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ASPECTOS SOCIOLOGICOS DE LA EMIGRACION ASTURIANA Mari Cruz Alonso Antolín Angel Somolinos Pérez Juan Olivas del Pozo L a movilidad natur del hombre le ha lle- vado a reiz a lo largo de la Histo- ria, desde simples cambios de residen- cia dentro de un área limitada por su en- too soci, hasta grandes cambios en el espacio tertorial. Ambas ternativas han comportado el llamado nómeno migratorio. Naturalmente nos estamos refiriendo a los mo- vimientos poblacionales que se originan de rma voluntaria, aunque esta voluntariedad no siempre está exenta de connotaciones de obligatoriedad. En cualquier caso, no deben conndirse con aquellas otras migraciones que tienen su·origen en cuestiones políticas, por emplo, y que obligan a determinadas poblaciones a emigrar. Pero no sólo es la movilidad natural humana la única causa que motiva este nómeno. También el azar, las invasiones, las guerras, las coloniza- ciones, las conquistas, los movimientos racistas (trata de esclavos), las divergencias religiosas... determinan innumerables miaciones; y todas y cada una de estas rmas de movilidad tienen, cuando menos, un punto en común, un denomina- dor común que sirve de nexo; esto es, la econo- mía: el intento del hombre por conseguir una me- jor posición económica que le permitirá escalar una mejor posición social en cualquier sociedad en la que esté inmerso. Da lo mismo que esta socie- dad sea primitiva o altamente desarrollada, el es- tatus social será siempre un determinante nda- mental para el individuo. Esto es así desde los primeros tiempos, pa- sando por las conquistas y reconquistas, por las guerras de religión (en las que siempre subyace un ndo económico), por la venta de negros rica- nos en América y terminando en el proceso de industrialización de los países que llevó actual sistema de producción capitalista en los dos últi- mos siglos. Todos estos hechos se han dado en el gran continente americano cuyo descubrimiento y con- 76 quista ocasionó innumerables movimientos migra- torios justificados oficialmente por todo tipo de consideraciones religiosas, socies y culturales aunque, en el ndo, la razón principal no era otra que el colonialismo. Más tarde, a los españoles descubridores y colonizadores se les unieron por- tugueses, anceses, ingleses y holandeses. El proceso de rmación de las distintas repú- blicas latinoamericanas, su composición y rma- ción es el fruto de cruzamientos y mestizes de nuestra población española con la nativa. Difícil sería la cuantificación total de la aporta- ción española, en cuanto a población se refiere, a la creación de estos nuevos estados, desde el des- cubrimiento hasta nuestros días. No obstante, po- drían establecerse ciertas cias, más exactas cuanto más próximas estén de nuestro tiempo; y para ello, utilizaremos la ya conocida división de los períodos que componen el estudio de las mi- graciones a la América Latina. - El primero se establece a partir del siglo XVI, en el que con la consolidación progresiva del poder español sobre sus colonias, empiezan a llegar ertes contingentes de España produ- ciendo los primeros crecimientos poblaciona- les. Termina en 1853 y se caracteriza por una desigualdad en la intensidad de los flos mi- gratorios imposible de cuantificar. - El segundo comienza en 1853 y aunque esta- dísticamente no están recogidas las salidas de emigrantes, sí parece que existen datos que confirman que el Gobierno a la sazón las per- mitía sin reparos y de alguna rma las contro- laba. Concluye con el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914. Tampoco en este período sería posible la cuantificación de la población emiante, si bien hay algunas ci- as, que por su carencia de rigor científico no podemos utilizar en tal ntido, pero sí, a modo inrmativo. - El tercero abarcará el tiempo que comprende Indianos

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ASPECTOS SOCIOLOGICOS

DE LA EMIGRACION ASTURIANA

Mari Cruz Alonso Antolín

Angel Somolinos Pérez

Juan Olivas del Pozo

La movilidad natural del hombre le ha lle­vado a realizar a lo largo de la Histo­ria, desde simples cambios de residen­cia dentro de un área limitada por su en­

torno social, hasta grandes cambios en el espacio territorial. Ambas alternativas han comportado el llamado fenómeno migratorio.

Naturalmente nos estamos refiriendo a los mo­vimientos poblacionales que se originan de forma voluntaria, aunque esta voluntariedad no siempre está exenta de connotaciones de obligatoriedad. En cualquier caso, no deben confundirse con aquellas otras migraciones que tienen su·origen en cuestiones políticas, por ejemplo, y que obligan a determinadas poblaciones a emigrar.

Pero no sólo es la movilidad natural humana la única causa que motiva este fenómeno. También el azar, las invasiones, las guerras, las coloniza­ciones, las conquistas, los movimientos racistas (trata de esclavos), las divergencias religiosas ... determinan innumerables migraciones; y todas y cada una de estas formas de movilidad tienen, cuando menos, un punto en común, un denomina­dor común que sirve de nexo; esto es, la econo­mía: el intento del hombre por conseguir una me­jor posición económica que le permitirá escalar una mejor posición social en cualquier sociedad en la que esté inmerso. Da lo mismo que esta socie­dad sea primitiva o altamente desarrollada, el es­tatus social será siempre un determinante funda­mental para el individuo.

Esto es así desde los primeros tiempos, pa­sando por las conquistas y reconquistas, por las guerras de religión ( en las que siempre subyace un fondo económico), por la venta de negros africa­nos en América y terminando en el proceso de industrialización de los países que llevó al actual sistema de producción capitalista en los dos últi­mos siglos.

Todos estos hechos se han dado en el gran continente americano cuyo descubrimiento y con-

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quista ocasionó innumerables movimientos migra­torios justificados oficialmente por todo tipo de consideraciones religiosas, sociales y culturales aunque, en el fondo, la razón principal no era otra que el colonialismo. Más tarde, a los españoles descubridores y colonizadores se les unieron por­tugueses, franceses, ingleses y holandeses.

El proceso de formación de las distintas repú­blicas latinoamericanas, su composición y forma­ción es el fruto de cruzamientos y mestizajes de nuestra población española con la nativa.

Difícil sería la cuantificación total de la aporta­ción española, en cuanto a población se refiere, a la creación de estos nuevos estados, desde el des­cubrimiento hasta nuestros días. No obstante, po­drían establecerse ciertas cifras, más exactas cuanto más próximas estén de nuestro tiempo; y para ello, utilizaremos la ya conocida división de los períodos que componen el estudio de las mi­graciones a la América Latina.

- El primero se establece a partir del siglo XVI,en el que con la consolidación progresiva delpoder español sobre sus colonias, empiezan allegar fuertes contingentes de España produ­ciendo los primeros crecimientos poblaciona­les. Termina en 1853 y se caracteriza por unadesigualdad en la intensidad de los flujos mi­gratorios imposible de cuantificar.

- El segundo comienza en 1853 y aunque esta­dísticamente no están recogidas las salidas deemigrantes, sí parece que existen datos queconfirman que el Gobierno a la sazón las per­mitía sin reparos y de alguna forma las contro­laba. Concluye con el inicio de la PrimeraGuerra Mundial en 1914. Tampoco en esteperíodo sería posible la cuantificación de lapoblación emigrante, si bien hay algunas ci­fras, que por su carencia de rigor científico nopodemos utilizar en tal sentido, pero sí, amodo informativo.

- El tercero abarcará el tiempo que comprende

Indianos

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desde la terminación de esta primera gran conflagración hasta el inicio de nuestra guerra civil en 1936.

- El cuarto, comprende desde 1946 hasta nues­tros días. Obviamente durante nuestra GuerraCivil y la Segunda Guerra Mundial las migra­ciones económicas no se produjeron aunquesí se produjo una gran movilidad poblacionalpor motivos políticos y religiosos.

. , Es en este período cuando se produce una fuerte emigración de nuestro país a Latinoa­mérica, por razones políticas y, aunque está sin realizar el estudio que nos permita conocer en profundidad las cifras que alcanzó, sí po­demos decir que tuvo un significado social y cultural �norme en sentido negativo para Es­paña y contrariamente, un valor altamente po­sitivo para los países de recepción como Ar­gentina, México, Venezuela, Chile.

De estos dos últimos períodos trata nuestro es­tudio referido a la América latina y a Asturias, región que, proporcionalmente a su población, ha tenido una gran influencia en las cifras absolutas de emigración dirigidas a ultramar y que se ha visto afectada por todas las lacras que la emigra­ción conlleva, sin que ésta le haya reportado nin­guno de los beneficios que teóricamente deberían redundar en las áreas emisoras de esa población.

CAUSAS DE LA EMIGRACION

ASTURIANA

No queremos caer en los tópicos usuales con respecto a las migraciones originarias de Asturias. Sin embargo consideramos necesario detenernos en algunos aspectos, que, aunque conocidos, no por ello han de ser sobreestimados. Algunas cues­tiones, pese a ser localistas, son determinantes a la hora de enjuiciar la causalidad migratoria de esta región. De todas las variables que se entre­cruzan en el comportamiento asturiano (algunas, comunes, en mayor o menor medida, a los com­portamientos registrados en otras provincias es­pañolas) quizás las más representativas, o las que más influyen en su hacer cotidiano, sean, en orden de importancia, la casa y la explotación agraria.

Según el último censo agrario publicado por la Secretaría General Técnica del Ministerio de Agricultura en 1979, aproximadamente el 80 % del territorio astur estaba dedicado entonces a las la­bores propias del sector terciario. Es fácil de con­venir, por tanto, que estos dos componentes, la casa y las explotaciones agrarias, son de suma importancia para los nativos de esta región.

La casa en Asturias está considerada como el centro neurálgico de la estructura orgánica de la familia campesina. Ningún hecho histórico, por importante que haya sido, ha menoscabado su im­portancia. Esto es así, no sólo por el hecho físico del edificio que alberga a una familia campesina,

sino porque además, la casa es una explotación agraria, generalmente pequeña, integrada por las tierras de labor que la circundan, las bestias para su labor y los aperos al uso.

Esta especie de santuario que representa la casa obliga a la familia cuyo número de compo­nentes exceda del necesario para el cuidado y explotación de esta unidad agraria, a destinar a parte de la descendencia a los circuitos de movili­dad poblacional. De esta manera es como se pro­duce un movimiento de los hijos «excedentarios» con destino a Hispanoamérica, Europa, o bien a los focos de mayor atracción económica de la Península, en busca de otras fuentes de recursos qu�. las expectativas que generan los grandes nú­cleos de población les permitan abrigar esperanzas de un asentamiento y posterior consolidación eco­nómica.

En resumen, la necesidad innata de conservar la casa familiar y el culto que a ella se le debe, amén de las prácticamente nulas posibilidades de esta­blecerse económicamente en la propia región, de­terminan que los hijos opten por la emigración, ya sea interior o exterior en busca de mejores alter­nativas.

En segundo término, hemos planteado como causa importante la que se refier� a las explota­ciones agrarias.

Las explotaciones agrarias en Asturias están sujetas a un tipo de estructura económica agraria minifundista consolidada que impide llegar a una utilización óptima de la riqueza agrícola (Cuadro n.0 1).

En 1962, el 81 % de las explotaciones agrarias tenían una superficie comprendida entre O y 5 Ha. y el 99 % de ellas se situaban entre O y 10 Ha. Diez años después este último porcentaje sólo ha­bía bajado al 91 %. La media provincial de Ha. por explotación estaba situada en 1962, en 8,94, mientras que la media nacional lo estaba en 16,78 Ha. por explotación agraria. Asturias estaba lige­ramente por encima de la mitad de la media na­cional. En la década siguiente, poco mejoraron las cosas para Asturias, ya que su media de Ha. por explotación pasaba a ser de 11,86 y la media na­cional se situaba en 19,72 Ha.

Los números son tan elocuentes y tan crudos que acaso no debamos insistir más en su análisis, si bien dejar constancia de la urgente necesidad de resolver este problema que la cuestión agraria ha planteado a lo largo de la Historia de Asturias, que aún plantea y que difícilmente se solucionará si no se toman las medidas que semejante situa­ción demanda para un mejor aprovechamiento de la tierra y en consecuencia una mayor productivi­dad.

No obstante, debemos destacar, aunque no sea el momento ni la ocasión para reclamar una es­tructura económica coherente, que la contrapar­tida a este estado de cosas es que la provincia de

Mari Cmz Alonso Antolín/Angel Somolinos Pérez/Juan Olivas del Pozo

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CUADRO N.0 1

Distribución de la tierra por superficies

SUPERFICIE TOTAL DE EXPLOTACIONES DE0 A GEOGRAFICA EXPLOTACIONES SIN TIERRA l0HA.

1962 1972 1962 1972 1962 1972 1962

Asturias 1.056.400 1.056.400 118.191 89.028 1.084 849 111.192

España 50.471.200 50.471.200 3.007.626 2.558.814 150.948 44.386 2.254.740

Media Nacional 1.009.424 1.009.424 60.152 51.176 3.019 888 45.095

% Asturias S/España 2.09 2.09 3.93 3.48 0.72 1.91 4.93

Fuente: Anuario de Estadística Agraria. Secretaría General Técnica. Ministerio de Agricultura. Años 1966 y 1979.

Asturias carece de paro agrícola, no por una mejor utilización de la tierra y sus recursos, sino por una emigración secular de la población excedentaria.

Hemos de convenir, con otros estudiosos del tema, que la emigración asturiana es en su origen prioritariamente espontánea y voluntaria en su causalidad, si bien esto no obsta para que existan preferencias a la hora de elegir los países de des­tino, en función de la persona, personas o grupos ya establecidos en ellos.

Por otra parte -los datos de población y de sus movimientos naturales lo demuestran-, no es As­turias una región que pierda a sus habitantes de forma definitiva, tampoco sus emigrantes retornan siempre. La emigración asturiana tiene un fuerte carácter temporal, pero no como la conocida para Francia que se limita a la recogida de produc­tos agrícolas, sino más duradera. En cualquier caso, el emigrante español en general y el astu­riano en particular, demuestran en sus pautas de comportamiento social su tipicidad como miembro de un grupo primario, lo que, además de potenciar el reforzamiento de los lazos familiares, les lleva a buscar réplicas locales de un grupo primario de origen, lo que por otra parte les permite anular la

1900 1910

Provincia 578.966 631.862

Capital 48.103 53.269

Total Asturias 627.069 685.131

sensación de desarraigo, tan frecuente. Por esta razón, entre otras, se crearon en toda América Latina tantas Sociedades Españolas, muchas de las cuales aún perviven y cuya misión principal es la de prestar ayuda a sus paisanos, cooperar en el progreso de sus pueblos natales y celebrar las fiestas patronales de su aldea o comarca.

Actualmente estas asociaciones siguen vigentes, aunque un tanto aletargadas por cuestiones supra­nacionales, y siguen desempeñando en cierta me­dida la función para la que fueron creadas.

Además de esta temporalidad, más o menos prolongada, del emigrante asturiano conviene re­saltar su carácter individual, ya que la casa siem­pre queda atrás con el resto de la familia. No es frecuente el carácter migratorio colectivo del astu­riano. También es reseñable su poca cualificación profesional.

EVOLUCION DE LA POBLACION ASTURIANA

El período 1900-1981 nos presenta una situación más dinámica en la evolución de la población, con un mayor crecimiento medio en Asturias, en las

1920

674.351

69.375

743.726

CUADRO N.0 2

Evolución de la población

1930 1940

716.392 754.094

75.463 82.548

791.855 836.642

19;

81.

1.944.

38.

4.

195

782.

106.

888.

España 18.616.630 19.990.909 21.388.551 23.677.095 26.014.278 28.117.

% Asturias S/España 3.37 3.43 3.48 3.34 3.22 3.1

Fuente: Instituto Nacional de Estadística.

Indianos

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DE lOA DE 100 A MAYORES DE

lOOHA. 1.000 HA. 1.000 HA.

1962 1972 1962 1972 1962 1972

5.595 6.315 232 312 88 95

548.669 510.178 48.435 55.249 4.834 4.982

10.973 10.203 969 1.105 97 99

1.02 1.24 0.48 0.56 1.82 1.91

dos primeras décadas del siglo, superior al del conjunto nacional, ya que, mientras el país crece a un ritmo del 7 ,4 por 1.000 anual, Asturias lo hace en un 8,23 por 1.000 anual. La explicación parece clara: la disminución de la emigración, motivada por la pérdida de Cuba y sus consecuencias poste­riores y una industrialización que se va abriendo camino y que demanda mano de obra para su desarrollo (Cuadros núms. 2 y 3).

A partir de 1920 se acusa una importante dismi­nución en el crecimiento de la población astu­riana, que se prolongará durante las tres décadas siguientes. La ventaja adquirida en su crecimiento con respecto al país, la pierde Asturias en la dé­cada siguiente, 1930, para seguir bajando más y más hasta 1950. En estos 50 años de siglo, Astu­rias había tenido un crecimiento del 8,32 por 1.000, frente al 10,21 por 1.000 anual alcanzado por el resto del país.

La década siguiente, 1950-1960, vuelve a ser importante. La población asturiana crecerá más rápidamente que la española debido, fundamen­talmente, al flujo de inmigración que generó la creación de la siderúrgica de Avilés. No obstante, esta recuperación de su población no pasará de

1960 1970 1981

851.929 889.645 936.884

137.415 155.990 190. 123

989.344 1.045.635 1.127.007

30.582.936 33.956.047 37.746.260

3.23 3.08 2.98

1960. A partir de esta fecha las diferencias ya no se detendrán.

Con ser considerables las pérdidas de población que la emigración conlleva, no podemos decir que sea ésta la única razón. Un análisis de las varia­bles tasas de natalidad y mortalidad nos demues­tra que están en niveles bajos. Mientras en España la tasa de natalidad empieza a decrecer en y a partir de la Guerra Civil, en Asturias ya se acu­saba esta tendencia desde 1925. Asimismo, hasta tiempos cercanos, también era más baja la tasa de mortalidad en esta región que en el conjunto del país.

Por otra parte, queremos hacer notar la influen­cia que representan como polos de atracción de población las ciudades de Oviedo y Gijón. Sólo en la última década la capital aumentó su censo en el 21,88 %, y Gijón en un 31,1 %. Ambas ciudades absorben una importante cantidad de asturianos del resto de la provincia, incluso de aquellas loca­lidades que en otro tiempo experimentaron un fuerte crecimiento y que hoy se mantienen ligera­mente por encima o por debajo de la población censada en 1970; poblaciones como Avilés y Siero han aumentado su población, y Langreo y Mieres la han disminuido. El resto de los munici­pios asturianos perdieron en esta última década un uno por ciento de población en cifras absolu­tas. De los 78 municipios pertenecientes a la re­gión asturiana, en 62 de ellos se registró esta dis­minución. Obviamente esta continua y progresiva movilidad se traduce en una concentración de po­blación en zonas muy localizadas y contraria­mente, en unos fuertes desequilibrios en otras ex­tensas áreas que se encuentran prácticamente despobladas, lo que evidentemente ocasiona fuer­tes desajustes económicos, culturales y sociales en la región. (Cuadro n.0 4).

LA EMIGRACION ASTURIANA

Que los movimientos migratorios hacia América Lati�a fueron escasos hasta el siglo XIX, lo evi­dencia el sistema económico vigente en anteriores épocas, sustentado por una economía agraria au­tárquica donde los excedentes de la tierra eran mínimos, por no decir nulos, para la casi totalidad de la población española. Al no existir exceden­tes, difícilmente se podía pensar en una acumula­ción monetaria que posibilitara un viaje a ultra­mar; si acaso, esto le estaba permitido a los gran­des comerciantes y familia, así como a los segun­dones de las grandes familias.

Pero no solamente problemas de índole econó­mica hacían inviable los movimientos migratorios. A éstos se añadían otros de tipo político. Los siglos XVIII y XIX están plagados de formaciones estatales en América Latina; por si fuera poco impedimentos legales propiciados por los Gobier�

Mari Cruz Alonso Antolín/Angel -Somolinos PérevJuan Olivas del Pozo

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CUADRO N.0 3

Crecimiento porcentual de la población

Base 100

1900 1910 1920 1930

Provincia 100 109.14 116.47 123.74

Capital 100 110.74 144.22 156.88

Total Asturias 100 109.26 118.60 126.28

España 100 107.38 114.89 127.13

% Asturias

S/España 100 101.78 103.26 99.11

Fuente: Instituto Nacional de Estadística.

nos españoles dificultan considerablemente las sa­lidas al exterior.

Sin embargo, todas estas trabas no impidieron que en el siglo XIX la emigración española a ul­tramar fuera creciendo progresivamente, así como a las zonas más desarrolladas del interior de la Península.

A mediados del siglo XIX se registra un gran auge de la emigración asturiana hacia tierras ame­ricanas, en parte motivado por la gran crisis de 1850, lo que origina una gran demanda de trans­porte marítimo que se resuelve con la aparición de numerosos barcos que se dedican a la travesía hasta La Habana, abaratándose considerable­mente los precios del viaje. Finalmente, la necesi­dad perentoria de mano de obra de las nuevas Repúblicas latinoamericanas, hace que se levanten las restricciones habidas para la emigración a es­tos países, con lo que el incremento de emigrantes se hace patente hasta 1912, fecha en la que co­mienza el declive cuantitativo de las migraciones españolas a ultramar.

La expansión que se produce en la industria minera motivada por el estallido de la Primera Guerra Mundial, hace que los flujos migratorios disminuyan considerablemente. Incluso se crea una corriente inmigratoria para trabajar en la mi­nería.

A partir de los años veinte la situación econó­mica vuelve a decaer agravándose con la gran crisis del 29-30; la Dictadura, la República y la guerra civil española hacen el resto para que las migraciones en general y en particular las de Astu­rias casi desaparezcan.

Ciertamente, la emigración en el tercer período tiene un objetivo mayoritariamente hacia ultra­mar, no porque no existiera una emigración hacia Europa, que sí la hubo, sino porque los datos conocidos, aunque no absolutamente fiables, nos remiten a la emigración a América Latina.

En las causas de la emigración están presentes los problemas del minifundio, la escasez de tierras cultivables que producen una mínima renta agrí­cola, unos inconvenientes sistemas de propiedad y

80

1940 1950 1960 1970 1981

130.25 135.09 147.15 153.66 161.82

171.61 220.36 285.67 324.28 295.24

133.42 141.63 157.77 166.75 179.73

139.74 151.04 164.28 182.40 202.76

95.55 93.77 95.85 91.39 88.43

un exceso de población. Es importante reseñar que los movimientos migratorios están supedita­dos y condicionados a las fluctuaciones políticas y económicas internacionales y en tal sentido, en este siglo se registran, entre otros hechos, la Pri­mera Guerra Mundial, la Crisis Económica de 1929-30, la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Arabe-Israelí de junio 1967 y la Guerra del Yon-Kiprur de 1973.

La última crisis de 1973 ha cerrado el movi­miento migratorio español, cuando menos en las proporciones adquiridas en la década de los se­senta.

El cuarto período que iniciamos en 1946, resta­blece la libre movilidad en España, con lo que los movimientos migratorios vuelven a conocer cifras ya olvidadas. De los 5.575 emigrantes a ultramar registrados en esta fecha se pasa a los 62.237 anotados en 1955, máxima cifra de emigrantes que ha contabilizado este siglo, y que contabilizará, ultramar.

La importancia de la presencia asturiana en an­teriores décadas permite que su población em­piece a recuperar, aunque no con la potencia de años anteriores, sus flujos de migración, llegando

CUADRO N.0 4

Evolución de la población

1970 1975

Oviedo 155.990 161.944

Avilés 84.988 85.111

Gijón 195.245 237.187

Langreo 63.583 60.141

Mieres 64.504 59.136

Siero 36.397 36.688

Resto provincial 445.928 459.211

Total

Asturias 1.045.635 1.099.418

Fuente: Instituto Nacional de Estadística.

1981

190.123

86.584

255.969

55.756

58.098

40.222

440.255

1.127.007

Indianos

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a un máximo, en esta última época, de 3.528 emi­grantes en 1949, fecha que coincide con la política latinoamericana de cubrir sus necesidades de téc­nicos y obreros especializados. Esta cantidad no será superada debido a diferentes causas tanto del país emisor como del receptor.

Por un lado el país de destino ya no reunía las mismas características existentes antes de la Se­gunda Guerra Mundial. Las condiciones de vida en el campo americano eran insoportables para el campesino español, las revueltas eran constantes y además las posibilidades de adquirir tierras para trabajarlas uno mismo eran prácticamente nulas.

Por otro lado, en la década de los cincuenta, España, como país emisor, consigue el reconoci­miento internacional del régimen de Franco de la mano del Gobierno Norteamericano, logra tam­bién la internacionalización del capital a modo de inversiones y el desarrollo del turismo y alcanza una aceleración en su desarrollo económico que demanda mano de obra. Asimismo, Asturias ve aumentada su capacidad de absorción de mano de obra con la implantación de la siderurgia.

Nuevamente, con la medida gubernamental de la puesta en marcha del Plan de Estabilización de 1959, las perspectivas de trabajo disminuyen con­siderablemente y asistimos a un relanzamiento de los flujos migratorios, pero ya no serán a ultramar sino a Europa, principalmente a Suiza, Alemania Federal y Francia, países que demandan mano de obra para consumar el desarrollo económico, des­pués del parón producido por la Segunda Guerra Mundial.

Este subperíodo del cuarto período se salda con una emigración a ultramar del conjunto nacional de 707 .984 personas, de las cuales 36.433 fueron asturianos, lo que representó un porcentaje del 5,15 sobre el total. (Cuadros núms. 5, 6 y 7).

Las dos variables antes apuntadas, Plan de Es­tabilización y fuerte reactivación de la economía de los países industrializados europeos, van a po­sibilitar el que a partir de 1960 se empiecen a registrar grandes incrementos en la salida de nues­tra población hacia estas zonas europeas; por su­puesto esto no quiere decir que no existiera de hecho una emigración hacia Europa, sino que a partir de esta fecha nuestro Instituto Español de Emigración comienza a controlar y contabilizar estas salidas por mor de los convenios estableci­dos oficialmente con los países receptores de mano de obra. Dichas salidas resolvían, en sentido interno, una eliminación de la mano de obra exce­dentaria en el país cuyo paro empezaba a crear problemas a los gobernantes españoles y, en sen­tido externo, paliaban la escasez de trabajadores en esas áreas europeas, debido a su bajo creci­miento vegetativo.

Estos factores de tipo general que gravitaban sobre España, se verían aumentados en el caso de Asturias por un proceso de liberalización de las importaciones en todo tipo de materias, pero fun­damentalmente, de las de carbón. Asturias, princi­pal región de España en su producción, de la que depende un fuerte contingente de población, co­mienza a sufrir los males de la competencia del mineral foráneo.

El desarrollo industrial español no iba parejo en sus necesidades de carbón con la producción na­cional más las importaciones, lo que dio lugar, dado el menor costo del mineral extranjero, a re­bajar las cotas de producción de las minas asturia­nas, con la consiguiente disminución de la mano de obra necesaria.

Esta competencia y una mayor racionalización en la producción, además del progreso tecnoló­gico, fueron dejando obsoletos por su poca renta-

CUADRO N.0 5

Emigración asturiana a ultramar y total de España Período 1946-1979

Año Asturias España Año Asturias España Año Asturias España Año Asturias España

1946 738 5.575 1955 2.944 62.237 1964 786 24.257 1973 199 5.056

1947 1.552 13.532 1956 2.433 53.082 1965 306 10.221 1974 129 4.586

1948 1.868 19. 156 1957 2.243 57.900 1966 391 11.868 1975 139 3.859

1949 3.528 41.910 1958 1.832 47.179 1967 301 10.541 1976 59 3.372

1950 2.667 55.314 1959 1.299 34.550 1968 332 11.423 1977 31 3.186

1951 2.889 56.907 1960 1.281 34.328 1969 258 11.365 1978 74 3.628

1952 3.146 56.648 1%1 1.575 36.495 1970 212 7.881 1979 74 4.180

1953 2.286 44.572 1962 1.701 36.181 1971 158 7.282

1954 2.451 52.418 1963 1.904 25.852 1972 171 6.009

TOTAL ASTURIAS ................ 41.132 EMIGRANTES

TOTAL NACIONAL ............... 862.250 EMIGRANTES

Fuente: Instituto Español de Emigración .

. Mari Cruz Alqnso Antolín/ Angel Somolinos PérevJuan Olivas del Pozo

81

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CUADRO N.0 6

Emigración asturiana a ultramar y países de recepción

Argentina Venezuela México

1960

1961

1962

1963

1964

1965 85 67 11

1966 102 87 11

1967 87 39 12

1968 116 27 24

1969 78 33 22

1970 52 47 19

1971 48 20 9

1972 25 42 15

1973 9 26 13

1974 7 22 4

1975 11 11 3

1976 3 2 2

1977 1 14 2

1978 5 33 1

1979 5 17

TOTAL 634 487 148

Fuente: Instituto Español de Emigración.

bilidad productiva algunos centros tradicional­mente siderúrgicos de la región (La Felguera y Mieres), acentuándose así aún más la crisis de estas zonas y propiciando las migraciones interio­res y exteriores.

En el sector primario, la influencia de la emi­gración no ha sido excesivamente grande en Astu­rias como lo ha sido en otras regiones españolas, como Extremadura y Castilla. No obstante, tam­bién aquí la agricultura ha servido para potenciar la industria y los servicios.

La aportación de la emigración asturiana a los países europeos en las dos últimas décadas ha sido de 16.258 emigrantes, que unidos a los 9.256 emi­grados a América Latina, hacen un total de 25.514 asturianos que han salido fuera de España.

Estas cifras, con ser importantes, no represen­tan altos porcentajes dentro del conjunto del país. En consecuencia, la emigración asturiana a Eu­ropa ha representado el 1,38 % del total nacional, mientras que la dirigida a ultramar se ha elevado al 3 ,54 % también del total.

No obstante, conviene hacer algunas puntuali­zaciones que reflejan la constante en la emigración española y en la asturiana. Por un lado están los tres puntos de inflexión en la curva emigratoria, representados o coincidentes con tres años distin-

82

Total emigrantes

Brasil Otros Total españoles

1.281 34.328

1.575 36.495

1.701 36.181

1.094 25.852

786 24.257

10 133 306 10.221

12 179 391 11.568

4 159 301 10.541

22 143 332 11.423

9 116 258 11.365

4 90 212 7.881

4 77 158 7.282

3 86 171 6.009

14 127 189 5.056

4 92 129 4.586

2 112 139 3.859

5 47 59 3.372

5 9 31 3.186

35 74 3.628

52 74 4.180

98 1.457 9.256 261.270

tos y por hechos significativos a escala interna­cional.

Por el otro, observamos la coincidencia en los países de destino, de forma prioritaria, para nuestros emigrantes.

En primer lugar, 1960 representa claramente el cambio en las pautas de dirección hacia el exte­rior; la frase «se va a hacer las Américas», cambia por la de «se va a Alemania». En este caso, Ale­mania representaba a Europa. Obviamente la dis­minución en el costo del transporte y la seguridad de un trabajo bien remunerado, cuando menos para los niveles salariales españoles (generalmente se emigraba a Europa con contrato laboral), hicie­ron inclinarse la balanza del lado europeo en de­trimento de América (además de las razones ya apuntadas anteriormente). Esta fácil comunica­ción con el lugar de destino y esta seguridad regu­lada interestatalmente, así como unas mejores formas de vida, aparentemente, y todo lo que con­lleva una sociedad mucho más avanzada que la nuestra, fueron determinantes para que se produ­jera el cambio de dirección de la emigración.

En segundo lugar, todos los datos de la emigra­ción general, así como de cada una de las provin­cias españolas, incluida Asturias, demuestran un fuerte retroceso de flujo emigratorio en 1967. La

Indianos

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CUADRO N.0 7 Relación de provincias con mayor aportación a ·1a.

emigración a ultramar en el período 1960-1979

Período % sobre 1960-1979 Total Nacional

Santa Cruz de Tenerife 44.108 16,88

Madrid 33.852 12,96

Pontevedra 33.023 12,64

La Coruña 27.939 10,69

Orense 26.421 10,11

Barcelona 22.045 8,44

Oviedo 9.256 3,54

Lugo 6.729 2,57

Resto provincias 57.897 22,17

Total Nacional 261.270 100,00

Fuente: Instituto Español de Emigración.

guerra de los Seis días de junio de este año, el cierre del Canal de Suez y consecuentemente la tensión internacional que se produjo, motivaron sin duda una disminución de los contratos de tra­bajo y acaso la anulación de algunos de ellos.

En tercer lugar, nuevamente la Guerra árabe-is­raelí de 1973 y la fuerte subida del petróleo origi­naron una crisis económica de alcance mundial (en la que aún estamos inmersos) que ralentizó todas las economías de nuestra área migratoria.

Dada la persistencia de la crisis económica y la consiguiente recesión producida, nuestros datos estadísticos recogen como: en el caso de 1967, la emigración asturiana a Europa baja prácticamente el 50 % pasando de 803 emigrantes en 1966 a 417 en el siguiente año. Sin embargo, y para corrobo­rar en parte la hipótesis, en las migraciones a ultramar ese retroceso prácticamente no lo acusa, ni Asturias, ni el conjunto nacional. En 1973, la disminución es todavía más acusada. No sólo no se ve una recuperación, sino que ni siquiera se

produce un estancamiento de los flujos. Las cifras van cayendo año a año y así hemos pasado, en Asturias, de un contingente de 1.365 emigrantes en 1972, a 122 en 1979. En cuanto a la emigración a ultramar el decrecimiento era patente desde 1963.

La otra constante en nuestra emigración se re­fiere al lugar de destino.

Conociendo los datos nacionales y provinciales de emigración se constata que en Asturias, al igual que en el resto de las provincias, se emigra priori­tariamente hacia Suiza, República Federal Ale­mana y Francia. Pero lo que es más importante, en el caso de Asturias, el 89,57 % de los emigran­tes registrados en este período de 1960-1979, se dirigió a estos tres países y entre ellos, el 60,85 % lo hizo a Suiza. O lo que es lo mismo: el 54,50 % de la emigración asturiana a Europa arribó a Suiza, el 28,50 % lo hizo a la República Federal Alemana y sólo el 6,51 % marchó a Francia. (Cuadros núms. 8, 9 y 10).

Esta preponderancia de· la emigración asturiana hacia estos tres países -realmente a los dos prime­ros, ya que entre ellos se reparten el 83,06 % del total-, viene justificada porque en su mayor parte está compuesta por trabajadores procedentes del sector industrial. La aportación del sector prima­rio a esta emigración a Europa ha sido muy es­casa, aunque parte del peonaje no especializado haya salido de él. Por consiguiente la persistencia en la emigración, dados los bajos niveles a los que se encuentra, obedece sobre todo a las propiasrelaciones familiares con aquellas personas yaafianzadas en su lugar de destino, principalmenteen los países de América Latina, donde la impor­tancia de las Asociaciones Españolas ya la hemoscomentado.

A la vista de estos datos que nos aporta la estadística sobre emigrantes, quedan por analizar las migraciones asturianas hacia el resto de Es­paña y las que se producen dentro de la propia región, creando núcleos importantes de población.

CUADRO N.0 8 Emigración asistida asturiana y total de España a Europa en el período 1960-1979

Año Asturias España Año Asturias España Año Asturias España Año Asturias España

1960 103 18.515 1965 1.277 74.539 1970 1.159 97.657 1975 287 20.618 1961 590 54.337 1966 803 56.795 1971 1.320 113.702 1976 202 12.124 1962 780 65.336 1967 417 25.911 1972 1.365 104.134 1977 222 11.336 1963 1.650 83.728 1968 584 66.699 1973 1.254 96.088 1978 165 11.993 1964 2.225 102.146 1969 1.076 100.840 1974 657 50.695 1979 122 13.019

TOTAL ASTURIAS ............. 16.258 EMIGRANTES

TOTAL NACIONAL ............ 1.180.212 EMIGRANTES

Fuente: Instituto Español de Emigración.

Mari Cr�z Alonso Antolín/Angel Somolinos Pére:dJuan Olivas del Pozo

83

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CUADRO N.0 9

Distribución de la emigración asturiana asistida según su importancia cuantitativa del país receptor europeo

PAIS DE DESTINO Total Año Total emigración

Suiza R.F.A. Francia asturiana

1960 68 68 103

1961 5 319 324 590

1962 171 397 54 622 780

1963 429 569 122 1.120 1.650

1964 1.057 914 209 2.180 2.225

1965 767 435 43 1.245 1.277

1966 454 316 21 791 803

1967 126 4 9 149 417

1%8 449 88 44 581 584

1969 608 330 47 985 1.076

Fuente: Instituto Español de Emigración.

Si consideramos el incremento de la población en España en lo que va de siglo, que es el 202,76 % y lo extrapolamos a Asturias, el creci­miento previsible para 1981, sería de 150.000 per­sonas, más de las censadas en este último año.

A pesar de lo especulativo de la hipótesis, no parece descabellado suponer esta cifra dentro de un orden máximo habida cuenta de que el ritmo de crecimiento de la población asturiana, conside­radas las tasas de natalidad y mortalidad, está por debajo de la media nacional.

Una vez «justificada» la hipótesis de partida, sigamos con el razonamiento. El número de per­sonas registradas como emigrantes desde 1946, es de 57.390, de los cuales 16.258 corresponden a la emigración europea, cuya inmensa mayoría, sin entrar en consideraciones de tipo social, político y educativo, hay que suponer que ha retornado.

Por otra parte, está clara la importancia que tiene la emigración dentro de la propia región. En la década de 1970 a 1981, la población asturiana creció un 7, 78 % y ciudades como Oviedo y Gi-

CUADRO N.0 10

Emigración asturiana asistida a Europa

Período % sobre 1960-1979 Total

Suiza 8.861 54,50

R. F. Alemana 4.644 28,56 Francia 1.057 6,51

Total 14.562 89,57

Total emigración asturiana 16.258 100,00

Fuente: Instituto Español de Emigración.

84

PAIS DE DESTINO Total Año Total emigración

Suiza R.F.A. Francia asturiana

1970 556 406 101 1.063 1.159

1971 819 330 115 1.264 1.320

1972 976 206 143 1.325 1.365

1973 891 262 72 1.225 1.254

1974 601 42 643 657

1975 273 12 285 287

1976 191 11 202 202

1977 209 7 216 222

1978 158 5 163 165

1979 121 121 122

jón, lo hicieron en un 21,88 % y un 31,10 % res­pectivamente. Existe una corriente fuertemente inmigradora de estas dos ciudades, que absorben un importante contingente de asturianos que bus­can en ellas una mejor acomodación y unas mayo­res expectativas de bienestar.

Es notoria la gran atención que Madrid y Barce­lona representan para la gran mayoría de las per­sonas necesitadas de unas mejores condiciones de vida. Ciertamente, Asturias, como provincia emi­sora de población no podía ser menos y los datos demuestran que existe una corriente constante, con mayor o menor intensidad, de esta provincia hacia las dos capitales más importantes de Es­paña. Pero no son las únicas, ya que existen pro­vincias que por su proximidad y por sus caracte­rísticas, en algunos aspectos, parecidas, también reciben importantes contingentes de asturianos, como son Vizcaya, León y Guipúzcoa.

En resumen, la emigración interior, tanto en la propia región como en el resto del país, absorbe la inmensa mayoría de la emigración asturiana y la emigración tanto a Europa como a ultramar, con ser importante, no deja de ser temporal, pues los retornos son considerables. En cualquier caso, este tema de los retornados emigrantes españoles está todavía por cuantificar de forma rigurosa.

CONSECUENCIAS DE LA EMIGRACION

A la hora de valorar objetivamente las conse­cuencias que la emigración tiene, en particular para Asturias, no olvidemos que aquella supone una pérdida de fuerza de trabajo, lo que implica una alteración del proceso productivo de la zona emisora de población. Existe de hecho un desarro­llo económico en los países latinoamericanos, en el que la impronta de los asturianos está presente tanto cuantitativa como cualitativamente en am-

Indianos

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CUADRO N. 0 11

65 y más 34.832 26.142

.

25.079 55 a 64 33.727

-- • lo -----

31.419 45 a 54 39.254

¡,,

35 a 44 56.952 48.322

.¡..

61.077 25 a 34 72.743

�-

15 a 24 87.478 74.498

...

48.613 10 a 14 44.424 ..

46.225 5 a 9 43.431

MENORES DE 32.634 30.802

. -.

5 AÑOS r .

80 ·ººº 10.000 10.000 80.000

HCMBRES - 394.009 GRUPOS DE EDAD AÑO 1940 MUJERES 443.643

CUADRO Nº 11.

FUENTE: Instituto Nacional de Estadística

Mari Cruz Alonso Antolín/ Angel Somolinos Pére2'/Juan Olivas del Pozo

85

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27.596

26,145

45.033

59.049

75.128

-

83,596

31.888

33.878

41,074

.

80.000

HOMBRES - 423.387

GRUPOS DE EDAD AÑO 1950.

ClfA.DRO NUMERO 12

.

CUADRO N. 0 12

65 y mas

•1-

55 a 64

.

45 a 54

..

35 a 44

,.

25 a 34

..

15 a 24

1-

10 a 14

5 a 9 ..

MENORES

AÑnc: . .

10,000 10.000

DE

FUENTE: Instituto Nacional de Estadistica.

86

40.854

..--

36.075

52.931

67,305

-

78.116

--

87.462

31.128

33.539

. 37.351

. . . .

80,000

MUJERES - 464,761

Indianos

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CUADRO N. 0 13

29.464

37.139

52.304

69.400

83.839

66.590

44.298

44.843

46 .131

80.000

HOMBRES - 474.008

GRUPOS DE EDAD AÑO 1960

CUADRO Nº 13

-

10.000

FUENTE: Instituto Nacional de Estadística

65 Y MAS

-

55 a 64

45 a 54

--

35 a 44

·-

25 a 34

15 a 24

¡-,

10 a 14

-¡..

5 a 9

-

MENORES

5 AÑOS

10.000

Mari Cruz Alonso Antolín/ Angel Somo linos Pérezl Juan Olivas del Pozo

87

47.484

48.181

60.504

-

71.069

84.574

68.230

43.687

42.895

DE 44.869

. .

. .

80.000

MUJERES - 511.493

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40.369

-

47.471

65.359

79.032

61.739

82.598

46.462

44.866

42.647 • . .

.

80.000

HOMBRES - 510.543

GRUPOS DE EDAD AÑO 1970

CUADRO Nº 14

.

.

CUADRO N.0 14

65 y MAS

--

55 a 64

-

45 a 54

....

35 a 44

-,-

25 a 34

_,_

15 a 24

---

10 a 14

5 a 9

MENORES DE 5 AÑOS

. . .

. -

10.000 o 10.0 O

FUENTE: Instituto Nacional de Estadística

88

65.590

-

57 .178

-

68.784

-

78.536

63.646

80.267

44.668 -

42.706

40.130 . . .

. -

80.000

MUJERES - 541.505

Indianos

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CUADRO N.0 15

Distribución por sexo

Hombres Mujeres

1940 394.009 442.633

1950 423.387 464.762

1960 477.008 512.336

1970 508.543 537.092

1981 545.312 581.695

Fuente: Instituto Nacional de Estadística.

plios sectores de la economía, la cultura, la polí­tica ... Ciertamente, las posibilidades con que se encontraron en esos países, donde prácticamente todo estaba por hacer, presentaba un gran número de alternativas que el asturiano supo aprovechar.

Las cuestiones más relevantes que se plantean con el problema de la emigración son: Demográfi­cas, económicas y culturales.

Las consecuencias demográficas que produce, en general, varían sustancialmente en función de distintas variables. El asturiano a ultramar es un emigrante individualista; es decir, emigra gene­ralmente solo y a temprana edad, lo que hace que sus posibilidades de control sean difíciles, mien­tras que las de asentamiento sean relativamente fáciles, en éste último supuesto la probabilidad de formar una familia en tierras extranjeras es muy alta, impidiendo que ese potencial demográfico se genere en su propia región.

Por otro lado, el análisis de la estructura por edades y sus pirámides de población desde 1940 hasta hoy permite ver cómo la población com­prendida entre cero y 24 años es prácticamente la misma: 208.000 personas en 1940 y 224.000 en 1970, lo que supone un incremento de sólo el 7,7 % en 30 años. Contrariamente, la pirámide se ensancha hacia arriba al crecer la población en edades superiores, señal inequívoca de un enveje­cimiento considerable. Por último, en España, na­cen más hombres que mujeres (comprobación he­cha con los últimos censos) y este fenómeno se repite también en Asturias. Aunque siguen mu­riendo más hombres que mujeres, el saldo es posi­tivo para los primeros. (Cuadros 11, 12, 13 y 14).

En cuanto a la distribución por sexo, el porcen­taje de hombres sobre el total de la población asturiana ha crecido en estas cuatro décadas el 1,3 %, reduciendo notablemente la diferencia en­tre mujeres y hombres. En valores absolutos, se ha pasado de una diferencia en 1940 de 48.624 personas a las 36.383 de 1981. De cara al futuro, este es un dato que habrá que considerar cuando de temas demográficos se trate. (Cuadro núm. 15).

ASTURIAS

% Hombres %Mujeres Total S/Total S/Total

836.642 47,09 52,91

888.149 47,67 52,33

989.344 48,21 51,79

1.045.635 48,63 51,37

1.127.007 48,39 51,61

Ciertamente, la emigración ha influido negati­vamente en la población asturiana, provocando un notable envejecimiento, producido principalmente por la salida de la cohorte situada en la edad reproductora.

Las consecuencias económicas de la emigración han de ser consideradas sin olvidarse de las accio­nes políticas gubernamentales.

Podríamos utilizar todo lo escrito con respecto al gran desarrollo generado en los países latino­americanos por los asturianos, de las acciones pun­tuales y localizadas de los «indianos» retornados, del dinero que algunos inmigrantes han traído a su vuelta y que les ha servido para encarrilar su vida y la de su familia, incluso para montar algún nego­cio más o menos importante y próspero; podría­mos seguir hablando de casos particulares y tam­bién paternalistas, ya que es copiosa la literatura creada para cantar estas bondades. Sin embargo esto sería tergiversar el fondo de la cuestión mi­gratoria y sus consecuencias en la región de ori­gen.

Lo cierto es que si pudieran valorar el contin­gente de emigrantes traduciéndolo en dinero, la cantidad resultante estaría muy por encima de la que ha revertido en la propia región en forma de creación de riqueza para uso y disfrute de sus ciudadanos.

¿ Que ha habido inversiones en Asturias? Por supuesto que las ha habido, pero también es cierto que estas no han sido suficientes para absorber la mano de obra que iba llegando al mercado de trabajo por el paso de los años, porque si la po­tenciación y reconversión de las estructuras eco­nómicas de Asturias se hubieran llevado a efecto, no hubiera tenido su población que emigrar hacia tierras que «a priori» no conocían y cuyo futuro en ellas era, por tanto, incierto. La implantación de la siderurgia en los años 50 atrajo población a Asturias.

Finalmente, en toda emigración, la población que primero emigra es la más joven, aquella que está en condiciones de dar las más altas cotas de

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CUADRO N.0 16

Posición relativa de la provincia de Asturias según

su producción neta total en el período 1955 a 1975

1955 1957 1960 1962 1964 1967 1969 1971 1973 1975

Asturias 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5

Posición relativa de la provincia de Asturias según sus ingresos «per capita» en el período 1955 a 1975

1955 1957 1960 1962 1964 1967 1969 1971 1973 1975

Asturias 6 9 11 16 18 15 19 16 19 17

Producto interior bruto (al coste de los factores - millones de pesetas)

1955 1957 1960 1962

Asturias 16.268 21.433 25.563 31.654

Media nacional 8.447 11.140 13.377 17.788

(En el año 1975, Asturias ocupaba el 5.0 lugar en el producto interior bruto).

Fuente: Informe Económico Banco de Bilbao.

producción y rentabilidad. Cuando los emigrantes retornan, su rendimiento ha bajado considerable­mente.

Asimismo, los recursos de capital que proce­dentes de los emigrantes se remitían a España y a Asturias en concreto no se han invertido propor­cionalmente al número de habitantes salidos de cada provincia, sino que prioritariamente se han invertido en los tres grandes núcleos españoles: Cataluña, Vascongadas y Madrid. Baste analizar, aunque sea superficialmente, la producción y los ingresos de Asturias para ver que no existe corre­lación entre ellos. Mientras en P.I.B. esta región ha ocupado durante veinte años el 5. 0 puesto sus ingresos «per capita» fluctúan desde una 6. ª posi­ción en 1955 a una decimonovena en 1969 y 1973. (Cuadro núm. 16).

Al hablar de las consecuencias culturales que la emigración tiene, en el caso de Asturias hay que diferenciar, dentro de la emigraciqn exterior, el destino que ésta lleva, bien sea América Latina, o bien Europa.

En el caso de la emigración a Europa, el emi­grante considera el trabajar fuera como un pro­yecto de vida temporal, como un paréntesis que le servirá de trampolín para organizar su vida en mejores condiciones al regreso. Lógicamente, con este esquema su interés por la integración dentro del país que le acoge es mínimo. Pero además, la vida en estos países altamente industrializados dista mucho de su medio y costumbres habituales, lo que hace que incluso radicalice sus pautas de comportamiento. El desconocimiento del idioma

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1964 1967 1969 1971 1973 1975

38.857 59.500 74.136 91.838 128.624 181.853

23.090 34.703 43.385 55.196 77.895 113.064

le impide relacionarse con la población autóctona, y le obliga a su vez a comunicarse necesariamente con sus compatriotas, estableciéndose, en algunos casos, auténticos «ghetos».

Por otra parte, los niños en edad escolar que acompañan a sus padres en la emigración, acaso sean los que noten de forma más acusada el cam­bio de vida, ya que su proceso de socialización está en período de desarrollo y se verán afectados con mayor intensidad que los padres por el enfren­tamiento de dos culturas diferentes. Este enfren­tamiento va a suponer una rotura en los patrones de conducta que voluntariamente se habían desa­rrollado en su medio natural. Todo ello implica, en fin, una nueva situación para su personalidad que influirá negativamente produciendo desajustes de todo tipo.

La emigración asturiana dirigida a América La­tina presenta unas condiciones de vida claramente mejores que las que encuentra en Europa. Si bien el planteamiento de temporalidad es común, no importa cuál sea el lugar, la adaptación al medio en que se va a desarrollar la nueva vida será relativamente fácil dada la identidad del idioma, las similares condiciones ambientales y principal­mente, la presencia de colonias españolas y astu­res en particular, ya establecidas. Las asociacio­nes españolas representan un papel básico dentro de las relaciones que el emigrante necesita cubrir para desarrollar el trabajo que le ha llevado a estos países.

A pesar de las mayores facilidades que encuen­tra el emigrante afincado en latinoamérica, no

Indianos

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cabe duda que factores como el bajo nivel de instrucción y las diferencias de status laboral y económico, entre otras, producen un desarraigo general que se traducirá de distinta forma en cada uno, pero siempre con carácter negativo.

EPILOGO

Mucho se ha hablado de la secular tradición migratoria asturiana y de su espíritu mimético. En demasiadas ocasiones se ha contado cómo la emi­gración asturiana a Latinoamérica ha constituido una constante histórica, un sentimiento común en el pensamiento astur, que se transmite de genera­ción en generación. También son frecuentes los relatos en torno a la fortuna, más o menos cuan­tiosa, del emigrante que retorna, del «indiano» que regresa a su tierra después de haber hecho «las Américas» y de la influencia que este hecho

ha tenido, y tiene, para la juventud local que de­sea rápidamente emular sus aventuras para volver triunfante a sus pueblos o aldeas para orgullo de sus conciudadanos.

No es nuestro propósito invalidar estas afirma­ciones tan difundidas a lo largo y ancho de nuestra Historia, a través de todos los medios· de comuni­cación social; pero, sí queremos, cuando menos, cuestionar ese espíritu aventurero tan arraigado y ese mimetismo, en favor de la hipótesis de un desarrollo regional en el tiempo, que posibilite la creación de las fuentes de riqueza que en algunas (muy pocas) provincias españolas han surgido de mano de la Administración del Estado, desde tiempos pretéritos. Quizás ese espíritu aventurero, tan aireado, se sitúe entonces en el justo lugar que le corresponde, sin certificaciones ni alabanzas extemporáneas.

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