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COMENTARIOS NACIONALES 1 El desafío para el humanismo cristiano Alejandro Foxley (* ) Conferencia dictada en la inauguración de las actividades de la Fundación Frei, en Valparaíso, el mes pasado. medida que se acercan defini-. ciones políticas trascendenta- les, el país entero comienza a volcar su mirada hacia el futuro. ¿Qué caminos ofrecen las diversas fuerzas políticas para sacar al país del autoritarismo y para consolidar pos- teriormente un sistema democrático estable? El desafío es especialmente urgente para quienes se ubican dentro del pensamiento humanista cristiano. Tanto las encuestas de opinión como la lógica de la situación autoritaria, hacen pensar que el país buscará un camino de madurez, de moderniza- ción con justicia social, de democra- cia con participación y del más escru- puloso respeto a los. derechos de la persona. El humanismo cristiano pa- recería llamado, por lo tanto, a jugar un rol clave en el futuro de la de- mocracia en Chile. Para estar a la altura de los requeri- mientos del tiempo excepcional que se nos viene encima hay que ser capa- ces de encarnar una fuerza moral, una concepción de vida y un sistema de ideas que reflejen la filosofía y los valores humanistas-cristianos, asímco- mo las vivencias y lecciones aprendi- das luego de quince años de dictadu- ra. Tenemos que ir forjando una nueva síntesis entre estos elementos, que- proyecten al humanismo cris- tiano como la fuerza del futuro. No debemos buscar muy lejos para encontrar el ejemplo preclaro de esa armonía y esa fusión entre ideas y va- lores, entre pensamiento y acción (*) CONSEJERO NACIONAL DEL PDC Y PRESIDENTE DE LA CORPORACION DE [N C'ESTIG,4 CIONES ECONOMICAS PARA LA TINOA MERICA. transformadora, entre circunstancias del tiempo presente y proyecto políti- co con sentido de futuro. La vida y el pensamiento de Eduar- do Frei ilustran mejor que otros el có- mo se forja un pensamiento y, a par- tir de éste, se transforma un país. El pe-nsamiento y la acción política de Frei se forjan en tiempos de dicta- dura. La de Ibáñez en Chile, y los fascismos en Europa. El mundo se encontraba sacudido, además, por la más profunda crisis económica del siglo, lo que en el caso de Chile agu- dizaba una crisis social que se estaba manifestando con intensidad crecien- te desde fines del siglo diecinueve. Dictadura, crisis económica y mi- seria para los sectores populares eran hechos que causarían un impacto de- finitivo en Frei y su generación. De la percepción de crisis profunda surgió una temática trascendente centrada en la dignidad de la persona, como fundamento de todo un pensamiento político y social. Surgió, también, un nivel de exigencia personal para quienes querían ponerse a la altura del desafío, que no pudo sino marcar a esa juventud para una vida excep- cional. La trayectoria intelectual y política de Frei es la de una incorporación su- cesiva de los varios elementos que quedarían finalmente sintetizados en el proyecto nacional y popular que lo llevaría a la Presidencia de la Re- pública en 1964. Se empapa del pen- samiento de Maritain en los años treinta. Hacia fines de esa década ha aprendido a conocer a Chile y a amarlo. La pasión por el país y su afán de transformarlo de acuerdo al ideario del humanismo cristiano lo empujaron, junto con los otros falan- gistas, a la conquista de un espacio político que parece negárseles, hasta que, a mediados de los años cincuen- ta, pensamiento y experiencia cristali- zan en la fórmula nacional y popular. Esta había sido enriquecida por su conocimiento de las experiencias de reconstrucción europeas de la post- guerra, conducidas por la Democra- cia Cristiana; por el pensamiento lati- noamericano de la Cepal; y por una insaciable curiosidad intelectual y vi- tal que lo hacía leer con avidez, dedi-- car horas y horas a escuchar a gente de la más diversa condición y viajar una y otra vez hasta los lugares más apartados del país. Fueron esos elementos, trabajados a lo largo de treinta años, que hi- cieron madurar una visión de Chile profundamente original y adecuada a lo que el país buscaba a comienzos de la década del 60. Es ello lo que expli- 'ca al Frei Presidente, y la evaluación que de él hace hoy el pueblo de Chile, al calificar a su gobierno -en las en- cuestas de opinión pública- como el más exitoso de entre los que los chile- nos adultos tienen memoria. No deja de ser sugerente el que pa- ra nuestra generación las circunstan- cias actuales parezcan reproducir aquellas de los años treinta. Dictadu- ra, inseguridad económica y crisis so- cial. División y polarización de la so- ciedad chilena. Sin embargo, adi- cionalmente a esa experiencia, el de- safío consiste hoy en responder, ade- más, al intento del gobierno de Pi- nochet de refundar una nueva so- ciedad en Chile basada en el autorita- rismo político, el neoliberalismo eco- nómico y el darwinismo social. El pe- gamento de estos diversos elementos lo da una cultura individualista, centrada en el motivo de lucro como motor de la sociedad, y el consumis- 10 POLInCA Y ESPIRITU / Mayo 1988

Biblioteca del Congreso Nacional de Chile - …...la cuenta del almacén o supermerca- do en 5 productos: arroz, papas, tallarines, pan y verdura. ¿De qué le vale a esta gente el

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COMENTARIOS NACIONALES 1

El desafío para el humanismo cristiano

Alejandro Foxley (* )

Conferencia dictada en la inauguración de las actividades de la Fundación Frei, en Valparaíso, el mes pasado.

medida que se acercan defini-. ciones políticas trascendenta- les, el país entero comienza a

volcar su mirada hacia el futuro. ¿Qué caminos ofrecen las diversas fuerzas políticas para sacar al país del autoritarismo y para consolidar pos- teriormente un sistema democrático estable?

El desafío es especialmente urgente para quienes se ubican dentro del pensamiento humanista cristiano. Tanto las encuestas de opinión como la lógica de la situación autoritaria, hacen pensar que el país buscará un camino de madurez, de moderniza- ción con justicia social, de democra- cia con participación y del más escru- puloso respeto a los. derechos de la persona. El humanismo cristiano pa- recería llamado, por lo tanto, a jugar un rol clave en el futuro de la de- mocracia en Chile.

Para estar a la altura de los requeri- mientos del tiempo excepcional que se nos viene encima hay que ser capa- ces de encarnar una fuerza moral, una concepción de vida y un sistema de ideas que reflejen la filosofía y los valores humanistas-cristianos, asímco- mo las vivencias y lecciones aprendi- das luego de quince años de dictadu- ra. Tenemos que ir forjando una nueva síntesis entre estos elementos, que- proyecten al humanismo cris- tiano como la fuerza del futuro.

No debemos buscar muy lejos para encontrar el ejemplo preclaro de esa armonía y esa fusión entre ideas y va- lores, entre pensamiento y acción

(*) CONSEJERO NACIONAL DEL PDC Y PRESIDENTE DE LA CORPORACION DE [N C'ESTIG,4 CIONES ECONOMICAS PARA LA TINOA MERICA.

transformadora, entre circunstancias del tiempo presente y proyecto políti- co con sentido de futuro.

La vida y el pensamiento de Eduar- do Frei ilustran mejor que otros el có- mo se forja un pensamiento y, a par- tir de éste, se transforma un país.

El pe-nsamiento y la acción política de Frei se forjan en tiempos de dicta- dura. La de Ibáñez en Chile, y los fascismos en Europa. El mundo se encontraba sacudido, además, por la más profunda crisis económica del siglo, lo que en el caso de Chile agu- dizaba una crisis social que se estaba manifestando con intensidad crecien- te desde fines del siglo diecinueve.

Dictadura, crisis económica y mi- seria para los sectores populares eran hechos que causarían un impacto de- finitivo en Frei y su generación. De la percepción de crisis profunda surgió una temática trascendente centrada en la dignidad de la persona, como fundamento de todo un pensamiento político y social. Surgió, también, un nivel de exigencia personal para quienes querían ponerse a la altura del desafío, que no pudo sino marcar a esa juventud para una vida excep- cional.

La trayectoria intelectual y política de Frei es la de una incorporación su- cesiva de los varios elementos que quedarían finalmente sintetizados en el proyecto nacional y popular que lo llevaría a la Presidencia de la Re- pública en 1964. Se empapa del pen- samiento de Maritain en los años treinta. Hacia fines de esa década ha aprendido a conocer a Chile y a amarlo. La pasión por el país y su afán de transformarlo de acuerdo al ideario del humanismo cristiano lo empujaron, junto con los otros falan- gistas, a la conquista de un espacio

político que parece negárseles, hasta que, a mediados de los años cincuen- ta, pensamiento y experiencia cristali- zan en la fórmula nacional y popular.

Esta había sido enriquecida por su conocimiento de las experiencias de reconstrucción europeas de la post- guerra, conducidas por la Democra- cia Cristiana; por el pensamiento lati- noamericano de la Cepal; y por una insaciable curiosidad intelectual y vi- tal que lo hacía leer con avidez, dedi-- car horas y horas a escuchar a gente de la más diversa condición y viajar una y otra vez hasta los lugares más apartados del país.

Fueron esos elementos, trabajados a lo largo de treinta años, que hi- cieron madurar una visión de Chile profundamente original y adecuada a lo que el país buscaba a comienzos de la década del 60. Es ello lo que expli- 'ca al Frei Presidente, y la evaluación que de él hace hoy el pueblo de Chile, al calificar a su gobierno -en las en- cuestas de opinión pública- como el más exitoso de entre los que los chile- nos adultos tienen memoria.

No deja de ser sugerente el que pa- ra nuestra generación las circunstan- cias actuales parezcan reproducir aquellas de los años treinta. Dictadu- ra, inseguridad económica y crisis so- cial. División y polarización de la so- ciedad chilena. Sin embargo, adi- cionalmente a esa experiencia, el de- safío consiste hoy en responder, ade- más, al intento del gobierno de Pi- nochet de refundar una nueva so- ciedad en Chile basada en el autorita- rismo político, el neoliberalismo eco- nómico y el darwinismo social. El pe- gamento de estos diversos elementos lo da una cultura individualista, centrada en el motivo de lucro como motor de la sociedad, y el consumis-

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b'rei: uria figura siempre iiispiradora para los Iiiinianislas crisliarios

mo como forma principal de gratifi- cación individual.

k;I iieoliberalismo autoritario

Nunca se ha hecho más claro que en meses recientes el proyecto de fu- turo que el régimen procura para el país. Este pareciera estar basado en dos elenientos centrales: la Constitu- ción del 80 y la revolución silenciosa, esto es, el proceso de modernización en que estaría envuelta el conjunto de la sociedad chilena y que auguraría un futuro, en un horizonte de pocos años, similar al de paises hoy de- sarrollados.

La Constitución del 80 sería la base jurídica de una sociedad ordenada, bajo el marco de una autoridad presi- dencial fuerte, en torno a la idea de garantizar el más pleno desarrollo de los derechos individuales. No pare- ciera inquietar a sus ideólogos y auto- Les que dicha Constitución haya ser- vido para amparar, desde el momen- to de su vigencia en 1980, las más gra- ves y masivas violaciones de los de- reclios personales de los chilenos que el país haya conocido a lo largo de to-

da su 12istoria. Especialistas de las más variadas

tendencias políticas han demostrado, por otra parte, los graves dese- quilibrio~ que el actual ordenamiento jurídico-constitucional consagra en-la relación entre el Estado y los indivi- duos, entre los distintos poderes del Estado, así como entre quienes deten- tan el monopolio del uso de las armas y el resto de la población. Un cesaris- mo presidencial, con un parlamento débil, y ambos bajo tutela de las Fuerzas Armadas, no parece el marco jurídico apropiado para cautelar o garantizar lo que se dice buscar: el resguardo al derecho de las personas.

Pero la segunda línea de argumen- tación establecería que la libertad que realmente importa para el pleno de- sarrollo del hombre sería la libertad de escoger en la vida cotidiana, esto es, en el plano de las decisiones eco- nómicas y aquellas que atañen a la vi- da social.

La propaganda oficial describe de- talladamente los bienes que hoy están disponibles para ser adquiridos y que ayer no lo estaban. Los sofisticados servicios financieros, la internaciona-

lizción de ellos. La posibilidad (teó- rica) de escoger entre planes de salud, educativos, etc.

Lo que esa visión obviamente ocul- ta es el hecho que el acceso a esa li- bertad de escoger esté tan severamen- te limitado. Que el agudo dese- quilibrio que hoy existe entre ingresos y necesidades o gastos de los sectores medios a menudo impide a éstos disfrutar de las posibilidades rutilan- tes del consumo sofisticado hoy al al- cance de algunos chilenos y, sin du- da, de los sectores más pudientes de los países s~iperdesarrollados.

Un hecho aún más dramático con- siste en que el 45 por ciento de las fa- milias, es decir, casi seis millones de chilenos -los de menores ingresos- no logren siquiera satisfacer sus nece- sidades básicas. No parece relevante a los apóstoles del neoliberalismo el que mas de la mitad de los indigentes en Chile, cuya cifra llega a los tres millones de personas, no hayan ido nunca a un supermercado, según evi- dencia reciente de estudios realizados en poblaciones periféricas de San- tiago. Y que, además, aquellos que sí lo hacen, gastan un 70 por ciento de

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la cuenta del almacén o supermerca- do en 5 productos: arroz, papas, tallarines, pan y verdura. ¿De qué le vale a esta gente el que los supermer- cados de los mejores barrios ofrezcan 15 mil productos para elegir? ¿Es el consumidor pobre más libre por ello?

Pero la libertad de elegir va acom- pañada, tambien, en la experiencia neoliberal, de la libertad de empren- der, de crear y de producir. ¿Quién podría negar la modernización de la agricultura de exportación, la expan- sión del sector pesquero y del fores- tal?

- -

Desigualdades

Pero bajo las premisas neo- liberales, estos desarrollos han estado amparados en un extremadamente

' desigual reparto de los beneficios. Mientras en la plantación de kiwis se obtienen utilidades mínimas de 25 mil dólares por hectárea, cifra que llega a veces a superar los 100 mil dólares por hectárea, el costo total de la ma- no de obra por hectárea para el pro- ductor por año no supera los 300 dó- lares. En Nueva Zelandia se paga al trabajador 64 dólares por día. En Chile, entre dos y tres dólares al día. Los ejemplos podrían muitiplicarse. Pero el punto central es el siguiente: ¿puede aspirarse a una estabilidad política y social bajo estas condi- ciones? ¿No hay necesidad de legiti- mar este positivo desarrollo empresa- rial construyendo relaciones más equitativas con los trabajadores?

No es este el único problema que plantea el modelo neoliberal en su en- foque hacia la agricultura y el mundo rural. ¿Dónde caben en este esquema los derechos básicos y la dignidad del campesino, por la que el Presidente Frei y los humanistas cristianos he- mos luchado con tanto tesón y persis- tencia?

Pareciera que el sino del autorita- rismo neoliberal es el de hacer un país sólo para unos pocos. La moderni- dad avanza, pero sin rebalse hacia los grupos medios, los sectores obreros, ni mucho menos del mundo margi-

- nal. Y si no ¿cómo se explica que du- rante una fase en que la economía se recupera en un 20 por ciento los sala- rios sigan cayendo en promedio un 10 por ciento y los ingresos mínimos se reduzcan casi a la mitad en términos reales? ¿Qué clase de economía de la solidaridad es ésta, tan aplaudida por

los sectores cercanos al gobierno, du- ' rante la visita a Chile de Juan Pablo II? ¿Quién presta atención a los miles de pensionados con jubilaciones de 8 mil pesos? ¿O a los jóvenes que a fi- nes de 1987 aún encontraban serias dificultades para conseguir un traba- jo? Veinte por ciento de desempleo juvenil a nivel nacional, y entre 35 y 50 por ciento en las poblaciones: Les ése un sistema económico que abra las oportunidades a las nuevas gene- raciones?

En síntesis, los hechos indican que, después de quince años de autorita- rismo neoliberal, se ha configurado un sistema político, un modelo eco- nómico y un esquema social que ase- guran la libertad de escoger y el acce- so a Los beneficios de la modernizción sólo a los sectores de más altos ingre- sos en la sociedad. La institucionali- dad política, por otra parte, "encoge"e1 concepto de Nación, pa- ra incluir en él sólo a los militares y los sectores civiles afines. Para el res- to, se garantiza el "disciplinarniento" de los estados de excepción, y el rigor de un mercado inestable que sansiona con especial severidad a los sectores asalariados medios y bajos. medios y bajos.

Esta nación encogida no en- contrar aceptacihn libre en la ciuda-

"No parece relevante a los apóstoles del

neoliberalismo el ques más de la mitad de los

indigentes de Chile, cuya cifra llega a los

tres millones de personas, no hayan

ido nunca a un supermercado ( . . . ) . Y que, además, aquellos que sí lo hacen, gastan un 70 por ciento de la cuenta del almacén o supermercado en 5 productos: arroz,

papas, tallarines, pan y verdura".

danía. Por eso el concepto de nación se reemplaza por aquel más abstrac- to, menos mensurable en su dimen- sión económica, social y de oportuni- dades, de "la patria". Se es habitante de la Patria y a ella se le debe plena sumisión y lealtad. Como la nación no representa el todo, sino una parte de la sociedad, la Patria llena su lu- gar. ¿ Y quién representa mejor a la Patria que la cúpula militar que ha jurado defender su integridad territo- rial? ¿Por qué sorprenderse de la ne- cesidad de un Estado-Guardián que pone en línea a los habitantes que no pueden participar plenamente de la Nación, de sus espacios y posibilida- des?

Cuando este Estado procura acer- carse a la gente a través de la des- centralización administrativa y de la muncipalización termina demostran- do lo que afirmamos anteriormente. Se municipaliza para favorecer a los partidarios y controlar o ejercer coac- ción sobre quienes piensan distinto. Se favorece con el gasto o las inver- siones a los primeros y se excluye a los segundos. Se hace un plan de ac- ción cívica para politizar y polarizar entre amigos y enemigos. No se trepi- da en exigir de los maestros que mo- delen la mente de jóvenes y niños en la tesis de la proyección de esta nueva sociedad. Una especie de ENU, neo- liberal y autoritaria.

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EL desafío para el Humanismo Cristiano

Tal vez nunca en su historia el Hu- manismo Cristiano ha enfrentado un desafío más exigente que el actual. El proyecto nacional y popular debe ad- q8irir vigencia bajo las nuevas cir- cunstancias del país. Tiene que dar cuenta de la herencia neoliberal y autoritaria. Y debe, especialmente, estar cargado de un sentido de servi- cio, en función de lo que el país hoy necesita.

Por ello, el primer desafío consiste en contribuir a recuperar un verdade- ro sentido de Nación. Para ello hay que encarnar la idea de un orden polí- tico y de un sistema económico inclu- sivo y no excluyente. Se trata de pro- curar, en primer lugar, la consolida- ción de un orden político abierto e impersonal, que no excluye a nadie por sus ideas y que garantiza, a través de una institucionalidad impecable- mente democrática, los derechos de

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todos los chilenos. Se requiere, en se- gundo término, corregir los dese- quilibrio~ hoy existentes en las rela- ciones sociales, haciendo posible una expresión real de los intereses de los grupos menos favorecidos en su acce- so y oportunidades a los beneficios de la sociedad moderna.

El segundo desafío -tan impor- [ante como el primero- consiste en "aunar un esfuerzo creador para un proyecto de civilización al que con- verjan las más distintas .posiciones ideológicas", como lo afirmara Frei en Un 17iundo nuevo, reflexión que entregara .en la Universidad Católica Iiacia el fin de su período presiden- cial.

Esta reflexión de Frei que, sin du- da, recogía la lección de seis años de gobierno solitario de la Democracia Crisiiaiia, y toda una vida política de ese partido en que se caminaba a me- nudo solos, adquiere hoy especial vi- gencia. Para representar de verdad la idea de Nación, los humanistas cris- tianos debemos convertir en parte esencial de nuestro mensaje el que na- die es el u ~ i l o ~ . exclusivo de la Nación chile~iu.

Es preciso reconocer las contribu- ciones que distintas familias ideológi- cas y sectores políticos hicieron en el largo proceso de construcción de este país. La consolidación temprana de un orden político estable y del Estado-Nación durante la primera mitad del siglo pasado, así como la lenta, pero sostenida, expansión de la democracia en su segunda mitad, fue una contribución decisiva de la De- recha a la formación del Estado de- mocrático en Chile.

La historia del siglo veinte está marcada por la incorporación sucesi- va de los grupos medio, obreros y po- pulares a la vida política con plenos derechos y con poder e influencia cre- cien tes. No debería nunca olvidarse la contribución sustancial, para que eso fuera posible, de los gobiernos ra- dicales. Hay que aprender a valorar lo positivo del aporte socialista, por adversa que sea la opinión que se ten- ga del gobierno de la Unidad Popu- lar. Pero en la línea larga del de- sal-rollo de esta sociedad, las corrien- tes socialistas siempre fueron como la conciencia crítica de la nación, recor- dando y luchando por mayores espa-

No Ii:i! rclüci0ii enire las ganancias obtenidas con la esportaciOn de frulas cosechan I

cios para la expresión política del pueblo pobre.

Nadie podría ignorar, dentro de esa visión amplia, generosa y no sec- taria de nuestra historia, la contribu- ción sustantiva de los cristianos, y, en particular, de los humanistas cris- tianos. La lucha por la democracia y su perfeccionamiento, por un orden social más justo y por una economía moderna y más dinámica, ha sido un proceso de más de cincuenta años que ha caracterizado el aporte del Huma- nismo Cristiano a la historia de Chile contemporáneo.

La importancia del punto anterior no debe disminuirse. El éxito de lo que viene dependerá en una enorme medida de la capacidad que tenga ca- da sector político de trascenderse, de valorar el aporte de otros. Se trata de desarrollar, como nunca antes, la idea que la democracia, para ser sóli- da y estable, debe ser una construc- ción colectiva. Se requiere creer y practicar cotidianamente la noción del pluralismo.

Lo anterior se hace aún más nece- sario para enfrentar adecuadamente el desafío de refundar la democracia

y lo que-se paga a quienes la

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con un sentido de renovación y de fu- turo, tarea inevitable que nos ha caído encima a los chilenos de esta generación. Nuevamente es el Presi- dente Frei quien, premonitoriamente, en 1973, afirmaba que "este proyecto requiere de un esfuerzo intelectual de la mayor magnitud, en el que toda audacia sea permitida, donde la ima- ginación creadora de los varios gru- pos políticos culturales, de las elites intelectuales, obreros, campesinos y sobre todo de la juventud, tengan un camino de expresión abierto"

Pilares - -

Cuatro elementos básicos de ese proyecto nacional, que recoja y refle- ja las visiones de las varias vertientes democráticas, pero que, al mismo tiempo, las trascienda, serían las que desarrollamos a continuación.

Primero, la afirmación de la idea de un país moderno, abierto al mun- do e integrado a otras economías. El estímulo a los procesos modernizado- res, a la incorporación de Chile a la revolución tecnológica mundial. Una aspiración nacional a la excelencia en logros económicos y también en el desarrollo de formas de convivencia pacífica, democráticas y civilizada. El reconocimiento que ello no será po- sible sin rectificar profundamente las relaciones sociales hoy existentes. La aceptación de que -incluso más allá de consideraciones ideológicas- no es posible aspirar a la consolidación en el tiempo de los procesos de mo- dernización productiva, si no se re- suelve más adecuadamente el proble- ma de la valorización e incorporación real del mundo del trabajo a los bene- ficios de dicha modernización, y a las decisiones que afectan centralmente su suerte como factor en la produc- ción.

La centralidad del trabajo, afirma- ción fundamental del pensamiento cristiano, tiene que convertirse en una institucionalidad laboral que re- almente la haga posible. El desafío para Chile será dar ese paso -de mo- dificación de la legislación laboral vi- gente en el sentido de proteger al más débil en su relación con el mundo patronal, y de permitir la incorpora- ción de los trabajadores como sujetos activos y creativos en la rnoderniza- ción del país- sin que en ese proceso se haga imposible los aumentos de producción y productividad requeri-

"...El país deberá descansar

principalmente en lo que es probable su principal ventaja

comparativa. Ella no está en la producción de cobre, sino en sus escuelas de ingeniería.

Esto es, en la capacidad profesional, inteligencia y talento

de los técnicos, profesionales y

obreros calificados.. .".

dos para dinamizar a la sociedad chi- lena y lograr un mejor reparto de los beneficios.

Un segundo elemento fundamental en el proyecto de sociedad humanista y democrática que debemos cons- truir, consiste en afirmar la impor- tancia de la inteligencia, del talento de la creatividad de la generación de nuevas ideas como factor insusti- tuible.en el proceso de desarrollo fu- turo.

Es casi innecesario recordar la es- casez crónica de recursos, externos e internos, que enfrentará una econo- mía sobreendeudada con el exterior y que ha privilegiado el consumo sun- tuario por encima de la inversión pro- ductiva. Por ello, el país deberá des- cansar principalmente en lo que es probable su principal ventaja compa- rativa. Ella no está en la producción de cobre, sino en sus escuelas de inge- niería. Esto es, en la capacidad profe- sional, inteligencia y talento de los técnicos, profesionales y obreros cali- ficados que este país siempre produjo en abundancia y de alta calidad. Se trata de hacer posible el mejor apro- vechamiento de esta reserva de pro- ductividad y dinamismo hoy insufi- cientemente aprovechada.

Se trata también de abrir canales de participación, de escuchar y creer en la gente. En su capacidad de parti- cipar creativamente en la resolución de sus propios problemas. Como de- cía siempre Frei, elevar a las perso-

nas, darles confianza de que pueden más. Afirmar la idea que el país puede más si se apoya en el pueblo organizado, en sus profesionales y en el talento creativo de sus empresa- rios.

Estado activo

Se hace imprescindible, como ter- cer elemento del proyecto nacional, recuperar la noción del Estado y de la función pública. Es su ausencia la que explica los abusos patrimoniales del pasado reciente, el colapso de la economía de papel, la desmedrada si- tuación del sector asalariado, el caos en el sistema de educación superior que forma profesionales en las carre- ras excedentarias, mientras se produ- ce escasez en los campos más técnicos que demandan los procesos de mo- dernización en marcha.

Una economía moderna y, desde luego, una economía de la solidari- dad, requieren de una recuperación del sentido de la función pública. De valorización de la responsabilidad del Estado en cautelar el bien común y en orientar el proceso modernizador. Salarios mínimos, pensiones, condi- ciones de trabajo no reguladas por el Estado llevan a la explotación de los asalariados. Pasividad del Estado frente a la miseria masiva es incom- patible con la idea de una sociedad solidaria. La orientación de todo un sistema educacional hacia el lucro co- mo motor de un desarrollo, produce graves distorciones en el contenido de la educación y en la capacidad del sis- tema educativo para responder a las verdaderas necesidades del país. La orientación de los diversos agentes de la economía hacia un esfuerzo com- partido en la modernización del país sólo puede realizarse a través de la función pública, evitando los costos innecesarios asociados a los errores de un mercado que se autocorrige a través de destructivos ciclos de sobre- expansión y recesión productivas, afectando empleo y salarios drástica- mente.

Pero, en nuestra visión humanista y cristiana, la función pública, y tam- bién la sociedad en su conjunto, de- ben orientarse con un sentido funda- mental de abrir las oportunidades a todos aquellos menos favorecidos por la vida. Por el lugar o la familia en que nacieron. Por la educación

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1.0s ingenieros conslitugen una de las ventajas comparativas con que cuenca el país, por su capacidad

que les fue posible y aquella que les estuvo vedada. Por los empleos que estaban a su alcance y aquellos que no lo estaban. Por la buena o la mala suerte. Por las injusticias que de- bieron experimentar en un sistema económico no equitativo, y la facili- dad con que otros accedieron y disfrutaron de los privilegios de una sociedad "encogida", poco abierta

en sus oportunidades a los que no son miembros de su elite.

La dificultad principal para el hu- manista cristiano consiste en hacerse creíble, en transmitir convicción y ad- quirir autoridad y respeto por la coherencia entre creencias, valores y práctica política y social. Para un cristiano, el Reino de Dios se constru- ye cada día. No existe la excusa de to-

do pensamiento utópico, aquello de que la sociedad deseada sólo es po- sible después de interminables etapas históricas previas, ajenas en su espíri- tu y praxis a la utopía. Setenta años de socialismos reales constituyen una advertencia suficiente respecto de la enorme distancia que puede con- sagrarse entre praxis política concreta -socialismo burocrático, gris, opa-

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PARA ESTE DOMINGO

Cada sernana Hernán Millas nos entrega una entrevista con algún invitado de interés que esté haciendo noticia, en una conversación abierta, pluralista. Conozca la noticia desde el punto de vista de sus protago- nistas.

Los periodistas Lorena Ardura, Versnica Ruz y Richard Honour nos entregan, como todas las semanas, un resumen noticioso con lo más relevante sucedido durante la semana, en el plano nacional e internacional. Econo- mía, deporte, política, arte, vida social, en fin semana a semana lo más importante para que us: ted esté bien informado.

UN PROGRAMA DIRIGIDO POR HERNAN MILLAS

swtia Un Nuevo Estilo Periodístico.

co, centralizado y opresor de las li- bertades- y la utopía de una so- ciedad comunista, donde todos son iguales y en la que el Estado se desva- nece en el horizonte de una sociedad que finalmente conquistaría su plena libertad.

El desafío para el Humanismo Cristiano es conquistar mejores opor- tunidades para la más plena realiza- ción de cada persona y de cada fami- lia en la sociedad chilena de hoy día y de mañana. Es por ello que la solida- ridad es tan esencial a este pensa- miento político. Porque, por una parte, refleja en toda su profundidad los valores cristianos; apuesta a la ca- pacidad del ser humano de trascender SUS propios egoísmos, a la posibilidad de dar a la generosidad, innata en to- da persona, una proyección hacia lo social. Afirma que el ser humano se realiza más, se gratifica mejor como persona cuando rompe su aislamien- to y su individualismo y se realiza en conjunto con otras. Cuando se ex- tiende a los demás. Se asocia con ellos, construye comunidad. Es ca- paz, en el mundo del trabajo, de tra- bajar en equipo. De asumir también algunas tareas que benefician más a oiros que a uno mismo.

El contenido moral, trascendente, de la acción pública, sus valores éti- cos solidarios son hoy más importan- tes que nunca de destacar en una so- ciedad a la que hay que rescatar de la apatía y del cinismo a que conducen los valores opuestos del individualis- mo sin concesiones y de la supervi- vencia de los mejores dotados.

Tenemos que aprender a afirmar sin rubor que nos importa y nos afec- ta el vivir en una sociedad herida. Que nos duele y nos conmueve la pre- sencia de tantos caídos en el camino de la vida y de nuestra historia recien- te. Que no nos vergüenza el sentir junto a los abandonados a su suerte, a los golpeados por la vida.

No nos es indiferente la suerte de un cesante, de una familia que cruje y se triza bajo la infinita tensibn que genera un sistema social en crisis. Tampoco la de un profesional subva- lorado y pisoteado en su dignidad. Nos duele el dolor de los pobres.

Es desde allí que surge la fuerza del Humanismo Cristiano, nuestra moti- vación mas profunda. Eso explica y justifica nuestras vidas y nuestra ra- zón de ser en la política chilena de fi- nes del siglo veinte.

POLlTlCA Y ESPlRITU / Mayo 1988