Affair Sokal

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    OBSCURUM PER OBSCURIUM.

    LENGUAJE Y CIENCIA

    EN EL AFFAIRESOKAL

    Sonia Madrid CnovasProfesora Ayudante Doctora.

    Dpto. de Lengu a Espaola , Ling stica Genera l

    y Traduccin e Int erpretacin. Universidad de [email protected]

    ABSTRACT: In this paper we present some ideas related to scien-ce and its use of language taking the Sokal affaire as a pretext.Through this hoax, we try to highlight the special vision of thescientific discourse held by the neo-scientists and how such a visionis used in the characterisation of this scientific community ratherthan in the actual separation from its antagonist (i.e. intellectual)one.

    KEY WORDS:Sociology of knowledge, specialized languages, rhe-toric of science, postmodernism, Sokal, Alan D.

    RESUMEN: En este artculo se presentan algunas reflexiones entorno a la ciencia y el uso de lenguaje por parte de sta tomando elaffaireSokal como pretexto. A travs de esta parodia tratamos dedestacar la visin que del discurso cientfico poseen los llamadosneocientficos y cmo este enfoque lingstico se utiliza ms quepara caracterizar a dicha comunidad para separarla de su supuestaantagonista: la comunidad humanstica.

    PALABRAS CLAVE: Sociologa del conocimiento, lenguajes espe-cializados, retrica de la ciencia, postmodernismo, Sokal, Alan D.

    INTRODUCCIN

    Diez aos han pasado desde que el caso o affaire Sokalsuscitara una gran polmica en el pas vecino y allendelos mares. Nuestro inters por rescatar dicho caso eneste artculo es utilizarlo como pre-texto para reflexionar

    sobre uno de los grandes problemas que ataen al cono-cimiento cientfico y del que este caso se empapa de prin-cipio a fin: el modo de expresin de estos conocimientosy su valoracin social dentro de la comunidad cientfica.Como indica Wagensberg (2003), el conocimiento es laforma que adopta una idea para sobrevivir al trnsitoentre dos mentes. Y de su tratamiento depender quedicho conocimiento sea considerado como ciencia, arte orevelacin. En este sentido, la tan trada y llevada guerra

    de las ciencias o Science Wars1bien pudiera contem-plarse como una guerra del valor social que ostentan losdiscursos cientficos. En ltimo trmino: cuando el saberimplica poder utilizar el lenguaje, o ms concretamente,cuando el poder procede de saber utilizar de una maneradeterminada el lenguaje.

    Pero rescatemos brevemente la trama argumental de estecaso. En 1996 el fsico norteamericano Alan D. Sokalpublicaba en una de las revistas ms prestigiosas de estu-dios culturales, Social Text,concretamente en el nmero46/47 dedicado a la guerra de las ciencias, un artculobajo el ttulo Transgressing the Boundaries: Toward aTransformative Hermeneutics of Quantum Gravity. Di-cho artculo no era ms que una parodia, cuyas tesis

    OBSCURUM PER OBSCURIUM.

    LANGUAGE AND SCIENCE

    IN THE SOKAL AFFAIR

    ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura

    CLXXXIV 731 mayo-junio (2008) 529-537 ISSN: 0210-1963

    Obscurum per obscurium. Ignotus per ignotius.

    (Divisa alqumica)

    Invito a todo aquel que crea que las leyes de la Fsica

    son meras convenciones sociales a que trate de trasgredirlas

    desde la ventana de mi apartamento. Vivo en el piso nmero 21.

    (Sokal,Imposturas Intelectuales)

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    disparatadas se defendan empleando adems la jergapropia de ciertos foros acadmicos postmodernos, comoel mismo revel poco despus en otras publicaciones2.Este escndalo levant grandes pasiones a favor y encontra, tanto en Europa como en Estados Unidos, difun-dindose ms all del mbito acadmico tal y como lomuestran los ecos recogidos en varios diarios y foros deInternet, entre ellos la pgina personal del propio Sokal3.Poco despus el exitoso escndalo se rentabiliz en unaobra de sobra conocida, Imposturas intelectuales(1998),en la que Sokal junto al fsico belga Jean Bricmont desa-rrolla ms ampliamente su crtica contra lo que l llamael postmodernismo4y su invasin epistemolgica en lasciencias sociales, los estudios culturales y los estudiosde las ciencias.

    Si la parodia tuvo tanto xito fue, en buena medida, porel contexto de guerra en el que sta surgi y que yaha sido magistralmente analizado por Blanco (2001) enla que Sokal y Bricmont se convirtieron en azote de losintelectuales posmodernos de amplio renombre (2001,130), a la sazn todos franceses: Lacan, Kristeva, Irigay,Latour, Baudrillard, Deleuze, Guattari o Virilio. La reaccinms inmediata y quizs desmedida fue la de calificar estaobra como un panfleto derechista contra intelectuales deizquierda o como un ataque imperialista norteamericanocontra la intelligentsia parisina (Sokal, 1999 [1998], 33).Siguiendo a Debaz y Roux (2007) creemos que existennumerosos aspectos de este caso que hay que abordar

    a la hora de analizarlo. En primer lugar, estos autoreshablan de dos affairesque se producen en dos momentosdistintos: el norteamericano, en torno a 1996-1997, cen-trado en la difusin y moral de la parodia, la fecundidaddel postmodernismo en el pensamiento de izquierda y lacuestin universitaria de la disciplina de los estudios delas ciencias; el francs, que se apoya ms en el libro deImposturas Intelectuales(1998) que en el canular,fijandosu atencin en la (re)probable trasgresin disciplinar, el

    derecho al uso de un lenguaje determinado y cuyo debatemeditico se estructur antagnicamente en la prensamediante la voz de intelectuales muy posicionados queutilizaron, la mayor parte de veces, anlisis y argumentosad hominem. As pues, de todos los aspectos que esteexperimento cientfico ofrece, en este artculo nos vamosa interesar por el que se refiere a la relacin entre len-guaje y ciencia y su interposicin entre las dos supuestascomunidades: la cientfica y la humanstica.

    LAESPECIFICIDAD DELLENGUAJECIENTFICO

    En la introduccin de Imposturas Intelectuales (1999[1998], 22-23) Sokal y Bricmont denuncian una serie deabusos incardinados en las prcticas discursivas de losposmodernos. A saber:

    1. El uso prolijo de teoras cientficas de las que slo setiene una idea muy vaga. La forma de encubrir estaignorancia es emplear una terminologa cientfica opseudocientfica sin preocuparse demasiado por susignificado.

    2. La importacin de conceptos desde las ciencias natu-rales a las ciencias sociales sin ningn tipo de justifi-cacin emprica o aclaracin previa.

    3. La exhibicin de una erudicin superficial para intimi-dar al lector, generalmente no cientfico.

    4. La intoxicacin verbal y la manipulacin del sentidodiscursivo.

    En realidad estos cuatro abusos pueden resumirse en un nicoproblema: el empleo ignorante de la jerga cientfica, arras-trando con ella conceptos dudosamente exportables hacia eldiscurso humanstico con el propsito de dar un barniz derigor a unas teoras que, expuestas de manera ms sencilla,quizs no sean tan revolucionarias. Esta actitud de clarafascinacin ante las dimensiones ms estetizantes y barrocasde la actividad acadmica (Snchez-Cuenca, 1997, 65) cum-ple la mxima revelada recientemente por un cientfico: Si

    haces que tu artculo sea difcil de leer, al menos nadie podrllamarte estpido (cit. en Snchez Ron, 2003, 16). Citaremosun par de ejemplos bastante elocuentes de lo que se denunciaen esta obra. El primero procede de la teora algortmica deJacques Lacan (op. cit.en Sokal, 1998, 42):

    Es as como el rgano erctil viene a simbolizar el lugar delgoce, no en s mismo, ni siquiera en forma de imagen, sinocomo parte que falta en la imagen deseada: de ah que sea

    equivalente al1

    del significado obtenido ms arriba, delgoce que restituye, a travs del coeficiente de su enunciadoa la funcin de falta de significante (1).

    La segunda es una cita tomada del socilogo y filsofoJean Baudrillard (op. cit.en Sokal, 1998, 152):

    En el espacio euclidiano de la historia, el camino ms rectoentre dos puntos es la lnea recta, la del Progreso y la De-

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    mocracia. Pero eso es slo vlido para el espacio lineal de laIlustracin. En nuestro espacio no euclidiano de finales desiglo, una curvatura malfica desva invenciblemente todaslas trayectorias. Ligadas, sin duda alguna, a la esfericidad deltiempo (visible en el horizonte de finales de siglo como la dela tierra en el horizonte al caer el da) o a la sutil distorsindel campo gravitacional (...) Debido a esta retroversin dela historia hacia el infinito, a esta curvatura hiperblica, elmismo siglo escapa a su propio fin.

    En realidad, la profusin de lxico cientfico de estos textospodra ser considerada simplemente como una licenciapotica de la terminologa cientfica en boga5 sin mayorperjuicio que el ocasionado al intelecto de sus lectores.Dnde radicara, pues, el problema moral? Pues en lo queLocke (1997 [1992], 262) sealaba en su libro La cienciacomo escritura: Los documentos de la ciencia delimitanel progreso de la ciencia; son la ciencia; la ciencia es loque los documentos cientficos dicen que es. Por tanto, laprctica discursiva y el conocimiento, sea este del tipo quesea, son el recto y verso de un mismo hecho que instaura yconsolida a la comunidad cientfica. Como seala CayetanoLpez (1999, 46) si, adems, quien escribe lo incomprensi-ble ostenta cierto poder universitario y quienes lo halagany jalean, y son a su vez halagados y jaleados, ocupan lacpula en departamentos e instituciones, el nefito queempieza su carrera debe hacer como que comprende yvalora altamente la profundidad de tales textos y debe in-tentar expresarse de la misma guisa si no quiere ser expul-sado del sancta sanctorumacadmico6. David Lodge (1998[1984]) expres muy bien este problema del argumento deautoridad en lo que l llam una ley de la vida acadmicaes imposible exagerar cuando se adula a un colega.

    Podemos pensar que la falta de un lenguaje formal o es-pecializado en el mbito de las Ciencias Sociales y en lasHumanidades7para expresar conceptos tcnicos o teorasbien delimitadas que el lenguaje ordinario, en sentido de

    Wittgenstein, no puede expresar sera una buena excusapara el prstamo de dicha terminologa (ya que en estosmbitos no se puede crear, o sera absurdo hacerlo, unlenguaje formal que supere las limitaciones de las lenguasnaturales, Bermejo Barrera, 1991, 42). Ahora bien, cabepreguntarse si la finalidad de tales escritos pseudocien-tficos es claramente aportar mayor conocimiento a untema o, por el contrario, se toma el nombre de la cienciaen vano para apropiarse de los oropeles del lenguaje cien-

    tfico y generar discursos sin sentido8. Lo que en ltimainstancia resulta ms grave, pues pone de manifiesto elcomplejo de inferioridad de los discursos humansticosante los discursos9de las llamadas ciencias duras, ya queaquellos necesitan de los recursos retricos(y subrayamosretricos) de stos para instaurar su crdito y su legitimi-dad (Bouveresse, 1999).

    Este escndalo tambin sirvi para revitalizar un debatefilosfico y lingstico de sobra conocido por lingistas yfilsofos de la ciencia y que constituye uno de los pilaresde cualquier teora general del lenguaje10: es posible unlenguaje neutral, asptico, que d cuenta de la realidady el mundo de manera objetiva? es posible un lenguajeuniversal que represente las percepciones sensoriales demanera unvoca? es el discurso cientfico el nico quelogra tal cometido?

    Desde los intentos de Wilkins y sus colegas por crear unalengua universal que expresara con sencillez y exactitud elmundo o la realidad, pasando por el lenguaje protocolariodel Crculo de Viena hasta los neocientficos actuales, existetoda una corriente de pensamiento que respondera afirma-tivamente a tales cuestiones y entre ellos estara situado elpropio Sokal cuya preocupacin por el buen uso del lenguajedentro del mbito cientfico es ms que manifiesta (LpezDevesa, 1997, 28). Si bien creemos pertinente la ridicu-lizacin que Sokal y Bricmont hacen de la charlataneraacadmica presente en algunas corrientes del panoramade estudios sociales y humansticos, que torna imposibledistinguir entre un argumento vlido y uno disparatado,creemos tambin que el papel que stos atribuyen al dis-curso cientfico excede ampliamente su cometido.

    No existe hasta la fecha el lenguaje de la verdad, la razny la objetividad 11 afirmacin que no niega que algunaspersonas o mtodos persigan el conocimiento mejor queotros (Boghossian, 1998). Pero s existe, en cambio, la do-

    minacin a travs del lenguaje, sobre todo, en el mbitocientfico (Bermejo Barrera, 2007a). Y es esta actitud depoder la que se expresa en trminos de verdadero o falsorespecto al mundo y la realidad. De hecho, para algunoscientficos slo el discurso cientfico alude a la realidad yaque el discurso humanstico carece de ella12.

    Este poder, que antao se limitaba al control del saberpero que ahora se extiende a los dominios econmicos y

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    polticos, deriva en buena medida de la empresarializacinde la actividad investigadora en un amplio nmero decampos cientficos (en su gran mayora en las reas cien-tfico-tecnolgicas pero tambin en las humanidades). Yes dicha empresarializacin la que produce, asimismo, otrotipo de imposturas intelectualesde las que Sokal no habla:las referidas al robo de ideas, a la invencin de pruebas,al ocultamiento de datos, a las mafias editoriales, a laspublicaciones pagadas, etc. (Di Trochio, 1995). Desde estasactividades de objetividady verdaddudosas de las que elcientfico puede o no participar, hasta el hecho consus-tancial y evidente de que toda ciencia debe comunicarselingsticamente, ya que los cientficos son hombres y nomquinas que usan el lenguaje como mediacin,podemosafirmar que el discurso cientfico no es ni en forma ni encontenido asptico, ni mucho menos transparente.

    La ciencia no es slo un constructo lingstico, tal y comodenuncia Sokal 13, pero es portadora de un discurso hechocon lenguaje que se apoya en certidumbres provisionalesque van descartndose en la medida que se encuentranotras, y que se incardina en un contexto pragmtico propioregido, como otro tantos discurso humanos, por principiosretricos. El cientfico que decide escribir 20 ml de cidosulfrico fueron aadidos a la solucin antes de escribirAad 20 ml de cido sulfrico a la solucin est toman-do una decisin retrica, no cientfica (Locke, 1997 [1992],128). Son muchos los autores que han puesto de manifiestola existencia de una retrica de la ciencia(Bermejo Barrera,2007b; Booth, 2004; Fahnestock, 1999; Gmez Ferri, 1995;Gross, 1990) -e incluso una retrica de la retrica de laciencia (Gaonkar, 1997); una retrica que no se circuns-cribe nicamente al mbito terminolgico o lxico, que esel nivel expresivo ms evidente y el ms estudiado, sinoque afecta tambin al nivel textual (por ejemplo, la formaencorsetada que adopta un paper)o el nivel pragmtico deenunciacin (es el caso del sujeto enunciador de los conte-nidos cientficos, que ha de ser reconocido previamente porla sociedad como cientfico para que lo que escriba o digasea considerado como tal) y que se caracteriza primordial-mente por una objetividad aparente como consecuencia deun uso determinado del lenguaje y no al revs. De maneraque, si convenimos en la existencia de una especificidaddel lenguaje cientfico o langue savantecon relacin al usoque del lenguaje se hace en los estudios humansticos, dichaespecificidad no puede ser la ausencia de recursos retricos,sino un empleo particular de los mismos.

    LARETRICADELDISCURSOCIENTFICO

    Tradicionalmente el discurso cientfico se ha definido comoportador de la funcin representativa del lenguaje, aquellaque informa de manera neutral, sin estar contaminadopor valores y connotaciones afectivas. En el medio escritoel discurso cientfico aspirara a lo que Roland Barthesdefini en su da como el grado cero de escritura (1980[1972]), o lo que es lo mismo, una escritura indicativa o sise quiere amodal, pues no participa de la forma subjunti-va o imperativa de otras formas de escritura. Pero ocurreque la escritura cientfica no constituye precisamente undiscurso amodal.

    En la composicin de los artculos cientficos, unidad m-nimade conocimiento segn algunos 14y unidad retricasegn otros 15, ocurre como en los anuncios: son textosque en apariencia huyen de su autor. De la doble estrate-gia lingstica que Benveniste postulaba en sus estudios(1982 [1966], 179-187) esto es, entre la enunciacinsubjetiva y la no subjetiva, los textos cientficos encua-dran su puesta en discurso en este marco no subjetivo;la finalidad es borrar cualquier huella de sujeto, haciendoque el mensaje slo presuponga de su enunciador unaactitud: la de no hacerse notar. Como seala Izquierdo(2001) el cometido principal del escritor de textos cien-tficos es el de traduciruna serie de resultados dados enbruto en palabras y nmeros, sin contaminarlo con expre-siones emocionales, para que as parezca que hablan pors solos. El propio tipo de formato textual estandarizado,es decir, la presentacin de hiptesis, mtodos, discusiny bibliografa, pretende borrar por completo todo rastrode trabajo discursivo propio. Pero paradjicamente estamanifestacin superficial de testigo modesto o reporterode la naturaleza choca inevitablemente con una de lasdimensiones de todo lenguaje de la que no escapa ningncientfico: la dimensin social. Este mismo texto cientfi-co, lase generalmente artculo, debe constituir para suautor una forma de reconocimiento y promocin dentrode la jerarqua acadmica, que le permita captar recursospara la investigacin, que a su vez le procuren el controlde las instituciones acadmicas e investigadoras (BermejoBarrera, 2007a). Por tanto, la modalidad no subjetiva noes ms que un juego de lenguaje para el cientfico quenos hace creer a un tiempo dos cosas incompatibles:que es otro quien habla y que quien habla es uno mismo(Izquierdo, 2001, 404).

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    Estas formas subjetivas de la enunciacin estn conec-tadas directamente con realizaciones, actuaciones en elmundo, a travs de la palabra. Es as como Austin definea los enunciados performativos frente a los enunciadosconstatativos (enunciados que slo describen la realidady de los que se puede predicar su veracidad o falsedad). Yesa conexin entre sujeto hablante y accin en el mundose da porque, tal y como expone Benveniste, para queun acto sea perfomativo debe darse siempre en primerapersona: la diferencia entre yo juro,que es un acto, y ljura,que es una informacin, es una diferencia de persona(1971 [1966], 192). De este modo el cientfico a travs desu subjetividad en los actos lingsticos puede crear larealidad cientfica (Fox-Keller, 1995, 11). No es el que elcientfico invente el mundo exterior (declinamos la amableinvitacin al suicidio de Sokal), lo que crea es la visinde esa realidad a travs de una mirilla llamada ciencia,una ptica cuya naturaleza y lenguaje es disimuladamenteartificioso, retrico:

    Para obtener xito, los cientficos como cartgrafos cultu-rales deben eliminar hbilmente la apariencia artifactual desu mapa de la ciencia/no ciencia y convencer a los viajerosque se preguntan a quin hay que creer y quines son losque realizan las aportaciones que nutren ese mapa, que sutrabajo no es una representacin auto-interesada, contex-tualmente contingente y pragmticamente til de la cienciasino que es la ciencia misma, la autntica (Gieryn, cit. enIzquierdo, 2001, 102).

    Bermejo Barrera (2007a) da una vuelta de tuerca ms ydefiende la hiptesis de que el lenguaje no slo sirve comoinstrumento de dominio a travs de los usos performativos,sino que el uso del lenguaje como herramienta de domi-nio se extiende tambin a los enunciados constatativos odescriptivos, aquellos que segn la teora austiniana slopueden ser verdaderos o falsos. Esta compleja operacinsemisica, se da, por ejemplo, con el uso de trminos va-gamente definidos (como memoriao patrimonio)y que enapariencia son consolidados de forma annima, pero quellegan a tener gran influencia social.

    Sirvan estos ejemplos como muestra de la falta de adecua-cin perfecta y lgica entre discurso cientfico y realidad,como demostracin de que el lenguaje cientfico est tancontaminado, aunque ciertamente de otro modo, de re-cursos expresivos como lo est el humanstico; recursos

    que en 1667, mucho antes de Sokal, ya denostara la RoyalSociety como artimaa de las metforas, esa voluptuosi-dad de la lengua que produca tanto ruido en el mundo(Sutherland, cit. en Laborda Gil, 2005).

    Lo oscuro no es necesariamente profundo pero de ah aasumir que lo oscuro es retrico y lo retrico es enemigode lo racional, y por ende, del discurso cientfico media unabismo. El uso retrico de cualquier cdigo es consustan-cial a la existencia del mismo. Umberto Eco (1977), en sudefinicin ms interesante de la semitica o disciplina queestudia a significacin, subray precisamente la naturalezapotencialmente fingidade cualquierforma de comunica-cin: la semitica es la ciencia que estudia todo aquelloque puede utilizarse para mentir porque si un lenguaje nopuede prevaricar respecto al mundo, en realidad, no puededecir nada, no comunica.

    LANGUESAVANTEVSLANGUEVULGAIRE

    Si volvemos a los cuatro abusos denunciados por Sokal yBricmont, nos llama poderosamente la atencin que ensu loable intento por rescatar las almas cndidas de tanignorantes charlatanes, en su lucha para que la comuni-dad no especialista pueda comprender y saber, nada dicerespecto a la accesibilidad de los contenidos cientficospara esa misma comunidad. Asume, sin ningn pudor, quela comunidad cientfica posee un lenguaje particular, queapunta siempre en direccin a la racionalidad, del que nopueden participar tan a la ligera, pensadores, filsofos,socilogos porque es una lengua en la que uno debe ha-ber sido entrenado convenientemente. No le falta razna Sokal cuando alude a dicho entrenamiento, ni cuandohabla del propsitoracional al que debe aspirar cualquierciencia, pero lo que resulta molesto es la afirmacin cons-tante durante toda la obra de que ciencia y racionalidadson prcticamente sinnimas y que el empleo del lenguajeen ciencia es mucho ms transparente y riguroso que en eluso humanstico16. Tambin es criticable que los autoresmencionados hablen con una arrogancia que su compe-tencia cientfica no justifica (...) [creyndose] capaces deaprovechar el prestigio de las ciencias naturales para darun barniz de rigor a sus discursos (Sokal, 1999 [1998], 23),pero acaso algunos cientficos no actan con la mismaarrogancia?:

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    Si las ciencias humanas quieren beneficiarse de los indu-dables xitos de las ciencias naturales, en lugar de hacerloextrapolando directamente sus conceptos tcnicos, se po-

    dran inspirar en todo lo que de positivo hay en sus principiosmetodolgicos,empezando por este: medir la validez de unaproposicin en funcin de los hechos y los razonamientosque lo apoyan, no de las cualidades personales o el estatutosocial de sus defensores o detractores (Sokal, 1999 [1998],207).Desde la poca de C. P Snow ha tenido lugar un importantecambio: aunque la ignorancia de los intelectuales humanis-tas acerca de la masa y la aceleracin (por ejemplo) siguems o menos en el mismo nivel, hay una minora apreciablede intelectuales humanistas que se cree facultada para pon-tificar sobre estos temas a pesar de su ignorancia (confian-do, quiz, en que sus lectores sean igualmente ignorantes)(Sokal, 1999 [1998], 291).

    En ltima instancia, lo que Sokal nos est planteando esla existencia de dos comunidades bien establecidas quehablan su propia lengua y que no deberan mezclarse entres: la langue savante,hablada slo por los cientficos, y lalangue vulgaire,vehculo de comunicacin de la comuni-dad no especialista en ciencia (intelectuales humanistasincluidos). Tal y como pone de manifiesto Michel Serres(1995), si aquellos que no son sabios no entienden la len-gua de los sabios es porque la lengua de los sabios sirveen primer lugar para que stos se entiendan entre ellos,es evidente, pero tambin sirve para no hacerse entenderentre aquellos que no pertenecen a su comunidad. El pro-blema por tanto, no radica en aprender lo que no sabemos,el problema consiste en distinguir quien sabe y quin nosabe, qu lengua hablan aquellos que saben y cual es lapropia de los ignorantes. En definitiva, quien est dentroy quin est fuera.

    En la historia de la ciencia podemos rescatar innumerablestestimonios de exclusin de la comunidad por no hacer usode las convenciones retricas al uso. Quiz la ms notablefue la que afect al joven Einstein cuando en 1905, tra-bajando como supervisor de patentes en Berna e incapazde encontrar un puesto acadmico, publica cinco artculos,tres de ellos de gran importancia.

    Al principio los artculos produjeron cierta incomprensinQu resultaba enigmtico en los artculos de Einstein? Leo-pold Infeld habla del artculo sobre la relatividad Sobre la

    electrodinmica de los cuerpos en movimiento: El ttulo pa-rece modesto, pero en cuanto lo leemos, nos damos cuentacasi inmediatamente de que es diferente a otros artculos.

    No hay referencias; no se cita autoridad alguna, y las escasasnotas a pie de pgina son de carcter explicativo. El estiloes sencillo, y gran parte de este artculo puede seguirse sintener un conocimiento tcnico avanzado (...). Claramente,este tono representa una desviacin significativa con res-pecto al estilo oficial de la ciencia con su prosa annima ysin agente que intenta decirnos simplemente cmo son lascosas, y no cmo parecen ser. En su lugar aparece la voz realdel escritor: un agente ha entrado en el campo del discursopara explicar lo que est haciendo y por qu (Locke, 1997[1992], 143-151).

    Lo que hemos pretendido subrayar en este trabajo es queni el discurso cientfico ni el discurso humanstico puedenescapar de las dimensiones expresivas o de la palabra fingidaporque sta es consustancial al hombre y a sus actos lin-gsticos, por tanto el uso, que no el abuso, de los recursosexpresivos no puede ser un rasgo diferenciador entre ambosdiscursos. La ciencia es retrica y la retrica no aspira aatrapar la verdad o la falsedad del discurso, sino a afianzarlos argumentos propios y a debilitar los del contrario.

    Es este sentido primigenio de la retrica, el de la lucha porla propiedad, sea esta poltica, econmica o del saber, dondelo importante no es el acuerdo entre lo que se piensa y loque se dice, sino entre lo que se dice y se demuestra (Labor-da Gil, 1993) el que se da en cualquier lenguaje cientficoactual. Porque el acto final de toda lucha agnica mediantela palabra es la sancin social del perdedor y la adhesindel auditorio a los argumentos del vencedor, poco importasi stos son verdaderos o falsos. Aunque los neocientficosponen todo su empeo en destacar que sus resultados, yasean improbables o inesperados, siempre son verdaderos;tomando esta asuncin como punto de partida, dichos resul-tados no deberan ser elaborados de manera que parezcanverosmiles, sin embargo ya hemos visto como las decisionesretricas apuntan siempre a presentar todos los datos bajola ilusin de una realidad que habla por s sola.

    Algunos de los escritos criticados en el affaire Sokal pre-tenden burlar estos programas de actuacin, buscando laadhesin del pblico (discpulos, colegas, opinin pblica,etc.) mediante una tcnica comunicativa (a lo oscuro porlo ms oscuro y a lo desconocido por lo ms descono-

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    cido) harto conocida por los propios cientficos: el uso,consciente o no, de un metalenguaje de sabios o languesavantepara excluir a los no iniciados o a los hablantes

    de la lengua vulgar. Ocurre entonces con este affaire y

    su versin escrita, Imposturas Intelectuales,lo mismo quecon el De Vulgari Eloquentia de Dante, que siendo unadefensa de las lenguas vulgares est irremediablemente

    escrito en latn.

    Recibido: 22 de noviembre de 2007Aceptado: 22 de noviembre de 2007

    NOTAS

    1 Dicha expresin fue creada por An-drew Ross en clara analoga a lasCulture Wars o guerras de cultu-

    ra, trmino que designa en EstadosUnidos el enfrentamiento entre losdefensores de la High Culture enel cursus universitario y los que seoponen a esta visin cultural fun-damentalmente masculina, blanca yoccidental de Dead White Males(vase Roux, 2007, 13). Suele consi-derarse, adems, que estos dos ban-dos acadmicos son exponentes dedos tendencias polticas manifiestas:la conservadora y la progresista res-pectivamente, vase Ross (1995).

    2 Lo hizo en primer lugar en la revis-ta Lingua Franca (1996, 6, 62-64) yposteriormente en Dissent(otoo de1996, 43(4), 93-99) de forma ligera-mente diferente en Philosophy andLiterature (octubre de 1996, 20(2),338-346), aunque su primer objetivofue aclarar las claves del engao en lapropia Social Text,quien rechaz suartculo (esta vez s) alegando que nose atena a sus pautas de calidad in-telectual (Sokal, 1999 [1998], 283).

    3 En dicha pgina se pueden acceder aparte de los artculos y debates en laprensa y en revistas especializadas:http://www.physics.nyu.edu/faculty/sokal/. URL consultada el da 20 denoviembre de 2007.

    4 Racionero (2000, 434) sostiene queSokal y Bricmont agrupan bajo unmismo trmino, el de postmoder-no, a autores de escuelas y corrien-

    tes muy distintas: Que en esta or-denada secuencia de pensadores secomprenda difcilmente qu puedenpintar filsofos de la ciencia comoMichel Serres o Bruno Latour, es

    cosa que, al parecer importa poco(...). Entre estos autores posmoder-nos de inspiracin francesa y acen-to autnomo los realmente citadosen el libro son Popper, Quine, Kuhn,Feyerabend y los padre del pro-grama fuerte, David Bloor y BarryBarnes (...). Viendo esta lista, cabepreguntarse si hay algn denomi-nador comn en un tal olimpo delos impostores o si el denominadorcomn es slo y precisamente el desu deshonestidad intelectual.

    5 Opinin compartida por la mayora delos defensores de los autores critica-dos (vase Thomas, 2007, 137-167).

    6 Jacques Bouveresse (1999, 11-12)seala que salimos de un perodoen el que no se considera necesariocomprender para aprobar y admirarni incluso para explicar hemos vistointrpretes autorizados reconocer queen el momento de publicar libros oartculos sobre Lacan, no eran capacesde entender prcticamente nada de loque deca o escriba el maestro, perodesde cundo esto es necesario?.

    7 Esta generalizacin no incluye atodas las reas consideradas tradi-cionalmente dentro de este campo.Pongamos como ejemplo la lings-tica y su metalenguaje necesario: enlingstica es inevitable que reflexio-nemos sobre el objeto lenguaje conel instrumento lenguaje, si bien este

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    OBSCURUMPEROBSCURIU

    M.LENGUAJEYCIENCIAEN

    ELAFFAIRESOKAL

    segundo uso del lenguaje es muchoms tcnico y cuenta con una ter-minologa propia recogida en diccio-

    narios y obras especializadas comoocurre en mbitos como el de la fsicao la medicina (no entramos a tratar elgrado de consenso que dicha termi-nologa produce en los especialistasde estos campos).

    8Andrew C. Bulhak ha creado el Post-modern Generator,un programa capazde generar textos de estilo posmoder-

    no y que se puede visitar en www.elsewhere.org/pomo. URL consultadael da 20 de noviembre de 2007.

    9Aunque por comodidad empleemos amenudo el trmino lenguaje cientfi-co o especializado, hemos de enten-derlo como una etiqueta que englo-ba las diversas formas de expresino prcticas discursivas utilizadas encada una de las ramas de la ciencia (lacodificacin qumica nada tiene quever con la empleada en fsica o enmatemticas, ni con la terminologamdica, por ejemplo.). Dichas prcti-cas discursivas varan adems segn lasituacin comunicativa (si es un inter-cambio especializado artculo, p-blico divulgacin, o familiar correoelectrnico) y segn el medio em-pleado (oral o escrito). Vase GutirrezRodilla, 1998 y 2005. Esta variedadse multiplica, adems, si tenemos encuenta las agrupaciones institucio-nales, nacionales, las escuelas y lasmetodologas. Incluso dentro de unamisma disciplina, tal y como sostie-nen Kuhn y Feyerabend, dos indivi-duos pueden trabajar en paradigmasaislados concibiendo y expresando deforma diferente lo que hacen.

    10 Algunos autores vinculan precisa-mente determinadas teoras episte-molgicas con sus correlatos te-rico-lingsticos. Vase De CozarEscalante (1995, 119).

    11 Creo que este debate trata principal-mente de la naturaleza de la verdad,la razn y la objetividad dice Sokal

    en la conferencia A Plea for Reason,Evidence and Logic pronunciada enla Universidad de Nueva York en 1996a propsito de la parodia de SocialText.El texto se public en New Po-litics 6(2), 126-129, pero se puedeconsultar igualmente en la pgina deSokal. Vase nota 3.

    12 En el caso de la ciencia, existe la

    realidad. Vosotros [los que trabajisen el mbito de las Humanidades] notenis realidad (Martnez Alonso, ElPas, 18-VIII-2007).

    13 Si bien la epistemologa bsicade la investigacin habra de seraproximadamente la misma paralas ciencias naturales y las sociales,soy plenamente consciente de queen las ciencias sociales se planteanmuchas cuestiones metodolgicasespecficas (y de gran utilidad) porel hecho de que: los objetos de es-tudio son seres humanos (incluidoslos estados subjetivos de la mente);dichos objetos de estudio tienenintenciones (incluido, en algunoscasos, el ocultamiento de datos ola introduccin deliberada de datosque a uno le interesan): los datosse expresan (habitualmente) en len-guajes humanos cuyo significadopuede ser ambiguo; el significadode la categoras conceptuales (porejemplo: infancia, masculinidad,feminidad, familia, economa, etc.)cambian con el tiempo; la finali-dad de la investigacin histrica noson simplemente los hechos sinosu interpretacin, etc. As, pues nopretendo en absoluto que mis ob-servaciones sobre la fsica hayande aplicarse sin ms a la historia ylas ciencias sociales; sera absurdo.Decir que la realidad fsica es una

    construccin lingstica y social essimplemente una idiotez, pero decirque la realidad social es lingstica

    y social es prcticamente una tau-tologa (Sokal, 1999 [1998], 285).

    14 Un libro est superado desde el mo-mento en que nace; tiene una vidaque termina justamente cuando ellibro se hace. Un profesor de bioqu-mica nos deca: el saber no est enlos libros, est en las publicaciones,es un instrumento vivo, se actualiza

    (Martnez Alonso, El Pas,18 de agos-to de 2007).

    15 Un papero artculo (tomaremos esaunidad para simplificar) no es unaunidad de conocimiento, sino unaunidad retrica (...). Se confundeunidad retrica con unidad de cono-cimiento porque en cierto modo nohay ms remedio: y es que las uni-dades del conocimiento no existen(Bermejo Barrera, 2007, 27-28).

    16 Mi artculo es una mezcla de ver-dades, medias verdades, cuartos deverdad, falsedades, saltos ilgicos yfrases sintcticamente correctas quecarecen por completo de sentido.(Desgraciadamente, de estas lti-mas hay slo unas poquitas, tratepor todos los medios de inventarlas,pero me encontr con que, salvo encontados arrebatos de inspiracin, yosencillamente, no tena maa paraello). Emple tambin otras variasestrategias bien arraigadas (a vecesno intencionalmente) en el gnero:recursos a argumentos de autoridaden vez de a la lgica, teoras pu-ramente especulativas presentadascomo ciencia establecida, analogasforzadas cuando no absurdas, retri-ca que suena bien pero cuyo signifi-cado es ambiguo y, por ltimo, con-fusin entre los sentidos tcnico ycorriente de ciertas palabras (Sokal,1999 [1998], 284).

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