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Ética Profesional Módulo IV. ÉTICA PROFESIONAL 4.1 Ética profesional ……………………………………………………2 Gutiérrez, R. (1988). Introducción a la ética. (20ª edición). México: Esfinge. (Páginas 238 a 241) 4.2 La felicidad como proyecto……………………………….………..6 Rojas, E. (1998). El hombre light. México: Booket. (Páginas 143 a 155) 4.3 Las profesiones en el marco de la ética…………….…………..19 Martínez, E. (2011). Ética profesional de los profesores. (2ª edición). España: Desclée De Brouwer. (Páginas 49 a 78)

Antología Módulo IV

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Ética Profesional

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Ética Profesional Módulo IV. ÉTICA PROFESIONAL

4.1 Ética profesional ……………………………………………………2 Gutiérrez, R. (1988). Introducción a la ética. (20ª edición). México: Esfinge. (Páginas 238 a 241)

4.2 La felicidad como proyecto……………………………….………..6 Rojas, E. (1998). El hombre light. México: Booket. (Páginas 143 a 155)

4.3 Las profesiones en el marco de la ética…………….…………..19 Martínez, E. (2011). Ética profesional de los profesores. (2ª edición). España: Desclée De Brouwer. (Páginas 49 a 78)

CAPiTULO XLII

:STICA PROFESIONAL

La profesi6n puede definirse como "la actividad personal, puesta de una manera estable y honrada al servicio de los de­mas y en beneficia propio, a impulsos de la propia vocaci6n y con la dignidad que corresponde a la persona humana" .1

En sentido estricto, esta palabra designa solamente las ca­rreras universitarias. En sentido amplio, abarca tru.nbien los oficios y trabajos permanentes y remunerados, aunque no re­quieran un titulo universitario.

En virtud de su profesi6n, el sujeto ocupa una situaci6n que le confiere deberes y derechos especiales, como se vera :

1. LA VOCACION. La elecci6n de la profesi6n debe ser completamente libt"e. El sujeto debe guiarse por sus propias cualidades y circunstancias. El consejo puede servir para am­pliar horizontes, no para determinar el camino a seguir. La vocaci6n debe entenderse aqui como la disposici6n que hace al sujeto especialmente apto para una determinada actividad profesional. Quien elige de acuerdo con su propia vocaci6n tiene garantizada ya la mitad de su exito en su trabajo. En cambio, la elecci6n de una carrera profesional sin tomar en cuenta las cualidades y preferencias~ sino, por ejemplo, exclu­sivamente los gustos de los padres, o los intereses de la familia, facilmente puede traducirse en un fracaso que, en el mejor de los casos, consistirfa en un cambio de carrera en el primero o segundo afio, con la consiguiente perdida de tiempo y es­fuerzo.

1 Cfr. RoYo MARiN, Teo/ogla mot·al para seglares, tomo I, pig. 725.

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Ética profesional Gutiérrez, R. (1988). Introducción a la ética. (20ª edición). México: Esfinge. (Páginas 238 a 241)

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A este respecto, es necesario insistir en la necesidad de la orientaci6n vocacional impartida tanto en los colegios como en el propio hogar.

2. FINALIDAD DE LA PROFESION. La finalidad del trabajo profesional es el bien comun. La capacitaci6n que se requiere para ejercer este trabajo, esta siempre orientada a un mejor rendimiento dentro de las actividades especializadas para el beneficia de la sociedad. El ingeniero contribuye a la construe­cion de la ciudad. El medico contribuye a la salud publica. El abogado luchara por la justicia en las diversas relaciones de los ciudadanos. Sin este horizonte y finalidad, una profesi6n se convierte en un medio de lucro o de honor, o simplemente, en el instrumento de la degradaci6n moral del propio sujeto.

Aqui es conveniente recordar todo lo dicho acerca del tra­bajo en el capitulo XL, pigs. 231 y 232. El trabajo dignifica al hombre, especialmente si es un trabajo creador. Es un bien para la sociedad entera.

3. EL PROPIO BENEFICIO. El pt'opio beneficio, agrado y utilidad de la profesi6n debe tomarse en cuenta, por supuesto; y si no se insiste tanto en este aspecto, es porque todo el mundo se inclina por naturaleza a la consideraci6n de su pro­vecho personal, gracias a su profesi6n. Aqui es del caso recor­dar el sacrificio que entraiian casi todas las profesiones: el medico, levantandose a media noche para asistir a un paciente grave; el ingeniero, con fuertes responsabilidades £rente a la obra en construcci6n; el abogado, luchando en medio de con­flictos y apasionamientos humanos, tratando de esclarecer la verdad y la justicia. La profesi6n, tambien gracias a esos mis­mos trabajos, deja, al final de cuentas, una de las satisfac­ciones mas hondas.

4. CAPACIDAD DEL PROFESIONAL. Un profesional debe ofrecer una preparaci6n especial en triple senti do: capacidad intelectttal, moral y fisica.

La capacidad intelectuat consiste en el bagaje de conoci­mientos que, dentro de su profesi6n, lo hacen apto para des­arrollar trabajos especializados. Estos conocimientos se adquieren basicamente durante los estudios universitarios. De aqui se

240 INTRODUCCION A LA ETICA

deduce la responsabilidad que tiene un estudiante en este ni­vel academico. Pero, ademas, durante el ejercicio mismo de la profesion, jamas puede dejarse a un lado la ilustracion acerca de las novedades en el terreno de la propia especialidad. Las revistas, las conferencias, y las consultas a bibliotecas y a per­sonas de mayor experiencia, no pueden ser extraiias a un pro­fesional.

Pero esto no basta. Tambien sera necesaria una disposicion practica que habilite al sujeto para la correcta aplicadon de sus conocimientos teoricos. Esto ultimo se consigue poco a poco gracias a la experiencia profesional, y que desde los primeros afios universitarios se procura adquirir.

La capacidad moral es, nada menos, el valor del profesio­nal como persona, lo cual da una dignidad, seriedad y nobleza a su trabajo, digna del aprecio de todo el que encuentra. Abar­ca no solo la honestidad en el trato y en los negocios, no s6lo el sentido de responsabilidad en el cumplimiento de lo pactado, sino algo mas todavia. La capacidad moral es la trascendenta­lidad del profesionista, es decir, su aptitud para abarcar y tras­pasar su propia esfera profesional en un horizonte mucho mas amplio. Su capacidad moral le da mayor relieve a su propio trabajo; pero ademas, lo hace valer no solo como profesional, sino como persona, fuera de su ambiente de trabajo.

La capacidad jfsica se refiere principalmente a la salud y a las cualidades corporeas, que siempre es necesario cultivar, como buenos instrumentos de la actividad humana.

5. LOS DEBERES PROFESIONALES. Es bueno considerar cier­tos deb.eres tipicos en todo profesional. Por ejemplo, el secreto profesional. Es claro que el medico y el abogado, principal­mente, tienen ocasion, durante el ejercicio de su trabajo, de conocer circunstancias y datos de la vida intima de otras per­sonas. El cliente confia su asunto solamente con el fin de arreglar su situacion. Y el profesional no tiene derecho, por tanto, para divulgar esos datos, como no sea para el mismo beneficia del diente o para evitar dafios graves a terceros. 2

z De cualquier manera, la casuistica en este aspecto es sumamente amplia, y conviene enterarse de los casos particulares, seg{ln la profesi6n ejercida. ar. PBINADOR, Moral profesional.

ETICA PROFESIONAL 241

El profesional .debe tambien propiciar la asociaci6n de los miembros de su especialidad. La solidaridad es uno de los me­dios mas eficaces para incrementar la calidad del nivel intelec­tual y moral de los asociados.

En fin, al profesional se le exige espedalmente actuar de acuerdo con la moral establecida. Por tanto, debe evitar defen­der causas injustas, usar la ciencia como instrumento del crimen y del vicio, producir articulos de mala calidad, hacer presu­puestos para su exclusivo beneficio, proporcionar falsos infor: mes, etc. Su conducta honesta, dentro y fuera del ejercicio de su profesi6n, le atraenl. confianza y prestigio, lo cual no deja de ser un estimulo que lo impulsara con mas presteza en el recto ejercicio de su carrera.

XV. LA FELICIDAD COMO PROYECTO

LA FEUCIDAD: lA ASPIRAClON MAS COMPLETA DEL HOMBRE

La felicidad es Ia vocaci6n fundamental del hombre, su primera inclinaci6n primaria y bacia la que apuntan todos sus esfuerzos, aun en las situa­ciones mas dificiles y complejas en que pueda verse el hombre. Unas veces se presenta de forma clara y concreta; on·as, lo hace de modo difuso y abstracto. Su objetivo es la realizaci6n personal plena, que se concreta en dos segmentos claves: 1. Haberse en­contrado a si mismo, es decir, tener una personali­dad s6lida con la que uno se encuentra a gusto. 2. Tener un proyecto de vida.

Estas son las notas primordiales que hacen feliz, pero nos refetiremos especialmente a la segunda. ~Que significa tener un proyecto de vida? ~Que qui ere decir esto? ~Como debe ser entendido? La felicidad consiste sobre todo en ilusi6n, que es la mejor forma de ser feliz, porque se vive la vida con

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Rojas, E. (1998). El hombre light. México: Booket. (Páginas 143 a 155) LA FELICIDAD COMO PROYECTO

anticipaci6n, porque lo diseii.ado, cuando llega, lo saboreamos lentamente con todas sus ventajas. La felicidad supone encontrar un programa de vida atractivo, satisfactorio, capaz de llenar y que sea el elemento complementario de Ia existencia, el texto biografico. La vida es argumental y el proyecto es su contenido. A continuaci6n veremos cuales son sus pri nci pales car a cteristicas.

El proyecto debe ser personal, y como protago­nista del mismo, su arquitectura la elaboro yo seg{ln mis preferencias. No hay que perder de vista a la hora de practicarlo la vieja distinci6n del pensa­miento medieval entre desear y querer.

1. Desear se mueve en el plano de lo senti­mental, prospera en el terrene emocional. Uno puede desear esto 0 aquello, pero sin mas.

2. Querer es un acto de voluntad, traduce un empeiio, un tes6n, una lucha constante por el obje­tivo.

Esto responde a unas aspiraciones particulares que constituiran el texto de la vida propia, y que dan sentido a la trayectoria de cada uno. La idea de sentido aquf adquiere tres connotaciones:

1. Contenido o tejido sustancial del programa. 2. Direcci6n, que es el aspecto vectorial de la

travesia personal. 3. Unidad o estructura compacta donde que­

daran integrados arm6nicamente una serie de ele­mentos.

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Es necesario conocer bien el contexte y las coordenadas de la realidad en que nos desenvolve­mos para que nuestro proyecto personal se realice,

· Io cual comporta dos condiciones: saber que aptitu­des y limitaciones personales nos definen, para lo cual se requiere un serio esfuerzo si queremos reali­zamos personalmente. Asimismo, hay que combatir dos peligros:

1. La dispersion, es decir, la falta de profundi­dad en los asuntos debidos a los deseos excesivos en querer llevar todo a cabo y sentirnos, en consecuen­cia, desbordados.

2. El compromiso constante por las cosas que nos rodean o las personas, para ello deberemos aprender a hacer uso de la negativa y comprometer­nos con aquello de lo que estamos seguros poder llevar adelante.

Para la ejecuci6n de dicho proyecto son necesa­rias las siguientes condiciones: a) el orden; b) la constancia; c) la voluntad.

El orden es jerarquia, disciplina, saber que unas cosas son prioritarias a ott·as y que es necesaria una cierta programaci6n, y produce paz y serenidad.

La constancia es empeiio, incidencia, no ceder terrene, no darse por vencido, perseverar ... Asi, los prop6sitos se van haciendo ferreos, fumes, s6lidos, petreos. Hay que ser obstinados con nuestro pro­yecto personal, es la unica manera de que salga adelante.

La voluntad es la capacidad psicol6gica que llega a ser algo anticipando consecuencias. Es decir,

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que la voluntad se educa a base de ejercicios repeti­dos de entrenamiento, a traves de los cuales uno busca lo mejor, aunque le cueste; siempre existen en este trasfondo unas notas marcadamente asceticas. El hombre con voluntad suele llegar mas lejos que el inteligente porque es dueiio de si mismo, pero no hay que olvidar que tener una voluntad constante no es facil, requiere aprender a nega1-se ante lo in­mediate, buscando lo que esta por llegar.

El que tiene voluntad es verdaderamente libre, consigue lo que se propene.

Por consiguiente, debo estar preparado para cualquier tipo de eventualidades que puedan sobre­venirle a mi proyecto, debido a que la vida tiene siempre recodos imprevisibles y azarosos; esta tejida de hilos que se enlazan y se entrelazan, por lo que la necesidad~ antes o despues, de restaurar el pro­yecto es inminente: cambiando, puliendo y perfi· lando sus aristas.

TETRALOGtA DE LA FELICIDAD

En alguna ocasi6n he comentado Ia tetralogia de la felicidad que yo propongo: encontrarse a si rnismo, vivit de amor, trabajar con sentido y poseer cultura como apoyo. Si ademas de tener un pro­yecto por el que luchar tenemos estas tres caracte­rfsticas, seremos felices.

Por eso, a medida que pasan los aiios tengo mas elementos de juicio para analizar c6mo va mi vida y al hacerlo extraigo de el haber y debe. Me examine, y cada etapa del viaje me ofrece una totalidad in-

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terna: alegria, tristeza, decepci6n, abandono de las metas propuestas, etc., sin olvidar que todo analisis de la vida personal es siempre doloroso porque, a traves de el, cada segmento del trayecto recorrido rinde cuentas de su viaje.

Por el amor tiene sentido la vida. El ser humano no pued-e vivir sin un amor en el coraz6n: es animal amororum, y ahi reside lomas genuino de su condi-. "

ClOD.

El amor es tendencia, inclinaci6n hacia la per­sona amada, impulso que lo arrastra hacia ella bus­candola. Dice el conde Danilo a la viuda alegre cuando acepta su amor: «Toco el cielo cuando estas junto a mi.» En una palabra, amor es sentirse arre­batado y percibir un incendio que ayuda a mover los proyectos personales, y tambien esto es valido para lo divino, puesto que Dios debe ser alguien personal.

Ya que nos pasamos la vida trabajando, con­cluimos que el amor por el trabajo bien hecho nos hace saborear la felicidad; amor y trabajo conjugan el verbo ser feliz.

Con respecto a la cultura, su aspiraci6n funda­mental es I a libertad; sirve para aprender la reali­dad, vivir en ella y saber a que atenerse. Por otro lado, ayuda al hombre a que su vida sea mas hu­mana y le revele sus posibilidades. Es un factor que bien entendido hace reconciliables progreso tecnico y progreso humano.

Por Ultimo, la felicidad es comparable a un rom­pecabezas o un puzzle, en el que siempre falta al­guna ficha, o tambien a una manta pequeiia, que siempre deja al descubietio alguna parte del cuerpo.

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Por eso, antes que nada consiste en ilusi6n, esa es su nota prospectiva; vivir hacia adelante, pensando en el manana, con objetivos claros y concretes.

La vida es como un libro en blanco en el que vamos escribiendo nuestra conducta, y en el se re­gistran alegrias y tristezas, aciertos y errores; pero la ruta de la felicidad pasa por el esfuerzo y la renun­cia, porque todo lo grande del hombre es fruto de la renuncia.

La felicidad no se da en el superhombre, sino en el hombre verdadero.

EL HOMBRE FELIZ TIENE PAZ CONSIGO MlSMO

Decfa el Derecho Romano que eran tres las cla­ves para llevar una existencia positiva: « honesta vi­vere, alterum non ladere et suum quique tribuere>>, es decir: vivir honestamente, no daiiar a nadie y dar a cada uno lo suyo. Seglin lo cual quedatian defini­dos los tipos de felicidad.

1. Felicidad del hombre apol£neo, fundamen­tada en el orden y el equilibria.

2. Felicidad dionisiaca, la del que busca sensa­ciones nuevas, movimiento, actividad, y la del que otea por el entomo para ver que halla y al mismo tiempo explorarse a si mismo.

Entre estos dos tipos de hombres y felicidad hay muchas concepciones y formas de entender este tema, porque el cauce de nuestra vida se abre paso con nuestra conducta y se cierra con las distintas

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etapas de su trayectoria. Necesita a la vez forma y contenido, y de esa simbiosis emerge cada manera de ser feliz, para lo que es preciso unidad; homoge­neidad entre lo que el hombre desea ser y lo que quiere hacer con su vida de acuerdo con un pro-. grama prev10.

Por otra parte, si no hay libertad con minuscula en nuestro media o contexto social, cualquier di­seiio que se haga puede venirse abajo por la imposi­cion autoritaria del media, por ejemplo, Ia Union Sovietica, don de actualmente se abren tantas posi­bilidades nuevas despues de setenta aiios de totali­tarismo, que pensar en la felicidad es mas facil.

Es facil deducir de todo lo que hemos dicho que el hombre actual busca tanto la libertad como la felicidad, pero hay diferencias y rasgos entre am­bas que cada uno debe descubrir. Para eso es nece­sario que no decaiga el esfuerzo por alcanzar la meta propuesta, y que en el camino aspiremos a los valores etemos, aquellos que no pasan con los si­glos: la paz; la armonfa con los demas; el encuentro profunda con el otro; la educaci6n para la libertad y la convivencia; la busqueda de la trascendencia; y promover el amor autentico.

Si la felicidad es un resultado, la vida es un me­dia para conseguir exteriorizar lo mejor, lo mas hu­mane que llevamos dentro, sin olvidar que para al­canzar esa paz interior · son inevitables las contradicciones, los reveses y los sufrimientos en sus formas mas diversas. Asf, poco a poco, nuestra per­sonalidad se va definiendo hasta llegar a su homo­genea fisonomfa. La felicidad es la experiencia sub­jetiva de encontrarse bien consigo mismo, contento

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de su vida hasta ese momento. Su nota esencial es de alegria, de jubilo, de satisfacci6n.

EL CAMINO DE 1.A FEUCIDAD:

CONJUNTO DE PEQUEJ'IAS ll.USIONES

La felicidad es la maxima aspiraci6n del hom­bre, hacia la que apuntan todos los vectores de su conducta, pero si queremos conseguirla, debemos buscarla. Ademas, Ia felicidad no supone un ha­llazgo al final de la existencia, sino a traves de su recorrido; es mas una forma de via jar que un estado defmitivo. Por supuesto, debemos conocer bien sus limites, ya que la felicidad absoluta no existe, es una utopia inalcanzable, ante Ia que queda saborear y disfrutar de los buenos mementos y tener proyec­ci6n de futuro. Es algo esporadico, que a veces se nos presenta inexplicablemente y perece demasiado rapido en nuestra caleidosc6pica vida. Aunque todo esto parezca una sucesi6n de contraposiciones, tam­bien sucede con otros aspectos vitales que no son Ia felicidad. Por eso, debemos saber cuales son nues­tros objetivos y hacia d6nde queremos dirigirlos, si queremos ser mas felices. Asimismo, debemos saber combatir dos peligros:

1. El intemo, para el que es clave no darse por vencido en esa lucha personal y a la vez mante­ner un esfuerzo por ser coherentes.

2. Pero tambien el enemigo esta fuera: los avatares de la vida, las mil formas que la desorde­nan y convierten su rumbo en zigzagueante.

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El camino de la felicidad debe construirse y ha­cerse de pequeiias ilusiones, hilvanadas por un ar­gumento que le da solidez. De elias, unas habran salida y otras, no. El hombre feliz sabe ver en ese resultado lo positivo de su experiencia existencial. Porque la felicidad consiste en una mezcla de ale­grias y tristezas, de luces y sombras, pero dotadas de amor 1•

Para que la felicidad este bien ajustada y no sea un espejismo de ratos mas o menos grati:ficantes, es menester ordenar los latidos de la vida afectiva} para que esta no termine reveh1ndose, al comprobar el fraude en el que se ha vivido, cambiando las pala­bras y J.ugando con ellas.

Es necesario una educaci6n sentimental segt!n proclamaba Gu~tave Flaubert. El hombre light, de­bido a su hedonismo y permisividad, no se preo­cupa por su estado afectivo y se deja elevar por la inercia, no tiene principios, va a la deriva. Se con­vierte en espectador de sus propios rios emocionales interiores, pilotados por dos motores: el placer sin restricciones y la no presencia de prohibicionismo.

Por otra parte, la palabra amor fabrica muchas

t Se habla mucho de amores y de uniones sentimentales, pero poco de amor. Entte unos y otros las diferencias son abismales. El amor autentico tiene poco que ver con una especie de gelatina emocional o de mermelada afectiva, cuyo contenido es un romanticismo sensitive. Un buen exponente de eUo son las Llamadas telenovelas, cuya pobreza argumentaJ se equipara con un elemental tratlwiento del amo.r y del enamoramiento. 'fodo ello de­sernboca en una cultura rosa repleta de conflictos, cada vez mas inesperados, que aportan muy pocc a la madurez de una persona. Esta bien daro que los objetivos son bien distintos: ganar audiencia bajando el listen cultural hasta tocar casi el suelo.

Si no se ordena el cmor, si el coraz6n no esta bien custodiado, ninguna li­beraci6n sera autentica.

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monedas falsas y la autentica invitaci6n a la felici­dad debe apoyarse en la vuelta a unos c6digos mo­rales claros, cuya objetividad haga al hombre mas digno, mas humano y mas abierto a los demas. El peligro del subjetivismo y el individualismo echan por tiena las mejores pretensiones y amenazan con nuevas formas de angustia, con nuevas prisiones, que en vez de liberar al hombre lo encarcelan en un callej6n sin salida.

SIN UN NORTE MORAL LA LUCHA

POR LA UBERTAD CAE EN EL VAC10

Ahara podemos afrrmar que sin unos criterios morales objetivos, la lucha por la libertad no tiene sentido. Los grandes logros democraticos en mu­chos pafses no servirian de nada, y Ia moral, indi­vidual y subjetiva, se reduciria a un tratado de ur­banidad ligh~ inspirada de algiln modo en el pensamiento debil preconizado por Gianni V a­timo. Por tanto, pasamos del humanisn1o espeso del existencialismo (Jaspers, J.P. Sartre, A. Camus, Heidegger, Gabriel Marcel, Edith Stein, Una­muno) al conformismo de la apariencia en la edu­caci6n, correcci6n y respeto, lo que denominamos etica.

El progreso material por si mismo nunca puede colmar las aspiraciones del hombre~ ni dar la felici­dad cuando constituye el eje vertebral de una vida. En consecuencia, en el hombre occidental de la so­ciedad del bienestar, la tentacion de la opulencia conduce gradualmente al individualismo y, por

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ende, a la difusi6n de falsos esquemas, que llama­mas valores: exito, dinero, poder, avidez de sensa­ciones, curiosidad por todo sin pretensiones de me­jora ... En fin, una nueva decadencia, una fabulosa mentira que descubrimos demasiado tarde o en los mementos estelares, cuando una desgracia nos llega de improvise. Esas suspensiones de Ia cotidianidad, cuando la prisa se detiene y uno encuentra real­mente lo que debe ser la vida, esa espontaneidad, efimera, pero decisiva, puede ser uno de los puntos de arranque del hombre light para rectificar, para dejar esa existencia pobre y ridfcula, conformista y banal, y una vida sin felicidad autentica.

l Que es lo que desea el hombre light? Y a me he referido a ello en capftulos anteriores: es necesa­rio que el mismo disefi.e su religion, una moral a la carla, en la que escoja unas cosas, es decir, las que le convengan en ese memento, y rechace otras. Por supuesto, lo anterior le ayudara a llegar al agnosti­cismo por un lado, y a la indiferencia por otro. El objetivo de su conducta empieza y termina en el, en sus planes, sus metas y sus proyectos, alejado de los demas y de los intereses comunes, pero nunca lo confiesa. Porque, eso sf, a la hora de delimitar su conducta, la persona light cuida mucho la aparien­cia humanfstica, pero como decfa don Don Quijote: «Cada uno es hijo de sus obras.»

La liberaci6n no genera por sf misma libertad, sino que dependera de su contenido y su programa: pero ahi radica la linea hacia donde apunta. Por ejemplo, en la historia han existido hombres que han sufrido terribles coacciones y que, ante esas cir­cunstancias insoslayables, han manifestado su ansia

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de libertad y de alguna man era la han conseguido 2 •

El hombre esta llamado ala libertad, cuyos fines son La verdad y el amor. Muchas idolatrias actuales ele­van formas de liberaci6n que no son mas que estilos de vida que arruinan al individuo y a la sociedad; para ello no hay mas que pensar en los nacionalis­mos radicales 3, la violencia, el terrorismo en aras de la libertad y de la justicia, la pomografia, la co­mercializaci6n y la manipulaci6n de la vida hu­mana, etc. El hombre se convierte en esclavo al ido­latrar personajes e ideas insustanciales que la masa mitifica. Por tanto, su aspiraci6n a lo infinito se de­rrumba, al apostar por cosas que no merecen la pena. Le decia Socrates a su amigo Hip6crates: « Un sabio es un comerciante que vende generos eternos de los que se nutre el alma.» Cuando el coraz6n co­rre vertiginoso hacia esos idolos de barro que pronto se resquebrajan, su finallo hace insatisfecho, pretendiendo la busqueda de una felicidad que cada vez es mas inalcanzable; porque no se puede encontrar la paz y la verdadera alegria en la propia inmanencia. La salida para dejar de ser persona light esta en el paso de la inmanencia a la trascen­dencia, dejar el individualismo y el materialismo.

El hombre light no es ni religioso ni ateo, sino

2 Pensemos tan solo en los regimenes comunistas vigentes hasta hace un par de aiios. Los ejemplos de Soljenitsin, Sajarov, Armando Valladares, Mindzensky y tantos otros nos ponen de manifiesto esta idea. Ahora empie­zan a conocerse vidas trazadas sobre la lucba contra Ia opresi6n. Por tanto, deducimos que una liberaci6n que no tiene en cuenta Ia libertad personal de quiettes co mba ten por ella, esta abocada al fracaso.

3 El nacionalismo es una enfermedad colectiva, contagiosa, infantil, que se manifiesta como fanatismo y que parte de su curaci6n consiste en leer Ia historia de las naciones y mirar por sobreelevaci6n.

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que el se ha construido una forma particular de es­piritualidad segun su perspectiva. El es quien decide lo que esta bien y lo que esta mal y su anhelo de in­finito empieza por una satisfacci6n materialista (di­nero, poder, placeres, distinciones y sitios en los que figurar) y termina por fabricarse una etica a su me­did a. Mientras tanto, trata a los demas como obje­tos, e instrumentaliza la relaci6n con ellos.

En el mensaje cristiano, la perfecci6n esta en la misericordia. El amor es sie1npre un acto de entrega que busca el bien del pr6jimo) su mejor desarrollo. Asi, el sentido de la misericordia se completa con el de la justicia, que en los sistemas politicos comunis­tas, por ejemplo, se ha sacrificado en aras de la li­bertad. Existe justicia impuesta, muy cercana a la intolerancia y al dogmatismo.

La idolatria material se mueve en la busqueda desenfrenada de bienes y placeres, unas veces como nivel de vida y otras, de espaldas a la solidaridad con los demas. Muchas de estas doctrinas se oponen al hombre mismo, yendo contra su dignidad. Esta an­tropologia materialista resulta contraria a la edifica­ci6n de un orden social mas amable y justo. Hoy parece que al entronizar el concepto de democra­cia, todo lo demas es secundario.

'

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Capitulo 2 La ensenanza en el contexto

de las profesiones y de Ia sociedad pluralista

En este capitulo comenzaremos exponiendo en que consisten

las profesiones en general para observar como encaja Ia profesion

docente en el contexte de lo que se ha entendido historicamente

por "profesion" propiamente dicha. A continuacion comentaremos

que significa ejercer Ia profesion docente en una sociedad pluralis­

ta y abierta, para lo cual sera necesario aclarar Ia concepcion de

pluralismo y de sociedad abierta que aquf mantenemos, yen que

sentido Ia profesion docente hade colaborar leal mente en Ia cons­

truccion y mantenimiento de tal modele de sociedad. Ello implica

que tenemos que dar razon de por que Ia sociedad pluralista y

abierta es eticamente deseable y realizable. Por tanto, habremos de

exponer nuestra vision de lo que significa construi r una sociedad

justa y mostrar que nuestra concepcion de Ia sociedad pluralista y

abierta encaja en esa vision de Ia justicia social.

I. Tensiones en el seno de las profesiones

La etica del ejercicio profesional tiene una larga historia, pues­

to que las profesiones mismas Ia tienen, yen esa historia ha habi­

do grandes cambios en cuanto al modo de entender lo que es una

profesion y lo que hade ser el correcto ejercicio profesional desde

el punto de vista etico. Esos cambios han culminado en nuestros

dfas en cierto descredito y desconcierto en torno a Ia nocion mis­

ma de profesion y de etica profesional. De ahf que a menudo se

afi rme publicamente que hoy las profesiones estan en crisis. Es

BTICA DE LAS PROFBS IONES

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Principios y valores institucionales Zamorano, E. (2012). Ética en las universidades. México: Instituto Mexicano de Contadores Públicos. (Páginas 21 a 29)

50 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

muy discutible si real mente hay actual mente una crisis de las pro­

fesiones o no Ia hay, pero no cabe duda de que existen diversas

tensiones en torno a elias. Por una parte, continua Ia tension que

provoca Ia tendencia corporativista, el itista y monopol ista que late

en casi todas las profesiones, y que no casa bien con Ia idea de

igualdad de derechos y deberes que constituye el nucleo de las

sociedades modernas. Algunos privilegios de que gozan algunas

profesiones pueden contemplarse como trasnochados y carentes

de fundamento, y por lo tanto, como injustos. En el caso de Ia

ensenanza, un asunto que es objeto de polemica recurrente es Ia

duraci6n de las vacaciones de los profesores: zrealmente deben

ser tan prolongadas como las de los alumnos o mas bien deberfan

acudir a sus centros de trabajo a real izar ciertas tareas aunque el

alumnado este ausente? (FERNANDEZ ENGUITA, 2009).

Por otra parte, hay tensiones en las profesiones en general por

el hecho de que casi cualquier dedicaci6n o empleo aspira a con­

vertirse en una honorable profesi6n, con el fin de disfrutar de los

correspondientes beneficios de estatus social e ingresos, y ello

provoca reacciones adversas en colectivos profesionales que se

consideran perjudicados por Ia aparici6n de nuevas competido­

res; pensemos, por ejemplo, en c iertos colectivos relacionados

con Ia informatica, o en los que se dedican a los servicios socia­

les. Tambien hay tensiones por el hecho de que actualmente Ia

mayor parte de las profesiones no se ejerce por cuenta propia y

con el amplfsimo margen de autonomfa que solfan tener los pro­

fesionales de epocas anteriores, sino que ahara Ia mayorfa de los

profesionales desempena su labor en el seno de alguna insti­

tuci6n que administra los recursos y asigna las funciones que

desempenar en cada puesto de trabajo, de modo que ahara se

recorta fuertemente aquella amplfsima autonomfa de Ia que goza­

ban los profesionales en otros tiempos. La docencia ha sido gene­

ralmente una profesi6n por cuenta ajena, ligada a alguna institu­

ci6n que contrata al profesional y le asigna determinadas tareas.

Esta condici6n de asalariado que casi siempre ha tenido el profesor

era en otros tiempos una diferencia significativa frente a Ia mayor

parte de las profesiones reconocidas como tales, pero en Ia actua-

ETICA DE LAS PROFESIONES

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESJONES 51 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

lidad esa diferencia tiende a desaparecer porque hoy Ia mayorfa

de los profesionales tambien trabaja par cuenta ajena.

Para enfrentar las tensiones que afectan a las profesiones actual­

mente, recordemos en primer Iugar que Ia etica de las profesiones

en general y Ia etica profesional de los profesores en particular,

pueden ser contempladas como "eticas aplicadas" en el sentido

que hemos comentado anteriormente. En este tipo de eticas se

orienta Ia accion elaborando un saber al que hacen su aportacion

distintas fuentes: 1) los profesionales actuales mismos, 2) las tradi­

ciones heredadas en el seno de Ia profesion, 3) las demandas legfti­

mas de los usuarios y de Ia sociedad en general, y 4) el aporte de Ia

reflex ion filosofica. En cada profesion se elabora una etica especffi­

ca que es revisada y puesta al dfa periodicamente. Ahara bien, en

nuestro momenta historico, las distintas eticas profesionales han de

respetar y apoyar el marco de valores de Ia etica cfvica, verdadero

soporte moral de Ia convivencia en sociedades pluralistas y abier­

tas, y desde ahf han de aportar sus propios valores correspondien­

tes a Ia profesion de que se trate. La nocion de etica cfvica sera

objeto de aclaracion en un proximo apartado de este capitu lo, pero

por ahara retengamos Ia idea de que las profesiones pueden supe­

rar su crisis de legitimidad revisando internamente sus comporta­

mientos a Ia luz de los valores compartidos de Ia etica cfvica y de

su propia etica profesional como etica a pi icada.

Mi propuesta en esta obra es que las profesiones que aspiren a

estar a Ia altura de Ia conciencia moral de nuestro tiempo deberan

buscar Ia excelencia en un doble sentido: par un lado, superando

el burocratismo y las malas practicas a traves de un nuevo con­

cepto de vocaci6n profesional como proyecto personal de vida

plena, y como consecuencia de tal desempeiio vocacional, ofre­

ciendo un servicio de calidad a Ia sociedad y a Ia humanidad,

teniendo en cuenta tambien a las generaciones venideras, lo cual

conecta con Ia nocion de ciudadanfa entendida en su dimension

etica de compromiso cfvico de los profesionales con Ia sociedad

local y global a Ia que pertenecen. Si esta formula se va poniendo

en practica, las tensiones de las que hemos hablado tenderfan a

desaparecer. En los parrafos siguientes vamos a desarrollar esta

idea con cierto detal le.

BTICA DE LAS PROFESIONES

52 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

11. Profesiones y oficios: instituciones sociales con una larga

historia

Las profesiones son instituciones sociales. Esto significa que se

trata de cierto tipo de ocupaciones especializadas que han sido

establecidas porIa sociedad, reconocidas por ella como valiosas y

sometidas a ciertas normas jurfdicas que regulan el acceso y el

ejercicio de las mismas (MARTfNEZ NAVARRO, 2006). Durante siglos,

el concepto de "profesi6n" estaba reservado a solo tres actividades

humanas: las que hoy podemos !lamar "profesiones clasicas", que

inclufan a los sacerdotes, a los medicos y a los juristas (particular­

mente a los jueces y a los gobernantes como administradores de

justicia). Lo demas eran "oficios", pero no profesiones propiamente

dichas. Las "profesiones" en el sentido tradicional gozaban de cier­

tos privilegios de los que carecfan los "ofidos":

• El acceso al ejercicio de las profesiones estaba restringido a un

pequeno numero de personas. En el caso de algunas profesio­

nes el acceso estaba ligado a Ia pertenencia por nacimiento a

algun estamento social privilegiado.

• Se exigfa un largo proceso de aprendizaje que estaba regulado

por normas muy estrictas, mientras que en el caso de los ofi­

cios eran menos estrictas.

• Se requerfa del aspirante una especial "vocaci6n" entendida

como llamada de Dios a realizar cierta misi6n en el mundo

(curar el cuerpo, curar el alma, administrar justicia).

• Finalizado el proceso de aprendizaje, se exigfa algun tipo de

juramenta solemne: un compromise publico explfcito, por parte

del nuevo profesional, de estar dispuesto a conducir su vida

con-forme a los valores y virtudes propios de Ia profesi6n.

• El ejercicio profesional no era considerado propiamente como

"un trabajo" que se intercambia comercialmente por el pago de

un salario, sino mas bien como una noble y elevada dedicaci6n

merecedora de honorarios, esto es, de unas retribuciones que

se supone que no pagan en realidad el alto servicio prestado

-se suponfa que el servicio era algo " impagable"-, sino que tra­

taban de compensar y honrar de algun modo al profesional que

lo prestaba. El termino "honorarios" sugiere que el que paga

~TTrn nF. LAS PROFESIONES

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 53 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

"hace los honores" al que cobra, y que no le esta comprando

sus servicios, puesto que se supone que tales servicios no son ni

pueden ser nunca mercancfas, y por tanto no pueden ser objeto

de compra-venta.

• Los profesionales gozaban de cierta inmunidad jurfdica, que se

suponfa compensada por una exigencia de mayor responsabili­

dad ante Ia sociedad; los comportamientos de los profesionales

no estaban sometidos a las mismas leyes que las que regfan para

los oficios, sino que ten fan un estatuto legal particular y diferen­

ciado. En virtud de tal estatuto, los profesionales solo podrfan

ser juzgados, en cuanto al ejercicio de Ia profesi6n, par los cole­

gas de Ia misma y conforme a sus propias reglas. Ser colegas sig­

nificaba que se compartfa Ia pertenencia a un collegium, esto es,

a una corporaci6n a Ia que unicamente podfan ser admitidos

quienes hubieran ingresado oficialmente en Ia profesi6n; de ese

modo, los profesionales eran j uez y parte a Ia vez en las causas

en las que se juzgaba el .comportamiento de alguno de ellos.

• Las profesiones eran actividades liberates en un sentido de Ia

palabra " liberal" que hoy se nos ha hecho extrano: dedicaciones

que ante todo requieren el ejercicio del entendimiento. Mientras

que el ejercicio de los llamados "oficios" obligaba a "mancharse

las manos" y a realizar esfuerzos ffsicos, el ejercicio de las profe­

siones estaba por lo general "liberado" de semejantes contin­

gencias. De ahf que se considerase que las profesiones eran

dedicaciones "nobles", reservadas a " los mejores", mientras que

los oficios eran considerados como actividades "plebeyas",

destinadas a Ia gente corriente. Actualmente muchas personas

hablan de "profesiones I iberales" para referirse a las que se pue­

den ejercer "par libre", esto es, abriendo su propio consultorio,

pero observemos que este noes el sentido original que tuvo esa

expresi6n.

A lo largo de los siglos, otras muchas actividades humanas tra­

taron de asimi larse al alto estatus de las tres profesiones clasicas:

militares, oficiales de marina, arquitectos, profesores de Universi­

dad y otros muchos colectivos especializados, luchan por ser reco­

nocidos como profesionales y distinguirse al maximo de los ofi­

cios. Para ella se esforzaron en imitar, en Ia medida de lo posible,

~TICA DE LAS PROFES IONES

54 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

las caracterfsticas que hemos mencionado en los parrafos anterio­

res. De este modo, subsiste hasta nuestros dfas Ia tendencia a

reclamar Ia profesionalizaci6n por parte de cada nuevo grupo de

expertos que surge en Ia vida social, puesto que alcanzar el estatus

de profesi6n, en el sentido estricto de Ia palabra, ha llevado consi­

go hist6ricamente importantes consecuencias de estatus social,

con su correspondiente cuota de poder, prestigio e ingresos.

Simultaneamente, a medida que una multitud de actividades

sociales ha adquirido caracterfsticas tfpicas de una profesi6n, Ia

antigua distinci6n entre profesiones y oficios ha ido perdiendo

sentido. Porque el termino "profesi6n" ha extendido su uso para

designar ahara practicamente cualquier dedicaci6n o tarea. Se ha

producido un proceso de perdida progresiva de los privilegios tra­

dicionales de las profesiones, mientras que, al mismo tiempo, los

antiguos y nuevas oficios reclaman ser considerados como profe­

siones en el plena sentido de Ia palabra. Este proceso de progresi­

va igualaci6n en Ia consideraci6n social de las actividades pro­

ductivas es plenamente coherente con los principios eticos y poli­

ticos de las revoluciones liberales, que desde el siglo XVII en ade­

lante se han ido convirtiendo en Ia base de Ia cultura occidental.

En las sociedades modernas todos los ciudadanos tienen los mis­

mos derechos y deberes fundamentales, y por ello noes aceptable

que determinados colectivos gocen de privilegios injustificados.

Pero las profesiones, organizadas en colegios y asociaciones pro­

fesionales, se resisten cuanto pueden a tal proceso de igualaci6n.

Este cambia en el modo de concebir las dedicaciones humanas

esta relacionado tambien con Ia irrupci6n en Europa de Ia Refor­

ma protestante. Frente a Ia mentalidad medieval, Ia modernidad

que trajo consigo Ia Reforma suponfa una "afirmaci6n de Ia vida

corriente" . Ya nose valora tanto Ia gesta heroica del caba llero­

guerrero, ni Ia del religioso que abandona el mundo secular para

consagrarse a Ia vida monastica o a Ia vida misionera, sino que se

comienza a otorgar un alto valor a cualquier actividad lfcita que

una persona realice como aportaci6n al bien comun. En particu­

lar, las enseiianzas del calvinismo difundieron Ia idea de que, a

traves del exito o del fracaso en Ia actividad profesional, se com­

prueba si uno esta salvado o condenado para Ia eternidad. De ahf

,:..,T,...ll nt:o T • .ll.~ PROFESIONES

LA ENSBNANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 55 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

que cada creyente, en adelante, se esfuerce por alcanzar Ia exce­

lencia y el exito en sus tareas laborales, sean cuales sean, pues

ahora se entiende que todas las ocupaciones "decentes" son igual­

mente dignas, tanto si se dedican a proporcionar bienes " inmate­riales" -servicios de salud, asesorfa legal, enseiianza, etc.-, como

si proporcionan bienes materiales -producci6n de riqueza a traves de las nuevas instituciones modernas llamadas "empresas".

Con el avance de Ia modernidad hasta nuestros dfas, las profe­

siones tambien han ido perdiendo Ia connotaci6n religiosa que las caracterizaba, y en consecuencia Ia vocaci6n y el compromise

profesional perdieron el significado religiose originario para susti­tuirlo por un sentido de servicio competente a Ia sociedad: ahara

se trata de responder a Ia propia vocaci6n, no como llamada divi­

na a desempeiiar una misi6n religiosa en el mundo, sino como

despliegue de las propias capacidades para prestar un servicio excelente a Ia comunidad a traves del esfuerzo en el ejercicio pro­fesional. En el diccionario de Ia Real Academia encontramos dos

acepciones principales de Ia palabra "vocaci6n" : 7) lnspiraci6n

con que Dios llama a a/gun estado, especialmente a/ de religion. Y 2) Familiarmente, inclinaci6n a cualquier estado, profesi6n o carre­

ra. La segunda acepci6n es Ia habitual en Ia actualidad, pero des­

de el punta de vista etico no se tratarfa de una mera "inclinaci6n

personal", como veremos, sino de un compromise fuerte con los

valores y metas de Ia profesi6n.

Ill. Rasgos de las profesiones en general y de Ia profesi6n docente en particular

La historia de las profesiones nos ha llevado a considerarlas en

Ia actualidad como aquellas actividades ocupacionales en las que

encontramos los siguientes rasgos (CORTINA, 1997: 149-153):

1) Una profesi6n, en general, es una actividad humana social

mediante Ia cual se presta un servicio especffico a Ia sociedad, y se

presta de forma inslitucionalizada. Este rasgo lo tiene Ia profesi6n

docente desde su aparici6n, como ya hemos comentado en el

apartado anterior: Ia enseiianza es una actividad humana social­

mente establecida que ofrece el servicio especffico de Ia docencia,

ETICA DB LAS PROFESIONES

56 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

a cargo de especialistas generalmente reconoc idos como tales, y

tal servicio se presta de modo institucionalizado, o bien en el mar­co de una instituci6n escolar o academica, o bien en el marco de

Ia instituci6n social tradicionalmente conocida como "preceptor",

"profesor particular" o "institutriz" .

2) La profesi6n es contemplada por Ia sociedad, al menos en

parte" como una vocaci6n, y por eso el publico espera del verdade­

ro profesional que se entregue a su quehacer con cierta generosi­

dad y desinteres, de modo que, por ejemplo, sea capaz de atender

profesionalmente en casas de emergencia sin exigir un pago pre­via, que se esfuerce a lo largo de toda Ia vida !aboral para estar al

dfa en los conocimientos de Ia profesi6n, etc. Por ejemplo, no se

considerarfa moral mente aceptable que un profesor dejase desaten­dido a un alumna que esta siendo acosado por algun compaiiero,

alegando que su contrato de trabajo le obliga unicamente a enseiiar

una materia. La mentalidad moral mayoritaria en sociedades como

Ia nuestra mantiene, como exigencia etica, que el autentico profe­

sional es alguien que ofrece un plus de servicio que va mas alia de

Ia relaci6n estrictamente mercantil, sin que ella signifique que deba

sacrificarse por completo a las demandas sociales; por eso decimos

que se presupone cierta vocaci6n, al menos Ia necesaria para hacer

frente, con altura moral, a los retos y tareas de Ia vida cotidiana. En

ocasiones especiales, esta vocaci6n puede llevar al profesional a

comportarse como un heroe, aun sin pretenderlo.

La enseiianza es una profesi6n que suele considerarse como altamente vocacional , a pesar de que tambien es obvio que

muchas personas acaban trabajando como profesores porque no

han encontrado un empleo en sectores que hubieran sido de

mayor agrado para elias. Tambien existe cierta leyenda respecto a

que Ia vocaci6n serfa mayor en el caso de los docentes que traba­

jan con niiios pequeiios, mientras que supuestamente serfa menor

entre los profesores de secundaria y de universidad. Un conocido

chiste remata esta leyenda afirmando que los profesores de prima­

ri a aman a sus alumnos, los profesores de secundaria aman su

materia, y los profesores de universidad seaman a sf mismos. Bra­

mas aparte, dado que este tipo de leyendas se basa en generaliza­

ciones excesivas, lo cierto es que hay cierto numero de personas

~---..

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 57 Y DE LA SOCI EDAD PLURALISTA

vocacionadas en todos los sectores y en todos los centros de tra­

bajo, aunque tambien es obvio que hay otras much as que no estan

comprometidas e ilusionadas con su quehacer profesional.

Ahora bien, lcual serfa Ia orientaci6n etica adecuada para esos

casos en los que una persona esta ejerciendo Ia docencia porque

no encontr6 un empleo mejor, pero nose siente vocacionada para

ejercerla como serfa deseable? En principia hay dos opciones razo­

nables en este tipo de casos: 1) Por un I ado, Ia opci6n deponer los

medias para salir cuanto antes de Ia ensenanza accediendo a otro

empleo que le resulte mas satisfactorio; entretanto, lo correcto

serfa esforzarse para desempenar Ia labor docente del modo mas

correcto y acertado posible. 2) Por otro lado, existe Ia posibil idad

de "cu lt ivar Ia vocaci6n", es deci r, de esforzarse por conocer a

fondo los entresijos de esa profesi6n que uno comenz6 ejerciendo

sin experimentar una especial inclinaci6n, hasta llegar a senti rla

como propia y disfrutarla. Porque Ia vocaci6n no siempre nace,

sino que, sobre todo se hace. Lo que no resu lta eticamente acepta­

ble es acomodarse a Ia rutina de ejercer una profesi6n sin apego

personal por ella, puesto que antes o despues las consecuencias

de ese acomodo rutinario seran daninas para todos, especial mente

para los alumnos, pero tambien para el propio profesional.

3) En consecuencia con el rasgo anterior, de los profesionales

en general se espera que no ejerzan su profesi6n unicamente par

afan de Iuera, ya que Ia profesi6n propiamente dicha es un tipo de

actividad socialmente definida que esta encaminada a favorecer a

Ia colectividad. En este sentido, conviene distinguir entree/ fin de

una profesi6n, el bien objetivo que con ella se persigue y por el

que cobra su sentido, y los intereses subjetivos que persiguen las

personas que Ia ejercen. Evidentemente, el interes particular de

una persona a Ia hora de elegir y de ejercer su profesi6n puede

consistir exclusivamente en ganar dinero, o en adquirir poder,

fama, etc. Pero Ia meta de Ia profesi6n noes nunca Ia de propor­

cionar esas recompensas a quienes Ia ejercen, sino Ia de prestar

un servicio de calidad a Ia comunidad; de ahf que el profesional,

si desea permanecer d ignamente en Ia profesi6n, no tenga mas

remedio que asumir los objetivos propios de Ia misma y los habi­

tos que general mente se consideran correctos para ejercerla.

ETICA DE LAS PROFESI ONES

58 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

En el caso de Ia ensenanza, Ia sociedad espera de los profeso­res que, tanto el que tiene mas vocaci6n como el que tiene menos,

se entregue a Ia tarea docente con cierto entusiasmo y altura moral, sin estar mirando el reloj todo el tiempo y sin medir conti­

nuamente los servicios prestados; por el contrario, se espera del

profesional que proporcione honestamente Ia mejor formaci6n

posible a sus alumnos, porque ese es el objetivo que da sentido a Ia profesi6n, y que considere las recompensas materiales y mora­

les como un anadido que, siendo necesario, nunca debe constituir

el objetivo principal de Ia actividad docente.

4) Los profesionales ejercen Ia profesi6n de forma estable y obtienen a traves de ella su media de vida. En este punta no cabe duda de que Ia mayorfa de los profesores posee este rasgo, porque

suelen tener dedicaci6n exclusiva a esta profesi6n y consiguen salir

adelante con el salario que ganan en ella, al menos en los pafses

econ6micamente mas favorecidos. Es cierto que tambien hay una gran cantidad de profesores cuya actividad principal noes Ia ense­

iianza, sino que ejercen esta profesi6n como un modo de obtener

ingresos extra ode ganar mayor estatus social. En este ultimo caso, lo eticamente adecuado es que se tomen muy en serio esta ocupa­

ci6n, aunque no sea su media de vida principal, dado que esta en juego Ia calidad del servicio que se presta a los alumnos.

5) Los profesionales forman con sus colegas un colectivo, gene­ral mente un colegio profesional, que obtiene, o trata de obtener, el

control monopolfstico sabre el servicio que presta Ia profesi6n a Ia sociedad. Las profesiones reclaman el derecho a prestar su servi­

cio de una manera exclusiva, considerando como "intruso" a cual­quiera que pretenda hacerlo sin haber accedido previamente a Ia

profesi6n cumpliendo todos los requisites establecidos.

En el caso de Ia docencia, se reclama Ia exclusividad del servi­

cio de Ia enseiianza por parte de profesores titulados y Ia conse­cuente consideraci6n de intrusos a quienes carezcan de Ia corres­

pondiente titulaci6n. Pero hay que reconocer que esta caracterfsti­

ca genera l de las profesiones no es, en el caso de Ia enseiianza, tan rfgida como en las profesiones san itarias y en otras muchas,

puesto que cualquier titulado de casi de cualquier nivel se puede

convertir en profesor, yes muy raro que se denuncie a una perso-

£.'1' T f"ll np T.AS PROFESIONES

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESI ONES 59 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

na por cometer el del ito de intrusismo ocupando un puesto en Ia

enseiianza sin reunir todos los requisites legales. Tal vez Ia expli­

caci6n de este heche radique en que Ia enseiianza es una activi­

dad difusa, transversal a todas las demas actividades sociales, de

manera que en muchas ocasiones enseiia simplemente el que

realmente sabe de alga, aunque esa persona que sabe no tenga el

diploma que le acredita como experto en ese campo. Un agricul­

tor, por ejemplo, podrfa convertirse per un tiempo en profesor de

agricu ltura, y si lo hace medianamente bien es muy posible que

nadie lo denuncie como intruso en Ia profesi6n de profesor, per­

que al fin y al cabo lo que buscaban los que le contrataron era un

experto en esa materia y que fuera capaz de transmitir su saber, y

en ese sentido un profesional de cualquier ambito se puede con­

vertir en profesor con relativa facilidad. Esta caracterfstica parece

exclusiva de Ia profesi6n docente, y tal vez sea Ia explicaci6n ulti­

ma de par que el intrusismo en Ia enseiianza apenas existe, puesto

que en esta profesi6n es relativamente facil contra tar a otros profe­

sionales y transformarlos en docentes.

En cuanto a Ia colegiaci6n, esta caracterfstica de las profesio­

nes se cumple a medias en el case de los profesores, puesto que el

"colegio profesional de profesores" no existe como tal en muchos

pafses, aunque sf existen colegios profesionales de diversas titula­

ciones universitarias que asumen en sus estatutos Ia defensa de Ia

profesi6n docente como una mas de las que ejercen sus colegia­

dos. No existe Ia obligaci6n legal de colegia rse para ejercer Ia

enseiianza en los centres estatales (al menos en estos mementos

en Espana), y tampoco es obligada Ia colegiaci6n para los maes­

tros de primaria de Ia ensenanza privada. En este sentido, Ia lucha

contra el intrusismo profesional en Ia ensenanza es limitada, aun­

que no del todo inexistente. En pafses como Espana, en los que Ia

mayor parte de Ia ensenanza se imparte en centres de titularidad

estatal yen centres privados concertados con las administraciones

publicas, es Ia propia Administraci6n publica Ia que asume el con­

trol sabre Ia contrataci6n de Ia mayor parte de los profesionales de

Ia ensenanza, y de ese modo se hace casi imposible el intrusismo

en los niveles de ensenanza que tienen un reconocimiento oficial.

En cambia, se constata cierto grade de intrusismo profesional en

ETICA DE LAS PROFESIONES

60 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

el caso de las clases particulares que ofrecen algunos estudiantes

no titulados yen otros casas minoritarios de pequefios estableci­

mientos docentes cuyas ensenanzas carecen de un reconocimien­

to oficial, como por ejemplo algunas academias de idiomas que

contratan "profesores nativos" que carecen de titulaci6n que les

habilite para ejercer Ia ensenanza.

6) Se accede a/ ejercicio de Ia profesi6n a traves de un largo

proceso de capacitaci6n te6rica y practica, es decir, a traves de

unos estudios claramente reg/ados, de los que depende Ia acredi­

taci6n o licencia para ejercer Ia profesi6n. En el caso de Ia ense­

nanza, el permiso para ensenar va ligado a Ia obtenci6n de ciertos

diplomas universitarios, salvo excepciones ligadas a Ia llamada

''formaci6n profesional", que en realidad corresponde a lo que

tradicionalmente se han l lamado "oficios" : en estos casas, un

buen albanil o un buen fontanero, por ejemplo, pueden obtener

un permiso especial para ser profesores de su especialidad si Ia

Administraci6n publica comprueba de algun modo que poseen

las correspondientes competencias profesionales. Pero Ia regia

general es que el profesor sea un titulado universitario, tanto si

obtiene un diploma de una especialidad especfficamente docente

(maestro de primaria, pedagogo, etc.), como si consigue un tftulo

de diplomado, graduado o licenciado en cualquier especialidad

no docente y obtiene ademas algun otro diploma de capacitaci6n

para Ia docencia (anteriormente el Certificado de Aptitud Pedag6-

gica, ahora el Master de Formaci6n del Profesorado de Secunda­

ria, etc.). En el memento de redactar estas l fneas no existe todavfa

un requisito especffico para ejercer Ia docencia en Ia Universidad,

sino que basta con tener un tftulo de doctor, o de l icenciado o

master con venia docendi 2 para que se autorice a alguien a impar­

tir clases en un centro universitario, sin que se compruebe que

posee Ia necesaria capacitaci6n pedag6gica. Sin embargo, hay

indicios de que esta situaci6n esta cambiando rapidamente, pues-

1. La venia docendi, como su nombre Iatino indica, es el permiso que conceden las autoridades universitarias para que un titulado no doctor, generalmente estudiante de posgrado, pueda impartir un numero limitado de creditos de docencia en alguna materia de Ia especialidad academica en Ia que se esta formando.

R~I~A DE LAS PROFESIONES

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 67 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

to que ya son muchas las universidades que establecen cursos

especiales para Ia capacitaci6n docente de los profesores noveles

(ESCARTfN SOLANELLES y otros, 2008).

7) Los profesionales reclaman un amplio ambito de autono­mfa en el ejercicio de su profesi6n. Esto significa que general­

mente un profesional que se precie es aquel que real iza su propio

analisis de lo que necesita el beneficiario de su labor (usuario,

cliente, paciente, alumna, etc.) y el que decide par su cuenta y

riesgo Ia estrategia y los medias adecuados para prestar el servi­

cio correspondiente. Obviamente, el publico tiene derecho a

reclamar si se considera perjudicado por el profesional, y debe

ser atendido en tales reclamaciones, pero el profesional se pre­

senta, en principia, como el experto en el saber correspondiente

y, por tanto, exige tener voz y voto a Ia hora de determinar que

forma de ejercer Ia profesi6n es Ia correcta y que formas de ejer­

cerla estan contraindicadas.

En el caso de Ia ensenanza, Ia autonomfa profesional se mani­

fiesta en Ia conocida "libertad de catedra", de Ia que nos ocupare­

mos mas ampliamente en otro capitulo, pero dejemos clara desde

ahara que tal autonomfa docente no puede ser ilimitada. Hade

existir Ia libertad de catedra y hade ser respetada, pero no todo lo

que decida unilateralmente un profesor en el ejercicio de su pro­

fesi6n puede ser considerado inmediatamente como expresi6n de

su I ibertad de catedra. Si a sf fuera, habrfa que tolerar conductas

eticamente inaceptables, como permitir que un profesor mostrase

actitudes sadicas, esclavistas, racistas, sexistas, inductoras del odio

y Ia violencia, etc., como parte de su esti Ia docente.

8) Los profesiona/es han de asumir su responsabilidad par los aetas y tecnicas de Ia profesi6n. Este rasgo es una consecuencia

16gica del anterior: puesto que se reclama un ampl io margen de

autonomfa en el ejercicio profesional, se debe aceptar Ia corres­

pondiente responsabilidad. Un autentico profesional es alguien

que se responsabiliza del modo en que ejerce su profesi6n y que

esta dispuesto a dar cuenta de su comportamiento ante los usua­

ries y las autoridades. En el caso de Ia ensenanza, a Ia libertad de catedra corresponde Ia responsabilidad docente: Ia disposici6n a

mostrar, si Ia ocasi6n lo demanda, que decisiones docentes se van

ETICA DE LAS PROFESIONES

62 ETI CA PROFES IONAL DB LOS PROFESORES

a tamar o se tomaron en su momenta, y que razones avalan tales

decisiones, justificando argumentadamente el usa que se hizo de

Ia libertad de catedra.

IV. iQue significa ser un profesional excelente?

Una etica de las profesiones que pretenda estar a Ia altura de Ia

conciencia moral alcanzada par nuestra epoca hade ser un discur­

so coherente y capaz de orientar Ia accion de las personas interesa­

das en ser buenos profesionales en el sentido completo del termi­

no, esto es, profesionales tecnicamente capaces y a/ mismo tiempo

mora/mente fntegros en el desempeno de su labor profesional.

Para expresar en pocas palabras en que consiste ser un exce/en­

te profesional puede ser util inspirarse en Ia nocion de bondad

humana que expone GARCfA MORIY6N (2008) y tratar de trasponer

aquellos rasgos generales al caso del ejercicio profesional. All f, el

autor mantiene que una buena persona hade reunir en equilibria

armonioso tres rasgos principales: 1) Estar bien informado. 2) Estar

capacitado para tamar decisiones razonables. Y 3) mostrar senti­

mientos morales como Ia empatfa, el coraje y el amor. Parmi par­

te, considero que un buen profesional hade reunir los rasgos 1 y 2

para ser tecnicamente competente (por ejemplo, un profesor que

sabe y que sabe ensenar hade estar bien informado y hade saber

tamar las decisiones pedagogicas y didacticas pertinentes), y que

al mismo tiempo hade reunir los rasgos 2 y 3 para ser un profesio­

nal eticamente fntegro (por ejemplo, un profesor que sabe como

debe tratar a sus alumnos en el aula, como ser justa en sus eva lua­

ciones, etc., y que al mismo tiempo muestra sentimientos morales

como Ia empatra, el coraje y el amor). En sfntesis: Ser un profesio­

nal excelente significa sera/ mismo tiempo competente e fntegro,

y para ella es precise reunir tres requisites basicos: estar bien infor­

mado en el ambito de su profesion, tamar decisiones sensatas en

el ejercicio de Ia misma, y mostrar los sentimientos morales con­

gruentes con Ia actividad de que se trate.

La definicion anterior deja clara que no consideramos que sea

lo mismo ser un profesional excelente que uno meramente com­

petente. En efecto, lo que estamos argumentando es que el profe-

P.~TrA nE LAS PROFESIONES

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROPES I ONES 63 Y DE LA SOCIEDAD PLURALI STA

sional excelente posee una madurez etica que no siempre presen­

ta el profesional competente. Pongamos un ejemplo: un padre esta

preocupado porque su hijo corre el riesgo de obtener una baja

<;:alificaci6n en las pruebas de acceso a Ia universidad y decide

buscar ayuda contratando a un profesor particular que sea lo mas

competente posible para el objetivo de que su hijo supere conexi­

to dichas pruebas; para ella pone a prueba ados cand idates y des­

cubre que uno de ellos es muy competente como profesor, pero al

mismo tiempo ensena a su hijo algunas maneras de hacer trampas

en los examenes, mientras que el otro tambien resulta ser un buen

docente, pero aconseja a su hijo que nunca haga trampas de nin­

gun tipo. Se entiende que aquf estamos considerando como exce­

lente al segundo, y como meramente competente al primero. lO

tal vez habrfa que considerar que el profesor que ensena a mentir

a un alumno no puede ser calificado como competente en su pro­

fesi6n, par mas que muestre su valfa en todo lo demas? Merece Ia

pena debatir sabre esta cuesti6n, pero parmi parte considero que,

en general, no es un rasgo de competencia profesional ensenar al

alumno "habilidades inmorales" que puedan poner en peligro su

reputaci6n personal y su carrera profesional. Si ensenas a alguien

a jugar con fuego, eres responsable de que acabe chamuscado.

Comprendo que se pueden hacer objeciones a esta distinci6n

alegando que el profesional verdaderamente competente ha de

ser moralmente fntegro, con lo cual carecerfa de sentido distinguir

entre competente y excelente. Pero hay que reconocer que hay

profesionales de los que nadie dudarfa de su competencia y que,

sin embargo, dejan mucho que desear desde el punta de vista eti­

co. Veamos otro caso: Usted ha sido acusado injustamente de ase­

sinato y busca un buen abogado; sabe que el mas competente en

Ia materia puede llegar a "jugar sucio" para salvarle a usted de Ia

carcel, aunque corre el riesgo de acabar en Ia carcel el mismo,

mientras que otro abogado, tambien reconocidamente competen­

te, serfa incapaz de cruzar ciertos lfmites eticos aunque usted aca­

bara en Ia carcel; la cual de los dos abogados "competentes" ele­

girfa usted: al meramente competente o al que aquf consideramos

excelente? Que Ia decision no sea facil no significa que esta dis­

tinci6n carezca de sentido.

ETICA DE LAS PROFESI ONES

64 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

Lo que esta en juego en esta distinci6n entre el profesional

competente y el excelente es algo mas complejo de lo que pueda

parecer a primera vista. Veamos por que. Cuando pensamos dete­

nidamente en lo que significa ser un buen profesional en general,

nos damos cuenta de que hay varios elementos a tener en cuenta;

algunos de ellos son: 1) competencia tecnica o cualificaci6n pro­

fesional que corresponde a su titulaci6n, 2) intenciones subjetivas

que tenga el profesional (buenas o malas) y 3) resultados objetivos

que obtiene con su trabajo. Teniendo en cuenta estos tres elemen­

tos, un determinado profesional podrfa, por ejemplo, ser conside­

rado competente por Ia titulaci6n que posee, pero tener malas

intenciones y provocar unos resultados daninos, mientras que otro

podrfa tener escasa cualificaci6n conforme a su titulaci6n, pero

tener buenas intenciones y obtener buenos resultados objetivos

con su trabajo. En cad a uno de esos casas, Ia cal ificaci6n etica

que merecerfa cada uno de estos profesionales serfa diferente:

mientras que el primero habrfa actuado de modo perverse, el

segundo habrfa realizado una buena actuaci6n profesional. La

tabla siguiente nos muestra las ocho combinaciones posibles con

los tres elementos mencionados y el calificativo que podrfamos

otorgar a cada combinaci6n.

Calificaci6n etica de una actuacion profesional atendiendo a tres elementos de juicio

Cualificaci6n del lntenciones del Resultados Cal ificaci6n etica profesional profesional logrados de Ia actuaci6n

Alta Buenas Buenos Excelente

Malos Desafortunada, tal vez negligente

Mal as Buenos Accidental mente buena

Malos Perversa

Baja Buenas Buenos Accidental mente buena

Malos Negligente

Mal as Buenos Accidental mente buena

Malos Perversa

R~TCA DE LAS PROFESIONES

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 65 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

AI reflexionar sabre el contenido de esta tabla debemos tener

muy presente que habitual mente es imposible conocer las verda­

deras intenciones que abrigan las personas. Puede que tengamos

acceso a las intenciones de uno mismo, pero casi nunca conoce­

mos las intenciones de los demas y a veces ni siquiera podemos

estar seguros de lo que realmente pretendemos nosotros mismos.

La tabla puede ser uti! para caer en Ia cuenta de que no deberfa­

mos precipitarnos a Ia hora de juzgar las actuaciones profesiona­

les si no tenemos datos suficientes sabre Ia cualificaciones, las intenciones y los resultados objetivos, y mucho menos sabre el

caracter profesional complete de una persona (caracter que se

configura a traves de una sucesi6n de actuaciones a lo largo de

mucho tiempo). Tambien puede ser util para insistir en Ia idea de

que Ia excelencia es alga mas que Ia mera competencia profesio­

nal, porque el profesional excelente hade reunir en su actuaci6n

habitual Ia mejor preparaci6n tecnica, las mejores intenciones

de hacer el bien con su trabajo y los mejores resultados objetivos

posibles. De lo contrario, tal vez se trate de un profesional com­

petente, pero no merecerfa el cal ificativo de excelente.

V. las profesiones en el marco de valores de Ia etica dvica

Lo primero que hemos de reconocer cuando hablamos de etica

de las profesiones es que hay un marco de etica cfvica que todos

- las profesiones tambien- hemos de respetar para que puedan exis­

tir y prosperar las sociedades plural istas modernas, caracterizadas

par el heche de contener en su seno una gran diversidad de grupos

ideol6gicos que rivalizan par captar adeptos entre Ia poblaci6n. La

etica de cualquier profesi6n hade partir del reconocimiento y ape­

go a los valores de convivencia que componen esta etica cfvica

compartida: valores como Ia libertad, Ia igualdad, Ia solidaridad, el

respeto y Ia actitud pacifica de dialogo (CORTINA, 1999, MARTiN EZ

NAVARRO, 2005). En lfneas generales, tamar en serio estes valores

supone que todos los ciudadanos promuevan activamente los

Derechos Humanos de primera, segunda y tercera generaci6n.

El concepto de etica cfvica que aquf se presupone esta inspira­

do en las aportaciones de john Rawls sabre el consenso basico de

ETICA DE LAS PROFESIONES

66 ~TICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

valores que precisan las democracias liberales para mantener el

pluralismo dentro de ciertos lfmites, y tambien en los aportes de Ia

etica discursiva tal como los han desarrollado Adela Cortina y

Jesus Conill. En las paginas siguientes desarrollamos con cierto

detalle esta concepcion de una etica cfvica como clave etica de

una sociedad democratica y pluralista que se pretenda justa, pues­

to que es el marco en el que deben insertarse las eticas profesiona­

les en general y Ia etica de los profesores en particular.

La etica cfvica, como principia rector que hace posible el fun­

cionamiento normal de una sociedad pluralista y democratica,

exige a todos los ciudadanos un compromise activo de respeto y

promoci6n de los derechos humanos, yen ese sentido exige tam­

bien importantes cambios en el ethos, en el caracter propio, que

tradi cionalmente han adoptado Ia mayor parte de las profesio­

nes. Porque en nuestra epoca ya noes suficiente con que los pro­

fesionales decidan por su cuenta cuales son las buenas practicas de Ia profesi6n y cuales no lo son, sino que ahara es preciso

redefinirlas de tal modo que se vean respetados los derechos de los usuarios y de los demas colectivos afectados por el ejercicio

de Ia profesi6n (otros profesionales, proveedores, competidores,

etc.). La realizaci6n de los valores de Ia etica cfvica compartida

en las sociedades abiertas y pluralistas exige que todos nos reco­

nozcamos mutuamente como personas, esto es, como seres dig­

nos del mayor respeto y consideraci6n. Tratar a cada cual como

persona supone reconocerlo como interlocutor valido, y esto

implica que todo profesional hade tener en cuenta, en Ia medi­

da de lo posible, el punta de vista de las personas afectadas por

su labor profesional: no para plegarse a cualesquiera pretensio­

nes de estas, sino mas bien para adaptar el ejercicio de Ia profe­

si6n a las exigencias que hoy consideramos justas a Ia luz de los

valores mencionados.

VI. La etica dvica hace posible el pluralismo etico contemporcineo

La noci6n de pluralismo etico apunta a una situaci6n equidis­

tante entre dos extremos igualmente indeseables: por una parte, el

monismo totalitario, que serfa aquella situaci6n social en Ia que

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 67 Y DE LA SOCIEDAD PLORALISTA

un grupo ideo16gico consigue imponer sus principios a toda Ia

sociedad y prohfbe las demas opciones ideol6gicas para que no

puedan competir con Ia impuesta; par Ia otra parte, el relativismo

generalizado, que consistirfa en que Ia sociedad permitiera Ia exis­

tencia de todo tipo de grupos ideol6gicos sin lfmite alguno, con lo

cual camparfan a sus anchas los grupos violentos y se pondrfa en

grave peligro Ia estabilidad de tal sociedad relativista a ultranza,

que acabarfa autodestruyendose bajo Ia forma de una ca6tica gue­

rra civil de diversos bandos enfrentados.

El pluralismo etico es un ideal que realizar en el mundo real

mediante un compromise etico mantenido a lo largo del tiempo

con los valores de Ia etica dvica y los Derechos Humanos. Se tra­

ta de una situaci6n social de diffcil y fragil equilibria entre esos

dos extremes inhumanos, porque el pluralismo es Ia opci6n etica

que pretende mantener una sociedad abierta a una amplia diversi­

dad de opciones ideol6gicas, cada una de las cuales tiene sus pro­

pias convicciones morales, polfticas, religiosas, culturales y filos6-

ficas. AI optar por una sociedad plural o abierta se esta renuncian­

do a Ia uniformidad carcelaria que supone el totalitarismo, y al

mismo tiempo se pretende imponer un lfmite a las opciones posi­

bles para evitar Ia cafda en el caos de Ia violencia. La experiencia

hist6rica ha mostrado que los regfmenes totalitarios I levan consigo

una carga enorme de injusticia y de ineficiencia, mientras que las

situaciones de relativismo extrema conducen al enfrentamiento

violento y al caos que da paso ·al totalitarismo. Pero esa misma

experiencia hist6rica muestra que el pluralismo es posible y que

permite mantener un clima social de cooperaci6n mutua y de paz

duradera, a pesar de las inevitables tensiones provocadas por el

desacuerdo en multiples cuestiones.

Ambos extremes viciosos -monismo totalitario y relativismo

generalizado- coinciden en que noes necesaria Ia busqueda de

Ia verdad. La actitud que subyace al monismo totalitario es Ia de

quienes piensan que no hay que buscar Ia verdad porque ya Ia

posee el propio grupo, mientras que Ia actitud que subyace al

relativismo generalizado es Ia de quienes consideran que no exis­

te verdad alguna que pueda ser buscada y encontrada, yen con-

ETICA DE LAS PROFESIONES

68 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORBS

secuencia se habrfa de permitir Ia existencia de todo tipo de gru­

pos ideol6gicos con todas las consecuencias. Sin embargo, como

posicion equidistante entre ambos extremes, el pluralismo etico representa Ia actitud de quienes consideramos que /a verdad exis­te, pero tiene muchos ambitos diferentes -verdad /6gica, empfri­ca, moral, estetica, religiosa, etc.- y que noes patrimonio exclusi­vo de ningun grupo ideo/6gico concreto, sino que ha de ser bus­cada de modo permanente entre todos los grupos e individuos en un proceso hist6rico en el que tienen derecho a participar unica­mente aquellos grupos que renuncien a/ uso de Ia violencia y a cualquier pretension de imposiciones totalitarias. En el esquema

siguiente resumimos Ia expuesto hasta ahara situando el pluralis­

mo etico en el centro de los dos extremes que consideramos

rechazables:

El pluralismo etico: entre el monismo totalitario y el relativismo extremo

Monismo totalitario: Pluralismo etico: Relativismo extremo: Se lmposici6n de un sistema Compromiso con el ideal establece una permisividad etico y socio-polftico de una sociedad abierta, en total para todo tipo de totalitario, en el que un Ia que diferentes grupos grupos ideol6gicos, unico grupo ideol6gico ideol6gicos y culturales incluyendo los que establece como obligatoria mantienen lealtad a ciertos practican Ia violencia. Ello su propia ideologfa (que principios eticos basicos conduce a una situaci6n de puede ser confesional- que permiten una amplia inestabilidad por el fundamentalista o bien un variedad en Ia convivencia enfrentamiento entre los laicismo antirreligioso pacifica y justa. Tales grupos, que desemboca en fundamentalista) para toda principios eticos son: una guerra civil. El Ia poblaci6n. igualdad en dignidad y resultado final es que uno

libertades, respeto activo, de los grupos somete a los solidaridad y renuncia al demas e impone un uso de Ia violencia para monismo totalitario. enfrentar los conflictos mediante el dialogo.

VII. Diversidad de eticas de vida plena y una sola etica dvica de Ia justida

Para aclarar el marco en el que se ha de desenvolver una etica

de Ia docencia, es preciso distinguir entre dos tipos muy generales

de orientaciones eticas: las que se refieren a Ia busqueda personal de una vida plena, y las que se refieren a Ia construcci6n colectiva

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 69 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

de una sociedad justa. En el primer caso, el de las orientaciones

para que las personas alcancen una vida plena, las opciones razo­

nables son muchas y muy variadas. Hay diversas maneras moral­

mente aceptables de realizarse como ser humane. Existen muy

diversos proyectos de vida buena y feliz que las personas pueden

elegir, conforme a Ia particular circunstancia e idiosincrasia de

cada cual. El pluralismo en este terrene es una realidad positiva y

enriquecedora. La etica, como Filosoffa moral, puede ayudar a

conocer mejor las d iversas opciones y a mostrar las ventajas e

inconvenientes de cada una, pero final mente sera cada persona Ia

que habra de decidir cual es Ia que le parece mejor. En este terre­

no de las propuestas de vida plena, obviamente no todas las que

son posibles son eticamente aceptables: algunas son claramente

rechazables porque a.tentan contra los demas y contra Ia posibili­

dad de una convivencia pacifica y justa. Par eso es necesario aten­

der al otro polo de las cuestiones eticas: el de Ia justicia en las

relaciones sociales.

Para construir juntos una convivencia social justa, Ia opci6n

mas razonable es unicamente aquella que garantice al maximo el

establecimiento de una sociedad abierta, pluralista, equitativa y

sostenible, en Ia que sean respetados unos principios eticos basi­

cos por parte de todos los grupos que conforman Ia sociedad plu­

ral. El pluralismo etico se logra cuando diversos grupos ideol6gi­

cos coinciden en el compromise de respetarse mutuamente y de

colaborar juntos para establecer y mantener una etica cfvica com­

partida.

La etica dvica compartida noes una mas de las propuestas eti­

cas de vida plena; noes una mas de las eticas grupales, sino un

modulo de valores compartidos que todos y cada uno de los dife­

rentes grupos puede mantener desde su propio punta de vista. En

el grafico siguiente se representa un ejemplo en el que cuatro gru­

pos ideo16gicos diferentes, llamemoslos A, B, C y D, conviven en

una sociedad pluralista porque los cuatro coinciden en promover

ciertos valores basicos que precisamente son los que permiten

convivir en el respeto mutua. 2Que valores son esos? El respeto

activo, Ia libertad, Ia igualdad, Ia solidaridad y Ia actitud de dialo­

go (renunciando a Ia violencia):

ETI CA DE LAS PROFESIONES

70 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

~~ Valores--·-1 j _ basicos

1 compartidos

1 para una 1

1 sociedad justa 1

Esquema de una sociedad plural en Ia que conviven cuatro grupos ideologicos diferentes que comparten

los valores basicos que conforman Ia etica dvica.

Estes cinco valores pueden ser interpretados como los ingre­

dientes basi cos de un valor mas amp I io: /a justicia social. En efec­to, Ia mayor parte de los autores contemporaneos que han reflexio­

nado a fonda sabre el valor "justicia" -Rawls, Habermas, Apel, Ricoeur, Walzer, Taylor, Sen, Cortina, etc.-, suelen entenderlo

como un valor complejo, resultante de Ia puesta en practica de otros val ores mas simples y elementales, a pesar de que todos ellos

encierran cierta complej idad. Podrfamos comparar el valor justi­

cia con una molecula, y a los valores que lo componen con los atomos que conforman dicha molecula. De este modo se entiende

que, para incrementar el grade de justicia de una sociedad moder­

na, lo pertinente es promover los valores de Ia etica cfvica sin des­

cuidar ninguno de ellos.

lC6mo se ha llegado hist6ricamente a este modele de sociedad

plural que admite en su seno Ia existencia de distintos grupos

ideol6gicos rivales, pero que logra mantener Ia estabi lidad y Ia

cooperaci6n mutua, avanzando hacia una mayor justicia social? Este modele ha sido hist6ricamente posible porque las experien­

cias dolorosas de las "guerras de religion" y del fracaso de los modelos monistas totalitarios han dado paso a una valoraci6n

positiva de Ia diversidad y del pluralismo en el marco de unos

valores de convivencia compartidos.

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 77 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

Observemos que, mientras que las eticas de Ia vida plena son

muchas, yes de esperar que sigan siendo numerosas, dado que es

muy poco probable -y tal vez indeseable- que llegue a haber

algun dfa un acuerdo de toda Ia humanidad en torno a una sola,

en cambio Ia etica cfvica es unica, pero incompleta. El grafico

muestra que se trata de unos pocos valores compartidos, pero no

constituye una alternativa a ninguna de las eticas de vida plena.

Por ello, Ia adhesion a los valores de Ia etica dvica no implica Ia

promocion de un monismo totalitario, sino todo lo contrario: se

trata de una etica "mfnima", de un modulo de valores basicos que

historicamente ha mostrado su validez como condicion para hacer

posible Ia convivencia pacifica de diversas eticas "de maximos".

Este aspecto es importante para que entendamos que el profesor,

en una sociedad pluralista moderna, hade adoptar Ia etica dvica

como referenda principal de su practica educativa, sin perjuicio

de que, como persona y como ciudadano, practique su particular

etica de vida plena y trate de invitar con su ejemplo -nunca como

exigencia o imposicion- a que sus alumnos Ia compartan.

VIII. La ensenanza en un contexto de diversidad cultural

La diversidad cultural esta emparentada con el pluralismo eti­

co, al menos en parte. Porque en muchas de las sociedades que

consideramos abiertas y plurales conviven varies grupos cultura­

les, y cada uno de ellos suele ofrecer su propia propuesta de vida

plena. Si esas propuestas son equiparables a las que hemos consi­

derado anteriormente, de modo que tambien comparten los vale­

res basicos de una etica dvica que permiten Ia convivencia y Ia

construcci6n de una sociedad justa, entonces no plantean mayor

problema: las discrepancias y conflictos que pueda haber se

podran encauzar a traves del dialogo en un marco de respeto

mutuo, de libertades, de igualdad y de solidaridad. En cambio, si se trata de grupos culturales que rechazan algunos de los valores

que conforman esa etica cfvica compartida, el problema es mas

complejo. Veamos como lo podemos abordar.

En una sociedad plural, como ya hemos dejado claro hasta

ahora, no todo vale, no todo es permisible, sino que es precise

ETICA DE LAS PROFESIONES

72 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

poner If mites a lo que se pueda considerar como actitudes y com­

portamientos i naceptables. Hay sabre todo dos cuestiones con las

que hay que tener mucho cuidado: 1) que un grupo cultural pre­

tend a eliminar o dominar a otros grupos, y 2) que imponga restric­

ciones opresivas a sus propios miembros, como par ejemplo

excluir a las ninas de Ia escuela a partir de cierta edad. Natural­

mente, una sociedad plural saludable harfa bien en tamar medi­

das para preveni r ambos riesgos.

En cuanto al primer riesgo, Ia sociedad plural deberfa proteger

Ia seguridad de todos hacienda usa de los medias legales y mate­

riales que sean necesarios, pero sin extral imitarse traicionando el

marco definido par los valores basicos de Ia etica cfvica, porque

de lo contrario se produce una situaci6n de hipocresfa, de doblez

moral, que socava nuestra propia convivencia y abre una peligro­

sa deriva hacia alguno de los extremes viciosos -mon ismo tota li­

tario y relativismo extrema- de los que debemos apartarnos para

preservar el modele pluralista de sociedad.

Y en cuanto al segundo riesgo, el problema que puede plan­

tearse con respecto a algunos grupos cultu rales es que en elias se

restrinjan determinadas libertades a sus miembros (par ejemplo a

las mujeres, o a los ninos) y se les nieguen ciertas oportunidades

(par ejemplo el acceso a servicios educativos, de salud, etc.)

sabre Ia base de que Ia propia cosmovisi6n cultural asf lo deter­

mina. En este tipo de casas, si tomamos en serio los valores basi­

cos de Ia etica cfvica, deberfa garantizarse que todos los miem­bros de todos los grupos culturales puedan conocer Ia existencia de las otras propuestas de vida plena; todos deberfan tener Ia oportunidad de ponderar cuales son las que prefieren, y poder elegir libremente. Porque podrfa ocurrir que esas restricciones

internas se mantengan unicamente par un interes egofsta de algu­

nos sectores y lfderes poderosos del grupo, o que se trate de cos­

tumbres que Ia mayor parte de los miembros del grupo desearfa

eliminar si tuviera Ia oportunidad. So lo teniendo Ia posibilidad de

elegir se podra observar si los miembros afectados aceptan de

buen grado, o no, tal o cual costumbre que pasa par ser un rasgo

cultural pero que podrfa ser unicamente un capricho arbitrario

del que se ha hecho tradici6n.

LA ENSENANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 73 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

Pero, una vez garantizada Ia I ibertad de los miembros en el

interior de los grupos culturales, es precise entablar en serio un

verdadero dialogo intercultural basado en el conocimiento mutua,

de manera que se puedan encontrar soluciones razonables a los

problemas de convivencia. Este dialogo ha de reconocer necesa­

riamente una verdad hist6rica bastante clara: todos los grupos cul­

turales evolucionan, cambian, interaccionan, dialogan, aprenden

unos de otros, y por ello no existen "las culturas" en el sentido de

entidades cerradas, internamente homogeneas y estaticas, sino

que lo que existe realmente son los grupos de personas con sus

necesidades, sus problemas, sus aspiraciones, sus proyectos, etc.,

en los que generalmente hay cierta diversidad interna. Por todo

ella es posible y necesario el dialogo entre las personas de disti n­

tos grupos culturales en busca de soluciones comunes a proble­

mas comunes. Los profesores pueden tener un papel clave en este

di;Hogo intercultural que tanto se necesita en las sociedades con­

temporaneas. Pero no podran desempenar correctamente ese

papel si no aprenden a distinguir con cuidado entre las peculiari­dades culturales legftimas y los abuses arbitrarios revestidos de tra­

dici6n cultural.

IX. Bienes internos y externos en el ejercicio profesional

El deber de respetar el marco de Ia etica cfvica, que afecta a

toda profesi6n en las modernas sociedades pluralistas, no agota, ni

mucho menos, el contenido de Ia etica profesional. Ademas de

fomentar los valores compartidos de justicia social, cada profesi6n

hade perseguir aquel los bienes internos que le corresponden como

fines o metas de su labor. Por ejemplo, Ia ensenanza tiene que pro­

curar Ia formaci6n de personas cultas y crfticas, Ia medicina hade

promover Ia salud de las personas, el periodismo ha de velar par

i nformar de forma veraz y completa a los ciudadanos, etc.

Todo ello no sera obstaculo para que los buenos profesionales,

alllevar a cabo honestamente el ejercicio de Ia profesi6n, se hagan

acreedores a ciertas porciones de bienes externos, que son princi­

palmente el reconocimiento publico, el poder y el dinero. Son lla­

mados "bienes externos" por dos razones principales: 1) porque

ETICA DE LAS PROFESIONES

74 ETICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

se pueden lograr con cualquier actividad y 2) porque su lagro no

es lo que constituye Ia entrafia de Ia profesi6n, sino que son unica­

mente medias -siempre necesarios en cierta medida- para alcan­zar los bienes internos correspondientes.

Lo que exige el n ivel de desarrollo moral alcanzado en las

sociedades modernas es que los profesionales se comprometan de

lleno con los bienes internos de su profesi6n, puesto que son jus­

tamente este tipo de bienes los que dan senti do y legitimidad a sus

tareas profesionales, y desde ese compromise pueden llegar a ser

"excelentes" en su ejercicio profesional. La busqueda de Ia exce­lencia profesional ha de ser Ia orientaci6n principal de quienes

ingresan en una profesi6n, de modo que desaparezca, en lo posi­

ble, el fen6meno de Ia corrupci6n en este ambito:

//La corrupci6n de las actividades profesionales se produce -a mi juicio- cuando aquellos que participan en elias no las aprecian en sf mismas porque no valoran el bien interno que con elias se persigue, y las realizan exclusivamente por los bienes externos que por media de elias pueden conseguirse. Con lo cual esa actividad y quienes en ella cooperan aca­ban perdiendo su legitimidad social ,Yt con ella, toda credibi­lidad. Ahara bien, Ia rafz ultima de Ia corrupci6n reside en estos casos en Ia perdida de vocaci6n, en Ia renuncia a Ia excelencia" (CORTINA, A., 1997, 1 59).

X. Criterios eticos para elegir profesion o revisar Ia opci6n profe­

sional

Hay un sentido de Ia palabra "profesi6n" segun el cual los pro­

fesionales son aquellas personas que saben hacer bien su labor y

dedican Ia mayor parte de su tiempo a ella, convirtiendola en su media de vida, mientras que "aficionados" son aquellos que nose

han especializado en Ia tarea de que se trate y solo Ia practican

esporadicamente. Desde este punta de vista, Ia profesi6n es, en

general, Ia actividad principal de Ia vida adulta. Por ella parece

16gico que toda persona sensata que pretend a trazarse u n proyec­

to de vida personal satisfactorio, fel icitante, capaz de llenar de

sentido y plenitud una vida entera, se tome su tiempo para elegir

ETICA DE LAS PROPESIONES

LA ENSBNANZA EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES 75 Y DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

una profesi6n que colme sus aspiraciones. Y para ella precisa cri­

terios eticos. Conforme a lo que hemos expuesto en los apartados

anteriores, algunos criterios eticos que podrfan ser utiles en el pro­

ceso deliberative personal son los siguientes:

• No toda ocupaci6n es una profesi6n. Mafiosos, pfcaros, char­

latanes, proxenetas, traficantes de narc6ticos, etc., pueden ser

"unos profesionales" del chantaje, de Ia extorsion, del engaiio

y del comercio ilegal, pero lo suyo noes propiamente una pro­

fesi6n, puesto que las metas de tales dedicaciones carecen de

legitimidad y no proporcionan beneficia alguno a Ia sociedad

en su conjunto, sino todo lo contrario. En consecuencia, al ele­

gir profesi6n deberfamos descartar de entrada toda clase de

ocupaciones que atentan claramente contra los derechos

humanos. Este criteria etico podrfamos formularlo como ''ele­

gir una profesi6n digna". Como pregunta gufa para reflexionar

sabre este aspecto de las profesiones podrfamos proponer Ia

siguiente: ~Estoy efigiendo una profesi6n propiamente dicha o

mas bien una ocupaci6n injusta?

• Entre las profesiones dignas, hemos de seleccionar algunas que

esten a nuestro alcance de acuerdo con nuestras capacidades y

aptitudes psicoffsicas. No todos tenemos habilidad manual

para Ia microcirugfa, ni capacidad intelectual para dedicarnos

a ciertas tareas de investigaci6n en tecno logfa punta, pero

seguro que existe una multitud de actividades profesionales en

las que podrfamos llegar a ser habiles y expertos, con tal de

hacer el esfuerzo exigible durante el perfodo de formaci6n.

Serfa moralmente incorrecto elegir una profesi6n que uno sabe

de antemano que no va a poder desempeiiar adecuadamente

por fa lta de algunas capacidades que son esenciales para ejer­cerla, puesto que las consecuencias de semejante elecci6n

serfan a Ia larga perjudiciales para las personas beneficiarias de

Ia profesi6n (pacientes, alumnos, clientes, usuaries, etc.). Este

criteria etico podrfamos formularlo como "elegir una profesi6n

razonablemente accesible para mis capacidades". Una posible

pregunta gufa serf a:~ Estoy eligiendo una profesi6n que voy a

poder ejercer de modo competente o, por el contrario, s6/o

podre 1/evar/a a cabo de un modo torpe y chapucero?

~TICA DE LAS PROFESIONES

76 fTICA PROFESIONAL DE LOS PROFESORES

• Sabemos que, entre las profesiones dignas que esten al alcance

de las propias capacidades, no todas seran igualmente apeteci­

bles desde el punta de vista de Ia realizaci6n de ciertos valores

que uno aprecia par raz6n de Ia propia ideologfa filos6fica,

moral y, en su caso, religiosa (de Ia propia etica de vida plena o

etica de maximos que uno profesa). Seguramente algunas de

las opciones disponibles estaran en mayor sinton fa que otras

con respecto a las creencias y convicciones profundas de Ia

persona que ha de elegir profesi6n. Por ejemplo, serfa 16gico

que una persona que mantiene unas creencias religiosas deter­

minadas se plantease Ia cuesti6n de que profesiones pueden

servir mejor para ayudar a los mas necesitados, 0 cuales otras

tienen un mayor respeto par los animales, o que profesiones

tienen mayor conexi6n con Ia construcci6n de un mundo mas

justo. Este criteria etico podrfamos formularlo como //elegir una

profesi6n compatible con las propias creencias y valores y que

inc/usa promueva activamente tales valores''. Esta podrfa ser Ia

pregunta gufa correspondiente: l Estoy eligiendo una profesi6n

que me va a permitir realizar mas eficazmente los valores en los

que creo o, par el contrario, estoy eligiendo alguna otra que me

va a alejar de mis aspiraciones eticas y en su caso religiosas y par ella me puede acarrear una peligrosa esquizofrenia vital?

• Es obvio que entre las profesiones que reunan los requisites

anteriores, habra algunas que ofrezcan razonablemente mayo­

res posibilidades de empleo (ode autoempleo) a corto y media

plazo y algunas otras que lamentablemente se encuentren satu­

radas, hasta el punta de que no permitan una perspectiva opti­

mista en este sentido, al menos a corto y medio plazo. Esta

cuesti6n no hade ser determinante, puesto que las posibilida­

des de empleo (o de autoempleo) pueden variar mucho de un

momenta a otro y de un Iugar a otro. Pero no estara de mas

a pi icar algo de prudencia en este senti do: ''elegir una profesi6n

que vamos a poder ejercer en un plazo razonab/e tras e/ perfo­

do de formaci6n". Una posible pregunta gufa puede ser: lEstoy

eligiendo una profesi6n que voy a poder ejercer en i.Jn plazo

relativamente breve o, par el contrario, Ia que estoy eligiendo

esta tan saturada que diffcilmente padre insertarme /aboral­mente a traves de ella?

ETI CA DE LAS PROFESI ONES

LA ENSENANZA EN BL CONTEXTO DE LAS PROPES IONBS 11 Y DB LA SOCIEDAD PLURALISTA

• Ten idas en cuenta las observaciones anteriores, cabe todavfa

preguntarse si Ia profesi6n que una persona va a elegir es sufi­

cientemente apta para mantener el interes y Ia motivaci6n a lo

largo de los anos. Para no caer en Ia rutina del ejercicio profe­

sional burocratizado, es necesario disponer de cierto grado de

vocaci6n o inclinaci6n personal hacia el tipo de tareas propias

de Ia profesi6n elegida. Como senala Augusto Horta!, //cuando

el trabajo seve y se vive como vocaci6n/ Ia labor de una perso­

na se convierte en a/go inseparable de su vida. El profesional

vocacionado vive para su profesi6n y no s6/o de su profesi6n //

(HORTAL, 2002, 255). Y mas adelante afiade: //£1 profesional/

cuando se dedica a su profesi6n con un sentido vocacional/

hace //profesi6n'' de un modo de ser y de vivir, se dedica a pres­

tar el servicio que esa profesi6n tiene como propio// (HORTAL,

2002, 256). Para realizarse como persona y para mantener el

esfuerzo que conduce a Ia excelencia profesional, es decisive

amar Ia propia profesi6n. "Ama lo que hagas" es el sabio con­

sejo que le da el viejo operador de cine a su joven amigo en Ia

pelfcula "Cinema Paradiso"3. Aquf el criteria etico puede ser

formulado en terminos de //elegir una profesi6n que sea con­

gruente con Ia propia personalidad/ de modo que se disponga

de una reserva de ilusi6n y motivaci6n que permitira superar

dificultades y alcanzar el mayor grado de excelencia que sea

posible en el ejercicio de Ia misma//. En consecuencia, una pre­

gunta gufa podrfa ser: ~ Estoy eligiendo una profesi6n que me

ilusiona /o suficiente como para dedicarme a ella sin reservas y

tratar de alcanzar en ella el maximo grado de exce/encia del

que sea capaz o, por el contrario, me conformare con acceder

a una profesi6n que no me entusiasma y sere un profesional

burocratizado y mediocre?

Estos criterios, y algunos otros que podrfan anadirse, pueden

ayudar en el proceso deliberative que es conveniente llevar a cabo

con las personas que se plantean Ia elecci6n de una profesi6n. En

algunos casas tambien serviran para revisar Ia elecci6n que se hizo

2. Titulo original: "Nuevo Cinema Paradiso" (1989), dirigida por Giuseppe Tornatore y producci6n italo-francesa.

ETICA DE LAS PROFESIONES

78 ETICA PROFESI ONAL DE LOS PROFESORES

en el pasado, y de ese modo confirmar Ia decision tomada, o pro­ponerse rectificarla, si hay oportunidad de rectificaci6n. La pre­

gunta etica radical podrfa ser formulada en terminos de l Que estoy hacienda con mi vida? y para responderla adecuadamente es pre­ciso plantearse detenidamente las cuestiones que afectan a esa

parte nuclear de Ia propia vida que es Ia dedicaci6n profesional.

ETICA DE LAS PROFESIONES