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"Unos dibujos de Marrakech" (EGA. Revista de Expresión Gráfica Arquitectónica 4, 1996): 88-93

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TNOS DIBUJOS DE MARRAKECHAlfonso Iiménez

Hace muy poco ha salido a la luzpública el último de una serie de li-bros que, en mi opinión, cerratá unaépoca breve, pero fulgurante, de lahistoriografía española; me refiero ala que ha tenido como protagonista anumerosos estudios sobre la etapa is-Iámica de la Península Ibérica y losedificios medievales donde aparecenformas de origen musulmán. Tras mu-chos decenios en los que sólo se hanproducido unos escasos artículos ydemas iados ensayos , la co lecc iónMapfre abrió el horizonte en 7997con una serie, algo irregular y escasa-mente ilustrada, que ha renovado demanera notoria los datos y las lecturasde sucesos y procesos políticos, mili-tares, cul turales, etc. , quedando elcampo artístico a disposición de otrainiciativa privada, como es El legadoAndalusí. Es evidente que estas se-ries, que suman más de veinte libroseditados en cuatro años, se han vistoacompañadas de otras iniciativas me-nos extensas.

Los libros de El Legad.o son, oficial-mente al menos, catálogos de exposi-ciones, por lo que están muy bienilustrados, aunque por lo mismo reite-ran ciertos temas y, por su variedad,no cubren algunas parcelas; el últimoaparecido es el correspondiente ̂ unamuestra sobre Arquitectura e Investi-gación, dirigida por quien suscribe es-tas páginas, que debiera haberse cele-brado en la Mezquita de Córdoba; co-mo la exposición no llegó a inaugu-rarse, fue imprescindible cambiar elsentido del "catálogo", con obfeto deno hacer el ridículo publicando las fi-chas catalográficas de objetos que noIlegaron a exponerse.

Uno de los estudios que encarguésuperó con creces las previsiones másoptimistas, pues cuando pedí al Dr.Ruiz de la Rosa que reuniese los da-tos sobre dibujos arquitectónicos delIslamt, no conocíamos más que tresejemplares. Un memorable viaje a laAlhambra nos permitió documentarun cierto número de trazados y mon-teas hechos sobre los propios edifi-cios, de modo que se han ampliadode forma sensible nuestros conoci-mientos sobre la cuestión.

A partir del citado estudio puedo afir-mar que en Al-Andalus los dibujos con-servados que se refieren a la Arquitec-tura pertenecen a dos tipos básicos:

1. Dibujos autónomos, sobre sopor-tes móviles o en paramentos en-foscados, realizados en tamañosinferiores al natural, salvo quefuesen, cosa que no consta, di-bujos preparatorios para elemen-tos constructivos pequeños. Co-nocemos tres ejemplos, referen-tes todos ellos a trazados de ar-cos lobulados: uno en Madinatal-Zahra (Córdoba, del siglo X,sobre el enfoscado de un para-mento), otro en Oviedo (Astu-rias, anterior al año 1075, sobreun trozo de madera, por lo queno es seguro que fepresente unaforma arquitectónica) y un terce-ro de Mojácar la yieia (Almería,de fecha desconocida, sobre untrozo de laja). Se trata de dibujosrelacionados con lo que hoy,mutatis mutandis, identificamoscon dibujos profesionales de Ar-quitectura y Construcción que,para abreviar, podemos denomi-nar "dibujos de arquitectosr'2.

2. Trazados reguladores de ele-mentos decorativos nazaries, to_dos ellos del siglo XIV, ejecuta-dos sobre el yeso del propio pa-ramento decorativo; se trata delas tramas modulares que guia-ron el traLuajo del artesano, cons-tituyendo una buena expresióndel dominio geométrico de for-mas menudas3.

Este panorama no es muy distintode lo que conocemos en la Europacoetánea, pues aunque la muestramusulmana es bastante reducida, noes menos cierto que la búsqueda deejemplares acaba de empezar; la dife-rencia más llamativa es la ausencia enAl-Andalus, por ahora. de dibufos so-bre soportes móviles, típicamente ar-quitectónicos, ya fuese papel, perga-mino o vitela4.

La cosecha obtenida en Granada enun solo día de rabajo. y otras expe-riencias similares, acreditan que paraencontrar abundantes huellas de laactividad de los constructores en losedificios, en forma de marcas perso-nales5, trazados reguladores, monteaso dibujos propiamente dichos, no esnecesario más que buena vista, ilumi-nación adecuada y edificios sin res-taurar. Esas son exactamente las cir-cunstancias que han concurrido en unreciente viaje a Marruecos6.

En sendas visitas al más famoso delos alminares marroquíes, el de laQutubiya de Marrakech, y a la mez-quita funeraria del fundador del im-perio almohade, en una remota aldeadel Alto Atlas llamada Tinmal, he Io-calizado una cantidad de dibujos quecasi duplican los ejemplos publicados

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hasta el momento. Ambos edificios,

que constituyen 1o fundamental de Io

que se ha estudiado de lo almohade

africano, son básicamente de mam-

postería, de forma que desde el pri-

mer momento estuvieron enlucidos y,

de forma selectiva, decorados con en-

cintados, esgrafiados, yeserías y color.

Sus dibujos pueden clasi f icarse de

igual manera que los andalusíes:

1 . Dibujos autónomos. Al subir lasrampas mal iluminadas del al-minar de la Qutubiya se advter-te que los paramentos próximosa los huecos, acabados con unfino enlucido de cal de colormarfileño o tostado, están lle-nos de "rasguños", es decir di-bujos y letreros incisos. Es evi-dente que muchos son moder-nos y no faltan los de barcos nilos de castillos, pero destacanotros, singularmente bien traza-dos, que representan elementosa r q u i t e c l ó n i c o s . H e c o n t a d onueve "tableros de rasguños", esdecir , nueve zonas donde seconcentran de forma insistentelos dibujos identificables, aun-que sobreabundan las l íneasverticales y horizontales disper-sas, como es normal en todoslos edificios antiguos cuyos pa-ramentos están bien conserva-dos. No he detectado ningúndibujo de este tipo en Tinmal.

Trazados regulares. Tanto en la

Qutubiya como en Tinmal seadvierte que muchos de los ele-mentos decorativos (esgrafiados

de lazo, arranques de cúpulasde mocárabes, etc.) conser-vanpaftes sustanciales de las líneasque guiaron a los artesanos quelos reai izaron, de manera simi-lar a los ejemplos nazaires, aun-que estos últimos son bastantemás complejos, como corres-ponden a formas decorativasmás menudas y evolucionadas.

En este artículo sólo ofrezco, ade-más de unas fotos de los respectivoscontextos arquitectÓnicos, tres ejem-plos, aquellos que han salido mejoren las fotografías que, a Ia vista de lasprohibiciones rel igiosas existentes,son óptimas; no obstante, parece útilhacer algunos comentarios sobre ellas:

a. Tablero de rasguños de la Qutu-biya. En la saetera primera, se-

gún se sube la rampa 20, es de-

cir en la cara opuesta al muro

de la qibla, y efl su paramento

de Poniente, aparece un con-junto de cuatro arcos lobulados;

el más viejo, grande y fijo de tra-

zado muestra las líneas parea-

das de su marco (muy prolon-

gadas hacia arrlba, con separa-

ción de 52 cm.), el eje principal,

los centros de los círculos bási-

cos y los de los secundarios y

un error de frazado en el primer

lóbulo superior de la izqu.ierda;

sobre é1, apoyándose en sus li

neas auxiliares pero sin seguir-

las fielmenfe, aparecen otros

dos, algo más toscos, y a la de-

recha un cuar to inacabado.

Aunque no faltan arcos de Ió-

bulos construidos en la propia

tofre, aunque mayofes, me pa-

rece que éstos tienen carácter de

ensayos, lo que no permite de-

nominados "tfazas" o "monteasrlen sentido estricto.

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b. Tnzado regulador del esgrafia-do del cuerpo alto de la Qutu-biya. Sólo queda infacta la caraopuesta a la qibla de las cuatrodel cuerpo alto, el que Ia histo-riografia francesa denomina ,, Ielanternom"; allí son muy paten-tes todas las líneas auxiliares delas cintas de los lazos de ocho,incluso su prolongación, evi-dentemente inútil, en la parte li-sa del paño7.

c. Trazado regulador del esgrafia-do del mihrab de Tinmal. To-das las cintas de los lazos deocho del complejo alfiz de suarco de embocadura muestransus trazas reguladoras, con eldetalle interesante de que sólolas rectas y largas lo poseen,mientras los extremos curvos,los segmentos cortos y las hoji-tas están trazados a sentimiento,como ocurre en los casos gra-nadinos.

Estos datos aseguran que aparente-mente estamos ante una si tuaciónperfectamente intercambiable con laandalusí; es más, estoy seguro quecon una observación prolongadn, ymejores medios, ambos edificios da-rán sorpresas.

La cuestión más difícil de resolveres la de la cronologia. Las publicacio-nes que conozco', confirmadas por elDr. Ewert en las conservaciones man-tenidas durante la visita a Marruecos,dan por ciefta la siguiente:

a. La primera Qutubiya se constru-yo a part i r del año j4t /7147,cuando los almohades tomaronla ciudad'. De ella quedan unossignificativos restos, reconstrui-

dos en fecha reciente, que sonsuficientes para deducir que elalminar, en el que hemos en-contrado los dibujos, se cons-truyó después que la mezquitay también que la noticia de queésta tenía una maqsura escamo-teable es ciertato, dato que no estrivial, como veremos.

b. La rarisima" mezquita fr¡nerariade Tinmal, que fue como El Es-corial del fundador del movi-miento almohade y de los trescalifas que le sucedieron'r, notiene más datos en las crónicasque el siguiente ,,El año 54g(.2gde marzo de 7753 a 17 de marzode 7754) uoluió Abcl al-Mumin aMarrakus, después de tomar Bu-gía[...1 sefue a Tinmal, para ui-sitar el sepulcro cle al-Mabcli;distríbuyó entre sus babitantesgrandes sL:mas e bizo construiry ensanchar la mezquita; de allise fue a Salé domde paso el restodel año 548,,3.

c. Antes de 552/7757 se amplió laQutubiya, duplicando su exten-sión1a; es evidente, por el exa-men del edi f ic io. que enroncesya estaría construida la torre yque fue amofiizadala maqsura otrasladada ante el nuevo mihrab.

Estos datos se aplican por extensióna la inmensa mayoría de los elemen-tos decorativos antiguos que existenen los dos edificios y con ello todo setraza el panorama oficial del arte al-mohade, cuya cronología se establecede forma exclusiva a partir de las cró-nicas, plles no existen inscripcionesni los análisis arqueológicos se hanextendido más aIIá de Tinmal"; en es-te panorama me interesa señalar dosaspectos consagrados por la muy re-petitiva historiografia al uso, y unaconsecuencia:

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A. Constituirán éstos el material ar-tístico de la primera y africanaetapa de la Arquitectura almoha-de, dotada de una programáticaausteridad y cierto arcaísmo juve-

nil, y que abarcaria los años 1147

a 7758. Los edificios de esta eta-pa serian, exclusivamente, las

dos fases de la Qutubiya com-pletas, su torre y todo Tinmal.

B. La evolución en el tiempo daríaun segundo y muy barroco re-pertorio de formas y expedien-tes conslrLlctivos. en el que yajugó un cierto papel el actualterritorio andahn; incluiría esteperíodo (7159 a 7224) todas las

obras peninsulares y todas lasdemás magrebíes.

C. Por lo tanto los dibujos cuyasfotografías muestro en este artí-culo darían cuenta del desarro-11o profesional africano corres-pondiente a la primeta etapa,que sería así paralelo al andalu-sí y tan alto como aquel.

Sin embargo, hay una serie de indi-cios que me hacen dudar de la soli-dez del panorama tradicional, más

alIá de la impresión personal de que

las formas decorativas africanas sonmás barrocas que las andalusíes, y la

seguridad de que las construccionesandalttzas son bastante más rigurosasy sólidas que las marroquíes. Estos in-

dicios son de naturaleza muy distinta,como se verá seguidamente:

1 Los edificios andalusíes, especial-mente la AIjama de Sevilla, estánmejor fechadas que los africanos,y de forma más coherente y rei-tetadatí, de manera que las con-secuencias que se extraigan deellos son más firmes y por 1o tan-to pudieran arrastrat a las otras,Dero no al revés.

2 Consta que el panorama profesio-nal y cientí i ico afr icano era po-

bre, como corresponde a una so-ciedad escasamente urbanizada,de forma que ya desde el siglo Xlos intelectuales, técnicos y arte-sanos andalusíes trabaiaban enMarruecos, pero no al revés, y

también sabemos que en las eta-pas siguientes dominaron el pa-

norama de forma avasalladora":así consta que el autor ls de Ia

mctqsurut retractil de la primera

Qutubiya era un andaluz, que

mereció el honor de ser citado,por otras razones también profe-

sionales, en una carta oficial delcalifa Abd al-Mumin, bajo el que

se desarrolló la supuesta etapaalr icana de los anos de 51.1/1147a 553/7158. También consta que

el alminbar existente en dichatna,qsura había sido encargadoen Al-Andalus y parece que elmismo taller de epigrafistas que

trabajó en Tinmal realizó un epi-tafio en Badaloz en 556/LL61'e.

J El proceso edilicio de la Qutubiyaque se articula a base de los da-tos indicados me parece insólitopues exige que, en el corto espa-cio de once años, se construyeseun edificio muy grandel arrasan-do o inutilizando un alcázar ad-yacente, que se le añadiese una

torre que clausuró varias de las

ventanas de la sala de oración y

finalmente que se le adjuntaseotta sala con su patio, pero que-

brando su directriz sin una expli-cact1n satisfactoria'a, hasta orga-nizar una monumental chapuza,de la que no tenemos paralelos

en Al-Andalus.

4 Lo que está publicado sobre Qu-tubiya carece de un examen ar-queo lóg ico de la ed i f i cac ión

existente, excepto el recienteanálisis de los capiteles2l, ni delos restos exhumados, e inclusoni siquiera se ha publicado unaplanimetría rigurosa.

4.I Asi las representaciones gráfi-

cas que conozco del conjuntode la Qutubiya" no reflejancon r igor lo que se apreciaen las fotos aéreas'3, especial-mente en Ia zona que relacio-na la AIjama más antigua conla muralla deI Qasr al-Hijaralmoravid que amortizó, deforma que la reconstrucciónde ambos ha producido unacuriosa ambigüedad en Ia zo-na de contacto.

4.2 Los dibujos de sección del al-minar de la Qutubiya y elpropio edificio permiten sos-tener varias dudas que no fa-vorecen la idea de que todaella está hecha de una vez:

4 .2 .7 Sobre Ia cámara VI I ,que es Ia más alta delas visitables del cuerpoprincipal, los planos ac-tua les 'a muest fan unhueco que es sólo unacon je tu ra y tan ra roque carece de sentidoconstructivo.

4.2.2 A esta t'cámara" corres-ponde por el exterior elfriso de azulejos, verdesy blancos, clavados enun enrejado de madera,que son lo más caracte-rístico y original de latorfe.

4.2.3 La parte alta de este fri-so sobrepasa de tal ma-nera el desembarco dela escalera que sale a Iaprimera azofea que, pa-ra hacerlo accesible al

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a lmuédano, hubo defabricársele un extrañoandén sobreelevado, alpie de los merlones.

5 Del examen del muro de la qiblade la actual Qutubiya deduzcoque su historia es bastante máscompleja de lo que se ha afirma-do, al producirse conflictos muyevidentes entre las ventanas y ladecoración. Este dato refuerza elargumento anterior, en el sentidode que carecen de sentido tantasobras y tan contradictorias entresí, en tan escaso tiempo, que esmenos de la mitad de 1o que du-ró el accidentado, pero coheren-te, proceso edif icator io de suhermana sevillana, cuya exten-sión fue mayor que la suma delas dos etapas de la eutubiya, ysu toffe más alta y compleja.

Ante estas dudas los textos en losque se apoyan las dataciones al usohacen un pobre papel, pues no sóloson escasos y parcos, sino que ade-más no son los únicos. Ignoro si losarabistas manejan otros que los corro-boren, o si están incompletos o maltraducidos, pero me sorprende que seolvide alguno que ofrece otra crono-logia; así el de Ibn .\bi Zar25 dice: ,Al

pasar a al-Andalus para emprenclerla expedición a Alarcos, mandó cons-tru¡r[...] la mezqwita al-Hasan. Cuan-do terminó la mezquita cle Seuilla yoró en ella, mandó construir la forta-leza de Aznalfarache a orillas delGuadalquiuir y se uoluió a al-Magrib,para llegar a Marrakesb en Sha,bandel año 594 (B de junio a 6 de juliode 1198). Encontró que todo lo quebabía mandado edíficar estaba con-cluido, la alcazaba, las torres, Ia mez-quita y los alminares, todo construidocon el quinto del botín copid.o a loscristianol'.

Más adelante insiste el mismo autor26:" El año 595 fue edificada Rabat al-Fatb, terminadas sus murallas, aunqueno se terminó; también se construye-ron los alminares de las mezquitas cleSeuilla y de al-Kutubin en Marra-kusb". En esta misma línea está un tex-to citado por H. Basset y H. Terrase,que llegaron a la conclusión de que laKutubiya es de tiempos del califa AbuYaqub, que reinó entre el 16 de mayodel año tt63 y el 13 de iulio de 1184,al poco de ordenar la construccióndel alminar que El Viage entreteni-do, de Rojas Villandrando, comenzó allamar en 7603 Torre de la Giralda.

La conjunción de estas dudas y da-tos me hace sospechar que, sin negarobras en la pr imera Kutubiya y latransformación en oratorio del recintofunerario de Tinmal , realizadas entiempos del califa Abd al-Mumin (da-tables entre 7147 y su muerte, acaeci-da el 74 de mayo de 1.763), me pare-ce plausible que continuasen durantela etapa de su sucesor, Abu yaqub,todas las obras mencionadas y aún si-guiesen en tiempos del tercer califa,Abu Yusuf, a quien debemos no sólolo que conocemos de la Giralda al-mohade, sino que debemos atribuirlelos cambios decorativos introducidosen la mezquita mayor de Sevilla.

Creo, por lo tanto, que estos rasgu-ños, si fuesen almohades, difícilmentepodrían datarse en la déca da citada(7747 a 7757), sino que debieran si-tuarse de forma provisional en la eta-pa en que se estaba labrando el com-p le jo sev i l lano , duran te e l ú l t imocuarto del siglo XII, en cuyo ámbitoprofesional debiéramos inscribirlos.

NOTAS:

1J.4. Ruiz de la Rosa, rrla Arquitectura islámi-ca como iorma controlada. Algunos eiem-

plos en al-Andalus, Arquitectura en Al-An-dalus. Documentos pa;ra el siglo XXI,Granada 7996,27ss.

2 Sobre el concepto de esta figura profesionalen época andalusí véase A. Jiménez,r,¿euiéndiseñó la casa de Umm Salama?',, Arquitec-tufa en Al-Andalus. Documentos para elsiglo )Oil, Granada 7996, 17ss.

3 Otra de las publicaciones de El Legaclo haofrecido más ejemplos, esta vez levantinos,de trazados similares: J. Navarro y p. Jimé-nez, "El Castillejo de Monteagudo: easr ibnSad" y "La deco¡ación almohade en la arqui-tectura doméstica: la casa na 10 de Siyasa,l,Casas y Palacios de Al-Andalus. Siglos)üI yXIII, Granada 1995, 9I, 94 y 133.

,l Tampoco hay muchos en el resto del Islam,pues hasta el dibujo uzbeko del XVI quenos recuerda Ruiz de la Rosa (Ibid. 32) noconocemos ninguno.

5 M. Ocaña Jiménez, 'rArquitecto y mano deobra en la const¡ucción de la Gran Mezquitade Occidente,,, Cuadernos de la Alhambra(22), Granada 1986, 69ss.

6 Ha sido con ocasión del Coloquio "La Kou-toubia, etudes et restauration', organizadopor la Universidad Cadi Alyad y la Asocia-ción Gran Atlas, en el Palacio de Congresosde Marrakech los días 23 y 24 de mayo de1996.

7 Estos frazados son similares a otros de épo-ca mudéjar sobre madera; así en el ,portón

del Arco de Acre',, del siglo XVI, que se ex-puso con el número 220 en la exposiciónsalmantina de ',Las Edades dei Hombre,, yen el reverso del panel del Coro de la Cate-d¡al de Sevilla que ostenta el escudo real yla fecha de 1,478, siendo obra del carointeroNufro Sánchez.

B La cronología tradicional en L. Tores Balbás,Arte almorávide y almohade, Madrid 1955.

9 Ch. Ewert yJ.-P. \Xzisshak, Forschungen zuralmohadischen Moschee. I: Vorstufen,Mainz am Rheim, 198I, 3 (nota 28).

10 A. Huici Miranda (ed.), Colección de cró-nicas árabes de la Reconquista (I) ,'Al-

Hulal al-Muwsilya, crónica árabe de lasdinastías almorávide, almohade y beni-merín, Teruán 7952. 177.

11 Su tipo es tan raro que más bien parece quea un recinto murado preexistente, de as_pecto mlly austero, se le incluyó una mez_

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quita en el interior, construida con poca ca-

lidad y decorada de forma muy recargada.

12 Existe un completísimo análisis de la deco-

ración de este edificio en Ch. Ewert y J.-P.\lisshak, Forschungen zur almohadis-

chen Moschee. II: Die Moschee von Tin-

tnal,Marnz am Rheim, 1981.

13 A. Huici Miranda (ed.), Ibn Abi Zar: Rawd

al-Qirtas. Valencia. lq6+. J87.

14 Ch. Ewert y J.-P. Wisshak, Forschungen(...) t: Vorstufen, 3 (notas 28 Y 2D.

15 J. Hassar Benslimane, Ch. Ewerl, A. Touri y

J.-P. \X/isshak, "Tinmal 1981. Grabungen in

der almohadischen Moschee", Madrider

Mitteilungen (2), Madrid 1982, 447.

76 A. Jrménez, "Mezquitas de Sevilla", El últi-

mo siglo de la Sevilla islá;¡nica. 1147-

1248, Sevllla 7995.

17 A. Jrménez, "¿Quién diseñó la casa de Umm

Salama?", Arquitectufa en Al-Andalus.

Documentos para el siglo )Ofl, 20ss. No

obstante, este panorama será válido mien-

tras no aparezcan nuevos documentos que

renueven el muy anticuado panorama de

ediciones de textos musulmanes.

18 El malagueño al-Ha1y Yais está documen-

tado entre 7747 (fecha tradicional del inicio

de la p r imera Qutub iya I y l l72 ( recons-

trucción del acueducto de Sevilla). La pri-

mera vez que aparece mencionado es en

7159, en relación con Gibraltar, siendo evi-

dente que entonces ya gozaba de la con-

fianza del Callfa.

19 M. Ocaña Jiménez, "Cúpulas de la mezquita

de Tinmal: las inscripciones de sus celosías",

Forschungen (...) II: Die Moschee von

Tinmal, 163.

20 Se ha aludido a un supuesto deseo de

orientarlo meior, pero se hizo iustamente lo

contrario: se empeoró la dirección del rezo.

Cfr. A. Jiménez, "La qibla extraviada", Cua-

dernos de Madinat l-Zahra (3), Córdoba

799r, 797.

21 No he podido consultar la reciente publica-

ción del Dr. Ewert sobre el tema.

22 Ch. Ewert, "La herencia artística de la Espa-

ña islámica en el norte de África", Al-Anda-

lus. Las artes islámicas en España, Ma-

drtd 7992,90.

23 H. Trlkt, Pour la sauvegarde de la Koutou-

bia, patrimoine national, Marrakech 1988.

24 La sección que aparece en H. Triki, op.

cit., debe ser la única disponible, pues se

estaba redibuiando en el estudio del arqui-

tecto Ali Arji (Marrakech) en mayo de 7996,

dentro del proceso de restauración de la to-

rre, y mostraba la misma rareza.

25 A. Huici Miranda (ed.), Ibn Abi Zar: Rawd

al-Qirtas, Nácher, Valencia 7964, 447.

26fhid.579.

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