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ASOCIACION DE MICROBIOLOGIA HIGIENE Y MEDICINA del día 19 de enero de 1973 PROBLEMÁTICA SANITARIA ACTUAL DEL MERCURIO EN EL MEDIO AMBIENTE F. GoNZÁLEz Fu sTÉ, J. M. AMoRós MAcAu La invasión del medio ambiente por parte del mercurio se ha re- velado a la luz pública en los últimos años de una manera casi espon- tánea, como una manifestación más de la dinámica que preside la actua- ción sanitaria, que ve así relevadas las graves contingencias con las que antaño tuvo que enfrentarse, por otras de signo totalmente distinto. Efectivamente, son un hecho palpable las victorias que cada día ·se están cobrando con relación a las epidemias apocalípticas que en su momento diezmaron al mundo; dos enfermedades de las seis clásica- mente calificadas como cuarentenables han sido ya borradas de la lis- ta; las restantes están en vías de erradicación, en una lucha titánica entre el elemento humanQ y las condiciones ecológicas y sodoeconó- micas. Hoy, inmersos en la gran era tecnológica, siguen, no obstante, planteándose otras grandes epidemias, paralelas a la febril actividad del hombre que, en una intemperante escalada por el progreso, toda- vía no es consciente de lo que éste puede llegar a suponer. La batalla contra la contaminación ambiental en amplio sentido se ha iniciado ya, y la sanidad pública es la encargada de colocar las barreras pertinentes a fin de que un día este hombre no sea consumido por su propia obra. En palabras de Karl Jaspers, el hombre se transforma al transformar al mundo, aunque debería advertirse de sí lo que hace es acelerar un plan todavía no conocido o si obstaculiza este plan y obra contra na- tura al aportar algunos adelantos tecnológicos. ¿Cuántas veces el hom- bre no actúa alterando el equilibrio biológico? ¿Cuántas veces el pensamiento no actúa feliblemente? Es entonces cuando habrá que pe- netrar en la profundidad de estos hechos a fin de no llegar a una si- tuación de caos que, en el estado actual de cosas, podría resultar mu- cho más deletereo que las grandes epidemias medievales. En los últimos años se han levantado extensos comentarios a raíz de ciertas intoxicaciones atribuidas a determinados usos del mercurio,

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Sesió1~ del día 19 de enero de 1973

PROBLEMÁTICA SANITARIA ACTUAL DEL MERCURIO EN EL MEDIO AMBIENTE

F. GoNZÁLEz FusTÉ, J. M . AMoRós MAcAu

La invasión del medio ambiente por parte del mercurio se ha re­velado a la luz pública en los últimos años de una manera casi espon­tánea, como una manifestación más de la dinámica que preside la actua­ción sanitaria, que ve así relevadas las graves contingencias con las que antaño tuvo que enfrentarse, por otras de signo totalmente distinto. Efectivamente, son un hecho palpable las victorias que cada día ·se están cobrando con relación a las epidemias apocalípticas que en su momento diezmaron al mundo; dos enfermedades de las seis clásica­mente calificadas como cuarentenables han sido ya borradas de la lis­ta; las restantes están en vías de erradicación, en una lucha titánica entre el elemento humanQ y las condiciones ecológicas y sodoeconó­micas. Hoy, inmersos en la gran era tecnológica, siguen, no obstante, planteándose otras grandes epidemias, paralelas a la febril actividad del hombre que, en una intemperante escalada por el progreso, toda­vía no es consciente de lo que éste puede llegar a suponer. La batalla contra la contaminación ambiental en amplio sentido se ha iniciado ya, y la sanidad pública es la encargada de colocar las barreras pertinentes a fin de que un día este hombre no sea consumido por su propia obra. En palabras de Karl Jaspers, el hombre se transforma al transformar al mundo, aunque debería advertirse de sí lo que hace es acelerar un plan todavía no conocido o si obstaculiza este plan y obra contra na­tura al aportar algunos adelantos tecnológicos. ¿Cuántas veces el hom­bre no actúa alterando el equilibrio biológico? ¿Cuántas veces el pensamiento no actúa feliblemente? Es entonces cuando habrá que pe­netrar en la profundidad de estos hechos a fin de no llegar a una si­tuación de caos que, en el estado actual de cosas, podría resultar mu­cho más deletereo que las grandes epidemias medievales.

En los últimos años se han levantado extensos comentarios a raíz de ciertas intoxicaciones atribuidas a determinados usos del mercurio,

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alrededor de las cuales se ha puesto en marcha una extensa campaña, en parte periodistica y en parte movida por condicionamientos socio­económicos e incluso politices, que ha tenido resonancia mundial. Las consecuencias de dicha campaña no han podido ser más funestas, tanto entre la población, por haber dado lugar a suspicacias y falsos temo­res, como en la propia economía y explotación del mineral; basta aducir el detalle referente a la disminución de nuestras exportaciones de mercurio en un 60 % y el descenso de su precio en menos de la mitad en relación con el mercado internacional, para darse cuenta del alcance de la situación, en el momento de haber sido suprimido de va­rias industrias el uso del mineral, debido a prohibiciones y normas que no siempre están apoyadas en una base científica y ni mucho menos en una experiencia. Por ello, hay que resaltar más si cabe la importancia que tiene esta pec.uliar inodalídad de polución ambiental en el momen­to en que ha podido introducir cambios sustanciales en industrias de gran importancia. Pero aparte de estas circunstancias, de por sí demos­trativas del despertar de una inquietud, la realidad es que el ambien­te, las aguas y consecuentemente el hombre, se ven de forma progre­siva invadidos por las sustancias mercuríales. ¿Constituirá en un futu­ro más o menos próximo el mercurio una amenaza para la salud pública? ¿Hasta qué punto su polución en el ambiente debe considerarse como peligrosa? ¿Cuáles son las lagunas que deberían llenarse hoy sin di­lación? Solamente la equitativa ponderación de los elementos de juicio que podamos obtener dará una respuesta objetiva que en ningún mo­mento será estática ni tampoco válida si no va a remolque de una con­tinua revisión a la luz de las nuevas observaciones y descubrimientos que se obren sobre el particular.

No nos vamos a extender en el estudio de la trayectoria histó­rica que ha seguido el problema que nos ocupa puesto que, podríamos decir, acaba de nacer. Simplemente haremos mención del suceso de Minamata (Japón), acaecido hacia 1956, en el que perecieron muchas personas a consecuencia de la aparición de un extraño cuadro tóxico que posteriormente se atribuyó a metil mercurio procedente del pes­cado de consumo habitual en aquella región, recogido de las aguas de la bahía, polucionadas a su vez por compuestos mercuriales proceden­tes de los vertidos de una industria química. Otros episodios semejan­tes se han venido sucediendo. El acontecimiento de Minamata tiene el mérito de haber servido de motor de arranque al estudio del pro­blema y a causar la evidencia de que éste toma cada día más auge, hasta el punto de que incluso la prensa no especializada lo ha toma­do como pie de publicación de noticias y reportajes sensacionalistas, lo que ha provocado por un lado una falta de ideas claras y por el otro una alarma, muchas veces sin fundamento.

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CLASIFICACIÓN. - Los compuestos mercuriales se dividen, más cara a una sistemática que a la realidad, en inorgánicos y orgánicos. Los primeros tienen entrada de una manera especial en el estudio de las tecnopatías laborales sobrevenidas a consecuencia de la exposición in­dustrial, constituyendo un importante problema local en las zonas de uso y manejo . Los compuestos orgánicos tienen desde el punto de vista sanitario, mayor amplitud, toda vez que son los que, en defini­tiva, marcarán la pauta a la hora de considerar el problema sanitario a altura tanto local como internacional. A ellos nos vamos a ceñir.

Los compuestos de mayor interés desde nuestro punto de vista son las sales de fenilmercurio, metoxietilmercurio y los compuestos monoal­quílicos de mercurio. La penetración en el organismo puede obrar­se por inhalación, absorción cutánea y aporte oral. Aunque todos ellos son volátiles, los derivados de alquil mercuriales de cadena corta tie­nen una volatilidad superior a la de los de tipo fenílico y metoxietilico.1

La eficacia de la absorción a través del sistema respiratorio es desco­nocida, pero de las cualidades físicas se infiere que debe ser elevada, de una forma especial sí se inhalan en forma de aerosoles .

Biotransformación: La clave de la traducción de un compuesto mer­curial a metí! mercurio a través de la cadena biológica, en cuyo seno se desarrolla la toxicidad para pasar al hombre, es lo que se ha venido en llamar «biotransformación». Los compuestos actualmente en uso tienen por fórmula general R-Hg. X, donde R es un radical orgánico y X un anión disociable. La biotransformación de tales compuestos pue­de seguir dos caminos, tal como se indica a continuación:

R-Hg { ~ Hg

R-Hg

El camino B representa modificaciones metabólicas en el medio orgánico y el A la rotura de la unión carbón-mercurio, resultando una liberación de mercurio inorgánico.

El fenilmercurio se degrada en el cuerpo hasta mercurio inorgáni­co. Este tipo de rotura también se encuentra en el mercurio metoxie­tílico. En este caso se libera etileno cuando se rompe la unión mercurio­carbono.

Absorción: Los compuestos alquil-mercúricos son mucho más es­tables en el cuerpo y circulan durante largo tiempo y sin modificaciones en la sangre. Son absorbidos en mayor proporción por los riñones y se acumulan más en el cerebro que los compuestos mercúricos de tipo metoxietil y fenilico. Esto se halla de acuerdo con el hecho de que el sistema nervioso central es el órgano afectado típicamente tras la ex­posición a metil mercurio. Se ha demostrado que más del 98 % del

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mercurio total presente en el cerebro está en forma de mercurio metí­lico.2 Una proporción semejantemente alta de mercurio intacto se ha observado en la sangre y en el bazo. En los riñones, hasta el 40 % de mercurio está en forma inorgánica.

DISTRIBUCIÓN Y RETENCIÓN. - a) Mercurio fenílico: Hay pocos co­nocimientos acerca de la concentración inicial de ' fenil-mercurio no mo­dificado en los tejidos tras la administración a animales experimentales, pero la información de que disponemos sugiere que se halla amplia­mente distribuido. La distribución de mercurio total es similar a la que resulta de la administración de sales mercúricas inorgánicas apli­cadas de la misma forma. Inicialmente hay pocas diferencias; el mer­curio fenílico puede tener una mayor concentración en el hígado, tubo digestivo y hematíes, y una menor concentración. en el <;Órtex renal que el mercurio inorgánico.

b) Mercurio metoxietílico: Este compuesto muestra una forma de distribución que es muy similar a la del fenil mercurio.

e) Mercurio alquílico: La distribución del metí! y etil-mercurio es muy diferente a la ·de los compuestos antes mencionados. La elimi­nadón es muy lenta, y por consiguiente entraña un importante ries­go de intoxicación. El radical metilmercurio es más bien de distribu­ción irregular en el cuerpo; sin embargo, el metilmercurio se acumula en los hematíes en varias especies de animales y en el hombre, de ma­nera que el 90 % o más de la cantidad total de mercurio en sangre se encuentra. en aquellos. También muestra una considerable tendencia ' a acumularse en el cerebro. El conocimiento de los niveles sanguíneos de metilmercurio es útil para indicar el riesgo del sistema nervioso central. La vida media biológica en el hombre para el metilmercurio es de unos 70 días, correspondiendo a una eliminación de cerca del 1 % por día del contenido corporal de metilmercurio.3 La disminución del mercurio en la sangre sigue también una curva similar de tiempo.

ELIMINACIÓN. - La mayoría de estudios se han concretado en la eli­minación por la orina. En principio es posible alguna forma de excreción de los compuestos volátiles a través de los pulmones y también se ha hablado de la eliminación por el cabello aunque en pequeñísin1as proporciones.4

a) Mercurio alquílico: Tras la administración oral a las personas, la mayor parte de esta forma mercurial se elimina por las heces, con menos de un 10 % en orina; si los análisis de ésta tienen que em­plearse para controlar la exposición ocupacional, debe usarse un mé­todo analítico específico para el alquil mercurio, dado que la canti­dad de este compuesto en la orina es del mismo orden que el conte-

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nido normal de mercurio, aun en el caso de haber tenido lugar una exposición significativa. Los experimentos en animales indican que en­tre el 40 % y el 50 % del mercurio en las heces aparece en estado inorgánico después de dosis únicas o repetidas de mercurio met.ilico.5

b) Fenilmercurio y metoxietilmetcurio: La eliminación urinaria del mercurio total, tras inyección de uno y otro de tales compuestos en animales es del mismo orden de magnitud que la dosis de mercurio inorgánico y aproximadamente 1 O veces superior a la eliminación tras exposición al mercurio metílico. Aproximadamente el 50 % de esta forma se elimina por el conducto gastrointestinal y generalmente en for­ma de mercurio inorgánico.6

FISIOPATOLOGÍA.- Ha sido denominada «lesión bioquímica de mercurio» la inhibición de enzimas obrada por los compuestos orgáni­cos de mercurio. Además de la consabida afinidad por los mercaptanos (con grupos -SH), se sabe ahora que el mercurio también la tiene por otros grupos funcionales de sistemas enzimáticos, tales como los ami­nocarbonil e hidroxil. Los compuestos orgánicos, incluidos los deú­vados alquílicos, tienen la posibilidad de producir la inhibición de di­chos sistemas enzimáticos; 7 pero aunque se concluya que el efecto último de los compuestos orgánicos de mercurio se centra en esta ca­pacidad de inhibición enzimática, no se conoce exactamente cuáles son los enzimas implicados o el grado de implicación en las distintas manifestaciones tóxicas.

EFECTOS GENÉTICOS.- Las investigaciones citológicas en células vegetales y animales han puesto de manifiesto que los compuestos de mercurio producen ruptura de cromosomas y actúan como inhibidores de la mitosis, con la consiguiente distribución anormal de los mismos. Los compuestos de metil y fenil mercurio son más potentes que cual­quier otra sustancia conocida, incluso que la colchicina. El mercurio inorgánico es de una potencia 200 veces menor. Un efecto relacionado «in vivo» ha sido demostrado en la mosca de la fruta, «drosophila me­lanogaster», en la que 0,25 · ppm. de metilmercurio en la comida es capaz de dar lugar a la aparición de un cromosoma adicionaP En la actualidad no hay informes de investigaciones en el hombre, peto sería interesante realizar estudios citológicos en grupos grandes de individuos expuestos, especialmente a compuestos de alquilmercurio.

CICLO DEL MERCURIO EN LA NATURALEZA. -El mercurio se en­cuentra en pequeñas cantidades en toda la litosfera, en la hidrosfera, en la atmósfera y en la biosfera. En las rocas y en la tierra el mercurio se mide en fracciones d~ una parte por millón, excepto en los suelos

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ricos en humus, donde el porcentaje puede subir hasta 2 partes por millón. En la hidrosfera ocurre generalmente sólo en partes por bi­llón. En la atmósfera se presenta en forma de vapor y partículas; en condiciones normales, sin embargo, la cantidad es tan pequeña que se requieren métodos extremadamente sensibles pata detectarlo y meditlo, tesultando ser siempre inferior a 1 ppb . Pero la situación es distinta cuando llegamos a la biosfera ; las plantas y los animales, tienden a acumular mercurio; se ha puesto en evidencia, por ejemplo, que al­gunas algas marinas contienen una concentración cien veces superior a la del agua del mar en que viven; en determinadas especies marinas se ha encontrado cantidades del orden de 122 pp.m.; 9 estos hallazgos están relacionados con las circunstancias ecológicas en que se desarro­lla la vida de estos peces. En lo relativo a la vegetación terrestre, la concentración, a excepción de las plantas cultivadas en que suele ser mayor, no suele ser superior a 1 ppm. De esta manera el mercurio entra en el ciclo natural de citculación en la tierra y se dispersa amplia­mente por todas las zonas habitables, en cantidades que no suponen peligro para la vida . Con todo ello surge una pregunta inevitable : ¿Hasta qué punto ha alterado el hombre su distribución?

Sin lugar a dudas, la fuente más importante de la dosis de mercurio que el hombre recibe se halla en los alimentos. Estudiando la F.A.O. y la O.M.S., las concentraciones permisibles de mercurio, propusieron que el límite máximo fuera 0,5 ppm., excepto en pescado y mariscos; sin embargo, no hay base todavía para determinar cuál debiera ser el nivel de seguridad. Tal vez una solución interesante que puede obte­nerse de las investigaciones llevadas a cabo por aquellos organismos es que, en general, la concentración de mercurio en los alimentos no parece haber cambiado sustancialmente en los últimos treinta años. Las comparaciones, sin embargo, puede que no sean enteramente vá­lidas por las diferencias entre los distintos métodos analíticos utili­zados, en su mayoría convencionales y sujetos a un notable margen de error. En este sentido nosotros estandarizamos los sistemas de nie­dición tal y como expresaremos al final de este trabajo.

Es importante estudiar las aportaciones que van surgiendo den­tro del contexto de la relación evolutiva de la vida en nuestro planeta con la presencia de mercurio. Sin duda alguna, este elemento estuvo siempre presente en el mar desde que se originó la vida y muy posi­blemente todas las plantas y animales comportan cierta cantidad de mercurio como herencia de sus antepasados. El hombre tiene que haber añadido algo a este acerbo al comer pescado y otras formas de alimen­tos que conceñtran mercurio; es posible que a lo largo de millones de años el hombre haya desarrollado una tolerancia cada vez mayor al mercurio; es sabido que la tolerancia a una sustancia en principio tó-

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xica, puede acabar con frecuencia en una dependencia de la misma y es lógico suponer que el hombre, lo mismo que otras formas de vida, pueden en la actualidad guardar una dependencia con el mercurio en cantidades determinadas. Si sus efectos son beneficiosos o no, puede deberse de forma decisiva a la manera en que se incorpora a los teji­dos. Se ha descubierto, por ejemplo, que el arsénico está presente en crustáceos en concentraciones que se acercan a las doscientas partes por millón bajo la forma de trimetil arsenina; la metilación suprime en este caso, al parecer, la toxicidad de este elemento. El comporta­miento bioquímico del mercurio tiene mucho en común con el del ar­sénico, lo cual sugiere que puede haber formas no perjudiciales de me­til-mercurio en los peces del mismo modo que hay formas tóxicas. Lo que nos interesa por tanto, es cualquier tipo de perturbación del medio ambiente que altere el equilibrio natural del mercurio en relación con las otras sustancias o que engendre formas mercuriales tóxicas; en el caso de la bahía de Minamata los dos factores estuvieron al parecer, presentes: La fuente de polución de la fábrica química que contenía metil-mercurio y el mercurio elemental de dicha fuente metilado por los mlcrorganismos del barro del fondo de la bahía; esta transformación fue favorecida por el enriquecimiento del agua con una alta concen­tración de mercurio en una proporción que llegó hasta 50 ppm., a la sazón cien veces superior a la aceptada como tolerable. El efecto sobre los pescado¡-es y sus familias fue aumentando por el hecho de que su dieta estaba compuesta casi exclusivamente por pescados de la bahía y tenía lógicamente deficiencias nutritivas esenciales y es un hecho conocido el que las deficiencias en la dieta precipitan el efecto de los tóxicos.

A raíz de estos acontecimientos ya hemos referido al principio que se están proponiendo una serie de medidas de protección muchas veces sin base científica. La investigación de la intoxicación por mer­curio se ha centrado hasta ahora principalmente en los peligros pro­fesionales derivados de una. exposición prolongada, particularmente a través de su inhalación. El mercurio en el medio ambiente general, sin embargo, plantea un problema totalmente distinto; la descarga de mercurio en la atmósfera, lo mismo como vapor que como materia en forma de partículas no es probable que llegue a presentar un problema sanitario grave. Las principales amenazas a las que debemos prestar atención son los residuos sólidos o líquidos que pueden a la larga llegar al agua amenazando así a la fauna marítima y fluvial y a sus consumido­res; también los usos agrícolas del mercurio pueden contaminar peli­grosamente los alimentos.

Para plantearnos de forma realista el problema y enfrentarnos con el mismo, necesitamos ante todo un conocimiento de cuál debe ser con-

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siderado como nivel tóxico. El análisis de la concentración de mercu­rio en la orina o en la sangre no ha arrojado mucha luz sobre este particular; entre los obreros expuestos, el contenido urinario varía mucho según los días y de un individuo a otro. Como regla general la excreción de mercurio a través de la orina no refleja el estado tóxico sino más bien el grado de exposición sufrida; han sido descritos casos en que el individuo tenía una concentración de mercurio que llegaba hasta diez y veinte veces a superar el nivel normal sin dar lugar a evi­dencia clínica alguna. Es lógico deducir de ello que los factores per­sonales pueden ser más importantes que el mismo grado de exposición a la hora de determinar la respuesta del individuo a la ingerencia del tóxico.

Lo que es evidente es que el mercurio puede invadir el cuerpo hu­mano a través de las diversas formas de entrada. Por lo que respecta a los alimentos, estamos en condiciones de identificar las posibles fuentes peligrosas. Está bastante claro que los compuestos inorgánicos de mercurio y los fenil-mercuriales son relativamente atáxicos si los comparamos con los alquil-mercuriales. Necesitamos, sin embargo, cen­trar la atención de una forma especial en la transformación de las for­mas inorgánicas y los feniles en metil-mercurio; a este respecto se han confeccionado una serie de teorías para explicar el proceso de metila­ción propiamente dicho; citaremos la aportada por GoLDWATER,10 que es esquematizada por el autor de la siguiente forma:

t t ~ Cilis Hg+ - > Hi "'\ ~

/' t Cffi Hg+ / CHJO (HH2)2 Hg+

El mercurio abocado al agua de diversas formas puede ser conver­tido por bacterias de los detritus y sedimentos en metil y dimetil mer­curio (derecha); los fenil-mercuriales, mercurio metálico y metoxietil mercurio (izquierda y base), se convierten en metilos, principalmente a través del mercurio iónico . De todas formas nosotros creemos que este esquema es totalmente teórico. Es un hecho comprobado la faci­lidad de metilación del mercurio como consecuencia de la actividad bacteriológica; la existencia de fenil y difenil mercurio es conocida y estos derivados pueden proceder fácilmente de la industria; ahora bien, en la interconversión en uno u otro sentido entre ambos, es di­fícil precisar cuáles son los mecanismos y etapas biológicali; por otra parte, los métodos tradicionales de determinación de mercurio me­diante concentración, formación de complejos con ditizona y medida

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calorimétrica, permiten diferenciar el mercurio 1omco del contenido en forma de complejos orgánicos. La absorción atómica permite deter­minar el contenido total de mercurio o formas extra1'bles con deter­minados disolventes. La diferenciación de los derivados metílicos y fenílicos es difícil -y en todo caso hay que recurrir a métodos espectro­fotométricos. Por todo ello creemos que este esquema expuesto repe­tidamente en la literatura, si bien es orientador en cuanto a posibilida­des evolutivas, es impreciso totalmente en cuanto a mecanismos bio­lógicos intermedios, velocidades de reacción y proporciones en que tiene lugar.

Sea como sea, esta transformación, a la luz de la experiencia lograda hasta el presente, debe ser tenida como el principal peligro desde el punto de vista sanitario. Han sido ya eliminados cierto número de fun­gicidas a base de alquil-mercurio; varios mercuriales orgánicos han sido proscritos en algunos países. Estas medidas de tipo general acompaña­das de una mentalización y educación sanitaria serán el paso funda­mental si no en la resolución del problema, sí en el conocimiento de las bases que van a dar lugar al mismo.

CoNTAMINACIÓN DEL AGUA. -Del contexto de lo descrito hasta ahora se infiere que la clave de una posible acción tóxica de los com­puestos mercuriales es muy posible que esté oculta en las grandes ma­sas acuosas que inundan nuestro planeta; por ello justificamos este apar­tado especial.

El problema de la contaminación del agua por el mercurio ha en­trado en plena efervescencia en los últimos tres decenios, coincidien­do con un aumento casi explosivo del empleo de productos químicos en todo el mundo; el vertido de residuos industriales forzosamente debe haber influido en la contaminación de las aguas . La concentra­ción normalmente verificada en el mar es de 0,03 microgramos por litro. No obstante, los científicos japoneses han informado recientemente de haber encontrado valores de 0,1 a 0,27 microgramos por litro en el Pacífico, aumentando ligeramente la concentración con la profundidad; asimismo se han verificado estudios en el Canal de la Mancha y sus proximidades, emitiéndose valores del orden de 0,01 a 0,002 microgra: mos litro.U

Especial mención merece el comportamiento del mercurio en las aguas residuales; en ellas puede estar presente en forma de compues­tos inorgánicos o bien orgánicos, los cuales se forman muy fácilmente. Están comprendidos en dos grandes tipos: R2Hg y R HgX, donde X puede ser un radical inorgánico o un radical ácido orgánico, tal como el acetato de dicianamida. Algunos ejemplos son el acetato de fenil mercurio y cloruro de metil mercurio y el dietil mercurio. El mercu-

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río metal es muy poco soluble en agua (25 microgramos litro a 25."), pero la solubilidad aumenta considerablemente con la presencia de aire como resultado de la oxidación.

La información sobre la ulterior consistencia de aquellas sustan­cias durante el tratamiento de los productos de alcantarilla está muy diseminada. Se sabe que el_ mercurio inorgánico está fuertemente absor­bido por la materia orgánica; experimentalmente se comprueba que concentraciones del orden de los 25 microgramos por litro son inhi­bitorias. Sin embargo, concentraciones de 20 a 100 microgramos litro en los productos de alcantarilla no inhiben la nitrificación en el lodo activado, pero cuando el producto de alcantarilla se sustituye por aguas de colector, se produce la inhibicíónP

Dentro de la linea experimental trazada 13 se pensó que podría tener significancia el estudio del contenido mercurial en aguas residuales, por creer en la posibilidad de encontrar en aquellas un índice más o menos elevado de contaminación al ser portadoras de todos los desechos, tan­to de la actividad humana como industrial; pensamos incluso en un principio, poder establecer este índice de contaminación a partir de la acción bacteriana sobre la volatilización del mercurio; pero ello, sí bien puede conseguirse en el laboratorio, no puede superponerse a las condiciones que ordinariamente se dan en las desembocaduras de los grandes colectores, donde juegan una serie de factores que, en el es­tado actual de conocimiento es difícil dilucidar y, por tanto, no puede establecerse un índice definitivo de contaminación de las aguas de mar receptoras de las residuales. Por otra parte, ninguna de las pruebas analíticas realizadas con aguas de los colectores Bogatell y Llacuna de Barcelona, emite cifras superiores al Ümi te convencionalmente estable­cido como peligroso (5 ppb.).

ACUMULACIÓN DE MERCURIO EN LOS ORGANISMOS.- El problema que varias veces hemos señalado como más importante desde el pun­to de vista sanitario es el referente a la concentración de mercurio, generalmente en forma de metil mercurio, en cadenas de alimentación acuática. Se ha demostrado que ocurre no sólo en el pescado sino tam­bién en pájaros y animales terrestres. Por ejemplo, en el Reino Unido se han encontrado cantidades apreciables en los hígados de pájaros que se alimentaban principalmente de pescado de aguas superficiales; se han ' registrado entre 2,6 y 6,6 miligramos/kilo de peso seco en 26 muestras procedentes de lugares distintos. Aunque realmente estos ni­veles no pueden ser letales, son más altos que los encontrados en los pájaros que no se alimentan de pescado, y las cifras coinciden con las registradas en Suecia en los pájaros que se sabe se han alimentado con semillas contaminadas de mercurio. Por consiguiente estos resultados

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pueden ser una indicación de que en algunas aguas existe suficiente cantidad de mercurio para que se produzca su concentración en ali­mentos que han alcanzado proporciones significativas, aunque debe te­nerse en cuenta de que el pescado probablemente contiene ya por na­turaleza alguna cantidad de.mercurio.

En Suecia los niveles encontrados en el pescado llegaban hasta 20 miligramos por kilo de peso seco; el valor «natural» se cree que oscila entre 0,05 y 0,02 miligramos. Ha habido una disminuíción en la cantidad de mercurio eh pescado en aquel país, desde la prohibición del uso de compuestos de fenil-mercurio en la industria, pero esta disminución no es generaF4 Se ha estimado que hay más de 500 to­neladas de mercurio yacentes en los sedimentos de los lagos, ríos y aguas costeras de Suecia, como resultado de la polución industrial, y este contenido está a disposición de las cadenas de alimentos por len-

/ ta conversión biológica a metil mercurio. Nosotros hemos realizado gran número de determinaciones de con­

tenido mercurial en el pescado, tanto del capturado en nuestras costas como de muestras procedentes de diversos mares y en ningún caso hemos encontrado cantidades alarmantes que sobrepasaran el limite de tolerancia, a saber, 0,7 ppm. No obstante, sí hemos hallado una cier­ta correlación con las diversas partidas, particularmente de las com­puestas por atún y pez espada, donde las cifras emitidas son deJ orden de 0,39-0,53 ppm., lo que nos hace pensar en la necesidad de una jnterconexión de diversos organismos nacionales para establecer un posible mapa de contaminación de los diversos mares en vistas a abundar en el problema y a salir al paso de los que ulteriormente pu­diera presentarse, teniendo en cuenta que el planteamiento sanitario que tratamos debe ser eminentemente dinámico y los resultados y po­sibles consecuencias deberán compulsarse a la larga.15

POSIBILIDADES ACTUALES DEL ESTUDIO DEL MERCURIO EN EL LA­

J30RATORIO. -El análisis de trazas de mercurio es un trabajo que hay que llevar a cabo con meticulosidad so pena de exponerse a amplios márgenes de error. Hasta ahora se habían usado, y siguen usándose los métodos colotimétricos clásicos, que si bien cuentan con el mérito de haber sido los primeros con los que se lograron resultados aceptables, tiene la desventaja de su falta de precisión y su penosa ejecución por la gran cantidad de pasos a realizar; por ello esta tarea ha sido enor­memente facilitada gracias a los modernos aparatos de absorción ató­mica sin llama que, a su elevada sensibilidad del orden de ppb., se debe añadir como ventaja la sencillez de su manejo y la rapidez con que se realizan las opetaciones. Ello hace posible el estudio de aguas y materiales biológicos como pescado y tejidos animales, tras el corres-

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pendiente tratamiento y preparación. Hemos realizado determinaciones viscerales en animales expuestos en el laboratorio a :6n de dilucidar la capacidad de acúmulo y adaptación de los mismos, así como las lesio­nes histopatológicas y alteraciones humorales que se producían según los diversos tipos de compuestos propinados, tanto de tipo inorgá­nico como orgánico. Con el estudio experimental del efecto del mer­curio inorgánico hicimos una aproximación a lo que ocurre en circuns­tancias paralelas en el hombre sometido a un ambiente laboral de mer­curio; en cambio al estudiar las lesiones y efectos producidos por los órganomercuriales nos acercamos más al tema que nos ocupa.16

Concluyendo, creemos de primordial importancia la consideraci~ del presente problema a nivel de altos estamentos sanitarios internaclO­nales, toda vez que sería ésta la única forma de emitir un poco de luz sobre el mismo que, si hoy es incipiente, puede llegar un momento en que alcance mayores proporciones y constituye otra gran epidemia a la que hacer frente. Tras el planteamiento a grandes trazas, nos da­mos cuenta de que también aquí, como en otras tantas ramas del saber, existen lagunas inmensas aún no salvadas, de las que no sabemos exactamente el principio ni tampoco el fin . El abundar cautelosamente en cada uno de los pequeños extremos, que solamente son punto de partida, para darles cauce cara a un resultado provisional, será función ingrata pero siempre animada por la esperanza que entraña el hecho de dar un poco más de consistencia a un tema que prácticamente perma­nece oculto.

Facultad de Medicina de Barcelona. Cátedra de Higiene y Sanidad.

(Director Pro/. F. GoNZÁLEZ FusTÉ.)

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