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CARNAVA Angel Hernández Acosta

Angel Hernadez Acosta - Carnava

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Angel Hernández Acosta es un literato de San Francisco de Macorís.Escritos suyos en verso y prosa de corte literario, han sido dados a la luz pública a través de importantes periódicos yrevistas regionales y nacionales.

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  • CARNAVAAngel Hernndez Acosta

  • CARNAV

  • Angel Hernndez Acosta

    CARNAV

    EclitoraTaller, C. por A.Santo Domingo. R. D.

    1979

  • BIBLIOl'ECA TALLER

    CARNAVAngel Hernndez Acosta

    I9i9. Ediciones de TallerPortada de TallerIlustracin de la portada: Fragmento de un grabado mexicano de autor desconocido.Impreso en la Repblica DominicanaPrinted in Dominican Republic

    Taller, Isabel la Catlica 309, Santo Domingo, Repblica Dominicana

  • ANGEL ATILA HERNANDEZ ACOSTA*

    Angel Atila Hernndez Acosta naci el 2 de Febrero de 1922, hijo de Don Saturnino Hernndez Mndez y de Doa Luciana Acosta Vargas.

    Sus estudios primarios los realiz en Neyba. A nivel se- cundario, los hizo en las escuelas normales de Barahona y Azua .

    Fue alumno de los consagrados profesores Zoraida Me- dina, Luis Felipe Gonzlez, Patria Leyba y Jess Mara Prez (Chuch).

    E n 1954 recibi el ttulo de Doctor en Derecho en la Universidad de Santo Domingo.

    Es miembro del Ateneo Dominicano, de la Sociedad Cul- tural Luz, y el Casino "Unin Neybera", Znc., estas dos lti- mas wganizaciones pertenecientes a su ciudad natal.

    Escritos suyos en verso yporsa de corte literario, han sido dados a la luz pblica a travs de importantes peridicos y revistas regionales y nacionales. Dentro de los mismos, se * Tornado de la "Antologa Literaria de Neyban, de Eddy Mateo Vsquez.

  • puede sealar Luz y Accin (Las Matas de Farfn), Ecos de Cachimn (Elas Pia), Pginas Banilejas, La Hora (Azua), Santom (Sun Juan de la Maguana), los peridicos barahone- ros El Momento, La Crnica y Palas; El Rodeo (Neyba), las revistas cubanas Carteles y Perfil Potico. Adems, los dia- rios de circulacin nacional El Caribe, El Nacional, La Na- cin y Listn Diario, y la Revista Semanal ;Ahora! Fue Direc- tor-fundador en 1959 del peridico local "Cambronal".

    a E n 1952 obtuvo el tercer lugar en el Concurso Nacional, que para l a poca auspiciaba la Secretara de Estado de Educacin, con el cuento "EL Gallo".

    E n 1955 obtuvo el ler. lugar en el concurso liternrio auspiciado por la revista Epoca (actual ;Ahora!), con el cuen- to "Caamaca".

    Ha desempeado diferentes cargos pblicos, general- mente dentro de su profesin de abogado, entre los cuales figuran Juez de Paz, Fiscalizador, Sndico ~Zlunicipul. Proci~ - rador Fiscal, Juez de Primera Instancia, Diputatln, Goberna- dor Civil, Embajador Adscrito a la Secretara de Relaciones Exteriores y encargado del D~partamento Jurdico de la mis- ma Cartera; Subsecretario de Estado de Interior y Policu, 4 Ayudante Civil del Presidente de la Repblica.

    Es autor de Cocktail de Escenas (1938); Tierru Blanca (1 952) y Otra Vez la Noche (1972).

  • Era como el roco para un beso en la mejilla, y para un acto de hombra, era como el fuego. As lo adivinaron los padrinos aque- lla maana de San Bartolom cuando se abrieron paso entre la mirra y el incienso hasta inclinarlo sobre la pila bautismal.

    La madrina se lo dijo al padrino, y lo oyeron Mern y Merc Nona.

    -Nuestro ahijado como que va a tener ojos de picaflor, Teodoro.

    -Y de guerrero tambin, Cristiana -agrega el p a d r i n e .

    -Usted lo dice, Teodoro, por el claro en el o i ~ derecho, y yo por la nubecita en el izquierdo. -Se inclina un poco, y da un beso con tanto gusto, que ante el estremecimiento del ahijado, cree haberse bebido un ojo como se bebi en el clido amanecer de hoy el

  • nidal de la gallina roja-. Ay, s, Teodoro, como si lo estuviera viendo ahora mismo: con ese ojito y su nubecita, no habr muchachita que duerma bien. Lo ves, Teodoro, lo ves? -agrega-. Cuando una dice una cosa y sue- nan las campanas, es porque es verdad.

    Salen de la iglesia, y es cuando se dispo- ne a ayudarle a montar en el alazn dorado, cuando Mern opina:

    -Mi hijo es un hombrecito ya, creo que.. . -

    -Le bajars los pantalones antes de que le salgan pelusitas en la cara? -interrumpe Merc Nona-. No quiero ser abuela por todos estos tiempos, y mucho menos arroparme de negro para ir al cementerio a prender velas. Mejor djamelo as, con sus zapaticos de cha- rol, sus pantaloncitos blancos, su camisita azul y su gorrita de pana roja para que parezca un santo. No es as, mi Luquita?

    Llegaron a Barbacoas celebrando toda- va la ocurrencia del muchacho:

    -Bueno... si no me besan las mujeres ni me buscan los hombres.

    Totoo lo oa decir, pero no lo crea, y de 6 6 tanto no creerlo, se dijo anoche: ver para

  • creer", y se fue a una velada en el pueblo. Un general sin barbas preocupando a barbu- dos generales, un cantor empapado de albas todava, levantando alambradas de enemistad entre maripositas y almohadas, caminante pintor de ojeras en los rostros ms dulces? NO, eso no puede ser, no puede ser!

    Lo encontr por los alrededores del mer- cado, cobijado de luna llena y rodeado de pretendientes derrotados y de muchachas convencidas. Y crey, crey por la fuerza dominante de unos ojos negros flotando sobre la luz y por las estrofas que fluan de unos labios con la misma quietud y la misma sono- ridad con que fluye el agua all donde Totoo lava sus pies de caminante.

    "Anoche so contigo, y otra v vuelvo a so, que t me besaba mucho y yo te besaba m. "

    Desde entonces, Lucas Evangelista de Sena creca como la maana y creca tambin como las sombras. "Ese que va ah cantando sobre un caballo es el hijo de Mern, el mozo ese que dizque no le teme a la noche y dizque no le teme al sol ... Y anoche dizque no dej dormir a nadie con sus serenatas en esta

  • esquina y serenatas en las otras, jY lo bien que canta el maldito! ;Ay, no, no Lo maldiga, ese hombre parece una flor con u n ruiseor arriba! Diga usted que un ruiseor deshojando florecitas ... Y dizque se est metiendo a Gene- raL. Que se est metiendo, no, que se meti ... No se h a fijado en que los tres tiros de la salida se parecen tanto a los tres de la entrada como si hubieran sido cortados con unas tijeras:? ... Y dizque lo invitaron Los azuanos. Lo invitaron por general.. . Lo malo es que al comenzar tan temprano, temprano terminar. Tal vez... ?Es que no te vas a acostar, mucha- cha? N o tengo sueo, mam. No ser que te daran mucho sueo las coplas del cantor? Pero no pas La noche en vela para ir a despedirlo, mam".

    iMuchachita, muchachita!. . .

    Al or el tercero, Neyba se apresur a los costados del viejo camino real. Era l. No poda ser otro porque nadie como l saba jugar con revlveres de a verdad como nio entusiasmado con revlveres de a mentira. Esos tres tiros a la entrada tan parecidos a los tres de la salida.. . iHum!. . . Totoo as lo

  • pens porque si no es l, entonces tenemos otra revolucin, y no es Lils, porque cuando Lils viene a Neyba llega silenciosamente, acechando como el gato, y si viene con su gorro colora0 entonces se mete en casa de su amiga la doa Epifania, y al otro da uno se noticia de que est aqu por los gritos de

    L L alguna mujer mataron a mi mario, mataron a mi mario". Se oy uno, y... joh! Son otro, y... icmo! Un tercero, y el aire acercando cada vez ms ' p o r tu amor quiero la vida, sin tu amor yo no La quiero, yo quisiera Pan- cha hermosa, ser tu ltimo y primero" ... iAhora s que no hay duda de que el hombre viene !

    El camino era una larga culebra de pie- dras con el cuerpo perdido entre los bayahon- dales y la punta de la cola ms all del can- sancio, un camino que haba estado siempre aburrido por haberle dado paso a las gentes de Dessalines el da en que huan pegndole candela a Neyba por las cuatro esquinas, pero que ahora mostraba alegra porque cuando lleg a la entrada de la poblacin sacudi la cabeza y dio los buenos das, aunque los bue- nos das del camino no eran ya necesarios por- que ya Neyba haba llegado y empezaba a

  • saludar a Lucas Evangelista de Sena como saludan los gallos a la aurora. Bien, bien, cmo no, con gusto de volver.'Llegaron muchos como le fue y bienvenido sea porque estaba haciendo mucha falta, que otros y otros y otros muy bien y muchas gracias.

    Los riones de Juan Bob obligan al ngulo recto de noventa aos que empezaron por la cabeza rota del vecino en los juegos de la "tablita" y la correa del pap trazando 1- neas en la espalda, siguieron por el conuco, la rnangulina y el carab id , pasaron por la

    -

    plvora, la vigilia y el camino, para terminar en el recuerdo sin lgrimas. Cierra los ojos, luego los abre como si regresara de un pasado muy lejano, y cuenta la historia del regreso como si contara con granos de habichuelas las potras ariscas que en sus andanzas amansara con la copla nocturna y el acorden de Jos Antonio.

    Haban estado en Azua el pasado 27 de febrero. Lucas Evangelista de Sena haba sido incluido en el grupo de generales del Sur invitados '>ara que nos honre usted con su presencia, porque en este aniversario de la Independencia queremos que todos juntos

  • pongamos a gozar hasta a los mamandos, y para eso hemos contratado varios conjuntos de acordeones y guitarras, y habr chivos encerraos, corridas de cinta, palos ensebaos, en fin: tendremos un carnaval como jams lo hemos tenido, y muy atentamente gobernador civil y militar." Partieron en buena madru- gada del 26 porque haca mucha luna, pero slo pudieron estar para los actos de la tarde porque por all, por donde el Yaque del Sur tiende la mano como un Jess sin calvario, se le lastim una pata al caballo de Chago Jan, el de los ojos tristes y el corazn alegre, y hubo que dejarlo al cuidado de un vecino que al regreso del dueo contest a "cunto le debo", con un "por aqu no se le recibe dinero al caminante. Vea usted, esos yerbazos al lado del ro y aquellos platanales que se ven all, son para los que van a Higey a besar l a Virgen, y tambin para los generales y para los que anden con los generales. El Ya- que as lo ha querido, y al Yaque no se Le

    7 7 puede contradecir, porque entonces.. . "Si el Yaque se disgusta, entonces

    llueve por los lados de San Juan y usted ve nuestros bohos corriendo como barquitos de casa be. 9 7

  • De all en adelante, Chago Jan mont en i i

    ancas, y yo diciendo: apate ya y mntate en el de Anduquita, y no le digas azul". Y o no tengo la culpa de que tenga la cara tan lustrosa. Qu esperas? Creo que ya me quemaste la camisa con tu maldito cigarro.

    6 L Y Anduquita: te mont pero ya est bueno, el de Jos Antonio va jresquecito todava, y para lo que falta no es necesario molestar al general7'. Y Chago Jan, ponindose bravo: 6 6 pues me apeo, porque yo puedo caminar como cualquiera porque no tengo niguas en las patas7'.

    Juan Bob se ubica al otro lado de una transparente sonrisita de invierno, y parece gozar en el recuerdo mejor que en el pasado. Cunta fiesta, Mara Santsima, y cuntos tiros al aire. Vinimos porque no nos podamos quedar, pero si por los azuanos hubiera sido, todava estuviramos all bebiendo romo en los alambiques como agua en los cachones. Qu gentes ms buenas. Pero, qu va, la gor- d a fue cuando llegamos a Neyba. Gente y ms gente, y Jos Antonio con su acorden: las azuanas son tan dulces funfun-fun, como las barbacoeras, fun fun fun, pare-

  • ce que se baaron, fun-fLLn#un, con melao de las neyberas, fun#un-fun.

    Ese dos de marzo los maridos comieron tarde porque las mujeres se fueron a la desembocadura del camino real, y no volvie- ron a casa sino cuando terminaron los ltimos

    6 6 , abrazos, porque esta s i que no me la pierdo

    7 3 L L yo aunque me divorcie maana; y yo aun- >, 6 6 que mi hija me lo eche en cara , y yo lo que

    digo, Tina, es que a m i hay que aguantarme todo porque l muy bien sabe que a m i me dieron muchos jalones de moo cuando los amores y que mis padres ni siquiera me miran por haberme ido con l". Juan Bob lo sabe porque oy a muchos decir: "Oye t, hoy ni colaste caf ni botaste los orines"; y ella, dan-

    L L < < do la espalda: ms tarde". Y otros: en casa te dar los pantalones y t a m i las faldas y las pailas"; y ellas: "los cojo si me das tambin los cocotazos"; cuando las mujeres quieren bailar con otro, dejan a quienes las mantienen,

    L L plantaos; oh, si, muy bien, ustedes de pa- rranda en parranda, y una sin ni siquiera poder pegar el ojo a las rendijas".

    A Lucas Evangelista de Sena no le gust el relincho largo de su caballo porque se le pareci mucho a aquellos relinchos cuando en

  • las noches oscuras tena que exclamar, all en el fondo impalpable de la caada: "ofrzcome a las Tres Divinas Personas, retrate animal feroz, que si a ti te entraran balas, a m no me salieras", y cuando iba a ordenarle iquieto! al noble bruto, recibi otra sorpresa: abrindose paso por entre el gento, vena hacia l lo que primero le pareci una sombra disgustada y que liiepo recoiioci miiy bien. ' -Ah, si es el cura, tan bueno que es", y porque el cura lleg a acorisejarle varias veces, '-as no, Lucas, as no, Lucas, as no", le tomc tanto amor al purpiirado, que cuando lo tuvo ya cerca, bajo del caballo, me pas las riendas, avanz algu- nos pasos, incliric la cabeza, bes la mano del prroco, y dijo: "Aqu me tiene, padre, hecho u n carnav de contentura". "Carnav no, Lucas -corrigi el cura - carnaval". "Como quiera que sea, carnaval o carnav me da lo

    9 9 mismo, pero carnav me gusta ms.

    C L Jos Antonio no escuch aquel como usted quiera, pero maana le espero en la iglesia, que ya no resisto ms", porque no

    C 6 cesaba de cantar con su acorden: ... con melao de las neyberas, fun-fun-fun, ni escucharon tampoco Totoo, Anduquita y

  • Chabgo Jani, y yo vine a enterarme cuando la oracin, sencillamente porque Neyba, al ver que Barbacoas empezaba a retirar las orillas del viejo camino real, lanz un icarnav! ... tan fuerte, que no han podido detener ni las cruces mal clavadas. 7 7

  • Las mujeres que ayer pasaron de la son- risa al se me importa amanecer de los place- res, despertaron tarde y no se dieron cuenta cuando, en la maana de hoy, Lucas Evange- lista d e Sena lleg a Neyba cantando:

    "Yo soy Luca Evangelistu, desde ayer soy Carnavc, ya no hay montes ni caminos que no pueda yo pisc."

    Pas la noche en Barbacoas viendo caer dbiles pedacitos de espejos sobre los techos de palma de los ahora acurrucados bohos, y en su febril imaginacibn crey ver caer tam- bin una lluvia de luceros diminutos sobre las aguas soolientas del lago Znriquillo, que cercano enviaba un saludo azufrado y pueril en la carta sin sobre de la brisa y en cuyas playas (lo recuerda ahora y se lo dice al

  • grupo), recibi un gran susto cuando todava era un muchacho sin pretina. Se haba dado a escondidas unos tragos de un ron cristalino y fuerte que tena Merc Nona bajo unas hojas de pltano all en un rincn del patio, y como haba odo decir que el agua salobre es buena contra la rasquia, se fue una tarde al lago para quitarme la candela de este maldito romo, y el lago lo fue recibiendo como a una novia, como a una novia, y lo fue abrazando poco a poco, y las islitas ponindose cerca, muy cerca, y la playa ponindose lejos, ms lejos, y las caritas de los indios ms lejos todava.

    Al principio, todo iba bien: agua tibia ascendiendo hacia la cintura, y agua verde murmurando sordamente hacia la espalda, pero cuando iba a zambullirme para quitarme el prendimiento que tena en la cabeza, de buenas a primeras sent que u n palo iba corriendo conmigo arriba, y cuando me di cuenta de que era un caimcn as de grandote, me tir, y.. . jpatas pw qu las tengo! Llegu a casa y me acost temblando todava, y Merc Nona me dio una Jriega porque dijo que yo tena fiebre, i tamaa fiebre tena yo!, ja, ja,

    6 . ja. Jos Antonio, de pie: eso vale otro, gene-

  • ral, otro": y el general: "recuerden. lo que dije del cura, -y ustedes bien suben que el cura es m u y madrugador"; j nuevamente Jos Anto-

    C '. nio: ioh, pero si el cura bee tambin!"; jT otra vez el general: "si,pt.ro lo que bebe es bu- chinche con jengibre y no caramanch con

    C C anilina". Y Jos Antonio: pues entonces vmonos, y el ron que nos espere aqu bien

    ' 9 tranquilito, que nosotros volvemos. "iAnduquita!';Anduquita! Eh, eh? Que

    abras los ojos de tu pantalla azul, dormiln. Mrenle la boca abierta como un caimn cazando moscas. Otro remenen, y.. . despier- ta , buen azarao, despierta, que ya nos vamos; y como Anduquita tenia ahora sueo de culebra, un brusco ifun! de acorden en los odos, un sobresalto, un "qu fue, qu fue?, y que tiburn que se duerme se lo lleva

    C C l a corriente; y Chago Jan: que ya Las montu- < 6

    ras estn Listas"; y el general: que ya es por l a maana y que el cura dijo por La maana"; y yo, Juan Bob, preguntando "qu busca el cura'., y ellos "que quin sabe", y yo quisqui- llando a mi mula con las espuelas que me regalaron los azuanos, o mejor dicho: que me las pas una mujer que tena pechos de cai- mito pero el habla de comandante, dicindo-

  • < 6 me: para que su mula no vaya detrs del caballo del buenmozo"; si, se, quisquillan- do a mi mula y rindome sin querer rer- me y sin poder pararme, y dejando de rerme nicamente cuando all en la iglesia le vi a San Bartolom un cuchillote en la mano y una cara de hombre en pleito. ;Caray!, yo nunca haba visto a San Bartolom as. Yo saba que cuando l se encaribaba paraba la s'agua de agosto y pona en el cielo un fogn con mucha lea; pero bravo como ahora ... iHum!. . .

    Juan Bob lleva de nuevo el tizn al cachimbo y sopla hasta lograr una lnguida llamita. Chupa y chupa con ansiedad, y al tiempo de tragarse un hilillo de humo, dice: 6 6 tabaco maj cabez ejte". Los ojos se le pier- den en el vaco, y piensa, piensa largo. Yo tambin pienso, pienso en Juan Bob y pien- so en Lucas Evangelista de Sena, en ese hombre con mano de general y labios de poeta, y pienso en San Bartolom, en Nata- nael el pescador, y veo al amigo de Felipe el de Betsaida hacindose a la mar de Galilea en busca de buena carne marina para las bodas de Can; le oigo decirle al Maestro: "t eres el Hijo de Dios y Rey de Israel",

  • porque hace un momento el Rab ha dicho: 6 6 He aqu un legtimo israelita en quien no existe La falsedad: Natanael Bartolom"; le veo maravillado ante el primer milagro del Redentor en el banquete que sigui a las bodas del menestral, y le veo tambin deam- bular por la India y el pas de los Partos con el Evangelio a cuestas, y oigo la voz de Astia- ges ordenando deshurllen a ese hombre que anda por ah hablando & un Rey ms pode- roso que todos lori reyes; veo su cabeza ro- dando y veo bajar del cielo una corona que se le sita en donde estuvo su cabeza; me pregun- to quin le dio al "hijo de Thalmai" cuchillo de oro y cul el filo que obsequi a sus bar- bas figura tan hermosa, pero no llego a con- testarme porque Juan Bob, que acaba de encontrar sus ojos, me despierta.

    "Como le diba diciendo.. . 7 7 Jos Antonio se qued, en la acera que-

    riendo tocar con su acorden, pero no pudo porque ya tena las manos inflamadas y porque

    6 b el cura le dijo: no, hijito, no, en la iglesia no se bailaM.Anduquita se qued en la puerta del frente por si las moscas, Chago Jan se fue al patio por si acaso, el cura y el general se sen- taron en un banco cerca del altar, y yo me

  • qued detrs de ellos como una vela encendi- da. Y como nosotros no sabamos si se trataba de alguna trampa, trajimos nuestras carabinas 50-70, pero el general slo trajo su revlver, metido por debajo de la camisa. Pero, qu va, no era una trampa, aunque s era una trampa porque desde ese da comenzaron a salirme callos en las plantas de los pies y niguas en los talones.

    La iglesia era una vieja casona en cuyo techo de zinc dejaron tantos recuerdos las balas sin rumbos de pasadas revoluciones, que en las pocas de lluvia haba que andar con 10s santos "quita este de aqu y pon este otro all", y si las lluvias duraban como dura- ron en mayo pasado, haba que meterlos en cajones y bales, y esto si no bajaba el ro, porque si ese ro deca iall voy! con sus enor- mes masas de agua sucia arrastrando cuantas cosas encontraban en su camino, entonces haba que llevar los santos al campanario o adonde algn vecino cuya casa, por quedar de lado, daba paso a la furia de la corriente, y esperar la normalizacin del tiempo para que voluntarias se pasaran el da limpiando la igle- sia despus de haber sido oreada por el sol. Era un dique de soledad y confusin limitando

  • al Norte la calle San Bartolom, y su pequeo patio terminaba all donde empezaban unos guazabarales que slo se detenan en el cam- bio de clima de la Sierra de Neyba. En su costado al Este se orinaban y algo ms los chivos de las doas y de los dones, y venan a parar, equivocadas, las iguanas, cuando algn muchacho travieso suba al campanario, empuaba los badajos, daba las doce aunque fueran las diez, o las diez aunque fueran las dos, seguidas de un alocado repique que slo cesaba si corra el cura o el sacristn o algn vecino para arrebatarle los badajos, y.. . ;muchacho del carajo!, t no sabes que esas campanas son el reloj del pueblo y que las horas slo las puede dar el sacristn porque es el nico, despus del cura, que sabe aqu cmo camina el sol? Al Oeste, y a pocos pa- sos, estaba la comandancia de armas, como una contradiccin, y para ms contradiccin, tena sus campanas, pero no para dar las horas sino para llamar al servicio, o avisar la llegada del gobernador o de alguna otra autoridad, o dar la alarma de algn incendio, amenaza de revo- lucin, o porque desde el Norte viene un ruido que puede ser los aprestos del ro. La verdad es que esas campanas no las tocaban as por

  • as, y cuando las oa, el pueblo paraba las orejas.

    La nica vez que se detuvo fue cuando le b 6 dijo al general: i l e S L I - Z . ~ utia /", y el general:

    . . . .

    no, seor, gracias, j cuaiido llegc una seora con una cafetera rebosando. Tomamos caf, y el cura habla que hal~ia. j el general: "unja,

    . ,.. unja , y yo. Juan Bohc;, nictikndome todo en la tutuma.

    El sacerdote haba sufrido con resigna- cin aquello de que en frecuentes ocasiones no se supiera si el incienso ola verdadera- mente a incienso o si a plvora o a cagarruta fresca, y que muchas veces los parroquianos tuvieran que taparse las narices y abandonar la misa porque un chivo bisabuelo vino y se orin en la puerta, y aunque le escrupulizaba ver encerrar mujeres porque maridos huan para no ser asesinados, o encerrar maridos para que mujeres bailaran hasta el amanecer bajo la promesa de "maana te lo soltar", su decisin empez con la confusin que se pro- duca cuando de la comandancia de armas vena el grito de algn hombre en el momento mismo de recordar, desde el plpito, aquello de "amaos los unos a los otros", ya que as no quedaba bien claro si el amor cristiano era un

  • amor a golpe de desprendimiento en favor de los dems o un amor a garrotazos, para luego ser redondeada con aquello del cadver deca- pitado que una maana encontr ms cerca de la iglesia que de la comandancia y ante el cual desfilaron todas las niadres con luto, diciendo todas "no, ese no es mi hijo, no, por- que fulano no tena lcls rrranos tan suaves, ni tena mengano el peciro corrio las palomas, ni era zutano as de grandote". y ms tarde confir- mada cuando encontr al menor de sus mona- guillos hojeando la Biblia con tal entrega, que no pudo evitar la pregunta:

    -;,Qu buscis, hijo, qu buscis? -El amor, padre, el amor. -Y no tenis el amor por dentro? -S, padre, pero quiero saber cmo es el

    amor de quienes lo tienen por fuera. Al religioso se le agrandaron los ojos y le

    vino al pensamiento que con nios as se vera obligado a abandonar la parroquia o pedirle a los padres no permitan que sus hijos menores

    -

    vayan a la iglesia, y esto sera faltarle a Aquel que dijo: "dejad que Los nios vengan hacia mi porque de ellos ser el reino de los cielos". Se tambalea en la duda cuando, ya de pie, le ha- bla a Lucas Evangelista de Sena:

  • -De manera, seor, que si en la parro- quia no se encuentra un hombre que ponga la aguja en su justo lugar, yo me ir.

    -No, padre, usted no se ir -contesta el general-.

    -Entonces -dice el prroco-, enton- ces, podra usted arreglar esta vida de pape- les en volandas:

    -S, padre, yo le juro que. .. "Yo Soy Luca Evangelista, desde ayer soy Carnav, si mi Dios no me abandona, no se abusar jam."

    6 C El padre se persigna, y dice amn", le besamos la mano y nos da la bendicin. A Jos Antonio se le haban bajado ya las hinchazo- nes, y comienza a cantar indirectas y Chago Jan, Anduquita y yo haciendo coro. Lo re- cuerdo como si fuera ahora mismo.

    "Comandante, si no quiere ver la tierra revent, tate quieto y no te metas con mi jefe Carnav."

  • Era algodn pero cuando se comprometa era guayacn. El cura as lo comprendi por- que una noche enceiidic el farol ... (no , si la tranquilidad es as como hu de venir...), reco- gic sus brtulos.. . ( yo creu que era con pala- bras y no con tiros...), cerr la habitacin ... (como se iba a arreglur estu vida de papeles en volandas.. .), empuj la puerta para asegurar- se de que estaba bien cerrada.. . (pero como van las cosas...), se eclic el bal al hombro ... (tendremos que desahuciar u las lechuzas) y se fue a dorniir a casa del sacristri. Encontr a padre, madre e hijos apretujados en un rin-

    L 6 ccn, preguntc qu ocurre", y ellos que para darle franco a las balas; pero as los mataran a todos, y ellos: "que UTLU bulu dividida entre mu-

    9 - chos tal vez no mate a nudie ... Ta-ta-ta ... Tres dems, y es al da siguiente cuando se dan cuenta de que han dormido tan abrazados y de pie por la dificultad en desenlazarlos.

  • Lo del cura lo supo Juan Bob tiempo despus por las indiscreciones de los hijos del sacristn en los juegos al escondite, pero fue por culpa del caramanch que confundimos esa casa con la comandancia de armas. A nosotros sUlo haba que picarnos una vez el ojo, y el general nos lo haba ~ i c a d o muchas veces, o al menos as lo cremos Anduquita y yo porque nunca lo habamos visto espabilando tanto. Cuando nos reuriii, y iios dijo: "por el da vern a Chngo Jan i que dizque va para Guaya- ha1 a preparar tierra para sembrar habichuela y regresar tan cansado, que no se podr ni mover en la cama, y lo creern porque me huele w lluvia lejana; Anduquita se fue a las lomas a repasar un maiz que sembr el mes pasado, yo estar acostcrdo con fiebre y Juan Bob buscan- (lo al mdico Ramn No, y Juan Bob no encon- trando a Ramn No, y al segundo canto del gallo nos reunimos en el cer-rito como si furamos a pelear contra gente extraa y no contra rley6erosq', y cuando le pregunt qu hara Jos Antonio, dijo que "tocando bailes y aydame tr que tengo sueo", y fue entonces cuando se le nietiti ese abre y cierra en el ojo izquierdo, que.. . ;Ave Mara Purisiirili!. . .

    Aquel domingo el cura se retir despus

  • de darse unas pasaditas de un vino que haba preparado Merc Nona para el da en que su hijo se llevara a la seorita Pancha, la buena- moza, muchacha esa que sus padres cuidaban como a una becerrita de buena clase, como esas que al ao dan quintales de carne y cuan- do madres treinta botellas de leche, que nun- ca la v bailar y si iba a la escuelita tena que llevarla su padre para que malos ojos no la vean ni malas manos la toquen, y hoy el gene- ral nos dijo a todos que "muar~a domingo nos quedemos con nuestras mujeres," que l se iba a cobrar muchas madrugadas; pero como yo no tena compaera, me qued ya voy ya ven- go, y vi llegar a su amigo Fidel Bulla, y a mi corazn no le gust porque dijo sin saludar que 'maana hay gallos en Las Clavellinas en la gallera de Manolao", y el general que "estoy cansado"; que h a y baile con muchachas boni- tas, y el general que ha "bailado mucho en estos das"; que "un hombre como usted no se cansa"; pero si el cansancio no viene de una batalla contra el abuso; que el querer hace po- der; si un i no tiene mucho sueo o no se ha tomado u n purgante de higera con tuata; entonces "diga usted que le teme a los domingos, y usted a las noches de los sbados, seor Fidel;

  • no, eso no es cierto, porque hoy es sbado y es de noche, y estoy conversando con usted; "est bien, Fidel, maana me espera en la gallera o

    7 7 me acompaa en el camino.

    (,Palabra de un bue,z Sena, Lucas? (,Pala- bra de un buen Ferraras, Fidel? Palabra.

    Ya algunos se haban ido defraudados. L L Tanto maz y tanto cario, carajo, para que venga este manganzn a cacari como gallina, y fijate t que el maldito lo top tres veces y en las tres veces gan, y ahora no dio ni siquiera un picotazo"; y otros: "gallo que se manda, ni de purgante lo quiero". ;.Y esos que van a caballo fumando cigarros grandes, y esos? Esos no, esos llevan ron en las espuelas y ron en las valijas y ron en la palabra y ron en la sonrisa, y a cada trago de ron, un beso para el gallo: " a lo mejor, si t fueras mi hijito no te quisiera tanto como te quiero, ay, caray, cmo iba yo a prepar el aluzamiento de la Juana si t no metes tu mano", y otro beso en la cabeza. Vinieron con esperanzas, unos han vuelto con ellas, otros las dejaron pataleando en la gallera. Pero falta una pelea: Avenegra y Co- mebuche. La dejaron de ltimo porque en otras ocasiones se han defendido diestramente uno de las espuelas del otro, tanto, que los galleros

  • han bostezado, han dormido, han despertado, y los gallos enfrascados todava en un ni yo a ti ni t a m, que ha sido necesario encender faroles para recogerlos tan sanos como cuando

    b b los soltaron. Empiezari los voy mi conuco", "voy mi bestia rucilla", y hasta "voy mi mujer", y muchachas rondan con cintas rojas en la cabeza deseosas de que esos malditos bichos se maten al primer tiro para que el balsi, la gira y el acorden pongan a temblar la enra- mada de al lado y disputarse ellas los brazos ardorosos de aquel hombre que cuando baila carabin o mangulina los dems se sienten pequeos y las jvenes lloriquean si no han tenido la oportunidad de saber qu tipo de corazn es el que palpita en la cama arregla- da de aquel pecho de gigante. Carnav em- pieza a engarzarlas una a una con la mirada a ver cual me gusta ms, pero no logra termi- nar porque de la baranda ha cado una voz como una'bofetada. Juan Bob le dice al odo: 66 no haga caso, no haga caso, jefe, que esto

    parece una trampa"; pero a Carnav le estn 66

    mordiendo las orejas, y dice: Juan, vete al guayacn de la curvita, si oyes gritos, vete, que yo te alcanzo, pero si oyes otra cosa, ya t sabes''; y yo, Juan: "candela por las cuatro

  • esquinas". Y la voz, mordidas y ms mordi- das: "doy peso nacional a chele y medio, y voy al col ..., doy peso nacional a chele y medio, y voy al col ... Nadie dice mato? Entonces, doy pantaln a pantaletas, y jviva Horacio Vsquez, carajo!".

    Pero Carnav segua como San Juan en veinticuatro de junio. Juan tiene razn: lo que veo yo de cerca, lo ve Juan de lejos. In- clin un poco la cabeza para ver mejor cuan- do los gallos empezaran a darse los primeros picotazos, y not que adems de que ninguno se pareca ni al col de Horacio Vsquez ni al bolo de Jimnez de las papeletas electorales, peleaban con el mismo desgano con que caa la tarde sobre la aldea soolienta. Su rostro de hombre moreno tom tintes de incendio, y se qued lejos, muy lejos. Hombre que pelea- ba tan slo cuando el lance era la nica alter- nativa en las encrucijadas, le peda a Dios no verse en la obligacin de tener que despachar a un borracho que buscaba una punta de alfi- ler en un mundo de basuras. Mas, he aqu que la voz segua golpeando: "doy peso na- cional a chele y medio, y voy al col ... doy peso nacional a cheie y medio, y voy al col ... Nadie dice mato? Entonces, doy pantaln a

  • pantaletas, y ;viva Horacio Vsquez, carajo!" Pero Carnav no estaba ah. Dnde es-

    taba Carnav? Juan Bobo tampoco lo saba. Estara en Tierra Nueva, bandose en el mismo charco de agua salobre a cuyas veras tuvo que enfrentarse un da a tropas enemi- gas, abrindole paso a las balas ajenas para por?er las suyas donde pona el pensamiento? Aquello fue, en verdad, una hazaa de tita- nes, de hombres de bragueta para quienes no haba diferencia entre una panela y un boca- do de jabn, y cuya historia habr de ser con- tada algn da con pelos de puerco espn. Eufrico ya, Carnav lanz una carcajada y un jarriba los bolos y abajo los colos!, que durante mucho tiempo le retumbar'a Yn los odos.

    Carnav no estaba ah, no. Ese hcm wt cabizbajo no estaba en la gallera. Si acaso no estaba acosando como a gallinas a los p ~ l s o s temblorosos que en las noches opacas le ponan emboscadas por all por Guayacanal o por el cerrito de yesos y fantasmas o por e1 cementerio de las cruces parlantes, bordeado al Norte por un pedregoso camino real que no cesaba de arder hasta debilitarse en el arrc yc sin cristales que ofreca sus riberas par;\ t a -

  • tulias nocturnas de los muertos en licencia. O ms bien, estara en los caamelares del Este, pesando caa al amparo del beso de guarapo y leche fresca de su querida Merce- des, la amable mujercita que cuando - vio a aquel recin llegado se prend de l como del cuerpo la sombra. Cuando se vieron por pri- mera vez, Mercedes se puso nerviosa y a Lucas se le incendiaron los ojos, y desde entonces no dejaron de verse en los caminos.

    El rostro se le ha rejuvenecido en una sonrisa de ptalos entreabiertos y recuerda a aquel joven de canela, de labios prontos para la estrofa de amor cuando en las blancas tar- des de Azua, muchachitas queriendo ya me- recer se iban a desenvolver sus rosados encan- tos y a ofrendar al aire con su olor a corpio recin lavado y su dulzura de mango en das de lluvia, por los caminos que separaban las parcelas de caa del ingenio Ansonia. En verdad, parece el Lucas Evangelista de Sena de aquellos tiempos, hermoso potro servido por su dueo, que en unas fiestas de San Bartolom se gan todas las cucardas en las corridas de cintas, y que, segn se supo despus, estuvo bailando y bailando hasta complacerlas a todas, y no este Carnav de

  • ahora, hombre de carabina y revlver, que igual sienta reales de valiente, como monta en su hermoso bermejo para cantar en calles y caminos:

    "Yo soy Luca Evangelista, y me dicen Carnav, el chivo que es brincador, brinca cualquier paliz. "

    Si las oleadas de la voz no hubieran seguido golpeando sobre los acantilados de < <

    no haga caso, jeje, no haga caso," Lucas Evangelista de Sena se habra quedado en el pasado, y el Carnav de ahora no hubiera odo cuando el juez de valla, dijo: tabla gallo", y aquel mortificante "an as doy pantaln a pantaletas". Sinti ms profun- das mordidas en ya no puedo ms, se levant pausadamente, y con igual reposo, dijo:

    -Esta gallina bola va p'fuera pa que la gente no vea cuando un gallo col la cubra por chele y medio.

    Fidel Bulla le sigui, y ya frente a frente, Carnav insisti:

    -Cubra usted, gallo col - y acto se- guido tron un disparo.

    Carnav se hizo muerto, y desde el suelo revent la montaa pedregosa del revlver.

  • Nadie se movi porque los hermosos ojos de aquel hombre se haban tornado de candela, y no haba quien ignorara lo que esa transmu- tacin significaba. Pero, rato despus, cuan- do la tarde terminaba de colarse por entre-la boca sin aliento de Fidel Bulla, comenzaron a sonar las piedras, pero ya Carnav iba lejos, muy lejos, asombrando al camino palmo a palmo con su voz de nada menos que todo un macho.

    -Yo se lo dije, general, yo se lo dije: era una trampa, y una trampa sucia.

    -Con que Fidel Bulla se prest a esas cosas, Juan.. .

    -Cosas de los horacistas, general. -Y cosas por Pancha, la buenamoza,

    tambin. -S, general, porque el gallo de sus

    gentes tiene la cola grande. -Pero t sabes cmo tiene el buche,

    Juan. Iba a sonrer, pero no lo hizo por respe-

    to. Como quiera que fuera, haba un gallo boca arriba por los alrededores de la gallera de Manolao.

    Pasaron por Barbacoas. El poda irse a Neyba sin pasar por Barbacoas, siguiendo el

  • trillo de los viejos palmares; pero alguien dorma en Barbacoas, y ese que dorma deba saber la muerte de Fidel Bulla antes de que el cadver se pusiera tieso. No poda dejar de hacerlo. Su nombre se lo reprochara, y tam- bin se lo reprochara Viejo, el mocho. Pero no fue necesario tocar a las puertas porque el hombre que ms tarde se batira con Che Blanco bajo la sombra trenzada de los baya- hondales, haba sentido las pisadas y dicho desde la cama:

    -S, ya s, Carnav. -Pues vaya a Las Clavellinas a buscar a

    su hijo, que qued mal acostado. Acto seguido le habl al caballo, y en lo

    que Viejo, el mocho, se tir de la cama, tom la carabina, levant la aldaba y abri la puer- ta, ya a Totoo le haban cortado en Neyba su dilogo de sabe Dios qu con la almohada.

    b b yo soy Luca Evangelista, y me dicen Carnav, que yo tumbo cualquier palo de un hachazo nada m."

    Carnav le hizo la historia a la luz disi- mulada del pabilo, y bajo esa misma luz no delatada, ech Totoo unas cuantas municio- nes en el talego de fuerteazul, porque a hom-

  • bres como usted hay que defenderlos con el ruedo de los pantalones. Carnav lo recibi, y termin la historia con estas sentidas palabras:

    -Parece, Totoo, que a m me persigue la desgracia de que cuando un hombre quiera encontrar lo que no se le ha perdido, tenga que meterse conmigo.

    Y cuando ya ; dispona a montar de nuevo en su incansable bermejo, Totoo pre- gunt sobre el rumbo que tomara. "No s, no s -deca-, pero dgamele a Anduquita y Chago Jani que ya est bueno para estarse con las mujeres, y que si no me encuentran por los bejucales, que se acuerden del canto de la lechuza. 9 ,

    -Pero.. . -No se preocupe, Totoo, usted sabe

    que.. .

    "Yo soy Luca Evangelista, soy tambin Luca Mern, que a nadie le como abusos tenga falda o pantaln."

    Totoo se lo dijo a Silvana un da, y un da ella se lo pregunt a Juan Bob:

    -Es cierto, Juan, que cuando Carnav

  • cant: "tenga falda o pantaln", usted dijo, furioso:

    L < Y que sepan los coles, que el general no est solo, o se aquietan o los pican las avispas de los Bolos. 7 7

    -S, y qu? -contest Juan encogin- dose de hombros-.

  • Todava no haban terminado de decir "que el alma de Fidel Bulla Dios la lleve a descansar", cuando ya algunos nios, que slo saban de sus padres por la vaguedad de los nombres en las cruces y las velas encen- didas en los patios en los atardeceres de cada lunes y en el cementerio cada dos de noviem- bre, pasaban por las limas y las piedras de amolar, viejos cuchillos de mesa y cucharas en desuso. Carnav era bolo y haba matado un col, y por los coles, segn contaban sus madres, haba entrado en el rural diccionario de hambre de esos nios la palabra hurfa- no. Y ese hombre tan gallardo, que segun se ajustaba - el chaleco y la leontina del caballero de saln, montaba en su hermoso bermejo, al al cinto el revlver 44 y el sable a la bandolera con una cinta color de flamboyn en galas, para

  • enderezar lo que le pareca estar torcido, esta- ba ya clavado, como una obsesin, en las men- tes infantiles.

    Aquel Lucas Evangelista de Sena, el que jams pudo olvidar aquella tarde solemne cuando su padre, Mern, al regresar de los sudores del conuco, despus de haber regre- sado tantas veces de los sudores de las balas, le dijo a Merc Nona mientras coma: "Yo te Lo dije aquella vez, que a este muchacho bamos a tener que bajarle Los pantalones antes de que le salieran pelusitas en la cara. Maana le ensear a manejar la carabina para que pueda bailar y enamorarse", dio paso a un Carnav que entraba ahora en el yo no lo creo y en el tal vez de una leyenda.

    Las mujeres que regresaban de los bos- ques con paquetes de lea a la cabeza, de-

    C6 can, entre asustadas y contentas: vimos a Carnnv con muchos hombres cocinando bajo unos guayacanes, y est tan buenmozo como el da de San Bartolom"; y Totoo: "ojal

    fuera verdad, pero yo no me llevo de mujeres"; y otras, las que madrugaban para ocupar los primeros turnos en la poza, aseguraban que Carnav les llenaba las tinajas y las latas, y que se pona como el mismito diablo si algu-

  • no de sus hombres se atreva a enamorarlas. 6 C Totoo: pero es que ustedes se estn vol-

    viendo locas ?" "Locas no, Totoo, o lo vimos o no existe Carnav". Y hubo una que lleg al pueblo despavorida, que despus de jadear y

    6 L jadear, dijo, silabeando las palabras: ese hombre tiene que estar desandando porque ahora mismo acabo de verlo all en l a poza con su fZ de casimir, parado sobre las aguas. Me dio tanto miedo, que creo que bot el cora-

    9 , zn por la boca. y en verdad que lo crea, porque se tanteaba el pecho para cerciorarse de si en realidad se le haba extraviado el

    6 6 - rgano vital. Y Totoo: ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja ... ;Silvana, Silvana!: no tienes por ah alguna soga para amarrar a esta otra loca?"

    "Que no.. . que est con Anduquita Pantalla 6 6

    azul, por all por San Puln"; Y Totoo: que se dejen ya de tonteras; que no.. . que est trepa- do en l a Punta del Cerro, desde donde se dara cuenta de si por las Dos Veredas vienen hom- bres en su persecucin; que no... que a ese hombre lo mataron con brujeras porque en Barbacoas Les "sali" a unas mujeres que lava- Dan-en Cachn Pocilga"; y Pancha, la buena- moza: i'>or Dios, dejen tranquilo a mi mari- do!" que no... que yo no lo creo, porque cuan-

  • do se baj los pantalones, su padre Lo Llev a E'Alcahie, y un viejo que tenia panaLes de avis- pas en Las barbas, Lo meti en un charco LLeni- tic0 de culebras; y Totoo: "si comienzan ahora a creer en brujeras, Lo vern tambin en Los espejos cuando se estn empolvando la cara"; que no.. . que si Carnav est en alguna parte ser en casa de Che Blanco; pero a Che Blanco qu le importa que se muera Carnav; que est por aqu, que estcr' por all,. . Y los que atrave- saban la sierra de Neyba con recuas de mulos para vender sus productos en el Norte y com- prar aUi lo que en el valle al Sur no se daba ni con heehiceras, dejaron de viajar de noche para que ns se les confundiera con Carnav y sirs carabaneros, ya que una confusPQn de tal naturaleza, les obligara a echarse como galli- nas s a comprobar por qu los sastres le ponen braguetas a los pantalones. Tanto se conjetur acerca del paradero de Carnav, que un da %otoo no par de rer porque el comandante dijo en la comandancia: "me voy"; y los dems: C 6

    nosotros tambin", y en el recinto slo queda- ron las campanas, ahora juguetes de los nios: detrs de Pedrito, voy yo, y yo detrs de ti, y detrs de m, Manuelico, y detrs de Manue- lico, Pedrito otra vez, y las campanas diciendo ahora en un incansable repique: si-no-me-dan-

  • ca-f-con-pan-le-rom-po-la-ca-be-za-al-sa-cri- tn. Alguien cerr la puerta principal con una piedra grande sobre la cual escribi4 algn des- conocido: "General Pedrn". Pero jure usted que no fue el cura, porque al cura ya el incienso no le ola a plvora quemada ni a berrenchn de chivo.

    Pero su leyenda no era tema de adultos solamente. Aquellos nios que no le conocan, de tanto or hablar de aquel hombre, se imagi- naron un Carnav superdotado ante quien se rendan las mujeres y se mandaban los ms guapos, que dejaron de jugar a la gallinita ciega y de cantar, llorando: "Mambr se fue a la guerra, qu dolor, qu dolor, qu pena7'. . . , para jugar ahora al "General Carnav". Lo hacan con caballos de palo. Un grupo de "generales" se detiene en el extremo de cualquier callejue-

    C C la, atropellando9' a un "civil amarrado", El que funge de "general Carnavi7 parte del otro extremo en persecucin de los "abusadores", con un revlver de juguete y un machete de cartn colgando del hombro con una tira roja. A su paso, unas nias que hacen de madres de desaparecidos o atropellados, alineadas a am- bos lados de la va, le tiran flores y besitos. Al verle, los "generaLes" huye, pero uno como

  • que se atortoja. Al alcanzarle, el "general Car- nav" le pregunta: "y t, quin eres"; y aquel contesta: "soy el general Pedregn". "Ah, caray", exclama el "General Carnav", ah, caray, si yo soy "Lucas Mern". Entonces, el C 6 general Pedregn" se desgarita como si hubie- ra vista al mismo diablo. Las nias aplauden, y hay que repetir la accin porque a ellas les gusta aquello de los besitos y las flores en homenaje a aquel Carnav que gorjea como ruiseor de sueos en el candoroso nido de sus mentes vaporosas.

    Carnava se cans de ser leyenda y decidi ser realidad. Ya no ver los insistentes faroli- llos del cocuyo ni el guiar de ojos de la estrella lejana, ni aquella sbana de flores blancas que la luna tiende a sus pies en los picos de las montaas, ni volver a afligirse con aquella luz tan rara que cuando tiembla en la copa de los altos pinares, siente como que algo le dice al odo: "es el alma de Fidel Bulla que te cuida". Lamenta, s, alejarse de aquel ro que all abajo canta solo en el da, pero que en altas horas de la noche es acompaado por un u-uu- u- uu ..., que el general no se cansa de repetir-

    6 6 nos: no, no es ciguapa viuda, recuerdo que mi abuela deca que hay diablitas que se enamo-

  • ran de uno en el da y que en las noches cantan as para que uno se les acerque y Luego repart- se10 entre todas co~no un gatito entre muchas perras".

    Pero lo que ms le entristeca era el pensar que tal vez no volvera a ver jams aquel cuer- pecito casi desnudo y tan fresco todava y aque- lla vocecita de ngel analfabeto que en cada amanecer se asoma a su escondite y le dice: G L SU desayuno, seor", y esos huevos salcocha- dos, y esas perdices asadas, y esas manos ino- centes que tiemblan al depositar el desayuno sobre la blancura de una piedra grande, y esos amagos de uvas que, traviesos, entreabren los ventanales del corpio, y esos cabellos noctur- nos vistindole la espalda, y esos ojos tan lim- pios a la altura de luna llena, y esa boquita tan dulce y tan parecida a una boca que una vez le besara en el ojo izquierdo all en la iglesia. General que no llora, no es verdadero general. Y Carnav lloraba mucho: lloraba cuando vea esa luz distinta que se le pareca al alma de Fidel Bulla, y lloraba al pensar en su madrina, la pobre Cristiana, casarse tan joven con Teo- doro, para que al da siguiente lo persiguiera la revolucin, y tuviera ella que irse con l monte adentro, sin que jams se haya sabido de ellos,

  • si estn vivos o estn muertos, y lloraba tam- bin cuando pensaba en Pancha, la buenamo- za, y lloraba porque estaba en el momento y porque tena que dejar el monte, y ahora llora- ba porque el corazn no le conceda otra cosa que no fuera llorar.. .

    Cuando en la maana de hoy nos encontr ensillando monturas, no se dio cuenta cuando

    6 L dijo: se va ujt, seor?" Y el general: "Pero 66

    volver"; y ella: ujt tu como Llorando, seor, pero mi pay dej una mula". El general com-

    6 6 prendi: no me voy hoy, sino maana". La muchacha se sent sobre una piedra como una paloma herida sobre un rbol sin hojas, y el ge- neral not que los ojos se le humedecan. Y la consolaba: "Si, mi hijita, si, amiguita ma, no es hoy, sino maana." Y nosotros, ya montados: ";General, general !". . . y el general siempre consolando: "s, mi hijita, s, mi amiguita, no es hoy, sino maana, y quin sabe si compro un conuco, y una casita, y ...,, Y ella: "y una

    9 9 C C compaera? S, mi amiguita ... jy una com-

    paera!" Le llamamos nuevamente: ';'Gene- ral!", y el general ya no pudo ms: cerr los ojos y trep en su caballo, y su caballo sigui el trillo de los otros caballos. No volva la cara porque atrs quedaba el dolor. Cosas de gene-

  • rales, seor. Pero cuando comenzbamos a inventar los cantos que cantaramos en el pue- blo, se oy un grito triste como el canto del pino. Nos volvimos, y era ella, del otro lado del

    6 6 ro. Le dijimos: no te tires", y ella que s; que volveramos maana, y ella que no; que su padre le pegara, y ella que no conoci a su padre; que entonces le pegara su madre, y ella que a su madre la enterraron all en el pico el mes pasa- do; y que entonces, quin mandaba el desayu- no, y ella que ella misma no saba; le dijimos que el general comprara una casa y un conuco, y ella que no quiere ni casa ni conuco; que

    C L entonces, qu es lo que t quieres", y ella: L L

    zrme con ujtedes", y nosotros que no, que as no conviene, que nos espere maana, y ella tambin que ino!, que iino!!, que iiino!!! ...

    All arriba haba llovido mucho, y las caadas venan al encuentro del ro. El rumor apagaba las voces y las aguas ocultaban los cuerpos. Carnav se subi a un rbol, y la alcanz a ver llorando. "Divina querida, vuelve a casa y esprame maana, maana por la maana". "Lo jura?" "Lo juro, querida". Anduquita y yo subimos tambin al rbol, y Carnav nos dijo: "parece que adivin al decir- le Divina, porque aunque lloraba, sonri". "Si,

  • te lo juro, querida, te lo juro por mi vida". "Y 3" L C

    si -no vuelve maana. Me morira de pena, y si t no quieres que yo muera, vuelve a casa para que yo vuelva maana".

    Entonces la muchacha dio la espalda y ech a andar. Pareca una mariposa sin junios saltando sobre las piedras. Llegaron otras ca- adas, y ella apur el paso. Carnav voce, y tambin nosotros voceamos: ":.Hasta maa- na"!, y de lejos, de muy lejos ya, vino una voce- cita: "ihajta maana!", y ahora s que no pudo el general asegurarnos que era la voz de una diablita.

  • Tenamos lunas vienen y lunas van "de cerro en cerro no m, brinca p'aqui, brinca p'all", y una noche no hubo muchos muertos porque lo peor que hara un perseguidor o un perseguido, es fumar. Usted puede fumarse en el da todo el tabaco que quiera, pero en la noche.. . jni soarlo siquiera! Resulta que esa noche alcanzamos a ver unos cocuyos que venan medio "apilaos" y ni suban ni bajaban ni se salan del camino, nos pusimos sospecho- sos y apuntamos con las carabinas por un por si acaso, y cuando vimos que uno de ellos botaba unas pavesitac, en seguida rastrillamos, pero el general dijo que no, que mejor era hacer como hicimos anoche cuando el tropel de bu- rros, que cogimos unos giros que habamos preparado con hoyos para los ojos y la boca, los colgamos de unas ramas y le encendimos velas

  • para que parecieran la cara de una cosa mala, y nos pusimos en sitios distintos, cantando An- duquita y yo como el carrao, Chago Jan y Juan Bumbn como el gallo, y el general en el medio chrchichichichi.. . como la lechuza. As lo hici- mos, y usted no se imagina: iban esos cocuyos caada abajo que daba miedo, rompiendo pie- dras y exclamando "por los clavos del Seor, por Los clavos del Seor.. .,Y nosotros mordin- donos los labios para no rernos. Con los claros, vimos unas piedras ensangren- tadas y encontramos un zapato, que ms tarde, cuando lleg un hombre que nos dijo que por recomendaciones del Totoo nos llevara a un lugar ms seguro, supimos que era del coman- dante porque al comandante lo haban visto bajar con los pantalones desgarrados, descal- zo y cojeando. No se cans con el general, y el general que no, y nosotros tambin que no, que no volveramos a pasar el ro para meter- nos otra vez en unas lomas donde hace un fro para difuntos, y mucho menos (pensamos nosotros), porque si nos devolvamos era enfermar nuevamente a una muchachita que a

    -

    lo mejor empezaba ya a reponerse. El general dijo que ya le haba dado el frente al pueblo, y que si ahora le daba la espalda, entonces no

  • era un verdadero general, y, adems, le pre- gunt al hombre qu pensara la gente de un general que diga hoy "me voy de la loma por- que estoy cansado y me meter en el Pueblo pase lo que pase", y que maana diga que no, que "no estoy cansado", que de lo nico que est cansado es de estar en el pueblo; pero el hombre no contest, lo nico que hizo fue morderse los labios. Nosotros dijimos tambin lo mismo, y cuando le preguntamos al general qu haramos con el zapato, nos contest: "triganlo para que Melchor se lo ponga al comandante".

    Entramos por el Norte, y cuando desde la comandancia nos alcanzaron a ver, se arm un revoloteo tan grande que no tiramos por- que ese hombre, que yo no conoca y que se haba devuelto con nosotros, sin perder tiem- po se quit el sombrero, se abri la camisa, y dijo: "agunteme ah, yo soy Siluana, y no per- mito que le tiren a muchachos", y porque el cura, al sentir el bullicio, suspendi la misa en el momento mismo en que sonaban las campa- nillas para la elevacin de la hostia y el cliz, se tir a la calle, y al vernos, les voce a los muchachos: "devulvase, muchachos, de- vulvanse, que es Carnav, es Carnav,"

  • y vino el pueblo, y los muchachos, sonrien- tes, preguntando: ''Verdad que es usted el general Carnav?" "S , para servirles, mis queridos amiguitos, para sentirles"; y ellos: C 6

    muchas gracias, alegres de conocerle"; yo soy Pedrito, y yo Manuelito, y yo el de fula- no". Vienen unas mujeres con luto y dicen que aunque no estn seguras de si cuando encienden velas las estn encendiendo enci- ma de sus maridos ni si stos escuchan lo que ellas les dicen, queremos que usted descubra,

    6 6 * y que cuando haya descubierto, nos diga: estos fueron", que nosotras nos encargaremos de mandarlos a acompaar a los difuntos. Y vie- nen unas nias, unas nias que se parecen mu- cho a esas maripositas que le dan sueo a San Juan, y le preguntan al general "si l es tan guapo como el 'general Carnav' de unos jue- gos que ellos juegan", y como el general no sabe de qu juego le hablan, les toca las mejillas

    6 6 cariosamente, y dice que no, que l no es guapo, que lo nico que l sabe es ser amigo del amigo, y no permitir que nadie abuse de nias

    6 6 tan lindas como ustedes"; y ellas: ;ay, qu bueno!".

    Chago Jan y Juan Bumbn quitaron una piedra grande que haba en la puerta, y abrie-

  • ron la comandancia, Anduquita y yo repica- mos las campanas, y cuando el sol empez a ponerse fro, el general baj cantando por la calle San Bartolom, y el pueblo aplaudiendo cada vez que l deca:

    "Yo soy Luca Evangelista, y me dicen Carnav, aunque me tiren mil tiros, las balas no me hacen n."

    b < Si a m i me tiran mil tiros, y balas no me hacen n, es porque yo me ba en el charco Lumbaj".

    "Yo soy Luca Evangelista, soy tambin Luca Mern, que a nadie le como abusos tenga falda o pantaln."

    "Si yo me viera contigo, con cada puerta cerr, slo t pudieras ver de rodillas a Carnau."

    Pero cuando el general cant: "Luis Li- qui me tuvo a mi, de cerro en cerro no m, ahora lo tengo yo brincando cao y ca", al-

  • gunos bajaron las manos, y slo volvieron a levantarlas cuando Carnav dijo que no, que eran cosas de generales, que Luis Luqu y l eran amigos, aunque uno fuera bolo y otro col, y que si una noche le arm un tiroteo all en el "El Memizo", fue porque Luis Liqu, siendo comandante, lo mantuvo brincando de cerro en cerro como chivo cimarrn. Volvimos a ponernos sordos, pero el alboroto grande se arm cuando de Barbacoas vino Jos Antonio fuan-fuan-fun con su acorden, y voceando desde el caballo: "jpara donde Mili, para donde Mili, a beber y bailar para donde Mili. Vamos, muchachos, vamos!"

    6 6 Las azuanas son tal dulces, ay, ay, ay, como las hrBacoeras, ay, ay, ay, parece que se Baaron, ay, ay, ay, con melao de las neiberas, ay, ay, ay. 9 9

    La doa, ms caramanch-, ms cara- manch, la doa, y si ya se acab el caraman- ch, que venga romo haitiano, la doa, pero del azulito con burbujitas, la doa, traiga ms agua de la tinaja, que la de mi vaso ya est caliente, la doa; por Dios, la doa, hgame

  • caso, hgarne caso, hace rato le ped un cigarro de esos que le queman a uno el pecho, y si no hay de esos cigarros, entonces turzame uno, pero que sea del bueno, la doa! La doa, qu hubo de las mujeres, vienen o no vienen? Usted sabe que Jos Antonio toca mucho, pero cuando las cosas se enfran, se duerme como lirn; Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ilas cosas de Anduquita!, ja, ja, ja, dicindome que si no aparecen mujeres que bailemos hombre con hombre, y la doa con el general; eso no puede ser porque la doa ncr baila, y si bailara, quin entonces nos atendera; la doa ... la doa ... la doa ..., y la doa que viene, y la doa que va, y la doa que vuelve, y la doa que otra vez se va; si me atacan mucho les cierro la puerta; la doa, la doa, la doa ...; mire usted, una les hace el favor de atenderlos porque Lucas est aqu, y ellos creyndose que una es esclava, y yo que que no lo soy ni de marido; ipun-pun-pun! ... Pero, seor, dgame lo que usted quiere, y no le d tan duro a la mesa, que no es de hierro; y qu puedo yo querer que no sea caraman- ch hasta que me ahogue, la doa? No discu- tan, no discutan , ah viene una persona que no es mujer con luto, y ustedes saben cmo es el cura: una seda cuando est de buenas, pero

  • cuando est de purgas, no hay guayacn; y el cura, Uegando, "buenas les d Dios, hijos mos, buenas les d Dios"; y nosotros: "bueenos, padre, Buenas"; y otra vez el cura: "hijos mos, ya est bueno para festejar, recuerden que maana es lunes y hay que ganar el pan como mandan las

    L L I Sagradas Escrituras"; y nosotros: sz, padre, L C si"; y el cura: y a usted, Carnav, le aconsejo

    se cuide, le estn acusando de la muerte del &nterven~or de aduanas"; y el general: cmo?", y el cura: "que le acusan de". .. Pero el cura no pudo terminar porque Yistn, un negrito que yo conoca porque nunca falt en parrandas y tertulias por aquello de "cm- prate una y cgete el menudo", irrumpi en la sala llevndose de encuentro al cura, que permaneca al lado de la puerta, y habl tan desesperadamente, que h e menester irle adi- vinando lo que deca. Entre el Corbano Ha- chado y el cementerio, Che Blanco y Viejo, el mocho, se encontraron, y Viejo, el mocho, le fue encima, dicindole: "ahora e que se va a sab, ahora e que se va a sab", y Che Blanco: 6 6 i e l qu, el qu?", y Viejo, el mocho: "si hom- bre manco no e par", y ah mismo; t-t, y Che Blanco cae, y Viejo, el mocho se le sube encima, y le pega los talones en las costi-

  • llas como si Che Blanco fuera mula de domar, y Che Blanco ya no se vea porque la sangre lo arropaba, pero an as Che Blanco le pegaba los dientes, una mordida, otra mordida, otra ms, yo comenc a contarlas pero perd la cuenta, yo creo que deben estar muertos los dos, uno de balas y espuelas y otro de dientes, aunque cuando corr a dar aviso vi que Viejo, el mocho, le agarraba a Che Blanco la mano derecha porque Che Blanco como que quera sacar una cosa del bolsillo, y cuando llegu

    C 6 por el cementerio o otro i t!, y dije: ahora si, o Che Blanco sac la cosa o Viejo, el mocho, remat a Che Blanco, aunque creo que Viejo, el mocho, no tena ms tiros, porque no se hubiera puesto a agarrarle la mano a Che blanco, sino que le pegaba uno en la frente, y jya!"

    El general enfureci, le dio una galleta a 6 6 Yistn, _- dicindole: t no simes ni para dar

    C C aviso", y a nosotros: ;carajo!, cuidado quien se mueve, voy solo porque tengo que acomodar a Viejo, el mocho, para pagarle la malacosta- da de su hijo. Si me siguen, me devuelvo, y ninguno de ustedes es Viejo, el mocho", y cuando iba a salir el cura se le interpuso, recordndole que la Biblia dice: "No mata-

    6 6 rs"; y el general: y los que en la coman-

  • dancia matan hombres amarrados?" y el cura: "por eso los ha derrotado el pueblo con

    C b La Divina gracia de Dios"; y el general: y los que mataron a Jesucristo?", y el cura: "ya

    -

    usted sabe quines son y cmo andan"; y el 6 6 general: quiere decir que si mato a Viejo, el

    9 9 mocho, porque mat a Che Blanco ... , y el cura: "pero es que usted no se ha dado cuenta de que el pueblo lo proclam hoy en las calles comandante de armas, y que me encarg jura- mentarlo, y que ahora mismo lo estoy juramen- -tando, y que como comandante de armas usted no puede enfurecerse porque as se entristece el pueblo?" Yo creo que el cura hablaba rezando porque al general se le fue aplacando la fatiga del pecho, y cuando estuvo completamente

    6 6 ., tranquilo, el cura le acerc una silla: szente- se, hijo mo", y el general se sent, y pidi agua, y llam a Yistn, que lloraba en un rin- cn, y le pidi perdn, y el cura se puso muy contento porque el general pidi perdn, y le pas una cosa envuelta, y el cura le dijo: "es el sello de la comandancia"; pero el general dijo que no, que eso tena que pensarlo porque la agricultura le estaba pareciendo mejor que la comandancia. Ahorita, cuando el general dijo: 6 6 ;cuidado quien se mueve!", Anduquita se

  • escurri, y cuando vino d i j ~ . ~ u e los hombres estaban vivos, y el general me orden buscar a Ramn No, al mdico Ramn No, y que mu- cho cuidado si su enemigo Viejo, el mocho, se mora, y el cura dijo:"amn", y la doa dej una sola puerta abierta, y Jos Antonio enfun- d el acorden, y sus acompaantes pusieron el balsi sobre una mesa, y el pandero sobre el balsi, y la gira sobre el pandero, y aun- que no tenamos velorio de ninguno de los que pelearon, comenzaron a orse, primero, las moscas y ms tarde los mosquitos, y luego vinieron los bostezos, porque s tenamos velo- rio de nuestra difunta fiesta.

    El general dijo, como durmiendo: "Divi- na, Divina, t eres muy pequea todava, me quedar con Pancha, la buenamoza, que sabe ms que t de agricultura". Y yo tambin me qued como durmiendo, y supe lo que pas porque en Barbacoas Juan Bumbn me movi

    L C la cama: despierta, dormiln, despierta", y yo despert, y Juan Bumbn me dijo que por dormiln no me haba dado cuenta de lo que haba pasado, y yo le pregunt qu haba pa- sado, y Juan Bumbn me dijo que el general haba arrestado a Anduquita porque se fue al Crbano Hachado sin su autorizacin, que

  • haba mandado a Chago Jan a Guayaba1 a ver la mejor propiedad para comprarla, y que ha- ba multado a Jos Antonio porque fue a la mesa, tom el acorden y se puso a cantar:

    "Che Blanco rompe costilla, Viejo, el mocho, rompe quij, hombre con tan buenas manos no ech a ese mochito atr. "

  • Cuando le comunic a Pancha, la buena- moza, que haba preferido la agricultura a la comandancia porque una mata de pltano es mejor que un centinela y una lluvia sonora que el escndalo de un tiroteo, se puso ella como un hermoso amanecer sin nubes, y vio los maizales espigados jugueteando con la cancin de cuna de la brisa; vio los ltimos becerros haciendo agosto en los tupidos patizales; vio el gallo wanilo cubriendo las gallinas, y vio los nidos con pilas de huevos grandotes, y vio a Dand, el perrito de las manchas blancas en la cabeza,

    aytidndole a apresar el borrego que cap su marido el mes antepasado, porque la carne del pasado domingo est ya reseca, y anoche so que me estaba desayunando con pipin y morcillita; vio a su marido llenando las tinajas en un ro cercano que nunca dorma porque siem-

  • pre estaba cambiando canciones viejas por can- drugas le despertaba con un beso de hmeda flor en los odos, y me vio a m dicindole a su

    C G hombre: General: parece que la caada viene bajando, creo vamos a tener buen tiempo este ao", y a su marido dicindome: "S, Juan, las siembras no se perdern este ao, porque esas nubes que pasan y esa brisa que suena, Juan, y ese olor a roco, y la posicin que tenan los cuernos de la luna anoche ... 7 7

    Lleg la poca de lluvias, y fue tanta la habichuela que sembr al coro alegre de los

    L L que asistieron al convite, que.. . ;seores, ay- denme, que ya no puedo ms!"; y tras el sobre- salto, volvi a cerrar los ojos.

    Estaban sentados frente a frente, y haca rato que el vuelo de una mosca era un escn- dalo. Estaba Carnav en Guayabal, con su mujer ayudndole a enchiquerar los becerros, o en los caaverales del ingenio Ansonia, o en San Pedro de Macors, o al pie de las embos- cadas, poniendo la bala donde pona el pensa- miento, porque "a nadie le como abusos tenga falda o pantaln"? Era la tercera o cuarta vez que lloraba como nio, o mejor dicho: que llo- raba como lloran los generales. La primera,

  • fue cuando le habl de amor a la tierna mu- chachita que en ese entonces flotaba en sus insomnios, y ella le haba contestado: "te falta mucho todava para ser hombre". La herida le deshoj las esperanzas, y l me dijo que le dijera que l era ya un hombre hecho y dere- cho, y que si hoy lo vio con pantalones cortos fue porque los largos que le hicieron ayer le quedaron muy cortos, y que el sastre se los est arreglando para entregrselos del largo de su largo, y la dulce muchachita de los ojos galanos que todas las maanas bajaba a Ca- chn Pocilga con la lata en el cuadril y una flor de alel en la seda castaa, lekand decir que no, que ella no estaba por amores todava, y que el da en que piense formar familia, lo hara con un hombre de caballo, silla y revl- ver, y no con uno de esos muchachos que van a los bailes solamente por mirar. Cuando se lo dije se puso triste, y cuando estbamos en los cerros siempre me deca que haca esfuerzos por olvidarla, pero que la muchachita de las mejillas rosas le mariposeaba como una con- denacin, y cerraba los ojos de la cara para no ver aquella boquita de almendra, y los ojos del alma para no sentir la msica azul que esa boquita despeda.

    Pancha, la buenamoza, empez a desper-

  • 6 6 y... ay, Lucas, como pasan los das! ..." Veo la misma tarde, sin una nube y el sol fro, me veo llegar de gancho contigo a casa de mis padres, y veo el disgusto de ellos porque hice hogar sin velo ni corona, y veo tambin SU resignacibn dicindoles a nuestros amigos que si, que est bien, que pueden traerlos, que por el sacramento que nos une, compadre, por nuestra vieja amistad, vecino, estn perdona- dos ";Cuntas mangulinas, Lucas, y cunto ron, Lucas, y tantas amigas, y tantos amigos, y lo bonita que estaba yo al otro da de irme contigo! Verdad, Lucas, que estaba como t me decas, tan fresca y buenamoza como la yerbabuena ? Verdad, Lucas, verdad ?" "Y tan perjiumadu como la flor del limn, Pancha".

    C C S i la vida fuera siempre as, Lucas: msica, ron, unos padres que sean agua por fuera aun- que sean candela por dentro, y un maridito dulce como el guarapo, que le diga a una cosas bonitas como las que t dices. Te acuerdas que cuando amores t me cantabas: por tu amor quiero la vida, sin tu amor yo no la quiero, yo quisiera, Pancha linda, ser tu ltimo y

    C 6 primero?". . . Pero, qu va, despus vienen los hyos y una no puede dormir, se le llenan de

  • vrices las piernas y una se pone vieja, y los maridos se ponen agrios porque la vecina les Baila cerca y les pega los senos en el pecho, y una se muere de pena, y antes de que termine el z~elorio ya hay una pensando de cul lado se va

    . .

    a acostar en la cama. Ay, Lucas, amor mo, saba que?" ... Pero Lucas la interrumpe: "Pancha querida, t su- bes que nac para ti , que por ti" ... "j Ja , ja, ja, ja, por mi? Ja , ja, ja, ja, y la muchacha aquella que te tenia tan loco que ni siquiera podas dormir a pesar de los ts de guanbana que te haca Merc Nona, tanto que sufri, la pobre, con eso de que los que no te conocan se preguntaran en calles y caminos: pero, bueno, ;y quin es ese que va ah, hablando como loro U y diciendo Floralindu, Floralindu, o me quieres o me asesinas, eh, quin es ?" "Cosas de muchacho, Pancha, tonteras, a esa edad todos somos as; pero, por Dios, Pancha, tengo problemas y ne- cesito pensar cmo voy a salir de ellos". "jAh ustedes que saben, los hombres! Me cambias la conversacin porque crees que te voy a hablar de l a otra". '

  • ;Divina, Divina, hi-ji-ta ma, a-mi-gui-ta ma! Un conuco, una casita y... ;u-na com-pa-e- ra! J a , ja, ja, ja, huevos salcochados y perdi- ces asadas, y haces como el que est del otro lado de un ro, y dices jhasta maana! Ja, ja, ja, ja. Quin es esa Divina tan divina que amas ms que a m, y dnde te espera, Lu- cas?" "Yo no s ya qu contestarte. Que te diga Juan, porque en Los cerros era quien bus- caba las hojas y quien me arreglaba la cama, y que te diga si en esas hojas se acost alguna otra mujer que no fueras t en mi pensamiento, y l s i que te lo puede decir, porque t ves que Pedro neg a Jesucristo cuando cant el gallo, pero cuando Juan me d la espalda para irse con los colos, ser porque ya mi sombra y yo

    9 , 6 6 no andamos juntos . No me vengas con Juan, Lucas, ni me vengas con problemas! Qu pro- blemas puede tener un hombre que el pueblo lo nombra comandante de armas, y que dice que no, que no quiere la comandancia, que lo ni- co que quiere es la paz, un hombre con un buen caballo, buena silla, buenas espuelas, una mujer joven que lo quiere, y yo no dir que sea bonita, pero soy de las ms aparentes en todo Barbacoas, y ahora con un conuco en Guaya- bal, y si supieras, Lucas, que no s si fue ahori-

  • ta o si fue anoche, pero la verdad es que son que estaba en Guayabal; jay, Lucas, qu lindo es Guayabal, con su agua fresca, su brisa sua- ve, su cielo ms bajito que todos los cielos, a y si.'" "Bajen La voz, que ah viene la doa". ' ' S, Juan, es mejor que digas 'ah viene la doa' para que yo no te pregunte y te haga quedar mal, porque ... qu puedes t decirme de mi marido que yo no sepa, a menos de que t, para salvar a tu jefe, me digas una mentira que me guste como mujer. Dime, qu puedes t decir?" "No, doa, yo no la engao, si quiere, asmese a la puerta para que se convenza de que ah viene la doa, y como que trae algo importante, porque ella, que camina al paso, viene ahora caminando como en entierro de pobre. "La ma, Juan ? ' "No, general, no es doa Merc Nona, es doa Cucha Mata.

    6 6 "Doa Cucha? Hum" ... Y por qu te muer- des los labios y pones esa cara de muerto como si esperaras de mi madre una mala noticia?"

    Entra doa Cucha Mata y los sorprende 66 hablando, y con rostro adusto, dice: la noticia

    que traigo". .., y Pancha la interrumpe, can- tando: "que do-re-m, que do-re-f", y yo corto al instante: "cuidado que el diablo tienta: ;nada de caja de pino ni de tapa de cristal!"

  • "Qu t no v a s ;Te equivocas! Yo no soy mujer que invito hoy venga a comer conmigo maana para maana servir bostezos. Me compromet con el gobernador de que t iras,

    -

    y t bien sabes que a m no me hacen falta pantalones para hacer cumplir mi palabra. Que qu vas a hacer t con verte con el gober- nador? Pero ... hombre de Dios o no s de quin diga, cmo se te ocurre hacer una pregunta igual? O es que t quieres que yo piense que un general le huye a otro general ?.. . ;Doa Cucha! ..." "Nada de doa Cucha, Lucas, es que te conviene conocer al gobernador y que l te conozca a ti. Si es solamente para una amis- tosa entrevista de generales, como dice l, est . muy bien, pero si es para investigar las denun- cias que se han hecho,cuanto mejor, porque todos sabemos que Fidel Bulla se busc su muerte por estar de borracho, y no por lo que

  • se dijo al principio, que los familiares de Pan- cha, por ser t bolo y ellos colos, lo manda- ron a que te provocara para ellos quitarse de ti o para que cayeras preso y Pancha volviese a casa, y tambin que el caso del interventor no fue por culpa tuya, que t no lo mataste, que fueron tus gentes, y que t estabas en Tierra Nueva cuando el caso, y que tus gentes Lo hi- cieron porque se apoder de tus reses y te man- d decir el muy encopetao que s, que t eras u n general, pero un general de campo, un ge- neral sin nombramiento". "jDoa Cucha j". . . 6 6 Si, dime lo que quieras, pero no me vuelvas con esto n i con aquello, que t vas. Y no creas que insisto en esto por estarte inventando ma- ripositas sin San Juan y por creer que una no puede poner a cualquier toro a comer en sus yerbazales; Lo hago porque a todos nos con- viene, y primero a ti. Es ms: jJuan Bob!"

    6 L "Dgame, la doa". jYa vuelves t con tus moneras, parndote firme, porque t ni eres verdaderamente militar ni eres caballero!" "A y, perdname, Juan, no he querido ofenderte, pero es que las cosas de Lucas hacen que se me atraviese el juicio. As es que perdname, y dime dnde estn Chago Jan, mi Anduquita pantallita azul y Juan Bumbn". "Doa, An- duquita vino de Los Roas amaneciendo, y est

  • por los conucos dndole yerba al caballo; Chago Jan vino de Guayaba1 hace unos das, y a h a n Bumbn le estn dando unas fiesteci- tas, pero yo s que son fiebres de pollo, la

    6 c doaY7. Y Jos Antonio, Juan" ''L Jos An- tonio hace das no lo veo, la ltima vez fue cuando el reperpero en la gallera, recuerda, doa?, en que el que no sali con un diente menos, sali siquiera con un chichn, y Los

    -

    6 4 gallos muertos a pisotones". Bueno, como quiera que sea, quiero verlos ahora mismo; as es que vete y diles que es asunto de vida o muerte." "De vida o muerte, La doa " "S, de vida o muerte para que vengan corriendo como no corren , y no caminando como caminan. Ah, y dselo tambin a Daniln, a mi hennano

    6 6 Daniln". Un momento, Juan, un momento. Adnde vas?" "A buscar las gentes que me dice la doa." "Quin te lo ha ordenado?" 6 6 Oye, Juan, no tienes que titubear tanto, dile a t u general que te lo orden yo, yo doa Cucha, y dicho y hecho y ya te fuiste, Juan". Y el general: "Doa, creo que comprendo. pero quisiera creer que no comprendo, por- que yo creia que el camino iba y venia, pero segn usted, el camino va pero no viene". '

  • debe venir a Barbacoas a verte a ti, y no el general barbacoero a ver al general goberna- dor? Pero ahora que te lo digan ellos, los veo venir por ah. Lo nico que no me est gustan- do es que parecen jicoteas. El nico que viene corriendo como no corre es Juan Bob, tu som- bra, ieh?" "S, mi sombra, mi buena sombra, l a sombra que cuando venga a dejar de ser sombra de mi cuerpo, es porque ya otras ha- brn ido de rojo a La hora santa de mi cabo de

    66 ao". iTamaa sombra tienes! Por eso viene como viene, para estarse metiendo en lo que no le importa, y djate ya de esa sonrisita tuya como de gente que no est creyendo en lo que se le dice".

    Llegu tan sudado como el potro que al otro da le devolvi Chago Jan al haitiano por- que con noms decirles jvamos!, temblaba co- mo mariposa y se baaba en un aguacero fro; pero con lo poco que o pude darme cuenta de todo lo que se haba hablado. La doa esper afuera, llam a parte a Anduquita, y yo par la oreja. "Fuiste a Neyba? -le pregunt-. El contest: "S, la doa". "Viste a sus ami- gos?" "S, la doa, s". "A quines?" "Slo me acuerdo de Totoo, de Silvana y del maes- tro Luis Chuch". ''Qu te dijeron?" "Ni que

  • s ni que no, y que mejor no porque los colos de Neyba ya limpiaron sus armas y estn com- prando mucha comida para el gento que ven- dr con el gobernador maana". ";Buen bu- rro! T no sabes que cuando ellos dicen que no, es diciendo que s, que esa es la clave que tenemos para defendernos?" "Perdneme, la do&, perdneme, que yo no saba esa nueva contra-sea, ser porque todos estos das los pas trabajando en Los Roas". "A m que no me gusta eso de perdn por aqu y perdn por all: pero est bien, lo tienes; ahora lo que tienes que hacer es entrar y ponerte un canda- do en la boca, y cuando yo te pregunte qu dijeron Totofio, Silvania y el maestro Luis Chuch, t dirs que al general que venga, que no deje de venir, que le conviene. Eso va a ser nuestra salvacin, Anduquita. Lucas ser general de generales, y t comandante de armas en Neyba, segundo jefe.. . " "Yo, doa" L L S, t, y si no te gusta comandante, podras ser alcalde". "Pero yo no s qu es eso de al- calde, doiia". "Se ve que eres un verdadero burro. Para ser alcalde slo hay que aprender- se dos palabras: CONDENADO y DESCAR- GADO, y usar la primera ms que la ltima, y si se te olvida alguna de ellas, ir adonde el comandante y preguntarle qu hago. Pero

  • como veo que desde ahora ests nervioso, te Ouscaremos un empleo ms fcil: sers maes- tro?" Y Anduquita, llevndose. al mano al pecho: "Yo, maestro?""Si, tu maestro, ese es fcil y muy bonito, y vas a bregar nicamente con muchachos y muchachones, y dars clases cuando a ti te d tu linda gana, como te d la

    6 6 gana y cuando te d la gana". Pero yo no s escribir ni leer, doa". ";Y eso, qu importa! No sabes sumar?" "Bueno ... doa ..." ";Qu malo es tratar con burros! Vamos, di: dos y

    9 9 6 6 dos, son cuatro ... Dos y dos, son cuatro". 6 6 Cuatro y dos, son seis ..." "Cuatro y dos, son seis". "Seis y dos, son ocho.. . " "Seis y dos, son ocho". "Y ocho, diecisis.. ." "Y ocho, dieci- sis". Vi darle cariosamente por la espalda: "No ves, mi Anduquita pantallita azul, no ves, ya est aprendiendo. Vas a ser un maestro inteligente y dulce, y las alumnas, Anduquita, las alumnas ... Bueno, ya sabes: un candado en la boca, y decir como te dije. 9 ,

    Terminaron de conversar, y la doa entr como brincando la tablita, y Anduquita con cara de preocupado, y le o decir al pasar por

    6 6 mi lado: Yo, Anduquita, maestro, el maestro Anduquita, maestro, maestro, ya me estoy aprendiendo la palabra MAESTRO; pero ...

  • no ser un gancho de la doa? Se lo dir a Juan Bob para que l se lo diga al general".

    Pasaron unos hombres con hachas, aza- das y machetes, y yo me qued mirndolos. Pens que iran para el conuco, y entonces me acord de que yo tena un conuco, aunque por tanto caminar y caminar ya no estoy seguro de si lo tena o no lo tena ni si quedaba abajo o si quedaba arriba. Si mal no recuerdo, creo que cuando puse la ltima tranca de la puerta, tena habichuelas floreciendo. Si s que fue una tardecita, de eso s que estoy seguro, pero lo que yo no puedo afirmar es si estaba al Norte, al Sur, al Este o al Oeste, pero me basta saber que yo no era un vago, que tena o tengo un coniico. y yiie una tardecita (creo criie jueves). me ba en la regola, guard la azada (debe estar ya podrida), cerr la puerta, me fui a casa (yo viva solo), me cambi de ropa (yo mismo la haba lavado ayer), sal al camino y fui adonde Merc Nona, pregunt por Lucas, y que ella me dijo que andaba de parranda o de no recuerdo qu con Chago Jan, Anduqui- ta y Juan Bumbn, y que si no lo encontraba en Barbacoas, que me fuera a Neyba porque en Neyba estaban celebrando el da de San Bar- tom. Por eso s que a m se me extravi un

  • conuco un 24 de agosto. As lo hice, y los en- contr hablando de revoluciones con Totoo, y Totoo deca que l haba peleado en Cam- bronal, y que cuando le tiraron a Pablo Mam en "Las Maras" l lo vio caer como si a la mula se le hubiera zafado la carga, y que no- ms deca: "que que que no han hecho n, que que que no han hecho n". Recuerdo que al

    6 6 verme, mi general habl como loco: jcarajo, creo que he completado! Pero, antes, dgame una cosa: Tiene usted pantalones, Juan?" Y yo: "que me tapan los talones". "Es usted mi

    9 , L C amigo, lo que se dice amigo? Su amigo no,

    7. su hermano. '-;Estc dispuesto a seguirme ?". "Primero que su sombra", le contest. Y si le dije as aquella vez, lo voy a dejar ahora? Eso s que no es verdad. Al conuco que me busque, si le da la gana, que yo no lo buscar a l, porque donde est Carnav ah estar Juan Bob. Miro a doa Cucha, y casi no la conozco.

    Si usted me hablaba, doa, yo no la oa, y eso es raro, doa, porque yo estoy aqu, fren- te a usted, y no en otra parte. "Le hablaba y le hablo, Juan, porque quiero sea usted el prime- ro en dar su opinin: Qu, Lucas va o no va?" Digo que s i y digo que no. Yo soy la sombra, y la sombra va adonde vaya el cuerpo.

  • "No le he preguntado, Juan, si usted va, por- que usted no va, sino si Lucas va o no va. iQu dice usted, Juan?" S i usted lo que desea es saber si la sombra es capaz de pelearse con el cuerpo, entonces Le dir que no, que no va. ";Qu U no?" Asimismo; que no. ' y a , ja, ja,

    - -

    ja ... Este diciendo que no, como si el no de l fuera un verdadero no. Ja , ja, ja, ja. Y t, Chago Jani , iqu opinas?" ";Quin, U yo?" "Si, usted, Chago, d su opinin". "Yo opino que el general es quien sabe". "No le he pre- guntado si el general es quien sabe, y vuelvo y le digo que se deje ya de esa sonrisita suya, Lucas, que esa sonrisita parece brasa calen- tando mi sangre. Lo que le pregunto, Chago, es si usted entiende que Lucas debe ir, o no.

    6 L Eso es lo que le pregunto". Pues, entonces le dir: que si yo voy, que vaya, y si no, que no". " j Otro loco!, y a m i que no me gusta tratar con locos. Y usted, Daniln?" "jOh, que vaya, que le conviene a l y a todos nosotros". "jCla- ro que si, que vaya, eso es tener juicio, y no ser idiota como Juan Bob y Chago Jani! jQu vaya, que vaya!" La vi guiarle un ojo a Pan-

    6 L cha, la buenamoza, cuando le dijo: ya est resuelto, pero para que rw huya dudu de que fue la mayora, di t, Panchu, qu opinas". La mu-

  • jer del general se remueve en la vieja mecedo- 66 ra de guano, y... joh, que ya debiera estar

    all! S i l no va, entonces el general no es el general que dice el general que es, y usted sabe que si l se muere, yo me muero, y que por no morirme yo no quiero que l se muera, y que si l va, como debe ir y como va, nos salvaremos todos". "jBien!" "jBien!" "As opinamos los que de a verdad queremos tanto a Lucas, ya que el general Jos Amador, como prueba de su seriedad, quiere que sean gentes de saln y no carabineros. Qu sabe un carabinero de discurso? Un carabinero sabe de carabinas pero no entiende nada cuando un gobernador sube a l a mesa, dice lo que va a decir, y termi- ciendo: jhe dicho! Pero, que mejor hable An- duquita. Dime, Anduquita, qu has sabido". "jOh, que Totoo, Silvana y el maestro Luis Chuch le mandan decir al general que vaya, que no deje de ir, que le conviene". Y el gene- ral, interrumpiendo: "Seguro, Anduquita?" 6 L Seguro, mi general". "Con la clave, Andu- quita" "Y con la contra-sea, general". Pero el general, que saba ms de guineas que de ovejas, hizo la contra-sea de la contra-sea. No la saban ni doa Cucha, ni Pancha, la bue- namoza, ni Daniln, y parece que a Anduquita se le haba olvidado porque primero mir para

  • todos lados como espantado, luego baj lacabeza como pensando, y la vino a levantarcuando el general dijo peligro! haciendocomo la guinea. Yola contest, y volv a decirque no, y no la digo porque las contra-seasde las contra-seas se las lleva uno en la caja.El general dijo: "todava falta una opinin, yd b ' l " "c 'l L ::;" "L d l .e o ozr a. ua, ucas. a e mzsmoanimal que tiene usted en el pecho, jdo-a Cu-h f"c a.

    Entonces como que la doa cant como lalechuza, y todos, con escalofros, nos fuimos anuestras casas, deseosos de que este lunespase pronto para ver qu va a suceder maanamartes. Nos fuimos dando la mano, y... bue-nas tardes a carcajadas, y buenas tardes entrelos dientes.

    Buenas tardes.Buenas tardes.

    83

  • El general se haba puesto dos veces, y vuelto a quitar, el traje de casimir oscuro, y cuando por tercera vez volvi a ponrselo, no pudo resistir la tentacin de un canto negro y feo que pareca o venir de muy lejos o partir de unos labios cercanos que apenas si se abran. Era como esos chillidos de brujas que cuando se oyen en las noches oscuras, se le pone a uno la piel de gallina. Su voz me pareci otra voz cuando dijo una cosa que todava me suena en los odos como si la estuviera diciendo el mis- mo general.

    -Est bien, ir. Debo hacerles a ustedes ms falta que a mi corazn.

    Bes a Pancha, la buenamoza, como a una particular, y el beso son como martillo sobre una tabla. A doa Cucha le dijo adis por un por si acaso, asimismo, por un por si acaso, y

  • fue un adis de clavo en rama de roble nuevo. Yo baj la cabeza cuando sent sobre mi cuerpo el apretn de unos brazos que yo quera ms que los mos, y el "no te mortqiques" de una voz que sigo jurando no era la voz de mi gene- ral. No quera delatar mi primera lgrima por- que despus de un Lucas de pantalones largos, de un Lucas dominando en los velorios con sus coplas de amor, de un Lucas general y de un Lucas Carnav, era la primera vez que el hijo de Merc Nona sala sin el hijo de mis padres. El me deca "no te mortviques, Juan", pero yo segua con los ojos en la tierra porque no quera ver un rostro que no s por qu diablos el corazn me secreteaba no volvera a ver hasta los das del desandado. Y l segua dicindome: "Jos Amador ha querido que sea sin carabine- ros, y quiero confiar en su palabra, pero si me traiciona, Juan, si me traiciona, ya t sabes lo que hay que hacer para poner a un general a echarse como gallina". Pero yo no contestaba, y vine a despegar los ojos cuando Jos Antonio y dems hombres de corbata empezaban a encender el camino hacindole coro a lo que ya iba cantando el general:

    "Los ojos de Juan Bumbn, tambin los de Carnav,

  • cuando van p'al cerro arriba: puerta y ventana cerr."

    b b Si yo me viera contigo, con cada puerta cerr, slo t pudieras ver de rodillas a Carnav."

    Al or su nombre, a Juan Bumbn se le escap un jcarajo!, y yo le contest "jcarajo!", dando duro con la carabina contra la tierra, y se fue, pero yo no s para dnde se fue porque la brisa removi el polvo del camino y le cerr el teln. A doa Cucha se le estamp una sonri-

    -

    sita muy parecida a la que a ella tanto le disgus- taba cuando se formaba en los labios del gene-

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    ral, y yo esper que se fuera para hacer la seal de la cruz. Pancha, la buenamoza, y ahora con un tanto cuanto de alegra en los ojos turbios, se qued sola como un lamento de difunto sin familia, y cuando se dio cuenta de que noms estaba conmigo, me di yo cuenta de que noms estaba con ella, y cuando vimos que la boca de camino donde nos encontrbamos pareca un cementerio sin lunes ni noviembres, yo le dije

    6 6 qu hay, y ella me contest: volvamosacasa".

  • 6 L Volvimos, y, desayunmonos t y yo ahora. Te gusta huevo?" "Si, doa". "Frito o en revoltillo?" "como quiera, doa".

    Ella quera estar alegre, pero tena que ser santa, la pobre; tan joven y tan buenamoza y tan complicada, la pobre. Obligada a sonrer porque, segn ella, su madre quera para ella otra clase de hombre, digamos un horacista de esos que no se quitan el saco y la corbata ni siquiera para dormir y vaya todos los domingos a Neyba a or misa en la iglesia y no a armar tiroteos en la comandancia, y por otro lado, sin poder dejar de estar triste porque ella amaba a su marido con todo el corazn, y como el mes pasado no vio su perodo, segn ella, le desga- rraba el alma el slo pensar la posibilidad de parir un hurfano. Quera comer y haca es- fuerzos por lograrlo, pero pareca un ruiseor desperdiciando cardo-santo. Muchas veces caan partculas de huevo sobre la mesa, dando la impresin de que sus labios no tenan fuer-

    - -

    zas para abririse al bocado, aunque s para dar paso a un torrente de palabras.

    Y hablaba como si no estuviera hablando, y yo estaba ahora tan de acuerdo con ella que deca SI sin detenerme a pensar si era un NO o un TAL VEZ lo que encajaba a su expresin. "A mis padres no les gustaba Lucas, pero a mi

  • me gustaba (digo: me gusta), y cuando me fui con l no me desheredaron por la intervencin de algunos amigos, entre ellos Fidel Bulla (que en paz descanse, el pobre), que luego lo convir- tieron en enemigo de mi marido por esos 'yo mando ms que t' de la poltica, y que ms tarde se prest para lo que no debi haberse prestado. Qu ms queran mis padres, Juan? Lucas era (digo: es), un hombre bueno, cario- so, y aunque ramos (digo: somos), pobres, vi- vamos (ay, caray: vivimos), como la gente, nunca me maltrat ni de palabras ni de manos, y si algo malo le pasa en Neyba, yo sera la nica responsable porque ahora mismo acaba de llegarme el presentimiento de que cuando dije: 'joh, que ya debiera estar all!' , lo que hice fue hoyarle yo misma su sepultura. Que form hogar sin velo ni corona? Y eso, qu importa. S i t te pones a pensar, Juan, te dars cuenta de que por cada cien concubinas, hay veinte esposas felices y ochenta divorciadas, y esto sin contar las viudas, muchas de las cuales dijeron SI con los labios el da de las bodas, y desde el da siguiente empezaron a decir NO con el corazn." "As es, doa: por cada higiie- ra con orine, hay cien Oacinillas de oro con sangre." "Esa es la verdad, Juan, porque lo que vale no es la fantasa de un SI ante el cura o

  • ante el oficial civil, sino el amor, Juan, el amor, y amor yo lo tena (jya vuelvo a lo mismo: lo tengo) en Lucas. A qu ms debe aspirar una mujer, Juan, que no sea al amor? Para un falso SI de los labios con mucha pompa, es mejor un SI del corazn aunque sea dicho a solas y al odo".

    Despus del caf, pasamos del comedor a la sala, y ella me indic la mecedora del gene- ral. "S, Juan, dijo, t puedes sentarte en ella, porque tii eres su mejor amigo", y to le di las gracias, y me sent; pero le dije que no, que -

    amigo no, sino ms que hermano, casi una misma cosa, y ella sonri, sonri con amarga dulzura. ~ a b i a m o s tanto y de tanto, que ha- blamos de cosechas sin siembras y de amor sin corazones, y ella me dijo que tena una esperanza perdida, y yo le dije que tena un conuco perdido, y ella empez a bostezar, y yo, contagiado, empec a bostezar, y vinimos a darnos