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Arquitectura 213 - 1945

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URUGUAY fUNDADA EL 22 DE MAYO DE 1914

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Presidente Arq. Horocio Terro Aroceno

Vice Presidente 1 . o

Arq. Javier Alvorez Mouliá

Vice Presidente 2. o

Arq. Enrique Durán Guoni

Secretario General Arq. Osear Brugnini

Tesorero Arq. Ricardo Correre

Secretario de Actas Arq. Raúl Cohe

Secretario Administrat ivo Arq. Gyptis Moisonnove

CONSEJO DELIBERATIVO Arq. Alberto Aguerre .. , , 11 .. 11

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Arturo Bergomino Giurio Ovid'io Dupetit S. Girons Rogelio Fus.~· Vilto Jaime L. Morques Mario Muccinelli Luis O. Nunes Alberto Oloso Morín Miguel N. Revello Ramón Ricón Eduardo Risso Villegas Enrique Stewort Vargas Luis A. Teperino Raúl Valeto

215 Abr i 1 1 g 4 5

A RQUITECTURA

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e EL MUEBLE. Por ia Arqta. Mcnía M. Martín de Frel.re • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •

e CASA DE LACOIZQUETA O ALDAO. Por el Ar·qto. Darío Berjman . ......... .. . ............ . .

e ORIGEN Y EVOLUCION DE LA CERAMICA. Porr el Arqto. Julio C. Ba•uzá ... . ................. .

e CE RAM 1 CA PERUANA . .... ............... .

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FACULTAD DE ARQUITECTURA ..... . ... . . .

HOTEL COTT AGE. Por los Arqtos. lsola y Armas

UNA CASA HABITACION EN CARRASCO. Por los Arqtos. Clerc y Guerra .. . .......... . ... .

UNA RESIDENCIA EN CARRASCO. Por el Arqto • Rodolfo Storm ....................... . ... .

e UNA ESTACION DE SERVICIO EN CARRASCO. Po·r el Arqto. R. Lorente .... ... ......... ... .

e A DONDE VA CARRASCO? Por el Arqto. M. Pérez del Cas.titlo ........ .. .... . ... . .......... .

e UNA SENTENCIA JUDICIAL. Por el Dr. Díaz Mintegui ...... ........... . ... .. ... .... .

e FUTURAS ELECCIONES EN LA SOCI EDAD DE ARQUITECTOS DEL URUGUAY .......... . . .

••ARQUITECTURA'' Di r.ectores

ARQU ITECTOS:

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Lo s técni cos nuevo Pl'an

naciot1ales en el de lJhi'a s Pública s

Prente al nuevo '' Plan de Obra . ..; Públicas ''. f l mi1s vasto y orgimico que haya conocido el país. es nec-esar io pe11sar que lo que df> él surja en la rea lidad e<•ncret.a --edificio o ca mino- antes debe haber natido f n (• l claustro de la in­te1igeneia. E s la técni t a nnev.:1 la qn t• va a r ealizar la t'OSH nueva. Y ::;on los ttcnicos de nuestro pa ís los qne a su cargo tienen tan alta r esponsabilidad.

Son dos las técuieas que deben -é'nfrentar rl proble11Ht: ing-eniería y arqui­tedu r-1-l. Y 110s es forzoso analizarlas ~: fliferPtwiarlas, tlesch~ qm~ t:'B el t•ampo ue la creación, d aros distingos existen.

Profundo y te11taclor es el problPma del anáUsis. P rro sin pseapH rn os a v~~daclos campos filosé>fieos. busquemos en la forma dt> {']n horar la eone{'peiún t~cn i ta , l.a es('nt'ial diferencia ele amba:; actividades. . .

ll1geniería y arquitPrtura se !)Ust0ntan sobr e una misma bHse tectónica ; es dt-cir, ing-eniería es la cosa constrnída, y arquitednra e.-; la eosa <·onstruíd.:l pero además armón il'a. f;as dos deben cumplir eon nn destino da ro; pero la arqui-

tf·etm·H , ademús. debe enriqm•ep t· o PX.:l ltar su finalidad. re\'isí il•ncl o IH forma • obte11icla con la bell eza.

En el prat·eso erec1eional, ~;~ hace el aro el .distinto or igeu de la :-; dos concep­ciones. ~lientras en el tall t-r , el ingenit>ro agnza su razonallliento y Jl eya .:11 extremo las posibilirl<ules de la:; ley e¡; d e la física y <ll'l d len lo. ·f.'l arquitecto }(• da rienda suelta a su ün.agina·:·ión. y concibe. A_qH{· l va cl l'l análisis prol ijn a la obtt•nció11 de la forma. que> no · •n ,' · sino que al final se le apar{'l'e. El arquitecto '' ,.e ·' df:'scle t> l principio ~m fonna, 1 ibre. desatada, pero qm• de.;;pu(·s dt:'ber[t suj~t.!lr a !as iuflexib !t~s leyes (lr la r (':lliclacl. El ingí:'Bi ero "pi('nsa" su ol1ra, el arquitecto la ' · s:ente ' · . . .\qnél la lleYa seg ura. ·finne--dt>sde el principio. sin caídas, sabü•nclo que t>l logro fin al <'s segnro e i ndPsíruct ibl(?. l ~n discipliwt pnecle llevar nl pie ]a:-, <·natr:;, letras que figur.~lll al f in al <le 1m; teor·f' liiHS alge­hrr.ieos : L. Q . Q. D .

Bl. arqnitcdo. oo..;e ila , <lucla . flaquea . Trabaj a en el eampo dt> la f.a ntasía. l.Ja n 'alidad lo tiron~a, per o se escapa e iw;ist c en d mlir sus garr.:ls. Rebusca in ­u msahl cmeutt> en las nPlmlo;-;a!'; (l P la imagina<" ~ Óll; " stwita " :-; u forma. y n• cúmo pHS.H de lo Ya poroso a lo qnf> desnuda su . .:; contornos; la persil!ue a tra,·és clf eroqnis impre·~· isos. abandonando mil ('suozos para gmtrdar unos poens: De:-·mta t <·do ,j nculo ex1wrÜnf>nta l ~· terreno pa ra concebir sn idea : ~· <" liando lH eoncih{', la tr.a<' a la rígida r e a lidacl. ordenando con el bag-aje ele sns <"Onotimientos todas las f m1cÍOIH:'_;;; y de~pll P'i organiza, eon algo que pnedr llamars<' '· im:;pira('ÍÚn ", todo el cúmulo d:e propú~itos, para llegar por f in. a ''L·ompon-r·r " s11 obnt , ·Ps decir. a darh' un srnti<lo, nna expresión. una unicl.'l d plitsí it'a .

~~i tomamos un problema el(' ingeni ería - datos pret·isos .'· preeisos resttl ­h¡(l os- debemos adm itir qne siempre ·('x.istf:' una solnció11. tliH' annqtH' fnpre t eóri('a. srrá la mejor . ~iempre. para t al destino. ¡xH·a t e1l ·::oste. pa ra tal <lnnt ­C' ÍÓn , hay una fo rma .'· eleme11tos que ri~n ro~am entc combinado~ n;,s V(lll a <lar el único r<•snltaclo t écn ico.

'i , a nn-est ra y~.z tomamos m1 edifjt'iO. no h.?lbrá nna, si no eien. mil soln­tÍOIH',>; <le aeuc>rdo con los proyectistas. Y si <•neoutráramos. t>Y iclenírm<'tlt c>, nw­jores y p-eores, cada at'<lllÍtecto pnPcle darle vuelo a ~n eoHN'pción y hacnln 1-'~t·a para ese dest ino.

En nn librr juego d f:' posibilida<les. sn im.?lg-ina r i6n. tl esatacla de las fórmu­las, pnrde sf:'ntir la cosa annóni(·a a1 lado cl r:> <·ifn. ele mi l cosas armóni eas con­crbidas en el mismo instante por otros arq uitectos.

ARQUITECTUR A •

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El ing'\'n~ero, mago d e las tPt;nicas, l<\S ordena ~n un ajuste. perfecto, sobr e la basr inviolable del citlcnlo: acomodamiento perfecto d e una cosa a su fun· cióu. El arquitecto, demiurgo d e la creación, "sueña" su forma; y después, difícilmen:tr, clolorosanwnte, l.a va clei')cendiendo del campo r·emoto de la fantas.ía ] : a~ta la [·ea lidad viva dondP impera la fórmula. Distinto proceso y distinta forma el<.• trabajo. En verdad. uno r ealiza la t écnica perfecta. Y el otro crea una obra de arte .

De ahí, en sínt E'sis, la difer-encia d e una obra d e ingeniería y de otra de ar<1uitedur.:. . Aqpélla le debe fidelidad estricta a su destino: cumplido éste, s iente la usura d el tirmpo, envejece y muere. L a obra d e arquitectura, .al igual , d ebe <'Umplir un d estino terrestre : ca'i3:, t emplo, estadio, capitolio ; pero satis­fecha su finalidad , puede vivi r -y algun.~s viven desde milenios- por sobr e s11 destino; y lucir en los tiempos sncesivos, algo sin p eso ni sustancia - la br1 Jeza- que los días no pued en gastar con sus garras invisibles. ¡Columnas del P~lrt'f'non, canta ndo sn mftsieH de mármol por sobre las mitologías enterradas!

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Habienrlo dejado as í difer enciados los do~ campos - ninguno más alto que r l otro- donde operan ingen ieros y arquitectos, unos ''pensando'' su obra, OU O!'; "sintiendo " sn obra, vayamos a un análisis, que deberá ser conciso, de }.g'-) fuu cion.es del arquitecto -en la administración pública .

Admit ido t> l p1·oceso de conc-ep ción d e la obra arquitectónica, :fácil nos será <.ll'mostrar qu-e elJa no pu ede estar sujeta, atada, a un lugar, a un horario, a nu método, a una disciplina, a umt j er a rquía, impuestos. La creación arqui­ted 6ni ca, que depende, como hemos dicho, de nn estado d e lucidez o de inspi­ración para surgir a ]a v ida, d 2be ser entregada a la libre exp resión del espíritu . . ~o e:; uno solo el mt:>jor. Xo -es el más· viejo, ni el más nuevo. No es el afincado estudio, ni la paGieneia , ni la ob!::til'.3ción lo que alcance el logro artístico. El sneño arquit edural pued e snl'gir d t> cualquier mt>nte hecha a los procesos crea· (1ot·~s. Y s i siempre habrá j erarquías - aun más que en las otras disciplinas trtnicas- éstas d eben estar t'JI continua prueba a travrs de los proyectos, para t•l a j uste d·P y.alor es.

Es por eso qne un procedimiento ya rig-e con prestig·io universal para ob­tc·n-er la gran obra de arquitectura: el concurso público. Disciplina que no conoc-e {'l ingeniero, y mucho menos lo-:; otros t écnicos en los otros campos de la ciencia .

El cOnl'urso público abre kls puer tas a toda creación. Y si bien padece de ei<-rtas limitaciones - las que gnar.dan los jurados por hpmanas fallas- es el único instrumento qne permite perseguir la mejor obra arquitectónica. Y es e l instrumento que todos los Congresos d e Arquitectura , h~n recomendado a todos lo::; países congresantes .

Ile ahí allanado n uestro camino. Si existe un procedimiento - no perfecto, pero sí el m-ejor- para alcanzar una obra d e arquitectur.!l, el Estado debe adoptarlo. Y es eso .Jo ·que ha he·~bo el nuevo " Plan de Obr as Públicas", esta· bleciendo al f in3l del artículo 24 qne '' cuando se trat-e de ed ificios de impor­tancia p or s u cos:to o d estino, tos proyectos s~rán seleccionados preferentemente p o1· concurso público, en el qn() solamt:>nte podrán int-ervenir arquitectos con títul o emanado d e la lniYrr~· i dad de la Rt:>pública" .

P or eso, dejando para otl'a v2z el .3nál isis d e las funciones del arquitecto en ]a administración públi ca -qu~ los tien-(l , y muy importantes- d etengamoR ho) nuestro comentario, transformánd olo en un cálido elogio a gobernantes y legisladores que aJ t:>13borar el importante " Plan dt> Obras Públicas " :tu vieron conciencia clara de cuál era el v·erdader o d·estino de la obra arquitectón ica. Y CJUe p or vez primera e11 la histor ia artística d el p.aís , cumpliendo con un pos­tnJado de numerosos Cougr·esos dP A l'quitectura , enc.suzaron la obra nueva por ]as nobl es vías del concnrso público.

E 1 rnilagro de Carrasco

Aunque sin lo intención de dedicar este número o Ca­rrasco, lo cual continúo en aspiración, aprovechamos !a oportunidad poro decir algo sobre un temo que siempre hemos tenido a punto do plumo: "El milagro de Carrasco".

injust icia cont ra el gran gestor de este magnífico lugar, y nos referimos al Dr. Alfredo Aroceno y también a sus colo· boro dores: don Esteban Elena, don José Ordeig, el 1 ng. Federico Copurro y el Arq. Thays.

Porque creemos que Carrasco es sobre todas los cosos un milagl'o; y no creemos con esta afi rmación cometer uno

ARQUITECTURA

Sino todo lo contrario y yo nuestro homenaje y reconoci­miento está implícito en "El milagro de Carrasco" .

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Milagro desde el punto de visto natural; milagro desde el punto de vista de tesón y perseverancia poro lo obtención del fru to perseguido; milagro desde el punto de vi sto de excepción, que tal vez una serie de factores providenciales han permitido y contribuido al mantenimiento de este mag­nífico lugar de habitación, esparcimiento espiritual y recreo gozoso a los ojos.

Y o este último milagro, al del mantenimiento, es que queremos referirnos en estas 1 igeras lí neos.

Día o día es más imprescind ible la promulgación de una ordenanza salvadora para salvaguardar esas bellezas paro hoy y para el futuro.

No dejemos que continúe desamparada tanta riqueza: de obro, de t eson y de tiempo al alcance de las manos más descuidadas.

Temblamos por su suerte, cuando un interés particular apa rezco y se le ocurra medrar o expensas del esfuerzo acu­mula do con tanta largueza: el espacio, e l árbol, lo cons­trucción.

Piénsese la importancia aumentada a breve plazo por la cercanía del gran aeropuerto, por e l cual ya se dice, entra­rán a la ciudad 500.000 personas por año .

Carrasco está a 17 kilómetros de Montevideo - en sus puertas como se dice- , es admirado por propios y extraños; y constituye un lugar privilegiado que tal vez por tenerlo al alcance de la mano, y verlo todos los días, no comprende­mos lo que tenemos.

Compárese con otros plaYas, en que no ha habido coto al interés desmedido de l part icular y se verá por qué te­memos tanto por su suerte. Véase el perfil que nos presen­tan: casas al frente de exiguo ancho, sin espacio colindante; perfil de lo calzada con c_arócter ciudadano, dimensionado de loteamiento con un único norte: el agio; zonas huérfa­nas de espac io verde - colectivo o part icular-, planta cio­nes que desaparecen tragadas por la voracidad particular, obtención de la vista del mar cado 80 metros solamente por la calle que llega a lo Rambla ...

Todo esto es lo que tememos paro Carrasco, que un día empiece a cambia r su fisonomía y sea una playa más.

No es que queramos hacer una pragmática quietista y rígida que haga inviolable e inmutable su estado actual. Todo lo contrario nos impulsa a ello, queremos un poco de previsión y dentro de los lineamientos generales y especiales paro eso zona contemplar un gran plan general de espacios, retiros, al t uras, paredes divisorios - en su aspecto de pre­senta ción- , t ratamiento de la valo rización y diversificac ión de calles, zonas de esparcimiento, densidad de población regularizado, etc., etc.

Todo e llo poro Carrasco que nos da lo playa, el mar, el cielo, e l espacio, el árbol; y en medio de esto que no9 fué dedo uno arquitectura como entrelazado y entremezclado, que pese o todas ·las riquezas afincadas no se muestro os­tentoso y ofensiva.

La cornpra del Ho~¡1it.al Italiano

" Se habla de que el Gobierno ad-. . , . . quuu1o por una suma se•s veces m•-llonorio el Hospital Italiana, y que la instituaión vendedora construiría otro edificio en un terreno situado en la Av. Italia.

La compro sería paro hacer del no­table edificio adquirido, un museo de e xposición educacional y artística" .

Así comienzo "El País" un artículo que luego continúa por el comino de lo tardanza en lo conclusión de los ed i­ficios públicos, tópico sobre el que otro día diremos nos­otros a lgo.

Hoy nos inte resa desarrollar, tomando como centro lo porte t ronsc ripto, uno ideo que hace tiempo venía toman­do cue rpo; la compra del Hospital Italiano para .transfor­marlo en Museo de Bellas Artes y que nunca cre1mos que llega ra a término; pero, parece que hemos errado, y aque­llo que fuero aprensión y temor, ya está con nosotros. Aun­que sentado la verdad de que el act ual local, usado como Museo, está muy lejos de llenar discretamente las fun­ciones poro que lo cantidad y col idod de obras que ate-

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soro sean regularmente conservadas; y sabiendo que e l a cerbo artístico que atesoro llego o los S 16.000.000.00, no quiere esto decir que tomemos lo primero solución que sale al comino, o la forcemos.

Sufrimos de un loco afán de improvi sación o tra ns for-mación y si no veamos esto espléndido lista:

Hospital Marítimo, hoy Hotel Miromor.

lnst. Profiláctico, hoy Ministerio de S. P.

Uno antiguo tie nda, hoy Dirección de Via-lidad.

Uno coso de rem.ates de lanares, hoy Direc­ción Imp. Directos.

Edificio Toronco, hoy Ministerio de l. Pú­blico.

Hospital Italiano, mañana Museo de Bellas Artes?

Escapemos o este afán de adaptación y hagamos obro nuevo.

Se hablo yo de se is millones de pesos como gasto in i­ciol de compro, lo que sin duda a lguno constituye uno verdadera enormidad. ¿Cuánto cos.torón las reformas ne ­cesarios poro tronformor un Hospital de 50 años en un Museo digno que debe durar otros 50 años?

De todo lo que se puede decir, surge cla ro lo conve ­niencia de hacer el edific io propio poro el Museo de Be­llos Artes, porque lógicamente no está b ien en e l local en que está . usando un antiguo Pabellón de Higiene (otro adaptación ) .

Aprovechemos e l momento excepcional de lo realiza­ción del amplísimo plan de Obras Públicos, y fijemos en forma de fini t ivo uno serie de edificios públicos en un es ­tudio completo, total y armónico, yo de uso administ rati­vo, cultural, social, cívico, etc ., etc ., con c riterio urba ­níst ico, siguiendo poso o poso un plan programado por un:~ autoridad en lo materia, y n9s referimos o lo Ofi ­cina del Plan Regulador de l. M. M. y con ello indica­ríamos clara comprensión del rol que nos toca ¡ugor en cado coso.

Con el agregado de que esto Oficina tiene estudiado el Centro de Gobierno en los cercanías de 8 de Octubre y Boulevord Artigos y no creemos que se trote de pe­queños entreteni~ientos con el lápiz.

Su grcn composición, el sentido genera l y amplitud de 1::1 mismo, los edificios que la integrarán, la relación de templar y valorizar todo lo que obligo o un estudio totul y armónico ¿o todo es teoría: teoría pu ra?

Demos lo palabro a quien puede decir algo interesan ­t e y en este te rreno, ordenar en grandes composiciones que plásticamente llenen el almo de emoción.

Evitemos crea r hechos plásticos en lo éiudad, más aún evi temos adaptaciones, que luego quedan sin ton ni sor>, sin un orden preestablecido y que obligan a buscar solu­c iones que nunca llegan poro obtener un valor especial , o funci onal o plástico, o útil, o compuesto, o económico .

Una sent e ncia iudi c ial

La sentencia judicial que aparte publicamos, producido por e l jue:z: Sr. Día:z: Mintegui viene una vez más a poner en claro lo situación, que a menudo se encuentra el ar­

quitecto debido al desconocimiento que de su función, res­ponsabilidad y trabajo pretende tener el que le ha encargado un proyec•to; quien cree que todo se red'uce a un simpie

trabajo eJe rayas, o o un virtuosismo fácil , en un man zio entretenido d~l lápi:z:.

Si bien en lo presente circunstancia no se desconoce e l d erecho a cobror los honorarios correspondientes -lo que es muy importante- sino e l monto d~ los mismos; que por parte del colega los fijaba de acuerdo con el oran~.:e l

de la ~ociedad de Arquitectos del Uruguay, esto sentenc ia

llega o constituir una pie :z:a enjundioso sobra la torea tc·tal del arqu itecto y el valor que represento el mencionadu

arancel.

A R Q U 1 TE C T U R ,\

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• A RQUIT ECTURA

~ota enu.iada tw-t- ia Jo.ciedad de .ll~tqui.tectcd al

E.m8afa.do.t en ei 'U~tuguac¡

:Alonte Pide o .. A.bril 13 de 1945

.E.rcrno. Sr. Ern.ba.jador d:e lo.~ Estados U nidos de J:\T ort e A ?nér z:ca, D. lfTilia1n J)awson.

Sr. E1nba.,jad or:

La SOCIElJ.A_lJ DE ARQfl i:PECTOS DEL URUGUAY se hace un deber de presenJar en ht pm·sona del E xcelentísi1no S eñor E1nbajado'r de EE. TJTJ. sus más s·inceras condolencias al g~ran 1n.teblo que él 'representa entre nosotros, por la pérdida que acaba de experirne'ntar ese pueblo herrna.no, en la 1nuert:e del Gran Cond1.tcfor Roosevelt.

Esta ttwu.¡;rte no priva sólo a los EE. Ull . de A1nérica de u.n presidente eJ'cepcional, de U/n estadist(~ de v1:sión certera y de un jefe de ene1·gía e .rh·a or~MI'ria al servicio de los grandes idf ales que .Cion el aln~((, de América; priva al mlundo civ il1:zado del gran sa1vado1· de la liberta-d JJ de lt~ democracia en una som­bría hora de cr·i.'>is, en que supo hacer f'rent e con dec1:sión v·icto-1·ioso. rt la prepotencia JJ a la tiranía.

La, grcdüud del 1nundo entero hacia. esta ¡1:g1u·a cum,bre rh) la histon:a conte1nporránea. e.c; una glorr·ia definitú:a para. la pa.h··ia en cuyo antbie'nte surgió JI fu,é estimu..la,da JI comprendida.

JiJsta ,qloria 'JlO será al canzoda por la 1nuerte, .-;ino ~realzada y hecha defúúti ua ]JOr ella, y el dolor iJe este .Ciuceso consolidará 1nás a.ún los v ínculos de sol1:darirla.d entre todos los pueblos li­b1·es, he1· f de1J"OS de lo h)cc-iÓ'n y del e,ie1nplo, del ho1nbre heroico y generoso.

Al infe'rpref((.r l ns .c;ent i núento.c; de los ... 4.rquitectos d~e l -·.CJ rft­guay y el voto de la Cont1·s·ión Oirect,iua de esta Sociedad en el sentido que de,jo e.¡;pre.c;a,do, 1ne tH grato sctlurlar al Señor E?n­ba.1ador con la 1na110'r con.Ciiderac1:ón.

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Arqto. Osear Brugnin1: S ecrcta·rio (-}ene1·al

A.rqto. ll oracio 1'r-rr((, Aro cena Pres1'dente.

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en . '' tn"s

Con este título "Arquitectura" tuvo el acierto de traer a los colegas arquitectos una información que en nuestro medio no está sufi­cientemeute generalizada y acerca de la cual debe crearse y mantenerse todo el interés que merece. (Ver N9 209 de "Arquitectura").

En muchos países se realizan esfuerzos, generalmente por par­te del público, (vecinos de las zonas por que pasa) o de los funciona­rios correspondientes a las organizaciones viales, tendientes a crear pa­ra el camino las condiciones que lo hagan atrayente, embelleciendo sus costados y disponiendo su trazado en forma que permita al viajero gus­tar, en toda su amplitud, las perspectivas hermosas que ofrece el paisaje circundante . . - En nuestro país esa inquietud dió sus primeros frutos, del pun­to de vista legal, cuando en enero del año 1943 el Consejo del Estado, al estudiar la ley de Caminos Nacionales, Departamentales y Vecinales, incorporó, por mi iniciativa, un capítulo cuyas prescripciones se refieren expresamente a tan importante aspecto de la construcción y trazado del camino público.

Ese capítulo, que es el IV de la ley, se titula: "Acondicionamien­to de los caminos" y contiene dos artículos : el 359 que dice: "La Direc­ción de Vialidad del :Ministerio de Obras Públicas y los organismos mu­nicipales competentes, en su caso, estudiarán el acondicionamiento de los costados y adyacencias de los caminos, ya sea de los existentes, ya sea de los nuevos a construírse, con detalles de sus arbolados, plantaciones, playas de emergencia, de descanso, de estacionamiento o de parada etc., procurando su adaptación útil y armónica con el paisaje y con la con­figuración de la naturaleza circundante'', y el 369 que dice: '· Autorízase al Poder Ejecutivo para efectuar las expropiaciones necesarias para el cumplimiento de lo dispuesto en el artículo precedente".

La exposición de motivos en la parte correspondiente a este ca­pítulo de la ley estuvo a mi cargo y en ella expresaba lo que sigue.

"Vuestra Comisión considera oportuno incorporar a esta nueva organización de los caminos de la República, una prescripción moderna de acuerdo con la cual se agregarían a los estudios técnicos de los ca­minos, los correspondientes a su acondicionamiento estético y a su adap­tación al paisaje y a la configuración del terreno, con el f in de procurar al conductor, con el goce de la belleza natural de las regiones que atra­viesa, un estado psicológico de serenidad y de reposo, adecuado y útil en esta era del automotor, evitándole los inconvenientes de los trazados 1nonótonos y adormecedores, los efectos perniciosos de las son1bras pro­yectadas a sucesión continúa y cansadora, la ocultación de las perspecti­vas hermosas y aún de las vistas inmediatas del propio camino, con toda ]a secuela de peligros y perjuicios".

"El ilustrado Ingeniero argentino don Eduardo Arenas, Profe­sor del Curso de Construcción de Carreteras en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, expre­sa en el número de Mayo-Junio de 1938 de la revista argentina "Cami­nos", entre otras cosas, lo siguiente:

"La técnica vial moderna admite que el camino puede ser una "obra hermosa; para ella el camino ha traspuesto ya la etapa ··pioneer", "donde se aceptaban, entremezclados, aciertos y errores y donde las con­''sideraciones de seguridad y estética estaban ausentes.

"La técnica exige hoy que las vías para automotores, además de "llenar acabadamente las necesidades del tráfico sean seguras y sean her­"mosas. La economía, seguridad y belleza no son, de ningún modo, ~xclu­"yentes entre sí; al contrario, podríamos afirmar que son conlplementa­"rias y que no hay transporte económico si no existe seguridad ~ara el "tráfico y que no hay transporte geguro si las consideraciones estéticas "y psicológicas han estado ausentes de la mente del proyectista.

"Reflejo de la resuelta directiva americana de considerar las "banquinas, taludes, préstamos, y en general toda . la superficie adyacen-

ARQUITE CT U RA

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, ARQUITECTURA

"te a la calzada, comprendida entre los límites del camino, como mere­"cedora de la misma atención que se le asigna a la calzada y, reflejo tam­'"bién, del criterio conque se construyen hoy -las t~~topistas aJemanas -"que -dicho sea de paso, va más allá, al establecer que el camino debe "amoldarse al paisaje que cruza, fundiéndose en él y prestándole relie­"ve - las ideas expresadas por los autores están dentro del marco de "la ingeniería vial moderna' 1

'~Podría objetarse que la aplicación de esos nuevos principios, "es prematura en nuestro medio, puesto que, por ahora, vivimos la etapa '' inicial del camino y que por ello todos los fondos disponibles debieran user invertidos en llenar las exigencias mínimas del tráfico, descuidando ·'otros aspectos de la cuestión."

"No lo creemos así. En printer término no puede ·establecerse "a priori", que la introducción del criterio paisajista en el trazado, debe "significar, "per se'', un aumento en el costo de las obras; en segundo "término, alguna consideración debe merecer el punto de vista estético y "psicológico, no debe perderse de vista que los usuarios del camino, son "seres humanos con sus debilidades y deficiencias, y que, para citar un "ejemplo, las rectas interminables a través de llanuras monótonas ener­"van y amodorran al conductor, preparando el clima del accidente; por "último, y ya no hablamos de trazado sino de diseño de la carretera, está "lejos de estar probado que el suplemento de costo que exige la apli­"cación de los modernos criterios: taludes suaves, sembrado de la zona "del camino, etc., no signifique en realidad, una economía, cuando se tiene "debida cuelij,;a del costo del mantenimiento y del costo de accidentes". _(Hasta aquí el Ingeniero Arenas).

"En las reuniones anuales realizadas en los Estados Unidos por el Departamento de· : .Jn:vestigacion~s- Carreteras, la Asociación America­na de Funcionarios Viales ·y el Comité Unido del Desarrollo de los Cos­tados de Caminos, se concretan conclusiones tendientes a reclamar que se preste cada vez mayor atención al problema del acondicionamiento paisajista del camino, tal como la del "Comité Proyectos de Caminos'', en 1929; la del "Comité de Embellecimiento de los Costados de Camino" de 1930; la del "Comité de la Asociación de Funcionarios Viales'' en 1932, y principalmente las conclusiones del "Comité Unido" en su reunión de 1930, que comprenden 16 postulados, de entre los cuales transcribimos algunos que tienen relación con el punto en consideración: en el 29 se establece que "Debe ser reconocida la importancia primaria de la conser·­vación de la vegetación natural existente, prohibiendo una destrucción innecesaria"; en el 79 el "Acondicionamiento paisajista apropiado. ·de las int~r.secciones · de los caminos y de otros lugares convenientes~'; en el 109 "Protección, cuidado y desarrollo paisajista de bellezas naturales, monu­mentos, mojones kilométricos, marcas y signos antiguos"; en el 129 "Cui­dar los árboles en los costados de los. caminos en forma que no obstruyan la buena visual sobre el tráfico y permitan buenas perspectivas sobre paisajes interesantes"; en el 139 "Establecimiento de playas de estacio­namiento y lugares para descanso y recreación"; y en el 149 "Elimina­ción de letreros de propaganda dentro y fuera de la zona del camino y ordenamiento de las señales camineras".

"Como puede verse, existe en el mundo moderno del automotor una preocupación justificada por dar al camino, además de la seguridad y la amplitud de trazado compatibles con las velocidades actuales, la de dotarlo en una belleza que aporte serenidad, placer y confianza al con­ductor y atracción por el viaje y por el conocimiento de las zonas hermo­sas del país con las consiguientes vr.ntajas para todos' '.

"No puede negarse el efecto útil y agradable que ejerce en el espíritu del turista, usuario cada vez más importante del camino, la vi­sión del paisaje adecuadamente ofrecida por una composición hábil en la forestación del costado y adyacencias del camino; ni puede negarse el saludable beneficio que procuraría a las familias, la posibilidad de ha·­llar de tiempo en tiempo, y en número suficiente, pequeñas playas de es­tacionamiento que no sólo puedan permitir la detención o reparación de los coches y el reposo del viajero, sino también la permanencia de algu­nas horas en contacto con la naturaleza en un paraje seleccionado por el proyectista competente y de buen gusto, desde el cual pueda elevarse el espíritu en la contemplación de un panorama hermoso".

"El artículo 66 del Código Rural, cuyos efectos la Comisión pro­pone suspender, establece en una forma muy simplista y en la mayoría

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Fig. N.o 1 "Bahut" S.XII

Fig. N. o 2 "Bahut" S.X IV

Fig. N.o 3 Detalle Fig. N. o 2

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de los casos inade,Gyada, la obligación por el vecino de plantar hileras de árbQles a los costados del camino, a distancias fijas determinadas, lo cual conspira contra los principios elementales de la buena composición en el acondicionamiento paisajista del camino, que por este decreto-ley se desea·-aplicar. Puede agregarse que la experiencia ha puesto en eviden­cia los efectos perjudiciales de las sombras repetidas cuando la orienta­ción es inadecuada; la permaneneia de humedades sobre la calzada a cau­sa de esas sombras; el impedimento en la visión de las perspectivas her­mosas; el perjuicio que eiertas especies causan a las plantaciones que la Dirección de Vialidad realiza al costado del camino; la dificultad en la instalación y vigilancia de las líneas aéreas; etc.". (Hasta aquí la ex­posición de motivos).

- 4 ... _... - • •· ~ • • • ... . ..

Ahí tiene, pues, el arquitecto paisajista base legal y oportuni-dades suficientes para colaborar en la realización de la magnífica obra de hermosear nuestros caminos. La ley sólo necesita el impulso de una voluntad fervorosa que la mueva a cuyo calor rendirá seguramente los excelentes frutos que de ella se esperan.

lVIi propósito, en realidad, no habría terminado en el punto en que están las cosas, pues me preocupé también de obtener, y obtuve, de los Estados Unidos las informaciones necesarias que me permitieran for­mular un plan de estudios complementarios y proponerlo al Consejo de nu~stra Facultad de Arquitectura para establecer en ella cursos orga­nizados para postgraduados que ofrecieran, con la preparación necesafia, el diploma que acredite suficiencia para desempeñar en nuestro · país el bello rol de Arquitecto Paisajista. Las circunstancias me impidieron ha­cerlo durante mi decanato pero la iniciativa está en marcha.

Arqto. DANIEL ROGGU

por la Aqta. María M. J'\ilarlín d e Freire·

Conocidas son de> todos las condiciones generales de la Edad Media, paro repetirlas. en, Jo brevedad de este ~studia, que •. tiene por" fin~ licia el limitado, considerar las c.reacíanes ' ' de -la ebanistería frat~ceso durante los siglas medios. Con todo, creemos necesario recordar someramente algunos de los conceptos claves, más bien psicológicos y sociológicos, poro. entrar en el cfimo general et1 el qu~ fueroA creados las muebles de aquello saciedad fran­cesa. Veamos para ello de recorrer el proceso cumplidos par los estamentos soc.iales: cle­recía, nable•za y burguesía, en su ascenso en medio de los gu'"os de afirmación nacio­·nal ·primero, su culmino·ción en el pleno establecimiento del estado francés por obra de la monarquía y su lenta desaparición al integrarse nuevos órdenes sociológicas.

·En el sentido de aparición, corresponde el primer rango a la clerecía, que nace con. sentido activo y constructor durante el momento románico, contribuye o la integración de la conciencia cultural del verdadero accidente europeo <Francia, Alemania, y, en cier­to sentido, los PCIIÍ$es · Bajos, aunque tardíamente) .y le imprime a toda la Alta Edad Media ese rigor ascético y lo pureza que corresponde al cristianismo durante su implan­tación teológico-dogmático. ·El concepto fundamental está esbozado en lo declaración so­bre la fugacidad de los biene. terrenos, que acarrea un limitarse ascético a las n-ece­sidades humanas, y aún, un. precario posar sobre ellas.

Pero como coincide, por profundos razones sociológicas, que son las "manacus" los depositarios de la cultu,a mediterránea, son ellos los que van a adaptar o las nuevas necesidades del mundo europeo, las viejas formas hele~o-romonas.

Los cimientos de la ·nueJVa manera cultural, que ha de definirse plenamente con el gótico, se inician con fi"!'e carácter ,progresivo y extensamente social a parti.r d'el lla­mado "Renacimiento carlovingio", y en el siglo IX posee ya un potente repertorio de tor­mos, todos ellas surgidas del mundo monacal. Llegarán todas ellas o perdurar hasta los umbrales mismos del Renacimiento e incluso penetrarán en él, como lo ha demostrad->· Vedel luminosamente, perdurando la ortodoxia en medio de lo herejía, como sobresalían aún los viejos templos paganos del sur ele Francia, en medio de tierras de rancio cristianismo.

Allá par el año 1 000 comienzan a, establecerse sólidamente los prestigios del segun-­do esta•mento social francés, constituído por las caballeros, clase que se. ha ido robus­teciendo paulatinamente¡· hasta culminar con Carlos Mortel, y que al .presente está dis­frutando todos tos privilegios que le confiere el régimen feudal, que ellos han fomentada y que sostienen· contra, incluso, el poder reol, y oún, de las mismos órdenes monásticas Y su "jus cononicus".

ARQUITECTUP.A

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Frente al ascetismo monacal, que al principio fué imitado por los caballeros siguien­do los ouster~s exigencias de lo lucho y, además, por el papel preponderante de los clé­rigos en lo vida · caballeresca, esto clase superior de los po~erosos por los bienes matl!­riales, inicia un nuevo modo de vida que se va o acentuar y o caracterizar, sobre todo, o partir de las Cruzados y del consiguiente contacto de la nobleza francesa con las cor­tes de Ve<necio, Nápoles y el sur de Italia . Nace así, dentro de los castillos, un tímid'> r-efinamiento, cuyo clave clebe ser buscado en el conocimiento de los costumbres orien­tales, ampliamente penetradas por los oc·cidentoles, y que por efecto del contraste de su misión con el ambiente hollado en su peregrinaje, debió de causar profunda impresión. Es así que comienzo una corriente de influencia hacia el Occidente, que se traduce asi­mismo como una excitación para la industria europea.

Paro esta época estará yo maduro lo tercera clase social, lo que vive en las ciu­dades, los burgueses, en fin, cuyas ocupaciones manuales o comerciales sólo revestirán importancia o partir del siglo XII, cuando las rutas comerciales queden absolutamente libres. El intercambio comercial aumento de: Sur o Nor~e, con Francia de intermediario, por lo que sus ciudades, sobre todo los del sur : Chompogne, Longuedoc etc ., crecen en rique­:r.a y en número de habitantes, produciéndose asimismo un intenso desarrollo en cantidad y calidad de los necesidades de sus integrantes. Comienzo así el ciclo de lo burguesía, que ha de extenderse indefinidamente en el tiempo, por debajo o por encimo de los. gran­des periodos de lo monarquía francesas posterior.

Hemos enunciado así el desarrollo ele los grandes estamentos sociológicos que integran lo mediovelidad francesa; cada uno de ellos ha aportado en su momento el cúmulo de sus necesidades, de sus gustos, de sus refinamientos, contribuyendo como excitante o lo crea­ción de elementos de todo ·naturaleza poro llenar los espacios en los que se mueven sus putonas. E'l monasterio, el castillo, el palacio ciudadano, desde los monjes del siglo V 111 hasta el magnífico Jocques- Coeur, posando o través de lo floración de la monarquía fran­cesa, todos han aportado su noto vital, sin mantenerse empero, en esferas cerrados, sino comunicándose de continuo los formas, las decoraciones, los intenciones de codo una de

' sus obras. Lo arquitectura es refl~·¡o de esto modalidad: cado programo verá reflejar los mismos soluciones constructivas, los mismos ornamentos, el mismo sentido general o ten­dencia del espíritu creador, que presto al gótico francés, como a todo arte total , esa ma­ravilloso unidad en medio de la diversidad. Señalemos además, el contraste permanente entre el exterior de los catedrales y el interior, lo magnífica floración de techos y focha ­dos, y la severo desnudez del recinto sagrado, y cómo este orden se revierte en los casti­llos por virtud de lo estricto función que1 ha dete11minodo su nacimiento. Esto im.porto so­bremanera poro el arte de lo decoración interior y en especial, poro lo ebanistería , yo qu~ son los castillos los que concentrarán este arte, limitado en los catedrales al somero re­cinto de los sacristías o o los coros y sillerías.

Pero este intercambio de tendencias y necesidades no sólo se proyecto dentro de los clases socio•es entre sí ni se limito a los fronteros específicos de Francia. Existe paralelo­mente uno corriente de influencias europeos a lo vez que uno manifestación francesa de lo que podíamos llamar el "espíritu occidental", para escindir lo del mediterráneo clásico. Es decir, quf.1 mientras los creadores franceses aparecen como tales, típicos en los marcos de su nacionalidad, reflejan a lo vez lo que hay en ellos de hombres góticos, de auténti­co estirpe europeo, en todo lo extensión de aquel vocablo, Entramos así en eso especial modalidad ornamental que tanto veremos en el mueble francés de la Edad Media, y qua refleja un sentido particular de la composición, de la disposición de los espacios y ~e los elementos, de la distribución compensada de las figuras, co•mo se v~ en' los tímpanos de lo!i catedrales, el agudo sentido de la verticalidad, y el juego armónico de las líneas puros como valor decorativo fundamental , como en los cruceros o en los claustros con su rít • mica sucesión de arcos depurados. Inclusive, como mayor ligazón con el sentido ornamen­tal del nó~dico, como lo quería Worringer, la geometrización de lo naturaleza y, por en­cima de esto, el poder creador que encontramos cabalmente traducido en los monstruos de Nctre Dame, verdadera creaciórt sobre la materia natural.

De la misma manero que, con el orden exterior, lo escultura ·está ligada profunda­mente con lo arquitectura, en el orden interior, la ebanistería guarda con ésta una rela­ción estrecha, a tal punto que puede hablarse de la arquitectura como arte directora, a la que se sujetan las demás artes, pero sin perder, empero, la libertad ere-adoro. Profundi­zando, podemos decir que no son sino mo.dos particulares de expresarse la unidad fun .. damental del espíritu gótico, potentemente existente.

La descripción y los croq.uis que la acompañarán, realizada paro coda tipo de mue­ble, irá mostrando cómo éstos han surgido de la conjugación de todas la!.' razonE:s o nece­sidades de los clases m.encionadas, dol juego de sus evoluciones en el tiempo, a las que ha dado forma la tendencia dominante en el campo arquitectónico según se ha expresa­do anteriormente. Repitamos, que los factores sociológicos, más las tendencias directoras del arta puro, han culminado para dar nacimiento al mobiliario francés.

Para comenzar este estudio, en el que seguiremos un estricto orden cronológico para cada tipo de mueble, estudiemos el primitivo "bahut".

Este mueble, que tiene su correlativo en el arcón español, figuro en todos los mobi­liarios medievales, como elemento de guardar para los más voria.d.9s objetos, desde las humildes existencias de los campesinos hasta l.~s ricas vestiduras eclesiásticos. Este mue­ble es al principio transportable y está simplemente apoyado en el suelo. ~;u form!l co­rrie;,te es prismática rectangular, reoli:za.do en madera forrada con piel o tela encolado y pintado, cerrado por gruesos bandas de hierro apenas cancelado. L.'J primera ornomen­t·ación, de probable influencia morisca a través de España, es el herraje, como pueode verse en el ejemplo de la Fig. 1, que recuerda al arcón dcd Cid existente en lo Catedral de Burgos. El original pertenece a la Iglesia de Brompton: y es de fines del siglo XII, época en que aún los estilos franceses y anglo-normandos no están muy diferenciados todavía. ( 1 ) . Como interesante detalle constructivo, señalemos el hecho de que los paramentos de

estos bohuts están realizados -en uno sola pieza de madero. Es a principios del siglo X IV, cuando comienzan o construirse con paneles ensamblados, recibiendo por primera vez el nombre de "huches". El ejemplar de lo Fig. 2 correspo·nde a esta nueva modalidad. En él se notan, además- las señales de los nuevo~ tiempos: la mayor riqueza, la fineza de :

AR Q UITE C TU R A

Fig. N.o 4 Pergaminos

Fig. N.0 5 Cama del S. XII (Reconstrucción)

rig. N." 6 Cama del S. X

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Fig. N.o 7 Cama del S. XIII

Detalles: Sostén y Pato

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Fig. N.o 8 Cama del S. XIII (Reconstrucción)

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Fig. N." 1 O "Crédence"

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Fig. N." 11 "Dressoir" - "Crédence"

F. ......0 12 eg ..... "Dressoir"

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cincelado del escaso m-etal que persiste preferenteme_!tte en el cerrojo la aparición de la escultura, etc. Para destacar, la influencia de la arqu•tecuura en lo distribución de las fi­guras, la presencia de las ojivas como recuadro de los nichos, los marcos trebolados, to­mados de los temas de las catedrales, recuadrando en la tapa del inmueble idénticas es­cenas domésticas. Grotescos y animales fabulosos completan la decoración, no dejando va­cíos en las paredes de la huche. La cerradura, cuyo detalle se ve en la Fig. 3, además del cincelado, completa su decoración con el uso del color.

Como elementos decorativos de temprana aparición, encontramos e!l los bahuts y las huches, las hojas de pergamino arrolladas ( Fig. 4 ) , motivo que vemos repetirse en todos los muebles del Norte europeo, sobre todo en Alamania.

Pasemos ahora al armario y la cama, que con el bahut constituyen el mobiliario bá­sico del dormitoriO' medieval. De los dos primeros, la cama es sin duda el más lujoso v ampuloso de estos muebles. La Alta Edad Media conoce todavía los lechos realizados en metal, o semejanza de los da la Antigüedad clásica; pera poco a poco va tomando in­cremento el uso de la madera, de las más finas de ellas, C!!YO empleo se alterna con el del marfil. La diferencio fundamental, durante los primeros tiempos, está señalada por lo posición que se impone al cuerpo, dada la inclinación del jergón en la parte correspondien­te a la cabecero, que se consigue, o bien como en la Fig. 5, reconstrucción que hemos hecho sobre la base de un códice del siglo XII, alterando simplemente la horizontalidad, o como en la Fig. 6, por el acomodo de almohadones en la porte más alta del lecho, for­ma que peniste hasta el siglo X 111. El ejemplo dado es del siglo X.

Los cortinados aparecen como parte integrante de lo cama durante todo el medio­veo, presumiblemente o partir del siglo XII, época del mayor desarrollo de las hilande­rías francesas y del comienzo de lo importación oriental. Sobre la función ornamental pri­ma la creación de un espacio cerrado en el interior del lecho, separación del durmiente de· la reunión' realizado en la alcoba y sobre. todo, de lo "ruelle", espacio al costado del lecho que servía para reuniones íntimas. En el siglo XVI ésta se transforma en lo verda­dera alcoba y aún en el siglo XVII nos habla de ellos Moliére, en su acepción medieval. A estos lechos Sf~ entra por un solo lado, ya que se encuentran acfosados a una de los mu­ros, de los que parten travesaños, suspendidos además clei techo, destinados a soportar los cortinados y las lámparas, que se mantenían superticiasamente encendidas todo la noche.

El siglo XIII ve producirse varias innovacio!'es: la cama se compondrá ahora de una bolustrada, ( Fig. 7), apoyada sobre cuatro patos, y que se interrumpe en su centro para dar acceso. Los cortinodos penden de uw tinglado de hierro que se .asoma par delante. La balaustrada está ornamentada con una combinación de elementos geométricos y natura­listas sobre la base de la forma trebolada, repetida a continuación en una franja, que ya hallábamos en la decoraciÓn de las arcadas de las puertas en las catedrales.

Como ya dijimos, lo tela forma parte funcional y ornamental de la cama; en el si­glo X 111 aparecen -ejemplos realizados totalmente en droperías, que cubren la estructura del mueble, como en el caso de la Fig. 8, en perjuicio del uso de la madera; esto ten­dencia irá en aume-nto hasta el siglo XV, en el que ,volverá a emplearse la madero, pero ya compartiendo con la tela el valor ornamental.

Para completar el estudio del dormitorio, digamos dos palabras sobre el armario. La mayor parte de los conservados pertenecen a las Iglesias, C_!.~YO mobiliaria na formo por­te de nuestro estudia, preferentemente dedicado a la decoración de la casa-l:tabitación; hemos de referirnos a él a priori, sin tener de~onte ningún croquis aclaratorio. La dife­rencia entre los armarios de uso eclesiástico y los de uso privado, consiste en la diferen­cio temática de la ornamentación, expresado escultórica o pictóricamente; algunos arma­rios ecledósticos están ornamentados interiormente, en la cara posterior de los puertas, por lo que son visiblas sólo ol abrirse· el mueble. En los castillos, el uso de estos muebles está dedicado' o cóntener las armas y armaduras de los caballeros.

Posemos ahora o un nuevo conjunto de muebles: el buffet, la crédence y el dres­scir, pal2bros todas que están incorporados a nuestro lenguaje común y cuyo significado en lo Edad Medio, cuyas necesidades provocaron su creación, era algo diferente.

la cré"dénce, que aparece también con su uso religioso, tiene su lugar preferenta como mueble próximo o la mesa de comer. Al principio es un mueble simple, cubierto con una tela, como el que reproduce la Fig. 9, enriqueciéndose luego can esculturas y herra­jes, adoptando elementos arquitectónicos y naturalistas, como puede verse en la cr~dence con respaldo de lo Fig. 1 O. Este mueble persiste largamente en el mobiliario francés, al­canzando la época de los Luises; en tiempos de Luis XIV aparece un muebJ.e réplica de éste, que es la "servente", sobre el que existe dualidad d·e criterio en cuanto a su deno­minación, pues algunos, ~omo Funck-Brentono, le asignan la denominación de créd,nce; el uso corriente es el de permitir que cada invitado se sirva a sí mismo .

Fig. N." 14 Silla Plegable S. XIII

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Fig. N.o 15 Silloncito de madera

(Reconstrucción)

Fig. N.o 13 ' ~ Silloncito de la Catedral de ...

Bayeux. - ~poca Románica

ARQUITECTURA

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El "dressoir" es un mueble de uso constante y de ubicación ambigua, pues ya le hallamos en el comedor como en el dormitorio o en las. galerías de los castillos, '1 aún en offices y cocinas, como mueble que recibe transitoriamente la comida que ha de llevarse a la mesa. Sobre él se. colocan, cuando está en el dormitorio, elementos superfluos o de­corativos y en el comedor, la vajilla y lo orfebrería fino; en estos casos, el núm·ero de sus estantes está fijado estrictamente ,por lo etiqueto cor!esana. Algunos veces, el dres­soir oficiaba de crédence, como ocurre con el de la Fig. 11, en tanta que ·el de la Fig. 12 muestro un dressoir propiamente dicho, Como puede verse por el croquis, la tela tiene importancia como material de cubrimiento, aún cuando están esculturodos ricamente.

S·emejonte al dressoir, aparece el buffet; este mueble está destinado o contener con~ fituras o manjares frías y se le ubica entre las mesas del banquete. Por su de-stino, pues, es semejante al dressoir, pero éste va adosado o una pared, mientras el buffet no tien~ ubicación fija. Mueble típica de las fiestas, el nombre se extendió después de la decora­ción, con un concepto más o menos semejante al de nuestra época.

En cuanto a las mesas, poco cabe decir de ellas. Un dicho corriente en nuestra con­versación, "levantar la mesa", nos aclara el sentido que tenía este mueble, hoy permo­neme en - rwestros comedores. E'n la Edad Media no son sino · caballetes simples sobre los que se apoyan largas tablas cubiertas de manteles ampulosos. Se orientan siguiendo el sentido de los muros, en formo de herradura; los comensales se disponen de espaldas a la .pared y so" servidos de frente; el espacio interior está destinado a los ya citados mue­bles de servicio. En las comidos ordinarios, se disponen de dos rangos: uno superior para el noble, su familia y algún invitado casual, cuyo sitio permanece vacío, en espero cons­tante; uno segundo poro los escuderos y gentes de armas del castillo. El orden je.-árquico que presidió la creación del sistema feudal, invade con sus símbolos todos. los órdenes de la vida ~edieval.

La Iglesia y el convento primero y el castillo después, contribuyeron a enriquecar los muebles de asiento. Los monasterios románicos conservan formas y metales clás!cos, como el sistema plegadizo y el uso del bronce y el cuero a la tela. El ejemplo de la Fig. 1 3 es un silloncito que pertenece a la Catedral de Bayeux y es de la éPDCG románico, ~epli­codo en modera :y tela en el ejemplo de la Fig. 14 que es ya del siglo XIII y en el que son de. de~ltacar los remateS~ superiores o las potas, constituidos por cuatro cabezas de pe­rros, así como las incrustaciones de los cruceros inferiores.

Como mueble realizado totalmente en madero, tenemos el de la Fig. 15, de propor­ciones algo macizas por el uso de montantes de sección cuadrática; sin embargo, la -Edad Media, desde sus épocas más. tempranas (siglos X y XI) conoció el empleo de la mode­ro torneada, como vemos en el ejemplo de la Fig. J 6, eft el que yo se anuncia un tími­mo empleo de elementos tomados de la arquitectura gótica. Esto sillita pertenece o un mobiliario provinciano; existen además ejemplares de tres potas formas que se han con­servado tradicionalmente hasta nuestros días, sobre todo en el Norte f~ncés.

En el siglo XIII los asistentes adoptaron lo forma de cofres, por influencia P!Obable de los bohuts y huches, U\adas éstas como asientos. Desde luego que la proporción es diferente, como ocurre en la "choire", que es el asiento importante, encontrándoselos in­clusos en los dormitorios. En1 los primeros tiempos, la sección del asiento es cuadrada, con respaldo más bien bajo; preferentemente éste estaba constituido por una tela sostenido por dos columnas; el remate delantero estaba hecha par medio de perillos de cristal de roca, mármol a cuero esmaltado o dorado, llevando asimismo incrustaciones en los pane­les que forman la caja propiamen'e ·dicha. Fig. 17. Al acercarnos a los postrimerías de la Edad Media, veremos variar radicalmente el aspecto de la "Chaire": sus proporciones s~ alargan y gana un alto respaldo que oficio asimismo de sostén paro un dosel de las mis­mas dimensiones del asiento, y sobre el que se extiende una crestería semejante a los . .. . .. . . . que hallamos en los techos de los catedrales; de· la misma manera, el respaldo, alto y formado de paneles, está esculturado con motivos geométricos, entre los que se desto­can las combinaciones y cruzamientos de arcaturas ojivales,, roseto!1es; poro los paneles in.feriores, los de la caja, se continúan reproduciendo los mismos pergaminos de las hu-.ches. Fig. 1 8. ·

Como asiento de importancia anóloga o la de la "chaire", encontramos en el mobi­liario medie·vol, o lo "forme", cuya particularidad radica en el hecho de e11contrarse di­vidido en varios compartimentos por medio de posa-brazos : Estos muebles se destacaron s~mpre como muy ricos, no sólo por la talla de sus elementos, por sus montantes tor­neados, ~ino_ tcnqbi~n_po.r la ~dición de .telas en respaldos y asientos; estaban ubicados so­bre uno tarima y recubiertos por un Vf:~Sto dosel de madera. Lo de lo Fig. 19, de tres asientos, y de aspecto severo está hecho de trozos de marfil y de plaquetas grabados.

Junto o los Choires y las formes, muebles de las habitaciones privados, tenemos otro categoría superior, la de los tronos, cuyo ejemplar gótico más antiguo está constituido por el llamado "Trono de Dagoberto"; como característica diferencial se encuentra el posa-pie y el dosel de tela. De un manuscrito hemos tomado et ejemplo de la Fig. lO, en el que se destaco la forma particular de lag brazos, tan diferentes o los habituales rígi­dos de los choires y la riqueza de los varios órdene-s de incrustaciones de marfil y me­tales labradas. Como asientos de menor jerarquía, agrupamos el "escobeau" el escobe• e~·pañol, sillita portátil paro damos y juglares, el "quarrel", pequeño taburete boja, que sirve para apoyar los pies y como acompañamiento para toda clase de asientos, gran profusión de almohadones, lujo de procedencia arábiga, come lo indico el vocablo cas­tellano.

De esta manera hemos visto someramente las condiciones de desarrollo de lo socie­dad francesa medieval y los muebles que correspondieron o tal tipo de sociedad. En los cuatro siglos capitales de la creación de lo Edad Media (X al XIV) fueron fijadas los necesidades capitales y las denominaciones, algunos de las cuales veremos llegar hasta el momento actual. En nuevos estudios desarrollaremos las sucesivas etapas de la evolu­ción del mobiliario francés.

(1) V. Violet. L e Duc, D. d. :\1. F . pág. 24. •

ARQUITECTURA

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Fig. N." 18 S·illa del S. XIII

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~~1 Fig. N." 17

SiUón del S. XIII •• (Reconstrucción )

Fig. N." 10 Trono S. XIII de

manuscrito

Fig. N." 16 Silla de los Siglos XI

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asa de

ac"izqueta

" ida"

12

Por el Arq. David Berjmon (S. C. de A.)

Los elementos de esta publicación for­man porte del trabajo inédito " Luga res históricos de lo Provincia de Santo Fe (!{e­público Argentino l ", 11 parte, preparado en colaboración por el señor De Julio More • y el autor de esta nota.

El capitán don Juan de (Jaray, que había partido de la Asun­ción el .14 de Ab1·il de 157 3 al f1'ente de una e.rpecliúón de 80 hom­bres, ftwdct el15 de Noviembre ( clonúngo) del mi.smo mio, una ciudad, después de recon·er el Río Pamnú, en busca de un sil'Í·o apropiado a sus fines .

La poblar.ión así emp lazada, estaba ubicacla en la:) nuír{Jenes del do de los Qu iloazas, actual Río San t!a l'ier_, bt·azo del Paraná .. apro­ximadamente a 85 kilóm etros al .·r.lorte de la actual ciudad de Santa F'e, habiendo entrado 1JOI' una de las bocas llamada.-;-Quiloazas .11 en tierra. de los 1·ndios calcltin es. mocoretaes y colastin és ; debía sen'i~· de 1Jilerf-o de escala e11 el comercio del Parayuay. conforrne a las ins­fntcciones dadas al conquistador vor rl teniente de f¡ obcrrwdor don - - . Jlf-art-ín Stuírez de '1'oledo.

Los ataques "continuos que los indios del Norte. eu 1)(frticular los calchaqttíes dú·ig(m contra la ciudad !J alrededores, detrrmúw a sus antm·idades a tr(islada'rla al sitio que ocupa actualmente, eufre l-os ?'ÍOS Saladillos. como los llamm·on en la {poca.

La fundación de Garay, que si(;uió en su sitio (hasta nuestros días) ba,jo el no·mbre de Cayasta, fu é el baluartr del litoral en la intensa y cruenta lucha (j1te sostuvo la (•ivilizaC'ión contra el sal'IJa,ie.

El 20 de Febrero ele .1653 el capitún Alonso Fanández Afoutiel levanta nue1xr acta de f unda-Ción para Santa Pe.

En base al trabajo del capitán lJiontiel, cfectuóse l.a parfici<Í'n de las tie1·ras en el sitio (jU e hoy ocupa la ciudad, ca1Jital de la pro­'t.:Íncia araentina de su mismo nombre.

Tardóse diez a.11os en el traslado defini fit•o de la ciudad. dNule Cayasta. Santa Fe ha cumplúlo ya sus 370 aftos de riela, desfa l'Ún­dose entre las ciudades arge·nf1·nas pm· estar t·inculada a m1íltip/r•s acon tecim1·entos de la histm·ia colonial e independiente.

Innumerables son las hte1u·siones de 1·ndios que tu co t¡Ut' S01J~ t·­tar y rechazar la població1t, la.s CJil e acreditan el ralor legench.trio dr sns hi.ios. Con esta preoc u1Jaáóu, las autoridades obtienen dr· Felipe ll la Real Cédt!la de En ero .11 de 1717~ ·, ctue les cohcede prw el término de cuat1'0 afí.os , el dc?·eclw de sisa .1/ mo;ión: :aebiendo iu­?1ertirse su 1>1·oduddo en obras dr defensa, y afíns dcs1)1t f>s . en .17:26 . otra Real Crclula pam el mismo fin.

E n el orden económico. durante lo colo11 ia, S:mfa Pr e~ decla­rado fuerte único y preciso 1JOr Real f' h lula del 81 dr Ol'fuhre d.e 16'62 .

Por este privilegio, se cOHt~irtió su puerto en l'er¡i~tro obligado

de las embarcaciones que hacían el t rayecto del Río Paranú f 11lt·e • B uenos Aires y Paraguay.

DeSJJués de la I ndependencia, Nanta Fe úyuió 1·inculando su nombre a múltiples hechos históricos de trascendencia nariowtl. dr­biéndose destaccu· muy especialmen te entre esos acontecimientos. fJI If' en su r-iejo Cabildo (.lía demolido) se rPunir) el 1." de May~ de :1 8:3.~ el ronr~re.s·o Oeneml ronsh.t uyente, t! ue sancionr) la r onstitutión na­cional argentina vigent e.

ARQUITE CTURA

La ci'ltdad, al ser funclada, [ué pue.r;ta bajo el titular amzJaro de San .Jerónimo, doctor má.xirno de la I glesia.

Santa F.e con sus viejos templos y ca.sonas centenarias, qne han sobrevivido a la tTansfm·'l'iuteióri de la d·ntig'IW áncla.d, tra.s1tnta no obstante la demolición de su anfiy uo Cabildo y vie.ia Aduana, la m·da hidalga de la. col·onia. CASA DR LACOJZQUETA O ADDAO

Enf?·(J los elem entos e:óstentes en la cútdacl, fimn·a este momt­me11fo histón.co nacional argentino, conocido cm1 el nombre de la HCasa de la V1~rTeynau o "d.e los A-,~.zcueta" (hoy ta·mh'íén como casa de los Alda·o) y que fu e'f·o construícla a p'rincipios del siglo XVIII 1)(Jr don J ua.n FranC'I:sco ele .Lacoi.zqneta, siendo ent1·e las ed?:[icac'ÍO­nes ZJI'it·adas la más a·ntig·ua en s1t hpo.

Graba do en un <lintel de la ZJla.nta alta, puede leerse la sigttiente leyenda :

"Aíto t J esús Jitada J osé ZJ L t 17.11" Esta casa si,rvió corno residenc-ia ocasional a destacados viajero.¡¡

de la colonia~j sus salones de ZJlanta ba.ia y alta, q1te s<~ conservan intactos, supieron de magnífi.cas fiestas y grandes rewniones.

Su escalera y balcón de mnde1·a son de primitiva y sólida, cons­t rucción .• dútingniéndose de las dcrnrís por S1tS esbeltas líneas.

Las paredes tienen ttn espesor de 95 cm .. , siendo el techo de 'lna­dM·a tallada, constntJdo con algar-robo, nogal y tipiribí, con las rn én­sulas de quebracho.

Con respecto a los-.muros, debemoi:i destac~-Bue, en la época de sn e,jec uci.ón, al ig ual -que ·o f1 ·as grandes casonas coloniales y la Igle­sia 11 C01wen to ele San F1·ancisco (tarnbién momtmento histórico na-- . áonal argen-tino C"tty&~nstnteción se inióó en el año 1657), verda-dera joya arquitectóniéd (con m7t-ros hasta 1.60 nt. de espesor· y tec}/0 artesonado, e;jec1tta<1o en cecl1·o pa.'ragu.ayo, sin clavos, por medüJ de r:nñas !J espigas de madera), se conslru·ír.tn po·r el sistema. indígena d f ut·il'i:w r moldes rlc made1·a, 1·ellenúnd.olos de nna me.zcla apúwrwda comzJuesta de tierra zarandeada y encl?trecida, adir.1'onada con yerbas gelathwsas espesas .

Eu los años a que cm·respon(le la construcción qne comentam,os Re crmtenzaron añad-ir piedras nwzcla.das cmt tien·a en Pl espesor de los nw ros y mú~ tm·rle se co-menzaron hace1· r>anes de tierra (llama­d os adobes) . que alcan.?, a ban algunas veces med-idas s~tpe1·iores a 45 X 20 X 8 ce·ntím etros.

El eni1't:zJiso está construído en fornw de bovedüla, de cañas r"u­lú ertas con tien·a a7Ji:Sonada y el 1·evoqtte, a especie de óelor1·aso, está i raba.iado con motivos vegeta le,¡¡ estilizados.

Su fecho cli-biel'to con grar~des t e.ias, que en la época alcanzaban hasta nuís ele 60 centírnetn>s de largo.

Las vistas fotográficas que ilustran este ln·eve comentario, dan -una idea de la sobria. magnificencia de esta casona. t.olonial, que gu.arda tantos recuerdos histó~ricos y sociales de nuest1·o pasaclo .

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-A RQ UI TECTU R A 13

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11or e l

( Fig. 1 ) Vaso de la época de Pisistrato. Figuras negras sobre fondo rojo. Museo

arqueológico de Florencia.

Ouanclu el 1l o111bre prilnitiv o 1'ncont?·ó e11t1·e los n '8tos lw.meantes de sn rabalia qu.c el !1t.ego llabia. (lev o1·ado, los traymcn tos cll' su ctin taro el e ba·rro cru(Lo en1·ojeci el os y endurecirlos. rl1' 1J·íó 1nNlitar 111 ucho al ve1· cómo a.qnel cnt?·ezazaclu de estJm·to re vPstido ele l>a1'1"o se había transfonua.do e~ 1 una tJieclra ]Jor la aaióu del fuego.

H allia nacido la cerúmica y clr'sde esa é¡Joca. llas l a n uest1·os elias, ya I'UIIIo (11'ff', ya comu drncia n o ele­jm·ía ele atrae1· l a at' ' IICión 11:uma.n a, llegrwao a. ser uno de sus mris i.nteresantes medios ele expresión .

~¡ el llombn· ]Jrimifi ¡_:o ignora.ba la. r azón clcl endure­c-imif'nto ele la tiena por el t nego, e~1. cambio debió pen­sar las ·ventajas ele tal transjonnaci.ón y a.plicánclose a ella Vf'?nos eo1110 akanza 11 eonsig1te el dominio ele estos dos elr•¡nentos. en (:pocas tan remotas (;01110 l a pre­j amónica o dr· la ]Jiecln7 zmlida fijada c1·onológicmnente ' 'nt1·e l os JO .1J l¡JHJO alios, _·L C. clom i nio que l e perm.ite realizm· ton l·imo del Silo. 1·ojo o ama?'illo. vasos co11 u s-in orna.mf'11tos. b'ien r eg·ula1·es a) 1JC.({ar ele se1' 1t echo.<J a. nwno. 1W es e 1 t oru o a.parere ,. n las zn·i 111 eras cZi11 as t ¡,, s j a raón i cas.

Los r·eramistas p1·ehistóricos no 1·epn·scntan nunca !a v i cla. Ha e en como n ues f1·os pri?nit ivos sólo dib1t.ios : i­neales, linf:as paralelas. damervs, gua1·das grecas o sem-i· m ·ecas. dn-ulos concrntriN)S, grabados })01' medio ·ntd'i· menta ríos 11 m tt chas v r ces por la sola ]Jrcsi.ón de la u ii~.

A .. ¡Ja1'C'Cr' por ¡w'im em z:ez entre los sigl os 18 y [.; A. C. la 1JOHC1·o·mía . La. cenim.ica de est a é¡Joca secluce 1)01' :e ua.tural de su. deconw·ión y se inventa el torno eu Egi.pto. H acia el m1o 1000 el arte ?'(' finado d e 01'eta y Jlicenu:; decae a. consccu.encia de la invasión <le l os D ot·ios, sien­do 1'ecmplazadas las decoraciones p o1· otribttfos lineales Y''OnH:t?'itos y combína.riones ele 11e·rtecta 1·egularidacl.

R epamdas las ntinas c·ausadas po1· l os Do·rios al comienzo del siglo Xlll. l a. ceními.r·a. adqnie1·e gran desmTollo. Atenas j lot·eer con Pelicle.~ en el siglo V. En el Cet·timico. barrio ¡J1·óximo a. la A.cró7Jolis hau ttn

ya.ci.?n·íeu to ínagota lJll ' de O?'Cilla., fa.bri.críu dos e a milla· n~s [tnmcles ánforas vara ea:pot·tat· el v ·ino 11 el acrit e. Los v asos 1J1'i1nitivos ele fondo t·ojo de tiempo (le Solón y P i.sist r ato son orna111 e11tados con fig u.1·as silurta(las en negro. realiza(las con blancos o v iolacros con i n c'ision cs q·uc mm·can las ropas 11 acnsan la nt'ltSC1tlat'ltt·a. El cli.b'ltjo es m· ca Í(;O, penwnajes de pe1·¡ il con ojos de ft·ent e. La,.'J ("011/posiGiones mit o lógicas y las luchas 8osteniclas con los P ersas dan t em.a a los artistas de uno~ (:poca. en q ue se diría que fl talento co1Tía ¡Jor la s calles. Luego ~:irne la decadenc ia, que a l canza. rn el siglo III a las coloníaf¡ de la Magna G1·ec ia. del stu· de I talia.

La cerrím i ca italiana r"n E tntria con ti C1Ta :IJ ?H' {Jro de 1t1w1o alcanza. eu el .({ iglo VI A. C. rx!>resi.ón r·a?·ac­te1'istica. deray(' ndo tambi(:n y quedando lim,itada du­rante la (~poca lm¡Jerial e!. las realizaciones zntramrnte constntctivas con que l os C(~SaTes esct'i.bítTau la histo­ria de sus glorias en los nwnwnentos fJIM' nos l egaron . L o qur no pudo r ealizarse en p iedra !U' 11 izo de la(lri­llo, y a l os 20 siglos de esa época. el P ant rón de .Augusto consti tu.ye todav ía una de la .q gmnrle.~ obras del genio hum.ano.

14

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A r ll u i t e e t o J U L 1 O C . n A U Z Á

H asta est P mon~euto la cení 111ica t,:,.uiraHtelltr· uo Ita pasado de la alfarería primitira. ('Onsist · ' lf e rn la s im · J>le J>?'f"]Jaración ele las tir•rras naturales. moldeadas. secadas y co('jelas e! t " III1Jeratu ras comm·endiclas eu frf' "i'OO JJ fJOO gmclos. cazJaces d.(' 1H'trij'icrt1' la ti en·a 7Jem no rlt' j'uncU1·l a. f'1UI?Ulo muclios ve 111os ('OJito el tn·oblema del tolor se re.f¡1telve con la su.1J:'TJ)OSi('iÓ •I ele capas 'de tierras capaces elr p1·eseutar o t ras colora(' iones rl is t iutas por la acción del juego. Esto q·ue parece tan sen e i ll.'J . TI o y a 1111i s de :ZOOO mi os (l e esa· ,:vo('a. 11 o lw pod i el o s 1·

im i tado. L a t i en·a '"sigillata". como la llamal¡a·¡¡ l 1JS etntscus. uerrsitaba ser dr' una tal aji11 i<lad cu11 su sfJs· t (:n. que al roce1·sr' .IJ estar expu.esta ! ! los esfuerzos ro· r responclieu t es tn las diferen t es jases el,. su elabor~nióu . se l'oneluje1·a exartamente (·omo su base. sin rlesprnt · dtTSe ni cuartearse. tormandl) cnu l'lla una !iOla vieza .

8iguf' a és t e un largo pe1'iorlo d :· estal"iO?IOIIIi ento. 1t us­ta q1te <' 11 el siglo l X los 1111t.s1L1manes en el 1J1'0!>io Eyi¡Jto de los /<'araones, rrali .za.n una eení 111 ica fina. diti jana .11 t ras lú.rilla conw una ¡Jo?·c f'lana. f'onnas nue¡;as, f <:cnir·as n'ltev as y decoraciones ¡JOlic r o 111adas ele elr mentos naht­ra.le.({, 1JOr así exigi1·lo su 1·eUgión. Cením.icas gmba(l as .11 esmaltadas alcanzan en Damasco .11 R oelas f' l gTaclo m,;. x'imo tOm o ex¡n·esió11 a1·tística ~~ u:cn i ('a. Sir antplia el cmnpo ele las apl icaciones const r u ctiras limi tado liG!ila 1'se mmnrnto a 1(! fabrir·af"ión ele t ejas y lad1'illos . . ~, ..

( Fig . 2) Anforo griega

A RQUIT ECTURA

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• •

( Fig. 3 ) Friso en cerámica del Hospital de Pistoia (Delia Robbia ) . Arquitecto

Bruneleschi.

jab?'ican 1>01' vez 1J1"irnera r·evestimientos o azulejos y baldosas 1)Clra pavimentos. La elecorac·ión se haC'e sun­tuosa en Granada y Sev'illa. En Trtana, Manise.'l (pr·ó­xima a Valencia), y TalaveTa. la industria cerámica alcanza tal grado ·ae· ~cciór1 en t iem-1JO ele los tírabPs. q·ue 1JOsteriormente en los ?Jeríoelos m:u(léjar· 11 mozár·abe y atín en nuestr·os (Uas subsisten la t écnica. los 1notivos y f'lem en tos ele las composi.cionrs ele aquella é11oca.

Pasando ele l(! Espmia rJtusulmana a Mallm·ca y el:' aquí !! EttrOlJa con el nombre de "ma1}ólica". las nw1·a­·¡;illosas C'enbnicas árabes si1·ven (le e,iem-1Jlo a los h1l,­mileles artesanos f1'a71CCS(!S e 'i tal ianos. ¡w rmiticindoles resolveT sus '!)roblemas mcis nwter·iales que ( spir·ituales. CtintaTos espesos. robustos potes. grue8as escudilla."t. sin (lecor·aciones 11 perfectarnente barnizadas. fueron per1Je­tuanclo formas 1J modr lo.'J. Poco a ?Joco estas piezas sim­plernente barnizadas se r·ec?tbren ele esmaltes 1Jlom.bf­jeros de reducida gama de colores. debielo a las t ierras incr·ustadas bajo la. capa clel vidriado. T?l gw:to se afina y la técn·ica se perfecciona.

EL REN ACI MIENTO. EL GRER Y LA PORCE 0ANA

Oumienzq, en .ez · siglo Xv 1tno de ios graudes 1)eríoelos (le la h istoria de la cenbnica. El gres que accidental-11W?t te a.par·ece dentTo de la alfa?·c,-ía, - por· no clistin­guirse fundam-enta lmente ele ella sino por el mayor· gmclo de cocc-ión de las 11astas que l r da tma estructum .c;emivitrificaela en v ez de la alv eolar caracter-ística de las te?·ra-cotas-, con Bernard Pallissy en F?'a?I Cia ad­quiere g1·an i-mportancia. En Alemania, a orilla.n del Rhin, en Colonia y el W esterwalel. se fabrican piezas y estufas con baldosas decoradas y en r el il've. al 1nis1no tiempo que las jan·as de cerveza con tapas de esta.rio ca1·acterizan esta industria local.

Pero es sobt·e todo en Italia donde la cenimica aa­quieTe gran desarrollo a caww d '' la obr·a de una gran fami lia de escultores y cerami.stas; los De la Robia . Ltt.cas el primero de ellos, su sobr·ino Andr·ea y los hijos de éste. Lttcas. Gerónimo 11 sobre todo Jttan. desde 1 J,.~O hasta 1530. las tres gen eraciones intervienen en for·ma tan destacada, no sólo en Itali.a sino tambi (:n en F'ran­cia. 11 Es1Jaria, que 11ucde deci?·se q1te est(' e.~ ('l siglo de los D e la Robi a.

Apar·ece aquí la cerá.mi('(t con otro aspecto U cnico 11 a1·t1stico. .El rsnm.lt'e estmiiter·o principalmente blanco, ]J('ro susceptible de ser color·eado con otr·os óxidos m e­tti.licos, es usado tím-idamente 1JOr los ceramistas occi­dentales a pesar ele ser desde hace tientpo am7JHamcnte r·onocido por· los nms'ltlmanes y los chino.~.

En el " Ospizzi degli innocent'i'' ele Flor·enda 11 en el H OS1Jital de Pistoia, Zas f i gura."t ele ten·a-cota policro­madas en armoniosa contplementación de las l 'ineas ar­q-zti tectónicas clel gran arquitecto /ZO?·entino, dan una idea pe·rjecta ele lo que zmede beneficiarse la Ar·qui­te~tura ·mediante 1tna di gna 11 acertada contrib-ztción de t'! OeTlimica.

ARQU I TECTUR.A

Y co1no si nu juera esto basta·nte, vemos como sus aplicaci ones en la solución de tantos problemas como el de la vajilla, fmscos de pr·oductos fannacéuticos y tan­tos otros objetos, det ermina un _gran i?npulso a las ffir brica.s de Urbino, Faenza, Pisa. Forli, Siena, Venecia y F errara.

DA PO ROELkl\i A CRIN A - J(A-0-LIN-

Aparece entonces en E'ltropa, tmída de la China por M arco Polo, la porcelana, producto cerámico de estruc­tttr·a vitTea como el gres pero más fina y transpar·ente, ignorándose la manera ele obtenerse por g'ltardar los eh inos celosa m ente los secretos de sus fórrnulas y ?na­ni?mlaciones.

Poco a poco se corre el v elo de este mister·io. Estamos ya en plena edad 1node·rna; recién se empieza a conocer el Bxtremo Oriente. El arte primitivo tunerm·io desde Z o 8 siglos antes de J . O. muestra en Zas ntayólicas de esta época la infhtencia de los utensilios de bronce y elesd(' el pttnto de vista arquitectónico, la ce-rámica cons­t ituye U1h ele?ne11<to impcrttante deñtro de la · co.nstnte-. cmn tanto civ il como religiosa. El origen de la porce­lana es desconocido. La arcilla pura que constituye el caolín requiere pa1·a su v itrificación una deterrninada cantidad de 'ltn fundente. q1te en estos casos es el fe l­deS1Jato. Au;,1m(e ez óxido de hi erro, prin-cipal agente colorante de las arcillas en crudo, pero nuís aún des-1J1tés de cocidas, las pastas, al llega1· a la te·rnperatuTa de 1 .~50 grados entran en una cierta vit?·ificación, sin llegar a defor·ma?·se, !>or lo que al enfr·iarse adquieren u,na transpa'rencia casi vít·rea. ¡, Qué diferencia entonces al vidrio de la po1·celana '! Esta, moldeada rn trío, se vitrit-ica por el calor,· en cambio el v idrio debe ser /1tn· dido pam poder· ser moldeado en caliente .

Gener·alm.ent e las porcelanas llamadas du·ras, r eciben una p·ri1nera cocción a 800 grados, obteniéndose lo que se llama el bizcocho, q'lte norm.alm.ente r ecibe un es­rnalte commtesto de cuarzo y t elelespato, reducidos todos a 1JOlvo i1npalpable, en el que se sumeTge nípidamente el bi.zcocho.

El ag1ta es absorbida poT la pasta 11 deja en la super­fic·ie una ca11a fina que se vitri!icanJ (n la nuev a coc­ción que ha de sufrir el objeto; y pm· últirnQ., si JJH

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piezas han de ser coloreadas, otra nuev a cocción .. con" los óxidos y colores es n ecesa·ria.. Los colores llamados de gran fuego tienen un límite reducido de tonalidades; de aquí que sean reernplazados por lo.'J llamados colores de " nHt/la" q1te, 1nezclados con tundentes y a7Jlicados 110r medio del pincel, se tunden a tempeTaturas no ma-1Jor·es de 600 grados. sin alcanzar por lo tanto al p1mto (le fusión ni de la pasta ni del es?nalte de gran fuego. La 1Jorcelana en China t·rasmite fielmente las altern a­t ivas de las difer entes é'!)ocas y los periodos se conocen por· las dinastías imperantes. Una de las nuis famosas, las de los Jl!ling, caracteriza una época floreciente de este a·rte .

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/ . . {8 POJ?('El. :LY_p~ l:Jl'/WPB.t.'-1

Los .1/c;dicis . rcrdculeros .1/aenas d · 1 R enacimiento Jta­liano. se aplicara·¡ infructuosamrn t e a la soluc ión ckl problema ele la ponela1w.

Cnnespo11de ~! I:Joetger. (JIIC encue11tru kaolin ,.n .1/eis­srn. ~a.re. las pri111eras rc•alizacion('s . .u una vrz reve­fcl(lO t'l secreto rlr su fabri<'arión , c;sta se rlifuncle ní¡Jlcla­mc·nte por toda J•;u ropa, alcanzando 1'11 por·os atios pleno ([l-swrn1ll o. ro '!'l t a 11 el o en liJS pr i 111 Pros ti e Jn1JOS con la protecdóu rlf' las casas reales . que encon traron ( n esta doble manifestadón de arte y ff;C11i( ·a. la manr•ra de r f'­¡lcjar .11 fija r su pasaj1' cjílllf'?'O .

.\ pan'('" en /·'rancia el 7,·aolill en NcLint Yri.ex, Vin c:en­ncs !J .'\aht-Cloull. !J en .<...:errf's se instala 1wa dr los IIWilltfaC"turas nacio11ales rlc ponelaua que constituyó y ,-onstiluJJe aún moli·ru rle leyítimo m·g ullo. Alentada en sus primeras (:pocas por la PomJJaclour. la D 'n Ban·y y .liaría . \ utouieta. su prod llc·c·ióll d" r efinado bu('n yuslo JI '·alidarl indiscuti(la. ostenta •¡ aún rn 1111estms días 1'1 • '{ello di' los Luises (¡ue la Het•ol1u·ióll suprimió durante s11 efilltf'I'O golJi er11u. /,us an" illas de' JfonfiiiiJrillon . so­frtr natiro ele 111/Cslro maliJgraclo maestro .'fr. Carn'. rla lugar al (lc'sarrullo y j l(Jrerim.i ' nlo de Umogrs. c·uya porcel((1la apli1·ada funrlalllf'lltalmeute a la ¡wocluaión i ndust r ial ele t•ajilla JI utros elellt t'?tlos. !lO rlrsr·uirla l' l aspecto artís t ico 1/e la misma.

L'n Ingl-atnra. 1\' eclglr~l)(l. que (lescle Si!Jl(Js antes 1 s­fJedali.~ara Sil ¡Jr()(luccióJI ('r'riÍIIli(·a de acuerdo con l!Js 111atr>riales y (·onoci 111 ir'utos. se a.plir·a a la fa.ln-ica('ión rlC' porcelanas. y )ll?tfl) con Doullou. J o llltSfon. M.ealcin JI otros. cre(Ul. sol/re todo r n .'ltajors lt irr, JJerby. Ply ­mou tll .11 Brislul. rl'rrladrms < rntros prududores de por­c·elana d<· a lta (·ulirlarl.

1-Jn llalia. c' ll Cupo rli .11onlc . la porce laua aclqui l're 1111 Sf'llo particular .1/ 1·antC'Ierístii'O de f'J.'pl·esióll artís­tica. 110 sólo rn mhitiJ a su co ltw i rlo sino tambi1' 11 a s u re !i e l'f' .

En J,;spaJio. h llt(l 'lll.facltu·a natiouul del 1J11rn Retiro arlr¡lli(•rr rlurantr e 1 r einarlo de l sallt'l una r.rprr'sióll par-

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( fig. 4 ) Huaco.

Vaso globular antropomorfo Cupisnique . Col. R. Lorea

Herre ra.

t ic ular. ('aracterizanrlo un esti lo fJIII' atín rn 1111 ' sf¡-¡,s rlías clespier l.a Itr~>n i ració:JI ¡>ot· l a , f i?uaa rlr sus lín ros rlr 1111 barn)(]llismo p.rquisi to.

CERA .ll JC.-lS . 1 J/ EHI C'. 1 .Y.·l.'í

Esta brerisi.ma ?'f'Selia 'dA' la erolw·iríu rle la c'ITií 111 u·1J. romo expresión ele artl' y thn ica de.wll' fas c;l>O<"as 1111ís 1·emotas llasta nuestros días en r:urasia .11 .\'orle (/(• Af?·ica.. tie111'n su símil y ¡wralelisl/11), au1u¡uc II 'J C'I'O­

nológica ni t1;c·n:icamente iytwl e ' l IIIICsfriJ (·onliuentc.

.\'o bien desapare(·e 11 asper to 1/ÓIIICUle rll' los pri 111 i­tivos pobladores de este eon tine ' lft>. f·on los printr' ,·os síntomas lle mdiración 1111ís o menos I'Sfable, SIII'!J(';J la incl1lstria <le la ti e?Ta al co1t)11ro de las prhlt()rdifllts nec1 siclacles rilalf's. ya sea t' 11 la umsl ruceió11 rlt ' sus ririenclas I'On adobes. lejas y ladrilli)S . .11a en 1r1 falJri­¡·a.ci.rin ele sus ocln•s. r·1í ntaros. zwtrs y rsc lulillfls. así e·omo en [(( C0?1.fecc i<ín de las lll'ltas .fttnerarius ¡JI/1'11 g uardar los restos de sus serr's queridos. ( Fir¡. ti ) .

Ni u prrtend• r in raclir el t·anl uu e a si riruen ele· h rtr­<Jtt cología americana. dc•bemos 7tal'l'r 111Jlar que Jl(tsta l•t t:!)l)('{( en que ti ene> lugar el cll'.<wul)rintit' nto de . \ ,,,c:ri(·rt .11 la ConQ1tista . la U' rrim ica rrfleja ,.1,n lwstanl c fi rl ­lirlad el grado d1' adela11to .11 la ma111' }'([ rl c ririr rlr · l 'Js pri?nitiros JJIJblaclm·es ele 1111rstro cnn lill t' •¡ f l' .

( Fig. 5 ) Recipiente antropomorfo Na ­tivo. Col. Gallina!.

'J'uclaria h uy se e11cuentran alf]unas lrilJus f' 11 el iul -1·ior del continen t e f!llr rl!'sr·onocen el /181) del / l,ni'J rlr' alta·rero.

Sin t'muargo. los gralJad()S (j/11' sr mues/ro,¡ tlr t ((:­Vajos 1 je,.utados por primiliros pol)laclures drl l'ení .11 rle 1~! rrgiÓ 'I cllaCIJ-santiaguelia que figuran ru las (){J/'f/s di' Tfasserntcl/1 y lAtrco Herrera relatiras a los /JilciJI()s rlel Imperio In ca ieo . .11 de Wage?H'?' sobre Pl S uroes t e m·­{1 ut ilw. rerf'lan. además dl'l ctlto [Ira do 1le r·apa<· i f.~tl·iiÍit lf;C IIica y artistic rr de esos ¡weblos:. ri!las .11 1·ost um'n·r,· fie l y autr:ntic(l111f'ntc expresadas .

CEU.!J/l('. l X .\ Tll'.l

Nos tor·t.! ulton! cons ir7fra1· la cení 111 ica 1 11 ('[ l ·rii{IIIII J/ . sus realizaC'io11es y J)IJSibilirlades. motiru jllnrl rnu r' ltfrtl 111·

r S(([ e.r}JOSiC'ión.

('onsicl · ra :1clo el as1>ecto t('rn if·o el e r:das rcaliz ru ifJIII 's.

llelJf'11W!:.; d estacar que los 1J?'illlitivos 71((1Jit(l?lfr•s rl f' 11111' .<;­tro suelo. C7W1TIÍas y ('llanacs. caren t es ele los ll11ís ('/r'­menta les r ecursos y conorimien t os. realizaron ol,ras fl( '

gran int1 n;s. no sólo ,.omo qenuiuas r•.r¡>rr'siones df' 1111

arte a1ttóc-tono. sho taml>i(;n 1·erf'laclorus de l a e.risf(' /1-f'ia ele malf'rias primas capa1·es de produ1·ir (){j_i('ftJs !lf'

A RQUI T ECTUR A

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( Fig. 6 ) Urna funeraria Nativa. Col. Gallina l.

una el'lt'reza y r·esistenda co-m¡Jarable c011 la clel gres, como se puede a¡Jrecúw en gran cantidacl ele ejem¡Jlm·es que i ntegran las colecciones el e los 1)1·es. Gamual. Bcn·o y de F1·eita s y nuest1·o J.J· use o ele H istoriu K at'ltral.

La u~·nf1 !ttne·raria r ncoutmda en Rouha (b'ig. o N.o 1) de .jG cms. de eliámetro máximo JJ 3;1 cnts. el~ altum, se­·mejante a las de las Islas df'l Vizca·íno. t otaJmente t?·a­bajadas en ta.ias horizontales sobre]Juestas y de ntuy peque'lio espesm·, m1u,stn1 la calidad ele la cu·c illa ·y la habilidael y a arte de los !)rimi('iv os altareros inelígenas.

El TeCi1Jiente zomnórfico (l?ig .. j), así conw el IÍn­to·ra decorati va (J!'ig. ·¡ ) . son eloc1te'n tes 1 xpone."' fes de una, técnica pe1·teccionaáa y ele ttn gusto cada vez 1nás definido, adndtiendo la compm·acióll con. los e.iemplans -mostrados antcTionnente. T écn ica perfeccion ada clesde el p?tnto de vista de l<t eJecución 11 grabado ele las su­perf'~cies ele acncrdo a Princi¡nos de ritmo 11 1J1'0JJ01'Ción Slt11Wmente clif'íciles de r~alizaT con in.~trmn<'ntos y he­n-amientos J')rin~itivas.

. !

T(;cnica 1Je1·teccionacla en el aspecto cení 111 ico el el mo­elelaclo y ej: cttció11 ·en formas com1Jl-icaclas aún elent1·o de la estilización adecuada a la 1nateria 1/, ]JOT 1Ílt·imo, un grado justo de co(·c ión ele acuer·do con las 1Yr01Jie­dades y modo de com.portm·se estos ejempla·r es f?·ente a las temp~ rat1t1·as 1·eq1terielas tJa1·a lct ¡Jet?·ifi,cación de la m·cma.

CERJJJICI\. COLOXJAL Y CONTEJfPORA.l\~EA

Con la conq1tista 11 las luchtts corntm . el elemento na­tivo, llega hasta desapa1·ccer total m rnte la tmdiC'ión, ce­ni?nica. Otras costumbr·es y ot1·as n ecesidades de los nuevos zwbladores de ( stas tien·as recla?nan ot1·os ar­tículos, cin~unscribiénelose estas m anifestaciones a la obtención de t ejas y lael'f'illos ·re~lamaelos zwr espa11oles y 1Jortugueses para sus construcciones. fh ws y ot1·os sou ele dimensiones extraordinarias conwar·aczos con los Q'lte

hoy nos pro1Jor·ciona la iml'ltstTia. Las tejas del tipo A1'abe o ele canal tienen de fiO y '1'0 cm s. ele laTgo y los Zad1·illos no menos de 40 cms. En Jlontevideo. 2\Ielo,

- Maldonado y la Colo ·~'Lia. lC! industria. de esto.c; ?nate·riales t oma gran ·i-mpulso. Los utrnsil'ios domésticos, vasijas y cacharros son im1Jo1·taclos ele la pen'insula i bérita.

Las guerras de la inclependencia eletcnnina también 1t1l estancamiento ele estas activielade.~. hasta que conso­lidada ya nuestra nacionalidael en .1830, necesielaeles d J

otra índole y la acción decidida ele clon Fmncisco Agui­lm· cletérmina la i111,!Jlantación el e una 111tevo. i nel'ltstri a cenímica, la fabricación ele azulejos esntaltados y tJoz.i­cr·om a dos. ( Fig. 9).

Sorprenden v erdadera·m ente las 1·ealizacion es ele la fá­b,·ica te1·nandina, por la pretección alcanzada en ela­bom ción tan llena de di ficultacles y (;On tan limitados TCC?trsos naturales, tien·as y esmaltes, si n o en S'lt tota­li.dacl. tJor· lo m en os casi to.talm ent ~ 11 ac ionales, produ­jeron mat<'?'iales qne alternaron sin clesmcd?'O al lado de materiale.~ impm·tados, en 11tttchas con stntec iu11 es de esa ("poca. Ca·usas accidentales, segú,n el distingnido co­rnrntarista !?. Mazzon1, deter-mina1·on allá po1· <'1 año 1840 l!! pamlización ele esta inelustria, (!Ue 1JOr los re­sultados · alcanzados r·n el limitado t i em¡)o ele. s~t act ivi ­clad, con.~tituyó el esfuerzo ele 1na1JO?' s·igniticación ?·ea­lizado P.Xitosamente en 1w estt·o ~lais en es" senti.clo llasta el 1J?'esen t e.

. ARQUITECTURA

J~a p'rosecuci6n de esta ob1·a nos hubiera 1Jenn i t'iclo avanza1· en el estudio y conocim,ifmto ele nuestras ?na­ferias p·rirnas y Slt.$ aplic;aciones,. base indispensable en que clebení asentarse cualq'ltier t entativa de indnstria­lizac i.ón. Además del 'Jnejor conocimiento de nuestros rnatet·ialf,S, el adelanto y 1Jerfeccionamiento de la técnica a través de va?'ias generaciones, habría determinado un g1·áclo de 1Yt eparaci ón especializada SU1JC?'ior en los ope­mrios a!Jlicados ~ estas tareas. factor de f1u1elamentaZ i nt 1Jm·tancia tJam el mejor éxito de e.'itas 1·ealizaciones.

Ent?·e los a1ios 1860 y 1870, alfareros inteligentes rea­lizan, p·r in cipahncnte en Montevideo, cerárnica adaptada /'ltndam,ental?nente G las necesidaeles const·mctivas de la é¡Joca. Capiteles, balaustres 1/ otros elementos deco?·ati­vos de aplicac'ión corriente en la edificación de esa épo­ca, tanto en la ciudael como en sus aledaños, ?nttestran lwy muy pTóximos al siglo de ini nte?'?'ttntpida eX1JOSi9i ón a los agentes atmosféricos, su resistente e.struct'lt?·a cení­?Wtt:a, :i l3'nt.t Ot.:·utta bajo tas aescascaraaas capas ae otan­queo con los qtte la torpeza y vanidad httmana 1Jrete1.1-dió ocuzta·r su o·rigen, i1nitando o pretendiendo i-mit(tr :ó'tros materiales de i nfe·rim· cali dad pero más en boga ·~m>cie?·­to 1no-me~to. · Do·m'ingo Mora. ta-mo~o arti~ta :q1ie :;c1tl­m i nó su i>'bra esc'ltltó?'ica en Norte Antérica, ejec1ttó en ce·rámica, en nu~stro pa'ÍS , po1· el mio 1810, entre otras . . . . . obms que analizó nu.est1·o distinguido colega el .t1.1·q. S. Ge-ranio, la estatua del gauch9 que hast.a 1úice nu.ty po­cos a'ños elecoraba el atico del almacén ubicado en la es­quina de la .4.v da. Gral. Flm·es y Yatay. (Fig. 10) . . . . .

. Contraste ev idente resu.lta de .la comparQ.ción de estos

elementos aTquitectónicos ejecutq(los en arcilla con. los poste1·ionnente realizeul.os en portlanel y tier·ra roma..na. La susti tución o eli'minac ión , .{te éstos constituye hoy una pesadilla 1JaTa los zn·opirtarios actuales, ya q1te la sr:gurida.d dé los t1·anseuntes se ha visto seriament(l ame­n azada po1· los deS1Jreudimientos y caidas de estos orna-m entos. · ·

El obj eto de esta por demds lintitada fxposición al p1·esen tar a vuestra consideración las realizaciones ce­ni mi cas conseguidas en otras épocas, no tiene ot1·o ob­jeto que 1·ec.:Zanta1' una mayor· atención en mér·ito a las 1JOsi bi licladr s muy supe?"im·es Q1te pueden se1· alcanzadas g1·acias ( ! los ?naJ;or<'s 1·ecur·sos df' que hoy se tJUf'de disponer.

( Fig. 7 ) Anfora chaná. Cof. C. Freitas .

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Esquemas de dibuios. Col. C. Freitas.

( Fig . 9 ) Azulejo en cerámico d'e Aguilar (Maldonado).

• • .;, ·• ¡r. . .

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La ceni?ni.ca en el Urugu,ay d ebe alcanzar el lttgar qzu~ l egítimamrnte l e corresponde. ya que no faltan ni la.v­m a te?·ias t>Ti.mas necesm·ias a tales 1·ealizaci-ones, ni el elrmen to lmmano capaz de ej.ec·utaTlas.

Los estudi os que tu.v e la OlJUTtunidad d e t·ea l i zar e ?l

los I ns t i t u,t os d e Mtiquiuas y EnsayJ d e Materiale.v de la Facu ltad de Ingeniería, a c nyos direc tores I ng.v. de M ed·ina y Ga1·cía y personal ayuclantc l es debo el má­x i1no rrconoci1niento por l!! eth·az cooperación prestada, me han daclo la c·e'rtid'ltm bTe de aue en el ot·den téc:ni co es t>o.viblc la !Wl?tción de t odos los 1>T01)lema . .:; ele esta 111 cl?tst?· i a.

Pa1·a alc·anza1· el des·ideratmn ClWI1Jl'ido en ot -ros paí­ses de arraigo y tradición inintr rrmnJJida d1tmnte t·en­t ·ltrias, es u ecesar-io la tu t ela del Estado. sobre todo dtt ­rante el 7J1'hne-1· p e?'iodo ele exptT im.entac ión. Esta e.t;; lar­ga y costosa. y no puede estar a 1na.nos d r· 1>e1·sonas ('nya 1n t crés de i nmediato lttcro. c:on s¡Jint a bie·rtam en t e f·on la índole ele estos trabajos. A l '!)rrsen t c rl panm·ama ce­rri m ico ·ind1tstrial e.vtrí limitaclo 1J01' las nrce!ddadr .y ('On.<t­

tntetiv as. ¡>riuc ipalment e ladrillos y teja.v. La alfm·ería, 1>aso p1·ev io e i n evita ble ¡Jara cu.alquim· af't'i.vidad ele un orden m rí s compli cado. no fstti n ·i U(:wica 'll'i artística­mente más adelantada que en tir m po de los Charrúas 11 C11ana.cs. !.Jos az1tlejos rle A g1t'ila1· t endrían se[}ura . .:;a,. lida en e.~tos días. La:, anilla.v. r l'frac tdrias han. ¡>ermi­t i do intet·esantes ,·ca lizacimlf•s rle productos d.t• es ta c lase. así cmno la obtención dl'l g1·es v id1'iado. CUJ/a elabm·a­dóu en .lf alclon ado. es f n t fo exdu.rtiVQ- d r m1t"C11os a1i o .~ de r:s_tu.erzo clel i:nfatigable dtm. L. Alon.11ope1·rz.

!.os establf'c im·icntos m ·undialmente ronoddo:~ d eclica­(los o csta.s activ idades. cnrntan con la exp P?'ieucia al'1t­mu.lada dm·ante tantos mios com o _tar.tor fundamental el" l r, perfección alr:anzacla.

Gorrestwnlfe fambü;n al Bstadu r-rr·a.r estÍ7n1tlOS a la 1Jtoclu.cdón a1·tí.'ltica . otm·gando ,·ecom¡Jensa.~ esptc ialt!.~ . en los .'-:alrmes clr. Oto1io y P rimavera. a la .'4 _ r·ra.lizacione-'1 ¡>ltí.~ti. r:as ejec·u tadas wn· medio de la cer,i1nica.

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( Fig. 1 O) Figuro da Gouchos.

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ARQUITECTU R .A

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CANTARO C HIMBOl E

Altura : 23.5 cm. Color : Amarillo, gr~s y morrón obscuro

Cántaro cilíndrico con cabezo masculino adosado o éste. Quizás un jefe. Los ojos cerrados y hundidos hocen pensar en un muerto. Su pintu-ra gris de lo foz afirmo esto h ipótesis. Como ornamento nasal,

un disco de metal.

ARQ U I TECTURA

. .

19

Traducci(•n d e 1 Dr. EMILIIJ o n 1 n E

Una brecha o hendidura inmensa en la roca de una cum· bre de montaña se recorta sobre el cielo, que es visible desde lo alto del teatro hasta el nivel de la escena.

El piso inferior, de dos masas rocosas de izquierda y de· recha, está tupido de árboles poderosos, robles, hayas y -casta nos.

En lo alto, aparece la región mineral desnuda. Hacia la cima derecha la roca afecta formas cristalinas, haces de prismas entremezclaclos, donde algunas facetas son vaga· mente luminosas. Un poco de nieve brilla acá o más allá sobre las, alturas. '··

En medio de la escer&.Q, -una balsa o fuen~e de ttg.Ua oscura. A su alrededor, se lev_antan bloques de -granito ·o de basalto. Todo un desorden de tales bloques se destaca en el fondo y -cierra la brecha hacia abajo.

En las regiones arboladas se han dispuesto caminos y pasajes practicables donde las escenas secundarias pueden representarse.

El cielo nocturno deberá ser ejecutado según fotografías de la V ía Láctea. Polvo de polvo luminoso, con algunos astros de tamaiío diverso :Y negros vacíos aquí o allá.

Al levantarse la cortina, criaturas nocturnas danzan en pequerios grupos, en diversos sitios del paisaje. Desapa· recen, no siendo visibles más que el tiempo en que son percibidas en las tinieblas transparentes.

Entran por derecha e izquierda hombres y mujeres que se buscan, se hablan por signos, se distribuyen bajo los árboles. Se preparan para el reposo, entran pronto en las sombrc1s de lo cubierto.

Se escucha en la calma la Armonía de las esferas. Nota aguda e inhumana, sugiriendo una rotación verti­

ginosa constante. Sobre esta nota monótona sepárase pronto el

CANTO DE LAS FUENTES (Voces de N iños)

Nosotras, fuentes gota a gota Lloramos el tiempo mortal! De las , h1grimas ·de la nieve se desprende toda vida, por nosotros llora la Tierm, llorando ha·sta J a mar.

ENTRA Ó1\.. DE ANFIQN U na breve y sorda son:.a~a , o bien · algunos rasgos ásperos

anuncian la · entrada de Anfión. Aparece, entretanto, cur­vado, algo así como un ser salvaje, animal, o hembra mons­trrwsa, o egipán. Aquél cae sobre este ser, lo obliga a ceder bajo los pies y, sacando un dardo pequeño se dis­pone a degollarlo.

UNA VOZ ¿ Porqué ¿ Porqué? Ueja vivir a la Vida. Deja a la muerte en manos de los inmortales !

Anfión se incorpora, arroja su arma. La presa huye rá­pidamente. Anfión, después de un momento de duda, se dirige hacia una especie de gruta o excavacióñ poco pro­funda; se de.spoja de la piel que cubre sus hombros, se sienta, contempla el cielo estrellado.

Después se extif;nde a lo largo y se duerme.

LOS SUEÑOS El cielo estrellado se oscurece poco a poco. Sobre el campo de las tinieblas vienen los Sueiios a vi­

sitar al durmiente. Dos guerreros color de sangre se atacan. Un monstruo los devora. Personajes vestidos de extrañas colgaduras. Un Rey de plata, etc ....

Anfión se agita entre las ligaduras del sueño. Aparece el Sueño Amoroso, que representa una danza­

rina casi desnuda bajo un largo manto. Se apresura en torno a él~ se burla, toma vuelo a cada

mov imiento de Anfión dormia.o.

20

LAS MUSAS a ) Entrada de las 1r1 usas.

UNA MUSA surge de la fuente y llama: Musa!

UNA SEGUNDA MUSA surge de una roca y llama: Musa !

U~A TERCERA Y CUARTA MUSA parecen des­prenderse de las ramas de una haya gigante )' llaman igualmente :

Musa! Musa ! Estos llamados, a mezza voce y casi simultáneos. Ellas

traen pequeñas alas en la /rente. Se encuentran en la sombra, donde constituyen figuras

iluminadas. Se juntan, se toman de las manos. PRIMERA MUSA

- ¡Yo veo lo que no es aún ! SEGUNDA MUSA

¡Y o sé lo que no existe más! TERCERA MUSA

¡Y o hago lo que será! CUARTA MUSA

¡Y o, solamente puedo amar! PRIMERA MUSA

Hermanas mías! Bellas abejas, obedezcamos al Dios, consagremos ese mortal!

SEGUNDA MUSA i En el infierno del sueño se debate su alma!

j Suspira !

¡Se queja!

¡Desea!

¡Cree vivir!

TERCERA MUSA

CUARTA MUSA

SEGUNDA MUSA

PRIMERA MUSA

j 1 en gamos cuidado, mis hermanas. que el excesivo tormen­to . no lo liberte antes del alba!

¡ 1\ 'la titrea! i Pero disipem-os por lo pronto es.te· desorden de sueños.

COMBATE DE LAS MUSA~CON LOS SUEÑOS Ellas capturan y disipan a los stños. El último episoclio

es una graciosa lucha con el Sue~t Amoroso. -·

EPISODIO LITURGICO LITURGIA

La escena se oscurece de pronto. Sobre las tinieblas, el único grupo está iluminado. Anfión con un resplandor ar· gentino, las Musas con una claridad azulosa.

A. - ENCANTAMIENTO Las Musas encantan a Anfión dormido, prodigan sobre él

gestos de encantamiento, circulan alrededor de su lecho murmurando la salmodia o

BERCEUSE MAGICA Hombre que duermes. la noche te ilumina, y el silenrio .. · hecho está de Musas !

An/ión cnmbia de actitud. Como levanta el brazo, uno de las Musas le besa la numo y ·lo -apacigdn.

B. - LITURGIA. SOLEMNE Las musas se agrupan ahora alrededor de Anfión en una

forma solemne. Una hacia los pies, las otras más allá de su cuerpo, frente al público.

Dan vuelta el rostro hacia el Cielo, extienden las manos. CORO DE LAS M USAS

De la inteligencia divina, hijas queridas, totalmente fiel es, este sueño hermoso calmado por nuestras manos entregue libre este hombre al Dios !

ARQUITECT URA

••

'

••

Oh! Qué paz tan UNA MUSA

santa sobre ese rostro UNA MUSA

puro!

Se forma allí una sonrisa abandonada a los astros. UNA MUSA

Ese tan claro t uerpo, tan sosegado. parecido es el altar, a la piedra sagrada ...

UNA M USA Y su alma ha perdido los camino:; de la vida.

UNA M USA Es igual que si fuera eterno, ignorado de sí mismo.

UNA MUSA N o es a l presente nada más que el que set·á! Que él escuche al abismo!

Tru:eno lejano. La.~ M wws .~e prosternan. VOZ DE APOLO (La voz clebe parecer procluciéndo$e

en medio '(le la escena. ¡ j Anfión!!

LAS MUSAS ¡A polo!

LOS ECOS (Bajo$ profundos) ¡Apolo!

CORO DE MUSAS

Yo te suludo en el seno de In noche perfecta, Maestro de la Luz! j Qué dulce es en el medio de las sombras ~scuchar tu potente palabra!

UNA MUSA Oh. Causa del Sol, las tinieblas te adoran, y los débiles humanos s ueñ:m en su s sueños con la espléndida aurora que c:le de tus manos ! .

UN A MUSA Visita a ese morial. Mara~j.!la su corazón! Que su dócil demonio o'li~deua a la voz de la Santa Sabiduría, Apolo!

LOS ECOS A· po-lo !

CORO DE LAS M USAS <Golpea, oh Dios, castiga, ilumina. enciende, .con tu eterna voz, Golpea ' .a .éste, a Anfión! Como el puro sol golpea la c:umbre d el monte 'y hace relampaguear la cima altísima! Golpea, oh Dios!- Vén, oh .Dios !

LOS ECOS Oh. Di· os !

Trueno lejano. Las Musas prosternada.~ . Ofrenda. La claridad: q1¡,~ está sobre A n/ ión se hace dorada ..

VOZ DE APOLO

Anfión!. . . Y o te he ·elegido! Ent'r~ mil, entre iodos, .como elige el Amor, comp : una cima es elegida por e l rayo, te he e legido! E srucha! Alma proh:ndísima, escucha y r ed ha a A polo!

· :Estremecimiento de Anfión. LAS M USAS

¡Apolo! LOS E COS

¡A polo! -VOZ DE APOLO

j Es<·uchu! -Quie ro ser por tu intermedio p resente y favorable .a la raza mortal. · ¡ Coloco en ti el origen del orden, habitaré tu momento más puro. y en lo venidero se Llevarán a término sobre la faz de la tierra actos venerables, .en donde aparecerá la celeste sabiduría! ¡ \'o te con tío la invención d e Hermes ! j T e hago dueño del arma prodigiosa,

la Lira!

Estremecimiento. ¡ Anfión, Anfión, despierta el sonido virgen y triunfa por medio de él! . Buscarás, encontrarás sobre las cuerdas bien tensas ·· los caminos que los Dioses siguen! Sobre esos caminos sacros las almas le seguirán,' y la materia inerte y los encantados brutos

ARQUITECTURA

. .

serán cautivos de tu Lira! ¡Arma te de la Lira! ¡Escita a la Naturaleza! ·¡Que mi Lira engendre mi T emplo, .. y que la roca se extremezca al nombre del Nombre Divino! Arranca p:na mí del cao¡5 esas ruinas de lm; m(;ntes, t

ofréeeme de~de P-1 alba un darú santuario, que una inmensa ciudad de oraciones lu circunde, y qne tus manos hachi mí se eleven para ofr<werme lo que he cr eado! j Anfión!

LA~ MUSAS i A polo!

LOS ECOS ¡A · po ·lo!

Los ecos dispersan y diversifican el nombre clel Dios.

VOZ DE APOLO (Dulcemente)

Y vosotras, deliciosas, M usas SÍ(;mpre fieles, oh caras, oh piadosas! oh sabi:ls, oh diversas ! Amad] e, guardarle! . . . Pero sabed que para él no hay más felicidad ... ¡No vive más qua para mi ¡ Lo he elegido, como una cumbre elegida es por el rayo!

1'rucno sordo. Las Mu.~as se retiran. Besan los pies, las manos, la frente

deAnfión. CORO LEJANO

Anfión, sé el milagro, y del milagro víctima admirable!

Noche casi completa. Se oye a las Musas que llaman en la sombra.

LAS MUSAS

¡Musa! ¡Musa ! ¡Musa! La luz vuelve poco a poco y se tiñe · progresivamente con

los colores de la aurora. Las Musas han desaparecido. Se percibe la Lira y el Plectro a los pies de Anfión. Rumor vago de la naturaleza viviente que despierta.

Gritos de pájaros. Murmullos de las aguas. Repetición del «CANTO DE LAS FUEl~TES>> .

Un ser semi animal, perseguido por otro. Apenas han huído, cuando se ven surgir hombres y mujeres del bosque . U nos corren hacia la caza, otros se apresuran en diversos tra­bajos. Una mujer viene a sacar agua de la fuente. Otra tt mi­rarse, y de desaliñada que estaba, se vuelve trenzada· y pei. nada. Nilio9 se querellan y juegan. Anfión se estremece.

DESPERTAR DE ANFION

Durante esta escena, los diversos personajes se retiran poco a poco. La. orquesta ritma los actos sucesivos de Anfión.

Se apoya soHre los codos. Contempla. Estupor y aCtos del ·despertar. Se sienta bruscamente sobre su lecho, se le­vanta, da algunos pasos,aspira el aire de la matiana. · De.rt· cienlle hasta llL fuente y bebe por un tiempo.

Danza. como pnra desplegar los miembros. Conducido por este paso de danza hasta el lugar de su sueño, percibe 'la Lira.

La Lira ·debe estar de acuerdo con la descripción de Fi· lostrato y otros antiguos.

Anfión la contempla con asombro. La toma, la maneja con curiosidad; se adelanta hacia el espectador, la enarbola por uno de sus cuernos, y separa el Plectro que estaba unido por una cuerdecilla ele oro.

1 Gol¡Jea ele pronto. Una cuerda vibra. Sonido ronco y po·

tente, al que responde un rumor de trueno. Un block de piedra se incorpora con gran ruido. Surgen personas con espanto. otros entran, se entteéhocan, esbozan una lucha, y salen combatiendo /uriosain.e'nte.

Efecto de· pánico. Estupor•.y terror de Anfión. 'Contempla su Lira con un temor sagrado. Vuelve a sí mismo. Intenta

' uu nuevo ensayo. 11

Segundo sonido. Otra cuerda ~ocada desprende un sonido delici0$0. Alguna.s rocas se yerguen sin ruido o ruedan o se deslizan hacia el héroe. Amante.~ y amadas aparecen, ·ten· diéndose los brazos, juntándose y alejándose con lentitud.

Anfión hace reposar la Lira, la contempla ·con amor y se recoge.

Está sentado sobre un(l piedra al borde del agua en la cual aparece su imagen.

El ensueño que tuvo poco a poco vuelve a su espíritu. Se escucha de un modo vago la Berceuse de las M usas mur­murada a labios cerrados.

Anfión se levanta e invoca al Cielo .

21

ESCENA LAS MUSAS INVISIBLES

¡Anfión! ANFION

¿Quién me llama? LAS MUSAS

Tú mismo! (Salmodiado): ¡Que le acuerdes de ti mismo!

ANFION (Hablado) 1

¿Quién habla? Me acuerdo.. . Una voz soberana, una voz sin semblante ha hablado en la noche ... ¿No he escuchado palabras fatales? -¿Volveré a hallar los caminos de las maravillas de la sombra? Oh voz toda • poderosa ! Se ha dicho. . . Se hablaba ... Como el abismo estrellado hablado hubiera, é), que siempre parece, por medio del silencio y de los astros, que interroga a la raza miserable de almas efímeras!

111 Ha dicho . . . El cielo · que · habla lh dicho:

Melodrama. « Anfión!

« ¡Y o te he elegido! ¡Como eligoeo el amor! « ¡Como una cima elegida es por el ruyo! « ¡Y o te he elegid<. ! « ¡Te hago entrega del arma prodigiosa, e la Lira! <! Armate de la lira! Despierta el virgen sonido! « Que mi Lira engendre mi Templo.

Bien medido. Semi cantado. Voz de visionario, cortada, jadeante.

IV ¡Armo mie-tel'io~a, qu pod<~r es el tuyo i ¡Oh gran Arma que das la Vida y no la Muert.- f

Tú, cuyos dardos divinos atraviesan el :tima del Mundo! Apena,; desfloré tus aúrea~ cuerdas por el Dios duramente tendidas, el Cielo y Ja Tierra se han estremet"ido !

¡ Y he sentido estremecerse la ro«'a, como la carne de una mujer sorprendida! Yo he vi~to el furor y el amor nacer en los mortales, ¡El furor y el amor expandirse de mis manos! ...

¿He herido yo, golpeado, encantado, puede ser,

V

el Cuerpo secreto del mundo? ¿He conmovido sin saberlo, la substancia de los cielos, y tocado el Ser mismo que nos oculta la presencia de todas )as cosas? .Héme aquí entonces más poderoso que mi mismo, he aquí que me encuentro extraño y venerable

• • .para m• mismo, extraviado en mi alma, y dueño alrededor mío! ¡Y tiemblo igual que un niño ante lo que puedo!

VI A polo, A polo, he de obedecerte! l''ormando tus dibujos en la Lira mis dedos dioses son, mi corazón precede a los humanos!

VII ¡ Atacaré el desorden de las rocas! ¡Mis actos puros ván a servir fiel~ente en la obra sin ejemplo, las ruinas de los montes, los monstruos desplomados, caídos de los flancos sublimes!

VIII ¡ Apolo, mi señor, está conmigo! ¡Perseguiré la obra y la belleza como una cacería! Apolo me posee, resuena en mi palabra, viene por sí mismo a edificar su Templo, y )a Ciudad que debe aparecer a los ojos de los hombres está ya del todo concebida e¡;pJendorosn en las altas moradas de los Inmortales! . .A.n/ión vuelve a tomar la Lira y el Plectro, las muestra al cielo; se dispone a tocar, Ueno de seguridad y entll·

• 6UUmo.

22

Roza la' cuerdas. Sonido inmenso y prolongado, acorde deslumbrallte, tie

tanta riqueza como los recursos del urte pueden producirlo. Toda la Naturaleza vibra. Los Ecos repercutf;n multiplicflll·

tlo la iniciativa. La escena se puebla en diversos plauos con ¡Jcrsonujes

utraúlt";:> por el sonido. Anfión preludia. Ahora, creación de las gamas. Ejecuta, lira en mano, una especie de danza sagrada cir·

cular. Se coloca sobre la tierra en seguidc, tleba}o de lt1s rocas, de la derecha. Y grita:

¡Por Apolo' CONSTRUCCION

Todo d acto de la construcción exige una coordinación tan perfecta como posible entre la mímictt, ln figuracicm y la música, la cual es aqui soberana dueña y debe conducir 1-a acción de los personajes y materiales movibles.

A. PRIMERA FASE Marcha de las piedras. Bloques se levantan, se desplazan sea por ímpetus pesados,

... ea rodando por pl!ndientes; se dtri !{en destle la dercch'.l clel espectador a la izquierda. El Templo debiendo edifi. carse sobre el perfil de las rocas de la izquierdtt, un poco más arriba de la cresta, la fachada irwisibl(> :;eriÍ su :JuPsta como dada vuelta hacia el fondo de la derecht;.

La Marcha de las Piedras se dibuja sobre el /ontio <·ttn·

tante de ia orque_sttt por ritmos muy marcados y accidmt· lados- que se clasifit·an, y ordenau poco a pocu.

CORO.· INVISIBLE ¡Oh Milagro! ¡Oh maraviUa! ¡La rofa anda! Ja tierra es sumi~a a ese dios, ¡ Qne Yida horroro~a invade a la naturaleza'? ¡Todo .se comnueve, todo busca e) orden, todo se siente un destino!

B. SEGUNDA FASE La construcción se esboza. Aparecen partes arquitectónicCis

en el flanco de la montañtt. Muros, entablamento, cornisas sustituyen a la roc11 cuyos perfiles irregulares ttdoptan línea . ., puras. l ... a silueta dP- un templo S€ establece. Un peq:ICrÍo edi­ficio /nrmado de 11lgunas dcmzarinas vestidas con trínicas se en.~arnbla y coloca 'obre una saliente.

Luego aparecen las musas, vestidas de oro y portadortzs de capiteles de oro a modo de peinados.

Van solemnemente a distribuirse como columnw. <lel umr­plo. Si fuese posible deberían descender de las Alturas de la izquierda.

CORO DE LAS MUSAS· COLUMNAS ¡ Hijas de los números de oro, fuertes por las leyes del Cielo, sobre nosotros cae y se adormece un Dios color de la miel! etc ....

Luz deslumbrante. Gran desarr_.,llo musical. C. TERCERA FASE

El conjunto de la decoración se ha transformado. Ltt montaña está enteramente CONSTRUID~ revestida desde la base a las cristalinas cimas (qlle pernumecen contd eran, l'ero p11recell penetradas por la luz coloreada) por muro11, pilastras, terra:as, galería$. · Motivos vivientes se han situado aquí o allá. Más allá de la garganta, se ven los tr.t.'¡os y ltl.~ torres de T ebas brillar al Sol; se htm elevado in!femiblemente.

El pueblo está didribnído en grupos sobre el conjunto de los practicables. El centrv de la escena quedará libre.

CORO DEL PUEBLO (Himno ni Sol)

¡Sol, Presencia Santa, . Llama que conduce por Jos cielos el eonocimientc; con la vida,

Oh Sol!. ¡Nadie puede contemplar la fuente de la fuerza ! ¡El insostenible resplandor de la faz ·divina nos oculta el dios! Pe.-o Tú, mira aquí las maravillas humanas: Aquí aparece lo que nunca fué desde que tu esp_lendor ha tecundado al mundo! Anfión victorioso te ofrece esas piedras encantadas! ¡El congregó esas residencias aúreas! ¡Be aquí que para recoger tus más puros ray.os, ¡El te hizo esos altos muros,

Oh Sol! ¡Aprecia tu Templo y reposa tus fuegos sobre su deliciosa forma! ¡Que sea agradable a los rayos caídos d~ la frente divina!

Aclamaciones. Se llama a Anfión, se le señala el Templo.

Continúa fn la-·pá~ :'ili

ARQUITECTURA

'

•..

No es tan fácil proyectar un edificio que en su

realización concuerde con el medio en que se ubi­

ea, y que al mismo tiempo llene con eficiencia la

función para la cual ha sido destinado.

Este es el problema que se planteó desde el pri­

mer día.

Hahía que hacer un edificio de ~ran masa como

(!Ol'responde a un hotel, y al mismo tiempo que su

Vista General

. . . - .. - ..- - .-

ARQUITECTURA

e A R R A S e o

Ar qui tectos : ISOLA & ARMAS

Propietarios : CONSTANTINO & Cía .

aspecto no desentonara con el barrio residencial

que ya es Carrasc?, y que co.mo .pocos barriQs de

nuestra capital ,tiene una gran uniformidad de va­

lores arquitectónicos y hasta uria gran prestancia,

no sólo en los edificios, sino también en la dispo­

sición edilicia.

Se concibió el edificio pensando que tma vez

resuelto este aspecto sólo debería atenderse el má-

ESTUDIO FOTOTECNICO

23

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Planta Baja J

PIWVlSlON~S

PROVI~.

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DHl05lTO ..... A o ,q

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P.lanta Entresuelo

ximo de confort que exige el pasajero, y el máximo

de eficiencia en el funcionamiento del n egocio. Lo

primero se ha conseguido con una planta muy

simple y con el alejamiento de todo ruido molesto •

de las habitaciones, para lo cual se colocaron los

haños y los armarios entre las piezas y e] pasaje.

En lo que se refiere a la faz del fun cionamiento

del negocio, la ubicación de la administración y

controles se puede considerar como muy correcta;

es como el comando de un buque alrededor del

cual están ubicados todos los mecanismos del di­

fícil manejo de un Hotel.

Completa el fácil control y la amplitud de los

locales la simple circulación del público que no

24 .

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AZOHA • • 1

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Vista del Hall • ' [: . . .

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ARQUITECTUR A

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LAVAD~P.O

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DO~ M.

1 Planto de departamento:;

es huésped del Hotel y que debe tener fácil Jle­

gada al Comedor, Bar y Salón de Té.

Las otras dependencias, tal como cocina, cafe­tería, repostería, etc., con un sistema especial de

iluminación y aireación, permiten un trabajo en

la forma más perfecta de 1impieza e higiene .

El garage, el lavadero, los ·almacenes, las cáma­

ras fría s y la bodega, también han sido objeto de

especial cuidado y se puede asegurar que se ha

llegado a obtener un edificio que, funcionando

bien, es atractivo y está en su medio ambiente.

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Planta Alta

ARQUITECTURA

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Planta Alta

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Arq.tos Raú l Héctor

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E5TUOIO FOTOTECNICO

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Planta Bajo

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A RQ UITECT UR A

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REFERENCIAS PLANTA BAJA

1 . Gran living - comedor.

2 . Biblioteca.

3 . Porche.

4 . Comedor.

5 . Antecocino.

6 . Cocino.

7 . Sola de Billar. •

8 . Hall de entrada.

9 . Servicios.

1 O . Garages.

1 1 . Depósitos. Carbonera •

REFERENCIAS PLANTA ALTA

Techos planto boja.

1 o Dormitorio principal.

2 . Cuartos de • • baño. serVICIO y

3 . Hall alto.

4 . Cuarto de vestir y baño • pr1n-cipo l.

5 . Baño secundario.

6 . Dormitorio secundario.

7 . Dormitorio secundario.

En lo zona de Carrasco que se va extendiendo hacia el Este, o poca distancio de la costa, el ar­quitecto Rodolfo Storm ha le­vantado esta gran mansión.

Su p lanto 1 ibre sin ·ejes do mi ­nantes, recuerdo en algo, los "grandes ranchos" del Pacífico norteamericano. La dimensión de sus locales, grandemente a biertos por ompl ios ventanales a 1 ·espacio ci rcunvecino privi le­giodo de Carrasco, fácilmente intercomunicados entre sí, en un enloce de volúmenes que hace

ARQU I TECTURA

29

. .

Living

fáci 1 y ·agradable el movimiento entre ellos; y aumenta la holgu­ra dominante del proyecto en sus elementos externos e internos.

A todo lo dicho, que se des­prende fácilmente de los ele ­mentos que publicamos, se po­dría agregar el tratamiento de las fachadas : ladrillo a la vista ,. revoque imitación piedra arenis­ca, piedra regularmente apare ­jada y techos de tejas, todo lo 5=1ue contribuye a obtener un con­junto pintoresco; pero hay en la finca que nos ocupa un "entou­rage" que la presenta, constituí-

Planta Alta

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do por el espacio, el césped y et árbol, principalmente una al­fombra verde ·sin vallas; sin te­jidos, sin cercos divisorios que hace con el espac_io vecino una unidad total.

Este último tratamiento es un­valor grandemente plausible, y que debía ser más a menudo· usado en las zonas balnearias y -en la escala que fuera posible en los lotes ciudadanos. En­aquéllos para brindar espacio generoso, y en éstos espacio ne ­cesario para agrandar el pulmón de la vivienda y de la ciudad.

Living

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Sala de Billar

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ARQUITECTUR .A.

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• ARQUITECTURA

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Cont.ratista: .losé M. Uneto

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La buena política seguida por quienes regularon s:.. colocación y la ulterior armonización conseguida con las ventas efectuadas por los propietarios de la tierra, han traído por consecuencia la armonía total que admira o propios y extraños cuando recorren las calles techadas por frondosos pinos y airosos eucaJ!ptus.

Profunda amalgama de espacios verdes y espacios ed i­ficados, donde el aire trabaja para dar vida al conjunto alimentándose del aroma de los grandes arbustos. '

Verde que protege el conjunto, disimulando las a veces demasiado personales interpretaciones de una concepc ión arquitectónica; verde que por un lado, disimula la pace feliz proporción de muchos detolles y por otro, fija lo be­lleza de tantos conjuntos que debido a nuestros buenos arquitectos, marginan calles y avenidas del gran balneario.

¿A dónde va Carrasco? Si podemos1 conservar - y esa es nuestra esperanza- la jerarquía que hoy posee, será, sin duda el barrio jardín residencial de lujo para invierno y verano en esta gran capital de· este pequeño país.

Y,amos rópidoment,e a exammar los .f.pctores determi ­nantes de esta opinión:

a) Sus cara~!erí sticas naturales. b) Su trazado urbanístico racional, encorado desde la

iniciación del balneario corf tJn totqt-~~otido plás­tico. El concepto de espacios vibra a cada ins­tante: su topografía regular con rasantes suaves en los perfiles de todas sus calles acuerda todas sus perspectivas.

e) Distancia al futuro centro cívico de la ciudad, ( ubi­cado por su proyectista frente al Palacio Munici­pal) 16 Kmts. que reclama la arteria de alta ve­locidad que conecte ambos puntos en el mínimo de tiempo de recorrido mediante los más modernos sistemas en la materia.

d) Nivel social uniforme. No hay fábr icas, no hay barrios de negoc ios, no hay zonas de población obrero consecuencia natural de las fábricas y los

Montevideo, 14 de Octubre de 1944.

VISTO: Para sentencia este juicio por cobro de pesos se· guido por Juan E. Cajarville contra María Ana Bidegaroy de Janssen.

RESULTAN DO: Llenado el requisito de la conciliación ( fs . 1 ) el accionante solicita a fs. 71 se le abonen los

honorarios correspondientes al proyecto de un edificio de ' apartamentos a construirse en un terreno de propiedad de

la demandada, en las calles Rondeau y La Paz, fijando el importe en $ 2.676.52 (escrito de fs. 83) .

Reconoce ésta a fs. 92 adeudar honorarios a la contra­parte, aunque no acepta que sean los que adjudica el Arancel de . Arquitectos.

A fs , . 9.5 Y. 99 corren agregodos los escritos de réplica y de dúplica.

Abierto el juicio a prueba ( fs. 111 vto.), las partes produjeron lo que se certific~ a fs. 136 y la agregada o fs. 141, 144, 146 y 155; alegan por su orden a fs. 156 y 162.

·c;ONSI DERANDO: Los interesados no discuten en el caso de autos el dered)o que tiene el actor, de acuerdo con le establecido en el Art. 1831 del Código Civil y concordantes, a cobrar honorarios, sino el monto de los mismos. Y mien­tras el accionante pretende le sean abonados los que corres­ponden de acuerdo con el Arancel adoptado por la Sociedad de Arquitectos. ( Fs. 7 4 vto. y 83 vto.) la contraparte le desconoce obligatoriedad en virtud de haber sido denegado por la Administración Pública en resolución del 16 de Di­ciembre de 191 5. Cita, además, diversos casos ju·rispruden­ciales argentinos (fs. 103 vto. y siguientes), en que la regulación se aparta del arancel establecido en aquel país.

32

negocios. Uniformidad de su tipo de arquitectura. Resi_den~~a jardín con espacios y retiros generales .

e) ZoniZOCIOn de los lugares deportivos. Futuro cam­po de ~~lf. Clubes de tennis, polo, equitac ión, etc.

La ya denslf1cada zancr.. central propiamente d icha e sea la creada e impulsada por el esfuerzo de les pioner~ cuyos nombres están en todos los labios, tendrá como ló­gica consecuencia la extensión al este y oeste del barr io urbano.

Indudablemente que el Hotel Miramar, la zona adya­cente al arroyo de la que han desaparecido otrora pin­torescos studs que albergaban a los aristocráticos " racers" veraneantes, el Club de Polo y el edificio para colonia de vacaciones de una entidad privada, así como numerosos chalets ya construidos, provocan la expansión hacia el este.

Las perspectivas del puente -sobre el arroyo Carrasco, probablq punto de partida de la costanera que se proyecta hasta ~unta del Este, así como también la conjunción en el puente de la futura Avda. Daymón, ensanchada a 30 Mts., con las rutas que llegarán del aéropuerto y tantos otros hechos que no tardarán en producirse, son los punto~ determinantes del futuro de esa zona privilegiada.

Ya la prolongación de la Rambla hasta el Miramor, saneo, coordino, regulariza y enmarca las zonas baldío~ que se extendían más allá de lo calle Cartagena.

No está lejano el día en que las autoridades munici­pales que siempre aportaron su concurso · al embellecí­miento del gran balneario, decidan abordar la construc­ción de los pavimentos que aún faltan ejecl!tar y los demás serVicios generales que como el sonean11ento, inexis­tente aún en muchas zonas, · .. son · absolutamente indispe·n­sables para el prestigio de Carrasco.

Recordando pues, el destino de la famosa playa cariaco de Copacabana, en cuyos lujosos barrios, quizás más dis­tantes de l centro de Río de Janeiro que nuestro Carrasco, habitan durante todo el año, lo élite de su población, nos afirmamos en el concepto que expresáramos ~1 principio de estos ligeros apuntes: Carrasco, zona residencial de lujo paro invierno y verano.

Arq. Manuel Pérez del Castilla.

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s·en enc1a ICIO

La disposición legal arriba indicada establece que cuando no se ha ajustado ninguna retribución, se entenderá que han convenido "el precio de costumbre para ser determi­nado judicialmente, si hubiere duda".

En los escritos de bien probado se insiste por el accio­nonte en que el "precio de costumbre, el precio que se paga por tales trabajos lo determina el Arancel de la So­ciedad de Arquitectos del Urug4ay, que si bien no tiene carácter oficial, ni es obligatorio, no es menos cierto que indica el precio que se acostumbra a cobrar y el precio que se acostumbra a pagar a los Arquitectos por los trabajos que realizan" ( fs. 1 56 vto. y 1 57) : y por la demando en que lo que ocurre es precisamente lo contrario, que "la costumbre consiste en prescindir del Arancel ( fs. 169 vto.)

CONSIDERANDO: Ninguno de los interesados en este juicio demostró- -en el período oportuno cuól era el precio que se acostumbre abonar por concepto de honorarios a los Arquitectos en casos como el sub-judice, en que el pro­fesional ha completado el proyecto de un edificio, reda:­tando el Pliego de Condiciones, la Memoria Descriptiva y el juego completo de planos dentro de determiando presu­puesto. La tarea del Magistrado, por consiguiente, se hace sumamente dificultosa por falta de Jos elementos que de­ben ser tenidos en cuenta y que debieron aportar las partes.

A) - Es indudable que la Arquitectura, la cual, desde épocas remotísimas ocupó un lugar privilegiado como elevo­da manifestación del espíritu (Miloutine Borissavliétch, Les Théories de L' Architecture. - L. Cloquet, T raité d' Archi­tecture, Tomo V) ha ido adquiriendo uno jerarquía codo vez mCiyor a través de los añ~s. De ahí que, la Sociedad de Arquitectos de nuestro país, en un informe presentado o

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Una sentencia judicial (Viene de la pág. i•1 )

lo comisión designado poro reglamenta r, . los prG;f.esiones de Ingeniero, Arquitecto, Ag rimensor e Ingeniero .4Qrónomo, hoyo podido deci r que es "el a rte de los conv!'!niencios y de lo bello en los construcciones, y desde Platón o Stengle:r siempre se le concedió jera rquía de superioridad, y autono­mía de función independiente entre lo más puro de lo que puede p roducir el intelecto h umano" .

Achi ll e He rmont, a l est udia r lo evo lución de lo función que ha desempeñado el Arquitecto, expreso que, "después de haber reunido en sí lo doble col idod del artista qu~ conc ibe y del industria: que e jecuto, el A rqu it ecto ha ce­socio de ser indust ria l que ejecuto, po ro queda r solamente el art ista que concibe" ( L' Architecte devont le code civ1l. pág. 11) . " ... es un artista, dice Guillemet Soint Vine­boult, ejerce uno profesión liberal, juego un papel puro­mente intelectual de estudio y de d irección ... " (Manue l J uridique de 1' Arch itecte, pág. 2) . Georg e Gromort en 1 J

prime ra página de su obro ( 1 nit iotion o L' A rch itecture 1 expreso que lo a rquitectura, que es un a rte tiene por fin desperta r es.e sent imiento con motivo de los construcciones.

8 ) - Esto profesión, q ue llevo implícito uno vasto cultu ro, uno amplio preparación y educación a rtíst ico; y cuyo importancia, como se acabo de poner de manifiesto p recedeñtemente no puede ser discutido, apa rece sin dejar lugar o lo más mínimo dudo en todo su mognificenci~ . en eso p rimero etapa, qui zás lo más importante y que con­s iste en lo rea lización del p royecto. El lo es )o cul minación de un traba jo previo en que se ha ten ido que a rmoniza r los aspiraciones del que pretende construir y lo que deseo gastar, dentro de un marco de estét ico, ceñido todo ello por los princ ipios legales y los ordenanzas municipales que rigen lo const rucción . El equi 1 ibrio perfecto de todos esos elementos ton encon t rados y dive rsos es ta rea ardua Y difícil. El Arquitecto es el profesional liberal civil, que con­cibe y proyecta el ed ificio, de acuerdo con la fina lidad a que se le dest ina " teniendo en cuenta por lo tanto, todos los requ isitos generales comunes a todo edificio y los pa rticu lares derivados de aquel la final idad, más todas los exigencias de lo buena t écnica construct iva, tanto paro las estructuras de sostén como para las accesorias e ins­talac iones complementarias, preocupándose, además, inten­sivamente de la estética y belleza de las formas generales

1 • • ,

y de deta lle; de la cuestión financiera pa ra la e¡ecuc1on: a la cua l se ligo, por supuesto, d irectamente el costo del edif icio, que llevará al Arqu itecto a la selección de ~~­te ria les a fin de ajustarse a los lími tes que esta cuest1on fije, punto que o su vez se relaciono í ntimomente con el de la economía en lo vida del edificio, cuyo problema también ha de fija rle normas. pa ra la concepción del pro­yecto y que, por ende, deberá contemplar o fond~" ( Ri,: va ro lo " Rt= sponsobilidoci y de rechos de los Arquitectos pág. Í 3 y 14 ). En un trabajo presentado en e l 5." Con­greso Panamericano de Arauitectos, real izado _en_ 1940 en esta Ciudad, por el disti nguido Arquit ecto b rasdeno Angelo A. Murgel, dice entre ot ras cosas: " La verdadera función del Arquitecto es lo de crea r. Crear uti lidad y belleza. To­das sus obras son concebidos para sat isfacer innum~rabl.:s necesidades del hombre, o sat isfacer cado, vez me¡o r, tl ­

sica mora l soc ial y esp iritualmente" (pag. 507 de lo pub Íicoción 'cf icio l de los actos y trabajos.)

H i S t o r i a d e A n t' i .., n (Viene ale la IIIÍ~. 1:.! )

CORO

¡Admirable Anfión, acepta nuestras alabanzas ! ¡Prodigioso mortal, padre de Tebas, ' Sé nuestro · pontífice y nuestro ·R ey!

Sube al trono, asciende al Templo, Anfión !

(Se rodea a Anfión, se le reviste de ornamentos reales). FINAL.

( Durante esta investidura, las Musas).

PRIMER A MUSA ¡La obra está terminada!

SEGUNDA MUSA ¡ Busco otr·o maestro !

36

C J - Lo relot ivo a lo responsabilidad es un punto d:: ext raordina ria importancia y signi ficación . Estuciiodo en forma especia l por a lgunos t ra tad istas en lo que se refiere a los vic ios de los pla nos y· demás deta ll es del p royecto (David de Penanrun, ':Les Architectes e t leurs rapports

avec les propie taires, e tc:" pág. 198 y siguientes. Rivarolo, ob. ci t. pág. 64 y sig uientes ), demuestran que e l profesio­nal debe hace r un est udio meticu loso de todos y coda une de los di ferentes aspectos técn icos, a rt íst icos y económicos que comprenden la ejecución · de la obra que se ha ·.:le const ruir. Un error, uno aprec iac ión equivocada, un cálculo defic iente, pueden tener consecuencias graves e insospe­chadas. El Arquitecto, por consiguiente, debe cuidar y pre­veer todo lo necesa rio poro no incurrir en la más mí nima omisión y ev ita r así que a l rea li za r lo que se ha concebidQ, no aparezca durante lo const rucción ni después de termi­nodo la ob ra, algo que haya podid~ escapar o su penetra­ción cerno técnico o como a rtista.

CONSIDERANDO: A l -En el sub-judice la parte actora realizó el proyecto definitivo de la obra que se pensaba reolizar. Tan es así que la demandada lo autorizó (corto de fs . 2 ) , poro gestionar un préstamo en el Banco Hipote­cario. Sus honorarios, por consiguiente deben estor en re­lación con los principios expuestos en el anterior conside­rando. "La remuneración del Arquitecto, dice Masselin, está determinada por la naturaleza mismo de su traba­jo ... " ( Honoroir~s .des : ~rchitectes, pág. 6 ) .

La dignidad que _por· definición tiene toda tarea intelec­tual, la responsabil.idad qye se asume cuando se pone a i servicio de . otro los conocimientos científicos y los inspira­ciones del arte acompañadas de su propia t écnica para lle­varlas a la realización, el riesgo ~ue se hace correr al crédito profesional, la magnitud del servicio que el tercero recibe a si, son eleme•ntos de una elevación superior · que con!tituyen la esencia misma de la tarea profesional del Arquitecto y que no pueden en modo alguno ser equipara­~as ni sustituídas al trabajo material, al tiempo empleado, a la clase de papel v al color del lápiz utilizados." ( Ri­varola, ob. cit. pá~ . 171 v 17 2 ) .

B) - Afirma la parte demandada que lo obligatorie­dad del Arancel de Arquitectos, "fué EXPRESAMENTE DE­NEGADA por los Poderes Públicos" ( fs. 1 02 ) , y hoce re­ferencia ol decreto de fecha 16 de Diciembre de 1915, el cual fiqura en la pág. 377 del tomo 38 de lo colección Armand Ugón. Sin embar~a, la consecuencia que saco la interesado es equivocada. Emanando: del Poder Eiecutivo la resolución, no podio re~lamentar los relaciones en~re ~~r­ticulares, pues ello tendrín que ser materia de legaslacao?· Pero ac.lmite el Arancel "siemore aue no havo ajuste prevao y en cuonto sea aolicable" cuando debe re_qularlos la Di­rección de Arauiteclura .

Te nientlo en cuenta todos los elementos que se hayan dc:iotlo P.stol:·lecido!" en ,., cU""'"" A.. esto se"te"cia v lo regulación que se formula a fe; . 146. se fiiarán los hono­rarios de la parte actora en la cantidad de $ 2 .300.00.

De 1" actuoc.lo P.n este e 'oediente se ljesorende que las oar' es hon d~fendido sus derechos en forma correcta , oor lo cual no se hi'Jrón condenaciones especiales. Por ta~es funda"'ento ... FALLO : fiiondo los honorariOS' del Arquitecto .J•ran E. CaiarviiiP. en la suma de dos mil trescientos pesos. Eiecutoriada, archívese.

Dr. J . DIAZ MINTEGUI.

TERCER A MUSA ¡Qué importa quien sea !

CUARTA M USA ¡ Y o, no era más que Esp eranza !

Las musas se oscurecen . En el instante en que el héroe va a subir al T ~m¡>lo, una

forma velada de mujer que había entrado insensiblgmente n la escena se acerca a él y le cierra la salida con los bn!· zos en cru;. La decoración se vela progresivmn-,e~te. La ~~-IZ se debilita lo m ism o que la sonoridad de la mustca. An fwn retrocede. L a forma velada lo aprisiona )' lo e~vuelvc con ternura, le toma dulcemente la Lim en la cual ella deja '> Ír algunas notas profunda!t, y la, arroja fl lt~ fuente.

A nfión oculta su rostro en el seno de esta flgura que es. el Amor o la Muerte, y se deja ''rrastrar por ella, a medu/(! q ue la orquesta .~e reduce a un canto muy suave, sombrío

, . y como mt1mo.

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