Articulos de Literatura

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    Artículos de literatura: 1983-2002

    Xavier Laborda Gil

    • “El curioso caso del diácono Dodgson”, Fin de Siglo, 5 (1983) .17-8.

    • Traducción de “Alicia en el teatro” (Lewis Carroll), Fin de Siglo, 5 (1983) 19-21.

    • “La realidad inconsistente: ediciones de Carroll en Castellano”, Libros, 18 (VI-1983) 12-13.

    • “Orwell: la biografía imposible”, Quimera, 35 (I-1984) 32-6.

    • “1984, con Orwell y sin Koestler”, Quimera, 35 (I-1984) 43-5.

    • “Borrar 1984. La fecha que disparó un hombre a bocajarro”, Fin de Siglo, 8 (1984) 13-7.

    • “Carroll viajero: de lo cotidiano al delirio”, Quimera, 46-7 (1985) 68-71.

    • “J. D. Salinger, el guardián entra en la escuela”, Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil ,8 (VIII-1989) 81-2.

    • “¿Quién no gusta de Tournier?”, Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil , 10 (X-1989)74-75.

    • “Novela inédita de Verne”, Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil , 15 (III-1990) 72-3.

    • “Stevenson: el viaje como forma de vida”, Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil , 33(XI-1991) 8-16.

    “Sensatez contra el dogma: reseña de Daniel Pennac Como una novela” Cuadernos de

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    FIN DE SIGLOREVISTA DE LITERATURA

    JUAN LAMILLAR:Silueta del Marqués deVillanova . . . . . . .

    RAFAEL LASSO DE LA VEGA:Antología. . . . . . .

    GABRIEL ZAID:Canciones de Vidyapati   .

    J. JAVIER LABORDA:El curioso caso del diáconoDogson y Mr. Carrol . .

    LEWIS CARROL:Alicia en el teatro. . . .

    JAVIER SALVAGO:Vanaciones y reincidencias

    ALEJANDRO VILAfRANCA:Poemas ...,....

    ANA ROSSETTI:Just caIl the angel of themorning........

    GUILLERMO CARNERO:Fantasía de un amanecerde invierno.......

    l

    1OSE RAMON RlPOLL:El humo de los barcos. .

    Indice2

    LORENZO M. DEL BURGO:De más allá de Andrómeda

    LUIS MARTINEZ DE MERLO:Madrigales. . . . . . .

    RAFAEL CANSINOS-ASSENS(1883-1964):

    TemasLiterarios. . . .PABLO GARCIA BAENA:

    Fieles guirnaldas fugitivas

    ALBERTO GARCIA ULECIA:Poemas ........

    FERNANDO QUlÑONES:Dos poemas de Las crónü.:a.sde Hispanza

    AURORA DE ALBORNOZ:Castdlar,.......

    AQUILINO DUQUE:La noche blanca de Cristinade Suecia.   "   . . . . .

    MARIA VICTORIA ATENCIA:Porcia.........

    FCO. JAVIER MORENO:Manifiesto del clochard,   .   55

    J. M. BENITEZ ARIZA:Ahora sé que es mentira.CARLOS JIMENEZ:

    Poemas........JULIO ASENCIO:

    Poemas........EMILIO COCO YJOSE LUISGARCIA MARTIN:

    Poesía italiana de hoy. .JESUS FDEZ. PALACIOS:

    Entrevista a Jaime Gil deBiedma . . . . . . . .JAIME GIL DE BIEDMA:

    Viejos divertimentos   ..Notas delectur~   ' . . . . .2,'Encuentro de PoetasAndaluces.........

    ILUSTRACIONES DERafaelPérez Estrada,

    Xavier Valls,Rafael.Lasso de la Vega,José Pérei Tamayo,Ijenry lIoliday,Manuel.A. Benítei Reyes.

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    N.' 5 - SETIEMBRE 1983

    Dirección:

    Francisco BejaranoFelipe Benítez

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    Redacción y Administración:Ancha, 7. - Teler. (956)32 1604Jerez de la Frontera

    Dirección Postal:

    Apartado 1724J d l F t

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    ~

    Nunca la literatura ha tenidoun representante mejor acogidopor la Ciencia que Lewis Carroll.Sus paradojas repetidamente en-cabezan con todos los honores

    publicaciones científicas de todaíndole. La intuición, acrisoladaen frases disparatadas que repug-nan a la razón aparente, iluminaen su concentración asombrosa elsosegado discurso de un econo-mista, un biólogo o un filósofo.En estos momentos se aprecia elbrillo del mito, prepotente y eva-nescente, frente allogos.

    Carroll es invitado a las man-siones de la razón y del paradig-ma porque ha cautivado a susmoradores Estos no saben resis

    quietante, junto con otras «extra-ñas criaturas reptantes» que apa-recen en las ilustraciones origina~les de Henry Holiday.

    Esporádicamente, el mérito de

    esta personalidad literaria escompartido -involuntariamente,sin duda- por un oscuro diáconoinglés, Charles Lutwidge Dodg-son. Las razones no son siemprede peso: su contemporaneidadcon Carroll, la amistad con Ali-cia, o, en el pasado año de 1982,el ciento cincuenta aniversario desu nacimiento. De la existenciade Carroll no se tiene, sin embar-go, noticia hasta unos deceniosmás tarde, aunque ambos murie-ron en el mismo año de 1898 en

    dencias no se reduce a lo mencio-nado, pero probablemente su en-grosamiento no aporte mayor ex-plicación de esta curiosa asocia-ción.

    Más significativas son las dife-rencias. De Dodgson pervive unrecuerdo tenue, casi anodino: decarácter amable y retraído, profe-sor, «reverendo» de talante laico,levemente tartamudo y origina-riamente zurdo, aficionado a lafotografía, al teatro y a la compa-ñía de la infancia, célibe purita-no... En fin, un miembro indife-renciado de la sociedad victoria-na, digno sostén de un imperio ensu cénit, organizado, pulcro, per-fecto La clase media dispuesta

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    obliga a un tipo de vida que pro-testa: no constituye una familia ysiente una marcada inclinaciónhacia las niñas. «1 like children,except boys», nos confia sincera-mente. Se rodea de ellas con la

    simpatía de sus juegos, trucos demagia e historias fantásticas. Y elrecuerdo de estas amistades per-dura en instantáneas que captansus expresiones infantiles, sus fi-guras graciosas; es una hermosagalería de nínfulas, aunque Dodg-son nunca es Nabokov. La cáma-

    ra de Dodgson no sólo reproducela realidad, sino también el arte,en el caso de los dibujos de des-nudos infantiles que Holiday leregalara. Dodgson conoce inocen-temente un cielo que, aun fugaz,es alcanzable. Y, además, libre deescándalos.

    No se sabe cómo sobre esteejercicio de amable fabulaciónque realiza el reverendo ante suauditorio, pueda superponer Ca-rroll el discurso de contestación ala sociedad inglesa. Esta usurpa-ción de derechos no podría tener

    otra finalidad que duplicar laslecturas. Pero, paradójicamente,es Dodgson quien legitima talproceder en una carta dirigida aun grupo de niños en la que co-menta el significado del enigmáti-co libro de CarroIl La caza del Snark, con el convencimientode

    que «las palabras significan másde lo que intentamos expresarcuando las utilizamos; así un li-bro debe significar mucho más delo que el autor pretendía». (Estaopinión supone también unapuerta abierta a la libertad del

    mente refleja una sociedad jocosa.Pero desde el fondo del espejo oquizás desde el otro lado se da laréplica a una realidad hipócrita,flemática hasta el punto de aho-gar toda manifestación de senti-

    mientos, radicalmente convencio-nal y, por ende, negadora de lafantasía y la creatividad.

    En las obras de Carroll se librauna lucha contra un mundo in-comprensible, benigno a veces,cruel y angustioso en otras. Es lalucha contra el temor al propio

    d~stino, a la muerte... En   Aliciaen el país de las maravillas   laprotagonista juega una dificil par-tida de naipes. En  Alicia   a   travésdel espejo,   el juego implacableconsiste en una partida de aje-drez.   La caza del Snark  es el li-bro más disparatado e insondable.

    Con el pretexto de una expedi-ción por mar para la caza de unanimal inimaginable, tal vez seesconde el tema de la persecucióndel Absoluto, sea la fuente de lavida o de la felicidad, y la signifi-cación del fatal acontecer de laexistencia.

    La tensión entre la exigenciasocial y los impulsos individualesconducen al sujeto al acto placen-tero de la evasión. La evasión dela poesía hace fuerte al poeta enel simbolismo de los sentimientosy pasiones humanas. También, laevasión mediante la invención demonstruos: el mito de Frankens-tein (el nuevo Prometeo), creadopor Mary Shelley, la historia delhombre que sufre un enorme des-doblamiento fisico y mental, deRobert L. Stevenson, o bien laconcepción por Oscar Wilde de la

    En la sociedad victoriana nohay lugar para el caos. Sin em-bargo, el artista no alienado creaun discurso subversivo bajo la fá-bula. En efecto, Carroll construyeun universo deliciosamente ab-

    surdo, caótico, donde se conjuganelementos racionales e irraciona-les en una mixtura impensable.Lo onírico y lo lúdico se super-ponen, entrelazan y amalgaman.El resultado de esta imbricaciónes la transposición de su mundocultural en el tiempo y el espa-

    cio, y, también, la producción demonstruos maléficos y benéficosa la vez.

    Lo absurdo no solamente seinspira en las fantasías y los sue-ños, sino también en el lenguaje,con cuya riqueza juega Carroll

    para hacer explotar su potencialcapacidad significativa. El lengua- je, caprichoso, opera autónoma-mente y genera un nuevo pensa-miento. Tal es la impronta quereciben, por citar los escritoresmás destacados, Joyce y Tzara. Ytambién se inspira en la realidad

    misma; por ejemplo, es sabidoque el pasaje en que el cuello deAlicia se estira notablemente tie-ne relación con una figura deniña con cuello alargado que de-coraba un salón del ChristChurch College, donde Dodgsonejerció la docencia.

    De nuevo se entremete Dodg-son en la peripecia de Carroll, otal vez sea al revés. Aun diferen-ciados, resultan indisociables. Yhasta podría tentamos la equipa-ración de Dodgson y Carroll a

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    LEWIS CARROLL

    Alicia en el teatro

    «Fíjate, ya vuelve a estar toda laropa de Judy deshaciéndose a tro-zos». Estas fueron las melancólicaspalabras del señor Thomas Cod-

    Traducción:J. J.   Laborda

    Publicado en  The Theatre, en Abril de 1887.Se publica por primera vez en España.

    empeño que exigía cualidades quea mí me han sido negadas, peroque posee en grado eminente, ami juicio, el señor Savile Clark.

    naderías» para las que el señor Sa-vile Clark tan hábilmente ha pro-visto si no un nombre sí al menosuna «morada», puedo sin jactan-

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    fantásticos que, para su distrac-ción, había improvisado, tanto enmomentos en que el narrador es-taba «en vena» y las fantasías se lerepresentaban sin esfuerzo, agol-pándose, como en otms en quehabía que provocar la acción de lafatigada Musa y perseverar dócil-mente más porque tenía que deciralgo que porque tuviera algo quedecir. Sin embargo, ninguno de es-tos numerosos cuentos se llegó aescribir: vivieron y murieron,como moscas estivales, cada unoen su propia tarde dorada; hastaque llegó un día en que, de mane-ra casual, una de mis pequeñasoyentes solicitó que el cuento fue-ra escrito para ella. De eso haceya muchos años, pero recuerdoclaramente ahora al escribir,cómo, en un desesperado intentopor tachar alguna nueva línea deerudición fantástica, había enviadoa mi heroína directamente al inte-rior de una madriguera para em-pezar, sin albergar la más remotaidea de lo que había de ocurrirdespués. Y así, para complacer auna niña que amaba (no recuerdoningún otro motivo) hice impri-mir el manuscrito e ilustré conmis propios toscos dibujos -

    dibujos que se rebelaban contratodas las leyes de la Anatomía oel arte, pues jamás he recibidouna lección de dibujo- el libroque acabo de publicar en facsímil.Al escribirlo, añadí muchas ideasnuevas que parecían surgir por sí mismas del caudal original: y otrasmuchas se añadieron solas al vol-

    ver a escribirlo de nuevo para supublicación años más tarde, pero(y esto puede interesar a algunoslectores de Alicia) cada una de es-tas ideas y casi cada una de laspalabras del diálogo surgieronpor sí mismas.   A veces, una idea se

    d h h d l

    en marcha la invención como sehace con un reloj, dándole cuerdaa voluntad; tampoco creo que nin-gún escrito   original   (y ¿qué otrosescritos merecen ser conservados?)haya sido producido de esta ma-nera. Si te sientas, despaciosamen-te y sin inspiración, y te dices quehas de escribir durante equis ho-ras, lo único que producirás (almenos, estoy seguro que yo única-mente produciría) será alguno deesos artículos que llenan, a mi jui-cio, las dos terceras partes de lamayoría de las revistas   -facilísimos de escribir, tediosos deleer- y que se denominan de «re-lleno»; a mi entender, ésta es unade las cosas más detestables de laliteratura moderna.   Alicia   y el  Es-

     pejo   están compuestas casi entera-mente de pizcas y trozos, ideasaisladas que se presentaron por sí mismas. Puede que fuesen de es-caso mérito, pero, al menos, eranlas mejores que podía ofrecer. Yno podría desear que de mí se es-cribiese alabanza mejor que laspalabras de un Poeta, escritas porun Poeta:

    «Dio al mundo lo mejor que te-nía:Se guardó lo peor, sólo dio lo me-

     jOD>.He divagado del tema, lo sé;

    concededme, sin embargo, aúnotro minuto para relatar algo queme ocurrió. Caminaba por una la-dera, solo, un luminoso día de ve-rano, cuando se me ocurrió unverso, un único verso: «El Snark

    era un Búcham, como bien supo-néis». Entonces no sabía lo quesignificaba, ni sé ahora lo que sig-nifica; pero lo anoté. Y, algúntiempo después, se me ocumó elresto de la estrofa, de la cual elverso mencionado resultó ser el

    trata de una sátira política; y paratodas estas preguntas no tengomás que una respuesta: «No losé». Y ahora vuelvo a mi texto, yno divagaré más.

    Avanza, pues, desde las sombrasdel pasado, «Alicia», la criaturade mis sueños. Largos años hantranscurrido desde aquella «dora-da tarde» que te hizo nacer, peropuedo recordarla casi tan clara-mente como si hubiese sido ayer:encima, el claro cielo azul, debajo,el acuoso espejo; la barca, deri-vando perezosamente por su ca-mino; el campanilleo de las gotasque resbalaban de los remos en susomnoliento ir adelante y atrás y(el único brillante destello de vidaen toda la somnoliente escena) lastres anhelantes caritas, ávidas denoticias del país de la fantasía y alas que no se podía contestar conun «no»; «cuéntanos una historia,

    por favoD>,salido de sus labios te-nía toda la inflexible inmutabili-dad del Destino.¿Qué eras tú, Alicia de ensueño, alos ojos de tu padre adoptivo?¿Cómo podría describirte? Cariño-sa, en primer lugar; cariñosa ydulce. Cariñosa como un perro'(disculpad tan prosaico símil, perono conozco amor terrenal tanpuro y perfecto), y dulce como uncervatillo; después, cortés: cortéscon   todo el mundo,   alto o bajo,grande o grotesco, Rey u Oruga,incluso como si ella misma fuesela hija de un Rey, y su ropa tejidaen oro; confiada, dispuesta a acep-tar los más disparatados imposi-

    bles con ese sumo candor que sólolos soñadores conocen; y, final-mente, curiosa, extraordinaria-mente curiosa y con la vehementealegría de la Vida que sólo existeen las felices horas de la niñez,cuando todo es nuevo y justo, y

    d P d P

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    «mayar», «tímido», «débil» y«nerviosamente irresoluto», y ten-dremos una idea aproximada de loque quise que él fuera. Yo   creo

    que el Conejo Blaflco debería lle-var anteojos. Estoy seguro de quesu voz se quebraba y sus rodillastemblequeaban y, en conjunto, suaire sugeriría una total incapaci-dad para decir «bm>a un ganso.

    Pero no puedo esperar que seme permita, ni siquiera por parte

    del cortés editor de   The Theatre,disponer de la mitad del espacioque necesitaría (aunque la pacien-cia de mi   lector   fuese inagotable)para hablar de todas mis marione-tas una por una. Entresacaré delos dos libros un Trío Real: laReina de Corazones, la ReinaRoja y la Reina Blanca. Cierta-mente fue dificil para mi Musaexigirle que me cantara las   tresReinas en tan breve cuerda, dán-dolt:~ssin embargo a cada una supropia individualidad. Todas ha-bían de conservar, por supuesto, apesar de todas sus ex~entricidades,una cierta   dignidad    real.   Eso   era

    esencial. Y en lo referente a losrasgos diferenciado res yo me ima-ginaba a la Reina de Corazonescomo una especie de personifica-ción de la pasión ingobernable:una furia ciega y a la ventura.También imaginaba a la ReinaRoja como una furia, pero de otrotipo; su pasión sería fría y tranqui-la; debería ser formal y estricta,aunque no' intratable; y pedanteen grado sumo; Ha esencia con-centrada de todas las institutrices!Finalmente, la Reina Blanca sepresentaba a mi soñadora fantasía

    de aquellos que tan celosamentese han esforzado por convertir esta«obra soñada» en un lúcido éxito,no nc'l11braré más que dos o tres

    que me parecen especialmenteacertados al dar vida a los perso-najes de la historia.

    Ninguno, a mi juicio, tan bienencarnado como los dos que llevaa efecto el señor Sydney Harcoúrt,«el Sombrerero» y «Tweedle-dum». Verle hacer el papel del

    Sombrerero fue algo sobrenaturaly misterioso, como si algún mons-truo grotesco, entrevisto en unsueño la noche anterior, penetraseen la habitación a plena luz deldía y dijese tranquilamente: «iBue-nos días!». No es necesario que in-tente describir lo que quise quesignificara el Sombrerero, dadoque, por lo que recuerdo, eraexactamente lo que ha hecho elseñor Harcourt; y casi lo mismopuedo decir de Tweedledum; peroel Sombrerero me sorprendió mu-cho más, aunque quizás sólo fueraporque en la obra aparece antes.

    Hubo otros que encarnaron mis

    ideas casi igual de bien; pero nointento hacer una revisión com-pleta. Concluiré con unas palabrassobre 'los dos niños que hacían lospapeles de «Alicia» y del «Lirón».

    De la actuación de la señoritaPhoebe Carlo sería difícil no reco-nocer su excelencia. Aunque no

    fuese más que como esfuerzo dememoria, sin duda es una hazañamaravillosa que una niña tan pe-queña se aprenda no menos dedoscientos quince parlamentos--casi tres veces más que la Bea-triz en Much Ado About Nothing.

    Margaret Fuller Ossoli tanto de-seaba hacer suyas: «Soy totalmen-te feliz   ahora».

    y por último (omitiré por una

    vez la venerable adición «que nolo menos importante», pues conseguridad que ninguna niña máspequeña ha conseguido nunca untriunfo teatral tan genuino) lleganuestro refinado Lirón. «Refina-da» es el único epíteto que me pa-rece que le conviene exactamente,

    con su radiante cara de niña, ladeliciosa fragilidad de su habla yel perfecto realismo con el que seconvierte en la esencia personifi-cada del Sueño, es, desde luego, elmás refinado Lirón que jamás noshaya dicho «Me duermo cuandorespiro». Con estas las primeraspalabras de su 'parlamento, un re-pentino silencio cae sobre la casa(al menos, así ha ocurrido cadavez que yo estaba allí) y los infan-tiles tonos suenan extrañamenteclaros en la quietud. Y, sin em-bargo, dudo que el encanto seaúnicamente debido a la incisivaclaridad de su articulación; para

    mí hay un encanto aún mayor enel expreso abandono y la cons-ciente perfección de su actuación.Si Dorothy alguna vez adopta unlema, éste deberá ser «perfecto».Espero que pronto llegue el día enque tenga un papel mejor que eldel «Lirón» para representar; ello

    podrá ser cuando algún empresa-rio emprendedor reviva   El sueñode una noche de verano  y cumplasu obvia obligación para con elpúblico asegurándose a la señoritaDorothy D'Alcourt para el papelde «Puch.

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    JUNIO 1983N.o 18

    EL CONSERVADURISMO PROFETICO

    DE CAVAFIS

    .   INTERPRETACIONES    DE PARA CUELLOS 

    INFORME BIBLIOGRAFICO:

    LEWIS CARROLL~

    111

    '11

    130 Ptas.

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    LA REALIDAD   INCONSISTEN'l'~:EDICIONES DE CARROLL EN CASTELLANO

    por J.JA VIER LABORDA

    lo cual significa que su figura y rensa~miento «favorecen la feliz c()ncurren~

    cia espiritual y el reconocimiento hu~mano». El conocimiento de sus textos

    y su mención -con anécdotas históri~cas curiosísimas-, las adaptaciones ci~

    nematográficas y teatrales -como laque se escenifica actualmente en

    Broadway, con un cerdito real en lastablas-, los escritos críticos, etc... re~

    afirman la creencia de que Carroll tiene

    vlgencia y arraigo. Y más aún con laconmemoración, en 1982, del cientor;nrnpn'~ ~n;HP~e~~;~   r1p   en n~r;~;pn

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    o hay nada más corrien-

    te que iniciar con unacita de Lewis Carro11

    un artículo (especial-mente, si trata del mis-

    mo), un ensayo de humanidades o un

    tratado técnico. El sorprendente Car-ro11,al que se le encuentra en los pa-

    peles más insospechados, es un «cita-

    dísimo». Aparte del motivo específicode cada caso, la explicación general deeste fenómeno no puede ser más sim-ple: el   nonsense no plantea exigenciassemánticas, puesto que es incapaz dedesignar una parcela del mundo refe-rencial; precisamente por no significarnada lo significa todo.

    Mas la razón de que este seductor-entretenedor fascine a los escribas de

    la Ciencia y les requiera algún espaciono es la de producir frases, personajeso situaciones con función de comodín.La razón estriba en el uso radical de la

    función poética del lenguaje, que lograla inversión, es más, la confusión del

    orden de las cosas, del que creíamosprimer y necesario orden. Carroll   dra-matiZl1  anticipadamente el caos conque Russell afirmara su concepción

    LA REALIDAD IEDICIONES DE CARRC

    igual. Ello también implica la dualidadliberadora: existe lo que es pero, ade-más, lo que podría ser. Tal es la razón

    por la que Carroll cautiva al ámbitodel logos y se permite incursionesirreverentes en libros de economía o

    filosofía, por ejemplo.

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    INCONSISTEN'l'l.:~OLL   EN CASTELLANO

    por J.JAVIER LABORDA

    lo cual significa que su figura y pensa~miento «favorecen la feliz concurren-

    cia espiritual y el reconocimiento hu-mano». El conocimiento de sus textos

    y su mención -con anécdotas históri-cas curiosísimas-, las adaptaciones ci~nematográficas y teatrales -como laque se escenifica actualmente enBroadway, con un cerdito real en lastablas-, los escritos críticos, etc... re-

    afirman la creencia de que Carroll tienevIgencia y arraigo. Y más aún con laconmemoración, en 1982, del cientocincuenta aniversario de su nacimien-

    to. Pero estos actos   in memoriam, queno por merecidos son menos ocasio-nales (artículos periodísticos, confe~rencias, exposiciones fotográficas y bi-bliográficas, ediciones), no logran es-

    torbar la comprensión de este fehó-meno equívoco, si atendemos a los in~dicios que nos proporciona la activi~dad editorial de nuestro país.

    T l di h ll d

    cultural del lugar común que supone

    Carrol! traspasa las fronteras del mun-

    do anglosajón con una penosa debili-

    dad. Cuantitativamente, la presenciade Carroll es más accesoria, de presta-

    do casi, que sustantiva, merced a este

    prolífico uso de sus citas. Carroll cons-

    tituye, en nuestro panorama cultural,

    una realidad inconsistente, al igual

    que le ocurriera al Gato de Cheshire,que es más sonrisa -pero, ¿es sonri-

    sa?- que cuerpo.

    Carroll es prácticamente conocido enEspaña tan sólo por   Alicia en el Pa!s de

    las Maravillas,   que ha merecido nume-rosas ediciones; pero no es menoscierto que el autor y su obra han sidoencasillados en el reducto de una lite~

    ratura supuestamente menor, la infan~ti!. A ello ha contribuido el desconoci-

    miento de otros escritos (aparte de Alicia a travésdel espejo,continuaciónmás elaborada de la primera) y la pro~liferación de ediciones que, con la ex-cusa de tener destinatarios infantiles,abrevian el texto, moderan o adulte-

    ran el lenguaje, diluyendo el valor dela obra.

    Walter de la Mare afirmaba que   Ali~cia es el único libro de sinsentido

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    gún caso sea infantil» y que «puede serleído con placer por viejos y jóvenes».Respecto a esto deberíamos asentir,pero puede hacerse la prueba de queocurre lo contrario: los adolescentes

    rehuyen su lectura porque han interio-rizado el erróneo juicio de que ese   tí-tulo es un libro para niños y su autor,un escritor de cuentos infantiles. Su

    relectura ya de adulto permite com-

    prender que la creación del absurdo esun esforzado ejercicio por abrir laspuertas del mundo que equivocada-mente se considera infantil, pues, sibien los niños lo pueblan, no es exclu-sivo de ellos; se trata dd mundo del

    subconsciente. Falaz es la aseveraciónde que el mundo anglosajón compren-de mejor a Carroll porque éste se sir-vió del inglés. A pesar de las aparien-cias, el reverendo Dodgson no incluyeinsalvables referencias culturales in-

    glesas en -su obra (la reina no es másque el poder; el té consiste en unaconvención social accidental, etc.). Lalengua, en definitiva -si está bien«trasladada»-, no debe ser inconve-

    niente, pues Carroll se dirige no a unacultura lingüística, sino al subcons"ciente colectivo, que es universal.

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    t~"\'\ \ ~..',   .j

    antología, como complemento- publi-cadas en castellano: H. Parisot,   LewisCarroll   (Kairós, 1970) y U. González,El riesgodel placer   (Era, 1978). El es-

    crito de Parisot, amplio y documenta-do, constituye una excelente presenta-ción del peculiar eclesiástico y profe-sor de matemáticas.

    De entre las obras del matemático

    Dodgson, están publicadas   El juego dl!la lógica, con el extraordinario hacerdel desaparecido Alfredo Deaño, y

     Matemática demente, con traducción dePanera. Pero el diácono no sólo fue

    poeta y matemático, sino también fo-tógrafo; a falta de otras edidones queatiendan a este aspecto de la creaciónde Carroll, hemos de referimos a   Ni-

    ñas   (Lumen, 1980), que, aunque nomuy cuidada, ofrece una selección de

    sus fotografías infantiles, juntó con al-gunas cartas a sus amiguitas, y unaatractiva presentación de Brassal, enla que manifiesta la tesis de la esencia-lidad de la actividad fotográfica parala comprensión del espíritu de Carrol!.

    Esta visión bibliográfica de Carroll,si bien apresurada, difícilmente puedeampliarse. Hasta aquí las presencias,

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    -- ~ --

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    ,LIOGRAFICA

    El paraguas de la rectoría. Cajón desastre.   Edición a cargo de C. M.Sánchez-Rodrigo, Barcelona, Eds.del Cotal, 1980.

     La caz¡¡ aeJ Snark.   Edición bilingüea cargo de M.a Eugenia Frutos y

    J. Javier Laborda, Barcelona, Eds.Mascarón, 1982/V ersión de L. M.Panera, Madrid, Eds. Libertarias,1982.

    El juego de la lógica. Trad. de Alfre-do Deaño, Madrid, Alianza Ed~1972-81.

     Mat,mática d,mmt,.   Trad. de L. M.Panero, Barcelona, Tusquets,1975-82.

     Niñas. Lewis Carroll.   Con el ensayode BrassaI, «Lewis Carroll fotógra-fo o el otro lado del espejo», Trad.de Marta Pessarrodona y  J. L. Gi-ménez Frontín, Barcelona, Lumen,1974-80.

     Diario de un viaje a Rusia.  Trad. de J. Ja-vier Laborda y M.a Eugenia Frutos,Barcelona, Eds. Mascarón, 1983.

    Ulalume González de León:   El

    riesgodelplacer. México, Era, 1978.

    Henri Parisot:   L,wis Carro//. Trad. deCarmen Artal y Joaquín Jord!t Bar-celona, Kairós, 1970.

    NUMERO35 400 PTAS

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    GUlAESTRATEGICA

    PARATRIUNFAREN LITERATURA

    POESIA ARABEPOESIA EUROPEAIDENTIDADYDIFERENCIA

    ENTREVISTASCONANGEL GONZALEZ

    y LUIS RAFAELSANCHEZADRIENNE RICH

    CONTRA MENTIRASY SILENCIOS

    Y en ARTIFEX:LA MUSICA ENSHAKESPEARE

    ,

    "

    ,/ 

     \ '1

    NUMERO35-400 PTAS.

    ARTIFEX

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    OrwellLa agradable sensación de haber

    puesto en orden sus cosas animaba,aunque fuera fugazmente, al enfermoilustre en sus últimas horas en el Cran-ham Hospital, en el sur de Inglaterra.

    Sus amigos le habían visitado y despe-dido para la presumiblemente larga se-paración que supondría su feliz viaje. El18 de enero de 1950 habían dictadotestamento. Según éste, su hijo adopti-vo, Richard, era beneficiario de una pó-liza de seguros. Su esposa Sonia, con laque había contraído matrimonio hacíados meses, recibiría todos sus bienes,con la obligación de testar, a su vez, a

    favor de Richard. También expresabasu volutad respecto a sus exequias: se-ría enterrado, y no incinerado; la losa desu sepultura tendría la escueta inscrip-ción "Aquí yace Eric Arthur Blair, naci-do el 25 de junio de 1903 y muerto...";el acto no tendría oficio fúnebre ni tam-poco se realizaría biografía alguna so-bre su persona.

    Los detalles de estas disposiciones

    post-mortem difieren según el interesa-do, pero no están exentas de una mis-ma complacencia si se dictan al fedata-rio público a prudente distancia en eltiempo del previsible final. Blair llevabaluchando bastante tiempo contra unaantigua tuberculosis y no se ilusionabavanamente con el regalo de las Moirasde una larga vida. Sin embargo, tenía elconvencimiento de que aún no habíallegado su momento, por lo meno~ nosu peor momento.

    En efecto, después de una juventud ymadurez de pobreza y desgarramiento,sobrellevadas con estoicismo y deter-minación, había logrado el éxito litera-rio, el desahogo económico, el cariñode una segunda esposa y su apoyo enla educación del pequeño Richard. Yenlo que atañe a su salud, al día siguientehabía de partir por vía aérea para un sa-

    natorio suizo. Después de 1984, teníaen mente otra novela, la edición de susensayos y escritos breves y la redac-ción de un estudio sobre Conrad. Seotorgaba... deseaba un plazo de cincoaños más. Pero la fama, los recursos ylos proyectos le alcanzaron con menos

    id d l i d l

    LA

    BIOGRAFIAIMPOSIBLE-J. JAVIERLABORDA-

     Al editor de Orwell, que sustituyó por  1984 el titulo puesto por George Orwell, debemos el aluvión de artículos, glosas yexégesis dedicados, desde losprimeros días del año, a un géne-ro últimamente muy devaluado: la literatura política. Porque,sin menoscabo de sus virtudes literarias ni de la "profesión deescritura" de Orwell, 1984 y Animal Farm, sus dos obras másconocidas, son sobre todo sarcásticos e inquietantes panfletos

     políticos.Convertido en "hombre del año" de 1984, en referencia tan

    omnipresente como el Big Brother, Orwell, el periodista queaspirabaa "transformarla literaturapolítica en arte",  el so-cialista que descubrió el Gulag en la Barcelona revolucionariade  1937, el profeta frustrado por falta de esperanza, necesitahoy una lecturapolítica queparadójicamente desemboca en lacritica de la política y la demostración de lafuerza de la litera-tura, a lapostre su única causa y militancla.

     A estas alturas el lector ya conocerá abundantes artículos ynúmeros monográficos sobre Orwelly/o 1984. En el dosier quehemos preparado, J. Javier Laborda esboza una biografia deOrwell-contra la prohibición maniftstada por éste- y traza un

     paralelismo con Arthur Koestler.El propio Orwellexplica elpor-qué de su labor como escritor. André Glucksmann, polémicocomo siempre, aplica los conceptos de  1984  a las sociedadestotalitarias (lamentablemente, sólo a las del Este), y Bertrand 

     Russell recuerda lafigura del escritor.La recopilación de ma-.teriales se completa con el cuento "El Ahorcado",  que el lector hallará en la página 59.

    i R d Ki li fi d l I i b b

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    wellle recomendaba lecturas y le hacíauna crítica sugestiva de los autores.Pero nunca le desveló su vocación lite-raria, que ya era prof!!!sión, ni el hechode tener ya dos novelas publicadas,

    Down and Out in Paris and London yBurmese Days. Y cuando la recibía ensu habitación tenía la precaución -ybuena memoria- de esconder el ma-nuscrito en que se afanaba. Y sin dudaesa ocultación no obedecía a ningunarazón vergonzante,sino a una persona-lidad independiente y dividida en com-partimentos estancos como mecanis-mo de defensa. Por ello equilibraba la

    intimidad física que mantenía con la jo-ven con el secreto de su actividad inte-lectual más querida.

    Esta inclinación defensiva se puedeapreciar en otras situaciones, si bien noresultan tan acusadas. Elseudónimo esun fruto más de esta actitud. Desde lue-

    go, ello no le convierte en un original enla tradición pues es práctica común,pero se hace la reflexión de que en

    nada se perjudica si adopta un nombreliterario.Expuestas así las cosas puede enten-

    derse que juega la partida de la vida yde la escritura con cálculo y amaña-miento, si no fuera por la doble contra-dicción en que incurre; más que contra-dicción resulta un rasgo vital, y suopuesto se reduce a una peculiaridadtemperamental que se presta a comen-

    tarios intrascendentes. La doble defini-ción vital consiste en el trasvase de susexpresiones personales a sus libros sinutilizar cosméticos retóricos y en elproceso de maduración que imprime elescritor a,la persona. Muchos de los es- '.critos de Orwell son autobiográficos,sin que ello signifique que todo lo quenarra le haya ocurrido personalmente.y por otro lado la persona, Blair, tiene

    como punto de referencia y admiracióna Orwell, que es la imagen de un idealdeseable. De esta manera el trasvasees doble, es interrelación que cierra yno se agota. Trasciende su ámbito par-ticular y se hace público.

    Orwell temía que en su ensayo bio-gráfico no se comprendiera la realidad

    la con la distancia y comprensión quepide; como si fuera una pintura impre-sionista. Este es uno de esos momen-tos en que el hombre Orwell, enfermode soledad, se manifiesta más indefen-

    so; y se diría que con torpeza, si se con-siderara su actuación como un trazoúnico sobre la tela en blanco. En 1946,al año de enviudar de Eileeri, un amigole presentó a Ann Popham, que vivía enel mismo edificio que Orwell. Al día si-guiente Ann encontró una nota meca-nografiada en que Orwell la invitaba atomar el té en su apartamento. Concierto recelo acudió a la cita; no quiso

    negarse porque en horas partía paraAlemania con la Comisión de Controlinglesa. Tomaron el té con varias per-sonas más que se despidieron al rato.Nada más quedarse sólos, Orwell le pi-dió que se sentara junto a él en la cama,la besó y le pidió que se casara con él.Ann se liberó de su abrazo inmediata-mente, y la violencia de la situación sedisolvió en la medida de lo posible con

    una breve conversación de cortesía. Enpocos días le envió varias cartas expli-cándose e insistiendo en que conside-rara su proposición de matrimonio:

    "Me pregunto si habré cometido algu-na suerte de delito acercándome a ti.(...) Eres muy hermosa. como a no du-dar bien sabes. pero eso no fue todo.iDeseo tanto que alguien comparta loque me queda de vida y mi trabajo! No

    es tanto cuestión de alguien que duer-ma conmigo. aunque naturalmentetambién quiero eso algunas veces. Di-ces que probablemente no llegarías aamarme. No sé cómo habría de espe-rar/o. (...) Lo que estoy preguntándoteen realidad es si te gustaría ser la viu-da de un hombre de letras. Si las co-sas siguen más o menos como están.sería divertido pues probablemete in-gresarías derechos de autor y además

     puede que te resulte interesante edi-tar materiales inéditos, etc.   (...)  Creotambién que soy estéril -en todocaso. nunca he tenido un hijo. aunquetampoco me he sometido a ningúnexamen por ser' tan desagradables.Por otro lado. si quieres tener hijos

     propios con cualquier otro no me ha-bría de importar pues apenas tengo

    sus fuentes, es la publicada recente-mente por Bernard Crick, profesor deTeoría política en la Universidad de Lon-dres, con unos criterios brillantes y elapoyo de la viuda de Orwell, Sonia, y de

    lan Angus, encargado del Archivo Or-well. El destino se ha portado irónica-mente con la prohibición del escritor alpropiciar estos estudios bien documen-tados y conjurar los peligros de ser ex-puesto a la luz pública como risible su-

     jeto de anéctodas'.

    TIEMPO DE ORTIGAS (1903-1927)

    Este hombre que tendría en su madu-rez una justa imagen de persona inso-bornable, incómoda e intransigente conlas mentiras ideológicas y patrióticas,nació en Motihari, estado de Bengala(India), en 1903. Su padre, Richard, eraun funcionario medio del Servicio in-glés del Opio para las Colonias. Comootros hijos de la aristocracia, separados

    por varias generaciones, encontraba sudigna ocupación en los dominios delImperio. Casi cuarentón se casó conIda Mabel Limouzin, de padres francése inglesa, que siempre había vivido enBirmania. Formaban una pareja deopuestos, y no precisamente compati-bles. Por edad la esposa era dieciochoaños más joven, y por temperamentoalegre, vivaz y en absoluto convencio-

    nal, adornada por una excelente educa-ción. De su matrimonio tuvieron tres hi- jos. Al año de nacer Eric, ella se trasla-dó a Inglaterra para establecerse consus hijos Marjorie y Eric. Esta separa-ción no es significativa, pues resultabapráctica corriente; sí habla del caráctertolerante del marido. En 1907 este re-gresó a Inglaterra y concibieron a su úl-timahija,Avril. .

    Orwell creció entre mujeres. No lequedó de esta época el interés por lavestimenta ni la exquisitez en el cuida-do personal -aspectos que considera-ba secundarios- y ofrecería siempreuna imagen desaliñada y de indefen-sión. Pero sí desarrolló una especial re- .ceptividad sensorial e intelectual Para

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    Orwell

    Eileen, la primera esposa

    d

    so". La continua referencia a los oloreses una obsesión que seguramente ad-quirió en la escuela preparatoria de StoCyprian, y asoció los olores ofensivoscon la opresión, sordidez y degradación

    que allísufrió.Los antiguos condiscípulos de StoCyprian se extrañaron sobremanera,hasta casi escandalizarse, del relatoque Orwell hizo de sus años de interna-do en su ensayo publicado póstuma-mente,   "Such. Such were the Joys"2.Parece que no compartían su angustiani el hiriente sentimiento de culpa y fra-caso que se le inculcó. Elreglamento de

    este colegio de lujoera austero, pero noexcepcional. Sin duda su gran sensibili-dad y despierta inteligencia le privaronde unas defensas que otros compañe-ros sí desarrollaron. Su madre despertóen él el amor a la literatura desde muypequeño; le leía poemas y tenía la pa-ciencia de tomar al dictado los versosque improvisaba el precoz escritor;esto ocurrió por primera vez cuando te-nía cuatro años. La madre ejerció un

    papel determinante en la educación delhijo;de mentalidad cosmopolita, gusta-ba de los deportes (especialmente el te-nis), la fotografía (hasta el punto de re-velar sus negativos), el teatro y unavida social intensa.

    Estas cualidades óptimas no teníansu extensión perfecta en las relacionesafectivas. Sus padres eran poco dadosa los expansiones emotivas, y Orwell

    conservó la marca de familia en su apa-rente frialdad. De su infancia guardó ca-riño por su madre y sus hermanas,siempre demostrado tímidamente. Alpadre -'escribió- "apenas lo habían vis-to antes de los ocho años y me parecíasencillamente un viejo gruñón quesiempre decía No". Aun así su hogar lealimentaba con amor, y Sto Cyprian,donde estuvo entre los ocho y los treceaños, con miedo. A ello coadyuvó el ser

    un "desposeído" en contraste con lasfortunas de sus compañeros y estar enel colegio a título de becario, condiciónque, aunque secreta, él percibía inequí-voca e infamantemente.   .

    Estos años de escuela fueron de ago-tadora e ingrata preparación para fran-

    l d l " bli h l" l

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    Con un sable,recuerdosus días en la PolicíaImperial India

    carácter formado, a falta de los años y   'ante   y   El ahorcado.   Transmiten la at-la experiencia que lo habría de consoli- mósfera de hostilidad, el resentimientodar: sentimiento de independencia, ac- de los nativos, la cara sucia de su traba-titud crítica respecto a la autoridad y jo y la concreción del horror abstractopasión por la literatura. del Guernica. Estos escritos atestiguan

    Para formarse una idea de lo que fue la contradicción, ya apuntada, entre susu actividad policial nada como la lec- espítitu retraído y la decidida proclamatura de sus relatos breves   Matar un ele-   de su experiencias personales en sus

    escritos. Por supuesto, no hay quecreer al pie de la letra las obras de estetipo, pero tampoco dudar de su veraci-dad esencial.

    En verdad no estaba preparado paraese trabajo y presentó la dimisión trascinco años de servicio. Fueron suficien-tes para que naciera en él un fuerte re-chazo del imperialismo. Elespectáculode los arrestos, interrogatorios, azotesy ajusticiamientos le condujo más alláde una posición intelectual; sintió queno podía pertenecer al bando de los do-minadores, empuñar el arma opresora,ni estar a este lado de las rejas de lacárcel.

    Presentar así sus convicciones pare-ce una idealizaciónexagerada. No loes.Expresado de otro modo, puede decirseque asimila el fracaso a la virtud; es lavoluntad de no pertenecer, como Lorca,más que al partido de los pobres, de lasvíctimas. Losaños que siguieron fueronuna prueba del compromiso entre losactos y las palabras, y una indetermina-

    da transición entre el complejo infantilde culpabilidad y el socialismo radical.

    PROFESiÓN DE VIDA (1928-1950)

    El fenómeno de la mala concienciaimperialista y el labrado de una ideolo-gía progresista y radical es una caracte-rística generacional. Más particular pa-rece la vivencia de la pobreza, el com-

    promiso de la trinchera, la actividad deperiodista francotirador y el apego alfracaso de George Orwell.

    Al dimitir de su puesto en Birmaniatenía la pretensión de dedicarse a la li-teratura y, naturalmente, vivir de ella. Elambiente parisino le atrajo; ademáscontaba con el atractivo suplementariode una vida más económica y la ayudainicial de su tia Nellie. Durante su estan-

    cia de año y medio los ingresos fueroninsignificantes y las dos novelas queescribió no tuvieron aceptación entrelos editores (ni tan siquiera se han con-servado los manuscritos). La humildaden que vivió al principio se transmutóen pobreza, y aun ésta ocasionalmente

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    Orwell

    ....

    -I

    ~ ".,. -

    En el Cuartel Lenin de Barcelona. enero de 1937,  Orwell. aljondoa la izquierda. destaca por su altura delrest°c!e la columna del POUM 

    En los meses siguientes fue un vaga-bundo; durmió el aire libre o en alber-gues -que presenta como centros casi

    carcelarios-, y se alimentó de la benefi-ciencia -menú único: té o cacao y pancon margarina-; también trabajó espo-rádicamente dejornalero agrícola.

    En estos tiempos vivió la pobreza ex-trema. No tuvo que esforzarse por ha-lIarla, pero fue una inmersión volunta-ria. Sintió un interés genuino por lospobres. En sus ensayos trató de la su-pervivencia (al igual que hiciera tres dé-cadas antes Jack London de su expe-riencia en el East End londinense) y desus estigmas: la desintegración fami-liar, la soledad, las vejaciones, la aniqui-lación de la propia estima y la acepta-ción de su condición animal...

    Los sucesivos trabajos de tutor,maestro y dependiente de una librería

    tulo definitivo. Orwell sugería los titulosde El compromiso de un lavaplatos oSeñora Pobreza, que no se tuvieron en

    cuenta, 'pero si su flamante pseudóni-mo:  Orwell.  por un río inglés que en suafición a la pesca conocía bien; George,por su recia y viril connotación.

    Sin grandes sobresaltos personalesni de crítica (más bien ajena) fue refle-?donando acerca de la escritura en f'Ucamino de cristalización estilística yfuncional. Entre 1933 y 1936 su pro-ducción novelística no merece un juiciodesdeñable,   Días birmanos, La hijadel clérico y Keep the AspidistraFlying (traducida como Venciste,   Ros-semary), que superó la endeble estruc-tura de Sin blanca... pero no se  salvó,logrado el auténtico equilibrio,del repu-dio casi general del autor.

    Ó

    Orwell había resurgido de su aflic-ción infantil años atrás y del vaticinioclasista de su fracaso. Asumió la pobre-

    zay el papel de hijo pródigo,y hallóladignidad redentora, Su persona quedóa salvo de su  propio   juicio a   partir deesaprimeramaduración.En1936  leal-canzaríanla segunda, de maneradisi-mulada,que pondríaa salvosu escritu-ra de lasveleidades de la moda y la me-moria secular.Loshechos,que marcanel año son su boda con Eileen,el libroCamino de Wigan Pier y su participa-ción en la guerra española; ordenadoscronológicamente, tal vez ejerzan unainfluencia progresivamente mayor. Locierto es que los libros que iban a salirde su pluma a partir de esa fecha ten-drían la novedad y la constante de una'vigorosatensiónpolítica; Lavirtualidaddel propósito político es tal que "cuan-

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    nuevo   estilo,   sencillo, claro y consisten-te;   el honesto sacrificio de toda artifi-

    ciosidad o ~Iegancia meramente litera-ria proporciona al autor   la satisfacción

    'de aportar un modelo dé escritura a la

    prosa inglesa, el E;!stilo"orwelliano".Con Eileen vivio casi una década de

    amable convivencia, hasta que ella mu-rió en una operación sin importancia aconsecuencia de la anestesia, compar-tiendo su actividad literaria, la crianza yventa de animales y productos agríco-las, parte de las penalidades de la gue-rra de España y la adopción de un re-cién nacido, Richard. Está fuera de toda

    duda que, en esta relación. Eileen apor-tó más cariño y esfuerzo del que Geor-ge pareció capaz de apreciar y corres-ponder, hasta el punto de casi condu- 'cirle su entrega a la consunción.

    Respecto al Camino de Wigam Pier,es el fruto literario de un encargo deleditor Gollanz de viajar y escribir sobrela sangrante condición de los desem-pleados del norte industrial de Inglate-

    rra, en el que describe los horrores de lapobreza y la bondad de la clase trabaja-dora, y también teoriza heterodoxa-mente acerca de la ambiguedad del to-talitarismo y las posibles afinidades en-tre capitalismo y comunismo.

    Y, finalmente, la experiencia de Espa-ña, que es caso aparte. Atraído por elambiente de libertad y justicia revolu-cionarias de la Barcelona anarquista,

    que le describió su amigo Cyril Con no-lIy, decidió inmediatamente acudir endefensa de este frente con la pluma yelfusil. Empeñó la plata de la familia quele correspondía para poder realizar elvraje, cosa que hizo sin esperar a pasarlas navidades en el hogar. De paso porParís, mantuvo una entrevista nadaafortunada con Henry Miller, quien, in-voluntariamente, contribuyó a la causa

    republicana entregándole una chaquetade abrigo. Llegó a Barcelona a finalesde diciembre del 36, y el mismo día sealistó y fue asignado al POUM. El jovenperiodista Víctor Alba fue comisionadopara mostrarle la ciudad y le recuerdacomo una persona "taciturna y de malhumor" Al poco tiempo salió para el

    Cuando el libro sobre España se pu-blicó en abril de 1938, Orwell era unescritor netamente político. Tras unaconvalecencia de meses en el benignoclima de Marrakesh para su afección

    pulmonar, publicó   Subir   a por aire.Con la guerra las adversidades arrecia-ron, hasta que por fin entró en la BBCcomo productor, al cargo de emisionespara Singapur y la India. Esta experien-cia, que se prolongó hasta   1943,   le sir-vió para configurar en 1984 el Ministe-

    . rio de la Verdad. Su trabajo radiofónicolo simultaneó con el de sargento del"Home Guard", ya que no se le aceptó

    como volunterio para el ejército por ra-zones de salud.

    La actividad periodística comenzó aser cada vez más amplia. Además delas colaboraciones habituales, entrócomo editor literario en el  Tribune, don-de escribió la famosa columna   As I 

     please (A mi   manera).   Aun resultandoabrumadora, la labor como periodistaestimuló su pensamiento político y lite-

    rario, y le facilitó la redacción de Rebe-lión en la granja.

    Con esta   obra sobre el poder de losanimales y la corrupción en que lessume, Orwell alcanzó su madurez crea-tiva. Discutió todo el proceso de la no-vela con Eileen y aceptó sus críticas.Durante los años de guerra, con denue-do y generosidad, Eileen trabajó en va-rios departamentos gubernamentales,

    apoyó y suplicó a un esposo que ante-ponía la literatura a cualquier otro de-ber. Su salud se resintió sensiblemente,sin que George encontrara otra causaque las condiciónes de la guerra.   Yen elmatrimonio cundió la frustración sexualy la tensión. George quería tener unhijo, aunque conocía su esterilidad. Laidea de la adopción no seducía a Eileen,pero tuvo que ceder a las presiones del

    cónyuge. En junio de 1944 adoptaron aRichard. Días después su apartamentofue bombardeado y hubieron de cam-biar de domicilio.

    Al final de la guerra Orwell acudiócomo corresponsal a París, y despuésen Colonia,el 29 de marzodel45, mu- .ió Eil E t t t al

    de ser el editor Warburg quien searriesgase con las más que probablescomplicaciones políticas y de opinión

    .de tal publicación. El éxito del libro fuecolosal y en vida de Orwell ya habíasido traducido a más de 15 idiomas.

    En las navidades siguientes compar-tió el calor del hogar de los Koestler. Laafinidad literaria que le unía a ArthurKoestler (además de pertenecer ambosal Comité de Defensa de la Libertad,

     junto con Bertrand Russell) se habría deampliar con la novela futurista que pre-paraba, continuación ideológica de laanterior, la visión totalizadora de la his-

    toria de los traidores después de lamuerte de la revolución.. Con la fama le llegó la posibilidad detrabajar libremente y el agobio de múl-tiples solicitudes. Pero no se libró de lasoledad. Tampoco de los sanatorios. Enla navidad de 1947 ingresó en el Hair-myres Hospital, cerca de Glasgow,donde permaneció siete meses. En losmomentos críticos de su enfermedad,

    hallaba su seguridad en el autor, en laimagen ideal que representaba GeorgeOrwell: imaginativo, sincero, sensible eíntegro. Y de ahí extraía el sereno dis-tanciamiento para consignar los dra-máticos efectos secundarios que pro-ducía en su persona un fármaco enton-ces en experimentación, la estreptomi-cina:

    "Una   especie de decoloración apa- reció en labas& de mis uñas en pies 

    y manos. Después mi cara enroje- ció notablemente y la piel mostró 

    una tendencia a escamar se, y me 

    brotó una especie de eczema por todo el cuerpo   ~.,).   Se me ulceró el interior de la garganta, de las meji- 

    llas y de los labios, en los que se me formaban pequeñas costras de san- 

    gre   ~.,).   Luego se me desintegraron las uñas empezando por las raíces hacia arriba    ~..).   Se me empezó a caer el pelo y encanecí   (..,) "

    Elfragmento,en realidad,sintetizalaactitud con que deambuló durante lamayor parte de su vida desde la posi

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    Orwell

    1984,CON ORWELL ySINKOESTLER

    -J. JAVIERLABORDA-

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    Cuando se recala en el año de la obrahomónima de George Orwell. quedaatrás. en el recodo inmediato del cabo-taje histórico. el último acto de proyec-ción-de Arthur Koestler como "flechaen el azul". Koestler escogió una ama-ble muerte en su hogar. En realidad.agotado. dejó tierra firme. se acercó auna ola que se alzaba lentamente y sedejó arrebatar por ella; su tránsito erauna recurrencia de lo que sintiera Nico-lás S. Rubachof. su personaje de Dark-ness at Noon (El cero y el infinito), en

    ...elmomento de recibir el tiro de gracia:morir y volver al mar. y la conciencia deuno disolviéndose en el "leve frunci-miento de la eternidad" de una ola.

    La cer,canía de estos dos aconteci-mientos no significa recuerdo forzadoni fugaz de los autores y las obras. Laimpresión de sus textos en el ánimo dellector no depende del flujo de efeméri-des ni otras casualidades. Los escritosde Orwell y Koestler son una prospec-ción alucinatoria. por clarividente. del

    magma político de los años treinta ycuarenta. tarea difícil no sólo por la exi-gencia de profundizar sino especial-mente por la de hacerlo en una realidadconvulsa. Prospección y proyección, ocomo se diría en lingüística, explicación":'de los hechos analizados- y predic-ción -de los venideros-. Naturalmente.el carácter visionario de sus escritos,en especial 1984. radica en la posibili-

    dad de su materialización metafórica,no en su necesidad. y menos en su lite-ral concreción.

    Algunas de las novelas más repre-sentativas de, Koestler.   Scum of theEarth (La espuma de la tierra) y Elcero y el infinito, anteceden con pocosaños de diferencia  a Animal F8rm (Re-belión en la granja)   y 1984.   La conti-güidad de las obras de Koestler y Or-well sería una nota superflua si no fueracompañera de afinidades más profun-das: la lucha con la palabra y la acciónpor la democracia progresista y contrael totalitarismo; también. la amistadpersonal. Con sus diferencias. un para-lelismo posterior se les puede aplicar. elque se observa entre El Gatopardo de

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    las libertades y lalibertad humanas. So-cialismo democrático, antifascismo yanticomunismo -tras cesar Silone yKoestler en su militancia dentro del

    Partido Comunista.ELVIEJO MUNDO

    Con su militancia literaria aportanuna perspectiva histórica, entreveradade personajes y argumentos, con la su-perioridad evidehte de la ficción deunos maestros del estilo.

    La tragedia circular de los habitantes

    de Fontamara pertenece a la del viejomundo. Elnombre de la ínfima aldea ylos acontecimientos que se desarrollanen un verano de los años treinta, a pe-sar de ser una invención del autor, hantenido su correlato real, según compro-bó el propio Silone. Los fontamareses,en su mayoría catan; -braceros, jorna-leros y artesanos pobres-, arrastranuna penosa supervivencia con la resig-

    nación del que siempre ha pasado ago-tadoras fatigas para matar el hambre yprolongar un tramo más la cadena delendeudamiento y ve el mundo como loha visto y verá, un proyecto perfeccio-nado y cerrado. Los viejos guardabanmemoria de otro orden, si no más justo,sí más sencillo. Elseñorío de la propie-dad -nobleza e iglesia- establecía di-rectamente la relación entre superiores

    e inferiores mediante un par de leyesclarísimas y bien conocidas. La potes-tad de dictar la ley y administrarla resi-día en los propietarios, y todos sabían aqué atenerse. Ellocambió cuando la leyse hizo igual para todos. Con la llegadade los Piamonteses al mediodía italia-no, el poder legal se separó de los vie-

     jos amos y se abrió la esclusa de lascomplicaciones y los engaños, la proli-

    feración de normas y de oficinas e ins-tacias judiciales, y la plétora de inter-mediarios o abogados, figura reveren-ciada por el cafone por su mágica capa-cidad profesional y su melifluo trato,que esconde la vampirización a que so-mete a los de esta clase.

    Todo se sufre con la indiferencia del

    mente comprensible. Pero lo habían 

    llevado   a  cabo en presencia de un co- misario de policía yen nombre de la 

    ley, y esto no era comprensible.

    En Fucino, los slquileres de los pe- 

    queños colonos habían sufrido au- mentos, y los de los grandes arrenda- 

    tarios habían bajado: esto era, por así 

    decir/o, natural. pero la propuesta ha- 

    bía partido del representante de los 

    pequeños colonos,   y   esto no era natu- ral en ningún sentido." 

    Son los acontecimientos dementesperpetrados por camisas negras ape-lando a una violenta ideología. Su enu-

    meración sigue así:

    "Los llamados fascistas, tal como 

    se oía comentar, en varias ocasiones 

    habían apaleado, herido   e   incluso ma- tado   a  personas que no tenían cuenta pendiente. alguna con la justicia, tan 

    sólo porque eran un estorbo para el 

    Empresario:    y   esto podía hasta pare- cer natural. Pero los agresores y los 

    asesin"os habían sido premiados por 

    las [!utoridades, y ese hecho era inex- 

    plicable. Podía decirse, en fin, que to- 

    das las calamidades que nos ocurrían 

    desde hacía algún tiempo no eran 

    ninguna novedad... Pero la forma que 

    tenían de producirse era nueva yab- 

    surda, y no lográbamos explicárnosla 

    en modo alguno." 

    NUEVOS ORDENES TOTALITARIOS

    La historia coral de los cafoni   es unsímbolo primario de una época en laque se deciden   la revolución  y la con-trarrevolución, dispuesta con una sim-plicidad comparable  a la de las formasmás arcaicas de la tragedia griega.   (Laaflicción que estos labriegos conocentiene su raíz en el mismo signo queatormenta   a Koestler en el campo de laconcentración   de Le Vernet,  experien-cia que relata en La espuma de la tie-rra). De técnica contrapuesta   se sirveKoestler para condensar   la fatalidad deltotalitario soviético de aquellos años.Una atmósfera intimista  y densa, vividaa través del pensamiento del protago-

    autoacusación pública en los másabyectos términos y ajusticiamiento enun sórdido corredor, constituye unaalegoría de la extinción de la genera-ción de revolucionarios, de la vieja inte-ligencia, y el relevo en el  poder de otrageneración obra suya. La vieja guardiaha sufrido la erosión de la lucha frente alos enemigos  y la desintegración de suentereza por el temor a la epidémicadesgracia política -negación de méri-tos, palabra, militancia, libertad, vida,historia- y la desmoralización de la vic-toria final-negación de fe, razón última.Por la acción del tiempo,   las  penalida-des indescriptibles y la persecución sinescrúpulos, les suceden los hijos de surevolución, inexpresivos, de una macizaamoralidad, ajenos a frívolas tentacio-nes de humanitarismo; éstos son la"brutal encarnación del Estado que de-bía su existencia a los Rubachof", refle-xiona Koestler.

    La perpetuación   del  poder,   la no dis-tinción entre los medios y los fines, lasofocación  de los  sentimientos, la trai-ción a los ideales redentores..., todosestos males, aun nefandos, admiten   ungrado mayor de infamia, que es la extin-ción de la esperanza.

    Lo realmente perverso consiste enconseguir la complacencia de la vícti-ma con su derrota y el convencimientode la bondad del   acto de justicia quecon él se realiza. Esto es lo que comuni-ca Orwell en 1984, con la conversióndel   "sentimental' Winston al amor delGran Hermano por su instigador-verdugo O'Brien.

    Otro tanto comunica Koestler. Ruba-cof "comprende" su carácter inferior   enla   evolución revolucionaria. El y lossuyos son a los monos como   los  nue-vos oficiales   de   "cara de cera" son alhombre de Neanderthal. Los monos se

    caracterizaban por su exquisitez de mo-vimientos, alimentación y relaciones.Pero el contraste de su civilización conla rudeza, crueldad e  indignidad   animaldel nuevo inquilino terrestre, que podíainducir a la'apreciación de que la nove-dad "representaba un bárbaro retroce-

    Orwell

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    Orwell

     Arthur Koestler 

    hace olvidar su concomitancia   con elescrito de Koestler. Posee una rara ca-pacidad aleccionadora mediante unavisión perspectiva amplia y distanciaday la intervención de un nutrido grupo depersonajes zoomórficos de intensosimbolismo. Sus fases son conocidas(del Estado feudal al Superestado) y loselementos, recurrentes (toma de con-

    ciencia, principios ideológicos, subleva-ción, trabajo en común, acusaciones,deserciones, decepciones, juicios bu-fos, energumenismo  del poder...).

    LA PROFECIA,ANTE ELACIERTO YELTERROR

    marse en carnicero para  terminar conlas   matanzas -descubre Rubachof /Koestler-, a tratar al pueblo a latigazosa fin de que éste aprenda  a no dejarsefustigar, a deshacerse de todo escrúpu-lo humano en nombre  de los escrúpu-

    . los superiores, a atraerse el odio de lahumanidadpor amor a  ella, su   amorabstracto  y geométrico"... porque ante-

    riormente   se ha admitido  que el huma-nitarismo y la   política son   incompati-bles, así como   el respeto al individuo yel progreso social. Lamentablemente, larealización de la  utopía  y la supresióndel castigo   se posponen; con cínicaspalabras se alimentan   las ilusiones

    i t " t i l bi " l

    talles politicos, tecnológicos o paisajís-ticos... El vaticinio orwelliano, al exigir-se su autor interpretar los signos de sutiempo -con   la   inherente inteligenciadel que percibe esencialidades  y la hu-mildad del que no es siervo  de su vani-dad, pues de otro  modo se arredraría-,contiene una definición posibilista -nonecesaria- y negativa:   se interrogaacerca de cómo podrá ser el futuro   sinb interviene el sujeto social decidida-mente.

    El criterio evaluador del éxito o fraca-so de la profecía  no radica en el  gradode cumplimiento de su literalidad. El es-

    crit()r,   que opera   en el mundo   autóno-mo de la literatura, no es un vidente;  alo sumo, puede cumplir   la tarea que seasignaba Sócrates,   ser el'  tábano queaguijonea al alazán de su época. Orwellha pasado a la historia por ser un escri-tor siempre incómodo,   un tábano parala adormecida conciencia europea.

    De nuevo, aparece  el paralelismo conKoest,ler. Uno y  otro,  en los   decisivos

    años treinta y cuarenta, son testigos lú-cidos e impresionados de la evoluciónpolítica del poder. Participan en la gue-rra española y constatan con desola-ción la trágicatrascendenciade su de-senlace. Koestler escribe  que "por últi-ma vez se  conmovió la conciencia ago-nizante de Europa", y Orwell recuerdahaber  manifestado a su amigo  Koestlerque "la historia se  detuvo en 1936", y

    añade   lo   siguiente: "Inmediatamente.hizo un gesto   de asentimiento. Ambospensábamos   en el totalitarismo   en ge-neral".

    La creación del Estado  inauguró lamodernidad, junto a las supuestamentesuperiores -por   primigenias- catego-rías de nación y cuidadano;   aquél, So-ciedad política; éstas, so~iedad civil. Elprotagonismo histórico   ha sido para el

    Estado. Su racionalidad y ansia  de equí-voco progreso -simbolizadas   por el"bruto   lógico" u hombre de Neandert-hal- privan desquiciadamente   sobre elciudadano en los   tiempos que descri-ben El cero y el infinito y Rebelión enla granja, de manera paradigmática.A t l ti d l bi

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    .   . .   .   .ESCRITURA DE LA TIERRA, Eugénio de Andrade, pág. 2.

    CART AS de Ricardo Molina, pág. 7.BORRAR 1984, J. Javier Laborda,pág. 13.

    CARTA de George Orwen a Henry Miller, pág. 18.   .LA ISLA SIN NOMBRE, Jacques Concameau, pág. 20.GAUDEAMUS, José María Conget, pág. 27.

    ENTREVIST A con Claudio Rodríguez, pág. 29.EL ROBO (CASIUNA LEYENDA),Claudio Rodríguez, pág. 33.

    LA LLAVE DE BRONCE"DE ANTONIO MAIRENA, Aquilino Duque, pág. 35

    .LA PARADOJA DEL AR TISTA MODERNO, Félix de Azúa, pág. 38.SILUET A DE JULIO MARISCAL, Francisco Bejarano, pág. 41.   .

    ANTOLOGIA, Julio Mariscal, pág. 43.LUCIFERI F ANUM, Rafael Pérez Estrada, pág. 48

    .POEMAS de J. M. Benítez Ariza, Felipe Benítez Reyes, José Julio Cabanillas, JuanLamillar y Abelardo Linares, pág. 50.

    GOETHE, CA TULO y SIRMIONE, Antonio Colinas, pág. 57.RETRA TO DE BAÑISTA, Julio Llamazares, pág. 59.

    POEMAS DE D. H. LAWRENCE, pág. 60.POEMA DE CARLOS EDMUNDO DE ORY, pág. 63.NOTAS DE LECTURA, pág. 64.

    CUBIERTA Y CONTRACUBIERTA, Rafael Zapatero

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    J.  JAVIER LABORDA

    R RB   o   A   R

    LA FECHA QUE DISPARO UN HOMBRE A BOCAJARRO

    E n el ocaso de la década de los años cuarenta unescritor contemporáneo estrelló en un punto dela abstracción del calendario secular la invención deuna utopía invertida. Este punto era sencillamente unaño de inocuos guarismos: uno-nueve-ocho-cuatro. Ensu inimaginable profundidad se descubre, en filigranade una complejidad abrumadora, el diseño de una pe-

    sadilla colectiva y mundial. La trama tenebrosa sujeta-individuo a individuo- al cuerpo social a una iner-cia fatal, que lo aniquila mediante una cínica nega-ción. No hay mayor brutalidad que la metafisica. Aunasí, la atmósfera de este delirio no sería tan obsesivasin el enfrentamiento ritual entre el Gran Inquisidor

    well. Había tenido un avance de su contenido -perono por ello su impresión fue menor- y se disponía apublicado. Recibió el manuscrito en diciembre de1948 y seis meses más tarde salía a la calle una prime-ra edición de 25.000 ejemplares. Un año después en elReino Unido se habían vendido 50.000. Al otro ladodel Atlántico se produjo el mismo fenómeno con la ti-

    rada de 170.000 ejemplares por parte de la editorialHarcourt Brace y 190.000 más en una edición del«Club del Libro del Mes» americano. La celebridad yel éxito llegaron a Orwell torrencialmente, con fuerzay rapidez inesperadas. A pesar de lo que pueda sugerirun símil tan imperfecto este reconocimiento no fue el

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    ruido  y lafuria y La importanciade llamarseErnesto,por ejemplo). El título en inglés es   Nineteen eighty

     four,  pero su traducción literal se postergó en virtud deuna especie de ultracorrección gráfica; la adoración delnúmero, por su economía y contundencia visual, en

    detrimento de la morosa palabra. En números o en le-tras, la maduración y la realización de esta ficción dis-tópica que se localiza en la Inglaterra de 1984 -y porextensión, en Europa- es una historia menos banal.

    Tan sólo siete meses de enfermedad sobrevivió Or-well a la publicación de la novela. La tisis se le hizocompañera bastantes años antes, y las crisis le agobia-ron intermitentemente. Tal vez por ello se ha buscado

    establecer una relación causal entre la tenebrosidad delanunciado futuro del hombre y la visión mórbida quele provocaba su estado. Aceptar la discusión de estahipótesis conduciría a conclusiones tan insustancialescomo un debate acerca de la diferente calidad intrínse-ca de la labor del narrador según se desenvuelva en laficción pura o bien incorpore elementos autobiográfi-cosoSin duda, es indiferente. El escrítor fabula o reela-

    bora literariamente sus vivencias, según su gusto. Delmismo modo, que el espanto que provoca esta antiuto-pía se genere o no por una penosa afección psicológicay una pérdida de la esperanza por mecanismos no ra-cionales, no alteraría lo esencial, el firme discurso dela experimentada pluma orwelliana. A lo sumo seríauna cuestión de detalle.

    Este pensamiento incidental nos lleva a un puntosignificativo. Curiosamente, si abandonáramos aquí esta cuestión -que hemos denominado de detalle-sobre la razón de los tintes sombríos de 1984, incurri-ríamos en un doble descuido de volumen. Por unlado, supondría ignorar la personalidad del escritor,conformada con clara trayectoria. Y, por otro lado,equivaldría a desconocer las fases de elaboración deesta novela.

    La concepción de la novela puede fecharse en

    1943. Fue un año de hiperactividad para Orwell. El es-tallido de la guerra mundial le había sumido en nuevaspenurias económicas, lo que no soportó sin comprensi-bles protestas. Finalmente se empleó en la BBC y rea-lizó emisiones para las colonias orientales. De esta ac-tividad extraería elementos para delimitar su futuro

    inusitado de actividad como compensación psicológicade los tiempos de duras expectativas. También comen-zó a escribir en 1943 Animal Farm.  Y entre unas cosasy otras, pergueñó el esquema de lo que sería 1984.

    Merced a la labor del historiador Bernard Crick,

    este esquema, además de otros textos referenciales, hasalido a la luz. Un excelente material para rastrear lasformas de creación y ratificar inductivamente princi-pios de la teoría literaria; el análisis comparativista en-tre lo inicial y el resultado tampoco es desdeñable. Noobstante, sólo cabe aquí constatar la solidez del bos-quejo y el estudiado carácter de esta novela, contraria-mente a la supuesta preponderancia de los estados de

    su enfermedad en su tono desesperado. Consta de unarelación de elementos de ambientación, entre los quese cuentan los «dos minutos de odio» y los eslóganesdel Partido: «la guerra es la paz», «la ignorancia es lafuerza», «la libertad es la esclavitud». El bosquejo in-cluye los trazos estructurales de la obra, distribuidos endos partes, y también el contenido de los capítulos decada una de las partes y el número aproximado de pa-

    labras en que se extenderían éstos.El esquema no tuvo la virtud de ser plano fidelísi-mo de la construcción narrativa, pero sí suficientemen-te ilustrativo. Apuntaba el sistema de mentiras organi-zadas sobre el que se construye la sociedad y el recursode la falsificación de los recuerdos para atentar contrala identidad individual; y, como consecuencia de la di-sipación de la verdad objetiva, se señalaba la sensaciónque experimenta el sujeto de vivir una pesadilla y de-pender sus acciones y apreciaciones de una voluntadexterior. Asimismo, Orwell recogía las ideas argumen-tales de la sociedad del escritor del diario clandestino ysu sentimiento de ser  el último hombre de Europa,   ladescripción de la geografia totalitaria de Londres, laequívoca posición de los «proles» (induciendo al ob-servador a vanas ilusiones de rebelión), la relaciónamorosa con «y» (Julia) y el contacto con «x» (0'-

    Brien, el falso conspirador).La acción desembocaba en la prevista segunda

    parte, en la tortura y confesión del protagonista,.. lacontinuación mental de su diario y el reconocimientode su demencia. Finalmente, en el citado bosquejo elautor preveía impugnar el universo de la novela de un

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    dieran no pocos acontecimientos: ganar la agotadoralucha contra las reticencias de los editores frente a

     Animal Farm   -por su inconveniencia política-, de-dicar todo su afecto a un hijo adoptado, ser testigo del

    final de la guerra como corresponsal en Europa, sobre-llevar su soledad tras la muerte de su esposa, sermiembro activo del Comité de Defensa de la Libertad-al lado de Bertrand Russell y Arthur Koestler- ydifundir su ideal de socialismo antitotalitario en laprensa progresista. Después de todo, el primer manus-crito tomó forma en 1947. Su meticulosidad y la pre-cariedad de su salud y de las condiciones de trabajo del

    hospital en que estuvo internado largos meses, dilata-ron la tarea de reelaborar páginas y fijar el texto en suredacción definitiva.

    Había desplegado las acotaciones y reformas sobre

    ~

    una copia mecanografiada, con tal profusión que laempresa de mejora corrió paralela a la ininteligibilidadpara cualquier lector. Mientras, Orwell dejó el hospitalpara recuperarse en la campiña. Sentía urgencia por

    dar fin al trabajo, pero sin su concurso en Londres nopodía pasarse a limpio, y tampoco le enviaba el editoruna mecanógrafa a su residencia. La novela le estabaya atormentando, así que optó por mecanografiarla denuevo él mismo, lo que se le presentaba como menospenoso que viajar a la capital después del agotador re-greso del hospital de Glasgow.

    Jugó con su salud. Pasó a máquina el original ora'

    en la cama, ora en una mesa de cocina. El desaconse- jable e incómodo trabajo le reavivó el hábito de fumar,por lo que no acusó inmediatamente los malsanos hu-mos y pestilencias que desprendía una estufa de parafi-na de defectuosa combustión; el frío de los últimosmeses de 1948 hacía bueno el aparato calefactor. Eldía cuatro de diciembre Orwell sintió el alivio de en-viar el texto definitivo al editor. Sin duda resultó me-

    nos negativa para su salud la tarea de reelaboración in-telectual que la mecánica. Esta le dejó extenuado y, talvez, consumió vorazmente parte de un tiempo de vidaque le pertenecía. En esta circunstancia el autor sobe-rano sufrió la sujeción a una servidumbre material desu obra, una novela que durante seis años, desde elbosquejo primero hasta poco antes de entrar en la im-prenta, mereció el título de El último hombre de Euro-

     pa.   En el último momento Orwell desestimó el títulode trabajo por otro que apenas gozó en su intimidad.

    ADMONICION NO PROFETICA

    Es inútil escudriñar el horizonte que se nos pre-senta para reconocer el advenimiento de 1984 en

    múltiples signos de dominación, pérdida de la identi-dad, atenazamiento electrónico de las conciencias, des-pliegue incontenible de técnicas propagandísticas queimpregnan hasta el último rincón del cuerpo social, in-vención de tecnologías inquietantes... No se escribió

    a la pesadilla orwelliana mediante un doble control,heurístico uno, en virtud del conocimiento informático

    en la volátil libertad de su entrega incondicional. ¿Paraqué mencionar los «minutos del odio» y la magnifica-

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    de todos los individuos, y algorítmico el otro, no yacon multitud de cámaras inquisidoras sino con miría-das de monitores donde las víctimas abrevan espiri-tualmente y a las que se mantiene fijas a ellos por unmisterioso magnetismo electrónico. (En este caso, larealidad temida por Orwell y la que los tiempos con-vierten en factible es idéntica si se opera la correspon-diente inversión.) Por otro lado, el espectáculo del ca-pitalismo feroz de los años treinta y de una economíade posguerra resulta demasiado ruidoso y de mal gusto,a diferencia del feliz consumismo y un Olimpo pletóri-co de dioses en forma de multicolores objetos listospara usar y tirar.

    La ficción futurista de Orwell, como él mismo ad-mitió, es una parodia, una excelente simplificación deun peligro que se cierne. Proyectó las líneas de la atri-bulada década de los cuarenta, en una continuaciónimaginativa de las tendencias totalitarias dél momento.y el resultado fue una sátira salvaje de los males inhe-rentes a la concentración del poder. De ahí que nobuscara profetizar. Más modestamente, pero con vigor,su intención era advertir contra la marea totalitaria yla corrupción moral del poder, y protestar contra untipo de vida cuyas condiciones devenían cada vez másintolerables.

    En algunas notas sueltas ofreció la interpretaciónde su obra, que resumía en los siguientes términos:

    «La moraleja que ha de extraerse de esta peligro-sa situación de pesadilla es bien simple:  No permitáisque ocurra. De vosotros depende».

    De vivir Orwell, sería ocioso interpelarle acerca dequé distancia cierta separa la sociedad actual de 1984.Tal vez porque no existen parámetros fijos ni perspec-tivas absolutas. Como ocurre con quien caza imágenesde un objeto en movimiento azaroso, que realiza suempeño merced a la utilización de las variables de sucámara, es preciso acomodar la visión de las cosas auna cambiante relación de escalas intelectuales. El te-mible fantasma de la antiutopía está dibujado con losrasgos de 1948, y no es fácil avizorar su semblante enla galería de monstruosidades del año 1984. En cual-quier caso, la respuesta de George Orwell tendría la

    ción del catastrofismo, que impelen a todo lo que ante-cede? Los advertidos tal vez no puedan evitar la sensa-ción de lo «déjAvu».

    La clave de la madura obra de Orwell está másallá de las casuales anécdotas y las aparatosas manifes-taciones, en su raíz, esto es, en la creciente centraliza-ción de la economía y la complejidad del poder. Y suadvertencia anima a resistirse al proceso de disgrega-ción de la identidad de la persona.   Mil novecientosochenta y cuatro es un discurso que busca fortalecer elvínculo social y conjurar el peligro de que éste noreaccione a la corrosión que infringen el dogmatismo ytotalitarismo políticos.

    LA AUTOBIOGRAFIA T ACIT A

    E S.frecuente que la práctica se disocie de la teoría,para dar al traste con su armoniosa idealidad,arrobadora estética o radical compromiso. La historiade George Orwell ejemplifica lo contrario. Sus ideas ysus hechos tienden a coincidir; su tensión vital es el al-cance de la coherencia. Aprendió el socialismo me-diante el contacto con los marginados, los obreros y larevolución en lucha, comprobando que no son éstosunos simples términos. Su ideología no tuvo un carác-ter excepcional, pero sí la adquisición de ésta y su de-fensa en el papel y en la calle, con una autenticidadirreprochable. El afán que le animó fue el desentraña-miento de las formas de opresión de su realidad y laresistencia cordial. Y se manifestó con voz templada yfuerte, incómoda y áspera, insobornable y radical.

    Si se buscan modelos con los que comparar partede la obra de Orwell -y atendemos a la opinión decríticos autorizados- es necesario remontarse tres si-glos. Mil novecientos ochenta y cuatro cumple una la-bor de ficción política con el mismo poder radioscó-pico de su época con que nace el  Leviatán   de Tho-mas Hobbes. El tratamiento filosófico y analítico deHobbes es incidental para este cotejo, pues uno y otrodan respuesta a las turbulencias políticas de sus si-glos, Hobbes desplegando el retrato del poder autocrí-

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    do del humor descarnado. Y finalmente anduvo el ca-mino de la sátira hiriente de la corrupción moral delpoder absoluto, como había hecho su maestro.

    La gloria de Orwell fuera de la cultura anglosajona

    está cimentada en su novelística política, lo que no esen absoluto injusto. Al margen de los valores literarios,en ella se encuentra formulada la teoría del totalitaris-mo, paralelamente a su expresión por varios espíritusadvertidos, entre los que se cuenta Arthur Koestler,amigo personal de Orwell. Su anticipación a los análi-sis de los intelectuales es notable. Pero, además depensador, tiene otros registros menos espectaculares

    que no desmerecen en laboriosidad a 1984 y  Rebeliónen la granja.

    La producción de Orwell fue amplia y muy varia-da. Gran parte de ella la componen novelas de preten-siones puramente literarias. Estas son   Días birmanos,Subir a por aire, La hija del clérigo y   Venciste, Rose-mary.  Orwell reconoció que era incapaz de comunicaruna sensación de vida auténtica a sus escritos si la fun-

    ción poética del lenguaje privaba de modo absoluto.En estas novelas late necesariamente por la inclinaciónnatural del autor -con el paso de los años fue cadavez más natural- una intención crítica que aporta loscomponentes necesarios para que la fórmula creativano provea otro que un amasijo argumental.

    También se le puede leer como periodista, campoen el que se muestra muy prolífico, con una abultada

    relación de publicaciones para las que colaboró. A laprensa escrita se ha de añadir la radio. Y, finalmente,su labor de ensayista. Todas estas actividades están co-hesionadas por la común expresión de sus valores hu-manos, relativos a la libertad y comunidad fraterna, elamor a la literatura y la naturaleza, el gozo de los sen-timientos sin servidumbres manipulables, una moralhumanitaria...

    Por lo que se ve, unas leyes ciertas determinanque se conozca sobradamente el escritor político, perono los escritores que firman con el mismo nombre yque conviven con aquél. El propio autor, completandola simetría, buscó en el público el reconocimiento del

    i l i d i i d l P

    de la ineficacia. Tras su desaparición se han publicadosemblanzas biográficas realizadas por amigos y estudio-sos, con unos propósitos y resultados loables. Pero lamejor biografia que existe sobre Orwell está escrita con

    su propia mano. Nunca trabajó en una autobiografia,mas todo el desgarro de su vida puede descubrirse aga-zapado bajo sus novelas, ensayos, artículos, apuntes ycartas, frase a frase. La suya es una autobiografia táci-ta, de una expresiva mudez.

    Las Indias orientales que le vieron nacer y a lasque volvió como joven oficial de la policía imperial,son descritas de manera penetrante en algunos escritos

    fundamentales. Esta descripción abarca el traslado allenguaje de un paisaje y un ambiente sutilmente perci-bidos, como es el caso de la novela  Días birmanos,   yde las tensiones que provoca en su espíritu la posiciónbritánica en las colonias. Con técnica impresionista, detinte dramático, resume la brutalidad que simboliza suuniforme en la narración breve «El ahorcado», y lossignos de rechazo y sorda violencia que distingue a los

    nativos en «Matar un elefante».Su extraordinaria sensibilidad ante lo que le rodea

    le aisla y le hace sentirse en soledad interior. Este sen-timiento producido por la dificil comunicación deunas intuiciones singulares no fue exclusivo de su eta-pa en Birmania. Puede ser detectado anteriormente, ensus años de escuela en Inglaterra, que le resultan agriosy acerados, según se lee en el único escrito propiamen-

    te autobiográfico «Así fueron aquellas alegrías». Poste-riormente, también, se desprende de un sinnúmero deexperiencias y literatura, cosas ambas que siempre fue-ron unidas en él.

    En su madurez convivió con los marginados comomarginado, trabajó junto a los míseros empleados escu-pidos a la pestilente orilla del magma productivo, pa-deció como enfermo junto a los enfermos deshauciados

    y luchó como soldado en las trincheras de la revolu-ción. El suyo es un testimonio excepcional de su épocapor el esencial punto de vista con que la transitó, ade-más de por otros valores evidentes. Y en fin, gastó suvida en vivida y contada.

    Mil i h f l últi

    e a r t

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    e   a r   t a

    de ERIC A. BLAIR(G E o R G E o R W E L L)a   HENRY MILLER

    The Stores

    Wallington,Nr. Baldock, Herts

    26 de agosto de 1936.

    Q rato); en tercer lugar por la manera en que se extravía en una especie de ensueño donde se eluden las

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    ); g p q v pleyes de la realidad ordinaria un poquito, pero no demasiado. Vd. vuelve a hacer esto mismo en   Primaveranegra;   por ejemplo me gusta mucho su meditación, que comienza en un urinario público en las páginas60-64, pero creo que, en conjunto, se ha apartado Vd. mucho del mundo corriente adentrándose en una es-pecie de universo de Mickey Mouse donde ni las cosas ni las personas han de obedecer las leyes del espa-.

    cio y del tiempo. Me atrevería a decir que estoy equivocado y quizás es que no he captado su rumbo en ab-soluto, pero mantengo una actitud de cuerpo a tierra y siempre me siento desasosegado cuando salgo delmundo corriente donde la hierba es verde, duras las piedras, etc. Sé que también es bastante cruel quecuando Vd. ha escrito un libro tan inusual se le culpe por no escribir otro exactamente igual. Pero noquiero que piense que no hay en   Primavera negra   nada que me haya complacido. La calidad de la prosa,especialmente el pasaje a que antes me he referido sobre los excrementos y los ángeles. Cuando leo algosemejante me siento como se siente uno galopando sobre un caballo verdaderamente bueno por un terrenoen el que no han de buscarse madrigueras. Haré lo que pueda en cuanto a recensiones. El Adelphi   me dijo

    que podía hacer algo corto sobre el libro, pero pronto va a convertirse en trimestral, y también lo harápara el  New English,   aunque han cerrado la tienda durante el mes de agosto, como hacen siempre, por loque las recensiones se retrasarán un poco; supongo que en su caso no tiene tanta importancia como en lasnovelas corrientes de dos peniques y medio que son genios de una semana y después han de saldarse.Ahora he de salir a ordeñar la cabra, pero continuaré la carta cuando vuelva.

    27/8/36. Me alegro de que haya podido hacerse con un ejemplar de Sin   blanca en París  y Londres.   Amí no me queda ninguno y está agotado; iba a mandarle un ejemplar de la traducción francesa (supongo

    que era la versión inglesa que vio Vd.) cuando me llegó su carta. Sí, también se publicó en América, perono se vendió apenas. No sé qué tipo de críticas tuvo en Francia -sólo vi un par de ellas, bien porque lagente que recorta prensa no las obtuvo o porque no me ocupé de mandar ejemplares con cartas adulado-ras a los principales críticos, como se me ha dicho que se ha de hacer en Francia. También se han publica-do en América algunos otros de mis libros. Mi segundo libro, Días   birmanos,   se publicó allí antes que enInglaterra, porque mi editor temía que el Ministerio de Asuntos Indios intentase suprimirlq. Un año mástarde mi editor inglés publicó una versión con varias modificaciones de nombres, etc., de manera que laedición americana es la exacta. Es el único de mis libros que me complace -no porque valga nada como

    novela, sino porque las descripciones del escenario no están mal, aunque por supuesto eso es lo que ellector medio pasa por alto. Mi tercer libro,   La hija del clérigo, que se publicó en Inglaterra hace aproxima-damente un año, ha aparecido en América la semana pasada. Este libro es malo, pero en él hice experi-mentos que me fueron útiles. Mi último libro,   Venciste, Rosemary,   no creo que se publique en Américaporque es algo así como una historia doméstica con tema enteramente inglés y el público americano seestá impacientando con lo que creo denomina «mariconadas británicas». También me di cuenta durante eltiempo que trabajé en la librería de que cada vez es más difícil vender en Inglaterra libros americanos.Los dos idiomas siguen rumbos cada vez más separados.

    Sí, estoy de acuerdo en lo de la pobreza en Inglaterra. Es terrible. He estado viajando recientementepor las peores partes de las zonas del carbón en Lancashire y Yorkshire -trabajo actualmente en un librosobre ello- y es espantoso ver cómo se ha derrumbado la gente y ha perdido los arrestos en los últimosdiez años. He hecho una recensión de la novela de Connolly para el   N.E.W.,   pero no la tengo en mucho,aunque me ha distraído Me sorprendió que le trastornara tanto lo de «fechar» el libro ¡como si no se

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