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Automatización Sanitaria, habilitación e integración Lic. Claudio A. Cooper Mendoza En los últimos meses del 2000 se difundieron por la televisión abie ta de Buenos Aires, un par de cortos publicitarios en los que renombrados futbolistas y basketbolistas (de esos cuyos "pases" cuestan millone ) competían con jugadores ciegos y disminuidos motrices en base a reglas de juego que los equ paraban: fútbol con antiparras opacas y basket en sillas de rueda . Con reglas de juego equivalentes la competencia es posible, y los glamorosos p ofesionales caían derrotados ante los (?) discapacitados. r s i s r ¿Y en el resto de las actividades cotidianas? ¿Hay reglas de juego parejas para todos los que integramos la sociedad? Escribo esta nota delante de mi computadora, equipado con un par de lentes que me "habilitan" (subsanan miopía y astigmatismo): sospecho que hace 100 años, la indisponibilidad de esta tecnología (los anteojos) me hubiera impedido no sólo una formación profesional, sino incluso la más elemental alfabetización. Pero hay más: los anteojos, reparando mis limitaciones visuales, me "integraron" a las mismas aulas de mis colegas. Generalizando, hoy, en la era de la técnica, la discapacidad no es un atributo propio de los seres humanos, que nos clasificaría en capaces/incapaces, sino la resultante de la restricción con que la tecnología disponible se despliega. Soy titular de Domus Robótica Ambiental, empresa que en la Argentina ha desarrollado H2Ok!, tecnología para automatizar instalaciones sanitarias públicas. Seguramente todos los lectores han hecho uso de la misma: presentar las manos ante una canilla, que el agua salga sólo en ese momento, y se corte cuando se retiran; o hacer uso de los inodoros y que estos se descarguen sin que sea necesario accionarlos manualmente. Y en general el mismo principio aplicado para mingitorios, duchas, luces, jaboneras y secamanos. Originalmente la tecnología fue desarrollada para hacer eficiente el uso del agua, propender a la higiene y reducir el mantenimiento correctivo. Pero rápidamente encontramos que la automatización tiene un claro sentido "habilitador" e "integrador": presentarse y ausentarse ante el dispositivo sanitario son las únicas condiciones para su uso. Niños o personas de escasa estatura, ancianos sin fuerza, disminuidos visuales, neurológicos o motrices, etc., quedan habilitados para el uso confortable de los sanitarios públicos agregando, además, su integración al medio social: un sanitario automatizado "extiende" su servicio a un amplio espectro hoy excluido. Piénsese en lo restrictivo que es cualquier pulsador mecánico, para los que son necesarios fuerza física, habilidad manual y alcance. Si ponemos una mirada crítica en las instalaciones "comunes" y las "especiales", veremos que aquellas están pensadas para una "normalidad" excluyente y éstas, en el mejor de los casos, para aquellos que tengan restricciones en su motricidad gruesa, eso sí, alejados de nosotros, los normales. ¿Qué sanitario tendría que usar mi padre, que con sus 83 lúcidos años ya no tiene fuerza para apretar un pulsador? ¿Cómo

automatizacion sanitaria, habilitacion e integracion

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CLAUDIO A. COOPER MENDOZA

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Page 1: automatizacion sanitaria, habilitacion e integracion

Automatización Sanitaria,

habilitación e integración

Lic. Claudio A. Cooper Mendoza

En los últimos meses del 2000 se difundieron por la televisión abie ta de Buenos Aires, un par de cortos publicitarios en los que renombrados futbolistas y basketbolistas (de esos cuyos "pases" cuestan millone ) competían con jugadores ciegos y disminuidos motrices en base a reglas de juego que los equ paraban: fútbolcon antiparras opacas y basket en sillas de rueda . Con reglas de juego equivalentes la competencia es posible, y los glamorosos p ofesionales caían derrotados ante los (?) discapacitados.

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¿Y en el resto de las actividades cotidianas? ¿Hay reglas de juego parejas para todos los que integramos la sociedad? Escribo esta nota delante de mi computadora, equipado con un par de lentes que me "habilitan"(subsanan miopía y astigmatismo): sospecho que hace 100 años, la indisponibilidad de esta tecnología (los anteojos) me hubiera impedido no sólo una formación profesional, sino incluso la más elemental alfabetización. Pero hay más: los anteojos, reparando mis limitaciones visuales, me "integraron" a las mismas aulas de mis colegas.

Generalizando, hoy, en la era de la técnica, la discapacidad no es un atributo propio de los seres humanos, que nos clasificaría en capaces/incapaces, sino la resultante de la restricción con que la tecnología disponible se despliega.

Soy titular de Domus Robótica Ambiental, empresa que en la Argentina ha desarrollado H2Ok!, tecnología para automatizar instalaciones sanitarias públicas. Seguramente todos los lectores han hecho uso de la misma: presentar las manos ante una canilla, que el agua salga sólo en ese momento, y se corte cuando se retiran; o hacer uso de los inodoros y que estos se descarguen sin que sea necesario accionarlos manualmente. Y en general el mismo principio aplicado para mingitorios, duchas, luces, jaboneras y secamanos.

Originalmente la tecnología fue desarrollada para hacer eficiente el uso del agua, propender a la higiene y reducir el mantenimiento correctivo. Pero rápidamente encontramos que la automatización tiene un claro sentido "habilitador" e "integrador": presentarse y ausentarse ante el dispositivo sanitario son las únicas condiciones para su uso. Niños o personas de escasa estatura, ancianos sin fuerza, disminuidos visuales, neurológicos o motrices, etc., quedan habilitados para el uso confortable de los sanitarios públicos agregando, además, su integración al medio social: un sanitario automatizado "extiende" su servicio a un amplio espectro hoy excluido.

Piénsese en lo restrictivo que es cualquier pulsador mecánico, para los que son necesarios fuerza física, habilidad manual y alcance.

Si ponemos una mirada crítica en las instalaciones "comunes" y las "especiales", veremos que aquellas están pensadas para una "normalidad" excluyente y éstas, en el mejor de los casos, para aquellos que tengan restricciones en su motricidad gruesa, eso sí, alejados de nosotros, los normales. ¿Qué sanitario tendría queusar mi padre, que con sus 83 lúcidos años ya no tiene fuerza para apretar un pulsador? ¿Cómo

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satisface sus necesidades de higiene un joven afectado por a gún retraso neurológico, con disfuncione en su motricidad fina? Los pulsadores mecánicos en sanitarios públicos son lisa y llanamente un instrumento de exclusión.

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Además, la "economía" de la automatización no hace más que fortalecer aún más esa posibilidad. En primer lugar, en las últimas 2 décadas hemos asistido a una aceleración de la disponibilidad técnica que permite afirmar que las nuevas y poderosas tecnologías hoy se adquieren "por kilo" (véase sino el precio de las computadoras), y su aplicación está a la mano de quien diseñe y proyecte pensando proactivamente por la habilitación.

Y fundamentalmente, la automatización sanitaria agrega menos del 0,8 por mil de inversión adicional en proyectos edilicios tales como confiterías, oficinas de atención al público, aeropuertos, estaciones de ferrocarril, de servicio, hospitales públicos, hipermercados, shoppings, cines, etc.

Además, si fuera necesario convencer a algún reacio gerente financiero, es fácil demostrar que, asociada a la reducción a cero del derroche del agua y del mantenimiento correctivo, la automatización sanitaria se amortiza en menos de 15 meses.

La conciencia social y el desarrollo de políticas públicas, junto con la actualización profesional de las disciplinas proyectuales y constructoras son las condiciones para habilitar e integrar a los hoy discapacitados de todo tipo: la técnica ya está disponible.