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Tercer número de la revista Funambulista, de la Asociación Campus Artis
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F U N A M B U L I S T A
Revista de la Asociación Juvenil y Cultural
« Campus Artis »
Cáceres Nº 3 1 de Agosto de 2012
ISSN: 2254-6766
Funambulista Campus Artis
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FUNAMBULISTA
Revista de la
Asociación Juvenil
Campus Artis
Agosto 2012
Número
3
Funambulista Campus Artis
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Director: Javier Sánchez Clemente
Coordinador:…..
Diseño Gráfico
Ilustración
señas
Issn
etc
Javier Sánchez Clemente
Coordinador:…..
Diseño Gráfico
Ilustración
señas
Issn
etc
FUNAMBULISTA
REVISTA DE LA
ASOCIACIÓN
JUVENIL Y
CULTURAL
CAMPUS ARTIS
Director:
Javier Sánchez Clemente
Editores:
Mikel Abad Méndez
José Alberto Andújar Espinosa
Cristian Holgado Ávila
Chiara Francesca Pepe
Imagen de portada:
Alejandro Rey Expósito
Contacto:
www.CampusArtis.tk
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1.- Funambulista. // Pág. 5
Director
2.- Poemas // Pág. 9
Alicia Casares Lázaro y Alejandro Rey Expósito (Ilustraciones)
3.- Existencia de un poeta “parte II” // Pág. 17
Manuel Holgado Ávila, Escritor
4.- Noches sin boli ni papel // Pág. 24
Javier Morales Lozano, Escritor
5.- La expulsión // Pág. 31
Saulo de Tarso
6.- «Aproximaciones I» en la Fundación Helga de Alvear // Pág. 36
Javier Sánchez Clemente, Licenciado en Historia del Arte
ÍNDICE Agosto 2012
Número
3
Funambulista Campus Artis
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1 Funambulista Javier Sánchez
Clemente
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Funambulista 3… parecía difícil llegar tan lejos, especialmente ante la gran
oposición del calor estival que nos oprime. Nuevamente quiero mirar
atrás para animar a nuevos lectores a recuperar el segundo número si no lo
conocieran. Con respecto al primero, fueron muchos los que repitieron
en el segundo. Uno de ellos fui yo mismo. En Una asociación y una
revista juveniles expuse las motivaciones que nos han llevado a asociarnos
y a publicar una revista en línea de manera más concreta que en la
introducción del primer número.
Otros veteranos fueron Cristian Holgado Ávila, Mikel Abad Méndez y
Chiara Franscesca Pepe. El primero de ellos reflexionó sobre el cambio
ocasionado por las técnicas de la información sobre la recepción estética.
Su desilusión ante ciertas obras cimeras de la historia del arte en
comparación con sus reproducciones técnicas le llevó a defender que la
copia había llegado a suplantar la realidad. Por su parte, Mikel Abad
Méndez analizó el tipo de experiencia estética que se vive bajo el efecto
de la música, rechazando la distinción entre una supuesta esfera culta
dentro del arte y otra baja (la música pop). Por último, Chiara Francesca
Pepe nos regaló un ensayo cuestionando el relato bíblico de Babel, en el
que la soberbia humana era castigada con la pluralidad lingüística. Para
ella, italiana afincada en España, como para mí y cualquiera que haya
llegado a desenvolverse en más de una lengua, resulta toda una delicia la
variedad lingüística. Además de enlazar con el internacionalismo del que
se hacía gala en estas mismas páginas en el número anterior, el ensayo de
Funambulista
Javier Sánchez Clemente
Director
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Chiara resulta significativo, incluso profético, por la importancia que las
migraciones a otros países y lenguas va a adquirir para la juventud a partir
de ahora. Asimismo, Chiara fue la responsable de la imagen de la portada.
Como en el número inaugural, se trataba de una reinterpretación de la
figura del funámbulo. En cualquier caso, estos tres colaboradores se han
dado temporalmente de baja en este tercer número, pero esperamos
futuras altas a partir del próximo.
También probaron algunos novatos. Dos de los nuevos colaboradores
procedían del campo estrictamente literario. Así, Manuel Holgado Ávila se
ha adelantado como nuestra primera voz lírica. En sus tres poemas se
entremezclaban la expresión del sentimiento amoroso y la proyección de
éste sobre la naturaleza. Para este número tenemos que celebrar su
conversión a la veteranía. José Sánchez Rincón rindió homenaje al premio
Nobel norteamericano William Faulkner recreando el ambiente de
violencia, rencor y problemas familiares de sus relatos sureños en un
ejercicio literario que partía de una narración previa de este autor, titulada
Humo.
Finalmente, contamos de nuevo con la generosa colaboración de un artista
plástico: Mario Rodríguez. Mater Misericordiae, título colectivo de su
proyecto, podría muy bien entenderse dentro de la inspiración humanista
que anima esta publicación. Se trataba de un esfuerzo antiestético por
desenmascarar el supuesto carácter siempre positivo de nuestro imaginario
recibido. Lo importante, por tanto, es que el ser humano llegue a ser una
persona independiente, con criterio propio, autónomo, capaz de oponerse
a esas imágenes heredadas. Lo dado y convencional equivale a lo muerto y
caduco. Al contemplar artísticamente el lado negativo de uno de los
iconos femeninos más importantes de la cultura visual occidental, el de la
madre en su vertiente cristiana de la Virgen, uno recordaba aquellas
gigantescas arañas de Louise Bourgeois, una de las cuales pude contemplar
con el propio Mario en el Museo Guggenheim Bilbao. La madre, eterno
símbolo del amor, aparece en ambos artistas como aquel ser cuya
protección llega a coaccionar, anular y destruir la individualidad personal.
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La literatura ha explorado también el mismo tema, como por ejemplo en
la tragedia lorquiana La casa de Bernarda Alba. En cualquier caso, no
aceptar lo dado sino afrontar la vida como una tarea creativa resulta sin
duda ejemplar de nuestro talante humanista.
Aparte de los míos y de Manuel Holgado Ávila, en este tercer número se
podrá leer un nuevo texto de Javier Morales Lozano, autor que alcanza la
veteranía como Manuel, y otro del escritor cubano Saulo de Tarso.
Quiero destacar y agradecer muy especialmente este cuento porque
continúa esa línea de favorecer las colaboraciones internacionales que nos
ha caracterizado desde el principio. Además, nos resulta de lo más grato
poder contar con una colaboración de un país iberoamericano. Si, como
afirmaba Chiara, la diversidad de lenguas es un don, no lo es menos la
posibilidad de escuchar otras realidades en tu propia lengua materna.
Resulta todo un placer saborear los matices que añade el dialecto caribeño
al español. La parte gráfica corre a cargo del secretario de nuestra
Asociación, Alejandro Rey Expósito, quien no sólo nos ha hecho llegar
una serie de ilustraciones para la obra lírica de la escritora Alicia Casares
Lázaro, sino que también ha sido el responsable de la portada. Esta última
poetisa nos honra al permitirnos acceder a un recinto que, como ella
expresa en la introducción, era en origen íntimo y privado ¡Gracias a
todos por sumar esfuerzos para que esta publicación salga adelante!
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2 Poemas Alicia Casares Lázaro
Alejandro Rey
Expósito
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La inspiración a veces puede encontrarse en cualquier parte, desde
una simple rosa hasta la mirada de una niña triste. La mayoría de las veces
utilizaba la escritura como vía de escape. Cuando me sentía triste cogía un
bolígrafo y un papel y comenzaba a escribir esperando encontrar las
palabras que dieran sentido a mis sentimientos y mis sueños. Esa siempre
ha sido la razón de escribir: plasmar mis sentimientos en algo, donde nadie
pudiera verlo. En otras ocasiones tan sólo era una forma de desahogo o
relajación. Después ya fue como una forma de entretenimiento, y en la
etapa final escribía gracias a la aprobación que recibí de los demás y la
alegría que me causaban sus palabras y las peticiones de estos escritos.
Después cambié la poesía y pasé a escribir pequeños relatos donde también
podía plasmar esos sentimientos y esos sueños que llenaban mi cabeza.
Nunca imaginé que alguno de mis escritos fueran a formar parte de algo
tan interesante, lo cual me llena de orgullo y alegría.
Poemas
Alicia Casares Lázaro y Alejandro Rey Expósito
(Ilustraciones)
Escritora y Artista e Historiador del Arte
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ROSAL
Rosal.
Dueño y señor de la vida y la muerte
de un ser tan inocente, como una flor.
Tus ramas repletas de espinas que pinchan,
y rasgan la piel del hombre,
haciendo que sangre.
Nacen tus hijas, las rosas,
cuyos pétalos curan las heridas de mis manos
y de mi marchito corazón,
marchito por un amor.
Un amor no tan lejano que aun pervive su dolor.
Un dolor que quema más que el fuego del infierno.
Mis lagrimas regaba ese rosal,
muerto ya,
pues guardo mis lagrimas por la alegría
que una sola de sus rosas me da.
Una rosa roja como mi corazón,
una rosa dulce como sus besos,
pero una rosa muerta como las palabras de un poeta.
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EL ESPEJO DE LOS SUEÑOS
Pasas horas sentada frente al espejo
esperando ver el hermoso reflejo,
de tu deseado futuro perfecto.
Duermes tranquila,
deseando ver el destino reflejado en un sueño.
Lloras con la llegada del sol, pues interrumpe tu sueño
y te impide ver el deseo.
Cierras los ojos ante la duda.
Miras al cielo y gritas,
rasgas el cielo con tu alarido.
Deseas morir, vivir con el ángel caído.
Abres las alas al viento, e intentas volar.
Caes al vacío.
El miedo se apodera de tu cuerpo y mente.
Cierras los ojos y gritas, de nuevo.
Cerca estás de la muerte,
pero la abandonas para seguir viva.
Un bello ángel de luz te coge,
te abraza entre sus brazos
y te une a la vida.
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Lloras en sus hombros,
limpia tus lágrimas,
acaricia tu rostro, mira tus ojos,
besa tus labios color carmín,
rojo como el fuego de vuestra pasión.
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LA FARAONA DE LA MIRADA
Vestida de un cálido azul
que embellece tu pálida piel.
Hermosos ojos que dan nombre al cargo de tu ser:
la faraona de la mirada.
Ojos que matan al más divino ángel
de la corte de los cielos
que te vieron nacer.
Pareces un ángel que ha venido a la tierra
para cuidar al ser más perfecto.
Lloras si sufre el ser que proteges.
Proteges con tus manos, cuidas con tus labios,
pero matas con tu dulce y fría mirada.
Belleza virginal, bendita para amar.
Pones a tus pies al mismo Lucifer.
Matas el dolor con un beso,
matas la oscuridad con una mirada,
y matas el silencio con tu dulce voz.
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3 Existencia de un poeta
“parte II”
Manuel
Holgado Ávila
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Carrera del tiempo
¡Siento a la tristeza que solloza
por no escuchar a la pena!
Mientras, el sueño desvela
sus ganas por vivir.
Viajante por veredas finas de hilo
deja de buscar,
que las musas juegan por capricho
Y el áureo cielo no las puede calmar.
Vano día que de la noche se divierte,
cuando las ansias del cuerpo beben
de un licor que no emborracha,
pero que al perderlo duele.
Existencia de un poeta “parte II”
Manuel Holgado Ávila
Escritor
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¡Hasta luego muerte!
que con tu sonrisa
mis ojos no suelen verte.
26 de mayo de 2006
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Aire que rompes la monotonía
Aire que rompes la monotonía
siembra de sonidos la perfumada noche,
alumbrada por las estrellas.
Sombras se dibujan entre los árboles,
risas se entremezclan callando al silencio,
miradas que observan al camino…
todos esperan a la amable luna.
Ámbar de regocijo,
panal de plata,
claridad de todo destino,
sentencia y calma.
¡Así eres tu, mi dulce alma!
7 de Septiembre de 2006
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Huidizo tiempo para sombras
Huidizo tiempo para sombras,
recorre la famélica esencia de la tierra,
todo reflejado en las entrañas
de su cuerpo maltratado.
Pena y sollozos,
gritos desgarrados,
aire raído, desolado,
sonidos huecos de vacío.
¿Qué vida se muere para nacer?
Hastío, tristeza, brevedad…
y el hombre ríe con todo
porque cree en la libertad,
esa orgullosa esperanza que
nos habla al caminar.
¿ Y qué nos impulsa?
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Tal vez y solo, la soledad
ciega amiga de la verdad.
¿ Y qué es la verdad?
Un Silencio, una llama, un cantar…
30 de noviembre de 2006
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Anhelo el aire que susurra
Anhelo el aire que susurra
silbante entre tus labios.
Ansío ese candor en tus ojos
cuando miras.
Cautivo llora mi ser
por no tener tu alma….
¿Pero por qué sueño,
sino escuchas mis palabras?
Aire roto en su fatiga,
lívida sombra de silencio,
banal incertidumbre del tiempo…
aroma de la mañana que grita.
Te nombro, me pierdo…
más cuando te tengo,
¿es tan raro el poder cogerte?
que río, y mis recuerdos
pasan…
Todo esto, eres tú.
10 de marzo de 2007
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4 Noches sin boli ni papel Javier Morales
Lozano
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Introducción.
Estos relatos breves se escribieron hace dos años, a finales
de 2010, por periodo de un mes. Constan de seis capítulos,
divididos así por hacer referencia a seis noches distintas aunque con
un intento de nexo para dar coherencia (como así tuvieron en su
momento) a la historia.
Dicho esto, todo empieza al abrir los ojos…
I - El amanecer.
Desperté otra vez y perjuré que sería la definitiva.
Tras una noche loca, no había mayor placer que levantarse
recibiendo una bocanada de aire fresca del nuevo día, esperando
despertar mi ser que durante meses sangraba en lo más profundo
de su corteza y anhelaba atisbos de renovación o quizás también de
perdón.
Noches sin boli ni papel
Javier Morales Lozano
Escritor
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Me puse casi a ciegas la ropa de abrigo, ya que estaba
siendo un invierno muy frío. Mi nuevo hogar no estaba siendo
muy hospitalario con su nuevo huésped aunque poco a poco,
pasados los sueños, volví a rememorar lo sucedido la anterior
noche. A más tiempo que permanecía sin entretenerme, más
pensaba en el final de ese capítulo.
Curiosamente, a medida que recordaba y recordaba, mi odio
seguía aumentando. Es muy triste. ¿Cómo se puede ser así? -me
pregunté-, si sólo soy hombre de una sola mujer -repetí a
medida que pasaba la noche-.
Esto no va conmigo, tengo demasiado orgullo para ir a buscarlas.
Ya estoy cansado, si quieren, que vengan ellas -maldije-
. Todavía algunas se pensaban que era gay, que debía ser más
cerdo, o yo que sé qué. Quizás sea que no me interesaban lo
suficiente.
Y así fue toda esa noche, idas y venidas que no llegaron a ningún
puerto, bien por mi indecisión alimentada por la desconfianza o
bien porque merecía algo mejor. No quedaba otra opción que
volver a casa, calentarse un vaso de leche con cacao y traerlo al
ordenador mientras amanecía en el exterior con unas redes sociales
a las que hacerles frente esperando degradar mis opiniones sobre las
chicas.
El tema de la noche.
Proximidades de la Encina
Terrona, Cáceres.
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II – La espera: el camino del exceso.
Seguí mirando a la pantalla con el constante pensamiento
de qué hacer, alternándose con el qué tuve que hacer anoche. Es
uno de los momentos que más ansiedad genera, y en el que luchan
por derrotarse la diversión y el desahogo, contra la responsabilidad.
Divago, pienso, no paro de dar vueltas a la cabeza. "Soy un
minotauro en un laberinto de falsedades" -dije-.
No había manera de entender muchas de las cosas que
pasaban últimamente. Sólo la experiencia podía llevarme a aclarar
mis ideas, y probablemente la de las demás. El problema es que en
esto yo no mando.
Dejé llevarme un poco, y realicé un par de llamadas a ver
quien estaba disponible para acompañarme en la vida, y ver que
deparaba una nueva noche. Y así, conseguí reunirme con un par
de amigos. La fiesta estaba asegurada pero, ¿hasta qué punto?
Nunca tenía ganas. Seguía en mi habitación pasando el rato
y a veces maldiciendo por qué habría quedado ya, con un nivel de
apetencia por los suelos. Pero tenía que darle solución. Y es que
supe, tras lo sucedido la noche anterior, que las cosas no saldrían
de ninguna manera como esperaba cuanto más peliagudo,
sensualmente hablando se ponía el asunto, más irascible me ponía.
Era incomprensible.
¿Debería tirármelas como si fuesen trozos de mierda? No lo
creo, aunque a ellas no les importe.
¿Debería ir en contra de mis "principios"? Eso nunca se
sabe, pero mis "principios" (siempre con posibilidad de cambio),
no me estaban llevando a ningún lado.
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Es una mierda esto de sentir, debería ser algo más cabrón -
pensé en alto -. Eran unas constantes idas y venidas de
contradicciones e indecisiones. Entre dos tierras, como siempre. Y,
de vez en cuando, entre más de dos y no tengo la llave. Tendré
que buscarla fuera de mi habitación, de nuevo. Pero eso será otra
noche, a ver que tal se da. Ahora, seguiré esperando. El final está
cerca. Iluso.
¿Izquierda o derecha?
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III - La verdad está ahí fuera.
Acicalado se hallaba, disponiéndose a vivir una nueva
noche de aventuras, desventuras, amoríos y guarrerías. Y es que
supo, que tras las últimas noches, las posibilidades que existían se
irían disipando a medida que el tiempo pasaba y pasaba sin que
hiciese algo.
- Pero es que no son diosas, dijo.
- ¿A tan poco aspiro? ¿Tan poco me merezco? Concluyó.
Ya en la noche, se encontraron frente a frente y su mirada
ya expresaba cierta ansia de él. El problema era, es y será, la
reciprocidad inexistente en estos temas, tan necesaria que sin ella
pierdes la identidad.
La mirada del chico, que denotaba cierta complicidad,
nunca acabó de atravesar la coraza ajena. Poco después,
sentenciaría diciendo que podía ser la indecisión, pues los últimos
acontecimientos delatan que puede acercarse a una chica, con su
razón pertinente, si ella se muestra receptiva. Pero claro, ni aun
siendo Navidad, sucedería un milagro.
Con la cabeza navegando entre los efectos del alcohol, la
pereza y proeza de mantener un mínimo de conversación con
alguien que no le acababa de interesar, fueron minando sus ganas
de seguir viviendo una noche que no tenía lo que buscaba. O
mejor dicho, no buscaba lo que tenía.
Sabía que esto, lo más probable, es que no estuviese en una
discoteca o pub. Pero por ahora, no hay más donde mirar, me
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decía. Quizás si ellas mirasen... yo iría, como un león que huele a
victoria en su presa, pensó.
Sin embargo, cuando todo parecía claro y su ego dispuesto
a superar los retos, la otra persona “tiró la piedra y escondió la
mano”, aumentando la desconfianza general así como
posibilitando una nueva reflexión nocturna, algo que
desgraciadamente, sucedía demasiado a menudo.
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5 La expulsión Saulo de Tarso
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LA EXPULSIÓN.
La profundidad nerviosa movía y emergía pesadas basuras
por la playa. Los bancos de arenas se desmoronaban y dejaban
precipicios que los microorganismos vivos y muertos subían de
repente impregnados en un objeto cilíndrico, cuya masa sonaba
como metal contra los caracoles y piedras, embarrado de algas.
La marea subía y empujaba, entre el agua y la arena, los
restos perdidos. El objeto iba y venía de un lado a otro por su
forma. Rodaba sin pararse en un lugar. Brincaba porque no se
dejaba dominar después de varios siglos tragado por las arenas.
Volvía a emerger por la corriente que quería echarlo fuera de su
hábitat.
Silbaba por los choques con otros desechos antiquísimos.
Daba vueltas y se postraba, hasta que varias olas lo impulsaron
hacia la orilla. Giraba y brillaba el cobre. Las puntas de las olas
tendidas no lo rozaban, mientras el viento le hacía remolinear por
la superficie arenosa. Aún sin brisa se movía.
Quedaba tranquilo, pero a medida que el sol se
encaramaba, un fulgor encandilaba la vista de dos pescadores.
La expulsión
Saulo de Tarso
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De lejos parecía un pez, de cabeza y cola, mutilado. Tenía
la aproximación a una obra de arte. Los pescadores, después de
amarrar el bote al muelle, se sintieron atraídos por el objeto. La
pesca fue mezquina, pero uno de ellos lo vio y lo encestó junto a
los pescados. El otro no le hizo caso y le criticó la carga inútil.
Caminaron hacia el poblado, uno resignado, el otro
esperanzado. Cada quien se desvió en pos de su hogar. El de la
pesada carga comenzó a imaginarse el contenido del objeto, las
manos no se unían al asirlo y la longitud no superaba media braza.
En casa repartió la pesca con la familia y se llevó en la jaba
el objeto. En el patio lo sacó y observó un sudor ferroso que
espiraba. Buscó instrumentos para deformar la estructura. Le asestó
golpazos hasta dejarle chichones y abolladuras. Lo agitó con
brusquedad y esta vez desde la “barriga” parecían brincar
monedas o joyas. Imaginó la más ambiciosa fantasía. Pero
extenuado por el hambre, postergó la manera en que haría vomitar
la entraña del objeto.
Por la noche, después de la cena, miró al hallazgo que le
refulgía una sombra extraña. Un gaseoso olor le hizo toser y lo
ocultó en el cuarto de desahogo.
Al despertarse recordó un sueño donde, por la tarde, un
galeón español había encallado en los farallones y en la orilla
distinguió a mujeres y hombres harapientos, contó a varios niños,
y varios cuerpos inflados que las olas reventaban contra los dientes
de perros, volvían a restregarlos y un color marrón teñía los
alrededores; pero vio más: unos negros con taparrabos saltaban y
gritaban alrededor de los blancos, mientras un negro vestido oraba
mediante convulsiones arrítmicas en el mismo lugar donde
encontraron el objeto cilíndrico.
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Fue hasta la playa y notó que había pescados reventados.
Pensó en la contaminación del agua o que habría un tesoro en los
bancos de arenas. Varios días repitió la inspección, pero no
emergió nada.
Habló con un biólogo marino y le explicó que cualquier
hallazgo que se descubriera, pertenecía al patrimonio
nacional porque estaba en la plataforma insular del país. Que si era
de valor histórico tenía que devolverlo.
Dejó de pescar. Día y noche pensaba en el objeto. Esperaba
con inteligencia operarle el vientre. Consiguió una sierra. Pero los
dientes del disco se le partían al más leve contacto con la piel de
cobre. El motor no tenía potencia. Las huellas de los intentos por
penetrarlo se pronunciaban más; sin embargo, el sonido a monedas
seguía tintineando desde dentro.
Buscó un berbiquí y observó que la punta del barreno
echaba un humillo y desplegaba un olor a quemado. No podía
penetrar el objeto. No había forma. Seguía con los deseos. La
reserva del encuentro del hallazgo la mantenía con cautela. En
cualquier instante podían decomisarle el regalo del mar.
Desilusionado porque todavía no había abierto el objeto
misterioso, decidió esconderlo quién sabe hasta que día.
Pasaron años sin que no supiera el secreto. El hijo mayor
iba a casarse. El pueblo lo esperaba en la calle. Adentro él
terminaba de ajustarse la corbata. La novia estaba sentada en el auto
junto con el padre. El objeto todavía brillaba con las abolladuras y
chichones. El joven lo abrazó con las manos. Lo colocó encima de
las piernas, cuyos extremos sobresalían. Alzó el martillo que hizo
una curva en el aire. Cayó encima del objeto el peso exacto, el
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golpe definitivo... La detonación rajó las paredes como un
movimiento telúrico.
El amigo vio expulsar fragmentos chispeantes que le
vaciaron un ojo. Con uno, y ensangrentado, observó que recogían
sesenta y cinco libras de carne de ciento setenta del joven.
Recordó el mediodía que pasaron por la playa y a su compañero
que cargó el objeto cilíndrico sin desconfiar de la devolución del
mar “atorado con parásitos en los intestinos”.
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6 «Aproximaciones I» en la
Fundación Helga de Alvear
Javier Sánchez
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El título de la tercera exposición abierta en la Fundación
Helga de Alvear, «Aproximaciones I», sugiere la dificultad de
acercarse a un tema abstruso, escurridizo y casi indefinible: ¿qué es
el arte español contemporáneo? La respuesta en forma de obras de
la autora de la colección, Helga de Alvear, y del comisario de la
muestra, Rafael Doctor, resulta ejemplar. Quién podría llegar a
imaginar que una selección de obras tan sobresalientes de las
pasadas cuatro décadas sería algún día acogida en una ciudad sin
apenas tejido galerístico ni público interesado como la nuestra. La
apatía ciudadana hacia este raro acontecimiento, sin embargo,
demuestra lo inmerecido de la colección por parte de Cáceres. A
pesar de la facilidad con que la puerta se abre y la gratuidad de la
entrada, la Fundación ha llegado a ser hoy la cueva de Alí Babá de
la ciudad: se guardan allí tesoros tan fabulosos como desconocidos
por la mayor parte del público local, empeñado en hacer de sus
salas inmaculadas un oasis de soledad. Únicamente la presencia
silenciosa de los vigilantes rompe el encanto de creerse dueño del
precioso regalo. Una de las causas de la insensibilidad del público
es su incomprensión ante la esquiva faz que este arte nos descubre.
Rafael Doctor no debe ignorarlo, pues está intentando desvelarla
junto a un grupo de expertos en un manual cuya aparición se
«Aproximaciones I» en la Fundación
Helga de Alvear
Javier Sánchez Clemente
Historiador del arte
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anuncia para el próximo mes de noviembre. Como cantera de
ideas para este manual se convocó a algunos de los profesores,
comisarios y críticos de mayor prestigio nacional en las primeras
jornadas de arte español contemporáneo, celebradas el pasado mes
de enero en la Fundación. Sin dudar del probable éxito de la
empresa encabezada por Doctor, la respuesta verbal dada en las
jornadas a la pregunta inicial de este ensayo no supo abordar el
problema que está en el corazón de la apatía cacereña: la
comprensión.
En las jornadas no se formuló directamente una pregunta
sobre este problema sino las cuatro siguientes: qué es para ti el arte
español contemporáneo, cuáles son sus puntos de inflexión, es
posible encontrar en él características propias y diferenciales y
cómo definirías sus capítulos esenciales. Cada uno ofreció su punto
de vista único y personal, pero éstos resultaron ser muy parecidos,
no por los lugares comunes que frecuentaron —muchos de signo
negativo: la falta de visibilidad del arte español en el exterior, la
carencia de un mercado lo suficientemente sólido, etc.—, sino
porque todos desplegaron un gran saber. Tras décadas de
dedicación continuada al asunto, es normal que estos invitados
hayan acumulado gran cantidad de vivencias estéticas y
aprovecharan la oportunidad tendida por Doctor para deleitarse
sobre las mismas. Si se publicaran las actas de las jornadas, se
escribiría algo así como la enciclopedia del arte español
contemporáneo. Sin embargo, al público general —nótese aquí la
procedencia forastera de la mayor parte de los asistentes a las
jornadas— podría bastarle con visitar la exposición o consultar el
catálogo si sólo careciera de conocimientos. La calidad y
representatividad de la obra expuesta sería suficiente para hacerse
una idea cabal de la producción artística española reciente.
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¿Permitió acaso esta fuente de información, las jornadas, una
verdadera comprensión del fenómeno?
Lo interesante, como ya advirtiera Michel Foucault, no es
tanto el contenido de cada saber como las estrategias discursivas
que han dado lugar a ese saber. La técnica principal empleada por
quienes contribuyeron a las jornadas fue la de la identidad formal,
que a su vez permitió las estrategias de la genealogía y la
clasificación. La mayor parte de los ponentes describieron
semejanzas formales entre obras de arte con cuya ayuda
discriminaron diferentes grupos de obras homogéneas. Encontrada
una denominación adecuada para cada grupo, se obtiene una
clasificación. Cuando la clasificación se opera no tanto en
horizontal, es decir, entre obras coetáneas entre sí, como en
vertical, entre obras anteriores y posteriores, se obtiene una
genealogía. Ésta se basa en los conceptos tradicionales pero no
exactamente equivalentes de influencia y recepción. Otro
concepto protagonista fue el de autoría. Los invitados emplearon
en general estas dos estrategias de la genealogía y la clasificación.
Así, la profesora Estrella de Diego fue la encargada de abrir las
jornadas con una ponencia en la que indagó sobre los orígenes del
arte actual en las décadas de los setenta y ochenta. Su clasificación
particular recurrió a denominaciones como la de arte conceptual,
importada de la literatura crítica anglosajona. Más aún hacia lo
genérico se inclinó su colega José Jiménez, quien encerró todo el
arte español contemporáneo en el paradigma universal del ready-
made duchampiano. Con el crítico Óscar Alonso Molina se asistió
a una efervescencia inusual de grupos de obras cada uno de los
cuales se ilustraba con una pareja de artistas. Algunas
denominaciones recurrían entre diferentes ponentes, como la de la
autonomía, repetida por Alonso Molina y María del Mar Lozano
Bartolozzi. Las de esta profesora destacaron por su atención al
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contexto donde la obra se crea y consume: arte en la naturaleza,
urbano, etc. David Barro trazó una clasificación sensible al arte
portugués y gallego. Junto a él, Rosa Olivares, Gloria Picazo y
Juan Vicente Aliaga, en realidad todos de alguna forma, relataron
más bien su propia experiencia pero siempre manteniendo este
discurso en mente, como en el caso de Aliaga proponiendo un arte
homosexual en España. Por tanto, fue la identidad formal la
responsable del origen de las dos estrategias con las que se intentó
construir este pensamiento histórico-artístico acerca del arte
contemporáneo español: la clasificación y la genealogía.
Ahora se puede ver con claridad por qué las jornadas no
presentaron una verdadera comprensión del arte español
contemporáneo. El análisis formal es la piedra sobre la que ha
descansado toda la historia del arte y la crítica artística. Sin
embargo, encontrar una filiación para el arte actual en el del
pasado reciente o clasificarlo en diversos compartimentos, si bien
cumple una válida función informativa y ayuda a saber mucho
sobre el mismo, constituye en rigor sólo el paso previo,
imprescindible pero previo, de la comprensión. Para comprender
algo es necesaria la teoría, el sistema. Una respuesta válida a la
pregunta «¿qué es el arte español contemporáneo?» es exclamar
«esto» y señalar a la vez todo ese arte ordenado según determinadas
categorías y con cierto abolengo que los ponentes proyectaron en
sus presentaciones y al que aludieron con sus palabras. En efecto, el
público podría llegar así a saber mucho sobre la materia. Lo
verdaderamente valioso, no obstante, habría sido inventar una
teoría y tener el coraje de defenderla ante el tribunal silencioso,
pero determinante, de las propias obras de arte. La clasificación y la
genealogía sirven en todo caso para delimitar el objeto de estudio,
pero eso no basta para comprenderlo. Las jornadas fueron
excelentes por cuanto supieron presentar un panorama
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completísimo y multifacético de lo que había sido el arte en
España en los últimos cuarenta años pero insuficientes en lo
relativo a la teoría. Ni el carácter vivo, inconcluso, del arte que se
pretendía estudiar, ni tampoco lo parcial que puede resultar una
teoría —toda pretensión de absolutismo equivale a falsedad— se
pueden esgrimir como excusas para eludir esta exigencia de rigor
intelectual. Da igual si el pensamiento teorético descansa sobre los
propios elementos del objeto o recurre a datos externos, como el
contexto socioeconómico, o pone en juego metodologías
inventadas por disciplinas ajenas al hecho artístico —por lo demás
síntoma de salud mental—, con tal de no perder de vista la propia
formalidad, sin la cual se desvía uno hacia la especulación o el
terreno extra-artístico. Quien de verdad ame un objeto, sea o no
arte, se esforzará por acceder a su intimidad más profunda, esa que
sólo una teoría nos puede llegar a reflejar. En realidad, tanto el
conocedor como el científico aman el mismo objeto, pero el
segundo acierta a traducir en palabras lo que en el primero existe
únicamente como intuición. El público ausente es quien ni
siquiera es capaz de intuir el sistema oculto, de ahí la importancia
de su ilustración por parte de los que han conseguido entrever algo
de este sistema. La descripción, afinidad y filiación formales no
ayudan a hacer entender ni a ganar entusiasmo. Fue la teoría,
comprensión en definitiva, lo que faltó a las jornadas.
A sabiendas de la posible torpeza del intento, se ensayará
una teoría que permita la comprensión de las obras de arte de
«Aproximaciones I», y por extensión del arte español
contemporáneo, en la segunda parte de este ensayo, que se
promete para el siguiente número de la revista Funambulista. En
ello está en juego no sólo la definición de nuestro arte, sino
también la misma posibilidad de hacer una ciencia histórico-
artística verdaderamente a la altura, pero independiente, de los
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logros de quienes se atrevieron a buscar teorías en otros países,
como por ejemplo los autores de la revista norteamericana
October, inspiradores de éstas y otras páginas aún por venir.
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ISSN: 2254-6766