635 La Pugna Cortesana Por El Control Del Consejo de Cruzada (1573-1585) Henar Pizarra Llórente (Universidad Pontificia de Comi

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    LA PUGNA CORTESANA POR EL CONTROL

    DEL CONSEJO DE CRUZADA (1573-1585)

    Henar Pizarra Llrente

    (Universidad Pontificia de Comillas)

    U 11 fallecimiento de Diego de Espinosa, acaecido en septiembre de 1572, marcr ^ el inicio de importantes cambios en el seno de la Monarqua hispana. Su muer-

    M V te coincida con la desaparicin de una serie de personajes -Ruy Gmez deSilva, doa Juan de Austria, Martn de Velasco, Francisco de Borja- de significativarelevancia poltica. Esta sucesin de defunciones trajo aparejada, por una parte, la inau-guracin de un novedoso sistema de gobierno, que se concret en la aparicin de las

    juntas como rganos de decisin poltica. Por otra, como consecuencia de este nuevofuncionamiento y de la ausencia de los antiguos patronos cortesanos, se produjo unareorganizacin de las facciones que pugnaban por obtener el beneficio de la graciaregia. El protagonismo adquirido por el secretario real que asista a las reuniones de las

    juntas, sobre todo, por constituir el conducto de comunicacin obligado entre stas y elmonarca, propici que fuesen dos secretarios reales, Mateo Vzquez y Antonio Prez,quienes comenzasen a conformar en tomo a s dos grupos que lucharon por alzarse con

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    el favor del rey. Mateo Vzquez, vinculado a Diego de Espinosa desde su niez, tratde recoger la herencia poltica de su protector. Sus propsitos se vieron favorecidos porel encargo recibido de Felipe II sobre la custodia y manejo de los papeles del Cardenalun da despus de su bito. Esta muestra de confianza regia impuls a Vzquez a poner-se al frente de la red clientelar creada por Espinosa, compuesta, principalmente, por losletrados que le haban ayudado a llevar a cabo su actividad reformstica en el procesode confesionalizacin de la Monarqua '". Aunque Vzquez se convirti en un gran

    patrn cortesano, encabezando el "partido castellanista", no pudo evitar el surgimientode un grupo opositor '^'. En este sentido, la eleccin de un nuevo papa, Gregorio XIII,

    despus de que Po V llegase al final de sus das en abril de 1572, tuvo una importan-cia primordial. El pontfice foment la creacin de un "partido" en la Corte filipina,cuyos integrantes provenan de la faccin "ebolista", aunque, en algunos casos, haban

    prestado su colaboracin en la poltica efectuada por Espinosa y haban gozado de suproteccin. El "partido papista" contaba con un importante factor de cohesin, puestoque sus componentes haban desarrollado actividades en sus servicios a la Monarqua

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    relacionados con Roma o con las posesiones hispanas en Italia. Adems de estos letra-dos, formaron parte de esta faccin diversos nobles vinculados a los Eboli y algunosmiembros de la familia real, como Alejandro Famesio y Juan de Austria, quien, teri-camente, encabezaba la misma. No obstante, su lejana de Madrid provoc que fuesenel secretario Antonio Prez y la princesa de Eboli quienes ejerciesen esta funcin en la

    prctica "*.

    Los aos que siguieron a la muerte de Espinosa supusieron un periodo de indeter-minacin por parte del monarca en tomo a los depositarios de su confianza. Si bien laactitud regia tuvo como consecuencia cierta indefinicin en los "partidos" cortesanos,dichas facciones se fueron perfilando y comenzaron a pugnar por establecer su domi-nio sobre los rganos que conformaban el aparato administrativo de la Monarqua.Mientras que Mateo Vzquez centr sus esfuerzos en conseguir el preciado cargo desecretario personal del rey, as como en mantener bajo su influjo el Consejo y CmaraReal, el "partido papista" encauz su actividad hacia unos objetivos ms amplios. Paraello, los personajes que contaban con mayor relevancia dentro del mismo, como eran elsecretario Antonio Prez, el Inquisidor General Gaspar de Quiroga y Martn de Gazte-

    lu, iniciaron una ofensiva conducente a desplazar a los antiguos clientes de Espinosapara que sus puestos fuesen ocupados por individuos vinculados a esta faccin. En estesentido, pusieron un especial inters en establecer su control sobre aquellos asuntos queestuviesen relacionados directamente con la Santa Sede, como eran los referidos a laCruzada. Francisco de Soto Salazar, estrecho colaborador de Diego de Espinosa, fuenombrado Comisario General de Cruzada en 1571. Haba accedido al cargo en sustitu-cin de fray Bernardo de Fresneda, que hubo de abandonar la Corte para acudir a cum-plir con la residencia en su prelacia de Crdoba. No obstante, su relevo estuvo motiva-do por su aislamiento cortesano, puesto que, a pesar de que su radicalismo en la defen-sa de la ortodoxia catlica le hizo colaborar activamente en la poltica desarrollada porEspinosa, no perteneci a su crculo clientelar "'. Como consecuencia de su carencia de

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    apoyos, en 1566, se comenz a instruir una visita al Consejo de Cruzada que, auspicia-da por Espinosa, tuvo como resultado el definitivo relegamiento poltico de Fresneda.As, perdido el favor regio, se vio forzado a renunciar tanto a su influyente cargo deconfesor real como a la Comisara General de Cruzada, que fue ocupada por uno de loshombres ms cercanos al gran patrn cortesano "". Soto Salazar se emple en poner en

    prctica las conclusiones alcanzadas en la visita que haba precedido a su nombra-miento, pero, muerto su protector, expres sus deseos de exonerarse del cargo. En sep-tiembre de 1574, Mateo Vzquez dirigi una carta a Felipe II en la que apoyaba su soli-citud para ser provedo obispo de Salamanca "". Sin duda, esta peticin constitua un

    reflejo de la falta de cabida del Comisario General en la nueva configuracin de las fac-ciones cortesanas, por lo que trat de hallar l mismo una salida honrosa de la Corte.Para ello, cont con la ayuda de Mateo Vzquez, que estaba llevando a cabo una reno-vacin de los miembros del "partido castellanista" prescindiendo de los viejos servido-res de Espinosa. Sin embargo, la indeterminacin por parte del monarca sobre el grupocortesano en el que iba a depositar su confianza provoc que la sustitucin de SotoSalazar no se efectuase de manera rpida. Esta situacin propici que, en julio de 1575,Vzquez indicase al rey que los despachos se deban continuar realizando a nombre de

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    ste hasta que el monarca tomase una determinacin sobre la designacin de un nuevoComisario. Igualmente, adverta que, cuando se produjese su marcha a la prelacia sal-mantina, deba realizar una subdelegacin de sus funciones hasta que se consumase lanominacin regia "'. Esta no se produjo hasta diciembre de dicho ao. En la carta que

    Felipe II dirigi al pontfice expona que, a causa de la dejacin realizada por Soto Sala-zar para acudir a su obispado, el licenciado Pedro Velarde pasaba a ocupar su lugar enla Comisara General de Cruzada, solicitando que se procediese a su nombramiento "*'.

    No obstante, Soto Salazar continu ejerciendo sus atribuciones hasta que el mismo sehizo efectivo. Desvinculado del Consejo de Cruzada, fue consultado en diversas oca-siones por el rey como experto en esta materias, y sigui prestando su colaboracin enel proceso de confesionalizacin de la Monarqua "\

    Por su parte, Pedro Velarde, que fue inquisidor en el tribunal de Toledo, haba acce-dido a una plaza de consejero de Inquisicin en 1572, siendo el ltimo apadrinado queDiego de Espinosa introdujo en la Suprema "">. Sin embargo, producido su fallecimien-to, se puso bajo la proteccin de Gaspar de Quiroga, que pas a ocupar el cargo deInquisidor General en 1573. Su vinculacin a uno de los personajes ms relevantes del"partido papista", as como la intencin de dicha faccin de controlar los designios delConsejo de Cruzada, posibilitaron la llegada de Velarde a la Comisara General. Paralograr su objetivo, durante los ltimos meses que Soto Salazar permaneci en el ejerci-cio de sus funciones, Quiroga inici una ofensiva tendente a extender su influencia alos asuntos relacionados con las Gracias. As, mientras que, en junio de 1575, Velardehaba terminado de realizar una visitaa la Universidad de Salamanca cumpliendo conun mandato real "", el Inquisidor General trataba de imponer su control a las accionesrealizadas por el licenciado Sancho Busto de Villegas respecto al pago del subsidio yexcusado correspondiente al arzobispado de Toledo, que deba efectuar como goberna-dor de dicha demarcacin *'^*. En febrero de 1576, Busto de Villegas haca saber a su

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    protector, Mateo Vzquez, cmo Quiroga y el nuncio papal haban logrado de Felipe IIque fuese sustituido en este cometido por el doctor Pedro Nez de Toledo, que rpi-damente haba comenzado a desarrollar su misin requiriendo los papeles y cuentas alcontador Lucas Ruiz, a pesar de que ambos estaban desarrollando su trabajo con extre-mado celo. No escapaba al entendimiento de Busto de Villegas que la maniobra obe-deca a un intento de desacreditar su actuacin dentro del marco de las pugnas cortesa-nas por hacerse con el control de las instituciones '">.

    Desde abril de 1576, Pedro Velarde comenz a desempear el cargo de Comisario

    General detruzada "*'. Esta provisin debi ser del agrado de Gregorio XIII, tanto porla pertenencia del nuevo Comisario al grupo cortesano que estaba ms en consonanciacon las lneas de la poltica pontificia, como a causa de que el designado no ostentase,entre sus otras ocupaciones o cargos, ningn obispado. Hemos de recordar que si bienesta cuestin no haba impedido los nombramientos de fray Bernardo de Fresneda o deFrancisco de Soto Salazar, en su momento, los distintos pontfices haban expresado lainconveniencia de que esta funcin fuese ejercida por un prelado, pues sus ocupacionesobligaban al absentismo de la sede episcopal con el consiguiente descuido de los debe-res pastorales. El impulso que Gregorio XIII pretenda dar a la aplicacin de las refor-mas tridentinas, le haca conceder a la cuestin de la residencia de los obispos en sus

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    dicesis una gran importancia "'', por lo que la condicin de Pedro Velarde, en este sen-tido, debi favorecer la grata opinin del Papa.

    1. BAJO EL INFLUJO DEL "PARTIDO PAPISTA" (1576-1579)

    1.1. La problemtica renovacin de las Gracias

    En mayo de 1575, el embajador Juan de Ziga haba solicitado la prorrogacin dela cruzada, subsidio y excusado, pero el pontfice condicion la concesin de las Gra-cias a que se aportasen, por parte de la Monarqua hispana, veinte mil ducados anuales

    para la construccin de la fbrica de la baslica de San Pedro '"". Ziga se mostr pro-clive a acceder a la peticin papal, aunque demand que esta contribucin se viese com-

    pensada en otras facultades que subsanasen la merma que sufriran las arcas regias. Sin

    embargo, todas las propuestas que el embajador hizo al respecto chocaron con la opo-sicin de Gregorio XIII, que aduca haber favorecido la cuanta de las gracias concedi-das en modo suficiente. Las negociaciones, en las que se entremezclaba el devenir dela situacin en Genova, se prorrogaron hasta comienzos de 1576 "". As, el 20 de febre-ro de dicho ao, Juan de Ziga comunicaba a Felipe II la concesin de la cruzada porun nuevo sexero, recibiendo el Papa a cambio los cien mil ducados requeridos para lasobras de San Pedro. El breve correspondiente no lleg a Madrid hasta abril de 1577, sinreflejar las peticiones realizadas por el monarca en relacin con la concesin de jubile-os de caja u otras nuevas gracias '"".

    Por otra parte, surgieron dificultades en tomo a una clusula incluida en la Bula deconcesin de la Cruzada. En mayo de 1576, Felipe II peda a su embajador que infor-

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    mase al pontfice de los inconvenientes que se podan derivar a causa de esta novedad,pues se contemplaba que los delitos de hereja quedaban tambin absueltos "en el forode la conciencia", cuando, tradicionalmente, dichas faltas quedaban excluidas. Solici-taba que esta cuestin quedase zanjada, dado que no supona ninguna ventaja en lo queataa a la Bula, y representaba un gran perjuicio para el Santo Oficio "". Aunque, comoveremos ms adelante, esta cuestin fue un tema recurrente, Gregorio XIII concedi unbreve en el que se recoga la peticin del monarca, y en el que quedaba reflejada la inva-lidez de la absolucin de los confesores, en virtud de la Bula de Cruzada, en los casosde hereja '-"'.

    As pues, el 26 de mayo de 1577, Pedro Velarde escriba a Mateo Vzquez cmohaba dado cuenta al rey del cobro de la cruzada, sealando la falta de problemas paraefectuar el mismo, as como lo cuantioso de los ingresos percibidos por este concep-to*^". No obstante, sealaba que la negociacin con el estamento eclesistico en relacincon el cobro del excusado no haba sido fcil '--'. La cobranza del subsidio y el excusa-do corresponda a los cabildos eclesisticos, quienes para poder hacer frente a la actua-cin del Comisario General de Cruzada potenciaron, desde comienzos de la centuria, laformacin de un organismo asambleario, la Congregacin eclesistica, a travs del quese entablaba con el monarca y sus representantes la negociacin correspondiente, tra-tando de salvaguardar sus intereses frente a las pretensiones reales '-". Durante abril y

    mayo de 1577, las conversaciones se centraron en la conversin del excusado en un

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    subsidio ordinario sobre todos los frutos y rentas eclesisticas que el papa h aba conce-dido "*. En el mes de junio, se alcanz el acuerdo que fijaba dicha conmutacin en tres-cientos mil ducados en lo referido a los reinos de la Corona de Castilla, alcanzando tam-

    bin la concordia pertinente con las iglesias de Aragn '">, aunque, posteriormente, lacobranza entra no pocas dificultades '-'*'. Hemos de sealar, en este sentido, la super-visin qu e Gaspar de Quiroga realiz de todas las negociaciones mantenidas entre elComisario General y la Congregacin eclesistica, sobre todo en lo referido a los fru-

    tos y rentas del arzobispado toledano '"'.

    1.2. Las reformas en la administracin de la Cruzada

    Desde 1575, se haba intentado de forma fallida centralizar las recaudaciones de la

    cruzada. Por otra parte, esta cuestin se enmarcaba en el proceso de la pugna de las fac-ciones cortesanas por hacerse con el control de los ingresos '-*'. Los intentos de racio-nalizar la administracin, as como de acabar con los abusos a los que, tradicionalmen-

    te, daba lugar su cobranza, motivaron q ue se efectuasen diversas consultas encamina-das a dilucidar la manera ms conveniente de p roceder en este sentido. Si bien parecaque la solucin a esta problemtica era encargar su gestin, en cada cabeza de o bispa-do, a una persona de demostrada confianza y experiencia, las necesidades urgentes que

    impona la poltica de la Monarqua respecto a la disponibilid ad de dinero haban lle-vado forzosamente a realizar consignaciones sobre estas rentas. La bancarrota de 1575

    proporcion la posibilidad de aco meter una reorganizacin, aunque la administracin

    de la cruzada se mantuvo bajo la actuacin de Juan Fernndez de Espinosa hasta

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    1577"-". La concesin otorgada por Gregorio XIII a comienzos de dicho ao impuls ladecisin de establecer este nuevo orden, que ya se trat de implantar tras la visita rea-lizada por Gaspar de Quiroga al Consejo de Cruzada entre 1566 y 1570, con el que el

    propio visitador se haba mostrado conforme y procur definir, pero su puesta en prc-tica fue dificultada por la situacin descrita. As pues, partiendo de los resultados deesta visita, se sealaba que en cada ciudad cabeza de obispado se nombrasen una o dos

    personas de suficiencia probada, que bien contasen con experiencia en el tratamiento de

    estas cuestiones o que, en ausencia de ind ividuos con esta caracterstica, los corregido-res se encargasen de enviar informacin al Consejo de Cruzada sobre las personas quecreyesen capacitadas para efectuar esta actividad. Este organismo fue el encargado de

    hacer la seleccin y despachar los correspondientes nombramientos. Los tesoreros dela Cruzada de cada uno de los partidos perciban el mismo salario por su labor que hab-an recibido los tesoreros particulares bajo las rdenes de Juan Fernndez de Espinosa.Tambin se apuntaba que se tuviesen semejantes precauciones en la eleccin de los

    receptores, que quedaban bajo la supervisin de los tesoreros, encargando a stos queles hiciesen cumplir debidamente con las Ordenanzas promulgadas. Se estimaba qu eesta nueva forma de actuacin se t raducira en un ahorro para el erario regio de cin-

    cuenta mil ducado s en cada predicacin de la cruzada. Establecido el nuevo sistema, enmarzo de 1577, el Comisario General y el Consejo de Cruzada, junto con Francisco deGamica del Consejo de Hacienda, y Juan Diez de Fuenmayor de la Cmara regia,ambos vinculados al "partido papista", se reunieron para establecer la manera en que el

    mismo se deba poner en ejecucin. La junta decidi que la actuacin tena que eneo-

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    mendarse a tesoreros en cada uno de los partidos, como estaba fijado, dada la carenciade personas de confianza con las que poder realizar un asiento general, as como por lasventajas econmicas que se desprendan de este mtodo de gestin. Sin embargo, los

    problemas comenzaron a surgir en tomo a la designacin particular de los tesoreros encada demarcacin. La propia junta declaraba que la falta de experiencia en estas atri-

    buciones, unido a la precipitacin con la que se haban realizado los nombramientos,haba sido la causa de mltiples confusiones y escndalos con el consiguiente perjuicio

    para la autoridad del tribunal ""'. El origen del problema estaba en la diversidad de opi-niones nacidas en su seno en tomo a los designados. La disparidad de criterios entre elComisario General y los oficiales del Consejo -contadores y fiscal- a quienes corres-

    ponda realizar la seleccin entre los candidatos, haba llevado a continuos cambios detesoreros. As pues, para evitar en el futuro estas diferencias, se estipulaba que fuese la

    junta al completo la que examinase a los pretendientes y decidiese su idoneidad. Resul-ta, pues, evidente el control que los miembros de "partido papista" trataban de impri-mir a todas las decisiones del Consejo de Cmzada.

    De la misma manera, en junio de 1577, Pedro Velarde informaba de cmo la juntaestimaba conveniente la nominacin de un receptor general que se encargase de con-centrar las recaudaciones efectuadas en los partidos. As, los contadores y el fiscal que-daban relevados de esta funcin, que llevaban realizando desde 1575 "". El elegido paraocupar este oficio fue Sebastin de Santoyo, ayuda de la Cmara Real, quien, en

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    diciembre de 1577, reciba las instmcciones relativas al ejercicio de su cargo "''. Enstas, se le encargaba expresamente el celo que deba imprimir a su actuacin, requi-riendo a los contadores la entrega de las cdulas de libranza un mes antes de los plazosespecificados para su paga. Una vez cumplidos, deba demandar el tributo a los cabil-dos eclesisticos del subsidio y el excusado, y a los tesoreros de cada partido lo corres-pondiente a la cmzada. El cobro tena que efectuase sin que se produjese ninguna negli-gencia, pues, en tal caso, el propio receptor general tena que reparar los daos produ-cidos a la hacienda regia. La recaudacin se introduca en el arca de las tres llaves cre-ada en la Corte con esta finalidad. La presencia de los contadores del Consejo de Cm-

    zada, que eran los depositarios de las llaves, era imprescindible para realizar esta ope-racin, as como para la ejecucin de las libranzas que afectasen a estos ingresos con

    posterioridad. Santoyo reciba un salario de trescientos mil ducados al ao, de los quehaba de pagar a los cobradores del subsidio y excusado, as como todos los gastos queconllevaba el cobro de estas rentas, mientras que los tesoreros de la cmzada asumanestos costes en el asiento que efectuaban. En cuanto a los ingresos derivados de las Gra-cias proveniente de los reinos de Aragn, Valencia, Catalua, Sicilia, Cerdea y Mallor-ca, el receptor general deba realizar su depsito en las tablas de las ciudades de Zara-goza, Valencia y Barcelona, y lo correspondiente a Sicilia, Cerdea y Mallorca, entre-garlo a las personas designadas por los virreyes para esta funcin. Estaba adems obli-gado a presentar las cuentas de su actuacin anualmente, as como a respaldarse con

    fianzas en una cuanta de cien mil ducados para mayor seguridad en la ejecucin deloficio "".

    La creacin del cargo de receptor general estaba relacionada, como hemos seala-do, con las luchas de las facciones cortesanas por mantener bajo su control la gestin

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    de los ingresos de la Monarqua. En este sentido, resulta muy clarificador el memorialque Francisco de Gamica remiti a Felipe II en diciembre de 1575. El mismo estabaencaminado a salvaguardar su propia responsabilidad y la del secretario Delgado comosupervisores de las actuaciones que se ejecutaban respecto al arca de las tres llaves.Gamica apuntaba que el tesorero, a cuyo cargo estaba el dinero all depositado, efec-tuaba las libranzas que se cometan por orden regia sin llevar un registro preciso. A

    pesar de que insista en su convencimiento de que las gestiones se realizaban con elorden y la limpieza convenientes, representaba sutilmente al monarca la necesidad deimponer un mayor rigor '"". Sin embargo, Sebastin de Santoyo busc alcanzar unmayor protagonismo, que le llev a enfrentarse con sus protectores. Exigi que se sea-lase una habitacin diferenciada para depositar las arcas como medio para favorecer sucustodia. Tambin reclam que una de las tres llaves que abran las mismas deba estaren su poder, y las otras dos en el de los contadores del Consejo de Cmzada, por lo que

    peda al monarca que los anteriores depositarios procediesen a su entrega. Sealaba quedeban requerirse a Gamica, Delgado y Juan Fernndez de Espinosa "". Mateo Vzquezescribi con este propsito a los interesados, sealando la inconveniencia de que sur-giesen dilaciones en los depsitos a causa de esta cuestin. Delgado se mostr muy sor-

    prendido de este requerimiento, pues aseguraba que la llave jams se quitaba del arca'"^'.Gamica se expres con ms claridad en su respuesta. Aseguraba que el Comisario

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    General y los contadores del Consejo de Cmzada eran quienes realmente haban tenidoel uso de las mismas y, por tanto, a quienes se deban requerir '">. Ciertamente, nada sedeca en las instmcciones sobre que el receptor general poseyese una de las llaves, aun-que Santoyo alegaba que el uso continuo que tena que hacer de las arcas en el ejerci-cio de su oficio justificaba la demanda. Sus pretensiones encontraron la oposicin delComisario General y de los miembros de Consejo de Cmzada. En carta que Mateo Vz-quez dirigi al rey en febrero de 1578, aconsej al monarca que no modificase las atri-

    buciones de Santoyo ni admitiese innovaciones en estas cuestiones. Apuntaba que estapretensin contribuira a crear mayor unidad en el seno del Consejo, asunto que esti-maba preocupante por la amistad existente entre personas que efectuaban oficios nece-sariamente encontrados por sus funciones, como los contadores, los receptores, y elteniente de stos, llamado Juan Velarde, familiar del Comisario General "*'. El rey,siguiendo consejo de Mateo Vzquez, trat, primeramente, de que se condujese y pro-siguiese de forma ordenada lo relativo a la cuestin monetaria para, posteriormente,analizar las posturas contrapuestas de las partes '^^\Pero el enfrentamiento se fuehaciendo cada vez ms encrespado. As, Juan Velarde lleg a amenazar con retirar eldinero de las arcas si se ceda a los deseos de Santoyo '*", a quien, el receptor Juan deIzaguirre acus de actuar movido por su amistad con Mateo Vzquez. Felipe II enjui-ci que este hostigamiento haba sido instmmentalizado e inducido por el ComisarioGeneral '*". Tras consultar a Gamica y a Juan Femndez de Espinosa, el rey decidi

    zanjar el problema. Francisco de Gamica se convirti en el intermediario entre el Comi-sario General y los contadores, por una parte, y Santoyo por la otra. El monarca esta-

    bleci que, cuando fuesen convocados por Gamica, stos deberan acudir con las llavesy con el dinero recaudado respectivamente. El enfado exhibido por Felipe II a causa deque^se hubiesen dejado de ejecutar sus rdenes por esta pugna '''^\ forz la disculpa dePedro Velarde y de los contadores por su modo de proceder, aunque su comportamien-

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    to sirvi para poner freno a las ambiciones de Santoyo '*^'. El nico apoyo que el recep-tor general encontr en el Consejo de Cruzada fue el procurado por el asesor JernimoContreras, en cuyo favor escribi al secretario Mateo Vzquez sealando los grandesservicios que le haba prestado '*".

    Si bien el establecimiento de una administracin centralizada de la cruzada en laCorona de Castilla haba revestido algunas dificultades a causa de la impronta queFrancisco de Gamica y el Comisario General trataban de imponer en todas las cuestio-nes referentes a esta materia, no estuvo tampoco carente de stas su instauracin en elreino de Aragn. El Comisario General y el Consejo de Cruzada se mostraban sor-

    prendidos de que la gestin de esta gracia se hubiese encargado a Juan Bayarte, hom-bre al que consideraban de una categora muy inferior a los que anteriormente se hab-an encargado de este asunto. Adems de la desconfianza que despertaba desconocer lacuanta de sus bienes, sus antecedentes familiares le hacan parecer una persona ina-

    propiada para ejercer este oficio. Sus padres eran comerciantes beameses, que tratabanen sus negocios con franceses en general, lo que poda dar oportunidad a stos de intro-ducir en Aragn bulas falsas con el consiguiente perjuicio y escndalo. Apuntaban quetanto Alonso Fernndez de Espinosa como Antonio Palavessino, que le haban prece-

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    dido en esta actividad, contaban con mayor fiabilidad. Afirmaban que esta innovacinsupona una gran desconsideracin, sobre todo para el primero de ellos, dado que tenaarrendados los derechos en dicho reino por tres aos, hasta finales de 1578, y que sesaba positivamente que en esta operacin haba perdido ms de sesenta mil ducados.De igual modo, Palavessino era una persona que gozaba de muy buena fama y de unahacienda contrastada "". As pues, el Comisario General y el Consejo procedieron con-tra Juan Bayarte, al que apartaron de esta funcin, que fue encomendada a Palavessino.Bayarte significaba que sus condiciones eran mucho mejores que las que haba presen-tado el genovs, y sealaba la poca consistencia de las sospechas sobre su persona, puescontaba con ms de veinte aos de servicios en oficios de responsabilidad. Apuntabaque la causa de su descrdito estaba en que Palavessino era protegido del contadorFrancisco de Gamica, quien haba tratado con el Comisario General y con los contado-res para que se procediese en su contra y en favor del genovs. Por su parte, ste lehaba llegado a ofrecer hasta mil quinientos ducados para que desistiese de sus preten-siones. Como se neg acceder a este ofrecimiento, fue presionado por el contador Gas-

    par de Cullar y por el secretario de su contadura. Salvatierra, proponindole que, sirenunciaba a su propsito y dejaba que Palavessino se encargase de esta administracin,podan repartir ambos los beneficios de la misma a partes iguales. Sin conseguir queBayarte se aviniese a las demandas que se le hacan, Palavessino recurri al fabriquerode la Seu de Zaragoza, que era uno de los comisarios de la Cmzada y hechura suya,

    para que hiciese instancia al fiscal del Consejo, siendo en el seno de este organismo, sinrealizar ms comprobaciones, donde se decidi su sustitucin como administrador dela cmzada. Bayarte, que dirigi sus quejas sobre Gamica y los contadores del Consejoa Mateo Vzquez, amenaz con reclamar ante monarca, aadiendo que, adems, estecambio en la designacin se haba realizado sin estar presente el regente Paulo Pa, ase-sor en el Consejo de Cmzada para las cuestiones referentes a Aragn *'.

    En este sentido, hemos de sealar que, si bien en los resultados de la visita instmi-

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    da por Gaspar de Quiroga en 1566, se sealaba la conveniencia de que se ampliase ados el nmero de los asesores del Consejo, y que al menos uno d e ellos perteneciese al

    Consejo de Aragn, esta recomendacin no se llev a la prctica hasta 1576, coinci-diendo con la designacin de Pedro Velarde como Comisario General. As, junto allicenciado Jernimo Contreras del Consejo Real, ocuparon oficio de asesor del Conse-

    jo de Cruzada el doctor Paulo Pa para las cuestiones referentes a Aragn, y Benito

    Lpez de Gamboa, del Consejo de Indias, elevndose por tanto a tres las plazas de ase-sor en este organismo '"''.

    En relacin con las cuestiones crematsticas, Pedro Velarde protagoniz, du ranteeste periodo, un fuerte enfrentamiento con Juan Andrea Doria, quien alegaba que, en

    1564, no se le haba pagado el montante completo de lo que le corresponda cobrar atenor del asiento acordado. El origen del problema, segn establecan los con tadores dela Cruzada, estaba en que Doria haba dejado de percibir algunas partidas del subsidio

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    de galeras que le correspondan, porque, a causa de la l imosna que el rey haba realiza-do a algunas iglesias y monasterios y haberse quedado sedes vacantes, entre otras reizo-nes, se haban generado algunas diferencias entre lo que se haba pensado recaudar ylas contribuciones reales que se recolectaron por este concepto. Esto hizo disminuir

    tambin, por tanto, las partidas con las que se realizaron lo s pagos, por lo que no resul-taba razonable requerir dicha diferencia al tesorero y pagador Juan de Orbea. Pasadoslos aos. Doria reclam este alcance al rey. Ni los contadores del Consejo de Cruzadani el Comisario General se mostraron partidarios de restituir a Doria la cantidad de

    dinero que demandaba, pues pensaban que to do se haba hecho en la forma debida. Sin

    embargo, el monarca, por informacin que le proporcion la Junta de Galeras, autorizque se efectuase la libranza correspondiente a favor de Doria en diciembre de 1576 '"*',pero esta o rden encontr la oposicin de Velarde para hacerse efectiva '"'". Las infruc-

    tuosas reclamaciones de Doria al rey se prolongaron hasta mediados de 1578. Si bienlos contadores de la Cruzada procedieron a examinar las cuentas del demandante conel fin de esclarecer la cuestin ''"', Velarde se mantuvo firme en su determinacin. En

    distintos memoriales que el Comisario General dirigi al monarca, trat de justificar losmotivos de su negativa. Pensaba que el perjuicio para la hacienda real era importante,

    por lo que los ministros que h aban informado al rey para que orden ase la cdula delibranza haban obrado de forma incorrecta motivados por otros intereses, sin conside-

    rar que esta actuacin supona lo que Velarde calificaba de robo al erario regio '"'. De

    cualquier manera, el caso de Juan Andrea Doria no supuso un elemento aislado en rela-cin con las dificultades que Velarde pona en cuanto a realizar las libranzas del subsi-

    dio de galeras. Reclamaciones semejantes fueron presentadas por el provisor FranciscoDuarte en la Chancilleria de Granada, que el licenciado Leciana, oidor de la misma,hizo llegar a su protector Mateo Vzquez. El Comisario General dilataba la ejecucindel pago adu ciendo que deba ser Santoyo el encargado de efectuarlo, motivando nue-

    vamente la confusin sobre las competencias del receptor general "^'. Esta actitud favo-reca el control que tanto l mismo como los contadores trataban de imponer en el orga-nismo.

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    2. LA VISITA DE 1578-1582

    En mayo de 1577, Pedro Velarde se haba dirigido al secretario Mateo Vzquez para

    que intercediese a su favor ante el rey. Pretenda que le fuese concedido un beneficioeclesistico que no estuviese obligado a la residencia, de manera que no interfiriese por

    ello en el ejercicio de su oficio en la Corte '^". El motivo de este acercamiento estabacausado porque Velarde, que era prior de Santillana, slo contaba con los ingresos quele deparaba su cargo de Comisario General, que estimaba insuficientes para cubrir los

    gastos a los que deba hacer frente. Adems, Gaspar de Quiroga le haba retirado susalario como consiliario de la Suprema porque no asista regularmente a las sesiones delConsejo impedido por sus otras ocupaciones y, aunque conservaba su ttulo, se le haba

    prohibido la entrada incluso en los momentos en que se encontrase libre de sus otras

    obligaciones ' '. Si bien Velarde aseguraba desconocer la causa de esta decisin delInquisidor General, Quiroga tuvo que actuar de esta forma a causa de que el propio

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    monarca haba expresado su preferencia respecto a que aquellos que prestaban sus ser-vicios en la Inquisicin no entendiesen en asuntos de Cruzada, as como, en funcin desu determinacin respecto a otros consiliarios en la misma situacin, y en concreto, enrelacin con las presiones a las que haba sometido a Sancho Busto d e Villegas. Elgobernador del arzobispado de Toledo h aba consultado a Mateo Vzquez, en junio de

    1576, la conveniencia de pedir a Roma la licencia pertinente para abandonar dicha ciu-dad, una vez que estaba finalizada su labor '"*. A partir de entonces, Quiroga se neg arealizar la libranza de su salario. Busto de Villegas se quejaba ante el secretario real de

    que el Inquisidor General no estaba respetando el asiento que haba efectuado con el

    Cardenal Espinosa al respecto. No escapaba a su entendimiento, sin embargo, que lafalta de dinero que aduca Quiroga era ficticia, y que se corresponda con presiones

    polt icas encaminadas a propiciar su vuelta, o bien, a despojarle de su t tulo y oficio,

    dado que el licenciado Temio, tambin consiliario de Inquisicin y residente en Roma,perteneciente al "partido papista", reciba sus emolumentos '^'". Si bien trataba de justi-ficar su ausencia aduciendo q ue deba dejar arreglados sus asuntos en Toledo '^", lo cier-to era que su alejamiento obedeca a las instrucciones que al respecto haba recibido de

    Mateo Vzquez. El secretario regio pensaba que era un candidato adecuado para ocu-par la presidencia del Consejo Real vacante tras la muerte de Diego de Covarrubias. Noobstante, la misma recay en Antonio Maurino de Pazos, protegido del Inquisidor

    General "'**. La posicin de Busto de Villegas se tomaba as muy comprometida, pues

    volver a servir su oficio sin conseguir la promocin que esperaba supona una granhumillacin y quedar a merced de las acciones de Quiroga "". Instaba a Mateo Vzquez

    para que mediara en su favor ante Fel ipe II, a quien tambin, Gaspar de Quiroga, en

    varias ocasiones, haba expuesto lo inconveniente de esta situacin, rogando al monar-ca, en mayo de 1577, que definitivamente se le ordenase retomar, o bien, ante lo injus-tificado de su ausencia, mandase que su plaza fuese proveda en otra persona * '. Si bien

    Busto de Villegas regres a la Corte, permaneci en la misma por un breve espacio detiempo. Fue desplazado y alejado de ella con su nombramiento como obispo de Avilaen 1578'^'.

    As pues, Pedro Velarde vea como una solucin a sus problemas econmicos la con-

    cesin de algn beneficio eclesistico que viniese a incrementar sus ingresos. En agos-

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    to de 1577, expona a Felipe II que tena noticia de que el monarca haba otorgado elarcedianazgo d e la Cmara de la iglesia de Pamplona a Juan Navarro de Mendoza,quien renunciaba a la capiscola y canonicato que ostentaba en la iglesia de Toledo.Velarde rogaba al rey que le asistiese con la renta de estos cargos que quedaban vacan-tes '"^K Si bien, en un primer momento, Felipe II no pareca muy proclive a favorecersus deseos """, termin por conceder aquello que el Comisario demandaba *"', aunque no

    por ello , y a consecuencia de la reducida renta que le aportaban, terminaron sus penu-rias econmicas, por lo que prosiguieron insistentemente sus ruegos al rey para alcan-zar su provisin en los mismos. En este sentido, cont con el respaldo y apoyo de Qui-roga, quien intercedi en su favor "'^'. A pesar de que Felipe II mostr inters en cum-

    plimentar a Velarde, el respeto que impon a a la cuestin de la residencia resultaba ungrave inconveniente para sus intenciones "*', aunque la insistencia de Quiroga para

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    lograr el favor regio en b eneficio su protegido, motiv que el rey le prestase ocasional-mente ayuda monetaria y accediese finalmente a su pretensin "*''.

    2.1. La actuacin de Hernando de Vega

    El dominio que los miembros del "partido papista" estaban imponiendo en el Con-

    sejo de Cruzada haba sido prcticamente incontestado. La actividad de Pedro Velardey las continuas intervenciones del contador Francisco de Gamica, de Fuenmayor, delInquisidor General y del propio Antonio Prez en las juntas de Cruzada y de Galerasas lo atestiguan "*'. Sin embargo, a partir de 1578, Mateo Vzquez encabez un a ofen-siva contra los miembros de dicha faccin encaminada socavar el pod er que habanadquirido durante estos aos. El secretario trat de convertirse en el puente necesario

    para acceder al monarca, procurando tambin el control de su concien cia a travs de su

    entendimiento con el confesor real fray Diego de Chaves. Por otra parte, alent y des-pleg una campaa de d esprestigio contra los integrantes del "partido papista" con elfin de desacreditar su actuacin ante los ojos del rey. En este sentido, la trama urdida

    por Antonio Prez y la princesa de Eboli, fruto de sus ambiciones polticas, que desem-

    boc en el asesinato del secretario Escobedo, favoreci enormemente las intenciones deVzquez, puesto que la cada en desgracia de los patronos arrastr al resto de los miem-

    bros de dicha faccin. As pues, la g estacin de una serie de visitas, entre las que estu-

    vo la efectuada al Consejo de Cruzada, fue el instrumento pol tico utilizado para sus-traer a este organismo, como a otros, del dominio ejercido por los miembros de la fac-cin "papista" ''"'.

    En mayo de 15 78, a causa de que Pedro Velarde deba abandonar la Corte para solu-cionar unas cuestiones referentes a sus beneficios eclesisticos en Toledo, el rey pro-

    pona al Comisario General que el cargo fuese desempeado por Hernando de Vegadurante su ausencia. Velarde se mostr muy disconforme con esta determinacin regia.Argumentaba que Hernando de Vega haba desempeado esta funcin por mandato deSoto Salazar, y su gestin haba sido muy criticada por la amistad que mantena con el

    asesor Jernimo Contreras. Adems, adverta que la condicin de consiliario de laSuprema de Vega entorpeca que se pudiese ocupar debidamente de sus oblig aciones alcoincidir en el tiempo las sesiones de ambos Consejos, apuntando lo exigente que se

    mostraba el Inquisidor General en lo referente a la asistencia. Pero, sin duda, el desa-

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    grado que Velarde senta estaba motivado por la vinculacin de Vega a Mateo Vz-quez'*. El consejo del secretario real debi pesar ms en el nimo regio que la oposi-cin del Comisario General, puesto que, el 10 de junio de 1578, Hernando de Vega reci-

    bi la subdelegacin del cargo "". Como haba augurado Velarde, esta eleccin tampo-co fue del agrado de Gaspar de Quiroga, quien no dud en hacer llegar al monarca sudesacuerdo en que se hubiese sealado para este oficio a un consiliario de Inquisicin,

    pues, como recordaba al rey, la incompatibilidad de ejecutar ambas funciones haba lle-vado a apartar a Velarde de la Suprema. No dudaba en solicitar al rey que promociona-se a Vega a un puesto de mayor categora, como ya lo haba pedido en otras ocasiones,aunque, lo que el Inquisidor General buscaba con esta promocin era su alejamiento y

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    relegamiento de la Corte "^'.

    As pues, Mateo Vzquez, teniendo al frente de la institucin a un fiel servidor,comenz a efectuar las gestiones necesarias con el monarca para que se llevase a cabola visita de dicho organismo. En septiembre de 1578, Felipe II requera la opinin deGaspar de Quiroga respecto a la ejecucin de la misma como ltimo visitador del orga-nismo. La oposicin del Inquisidor General fue absoluta. Argumentaba que el corto

    periodo de tiempo transcurrido desde que se termin la que l instruyese la haca inne-cesaria. No obstante, afirmaba que sta ya se haba puesto en marcha de forma solapa-

    da, auspiciada por Mateo Vzquez, por lo que obedeca nicamente a fines polticos '"'.En noviembre de dicho ao, Hernando de Vega fue nombrado presidente de la Chanci-llera de Valladolid '"", pero permaneci en Madrid en lugar de dirigirse a ocupar sunuevo cargo. A pesar de la insistencia que el presidente del Consejo Real Pazos y queel propio Quiroga mostraron ante el rey para que Hernando de Vega abandonase susocupaciones en la Corte, no consiguieron su propsito '"'. La causa de su resistencia aausentarse era que se estaba encargando de forma secreta de instruir la vi'sa al Conse-

    jo de Cruzada, en concreto, al Comisario General, que fue acusado de realizar una malaadministracin de los ingresos "*'. Sin embargo, Velarde no fue nico objetivo de laofensiva de la faccin "castellanista" sobre esta institucin. En 1576, Mateo Vzquezhaba intentado que se realizase una visita al contador del Consejo de Hacienda Fran-

    cisco de Gamica. Si bien no logr que se llevase a cabo, encontr un momento ms pro-picio en 1578, siendo un personaje tambin integrado en su crculo clientelar, Avedillo,el encargado de realizarla. Las sospechas que se hicieron recaer contra Gamica estabanreferidas a su gestin en el Medio General '"'.

    Tambin, durante 1578, se produjeron cambios dentro de los servidores que compo-nan el Consejo de Cruzada. La muerte del asesor Jernimo Contreras a finales de dichoao propici la promocin a este cargo del doctor Villafae '', mientras que en el ofi-cio de fiscal, Luis de Maldonado, quien lo vena ocupando de forma interina desdeoctubre de 1572, obtuvo el ttulo correspondiente en mayo de 1578, aunque tambinejercieron funciones propias del mismo Martn de Salvatierra y Hernndez de Liba-na""'.

    Por otra parte, la difcil situacin econmica que atravesaba la Monarqua motivque Felipe II solicitase al pontfice el aumento del subsidio que haba concedido en1576. En abril de 1578, Velarde, Gamica y Antonio Prez se encargaron de iniciar las

    pertinentes negociaciones con el nuncio Sega '*". Ante las reiteradas peticiones que se

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    haca tanto desde la Corte corno por parte del embajador en Roma, el papa decidi con-

    ceder un nuevo subsidio por tres aos en el mes de octub re. El nuncio y Gaspar de Qui-roga aparecan de forma unitaria en el breve de ejecucin como los encargados de pro-ceder a su aplicacin. Sin embargo, sta no se llev a cabo. Las relaciones entre laMonarqua hispana y la Santa Sede se tomaron tensas a causa tanto de los continuos

    conflictos jurisdiccionales, que aumentaron de forma significativa cuando el "partidopapista" perdi el favo r real, como de la negociacin de la tregua con los turcos y delos proyectos blicos de Felipe II sobre Portugal para hacer valer sus derechos suceso-

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    rios tras la muerte del rey don Sebastin. Estas cuestiones entorpecieron gravemente elentendimiento entre ambas instancias, lo que se tradujo en serias dificultades en lo rela-tivo a las negociaciones para la renovacin y ejecucin de las tres Gracias '*". Cuando,a finales de 1579, se vea prxima la finalizacin de la concesin, el rey solicit nue-

    vamente la prorrogacin del subsidio por un periodo de cinco aos. No obstante, latirantez en las relaciones se prolong hasta finales de 1581. La pugn a por salvaguardarsus respectivas esferas de poder, as como las diferentes directrices polticas propugna-

    da por Felipe II y por el pontfice se plantearon como insalvables en lo referido a la con-cesin de las Gracias. El papa se negaba a realizar la prortogacin del subsidio, puesto

    que, como esta gracia estaba destinada a sufragar la lucha contra el infiel, estimaba queno era necesaria ante la negociacin de la tregua con el turco. En este sentido, fueron

    infructuosas la presin ejercida por el p apa y las conversaciones mantenidas al respec-to por Sega en la Corte con personajes pertenecientes al "partido papista" como Anto-nio Prez o Gaspar de Quiroga. Las actividades diplomticas siguieron su curso, fir-mndose en el acuerdo pertinente entre Felipe II y los otomanos en 1581. Igualmente,

    los intentos de Gregorio XIII para que la cuestin sucesoria lusa se resolviese pacfica-mente, tambin fueron estriles. Como iniciativa de paz, accedi a la pu blicacin d e un

    jubileo para los asuntos de Portugal . Sin embargo, el documento encontr dificul tades

    para su impresin en la mayora de los obispados. Gaspar de Quiroga no logr q ue seejecutase en su arzobispado de Toledo a causa de la negativa de los impresores a efec-

    tuar esta labor por no contar para ello con la autorizacin del Consejo de Cruzada. Eldesacuerdo q ue Felipe II mostr con algu nas palabras recogidas en ste, por juzgar que

    favorecan los in tereses portugueses, no supona ms que una excusa para dificultar laintervencin papal contraria a sus planes blicos. Aun as, pidi a Velarde que modifi-case el texto del jubileo para que pudiese publicarse, como se hizo en Toledo, aunque

    ya a finales de 1580 "-'. Sin embargo, Gregorio XIII no tena inconveniente en ofrecera Felipe 11 continuamente ayuda econmica si decida intervenir en una empresa con-tra Inglaterta. En agosto de 15 79, el papa se mostraba dispuesto a conceder un nuevosubsidio, as como otras rentas pertenecientes a la Santa Sede, con el fin de motivar su

    participacin, pero los objetivos polt icos inmediatos del monarca se centraban en otrascuestiones '*^'.

    A pesar de las problemticas relaciones entre el pontfice y Felipe II, el inters en el

    seno del Consejo de Cruzada se encontraba en la evolucin de la visita que estaba efec-tuando Hernando de Vega. Tanto Velarde como Francisco de Gamica trataron de reali-

    zar un acercamiento a Mateo Vzquez para procurar defenderse o mitigar las previsi-

    bles consecuencias. El Comisario General escriba a Vzquez con esta finalidad en

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    enero de 1579. Solicitaba su mediacin en las peticiones que los servidores del tribunalhaban presentado al rey para que se aumentasen sus salarios, aunque el propio Velar-de consideraba ms acertada la concesin de una ayuda de costas ***'.

    Hernando de Vega continuaba desarrollando la visita de forma secreta, puesto que,aunque el rey estaba informado de su evolucin por Mateo Vzquez, no se despach lacdula pertinente hasta finales de febrero de 1579 "*". Mientras tanto. Vega haba exa-

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    minado en sus indagaciones al licenciado Fuenmayor, a Francisco de Gamica, a JuanFernndez de Espinosa y a Francisco Gutirrez de Cullar del Consejo de Hacienda,integrados los dos ltimos en el crculo clientelar de Mateo Vzquez "*^', y al contadorJuan de Portillo y al fiscal Salvatierra, pertenecientes al de Cruzada. Como el propioVega sealaba, algunos de ellos haban colaborado abiertamente con sus propsitos,aunque parece claro que ni Fuenmayor ni Gamica actuaron como confidentes '*". Mien-tras que Velarde trataba de poner orden en sus asuntos en relacin con los ingresos, paralo que solicitaba al rey que se hiciese pblica la lista de aquellos que mantuviesen deu-das con el Tribunal '**', otros miembros del "partido papista" trataban de intervenir en eldevenir de la visita con la intencin de dificultar su instraccin. As, Hemando de Vegarefera a Mateo Vzquez una entrevista que haba mantenido con el presidente Pazos.Este aseguraba que Velarde le haba hecho llegar sus quejas porque la visita estaba sien-do dirigida nicamente en su contra, pues no afectaba a otros miembros de la institu-cin. Las presiones recibidas por Vega le llevaron a solicitar al secretario real que, anteel silencio que el rey mantena sobre las testificaciones recogidas, no se hiciese recaersobre l toda la responsabilidad de las gestiones, sino que pudiese consultar los resul-tados de sus investigaciones con otras personas de confianza para evitar que su presti-gio quedase en entredicho '*''. Por otra parte, en su actuacin defensiva, Francisco deGamica pas a atacar directamente a Mateo Vzquez, a quien recus, dado que solici-t a Hemando de Vega que sus declaraciones o sus escritos respecto a la Crazada no

    pasasen por las manos del secretario ''*".

    Atendiendo a las demandas de Hemando de Vega, cuando Velarde prest declara-cin ante ste en abril de 1579, Vzquez apunt al monarca la posibilidad de que, acausa del gran volumen de la informacin recogida. Vega poda recibir la ayuda dePadilla, presidente del Consejo de Ordenes. Sin embargo, Felipe II impuso que se espe-rase el regreso de Gaspar de Quiroga a la Corte, ausente por su estancia en Toledo enseguimiento del proceso que se haba iniciado contra el obispo de Salamina, para quese dirimiese qu personas deban entender en esta cuestin "". Quiroga supo aprovecharla confianza que el rey le dispensaba como conocedor de las cuestiones referentes a laCruzada para incluirse l mismo en la junta a la que quedaba cometido este asunto, en

    un intento de mitigar sus efectos y consecuencias para Velarde. As pues, la junta, quetena su lugar de reunin en la propia casa de Quiroga, quedaba compuesta, en mayo de1579, por el presidente del Consejo de Ordenes, Avedillo, Don Miguel de Maraen yHemando de Vega, siendo excluido Francisco Hemndez de Libana, as como cual-quier miembro del Consejo de Inquisicin '*-'. Vega mantena informado a Mateo Vz-quez de las gestiones que se efectuaban en su seno y, tras la segunda reunin, comuni-caba al secretario real que, si bien los cuatro componentes de la misma se mostrabanunnimes en reconocer los motivos existentes para continuar adelante con la visita,

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    Quiroga, en consonancia con su labor entorpecedora, trataba de retrasar su funciona-miento exigiendo que se le demostrase exactamente en qu consistan las culpas delComisario General '"^'K Aunque Hernando de Vega esperaba que dichas cuestiones que-dasen superadas en un breve espacio de tiempo, se celebraron numerosas sesiones, tras

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    las que el Inquisidor General se mantuvo inamovible en su determinacin. Por ello.Vega no dudaba en pedir al monarca que ordenase a Quiroga que se terminasen con

    prontitud los trabajos de la junta. Tambin haca partcipe al rey de sus conversacionescon Francisco de Gamica, con quien deba tratar por orden real sobre la necesidad demantener el oficio de receptor general, as como sobre la forma en que prestaba sus ser-vicios el teniente de la receptora Juan Velarde. Resulta altamente significativo paramejor entender la intencionalidad de la visita que, si bien se estableca la sombra de laduda sobre la gestin de la receptora, no se hiciese responsable a su titular, Juan de Iza-guirre, sino que se arremetiese contra un subordinado suyo pero familiar del Comisario

    General. En este sentido. Vega estimaba conveniente recoger los papeles al teniente dela receptora para poder averiguar en profundidad las infracciones que, segn su crite-rio, cometa por mandato de Pedro Velarde '*".

    A finales de mayo de 1579, el Comisario General pidi licencia para trasladarse aToledo. Hernando de Vega consideraba que esta ausencia constitua una ocasin propi-cia para que, una vez alejado de la Corte, se le ordenase que no volviese, habiendo efec-tuado previamente la correspondiente subdelegacin. En este mismo sentido aconseja-

    ba Mateo Vzquez al rey, quien se mostr conforme con este modo de proceder, aun-que aseguraba que, segn lo establecido por los mandatos papales, no se poda llevar aefecto '"''. El cambio de actitud del monarca estaba directamente relacionado con ladetencin del secretario Antonio Prez y de la princesa de Eboli, que arrastraron en sucada al resto de los componentes de la faccin cortesana que encabezaban. A partir deentonces, poco pudo hacer Gaspar de Quiroga en su intento de proteger a Velarde, puesl mismo se vio apartado de la Corte y del favor regio, aunque no cej por ello en suempeo de suavizar la visita al Comisario General. La sesiones de la junta que se reu-na en su casa se prolongaron an durante el mes de junio. Vega segua informando aMateo Vzquez y a Felipe 11 de las maniobras de dilacin realizadas por el InquisidorGeneral, quien, por ltimo, se haba negado a tomar decisin alguna sobre la determi-nacin que haban adoptado los otros cuatro componentes respecto a la necesidad de laejecucin de la visita, dejando que fuese Vega el encargado de presentar los resultadosal monarca ''"". Desde este momento, Hernando de Vega pas a ocuparse de forma efec-tiva de todos los asuntos relacionados con la Cruzada '"'. Sin duda, el trabajo realizadoy la fidelidad demostrada a Mateo Vzquez le valieron su promocin a la presidenciadel Consejo de Hacienda en junio de 1579 "*'. Tambin otro miembro de la junta. Padi-lla, recibi en estas fechas el nombramiento como presidente del Consejo de Indias '*".As pues, el descabezamiento de la faccin "papista", iniciado desde la muerte de donJuan de Austria, supuso el relegamiento poltico de diversos personajes vinculados adicho grupo. Si bien pudieron conservar sus cargos durante unos aos, su influjo ycapacidad de decisin fueron inexistentes """'. Este fue el caso del Comisario Generalde Cruzada, que permaneci en su oficio hasta 1582, pero no cont con ninguna auto-ridad en el seno del Consejo ni en la ejecucin de las competencias inherentes al mismo.

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    A partir de septiembre de 1579, Velarde adopt la postura que mantuvo constantehasta el final de su mandato. Consciente de las causas que haban conducido a la ins-

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    truccin de una visita en su contra, rogaba al rey que le fuesen presentadas aquellascuestiones en que resultaba incriminado para tener la oportunidad de defenderse, reite-rando su convencimiento de que no se le poda imputar ninguna accin irregular. Tam-bin peda encarecidamente al monarca que le diese otra ocupacin para que, una vezdemostrado su recto proceder, pudiese alejarse de la Corte. En este sentido, volvi acontar con la mediacin que efectu en su favor ante el rey Gaspar de Quiroga, quienno dej de encomiar los servicios prestados por su protegido ""'. Por su parte, MateoVzquez perseveraba en su consejo a Felipe II sobre la conveniencia de que Velarde noretomase a ocupar su cargo despus de su marcha a Toledo. Insista en que, contandocon la opinin de Hernando de Vega, se eligiese a la persona adecuada para que reci-

    biese la subdelagacin "''^'. El Comisario General subdeleg en Jernimo Manrique obe-deciendo la indicacin de Felipe II, pero reiter su intencin de volver a desempear suoficio hasta que se finalizase la visitapara defender su honra ""^'. Como las gestionesrelativas a sta seguan adelante, en octubre de 1579, se constitua una nueva junta, quedeba continuar los trabajos de la que se reuni durante los meses de mayo y junio. Gas-

    par de Quiroga logr ocupar un lugar destacado. Aunque trat de que Hernando deVega no asistiese a las sesiones '"*", ste y Padilla fueron nuevamente convocados. DonMiguel de Maraen no fue requerido, mientras que la muerte de Avedillo, que paralizla visita que se instrua al contador Gamica, propici que los miembros de la junta remi-tiesen a Mateo Vzquez una lista de los candidatos idneos para su sustitucin. Estoseran el licenciado Hinojosa del Consejo de Ordenes, y los licenciados Villafae y Mar-

    dones de la Contadura ""^K Desconocemos la designacin regia, pero parece que estajunta actu de forma secundaria en la evolucin de la visita, aunque determinante en

    algunos momentos, por lo que suponemos que el influjo de Quiroga debi ser impor-tante.

    A comienzos de diciembre de 1579, Hernando de Vega comunicaba al rey su ceseen la ejecucin de la misma, aunque reconoca que estaba instmida la mayor parte. Pro-pona a Felipe 11 que encargase su continuacin a Pedro Portocarrero o al licenciadoToms de Salazar del Consejo de Inquisicin, ambos pertenecientes al "partido caste-Ilanista" Sin duda, la enjundia de sus nuevas obligaciones al frente del Consejo deHacienda y de las mltiples juntas que abordaban dicha temtica, condicionaron la

    renuncia de Vega a continuar su actividad como visitador, aunque no por ello dej deintervenir activamente en la misma, as como en los asuntos derivados de la Cmzada"**.

    2.2.EI retorno de Sancho Busto de Villegas

    El encargado de proseguir el desarrollo de la visita fie el obispo de Avila SanchoBusto de Villegas, quien retom a la Corte para colaborar, bajo los auspicios de su pro-tector, en la ofensiva desplegada contra la faccin "papista" '""'. Instmido por Hernan-do de Vega y el contador Juan Bernardo en lo referido a la visita del Consejo de Cra-zada, el 10 de febrero de 1580, manifestaba a Mateo Vzquez su convencimiento deque se conseguira culminar con xito. El esfuerzo desplegado por el prelado abulense

    para inculpar a Pedro Velarde fue importante, aunque result infmctuoso. Las implica-

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    cienes que para el Comisario General se derivaban de unos papeles que Hernando de

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    Vega haba tomado a miembros de la Orden de San Agustn, que parecan la base de laacusacin ms firme contra Velarde, se fueron diluyendo a causa de la actuacin de la

    junta que trataba sobre la visita, as como por el proceder de un criado del propio Comi-sario General, Pedro de Barreda "'. Busto de Villegas consideraba a Barreda la llavede la visita,puesto que conoca los tratos y negociaciones realizadas por Velarde conlos ingresos provenientes de las Gracias, as como el dinero y regalos que el ComisarioGeneral haba recibido, de los que el propio Barreda haba participado, posibilitando asque comprase en su tierra casas, molinos y otros bienes. Si bien haba permanecido

    preso en la crcel pblica junto a otros testigos, a los que se haba llegado a someter atormento para obtener su confesin ""', Barreda pudo evitar esta contingencia al sermodificada su prisin a la casa de un alguacil. Esta mutacin no fue comunicada alobispo de Avila y se realiz sin su autorizacin, dado que la orden provino de la juntaque se ocupaba de los asuntos de la visita. Considerando que su declaracin era vital

    para la consecucin de la misma. Busto de Villegas trat de que el reo retornase a lacrcel pblica, pues tema que en estas nuevas circunstancias se negase a testificar,como as sucedi. Las amenazas proferidas fueron intiles, pues Barreda se opuso arealizar cualquier tipo de declaracin incriminatoria, quedando finalmente en liber-tad""".

    As mismo, cuando Busto de Villegas recibi los papeles de la visita, trat de bus-

    car alguna implicacin negativa contra el asesor del Consejo de Cruzada pertenecienteal de Aragn Paulo Pa, de igual manera que lo haba intentado Hernando de Vegainfructuosamente. La causa de esta persecucin vena determinada porque "risueo",que era como apodaba Mateo Vzquez a Pa, si bien se haba integrado en el "partidocastellanista", en 1578, cambi su vinculacin en relacin a las facciones cortesanas,

    por lo que se enfrent a sus antiguos protectores '"". Esto le convirti en otro de losobjetivos de la visita. Si bien, como hemos sealado, ni Hernando de Vega ni poste-riormente el obispo de Avila lograron imputar ningn comportamiento irregular a Pa,fue relegado paulatinamente de sus atribuciones, abandonando sus actividades en rela-cin con la Cruzada en 1580 '"".

    Adems de continuar con las ocupaciones referidas al desarrollo de la visita, en

    mayo de 1580, Busto de Villegas comenz a asistir a la junta que se encargaba de diri-mir la conveniencia de realizar un asiento general de la Cruzada para las predicacionesque quedaban por efectuarse dentro de la concesin vigente. Adems del obispo deAvila, compusieron la misma el Comisario General, los contadores, el fiscal y los ase-sores -Villafae del Consejo Real, el doctor Gmez de Santilln del de Indias, y el doc-tor Gaspar de Sapena del Consejo de Aragn- del Consejo de Cruzada, a los que seunieron los miembros ordinarios del Consejo de Hacienda. No se trataba de introducirningn cambio sobre lo estipulado respecto a la administracin de la Cruzada, sino deestablecer un tesorero mayor que adelantase la cantidad de dinero pertinente a cuentade lo que por este concepto deban recaudar los tesoreros en cada uno de los partidos.Ante la necesidad de dinero para hacer frente a la campaa de Portugal, la junta se

    resolvi mayoritariamente en que se hiciese efectivo este asiento. Las gestiones fueronlentas, pues tanto Velarde como Gamica mantuvieron diversas conversaciones con los

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    candidatos a ocupar el cargo de tesorero mayor respecto a las condiciones del asiento.Sin embargo, la actuacin de la junta no fue ajena al desarrollo de la visita y a las luchasfaccionales en el Consejo de Cruzada. Mientras que algunos integrantes aprovecharonesta circunstancia para volver a poner en discusin la necesidad del oficio de Sebastinde Santoyo si se realizaba dicho asiento, as como su forma de proceder "'^', Hernandode Vega no perda la oportunidad de mostrar desconfianza hacia el receptor Juan de Iza-guirre, pues, por las indagaciones que haba realizado en su labor como visitador, decaconocer ciertas negociaciones y tratos ilcitos a su cargo '"*'.

    La prolongacin de las reuniones de la junta hasta julio de 1580 provoc que las ten-siones entre sus integrantes se fuesen incrementando. Vega informaba al rey que estadilacin estaba causada por la indefinicin de Velarde y Gamica en la eleccin del teso-rero general, aunque, segn su criterio, eran indudables las ventajas que ofreca SimnRuiz. Adems, sealaba que, efectuar con l este asiento, evitaba tener que pagar losciento cincuenta mil ducados que se le adeudaban de antiguas consignaciones relacio-nadas con la poltica de la Monarqua en Handes. Mantena que los que se negaban acerrar el trato estaban movidos por intereses particulares "'^*. El presidente del Consejode Hacienda obtuvo comisin para intervenir en este asunto, y, aunque mantena su pre-ferencia por Simn Ruiz, inici conversaciones al respecto con Lorenzo Spinola y conun miembro de la familia Fcar. Tambin la junta consider un memorial presentado

    por Agustn Spinola y Juan Curici, que ofreca una provisin de cuatrocientos mil duca-dos. Mientras que el rey mostraba su impaciencia para que se concluyesen las delibe-raciones ante la situacin blica en el reino luso, el estado de las negociaciones se fueembrollando. A comienzos de julio, Simn Ruiz se quejaba de que no se haba respe-tado el secreto de la oferta que haba realizado, siendo as ms susceptible de ser mejo-rada, y que, en concreto, Agustn de Spinosa y Curici haban sido informados de todasaquellas que se haban presentado ""*'. Esto abri un captulo de sospechas y de acusa-ciones cruzadas sobre quien o quienes haban sido los responsables de esta irregulari-dad y de la toma de partido de los miembros de la junta por uno u otro pretendiente.Felipe II orden que el visitador del Consejo de Cruzada y los miembros del de Hacien-da hiciesen las averiguaciones pertinentes para esclarecer este asunto ""*. Vega se que-

    jaba de que se atribuyese su preferencia por Simn Ruiz a que ste haba realizado suprimer matrimonio con una hermana del licenciado Gmez de Montalvo, miembro delConsejo de Hacienda ya difunto, al que le haba unido una conocida vinculacin. Ase-guraba que Agustn Spinola y Curici no merecan la confianza necesaria para encar-garlos este negocio, sobre todo tras la experiencia que se haba tenido con Spinola res-

    pecto al arrendamiento de la seda de Granada, donde haban surgido dificultades por sufalta de respaldo monetario, pero que, a pesar de ello, Velarde les procuraba su apoyo'"*'. En el mismo sentido se expresaba el obispo de Avila, quien sealaba la gran amis-tad que una al Comisario General con Curici '"".

    Felipe II desisti de realizar un asiento general de la Cruzada a finales de julio de

    1580. Si bien esta medida agrad a Sancho Busto de Villegas '\ no fue acogida deigual manera por Hernando de Vega, quien crea que la carencia de esta inmediata par-tida monetaria imposibilitaba hacer frente a los asientos tomados por el prncipe deParma o pagar antiguas consignaciones como la de Simn Ruiz

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    quien result ms perjudicado de lo acontecido en el desarrollo de esta junta fue Sebas-tin de Santoyo. Acusado por Velarde de no respetar los plazos fijados para la entregadel dinero recaudado, incriminacin que fue verificada por Hernando de Vega, Santo-yo tuvo qu e presentar sus cuentas en la Contadura para que fuesen revisadas con la

    asistencia del fiscal del Consejo de Hacienda. Por su parte, el Comisario General hizollegar al rey unos balances que evidenciaban las faltas cometidas por el receptor gene-

    ral. Sin duda, la mediacin de Hernando de Vega ante el monarca en favor de Santoyoevit que ste sufriese graves consecuencias, puesto que, si bien insista en que se deba

    responsabilizar de su delito y recibir un castigo ejemplar, rogaba encarecidamente alrey que se buscase una forma de compensacin por cualquier otro medio * '^^*.

    Terminadas las reuniones relativas a la concertacin del asiento sobre los ingresosde la Cruzada, la atencin del Velarde se centr en que su situacin fuese definitiva-

    mente clarificada. En la primavera de 1580, coincidiendo con el relegamiento de Gas-par de Quiroga de la Corte como consecuencia del declive polt ico del "partido papis-ta", busc abiertamente un entendimiento con Mateo Vzquez. El Comisario Generalinsista en los aspectos a los que ya hemos hecho referencia como sus principales obje-

    tivos tras la iniciacin de la visita. Por una parte, reiteraba su deseo de que se hiciesen

    pblicos los resultados de la misma, para poder defender su reputacin. Por otra, trata-ba de mejo rar su situ acin econmica, buscand o conjuntamente una salid a honrosa de

    la Corte y de su oficio "'^^'. En este sentido, comunicaba al secretario real que habarenunciado a la capiscola toledana que posea a causa de sus cargas. Conservaba sola-mente una calonga libre y sin renta, por lo que su estado hacendstico era harto difcil.En este sentido, nuevamente solicitaba la mediacin de Vzquez con el rey para solu-

    cionar este asunto

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    titucin se afianz al producirse la muerte de Gamboa. Posteriormente, en junio de1581, Ximnez de Ortiz fue designado asesor del Consejo de Castilla en el tribunal dela Cruzada en sustitucin de Francisco de Villafae """. As mismo, en diciembre,Velarde reprochaba a Mateo Vzquez la poca consideracin que dispensaba a su perso-

    na y a los asuntos propios de la institucin que encabezaba, puesto que todos sus rue-gos y demandas eran desodos. En este caso, hubo de insistir en diversas ocasionessobre un memorial que el secretario del nuncio dirigi al rey, en el que demandaba el

    pago de la ayuda de costa que se acostumbraban a entregar a sus antecesores por sellarlas provisiones que se despachaban en el Consejo de Cruzada firmadas por el nuncio yel Comisario General, dado que no se haba efectuado en los dos aos que llevaba sir-viendo en este oficio. Velarde mostr una opinin favorable a la solicitud del interesa-do, pero su demanda no encontr respuesta a pesar de las reiteradas veces que volvi a

    plantear esta cuestin "".

    El 19 de enero de 1581, mora repentinamente Sancho Busto de Villegas. Velarde seapresuraba a comunicar la noticia y a ofrecerse para relevar al prelado en alguna de las

    actividades que estaba desarrollando "'^'. La reflexin posterior le hizo comprender queesta situacin supona una nueva demora en la clarificacin de su situacin y, con ella,el agravamiento de sus problemas y de las presiones en su contra en la Corte y en elseno del propio tribunal *"^'. Evidentemente, ninguno de los asuntos en los que se habaocupado el obispo de Avila fue encargado a Velarde. En marzo de 1581, dos persona-

    jes vinculados a la faccin "castellanista" recibieron la orden de continuar el desarrollode los mismos. As, al licenciado Salazar del Consejo de Inquisicin se le encomend

    proseguir la visita del Consejo de Italia y la que incumba a los secretarios, que tambinhaba iniciado Busto de Villegas, mientras que fue Jernimo Manrique, tambin perte-neciente a la Suprema, el elegido para finalizar la visita al Consejo de Cruzada *"*'.

    2.3. El relegamiento de Pedro Velarde

    A comienzos de abril de 1581, el Comisario General mostraba su conformidad conla designacin del nuevo visitador. Con la intencin de acelerar el proceso y poner fina su incmoda situacin, haca saber a Mateo Vzquez su deseo de abandonar Madriddurante dos meses a causa de su quebrantada salud, aunque propona aplazar su viaje sila visita se resolva antes de finales de mayo. Volva a solicitar la concesin de una mer-ced como forma de despedida, y la licencia para apartarse definitivamente de la Corte.Tambin insista en que las conclusiones de la visita se hiciesen pblicas para salva-guardar su honor, y para que as quedase patente que era merecedor de aquello quedemandaba "'^''. Por otra parte, segua ocupndose de las materias propias de su oficio.

    As, informaba al secretario de que algunos cabildos catedralicios cometan irregulari-dades al excederse en los repartimientos que haca en relacin con el pago correspon-diente de las Gracias, obteniendo ganancias ilcitas. Para tratar de encubrir esta actua-cin, se negaban a mostrar sus libros, por lo que solicitaba al rey que diese orden a las

    justicias para que obligasen a los consistorios a exhibir sus registros "' '"' .

    Mateo Vzquez remiti la decisin sobre la marcha del Comisario General al nuevovisitador, lo que no fue del agrado de Velarde, quien opinaba que la licencia para ausen-

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    tarse deba provenir del monarca, puesto que, al no ser una cuestin relacionada direc-tamente con la visita, no competa su determinacin a Jernimo Manrique '"". Desco-nocemos si Velarde obtuvo el beneplcito regio para emprender su viaje, pero nos incli-namos a pensar que as fue, puesto que se produjo una larga interrupcin en la corres-

    pondencia que mantena con Mateo Vzquez que, iniciada en el mes de mayo, abarcgran parte del verano de 1581.

    La ausencia de Ximnez de Ortiz durante este periodo motivada por sus ocupacio-nes en la Mesta, volvi a plantear problemas respecto a los asesores del Consejo deCruzada. Para poner remedio a esta situacin, Velarde consultaba al rey, a travs deMateo Vzquez, la posibilidad de que, como se haba hecho en ocasiones precedentescuando se haban producido alejamientos breves o enfermedades del asesor del Conse-

    jo de Castilla, ste fuese sustituido por otro miembro de esa institucin designado porel Comisario General con el acuerdo del consejero que desempeaba habitualmente el

    oficio. Si bien resultaba difcil proveer a otro individuo por las muchas ocupaciones oincompatibilidades que tenan, propona que se encomendase cubrir la falta de asesor aGuardiola o Arpide. Velarde aseguraba que esto no constitua ninguna novedad, pues-to que haba sido una prctica habitual en el pasado, pero sealaba que sin la confir-macin explcita del monarca de que tena poder para efectuar esta gestin, ningn con-sejero se mostraba dispuesto a asistir al Tribunal, lo que pone de manifiesto su com-

    pleta carencia de influencia

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    As pues, Velarde procedi a la planificacin de todo el ceremonial acostumbrado

    para la publicacin de la nueva Bula de Cruzada. Adems, solicitaba el permiso delmonarca para enviar a Lisboa el pertinente documento referido al propio rey y al archi-duque Alberto, puesto que, cuando se expidi esta concesin, el reino luso an no for-maba parte de la Monarqua hispana. Hernando de Vega actu junto al Comisario Gene-ral en el desarrollo de estas gestiones, ocupndose tambin de ciertas irregularidadessurgidas en relacin con el cobro de la cruzada en Indias "*^'. La cuestin suscitada porVelarde respecto al cobro de la cruzada fue consultada por Felipe II a su confesor frayDiego de Chaves. La materia a enjuiciar era si exista la posibilidad de proceder almismo en ausencia del monarca. El confesor regio aleg que la concesin no se otor-gaba a la persona real como a un particular, que deba estar presente en el reino paragozar las gracias espirituales, sino que lo que se daba al rey era su producto, y que, por

    tanto, la situacin de residir Felipe II en Lisboa en nada contradeca las condicionesbajo las que se efectuaba. Por su parte, el monarca pensaba que era conveniente solici-tar una declaracin explcita al respecto en prevencin del surgimiento de posibles irre-gularidades o de cometer alguna falta *"'^>. A mediados de diciembre de 1581, Velardemformaba a Mateo Vzquez de que, en la junta que haban celebrado los Consejos deCruzada y Hacienda, haban recibido los breves de la concesin enviados desde Lisboa.Solicitaba al secretario que instase al rey a tomar una decisin al respecto con brevedad

    para poder proceder al cobro de la Gracia. Tambin refera a Vzquez cmo Felipe IIle haba informado del nombramiento de seis jueces para la determinacin final de lavisita. Alentado por la proximidad de la resolucin, insista nuevamente en que se leconcediese la abada de Arbs *'*".

    Los componentes de la junta destinada a dilucidar los resultados de la visita fueronAgustn Alvarez de Toledo, Hernando de Vega, Jernimo Manrique, Rodrigo Vzquezde Arce, el fiscal Martn de Salvatirra y el contador Juan de Portillo "''^'. Convinieronque, puesto que el oficio de Comisario General era eclesistico, pareca necesario soli-citar un breve al papa que ratificase lo hecho en relacin con la instruccin de la visita,y que autorizase a sentenciarla a las personas designadas por el monarca, aunque stasfuesen legas "^>. Por otra parte, no crean conveniente permitir a Velarde abandonar laCorte antes de que se finaUzasen todas las gestiones, pero Agustn Alvarez de Toledorecomendaba el nombramiento de un nuevo Comisario General para que se encargasede las recientes concesiones mientras se llegaba a una determinacin '"". Jernimo

    Manrique insista sobre esta cuestin, manteniendo que se deba retirar la licencia aVelarde para asistir a la Congregacin eclesistica. Tanto el propio Manrique comoHernando de Vega propona que se efectuase una reforma en las competencias delComisario General en el mismo sentido que se estaban planteando respecto al Inquisi-dor General y al Consejo de Inquisicin, del que ambos formaban parte '"*'. El fiscalMartn de Salvatierra fie quien mayores aportaciones efectu en el seno de la juntasobre estos aspectos. Expresaba su convencimiento de que la prolongada situacin cre-ada por la indeterminacin de la visita era muy perjudicial para el correcto funciona-miento del Consejo de Cruzada, y adverta que se deba finalizar poniendo mucho cui-dado en las resoluciones para que no se reflejasen en una disminucin de las Gracias.Por tanto, lo que centraba su inters era la forma propicia de proceder al cobro de las

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    nuevas concesiones evitando la intervencin de Velarde. Segn su criterio, haba quebuscar un buen entendimiento con los cabildos, que acogeri^an de forma grata el nuevofuncionamiento. Refera que el Comisario General, obedeciendo los mandatos regios,les haba tratado con dureza, lo que haba contribuido a crear un clima de tensin entreellos. Sugera que el monarca escribiese a las iglesias representando la importancia dealcanzar una concordia en el pago de las Gracias por sus muchas necesidades, y que secomunicase de forma secreta con algunos prelados en particular. Estos obispos, sin des-cubrir la orden recibida, deban reunir a los cabildos y persuadirlos de que colaborasenen el establecimiento del asiento. La persona elegida para asistir a la Congregacineclesistica en nombre del rey haba de tratar con suavidad a los representantes de las

    iglesias, conducindolos al objetivo que se pretenda. En cuanto al cobro de la cruzada,se deba encargar a un tesorero general. Si no se hallaba la persona adecuada, se podadividir el reino en cuatro o cinco demarcaciones como frmula para evitar las dificul-tades surgidas en la predicacin anterior """. En lo que ataa a la Comisara General,apunt que tanto Hernando de Vega como Jernimo Manrique eran las personas msapropiadas para sustituir a Velarde *'*'. Por su parte, Rodrigo Vzquez de Arce mostrsu conformidad con lo expuesto en las deliberaciones de la junta, puesto que, aunquereaz pequeas matizaciones, no contravena fundamentalmente las opiniones expre-sadas ""*. Adems de estas cuestiones, los jueces tambin trataron en tomo a la idonei-dad de vender los oficios de los contadores en lugar de que fuesen otorgados por mer-ced. Manrique y Vega expresaron su conformidad con la opinin de Martn de Salva-

    tierra, quien se haba inclinado por la concesin graciosa del cargo como mejor proce-dimiento. En consecuencia, aseguraban que no se deba dar a Juan de Portillo la licen-cia que solicitaba para la venta de su oficio, puesto que era un buen servidor y no sehaba encontrado en la visita nada en su contra, lo que adems le haca merecedor deuna recompensa por su limpio proceder ""'.

    Determinada la conveniencia de pedir un breve para proceder a la ejecucin de lasGracias, segn haba apuntado el rey, no se consideraba pertinente que ste viniese diri-gido a Pedro Velarde, sino a otra persona que el monarca designase. Si bien la ejecu-cin de la cruzada no revesta especial urgencia, convena actuar con rapidez en lo refe-rido al excusado, en cuanto que se tena que celebrar la Congregacin eclesistica ""'.La decisin real no se hizo esperar. El 22 de enero de 1582, Mateo Vzquez haca lle-

    gar al presidente del Consejo de Hacienda el mandato de Felipe II por el que solicitabasu opinin sobre la persona que sera propicia para ocupar el cargo de Comisario Gene-ral en lugar de Velarde '"**. Este, por su parte, no dejaba de instar al secretario real paraque la visita se concluyese definitivamente. Apuntaba el enorme agravio que reciba acausa de una dilacin que entenda injustificada, puesto que haca ms de cincuenta dasque el monarca haba nombrado a los seis jueces. Solicitaba al rey que, si las ocupa-ciones de stos impedan que asistiesen todos a la junta, considerase que cuatro eransuficientes para llegar a una determinacin "^^'.

    A finales del mes de febrero, el rey ordenaba que se reuniesen los miembros delConsejo de Hacienda con los de la Cruzada con el objetivo de proceder a realizar un

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    asiento general de las Gracias concedidas con el fin de asegurar las consignaciones.Velarde escribi tanto a Mateo Vzquez como al monarca refiriendo que la forma en la

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    que se deba efectuar esta gestin estaba establecida por Pragmticas reales y leyes enel caso de la cruzada y del subsidio '""*, pero que, en lo relativo al excusado, lo que con-templaban estas ordenanzas contravena el mandato que haban recibido del rey, y que,

    por tanto, Felipe 11 deba realizar una declaracin explcita en la que constase que, apesar de lo fijado en dichas disposiciones, se obedeciesen sus deseos respecto a la con-certacin. Adverta que, adems de tener en cuenta la opinin que pudiesen tener loscabildos, haba que considerar que el pontfice acostumbraba a remitir la ejecucin deesta gracia al nuncio y al Comisario General, y poda considerar una novedad el trata-

    miento de este tema por el Consejo de Hacienda ""K Velarde mostraba su disconformi-dad con la intervencin de este organismo en competencias que tradicionalmente hab-an pertenecido al Consejo de Cruzada. Segn refera a Mateo Vzquez, tanto l mismocomo los servidores del tribunal pensaban que se estaban arrebatando atribuciones a lainstitucin, a la que se estaba vaciando de contenido al abrigo de la indeterminacin dela visita, como resultado de que el Comisario General no se hallaba bajo la gracia

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    cuando el propio visitador pretenda su oficio '"-'.Como hemos sealado, en marzo de 1582, Gregorio XIII conceda a la Monarqua

    hispana un nuevo subsidio de galeras. Desde Lisboa, Mateo Vzquez comunicaba a

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    Hernando de Vega la orden remitida a Velarde, por la que se mandaba que de nuevo sejuntasen ios Consejos de Hacienda y Cruzada para tratar lo referido a la percepcin delsubsidio. Si bien apuntaba que el breve pertinente se haba enviado al Comisario Gene-ral, instaba a Vega a que condujese los asuntos relativos a esta gracia y al excusado porlos caminos que el rey haba determinado "''^*. Por su parte, ste sealaba a Mateo Vz-quez que Velarde estaba tratando de efectuar un arrendamiento de la cruzada, por lo quehaba solicitado que un miembro del Consejo de Hacienda asistiese a las conversacio-nes. Solicitaba al secretario que se alcanzase un mandato regio para que esta concerta-cin se hiciese tambin en la junta de ambos Consejos, de manera que su influjo pudie-se extenderse a las tres Gracias. Felipe II otorg su beneplcito a esta propuesta *"^'.

    Los das de Velarde al frente de la Comisara General de Cruzada llegaban a su n.Durante los meses de abril y mayo continu insistiendo ante Mateo Vzquez en lo queen tantas oportunidades haba demandado: su licencia para retirarse y la concesin dealgn beneficio eclesistico para salvar su honor y su empobrecida hacienda '"*". Unode los motivos de la artificial prolongacin en la determinacin de la visita fue que nose consiguieron probar los delitos que se haban imputado a Velarde, y que haban pro-

    piciado su instruccin. Como consecuencia de ello, los resultados de la misma no fue-

    ron publicados, siendo solamente ledos en el Consejo. Se determinaron algunas con-denaciones monetarias de poca entidad a algunos oficiales, que no llegaron a sumarnoventa ducados. En cuanto al Comisario General, no se emiti ninguna sentencia "'^',lo que evidenci que la visita estuvo motivada por causas polticas, y encaminada a pro-ducir un relevo en el control de un organismo cuya cabeza no se hallaba en consonan-cia con el grupo poltico que gozaba de la confianza regia. El desenlace se debi pro-ducir a mediados de mayo de 1582, puesto que, el da 26 de dicho mes, se despachabala licencia, tantas veces solicitada por Velarde, para que pudiese abandonar la Corte,aunque sta no se hizo pbUca ni se comunic al interesado hasta unos das despus '"'".El nico miembro del Consejo de Cruzada que se vio inculpado gravemente por losresultados de la visita fue el contador Gaspar de Cullar, que fue suspendido durante un

    ao en el ejercicio de su oficio "^*'. A comienzos de junio, le fue presentado a Velardeel permiso para su retiro. Despus de tanto tiempo esperando esta autorizacin, supusouna sorpresa y un profundo pesar. Se le instaba a que se pusiese en marcha con la mayor

    brevedad posible, fijndose un plazo muy corto para que hiciese efectiva su ausencia.Acogi esta orden como una nueva humillacin, puesto que se le haca abandonar laCorte y su cargo con gran urgencia, lo que alimentaba las sospechas que se haban ver-tido sobre su persona. Aunque no se haba demostrado que hubiese cometido ningunafalta, se le haca aparecer como culpable '"*".

    As pues, el 13 de jimio de 1582, Velarde subdeleg su oficio en Hernando deVega"'*. Abandonaba la Corte sin que le fue concedida la merced tan profusamentesolicitada, y acompaado por un descrdito del que no haba sido merecedor por su pro-

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    ceder como servidor real, sino como vctima del juego poltico cortesano

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