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1 TEMA 6.- EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA.- Entendemos por Restauración el periodo histórico que comprende la vuelta al trono de la dinastía Borbón en España; se desarrolló entre el pronunciamiento del general Martínez Campos en 1874 y la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923), aunque hay historiadores que la finalizan en 1917 1 . Supuso el fin de la I República, que había sido incapaz de organizar un proyecto político estable. El impulsor del nuevo régimen fue el malagueño Antonio Cánovas del Castillo, que organizó un sistema monárquico liberal, cuyas bases se establecieron y consolidaron durante el reinado de Alfonso XII y la regencia de Mª Cristina. A este periodo también se le denomina Sistema Canovista por la gran importancia en su creación y formación, siendo la gran figura política de la Restauración. Los caracteres que definen el periodo de la Restauración española son: a) En el plano económico, España se incorpora tardíamente a la revolución industrial, afectando sólo seriamente a las regiones periféricas como Cataluña y País Vasco. b) En el plano político, existe una continuidad con la época moderada, tanto en sus bases sociales como en sus fundamentos ideológicos (doctrinarismo). c) En el plano cultural, se inicia una vigorosa crítica sociopolítica y un intento de europeización, que llevará a la Generación del 98. d) En el plano exterior, vemos una actitud de aislamiento ante unas potencias cada vez más fuertes (imperialismo), que no tienen ningún interés de alinearse con España (lo que hace que se encuentre sola ante la crisis de 1898. e) En el plano social, España tiene un población de entre unos 16 a 18 millones de habitantes, y una fuerte emigración hacia Madrid y el litoral. Durante la Restauración podemos distinguir tres etapas bien definidas: - la primera, el corto reinado de Alfonso XII (1874-1885), que podemos llamar etapa de consolidación del sistema canovista; - la segunda, la regencia de Mª Cristina de Habsburgo-Lorena (1885-1902), por minoría de edad de su hijo Alfonso XIII y - el reinado constitucional de Alfonso XIII (1902-1923), que supone la crisis del sistema de la Restauración; el reinado durará más, pero desde 1923 nos encontramos con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. 1.- La Restauración borbónica.- En diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII mediante un pronunciamiento militar en Sagunto (otra vez un golpe de Estado), que se conoce también como “El golpe de Sagunto”. De este modo, restauraba la dinastía borbónica seis años después de que Isabel II hubiese sido destronada. 1 En España no posee el significado que se da, según la Historia Contemporánea, en la Europa del siglo XIX (a partir de 1814), cuando se intenta restaurar el Antiguo Régimen tras la Revolución Francesa y el periodo napoleónico.

6. el régimen de la restauración. características y funcionamiento del sistema canovista

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TEMA 6.- EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO

DEL SISTEMA CANOVISTA.-

Entendemos por Restauración el periodo histórico que comprende la vuelta al trono de la dinastía

Borbón en España; se desarrolló entre el pronunciamiento del general Martínez Campos en 1874 y la

dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923), aunque hay historiadores que la finalizan en 1917 1. Supuso el

fin de la I República, que había sido incapaz de organizar un proyecto político estable. El impulsor del nuevo

régimen fue el malagueño Antonio Cánovas del Castillo, que organizó un sistema monárquico liberal, cuyas

bases se establecieron y consolidaron durante el reinado de Alfonso XII y la regencia de Mª Cristina. A este

periodo también se le denomina Sistema Canovista por la gran importancia en su creación y formación,

siendo la gran figura política de la Restauración.

Los caracteres que definen el periodo de la Restauración española son:

a) En el plano económico, España se incorpora tardíamente a la revolución industrial, afectando sólo

seriamente a las regiones periféricas como Cataluña y País Vasco.

b) En el plano político, existe una continuidad con la época moderada, tanto en sus bases sociales

como en sus fundamentos ideológicos (doctrinarismo).

c) En el plano cultural, se inicia una vigorosa crítica sociopolítica y un intento de europeización, que

llevará a la Generación del 98.

d) En el plano exterior, vemos una actitud de aislamiento ante unas potencias cada vez más fuertes

(imperialismo), que no tienen ningún interés de alinearse con España (lo que hace que se

encuentre sola ante la crisis de 1898.

e) En el plano social, España tiene un población de entre unos 16 a 18 millones de habitantes, y una

fuerte emigración hacia Madrid y el litoral.

Durante la Restauración podemos distinguir tres etapas bien definidas:

- la primera, el corto reinado de Alfonso XII (1874-1885), que podemos llamar etapa de

consolidación del sistema canovista;

- la segunda, la regencia de Mª Cristina de Habsburgo-Lorena (1885-1902), por minoría de edad

de su hijo Alfonso XIII y

- el reinado constitucional de Alfonso XIII (1902-1923), que supone la crisis del sistema de la

Restauración; el reinado durará más, pero desde 1923 nos encontramos con la dictadura de

Miguel Primo de Rivera.

1.- La Restauración borbónica.-

En diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII mediante

un pronunciamiento militar en Sagunto (otra vez un golpe de Estado), que se conoce también como “El golpe

de Sagunto”. De este modo, restauraba la dinastía borbónica seis años después de que Isabel II hubiese sido

destronada.

1 En España no posee el significado que se da, según la Historia Contemporánea, en la Europa del siglo XIX (a partir de 1814),

cuando se intenta restaurar el Antiguo Régimen tras la Revolución Francesa y el periodo napoleónico.

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Pero en realidad, la Restauración borbónica se había gestado durante el Sexenio revolucionario,

cuando el malagueño Antonio Cánovas del Castillo se puso al frente del Partido Alfonsino o dinástico, y

recibió, en 1873 de Isabel II, plenos poderes para preparar la vuelta al trono de su hijo. Consiguió que la reina

abdicara en su hijo, porque él sabía que la vuelta de la reina significaba una marcha atrás y se habría visto

como una revancha a la revolución de 1868; mientras que el príncipe Alfonso aparecería como símbolo de

unión de todos los españoles, un puente de concordia. Cánovas, conocer perfecto de la historia de España,

tenía claro que no se podían repetir los errores del pasado.

Su proyecto consistía en aprovechar el descontento político generalizado para conseguir apoyos a la

causa alfonsina, tanto desde las filas conservadoras como desde las republicanas, para que la Restauración

fuese reclamada por un amplio sector de la opinión pública. Pero en sus planes no entraba un

pronunciamiento militar, que sucedió.

Cánovas consideraba la monarquía y el sistema parlamentario británico como modelos; ya había

aconsejado una educación británica para el príncipe Alfonso, que fue enviado a la academia militar de

Sandhurst. Desde allí, y después del pronunciamiento de Pavía, Alfonso XII proclamó un manifiesto

(Manifiesto de Sandhurst), redactado por el propio Cánovas, en el que se afirmaba que la monarquía era

única salida posible para cerrar la crisis del periodo revolucionario y en el que se apuntaban las líneas

fundamentales de lo que iba a ser el sistema de la Restauración2.

“Cuantos me han escrito muestran igual convicción de que sólo el restablecimiento de la

Monarquía constitucional puede poner término a la opresión, a la incertidumbre y a las

crueles perturbaciones que experimenta España. Dícenme que así lo reconoce ya la

mayoría de nuestros compatriotas, y que mucho antes estarán conmigo todos los de buena

fe, sean cuales fueren sus antecedentes políticos, ...

Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan generosa

como infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico en España. Arranca

éste de una legislación secular, confirmada por todos los precedentes históricos, y está

indudablemente unida a todas las instituciones representativas, que nunca dejaron de

funcionar legalmente durante los treinta y cinco años transcurridos desde que comenzó el

reinado de mi madre hasta que, niño aún, pisé yo con todos los míos el suelo extranjero.

Huérfana la nación ahora de todo derecho público e indefinidamente privada de sus

libertades, natural es que vuelva los ojos a su acostumbrado derecho constitucional y a

aquellas libres instituciones …

... Afortunadamente, la Monarquía hereditaria y constitucional posee en sus principios la

necesaria flexibilidad y cuantas condiciones de acierto hacen falta para que todos los

problemas que traiga su restablecimiento consigo sean resueltos de conformidad con los

votos y la conveniencia de la nación. No hay que esperar que decida yo nada de plano y

arbitrariamente; sin Cortes no resolvieron negocios arduos los Príncipes españoles allá en

los antiguos tiempos de la Monarquía, y esta justísima regla de conducta no he de

2 El príncipe Alfonso se encontraba estudiando en la academia militar inglesa de Sandhurst, donde firmó un manifiesto, redactado

por Cánovas, dirigido al pueblo español, en el que afirmaba que sería un rey liberal (no absoluto) y procuraría la concordia entre

todos los españoles.

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olvidarla yo en mi condición presente, y cuando todos los españoles estén habituados a los

procedimientos parlamentarios. Sea la que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen

español, ni como todos mis antepasados buen católico, ni como hombre del siglo

verdaderamente liberal.

Suyo, afmo., Alfonso de Borbón”

Nork-Town (Sandhurst), 1 de diciembre de 1874

Para Cánovas eran imprescindible algunas instituciones respetadas por todos los españoles, y al

extraer sus ideas de la propia historia de España, observa estas dos instituciones, que habían perdurado a lo

largo de los siglos, en el Rey y las Cortes. Con ello elaboró la idea de una monarquía constitucional, donde

el poder sería compartido (es lo que se denomina teoría de la Constitución interna, que luego estudiaremos).

“Invocando toda la historia de España, creí entonces, creo ahora, que deshechas

como estaban, por movimientos de fuerza sucesivos, todas nuestras constituciones escritas,

a la luz de la historia y a la luz de la realidad presente sólo quedaban intactos en España

dos principios: el principio monárquico, el principio hereditario, profesado

profundamente, a mi juicio, por la inmensa mayoría de los españoles, y de otra parte, la

institución secular de las Cortes …

...Ni las Cortes es posible que voten la supresión de la monarquía, ni es posible que el

monarca acuerde la supresión de las Cortes y de aquí que las Cortes y el Rey, que están

antes que la Constitución, pues que la Constitución se hace entre el Rey las Cortes, están

también sobre la Constitución, porque la Constitución no puede tocar ni a las Cortes ni al

Rey…

… Que si residiendo (la soberanía) en las Cortes con el Rey, las Cortes con el Rey son las

que han de fallar libremente … sobre la forma constitucional que convenga aceptar a

España …”

Discurso de Cánovas del Castillo en el Congreso, 11 de marzo de 1876

El pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto impuso la monarquía borbónica; Cánovas la

quería, pero no impuesta por militares, la quería pacífica. Pronto el nuevo régimen fue reconocido por las

potencias extranjeras, incluida la Santa Sede (tradicionalmente vinculada al carlismo). Con la entrada de

Alfonso XII en España dio comienzo una larga etapa de estabilidad política basada en un sistema político

regido por los valores conservadores de orden, propiedad y monarquía, sabiamente combinados con los

aspectos formales y las novedades institucionales del Estado liberal.

2.- Bases del nuevo sistema político de la Restauración

Cánovas del Castillo afirmó los objetivos-principios ideológicos y sentó las bases institucionales y

jurídicas, alejando los peligros que había provocado el fracaso del régimen isabelino. Sobre las bases del

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liberalismo doctrinario, tendió puentes de conciliación a las fuerzas políticas protagonistas de la Revolución

de 1868 que estuvieran de acuerdo con la nueva monarquía. Para ello:

- Apartó el ejército del poder político (para evitar que el ejército se beneficiase políticamente de

la acción militar, Cánovas lo excluyó del recién creado Ministerio de Regencia, a través de una

orden de 1875, por el que sólo debía defender la independencia nacional y no intervenir en

contiendas partidistas).

- Pacificó el país. Para ello acabó con la tercera Guerra Carlista en 1876, que supuso la abolición

de los fueros vascos y navarros, aunque se pactó ciertas medidas económicas que les reportaban

beneficios fiscales. Además se firmó la Paz de Zanjón, que supuso el fin de la insurrección cubana

de 1868, aunque no cerró definitivamente el conflicto.

- Bipartidismo. Consiguió estabilidad política, integrando las diferentes concepciones liberales en

un proyecto común sobre la base de la monarquía, y todo ello se plasmó en un sistema bipartidista

(siguiendo el modelo británico).

Los partidos leales a la Corona, llamados partidos dinásticos, eran el Partido Liberal

Conservador y el Partido Liberal Fusionista. Ambos liberales apenas se diferenciaban en su

ideología y se pusieron de acuerdo en no aprobar leyes que luego el otro partido derogara. Los dos

se turnaron en el poder mediante los mecanismos propios de un sistema parlamentario, mientras

que le resto de las formaciones políticas quedaban excluidas del juego político (aunque no

oficialmente). Con el bipartidismo garantizaba las formas democráticas y se evita así identificar la

corona con un único partido.

El Partido Conservador o Alfonsino estaba liderado por Antonio Cánovas del Castillo3, y era

heredero del moderantismo, el unionismo y parte del progresismo de la época isabelina;

representaba los intereses de la burguesía latifundista y financiera y de los grupos residuales del

Antiguo Régimen.

El Partido Liberal-Fusionista estaba encabezado por Práxedes Mateo Sagasta4, e integraba a

demócratas, radicales y algunos republicanos moderados; pretendía incorporar a la Restauración

los aspectos menos radicales de la Revolución de 1868; tenían el respaldo de profesionales

liberales, de la burguesía industrial y comercial y de los funcionarios, así como sectores de la

aristocracia terrateniente.

3 Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897). Abogado, político, historiador y académico malagueño. Su trayectoria

política se inicio en 1854 como redactor del Manifiesto de Manzanares (Vicalvarada) y como ministro de la

Gobernación en 1864 con la Unión Liberal. De ideología liberal conservadora, fue el artífice del sistema político de la

Restauración. Murió a manos del anarquista italiano Michelle Angiolillo en un atentado en Mondragón (Guipúzcua).

“Después de la muerte de Don Antonio, todos los políticos podemos llamarnos de tú” dijo Sagasta.

4 Práxedes Mateo Sagasta (1828-1903). Ingeniero de caminos, político y periodista riojano. Fue diputado progresista

en varios gobiernos isabelinos y condenado a muerte por participar en la conspiración de 1866 (Pacto de Ostende).

Durante su mandato, tuvo que enfrentarse a los graves conflictos coloniales de final de siglo.

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Cánovas del Castillo

Sagasta

Las diferencias ideológicas y políticas entre ambos partidos eran mínimas: más

preocupados por las reformas sociales y por la educación los liberales, y más

autoritarios y defensores del orden y valores establecidos los conservadores. De hecho,

la creación del Partido Liberal en 1876 se debió a las propias necesidades del sistema

ideado por Cánovas, puesto que debía existir una oposición parlamentaria con un

programa político similar al del partido gobernante (de nada servía un partido

incondicional a la Corona, sino contaba con otras agrupaciones para el turno pacífico,

que hoy fuese oposición y mañana poder); esta oposición deja de ser un elemento

revolucionario y se convierte en algo legal. Cánovas consiguió con extraordinaria

habilidad que en torno a Sagasta (uno de los revolucionarios de 1868) se agrupasen las

fuerzas de la oposición en el Partido Liberal. No es anecdótico que los nombres de los

partidos coincidían con los de sus respectivos ingleses.

EL PARTIDO CONSERVADOR EL PARTIDO LIBERAL

Heredero del partido moderado y el

ala derecha de la Unión Liberal

Heredero del partido progresista, ala

izquierda de la Unión Liberal y el ala

derecha del demócrata.

Base social: la alta burguesía,

aristocracia, ejército, terratenientes y

altos funcionarios. Tiene su bastión

en la España meridional (sur).

Base social: la burguesía media:

comerciantes e industriales, capas medias

urbanas ...

Líderes: son Cánovas del Castillo,

Silvela, Dato, Maura.

Líderes: Sagasta, Martínez Campos, Pavía,

Canalejas.

Ideología.- sufragio censitario, orden

y represión, pocas libertades y

derechos, tradicionalismo y

centralismo.

Ideología.- Sufragio universal, más

libertades y jurado popular, menos

centralista y clerical.

Obra legislativa.- Reforma del

régimen foral, limitaciones de

libertades de la Constitución (censura,

limitaciones a la libertad de reunión,

sufragio censitario), arancel

proteccionista.

Obra legislativa.- Leyes de asociación,

reunión, libertad de cátedra, sufragio

universal (1890 se impone), código civil

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- Elaboró una teoría de la Constitución interna o histórica, que hacía recaer

la soberanía en el Rey y las Cortes, dos instituciones avaladas por la Historia

y preexistente a toda constitución escrita.

- Nueva Constitución. Al principio Cánovas tomó todos los poderes, pero

para legitimar la monarquía parlamentaria era necesaria una constitución con

la que regular y garantizar el nuevo régimen político, lo suficientemente

flexible para que pudiera adaptarse a los programas de los dos partidos. Así

pues convocó unas elecciones, con sufragio universal masculino, para formar

unas Cortes constituyentes que deberían redactar y aprobar un nuevo texto

constitucional. En realidad, la manipulación de las elecciones, por parte del

gobierno, permitió a los conservadores redactar una Constitución favorable a

sus intereses, que estaba inspirada en la de 1845, aunque incorporaba

aspectos de la de 1869 (como reconocimientos de derechos y libertades).

Establecía la nueva Constitución de 1876 que:

a) la soberanía era compartida entre Cortes y Corona, los dos

pilares canovistas, pero con gran pode real.

b) La relación entre los poderes era de colaboración y equilibrio

(no una auténtica división).

c) el rey era inviolable: le correspondía el poder ejecutivo, que

ejercía a través del Gobierno, y el legislativo junto con las

Cortes.

d) las Cortes eran bicamerales, con un Senado elitista (que

garantizaba el control del poder legislativo por las minorías

privilegiadas, pues eran elegidos de entre las corporaciones

del Estado y los mayores contribuyentes) y un Congreso de

los Diputados (elegidos de entre las listas electorales-de

estado seglar, no eclesiástico- y existiendo uno por cada

50000 habitantes). Las Cortes se reunirán todos los años.

e) se reconocían los derechos y libertades individuales, aunque

su regulación se remitía a leyes posteriores (leyes de

desarrollo, como hoy día también se hace), dejando un amplio

margen de interpretación al Gobierno, porque podía

suspenderlos en determinadas circunstancias (estado de sitio o

de excepción).

f) se reconocía el Catolicismo como religión oficial, pero

admitía libertad de culto de otras confesiones. La Iglesia

tendría permiso para ejercer la educación y la enseñanza (por

lo que participaba en la configuración de los valores).

g) no se pronunciaba en cuanto al procedimiento electoral y el

tipo de sufragio, remitiendo a una ley electoral posterior, que

será censitario, el sufragio universal masculino no se volvió a

utilizar hasta 1890 (con Sagasta).

Las indefiniciones y su eclecticismo permitían que la Constitución se adaptara a

las diferentes tendencias políticas liberales (dando estabilidad), que eran las únicas que

formaron parte del juego político de la Restauración, por lo que podemos pensar que fue

elaborada así de manera intencionada.

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“Art. 5.- Ningún español podrá ser preso sino en virtud de

mandamiento de juez competente…Toda persona detenida o presa sin

las formalidades legales, o fuera de los casos previstos en la

Constitución y en las leyes, será puesta en libertad a petición suya o

de cualquier español.

Art. 6.- Nadie podrá entrar en el domicilio de ningún español, o

extranjero residente en España, sin su consentimiento, excepto en los

casos y en la forma expresamente previstos en las leyes. El registro de

papeles y efectos se verificará siempre a presencia del interesado o de

un individuo de su familia, y en su defecto, de dos testigos vecinos del

mismo pueblo.

Art. 7.- No podrá detenerse ni abrirse por la autoridad gubernativa la

correspondencia confiada al correo.

Art. 10.- No se impondrá jamás la pena de confiscación de bienes, y

nadie podrá ser privado de su propiedad sino por autoridad

competente y por causa justificada de utilidad pública, previa siempre

la correspondiente indemnización. Si no precediera este requisito, los

jueces ampararán y en su caso reintegrarán en la posesión al

expropiado.

Art. 11.- La religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado.

La Nación se obliga a mantener el culto y sus ministros. Nadie será

molestado en territorio español por sus opiniones religiosas, ni por el

ejercicio de su respectivo culto, salvo el respeto debido a la moral

cristiana.

No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni manifestaciones

públicas que las de la religión del Estado.

Art. 13.- Todo español tiene derecho:

1. De emitir libremente sus ideas y opiniones, ya de palabra, ya por

escrito, valiéndose de la imprenta o de otro procedimiento semejante,

sin sujeción a la censura previa.

2. De reunirse pacíficamente.

3. De asociarse para los fines de la vida humana.

4. De dirigir peticiones individual o colectivamente al Rey, a las

Cortes y a las autoridades. El derecho de petición no podrá ejercerse

por ninguna clase de fuerza armada.

Art. 18.- La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el

Rey.

Art. 19.- Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores,

iguales en facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados.

Art. 41.- El Rey y cada uno de los Cuerpos Colegisladores tienen la

iniciativa de las leyes.

Art. 48.- La persona del Rey es sagrada e inviolable.

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Art. 49.- Son responsables los Ministros. Ningún mandato del Rey

puede llevarse a efecto si no está refrendado por un Ministro, que por

sólo este hecho se hace responsable.

Art. 50.- La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey, y su

autoridad se extiende a todo cuanto conduce a la conservación del

orden público en el interior y a la seguridad del Estado en lo exterior,

conforme a la Constitución y a las leyes.

Art. 51.- El Rey sanciona y promulga las leyes.

Art. 76.- A los Tribunales y Juzgados pertenece exclusivamente la

potestad de aplicar las leyes en los juicios civiles y criminales, sin que

puedan ejercer otras funciones que las de juzgar y hacer que se

ejecute lo juzgado.

Art. 80.- Los magistrados y jueces serán inamovibles y no podrán ser

depuestos, suspendidos ni trasladados sino en los casos y en la forma

que prescriba la ley orgánica de Tribunales.”

Constitución española de 1876

3.- El turnismo y el fraude electoral.-

El sistema ideado por Cánovas basaba su funcionamiento en el turno pacífico de

los partidos dinásticos, es decir, los dos partidos leales a la Corona, que pactaban el

acceso al gobierno, sin recurrir a pronunciamientos militares (con ello se evitaba que la

monarquía se relacionase con un partido y garantizaban las formas democráticas y la

continuidad del régimen, pues alejaba del poder a las tendencias políticas

antimonárquicas). Para garantizar el turno entre los dos partidos, se recurría al fraude

electoral; así pues, el sistema político no utilizaba procesos realmente democráticos. Por

ello podemos hablar de un funcionamiento oficial o teórico y otro real.

Leal con su propio sistema, Cánovas tras un periodo de gobierno dejó paso a

Sagasta; a esta alternancia se le llamó turno, pero el turno no dejó de presentar

tensiones, así cuando murió prematuramente Alfonso XII en 1885, Cánovas y Sagasta

se comprometieron a continuar su apoyo combinado a la monarquía en el llamado Pacto

de El Pardo.

El mecanismo del turno consistía en que periódicamente y de forma pactada

(fraude), el rey encargaba la formación de un nuevo gobierno al partido al que le tocaba

gobernar; este, desde el ministerio de Gobernación, confeccionaba el encasillado o listas

de diputados que deberían salir elegidos en cada distrito, y donde habría reservado

siempre algunos escaños a la oposición dinástica para guardar apariencias. El

encasillado o encasillamiento5 se entregaba a los gobernadores civiles para que lo

impusieran en la provincia y los ayuntamientos a través del cacique6 local, que hace de

5 En Madrid se decide que un personaje importante salga elegido por un distrito electoral, se le coloca en

esa casilla electoral y "el cunero" saldrá elegido, gracias a los caciques de la zona. 6 El cacique era una pieza clave que, por los favores que había prestado y por su fortuna, influía en los

votos de una localidad; porque podía decidir el resultado en unas elecciones, el gobierno le concedía lo

que pedía; era como un señor feudal, que era obedecido por las fuerzas vivas de los municipios: el

alcalde, el párroco, el maestro, la Guardia Civil, el juez, etc. Su lema era: “para los enemigos la ley, para

los amigos el favor”.

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intermediario entre la administración central y el ámbito local. Para ello se manipulaban

los censos electorales, se coaccionaba, se presionaba o se daba favores para conseguir el

voto, y, si eso no bastaba, se cambiaban las actas de resultados. Aún cuando los

liberales quisieron reformar este sistema de caciques no pudieron porque ello les haría

perder los votos del mundo rural (el campo) y con ello el gobierno.

“Es muy triste como se han hecho las últimas elecciones, con el

menor número posible de electores, con bastantes resurrecciones de

muertos y no pocas violencias y atropellos. Ya es costumbre que sólo

voten los que de una manera u otra sacan partido de las amistades y

servicios políticos y la inmensa mayoría de la nación, mirando tan

importante acto con desdén, se abstiene de tomar parte en él, segura

de no alcanzar por procedimientos representativos el remedio de sus

males. Por esto vemos que no hay gobierno que no saque mayoría en

el número y forma que más le cuadra y desde que un bando político,

cualquiera que sea, se entroniza en el Ministerio de Gobernación, ya

puede estar seguro de que el país le ha de graciar con unas cámaras a

su gusto. Resultado de este fraude político, es que las elecciones las

hace el ministro de la Gobernación y de aquella fábrica de votos

salen también las minorías. No pudiendo marchar bien el sistema sin

oposición, el gobierno la fabrica con el mismo celo que pone en la

construcción de la mayoría. (…) El mismo Padre Eterno, que quisiera

tener un puesto en el Congreso, no lo conseguiría sin el auxilio de ese

Espíritu Santo político, a quien llamamos ministro de la Gobernación.

Cuando más, hay un poco de animación, batalla en los preparativos

electorales; el gobierno destituyendo ayuntamientos arbitrara y

violentamente, las oposiciones organizando comités y pronunciando

algún discurso moderno; pero en la elección propiamente dicha, ni

hay lucha ni la puede haber”.

Pérez Galdós, Benito: “Política española” Antología de artículos, 1884

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Observamos reflejado este fraude en La Regenta de Clarín:

“El marqués de Vegallana era en Vetusta jefe del partido más

reaccionario entre los dinásticos (…). Tenía siempre un favorito que

era el jefe verdadero. El favorito actual era (…) ni más ni menos, don

Álvaro Mesía, el jefe del partido liberal dinástico. El reaccionario

creía resolver sus propios asuntos y en realidad obedecía a las

inspiraciones de Mesía. Pero éste no abusaba de su poder secreto.

Como un jugador de ajedrez que juega solo y lo mismo se interesa por

los blancos que por los negros, don Álvaro cuidaba de los negocios

conservadores lo mismo que de los liberales. Eran panes prestados. Si

mandaban los del Marqués repartía estanquillos, comisiones y

licencias de caza; pero cuando venían los liberales, el marqués de

Vegallana seguía siendo el árbitro de las elecciones gracias a Mesía,

y daba estanquillos, empleos y hasta prebendas. Así era el turno

pacífico en Vetusta.”

Leopoldo Alas “Clarín”: La Regenta, 1884-1885

El fraude electoral fue una práctica habitual de los dos partidos turnantes,

incluso cuando se produjo el sufragio universal masculino en 1890; sólo en los núcleos

urbanos más importantes, donde la oposición política era más importante, se hizo cada

vez más difícil el control del sufragio universal. También se le conoce con el nombre

peyorativo de “pucherazo”, porque para llevar a cabo la manipulación se guardaban las

papeletas de votación en pucheros, al que se añadían o sustraían votos según intereses;

otros métodos eran hacer votar a fallecidos o personas en ciertas circunscripciones en

las que no estaban inscritas.

Con el sistema del turno se favorecía la estabilidad política, pues al eliminar a la

oposición se alejaba el peligro de radicalización, que hubiese alterado el orden

establecido. Las listas de diputados estaban formadas por miembros de la alta burguesía

y aristocracia, que constituía una oligarquía que monopolizaba los cargos político-

administrativos y los escaños de las Cortes, controlando así los resortes del poder y en

beneficio de las clases dominantes a las que representaban. Ni las clases medias ni las

capas populares se sintieron representadas por el sistema, por lo que se distanciaron de

los asuntos políticos.

En resumen, el sistema de la Restauración ofrece rasgos originales dentro del

siglo XIX español:

a) no se discute la monarquía como forma de gobierno

b) por la flexibilidad de su redacción no es necesario cambiar la Constitución

c) frente a la multiplicidad de partidos, se alternan en los gobiernos solamente

dos (bipartidismo)

d) se pone fin a los pronunciamientos militares, pero se sustituye por el

protagonismo civil de los caciques para ostentar el poder.

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4.- La dinámica política

El sistema del turnismo se configuró en 1876 (hasta 1881 los conservadores se

mantuvieron en el poder, mientras desarrollaban legislativamente la Constitución), pero

no se cimentó hasta la muerte del rey Alfonso XII, con el anteriormente citado Pacto de

El Pardo, para mantener el sistema aun con el fallecimiento real. Fue entonces cuando

vino la regencia de Mª Cristina (a causa de la poca edad del rey siguiente) durante la

cual Cánovas y Sagasta se turnaron pacíficamente en el poder, demostrando la

viabilidad de la convivencia política en un marco de estabilidad, aunque durante este

periodo empezaron a surgir problemas como el regionalismo y el movimiento obrero,

que se venían a unir al problema colonial de Cuba y Filipinas; con ello se debilitaron los

fundamentos socioeconómicos y políticos del sistema.

Revista-semanario Pequeñeces: “Yo guiso, tú lo comes y España limpia los platos”. Sagasta y Cánovas

intercambian los papeles de cocinero y comensal, mientras España es siempre la ilustre fregona.

Caricatura sobre el turnismo entre Cánovas y Sagasta

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Durante el reinado de Alfonso XII (1875-1885) vemos que fue el partido

conservador de Cánovas el que gobernaba casi todo el tiempo, ante la falta de

alternativa política cohesionada; este partido llevó la labor de la pacificación militar

(interna y externa) y redactó la Constitución de 1876, pero su gobierno también tomó

medidas restrictivas (libertad de cátedra, de expresión-prensa) con el fin de conseguir

intensificar el control del Estado sobre los derechos establecidos con el fin de mantener

el orden (actuó contra la oposición política) y centralizar administrativamente el país

(abolió los fueros vascos, dio poca autonomía local y aplicó un mismo cuerpo de leyes a

todo el territorio español, iniciando con ello la redacción del Código Civil y del Código

de Comercio). Entre 1881 y 1883 subió al poder el partido liberal de Sagasta, con lo que

se inició el turnismo de los dos partidos dinásticos; con ellos se restableció la libertad de

cátedra y de expresión y también la de asociación y reunión; estudiaron la situación de

las clases sociales, aunque no se aplicaron medidas concretas, y tuvieron una

preocupación de un gobierno por los aspectos laborales.

“Hemos entrado en un nuevo periodo político al que he consagrado

mi obra desde 1874. El Ministerio presidido por Cánovas había

prestado relevantes servicios, terminado la guerra civil en España y

en Cuba. Pero no había sabido controlar el orden alcanzado por los

sacrificios de todos, con la libertad de todos. Y la nación a pesar de

sus desgracias históricas, ama los principios liberales. Y debo decirle

que el señor Sagasta los aplica con sinceridad y con deseo de no

asustarse de los inconvenientes que trae consigo. Ha colgado la Ley

de Imprenta en el Museo Arqueológico de las leyes inútiles; ha

abierto la Universidad a todas las ideas y a todas las escuelas; ha

dejado un amplio derecho de reunión que usa la democracia según le

place y ha entrado en un periodo tal de libertades prácticas y

tangibles que no podemos envidiar cosa alguna a los pueblos mas

liberales de la tierra: Nosotros, si sabemos mantener la paz pública y

el orden regular en las calles y en los campos ...”

Castelar, E.: Discursos parlamentarios, 1881

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Sagasta es paseado en triunfo sobre un embudo y va seguido de una procesión en

la que desfilaban todos los vicios de la época. Caricatura de “La Carcajada”.

A la muerte de Alfonso XII en 1885, su segunda esposa, Mª Cristina de

Habsburgo, asumió la regencia con el apoyo de los partidos dinásticos, manteniendo

los postulados políticos de la Restauración (que firman en anteriormente citado Pacto

del Pardo, para mantener la monarquía y respetar los turnos); en 1886 nacía Alfonso

XIII, proclamado rey desde su nacimiento.

Mª Cristina, respetando las funciones que le asignaba la Constitución, otorgó el

poder a los liberales, que, presididos por Sagasta, gobernaron el país entre 1885 y 1890

en lo que se ha venido llamando el “Parlamento largo”7, con el que se llevó a cabo la

liberalización del régimen y las reformas, pero consolidando el sistema. Aprobaron el

Código Civil (1889) y de Comercio (1885), con lo que se adaptaba el derecho a los

nuevos postulados del liberalismo económico y político y se daba protección jurídica al

incipiente capitalismo de las empresas financieras e industriales y a los intereses del

latifundismo agrario (¡con los liberales?!). Respecto al reformismo social, se aprobó la

Ley de Asociaciones, que favoreció el desarrollo de las fuerzas antidinásticas, se

instauraron juicios con jurado y se abolió la esclavitud en Cuba (pero no reconocía su

independencia, como tampoco reconocían los particularismos regionales y la reforma

militar). En 1890 se aprobó el sufragio universal masculino, aunque seguía el fraude

electoral.

7 Fue llamado así porque duró casi la totalidad del período establecido en la Constitución, hecho poco

frecuente.

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Turnismo: relación de gobiernos tras la muerte de Alfonso XII

Cuando los conservadores volvieron al gobierno en los años noventa se retornó a

la política económica proteccionista, que satisfizo los intereses de los industriales

catalanes y vascos y de la burguesía cerealista castellana. Ahora prestaron más atención

a los problemas sociales, como la Ley antiterrorista (contra los brotes de agitación social

protagonizada, sobre todo, por anarquistas).

Partidos/Grupos 1876 1879 1881 1884 1886

Republicanos 1 7 32 5 22

Liberales 32 63 297 67 288

Conservadores 333 293 39 318 67

Otros 25 29 24 2 15

Total escaños 391 392 392 392 393

Escaños por grupos políticos en el Congreso de los Diputados

Años

electorales

que dan

comienzo

a nuevas

Cortes

Partido

Conservador

(escaños en

número o

porcentaje)

Partido

Liberal

(escaños en

número o

porcentajes)

Suma de

Conservadores

y Liberales (escaños en

porcentaje)

Total

oposición

extra-

turno

1876 333 / 85,1% 32 / 8,1% 93,2% 20 / 6,8%

1879 293 / 74,7% 63 / 16% 90,7% 34 / 9,3%

1881 39 / 9,9% 297 / 75,7% 85,6% 56/14,4%

1884 318 / 81,1% 67 / 17,1% 98,2% 7 / 1,8%

1886 67 / 17% 288 / 73,2% 90,2% 37 / 9,8%

1891 262 / 65,6% 83 / 20,8% 86,4% 13,6%

1893 61 / 15,2% 281 / 70,2% 85,5% 14,5%

1896 279 / 69,5% 88 / 22% 91,5% 8,5%

1898 84 / 21% 284 / 66,3% 87,3% 2,7%

1899 230 / 58,7% 118 / 30,3% 89% 1%

1901 85 / 21,7% 240 / 61,1% 82,8% 17,2%

Resultados electorales y reparto escaños desde 1876 a 1901

(El número total de escaños variaba de unas elecciones a otras) Fuente: Martínez Cuadrado, M.: Elecciones y partidos políticos en España, 1868-1931

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5.- La oposición política.-

La Restauración no integró a las formaciones políticas no dinásticas (es decir,

no monárquicas), es más, reprimió y marginó a carlistas y republicanos, que fueron

considerados enemigos del Estado; también fueron excluidos los regionalistas (que

cuestionaban la administración central) y las organizaciones obreras (contrarias al poder

liberal porque conllevaba el capitalismo). Esta oposición fue débil e incapaz de

beneficiarse de la corrupción del sistema y de la indiferencia política en temas sociales;

la división interna de carlistas y republicanos y el tardío resurgir de las fuerzas

nacionalistas explican este hecho en parte.

5.1 El carlismo.- Derrotado el carlismo en sus tres guerras, no logró ya

recuperar la fuerza de antaño, sobre todo por la pérdida del apoyo pontificio

(pues el Papado se inclinó más a favor de Alfonso XII); con lo que se

minimizaba su opción dinástica y se redujo su poder a la zona del País Vasco y

Navarra (de gran arraigo del foralismo católico). A ello se une su división en dos

tendencias: los integristas (que criticaban el excesivo liberalismo del

pretendiente Carlos VII) y los tradicionalistas (que evolucionaron hacia

posiciones regionalistas, donde tendría cabida la monarquía tradicional católica,

aunque el creciente nacionalismo les restó importancia). Aprovechando la

libertad de asociación y el sufragio universal estos se reorganizaron como

partido político, obteniendo escaños en 1896.

5.2.- El republicanismo.- Reprimidos en los inicios de la Restauración, no

consiguieron recuperarse del fracaso de la Primera República, ni extender su

implantación social, superando pocas veces los 33 escaños de 1893. Se

agruparon en diferentes corrientes doctrinales y políticas en torno a los antiguos

líderes del Sexenio:

- Federalistas (en torno a Pi i Margall). Se inclinaron a posiciones

socializantes y hallaron eco entre sectores populares de Cataluña, litoral

valenciano y Andalucía.

- Unionistas (liderados por Nicolás Salmerón). Formaron el Partido

Centrista pues eran partidarios de la unidad territorial y política del

Estado.

- Radicales. Crearon el Partido Progresista, siendo partidarios de la lucha

armada, insurrecciones, atentados, etc. para conseguir su fin.

- Posibilistas. Grupo minoritario en torno a Emilio Castelar, se integraron

al final en el Partido Liberal de Sagasta.

Federalistas y unionistas, partidarios de la acción pacífica y legal, terminaron

uniéndose en el partido político de la Unión Republicana en 1893, con el deseo

de aumentar su peso electoral, aunque este bloque no se consolidó hasta 1903.

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5.3.- El movimiento obrero

Durante los primeros años de la Restauración, el movimiento obrero no

constituyó una oposición política real, aunque sí atacó al sistema a través de

insurrecciones, huelgas y atentados. El movimiento obrero internacionalista se

divide en dos tendencias: el Anarquismo de Bakunin y el Socialismo de Carlos

Marx. La ruptura entre ambos se produce en el Congreso de Zaragoza en 1872.

5.3.1.- El anarquismo fue la doctrina que consiguió una mayor

aceptación social, tanto en el campo (especialmente el andaluz), como en

los centros industriales (sobre todo Cataluña y Levante). A diferencia del

socialismo, se negaba a participar en la acción política (partidos y

elecciones), pues no creían en él sino que buscaban su destrucción, por lo

que llegaban a la acción directa organizada a partir de los sindicatos, pero

en la década de 1890 fueron frecuentes las acciones violentas

individuales (como el atentado a Cánovas del Castillo en 1897 que le

ocasionó la muerte). Los anarcosindicalistas prefieren una organización

federalista y tienen una menos coherencia política, ausencia de criterios

de admisión de militantes y no quieren intervenir. En Valencia crea su

sindicato, la CNT (Confederación Nacional de Trabajadores)

5.3.2.- El socialismo, menos extendido en España que el anarquismo,

defendía la participación política y la acción disciplinada; concebía la

política como una lucha de clases sociales. En 1879 Pablo Iglesias fundó,

en la clandestinidad, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE),

aunque no tuvo significación política hasta 1910, cuando consiguió un

solo diputado en las Cortes por Barcelona. Se extendió por ambas

Castillas, Asturias y Vizcaya. En 1888, durante la celebración de su

primer congreso, nacía su sindicato afín, la UGT (Unión General de

Trabajadores).

“Las aspiraciones del Partido Socialista son:

La posesión del poder político por la clase obrera. La

transformación de la propiedad individual o corporativa de

los instrumentos del trabajo en propiedad común de la

sociedad entera. Entendemos por instrumentos de trabajo: la

tierra, las minas, los transportes, las fábricas, las máquinas,

el capital-moneda … En suma: la idea del partido socialista

es la completa emancipación de la clase trabajadora. Es

decir la abolición de todas las clases sociales y su conversión

en una sola de trabajadores libres e iguales …”

Pablo Iglesias

Así pues, el movimiento obrero sólo empezó a convertirse en oposición

política de los partidos dinásticos a partir de principios del siglo XX, cuando

arraigó en los centros urbanos industrializados, donde era difícil manipular las

elecciones (allí no había caciques).

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5.4.- Del regionalismo al nacionalismo 8

Durante la regencia de María Cristina, uno de los fenómenos más

destacados fue la aparición de diversos movimientos regionalistas y

nacionalistas en Cataluña, País Vasco y Galicia. En Valencia y Andalucía

también algunos intelectuales defendieron los particularismos regionales, pero la

inexistencia de una burguesía fuerte económicamente, afín a sus ideales, les

restó importancia hasta principios del siglo XX.

El origen de estos movimientos es diverso (según las características

histórico-culturales, sociales y económicas de cada una de las regiones), aunque

todos defendían el particularismo lingüístico, cultural, institucional e histórico

frente a tendencias uniformadoras y centralistas del Estado liberal, que fue

incapaz de organizar un nacionalismo español nacional.

5.4.1.- El catalanismo. Se formó en los años 80 a causa de la Renaixença

(renacimiento cultural) iniciado en los años 30, que ayudó a recuperar la

conciencia nacional catalana, pero también influyó el cambio económico y social

experimentado en este siglo, que supuso una ruptura entre los intereses de la

oligarquía centralista y los de la burguesía catalana.

En lo político, el catalanismo partió de dos corrientes (ideológicamente

contradictorios), que reivindicaban el reconocimiento de la identidad particular

frente al centralismo: el federalismo republicano y el conservadurismo

tradicionalista y católico.

El proyecto federalista lo lideró Valentí Almirall, que elaboró las

primeras formulaciones teóricas del catalanismo; como estaba convencido de la

necesidad de crear una fuerza política desligada de los partidos políticos

estatales, creó el Centre Catalá, con el que reivindicaba la autonomía; pero este

proyecto fracasó y, a finales de siglo, se inició el predominio del catalanismo

conservador. Este, a pesar de tener diferentes tendencias, se constituyó en la

Unió Catalanista, elaborando el primer programa político catalanista, conocido

como Bases de Manresa, con el que reivindicaban un poder regional autónomo,

de carácter tradicionalista y antiliberal. Pero su punto álgido fue tras la pérdida

del mercado colonial en 1898, con el que la burguesía industrial se comprometió

activamente con el catalanismo político, con la idea de reformar un sistema de la

Restauración (incapaz de afrontar los retos de la moderna sociedad

industrializada). Tomó fuerza a principios del siglo XX.

8 El regionalismo es un movimiento que reivindica el reconocimiento de la identidad diferencial de una

región, ya sea cultural, económica, administrativa o política frente al Estado centralizado; busca uno

descentralizado y, en algunos casos, el federalismo. Cuando este movimiento acentúa su dimensión

política y reivindica altas cotas de autogobierno, basándose en el principio de las nacionalidades (a cada

nación un Estado), se define como nacionalismo. Este término se extendió a finales del siglo XIX,

cuando los nacionalistas incidieron en el sistema político a través de partidos bien estructurados.

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5.4.2.- El nacionalismo vasco. La abolición de los fueros en 1876 originó un

movimiento de defensa de las instituciones suprimidas y de recuperación de la

lengua y cultura vasca; a ello se unió el desarrollo económico y cultural que

sufrió esta zona, como consecuencia del crecimiento y minero e industrial (que

ocasionó inmigración a estas zonas). Ante esta situación, se inició un proceso de

concienciación del vasquismo, identificado con la lengua eusquera (o

vascuence), las tradiciones, los fueros, el catolicismo y un cierto ruralismo

idealizado, como consecuencia de la contraposición a una sociedad

industrializada y ampliamente castellanizada.

Fue Sabino Arana quien configuró el primer programa político

nacionalista, afirmando la raza, la lengua, el ultracatolicismo y las tradiciones

como elementos diferenciadores de la nación vasca, para la que reivindicaba la

soberanía; con estos postulados creó en 1895 el Partido Nacionalista Vasco

(PNV), muy conservador, radicalmente opuesto al liberalismo, la

industrialización, el españolismo y el socialismo. A finales de siglo, moderando

su radicalismo, el PNV obtuvo sus primeros escaños, canalizando el voto de las

clases medias urbanas y rurales, preocupadas por el creciente peso de los

trabajadores inmigrados (a los que ellos llamarán maketos), generalmente

identificados con el socialismo.

“El maketo (extranjero), ¡he ahí el enemigo! Y no me refiero a

una clase determinada de maketos, sino a todos en general:

todos los maketos, aristócratas y plebeyos, burgueses y

proletarios, sabios e ignorantes, buenos y malos, todos son

enemigos de nuestra patria, más o menos francos, pero siempre

encarnizados”

Sabino de Arana. Obras completas

5.4.3.- El nacionalismo gallego. El atraso socioeconómico en Galicia dificultó

la implantación del galleguismo, que en sus inicios se limitó a una minoría

intelectual; esto explica que la conversión del regionalismo gallego en

nacionalismo sea más tardía que en los casos catalán y vasco. El regionalismo

gallego se inició como movimiento cultural y literario, buscando respuestas y

soluciones al atraso económico y cultural de Galicia y cuyas figuras más

destacadas fueron Rosalía de Castro y Manuel Murguía, exponentes de un

liberalismo progresista (no como vasco ni catalán); pero paralelamente surgió

una corriente conservadora, tradicionalista y fuertemente católica, heredera del

carlismo, que tiene en Alfredo Brañas y en su obra “El Regionalismo” su

principal teorizador. Ya en el siglo XX, el fracaso del regionalismo moderado,

dio paso a una visión más progresista y combativa, que se manifestó en un

movimiento político.

6.- Conclusiones.

La Restauración fue uno de los periodos políticos más largos y estables de la

historia de España. Cánovas, además, consiguió integrar en el sistema a los dos grandes

partidos y el protagonismo civil. Fue un intento de normalizar la vida política mediante

un sistema que diera lugar a la mayor parte de grupos políticos que aceptaran la

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monarquía. Durante la primera etapa de la Restauración, hasta 1898, el pactismo

dominó la escena política española. Otra cuestión fue cómo poner en marcha el

funcionamiento del sistema: el sistema de turnos. En ese pactismo sólo participaron las

clases oligárquicas. Hubo un entrenamiento democrático, pues favoreció la madurez de

esta idea en los periodos siguientes.

Pero también cometió errores. El sistema sólo representaba a la oligarquía,

dejando fuera del sistema a la pequeña burguesía y al proletariado, el amaño de las

elecciones (con sus luces y sus sombras), la supresión de los fueros vascos y navarros, y

el no entendimiento del nacionalismo, así como no saber entender el problema colonial.

Con la desaparición de los líderes de los partidos conservador (Cánovas) y

liberal (Sagasta), el régimen sufrió un duro golpe (aunque ambos fueron sustituidos por

otros políticos importantes ya nada fue igual). A ello se unió el problema de la guerra de

Cuba, junto con Filipinas, Puerto Rico e islas del Pacífico, y posteriormente el

Regeneracionismo.

ANÉCDOTAS-CURIOSIDADES DE LOS LÍDERES DE LA RESTAURACIÓN

El malagueño Cánovas del Castillo no fue sólo un político excepcional sino un

hombre con un ingenio especial al que se le atribuyen muchas anécdotas. Cánovas era

temible por sus agudas ocurrencias. Como aquella ocasión en la que alguien, en su

presencia, alabó un día los méritos del general O'Donnell, calificándolo de ídolo, a lo

que comentó: "¡Dígamelo a mí, que hablé mil veces dentro de él!".

En otra ocasión, el conde de Gamazo le comentaba con cierta asiduidad al patriarca-

líder conservador: “Tengo un cuñado, don Antonio, a quien me gustaría que usted

oyese... “ (hablaba de Antonio Maura, futuro presidente del Gobierno); un día, por fin,

tal vez harto de escucharlo, Cánovas oyó al "cuñado", y en seguida puntualizó al

conde: “Perdón, amigo. Pero el que tiene un "cuñado" es Antonio Maura”.

Fueron unas señoras a pedirle favores administrativos y una le dice: “Debe usted estar

harto de nosotras, que no hacemos más que pedir”. “Señora, respondió Cánovas, a mí

las mujeres no me molestan por lo que me piden, sino por lo que me niegan”.

Don Práxedes Mateo Sagasta fue siete veces presidente del Gobierno, aunque ahora se

le recuerde por ser con el que España perdió Cuba y Filipinas. Fue el político de las

horas difíciles; su lema era “No hay orden sin libertad, ni libertad sin orden”. De

Sagasta podemos narrar una historia de culebrón: a Angelita Vidal, su padre la había

casado con un capitán, en contra de su voluntad y, cuando salía de la Iglesia, Sagasta la

rapto y se la llevó, no pudiéndose casar con ella hasta que murió el capitán, pero

vivieron juntos veintinueve años.

En el Congreso de los Diputados, durante el Sexenio, estando el uso de la palabra, cayó

a su lado un cascote de las bombas que O´Donnell lanzaba contra la Carrera de San

Jerónimo (calle donde se encuentra el Congreso). Sagasta cogió un pedazo de hierro aún

caliente y dijo a la presidencia: “Pido que conste en acta”.