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Gracia, Cruz y Esperan za en América Latina Israel Batista, ed.

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Gracia,Cruz yEsperanzaen América Latina

Israel Batista, ed.

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Cracia, cruz y esperanza en América Latina

Gratuidad y mercado:

Gracia e idolatría en el pueblo de Dios

Amílcar Ulloa

Teología de la gracia y teología de la prosperidadEl intento inconcluso de la concreción de la fe cristiana

Arturo Piedra

La gracia de Dios y el bienestar humanoA propósito del lenguaje de la Teología de la Prosperidad

Martín O caña Flores

Gracia, vida y ciencia Yattenciy Bonilla Cerquera

- La gracia y la unidad en un mundo globalizado

Israel Batista

"La gracia poética del Dios creador"

Ofelia Ortega

Liturgia como expresión de alegría, esperanza, gracia y servicio

Geoval Jacinto da Silva Sobre las experiencias en los seres humanos: Gracia de Dios y dignidad humana

Elsa Tamez

CONCLUSIÓN¿Qué significa hablar de gracia ante tanta desgracia en América Latina? Elizabeth Solazar Sanzana

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Introducción

“PARA QUE LA GRACIA

ABUNDE"

¿Por qué un libro de la gracia de Dios en medio de situaciones tan inciertas que nos tocan vivir? ¿Por qué hablar de gracia cuando

el futuro nos parece que es tan precario? ¿Por qué creemos importante, como evangélicos y protestantes, levantar el tema de

la gracia en América Latina?Vivimos dramáticas experiencias personales y sociales en la

vida cotidiana. Mientras se nos dice que la macro-economía marcha bien, por las experiencias de cada día sabemos que vamos de "mal en peor". A veces nos cuesta trabajo levantarnos en las mañanas para enfrentarnos a la dura realidad del día. No es un problema de macro análisis, que muchas veces no entendemos, sino que son realidades de sufrimiento, dolor y desesperación que golpean las puertas de los hogares y las vidas personales de cada mujer, hombre, niño, joven y anciano latinoamericano. ¿Es posible hablar de la gracia en medio de tantas penurias que nos afectan y nos rodean?

Precisamente este es el "kairos de la gracia" en América Latina. Frente a un mercado deshumanizante, a esquemas políticos sin credibilidad, auna corrupción sistémica que afecta a todos y en todos los niveles, a una pobreza y exclusión crecientes, a hombres y mujeres que pierden la esperanza, a violencias que corroen nuestra seguridad......, "poderoso es Dios parahacer que abunde en vosotros toda gracia" (II Cor. 9:8(a)). La

pasión de Cristo no es el sufrimiento como un fin en sí mismo, sino el camino ineludi-ble que nos conduce al sepulcro abierto de la vida. Este es el don de la gracia de Dios, tras la cruz está la esperanza de la vida. La gracia en el contex-to latinoamericano

significa el asumir las realidades con sentido de esperanza. En medio de la pobreza económica, moral y espiritual, vivamos de tal

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Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina

forma que "teniendo en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra". (II Cor. 2:8 (b)). La gracia es el don de Dios frente a la desesperación. Nuestras iglesias son comunidades del Espíritu en las que vivimos la gracia de Dios en Cristo.

Cuando doctrinas y corrientes teológicas diversas, confusas y extrañas influyen en la vida de nuestras iglesias y congregaciones locales, ¿podemos hablar de la gracia como paradigma teológico y de fe que oriente nuestro testimonio de iglesias evangélicas? Hoy el campo religioso no escapa de la lógica del mercado. La Historia nos recuerda que uno de los ejemplos simbólicos para referirse a la necesidad de la Reforma Protestante en el siglo XVI, fue la del monje Tetzel y sus indulgencias, quien recorría los caminos proclamando: "Tan pronto cae su moneda en el cofre, una alma salta del purgatorio". Esa prosperidad fácil que hoy se nos ofrece, esos efectos milagreros que se nos venden, esas ofertas baratas de parar de sufrir, esa vida cristiana sin cruz, esa condena de la pobreza como algo pecaminoso, esos esquemas de "regalos baratos", de ciertas "indulgencias evangélicas", nos hacen olvidar el significado de la gracia costosa en Cristo: "... todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación". (II Cor.5:18).

Este libro no se propone atacar esas doctrinas y corrientes teológicas confusas y hasta heréticas. El trigo y la cizaña crecen juntos. No nos proponemos en esta obra arrancar cizañas. Jesús nos dice. ""No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo". (Mt.l2:29). Queremos que la gracia abunde y nos abra el camino a lo santo y recto delante de Dios. El mensaje de la gracia es suficiente para hacer que la buena semilla fructifique. Esa es la centralidad del Evangelio: el don de Dios para nuestra salvación. No queremos hacer una "teología contestataria" a corrientes teológicas que olvidan la centralidad de la gracia en el mensaje bíblico. Con este libro invitamos a todos a hacer una "teología

prepositiva" desde la gracia de Dios, de forma tal que contribuya a renovar nuestra misión.

La tradición evangélica que bebe de las fuentes de la tradición protestante se ha caracterizado por ser un pueblo de una fe en Cristo; de un bautismo en el Espíritu; de un libro, la Biblia; y de un don: la gracia de Dios. Cuando hoy estamos afirmando la identidad evangélica, este libro nos invita a recordar que la gracia de Dios en Cristo se constituye en parte esencial de esa identidad y tradición que nos legaron los reformadores. Nuestra

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identidad sustentada en la gracia de Dios no se vende por un "plato de lenteja", es fundamento de nuestra fe en el Cristo de la cruz y del sepulcro abierto. La gracia es una señal inequívoca de nuestra identidad evangélica. La propia Comisión Teológica Latinoamericana (CTL) es un regalo de Dios. Una afirmación de nuestras diversidades. En el prefacio de este libro se dice. "La CTL es un testimonio de que nuestras diversidades pueden constituirse en riqueza cuando las ponemos al servicio de la unidad de la iglesia". Esta Comisión es un esfuerzo conjunto de Visión Mundial (VM), Fraternidad Teológica (FTL), Comunidad de Educación Teológica Ecuménica Latinoamericana-Caribeña (CETELA), Asociación de Teólogos del I I I Mundo (ASETT), Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y el Consejo de Igle-sias Latinoamericano (CLAI). Encontramos una rica diversidad de tradiciones, organizaciones y confesiones eclesiales que nos recuerdan que bajo la gracia de Dios nuestras diversidades se convierten en bendición.

La CTL está compuesta por una rica diversidad de teólogos y teólogas. Los artículos han sido escritos por una lista de teólogos y teólogas "de lujo". Sin olvidar el rigor de la academia, desde un principio, como hombres y mujeres de iglesia, nuestras reflexiones partieron de nuestra espiritualidad como miembros de nuestras comunidades de fe. Teología es lo que hace el pastor, el predicador, la reflexión de la propia iglesia. Este libro es un servicio humilde para que entre todos podamos discernir con sabiduría, bajo la gracia de Dios y el poder de su Espíritu, las señales y los desafíos que como Pueblo de Dios debemos asumir.

El libro fue diseñado de una manera muy sencilla. En su prefacio, "Gracia, Cruz y Esperanza", reprodujimos el texto base que la CTL publicó en el 2003. Fue una publicación atractiva que pretendió divulgar el tema e invitar a las iglesias, teólogos/as, instituciones teológicas, organismos de iglesia y pastores a un quehacer teológico renovado, teniendo a la gracia como elemento importante para estos tiempos que corren. Este texto alcanzó un impacto. Por el valor del mismo, por la invitación a la reflexión y por la información que provee decidimos publicarlo en su totalidad como prefacio. El libro se

compone de dos partes centrales: Una, "la gracia en la vida de la iglesias". Es el descubrir desde nuestra identidad y pertenencia a la comunidad de fe el mensaje bíblico de la gracia. Se combinan la reflexión bíblica profunda, con la experiencia congregacional y el quehacer teológico con sentido pastoral en temas tales como: cruz, esperanza, reconciliación, espiritualidad.

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JO Gracia, cruz y esperanza en América Latina

Dos, "viviendo

la gracia en América Latina". Un esfuerzo por relacionar el tema de la gracia con desafíos para la misión de la iglesia en este siglo. Es un aporte a la pastoral de nuestras congregaciones locales.

Cerramos el libro, en su conclusión, reafirmando la urgencia, la necesidad y el sentido pastoral que nos convoca a afirmar la gracia, cuando la iglesia es desafiada desde su interior y por el mundo exterior. Un llamado a perseverar en la gracia como símbolo de nuestra identidad, de nuestra esperanza y de nuestra misión.

La CTL ofrece este libro como un aporte a nuestras iglesias para que juntos y juntas profundicemos en el tema de la gracia por su relevancia en este

momento: como reafirmación de nuestra identidad, como proclamación de nuestra esperanza, como gratuidad de Dios para un mundo marcado por el consumismo e individualismo, como quehacer teológico que nos permita reorientar una reflexión ''teológica prepositiva" frente a pensamientos con-fusos, como un afirmar la vida frente a las señales de muerte. Es un aporte que esperamos contribuya a nuestra misión como iglesia. "Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte" (Efesios 2:8-

9)Al mismo tiempo, es una invitación para que cada uno de nosotros,

nuestras iglesias,

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nuestras organizaciones, nuestros teólogos y teólogas, pastores y pastoras para que contribuyamos a profundizar el tema de la gracia. Proclamemos a este mundo en pecado y desgracia, a este mundo que pierde sus valores éticos, morales y espirituales, que Cristo, como don de gracia de Dios, nos ha liberado de la ley del pecado y la muerte (Romanos 8:1). En medio de esta América Latina que Dios nos ha colocado como pueblo suyo, no dejemos de proclamar que "poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda su gracia" (II Cor. 9:8). Que la gracia de Dios, como bendición de lo alto, camine por nuestras calles y ciudades, corra por campos y poblados, toque las puertas de nuestros hogares y comunidades, que llegue a nuestras vidas renovando nuestras motivaciones y espiritualidad. Este

es el "kairos de la gracia": que la gracia abunde.

Israel BatistaSecretario General del CLA1.

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Comisión Teológica Latinoamericana

La Comisión Teológica Latinoamericana (CTL) está permanentemente a la escucha de las iglesias, pues quiere interpretar con ellas la acción de Dios en nuestro continente latinoamericano y

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alentarnos a descubrir juntos por dónde pasa la vocación misionera de la Iglesia el día de hoy.

La Comisión Teológica Latinoamericana (CTL) está compuesta por teólogos y teólogas, y biblistas de tradiciones y perspectivas teológicas diferentes. Esta Comisión es un testimonio de que nuestras diversidades pueden constituirse en riqueza cuando las ponemos al servicio de la unidad de la Iglesia. La CTL es un esfuerzo conjunto de la Fraternidad Latinoamericana (FTL), la Comunidad de Educación Teológica Ecuménica Latinoame-ricana-Caribeña (CETELA), Visión Mundial (VM), Asociación de Teólogos del III Mundo (ASETT), el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI).

Hoy la Comisión Teológica

invita a todas las iglesias, instituciones teológicas, organismos de iglesias, teólogos, biblistas y pastores de América Latina, a continuar en un proceso de reflexión teológica sobre el tema central de la gracia de Dios. La Teología es la reflexión de la Iglesia sobre la voluntad de Dios para el mundo y la tarea que le corresponde a la Iglesia al servicio de esa voluntad. Es reflexión sobre la misión y en la misión.

Teología es lo que hace el pastor o el predicador cada semana cuando intenta discernir a partir del texto bíblico la voluntad de Dios para la comu-nidad que se congrega en adoración y en alabanza. Teología es la reflexión.

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que la Iglesia hace sobre su propia visión. Teología es la búsqueda que señala la acción de Dios en el mundo, para poder ser más inteligentes en nuestra labor evangelizadora.

La Comisión Teológica quiere reflexionar sobre el tema de la gracia porque ha escuchado que es una preocupación creciente en las iglesias. Los amigos y amigas que reciban esta carta podrán juzgar si esto es verdad y si para ellos, para ellas y para sus iglesias el tema de reflexión sobre la gracia es vital y pertinente. La CTL quiere estimular la reflexión teológica como comunidad. No se trata de que un grupo privilegiado pueda reflexionar, escribir y pasar un mensaje para que los demás lo consuman. Más bien buscamos cuestionarnos e inspirarnos recíprocamente, alentarnos contándonos nuestras experiencias de la gracia de Dios, nuestra ansia por una mayor manifestación de ella, nuestro anhelo de colocarnos junto a nuestras iglesias al servicio del propósito gratuito de Dios para toda la creación.

La Comisión Teológica, por su diversidad, a través de sus organismos auspiciadores, tiene para este ejercicio una posición ventajosa. Cubre todo el continente, se vincula con las iglesias y organismos de iglesias de la región, está en relación con todas las corrientes evangélicas o aun con aquellas que, sin integrarla, están en diálogo. Es una caja de resonancia de las iglesias. Espera que pueda ser sierva útil para alentar la reflexión de las iglesias y su compartir, de tal manera que todos podamos desafiarnos y enriquecernos.

Estimulando la reflexión, buscamos estimular la fidelidad al evangelio y el darnos unos a los otros y a toda la población latinoamericana, razón de nuestra vida y esperanza como comunidad de fe.

Se inicia este proceso con una primera reflexión sobre este tema central en la vida y en la espiritualidad de nuestras iglesias, la gracia de Dios, que, por cierto será continuado por muchos otros y otras que irán surgiendo a medida que caminemos juntos en la búsqueda de obediencia y fidelidad a Dios.

¿Por qué la Comisión Teológica ha elegido este tema de la 'gracia de Dios' para iniciar estas reflexiones teológicas? Podría haber muchos otros temas igualmente importantes, como el amor de Dios por los pobres, la necesidad de justicia en la tierra, la proclamación del evangelio con pertinencia y fidelidad, entre otros. De alguna manera la CTL está escuchando el palpitar del corazón latinoamericano que pide una mayor comprensión y una mayor exposición a la gracia de Dios, la actitud misericordiosa, amante

que se abre como padre y madre a todos sus hijos para convocarnos a una vida de confianza recíproca.

Desde la creación, (Génesis 1:31), pasando por la edificación de un pueblo cuya vocación será bendición para todos los pueblos, (Génesis 2 y 1:3), culminando con la encarnación del Hijo de Dios, (Juan 1:14), todo es gracia, generosidad y posición favorable de Dios hacia toda la Creación, (Salmo 104, en particular el versículo 30).

La Biblia no desconoce la magnitud del pecado humano, la cruz que muestra la tragedia no permite ningún falso optimismo. Toda esa realidad oscura, que llevó al surgimiento de todo un sistema sacrificial y sacerdotal, es confrontada con la gratuidad de la acción de Dios, y como dirá el apóstol más tarde: "...donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia", (Romanos 5: 20).

Jesús, al inicio de su ministerio, se coloca en la tradición profética y anunciadora del jubileo, la liberación, el año agradable del Señor, (Lucas 4.18 - 21). El perdón, la vida abundante, el nuevo comienzo de la historia humana, todo estaba presente en la vida y ministerio de Jesús. A la proclama en Nazaret sigue su apasionado amor por los pobres, los enfermos, la niñez, los pecadores, las prostitutas, los solitarios. A una historia humana de rebelión contra Dios, la gracia divina, la gratuidad de Dios responde con el afecto de vida nueva en Jesucristo. Jesús no presupone méritos en aquellos a los que llama, al contrario, son 'los trabajados y cargados' a quienes promete descanso y participación en su tarea liberadora, (Mateo 11-28 - 30). Es la gracia reparadora y habilitadora que también vemos en acción frente al paralítico traído por amigos (Marcos 2: 1-13). Perdón, salud, responsabilidad: "levántate y anda". Su propia muerte en la cruz, suprema manifestación del pecado humano, personal y estructural, -los hombres lo rechazan, el Imperio lo ejecuta-, es transformada por la gracia de Dios en una reafirmación de su voluntad salvífica llevada al límite del sacrificio final, (Juan 12-32).

El apóstol Pablo descubre la dimensión gratuita de Dios a través de su experiencia en el camino de Damasco. Reflexionando sobre ella, viendo que él ha sido aceptado sin ningún mérito de su parte, que la disposición gratuita, amante, de Dios lo ha recibido tal cual es para darle la libertad de ser apóstol de los gentiles, Pablo ve en el esfuerzo de querer imponer de nuevo la ley, un rechazo a la gratuidad. Protesta contra los sistemas sacerdotales que surgieron en el pueblo de Israel, en los que la gracia era susti-

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tuida por sistemas de sacrificios y sistemas de pagos que reducían la expresión de la piedad religiosa a una dimensión de negocio y de intercambio: "te doy para que me des". Por el contrario, un excelente ejemplo de la actitud de Pablo está en la pequeña carta a Filemón, en la cual devuelve el esclavo fugitivo a su dueño social, 'en la cultura de la época', pero con la palabra ad-monitoria: 'recíbelo como a un hermano'. Ya no hay más una relación de compra y propiedad, ya no hay una sumisión obligada por la ley o por la fuerza: hay una aceptación de la hermandad, de la fraternidad, de la nueva realidad que Dios ha traído en Jesucristo.

Pablo considera que la misma fe, que se produce por el encuentro de la gracia con la vida de cada persona, no puede ser considerada como obra, (Efesios 2:8-10). Más bien la fe y las obras pueden expresar, manifestar la realidad de la gracia que está operando ya gratuitamente. El ejemplo del apóstol Pablo es interesante porque a lo largo de la historia, tanto en el An-tiguo Testamento como en los siglos de la Iglesia Cristiana, siempre vamos a encontrar intentos de reestructurar, de recrear un sistema sacerdotal, un sistema sacrificial que privilegia la función del sacerdote como intermediario entre Dios y el hombre y que coloca pasos, condiciones que han de cumplirse para obtener acceso a la gracia de Dios. El rechazo del apóstol Pablo es fundamental para que comprendamos también hoy que todo es gratuidad en la relación de Dios con los pueblos, que todo es amor en la relación de Dios con la creación, que todo es partir hacia un mañana diferente en la promesa permanente de la acción del Espíritu en la vida de los creyentes y en la vida de toda la creación.

En la predicación de la Reforma Protestante y en su llegada a América Latina, la dimensión de la gracia fue recuperada con fuerza y levantada como bandera fundamental de la definición de lo cristiano. La 'sola gracia' era afirmación central que se levantaba como expresión del nuevo descubrimiento de la antigua verdad de que Dios es pura gratuidad y que a Dios no llegamos ofreciéndole ofrendas, sino adorándolo en espíritu y en verdad. La tendencia del poder sacerdotal ha estado presente a lo largo de la historia y se manifestaba con fuerza en el Siglo XVI, cuando todo el sistema de indulgencias y de premios y castigos se imponía en la instrucción y la conciencia de los cristianos para obligarlos a someterse a una disciplina sacerdotal. Pero no pensemos que eso perteneció solamente a los años en que teníamos una iglesia unida en el occidente, sino que continúa aún latente, presente, y en cada una de nuestras iglesias. Hay sistemas que llaman al sacri-

ficio y que buscan de alguna manera comprar a Dios. Los reformadores, in-sistimos, solo conocían la gracia de Dios. La fe bíblica, la fe cristiana solo conoce el Dios del amor sin límites y sin condiciones, todo lo demás es fruto agradecido, todo lo demás es manifestación del amor, todo lo demás es respuesta espontánea a la gracia recibida.

En América Latina, el protestantismo se colocó en la tradición bíblica paulina y en la tradición reformada, pero probablemente no abrimos todavía la dimensión de la gracia a toda la realidad latinoamericana. Parecería que la limitamos a la acción sacramental del perdón que se obtiene a través del arrepentimiento y la fe en Cristo. No nos hemos dado cuenta de que si Dios es gratuidad, de que si Dios es gracia, esto tiene que tener consecuencias en la forma en la cual nos relacionamos los unos con los otros y con toda la sociedad.

Hasta aquí hemos dicho que la Comisión Teológica ha encontrado vital el tema de la gracia para la consideración en América Latina, su centra-lidad bíblica y su importancia en la historia de la Iglesia; pero tenemos que agregar que la elección de este tema tiene que ver también con la lectura del KAIROS, el tiempo actual de Dios en América Latina. Primero, porque en el mundo la cultura prevaleciente se ha hecho muy dura, nada graciosa o gratuita; parecería que somos, que existimos si estamos en el proceso productivo. Grandes sectores de la población, millones de seres humanos son marginados por nuestro sistema actual, competitivo, porque no pueden sobrevivir con reglas de juego que están cargadas en su contra.

En el año 2000, el CLAI, la FTL y las Sociedades Bíblicas Unidas orga-nizaron un encuentro con las autoridades del Banco Interamericano de De-sarrollo (BID). Allí, hace menos de tres años, precisábamos que la pobreza estaba aumentando en América Latina y que nos preocupábamos por la creciente marginalidad de amplios sectores de la población. Lamentablemente, hoy en día, tenemos que decir que la marginalidad es un mal crónico, endémico, terrible y que la pobreza está llegando a límites increíbles. El propio BID nos informa que en el año 2002 en América Latina 18 millones se sumaron a la pobreza, la cual alcanza ya el 56% de nuestra población. Cifras que algunos consideran conservadoras.

Agreguemos a esta crueldad de la sociedad imperante, los efectos de este desplazamiento del ser humano hacia lo que es como productor, y no lo que es como persona convocada por Dios a la vida abundante. La mujer es

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golpeada, niños son abandonados, hay innumerables víctimas de los conflictos bélicos que sacuden muchos de nuestros países. La cultura, que es crea tividad humana, es dada por Dios para que con los dones que se nos han concedido podamos edificar el habitat humano basado en los valores de solidaridad y de ayuda recíproca. Sin embargo, la cultura se está convirtiendo en transmisora de valores alienantes, valores que no tienen nada que ver con la voluntad salvífica y liberadora de Dios para los seres humanos. En consecuencia, predicar la gracia de Dios el día de hoy, en América Latina, es confrontarse a una sociedad y a una cultura que debe ser sacudida, que tiene que ser desafiada, invitada a ver con mayor profundidad el valor de cada criatura humana, de toda la creación a los ojos de Dios.

Hay otro programa conjunto que está reflexionando sobre "Fe y Eco-nomía", y los primeros materiales que ha producido ya están circulando. Ambos procesos, la reflexión sobre la economía y la reflexión sobre la gracia, van caminando paralelos y buscan equiparnos a todos para una más inteligente y consagrada ciudadanía cristiana.

En segundo lugar, tendremos que decir que las iglesias formamos parte de la cultura preponderante, y casi sin darnos cuenta o a veces dándonos cuenta y queriéndolo, sucumbimos a los cantos de sirena del sistema y acep-tamos como criterios del éxito en la vida de nuestra iglesia la competitivi-dad, la cantidad, criterios de éxito que prevalecen en el mundo secular.

La predicación del Evangelio, que es convocatoria a reconocer el abrazo de Dios, es dejada de lado para convertirse en una invitación a una nueva ley, en la que nos acomodemos a los valores imperantes y podamos ser más que los "otros" con más poder, con más fuerza.

Aquí tenemos que preguntarnos por las formas inteligentes y espirituales de vivir la gracia de Dios en la realidad del mundo de lo político, de lo social, de lo cultural pero siempre manteniendo el espíritu de la cruz, de aquel que "siendo igual a Dios no tuvo por usurpación quedar en la forma de Dios sino que se anonadó a sí mismo, tomó la forma de siervo, se hizo semejante a los hombres, se humilló a sí mismo, obediente hasta la muerte, una muerte de cruz" (FU. 2:6-8). Ese es el camino que la misericordia divina ha transitado por todos los siglos, para toda la humanidad y es el camino que estamos invitados a recorrer hoy en medio de la sociedad competitiva, en medio de una sociedad que no tiene referencia trascendente, que no tiene lugar para la palabra de Dios.

En este debate entre la gratuidad de Dios y las pretensiones de logros de la sociedad contemporánea, tenemos que preguntarnos si algo del sistema de ofrendas sacrificial tan criticado por los profetas se nos cuela en la práctica eclesial: "te doy para que me des". Es la fe que se da en transacción prácticamente comercial. Detrás de todo esto, puede haber un gran espíri tu de ofrenda que debe ser justamente valorado, pero lo importante es reconocer que todo es gracia y que a la gracia de Dios debemos remitirnos una y otra vez.

Inevitablemente, cuando pensamos en nuestra cultura y en sus valores dominantes, nos volvemos críticos y señalamos las manifestaciones del pecado estructural que prevalecen en su cosmovisión y en los valores que se afirman, y, sin embargo, tenemos que dar gracias a Dios por la cultura en la cual vivimos y por los valores de solidaridad que se están manifestando en ella y que existen como una realidad de la gratuidad de Dios en la vida de los pueblos.

En las situaciones de dificultad que conocen pueblos como la Argentina, se puede criticar lo que el sistema ha hecho para reducir a la miseria a tanta gente, pero, al mismo tiempo, se tienen que valorar las manifestaciones de solidaridad, de ayuda recíproca que se están dando a lo largo y a lo ancho del país. Tenemos que recordar muy especialmente que la vida de nuestras iglesias, en sus mejores momentos, ha sido una manifestación de la gracia de Dios en términos de cariño, ternura, afecto, y ha permitido la redención de millones de vidas.

La teóloga pentecostal Elizabeth Salazar durante la reunión de nuestra CTL nos decía:

" ... en este mundo de los pobres, el elemento que ha contribuido a la in-serción evangélica es el intenso carácter comunitario, la solidaridad que se da entre sus miembros, hombres y tnujere^ la fuerza de la acogida a todo tipo de personas afectadas y dañadas, física, emocional v psicológicamente por múltiples experiencias de precariedad, carencia, soledad, fracaso, frustración, entre otras situaciones. La experiencia que hemos tenido como observadores y parte integral de estas iglesias, es que las comunidades evangélicas constituyen una red de personas \ grupos que influyen notablemente y en la disposición de los comportamientos individuales y también afectivos de cada uno de sus miembros. Al hablar de la realidad actual entonces, no podemos solo hablar de lo crítico de la situación actual; hemos hablado bastante de lo penoso de

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nuestra realidad latinoamericana y caribeña, sino que quisiera mas bien mencionar los signos de vida que hay, signos de esperanza que se respiran como buenas nuevas de lejanas tierras y cercanas tierras, buenas nuevas de gran gozo. La contribución de la población evangélica a la sociedad, a la cultura, lo social y comunitario se debe conocer y reconocer: los logros que se hacen en el campo de la prevención del daño psieosocial, en el campo de la protección del medio ambiente, en el campo de la superación de la pobreza, de la marginalidad: aquí no es que quiero referirme a la teología de la prosperidad, sino más bien a las acciones de solidaridad y a la creatividad que se tejen en redes maravillosas de acción concreta de misión evangélica de gratt/idad; son redes de paz en medio de la violencia, son redes de paz en medio de la injusticia, son redes de paz en medio de los poderes represores, paz y amor, paz y justicia, paz y libertad".

Algunas líneas finales que esperamos humildemente puedan ser pistas de reflexión en el trabajo del futuro, al cual invitamos a todos y a todas a participar:

Primero: la gracia de Dios, la gratuidad, el amor son la entrada inicial de la vida cristiana; la comprensión de la disponibilidad incondicional de Dios que nos acepta tales cuales somos, que involucra nuestras relaciones con la cultura circundante y que involucra todo el ecosistema: nada es ajeno a la voluntad amante de Dios. Nada puede ser ajeno a quienes se reconocen incorporados en esa voluntad. Somos libres para liberar, somos amados para amar.

Segundo: la experiencia de la gracia es una experiencia de descanso en Dios, de reposo; la Iglesia es convocada a la celebración de esta buena disposición de Dios. Por eso la fiesta es parte de su ser cotidiano, la fiesta expresa la alegría incontenible de los que saben que, sin importar lo que vaya a pasar en el mundo, Dios tiene la palabra final. Y la ternura, el apoyo fraterno que se da en

la incorporación a la comunidad de fe es parte del movi-miento del amor redentor de Dios que nos acepta y que nos rehabilita. La fiesta y la alabanza corresponden a la conciencia de la gratuidad del amor de Dios hacia cada uno de nosotros. Las iglesias no son, entonces, comuni-dades de ley, de disciplina, sino comunidades de celebración, de fiesta, de alegría, de esperanza.

Tercero: en la realidad actual de América Latina, la fuerza del sistema económico que margina a grandes sectores, es la antigracia, es la des-gracia.

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La opresión estructural debe ser denunciada y desafiada. Como dice Elsa Támez: "...« estos temas profundamente teológicos,l¡a gracia, la cruz, la espe-ranza, no están relacionados con la pobreza, violencia, justicia, corrupción o con la impunidad que se vive en nuestro continente, no tienen ninguna relevancia, aparte de tal vez calmar las almas atormentadas de algunos individuos por pecados no identificados ".

Y es aquí donde entramos en el tema de la cruz. La gracia se reconoce en la cruz de Cristo como suprema identificación con el ser humano en los niveles más alienados de su ser, solidaridad hasta lo sumo y transformación a partir del abismo de la muerte en la posibilidad de vida nueva que es la mañana de resurrección. Al considerar el tema de la cruz, en el contexto de América Latina, nos dice Elsa Támez:

''no solo ha habido tantas muertes por la violencia militar, sino que la pobreza está causando cada vez más muertes prematuras en los momentos del actual orden económico: Centro América, Argentina, además del eterno invierno de Haití, exigen una historización de la teología de la cruz. ¿Es que la Teología de la Cruz no tiene nada que decir a las muertes? ¿no es 'vidas' en lugar de muertes? ¿arrebatadas antes de tiempo y muchas veces injustamente? La esencia de la teología cristiana está marcada por la fe en un ser crucificado que fue resucitado por Dios". Este ser llamado Jesús de Nazaret fue arrestado, torturado y finalmente crucificado por las fuerzas militares y legales del Imperio Romano. La frase litúrgica que señala que Cristo fue entregado por nuestros pecados, desgraciadamente hace invisible esta situación conflicíiva, la lleva a un grado abstracto sin contexto histórico e intimista y los Evangelios son muy claros al narrar la vida de Jesús de Nazaret'.

La total identificación de Dios con el marginado, con el perseguido es visible en la profundidad de la cruz, y en esa misma profundidad descubrimos la gratuidad de Dios, que levanta al crucificado en la mañana de la re-surrección, lo rehabilita delante de toda la creación,

levanta a los perseguidos para darles seguridad de vida nueva y nos convoca a desarrollar esperanza contra toda desesperanza. El gran problema de nuestra América La-tina el día de hoy es precisamente la carencia de esperanza. La inmensa mayoría de la juventud está soñando con salir de América Latina y partir hacia el mítico El Dorado de los países nórdicos. La búsqueda de pasaportes y de raíces europeas para poder marcharse es frenética y triste. Difícilmente

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puede la iglesia levantarse a señalar con el dedo acusador a los que buscan de esa manera una solución para sus problemas y los problemas de su familia inmediata; pero, evidentemente, la solución de los problemas de América Latina exige que los que se quedan como los que parten tengan la conciencia plena de que somos solidarios y de que debemos buscar un mañana nuevo para todos.

La visión de la resurrección nos invita a levantar bandera de esperanza, aun cuando todo parezca ser muerte. Sabemos que aquí o allá, lejos o cerca, debemos seguir trabajando para superar las fuerzas de opresión y pa ra alentar la resistencia junto a nuestros pueblos.

Cuando hablamos de Teología de la Cruz, no solo hacemos referencia a la identificación en Dios al levantar al humillado hacia posibilidades de vida nueva; hacemos referencia también al hecho de que todo sistema sacrificial, toda exigencia de nuevos sacrificios de los pobres y desheredados del mundo está fuera de consideración.

Una historia que hemos venido escuchando por más de una generación en nuestro continente, es la de la paciencia que hay que tener en esta generación para que las generaciones venideras puedan tener un futuro mejor, sin que ese futuro mejor pueda vislumbrarse. La cruz nos invita a participar con Jesucristo en la labor liberadora, en la labor redentora, Él es el único Salvador, pero nos invita a unirnos a su yugo y a trabajar junto con El, a anunciar la plena liberación y el nuevo día, el nuevo año de Dios para toda la comunidad latinoamericana.

La invitación de Jesús a tomar la cruz no es sinónimo de aguantar la cruz, de tolerar el sufrimiento que se nos impone. Cuántas personas en América Latina han sufrido a partir de una Teología de la Cruz que impli caba aceptar el sufrimiento, llevándolo sin resistencia y sin protesta. La cruz que se asume es la cruz que participa en la protesta y si trae consigo sufrimientos los asume plenamente en la compañía de Jesús, para intentar transformar toda la realidad. De ninguna manera se ha de ver en el sufrimiento un mérito o una imposición de Dios. Él nos llama a participar en su camino de cruz, que es un camino de vida abundante, porque es un camino de amor, un camino de entrega por el prójimo, un camino de comunión plena con Jesús de Nazaret y con su proyecto liberador para toda la humanidad.

La visión de la gracia y de la cruz alimenta la resistencia y la lucha por las transformaciones históricas necesarias. Porque Dios es gracia, porque su

amor es permanente, siempre podemos volver a la raíz fundamental de nuestra existencia cristiana y desde allí obtener la fuerza necesaria para en-frentar las luchas de cada día. No hay resignación alguna al contemplar la cruz: hay convocatoria al discipulado, hay anuncio gozoso de una gracia que perdona, de una gracia que libera, de una gracia que equipa y más aún, de una gracia santificadora que nos envía a participar en la renovación de todas las cosas en la creación que Dios tanto ama.

Una revisión crítica de nuestra Teología de la Cruz nos sacará de nuestra resignación fatalista a los sufrimientos imperantes en el mundo, eliminará la posibilidad de desarrollar una teología triunfante en la que nuestros méritos, nuestros sufrimientos y sacrificios sean condición para recibir la gracia de Dios. Esa Teología de la Gracia, esa Teología de la Cruz, nos llevará a aceptarnos tal como Dios nos acepta en nuestra pequeñez humana y en una promesa divina de transformación de dicha pequeñez, para ser instrumentos útiles en sus planes para el Reino de Dios.

La Teología de la Cruz es una protesta vehemente contra los poderes terrenales que imponen su fuerza y no se reconocen también contenidos, apelados, desafiados por la bondad gratuita de Dios. La Teología de la Cruz es afirmación de solidaridad, es invitación a la participación, es seguridad de la presencia divina, es desafío a las potencias dominantes; es, en suma, una esperanza hecha militancia cotidiana.

Otros documentos más específicos y profundos seguirán a esta primera carta introductoria. Pero lo importante es seguir haciendo una reflexión comunitaria: ¿cómo experimentamos la gracia de Dios en nuestras iglesias respectivas?; ¿cómo la vivimos en nuestra predicación, en nuestra enseñanza?; ¿cómo confrontamos las situaciones difíciles de cada día a partir de la gratuidad de Dios y de la segundad de su amor sin límites?; ¿cómo contemplamos la cruz, como discipulado en el camino de la esperanza?; ¿cómo vivimos la gracia renovadora de Dios confrontando todos los problemas personales y estructurales?. Sí, la gracia de Dios abraza toda la realidad presente y futura, y en ese presente y futuro convoca a vivir en la esperanza, a vivir en la anticipación de lo que Dios quiere producir para todos nuestros pueblos. Sigamos por este camino de la gracia, que en él encontraremos la ayuda y el socorro oportunos.

Esta es una invitación inicial, que a nombre de nuestra Comisión Teo-lógica Latinoamericana, queremos hacerle para, juntos y juntas, reflexionar

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Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina

sobre el significado y el sentido de "la gracia, la cruz y la esperanza" en medio de las realidades de la vida cotidiana. Como CTL no queremos centralizar los esfuerzos y las producciones bíblicas y teológicas. Aspiramos con sencillez a ser facilitadores de procesos y actividades diversas. En este sentido solicitamos

1.- A los organismos participantes de la CTL, que proyecten iniciativas, actividades y producción de materiales bíblicos y teológicos.

2.- A los organismos de iglesias que no son parte de la CTL, a que se sumen a este esfuerzo. Nuestra Comisión es un espacio abierto para los que sientan convocados por Dios.

3.- A las iglesias, que incluyan en sus agendas de trabajo y de discipulado, el tema de la gracia en relación con la misión pastoral que diariamente nos esforzamos por cumplir.

4.- A las instituciones y seminarios teológicos, que contribuyan con la riqueza de sus reflexiones y estudios a profundizar en el significado y el sentido de este tema. Invitamos a las instituciones, a sus profesores y estudiantes a que se "enamoren" y hagan suyo este proceso de reflexión.

5.- A nuestros teólogos, teólogas y biblistas, para que nos ayuden con la producción de materiales para nuestras iglesias y nuestros líderes. Que el tema de la gracia nos ayude a renovar el campo de la reflexión bíblica latinoamericana.

6.- A los pastores y pastoras que, en el bello y a veces difícil ministerio al cual Dios les ha llamado, conocen lo que significa la gracia en medio de la falta de esperanza y del pecado que caracterizan la vida de nuestros barrios, ciudades y pueblos. Que ese ministerio de la gracia al cual sirven les haga proclamadores de

la gratui-dad del amor de Dios.

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pensamiento y fortalece la vida de nuestras iglesias. Es un llamado a discernir la gracia de Dios en tiempos difíciles. Es una invitación a permanecer fieles a la gracia de Dios.

"...por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios". (Efesios 2:8)

Lamentablemente, a veces sentimos que distorsiones teológicas afec-tan la vida de nuestras congregaciones y confunden a muchos que están fuera de nuestras iglesias. No queremos hacer una teología reactiva o de diagnóstico frente a esas realidades. Creemos que Dios nos ha llamado a dar testimonio de su gracia. Que esa gracia de Dios es la que renueva nuestro

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I. La gracia en la vida de la Iglesia

LA SOBREABUNDANCIA DE LAMULTIFORME GRACIA DE DIOS:

Dimensiones bíblicas de la gratuidad divina

Juan Stam

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Pocos términos son tan centrales al pensamiento bíblico como la pala-bra Gracia. Siguiendo a San Agustín y a los Reformadores, en nuestro tiem-po Karl Barth ha destacado la importancia del binomio "gracia/gratitud" (jarís/eujansüa), al insistir en que la gracia debe ser el principio central de nuestra teología y la gratitud el motor central de nuestra ética (Dogmática IV/1 p.41).1 Como afirma la segunda respuesta del Catecismo de Heidel-berg, nos es necesario saber tres verdades básicas: cuan grande es nuestro pecado, cuan grande es la gracia de Dios que nos ha redimido, y cuan gran - de debe ser nuestra gratitud a Dios por su gracia.

Los Reformadores evangélicos insistían en entender la gracia de Dios como su favor en su actuar hacia nosotros (favor dei), y no como alguna substancia mística ni una fuerza mágica (gratia infusa). Hoy se suele enten-der la gracia como "perdón gratuito" o como "favor no merecido", pero es importante entender que en realidad es mucho más que eso. Cuando estu-diamos con cuidado las enseñanzas bíblicas sobre la gratuidad divina, enten - deremos mejor su amplitud, riqueza y significado para nuestra vida, hoy .

Cf. G. Berkouwer, The Triumph ofGrace in the Theology uf Karl Barth (Londres: Paternóster 1956).

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26 Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina 27

Algo que podría enriquecer mucho nuestra fe y nuestra vida cristiana sería engrandecer nuestra visión de la gracia de nuestro Dios. Nos pueden inspirar las palabras de San Pablo: "allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Ro 5:20, cf. 5:16). En el trasfondo de la frase estaba la tradición judía según la cual en los tiempos finales el mal llegaría a sus extremos, pero mucho mayor sería la gracia divina contra él. Según el concepto judío y bíblico, la gracia supera al pecado tanto cuantitativa (por tener mayor fuerza) como cualitativamente (por ser de carácter superior, por tener un significado mayor). En términos parecidos, la primera epístola de Pedro habla de "la multiforme gracia de Dios". (1 Pedro 4:10; cf. 5:10, "el Dios de toda gracia").

En esta ponencia exploraremos algunas dimensiones bíblicas de la multiforme y sobrabundante gracia de Dios . Estrictamente, el punto de partida para este tema debe ser el éxodo como liberación del pueblo oprimido, cuando Dios se reveló como el "Yo soy el que soy" (o mejor, "seré el que seré"). Habiendo descubierto la bondadosa y liberadora gratuidad divina en el éxodo, el pueblo creyente proyectó ese descubrimiento sobre sus propios orígenes (los patriarcas) y más allá, hasta el origen y sentido del mismo universo (la creación). Por eso, comenzaremos con aspectos relacionados con el éxodo, iremos hacia atrás para ver el pacto patriarcal y la creación, y después seguiremos adelante hacia la redención en Jesucristo. Nuesto propósito es destacar la amplitud y la riqueza de la gracia de Dios.

1. El éxodo fue pura gracia divina

El idioma hebreo no tiene ningún vocablo que corresponda exactamente a nuestra palabra "gracia", de modo que la gratuidad del éxodo tie ne que expresarse en otros términos. Encontramos el hecho de la gratuidad en la misma introducción al relato del éxodo:

"Los israelitas ... lamentaban su condición de esclavos y clamaban pidiendo ayuda. Sus gritos desesperados llegaron a oídos de Dios, quien al oír sus quejas se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. Fue así que Dios se fijó en los israelitas y los tomó en cuenta (Ex. 2:23-25).

"Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias. Así que he descendido para liberarlos del poder de los egipcios y sacar-

los de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa ... Han llegado a mis oídos los gritos desesperados de los israelitas, y he visto también cómo los oprimen los egipcios ...Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo" (Ex 3:7-10).

No podría quedar más claro que la liberación del pueblo fue por la mi - sericordia y el poder de Yahvé, no por los méritos ni el poder de ellos . Eso se confirma en todo el desarrollo de la historia, tanto, que podría conside rarse el tema central del relato. Este pueblo nació libre por la gracia y el poder de su Dios. Por otra parte, vemos desde un principio que la gracia de Dios es por esencia gracia liberadora . Fue poderosa para rescatar a Israel de las garras de la mayor superpotencia de la época.

Yahvé, el "Yo soy" que apareció a Moisés en la zarza, es un Dios que gratuitamente otorga libertad a su pueblo. Aunque el A.T. no describe a Yahvé con muchos adjetivos (Dios trasciende por esencia tales descripciones), repite, como una especie de fórmula litúrgica, que Yahvé es clemente (Dios de JaNaN, que tiene consideración del débil) y fiel a su pacto (Dios de JeSeD}. En el éxodo, Israel conoció a "Yahvé, Dios misericordioso (RaJñM) y compasivo (JaNaN), grande en amor fiel (JeSeD) y fidelidad" (^eMeT; Ex 34:5-6; c f. Sal. 86:15; 103:8; 145:8). Estos cuatro términos hebreos pueden tomarse en conjunto como equivalentes de nuestro concepto "gracia".'

2. El pacto con Israel fue pura gracia

Todo el Pentateuco, incluso Génesis, fue escrito después del éxodo y a la luz del éxodo. La liberación de la opresión en Egipto y el conocimiento de Yahvé dieron a Israel nuevas perspectivas sobre su propio pasado tribal. Una tradición Yahvista, en el relato del llamado de Abraham y Sara (Gen 12:1-9), describe el comienzo de su historia nacional como un acto libre del amor gratuito de Dios. Es especialmente significativo el contraste que hace con la torre de Babel (11:1-9). Babilonia (Babel) era la mayor superpotencia mundial del momento; Abraham y Sara, quienes eran de Ur (Babel), no tenían en sí mismos potencia ni para procrear un hijo ni para forjarse algún futuro como pareja. Los de Babel (Babilonia), en su prepontencia, pretendían escalar el cielo y lograr el dominio del mundo entero. En dirección in-

2 En otros contextos la gratuidad es expresada por el verbo "dar" por el concepto de pacto o por la acción del Espíritu de Dios.

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versa, Dios desciende a Abraham y Sara, les promete un hijo y una nación venidera (la anti-Babilonia) que en vez de opresión traerá bendición a todas las naciones de la tierra . Los de Babel decían, "hagámonos un nombre" (11:4); a Abraham Dios le prometió "yo engrandeceré tu nombre" (12:2). Aquí encontramos, a inicios de la historia bíblica, el contraste de dos esquemas opuestos: el esquema de la prepotencia que confía en sus propias fuerzas, y el otro esquema que confía en la gracia y en el poder de Dios.

Con Abraham y Sara, Dios pactó su gracia para la bendición de ellos, y por medio de ellos a todos los pueblos (Gen 12:1-9; 13:14-17; 15:1-21; 17:1-22; 18:1-14; 22:15-18). Fue un pacto de gracia y bendición. Esta última palabra, tan central al pacto con los patriarcas, en su sentido bíblico no signi ficaba una emoción religiosa (como se suele malentender "bendición" hoy) sino que significaba vida (Dt 30:19,20) y bienestar integral (Gen 49:25,26; Dt 28-30; cf. el Shalom). De hecho, esa "bendición a las naciones" por el linaje patriarcal es un tema central del libro de Génesis. Abraham bendice a Lot y las cinco ciudades devastadas por la coalición de Quedorlaomer (Gen 14) e intercede por Sodoma y Gomorra (Gen 18). Labán confiesa a Jacob que "gracias a tí, Yahvé me ha bendecido" (30:27,30). José, a quien el libro dedica sus catorce capítulos finales, después de haber sido esclavo y preso, se desempeña como Primer Ministro y Ministro de Agricultura en Egipto, planifica bien la economía (Gen 47) para poder proveer alimento, no sólo a los egipcios sino a su propio pueblo, los israelitas, y a todas las naciones circunvecinas. En José, el pacto de gracia se hizo comida, salud y vida para mucho pueblo (Gen 50:19,20).

En la base del pacto estaba la elección, no tanto para privilegio como para servicio (en sí un privilegio). El deuteronomista insiste en que esta vo-cación del pueblo era por la pura gracia de Yahvé:

"Porque para Yahvé tu Dios tu eres un pueblo santo; él te eligió para que fueras su posesión exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. Yahvé te ha amado, no porque eras el pueblo más numeroso, sino el más insignificante de todos. Lo hizo porque te ama y quería cumplir sus ju-ramentos a tus antepasados; por eso te rescató del poder del faraón ... y te sacó de Egipto con gran despliegue de fuerza" (Dt 7:6-8).

Aquí encontramos la "lógica ilógica" de la gracia. Dios no amó a Is rael porque fuera un pueblo más numeroso, ni más poderoso, ni aun más piadoso. En úlimo análisis, su acción salvífica nace de la libre gratuidad de

su amor, expresada por una redundancia implícita: "los amé porque los amé". Por eso muchos textos se refieren a "la gracia del pacto" o "el pacto de la gracia" (Sal 51.1; Dt 7.9,12; 2 R 13.23; 1 R 8.23; Dn 9.4; Neh 1.5;9.12-cf Sal 89:28; 106.45).

3. La creación es gracia

La gracia de Dios hacia nosotros no comenzó con el nacimiento de Jesús ni con su muerte en la cruz. Tampoco comenzó con Abraham y Sara. Comenzó con la creación del mundo. En las culturas de la época se explicaba el origen del universo sobre todo por pleitos entre los dioses (p.ej. entre Marduk y Tiamat). En otro momento, una nueva lucha entre los dioses podría echar todo al caos. Bien lo ha llamado Severino Croatto, la mitología de la opresión. En contraste marcado, según el relato de Génesis 1, un Dios bueno crea el mundo por su divina palabra, sin lucha ni oposición. Y el mundo que ha creado es bueno, no hostil ni amenazante. "La tierra está llena de la gracia (JeSeD) de Yahvé" (Sal 33:5; 119:64). En la creación descubrimos la presencia de la misma gracia soberana que convocó a Abraham y a Sara a un proyecto de vida y bendición y que liberó al pueblo de la opresión. El Dios que creó al universo es el mismo que liberó al pueblo.

En las Escrituras, la creación no es un tema de análisis "científico" sobre los orígenes del universo, sino más bien de reflexión teológica y, sobre todo, de adoración y alabanza al Creador (Sal 8; 19). El Salmo 136 exalta las misericordias de Yahvé, primero en la creación (136:4-9), después en el éxodo (10-22), y al final, curiosa y hermosamente, en el alimento que Dios provee para todo ser viviente (136:25; 104:27-28; cf. Sab 16:26). Por eso los judíos tenían una oración para dar gracias antes de comer (BiRKaT Ha-ZúAQ y otra oración después de comer (BiRKaT HaMaSoN). Ambas agradecen a Dios por alimentar a todas las criaturas vivientes y describen el alimento como gracia y misericordia.. ¡La comida también es gracia de Dios! El Antiguo Testamento suele describir la fidelidad del universo como el pacto fiel de Dios con su creación. En lo que nosotros hoy llamamos le yes naturales, los hebreos veían la fidelidad de Yahvé a sus promesas . Después del diluvio, Dios confirmó su pacto de fidelidad con "todo ser viviente" y con la tierra (Gn 9:9-13; cf. Is 54:9-10, "mi pacto de paz" con la creación). Las "leyes delante de mí" de Jeremías 31:35-36 son precisamente "mi pacto con el día y mi pacto con la noche" (Jer 33:20,25; cf. Sal 74:16; 89:35-

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Gracia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz y esperanza en América Latina

37; 148:3-6). Ese pacto expresa la gracia de Dios hacia toda su creación, corno también otros pactos plasman su fidelidad con Israel. Los profetas coordinan este pacto de la creación con "mi pacto con mi siervo David" (Jer 31:36; 33:21,26; cf. Sal 89:36-37). Los ritmos fieles del universo se fundamentan en el pacto de Dios con la creación (cf. Gen. 9.8-17) y, a la vez, confirman la fidelidad de la alianza de Yahvé con su pueblo (Jer. 33.20).

Con este trasfondo, los hebreos veían la vida misma también como gracia. El creer que era Dios quien daba los hijos, o quien abría el vientre, no se debía a ignorancia de los procesos de reproducción biológica, sino a la convicción de que Dios es, en último análisis, el autor y dador de la vida. Es el Señor quien "concede la gracia de vivir" (2 Mac 3:33). Según 1 Pedro, esposo y esposa son juntamente "coherederos de la gracia de la vida" (3:7). Toda la creación fue diseñada en miras a la vida, como afirma un hermoso pasaje de Oráculos Sibilinos:

"La noche oscura, el día y el sol, las estrellas y la luna, el mar de peces poblado, la tierra, los ríos, la boca de las fuentes eternas son creaciones suyas para la vida; y también las lluvias, que engendran el fruto de la tierra, los árboles y la viña, así como el olivo" (OrSib 4:13-17).

Esta teología de la creación significa que la belleza también es gracia. Es importante recordar que los primeros capítulos de Génesis no pretenden explicar el origen de las cosas (ni lo mencionan) sino cuentan cómo Dios se paró las cosas y ordenó el cosmos y adornó toda la creación. Los cielos son "la obra de sus dedos" (Sal 8:3). La creación fue la obra estética de un gran artista. El "decir divino" de Génesis 1, más que palabras pronunciadas (¿a quién? ¿en qué idioma?) parece expresar la intención de un artista que se propone crear belleza; el "bueno" (qué difícilmente tendría aqui sentido ético) parece expresar la satisfacción del artista de haber realizado bien su visión creativa. ¡La

obra salió como el artista la había soñado!

La dimensión estética de la creación se capta hermosamente en la Misa Campesina nicaragüense:

Creo, Señor, firmemente, que de tu pródiga mente todo este mundo nació, que de tu mano de artista, de pintor primitivista.

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la belleza floreció: Las estrellas y la luna, las casitas, las lagunas, los barquitos navegando sobre el rio rumbo el mar, los inmensos cafetales, los blancos algodonales y los bosques mutilados por el hacha criminal. Creo en vos, Arquitecto, ingeniero Artesano, carpinero, Albañil y armador. Creo en vos,Constructor del pensamiento, De la música y el viento, De la paz y del amor.

Otros textos que muestran que la belleza estética es gracia de Dios son los que la atribuyen a la acción del Espíritu de Dios. Para preparar todos los adornos del tabernáculo, Dios "llenó [a los artesanos] de espíritu de

sabiduría" (Ex 28:3) para trabajos de sastrería, escultura, perfumería, música y literatura (2 Sm 23:1-2; 1 Cron 15:1-3). De Bezalel y Aholiab se dice:

"...Yahvé ha escogido expresamente a BezaleL. y lo ha llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa, para hacer trabajos artísticos en oro, plata y bronce, para cortar y engastar piedras preciosas, para hacer tallados en madera y reali/ar toda clase de diseños artísticos y artesanías. Dios le ha dado a él y a Aholiab ... la ha-bilidad de enseñar a otros. Los ha llenado de gran sabiduría para realizar toda clase de artesanías, diseños y recamados en lana [bordados en azul], púrpura, carmesí y escarlata, y lino. Son expertos tejedores y hábiles artesanos en toda clase de labores y diseños" (Ex 35:30-36:2).

Un aspecto del significado de la palabra jaris (gracia), central a su sentido original, es precisamente la belleza, lo que da deleite y causa gozo por su hermosura. Gracia y belleza son conceptos afines; gracia y fealdad son términos mutuamente excluyentes. La palabra jaris (gracia) se asocia a menudo con jara (gozo) y ¡airó (gozarse). En cuanto a estos términos, H.H.

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32 Gracia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz y esperanza en América Latina

Esser señala que "los términos de la raíz griega jar indican lo que produce agrado" (Coenen 2:236). Jaris se usaba de la hermosura de una mujer bella (como la esposa de Hefaisto), de la belleza de los ojos, de joyas o de un jardín. Era nombre de "las siete Gracias" que repartían la belleza, la elegancia y el encanto entre los seres humanos (Coenen 2:237). A veces describe una manera hermosa y agradable de hablar, un lenguaje encantador (Le 4:22; Col 4.6; Ef 4:29).

Encontramos aquí, en la teología de la creación y en el concepto de la gracia, elementos valiosos para una estética bíblica.

4. Toda la acción redentora de Dios es pura graciaLa gracia de Dios alcanza su manifestación culminante en

la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. La generosa gracia divina se expresa con claridad en el más conocido texto del Nuevo Testamento: "Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Jn 3:16). En su gracia, Dios "no escatimó ni a su propio Hijo" (Ro 8:32). En el Hijo se encarnó visiblemente la gracia del Padre (Jn 1:14,16-17). Esa gracia se manifestó aun en las condiciones económicas de la vida de Jesús: "Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que aunque era rico, se hizo pobre para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos" (2 Co 8:9; todo el bloque textual de 2 Co 8-9 es un cántico a la gracia divina).

San Pablo plasmó la gracia salvífica en la fórmula, "la justificación por la gracia mediante la fe" (Ef 2:4-10; Ro 3:21-26; 5:1-2; Fil 3:8-10; cf. Heb 2:9). Los Reformadores evangélicos lo afirmaron con su sola gratia y solafi-de. La gracia de Dios es su favor hacia nosotros, de recibirnos como somos, perdonarnos nuestro pecado, y transformarnos en nueva creación.3 En muchos pasajes "la gracia" (Col 1:6; Hch 13:43) o "la palabra de su gracia" (Hch 14:3; 20:32) son sinónimos de "el evangelio". Pablo describe su mensaje como "el evangelio de la gracia de Dios" (Hch 20:24). Volver al lega-lismo es caer de la gracia y desligarse de Cristo (Gal 5:2,4); es seguir otro evangelio, que es anatema (Gal 1:8).

-' Hans Küng, en un curso sobre Teología de la Gracia (Tubinga, 1971), hizo un paralelo significativo entre la justificación por las obras y el papel del éxito en nuestra actual "sociedad de logros" (Leistungsge-sellschaft). Quien logra éxito, riqueza o fama ha vindicado su existencia; al fracasado le falta, en la sociedad hoy, esa justificación existencial, ese valor como persona. Eso hace tanto más vital hoy el concepto paulino, agustiniano y reformado de la justificación por la gracia.

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Es importante, sin embargo, insistir en que, tanto para Pablo como para los Reformadores (aunque no para sus sucesores), el mensaje de la justificación por gracia mediante la fe de ninguna manera significaba "fideísmo" (salvación por creencia teórica en doctrinas correctas) ni gracia barata (fe sin obras). San Pablo enseña "la fe que actúa mediante el amor" (Gal 5:6) e insiste en que "cada cual será juzgado según sus obras" (Ro 2:6-8; cf. 2 Co 11:15; 1 Co 3:8,13-15; cf Mt 7:22; 25:31-46), "según lo que ha hecho mientras estaba en el cuerpo" (2 Co 5:10). Por eso Pablo llamaba a todos "a la obediencia del evangelio" (Ro 1:5; 2:8; 6:17; 10:16; 15:18; 16:26)."

5. Dios comunica su gracia a su pueblo

En su bondad generosa, Dios comparte su propia gracia con los seres humanos. En la creación comunicó al universo y a la humanidad la gracia de ser, y de ser bueno. A sus antiguos profetas y siervos y siervas comunicó la gracia de su Espíritu. En la iglesia, reparte carismas (jarismala, "dones de gracia"). La iglesia vive de estos dones, que son muy variados (1 Co 12-14; Ef 4; Ro 12:6-8; 1 Co 1:4-5). "Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes" (2 Co 9:8). Desde el Pentecostés, la iglesia es una comunidad carismática y profética en el Espíritu Santo.

El Nuevo Testamento habla de la gracia de Dios manifestada en diferentes individuos. Del niño Jesús, quien encarnaba la gracia de Dios (Jn 1:14), nos relata Lucas, en términos muy humanos, que "la gracia de Dios lo acompañaba" (Le 2:40) y "cada vez más gozaba del favor (Jaris) de Dios y de toda la gente" (2:52). La comunidad pentecostal estaba "disfrutando de la estimación (jaris) general del pueblo" (Hch 2:47; 4:33), y Esteban era un hombre "lleno de la gracia y del poder de Dios" (Hch 6:8).

San Pablo entendía su llamado apostólico como una gracia específica de Dios (Ro 1:5; Ef 3:7). Describe su ministerio, y la bendición que significaba, como "la gracia que me es dada" (Ro 12:3; 15:15; 1 Co 3:10; Gal 2:9; Ef 3.2); "por la gracia de Dios", afirma Pablo, "soy lo que soy" (1 Co 15.10). Su ministerio se realizó "no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios" (2 Co 1:12). Por medio de esta gracia, que fluye como presencia y poder de Dios en el ministerio de Pablo, los y las demás llegan a ser "participantes conmigo de la gracia que Dios me ha dado" (Fil 1:7).

^ Lulero insistía en que la fe es inquieta y activa, y que sin obras no hay fe. Para Calvino,

"todo conocimiento verdadero de Dios nace de obediencia" (omnia recta cognilio dei ah oboedientia nascilur).

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34 Cruda, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina

Puede extrañarnos descubrir que, según el Nuevo Testamento, el sufrir por Cristo y por la justicia es también una gracia, un don del Señor. Pedro y Juan, después de ser intimidados y azotados por su fe, "salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre" (Hch 5:41). A los filipenses, Pablo escribe que "a ustedes se les ha concedido (ejaristhé) no sólo creer en Cristo, sino también sufrir por él" (Fil 1:29). Pedro subraya el carácter del sufrimiento como don gratuito de Dios:

"¡Dichosos si sufren por causa de la justicia! No teman lo que ellos temen, ni se dejen asustar. ... Si es la voluntad de Dios, es preferible sufrir por hacer el bien que por hacer el mal. Porque Cristo murió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos". (1 Pedro 3:14,17,18).

"Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando ... Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo" (1 Pedro 4:12-13).

6. La solidaridad con los pobres es otra gracia dada por Dios

Nos puede sorprender que la palabra jaris, de tanto peso e importancia teológica, se aplique también al servicio (diakonía) a los pobres. Entre los varios términos para "limosna" o ayuda a los pobres, dos palabras se destacan. Una es "justicia" (dikaiosuné, Mat 6:1-2), pues compartir con los pobres no se considera una filantropía noble y generosa sino, simplemente, un acto de justicia. La otra palabra para esta ayuda a los pobres es "gracia" (jaris, 1 Co 16:3, la ofrenda para los pobres de Jerusalén).

El compartir con los necesitados es un carisma (jarisma) que el Espíritu otorga dentro del cuerpo de Cristo ( "los que ayuden a otros" , 1 Co 11:28). La gracia de Dios se revela en la generosidad cristiana con los po bres. Como hemos visto, nuestro Dios es un Dios que da alimento a todo ser viviente (Sal 136:25; Eclo 7:32-33); como Dios de gracia y misericordia, es el Dios de los necesitados y las viudas, el Padre de los huérfanos y el defensor de los desahuciados. H.H. Eller afirma que en la enseñanza de Je sús,

járis nunca tiene el sentido de "favor inmerecido" , sino que consistía esencialmente en su solidaridad con los débiles, los pobres, los despreciados y desesperanzados (Coenen 2:238; Mt 11.5,28-30; Mr 10.26-28; Le 15).

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En 2 Corintios 8-9, Pablo está exhortando a los corintios a cumplir con su promesa de una ofrenda para los pobres de Jerusalén. Para eso, en ningún momento apela a la lástima o la filantropía; palabras como eleemosuné (misericordia) o filanthropia (filantropía) o agathdsune (generosidad, hene-ficiencia) no aparecen en todo el pasaje. Más bien, la palabra clave de los dos capítulos es jaris, que se usa diez veces: siete veces como designación de la ofrenda para los pobres de Jerusalén (8:1.4,5,7,19; 9:8,14), una vez para la gracia de Cristo (8:9) y dos veces con el sentido de gratitud (9:15 por el don inefable de Dios; 8:16 por la solidaridad de Tito). El apóstol no fundamenta su solicitud de fondos ni en la lástima ni en la necesidad misma, sino en toda una teología de la gracia divina realizada en la acción social por los necesitados.

A partir de este carácter de gracia que reviste la ofrenda, Pablo uliliza otros términos teológicos para describir este proyecto de acción social. Son frases del más alto significado teológico y Pablo las va acumulando para lograr un máximo de énfasis. Esa sencilla contribución monetaria seriá la jaris de la koinonia de la diakonia (8:4). Será un acto de justicia (9:9-¡O, di-kaiosuné). La diakonía de esta leitourgia no sólo suplirá la necesidad de los pobres, sino que redundará en mucha eujaristia (9:12) y en mucha doxa (gloria) para Dios (9:13). De esta forma el Apóstol invoca los términos teológicos más elevados para describir una colecta monetaria para los pobres. Esa ofrenda era una koinonia, una diakonía. una liturgia y una eucaristía.

Es evidente que Pablo veía esta ofrenda para los pobres de Jerusalén como un momento culminante de toda su misión y como una demostración visible de amor y unidad hacia la congregación de Jerusalén, que en diversas ocasiones se había opuesto a su ministerio con los gentiles (Ro 15:25-28: ICo 16:1-4; 2 Co 8-9). Su proyecto era juntar "las primicias" (primeros cre-yentes) de cada provincia, junto con sus monedas provinciales, y llevarlos a Jerusalén en gesto de solidaridad y ofrenda para los pobres de dicha comunidad cristiana. Y Pablo se propuso realizar esta misión diatónica, a pesar de profecías en contra (Hch 20:22-24).

Para entender el significado de este proyecto de Pablo, tenemos que volver al día de Pentecostés, cuando los primeros cristianos vendían sus bienes para atender a los pobres de Jerusalén (Hch 2:44-46; cf. 4:32-5:11; 11:27-30; Gal 2:10). Dado el significado jubilar del día de Pentecostés (cincuenta días), esta

consencuencia socio-económica del derramamiento del Espíritu

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36 Gracia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz y esperanza en América Latina 37

(Isa 61:1-3; Le 4:16-21; cf. 7:18-23) puede verse también como una especie de "Jubileo" (Lev 25). Así entendido, el Jubileo para los pobres es inherente al sentido del Pentecostés: sin Jubileo, no hay Pentecostés. Y ese proyecto pentecostal-jubilar, que comenzó con comedores populares para las viudas (Hch 6:1-6), siguió vigente hasta el final del ministerio de Pablo.

Otro elemento de esta teología paulina de lo económico es un concepto muy importante: la igualdad. En 8:13-14 Pablo insiste dos veces en este ideal cristiano:

"No se trata de que por ayudar a otros ustedes pasen necesidad; se trata más bien de que haya igualdad. Ahora ustedes tienen lo que a ellos les falta; en otra ocasión ellos tendrán lo que les falta a ustedes, y de esta manera habrá igualdad" (Dios habla hoy).

Hoy día, la mayoría considera el ideal de igualdad como ilusorio, un ideal irreal que jamás se podrá alcanzar. Al contrario, el sistema capitalista promueve la desigualdad y los economistas neo-liberales ( "capitalismo sal-vaje" , Juan Pablo II) hablan de una tasa de pobreza y desempleo necesaria para el crecimiento de la economía. Pero la igualdad es un precepto bíblico que debe ser nuestra meta, basado en la dignidad de cada ser humano como imagen de Dios. ¡Que Dios nos conceda su gracia para dar nuestros mejores esfuerzos en pro del mayor grado posible de igualdad económica y social!

El amor a los pobres es gracia en acción. Donde no está presente el amor eficaz hacia los necesitados, ¿podrá estar presente la gracia de Dios?

Reacción en cadena cuando compartimos con los pobresEl climax de esta solicitud de ofrendas es un verdadero éxtasis de ala-

banza por las consecuencias de la gracia de Dios encarnada en ayuda a los pobres. En esa situación de extrema pobreza en Jerusalén, y de relativa co-modidad en Corinto, la gracia de compartir hará nacer una nueva esperanza. Terminada la ingrata tarea de solicitar fondos, Pablo irrumpe en una cascada de júblio que anticipa las consecuencias de la contribución de los corintios:

"[Dios] hará que ustedes produzcan una abundante cosecha de justicia. Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de ustedes resulte en acciones de gracias (eujaristia) a Dios. Esta ayu-

da (diakonia) que es un servicio sagrado (leitourgia) no sólo suple las necesidades de los santos sino que también redunda en abundantes ac-ciones de gracias (eujaristia) a Dios. En efecto, al recibir esta demostración de servicio (diakonia), ellos alabarán (doxazó) a Dios por la obediencia con que ustedes acompañan la confesión (homología) del evangelio de Jesucristo, y por su generosa solidaridad (koinónia) con ellos y con todos. Además, en las oraciones de ellos por ustedes, expresarán el afecto que les tienen por la sobreabundante gracia (jaris, ¡la ofrendita de los corintios!) que ustedes han recibido de Dios". "¡Gracias (jaris) a Dios por su don inefable!" (9:10-15).

Algo muy extraño y muy importante está occurriendo aquí. En medio de la necesidad de los pobres de Jerusalén y la renuencia de los acomodados de Corinto, la gracia de Dios ha entrado en acción. Pablo da por sentado que los corintios van a responder y enviar su ofrenda y da rienda suelta a su fe y a su exuberante imaginación creativa para anticipar los trascendentales resultados de dicha gracia. Nada indica que el aporte de ellos iba a ser de sumas grandes; lo grande sería la gracia de Dios en la práctica consecuente de ellos.

Y es que la praxis del amor eficaz logra una transformación de la realidad. Transforma el círculo vicioso de la des-gracia en el círculo eucarísti-co de la gracia. La práctica de la justicica introduce situaciones totalmente nuevas, donde la gracia de Dios comienza a actuar en reacción de cadenas de bendición.

Experiencias de la gracia

La gratuidad divina no es un concepto abstracto; es real cuando se vive en carne propia. Como ejemplo concreto de esta "cadena eucarística de la gracia", venciendo el círculo vicioso de la pobreza y la des-gracia, me permito contar algo de la vida de mi propia familia.

La familia de nuestro abuelo, Peter Stam, había operado una cantina y salón de baile en Holanda por muchas generaciones. Peter, un joven escép-tico y amargado, emigró a los Estados Unidos, donde el gobierno lo colocó en una familia holandesa con una característica muy especial: sabían "comer y beber para la gloria de Dios" . No sólo daban gracias antes de comer, sino que comían con profunda gratitud y gozo. Al final de cada comida, to-

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38 Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina

dos iban al piano a cantar, acompañados por los instrumentos de algunos. Después de varias experiencias en que el Espíritu tocó su corazón, Peter Stam entregó su vida a Cristo. La transformación fue total y radical.

Apenas convertido, Peter comenzó a evangelizar en los peores barrios de Paterson, Nueva Jersey, y pronto abrió una misión de rescate en la calle Broadway, a la que puso el nombre de "Estrella de Esperanza".

En esa misión urbana muchos misioneros se prepararon para servir a Dios en todos los continentes del mundo, y muchas personas entraron en relación personal con Cristo. En una ocasión, un joven músico aficionado, estilo "country", de apellido Mouw, fue invitado por un amigo a tocar unos dias en la misión. La misma noche entregó su vida al Señor; pronto se hizo colaborador en la evangelización y predicaba en las calles, cárceles y hospitales de la ciudad. Richar Mouw, hijo de ese músico, es hoy presidente del Seminario Fuller.

Los hijos e hijas de Peter Stam, sin excepción, se sintieron motivados por la maravilla de lo que Dios había hecho por ellos, y dedicaron sus vidas a servir a Dios y al prójimo. Juan Stam y su esposa Betty fueron a China como misioneros, y murieron decapitados en 1934 por pandillas opuestas al régimen de Chiang kai Chek. Harry y su esposa Alma fueron misioneros en África, y eventualmente muchos hijos y nietos sirvieron a Dios y al prójimo con sus diferentes capacidades. Soy testigo de que la motivación primordial era la gratitud por la gracia de Dios en nuestra familia.

Como niños, sentíamos que algo muy grande había entrado en nuestra vida: ¡el amor y la gracia de Dios! Dos cosas que recuerdo desde mi niñez son la gratitud a Dios con que vivíamos, y la constante gratitud que mucha gente expresaba hacia nuestros padres. Era un círculo eucarístico. Cuando nuestro padre se graduó como abogado, determinó dar la mitad de su tiempo para el Señor y los pobres, y lo cumplió toda su vida. Era un hombre que, por gratitud evangélica a Dios, se daba a los demás. Atendía gratis, o por cuotas menos que mínimas, a muchos clientes pobres. En la Navidad llenaba su carro con muchas bolsas de comida y regalos y nos llevaba consigo a repartirlas entre familias necesitadas. Servía

como líder y abogado en un sinnúmero de entidades cristianas (Misión Latinoamericana, Gedeones. Asociación Billy Graham, etc).

Tomas Chisholm, autor de "Oh tu fidelidad" , vivía en nuestro estado de Nueva Jersey. Este hombre de Dios pasó toda la vida en gran pobreza;

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nunca le llegó a él la teología de la prosperidad, pero sí llenaba su vida la gracia de Dios y una profunda gratitud a Dios, en medio de su indigencia. En una ocasión, nuestro padre supo que el hermano Chisholm tenía mucha necesidad económica, y, como era su costumbre en tales circunstancias, le envió un cheque. En ese momento, a mediados del mes, al señor Chisholm se le habían gastado todas sus modestas entradas a modo de derechos de autor. No tenía para comprar comida. La vida de su esposa, inválida y muy enferma, dependía de una medicina que ya estaba por acabarse. Fue al banco y encontró el cheque de nuestro padre, compró comida, compró la medicina, y a continuación se sentó a componer un nuevo himno de alabanza:

"Las misierocordias de Dios, ¡¡qué tema para mi cantar!!¡Oh! Jamás las podría enumerar.Son más que las estrellas en la bóveda celestial,O que las arenas de las playas del mar.Por misericordias tan grandes, ¿qué respuesta daré?Por misericordias tan constantes y seguras,Lo amaré, lo serviré,con todo mi sertodo cuanto duren los días de mi vida"."

La gracia de Dios tiene una dinámica muy suya. Introduce algo nuevo en la vida y en la historia, la fuerza de la gracia divina y humana, y el poder de la gratitud para convertir toda la vida en una ofrenda de acción de gracias, en una constante eucaristía.

Conclusión

En verdad, la gracia de Dios, la "multitud de sus misericordias" es inmensamente rica, amplia, multiforme y sobreabundante. Llena toda la tierra (Sal 33:5; 119:64), llega hasta el cielo (Sal 36:5:57:10; 103:11; 138:8) y per-manece para siempre (Sal 89:2; 103:17; 138:8). El Salmo 136 repite veintiséis veces consecutivas que "su amor fiel (JeSeD) perdura para siempre" , y ni esa repetición enfática logra agotar todo lo que es la gracia de Dios.

Ser partícipes de esta gracia nos hace responsables de su fiel adminis tración en nuestra vida. "Cada uno ponga al servicio de los demás el don

^ Nosotros nos dimos cuenta de esta historia cuando nuestra hermana Man; la encontró e que incluía el himno y su historia. Traducción libre del himno en ingles.

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40 Gracia, cruz y esperanza en América Latina

(jarismd) que haya recibido, administrando (diakoneo) fielmente la gracia en sus diversas formas (poiküés ¡aritos theou, I Pedro 4:10)".

He aquí la maravilla y la exigencia de la gratuidad divina. Gracia, pero no gracia barata. Fe, pero no fideísmo. A quien mucho se le ha dado, mucho le será exigido.

Bibliografía

Barth, Karl, Dogmática

IV/1 p.41

Berkouwer, Gerrit, The

Triumph ofGrace

in the Theology of

Karl Barth

(Londres:

Paternóster 1956)

Coenen Lother et al,

Diccionario

teológico del NT

(Salamanca:

Sigúeme, 1980),

cuatro tomos.

GRACIA Y

ESPERAN

ZA

Experiencias de

Mujeres en los

Evangelios

y en la Cotidiani

dad

Violeta Rocha

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Gratuidad es uno de los fundamentos de mi fe que me ha ayudado a seguir adelante en medio de las dificultades de lo cotidiano. He escuchado esta misma afirmación a muchas mujeres de mi pueblo, que inspiradas por su fe militante, mantienen la esperanza contra toda esperanza.

Cuando discutimos teológicamente sobre gracia y esperanza, encon-tramos en la fundamentación bíblica muchas posibilidades. Sin embargo desde la experiencia de las mujeres pobres y marginadas de nuestra sociedad nos llegan voces y testimonios que nos hablan de una gracia renovada y gratuita. La gracia que nos es dada por la voluntad misteriosa de Dios, que nos recuerda que Él nos ama sin condicionamientos ni acepción de personas.

La cotidianidad de la Teología de la Gracia

¿Es posible creer en la gracia, en un contexto en el que cada día se quiere instalar la "venta de favores" de Dios a los más necesitados? Esta práctica gana adeptos en un sistema

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neoliberal de mercado. A los más pobres se les demandan mayores sacrificios para obtener un "milagro", una respuesta a su pedido.

El evangelio de Marcos 12:41-44 ha registrado la historia de la ofrenda de la viuda. ¡Una historia dura y, sin embargo , hermosa! Dos mujeres nicaragüenses re-escribieron esa historia:

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42 Gracia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz y esperanza en América Latina 43

" ...Tuve un esposo alcohólico que me maltrató y agredió física y sicoló-gicamente por no darle hijos. Cuando mi esposo murió, sentí sacarme un peso de encima. Pero me dejó en la calle. Entones asistí a un iglesia para ver si se apiadaban de mi situación con una ofrenda especial. Pero más bien tuve que aportar los dos córdobas que tenía para el bus. Las personas que me vieron echar ese dinero en el plato de la ofrenda murmuraban diciendo: pobre viuda, echó todo lo que tenía para vivir-.La palabra vivir me hizo reflexionar y retomar mi situación. Es cierto que no tenía dinero, pero estaba viva y necesitaba vivir, vivir para mí. Me levanté y dije: Voy a rehacer mi vida y mejorar mi condición. Nunca más me llamarán "pobre viuda". De ahora en adelante mi vida será siempre una Primavera'".

A veces resulta difícil creer que la vida es una gracia de Dios, debido a la calidad de vida que nos ha tocado asumir. El reíalo de la viuda nos hace darnos cuenta del potencial humano que nos empuja a vivir de la gracia de Dios, a impulsarnos hacia delante, a recuperar nuestra dignidad y autoestima. Probablemente Bonhoeffer ha iluminado nuestro camino al asociar el precio de la gracia con el seguimiento. El seguimiento a Jesús y la realización de la misión en medio del sufrimiento, las carencias, las enemistades, los horizontes que parecen cerrados, es únicamente posible en lo cotidiano, por su Gracia.

Este seguimiento y fidelidad al proyecto de Jesús pasa también por las decisiones y opciones personales que son posibles por la Gracia de Dios por la cual somos salvos y salvas. La invitación de Dios es estar de pie y decidir por la vida, la equidad y la justicia, desde la perspectiva del reino.

Desde esta perspectiva la calidad de vida para todas y todos es el desafío constante por el cual nos comprometemos en la lucha diaria, animados por su Gracia y por la solidaridad humana.

El carácter profetico de la Teología de la Gracia

Hoy más que nunca el imperativo del carácter profético de la iglesia de Je-sucristo se hace sentir. Este profetismo está ligado a nuestro pasado como fer-mento para el futuro, y es también anticipación escatológica del reino de Dios.

¡Vivir es una gracia de Dios, y es también Esperanza humana! Esa es-peranza que nos anima a conseguir, a re-imaginar, a re-inventar salidas para asegurar la vida. Una pastora pentecostal nicaragüense reescribía el relato contado en Mc. 5: 25-34 de la mujer con flujo de sangre:

"...Escucho mucho ruido, pasos que se acercan. He oído de un tal hombre llamado Jesús que ayuda a muchos. ¿Me podrá acaso ayudar a mí? Sí, escucho que lo nombran; caminaré entre la genle ¿Él podrá levantar mi rostro y verme? Sí, iré, tocaré su manto a sus espaldas. Llegaré como el ladrón, porque quiero ser pura, ser limpia. Vamos Esperanza, toca solamente, toca y vete discretamente... He tocado, tengo que huir. Maestro, la multitud te aprieta y dices ¿quién me ha tocada'? Señor, mi nombre es Esperanza, pero sin esperanza he vivido. Cargaba conmigo una pena, pero hoy te he conocido. Y pues tus ojos me han visto, declaro ante ti mi agonía. Sufría de noche y de día con este azote en mi cuerpo. He robado, lo confieso y no te enojes por eso. Conocí tus virtudes con gran miedo y temblor. Te pido de corazón me perdones, buen Señor. Gracias, estoy sana.

Hija, tu fe te ha salvado, ve en paz.¡Hermanas, vamos en paz, vivamos la fe y alegría!-'

La teología de la Gracia es un desafío para el compromiso evangélico y profético de la iglesia. En cada segundo transcurrido en el mundo, la brecha entre ricos y pobres se hace más profunda. Por generaciones se heredan la pobreza y la miseria, así lo expresaba un grupo de miembros de iglesias de Chile: "Desde que tengo memoria, he vivido en la pobreza. Mis abuelos eran pobres, mis padres y mis hermanos y hermanas son pobres, y yo, mi esposa y mis hijos somos pobres, y vivimos en un sector pobre1". ¿Cuál es la herencia del Cristianismo a las generaciones venideras? ¿Una teología de la Gracia y de la Esperanza activa o la inmutabilidad e inmovilidad ante propuestas teológicas que ofrecen respuestas rápidas y refuerzan la teología retributiva?

/;'» li vivimos, Credos e Interpretaciones, Aportes de Estudiantes de la Facultad Evangélica de Estudios Teológicos- CIEETS. Managua, Nicaragua, 2003, p. 43

2 ídem. P.42

^ Cristianismo, Pobreza y Riqueza, Un prototipo de informe mundial de lus iglesias, Micliael Taylor. CLAI. Ecuador, 2002. p.35.

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44 Gracia, cruz, y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina 45

Nuestra memoria histórica y de fe debe evocar constantemente estas

posibilidades inmensas de la gracia de Diospresentes en la Biblia. Una historia de la salvación que habla también de la solidaridad entre los seres humanos. La Biblia también nos dice que de gracia hemos recibido y que también de gracia debemos dar, es decir, compartir.

Uno de los argumentos que escuchamos frecuentemente es que las cosas no se pueden cambiar; que es mejor esperar el juicio de Dios al final de los tiempos. La tentación a dejarnos llevar por esos argumentos es fuerte, porque el cansancio nos agobia, nos debilita, y también nos separa. Pero Gracia y Esperanza no son compatibles con el sistema egoísta de mercado. Son alternativas profundamente evangélicas y proféticas para luchar por la vida en abundancia. Me gusta mucho estar consciente de que la fe de las mujeres de mi pueblo me ayuda a sostenerme, que la gracia de Dios me da aliento para seguir el camino y que la Esperanza y la Justicia son mi bandera de lucha.

Invitadas e invitados a enseñar la Teología de la GraciaLa invitación a enseñar esta Teología de la Gracia se puede compartir de

diferentes maneras. Esta enseñanza también se realiza en lo cotidiano, desde tantas experiencias de mujeres y hombres en nuestros contextos. Los símbolos son también un medio de enseñanza, de renovación; a través de un gesto litúrgico quisiera ofrecer una técnica que se llama El Regalo4.

Cierra los ojos, construye en tu pensamiento la siguiente idea:

Toma una caja de cartón grande, fórrala con lo que más deseas para que nada pase a lo que vas a guardar allí. Deposita en esa caja todo lo que necesitas para vivir una vida digna, deposita allí también todas tus capa-cidades y dones, pero también, todos los hechos que te han causado do lor, rabia, desconsuelo, culpa y desesperación. Ahora, cierra bien la caja para que no se salga nada.

Con mucho amor envuelve la caja en un papel de regalo y ponle un hermoso lazo. Toma ese regalo e imagínate que vas a la presencia del Señor. Siente que Él está ahí, cerca de ti. Toma el regalo y empieza a caminar hacia Él. Hazlo con firmeza, pero con mucho cuidado para que no le pase nada a tu regalo. No te quedes a medio camino, sigue ade-

lante. Acércate más y allí está Él con los brazos abiertos. Le das el regalo al Señor, Él lo ha tomado en sus brazos. Ahora, repite esta oración: "Señor Dios de la Vida y del Amor, he venido a ti, pues ya no quiero vivir con la memoria de exclusión y de miseria que me ha imposibilitado desarrollar mis capacidades y dones recibidos por tu Gracia. Tampoco quiero vivir con la memoria de excesivas comodidades y lujo, que me ha paralizado para no reaccionar con justicia ante tanta miseria. Te doy este regalo, porque sé que Tú tienes el poder de convertirlo en estrellas lindas y bellas. También quiero yo convertirlas con tu gracia en caminos de paz, libertad y dignidad. Quiero convivir en paz conmigo misma y con los demás, en justicia. Permíteme continuar mi vida renovando mi capacidad de dar y de recibir. Quisiera empezar con los niños y niñas, con los jóvenes, con las mujeres y hombres de mi familia, de mi iglesia, de mi comunidad.

Ayúdame a afirmar el derecho que todos y todas tenemos a la vida abundante.

¡Gracias por esta oportunidad que me brindas de servir, de compartir, de recibir, de luchar sabiéndome perdonada y perdonado, y también bendecido y bendecida por tu Gracia! Amén

4 Herramientas para superar situaciones de violencia, Memorias, Recursos y Bendiciones, Facultad Evan-gélica de Estudios Teológicos, Nicaragua, 2002, p.12.

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LA GRACIA Y LA CRUZ

Ahiucl Fonscca

"En la Cruz, en la Cruz, do primero vi la Luz,Y las manchas de mi alma yo lavé.Fue allí por fe, do vi a Jesús y siempre feliz con El seré"

Reza un antiguo verso de la himnología tradicional expresando un pro-fundo agradecimiento por el sacrificio en la Cruz, que suministra perdón de los pecados a los que con fe se acercan a ella. Son muchos los años que ve-nimos cantando esta conclusión doctrinal que amalgama bien los conceptos de Gracia y Cruz. Cantamos con fervor nuestra salvación, operada cuando la Cruz deja de ser material inerte y estático y se dinamiza en el acto de gra-cia, en el perdón. Pero, ¿es la Cruz un símbolo de esta Gracia divina o es la Gracia misma?

La Cruz es sinónimo de bajeza, de maldición y desgracia; pero, para-dójicamente lo es también de Gracia. No sólo es un símbolo de ella: es la Gracia misma de Dios que deja el ropaje mítico, divino para ser visible, pal-pable, material. Para entender esto, es necesario ir al acontecimiento de la Cruz bajo los cánones de un principio fundamental de la Reforma de Lute-ro, la Teología de la Cruz (theologia crucis), como cita Kasper:

"La theologia crucis de ¡Ditero es la que primero consigne abrirse paso a través de la teología dominada en su totalidad por la metafísica. Intenta con toda consecuencia no pensar la Cruz a partir de una idea filosófica de Dios, sino, al revés, pensar a Dios a partir de la Cruz1".

Kasper, Walter. Jesús, el Crixlo, 1976. pág. 223

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48 Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina 49

Utilizando esta vía de conocimiento de Dios se puede plantear que la

Gracia de Dios está en lo débil, en lo miserable del mundo, en la Cruz. La Gracia es un regalo que va más allá del sólo acto de dar; hasta entenderse como el acto de dar -darse. En este sentido, Jesús de Nazareth, consciente o no de su profesión mesiánica, efectuó un acto de Gracia en el madero donde fue crucificado; la comunidad primitiva entendió que este acto de Gracia no fue sólo una hazaña humana del maestro a quien seguían, sino un entregarse de Dios mismo en un acto de Gracia total.

La Cruz, un evento histórico

Casi nadie puede tener dudas del acontecimiento de la Cruz como un hecho real sujeto a verificación histórica. Los relatos de los evangelios acerca de la Cruz son testimonios literarios que encontramos acerca de este evento que a pesar de no tener las características de la literatura de sus tiempos, no pierden el sentido narrativo de un acontecimiento que verdaderamente ocurrió. Bornkamm concluye:

"... es una peculiar vinculación de relato y confesión de fe, narración sobre Jesús y testimonio de la comunidad creyente, y, más exactamente aún, relato como narración sobre Jesús. Ambos aspectos indisolublemente tejidos en una unidad, toda vez que Jesús fue para la cristiandad primitiva no sólo un personaje del pasado que acabó trágicamente en la cruz, sino, en virtud de su resurrección, el Señor vivo que está presente y que vendrá...1".

Esta mixtura no hace más que darnos la seguridad de estar ante acon-tecimientos reales, vistos desde los lentes de una comunidad de fe. En nuestro análisis nos importa estar seguros de que el suceso mismo de la Cruz fue totalmente histórico, afirmación basada en múltiples pruebas exegético-científicas a las que sumamos un comentario sobre las palabras griegas usadas para referirse a la Cruz.

La muerte en la Cruz, observada desde el ángulo romano y judío era una de las más terribles, si no la más terrible forma de ser ajusticiado. No sólo por el sufrimiento que padecía el prisionero en todo el proceso, sino también por la humillación y burla cruel a que era sometido. Para los roma-

^ Bornkamm, Günther. /•.'/ Nuevo Testamento y La Historia del Cristianismo Primitivo (Das Neue Tes-tament Bibel) 1975. pág. 53.

nos era un método de ejecución efectuado sólo a guerrilleros insurrectos y en ocasiones a ladrones, siempre que éstos fueran esclavos. Este tipo de pena no debía de ser impuesta sobre ningún ciudadano romano, por ser considerada totalmente vil. Hebreos 12:2 dice: "... Jesús sufrió en la Cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría..?" y hace notar así lo denigrante de esta clase de muerte.

Los judíos no conocían esta forma de pena capital; pero deducían de Deuteronomio 21:22-23 "Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejarás que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado, y no contaminarás tu tierra que Jeho-vá tu Dios te da por heredad4", que era una señal de maldición de Dios5. A pesar de ser usado por Pablo, en Gálatas 3:13, como una analogía en la que Cristo se vuelve "maldición" por nosotros, hay que tratar con cuidado este pasaje, que en el original hebreo se refiere a una costumbre judía de colgar el cuerpo de un muerto sobre un madero (árbol); de esta manera, la advertencia va dirigida a la tierra donde este cadáver colgante yace, que se hace maldita. La maldición no es directamente contra el colgado porque, obviamente, ya está muerto; lo es contra la tierra, que se contamina por la presencia del cadáver convertido en instrumento de maldición. Hay aquí una cuestión: ¿ por qué el Nuevo Testamento tiene el cuidado de no utilizar continuamente esta expresión xuvlon6 en el griego original? Es posible que haya existido el cuidado de no confundir esta ley deuteronómica con el sacrificio del que vieron como Mesías, enviado por Dios, quien no podía ser maldito; aunque parece que sí se usó el término "madero" en el testimoniar apostólico de la Cruz. Sólo Lucas registra que "El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo en un madero"1 (Hch. 5.30,10.39,13.29) posiblemente por el cuidado de registrar este dato que parece estuvo presente en la predicación apostólica, teologizando al respecto*,

^ \tievo Testamento (Versión popular) 1983.4 Biblia Plenitud (Versión Reina Valera 1960) 1994.

-1 Jeremías. Jouchim. Abha, El Mensaje Central del Nuevo Testamente (Abba Jcsus und seine Bolschaít) 1981. pág. 282.

" Sustantivo Neutro de la segunda declinación, segunda sección que traduce: Madero, palo, árbol, cru/.\uevo Testamento (Versión popular) 1983.

8Stott, John. /.« G-iiz * Cmw (The cross oí Christ) 1996. pág. 39

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50 Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América [.atina 51

o quizá por aproximar a esta tradición judía con la ejecución en una cruz, para que el pueblo no rechace esta muerte por ser desconocida, sino que la vea desde su contexto; o por buscar un fundamento en el Antiguo Testamento para el sacrificio de Cristo. Pedro (II Ped. 2:23) y Pablo (Gal 3:13) también hacen mención del madero con alusiones a Det. 12:22-23. Las justificaciones posibles del uso de xuvlon nos llevan a la conclusión de que la intencionalidad de los hagiógrafos al usarla fue explicar un acontecimiento histórico a una comunidad que podía haber perdido el interés de este ajusticiamiento que no formaba parte ni de la historia, ni de la tradición judía.

La palabra griega más usada en el Nuevo Testamento para citar cruz es slaurov-, que puede ser entendida literalmente como el 'instrumento romano de ejecución'. (Mt. 27:42, Me. 15:30, Le. 23:26, Jn. 19:17, Heb. 12:2, etc.) o de manera simbólica, en la predicación de Jesús (Mt. 10:38, Me. 10:21, Le. 9:23, etc.) y en la predicación apostólica (I Cor. 1:17-18, Gal. 5:ll,Ef. 2:16, Fil. 3:18, etc.)

Hay una evolución en este término que "Originalmente era la palabra para llamar a un palo en posición vertical usado como instrumento de suplicio. Los romanos solían ponerle un palo horizontal, de donde vino el nombre de crux que quiere decir cruz'".

Y después del sacrificio de Jesús en la Cruz, ésta no sólo fue un instru-mento material, sino que se convirtió en una expresión doctrinal de fe de la comunidad primitiva. Esta significó la bajeza humana total que Jesús cargó sobre sus espaldas, el pecado del mundo clavado en el madero, la muerte en la que el ser humano puede participar para su redención. Entiéndase que esta doctrina tiene su elemento primario en el hecho histórico de la Cruz.

Jesús y su entendimiento de la CruzExisten muchos trabajos exegéticos que tratan de llegar a aproximaciones

conclusivas con respecto al entendimiento de Jesús sobre su propia muerte; estos discurren entre la demostración de que el sacrificio de la Cruz fue hecho bajo el discernimiento de una conciencia mesiánica, salvífica, o que Jesús fue a una muerte heroica propia de la de un profeta o un rabí, al que la tradición primitiva adjudicó el concepto salvífico. Hay casi uniformidad en concluir que es sumamente difícil aseverar categóricamente una de

Tuggy, Alfretl }'.. Léxico

estas dos posturas, aunque algunos con osadía han llegado a afirmaciones desdeñosas, como lo cita Schürmann al hablar del tema:

"Las investigaciones históricas difícilmente arrojarán una certeza. Pensamos que una ciencia histórica consciente de su método no afirmará arrogantemente como H. Kessler que Jesús no atribuyó significación salvífica a su muerte. Es absolutamente improcedente afirmar con seguridad que Jesús no entendió en absoluto su muerte como analogía o continuación de su actuación terrena. Menos razones existen para afirmar que Jesús no dio, con suma probabilidad, interpretación detallada alguna a su muerte; que se limitó a preverla y predicarla, pero no a interpretarla""1

Pero tampoco puede darse una aseveración contraria que afirme la ab-soluta conciencia mesiánica de Jesús, porque existe la dificultad de la insu-ficiencia de las fuentes que pueden sufrir de cierta parcialidad informativa provocada por la fe de la comunidad primitiva la cual, posiblemente, configuró su fe en la mesiandad de Jesús a partir de materiales transmitidos y no la fundamentó en la autoconciencia de Jesús".

Es importante rescatar un elemento común en el debate sobre la con-ciencia, mesiánica o no, de Jesús, y es que sí hubo en Él una actitud consciente en el momento de su muerte, la actitud sacrificial, de entrega. Jesús en la Cruz sufría conscientemente el dolor de una entrega total a favor de otros, sabía que su muerte no era simple, común, intrascendente.

a. Como "profeta o caudillo religioso", "el martirio era considerado como una parte integral del ministerio profético. El mismo Jesús compartió esta visión del ministerio profético y estaba convencido de que también a él le aguardaba el destino de los profetas (Le. 13:33)"12 En este caso. Jesús era consciente de que el sufrimiento en la Cruz era parte de su misión de vida, no sólo como una visión individualista del ser profeta, sino en el entendido de que este oficio trascendía hacia los seguidores inmediatos y el pueblo en general. Mateo 5:12, 23:29-31, 37, Le. 11:47, 13:34 asocian la profesión pro-fética y el martirio, la persecución, la muerte. Jesús supo que su muerte in-

'" Schürmann, Heinz. ¿Cómo entendió y vivó Jesús su muerte?, 1982. pág. 65-66. ''

Bultmann, Rudolf. Teología del Nuevo Testamento, 1997. pág. 47-48. '- Jeremías,

Joachim. pág. 283

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52 Gracia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz y esperanza en América Latina 53

volucraba sufrimiento. Más aun, si observamos la conclusión de J. Jeremías, cuando hace un estudio de Mc 10:45 "Marcos tiene una pieza más de antigua tradición que presenta a Jesús como interpretando su pasión con ayuda de Is. 53"", que sumaría a la actitud sacrificial del profeta común, una actitud mesiánica; no es mi propósito afirmar o negar que había una conciencia mesiánica, pero sí que hubo una "actitud consciente" que involucraba sufrir hasta la muerte por la salvación de otros. Un acto de Gracia, que como ya dijimos, no fue sólo un dar; sino un dar-darse.

b. Como "guerrillero insurgente", visto así por los ajusticiadores romanos quienes tenían designada esta muerte a los esclavos que se levantaban en revueltas independistas. "De este hecho se dedujo que Jesús había sido un cabecilla parecido a los celóles. Pero resulta insostenible, por las diferencias entre Jesús y los celotes"14.

Con la aclaración de que ni siquiera pretendo retomar una discusión sobre la posibilidad de que en verdad Jesús fuera un motivador político, hago el siguiente comentario: La visión romana de los insurgentes que atentaban contra el imperio, caso Espartaco, quienes morían en la cruz, los llevó a sospechar de actividades sediciosas de Jesús. Esto nos lleva a concluir que había una actitud consciente de heroísmo en los líderes de rebeliones, cuando eran muertos. Además, el ajusticiado sabía que su muerte no obedecía a una causa individual, sino al ideal de un pueblo. Su muerte era un acto de entrega, significaba "dar la vida" por los demás, por la lucha libertaria del pueblo oprimido. Este es también un acto de Gracia, entendido como el dar-darse por una causa comunitaria, solidaria.

c. Como "Mesías Salvador", Stott comenta:

"Jesús estaba decidido a cumplir lo que estaba escrito acerca del Mesías, por doloroso que resultara. Se trataba sencillamente de que creía que las Escrituras constituían la revelación de su Padre. Además, su sufrimiento y su muerte tenían un propósito: 'El hijo del Hombre (había venido) a buscar y a salvar lo que se había perdido'. Le 19:10. Iba a morir por la salvación de los pecadores, dando su vida en rescate para proporcionarles libertad. (Me 10:45)""

Siendo así, la conciencia mesiánica de Jesús en el momento de la Cruz estuvo presente en El. Sabía bien la tarea salvífica que estaba cumpliendo en favor, no sólo de su círculo cercano, sino, también de todo el pueblo de Israel y de toda la humanidad. Todo el dolor padecido, el sufrimiento producto del castigo cruel y del menosprecio de los que lo querían muerto, el martirio de ser clavado y traspasado fueron vividos con el conocimiento pleno de que este era un sacrificio que debía hacerse para cumplir el plan divino de Salvación.

Desde este punto de vista se observa que hay en Jesús la particularidad de obtener los fundamentos de su martirio, en Isaías 53. Los párrafos de Le 22:37, Me 8:31,10:45 son alusiones al Cántico del Siervo, de Isaías.

Bajo este marco concluimos que la Cruz es inapelablemente un acto de Gracia. Jesús, conociendo su misión salvífica, no escatima el entregarse por la salvación del mundo. No sólo sería un acto de Gracia humana, sino que Dios mismo se entregaría en favor de la humanidad. La Cruz sería, en esencia, la Gracia misma.

La Gracia

La doctrina de la Gracia es un fundamento teológico que abarca am-pliamente las páginas de la Dogmática cristiana. Es el elemento cardinal para entender la Revelación divina, "la cual es ya una gracia en sí misma""'. En este trabajo haré sólo un alcance sobre la palabra griega cavri- que define Gracia en el Nuevo Testamento.

Cavri~, en su pleno sentido significa Gracia; pero puede también tra-ducirse como 'bondad, estimación, favor, bendición, regalo, acción de gracias'. De las veces en que se cita esta palabra, se induce que en su mayoría significa 'Gracia, bondad, estimación, misericordia' que uno da o recibe de otro; en pasajes como Le 2:40,1:30, Hch 4:33,15:11, Rom 5:20-21, II Cor8:9, Ef 2:8, He4:16, etc., encontramos esta acepción. También se puede entender corno 'bendición, regalo' (Hch 18:27, Hch 25:3, Rom 12:3, 6, etc.)17 o en el sentido de gratitud (Le 17:9, Rom 7.25,1 Cor 15:57,1 Tim 1:12, etc.) o como simpatía (Le 4:22, Col 4:6). Los sinópticos, a excepción de Lucas, no

13 ídem, 287.14 Kaspur, Walter. pág. 13915 Stott, John. pág. 36-37.

'"Lacueva, Francisco. Curso de Formación Teológica Evangélica '['. V, Doctrinas de La (¡rucia. 198 oáe. 17.

Tuggy. Alfred. pág. 1010-1011.

1987.

17

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54Cruda, cruz, y esperanza en América Latina

Gracia, cruz y esperanza en América Latina

mencionan esta palabra. Juan prefiere usar la acepción de regalo, bendición (Jn 1:14, 16, 17). Lucas y Pablo teologizan sobre ésta siendo, por lo general, Dios, el sujeto encargado de la acción.

En antiguos pueblos griegos, luego de que un guerrero luchaba heroicamente en el campo de batalla llevando a su ejército al triunfo, el Rey honraba su valentía con bienes y riquezas; pero la principal recompensa era llevar al paladín hasta la presencia del soberano para que éste ocupase el trono por un tiempo determinado. Así, el monarca compartía su gloria y majestad con el fiel y valeroso soldado18. Este suceso fue llamado cavri-, Gracia en nuestro idioma.

La Gracia, por tanto, es más que un simple regalo de bondad, es un acto dinámico de compartir. Dinámico, porque la Gracia no es sólo el regalo entregado, es el acto mismo de entregarque empieza con la motivación que impulsa a hacerlo, hasta la objetivación de la entrega. Es dinámico, porque amerita una actitud de "abandono", un acto de "incomodidad", para permitir la participación del sujeto receptor de la Gracia, y porque faculta la participación del otro, del sujeto receptor, que no se halla en estado pasivo, pues también "hace". La Gracia es, entonces, un estado de dar-darse: va más allá del sólo hecho de entregar, es entregarse y hacerlo siendo concien-te de que hay un sujeto receptor que está compartiendo dicho estado.

Dios nos otorga su Gracia divina que es totalmente dinámica, si aceptamos que la gracia es definida teológicamente como "el favor absolutamente gratuito y personal de Dios, que sale al encuentro del hombre, así como los efectos de esta benevolencia por la que Dios se le comunica"." Al ser un "favor", hablamos de una predeterminación a hacer algo por alguien (Ef2:7-8, I Tim 1:9, etc.) No es un acto fortuito, es un regalo personal. "Sale", no es estática, se mueve (Ef 1:6-7, Tito 2:11, etc.), implica un acto de incomodidad (II Cor 8:9) Tiene "efectos", lo que indica que no hay pasividad en sus receptores (Hch 4:33)

Jesús en la Cruzfue la Gracia misma. La Cruz tuvo una motivación: "los otros"; fue la suya una muerte que tuvo una causa impersonal, colectiva, solidaria, por un ideal. Obviamente, le fue

necesario un estado de abandono total, razón suficiente para que el evangelista decidiera incluir en el re-

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lato la recitación del Salmo 22 "Eli, Eli, ¿lama sabactani? (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Mt 17:45, un real momento de incomodidad captado por el himno en Filipenses "sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres" (Fil 2:7) y requirió de la participación de los otros que con fe observaron la Cruz e interiorizaron su mensaje.

La Cruz, ¿sólo un Símbolo?Desde que se planteó la doctrina cristiana, comenzó a

entenderse la Cruz como un símbolo de la Gracia divina en favor de la humanidad. La predicación apostólica propuso esta conclusión teológica. "... Pero ahora Dios les ha dado vida juntamente con Cristo, en quien nos ha perdonado todos los pecados. Dios canceló la deuda que había contra nosotros y que nos obligaba con sus requisitos legales. Puso fin a esa deuda clavándola en la Cruz"', en Colosenses 2:14 el autor propone que la Gracia salvadora de Dios está en Cristo, que se hace efectiva en la Crux, donde fueron "clavadas" nuestras deudas. Esta doctrina no sólo fue una

interpretación simbólica, sino que partió del testimonio real de un acto histórico: la Cruz. 1 Cor 1:17-18, Gal 6:12, Col 1:20, etc., son citas donde se habla simbólicamente de la Cruz.

La tradición cristiana ha convertido la Cruz en un icono simbólico. Cada una de las expresiones ideológicas y religiosas tienen un emblema representativo que manifiesta alguna característica ideológica trascendental o algún episodio importante en su historia. En el caso del cristianismo, la Cruz se ha convertido en este emblema simbólico.

"... el símbolo elegido fue una sencilla cruz. Sus dos varas vn constituían desde la antigüedad un símbolo cósmico del eje entre cielo v tierra. Pero los cristianos la eligieron por una razón específica. No querían (que la conmemoración de Jesús tuviera como centro su nacimiento, ni su juventud, enseñanza, servicio, resurrección o reinado. Tampoco el don del Espíritu Santo. Eligieron como central la crucifixión.":"

¿Por qué la crucifixión?, porque ésta nos dio la salvación. Hoy en día, cuando se hace referencia a la Cruz, se entiende a ésta sólo como el símbo-

'" Bonilla, Yattenciy. Griego I I , Compendio de Clases. 2001.

'' Beni, Arialdo. Gracia, en el Nuevo Diccionario de Teología, pág. 614.

20 Stott. John. pág. 25.

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56 Gracia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz y esperanza en América Latina 57

lo de la cristiandad que representa la "salvación" por medio de la acción ex-piatoria de Cristo. Contrariamente al planteamiento de la Teología de la Cruz de Lulero, se lee metafísicamente la Cruz desde la idea filosófica de Dios. Se entiende la Cruz, no como un hecho histórico con significado propio, sino como el evento trascendental, suprahistórico, místico, donde Dios obra desde su Gracia, la Salvación.

Resulta complicado separar el significado divino (mesiánico, crístico) de la obra de la Cruz, del hecho histórico mismo, y más aun, seguir entendiéndolo como un acto de "Gracia". Tillich, menciona que los símbolos centrales de la significación universal de Jesús como el Cristo y la relación media entre ellos son la "Cruz de Cristo" y la "Resurrección de Cristo", los que hay que entender como "símbolos, y pierden toda su significación si los interpretamos en su sentido literal. Cuando se trata de los símbolos cristológi-cos, el problema, pues, no estriba en su 'desmitologización', sino en su 'desli-teralización'. Por esto hemos procurado afirmarlos y aprehenderlos como símbolos" 21

En total acuerdo con la interpretación teológica que ha elevado a la ca-tegoría de símbolo la Cruz, creo que ésta no sólo llega a ser un símbolo. Se define el símbolo como la figura con que se representa un concepto. Basados en esta afirmación, la Gracia (entiéndase como Gracia al acto salvífico, expiatorio) sería el concepto, y la Cruz, su símbolo. Esto supondría que Gracia y Cruz son dos elementos distintos, porque la una, la cruz, sólo re-presenta a la otra, la Gracia; una es material y la otra, abstracta.

Aunque la tradición nos ha encasillado en la idea de que la Cruz es sólo un símbolo de la Gracia, el evento de la Cruz es un evento de Gracia, ob-servándolo histórica y teológicamente. Intento confirmar esto con tres razones.

a. Desde el punto de vista histórico, como ya lo hemos fundamentado, Jesús en la Cruz hizo un acto sacrificial consciente. Su muerte fue un acto de Gracia, porque tuvo los elementos que lo ameritan como tal. Se podrá decir que fue un acto "humano", donde la "Gracia" no tuvo como sujeto (hacedor) a Dios; sino al Jesús humano. A esto podríamos aducir,

b.Que todo hecho, para ser sujeto de verificación histórica que ga-rantice su realidad, debe tener dos elementos fundamentales: el "actor" y el "observador". En el caso de la Cruz, el actor fue Jesús, y los observadores, los testigos directos que dieron testimonio de esto (sus discípulos), y los testigos indirectos (la comunidad primitiva), que recibió el mensaje de los testigos directos de la crucifixión. Estos observadores tuvieron la certeza plena de que el crucificado realizaba un acto de "Gracia", que no sólo fue un acto sacrificial humano, sino que Dios mismo mostró su Gracia en el evento de la Cruz.

Fue un evento que trascendió en la historia, no quedó ubicado en un espacio temporal. Trascendió en la doctrina cristiana siendo la piedra fundamental de su creencia. Trascendió en la historia del cristianismo siendo el eje central del mensaje y la expresión máxima de la Revelación divina y de su intervención en la historia del mundo. Trascendió en el cristiano, quien vive desde la fe la obra de la Cruz que salva y libera.

La Cruz es la Gracia misma de Dios, no sólo su símbolo. Verla así nos llama a seguir observándola hoy. La Cruz, que era instrumento de debilidad, sufrimiento y maldición, fue la Gracia misma de Dios. Hoy la Cruz sigue mostrándose débil y sufriente en el mundo.

-' Tillich, Paul. Teología Sistemática II, La existencia y í'risto. (Systemalic Theology) 1981. pág. 201-202.

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Cruda, cruz y esperanza en América Latina

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GRACIA, SUFRIMIENTO Y ESPERANZA

Reinerio Arce Valentín

El tema que nos proponen, ¿qué significa hablar de Gracia ante tantas desgracias en América Latina? pudiera ser analizado desde distintas pers-pectivas de acuerdo con la forma en que entendamos la palabra "desgracia". Cuando hablamos de Gracia teológicamente creo que podemos estar de acuerdo en que nos estamos refiriendo a la acción amorosa inmerecida, inesperada e incomprensible de Dios hacia el ser humano que lo conduce a la liberación (pudiera decirse en este sentido salvación), y a su comunión con Dios. Así el sentido evangélico de la Gracia de Dios se origina en la uni-dad que existe entre la Gracia y su Dador. De ahí la ecuación reformadora "sola gracia" - "solus Christus", que indica la realidad de la nueva alianza, posibilitada y establecida por el Padre en Cristo. Sobre este fundamento se sustenta la fe cristiana. Poner de relieve esta característica fundamental de Dios y esta relación fundamental de toda Gracia en Cristo y con Cristo es algo necesario para la fe cristiana1.

Sin embargo, podemos aproximarnos a la pregunta desde dos ángulos. Si entendemos que nos estamos refiriendo a cómo viven o, mejor dicho, a cómo sobreviven las grandes mayorías de nuestro continente, pudiéramos afirmar que existen en medio de una verdadera "desgracia". Para ellos la realidad es desempleo, miseria, enfermedades, violencia, guerras; en fin, el resultado de un sistema económico-político-social que, en su versión más moderna neoliberal, produce y reproduce la marginalidad y el hambre, y

O.H. Pesch, Gnade, en Neues Handbuch Teologischer Grudbegriffe. Koesel-Verlag. Vol.II, 255.

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Gracia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz v esperanza en América Latina

cuesta la vida de millones de seres humanos que verdaderamente viven en la "desgracia".

¿Cómo entender en medio de esta realidad, la Gracia de Dios? ¿Cómo entender a este Dios que ama incondicionalmente a su Creación en medio de esta desgracia humana y ecológica?

Esta pregunta acerca de Dios está íntimamente relacionada con la experiencia del sufrimiento del ser humano. ¿Por qué permite Dios que el ser humano sufra? En medio del sufrimiento, el ser humano clama a Dios y se pregunta por el sentido de este sinsentido. Por otro lado, la fe en Dios hace del sufrimiento un dolor consciente que no se puede resistir. ¿Participa el ser humano, en su sufrimiento, del dolor de Dios? La primera es una pregunta puramente especulativa, metafísica: la justificación de Dios ante el sufrimiento: La teodicea. La segunda es una pregunta mística sobre la comunión con Dios en el sufrimiento.

Las "desgracias" de este mundo han conducido a los seres humanos a preguntarse sobre Dios y la existencia del mal. La respuesta clásica, a primera vista, podría ser una de estas dos: Dios quiere impedir el mal pero no puede, pues es bueno, pero no todopoderoso. O puede impedir el mal, pero no quiere, porque siendo todopoderoso, no es bueno. Mientras pensemos a Dios como Señor todopoderoso sobre la vida y la muerte, conductor de la historia y de la vida de cada uno de los seres humanos, permanecerá abierta la pregunta de la teodicea. Sin embargo, pensadores como E. Kant, por su parte, afirman que es imposible dar respuesta y encuentra la solución a este problema existencial humano central, en las posibilidades limitadas de la razón frente a la sabiduría del Creador, puesto que esta sobrepasa los límites de la razón humana'.

En la historia de las religiones y de la filosofía se han intentado tres soluciones:

1) La concepción dualista, que parte de la idea de

un principio del Mal y uno del Bien que compiten en el mundo uno frente al otro. Los seres humanos debemos estar del lado del principio del Bien. La realidad del mundo es la lucha entre estos dos principios. Todo lo bueno viene de Dios, mientras lo malo proviene del Mal.

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Este dualismo se reconoce en el apocalipticismo, tanto judío como cristiano.

2) La concepción monista de que sólo existe el Bien, el Mal es la"nada". Todo lo que "es", es bueno. El Mal es la expresión deuna carencia del Ser (puesto que el Bien demuestra su cualidadcomo ser en la negación de lo negativo. En esa dirección intenta

o o

K. Barth explicar teológicamente la realidad del Mal a través de su concepto de "Nichtige''l

3) La concepción dialéctica, de acuerdo con la cual el Mal es uliliza-do por Dios en la Historia, de una u otra manera, para lograr elBien. De manera que el Mal se constituye en un instrumento deDios.

Sin embargo, en la tradición bíblica no se responde al problema del mal y las "desgracias" que origina, de manera teórica ni metafísica, sino de manera

existencial, como resultado de la experiencia histórica de la fe en Dios. Si Dios es justo, ¿por qué sufre la persona piadosa? Si Dios es fiel, ¿porqué Su pueblo, Israel, tiene que sufrir la violencia de las naciones gentiles? Si Dios es Padre amoroso, ¿por qué abandona a su Hijo amado en medio del sufrimiento de la Cruz romana? Las respuestas en las Escrituras las podemos encontrar en tres niveles:

1. Existe el mal que realiza el propio ser humano. El hacer el mal lleva en sí mismo el castigo. Esta relación dialéctica entre hacer el mal y la "desgracia" que de él resulta para el ser humano que lo realiza, forma parte de la Justicia de Dios. La Ira de Dios que se revela desde el cielo, no castiga desde allí, sino por medio del mal que es resultado del camino que el pecador ha escogido, el cual a la larga lo conduce a su propia condena. Así lo fundamenta el apóstol Pablo en su carta a los Romanos cuando escribe: "La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres (que detienen con injusticia la verdad" (1:18). El que abandona a Dios es abandonado por Dios. "y« que, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido". (1:2!).

- Véase J.Moltmann., Die Thcodizucfragc und dtr Schiner/ Gottes en In ilcr Cescliiclne des dreieinii>en dimes, Kaiser Verla", Munehen, Í4ss.

3 Véase K Barth. Gott und das Nichtige en Kircliliclie Dn^muük. B . I I I 3 . 327s

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64Gracia, cruz y esperanza en América Latina

Gracia, cruz y esperanza en América Latina 65

2. Existe, sin embargo, el sufrimiento, no del injusto, sino del justo.Este fue el caso de Job, a quien en su sufrimiento, a pesar de ser justo, sólole quedó la posibilidad de preguntar a Dios: ¿por qué?, manteniéndose firme en su Fe. La respuesta adecuada sería mirar hacia Dios con humildad,confianza y oración. No de manera pasiva como sus amigos, sino cuestionando a Dios; no aceptando otro Dios que no sea el que se revela como elDios de la justicia. Protestar en fidelidad o callar en humildad es lo que lequeda al ser humano frente a Dios. Porque, "¿quién eres tú, para que alterques con Dios?" (Romanos 9:20). Cada persona debe de decidir cómo viviry esto tiene que ver con decidir sobre el carácter de Dios, la estructura de laCreación, el lugar del sufrimiento en el mundo y el significado de una vidaacorde con los principios éticos basados en la justicia.

3. De la misma manera, las Escrituras nos muestran otra cara de Diosante el sufrimiento y las "desgracias" de este mundo: el sufrimiento de Diosmismo. En efecto, Dios sufre junto al ser humano, a su Pueblo y a su Creación toda. Por razón de su Pacto con Israel, Dios a través de su nombre yde su espíritu vive en medio de su pueblo. El que arremete contra Israel,arremete contra Dios. Si es perseguido Israel, Dios, a través de su "sheki-na", participa y vaga junto a él por el desierto4. Al mismo tiempo, sufre lacarga de la injusticia humana: "tu me has abrumado con tus pecados y mehas agobiado con tus iniquidades" (Isaías 43: 24b). En la imagen del siervosufriente se visualiza la presencia de Dios en medio de nuestro sufrimiento:"Ciertamente él cargó con nuestra enfermedades y soportó nuestros dolores..." (Isaías 53:4).

Es interesante cómo José Martí da testimonio de la presencia de Dios como su compañero de sufrimiento en la experiencia del presidio, en medio de la violencia y la tortura:

"Dolor infinito, porque el dolor del presidio es el más duro, el más devas-

tador de los dolores, el que mata la inteligencia y seca el alma, y deja en

ella huellas que no se borrarán jamás..."

"Presidio, Dios: ideas para mí tan cercanas como el inmenso sufrimiento y el eterno bien... Sufrir es morir para la torpe vida por nosotros creada, y nacer para la vida de lo bueno, única vida verdadera. ¡Cuánto, cuánto pensamiento extraño agitó mi cabeza! Nunca como entonces supe cuánto el alma es libre en las más amargas horas de la esclavitud... Pero otros

4 Véase J. Moltmann, ídem.

sufrían como yo, otros sufrían más que yo. Y yo no he venido aquí a cantar el poema íntimo de mis luchas y mis horas de Dios... el que sufre por su patria y vive para Dios, en éste u otros mundos tiene verdadera gloría..."

Y llega Martí a la esencia de la comprensión de Dios que habita en el ser humano y en el Pueblo y que participa en sus sufrimientos:

"Trituraban a un Hombre. ¡Miserables! ¡Olvidaban que en aquel hombre iba Dios!... ¡Y cuan desventurados son los pueblos cuando matan a Dios! ¡Y cuan descarriados van los pueblos cuando apalean a Dios.'... Y Dios llora. Y ¡cuánto han de llorar los pueblos cuando hacen llorar u Dios!5".

En la pasión de Jesús se revela la pasión de Dios. El dolor del Dios amoroso en la cruz de Cristo se revela a todos los seres humanos que están sufriendo por las "desgracias" de este mundo. El Padre participa, por razón de su amor, en la Cruz junto al Hijo, con el propósito de traer a la comunión eterna con El a todos los seres humanos perdidos. Porque como dice el apóstol Pablo: "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo'' ( I I Corintios 5:19). "£Y que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Romanos 8:32). El divino sufrimiento se traduce en solidaridad y salvación y, por lo tanto, en esperanza.

La imagen del Siervo Sufriente nos puede ayudar a entender esta acción misericordiosa de Dios que participa junto a nosotros y nosotras en nuestro sufrimiento. Ignacio Ellacuría, mártir de América Latina, lo describía de la siguiente manera: "siervo doliente de Yahvé será todo aquel crucificado injustamente por los pecados de los hombres, porque todos los crucificados forman una sola unidad, una sola realidad, aunque esta realidad tenga cabeza y tenga miembros con funciones distintas en la unidad de la expiación. Por mucho que se acentúen los rasgos del sufrimiento y del aparente fracaso, sobresale la esperanza del triunfo, no lo olvidemos, que ha de tener un carácter publico e histórico y que se relaciona con la implantación del derecho y del justicia6".

* J. Martí, El presidio político en Cuba, Obras Completas, tomo I, 45ss. ' I.

Ellacuría, Conversión de la iglesia al Reino de Dios, UCA, 54.

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Aquel que por su sufrimiento grita a Dios, participa en el grito de muerte de Jesús: "Dios mío ¿por qué me has abandonado!". El que reconoce esta comunidad divina con el sufrimiento humano siente, como nos lo describe el propio Martí, que Dios no está impasible en el cielo, que de una manera particular y misteriosa es un Dios humano que se une al grito de dolor, y grita también con el sufriente y por él. De manera que no nos hundamos en el dolor, sino que junto a Él, participemos en su esfuerzo por la transformación de la muerte en Vida. Aquí radica precisamente la esperanza de la Cruz. Nuestro sufrimiento es su sufrimiento, nuestra tristeza, su tristeza. Dios no es un Dios apático e indiferente, porque es un Dios "gracioso": El Dios de Vida, misericordioso y solidario que sufre y actúa por los que sufren7.

Sin embargo, la "des-gracia" pudiera ser entendida también como ne-gación de la Gracia de Dios. La respuesta al sufrimiento de este mundo como consecuencia de la "des-gracia" no puede ser teórica. A la hora de hacer una Teología de la Gracia hay que partir metodológicamente de lo concreto y lo real histórico, no de lo abstracto y universal. Los poderes de la "des-gracia" constituyen una realidad destructora del ser humano y de la Creación, cuantitativa y cualitativamente, que se estructuran económica, sociopolítica y culturalmente como poderes que se oponen a la Gracia de Dios.

Por eso sería importante también analizar la relación entre Gracia y Poder. La Gracia de Dios no es un "fluido" mágico que desciende del cielo. La Gracia de Dios es su Amor. Es el favor del Creador que se impone un pacto con la criatura, del Liberador que se encarna en Jesús de Nazareth, del Integrador que se hace presente en medio de nosotros por mediación del Espíritu Santo. El poder de la Gracia se puede reconocer en la historia con-creta y real de este mundo que es, a la vez, la historia de Dios: Moisés, Jo-sué, Débora, Pueblo de Dios, Jeroboam, Ciro, remanente fiel; María, Jesús, María Magdalena, Comunidades Cristianas, Reformadores, Frank País, Ca-milo Torres, Mauricio López, Monseñor Romero. En fin, como refiere el escritor de la Epístola a los Hebreos: "¿Y qué más digo? El tiempo me faltaría para hablar..." Pero este poder de la Gracia se ha enfrentado siempre al poder de la "des-gracia", a los poderes opresores que también tienen nom-bres concretos en la historia: Faraón, Filisteos, Roboam, Babilonia, Hero-dcs, Roma; Oligarquías, Doctrina de la seguridad nacional, Racismos, Pa-triarcalismo, Neoliberalismo, Torres gemelas, Guerra Universal contra el te-

Véase J. Moltmann, ídem.

rrorismo. Larga es la lista de los poderes que no sólo matan, sino que impiden la realización humana plena, a imagen del Creador. Las opresiones destruyen la obra creativa, entorpecen la obra liberadora y se contraponen a la obra integradora de Dios. No caen del cielo ni se producen y reproducen, como entes independientes, por generación espontánea.

Sin embargo, están llamadas a desaparecer y nosotros los cristianos y las cristianas estamos llamados a luchar para que desaparezcan. En este proceso nos deben interesar, para denunciarlas, las teologías económicas y las ideologías teológicas que las sustentan y les sirven como agentes ideoló-gicos para su reproducción. La Gracia de Dios nos llama a defender, junta-mente con Él, la Vida, y a garantizarla para todos y todas."

En ocasiones da la impresión de que, después de tantos avances de la Teologías de las Liberación en sus distintas expresiones, estamos retroce-diendo hacia generalizaciones abstractas y ahistóricas. ¿o es que no quere-mos continuar asumiendo las consecuencias de la radicalidad del Evangelio que hemos descubierto en nuestro contexto de muerte y opresión, pero tam-bién de liberación y esperanza? En el mundo actual es muy peligroso coque-tear con las ideologías religiosas que reproducen la opresión o la alienación o el escapismo. Igualar todo lo humano bajo un solo rasero condenatorio y una gracia generalizadora, justificadora de todas las injusticias, significaría dar nuestra bendición a los poderes de la "des-gracia" opresores de este mundo. No se puede aceptar un discurso teológico que niegue el misterio de la Gracia como el favor de Dios, parcializado en beneficio de los pobres, marginados y oprimidos en todas sus manifestaciones. En un sentido muy universal y generalización todos somos "des-graciados", tanto el pobre como el rico; somos pecadores que necesitamos del perdón de Dios, pero en la particularidad y especificidad del Evangelio, el pobre resulta el "agraciado" por excelencia. Bastaría solamente leer seria y responsablemente el cántico de María o el primer discurso de Jesús en la sinagoga de Nazareth.

La Gracia que santifica es la misma que justifica. No hay dos Gracias. Igual que no hay dos dioses. En el AT se nos dice que "el que justifica al in-justo es abominado por Jahwé" (Proverbios 17:15). Pablo contrapone la fe falsa en la Ley y en las obras que de ella se derivan, a (a fe en Cristo y en las obras que esta engendra. De la misma manera que para Jesús lo que justifica al árbol bueno son sus frutos buenos, no existe justificación ajena a la

"Véase: S. Arce Martínez. El poder di' la Gracia ¡le Dios y los poden.'* opresores del mundo, inédito.

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Gracia, cruz y esperanza en América Latina

santificación. Lo que justifica es el favor de Dios que es su propia justicia, la cual entra en contradicción con la justicia de los poderes opresores. La Justicia romana que es imparcial, inmutable, impasible, no toma partido, es-tá por encima de toda pasión. La justicia del Dios de los "agraciados" es, por el contrario, parcial, apasionada en favor de la causa de los pobres y oprimidos. Es la justicia que privilegia al huérfano y la viuda, Dios es su de-fensor incondicional.

Tenemos que leer a Pablo en su totalidad, no fragmentado como en muchas ocasiones se hace. Pablo afirma: "pues no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino que los que obedecen la Ley serán justificados" an-tes de desarrollar sus ideas acerca de la justificación de los capítulos 3 al 9 de la carta a los Romanos. Pablo habla de la justificación gratuita inespera-da de Dios en Cristo porque sabe que el hacer "justicia" no exime de caer en injusticias, es decir, en pecado, como tampoco es cosa meritoria. No hay justificación para los opresores. Lo que existe es la restitución de la justicia para las incontables víctimas de la opresión. Mishpat, sophat, sophet se tra-ducen por 'derecho, juicio, justicia', pero significan liberar al pobre, hacer justicia al oprimido, defenderlos y liberarlos de su pobreza. Yahvé es el li-berador o salvador de los oprimidos por las injusticias de los opresores9.

El incidente de Jesús con el joven rico, la parábola de Lázaro y el rico, las bienaventuranzas según el Evangelio de Lucas, las advertencias que apa-recen en el capítulo 5 de la Epístola de Santiago y el versículo 13 del capitu-lo 2 de la carta de Pablo a los Romanos que acabamos de citar, son sólo al-gunos ejemplos de la radicaíidad preferencial hacia los pobres y marginados como los "agraciados" de Dios. Como escribió Martí:

¡Y son siempre los humildes, los descalzos, los desamparados, los pesca-dores los que se juntan frente a la iniquidad hombro a hombro, y echan a volar, con sus alas de plata encendidas, el Evangelio! La verdad se re-vela mejor a los pobres y a los que padecen!'0

Dios está absolutamente de su parte. Y no de lejos, sino como la ma-dre o el padre que acompaña sufriendo el sufrimiento de sus hijos e hijas. De ahí que también por el poder de la Gracia divina, fuente de esperanza se

restituirá la justicia.

GRACIA Y RECONCILIACIÓN,

UN TEMA PERTINENTE PARA HOY

EHzabeth Salazar Sanzana1

Introducción

No hay circunstancia humana que nos distancie mas de la aceptación del amor gratuito de Dios que nuestras propias experiencias de dolor, muy especialmente, si estas son injustas. Pensar en Dios y en su gracia infinita desde el sufrimiento, el dolor y la situación de opresión e injusticia que afecta nuestra sociedad latinoamericana es un desafío constante, pues este con-texto parece negar el amor de Dios.

Cuando en América Latina se habla de reconciliación ante el dolor y daño de víctimas de acciones de violación a los derechos humanos, nos pa-rece un discurso transgresor a esta gracia, pues es un tema acompañado de impunidad, de olvido sin restauración. En nuestro contexto inmediato, Chile, el constante llamado a la reconciliación se ha transformado en un tema frecuente en los medios de comunicación. Especialmente después del interés sorprendente de los políticos de derecha que presentaron un proyecto de reparación económica para familiares de detenidos y detenidas, de desapa-recidas y desaparecidos, y de las variadas actividades que nos convocaron a recordar los treinta años del golpe militar de 1973, que nos llevó a dieciocho años de dictadura militar. Llamar a la reconciliación a esta sociedad es impropio en las actuales circunstancias, pues aún no se conoce la verdad de muchos casos de violación grave de los derechos humanos, y estamos ante una auto amnistía que se promulgó en plena dictadura. Y en este contexto

' Doctora en Teología e Historia por la Universidad Metodista de Sao Paulo, Brasil. Docente de Teología e Historia de la Facultad Evangélica de Teología en Concepción - Chile.

'" Véase: S. Arce Martínez, ídem.

^ J. Martí, £/ cisma del catolicismo en Nueva York, Obras Completas, tomo XI, 150

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de mentira c impunidad se evoca con liviandad la voluntad de Dios de re-conciliar.

Como Iglesia, somos llamados por Dios a fin de ser instrumentos de paz, y se nos invita a la reconciliación por medio de su Espíritu. Es imperativo que merece que consideremos, la gracia que nos convoca y cuál es la reconciliación que necesitamos, para no confundirnos en esta usurpación de conceptos que caracteriza nuestro actual contexto mundial globalizado.

Se nos ofrece la graciaEs un ofrecimiento que, sin duda, es la buena nueva de "gran gozo para

todos los pueblos". ¿Cómo llega esta gracia? ¿Cómo se nos ofrece? ¿Qué significa?

El concepto de gracia que nos presenta Pablo y que acompaña esta re-flexión nos remite a una gracia que es justicia, pues como dice Pablo "apar te de la ley se ha manifestado la justicia de Dios" (Rom 3:21s), que es vida en el Espíritu (Rom. 8:1-2), ley de Cristo, es decir el ágape (1 Corintios 9:21), y es libertad (Gal.2:4s).

Frente a esta gracia manifestada desde la creación hasta Jesucristo, no podemos esconder nuestro asombro a tanta misericordia y más aún, porque para recibirla no presupone méritos. Es gracia reparadora y habilitadora, es gracia que no es obra. Nuestra fe está basada en esta gratuidad que viene del amor de Dios sin límites y sin condiciones, y nuestras acciones son respuestas espontáneas de la gracia recibida, es fruto agradecido; nuestras obras provienen de la manifestación de este amor.

Es decir, sin mérito alguno de nuestra parte, somos convocados por el amor de Dios a esta salvación: por gracia y no por obras. Llaman la atención, ante esta gratuidad divina, las preguntas que Barth hace en su refle xión sobre la gracia de Dios y la condición del ser humano: ¿Estaría el ser humano en condiciones de recibir la gracia, gracia de Dios? ... ¿No es que constantemente la gracia se transforma en des-gracia en nuestras manos? Pareciera que necesariamente debamos subrayar, como lo hace este teólogo, el hecho que la gracia es la gracia de Dios, acto suyo, obra suya, voluntad suya y Reino suyo. Para Barth este acto no es solo una determinación, sino que es una predeterminación, o como lo trabaja en el propósito de su escrito, una predestinación de nuestra existencia humana. En definitiva, el recibir esta gracia no es [¿depende?] solo de nosotros y nosotras, sino de

una instancia superior, de una superioridad fundamental y cualitativa.' Sin duda que Barth, invocando su postura de fe en un Dios trascendente, deja clara su preocupación por esta persistente necesidad que se percibe de poner un precio a la gracia, de buscar la manera de manipular la gracia para beneficio propio, de cobrar un importe que deben pagar los que justamente están llamados y llamadas a la gratuidad de la misericordia de Dios.

Para Pablo, la libertad dada por Cristo es una dádiva de Dios, una gracia que exige una decisión firme de parte de aquellos y aquellas que de ella se benefician, a fin de que permanezca. La experiencia de la gracia es una experiencia de alivio en Dios, es una invitación al descanso. Dios esta incon-dicionalmente disponible para nosotros y nosotras, y nos acepta tales cuales somos. Este nuevo camino de verdad, de vida y libertad requiere de lucidez para percibir las posibilidades de la fe y de la nueva vida que proporciona, pues es libertad para liberar y amor para amar.

No es una gracia desprovista de compromiso, aunque la gracia sea en-tendida en la Iglesia, muchas veces, como pretexto para una vida sin com-promiso, sin perdón, sin justicia. Ya contamos con la obra de Bonhoffer que nos plantea justamente la diferencia entre una "gracia barata" y una "gracia cara". La gracia barata es la gracia considerada como una mercancía que hay que liquidar, es el perdón abaratado, el consuelo depreciado, el sacramento desvalorado: es la gracia como almacén inagotable de la iglesia, donde la manipulan unas manos inconsideradas para distribuirla sin vacilación ni límites. Es la gracia sin precio, es la gracia que no cuesta nada. Porque se señala que, según la naturaleza misma de la gracia, la factura ha sido pagada de antemano para todos los tiempos.' Una gracia que no va acompañada de respuesta a su receptividad, sino de una pasividad que deja al ser humano inactivo ante la acción de Dios.

Esta gracia justificadora que nos llega, se nos ofrece primeramente como la acción misericordiosa de Dios y se nos ofrece como una gracia plenamente comprometida con la acción del Espíritu Santo en el mundo. No está lejos del evangelio de seguimiento a Cristo: es gracia basada en la cruz y en su mensaje, no es indiferente ante el padecimiento de la humanidad ni hace oídos sordos a los gemidos del alma. Es resistencia al diablo y a sus sistemas opresores, en este mundo que gime por cambios históricos nccesa-

- Dadiva e limvor. Sao Leopoldo. Sinodal. 1986. p. 239

-1 Bonhoeffer. Dictrich. [-11 precio de la (¡rucia. Salamanca, Sigúeme. 1986. p. 15

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rios. No es gracia resignada, no es gracia confundida con desgracia o anti-

gracia.4

Es decir, la gracia primeramente es favor, si bien también es don, pero primeramente y ante todo, es acción divina que conlleva una reacción humana. Esta gracia que nos anuncia el evangelio de Jesucristonos llama a buscar la justicia, la comunión con nuestro entorno y con nuestro prójimo. Una gracia que no es considerada en la profunda dimensión de la responsabilidad y en el compromiso con el prójimo, realmente no es la gracia gratuita de redención y de sentido de vida.

Estamos frente a esta gracia que ante la ley y la ira prevalece como evangelio y amor, que ante la condena nos declara salvos. Una gracia que nos sonríe en la belleza de la libertad y la seguridad de una salvación eterna; una gracia que nos llena de esperanza y nos alienta a entregar de gracia lo que por gracia hemos recibido.

Por esto, el compromiso frente a la gracia es una preocupación, pues no podemos confundir la gracia como un beneficio alcanzado por mérito propio, como las distorsiones de un insistente afán de privatización ha llegado a es-tablecer. Es visible que, cuando no se entiende el verdadero concepto de la gracia, el ser humano, para sí mismo, tratará de alcanzar salvación por medio de sus obras, como si esta fuese una vida de seguimiento a Cristo. Está vivo el espíritu legalista que impera y empuja a la preocupación por la salvación en acciones forzadas de vanas apariencias y composturas sociales. Bon-hoeffer nos describe la gracia divina como el tesoro oculto, pues es el evangelio, son los dones, es el compromiso. Una forma de reconocer la amplia interpretación de la vida cristiana la tenemos justamente en la inclinación a lo que él llamó la gracia barata: no es perdón con arrepentimiento, no es compromiso, no es confesión de pecados, no es el seguir a Cristo con obediencia a su evangelio.5 No es una actitud que fluya de la gracia misma, que recibimos por la fe, es un intento de colocar la ley en lugar del amor de Dios.

Esta gracia de vida en abundancia que Dios nos ha dado por pura mi-sericordia es vivenciada en el Espíritu por el gozo que produce y se deja ver en su celebración en alabanza. Alegría y esperanza, pues no hay regalo más propio de Dios que su entrega en Cristo por gracia y no deja lugar a buscar las obras para salvación, sino que estas fluyen por pura gracia.

^ Comisión Teológica Latinoamericana. Gracia, Cruz y Esperanza. CLAI, 2002. 5

Discipulado. Sao Leopoldo, Sinodal, 1980. p 09-19

Necesitamos reconciliarnosSolamente en la fe sabemos que la gracia produce la justificación; la ley nos

condena por nuestro pecado y la gracia nos reconcilia. Necesitamos ser reconciliados, como nos anuncia Pablo'en la segunda carta a los Corintios, Dios nos reconcilia por Cristo y, a la vez, nos da la diaconía de la reconciliación, siendo embajadores de este ministerio (2 Corintios 5:18-19).

La solicitud a esta reconciliación es insistente, es una súplica: En nombre de Cristo os suplicamos ¡reconciliaos con Dios! (2 Corintios 5:20) El mensaje de la reconciliación es la palabra propia de Cristo, pues es el que se propicia para la humanidad y llama a la humanidad a la salvación. El resultado de esta obra salvífica de Cristo es el ser humano mismo, nuevo, en santidad y verdad. Lo justifica; el ser humano es justo pues da razón a Dios de que lo hizo justo. Como dice Barth: "El nuevo ser humano es la criatura grata para con Dios. Su justicia y santidad (y dentro de esta actitud, dentro de este querer y actuar, él mismo) es la respuesta a la gracia de Dios"". El vaciamiento de Jesús tiene como contrapartida una igual transformación en la situación del ser humano, aunque en sentido inverso. Es llamado a una novedad de vida, a un serrenovado. Barth comprende la reconciliación como la obra central de Dios entre la creación y la consumación, y al interior de esta obra central desarrolla la justificación como parte de la reconciliación.

Reconciliar, conciliar, volver a conciliar. Unir algo que estaba original-mente unido. El sentido utilizado es claro de 'volver a colocar lo más exacto, o unido lo separado, distanciado o afectado por algo'. Algunos teólogos como Tillich ven la meta de la salvación como reunir de nuevo al ser humano alejado de Dios con Dios, en una nueva convivencia a través de la participación, la aceptación y el cambio. Es decir, como el reencuentro con lo separado, re-conciliar lo que estaba en algún momento conciliado, en un sentido de restauración y reencuentro.

Cuando se habla de reconciliación en la Biblia, se habla de acción directa con el prójimo y con Dios, pues en su justicia Dios nos reconcilió. No es sólo el juicio lo que obtuvimos en la cruz, sino también la reconciliación para todas y todos quienes creen en Jesucristo y declaran que Dios es justo y reconocen su pecado. Su gracia actuante reconcilia al mundo consigo (1 Cor. 5:19). "Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo,

''Barth. Karl. Dádiva e loitvor. Sao Leopoldo. Sinodal. 1986. p.358.

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no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación").

Una interpretación negativamente restrictiva de la doctrina de la gracia es la que identifica reconciliación solo con Dios, con tener una buena relación con Dios, haciendo de esto, sinónimo de justificación. Así, tanto la teología de la reconciliación como la de la justificación se miden desde la relación Dios-ser humano, dejando semánticamente fuera las relaciones entre los seres humanos y el mundo, el cosmos, la creación de Dios. La justicia de Dios y la justificación no pueden reducirse a estar en paz con Dios, pues la paz con Dios se evidencia cuando se hace la paz y se hace lo que Dios mismo mandó: amar al prójimo. Es decir, una lectura de la justificación limitada a la reconciliación con Diosse da en un sentido individual y abstracto, que frente al evangelio no tiene sentido. La interpretación de la doctrina de la justificación centrada en la reconciliación con Dios cae inevitablemente en el individualismo y eso es lo que se observa en muchas de nuestras comunidades. En contextos como el nuestro en América Latina, el individualismo permanece como obstáculo reforzado por una reflexión sobre la gracia que se centra solamente en la persona y no en la acción de amor y solidaridad que esta conlleva. Esta actitud, a veces de forma inconsciente y reforzada por la himnología y las ideas de nuestras iglesias, relega la solidaridad y el compromiso con los demás a un segundo plano; ciertamente, la justificación y la reconciliación con Dios están íntimamente relacionadas en la gracia.

La gracia nos llama a la reconciliación

¿Cómo es posible que la gracia de Dios se manifieste para la reconci-liación?

Esta gracia que nos llama a la fe significa una vida guiada, orientada, acompañada e integrada por el Espíritu Santo. La fe que justifica por gracia, une a las criaturas y las conforma de tal manera a Cristo que ya no se puede hablar de la salvación o de la justificación como de logros o méritos propios. La reconciliación a que la gracia nos convoca es, justamente, par te de la muestra de su amor. Como es una necesidad reconciliarnos, la misericordia de Dios nos invita a reconciliamos en varios ámbitos, pero no lo hace solo como invitación, según lo vimos anteriormente, sino como una súplica, dada la necesidad que, como humanidad, tenemos.

Dios, en su absoluta condescendencia, y siendo su gracia la única causa de la salvación, no elimina la personalidad del hombre ni la de la mujer, sino que las hace participar. La gracia no se les impone sin consultarlos., sino que solamente les es entregada y a través de la gracia misma, el ser humano la acepta o no. Si bien es Dios el que nos regala su gracia, no la da sin que le haya sido requerida, sino solamente si nosotros o nosotras la pedimos. De esta manera, Dios corre el riesgo de ser rechazado, porque es Él quien tendría la libertad de imponernos su gracia, es libre hasta de su propia libertad, libre por amor. Dios por su gracia nunca humilla al hombre o a la mujer, sino que la gracia misma es humilde, vence al ser humano y se entrega humildemente a su decisión de aceptarla o rechazarla.

Esta reconciliación que la gracia nos ofrece es una obra completa y no es cronológica, ni jerárquica; no es solo cósmica ni individual; es una reconciliación que trae una relación perfecta entre la humanidad y Dios, armonía en toda su creación.

1. Nos reconcilia con Dios

La reconciliación es el principio fundamental, parte inherente de la obra de Jesucristo; fue ei gran mensaje del Evangelio como lo recuerda Pablo (Rom 5:11); por medio de la cruz (Efesios 2:16) nos reconcilio con Él. Nos justifica por gracia, nos libra del pecado y nos transforma y restituye la amistad entre la humanidad y Él, pues estábamos separados por el pecado y al reconocer esta verdad de la condición de pecador y pecadora, nos lleva a reconocer la necesidad del perdón y de la reconciliación.

La experiencia propia, así como la recibida en las facultades de teología y en las comunidades nos lleva a reconocer momentos en que el proceso de reconciliación con Dios es más intenso y extenso de lo que frecuentemente describimos. Las imágenes que nos han entregado tradicionalmente de un Dios trascendentemente distanciado de nuestra realidad, ajeno a nuestro sufrimiento y, por momentos, hasta cómplice de la opresión, hace que en medio del clamor, de la reflexión comunitaria, del camino del Espíritu, reconozcamos a un Dios solidario, amoroso y misericordioso que se revela como padre y madre a todos sus hijos e hijas, para convocamos a una vida de confianza y reciprocidad.

Esta es una reconciliación que se ve en la cruz de Cristo e impulsa a un cambio del mundo. Dios reconcilió el mundo consigo; esto hace que pa-

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ra el creyente todas las situaciones en este mundo sean pasibles de cambio: nada tiene que quedar como es. La reconciliación nos hace mirar una nueva imagen de nuestro Dios que nos comprende y que por medio de su Espíritu denuncia lo que no es su voluntad. Este favor es para todos y todas sin excepción.

La reconciliación nos presenta esta nueva relación con Dios, pero, a la vez, restaura o recrea la imagen de Dios. Ese Dios distante y patriarcal se reconcilia como el Dios cercano y amoroso.7 Es la crítica frecuente desde un análisis de género, pues se ha privilegiado la imagen de un Dios jerárquico, castigador y déspota8. La cercanía a un Dios que se solidariza y se acerca a su pueblo afligido se contrapone a ese Dios que no escucha ni responde a las necesidades de los pobres y afligidos y afligidas. Tenemos un Dios que camina con su pueblo y se hace amigo del que sufre, no está con el dominador ni con el opresor, ni se complace de la injusticia y la iniquidad. Por esto, el hablar de reconciliar a Dios con la humanidad incluye volver a conciliar al pueblo sufrido y humillado con ese Dios lejano que el cristianismo ha presentado desde hace tantos siglos. Si buscamos entre las nuevas cristologías que han surgido en nuestros círculos de reflexión teológica, nos encontraremos con la recreación de los símbolos, las imágenes, los conceptos que nos ayudan a reconciliarnos con la inmanencia de Dios. Dios nos acoge, pero las propias circunstancias cotidianas nos llevan como comunidad a mirar la invitación a reconciliarnos con Él y a abrazar su camino como propio.

2. Nos reconcilia con nuestro semejante

Esta gracia de Dios que nos llama imperativamente a vivir en armonía, nos convoca a ser cuerpo de Cristo, uno y unido. Como dice Elsa Tamez "la primera señal de vida es el redescubrimiento de la imagen de Dios en la hu-manidad ahogada por el pecado, allí donde acecha la muerte... El Ser humano fue creado por Dios a su imagen y semejanza para convivir, vivir y dar vida. Somos creación de Dios y de una misma procedencia..." 9 Reconocerse como parte de la creación de Dios y que todos los hombres y mujeres son prójimos es fruto de la obra reconciliadora de Dios.

7 Nakashima B, Rita. Journeys by Herat: A Christology oferotic power. New Cork, Crossroad, 1988.8 Sollo, Dorothee. Búsqueda feminista de los nombres de Dios. En: Ress, M & otras, (eds.) Del cielo a latierra. Santiago, Sello azul, 1994.

^ Tamez, E. Contra toda condena. P. 14

Para algunas personas reconciliarse con Dios no requiere de tanta en trega como reconciliarse con el prójimo, especialmente si se ha forjado una imagen de Dios hecha a la propia medida.. Reconciliarse con los demás, casi siempre es doloroso porque conlleva salir del propio mundo y rectificar quizás la imagen de Dios, para entrar en el mundo de las otras personas. ¿Cómo practicar la reconciliación con los demás, como practicar "el perdón" de las ofensas? Si leemos en Mr 5:23-24 la reconciliación ocupa un lugar primordial, la reconciliación es el modo privilegiado de propiciar la vida en las relaciones humanas. Tanto en Mateo 6:12 como en los versículos 14 y 15 del mismo capítulo, la reconciliación se da con la sinceridad de la adoración y con una disposición de siempre estar dispuesto a perdonar y con una actitud de reconciliación.

Es Jesucristo mismo quien ayuda en la relación con el prójimo, el amor que se necesita procede de Él. Cristo está entre yo y el otro, como lo menciona Bonhoeffer.10

La comunidad cristiana, la comunidad de aquellos que por la palabra de gracia y por el espíritu del amor de Dios han sido llamados a ser hijos e hijas de Dios en libertad, se unen como hermanos y hermanas en el amor. Esta reconciliación entre los seres humanos es un encuentro, en primer lugar, por la propia situación de hombres y mujeres.. La deterioración de las relaciones sociales entre los sexos en la jerarquización y en el poder, nos lleva a entender la necesidad de esta reconciliación a la que la gracia nos llama, por el reconocimiento de la situación y el paso firme a la superación de dicha situación. El gran mandamiento del Evangelio es el que clama por esta reconciliación. El pecado alcanzó de tal manera a la humanidad que la destruyó, y hoy para reconciliarnos debemos asumir dichos pecado y muerte. Hablar de salvación es hablar del pecado que han generado las relaciones sociales estructurales de pecado. Hablar de reconciliación es buscar caminos que lleven a la superación de las categorizaciones ideológicas de la humanidad, como el racismo, el clasismo, el sexismo y las múltiples formas de pecado que han destruido la humanidad y deben ser reconocidas, denunciadas y expulsadas en nombre de este amor de Dios.

Hombres y mujeres estamos en la lucha con el Espírituque nos guía hacia toda verdad y justicia para construir un mundo mejoren dignidad, en

Vida en Comunidad. Buenos Aires, La Aurora, 1966. p.26

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bondad, en amor, en esperanza; donde se reconozcan las potencialidades y limitaciones de cada uno y de cada una, y se superen las múltiples formas de exclusión de sectores de la humanidad. La gracia nos impulsa a esta re-conciliación; el amor infinito de Dios como madre y padre nos acoge en el imperioso impulso de reconciliación.

3. Nos reconcilia con nuestro cosmos

Asumir que somos parte de este mundocreado por Dios, nos lleva a asumir la responsabilidad y, a la vez, a disfrutar de ser parte del cosmos como un todo. El reconciliarnos con Dios es reconciliarnos con su creación y entender lo que significa reconocer nuestra indiferencia y nuestra pasividad en la agonía de este mundo. Hoy tenemos la dificultad de sentirnos responsables de la situación calamitosa de la naturaleza, pero frente a esa realidad debemos también asumir nuestra propia responsabilidad y reconciliarnos con esta creación en compromiso y amor.

Dios en su obra reconciliadora por Cristo, ha justificado a la humanidad, y al dar existencia a ese nuevo ser humano fruto de la reconciliación, como lo planteamos anteriormente, se declara a favor de su criatura, confirma su obra como creador, su propósito y el sentido de la creación por Él reconciliada. Es el atributo del ser humano y del cosmos que Dios mismo está visibilizando al crear el nuevo ser humano. Es parte intrínseca del Evangelio declarar que Dios es el creador del mundo, del ser humano, de todo el cosmos y que Dios mismo lo tiene en sus manos.

Leonardo Boff que ha desarrollado el tema plantea que nuevas cosmo-logías nos provocan e invitan a elaborar nuestra imagen de Dios; crean las condiciones para una nueva experiencia de Dios. Para Boff afirmar que el universo fue creado por Dios es afirmar el sentido del mundo cuyo valor prevalece contra todos los mecanismos de disolución y de muerte que vemos cotidianamente. Por la fe se afirma la certeza de que el cosmos es más fuerte que el caos, porque Dios, su Creador, tiene el señorío sobre el absurdo y la muerte."

Nuestro pueblo latinoamericano vive tenso en la imposibilidad de dis-poner de la libre planificación, el uso y explotación de los recursos; sufre la

opresión de las fuerzas que le impiden el ejercicio de esa libertad. Hay clamor en conjunto por justicia social para todos los seres humanos de nuestros países marginados y por justicia ecológica para la creación. Estos clamores no van separados: no hay separación entre ellos: son uno. La integridad de la creación es producto de la justicia y la paz y significa que en la creación todo está completo y que sus componentes funcionan equilibradamente.

El ser humano es parte consciente y protagónica de esta integración; por lo tanto, debe velar como mayordomo por un adecuado uso de la creación, pues Dios le ha reconciliado ante lo creado y con Él mismo, su creador. Este cosmos como creación de Dios está ante la humanidad como su creación y no como su prolongación ni es parte de Él; existe desde el principio y siempre en forma total y absolutamente por voluntad de Dios. Dios crea al mundo y lo penetra con su presencia generadora. Aunque tenemos múltiples interpretaciones negativas del mundo como un factor perjudicial que anula la gracia y que no es punto de partida para ella, vemos en el Nuevo Testamento que Dios se compromete con el mundo y se solidariza plenamente con él. No se puede desconocer que esta dualidad ha entorpecido claramente la vida de las comunidades, especialmente la de aquellos pueblos originarios que viven una espiritualidad enraizada en el respeto e integración total al cosmos.

Esta reconciliación que nos envuelve holísticamente ha dado frutos agradables que nos permiten ver con optimismo la acción Espíritu de Dios. Acciones concretas han sido momentos de gratuidad frente a las múltiples y globalizadas políticas explotadoras de nuestro planeta. Inclusive muchas re-flexiones teológicas se han gestado, como fruto de esta reconciliación con Dios y su creación.1"

Por la gracia buscamos la reconciliación

La salvación se efectúa solamente por la gracia de Dios, pero no sin el ser humano: la gracia no remplaza la voluntad del ser humano, sino que la lleva implícita (Filip. 2:12, 1 Cor. 15:10) . Si ellasola tiene el poder de llevar a la salvación, no coarta la personalidad del ser humano sino que la estimula. La redención, segunda obra de Dios, se encuentra acorde con su primc-

'' Deus na perspectiva da moderna cosmología. En: Notas N 01. Sao Bdo. do Campo, UMESP. 1994. p . l ü a 17.

'•- Ress, Mary Judith. Lluvia para florecer. Entrevistas sobre el ecofeininisnio en América Latina. Santiago. Conspirando. 2002.

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80 Gracia, cruz y esperanza en América Latina

ra obra, la creación, porque Dios siempre es fiel a Sí mismo. Esta continuidad entre las dos obras de Dios se realiza en Jesucristo, en el cual el creador mismo se hace criatura para liberamos.

Podemos concluir que la justificación que hemos recibido no se da nunca sin la santificación, pues la justificación no es solamente un atribuirse la obra de Cristo sino también un renovarse, y no puede darse sin un nuevo compromiso, sin una nueva ética. Por esto, la reconciliación es parte de esta obra de salvación, tema que acompaña al pecador desde su convenci-miento y confesión.

Es claro que hablar de reconciliación es hablar de uno mismo, de nuestra relación con Dios y con su obra, de nuestra relación con los demás. No es solamente una reconciliación en el ámbito de lo privado e individual: es más bien

un llamado a un ministerio vasto. Esto se acentúa en la gratuidad de la misericordia de Dios. Una vida reconciliada con Dios es una vida renovada en Él, vida que encara la cotidianidad con una actitud de reverencia y de preocupación frente a sus semejantes y frente a la naturaleza.

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II. Viviendo la gracia en América Latina

GRACIA, CRUZ Y ESPERANZA HOY EN AMÉRICA LATINA

Elsa Tamex,

El martes 8 de octubre la Sala Cuarta de Apelaciones anuló la condena a 30 años de cárcel contra los asesinos de Monseñor Juan Gerardi, obispo de

Guatemala. Esto ocurrió dos días después de haber entregado el in-forme llamado "Recuperación de la Memoria histórica" (REMHI) de 52.429 víctimas, en el cual aparecen registrados los datos y testimonios de las atrocidades acontecidas en Guatemala entre los años de 1976 a 1996. El informe ha sido publicado en cuatro tomos bajo el título Guatemala: Nunca Más. Los testimonios registrados en el informe y la anulación de la condena dibujan de alguna manera la situación de América Latina, contexto en el cual los temas Gracia, Cruz y esperanza deben reflexionarse. Si estos temas profundamente teológicos no están relacionados con la pobreza, la violencia, la injusticia, la corrupción y la impunidad que se vive en nuestro conti-nente, no tienen ninguna relevancia, aparte de calmar tal vez el alma atormentada de algunos individuos por pecados no identificados.

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Quisiera comenzar mi reflexión comentado un testimonio del informe REMHI. Se trata de una mujer, sin nombre, de Malacatán, Guatemala que se ve a sí misma como "pájaro entre una rama seca".

"Mataron a mi esposo. De ahí me quedé sufriendo entonces como una niña. Yo no podía manejar dinero, ni trabajo, ni cómo dar gasto a la familia. Ya ve, la vida de una mujer cuesta más que la de los hombres y

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Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina

peor la vida de una mujer sola. Me dejaron como

un pájaro entre una rama seca".1

El texto nos permite ver lo que está detrás, es decir el contexto que produce el testimonio. Tenemos violencia, pobreza, abandono total, situación de la mujer totalmente desamparada por la dependencia de un hogar patriarcal, niños huérfanos que no tienen qué comer, desintegración familiar. Todo, producto de una sola situación. Teológicamente, esta realidad es el pecado estructural, porque todos están implicados de alguna manera en ello. El relato afirma que el responsable es el ejército, pero la realidad de la mujer habría sido exactamente la misma si el esposo hubiese sido asesinado por algún delincuente o por la guerrilla. No se distinguen los buenos de los malos. Es más: "los buenos" , a la luz de la legalidad, son quienes matan a muchos malos, a más malos que los malos matan buenos, dice Hin-kelammert. Eso se puede ver en las películas, que son ficción, y en el informe REMIH; de acuerdo con el cual la responsabilidad oficial es del 87.65% y la de la guerrilla, del 4.81%.:

Pecado estructuralHablar de pecado estructural de forma histórica y

concreta es uno de los grandes desafíos en las iglesias.. Solo después de esto podremos hablar con solidez de Gracia, de Cruz y Esperanza. El mensaje fundamental del evangelio es la gracia, no el pecado; sin embargo, no se puede hablar de gracia y resurrección, sin antes hablar del pecado y de la muerte.

La carta a los romanos es muy clara. Antes de hablar de la justificación por la fe, la gracia se describe la razón, y esta es: "No hay justo ni aun uno, no hay quien haga el bien. Todos han pecado y están destituido de la gracia de Dios".

Y aquí tenemos que detenernos críticamente.

Porque estos dos textos son tan familiares, se repiten constantemente en las iglesias, pero muchas veces de manera terrorífica, para ensalzar después la gracia de Dios con fines evangelísticos tradicionales y proselitistas. Sin embargo, en la mente de

' Guatemala, Nunca Más, Informe del proyecto de Recuperación de la Memoria

Histórica (REMHI) dirigido por Monseñor Juan Gerardi. mártir, 1998, Tomo I,

p. 227. 2RHMHl,Tomo IV, p. 448.

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las personas, de los predicadores y de la congregación se hallan solo "peca-dillos" individuales, transgresiones a las normas, no el pecado estructural dibujado en Romanos y echado en cara a colectividades como las de los gentiles y los judíos. Las injusticias estructurales no parecen ser pecado. Un ejemplo clarísimo, aunque no de América Latina, es que al acaudalo sexual de Clinton se le dio más censura que a la corrupción de Enron y de otras compañías, que dejaron desamparados a miles de empleados.

En un contexto latinoamericano, las iglesias tienen el desafío de cambiar la clave de lectura de la Biblia, y de leerla a partir de nuestra realidad. No quiero quitarvalor a lo que podría acontecer frente el arrepentimiento de un borracho que pega a su mujer y se convierte en buen esposo y padre. Esto tiene mucho valor, especialmente para esa familia en particular. Sin embargo, reducir a eso el pecado, en un contexto de injusticia y de violencia institucionalizada, es reducir mucho la buena noticia para los excluidos de América Latina. Y es también no leer bien la carta a los Romanos. Debemos dar un salto en esta discusión dicotómica entre lo personal y lo estructural. El desafío consiste en ver que cuando se habla de pecado estructural entramos todos y todas las personas, como cómplices, porque también hay que hablar de relaciones sociales estructurales de pecado.

Cruz, justicia y gracia

El acercamiento al tema de la cruz en el contexto de América Latina, donde no solo ha habido tantas muertes por la violencia militar, sino donde la pobreza está causando cada vez mas víctimas y muertes prematuras en los momentos del actual orden económico (Centroamérica, Argentina, además del eterno infierno de Haití) exige una historización de la teología de la cruz. ¿Es que la teología de la cruz no tiene nada que decir ante las vidas arrebatadas antes de tiempo y muchas veces, injustamente?

La teología cristiana, en esencia, está marcada por la fe en un ser crucificado que fue resucitado por Dios. Se trata de un ser humano, considerado, a la vez, divino por

los creyentes, el cual se solidarizó con su pueblo, es-pecialmente con los excluidos y consagró su vida hasta la muerte, dando vida a muchos. Este ser, llamado Jesús de Nazaret, hacia el final de su ministerio fue arrestado, torturado y finalmente crucificado por las fuerzas mili-tares y legales del imperio romano. La frase litúrgica que señala que Cristo fue entregado por nuestros pecados, desgraciadamente invisibiliza esta si-

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84 Gracia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz y esperanza en América Latina

tuación conflictiva y la lleva a un plano abstracto, ahistórico e intimista Pero los evangelios son muy claros al narrar la vida de Jesús de Nazaret.

Detengámonos en el hecho histórico de la cruz y de Jesús como víctima de la justicia romana. La crucifixión era el arma terrorista del estado romano, la pena capital contra esclavos y subversivos; se utilizaba como escarmiento para quienes se sublevaban, por eso colocaban a los crucificados en las vías principales a la vista de la gente, y dejaban sus cuerpos expuestos para ser comidos por las aves de rapiña o por los perros. Pocos eran los cuerpos sepultados después de haber sido crucificados. Los casos abundaban en Palestina. Los historiadores de la antigüedad narran cómo los judíos fueron testigos de innumerables crucifixiones en distintas rebeliones anti-imperia-listas. Se dice que durante la toma de Jerusalén en el año 70 d.C. ocurrieron quinientas crucifixiones diarias y que ya no había lugar para más cruces.3 Este es el hecho histórico que no debe olvidarse cuando se habla de la teología de la Cruz hecho considerado ridículo para los filósofos griegos y escandaloso para los judíos.

Teológicamente, ¿cómo comprender que el pensamiento del hijo de Dios crucificado es el de un Dios crucificado, así considerado por los cristianos. ¿Qué leemos en esa fe de los cristianos y en relación con América. Latina?

Las respuestas pueden ser varias, pero una de ellas, mas allá de saber que Dios le resucitó, es ver en Dios, en este Dios torturado, la solidaridad máxima de lo divino con lo humano.4 Es palpar la gracia y la misericordia de Dios en grado sumo. Es ver el amor infinito y solidario de Dios por los humanos. En esta escena del Jesús crucificado en tanto humano y divino a la vez, vemos a un representante frente a la humanidad y frente a Dios. Frente a Dios, representa el rostro desfigurado de todos los seres humanos cuyos derechos han sido conculcados; es la oración que clama permanentemente a Dios por las injusticias y la violación de los derechos de mujeres, hombres, y niños, de todos los colores y condiciones sociales ; y frente a los humanos es el representante de Dios que nos recuerda que su misericordia es infinita. Nos recuerda también que el fin del ser humano injustamente crucifica-do no es la condena a muerte, sino la resurrección. En teología

bíblica deci-

-* Cp. Neil Elliott, Liberating Paul. The justice of'God and the Folies ofíhe Apostk (Maryknoll, New York. 1994)pp. 93-99.

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mos que Dios, al igual que el imperio romano, también juzgó, y su veredicto fue el de la resurrección para el crucificado. Lo cual es traducción de la fe y la esperanza para quienes sufren las consecuencias del pecado estructural, tanto víctimas como victimarios cuyo rostro humano también se desfigura cuando asesinan a sus hermanos.

Teológicamente, aquí está el origen de la gracia de Dios: en que siendo todos cómplices del pecado estructural, Dios se encarna solidariamente en lo humano representado por quienes sufren injustamente el pecado estructural. Esta es su gracia y su justicia, totalmente desinteresada Se realiza por puro amor a sus criaturas, es fruto de su misericordia. Por esto se afirma que esajusticia no exige ningún mérito previo para que Dios mueslre su amor, al revelarla. Dios es gracia porque se mueve por misericordia.

En última instancia, la misericordia de Dios está en el centro del evento crucifixíón-resurrección, ¿Y qué no muestra esto? Pues que esa acción misericordiosa de Dios es justificadora, no toma en cuenta la complicidad de todos en el pecado estructural porque quiere convertir a sus criaturas en una nueva

humanidad que actúe misericordiosamente como Dios y reprocluxca la imagen de Jesucristo.

La frase de la mujer guatemalteca "como un pájaro parado en una rama seca" es tremendamente conmovedora y simbólica. Describe poéticamente la miseria en que se encuentra la mayoría de nuestro continente, y la necesidad de la misericordia divina y humana para mudar la situación. No misericordia como virtud, sino como principio. La distinción indiscutible del ser cristiano es la misericordia, pues solo de esa manera se imita mejor a Dios. La misericordia, señala Jon Sobrino "está en el origen de lo divino y de lo humano. Según ese principio se rige Dios y deben regirse los humanos, y a este principio se supedita todo lo demás".5 De manera que un mundo sin misericordia remite a la ausencia de Dios y cuestiona la actitud de quienes nos llamamos cristianos.

"Como un pájaro parado en una rama seca" es un clamor, una oración a Dios, un desafío que pide que las ramas renazcan y se pongan verdes. Es, así mismo, un desafío a las iglesias. Y aunque la frase pareciera ser un grito sin esperanza, no lo es del todo, puesto que para la fe de los cristianos Dios es capaz de sacar vida de lo muerto, de lo seco y, además, la capaci-

' Cp. Leonardo Boff, Teología desde d cautiverio (Bogotá: Indo-American Press Service, 1975) p. 151. I 5Cp Jon Sobrina El pr¡ncip¡0 m¡serícon¡¡a_ San Salvadon U(x

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Grada, cruz, y esperanza en América Latina

dad de volar de los pájaros no se pierde mientras no se les corten las alas. Nuestra gente quiere volar, no sentirse aprisionados como si no hubiese esperanza y no se pueda hacer nada contra los depredadores. Nuestra gente quiere sentirse segura y creer verdaderamente en las palabras de Jesús cuando dijo "Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves?". (Mateo 6:26) GRACIA, ECONOMÍA Y MERCADO

Fernando Bullón

Introducción

La denominada economía es una esfera fundamental en el proceso de la vida humana, y sin su desarrollo no sería factible la existencia. Como ser cultural, el hombre ha ido desarrollando a lo largo de la historia, las institu-ciones, estructuras y sistemas sociales para satisfacer sus múltiples necesida-des y realizarse como ser creado con potencial de plenitud. Así, en lo polí-tico, lo religioso, lo económico, lo educacional, lo artístico, etc., ha avan/a-do desde los estadios más simples hasta las creaciones más complejas pro-pias del mundo moderno y de las sociedades interrelacionadas a escala mun-dial. Desde la perspectiva de las Escrituras, la vida humana debe orientar-se por valores definidos, los valores del Reino de Dios. Por lo tanto, cual-quier faceta de la vida en sociedad, deberá evaluarse a la luz de dichos cri-terios.

De acuerdo con la Antropología Bíblica, desde la Caída, el quehacer humano se caracteriza por la ambigüedad. Todo lo que hace el hombre porta signo ambivalente, en lo íntimo como en lo público, en lo pequeño como en lo grande, en lo secular como en lo religioso, en lo parcial como en lo sis-témico. En la gracia común que alcanza a toda la creación, vemos los signos constructivos de la creación humana; pero dado el proyecto autónomo del

' Agradezco al Oxford Centre for Mission Studies. Oxford, Gran Bretaña, por haberme permitido ac-ceder a su fondo bibliográfico, así como a los del Centro de Estudios Latinoamericanos y de Quccn H|¡-zabeth House (Development Studies) de la Universidad de Oxford. Asimismo al (¡lohal Research Ins-titute del Seminario Teológico de Fuller, Pasadena, California, USA principalmente por facilitarme el ac-ceso a la colección de publicaciones periódicas de la Mac Allister Library, su biblioteca principal. Me fue factible visitar ambos centros providencialmente, en medio de un periplo de responsabilidades mi -sioneras pordichos países.

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Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina

hombre con respecto a la voluntad del Creador, vemos emerger también los rasgos pecaminosos, destructivos y alienantes de su acción. Ni la actividad política ni la económica pueden escapar al juicio de la perspectiva divina, como tampoco, a la postura pro-activa por parte de los cristianos, para tratar de que dichas actividades puedan ser transformadas a fin de que se conformen mejor con el ideal de los valores escritúrales.

Entendemos la economía como la esfera de la vida humana en la cual el hombre tiene que relacionarse con la naturaleza y su entorno cultural, para producir los bienes y servicios que le permitan sostener su existencia y lograr desarrollarse de acuerdo con determinada perspectiva de vida. Inicial-mente, ésta fue una relación elemental con la naturaleza para extraer de ella recursos que le permitieran sobrevivir. Con el tiempo, el hombre creó me-dios artificiales propios del proceso supraorgánico que es la cultura, y su supervivencia se hizo posible también en relación con la diversidad y complejidad del entorno de vida artificial y con las perspectivas de vida desarrollados por él mismo.

Este proceso de relación e intercambio social por razones económicas es tan antiguo como la vida misma, y ha ido evolucionando al calor del desarrollo de los propios sistemas sociales y culturales de las épocas. El sistema capitalista y la economía de mercado, como otros sistemas económicos previos, corresponden a este tipo de procesos socioculturales. Nos interesa en este artículo describir el actual estado de cosas en el desarrollo del capitalismo y de la economía de mercado, a la luz del análisis de diversos estudiosos, especialmente con referencia a la realidad latinoamericana. Pero, sobre todo, nos interesa contrastar este estado de cosas con la perspectiva axiológica de la Escritura. Los valores que surgen de ésta son diversos y podrían presentarse en múltiples racimos de afinidad: el amor, la caridad, la compasión, la bondad, la benevolencia; la verdad, la integridad, la honestidad; la pureza, la santidad; la justicia, la rectitud, el derecho, la equidad; la fe, la firme/a, la valentía; la libertad, la responsabilidad, el dominio propio; la paz, el trabajo sosegado y esforzado, el bienestar, el progreso; la esperanza, la paciencia, la entereza de propósitos; y podríamos seguir enumerando este

amplio espectro de valores y virtudes. Pero cual ramificación arborizada, todos estos valores tienen un tronco común que es la persona de Dios quien, fundamentalmente, es Amor y es Gracia sobre Gracia

. Queremos, pues, y centralmente, observar la vida humana en su faceta económica actual, a la luz de la Gracia, cualidad constitutiva del carácter del Creador, y

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que por lo tanto, debe ser constituyente necesario de la vida humana en perspectiva cristiana.

1. La globalización

de la inequitativa economía neoliberal 1.1 £1 fenómeno de la globalización

La "globalización" como fenómeno cultural refleja el proceso civilizador comenzado desde tiempos antiguos, de la expansión de las relaciones entre naciones y culturas, al ritmo del desarrollo de los medios que permitieron este acercamiento o encuentro. El desarrollo de los medios de comunicación terrestres, marítimos, aéreos fue clave para facilitar estos intercambios, vía procesos graduales de alcance regional, transnacional y mundial. El concepto de globalización, refleja dicho impulso civilizador en su fase actual, que se presenta con rasgos distintivos. Los desarrollos tecnológicos han comprimido de manera decisiva las tradicionales barreras de tiempo y espacio. Las mejoras en el transporte permiten la movilización de personas y bienes de un lugar a otro con enorme facilidad. Con la tecnología sateli-tal y el internet, la información puede ser transferida de un lado del mundo al otro en tiempo presente, creando una simultaneidad global. Han florecido comunidades cibernéticas que reflejan la creación de identidades que superan las barreras o límites físico-geográficos y culturales. Estos desarrollos han permitido, en la esfera económica, estructurar la producción en fábricas globales, vinculando procesos y recursos a través del mundo. La venta elec-trónica ha establecido la adquisición de stocks de producción que trasciende las barreras geo-espaciales. En el sector financiero, las comunicaciones rápidas vinculan entre sí los mercados de capital a través del mundo, de lo que resulta un mercado financiero global diario. Asimismo, podríamos continuar analizando procesos en otros sectores como el político, el educativo, etc.

Se ha escrito mucho últimamente sobre el fenómeno de la globalización y desde diferentes campos, pero con predominio de los enfoques político económicos2. Un aspecto común a todos estos recuentos es que la globalización se entiende como un orden global nuevo, en el cual la tecnología

2 Ver, por ejemplo, Koffman, E. and G.Youngs, Globulization: Theory and l'ractice, London: Pmter, 1996; Guehenno, J.M., The End ofthe Nation-State, Minneapolis: University oí' Minnesota Press, 1995; Hirst, P. and G.Thompson, Globalization in Question: The International Emnoiny and the Possibilities <>/' Governance, Cambridge: Polity Press, 1996.

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90 (Inicia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz y esperanza en América ¡.aliña

y la liberalización del mercado son conductores del proceso de cambio. Las diferencias y discusiones emergen en relación con los resultados del proceso, acerca de cuestiones de distribución y equidad, y acerca de en qué medida la actual configuración de la globalización fortalece o perjudica la estabilidad global.

Desde la óptica comentada en la introducción, al referirnos a la globa-lización de manera general, es importante reconocer el concepto, en cuanto proceso de desarrollo cultural, y como todo lo que el hombre realiza, tanto con sus rasgos constructivos como negativos. Particularmente, analizamos a continuación los rasgos dehumanizantes de la expansión global del sistema económico neoliberal.

1.2 Efectos de la globalización neoliberal: Pobreza, inequidad e inseguridad social generalizadas

Según la gran mayoría de estudios, inclusive aquellos de organismos oficiales internacionales3, la globalización no ha podido lograr la convergencia económica que muchos promotores de la liberalización económica anticipaban, a principios de los años noventa. . En realidad, la mayoría de los países de América Latina, del África Subsahariana, de Europa Oriental y Central han cosechado muy poco de la globalización. Por el contrario, se ha experimentado un incremento de la pobreza, el desempleo masivo, inequidad, fragmentación social e inestabilidad política. La exclusión de una gran parte de la población global de los beneficios de la globalización ha sido reconocida como uno de los más grandes desafíos de la nueva centuria. El Secretario General de la Naciones Unidas, Kofi Annan, en su informe de la Asamblea del Milenio, afirmaba: "El desafío central que encaramos es el de asegurar que la globalización llegue a ser una fuerza positiva para toda la población mundial, en lugar de dejar billones de ellos por detrás, en la indi-gencia4" El fracaso en establecer una más equitativa distribución de los beneficios de la globalización conlleva serias consecuencias contra la estabilidad del orden mundial.

-1 Ver UNCTAD. The I.east Developetl Comunes 2000 Repon: Ovrn'/Vir hy the General Secretan oí

f/.VrV'/l/X Genova: UNCTAD. 2000; UNDP. Human Oevelopnient Repon /W: (ilohalisimon inV/i a' '

^ Aunan, K., We the l'eoples: 'l'he Role of ihe United Nalions in the 2/-s/ Centiirv. Millenium Report of the Secretan (leneral. New York: United Nations. 2000.

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El conocido Premio Nobel de Economía, Joseph E. Stiglitz, dice: " El problema no radica en la globalización, sino en cómo se ha manejado ésta. Parte del problema tiene que ver con las instituciones económicas internacionales, como el Fondo Monetario internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), que establecieron las reglas de juego. Lo han hecho casi siempre de maneraque ha servido a los intereses de los países más industrializados - y a intereses particulares dentro de esos países - más que a los del mundo en desarrollo. Pero no sólo han servido a aquellos intereses; muy a menudo, han visto la globalización desde estrechas posturas mentales, formadas por una visión particuiar de la economía y de la sociedad'"

El discurso dominante que alimenta las políticas y prácticas económicas en este contexto globalizado, tanto de las poderosas instituciones multilaterales (FMI, BM, OMC) como de los gobiernos, proviene de la ideología neoliberal. Y es esta ideología la que está sirviéndose de la globalización para reordenar el mundo de acuerdo con sus principios y dictados. Las políticas neoliberales pueden haber acelerado la integración de los mercados, pero han creado una economía altamente polarizada en la cuallos ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres. Más de ochenta países tienen un ingreso percápiía más bajo que lo que tenían una década antes. La brecha de ingreso entre el quinto de la población mundial que vive en los países más ricos, y la quinta parte de los países más pobres, era de 30 a 1 en 1960, de 60 a 1 en 1990. y de 74 a I en 1997. Esta polarización en el ingreso s e refleja en el hecho de que al fin de ¡os años noventa, la quinta parte de la población mundial que vive en los países de más altos ingresos se beneficia del 86 % del PIB mundial, del 82 % de las exportaciones mundiales, y del 68 % de la inversión internacional, mientras que el quinto de la población mundial en países más pobres, recibió sólo el 1 % del Producto Bruto mundial. 1 % de la exportaciones internacionales, y 1 % de la inversión internacional1'.

La globalización vía proceso dicotómico de integración y fragmentación ha generado nuevos desafíos a la seguridad, que están más allá de la capacidad de control de los estados individuales. En países en vías de desarrollo, en donde el Estado era ya débil, con los procesos de privatización y des-mantelamiento del Estado, su rol se ha erosionado aún más, al punto de que

3 Stiglitz. J.. Glohulizaiion and its 0¡.sconieni.\. Alien Lane/Penguin ISooks. 2002, ps.

214-215 "L'NDR Human Developnieni Repon 1999: (UohaUzution ir;/// <t Human l:uce.

New York. 1999,

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Gracia, cruz y esperanza en América Latina

ya no puede ampliarse la provisión de servicios públicos básicos como los de bienestar social y seguridad. Como consecuencia, se vive una inseguridad multifacética: inseguridad económica, alimentaria, de salud, del medio am-

biente, comunitaria y política. El colapso del Estado en los países en vías de desarrollo es cada vez más común, situación en la cual la estructura de

la autoridad (poder legítimo), la ley y el orden civil y político se desintegran. Desde Sierra Leona, pasando por Indonesia y llegando a Colombia, la cohesión social se ha fragmentadoy la inseguridad humana, la inestabilidad social, la violencia y el conflicto armado crecen. Se incuban e intensifican el crimen, la violencia y el conflicto, en la medida en que los grupos compiten por sobrevivir en un estilo darwiniano. Maduran y se desarrollan estructuras y subculturas de violencia que se establecen firmemente en la economía, paralelamente respecto del lado oscuro de las transacciones dentro de la economía global. Estas sobreviven por conexiones con redes internacionales de criminalidad basadas en el tráfico de drogas, de armas, de seres humanos, de lavado de dinero, de bienes o productos ilícitos (diamantes, partes del cuerpo humano, obras de arte robadas, etc). Todos estos son también rasgos característicos de la globalización, tanto como el lado formal del comercio y la inversión legales, pero tal vez como su contraparte, que algo nos dice respecto al tipo de "legalidad" establecida, que no es sino otro tipo de latrocinio a las masas.

Stiglitz cree que la globalización puede tener un rostro más humano, y que ésta puede ser reorientada, pero para ello se vuelven necesarias refor -mas fundamentales. Aspecto clave para él es el reemplazo de la ideología de mercado por un análisis realmente basado en la ciencia económica, que incluya una perspectiva más equilibrada acerca del rol del Estado, previo un entendimiento de los fracasos del mercado y del aparato estatal. Aboga por una estrategia múltiple de reformas. Una de ellas, necesariamente, de los arreglos económicos internacionales, que implicaría reformas en el funcio-namiento de organismos como el FMI, el BM y la OMC. En realidad, Sti -glitz piensa que el cambio fundamental que es necesario realizar para que la globalización funcione como debe, es un cambio de gobierno global, lo cual implica cambios en los derechos de voto a favor de los países en vías de de-sarrollo. En otro nivel, son necesarios cambios en los países, tanto en los de-sarrollados como en los que se hallan en vía de desarrollo. En los países de-sarrollados, es necesario eliminar las barreras al comercio, y que practiquen realmente lo que predican. En el caso de los países menos desarrollados, es

Gracia, cruz y esperanza en América Latinanecesario desarrollar regulaciones fuertes para protegerse de los especula-dores externos o del comportamiento inadecuado de las corporaciones que ya están en el país. Pero sobre todo, luchar contra la corrupción de los pro-pios gobiernos, que tanto ha limitado la capacidad del sector público para promover el desarrollo.7

1.3 Supuración del sistema: Economía libidinal y latrocinio dentro del latrocinio

La cultura neoliberal que se conjuga con la mentalidad postmoderna, genera una economía deshumanizada, pasando de una ética de principios a una del beneficio a toda costa, consumista, narcisista, "libidinal". Los sis-temas económico y administrativo segregan una actitud funcionalista, prag-mática, proclive a la búsqueda de la rentabilidad y eficacia a cualquier pre-cio, incluida la instrumentalización de la otra persona en función del pro -pio interés o del éxito personal. En expresión de P. Trigo, "es una sociedad que ve al mundo como mercado, que avista a los ciudadanos sobre la base de la posesión y que entiende las relaciones sociales como relaciones de in-tercambio.8

En otro trabajo he mencionado la aparición de procesos o eventos que se constituyen en verdaderos símbolos representativos del sistema y de la época. Tal es el caso de la revitalización del trabajo y la ganancia especula-tiva del mundo bursátil, con sus héroes que aparentan ser benefactores, pero que fundamentan su riqueza acumulada en un sistema injusto. Tal es el lema de los moscones de las bolsas financieras:"Conoce el caos , y podrás hacerte rico", expresión que sintetiza la combinación de la irracionalidad económica con el haz de la baja pasión de la codicia humana; el deseo de en-riquecimiento sin el esfuerzo del trabajo, aludiendo "inteligencia". Efecti-vamente, ¿cómo explicar a un campesino, que entiende que la mejora eco-nómica se da a través del trabajo honesto y esforzado, hecho con el sudor de su frente, que trata de hacer parir la tierra para comer su pan; sí, cómo ha -cerle entender que la economía de su país desmejorará y tal desmejora le afectará directamente a él y a su familia, simplemente porque a alguien se le cayeron las faldas en la Casa Blanca por un affaire presidencial (caso Clin-

7 Stiglitz, J., Op.cit. pp. 214-267(The Way Ahead')

"Trigo, R. " El mundo como mercado", en Christius, Nos 660-661, Noviembre-Diciembre, 1W2, pp.25-31

92

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(¡racia, cruz y esperanza en América Latina (jracia, cruz y esperanza en América Latina

ton-Lewinski), lo cual afectó la performance de la bolsa en Wall Street con repercusiones mundiales? ¿Cómo tener una economía racional que no se base en el cálculo especulativo de las inestabilidades políticas que afectan el movimiento de capitales de quienes detentan el poder económico y político, y que en última instancia es fruto de sus propios pecados y de sus ansias codiciosas de más y más riqueza?''

Tenemos una muestra de los subproductos del inmoral sistema que estamos criticando en los últimos acontecimientos del mundo de las corporaciones en los Estados Unidos, en sus vínculos con la coronilla del sistema, la bolsa. Se cumple el dicho, 'Ladrón queriendo cazar a ladrón' Según el estudio Executive Excess 2002: CEOs Cook the Books, Skewer the Rest of Us , del Institute for Policy Studies and United for a Fair Economy"1, veintitrés de las mcga-corporaciones estaban bajo investigaciones por prácticas contables ilegales. La investigación encontró que, entre 1999 y 2001, el pago a los CEO (Ejecutivos principales) de estas compañías promediaba $ 62.2 millones. Esto se contrasta con CEOs de compañías que no están bajo investigación, cuyo promedio era de $ 36.5 millones para el mismo periodo. Desde el 1° de enero del 2001, los mismo CEOs supervisaron colectivamente 162.000 despidos y $530 billones en devaluaciones de accionistas. Mientras que muchos puestos de trabajo y muchos ahorros desaparecieron, estos alteradores de libros se llenaban los bolsillos como verdaderos bandidos. Uno de ellos, Keneth Lay vendió $ 100 millones en opciones de stock antes de que Nerón entrara en bancarrota. Ahora, él está viviendo de una pensión de $ 900 000 anuales. Otro, Dennis Kozlowski. acusado de evasión de impuestos, dejó su puesto de CEO de Tyco, pero no antes de haber cortado 18 400 puestos y obtenido su '"tajada" trienal de más de $ 331 millones.

Mientras la criminalidad corporativa merece seria preocupación, las transacciones que trajeron a la quiebra

a estas compañías fueron "legales". En un estudio separado de la United for Fair Economy, se detallan las prácticas de negocios que las condujeron al deceso.11 De acuerdo con ambos reportes, la trampa más peligrosa era la opción de stock, la forma de pago pa-

Ver " Posmodcrmdad y desarrollo socioeconómico en America Latina: Una perspectiva cristiana", en H.I-'crnandoBullón, Misión y Dcsurrolllo en América /.atina. Desafíos en el umbral tlel Siglo XXI. Buenos Aires: Kairos, 2000. p. 2110 Ver en revista Tlie Ollier Sitie. Vol. 3<S.No. 6. Novemher-Decemher 2002, p. 7.

1 iians <>f lile Neroli i.cononi\". ! tic Ten llahils of lliglilr Detective Corporañons. citado en The Oiher .S'íV/r, op. cil.

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ra 60 % del sueldo a los CEO. Las corporaciones pueden legalmente guardar dos seis de libros contables. Uno, para accionistas, que no enlista las opciones de stock como gastos, haciendo que las ganancias apare/can como mayores. Un segundo libro para las opciones IRS de stock como gastos, por lo tanto limitando la responsabilidad en sus impuestos a la corporación. Esta opción 'rendija' de stock costó al gobierno de los Listados Unidos $ 56 billones en evasión de impuestos en el 2000.

1.4 Un vistazo a América Latina:

rasgos comunes de una problemática global

Hay el reconocimiento pleno de que es un imperativo y un asunto de primera importancia la promoción del desarrollo social en toda América Latina. La desigualdad se percibe de manera generali/ada como una lacra indeseable, no solo en lo social, político y económico, sino sobre todo en el terreno ético y moral; y esto, desde diversos frentes: los medios de comunicación, la academia, ¡a iglesia, los gobiernos y organismos internacionales. También se reconoce que. aunque es asunto de carácter doméstico, esta circunstancia tiene implicaciones transnacionales tanto en sus causas como en sus efectos. Pero parece que la preocupación de los países más ricos es la de una reacción más contra los efectos —las grandes migraciones, legales e ilegales hacia terceros países- que contra las causas sistémicas en las cuales ellos mismos se encuentran involucrados.

En un estudio de mediados de ¡os años noventa. Gerl RosenthaT' daba cuenta de que en América Latina, entre fines de los años setenta y fines de los ochenta, el 40 % de los hogares más pobres experimentó una reducción neta de sus ingresos, mientras que el 10 % de los hogares más ricos mostraron una tendencia a crecer. En general, la incidencia de ambas, pobreza y pobreza extrema se elevaron entre 1980 y 1990, con contadas excepciones.

Korzenieicz y Smith1-' analizan el curso de los años noventa y mencionan que, aunque se reflejó un moderado crecimiento económico que resultó en cierto

progreso para reducir la pobreza, particularmente en las áreas

'- Rosenthal, G.. "On Poverty and Inequality in Latin América", en Jinirntil of Inlcrniiiionul Si/uliex <( WorldÁffuirs, Vol. 38. Nos.2-3. 1996. pp. 15-37

" Korzeniewicz. Roberto P. y Smilh, William C, " Poverty. Inequality and (innvth in Latin America" en Latín American Research Review. Vol. 35. No. 3. 2000. pp. 7-53.

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96 Gracia, cruz y esperanza en América LatinaGracia, cruz y esperanza en América Latina 97

urbanas, la pobreza y la inequidad permanecieron elevadas y aun superio res a los niveles alcanzados antes de la crisis de la deuda de principios de los años ochenta. El número de pobres a mediados de los noventa alcanzaba los 210 millones, unos 50 millones más que el promedio de la "década perdida" de los años noventa. La CEPAL daba cuenta de que el porcentaje de hogares pobres había declinado del 41% al 39% en los noventa, pero estas cifras son todavía mayores al 35 % del inicio de los años ochenta. Cifras similares son provistas por Birdsall y Londoño.14 Más aún, el número de individuos y hogares en situación de pobreza se ha incrementado después de 1998 como consecuencia de la caída en la producción económica regional, provocada por las crisis financieras asiática y rusa y la devaluación brasilera de inicios de 1999.

Cualquiera haya sido el mejoramiento de la pobreza en los años noventa, no se ha dado un proceso similar en cuanto a las tendencias a la inequidad. El crecimiento ha fracasado en mejorar las condiciones de desigualdad, a pesar de los renovados esfuerzos del sector público por fortalecer programas sociales. Aun los países cuyas economías tuvieron el crecimiento más rápido en los noventa, experimentaron una creciente desigualdad (Argentina), o muy poco cambio (Chile). Varios han observado las estrechas relaciones entre pobreza y desigualdad. Por ejemplo, Birdsall y Londoño comentan que en la década de los noventa la distribución del ingreso ha empeorado y exacerbado los efectos negativos, a pesar del limitado crecimiento en cuanto a reducir la pobreza. El impacto del deterioro en la distribución del ingreso en el periodo 1982-1992 fue tan extenso que eclipsó los efectos de la subsecuente recuperación del crecimiento de la región.15

Estudios de la CEPAL encontraron que las oportunidades de empleo generadas por las reformas del mercado y la liberalización del comercio se situaron en sectores de baja productividad, ampliando aún más la brecha entre ganadores (trabajadores calificados y educados asociados a empresas exitosas) y perdedores (trabajadores no calificados, empleados por empresas de baja productividad del sector informal). O sea, la apertura de las economías de la región a las fuerzas de la globalización resultaron en altos in-

*'* Birdsall, N. and Londoño, J.L., Asset inequalily (toes matter: Lessonsfrom Latín America OCE Wor-king Paper No. 344, Washington D.C.: Interamerican Development Bank, 1997.

Birdsall and Londoño, op. cit pp.13-14. Para estudios sobre desigualdad a nivel mundial ver RichardFreeman (ed.) Inequality Around the World. IEA Conference Volume No. 134. Basingstoke: Palgrave/

Macmillan, 2002.

gresos para los mejor educados, a la vez que se penalizaba a los menos edu-cados.16 Lo sucedido en la Argentina ilustra dramáticamente que el crecimiento económico por sí mismo es insuficiente para contrarrestar la pobreza y la desigualdad. Y tomamos este país como caso de casos, al haber representado históricamente la Argentina, una de las economías más estableadas y desarrolladas de América Latina. Estudios similares han sido conducidos para el caso de México17 y Chile.18

El crecimiento económico argentino de los años noventa, (promediando el 1 %) fue acompañado por un salto en el desempleo urbano del 6.3 % en 1990 al 18.4 % en 1995. Esta inusual combinación de rápido crecimiento con alto desempleo impactó en los niveles de pobreza. En el Gran Buenos Aires, las tasas de pobreza se remontaron durante 1989-1990 (los años de la hiperinflación), luego declinaron brevemente como resultado de un éxito temprano en los esfuerzos de estabilización, sólo para volver a elevarse del 13.0 al 20.2 % entre 1994 y 1996. La pobreza en el Gran Buenos Aires continuó empeorando, alcanzando el 29.3 % en 1998. 36.1 % de la población nacional (13.4 millones) se hallaba bajo la línea de pobreza, incluido un 8.6 % de la población en situación de "indigencia" (sobrevivencia con insuficiente ingesta calórica, debido a ingresos inadecuados). Asimismo, la inequidad se incrementó dramáticamente en la Argentina, a pesar del rápido crecimiento económico. En 1990 el quinto más rico se apropió del 50.7 % del ingreso nacional versus el 4.7 % del quinto más pobre. En 1998, el quinto superior había incrementado su porción a un 53.9 %, mientras que el quinto más pobre lo había reducido a sólo un 4 %.19

No sólo la liberalización económica ha tenido los mencionados efectos, sino también las denominadas políticas de Integración Regional. John Weeks argumenta que liberalización e "integración regional" están estre-chamente relacionados, ya que ambos se han orientado a reducir el alcance

'" CEPAL, La brecha de la equidad: América Latina, el Caribe y la Cumbre Social, Santiago de Chile, 1997; Social Panorama of Latín America, Santiago de Chile, 1998.

' Bouilllon, César P., Legovini, A. and Lustig, N., " Risíng Inequality in México: Household characte-ristics and regional effects", en Journal of Development Studies, Vol. 39, No. 4, April 2003 ,pp. 112-133 ^ Coniferas, Dante. " Poverty and Inequality in a Rapid Growth Economy: Chile 1990-1996", en Journal of Development Studles, Vol. 39, No. 3, February 2003, pp. 181-200.

'* Ver Lustig, N. and Deutsch, R. The Interamerican Development Bank and Poverty Reduction: An Overviewí IDB Paper, No. POV-101-R. Washington, D.C., 1998, p.2: IDB; también ver Berry, Albert. "The income distribution threat in Latin America", LARR 32, No. 2: 3-40, 1997, p. 7.

15

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98 Gracia, cruz y esperanza en América Latina

de la planificación por intervención de los gobiernos nacionales. La ideología neoliberal predice que la "flexibilidad" del mercado laboral debería in-

crementar el empleo, que la desvegulación general debería promover el cre-cimiento, y que un más rápido crecimiento debería llevarnos a más altos sa-larios. Pero, contrariamente a las predicciones neoliberales, los resultados de sus reformas en los últimos veinte años en relación con el trabajo son muy ambiguos, y han sido opuestos a la organización sindical, favoreciendo mas bien al capital2". Esto tiene como consecuencia la generación extensiva

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de la inseguridad económica, asunto de amplia discusión en América Lati-na dada la declinación en la protección al trabajador y la falta de apoyo a la legitimación de sus instituciones para negociar con los sectores empresariales. Definitivamente, hay una tensión opuesta entre las fuerzas del merca-do y la segurid

ad económica."'En conclusión, los optimistas que promueven las reformas orientadas

a la liberalización del mercado no pueden reclamar y afirmar que el crecimiento económico tiene un fuerte y directo impacto en reducir la pobreza ola desigualdad social. No hay evidencia que respalde este tipo de afirmación. Una brecha social persistente en la acumulación ha reforzado y acrecentado la gran proporción de gente que vive en la pobreza; éstos son objeto de una desigual distribución de ingresos, y la inseguridad de diversa índole colma sus vidas.

2. El mercado: ethos de la actual economía de Mamón 2.1 Penetración de la vida por la economía de mercado¿Hasta que punto la expansión de la esfera económica ha penetrado

todas las otras esferas de la vida, qué implicaciones tiene esto, y cómo debe-mos reaccionar los cristianos? Más aún, quienes estamos envueltos en el quehacer teológico, ¿cómo debemos reaccionar frente a esta expansión a las más lejanas regiones del planeta, y dentro de las esferas más privadas de las vidas personales? Comenzamos a darnos cuenta de que la lógica de la eco-nomía de mercado no se limita ni restringe a algunas transacciones econó-micas per se, sino que invade y se interpone en todas las áreas de la vida.

-' Ver J. Weeks " Have workers in Lalin America gained from Liberali'/.ation and Regional Integra-

lililí?", en Journal o¡' Developnicnl Societies, Voi. 16, No. 1, pp. 87-114

-' Ver por ejemplo Rodvik. Dani. " Wh\ is there so much economic insecurily in Latín America1?" , en

Cr.l'ALReview, April2()01.

Gracia, cruz y esperanza en América Latina

Justamente en estos días, tratando de escribir el presente artículo, y como reflejo de la presente era electrónica en que vivimos, he estado recibiendo aquel tipo de comunicaciones "indeseadas"(el llamado spam) que a iodos nos llegan cada vez que chequeamos nuestra correspondencia en la red (¡a saber, de dónde obtienen las direcciones de uno!) Una de ellas, ofertando ventajosas acciones en el 'stock market', vinculadas a una compañía de armamento, ya que esto estaba en subida dado el actual contexto mundial de guerra de Estados Unidos en el Medio Oriente. Otras comunicaciones que tipifican los rasgos libidinosos de la economía propios de este pe iodo posí-moderno, porno y discreto, vinculadas a combinaciones de especiales ofertas para detener el envejecimiento, disminuir, supuestamente, la grasa o peso de más, y tener mayor potencia sexual; otra más específica, y que pa-rece ser una competencia con los representantes de Viagra, ofertando tóni-cos para el desarrollo del miembro viril "sin operaciones" por ra/ones cíe sa-tisfacción a la pareja de acuerdo con los estándares de la filmografía porno-gráfica. Y otros, casi usualmente una mezcla de tercermundismo, religión y mafia (usualmente africanos supuestamente vinculados a iglesias o ak;o si-milar), proponiendo negocios jugosos (.si es que se cae en la trampa d¿ sus ofertas para darles datos financieros o de las propias cuentas bancarias) y que representan formas chabacanas de operaciones de gran envergadura fi-nanciera, pero que se realizan con una supuesta 'legalidad' dentro del siste-ma vigente.

Tal vez estas referencias anecdóticas son como para ponernos a tono con los desarrollos del "mercado actual" y su forma de invasión del espacio privado. Y lo que representa éste en la esfera de las relaciones humanas, que según sus promotores incondicionales es "perfecto" en su funciona-miento, por el trabajo de la "libre mano invisible" que ha de redistribuir to-das las satisfacciones, el bienestar y el progreso al conjunto de los seres hu-manos. Pensar en estos "fenómenos atmosféricos" que nos envuelven en el presente poluído medio ambiente natural y social, nos acicatea para poner-nos en postura meditativa respecto a si algún criterio ético es necesario pa-ra entrar a esta esfera de la economía y a su espacio o mecanismo de expre-sión por excelencia en el mundo actual: el mercado

M.Douglas Meeks menciona que el mercado moderno es una especie de 'segunda naturaleza' para quienes viven en la comunidad del Atlántico Norte y, crecientemente, de las masas humanas alrededor del mundo. Nues-tros valores y la forma en que pensamosparecen formados más y más por la

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manera en que opera el mercado, y aparentemente, no hay otras alternativas de vida.22 Igualmente, Sallie McFague afirma "La ideología de mercado se ha convertido en nuestra forma de vida, casi una religión, diciéndonos quiénes somos (consumidores) y cual es la meta de la vida (hacer dinero)". En la perspectiva de Me Pague, el problema más peligroso es el "consumis-mo" de la clase media del mundo desarrollado, guiada por los valores predominantes del individualismo y el crecimiento económico23.lan Maitland24 comenta que el mercado ha sido objeto de análisis crítico durante mucho tiempo. Un asunto de preocupación recurrente es que el mercado libera la actitud adquisitiva de los individuos, de sus límites morales, sociales y/o religiosos. Aunque dicha actitud adquisitiva puede ser una fuente de gran energía y de creatividad, es también una fuerza turbulenta, desordenadora y potencialmente desintegradora. Tiene una dinámica de expansión propia y, a menos que se la restrinja, invade progresivamente otras esferas de la vida. Los cargos contra el mercado son muy antiguos: libera el egoísmo de sus límites morales; erosiona todos los vínculos sociales diferentes de los específicamente económicos, y convierte las relaciones sociales en puramente instrumentales (las 'cosifica'o 'mercantiliza'); promueve la preocupación por las estrechas ventajas individuales, a expensas de la responsabilidad con la comunidad u otras obligaciones sociales;

sustituye la cooperación voluntaria por la competencia;

favorece valores materialistas y hedonisías

Cuanto más completamente una sociedad hallegado a verse dominada por las relaciones de mercado, más débil es su capacidad para promover los valores éticos y las virtudes. Se hace, por lo tanto, necesario hacer espacio para lugares de protección fuera del mercado: la familia, la escuela, la iglesia,

22 Meeks, M.D. " Being Human in trie Market Society", en Quaríeríy Review, Vol, 21, No. 3: pp. 254-

265,2001, p.254." McFague, S., Life Abundanl: Rethinking Theology and Economy for a Plañe! in Peril, Minneapolis,2001: Fortress Press, citada por Joerg Rieger, "Theology and Economics", en Religious Smdie_s Review,

Vol. 28, No.3, July 2002, pp. 215-220, p. 215.24 Maitland, I., "Virtuous Markets. The Market as School of the Virtues", en Business Ethics Quarterly,

Vol.7,No. 1: pp. 17-31,1997, ps.18-19.

la comunidad - donde las virtudes pueden aún ser cultivadas. En obra de Robert Bella et al., se menciona: " Las fuerzas del mercado están invadiendo rápidamente todas las esferas de la sociedad - aun la familia, aquel bastión tradicional para refugiarse del "mundo insensible"25 Pero esta tendencia se ha ido dando y acentuando cada vez más, al desarrollarse la sociedad industrial y asentarse gradualmente el sistema capitalista. Ya Marx y Engel, a fines del siglo XIX, mencionaban este proceso en su Manifiesto Comunista:

"La burguesía... ha puesto fin a toda relación feudal, patriarcal, idílica. Esta... no ha dejado otro vínculo entre los hombres que un descarnado interés egoísta, sólo un frío y duro pago de dinero. Ha quitado los rr.ás celestiales éxtasis de fervor religioso, todo entusiasmo caballeresco, lodo sentimentalismo común, por el frío hielo del cálculo egoísta. ...Ha cambiado la estima personal por el valor de cambio... Ha desnudado de su halo a todas las ocupaciones hasta ahora honradas y consideradas con reverencia y respeto. Ha convertido al médico, al abogado, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, en obreros asalariados. Ha quitado de la familia su velo sentimental, y ha reducido la relación familiar a una de carácter monetario"26

El teólogo africano de la Universidad de Yale, Lamin Sanneh27, comenta que la economía de mercado ha cambiado el énfasis de la idea de una "casa sostenible" a la acumulación y cambio de bienes por ganancia, por pago de dividendos. La eficiencia del mercado tiene primacía sobre la solidaridad humana y la dignidad personal, y la cultura empresarial, sobre la res-ponsabilidad social. Es la cultura de la prosperidad antes que la justicia, consumismo antes que conciencia, propiedad antes que principio. La "libre empresa" (humana) ha absorbido y subvertido la visión teológica original de que una vida verdaderamente útil es aquella vivida al servicio de Dios, lo cual es perfecta libertad.

La economía de mercado ha producido la sociedad de mercado, es decir, una sociedad organizada sobre la base de la producción, el intercambio

25 Bellah, R. R, Masden, R., Sullivan, W.M., Swilder, Ann, Tipton, S.M. IheJjopjLSodcty, New York. 1991: Alfred a. Knopf (p. 92), citado en Maitland, Op.cit. p. 28'" Marx K. and Engels F, Manifiesto ofthe Communist Purty, Moscow: Progress Puhlishers, 1973, ps. 44-45 (reproducción de traducción hecha por Samuel Moore en 1988 del original texto en alemán de 1988 y editado por Frederick Engels).^ Sanneh, L., " God and Mammón. Notes on a Theology of Economics", en Mission Studies, Vol. XVI-1 y 2,27 y 28,1997: pp. 242-247.

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y la ganancia... La cadena económica de transformación toma el capital como financiamiento y lo transforma en un producto, un bien de capital cuya venta retorna para rentabilizar un capital fortalecido, repitiéndose así la cadena. En algún momento de la cadena es inyectado el trabajo, aunque sólo como una pieza dentro de la maquinaria impersonal de la producción. El capital económico encuentra aliados en las fuerzas de deshumanización y así se desbarranca por caminos de auto-agrandamiento explotador de otros. En tal sentido, el mercado incorpora y despersonaliza el trabajo como una prerrogativa de Mamón, sin verlo como una prerrogativa de dignidad humana, es decir, como simbólico del servicio que en último análisis los seres humanos deben dar a Dios.

Sanneh aboga por la necesidad de una crítica teológica basada en la reafirmación del justo sustento de la familia y un rechazo a la despersonali-zación del trabajo. Es imposible en el contexto de una ideología de mercado irresponsable y que no da cuenta a nadie, dejar de optar por una decisión: o ser esclavos de Mamón y aceptar su invitación a la codicia descarnada, o servir a Dios (Mt.6: 24) quien da respiración y vida libremente a todos, y es fuente del vivir y del ser. (Hechos 17:28).

2.2 Dios o Mamón: Economías en conflicto

Miguel Miranda Sandí, evocando las palabras de Emil Ludwig: "todo lo verdaderamente grande pertenece a la humanidad entera", reflexiona sobre asuntos económicos: Si partimos del criterio de que el mercado es una construcción social, verdaderamente grande, y tratamos de aplicar este pen-samiento al mercado, diremos tristemente que las cosas son diferentes, pues las maravillas que algunos, casi con devoción religiosa, conceden a las reglas del mercado, no lo son para todos. En ese sentido, y siendo el amor al pró-jimo el baluarte de la fe cristiana, sostenemos que desde esta perspectiva, las características del mercado serían diferentes, porque el ser humano, y no los fines de desmedido lucro son la base de la economía de Dios.2s

Ring and Woodyard"' señalan que las estructuras económicas tienen vida por sí mismas y ordenan el comportamiento de la gente, a menos que

-X Miranda S., M., "liconomía de Dios", en Semanario Universidad. 30 de Octubre. 2003. San osé. Uni-versidad de Cosía Riea

- King Paul (i. and Woodyard. David O., l.ibcrating Nature:Tlu'<>li>í;v and Economics in a .Ve»' Onler. Cleveland, 1W: Pilgrim Press, en J. Rieger. Op.cit. p. 216.

conscientemente se desee vivir bajo otro patrón de valores. Para Stackhou-se!", el problema respecto de la economía del mercado capitalista es que "la adoración del dinero, de la posesión, y la demanda de propiedad pueden llegar a convertirse en demoniacos si no son redirigidos hacia una disciplina cooperativa de ordenamiento comunitario". Es necesario un claro entendi-miento de los poderes detrás de la expansión económica. El poder de las enormes estructuras económicas como el de las compañías transnacionales, el mercado bursátil internacional, y aun la Organización Mundial del C\>-mercio no puedeignorarse. Hay poderosos intereses en juego que no pueden ser domados fácilmente.

En una contribución muy lúcida, Ulrich Duchrow'1, luego de un análisis de las actuales estructuras económicas mundiales, emite un juicio desde la perspectiva bíblica, a la vez que sugiere alternativas y estrategias de acción a diferentes niveles. En su diagnóstico de las estructuras económicas, verdadera economía de Mamón, analiza las dimensiones económica, política e ideológica del sistema. En la dimensión económica , remarca el hecho del establecimiento de un mercado capitalista absoluto a favor de los ricos: países y capas sociales. Para el desarrollo de este sistema, el "Tercer Mundo'^ el "Sur": son necesarios; lo son , sus territorios y sus recursos, pero no su gente. Sus seres humanos no son objeto de desarrollo, sino un factor barato en la producción y en la materia de políticas de seguridad (es decir, contra quienes hay que asegurarse). Hay un falso argumento acerca del crecimiento económico en cuanto a crear fuentes de trabajo. Lo real es que más bien se destruyendo dichas fuentes. Los dueños del capital, a quienes interesa rentabilizar más, sacan capital fuera de las economías (es decir, de la producción y servicios) hacia inversiones financieras (incluidas las especula-tivas) en los grandes mercados financieros mundiales o en los paraísos fiscales. Por otro lado, las transnacionales dentro del sistema globali/ado tienen cada vez más poder y ponen las reglas de juego, mientras que el sector laboral v aun los gobiernos, han sido fragmentados en su capacidad negociado-

J & • O r ~

ra. Y manejando sus argumentos de competitividad en el mercado mundial para presionar a la baja en la retribución del trabajo, amenazan con despla-zarse a cualquier otro lugar en el mundo si no se aceptan sus condiciones.

• Stackhouse, Max L. with Don Browning (cds.). 2001. dod and (ilolxi/isulion. Volumen 2: The S/iiril uiiíl ¡lie Modern /liíí/iomií'.v^Harrisburgh.PA, 2001: Trinily Press International, en J. Rieger, Op.eit.ps. 216-217J' U. Duchrow - "God or Mammón: Economics in Contlict", en Mission Sluiliex. Vol. Xlll - 1 y 2. 25 y 26. 1996 pp.: 32-105

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104Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz y esperanza en América Latina

En la dimensión política, el recurso ha sido promover la expansión de ''gobiernos elegidos democráticamente" con el propósito de que apoyen el firme asentamiento del mercado capitalista absoluto. Las políticas de Ajuste Estructural, tenían un claro cometido: privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.

En el nivel ideológico, las mismas corporaciones y bancos transnacionales poseen y controlan los sistemas transnacionales que forman las creencias y deseos de la gente alrededor del planeta, desinformando deliberadamente, por intereses económicos y políticos. Hay un interés por ganar las mentes de la gentedespolitizándolas, ya que ello ayuda a los intereses del ca-pitalismo. Para esto es necesario crear una cultura homogénea universal de consumismo y amor al dinero. Las cadenas mundiales de TV, programas musicales, redes informativas, etc. han creado las imágenes y símbolos por los cuales la gente se define a sí misma y escoge sus estilos de vida. Por debajo de los niveles políticos, socio-psicológicos y culturales, está el nivel teológico. Aquí es donde el corazón de la economía capitalista se revela a sí mismo como Mamón -donde uno pone su confianza...; la proclamación con total fe de su primer mandamiento: "el dinero hace funcionar al mundo". Esta religión universal del dinero, combinada con el consumismo estimulado subconscientemente, hace que la mayoría de la gente siga a ciegas la forma en que está organizada la economía capitalista. Por su parte, los organismos económicos mundiales operan como sacerdotes de una religión a ciegas porque a pesar de que los resultados muestran lo opuesto (más empobrecimiento y más destrucción del medio ambiente), siguen recomendando y promoviendo la teoría neoliberal como un dogma, legitimando un sistema de acumulación de riqueza y de poder.. "El mercado es el principal instrumento para establecer el Paraíso. Si se administra bien, creará bienestar para el pobre".

3. Economía y Palabra de Dios para América

Latina 3.1 La clave hermenéutica de la

GraciaCuando buscamos aquellos grandes temas escritúrales que

nos puedan servir como clave hermenéutica para entender cuestiones centrales de la Palabra de Dios, uno de ellos es, definitivamente, el tema de la Gracia. Frede-rick Buechner, en su libro The Good Book as a Good Book (El Buen Libro como Buen Libro ) arriba a la siguiente conclusión: "Finalmente, pienso que

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es posible decir que a pesar de su extraordinaria variedad, la Biblia se mantiene armónica por tener un diseño único. Y este puede ser expresado de manera sencilla: Dios creo el mundo; el mundo se perdió; Dios busca restaurarlo a la gloria para la cual lo creó".31

Carl McCann, quien cita a Buechner, menciona que el peligro de simplificación del mensaje escritural se ve disminuidofrente al otro gran peligro de fallar en el discernimiento del diseño simple pero profundo, del mensaje bíblico, de que Dios es esencial, característica, y fundamentalmente llene de gracia. Por lo tanto, sin querer negar la "extraordinaria variedad" de la Biblia, es importante resaltar rasgos unificadores de la historia bíblica que contribuyen a su diseño sencillo pero esencial. McCann recorre tanto el Antiguo como el Nuevo Testamentos, para descubrir este diseño de la gratui-dad de Dios, siempre presente.

En el Antiguo Testamento revisa, de acuerdo con el canon judío, la Ley (la Torah), los Profetas y los Escritos. Desde el mismo comienzo (Génl:9 ), la Biblia es la historia de la gracia de Dios y en el momento climax del restablecimiento del pacto del Sinaí (Éxodo 34), permanece la historia de la gracia de Dios. Gen. 1:9 introduce no solamente el libro de Génesis pero también la Escritura como un todo, y Ex 34 es la culminación de la historia de la liberación de Israel de la cautividad (Ex 1:15) y el estableci-miento de su relación pactual con Dios (Exl9:34). De acuerdo con Rend-torff, el resto de la Biblia será acerca de las mismas cosas - la relación de Dios con todo el mundo, ejemplificada por la relación con Israel y fundamentada esencialmente en la gracia - un Dios que gratuitamente crea, clama y cuida por toda su creación33.

El Nuevo Testamento presenta la prioridad y centralidad de la gracia de Dios de múltiples maneras, incluido el recuento del evangelio acerca de la vida y ministerio de Jesús, así como los escritos de Pablo. En el Nuevo Testamento se continúa y profundiza el diseño único y simple del Antiguo Testamento. Tal vez la afirmación más categórica de la actividad divina llena de gracia en Cristo es Romanos 5:8, "Mas Dios muestra su amor con no-

•"- F. Buechner. The (¡ood Book as a Good Book. en The Clown in the liel/rev: Writini^x on I'uiíli nuil ;iof¡,San Francisco: Harper, 1992 (p. 44). Citado por J.C.McCann Jr. The llermenei/tit'.s ufdrtice. Discer-ning íhe Bihles' Single l'lot, en Juterprelation. Vol.57, No. 1. January 2()().'i: pp. >15(p. 5)

•^ R. Rendtorít, "Covenanl as a slritclnrinx conccpl in GV//t'.s7.v and Kxodn^, en Jouniu! oí líihhcul ¡ ,nc-ratiire. No 108(1989). p.386. citado por McCann. op. cit

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sotros, que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros "(RV). Este mensaje paulino de la gracia es fundamento para una perspectiva de la ne-cesidad de solidaridad universal entre todas las familias de la tierra. Aun en el momento de su misma muerte en la cruz del Calvario, la oración de Jesús por su enemigos (Lucas 23:34), demuestra el perdón inmerecido, afirmando que la justificación y justicia de Dios suceden, no por actos de condenación y castigo, sino por gracia. Y en la expresión de Jesús mismo, de que él no estaba haciendo otra cosa que cumplir con lo dicho de él en la Ley, los Profetas, y los Escritos (Salmos) (Le. 24:44), que en alguna medida es reafirmar que las Escrituras se mantienen integradas por un único diseño, 'la gracia de Dios'.

En la vena del diseño de esta hermenéutica de la gracia, Douglas Meeks" contrasta dos tipos de antropología en conflicto, -dos 'formas de ser humano'- "antropología del mercado'(market anthropology) y antropología cristiana asentada en la tradición bíblica.. ¿Para qué existe el ser humano? La antropología mercantil responde: "para maximizar utilidad". Y basada en el supuesto de la libertad de escogimiento (deseos o preferencias) cada cosa y relación tiene asignado un valor, de manera de hacer los cálculos 'maximizadores'. Y este principio inicialmente económico se busca aplicar a todas las esferas de la vida; toda la existencia humana se convierte en un asunto de preferencias y maximización, y cada asunto, bien , persona o rela-ción, en una 'mercancía'. Deseos y preferencias (demanda de bienes) se vuelve el motor del mercadosobre la base del otro supuesto de "bienes es-casos" . Pero bienes escasos porque, no importa cuánto se produzca, nunca será suficiente para una sociedad basada en el consumo (el ser humano como un insaciable 'deseador', un infinito consumidor). Y para producir más y barato, es necesaria la competencia, la guerra económica por el mercado. Pero en medio de una escasez artificial inducida y una competencia de impares, la deuda y la esclavitud siguen como subproductos naturales. El endeudarse y esclavizarse es una forma de lidiar con la escasez, se propone. El mantener el poder y sostener el sistema, el dominar el mercado y cobrar la deuda, el acumular 'riqueza' asegurar el futuro y acceder a todo lo que se desea,, es haber realizado la existencia. ("Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate" Le 12:19)

34 M.D.Meeks, Op. cit.

En cambio, la antropología cristiana, frente a la pregunta existericial fundamental, nos dirá: El hombre existe para glorificar a Dios, y amarle con todo su ser, y a sus prójimos como a sí mismo, como vía de realización y vida plena. Evidentemente, esto no aparece en la antropología mercantil. Tampoco los conceptos de 'gracia', 'don/regalo', 'promesa', y el 'amor a los enemigos', aparecen en su léxico. Por el contrario, son reemplazados por los de 'deuda', 'mercancía', 'contrato' y 'competencia' Tampoco se asumo en la antropología mercantil, frente al ejercicio de los'libres escogimientos' (preferencias') o de la demanda maximizadora y dinamizadora del mercado, la perspectiva antropológica de las escrituras de la 'esclavitud y pecaminosi-dad del deseo humano' ("...mas soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago", Rom 7:14b-15). Asimismo, en la perspectiva divina de las relaciones sociales hay otro tipo de "valor", diferente al valor de mercado, y no es posible considerar cada aspecto como mercancía. Por ejemplo, la salud, el conocimiento, y la justicia del prójimo; la adoración y la participación de la abundancia de la comunión Dios (estos no tienen utilidad para el mercado, aunque lamentablemente hay mercaderes que saben cómo sacarle precio a lo sagrado). Y la respuesta divina a la situación de deuda y esclavitud humana es perdón y gracia redentora, Definitivamente, la economía de Dios es una economía de la Gracia. La redención es la transformación de la economía de deuda en una economía de perdón y de gracia restauradora y reconciliadora, para que la vida florezca. Y es el camino para una antropología cristiana de las relaciones humanas en todas las esferas, incluida la económica. El camino simbolizado y encarnado en la eucaristía, la mesa compartida, la vida y relaciones interdependientes en el mutuo servicio. No el intercambio anónimo de mercancías en relaciones contractuales, sino el intercambio y dación mutua de dones entre personas y comunidades que saben para qué se vive y en dónde está la realización de la existencia.

Ahora bien. ¿Por qué es tan importante el discernir este tema de la gracia, este diseño fundamental de la Escritura? Según McCann, una de las mayores razones es el hecho histórico de que la Biblia ha sido, y continúa siendo, usada como un instrumento de odio, discriminación, autogratiíica-ción, y exclusión. Equivocarse en discernir que el "diseño único'es un testi-monio de la esencial misericordia, gracia y amor de Dios para con toda la creación, incluyendo a "todas las familias de la tierra" conduce inevitablemente a una doctrina de retribución. Y el predominio de ésta estimula a los

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poderosos y prósperos a concluir que Dios debe estarles bendiciendo, a la vez que les sirve como una especie de garantía para victimizar a los inocentes, por ejemplo, para culpar a los pobres por ser pobres, y absolverse ellos de cualquier responsabilidad con la situación. No es necesario mencionar lo: el resultado no es en manera alguna solidaridad sino estratificación rígida entre individuos y grupos, de raza, etnia, nacionalidad, clase social, etc. Sin embargo, la mayoría de los líderes eclesiásticos no están plenamente conscientes de que la teología y la iglesia -aún cuando aparentemente algunos parece que tratan de resistir costumbres de la sociedad contemporánea -pueden estar inconscientemente, también, siendo formadas por la economía de mercado. Aun el capitalismo promueve su propia idea o concepto de Dios, habiendo teólogos que hacen causa común con el statu quo. La llamada teología de la prosperidad, o el 'evangelio del éxito' es el ejemplo más patente. La teología se vuelve sirviente de los objetivos económicos, santificando las estructuras de la economía de libre mercado y protegiéndola a toda costa de ser cuestionada. Aquellos que son exitosos económicamente son los bendecidos, y aquellos que no, deben sentirse culpables

Por ello, el discernimiento del especial diseño escritural, que podemos llamar la práctica de la hermenéutica de la gracia, tiene profundas dimensiones éticas y sociales. Sólo cuando interpretemos las situaciones humanas con el lente de la gracia viviremos por gracia. Y si queremos forjar un camino hacia un futuro diferente del pasado y de lo que tenemos hoy, debemos volvernos al diseño de Dios para la vida humana. Esto tiene que ver con el reflejo de su carácter en todas las relacionesy, centralmente, es el camino de la gracia.

3.2 Acción profética y gratuidad de la presencia de Cristo en el des-truido mundo de América Latina. Alternativas al neoliberalismo

Reconocemos el aporte de la tradición hebrea a la perspectiva bíblica de la vida humana, que incluye la economía y que la Iglesia cristiana asume como orientadora, al tomar el Antiguo Testamento también como parte de su herencia. Hay pilares que es importante afirmar. Pero es necesario hacer esto sin necesidad de sesgar el mensaje integral de la Escritura. Es muy propio de los teóricos del libre mercado, afirmar el valor del trabajo con apoyo de material bíblico, el de la "propiedad privada", el de la resistencia a la autoridad que quiere expoliar lo que pertenece al pueblo y el producto

de la propia labor (i.e. la viña de Nabot); el de la libertad de conciencia y de acción. Pero no les interesa afirmar la gran tradición profética de la justicia demandada en las relaciones, el rechazo a la explotación, la protección a los pobres, viudas y huérfanos, al sentido de "propiedad privada" como mera mayordomía de algo que pertenece al Creador; el ideal del jubileo como reforma total para la equidad. Los pasajes proféticos dan cuenta de que no sólo las personas, sino las leyes y las estructuras políticas, económicas y sociales pueden devenir corruptas y que es necesario reformarlas o cambiarlas de cuajo hacia el ideal de justicia y equidad promovido por la Escritura. Y pensando en soluciones radicales, es típico de quienes están acomodados, -aun después de haber transitado ellos mismos por situaciones difíciles, o aun a través de una revolución o un acto de fuerza para restablecer sus derechos, el no pensar ni reconocer que otros necesitan hacerlo, y que siguen operando situaciones de injusticia que necesitan confrontarse o arrancarse-también, y nuevamente, a través de acciones de fuerza contra aquellos que están sosteniendo el injusto sistema actual.

Por ejemplo, los hebreos representan una tradición de búsqueda de li -bertad espiritual y social, aunque esta circunstancia tuviera que pasar por actos de conquista y expoliación a otros de sus propiedades (tierras) basados en un supuesto derecho al espacio vital. Y aun de quitarles a otros lo suyo porque se supone "son injustos' y no son dignos de ello (todo esto, bajo prerrogativas religiosas de antaño, que de ninguna manera pueden aceptarse hoy en día) bajo el supuesto de que ellos -los hebreos- vivirán en la nueva tierra como representantes y modelo de justicia y equidad, condición para ser bendecidos y para prosperar. ¿No podemos imaginar que es necesario ejercer este principio -el de disponer de un espacio vital- doquiera el ser humano necesita medios esenciales de vida? ¿No representan las ingentes invasiones en zonas marginales por los pobres en el Tercer Mundo, el hecho imperativo de vida o muerte para sus familias, de la necesidad de disponer de un espacio vital que de otra manera se les niega? ¿Y no serán necesarias las revoluciones sociales (aunque cruentas algunas veces y una especie de látigo) para que impere otra forma de derecho que contravenga un sistema injusto de acumulación desmedida por algunos pocos? ¿Será lo que esperan las clases que detentan el poder y los medios, al no querer entender por el diálogo y la razón que es necesario otro tipo de ordenamiento jurídico y social?

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A pesar de la des-graciada situación en que vivimos, tenemos en la his-

toria de América Latina demostraciones de la operación de la gratuidad de Dios. Paulo Suess refiere lo que significó la acción de Bartolomé De Las Casas en un contexto de maltrato y expoliación de los nativos a causa de la conquista, y cita uno de sus escritos: "Dejé a Jesucristo en las Indias, Nuestro Dios, hostigado, azotado, herido, golpeado y crucificado, no una sino mil veces, por los españoles que han devastado y destruido aquellas gentes, acabando con sus vidas antes de tiempo^" La postura de De Las Casas representa la actitud que deben tomar los cristianos: de angustia por las actuales circunstancias de América Latina, de crítica profética de la religión alienada, de compromiso con los pobres y desposeídos. Contra las posturas dominantes de todas las épocas, tipificadas en jerarquías aprovechadoras, prioridades secundarias y exclusión; para Suess, la tarea de comunidades con conciencia de misión transformadora en estos contextos debe ser entendida como la articulación de redes comunitarias basadas en la fe, que resisten cualquier clase de hegemonía despótica y prestan asistencia a aquellos que caen bajo las manos de ladrones (Le. 10: 25 ss.). "Vida abundante" (o eterna) sucede en el establecimiento de redes de solidaridad con las víctimas. El espacio de gratuidad se diseña y establece por solidaridad desinteresada. La liberación y salvación provista por la cruz nos guía a entender la encarnación de Jesús como modelo de solidaridad. En esta solidaridad, los cristianos traen el logos, es decir, "la palabra de reconciliación" al mundo( 2 Cor 5: 19ss.). Pero logos no sólo significa "palabra". Legein originalmente significaba "reunir", "juntarse", "concentrarse". El "logos de reconciliación" puede entonces ser entendido como "cosecha" y "concentración" de los hombres en una red de nuevas relaciones fraternales. Esta red, con muchos puntos de encuentro y conexiones, debe constituirse en salvaguardia contra hegemonías piramidales y propiedades privilegiadas*.

Claridad en el análisis, resistencia y postura profética proactiva

Suess señala que el contexto latinoamericano actual nos obliga a con-siderar aspectos importantes para la reflexión y práctica misiológica, desde la óptica de la gracia:

1) Confrontados con un mercado mundial competitivo y excluyente,la alternativa evangélica consiste en la gratuidad del trabajo completo de salvación y liberación, anclado en la cruz y resurreccióndel Señor. Nuestra reflexión misiológica puede ayudar a las iglesias institucionalizadas a revisar el costo de sus estructuras quecrean obstáculos para tener presencia entre los pobres y, sobre lodo, para el ejercicio de la gratuidad.

2) El proyecto neoliberal caracterizado por la acumulación piramidal, no es viable para todos. Para la mayoría de la humanidad, laredistribución de los bienes de la tierra es una condición de supervivencia. Para los cristianos, la "mesa compartida" implicacontextualizar el banquete eucarístico en el contexto macroeco-nómico y social de nuestro tiempo.

3) El mundo globalizado y de mercados no atados a un territorionos fuerza a establecer un nuevo y universal vínculo o articulación entre los pobres. Este vínculo universal con el reconocimiento y protagonismo de los afectados y que se orienta a la liberación de las mayorías debe ser una respuesta a la globalizaciónexclusivista-".

Según Rieger, es fundamental el rompimiento con el statu (¡no y con-frontar el estado de represión masiva y los poderes que la generan. El destino de la gente en la marginalidad y en el fondo de la escala social no es un mero accidente o una caída en la hondonada que tiene que ver con mala suerte o con la combinación de situaciones infortunadas, ni es resultante de la contravención de supuestas leyes divinas. La situación de la gente en la marginalidad tiene que ver con una situación de exclusión por la cual opera nuestra llamada economía de libre mercado. Por ejemplo, la expansión económica se construye sobre la base de disponibilidad de mano de obra barata. La brecha entre ricos y pobres en los ámbitos nacional e internacional y la diferencia de poder entre ambos estimula el crecimiento económico creando nuevos deseos y la impresión de que la expansión es ilimitada entre los ricos y las clases medias (aun los planes de retiro de los países desarrollados dependen

-1- Historia ile las Indias, 3 Vols.. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1986, p. 510. citado por Paulo Suess, Op. di. p. 68 .36 P. Suess. Op.cil. ps. 74-75

•" Paulo Suess " The gratuitiouness of the presence of Christ in the broken world of Latin America", en Mission Studies, Vol. XVI, 1-2, 2000, pp. 68-81 (p.76)

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de esto), mientras que al mismo tiempo se demanda la total sumisión de las vastas masas de pobres, hasta su verdadera esclavitud corporal, para facilitar la acumulación entre las élites acomodadas, locales y extranjeras38.

Duchrow sugiere la necesidad de desarrollar una estrategia múltiple de una economía promotora de vida.

1) Decir un claro"No" al Neoliberalismo Global y totalitario, el Mamón de hoy ("poder incapaz" que puede ser vencido).

2) Desarrollar una nueva visión de una economía que se construyede abajo-arriba, en función del bienestar de los hogares (el "oi-kos" esencial de la economía)

La intervención profética con intervenciones alternativas a todo nivel de la Economía Política, desde lo 'local' a lo 'global', que incluye experimentar con alternativas de pequeña, mediana y gran escala39.

En este sentido, es digno de reconocimiento el esfuerzo Jubileo 2000 llevado a escala mundial con ocasión de la entrada al nuevo milenio, con el propósito de lograr la condonación de pagos a muchos países que, en medio de su miseria, seguían sobrecargados por el peso de la deuda.

Crítica teórica y esfuerzos sistémicos de organización económica a base de presupuestos de la Escritura

Evidentemente, esta tarea es profunda y tiene que ver con el cuestio-namiento del sistema mismo y de las premisas en que está fundamentado. Tanto J. Esmond Birnie4" como George Monsma41 cuestionan el "utilitarismo" de la teoría neoclásica que sustenta la extendida corriente neoliberal. Birnie argumenta que este utilitarismo económico se contrapone a valores morales fundamentales. Dice: "La asunción de la maximización de la utilidad provee una perspectiva muy estrecha en relación con el rango de moti-

38 J. Rieger, Op.cil. p. 21939 Duchrow, Op.cit. ps 53-624(1 J.Ii Birnie, "Utililarian Economics: A Theory oí Immoral Sentiments?", en Christiun Sclwlar's Re-vífiv, Vol. 29, No.l, 1999 (pp. 11-24)4' G.N. Monsma, Jr, " A Christian critique of neoclassical welfare economics", en Paul A. Marshall & Roberl li VanderVennen(1988) Social Science in Christian Perspective. Lanham/New York/London: Uni-versity Press oí America, pp. 287-302

vaciones humanas. Así, la economía cínica asentada en estos presupuestos fracasa al tratar de entender que el intercambio del mercado es extraño a la naturaleza esencial de ciertas instituciones sociales (notablemente de la fa-milia). Pero el tener este tipo de economía una amplia influencia no ha sido para bien, pues ha producido economistas cínicos desde las aulas universitarias, y ha afectado la moral de las poblaciones"

Para Monsma hay una serie de limitaciones específicamente técnicas dentro del campo económico (falsa objetividad, falsas asunciones éticas in-dividuales, ausencia de relación entre la esfera económica y otras esferas de la vida, falta de criterio distributivo); pero, sobre todo, es contraria a principios bíblicos, particularmente lo son sus estándares éticos en relación con los aspectos determinantes del bienestar social. No considera desde un punto de vista cristiano las condiciones necesarias y suficientes para mejorar el bienestar social. Por lo tanto, Monsma menciona que los economistas cristianos deben esforzarse por desarrollar una economía de bienestar alternativa, basada en principios bíblicos. Y plantea algunos principios sobre la que se debe basar este tipo de economía:

1) Los seres humanos son responsables ante Dios, el Creador, portodas sus acciones.

2) Los seres humanos no son propietarios de los recursos, sino mayordomos a quienes Dios se los ha encargado, y Dios ha dadoorientaciones en su palabra acerca del adecuado uso de aquellos.Una de estas indicaciones es su empleo para ayudar a quienes están en necesidad. Asimismo, indica que las instituciones económicas de la sociedad deben, si es posible:

a. Asegurar a todas las familias, en todo momento, el acceso alos recursos para la satisfacción délas necesidades básicas. .

b. Proveer a todas las familias de la oportunidad de desarrollary usar sus talentos y recursos de tal manera que puedan solventar sus propias necesidades (al menos en el largo plazo).

c. Proveer a todas las familias de libertad política y económicaque les permita ejercer una mayordomía responsable de susrecursos, lo cual implica participación en las decisiones deproducción, consumo, y control de sus empresas. Para obtener estas condiciones es necesario limitar la concentración

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de la riqueza y el poder. Esto es consistente con la economía mosaica.

3) La respuesta de los seres humanos a Dios ha sido distorsionadapor el pecado, Y estos sólo pueden encontrar verdadero bienestaral poner su confianza en Dios, aceptando su gracia salvadora, y viviendo de acuerdo con los preceptos establecidos para su vida.

4) El ser humano no ha sido creado en partes separadas. En particular, su vida económica es influenciada por el resto de sus vidas(los aspectos espirituales, sociales y biológicos). Las institucionesy acciones económicas no deben separar las instituciones establecidas por Dios (como la familia y la iglesia)

Una economía de bienestar basada en estos principios debe evaluar los sistemas, instituciones y acciones económicas sobre la base de cuan bien proveen de justicia para todos, permiten o estimulan el desarrollo de las otras esi'eras e incitan a un comportamiento misericordioso. Se interesará en la eficiencia y el crecimiento económico sólo en la medida en que éstos contribuyen a aquellos logros, no como metas en sí mismas.

Corregir y crear las condiciones para que la "realidad" del mercado funcione

Amartya Sen4-, otro laureado con el Nobel de Economía, aporta el concepto que vincula libertad y desarrollo, en la línea de evaluación y reformas de corte ético al mercado y la globalización. Más que una mera defensa o crítica del mecanismo de mercado que usualmente aparece en la literatura económica, resalta el tema de la libertad como central al desarrollo. Sen menciona que en este nivel del desarrollo económico y social de la humanidad, estar

generalmente contra el mercado sería como estar casi en contra de las relaciones humanas. La libertad de intercambiar palabra, bienes, o regalos no necesita justificación . El mecanismo de mercado como instrumento para el crecimiento económico es también importante, pero viene sólo después de que ha sido reconocida la libertad humana, que implica el intercambio -de palabras, bienes, regalos, etc. La verdadera libertad permite participar en el intercambio económico y tiene un rol básico en la

Amartya Sen(19W) Developinenl as l-'reedom, Oxford: Oxford University Press, ps. 6-7

42

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vida social y en el desarrollo. El desarrollo necesita verse como un proceso de expansión de las libertades.

El argumento de Sen es el de que esta libertad no es equitativa para todos. Hay una persistente exclusión de vastos segmentos de la población, a quienes no se les permite acceder a los beneficios de una sociedad que está orientada, de modo realista, por la economía de mercado. Esto implica la necesidad del apoyo social, de regulaciones públicas, y de la apertura de-avenidas para que todos puedan beneficiarse, en lugar de empobrecerse más y más.. Argumenta que las libertades no son sólo el fin principal del desarrollo, sino que éstas deben ser sus principales medios para lograrlo. Por lo tanto, lograr el desarrollo implica la remoción de la pobreza, de la tiranía, de la falta de oportunidades económicas, de la privación social, de la negación de servicios públicos y de la maquinaria de represión. Con adecuadas oportunidades sociales, los individuos pueden, efectivamente, dar forma a su propio destino y ayudarse mutuamente. Las libertades políticas (en forma de libertad de pensamiento y de elecciones) ayudan a promover la seguridad económica. Las oportunidades sociales (en forma de educación y salud) facilitan la participación económica. Y las facilidades económicas (¿n forma de oportunidades para participar en la producción y el comercio), pueden ayudar a generar el desarrollo económico personal, así como los recursos públicos para satisfacer las facilidades sociales. Las libertades de diferente tipo se fortalecen unas a otras. Por tanto, la falta de participación equitativa y justa en el mercado de bienes, dadas las muchas restricciones y actuales tipos de arreglo, así como la restricción de la libertad (vista como falta de oportunidad) para participar en el mercado laboral son vías para mantener a la gente atada o cautiva. Y la batalla e impaciencia contra esta situación en muchos países en vías de desarrollo es tan importante, como lo han sido muchas revoluciones, incluida la Guerra Civil Americana.De allí su inestabilidad y su reacción, afirma Sen.

Cabe mencionar también, que desde el lado de los que no ven otra opción sino funcionar en una economía de mercado, hay un movimiento de sensibilización entre sectores empresariales (aunque incipiente, frente a la magnitud de la situación). Así, Maitland, a quien citamos anteriormente en relación con estudios sobre rasgos negativos que se le achacan al mercado, piensa que es posible que en el ejercicio de las relaciones de mercado, se de-sarrollen virtudes tales como la confianza y la buena reputación

(al cumplir promesasy prestar un buen servicio); el dominio propio (puesto que la gen-

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te toma decisiones entre satisfacciones a corto o largo plazo, i.e. ahorro); simpatía respecto de las necesidades de otros (al ver cómo proveer los ade-cuados bienes y servicios); justicia (al establecer contratos claros y mutua-mente aceptables); cooperación (al asociarse con otros para llevar adelante empresas y servicios). Es decir, es posible que en el contexto del criticado mercado, se fortalezcan valores y virtudes.4' Es el enfoque propio de varias perspectivas misiológicas de la "vida cristiana en el mercado o plaza pública" ('Christian witness in trie marketplace'). En realidad, llaman la atención algunas noticias, como el caso del anterior director del Fondo Monetario Internacional, Michael Camdessus, invitando a 2,500 personas que participaron en las Semanas Sociales de Francia (presididas por el mismo Camdessus, y a la que asistieron directores de empresas, financista y sindicalistas, en su mayoría católicos), instándolas a ejercer su responsabilidad ante el dinero, en particular como ahorradores e inversores para servir concretamente al desarrollo humano44. Asimismo, el esfuerzo de Global Compact, vinculado a las Naciones Unidas y lanzado en julio del 2000, que intenta promover 'una ciudadanía empresarial responsable', y llama a las empresas a sumarse a algunos principios básicos de carácter ético, al ejercer sus actividades. Entre dichos principios: que los negocios, dentro de su esfera de influencia, apoyen y respeten la protección de los derechos humanos proclamados in-ternacionalmente, y que no sean cómplices en el abuso de ellos; los negocios deben respaldar la libertad de asociación y el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva, así como eliminar la discriminación en lo relativo a empleo y ocupación; los negocios deben tener políticas preventivas y emprender iniciativas para promover mayor responsabilidadrespecto al medioambiente usando y difundiendo las tecnologías adecuadas45.

La fuerza moral y racionalidad de los ideales socialistas, todavía

Pensando en alternativas globales o sistémicas, son importantes las re-flexiones de Jonathan Mills* y Leszek Kolakowski47 quienes abogan por

mantener viva la llama de los ideales socialistas. Kolakowski, afirma la vi-gencia del socialismo, si bien no para imponerlo de manera autoritaria, ya que la solidaridad con los oprimidos y desposeídos es motivación opuesta al darwinismo social sí para actuar como la luz que mantiene ideales más altos que la mera competencia y la codicia humanas. Para Mills, en medio de la aparente derrota del socialismo y de varios esquemas redistribucionistas de bienestar, hay un triunfo de los ideales socialistas, porque aun el mismo ca-pitalismo ha ido cambiando y sigue siendo presionado a fin de que se con-forme más a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, como cuestión ética.. En el terreno concreto de la ponderación objetiva de las economías en funcionamiento, son también muy relevantes las observaciones de Sti-glitz que ha podido estar dentro de organismos mundiales de desarrollo y verlos funcionar por dentro, así como seguir de cerca procesos diversificados de las antiguas economías socialistas en su relación actual con el capitalismo mundial (tales son los casos de Rusia, por un lado, en un proceso acelerado y hasta descontrolado de incorporación a la economía capitalista, y China por otro, en un proceso más controlado, afirmando todavía los grandes valores de la opción socialista)48, Dice Stiglitz: es importante plantear el problema correctamente. No se trata de ver el asunto de 'mercado' versus 'Estado', sino el apropiado balance entre mercado y control estatal, con la posibilidad de muchas formas intermedias de organización económica (incluidas aquellas basadas en el gobierno local, cooperativas, etc). No es posible asumir el falso e irrelevante paradigma de 'competencia perfecta', cuando en realidad el mercado presenta una costosa e imperfecta información, imperfectos mercados de capital, e imperfecta competencia. Es importante, al optar por funcionar dentro del mercado, el decidir qué forma de economía de mercado se debe adoptar, incluido el rol que debe jugar el gobierno. La respuesta de que el socialismo proveyó a la antigua cuestión del apropiado balance entre lo público y lo privado, desde la actual coyuntura histórica parecería ser falsa. Pero si funcionó en falso o al menos de manera incompleta, como teoría económica, estuvo también basada en ideales y

43 I. Maitland, Op.cit.44 wwvv. /enit. org/spanish/ 24 Nov. 2003 (ZS03112404). Ciudad del Vaticano45 www. Zenil.org/spanish, 06 de Diciembre, 2()03(ZS103120601), Ciudad del Vaticano46 J. Mills, " The end of Property Rights and the Future oí Social Justice Prophecy", en Christian Scho-lurx Rniew. Vol. 27, No.3, 1998, pp. 298-322.

47 L. Kolakowski, "What is left of Socialism" en Urst Things, No. 126, October 2002. pp. 42-46 4° Joseph Stiglitz, profesor del Massachussets Institute of Technology, fue funcionario del Banco Mundial, y antes uno de los Consejeros Económicos de Bill Clinton, y en dichas funciones mantuvo relaciones de nivel con otros organimos mundiales. Sin embargo se distanció, y toma posición independiente. Ver Ha-Joon Chang(2001) The Rebel Within: Joseph Stiglitz and the World liank. London: Anthem Press

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Gracia, cruz y esperanza en América Latina Gracia, cruz v esperanza en América Latina

valores, muchos de los cuales son eternos. Representaron la búsqueda de una sociedad más humana e igualitaria. Por lo tanto, en la medida en que las naciones de tradición socialista se abren a la relación del mundo capitalista y el mercado, es importante tener en cuenta los ideales que motivaron a los muchos fundadores de la tradición socialista. Su camino, puede ser de utilidad para la experiencia mundialw .

Palabras finalesLa globalizutión como fenómeno de la civilización

moderna ha permitido integraciones y difusiones de los productos culturales de manera ventajosa para el conjunto de la humanidad. Sin embargo, en la esfera económica que es determinante para el conjunto de la sociedad y la cultura, dado el sistema imperante de la economía neoliberal, el beneficio pregonado se concentra en ciertos países, ciertas áreas geográficas y grupos sociales, y genera gran inequidad, una verdadera pobreza masificada en el ámbito mundial, y la consecuente inseguridad e inestabilidad social generalizadas. En América Latina los rasgos mencionadas se exacerban de manera crítica.

En el fenómeno combinado de postmodernidad y economía neoliberal de la época, el mecanismo del mercado se constituye en el espacio fundamental de relación humana aun para asuntos de carácter «rfra-económico , y se convierte en el cilios dominado por una verdadera filosofía de Mamón que todo lo permea, hasta los espacios más íntimos de la vida, ata las racionalidades, y pervierte los propósitos de la vida humana en contra de la intención divina para con el ser humano, su economía y cada aspecto de su vida en sociedad.

Tener identidad, es identificarse con una cosmovisión y abrazarla: tener una concepción del mundo y de la vida. La identidad cristiana toma su perspectiva ética de las Escrituras, y la vida humana debe vivirse en clave de Gracia; entenderse como objeto de la Gracia del

Creador e identificarse con la imagen de éste: ser de un carácter dominado por la "gratuidad" de Dios. Las acciones, las instituciones y las estructuras que desarrollemos o que busquemos reformar y moldear, necesitan verse a la luz del propósito de Dios para la vida humana y las relaciones en sociedad. Y esa vida y relaciones

Joseph Sli«l¡l/.(ll«7) Wliiihcr Sociiilisni Cambridge. Massachussels: The MIT Press. (4th Edilion)

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humanas solo funcionan bien con el aceite de la gracia salvadora y justiciera de Dios. A ello coadyuvan la aplicación de la razón, la investigación y la ciencia que busca responder a la demanda de estos valores. Desde tal perspectiva se han asumido los estudios citados.

Nuestras esferas de acción son, en primer lugar, personales, domesticas, locales. Pero deben ser también de alcance nacional y mundial como cuerpo solidario con la humanidad. Más específicamente, como parte del cuerpo que es la iglesia cuya cabeza es Cristo, cabeza también de la Creación. Es necesaria la potenciación de los alcances de pensamiento y acc ón, , al reconocer que la lucha entre el bien y el mal es de naturaleza cósmica y se libra en medio de estructuras y sistemas de cobertura mundial que tienen su reflejo en el plano de la historia. Es necesario el compromiso pro-aciivo en niveles diferentes, local, nacional, regional y mundial; tanto en la teoría como en la práctica; tanto en espacios civiles, como en los gubernamentales, para confrontar las fuerzas de Mamón que siempre han encadenado a los seres humanos, y los ha convertido en agentes del anti-propósito divino para con la creación; así, hombre y mujer han fallado al mandato del cuidado de la Tierra, de la mayordomía de sus recursos, y del cuidado del hermano.

El mensaje libertario de las Escrituras sigue vigente con toda su energía: para los desorientados en su empedernida obstinación codiciosa y para los perjudicados por los efectos de dicha obstinación. Las transformaciones y revoluciones sociales necesitan seguir dándose, como demostración de que la gracia del Creador todavía está operando para bendecir a sus criaturas. Es imperativo que su pueblo, se sienta prioritariamente llamado para ser instrumento de la gratuidad de Dios que cambia situaciones "con mano ex-tendida"; es imperativo luchar por la expansión de las libertades y acceso para todos a su creación y sus recursos, para el disfrute y la realización de la vida plena.

El gran reto de la Economía Mundial es el de una renovación ética, y como parte del pueblo de Dios, nos corresponde insuflarla con la dinámica de la ética de la gracia y la solidaridad que nos compromete a luchar por

una sociedad más humana, más equitativa, y sin excluidos. Esta lucha es titánica, y desde la perspectiva escritural y cristiana, es necesario batallar hasta que el bien prevalezca. Aunque la participación en esta confrontación no es la oferta fílmica del triunfo barato de los superhéroes cinematográficos ("los buenos"). Es más bien siempre el sacrificado camino de los profetas, el mis-

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mo de la cruz; el del aparente triunfo y apabullamiento de las fuerzas del mal. Pero se entrega la vida en esperanza, la verdadera, pues la semilla del sacrificio de quienes nos han antecedido ya ha ido fructificando y dejando estelas en la historia humana, que es la luz que debemos seguir hasta que el día sea pleno.

GRATUIDAD Y MERCADO Gracia e idolatría en el pueblo de Dios

Amílcar Ulloa*

Mas bienaventurad

o es dar que recibir

Hechos 20.35

Introducción

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Hoy en día la idolatría del dinero y el deseo compulsivo de tener posesiones y bienes materiales están afectando al pueblo de Dios de manera alarmante. Este fenómeno hace que las comunidades cristianas dejen de ser espacios de comunión solidaria para convertirse en lugares donde se refle-jan la rivalidad y el interés entre hermanos y hermanas. En no pocos casos, las iglesias pasan a ser centros de espectáculos donde lo que interesa única y exclusivamente es el bienestar y la prosperidad económica, antes que el bien común.

Esta es la preocupación pastoral que hay en el fondo de este texto. Aunque es una realidad que se experimenta en muchos sectores de la iglesia cristiana, y en muchos movimientos religiosos, aquí nos limitamos a con-siderarlo dentro del ámbito de las iglesias evangélicas latinoamericanas.

Analizamos este

fenómeno a la luz de la palabra de Dios. Asimismo, a partir de uno de sus principios insoslayables, como el de la gracia, propo-

* Pastor-laico de la Iglesia Evangélica Interamericana de Colombia. Sirve en la Secretaría Ejecutiva de la Comunidad de Educación Teológica Ecuménica Latinoamericana y Caribeña (CETELA). Además, se desempeña como coordinador del Programa Ministerial de Estudios Teológicos Abierto (PROME-SA), asociado a la Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica.

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nemos la re-creación de nuestras vidas y de nuestras comunidades de fe; convencidos de que la vivencia del amor y de la misericordia, por la fuerza del Espíritu, pueden ayudar a crear unas relaciones distintas en el pueblo de Dios, animadas por la graluidad, antes que por los mezquinos intereses personales.

Gratuidad e idolatría

Cuando Jesús envió a los doce discípulos a anunciar la presencia del Reino de Dios en medio de la gente necesitada de su época, primero "...les dio autoridad para expulsar a los espíritus malignos y sanar toda enfermedad y toda dolencia" (Mt 10:Ib). Luego fue claro en indicarles que "Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente (10: 8). O como dice la versión Reina Valera más enfáticamente: "De gracia recibisteis, dad de gracia". Aquí tenernos uno de los grandes principios bíblicos para la misión a la manera de Dios: se hace por pura gracia. Para que no les quedara duda alguna de lo que les estaba pidiendo, Jesús luego dice a sus discípulos que no deben llevar consigo oro, ni plata, ni cobre en sus cinturones, ni bolsa para el camino... Como quien dice: para que no quedara duda de que las obras y señales que acompañarían el cumplimiento de la misión eran fruto de la misericordia y de la gracia de Dios y no dependían para nada de sus capacidades económicas o de la cantidad de bienes que poseyeran.

William Barclay, comenta al respecto diciendo queLo que Jesús estaba diciendo a sus hombres era: "tenéis que tratar a todo el mundo como el templo de Dios. Si sois hombres de Dios, no debéis nunca dar la impresión de que sois hombres de negocios y vais buscando ganancias materiales". Las instrucciones de Jesús quieren decir que un hombre o una mujer de Dios debe (sic) mostrar en su actitud hacia las cosas materiales, que no le interesa nada más que Dios.1

La gratuidad no sólo es el componente ético más importante para el ejercicio de la misión cristiana, sino una de las virtudes más bellas de la es-piritualidad cristiana. En palabras del Apóstol Pedro: "Así Dios nos ha en-tregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de es-capar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lle-

' BAKCI-AY, William. Comentario al Nuevo TeMíimenlo. Mateo, volumen I. Barcelona: CL1E. p. 415.

guen a tener parte en la naturaleza divina" (2 P 1,4). ¿Qué sería de la misión sin la gracia? ¿No será por dejar a un lado la gratuidad, que la obra de Dios se ha convertido en no pocos casos, hoy por hoy, en emporios comerciales, antes que en casas donde se adora al Dios vivo? Y. ¿qué sería de la vida en comunidad sin la mediación de la gracia divina? ¿No será que por no encarnarla como una de las virtudes indispensables de la nueva creación en Cristo (2 Co 5,17), se ha dado lugar a relaciones interesadas y egoístas?

Infelizmente, esta parece ser la triste realidad. Hoy asistimos a lo que podríamos llamar un vaciamiento de la gracia de Dios, tanto al interior de la vida de quienes seguimos a Jesucristo, como en las comunidades cristianas. Prueba de esto es la ruptura de la comunión entre dos hermanos er la fe, cuando uno de ellos no puede pagar al otro una deuda incluidos los intereses, debido a que cayó en ruina económica. Como también, la ausencia total de solidaridad en las iglesias que han convertido el culto en un show, antes que en un lugar de encuentro y compromiso en el que los hermanes y las hermanas más pobres pudieran recibir algún tipo de apoyo.

¿Qué es lo que ha sucedido con nuestras congregaciones cristianas, que cuando debieran ser espacios de vida y esperan/a, para la cantidad de somántanos que yacen tirados a la vera del camino de nuestros campos y ciudades, azotados por el empobrecimiento extremo y las múltiples formas de violencia, se han convertido en lugares de espectáculo cuando no en cuevas de ladrones? ¿Qué ha sucedido para que aquel hermano maduro en la fe y con tanta experiencia en los caminos de Dios, se haya dejado embaucar por alguien que se hace llamar profeta del Señor y le haya escriturado a su nombre sus bienes comerciales y sus propiedades?

Nuestra explicación es que este desajuste se debe al desplazamiento de los valores de la obra del Espíritu. El amor, la paz, la amabilidad y la bondad (Gá 5,22), han sido subordinados, cuando no anquilosados. En su lugar, otro tipo de amor y de pasión, la avaricia, ha tomado lugar en el corazón del creyente y de quienes están al frente de algunos proyectos eclesiales. Este fenómeno no se da por casualidad. Tiene mucho que ver con la forma en que el maligno ejerce su dominio en el mundo. O con lo que Efesios describe como una "lucha, no contra seres humanos, sino contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espiri tuales malignas en las regiones celestiales" (Ef 6.12), según la traducción de la Nueva Versión Internacional de la Biblia.

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Es aquí donde se da una simbiosis muy estrecha entre el mundo de los

deseos y la organización del mundo externo que gira en torno a la globali-zación económica. Esta encuentra en el ilimitado mundo de los deseos de tener y de placer2, que caracteriza a este mundo llamado posmoderno de co-mienzos de este siglo XXI, su mejor aliado para ejercer el control de las per-sonas y del mundo entero.

Fascinación y embrujo del mercado

En el mundo globalizado de hoy, quienes profesamos la fe cristiana no escapamos al hechizo de la religión del mercado. Con esto estamos plan-teando el asunto central de este estudio, que consiste en afirmar que el sis -tema religioso que regula y controla el mercado ejerce hoy una influencia muy significativa en el pueblo de Dios de las diferentes iglesias y confesiones cristianas. Lo cual equivale a decir que consciente o inconscientemente, la espiritualidad de esta parte del pueblo de Dios se vive en contubernio con los ídolos del mercado. Así lo reconoce el biblista y teólogo Juan Stam, cuando afirma:

No menos que bajo el Imperio Romano, la adhesión incondicional que exige el sistema capitalista hoy, puede ser también un problema de ido-latría. Y cuanto más inconsciente la idolatría, más sutil y peligrosa. No cabe duda de que el insaciable materialismo y consumismo que impera, aún en muchos "evangélicos", llega a ser en realidad idolatría. ¿No será que muchos "cristianos" hoy llevan la marca de la Bestia sin darse cuenta?...1

Esta práctica híbrida que podríamos llamar también de doble perte-nencia (por no hablar de sincretismo religioso), es un fenómeno generalizado hoy en el mundo evangélico, que causa mucha preocupación por sus im-plicaciones éticas y espirituales. Significa un sacrificio de identidad de la fe cristiana. Conlleva, por lo tanto, una perversión de la radicalidad del segui-

^ Según el economista colombiano Germán Gutiérrez, el capital sólo puede desarrollarse ilimitadamen te sobre la explotación ilimitada del deseo, más que sobre la explotación de las necesidades. Pues el mun do de las necesidades es finito, mientras que el deseo es infinito. En: GUTIÉRREZ, Germán. Globali-zación, caos y sujeto en América Latina. El impacto de las estrategias neoliberales y las alternativas. San José: DEI, 2001, p. 191.

3 STAM, Juan. Apocalipsis y profecía. Las señales de los tiempos y el tercer milenio. Buenos Aires: Ediciones Kairós, 1998, pp. 71, 72.

miento a Jesucristo como único Señor de la vida y de la historia y es recha-zada tajantemente en la Biblia. Esto requiere que lo analicemos con mayor detenimiento.

No resulta sorprendente que la idolatría del mercado permee la vida y la fe de quienes profesan el cristianismo, dado que ésta opera de manera muy sutil utilizando para ello los medios masivos de comunicación y todo el poder mágico de la propaganda comercial. Esta penetra hasta los lugares más íntimos de los hogares, como son las alcobas de las parejas así como las de los hijos e hijas; dado que no se tiene el menor escrúpulo en tener aparatos de televisión y computadores en estos lugares de privacidad y descanso. La feligresía de nuestras comunidades cristianas es presa fácil del hechizo de las propagandas comerciales, pues no está provista de una formación bíblica y pastoral seria, que le permita analizar y resistir para no ceder ante las tentaciones de los bienes de consumo. Es más, las iglesias, en gran mayoría, si no en su totalidad estimulan con sus mensajes de la prosperidad económica4 como signo de la bendición de Dios, el hábito obsesivo de comprar todo tipo de bienes, especialmente los que dan estatus y posicionamiento social. Esto es tan sencillo como decir que en nuestras iglesias, por lo general, es tenido en más alto honor quien llega al culto en su carro particular y dispone de teléfono celular.

Es muy fácil quedar atrapado en la mística del mercado, que tiene gran capacidad de seducción y fascinación. Aquí también opera con poder especial la "mano invisible"5, el encanto mágico que mueve el mercado. Es este poder invisible el que da valor trascendental a las mercancías, tornándolas como fetiches que embrujan y despiertan la codicia. Estos fetiches prácticamente "se meten" por los ojos y se roban el corazón de la gente, pues quienes producen las mercancías no escatiman creatividad ni esfuerzo hasta hacerlas parecer apetecibles. (Gn 3,6). Aquí cobran sentido las palabras del

* Para un acercamiento a la Teología de la Prosperidad y su influencia en las iglesias evangélicas, puede leerse el libro de OCAÑA FLORES: Martín. Los banqueros de Dios. Una aproximación evangélica a la Teología de la Prosperidad Lima: Ediciones Puma, 2002.

^ Adán Smith, el economista inglés del siglo XVIII, que sentó algunas de las bases doctrinales del na-ciente capitalismo, hablaba de una mano invisible que movía la economía. Según este autor, la mejor forma en que debe operar la economía es mediante el laissez-faire (dejar hacer en francés) y el libre-cam-bio; de esta manera, permitiendo que cada individuo busque satisfacer sus propios intereses sin la intervención del gobierno, la "mano invisible" conduce la economía hacia los mejores objetivos sociales po sibles. Para el pueblo cristiano, esta mano invisible tiene nombre propio, de acuerdo con la mentalidad bíblica que atribuye a las fuerzas espirituales malignas el control de este mundo.

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Señor Jesús, cuando decía a sus seguidores que "...cuando se trata de sus propios negocios, los que pertenecen al mundo son más listos que los que pertenecen a la luz". (Le 16.8).

Toda esta fascinación del mercado es vivida en su máxima expresión de disfrute en la visita a los grandes centros comerciales. Allí las personas se transforman. Esto se puede ver con mucha facilidad en la cara de satisfacción y en los ademanes de la gente. Flota en el ambiente un aire y aroma especial, que lleva de un lado a otro hasta llegar a perder la noción del tiempo. Nuestros niños y niñas sí que son presa fácil del embrujo de las mercancías y piden que se les compre de todo. El momento climático de esta experiencia religiosa, de este culto, es el de la compra. Cuando la persona está pagando las mercancías, bien sea de contado, con tarjeta de débito o a crédito, vive una experiencia profunda de satisfacción, pues sabe que así está afirmando su salvación dentro del sistema; se siente integrado como parte de él. Está disfrutando del paraíso. Por esto, quien no puede comprar, quien no tiene dinero está excluido del sistema; es pecador, pues no se ajusta a las leyes y a la lógica del sistema; vive su propio infierno y está condenado a morir de hambre y necesidad. Como dice el teólogo coreano-brasileño Jung Mo Sung:

Para ser es necesario tener, o en otras palabras, tener es la condición para ser. De ahí viene toda la ansiedad de consumo que vemos cotidianamente. Por esto, cuandoun pobre recibe cierta cantidad razonable de dinero tiende a gastar todo en compras, muchas veces superfluas. Muchos agentes de pastoral no logran entender esto. Es porque los pobres tienen un chance de tornarse un poco más gente, por eso compran y compran..."''

Tal es el sentido de la respuesta "bendecido/bendecida", tan común en muchas de nuestras iglesias como respuesta a la pregunta cotidiana por el estado de salud y de ánimo. Si fuéramos a averiguar por las condiciones reales de vida de determinado hermano o hermana que así responde, constata ríamos cuántas mentiras escondemos detrás de esta simple respuesta. Pues la realidad es que la gente de nuestras comunidades de fe, vive necesidades dramáticas por causa del hambre, deudas por servicios públicos y pensiones

MO SUNCi. Jiing. Deus ñama economía sem carabao. Pobreza e neoUberalismo: um desafio a evan-o. Sao Paulo: l'aulus, 1992. p. 104. Las cursivas son mías.

de los colegios, el desempleo, la falta de pasajes para el transporte público y dejamos aquí la lista, que es más larga. ¡Ay de quien se atreva a responder a un saludo diciendo que se encuentra mal!; ¡Ay de quien se atreva a sugerir que está pasando necesidades! Pues la respuesta inmediata es poner en tela de juicio la fe y la consagración de quien así responde.

Este ejemplo, por simple que parezca, refleja el vaciamiento, la pérdida de sentido de los valores más profundos del Reino de Dios que deben ca-racterizar al pueblo santo, como son la solidaridad que es fruto de la compasión y que mueve a ''sobrellevar los unos las cargas de los otros para cumplir así la ley de Cristo" (Gá 6.2); y la comunión (koinonía), que no se limita al decir de labios hacia afuera "que Dios le bendiga", sino que, como en las primitivas comunidades cristianas (Hec 2. 43-47 y 4. 32-37), llega hasta el compartir el pan y los bienes, de manera que no haya ninguna persona necesitada en la comunidad.

No se puede servir a dos señoresA pesar de su vigencia y actualidad, esta práctica religiosa idolálric; no es

nueva. La Biblia está llena de casos y situaciones de idolatría. El pueblo de Israel creció en Egipto rodeado de una religiosidad compuesta de muchos dioses, siendo el faraón mismo un dios más pequeño que servía de in-termediario entre los dioses y la gente. Lo importante, a propósito de este estudio, según los analistas, es que éste y cualquier otro sistema religioso re-flejan las fuertes desigualdades existentes en la sociedad; la religión servía entonces para justificar la jerarquización, el pago de tributos y hasta el trabajo forzado para sostener el sistema social. Desde muy temprano, una vez que Israel había salido de la servidumbre en Egipto, el pueblo cedió a la tentación de fabricarse ídolos semejantes a los de Egipto; por lo cual pide a Aa-rón que le haga dioses que lo guíen. Y una vez fabricado un becerro de oro exclaman: "¡Israel, este es tu dios que te sacó de Egipto!" (Ex 32.1-5). En el fondo, el pecado consiste en desistir del proyecto liberador de Dios, que implicaba compromiso y fidelidad en medio de los avalares del desierto, camino a la tierra que fluye leche y miel. Por esta causa, el primer mandamiento de la ley del Dios liberador será: "No tengas otros dioses aparte de mí" (Ex 20. 3).

Otro caso sobresaliente de idolatría en el Antiguo Testamento fue el de Salomón. Rindió culto a otros dioses v les construvó santuarios (1 R

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11.1-13). Toda su flota comercial y su gran prosperidad económica fue cons-truida a partir de la injusticia social, de los trabajos forzados y de los pesados tributos que impuso al pueblo (1 R 11:28 y 12:4). Por esta causa, Dios el Señor se enojó con Salomón, por cuanto fue infiel al pacto. En el ocaso de su reinado, Salomón experimentó una serie de rebeliones y una vez muerto, el reino que había construido se dividió. La gracia que le concedió el Señor, siendo un muchacho cuando comenzaba a gobernar sobre Israel, permitiéndole tener un corazón sabio y prudencia para gobernar (1 R 3.12), terminó en des-gracia debido a la soberbia y la idolatría de sus últimos días. Este caso típico de idolatría en el Antiguo Testamento nos ayuda a percibir claramente la íntima relación que se da entre el ansia desmedida de riquezas y la imposición de cargas injustas al pueblo humilde y creyente.

A través de todo el Antiguo Testamento se rechaza con vehemencia la idolatría. Hablando de ella en el libro de Amos, W. Padilla, dice que: "...el pecado capital, que está detrás de todos los demás, es la idolatría. No es que los opresores necesariamente estén adorando imágenes de madera o de pie-dra (aunque en algunos casos evidentemente adoran a los dioses extranjeros), sino que el ansia de riqueza se ha convertido en la nota obsesiva de la vida de los gobernantes, terratenientes, comerciantes, jueces y militares que compo-nen la clase dominante de la sociedad, y es precisamente esta clase social a la que Amos dirige su mensaje".7 Vale la pena también incluir la cita acerca de lo mismo, del biblista José L. Sicre: "Para Amos, si existe un dios que domina la clase alta de Samaría y a la que ésta rinde culto, es el dinero. Amos nunca personifica los bienes de este mundo, nunca usa la palabra codicia', pero sus oráculos dibujan, pincelada a pincelada, el cuadro de una sociedad dominada totalmente por el deseo de tener más y por el dios de la riqueza8 ".

La posición de Jesús frente a la idolatría de las riquezas fue muy clara. Para él, el dios real capaz de alejarnos del Dios de la vida, fue única exclu-sivamente Mamón', las riquezas. De esta manera, "Jesús profundizó la vi-sión socioeconómica altamente crítica de los profetas frente al dinero y la ri-queza", como afirma el biblista argentino Rene Krüger9.

7 PADILLA, Washington. Amós-Abdías. Comentario Bíblico Hispanoamericano. Miami: Editorial Caribe,

1993, p. 21. 8Ibid.,pp. 21,22. (271 pp.)

^ KRÜGER, Rene. "La Biblia toma partido: perspectivas bíblicas sobre la economía" En Signos de Vida, No. 29, septiembre de 2003, Quito, p. 14.

La palabra mamona, era el término utilizado por los hebreos para ha-blar de las posesiones materiales. Según Barclay, procede de una raíz que quiere decir confiar un depósito', así mamona era lo que se le confiaba al banquero o a una empresa de seguridad para que fuera guardada de todo riesgo. "Pero, conforme fueron pasando los años, mamona llegó a significar, no lo que uno confía, sino aquello en lo que uno confía. Así pues, mamona, acabó escribiéndose con mayúscula -Mamona- y considerándose como nada menos que como un dios10".

Por esto, para Jesús, "Ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas." (Mt 6:24)".

El apego a las riquezas del dirigente rico que vino a Jesús preguntán-dole qué debía hacer para heredar la vida eterna (Le 18:18-30), llevó a Jesús a declarar ¡qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! (v. 24). Pero ahí no acaba todo. También se registra el caso de Zaqueo (Le 19:1-9), un hombre muy rico quien en su encuentro con Jesús, dice: "Mira Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devuelvo cuatro veces la cantidad que sea." (v. 8). Esta actitud lleva a Jesús a exclamar: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa" (v. 9).

Para Jesús, es evidente que las riquezas y los bienes materiales tienen que cumplir una función social pues "la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes" (Le 12:15).

En las cartas pastorales, particularmente en la segunda carta a Timo-teo, siguiendo la enseñanza de Jesucristo, se afirma que "...el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores." (1 Ti 6:10). Por eso nos exhorta a contentarnos teniendo ropa y comida; en esto sigue las pautas sapienciales (Pr 30:8, 9), cuando dicen:

Aleja de mí la falsedad y la mentira; No me des pobreza ni riquezas Sino sólo el pan de cada día.

10 BARCLAY, op. cit., p. 285.

^ La Biblia Reina Valera 1995, Edición de Estudio, tiene una nota interesante acerca de mamona en este versículo. Dice: "la palabra aquí representa un poder personificado que domina al mundo."

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Porque teniendo mucho, podría desconocerte Y decir: "¿Y quién es el Señor? Y teniendo poco, podría llegar a robar Y deshonrar así el nombre de mi Dios.

Un caso patente de idolatría al interior de las comunidades cristianas, se encuentra en el Apocalipsis. Es el del grupo de los nicolaítas. En el mensaje al ángel de la Iglesia de Éfeso, el Señor exalta como positivo el hecho de que esta comunidad aborreciera las prácticas de los nicolaítas (Ap 2.6). No así en el caso de la Iglesia de Pérgamo, a la que se le recrimina tolerar a los que se aferran a la doctrina de Balaam...que incitaba al pueblo a comer alimentos sacrificados a los ídolos y a cometer inmoralidades sexuales; y por tolerar también a los que sostienen la doctrina de los nicolaítas (Ap 2:14,15). Según Richard, "Posiblemente los nicolaítas eran cristianos ricos que participaban activamente en las estructuras económicas, sociales, culturales y, necesariamente, religiosas de la ciudad; buscaban, pues, una doctrina que hiciera compatible el cristianismo con dicha integración".'• Estos grupos no veían inconveniente en mezclar el seguimiento al Señor, quien es el Cordero inmolado que dio su vida por la redención de su pueblo, y las prácticas económicas del imperio romano. Incurrían así en una situación de idolatría que es condenada en el Apocalipsis. Pues quienes se embriagaron con el vino del adulterio y los lujos de la gran Babilonia (Ap 17 y 18), que representaba al imperio romano en su momento, serán condenados y destruidos.

Hada una comunidad movida por la gratuidad

Si los santos hemos de juzgar al mundo, como dice San Pablo (1 Co 6:2), entonces ¿qué esperanza queda para el mundo, si la sal ha perdido su sabor y se ha vuelto insípida? Es arrojada fuera, porque no sirve ni para la tierra ni para el muladar, sentencia Jesús (Le 14: 34, 35).

Es necesario revisar los fundamentos de nuestra ética cristiana. Pues en las iglesias evangélicas hemos reducido la santidad a un rigor individualista que se limita a la abstención de vicios que nos parecen pecaminosos y degradantes, y en verdad lo son. Hemos dejado de lado los alcances socia-

les de la santidad, siendo ésta una de las más importantes contribuciones de la herencia metodista wesleyana. Como dice Justo L. González, "En nuestra América, tradicionalmente cristiana, una de las principales tragedias reside en que ese cristianismo no ha sido traducido, como diría Wesley, en una santidad social." Y añade, el mismo González: "No se nos ha dicho con la misma insistencia que creer en Jesucristo implica obedecerlo; o, en otras palabras, que la justificación continúa en la santificación y en una santificación con dimensiones sociales."14

De aquí la importancia de rescatar la dimensión social de la ética cris-tiana. Es una ética proactiva. Pues no se trata, sobre todo, de abstenerse de hacer el mal, sino de hacer el bien. Este aspecto es de incalculable valor para el ejercicio de la gratuidad. Pues ésta necesariamente se vive en la relación, es decir, en el trato cotidiano con quienes nos rodean.

Así lo manifestó Jesús, cuando dijo en la llamada regla de oro: "Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es benigno para con los ingratos y malos." (Le 6:35). Aquí está la raíz de la propuesta del evangelio, de las buenas nuevas de salvación. Es una propuesta que rompe con la tradición religiosa que indicaba que se debía hacer el bien a quien lo hacía. Esto era lo que hacían los maestros de la ley y quienes se creían justos. Por eso insiste Jesús: "Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?, pues también ios pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto." (Le 6:33,34). La lógica de la tradición religiosa, unida a la lógica del mercado, da como resultado la muerte de la gratuidad. Deja las relaciones humanas bajo la égida de los intereses mezquinos en los que prima la ley del más fuerte, cuyo resultado final es la profundización de las diferencias sociales y el dominio de los más poderosos sobre los más humildes. Esta lógica predomina en el mundo de hoy, como ya hemos dicho. Gracias a los efectos de su lógica perversa, "cuatro ciudadanos de los Estados Unidos -Bill Gates, Warren Buffet, Larry Ellison y Paul Alien- poseen, juntos, una fortuna superior al

12 Richard, Pablo. Apocalipsis. Reconstrucción de la esperanza. Quito: Centro Bíblico Verbo Divino, 199, p. 80. González, Justo L. Wesley para a América Latina hoje. Sao Bernardo do Cam ipo: EDITEO, 2003, p.71.

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* Ibid. p. 70.

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Producto Interno Bruto de 42 naciones, que abrigan a 600 millones de per-sonas."15

La única fuerza capaz de romper esta lógica de la muerte es la lógica del Espíritu de Dios, por medio de la gracia. Elsa Tamez en su estudio de la justificación por la fe en la carta a los Romanos, afirma:

"De manera que la salida que Pablo propuso a las comunidades de su tiempo para fortalecerles su esperanza en un mundo que amenazaba la vida de los excluidos, pueblo y personas, fue, por un lado, la de hacer ver que todo sistema que sigue una lógica de pecado como la expresada aquí, ha sido condenado y no tiene ninguna autoridad para seguir condenando; y por otro lado, la de recalcar la buena noticia de otra lógica que tiende al bienestar de la vida de todas las personas y pueblos porque está cimentada en la justicia: esa es la lógica del Espíritu. La prác tica de esta lógica es la única que libera del pecado y de la muerte (8:2). Y no se camina solo, individualmente, dentro de esta nueva lógica porque ya no se busca el interés propio. Pablo hermana a los seres humanos al recordarles su filiación de un único Padre y hermanos y hermanas del Hijo primogénito (8:14-17)"16

Es claro. Gracias a la justicia de Dios que opera por pura gracia a través de la fe (Ro 3:24, 25), ya no hay condena. La lógica de la ley y de la muerte ha sido derrotada definitivamente, en virtud del sacrificio salvífico de Cristo. Por esto Pablo insiste en que ahora, si "Vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gá 5: 25). Pues contra el fruto del Espíritu: el amor, la benignidad y la bondad, no hay ley.

Este es el aporte sin igual que la espiritualidad cristiana puede aportar el mundo que actualmente padece bajo la condena y el suplicio impuesto por el mercado y sus leyes de sufrimiento y muerte: la sola gracia. Sólo ella puede quebrar la cadena de favores interesados creada por el mercado.

Sin embargo, tanta belleza puede quedarse en abstracto o simplemente seguir presa por la práctica idolátrica que persiste en muchos seguidores y seguidoras de Jesucristo; a menos que sea vivenciada mediante el amor y la misericordia. La gracia en sí misma no puede hacer nada. Pero la gracia

15 BETTO, Frei. "Sementes mulantes" en: Nuevo Siglo. Quito. Diciembre 2003-enero 2004; p. 6.

1" TAMEZ, Elsa. Contra toda condena: la justificación por la fe desde los excluidos. San José: DEI, 1991,

p. 134.

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movida por la misericordia que viene del Espíritu produce la gratuidad. Quien así ama no espera nada a cambio. Quien vive su espiritualidad movida por la gratuidad, no vive para ser servido, sino para servir, siguiendo el ejemplo de su Maestro (Me 10: 45). Pablo, quien aprendió a vivir la gratui-dad y de la cual dio muchas muestras en su convivencia con las comunida-des eclesiales que acompañó, es quien emite esta frase: "Nadie busque su propio bien, sino el del otro" (1 Co 10:24). El mismo Pablo en su emotivo discurso de despedida en Mileto, frente a los ancianos de la iglesia de Efe-so, les dice: "Con mi ejemplo les he demostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: hay más dicha en dar que en recibir." (Hch 20:35).

A manera de conclusión

Terminemos con una ilustración. Hace algunos años, en las Olimpía-das especiales de Seattle, nueve concursantes, todos física o mentalmente discapacitados, estaban preparados en la línea de partida de los 100 metros planos; con el disparo salieron, no exactamente a una carrera, sino al dis-frute de correr, llegar al final y ganar, todos ellos, excepto un pequeño mu-chacho que se cayó aparatosamente en el asfalto y comenzó a llorar. Los otros corredores lo escucharon y redujeron velocidad y miraron hacia atrás y todos se volvieron hacia él; una chica, con síndrome de Dawn, se agachó y le dio un beso en la mejilla y le dijo: "Esto te hará sentir mejor", luego los nueve encadenaron sus brazos y todos juntos caminaron hasta la meta. Todas las personas que estaban en el estadio se pusieron de pie y comenzaron a gritar durante varios minutos; la gente que estuvo allí aún cuenta esta his-toria.17

Así como esta niña que solemos llamar discapacitada, tuvo este gesto con su compañero caído, hemos insistido en este texto en que la vivencia de la gratuidad es la única forma de quebrar la cadena de favores creada por la idolatría del mercado. Sólo despojando nuestros corazones de la idolatría, podremos abrazar a nuestros hermanos y a nuestras hermanas bajo la soli-daridad propia de la lógica del Espíritu. Así podremos vivir una espirituali-dad comunitaria liberadora, que pueda ser luz y sal en medio de las densas tinieblas en que tiene sumido al mundo el dios de este siglo.

'' Tomada de la página en internet de la Red Latinoamericana de Liturgia y educación cristiana del CLAI y CELADEC: www.selah.com.ar-red-Default.asp.url

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TEOLOGÍA DE LA GRACIA YTEOLOGÍA DE

LA PROSPERIDAD

El intento inconcluso de

laconcreción de la fe cristiana

Arturo Piedra

Introducción

A primera vista parece absurdo abordar una temática sobre dos teologías tan distantes en el tiempo y tan diferentes en sus presupuestos teológi-cos. Quizás, se ha de reconocer primero que la importancia del tema está precisamente en las grandes diferencias que ambas teologías muestran. Es comprensible también la objeción de alguien que discrepe de un estudio de la teología de la prosperidad de cara a la teología de la gracia, y no de las teologías contextúales

y de liberación, que tanto cuestionaron la inoperan-cia histórica de la teología cristiana clásica, con su eje central de la gracia.

El contexto en el que se elige este tema, -teología de la gracia-teología de la prosperidad-, demanda acentuar, más que corrientes teológicas, por nuevas o antiguas que sean, la ausencia de la gracia en tiempos en los cuales todo adquiere significado material. La teología de la gracia y la teología clásica en general, se han devaluado tanto que han perdido su significado original y, en consecuencia, su relevancia actual.

La teología de la prosperidad, con su gran atractivo para los pobres, exalta la crisis de la teología tradicional y de conceptos bíblicos tan ricos como la gracia. Esta crisis, sin embargo, no sale a flote con la aparición de una nueva teología, más popular que académica, sino que ha estado presente a