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    Luiz C arlos Susin ed .)El marse abr iTre in ta aos de teo log ae n A m r i c a L a t in a

    Sal Terrae

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    Coleccin PRESENCIA TEOLGICA111 Luiz Carlos Susin (ed.)

    El mar se abriTreinta aos de teologa en Amrica Latina

    Editorial SAL TERRAESantander

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    Ttulo del original en portugus:O mar se abriu.Trinta anos de teologa na Amrica Latina 2000 by Edicoes LoyolaSao Paulo (Brasil)Traduccin de los textos originalesno publicados previamente en castellano:

    Jess Garca-Abril 2001 by Editorial Sal TerraePolgono de Raos, Parcela 14-139600 Maliao (Cantabria)Fax: 942 369 201E-mail: [email protected] http ://www.salterrae.esCon las debidas licenciasImpreso en Espaa. Printed in SpainISBN: 84-293-1389-3

    Dep. Legal: BI-72-01Fotocomposicin:Sal Terrae - SantanderImpresin y encuademacin:

    ndice

    Presen tacinLuiz Carlos Susin 7Cam inos y con tex tos de la teo log a af roamericanaAntonio Aparecido da Silva 11Un nuevo gnero l i terario para el Magisterio autnticoordinario de los obispos

    Boaventura Kloppenburg 37Trein ta aos de teo log a en Amrica Lat inaCarlos Palacio 4 7Yo y la teologa lat inoamericanaCasiano Floristn 60Lasitud europea y gri to de los pobresChristian Duquoc 6 6Cmo veo yo la teo log a la t inoamericanatreinta aos despus

    Clodovis Boff 74Vertientes teolgicas actualesDiego Irarrazval 91La teologa india en la globalizacin actualEleazar Lpez Hernndez 102Por una teo log a humanamente saludab leHugo Assmann 108Perspectivas eclesiales de futuro en Amrica LatinaIgnacio Madera Vargas 123Treinta aos de teologaJoo Batista Libanio 129Significado de la teologa lat inoamericanapara mi teologa

    mailto:[email protected]://salterrae.es/http://salterrae.es/mailto:[email protected]
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    6 EL MAR SEABRITeologa desde la realidadJon Sobrino 140La teologa de la liberacin,instrumento de lucha popular?Jorge Pixley 157Treinta aos de teologa latinoamericana

    Jos Comblin 164Los pobres al centroJos Ignacio Gonzlez Faus 177Treinta aos de teologa en Am rica LatinaJuan Carlos Scannone 182Teologa de la liberacin: revolucin m etodolgicaJuan JosTamayoAcosta 190Teologa latinoamericanaJrgen Moltmann 204Teologa bajo el signo de la transformacinLeonardo Boff 210Cuarenta aos caminando y haciendo teologaen Amrica LatinaPablo Richard 218Teologa de la liberacinPaul Valadier 238De la Palabra de Vida damos testimonioRoberto Oliveros Maqueo 244Treinta aos de teologa en Amrica L atinaSergio Silva Gatica 258

    PresentacinLuiz CARL OS SUSIN*(Brasil)

    Lo que debe ser tiene fuerza. Incluso en teologa. El ao 2000,simblicamente tan redondo, tan celebrativo, sigue siendo untiempo histricamente marcado por dolorosas y fascinantesparadojas y contradicciones que invitan a la reflexin teolgica. Como viene acaeciendo en los ltimos aos del siglo queahora concluye, se trata de un tiempo favorable para el balancey la perspectiva. La Sociedad de Teologa y Ciencias de laReligin (SOTER) de Brasil, con el apoyo de otras sociedadeshomologas de diversos pases de Amrica Latina, organiza eneste ao un congreso especial, con diversas participaciones latinoamericanas, con vistas al nuevo siglo -y mile nio - quecomienza. Cules son las perspectivas? Cul la agenda detrabajo para la teologa y las ciencias de la religin? Con quposibilidades, energas, recursos y mtodos podemos contar? Y,sobre todo, para qu teologa?Las perspectivas suponen, para empezar, un balance, unarevisin, con capacidad de anlisis y de autocrtica. Esta obra,que cuenta con la colaboraci n de una serie de telogos d e diferentes regiones de Amrica Latina, es un balance de los ltimostreinta aos de teologa en nuestro continente. Un perodo,como hacen notar casi todos los autores de este libro, marcadopor dos hechos principales: a) el acontecimiento de la Conferencia de Medelln como nuevo gnero literario en el magisterio de los obispos y como marco postconciliar de un nuevognero de eclesiologa y de teologa; y b) una teologa quecomenz a adoptar un rostro latinoamericano y que, en sumodo ms caracterstico, recibi el nombre de Teologa de laLiberacin. En todo ese tiempo, marcado por esos fuertesvientos, tambin en teologa el mar se abri: es el comienzohistrico de un tiempo todava inacabado, todava en xodo,todava con dolores de parto; un tiempo cada vez ms creativo,

    Presidente dela Sociedad de TeologayCienciasdela Religin(SOTER).

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    s I I MAR SEABRIms d iversificado,con unapujanzay uncolorido cadavez mslocales.Treinta aos,entrminosdeproduccin teolgicay deresponsabilidades institucionales, es prcticamente una generacin. Pero la generacin postconciliar ha conocido diversosavatarescon el tiempo. Cada dcada estuvo marcadapor unasorpresa,por unnuevo paso.Las generacionesdel 2000 necesiten esa inestimable memoria de) testimonio, \a vida y elesfuerzo dequieneshan llegadoa este cambiode siglo procedentes d el VaticanoIIy deMedelln. Y necesitan tambinlacrtica, la sabidura y las sntesis de donde puedan sacar cosasantiguasynuevas. Esta obra pretende servira talobjetivo.Alahoradeplanificar el libro, solicitamos aalgunos telogosde Amrica Latina quehiciesen memoriade los hechossocialesyeclesialesdeesas tres dcadasquemarcaronsupensar teolgico.Lespedimosquesintetizaransupropia trayectoria, subrayandolas transformaciones, losresultados,lascarenciase inclusoloserrores,y queexplicitaranlosnuevos desafosque larealidadvaimponiendoa lateologa. Perolessugeramosque el texto fuera, marcadamente autobiogrfico (labiografano essloungnero literariodemoda;esalgotanantiguo como la Biblia y que confiere veracidad y consistenciavital,conrisasylgrimas, inclusoa las aparentes abstraccionesen que se interna la teologa). Y la mayora de los autores,como los lectores podrn comprobar, optaron positivamentepo runa exposicin autobiogrfica, cosaqueagradecemosconenorme carioy respeto:es algode susvidaslo que tenemosenlasmanos.Tambinatelogosdeotros continentes quetuvieran algncontacto con la teologa de Amrica Latina les pedimos quenarrasen larecepciny valoracinde lamismay los desafosque supone desdelaperspectivade susrespectivas regiones.Y,con las mismas circunstancias, recibimos y publicamos aqutestimoniosyreflexionesque sesumanyenriquecenel trabajode lostelogosytelogasdeAmrica L atina.Evidentemente,noestn to doslos queson.Conalgunosno conseguimos ni siquiera contactar. Algunos no respondieron,y noquisimos insistir. Hemos constatadoque hay unatnica generaldeexcesodecompromisos, incluso entre quienes,apesardeello, decidieron h acerunesfuerzoporatendernos,auna costade susvacaciones. Hemo sdecreer queaotroslesresult imposible, comoms de uno nos ha manifestado. Hay pre-

    PRESENTACIN 9sencias sorprendentes,no con aportacionesde supuoy letra,sino porque aparecen insistentementeen lostextosde suscompaeros detrabajo y deaventura.Es elcasode Juan LuisSegundoy de Ignacio Ellacura.Esta publicacin sirve como preparacin para el trabajoprincipaldelCongresodel ao2000, comoyahemos indicado.Loque ha de venir debesermayorque lo que yavino;espromesadeJessy obradelEspritu: hacer cosas an m ayores.ElCongreso,con laparticipaciny elapoyo procedentesdediversas partesde nuestro Continente, tendr como principal objetivo elexamende losdesafosque sepresentan paraelfuturodela teologay de lascienciasde lareliginy lametodologa paratrabajar con ellas en nuestra regin del planeta. Esperamospoder ofrecer una segunda publicacin, fruto especfico dedicho Congreso.Adems denuestro agradecimientoa los autores que aquexponen su itinerario personal yreflejan uncaminodevidayde pensamiento, deseo agradecer a Agenor Brighenti, AraciLudwig, rico HammesyFlvio M artinezde Oliveira (miembros del consejo directivo de SOTER), as como a JernimoBrmidayMarcelo Gon zlez (miembros, respectivamente,dela Sociedad UruguayadeTeologay de la Sociedad Argentinade Teologa),eltiempodetrabajo conjuntoyplanificacin^lassugerencias y colaboraciones que nos han prestado. EricoHammeshtraducidolostextosenalemndeJrgen M oltmannyde Johann Baptist Metz, paraquepudiesenser msampliamente aprovechadosennuestro Co ntinente.Especial gratitud debemosaleficaz secretario ejecutivodeSOTER,Davi Estco Diniz, cuya aborfuedecisivaa iaoradeestablecer contactos y recopilar los textos parasu preparaciny revisin, trabajando codo a codo conmigo. Nuestra recompensa serla satisfaccinde loslectores.

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    12 EL MAR SE ABRIceptos de universalidad empleados por la escolstica no tenaninters alguno los contextos ni los pequeos relatos. Por esomismo, las realidades contextales africanas y otras muchasquedaban fuera del mbito de sus preocupaciones. Y por eso lode teologa afro o afroamericana es una terminologa que,efectivamente, pertenece a los nuevos tiempos, es decir, a lahistoria actual de la teologa.

    Es obvio que el incluir las teologas africanas nicamenteen la historia reciente de la teologa cristiana no significa dejarde admitir la realidad densamente teolgica preexistente en loscontextos africanos. Tan slo significa que ha sido precisamente en estas ltimas dcadas cuando la teologa cristiana se haabierto a los nuevos enfoques y situaciones afro-teolgicas.Pero justamente cuando hablamos de la inclusin de las teologas afro en el contexto histrico de la teologa cristiana, nosestamos refiriendo a la fase actual de elaboracin y sistematizacin de las teologas afro y a su recepcin por parte de lateologa como un todo.El proceso de elaboracin y sistematizacin de las teologas afro se percibe gracias a la creciente literatura sobre elasunto. Hoy puede encontrarse una considerable bibliografateolgica y pastoral sobre cuestiones de teologa afro. Unabibliografa que abarca desde relatos de las comunidades (informes de encuentros, sntesis temticas, resmenes, cuestionarios...) hasta textos y elaboraciones sistematizadas.En realidad, es bueno que no haya duda de que siempre hahabido reflexiones teolgicas que han brotado de los contextosafricanos, ya sea en frica o en las diversas situaciones de ladispora africana. Tales reflexiones o vivencias propiamentedichas no han sido elaboradas de manera grfica, sino que hansido transmitidas oralmente, de modo que una investigacinms completa sobre la realidad afro-teolgica deber incluir lamemoria oral. Es ciertamente en la oralidad donde se encuentran los relatos de las experiencias profundas vividas a la luz dela fe.En estas reflexiones tan slo pretendemos apuntar caminosy contextos de la teologa afroamericana. Sin embargo, alhacerlo es forzoso aludir tambin a las diversas expresiones dela teologa africana e incluso a la teologa como un todo.Distinguiremos tres mom entos. En el primero, abordaremos elmarco evolutivo actual de la teologa. En el segundo, retomaremos el marco en que han emergido las teologas africanas. Y en

    CAMINOSYCONTEXTOS DE LATEOLOGA AFROAMERICANA 1 3un tercer momento enfocaremos los caminos de las teologasafroamericanas en sus dos expresiones, y de la teologa afroamericana en particular. En la conclusin aludiremos a la importancia y actualidad de la teologa afroamericana.1. Una teologa abierta al futuroPese a un rancio conservadurismo teolgico an vigente yactuante, la teologa ha evolucionado de manera significativa yha producido resultados interesantes. En un pasado no muylejano, el aorado Karl Rahner apuntaba en tono proftico lospredicados que debera tener la teologa del futuro: pluralista, desmitologizada, trascendental, histrica, socio-cultural-po-ltica, ecumnica, mistaggica y misionera 1. Gracias al Concilio Vaticano n, estas particularidades han sido asumidas ypaulatinamente forjadas por la realidad, conquistando un espacio en la teologa. El innegable pluralismo teolgico actualmuestra que la teologa del futuro resulta una realidadinquietante.Aunque la perennidad de la teologa escolstica haya frenado el dinamismo inherente a la reflexin teolgica, en realidad ste se le ha ido de las manos. Es evidente que no estamoshablando de la teologa rehn del magisterio de las iglesias,transformada en doctrinas autoritarias legitimadoras de tendencias y poderes, sino de la teologa como comprensin de la realidad a la luz de la fe en el Dios de Jesucristo. Al igual que larealidad que aborda e ilumina, la teologa se encuentra en permanente evolucin.1.1. De la escolstica a la nouvelle thologieCon objeto de poner de manifiesto el marco evolutivo actual dela reflexin teolgica, podramos remontarnos a sus orgenes.Pero no vamos a hacerlo, no slo para no incurrir en un molesto didactismo, sino tambin porque para lo que ahora mismopretendemos basta con aludir a ciertos momentos particularmente significativos dentro del marco evolutivo de la teologa.Tomemos, por ejemplo, el momento que precedi al Concilio1. Cf. K.RAHNER,L'Avenir de la thologie, citado por Frei Onrio Rito deLeo Brasil en A teologia as vsperas do terceiro milenio e suas perspectivas para o futuro: RE B 59/236 (diciembre 1999), p. 795.

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    14 EL M R SE BRIVaticanon,dadoque elConcilio constituye unareferenciaindispensable,y elmomentoal que nosreferimoses de unenorme significado.Nosreferimosalmarcode lateologa nueva,o nouvelle thologie, comose dio enllamarlaenmedios teolgicos; un marco sumamente interesante, debido a las nuevasinspiraciones que ofreca y a la combatividad teolgica quedemostr. Sin las provocaciones de la nouvelle thologie nohabramos obtenido muchosde lossignificativos resultadosdelConcilio, tantoen elcampo teolgico comoen el pastoral2.La nouvelle thologie -representada pornombres taneminentes como los de L. Charlier, M.-D. Chenu, .1.Danilou,H. De Lubac, H.Bouillard, G. Fessard,Y.Congary los quevendran a continuacin, como H.U. von Balthasar, E.Schillebeeckx y elpropioK. Rahner- ,por un lado, expresabala insatisfaccin queproducaun mtodo teolgico tradicionalfaltode sensibilidad hacialosdesafosque elmundo modernopresentabaa la fecristiana;porotro lado, mostrabalos intentosde renovacin apartir delredescubrimientode lasfuentes: lapatrsticay lahistoriade lasdoctrinas.Con elpasode lahistoria,sin embargo,se hizo evidenteque elproblemade lostelogosde la nouvelle thologie no era el de la ortodoxia, comosuele sospecharse cuando se producen conflictos en teologa,sinoel de la naturaleza, elmtodoy la funcinde la teologatradicional y su incapacidad para abrirsea lo que de modernohabaen elmtodo histrico1.Las aportacionesde lostelogos del llamado movimiento de lanouvelle thologie pusieronderelievelaexistenciadeuna mentalidad diferente de la que imperaba en la teologadominante. Mostraron, adems,una fina sensibilidad hacialosproblemasde lapocay unadecidida voluntadde encontrarlesrespuestas adecuadas.Elreencuentrocon los Padres significel descubrimientode una teologa plural,de un lenguaje simblico,de unatradicin diferenciada;esdecir,elencuentroconuna larga tradicinque noterminabaen la escolstica. Paralateologade la escuela (escolstica),latradicinesextrnsecaala razn teolgica;el uso de laEscrituray de losSantos Padresnicamente venaaconfirmarlo que ya sesabaporotros cami-2. Sobre la nouvelle thologie, vase el interesante artculo de CarlosPALACIO, SJ, Da "Humani generis" "Fides et ratio": PerspectivaTeolgicaXXXU 83 (enero-abril 1999),pp. 11-43.3. Cf. ibid.,pp.23-27.

    CAMINOS Y CONTEXTOSDELA TEOLOGA AFROAMERICANA 15nos.Noshallamos, efectivamente, antedosmaneras irreconciliablesdeentenderla teologa4.El procedimiento metodolgico de la nouvelle thologie,qu e se distinguepor la investigacin histricade las fuentes,pusoenentredichoelmtodoy el sistemade lateologa escolsticaen sutotalidad, introduciendoconellolacrisis.Lo queestabaenjuegoendicha crisisera, enrealidad,laagonade unmodelo teolgico ajenoa lavida concretade laIglesia, distantede laexperienciade fe de los cristianos e insensiblea losdesafosque lacultura moderna presentabaa la fecristiana.Enel choque entre ambos caminos,noslo paralelos, sino opuesto sy hasta irreconciliables,no faltaron sospechas, condenasysilencios forzados. Sin embargo, el acontecimiento delConcilio mostrque lostelogosde la nouvelle thologie ibanpo relbuen camino.1.2. e la nouvelle thologie a lateologa africanaLa nouvelle thologie signific, ante todo, el encuentrode lareflexin teolgicacon el mundo moderno. De resultasde lareflexin desencadenada por la nouvelle thologie y, sobretodo,en la medida en que dicha reflexin es asumidapor elVaticanon, esposible afirmarlo queRahner subray categricamente:Hallegadoa su fin eltiempode unateologa mon oltica,de unaunidad uniforme.Hoy, ycreoque ms an en elfuturo,la teologa ser cadavezmenosunateologa perfectayacabada que la Iglesia podra, sin ms, imponer a cualquiersociedad y a cualquier cultura, como si la teologa, por serreflexin sobrela fe, estuviera librede todo condicionamientosocial y cultural. La sociedad y la cultura pluralistasde hoycondicionarn necesariamentea lateologay a lapropia Iglesiapluralistademaana5.Aunquelanouvelle thologie y,despusdeella,la teologamoderna -de la que Rahner es, sin lugar a dudas, legtimorepresentante- hayan constituidoun acontecimiento cuyo epicentro estuvoenEuropa (concretamente,enFrancia, Alemaniay Blgica),las cuestiones teolgicas suscitadasporellas tuvieron repercusinentodoelmundo cristiano.Y es perfectamente posible detectarlosecosde esta atrevida reflexin teolgica4. Cf. ibid.,p. 24.5. Cf. K. RAHNER,op. cit, pp. 791-792.

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    16 EL MAR SE ABRIen las diversas regiones. En esta poca, por ejemplo en frica,brotan los interrogantes acerca de la teologa llevada hasta allpor los misioneros europeos; una teologa importada que acompaaba el proceso de conversin de los infieles al cristianismo,obligndoles a rechazar su propia cultura.Los interrogantes suscitados, fruto innegable de las nuevasideas sobre el pluralismo teolgico defendido en la lnea de lanouvelle thologie, hicieron, como mnimo, que surgiera enfrica una teologa de la adaptacin que empez a tomar enconsideracin la realidad cultural acorde con la fe cristiana.Pero se trat de una prctica efmera, pues enseguida se percibi que una teologa de la adaptacin no slo no era autntica,sino que, adems, tampoco explicaba la densa realidad de fe delos pueblos africanos. Los presupuestos de tal reflexin teolgica eran los presupuestos europeos occidentales. Sin embargo ,era preciso llegar a la elaboracin de una teologa en la que lafe y la Palabra de Dios contaran con la realidad africana. Unateologa no adaptada, sino encarnada, en la que la lgica delpensamiento africano y la sabidura contenida en las tradiciones pudieran aproximarse a la verdad y al bien qu e se encuentran en la fe cristiana.Justin Upkong, en un interesante ar t culo t i tuladoBibliografa teolgica africana, observa que la publicacinen 1946 de la obra de Placide Tempels, La Philosophie ban-toue, seal el inicio de una teologa cristiana de races africanas. Tempels estaba convencido de que los africanos poseanun sistema de pensamiento ajeno a los conceptos occidentales.Tomando como referencia el pensamiento bant, Tempels elabor una on tologa basada en el concepto de fuerza vital, unconcepto con una perspectiva holstica, dado que se refiere a laparticipacin de todos los seres, visibles e invisibles, en un proceso de interaccin. Ms tarde, el concepto de fuerza vitalsera objeto de numerosos debates. Sin embargo, Tempelshaba puesto las bases metodolgicas de la filosofa y la teologa africanas actuales.Upkong observa, adems, que en 1955, una dcada despusde la publicacin de la obra de Tempels (que en 1959 sera traducida al ingls), un grupo de sacerdotes africanos y haitianosque realizaban estudios en Roma empezaron a debatir el problema de cmo poner el mensaje cristiano en relacin con lavida y el pensamiento de su pueblo. La expresin teologaafricana, empleada por H. Hebga, naci de ese debate, a par-

    CAMINOSY CONTEXTOS DE LATEOLOGA AFROAMERICANA 1 7tir del cual se public en 1956 una serie de ensayos sobre eltema6.Es obligado observar que la nouvelle thologie no fue unacontecimiento aislado, un capricho de unos cuantos telogos franceses, sino la expresin de ciertas inquietudes presentes en los diversos contextos y regiones del mundo cristiano.La aparicin contempornea de una reflexin teolgica propia del contexto africano no hace sino mostrar la difusin delas inquietudes percibidas por los telogos de la nouvellethologie.2. Teologa o teologas africanas?Desde los aos cuarenta y cincuenta, en que despierta la conciencia teolgica africana, hasta nuestros das han surgidodiversas expresiones teolgicas, de modo que no puede hablarse de teologa africana en singular, sino en plural: teologasafricanas. Lo cual hace referencia a las diversas expresionesteolgicas surgidas en los diferentes contextos del continenteafricano, as como en los contextos africanos de la dispora,es decir, en las regiones de Amrica del Norte y del Sur, dondevive una numerosa poblacin negra que ha resistido a cuatrosiglos de esclavitud y ha sobrevivido a los procesos de racismoy discriminacin. De tal modo que, al hablar de teologas africanas, queremos aludir a la aparicin de la reflexin teolgica relacionada con el mundo afro, desde la madre frica hasta Amrica (del Norte y del Sur), y que abarca desde lateologa africana de mediados del siglo xx hasta la teologaafroamericana.2.1. Teologa africana de la inculturacinUna de las expresiones de la diversidad de la teologa africanala constituye la teologa africana de la inculturacin, que sedesarroll sobre todo a partir de los aos sesenta. Vincent Mu-lago, Tshishiku Tshibangu, Ngindu Mushete y, en general, elclaustro de profesores de la Facultad de Teologa de Kinshasa,apoyados por el adalid de la inculturacin, el cardenal Malula,fueron quienes articularon la teologa inculturada africana. La6. Cf, Justi n UPKONG, Bibliografa teolgica africana: Concilium 219(Septiembre 1988), pp. 257-266.

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    18 EL MAR SE ABRImencio nada Facultad se orient decididam ente hacia la in- \culturacin, prestando su apoyo incluso en el terreno de laprctica pastoral, uno de cuyos frutos fueron la misa y el ritozaireos.Kinshasa constituy una verdadera escuela de teologa,caracterizada por la originalidad de su reflexin especfica. Lo stelogos que formaban la comunidad docente profundizaron enla tradicin establecida por Tempels. Mulago, por ejemplo,considera las comidas comunitarias africanas como modeloapropiado para explicar la Eucarista y sustituye el polmicoconcepto de Tempels de fuerza vital por el de unin vitalo participacin vital. Tshibangu, por su parte, dentro de lamisma tradicin, llama la atencin hacia otros aspectos, como,por ejemplo, la relacin entre teologa y sociedad, entre teologa y vida cotidiana del pueblo. Mush ete, tomando como baseel estudio de la teologa fundamental, muestra cmo incluir latotalidad de la vida y el pensamiento africanos en el mensajecristiano7.2.2. La teologa africanaSi , por un lado, la teologa africana de la inculturacin es unaexpresin teolgica o, ms exactamente, una escuela teolgicaque trabaja con las tradiciones bantes y congrega al fricafrancfona, por otro lado entre Kenya y Nigeria, como centrosteolgicos de referencia, se elabora la llamada propiamenteteologa africana, de expresin preferentemente anglfona yrelacionada con las tradiciones nag (yorubanas, ybus) y otras.La teologa africana, aunque comulgue con las intuicionesbsicas de la teologa africana de la inculturacin, en cuantoreflexin teolgica nacida del contexto africano, presenta, noobstante, otros enfoques. John S. Mbiti, por ejemplo, rechaza lanocin de Tempels de fuerza vital y adopta un enfoque feno-menolgico. En esta misma direccin va tambin E .B. Idowu,que profundiza en la teologa africana como respuesta a lasnecesidades sociales, polticas, espirituales y emocionales delos africanos.De este modo, la teologa africana se desarrolla en lasdiversas regiones del continente, poniendo de relieve la necesidad del encuentro creativo entre los valores africanos y la fe7 . Ibidem.i

    CAMINOS Y CONTEXTOS DE LA TEOLOGA AFROAMERICANA 19cristiana, como insisteB .Adoukonou. La unidad entre los autores de la teologa africana entre s, y de stos con los representantes de otras expresiones teolgicas en el continente, radica en la conviccin de que el pensamiento religioso africanodebe ser interpretado como la estructura conceptual de referencia africana y no occidental. La otra certeza comnmenteexpresada es que la teologa africana debe hundir sus races enel pueblo, respondiendo positivamente a los problemas polticos, econmicos, culturales, sociales y religiosos8.2.3. La teologa del contextoUn a tercera expresin d e la teologa africana (y lo de tercerano tiene nada que ver con un orden cronolgico o valorativo) esla teologa del contexto, es decir, la teologa negra elaboradaconcretamente en la realidad del apartheid de frica del Sur.Como es sabido, la lucha contra el racismo impuesto por loscolonizadores europeos a los nativos sudafricanos viene delsiglo xvii. Sin embargo, en este contexto de aparicin de lasteologas africanas emerge tambin una nueva conciencia filosfica y teolgica sobre la segregacin racial y susconsecuencias.El movimiento Conciencia Negra, que se form enSudfrica como reflejo del gran movimiento de la Negritudque se difundi por toda frica y por las regiones de la dis-pora africana, est en la base de la nueva reflexin teo lgica. Lanueva Conciencia Negra emerge de la prctica, en el mbitocivil, de militantes como Nelson Mn dela y Stive Biko, que venel racismo como una forma poltica de opresin. El recrudecimiento de las prcticas racistas -que llegaron a la violencia deasesinar a nios y jvenes, como en la matanza de Soweto, ydiezmar barrios enteros, como ocurra con frecuencia- provocuna militancia religiosa y la consiguiente reflexin teolgica.Desmond Tutu es, sin duda, uno de los nombres emblemticosde esa militancia y de esa elaboracin teolgica.La teologa sudafricana se caracteriza por el contexto propio en que es elaborada. Por un lado, esta singular caracterstica se opone a la universalidad abstracta de la tradicin es colstica, acentuada en la evangelizacin de los colonizado res, y susconsecuencias legitimadoras de las prcticas racistas. Por otro8. Ibid.,p. 259.

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    20 EL MAR SE ABRIlado, muestra la necesidad y el papel de la teologa como instrumento que corrobora la lucha del pueblo masacrado por elcontexto del apartheid.La teologa del contexto, como es conocida la teologasudafricana, gira en torno a dos puntos bsicos: a) la indignacin y el rechazo total del racismo y de la segregacin racial; yb) la necesidad de leer los acontecimientos a la luz de la fe,como un kairs. Sin desestimar los enfoques de la teologade la inculturacin africana ni, sobre todo, los posicionamien-tos de la teologa africana, la teolo ga del contexto insiste enla precedencia de la cuestin del racismo en relacin con lalucha de clases. Un grupo representativo de telogos, queincluye nombres com o los de Alian Boesak, Manas B uthelezi,Simn Maimela y Takatso Mofokeng, entre otros, ha colaborado eficazmente en la elaboracin de la teologa del contexto.Es importante observar que el cambio del contexto sudafricano, con la suspensin formal del rgimen de apartheid, introdujo tambin nuevos m atices en el pensamiento teolgico. Hoy,en la actual reflexin teolgica sudafricana, se procura trabajaren profundidad la cuestin de las culturas9.2.4. T eologa africana de la liberacinPodemos hablar, adems, de una cuarta expresin de la teologa africana. Se trata de la teologa africana de la liberacin,o teologa de la liberacin africana, de cuya aparicin puededecirse que guarda bastante relacin con el proceso de la teologa de la liberacin latinoamericana. Upkong observa que lalucha por la liberacin econmica y poltica se viene desarrollando en frica desde hace tiempo, pero hasta los aos setenta no ha sido articulada como una cuestin teolgica. El trmino "liberacin" se introdujo en Sudfrica desde AmricaLatina10 .La elaboracin de la teologa de la liberacin africana pasa por los cameruneses Meinrad P. Hebga, Jean-Marc Ela yEngelbert Mveng, los kenyatas John M. Mbinda y ZablonNthamburi, e l tanzano Laurenti Magesa y e l niger iano9. Cf. Bam ey PITYANA,Elementos e pressupostos da reflexao teolgica apartir das comunidades negras - frica do Sul, en Teologa Afro-americana, Paulus, Sao Paulo 1997, p. 40.10. Cf. J. UPKON G, op. cit., p. 264.

    CAMINOS Y CONTEXTOS DE LA TEOLOGA AFROAMERICANA 2 1Chukwudum B. Okolo. Para todos ellos, el problema centralque ha de asumir la teologa es la opresin poltica y econmica que pesa sobre el continente africano. Sin embargo, analizantambin crticamente el papel y el lugar que ocupan las iglesias.Para Jean-Marc Ela, por ejemplo, la Iglesia africana ha deliberarse de las estructuras de dependencia que la mantienenatada a la Iglesia occidental y de las estructuras opresivas queoperan dentro de la Iglesia misma. El papel de la Iglesia debeser proftico frente a la situacin de las dictaduras polticas enfrica".La teologa de la liberacin africana rechaza tanto el capitalismo como el socialismo, por estar ambos orientados a lainstitucin y ser, por tanto, contrarios al espritu del socialismoafricano, orientado a la persona. Mveng introdujo el conceptode empobrecimiento antropolgico en la teologa africana dela liberacin, queriendo significar con ello que la pobreza delos africanos es una cuestin de "ser o no ser", m s que de tenero no tener posesiones materiales. En semejante contexto, elanlisis marxista resulta inadecuado12 .2.5. Teologa feminista africanaLa ausencia de nombres de mujeres en estas distintas expresiones de la teologa africana se debe a que, en realidad, las telogas han constituido, por su parte, una autntica escuela deteologa feminista africana. Hay nombres como los de MercyAmba Oduyeye, Teresa Okure y Rosemary Edet (Nigeria),Bette J. Ekeya (Kenya), Justine Kahungu Mbw iti (Zaire), o Rose Zo Obianga (C amern). Ciertamente, las luchas que desdehace aos mantienen las mujeres en frica por su liberacinhan adoptado formas diversas. Ejemplo de ello es la revuelta demujeres contra las medidas colonialistas opresoras, ocurrida enAba (Nigeria) en 1929. Pero estas luchas no se han constituidoen problema teolgico hasta poca muy reciente 13 . Por otrolado, la cuestin del gnero, que la teologa feminista pone derelieve, es una cuestin transv ersal, es decir, que atraviesa todaslas formas de las reflexiones teolgicas africanas emergentes.11 . Ibid.,p. 265.12. Ibidem.Cf. Jean-Marc ELA,El grito del hombre africano, Verbo Divino,Estella 1998, pp. 75-77.13. J . UPKONG, op. cit., p . 261.

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    22 EL MAR SE ABRIEl punto de partida de la teologa feminista africana essemejante al de la teologa feminista en general; es decir, tratade esclarecer la identidad de la mujer y apuntar a la superacinde las diversas formas de opresin a que estn some tidas, fruto /del machismo , del androcentrismo y del patriarcalismo. Es unateologa de doble llamada: hacia fuera, cuestionando a la sociedad en general, y hacia dentro de la propia Iglesia. Despus, en

    un segundo momento, la teologa feminista africana se especifica tratando de responder a los desafos presentes en los diversos contextos africanos. En esta perspectiva, temas como el dela redefinicin de los conceptos de jefatura, autoridad y poderson iluminados por la reflexin teolgica afro-feminista.En relacin con la Iglesia, las telogas feministas africanasentienden que la permanente exclusin de la mujer en cuantoa la participacin en determinados ministerios cristianos esdebida a una desviacin cultural... Las mujeres han de pasar dela periferia al centro de la vida y la actividad de la Iglesia 14 .Las bases y los fundamentos para esto ltimo pueden encontrarse en la prctica de Jess, el liberador de las mujeres, quefue en contra de las normas de su sociedad con respecto a ellasy, de este modo, estableci una nueva perspectiva para entender la funcin de la mujer en la Iglesia y en la sociedad 15 .Especial relieve conceden las telogas africanas a la incul-turacin y a la cristologa. La vida del p ueblo es la fuente de lainculturacin, y la imagen de Cristo victorioso es esencialpara el desarrollo de una cristologa africana desde la perspectiva feminista16.La emergencia de las teologas africanas tiene tambinlugar en las realidades de la dispora, concretamente enAmrica del Norte, sobre todo en los Estados Unidos, y enAmrica Latina. Podemos hablar sin temor de una teologaafricana en Amrica o, ms propiamente, de las teologasafroamericanas.3 . Cam inos de las teologas afroam ericanasAl hablar de teologas afroamericanas, estamos refirindonos a dos expresiones teolgicas que han surgido en el continente americano a partir de la realidad afro. Se trata de la14. Ibid.,p. 262.15 . Ibidem.16 . Ibidem.

    CAMINOSY CONTEXTOS DE LATEOLOGA AFROAMERICANA 2 3Black Theology(Teologa Negra), as designada y elaboradapor los telogos y telogas de raza negra de los EstadosUnidos, y de la teologa afroamericana, as denominada enAmrica Latina y el Caribe. Ambas tienen una trayectoria conun nmero considerable de autores y con abundante literaturateolgica. Tienen en comn la preocupacin por reflexionarsobre las realidades afroamericanas a la luz de la fe. Sin embargo , hacen resaltar aspectos diferentes, como diferentes sontambin sus respectivas metodologas y temticas.3.1. La Black TheologyLa Black Theology surge como expresin de la concienciade la comunidad negra no rteamericana en relacin con su pasado de esclavitud, iniciado en 1619, y con la situacin actual desegregacin. Despus de 244 aos, la esclavitud legal fue abolida en 1863; sin embargo, la opresin de los negros prosiguibajo la forma de segregacin, que corresponde a la versin norteamericana del apartheid. Los antecedentes de la BlackTheology fueron los movimientos civiles y religiosos en favor de la causa negra, que marcaron durante aos la escenanorteamericana.Segn James C one, uno de los principales exponentes de laBlack Theology, sta naci en los aos sesenta, cuando unaserie de activistas cristianos negros (sobre todo clrigos) trataron de conciliar la idea del amor y la no violencia, de MartinLuther King, con el nfasis de Malcolm X en la negritud y enla autodefensa. Para Cone, en la expresin misma BlackTheology aparece la estrecha relacin con los dos grandesrepresentantes de la comunidad negra norteamericana. Blackrepresenta la fidelidad a Malcolm X, y Theology indica elcompromiso con Martin Luther King 17.Para J. Cone, fue Albert B. Cleage quien contribuy decididamente a entablar el debate sobre la teologa negra. Cleage,pastor del santuario de Nuestra Seora Negra en Detroit (Michigan) y ardiente defensor del Black Power (Poder Negro),public en 1968 un controvertido libro, titulado The BlackMessiah. En los aos siguientes, James Cone y otros se ocupa-17. Cf. James H. CONE, Teologas de la liberacin entre las minorastnicas norteamericanas: Concilium 219 (Septiembre 1988), pp 243-256(251).

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    24 EL MAR SE ABRIron de llevar adelante la reflexin de la Black Theology. En1969, J. Cone public Black Theology and Black Power, y alao siguiente vio la luzA Black Theology of Liberation'*.La Black Theology, que inicialmente tiene unos objetivos muy especficos dentro del contexto de la sociedad norteamericana, enseguida ampla sus horizontes de comprensin,desarrollando incluso su necesaria dimensin feminista. Entrelas telogas feministas negras, se encuentra Jacquelyn Grant,para quien, as como los telogos negros desafan a los telogos blancos a erradicar el racismo de sus conten idos teolgic os,as tambin las telogas negras feministas desafan a los telogos blancos (y negros) a erradicar el sexismo de su teologa. Lateologa feminista negra emerge de la experiencia de las mujeres afroamericanas. Se trata de un quehacer teolg ico que tieneen cuenta las dimensiones de la vida y de la historia. A la luzde la teologa se confrontan todas las realidades que impiden laplena humanizacin; por tanto, se condena no slo el racismo,sino tambin el clasismo y cualquier otra forma de opresin 19 .Segn la valoracin que hace Gayraud S. Wilmore, en elperodo post-derechos civiles, en que el centro de atencin loconstituan las indemnizaciones y el Poder Negro consideradoa la luz del Evangelio, disminuy ligeramente la profusin delibros y artculos sobre tales asuntos. Sin embargo, el interspor la Black Theology no decrece, a la vez que la escenainternacional y la renovacin de la Iglesia Negra proporcionanuna nueva base a la contextualizacin20 . Poco a poco, la BlackTheology va ganando espacio y credibilidad en los mediospastorales, teolgicos y acadmicos. Wilmore habla de la existencia de unas fases sucesivas de la Black Theo logy , que vandesde su aparicin -que puede remontarse a las primerasIglesias Independientes del siglo xvm, o bien a la dcada de1960, con los primeros intentos de elaborar una teologa cristiana negra ms sistemtica- hasta las diversas articulacionesde la misma, con las reflexiones que surgen de la realidad delas restantes minoras oprimidas en los Estados Unidos21 .18. Ibidem.19. Cf. Jacquelyn GRANT, Elementos e pressupostos da reflexo teolgicaa partir das comunidades negras - Estados Unidos, en Teologas Afroamericanas, op. cit, p. 91.20. Cf. Gayraud S.GILMOREy James H.CONE, Black Theology, a DocumentHistory, 1966-1969, Orbis Books, Maryknoll, NY, 1979, p. 514.21 . Ibid.,pp .514-515.

    CAMINOS Y CONTEXTOS DE LA TEOLOGA AFROAMERICANA 2 53.2. La teologa afroamericanaLa expresin teologa afroamericana abarca la realidad de lateologa afro emergente en el rea de Sudamrica, Centro-amrica y el Caribe. Es verdad que se trata de una realidad geogrfica sumamente extensa y plagada de peculiaridades culturales y religiosas; pero se trata tambin de situaciones muycomunes y semejantes en sus aspectos fundamentales. Lasemejanza ya est presente, por ejemplo, en el hecho de tratarse de comunidades negras que han experimentado parecidosprocesos de dispora marcada por la esclavitud, que han librado parecidas luchas en busca de la liberacin y que participanhoy de los mismos condicionamientos impuestos por la condicin tercermundista de los pases en los que se encuentran.Adems de todo ello, la marginacin, la opresin y las discriminaciones como consecuencia del racismo antinegro soncomunes a los negros y negras en todo el continente.

    La situacin de la poblacin negra en las Amricas, dramticadesde la poca de la esclavitud, se vuelve an ms difcil cuandose analiza a la luz de la actual coyuntura econm ica, socialypoltica. Las consecuencias del neoliberalismo vigente, que ha cristalizado en el "mercado total", y el fenmeno de la globalizacinpesan sobre las poblaciones pobres en general, y de modo particular sobre los contingentes ms pobres del mundo, donde seencuentran los negros.La actual articulacin econmica neoliberal (mundializa-cin) impide a las poblaciones pobres -negros, indgenas y sectores excluidos- soar siquiera con el futuro. A pesar de todo, losempobrecidos no se rinden al fatalismo nihilista. Al contrario,tratan de encontrar en sus propias fuerzas y en su obstinacin porlos ideales de la igualdad salidas que puedan significar la preservacin de la vida y de la dignidad22.La aparicin de la reflexin teolgica relacionada con lacausa afro est ligada a la efervescencia de los movimientospopulares y a la nueva conciencia negra en el continente. Por loque se refiere a los movimientos populares, conviene recordarque el rgimen de dictaduras militares que se implant en todaAmrica Latina y en el Caribe en las dcadas de 1950, 1960 y

    22. Cf. Anton io AparecidoDA SILVA, Elementos e pressupostos da reflexoteolgica as comunidades negras - Brasil, en Teologa Afro-americana ,op. cit., p. 50.

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    2X EL MAR SE ABRICasi diez aos despus de la primera Consulta, se celebren Sao Paulo la segunda, en la que los cuarenta y nueve participantes, en representacin de once pases, debatieron sobre eltema Afro-Amrica: Cultura y Teologa.Los objetivos de esta segunda Consulta quedaron definidosen seis puntos: 1) Poner en comn los diversos aspectos sociales y teolgicos a partir de la realidad de las comun idades afro

    americanas y caribeas emergentes en las ltimas dcadas.2) Analizar y profundizar, a la luz de la reflexin teo lgica, losgrandes desafos que presenta la realidad pastoral de los pueblos afroamericanos y caribeos en cada realidad nacional oregional. 3) Propiciar una mayor articulacin entre las iniciativas de reflexin teolgica, su rgidas en las diversas regiones delcontinente, referentes a la cuestin afro, efectuando un intercambio con propuestas similares surgidas en otros continentes.4) Iluminar, en el nivel teolgico, los desafos lanzados por lasIglesias cristianas y por la Conferencia de Santo Domingo, enel sentido de profundizar las exigencias de una evangelizacininculturada. 5) Hacer una valoracin de los aspectos teolgicos emergentes de la pastoral afroamericana y caribea. 6)Profundizar la reflexin sobre ecumenismo y macro-ecumenis-mo a partir de las culturas y religiones de origen africano.Se presentaron sntesis sobre la teologa negra en el fricaaustral, en los Estados U nido s, en el Caribe, en Am rica del Sury Centroamrica, as como sobre las teologas india y feminista. Los trabajos se llevaron a cabo en seis oficinas, que trataronde los siguientes temas: 1) Teologa negra feminista latinoamericana. 2) Negritud, proyectos polticos y nuevo orden mundial.3) Teologa de la liberacin, fe y prcticas afro-religiosas. 4) Elecumenismo en las comunidades negras. 5) Biblia y comunidades negras. 6) Celebraciones afro-litrgicas24 .

    3.2.2. Los centros de investigacinA lo largo de estas dcadas de reflexin de la teologa afroamericana se han ido constituyendo centros de investigacin,elaboracin, publicacin y divulgacin de los productos teolgicos. Entre los diversos centros, destacara sobre todo dos de

    ellos: el Centro Afro-Ecuatoriano de Quito, organizado desdelos aos ochenta, y el Taller Cultura Negra e Teologa, surgido24 . Cf. Teologa Afro-americana, op. cit., pp. 7-9.

    CAMINOSY CONTEXTOS DE LATEOLOGA AFROAMERICANA 2 9en Sao Paulo al comienzo de los noventa. Amb os han publicado valioso material sobre teologa afroamericana. Adems,estn organizndose grupos de reflexin teolgica desde laperspectiva afro en distintas regiones, tales como el GrupoGuasa, en Colombia, y otros semejantes en Centroamrica y elCaribe.

    3.2.3. Algunas caractersticas y prioridadesde la teologa afroamericanaLa teologa afroamericana, adems de tener en cuenta larealidad socio-econmico-poltica, que ha constituido la granaportacin de la teologa de la liberacin, reflexiona con lamisma importancia y profundidad sobre la cuestin racial (tnica), cultural y religiosa. Las culturas africanas bant, nag yotras, as como las expresiones religiosas del candombl y elvud, estn vivamente presentes en Amrica Latina y en elCaribe. En grandes extensiones, tales prcticas religiosas afri

    canas estn amalgamadas con el catolicismo popular. Estehecho se produce sobre todo en el Brasil y en Hait, en la simbiosis del catolicismo popular con el candombl y el vud, respectivamente. Esta realidad ha sido objeto de reflexin porparte de la teologa afroamericana.Otro importante componente de la teologa afroamericanaes su expresin feminista. La teologa feminista afroamericanano constituye propiamente una prctica aislada o ajena a la teologa afroamericana, sino que integra su totalidad. Adems demanifestar un rechazo radical de toda forma de patriarcalismo,machismo y sexismo, la teologa feminista afroamericana desafa tam bin a las mujeres a que digan lo que son, lo que quieren y lo que sienten, y a que superen la historia de sufrimientosque les es propia, descubrindose en la plenitud de hijas deDios25.Entre los diversos temas que figuran hoy en la agenda de lateologa afroamericana, parecen tener prioridad los siguientes:la teologa de la creacin, donde la mujer emerge como fuenteprimordial de la armona; la desafiante realidad del racismoimperante y de las discriminaciones sociales, polticas, econmicas, culturales, religiosas y eclesiales; las luchas de resisten-25 . VV.AA., Teologa negra feminista latino-americana, en TeologaAfro-americana, op. cit., p. 128.

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    U) EL MAR SE ABRI ia y supervivencia de las poblaciones negras; la inculturacin,el ecumenismo y el dilogo inter-religioso.

    3.2.4. La teologa afroamericanay las teologas de la liberacin /Del mismo modo que las teologas africanas no son unarealidad aislada, sino que pueden ser comprendidas a la luz delas nuevas inquietudes surgidas en el campo teolgico y pastoral y manifestadas por el movimiento de la nouvelle tholo-gie, as tampoco las teologas afroamericanas aparecen deforma aislada, sino que irrumpen en el seno de las teologas dela liberacin. Estas ltimas surgieron, en el contexto del Concilio Vaticano 11, con diversos nombres (teologa de la paz,teologa del conflicto, teologa poltica, teologas del tercer mundo y, finalmente, teologa de la liberacin) y secaracterizan po r el hecho de prim ar la reflexin teolgica directamente relacionada con las realidades inmanentes: contextos

    econmicos, polticos, sociales, etc. En este sentido, poseenuna caracterstica comn que permite clasificarlas como teologas de la liberacin.La teologa de la liberacin latinoamericana se convirti enel buque-insignia de las teologas de la liberacin que surgieronen Asia, en frica y entre las minoras tnico-raciales de losEstados Unidos. Sin lugar a dudas, las teologas afroamericanas estn ms relacionadas con la teologa de la liberacin propiamente dicha. Aun cu ando, por un lado, se reproche a la teologa de la liberacin el hecho de que prcticamente ignora lostemas de las etnias, del gnero y de las culturas, por otro ladose reconoce que ha contribuido de manera significativa a rescatar de la clandestinidad las nuevas teologas y a sus nuevossujetos teolgicos26 . Nos referimos, sobre todo, a las teologasfeminista, afro e indgena.Los presupuestos de la teologa de la liberacin fueron ysiguen siendo vlidos para las teologas afroamericanas. Incluso en el caso de la Black Theology, que en un primermomento pareca tener unos presupuestos totalmente distintosde los de la teologa de la liberacin, posteriormente se reconocen y reafirman los elementos co mun es. Nuestras teologasde la liberacin no han sido importadas de Amrica Latina, de26. Cf. Antonio Aparecid o DA SILVA, op. cit.,p. 57.

    Asia o de frica, afirm James Cone, sino que nuestro pensar sobre Dios naci y ha sido elaborado a partir de nuestrasdiferentes historias culturales y de nuestras continuas luchas enpro de la libertad en los Estados Unidos. Dado que la merasupervivencia fsica y mental ha sido la preocupacin dominante de la mayora de nosotros, nuestras luchas de liberacinse han centra do ante todo en los derech os civiles y no en la bs queda de solidaridad global con nuestros hermanos y hermanasdel Tercer Mundo27 .Pero enseguida el propio Cone se corrige y dice: En losltimos tiempos, sin embargo, muchos de nosotros hemosexperimentado grandes cambios. Ahora reconocemos, comonunca antes en nuestra historia, que nuestra liberacin en losEstados Unidos va inseparablemente ligada a la libertad de lospobres del Tercer Mu ndo. Hemo s descubierto que nuestra opresin est profundamente arraigada en la economa poltica delos Estados Unidos y en sus manifestaciones globales. Lamisma clase dominante blanca que oprime a las minoras en losEstados Unidos extiende tambin sus tentculos capitalistas amuchos pases y culturas de Asia, frica y Amrica Latina yexplota a las masas populares en su propio provecho material.Muchos de nosotros hemos descubierto que los movimientosde liberacin del Tercer Mundo no eran ajenos a nuestro propiomovimiento. Su lucha y la nuestra son una sola y mismalucha28 .Del mismo modo que las teologas afroamericanas tienenciertas diferencias entre s, con mucha mayor razn tales diferencias se dan entre ellas y la teologa de la liberacin. Diferencias no slo de carcter temtico (para las teologas afroamericanas, la realidad del racismo precede a cualquier otra realidad, como ya subrayara Jean-Paul Sartre en su Ensayo sobreel racismo,y ah est, por tanto, el punto de partida de las reflexiones afro-teolgicas), sino tambin en relacin con el mtodo teolgico. Antes que oprimidos por el hecho de su pobreza,los negros y negras son discriminados y marginados por elcolor de su piel, que es lo ms evidente. Una persona blancapuede ocultar o camuflar su situacin real, aunque slo sea porunos mo mentos. La persona negra jams podr hacerlo, porquesu piel la identifica apriori. Lo cual hace que el racismo po nga27. James H. CONE,Teologas da libertagao, op. cit., pp. 67-68.28. Ibidem.

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    al hombre negro y a la mujer negra en situacin de pobres mspobres. La metodologa teolgica afroamericana, por tanto, nopuede considerar la realidad del racismo como un hecho secundario frente a las realidades socioeconmicas de clases, sinoque ha de tomarlas igualmente en serio.Por otro lado, tambin es importante sealar que, presa deuna epistemologa occidental, la teologa de la liberacin no seha librado de los esquemas de la racionalidad cartesiana. Por elcontrario, la teologa afroamericana que brota de la realidadlatinoamericana y caribea configura nuevos paradigmas queno son nicamente reflejo de la racionalidad intelectiva o de larazn instrumental, sino de una comprensin y una contemp lacin holsticas de la realidad. No se trata de volver al viejo ysectario discurso que contrapone razn y emocin, como si fuesen qumicamente separables, y, en una actitud discriminadora,atribuir la primera a los blancos, y la segunda a los negros. Enrealidad, en el proceso de la teologa afroamericana, sobre todocuando contempla los hechos histricos de la resistencia y lapraxis de supervivencia de las comunidades negras, razn yemocin estn dialcticamente amalgamadas.Hay que considerar, adems, que la teologa de la liberacin y las teologas em ergentes o, ms propiamen te, emergidas-teolog a afroamericana, teologa feminista, teologa india - seconstituyen en teologas interactivas. Esto significa que, auncuando reflejen unas realidades especficas y creen unas metodologas propias, se suman a la bsqueda del objetivo comn:la liberacin. En este caso, liberacin y comprensin crtica yaccin transformadora de los procesos econmicamente establecidos, buscando siempre en Jesucristo el objetivo ltimo dela propuesta liberadora: para ser libres nos liber Cristo (Gal5,1). Por tanto, las teologas interactivas no son meras teologas de liberacin en el sentido nicamente de una de tantasteologas del genitivo que reflejan situaciones y circunstancias ocasionales. Las teologas interactivas reflejan contextos estructurales y procesos de opresin histr icamentesedimentados.Hoy se percibe una colaboracin sumamente fecunda entrelos telogos y telogas latinoamericanos/as que reflexionan apartir de las distintas realidades de las teologas interactivas.Los resultados de un proceso interesan tambin a los dems.Esta reciprocidad en forma de colaboracin se manifiesta, sobre todo, en asambleas, encuentros, seminarios, etc. Cada vez

    resulta ms evidente el rostro plural de la teologa en AmricaLatina. Ya no se puede hablar de teologa latinoamericana ensingular; es ms apropiado hablar de teologas latinoamericanas, en plural.4. Conc lusin: la imprescin dible contribuc inde la teologa afroamericanaMe gustara subrayar tres aspectos que me parecen particularmente importantes en el actual proceso de la poblacin de origen africano y que se reflejan necesariamente en la elaboracinde la teologa. Aun cuando los trate en tres momentos, en realidad los tres aspectos forman un todo y, por lo tanto, deben serobjeto de una visin conjunta. En un proceso tan vivo y complejo hay varios elementos que emergen y que merecen igualmente ser analizados; sin embargo, nos parece importante llamar la atencin acerca de tres aspectos ms centrales.4.1. Recuperacin y afirmacin de la identidad negraLa concienciacin de la propia identidad est siendo uno de losprincipales y ms expresivos acontecimientos entre la poblacin de origen africano del continente. Se trata de un procesoque est en marcha por doquier. Gracias a la labor pastoral delas organizaciones negras en la sociedad civil, siguen construyndose espacios que permiten a los negros y negras recuperarsu identidad. Este factor ha sido particularmente significativoen dos aspectos. Por un lado, la concienciacin de la propiaidentidad permite a los negros y negras dar un salto cualitativo:pasan, de la condicin de inferioridad que les ha sido introyec-tada, a una nueva postura de autoestima. Por otro lado, el proceso de recuperacin de la identidad ha alterado los resultadosde las investigaciones anteriores sobre la presencia numrica dela poblacin de origen africano en los diversos pases.En Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador y otros pases,sobre todo de Centroamrica y de la regin caribea, las cifrasreferentes a las poblaciones negras han crecido o se han hechoms evidentes, como consecuencia de la nueva conciencia de lanegritud. Caso tpico es el de Brasil, donde en el pasado reciente los resultados de las encuestas oficiales de la Administracin

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    ofrecan unas cifras que reducan la poblacin negra a no msde l 11 %de la poblacin brasilea en su conjunto. Eran encuestas en las que los encuestadores, obedeciendo a una o rientacinprevia, clasificaban arbitrariamente a las personas desde elpunto de vista del color. As pues, dispersaban a la poblacinnegra, fragmentndola en pardos, mulatos y morenos,de forma que la parcela negra quedaba reducida a una nfimaminora. En las encuestas actuales -en las que son las propiaspersonas, no los encuestadores, quienes declaran su color- elporcentaje de la poblacin de origen africano supera el 43 % .En Colombia ha ocurrido algo similar. La recuperacin de laidentidad y del efectivo numrico de las poblaciones negrasen los diversos pases se ha reflejado incluso, y sobre todo, enel mbito poltico. En diversas regiones ha quedado de manifiesto que los negros no son minora, clasificacin que legitimaba injustamente unas polticas econmicas y socialesasimtricas.Los procesos de identidad, trabajados en el interior de laspropias comunidades negras, estn haciendo que despierte unaconciencia afroamericana. Este avance hacia una concienciaafro continental ha sido posible gracias a la recuperacin dela identidad comn y a la concienciacin de los procesos deracismo, discriminacin y marginacin que pesan sobre negrosy negras. Por tanto, para las poblaciones negras las diferenciasnacionales deben ser relativizadas, as como los falsos patriotismos, porque, en realidad, lo que identifica a los negros ynegras en el continente es su comn condicin de dispora, decarencias bsicas y de ideales liberadores.

    La teologa afroamericana debe entenderse dentro del proceso de recuperacin y afirmacin de la identidad afro. Esuna teologa comprometida con la causa; es decir, teologacomo construccin de identidad.4.2. Experiencias d e fe en las comunida des negrasEl duro proceso de esclavitud por el que atraves la poblacinafroamericana, que se extendi desde el siglo xvi al xix y queafect a ms de diez millones de negros y negras trados comoesclavos a las Amricas y al Caribe, no consigui arrancarles lafe. Al contrario, en el sufrimiento los negros y negras intensificaron an ms su fe e hicieron de ella instrumento eficaz

    tic lucha contra la opresin padecida, de tal modo que hablartic comunidades negras es tanto como hablar de prcticasti c l e .I lay diversas y vivas experiencias de Dios en las comunidades negras del continente. En algunas zonas del Caribe haycomunidades negras de tradicin protestante, al igual que ocu-nc cu los Estados Unidos. Sin embargo, la gran mayora de lapoblacin negra del Caribe, de Centroamrica y de Sudamricaes catlica. Hay una significativa parte de la poblacin negrat|iic se mantiene fiel a sus tradiciones religiosas africanas pormedio del vud (Hait), el candombl (Brasil) o la santera(Cuba). Igualmente expresivo es el nmero de negros y negrasque tienen una doble pertenencia, es decir, que participan dela vida de la Iglesia catlica y de las tradiciones religiosasmencionadas.Esta amplia realidad religiosa constituye necesariamente elcampo de la teologa afroamericana. La teologa es inteligenciade la fe. En este caso, su tarea es doble, porque no slo tieneque pensar y evidenciar la fe desde el punto de vista de la tradicin occidental, sino tambin comprender la realidad teolgica presente en esta extensa experiencia de fe de las comunidades negras. Aun compartiendo la misma fe, dado que losnegros y negras se cuentan entre los primeros bautizados en elcontinente, las comunidades negras han vivido una experienciade Iglesia distinta de la de los blancos, del mismo modo quehan tenido una experiencia propia de D ios.En la lectura de la Palabra de Dios, la comunidad negra percibe los hechos bblicos desde dentro de su propia experienciahistrica, completando lo que le falta a la Biblia. Por ejemplo,la esclavitud negra en el nuevo mundo fue ms duradera,ms intensa y ms prolongada que la esclavitud en E gipto o elexilio en Babilonia. En sus liturgias, las comunidades negras seidentifican fcilmente con el Cristo sufriente, porque la delsufrimiento es tambin su realidad. Sin embargo, en sus fiestasexperimentan tambin el gozo de su liberacin-resurreccin.4.3. Culturas negras e inculturacinLa cultura o las culturas son uno de los temas predom inantes ennuestros das. Sucede un fenmeno curioso en este campo, porque si, por un lado, est la fuerza de la globalizacin neolibe-

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    36 EL MAR SE ABRIral,que insiste en homogeneizar toda la realidad cu ltural, reducindola a cultura de consumo, por otro lado nunca hub o tantaemergencia de culturas especficas. En Amrica Latina y elCaribe, las culturas india y afro reaparecen con enorme intensidad y se expresan de diversas maneras. Nos hallamo s antelas exigencias no slo de un pluriculturalismo o un multicultu-ralismo, sino incluso de un interculturalismo.Una de las formas en que la Iglesia catlica afronta la cuestin de las culturas consiste en aceptar el desafo de la inculturacin. Aun cuando la concepcin y la relacin entre inculturacin y evangelizacin no aparezcan con dem asiada claridad enlos documentos de la Iglesia, s ha sido grande el dinamismoque la inculturacin ha provocado, especialmente cuando seentiende como proceso en el que el pueblo expresa la fe cristiana a partir del genio propio de su cultura. Sin embargo, lainculturacin sigue siendo ms bien un campo que debe serexplicitado y comprendido, a pesar de la abundante literaturaal respecto.Las culturas afroamericanas e indias son el espacio privilegiado por excelencia de las prcticas de inculturacin enAmrica Latina y el Caribe. Pueblos negros e indgenas, aunhabiendo entrado en contacto con el cristianismo un tanto forzados por las circunstancias, le han conferido unas caractersticas muy concretas y lo expresan a su manera. Cada vez es msevidente que los valores de la propuesta cristiana ya estabanpresentes y sedimentados en estas culturas antes incluso de lallegada de los misioneros y los conquistadores.La teologa afroamericana no slo se interesa por la inculturacin como proceso, sino que ella misma es parte de eseproceso. En este sentido precisamente se sita la tarea msardua de la teologa afroamericana, es decir, en el sentido deayudar a la comunidad a comprender su propia fe en medio delenmaraado tejido cultural y la amalgama de las experienciasreligiosas.

    Un nuevo gnero literariopara el Magisterio autntico ordinariode los obisposFRE BOAVENTURA KLOPPENBURG, OFM*(Brasil)

    Ensea el Concilio Vaticano n, en el n. 10 de la Constitucindogmtica Dei Verbum,que el oficio de interpretar autnticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiadonicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad seejerce en el nombre de Jesucristo; es decir, tal como se explica en el n. 85 del nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, fueconfiado a losobispos en comunin con el sucesor de Pedro, elObispo de Roma.Sin embargo -avisa prudentemente el propio Concilio en eltexto citado-, este Magisterio no est por encima de la Palabrade Dios, sino que la sirve, enseando solamente lo que le hasido confiado, por mandato divino y con la asistencia delEspritu Santo, la oye con piedad, la guarda con exactitud y laexpone con fidelidad, y de este nico depsito de la fe extrae laque propone como verdad revelada por Dios que se ha decreer.Y aclara el Catecismo, en el n. 890, que esta misin delMagisterio est ligada al carcter definitivo de la Alianza instaurada por Dios, en C risto, con su Pueb lo, al que debe proteger de las desviaciones y debilidades y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe autntica.1. El Magisterio autntico de los obisposEl ejercicio de dicha tarea puede adoptar diversas modalidades.Siempre con una especial asistencia del divino Espritu Santo,tenemos en la Iglesia el Magisterio supremo o solemne, extraordinario e infalible, y el Magisterio no supremo o solemne,sino autntico y ordinario. Ambas m odalidades tienen sus pro-

    Obispo emrito de Novo Hamburgo y Doctor en Teologa. 38 EL MAR SE ABRI UN NUEVO GNERO LITERARIO PARA EL MAGISTERIO.. . 3 9

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    pias caractersticas. Aqu vamos a hablar nicamente del Magisterio autntico ordinario (no del extraordinario) de los obispos (no del papa, que obedece a otras condiciones o leyes).Cuando ensean al pueblo a ellos confiado la fe que debeser creda y practicada, los obispos deben tener conciencia deque estn actuando en calidad de maestrosau tnticos, es decir,en el nombre y con la autoridad de Jesucristo (auctoritateChristi praediti), como explica el Vaticano n en el n. 25 de laConstitucin d ogmtica Lumen Gentium.E s sta una condicinesencial, sin la cual no hay Magisterio autntico. Obviamente,un obispo, como cualquier otro ciudadano o simple fiel, puedetener su opinin personal y manifestarla en su propio nombre ycon la autoridad que su competencia le confiere, sin apelar a sucondicin de pastor, sucesor de los apstoles o representante deCristo, pero tambin sin olvidar dicha condicin, especialmente cuando se manifiesta en pblico sobre asuntos relacionadoscon la fe y la moral, a fin de no causar extraeza en sus oyentes o lectores, y dejando bien claro, en la medida de lo posible,que se trata de un parecer personal. Este puede ser incluso unbuen magisterio, pero no ser autntico.En el ejercicio de su Magisterio autntico, los obisposdeben ensear siempre en comunin entre s y con el papa,incluso cuando no pretenden llegar a una definicin infalible nipronunciarse de forma definitiva, sino tan slo proponer unaenseanza que lleve a una mejor comprensin de la Revelacinen materia de fe y de costumbres. Aun cuando un obispo proclame su condicin de pastor o incluso de representante deCristo, si no est en comunin con los otros obispos y con elsucesor de Pedro, su Magisterio no ser autntico, por muy piadoso y riguroso que sea. Tal fue el caso, por ejemplo, del arzobispo Marcel Lefebvre despus del Concilio. Desvinculado delsucesor de Pedro, su Magisterio perdi la autenticidad. Delmismo mod o, otros obispos que no estn en comunin con lacomunidad de los obispos y del papa no estn en condicionesde ejercer un Magisterio vlido.Para que el Magisterio episcopal pueda ser considerado autntico, es preciso que trate de cuestiones de fe o de moral. Nobasta con que la materia de la enseanza est de alguna manera relacionada con la fe y las costumbres. Estrictamente hablando , debe decirse que las dos premisas, la mayor y la menor,deben formar parte de la revelacin divina. Si slo una premisa fuera revelada, y la otra perteneciera nicamente al mbito

    de la razn o de la naturaleza, la conclusin nunca ser revelada y, por lo tanto, no ser objeto directo del Magisterio ordinario:peiorem semper sequitur conclusio partem, como ya aprendimos en la filosofa. Y la parte ms noble y segura siempreser la de la revelacin divina positiva y pblica. No basta conque una premisa sea meramente de inters pastoral, religioso,social, econmico, poltico, histrico o incluso filosfico, perono propiamente de fe o de moral. As, por ejemplo, cuando lallamada teologa de la liberacin alardea de tener como puntode partida la realidad social del pobre, nunca ser teologa ensentido propio, ni sus conclusiones podrn ser de fe ni propuestas en el nombre o con la autoridad del Seor Jess. Y lomismo se diga de la doctrina social de la Iglesia cuando una desus premisas es natural o no revelada. No pretendo afirmar quetales enseanzas sean falsas, sino nicamente que no son objeto del Magisterio autntico, por lo que no pueden exigir del fielun asentimiento del orden de la fe.En el citado nm ero de Lumen Gentium,el Concilio nos daesta norma: Los obispos, cuando ensean en comunin con elRomano Pontfice, deben ser respetados por todos como lostestigos de la verdad divina y catlica; los fieles, por su parte [yentre los "fieles" estn, evidentemente, los sacerdotes y religiosos], tienen obligacin de aceptar y adherirse con religiosasumisin de espritu al parecer de su obispo en materia de fe yde costumbres cuando l las expone en nombre de Cristo.Debemos distinguir claramente en el obispo su tarea deensear como maestro de su deber de gobernar como pastor yde santificar como sacerdote. Es obvio que, en el ejercicio deestas sus tres tareas, el obispo se sirve de la palabra hablada oescrita. Rigurosamente hablando, los pronunciamientos de losobispos en el cumplimiento de sumunus de santificar y gobernar no forman parte de su Magisterio autntico y obedecen aotras normas. Aqu slo hablamos del Magisterio propiamentedicho, que es el ms comp rometedor y, por tanto, requiere unaespecial atencin. Sistematizando lo ya dicho y quedndonoscon lo que el Vaticano H nos ensea en el n. 25 de la LumenGentium, las condiciones para el ejercicio del Magisterioautntico ordinario de los obispos se dan cuando:- el obispo se presenta formalmente dotado de la autori

    dad de Cristo;- se identifica como testigo de la verdad divina ycatlica;

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    - anuncia la doctrina en comunin con el RomanoPontfice o m anteniendo el vnculo de comunin con elsucesor de Pedro y con los dems obispos;- habla en materias de fe y de costum bres;- su enseanza la expone en el nombre de Cristo;- su doctrina es conform e con la Revelacin divina .Si no se da cada una de estas condiciones (com o, por ejemplo, la comunin jerrquica con los otros obispos en su Conferencia episcopal), no nos h allamos ante el Magisterio ep iscopal verdadero y autntico, aunque se trate de un obispo lcitamente ordenado o incluso de un obispo diocesano.

    2. Las Conferencias Generalesdel Episcopado LatinoamericanoEl Concilio Vaticano n (196 2-1965) fue un encu entro episcopaldistinto de los anteriores y debati acerca de temas que no erande fe y de m oral. Cuando se pregunt por el valor de sus enseanzas, se dio la siguiente explicacin: Teniendo en cuenta lacostumbre conciliar y el fin pastoral del presente Concilio, estesanto Snodo define qu e deben mantenerse por la Iglesia com omaterias de fe o de moral solamente aquellas que como talesdeclare abiertamente. Todo lo dems que el santo Snodo propone como doctrina del supremo M agisterio de la Iglesia, todosy cada uno de los cristianos deben recibirlo y abrazarlo deacuerdo con la mente del propio santo Snodo, la cual se conoce , ya por la materia concreta, ya por la forma de expresin,segn las normas de la interpretacin teolgica.El ejemplo del Concilio sirvi despus para la actividadmagisterial de los obispos. Disminuyeron en nmero e inclusodesaparecieron, en algunos casos, las famosas cartas pastoralesde los obispos, y surgi un nuevo gnero literario para su Magisterio autntico. Aqu , en Amrica Latina, hemos tenido despus del Concilio tres Conferencias Generales del EpiscopadoLatinoamericano: Medelln (Colombia) en 1968, Puebla (Mxico) en 1979 y Santo Domingo en 1992.Cmo determinar el valor o definir el lugar teolgico dedichas Conferencias?Al no tener autoridad legislativa, no entran en la categorade los concilios previstos por los cnones 439-446 del Cdigo

    de Derecho Cannico. Adems, se diferencian de las Conferencias Episcopales a que se refieren los cnones 447-469,que no son convocadas ni aprobadas por la Sede Apostlica. ElDerecho Can nico, sim plemente, no prev este tipo de encuentro episcopal. Al representar a una gran parte de la Iglesia universal (40% ), las Conferencias Generales Episcopales deAmrica Latina se celebran en un ambiente debidamente preparado y orientado y que ofrece las mximas garantas en relacin a la autenticidad de su magisterio y gob ierno:- son convocadas por el Papa;- su tema es previamente aprobado por la Santa Sede;- su realizacin se rige por un reglame nto especial, elaborado bajo la orientacin de la Congregacin para losObispos;- el propio P apa est presente en su apertura, en la que pronuncia un largo discurso p rogramtico;- sus reuniones se celebran bajo la autoridad de un presidente nombrado por la Santa Sede;- todos los participantes con derecho a voz y voto debencontar con la aprobacin del Papa;- sus textos conclusivos se entregan al sucesor de Pedropara que l juzgu e sobre el contenido y decida sobre sudestino, como se lee en el art. 12 del reglamento deSanto Domingo.

    Con ocasin del encuentro de Puebla, en 1979, el Papa JuanPablo I I en la homila de la santa Misa, antes de su orientadordiscurso de apertura, aclaraba: La gran Asamblea que hoy seinaugura es, efectivamente, en su esencia ms profunda, unareunin eclesial. Eclesial, por la condicin de quienes se renen: Pastores de la Iglesia de Dios; eclesial, por el tema que sesomete a estudio: la misin de la Iglesia en el continente; eclesial, por el objetivo que persigue de hacer cada vez ms viva yeficaz la aportacin original que compete a la Iglesia de ofrecer bienestar, armona, justicia y paz a estos pueblos. Pero nohabr asamblea eclesial si no estuviere en ella, en la plenitud desu misterioso obrar, el Espritu de Dios.Posteriormente, reunidos todos los participantes en el aulamagna del Seminario Palafoxiano, el Sucesor de Pedro, comopara definir la naturaleza del encuentro que iba a comenzar, diola siguiente orientacin: Es un gran consuelo para el Pastor

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    universal constatar que os congregis aqu no como un simposio de expertos, ni como un parlamento de polticos, ni comoun congreso de cientficos o tcnicos, por muy importantes quepuedan ser estas reuniones, sino como un encuentro fraterno dePastores de la Iglesia. Y, como Pastores, tenis la viva conciencia de que vuestro deber principal es el de ser Maestros de laVerdad; pero no de una verdad humana y racional, sino de laVerdad que viene de Dios.Con estas solemnes palabras estableca el Papa con todaclaridad la naturaleza y los fines de la reunin de Puebla: era ydeba ser la expresin del Magisterio episcopal autntico ordinario. Velar por la pureza de la doctrina, repiti el Papa, es elprimer e insustituible deber del Pastor, del Maestro de la fe.Ante las confusiones, dudas, negaciones, alteraciones o perplejidades doctrinales entonces presentes por doquier en A mricaLatina, los Obispos tenan el deber de hablar con la autoridadde Cristo.En la Carta de aprobacin del Documento de Puebla, elPapa describe el mismo con estas palabras: Este documento,fruto de la oracin asidua, de la reflexin profunda y del celoapostlico intenso, ofrece -as os lo propusisteis- un densoconjunto de orientaciones pastorales y doctrinales sobre cuestiones de suma importancia. Con sus criterios verdaderamentevlidos, ha de servir de luz y estmulo permanente para la evan-gelizacin presente y futura de Amrica Latina. Podis sentirossatisfechos y optimistas con los resultados de esta Conferencia,preparada con esmero por el CELAM y con la participacin co-responsable de todas las Conferencias Episcopales. La Iglesiade Amrica Latina se ha visto fortalecida en su vigorosa unidad, en su identidad propia y en la voluntad de ofrecer respuesta a las necesidades y desafos que atentamente habisconsiderado durante vuestra asamblea. Representa, en verdad,un gran paso adelante en la misin esencial de la Iglesia, queno es sino la de evangelizar.Con este documento nos hallamos , por tanto, ante una inequvoca expresin del Magisterio episcopal autntico ordinarioo comn, qu e, como tal, debe ser aceptado, tal como nos enseaba el Concilio Vaticano n, con religiosa sumisin de lavoluntad y la inteligencia (Lumen Gentium, 25).

    Esta norma, sin embargo, vale nicamente para las afirmaciones episcopales sobre fe y moral, que generalmente figuranen el documento de Santo Domingo, por ejemplo, bajo el ep-

    grafe iluminacin teolgica. No vale, en cambio, para afirmaciones meramente histricas o que encierren cualquier otrocontenido no relacionado con el objeto primario o inclusosecundario del Magisterio eclesistico o de su deber de gua.En su Carta a los obispos latinoamericanos de 10 de noviembre de 1992, en la que aprobaba las conclusiones de SantoDomingo, el Papa nos ofreca las siguientes aclaraciones acerca del alcance o el valor del documento episcopal redactado enaquella Asamblea:1) Los textos conclusivos de la IV Conferencia podrn servir de orientacin para la accin pastoral de cada obispo diocesano. Tienen, pues, un valor orientador, no prescriptivo. No setrata de una especie de aadidura al Derecho Cannico paraAmrica Latina, sino, ms bien, de un buen repertorio de sugerencias pastorales.2) Con la colaboracin de los presbteros y de otros fieles,cada Obispo diocesano podr efectuar el necesario discernimiento, a fin de constatar qu desafos pastorales tienen realmente lugar en su circunscripcin y cules de las numerosaslneas pastorales sugeridas en el documento son ms tiles ypracticables en su dicesis. El propio texto de Santo Domingo,en su n. 29 1, dice: Cada Iglesia particular [...] podr descubriren las orientaciones de Santo Domingo los desafos y las lneas pastorales que mejor responden a sus exigencias concretas.As pues, queda muy claro que cada dicesis puede decidirno aceptar determinada lnea pastoral propuesta en SantoDomingo.3) Las frmulas o los planes pastorales comunes a unanacin o regin, escogitados a partir de las conclusiones de laIV Conferencia General, deben siempre respetar la identidadde cada dicesis y la autoridad de su obispo. No pueden im ponerse, ni debe darse la impresin de que una dicesis o un obispo que no desee adoptarlos son conservadores o inclusodesobedientes.4) En caso de perplejidad o de duda, las conclusiones deSanto Domingo deben ser siempre analizadas o entendidas a laluz del Magisterio de la Iglesia universal.5) Las orientaciones de Santo Domingo deben ser puestasen prctica en una actitud de fidelidad a la disciplina cannicavigente. No es el Derecho Cannico el que debe adaptarse a lasconclusiones de la IV Conferencia, sino stas las que debenacomodarse a aqul.

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    3 . Las Conferencias EpiscopalesLa documentacin ms abundante de textos episcopales colectivos nos llega actualmente de las Conferencias Episcopales.Concretamente, nuestra Conferencia Nacional dos Bispos doBrasil (CNBB) ha sido ciertamente fecunda. La coleccin oficialDocumentos da CNBB tiene ms de sesenta ttulos, y otra coleccin, Estudos daCNBB,cuenta ya con ochen ta fascculos.

    Nadie puede, razonablemente, negar la enorme utilidad deesta institucin, fomentada por el Concilio en los nn. 37-38 delDecreto Christus Dominus y regulada por el Derecho Cannicoen los cnones 447-459. Sectores en los que actualmente esrecomendable una accin conjunta de los obispos son, porejemplo, la promocin y salvaguarda de la fe y las costumbres;la traduccin de los libros litrgicos; el incremento y la formacin de las vocaciones sacerdotales; la preparacin de materialdidctico para la catcquesis; el fomento y tutela de las universidades catlicas y otras instituciones educativas; el compromiso ecumnico; las relaciones con las autoridades civiles; ladefensa de la vida humana, de la paz y de los derechos delhomb re, procurando que sean tambin tutelados por la legislacin civil; la promocin de la justicia social; el uso de losmedios de comunicacin; etc.En la Conferencia Episcopal, los obispos ejercen conjuntamente el ministerio episcopal en bien de todos los fieles delterritorio de la Conferencia. Para que tal ejercicio sea legtimoy obligatorio para cada uno de los obispos es preciso que laautoridad suprema de la Iglesia, por me dio de una ley u niversalo de un mandato especial, confe determinadas cuestiones a ladeliberacin de la Conferencia. Pero los obispos no puedenlimitar autnomamente su poder sagrado en favor de la Conferencia. Por eso el Derecho Cannico determina que la Conferencia puede dar decretos generales tan slo en los casos enlos que as lo prescriba el derecho comn o cuando as lo establezca un mandato especial de la Sede Apostlica, otorgadomotu proprio o a peticin de la misma Conferencia (can. 455 1). De lo contrario, permanece ntegra la competencia decada Obispo diocesano, y ni la Conferencia ni su presidente

    pueden actuar en nombre de todos los Obispos, a no ser quetodos y cada uno hubieran dado su propio consentimiento(can. 455 4).

    Y aqu entra el problema de la funcin doctrinal de laConferencia. Es cierto que la voz unnime de los obispos de undeterminado territorio llega ms eficazmente a los fieles. Peropara hacer realidad tal unanimidad en cuestiones de doctrinasobre fe y moral haba un vaco en la legislacin. Por eso elSnodo extraordinario de los Obispos celebrado en 1985 recomend que se explicitara ms amplia y profundamente el estudio del status teolgico y jurdico de las Conferencias Episcopales, y en especial el problema de su autoridad doctrinal.Realizado este estudio, el Papa public el 21 de mayo de 1998la extensa Carta Apostlica Apostlos suos, en forma de motuproprio, sobre la naturaleza teolgica y jurd ica de las Conferencias. Y en el n. 24 de dicha Carta leemos: S upuesto q ueel Magisterio autntico de los obispos, es decir, el Magisterioque realizan revestidos de la autoridad de Cristo, debe hacersesiempre en comunin con la Cabeza del Colegio y con susmiembros, si las declaraciones doctrinales de las ConferenciasEpiscopales se aprueban por unanimidad, pueden sin duda serpromulgadas en nombre mismo de la Conferencia, y los fielesestn obligados a prestar el religioso obsequio de su adhesinde espritu a ese Magisterio autntico de sus propios obispos.Sin embargo, si no se diera la unanimidad, la mera may ora d elos obispos de una Conferencia no basta para promulgar unaeventual declaracin como Magisterio autntico de dichaConferencia a la que todos los fieles del territorio deban prestar su adhesin, a no ser que obtengan la revisin (recognitio)de la Sede Apostlica, que no la conceder si dicha mayora noes calificada. Esta intervencin de la Sede Apostlica es anloga a la exigida por el Derecho para que la Conferencia Episcopal pueda prom ulgar D ecretos generales. La revisin (recognitio) de la Santa Sede sirve adems para garantizar que, alafrontar los nuevos problemas suscitados por las rpidas transformaciones sociales y culturales, caractersticas del momentoactual, la respuesta doctrinal favorece la comunin y no perjudica, antes, al contrario, prepara eventuales intervenciones delMagisterio universal.Y en el n. 23 se declara: La propia naturaleza de la funcin doctrinal de los obispos requiere que, si stos la ejercenconjuntamente reunidos en la Conferencia Episcopal, se verifique como tal en la reunin plenaria. Cualesquiera organismosde nivel inferior -e l Consejo permanente, una comisin u otrasinstancias- no gozan de autoridad para realizar actos de Ma-

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    gisterio autntico ni en nombre propio, ni en nombre de laConferencia, ni siquiera por encargo de sta.La Carta Apostlica concluye con esta serie de normascomplementarias:1) Para que las declaraciones doctrinales de la Conferenciade los obispos referidas en el n. 22 de la presente Carta constituyan Magisterio autntico y puedan ser promulgadas en nom bre de la propia Conferencia, es preciso que sean aprobadas porunanimidad por los obispos miembros, o bien, cuando fuerenaprobadas en la reunin plenaria al menos por dos tercios delos prelados que pertenecen a la Conferencia con voto deliberativo, que obtengan la revisin (recognitio) de la SedeApostlica.2) Ningn organismo de la Conferencia Episcopal, a excepcin de la reunin plenaria, tiene poder de realizar actos deMagisterio autntico, y la Conferencia Episcopal no puedeconceder tal poder a las comisiones ni a otros organismos constituidos en su seno.3) Para otros tipos de intervencin distintos del referido enel artculo 2, la Comisin doctrinal de la Conferencia de losObispos debe ser autorizada explcitamente por el ConsejoPermanente de la Conferencia.4) Las Conferencias Episcopales deben revisar sus estatutos,confirmndolos con las aclaraciones y las normas del presente documento, adems de las del Cdigo de DerechoCannico, y enviarlos despus a la Sede Apostlica para surevisin (recognitio), segn lo establecido en el can. 451 dedicho Cdigo.Como se ve, no es fcil el ejercicio del Magisterio autntico ordinario y comn de los obispos (el extraordinario, queaqu no hemos considerado y que se describe en el n. 25 de laLumen Gentium, es an ms complicado). Y para no hacertodava ms difcil la vida cristiana catlica, no conviene multiplicarlo. Pero tampoco debe ser sistemticamente evitado ennuestros tiempos, en los que se acumulan nuevos problemas.Por poner un ejemplo, pienso que en el Brasil nuestros obisposdeberan hacer un pronunciamiento doctrinal propiamentedicho acerca de la irrepetibilidad o la unicidad de la vida humana terrena y la vida despus de la muerte.Que el divino Espritu Santo ilumine el corazn pastoral denuestros obispos.

    Treinta aos de teologaen Amrica LatinaUna declaracinCARLOS PALACIO, SJ*(Brasil)

    1Sera imposible no asociar los ltimos treinta aos de la teologa en Amrica Latina a la teologa de la liberacin (TdL).Ms an, es preciso reconocer qu e, hasta cierto punto, son unamisma cosa. No es que la TdL haya sido la nica prctica teolgica durante ese tiempo, pero es innegable que representa elhecho principal. Am ada por unos y execrada por otros, la TdLconstituye, desde el punto de vista teolgico, el nico acontecimiento nuevo y verdaderamente original.Es verdad que no resulta fcil definir lo que se entiende porteologa de la liberacin. Ms que una escuela o un movimiento teolgico de contornos ntidos, la TdL fue desde elprincipio una cuestin de sensibilidad eclesial y social, unaperspectiva, un punto de vista, y casi podramos decir que unespritu con el que podan com ulgar, de hecho, muchas personas sin que fuese necesario reducirlas a un nico denom inador comn. Por eso, en el momento en que se hizo necesariocaracterizarla, no fue fcil de limitar sus fronteras, clasificar sustendencias ni nombrar a sus autnticos representantes. El tiempo se encargara de d emostrar que el problema d e si haba unasola o varias teologas de la liberacin era no slo irrelevante , sino irresoluble. Y el intento de atribuirle una pureza ideolgica (por ejemplo, el modo de entender el tema del pueblocomo sujeto, o la oposicin entre anlisis social y perspectiva culturalista) slo poda desembocar en guerras fratricidas

    Profesor del Centro de Estudios Superiores de Belo Horizonte, MinasGerais (Brasil).

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    que acabaron condenando al ostracismo a algunos de los principales nombres de la TdL.Para nuestro objetivo, sin embargo, basta con reconocer elhecho de la eclosin en Amrica Latina, a partir de finales delos aos sesenta, de un modo no convencional de hacer teologa que acabara siendo llamado teologa de la liberacin.No convencional, no por p rincipio, como si fuese el resultado de un proyecto ideado de antemano, sino como necesidad depensar a la luz de la fe los angustiosos problemas de una pastoral responsable, como exigencia de poner en relacin la conciencia viva de la Iglesia con la reflexin teolgica. La temtica de tal reflexin slo poda ser dictada por los desafos y lasurgencias pastorales de una comunidad eclesial situada demanera muy realista en una sociedad cruel. Por eso, las preocupaciones y enfoques de esta teologa se distanciaban inevitablemente del mtodo y la temtica de la teologa enseada enlos seminarios y hasta en las facultades de teologa. ste es elhecho principal que no puede ser contestado, y cuyos resultados han marcado la teologa de Amrica Latina, con independencia de las crticas que puedan h acerse o de la polmica quehabra de entablarse despus en torno a la TdL.

    2Pero la TdL no h aba cado del cielo. El Concilio Vaticano n yla Conferencia del Episcopado latinoamericano en Medellnson dos marcos de referencia sin los que sera imposible pensaresta teologa. El Concilio fue el bandazo que marc definitivamente el rumbo de la Iglesia y de la teologa en el mundo contemporneo: despus de varios siglos de hostilidad declarada,la Iglesia se reconciliaba con el mu ndo mo derno, ese mun doque se revela cada da ms complejo y problemtico a nuestrosojos. Basta con recordar los traumas ocasionados por el fantasma del modernismo a lo largo del siglo xx para caer en lacuenta de que el viraje del Concilio supuso una verdadera revolucin, la cual no tena nada de ingenua -aunque nos resultedifcil comprender la evolucin de la Iglesia y del mundo en eltiempo postconciliar-, porque significaba la voluntad decididade hacer que la buena noticia cristiana fuese significativapara los hombres y las mujeres de hoy. Fue el Concilio el quenos abri el camino del retorno a las fuentes y el que nos

    ense que la tradicin slo es tradicin si es viva y si hacevivir y que, por eso mismo, no se puede separar la Palabra deDios del hoy en el que tiene que hacerse or y ser acogida.De este mod o, el Concilio nos hizo tomar conciencia de que elmundo forma parte del ser de la Iglesia -de una Iglesia queno puede ser espiritualizada o d esencarnad a-, de la mismaforma que el hombre no es un espritu sin cuerpo. Sin estanueva percepcin del mun do y de sus problemas como p arte dela misin evangelizadora de la Iglesia, no habran sido posibleslas teologas del mundo o las teologas de las realidadesterrenas que surgieron despus del Concilio, y entre nosotros,de manera propia y original, la teologa de la liberacin.La Conferencia de Medelln supuso la transposicin de laperspectiva del Concilio y sus intuiciones al contexto especfico del continente latinoamericano. Sin el Concilio no habraexistido Medelln; pero Medelln no habra sido M edelln sin elvaleroso esfuerzo de repensar el acontecimiento conciliar apartir de la realidad de pobreza e injusticia que caracterizaba aAmrica Latina. De hecho, la TdL slo poda nacer all dondenaci: en el momento histrico preciso (dcada revolucionaria de los sesenta) en que un continente empobrecido (lapobreza como resultado de una larga dependencia histrica) yreconocido como cristiano tomaba conciencia de esa situacincontradictoria tanto desde el punto de vista del anlisis social(causas estructurales de la pobreza) como desde el punto devista de la fe cristiana (la injusticia como contradiccin del sercristiano y negacin de la voluntad de Dios).

    3La eclosin de una nueva conciencia en la Iglesia de Amrica Latina en los aos sesenta fue el resultado de una nuevasensibilidad de la fe en coincidencia con una serie de factoresexternos (la situacin poltica y social). La lucidez espiritual delos llamados cristianos de vanguardia -sobre todo de laAccin Catlica- haca cada vez ms insoportable la contradiccin entre un continente que se denominaba cristiano y