en
nuestras caras y comentarios.
Marina hace lo posible por llevar la visita de una forma profesional. Es una mujer joven, de 29 años,
que estudió ciencias políticas. Relata los hechos con gran seriedad y sin perder el hilo de la
narración. Ha hecho este recorrido una considerable cantidad de veces y sabe cómo dirigir la
discusión. Escucha, guarda silencio, contesta, en ocasiones se niega a responder porque las pruebas
no son concluyentes o porque no hay respuesta contundente a ciertas preguntas. Como todos los
guías y personal del lugar sigue puntualmente la información que se da a conocer y el camino
recorrido en el juicio por la megacausa ESMA que se lleva a cabo en estas fechas. Para los guías es
vital contar con la información necesaria y actualizada para responder preguntas. Su objetivo es
conducir la reflexión de los asistentes, no sólo mostrar el centro de detención.
Entramos al casino de oficiales como los detenidos lo hicieron en su momento, por la puerta trasera.
Este edificio tiene cinco pisos: sótano, planta baja, 2 pisos y un altillo. El lugar se encuentra vacío,
sus únicos habitantes son los letreros indicativos y los planos que muestran las adecuaciones hechas
al lugar durante distintos momentos. Ambos están reconstruidos a partir de los testimonios de los
sobrevivientes. Al relato que proporciona la guía, junto con el sentido que nuestra experiencia le
otorga al espacio, se suma el testimonio de quien estuvo aquí, de quien sobrevivió narrado en estos
señalamientos. Sin la narración del guía y nuestra experiencia, el relato que privaría en el casino sería
el testimonio de la víctima, pues la voz dominante que recupera los recuerdos del terrorismo de
Estado considera que ellos son los legítimos herederos de la voz de los desaparecidos.
Ahora, dentro de un lugar tan simbólico e imponente, nos preguntamos cuestiones diferentes ¿Por
qué dejar vacío el lugar? ¿Cómo llenar el espacio? ¿Qué se colocó en este lugar? ¿Cuál es el relato
que se privilegia? Marina nos comenta que las instancias que dirigen el museo decidieron no colocar
fotografías con cuerpos malheridos o con los instrumentos utilizados para torturar porque ello sería
apelar a un sentimentalismo que tal vez conmueva durante un rato pero que no provocará una
reflexión de largo plazo.
Como el espacio se encuentra vacío cada uno de nosotros, con ayuda de la guía lo va dotando de
sentido. A todos los presentes nos remueve fibras sensibles, pero también nos interpela y nos lleva a
115
la reflexión. Hay un relato que intenta condensar la experiencia. Hay una experiencia que se intenta
transmitir y un grupo de personas que se apropian de ella de manera diferenciada.
Entramos al Salón dorado. Un espacio amplio e iluminado. Originalmente el lugar estaba destinado
para la reunión de los suboficiales. Durante la dictadura, las operaciones de secuestro del grupo de
Tareas 3.3.2 se planeaban allí.
Mientras el Casino de oficiales funcionó como centro clandestino de detención experimentó diversas
modificaciones edilicias en función de las necesidades que surgieron de la creciente complejidad del
funcionamiento del espacio. En un principio se dedicó al exterminio de todos los secuestrados. Todo
aquel que llegara al lugar era asesinado.309
Posteriormente, cuando los detenidos aumentaron su
tiempo de permanencia en el espacio, se colocaron nuevas paredes hechas con paneles sobrepuestos.
Con la visita de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos en 1979 las instalaciones se
modificaron de nuevo. Los militares taparon accesos, retiraron pruebas de la existencia de un centro
de detención o cualquier signo de violencia, llevaron a los detenidos a la isla de Tigre. Poco después,
el espacio fue modificado para colocar instalaciones que permitieran realizar trabajo de archivo,
redacción, fotografía en apoyo –obligatorio– al proyecto político de Massera. En los testimonios hay
analogías entre este lugar y la redacción de un periódico: “El lugar parece una redacción, la única
diferencia es que en ella, sus trabajadores –encadenados con grilletes– se encuentran vigilados con
cámaras y guardias”. Las huellas de estas etapas se quedaron en la construcción: una pared pintada
de un color distinto, un espacio que se ve sobrepuesto, un hueco donde no debería existir, un
testimonio.
Salimos del edificio y bajamos al sótano por una escalera empinada. Es una construcción rectangular,
gris, húmeda, con pequeñas ventilas –cercanas al techo– en la parte superior de la pared que en su
momento fueron tapiadas para cancelar todo contacto con el exterior. Este es el primer lugar al que
llegaban los detenidos. Aquí se realizaban las primeras torturas para obtener la información, quebrar
al individuo y debilitarlo. Yo tengo un ligero mareo. Una sensación de transitar por un espacio con
una densidad tal que hace difícil moverse y respirar.
Nuevamente, dentro del lugar, sólo hay letreros que muestran lo sucedido. Distintos relatos se
complementan: el de la guía, el de los letreros, los testimonios, las experiencias de los visitantes, el
lugar mismo. Lo recorremos en silencio. Pienso e imagino en el horror que representa este espacio.
Su existencia me rebasa y a veces no puedo entenderlo. Pero la realidad es que está ahí, es tangible,
309 De ahí la falta de información, registros o testimonios de esta etapa.
116
existe. Me pregunto qué piensan los demás. Están impactados, igual que yo. Considero que para
experiencias como ésta es necesario hacer un trabajo de elaboración para acomodar nuestras ideas.
Una reflexión sobre nuestra experiencia al realizar este recorrido. ¿Qué nos quedará de la visita y del
relato del lugar una vez que pisamos el exterior?
Entramos de nuevo al edificio. Subimos al primer piso. Es un pasillo que se extiende con cuartos
pequeños –deteriorados– con atmósfera de los años setenta. Iluminados pero tristes. En ellos
permanecían los detenidos hacinados, pues el espacio no es tan grande como para alojar a un
detenido por habitación. Utilizamos unas escaleras de mármol para subir al segundo piso conocido
como capucha. Una construcción en forma de U, dos alas laterales y un pasillo central que las
conecta. No tiene paredes que dividan el espacio, tiene columnas y trabes de hierro que, mientras el
edificio funcionó como centro clandestino, sirvieron para mantener a los detenidos encadenados.
Éste espacio tuvo diversos usos durante el funcionamiento del centro: un lugar de tortura, un
depósito de pertenencias extraídas a los detenidos y un sitio para el trabajo esclavo.
Al último piso se accede a través de una escalera pequeña empinada. Conocido como “capuchita”,
originalmente contenía los tanques de abastecimiento de agua, después fue adaptado como sala de
tortura. En ocasiones albergaba detenidos que pertenecían a otro grupo de tareas o a otro sector de las
Fuerzas Armadas. Es un cuarto mucho más pequeño, cuadrado. En el centro tiene los tanques de
agua y apenas está ventilado.
El grupo recorrió libremente capucha y capuchita –segundo piso y altillo–. Nos reunimos en el
primer piso. La sensación era de pesadez y solemnidad. Es impactante recorrer ese lugar, leer los
testimonios e imaginar los acontecimientos que ahí sucedieron.
Una vez que salimos del Casino de oficiales nos trasladamos al edificio Cuatro columnas donde
debería funcionar un museo de la represión, pero aún se encuentra en diseño. En este punto, Marina
nos relata los avatares a los que se ha sometido el predio: el decreto de 1998 para trasladar las
instalaciones de la institución militar y colocar en el espacio un monumento a la reconciliación
nacional, el traspaso del terreno al gobierno porteño, el acondicionamiento del Casino de oficiales
para que albergara el museo –la construcción que recién visitamos– y la apertura del Espacio para la
Memoria. En una pequeña habitación del edificio ella nos muestra una carpeta con algunos recortes
de periódico que tienen noticias sobre el proceso de constitución y algunos libros que hablan acerca
del régimen militar y de la ESMA. Por su parte ha sido todo. Ella da por terminado el recorrido. Pero
muchos no abandonamos el lugar, un poco para revisar el material y otro poco para platicar con ella
117
sobre su experiencia como guía del museo. Queremos saber cuáles son las impresiones de una
persona que realiza este recorrido por lo menos tres veces a la semana: cada público es distinto, pero
todos tienen las mismas inquietudes. Para mi cada visita es asombrosa. No quiero perder la
capacidad de impactarme cuando paso por estos edificios. Pisar estos lugares es emocionalmente
complejo, muchas veces optamos por quedarnos sin habla, cada quien lo elabora de forma distinta.
Lo importante es reflexionar sobre lo que aquí sucedió y, por supuesto, no olvidar.
120
Cartel de Entrada Centro Cultural Haroldo Conti. Foto Ana Laura Deceano, 2010
Archivo Nacional de la Memoria. Foto Ana Laura Deceano, 2010
121
Edificio asignado a HIJOS. Foto Ana Laura Deceano, 2010
Puerta de entrada al ECUNHI. Foto ECUNHI
123
Patio central. Foto Ana Laura Deceano, 2010
Pasillo del predio ESMA. Foto Ana Laura Deceano, 2010
124
Pasillo hacia el ECUNHI. Foto Ana Laura Deceano, 2010
Instalaciones de uso compartido Lavadero/tintorería. Foto Ana Laura Deceano, 2010
125
Zona de talleres. Foto Ana Laura Deceano, 2010
Salida a calle Pico. Foto Ana Laura Deceano, 2010
127
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Acuerdo firmado el 24 de marzo de 2004.
128
Acta de ejecución del Acuerdo. 6 de octubre de 2004.
Acta de ejecución del Acuerdo. 28 de diciembre de 2004.
Acta complementaria. 29 de diciembre de 2005.
Acta de entrega parcial. 15 de marzo de 2006.
Acta de entrega. 3 de octubre de 2007.
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entrevista realizada por Ana Laura Deceano, 16 de septiembre de 2010, Buenos Aires, Argentina.
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