28
Crítica de Arte I Magíster en Teoría e Historia del Arte Facultad de Artes Universidad de Chile Aportes para una Estética Marxista Primer Semestre, agosto de 2009

Aportes Para Una Estetica Marxista

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Estudio para el curso Crítica de Arte IRecolección de citas de autores marxistas sobre el campo de la Estética

Citation preview

Page 1: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Aportes para una Estética Marxista

Profesor: Carlos OssaEstudiante: Víctor Cárcamo

Primer Semestre, agosto de 2009

Page 2: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Índice

Introducción 3

Antecedentes 4

Aportes para una estética marxista 6

Conclusiones 14

La Obra de William Morris y la huella del hombre en su trabajo artístico.

15

Bibliografía 16

2

Page 3: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Introducción

Resulta bastante compleja la labor de situarse en el ámbito de la crítica y la filosofía del arte como marxista. Tras la caída de los llamados “socialismos reales” el marxismo leninismo entendido como matriz ideológica ha sido vapuleado y bombardeado mediáticamente en los distintos ámbitos del pensamiento, tanto en los círculos académicos , como en los no tanto, por el vencedor campo del capitalismo, expresado en el ámbito económico en su modalidad neoliberal y en las áreas del pensamiento por las distintas expresiones de la filosofía y la sociología postmodernas, sin importar su afiliación política.

El contrabando ideológico ha llegado a tal punto que tanto de uno como de otro lado se reduce el materialismo a una mera doctrina económica, a la que se ha aducido un carácter utópico dada la actual merma en la correlación de fuerzas. Lamentablemente, también ha contribuido a este desbarajuste una parte del mal llamado progresismo a nivel mundial, tergiversando los postulados de Marx, así como a los diferentes autores denominados marxistas.

Es necesario recordar, que el tema de la estética no fue tratado de manera específica por Marx en ninguno de sus escritos, resultando bastante vagas las alusiones que alcanzó a dejar por escrito sobre la relación entre arte y política. Sin embargo, el material emanado por otros autores frente a una estética marxista resulta bastante extenso.

Por ende, la presente entrega no es más que una interpretación personal y modesta, frente a la gran cantidad de material que podemos encontrar, de las distintas interpretaciones que un sinnúmero de autores ha hecho de los postulados de Marx llevados al campo del arte, siendo esta la resultante de una selección y discriminación de diferentes materiales y autores citados para la recreación y sistematización de una estética política que resultase coherente con la visión personal de los aportes de Marx y de los pensadores marxistas que la historia nos ha heredado, esperando contribuir con ello al desarrollo social del conocimiento. En ese sentido el presente texto no es una obra acabada, sino que simplemente busca ser un aporte para la aproximación hacia la problemática del estudio de la estética desde una óptica marxista, mediante la sistematización de citas de distintos autores sobre el tema.

3

Page 4: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Antecedentes

Al comenzar a adentrarnos en el campo de la estética Marxista caeremos en la cuenta, como ya habíamos anticipado, que Marx no dejó para nosotros ningún texto donde se tratase con particular atención el tema de las Artes en el sistema de producción capitalista, ni mucho menos de cómo deberían estas ser producidas en el comunismo. Lo mismo pasa con él ámbito de la estética en el área de la filosofía.

Lo que tenemos más bien de parte de él son algunas consideraciones realizadas acerca de la superestructura, donde el arte y la literatura son mencionados entre otros mecanismos que forman parte de esta, lo cual nos permitiría extrapolar algunas de las consideraciones realizadas sobre ella hacia las artes. Sin embargo, ya varios autores marxistas han dado cuenta de los peligros de hacer una trasposición mecánica de estos conceptos para aplicarlos a la creación artística en general.

El hecho de que Marx no haya dado mayores lineamientos frente a los temas propios de la estética, no quiere decir que este haya sido un tema menor para Marx, o que haya sido un tema dejado de lado en los inicios de la Revolución de Octubre o que no tengamos literatura marxista ni documentación donde se trate el tema, muy por el contrario, desde sus inicios en las cuestiones de la filosofía, Marx atendió a los temas de la estética, y específicamente, se adentró en el estudio de la estética de Hegel, y “…como demuestran las antologías que recogen sus principales textos sobre arte y literatura mostró siempre un profundo interés por las cuestiones estéticas en general, y por el arte y la literatura en particular” (Sánchez Vásquez, 1973).

Por su parte, si bien Marx no dejó textos específicos del tema, Lenin sí alcanzó a dejarnos algunos testimonios por escrito, y lineamientos tanto para el trabajo de los realizadores, como para la actitud del partido frente a ellas, aún cuando la gran mayoría de estos textos refiere a problemas coyunturales del desarrollo de la cultura y las Artes en los inicios de la consolidación del régimen soviético.

Por el contrario, profusa es la cantidad de textos que disponemos en esta materia por parte del Narkomprós – Comisariado de Cultura-, y de su director Anatoli V. Lunacharski. Así También conservamos gran parte de los textos del IZO - Departamento de Artes Plásticas (IZO) del Comisariado de Cultura (Narkomprós) – al cual pertenecían “…casi todos los artistas que ya constituían o serían muy pronto los protagonistas de la vanguardia soviética (Rodchenko, Tatlin, N. Gabo, Kandinsky, Malevitch, etc.)…” (Calvo, González y Marchán, 1999).

Otra de las entidades de las cuales tenemos bastante material es de las organizaciones autónomas de la Proletkult –Cultura Proletaria- del cual eran parte un gran número de artistas del ala “izquierdista” de la Unión de Artistas, en la que se veían involucrados los mismos creadores que formaban parte del IZO, y del INCHUK – Instituto para la Cultura-, institución semiestatal, subordinada al IZO, cuya “sección de Leningrado estaba dirigida por Tatlin y la de Witebsk por Malevitch, teniendo como profesor a El Lissitzky.” (Ibid.).

4

Page 5: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Mucho de los textos emanados por estos organismos, respondían a situaciones coyunturales, específicamente del período comprendido entre 1917 y 1930. Esto, nos puede hacer caer en errores garrafales si absolutisamos en lo artístico resoluciones referentes a momentos específicos del desarrollo de la lucha de clases en la Unión Soviética y no somos capaces de vislumbrar que es lo que hay más allá de algunos de los juicios emitidos.

Afortunadamente, sí podemos contar con un pensamiento más articulado por parte de León Trotsky frente al tema, quién alcanzó a dejar algunos testimonios y escritos de más largo aliento frente a problemáticas estéticas, aún cuando su extensión y su nivel de profundización en estas no permita hablar de ellos como de textos fundantes de una estética marxista.

Por ello, es que para poder dar cuenta del desarrollo del pensamiento marxista en el campo de la estética, debemos alimentarnos también de los textos y las interpretaciones emanados por otros autores marxistas, y neo-marxistas, para escoger de ellos aquellos elementos que nos parezcan más relevantes para dar cuenta de una entrega actualizada de una estética marxista, según el desarrollo de las fuerzas de producción y el devenir del arte exigen.

Es de esperar que el texto sea un aporte a la discusión en el área.

5

Page 6: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Aportes para una estética marxista

“El teatro, la literatura, el arte deben crear, por lo contrario, la “superestructura ideológica” de esas transformaciones reales

y efectivas que afectan al modo de vida de nuestra época”.(Bertolt Brecht)1

El estudio de los pensadores y artistas que han utilizado el materialismo como método de pensamiento de la estética y la producción artísticas, nos remite a una serie de preguntas propias del Arte, las cuales van encontrando respuesta según los diferentes autores.

El Arte y la estética, desde la lógica marxista, constituyen en sí mismos procesos productivos. En el Tercero de los Manuscritos de 1844, el Marx plantea que si bien se puede decir que este tipo de producción no es de una naturaleza diferente a otras, no por ello deja de estar sujeta a sus leyes. “…Religión, familia, Estado, derecho, moral, ciencia, arte, etc., no son más que formas especiales de la producción y caen bajo su ley general. La superación positiva de la propiedad privada como apropiación de la vida humana es por ello la superación positiva de toda enajenación, esto es, la vuelta del hombre desde la Religión, la familia, el Estado, etc., a su existencia humana, es decir, social.”2

Este tipo de producción especial debemos situarla dentro de la conformación social en lo que en términos marxistas se conoce como la superestructura. El Arte y la estética, son parte de la superestructura que cubre lo esencial, el desarrollo de la lucha de clases en torno a la propiedad de los medios sociales de producción, y como tal, deben tomar partido en el proceso de la lucha de clases.

En el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política3, refiriéndose a los conceptos de Estructura y Superestructura, Marx señala: “… Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.” (Marx, 1859).

Aquí, la distinción entre estructura y superestructura es clara, por una parte están las “relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El

1 Brecht, B. (1927). Consideraciones sobre las dificultades del Teatro Épico, escrito el 27 de noviembre de 1927. Extraído de “Escritos sobre teatro”, Tomo I, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1970.2 Marx, K. (1844). Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, Tercer Manuscrito, “Propiedad privada y trabajo. Economía política como producto del movimiento de la propiedad privada”3 Marx, K. (1859). Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política. Firmado en Londres, en enero de 1859. Publicado en el libro; Zur Kritik der plitischen Oekonomie von Karl Marx, Erstes Heft, Berlín 1859.

6

Page 7: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad” (Ibid.). Por otro lado, entonces, estarían “las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto”, es decir la superestructura, campo al cual pertenecen las artes, la literatura y la estética.

Las formas ideológicas de la superestructura juegan en este caso un papel decisivo, pudiendo determinar para bien o para mal el estado de conciencia del proletariado, ya sea ayudando a elevar esos niveles de conciencia, o desbastándolos. Pues si bien lo ocurrido a nivel de la superestructura no determina las condiciones objetivas –estado de las masas proletarias- en las cuales se produce o no una revolución, sí afecta directamente sobre las condiciones subjetivas de la lucha de clases –nivel de organización concreto del partido y como estadio ideológico-, determinando el avance del proletariado.

Por ende, Marx reconoce que la lucha se da en dos aspectos, tanto en el ideológico como en el práctico. Ya que las artes, y demás componentes de la superestructura operan “sólo en el dominio de la conciencia, del fuero interno del hombre, pero la enajenación económica pertenece a la vida real; su superación abarca por ello ambos aspectos”4. Así, en este texto Marx no sólo le da un lugar a la creación dentro del análisis materialista de las relaciones sociales, sino que también le otorga un sentido, el de herramienta de transformación ideológica de estas, e incluso podemos ir más lejos señalando que esta es una de las tareas principales: “Después de apoderarse del poder, el proletariado tiene por primera tarea apoderarse del aparato de la cultura que antes servía a otros -industrias, escuelas, ediciones, prensa, teatros, etc.- y, gracias a este aparato, abrirse el camino de la cultura”. (Trotsky, 1924)

Tales puntos, primero, en relación al entendimiento del arte como proceso productivo especializado, pero sujeto de todas formas a las leyes generales que rigen los procesos productivos; y segundo, el hecho de que debemos considerarlos como parte de la superestructura, y que como tal, pueden transformar ideológicamente el devenir de la estructura social, son cuestiones que es necesario dejar en claro a partir de la evidencia bibliográfica que tenemos al respecto, y que nos ayudarán a comprender los principales lineamientos que cruzan el debate en torno a una crítica marxista.

Este rol que el marxismo otorga a la creación como forma de producción, lo hace patente con mayor claridad Lenin cuando dice que “La literatura debe convertirse en una parte de la causa general del proletariado, ser “ruedecita y tornillo” del gran mecanismo social–demócrata, uno e indivisible, puesto en movimiento por la totalidad de la vanguardia consciente de toda la clase obrera. La literatura debe llegar a ser una parte integrante del trabajo organizado, metódico y unificado del Partido Social–Demócrata.5”

4 Marx, K. (1844). Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, Tercer Manuscrito, “Propiedad privada y trabajo. Economía política como producto del movimiento de la propiedad privada”5 Lenin, V. I. (1905). La organización del Partido y la Literatura del Partido. Extraído de Lenin, sobre Arte y Literatura. Prólogo, traducción y edición de Miguel Lendínez. Ediciones Júcar. Madrid. 1975. Págs. 70-77.

7

Page 8: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

El fragmento citado de “La organización del Partido y la Literatura del Partido” de Lenin, resulta esclarecedor frente al papel y a la importancia otorgada por los marxistas ya antes de la revolución de octubre a los creadores en el proceso por alcanzar la nueva sociedad. Sin embargo, es al mal uso de fragmentos como este que se aduce la imposición y afán de direccionismo por parte del marxismo hacia la creación artística a nivel de la sociedad en general. Claramente muchos de esos comentarios se basan solo en el fragmento y no en el texto completo, que pocas líneas más abajo dice: “Cada uno es libre de escribir o decir lo que quiera, sin restricción alguna. Pero toda asociación libre (incluido el Partido) es libre también de expulsar a los miembros que utilizan el nombre del Partido para propagar ideas contrarias al Partido. La libertad de palabra y la libertad de prensa han de ser completas“. (Ibid.)

Con esto queda claro que cuando Lenin se refiere de forma taxativa de cómo debe ser la literatura y la creación marxistas, se refiere precisamente a eso, cómo deben manejarse los intelectuales orgánicos del partido, y quienes crean abogar por él, no el conjunto de los creadores, pero sí aquellos que aboguen por realizar este tipo de transformaciones, pues “…En la vinculación del esfuerzo creador del escritor con las fuerzas sociales que luchan por una verdadera liberación social y humana, está la garantía de su propia libertad” (Sánchez Vásquez, 1973)

Este hecho también queda claro al revisar la historia de los manifiestos, escritos y resoluciones emanados por parte del gobierno soviético, pues “A la luz de los datos disponibles, el naciente Estado Soviético se negaba, en materia artística, a ejercer un dirigismo político, que sólo florecerá ya entrados los treinta y en un terreno abonado por las propias organizaciones artísticas. Por consiguiente las vicisitudes de la vanguardia artística rusa han de analizarse bajo la óptica de su propia evolución y del marco histórico, pero no desde una pretendida interpretación de dirigismo político…” (Calvo, González y Marchán, 1999).

Con todo, puede pensarse que este tipo de postulados puede llevar a los creadores a transformar sus obras en meros objetos de propaganda. Claramente, esto ha sido un vicio en el que se ha caído y por el que en gran parte se ha visto en algunos momentos en desmedro el campo de la estética y de los creadores marxistas, producto de la ignorancia de muchos, de la repetición tautológica de otros, y del deformación intencionada por parte de los pensadores contrarios al marxismo.

Sin embargo Trotsky va más allá, y nos platea el hecho de que en verdad no existiría algo así como una cultura proletaria, ya que la construcción de una cultura sólo es posible bajo el régimen de dictadura, y muestra que la creación de una cultura lleva siglos de construcción, por ende plantea el problema: “.¿Tendrá el proletariado el tiempo suficiente para crear una cultura “proletaria”?6, y a continuación se responde, “Contrariamente al

6 Trotsky, L. (1924). La cultura proletaria y el arte proletario. Es parte de una serie de textos publicados entre

1923 y 1924 por Revista Pravda y reeditados por editorial Progreso, en 1937 bajo el título “Literatura y revolución”.

8

Page 9: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

régimen de los poseedores de esclavos, de los feudales y de los burgueses, el proletariado considera su dictadura como un breve período de transición”(Trotsky, 1924) . Más adelante explica, “la dictadura del proletariado no es la organización económica y cultural de una nueva sociedad, es un régimen militar revolucionario cuyo fin es luchar para la instauración de esa sociedad”.(Id.)

Es decir para Trotsky la dictadura del proletariado no alcanzaría a durar el tiempo suficiente como para edificar su propia cultura, hecho que más allá de preocuparle le produce satisfacción pues asegura que “la edificación cultural no tendrá precedente en la historia cuando el puño de hierro de la dictadura no sea ya necesario, cuando no tenga carácter de clase. De ahí hay que concluir por regla general que no sólo no hay cultura proletaria, sino que no la habrá; y a decir verdad no hay motivo para lamentarlo: el proletariado ha tomado el poder precisamente para terminar de una vez por todas con la cultura de clase y para abrir la vía a una cultura humana. Parece que olvidamos esto con demasiada frecuencia”(Ibid.).

Entonces, ¿cómo podría haber un arte marxista, o realizado al calor del pensamiento materialista, en fin una estética marxista, en tiempos de dominación del capital, o en condiciones donde aún no se ha alcanzado la construcción de la nueva sociedad?. Este problema ya se evidenciaba tempranamente, al calor de la construcción del régimen soviético, sin ir más lejos, al pensar en la producción artística emanada por algunos de los florecientes artistas proletarios Trotsky señala que no serán estos artistas del “proletariado” los que pondrán la semilla para el nuevo arte, sino aquellos nacidos en la nueva sociedad, “…la cosecha cultural y artística requerida será - ¡afortunadamente! - socialista, y no “proletaria…”(Loc. Cit.).

¿Qué es lo que debieran hacer los artistas comprometidos en este tiempo entonces?, el hecho de que no se haya construido aún la nueva sociedad no quiere decir que no se pueda hacer nada. Tampoco se debe pensar en que hay que esperar el surgimiento de la nueva cultura para comenzar a trabajar, ya que “No se trata de inventar una nueva cultura proletaria, sino de desarrollar los mejores modelos, tradiciones y resultados en la cultura existente, desde el punto de vista de la concepción marxista del mundo y de las condiciones de vida y de lucha del proletariado en la época de su dictadura” (Lenin, 1920) 7, o como lo reforzara con sus palabras Trotsky: “Los días que vivimos no son todavía la época de una cultura nueva, todo lo más el umbral de esa época. Debemos tomar oficialmente posesión de los elementos más importantes de la vieja cultura en primer lugar, para poder al menos abrir la puerta a una cultura nueva”. (Trotsky, 1924).

Pero si el marxismo pretende cambiar, las relaciones sociales de producción, y la producción en sí misma, por qué valerse de las viejas prácticas de la sociedad capitalista, pues debemos decir que el arte, necesariamente seguirá utilizando algunos de los viejos

7 Lenin, V. I. (1920). Guión de la Resolución Sobre la Cultura Proletaria, escrito el 9 de octubre de 1920, y publicado por primera vez en Léninski Sbornik, XXV, en 1945. Extraído de “La cultura y la Revolución Cultural” (Selección de trabajos), Buenos aires, Editorial Anteo, 1974.

9

Page 10: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

esquemas para poder edificar un nuevo lenguaje, pues “...jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua”. (Marx, 1859)

Lo anterior no quiere decir que los artistas no puedan experimentar con nuevas técnicas y herramientas, o que no deben tratar con los nuevos materiales, así como con la exposición de las nuevas ideas que construirán la sociedad socialista, sino que por el contrario, los artistas deben -aún cuando las condiciones estén todavía en construcción- llevar el arte más allá, pues como dice Brecht respecto al teatro, si bien “…Esta generación no tiene ni el deseo ni la posibilidad de conquistar el teatro con el público existente, para representar en ese teatro y ante ese público obras más actuales o mejores; tiene el compromiso y la posibilidad de conquistar el teatro para otro público. La nueva producción, que incorpora cada vez más el gran teatro épico, forma que responde a la situación sociológica actual, por el momento sólo puede ser comprendida en su contenido y en su forma por aquellos que están en condiciones de comprender tal situación. No pretende satisfacer a la vieja estética, sino destruirla.8” (Brecht, 1927)

Al llegar a este punto debemos entonces preguntarnos qué cosas serían las que podrían hacer que el arte trascendiera lo meramente coyuntural y se transformase en un arte que realmente fuese un aporte, debiera acaso, como ya hemos cuestionado antes, convertirse en panfleto del partido. Pues claramente no, hay una cualidad en el arte que lo eleva a su calidad de obra de arte más allá que su condicionamiento de clase, que trasciende a todas ellas, por ello es que podemos seguir valorando el arte griego, como dice Marx, o valorar una obra de Miguel Ángel, aun cuando ella de cuenta de la historia del aparato productivo de la vieja sociedad, como nos da cuenta uno de los debates que quedaron registrados de Trotsky frente a Lunacharski y otros intelectuales ligados a la producción artística, donde plantea: “Si digo que el valor de La Divina Comedia reside en el hecho de que me ayuda a comprender el estado de espíritu de determinadas clases en una época determinada, la convierto simplemente en un mero documento histórico; pero como obra de arte, La Divina Comedia se dirige a mi propio espíritu, a mis propios sentimientos, y debo decir algo. La Divina Comedia de Dante puede ejercer sobre mí una opción oprimente, aplastante, alimentar en mí el pesimismo o la melancolía, o por el contrario reconfortarme, animarme, entusiasmarme... En cualquier caso, ahí reside fundamentalmente la relación entre el lector y la obra.9”

La obra de arte debiera ser por ende de una calidad única, teniendo gran cuidado en le ejecución técnica, pues “El arte detestable no es arte y por tanto los trabajadores no tienen necesidad de ello.”10. No basta sólo con que sea proletario, ni como veíamos, tampoco es una condición a priori, porque “..Evidentemente: incluso flojos, incluso incoloros, incluso

8 Brecht, B. (1927), ¿No deberíamos liquidar la estética?. Extraído de “Escritos sobre teatro”, ediciones nueva visión, buenos aires, 1970, p.17.9 El Partido y los artistas. Intervención de Trotsky en una reunión organizada el 9 de mayo de 1924 por el departamento de prensa del Comité Central sobre “la política del Partido en el campo de la literatura”. El presente texto, hallado por Brian Pearce en el volumen Voprosy Kul “toury pri Diktaltire proletariata", apareció en Moscú en 1925.10 Trotsky, L. (1924). La cultura proletaria y el arte proletario.

10

Page 11: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

llenos de faltas, los versos pueden marcar la vía del progreso político de un poeta y de una clase y tener una significación inmensa como síntoma cultural. Sin embargo, los poemas flojos, y más aún los que ponen de relieve la ignorancia del poeta, no pertenecen a la poesía proletaria simplemente porque no son poesía.”

Esto nos deja una tarea tremenda por delante, el analizar cómo es un arte que cumpla con las condiciones que estamos descubriendo, un arte donde más allá de cuáles sean los recursos a utilizar, si antiguos o nuevos, de cuenta del estado actual de la sociedad, mediante una calidad técnica que permita reconocerlo como obra de arte, pues “…El arte destinado al proletariado no puede ser un arte de segunda categoría”.

Pero, cómo ser un arte de primera categoría. Marx en sus Manuscritos de 1844 plantea en torno a la creación artística lo siguiente: “Si suponemos al hombre como hombre y a su relación con el mundo como una relación humana, sólo se puede cambiar amor por amor, confianza por confianza, etc. Si se quiere gozar del arte hasta ser un hombre artísticamente educado; si se quiere ejercer influjo sobre otro hombre, hay que ser un hombre que actúe sobre los otros de modo realmente estimulante e incitante.”11

Difícil misión, ahora se hace necesario estimular, remecer al hombre de manera incitante, para qué, para llevarlo a un estado de conciencia e incitarlo a la movilidad social como leíamos más arriba. De qué forma, he ahí el gran dilema que centenares de artistas han intentando resolver a lo largo de los últimos dos siglos.

Uno de los artistas que trata con gran acierto y extensamente es Bertolt Brecht. Dramaturgo, nacido en Alemania en la industrializada ciudad de Augsburgo, cercano al Partido Social Demócrata Alemán, que derivó en la formación del Partido Comunista Alemán (KPD), vivió de cerca el período de auge del movimiento obrero alemán y la irrupción del nazismo, del cual fue víctima directa, llevándolo al exilio en el año 1933. Siendo él mismo Brecht miembro de los Consejos de Trabajadores y Soldados12, Brecht vivió de cerca la revolución de Baviera “…encabezada por artistas y escritores tales como Kurt Eisner, Ernst Toller y Erich Mühsam, en los tiempos en que Alemania era azotada por el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht -Fundador del KPD- que terminó con sus cuerpos arrojados al Canal de Landwehr en Berlín en enero de 1919.

Dada la contemporaneidad con los autores y los debates que hemos citado, y su profusa producción en torno a la problemática tratada, es que nos tomamos de este sólo para ejemplificar como un artista tomando en cuenta esta clase de problemas, estudia y toma ciertas determinaciones para la realización de su obra, entendiendo el ejercicio de la

11 Marx, K. (1844) Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, Tercer Manuscrito, “Propiedad privada y trabajo. Economía política como producto del movimiento de la propiedad privada”.12 Véase el artículo “La Alemania de Brecht: 1898-1933” de Eve Rosenhaft. Extraído de Introducción a Brecht. Compilación de diferentes autores realizada por Peter Thomson y Glendyr Sacks. Editado originalmente por la Cambridge University Press en 1994, y editado al español en Madrid por Ediciones Akal en 1998.

11

Page 12: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

creación como un hecho racional en base a la consecución de los objetivos esperados por ella.

Brecht, plantea que en la época de la racionalidad, debemos dejar de lado la identificación aristotélica13 en el Teatro, para pasar precisamente a una relación racional del público con la obra, para así poder producir en el espectador el efecto deseado. Además, Brecht señala que “…El rechazo de la identificación no nace de un rechazo de las emociones, ni conduce a ese rechazo”14, y agrega más adelante “El fascismo , con su grotesco énfasis sobre lo emocional, y quizás una cierta declinación del momento racional en la doctrina marxista, me indujeron a mí mismo a enfatizar lo racional”(Ibid.).

¿Qué metodologías utiliza Brecht para lograr esto?. Primero que nada Brecht comienza trabajando con la idea de incluir elementos nuevos, sobretodo en cuanto al argumento de la obra se trata, trayendo hacia el centro del conflicto a obreros, trabajadores y campesinos comunes y corrientes. Sin embargo, no sería esta la gran modificación que Brecht introduciría al teatro. El dramaturgo, se daba cuenta que no bastaba con cambiar el sentido de las obras que estaba mostrando, simplemente, porque el espectador seguía recibiéndola apaciblemente desde su puesto, esperando que se produjese el efecto catártico del teatro aristotélico.

Para esto, Brecht trabajó utilizando distintas tácticas, pero nos referiremos aquí principalmente a dos de ellas. La primera fue la creación de las llamadas Lehrstück, o piezas de aprendizaje15. En ellas, Brecht piensa la sala de teatro como un laboratorio de ciencias, donde cada uno de los distintos elementos que operan en la puesta en escena es una variable que puede hacer diferente la emisión y recepción del que se está emanando por cada uno de estos elementos. En este tipo de piezas, Brecht cambia en cada una de ellas la concepción de escenario, bajándolo de la tarima, poniéndolo en el centro, anulándolo, modificando completamente la disposición de la sala, dejando los elementos propios del vestuario a la vista, dejando sólo medio telón (de manera que el espectador pudiese ver lo que había detrás de él), subiendo el coro a escena, entre otras acciones.

A nivel del público, ponía a este en el centro de la escena, lo transformaba en coro al que ponía un director, le entregaba argumentos y parlamentos dentro de la representación, que muchas veces le hacían dar cuenta de lo irracional que pueden ser las acciones, haciendo que los parlamentos fuesen precisamente los menos esperados y los más reprochables, de manera tal que el espectador no olvidase nunca que estaba frente a una representación y que si la obra llegó al desenlace que tuvo fue porque el personaje lo eligió de esa manera, pudiendo ser de otra, dando cuenta que la irracionalidad de la sociedad es una elección humana, y que está en manos de los actores sociales el transformarla.

13 Léase Aristóteles (1946). De Poética, Londres: Oxford Classical Texts.14 Brecht, B. (1927) El punto de vista racional y el punto de vista emocional. Extraído de “Escritos sobre teatro”, ediciones nueva visión, buenos aires, 1970, p.123.15 Léase “Aprendiendo para una nueva sociedad: la Lehrstück” de Roswitha Mueller. Extraído de Introducción a Brecht. Compilación de Peter Thomson y Glendyr Sacks. Madrid: Ediciones Akal, 1998.

12

Page 13: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Otro de las tácticas ocupadas por Brecht tomó el nombre de Verfremdungeffekts, o efectos de distanciamiento, más conocido como el extrañamiento, aún cuando este nombre no sea el más correcto pues ya se le aducía a las obras del teatro de Piscator. Si bien el trabajo con los efectos de distanciamiento no fue una acción tan radical como la generada con las Lehrstück, su puesta en práctica buscaba más o menos lo mismo. En ellas se marcaba claramente el hecho de que se estaba en un teatro, se interactuaba con los vestidores, con los recursos escenográficos, se usaba el medio telón, y otros elementos, pero aquí el acento estaba mayormente puesto en la interpretación y en el guión, pues para llevar el racionamiento dialéctico a escena, lo que se hacía era evidenciar las contradicciones entre las distintas acciones de los actores, mostrando diferentes posibilidades de acción, frente a la que finalmente era tomada por el personaje de la obra, dando cuenta nuevamente de la irracionalidad ya mencionada.

Sin duda, uno de los efectos más importante para alcanzar el distanciamiento, es decir, la no identificación con el personaje, es el hecho de que el actor, según Brecht, no debería llegar nunca a posicionarse por completo del personaje, no llegar a identificarse con él, y dar evidencia de que el era un mero actor poniendo en escena la interpretación de un personaje, pudiendo tomar partido en escena, extrañándose de las decisiones tomadas por el personaje. Un gesto muy recordado, tomado del teatro de máscaras oriental, es el actor sacándose su máscara y reprochando o extrañándose de la acción emprendida por el personaje que está representando.

Vemos aquí como un artista, en un área en específico de la creación toma elementos del teatro clásico, y transforma su sentido y su relación con el público, para alcanzar el efecto deseado por un arte que transforme ideológicamente a nivel de superestructura, buscando mover al espectador a la transformación social. No hemos analizado a Brecht a modo de receta, pues es claro que cada una de las distintas expresiones artísticas, en distintos contextos, deben dar respuestas originales al respecto. Sólo nos hemos prendado de él para dar cuenta de su analisis racional sobre los efectos que la obra produciría en el espectador.

Será tarea de nosotros el seguir buscando las herramientas que nos permitan realizar un aporte en nuestro propio contexto, en base al público y la herencia técnica de nuestra época.

13

Page 14: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Conclusiones

El hablar de una estética marxista resulta un trabajo bastante complejo, tanto más, dado el hecho de que ninguno de los autores clásicos del Marxismo trató el tema de la estética manera específica, lo que ha dificultado un consenso al plantear una crítica marxista de las artes visuales, y de las artes en general.

Sin embargo y a partir del estudio de diferentes autores marxistas hemos llegado en este trabajo a plantear que la obra de arte como parte de la superestructura de la sociedad, posee en sí la capacidad para ejercer las transformaciones ideológicas que lleven al proletariado hacia la acción por acabar con el actual estado, modificando las condiciones subjetivas para la lucha de clases en un determinado período.

La forma en que la obra de arte opera con mayor eficacia sobre la estructura es siendo testimonio de la realidad social y enrostrando al espectador la desigualdad, la injusticia y la irracionalidad a la que está sometido, al punto, de producir en él el distanciamiento necesario para que tome posición ante el mundo y se vea movido a transformarlo.

El artista, aún cuando intente siempre echar mano de los adelantos que el desarrollo de la técnica a lo largo de la historia nos ha heredado, podrá hacer uso en sus obras de algunos de los viejos resabios culturales, siempre y cuando los requerimientos del discurso de la obra así lo ameriten. Sin embargo, tanto los viejos como los nuevos métodos deben propender hacia la generación de un nuevo lenguaje, donde lo que más importa es cuanto aporten a la generación de conciencia y movilidad de las masas. Para ello, el arte entregado debe ser de altísimo nivel técnico, de manera que su materialidad no sea una trababa para la recepción del discurso. Si el contenido de la obra es capaz de manifestar racionalmente el conflicto que busca plantear, y se sobrepone así a su mera existencia como documento histórico, producirá el efecto buscado sobre el espectador, elevándose a la condición de obra de arte, trascendiendo su condición histórica.

14

Page 15: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

LA OBRA DE WILLIAM MORRIS Y LA HUELLA DEL HOMBREEN SU TRABAJO ARTÍSTICO

(Ejercicio crítico en torno a la obra de William Morris).

Mucho se ha hablado sobre el trabajo del artista William Morris, Inglés, nacido en 1834, fundador de la Federación Social Demócrata y la Liga Socialista de su país.

Se reconoce a Morris, principalmente, sus aportes tanto en el área del diseño de objetos, como en el ser uno de los iniciadores de lo que más adelante reconoceremos como diseño gráfico, en conjunto con diferentes artistas del Art Nouveau.

Morris, desarrolla su trabajo en base a la utilización de técnicas nuevas, mezcladas con técnicas antiguas de reproducción, dando cuenta en sus obras de un sistema de trabajo manual, de tipo artesanal, donde queda patente la intervención del artista en cada una de ellas como una huella del trabajo, como intento de ir en contra de la marea de la creciente industrialización de todos los procesos productivos propios de su época.

Si bien William Morris, intenta dar cuenta del trabajo humano y, por otra parte, realiza grandes aportes en el mundo de la creación, no podemos decir que su producción artística sea la de un artista situado en su tiempo. El hecho de que Morris en su obra figurativa no de cuenta de los motivos propios de su época, sino más bien, que trabaje con motivos decorativos propios de la vieja cultura medieval, más bien abstractos, o tendientes a la representación de formas naturalistas, pero absolutamente ajenos a su realidad social, hacen que en la obra de Morris se anule completamente toda posibilidad de hablar de un arte que rompa las barreras de la producción capitalista.

Al reproducir en su obra la forma de trabajo de los procesos medievales, sin dar cuenta de los motivos de clase, Morris transforma su obra en una pieza de lujo para coleccionistas, donde el valor del trabajo es llevado a límites insospechados, más por la exclusividad del producto artístico, que por la valorización real de las horas de trabajo especializado que se traspasó a la obra.

El trabajo de Morris, si bien pone de manifiesto el trabajo humano, no produce en el espectador otro efecto que el mero goce estético, produciendo el efecto contrario, no llevando al espectador a la valorización de la labor humana, ni dando cuenta de las relaciones sociales que han determinado que ese trabajo sea más valorizado que otros que ocuparon mayor cantidad de fuerza de trabajo para su elaboración, por ende, sus obras no incitan a la transformación social, sino que más bien, obvian los acontecimientos propios de su época.

Pues bien, aún cuando el desarrollo y la entrega de Morris son de una impecabilidad técnica realmente notable, la elección de sus motivos le juega en contra a su voluntad de valorizar el trabajo humano en la época de la industrialización, no logrando en el espectador el efecto deseado.

15

Page 16: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Bibliografía

Aguirre, I. (2000). Teorías y Prácticas en Educación Artística. Ideas para una

revisión pragmatista de la experiencia estética, País Vasco: Universidad Pública de Navarra.

Aguirre, I. (2006). Modelos formativos en educación artística: Imaginando nuevas presencias para las artes en educación, Bogotá: Ponencia presentada en el Lanzamiento del Foro Virtual en Educación Artística para América Latina y el caribe.

Aristóteles (1946). De Poética, Londres: Oxford Classical Texts.

Barbosa, A. (1998). Tópicos Utópicos, Belo Horizonte: C/ Arte

Brecht, B. (1970). Escritos sobre teatro, Tomo I, Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.

Calvo F., González, A., y Marchán, S. (1999), Escritos de arte de vanguardia, 1900-1945, Madrid: Istmo.

Fanon, F. (1961/1983). Los Condenados de la Tierra (2ª ed., 7ª reimpresión, pp. 193-196), Ciudad de México: Fondo de Cultura Económico.

Lenin, V. I. (1945). La cultura y la Revolución Cultural (Selección de trabajos), Buenos aires: Editorial Anteo, Ed. 1974.

Lenin, V. I. (1975). Lenin, sobre Arte y Literatura. Prólogo, traducción y edición de Miguel Lendínez. Madrid: Ediciones Júcar.

Lifschitz, M. (1981). La Filosofía del Arte de Karl Marx, México: Siglo Veintiuno Editores.

Marx, K. (1844). Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, Buenos Aires: Editorial Arandú, 1968.

Marx, K. (1859). Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política. Firmado en Londres, en enero de 1859. Publicado en el libro; Zur Kritik der plitischen Oekonomie von Karl Marx, Erstes Heft, Berlín 1859.

Sánchez Vásquez, A. (1973). Las ideas estéticas de Marx. La Habana, Cuba: Instituto Cubano del Libro.

Thomson, P. y Sacks, G. (1998). Introducción a Brecht. Madrid: Ediciones Akal, S.A.

16

Page 17: Aportes Para Una Estetica Marxista

Crítica de Arte IMagíster en Teoría e Historia del ArteFacultad de ArtesUniversidad de Chile

Trotsky, L. (1924). Literatura y revolución. Moscú: Progreso, 1937.

17