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En la plaza Oriente Fotos : Fotos-Pizzi Textos : Francisco Franco En España han vuelto a aparecer los viejos monstruos eutrapélicos. Los que fueron de verdad cuando la guerra, o en aquella primera postguerra de pistole- rismo y un odio a la inteligencia que se les ha quedado para siempre plasmado en esas caras herrumbrosas como reflejo de un hígado que no funciona. Las camisas nuevas, las que usaban para poner la cara al sol, han vuelto a aparecer, pero un poco más viejas. Las ortopedias intelectuales de los lisiados políticos han vuelto a reunirse en akelarre, enseñando las fauces estos amados hijastros de Hieronymus Bosch que se resisten a regresar al marco. Lo que parecía imposible ha sucedido. La Plaza de Oriente, la del susurro romántico de tantas Mercedes como Alfonsos y tantos Borbones apócrifos que surgieron de las reales entrañas, ha visto tan extraña carnestolendas, entre goyesca y del Gran Barnum. Las bocas más torcidas de Occidente Crís- tiano han vuelto a escupir por el colmillo. El fascismo más puro ha regresado, si es que alguna vez se fue y no es que simplemente se ocultó un tanto avergonzado de su mugre. El fascismo está ahí, en esas caras, en esos gestos, en esas afirmaciones, en esa mentecatez amenazadora, histrónica y con miedo. España ha vuelto a hacer mal la digestión. España -i tanto sol, tanto vinazo !- ha vuelto a padecer su ataque de delirium tremens. Era im8posible opinar sobre cada una de esas fotografías, juzgar cada uno de esos gestos tan definitivamente conge- lado en el papel como en la Historia. Por eso he preferido que los enjuicie Franco. Al fin y al cabo, son los hijos de su triste parto. En realidad, otra vez la ironía de la Historia, tan sólo sus adoptados. Rafael Lozano 35

1971-31-35

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En la plaza Oriente

Fotos :

Fotos-Pizzi

Textos :

Francisco Franco

En España han vuelto a aparecer los viejos monstruos eutrapélicos. Los que fueron de verdad cuando la guerra, o en aquella primera postguerra de pistole- rismo y un odio a la inteligencia que se les ha quedado para siempre plasmado en esas caras herrumbrosas como reflejo de un hígado que no funciona. Las camisas nuevas, las que usaban para poner la cara al sol, han vuelto a aparecer, pero un poco más viejas. Las ortopedias intelectuales de los lisiados políticos han vuelto a reunirse en akelarre, enseñando las fauces estos amados hijastros de Hieronymus Bosch que se resisten a regresar al marco. Lo que parecía imposible ha sucedido. La Plaza de Oriente, la del susurro romántico de tantas Mercedes como Alfonsos y tantos Borbones apócrifos que surgieron de las reales entrañas, ha visto tan extraña carnestolendas, entre goyesca y del Gran Barnum. Las bocas más torcidas de Occidente Crís- tiano han vuelto a escupir por el colmillo. El fascismo más puro ha regresado, si es que alguna vez se fue y no es que simplemente se ocultó un tanto avergonzado de su mugre. El fascismo está ahí, en esas caras, en esos gestos, en esas afirmaciones, en esa mentecatez amenazadora, histrónica y con miedo. España ha vuelto a hacer mal la digestión. España -i tanto sol, tanto vinazo !- ha vuelto a padecer su ataque de delirium tremens. Era im8posible opinar sobre cada una de esas fotografías, juzgar cada uno de esos gestos tan definitivamente conge- lado en el papel como en la Historia. Por eso he preferido que los enjuicie Franco. Al fin y al cabo, son los hijos de su triste parto. En realidad, otra vez la ironía de la Historia, tan sólo sus adoptados.

Rafael Lozano

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© faximil edicions digitals, 2002

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