Alcohólicos Anónimos - De Las Tinieblas Hacia La Luz

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    DeLas

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    Historia de la Cuarta Edicin del

    Libro Grande

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    DE LAS TINIEBLAS HACIA LA LUZ

    Traduccin al espaol Copyright 2003 porAL COH OLI CS ANONYMUS WORLD SERVICES, INC.Box 459, Grand Central Station, New York, N.Y. 10163VE R S I N D E L A 1 Edicin,2 AReimpresin, en espaol.

    Derechos Reservados, Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohlicos Annimos, A.C.1 Edicin en Mxico, noviembre 2009

    1 Reimpresin, marzo 2010ISBN 978-607-95363-0-5

    Cmara Nacional de la Industria Editorial. Registro 2029

    Impreso y Distribuido por la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohlicos Annimos, A.C.; CalleHuatabampo No. 18, Col. Roma Sur, Mxico, D.F. 06760; Apartado postal 2970, C.P. 06000.Tels.: 5264-25- 88,5264-24-66, Fax 5264-21-66.Pgina electrnica, www.aamexico.org.mx

    Con la autorizacin de A.A. World Services, Inc. New York, N.Y.

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    Contenido

    PRIMERA PARTE Los pioneros

    Pgina

    EL ALCOHLICO ANNIMO NMERO TRES 3Miembro pionero del grupo # 1 de Akron, el primer grupo de A. A. del mundo.

    Preserv su fe, y por esto, l y otros muchos han encontrado una vida nueva.

    LA GRATITUD EN ACCIN 13La historia de Dave B., uno de los fundadores de A.A. en Canad en 1944.

    LAS MUJERES TAMBIN SUFREN 21A pesar de tener grandes oportunidades, el alcohol casi termin con su vida.

    Pionera en A.A., difundi la palabra entre las mujeres de nuestra etapa primera.

    NUESTRO AMIGO SUREO 29Pionero de A.A., hijo de ministro religioso, y granjero sureo, pregunta:

    "Quin soy yo para decir que no hay Dios?

    EL CICLO VICIOSO 39Cmo acab quebrantando la obstinacin de este vendedor sureo y lo puso en

    camino de fundar A.A. en Philadelphia.

    LA HISTORIA DE JIM 51Este mdico, uno de los miembros pioneros del primer grupo de negros de A.A.,

    cuenta cmo descubri la libertad al trabajar con su gente.

    EL HOMBRE QUE DOMIN EL MIEDO 63Pas dieciocho aos fugndose y luego se dio cuenta de que no tena por qu

    hacerlo. Y dio comienzo a A.A. en Detroit.

    NO APRECIABA SU PROPIO VALOR 75Pero descubri que haba un Poder Superior que tena mus fe en l, que la que

    tena en s mismo. Y de esa forma, A.A. naci en Chicago.

    LAS LLAVES DEL RE IN O 85

    Esta dama de mundo contribuy al desarrollo de A. A. en Chicago y as pas susllaves a mucha gente.

    SECUNDA PARTE

    Dejaron de beber a tiempo

    EL ESLABN PERDIDO 95

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    Lo consideraba todo como causa de su infelicidad excepto el alcohol

    MIEDO AL MIEDO 103Esta mujer era precavida. Decidi que no se dejara arrastrar por la bebida. Y que

    jams se tomara ese trago matutino.

    EL AMA DE CASA QUE BEBA EN CASA 109

    Esconda sus botellas en los cestos de la ropa y en los cajones del tocador. En A.A.descubri que no haba perdido nada y haba encontrado todo.

    MDICO, CRATE ATI MISMO 115Psiquiatra y cirujano, haba perdido el rumbo hasta que se dio cuenta de que Dios,

    no l, era el Sanador Supremo.

    MI OPORTUNIDAD DE VIVIR 123A.A. dio a esta adolescente las herramientas para salir de su oscuro abismo de

    desesperacin.

    ESTUDIANTE DE LA VIDA 133Viviendo en casa con sus padres, intent valerse de la fuerza de voluntad para

    vencer la obsesin de beber Pero su sobriedad no se arraig hasta que no conocia otro alcohlico y asisti a una reunin de A.A.

    SUPERAR LA NEGACIN 141Ella se dio cuenta finalmente de que cuando disfrutaba de la bebida no poda

    controlarla y cuando la controlaba, no poda disfrutarla.

    PORQUE SOY ALCOHLICA 151Esta bebedora encontr finalmente la respuesta a la insistente pregunta: " Por

    qu?"

    PODRA HABER SIDO PEOR 161El alcohol era una nube amenazadora en los luminosos cielos de este banquero.

    Con rara previsin se dio cuenta de que podra convertirse en un tornado.

    LA CUERDA FLOJA 171El intentar vivir en mundos separados era una farsa solitaria que termin

    cuando este alcohlico gay acab en A.A.

    INUNDADO DE EMOCIN 181Cuando se derrumb una barrera para llegar a Dios, este autodenominado

    agnstico ya estaba en el Tercer Paso.

    LA GANADORA SE LLEVA TODO 187Aunque ciega de nacimiento, ya no estaba sola; encontr una forma de

    mantenerse sobria, sacar adelante a su familia y entregar su vida al cuidado deDios.

    YO ALCOHLICO? 193La opresin del alcohol exprimi a este alcohlico, pero se escap ileso.

    LA BSQUEDA PERPETUA 199Esta abogada prob el psicoanlisis, la bio- retroalimentacin, los ejercicios de

    relajacin y multitud de otras tcnicas para controlar su forma de beber. Finalmenteencontr una solucin, hecha a la medida, en los Doce Pasos.

    UN BORRACHO COMO T 209

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    Cuanto ms escuchaba en las reuniones, tanto ms lleg a conocer su propiahistoria de bebedor

    LA ACEPTACIN ERA LA SOLUCIN 219Este mdico no estaba "enganchado ", o as lo crea, simplemente se recetaba las

    drogas indicadas por la medicina para sus mltiples malestares. La aceptacin fue laclave de su liberacin.

    LA VENTANA QUE DABA A LA VIDA 233Este joven alcohlico salt por una ventana del segundo piso para entrar en A.A.

    TERCERA PARTE Casi lo perdieron todo

    MI BOTELLA, MIS RESENTIMIENTOS Y YO 245Pas de una niez traumatizada a ser un borracho de los barrios bajos, hasta que

    un Poder Superior entr en la vida de este vagabundo tra yndole la sobriedad y unafamilia perdida desde haca mucho tiempo.

    VIVA SLO PARA BEBER 255"Me haban sermoneado, analizado, insultado, y aconsejado, pero nunca nadie

    me haba dicho 'Me identifico con lo que te est pasando. Lo mismo me pas a my esto es lo que hice al respecto"

    REFUGIO SEGURO 261Este compaero lleg a darse cuenta de que el proceso de descubrir quin era

    realmente empez con saber quin no quera ser.

    ESCUCHANDO EL VIENTO 267Hizo falta un "ngel" para introducir a esta mujer india americana a A.A. y a

    la recuperacin.

    DOBLE REGALO 277Diagnosticada con cirrosis, esta alcohlica enferma logr la sobriedad

    adems de un trasplante de hgado salvador.

    CONSTRUYENDO UNA NUEVA VIDA 283Alucinando, sujetado por los ayudantes del sheriff y el personal del hospital,

    este otrora feliz padre de familia recibi un don inesperado de Diosuna baseslida en la sobriedad que le servira en los buenos y en los malos tiempos.

    SIEMPRE EN MOVIMIENTO 293Trabajar en el programa de A.A. le ense a este alcohlico a pasar de las

    fugas geogrficas a la gratitud.

    UNA VISIN DE LA RECUPERACIN 301Para este indio Mic-Mac, una vacilante plegaria forj una conexin duradera

    con un Poder Superior

    LAS BRAVATAS BARRIOBAJERAS 307Se encontraba solo y sin esperanza de conseguir empleo y el juez le present un

    par de opciones: buscar ayuda o ir a la crcel; as empez a desarrollar su capacidadpara aprender.

    UN VACO ADENTRO 317Se cri en el entorno de A.A. y saba todas las respuestas, excepto cuando se

    trataba de su vida.

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    VUELO SUSPENDIDO 327El alcohol cort las alas de este piloto hasta que la sobriedad y el trabajo duro le

    condujeron nuevamente a los cielos.

    UNA NUEVA OPORTUNIDAD 335Pobre, negra, absolutamente dominada por el alcohol, se senta privada de la

    oportunidad de llevar una vida que mereciera la pena. Pero al comenzar a cumplir

    una condena en prisin, se le abri una puerta.UN COMIENZO TARDO 339

    "Han pasado diez aos desde que me jubil, siete aos desde que me un a A.A.Ahora puedo decir de verdad que soy una alcohlica agradecida. "

    LIBERADA DE LA ESCLAVITUD 347Joven cuando se uni a A.A., esta compaera cree que su grave problema con la

    bebida era consecuencia de defectos an ms profundos. Aqu nos cuenta cmo fueliberada.

    A. A. LE ENSE A MANEJAR LA SOBRIEDAD 355"Si Dios quiere, puede que nosotros nunca tengamos que volver a lidiar con la

    bebida, pero tenemos,que lidiar con la sobriedad todos los das. "

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    PRLOGO

    Despus de la publicacin de la Cuarta Edicin en ingls del Libro Grande,Alcohlicos Annimos, con la inclusin de diecisiete nuevas historias representativasde recuperacin, se oy de parte de la comunidad una expresin de vivo inters de quelas experiencias personales contenidas en la segunda seccin revisada del nuevo librose publicaran traducidas al espaol.Las cuarenta y una historias que aparecen traducidas en este volumen, treinta y nuevede ellas por primera vez, cuentan una experiencia colectiva que abarca casi un siglo devida americana y hacen una crnica de las ms de seis dcadas de historia de A.A.Algunas de las historias de las primeras pocas tienen su origen en los ahora distantesy casi mticos "locos aos veinte," otras en el perodo de la Prohibicin y otrasdurante la Gran Depresin, una poca en la que la mayora de los miembros de A.A.eran hombres y, como dice Bill en su Prlogo a la Primera Edicin, "la mayora eragente de negocios o profesionales." Los tiempos cambian y la seccin revisada dehistorias en posteriores ediciones en ingls del Libro Grande (1955, 1973, 2002) hareflejado los correspondientes cambios en la composicin y en el aspecto de laComunidad de A.A. Segn el prlogo a la ltima edicin, las historias aadidasrecientemente "representan a Miembros cuyas caractersticas de edad, sexo, raza ycultura se han ampliado y desarrollado para abarcar virtualmente a cualquiera quelos cien primeros miembros hubiera esperado alcanzar."

    No obstante, tal vez an ms asombroso que la continua evolucin y diversidad cada

    vez ms rica de la experiencia de A.A. es la prof u n d a similaridad de los relatos quecuentan, de manera tradicional "cmo era, lo que sucedi y cmo es ahora": todasellas narraciones del paso de la oscuridad, el auto-engao y la desesperacin hacia laintegridad, la esperanza y un destino feliz. Esta coleccin de historias ofrecer sinduda un testimonio convincente de que, al igual que el alcoholismo, la recuperacin esindiferente a toda distincin y que no existen barreras en A.A. para una experienciaespiritual sanadora y una renovacin fsica y de la vida emocional.

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    PRIMERA PARTELOS PIONEROS DE A.A.

    Los nueve hombres y mujeres que a continuacin cuentan sus historias,

    figuraban entre los primeros miembros de los grupos pioneros.

    Todos ellos estn ahora fallecidos por causas naturales habindose mantenido

    sobrios sin excepcin.

    Hoy da, hay otros centenares de miembros de A.A. que llevan sobrios 50 aos

    o ms sin recaer.

    Todos estos, entonces, son los pioneros de A.A. Sirven como una prueba

    patente de que es posible liberarse del alcoholismo permanentemente.

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    EL ALCOHLICO ANNIMO NMERO TRES

    M iem br o pi oner o del Grupo N1 de Akr on , el pr im er gr upo de A. A. en el

    m un do. Preserv su f e, y por est o, l y ot r os muchos encon t ra ro n u na vida

    nueva.

    Uno de cinco hijos, nac en una granja en el condado de Carlyle, Kentucky.Mis padres eran gente acomodada y un matrimonio feliz. Mi esposa, oriundatambin de Kentucky, me acompa a Akron, donde termin mis estudios deLeyes en la Facultad de Derecho de Akron.El mo es en cierto modo un caso inusitado. No hubo episodios de infelicidaddurante mi niez que pudieran explicar mi alcoholismo. Aparentemente, tenauna propensin natural a la bebida. Estaba felizmente casado y, como hedicho, nunca tuve ninguno de los motivos, conscientes o inconscientes, que amenudo se citan para beber. No obstante, como indica mi historial, llegu aconvertirme en un caso grave.Antes de que la bebida me derrotara completamente, logr tener algunosxitos apreciables, habiendo servido como miembro del concejo municipal yadministrador financiero de Kenmore, un suburbio que ms tarde seincorpor a la ciudad misma. Pero todo esto se fue esfumando segn bebacada vez ms. As que, cuando llegaron Bill y el Dr. Bob, mis fuerzas se habanagotado.La primera vez que me emborrach, tena ocho aos. No fue culpa de mi padreni de mi madre, quienes se oponan fuertemente a la bebida. Un par detrabajadores estaban limpiando el granero de la finca, y yo les acompaabamontado en el trineo. Mientras ellos cargaban, yo beba sidra de un barril quehaba en el granero. Despus de dos o tres recorridos, en un viaje de vuelta,perd el conocimiento y me tuvieron que llevar a casa. Recuerdo que mi padretena whisky en la casa con propsitos medicinales y para servir a losinvitados, y yo lo beba cuando no haba nadie a m alrededor y luego aadaagua a la botella para que mis padres no se dieran cuenta.Segu as hasta que me matricul en la universidad estatal y, pasados cuatroaos, me di cuenta de que era un borracho. Maana tras maana medespertaba enfermo y temblando, pero siempre dispona de una botellacolocada en la mesa al lado de mi cama. La agarraba, me echaba un trago y, alos pocos minutos, me levantaba, me echaba otro, me afeitaba, desayunaba, memeta en el bolsillo un cuarto de litro de licor y me iba a la universidad. En losintervalos entre mis clases, corra a los servicios, beba lo suficiente como paracalmar mis nervios y me diriga a la siguiente clase. Eso fue en 1917.En la segunda parte de mi ltimo ao en la universidad, dej mis estudios paraalistarme en el ejrcito. En aquel entonces, a esto lo llamaba patriotismo. Ms

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    tarde, me di cuenta de que estaba huyendo del alcohol. En cierto grado, meayud, ya que me encontr en lugares en donde no poda conseguir nada debeber y as logr romper el hbito.Luego entr en vigor la Prohibicin y el hecho de que lo que se poda obtenerera tan malo, y a veces mortal, unido al de haberme casado y tener un trabajo

    que no poda descuidar, me ayudaron durante un perodo de unos tres ocuatro aos; aunque cada vez que poda conseguir una cantidad de licorsuficiente para empezar, me emborrachaba. Mi esposa y yo pertenecamos aalgunos clubs de bridge, en donde se comenzaba a fabricar y a servir vino. Noobstante, despus de dos o tres intentos, supe que esto no me convenca, ya queno servan lo suficiente para satisfacerme, as que rehus beber. Ese problema,sin embargo, pronto se resolvi cuando empec a llevarme mi propia botellaconmigo y a esconderla en el retrete o entre los arbustos.Segn pasaba el tiempo, mi forma de beber iba empeorando. Me ausentaba dela oficina durante dos o tres semanas; das y noches espantosas en las que mevea tirado en el suelo de mi casa, buscando la botella a tientas, echndome untrago y volvindome a hundir en el o lvido.Durante los primeros seis meses de 1935, me hospitalizaron ocho veces porembriaguez y me ataron a la cama durante dos o tres das antes de que supieradnde estaba.El 26 de junio de 1935, llegu otra vez al hospital y me sent desanimado, porno decir ms. Cada una de las siete veces que me haba ido del hospitaldurante los ltimos seis meses, sal resuelto a no emborracharme por lomenos durante ocho meses. No fue as; no saba cul era el problema, y nosaba qu hacer.Aquella maana me trasladaron a otra habitacin y all estaba mi posa. Pens:"Bueno, me va a decir que hemos llegado al fin." No poda culparla y no tenaintencin de tratar de justificarme. Me dijo que haba hablado con dospersonas acerca de la bebida. De esto me resent mucho, hasta que me informque eran un par de borrachos como yo. Decrselo a otro borracho no era tanmalo.Me dijo: "Vas a dejarlo." Esto vali mucho, aunque no lo crea.Luego me dijo que los borrachos con quienes haba hablado, tenan un plan atravs del cual crean que podan dejar de beber y una parte del plan era elcontrselo a otro borracho. Esto iba a ayudarles a mantenerse sobrios. Toda ladems gente que haba hablado conmigo quera ayudarme y mi orgullo no medejaba escucharlos, crendome nicamente resentimientos. Me pareci, noobstante, que sera una mala persona si no escuchaba por un rato a un par dehombres, si esto les podra curar. Tambin me dijo que no poda pagarlesaunque quisiera y tuviera el dinero para hacerlo, dinero que no tena.Entraron y empezaron a instruirme en el programa que ms tarde seconocera como Alcohlicos Annimos, y que en aquel entonces no era muyextenso.Los mir, dos hombres grandes, de ms de seis pies de altura y de aparienciamuy agradable. (Ms tarde supe que eran Bill W. y el Dr. Bob). Poco despusempezamos a relatar algunos acontecimientos de nuestro beber y,naturalmente, me di cuenta rpidamente que ambos saban de lo que estaban

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    hablando, porque cuando se est borracho, uno puede sentir y oler cosas queno se pueden en otros momentos. Si me hubiera parecido que no saban de loque estaban hablando, no habra estado dispuesto en absoluto a hablar conellos.Pasado un rato, Bill dijo: "Bueno, has estado hablando mucho; deja que hable

    yo por unos minutos." As que, despus de escuchar un poco ms de mihistoria, se volvi hacia el Dr. Bob creo que l no saba que lo oa y dijo:"Bueno, me parece que vale la pena trabajar con l y salvarle." Mepreguntaron: "Quieres dejar de beber? Tu forma de beber no es asuntonuestro. No estamos aqu para tratar de quitarte ningn derecho o privilegiostuyos; pero tenemos un programa a travs del cual creemos que podemosmantenernos sobrios. Una parte de este programa consiste en que lo llevemosa otra persona, que lo necesite y lo quiera. Si no lo quieres, no malgastaremostu tiempo y nos iremos a buscar a otro."Luego, queran saber si yo crea que poda dejar de beber por mis propiosmedios, sin ayuda alguna; si poda simplemente salir del hospital para nobeber nunca. Si as fuera, sera una maravilla y a ellos les agradara conocer aun hombre que tuviera tal capacidad. No obstante, buscaban a una personaque supiera que tena un problema que no poda resolver por s misma y quenecesitara ayuda ajena. Luego me preguntaron si crea en un Poder Superior.Eso no me causo ninguna dificultad, ya que nunca haba dejado de creer enDios y haba tratado repetidas veces de conseguir ayuda, sin lograrla. Luegome preguntaron si estara dispuesto a recurrir a este Poder para pedir ayuda,tranquilamente y sin reservas.Me dejaron para que reflexionara sobre esto y me qued echado en mi camadel hospital, pensando en mi vida pasada y repasndola.Pens en lo que el alcohol me haba hecho, en las oportunidades que habaperdido, en los talentos que se me haban dado y en cmo los habamalgastado; y finalmente llegu a la conclusin de que, aunque no desearadejar de beber, debera desearlo y que estaba dispuesto a hacer cualquier cosapara dejarlo.Estaba dispuesto a admitir que haba tocado fondo, que me haba encontradocon algo con lo que no saba enfrentarme solo. As que, despus de meditarsobre esto y dndome cuenta de lo que la bebida haba costado, acud a estePoder Superior, que para m era Dios, sin reserva alguna, y admit que eraimpotente ante el alcohol y que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa paradeshacerme del problema.De hecho, admit que estaba dispuesto, de all en adelante, a entregar m.direccin a Dios. Cada da tratara de buscar su voluntad y de seguirla en vezde tratar de convencer a Dios de que lo que yo pensaba era lo mejor para m.Entonces, cuando ellos volvieron, se los dije.Uno de los hombres, creo que fue el Dr. Bob, me pregunt: "Bueno, quieresdejar de beber?" Respond: "S, me gustara dejarlo, por lo menos duranteunos seis u ocho meses, hasta que pueda poner mis cosas en orden y vuelva aganarme el respeto de mi esposa y de algunos otros, arreglar mis finanzas,etc..." Y los dos con esto se echaron a rer de buena gana y me dijeron: "Seramejor que lo que has estado haciendo, cierto?"; lo que era, por supuesto, la

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    verdad. Y me dijeron: Tenemos malas noticias para ti. A nosotros nosparecieron malas noticias y a ti probablemente te lo parecern tambin.Aunque hayan pasado seis das, meses o aos desde que tomaste tu ltimotrago, si te tomas una o dos copas acabars atado a la cama en el hospital,como has estado durante los seis meses pasados. Eres un alcohlico."

    Que recuerde yo, esta fue la primera vez que prest atencin a aquella palabraMe imaginaba que era simplemente un borracho y ellos me dijeron No, sufresde una enfermedad y no importa cunto tiempo pases sin beber, despus detomarte uno o dos tragos, te encontrars como ests ahora." En aquelentonces, esa noticia me fue verdaderamente desalentadora.Seguidamente me preguntaron: "Puedes dejar de beber durante 24 horas,verdad?" Les respond: "S, cualquiera puede dejarlo durante 24 horas." Medijeron: "De esto precisamente hablamos. Veinticuatro horas cada vez." Estome quit un peso de encima. Cuando comenzaba a pensar en la bebida, meimaginaba los largos aos secos que me esperaban sin beber; esta idea de lasveinticuatro horas, y el que la decisin dependiera de m, me ayudaron mucho.(En este punto, la Redaccin se interpone slo lo suficiente como paracomplementar el relato de Bill D., el hombre en la cama, con el de Bill W., elque estaba sentado al lado). Dice Bill W.:Este ltimo verano hizo 19 aos que el Dr. Bob y yo le vimos por primera vez,recostado en la cama del hospital, nos miraba con asombro.Dos das antes, el Dr. Bob me haba dicho: "Si t y yo vamos a mantenernossobrios, ms vale que nos pongamos a trabajar." En seguida, Bob llam alHospital Municipal de Akron y pidi hablar con la enfermera encargada de larecepcin. Le explic que l y un seor de Nueva York tenan una cura para elalcoholismo. Tena ella algn paciente alcohlico con quien la pudiramosprobar? Ella conoca al Dr. Bob desde haca tiempo y le replic bromeando:"Supongo que ya la ha probado usted mismo."S, tena un paciente y de primera clase. Acababa de llegar con deliriumtremens. A dos enfermeras les haba puesto los ojos morados, y ahora le tenanatado fuertemente. Servira ste? Despus de recetarle medicamentos, Boborden: "Ponle en una habitacin privada. Le visitaremos cuando se despeje."A Bill D. no pareci impresionarle. Con cara triste, nos dijo cansadamente:"Bueno, todo eso es para ustedes estupendo; pero para m no puede serlo. Micaso es tan malo que me aterra hasta la idea de salir del hospital. Y tampocotienen que venderme la religin. Una vez fui dicono y todava creo en Dios.Parece que l apenas cree en m."Entonces, el Dr. Bob le dijo: "Bueno, quiz te sentirs mejor maana. Tegustara vernos otra vez?", Cmo no!" respondi Bill D., "tal vez no sirva para nada, pero no obstanteme gustara verles. No cabe duda de que saben de lo que estn hablando."Al pasar ms tarde por su habitacin, le encontramos con su esposa Henrietta.Nos seal con el dedo diciendo con entusiasmo: "Estos son los hombres dequienes te estaba hablando, los que entienden."Luego Bill nos cont que haba pasado casi toda la noche despierto echado enla cama. En el abismo de su depresin naci de alguna manera una nuevaesperanza. Le haba cruzado por la mente como un relmpago la idea: "Si

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    ellos pueden hacerlo yo tambin lo puedo hacer" Se lo dijo repetidas veces a smismo. Finalmente, de su esperanza surgi una conviccin. Estaba seguro. Levino entonces una rotunda alegra. Sinti por fin una gran tranquilidad y sedurmi.Antes de terminar nuestra visita, Bill se volvi hacia su esposa y le dijo:

    "Treme mis ropas, querida. Vamos a levantarnos e irnos de aqu. Bill D.sali del hospital como un hombre libre y nunca ms volvi a beber.El Grupo Nmero Uno de A.A. data de ese mismo da. A continuacin sigue lahistoria de Bill D.Durante los siguientes dos o tres das, llegu por fin a la decisin de entregarmi voluntad a Dios y de seguir el programa lo mejor que pudiera. Sus palabrasy sus acciones me haban infundido una cierta seguridad. Aunque no estabaabsolutamente seguro. No dudaba de que el programa funcionara, dudaba deque yo pudiera atenerme a l;Llegue no obstante a la conclusin de que estaba dispuesto a dedicar todosmis esfuerzos a hacerlo, con la gracia de Dios y que deseaba hacerprecisamente esto. En cuanto llegu a esta decisin, sent un gran alivio.Supe que tena alguien que me ayudara, en el que poda confiar, que no mefallara. Si pudiera apegarme a l y escuchar, conseguira lo deseado.Recuerdo que, cuando los hombres volvieron, les dije: Acud este PoderSuperior y le dije que estoy dispuesto a anteponer Su mundo a todo lo dems.Ya lo he hecho y estoy dispuesto a hacerlo otra vez ante ustedes, o a decirlo encualquier sitio, en cualquier parte del mundo, de aqu en adelante, sin tenervergenza. Y esto, como ya he dicho, me depar mucha seguridad; parecaquitarme una gran parte de mi carga.

    Me acuerdo haberles dicho tambin que iba a ser muy duro, porque hacaotras cosas: fumaba cigarrillos, jugaba al pquer y a veces apostaba a loscaballos; y me dijeron: "No te parece que en el presente la bebida te estcausando ms problemas que cualquier otra cosa? No crees que vas a tenerque hacer todo lo que puedas para deshacerte de ella?" Les repliqu aregaadientes: "S, probablemente ser as." Me dijeron: "Dejemos de pensaren los dems problemas; es decir, no tratemos de eliminarlos todos de ungolpe y concentrmonos en el de la bebida." Por supuesto, habamos habladode varios de mis defectos y hecho un tipo de inventario que no fue difcil dehacer, ya que tena muchos defectos que eran muy obvios, porque los conocade sobra. Luego me dijeron. "Hay una cosa ms. Debes salir y llevar esteprograma a otra persona que lo necesite y lo desee."

    Llegado a este punto, mis negocios eran prcticamente inexistentes. Notena ninguno. Durante bastante tiempo, tampoco goc, naturalmente, de mi

    buena salud. Me llev un ao y medio empezar a sentirme bien fsicamente.Me fue algo duro, pero pronto encontr a gente que antes haban sido amigosy, despus de haberme mantenido sobrio durante un tiempo, vi a esta gentevolver a tratarme como lo haban hecho en aos pasados, antes de habermepuesto tan malo que no prestaba mucha atencin a las ganancias econmicas.Pas la mayor parte de mi tiempo tratando de recobrar estas amistades y decompensar de alguna forma a mi mujer, a quien haba lastimado mucho.

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    Sera difcil calcular cunto A. A. ha hecho por m. Verdaderamentedeseaba el programa y quera seguirlo. Me pareca que los dems tenan tantoalivio, una felicidad, un no s qu, que yo crea que toda persona deba tener.Estaba tratando de encontrar la solucin. Saba que haba an ms, algo queno haba captado todava. Recuerdo un da una o dos semanas despus de que

    sal del hospital, en el que Bill estaba en mi casa hablando con mi esposa yconmigo. Estbamos almorzando y yo estaba escuchando, tratando dedescubrir por qu tenan ese alivio que parecan tener. Bill mir a mi esposa yle dijo: Henrietta, Dios me ha mostrado tanta bondad, curndome de estaenfermedad espantosa, que yo quiero nicamente seguir hablando de esto yseguir contndoselo a otras personas."Me dije: "Creo que tengo la solucin." Bill estaba muy, muy agradecido porhaber sido liberado de esta cosa tan terrible y haba atribuido a Dios elmrito de haberlo hecho y est tan agradecido que quiere contrselo a otrasgentes. Aquella frase: "Dios me ha mostrado tanta bondad, curndome deesta enfermedad espantosa, que nicamente quiero contrselo a otraspersonas", me ha servido como un texto dorado para el programa de A.A. ypara m.Por supuesto, mientras pasaba el tiempo y yo empezaba a recuperar mi salud,sent que no tena que esconderme siempre de la gente y esto ha sidomaravilloso. Todava asisto a las reuniones, porque me gusta hacerlo. Meencuentro con gente con quien me gusta hablar.Otro motivo que tengo para asistir es que sigo estando agradecido por losbuenos aos que he tenido. Estoy an tan agradecido de tener tanto elprograma como la gente que lo compone que todava quiero participar en lasreuniones y, tal vez, la cosa ms maravillosa que me ha enseado elprograma lo he visto muchas veces en el A.A. Grapevine y muchas personasme lo han dicho personalmente, y he visto a otras personas de pie en las

    reuniones y decir: "Vine a A. A. nicamente con el propsito de lograr misobriedad, pero a travs del programa de A. A. he encontrado a Dios."

    Esto me parece lo ms maravilloso que una persona puede hacer.

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    LA GRATITUD EN ACCIN

    La historia de Dave B., uno de los fundadores de A. A, en Canad en 1944.

    Creo que sera una buena idea contar la historia de mi vida. Hacerlo me darla oportunidad de recordar que debo estar agradecido a Dios y a los miembrosde Alcohlicos Annimos que conocieron A. A. antes que yo. El contar mihistoria me hace recordar que podra volver a donde estaba si me olvidara delas cosas maravillosas que se me han dado o si me olvidara de que Dios es elgua que me mantiene en este camino.En junio de 1924 tena 16 aos y acababa de graduarme de la escuela

    secundaria de Sherbrooke, Quebec. Algunos amigos sugirieron que furamos atomar una cerveza. Yo nunca me haba tomado una cerveza ni ninguna otrabebida alcohlica. No s por qu, ya que siempre tenamos alcohol en casa(debera aadir aqu que nunca se haba considerado alcohlico a nadie de mifamilia). Tena miedo de que mis amigos me rechazaran si no hiciera lo queellos hacan.Conoca de primera mano ese estado misterioso de las personas que aparentanestar seguras de s mismas pero por dentro el miedo se las est comiendovivas. Tena un complejo de inferioridad bastante acusado. Creo quecareca de lo que mi padre sola llamar "carcter". As que en esehermoso da de verano en una vieja taberna de Sherbrooke, no encontr

    el valor suficiente para decir que no.Me convert en alcohlico activo desde ese primer da en que el alcoholme produjo un efecto muy especial . Fui transformado. De repente elalcohol me transform en lo que siempre haba querido ser.El alcohol se convirti en mi compaero de todos los das. Al principiolo consideraba como un amigo; ms tarde l leg a ser una pesada cargade la que no me poda librar. Result ser mucho ms poderoso que yo,aunque durante muchos aos poda mantenerme sobrio por cortosperodos de tiempo. Segua dicindome a m mismo que de alguna queotra forma me librara del alcohol. Estaba convencido de queencontrara una manera de dejar de beber. No quera reconocer que el

    alcohol se haba convertido en una parte tan importante de mi vida. Enrealidad el alcohol me daba algo que no quera perder.En 1934, ocurri una serie de contratiempos como consecuencia de miforma de beber. Tuve que volver al oeste del Canad porque el bancopara el que trabajaba perdi confianza en m. Un accidente de ascensorme cost los dedos de un pie y una fractura del crneo. Estuve en elhospital varios meses. Mi consumo excesivo del alcohol me caus

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    tambin una hemorragia cerebral, que me dej paralizado un lado delcuerpo.Probablemente di mi Primer Paso el da en que llegu en ambulancia alHospital Western. Una enfermera del turno de noche me pregunt, "Sr.B., por qu bebe usted tanto? Tiene una esposa maravil losa, un nio

    muy listo. No tiene motivo para beber as. Por qu lo hace?" Hablandocon sinceridad por primera vez le dije, "No lo s. De verdad no lo s."Eso ocurri muchos aos antes de enterarme de la existencia de laComunidad.Se supondra que yo me dira a m mismo: "Si el alcohol causa tantodao, dejar de beber." Pero encontr innumerables razones parademostrarme a m mismo que el alcohol no tena nada que ver con misinfortunios. Me deca a m mismo que era el destino, porque todo elmundo estaba en contra ma, porque las cosas no andaban bien. A vecespensaba que Dios no exista. Me deca a m mismo: "Si Dios amorosoexistiera, como dicen, no me tratara as. Dios no actuara de estaforma." En aquellos das senta lstima de m mismo muy a menudo.Mi familia y mis empleadores se preocupaban por mi forma de beberpero yo me haba vuelto muy arrogante. Con una herencia de mi abuela,me compr un Ford, modelo de 1931, y mi esposa y yo hicimos un viaje aCape Cod. En el camino de reg reso pasa mos por la casa de mi to en Ne wHampshire. Este to se haba hecho cargo de m cuando muri mi madrey estaba preocupado por m. Ahora me dijo: "Dave, si pasas un aocompleto sin beber, te regalar el Ford descapotable que acabo decomprar." Me encantaba ese auto, as que inmediatamente le prometque dejara de beber un ao entero, lo dije con toda sinceridad. Peroantes de llegar a la frontera con Canad ya haba vuelto a beber. Eraimpotente ante el alcohol.Me iba dando cuenta de que no poda hacer nada para vencerlo y almismo tiempo me negaba a aceptar que tena un problema.El fin de semana del Domingo de Resurreccin de 1944, me encontr en la celda deuna crcel de Montreal. Estaba bebiendo para escapar de los pensamientos horriblesque tena cuando estaba lo suficientemente sobrio para ser consciente de mi situacin.Beba para no ver la persona en quien me haba convertido. Ya haca tiempo quehaba perdido mi trabajo de 20 aos y el auto. Haba ingresado tres veces en unhospital psiquitrico. Bien sabe Dios que yo no quera beber y no obstante, para migran desesperacin, siempre volva a ese carrusel infernal.Me preguntaba cmo iba a acabar este sufrimiento. Estaba muerto demiedo. No me arriesgaba a contar a otros cmo me senta por temor aque creyeran que estaba loco. Me senta horriblemente solo, estaba llenode autocompasin y aterrorizado. Sobre todo, estaba hundido en unadepresin profunda.Entonces me acord de que mi hermana Jean me haba regalado un libroacerca de borrachos tan desesperados como yo que haban encontrado unaforma de dejar de beber. Segn este libro, esos borrachos haban encontradouna forma de vivir como los dems seres humanos: levantarse por la maana,

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    ir a trabajar y volver a casa por la tarde. Este libro trataba de AlcohlicosAnnimos.Decid ponerme en contacto con ellos. Me result muy difcil contactar a A. A.en Nueva York, ya que A. A. no era muy conocido en aquel entonces.Finalmente, logr hablar con una mujer, Bobbie. Me dijo algo que espero no

    olvidar nunca: "Soy alcohlica. Nos hemos recuperado. Si quieres, podemosayudarte." Me cont algo de su historia y aadi que otros muchos borrachoshaban utilizado este mtodo para dejar de beber. Lo que ms me impresionde esta conversacin fue el hecho de que esa gente, a 500 millas de distancia, sepreocupaba lo suficiente para intentar ayudarme. Aqu estaba yo, lleno deautocompasin, convencido de que nadie se preocupaba de si estaba vivo omuerto.Me sorprendi mucho recibir por correo al da siguiente un ejemplar delLibro Grande. Y cada da despus, durante casi un ao, recib una carta o unanota, algo escrito por Bobbie, o por Bill u otro miembro de la oficina centralde Nueva York. En octubre de 1944, Bobbie escribi: "Pareces ser unapersona muy sincera y de aqu en adelante vamos a contar contigo paraperpetuar la Comunidad de A.A. donde resides. Adjuntas encontrars variassolicitudes de informacin o ayuda de parte de algunos alcohlicos. Creemosque ahora ests listo para asumir esta responsabilidad." Adjuntas haba unascuatrocientas cartas a las que respond durante las siguientes semanas. Muypronto empec a recibir contestaciones.Lleo de entusiasmo, y habiendo encontrado una solucin a mi problema, ledije a mi esposa, Dorie: "Ahora puedes dejar tu trabajo. Yo cuidar de ti. Deaqu en adelante, ocupars el lugar que te mereces en esta familia." Pero ellarehus prudentemente. Me dijo: "No, Dave. Seguir con mi trabajo otro aoms mientras t te vas a rescatar a los borrachos." Y eso es exactamente loque me puse a hacer.Al recordarlo ahora, me doy cuenta de que hice todo mal, pero al menosestaba pensando en otras personas, en lugar de pensar en m mismo. Estabaempezando a adquirir un poco de lo que ahora tengo en cantidad: la gratitud.Cada vez estaba ms agradecido a la gente de Nueva York y al Dios del quehablaban pero al que me resultaba difcil alcanzar. (No obstante me di cuentade que tena que buscar este Pod er Superior del que me hablaban.)Yo estaba solo en Quebec en aquella poca. El grupo de Toronto haba estadofuncionando desde el otoo anterior, y haba un compaero de Windsor queasista a reuniones en Detroit, al otro lado del rio. Esta era la totalidad deA.A. en este pas.Un da recib una carta de un hombre de Halifax que deca: "Un amigo mo,un borracho, trabaja en Montreal pero actualmente se encuentra en Chicago,donde se fue en una colosal juerga. Me gustara que hablaras con l cuandoVuelva a Montreal.Fui a visitar a este hombre a su casa. Su esposa estaba haciendo la cena, consu hija a su lado. El hombre llevaba puesta una chaqueta de terciopelo, estabasentado cmodamente en su saln de estar, haba conocido a mucha gente dela alta sociedad. Me dije a m mismo: Qu pasa aqu? Este hombre no esalcohlico. Jack era una persona muy prctica y realista. Estaba

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    acostumbrado a conversar acerca de Psiquiatra y el concepto de un PoderSuperior no le era muy atractivo. Pero gracias a nuestro encuentro, A.A. naciaqu en Quebec.La Comunidad empez a crecer, especialmente despus de la publicidad quenos hizo la Gazette en la primavera de 1945. Nunca olvidar el da en que

    Mary vino a verme. Era la primera mujer que se uni a nuestra Comunidaden Canad. Era muy tmida y reservada, muy discreta. Se haba enterado dela Comunidad por medio de la Gazette.Durante el primer ao, todas las reuniones se celebraban en mi casa.Haba gente por todas partes de la casa. Las esposas de los miembros solanacompaar a sus maridos, pero no les permitamos entrar en nuestrasreuniones cerradas. Solan sentarse en la cama o en la cocina, dondehacan caf y algo de comer. Creo que se preguntaban qu iba a pasarcon nosotros. Pero estaban tan felices como nosotros.Los dos primeros francocanadienses que se enteraron de A.A., lohicieron en el stano de mi casa. Todas las reuniones de habla francesaque existen hoy en Canad se originaron en aquellas reuniones.A fines de mi primer ao de sobriedad, mi esposa acord dejar sutrabajo cuando yo consiguiera un empleo. Crea que iba a ser fcilhacerlo. Lo nico que tena que hacer era ir a entrevistarme con unempleador y as podra sostener a mi familia de forma normal. Peropas varios meses buscando trabajo. No tenamos mucho dinero y yo ibagastando lo poco que tenamos yendo de un lado a otro, respondiendo aanuncios y haciendo entrevistas. Me iba desanimando cada vez ms. Unda, un compaero de A.A. me dijo: "Dave, por qu no solicitas empleoen la factora de aviones? Conozco a un hombre que te podra ayudar."Y all fue donde consegu mi primer empleo. Realmente hay un PoderSuperior que vela por nosotros.Una de las cosas ms importantes que he aprendido es pa sar el mensajea otros alcohlicos. Esto significa que debo pensar ms en otra genteque en m mismo. Lo ms importante es practicar estos principios entodos mis asuntos. En mi opinin, esto es lo esencial de AlcohlicosAnnimos.Nunca he olvidado un pasaje que le por primera vez en el ejemplar delLibro Grande que me envi Bobbie: "Entrgate a Dios, tal como t loconcibes. Admite tus faltas ante El y ante tus semejantes. Limpia deescombros tu pa sado. Da con largueza de lo que has encontrado y ne lea nosotros." Es muy sencillo, aunque no es siempre fcil. Pero se puedehacer.Ya s que la Comunidad de Alcohlicos Annimos no nos da garantas,pero s tambin que no tengo que beber en el futuro. Quiero seguirviviendo esta vida de paz, serenidad y tranquilidad que he encontrado.Nuevamente he encontrado el hogar que abandon y la mujer con quienme cas cuando ella era todava tan joven. Tenemos otros dos hijos yellos creen que su padre es un hombre importante.

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    Tengo estas cosas maravillosas: seres queridos que lo son todo para m.No perder nada de esto y no tendr que beber mientras tenga presenteuna cosa sencilla: ir siempre de la mano de Dios.

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    LAS MUJERES TAMBIEN SUFREN

    A pesar de tener grandes oportunidades, el alcohol casi termin con su vida. Pionera en A. A.,difundi la palabra entre las mujeres de nuestra etapa primera.

    Qu estaba diciendo?... De lejos, como en un delirio, o mi propia vozllamando a alguien, "Dorotea", hablando de tiendas de ropa detrabajos... las palabras se fueron haciendo ms claras... el sonido de mipropia voz me asustaba al irse acercando... y de repente all estaba,

    hablando no s de qu, con alguien a quien no haba visto nunca antesde aquel momento. De golpe, par de hablar.Dnde me encontraba?Haba despertado antes en habitaciones extraas, completamentevestida sobre una cama o un sof; haba despertado en mi propiahabitacin, dentro o sobre mi propia cama, sin saber qu hora del daera, con miedo a preguntar... pero esto era diferente. Esta vez parecaestar ya despierta, sentada derecha en una silla grande y cmoda, enmedio de una animada conversacin con una mujer que no parecaextraarse de la situacin. Ella estaba charlando comoda yagradablemente.

    Aterrorizada, mir a m alrededor. Estaba en una habitacin grande,oscura y amueblada de una manera bastante pobre la sala de estar deun apartamento en el stano de la casa. Escalofros empezaron a recorrer miespalda; me empezaron a castaear los dientes; mis manos empezaron atemblar y las met debajo de m para evitar que salieran volando. Mi miedoera real, pero no era el responsable de esas violentas reacciones. Yo saba muybien lo que eran, un trago lo arreglara todo. Deba de haber pasado muchotiempo desde mi ltima copa, pero no me atreva a pedirle una a esta extraa.Tengo que salir de aqu. De cualquier forma, tengo que salir de aqu antes deque se descubra mi abismal ignorancia de cmo llegu aqu, y ella se d cuentade que yo estoy totalmente loca. Estaba loca, deba de estarlo.

    Los temblores empeoraron y yo mir mi reloj, las seis en punto. La ltima vezque recuerdo mirar la hora era la una. Haba estado sentada cmodamente enun restaurante con Rita, bebiendo mi sexto Martini y esperando que elcamarero se olvidara de nuestra comida o por lo menos, lo suficiente comopara tomarme un par de ellos ms. Me haba tomado slo dos con ella, perohaba conseguido tomarme cuatro en los quince minutos que la estuveesperando, y, naturalmente, los incontados tragos de la botella segn melevantaba dolorosamente y me vesta de manera lenta y espasmdica. De

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    hecho, a la una me encontraba muy bien, sin sentir dolor alguno. Qu podahaber pasado? Aquello ocurri en el centro de Nueva York, en la ruidosa calle42... Esto era obviamente una tranquila zona residencial. Por qu me habatrado aqu Dorotea? Quin era esta mujer? Cmo la haba conocido? Notena respuestas y no osaba preguntar. Ella no daba seal de que nada

    estuviera mal. Pero, qu haba estado haciendo en esas cinco horas perdidas?Mi cerebro daba vueltas. Poda haber hecho cosas terribles. Y ni siquiera losaba!De alguna forma, sal de all y camin cinco manzanas. No haba ningn bar ala vista, pero encontr la estacin del Metro. El nombre no me era familiar ytuve que preguntar por la lnea de Grand Central. Me llev tres cuartos dehora y dos trasbordos llegar all, de vuelta en mi punto de partida. Habaestado en las remotas zonas de Brooklyn.Esa noche me puse muy borracha, lo cual era normal, pero record todo lo queera muy extrao. Me acord de estar en lo que, mi hermana me asegur, erami proceso de todas las noches, de tratar de buscar el nombre de WillieSeabrook en la gua de telfonos. Rememor mi firme decisin de encontrarley pedirle que me ayudara a entrar en esa casa de recuperacin", de la quehaba escrito. Record que aseguraba que iba a hacer algo al respecto, que nopoda seguir...Traje a la memoria el haber mirado con ansia a la ventana como una solucinms fcil, y me estremeca con el recuerdo de esa otra ventana, tres aos antes,y los seis agonizantes meses en una sala de un hospital de Londres. Evoquecuando llenaba de ginebra la botella del agua oxigenada que guardaba en mi armaritode las medicinas,en caso de que mi hermana descubriera la que esconda debajodel colchn. Y me acord del pavoroso horror de aquella interminable nocheen que dorma ratos y me despert goteando sudor fro y temblando con unatotal desesperacin, para terminar bebiendo apresuradamente de mi botella ydesmayndome de nuevo. "Ests loca, ests loca, ests loca" martilleaba micerebro en cada rayo de conocimiento, para ahogar el estribillo con un trago.Todo sigui as hasta que dos meses ms tarde aterric en un hospital yempez mi lucha por la vuelta a la normalidad. Haba estado as durante msde un ao. Tena treinta y dos aos de edad.Cuando miro hacia atrs y veo ese horrible ltimo ao de constante beber mepregunto cmo pude sobrevivir tanto fsica como mentalmente. Haba habido,naturalmente periodos en los que exista una clara comprensin de lo quehaba llegado a ser, acompaada por recuerdos de lo que haba sido, y de loque haba esperado ser. El contraste era bastante impresionante. Sentada enun bar de la Segunda Avenida, aceptando tragos de cualquiera que losofreciese, despus de gastar lo poco que tena; o sentada en casa sola, con elinevitable vaso en la mano, me pona a recordar y, al hacerlo, beba ms deprisa, buscando caer rpidamente en el olvido. Era difcil reconciliar estehorroroso presente con los simples hechos del pasado.Mi familia tena dinero, nunca haba sido privada de ningn deseo material.Los mejores internados, y una escuela privada de educacin social en Europame haban preparado para el convencional papel de debutante y jovenmatrona. La poca en la que crec (la era de la Prohibicin inmortalizada por

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    Scott Fitzgerald y John Held, Jr.) me haba enseado a ser alegre con los msalegres; mis propios deseos internos me llevaron a superarles a todos. El aodespus de mi presentacin en la sociedad, me cas. Hasta aquel momento,todo iba bien, de acuerdo al plan indicado, como otros tantos miles. Entoncesla historia empez a ser la ma propia. Mi marido era alcohlico, yo slo senta

    desprecio por aquellos que no tenan para la bebida la misma asombrosacapacidad que yo, el resultado era inevitable. Mi divorcio coincidi con labancarrota de mi padre, y me puse a trabajar, deshacindome de todo tipo delealtades y responsabilidades hacia cualquiera que no fuera yo misma. Param, el trabajo era un medio para llegar al mismo fin, poder hacer aquello quequisiera.Los siguientes diez aos, hice slo eso. Buscando ms libertad y emocin mefui a vivir a ultramar. Tena mi propio negocio, de suficiente xito como parapermitirme la mayora de mis deseos. Conoca a toda la gente que queraconocer. Vea todos los lugares que quera ver. Haca todas las cosas quequera hacer, y era cada vez ms desgraciada.Testaruda, obstinada, corra de placer en placer y encontraba que lascompensaciones iban disminuyendo hasta desvanecerse. Las resacasempezaron a tener proporciones monstruosas, y el trago de la maana lleg aser de urgente necesidad. Las lagunas mentales eran cada vez ms frecuentes,y rara vez me acordaba de cmo haba llegado a casa. Cuando mis amigosinsinuaban que estaba bebiendo demasiado, dejaban de ser mis amigos. Iba degrupo en grupo, de lugar en lugar y segua bebiendo. Con sigilosa insidia, labebida haba llegado a ser ms importante que cualquier otra cosa. Ya no meproporcionaba placer, simplemente] aliviaba el dolor; pero deba tenerla. Eraamargamente infeliz. Sin duda haba estado demasiado tiempo en el exilio;deba volver a los Estados Unidos. Lo hice y, para sorpresa ma, mi problemaempeor.Cuando ingres en un hospital psiquitrico para un tratamiento intensivo,estaba convencida de que tena una seria depresin mental.Qu e r a ayuda y trat de cooperar. Al ir progresando el tratamiento empec aformarme una idea ms clara de m misma, y de ese temperamento que mehaba causado tantos problemas. Haba sido hipersensible, tmida, idealista.Mi incapacidad para aceptar las duras realidades de la vida me habaconvertido en una escptica ilusionada, revestida de una armadura que meprotega contra la incomprensin del mundo. Esa armadura se habaconvertido en los muros de una prisin, encerrndome en ella con mi miedo ymi soledad. Todo lo que me quedaba era una voluntad de hierro para vivir mipropia vida a pesar del mundo exterior. Y all me encontraba: una mujeraterrorizada por dentro y desafiante por fuera, que necesitabadesesperadamente un apoyo para continuar.El alcohol era ese apoyo, y no vea cmo poda vivir sin l.Cuando el doctor me deca que no deba beber nunca ms, no pude permitirmecreerle. Tena que insistir en mis intentos por enderezarme tomando los tragosque necesitara, sin que se volvieran en mi contra. Adems, cmo poda lentender? No era bebedor, no saba lo que era necesitar un trago, ni lo que untrago poda hacer por uno en un apuro. Yo quera vivir, no en un desierto,

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    sino en un mundo normal. Y mi idea de un mundo normal era estar rodeadade gente que beba; los abstemios no estaban incluidos. Estaba segura de queno poda estar con gente que beba, sin beber. En esto tena razn: no mesenta a gusto con ningn tipo de persona sin estar bebiendo. Nunca lo habaestado.

    Naturalmente, a pesar de mis buenas intenciones y de mi vida protegida traslos muros del hospital, me emborrach varias veces y quede asombrada y muytrastornada.Fue en aquel momento cuando mi doctor me dio el libro Alcohlicos Annimospara que lo leyera. Los primeros captulos fueron una revelacin para m. Yono era la nica persona en el mundo que se senta y comportaba de esamanera! No estaba loca, ni era una depravada; era una persona enferma.Padeca una enfermedad real que tena un nombre y unos sntomas, como losde la diabetes o el cncer. Y una enfermedad era algo respetable, no unestigma moral! Pero entonces encontr un obstculo. No tragaba la religin yno me gustaba la mencin de Dios o de cualquiera de las otras maysculas. Siaquella era la salida, no era para m. Yo era una intelectual y necesitaba unarespuesta intelectual, no emocional. As de claro se lo dije a mi doctor. Queraaprender a valerme por m misma, no cambiar un apoyo por otro, y muchomenos por uno tan intangible y dudoso como aqul era. As continu variassemanas, abrindome camino a regaadientes a travs del ofensivo libro ysintindome cada vez ms desesperada.Entonces, ocurri el milagro. A m! A todo el mundo no le ocurre tan derepente, pero tuve una crisis personal que me llen de clera justificada eincontenible. Mientras bufaba desesperadamente de la clera y planeaba unabuena borrachera para ensearles, mis ojos captaron una frase del libro queestaba abierto sobre la cama, "No podemos vivir con clera." Los muros sederrumbaron y la luz apareci. No estaba atrapada; no estaba desesperada.Era libre, y no tena que beber para ensearles. Esto no era la "religin" eralibertad! Libertad de la clera y del miedo, libertad para conocer a felicidad yel amor.Fui a una reunin para conocer por m misma al grupo de locos y vagabundosque haban realizado esta obra. Ir a una reunin de gente era una de esascosas que toda mi vida, desde el da en que dej mi mundo privado de libros ysueos para encontrarme en el mundo real de la gente, las fiestas y el trabajo,me haba hecho sentir como una intrusa, y para ser parte de ellas necesitaba elestmulo de la bebida. Me fui temblando a una casa en Brooklyn llena de gentede mi clase. Hay otro significado de la palabra hebrea que se traduce como"salvacin" en la Biblia, y ste es: "volver a casa". Haba encontrado mi"salvacin". Ya no estaba sola.Aquel fue el principio de una nueva vida, una vida ms completa y feliz de loque nunca haba conocido o credo posible. Haba encontrado amigos,comprensivos que a menudo saban mejor que yo misma lo que pensaba ysenta y que no me permitan refugiarme en una prisin de miedo y soledadpor una ofensa o insulto imaginarios.Comentando las cosas con ellos, grandes torrentes de iluminacin mostraban am misma como en realidad era, como ellos. Todos nosotros tenamos en

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    comn cientos de rasgos caractersticos, de miedos y fobias, gustos yaversiones. De repente pude aceptarme a m misma, con defectos y todo,como yo era, despus de todo, no ramos todos as? Y, aceptando, sent unanueva paz interior, y la voluntad y la fuerza para enfrentarme a lascaractersticas de una personalidad con las que no haba podido vivir.

    La cosa no par all. Ellos saban qu hacer con esos abismos negros quebostezaban, listos para tragarme cuando me senta deprimida o nerviosa.Haba un programa concreto, diseado para asegurarnos a nosotros, losevasivos de siempre, la mayor seguridad interior posible.Segn iba poniendo en prctica los Doce Pasos, se iba disolviendo la sensacinde desastre inminente que me haba perseguido durante aos. Funcion!Miembro activo de A.A. desde 1939, al fin me siento un ser til de la razahumana. Tengo algo con lo que puedo contribuir a la sociedad, ya que estoypeculiarmente cualificada, como compaera de fatigas, para prestar ayuda yconsuelo a aquellos que han tropezado y cado en este asunto de enfrentarsecon la vida. Tengo mi mayor sensacin de logro al saber que he tomado parteen la nueva felicidad que han conseguido otros muchos como yo. El hecho depoder trabajar y ganarme la vida de nuevo, es importante, pero secundario.Creo que mi fuerza de voluntad, una vez exagerada, ha encontrado su justolugar, morque puedo decir muchas veces al da, "Hgase Tu voluntad, no lama"... y ser sincera al decirlo.

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    NUESTRO AMIGO SUREO

    Pionero de A.A., hijo de ministro religioso, y granjero sureo, pregunt: "Quin soy yo para decir

    queno hay Dios?

    Mi padre es un ministro episcopaliano y su trabajo le lleva a hacer largosviajes por malas carreteras. Tiene pocos feligreses pero muchos amigos porquepara l no tiene importancia la raza, el credo o la situacin social. Aqu vieneahora en su carruaje. Tanto l como su viejo Maud estn contentos de llegar acasa. El viaje fue largo y fro pero estaba agradecido por los ladrillos calientesque una atenta persona le haba dado para calentarse los pies. Muy pronto la

    cena en la mesa. Mi padre bendice la mesa, lo cual atrasa mi ataque a lastortas de trigo sarraceno y las salchichas.Llega la hora de acostarse. Subo a mi habitacin en el tico. Hace fro y poreso me meto en seguida en la cama. Me meto debajo de la pila de mantas yapago la vela. Se est levantando el viento y alla al rededor de la casa. Peroyo me siento a salvo y seguro. Me quedo tranquilamente dormido.Estoy en la iglesia. Mi padre est dando el sermn. Una avispa est subiendopor la espalada de una mujer que est enfrente de m.Me pregunto si le llegar al cuello. Qu lstima! Se ha ido volando. Por fin. Seha terminado el sermn."Dejad que vuestra luz brille ante los hombres para que puedan ver vuestras

    buenas obras." Busco mi moneda de cinco centavos para echar en el platillopara que se vean las mas.Estoy en el cuarto de un compaero de la universidad. Me pregunta: "Novato,te tomas un trago de vez en cuando?" Vacilo en responder. Mi padre nuncame ha hablado directamente acerca de la bebida, pero que yo sepa l no beba.Mi madre odiaba el alcohol y tena miedo a los borrachos. Su hermano habasido un bebedor y muri en u hospital del estado para los locos. Pero no sehablaba de su vida, al menos conmigo. Nunca me haba tomado un trago, perohaba visto en los muchachos que beban la suficiente alegra como paradespertar mi inters. Nunca llegara a ser como el borracho del pueblo."Bien," dijo mi compaero, "lo haces?"

    "De vez en cuando," dije mintiendo. No quera que pensase que yo era unmariquita.Nos sirvi un par de copas. "Salud," dijo. Me la tom de un trago y meatragant. No me gust pero no lo dije. Me sobrevino una agradable sensacinde bienestar. Despus de todo esto no estaba mal. S, me tomar otra. Mesenta cada vez mejor. Llegaron otros muchachos. Se me desat la lengua.Todo el mundo se estaba riendo a carcajadas. Yo era ocurrente. No tena

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    ningn sentimiento de inferioridad. Ni siquiera estaba avergonzado de mispiernas delgadas. Esto era estupendo.La habitacin se iba llenando de una neblina. La luz elctrica empez amoverse. Luego aparecieron dos bombillas. Las caras de los otros muchachosparecan cada vez ms borrosas. Qu mal me senta. Me fui tambaleante hasta

    al bao. No debera haber bebido tanto ni tan de prisa. Pero ahora saba cmohacerlo. Despus de esto bebera como un caballero.Y as conoc a Don Alcohol, el gran seor que a mi peticin me converta enuna persona jovial, que me daba tan buena voz cuando cantbamos y que meliberaba del temor y de los sentimientos de inferioridad. Era sin duda mi buenamigo.Ho ra de los exmenes finales de mi ltimo ao y todava tengo una posibilidadde graduarme. No habra intentado hacerlo pero mi madre lo espera conmucha ilusin. Gracias a un ataque de sarampin no me expulsaron durante misegundo ao.Pero el fin est cerca. Mi ltimo examen es bastante fcil. Miro las preguntasque hay en la pizarra. No puedo recordar la respuesta a la primera. Probar lasegunda. Esta tampoco. No parece que me acuerde de nada. Me concentro enuna de las preguntas. No puedo fijar la atencin en lo que estoy haciendo. Mesiento nervioso. Si no empiezo pronto no me dar tiempo a terminar. En vano.No puedo pensar.Me voy de la sala, lo cual se permite por el sistema de honor. Voy a mi cuarto.Me sirvo un trago de whisky con soda. Ahora vuelvo al examen. Mi pluma correa toda prisa por la hoja. S lo suficiente para aprobar. Qu fiel amigo es DonAlcohol. Puedo contar con su ayuda.Qu poder ejerce sobre la mente. Me ha otorgado mi diploma.Pesas menos de lo normal. Cunto odio esta frase. Tres veces intent alistarmeen el ejrcito y tres veces me rechazaron por delgado. Claro que me herecuperado recientemente de una pulmona y tengo una excusa, pero misamigos ya estn en la guerra o de camino y yo no lo estoy. Visito a un amigoque est esperando rdenes. Prevalece el ambiente de "come, bebe ydivirtete" y lo absorbo. Todas las noches bebo mucho. Puedo aguantar muchoahora, ms que los dems.tengo que pasar un reconocimiento mdico para alistarme y me admitenTengo que presentarme en el campo de entrenamiento el 13 de noviembre. Sefirma el Armisticio el da 11 y se suspende el reclutamiento. Nunca fui alejrcito. La guerra me deja con un par de mantas, un equipo de aseo, un suterhecho por mi hermana y un sentimient o de inferioridad an ms grande.Son las diez de la noche de un sbado. Estoy trabajando duro en libros decontabilidad de una sucursal de una compaa grande.He tenido experiencia en vender, cobrar cuentas y en contabilidad y voyascendiendo los peldaos.Y entonces llega el colapso. El algodn cay a pique y no se poda cobrarcuentas. Un supervit de 23 millones despareci. Oficinas cerradas yempleados despedidos. A m me han transferido con los libros de contabilidada la sede central. No tengo a nadie que me ayude y trabajo por las noches, lossbados y los domingos. Me han reducido mi sueldo. Afortunadamente, mi

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    esposa e hijo recin nacido estn en casa de unos familiares. Me sientoagotado. El mdico me ha dicho que si no trabajo al aire libre acabar contuberculosis. Pero qu voy a hacer. Tengo que mantener a la familia. No tengotiempo para buscar otro trabajo.Busco la botella que George el ascensorista acaba de darme.

    Soy viajante. Se ha acabado el da sin mucho xito. Voy a acostarme. Megustara estar en casa con la familia y no en este lgubre hotel.Pero mira quin est aqu. Mi amigo Carlitos. Cunto me alegro de verte.Cmo ests? Una copita? Claro que s. Compramos un galn de whisky, porqu est tan barato. No obstante, todava ando con paso bastante segurocuando me voy a la cama.Llega la maana. Me siento horrible. Un traguito me ayuda a enderezarme.Pero tengo que tomarme algunos ms para mantenerme en pie.Ahora soy maestro en una escuela para muchachos. Estoy contento en mitrabajo. Me llevo bien con los muchachos y lo pasamos muy bien en clase yfuera.Las facturas del mdico son muy elevadas y la cuenta de banco es baja. Missuegros nos ayudan. Tengo el orgullo herido y estoy lleno de autocompasin.No parece que nadie me compadezca por mi enfermedad y yo no reconozco elamor que motiva el regalo.Llamo al contrabandista para llenar mi barril carbonizado; pero no espero aque el barril suavice la bebida. Me emborracho. Mi esposa est muy triste. Supadre viene para sentarse conmigo. Nunca me dice nada hiriente. Es unverdadero amigo, pero yo no s apreciarlo.Nos quedamos en casa de mi suegro. Mi suegra est en el hospital en condicincrtica. No puedo dormir. Tengo que calmarme. Bajo la escalera furtivamentey saco una botella de whisky del stano. Me sirvo unos cuantos tragos uno trasotro. Aparece mi suegro. Le pregunto si le gustara un trago. No me dice naday parece que ni siquiera me ve. Se le muere su esposa esa noche.Mi madre ya lleva mucho tiempo murindose de cncer. Se est acercando alfin y est en el hospital. He estado bebiendo mucho sin llegar aemborracharme. No puedo dejar que mi madre lo sepa. La veo a punto demorir.Vuelvo al hotel donde me alojo y consigo ginebra del botones. Me la bebo y meacuesto. Me tomo otros tragos ms por la maana y voy a visitar a mi madre.No puedo soportarlo. Vuelvo al hotel y consigo mas ginebra. Sigo bebiendo sintregua. Recobro el conocimiento a las tres de la maana. Se ha vuelto aapoderar de m una tortura indescriptible. Enciendo la luz. Tengo que salirdel cuarto o me voy a tirar por la ventana. Voy caminando millas y millas. Envano. Voy al hospital donde he trabado amistad con el superintendente denoche. Me mete en la cama y me pone una inyeccin.Estoy en el hospital visitando a mi esposa. Tenemos un nuevo hijo.Pero el la no est contenta de verme. He estado bebiendo durante el parto Supadre se queda con ella.Un da de noviembre fro y sombro. He venido luchando ferozmente por dejarde beber, pero he perdido todas las batallas. Le digo a mi esposa que no puedo

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    dejar de beber. Me suplica que me ingrese en un hospital para alcohlicos quealguien nos ha recomendado.Acepto hacerlo. Ella hace los arreglos, pero rehus ir. Lo har por mi cuentaa solas. Esta vez lo dejo para siempre. Slo me voy a tomar unas pocascervezas de vez en cuando.

    En el ltimo da del siguiente mes de octubre, una maana oscura y lluviosa.Me despierto encima de un montn de heno en un granero.Busco la bebida y no la encuentro. Me acerco a una mesa y me bebo cincobotellas de cerveza. Tengo que conseguir licor. De repente me sientodesesperado, no puedo ms. Voy a casa. Mi esposa est en el saln. Me estuvobuscando toda la noche desde que abandon el auto y me fui vagando por ah.Sigui buscndome por la maana. Ya no puede aguantar ms. Es intil seguirintentndolo porque no hay remedio. "No digas nada", le digo. "Voy a haceralgo."Estoy en un hospital para alcohlicos. Soy alcohlico. El manicomio meespera. Me podran encerrar en casa? Otra tontera. Podra! irme al oeste yvivir en un rancho donde no pudiera conseguir nada para beber. Puede quehaga esto. Otra tontera. Quisiera morirme como lo he deseado muchas veces.Soy demasiado cobarde para suicidarme.Cuatro alcohlicos juegan al bridge en una sala llena de humo. Cualquier cosapara distraer la mente. Termina la partida y los otros tres se marchan. Mepongo a hacer la limpieza. Uno de los hombres! vuelve y cierra la puerta.Me mira. "Te crees que ests desahuciado, verdad?," me pregunta."S que lo estoy," le respondo."Pues no lo ests," me dice. "Hoy hay hombres en Nueva York que estaban enpeor situacin que t y ya no beben.""Por qu has vuelto aqu?" le pregunto."Sal de aqu hace nueve das diciendo que iba a ser sincero, pero no lo hesido," me responde.Un fantico, me digo a m mismo, pero me callo por cortesa. "Qu hay?" ledigo.Entonces l me pregunta si creo en un poder superior a m mismo, ya sea quelo llame Dios, Al, Confucio, Causa Primera, Mente Divina, o cualquier otronombre. Le dije que creo en la e lectricidad y en otras fuerzas de la naturaleza,pero en cuanto a Dios, si es que existe, nunca ha hecho nada por m. Entoncesme pregunta si estoy dispuesto a reparar todos los daos que pueda haberhecho a cualquier persona, por equivocadas que creyera que estaban estaspersonas. Estoy dispuesto a ser sincero conmigo mismo acerca de m mismoy contarle mis asuntos a otra persona y estoy dispuesto a pensar en otra gentey en sus necesidades en lugar de las mas para as liberarme de mi problemacon la bebida?Har cualquier cosa," replico.Entonces se han acabado todos tus problemas," me dice el hombre y se va delcuarto. Sin duda alguna este hombre est en mal estado mental. Tomo un libroy trato de leer pero no me puedo concentrar. Me meto en la cama y apago laluz. Pero no puedo dormir. De repente se me ocurre una idea. Es posible quetoda la buena gente que he conocido est equivocada acerca de Dios? Entonces

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    me encuentro pensando en m mismo y en algunas cosas que quera olvidar.Empiezo a ver que no soy la persona que crea ser, que me haba juzgado a mimismo comparndome con otros y siempre sala ganando.Me quede sorprendido.Luego se me ocurre una idea que es como una voz. "Quin eres para decir

    que no hay Dios?" Sigue resonando en mi cabeza. No puedo librar de ello.Me levanto de la cama y voy al cuarto de ese hombre. Est leyendo Tengo quehacerte una pregunta, le digo. "Cmo se encuadra la oracin en esto?"Bueno," me dice, "a lo mejor has intentado rezar como yo lo he intentado.Cuando estabas en un apuro has dicho, 'Dios mo, haz esto o lo otro, y si losresultados eran de tu gusto, all se acababa todo, y si no era as has dicho:'Dios no existe,' o 'no hace nada por m,' verdad?"S," le digo.As no se hace," me dice. "Lo que yo hago es decir 'Dios, aqu estoy yo y aquestn mis problemas. Lo he arruinado todo y no puedo hacer nada pararemediarlo. Aqu me tienes con todos mis problemas, haz lo que quierasconmigo.' Te sirve esto de respuesta?" S," le respondo. Me vuelvo a la cama.No me parece tener sentido. De repente me sobreviene una ola dedesesperacin total.Estoy al fondo del infierno. Y all nace una tremenda esperanza. Tal vez seaverdad.Salto de la cama y me pongo de rodillas. No s lo que estoy diciendo. Perolentamente me viene una gran sensacin de paz. Me siento con nuevos nimos.Creo en Dios. Me vuelvo a la cama y duermo como un nio.Algunos hombres y mujeres vienen a visitar a mi amigo de la noche anterior.l me invita a conocerlos. Es un grupo muy alegre. Nunca he visto gente tanalegre. Hablamos. Les hablo de lo de la paz y les digo que creo en Dios. Piensoen mi esposa. Debo escribirle. Una mujer me sugiere que la llame por telfono.Qu idea ms maravillosa!Al or mi voz mi esposa sabe que he encontrado la solucin. Viene a NuevaYork. Salgo del hospital y vamos a visitar a algunos de estos nuevos amigos.Estoy de vuelta en casa. He perdido la Comunidad. Todos los que meentienden estn lejos. Sigo teniendo los mismos problemas y preocupaciones desiempre. Los miembros de mi familia me irritan. No parece que nada salgabien. Me siento triste y deprimido. Tal vez me ayudara un trago. Me pongo elsombrero y salgo disparado en el auto.Una cosa que me dijeron mis amigos de Nueva York fue que me interesara enlas vidas de otras personas. Voy a ver a un hombre a quien me haban pedidoque fuera a visitar y le cuento mi historia. Me siento mucho mejor. Me heolvidado del trago.Estoy en un tren de camino a una ciudad. He dejado a mi esposa en casa,enferma, y he sido muy poco amable al dejarla. Me siento muy triste. Tal vezme ayudarn unos cuantos tragos cuando llegue a la ciudad. Se apodera de mun gran temor. Hablo con la persona que est a mi lado. El temor y la idealoca desaparecen.Las cosas en casa no van muy bien. Voy dndome cuenta de que no puedohacer lo que quiero como sola hacer. Les echo la culpa a mi esposa y a los

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    nios. La ira se apodera de m, una ira tan intensa como nunca. No lo voy aaguantar. Hago las maletas y me voy. Me quedo en casa de algunos amigoscomprensivos.Veo que me he equivocado en algunas cosas. Ya no me siento airado. Vuelvo acasa y pido disculpas por mis errores. Estoy nuevamente tranquilo. Pero no

    me doy cuenta todava qu debo hacer actos constructivos de amor sin esperarnada a cambio. Me dar cuenta de esto despus de tener algunas explosionesms.Vuelvo a estar deprimido. Quiero vender la casa y trasladarme a otro sitio.Quiero estar en un lugar donde pueda encontrar a algunos alcohlicos aquienes ayudar y tener algunos compaeros. Un hombre me llama portelfono. Puede quedarse en mi casa un par de semanas un joven bebedor?Pronto tengo conmigo otros alcohlicos y otros que tienen otros problemas.Empiezo a drmelas de Dios. Creo que puedo arreglar a todo el mundo. Noarreglo a nadie, pero voy aprendiendo mucho y he hecho algunos amigosnuevos.Nada anda bien. Estamos en mala condicin econmica. Tengo que encontraruna manera de ganar dinero. Parece que la familia est pensando nicamenteen gastar dinero. La gente me fastidia. Intento leer. Intento rezar. Me veohundido en la melancola. Por qu me ha abandonado Dios? Ando alicadopor la casa. No quiero salir y no quiero emprender nada. Qu me estpasando? No puedo entender. No quiero ser as.Voy a emborracharme. Tomo esta decisin con total frialdad. Es una accinpremeditada. Me hago un pequeo apartamento encima del garaje; tengolibros y agua para beber. Voy al pueblo para comprarme algo que comer yalcohol para beber. No voy a tomarme nada hasta que vuelva. Luego meencerrar y me pondr a leer. Y mientras leo ir tomndome algunos traguitosa largos intervalos.Estar sosegado y me quedar as.Subo al auto y me voy. A mitad de la avenida que lleva a la casa se me ocurreuna idea. Por lo menos voy a ser sincero. Voy a decirle a mi esposa lo que voya hacer. Doy marcha atrs y entro en la casa.Llamo a mi esposa y la llevo a una sala donde podemos hablar en privado. Ledigo calmadamente lo que voy a hacer. No me dice nada.No se altera. Se queda all perfectamente tranquila.Cuando acabo de hablar, veo la absurda que es la idea. No tengo el msmnimo miedo de nada. Me ro de la locura de la propuesta.Hablamos de otras cosas. La fortaleza ha surgido de la debilidad.Ahora no puedo ver la causa de esa tentacin. Pero ms tarde me dar cuentade que todo empez con mi deseo de xito material llego a ser mas fuerte quemi inters en el bienestar de mi prjimo.Llego a comprender mejor esa piedra angular del carcter: la honradez. Medoy cuenta de que nuestro sentido de la honradez se hace cada vez ms agudocuando actuamos de acuerdo con nuestro ms noble concepto de la honradez.Entiendo que la sinceridad es la verdad y que la verdad nos liberara.

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    (5)EL CICLO VICIOSO

    Cmo acab quebrantando la obstinacin de este vendedor sureo y lo puso

    en camino de fundar A. A. enPhiladelphia.

    El 8 de enero de 1938, ese fue mi Da-D; el lugar, Washington, D.C.Ese ltimo viaje en carrusel empez el da antes de Navidad y en esos 14 dasyo haba logrado mucho. Primero mi nueva esposa me abandono llevandoconsigo las maletas y los muebles; luego el dueo de mi apartamento me echdel apartamento vaco; y para colmo perd otro empleo. Despus de pasar unpar de das en varios hoteles de un dlar al da y una noche en la crcel,

    acab en el portal de la casa de mi madre, temblando violentamente, con unabarba de tres das y, como costumbre, sin dinero. Muchas cosas parecidas mehaban sucedido varias veces en el pasado; pero en esta ocasin pasaron todasa la misma vez.All me encontraba a la edad de 39 aos, un desastre total. Nada haba sa lidobien. Mi madre acept alojarme slo a condicin de estar encerrado bajollave en un pequeo almacn despus de haberle dado a ella mis zapatos y miropa. Ya habamos jugado este juego. Jackie me encontr as, en paosmenores, tumbado en un catre, temblando, empapado de un sudor fro, con elcorazn latindome con fuerza, y con hormigueo por todo el cuerpo. Dealguna manera, siempre me las arreglaba para evitar los delirium tremens.

    Tengo graves dudas de que hubiera llegado a pedir ayuda si no hubiera sidopor Fitz, un viejo compaero de la escuela, quien convenci a Jackie de queme visitara. Si hubiera llegado dos o tres das ms tarde, creo que lo habraechado a la calle, pero apareci cuando yo estaba abierto a cualquier cosa.Jackie se present alrededor de las siete de la tarde y hablamos hasta las tresde la maana. No me acuerdo mucho de lo que dijo pero me di cuenta de quetena enfrente de m a alguien exactamente como yo; l haba pasado tiempoen los mismos manicomios y la crceles, haba conocido la misma prdida detrabajos, las frustraciones, el mismo aburrimiento y la misma soledad. Tal vezhubiera conocido todo esto mejor y con mayor frecuencia que yo. No obstanteestaba feliz, relajado, seguro de s mismo y rindose. Aquella noche por

    primera vez en mi vida, admit sin rodeos lo solo que me senta Jackie mehabl acerca de un grupo de personas en Nueva York, al que perteneca miviejo amigo Fitz, que tenan el mismo problema que yo y que, trabajandojuntos para ayudarse unos a otros, ya no beban y se sentan felices como lmismo. Dijo algo acerca de Dios o algn Poder Superior, pero yo le hice pococaso, todo eso no me interesaba nada. Del resto de la conversacin, poco se mequed en la memoria, pero s que dorm el resto de aquella noche, y antesnunca haba podido pasar una noche entera durmiendo.

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    Esa fue mi introduccin a esta "Comunidad comprensiva," a la que un aoms tarde se pondra el nombre de Alcohlicos Annimos. Todos los que somosmiembros de A.A. conocemos la tremenda alegra que hay en nuestrasobriedad; pero tambin hay tragedias. La historia de mi padrino, Jackie, erauna de stas. Atrajo a muchos de nuestros pioneros, pero l mismo no logr

    mantenerse sobrio y muri de alcoholismo. La leccin que aprend por sumuerte queda grabada en mi memoria; no obstante, muchas veces mepregunto qu hubiera pasado si otra persona hubiera venido a hacermeaquella primera visita. As que siempre digo que mientras tenga presente eseda 8 de enero me mantendr sobrio.La pregunta perenne en A.A. es qu fue primero: la neurosis o el alcoholismo.Me gusta creer que yo era una persona bastante normal antes de que el alcoholse apoderara de m. Pas los primeros aos de mi vida en Baltimore, donde mipadre era mdico y comerciante en cereales. Mi familia era de posicinacomodada y aunque mis padres beban, a veces demasiado, no eranalcohlicos. Mi padre era una persona muy bien integrada y a pesar de que mimadre era algo nerviosa y un poco egosta y exigente, nuestra vida familiar erabastante armoniosa. ramos cuatro hijos; dos de mis hermanos se convirtieronen alcohlicos y uno muri de alcoholismo, pero mi hermana nunca se hatomado un trago en su vida.Asist a las escuelas pblicas hasta la edad de 13 aos sin tener que repetirningn curso y con calificaciones medias. No he dado muestras de ningntalento especial, ni he tenido ambiciones frustrantes. A los 13 aos meenviaron a un prestigioso internado protestante en Virginia, donde estudicuatro aos y me gradu sin honores especiales. Era miembro del equipo detenis y de atletismo me llevaba bien con los muchachos y tena un ampliocrculo de amistades, pero ningn amigo ntimo. Nunca aor mi hogar ysiempre era bastante autosuficiente.No obstante, en este lugar di mi primer paso hacia el alcoholismo al empezar asentir una tremenda aversin por todas las iglesias y religiones establecidas. Enesta escuela haba lecturas de la Biblia antes de las comidas, y los domingos secelebraban cuatro servicios, y me puse tan rebelde que juraba que nunca meunira o asistira a ninguna iglesia, excepto en bodas y funerales.A los 17 aos me matricul en la universidad, para contentar a mi padre quequera que estudiara medicina como l. All me tom mi primer trago y lorecuerdo todava, porque cada "primer" trago que tome despus de ste tenaexactamente el mismo efecto: poda sentirlo pasar por todas partes de micuerpo hasta los dedos de los pies.

    Pero cada trago despus del primero pareca tener menos efecto y despus de tres ocuatro todos eran como agua. Nunca fui un borracho gracioso; cuanto ms beba mssilencioso estaba, y cuanto ms borracho estaba, ms luchaba por mantenermesobrio. As que est claro que nunca me divert bebiendo. Siempre pareca el mssobrio del grupo y de pronto era el ms borracho. Incluso aquella primera noche tuveuna laguna mental, lo que me lleva a creer que era alcohlico desde el primer trago.Mi primer ao de universidad, apenas aprob mis cursos. Me especialic en pker y

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    en beber. No quise unirme a ninguna fraternidad estudiantil, ya que quera ir por lalibre y aquel primer ao me limitaba a borracheras de un da una o dos veces a lasemana. El segundo ao slo beba los fines de semana, pero casi me expulsaron porfracasar en mis estudios.En la primavera de 1917 para evitar que me echaran de la universidad, me volv

    "patritico" y me alist en el ejrcito. Soy uno de los que salieron del ejrcito con unrango inferior al que tena al entrar. Haba asistido el verano anterior al campamentode entrenamiento para oficiales y por ello entr con el rango de sargento pero sal conel rango de soldado raso, y uno tiene que ser una persona bastante rara para hacereso. En los dos aos siguientes fregu ms sartenes v pel ms papas que ningn otrorecluta. En el ejrcito me convert en alcohlico peridico: los perodos ocurrancuando poda crearme la oportunidad. No obstante, me las arregl para evitar elcalabozo. Mi ltima borrachera en el ejrcito dur desde el 5 hasta el 11 denoviembre de 1918. El da 5 nos enteramos por la radio de que al da siguiente se ibaa firmar el armisticio (una noticia prematura) as que me tom un par de coacs paracelebrar; luego me sub a un camin y me fui sin permiso. Recuper el conocimientoen Bar-le-Duc, a muchas millas de la base. Era el 11 de noviembre y las campanasestaban repicando y las sirenas estaban sonando por ser el da real del armisticio. Allestaba yo, sin afeitar, con las ropas rasgadas y sucias sin ningn recuerdo de haberdeambulado por toda Francia; y no obstante era un hroe para los franceses. Deregreso a la base, me lo perdonaron todo por ser el fin de la guerra; pero a la luz de loque he aprendido desde entonces, s que era un alcohlico empedernido a la edad de19 aos.Terminada la guerra y de regreso en Baltimore con mi familia, me dedique a variostrabajos durante los tres aos siguientes, y luego consegu un puesto como agente deventas, uno de los diez primeros empleados de una nueva compaa nacional definanzas. Qu oportunidad perd! Esta compaa ahora tiene un volumen de ventasanual de ms de tres mil millones de dlares. Tres aos ms tarde, a la edad de 25

    aos, abr su sucursal en Philadelphia y estaba ganando ms dinero de lo que heganado desde entonces. Yo era sin duda el nio mimado, pero pasados dos aos mepusieron en la lista negra por borracho irresponsable. No se tarda mucho en llegar alfondo.Mi siguiente empleo fue en promocin de ventas para una compaa petrolera deMississippi en la que tuve un rpido ascenso y recib muchas palmaditas en laespalda. Luego, en un corto perodo de tiempo, destroc dos automviles de lacompaa y zas! me despidieron. Por extrao que parezca, el pez gordo que medespidi fue uno de los primeros hombres con quien me tropec cuando me un mstarde al grupo de A. A. de Nueva York. l tambin tuvo que pasar por grandespenalidades y llevaba dos aos sin beber cuando lo volv a ver.

    Despus de perder el trabajo con la compaa petrolera, volv a Baltimore a vivir conmi madre, ya que mi primera esposa me haba dicho adis para siempre. Luego tuveun trabajo en ventas con una compaa nacional de fabricacin de neumticos.Reestructur la poltica de ventas en la ciudad y, dieciocho meses ms tarde, cuandotena 30 aos, me ofrecieron la gerencia de la sucursal. Como parte de este ascenso,me enviaron a su convencin nacional en Atlantic City para contarles a los ejecutivoscmo lo haba hecho. En aquella poca me limitaba a beber los fines de semana, peroya haca un mes que no me haba tomado nada. Llegado a mi habitacin del hotel vi

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    un anuncio debajo de un vaso que haba en el escritorio que deca: Estaabsolutamente prohibido beber en esta convencin," firmado por el presidente de lacompaa. Eso fue el colmo. Quin, yo? El personaje importante? El nicovendedor invitado a hablar en la convencin? El hombre que el lunes iba a asumir elmando de una de las sucursales ms grandes? Les iba a ensear quin manda aqu,

    Nadie de esa compaa me volvi a ver. Diez das ms tarde telegrafi mi dimisin.Mientras las cosas presentaran dificultades y el trabajo fuera exigente, yo siemprepoda arreglrmelas para controlar la situacin, pero en cuanto captaba el truco,lograba dominar el asunto y el jefe me daba una palmadita en la espalda, estabaperdido. Los trabajos rutinarios me resultaban aburridos; por otro lado aceptaba losms complicados que poda encontrar y trabajaba da y noche hasta tenerlo bajocontrol; luego se converta en algo tedioso, y yo perda todo el inters en hacerlo.Nunca me preocupaba por los trabajos de seguimiento e invariablemente mepremiaba a m mismo por mis esfuerzos con aquel "primer" trago.Despus del trabajo con la compaa de neumticos, lleg la dcada de los 30, ladepresin y la cuesta abajo. En los ocho aos antes de que A.A. me encontrara tuvems de cuarenta trabajos, de vendedor y viajante, uno tras otro, y siempre la mismarutina. Trabajaba como un loco durante tres o cuatro semanas sin tomarme un solotrago; ahorraba dinero; pagaba algunas facturas y luego me "premiaba" a m mismocon alcohol. Entonces volva de nuevo a la ruina, me esconda en hoteles baratos portodo el pas, pasaba alguna que otra noche en la crcel, aqu o all, y siempre tena esehorrible sentimiento: "Qu ms da, no hay nada que merezca la pena." Cada vez quesufra una laguna mental, y eso me pasaba cada vez que beba, me sobrevena aqueltemor que me atormentaba: "Qu habr hecho esta vez?" En una ocasin lo supe.Muchos alcohlicos saben que pueden ir con la botella a un cine barato y beber,dormir, despertarse y volver a beber en la oscuridad. Fui a uno de esos cines unamaana con mi botella y al salir por la tarde, de camino a casa compr un peridico.Imagnense mi sorpresa al leer en la primera pgina que aquel da, alrededor del

    medioda, me haban sacado del cine inconsciente y me haban llevado en ambulanciaal hospital, me haban hecho un lavado de estmago y luego me dejaron ir.Evidentemente volv en seguida al cine con una botella, me qued all varias horas yluego me fui a casa sin acordarme de lo que haba pasado.Es imposible describir el estado mental del alcohlico enfermo. No me sentaresentido con nadie en particular; el mundo entero estaba equivocado. Mis ideasiban dando vueltas: De qu se trata todo esto? La gente tiene sus guerras; se matanunos a otros; luchan ferozmente por conseguir el xito y qu sacan de esto? No hetenido yo xito? No he logrado cosas extraordinarias en el mundo de los negocios?Qu saco yo de todo eso? Todo anda mal y no me importa nada. Durante losltimos aos de mi carrera de bebedor, rezaba durante cada borrachera para no

    despertarme nunca. Tres meses antes de conocer Jackie, hice mi segundo pobreintento de suicidarme. Esa fue la historia que me llev a estar dispuesto a escucharaquel 8 de enero. Despus de pasar dos semanas sin beber, pegado a Jackie, me dicuenta de que me haba convertido en padrino de mi padrino, porque de pronto l seemborrach. Me asombr enterarme de que l solo llevaba un mes sin beber cuandome pas el mensaje. Pero hice una llamada de socorro al grupo de Nueva York, aquienes an no haba conocido, y me sugirieron que furamos los dos. Fuimos al dasiguiente y qu experiencia fue. Tuve una autntica oportunidad de verme a m

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    mismo desde el punto de vista del no bebedor. Fuimos a la casa de Hank, el hombreque me haba despedido once aos antes en Mississippi y all conoc a Bill, nuestrofundador. Bill llevaba tres aos sobrio y Hank, dos. Los consideraba en aquelentonces un par de chiflados porque no slo iban a salvar a todos los borrachos delmudo sino tambin a toda la gente normal. Ese primer fin de semana hablaban

    nicamente de Dios y cmo iban a arreglar la vida de Jackie y la ma. En aquellos dassolamos hacer los inventarios de nuestros compaeros rigurosa y frecuentemente. Apesar de todo esto, me gustaban estos nuevos amigos porque eran como yo. Todoshaban sido personajes peridicos que haban metido la pata repetidamente en losmomentos ms inoportunos, y saban, como yo, dividir un fsforo de cartn en tresfsforos separados. (Es muy til saber hacerlo en lugares donde se prohben losfsforos.) Ellos tambin haban ido en tren a un pueblo lejano slo para despertarseen otro a cientos de millas de distancia en la direccin opuesta sin saber nunca cmollegaron all. Pareca que tenamos en comn los mismos viejos hbitos. Durante eseprimer fin de semana, decid quedarme en Nueva York y aceptar todo lo que meofrecan con excepcin de "todo eso de Dios." Yo saba que ellos tenan que enderezarsus ideas y sus costumbres; pero, yo estaba bien, solamente beba demasiado. Conunos dlares para empezar y un pequeo empuje, pronto volvera a triunfar. Llevabatres semanas sin beber, ya haba limado las asperezas, y por m mismo habaconseguido que mi padrino lograra su sobriedad.Bill y Hank acababan de tomar posesin de una pequea fbrica de cera paraautomviles y me ofrecieron un trabajo: diez dlares a la semana y pensin completaen la casa de Hank. Estbamos a punto de llevar a la quiebra a Dupont.En aquel entonces, el grupo de Nueva York estaba compuesto de unos doce hombresque trabajbamos de acuerdo al principio de slvese quien pueda; no tenamosninguna frmula, ni siquiera un nombre. Seguamos durante un tiempo las ideas deun hombre hasta decidir que estaba equivocado y luego cambibamos de mtodosiguiendo el ejemplo de otro. No obstante logrbamos mantenernos sobrios mientras

    permanecamos unidos y seguamos hablando. Haba una reunin cada semana en lacasa de Bill en Brooklyn, y todos nos bamos turnando para jactarnos de habertransformado nuestras vidas de la noche a la maana, y de la cantidad de borrachosque habamos salvado y enderezado y, por ltimo pero no por ello menos importante,para alardear del hecho de que Dios nos haba tocado personalmente a cada uno denosotros. Qu cuadrilla de idealistas confundidos! Sin embargo todos abrigbamosun solo propsito sincero en lo ms profundo de nuestros corazones: el de no beber.Durante los primeros meses en nuestra reunin semanal yo era un peligro patentepara la serenidad, porque aprovechaba toda oportunidad para arremeter contra ese"aspecto espiritual", segn lo llambamos, o cualquier otra cosa que tuviera el msleve olor a teologa. Ms tarde descubr que los ancianos haban estado celebrando

    muchas reuniones rezando para encontrar una solucin que les permitiera echarme ala calle y al mismo tiempo seguir siendo tolerantes y espirituales. No pareca que sussplicas hubieran tenido una respuesta porque all estaba yo sobrio y vendiendocantidad de cera para automviles, de lo que ellos estaban realizando un beneficio delmil por ciento. As que segu avanzando feliz e independiente por mi propio caminohasta junio, cuando me fui de viaje para vender cera de automviles por NuevaInglaterra. Al final de una buena semana de ventas, dos clientes me invitaron aalmorzar el sbado. Pedimos bocadillos y un hombre dijo y tres cervezas." No puse

  • 7/22/2019 Alcohlicos Annimos - De Las Tinieblas Hacia La Luz

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    ninguna objecin. Terminadas estas otro hombre dijo "tres cervezas" y no puseobjecin. Luego me toc a m pedir tres cervezas"; pero e