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ATLAS-HÉRCULES. METÁFORA DEL PODER Y GOBIERNO DE LOS AUSTRIAS Teresa Zapata Fernández de la Hoz Universidad de Alcalá El mito de Atlante o Atlas ha sufrido variaciones a lo largo de la historia. Según Hesiodo, Atlante, hijo del titán Iápeto y de la Oceánide Clímene, «por imperiosa necesidad», sostiene de pie, con la cabeza y las manos el ancho cielo en los confines de la tierra, cerca de las Hespérides, destino impuesto por Zeus 1 . Aunque el autor griego no indica la causa del castigo, una de las versiones más extendidas es la de que Zeus le condenó por haber encabezado a los Titanes en su lucha contra los dioses 2 . Por su parte Herodoto se refiere a Atlante como una montaña situada en el norte de África 3 . Para Ovidio la leyenda del gigante está unida a la del héroe Per- seo, quien después de decapitar a la Medusa llegó hasta el reino de Atlas, donde se encontraba el huerto de las manzanas de oro. Atlas, creyendo que Perseo era el hijo de Zeus, quien según el oráculo le robaría las codiciadas manzanas, intentó expul- sarlo con violencia. Perseo se defendió mostrándole la cabeza de la Medusa, y Atlas, dada su condición de gigante, quedó convertido en una montaña, la cordillera del Atlas, sobre la que descansa desde entonces el cielo con todos sus astros 4 . Pérez de Moya, citando a Plinio y a san Agustín, dice que esta leyenda se fundamenta en el hecho de que Atlas fue el primero que se sirvió del arte de la astrología, y el trabajo y sudores que pasó al ocuparse de ello dieron lugar a que se dijera que sostenía los cielos con sus hombros 5 . En época clásica, la iconografía de Atlas es la de un anciano desnudo, de fuerte musculatura, con barba y cabellos largos y espesos, con la rodilla derecha apoyada en tierra, que sostiene con esfuerzo la bóveda celeste sobre sus espaldas, a la vez que la sujeta con sus brazos 6 . En el siglo XVI esta imagen es frecuente en empresas, emblemas y jeroglíficos, si bien cubierto con manto y túnica, y la bóveda ceñida por el Zodiaco. Valeriano la emplea como jeroglífico del Mundo 7 . En la «pictura» del emblema que Achille Bocchi dedica al obispo Juan Hangesto 8 , se representa a Atlas bajo una iconografía similar a la anterior (Fig. 1), aunque con un significado religioso acorde con el espíritu de la obra, como expresa el mote que lo acompaña: «Ab 1 Hesiodo, Teogonía, 517-520. 2 Higino, C. J., Fabulae, fab. 150. Ruiz Elvira, p. 237. 3 Herodoto, Historia, L IV, 184, 3. 4 Ovidio, Metamorfosis, IV, 627-662, p. 149. 5 Pérez de Moya, Philosofia Secreta , L IV, cap. XXXIII, p. 188. 6 El Museo Arqueológico de Nápoles conserva una magnífica escultura romana del siglo II, copia de un original griego (Catálogo, 1994, p. 330). 7 Valeriano, Hieroglyphica, L XIX, p. 780. 8 Symbolicarum, L V, CXXXVI.

ATLAS-HÉRCULES. METÁFORA DEL PODER Y GOBIERNO … · Trabajos y afanes de Hércules. Floresta de sentencias y exemplos, 1682, ahondaron en ese aspecto e inspiraron a los creadores

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ATLAS-HÉRCULES. METÁFORA DEL PODER Y

GOBIERNO DE LOS AUSTRIAS

Teresa Zapata Fernández de la Hoz Universidad de Alcalá

El mito de Atlante o Atlas ha sufrido variaciones a lo largo de la historia. Según Hesiodo, Atlante, hijo del titán Iápeto y de la Oceánide Clímene, «por imperiosa necesidad», sostiene de pie, con la cabeza y las manos el ancho cielo en los confines de la tierra, cerca de las Hespérides, destino impuesto por Zeus1. Aunque el autor griego no indica la causa del castigo, una de las versiones más extendidas es la de que Zeus le condenó por haber encabezado a los Titanes en su lucha contra los dioses2. Por su parte Herodoto se refiere a Atlante como una montaña situada en el norte de África3. Para Ovidio la leyenda del gigante está unida a la del héroe Per-seo, quien después de decapitar a la Medusa llegó hasta el reino de Atlas, donde se encontraba el huerto de las manzanas de oro. Atlas, creyendo que Perseo era el hijo de Zeus, quien según el oráculo le robaría las codiciadas manzanas, intentó expul-sarlo con violencia. Perseo se defendió mostrándole la cabeza de la Medusa, y Atlas, dada su condición de gigante, quedó convertido en una montaña, la cordillera del Atlas, sobre la que descansa desde entonces el cielo con todos sus astros4. Pérez de Moya, citando a Plinio y a san Agustín, dice que esta leyenda se fundamenta en el hecho de que Atlas fue el primero que se sirvió del arte de la astrología, y el trabajo y sudores que pasó al ocuparse de ello dieron lugar a que se dijera que sostenía los cielos con sus hombros5.

En época clásica, la iconografía de Atlas es la de un anciano desnudo, de fuerte musculatura, con barba y cabellos largos y espesos, con la rodilla derecha apoyada en tierra, que sostiene con esfuerzo la bóveda celeste sobre sus espaldas, a la vez que la sujeta con sus brazos6. En el siglo XVI esta imagen es frecuente en empresas, emblemas y jeroglíficos, si bien cubierto con manto y túnica, y la bóveda ceñida por el Zodiaco.

Valeriano la emplea como jeroglífico del Mundo7. En la «pictura» del emblema que Achille Bocchi dedica al obispo Juan Hangesto8, se representa a Atlas bajo una iconografía similar a la anterior (Fig. 1), aunque con un significado religioso acorde con el espíritu de la obra, como expresa el mote que lo acompaña: «Ab

1 Hesiodo, Teogonía, 517-520.2 Higino, C. J., Fabulae, fab. 150. Ruiz Elvira, p. 237.3 Herodoto, Historia, L IV, 184, 3.4 Ovidio, Metamorfosis, IV, 627-662, p. 149. 5 Pérez de Moya, Philosofia Secreta , L IV, cap. XXXIII, p. 188. 6 El Museo Arqueológico de Nápoles conserva una magnífica escultura romana del siglo II, copia

de un original griego (Catálogo, 1994, p. 330).7 Valeriano, Hieroglyphica, L XIX, p. 780.8 Symbolicarum, L V, CXXXVI.

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Svmma Tendenti Tenenda Omnia». En otros libros de empresas y emblemas, la imagen del titán sigue una iconogra-fía inspirada en Hesiodo, como en la empresa de Andrea Griti, príncipe de la Republica de Venecia, incluida por Paulo Giovio en sus Empresas militares9. El gigante se representa de pie, con las piernas separadas y los brazos elevados para sostener la bóveda celeste que apo-ya sobre su cabeza, en una postura que transmite el esfuerzo sobrehumano que debía realizar para cumplir el castigo de los dioses. El lema que lo acompañaba, «Svstinet nec Fatiscit», expresaba el va-lor de este príncipe que había recupe-rado Padua para Venecia, en poder del emperador Maximiliano10. La empresa de Guido Bentivogli de la célebre obra de Ruscelli, Le Imprese illustri11, nos

muestra un Atlas con idéntica iconografía y el lema «Maivs Opvs», que el autor supone que estaría dedicada a alguna dama amada por su propietario, para expresar que cualquier trabajo encaminado a servirla era mayor y más importante que el de Atlante. Entre los autores españoles, Juan de Borja elige a Atlas como protagonista de su Empresa «Leve et momentanevm» («Liviano, y de poca dura»), con la que, conforme al contenido moralizante de la obra, nos exhorta a seguir el ejemplo del gigante y no desmayar ante la pesada carga de los sufrimientos y las penas12.

Fuera del mundo de la emblemática, la representación de Atlante es frecuente durante los siglos XVI y XVII en diversos géneros artísticos. En España podemos recordar uno de los tapices de la serie de las Esferas, protagonizado por Atlante cargando la esfera armilar13; el Atlante pintado por Pietro de Colonna en el jardín del marqués de Heliche de Madrid, «agobiado, y sobre las espaldas una esfera, con todos los círculos, y signos celestes»14; el cuadro de Atlas desaparecido para la Torre de la Parada, del que se conserva un boceto de Rubens en el Museo del Prado15 y una copia de Mazo16. Por último, es muy interesante el dibujo de Baccio del Bianco de uno de los decorados de la fiesta teatral celebrada en el Coliseo del

9 p. 127.10 Aclara Giovio, que aunque Atlante tiene forma humana, no se considera como tal por tratarse de

un personaje mitológico. 11 p. 443.12 Borja, Empresas morales, p. 6.13 Junquera de Vera y Herrero Carretero, vol. I, p. 102. Tejida en Bruselas hacia 1520 para Juan III de

Portugal, pertenecería a la Corona desde 1543.14 Palomino, El Museo pictórico y escala óptica, p.1.925; López Torrijos, p. 352.15 Díaz Padrón, núm. 2.039. 16 López Torrijos, p. 352.

Fig. 1. Atlas, A. Bocchi, símbolo CXXXVI

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Buen Retiro en 1653, en la que se re-presentó la obra de Calderón, Fortunas de Andrómeda y Perseo, para enviar a la Corte de Viena17, con un colosal Atlan-te, un autómata relacionado con la loa que precedía a la comedia18.

Pero es sin duda el episodio entre Atlas y Hércules el que más fortuna al-canzó en España durante la época de los Austrias, como alegoría de la pesada carga del Gobierno que el monarca de-bía soportar, y la ayuda que el primer ministro, el príncipe heredero, el gober-nador, el virrey, la nueva soberana po-dían prestarle.

La leyenda de Hércules, hijo de Zeus y la tebana Alcmena, perseguido tenazmente por Hera desde la cuna; su estatura y fuerza; el protagonismo de numerosas hazañas, así como su divi-nización y traslado al cielo, le convirtieron en el máximo héroe de la mitología clásica. Apolodoro, el primero que ordena en doce las hazañas o trabajos encomen-dados al héroe por Euristeo, sitúa en undécimo lugar la obtención de las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides, guardadas por un dragón de cien cabezas, que nunca dormía. Hércules emprende una largo viaje lleno de aventuras, entre las que se incluye la liberación de Prometeo de sus cadenas, quien agradecido, además de revelarle el camino para llegar a su objetivo, le aconseja que no vaya él mismo a coger los codiciados frutos, sino que convenza a Atlas para que lo haga, mientras él le sostiene la bóveda, como así hizo19.

En relación con este episodio, Filostrato de Atenas describe en sus Imágenes un cuadro de la antigüedad clásica, en el que se mostraba a Atlante, agotado y sudoroso con la carga de la esfera celeste, estrellada y ceñida por el Zodiaco, y a Hércules en cambio con expresión anhelante, la clava abandonada en el suelo y las manos en actitud de cogerla20 (Fig. 2). En sus comentarios, Filostrato no se refiere a la estratagema de Hércules para que Atlas realizara su trabajo —«y no lo hizo por mandado de Euristeo», aclara—, sino al deseo del héroe de rivalizar con el gigante y demostrar que podía sostener el cielo mejor que él. Un tapiz de la serie de las Esferas anteriormente citada nos ofrece una imagen magnífica del héroe, con la piel del león nemeo, su primer trabajo y desde entonces su atributo, y la

17 Brown y Elliot, p. 218.18 Varey, p. 529.19 Apolodoro, Biblioteca, L II, 1. Ruiz Elvira, pp. 236-237. Para otros autores es Hércules quien roba

las manzanas después de matar al dragón, iconografía más frecuente para representar este trabajo, em-pleada por Rubens, Zurbarán, Claudio Coello y otros pintores.

20 Filostrato, Imágenes, p. 132. Los grabados se encargaron al pintor francés Antoine Caron hacia 1596 para la edición francesa de 1614.

Fig. 2. Atlante de Filóstrato

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clava, sosteniendo sin aparente esfuerzo la bóveda celeste21.

El hecho de que desde la antigüedad clásica dos de las hazañas de Hércules se situaran en Hispania22 contribuyó a la popularidad y difusión de su vida y aventuras. Aunque su figura era fami-liar en la Edad Media, será en los siglos XVI y XVII cuando adquiera un pa-pel relevante, asociado a la iconografía del poder a partir de Carlos V, quien al recuperar el Imperio propiciaría la creación de un sugestivo aparato pro-pagandístico inspirado en la antigüedad clásica23. A la imagen del héroe fuerte y valeroso se añadió desde muy temprano la de virtuoso24, lo que le proporcionó una dimensión extraordinaria, que lo convirtió en uno de los mitos mas re-currentes de la simbología de los Aus-trias y, por extensión, el episodio entre Atlas y Hércules, significativamente en entradas públicas, exequias y grabados alegóricos.

Entre los autores de emblemas, Juan de Horozco y Covarrubias nos presenta a Hércules cubierto, no con la piel de león, sino con la de una raposa, cargando la bóveda celeste, con el lema: «Este sólo me sustenta» (Fig. 3)25, para expresar que, pese al engaño, sólo podía tratarse del hijo de Zeus, el único capaz de sostener tan pesada carga. Otto Vaenius26 se inspira asimismo en la fábula de Atlante y Hércules al representar a Cúpido como Atlas, con el lema «Atlante maior», para significar la fuerza del Amor, pero aclarando en el epigrama que a Atlas lo tuvo que ayudar Hércules, «Que en uno nadie vio poder bastante/ Para acabar tan grande valen-tía». La obra de Fernández de Heredia27 incluye un emblema con el lema: «Plus in virtute roboris, quam in monte» («Más en la virtud de la fortaleza que en la

21 Junquera de Vera y Herrero Carretero, vol. I, p. 102.22 El robo de las vacas de Gerión y la colocación o separación de los montes Calpe y Abyla, uno

en Hispania y otro en África.23 Sobre este aspecto véase Checa Cremades, 1987. 24 Desde san Agustín, las hazañas de Hércules fueron interpretadas como el triunfo de la virtud

sobre los vicios. Para Cartari, la fuerza de Hércules no está en el cuerpo sino en el alma. Alciato alude a sus virtudes con las que puede vencer todos los obstáculos. En España, las obras del marqués de Villena, Los doze trabajos de Hércules, 1499; de Pérez de Moya, Philosofia secreta, 1585, y de Fernández de Heredia, Trabajos y afanes de Hércules. Floresta de sentencias y exemplos, 1682, ahondaron en ese aspecto e inspiraron a los creadores de programas iconográficos de los Austrias.

25 Emblema V de sus Emblemas Morales, p. 9.26 Amorum Emblemata, p. 66.27 Trabajos y Afanes de Hércules, pp. 350-351.Bernat Vistarini y Cull, p. 403.

Fig. 3. Horozco, Emblema V

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montaña»), en cuyos comentarios el au-tor se refiere también a la fuerza y valor de Hércules al tomar la carga de Atlas «sin fatiga sobre sus hombros», acción que relaciona expresamente con la ar-dua tarea de reinar y la ayuda prestada al monarca.

Uno de los primeros ejemplos lo encontramos en las entradas triunfales organizadas en diferentes ciudades de Italia y los Países Bajos en honor del príncipe Felipe cuando, acompañado de su padre el emperador, emprendió en 1548 su Felicissimo viaje28. La leyenda de Hércules —futuro Felipe II— que acude en ayuda del todopoderoso Atlas —Carlos V— no podía expresar mejor la finalidad política de este viaje. En la entrada en Milán, en el frontón del arco que adornaba la puerta principal de la catedral, se veía a Atlas que colocaba el mundo sobre las espaldas de Hércules29, coronados por un águila imperial, y la Fama en los dos extremos con la trom-peta en la boca30. En el arco situado cer-

ca del palacio real se mostraba una pintura con dos episodios de Hércules: en un lado, ayudando a Atlas a sostener el cielo cargado sobre sus hombros; en el otro, en su lucha con la hidra en el lago de Lerna31, otro de los trabajos representados con frecuencia como alegoría de la lucha de la monarquía en defensa de la Fe. En la entrada en Amberes, en el Arco de los Genoveses, otra pintura representaba a Atlas, desnudo, con el mundo entre los brazos, que con gran esfuerzo trataba de apoyarlo sobre los hombros de Hércules, cubierto con la piel del león. El lema que lo acompañaba correspondía a un medio verso de Virgilio: «Et hoc te fasce levabo» («Yo te aliviare de esta carga»)32. El arco del Senado de esta misma entrada33 (Fig. 4) se coronaba con dos estatuas doradas, una de Carlos V con corona imperial y la otra de Felipe II con corona real, armados y con largos mantos, espadas en alto en una mano, mientras que con la otra sostenían el globo terráqueo sobre sus hombros,

28 Calvete de Estrella, El felicissimo viaie del mvy alto y mvy poderoso principe don Philippe, hijo del em-perador don Carlos Quinto Maximo, desde España a sus tierras de la baxa Alemaña. Sobre los festejos que le ofrecieron, véase Pizarro Gómez, 1999.

29 La bóveda celeste se ha sustituido por el globo terráqueo, símbolo del poder de la monarquía.30 Calvete, fol. 24.31 Calvete, fol. 67.32 Églogas, IX, 65. 33 Ilustración de la obra de C. de Scribonius, Spectaculorum insusceptione Philippi Hisp. Princ. Divi

Caroli V Caes. Los Austrias, núm. 101b.

Fig. 4. Arco del Senado, entrada del príncipe Felipe en Amberes, 1549

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con este otro lema: «Alcides Atlasque ingens»34. Calvete aclara su significado cuando añade: «Lo que dizen de Hér-cules y del gran Atlas es todo burla que estos [Carlos y Felipe] con verdad traen sobre los hombros el peso de todo el mundo»35. Como en la portada de la catedral de Milán, la esfera celeste se ha sustituido por el globo terráqueo, en una clara alusión al inmenso poder terrenal de la monarquía hispánica y la pesada carga que el gobierno de tan vastos territorios comportaba, ahora sustentada entre el padre —Atlas— y el hijo —Hércules—, que venía en su ayuda.

En una medalla diseñada por Gio-vanni Paolo Poggini, conmemorativa de la abdicación de Carlos V en su hijo en 1555, con el busto de Felipe II en el anverso, se mostraba en el reverso a Hércules que cargaba el mundo rodea-do del lema «Ut quiescat Atlas» («Para que Atlas descanse»), con lo que se ex-presaba tanto el retiro del emperador —Atlas— en Yuste como la sucesión de

su hijo Felipe, el nuevo Hércules36.En la entrada Felipe III en Lisboa en 1619, el Arco de los Orífices y Lapidarios

(Fig. 5) se coronaba con las estatuas de los Reinos de España y Portugal, que sos-tenían, a modo de Hércules y Atlante, el globo terráqueo, símbolo de la Religión católica, sobre el que se apoyaba la Fe, para significar que Castilla y Portugal di-fundirían la Fe católica por todo el mundo, como explicaba la inscripción escrita a sus pies37. El episodio mítico entre Atlas y Hércules se emplea en esta ocasión, no como alegoría del poder terrenal, sino del poder espiritual38, lo que volvemos a encontrar en la entrada de María Luisa de Orleáns en Madrid en 1680 en el grupo escultórico que coronaba el Arco del Prado, formado por Fernando III el Santo y San Luis, reyes de España y Francia, sustentando entre los dos el globo terráqueo coronado, en esta ocasión, símbolo de la Iglesia católica39.

34 Calvete, fol. 246 v-247 r. Las estatuas medían 2,25 m; el globo, 31,35 m de diámetro.35 Calvete, fol. 247 v. Los Austrias, p.132.36 Madrid. Museo Arqueológico Nacional. Angulo Íñiguez, p. 127.37 Lavaña, Viage de la Catholica Real Magestad del Rei D. Felipe III N. S. al Reino de Portugal, f. 48 r.

Requena Benítez, p. 428.38 A lo que se refiere ya fray Prudencio de Sandoval en las exequias de Carlos V en Roma (Historia

de la vida y hechos del emperador Carlos V, p. 523)39 Zapata, p. 103, fig. 46.

Fig. 5. Arco de los Orífices y Lapidarios, entrada de Felipe III en Lisboa, 1619

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En la entrada del cardenal infante don Fernando, hermano de Felipe IV, en Milán en 1634, cuando se dirigía a Flandes a hacerse cargo del gobierno, en el primer arco triunfal levantado en la puerta que daba al río Tesino, coronado por la estatua de la Majestad, acompañada de las de Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV, una de las empresas que lo decoraban mostraba a Hércules cargando la esfera celeste con el lema «Nec titvbavit signifer», para significar que cuando Felipe IV, «Atlante, (en cuyo apoyo descansa el Mundo)», tuviera necesidad de aliviarse de la pesada carga del gobierno, no le faltaría la ayuda de su Hércules, Fernando, el nuevo gobernador40.

40 Aedo y Gallart, Viaje del infante Don Fernando de Avstria , p. 47-48; López Torrijos, p. 352.

Fig. 6. Decoración efímera para el funeral de Felipe IV, Santiago de los Españoles, Roma, 1665

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A la obra de Pérez de Rúa, que describe el funeral celebrado por Felipe IV en Roma en 1665, corresponde una estampa de la decoración efímera que cubría la portada principal de Santiago de los Españoles (Fig. 6), donde la pintura de la izquierda representaba a Atlas de pie sustentando la esfera; al Ángel de la Guarda o Genio de la Monarquía española, a un lado, en actitud de cogerla, y a Hércules niño, con la piel del león y la clava, a punto de alcanzarla, debajo, clara alusión a la sucesión del monarca —Atlas—, quien había dispuesto que tras su muerte el peso del gobierno recayera en su esposa Mariana —Ángel de la Guarda— hasta la mayoría de edad del futuro Carlos II —Hércules niño—, como explica el autor41.

En las exequias de este monarca en Zaragoza se le representaba como Atlas con esta letra «Viribus inferior mole probatur Atlas» («Atlas inferior en fuerzas fue probado por la mole del mundo»), refrendando de esta forma la identificación del monarca con el gigante, inferior en fuerzas a Hércules, así como la superioridad de éste, el antepasado mítico y protector de la Monarquía42

En las entradas de las nuevas reinas en la Corte tampoco solían faltar las figuras de Atlas, alegoría del monarca, y de la reina, ya sea como Majestad Real, Aurora o bajo su propio aspecto, como alegoría de la ayuda que la nueva esposa prestaría al monarca en la tarea de gobernar.

En la entrada de Ana de Austria, 1572, en la plaza de Santa María de la Almu-dena, próxima al Alcázar, se levantaba una estatua colosal de Atlante que sostenía la esfera celeste con el círculo zodiacal, símbolo de Felipe II, quien como Atlas sostenía con fuerza y constancia todo el gobierno, que con su matrimonio con Ana se engrandecería43. Dos estatuas se colocaron en el mismo lugar para recibir a Margarita de Austria, 1599, una de Felipe III con armadura, recostado sobre el globo terráqueo, y la otra de Hércules que sostenía el globo celeste, acompañadas del lema: «Divisum Imperium cum Iove; Caesar habet» («Cesar tiene compartido su imperio con Júpiter»)44, tomado de un epigrama compuesto por Virgilio para halagar al emperador Augusto45. En la entrada de Mariana de Austria, 1649, el cuadro central de la fachada principal del Arco de la Puerta del Sol, dedicada a África, representaba el monte Atlante con tres cimas: en la central, Atlante cargado con la esfera celeste; a su derecha, en otra cumbre, Hércules, cuyo rostro semeja-

41 Pérez de Rua, Funeral hecho en Roma en la Iglesia de Santiago de los Españoles…, p. 40. Estampa Inv. 14.730, BNE.

42 Allo Manero, 1993, p. 593.43 López de Hoyos, Real Apparato, y svmptvoso recebimiento con qve Madrid rescibio a la reyna D. Ana de

Austria, fol. 242 v-245 r. La estatua medía 8,40 m de alto sobre un pedestal de 2,80 m y el globo, 10 m de circunferencia, aprox.

44 AVM, Secretaría, 4-122-15; Tovar Martín, p. 402. Medían 5,50 m aprox, realizadas por Pompeo Leoni. «Eran estas estatuas de mucha excelencia y donde Pompeo Leoni echo el resto de suerte entre las demas obras maravillosas”.

45 Se cuenta que después de que una fuerte lluvia caída durante la noche estuviera a punto de suspender los juegos programados en el Coliseo, a la mañana siguiente lució un sol espléndido y los juegos se pudieron celebrar. Unos días después apareció una pintada en la fachada del palacio imperial que decía: «Nocte pluit tota, redeunt spectacula mane: /Divisum imperium cum Iove Caesar habet» («Llueve toda la noche, por la mañana se reanudan los juegos: Cesar tiene su imperio compartido con Júpiter»). El díptico, compuesto por Virgilio, se hizo famoso y fueron varios los autores que lo utilizaron con diferentes simbolismos (Gracián, Picinelli, Aneau…).

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ba a Felipe IV, vestido de militar, con manto de piel de león y la clava a sus pies, en actitud de recibir la esfera; en la tercera, a la izquierda, la reina Mariana, como una Majestad Real, «que llegaba para sustentar el peso»46. Al simbolizar la fachada al continente africano, Atlan-te personificaba al rey de Mauritania, mientras que Felipe IV era el nuevo Hércules, que llegaba para sustituirle y compartir la carga con su nueva esposa, como explicaba el soneto escrito de-bajo. En el arco central de la arquería levantada en la Lonja del convento de San Felipe el Real para recibir a Ma-ría Luisa de Orleáns, 1680, debajo de una pintura de la Aurora, se situaron dos estatuas, una de Atlante con la bóveda celeste, y otra de una Hermosa Mujer con cetro y corona, acompañados de una octava que explicaba el reparto del peso del poder entre los nuevos esposos47. Por ultimo, en la entrada de Mariana de Neoburgo, 1690, en la decoración de los Mercaderes de Sedas de la Puerta de Guadalajara, el magnífico frontispicio levantado entre una y otra acera se coro-naba con una estatua de Atlante, que sostenía un tarjetón con la Aurora montada en su carro plateado tirado por caballos, flanqueada por la Noche y el Sol en su carro. Atlante volvía a ser el rey de Mauritania, quien en lugar de sustentar el cielo sustentaba a la Monarquía hispana, representada mediante símbolos celeste, para manifestar que Mariana —Aurora— con su matrimonio con Carlos II —Sol— disiparía la tristeza de la monarquía —Noche— y traería la alegría, la felicidad, en particular con el nacimiento de un heredero48.

En cuanto a estampas y dibujos, al reinado de Felipe IV pertenece una intere-sante estampa anónima del conde-duque de Olivares, primer ministro del monarca (Fig. 7)49, donde aparece doblemente representado: como Atlas, a la izquierda, de pie, desnudo y cargando el mundo, con esta frase a los pies: «De Interes»; como Hércules, a la derecha, cubierto con la piel del león nemeo, con esta otra: «De valor». Olivares parece asumir los dos poderes: como monarca —Atlas— se pre-senta «Desnudo de interés»; como valido —Hércules—, «Vestido de valor». La ins-

46 Noticia del recibimiento i entrada de la Reyna nvestra Señora Doña Maria-Ana de Avstria en la muy Noble i Leal Coronada Villa de Madrid, p. 56; Zapata Fernández de la Hoz, 2008, p. 165.

47 Zapata, p. 156.48 Zapata Fernández de la Hoz, 1993, microficha 12-13. Hay que tener presente que la idea de esta

decoración era mostrar los matrimonios entre príncipes y princesas de la Casa de Austria y Baviera celebrados a lo largo de la historia y su abundante descendencia.

49 Ilustra la obra de Vera y Figueroa, El Fernando o Sevilla restaurada, Milán, 1632. Los Austrias, núm. 268.

Fig. 7. El conde-duque de Olivares como Atlas y como Hércules, 1632

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cripción del zócalo suavizaba el poder omnímodo del conde-duque, explicita-do en la estampa: «Para svstentar mejor, el grave peso qve ves, la lealtad yace (o lector) desnvda aqvi de interes, vestida alli de valor».

Del gobierno de Mariana de Austria se conserva un dibujo de Francisco de Herrera50, con Hércules que carga con esfuerzo la pesada esfera con los retratos de Mariana y de Carlos niño, coronados por la Fama (Fig. 8). Sentadas a los pies de Hércules, la Justicia y la Fortaleza al-zan su mirada hacia el retrato. El dibujo, firmado por el pintor en 1668 sobre la piel del león, año en el que el heredero cumplía siete años, expresa cómo, desde la muerte del rey —Atlas—, Hércules, antepasado y protector de la monarquía hispana, sostenía la carga del gobierno, en manos de la reina regente, hasta la

mayoría de edad del príncipe. Un gobierno fundamentado en las virtudes de la Iglesia católica, las mismas que revestían el héroe, cuyos triunfos se encargaba de proclamar la Fama. El dibujo podía estar destinado a alguna fiesta pública o, por la disposición de la piel del león, a la portada de un libro dedicado al futuro Carlos II en su séptimo cumpleaños51.

El siguiente ejemplo es una estampa anónima que ilustra el panegírico de Je-rónimo Basílico para la proclamación de Carlos II52, con la imagen del joven rey dentro de un medallón rodeado de las Cuatro Partes del Mundo (Fig. 9). Pero lo que interesa destacar aquí es la imagen inferior de Hércules niño, aunque cubierto con la piel del león y la clava a sus pies, que sostiene los dos mundos cristianizados, a la vez que muestra unas serpientes enrolladas en sus brazos, alusión al que algunos autores consideran su primer trabajo, cuando con sólo ocho meses de edad logró ahogar con sus manos dos enormes serpientes, que Hera había colocado junto a su cuna para que lo estrangularan. Se equiparaba así la fuerza y el valor de Hércules desde la cuna, preámbulo de sus heroicas acciones posteriores, con los del joven rey y sus futuros éxitos en el gobierno, defensa y protección de su dilatado imperio.

La última estampa es la grabada por Pedro de Villafranca para la obra de Gon-zález de Salcedo, De lege Politica53, que representa al valido don Juan José de Austria cargando una colosal esfera con el retrato de Carlos II (Fig. 10). Don Juan José, ves-tido con el traje oficial de la monarquía española, una rodilla doblada y apoyada en

50 Viena, Galería Albertina. López Torrijos, p. 185.51 Zapata, p. 153.52 Las felicidades de España y del mundo cristiano, Madrid, 1666; Los Austrias, núm. 325.53 Madrid, 1678. Los Austrias, núm. 340.

Fig. 8. Hércules sosteniendo la Monarquía

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la obra de Salcedo, se nos presenta como el nuevo Hércules que viene a aliviar al joven monarca —Atlas— de la pesada tarea de gobernar, como expresa la inscrip-ción latina que parte de la mano derecha del valido: «Vt requiescat Athlas» («Para que descanse Atlas»)54. Por su parte, Carlos II, con armadura, manto regio y el Toisón de Oro, esgrime una espada en la que se lee «Regia officium»55. A sus pies, diferentes despojos de guerra a un lado y, al otro, un libro, el caduceo de Mercurio, y las fasces de los magistrados romanos, para simbolizar que el ‘oficio real’ debe templarse con el conocimiento —libro—, la búsqueda de la paz —caduceo— y la moderación —fasces—, si nos atenemos a lo expresado por Juan de Borja en tres de sus emblemas morales56.

Atlas y Hércules: Atlas, fuerza, poder, sabiduría, imagen del monarca; Hércules, fuerza, valor y virtud, imagen de la monarquía. Dos figuras míticas unidas para re-gir, defender y salvaguardar los intereses terrenales y espirituales de una monarquía «Donde No Se Ponía el Sol».

54 Lema grabado en la medalla de Felipe II de 1555, como hemos indicado más arriba.55 El lema de la filacteria a la que apunta, «Vtrumque magnum», se refiere a los jeroglificos del Sol

y la Luna, a izquierda y derecha, símbolos del poder eclesiástico y del poder monárquico, con los lemas «ut praeesset diei» y «ut praeesset nocti». Los tres son del Génesis, cap. I, 16: «[Hizo Dios dos grandes luminares, el mayor] para presidir al día, [y el menor] para presidir la noche, ambos grandes». Carlos II defendería por igual a la Iglesia y a la Monarquía; a los «Servitute ingenuus» y a los «Libertate servus», lemas de las filacterias inferiores.

56 1ª Parte, X; 2ª Parte, Xx 2 y 1ª Parte, V 3.

Fig. 9. Carlos II, monarca universal Fig. 10. Juan J. de Austria sosteniendo la monarquía

796 Teresa Zapata Fernández de la Hoz

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