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ACARIO COTAPOS, LA CREACION VIVIENTE Por Daniel Quiroga "Lo absurdo, lo incongruente, caben como un atributo más entre los de este creador de grandes frisos, plenos de arrolla- dora animación. Sus defectos y sus cualidades se interpenetran de tal forma que, lo repito. es imposible divorciar los unos de los otros. como rasgos igualmente esenciales de un estilo que hay que admitir o negar en su integridad." VICENTE SALAS VIÚ, "La Creación Musical en Chile", Es cIaro, en Valdivia, a fines del siglo pasado, no era la música precisa- mente lo que más destacaba. Se vivía el empuje de una zona en pleno desarrollo de sus ciudades, fundamentadas principalmente en la indus- tria maderera. La familia de don Nemorino Cotapos, esforzado hombre de empresas industriales, era una de aquellas que contribuían a formar el futuro de aquella región de Chile. Quizá si los días tranquilos de la Valdivia de entonces ya contaban con algún grupo coral, de aquellos que continuaban en Chile la tradición germana llegada con la coloniza- ción; quizá si hasta abundaban los tañadores de cítara que alcanzamos a conocer, muchos años más tarde, en los días de nuestra infancia llena de recuerdos de lluvias y ventoleras australes. Pero, en fin, la música permanecía siempre viva en el seno de la familia Cotapos, gracias prin- cipalmente a la dedicación musical de la señora Rosa Baeza de Cota pos quien, acompañándose en el arpa, rendía tributo al melodismo amable del romanticismo menor, y a las arias de las óperas más en boga. Años después viviendo ya en Santiago, llegarla a tocar en su arpa algunas de las "Doloras" de ese otro joven, amigo de su hijo Acario, llamado Al- fonso Leng. La familia Cota pos vino a Santiago y llegó en un momento en que estallaba la violencia y la intolerancia política que acompañó la guerra civil contra el régimen del Presidente Balmaceda. El abuelo Acario Cota- pos, y los padres de Acario, presenciaron los saqueos de las casas, vieron caer los muebles y los pianos por los balcones; sintieron la tragedia sus- pendida en el aire en aquellas noches de violencia descontrolada en que se dejó abierto el camino a la plebe, azuzada desde la sombra por quienes !I< 33 !I<

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ACARIO COTAPOS, LA CREACION

VIVIENTE

Por

Daniel Quiroga

"Lo absurdo, lo incongruente, caben como un atributo ms entre los de este creador de grandes frisos, plenos de arrolla-dora animacin. Sus defectos y sus cualidades se interpenetran de tal forma que, lo repito. es imposible divorciar los unos de los otros. como rasgos igualmente esenciales de un estilo que hay que admitir o negar en su integridad." VICENTE SALAS VI, "La Creacin Musical en Chile",

Es cIaro, en Valdivia, a fines del siglo pasado, no era la msica precisa-mente lo que ms destacaba. Se viva el empuje de una zona en pleno desarrollo de sus ciudades, fundamentadas principalmente en la indus-tria maderera. La familia de don Nemorino Cotapos, esforzado hombre de empresas industriales, era una de aquellas que contribuan a formar el futuro de aquella regin de Chile. Quiz si los das tranquilos de la Valdivia de entonces ya contaban con algn grupo coral, de aquellos que continuaban en Chile la tradicin germana llegada con la coloniza-cin; quiz si hasta abundaban los taadores de ctara que alcanzamos a conocer, muchos aos ms tarde, en los das de nuestra infancia llena de recuerdos de lluvias y ventoleras australes. Pero, en fin, la msica permaneca siempre viva en el seno de la familia Cotapos, gracias prin-cipalmente a la dedicacin musical de la seora Rosa Baeza de Cota pos quien, acompandose en el arpa, renda tributo al melodismo amable del romanticismo menor, y a las arias de las peras ms en boga. Aos despus viviendo ya en Santiago, llegarla a tocar en su arpa algunas de las "Doloras" de ese otro joven, amigo de su hijo Acario, llamado Al-fonso Leng.

La familia Cota pos vino a Santiago y lleg en un momento en que estallaba la violencia y la intolerancia poltica que acompa la guerra civil contra el rgimen del Presidente Balmaceda. El abuelo Acario Cota-pos, y los padres de Acario, presenciaron los saqueos de las casas, vieron caer los muebles y los pianos por los balcones; sintieron la tragedia sus-pendida en el aire en aquellas noches de violencia descontrolada en que se dej abierto el camino a la plebe, azuzada desde la sombra por quienes

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saban muy claramente qu queran defender y ganar con el derroca-miento del gran Presidente_ El relato de esas horas de angustias hecho al nio Acario Cotapos, el mayor de los cuatro hijos, le haran conservar viviente en su imaginacin aquel cuadro de temores y violencias_ M u-chas decenas de aos ms tarde esos recuerdos se transformaran en una obra musical que dara vida nueva a aquellos relatos de la infancia_

Porque el nio Acario Cota pos Baeza, iba a ser compositor. Cuando su familia lo llev consigo a la Argentina, en busca de la tranquilidad que Santiago negaba a los "balmacedistas", Acario Cotapos entr a es-tudiar al Colegio Jesuita de El Salvador, en calle Callao (Una tarde en Buenos Aires, Acario me llev a su viejo colegio para mostrarme los pa-sillos, las salas de clase, la capilla, y hasta los Hermanos que fueron sus maestros y que, sin duda, no podan ser los mismos; pero Cotapos los vea iguales y los llamaba por sus nombres, aunque slo tenan de co-mn con los que l conoci la uniformidad del hbito ___ )

"Yo viva intensamente las grandiosidades de la Misa en El Salva-dor", dice Cotapos_ "Quiero decir que me impresionaba enormemente la liturgia, la msica del rgano, el Coro, en fin, todo aquello que des-borda grandiosidad en la Misa Catlica_ Ah IY las campanas al vuelo de la Iglesia del Salvador I Nunca las oiste? Son las campanas ms mara-villosas, hacen retemblar el suelo, las torres, todo_ No pueden tocarlas a menudo por eso, porque sera peligroso, sino en las grandes ocasio-nes ... "

Acario Cotapos, muchacho de sensibilidad vivsima, lleno de aris-tas, con un carcter que no trepidamos en llamar criollamente como "maoso", iba almacenando sensaciones, recuerdos, impresiones sonoras y visuales, elementos todos que ms tarde iba a devolver en obras de arte muy especiales, construidas con sonidos, pero siempre al servicio de una especie de lenguaje total, en que lo literario y lo escnico marchan uni-dos_ Las primeras tentativas de Acario Cotapos en la creacin artstica no fueron musicales sino literarias, en el campo teatraL Imponentes ma-sas y tragedias con personajes de contornos heroicos, en medio de un gran boato escnico, apenas conseguan salir de su desbordante imagi-nacin con los menguados arreos literarios de que su creador estaba pro-visto cuando apenas contaba unos diez aos_

De vuelta en Santiago, el piano de la familia Cotapos comenzaba a sonar de manera muy extraa cuando el joven Acario se acercaba a L Hurgaba por aqu y por all en el teclado, iba amontonando sonori-dades_ Tocaba "lo que l quera", no cualquiera msica, y cuando las

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manos no daban todo, la voz apareca para completar el cuadro sonoro, con intervencin ocasional de un lpiz sobre los candelabros (esos deli-ciosos candelabros de los pianos antiguos, con su sonido de fresco cam-panil) . El to Carlos Baeza llegaba a la casa y comenzaba a tocar en tr-molo los acordes del Preludio de "Lohengrin" de Wagner. Sobre las so-noridades de esa pgina, Cota pos comenz a sentir cada vez con mayor claridad que era la msica el medio de dar salida a sus ideas artsticas hasta entonces confusas y dispares. Se una al to Carlos en el descifrar de esos enlaces armnicos que les parecan abrir un universo inesperado. Lleg a aprender a tocarlo de memoria. El Preludio de "Lohengrin" fue as su silabario musical, su texto pianstico, la llave de entrada de Aca-rio Cotapos en la msica.

En el Santiago del primer cuarto de siglo las cosas del arte iban ano-tando transformaciones interesantes. Ya desde los ltimos aos del si-glo pasado don Luis Arrieta haba apGntado los caones de la crtica contra el imperio sin contrapeso de la pera italiana, apoyndose en la mayor categora esttica de las obras de Wagner. Debussy haba sido des-cifrado ms de una vez en cenculos musicales. Igual que Mussorgsky, Ravel, Scriabin, Ciril Scott, autores todos que mostraban el arte de los sonidos en otra dimensin que la cuadratura armnica clsico-romn-tica. De Wagner a los impresionistas la msica avanza en procura de sutilezas sonoras dirigidas a la imaginacin del auditor, busca enlazar-se en armonas vagas, esfumadas, exquisitas, como el verso de los sim-bolistas o la vibracin colorista de Manet. La senda wagneriana-impre-sionista atraa a los jvenes artistas de comienzos del siglo. Peinaban cabelleras rebeldes unos jvenes llamados Alfonso Leng, Prspero Bis-quertt, Alberto y Eduardo Garca Guerrero, todos msicos de corazn si no de oficio, pues tenan otras actividades aparte de la msica. Para ellos era cosa cierta que una "nueva sensibilidad" estaba en marcha en los campos de la msica, que el porvenir era para esa nueva sensibilidad y que, consiguientemente, toda enseanza tradicional nada tena que hacer con aquel nuevo modo de sentir. Todos ellos sentan inquietudes crea-doras, pero lo que queran decir no admita espera. Es decir, la espera obligada del aprendizaje metdico, ao por ao, tarea por tarea. Eso no. Adems no queran escribir fugas ni planear sonatas. Queran otra cosa, "sentan" ms que "saban" que se trataba de decir algo diferente. En

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todo caso no iba a ser el Conservatorio de calle San Diego el que con sus tratados de Teora y Cdigos de Armona iba a ayudarles a resolver sus problemas.

Ninguno de ellos pis sus aulas ms que el tiempo necesario para asegurarse de que tal sistema de enseanza no coincida con el dictado de sus sensibilidades, abandonndolas en seguida.

Un conjunto de msicos natos, cada uno deseoso de servir el dicta-do ntimo de su sensibilidad, empez a trabajar fuera de las rutinas con-servatoriles. Todos ellos haban nacido como Acario Cotapos alrededor de I:!~S5. Unos en Santiago, como Bisquertt (!1881), Lavin (18813) y Leng (11884) ; otros en La Serena, como Garca Guerrero ~1886); otros en el sur austral, como Cotapos (1889). La msica, la nueva sensibilidad, los reuni a todos en Santiago. Pronto seran amigos y compaeros en la in-quietud comn.

El fenmeno, con todo, no era nuevo. En la Rusia lejana de fines del siglo pasado, un grupo de msicos autodidactas, con otras profesio-nes, reunidos alrededor de otro autodidacta, Mili Balakirew, haban fun-dado el "Grupo de los Cinco", de insospechada trascendencia para la msica de su pas y de toda la msica occidental. Ese grupo abri las puertas a una potente escuela nacional, cuya prolongacin hacia occiden-te subyug a los msicos franceses, impuls a los "impresionistas" y, en ltima instancia, produjo a Igor Strawinsky y "La Consagracin de la Primavera". En Chile, Alberto Garca Guerrero que sigui con Alfonso Leng la carrera de Dentstica "para poder seguir hablando de msica", reuni alrededor de su personalidad de estudioso, de pianista, composi-tor y crtico, un grupo de innovadores, al que pronto se sum el joven Acario Cota pos. Pero ni an las sesiones de libre examen de las partitu-ras del modernismo musical, que traan desde Europa los barcos de carrera hasta el vido cenculo, le parecieron a Cota pos enteramente acordes con sus propsitos. Sus intentos en la composicin, al ser lleva-dos al papel pautado, merecieron, tal vez, alguna crtica mordaz del "leader" indiscutido de aquel grupo de altivos autodidactas, personali-dades distintas en su sello creador pero que acataban en Alberto Garca Guerrero la solidez de juicio y el amplio conocimiento terico que fun-damentaba su ctedra no oficial. Aos ms tarde otro msico chileno, Domingo Santa Cruz (1899), menor en diez aos que ese grupo de for-macin autodidacta, recibi tambin su enseanza en los pasos iniciales de composicin.

Los aires de renovacin esttica que haban agitado las vocaciones

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de aquellos msicos rebeldes, haban animado tambin a otros creadores chilenos de las letras y las artes plsticas. Un comn deseo renovador les impulsaba, les acerc y se tradujo en la creacin de un centro de activi-dades de notable trascendencia para la cultura chilena. Fue e! "Grupo de los Diez", de poderosa gravitacin en e! desarrollo artstico e intelec-tual chileno de! primer cuarto de siglo. En e! cenculo de "Los Diez" figuraban Alfonso Leng, Alberto Garca Guerrero y Acario Cota pos, co-mo los representantes de la msica, junto a figuras como Pedro Prado, Juan Francisco Gonzlez y Augusto D'Halmar. Alberto Ried, Manuel Magallanes, Armando Donoso, Julio Bertrand y ms tarde Eduardo Ba-rrios y Julio Ortiz de Zrate, integran la nmina de este grupo, cuyo r-gano de expresin, la Revista "Los Diez", ocupa un lugar destacado en la propagacin de los nuevos ideales artsticos.

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Cuando vino la Primera Guerra Mundial, Acario Cotapos ya estaba decidido a ser un creador musical. Los papeles llenos de esbozos, de apun-tes con enmaraados enlaces de acordes; los guiones literarios que siem-pre apoyan su creacin musical, convencieron cada vez ms al seor Co-tapas padre de que haba que resignarse a tener un hijo artista de profe-sin. Lo someti sin embargo a una prueba de fuego. Puesto que Acario buscaba nuevos horizontes fuera del marco estrecho de la capital chilena, aceptara su deseo de viajar a Estados Unidos, le ayudara durante un tiempo, hasta que se supiera que efectivamente Acario haba pisado tie-rra firme. Acario viaj en 1916 a Estados Unidos, pero antes, en un viaje a Buenos Aires, se haba acercado a Andr Messager y haba obtenido que el maestro francs viera sus manuscritos. El juicio estimulante del viejo maestro haba decidido a Cotapos seguir adelante y solicitar la pro-teccin paterna en su deseo de viajar y conocer.

Estados Unidos reciba entonces la visita de los numerosos msicos europeos que trasladaban a Amrica su actividad creadora interrumpida por la guerra. Cotapos, guiado por seguro instinto, se acerc al grupo de los ms avanzados, donde la figura de Edgard Varesse se alzaba como po-larizadora de inquietudes experimentalistas. El autor de "Octandre" e "Hyperprisma" acoge al joven sudamericano y le vincula con Copland, Milhaud, Cowell, y otros de la vanguardia. Cotapos figura entre los ini-ciadores de un grupo musical nacido en el barrio artstico de Green-wich Village, la lnternational Composers Guild, que posteriormente

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dio origen a la League of Composers. La actividad creadora de este su-damericano. "que no escriba msica tpica latinoamericana sino msica como cualquiera otra", impuls al estreno de sus dos primeras obras importantes. En el teatro de Greenwich Village, en un Concierto de la International Composers Guild, se dio PhiliPe L' Arabe", para bartono y conjunto instrumental. Es una obra ms bien breve, sobre texto del compositor basado en la obra de Barrs. A su estreno est vinculada la presencia del pianista chileno Juan Reyes, quien dirigi esta primera audicin, realizada en medio de una gran inquietud del compositor. PhiliPe L'Arabe, cont con la participacin de un destacado bartono ingls, y el programa del concierto inclua obras de Copland, Varesse y Cowell. En 1918 tuvo lugar otro estreno de Cotapos en Nueva York, Le Detachement VivllffIte, para soprano y dieciocho instrumentos, que fue dado en Aeolian Hall con la participacin de Eva Gauthier, bajo la di-reccin de Marcel Hamote. Obras de Ravel, Debussy y Ohrstein figura-ban en ese concierto. El compositor decuerda con emocin su primera entrevista con la soprano Gauthier, concertada a travs de Alberto Ried, y cmo esta artista le exigi que la versin en borrador, para piano y voz, fuera orquestada pronto a fin de poder incluirla en su concierto. La ta-rea de orquestar (siempre lenta en Cotapos) fue llevada a cabo febril-mente, y tambin la copia de las partes, en que actuaron, a medida de sus fuerzas, todos los vecinos disponibles de la pensin en que viva Cota-pos, rivalizando en su cooperacin.

A todo esto, cumplido el plazo paterno, Cotapos hada frente con sus propios medios a su subsistencia en Estados Unidos. El cmo y de qu manera hizo, ha hecho y hace frente a la vida Acario Cotapos no es materia musical, sino de magia en el ms alto grado, y escapa por lo tanto a nuestra competencia ... El hecho es que el itinerario de viajes por el extranjero de Acario Cotapos indica: once aos en Estados Uni-dos, siete en Pars y cuatro en Espaa, antes de su regreso a Chile, con motivo de la Guerra Civil Espaola.

Tambin en Estados Unidos se dio la primera ejecucin de su Sona-ta Fantasa para piano, que interpret el notable pianista chileno Juan Reyes en Filadelfia, 1192'3. Esta obra fue grabada por el sello "Camden" con el mismo intrprete.

En Francia estrena su primera obra sinfnica, los Cuatro Preludios, que bajo la direccin de Marius Francois Gaillard, se presentaron en Salle Gaveau en 1930. La personalidad del msico chileno es acogida con entusiasmo entre los sectores ms avanzados del movimiento musical

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moderno. Y que conste que esto no es frase, sino realidad absoluta con relacin a los integrantes del Grupo de Los Seis, en Francia, como antes lo fue en el International Composers Guild, de Nueva York.

Cuando an estaba en Nueva York, el Dr. Ramn Clars, conversan-do con Cotapos le insinu escribir msica sobre el poema Voces de Gesta de Ramn del Valle-Incln: "Tu eres el msico para hacerlo. E.5 tan grandiosa, tan humana". Cotapos ley el texto y se encendi de entu-siasmo. El impulso le dura todava y Voces de Gesta, para soprano, ba-rtono bajo, coros y orquesta, es la tarea a que Cotapos ha dado prcti-camente toda su vida desde entonces. Si bien est terminada en el bos-quejo, y algunos fragmentos han sido estrenados, falta la orquestacin de casi toda la obra y una revisin general que el autor espera hacer "algn da cuando la salud me acompae". El fragmento inicial de Voces de Gesta, se present en el Teatro Caldern, de Madrid, en 1935, con participacin de la Orquesta Sinfnica Nacional de Espaa bajo la direccin de Enrique Fernndez Arbs. La misma obra fue repetida en Pars el mismo ao, bajo la direccin de Francois Gaillard, en la Salle Gaveau.

Cotapos es autodidacta pero tambin a su modo. Ya sabemos cmo inici su aprendizaje musical en el Preludio de "Lohengrin". Curiosa-mente, es Wagner quien impulsa a toda una generacin de msicos chile-nos hacia nuevos caminos, y no es ninguna casualidad que haya sido una representacin de "Parsifal" la que congreg a los futuros miem-bros de la "Sociedad Bach" en torno a nuevos caminos para la msica en Chile, alrededor de 1920. Sin embargo, mentira quien afirmara que el cromatismo wagneriano o el palpitar anhelante de sus progresiones armnicas est presente en las composiciones de Cota pos. Antes bien, cuando en este o aquel pasaje de Balmaceda o de El Pdjaro Burln se escucha algn recuerdo wagneriano, es slo episdico, accidental. No hay en el tratamiento sinfnico de Cotapos ninguna frmula que lo encade-ne con el wagneriano, simplemente porque la tcnica de composicin de Cotapos no tiene posibilidad de contacto con la de Wagner. Coincide, s, en cuanto Wagner planeaba una obra de arte total, en que literatura y msica se fundieran, en que un acento heroico impulsara a sus per-sona jes, en que orquesta, coros y solistas se reunieran en un enorme es-pectculo (El recuerdo de una representacin de "Los Maestros Canto-

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res", en Buenos Aires, siendo un muchacho, vive an en Acario Cotapos). De aqu que las coincidencias con el creador de Bayreuth, que seran in-creblemente reaccionarias frente a los propsitos expresivos de Cota-pos, deben ser descartadas salvo en detalles accesorios, en efectos pura-mente accidentales, Cotapos no ha buscado su tcnica en los libros, en los tratados ni -admrense cuantos quieran- en el anlisis de las par-tituras de los grandes maestros de ayer o de hoy. Simplemente, escucha las obras. Al escucharlas va absorbiendo con avidez los materiales que ellas desenvuelven, que provocan en l una respuesta de simpata. Va llenando su imaginacin con estos materiales que la msica viva le pro-porciona y los une con el rumor del mundo, del cual jams se aparta Cotapos; con el rumor de las conversaciones y las discusiones en ambien-tes cosmopolitas; co~ el trato de pintores, escritores, poetas y artistas, tanto como con el de la gente comn, mozos de caf, personal de hote-les, dueas de casa en los mercados, etc. Cota pos est en todas partes, absorbiendo todo, inquietndose por todo, sintindolo todo con emo-cin vivsima.

"Eso no sirve para componer msica", dira un msico docto, ocul-to tras gruesos anteojos. Es necesario que el compositor tenga una ma-no suelta, que maneje la tcnica, que domine las formas ... ". Imagina-riamente contestara Cotapos: "He hecho mi propia tcnica. La que ne-cesito para decir las cosas a mi modo".

y en verdad, hay un modo Cotapos de hacer msica. Mirando (a hurtadillas por supuesto, sin permiso del autor) los manuscritos de Phi-liPe L'Arabe, las anotaciones contenidas en sus carpetas tituladas "apun-tes bsicos", la reiteracin de ciertos grupos rtmicos, de cierto modo de presentar los temas es comn tanto en aquellas primeras obras como en las partituras de Balmaceda o El Pjaro Burln. Siente la polifona, an cuando su manejo no corresponda en modo alguno a la tradicin con-trapuntstica. Se podra decir que su contrapunto es "artsticamente co-rrecto y formalmente deplorable". Pero hacer tal crtica, aparte de ser una necedad completa, demostrara que semejante crtico no ve lo que hay que ver "detrs" de las notas. Cotapos es tan "incorrecto" como lo fue Mussorgsky en su poca, como lo fue Satie, que por algo escribi sus "Preludios Flcidos" y aquel "Trozo en forma de Pera". El mundo crea-tivo de Cotapos es equivalente al universo sonoro de Edgard Varesse en su afn de creacin ilimitada, pero el mundo que se crea Cotapos es un mundo alucinante, hecho de intuiciones, de estallidos, de rfagas, y que precisa ser captado con la intuicin y la sensibilidad o definitivamente

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no ser captado, puesto que de ninguna otra manera es posible. El msico, obligado por mi increble pertinacia a definirse a s mismo, dijo: "Mi msica es el resultado de la autopresencia del compositor en su propia creacin. No estoy satisfecho sino cuando me siento llevado, sin poderme librar, por el efecto hipntico que logro producir".

Es por eso que Cotapos no puede oir su msica sin abandonarse too talmente. Los ensayos de sus obras le llevan fuera del recinto, enlazan su imaginacin con futuros planes y le convierten en la desesperacin de di-rectores y ejecutantes. Y hay que tener presente otra cosa: cada trozo musical de Cotapos no es un fin en s. No se trata de una obra aislada pensada como tal. Son slo "fragmentos" de una obra inmensa, la de toda la vida del compositor. Son "fragmentos" de una msica-espectcu-lo en que el compositor se ve realizauo con un plan tan ambicioso que no le permite cerrar los pentagramas sino provisoriamente. Quienes se desesperan ante la constante respuesta evasiva de Cotapos frente a pre-guntas como: En qu fecha? En qu lugar? Qu nmero?, es porque no se han percatado de que este hombre es sencillamente principio y fin de su propia creacin.

Por mucho que l declare que han sido Wagner y Mussorgsky los que le apoyaron en sus primeros pasos, y que hoy son Strawinsky y Bar-tok quienes le despiertan mayor admiracin, es el placer de su propia creacin, a su modo y con su tcnica, lo que lleva a Cotapos al estado febril dentro ue la msica-espectculo en que vive imaginaria y efecti-vamente.

La personalidad humana de Cotapos desborua los contornos habi-tuales en que se mueven los msicos. De aqu la dificultad para quien desea hundir el bistur crtico dentro de una obra que se caracteriza por ser inseparable de la personalidad del autor. Inseparable hasta en el sen-tido fsico, pues sus obras, casi siempre en borrador, se guardan -u ocul-tan- con extremado celo, de los ojos ajenos. Si el bistur se hunde ms all de la primera capa de borradores dispersos, del ocultamiento deli-berado, encuentra un lenguaje sorprendente, que enlaza los instrumen-tos de la orquesta en asociaciones desusadas, bajo indicaciones de ejecu-cin, de matiz y expresin que suelen causar asombro a directores y eje-cutantes. A l no. Son el resultado natural de su manera de crear. Des-pus de cortar esta capa, el bistur habr llegado al centro vivo de la msica de Cotapos: a su resultado sonoro en la audicin, ms all del papel. All, ante el fenmeno de la audicin, las acumulaciones po lito-nales que en el papel parecen absurdas, cobran vida y dan forma a una

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masa sonora de formas caprichosas, llenas de animacin, iluminadas por relmpagos de genio. Es como mirar las capas superpuestas que mues-tran nuestros macizos cordilleranos en sus quebradas abismantes. Las asociaciones armnicas de Cotapos, su traduccin en la orquesta, slo viven en la ejecucin, nunca en el papel pautado. Ante su presencia viva, el escalpelo crtico desaparece definitivamente, disuelto por el calor que transmite esta msica tan expansiva y arrolladora como la persona-lidad del que la cre.

El que tenga odos que la oiga. Para m, la msica de Cotapos es causa de un gran fracaso crtico.

y esto, contra todo lo que pudiera pensarse, me llena de inmensa ale-gra.

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usuarioTexto escrito a mquinaObra: Le detachement vivant, para conj. Inst.Intrpretes: Ilse Simpferdorfer (s), Cirilo Vila (pf)Lugar/fecha: Sala Isidora Zegers, 10/03/1984Compositor: Acario Cotapos Baeza

usuarioTexto escrito a mquinaObra: Balmaceda, para narrador y orq.Intrpretes: Orquesta Sinfnica de Chile, Victor Tevah (dir), Enrique Lihn (rec)Lugar/fecha: Teatro Astor, 31/05/1957Ocasin: Temporada OficialCompositor: Acario Cotapos Baeza

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