El pensar popular:

El pensar popular: Entre la memoria popular y el imaginario colectivo en la cotidianeidad del mbito barrial.Aldo Ameigeiras

(transcripcin fidedigna realizada por la ctedra)

No me gusta quiere que le diga? no me gusta nada cuando la gente habla sin conocer, cuando opinan por lo que le dicen, cuando hablan por hablar noms. Porque de los pobres hablan muchos, pero sabe qu? No saben lo que es la pobreza, no saben lo que es vivir sin saber qu hacer maana, pero yo si lo s, porque soy pobre, porque lo sufro, y lo vivo.Rpidamente Rosario busc la pava que haba dejado sobre la hornalla y sigui conversando. La tarde fue llegando a su fin y con ella la hora de partir. Terminaba all un encuentro fecundo pero cuestionador. La expresin de la entrevistada avanzaba sobre una autoafirmacin innegable de la necesidad de hacerse or, de expresar por sus propios medios su perspectiva de la situacin, de que se reconozca su punto de vista a partir de su condicin irremplazable de protagonista. Pero a su vez volva a colocar sobre el tapete, ms que la posibilidad de nuestro conocimiento, nuestra capacidad de comprensin de la vida cotidiana de los sectores populares, nuestro abordaje del pensar popular y muy especialmente de la opinin y el punto de vista, de las mujeres y hombres en condiciones de pobreza.Hasta dnde interpretamos adecuadamente lo que nuestros entrevistados nos plantean? Somos conscientes de la complejidad de matrices culturales diferentes cuyas configuraciones de sentido ameritan, imprescindiblemente, de un esfuerzo singular de comprensin? Cmo interpretar la complejidad del pensar popular?Es justamente en relacin con este ltimo interrogante que se generan una diversidad de preguntas y cuestionamientos, referidos bsicamente a los diferentes aspectos que la conforman y determinan. Un pensamiento predominantemente seminal que se explcita a travs de mltiples significaciones, con un andamiaje racional y una lgica que constituyen un ncleo clave de la cultura de los sectores populares, desde donde se posibilita el acceso a la comprensin de una perspectiva y un posicionamiento diferente ante la vida.A su vez, un pensar subvalorado y cuestionado, no slo por lo que es y representa, sino fundamentalmente por el desconocimiento que supone la negacin de la alteridad, el amordazamiento de lo diferente, ms an, si dicha indiferencia emerge vinculada con las modalidades propias de expresin de los sectores populares.De all entonces nuestro inters en abordar dicho pensar como una primera aproximacin que nos permita develar algunas incgnitas y avanzar hacia una comunicacin horizontal y una propuesta participativa de construccin de conocimiento, desde el punto de vista de los mismos actores sociales involucrados. Una aproximacin que considera al otro como sujeto y no como un mero objeto de conocimiento.Reflexionar sobre dicho pensar, avanzando a su vez, sobre dos aspectos centrales relacionados con el mismo, la memoria popular y el imaginario colectivo que aparecen como diferenciados pero estn estrechamente articulados, y si bien inciden y se explicitan en la vida cotidiana de los sectores populares, poseen una aparente invisibilidad que dificulta su abordaje y conocimiento adecuado. Una memoria y un imaginario que ocupan un lugar privilegiado en cuanto hacen a dos instancias claves que lo constituyen, involucrando un replanteo en la apreciacin del pasado, el cual es irreversiblemente considerado, desde un presente atravesado por la tensin del futuro. Pero sobre todo se trata de encarar el desafo de poder acceder a elementos constitutivos de la cultura popular, que lejos de ser interpretados convenientemente, son subvalorados y sobre los cuales, por otro lado, se han planteado dudas, referidas tanto a su real gravitacin, como a la existencia de posibleinstancias de manipulacin ajenas a -la misma cultura popular. Afirmaciones referidas tanto a la tradicin y los medios, como a los cambios y transformaciones de los universos simblicos y los modos de socializacin vigentes en los sectores populares.Una cultura popular inserta en la masividad de lo urbano, imbricada en la trama social, en donde mujeres y hombres, atravesados por la pobreza, generan permanentemente actitudes, estrategias de subsistencia, posicionamientos y comportamientos que les posibilitan, en contextos adversos, y en situaciones complejas y conflictivas, enfrentar cada da la lucha por la vida.Este trabajo pretende acercar algunas respuestas en relacin a la problemtica en cuestin, o al menos a tratar de presentar ciertos elementos que nos permitan formular mejor las preguntas, en una tarea difcil pero no imposible, en cuanto lo que est verdaderamente en juego, es la posibilidad de la comunicacin y de dilogo. Por tanto, el desafo del intercambio, la interpelacin, la interculturalidad. Se trata bsicamente de brindar una perspectiva que no pretende ser exhaustiva pero que pueda incorporar elementos relevantes de comprensin y anlisis del pensar, el decir y el hacer de sectores populares en el Gran Buenos Aires.En primer lugar abordaremos la problemtica del pensar popular, tanto a travs del reconocimiento como de la caracterizacin del mismo, para pasar luego a considerar algunos aspectos presentes en la memoria y el imaginario popular en el contexto de la vida cotidiana en el Gran Buenos Aires.Nuestra reflexin surge del trabajo de investigacin sobre cultura popular y pobreza, representaciones simblicas, imaginario y comunicacin en la vida cotidiana de los sectores populares del Gran Buenos Aires que hemos llevado a cabo dentro del equipo de investigacin sobe "Pobreza urbana" del Ceil dirigido por el Dr. Floreal Forni en el partido de Moreno y especialmente en barrios pertenecientes a la localidad de Cuartel V.El reconocimiento de un pensarNos interesa comenzar nuestra reflexin por uno de los aspectos centrales que hacen al "reconocimiento del pensar popular", en tanto lo que est en juego en relacin a la generacin de cultura y comunicacin por parte de los sectores populares, es precisamente la capacidad -muchas veces discutida- la racionalidad y la peculiaridad de dicho pensamiento. Un planteo inserto en una perspectiva de la cultura popular considerada como una forma y un modo de vivir y habitar, como una trama de significaciones en que mujeres y hombres despliegan su existencia.Un pensar que se manifiesta desde la particularidad de matrices culturales y hace a la forma y el modo en que los sujetos interpretan, reflexionan y actan sobre su propia realidad existencial. Una perspectiva inserta en la cultura como principio organizador de la experiencia que posibilite actitudes y comportamientos a partir de nuestro posicionamiento en las redes de relaciones sociales constituyndose en un sentido prctico de la vida.

Una mirada y un discernimiento generado sobre el sentido comn, enmarcado en la experiencia colectiva y definido desde el aqu y el ahora de lo cotidiano en una ponderacin permanente de la vida sobre la muerte. No se trata, como seala Cristian Parker, de que exista un pensamiento popular universal para todo el continente latinoamericano; es que existen procesos de pensamiento anlogos en correspondencia con situaciones estructurales e histricas, igualmente anlogas, que dan origen a un estilo determinado, a un tipo particular de mentalidad.Lo que estamos planteando tiene que ver entonces con la posibilidad de confirmar tanto la existencia de prcticas sociales y simblicas como de representaciones colectivas de sectores sociales marcadas por una cosmovisin y perspectivas de la vida. Estas ltimas, estrechamente relacionadas con la memoria popular y el imaginario colectivo en determinadas condiciones materiales de produccin y reproduccin social. Prcticas generadas por sujetos cuya humanidad, a su vez, aparece gravemente deteriorada por la pobreza y la exclusin social. Un estilo de pensamiento caracterstico de la mentalidad popular en el marco de una modernidad perifrica, en un continente subdesarrollado con las caractersticas, trayectorias e historias sociales, religiosas y culturales propias de Amrica Latina es un pensamiento que se ubica en otra sntesis vital

De esto se trata, al menos, en esta realidad que emerge con fuerza de nuestras observaciones y testimonios en los sectores populares. De una sntesis vital, de un pensamiento sincrtico que lejos de absolutizar un discurso sobre la realidad o una apreciacin ideolgica sobre la misma, se afirma en una integracin selectiva, en una capacidad de resemantizacin, que an en sus limitaciones y carcter reproductivo, es capaz de plantear alternativas, de aprovechar intersticios, de generar una apertura hacia lo posible. Una sntesis que supone incorporar lo emocional e intuitivo, no como un elemento determinante, sino como una instancia indescindible de la realidad.Como seala R. Kusch en su aproximacin desde la antropologa filosfica, es necesario replantear la divisin que generalmente se hace al referirse al pensamiento popular, entre el conocimiento fundado y la opinin considerando as la existencia de una opinin fundada "en una intuicin emocional y vital". Un pensamiento donde a su vez emerge para el autor una constante presencia de la "negacin" como afirmacin de otro sentido y otra lgica. De esta forma "recuperar el contenido del pensar popular", requiere no dejar de lado lo referente "al sujeto, a lo humano". Una actitud agravada por la incapacidad de reconocimiento del otro como diferente, de la negativa a "descubrir" la complejidad y diversidad de los distintos posicionamientos culturales desde perspectivas que impiden la comprensin adecuada de las complejidades presentes en la cultura popular.Y es que dicho pensar surge desde matrices culturales singularizadas en su conformacin histrica por matrices de aprendizaje desplegadas desde las experiencia individual y colectiva. Un pensar que podemos caracterizar como situado, en cuanto tiene que ver con un posicionamiento determinado, un pensamiento que emerge "desde" un lugar en particular en donde se explcita la gravitacin de dicha situacin.Desde esta perspectiva aparecen una cantidad de elementos sobre los cuales poder reflexionar. No es lo mismo la significacin de dicha situacin cuando "el lugar" se constituye en una villa o en un asentamiento, en un barrio que comienza a tomar forma como tal, a una construccin que se levanta precariamente al margen del ro, porque tampoco es lo mismo la inseguridad de la ocupacin precaria que la tranquilidad del lote propio.Una situacin que aparece vinculada tambin, muchas veces, con prejuicios y discriminaciones, en cuanto el vivir en la villa o el asentamiento, en un conventillo o en la calle, conforman una marca reconocida y rechazada por muchos y por lo tanto generalmente oculta o encubierta. Pero la situacin no slo se refiere a la dimensin espacio - temporal, tambin afecta las relaciones sociales y genera una "mirada" peculiar y diferente cuando se hace desde la situacin de pobreza y exclusin social a cuando se articula desde una situacin de bienestar. Un enfoque vinculado con el surgimiento de apreciaciones vivenciales, de una conciencia surgida de la experiencia:"lo que te puedo decir es que es una angustia tremenda, sabes lo que es no poder, no poder y que cada vez miras todo como ms lejos?."Cuando la entrevistada con cuya frase comenzamos nuestra reflexin, nos planteaba: "...No saben lo que es la pobreza, pero yo s lo s, porque soy pobre, porque lo sufro, y lo vivo."- pone nfasis en su condicin de pobre, en su experiencia de pobre, en el ireemplazable conocimiento que dicha situacin le produce, una conciencia enmarcada en el dolor de querer y no poder, sintiendo profundamente el desgarro de la exclusin.No implica esto negar otros tipos de conocimiento, ni tampoco calificar al mismo por sobre otros, sino establecer claramente la diferencia, remarcando el aporte insustituible e irremplazable que acarrea la vivencia en el aqu y ahora de su existencia. Por otro lado, est tambin marcando la legitimidad de su pensamiento, relacionada ms que con la coherencia lgica de la argumentacin con la consistencia irrefutable de su experiencia vital.Una instancia estrechamente vinculada con la necesidad de un nuevo planteo terico-metodolgico que posibilite una relacin investigador-investigado dada en trminos de una "construccin cooperativa", tal como seala Irene Vasilachis al proponer una nueva metaepistemologa. Desde esta perspectiva el investigador "no puede superponer ni su conocimiento ni su interpretacin a la del sujeto conocido, sobre todo en aquellos aspectos de su vida, de su identidad, de su situacin, de sus angustias, de sus deseos acerca de los cuales este sujeto tiene un acceso privilegiado y por tanto una voz preponderante".

Un enfoque que aparece como fundamental frente al desafo de comprensin del pensar popular, precisamente por estar en juego nuevas formas de conocer fundadas en una propuesta epistemolgica y metodolgica sustentada en "el reconocimiento del derecho al total respeto de la dignidad de las personas".

El abordaje propuesto supone bsicamente el establecimiento de una relacin entre "sujetos" y por lo tanto una relacin fundamentalmente humana en la que el "otro" no solo posee capacidad de conocer, sino tambin de generar un pensamiento desde su posicionamiento social y situacinalidad existencial.De esta manera, frente a enfoques que desvalorizan como "mera opinin" o "simple manifestacin del sentido comn" -atravesadas de pleno por la subjetividad y falta de rigor metodolgico- a este tipo de expresin, la perspectiva que estamos planteando emerge como un replanteo profundo del abordaje de la alteridad en el mbito de lo cotidiano. Una visin que otorga al otro, y particularmente al "pobre", un "reconocimiento bsico", respecto a "dar cuenta del sentido, significado y razonabilidad de su accin", pero ms an, una apreciacin clave respecto a las caractersticas y validez de este conocimiento.

Un tipo de conocimiento y de pensar no exento de limitaciones y conflictos, en cuanto que el mismo forma parte de un contexto y un sistema socio-econmico-cultural, vertebrado alrededor de intereses sociales hegemnicos, caracterizado por el predominio del "pensamiento nico" y las polticas neoliberales. Pero un tipo de conocimiento "creativo", constituido a partir de la "cultura ordinaria" entendida en cuanto explicitacin de las prcticas cotidianas como "cultura popular", en la cual se manifiestan instancias de "micro-resistencia y apropiacin". Y sobre todo un tipo de pensamiento, de all nuestra preocupacin, no slo no valorado en cuanto tal, sino a su vez no considerado en sus posibilidades de constituir una forma vlida de conocimiento, vinculada con las prcticas y relaciones sociales como con la construccin de sentidos en el contexto de la cotidianeidad.Aproximaciones a las caractersticas del pensar popularAproximarnos a la caracterizacin del pensar popular implica llevar a cabo un esfuerzo de sistematizacin y reflexin en torno a ciertas peculiaridades, percibidas e interpretadas en el marco de nuestros acercamientos en el trabajo de campo. Como tal, dichas interpretaciones poseen un carcter provisorio, que requieren imprescindiblemente de una mayor profundizacin y anlisis que posibilite tanto fecundar el conocimiento, como la adecuada comprensin de la problemtica que nos interesa. Est presente, enmarcando dichas interpretaciones, no slo la complejidad de la realidad social y los conflictos y tensiones que se explicitan especialmente en momentos de profundizacin de la exclusin, sino tambin la diversidad de matrices culturales y de configuraciones de sentido vertebradas alrededor de las mismas. Podemos as hacer mencin a algunos aspectos relevantes; que a manera de pistas para la comprensin de la complejidad del pensamiento popular, emergen en nuestros anlisis e interpretaciones. Consideraremos especialmente, a manera de una primera aproximacin, la racionalidad, la vitalidad, el carcter sincrtico y el carcter mtico-simblico.La racionalidad del pensar popular: El tema de la racionalidad del pensar popular emerge como un eje clave en la discusin sobre la temtica que nos ocupa. Es que precisamente lo que en general se ha puesto en duda es la existencia de otras racionalidades distintas a la racionalidad hegemnica de la llamada cultura ilustrada de carcter formal e instrumental, desconociendo otras racionalidades y otras lgicas. Una situacin donde se hace evidente la gravitacin de una perspectiva negadora de una "amplitud interlgica" que permite ver la existencia de diferentes modos de la racionalidad en cuanto "pertenecientes a la misma racionalidad humana". De all en ms nos encontramos ante el descubrimiento y la enunciacin de la presencia en el continente latinoamericano de otra lgica, alternativa a la racionalidad occidental dominante en la cultura del capitalismo transnacional. Es una lgica de la vida, de la emotividad, la simultaneidad, el smbolo y lo sensible, frente a la lgica de la razn, la forma, la linealidad, lo sucesivo y lo despersonalizado.

Esta visin de otra racionalidad y otra lgica aparece como una instancia clave no slo de las configuraciones de sentido, presentes en la urdimbre cultural, sino tambin de las manifestaciones concretas que fundadas en dicha ratio popular se traducen en diversos artes de hacer, (de Certeau. M.) y posibilidades de desplegarse histricamente. Se trata como lo ha explicitado G.Blleme", "de no excluir lo popular de lo razonable de" aprender a pensar de otra manera, afirmando de una u otra forma la originalidad de un pensar diferente, de una universalidad situada.

La vitalidad: Aparece directamente relacionada con la afirmacin del valor de la vida sobre la muerte, no por la negacin de la misma, sino por una ponderacin constituida por una prctica concreta de la lucha y resistencia como de un posicionamiento existencial. Una ponderacin ligada al desafo permanente de vivir, de buscar la manera de poder resolver cada da sus necesidades, pero tambin una manera de encarar y de construir socialmente el sentido de la existencia. Un pensar que tiende a dar sustento "a no bajar los brazos", a seguir apostando a que es posible cambiar las cosas, a seguir buscando y apelando a mltiples recursos y posibilidades. Un pensar que aun en el cercenamiento de posibilidades es capaz de encontrar intersticios por donde construir una esperanza. Un pensar que brinda un lugar especial al sentimiento, no solo como ponderacin de lo sensible y concreto sino como una instancia clave en la percepcin de lo cotidiano y en la interaccin con los otros.El carcter sincrtico: En cuanto apela repetidamente a le integracin de universos simblicos que de una u otra forma son recibidos y replanteados en un contexto de fuertes contraposiciones y yuxtaposiciones. Si la hibridez cultural aparece como una apreciacin que caracteriza las actuales culturas populares, la capacidad de sincretismo implica una instancia clave, no slo respecto a la circulacin y el consumo de bienes culturales en un contexto de fuerte globalizacin cultural, sino a su vez como una respuesta a la compleja relacin entre lo tradicional y lo moderno, a la coexistencia de lo rural con lo urbano y a las nuevas articulaciones entre lo popular y lo masivo. Al respecto resulta sumamente interesante lo sealado por C.Parker respecto a un pensamiento sincrtico subyacente... en el conjunto de creencias, pensamientos y opiniones populares sobre el mundo, la sociedad, la poltica, la cultura, la familia, la vida y el cosmos. Representaciones y significaciones que de una manera u otra emergen consustanciadas con la memoria colectiva y el imaginario cultural pero donde el bagaje experiencial se articula con las necesidades e imprevisibilidades del aqu y el ahora. Estamos frente a un proceso de trabajo simblico de carcter informal, segn el cual el ingenio popular construye o reconstruye sistemas de representaciones colectivas empleando, residuos, desechos y aportes novedosos, aparentemente disparates, de tal forma que de la composicin de nuevas y viejas obras se producen nuevas sntesis..." Enfoque que abre la reflexin en torno a la capacidad de entrecruzamiento, e hibridacin que posibilita una heterogeneidad dispuesta a la articulacin y resignificacin de universos simblicos diferentes.EI carcter mtico-simblico: hace referencia al predominio de lo simblico y especialmente a la existencia de una visin de la realidad que introduce lo sobrenatural en la vida cotidiana. A una religiosidad que en cuanto tal involucra una capacidad de mediacin y de reunin entre lo material y lo espiritual, lo sensible y lo supra-sensible. A una perspectiva tras la que se explicita una concepcin que torna efecto de esa visin la vivencia del cuerpo y de sus propias divisiones, la forma del lazo que une a unos sujetos con otros y la totalidad la forma y la localizacin de lo sagrado. Donde la religin emerge como una clara postura desde dnde es posible la existencia de una apertura. Un puente indiscutible de lo simblico que en s mismo supone la existencia de la escisin tras la cual se puede concretar el enlace predominante del sentido.

Las caractersticas presentadas implican, de hecho, un primer acercamiento respecto al conocimiento del pensar popular. Avanzaremos a continuacin en la consideracin de algunas manifestaciones de dicho pensar en el contexto de la vida cotidiana, teniendo en cuenta especialmente tanto aspectos vinculados con la gravitacin de la memoria como con el imaginario colectivo.El pensar popular y la vida cotidiana.Entre la gravitacin de la memoria y el imaginario colectivo.Teniendo en cuenta los rasgos generales del pensar popular a los que hemos hecho mencin en el punto anterior, pasaremos a continuacin a considerar las peculiaridades del mismo desde la complejidad de la trama social y la urdimbre cultural en el contexto de la vida cotidiana de las personas.Mujeres y hombres apelan as, en el marco del sentido comn, a mltiples recursos provenientes de su bagaje experiencial, tanto como del acervo de conocimientos disponibles y las posibilidades concretas que tienen en la coyuntura en que se encuentran. Una apelacin enmarcada por la gravitacin de la memoria y el imaginario colectivo e imbricada en forma diferenciada en las distintas articulaciones de lo masivo con lo popular.La profundizacin de la crisis y la pobreza atraviesan plenamente la vida de los sectores populares del gran Buenos Aires. Hay una apreciacin del futuro difusa y reducida al presente, al aqu y ahora de cada situacin en donde se explcita un peculiar sentido del desciframiento de las ocasiones y se manifiesta la existencia de una lgica diferente enfrentada al desafo de la subsistencia. Una situacin donde el cercenamiento de horizontes y la exclusin se expanden afectando personas e instituciones e incrementando la incertidumbre y la angustia colectiva.

La realidad de la exclusin implica, en los hechos, una continua degradacin de la calidad de vida, un deterioro manifiesto del tejido social vertebrado alrededor de la falta de trabajo pero atravesado por la inseguridad, la drogadiccin y el quiebre de expectativas. Sin embargo, la gente contina resistiendo, buscando alternativas, apelando a mltiples recursos para seguir viviendo. Es all entonces donde se visualiza su capacidad de vincularse, de hacer, de imaginar, de probar, de comenzar de nuevo; una capacidad jaqueada por el desnimo y el escepticismo pero donde puede percibirse una decisin de continuar cada da su lucha por la vida frente a actitudes paralizantes y resignadas ante la desintegracin y la exclusin y donde emergen nuevos emprendimientos e instancias organizativas.En dicha instancia emerge la gravitacin de la memoria tanto a nivel de lo individual como de lo colectivo, no slo respecto al bagaje experiencial de los actores sociales sino tambin en relacin a las matrices culturales presentes en los sectores populares. Si como seala J. Martn Barbero, resulta imposible entender lo que pasa culturalmente en las masas sin atender a su experiencia, la recuperacin de la memoria constituye una instancia clave e irremplazable a la hora de comprender dicha situacin, pero tambin y por otro lado aparece la gravitacin del imaginario en la urdimbre cultural y el comportamiento de los sujetos. Un imaginario constituido por representaciones colectivas que inciden en los sistemas de identificacin e integracin social. Un imaginario atravesado por distintas determinaciones tradicionales, modernas y posmodernas que manifiestan un complejo entramado de discursos, prcticas sociales y valores. Trataremos entonces de llevar a cabo una aproximacin a ambas instancias desde la vida cotidiana de los actores sociales.

La vida cotidianaEsta constituye la instancia espacio-temporal donde se producen las relaciones e interacciones fundamentales entre las personas y la sociedad. Se explcita en el lapso del aqu y el ahora, en el que se incrementa la importancia del lugar en que se "hacen y deshacen los vnculos" y se despliegan las relaciones y ritualizaciones sociales que hacen a la produccin y reproduccin social.Si bien C. Lalive D'Epinay ha sealado cuatro aspectos como claves en relacin a la cotidianeidad: el espacio, el tiempo, la socialidad y la ritualidad, queremos hacer alusin especialmente a dos aspectos que se suman a los anteriores pero que han sido planteados por A. Linden Villora. Se trata de la relevancia de la trama de la vida cotidiana y la consideracin de los vnculos y relaciones sociales. La trama apareciendo como un tejido de relaciones y prcticas sumamente heterogneas contextualizadas en la nocin de "mundo de la vida". En un mbito donde lo rutinario se contrapone con lo "extraordinario", y donde la sobrevaloracin del presente se acompaa por una primaca del "estar" acompaado por la ponderacin del "aqu y ahora". mbito de lo domstico y lo colectivo que se entrecruzan, alimentados por la experiencia acumulada socialmente, por los intercambios, las interacciones y tensiones, pero fundamentalmente "donde se recrea permanentemente una lgica de la supervivencia y horizontes de sentido, difciles de comprender pero que se convierten en ejes vertebradores de la lucha diaria por seguir viviendo ". Un mbito de lo cotidiano donde predominan las interacciones y los intercambios pero donde tambin se incrementa la violencia y se visualiza y sufren las consecuencias de la desigualdad social.Lo cotidiano involucra un desafo de comprensin en torno a los significados que los individuos implican en sus actitudes y comportamientos a la vez que demanda una adecuada interpretacin de los sentidos implcitos en el entretejido diario de prcticas sociales y simblicas. Se trata de posibilitar un abordaje ms relacionado con los espacios vividos que con la organizacin del espacio.

La vida cotidiana en el mbito barrialAcrcanos a lo cotidiano nos conduce al mbito barrial, como a un mbito privilegiado de despliegue de las relaciones sociales donde develar ritos sociales y circuitos, cdigos y lenguajes, roles y posicionamientos, prcticas y acontecimientos, pero fundamentalmente aproximarnos a una urdimbre simblica que se despliega en lo micro-social pero que resulta atravesada plenamente por lo macro social.El barrio, como seala P. Mayol, es el espacio de una relacin con el otro como ser social que exige un tratamiento especial. "Salir de casa de uno, caminar en la calle es, para empezar, el planteamiento de un acto cultural, no arbitrario; inscribe al habitante en una red de signos sociales cuya existencia es anterior a l, vecindad, configuracin de lugares, etc". El barrio en el conurbano presenta sin embargo caractersticas especiales. No se trata solo de una peculiar ocupacin del espacio, sino tambin de nuevas formas organizativas desplegada desde una peculiar trama socio-cultural. Distintas instituciones presentes en el barrio capitalino se hayan ausentes en el conurbano; por el contario, nos encontramos ante la presencia de otras formas organizativas. As el caf, la biblioteca popular, el club, en gran medida reemplazado o desplazado por la sociedad de fomento, los kioscos, el almacn, la capilla o el templo.Si bien cada uno de estos mbitos posee caractersticas singulares, comparten en general una poblacin cuya pertenencia barrial les lleva a transitar por varias de ellas. As como el agolpamiento de los jvenes generalmente encuentra un "lugar" alrededor de algn kiosco, una esquina o algn local en particular -especialmente aquellos que tienen un pool, metegol o maquinitas, las mujeres convergen mayoritariamente en la capilla, en el templo, en los comedores, en los lugares relacionados con la implementacin de planes o programas sociales.Hay una peculiaridad barrial marcada por el reconocimiento de lo propio, por el despliegue de relaciones y vnculos cercanos, identificables, por pequeas historias individuales y por vivencias compartidas colectivamente. Barrios del conurbano que poseen an para muchos un velo de anonimato, un desconocimiento de su trama socio-cultural, de las redes internas, de la vida cotidiana que lo constituye y singulariza en el denominador masivo y falsamente homogneo del gran Buenos Aires.Un Gran Buenos Aires donde el agravamiento de la situacin social con el consiguiente incremento de la desocupacin, se tradujo entre otras cosas en la transformacin de la cotidianeidad barrial. Los barrios dejaron de tener una fisonoma predominantemente "residencial" acotada en trminos del tpico "dormitorio" que acompa en gran parte los perodos anteriores, en tanto la semana laboral implicaba una rutina de "partidas" por las maanas hacia los lugares de trabajo y regresos al barrio por la noche. Paulatinamente, la situacin socio-econmica se tradujo en tensiones y conflictos, aunque tambin en actitudes solidarias y de incremento de las redes de ayuda mutua.De hecho, la desocupacin implic una presencia cada vez ms relevante de los hombres en el espacio territorial a la vez que reposicionamientos y cambios en la situacin de mujeres y hombres, producidas en el contexto de la crisis:"...por la falta de trabajo los hombres empiezan a mirar ms al barrio""Al hombre hoy lo puedo ver con agresividad, a veces dulces, buenos. Pero la agresividad es del no tener trabajo, el no poder de traer comida a sus hijos, el porque le faltan el respeto porque no trae de comer a la casa. Hoy el hombre agacha mucho la cabeza por vergenza. No la mayora no? Hombres que se van del hogar por no poder mantenerlo por eso que la mujer hace lo que el hombre haca. Va a trabajar y traerle la comida a sus hijos. Como hay hombres que tambin lo hacen, que no les importa cmo pero traen un pedazo de pan a sus hijos. Al hombre lo veo muy callado, con miedo a que le digan el vago, el mantenido... al hombre hoy lo ves en la calle juntando botellas con vergenza y agachando la cabeza, as lo veo al hombre. Muy pocos hombres los veo con esa sonrisa que los vea hace 30 aos atrs."Respecto al primer elemento es factible reflexionar en torno a dicha mirada caracterizada por una doble actitud. Por un lado de desconcierto como resultado de las implicancias de la prdida de trabajo y del progresivo arrinconamiento y exclusin social. Por el otro, no solo es que el hombre puede mirar ms al barrio, es que de hecho est prcticamente en forma permanente en el barrio, ya sea por falta de trabajo como por las dificultades y costos para trasladarse por distintos lugares solamente para buscar alguna changa.Un desconcierto que lo conduce a una fuerte crisis personal. No slo est en juego la prdida de un empleo, sino tambin la destruccin de la posibilidad de trabajar, el cuestionamiento de un elemento central del imaginario colectivo constituido alrededor del trabajo como un eje axial de la vida social. Sumado a ese desconcierto nos encontramos con un "reacomodamiento" en cuanto a la bsqueda de nuevas instancias de supervivencia pero a su vez de replanteo de relaciones sociales bsicas en la vida familiar y pblica. Una situacin donde se ve afectada directamente la vida familiar, las relaciones de pareja y su prolongacin en la vida barrial. Un hombre obligado tambin l a reposicionarse en un contexto hostil, reubicndose en lo domstico y transitando lo social.Por otro lado el reposicionamiento de las mujeres. Se trata bsicamente no slo de un cambio en los roles sino tambin de un nuevo posicionamiento social. La mujer que ocupa espacios claves pero adems, como jefa de familia desplegada en toda la extensin del mbito territorial e institucional. Una situacin en la que se visualiza una nueva experiencia de participacin y compromiso que desde lo domstico y familiar avanza hacia lo pblico y social."Lo que pasa que la mujer es ms de estar en todo y de creer, el hombre no. Yo no s si es porque andan mal y no creen en nada, pero es como si ellos ya supieran... "para que vas a ir a esa reunin si es siempre lo mismo", "no ves que te usan, sos la nica que siempre va..." "ellos ya saben lo que va a pasar, no apuestan ms a nada, en cambio las mujeres somos de creer, y si, a veces es al cohete, pero no nos borramos, siempre estamos...""Hoy en la mayora de las organizaciones estn las mujeres presentes con mucha fuerza... las distintas organizaciones barriales, los comedores, en ellos las mujeres iban, pedan y peleaban con el intendente para que les mandara buena mercadera... todo eso le dio experiencia y le demostr a la mujer que puede.""Hoy la mayora de las mujeres miran de frente..."Estamos frente a un incremento del protagonismo de la mujer en relacin a las distintas actividades sociales que se llevan a cabo en el mbito territorial del barrio. A la participacin ms arraigada en la escuela, en los comedores o en la sociedad de fomento se le suma hoy el desafo de participar en programas sociales y reivindicaciones de distinto tipo, en las cuales la mujer no solo acompaa sino que ejerce funciones de claro liderazgo. Se plantea as una participacin en la que se traduce una manera singular de trabajo sobre lo social. Al respecto seala J. M. Barbero que "las mujeres hacen el barrio a partir de una concepcin de lo cotidiano configurada bsicamente desde la maternidad. Una maternidad social que en lugar de encerrarse sobre su familia hace del barrio su espacio de despliegue y de ejercicio. Una decisin de seguir adelante apelando a distintos recursos, a empezar nuevamente". Sin embargo, ante dicha apreciacin del autor que requerira de una mayor explicitacin y anlisis, aparece como fuertemente relevante la afirmacin de la entrevistada respecto a cmo hoy la mayora de las mujeres miran de frente... Una apreciacin respecto al protagonismo y a un cambio de actitud frente a los otros, un cambio en relacin a otros momentos y otra forma de mirar y fundamentalmente a una decisin frente al sometimiento o la marginacin.Pero sobre todo hay situaciones en las que la actitud de los hombres se distancia de la asumida por las mujeres. Para que vas a ir a esa reunin si es siempre lo mismo, no ves que te usan? Y de esa manera, emerge una visin escptica, cerrada al cambio, supuestamente pragmtica en el hombre, diferente de la asumida por las mujeres. Una actitud de apertura a lo posible, un nuevo otorgamiento de contabilidad que facilita el camino para habilitar otra experiencia. No s si es porque andan mal y no creen en nada, pero es como si ellos ya supieran. De un lado una interpretacin acerca de los hombres en general, de su falta de credibilidad, por el otro la reafirmacin de una actitud que supone que ya se sabe, que no hay nada nuevo, que todo es igual. La mujer asume desde esta perspectiva sobre el otro, un enfoque que confirma la existencia de actitudes estticas, cerradas y resistentes al cambio, insertas en una seudo-seguridad de parte de aquellos que creen que saben. El hombre ya sabe, eso cree al menos y por eso algunos no van a las reuniones, no participan, no se juegan.Por el otro lado la mujer sigue creyendo, comprometindose con otro emprendimiento, con un nuevo llamado a colaborar, con una nueva propuesta a la vez que cuestionando desde su prctica social las relaciones sociales que la atraviesan y afectan directamente. Aqu emerge la relevancia de una tendencia afirmativa en la mujer explicitada en trminos de su apuesta a creer, no como expresin mgica o ingenua sino como manifestacin del convencimiento de que "es posible". Una capacidad de "creer" tras la que se manifiesta no solo una "apuesta" sino tambin una afirmacin. Como seala E. de Ipola, "Lejos d ser una forma inferior, falaz y sobre todo, fallida de conocimiento, la creencia es un modo positivo y especfico de aprehender el mundo". Y es precisamente este nfasis colocado en dicha forma el que confiere un valor adicional al protagonismo femenino. Hay una "lgica de la pertenencia" que se presenta en la vida cotidiana como manifestacin de la confianza que contribuye al lazo social y que se explcita particularmente en el comportamiento y el compromiso de las mujeres. En lo que hace a su actitud de apertura, la misma no slo aparece en relacin a la reivindicacin del "lazo social" sino tambin respecto al vnculo con lo sagrado o sobrenatural presente en la vida cotidiana."...mi fe en Dios incluye en que yo haya vuelto a ver. A ver, cmo me puedo explicar. Hubo personas que me han ayudado a estar donde estoy. Es la fe. Estoy hablando ms de mi fe. La fe la vivo... si me golpean, algo si tengo, doy y sino tengo lo pasaremos juntos. Porque no tengo. La fe ma es esa, estar con el necesitado, con el dolorido, con el enfermo. No s, creo que mi fe, a m particularmente me ayuda a tener hoy una pareja de 23 aos. Mi fe hoy de que Dios me ha ayudado o nos ha ayudado a que estemos aqu, a tener mis suegros conmigo: la fe me acompaa a hacer lo que estoy haciendo da a da. Mi fe me est ayudando a que mi esposo se opere, que vamos a seguir adelante juntos. Sin fe no podra hacer nada, no podra despertar, sin mi fe no podra comer, ni estar conmigo hablando, sera nula: mi fe me ayuda a mi manera a hablar, ser como soy."

Para la entrevistada, su fe constituye una instancia bsica ligada integralmente a toda su vida desde su vnculo de pareja, pasando por su vida familiar hasta su posicionamiento junto al necesitado o al enfermo. Estamos hablando de un tipo de vnculo que se peculiariza por su profunda integracin con las distintas manifestaciones de la vida. No emerge nuevamente como algo separado, donde la fe religiosa apunta a cierto tipo de fenmeno supraemprico, sino bsicamente con una apreciacin de la fe, encarnada en la vida, enmarcada en su experiencia vivencial y su matriz cultural pero lo suficientemente dinmica como para admitir distintos caminos y explicitaciones de lo sagrado en la vida tanto de las mujeres como de los hombres.Una fe religiosa que se articula con sus necesidades personales, que le confiere un instrumento indispensable para enfrentar sus problemas para encontrar un fundamento de sentido desde donde elaborar alguna respuesta frente a la desazn y falta de expectativas personales pero tambin frente a las amenazas de la enfermedad y la desintegracin. En muchos barrios la "capillita" ha dejado de ser exclusivamente un mbito de oracin y catequesis para convertirse en una referencia clave en la organizacin popular. Sin embargo junto a la "capilla" tambin surge el "templo" y diversas expresiones que posibilitan vehiculizar dicho vnculo con lo sobrenatural y trascendente. Lo religioso deja de ser as un elemento complementario de la realidad para convertirse en una instancia inescindible de la vida social de mujeres y hombres de los sectores populares. Ms all de las pertenencias institucionales cuenta la "eficacia simblica de la religiosidad popular" y la presencia en los actores sociales de una perspectiva de fe y de creencias que se constituye en un recurso fundamental de vidas que de una u otra forma se hallan "constantemente amenazadas".Acerca de la memoria y el imaginarioEs interesante tener en cuenta los diferentes "anclajes" en que se va sustentando la gravitacin de la memoria donde se manifiestan los distintos itinerarios vitales de los actores sociales. Pero a su vez resulta importante ver cmo se constituyen ciertas representaciones colectivas e imgenes vigentes en determinado momento histrico. En relacin con esto ltimo nos detendremos solamente en dos aspectos que de ninguna manera pretenden representar la complejidad del universo simblico sino slo asumir algunas de las instancias que con mayor frecuencia son reconstruidas, por muchas mujeres y hombres de los sectores populares o estn presentes en sus diversas representaciones. Nos referimos al proceso migratorio y a la significacin del barrio. Situaciones vinculadas a los traslados familares, al trabajo, a las luchas y esfuerzos por acceder a una vida digna, en un contexto de dificultades y conflictos crecientes. La migracin. Constituye un tema clave en cuanto se vincula tanto con los migrantes internos, que se han ido radicando en el Gran Buenos en los distintos perodos, como con los migrantes externos, especialmente de pases limtrofes. Hay una diversidad de procedencias que ha incidido claramente en las distintas matrices culturales presentes en el conurbano donde el proceso migratorio aparece como una marca fundamental en una gran mayora de los migrantes, que se transmite en sus descendientes conformando un aspecto fundamental de la memoria colectiva. En relacin con el cambio producido por la migracin, emerge la relevancia del proceso de asimilacin. Una instancia sobre la que han insistido numerosos trabajos, que enfatizaron fundamentalmente los procesos de ajuste, participacin y aculturacin. Precisamente sobre este ltimo es que queremos detenernos, considerando las peculiaridades del fenmeno en el Gran Buenos Aires. Una perspectiva en la cual los aportes de ngel Rama en relacin a los procesos de transculturacin, como los de Garca Canclini en relacin a los de hibridacin de culturas, no solo abren nuevas posibilidades de anlisis sino que tambin implican un relevante desafo interpretativo.Se trata de distintos aspectos y acontecimientos vinculados a la conformacin de la urdimbre cultural y la explicitacin de la trama de significados que los mismos actores han construido en el despliegue de su vida en el medio urbano y especialmente frente a las dificultades de su radicacin. Una apreciacin que tiene que ver bsicamente con las vivencias de los protagonistas, con sus puntos de vista y perspectivas, que incorporan una mirada fundamental para la comprensin de este proceso y el conocimiento del Gran Buenos Aires. Una mirada donde no se visualiza slo el choque de culturas sino tambin los procesos de resistencia y de contacto que no excluyen el conflicto ni la transformacin. Un enfoque que precisamente insiste, no en la recuperacin del pasado como una apelacin preada de nostalgia, ni tampoco en una sobreponderacin del presente, en cuanto a la influencia determinante de la cultura urbana, sino precisamente a las capacidades de replanteo, de resignificacin, de readecuacin en un nuevo contexto. Una mirada en la que el desarraigo se constituye como expresin directa del dolor del distanciamiento y el replanteo de relaciones sociales, que por otro lado explicitan la necesidad de reconstituir pertenencias y donde lo barrial aparece como un territorio soporte de nuevos arraigos. Elementos que poseen en general una menor visibilidad pero que conforman una parte sustantiva de la memoria a pesar de no haber tenido instancias o espacios claros de explicitacin de los mismos.La partida, el trnsito hacia la radicacin urbana y el proceso de consolidacin en dicho contexto, trajo aparejado en los migrantes una experiencia difcil traducida en una doble tensin, tanto a nivel de la adecuacin al nuevo medio, como con respecto a las relaciones socio-culturales. En el primero de los aspectos se trata no solamente del fenmeno estudiado respecto a la contrastacin de la geografa rural-urbana sino tambin de lo que implic la adecuacin a un paisaje diferente. La problemtica del lugar no aparece exclusivamente ligada al acceso fundamental a la tierra sino tambin a la bsqueda de referentes que posibilitan la construccin de un espacio como significativo.El desarraigo se constituye a partir de un progresivo distanciamiento del lugar de origen como de los recuerdos y sentimientos ligados al mismo pero tambin se conforma a partir del encubrimiento y marginacin de las matrices culturales de los actores involucrados, en procesos que los excluyen socialmente.

"Fue duro, muy duro, cuando nos venimos, no porque no tenamos trabajo, sino porque todo era muy distinto. Uno estaba acostumbrado a otra cosa y ac todo era distinto..." (Chelo) "La gente vena cargada en camin con sus pocas cosas. El desarraigo era muy fuerte." (Jos)Generalmente se ha insistido en el carcter de nostalgia como uno de los aspectos que acompaa el desarraigo, sin embargo no se ha profundizado en la sensacin de dolor, de despojo, como resultado de un distanciamiento fsico y relacional. Comenzar a recuperar la memoria implica en los migrantes hacer frente a recuerdos e imgenes que inevitablemente estn presentes en ese momento de ruptura y replanteo. Momentos que son el resultado de recuerdos individuales de numerosos miembros de una sociedad y que hacen a la formacin de lo que Maurice Halbwachs denomina como el cuadro colectivo de la memoria. Un cuadro que hace a la posesin junto a otros migrantes, de experiencias comunes, de vivencias que han marcado fuertemente los acontecimientos fundacionales de su asentamiento urbano, y que de una u otra forma, emergen en su vida cotidiana tamizados por una instancia de reconstruccin. En lo que hace a las apreciaciones que emergen en los testimonios respecto a lo geogrfico en su caracterizacin de lo territorial, nos encontramos con dos aspectos contrapuestos. Por un lado existe la dificultad que resulta de la lejana por la ubicacin del barrio en el conurbano respecto de la ciudad, por el otro aparece una cierta recuperacin del espacio que encuentra en las tierras vacantes y los espacios sin edificacin una instancia de reconocimiento del paisaje. En forma semejante, en lo que hace a la transformacin de las relaciones que, desde lo impersonal y annimo de la gran ciudad se contrapone a su vez, con interacciones personales e individualizables que se despliegan en el mbito barrial del conurbano.

"Yo a veces digo que la gente de fuera... cuando uno va a un lugar, la gente de afuera es como que es un recelo, as el miedo, el tener vergenza que lo rechacen o que no seamos bien recibidos porque ah la gente de afuera es as y porque ah unos dicen los que estn en Buenos Aires, porque uno siempre lo que mira es el de Buenos Aires, porque la gente que viene de afuera siempre imagina que el que viene de Buenos Aires es rico para m cuando yo vine era una cosa muy as. No? Para m Buenos Aires era muy lujoso, muy de la gente bien, muy ricas, que bueno, nos iban a decir, nosotros que venimos de afuera, los pobres a un costado... me acuerdo tambin una seora boliviana, lloraba da y noche porque quera volverse..." (Noem)La crisis del desarraigo se proyecta en la posibilidad de construccin de un nuevo arraigo, no cimentado sobre la posibilidad del regreso, la famosa vuelta sino en el surgimiento de una nueva pertenencia desplegada sobre la configuracin del espacio barrial. Sin embargo la misma, ms que acompaada por la recreacin de una identidad especfica, se refiere a un fuerte sentimiento de insercin en el mbito inmediato, circunscripto en gran medida a la cuadra y el barrio de residencia. El barrio. A pesar de sus peculiaridades y diferencias, los barrios del Gran Buenos Aires poseen numerosos aspectos comunes que los atraviesan y que estn vinculados bsicamente con el proceso general de constitucin del conurbano. Un proceso que si bien ha sido objeto de numerosas investigaciones an presenta varios aspectos que no han sido debidamente profundizados, vinculados tanto con el proceso constitutivo del mismo como con las apreciaciones actuales. Distintos acontecimientos que desde la llegada al barrio hasta su definitiva radicacin, han afectado a una gran mayora de habitantes. El acceso al lote propio, la primera construccin precaria, la casa definitiva de material, la participacin con los vecinos en la bsqueda y obtencin de emprendimientos de infraestructura colectiva, la obtencin de la luz elctrica, el asfalto, la sala de primeros auxilios, la delegacin municipal o la seguridad. Pero tambin apreciaciones enmarcadas en la situacin actual, en la complejidad de los hechos que atraviesan la vida de mujeres y hombres que habitan el Gran Buenos Aires, la desocupacin creciente, la pobreza.El imaginario sobre el barrio se articula fuertemente alrededor de dos representaciones centrales, una vinculada con una reconstruccin mtica de lo barrial: la otra respecto a la relevancia del trabajo en la vida de los pobladores. La reconstruccin mtica de lo barrial hace a la construccin de una memoria popular vinculada a la experiencia colectiva de radicacin de los sectores populares. Una experiencia constituida por esfuerzos compartidos y luchas comunes y por lo tanto una experiencia que conforma un bagaje clave frente a muchas de las desazones y falta de respuestas actuales. Una experiencia en la que el barrio emerge como un espacio significativo para sus pobladores, en el que la territorialidad urbana se articula con las peculiaridades de la trama cultural y en el que se comienzan a explicitar distintos aspectos vinculados a la singularidad de las matrices culturales. El barrio especialmente abordado como un espacio de reconocimientos en el cual vecinos y pobladores en general encuentran un mbito referencial:"...para mi venir aqu fue muy importante, yo ya estaba casado y tena un hijo, pero aqu nacieron los otros cuatro, ramos pobres, a verdad que siempre vivimos al da, pero la peleamos...y bueno el barrio tambin fue parte de nuestra pelea, porque los rboles de mi casa los plantamos nosotros, pero la verdad que...tambin nosotros nos juntamos para poner la luz, hacamos bailes...era nuestro barrio."

El barrio no slo como un mbito territorial sino bsicamente como un espacio de prcticas sociales y simblicas. Ms all de las apreciaciones de H. Lefvre respecto a la fragilidad de una ideologa del barrio se trata de considerar la relevancia que adquiere el mismo como un territorio significativo donde mujeres y hombres ejercen la funcin de habitar (Bolnow, F. 1989). Si bien en los primeros aos aparece relacionado con la funcin residencial y de asentamiento del grupo familiar, la misma se enmarca en un tipo especial de sociabilidad, en que la cooperacin entre vecinos, el involucramiento en tareas y reclamos conjuntos de carcter colectivo, sell fuertemente la supuesta diferencia entre el ayer y el hoy. Tambin una experiencia de esfuerzos colectivos y luchas por la obtencin de logros concretos referidos al desarrollo de los barrios y a la consolidacin de sus instituciones, la sociedad de fomento, la escuela, el jardn, el centro de salud, la capilla, han conducido en unos casos ms que en otros a la consolidacin de una conciencia de pertenencia y a una experiencia de valorizacin de lo propio.

"Cuartel V era distinto. Tena una vida diferente, que tena que ver con su historia. Es impresionante, con esto influy en la gestacin de la localidad."

"...yo trabaj en la poca de los saqueos en Primavera y fue infernal. Ellos estaban ac con las ollas. No hubo saqueos porque la gente estaba ya contenida pero dentro de Primaveraera un desborde. Sal a buscar gente para hacer las ollas y en ese momento descubr que las cosas en Cuartel V estaban ms organizadas, que habla un compromiso social ms grande, ms fuerte entre la gente y los barrios."

Como seala P. Mayol: "La prctica del barrio es desde la infancia, una tcnica del reconocimiento del espacio en calidad de espacio social". De all tambin esa impronta presente en la memoria que une la experiencia de lo social con el descubrimiento del territorio. Una situacin que se explcita en la rememoracin de momentos ligados a la socializacin primaria, donde los juegos de los chicos en la casa se prolongaban en la calle, debido la mayora de las veces a la inexistencia de veredas y otras a su estrechez y precariedad. Un momento donde se concretizaba en el barrio una instancia mediadora entre lo privado y lo pblico.

"Los chicos andaban por todos lados, eran otros momentos", "no haba tantos peligros como ahora...mis pibes se criaron muy libres, se pasaban el da afuera."

A nivel de las relaciones es quizs donde aparece con mayor insistencia la recuperacin de la memoria. Para algunos, como un ejercicio nostlgico frente al pasado, para otros como una reafirmacin identitaria:"Nos conocamos todos..., la mayora era gente de provincia... Yo trabaj toda mi vida de sirvienta, o sea de domstica, yo trabaj y para vivir tuve, gracias a Dios, viv en villa pero se viva bien, pero cuando vine a Cuartel V... fue otra cosa, otra gente, una gente, como yo digo, mi gente omait... la gente de campo, gente provinciana que,... hay gente que no entiende que somos cabecitas negras... y las personas que tienen un estudio nos hacen a un lado porque no hablamos con diccionario, hablamos lo que sentimos y lo que nos sale bruscamente."Expresiones que aluden a una visin de totalidad, de conocimientos. Pero a su vez, una imagen del barrio que lo constituye hoy en el mbito preponderante de la vida social de los sectores populares. Una representacin del barrio, presente en el imaginario colectivo, que aparece atravesado por la realidad de la diversidad, del cambio actual respecto al pasado, de las transformaciones que han convertido un mbito acotado en uno complejo y ms extenso a pesar de lo cual contina constituyendo un espacio significativo de pertenencia y reconocimiento. Pero tambin barrios donde emergen zonas, itinerarios, fronteras y en donde la ocupacin del espacio urbano aparece relacionado con la exclusin y la desigualdad social.Tal como sealamos anteriormente, el trabajo aparece como uno de los ejes vertebradores en torno al cual se ha construido un andamiaje de sentido fundamental en los sectores populares que a su vez ha incidido en la valorizacin y apreciacin de lo barrial. Las afirmaciones respecto a "esta es un buen barrio, es toda gente de trabajo", acompaadas por otros calificativos como "tranquilo", "lindo", "bien ubicado". Una circunstancia incrementada en su valorizacin, en cuanto se ve tamizada en su recreacin por la actual desocupacin, con las impredecibles consecuencias de la misma en el conjunto de la sociedad.

"mi viejo fue un laburante, yo tambin, pero no tengo trabajo..." "porque queremos algo mejor para el barrio, para los hijos, para nosotros mismos que principalmente es el trabajo...""Antes se consegua trabajo, tenas que buscar, pero algo siempre encontrabas, y no te digo de la poca de mi viejo, que haba muchas fbricas, sino de cuando yo era ms joven, pero hoy viejo ests listo, hay que rebuscrsela como se puede..."Las apelaciones a "una vida de trabajo", "siempre he trabajado", "antes el que quera trabajaba" conforman un largo abanico de respuestas vertebradas alrededor del trabajo que se contraponen a su vez con las mltiples manifestaciones de una realidad actual atravesada de pleno por el desempleo y la falta de oportunidades laborales, como por la bsqueda de distintas estrategias de supervivencia.Resulta interesante observar cmo esta apreciacin del trabajo desde la memoria, revitaliza a su vez su vinculacin con un estado de cosas, con una situacin social en que la inversin del esfuerzo, se traduca en la posibilidad concreta de resolver las necesidades personales y familiares. Ese pasado ratifica el convencimiento del valor del trabajo aun en su cuestionamiento y ausencia actual. El mundo del trabajo aparece as vinculado permanentemente con una situacin distinta, con una capacidad de movilizacin social, con la migracin y el distanciamiento o cercana del lugar de residencia, como con los distintos momentos de posicionamiento familiar. Una alusin y recuperacin de las vivencias y experiencias sobre el trabajo, siempre presentes y ms an, cuando se afirma su ausencia en la difcil y dolorosa experiencia de la desocupacin.

"Desde setiembre pasado -est trabajando en el plan bonaerense-. Consigo, por ejemplo, en lo mo, pero por ah me dan por un mes y medio y me largan. Despus se me termina la pista, entonces ya no puedo buscar porque no me alcanza la plata para salir a buscar. Entonces uno se queda, se queda, se queda. Y esto lo agarr porque era del barrio... ac hay compaeros que no consiguen. Y hasta descalzos pueden llegar a andar vio?"

"Estoy sin trabajo. El tema sera si hay una solucin. Pero no s como ser eso. En este momento estoy haciendo changas. Pero hoy estoy trabajando afuera. Por ejemplo, llovi y chau! fuiste. No se puede hacer nada."

Te digo no hay trabajo... el que sale a delinear, delinear es la palabra, porque el que le est afanando tambin es un pobre que va a ganarse el peso...""la veo difcil, la veo mal, cada vez peor, cada vez peor est esto. Yo no s si sigue as si vamos a seguir aguantando esto..." Una situacin actual generadora de una crisis de enormes repercusiones sociales y culturales. Ms all de los intentos paliativos de contencin o de respuesta a travs de planes o polticas sociales focalizadas, la fragmentacin, el deterioro del tejido social, la inseguridad, atraviesan de pleno la realidad de los sectores populares."Hay veces que me da tristeza hablar de todo esto...""Yo le pido a Dios, tenemos que salir de sta... salimos de tantas

A manera de reflexin final

Al comenzar nuestro trabajo explicitamos no slo algunos interrogantes, sino tambin fundamentalmente nuestra bsqueda alrededor de la temtica que nos ocupa y que necesariamente nos conduce hacia nuevas preguntas y planteos. Es que la subvaloracin, el desconocimiento y la indiferencia frente a las manifestaciones ms profundas de la cultura popular, han llevado tanto a la carencia de apreciaciones adecuadamente fundadas, como al sostenimiento de afirmaciones esencialistas o fuertemente ideologizadas que dificultan el abordaje de la misma.Nuestra reflexin en torno al pensar popular se inscribe entonces en una tarea que requiere imprescindiblemente tanto de la profundizacin del relevamiento emprico como especialmente de la agudizacin del esfuerzo interpretativo. Instancias sobre las que hemos tratado de llevar a cabo algunas aproximaciones pero sobre las cuales es necesario seguir investigando, debido no solo a la complejidad del pensamiento seminal predominante en los sectores populares sino tambin a los cambios producidos en los mismos, tanto como consecuencia de las transformaciones de la sociedad en los ltimos aos como del actual incremento de la pobreza y la exclusin social.Por otro lado se abre un espectro de nuevas posibilidades a recorrer, a partir del abordaje de la memoria popular y el imaginario colectivo, como de la incidencia en los mismos de distintos y complejos procesos. Desde las transformaciones en los modos de socializacin, la relevancia de los medios hasta el despliegue de nuevas articulaciones y formas que tanto desde lo popular como de lo masivo atraviesan la vida cotidiana de mujeres y hombres de sectores populares. Nuevas posibilidades que sin embargo deben ir acompaadas por un replanteo epistemolgico imprescindible, que no slo permita el abordaje de lo popular y la explicitacin de la perspectiva de los protagonistas, sino tambin fundamentalmente el reconocimiento de su idntica capacidad de conocer y manifestarse.Bibliografa general

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