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3. Las ventas de la Casa de Medinaceli en la Alta Campiña de Córdoba y la intervención del Estado: del latifundio al minifundio Como ya se indicó, la Casa de Medinaceli mantiene prác- ticamente indemne su propiedad rústica en la Campiña de Cór- doba hasta pocos años después de la Guerra Civil; no en vano el Registro de la Propiedad Expropiable de 1933 pone de re- lieve como los Fernández de Córdoba seguían ostentando, al igual que a mediados del siglo XVIII, las mayores haciendas rústicas de los municipios de Montilla, Espejo, Cañete, Cas- tro del Río, Aguilar de la Frontera y Puente Genil. En 1943, por causas que de momento no nos son del todo conocidas, pero entre las que hay que barajar problemas in- ternos familiares y un cambio apreciable en la opción rentista del linaje, tiene lugar un proceso generalizado de enajenación que afecta al conjunto de las tierras que la Casa detentaba en los municipios mencionados y en otros del Sur cordobés, inte- grantes del antiguo Marquesado de Priego. El análisis de este cuantioso volumen de ventas, concreta- do en nuestro caso en el municipio de Montilla, presenta dos rasgos que lo diferencian claramente de la evolución habida en el desmoronamiento de la Casa de Osuna, y de la seguida por los grandes cortijos del término de Córdoba que posterior- mente estudiaremos. El primero de ellos consiste en el alto grado de parcelación de las fincas enajenadas, que va a permitir ob- viamente la participación en el mercado de tierras de una se- rie de colectivos marginados frente a ofertas más concentra- das; el segundo rasgo peculiar, pero de muy importantes con- secuencias, es la intervención directa del Estado en todo el pro- ceso. Las compras del I.N.C., superiores a las 600 fanegas, constituyen la base de una destacada iniciativa de parcelación y colonización en secano, sin parangón equiparable en el resto de Andalucía y que afectó, asimismo, a los municipios aledaños. 176 i

3. Las ventas de la Casa de Medinaceli en la Alta Campiña

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Page 1: 3. Las ventas de la Casa de Medinaceli en la Alta Campiña

3. Las ventas de la Casa de Medinaceli en la AltaCampiña de Córdoba y la intervención delEstado: del latifundio al minifundio

Como ya se indicó, la Casa de Medinaceli mantiene prác-

ticamente indemne su propiedad rústica en la Campiña de Cór-

doba hasta pocos años después de la Guerra Civil; no en vanoel Registro de la Propiedad Expropiable de 1933 pone de re-

lieve como los Fernández de Córdoba seguían ostentando, al

igual que a mediados del siglo XVIII, las mayores haciendas

rústicas de los municipios de Montilla, Espejo, Cañete, Cas-

tro del Río, Aguilar de la Frontera y Puente Genil.

En 1943, por causas que de momento no nos son del todo

conocidas, pero entre las que hay que barajar problemas in-

ternos familiares y un cambio apreciable en la opción rentista

del linaje, tiene lugar un proceso generalizado de enajenación

que afecta al conjunto de las tierras que la Casa detentaba en

los municipios mencionados y en otros del Sur cordobés, inte-

grantes del antiguo Marquesado de Priego.

El análisis de este cuantioso volumen de ventas, concreta-do en nuestro caso en el municipio de Montilla, presenta dosrasgos que lo diferencian claramente de la evolución habidaen el desmoronamiento de la Casa de Osuna, y de la seguidapor los grandes cortijos del término de Córdoba que posterior-mente estudiaremos. El primero de ellos consiste en el alto gradode parcelación de las fincas enajenadas, que va a permitir ob-viamente la participación en el mercado de tierras de una se-rie de colectivos marginados frente a ofertas más concentra-das; el segundo rasgo peculiar, pero de muy importantes con-secuencias, es la intervención directa del Estado en todo el pro-ceso. Las compras del I.N.C., superiores a las 600 fanegas,constituyen la base de una destacada iniciativa de parcelacióny colonización en secano, sin parangón equiparable en el restode Andalucía y que afectó, asimismo, a los municipios aledaños.

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Todo abocó, pues, a la sustitución prácticamente generalde una gran propiedad altonobiliaria de más de seiscientos añosde trayectoria, por un profuso minifundio de propiedad quevino a beneficiar a más de 300 vecinos de la ciudad de Monti-lla; pero no hay que ovidar en este punto cómo la organiza-ción territorial de la propiedad ducal, relativamente dispersacomo correspondía a un latifundio altocampiñés, propició, juntocon otros factores, el resultado final comentado. A1 igual queocurriera con la enajenación de la propiedad eclesiástica ĉienaños atrás, la especial configuración espacial del patrimonioducal, que integraba algunos cortijos y numerosas suertes dereducido tamaño, unidas obviamente a una organización dela tenencia de la tierra también muy «dispersa» terminaron porconsolidar, y quizás de forma más rotunda que en la desamor-tización eclesiástica, un numeroso grupo de unidades de ex-plotación en idénticas unidades de propiedad.

Es evidente, pues, que las ventas de la Casa de Medinaceliy sus resultados están a caballo en el análisis del latifundio yminifundio campiñés. Se aborda sólo en este epígrafe una pa-norámica general del proceso de enajenación y se relega parael capítulo dedicado al análisis de la pequeña propiedad el es-tudio de la iniciativa estatal a través del I.N.C., sobre las fin-cas que adquiriera en 1943 y que constituyen un rico expo-nente del significado y funcionalidad del minifundio campiñésdesde la perspectiva de la Administración.

Estructura de las ventas y características de loscompradores: esculadores y pequeños labradores

La división de la propiedad ducal para su venta puede con-siderarse elevada; ni siquiera se respetaron las casi 40 fincasque integraban el patrimonio según el Registro de la Propie-dad Expropiable de 1933, sino que varias de ellas, como lasHazas de Panchigúela, Fuente del Cubo, o los cortijos de Pan-chigñela, el Carrascal y Fuente Plata fueron subparcelados parasu enajenación.

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Page 3: 3. Las ventas de la Casa de Medinaceli en la Alta Campiña

Por supuesto que la parcelación real alcanza cotas muchomás elevadas, de auténtico minifundio, si se toma en conside-ración la distribución fundiaria que afecta a los grandes lotesadquiridos por I.N.C. Una lotificación tan acentuada obede-cía desde luego a la propia organización territorial de la pro-piedad, pero también a la existencia de una masa potencial decompradores, de recursos escasos pero ansiosos de poseer aun-que fuera sólo un palmo de tierra, en una coyuntura poco fa-vorable, con un volumen de población muy elevado y con es-casas espectativas aún de emigración

Ese elevado índice de parcelación se corresponde lógicamen-te con una amplia participación de compradores y con el pre-dominio aplastante de aquéllos que adquirieron menos de cin-co hectáreas de tierra (casi e180 por 100). Ahora bien, en estemarco de una oferta de tierras muy parceladas y de una de-manda también vigorosa, conviene marcar las oportunas dis-tancias entre tres colectivos distintos de compradores.

Por una parte y muy destacado numéricamente figura elya mencionado grupo de minúculos adquirientes de fincas demenos de cinco hectáreas, con claro predominio de aquéllosque ni siquiera llegaron a la hectárea de tierra; todos ellos fi-guran en el Registro bajo la eufemística denominación de agri-cultores, pero nos consta que muchos no eran más que pelen-trines, propietarios y/o arrendatarios de algunas fanegas de tie-rra (11) y residentes casi siempre en la propia Montilla.

Frente a ellos, un reducido colectivo de medianos y gran-

des labradores comarcales, algunos tradicionales arrendatarios

de la Casa Ducal, que llegaron a adquirir lotes considerable ĉ ,

aunque sin aproximarse siquiera a las extensiones obtenidas

por los grandes compradores de la Casa de Osuna; son los ca-

sos, por ejemplo, de Cristóbal Agiiera, de N. Portero Carras-

co, de Francisco Espejo Sánchez o de José Sillero López, entre

otros.

(11) Agradezco multitud de referencias e informaciones que aquí se ci-tan al Sustituto de registrador de Montilla, Sr. Portero, buen conocedor,por otra parte, de la agricultura montillana.

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Page 8: 3. Las ventas de la Casa de Medinaceli en la Alta Campiña

Con intereses distintos a los de los pequeños y grandes agri-cultores comentados, se dibuja un tercer colectivo de al menosmedia docena de integrantes, que participaron en el mercadode tierras con objetivos claramente especuladores, adquirien-do para ello lotes de mediano o gran tamaño, formados casisiempre por varias parcelas, y que procedieron en breve plazoa la reventa en unidades más pequeñas; casi todos los miem-bros de este grupo, poco numeroso pero de indudable trascen-dencia por los procesos de parcelación a que dieron lugar, eranresidentes en Córdoba o Madrid y titulados superiores, espe-cialmente juristas.

Pero si elevada fue la parcelación resultante de la primera

fase de compraventas en 1943, mucho más acentuada termi-

naría siendo como consecuencia de la dinámica seguida inme-

diatamente por multitud de lotes originales. Efectivamente,

Montilla ofrece el ejemplo -que nos atrevemos a generalizar

a toda la Alta Campiña de Córdoba- de una apreciable mo-

vilidad de la tierra, que contrasta profundamente con las zo-

nas latifundistas, y que sólo puede entenderse en el marco de

una sociedad de pequeños propietarios, relativamente inesta-

bles, que compran y venden con frecuencia sin que ello impli-

que casi nunca proceso alguno de acumulación o siquiera de

constitución de explotaciones familiares.

Las parcelaciones realizadas por el grupo de comprado-

res-especuladores encontraron rápida acogida en el colectivo

de modestos agricultores montillanos, lo que supuso que en me-

nos de siete años, y sólo por esta vía, se incrementara el nú-

mero de parcelistas en casi un 50 por 100. Si a ello se unenlos más de 4001otes constituidos en las fincas de Cerro Nava-

rro; Piedra Luenga, Cortijo Blanco, Fuente Plata y Panchi-

giiela adquiridas por el I.N.C., que no se consolidarían cier-

tamente como propiedades individuales hasta la década de los

70, pero que funcionaron como concesiones desde un princi-

pio, el resultado final no es otro que un nuevo minifundio ge-

neralizado, con la excepción de solo ocho fincas, casi en su ma-

183

Page 9: 3. Las ventas de la Casa de Medinaceli en la Alta Campiña

yor parte las adquiridas por labradores acomodados que lle-gan hasta hoy con superficies superiores a las diez hectáreas.

La cronología y número de compraventas de las fincas pro-

vinientes de la Casa Ducal, exceptuando las tierras del I.N.C.-

I.R.Y.D.A., analizadas sobre una muestra de casi 80 parce-

las, es la que recoge el cuadro número 69. En él quedan de

manifiesto dos aspectos de especial interés.

Por una parte, el hecho de que el mayor dinamismo de las

compraventas no coincide, en contra de lo que pudiera pen-

sarse, con el apogeo del éxodo migratorio, es decir, con la dé-

cada de los sesenta y comienzos de los setenta, sino justo con

los decenios anteriores; a partir de ahí puede plantearse la hi-

pótesis, que hemos recogido oralmente en la propia ciudad de

Montilla y en tierras de Jaén, de que el emigrante, con menos

frecuencia de lo que suele afirmarse, procede a la venta gene-

ralizada de su pequeño patrimonio rústico, más aún en unas

tierras como las montillanas de extraordinario potencial para

cultivos de elevados rendimientos como el olivar y el viñedo.

La mayor frecuencia de trasvases por compraventá de la mues-

tra de fincas analizada tiene lugar precisamente en los años cua-

renta y primeros de la déĉada posterior, cuando, como se sa-

be, la población está tocando su techo y las salidas por emigra-

ción aún no se han disparado; con frecuencia las sucesivas com-

praventas de una misma parcela en un lapso relativamente corto

de tiempo no son más que el indicador de la inestabilidad de

estos modestos agricultores-jornaleros, que lo mismo se endeu-

dan para la adquisición de unos celemines de tierra, como tan

pronto se ven abocados a la venta en una mala coyuntura fa-

miliar.

Consecuencia en parte de todo ello es la apreciable movili-dad de estas fincas con posterioridad a 1943: únicamente un16,8 por 100 de las mismas ha sido objeto de una sola com-praventa, mientras que casi el 35 por 100 ha pasado por ma-nos de tres o más propietarios a través de esa misma vía con-tractual y en un periodo inferior a 40 años. No cabe duda, ade-más, que la movilidad habría alcanzado cotas mucho más ele-

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Page 16: 3. Las ventas de la Casa de Medinaceli en la Alta Campiña

Cronologfa y movilidad por compraventa de las parcelas de la casa de hiedinacelia partir de 1943

80,

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40

3♦

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10

50

40

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Cronoloqía de compraventasa portir de la

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N4 de compraventas por parcela desde 1943-80

(exceptuando la primera).

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Ns de compraventas 185

Fmw: Rcgirt`o de la Propiedad de Montilla

Figura 47

191

Page 17: 3. Las ventas de la Casa de Medinaceli en la Alta Campiña

vadas de no pesar sobre los parcelistas de I.N.C., estrictas li-mitaciones sobre la enajenación de tierras.

En resumen, pues, la enajenación de la gran propiedad«multifundista» de los Duques de Medinaceli en la Alta Cam-piña de Córdoba, fruto en parte de su dispersión parcelaria,de la existencia en la comarca de un nutrido grupo de peque-ños propietarios, y de la decidida intervención estatal consoli-dando como propietarios a un numeroso colectivo de parcelis-tas ducales, ha dado lugar a un claro proceso de ampliacióny afianzamiento del colectivo de propietarios jornaleros y co-mo lógico colorario a una movilidad del mercado de tierras quecontrasta claramente con el de otras comarcas campiñesás decorte latifundista, mercado de tierras en el que, sin embargo,apenas se detectan iniciativas claras de acumulación por partede los más potentes labradores.

4. Los cambios de titularidad en el latifundiocordobés: la consolidaciónde los grandes labradores

4.1. El interés y las peculiaridadesdel caso cordobés

La Campiña y Ribera del extenso término de Córdoba ofre-cen también sus peculiaridades en la variada casuística de laevolución experimentada por la gran propiedad regional en elúltimo siglo. Los cortijos y dehesas cordobeses, en contraposi-ción a lo ocurrido en tierras de la Alta Campiña y en algunamedida también en la Vega de Marchena, presentan de en-trada y con muy pocas excepciones una estabilidad territorialen todo el periodo.

Ello no supone, sin embargo, que el grupo de terratenien-tes de mediados del siglo XIX se haya mantenido indemne; al

192