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Descripcin del Nuevo Reino de Len escrita por su Gobernador para el Virrey
de la Nueva Espaa
Excelentsimo Seor: Veinte aos poco ms ha, que padece continuada guerra el Nuevo Reino
de Len, por las muertes, robos y otras hostilidades que han ejecutado los indios brbaros y
apstatas, y para que en parte los hayan contenido, ha sido a costa de muchas vidas de los
vecinos y sus caudales que han perdido, unos por habrselos llevado los enemigos y otros por
haberse convertido en la defensa: a la que no han sido, ni son bastantes, los solos veinte
soldados y un capitn que hay en dicho Reino, por la gran distancias que
abraza su jurisdiccin, pues desde el paraje llamado Las Vacas (que es
segn la posesin en que se halla) donde comienza, hasta la misin
llamada La Punta, donde termina, hay como cien leguas, sin que en todas ellas haya dejado de
haber por donde y en cualquier tiempo la estn insultando las naciones que en cada partido por
lo regular hay, de las que al margen se hace mencin, especificando cules son y cmo se
denominan e intitulan.
En los parajes de Sanda y Ro Blanco, inmediato al referido de Las Vacas, han hecho
bastantes hostilidades, sin que en aquellas partes haya ms resguardo que el de los pocos
vecinos que habitan en ellos, los que no llegan a catorce, y los que tienen fincado su comer y
pasar en criar un poco de ganado mayor y menor, y sembrar algn maz, no ofreciendo como
no ofrece otra conveniencia el pas por lo estril que es, en el que aunque en tiempos pasados
haba minas de conocida ley, que se trabajan y beneficiaban, ponindose a costa de los
interesados gente que las resguardasen y defendiesen de las invasiones de los indios, al
Pisones, Macanames, Siguiyones
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presente no se hace, porque con las repetidas hostilidades, y frecuentes muertes que los indios
enemigos ejecutaban, se verific su total despueble.
El pueblo y misin de Labradores, como el de dichos parajes, se halla
situado entre cerros, por estar la Sierra Madre inmediata, tiene slo la
oportunidad y conveniencia de que en l se cre algn ganado menor y haya
siembra aunque corta de trigo y maz. Este paraje es muy combatido de los enemigos por
quienes sus pocos vecinos, no son capaces de poder criar ganado mayor respecto a que se lo
llevan dichos indios, y aun dichas semillas sin que haya resistencia, ni medio a su reparo,
mediante a que por razn de su pobreza, carecen de armas y dems cosas necesarias a su
defensa, y a la cortedad de dichos sus bienes, los que por dicha razn no pueden ir en
aumento.
El valle de San Antonio de los Llanos, hllase por un lado inmediato
con la Sierra Madre, lo ms de ella imposible de transitarla a caballo, sin
embargo de que slo los enemigos lo hacen a pie tan fcilmente como si
fuera llano, por el diario y continuo ejercicio que en ella tienen; y por otro
con la sierra llamada Tamaulipa, que no es tan empinada, pero con todo hay
en ella muchos parajes inandables y unas bocas impertransibles (sic), en
donde de alto a bajo hacen sus tiros los indios, que siempre habitan en las
eminencias (sic), desde las que hacen los repetidos estragos que se han experimentado, as con
flechas como con piedras dejndolas rodar. Han puesto en tanto aprieto a dicho valle que es
frontera, que por tres ocasiones en tiempos pasados se mand despoblar, y fuerza y trabajo de
un vecino de l se ha conservado, quien incesantemente se ha mantenido y mantiene en
campaa, no obstante haber salido en varias refriegas que se han ofrecido muy mal herido, de
tal suerte que ha sido el nico que ha permanecido en dichas fronteras, en compaa de un hijo
Malincheos, Serranos, Cadimas, Borrados,
Pamoranos
Malincheos, Sarnosos
Arimayayas, Bocas prietas,
Chapulines
Serranos, Cadimas, Borrados,
zamoranos, Janambres, Salineros y
otras naciones que no se conocen
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suyo, del mismo nombre, ambos de conocido valor, militares y muy servidores de Su Majestad
(que Dios guarde). A dicho valle tambin has hostilizado mucho los indios de nacin
ganambres, quienes a la sazn estn de paz, y a cuyo capitn por esta causa el ao treinta y
dos, a principios de l, el gobernador actual de dicho Reino, le dio ttulo para que estuviesen
bajo de su comando, con cuya ocasin desde entonces han vivido en paz, y sin novedad alguna
perjudicial.
En el mencionado valle hay una misin y pueblo de indios, con algunos de los
nuevamente reducidos, y asimismo vecinos cuyo nmero es el que doce; pastan en el referido
valle tres haciendas de ovejas, del marqus de villa Puente y de don Francisco de Valdivielzo,
son tierras muy frtiles y buenos pastos, hoy por hoy no ministra ms utilidad que la de coger
algn maz y alguna caa dulce; y aunque ofrece otras de crar en la abundancia ganados
mayores y menores, no se logran porque los indios enemigos no dan lugar a ello.
A distancia de cuatro leguas de dicho valle hay un paraje que llaman Santa Ins, alias
Santa Engracia, tierras que pertenecen a los herederos del bachiller don Juan Caballero, las
que no fructifican por servir de embarazo a su cultivo dichos enemigos. Son llanas y muy al
propsito para fundar en ellas una villa, por haber agua abundante y permanente,
independiente de que tambin se puede seguir otra utilidad al real haber, porque en dicha
sierra de Tamaulipa que est inmediata a dicho paraje, se asienta de pblico que hay minerales
de buenas leyes; y que para cerciorarse pas a ella el licenciado don Francisco de Barbadillo y
Victoria, cuando fue gobernador de dicho Reino de Len y en su compaa el muy reverendo
padre comisionario de misiones, fray Juan Losada; y con criarse o fundarse dicha villa era y es
muy contingente que se consiguiese el que dichos minerales con su beneficio se redujesen a
minas muy corrientes, proficuas y provechosas, y lo que es ms el que las setenta leguas que
habr de dicho paraje a la Huasteca se descubran y por consecuencia se reduzcan a Nuestra
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Santa Fe Catlica los indios que las habitan, abriendo camino para el comercio de aquellas
partes a stas, de cuya suerte no dejar de haber tampoco personas que fuesen a poblar, ni
imposibilidad para trabajar dichas minas, ni menos dejar de Santiago, y Nicols, asimismo
capitanes de otras naciones, los que se continan quietos y pacficos: del mismo modo se la
concedi a Pascual y a Juan Diego capitanes, para los de sus naciones, las que con ellos a poco
tiempo abusando de este beneficio la quebrantaron, y han ejecutado repetidas hostilidades; y
aunque hasta la presente han vivido las restantes naciones en paz, ha sido quedndose en sus
barbarismos y sin haber pedido el ser bautizados; y de dicha reduccin, o pacificacin ha
dimanado que no haya tantas muertes y perjuicios como antes de ella haba; dicha villa es
corta de vecinos y muchos de ellos no se deben reputar por tales, as por no tener forma
competente algunos para adquirir el equipaje de armas y caballos, como por ser otros pobres
de solemnidad. Pastan en sus trmino por diversos rumbos las haciendas de ovejas de don
Manuel de la Canal, dos de don Juan Primo Tern, una de los reverendos padres de la sagrada
Compaa de Jess, del Colegio de Quertaro y otra de don Francisco de Landeta. A distancia
de tres leguas poco menos se halla la misin de San Cristbal de los Gualagises, la que no ha
ido en disminucin en cuanto al culto divino sino en aumento. Dase en ella el maz y caa
dulce en abundancia, y pudiera haber otros adelantamientos a no impedirlos los enemigos,
quienes fuera de gozar las tierras ms frtiles que hay en dicho paraje y su distrito, embarazan
el que haya todo gnero de ganados y siembras que pudiera haber, por ser aun en el modo que
est poblado, uno de los mayores y ms a propsito para disfrutar mucho en los espiritual y
temporal.
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Siguen los valles del Piln y Mota, a distancia de doce leguas,
es tierra muy frtil, de mucho acudir el maz y caa dulce, es a
propsito para criar todo gnero de ganados. Haba en ellos hombres
de posibles, pero hoy se hallan por lo general pobres, por haber sido la
frontera ms invadida de los indios enemigos; y con este motivo, por
un lado llevndose los ganados, especialmente los mayores, y por otro
alzndose el no hurtado cuyo nmero con el dems de esta especie que hay en dicho Reino,
pasar de cincuenta mil cabezas, estndose al dicho de sus moradores que
as lo afirman y porque con ocasin de haberse discurrido cuando haba
congregas que fundndose pueblos sera lo ms acertado, se les tomaron las
mejores tierras, y aun casas que tenan como de facto se quedaron sin ellas,
mediante a que se pusieron y criaron dos pueblos nombradas Concepcin y
Purificacin; y a poco tiempo de ello y de que la compaa volante que se
haba introducido se quit, se fueron los indios que las habitaban a seguir
sus barbarismos; de manera que hoy por hoy, no han quedado ms que unos
pocos de los tlaxcaltecas que por fundadores se pusieron. Hay en la distancia de dichos dos
valles, seis haciendas de ovejas, de don Joseph Cristbal de Abendao, del coronel don Juan
Eusebio Gallo de Pardias, de don Juan Ignacio de Aranda; de don Joseph Soroa, de don Luis
Monterde y del bachiller don Cipriano Garca de Pruneda.
Doce leguas de los referidos valles, se halla la villa de San Juan de Cadereyta, y como
est ms en el centro del Reino, no han sido sus vecinos tan perjudicados, como los de las
fronteras que van referidas, en medio de que han experimentado bastantes insultos, y con ellos
disminudose sus moradores por haberse ejercitado stos tambin en la defensa de dichas
fronteras, y otras que se mencionarn. Ofrece dicho pas conveniencias as por darse en el
Pelones, Naras, Zamoranos, Gavilanes, Guijolotes, Quinicuanes, Pintos Piguanos, Yupimanes, Aguatinejos, Tortugas, Lumbres, Cacalotes, Canaynos, Caninas, Comecabras, Cotoayaguas, Quimipayos
Quiniguygui, Norizas chicos, Quiguaguanes, Lomisaaguas,
Cauramas, Aguanos, Piguanos,
Yupimanes, Zacatiles
Cacalotes y los
ms del margen de los valles del
Piln y Mota, han combatido
aqu y otras fronteras
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maz y caa dulce, como porque hay mucha cra de ganado de pelo, alguna caballada y
mulada; y en atencin a que de cuatro aos a esta parte no se han experimentado robos ni otros
daos de los enemigos, van adelantando dichos vecinos sus ganados. Mantinese de paz en l
con toda su gente el indio llamado Felipe de nacin pelona; pasta en su distrito una hacienda
de ovejas de doa Mara Rosa de la Pea, y el vecindario no es corto.
A un lado de dicha villa de Cadereyta, a distancia de seis leguas est
el valle de Guajuco, que se compone de bastante vecindario, el que se
ocupa en siembras de maces y caas, los que y las que se dan buenos. Este paraje es a manera
de can, est pegado a la Sierra Madre por un lado, y por el otro se halla inmediato el cerro
de la Silla, hay alguna cra de ganados mayores y menores, la que no es mayor, ni sus semillas,
porque los enemigos lo consumen todo de que resulta que sus vecinos se hallen alcanzados.
La ciudad de Nuestra Seora de Monterrey, capital de dicho reino, dista diez leguas de
dicha villa; est a su frente al referido cerro de la Silla, por un costado la Sierra Madre y por
otro el cerro llamado las Mitras, unos y otros se hallan a distancia de dos leguas poco ms; es
muy buena su planta, con su plaza en cuadro muy capaz; tiene su iglesia parroquial, cuyo
adorno es muy corto, de forma que un solo colateral que hay en ella, adems de ser obra muy
tosca est sin dorar, la fbrica de ella es de calicanto y de una nave, no tiene torre, srvele una
sola campana; la administracin pertenece a los eclesisticos seculares, es hoy por hoy cura en
encomienda el bachiller don Juan Bez de Trevio quien mantiene dos tenientes, uno en dicha
ciudad y otro en el valle de las Salinas, compnese de clero de cinco sacerdotes; hay en dicha
ciudad convento de nuestro padre San Francisco en el que asisten dos religiosos que
escasamente se pueden mantener; hay tambin otro templo con ttulo de Colegio los padres de
la Compaa de Jess, el cual est destechado en lo ms, desde que falleci el ao de treinta y
tres, no hay ningn padre que all habite, razn por que el actual gobernador, le escribi al
Borrados, Cabimas y Pamoranos
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muy reverendo padre provincial Joseph Barba, de dicha Sagrada Compaa, en fin de que
enviase padre que subrogase en el lugar del referido, conociendo lo til que es para dicha
ciudad, o puede serlo, a que no se ha dado providencia ni respuesta; su vecindario es cortsimo
en tanto grado que si se ofreciera alguna invasin, sera posible que de militares para ella no
juntasen doce hombres que la resistiesen. Los edificios son pocos y algunos de ellos
arruinados. En sus trmino hay algunas estancias y labores muy buenas donde se coge maz,
frjol y caa dulce; crase tambin algn ganado mayor y menor, porque ha ms de seis aos
que no los perjudican los enemigos, como lo ejecutaron en los aos antecedentes.
A distancia de una legua de dicha ciudad, est un pueblo de indios intitulado Nuestra
Seora de Guadalupe, los ms tlaxcaltecas y algunos borrados, con ttulo de misin, que
tambin se fund cuando se crearon las referidas del Piln congregronse en ella al principio
ms de setecientos indios de las congregas y dems dispersos, dndoseles tierras y aguas que
an eran de los vecinos, y actualmente no hay veinte de los borrados, siendo de notar que an
habindose reducido a dicha misin, no dejaban de salir a hacer sus continuas averas de robos
y muertes.
A distancia de dicha ciudad por otro viento como cuatro leguas, se
sigues el valle nombrado Santa Catarina, el que se halla entre la Sierra
Madre y el cerro de las Mitras, hay en l siembra de maz y frjol, la gente
de que se compone es poca y de corto posible, crase algn ganado de pelo; tambin ha
padecido repetidos daos de los enemigos, y con haber salido a la defensa de la villa de
Linares, y valle de San Antonio, han sido mayores a sus atrasos, por distar estos parajes del
referido como sesenta leguas, por lo que ya se ve les habr servido por haber sido a su costa de
irreparable quebranto en la cortedad de sus bienes, y aun en sus personas.
Serranos, Pamoranos
Cadimas, Borrados
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Sguese a dicho valle de Santa Catarina, el nombrado Pesquera
Grande a distancia de cuatro leguas caminando por otro viendo, compnese
de muchos cerros, de tierra muy estril, en ello se coge algn maz y se cra ganado de pelo
para lo que es ms a propsito. Hay en sus trminos minas de plata que no se trabajan, sino es
en una sola y sta cortamente, lo uno por corta posibilidad de sus moradores, y porque la ley
no pasa de tres onzas por revoltura, sin embargo de que es de mucho acudir en ligas, y lo otro
porque el vecindario es corto y no libre de invasiones de los enemigos.
Despus se halla caminando de dicho valle de Pesquera, por otro
rumbo el nombrado las Salinas, que se uno a otro habr seis leguas, ro
abajo, est poblado de ranchos, aunque distantes los unos de los otros;
crase mucho ganado de pelo, cgese algn maz, hay cra de caballada y mulada, pero corta,
porque continuamente se la han llevado y llevan los indios enemigos que son muchos los que
asestan a esta frontera, cuya nacin habita en la jurisdiccin de Coahuila, se llevaron una
manada de yeguas y caballos, habiendo dado muerte a algunos vecinos. Es paraje al propsito
para ganados mayores y menores, por haber buenos pastos y salitres. Hay bastante vecindario,
pero el ms de l pobre, por causa de dichos enemigos en medio de que ha tres aos que la
nacin de indios zamoranos, que era la que ms perjudicaba, se halla de paz, por haberla
pedido como dicho es su capitn Pedro Botello.
Caminando de dicho valle de las Salinas para otro viento a
distancia de quince leguas, est la villa de San Gregorio de Cerralvo
que se compone de corto vecindario; la circunvalan muchas y diversas
naciones de indios, que han hecho sus hostilidades, aunque ha das
estn de paz; es tambin tierra que ofrece conveniencias, no teniendo a
Tabosos, pamoranos y
cotoayuaguas
Tabosos, Pamoranos,
Borrados
Tareguaros, Tortugas, Pajaritos, Aguatinejos, Cacalotes, Cueros quemados, Paysanos, Carrizos, Pupilispiaguilis Meriquillos, Zacatiles, Nazas, Venados, Malaguecos
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los enemigos tan cerca; cgese poco maz, por falta de agua, pero independiente de que hay
bastante cra de ganado de pelo y que no falta alguno de mayor, es cmoda para que ste lo
haya en abundancia; en dicha villa se mantiene situada la guarnicin de doce soldados y su
capitn, de los veintiuno que con su capitn hay en dicho Reino de cuenta de Su Majestad; en
su distrito pasta la hacienda de ovejas de don Juan Baeza; a distancia de tres cuartos de legua
de dicha villa, hay unas minas que en lo de adelantes pueden ser de grande utilidad, respecto a
que hay mucha facilidad en las sacas de sus metales, ya que aunque la ley es corta abundan en
ligas, como se tiene reconocido de la que actualmente se est beneficiando por don Joseph
Eugenio de la Garza y otros parcioneros.
A dicha villa de San Gregorio de Cerralvo, se sigue el pueblo
que llaman de San Nicols de los Gualeguas, que al presente se halla
despoblado, por haberse secado los veneros con que se regaban sus
tierras, y los indios que en l vivan se hallan dispersos en otras partes, entre las cuales es
Cerralvo. Antes se haba fundado pueblo y misin en el paraje llamado el lamo, para dichos
indios, el que asimismo se despobl, ignrase el motivo por qu fue; inmediato a dicho pueblo
del lamo antiguo, se halla dicho don Joseph Eugenio de la Garza, quien a costa de su trabajo
ha defendido aquella frontera, y con l, y con su industria hizo una labor, abriendo tierras
eriazas, las que tiene compuestas con Su Majestad.
Diecisiete leguas de distancia de dicha villa est el valle y real
de Santiago de las Sabinas en el que hay dos labores de maz, con sus
sacas de aguas muy abundantes. Hay gran posibilidad para crar
ganados mayores y menores, de este ltimo hay alguno; estn en corriente dos haciendas de
minas de fundicin, los metales que se benefician en ellas, se sacan de las minas que estn en
jurisdiccin de San Pedro de Boca de Leones y aunque es corta su ley en plata, abunda en
Malaguecos, Tobozos, Zenisos, Zelayas
Tobosos, Zenizos, Malaguecos y Pamoranos
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ligas; su vecindario es corto y no dejan de hacer en algunas ocasiones los enemigos sus
perjuicios.
A distancia de seis leguas se halla el real de Boca de Leones, que
est muy atrasado por la mala forma que tuvieron en sus principios de
labrar las minas siendo imposible de remedio. Continuamente se trabajan y abundan en plomo
y greta, que aunque la ley de plata es corta, pues no sube de cuatro onzas, con todo a los que
las benefician les tiene cuenta, mediante a que dichas ligas en breve se expenden, con lo cual
se abastecen en parte los reales de Chihuahua, Zacatecas, y Sombrerote, y as no slo sirven
porque la Real Hacienda es interesada en sus reales quintos, sino tambin por lo que se
engruesa con el real derecho de alcabalas que se satisfacen en los minerales referidos por
razn de dichas ligas. En esta frontera se han experimentado repetidas invasiones por los
indios tobosos, en dicho real estn situados los ocho soldados, inclusive el cabo de ellos,
cumplimiento a los veinte y un capitn que se lleva expresado hay de cuenta de Su Majestad
en dicho reino. Cgese muy poco maz, se cran algunos ganados menores de pelo, su
vecindario es corto y la mayor parte de l, es de operarios de dichas minas.
A distancia de tres leguas est el pueblo nombrado San Miguel de
Aguayo, que es de indios tlaxcaltecas y de nacin alazapas; es buen pas,
cogen maz en abundancia y algn trigo, y si no fueran flojos, vicio que trasciende a todos los
dems podan tener ms posibilidad y conveniencia, pues sus tierras son muy a propsito para
su cultivo y con el beneficio de suficiente agua de que gozan. Dicho pueblo est inmediato a
cerros y bocas, y por donde contenerlos, al menos de dar aviso al real para salir al reparo,
como salen regularmente los referidos ocho soldados, acompaados siempre de los vecino, a
causa de que de otra suerte y por s solos, no pudieran resistir las invasiones que se ofrecen.
Tobosos y algunos
Apaches
Tobosos y algunos
Apaches
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Sguese la misin llamada La Punta, que es donde termina la jurisdiccin de dicho
Reino, es de indios nuevamente reducidos. Est muy adelantada en
cuanto a su nmero, siembras que se hacen de maz y cras de ganado
mayor y menor, y suelen combatirla los enemigos.
El dao de los indios enemigos de dicho reino, por lo general no slo es el que se
colige de cada particular de los que van mencionados, sino otro, u otros igualmente sensibles o
mayores, como son el que habiendo recibido muchos de ellos el santo bautismo, se vuelven a
vivir con los que son gentiles, abandonado la vida catlica y cristiana, y su sagrada ley, y por
consiguiente abrazando de nuevo sus antiguos barbarismos, el que esto mismo ejecutan no
slo los solteros, sino los que como cristianos contrajeron in facie ecclesiae el sacramento del
matrimonio cuyo nmero de una y otra clase pasa de miles. El que entre ellos como hay
bastantes de razn y muy ladinos en idioma castellano han introducido, aun vueltos al
gentilsimo, que sus hijos ora sean de su legtimo matrimonio, ora no, sean bautizados, con las
mismas palabras establecidas por Nuestra Santa Madre Iglesia haciendo intencin de que
queden bautizados, pero esto por los mismos indios cristianos de quienes se valen, o de otras
personas de razn, que ocultamente y sin poderse averiguar, para aplicar el debido remedio
eligen por compadre, tambin con la mira de que los regalen, cuyo corto inters por lo que se
ha llegado a alcanzar y saber, ha dado ocasin a reiterarse en dicha forma, un propio individuo
dos o tres veces dicho acto. El que como los indios brbaros ven que a los ya cristianos que lo
practican no se les castiga tan execrable delito, por no ser fcil su aprehensin, adems de
continuarse ellos en los suyos, con ms avilantez y descaro suelen pedir paz, reducirse a la
vida poltica y acristianarse, y ejecutado esto huirse e ir a practicar lo mismo que los referidos.
El que ha visto asimismo de no haber dicho castigo, los que se han dado paz, y aun viven
reducidos en dicho reino, comenten todas las veces que pueden, cuantos maleficios discurren,
Tobosos con Apaches
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y no se resuelven a pedir crisma de cristianos fundados que con haber pedido la paz, y
ddosele en nombre de Su Majestad lo han conseguido todo; y por ltimo, el que peor es,
parece que son para invasiones, hurtos, muertes, etc. Los indios apstatas de Nuestra Santa Fe
que los infieles.
Supuesto lo dicho, como inculta demarcacin de dicho reino y su estado, que
tenindolo tan miserable, abastece muchos lugares y aun esta corte de muchas lanas de
ganados mayores y menores, y no bastando como no han bastado las prolijas, trabajosas y
exactas diligencias que ha aplicado, para siquiera parte de su reparo el gobernador actual
desde el ao de mil setecientos treinta y dos, que ha que lo es, y de que ha dado cuenta al
Excelentsimo Seor marqus de Casafuerte, antecesor de Vuestra Excelencia en diversas
consultas que le remiti y algo de ello a la grandeza de Vuestra Excelencia que reproduce
especialmente en cuanto a los remedios que ha implorado, deliber en fuerza de su obligacin
pedir a Su Superioridad licencia y beneplcito para ocurrir a su presencia, y habindolo
conseguido, o siendo otro su primario fin, que le estimulase al imploramiento de dicha licencia
, que hacer patente a la seora de Vuestra Excelencia lo enunciado, lo dems que referir y
pedir sobre ello los remedios que le han parecido convenientes, lo ejecuta en esta consulta
obedeciendo lo que Vuestra Excelencia le mand, cuando pas a ponerse a sus pies luego que
lleg a esta Corte en la forma siguiente.
Siendo el uno de ellos, el que pues las tierras nombradas Santa Ins, alias Santa
Engracia, que estn cuatro leguas del valle de San Antonio de los Llanos, son oportunas y muy
a propsito para que se pueda fundar villa, como se expuso arriba se servir Vuestra
Excelencia de conferir su licencia para ello, mandando que a sus fundadores se les d por
tiempo de tres aos al menos, alguna ayuda de costa, que los que as fueren, no bajen de
sesenta, sacndolos de algunas poblaciones de dicho reino o de las partes y lugares que ms
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convenga; y dando las providencias que se reputaren por ms acertados para exigir y criar una
guarnicin competente de cuenta de Su Majestad que defienda y resguarde a dicha villa y sus
habitadores.
El otro que por lo que mira a lo absoluto y general de dichos indios enemigos, se sirva
Vuestra Excelencia de conceder su licencia para hacerles guerra abierta, siquiera en el tiempo
o tiempos que al gobernador actual en su conciencia le pareciere ser preciso y necesario, pues
con dicha diligencia se obviar la multiplicidad de dichos aos, para cuyo efecto
amonestaciones y otros actos prudenciales de nada sirven, asignndose a fin de dicha empresa
por ayuda de costa o con el ttulo que ms adaptable sea, lo que se arbitrare por suficiente. Y
asimismo para un par de piezas de campaa, un artillero y municiones correspondientes quede
pie, y cuando en otra parte no se necesiten, se mantengan en dicha capital de Monterrey.
El otro, que por lo que toca a los indios cristianos que han apostatado Nuestra Santa Fe
Catlica y se han ido por s, o por otros al gentilsimo, su licencia, para que constatando cules
son y no pudindose apresar y segregar de los gentiles, con medios suaves se ejecute su presa
por el de las armas, para efecto de reducirlos a dichas sus poblaciones antiguas, o a las que de
dicho Reino se inclinaren y fueren de su gusto.
El otro el que Vuestra Excelencia repela, o al menos se sirva de declarar no haber lugar
la pretensin que se trasluce tiene pendiente el gobernador de Coahuila cerca de que del
mencionado real de Boca de Leones se destaque la guarnicin de los ocho soldados entrando
en ellos su cabo, que est situado en l, y que se pase a su jurisdiccin y pueblo que tambin
llaman del lamo, juntamente con las familias tlaxcaltecas de dicho pueblo de San Miguel de
Aguayo, respecto de que si aun estando en dichos parajes y con la ayuda de vecinos, no se han
podido resistir las invasiones, menos se podrn rechazar las que hubiere, y ser defendido dicho
Reino, el que necesita de que le entren gente y no que le saquen, mayormente cuando fuera de
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ceder en prejuicio de dichas poblaciones del referido real, de dicho pueblo de San Miguel, sus
minerales y moradores, los indios de nacin tobosa hicieran ms libremente sus entradas y
tuvieran ms coyuntura para arruinar y acabar con los valles de Sabinas, Salinas, Pesquera
Grande, Santa Catarina, y aun dicha ciudad de Monterrey, a cuya distancia, ya de ocho ya de
doce leguas no ha ao mataron dichos indios a cuatro espaoles y se llevaron una mujer, la
que por haberse huido de ellos, se fue a vivir a la villa de Saltillo.
El otro, que pues los vecinos de dicho reino han ido y van a su costa y mencin al
reparo de las invasiones de dicho reino, del modo que se lleva relacionado, y unos de distancia
de veinte leguas, otros treinta y dos, otros de cuarenta y cuatro, otros de cincuenta y cuatro, y
otros de sesenta; que los caballos que tienen destinados para sus menesteres, los arruinan en
ello, cuando o los pierden en un todo, o se los matan los enemigos, y, que dejan los ms sus
casas y familias, quiz sin cosa alguna de qu poder echar mano, para que en el entretanto que
vuelven se alimenten, y los que algunos bienes tienen, sin persona que los cuide, de que ya se
dejan entender las perniciosas e irreparables consecuencias que se les habrn seguido y pueden
segurseles, dejante del inminente riesgo de perder sus vidas, que es a lo que se han expuesto y
exponen, se sirva Vuestra Excelencia de mandar que en los socorros o auxilios que pidieren
de gente los mayordomos de ovejas de las referidas haciendas (los que siempre se les han dado
sin pensin de paga), luego que se les preste y d, sea y se entienda bajo de la de haberles de
pagar a los vecinos que fueren por razn de su trabajo lo que pareciere justo atento a que la
utilidad de ello resulta nicamente a favor de dichos mayordomos o por decirlo mejor al de sus
amos y dueos de dichas haciendas, como lo califican los hechos, as de resguardarles en
dichos casos dichos vecinos sus ganados, como de hacer que vuelvan los que se han llevado
los indios, o parte de ellos, que es lo que muchas veces acaece.
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De la consecucin de dichos pedimentos, est cierto el gobernador actual depende el
reparo, conservacin y aumento de dicho Reino, as en lo espiritual como en lo temporal; y
siendo uno y otro en servicio de ambas majestades: de la divina por l crece propagacin de la
Santa Fe Catlica y de la temporal por lo mismo, y por el adelantamiento que resultar a su
real haber, as de las referidas minas, como de los ganados que en mayor nmero se criarn.
La espera de Vuestra Excelencia o en el caso de que no haya lugar en parte o en todo dicha
consecucin, el que su grandeza arbitre y aplique los medios que fueren ms eficaces y
adaptables a dicho efecto, tan importante y de tanta gravedad, en grado tal que no habindolos
por lo que ha experimentado el gobernador, se destruir dicho reino. Sobre todo Vuestra
Excelencia determinar lo que fuere de su superior agrado, que ser como siempre lo mejor.
Mxico, enero once de mil setecientos treinta y cinco. Don Joseph Antonio Fernndez
de Juregui Urrutia.