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9. DE LA ANTIGUA FEDERACION A LA UTECO Y CAJA CENTRAI. (1940-1947 ) 9.1. La Federación obligada a desaparecer El final de la guerra y la instauración de un nuevo régi- men fascista en España provocaron un sordo tira y afloja entre la CNCA, de la que formaba parte la Federación, y la Falange, partido que se había impuesto políticamente tras el triunfo militar. Este quería controlar todos los resortes de la vida social, de modo que la invasión de la política oficial y del partido único en todos los terrenos llegó a ser una de las características del estado corporativo franquista, y afectó tam- bién a las organizaciones católico agrarias. La Federación y la CNCA querían acogerse a la Ley de Cooperativas, y se había ampliado el plazo para hacerlo hasta finales de septiembre de 1939. Una comisión de la FASN, compuesta por el presidente, consiliario y secretario, viajaron a Madrid a principios de octubre de 1939 para acudir a una reunión convocada por la Junta Directiva de la CNCA, con el objeto de tratar de «la inscripción en conjunto de toda la Obra y 227

9. DE LA ANTIGUA FEDERACION A LA UTECO Y CAJA CENTRAI

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Page 1: 9. DE LA ANTIGUA FEDERACION A LA UTECO Y CAJA CENTRAI

9. DE LA ANTIGUA FEDERACIONA LA UTECO Y CAJA CENTRAI.

(1940-1947 )

9.1. La Federación obligada a desaparecer

El final de la guerra y la instauración de un nuevo régi-

men fascista en España provocaron un sordo tira y aflojaentre la CNCA, de la que formaba parte la Federación, y la

Falange, partido que se había impuesto políticamente tras eltriunfo militar. Este quería controlar todos los resortes de lavida social, de modo que la invasión de la política oficial y del

partido único en todos los terrenos llegó a ser una de lascaracterísticas del estado corporativo franquista, y afectó tam-

bién a las organizaciones católico agrarias.La Federación y la CNCA querían acogerse a la Ley de

Cooperativas, y se había ampliado el plazo para hacerlo hastafinales de septiembre de 1939. Una comisión de la FASN,

compuesta por el presidente, consiliario y secretario, viajarona Madrid a principios de octubre de 1939 para acudir a una

reunión convocada por la Junta Directiva de la CNCA, con el

objeto de tratar de «la inscripción en conjunto de toda la Obra y

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Page 2: 9. DE LA ANTIGUA FEDERACION A LA UTECO Y CAJA CENTRAI

de cada una de las Federaciones y Entidades que comprende en el

Registro de la nueva Ley de Cooperativas de 28 de octubre de 1938».

En esta reunión se elaboró un escrito dirigido al Ministerio

de Trabajo, firmado por la Junta Directiva de la CNCA y los

presidentes de todas las Federaciones de España, pidiendo el

registro colectivo de todas las entidades federadas en el Servi-

cio de Cooperativas, táctica que trataba de paliar el inminen-

te control de la Organización Sindical distinguiendo el

campo cooperativo del sindical.

La publicación de la Ley de la Unidad Sindical, en enero

de 1940 (1) , acabó con esa esperanza y propició el floreci-

miento de las tensiones soterradas, de las que aparecen tími-

das referencias en la prensa, entre la CNCA y el Gobierno,

más específicamente la Delegación Nacional de Sindicatos.

Presumiblemente, en torno a ese conflicto se librarían

también las tensiones latentes entre los grupos no carlistas

vinculados a la doctrina social católica y la Comunión Tradi-

cionalista con Falange Española, pero resulta dificil presen-

tar sobre estos aspectos una conclusión avalada por docu-

mentos u opiniones de los protagonistás. En la Federación, y

en menor medida en la CNCA, el peso de los carlistas era

decisivo, y no sólo porque ahora la presidiera Javier Martínez

de Morentín (quien, en todo caso, tendría el contrapeso de

Francisco Uranga, falangista, en la vicepresidencia), sino por-

que se nutría en la mayoría de las entidades locales de las

masas carlistas, como ya hemos señalado.

La Ley de Unidad Sindical, partiendo del Fuero del Tra-

bajo, pretendía acomodar todas las entidades a la idea orga-

nizativa del nuevo Estado, basado en los principios de Uni-

dad, Totalidad y Jerarquía, según señalaba el preámbulo de

dicha Ley. Para ello sólo iba a haber un Sindicato en el que

tendrían que encuadrarse todas las fuerzas productoras por

ramas de producción o servicios. Se preveían dos momentos

(1) BOE, 31-1-1940, Ley de Unidad Sindical de 2Cr1-1940.

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de incorporación, uno inicial y transitorio, y otro de integra-

ción definitiva, al mismo tiempo que se reconocía a la Orga-

nización Sindical de FET y de la JONS como la única organi-

zación sindical existente:

«A partir de la publicación de esta Ley aquellas

Asociaciones creadas para defender o ré[^resentar total o

parcialmente intereses económicos o de clases, lleven o no

la denominación de Sindicatos, Asociaciones obreras,

Patronales, Gremiales, etc. quedarán incorporadas a la

Organización Sindical del Movimiento». [Artículo 2.°J .

Dichas asociaciones quedaban sometidas en su actuación

a la disciplina del Movimiento y a la Inspección de la Delega-

ción Nacional de Sindicatos, que propondría al Gobierno las

normas para realizar su integración definitiva. Aquellas que

hubieran solicitado su inscripción en el Registro de Coopera-

tivas al amparo de la Ley de 27 de octubre de 1938 también

quedarían sujetas a esta normativa. Unicamente de las que

con anterioridad a la Ley de Cooperativas «viniesen ^rractican-

do exclusivamente funciones cooperativas, podrá convalidarse su

inscripción en el Registro de las mismas y autorizar su legal funcio-

namiento como tales Cooperativas, todo ello con el previo informe de

la Delegación Nacional de Sindicatos» [Artículo 5.°J. Con la

publicación de esta Ley quedó derogada la de Cooperativas

de 27 de octubre de 1938 y suspendida la tramitación de

expedientes sobre constitución de nuevas cooperativas.

La Junta Rectora en la primera de las reuniones, en 1940,

presentó un informe acerca de las gestiones realizadas por la

CNCA para defender la vida y funciones de la obra católico-

social, gestiones que se habían intensificado desde el

momento de la publicación de la Ley de Unidad Sindical (2).

El 5 de agosto la CNCA envió un escrito a todas las Federa-

ciones diciendo que el día 3 de ese mes se le ha notificado

(2) Act. Junt. Rect., 27-1-1940.

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una resolución de la Presidencia de Gobierno, desestimando

lo solicitado por la CNCA y declarando que no le alcanzaba la

excepción de incorporación prevista en el art. 5.° de la Ley de

Unidad Sindical, por lo que, en consecuencia, disponía su

incorporación a la Organización Sindical del Movimiento (3).

Igualmente se daba cuenta en ese informe de la entrevista

sostenida por el presidente de la CNCA con el ministro Game-

ro y el Delegado Nacional de Sindicatos, quienes prometieron

que la incorporación -no integración- se haría de la forma

que causara el menor quebranto a las entidades federadas, yde la visita del Delegado Sindical Provincial, acompañado del

Jefe de Incorporación de Asociaciones, para notificar la reso-

lución de Presidencia y solicitar el balance a 26 de enero,

inventario del último ejercicio y balance al 10 de agosto.

En octubre de 1940, con motivo de la Asamblea anual de

la FASN, volvió a tratarse este punto de la unidad sindical,pues la CNCA y la FASN seguían funcionando todavía por las

Leyes establecidas para estas entidades, aunque se iba gestio-

nando «la adaptación más adecuada y provechosa para los intereses

agrícolas y mayor engrandecimiento de la patria a las actuales cir-

cunstancias», tal y como se desprendía de la negativa a aco-

(3) Act. Junt. Rect., 23-8-1940. En la bibliografía consultada siem-pre aparecen referencias a que la unificación de los sindicatos católicoagrarios en la Organización Sindical no estuvo exenta de tensiones, lomismo que sucede en el aspecto político con la unificación de la Falan-ge Española y el carlismo. Ver Mateo Martínez, Tierra de Campos, Coope-rativismo y sindicalismo agrario, Instituto Cultural Simancas, Valladolid,1982, págs. 201-229, donde menciona las tensiones entre CNCA y elGobierno por la nueva legislación y considera tardía la integración dela Federación de Villalón en los sindicatos oficiales, el 30 de enero de1944, no siendo aprobado el Reglamento de la Cooperativa comarcaldel Campo hasta fines de 1946; también Eduardo Sevilla Guzmán yManuel González Molina, aPolítica social agraria del primer franquis-mo», en J. L. García Delgado [Ed.], El jrrimer franquismo, España durantela segunda guerra mundial, Siglo XXI, Madrid, 1989, págs. 135-187; el yacitado de J. J. Castillo, orp. cit., págs. 393-444; y por último, RicardoChueca, El Fascismo en los comienzos del régimen de Franco. Un estudio sobreFE7'JONS. Madrid, 1983, CIS, págs. 341-370.

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gerse a la excepción del mencionado artículo 5.° de la Ley deUnidad Sindical.

Ahora habría que saber la reacción que tomarían las

Federaciones y la Confederación ante esta nueva medida.

La CNCA, en palabras de su representante en la Asam-

blea, Cristóbal Fuentes, había puesto una serie de condicio-

nes a su incorporación a la Delegación Nacional de Sindica-

tos: autonomía propia, con su Gobierno y denominación

peculiar durante el período de incorporación al Movimiento

Nacional Sindical; mantenimiento de la confesionalidad en

sus organismos y de todos los Consiliarios; conservación del

sistema raiffeisseniano en sus asociados y facultad de éstos

para elegir libremente sus organismos directivos y adminis-

tradores; inspección de la Delegación Nacional de Sindicatos

desde un principio de unidad, efectuado por el Jefe del Servi-

cio de Incorporación directamente o por algún delegado

personal suyo; e inmodificabilidad en el Consejo Directivo de

las Federaciones durante el período de incorporación.

El Delegado Sindical Miguel Troncoso, que le siguió en el

turno de palabra, habló en favor de la unidad sindical, sien-

do simplemente «aplaudido» en contraposición a los «estruen-

dosos aplausos» que se tributaron a Cristóbal Fuentes. La

Acción Social Navarra no mostró expresamente una línea críti-

ca ante este problema debido a la falta total de libertad de

expresión que caracterizó el Nuevo Régimen, pero dejó ver

indirectamente el descontento ante la integración de la obra

social-católica en el sindicalismo vertical. Así, unas cuartillas

enviadas a la revista por el Delegado Provincial con motivo

de la incorporación a la Organización Sindical del Movi-

miento, fueron retenidas momentáneamente en espera de

que el presidente de la CNCA se entrevistara con el Ministro

de la Gobernación. Esas cuartillas no aparecerían en las pági-

nas de la revista.

En septiembre de 1940 tuvo lugar en Madrid la Asamblea

extraordinaria de la CNCA. En representación de la Federa-

ción navarra acudieron Javier Martínez de Morentín, presi-

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dente, el consiliario Alejandro Maisterrena, el secretarioVicente Mendívil y el gerente Julio San Gil (4) . El asunto que

hacía convocar de forma extraordinaria la Asamblea de la

CNCA era dar cumplimiento oficial a la Orden de Incorpora-

ción del 3 de agosto. Presidieron la reunión la Directiva de laCNCA, el Delegado Nacional de Sindicatos, el Jefe de Incor-

poración, el Secretario Nacional de Sindicatos y el DirectorGeneral de Agricultura.

Los discursos pronunciados reflejaron las distintas postu-

ras de unos y otros y el diferente lugar que ocupaban en lasituación política del momento. Así, mientras los represen-

tantes de la Confederación se centraron en los aspectos queaparecerán en la Asamblea anual de la Federación navarra,

los miembros del sindicalismo vertical insistieron en la buena

voluntad de la DNS para la compenetración de la CNCA,buena voluntad ejemplificada en la elección por las Federa-

ciones Católico-Agrarias de siete de los vocales del nuevoConsejo directivo de la Confederación; intentaron disipar los

recelos acerca de la confesionalidad de la obra cooperativa y

del papel de los consiliarios, «por ser consustancial con nuestra

filiación falangista el sentido católico y cristiano de la vida»; mos-

traron su confianza en los dirigentes de las Cajas Rurales yFederaciones y el alto concepto del campesino español, exis-

tente en la Organización Sindical, aunque no ocultaron sus

pretensiones: «Fuimos los primeros en proclamar que queríamos y

pedíamos la incorporación de la Obra Católico-Agraria ^ara su inte-

gración definitiva». Las propuestas confederales anteriores,

aunque no habían sido olvidadas, no constituyeron la espina

dorsal de la línea sindical de Falange durante 1940 y primera

mitad de 1941.

En esta situación de ambigŭedad, puesto que no había

una norma concreta que regulara la incorporación, las ten-siones fueron creciendo. En marzo de 1941 la CNCA trans-

(4) Ver LASN, 7-9-1940; Act. Junt. Rect., 2-10-1940; y Act. Junt.Gen., ^10-1940.

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mitió una Circular de la Sección de Intervención de la DNSordenando que se cumpliera la circular en la que se exigía laobligación de enviar duplicados de actas y balances de todasy cada una de las entidades dependientes de la Confedera-

ción ( 5). Sin ese requisito no sería considerado válido nin-gún acuerdo en el que no constara el visado de dicha inter-

vención.Las tensiones no se reducían al cumplimiento de la nor-

mativa administrativa. Entraban directamente en otro terre-no, el de los suministros de abonos y fertilizantes en las difíci-les condiciones de la postguerra. Pero ahora las dificultadesprovenían del propio Sindicato de las Industrias Químicasque pretendía controlar por este medio a la Federación. Unacomisión se trasladó a Madrid en febrero de 1941 para ges-tionar una ampliación del cupo de nitrato asignado a Nava-

rra, de manera que guardara una proporción con las necesi-dades a este respecto en la provincia. Además, para que unaparte de ese cupo fuera asignado a la Federación, se dirigie-ron mediante telegrama a Serrano Suñer, Ministro de Asun-

tos Exteriores, y a la CONSINQUI ( Sindicato de Químicas):

«Federación Agrosocial Navarra integrada por quince mil familias

agricultores navarros voluntarios movimiento Nacional recibe extra-ñeza suma noticia ^irohibición Sindicato Nacional Industrias Quí-

micas para suministrarnos ciento cincuenta toneladas nitrato Com-

^ pañía Peninsular Comercio. Aumenta extrañeza ^or ser Federaciónsuministradora siemrire setenta por ciento nitrato em^ileado Navarra.

Sufilícoles encarecidamente autorización y concedan cupo. Pedidos

asociados pasan cinco mil toneladas. Martínez de Morentín. Presi-

dente.»No sólo en la asignación de suministros se hacían paten-

tes los conflictos. Numerosos agricultores se resistían a parti-cipar o se marcharían descaradameñte de los Sindicatos Ver-ticales, pese a todas las proclamas de que el Estado Nacional

(5) Act. Junt. Rect., 24-^1941.

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Sindicalista se definía fundamentalmente como un Estadocampesino.

Las fugas fueron tan abundantes que Hermandad, Boletínde la Delegación Provincial de Sindicatos, en su segundo

número abordaba el problema achacando la huida de«muchos agricultores y pro1iietarios» de los Sindicatos a que obte-nían mejores precios para sus productos fuera de la organiza-ción sindical. Por otra parte, hacían suyos los éxitos del sindi-

calismo católico en Navarra recomendando fortalecer el Sin-

dicato frente a los intermediarios, pues las circunstanciaseconómicas podrían cambiar con rapidez.

La Acción Social se hizo eco de este artículo para recordaral verticalismo que ese trabajo sindical de décadas anteriores

era el de la Federación Católico-Social Navarra, y por lasmismas razones recomendó a los agricultores seguir en lasCajas (6).

En 1941 no se celebró la Asamblea anual de la Federa-

ción, presumiblemente por diferencias de criterio ante laincorporación a la CNS. La Federación envió al respecto unacircular a las entidades asociadas exponiendo que «la decisiónque en ella se ratifique, nos parece la más acertada y oportuna. Cree-

mos confzadamente que todas las Juntas Directivas han de compartir

nuestro criterio, siempre sujeto al interés de nuestra Obra Social-CatólicaAgraria» (7).

Esta «discusión» se manifestó cuando tuvieron que res-ponder dando su opinión sobre una serie de problemas

agrícolas importantes, como sistemas de administración de la

tierra, absentismo, crédito, cooperativismo, precios, merca-do, hermandades, sindicatos, etc., en junio con motivo de la

celebración del II Consejo Sindical de Falange en Madrid,dedicado al tema agrario. De cualquier manera destacaron elhecho de que «ahora se intentan imfilantar en toda Éspaña siste-mas y^r-ácticas que la iglesia y la Obra Nacional Católica Agraria

(6) LASN, 21-Cr1941.(7) LASN, 28-6-1941.

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viene poniendo en práctica desde hace más de treinta años». Se

manifestaron de acuerdo en que el II Gonsejo Sindical trata-ra temas agrícolas y se alegraron si con sus respuestas ayuda-

ban a dar alguna solución a los mismos, «Dios nos lo tendrá en

cuenta, aunque el mundo nos calumnió con dicterios injustos» (8) .

De acuerdo con los planteamientos del II Consejo nació

la Ley Agraria el 8 de septiembre de 1941, estableciendo laintegración de los Sindicatos Agrícolas, Cajas Rurales de Cré-dito, Federaciones, etc. a la organización sindical, aunque a

los pocos días se atemperó el carácter de la Ley garantizándo-

se algunos de los puntos defendidos por la CNCA en sep-

tiembre de 1940.El 2 de enero de 1942 se aprobó la Ley de Cooperación que

satisfizo los deseos de la Federación, pues además de conside-

rarla necesaria para acabar con un vacío legislativo que habíapermitido la ambigúedad en la práctica, era interpretada

como elemento diferenciador de los campos que habían sidodefendidos por la CNCA y la Federación desde 1938, el coo-

perativo y el sindical. La Ley eliminó «el espíritu predominante-

mente democrático de la Ley de Cooperativas de Largo Caballero,

extirpando, en lo posible, el cariz profesional en esta clase de organi-

zaciones económicas, que origina, muchas veces, la lucha de clases,

postulado fundamental marxista». Esta Ley se configuró como

una pieza importante dentro del régimen franquista, regu-lando un importante sector social al que señaló algunas dis-

posiciones organizativas. Así, la Junta Rectora constaría deun jefe, un secretario y tres vocales; las cooperativas formarían

uniones, a través de la Obra Sindical de Cooperación y las ya

existentes tenían seis meses para legalizar la nueva situa-

ción (9).Naturalmente, la Federación se acogió a la Ley de Coope-

ración y comenzó la adecuación a la nueva normativa detodas sus entidades. Aunque se fueron suavizando las tensio-

(8) LASN, Cr9-1941.(9) LASN, 17-1-1942 y 24-1-1942.

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nes organizativas, no quedó resuelto el problema de cómo

mantener la unidad de toda la obra católica-agraria con cier-to margen de independencia económica. En marzo se desig-

nó a Federico Mayo Gayarre, Director General del Instituto

de la Vivienda, y a Alejandro Maisterrena, consiliario de la

FASN, miembros de la Ponencia encargada de redactar el

proyecto de Reglamento para al ejecución de la Ley de Coo-peración.

A primeros de mayo de 1942 se publicó una circular

dando cuenta de la constitución de la Unión Nacional de

Cooperativas del Campo. En su órgano directivo figuraban

dos antiguos miembros de las Federaciones Católicas de

Valladolid y Alava. Esta circular expresaba la línea que segui-

ría el nuevo organismo constituido, línea con cuya orienta-ción se manifestó de acuerdo la FASN:

«La Unión Nacional de Cooperativas del Campo,

no viene a destruir absolutamente nada de lo que Jruede

ser útil, sino al contrario, viene a propagar, alentar, Jrro-

pulsar, apoyar y defender moral y materialmente cuanto

de útil haya en el conjunto cooJierativo español, ponien-

do al agricultor al nivel que le corresJionde [... j.

La Unión Nacional desea que la labor fecunda y

beneficiosa que algunas Cooperativas están realizando

sea propagada y difundida ^or toda España y que den-

tro de la Unidad disciplinar impuesta por el Movimien-

to, gocen de la más amplia libertad para el desempeño

de su cometido económico [... J.

Dentro de la Unión Nacional podréan desarrollar-

se cuantas iniciativas de interés se presenten, tanto

para la industrialización de los productos como de

aquellos que lleven el acercamiento del producto al con-

sumidor».

Por otra parte, las tensiones políticas partidistas arrecia-

ron. Los sucesos de Begoña en Bilbao (agosto de 1942),

donde se produjo un atentado por parte de un grupo falan-

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gista contra una concentración carlista, resultando 72 heri-

dos por la explosión de una bomba, tuvieron serias repercu-

siones en el Ayuntamiento de Pamplona y en la Diputación

Provincial con amenazas de dimisión, que se concretaron en

el Ayuntamiento, y en abandonos del partido único.

Algún conflicto de importancia tuvo que producirse con

la revista de la Federación navarra, ya que dejó de publicarse

entre el 19 de septiembre y el 21 de noviembre de 1942,

como quedó reflejado en las actas de la Junta Rectora, en

que se da cuenta de la suspensión por orden de la Delega-

ción de Prensa y Propaganda (10).

La buena acogida inicial de la Ley de Cooperativas no

puede hacernos olvidar que la vida de la Federación no se

desarrollaba regularmente. Después de 1940 no se celebró

ninguna Asamblea General hasta 1944. Seguían buscando

una salida que les permitiera mantener su obra lo más ínte-

gra e independiente posible en aquellas circunstancias. Para

ello, en junio de 1943, Sixto Iroz, el Secretario Social, y Julio

San Gil se había desplazado a Zaragoza, Valencia y Castellón

con el fin de estudiar los pasos seguidos por estas Federacio-

nes, que se habían convertido en Uniones Territoriales de

Cooperativas. Con el mismo objetivo celebraron una reunión

en Zarauz en agosto de ese año con Vicente Puyal, jefe de la

Unión Nacional de Cooperativas del Campo. Asistieron el

presidente Martínez de Morentín, el consiliario Alejandro

Maisterrena, el gerente Julio San Gil y Sixto Iroz por el Secre-

tariado Social. La reunión respondía a la insistencia desde

instancias gubernamentales para que se construyera en Nava-

rra la Unión Territorial de Cooperativas del Campo. Una vez

más se dilató una solución definitiva, conviniendo celebrar

otra nueva reunión en Pamplona aprovechando la presencia

de Fermín Sanz Orrio, Delegado Nacional de Sindicatos,

para concretar la forma de constitución de la Unión, las per-

(10) Act. Junt. Rect., 4-11-1942.

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Page 12: 9. DE LA ANTIGUA FEDERACION A LA UTECO Y CAJA CENTRAI

sonas que formarían la Junta Directiva y los estatutos quehabrían de adoptarse.

9.1.1. El acuerdo entre la CNS y la FASN

De esta forma, se celebró esta reunión el 5 de septiembrede 1943 en el domicilio de Sanz Orrio, al que acompañabanel Jefe Nacional de la UNACO, Vicente Puyal y el DelegadoProvincial Sindical. Por la Federación acudieron el presi-dente, el consiliario, el gerente y el secretario, Vicente Men-dívil (11) .

Se habló de la influencia y muchos años de actividad dela Federación en el campo navarro y de establecer, conformea la tradición de aquélla, la Unión Territorial de Cooperati-

vas, para lo que se acordó que se les enviase desde Madrid unproyecto de Reglamento con el fin de que la Federación loestudiara y enmendara. El proyecto definitivamente aproba-do por la Junta de la Federación se remitía a Madrid para suaprobación. Se acordó además que la Caja de Ahorros y Prés-tamos quedase completamente aparte de la Unión, si bienpara el desenvolvimiento económico de dicha Unión, se utili-zasen los recursos económicos y crédito de la Federaciónactual. Todos estuvieron de acuerdo en que la misma Juntade la Federación debía actuar en las dos entidades. Comoconsecuencia, la contabilidad debía ser completamente inde-pendiente, para lo que se abrirían nuevos libros de actas.

Se convino también que las relaciones se mantendríandirectamente con la Unión Nacional de Cooperativas, tenien-do el Delegado Ncional de Sindicatos y el Provincial unaintervención meramente disciplinar.

Se llegó, pues, a un acuerdo para cumplir el Reglamento

de aplicación de la Ley de Cooperación. Se enviaron a

(11) Act. Junt. Rect., 23-9-1943.

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Page 13: 9. DE LA ANTIGUA FEDERACION A LA UTECO Y CAJA CENTRAI

Madrid los Estatutos, y para transformar la Federación enUnión Territorial de Cooperativas del Campo se convocó

Junta General extraordinaria para el 20 de mayo de 1944,con el fin de que la Asamblea General autorizara a la Junta

Directiva para realizar la transformación. Pocos meses des-

pués la Unión Nacional de Cooperativas del Campo facilitóunas normas, publicadas en la prensa el 9 de abril de 1944,

para el funcionamiento de las Cooperativas Agrícolas deNavarra. De ellas se desprendía que el plazo de adaptación

terminaba el próximo 26 de agosto, plazo que luego se alar-gó hasta el 31 de diciembre, debiendo repetirse el expedien-te de constitución de las mismas, aunque estuviesen registra-

das en el Ministerio de Trabajo.Por fin el 20 de mayo de 1944 la Federación celebró

Asamblea Extraordinaria en el salón de actos del Centro

Mariano de Pamplona (12). En el acto estuvieron representa-das ciento veinte entidades sociales, y lo inició Martínez de

Morentín, presidente, dando la palabra al consiliario Alejan-dro Maisterrena, pues había tenido «^arte ^rincipalísima en el

desarrollo de los [asuntos importantes] durante los dos últimos

años».

El consiliario expuso a la Asamblea por qué no se cele-braron las Asambleas anuales y por qué continuó la misma

Directiva. La razón se basaba en que no se había llegado a unacuerdo sobre el futuro de la Federación y hasta que éste nose resolvió favorablemente, según la opinión de la Junta Rec-

tora, la Federación no pudo celebrar asambleas. Propuso quela Asamblea diera un voto de confianza a la Junta para que

procediera a la transformación de la Federación en Unión

Territorial de Cooperativas, «salvando los principios sociales que

han informado nuestra Obra y la autonomía administrativa» (13) .

En la Asamblea se habló también de los problemas que

surgieron en algunos pueblos, como Juslapeña, Los Arcos,

(12) LASN, 27-5-1944.(13) Act. Junt. Gen., 20-5-1944.

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Morentín, San Martín de Unx, Sesma, Lumbier y otros, con

la aparición de las Hermandades de Labradores, y se pedíannormas concretas de actuación.

La Asamblea, como era de esperar, acordó aprobar la ges-

tión de la Junta Rectora y los balances económicos corres-

pondientes a 1941, 1942 y 1943; conceder un voto de con-

fianza a la Junta Directiva para que se procediera a la trans-formación en UTECO «de modo que sigan siendo las directrices

de la nueva entidad los principios católico-sociales que han influido

hasta el ]rresente en la Federación y sus entidades filiales [...]; y sal-

vando la autonomía administrativa y dirección económica que está

fundada en la confianza y solidaridad de los asociados». Ademásse dio confianza a la Directiva para que se pusiera al habla

con las jerarquías sindicales y, de mutuo acuerdo, dar las ins-

trucciones convenientes sobre la constitución de las Herman-dades de Labradores.

La Junta Rectora, cumpliendo el mandato de la Asamblea

aprobó por unanimidad el 10 de marzo de 1945 los estatutos

de la Unión Territorial de Cooperativas del Campo de Navarra,el Reglamento de la Caja Central de Ahorros y Préstamos de

Navarra y acordó elevar al Ministerio de Trabajo la documenta-

ción necesaria para transformar la FASN en UTECO, «desdo-blándose la Caja Rural Central con personalidad ]»-o^iiia y carácter coo-

perativo [...] con autonomía administrativa y directiva, y con patrimo-

nio propio y exclusivo». Para conservar sus recursos económicosla Caja Central se convirtió en una cooperativa más, aunque,

como se ha señalado, tendrá la misma Junta que UTECO.

El Ministerio de Trabajo aprobó el 8 de noviembre el

Reglamento de la Unión Territorial de Cooperativas del

Campo de Navarra, que fue inscrita en el Registro Especial

de Cooperativas con el número 2.073. El 23 de enero de

1946 aprobó el Reglamento de la Caja Central Cooperativade Ahorros y Préstamos.

Durante todos estos mesés fueron apareciendo en el BOE

la inscripción de cooperativas navarras en el Registro Espe-cial de Cooperativas del Campo.

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Page 15: 9. DE LA ANTIGUA FEDERACION A LA UTECO Y CAJA CENTRAI

Sin embargo, a pesar del acuerdo de fusión, el Delegado

Sindical Provincial siguió presionando sobre la integración

de las Cooperativas y Cajas Rurales en Hermandades Sindica-

les. Julio San Gil, gerente de la Federación Agrosocial Nava-

rra y Jefe Provincial de la Obra Sindical de Cooperación dio

cuenta a la Junta Rectora de que había sido destituido en

diciembre de 1945 en favor del actual Delegado Provincial de

Sindicatos. El pulso por el control de las cooperativas nava-

rras continuaba (14) .

Las diferencias se zanjarían definitivamente en mayo de

1946 mediante un acuerdo en el que las cooperativas conser-

varían su independencia y personalidad, ayudando económi-

camente a las Hermandades, y limitándose los servicios coo-

perativos de estas últimas a aquellos lugares donde no existie-

ran cooperativas.

Reproducimos íntegra el acta de 22 de mayo de 1946,

que cierra definitivamente el capítulo de integración de la

FASN en el marco sindical del verticalismo, en el apéndice

documental (Documento n.° 5).Casi siete años de conflictos y de luchas por controlar el

poder económico y social de la Federación terminaron defi-

nitivamente. Había mucho en juego, como explicaba A. Mais-

terrena en la Asamblea de 1947. La transformación había

sido lenta debido a que «era necesario actuar con la máxima cau-

tela» por varias razones importantes, entre ellas la confianza

que en la Federación habían depositado miles de agriculto-

res a través de su Sección de crédito, o la importancia del

crédito ante los Bancos que podría haberse perdido de no

actuar con seguridad. Aclaró las funciones diferentes de la

Unión y la Caja Central, «distintas y perfectamente coordinables»,

haciendo una loa de la personalidad de la organización «que

(14) Act. Junt. Rect., 16-1-1946. Una descripción del funcionamien-to desde el punto de vista legal de las Hermandades de Labradores, enAntoliano Peña, «Las Hermandades de Labradores y su mundo», enHorizonteEspañol, Ruedo Ibérico, Torino, 1966, vol. II, págs. 221-240.

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en su tipo local, sobre todo, ha sido el valladar en que el socialismo se

ha estrellado en tiem^ios difíciles de nuestra Patria».

Si en la primera etapa de la Federación fue la iglesia la

orientadora predominante del movimiento cooperativo,

ahora pasará a un segundo plano de actividad, aunque sin

perder totalmente su influencia, que se dejó notar incluso

dentro de la Falange y del Movimiento, elementos directores

en esta nueva fase del cooperativismo.

9.1.2. Nueva composición de las Juntas Rectoras

Con la nueva reglamentación cambió el número de

directivos, quedando reducido a cinco: presidente, secreta-

rio, tesorero y dos vocales. Para que estuvieran representa-

das las Merindades, como en las antiguas Juntas de la FASN,

se aceptó que los miembros del Consejo de Vigilancia asis-

tieran a las sesiones de la Junta Directiva. Así pues, se consi-

guió que las Juntas fueran lo más parecidas a las de la anti-

gua FASN, constatando en cualquier ocasión ser herederos

de la antigua Federación. Así, en el primer libro de Actas de

la Junta Rectora se escribe «Actas de la Junta Rectora de la

Caja Central Cooperativa de Ahorros y Préstamos de Navarra,

constituida de acuerdo con lo establecido en la 3. ° Disposición

Transitoria del Reglamento de ll de noviembre de 1943, ^iara la

aplicación de la Ley de Cooperativas de 2 de enero de 1942, por des-

doblamiento de este servicio de la antigua Federaŭión AgrosocialNavarra». Lo mismo recordarían con la concesión de un

préstamo en 1954: «continuadora de las operaciones económicas

de la antigua FASN, según la Disposición Transitoria 3. ° del

Reglamento de aplicación de la Ley de Coo^eración de 11 de

noviembre de 1943».

Para dar cumplimiento al acuerdo de desglosar la Caja

Central'de Ahorros y Préstamos de Navarra y UTECO se pro-

cedió a la aprobación del balance a 31 de diciembre de 1946,

resultando la cantidad de 598.192,60 ptas. en el de UTECO,

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y 9.055.285,70 ptas. en el de la Caja (15). Igualmente se

facultó al Administrador Gerente para que pudiera disponer

de las cuentas y fondos en Bancos y entidades de crédito a

nombre de las nuevas entidades UTECO y Caja Central, y

otorgarle poder para inscribir los inmuebles de la antigua

FASN a nombre de las nuevas entidades.

Nada más iniciarse la sesión de la Junta Rectora el 14 de

marzo de 194i, se dio cuenta del oficio recibido de la Jefatu-

ra de Cooperación con el nombramiento como vocal de la

Junta Rectora de UTECO, «al camarada foaquín Arroyo Garba-

yo, Jefe de la Cooperativa del Campo de La Hermandad de Labrado-

res y Ganaderos de Tudela». El consiliario protestó ante este

nuevo intento de mayor control de la UTECO por Falange,

pues no había ninguna vacante reglamentaria, ya que, en su

opinión, lo único que tacharon en el Ministerio de Trabajo al

aprobar el Reglamento fueron las palabras «por lo menos» del

artículo 13 que decía: «La Unión se gobernará por una Junta

de cinco miembros por lo menos». En esta sesión, en la que

estaban presentes Apolinar Azanza, Jefe Provincial de la

Obra Sindical de Cooperación, y el citado Joaquín Arroyo, se

acordó escribir al Jefe Nacional de la Obra de Cooperación

para aclarar el asunto.

Este debió finalizar de manera favorable a la Federación,

pues Arroyo no figuró más en las Juntas de la UTECO. Por su

parte, el jefe de Cooperación asistió a las dos sesiones

siguientes de la Junta Rectora pero ya no volvió a aparecer

más.

A1 transformarse la Federación Agro-Social Navarra en

UTECO procedía realizar el desglose de la contabilidad y los

bienes sociales a nombre de las nuevas entidades jurídicas,

Caja Central de Ahorros y Préstamos de Navarra y Unión

Territorial de Cooperativas, de acuerdo con la mencionada

Ley de Cooperación de 1942 y su Reglamento de aplicación.

(15) Act.Junt. Rect., 14-3-1947.

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Este reparto de patrimonio, sin embargo, tuvo una peculiari-

dad pues la Federación, en años anteriores, para evitar laabsorción económica por el Sindicato Vertical había pasadotodo su patrimonio a la Caja de Ahorros y Préstamos. Con

ese objeto, salvar los fondos de la Federación y garantizar sufuncionamiento con el patrimonio acumulado, se procedió

al desglose (16). De esta forma, la Caja se quedó con la prác-tica totalidad del activo y el pasivo de la Federación, por valorde 9.055.285,70 ptas., mientras que la situación económicade UTECO era claramente inferior, a 31 de diciembre de1946 [ver Cuadro 21 ] .

CUADRO 21

UTECO. BALANCE A 31-12-1946

AC7 N0 PASNO

Coop. Campo 423.536,12 Fondo Obras Sociales 29.238,45Suministros varios 136.395,98 Proveedores 13.936,73Valores en cartera 38.260,50 Diversos 37.967,47

Caja Central A. y P. 457.859,61Cuenta de resultados 59.190,34

SUMA DEL ACTNO 598,192,60 SUMA DEL PASNO 598.192,60

Fuente: Actas Junta Rectora, 143-1947.

UTECO nació descapitalizada, sin apenas recursos econó-micos. Lo que le adeudan diversas cooperativas es casi lamisma cantidad que UTECO adeuda a la Caja Central. Ladependencia, por tanto, de UTECO era total pues la CajaCentral Cooperativa, que era una de las cooperativas de

(16) Act. Junt. Rect., 16-1-1946.

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UTECO, financiaba la actividad de toda la organización. Sal-var el patrimonio sin crear un grave conflicto con la Delega-ción Nacional de Sindicatos exigió esta fórmula de compro-miso, pues la Delegación Nacional quería acabar con la obrasocial-católica. Los carlistas, mayoría dentro de la Federacióny de la CNCA, defendieron esta fórmula que se mostró eficazpara solventar el problema.

A.sí se explica la insistencia en que las Juntas de la CajaCentral y de la UTECO fueran las mismas. Sin la Caja, laUTECO no podía subsistir y, aunque llevaran libros distintosy reflejaran diferentes balances, las mismas personas opera-ban con los mismos fondos distribuidos en las dos entidadesdiferentes. Y lo hacían desde la misma sede social de Ciuda-dela 5, en Pamplona. [Véase documento n.° 6].

9.2. Componentes ideológicos de la UTECOen los años cuarenta

En el proceso de incorporación a la nueva normativa

legal, al sindicalismo vertical, el Secretariado Social de la

Federación se preocupó particularmente por mantener la

confesionalidad de la obra social-católica. Temían que este

carácter se perdiera al comprobar que se abría camino una

tendencia dirigida a reducir el papel de los sacerdotes, de los

consiliarios, en la nueva organización sindical. El consiliario

era la base fundamental en la confesionalidad de las obras

católico-agrarias, como se ha demostrado a lo largo de la his-

toria de las Cajas, llegando a afirmar que sólo las Cajas que

habían contado con consiliarios apóstoles celosos habían

sobrevivido.

En torno a estas reflexiones, que aparecerán regularmen-

te en la revista durante los años cuarenta, señalaban las dos

posturas que podían adoptarse ante el consiliario: mantener-

lo como un elemento decorativo o hacerle intervenir en los

negocios económicos de las Cajas o sindicatos, llegando

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